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MINISTERIU DE AGRiCULTURADIRF,CCT(1N GENi;RAL DE AGRICTiLTURA
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I^ 0 J A S DIVUL^ADORAS-- -- -:--- -_ _- _= - _-_ - - ----^^O X\^III ^' NOVIEMBRE i934 I ^UM. 2z
„ T^e^>,^?ci^i^.^ k^F:`cs^' ==^czFSít^^ii3r^T.d?'#i^"^^:í'uŝí<^^^ £^a^c^^
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^ Uh hUEVO CUITIVD FOft1AD0 DE^ ESPAftftAGOir̂,
niii^^ intf^r^^sant^^ n^>r cl tl^r^^rlor ^lcl CenErc^ <Ic Ine^est^i^a<^io-} la ('i^°ni^i,i tlt^l ^uc^l^^ ha si•^1^^ i^r^^^scnEatla Ema c^^mEinicacicírT
1'ur J^^^sE^. Mnafn D7.nactt^st,InKeniero agronumo.
Profesor de la Escuela especiai del Cuerpo.
I^,n Ia i^^in^^<^reni'i^E c^^lcl^ratl[i r^^cit°nl^^nic°nte en V^ers.Tlles
-^ ^^^^r l^i ^^rin^rr;E ('^^ni^siún cl^^ la S^^c;^^clacl Intcrnacinnal d^'
^
Interior de un basridor. Pn él se ^^en las trcs esparraRucras que abarca.
n^^^s :1^n^n^',iiii^•,is cl^^ :A^^iñ(,n, cl ilustre ingenie-ri^ ^I. l^urdas, ri^^crca r.lel cttlti^-o fc^rzado del es-
^lárra^r^, a^^licantlu la ulilización de los residuos
^^.a^^a^*.a^=^^^^^ ^
F.stas <hojas^ se remiten gratis a quien las pide al $ervicio de Publi-caĉiones Agr(colas de la Dirección General de A^ricultura.
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^^lel desmotaclo clel algo^dón tal como s^e practica en Albenga (It<t-
lia), con gran acierto, ^^ que en algunas regiones españolas pu-
cl^iera ^encontrar fácil aplicación.Consiste el proce^limiento en clispomer de unos bast;clores que
luego clescribiremos y que se representan en ]as figuras adjuntas,
sobre las esparragueras, previamente cubiertas ,pcr la capa de resi-
^duo óe algodón (cascame), con un espesor ^íe ttnos 3o centímetros
v que se lava convenientemente, aereándolo para permitir su fier-
rnen ta^c'ión . ^Estos residuos, que se encuentran en un gratlo cle división muy
el^evaclo, ofrecen una gran superficie de ataque a las materias, lo
que e^plica la faciilidad ipor la que se ^produce la fermentacihn en
cuanto la humedad ocasionada ^por un riego viene en su au^i!io. Suprecio en Italia es de z5 liras por quintal métrico, es d•ecir, unas
z3 p^esetas españolas, y creemos que a este precio fác>ilmente poclría
ohtenerse en algunas zonas cle Levante y Arndalucía.Cuando la esparraguera tiene tres o cuatro años, ^el horticultor
construye sus bastidores y da comi^enzo al cultivo forz.a^io, pa^ra ]c
cual, a fines de novi^embr^e, incorpora al suelo tma gran cantida^d dc
ahonos org ínicos y químicos.Como se trata de provocar la producción de espárr^tgos tlurante
]us meses ^de diciembre, enero y febrero, es ^íecir, cuancío alcanzan
precios elevadísimos en el mercado, de a^hí que scílo emplean^io
una calefacción artificial o carna caliente pudiera óbtenerse el r°-
sultaclo, _^^ para e^llo se coloca sobre ^el suelo, como hemos d:cho,un^a capa de residuos ^de algo^lón d^e 3o c^entímetros ^de espesor, que
debe regarse al print•i^p;o tres veces, con uno o clos días tle interva-
lo para ^que las masr^s se ihume^dezcan bi^en, y una vez que ^hayanen^rado en fermentación, alcanzan la tenv,peratura de 35° a q.o°, qu^^
es la temperattrra que debe mantenerse.
A los quince días surgen l^s es^párragos de las camas v pu^edé
com^enzar la cosecJha, ^durando ésta, con la pro^ducción, cles^de el
mes cle ^dici^embre a fines ^d^e marzo, haciéntlose l^a recol^ección mu ĉfácilmente, porque los espárragos se arrancan con gran suavidad
del terreno. La duraci^ín de este cultivo forzado puecle alcanzar
como término me^dio cinco años, plazo al final del cual el horti-
cultor ^d^esmonta sus bastirlores y va a construirlos sobre otras es-
parrabueras. Aunque parece sencillc el procedimiento, en realidad
exige cierta experiencia por ^parte del ihorticultor, porque ia tempe-
ratura de ]a masa en ferrnentaci^n ^hay que vigilarla, cie. manera
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c^ue si es muti^ baja, ha}^ que rcanudar lc^s riegos, y si, por el contra-
rio, la tem^^^eratura ^°s n^u^- elevada, liay qtie remover las citndas
masas para que la ficrmentación s^ea inás moderada. To^do el éxito
^iel procedimiento no tle^pc:ncle más que ^de la apreciación rle la tem-pera^ura v la interveilciGn u^^or^t^na ^del hor[^icultor. F.s[^e méto^do,
bien ll^ev^idu,^ iha }^roc^ucido en las experiencias r^aliza^las por^I. I3ordas r^^suli;idus asunihrusos, ^,pu^^s l^^i lle^ado a rec<^lectar, en
Exteeior de un bastidoc. Lado del Mediodía.
v^einticuatro días solam^ente, t^n l:ilograruo cie eshárraaos por inetrolinca] c1e e5parra^uera, ^^ al hreci^^ que en esta época atl^^quiere estepro^cít^cto, ^el i-esultado nc> pt^ede ser m^^s frivorabl^e. T,os bast i^lores^se co^liiponcn, ta^^l cí^n^o s^^^ indica en l^is fut^^^ratías adjuntas, de dos
series de cliasis : los clel lacf^i del Medio^iía tienen ^dos metros de
íar^o ^^ están Prrn^isios ^le cristal^^s ; en cambic^, i^^s del lado I^^^or-
te so q tíe c^liapa de ur<il^ita, ^p^zarri^a o productos análobos, y tie-nen ttna longittid cle z,^ m^etr^^s. El ángulo en el vértice debe sersencillame^^te r+^rtu, ^^ coil est^u dimensiones cada bastidor desmon-table tendrá „? ineu-c^s de an<^ho por- ^o metros de largo, abarcan-d^^, ;por consi^uient^^, tres ^es^^Parrri^;ueras, distantes i,zo inetros.
i os residuos de aigodón empleados para la utilización de estacama cal^i^ente procr.^^len ^del deshil^icha^do^ cle los trapos destina^dos
a l^i fr^il^ricar^ión ;1^ ^. ,pa^^cl fi^^o o bien a los resi^duos de la card^ en
las ^hilaturas de algodón ; este producto presenta una forma de bo-
rra algodonosa, de fibras muy cortas y generalmente muy sucios
de polvo, que le da un color agrisado ; pero como ya hemos dicho,
y dadas ]as experiencias realizadas, en tres o cuatro días alcanzan
con la fernlentación una temperatura de 48° a 50°, manteniéntlose
a^lrededor de estas cifras con una regularidad ^perfecta y> sin ^peligro
de rá;pidas elevaciones bruscas de tPmperatura, que ^padrían esterili-
zar los cultivos ; siendo muy interesante, por lo tanto, el que por
ias Estaciones de Agricultura se ^pudiesen reailizar en Es,paña expe-
riencias en este sentido.
Plantación de á^bolesPOr CAMILO SANZ,
Perito a^rícola.
Antes de hacer plantación alguna de árboles frutales es pre-
ciso esttrdiar la nattrraleza del suelo y el clima, tomando en cada
uno de ellos ]a variedad que mejor se adapte, ya que el árbol,
si no encuentra condiciones fávorables para su desarrollo, vive,
^pero vive muy mal, y de él se sacian todos los insectos y enfermeda-
des, hasta que el labrador, cansadu de esperar un fruto que nollega, o se tala o muere.
Los árboles, no sólo son productores económicos de sabro-
sas frutas, ]eña v madera, sino que también actúan como agen-
tes reguladores de las variaciones bruscas del clima, de las con-
diciones hidrológicas agrícolas y proporCionan sombra y abrigo.
Por consiguiente, el agricultor debe dedicarse al cultivo del ár-bol, pero prodigándole los cuidados necesarios, limpieza, y pre-
servándolos contra las enfermedades, al objeto de recoger fruta
de buena calidad y poder sacar remuneración a su esmero.
En primer lugar, hay que reconocer qué clase de frutal debe
elegir ^para su cultivo, y dentro de ellos, hay que ^plantar prefe-
rentemente los que por su calidad, fácil conservación y resisten-
cia al transporte tienen verdadero valor comercial.
El querer sostener en un terreno determinado y no apto el cli-
ma para ciertos frutales es una práctica nada recomendable, ya
que se pierde tiempo y dinero sin ningún resultado positivo.
Existen Centros en donde todos los labradores pueden pedir con-
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sejo, haciendo caso omiso a consejeros interesados, que pueden
hacerlo en beneticio propio y a costa del fracaso de la planta-
ciGn. Hay que elegir ^-ariedades solicitadas por la demanda y
entre ellas las que macluran en la época en la que e] mercado
esté desprovisto de eYistencias, ya que en este tiempo tienen ma-
yur valor.En la tierra es donde se operan diversas reacciones químicas
para poner en estado de asimilación los componentes que se en-
cuc:ntran en la misma.llando al suelo el grado de desmenuzamiento necesario, no
solamente se facilita el desarrollo de las raíces y se aumenta la
nutriciún de las plantas, sino que tam-
bien se estimula la actividad química ^
d^^l mismo.
1?1 agricultor no ibnora clue ]as
plantas cultivadas se desarrollan rnal
cn un terreno mal preparado, debien-
do, con ias labores aclecuadas, des-
lrttir las malas hierbas, que son lasque sacan ^del terreno 1os elementos
que aquéllas necesitan.
l?n suelo bien arado presenta tuejor
capacidad para el aire y el agua. Yara
el agricultor tiene ntucha rnás impor-
tancia la cuestión al;ua, pues ésta, en
una tierra bien desmenuzada, ;penetra
cun facilidad, constituyendo una re-
scrva muy estimable.
I,a prcparaciun del terreno clebe Iha-Pl^ntacíbn de árholes.
cerse con anticipaciún, dando al stielo una labor •de arado de io cen-
tímetros de profundidad, a fin de exponer ]a parte subterránea a
la acción de los agefltes y a la v^ez facil^itar la ^ermínación de las
semillas de malas ih:erbas. La se^unda será más profunda, y porlo menos un mes después de la primera, al objeto de clestruir laihie^r^ba aparecicla y enterrar ]a capa superficial. A todas estas ]abo-
res deben se^uir los ^radeos para pulverizar v allanar el terreno.
Los hoyos, aun cuando constiluyen una práctica completa-
mente irracional, suelc:n hacerlos sin haber labrado el terreno y
en el mismo momcnto de ]a iplantación. {'ara que los hoyos reúnanlas mejores condiciones, no solamente deben tener I^is dimensio-
nes debidas, sino que .deben abrirse por lo menos con veinte
días de anticipación. En esta forma, tanto el sol como el aire, las
heladas y las lhwias, pueden actuar, preparándolo en las mejores
condiciones.E1 tamaño que debe dársele a los hoyos para las plantas tiene,
aunque no parezca a simple vista, mucha importancia, por cuan-
to siendo mayor el volumen de tierra removida, menor trabajc^
tendrán las raíces para extenderse y buscarse alimento.
Se ha observado que una planta colocada en un hoyo del ta-
maño de sus raíces no progresa normalmente, por la resistencia
qúe encuentran sus raíces en proporcionarse los alimentos nece-
sarios para su vida. Por consiguiente, la medida que habrá que
dar a los hoyos será proporcional al desarrollo radicular y os-
cilará alrededor de un metro de ]ado.
Al abrir el hoyo hay que poner la tierra que se saca de la
capa superior en un montón y la restante en otro, para que al
rellenarlo se inviertan y coloquen la de la parte superficial al
fondo v la del fondo a la suiperficie.
Otro de los factores qtie deben tenerse en cuenta para la mar-
cha de la plantación es la elección de los árboles que se vayan
a colocar. E1 que utilice planta que haya sufrido las consecuen-
cias de pedrisco, enfermedades, viejos, estropeados por deficien-
cias de embalaje, o esos otros que llevan mucho tiempo arran-
cados y por falta de venta son llevados de una a otra parte, el
resultado será desastroso. Los árboles más adecuados para ser
utilizados en la plantación son los de tronco recto y bien propor-cionado su sistema radicular.
La edad de la planta debe tenerse en cuenta, desechando la
iclea de que los árboles de más edad dan fruto antes. I as plan-
tas jóvenes rápidamente reponen sus raíces maltratadas por el
arranque. Los árboles grandes, en cambio, no reemplazan con tan-
ta facilidad las raíces perdidas, ya que los daños que se les pro-
duce son de mayor importancia.
En el orden económico también son de recomendar las plan-
tas jóvenes ; cuestan mucho menos y ocasionan ^pocos gastos de
transporte, siendo más robustos que las plantas adultas que han
vivido largo tiempo en vivero.
Antes de proceder a colocar la planta en el terreno hay que
cuidar con esmero las raíces, despuntando un poco las gruesas
-7-
y recortanclo todas las rotas. Siguiendo estas indicaciones se obli-
ga a la planta a echar nuevas y abundantes raíces.
En el fondo del hovo donde vamos a colocar el árbol habrá
que poner una capa de tierra, formando un cono, sobre el cual
se distribuyen las raíces y se procede al relleno. A fin de que la
tierra se oprima y quede en contacto con las raíces, es con^-enien-
te echar ,agua antes de que quede cubierto.
Los tutores son necesarios, pues defienden a la planta de los
vientos, contribuyendu a que el tronco se desarrolle bien derecho.
Para las ataduras de la planta al tutor debe utilizarse con pre-
ferencia ar^pillera, con ohjet^ de que aquélla ^pueda creeer libre-
mente sin ser lastimada ni estrangulada. Las ataduras deberán
ajustarse, una vez que la planta se haya ascntado bien en el te-
rreno, porque, de lo contrario, al bajar é^te quedaría colgado^ El
tutor deberá colocarse en el momento de poner la planta en el
hoyo. IIaciéndolo después, no solamente resulta más trabajoso,
sino que también se dañan las raíces. '
La distancia que deben guardar las plantas depende del des-
arrollo de las variedades, y, por regla general, debe ser tal quc
permita ]a circulación del aire entre ellos después de su creci-miento.
E1 agricultor que, a pesar de haber efectuado su plantación
siguiendo las indicaciones apuntadas, no cuide sus árboles des-
pués de plantados y especialmente en sus primeros años, habr^i
perdido una buena parte de sus sacrificios. EI árbol necesita, prin-cipalmente, para que pueda desarrollarse convenientemente y ren-
dir lo que de él se espera, las siguientes atenciones : terreno lim-
pio, riegos oportunos, tronco y raíces libres de brotes, poda ade-
cuada, preservarlo de enfermedades, abonos racionales y perió-dicos.
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EN I_OS MESES DE SEMENTERA
Obser-vacíones a la síe^nbraPor Arr^rovio G^RCf^ RoM^iio,
Ingeniero agrGnomo.
Suponemos que contamos con la semilla. Una semilla en-
tera, bien conformada, sana, de procedencia conocida, a ser po-
sible seleccionada y tratada-para prevenir contratiempos-por al-
guno de esos productos empleados para reducir o e^^itar los ata-
ques de ]as criptógamas.
La semilla pronta a germinar posee, en estado de reserva, el
alimento que el embrión necesita. 1' dicho embrión, que duerme,
que existe en estado latente en el grano o fruto, respirando muy
débilmente, cesa en su reposo y germina tan pronto las condi-
ciones elternas ]e son propicias.
AI estudiar cómo debe encontrar esta semilla el medio tie-
rra, recordemos que e] grano requiere pára evolucionar y ser ^plan-
ta oxígeno, humedad y una cierta temperatura.
Los granos piden aire, oxígeno, toda vez que la falta de este
elemento acarrearía su muerte por asfixia. Requieren también hu-
medad ^para que a^l hincharse v ablandarse l^r llamada <<almendra>>se facilite el rasgado del tegumento o cubierta, dando salida a
la radícula, y reclaman, finalmente, tem^peratura, ya que la ger-
minación es un caso particular del crecimiento de la planta, pro-
ceso que en todas sus partes demanda calor. Con relación a esteúltimo elemento habrá un límite inferior, mínirno, de temperatu-
ra, por bajo del cual la germinación no tendrá efecto; otro supe-rior, máximo, ^pasado el cual tam^poco se produce aquélla, y entreambos un óptimo, ^para el que la evolución de la semilla se efectuarárápidamente y al que en la práctica debemos acercarnos cuanto
podamos. Tales límites son muy variables. Para el trigo, según
ex^perienc?as re^petidas, iparece que el mínimo son ^° ; el máximo,
37, y el qptimo, z8. Para ^plantas de ^primavera, como 4as judías
y el maíz, el mínimo se fija en 9,5 grados ; el máximo, en 46,
y en 33 el óptimo. Las mencionadas necesidades hacen resaltar la
conveniencia de labrar bien el suelo, ^para que el aire no falte,
primero, a las semillas, y más tarde, a las raicillas de las plan-
tas^; la precisión, asimismo, de que haya humedad, ni mucha,
-9-
ni poca, ese justo término medio tan difícil de conseguir en to-
das las cosas de la ^-ida y que se define con la frase gr^ífica de
<<un buen temperc>>> ; v el importantísimo papel de la temperatu-
ra, due, a igualdacl d^^ los factori^s ya citados, ^rctivar^ o retrasará no-
tablemente, segírn l^s grados que se acusen, el paso de la se-
milla a planta. r, Quién no observó dichr.t decisiva influencia? Siem-
bras de trigo realizadas en Castilla la Nue^-a durante la prime-
ra quincena ^de octubre asoman sus iprim^eras hojas, si hay hu-
medad, a los siete u ocho días _v presentan, al llegar diciembre,
su tercera v cuarta hoja. Otras sementeras más tardías, efectua-
das alr^ededor del i^ de novicmbre, tardan en mostrarse sobre el
suc^lo de diccisc^is a veinte días, y apenas tien^en la segunda hoja
en la ^^,poca ^intes citad.r. Cuando, ;por causas invo^luntarias, se
realiza la sementera del trig^^ en la referida región centra] des-pués de mediad^,s cle diciembre, las plantas no rompen la costra
superficial hasta entrado febrero.
1', al nacer con la merma inherente a]os riesgos que en la
tierra sufrieron-entre ellos el no pequeño de las aves que se ce-
han en las siemhras tardías-, tienen due ^pasar sin vigor, en ma-
las condiciones de lucha y en pocos meses todas las fases de suvida. La faltá de temperatura adecuada fué el origen de estos
trastornos y pérdidas. Por esto, si razones muy poderosas no lo
impidcn, conviene semhrar pronto. De esta suerte, la raíz sedesarrolla y ramifica y la planta se fortalece y adquiere mediosde defensa antes de los fríos del invierno.
'\1 ser la humedad, como antes dijimos y todos saben, indis-
pensable para la gcrmin^rción de las semillas, debe huirse, siem-pre que se pueda, de sembrar en seco. Todo el tiempo que pase
el grano en un terreno falto de humedad estará sin <<mover»,
como pudiera encontrarse en el granero, y con muchos más ries-
gos que en el grancro-pájaros, hormigas, roedores, etc.-. Sem-
hrar con escasa humedad es también muy expuesto. Puede ser
fsta la bastante para due ]a germinación se inicie, pero insufi-
ciente para llevarla a término. Y, si no llueve a tiempo, la se-milla peligrará.
Uno de los e^tremos relacionados con la siembra es el rela-
tivo a la iprofundidad cl^^ la simiente. Si el grano se entierra en de,-
masía, no sólo se im^pide el f.ícil acceso del .^ire, sino que el tallitoll^^gará dificultos.rn^ente a^aa sii,perficie. Si se ^rhonda ^poco, el enrai-
- IO -
zamiento ^de lc^ ^planta es más lento, y sobre quedar a veoes muy des-
calzada, est<^rá esipuesta a la sequía.
EI clima infiuye también en la profundidad de las siembras,
debiendo ser ésta tanto menor conforme aquél sea más húmedo, y
viceversa.
No menos iníiuye la época de sembrar. Las siembras de oto-
tio, ^para igualdad de situaciones y clase de semillas, serán menos
^profundas que lrts de iprimavera, donde hay que ^precaverse caitra
las faltas de humedad. La naturaleza del suelo tiene también su ac-
ción. Conforme sea la tierra más compacta, más arcillosa v difí-
cilmente penetrable, se enterrará menos la semilla.
Eil volumen del grano ejerce asimismo notoria infiuencia. Los
granos gruesos, que necesitan de más agua para el proceso ger-
minativo y qtie, además, emiten tm tallo vigoroso y di5ponen de
mayores reservas a disposición del embrión, ^pueden enterrarse más
hondos que las semillas menudas, ligeras y delicadas ^para nacer ;
pero fijar ]a profundidad más adecuada en cada caso no es tan sen-
cillo que pueda reducirse a esa relación :^qprofundidad igual al do-
ble de la longitud de la semilla>>, establecida de buena fe, ^pero ge-
neralizando demasiado, ^por algunos comerciantes de estos ^produc-
tos.
Si se trata del trigo, y al objeto de que disfrute de la hume-
dad y temperatura suficiente sin merma del oxígeno, debe situar-
se de cinco a ocho centímetros bajo tierra. E1 secreto de que di-
cha profundidad sea casi uniforme, de economizar bastante semi-
lla y tiempo, de distribuir mejor el grano, etc., etc., está en lamáquina sembradora. Los inconvenientes aducidos por algunos
agricultores y relativos a que efectuándose así la siembra no se
pueden dar los aricos y se enforraja el campo quedan subsana-
dos en los no muchos casos en que son verdaderas dificultades
sembrando en líneas pareadas, es decir, agrupando las rejas de la
máquina de dos en dos y dejando entre cada par espacio bastan-
te para mullir y]impiar el suelo.
Cuando la tierra no va a sembrarse de una sola clase de se-
milla, sino que, como sucede si de ipraderas se trata, se forma unamezo7a con varias de ellas, se dis^pondrán ^previamente varios lotes
en relación con el tamaño, ^peso y naturaleza de los granos, sem-
brando iprimero las semillas más gruesas,. luego las intermedias y
las tíltimas, que deben quedar menos enterradas, las de más ^peque-
ño volumen.
- II -
La cantidad de semilla que se em^pleará en cada caso ^por uni-
dad de superficie dehc^nde tamhién de circunstancias muy diversas.
En general, conviene emplear alguna más semilla que la precisa
para que el campo quede suficientemente ocupado, no olvidando
que los granos se hallan espuestos en el terreno a numerosas cau-
sas de destrucción.
La mucha sem^lla, aparte el coste, determinaría, por la abun-
dancia de seres, un débil desarrollo de ilas ^plantas, que se estor-
barían mutuamente, disputándose el alimento, ahilándose y sien-
do en su día, si de cereales se trata, más propensas al encamado.
De ordinario se siembra más espeso en las regiones meridiona-
les, donde, por falta de humedad, procede dejar un tanto ente-
rrada la semilla, aunque se perjudique con esto la regularidad
del brote. Además, conforme son las primaveras más escasas en
Iluvias, las ^plantas ahijan menos.
Siembras tardías en provincias de clima riguroso, en suelos
secos o en los insuficientemente preparados, requieren una can-
tidad de grano relativamente crecida, y claro que la buena pre-
paraeión del terreno, el método de siembra, la selección y desinfec-
ción de las simientes y cuanto contribuya a,poner a éstas en más
favorables condiciones de vida permitirá reducir aquella cifra.
En las sementeras cuyos granos deben quedar algo enterra-
dos se recurre a las labores de arado para cubrirlos, si la siembra
se hizo a voleo. En siembras a máquina o ^para semillas que hayan
de quedar ;poco ;profundas bastan los gradeos, y si se trata de semi-Ilas muy menudas, cuyas siembras son su;perficiales, es suficicnte
un ;pase de rodillo. Esta labor facihta la subida del agua a las ca^pas
ailtas del suelo y ipone al grano en contacto con la tierra, favorecien-do su ipronta germinación.
- I2 -
«A]^OI,II,L,ADO» D^ L,A PATATAPOr DIEGO RÓDENAS,
Perito agricola.
En una zona de Andalucía Urienta] pude cal-cular un a8o por ioo de patatas apolilladas». A^osto
de 1934•
Ya ^queda expresada la lamentable y buena justificación de mi
desco de tratar som^e^ram^ente de una mariposilla ^extranj^era, y vieja
t
3
Polilla de la patata: ^ y z, larva vista de lado y por el dorso;3, crisálida; q, mariposa en reposo; 5, ídem con las alas exten-
didas. (Aumentados unas cuatro veces. )
entre las ^de nuestros cam^pos, pero cuyos ataques, ^hasta muy re-
ciente, no ^han revestido caracteres de gravedad para los patatares
y patatas almacenadas de aquellas regiones españolas de clima cá-
lido y seco.El insecto, denominado vulgarmente «poliila» y científicamente
->3-
Phthorint.aea operculella Zell., fué mencic,nado ^,por ^'ez iprimera en
América del Norte, después trataron de él al^unos entomólogos
curopeos, ^' en t^z5, García Nlercet lo descubrit^ en el Levante es-
pañol, habiendo sidu la Lstación de Fitupatología de Almería la
que en i93t y m<ís recientemente se ha ocu^,pado con extensión de
esta upalomilla».
Z'rátase ^de una mariposa que mide d^e 7 a lo mm. de longitud ;
sus alas, de c:olor gris pardo, con ^puntos oscuros v brillantes, es-
tán en la posic.iGn de d^escanso, di^rigidas marcadamente hacia atrás ;
las antenas, vulgarmente llamadas cuernecillos, son iinas y mu y'
largas.I,a peclueña mariposa, descrita a grandes rasgos, proviene d^e
una crisálida de color pardo rojizo, ésta a su vez de una oruga
Corte de patata mostrando las galerías abiertas por la"polílla".
-con imipro^piedad llamada gusnnillo-, ^- la orul;a, de un dimi-
nuto ^huevo.
Vive este insecto tanto en el camipo como en los de,pc'^sitos de
patatas, ^^ las maripusas depositan sus ihuevos, en núnlero aproxi-
madamente de oc^henta, en las bases de las yemas, gri^etas de ic^s
tu^bérculos, etc.
Es muy de tener en cuenta la preferencia qtte la c<polilla>> tiene
^por los cultivos de patatas, tabaco, tomates, pimientos, y en gene-
ral por todas las plantas en Botánica llamadas Solanáceas : cctoma-
tillo del diablo>>, <cihierba moran, ucambronera,^, etc.
En nuesrro clima mediterráneo, e] insecto que nos ocu^,pa tiene
alrededor de las seis generaciones, lo que equivale a decir que de
-14-
cada mariposa, clespués de las seis generaciones, tendremos unos
ocho tnil m.illones de orugas aproximadamente.Prescindiendo de las demás plantas citadas, en las patatas los
daños pueden ser ocasionados en el campo o cuando están almace-
nadas. En el primero de los casos, los daños pueden ser origina-
dos en las hojas, tallos y tubé^rculos, de una manera igual, es decir,mediante la realización de galerías. ^Estas galerías son abiertas por
el insecto ^en su fase de oruga ; ipero la mari^posa también ^puede,
cuando el terreno ^presenta grietas y las patatas están superficiales,
picar los tub^érculos.
F,n el almacén ihay concentración de producto, y si está, conir^
Patata atacada por la polilla.
es general, descui^dado, el medio es muy favorable ^,para él desan-o-
llo de la tqpolilla>> v los daños son más notables. ^Ya estudiados los detalles que preceden, y creyendo que con
ellos y la información gráfica no dudará nin^tín agricultor en el
reconocimicnto de ]a <<,polilla>>, ipasaré a exponer las medidas de de-
fensa contra esta plaga que se extiende.
En el carn.^o.-Desedharemos para la plantación toda patata in-
fectada, y Iharemos, cuando las condiciones de] terreno nos lo per-
mitan, una ^plantaciór, ^profunda. I)eberán practicarse con frecuen-
c^a recalces y riegos, evitando en todo momento el posible agrieta-
miento. ^Como es práctica muy neces;tada la del empleo de caldoscú^pricos ^para prevenirnos de las invasion^s de mildiú, añadire-
mos a catla ioo litros de caldo bordelés setecientos gramos de ar-
seniato cle plomo en polvo, ihaciendo el caldo adherente mediante
la adición de caseinato de calcio, ioo gramos ipor ca^da ioo litros,melaza, etc. ^Con esta me^iida contribuiremos di^rectamente a ex! in-guir la plaga.
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L^.t recolección se hará tan pronto com^ nos sea posible en las
patatas tempranas 1' de media estacicín, ^p^or ser las ^qu^e sufren ^los
ataques con intensidad.
i.as patatas recolectadas que permanezcan sobre el terreno para
su enjugue ^cíeberán ser cubi^e^rtas con una tela ligera y, después de
seleccionarlas, serán cuanto antes llevadas al almacén.
Tn el ct•Im^acén.-l,as condiciones que deb^e reunir un ^buen al-
macér, son c^^nocidns, ^- me ilimitaré a ex^presrtr la conveniencia de.
desinfectar el local, operación que puede realizarse queman•do azu-
fre a dosis •cíe tres l.ilogramos por cada roo metros cúbicos de ca-
pacidad y exposición de cuarenta }^ ocho ihoras. Un detalle de mu-
c^ha utilidad es aqirel cle poner en todos los hueeos ^clel departamento
c^spesas telas metálicas.
Es interesantís:mc^ cubrir las patatas que vayan a conservarse
con una capa de ;zrena seca de unos io centím^etros de es^pesor. Si
la cantidacl de patatas fttera ^-rande, formaríamos montenes de poca
.rltura con capas ^tlternas de patatas v arena.
F.s operacióá que se va gemeralizar.do la •cle desinfectar los tu-
hérculos mediante el empleo de sulfuro de carbono. F.ste Pr^cc*di-mi^ento requiere, por lo peligroso, conocimientos y precauciones
especiales en su nplicación, p^or lo que restilta ^indica^do sólo para
aquellos grancles almacenes que merezcan ^el desplazamiento a elloscle Personal técnico.
C'nmo medidas más generales son de recornendstr la destruccifin
de ]a ve^^etación es.pontánea antes aludida, ]a caza de mariposas
durante la noche mediante focos luminosos, etc.
Es de esperar que nuestro racial individualismo, por suerte en
decaden.^ia, no sea un inconveniente para que la lcción colectiva semanifieste en contra de una plaga que hien pudiera quedar redu-
cida a límites estrecihos, que sólo permitiesen aislaclos v pohres ata-ques dc imhrrrtancia econl^mica nula.
CYxltívo de 1a achícoríaLa ac^hicoria se distingue de la escarola por sus ihojas más an-
chas y menos rizadas y por su gusto algo amargo. Se ctiltivan para
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ensalada la Achico^ria silvestre amayga y la :1clZicoria s^ilvestre nie-
jorada, que es menos amarga.
Las aclhicorias exigen abunclante riego y tierra bien abonada
para que produzcan hojas tiernas. Se siembran de enero a mayo
para comerlas en plantel, o sea mientras las ^plantas son pequeñas
y tiernas, ya que si se trasplantan en esta estación espigan pronto.
Las siembras de abril a agosto se efectúan también en semillero
para trasplantárlas algo crecidas o^cuando ya alcanzan cuatro hojas
a la distan^cia de 3o centímetros prbximamente. Una vez desarro-
lladas las iplantas, se atan con esparto, rafia, etc., etc., y las hojas
de en medio, que se procura queden cubiertas ipor las de la circunfe-
rencia, no tandan ^en blanquear, quedarrdo más tiernas y perdiendo
el amargor que tienen antes de blanquear.No conviene mojar las hojas de la achicoria mientras están ata-
das ; ele lo contrario, s^e pudren ^l^as del c^entro.
Con las adhicorias se prepara la rica ensalada «Rarba de Capu-
chino», para lo cual se arrancan en otoño las matas ^que durante
el verano ihan producido hojas ; se prepara en un sótano, cu^eva o
sitio resguardado de los fríos y poco ventilado tina ca^,pa de tierra,
ni muy seca ni muy ihúmeda, ^de unos i^ centímetros de espesor,
en la que se irán colocando en seguida las raíces ihori-r_ontalmente
a io centímetros d^e distancia una d^e otras, con el tallo hacia afue-
ra y la raíz ^hacia dentro, cu,briéndolas cor. una nueva capa de tie-
rra, y así sucesivamente se van sobreponiendo capas de raíces y
de tierra ^hasta cl número de cuatro a seis. Así preparada ]a cama
o montón, no exige otros cuidados que rociarla o regarla con una
regadera muy fina o jeringa de estufa. A los pocos días brotan las
hojas por la part^ de afuera, resultando blancas y tiernas por la
falta d^e luz y vistiendo las cuatro caras de la cama o montbn de
tierra.
A medida que adqui^eren el desarrollo necesario, se irán arrancan-
do las hojas mayores, cogiénclolas a mano tma por una, sin malo-
grar las pequeñas.Las hojas o ensalada ^de achicoria son consideradas como comi-
da sana que refresca la sangre. Se, emplean también en medicina
y se cultivan en grande es^cala otras variedades para mezclar sus
raíces tosta^las con el café, así como también para forrajes.
Papelerfa 5evilla.-Sevilla, 4, Madrid.