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I Televisi贸n, modernizaci贸n \ y modernidad M茅xico, comunidad hispana en EE. VV. Lei1a BenAmor* El estudio de la televisi贸n en los pa铆ses del Tercer Mundo se ha centrado cl谩sicamente en dos fen贸menos: el predominio de materia- les ajenos a dichas culturas nacionales y su utilizaci贸n como instru- mento de desarrollo/modernizaci贸n por el Estado. Reformulado, este 煤ltimo tema, ya un poco envejecido, sigue ocupando el centro de los debates te贸ricos actuales relativos al nuevo despliegue de la comunicaci贸n en la sociedad, la re definici贸n de las fronteras del espacio p煤blico o la desterritorializaci贸n-reterritorializaci贸n de los - medios. El concepto de espacio p煤blico, actualmente trabajado por la mayor铆a de los estudiosos de la comunicaci贸n, permite en efecto redefinir lo que ser铆a el "papel social de los medios" en general y de la televisi贸n en particular. En suprimera formulaci贸n por Habermas, el espacio p煤blico remit铆a a la esfera de discusi贸n literaria, aut贸noma y secular, y se ampliaba progresivamente para abarcar lo pol铆tico, cuya aparici贸n marc贸 al siglo de las luces. Ese espacio p煤blico, que atraviesa lo judicial, la prensa, las sociedadesde lectura, los clubes, y es institucionalizado por el parlamentarismo, se ha constituido pues en lugar de discusi贸n y de negociaci贸n de las cuestiones pol铆ti- cas y de las orientaciones sociales de la sociedad burguesa. Si la existencia hist贸rica de ese espacio resulta ahora indiscutible, no :/. ocurre lo mismo con sudevenir. Mientras que en un primer momento , Habermas y tras 茅l J. F. Lyotard y L. Qu茅r茅 vieron en el papel creciente de la t茅cnica el factor de un deterioro del sentido y por tanto de una desintegraci贸n del espacio p煤blico, los trabajos m谩s .Investigadora del Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos (CEMCA) en M茅xico, y del IPEALT en la Universidad de Toulouse, Francia. Traducci贸n de Paloma VilIegas. 35

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Televisi贸n, modernizaci贸n \

y modernidadM茅xico, comunidad hispana en EE. VV.

Lei1a Ben Amor*

El estudio de la televisi贸n en los pa铆ses del Tercer Mundo se hacentrado cl谩sicamente en dos fen贸menos: el predominio de materia-les ajenos a dichas culturas nacionales y su utilizaci贸n como instru-mento de desarrollo/modernizaci贸n por el Estado. Reformulado,este 煤ltimo tema, ya un poco envejecido, sigue ocupando el centrode los debates te贸ricos actuales relativos al nuevo despliegue de lacomunicaci贸n en la sociedad, la re definici贸n de las fronteras delespacio p煤blico o la desterritorializaci贸n-reterritorializaci贸n de los -.

medios.El concepto de espacio p煤blico, actualmente trabajado por la

mayor铆a de los estudiosos de la comunicaci贸n, permite en efectoredefinir lo que ser铆a el "papel social de los medios" en general y dela televisi贸n en particular. En su primera formulaci贸n por Habermas,el espacio p煤blico remit铆a a la esfera de discusi贸n literaria, aut贸nomay secular, y se ampliaba progresivamente para abarcar lo pol铆tico,cuya aparici贸n marc贸 al siglo de las luces. Ese espacio p煤blico, queatraviesa lo judicial, la prensa, las sociedades de lectura, los clubes,y es institucionalizado por el parlamentarismo, se ha constituidopues en lugar de discusi贸n y de negociaci贸n de las cuestiones pol铆ti-cas y de las orientaciones sociales de la sociedad burguesa. Si laexistencia hist贸rica de ese espacio resulta ahora indiscutible, no

:/. ocurre lo mismo con su devenir. Mientras que en un primer momento, Habermas y tras 茅l J. F. Lyotard y L. Qu茅r茅 vieron en el papel

creciente de la t茅cnica el factor de un deterioro del sentido y portanto de una desintegraci贸n del espacio p煤blico, los trabajos m谩s

.Investigadora del Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos (CEMCA) en M茅xico,y del IPEALT en la Universidad de Toulouse, Francia. Traducci贸n de Paloma VilIegas.

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i recientes (Habermas 1987, 1991, Beaud 1984, Miege 1989, Qu茅r茅1991) 10 analizan por el contrario como un signo de redefinici贸n. Elespacio p煤blico estar铆a en v铆as de transformarse y de extenderse delcampo pol铆tico al social. Ya no tiene como 煤nicos lugares de objeti-vaci贸n el parlamento, los clubes, la prensa, sino que abarca el con-junto de los lugares de definici贸n y de gesti贸n de la sociedad, escuela,administraciones, medios y, cada vez m谩s, la empresa. En ese nuevoespacio p煤blico, los medios desempe帽an un papel esencial dado quefederan, reunifican y hacen visibles los discursos sobre la sociedad yhacen p煤blicas y coherentes las orientaciones sociales. El inter茅s deeste enfoque, adem谩s de su atractivo sint茅tico, consiste en propor-cionar las claves para la comprensi贸n de ese fen贸meno de los a帽osochenta-noventa: las sociedades conquistadas por la comunicaci贸n(Miege )1. Habr铆a podido referirse tambi茅n a la producci贸n de lametr贸poli en el espacio p煤blico, su negociaci贸n, su gesti贸n, la defi-nici贸n de su sentido Se帽alado por numerosos autores, dicho fen贸-meno no es propio exclusivamente de las sociedades occidentales:como vamos a ver a trav茅s del estudio de la televisi贸n, tambi茅nM茅xico se encuentra bajo los auspicios de la comunicaci贸n, comuni-caci贸n del Estado, de las empresas y de las instituciones, condici贸npara la modernidad y para una gesti贸n racional. Al mismo tiempo, alotro lado de las fronteras, la minor铆a hispanoparlante es forzada aentrar en la era de la comunicaci贸n, cuyos canales y publicistasesperan acelerar la integraci贸n de los inmigrados a la sociedad nor-teamericana moderna.

1. La televisi贸n y la modernidad: proceso de legitimaci贸n

Tradicionalmente, el Estado se ha reservado en todas partes cierton煤mero de medios de acci贸n en materia de televisi贸n, desde elmonopolio del servicio p煤blico hasta la creaci贸n de reglamentacio-nes, reg铆menes de concesi贸n, protecci贸n antimonopolio, l铆mites de10 decible y de 10 indecible. En el caso mexicano, el Estado, a menudopresentado como un tanto impotente frente al consorcio Televisa,ha sabido, a pesar de todo, hacer uso del r茅gimen de concesiones eimponer como pago debido la libre disposici贸n del 12.5 por ciento

1 La soci茅t茅 conquise par la communication, PUG, 1989.

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del tiempo: el llamado "tiempo fiscal". Se apresta por lo dem谩s aromper el monopolio de Televisa cediendo en el mercado interna-cional dos de los tres canales p煤blicos de la capital, el 7 y el 22.

En el marco del futuro mercado com煤n de Am茅rica del Norte. Estopermitir铆a a diversos grupos tomar posiciones en el territorio me-xicano: norteamericanos, como Univisi贸n, cuarto canal (en lenguaespa帽ola) norteamericano y expropiedad de Televisa, que afirmaestar en negociaciones con el gobierno mexicano, pero tambi茅n conlos europeos (Prisa, grupo del peri贸dico espa帽ol El Pa铆s), o austra-lianos (Murdoch).

Esta "cesi贸n" coincidir铆a con el aumento de la demanda publici-taria que sin duda suscitar谩 el Tratado de Libre Comercio. El Estadosin embargo no abandona el terreno: m谩s bien, como en Europa,estar铆a en v铆as de replantear su estrategia de comunicaci贸n hacia elmantenimiento de una cadena p煤blica "cultural" combinada con unapol铆tica agresiva de marketing de su propia imagen y de sus acciones.

A la inversa, en Estados Unidos, donde predomina tambi茅n unr茅gimen de concesiones, la comunicaci贸n p煤blica no compete expl铆-citamente a un proyecto del Estado, que s贸lo sostiene un peque帽o ~.

servicio p煤blico aparte. Dispersos, desccntrados, los mensajes de lasinstituciones constituyen de todas maneras un discurso que se vuelveparticularmente coherente por su forma. Al mostrar la acci贸n deindividuos prominentes (Bush, Carter, jueces de la Suprema Corte,etc茅tera) m谩s que la de las administraciones, estas campa帽as ponenen escena "obras" puntuales, localizadas, personalizadas y con con-notaciones religiosas o morales (el m谩s notable ejemplo reciente esla campa帽a Bush de los "puntos de luz", en la que la religi贸n viene alegitimar la acci贸n social del Estado: los casos presentados la ameri-tan). De todas maneras los medios asumen gran parte de las "respon-sabilidades comunitarias" y organizan la comunicaci贸n de lasinstituciones todav铆a benem茅ritas y la producci贸n de un discurso de"inter茅s social". En el caso particular que nos interesa, el de loscanales de televisi贸n hispanoparlantes, ese papel de los medios se veacentuado por su voluntad expl铆cita, y proclamada por los responsa-bles de los canales, de formar a la ciudadan铆a, modernizar los com-portamientos y cimentar la comunidad.

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Tanto en un caso como en el otro, la pertinencia de los proyectosde sociedad, claramente presentados o no, queda impl铆citamenteafirmada: autojustific谩ndose permanentemente, el discurso moder-nizador se apoya en la referencia continua a la autoridad: la delE~tado moderno, tecnocr谩tico, en M茅xico; la de las clases ilustradas,educadas, de los expertos, en el caso de los canales de habla hispana(y sobre todo de Univisi贸n). Adem谩s de esa referencia a la palabrade los expertos, a la ciencia, y de la utilizaci贸n de procedimientosret贸ricos correspondientes a ella (objetivaci贸n, distanciamiento, et-c茅tera), esta legitimaci贸n de la modernidad pasa por el recurso alnacionalismo -nacional o 茅tnico-, al voluntarismo de las clases me-dias y a dos grandes ideas, modernas por excelencia: la transparenciadel ejercicio del poder y el mejoramiento de la condici贸n humanapor la comunicaci贸n.

a. Construcciones de identidadLa construcci贸n nacional es en M茅xico uno de los temas confedera-dores m谩s eficaces e incorpora desde siempre tanto al sector p煤blicocomo al privado en el esfuerzo por unificar a los mexicanos. Televisa,cuya pol铆tica exterior siempre ha sido expl铆citamente pro-norteame-ricana y cuyo credo general siempre ha sido la libre empresa, buscadesde hace tiempo establecer la credibilidad de su imagen naciona-lista de M茅xico. Por lo dem谩s, sus iniciativas en materia de apoyo alas pol铆ticas sociales del gobierno subrayan a la vez los puntos comu-nes y las contradicciones entre visi贸n de lo p煤blico y visi贸n de loprivado en la modernidad, y tambi茅n sirven para recordar su poder铆o.En conjunto, la imagen de M茅xico y de los mexicanos actualmenteen construcci贸n, y que promueven a la vez el Estado, la empresa ylas instituciones financieras, exalta la unidad, la solidaridad (valor"ancestral", es decir ind铆gena), el aguante, la perseverancia y lacapacidad de trabajo del mexicano, y halaga al orgullo nacionalsubrayando los progresos en materia de instrucci贸n, industrializa-ci贸n, comercio, etc茅tera, mientras deja entrever una muy pr贸ximacompetencia, es decir una igualdad, con los Estados Unidos, antiguovalor seguro. De hecho, a la hora del liberalismo, la naci贸n y lahistoria antigua intentan poner sordina a la Revoluci贸n, cuya heren-cia sin embargo es reivindicada, porque tradici贸n y pol铆tica obligan,cada vez que se realiza la representaci贸n anual de las acciones delgobierno por el jefe del Estado (Tercer Informe de Gobierno, 1 de

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noviembre de 1991). La representaci贸n de un M茅xico unido, solida-rio, que avanza como un solo hombre hacia un porvenir econ贸mico"moderno", adem谩s de su cl谩sica funci贸n predictoria (hacer adveniraquello que se muestra) posee sin duda un doble inter茅s social, quejustifica su utilizaci贸n insistente: el de mostrar a los pobres que sonlas clases medias y superiores las que les ayudan a trav茅s de la acci贸nsimplemente ordenadora del Estado, y el de recordar a las clasesmedias la necesidad pol铆tica y social de una gesti贸n de lo social.

Si bien en el caso mexicano el inter茅s que tienen la legitimaci贸nnacionalista y la unificaci贸n de la comunidad es esencialmente socialy, a mediano plazo, pol铆tico, en cambio en el caso de los hispanopar-lantes de Estados Unidos ese inter茅s es sobre todo econ贸mico ypol铆tico. No s贸lo se induce simplemente a los inmigrados a queconsuman 10 "comunitario" y recurran a los profesionales hispanos(con 茅nfasis, seg煤n las regiones, en la pertenencia nacional o ling眉铆s-tica), ese inter茅s es crucial para los canales. Estos venden en efectouna comunidad que deben crear desde cero, a partir de la lengua yde categor铆as administrativas, contra la tendencia, seg煤n ellos cen-tr铆fuga, a conservar las identidades nacionales (sobre todo la mexi-cana o chicana y la cubana, que son las m谩s politizadas). En estocoinciden con la clase pol铆tica hispana, que busca representar a esediez por ciento de norteamericanos y constituir un lobby distinto delcubano y el mexicano. La imagen de la "comunidad" que difunden loscanales est谩 por tanto concebida para responder a esa doble exigen-cia: convertir en blanco privilegiado a un grupo de consumidores concomportamientos, gustos y aspiraciones homog茅neos, y construiruna fuerza pol铆tica de choque. Comunidad y modernidad se legiti-man as铆 mutuamente, siendo el pleno acceso a la ciudadan铆a condi-ci贸n y factor de modernidad y de la expresi贸n pol铆tica de unaidentidad comunitaria.

b. Estrategias publicitarias de la pol铆tica y personalizaci贸n de lo pol铆ticoLa ficci贸n de una transparencia del ejercicio del poder pasa por lautilizaci贸n de un cierto n煤mero de instrumentos de difusi贸n y dedebate de las decisiones pol铆ticas. En el nuevo contexto de lassociedades de la "comunicaci贸n", entre esos instrumentos se inclu-yen, adem谩s de las tradicionales comunicaciones "directas" del Esta-

.do (entre ellas, particularmente, las puestas en escena rituales condiscursos del jefe del Estado que caracterizan las fiestas nacionales

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Y otras ceremonias solemnes de informaci贸n a la naci贸n como losInformes), todos los foros de debate. En M茅xico se presenta unasituaci贸n relativamente nueva de publicidad de lo pol铆tico, hastaahora guardada en gran medida como secreto. Los a帽os noventaquedar谩n ciertamente marcados por ese desarrollo, especialmentepercibible en los medios, que toma la forma de creaci贸n de revistas"modernas", entre las cuales la m谩s notable es Este Pa铆s, publicaci贸nmensual que incluye datos de la opini贸n y comunicaci贸n (evaluaci贸nde campa帽as, principalmente p煤blicas) as铆 como del lanzamientot铆mido de programas televisados de discusi贸n e interpelaci贸n a laadministraci贸n. Ciertamente, no se trata de la instauraci贸n del deba-te pol铆tico propiamente dicho, confrontaci贸n de hombres pol铆ticosque se ha vuelto indispensable en los periodos electorales de EstadosUnidos, y luego en Francia, y que tiene un efecto de personalizaci贸nde lo pol铆tico. Sin embargo, la cuesti贸n es seria para pol铆ticos yadministradores, ya que sus servicios son sometidos al juicio p煤blico,sobre el escenario. La importancia de esto se mide en todos los pa铆sespor la resistencia que oponen las clases pol铆ticas, y sobre todo loscandidatos locales, a la retransmisi贸n o peor a煤n a la transmisi贸ndirecta de los debates de asamblea o del municipio...

En M茅xico, el ejercicio publicitario de lo pol铆tico no va acompa-帽ado en realidad de la privatizaci贸n o personalizaci贸n de lo pol铆ticocomo ocurre actualmente en Estados Unidos y en Europa. Esapersonalizaci贸n, verdadera hija de la "modernidad", estandarte de lasnuevas clases medias urbanas, redefine y enturbia las fronteras de lopol铆tico, incluidos los problemas de la sociedad (drogas, aborto,racismo, adolescencia, etc茅tera), medio ambiente, 茅tica, y conviertea la pol铆tica, m谩s que nunca, en un asunto personal, de hombres querivalizan en sus cualidades. Es el producto de la intervenci贸n de lasclases medias en la pol铆tica a trav茅s del rodeo que representan losexpertos en mercadotecnia, los polit贸logos y dem谩s "periodistascient铆ficos" cuya acci贸n y cuyos productos son hoy d铆a enteramente

leg铆timos.2Si bien algunos temas, como el medio ambiente, las drogas, el

tratamiento "correcto" de los ni帽os, acaban de adquirir importanciaen M茅xico, el debate no se ha generalizado todav铆a a los dominiosreservados a la tradici贸n por las clases populares y medias. En cuantoa los "modernos" urbanos, siguen los pasos desde hace mucho a los

! 2 Ver P. Champagne, Faire l'opinion, le nouveau jeu politique, Ed. de Minuit, 1990.

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norteamericanos, en ingl茅s (Oprah Winfrey) o en espa帽ol (Cristina,Cara a cara). El enorme 茅xito que tienen entre los hispanoparlantesde Estados Unidos los llamados "debates de sociedad", talk-showscon expertos invitados, personas relacionadas con el tema y p煤blicopara discutir un tema controvertido, permite por lo dem谩s pensarque los canales norteamericanos no tendr谩n demasiadas dificultadespara atraerse una buena parte de la poblaci贸n mexicana "solvente".Hecho interesante: estos canales, o por lo menos Univisi贸n, est谩nm谩s emparentados con la televisi贸n francesa, y presentan una yuxta-posici贸n de talk shows y emisiones pol铆ticas (casi totalmente desco-nocidas en Estados Unidos, donde obtienen una d茅bil audiencia),que con la televisi贸n de habla inglesa y mexicana. Sin duda esto sedebe a que esos canales se proponen inducir la integraci贸n aceleradade su p煤blico a la sociedad norteamericana. El responsable de pro-ducci贸n de uno de esos canales afirmaba as铆, en un simposio sobrecoproducci贸n, que la televisi贸n hispanoparlante ten铆a una misi贸n: laaculturaci贸n.3

c. La informaci贸n televisadaUno de los indicadores m谩s seguros de esas transformaciones siguesiendo el tratamiento de la informaci贸n, ya se trate del modo decontrol que el Estado ejerce sobre su producci贸n, del grado alcan-zado de autocensura o de la procedencia de la informaci贸n misma.El grado de publicidad de lo pol铆tico se mide entre otras cosas por lapresencia en las informaciones, sobre todo televisadas de las diversasinstituciones y por su capacidad de ingerencia en la producci贸nmisma de la informaci贸n. Esto es tanto m谩s cierto actualmente,cuando el imperativo de la cobertura r谩pida de un acontecimientoha adquirido una importancia vital. Aunque sigue correspondiendoa las normas profesionales y al periodista decidir qu茅 es informaci贸n,las fuentes toman innegablemente ventaja en el tratamiento, entodos los pa铆ses. En el caso de M茅xico, la apertura del espaciop煤blico no se refleja todav铆a plenamente, en la realidad televisada,a trav茅s de una competencia (real o ficticia) de las fuentes institu-cionales de informaci贸n. Sin embargo, tradicionalmente, el Estado,

3 Conclusi贸n de su discurso: "In short the mass of Hispanic television viewers get more out

of their television network than their non-Hispanic counterparts do beca use Spanish-langua-ge television is on a mission of acculturation" [En pocas palabras, la masa de televidenteshispanos obtienen m谩s de su canal de televisi贸n que sus contrapartes no-hispanos porque latelevisi贸n de habla hisp谩nica ha asumido una misi贸n de aculturaci贸n]. Abril de 1991.

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norteamericanos, Cara de con para que para Hecho m谩s yuxtaposici贸n desconocidas que debe de producci贸n coproducci贸n, aculturaci贸n. c. Uno siendo control alcanzado El presencia instituciones misma cuando ha a las todos p煤blico a institucionales 3 of language hispanos televisi贸n
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las administraciones, los ministerios, las empresas, la iglesia cat贸licay los sindicatos (dependientes del partido dominante) siempre hanconseguido que los medios cubran los acontecimientos que les con-ciernen y registren sus discursos. Fen贸meno reciente, y cuya novedad

隆 I se mide por la timidez del tratamiento, los partidos de oposici贸n,sobre todo los menos amenazantes, los representantes de la ecolog铆a,las organizaciones de derechos humanos y algunos otros formandesde ahora parte del club de las instituciones leg铆timas. La publici-dad de lo pol铆tico en M茅xico se traduce igualmente en el gran inter茅smanifestado por los medios hacia lo pol铆tico propiamente hablando:una gran parte de los noticieros televisados, tanto de los canalesp煤blicos como de los privados, se consagra en efecto a la vida de lanaci贸n y a la administraci贸n del pa铆s, y el resto se refiere en loesencial al extranjero, los deportes y la cultura. Este 茅nfasis en esetipo de centros de inter茅s, que a煤n prevalece en algunos pa铆ses deEuropa como Francia o Espa帽a, en los pa铆ses del Este y en un grann煤mero de los pa铆ses del Tercer Mundo, constituye la diferenciaentre un espacio p煤blico vivo y un espacio de discusi贸n con t茅rminosenteramente consensuados: entre un espacio p煤blico que sigue abar-cando lo pol铆tico y un espacio donde lo privado, lo individual, losocial, la nota roja, han venido a suplantarlo. El acceso de losproblemas morales, psicol贸gico o 茅ticos a la cobertura nacional escontempor谩neo de la supremac铆a definitiva de la nota roja, sensacio-nalista, sangrienta, hecho relativo a individuos descubiertos en algo;se帽ala el inicio de la preeminencia de lo privado en lo p煤blico. Elcaso de la informaci贸n en Estados Unidos, famoso porque resultaculturalmente desconcertante para muchos europeos, es prueba yejemplo de que esa privatizaci贸n de lo pol铆tico, de lo "discutido",envuelve a la pol铆tica en la sombra protectora y el secreto. Esteproceso ha sido lento pero seguro. Para ello, no se contrastan infor-maciones divergentes, se transmiten, casi sistem谩ticamente, datosemanados de instituciones (la mayor铆a de las investigaciones actualessobre este tema presentan cifras muy elevadas de difusi贸n "bruta" dela informaci贸n, hasta el 80 por ciento para las administraciones no"pol茅micas"), se logra la indiferencia de los periodistas y el desinter茅sdel p煤blico. En los tiempos de la comunicaci贸n en todos sentidos, laadministraci贸n norteamericana gobierna ya en silencio mientras losmedios debaten la plausibilidad de reconstruir un crimen, la culpa-bilidad en los asuntos amorosos de personalidades controvertidas, la

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moralidad del aborto y las ventajas de una sexualidad tard铆a para lasjovencitas. Lo mismo puede decirse de los medios de habla hispana,que se alimentan en las mismas fuentes y ostentan con orgullo lascualidades t茅cnicas (complejidad de la imagen y de la producci贸n,precio) y los m茅ritos de ese tipo de periodismo, objetivo, cient铆fico,impactante, profesional, interesante (por oposici贸n a los noticierosde Televisa con los que est谩n ya en competencia directa). Univisi贸npresenta no obstante un caso un poco particular, ya que tiene unatradici贸n de implicaci贸n pol铆tica, de acci贸n comunitaria y de perio-dismo de investigaci贸n heredada, parad贸jicamente, de los tiemposen que pertenec铆a a Televisa. Su reciente evoluci贸n en manos deHallmark Cards, Inc. y de la First Chicago Investment Corp. permitepresagiar su alineamiento con el modelo dominante, por lo menosen lo que se refiere al tratamiento de la informaci贸n en la pantalla.

2. Televisi贸n, comunicaci贸n de las institucionesy gesti贸n de lo social

La voluntad agresiva de modernizaci贸n de M茅xico, manifestada portodos los actores implicados, se ha traducido en un aut茅ntico mare- ~.

moto publicitario; ya observable en cierto n煤mero de empresasp煤blicas y privadas desde hace algunos a帽os, este fen贸meno se haextendido recientemente. Ahora todos los sectores institucionalesse lanzan a la comunicaci贸n para vender no s贸lo un producto, sinouna imagen. Los bancos, Pemex (monopolio petrolero), Telmex(Tel茅fonos de M茅xico, recientemente privatizada), y tambi茅n lascompa帽铆as de seguros, las de transporte, las escuelas, las empresasde servicios, los ministerios de todo tipo, las administraciones, comi-siones, etc茅tera, intercambian mensajes para construir su imagen demarca a trav茅s y m谩s all谩 del p煤blico. Al hacerlo, pasan de contra-bando las consignas del jefe del Estado y, en unas cuantas im谩genes,unas cuantas palabras, todo un proyecto de sociedad.

a. La comunicaci贸n p煤blica de las empresasEn efecto, las grandes empresas mexicanas han aprovechado elmovimiento iniciado por el Estado (ver m谩s adelante) para precipi-tarse en su seguimiento y establecer su propia imagen.

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Algunas, las que son de propiedad p煤blica, se afirman ahoracomo servicio p煤blico, orgullo y fortaleza de M茅xico (Pemex), exhi-biendo ante todo nacionalismo y civismo. Todas, sean p煤blicas oprivadas, se construyen una imagen moderna, en la que se acent煤anla flexibilidad, la modernizaci贸n de los m茅todos de gesti贸n, de laproducci贸n y, significativamente, de sus servicios al cliente y de losservicios de posventa. En el contexto actual del mercado com煤n deAm茅rica del Norte, redoblan los esfuerzos de comunicaci贸n; buscan,seg煤n el principio fundador de los profesionales de la comunicaci贸n,hacer advenir sus deseos a fuerza de predicci贸n. La publicidad se haconvertido por tanto en el medio principal de tomar posiciones sobreel futuro mercado y de defenderse. Con ese fin, una vez m谩s, lasagencias construyen el mensaje de sus clientes en torno a la "moder-nidad" y... al nacionalismo, apelando al apoyo de los consumidores.Signo revelador, el Instituto Nacional de la Publicidad ha lanzadouna campa帽a de televisi贸n para incitar a las empresas ya las agenciaslocales de publicidad a modernizar sus estrategias a fin de poder"afrontar el Tratado de Libre Comercio". Su primera serie de anun-cios publicitarios es en ese sentido ejemplar del esp铆ritu de "moder-nidad" encarnizada que reina actualmente, dado que retQma lasprimeras im谩genes de prototipos de anuncios "cl谩sicos" para subver-tirlos a帽adi茅ndoles una inducci贸n: no hay que hacer publicidades tanaburridas, hay que modernizarse para afrontar el mercado com煤n.

Uno de esos anuncios del Instituto Nacional retama as铆 el desarro-llo de una publicidad de crema (solar u otra): imagen de la espaldadesnuda de una mujer ,acompa帽ada de un texto "aburrido" modelo.La imagen se detiene y arranca de nuevo mientras la mujer se davuelta progresivamente, con un aire cada vez m谩s "desnudo", einterpela a las empresas pidi茅ndoles que logren eso. La imagenfinal revela la soluci贸n ir贸nica de la historia que supuestamentecaracteriza la publicidad "moderna": el desnudo (inusitado en latelevisi贸n mexicana) se revela vestido.

El lanzamiento del proyecto de sociedad expl铆citamente pro-puesto por Salinas de Gortari se sit煤a pues en ese momento deebullici贸n comunicativa de las instituciones y la televisi贸n mexicanatoma parte intensamente en 茅l. Ese proyecto es todo un verdaderoprograma de modernizaci贸n de los "esp铆ritus", de las costumbres, del

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consumidor y del ciudadano. Atraviesa todo el discurso actual de latelevisi贸n y hasta sus formas m谩s "conservadoras", puntu谩ndolasseg煤n los g茅neros de inducciones perentorias, de mensajes did谩cti-cos o de sugerencias de un nuevo arte de vivir. En todos sus t茅rminos,se adhiere, y no por azar, al modo de vida a que aspiran las clasesmedias urbanas. Despu茅s de todo, la ambici贸n del gobierno actualconsiste en transformar a M茅xico en un pa铆s del "Primer mundo"...

b. Las campa帽as de SolidaridadEl mensaje aparentemente secundario en la publicidad de los minis-terios o las empresas, la voluntad de modernizaci贸n, constituye porlo dem谩s el objeto mismo de algunas campa帽as, en particular aque-llas del instrumento de gesti贸n de lo social enteramente nuevo querepresenta Solidaridad (tambi茅n llamada Pronasol). La importanciay el 茅xito de esta operaci贸n se mide por el tratamiento que se leotorga al organismo encargado de ella, y cuyo responsable es actual-mente consultado como un ministro. Enorme operaci贸n de comuni-caci贸n, la primera de ese g茅nero y envergadura emprendida por elEstado mexicano, Solidaridad ha sido desde su inicio objeto de unaestrategia publicitaria; su concepci贸n, su forma misma (o por lo -.menos su forma supuesta, el v铆nculo directo entre ricos y despose铆dosen forma de vasos comunicantes) indica la intervenci贸n de expertosen comunicaci贸n p煤blica o empresarial. La gran originalidad de estaoperaci贸n reside en el intenso apoyo que recibe del sector privadoy en su modo de financiamiento (cf. a este respecto, "Solidaridadgratuita en todas las pantallas,,:4 en el efecto, el Estado no hafinanciado m谩s que la producci贸n de su campa帽a, los medios (esen-cialmente Televisa y la radio) aseguran gratuitamente su difusi贸n. Laprensa escrita por su parte cubre abundantemente todas las accionesde Pronasol y publica ocasionalmente suplementos semanales (comoGente solidaria, de El Nacional, peri贸dico del gobierno).

Lanzada como una campa帽a desde las elecciones de Salinas deGortari, esta operaci贸n tuvo un agitado principio: siguiendo laconsigna del nuevo presidente, diversas empresas tomaron en efec-to la iniciativa de difundir el programa mediante mini-campa帽as(Banca Serf铆n, Carnet, Televisa), en las que daban su propia versi贸nde la operaci贸n. Por tanto, el lanzamiento por el Estado de una

4 Este Pafs, octubre de 1991, pp. 13-16. .

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primera campa帽a, El esfuerzo ser谩 por nosotros (1990) se llev贸 acabo en plena confusi贸n. Las campa帽as siguientes, las de 1991:Unidos para progresar y Hechos con solidaridad, se confiaron a unequipo publicitario profesional que operaba bajo la 贸rdenes delpresidente de Bacardi y Cia. Al mismo tiempo, el gobierno pusol铆mites formales a la campa帽a y norm贸 la utilizaci贸n del logoSolidaridad, lo que oblig贸 entre otras cosas, en caso de "comunica-ci贸n social", es decir, de publicidad, a pedir autorizaci贸n a laDirecci贸n de Comunicaci贸n Social de la Presidencia (id.). La pri-mera campa帽a consisti贸 principalmente en la difusi贸n masiva dediez anuncios de televisi贸n, radio y cine cada uno de los cualesnarra una historia "cre铆ble" cuyos h茅roes son pobres (papeles ac-tuados seg煤n la agencia por gente de la calle) que enfrentan pro-blemas particulares: agua, regularizaci贸n de la propiedad,educaci贸n, electricidad, etc茅tera. La segunda, lanzada en oto帽o,retoma los mismos temas mostrando las realizaciones del programa(seg煤n una l贸gica antes/sepia, despu茅s/luces pastel). Para comple-mentar estas acciones destinadas al gran p煤blico mexicano, selanzaron operaciones de informaci贸n de las administraciones y deotras instituciones (entre ellas la Gaceta Solidaridad) y de informa-ci贸n internacional bajo la forma de lujosos folletos. El 茅xito y lalegitimidad adquirida por el Programa de Solidaridad en relativa-mente poco tiempo se mide por la reincorporaci贸n de los temas quele son propios a las campa帽as que actualmente realizan las empre-sas a favor del Tratado de Libre Comercio, en las que se vinculancrecimiento de las empresas, prosperidad econ贸mica, modernidad,participaci贸n y lucha contra las desigualdades sociales.

3. Programas, legitimaci贸n de un modo de vidae imposici贸n de la modernidad

As铆 pues, el discurso modernizador de los medios, y m谩s particular-mente de la televisi贸n, cuya penetraci贸n en M茅xico es muy fuerte en

'. el medio urbano,5 se inscribe dentro de una vasta empresa de trans-

formaci贸n de la sociedad. Esa penetraci贸n no es, por cierto, unfen贸meno reciente: desde su aparici贸n, la televisi贸n siempre hatenido vocaci贸n de transformar los comportamientos, "educar", mo-

s Seg煤n una encuesta realizada con D. Mathieu en diciembre de 1990 y financiada por la

CEE-proyecto Chalco ORSTOM, casi el 88 % de los hogares estudiados en un barrioperif茅rico pobre de la Ciudad de M茅xico contaban por lo menos con un aparato de televisi贸n.

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dernizar", en pocas palabras ser uno de los lugares privilegiados desocializaci贸n (ver al respecto la abundante literatura norteamerica-na). En el caso de M茅xico, esta vocaci贸n se expresa ante todo bajola forma de proyectos did谩cticos, series educativas, folletines (tele-novelas) con fines "pedag贸gicos" que ponen en acci贸n personajes"positivos" y debaten asuntos de moral, etc茅tera (producciones deTelevisa). Actualmente, m谩s que de dar lecciones expl铆citas se tratade mostrar un modo de vida que se presenta como el 煤nico posible,leg铆timo o deseable; la lecci贸n, porque lecci贸n hay, sin duda, tomala apariencia de placer y de deseo (de movilidad social). Para estosfines, los interlocutores privilegiados de la televisi贸n siguen siendolas clases medias urbanas, que reconocen en ella su modo de vidaimaginario y sus aspiraciones. Los dem谩s, es decir las clases popula-res, son invitados a so帽ar con el consumo, con un estilo de vida, y a

t veces se les ordena firmemente seguir consejos, participar, cooperar,~ aspirar. Tal es en particular el papel que expl铆citamente les atribuyeni los productores a los programas caricaturalmente "populares", c贸mi-

cos en esencia, y a los dirigidos al p煤blico femenino." Estos esfuerzos por imponer un modo de vida, una repre-( sentaci贸n del mundo, muy claros en M茅xico, se vuelven particular- -.

mente visibles, como hemos se帽alado, en el caso de los canales dehabla hispana de Estados Unidos. En efecto, est谩 la necesidad, comohemos visto, de construir muy r谩pidamente un cuerpo (pool) de consu-midores homog茅neo y solvente. Los programas que producen est谩npues espec铆ficamente destinados ya sea a convertir a los inmigradosenfirst class citizens, y en consumidores modernos, o a atraerse a laspoblaciones hispanoparlantes m谩s ricas, j贸venes de la segunda gene-raci贸n, cuadros de empresa, universitarios y... cubanos: grupos todosellos que tienen fuerte tendencia a dirigirse hacia los medios nortea-mericanos mainstream. Por otra parte, a eso se debe que las redesm谩s importantes (Univisi贸n y Telemundo) procuren reducir sus im-portaciones mexicanas y estimular la producci贸n local. De los tresgrupos m谩s ricos, s贸lo los cubanos (y sobre todo los de m谩s edad) seinteresan por los programas de Televisa que, a la inversa, prefierenlos inmigrados. Pero esos programas no "corresponden a la realidad"que desean representar los canales de habla hispana a la poblaci贸nde inmigrados: no se insertan en el marco de la sociedad norteame-ricana, no promueven sus valores, no invitan a la ciudadan铆a y alconsumo de tipo norteamericano, en fin, incitan a la conservaci贸n

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de valores tradicionales.6 La "modernidad" de los unos ya no es la"modernidad" de los otros; a la t铆mida puesta en escena de la libera-ci贸n de las costumbres en Televisa (solteros que viven solos, divor-cios, madres y padres solteros, aborto, homosexualidad, hombres quese ocupan de las tareas dom茅sticas, etc茅tera) se opone el renacimien-to del moralismo y el conservadurismo en Estados Unidos, quetiende a aislar los temas "controvertidos" en los debates, elimin谩n-dolos cada vez m谩s de la ficci贸n. Ahora bien, si los escasos produc-tores hispanoparlantes efectivamente quieren todav铆a "modernizar"los comportamientos de la comunidad, no ocurre lo mismo con loscompradores de espacio publicitario, que ahora quieren "moralidad"en los programas e intervienen a menudo muy de cerca en su conte-nido. Por otra parte, los "valores tradicionales" supuestamente trans-mitidos por los programas de Televisa, como denuncian losresponsables de los canales, re actualizan de hecho los v铆nculos ima-ginarios entre los mexicanos inmigrados (que representan el 60.4 %de los hispanoparlantes y el6 % de la poblaci贸n total) 7 y su pa铆s. Lo

que se denuncia en Estados Unidos no es tanto el conservadurismo:; cl谩sico (machismo, familia, etc茅tera, que se le reprocha a Televisa en1 M茅xico), sino el mantenimiento del nacionalismo, de la religi贸n

cat贸lica y de las pr谩cticas culturales, familia ampliada, h谩bitos de vidae incluso pr谩cticas culinarias. Todas estas caracter铆sticas s贸lo sonaceptables en peque帽as dosis, a t铆tulo de se帽ales de identidad folcl贸-rica para las clases medias por lo dem谩s bien integradas. De cualquiermanera la televisi贸n mexicana y la televisi贸n hispana poseen nume-rosos rasgos comunes que atraviesan proyectos de sociedad ligera-mente diferentes: psicologizaci贸n de lo social, proposici贸n/imposi-ci贸n de "recetas" de modo de vida, educaci贸n en cuestiones de saludy relaciones modernas, recurso a los expertos, exaltaci贸n de la "co-munidad", de la movilidad social, de la escuela, de la ecolog铆a o de la"ciudadan铆a".

6 As铆 se desprende de las opiniones expresadas al respecto por productores y cargos de

decisi贸n de Univisi贸n y Telemundo (textos publicados y entrevistas).7 En EE. UU. el 45.3 % de las personas de origen mexicano residen en California, de cuya

poblaci6n representan el 20.6 % (mientras que el total de los hispanos, el26 %). Tambi茅n enTexas, los chica nos y los mexicanos representan el 23 % de la poblaci贸n total, y en NuevoM茅xico, el 22 % (los hispanos representan respectivamente el 25 y el 38 % de la poblaci贸nsocial de esos estados). Fuente: US Department of Commerce News, 1990 Census Count onHispanic Population Groups, 12 de junio de 1991.

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a. Los interlocutores privilegiadosEn M茅xico como en Estados Unidos, estructuralmente la televisi贸nsigue siendo a la vez un medio de socializaci贸n para las clases mediasy un instrumento de venta y de desarrollo del consumo. Por eso, m谩sall谩 de las fronteras, los programadores, y por tanto los productores,buscan la misma cosa: atraerse a los telespectadores dispuestos aconsumir emitiendo programas "consumibles" y reflejando su modode vida. Esos consumidores son por excelencia y casi por definici贸nlas clases medias nuevas, urbanas y medianamente educadas cuyamovilidad social las obliga a estar a la vanguardia del arte de vivir.Las encuestas sobre audiencia han mostrado desde hace mucho queesas clases son en efecto las que m谩s recurren a los medios comolugares de socializaci贸n. Desvinculadas de todos los lugares y mediosde reproducci贸n de la tradici贸n, extradeterminadas, como ya lose帽alaba Riesman, las clases medias urbanas consumen con la mayoravidez el discurso de los medios sobre los comportamientos a seguir,las pr谩cticas que hay que adoptar, los discursos que hay que sostener.De hecho los medios, y muy particularmente la televisi贸n, constitu-yen para ellas un verdadero medio de existencia social. Adem谩s desu papel de v铆nculo social, la televisi贸n es en efecto un lugar privile- ~.giado de producci贸n de conocimientos e informaciones dispersascuya acumulaci贸n compulsiva y cuya capitalizaci贸n son necesariaspara las clases medias so pena de descalificaci贸n social. Producidapor las clases medias (productores, periodistas y dem谩s "mediado-res") para las clases medias, la televisi贸n est谩 pues en el coraz贸n dela visualizaci贸n de la "modernidad" y de todos los discursos moderni-zantes, y vulgariza la "ciencia" para asegurar a las clases medias lavalidez definitiva de su buena elecci贸n en materia de educaci贸n,salud, relaciones...

Esta b煤squeda compulsiva de conocimientos es lo que explica laproliferaci贸n de programas "informativos" y su 茅xito comercial: no-ticieros televisados continuos (que hace Televisa desde hace algunosa帽os en Eco) pero tambi茅n revistas: femeninas (TVMujer, D铆a aD铆a, Mujeres), de actualidad y de pol铆tica (Portada, Ocurri贸 as铆,Contrapunto, Nexos, Y usted qu茅 opina, etc茅tera), de ecolog铆a (Estemundo, Hacia el fin del milenio) o de viajes; programas de informa-ci贸n sobre espect谩culos (Tu m煤sica, Desde Hollywood, Estrenos yestrellas, Tele M煤sica, MTV Internacional, este 煤ltimo, versi贸n pro-ducida en espa帽ol por MTV, canal de cable norteamericano) que

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retoman el formato casi en todas partes extinto de la revista devariedades; talk shows que, como hemos visto, se ocupan de temascontrovertidos y cuyos debates y conclusiones forman las opinionesleg铆timas (las que hay que tener), o hacen hablar a celebridades cuyodiscurso est谩 impl铆citamente validado por su envergadura p煤blica, ymu茅hos ot~. Todos estos programas no s贸lo proporcionan moder-nos modelos Oe--cQEducta, sino tambi茅n opiniones, temas de conver-saci贸n, que cumpfeh una funci贸n de v铆nculo social evidente,remplazando o sobreimponi茅ndose a los temas de conversaci贸n tra-dicionales en su papel de definici贸n de la pertenencia. As铆, poco apoco, la vida de las estrellas, los sinsabores que sufren los personajesde las telenovelas, la actualidad, los descubrimientos cient铆ficos, lamoda o las lecturas propuestas en la televisi贸n sustituyen a los temasdel vecindario, de la familia u otros (esencialmente locales) que yano vinculan forzosamente a trav茅s del conocimiento compartido enel medio urbano.

b. Los nuevos modos de vida, la revistaDado que sirve de lugar de socializaci贸n y remplaza parcial o total-mente los lugares de reproducci贸n tradicionales, aunque s贸lo s_~a porel alejamiento f铆sico o al ascenso social, caracter铆sticos tanto de lasclases medias mexicanas como hispanas, la televisi贸n sirve tambi茅ncomo manual del saber vivir para las clases medias. Tal es el papelparticularmente notable de las revistas televisadas (y tambi茅n de susancestros directos, las revistas impresas) que describen cuidadosa-mente todo cuanto hay que ser, hacer, saber. Por lo dem谩s, esto eslo que dicen sus creadores o productores, que subrayan la importan-cia de la demanda de consejos, sintom谩tica de la "extroversi贸n" de lasclases medias, de su recurso al exterior, a los "expertos" en relaciones,psicolog铆a, salud, cocina, nutrici贸n, moda, derecho, pol铆tica, cultura.Se trata ciertamente de la redefinici贸n de un nuevo espacio privadoen la que el "p煤blico", es decir el especialista (autorizado por lasociedad a decir su discurso leg铆timo), viene a contemplar lo quehasta ahora correspond铆a a la autoridad de la familia, de la aldea ode la "comunidad". En el caso de una revista femenino que tuvo ungran 茅xito entre el p煤blico hispanoparlante, TV Mujer (producidopor Univisi贸n), esta redefinici贸n es muy clara y las instrucciones quese le dan a la mujer hispana son a veces brutales (modern铆zate, ya no

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hagas esto, etc茅tera). De hecho la meta expl铆cita de ese programa estransformar a la familia hispana a trav茅s de la mujer.

Se帽alemos que ese programa se cre贸 originalmente para respondera la demanda de grandes firmas norteamericanas que deseabanentrar en el mercado hispanoparlante: marcas de jabones, blan-queadores, dent铆fricos, pa帽ales, maquillajes, pero tambi茅n super-mercados, productos alimenticios "nuevos". Se trataba entonces, en1988, de un mercado casi intacto, que s贸lo consum铆a unos pocosproductos pero cuya fidelidad era segura. Era por tanto un blancoideal pero cuya escasez de recursos lo convert铆a m谩s en un veh铆culodel consumo futuro (el de los hijos, o el que ejercer铆a la familiacuando estuviera bien integrada). As铆 pues, las demandas de lospublicistas hicieron surgir las distintas "secciones" del programa:belleza, salud, nutrici贸n, cursos de cocina, cuidado del beb茅, etc茅-tera. Por lo dem谩s los responsables del programa y todo su equipose propon铆an transformar a la mujer hispana en una mujer "moder-na", conocedora de sus derechos, y en 煤ltima instancia en unaciudada~a; por su parte, las nuevas secciones de educaci贸n, inmi-graci贸n, etc茅tera, que no encontraban patrocinadores (si descon-tamos a la Fundaci贸n Ford) fueron suprimidas en una faseposterior. Sin embargo los fines de la productora segu铆an siendolos mismos: "llevar la informaci贸n que toda mujer necesita parasobrevivir en este pa铆s, que es muy duro" (La Opini贸n, 24 de abrilde 1990). En cambio la presentadora ten铆a ambiciones m谩s pol铆ti-cas: "Todo el equipo de TV Mujer est谩 consciente de que nuestralabor en los medios de comunicaci贸n no es s贸lo informar [...] poreso tratamos de brindar la informaci贸n m谩s concisa, con un men-saje orientador y que a la vez nos una como una sola familialatinoamericana" (La Opini贸n, Los Angeles, 25 de mayo de 1989).

La atribuci贸n de ese tipo de papel a un programa sigue siendorara, o por lo menos rara vez es tan expl铆cita. Por regla general, elg茅nero se presta a una formulaci贸n lapidaria, que permite la acumu-laci贸n de informaciones procedentes de horizontes tan diversoscomo sea posible dentro de los campos de inter茅s de su p煤blicoprivilegiado, y unos cuantos reportajes largos (algunos con duraci贸nde veinte minutos) sobre los campos de concentraci贸n de la fronteramexicana o el rechazo de los refugiados haitianos hacia el mar. EnM茅xico, el formato de la revista se considera adecuado, como ahoraen Estados Unidos, para atender a las clases medias urbanas y, entre

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ellas, a las m谩s acomodadas (en el caso de programas como Ventanaal cable, producido por CNN) o cultivadas (Video Cosmos, de Tele-visa, que ya no existe). La revista les proporciona las informacio-nes condensadas y "ramificadas" que necesitan: 煤ltimos desfiles demodas, innovaciones en materia de salud, de cirug铆a pl谩stica, inven-tos cient铆ficos, vida del businessman norteamericano actual, nuevosdeportes, nuevas dietas, secci贸n Jap贸n (el modo de vida de losjaponeses, las pr谩cticas ramificadas branch茅es, la empresa), varieda-des. Dirigido a una poblaci贸n restringida, la revista es un g茅neroque se vende bien, tanto entre las clases medias como entre lospublicistas (dado que su estructura en forma de clips cortos es ideal).Es tambi茅n un instrumento perfecto para imponer la "modernidad"(productiva, empresarial, comunicacional y enteramente norteame-ricana en este caso); se dirige ciertamente, en M茅xico por lo menosy por ahora, a grupos ya previamente conquistados y que han dadosu consentimiento.

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i c. Esceni[icaci贸n de lo popular y legitimaci贸n de un nuevo orden social1 La presentaci贸n intensiva de un modo de vida real o imaginario tienej con seguridad objetivos precisos y fines de capitalizaci贸n social por

parte de las clases medias urbanas que ayuda a definir. Es posibleahora preguntarse c贸mo es recibida por las clases populares, a lasque estos programas s贸lo en peque帽a parte se dirigen, aunque no lasexcluyen. Sin duda es posible plantear que ese discurso moderno (yya no modernizador como el del Estado) tiene por lo menos comoefecto la legitimaci贸n de un modo de vida, 煤nico deseable y 煤nicoposible, dado que es el 煤nico visible. De esta manera, presentatambi茅n un modelo que definir谩 las aspiraciones posibles para algu-nas capas de la poblaci贸n, sobre todo las peque帽as clases mediastradicionales, comerciantes, artesanos, etc茅tera, que tienen voca-ci贸n por la movilidad social de la que ese discurso les da las claves,si no reales (ingresos, educaci贸n) por lo menos simb贸licas (compor-tamientos, creencias, conocimientos). En cuanto a las clases popula-res propiamente dichas, obreras, urbanas, campesinas, 茅stas sonobjeto, por lo menos en M茅xico, de programas "educativos", fruto dela voluntad de proselitismo de los profesionales de los medios. Losprogramas que les est谩n espec铆ficamente destinados, en total poconumerosos, son esencialmente c贸micos, como en el caso de Chespi-rito. 脡ste presenta la particularidad de poner en escena a personajes

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populares, urbanos (de vecindad), tomados en situaciones de rela-ci贸n con la autoridad que generan el efecto c贸mico. A veces expl铆ci-tamente (sketchs que presentan a los personajes populares comoni帽os en un sal贸n de clases) y m谩s frecuentemente de contrB.bando,el programa se propone una verdadera legitimaci贸n del orden social,como por lo dem谩s todos los g茅neros c贸micos, de los que estoconstituye la caracter铆stica fundamental. En efecto, las situacionesescenificadas ponen invariablemente en relaci贸n a las clases mediaso superiores y al personaje "popular" en un intercambio subversivo(rid铆culo del m茅dico, absurdo de las preguntas del maestro de escue-la, maldad del propietario, etc茅tera) que da voz a las interpretacio-nes de los personajes populares (tal como se los representan, desdeluego, los productores) para conseguir una ca铆da c贸mica neutral ofavorable al personaje "de clase media".

As铆 por ejemplo uno de los sketchs puede tratar de las diferentesconcepciones de lo "bello": en un programa reciente la historiaprincipal se refer铆a a las relaciones entre una sirvienta (hero铆nafrecuente) y su patrona. Esta 煤ltima buscaba deshacerse de unbibelot regalado, que consideraba horroroso y que la sirvientaencontraba bello. Lo c贸mico en este caso preciso derivaba de la -.

lucha entre los dos personajes (desplazamientos m煤ltiples del ob-jeto, sucesivamente colocado en lugar visible, escondido en unrinc贸n, etc茅tera) que, en un sentido, exaltaba el supuesto "poder"de la sirvienta (mito caro a las clases medias). La est茅tica de clasemedia triunfa por supuesto cuando la patrona rompe el objeto alfinal de la historia.

M谩s all谩 de lo c贸mico, y de su estructura evidente, este programapresenta en la pantalla la imagen de los "expertos" y su legitimidad,as铆 como la necesidad misma de recurrir a sus servicios. En losdominios de la salud, de la educaci贸n, de las relaciones familiares,de la t茅cnica, del derecho, se incita a las clases populares a dirigirsea los profesionales y se ponen en rid铆culo las pr谩cticas tradicionales.Tambi茅n realizan esa legitimaci贸n de un nuevo orden social y de unnuevo modo de vida los programas de ficci贸n, supuestamente dirigi-dos a todos, y sobre todo las telenovelas, que imponen, no s贸lo unambiente y un modo de vida sino todo un nuevo modelo de relacionespersonales colocando la exploraci贸n psicol贸gica y las nuevas pr谩cti-cas (divorcio, uni贸n libre, etc茅tera) en el centro de la narraci贸n.

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Estos fen贸menos de legitimaci贸n de un orden social que contri-buye a crear la televisi贸n nos recuerdan el car谩cter social de losmedios, que se tiende a pasar por alto. Efectivamente, hay que teneren mente que el espacio p煤blico no es un espacio de producci贸nunilateral de definiciones de la sociedad, sino que por el contrarioen 茅l tiene lugar la elaboraci贸n conflictiva de esas definiciones, enla cual participan no solamente el Estado y otras instituciones, sinotambi茅n ciertos grupos sociales, exteriores incluso al de los profesio-nales de los medios. Los proyectos de sociedad actualmente domi-nantes, proyectos del Estado, atravesados por la idea decomunicaci贸n y que se autocalifican de modernos son, as铆, el resul-tado de la proyecci贸n de una representaci贸n del espacio social: la delas nuevas clases medias urbanas, para las que la educaci贸n, elconocimiento, la comunicaci贸n, el modernismo son otras tantas con-diciones de movilidad social; la "modernidad", de la que dan lamedida las transformaciones del espacio p煤blico, es tambi茅n el pro-yecto particular de las clases encargadas de la gesti贸n simb贸lica dela sociedad.

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