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    El choque de civilizacionesen el fin de la historia

    Por Slavoj iek| Diciembre.2006En un texto indito, el filsofo esloveno reflexiona sobre el hedonismo

    aptico y la prdida de vitalidad de las democracias liberales de lospases de Occidente, tomando como disparador el ltimo y polmico

    film de Alfonso Cuarn, Hijos del hombre. No es acaso lapermisividad extrema, adems de las nuevas formas de apartheid

    social y control basadas en el miedo, lo que caracteriza a nuestrassociedades?, se pregunta. Y afirma que los actuales conflictos tnico-

    religiosos son la forma de lucha ms conveniente para el capitalismoglobal.

    En las historias de Hollywood, el magnfico teln de fondo histrico slo sirve depretexto para contar de qu trata la pelcula en realidad del viaje inicitico delhroe o de la pareja. En Impacto profundo, la ola gigante que arrasa la costa este delos Estados Unidos sirve para la reunin incestuosa de la hija con su padre; en Laguerra de los mundos, la invasin de los aliengenas sirve para que Tom Cruisereafirme su funcin paterna. No sucede lo mismo en Nios del hombre, en la que elteln de fondo persiste y se mantiene constante.En una tpica pelcula de ciencia ficcin de Hollywood, el mundo futuro podr estarlleno de inslitos objetos o inventos, pero hasta los cyborgs interactan exactamentede la misma manera que nosotros o, ms bien, como solamos hacerlo en los viejos

    melodramas y pelculas de accin hollywoodenses. En Nios del hombre no hay nuevosaparatos y Londres se ve tal cual es ahora, slo que un poco ms Alfonso Cuarn haenfatizado sus potenciales poticos y sociales: las tonalidades grises y la decadenciade los suburbios cubiertos de basura, la omnipresencia de la video-vigilancia. Lapelcula nos recuerda que, entre todas las cosas extraas que podemos imaginar, lams extraa de todas es la realidad. Hegel coment hace mucho tiempo que el retratode una persona se le parece ms que la misma persona. Nios del hombre es la cienciaficcin de nuestro propio presente.Estamos en el ao 2027. La especie humana se ha vuelto infecunda y el habitante msjoven de la Tierra, nacido hace dieciocho aos, acaba de morir en Buenos Aires. ElReino Unido vive en estado permanente de emergencia: brigadas antiterroristas

    persiguen a inmigrantes ilegales, y el poder estatal controla a la poblacin decrecienteque vegeta en un hedonismo estril. No son acaso estos dos aspectos lapermisividad hedonista, adems de las nuevas formas de apartheid social y controlbasados en el miedo los que caracterizan a nuestras sociedades? Y como dijo Cuarn,en una entrevista: En muchos relatos del futuro siempre aparece algo as como elGran hermano, pero creo que sa es una visin de la tirana del siglo XX. La tiranaactual se presenta con nuevos disfraces la tirana del siglo XXI se llamademocracia. Esta es la razn por la que los gobernantes del mundo actual no sonburcratas orwellianos totalitarios, grises y uniformados, sino administradoresdemocrticos ilustrados y cultos, y cada uno o cada una con su propio estilo de vida.

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    Cuando el protagonista de la pelcula visita a un viejo amigo, convertido en un ministrode alto rango, ingresamos en algo as como el loft de una pareja gay de clase alta deManhattan.Nios del Hombre no es, obviamente, una pelcula sobre la esterilidad como problemabiolgico. La infertilidad de la que trata la pelcula de Cuarn fue diagnosticada hace

    mucho por Friedrich Nietzsche, cuando percibi el modo en que la civilizacinoccidental avanzaba en direccin al Ultimo Hombre, una criatura aptica, sin grandespasiones o compromisos. Incapaz de soar y cansado de la vida, no asume ningnriesgo y slo busca lo cmodo y lo seguro, una manifestacin de tolerancia haciatodos. El Ultimo Hombre no quiere que le destruyan sus ilusiones: por eso acoso esla palabra clave en su universo mental. En su sentido ms simple, el trmino designahechos brutales de violacin, palizas y otras formas de violencia social que, sin duda,deberan ser condenadas con toda severidad. Sin embargo, en el uso predominante, elsignificado simple se desliza en forma imperceptible hacia la condena de cualquiercercana excesiva de otro ser humano real, con sus deseos, temores y placeres. Dostpicos determinan la actitud tolerante liberal de hoy hacia los otros: el respeto haciala otredad, la apertura hacia ella y el miedo obsesivo al hostigamiento. El otro esaceptable mientras su presencia no sea invasora, mientras el otro no sea realmente

    otro. La tolerancia coincide con su sentido opuesto: mi deber de ser tolerante con elotro significa efectivamente que no debo acercarme demasiado. Esto es lo que emergecada vez ms como el derecho humano: el derecho a no ser acosado, es decir, amantenerse a prudente distancia de los otros.Los juzgados de la mayora de las sociedades occidentales expiden en la actualidaduna orden de restriccin cuando alguien demanda a otra persona por acoso. Alacosador se le puede prohibir legalmente acercarse con malas intenciones a la vctima,y debe guardar una distancia de ms de cien metros. Por necesaria que sea estamedida, contiene, no obstante, una suerte de defensa contra la realidad traumtica deldeseo del otro: no resulta obvio que el despliegue abierto de la pasin por y haciaotro ser humano es terriblemente violento? La pasin, por definicin, hiere a su objeto,

    y aun cuando el destinatario acepte gustoso ocupar ese lugar, l o ella no puedenhacerlo sin experimentar asombro o sorpresa. Ocurre incluso con la crecienteprohibicin de fumar. Primero, todas las oficinas fueron declaradas libres de humo;despus, los vuelos; despus, los restaurantes, los aeropuertos, los bares. Despus en un caso nico de censura pedaggica, que nos recuerda la prctica estalinista deretocar las fotos de nomenklatura, el servicio postal de los Estados Unidos borr elcigarrillo en las estampillas que muestran la fotografa de Robert Johnson, el guitarristade blues, y la de Jackson Pollock, el pintor. El objetivo de estas prohibiciones es acabarcon el deleite excesivo y riesgoso del otro, personificado en el acto de encender uncigarrillo e inhalar profundamente con placer descarado. En efecto, como deca JacquesLacan, despus de la muerte de Dios, ya nada est permitido.En el mercado de hoy encontramos una serie de productos despojados de su propiedad

    nociva: caf sin cafena, crema sin grasa, cerveza sin alcohol... Y qu podemos decirdel sexo virtual como sexo sin sexo, de la doctrina de guerra sin vctimas (de nuestrolado, por supuesto) de Colin Powell como guerra sin guerra, la redefinicincontempornea de la poltica como el arte de la hbil administracin o poltica sinpoltica, mientras que temas como esposas golpeadas o violaciones incestuosas no sontomados en cuenta?A los que pertenecemos a los pases del Primer Mundo se nos hace cada vez ms difcilsiquiera imaginar una causa pblica o universal por la que estaramos dispuestos a dar

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    la vida. Pareciera ser, en efecto, que la grieta que separa el Primer Mundo del TercerMundo se ahonda cada vez ms en la oposicin entre llevar una vida larga ysatisfactoria llena de riquezas materiales y culturales, y dedicar la vida a una causatrascendente. No es ste el antagonismo entre lo que Nietzsche llama nihilismopasivo y nihilismo activo? Nosotros, en el Oeste, somos los Ultimos Hombres,inmersos en los estpidos placeres cotidianos, mientras que los radicales musulmanes

    estn preparados para arriesgarlo todo, comprometidos con la lucha nihilista hastaalcanzar la autodestruccin. No sorprende, pues, que el nico lugar en Nios delHombre donde impera una extraa sensacin de libertad sea Blackpool, la ciudadaislada y convertida en un campamento de refugiados administrado por sus propioshabitantes, inmigrantes ilegales, y al final de la pelcula, bombardeados sin piedad porla fuerza area. Aqu prospera la vida, con demostraciones militares fundamentalistasdel islam, pero tambin con actos de autntica solidaridad No sorprende, pues, queall aparezca el nio recin nacido.En un debate sobre la suerte de los prisioneros de Guantnamo en la NBC en 2004,uno de los argumentos ms extraos a favor de la aceptabilidad tico legal de suestatuto era que ellos fueron los que se salvaron de las bombas. Puesto que eran elblanco de los bombardeos estadounidenses y los sobrevivieron por azar, y puesto queel bombardeo era parte de una operacin militar legtima, no se puede censurar elhecho de que los hayan capturado despus del combate Este razonamiento dice msde lo que pretende decir: coloca al prisionero casi en forma literal en la posicin de losmuertos vivos, los que de algn modo ya estn muertos, de manera que ahora soncasos de lo que Giorgio Agamben llama Homo sacer, el que puede ser eliminado conimpunidad porque, ante los ojos de la ley, su vida ya no cuenta. Si se coloca a losprisioneros de Guantnamo en el espacio entre las dos muertes, muertos desde elpunto de vista legal aunque estn vivos biolgicamente, entonces el caso de TerriSchiavo, que atrap nuestra imaginacin en marzo de 2005, plantea lo contrario.Schiavo sufri un grave dao cerebral en 1990 y los mdicos nombrados por la Cortealegaron que estaba en estado vegetativo permanente, sin esperanzas derecuperacin. Mientras su marido quera que la desconectaran para que muriera en

    paz, sus padres argumentaron que poda mejorar. El caso lleg al nivel ms alto delgobierno de los Estados Unidos, con la intervencin de la Corte Suprema y elpresidente. Lo absurdo de la situacin, vista en un contexto ms amplio, esasombroso: con millones de personas muriendo de sida y hambrunas en todo elmundo, la opinin pblica en los Estados Unidos se centr en un caso particular deprolongacin de una vida inerte, privada de todas las caractersticas especficamentehumanas. Estos son los dos extremos en los que nos encontramos hoy con respecto alos derechos humanos: por un lado, los que se salvaron de las bombas (sereshumanos despojados de sus derechos); por otro lado, un ser humano reducido a unasimple vida vegetativa, pero amparada por todo el aparato estatal.Qu pas con nosotros? Qu sali mal? Cualquier lector atento del Marqus de Sadeno puede dejar de notar la paradoja que surge cuando la afirmacin sin restriccionesde la sexualidad sadeana la convierte en un ejercicio mecnico carente de autnticapasin sensual. Y cabra preguntarse si acaso no es fcilmente discernible unainversin similar en el callejn sin salida de los ltimos Hombres de hoy, los individuosposmodernos que rechazan las grandes metas y se dedican a sobrevivir colmados deplaceres cada vez ms refinados y estimulados en forma artificial. Si las antiguassociedades jerrquicas oprimieron las fuerzas vitales a travs de sus rgidos sistemasideolgicos y del aparato del Estado que los impusieron, las sociedades de hoy estnperdiendo su vitalidad por medio de su hedonismo demasiado permisivo: todo estpermitido, aunque descafeinado y despojado de su esencia.

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    Y lo mismo que se aplica a nuestros placeres se aplica a nuestra democracia. Esta seva convirtiendo cada vez ms en una democracia descafeinada, despojada de suesencia. Hace un siglo, G.K. Chesterton escribi: Los hombres que empiezan a lucharcontra la Iglesia por el bien de la libertad y la humanidad terminan por abandonar lalibertad y la humanidad, aunque sea slo para seguir luchando contra la Iglesia. Hoy,

    lo primero que tendramos que aadir es que esto tambin es vlido para lospartidarios de la Iglesia: cuntos defensores fanticos de la religin comenzaron aatacar de modo feroz la cultura secular contempornea y terminaron por abandonar lareligin? Y no es verdad que, de un modo estrictamente homlogo, los guerrerosliberales estn tan ansiosos por combatir el fundamentalismo antidemocrtico que vana terminar por abandonar la libertad y la misma democracia, con el solo fin decombatir el terror? Su pasin por demostrar que el fundamentalismo no cristiano es laamenaza principal contra la libertad es tan poderosa que estn dispuestos a defenderla posicin de que debemos limitar nuestra propia libertad, aqu y ahora, en nuestrassociedades supuestamente cristianas. Nuestros guerreros contra el terror estndispuestos a destruir su propio mundo democrtico por odio hacia el otro musulmn.Jonathan Alter, Alan Derschowitz y Sam Harris aman tanto la dignidad humana queestn dispuestos a legalizar la tortura la degradacin extrema de la dignidad

    humanapara defenderlaLa modalidad predominante de la poltica es la poltica del miedo: miedo a losinmigrantes, miedo al delito, miedo a la impa depravacin sexual, miedo al Estadoexcesivo (que es la razn por la cual la Correccin Poltica es la forma liberal ejemplarde la poltica del miedo). Este tipo de poltica siempre confa en las manifestacionesaterradoras de hombres asustados. El gran acontecimiento en Europa a principios de2006 fue que las polticas antiinmigratorias empezaron a formar parte de la tendenciaprincipal: por fin haban cortado el cordn umbilical que las relacionaba con lospartidos de extrema derecha. De Francia a Alemania, de Austria a Holanda, a losprincipales partidos les parece aceptable insistir en el hecho de que los inmigrantes sonhuspedes que deben adaptarse a los valores culturales que definen a la sociedad

    anfitriona. Esa es la razn por la cual el choque de civilizaciones es el mal deHuntington de nuestros tiempos. Como dijo Samuel Huntington, al final de la GuerraFra, la cortina de hierro de la ideologa ha sido reemplazada por la cortina deterciopelo de la cultura. Esta visin tenebrosa puede parecer lo opuesto a la brillanteperspectiva del fin de la historia de Francis Fukuyama bajo el aspecto de unademocracia liberal global. Quiz, sin embargo, el choque de civilizaciones SEA el finde la historia, es decir: los conflictos tnico-religiosos son la forma de lucha que leconviene al capitalismo global. En nuestra poca de pospoltica, en que laadministracin social llevada a cabo por expertos reemplaza en forma progresiva a lapoltica propiamente dicha, la nica fuente de conflictos legtima que queda son lastensiones culturales (tnicas, religiosas).As, pues, para citar el inolvidable lapsus freudiano del presidente Bush, no

    malestimenNios del Hombre: la ltima pelcula de Cuarn pega justo en el blancode nuestra terrible y problemtica situacin.

    Ttulo Original:The Clach of Civilizations at the End of History.Traduccin del ingls: Luz Freire.Extrado de: Diario Perfil.http://www.diarioperfil.com.ar/edimp/0156/cul_003.html.

    http://www.diarioperfil.com.ar/edimp/0156/cul_003.htmlhttp://www.diarioperfil.com.ar/edimp/0156/cul_003.htmlhttp://www.diarioperfil.com.ar/edimp/0156/cul_003.html