yoko ogawa - la fórmula preferida del profesor

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Yoko Ogawa - La frmula preferida del profesor Yoko Ogawa. La frmula preferida del profesor. 1 Mi hijo y yo le llambamos profesor. Y el profesor llamaba a mi hijo Root , porque su coronilla era tan plana como el signo de la raz cuadrada. Vaya, vaya. Parece que aqu debajo hay un corazn bastante inteligente haba dicho el profesor mientras le acariciaba la cabeza sin preocuparse de que se le despeinara. Mi hijo, que llevaba siempre una gorra para que sus amigos no se burlasen de l, meti la cabeza entre los hombros, a la defensiva. Utilizndolo, se puede dar una verdadera identidad a los nmeros infinitos, as como a los imaginarios. Y dibuj el signo de la raz cuadrada con el dedo ndice en el borde de su escritorio, sobre el polvo acumulado: Entre las innumerables cosas que el profesor nos ense a mi hijo y a m, el significado de la raz cuadrada ocupa un lugar importante. Es posible que al profesor convencido, como estaba, de que era posible explicar la formacin del mundo con nmeros el trmino innumerable le resultara incmodo. Pero no s expresarlo de otra manera. Nos ense nmeros primos hasta llegar a los cientos de miles, as como el nmero mayor jams utilizado para una demostracin matemtica registrado en el Libro Guinness, o la nocin matemtica de transfinito; sin embargo, por mucho que enumere estas cosas y otras ms, no guardan proporcin alguna con la intensidad de las horas que pasamos con l. Recuerdo bien el da en que, los tres juntos, intentamos descubrir qu magia es la que coloca los nmeros bajo el smbolo de la raz cuadrada. Fue a principios de abril, una tarde lluviosa. En el estudio oscuro luca una bombilla, la cartera de la que mi hijo se haba desprendido haba aterrizado sobre la alfombra, y por la ventana se vean unas flores de albaricoquero mojadas por la lluvia. Invariablemente, en cada ocasin, el profesor no slo esperaba de nosotros una respuesta correcta. Se alegraba cuando, por no saber contestar, acabbamos soltando como ltimo recurso un disparate, en lugar de permanecer obstinadamente callados. Y aun se congratulaba ms si la respuesta suscitaba nuevas preguntas que fueran ms all del problema inicial. Tena una concepcin original sobre el error correcto, de manera que era capaz de darnos de nuevo confianza precisamente cuando ms apurados nos veamos, sin poder encontrar la solucin correcta. Ahora, veamos: intentemos encajarle el -1 dijo el profesor. Debe dar -1, multiplicando dos veces un mismo nmero, no? Mi hijo, que acababa de aprender las fracciones en la escuela, entenda ya que existan nmeros inferiores al cero, tan slo con una explicacin del profesor que ocup menos de media hora. Imaginamos, mentalmente, -1. Raz cuadrada de 100 es igual a 10, raz cuadrada de 16, igual a 4 y la de 1 es 1, por lo tanto la de -1 es igual a El profesor nunca nos meta prisa. Le gustaba ms que nada contemplar la cara de mi hijo y la ma cuando nos ponamos a pensar detenidamente. Pero ese nmero quiz no exista? coment con prudencia. S, claro que s, est aqu seal su pecho. Es un nmero muy discreto, no se muestra en pblico, pero est ah dentro del corazn y sostiene el mundo con sus pequeas manos. Guardamos de nuevo silencio para meditar sobre la raz cuadrada de -1, que, al parecer, extenda sus brazos al mximo desde un lugar lejano y desconocido. Slo se escuchaba el sonido de la lluvia. Mi hijo se puso la mano en la cabeza como para comprobar una vez ms cmo era una raz cuadrada. Pero el profesor no slo se limitaba a ensear. Era reservado con todo lo Pgina 1

Yoko Ogawa - La frmula preferida del profesor que lo desconoca, tan discreto como la raz cuadrada de -1. Cuando necesitaba algo de m, se me diriga diciendo: Perdone, pero... Siempre peda excusas; incluso cuando quera que ajustara el temporizador del tostador a tres minutos y medio, nunca olvidaba aadir un perdone. Yo giraba el botn, l alargaba el cuello, mirando dentro del tostador hasta que el pan terminaba de tostarse. Prestaba la misma atencin al proceso de tueste del pan que al progreso hacia la verdad de las demostraciones matemticas, como si aquella verdad tuviera el mismo valor que el teorema de Pitgoras. Fue en marzo de 1992 cuando me mandaron por primera vez a casa del profesor, por medio de la Agencia de Trabajos Domsticos Akebono . A pesar de que era la ms joven entre las asistentas inscritas en aquella agencia de una pequea ciudad que daba al Mar Interior de Seto, ya tena ms de diez aos de experiencia. Durante esos aos mi relacin con los amos de las casas haba sido buena, y me senta orgullosa de ser una buena empleada del hogar. Nunca me quejaba de mi trabajo al jefe de la agencia, aun cuando me viera obligada a trabajar para clientes problemticos, a los que otras se negaban a servir. En el caso del profesor, vi que sera un cliente complicado slo con mirar su ficha de cliente. Cuando se cambiaba una asistenta debido a la queja del cliente, se estampaba un sello en forma de estrella, con tinta azul, en el dorso de la ficha, y en la del profesor se contabilizaban ya nueve estrellas. Era un rcord entre todas las casas que yo haba visto hasta entonces. Cuando fui al domicilio del profesor para la primera entrevista, me atendi una seora anciana, delgada y de aspecto elegante. Llevaba el cabello teido de castao y recogido en un moo, un vestido de punto, y sostena un bastn negro con la mano izquierda. Deseara que atendiera a mi cuado menor dijo. Al principio no entend qu relacin haba entre el profesor y la anciana dama. No sabemos ya qu hacer, porque ninguna se queda mucho tiempo. Cada vez que viene una nueva asistenta, hay que volver a ensearle todo desde el principio, y eso lleva mucho tiempo y trabajo. Por fin entend que su cuado menor significaba, en realidad, que era ms joven que ella. No es que le estemos pidiendo nada excesivamente complicado. Se trata de venir de lunes a viernes, a las 11 de la maana, prepararle la comida, ordenar y limpiar la casa, ocuparse de las compras y prepararle la cena antes de marcharse, a eso de las 7 de la tarde. Eso es todo. La expresin cuado menor en boca de ella sonaba dubitativa. A pesar de sus buenos modales, su mano izquierda toqueteaba sin cesar el bastn. De vez en cuando me lanzaba alguna mirada circunspecta, procurando no cruzar su mirada con la ma. En el contrato entregado a la agencia constan por escrito los detalles. En cualquier caso, por nuestra parte, nos basta con que sea una persona que le cuide bien para que pueda llevar una vida normal y corriente. El seor, su cuado, dnde est ahora? le pregunt. La anciana seal con la punta del bastn hacia un pabelln anexo que estaba al fondo del jardn. Tras un seto de fotinia escrupulosamente podado, se vea a travs de una verde espesura un tejado de tejas de color bermejo. No deber usted andar yendo y viniendo del pabelln a la casa. Su lugar de trabajo ser tan slo el pabelln de mi cuado menor. El pabelln tiene su propia entrada, que da a la calle, en la fachada norte, de manera que mejor ser que utilice ese acceso. Los problemas que cause mi cuado deber usted solucionarlos en el mismo pabelln. Espero que me haya comprendido. Tan slo le pido que respete esta norma. La anciana dio un golpecito en el suelo con el bastn. Comparadas a las exigencias sin sentido de anteriores patrones como, por ejemplo, llevar trenzas con lazos diferentes todos los das, servir el t a una temperatura ni superior ni inferior a los setenta y cinco grados, o Pgina 2

Yoko Ogawa - La frmula preferida del profesor saludar con las manos en forma de plegaria al lucero de la tarde cuando ste aparece en el cielo, aquellas reglas no me parecan demasiado difciles. Podra ser presentada a su cuado? No es necesario. Se neg de manera tan tajante que me sent como si, irremediablemente, hubiera dicho algo inconveniente. Aunque hoy la viera, maana l la habra olvidado. Por eso no es necesario. Qu quiere usted decir...? Pues bien le ser franca. Tiene trastornos de memoria. No es que est ido. Digamos que las neuronas le funcionan normalmente, pero har unos diecisiete aos se le averi una parte del cerebro y perdi la facultad de recordar las cosas. Se golpe la cabeza en un accidente de trfico. Su memoria se acaba en 1975. Desde entonces, por ms que intente acumular nuevos recuerdos, se le borran enseguida. Recuerda teoremas y frmulas matemticas que l mismo descubri, pero no es capaz de recordar lo que cen anoche. Para entendernos, es como si en su cabeza slo pudiera ponerse una cinta de video de ochenta minutos. De tal manera que si graba encima de esa cinta, los recuerdos anteriores grabados hasta entonces van desapareciendo. La memoria de mi cuado menor no dura ms de ochenta minutos. Es decir, para ser exactos, una hora y veinte minutos. Sin duda haba repetido muchas otras veces aquella misma explicacin. La anciana hablaba sin vacilaciones, sin ningn sentimiento. No me era fcil hacerme una idea concreta de lo que es una memoria de ochenta minutos. Haba cuidado enfermos algunas veces, pero no pareca, ni por asomo, que esa experiencia me fuera a servir de mucho. Entonces, aunque demasiado tarde, record muy vivamente las estrellas azules alineadas en la ficha. Segn lo que se divisaba desde la casa principal, el pabelln estaba solitario y pareca deshabitado. En el seto de fotinia haba una puerta que giraba sobre goznes de diseo antiguo y que comunicaba con el pabelln. Al mirar detenidamente, descubr que tena una cerradura enorme, completamente oxidada, cubierta de excrementos de pjaros; segn me pareci, por mucho que se intentara introducir una llave, no se abrira. Entonces quedamos a partir de pasado maana, lunes, si no tiene inconveniente declar en tono resuelto, como intentando evitar ulteriores consideraciones o intromisiones innecesarias. Y as fue cmo me convert en la asistenta del profesor. En comparacin con la estupenda casa principal, el pabelln, ms que modesto, era miserable. Tena una sola planta, recogida y fra, y pareca haber sido construido a regaadientes, como por necesidad. Tal vez para disimular aquella condicin, alrededor del pabelln creca la vegetacin de forma libre y salvaje. No daba el sol en la entrada, y el timbre estaba estropeado. Qu nmero de pie calzas? Lo primero que me pregunt al decirle que yo era su nueva asistenta no fue mi nombre, sino qu nmero de pie calzaba. No me salud, ni de palabra ni con un gesto. Yo, siguiendo la regla de oro de toda asistenta, segn la cual no se puede responder con una pregunta, contest a su pregunta: El 24 . Vaya, es un nmero muy resuelto, la verdad. Es el factorial de 4. El profesor cerr los ojos con los brazos cruzados. El silencio se mantuvo durante un momento. Qu es el factorial? No s por qu se lo pregunt, pero pens que sera oportuno seguir hablando un poco ms de aquello, ya que, al parecer, el nmero del calzado iba a ser algo importante para mi empleador. Si multiplicamos los nmeros naturales, del 1 al 4, nos da 24 contest el profesor sin abrir los ojos. Cul es tu nmero de telfono? Es el 567 14 55. El 5671455? Vaya maravilla! Es igual a la cantidad de nmeros primos Pgina 3

Yoko Ogawa - La frmula preferida del profesor que existen hasta cien millones! El profesor iba asintiendo con la cabeza, como si estuviera muy contento. Aunque no entend cmo ni por qu era maravilloso mi nmero de telfono, su clida voz me son afectuosa. No pareca que quisiera exhibir sus conocimientos, sino que not ms bien cierta reserva y sinceridad. Fue una calidez que me produjo la ilusin de que mi nmero de telfono entraaba un destino especial, y que yo, como su titular que era, tal vez tambin tendra un destino especial. Unos das despus de acudir regularmente al pabelln como asistenta, me di cuenta de que el profesor, cuando estaba confuso, sin saber qu decir, tena la mana de hablar con nmeros en lugar de palabras. Era la manera que haba ingeniado para comunicarse con los dems. Los nmeros eran la mano derecha que tenda para estrechar la del prjimo y, al mismo tiempo, un abrigo para resguardarse de s mismo. Un abrigo tan pesado que nadie consegua que se lo quitara, tan recio que no permita distinguir el contorno de su cuerpo, aunque se deslizara una mano por encima. Pero por el mero hecho de llevarlo puesto lograba proteger su propio espacio. Hasta que dej de ser su asistenta, repetimos cada maana, en la entrada, la conversacin de los nmeros. Para el profesor, cuya memoria se desvaneca al cabo de ochenta minutos, cada vez que apareca yo por la puerta, era siempre una desconocida. Por lo tanto, cada da, sin excepcin, l haca gala de la reserva propia de un primer encuentro. Los nmeros que sola preguntarme eran, aparte de los del calzado y el telfono, los del cdigo postal, el nmero de serie de mi bicicleta, cuntos trazos de caracteres chinos haba en mi nombre, y, por ms variadas que fuesen las respuestas, l les daba enseguida un significado. Nunca pareca esforzarse por encontrar un significado. Era como si las palabras factorial o nmero primo fluyeran con toda naturalidad de su boca. A pesar de que todos los das, a mi llegada, me explicaba el mecanismo del factorial o del nmero primo, yo disfrutaba con las explicaciones que me daba en la puerta como si fuera el primer da. Escuchando las disquisiciones acerca del nuevo significado de mi nmero de telfono (adems de servir para poder comunicarme a travs de la lnea), me senta confortada y dispuesta a empezar con buen nimo mi jornada. El profesor tena sesenta y cuatro aos de edad, y haba sido catedrtico, especialista en la teora de los nmeros. Pareca cansado para la edad que tena. No slo pareca viejo, sino que tambin daba la impresin de que los elementos nutritivos no llegaban a todos los rincones de su cuerpo. Su espalda encorvada haca an ms pequeo su cuerpo de metro sesenta. En los pliegues de su huesuda nuca se acumulaba la suciedad, su cabello, seco, canoso y desaliado ocultaba a medias sus grandes orejas de la buena suerte, con enormes lbulos. Su voz era muy dbil y se mova muy lentamente. Para hacer cualquier cosa, tardaba el doble de lo que yo imaginaba. A pesar de todo, si se observaba detenidamente su cara sin fijarse en aquella fragilidad suya, tena un rostro hermoso. Sin duda haba sido un hombre apuesto. Los rasgos finos, la mandbula algo pronunciada todava resultaban atractivos. Llevaba traje y corbata todos los das sin excepcin, en casa y tambin fuera, aunque apenas sala a la calle. Tena tres trajes, el de invierno, el de verano y el de entretiempo, tres corbatas, seis camisas de manga larga y un autntico abrigo, no de nmeros esta vez sino de lana. Eso era cuanto contena su armario. No tena ni un jersey ni unos pantalones de algodn. Para una asistenta era el armario ideal, muy fcil de ordenar. Tal vez desconoca la existencia de otra ropa que no fueran los trajes. No le interesaba qu tipo de ropa llevaban los dems; menos malgastara pues el tiempo preocupndose por su aspecto. Por la maana se levantaba, abra el armario y se pona el traje que no estaba metido en la funda de plstico de la tintorera; bastaba con eso. Los tres trajes, oscuros y desgastados, casaban tan bien con el aire del profesor que eran como una segunda piel. Pgina 4

Yoko Ogawa - La frmula preferida del profesor Me extiendo sobre su ropa porque los papelitos sujetos con imperdibles en cualquier sitio del traje llegaron a desconcertarme. Estaban colocados en los lugares ms raros que uno pueda imaginar; en la solapa, la bocamanga, los bolsillos, o en los bajos de la americana, el cinturn de los pantalones, los ojales, etc. Los imperdibles prcticamente deshilachaban el tejido de la chaqueta, que por eso estaba deformada. Haba desde pedacitos de papel arrancados a mano hasta otros amarillentos, casi deshechos por el tiempo, y en cada uno algo escrito. Si quera entender lo que haba escrito deba acercarme forzando la vista. Era fcil suponer que apuntaba los asuntos importantes para compensar su memoria de ochenta minutos, y los fijaba en el cuerpo para no olvidar dnde los haba dejado. Me resultaba mucho ms difcil aceptar aquella estampa que responderle acerca de mi nmero de calzado. Adelante, entra por favor. No puedo atenderte porque tengo trabajo, pero puedes ir haciendo lo que tengas que hacer. As era cmo el profesor me daba la bienvenida, antes de que entrase en su estudio, en el que, cuando l se mova, los papeles de las notas al rozar producan un crujido seco. Segn la informacin que fui recogiendo de las nueve asistentas que se haban despedido de la casa del profesor, la vieja dama de la casa principal era viuda, y su difunto marido era, al parecer, el hermano mayor del profesor. A pesar de que los padres de ambos murieron jvenes, el profesor pudo ir a la Universidad de Cambridge a cursar estudios de matemticas gracias a que su hermano hizo prosperar con grandes esfuerzos la fbrica textil que sus padres les haban dejado, y coste los estudios a su hermano, casi doce aos menor. Ms tarde, el profesor obtuvo el doctorado (era un autntico doctor), y justo cuando consigui plaza en un instituto universitario de investigaciones matemticas y se independiz, el hermano muri de hepatitis aguda. La viuda, como no tena hijos, cerr la fbrica y mand construir un edificio de pisos, y comenz a vivir de las rentas del alquiler. El hecho que cambi por completo sus vidas fue el accidente de trfico que sufri el profesor cuando tena cuarenta y siete aos. Un conductor que se haba quedado dormido choc contra el coche que conduca el profesor en direccin contraria. El choque caus un dao irreversible en el cerebro del profesor. Y como consecuencia de ello perdi su puesto de trabajo en el instituto universitario de investigaciones matemticas. Desde entonces y hasta la fecha, en que ya haba cumplido los sesenta y cuatro aos, sin ms ingresos que pequeos premios de revistas matemticas, y sin haberse casado, no tuvo ms remedio que contar con la ayuda de la viuda de su hermano. Pobre viuda, con un cuado tan raro pegado como un parsito, que dilapida la herencia de su marido. La compadezco coment, afectada, una asistenta con cierta veterana, que se haba despedido a la semana, claudicando ante los ataques numricos del profesor. El interior del pabelln, igual que la vista exterior, resultaba desangelado. Slo haba dos habitaciones; un saln cocina y un estudio-dormitorio. Llamaba ms la atencin por lo desabrido que por su exigidad. Los muebles eran baratos, el papel de la pared estaba descolorido y el entarimado del pasillo chirriaba desagradablemente al pisarlo. Y no slo estaba roto, o casi, el timbre de la puerta, sino tambin los dems enseres de la casa. El cristal del ventanuco del lavabo estaba resquebrajado, el pomo de la puerta trasera de la cocina, medio cado, y la radio de encima del aparador nunca sonaba por mucho que se le diera al botn. Las primeras dos semanas qued agotada al tener que ocuparme de muchas cosas que no entenda. Aunque no era un trabajo fsicamente duro, el cuerpo me pesaba y tena agujetas por todos lados. En las otras casas a las que me mandaban, al principio me costaba coger el ritmo de trabajo, pero en el caso del profesor me cost especialmente. Por lo general, a medida que los patrones me pedan que fuera haciendo tal o cual cosa, iba comprendiendo poco a poco su carcter. Aprenda la manera de repartir mis energas, cmo evitar los problemas y qu era lo que se me exiga en mi Pgina 5

Yoko Ogawa - La frmula preferida del profesor trabajo. Sin embargo, el profesor no me peda nada. Me ignoraba, como si su mayor deseo fuera que yo no hiciera nada. Pens que deba limitarme a seguir las instrucciones de la viuda, y ponerme a preparar el almuerzo. Mir, lgicamente, en el frigorfico, as como en todas las estanteras de la cocina, pero no encontr nada comestible, excepto una caja de avena hmeda y macarrones caducados haca ya cuatro aos. Llam a la puerta del estudio. Al no obtener respuesta, volv a llamar y se hizo de nuevo un silencio. Aun sabiendo que no era del todo correcto, abr la puerta y me dirig al profesor, que estaba de espaldas sentado a su escritorio. Perdneme por interrumpir su trabajo. Su espalda no hizo ni un solo movimiento. Pens que estara un poco sordo o que llevara puestos tapones en los odos, de modo que me acerqu. Qu le gustara comer? Me ayudara si me dijera qu tipo de comida le gusta y cul no, o si tiene alergia a algo. El estudio ola a papel. Quiz debido a la falta de ventilacin, el olor se acumulaba en los rincones. La mitad de la ventana estaba tapada por una estantera de libros. Los que no caban en las baldas estaban amontonados aqu y all, y el colchn de la cama arrimada a la pared estaba desgastado. Encima del escritorio slo haba un cuaderno abierto. No haba ordenador, y el profesor no tena ni siquiera un lpiz en la mano. Se limitaba a tener la mirada fija en un punto del espacio. Si no tiene ninguna preferencia, voy a preparar algo con lo que hay, si le parece. No dude en pedirme cualquier cosa, lo que quiera, por favor. Entre las notas que estaban sujetas a su cuerpo, me llamaron la atencin stas: fracaso del mtodo analtico..., Hilbert, decimotercer problema..., funcin de las curvas elpticas.... Entre los nmeros, signos y palabras enigmticas, slo haba un papelito de notas que yo poda leer. Sus cuatro esquinas estaban dobladas y el imperdible, oxidado, as que entend que estaba sujeto desde haca mucho tiempo. En la nota se lea: Mi memoria slo dura 80 minutos. No tengo nada que decir! grit de repente el profesor, volviendo la cabeza. Estoy pensando. Que se me interrumpa cuando estoy pensando me duele ms que si me estrangularan. Entrar as cuando estoy en pleno dilogo amoroso con los nmeros es una falta de educacin, peor que espiar en el cuarto de bao, sabes? Le ped perdn una y otra vez con la cabeza baja, pero mis palabras no le llegaron. El profesor volvi de nuevo a mirar fijamente la mirada hacia un punto en el aire. Que me rieran el primer da, antes de empezar prcticamente mi trabajo, me desanim muchsimo. Tem ser la dcima estrella en la ficha. Grab en mi cabeza que no deba molestarle, pasara lo que pasara, cuando l estaba pensando. Pero el profesor pensaba todo el da. Cuando a veces sala del estudio y se sentaba a la mesa, cuando haca grgaras en el cuarto de bao, o cuando haca unos extraos ejercicios para estirar el cuerpo, incluso entonces estaba pensando. Se llevaba la comida a la boca mecnicamente, la tragaba sin masticar apenas, y caminaba con paso tambaleante, como si anduviese por las nubes. No poda preguntarle aquello que no saba, por ejemplo dnde estaba el cubo o cmo utilizar el calentador. Yo tena mucho cuidado en no hacer ningn ruido, me abstena incluso de respirar, y esperaba a que su cabeza hiciera una pequea pausa mientras corra de un lado para otro en una casa que an no me resultaba familiar. Ocurri un viernes, al final de la segunda semana. A las seis de la tarde el profesor se sent a la mesa, como de costumbre. Yo le haba preparado un estofado de carne con guarnicin para que tomara verduras y protenas de una sola cucharada, pues pens que sera mejor para l no preparar platos que requirieran quitar cscaras o espinas, ya que coma prcticamente de manera inconsciente. Tal vez por haber perdido a sus padres cuando era nio, no tena buenos modales en la mesa. Nunca le o decir gracias, buen provecho; se le caa Pgina 6

Yoko Ogawa - La frmula preferida del profesor comida a cada bocado, y se limpiaba las orejas con la servilleta, sucia y arrugada. Aunque no se quejaba nunca de la comida, tampoco pareca querer distraerse conversando conmigo, que permaneca a su lado. Me llam la atencin un papelito nuevo, sujeto en la bocamanga, que no estaba el da anterior. Cada vez que meta la cuchara en el plato estaba a punto de mancharse con el estofado. La nueva asistenta Eran unas letras dbiles y pequeas. Detrs, haba dibujada una cara femenina. Con el pelo corto y la cara redonda, tena un lunar al lado de los labios. Era un dibujo infantil, pero enseguida me di cuenta de que era una caricatura ma. Imagin al profesor dibujando, deprisa, antes de que su memoria se borrara en cuanto yo me hubiera marchado. Aquella hojita era el comprobante de que haba interrumpido su tiempo ms preciado para pensar en m. Le apetece repetir? He preparado mucho, de manera que coma cuanto quiera le dije hablndole sin reservas y con amabilidad. Por toda respuesta recib un eructo. El profesor, sin ni siquiera mirarme, se meti en el estudio y desapareci. En el plato de estofado slo quedaban las zanahorias. El lunes de la semana siguiente me present como de costumbre dicindole quin era yo al tiempo que sealaba el papelito de la bocamanga. El profesor nos mir a m y a la caricatura, una y otra vez, y permaneci un instante callado para recordar qu significaba aquella nota, pero enseguida carraspe y me pregunt de nuevo qu nmero calzaba y mi telfono. Sin embargo, enseguida not que algo haba cambiado en relacin con la semana anterior. El profesor me ense un atadillo de hojas con gran cantidad de frmulas matemticas, y me pidi que lo enviara por correo al Journal of Mathematics. Perdname, pero... Comparado con el tono que emple cuando me ri en el estudio, aquellos modales corteses me resultaron difciles de creer. Fue la primera vez que me pidi algo. Su cabeza haba dejado nicamente de pensar. Claro que s. Descuide. Copi en el sobre las letras con cuidado de no equivocarme, una tras otra, sin tan siquiera saber cmo se pronunciaban aquellas palabras; puse Seores del Concurso y sal pitando hacia la estafeta de correos. Cuando no estaba pensando, el profesor pasaba mucho tiempo amodorrado en el butacn que estaba junto a la ventana del comedor, de manera que yo poda por fin hacer la limpieza del estudio. Abra las ventanas de par en par, sacaba el edredn y las almohadas al jardn, y pasaba el aspirador a toda prisa. La habitacin estaba muy desordenada y llena de cosas desperdigadas, pero, a pesar de todo, resultaba confortable. Aunque aspiraba gran cantidad de pelos cados debajo de la mesa, o seguan apareciendo palitos de helado con moho o huesos de pollo frito entre las montaas de libros y papeles desparramados, nada me sorprenda demasiado. Quiz era porque all dominaba una calma que yo jams haba experimentado. No es que simplemente no hubiera ruido, sino que unas capas de silencio llenaban el corazn del profesor cuando vagaba por el bosque de los nmeros, indiferente a los cabellos cados y al moho que todo lo invada. Era un silencio transparente, como un lago escondido en el fondo de un bosque. No era una habitacin falta de confort, pero si me preguntasen si desde el punto de vista de una asistenta tena algn inters, no tendra ms remedio que negarlo con la cabeza. No, no haba nada que pudiera estimular la imaginacin de una asistenta o bien darle un gustito, como los pequeos objetos divertidos que ilustran la historia de sus dueos, fotografas misteriosas u ornamentos que provocan un suspiro. Empec a desempolvar la estantera de los libros. Era extrao que no hubiera ninguno que me apeteciera leer, a pesar de que haba tantos: Teora del Grupo Matemtico Continuo, Teora de los Enteros Algebraicos, Investigacin sobre la Teora de los Nmeros, Chevalley, Hamilton, Pgina 7

Yoko Ogawa - La frmula preferida del profesor Turing, Hardy, Baker.... La mitad estaban escritos en idiomas extranjeros, y ni siquiera poda leer sus lomos. Sobre el escritorio haba unos cuadernos de apuntes amontonados, lpices del 4B muy gastados y unos imperdibles esparcidos. Era una mesa triste que distaba mucho de un lugar de trabajo intelectual. nicamente unos restos de goma de borrar mostraban que alguien haba estado ah trabajando la noche anterior. Mientras iba yo barruntando que un matemtico debiera tal vez tener un comps de gran valor, de los que no se venden en una papelera cualquiera, o una regla con funciones complicadas, tir los restos de la goma, orden la pila de cuadernos y junt los imperdibles en un lugar. La silla de tela tena un hoyo con la forma de sus nalgas. Qu da de qu mes es tu cumpleaos? Aquel da el profesor no fue directamente al estudio despus de la cena. Pareca que buscaba algn tema de conversacin conmigo, mientras yo recoga y fregaba los platos. El 20 de febrero. Vaya... El profesor haba separado las zanahorias de la ensalada de patatas. Retir los platos y limpi la mesa. Aunque no estuviera pensando, l ensuciaba igualmente la mesa con restos de comida. La primavera estaba ya bien entrada, pero la estufa de queroseno ronroneaba en un rincn del comedor, pues en cuanto caa la tarde el fro era intenso. Suele usted mandar estudios a los concursos de las revistas? le pregunt. Bueno, no puede llamrseles estudios. Disfruto resolviendo preguntas de revistas para aficionados a las matemticas. Si tienes suerte, ganas dinero. Hay ciertos millonarios, apasionados de las matemticas, que financian los premios. El profesor pas en revista su cuerpo, y su mirada se pos sobre un papelito sujeto en el borde del bolsillo izquierdo. Pues s... Hoy hemos enviado una demostracin al nmero 37 del Journal of Mathematics... Ejem, est bien, muy bien Haban transcurrido mucho ms de ochenta minutos desde que yo haba ido, por la maana, a la estafeta de correos. Qu desastre! Lo siento. Debera haberla enviado por correo urgente. Si no llega el primero, no gana, verdad? No, no haca falta enviarla urgente. Es importante llegar a la verdad antes que los dems, pero si la demostracin no es hermosa, todo se fastidia. Pero se puede distinguir entre demostraciones hermosas y no hermosas? Claro que s el profesor se levant, y me dijo rotundamente, mirndome a la cara mientras yo fregaba los platos: en una demostracin verdaderamente bella, la flexibilidad y una solidez impecable estn en perfecta armona, sin contradecirse. Hay muchas demostraciones que aunque no sean falsas resultan aburridas, burdas e irritantes. Comprendes? Es igual de difcil expresar la belleza de las matemticas que explicar por qu las estrellas son hermosas. Como no quera decepcionar al profesor, que me estaba contando tantas cosas, dej de fregar y asent con la cabeza. Tu cumpleaos es el 20 de febrero. Eso da 2 20 un nmero realmente encantador. Y me gustara que vieras esto. Es un premio del Rector de la Universidad que gan con una tesis sobre la Teora de los Nmeros Trascendentes... El profesor se quit el reloj de pulsera y lo aproxim a mis ojos para que lo viera bien. Era un reloj de buena calidad, de fabricacin extranjera, que no se corresponda con sus gustos en la ropa. Vaya, as que usted recibi un premio magnfico. Eso no importa. Ahora, puedes leer estos nmeros que estn aqu grabados? En el reverso del cuadrante del reloj poda leerse Premio del Rector de la Universidad n 284. Significa el 284 puesto de honor? Pgina 8

Yoko Ogawa - La frmula preferida del profesor Puede ser. Pero lo importante es el 284. Veamos, pues; y no es hora de fregar platos. 220 y 284, no te dice nada? El profesor tir de mi delantal e hizo que me sentara a la mesa del comedor, sac un lpiz del 4B, ya muy corto, del bolsillo interior de la americana, y con l escribi aquellos dos nmeros en el dorso de un folleto publicitario. 220 284 No s por qu, pero los escribi, curiosamente, separados. Qu te parecen? Sent, mientras me secaba las manos mojadas en el delantal, que se avecinaba una disquisicin larga y compleja. Quera responder a las expectativas del profesor, que estaba muy entusiasmado. Pero me iba a ser absolutamente imposible poder darle una contestacin que pudiera satisfacerle. Para m, eran simplemente unos nmeros. Ah, veamos..., pues... balbuce avergonzada. Los dos son nmeros de tres cifras y... no s cmo decirlo... son muy similares, no? No hay mucha diferencia entre estos dos nmeros. Por ejemplo, imaginemos que en un supermercado se vende una bandeja de carne picada de 220 g y otra de 284 g. A m me resultan casi iguales. Como me da lo mismo, comprara la de la fecha ms reciente. A primera vista, causan la misma impresin. Las cifras de las centenas son iguales y los nmeros son pares... Tienes una autntica capacidad de observacin. Me felicitaba animosamente, balanceando la correa del reloj, y eso me turb. La intuicin es importante. Se atrapan los nmeros por intuicin, igual que el martn pescador se lanza en picado sobre las aguas del ro, en un acto reflejo, en cuanto ve brillar la aleta dorsal de un pez. El profesor acerc su silla con el fin de aproximarse a los dos nmeros. Ola a papel, igual que el estudio. Sabes qu es un submltiplo? Creo que s. Me parece que lo estudi, hace tiempo... El 220 puede dividirse por 1. Y tambin por 220. No queda resto. Por lo tanto el 1 y el 220 son divisores de 220. Un nmero natural tiene, siempre, el 1 y l mismo como divisores. Ahora bien, por cul otro nmero puede dividirse? Por 2, por ejemplo, o por 10... Exactamente. Ves cmo lo entiendes? Ahora, vamos a escribir los divisores de los nmeros naturales 220 y 284, excepto ellos mismos. Veamos: 220 : 1 2 4 5 10 11 20 22 44 55 110 142 71 4 2 1 : 284 Los nmeros que el profesor iba escribiendo eran redondeados y algo inclinados hacia abajo. La mina del lpiz blando se converta en polvo y se esparca alrededor de ellos. Calcula usted mentalmente todos los divisores? No, no siempre. Utilizo la intuicin que t tambin utilizaste antes. Vamos, sigamos con el siguiente paso. El profesor fue aadiendo signos: 220 : 1 + 2 + 4 + 5 + 10 + 11 + 20 + 22 + 44 + 55 + 110 = 142 + 71 + 4 + 2 + 1 : 284 Ahora, haz la suma de todo. Despacio; tenemos tiempo. Me alcanz el lpiz. Transcrib las sumas en el margen del folleto publicitario. Me hablaba en un tono alentador y con ternura, por lo que no me senta en absoluto como si estuviera haciendo un examen. Me sent como encargada de una misin, como si yo fuera la nica persona capaz de hallar la respuesta correcta a la compleja demostracin en que nos hallbamos sumidos desde haca un buen rato. Repas tres veces los clculos para comprobar que no hubiera ningn error. No me di cuenta de que haba cado la tarde y estaba a punto de anochecer. De vez en cuando llegaba desde la pila de fregar el sonido del agua que Pgina 9

Yoko Ogawa - La frmula preferida del profesor an goteaba sobre la vajilla que haba empezado a lavar. El profesor, quieto junto a m, me miraba fijamente. Ya lo tengo: 220 : 1 + 2 + 4 + 5 + 10 + 11 + 20 + 22 + 44 + 55 + 110 = 284 220 = 142 + 71 + 4 + 2 + 1 : 284 Correcto. Mira qu maravillosa sucesin de nmeros. La suma de los divisores del 220 es igual a 284. Y la de los divisores de 284, igual a 220. Son nmeros amigos. Son una combinacin muy infrecuente, sabes. Fermat o Descartes slo lograron descubrir un par, cada uno de ellos. Estos dos nmeros estn unidos por la gracia de un vnculo divino. No te parece hermoso? Que la fecha de tu cumpleaos y el nmero grabado en mi reloj de pulsera estn unidos por un lazo tan maravilloso! Nuestras miradas permanecieron fijas en el trivial folleto durante un buen rato. Mis ojos reseguan los nmeros escritos por el profesor y los escritos por m, encadenados con fluidez, como si se dibujara una constelacin que une las estrellas parpadeantes en el cielo nocturno. 2 Aquella noche, en cuanto volv a casa y hube acostado a mi hijo, se me ocurri ponerme a buscar por mi cuenta nmeros amigos. Quera comprobar si de verdad eran parejas de nmeros tan infrecuentes como deca el profesor. Adems, pens que si se trataba de buscar divisores y de sumarlos, incluso yo, que haba dejado a medias el instituto, sera capaz de hacerlo. Sin embargo, enseguida me di cuenta de que el desafo iba a resultar temerario. Eleg los nmeros que me parecan mejores, findome de mi intuicin, tal y como el profesor me haba aconsejado, pero todo result intil. Al principio hice intentos slo con nmeros pares de dos cifras, porque me pareca que los pares tendran ms posibilidades, y adems era ms fcil buscar sus divisores. Al rato, como la situacin no pareca aclararse, extend mi intento a los nmeros impares, y tambin introduje nmeros de tres cifras, pero tampoco tuve xito. Los nmeros no hacan sino darse la espalda, indiferentes, y no aparecera ni una sola combinacin de nmeros que se tocaran, aunque slo fuera con la punta de los dedos. En efecto, lo que el profesor deca era cierto. Mi cumpleaos y el reloj del profesor se haban encontrado tras un gran esfuerzo en la inmensidad del mundo de los nmeros; ambos cuidaban de su relacin amistosa, apoyndose por completo el uno en el otro. Pronto, el papel que tena al alcance de la mano qued repleto de nmeros escritos en desorden, y sin darme cuenta, ya no haba ningn espacio en blanco. Aunque resultaba algo infantil, estaba haciendo, con todo, una operacin lgica. Sin embargo, al final, ya no entenda nada ni saba cmo seguir. A pesar de todo, descubr algo. Si sumaba los divisores de 28, el resultado era 28: 28 : 1 + 2 + 4 + 7 + 14 = 28 No es que aquello fuera a solucionar nada, pero entre todo lo que haba intentado, no encontr ningn otro nmero cuya suma de sus divisores fuera l mismo, aunque a lo mejor se trataba de un modelo frecuente. Saba que era ridculo usar una palabra tan exagerada como descubrir. Pero, qu le vamos a hacer?; al fin y al cabo era yo quien lo haba descubierto. En medio de una confusin indescriptible, slo aquella lnea permaneca tensa como si estuviera dotada de voluntad propia. Rebosaba energa, casi como si, tocndola, pudiera hacer dao. Cuando mir el reloj al meterme en la cama, me di cuenta de que el profesor y yo habamos pasado ms de 80 minutos jugando con los nmeros amigos. Aun cuando, para el profesor, los nmeros amigos fueran una verdad pueril, sumamente simple, sin embargo se conmovi, asombrado, como si se diera cuenta por primera vez de su belleza. Pareca un escudero arrodillado ante el rey. Habra ya olvidado el profesor el secreto de los nmeros amigos que ambos atesorbamos? Seguramente ya no podra recordar de dnde o de quin haba Pgina 10

Yoko Ogawa - La frmula preferida del profesor salido el nmero 220. Pensando en aquello, me cost mucho dormirme. Una casa pequea, que nadie visita, con un telfono que nunca suena; bastaba con preparar algo de comida para un hombre, que come como un pajarito: el caso del profesor resultaba de lo ms cmodo segn la vara de medir de una asistenta. En comparacin con mi experiencia pasada, en la que me exigan un rendimiento en un nmero de horas determinado, estaba contenta de poder dedicar el tiempo suficiente que requieren la limpieza, la ropa y la comida. Aprend a reconocer el momento en que el profesor comenzaba a resolver un problema para un nuevo concurso, y evitaba molestarlo. Di brillo a la mesa del comedor hasta la saciedad con un barniz especial, remend el colchn, y me exprim el cerebro para que el profesor comiera zanahorias sin darse cuenta. Lo ms difcil era comprender el mecanismo de la memoria del profesor. Segn la viuda de la casa principal, su memoria estaba parada en 1975, pero yo no poda entender, por ejemplo, qu entenda l por la tarde anterior, o si poda pensar en el da siguiente, o hasta qu punto aquella minusvala le haca sufrir. Que no siempre recordase mi existencia despus de varios das, pareca ser verdad. El papelito con mi caricatura sujeto en la bocamanga le indicaba tan slo que yo era una persona conocida, pero no le ayudaba a resucitar el tiempo que habamos pasado juntos. Cuando iba a la compra, procuraba estar de vuelta en una hora y veinte minutos. El temporizador de memoria de 80 minutos que tena en su cerebro era, como corresponda a un buen matemtico, ms preciso que un reloj. Yo sola salir del vestbulo diciendo hasta luego, y si volva al cabo de una hora y dieciocho minutos, me reciba dicindome: Ah, ests aqu. Gracias por el esfuerzo. Sin embargo, si tardaba una hora y veintids minutos sus primeras palabras eran: Qu nmero de pie calzas? Me preocupaba decir algo inconveniente sin darme cuenta. Me arrepenta cada vez que se me iba la lengua con frases como: Esta maana he ledo en el peridico que el primer ministro Miyazawa... (el ltimo primer ministro que el profesor recordaba era Takeo Miki), o si me atreva a decirle: Por qu no compra un televisor para los prximos Juegos Olmpicos de Barcelona? (Para l, los de Munich fueron los ltimos). Sin embargo, aparentemente, l no daba muestras de preocupacin. Cuando la conversacin derivaba hacia una direccin que no le era posible seguir, se limitaba a esperar que la situacin le permitiera volver a decir algo, sin enfadarse ni impacientarse. Nunca intent hacerme preguntas personales, como cunto tiempo llevaba haciendo este trabajo, ni de dnde era, ni si tena familia. Quiz tema molestarme hacindome las mismas preguntas una y otra vez. En definitiva, el nico tema del que podamos hablar sin ningn problema era las matemticas. Desde que empec a ir a la escuela, haba odiado las matemticas hasta el punto de sentir escalofros slo con ver los manuales, pero los problemas de clculo que el profesor me enseaba me entraban sin dificultad. No porque yo intentara como asistenta adaptarme al inters de mi patrn, sino porque l saba ensear. Sus suspiros de admiracin ante una frmula, sus palabras alabando su belleza, el brillo de sus pupilas, eran muy significativos. Dado que l olvidaba cuanto me haba dicho, yo tena la gran ventaja de poder hacerle la misma pregunta cuantas veces quisiera, sin reserva alguna. Mientras a un alumno normal le basta con una sola vez, yo, para comprender perfectamente algo, necesitaba cinco o diez explicaciones. Fue un gran hombre el que descubri por primera vez los nmeros amigos, no? As es. Fue Pitgoras. En siglo VI anterior a nuestra era. Existen los nmeros desde hace tanto tiempo? Claro que s. Acaso creas que surgieron a finales de la Era Edo? Los nmeros ya existan antes de que apareciramos los hombres; no!, incluso antes de que naciera este mundo. Siempre hablbamos en el comedor. El profesor se sentaba a la mesa o bien se acomodaba en el butacn. Y yo remova el contenido de una olla sobre el Pgina 11

Yoko Ogawa - La frmula preferida del profesor hornillo de gas, o fregaba los platos en la pila. Ah, s? Yo crea que los nmeros fueron descubiertos por los hombres. No, no es cierto. Si hubieran sido descubiertos por nosotros, nadie tendra tantas dificultades, y los matemticos no haran falta siquiera. Nadie fue testigo presencial del nacimiento de los nmeros. Cuando nos dimos cuenta, ya estaban ah. Por eso las personas inteligentes estn dale que dale para entender su mecanismo, verdad? Nosotros, los seres humanos, somos demasiado estpidos para haber creado los nmeros. Sacudi la cabeza, se arrebuj en el butacn y abri una revista matemtica. Sabe usted? Cuanta ms hambre tenemos, ms estpidos nos volvemos. As que nutramos hasta el ltimo rincn del cerebro, comiendo mucho, sin dejar nada. Espere un poquito ms. Enseguida estar lista su cena. Yo estaba preparando hamburguesas, mezclando la zanahoria rallada con la carne picada. Ech discretamente las raspaduras a la basura para que el profesor no se diera cuenta. ltimamente, cada noche intento encontrar por mi cuenta nmeros amigos que no sean el 220 y el 284, pero es intil, sabe usted Los nmeros amigos ms pequeos siguientes son el 1184 y el 1210. De cuatro cifras? Entonces es intil que siga. Incluso le ped ayuda a mi hijo. Le resulta difcil hallar submltiplos, pero sabe sumar. Tienes un hijo? dijo incorporndose del butacn y levantando la voz, sorprendido. S... De cuntos aos? Tiene 10 aos. 10 aos? An es un cro! En un instante se le oscureci el semblante al tiempo que perda la serenidad. Me detuve en la mezcla que estaba preparando con los ingredientes de la hamburguesa, y esper a que, como sola hacer, me explicara algo sobre el nmero 10. Y tu hijo, en este momento, qu estar haciendo? Pues, no lo s. A estas horas, creo que ya habr vuelto del colegio y estar jugando al bisbol con sus amigos en el parque o algo as, sin hacer los deberes. Cmo que no lo sabes? Eres demasiado despreocupada! Pronto va a oscurecer, no crees? Por ms que esperara, no pareca querer resolver el misterio del nmero 10. En aquel momento el 10 significaba para l solamente un nio pequeo. No se preocupe. Est acostumbrado, es as todos los das. Todos los das? Dejas a tu hijo solo todos los das para amasar hamburguesas, como haces ahora? No es que lo deje. Simplemente esto es mi trabajo... Ech la pimienta y la nuez moscada en el bol, sin comprender por qu el profesor se obstinaba tanto con mi hijo. Quin le cuida durante tu ausencia? Tu marido vuelve pronto? Estar la abuela, verdad? No, desafortunadamente no tengo ni marido ni suegra. Somos dos, y nadie ms. Entonces, tu hijo est solo en la casa? Est esperando a su madre, en una habitacin oscura, con el estmago vaco, y solo? Y su madre est preparando la cena a un desconocido. Mi cena. Ay, qu desagradable! Esto no puede ser, no es posible. El profesor se levant como si no pudiera contener la turbacin, se tir del cabello, y empez a dar vueltas alrededor de la mesa del comedor. Los papelillos prendidos en su ropa producan un ruido seco al tiempo que partculas de caspa se esparcan y el suelo rechinaba. Apagu el fuego de la sopa, que estaba a punto de hervir. No tiene por qu preocuparse le dije en el tono ms suave que pude. Desde hace mucho tiempo nosotros dos nos las arreglamos as. Un chico de Pgina 12

Yoko Ogawa - La frmula preferida del profesor diez aos se las apaa bien solo. Tiene el nmero de telfono de esta casa, y adems, en caso de que tuviera algn problema serio, nuestra casera, que vive debajo, ha prometido ayudarle... No puede ser, no puede ser, no puede ser me interrumpi mientras rodeaba la mesa cada vez ms rpido. No tiene perdn el dejar solo a un cro, pase lo que pase. Si la estufa se cayera y causara un incendio, qu haras? Si un caramelo se le atragantara, quin podra socorrerle? Dios mo! Me horroriza slo pensarlo. Vete a casa inmediatamente. Si eres una madre, debes preparar la comida a tu propio hijo. Vamos, vulvete a casa ahora mismo. Me cogi del brazo e intent arrastrarme hasta el vestbulo. Espere un poquito ms. Slo me queda hacer esto y frerlo en la sartn. No me importa. Y si tu hijo muere abrasado en un incendio mientras t ests aqu friendo carne picada? Escchame bien. A partir de maana, trae a tu hijo aqu. Que venga directamente del colegio. Podr hacer los deberes aqu, y estar en todo momento con su madre. Acaso ests pensando que maana lo habr olvidado todo, y no hars caso de lo que te digo? No me subestimes. No me olvidar. Y no acepto de ninguna manera que no cumplas con lo que hemos hablado. Desprendi de la nota escrita sujeta a la bocamanga, que deca nueva asistenta, y detrs de mi caricatura aadi y su hijo de 10 aos con el lpiz que llevaba en su bolsillo interior. No pude limpiar la cocina ni tuve tiempo de lavarme las manos. Dej el pabelln como si me echara de all, todava con olor a carne cruda. El profesor haba dado muestras de mucho ms vigor que en aquella anterior ocasin en que me haba regaado dicindome que no le molestara cuando estaba pensando. Se notaba que se haba dejado llevar con mayor violencia porque detrs de la clera afloraba la angustia. Volv a casa corriendo, pensando qu hara si me encontraba con el apartamento ardiendo en llamas. Empec a fiarme del profesor, relajando mi cautela inicial, desde el preciso instante en que l y mi hijo se conocieron por primera vez. Tal y como habamos quedado la noche anterior, di a mi hijo el mapa y le dije que viniera directamente desde la escuela a la casa del profesor. A pesar de que saba que infringa el reglamento laboral de la agencia llevando a mi hijo al lugar de trabajo, y de no agradarme la idea, no poda oponerme ante la insistencia del profesor. Cuando mi hijo apareci en la entrada con su cartera a la espalda, el profesor lo mir con cara risuea y lo abraz con los brazos muy abiertos. Yo no tuve siquiera tiempo de explicarle la situacin sealando el papelito escrito ... y su hijo de 10 aos. Aquellos brazos tenan toda la ternura necesaria para proteger al ser dbil que estaba ante l. Me sent feliz de ver a mi hijo abrazado por alguien de aquella manera. Casi me entraron ganas de ser recibida yo tambin de aquella manera por el profesor. Bienvenido. Muchas gracias por venir desde tan lejos. Gracias dijo el profesor. No le hizo la pregunta matemtica que repeta conmigo cada maana sin excepcin. Mi hijo, un poco desconcertado por aquella inesperada bienvenida, pareca un poco torpe, pero procuraba corresponder al entusiasmo del profesor a su manera, esbozando una leve sonrisa. Luego, el profesor le quit la gorra a mi hijo (con el emblema de los Tigers ) y, acaricindole la cabeza, le bautiz con el diminutivo carioso ms apropiado para l. T eres Root. La raz cuadrada, es un signo realmente generoso que puede dar refugio dentro de s a cualquier nmero sin decir nunca que no a ninguno. Y aadi el signo a continuacin de la nota de la bocamanga: La nueva asistenta y su hijo de 10 aos Un da, para aligerar cuanto poda al profesor de su carga, hice unas etiquetas con nuestros nombres. Pens que si, adems del profesor, tambin nosotros llevbamos unas etiquetas enganchadas que indicaran quines ramos, le facilitaba las cosas. Mi hijo, nada ms salir de la escuela, Pgina 13

Yoko Ogawa - La frmula preferida del profesor cambiaba su distintivo escolar por la . Era una etiqueta muy bien hecha, de manera que por mucho que uno anduviera despistado llamaba forzosamente la atencin. Sin embargo, esto no produjo el cambio que yo esperaba. Para el profesor yo segua siendo la persona a quien se acercaba lentamente con cifras y nmeros, y mi hijo era alguien que estaba all y a quien poda abrazar por su sola presencia. Muy pronto mi hijo se acostumbr a aquellos peculiares recibimientos y se sinti a gusto. l mismo se quitaba la gorra y le mostraba orgulloso su coronilla, mostrndole cunto mereca el nombre de Root. El profesor, en sus palabras de acogida, nunca olvidaba alabar lo magnfica que es la raz cuadrada. La primera vez que el profesor dijo buen provecho, juntando las manos, frente a la comida que yo haba preparado, fue tambin la primera vez que comimos juntos los tres. El contrato deca que deba preparar la cena a las seis y marcharme a las siete despus de retirar la mesa y fregar los platos; sin embargo, el profesor se opuso a aquel horario tan pronto como mi hijo se uni a nosotros. Es escandaloso que un hombre coma solo ante un cro hambriento. Si preparas la cena en tu casa despus del trabajo, Root no podr comer nada hasta las ocho. Es absurdo. No es slo ineficiente sino tambin irrazonable. Un nio debe estar ya en la cama a las ocho. Los adultos no tenemos ningn derecho a quitarle horas de sueo. Desde la aparicin del ser humano, las criaturas siempre han crecido mientras dorman. Para ser un ex-matemtico aquella objecin careca de base cientfica. De momento, decid que hablara con mi jefe para que me descontara de mi sueldo el coste de mi cena y la de mi hijo. En la mesa, el profesor demostr unos modales exquisitos. Se mantuvo erguido, sin producir ningn sonido intempestivo, y no derram ni una gota de sopa sobre la mesa ni sobre la servilleta. Ante semejante compostura, me result extrao que fuera tan torpe cuando estaba conmigo a solas. Cmo se llama tu colegio? El maestro te trata bien? Qu has comido hoy en la cantina? Qu quieres ser de mayor? Querrs contrmelo? Mientras exprima el limn sobre el salteado de pollo y serva judas verdes de guarnicin en los platos, el profesor le haca a Root muchas preguntas. No vacil en las preguntas sobre el pasado o el futuro. Se notaba que haca todo cuanto poda para que hubiera buen ambiente en la mesa. Por muy indiferentes que fueran las repuestas de Root, el profesor no dejaba de escucharle con gran atencin. As fue cmo un antiguo matemtico, en los umbrales de la vejez, una asistenta y madre soltera que no llegaba todava a los treinta y un muchachito de escuela primaria pudimos disfrutar de la cena sin sentirnos incmodos por el silencio. Y todo gracias al profesor. Pero no slo se amoldaba al humor del nio. Tambin le regaaba con naturalidad cuando Root no se comportaba educadamente y apoyaba los codos en la mesa, o golpeaba los platos, lo que, por cierto, l mismo haca muchas veces. Tienes que comer mucho. Crecer es la tarea de un nio. Soy el ms bajito de mi clase. No has de preocuparte. Ahora ests en la poca de acumular energa y, cuando explote, crecers de golpe. Muy pronto podrs escuchar el sonido de los huesos que se estiran. Profesor, tambin t lo escuchaste? No, yo, desafortunadamente, parece que gast la energa intilmente en otra direccin. Y eso? Tena buenos amigos, pero debido a una determinada circunstancia, no podan jugar conmigo a dar patadas a las latas de conservas, al bisbol o a los juegos que exigan moverse. Tus amigos estaban enfermos, verdad? Todo lo contrario. No estaban enfermos. Eran altos, fuertes, y aunque se les empujara no se movan ni un centmetro. Pero como vivan dentro de mi Pgina 14

Yoko Ogawa - La frmula preferida del profesor cabeza, no tena ms remedio que jugar solo, aqu dentro. Segn parece, yo concentr toda mi energa en esta direccin, y sta no lleg hasta mis huesos. Ah, ya lo s! Esos amigos tuyos son los nmeros, a que s? Mam me ha dicho que eres un profesor de matemticas muy bueno. Qu inteligente eres! Tienes mucha intuicin. S, yo no tena ms amigos que los nmeros. As que los nios tenis que procurar con ahnco que los huesos crezcan. Entiendes? No dejes lo que no te gusta en el plato. Y si no se te llena la barriga, puedes coger comida de mi plato, sin que te d vergenza. Vale, gracias. Root estaba disfrutando de una cena diferente a la habitual. Responda a las preguntas del profesor, repiti arroz para satisfacerle, y mientras tanto miraba a todos lados de la habitacin, lleno de curiosidad, y echaba un ojo a las notas de la americana procurando que el profesor no se diera cuenta. Yo oa su conversacin mientras me deca: maana aadir zanahoria cruda a la ensalada, pero qu har el profesor con ella? Pensando en aquellas cosas, me entr la risa por habrseme ocurrido un plan tan malicioso, y tuve que contenerme. Desde que naci, Root fue siempre un beb poco abrazado. Cuando lo vi en la maternidad, en una cuna transparente que tena forma de barquito, lo primero que pas por mi cabeza fue algo ms cercano al miedo que a la alegra. Apenas transcurridas unas horas desde su nacimiento, an daba la sensacin de que los lquidos amniticos humedecan e hinchaban la piel de sus prpados arrugados, los lbulos de sus orejas y los talones. Sus ojos estaban medio cerrados, pero no pareca estar durmiendo, mova tembloroso pies y manos, que asomaban de un jubn demasiado holgado. Era como si se estuviera quejando, con humor, de haber sido abandonado en un lugar equivocado. Pegada al cristal de la sala de recin nacidos, yo insista a una desconocida con incontables preguntas: cmo saber que ese beb es el mo? Yo tena 18 aos, estaba sola, y no saba nada. Tena las mejillas hundidas debido a las nuseas, que duraron hasta el momento mismo en que me sub a la cama de partos, llevaba el pelo maloliente por el sudor, y el pijama con una mancha por haber roto aguas. Entre unas quince camas colocadas en dos filas, el nico beb que estaba despierto era l. An faltaba un rato para que amaneciera. Excepto las siluetas en bata blanca bajo la claridad de la sala de guardia, no haba ni una sombra en el pasillo y el vestbulo. El beb abri sus puos cerrados y volvi a doblar los dedos con cierta torpeza. Las uas, absurdamente pequeas, estaban azuladas. La sangre de mi mucosa, que l haba araado, se haba coagulado entre sus uas y se vea por transparencia. Perdone, por favor, pero podran... me acerqu deprisa tambalendome, hacia la sala de las enfermeras de guardia. ...Podran cortarle las uas a mi nio? Como mueve las manos con tanta energa, me preocupa que se haga dao en la cara... En aquel momento, acaso quera mostrarme a m misma que era una buena madre? O simplemente no pude soportar que se despertara el dolor de mis mucosas? Desde que empec a tener uso de razn, la silueta de mi padre ya no exista. Mi madre haba querido a un hombre incapaz de contraer matrimonio, me dio a luz y me sac adelante ella sola. Mi madre trabajaba en un saln de banquetes y ceremonias. Al principio hizo un poco de todo, fue progresando, se ocup de la contabilidad, luego fue encargada del vestuario, los arreglos florales, la decoracin de las mesas para los banquetes, y finalmente, tras obtener la calificacin necesaria, lleg a ser la gerente. Tena un espritu muy combativo y nada la disgustaba ms que la gente me mirara como a una nia de familia pobre, sin padre. Realmente ramos pobres, pero mi madre haca todo lo posible por que pareciramos ricas, de Pgina 15

Yoko Ogawa - La frmula preferida del profesor apariencia y de corazn. Me haca toda la ropa a mano utilizando retales que le daban los proveedores de trajes de novia con los que trabajaba la empresa, me hizo tomar clases de piano, negociando con el organista de la sala para que nos las dejara baratas, y colocaba con gracia y esmero en las ventanas de casa las flores que sobraban de los banquetes. Yo me hice asistenta domstica porque desde pequea me haba ocupado de las labores de la casa, sustituyendo a mi madre. Con dos aos, ya me lavaba las braguitas que me haba mojado en la cama con el resto del agua de la baera, y antes de entrar en la escuela primaria empec a preparar el arroz frito, cortando el jamn con un cuchillo de cocina. Cuando tena la edad de Root, se me daba bien cualquier tarea, desde las actividades domsticas habituales hasta pagar los recibos de la luz o asistir a la reunin de la comunidad de vecinos. Mi madre slo me hablaba de mi padre para decirme que era un hombre apuesto. Nunca me habl mal de l. Por lo visto era un hombre de negocios que tena un restaurante, pero ella me escamoteaba la informacin concreta, y se limitaba a repetirme cosas agradables sobre su persona: que era alto y guapo, hablaba muy bien ingls, conoca a fondo la pera, era un hombre orgulloso pero a la vez modesto, y su sonrisa cautivaba a cualquiera que se encontrara con l... En mi imaginacin, mi padre estaba de pie, posando como una escultura de museo. Por mucho que me acercara a esa estatua, no pareca dispuesto a tenderme la mano, y sus pupilas miraban hacia algn punto lejano. Cuando entr en la adolescencia empec a preguntarme que si era verdad cuanto deca mi madre, por qu no nos ayudaba econmicamente, dejndonos solas a m y a ella? Pero para entonces ya haba empezado a importarme poco cmo era mi padre. Simplemente escuchaba las fantasas que segua contndome mi madre, sin decir ni media palabra. El acontecimiento que desbarat de golpe y porrazo todas aquellas quimeras y que destroz el edificio que mi madre haba levantado con sus ropas de retales, el piano y las flores fue mi embarazo. Sucedi cuando yo acababa de empezar el ltimo curso del instituto. l era un universitario que estudiaba ingeniera electrnica, al que conoc donde yo trabajaba por las tardes. Era un chico tranquilo e instruido, pero incapaz de aceptar la responsabilidad de lo que surgi entre nosotros. Sus misteriosos conocimientos sobre ingeniera electrnica que tanto me haban fascinado de nada sirvieron, pues se convirti en un hombre cobarde que se esfum dejndome sola. Aunque a ambas nos una el hecho de ser madres solteras, o precisamente por eso, no hubo modo de apaciguar el enfado de mi madre. Era una indignacin transida por gritos de dolor y de pena. Su emocin era tan violenta que yo era prcticamente incapaz de saber cmo me senta realmente. Pasada la vigsimo segunda semana de embarazo, me march de casa. A partir de entonces, perd todo contacto con ella. Cuando sal de la maternidad, y tuve que ir a una residencia para madres solteras, slo sali a recibirme la directora del centro. Dobl y met la nica foto que conservaba del padre de mi hijo en la cajita de madera donde guardaba el cordn umbilical que me haban dado en la clnica. Cuando me toc por sorteo una plaza en una guardera para lactantes, me present a la entrevista de la Agencia de Trabajos Domsticos Akebono. No haba otro lugar en el que pudiera hacer valer mis humildes capacidades. Me reconcili con mi madre justo antes de que Root entrase en la escuela primaria. Un buen da nos envi una cartera para el colegio. Yo acababa en realidad de independizarme pues haba salido por fin de la residencia para madres solteras. Mi madre an trabajaba como gerente en el saln de ceremonias nupciales. Mi madre muri de una hemorragia cerebral, justo cuando la incomprensin mutua se estaba desvaneciendo y yo empezaba a sentirme respaldada con esa abuela cercana. Por ello me sent tan feliz, ms que el propio Root, cuando lo vi abrazado por el profesor. Muy pronto nos adaptamos los tres a nuestro ritmo de vida con Root. Mi Pgina 16

Yoko Ogawa - La frmula preferida del profesor trabajo era el habitual, excepto la cena, que ahora era para tres. El da que estaba ms ocupada era el viernes. Tena que preparar la comida del fin de semana y congelarla. Por ejemplo, un pat de carne y pur de patatas, pescado cocido y verdura; y le explicaba al profesor, ponindome algo pesada, con qu deba combinar cada plato y cmo tena que descongelarlos; pero al final no era capaz de aprender ni el manejo del horno microondas. A pesar de todo, los lunes por la maana, cuando yo llegaba, no quedaba nada de lo que le haba preparado. El pat de carne, el pescado cocido, descongelados en el microondas, estaban ya en su estmago, y los platos, fregados y guardados en el aparador. No haba duda de que, cuando yo no estaba, la viuda le echaba una mano. Aunque mientras yo estaba trabajando, ella nunca apareca. No consegua entender por qu me tena terminantemente prohibido el paso entre la casa principal y el pabelln. El trato con la viuda era, para m, un problema difcil de otro tipo. Para el profesor, los problemas difciles slo podan ser matemticos. A pesar de mis elogios a lo maravilloso que era cuando resolva preguntas que le llevan largo tiempo de concentracin, y cuyas propuestas incluso haban sido premiadas, l no pareca alegrarse. Esto no es ms que un juego deca con un tono ms triste que modesto. Los que inventan el problema conocen la solucin. Resolver un problema del que tenemos garanta de que existe solucin, es como ir de excursin por el monte, con un gua, hacia una cumbre que ya avistamos. La verdad ltima de las matemticas est escondida al final del camino, entre los arbustos, sin que nadie sepa dnde. Adems, ese lugar no tiene por qu ser la cima. Puede estar entre las rocas de un despeadero o en el fondo de un valle. Al final de la tarde, cuando se oa el Ya estoy aqu! de Root, el profesor sala del estudio sin importarle lo concentrado que pudiera estar con sus matemticas. A pesar de que odiaba ser interrumpido cuando estaba pensando, abandon fcilmente aquella mana por Root. Pero como mi hijo, despus de dejar su cartera en el suelo, enseguida sala al parque a jugar al bisbol con sus amigos, el profesor regresaba entonces a su estudio un poco desilusionado. Por eso el profesor se alegraba tanto cuando llova, pues poda hacer los deberes de matemticas con Root. Cuando estudio en la habitacin del profesor, es como si me hubiera vuelto ms inteligente. Como en el apartamento donde vivamos los dos no haba biblioteca, un estudio con libros apilados por doquier le pareca a mi hijo un lugar extraordinario. El profesor arrinconaba cuadernos, imperdibles y restos de goma de borrar a un lado de la mesa, hacindole sitio a Root, y abra el cuadernillo de ejercicios de aritmtica. Puede cualquiera investigador de matemticas ensear con tanta pericia la aritmtica de la escuela primaria?; o es que el profesor tena una facultad especial? Explicaba las fracciones, las proporciones o los volmenes en metros cbicos de una manera maravillosa. Llegu incluso a pensar que cualquier adulto que tuviera que supervisar los deberes de un nio debera ensear de aquella manera. 355 multiplicado por 840..., 6239 dividido por 23, 4,62 ms 2,74 da., 5 y dos sptimos menos 2 y un sptimo son... Aunque se tratara de simples enunciados o clculos sencillos, el profesor empezaba por hacerle leer las preguntas en voz alta. Todos los problemas tienen un ritmo, ves. Es igual que la msica. Si consigues encontrar el ritmo al enunciarlo, leyendo en voz alta, descubres la totalidad del problema e incluso puedes adivinar las partes sospechosas en las que puede haber una trampa escondida. Root se pona entonces a leer con una voz clara, que resonaba en las cuatro esquinas del estudio: He comprado dos pauelos y dos pares de calcetines con trescientos ochenta yenes. El otro da compr dos pauelos y cinco calcetines iguales Pgina 17

Yoko Ogawa - La frmula preferida del profesor con setecientos diez yenes. Cunto vale un pauelo y un par de calcetines? Bueno, primero hay que saber por dnde se empieza. Ejem es un poco difcil. Efectivamente, es probablemente el ms complicado de todos los deberes de hoy. Pero acabas de leerlo estupendamente en voz alta. El problema est constituido por tres frases. Los pauelos y los calcetines salen tres veces. Has dado perfectamente con el ritmo de x pauelos, x pares de calcetines y x yenes, que se repite. Esta pregunta sosa y aburrida me ha sonado casi como un poema. El profesor no escatimaba esfuerzos por elogiar a Root. Aunque pasara mucho tiempo y no avanzara en la solucin, el profesor no se impacientaba. Incluso cuando Root se meta en un callejn sin salida, vea en aquello alguna pequea cualidad, como si recogiera una pepita de oro en el limo del fondo de un ro. Veamos: por qu no dibujamos las compras de esta persona? Primero, dos pauelos. Luego, dos pares de calcetines y... No parecen calcetines! Son orugas verdes y gordas! Lo dibujo yo. Vaya, en efecto, dibujados as parecen ms unos calcetines. Lo comprendo. Me cuesta mucho esfuerzo dibujar cinco pares de calcetines. Esta persona ha comprado la misma cantidad de pauelos, pero slo ms calcetines. Los que dibujo tambin se parecen cada vez ms a unas orugas Qu va. Estn muy bien. Tenas razn. El precio ha aumentado en funcin del nmero de calcetines. Vamos a intentar calcular cunto ha subido el precio. Veamos... Son 710 menos 380... Sera mejor dejar constancia de las operaciones, sin borrarlas. Yo siempre pongo los clculos detrs de una hoja de borrador. Pero, sabes, ocurre que cualquier frmula, cualquier nmero, tiene su significacin. Hay que tratarlos con cuidado, pues de lo contrario resulta triste para ellos, no te parece? Yo estaba cosiendo, sentada en el borde de la cama. Cuando los dos empezaban a hacer los deberes, como quera estar con ellos, me las ingeniaba para hacer mi trabajo en el estudio. All planchaba las camisas, intentaba quitar una mancha de la alfombra o desenvainaba guisantes. Cuando desde la cocina escuchaba sus risas, me senta sola, como si me dejaran aparte y, sobre todo, tena ganas de estar al lado de Root cuando alguien era amable con l. En el estudio se oa muy bien cmo caa la lluvia. Era como si el cielo estuviera, slo en aquel lugar, ms bajo. Debido a la frondosa vegetacin circundante no haba que preocuparse por si alguien curioseaba, de manera que yo dejaba las cortinas sin correr aun despus de anochecer. Entonces los perfiles de ambos se reflejaban en el cristal y parecan estar mojados. En los das lluviosos, el olor de los papeles se haca ms denso de lo habitual. Bien! Eso es! Si conseguimos dividirlo, lo habremos conseguido. He logrado primero la solucin de los calcetines. Son 110 yenes. Muy bien. Pero ahora hay que tener mucho cuidado. Parece muy tranquilo, el pauelo, pero tal vez sea muy astuto y est fingiendo Es verdad... Pero en todo caso es ms fcil empezar con el nmero ms pequeo, as que... Root ergua su cabeza a la altura de la mesa, un poco demasiado alta para l, se pona de puntillas, y agarraba un lpiz con la punta mordida. El profesor cruzaba las piernas con aire relajado, contemplaba las puntas de sus dedos, y de vez en cuando se acariciaba la barba descuidada. Ya no era un anciano frgil, ni un acadmico entregado al pensamiento, sino el legtimo protector de un pequeo ser. Los perfiles de ambos se acercaban, se superponan, formando una sola lnea continua. Mezclados con el sonido de la lluvia, se escuchaban ruiditos como el rasgar del lpiz sobre el papel o el castaeteo de la dentadura postiza del profesor. Puedo escribir la frmula de cada operacin? En la escuela, el maestro se enfada si no las juntamos todas en una. Curioso maestro que se enfada, encima de que tenemos tanto cuidado en no Pgina 18

Yoko Ogawa - La frmula preferida del profesor equivocarnos, verdad? Bueno, bah... A ver, 110 multiplicado por dos es igual a 220. Se los restamos a 380... son 160, as que... 160 dividido por dos son... 80. Ya lo tengo! Un pauelo vale ochenta yenes. Est bien. La respuesta es correcta. El profesor acarici la cabeza de Root, y mientras lo despeinaba, Root levant varias veces la mirada hacia l como si no quisiera perderse su cara de satisfaccin. Ahora me gustara a m tambin ponerte unos deberes, de acuerdo? Eh? No pongas esa cara. Mientras estudiaba contigo, me han entrado ganas de imitar al maestro de la escuela y proponerte un problema. No es justo! Slo una pregunta, ya vers. Escucha: Cunto es la suma de los nmeros del uno al diez? Anda, es muy fcil. Lo encuentro enseguida. A cambio, yo tambin quiero hacerte una pregunta, para compensar los deberes. Podras hacer que reparen la radio? Reparar la radio? S, porque aqu no se puede saber cmo van los partidos de bisbol. No hay televisin, y adems la radio est estropeada. Y ya ha empezado la liga, sabes? Vaya... el bisbol... El profesor dio un largo suspiro, con la mano todava posada sobre la cabeza de Root. Cul es tu equipo favorito? Es muy fcil de adivinar, por mi gorra. Los Tigers, claro! Se puso la gorra que estaba tirada al lado de la cartera. Los Tigers? Ah, es verdad, los Tigers murmur como si hablara consigo mismo, antes de aadir: yo soy fan de Enatsu. Enatsu Yutaka, la estrella de los Tigers. De veras? Menos mal que no eres de los Giants. Entonces, debes reparar la radio sin falta insisti Root. El profesor segua murmurando algo incomprensible. Cerr la tapa del costurero y, levantndome de la cama, dije: Venga, vamos a cenar. 3 Por fin consegu sacar al profesor fuer a de casa. Desde que haba empezado a trabajar para l no haba salido a la calle, ni siquiera al jardn; por tanto me pareci que le convendra airearse aunque slo fuera por su salud. Hace un tiempo muy agradable, sabe usted. No era mentira. Con este tiempo, entran ganas de que a uno le d el sol y respirar a pleno pulmn. Sin embargo, el profesor se limit a dar una respuesta evasiva y sigui leyendo un libro sentado en su butacn. Por qu no va a dar un paseo por el parque y luego pasa por la peluquera? A qu me conduciran estas actividades? me contest, lanzndome una mirada molesta por encima de sus gafas de prsbite. No hay por qu tener siempre un objetivo, no le parece? Las flores de los cerezos an no han cado, y las del cornejo florido han empezado ya a abrirse. Si se corta el pelo se sentir como nuevo. Sentirme... ya me siento ahora como nuevo. Si estimula la circulacin de la sangre moviendo las piernas, puede que se le ocurran buenas ideas para sus matemticas. La circulacin de la sangre en las piernas y en el cerebro sigue distintos canales. Si se arreglara el pelo, estara ms guapo. Hum..., es absurdo. El profesor sigui argumentando en contra insistentemente, pero forzado Pgina 19

Yoko Ogawa - La frmula preferida del profesor por mi tenaz persuasin, acab cerrando el libro. En el armarito de los zapatos slo haba un par, algo enmohecidos, de cuero. Me acompaars, verdad? pregunt varias veces mientras yo limpiaba los zapatos. De acuerdo? Vendrs conmigo. No quiero que vuelvas a casa mientras me cortan el pelo. No se preocupe. No le dejar solo. Por mucho que los cepill, no quedaron muy bonitos. El problema estaba en qu hacer con las notas que llevaba por todo el cuerpo. Era seguro que la gente lo mirara con curiosidad. No saba si deba decirle o no que quitramos las notas; sin embargo, como l no pareca preocuparse por ello, decid dejarlo estar. El profesor caminaba envarado, mirando nicamente a sus pies, sin levantar los ojos hacia un cielo completamente despejado ni echar una mirada a los perros con los que nos cruzbamos o a los escaparates de las tiendas. No slo no iba relajado sino que la tensin le daba un aspecto ms rgido. Mire, all los cerezos estn completamente floridos le dije, pero l no haca ms que asentir vagamente con la cabeza. Caminando y al aire libre, pareca an ms viejo. Decidimos acabar primero con la peluquera. El peluquero, un hombre amable y despierto, al principio vacil ante un individuo con una americana tan extraa, pero comprendiendo enseguida que, sin duda, se deba a circunstancias especiales, se comport afablemente con nosotros. Seguramente pens que ramos padre e hija, pues dijo: Qu bien que lo acompaa su hija, eh, seor? Ni yo ni el profesor lo desmentimos. Esper sentada en el sof, junto a otros clientes, a que terminara la sesin. El profesor deba de tener algn recuerdo desagradable asociado a los cortes de pelo, ya que se fue poniendo cada vez ms nervioso en cuanto le colocaron la capa. Con la cara tensa, agarrando los reposa brazos como si los dedos fueran a clavarse, frunci el entrecejo. El peluquero intent tranquilizarle sacando a colacin temas intrascendentes, pero no surti efecto alguno. Muy al contrario, el profesor lanz inesperadamente las conocidas preguntas: Qu nmero de pie calzas?, Cul es tu nmero de telfono?, lo cual ech a perder la buena voluntad del peluquero. Pareca no tenerlas todas consigo a pesar de que mi silueta se reflejaba en el espejo, y por eso giraba la cabeza de vez en cuando para comprobar si yo cumpla o no mi promesa de quedarme con l. Cada vez que se volva, el peluquero tena que parar el trajn de las tijeras, a pesar de lo cual se mostr tolerante y no se quej. Yo le haca seales levantando levemente la mano con una sonrisa como queriendo decir: estoy aqu! Mechas de su cabello canoso caan al suelo, deslizndose por la capa. El peluquero no poda ni imaginar que aquel crneo recubierto de canas era capaz de acertar cuntos nmeros primos existen hasta llegar a los cien millones. Ninguno de los clientes que estaban sentados en el sof, esperando turno hasta que aquel hombre extrao que estaba frente a ellos acabara, conoca el secreto entre mi cumpleaos y su reloj de pulsera. Pensando en aquello empec a sentirme inexplicablemente orgullosa. De nuevo le devolv una seal hacia el espejo, con una sonrisa an ms abierta. En cuanto salimos de la peluquera, tomamos un caf de mquina sentados en un banco del parque. El parque tena un arenero, una fuente y una cancha de tenis. A cada golpe de viento, los ptalos de cerezo se arremolinaban, y el perfil del profesor oscilaba con el brillo del sol que se colaba por entre los rboles. Todas sus notas temblaban sin cesar. El profesor observaba fijamente el borde del vasito como si estuviera probando una bebida rara. Ya me lo haba imaginado. Est usted muy viril y apuesto. Djate de bromas tontas. Al decirlo, su habitual olor a papel haba sido reemplazado por otro, el de la espuma de afeitar. Qu especialidad de las matemticas investig usted en la universidad? le pregunt, con la intencin de hablar sobre algo relacionado con las Pgina 20

Yoko Ogawa - La frmula preferida del profesor matemticas, en seal de agradecimiento por haber atendido a mi ruego y salido a la calle. Es un campo que suele llamarse la reina de las matemticas me contest, despus de un ruidoso trago al caf. Es tan hermoso como una reina, noble y al mismo tiempo cruel como un demonio. Es fcil de explicar en pocas palabras, pues son los nmeros enteros que todo el mundo conoce. Estaba investigando la relacin de los nmeros 1, 2, 3, 4, 5, 6... No esperaba que el profesor utilizara una palabra como reina, que pareca salida de un cuento. Se oa el sonido de una pelota de tenis botando a lo lejos. Una madre que empujaba el carrito de su beb, alguien que haca footing y la gente que pasaba en bicicleta, todos los que pasaban delante de nosotros desviaban la mirada, apresurados, al ver al profesor. As que est usted descubriendo esa relacin? Efectivamente, es un descubrimiento. No es una invencin. Es como excavar y sacar de debajo de la tierra teoremas que ya existan mucho antes de que naciera, sin que nadie haya detectado su existencia. Es como transcribir lnea tras lnea una verdad que slo est escrita en el cuaderno de Dios. Nadie sabe dnde est ese cuaderno ni cundo se abre. Al decir teoremas que ya existan..., seal el punto en el espacio que siempre fijaba cuando estaba pensando. Por ejemplo, cuando estaba estudiando en Cambridge me ocupaba de la teora de Artin sobre las formas cbicas con coeficientes enteros. Basndome en la idea llamada mtodo del crculo, utilic la geometra algebraica, la teora de los nmeros enteros y la aproximacin diofntica... Intent hallar el camino intermedio, una frmula an no descubierta por las conjeturas de Artin... Al final, una demostracin obtenida sobre un tipo al que se le aplican unas condiciones especiales... El profesor recogi una ramita que estaba debajo del banco, y escribi algo en el suelo. No hubiera podido decir qu era ese algo. Haba cifras, letras y signos misteriosos que formaban una serie continua. No entend ni una sola de las palabras que pronunci, y sin embargo comprend que all haba una lgica imparable y que el profesor avanzaba en medio de ella. Se le vea digno, con un aire majestuoso. Los nervios de la peluquera haban desaparecido. La ramita medio seca sigui grabando sin cesar la voluntad del profesor en el suelo. Antes de que me hubiera dado cuenta, a nuestros pies se extenda una especie de encaje de dibujos tejido de frmulas entrelazadas. Puedo hablarle sobre un descubrimiento mo? me sorprend a m misma preguntndole cuando la ramita dej de moverse y volvi el silencio. Quiz se debi a que me entraron ganas de participar en todo aquello, fascinada como estaba por la belleza de aquellos dibujos como un encaje. Y adems estaba convencida de que el profesor no echara por tierra mi descubrimiento aunque fuera demasiado infantil. Si sumamos los divisores de 28, tenemos 28. Oh...! exclam, y al lado de su razonamiento sobre la teora de Artin, escribi: 28 = 1 + 2 + 4 + 7 + 14 Es un nmero perfecto. Nmero, perfecto... murmur saboreando la resonancia de una palabra tan cautivadora. El nmero perfecto ms pequeo es el 6. 6 = 1 + 2 + 3. Ah, es verdad. As que no es nada extraordinario. S, qu va, al contrario. Es un nmero maravilloso que encarna verdaderamente el significado de perfecto. Despus del 28 viene el 496. 496 = 1 + 2 + 4 + 8 + 16 + 31 + 62 + 124 + 248. Despus de ste viene el 8128. Luego, el 33550336. Y despus, el 8589869056. Cuanto ms se avanza, ms difcil es hallar el nmero perfecto. Me qued asombrada al escuchar cmo el profesor barajaba nmeros del orden de cien millones como si tal cosa. Naturalmente, excepto en los nmeros perfectos, la suma de los divisores de un nmero, o bien lo supera o bien es inferior a l. Cuando lo supera, Pgina 21

Yoko Ogawa - La frmula preferida del profesor se llama nmero abundante y cuando es inferior, se llama nmero deficiente. No te parece que son en verdad apelativos muy claros? En el caso del 18 es 1 + 2 + 3 + 6 + 9 = 21, por lo tanto un nmero abundante. Y para el 14, ya que sumamos 1 + 2 + 7 = 10, es un nmero deficiente. Imagin el 18 y el 14. Despus de escuchar la explicacin del profesor ya haban dejado de ser unos nmeros cualesquiera. El 18 aguantaba el peso excesivo de la carga sin que nadie lo supiera, y el 14 se detena silencioso ante el vaco creado por la escasez. Hay tantos nmeros deficientes como se quiera superiores slo en 1 a la suma de sus divisores, y sin embargo, no existe ningn nmero excesivo inferior solamente en 1 a la suma de sus divisores. O sera mejor decir que an no ha sido encontrado por nadie. Y por qu no se ha encontrado? La razn est escrita en el cuaderno de Dios. Los rayos del sol derramaban su luz tierna y homognea sobre todo lo que se vea a mi alrededor. Brillaban incluso los cadveres de los insectos, flotando sobre el agua de la fuente. Me di cuenta de que la nota ms importante, que estaba colocada en su pecho, mi memoria slo dura 80 minutos, estaba a punto de caerse y, alargando la mano, la sujet de nuevo con el imperdible. Ahora vamos a demostrar otra caracterstica de los nmeros perfectos declar el profesor volviendo a agarrar la ramita; recogi sus piernas bajo el banco, y dej libre el espacio del suelo. Los nmeros perfectos pueden expresarse con la suma de una sucesin de nmeros naturales. 6 = 1 + 2 + 3 28= 1 + 2 + 3 + 4 + 5 + 6 + 7 496= 1 + 2 + 3 + 4 + 5 + 6 + 7 + 8 + 9 + 10 + 11 + 12 + 13 + 14 + 15 + 16 + 17 + 18 + 19 + 20 + 21 + 22 + 23 + 24 + 25 + 26 + 27 + 28 + 29 + 30 + 31 El profesor, extendiendo los brazos todo lo posible, escribi una suma muy larga. Eran lneas simples y regulares. No pareca sobrar nada, rezumaban una tensin afilada y pura que resultaba paralizante. Una frmula tan difcil como la conjetura de Artin y la suma de los divisores del 28 nos rodeaban, fundindose en una sola cosa. Cada nmero se converta en un punto del delicado encaje, y, anudados entre s, formaban un dibujo de gran precisin. Temiendo borrar los nmeros si mova las piernas por descuido, contuve la respiracin. En aquel momento fue como si el secreto del universo apareciera ante nosotros. El cuaderno de Dios se abra a nuestros pies. Bueno dijo el profesor. Quiz vaya siendo hora de que regresemos. S afirm con la cabeza. Pronto llegar Root. Root...? S, mi hijo de 10 aos: Root, porque tiene la coronilla tan plana como el signo de la raz cuadrada. Ah! Es verdad, tienes un hijo, no? Cuando un nio llega a casa, la madre tiene que estar presente para salir a recibirlo. Venga, dmonos prisa. No hay nada ms maravilloso que escuchar a un nio decir Ya estoy en casa!. Dicho lo cual, el profesor se levant. En aquel momento se escuch un llanto que provena del arenero. Una nia de unos dos aos de edad, a la que quiz se le haba metido arena en los ojos, estaba llorando sin soltar su pala de juguete. El profesor se le acerc con una agilidad que nunca antes haba demostrado y le dijo algo mirndola a la cara. Sacudi la falda de la nia, que estaba llena de arena, con unas manos cariosas. Comprend entonces que aquel hombre adoraba no slo a Root sino tambin a todos los nios. No se meta dijo la madre, que apareci de no se sabe dnde; apart la mano del profesor, y se march corriendo con la nia en brazos. El profesor se qued solo, de pie, inmvil en el arenero. Yo, incapaz de ayudarle, me limit a mirar su figura de espaldas. Los ptalos del cerezo cayeron trazando crculos en el aire, aadiendo nuevos dibujos al secreto del universo. He hecho bien los deberes. As que ahora reparars la radio como me Pgina 22

Yoko Ogawa - La frmula preferida del profesor habas prometido, eh? Root haba entrado corriendo en casa sin decir ni hola. Acto seguido, aadi: Aqu tienes. Y le plantific ante sus narices el cuaderno de clculo. 1 + 2 + 3 + 4 + 5 + 6 + 7 + 8 + 9 + 10 = 55 El profesor mir concentrado la suma escrita por Root como si comprobara una demostracin matemtica de alto nivel. No alcanzando a recordar por qu le haba puesto aquellos deberes y qu quera decir con lo de de reparar la radio, intentaba dar una respuesta a travs de aquella suma. El profesor procuraba siempre no preguntar acerca de los sucesos de haca ms de 80 minutos. Aun cuando se lo habra podido explicar enseguida con slo preguntarme qu significaban esos deberes y lo de la reparacin de la radio, procur resolver la cuestin por s mismo intentando encontrar pistas, de un modo u otro, slo a travs del presente. Gracias a la brillante inteligencia de que haba sido dotado desde su infancia, seguramente comprenda a fondo el mecanismo de su enfermedad. No era tanto una cuestin de orgullo como que le preocupaba ms bien molestar a la gente que viva en un mundo de memoria normal. Decid, por tanto, no intervenir de manera intempestiva y dejarlos. Vaya, si es la suma del uno al diez. Es correcta, no? La he revisado muchas veces, ponindola por escrito, as es que estoy seguro de que est bien. S, es correcta. Bien! Entonces podemos ir enseguida a llevar la radio a la tienda para que nos la arreglen. Espera un momento, Root, hombretn carraspe el profesor para ganar tiempo. Me podras explicar cmo has llegado a esta solucin correcta? Pues es muy fcil. Sumando uno tras otro. Es una manera honesta. Un mtodo seguro que nadie va a reprocharte. Root asinti con la cabeza. Sin embargo, por un momento piensa esto: si hubiera un profesor ms malicioso y te pidiera que sumaras de uno hasta cien, qu haras? ... Pues lo mismo; sumara uno tras otro. Claro, porque eres obediente. Adems tienes paciencia y fuerza de voluntad. As que podras llegar a dar el resultado incluso si fuera de uno a cien. Pero si ese profesor fuera quiz tan malo como un diablo, puede que te pidiera la suma de uno a mil, o aun hasta diez mil no? Entonces se reira a carcajadas viendo al honesto y responsable Root gimiendo y sufriendo ante esas sumas largusimas. Y esto, dime t, podras aguantarlo? Root sacudi la cabeza. Claro que no. Pero vamos a aceptar que un profesor tan malo nos mire con desprecio? No dejaremos que se salga con la suya, verdad? ...Pero entonces, qu haremos? Vamos a tratar de encontrar una manera de calcular ms sencilla, que funcione por muy alto que sea el nmero. Cuando hayamos dado con ella, entonces llevaremos la radio a la tienda de electrodomsticos. Eh! Esto no es lo que habas prometido. Es trampa, trampa, trampa! Root pateaba el suelo con los pies. Prtate bien, ya no eres un beb, me parece a m intervine, reprendindole. El profesor, al contrario, mantena la calma a pesar de las impertinencias de Root. Los ejercicios no se acaban cuando uno encuentra la solucin. Existe otro camino para llegar a 55. No tienes ganas de recorrerlo? No mucho... Root segua enfadado. Bueno, esto es lo que vamos a hacer. Supongo que como esta radio es muy antigua, aunque hoy la dejemos en la tienda, tardar algunos das hasta que vuelva a emitir algn sonido. Qu te parece si competimos a ver si la radio se arregla primero o si t encuentras antes otro camino para la Pgina 23

Yoko Ogawa - La frmula preferida del profesor suma? Bueno... Pero, la verdad es que no estoy seguro de que pueda. Otra manera de sumar del uno a diez... Vaya, qu te pasa? No saba que fueras tan cobarde. Te rindes antes del combate? Vale, de acuerdo. Lo intentar. Pero no s si ser a tiempo, antes de que la radio est arreglada. Yo tambin estoy bastante atareado. Est bien, est bien Como tena por costumbre, el profesor acarici la cabeza de Root, y aadi: Ah, s! Como es una promesa muy importante, la apuntar antes de que se me olvide. Arranc una hoja de su cuaderno, escribi a lpiz los puntos esenciales y la sujet con un imperdible en un rinconcito que quedaba libre en la solapa de su chaqueta. Sus ademanes eran precisos, de una habilidad sorprendente, en nada comparables a la torpeza que demostraba en su vida cotidiana. Incluso se hubiera dicho que eran las manos de un experto. La nueva anotacin se integr inmediatamente entre todas las dems. Que termines los deberes antes de que empiece la retrasmisin de bisbol. Que mientras comes, la radio est apagada. Y que no molestes al profesor cuando trabaja. De acuerdo? Es todo cuanto te pido le dije con claridad. Y Root asinti como si estuviera harto. Lo s, no hace falta que me lo repitas. Los Tigers van bien este ao. Hasta el ao pasado fueron siempre colistas, dos temporadas seguidas, pero el equipo de este ao es diferente. Han ganado a los Giants al comienzo de la liga. De veras? Los Tigers estn en forma? pregunt el profesor. Y cul es ahora el promedio en las carreras de lanzamiento de Enatsu? Continu sus preguntas mirando alternativamente hacia m y hacia Root. Y a cuntos contrarios ha eliminado? Despus de un silencio, Root contest: Enatsu fich por otro equipo. Antes de que yo naciera... y adems, est retirado. Tras una exclamacin de sorpresa, el profesor se qued sin palabras y parado. Era la primera vez que yo lo vea tan sorprendido y perturbado. Pese a que siempre se tomaba con calma todo aquello que su memoria no consegua abarcar, aquella vez era diferente. Se encontraba en una situacin sin salida, en la que no saba cmo disimular lo sucedido. Vindolo de aquella manera, no pude ni tan slo pensar en que Root lo estara pasando tambin muy mal al darse cuenta de la gravedad de lo que le haba dicho al profesor. Pero... gan muchos partidos con los Carps incluso la liga fue el mejor jugador del campeonato aad yo con intencin de calmarle aunque slo fuera un poco; pero ms bien produjo el efecto contrario. Qu? Has dicho los Carps de Hiroshima? Qu barbaridad! No puede uno ni imaginarse a Enatsu vistiendo otro uniforme que no fuera el de rayas verticales de los Tigers... Apoy los dos codos sobre el escritorio alborotndose los cabellos que acababa de arreglarse en la peluquera. Cayeron pelitos cortos sobre del cuaderno de matemticas. Ahora le tocaba a Root tocar la cabeza del profesor. Root acariciaba aquel cabello desordenado como si quisiera expiar la falta que haba cometido. Aquella noche, Root y yo caminamos en silencio hasta nuestro apartamento. Hoy tambin juegan los Tigers? A pesar de mis preguntas, Root me contestaba con la cabeza y un total desinters. Y contra quin juegan? Contra los Whales de Taiyo. Crees que van ganando? No lo s. Pgina 24

Yoko Ogawa - La frmula preferida del profesor La luz de la peluquera donde habamos ido por la tarde estaba apagada, no haba ni rastro de gente por el parque, y tampoco podran verse en la oscuridad las frmulas escritas con la rama. No debera haber sido tan bocazas dijo Root. No saba que al profesor le gustara tanto Enatsu. Yo tampoco lo saba le contest de una manera posiblemente inadecuada para consolarlo. No te preocupes. No pasa nada. Maana todo volver a ser como antes. Maana Enatsu volver a ser la estrella de los Tigers para el profesor. Igual de difcil que el problema que nos planteaba Enatsu eran los deberes que nos haba puesto el profesor. En