yo no pedí nacer, de Ángel antonio de león

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Breve obra de teatro

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YO NO PED NACERDRAMATIS PERSONAEAnaAlbertoSala del departamento de ANA y ALBERTO. Un estante lleno de libros arriba; ligero desorden, con libros por todas partes. Al centro, una mesa de madera, pequea, donde est colocado un tablero de ajedrez. En la pared del fondo, un cuadro de estilo impresionista. A los lados de la mesa, dos sillas de madera, bonitas. ANA est sentada en una de las sillas, ms cerca del proscenio; tiene un fajo de hojas en el regazo, pero no les presta atencin. Sus mirada fija hacia su interior. Antes de la entrada de Alberto, la vemos sorber varias veces su caf, momentos en los que sale, nerviosa, de su ensimismamiento. Entonces, vuelve a perderse en su interior. Entra ALBERTO, emocionado y con un aire ligeramente tmido. Se acerca a saludarla.ALBERTO (Dubitativo). - Mi amor, trabajas en esa nueva obra?Se arrodilla junto a ella y ve el libretoANA. - AhALBERTO, desanimado, se dirige hacia su sillaALBERTO (con una alegra nerviosa, observando cada reaccin y pensando cada palabra) - Ya s que no ests muy entusiasmada. Cmo podras estarlo, t, con esa obra? (Con una cariosa mezcla entre la burla y la admiracin. Conforme avanza su parlamento, va adquiriendo mayor seguridad y soltura) Subirte a un escenario, subirte a la colina ms alta del mundo a gritar... y utilizar ese privilegio para gastar chistes estereotipados y que la gente pueda sentirse bien con las emociones ms simples, diciendo que ha llorado en el teatro. Cuando hay tantas cosas importantes por decir...ANA. - AhALBERTO (Fulminado por la sequedad de Ana. Ligera pausa. Se recobra, prosiguiendo en el mismo tono de antes). - Esas cosas me daban risa. Cuando criticabas mis escritos... que debo ser ms directo, que mi crtica es demasiado amable y nadie le hace caso. Yo he credo mucho tiempo en el arte por el arte, en cambiar al mundo desde una torre de marfil... pero ltimamente (con una vehemencia contenida, busca las palabras)... y desde el momento en el que te conoc, cunto tardan en germinar las grandes ideas! he tenido cada vez ms fuerte la inquietud por escribir dinamita... por dar un alarido desde mis lnguidas pginas. (Recobra el aliento) Creo que el hecho de ser quien soy, de escribir como escribo, y a travs de esa imagen de filsofo acomodaticio, irnico, que discute los temas ms polmicos en la sobremesa de las duquesas ignorantes, como te gusta decirme (serio)... a travs de esa imagen lanzar un ataque verdadero, un pedazo de mi corazn, que despierte un destello de conciencia en esas duquesas tontas, como dices, y en las personas comunes...ANA. - Antes eras demasiado escpticoALBERTO (Alberto calla mientras ella sorbe su caf. Prosigue. - Tena miedo. (Con amargura) Antes te entusiasmabas con todo estoANA. - Estoy cansadaSe levanta para retirarseALBERTO (Con falsa burla). - No entiendo eso, Ana, sa no eres t. Cansada, t... qu se poda interponer en el camino entre Ana y sus deseos? Y sus ideales? T tienes una fuerza... que es la que tiene el personaje que he escrito para ti, especialmente para ti, que slo t pudes hacer...ANA. - Entpnces no ser un reto, no crees?ALBERTO. - Actuar una de mis mediocres obras y darles lustre ser un reto suficiente, no crees?Se miranALBERTO. - Hasta hoy nunca te has dado por vencida. Pero ya no eres la misma... o ests dejando de serlo. No eras capaz de olvidarte de ti para sentir lo que sentan todas las personas sentadas a tu alrededor en el metro? No ensayabas durante horas, tantas obras diferentes, sin darte cuenta del hambre que tenas? Y s que eres la misma... pero para que lo sigas siendo, parece que tuvieras que dejas de amarte. (Silencio. TOma un momento para calmarse. Prosigue, en voz baja) Yo no te ped que lo hicieras, y mucho menos t sola, hubiera querido acompaarte, estar a tu lado...ANA (con vehemencia contenida). - Eso no tiene ninguna importancia. Te podra ver a los ojos luego de haber perpretado ese crimen? Podra escuchar tus palabras de amor, sentir tu mano contra la ma mientras eso sucede? Ni siquiera hubieras compartido el sufrimiento... porque a ti no te importa. No entiendo por qu te quejas de que lo haya hecho sola... (con creciente amargura y violencia) lo que importa es el hecho, los detalles son nimiedades, adornos, como la retrica de tus obras, cobardes. (Suaviza el tono. Con tristeza y conviccin) De ninguna manera he dejado de amarte. De todas maneras, eso era lo que t queras... y ya est hechoALBERTO. - Pero por qu lo quera? Ana, lo que importaba era nuestro amor... nuestros sueos, nuestra vida en comnANA. - No queras que arruinara tus sueosALBERTO. - Los sueos de ambos. Hemos decidido llevar una vida juntos, contruyendo una felicidad que podamos compartir. Y esa felicidad peligraba, Ana... lo vi claramenteANA. - Para ti todo es demasiado claroALBERTO (Vehemente). - En cuestiones tan graves como sta, la claridad es indispensable. (Reflexivo) La vida, la muerte, el amor... no valen los sentimentalismos que tanto criticas en las obras que te ofrecen... yo decid que mi vida ya no era solo ma, y t tambin, a tu modo... no slamente sera una vida que perteneciera al otro, sino algo mucho ms elevado: una vida que perteneciera a los otros. Decidimos tener una misin ms alta, t queras prestar enteramente tu talento a las necesidades de este mundo... yo quiero acompaarte todo el tiempo, ayudarte a iluminar la podredumbre que nos rodea, y encontrarme a m mismo a tu lado... (vehemente, en tono bajo) hemos elegido, adems, el camino de la libertad. Se te ha olvidado todo eso? Tuis ideales? El desprendimiento de todas esas ideas caducas y sentimentales?ANA. - No pude hacerloALBERTO. - Hacer qu?ANA. - Te ment. El nio crece en mi vientre, a costa de tu felicidad y de tus sueos de grandezaALBERTO. - Por qu me mentiste?ANA. - Simplemente no pude... no he olvidado mis ideales, Alberto. No los pude olvidar en ese momento, no los pude matar en ese nio, mi hijo. No sabes lo qeu sufr cuando me dijeron de su enfermedad, que nunca podra valerse por s mismo... qu injusticia, pens, cunto sufrimientoALBERTO. - Ah tienes el sentimiento por el que tendras que dejarte guiar, el ms noble, el ms justo. T eres una mujer inteligente, Ana. La compasin ante el sufrimiento del nio. No era lo ms noble, lo ms humano, el ms sublime acto de amor, evitarle la pena de pasar por este mundo? Queras echar al mudno a sufrir a tu propio hijo?ANA. - Yo pude salvarlo de ese sufrimiento con mi amorALBERTO. - Y no sera ms noble dar hogar a un nio privado de sus padres por la injusticia del mundo? Rescatarlo a l de la miseria, a l que tena posibilidad de vivir por si mismo? Npo has dicho t acaso que vivir sin libertad no vale la pena?ANA (casi en un susurro). - Quiero corregir la indiferencia de la naturaleza. Esta es la misin que me toc... si est en mis manos salvar a un criminal persguido injustamente, o encontrar un hogar a un nio, lo har con gusto. (con vehemencia contenida) Tengo en mi vientre un nio incapacitado para hacerse cargo de s mismo... lo abandonar por eso? Lo privar del derecho a la vida? No ser como esos padres que abandonan a sus hijos porque es demasiado difcil, porque no tienen dinero? Echar un nio al mundo siempre es igual, siempre es lanzarlo al sufrimiento. Nosotros podramso hacerlo feliz, tendra una familia llena de amor...ALBERTO. - Nosotros tenamos sueos, y esos sueos van ms all de nuestro propio inters. Podemos hacer mucho. Y todos esos seuos se iran a la basura para darle vida a un ser que siempre depender de los dems. Yo preferira morir si no pudiera hacerme cargo de m mismo. No lo soportara y no esto dispuesto a hacerle eso a mi hijo. Sacrificaras tus sueos y tu libertad para darle vida a quien no puede conocer la libertad?ANA. - Dime lo que quieras, Alberto, la nica cosa que puede disuadirme, la nica cosa que me ha hecho dudar, es que no quiero perder tu amor... cuando supimos lo del nio, le en tus ojos el sufrimiento y la rabia, y tambin le la determinacin, as de prctico como eres, de eliminarlo... no queras que frustara tus sueosALBERTO (Derrotado). - Mis sueos! Yo soy un autor mediocre... pero t, qeu tienes un autntico genio, me has inspirado a atreverme a decir las cosas como son, y estoy seguro que podemos llegar muy lejos. ramos dos espritus libre. Y justo ahora, cuando estamos a punto de emprender el sueo... sucede esto. Y no tiene por qu! Est en nuestas manos asegurar nuestra libertad y salvar a un desdichado de sufrirANA. - T no has entendido mis ideales. Es fruto del azar el que tengamos ese talento, el que t hayas podido leer a Platn a los doce y yo haya conocido el teatro. Es fruto del azar que vivas en las Lomas o pertenezcas a un pueblo sin nombre, y es fruto de lazar que nos toque una manera escandalosa y brillante de cambiar las cosas, o una pequea, apenas notoria. La responsabilidad qeu nos hap uesto la vida es modesta, es cierto, pero es la uqe nos toc: nuestro hijo, el fruto de nuestro amor, nuestra sngre, nos necesita, y salvar a ese nio de la muerte es rescatar a todos los marginadosALBERTO. - Los he entendido demasiado bien, y por eso s que tu pensamiento es ahroa egosta, t qeu tanto criticas a esas personas que no se atreven a alzar lavoz por meido a que les hagan algo a sus familiares. Ests haciendo lo mismo, impidindote a ti misma hacer lo que podras y deseas hacer fervientemnete. Y todo para salvar a un nio sin posibilidades en este mundoANA. - De una u otra manera soy egosta, porque si aborto a ese nio, ser por la pequea y enorme causa de tu amorALBERTO (agotado). - Dos cosas mueven mi existencia: mi amor por mis ideales y mi amor por ti. A uno de los dos tengo que sacrificar mi vida. Porque ahora s que el aborto matar tu amor por mi. Pero sera demasiado sacrificio entregarle mi vida a ese nioANA. - La vida es sacrificio. Yo soy actriz, yo le doy mi vida a los que viven de manera ms intensa que lo cotidiano. No puedo elegir lo fcil. Debo ser digna de mi decisinSilencioALBERTO. - No puedo acompaarte. No puedo y no quiero. No voy a quererlo, su vida, mermada, me parecer una injusticia, de la que yo ser culpable. La felicidad que quieres, a mi lado y con l, no te la puedo ofrecer, ni la voy a fingir.ANA (Conteniendo el llanto). - No puedo permitirlo... pero no podr seguir adelante despus de matarlo. No voy a poder...ALBERTO (en tono bajo). - S podrs. se es el sufrimiento natural, que el azar nos depara. Y que t s puedes enfrentar. Nosotros s podemos. l no podra...ANA (llorando). - Es tan fcil ser bueno y tan difcil ser justo...ALBERTO. - Tan difcil ser libreFIN