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... y al tercer día, resucitó. Cincuentenario de la Venerable Hermandad de Nuestro Señor Jesucristo Resucitado y Nuestra Señora del Amparo 1953 - 2003

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Libro del Cincuentenario de la Venerable Hermandad de Nuestro Señor Jesucristo Resucitado y María Santísima del Amparo de Cuenca.

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... y al tercer día,resucitó.

Cincuentenario de la VenerableHermandad de Nuestro Señor

Jesucristo Resucitado yNuestra Señora del Amparo

1953 - 2003

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Edición:

Venerable Hermandad de Nuestro Señor Jesucristo Resucitadoy Nuestra Señora del AmparoTextos:

Julián Recuenco PérezFotografías:

Jesús García PalomaresCoordinación:

Jesús Serna MoyaRetoque digital de imágenes y fotocomposición:

Jesús García Palomares y José Andrés Guijarro PonceDiseño y maquetación:

José Andrés Guijarro PonceImpresión:

Antona

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..." Campanas conventuales de Nuestra Señora del remedio, La Merced, San Agustín,La Fuensanta, San Roque,... Campañillas campestres, ermitañas del Socorro, San Bartolomé, ladel Rey de la Majestad, San Felipe y San Jerónimo, Nuestra Señora del Puente, San Julián,San Antonio, San Juan de la Rivera, todas las campanas, todos los cimbanillos, todos losesquilones, que acunaron siglos y siglos a los cielos puros de Cuenca. Resuenan hoy alegres,repican gloria, saltan y brincan con algarabía de nube en nube con sus ecos.

¡¡ HA RESUCITADO !!

"Destruiréis mi Cuerpo, les dijo, pero a los tres días yo lo edificaré"

Pierde el negro manto entre las arboladuras de la calle de los Tintes, la Virgen delAmparo y en la Plaza de San Agustín, triunfal: EL HIJO JESUCRISTO, la espera añorando sumaternal abrazo. Entre el sol y el "encuentro" una paloma hecha de nieve, se interpone:

"Este es mi Hijo Bienamado..."

Sirvan estas bellas palabras que mi buen amigo José Luis Lucas Aledón, poeta deCuenca, escribía en el año de 1.980 y que incluía en su libro "Luz de Tulipa" para introdu-cirnos en la lectura del libro que de alguna manera conmemora nuestro cincuenta aniver-sario.

Hace ya cinco años que la Junta General de nuestra Venerable Hermandad tomóla decisión de depositar su confianza en la Junta de Diputación que casi al completo conti-núa ejerciendo sus funciones, y desde aquel día entre otras prioridades establecimos el obje-tivo de dar a conocer, en principio a todos los hermanos/as, la historia de nuestra herman-dad para de esta manera valorar en su justa medida el esfuerzo que ha supuesto a nuestrosantecesores el engrandecimiento de Nuestro Señor Jesucristo Resucitado.

Fieles a la idea anteriormente expuesta, se tomó la decisión de aprovechar nuestrocincuenta aniversario para la edición del presente libro, un verdadero trabajo de investiga-ción y plasticidad donde a nuestro modo de ver se han conseguido los objetivos que pre-tendíamos: hacer notar la importancia que tiene y se le ha dado a la Resurrección deNuestro Señor Jesucristo, ahondar en la historia - aunque breve- de nuestra hermandad parasu conocimiento general e investigar aspectos hasta ahora oscuros de nuestras sagradas imá-genes.

Vaya desde aquí en mi nombre y en el de nuestra Junta de Diputación el agrade-cimiento a los Hermanos y amigos Julián Recuenco Pérez, José Andrés Guijarro Ponce yJesús García Palomares, por haber aceptado la responsabilidad de la realización de estecompleto trabajo, extensivo a todos aquellos que con su colaboración y aportación de docu-mentación han ayudado a la citada Comisión y como no, nuestra censura a los... ¿amantesde nuestra Semana Santa...?, que conservan en sus estanterías numerosos documentos ori-ginales de nuestras hermandades con los que alimentan su ego y se vanaglorian de poseerlo que debería pertenecer a todos nosotros.

Sirva el presente de merecido homenaje a nuestros hermanos difuntos, los anti-guos y los recientes, todos ellos recordados año a año.

Jesús Serna MoyaSecretario de la Hermandad

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ÍndiceINTRODUCCIÓNPRIMERA PARTELA IGLESIA EN CUENCA Y EN ESPAÑA

El Nacionalcatolicismo y la IglesiaEl Concilio Vaticano IILa Iglesia en Cuenca

Domingo de Resurrección en CuencaLA SEMANA SANTA DE LA POSGUERRA

Presidencia seglarPresidencia eclesiástica

NUESTRO DOMINGO DE RESURRECCIÓN Y LAS FIESTAS PRIMAVERALES

LA DEVOCIÓN A JESÚS RESUCITADORitos y procesionesEl Domingo de Resurrección en la diócesis de CuencaIconografía del Resucitado.

SEGUNDA PARTELA PROCESIÓN EN LOS AÑOS CINCUENTA Y SESENTA

Primeros intentos de consolidar la procesiónLa primera hermandad del ResucitadoAspectos económicos

LA HERMANDAD DE NTRO. SEÑOR JESUCRISTO RESUCITADOLa hermandad entre 1973 y 1985Los estatutos de 1985La hermandad entre 1985 y 2000Aspectos económicosLa hermandad en la actualidad

LAS IMÁGENES DE JESÚS RESUCITADO Y LA VIRGEN DEL AMPARONuestro Señor Jesucristo Resucitado.Nuestra Señora del Amparo

p. I

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ÍndiceINTRODUCCIÓNPRIMERA PARTELA IGLESIA EN CUENCA Y EN ESPAÑA

El Nacionalcatolicismo y la IglesiaEl Concilio Vaticano IILa Iglesia en Cuenca

Domingo de Resurrección en CuencaLA SEMANA SANTA DE LA POSGUERRA

Presidencia seglarPresidencia eclesiástica

NUESTRO DOMINGO DE RESURRECCIÓN Y LAS FIESTAS PRIMAVERALES

LA DEVOCIÓN A JESÚS RESUCITADORitos y procesionesEl Domingo de Resurrección en la diócesis de CuencaIconografía del Resucitado.

SEGUNDA PARTELA PROCESIÓN EN LOS AÑOS CINCUENTA Y SESENTA

Primeros intentos de consolidar la procesiónLa primera hermandad del ResucitadoAspectos económicos

LA HERMANDAD DE NTRO. SEÑOR JESUCRISTO RESUCITADOLa hermandad entre 1973 y 1985Los estatutos de 1985La hermandad entre 1985 y 2000Aspectos económicosLa hermandad en la actualidad

LAS IMÁGENES DE JESÚS RESUCITADO Y LA VIRGEN DEL AMPARONuestro Señor Jesucristo Resucitado.Nuestra Señora del Amparo

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Cuando la Venerable Hermandad de Nuestro Señor Jesucristo Resucitado meencomendó la tarea de realizar este libro, mis primeras dudas surgieron ya por la posi-bilidad, más bien la certeza, de las dificultades que siempre surgen en un trabajo deestas características. Hacer la historia de unos hechos que sucedieron, como mucho,hace apenas medio siglo, es desde luego complicado por falta de perspectiva históri-ca. Sin embargo, no deja de ser apasionante profundizar en datos que, aunque son lamayoría bien conocidos por todos los hermanos, corren siempre el riesgo de ser malin-terpretados; por otra parte, siempre, hasta en las cosas que parecen obvias, puedeencontrarse la sorpresa de un nuevo descubrimiento o, cuando menos, la ilusión deuna posibilidad diferente para adentrarse un poco más en el conocimiento científico.Prueba de ello son los nuevos datos que sobre la talla de la Virgen del Amparo sonaportados en el último capítulo de este libro.

Las fuentes trabajadas son de tres tipos: archivísticas, hemerográficas, y biblio-gráficas. Por lo que respecta a las primeras, y como no podía ser de otra forma, losarchivos trabajados principalmente son el de la propia hermandad y el de la Junta deCofradías. El primero consta de diversos libros de actas y de contabilidad de la her-mandad, así como de la que, fundada en 1952, es el antecedente directo de ésta. Porlo que se refiere al archivo de la Junta de Cofradías, es también muy útil para recopi-lar datos relativos a la Semana Santa de la posguerra, y por lo que respecta a un tra-bajo de estas características, ayuda a tener una visión más completa de la cofradía,pues las actas internas de la propia hermandad siempre dan una visión parcial de losproblemas surgidos en su seno. Esta fase se complementa con algún dato aportadopor el archivo de la Venerable Hermandad de San Juan Evangelista, uno de los máscompletos de los archivos propios de nuestras hermandades.

Las fuentes hemerográficas tienen un núcleo básico en las pequeñas notas deprensa extraídas del periódico Ofensiva, nacido en la ciudad del Júcar en 1941, y con-vertido en la década de los años sesenta en Diario de Cuenca. Durante muchos años,éste fue el único periódico que existió en la ciudad, aunque cuando dejó de existir fuesustituido en 1984 por dos medios de comunicación de carácter diferente: un sema-nario, Gaceta Conquense, y un diario, El Día de Cuenca. Mientras que el primero des-apareció cuatro años más tarde, éste existe todavía, habiendo convivido parcialmen-te con otros periódicos y revistas, algunas de ellas ya desaparecidas. Junto a estaspequeñas notas que podríamos considerar de actualidad, tomadas de cualquiera deestos periódicos citados, alguna información más completa sobre la hermandad osobre la Semana Santa en general, aunque también algunas veces más borrosa, sepueden encontrar en algunos números especiales de estos medios publicados conocasión de la semana grande.

Las fuentes bibliográficas, aunque escasas, también son importantes. De entre losmuchos libros que sobre este tema se han publicado, de diferente valor historiográfi-co todos ellos, nos han sido especialmente útiles los de Luis Calvo Cortijo y AntonioPérez Valero. El primero realizó en su día un valioso trabajo de recuperación hemero-gráfica que si bien no elimina para los investigadores la necesidad de hacer otros tra-bajos posteriores en las hemerotecas (nunca ningún trabajo puede eliminarlo deltodo), sí se lo facilita. El segundo tiene acceso a un gran fondo informativo sobre laSemana Santa de Cuenca, información que es incluso más útil en el caso que nosocupa por cuanto la imagen de la Virgen del Amparo fue una aportación a la her-mandad, y a la Semana Santa de Cuenca en general, de la hermandad de la que éles secretario: la de San Juan Apóstol Evangelista. Junto a estos dos grandes núcle-

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Introducción

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os de información, también han sido de cierta utilidad algunas publicaciones sobre laSemana Santa de otras ciudades, o sobre la historia de la Iglesia, tanto a nivel oficialcomo a la religiosidad popular, tanto a nivel nacional como local, desde los años de laposguerra hasta la actualidad.

El libro se compone de dos partes claramente diferenciadas, divididas a su vezcada una de ellas en tres capítulos, de tal forma que según los intereses de cada lec-tor, se puede empezar su lectura por una u otra sección (yo recomiendo siempre quese mantenga el orden propuesto en el índice). La primera parte es de carácter másgenérica, y aporta datos que si bien a primera vista no parecen corresponderse conel título del trabajo, sirven para comprender mejor algunos aspectos relacionados conel pasado y el presente de la hermandad de Nuestro Señor Jesucristo Resucitado. Laconforman tres capítulos dedicados a estudiar, por una parte, algunos aspectos muygenerales sobre como los españoles, y los conquenses en particular, vivieron duranteel periodo de constitución de la hermandad, y durante los años siguientes, el hechoreligioso. El segundo capítulo de esta sección es un breve resumen sobre como ha sidola Semana Santa de Cuenca desde su restauración procesional, ya en los primerosmeses de la posguerra, hasta la actualidad; se trata, como ya se ha dicho, de un breveresumen que sólo intenta dar algunas líneas generales sobre sus altibajos, y sobrecomo esos altibajos pudieron afectar a la procesión del Domingo de Resurrección.Finalmente, también se trazan en el capítulo tercero algunas líneas muy generalessobre la devoción al Señor Resucitado en España y en la provincia de Cuenca.

No quisiera dejar pasar la oportunidad que me brinda esta introducción sin hacerantes una breve observación previa. Soy consciente de que alguien puede malinter-pretar alguna de las afirmaciones que hago en el libro, especialmente en los dos pri-meros capítulos, y mi deseo es adelantarme a ello. Que la Semana Santa, la deCuenca y la del resto de España, que en esto tampoco somos diferentes, se vierabeneficiada en los años de la posguerra por la ideología imperante en aquella época,el nacionalcatolicismo, no quiere decir en absoluto que haya que identificar ambosconceptos. Sobre este aspecto, es interesante resaltar lo que el propio Papa León XIIIescribió en su encíclica Saepernumero el 18 de agosto de 1883, cuando abrió losarchivos secretos del Vaticano a los historiadores: "La primera ley de la historia es noosar mentir; la segunda no tener miedo a decir la verdad. Además, que el historiadorno de pie a la sospecha ni de adulación ni de animosidad." Desde luego, sí quiero acla-rar que la Semana Santa de Cuenca, independientemente de todo, le debe a aquellaspersonas que en tan poco tiempo lograron sacar otra vez a la calle las imágenes titu-lares de sus hermandades, todo lo que en la actualidad ésta ha llegado a ser.

La segunda parte del trabajo habla ya con carácter particular de la VenerableHermandad de Nuestro Señor Jesucristo Resucitado y Nuestra Señora del Amparo, yde las dos imágenes titulares de la cofradía. Sobre la hermandad en concreto hablanlos dos primeros capítulos de este apartado, dedicado uno de ellos a estudiar las pri-meras vicisitudes de la procesión del Domingo de Resurrección, desde los años cin-cuenta hasta que en 1973 se reconstruye la hermandad, logrando así que la proce-sión se asiente definitivamente en la Semana Santa de Cuenca; por su parte, el quin-to capítulo, segundo de esta sección, estudia la hermandad y la procesión desde esemomento hasta la actualidad. El último de los capítulos estudia las dos imágenes titu-lares, y es a mi juicio, y por la novedad que en él se presenta, el más interesante detodos. Todo ello se complementa con la reproducción, a modo de apéndice, de algu-nos documentos interesantes sobre la historia de esta hermandad.

Julián Recuenco

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primera parte

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Los grandes temas de la historia de laIglesia forman parte más de una historia polí-tica de la religión que no es mi intenciónestudiar en este trabajo sobre la hermandadde Nuestro Señor Jesucristo Resucitado; meinteresa mucho más la faceta de la historiasocial o cultural, incluso económica, delpasado, que esa otra historia, cargada todavíade positivismo a pesar de lo mucho que se haavanzando en los últimos años y que haabierto campos nuevos para la investigación,y que puede ser una valiosa punta de lanzalos estudios sobre relaciones de poder. Sinembargo, a menudo esos grandes temas

influyen también de manera determinante enotros aspectos diferentes de la historiografía,y por lo tanto no deben nunca desdeñarsepor el historiador de la sociedad. En el casoque nos ocupa, dos aspectos influyeron en eldesarrollo de las procesiones de SemanaSanta en los años posteriores a la GuerraCivil: primero, en los primeros años de laposguerra, el nacionalcatolicismo; después,ya en los años sesenta y setenta, el concilioVaticano II. Este capítulo será completadocon un análisis, si se quiere superficial perointeresante, a lo que ha sido la Iglesia con-quense entre 1939 y la actualidad.

La Iglesia en Cuenca y en España

El Nacionalcatolicismo y la IglesiaJesús Castellanos y Dolores Carrera, al

estudiar la Semana Santa de Málaga, recono-cen la influencia que el nuevo sistema políti-co instaurado en España una vez finalizada laGuerra Civil tuvo sobre todos los aspectospropios de la religiosidad popular, algo queJosé María Garrido Ortega recoge tambiénen su estudio sobre las celebraciones de lavilla cordobesa de Cabra.1 También en unaciudad con fuerte peso militar en aquellaépoca como es Cartagena, "el apoyo institu-cional por parte del Ayuntamiento, CapitaníaGeneral y Gobierno Civil a las cofradías esilimitado. En correspondencia, a sus repre-sentantes se les retribuirá con títulos honorí-ficos de las Hermandades, que aceptarán debuen grado, en un deseo de acaparar el máxi-mo de galardones posibles."2 Por su parte,los autores del libro colectivo La SemanaSanta de Jerez y sus cofradías, coordinadopor José Luis Repetto, también inciden eneste mismo sentido: "Fue un momento his-tórico en el que los estamentos militares y laIglesia estaban estrechamente unidos...Muchos son los ejemplos que pueden sermostrados en Jerez y en pueblos y ciudadesde la geografía hispana. Hermandades demutilados de guerra, de excombatientes, sol-dados desfilando y escoltando a muchas denuestras procesiones, y el nombramiento deprincipales personajes de la vida social, polí-tica y económica del país y de las localidades

como miembros destacados y honoríficos delas Juntas de Gobierno de las cofradías.Consecuencia de estos estrechos lazos fue lapropia vida de las cofradías, asociaciones queno necesitaban por entonces del permisocivil para ser fundadas y cuyas reuniones sóloestaban presididas por la autoridad eclesiásti-ca pertinente, el cura párroco o el directorespiritual."3

El profesor José Sánchez Herrero, cate-drático de historia en la Universidad deSevilla y estudioso de la Semana Santa de lacapital bética, matiza aún más esa relaciónentre las cofradías y el poder establecido:"Con el triunfo de los militares, estos utiliza-rán y se aprovecharán de la Iglesia y de lasinstituciones eclesiásticas para su afirmación,estabilización, legalización; pero también lashermandades y cofradías o algunas de ellas seaprovecharon para su auge y desarrollo enese mismo militarismo." 4 Lo cierto es que, apesar de todo, las relaciones no fueron siem-pre todo lo estrechas que cabría pensar des-pués de leer estas citas; ya el 21 de mayo de1939, el Gobierno Civil había denegado a lahermandad conquense de Jesús con la Cañael permiso solicitado para realizar una juntacon el fin de reorganizar la hermandad (sólopermitía la reunión de una comisión de sudirectiva)5, a pesar de que el día anterior habíaautorizado a Manuel Zanón, en representa-ción de la hermandad de Jesús del Puente, a

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celebrar una reunión con los mismos fines6.Sin embargo, sí es cierto que a pesar de todo,las relaciones entre las hermandades peniten-ciales y el Gobierno fueron, como normageneral, bastante buenas, pues ambas forma-ban parte de un mismo poder, como en losmejores años de la alianza entre el Trono y elAltar, renovando así una historia, con algu-nos aspectos diferenciadores, desde luego,que había alcanzado su máximo esplendor enlos años del Antiguo Régimen.

¿Qué es en realidad eso que los historia-dores han llamado nacionalcatolicismo?¿Cómo influyó el nacionalcatolicismo en lasprocesiones conquenses? Estos son dosaspectos que pretendo examinar en los pró-ximos párrafos, pero hay que tener en cuen-ta que no pretendo con ello realizar una crí-tica negativa de este periodo de nuestra his-toria; lejos de mi intención atacar a un grupode personas que, independientemente de suideología (cabría preguntarse si en aquellosmomentos se podría mantener una ideologíadiferente a la de los grupos de poder y, entodo caso, nunca se debe enjuiciar un perio-do histórico con las bases y los presupuestosdel periodo actual), levantaron las bases de laSemana Santa contemporánea.

Dos puntos hay que tener en cuenta paracomprender en qué medida la Iglesia de losaños cuarenta y, quizás en menor medida,cincuenta, se aliaron con el bando vencedoren la guerra. Por un lado, la actuación de lapropia jerarquía eclesiástica. En este sentido,ya antes de que finalizara la guerra muchosde los obispos españoles, con el cardenalGomá, arzobispo de Toledo, a la cabeza, fir-maron una pastoral colectiva de apoyo a lastropas de Franco. 7 Para comprender mejoreste apoyo de la Iglesia al Estado hay quetener en cuenta lo que poco tiempo anteshabía sucedido. No se puede olvidar losincendios de iglesias y templos religiosos, quevolvieron a repetirse, con un carácter muchomás virulento al que había tenido en los pri-meros meses de la República, y muchomenos los asesinatos de religiosos y de laicosreconocidos como católicos que se dieron enlos territorios sometidos por los republica-nos. Es cierto que estos asesinatos se inclu-yen en una espiral de terror a la que ningunode los contendientes fueron ajenos, y que yo

me niego aquí a valorar, pero también es cier-to que la Iglesia vio en estos asesinatos unataque contra su propia institución (y posi-blemente lo fue).

"No pretendemos ignorar cuan grandefue la legitimación eclesial del Régimen deFranco. Basta recordar la presencia de losobispos en sus instituciones políticas (Cortes,Consejo del Reino, Consejo del Estado,Delegación Nacional de Sindicatos), la con-cesión concordataria de honores litúrgicos alJefe del Estado, la asistencia de treinta obis-pos el 1 de abril de 1959 a la solemne inau-guración de la Santa Cruz del Valle de losCaídos, esa grandiosa obra llevada a cabo engran parte por presos políticos."8 Estas pala-bras de Luis González-Carvajal son unamuestra más de hasta que punto la Iglesia y elEstado unieron sus destinos en los años cua-renta del siglo XX.

El segundo aspecto que hay que tener encuenta, más allá de la actuación de la propiajerarquía episcopal hispana, es la incorpora-ción a los puestos de decisión política dealgunos católicos procedentes de diversasasociaciones del apostolado seglar, y cuyapunta de lanza fue la elección de AlbertoMartín Artajo, que había sido presidente deAcción Católica y miembro de la AsociaciónCatólica Nacional de Propagandistas, comoministro de Asuntos Exteriores, quien, comotal, firmó con la Santa Sede el concordato de1953. Este dato es también interesante parala Semana Santa de Cuenca, pues quizá daríaalgunas claves sobre las personas que enaquellos años llevaban sobre su cargo la tareade reorganizar la Semana Santa. Hay quetener en cuenta que algunos de los miembrosmás destacados de las hermandades con-quenses, así como también, a partir de la cre-ación de ésta, de la Junta de Cofradías, tienentambién cargos políticos tanto en laDiputación como en el Ayuntamiento.

Al principio de este apartado se ha vistocomo la ideología nacionalcatólica influyó enla Semana Santa de otros puntos del país.Pero, ¿influyó también esta ideología, másallá de la citada coincidencia de nombrespropios en las hermandades y en la política,en las celebraciones conquenses? A primeravista, no cabe duda de que esto es así, y elgran desarrollo que alcanzaron las procesio-

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nes desde la finalización de la guerra hasta losaños cincuenta así parecen demostrarlo. Noobstante, algunos datos concretos incidentambién en este sentido. Así, la fundación dela Venerable Hermandad Religioso-Benéficade San Pedro Apóstol en 1943 por excomba-tientes y miembros de la División Azul, queya desfiló aquel mismo año a pesar de nopoder contar todavía con imagen titular, ycon la uniformidad de Falange9; en estosmomentos se están produciendo fundacio-nes de este tipo en muchas partes de España,como la hermandad del Santísimo Cristo dela Victoria, fundada en Huelva en 1943 porlos mutilados de guerra "para perpetuar la

victoria después de nuestra guerra y parahacer un canto a la paz"10. Por su parte, dosaños más tarde fueron nombrados hermanosmayores de la Real, Ilustre y VenerableCofradía de Nuestra Señora de las Angustiasel Jefe del Estado y su esposa, FranciscoFranco y Carmen Polo. 11 Sólo son algunosejemplos del proceso en el caso conquense

Por lo que respecta a la hermandad deNuestro Señor Jesucristo Resucitado, su cre-ación un poco más tardía sólo permite afir-mar que a la luz de la documentación consul-tada, todo parece indicar el interés que exis-tía por crear la procesión, más allá de la pro-pia hermandad.

El Concilio Vaticano IICon la llegada al solio pontificio de Juan

XXIII se hizo por fin posible la celebraciónde un nuevo concilio que complementara ymatizara el Vaticano I. La idea la habían teni-do antes algunos papas que le antecedieron.En este sentido, Pío XII, "quien modificó laliturgia de la Semana Santa, lo que hizo máscomprensible a los fieles los misterios de lapasión, muerte y resurrección de Jesucris-to"12, había llegado incluso a crear algunascomisiones preparatorias que, no obstante,no llegaron a fructificar en nada concreto,pero sólo Angelo Roncali, llegado al trono deSan Pedro en 1958, hizo posible, pocos añosmás tarde, ese magno encuentro de toda laIglesia universal que, como no podía ser deotra forma, significó una clara apertura deésta a la sociedad de la época, modificandocualquier aspecto relativo tanto a la fe comotambién a los aspectos más humanos de lavida cristiana.

El concilio, anunciado ya por JuanXXIII en 1959, al año siguiente de su accesoal papado, dio por fin comienzo en 1962, yterminó tres años más tarde; para entonces,el propio creador de la idea había ya falleci-do, siendo sustituido en su cátedra romanapor Pablo VI. Desde luego, no es éste el lugaradecuado para reflejar todo lo que el conciliosupuso para la Iglesia católica, y que forma-ría parte de una historia política de la Iglesia,sino relacionar algunas claves que puedenayudar a comprender en qué medida estavuelta de tuerca que la asamblea de toda la

Iglesia universal, influyó para algo tan con-creto como es la celebración de la SemanaSanta. Otros estudiosos de estas tradicionesen diversos puntos de España se han dadocuenta también de ello, y los autores del libroLa semana Santa de Jerez y sus cofradías inci-den en este sentido: "Un acontecimiento quepor su trascendencia para la Iglesia en gene-ral, y por las consecuencias que en la vida delas hermandades pudo tener, no podemossoslayar aquí, fue la celebración del ConcilioVaticano II entre los años 1962 y 1965. Unhecho de esta magnitud, que marca de formadefinitiva la vida de una Institución como laIglesia en todos sus estamentos y en todossus aspectos, no podía por menos que causarun fuerte impacto también en la vida cofra-diera de nuestra ciudad, que no quedó ajenaa este evento."13

Por su parte José Sánchez Herrero, segu-ramente el mejor conocedor de la SemanaSanta de Sevilla en su faceta histórica, se hadado cuenta de que en la ciudad delGuadalquivir, tan pródiga en todas las épocasen una constante fundación de hermandades,sean éstas penitenciales o de gloria, en elperiodo centrado por la celebración del con-cilio sólo se fundaron dos cofradías de Sema-na Santa, y una de ellas precisamente la delResucitado, por efecto del sínodo de 1973, almismo tiempo que se rehacían, sin duda paraadaptarlas a la nueva normativa canónica, lasconstituciones de muchas otras. El profesorHerrero no duda ni un momento en buscar

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las causas de esta falta de fundaciones en elpropio concilio: "Para España representó laincorporación de una religiosidad en unadirección opuesta a la religiosidad tradicionalhispana. El concilio o las interpretacionesque de él se hicieron supuso la implantaciónde una religiosidad intelectual, esencial, pura,despojada de elementos accesorios, preocu-pada por la construcción del mundo más quepor el culto público a la divinidad... UnaLiturgia centrada sobre los elementos centra-les litúrgicos: los Sacramentos, la Eucaristía,despreciando los elementos o manifestacio-nes menos litúrgicos: procesiones, romerías,cofradías. Una religiosidad y liturgia centro-europea frente a una religiosidad y liturgia, almenos en lo popular, hispana."14

Como decimos, si el concilio va encami-nado a hacer una revisión total de la Iglesia,tiene por fuerza que influir, más o menos, entodas sus estructuras, incluida ésta de la reli-giosidad popular. Hay que tener en cuentaque el esquema gráfico de la Iglesia comouna pirámide en la que la cúspide esta repre-sentada por el Papa y en su base se encuentrael pueblo seglar, sin ninguna posibilidad dedecisión o de toma de partido, intenta sertransformada (en la medida en que esto seconsiguió es algo que no pretendo aquí estu-diar). Por la constitución Lumen Gentium,"este Pueblo lo constituimos todos los bauti-zados, pastores y laicos; Pueblo en el quecada uno recibe y da; se siente responsabledel conjunto; y se realiza en el intercambio,la colaboración y la comunión. Pueblo quetomó su lugar en la Historia humana, ya quesu salvación se realiza en medio de esaHistoria... Los laicos no son ya el público, lamateria (la clientela) a la que hay que evange-lizar; son una parte de la estructura teológicade la Iglesia... No hay Iglesia sin seglares."15

De esta forma se modifica un presupuesto, eldel seglar como parte menos importante dela Iglesia, como un simple apéndice de lamisma, que fue ya institucionalizado en elcuarto concilio de Letrán, en el siglo XIII,que fue en su momento una de las causasfundamentales que provocaron el desarrolloposterior de las cofradías de laicos.

No es éste, como ya se ha dicho, el lugarapropiado, para realizar el examen completosobre lo que supuso el concilio Vaticano II

sobre la Iglesia española de la época. Sí creoconveniente decir que en los años siguientes,desde la alta jerarquía eclesiástica se firmaronalgunos documentos de importancia que ter-minaron de asentar en la sociedad hispana lastesis del concilio. Entre otros, muchos deellos de marcado carácter político de granimportancia en el momento histórico y quefacilitaron la reconciliación, fruto de ella, latransición pacífica, por su importancia sobreel tema que estamos tratando creo conve-niente destacar el Documento sobre el Apos-tolado Seglar, firmado el 27 de noviembre de1972. Este hecho posibilitó la incorporaciónde los seglares a las parroquias con funcio-nes, por primera vez en mucho tiempo, deverdadera importancia, haciendo realidad deesta forma aquello que el concilio ya habíainstituido en su constitución dogmáticaLumen Gentium. De esta forma, las herman-dades ya no conformaban la única maneraposible de que los seglares pudieran hacerseoír en el seno de la Iglesia de Cristo.

La influencia del concilio sobre lascofradías de laicos no se manifestó sólo enesta nueva revalorización del laicado. Es sabi-do hasta que punto transformó la liturgiacristiana, elemento en el que, aunque algunosparezcan ignorarlo, se basa gran parte de lascelebraciones de Semana Santa. Estas trans-formaciones de la liturgia se aprecian con cla-ridad en la disposición estructural de lostemplos levantados después del concilio. Sebuscan ahora espacios abiertos, evitando laprofusión de capillas y de imágenes. Éste esun elemento a tener en cuenta, por cuantofue en aquella época foco de conflictos entrelos cofrades y los sacerdotes parroquianosque sólo desde esta perspectiva puede sercomprendido en conjunto: "También lasdevociones privadas deben encontrar en eltemplo su ambiente propio, permitido yregulado por la Iglesia. Con frecuencia estasdevociones están ligadas a la veneración yculto de las imágenes. El tema ha sido una delas piedras de toque y motivo de crítica paralos templos actuales. La ausencia de imáge-nes en el templo pudiera llegar a constituirdesviación religiosa -por defecto-, del mismomodo que -por exceso- hubo deformación yabuso en la proliferación desordenada de lasmismas, y en su falta de calidad."16

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Por otra parte, el propio significado de laSemana Santa también se transformó con elconcilio. Hasta entonces se había cargadomás sobre el sentido de la propia Pasión deCristo como fuerza redentora del génerohumano. El concilio, que supuso por otraparte una completa revisión del pueblo judíoen su conjunto, al que ya no se le podía res-ponsabilizar de la muerte de Cristo (declara-ción Nostra Aetate, sobre las relaciones de laIglesia con las otras religiones no cristianas),vino a proponer una revalorización de laResurrección como coronamiento propio,positivo y esperanzador, de la Pasión. El con-cilio pone en relación la Resurrección con elBautismo y también con la propia Eucaristía,puesto que cada domingo, durante la cele-bración de la misa, la Iglesia hace memoria dela Resurrección del Señor (constituciónSacrosanctum Concilim, sobre la liturgia). Es

en este sentido en el que hay que valorar elhecho de que, a pesar de la crisis por la quepasaba la Semana Santa de Cuenca en aque-llos momentos, y a pesar también de susdubitativos comienzos, hasta la creación delas respectivas hermandades en los primerosaños de la década siguiente, se desarrollaronlas procesiones del Domingo de Ramos yDomingo de Resurrección. El proceso estambién paralelo en otros puntos de España;ya hemos visto como en Sevilla la cofradíadel Resucitado se creó en 1973, un año mástarde a la refundación, ya con carácter defini-tivo, de la hermandad conquense. A este res-pecto, y recogemos otra vez las palabras dePilar Bellosillo, que fue auditora en el propioconcilio, "la Iglesia de Cristo, recuperada porel Concilio, despojada de todo poder y detoda gloria, está en medio del mundo, apoya-da en su única fuerza: su Señor Resucitado.” 17

La Iglesia en CuencaEl obispo de Cuenca, Cruz Laplana,

había sido asesinado en los primeros mesesde la Guerra Civil. De esta forma, durante lostres años que duró el conflicto, la diócesisconquense se mantuvo huérfana de prelado,situación en la que permaneció hasta algúntiempo después de liberada la ciudad por lastropas mal llamadas nacionales; fue en mayode 1939 cuando esta situación cambió, al sernombrado administrador apostólico el carde-nal arzobispo de Toledo, Isidro Gomá, unode los más polémicos prelados del periodopor cuanto había sido junto al obispo deSalamanca, Enrique Pla y Deniel, futurosucesor suyo en la sede del Tajo, uno de losinventores de la teoría de la cruzada. Una vezhubiera tomado posesión Gomá de su cargoa través del vicario general del obispado,Trifón Beltrán de Marco, ordenó una serie denormas para la administración de la diócesis,normas que afectaron sobre todo a la extra-ña situación en la que se encontrabanmuchos de los sacerdotes que sobrevivieronal conflicto. Ordenaba la presentación deestos al prelado, y la necesidad de regularizarla situación ante la Santa Sede o ante el obis-po para todos aquellos que hubieran tomadoparte activa en el conflicto. Otras normas

hacían referencia también a la regularizaciónde dos sacramentos tan importantes para lavida religiosa como son el bautismo y elmatrimonio, y a como debían actuar todasaquellas personas que no los hubieran recibi-do por culpa de la guerra.

Finalmente, y por lo que se refiere a lostemplos, se regulaba asimismo la maneracomo debía actuarse para recuperar los obje-tos de culto que se habían perdido en los tresaños precedentes. A este respecto, en el pri-mer número del Boletín Eclesiástico de laDiócesis publicado después de terminada laguerra se decía lo siguiente: "Debe de presi-dir un criterio austero y de selección, yendode lo más necesario e importante a lo másaccesorio y secundario, presidido todo porlas leyes del arte y de la Sagrada Liturgia.Antes de reconstruir un templo, altar o reta-blo, envíese a esta Secretaría de Cámara pro-yecto y presupuesto."18 Y en el mes de junio,haciendo referencia a la celebración delCorpus de ese año, y por lo que a la relaciónentre la Iglesia jerárquica, institucional, y lascofradías se refiere, el mismo boletín afirma-ba: "Tienen obligación de asistir a la mismatodos los clérigos que en el expresado día sehallen en la ciudad, aún cuando sólo sena con

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conmoración accidental, las comunidades dereligiosos aunque san exentas, y las cofradíasde hombres seglares canónicamente consti-tuidas, advirtiendo que los clérigos debenconcurrir con corona abierta, sobrepelliz yvela, y las cofradías con insignia y vela."19

La actuación de Gomá como adminis-trador apostólico no fue demasiado larga; enlos primeros meses del año siguiente con-traería una grave enfermedad que terminópor causarle la muerte. El 23 de agosto de1940 fallecía, siendo sustituido entoncescomo administrador apostólico de la diócesisde Cuenca por Gregorio Modrego, obispoauxiliar suyo en la ciudad del Tajo y obispode Ezani. En el tiempo que permaneció alfrente del obispado, y que duraría hasta queen los primeros meses de 1943 recibiera elnombramiento de obispo de Barcelona,firmó varios decretos sobre diferentes aspec-tos de la administración eclesiástica, entre losque destacaron algunas normas concretaspara celebrar la Cuaresma. Sin embargo, porlo menos en el ámbito popular, su actuaciónmás recordada fue el traslado de los restosdel anterior obispo, Cruz Laplana, hasta ellugar de su descanso definitivo en las navesde la catedral, a los pies del altar de SanJulián, en el Transparente. En el funeral inter-vino también Juan García Plaza de San Luis,quien en aquellos momentos ya se estabadestacando como el mayor colaboradordesde el seno de la Iglesia, de la nueva res-tauración penitencial de la Semana Santa.

Por lo que se refiere a la Semana Santa,ya en febrero 1941 se reprobaba desde elpropio obispado algunos abusos y costum-bres de las procesiones de Semana Santa que,teniendo en cuenta lo temprano de la fecha(sólo en 1940 habían salido las procesiones,después del paréntesis que supuso la guerracivil), debían remontarse a los años anterio-res a ésta20. Por otra parte, en 1945 se solici-taba desde el Boletín Oficial de la Diócesisque fueran enviados al obispado, con el finde proceder a su legitimación, los estatutosde las hermandades que en aquellos años aúnse estaban refundando. 21

Coincidiendo con el nombramiento deGregorio Modrego como obispo de Barce-lona, fue nombrado también para la diócesisconquense, constituyéndose así en el primer

obispo de Cuenca en la posguerra, un senci-llo sacerdote de origen leonés que se habíadestacado en su provincia desde el punto devista de la labor social: Inocencio RodríguezDíez. Presentado por el Jefe del Estado antela Santa Sede el 12 de junio de aquel año,sería consagrado en León en el mes de sep-tiembre de manos del nuevo obispo de Tole-do, Enrique Pla y Deniel, tomando posesióndefinitiva de su diócesis en el mes de noviem-bre. Durante su mandato, y en aplicación delconcordato firmado entre el gobierno espa-ñol y la Santa Sede en 1953, en uno de cuyospuntos se regulaba la obligatoriedad de quelos límites de las diócesis, en la medida enque fuera posible, se ajustaran a los respecti-vos límites provinciales, se perdieron defini-tivamente los arciprestazgos de Quintanar dela Orden (se pasó al arzobispado de Toledo),Requena (al de Valencia), Sacedón (al obispa-do de Sigüenza-Guadalajara) y La Roda (al deAlbacete). Como compensación a este durorecorte territorial, la diócesis conquenseobtuvo dos pequeños pueblos: Casas deRoldán y Huélamo.

Paralelamente a esta reestructuraciónepiscopal, también se hizo entonces una re-estructuración parroquial de la diócesis,como consecuencia de la creación de nuevosbarrios en la ciudad. Así, se crearon las nue-vas parroquias de Cristo del Amparo, Nues-tra Señora de la Luz, San José Obrero yNuestra Señora de la Paz, así como algunasiglesias y templos que, sin alcanzar la catego-ría de parroquias, ayudaron a que muchosconquenses pudieran acercarse a las iglesias.Se destacó también por las repetidas corona-ciones canónicas de diversas imágenes maria-nas repartidas por toda la diócesis: la Virgendel Sagrario, de la catedral; la Virgen de laLoma, de Campillo de Altobuey; la Virgendel Remedio, de Utiel; la Virgen de laMisericordia, de Puebla de Almenara; laVirgen de Tejeda, que desde su santuario enGaraballa extiende su manto por toda unaamplia comarca de la serranía baja; y laVirgen de Riánsares, de Tarancón. Pero porencima de todas ellas, por cuanto significó enel ámbito popular tanto en la capital como enel resto de la diócesis, se destacó la corona-ción de dos imágenes capitolinas, la Virgende la Luz y la de las Angustias.

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A un nivel muy diferente el obispado deeste prelado se destacó por la promulgaciónen el año 1952, anticipándose de este modo ala celebración del concilio, de un sínodo dio-cesano, el primero que se celebraba en la dió-cesis de Cuenca desde el que había convoca-do Enrique Pimentel en 1626; sólo en 1741,y de aplicación en el pequeño territorio quecomprendía el priorato de Uclés, había sidoconvocado también otro sínodo por el priorDiego Sánchez Carralero. El sínodo se cele-bró entre los días 21 y 23 de aquel año, entres sesiones, siendo publicado por decreto

del propio obispo el 22 de abril del añosiguiente, entrando en vigor a partir del 12 dejunio. Algunos cánones aprobados en estesínodo hacen referencia, no ya a las herman-dades de forma particular, y menos a las her-mandades penitenciales, pero sí a todo tipode asociaciones públicas de fieles. Otrasconstituciones hacen referencia también a lasimágenes, y a cómo éstas deben permaneceren los altares de las iglesias.

A continuación se transcriben literal-mente todas esas constituciones de interéspara nuestro estudio:

A) Sobre las asociaciones de fieles:· "Teniendo las asociaciones religiosas aprobadas por la Iglesia como finalidad inmediata o media-ta fomentar la vida espiritual de los asociados, dar culto a Dios y ejercer el apostolado con losdemás, es el ideal al que debemos aspirar, el que todos los feligreses formen parte de alguna, porlo menos, de dichas asociaciones, especialmente de la Acción Católica, Cofradías del Santísimo yde la Doctrina Cristiana, Congregaciones Marianas, Fomento de Vocaciones Sacerdotales, ObrasMisionales Pontificias, Conferencias de San Vicente de Paúl, etc." (const. 118).· "No se aprobarán los Estatutos de Asociación alguna piadosa que no exijan de sus sociosuna vida cristiana moral, con cumplimiento de los preceptos de la Misa los días festivos y dela Confesión anual y Comunión pascual." (const. 119).· "En los Estatutos señálese con todo interés la subordinación de estas Asociaciones a laAutoridad eclesiástica; y los Directores espirituales o Consiliarios trabajen en conferencias opláticas, aprovechando las reuniones de los socios, para inculcar este espíritu de sumisión a laIglesia, cortando cualquier brote de capricho o perniciosa independencia que pudieran ofre-cer las actitudes de algunos miembros y la vida misma de la Asociación." (const. 120).· Se prohiben terminantemente a las Cofradías y Asociaciones piadosas organizar y sufragarcon sus fondos no sólo bailes y otras diversiones análogas, sino toda fiesta profana ajena a susfines específicos." (const. 121).· "También se prohibe anunciar, en un mismo programa, con los festejos religiosos, otrosprofanos o no conformes con la moral cristiana." (const. 122).· "Todas las asociaciones piadosas canónicamente erigidas en la diócesis presentarán anual-mente sus cuentas al ordinario, y tendrán diligentemente confeccionado el inventario de susbienes, ornamentos, etc., del que ha de poseer el Párroco la oportuna copia." (const. 123).· "Cuando la parroquia organice tandas de Ejercicios espirituales o Conferencias de prepara-ción para el cumplimiento pascual, todas las Cofradías y Asociaciones piadosas de la mismaestán obligadas a prestar su cooperación." (const. 124).· "Cuiden los Párrocos y Consiliarios de Acción Católica de fomentar, según los deseos delSanto Padre, las vocaciones religiosas y de Institutos seculares entre los miembros de susAsociaciones." (const. 125).

B) Sobre las imágenes· "No deben existir en una misma iglesia varios altares de un mismo título, ni exponerse enella a la pública veneración varias imágenes del mismo Santo o de la Santísima Virgen bajoidéntica advocación". (const. 307).· "1.- Cuiden los Párrocos de que en los templos no haya imágenes, esculturas, pinturas, etc.,que no estén en conformidad con las normas litúrgicas, decoro del culto y sentido tradicionalde la Iglesia; dando cuenta al Ordinario cuando se advierta el menor abuso a este respecto.

2.- Se recuerda de un modo especial lo prescrito por el canon 1279, párrafo 1º, en cuanto

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Inocencio Rodríguez Díez presentó ladimisión de su cargo en el mes de agosto de1966, y aunque la Santa Sede aceptó surenuncia con la condición de que el obispodimisionario lo mantuviera en secreto hastael momento en que fuera designado su suce-sor, éste no llegaría hasta el año 1973, en lapersona de José Guerra Campos. El nuevoobispo, que tomó posesión de su cargo en elmes de junio de aquel año, había ostentadohasta entonces algunos cargos de cierta res-ponsabilidad, de entre los que destacaban losde consiliario nacional de Acción Católica,obispo auxiliar de Madrid-Alcalá y secretariode la recientemente fundada ConferenciaEpiscopal Española.

Por otra parte, fue uno de los obisposespañoles que más se destacaron durante lacelebración del concilio Vaticano II, siendocelebradas por gran parte de la prensa susagudas reflexiones sobre lo que debía ser eldiálogo entre la Iglesia católica y el marxis-mo. A modo de ejemplo, Santiago Álvarezescribió en la revista Mundo Obrero losiguiente sobre el futuro obispo de Cuenca:"Toda la argumentación de Mons. GuerraCampos [...] tiende a llegar a la siguiente con-clusión general: la índole antiagnóstica y elespíritu realista del marxismo pueden con-cluir a un diálogo positivo, que hasta ahora,por falta de sincero y abierto amor a la ver-dad, ha sido imposible, como el mismoPontífice advierte. Leyendo los argumentosde Mons. Guerra Campos, no deja de cons-tatarse una cierta objetividad, o al menos unesfuerzo por lograrla, al enjuiciar las basesdel ateísmo de los comunistas.[...] Nosotroscreemos, con Mons. Guerra Campos, queefectivamente ese diálogo al que él se refirió,yendo más lejos en su demanda pública queel propio Pablo VI, pero que antes que ésteno sólo pidió, sino que de hecho estableció

Juan XXIII, es perfectamente posible." 22

Sobre el importante papel de GuerraCampos en el concilio, y desdeñando todaposible consideración ideológica que aquí,desde luego, no viene al caso, Ricardo de laCierva le dedica en una de sus obras lassiguientes palabras: "El obispo que fue laestrella española del Concilio, el primersecretario de la Conferencia EpiscopalEspañola, uno de los prelados más inteligen-tes, preparados y con mejores relacionesinternacionales de toda la Iglesia. Sus afirma-ciones están siempre respaldadas por unadocumentación impresionante".23 Más tarde,el historiador sigue diciendo lo siguiente: "Elportavoz de los críticos, monseñor GuerraCampos, que había protestado enérgicamen-te por los insultos del papa, quedó marcadoy descalificado para siempre por la SantaSede, la nunciatura y la mayoría de los obis-pos de España. Algunos le animaban y com-prendían, pero luego votaban en su contra. Ymonseñor Guerra, el obispo más culto ymejor preparado de todo el episcopado espa-ñol, mantuvo sus posiciones hasta 1972, añoen que su cese era completamente seguro.Pensaba, antes y después, lo mismo, peroterminó por retirarse a su alcazaba deCuenca, sin aparecer ya nunca por las asam-bleas políticas del episcopado español."24

No cabe duda de que para comprender mejorla actuación de José Guerra Campos comoobispo de Cuenca hay que tener en cuentatambién esa fuerte crisis que desde algunosaños antes había venido asolando a la Iglesiaespañola, y que cristalizó de manera muy mar-cada en forma de un cierto enfrentamientoentre dos polos opuestos dentro del episcopa-do, polos representados por Vicente Enriquey Tarancón y por el obispo conquense.

Si la imagen de Inocencio Rodríguez esla de un verdadero pastor de almas, la de

a la colocación de imágenes insólitas, así como lo dispuesto sobre devociones y prácticas reli-giosas que impliquen una novedad en las costumbres de la Iglesia." (const. 311).· "1.- No adquirirán los fieles imágenes destinadas al culto sin consultar antes a su Párroco;siendo preciso también el previo beneplácito de la Comisión de arte sagrado, a la que habránde presentar dos fotografías de aquéllas.

2.- Asimismo será preciso el dictamen de dicha comisión para la restauración de imágenesy objetos de culto." (const. 312).· "Procuren con prudencia los Párrocos ir retirando de los templos todas aquellas imágenesque no se ajusten a las normas dadas por la Iglesia sobre este particular." (const. 313).

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Guerra Campos, que no deja de contrastarcon él en casi todos los aspectos aunque enalgunos siguiera su labor, como en el asuntode las coronaciones canónicas (entre el año1973 y 1993 se coronaron las imágenes deNuestra Señora de los Ángeles, de LasPedroñeras; Nuestra Señora de Gracia, deBelmonte; Nuestra Señora de Manjavacas, deMota del Cuervo; Nuestra Señora delTránsito, de Sisante; Nuestra Señora delVillar, de Villarrubio; Nuestra Señora de losLlanos, de Santa María de los Llanos; yNuestra Señora de los Desamparados, deBuendía), es la de un obispo intelectual, locual, aparentemente, pudo dar la impresiónde que se mantenía alejado de los problemasde la diócesis. Sin embargo, ello no es cierto,como lo demuestran las diferentes canoniza-ciones marianas antes mencionadas, y las nue-vas parroquias inauguradas durante su man-dato: Santa Ana, San Julián y San Fernando.

Para comprender mejor el talante cultu-ral y pastoral de Guerra Campos, recojo acontinuación la palabra del sacerdote DimasPérez Ramírez, que tanto le conoció desde sucargo como responsable del Archivo Dio-cesano: "Don José Guerra Campos llegó aCuenca precedido de una gran fama de inte-lectual. Había publicado ya varias decenas delibros y ensayos varios. Se conocían sus tra-bajos de investigación arqueológica en lasexcavaciones llevadas a cabo en la mismaCatedral de Santiago, así como su brillanteactuación en el Concilio Vaticano II. Sema-nalmente, a partir del 17 de abril de 1972,comparecía los lunes ante las cámaras de tele-visión en el programa titulado "El OctavoDía", realizando un breve, enjundioso y clarocomentario religioso, siendo su imagen muypopular y conocida. Era inteligente, culto,aunque más teórico que práctico... Pronto sereveló entre nosotros como lo que era, granorador, charlista profundo. Cada homilíasuya era un tratado de teología. Era elegantey, a la vez, pobre y sencillo. Desconcertante:Conservador en la doctrina y quizás en suscostumbres personales, avanzado en algúnpunto concreto." 25

En 1996 se anunciaba desde Roma laaceptación de la dimisión de Guerra Camposcomo obispo de la diócesis: "La NunciaturaApostólica me comunica que en el día de hoy,

miércoles 26 de junio, a las 12 horas, se hacepúblico en Roma que al aceptar la renunciadel Excmo. y Rvdmo. Sr. D. José GuerraCampos, ha nombrado Obispo de la Dió-cesis de Cuenca al Ilmo. Sr. D. Ramón delHoyo López. Al mismo tiempo, el SantoPadre nombra Administrador Apostólico dela Diócesis de Cuenca desde el día de hoyhasta la toma de posesión del nuevo Obispoal Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Francisco ÁlvarezMartínez, Metropolitano de la ProvinciaEclesiástica de Toledo. De este nombramien-to no se da nota a la Prensa."26

Guerra Campos murió el mes de julio de1997. Pocos meses antes, la Junta de Cofra-días le había encargado nuevamente (nuncaquiso aceptar el encargo mientras estuvieraen posesión de su cargo al frente de la dióce-sis), la realización del pregón de SemanaSanta de aquel año.

Fue desde luego un pregón diferente,como él mismo lo anunciaba ya desde las pri-meras frases de su disertación. Como ejem-plo de lo que decimos, sirvan las siguientespalabras: "Todo este despliegue deProcesiones y ostensión sensible de Imá-genes y Cofradías es para facilitar la proce-sión que va por dentro (argumento de estepregón), que se resume en pasar del escánda-lo o el desprecio ante la cruz de Cristo(escándalo también ante nuestra propia cruz)a gloriarse en la cruz de Cristo, y a ver en ellaEvangelio: buena noticia, alegre, excitante,liberadora... Gloriarse con alegría. No maso-quismo ni resignación.

A veces se echa en rostro a puebloscomo Cuenca la supuesta obsesión, que losacusadores creen tenebrosa, por festejar lapasión y muerte, cuando, según ellos deberí-an celebrar más bien la Resurrección. Sí, todose encamina hacía la Resurrección, resplan-dor del evangelio; pero la muerte en cruz noensombrece la luz del Evangelio; es su albo-rear para nosotros, que caminamos todavíaen la noche."

Para entonces, en un breve periodo detres meses, el arzobispo de Toledo, comoadministrador apostólico de la diócesis, habíarenovado totalmente la curia diocesana,renovación que terminó de hacer a partir desu consagración el nuevo obispo de Cuenca,Ramón del Hoyo. En este sentido, el nuevo

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obispo presenta un talante muy diferente a suantecesor, quien sólo hizo los cambios preci-sos en los destinos de los sacerdotes.Además, en su primero año de mandatoaprobó un nuevo reglamento para el ConsejoPresibteral y, ya en 1999, renovó los estatutosdel cabildo catedralicio.

En su carta pastoral a los nazarenos con-quenses, fechada el Miércoles de Ceniza delaño 1989, inicio de Cuaresma, hacía unareflexión de lo que debe ser la Semana Santacomo forma de vida. Entresacamos de estetexto los párrafos siguientes: "Conocen tam-bién los Cofrades y Hermanos lo que impli-ca su pertenencia a una asociación de bauti-zados, y nunca pierdan esta perspectiva sobresu naturaleza y fines. No se aparten de susorígenes, al contrario, procuren también, enesa dirección, hacerlo de forma abierta aotros programas eclesiales y pastorales, conuna conciencia clara de que sumar fuerzas enproyectos comunes, como los son una Juntade Cofradías, siempre reportará beneficiospara todos, y mayor eficacia en su conjunto.Sus raíces en un pasado no deben dejarnostampoco anclados en una historia que hace-

mos cada día. Siempre encontraremos ele-mentos perennes y aspectos cambiantes afavor de una vivencia nueva en la realidad decada época."27

Y un poco más adelante, haciéndose ecode las palabras de Lajos Kada, nuncio apos-tólico, en la homilía pronunciada durante laclausura de las Jornadas de las Hermandadesde Jesús Nazareno, que se habían celebradopoco tiempo ante, incidía en lo siguiente:"Vuestras procesiones y todas vuestras activi-dades constituirán una eficaz catequesis de fey de amor a Nuestro Señor Jesucristo y a suMadre Santísima. Muchas personas arrastra-das por vuestro ejemplo, comprenderánmejor que vale la pena tomarse en serio sucondición de hijos de Dios y adecuarán susvidas a este grandioso título, viviendo comocristianos en el trabajo profesional, en la vidafamiliar, en las relaciones sociales, en todo elámbito de su existencia ordinaria. Evitarán latentación de ser Cristianos sólo en algunosmomentos del año y pasarán a sentirsedichosos de plantar la Cruz de Cristo en susvidas y en todos los ambientes de la socie-dad."28

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Domingo de Resurreción en CuencaCésar González-Ruano

Entre el olor a cera derretida, a flormuerta y nuevamente viva en puer-tas aún cerradas de la primavera;contemplando el lento y grave pasode los nazarenos en la última proce-sión de Su Semana Santa, aquí, bajolas campanas en pulso de júbilo,entre la varonía y la feminidad devo-tas, en el ancho Domingo de Resu-rrección, es el piadoso y fuerte, dulcey violento, barandal desde dondemejor se entiende Cuenca.

Porque nada se parece más al finque el principio. Nada se asemeja a

la Vida como la Muerte. La ciudad de Cuenca, conocida superficialmente -yomismo creí algún tiempo en esa imagen-, es patética, de argumento natural y per-fil dramático. Pero luego que se entra en su entraña se comprende bien queCuenca es postpatética, que su drama revienta en una cósmica alegría. Por estoaquí, mejor que en ningún rincón de la tierra, se explica el Domingo deResurrección.

Todo en Cuenca es resurrección. La tierra ha surgido aquí de los infinitosmares tenebrosos. Todavía, por los campos, los pastores encuentran estrellas demar y fósiles caracolas. El anfiteatro natural de la ciudad, esas dos hoces de susdos ríos, nos exalta la visión de las rocas gigantescas que elevan la ciudad, comouna fantástica acrópolis que parece subir al cielo. Un cielo que no es ni velaz-queño ni goyesco. Un cielo exactamente del Greco. (Mucho mejor que Toledo, laciudad que hubiera sido la ciudad arquetipo de la pintura del Greco es Cuenca).

Todo aquí, en Cuenca, sigue esa línea gallarda y fantasmal de la Resurrección.Así también, en su moderna voluntad e impulso, Cuenca está resucitando. Porqueno se olvida esta verdad sencilla puede resucitar sólo lo que ha muerto.

Por sus crestas rocosas y vigilantes, sobre sus verdes vegas, la granResurrección se hace aquí clima habitual, razón bella y monótona. Dulce y vio-lenta es la ciudad como un sepulcro que estalla, se rompe y abre. Y resucitada,Cuenca camina por sus penosas cuestas al encuentro. Al encuentro de su propianaturaleza. Esto es, de su atónita y virgen madre.

La ciudad es un escenario propicio para este gran día fabuloso, victorioso yjubiloso. Cuando los forasteros de Semana Santa contemplan la última de sus pro-cesiones, esa de Cristo Resucitado que por las calles del Peso, Andrés de Cabreray Alfonso VIII llega a la Plaza Mayor, donde se cumple el encuentro con el "paso"de la Santísima Virgen del Amparo, cuando en las primeras horas de la mañanaclara voltean las campanas de la parroquia de El Salvador, tal vez no saben quepiadosamente se está celebrando el símbolo vivo y triunfante de la ciudad de laResurrección. La Resurrección del Señor y la Resurrección de Cuenca.

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El día 24 de marzo de 1939, dos díasantes del Viernes de Dolores y tres del finaldefinitivo de la Guerra Civil, las fuerzasnacionales, al mando del tercer oficial hono-rífico del Cuerpo Jurídico Militar, MateoAlemany, entraban en Cuenca. Llegaba elmomento de reorganizar la vida en unapequeña ciudad de provincias que, aunquesiempre había formado parte de la retaguar-dia durante el conflicto bélico, también sehabía visto arrasada durante esos tres añosdifíciles. En la vida política, dos días mástarde se reuniría la primera Comisión Gesto-ra Municipal de la posguerra. En lo que serefiere a la vida religiosa, si hacemos caso deun artículo posterior de Julio Larrañaga, y deLuis Calvo, quien después lo recoge en sulibro 50 años, y... un día de la Semana Santade Cuenca, una de las primeras propuestasde esta comisión gestora fue la celebraciónde la Semana Santa de aquel mismo año:"Los miembros designados el 31 de marzovolvieron a reunirse en el ayuntamiento el día1 de abril, víspera del Domingo de Ramos,para enfrentarse con los primeros problemas,y entre ellos estaba el de la celebración de laSemana Santa, erizado de toda clase de difi-cultades... Con las cofradías disueltas, sinimágenes, andas, ni siquiera los mínimos ele-mentos para organizar alguna procesión, y,sobre todo, con el escaso margen de tiempodisponible, la comisión acogió, posiblementelas sugerencias de D. Juan García-Plaza deSan Luis, entonces responsable de la parro-quia de El Salvador, y uno de los reorganiza-dores de la diócesis, quien por sus relacionesen Sisante había recibido, seguramente a tra-vés de D. Pablo Jover, párroco de dicha loca-lidad, noticia de lo acontecido con la escultu-ra de Luisa Roldán, para organizar una pro-cesión con dicha imagen y de paso intentaruna colecta para su restauración." 29

Mucho es lo que se ha hablado y escritosobre la famosa procesión del Cristo deSisante. Algunas veces, la memoria colectiva,por no se sabe qué subterfugios del cerebroque tienden a olvidar lo que ha sido doloro-so para el individuo o para la sociedad (eneste caso doloroso no por la procesión en sí

misma, desde luego, sino por todo lo relacio-nado con la guerra que acababa de terminar),se pierde entre la bruma espesa del pasado.¿Cómo algo que sucedió hace relativamentepoco tiempo (hace apenas sesenta años, perohay que tener en cuenta que el enigma de laprocesión viene de antiguo) está ya tan olvi-dado que nadie recuerda, ni siquiera los que lavieron o participaron en ella, algunos de loscuales todavía viven, si la hermosa imagenque fuera tallada por Luisa Roldán desfiló porlas calles de Cuenca en 1939 o si fue al añosiguiente?. El asunto puede parecer, desde elpunto de vista más actual, insignificante, perono deja de demostrar hasta que punto la ver-dad de la Semana Santa de Cuenca, hasta lamás reciente, debe ser pasada por el tamiz delhistoriador y del antropólogo, para evitar enla medida de los posible interpretaciones par-ticulares que no son correctas. 30

Luis Calvo escribió su libro antes citado,o al menos el primer capítulo de éste, con elfin de intentar demostrar la tesis de 1939.Recurre sobre todo a fuentes orales prove-nientes de algunos vecinos de Sisante quevinieron a la capital para participar en la pro-cesión, y a algunos artículos posterioresextraídos de la prensa. Desde luego, las fuen-tes hemerográficas coetáneas, que podríanhaber proporcionado algún dato más sobreel tema, son difíciles de encontrar: el perió-dico Ofensiva no nacería hasta el año 1941, yde la prensa falangista, creada conforme elterritorio se iba "liberando" por las tropasnacionales aprovechando la maquinaria delPartido Comunista, sólo existen algunosejemplares. Por lo tanto, hasta la aparición enlos Cuadernos de Semana Santa de 1999 de unartículo que, bajo el título de ¿Realmente fue undía más?, fue escrito por los jóvenes investiga-dores Carlos Julián Martínez Soria y RamónPérez Tornero, éste había sido el único inten-to serio de acercarse realmente al problema.31

Después del trabajo de Martínez Soria yPérez Tornero, el problema parece resueltoen todos sus términos, y sin embargo, resul-ta casi imposible incluso pensar que haya tar-dado tanto tiempo en solucionarse. ¿Puedealguien pensar realmente, en la situación en la

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que se encontraba la provincia de Cuenca, yel país entero, con muy pocos medios detransporte y los pocos que había, además,confiscados para las necesidades bélicas, queen tan sólo tres días la imagen de JesúsNazareno pudiera ser trasladada sin proble-mas desde Sisante a Cuenca? Desde luego,los autores cuentan también para asentar suteoría con el mismo tipo de fuentes que conlas que había contado diez años antes CalvoCortijo, aunque esta vez con mayor crédito:el testimonio de algunas monjas clarisas delconvento de Sisante, las únicas que tenían lafacultad de autorizar el traslado de la imagena la capital de la provincia. Pero además,cuentan también con el testimonio escrito deFederico Muelas, quien en un artículo publi-cado en el programa de Semana Santa de1940 se manifestaba de la siguiente manera:"Cuenca, queriendo rendir público homenajede desagravio a las imágenes profanadas, tras-ladará a la capital, para tributarle los máximoshonores desde la villa de Sisante donde recibeculto, una de las más admirables obras maes-tras de la imaginería española: el Padre JesúsNazareno del convento de clarisas, debido alcincel de la hija de Pedro Roldán, la Roldana,y que ha sido bárbaramente mutilado por lahorda roja... Pero en 1941 desfilarán las pro-cesiones que Cuenca se merece."32

La cita, por sí misma, es suficientementedemostrativa de que la procesión polémica(polémica sólo historiográficamente hablando,desde luego), no se realizó, como asegura LuisCalvo, en 1939, sino al año siguiente. Sinembargo, un nuevo documento incuestionablerecogido por los dos investigadores citadosanteriormente, alejan definitivamente toda laduda al debate abierto. Se sabe que una vez ter-minada la procesión de aquel Miércoles Santo,la imagen no regresó directamente al pueblo,sino que pasó antes por el taller del imagineroFederico Coullaut-Valera con el fin de proce-der a su necesaria restauración. Localizar por lotanto algún documento acreditativo de cuándose realizó esa restauración era una vía lógicapara demostrar cuál de las dos tesis era lacorrecta, y eso es algo que Martínez Soria yPérez Tornero pudieron hacer en su trabajoreconstructivo. En su estudio transcriben eldocumento firmado por el propio escultor ypor Antonia Blasco López, vizcondesa de

Villadrando, presidenta de la comisión creadapara la restauración de la imagen, por el cual elprimero se comprometía a "restaurar la expre-sada imagen, conforme a su original, cuyoestudio ha de basar en las fotografías de lamisma y datos o informes de la comisión".

De ser cierta la teoría de Calvo Cortijo,¿dónde permaneció la imagen de JesúsNazareno desde la Semana Santa de 1939 hastael mes de abril del año siguiente, fecha en laque está firmado el documento en cuestión?Sin embargo, tiene razón Luis Calvo cuandoafirma que la procesión del Nazareno deSisante no tiene mucho que ver con lo que real-mente es la Semana Santa. La procesión deaquel Miércoles Santo no fue propiamentehablando un desfile penitencial de la Semanade Pasión, sino una procesión de desagravio,muy del gusto de la nueva definición social yreligiosa que la victoria de los mal llamadosnacionales defendían.

La Semana Santa conquense, propiamen-te hablando, nació de forma paralela a esta pro-cesión, y lo hizo asentándose en dos importan-tes pilares: por un lado, el religioso, representa-do principalmente por el ya citado JuanGarcía-Plaza de San Luis; por el otro, el civil,representado por los nuevos directivos munici-pales, miembros, como en toda España, de laideología nacional-católica. Si bien los propiosparticipantes en ese renacimiento de las proce-siones no fueron, quizá, demasiado conscien-tes de ello, es algo que no dejaría de influir enel desarrollo posterior de los desfiles peniten-ciales. Recogemos en este sentido, y para com-pararlas con el caso conquense, las palabras deJosé M. Garrido Ortega, estudioso de laSemana Santa de Cabra (Córdoba): "Para con-cluir señalemos que en esta época lo religioso ylo político están tan imbricados que desde elpunto de vista oficial la Semana Santa no sepuede desligar de los valores e ideología impe-rantes. En estos años la Semana Santa fue uti-lizada por los poderes dominantes como ocu-rrió con otras fiestas y manifestaciones loca-les... En definitiva, el nacionalcatolicismo man-tuvo en perfecta simbiosis a la Iglesia y alEstado, como reflejo de la confluencia de inte-reses que ambas partes defendían. Sería des-pués de los cambios introducidos por elConcilio Vaticano II, cuando comenzarían adesligarse ambas instituciones."33

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Se ha dicho ya que la reconstrucción dela Semana Santa se basó principalmente endos pilares institucionalizados: la Iglesia y elAyuntamiento. Sin embargo, también es cier-to que en esto, como en casi todo lo que esde verdad importante para el conjunto de lacomunidad, poco puede conseguirse sin elapoyo decidido de la propia sociedad, y enmateria de historia de la Iglesia, casi siemprela religiosidad popular avanza más deprisaque la propia Iglesia jerárquica, a pesar deque pueda parecer lo contrario. La herman-dad de Nuestro Padre Jesús Orando en elHuerto se reunía ya en enero de 1940 con elfin de poder organizar ya la procesión delJueves Santo de aquel año, 34 y este hecho nopuede ser considerado en ningún momentocomo una excepción; antes bien, fueronmuchas las hermandades que en esos prime-ros meses de la posguerra estaban dispuestasa recuperar los desfiles procesionales deSemana Santa. Sobre este particular, recoge-mos a continuación las palabras de LuisCalvo: "A finales de 1939, incluso unos díasantes de tomar la ciudad las tropas de Franco,ya se habían constituido algunas comisionesdispuestas a reestructurar sus propias her-mandades, y además, antes de convocar lasjuntas generales estaban formalizados losencargos de sus imágenes titulares... El 9 dejunio de aquel año se constituyó la junta ges-tora de la Diputación, designando como pre-sidente a Jesús Merchante, y el 2 de octubre,Julio Larrañaga sustituye en la alcaldía aNiceto Collado; con ellos al frente, ambasinstituciones, a instancias de los representan-tes de las cofradías, llegaron a adquirir com-promisos económicos destinados a la recons-trucción de las procesiones." 35

Así pues, además de la ya citada proce-sión de desagravio del Miércoles Santo, aquelmismo año de 1940 pudieron salir a la calle,en los días álgidos de la Semana Santa, losprimeros desfiles de nuestras hermandadesya restauradas. Aquel Jueves Santo volvierona desfilar, como había sido tradicional antesde la guerra, las hermandades que formabanparte de la archicofradía de Paz y Caridad;para ello, la hermandad del Paso del Huertose había visto en la obligación de encargar, de

manera apresurada, la restauración de su ima-gen titular al escultor conquense MarcoPérez, aunque para ello se vio beneficiadapor el hecho de que la talla del ángel, conve-nientemente escondida durante los tres añosde la guerra, no había sufrido ningún dañodurante todo ese tiempo. También el ViernesSanto se celebraron las tres procesiones queya eran tradicionales, en algunos casos ya conlos nuevos pasos encargados; en otros, conimágenes prestadas para la ocasión. 36

La Junta de Cofradías de la SemanaSanta de Cuenca nació oficialmente el 10 dejunio de 1945, con el fin primordial de tomara su cargo todo lo relacionado con las proce-siones de Semana Santa, y su reglamento fueaprobado por el obispado en el mes de enerodel año siguiente; sus primeros directivosformaban parte también de la ideologíaimperante en aquellos momentos de la pos-guerra, algo que era completamente lógico sitenemos en cuenta que muy poco era lo quepodía hacerse a nivel social, popular, fuera deella. Sin embargo, se puede decir que yadesde el propio año de 1940 existía una Juntade Cofradías oficiosa, no reconocida comotal oficialmente, que nació en la sacristía de laiglesia del Salvador, y que consiguió en tansólo cinco años que gran parte de las her-mandades hubieran sido ya reconstituidaspara entonces. El primer presidente de esaJunta de Cofradías oficial fue CarlosAlbendea, reconocido oficialmente como talpor el obispo en 1947.

Fueron esos años de mucho trabajo en elseno de la Junta de Cofradías, que, no con-tentos sus miembros con la recuperación delas hermandades de la Semana Santa ante-riores a la Guerra Civil, intentaron, no sinciertas dificultades en aquellos primerosmomentos, la creación de nuevos desfilesprocesionales. Hasta entonces, la primeraprocesión anual de la Semana Santa habíasido la del Miércoles Santo, surgida en losprimeros años de la centuria; pero la Junta deCofradías se propuso dar un impulso a losdías previos de la semana, y para ello, aunqueen un primer momento tuvo que enfrentarseal rechazo abierto de las hermandades de SanJuan Bautista y San Pedro, empezó a partir de

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1951 a organizar la procesión del MartesSanto. Para ello contaba con el traslado a lanueva procesión de las hermandades dedichas cofradías, y con una nueva hermandadrecientemente fundada, la de Jesús deMedinaceli. Junto a estas tres imágenes, laprocesión debía contar también con una tallade la Virgen que había sido donada a la pro-pia Junta de Cofradías, y que desfiló proce-sionalmente aquel mismo año de 1951 bajo laadvocación de María Santísima en busca deJesús; ésta es la misma imagen que a partirdel año siguiente, y puesta bajo la tutela deuna nueva hermandad creada por el Colegiode Agentes Comerciales, se conoce con elnombre de María Santísima de la Esperanza.Poco tiempo más tarde, a esta nueva proce-sión, a la que nunca se incorporaría la her-mandad de San Pedro, vino a añadirse la tallade María Magdalena, perteneciente a la her-mandad del Santísimo Cristo de la Luz. 37

No fue ésta la única procesión nueva quela Junta de Cofradías intentó impulsar enaquella época, y si tuvo que pasar por algunosaños de fuertes polémicas y de titubeos, hastasu definitivo asentamiento en la SemanaSanta de Cuenca, los desfiles penitencialesdel Domingo de Ramos y del Domingo deResurrección no llegaron a lograr esa defini-tiva tranquilidad hasta que, ya en los añossetenta, se crearían definitivamente las her-mandades respectivas. Para ello fue necesarioantes que en el seno de la Iglesia oficial secelebrara un concilio, el Vaticano II, que consu nueva forma de sentir el pensamiento reli-gioso posibilitó que este hecho se produjera.Sobre el desarrollo de la procesión delDomingo de Resurrección, esto es algo quese va a estudiar de forma más detenida enotro capítulo de este trabajo. Respecto a laprocesión del Domingo de Ramos, éstadebió pasar por diferentes vicisitudes, perso-nalizadas en las diferentes entidades y cofra-días que de alguna manera tuvieron algo quever con su nacimiento y desarrollo (Frente deJuventudes, hermandad de la Virgen de laLuz, hermandad de San Juan Evangelista y

Cruzada Eucarística), hasta la definitiva for-malización de la hermandad de Jesús entran-do en Jerusalén, en 1973.38

Mientras tanto, las últimas hermandadesde la preguerra se iban incorporando a laSemana Santa de aquella época. Una de lasúltimas en hacerlo fue la de la Exaltación,que lo hizo también en 1950. Por lo que res-pecta al paso de la Santa Cena, que a pesardel tiempo transcurrido, y a pesar también deque nunca se había institucionalizado en nin-guna hermandad concreta, formaba parte dela nostalgia colectiva, la recuperación de estaadvocación para los desfiles procesionalesconquenses estuvo a punto de lograrse enaquellos años cincuenta. Así en 1953 llegó ainscribirse en el Gobierno Civil la Real eIlustre Cofradía de la Sagrada Cena, y el 25de febrero del año siguiente se sacó a con-curso la realización del paso procesional. Elencargado de hacer el paso iba a ser el escul-tor conquense Fausto Culebras; sin embargo,tanto la hermandad como el paso, se fueronretrasando, de modo que cuando el escultorfalleció, en 1959, sólo había sacado en esca-yola ocho de los apóstoles, de los cuales treshabían sido ya pasados a madera. La her-mandad de la Santa Cena tendría que esperaraún treinta años más para que el sueño demuchos nazarenos conquenses fuera definiti-vamente convertido en realidad.

En 1957, Manuel Saiz Abad accedía a lapresidencia de la Junta de cofradías. Sinembargo, los tiempos estaban cambiando, yla Semana Santa de Cuenca, que hasta esemomento se había caracterizado por un apo-geo claro de los desfiles penitenciales, habíallegado a alcanzar techo, quizá porque el des-arrollo había sido demasiado rápido. A partirde ese momento, la celebración de la Pasiónde Cristo entraba en una fase regresiva y difí-cil. Coincidiendo con ello, y quizá acelerandola crisis, la propia Junta de Cofradías seaprestaba también a un profundo cambio,oscilando la dirección de ésta desde la presi-dencia seglar hasta una nueva presidencia decarácter eclesiástico.

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"En la víspera de la Nochebuena de1959, los miembros de la Junta de Cofradíasestaban muy ocupados: el asesor religioso,Aristeo del Rey Palomero, mostraba prisapor aprobar los nuevos estatutos, que de esose trataba en vez de la reforma de los exis-tentes, con el fin de que la Semana Santa de1960 fuera dirigida por un presidente ya conlas características aprobadas en el pleno.Durante los días 21 y 23 de diciembre se dioa conocer el articulado, y el 26 lo firmaban elsecretario, Ángel Martínez Soriano, y el pre-sidente, Manuel Saiz Abad, con el vistobueno del asesor religioso. Menos de un mesdespués, el 20 de enero de 1960, el obispo dela diócesis firmaba el decreto aprobando losnuevos estatutos, y el 11 de febrero se pre-sentaban en el Gobierno Civil. Inmediata-mente se hizo cargo de la presidencia Aristeodel Rey Palomero, terminando la presencia alfrente de la institución de los seglares, ini-ciándose el periodo en el que proliferaron lasdisposiciones que trataban de regular, concierto autoritarismo, todo lo concerniente alos desfiles procesionales."39

De esta forma empezaba, como se havisto más arriba, un nuevo periodo dentro dela Junta de Cofradías, un periodo muy dife-rente a lo que había sido en los años anterio-res. Un lustro más tarde, el propio presiden-te de la Junta, Aristeo del Rey, canónigomagistral de la catedral y varias veces prego-nero de la Semana Santa, opinaba que con lashermandades más empobrecidas y la Juntasin ningún dispositivo económico con el quellegar a su ayuda, es lógico que vayamos amenos en lugar de ir a más." 40 Nada era ajenoa la crisis en la que las celebraciones de laSemana Santa conquense se habían sumido,crisis que se hizo patente en varios aspectosmuy interrelacionados:

a) La desaparición de algunas procesio-nes. Primero fue el desfile del Sábado Santopor la hoz del Huécar, con la participación dela imagen de la Cruz desnuda, en 1964.Después, la que desde algunos años habíaempezado a desarrollarse el Lunes Santo, amodo de Vía Crucis.

b) Poco a poco, las filas se fueron redu-ciendo también en cuanto al número de tuli-

pas. Llegó un momento en que de las filaslaterales de las procesiones se habían alejadociertos grupos de nazarenos que, por razonesde edad, sólo buscaban ya un puesto bajo elbanzo. De esta forma, las tulipas empezarona ser consideradas coto reservado para losmás pequeños o, en todo caso, para los naza-renos de mayor edad que ya no tenían posi-bilidades físicas para ser banceros.

c) Las relaciones entre las hermandadesy las parroquias en las que éstas se asentabanempezaron a deteriorarse. Así, y recogiendootra vez las palabras de Luis Calvo, "en 1964la esclavitud de Nuestro Padre Jesús Naza-reno de Medinaceli tuvo que trasladar la ima-gen titular a la catedral porque según el res-ponsable de la parroquia de el Salvador,entorpecía los actos litúrgicos; en 1965, elpárroco de la Virgen de la Luz hizo públicoque la procesión de Paz y Caridad no saldríade la parroquia por las mismas razones."41

En la Edad Moderna, igual que en los añosposteriores al Concilio de Trento que signifi-caron sin embargo un importante impulso ala religiosidad popular, la Iglesia jerarquizadase vio en la necesidad de controlar cualquieraspecto que pudiera significar un cierto aleja-miento entre ambas.

Aquel año, 1960, estuvo a punto de sig-nificar para las procesiones de Semana Santauna cierta tendencia hacia la institucionaliza-ción de su entramado religioso, siendo estu-diada en el seno de la Junta de Cofradías unamodificación de los recorridos procesionales;se pretendía por parte de algunos de susmiembros que todas las procesiones partie-ran desde el templo catedralicio.

La propuesta, sin embargo, fue desesti-mada en la reunión que la Junta General de lainstitución mantuvo el día 3 de abril: "Seentra después en el cuarto punto del ordendel día, acerca del estudio sobre la posibilidadde que todas las procesiones de SemanaSanta se inicien en la Santa Iglesia CatedralBasílica. En conocimiento de todos los pre-sentes esta idea, y ya consultadas lasHermandades, se desestima de plano, enten-diendo que las procesiones deben salir de susparroquias, como hasta la fecha se biene[sic]haciendo."

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Si veinte años antes la Iglesia se habíavisto marcada de alguna manera por el nacio-nal-catolicismo, en Cuenca y en otras muchasciudades de España, en este momento eranlas nuevas prerrogativas emanadas delConcilio Vaticano II las que de alguna mane-ra empezaron a influir en los desfiles proce-sionales, algo que se hizo mucho más clarocon el cambio hacia una Junta de Cofradíaspresidida por el elemento eclesiástico. ElDiario de Cuenca, en su número correspon-diente al día 20 de marzo de 1969, extractabauna conferencia de José María BuenoMonreal, arzobispo de Sevilla, en la quereflexionaba sobre diversos aspectos relacio-nados con la nueva Semana Santa que seaproximaba. Haciéndose eco de esa confe-rencia, el nuevo presidente de la Junta deCofradías, quien el año anterior había susti-

tuido en el cargo a Martín Garcés Masegoso,Amadeo Martínez Patiño, párroco en una delas iglesias con más presencia de pasos en susaltares, la de la Virgen de la Luz, anunciónuevos proyectos claramente litúrgicos parala Semana Santa de aquel año, entre los quedestacaba una misa solemne en la PlazaMayor, a la llegada de la procesión del JuevesSanto. Poco tiempo más tarde, el propioAmadeo Martínez Patiño era sustituido porFrancisco Bermejo.

Sin embargo, no todo fue negativo enaquella época. En 1967, con grandes esfuer-zos económicos por parte de la Junta deCofradías, se adquirió el local de la calleSolera, que desde ese momento se constituyóen sede estable de la entidad. A pesar detodo, las disensiones entre la autoridad ecle-siástica de la Junta de Cofradías y los ele-

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mentos seglares de la misma, desde luegoimportantes, incidieron de manera clara en elreconocimiento que la propia Semana Santaestaba teniendo entonces en la ciudad. Y porencima de esas disensiones, la misma socie-dad conquense, como la española en general,caminaban en un sentido muy diferente alque lo hacían sus directivos. Prueba de ello eslo que significó la incorporación de la mujera la Semana Santa, algo que desde el punto devista actual es reconocido por todos los sec-tores nazarenos como uno de los procesos, sino el que más, que salvaron a la SemanaSanta conquense en aquellos años de crisis.

Sin embargo, en aquella época la incor-poración de las mujeres, salvando de unamanera definitiva lo que había sido su parti-cipación tradicional en segundo plano, nodejó de tener ciertas dificultades. Todavía en1985, cuando la regresión iniciaba ya su fasefinal camino de un nuevo periodo de apogeo,Aurelio Cabañas, secretario de la Junta deCofradías, hacía algunas declaraciones aClara Acebes, directora del semanario GacetaConquense, que a ojos actuales parecencomo un monumento a la contra-profecía:"Las tradiciones no se pueden ac-tualizar enla Semana Santa, al igual que no se hacencuras las mujeres... La Semana Santa se basaen símbolos muy antiguos, verdaderos víncu-los con los antepasados que perduran y tie-nen sentido por su origen ancestral. Igual queno se concebiría crear una Semana Santamoderna, sin raíces, y que utilizase los cucu-ruchos o capuz, porque son elementos me-dievales que arrancan de tiempos pasadosque nada tienen que ver con el presente... Deigual manera, las mujeres deberían quedarseal margen de las hermandades en la SemanaSanta conquense, porque así es la tradición.".Y la propia periodista, con un mayor sentidode lo que realmente requería la sociedad de laépoca, puntualizaba: "Es posible que el añoque viene o en próximas Semanas Santas vea-mos o distingamos a mujeres presidiendocofradías o portando cetros en las procesio-nes. Esta puede ser la consecuencia más lla-mativa e inmediata de la adaptación al nuevoCódigo de Derecho Canónico que debenhacer todas las hermandades de sus estatu-tos."42

El último presidente eclesiástico de la

Junta de Cofradías fue Santos Sáiz, párrocode la iglesia del Salvador, que fue nombradoen 1977, en un momento en el que las ten-siones entre el elemento seglar y el eclesiásti-co estaban alcanzando su máxima expresión(la Junta de Cofradías había elegido esemismo año una nueva directiva, dirigida porun miembro seglar, Eduardo FernándezPalomo, elección que, sin embargo, fuerechazada por la autoridad diocesana, quiendejó al presidente seglar electo con la catego-ría de vicepresidente). Desde este momento,el conflicto entre ambos sectores permane-ció latente en el seno de la Junta deCofradías, a pesar de que la Semana Santa,más por razones sociales que institucionales,empezaba a entrar otra vez en una fase deauge. En 1985 se incorporó definitivamentela hermandad de la Santa Cena; ésta fue laprimera de una serie de nuevas aportacionesa los desfiles penitenciales, hoy claramenteasentados en los mismos.

A partir de 1991, las tensiones entre elelemento eclesiástico y el seglar estaban lle-gando a su clímax. Antonio Pérez Valero,que tan bien conoció el proceso desde den-tro, lo resume de la siguiente manera: "En elseno de la Junta de Cofradías comienzan lastensiones en 1991, incrementándose las soli-citudes de cambio de los estatutos que larigen. Se organizan equipos de trabajo, for-mados por los representantes de las cofradí-as, con el fin de repartir mejor las obligacio-nes que a lo largo del año hay que realizar,intentándose de esta manera poder conseguirpara la Junta la actividad y autonomía nece-saria de cara al futuro."43 Así, en 1993 es ele-gida una nueva Junta de Cofradías, dirigidaotra vez por un presidente seglar, el propioAntonio Pérez Valero, con el fin de hacer depuente hacia una nueva fase de la SemanaSanta, más acorde con la nueva sociedad ycon la nueva época que le tocaba vivir. Paraello, en ese mismo momento se empezó aestudiar la posibilidad de hacer unos nuevosestatutos por los que la Junta de Cofradías, ypor ende todo lo relativo a la Semana Santade Cuenca, debería regirse a partir de enton-ces. El proceso se culminó cuando el 26 demarzo de 1996 el obispo de la diócesis,Ramón del Hoyo, aprobó los nuevosEstatutos de la Junta de Cofradías.

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Nuestro Domingo de Resurreccióny las Fiestas primaverales

José Andrés Guijarro Ponce

Mucho se ha escrito ya y mucho más queda por descubrir sobre el origenúltimo, el simbolismo y el porqué de su extraordinario arraigo, especialmente ennuestro país, de los desfiles procesionales de la Semana Santa. Pero indudable-mente la celebración católica de la pasión, muerte y resurrección de Cristo seremonta a la costumbre del cristianismo inicial durante su expansión de incorpo-rar a su liturgia costumbres y rituales paganos más antiguos.

Son innumerables las culturas, antiguas y actuales, que han celebrado ycelebran el equinoccio primaveral en cuanto que simboliza el inicio de un nuevociclo anual y el renacimiento del sol y la naturaleza después del paréntesis inver-nal. Como en tantos otros aspectos relacionados con la astrología, el folkloreactual se encuentra directamente relacionado con la herencia de las antiguas cul-turas mesopotámicas. Asirios y babilonios dividían el año en dos estaciones: e-me-esh o verano y en-te-en o invierno. Ambas estaciones venían separadas porambos equinoccios, a los que se les daba mucha mayor importancia que a lossolsticios. El verano, y con él el año, comenzaban con la entrada astral de la cons-telación de Aries. Con tal motivo se celebraba la fiesta de A-ki-til, de doce días deduración, cuya simbología ritual ha marcado hondamente las celebraciones pri-maverales de numerosas culturas posteriores. De entre ellos destaca especial-mente el ritual y el mito de la hierogamia o unión sagrada entre la Diosa-madrey un joven Dios estacional o de la vegetción que moría anualmente para propiciarla fertilidad de la tierra y el ganado. Los antropólogos suelen remontar este mitoal inicio de la ganadería durante el neolítico y le atribuyen claras influencias detipo indoeuropeo. En la cultura celta también se celebraba en el equinoccio ver-nal el renacimiento del sol con la destrucción ritual de viejos elementos domésti-cos almacenados durante el año y el uso purificador del fuego. En los países nór-dicos sigue siendo tradicional la madrugada del Domingo de Resurrección el salira ver "bailar el sol" sobre el horizonte: "El Sol baila sobre una montaña de plata;lleva botas de plata en los pies".

La hierogamia primaveral se incorporó tempranamente (s. VIII-VII a.C.) a lacultura griega a través del culto a Cibeles, la diosa frigia de la fertilidad, queanualmente suscitaba en la naturaleza a través del ritual festivo y de carácterorgiástico con su amante Atis. La celebración tenía lugar en marzo con procesio-nes, sacrificios y la prohibición expresa de comer carne para acompañar el ritualfúnebre del fallecido dios Atis. Su resurrección iba acompañada de rituales dejúbilo y de su unión a la diosa Cibeles. De Grecia pasó a Roma oficializándose enel siglo II d.C. y difundiéndose por casi todas las provincias romanas.

También los judíos celebraban, y celebran, en las mismas fechas, su mayorfestividad religiosa. Se trata de la Pascua (del hebreo pesach o tránsito), que cele-bra el renacimiento del pueblo hebreo tras su liberación y huida de Egipto. Deforma simbólicamente análoga los judíos establecieron la fecha de Pascua el díacatorce del mes Nisan, coincidente en el calendario lunar hebreo con el pleniluniodel primer mes judío del año más cercano al equinoccio primaveral.

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Congruentemente con el carácter nómada del pueblo hebreo la celebraciónritual de la fertilidad estacional de la tierra se sustituyó, aun con las mismasfechas y características rituales, por la celebración del paso de una tierra de escla-vitud a otra de prosperidad: "Hoy salís de Egipto, en el mes de Abib ¿o Nisan?.Cuando Yavé te haya introducido en la tierra (...) que mana leche y miel, obser-varás este rito en este mismo mes. Durante seis días comerás panes ácimos; elséptimo día será de fiesta en honor de Yavé."

Durante sus primeros siglos la Iglesia cristiana incorporó todos estos ritua-les de celebración primaveral a la que consideró la principal de sus celebraciones(la Festum festorum, según San León): la resurreción de nuestro Señor Jesucristo.Su interés no se centró en la celebración de su nacimiento sino de suResurrección, en cuanto que era el hecho que mejor simbolizaba su mensaje doc-trinal y su hecho diferencial. Una celebración muy unida a las celebraciones derenovación cíclica coincidentes con el plenilunio y el inicio del año y la primavera.Una coincidencia apoyada además en el hecho de que la pasión y muerte deCristo tuviera lugar durante la Pascua judía, convirtiéndose así en la Pascua deResurrección. Cómo en esta la celebración consistía en un ayuno previo y la cele-bración jubilosa durante el alba del día de la Resurección. El resto de celebracio-nes litúrgicas y su ubicación en el calendario anual dependía directamente de surelación con la fiesta principal, la Pascua de Resurrección, en lo que se denominael Temporal.

Desde finales del siglo II d.C. la fijación de la fecha de celebración delaPascua de Resurrección suscitó serios enfrentamientos entre las distintas comu-nidades religiosas, especialmente entre las comunidades de Asia Menor y el resto.Dicho enfrentamiento se ha entendido muchas veces, como en algunos análisissuperficiales de nuestras celebraciones actuales de la Semana Santa, en el senti-do de que las iglesias de Asia celebraban la muerte de Cristo mientras que el restofestejaban su resurección. Sin embargo dicha confrontación se limitaba casi exclu-sivamente a un problema de calendario. Los romanos adoptaron un año de 12meses de 29,5 días en promedio, que totalizaban 354 días, y comenzaba el 24 demarzo, día del aequinoctium vernal o equinoccio de primavera. En una ocasión seintercalaba un mes extra de 22 días y a los dos años se intercalaba un mes de 23días. Los meses intercalares los ordenaba el Sumo Pontífice Romano, lo cual seprestó para confusión y cuando el Imperio se hizo muy extenso, se transformó enun problema comunicar a todo el imperio los meses intercalares. En el año 46 a.C.Julio Cesar en Roma, aconsejado por el astrónomo alejandrino Sosígenes, adop-tó el año egipcio de doce meses de 365¼ días en promedio, esto es, tres añosseguidos de 365 días y otro de 366, lo cual suponía un error de tan solo un díacada 128 años.

El calendario oficial judío, seguido en las comunidades asiáticas, sin embar-go, se basaba en el año lunar, quince días más corto, antes de la inserción delmes suplementario. Estos, además, seguían celebrando la Pascua de Resurrec-ción el plenilunio mientras que el resto daban más importancia al ciclo semanal yla hacían coincidir con el Domingo. Éste además en unos casos era el posterior ala Pascua judía, según su propio calendario lunar, en otros el siguiente al primerplenilunio tras el 24 de marzo, equinoccio de primavera según el calendario julia-no, o tras el 21 de marzo, según el cómputo alejandrino más preciso.

En el año 325 d.C. el Primer Concilio Ecuménico de Nicea instauró definiti-vamente este último cálculo, primer domingo posterior al primer plenilunio tras el21 de marzo, como día de celebración de la Pascua de Resurrección e inicio delTemporal y adoptó las correciones alejandrinas al calendario juliano. En los siglosposteriores la Semana Santa se celebraba en Jerusalén mediante una "octava",

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iniciada el Domingo de Ramos y finalizada el de Resurrección, que se caracteri-zaba por la visita procesional a los distintos lugares donde tuvo lugar la pasión,muerte y resurrección de Cristo. La Iglesia de Roma, sin embargo, tendió progre-sivamente a suprimir de sus actos litúrgicos el Domingo de Resurrección. Junto aotros motivos puramente doctrinales cabe intuir en este hecho un intento de dife-renciación de sus celebraciones tanto de la Pascua judía como del resto de cele-braciones paganas. De este modo la celebración de la Semana Santa finalizaba elsábado "in albis", dedicando la Vigilia Pascual de la noche del sábado al Bautismoy la Eucaristía en espera de la Parusía o advenimiento glorioso de Cristo al finalde los tiempos. De este modo la liturgia fue desposeyendo la constricción y lapenitencia de la Semana Santa de su sentido inicial de preparación para la cele-bración festiva de la Resurrección cíclica del Señor con la primavera.

La coincidencia del auge popular de los desfiles procesionales con la épocade la Contrarreforma y, más recientemente, con el nacionalcatolicismo de la pos-guerra impulsó el carácter penitencial de los desfiles procesionales y el desarrollode la celebración de los días centrales de la Pasión en detrimento de su conclu-sión festiva. Sin embargo la herencia de las celebraciones primaverales paganasse ha mantenido a lo largo de los siglos en las costumbres populares de numero-sos puntos de nuestra geografía en torno a un simbolismo funerario ritual siem-pre acompañado de un mecanismo colectivo de catarsis, limpieza, renovación yrenacimiento. En algunos casos, como las Fallas valencianas, se han mantenidoen fechas fijas próximas al equinoccio vernal. En otros, por diversos motivos suscelebraciones se han trasladado en el calendario a fechas distintas de su motiva-

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ción original. Pero en muchos otroscasos su simbolismo ritual se ha trasla-dado a las celebraciones populares delDomingo de Resurrección. El puntomás claro de unión lo constituye, sinduda, la Quema del Judas, celebradoen numerosos lugares de nuestro paísasí como de América Latina, especial-mente en México. Por encima de loca-lismos menores, el ritual folklórico con-siste en la cuelga y quema de un pele-le, frecuentemente caracterizado comoalgún personaje público impopulardurante el año anterior. La celebraciónsuele acompañarse de una gran algara-bía, la rotura de pucheros o viejosenseres y el uso de la pólvora, ya seaen forma de tracas, fuegos artificiales odisparo de arcabuces. Aunque el ritualpopular fue eficazmente incorporada ala tradición cristiana de la celebraciónpascual mediante la identificación delpelele con el traidor Judas, ahorcado elDomingo de Resurrección, las semejan-zas con otras celebraciones equinoccia-les es evidente.

En toda el área cultural catalanala celebración pascual, con la salida alcampo y el consumo de alimentos sim-bólicos como el huevo de Pascua, con-servan mucha más relación con el reen-cuentro primaveral con la naturalezaque con la liturgia cristiana. Sin embar-go el componente atávico que másdirectamente relaciona las celebracio-nes paganas de celebración del cambiode año, el inicio de la primavera y larenovación cíclica de la naturaleza conel ritual procesional del Domingo deResurrección lo constituyen elEncuentro y el Rompimiento del velo,común a muchas de las celebracionescristianas de dicho día. Como apuntá-bamos al inicio de este capítulo, el ritomesopotámico de la hierogamia ounión sagrada entre la Diosa-madre,heredera directa de las Magna-materpaleolíticas, y un joven Dios fertilizador,de carácter cíclico, marcó la celebracióndel inicio de la primavera en casi todaslas culturas mediterráneas.

Evidentemente el simbolismoritual cambia sustancialmente en suincorporación a la celebración cristiana,sustituyendo el componente sexual poruna unión maternofilial entre la Madrede Dios y el Dios joven, representadoen ocasiones con la imagen del SantoNiño, que cíclicamente muere y resuci-ta cada primavera para mantener convida la esperanza de su pueblo. Puntoclave y motivo principal de la celebra-ción pascual y de toda la liturgia cris-tiana desde sus orígenes, la celebraciónde la Resurección del Señor sigue ennuestra ciudad las características pro-pias de tantos otros lugares castella-nos, con el desfile jubiloso de las imá-genes de Cristo Resucitado y NuestraSeñora del Amparo y el momento cru-cial del encuentro entre ambos, acom-pañado del baile ritual, el sonido de lapólvora y el desprendimiento del lutode la Virgen para mostrar su mantoverde, símbolo de júbilo, esperanza yrenovación.

Este carácter festivo, contrapuntoy sentido último del carácter penitencialde los días anteriores, explica posible-mente la importante relación entre sucelebración y los cambios doctrinalesimpulsados por el Concilio Vaticano II yjustifica, quizá, la infructuosidad de losintentos por mantener su celebraciónen nuestra ciudad durante los años cin-cuenta pese al ahinco, tanto por partede un reducido grupo de hermanoscomo por parte de la propia Junta deCofradías, mientras que tan sólo unosaños más tarde, de grandes cambios enla concepción cristiana de la SemanaSanta, el impulso espontáneo de ungrupo de hermanos consiguiese afian-zar nuestra actual procesión en cele-bración de la Resurrección de NuestroSeñor.

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Desde siempre, la Semana Santa tradi-cional, la que se celebra en la calle, ha tendi-do más a conmemorar la Pasión y Muerte deJesucristo que su propia Resurrección, y ésteha sido precisamente uno de los puntos deconflicto a lo largo de los siglos con laSemana Santa litúrgica, la que se celebra en elinterior de los templos y está dirigida por laIglesia oficial; José Sánchez Herrero, profe-sor de la Universidad de Sevilla, ha estudiadola tipología de las más antiguas hermandadesandaluzas y castellanas, y ha podido observarque en casi todos los casos (salvando, comosiempre, contadas excepciones), éstas coinci-den en celebrar principalmente los días cen-trales de la semana, el Jueves y el ViernesSanto. Este agudo enfrentamiento entre am-bas concepciones de vivir la Pasión desem-bocó precisamente hace ahora cuarenta años,tras la promulgación del Concilio VaticanoII, en una aguda crisis a la que no sería ajena,como se ha visto, esta manera diferente deentender todo lo que la Pascua significa.

No quiero decir con ello que no se hayacelebrado en la calle, desde tiempos muyantiguos, el Domingo de Resurrección; loque sí es cierto es que las hermandades peni-tenciales, que casi invariablemente celebra-ban este día con cierta pompa, lo hacían real-mente de manera secundaria, siempre tenien-do en cuenta que los días más importantes desu personal calendario festivo eran los delJueves o Viernes Santo, días que eran reser-vados para los grandes desfiles procesionalesque con gran solemnidad y teatralidad cele-braban. Sin embargo, el Domingo de Re-surrección era celebrado con mayor sencillez,

muchas veces dentro de las propias iglesiasen las que radicaban sus imágenes titulares.

Había, por supuesto, algunas excepcio-nes. Según recoge Fernández Alonso, y sehace eco de ello José Luis González Novalín,la cofradía de la Santísima Resurrección, quehabía sido creada por la colonia de españolesafincados en Roma, organizaba en el sigloXVI una procesión solemne para celebrar laPascua, procesión que partía de la iglesia deSantiago, llamada ya entonces de losEspañoles, y recorría la plaza Navona. Estacostumbre se mantuvo por lo menos hastamediado el siglo XVIII. 44

En Murcia, a principios del siglo XVIIIexistía una procesión de carácter festivo (nopodía ser de otra manera, tratándose del díaen que ésta se celebraba), en el que los parti-cipantes disparaban sus armas de fuego paracelebrar la Resurrección de Jesucristo, razónpor la cual fue suspendida por el obispo LuisBelluga en 1710.45 Dentro de la misma regiónmurciana, la procesión de la Resurrección secelebraba en Lorca desde el siglo XVI,enfrentando a varias hermandades que pug-naban por la organización del desfile; la ima-gen que actualmente desfila aún en la proce-sión, aunque atribuida durante mucho tiem-po a Francisco Salzillo, es obra de su discípu-lo Roque López.46

En Salamanca, la hermandad de la Cruzorganizaba la procesión del Domingo deResurrección por lo menos desde los prime-ros años de la centuria anterior.47 En Arandade Duero, pueblo de la provincia de Burgos,también fue en 1712 cuando se fundó unacofradía con el fin de celebrar las festividades

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La devoción a Jesús Resucitado

Ritos y procesiones

En el Concilio de Nicea, convocado por el emperador Constantino en el año 325 en estapequeña ciudad asiática, el mismo concilio que aprobó el dogma de la Sagrada Trinidad y eltexto del primer Credo, se dió ya una solución definitiva a la disputa sobre cuándo debía cele-brar el Cristianismo la fiesta de la Pascua, aprobándose que fuera fijada el domingo siguientea la fiesta de la Pascua. Este hecho es el causante de que la Semana Santa se celebre cada añoen fiestas distintas: la primera luna llena después del equinoccio de primavera, como conse-cuencia de que la Pascua judía se celebra de acuerdo al ciclo lunar, no al ciclo solar como elcalendario actual. Desde entonces hasta ahora, con lógicos altibajos a través de la historia, ladevoción a Jesús Resucitado se ha seguido manteniendo, y ha condicionado de forma impor-tante, sobre todo en los últimos años, las procesiones penitenciales.

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de este día. Todavía en la actualidad es famo-sa la bajada del ángel; éste, bajado hasta elpaso con ayuda de cuerdas y poleas, es elencargado en el transcurso de la procesióndel Encuentro de retirar del rostro de laVirgen de la Misericordia el velo del luto. 48

Este rito, que se le ha venido a llamar elrompimiento del velo, es tradicional tambiénen otros puntos del norte del país, como enTudela (Navarra) y en Peñafiel (Valladolid).Pero, ¿qué significa realmente esta costum-bre, esta ceremonia que, siempre con las lógi-cas diferencias, es también tradicional en casitoda la geografía española, tanto en las gran-des ciudades como en los pueblos máspequeños, tanto en los lugares en los que susprocesiones tienen fama entre los turistascomo en aquellos otros en que se celebran enla más estricta soledad? Hay que tener encuenta que también en Cuenca, el momentoen que uno de sus banceros se sube a lasandas de la Virgen del Amparo y le quita elmanto negro, puede considerarse una varian-te, más o menos cercana, de este rito.

La importancia de este hecho nos la des-vela Enrique Pérez Gómez, que el año pasa-do presentó en el Cuarto Congreso Nacionalde Cofradías de Semana Santa una comuni-cación sobre la celebración de este día claveen la diócesis de Palencia. Sobre la ceremoniadel rompimiento del velo se expresa de lasiguiente manera: "Las procesiones delEncuentro que se celebran en la diócesis dePalencia siguen todas el mismo esquema...Normalmente el esquema general de laProcesión del Rompimiento del Velo y elEncuentro es el siguiente: de un único tem-plo salen dos procesiones iniciales, bien pordiferentes puertas o en diferentes horas.Siguen dos itinerarios distintos hasta unpunto fijo de encuentro. Puede haber o nootros rituales, pero en el momento del En-cuentro la Virgen hace tres venias, rodilladaso genuflexiones, y se entona el Regina Coeli...Ambos cortejos unidos vuelven al temploinicial, donde se desarrollará la misa... La for-ma procesional más antigua y habitual es laque emplea la custodia y se puede decir quees la que más sentido tiene, ya que la Hostiaconsagrada es la presencia real de CristoResucitado en medio de los hombres." 49

En la capital palentina, la procesión del

Rompimiento del Velo había nacido ya en lasegunda mitad del siglo XVI, en el seno de lacofradía de la Vera Cruz; este hecho, aparen-temente inocente, vuelve a demostrar algo yainsinuado más arriba: las celebraciones popu-lares de la Pascua surgieron en muchos pun-tos de España a partir de la actuación deotras hermandades penitenciales, creadas enprimer lugar para organizar los desfiles pro-cesionales de los otros días álgidos de la Se-mana Santa. Sin embargo, en 1592 la cofradíade la Vera Cruz de Palencia se agregó a laarchicofradía de la Santa Resurrección, quehabía sido fundada en la iglesia romana deSantiago de los Españoles trece años antes,mediante una bula del Papa Gregorio XIII.Esta archicofradía celebraba "la procesiónsolemnísima del día de Pascua, con el San-tísimo Sacramento, las procesiones con elmismo en los días de Jueves y Viernes Santo,al llevar y traer el Sacramento del monumen-to, el domingo infraoctava de la fiesta delCorpus y la oración de las Cuarenta Horas."50

Como ya se ha dicho, este es el tipo deprocesión más usual el Domingo deResurrección: un cortejo pequeño, con sólodos imágenes, el Señor y la Madre, separadasambas en dos desfiles que se encuentran enun punto concreto del recorrido, y una vezproducido dicho encuentro, un cortejo únicocon los dos pasos hasta la finalización delmismo. Sin embargo, en algunos lugares,como en Murcia, el esquema se rompe; laprocesión que la Real e Ilustre Cofradía deNuestro Señor Jesucristo Resucitado realizaen la capital del Segura, está compuesta portu total de siete pasos, que representan lasdiferentes apariciones de Cristo después desu Resurrección: a María Magdalena, a losdiscípulos de Emaús, a los apóstoles, y la quehizo a un grupo de estos en el lagoTiberiades. Junto a estos cuatro grupos for-man parte de la procesión una talla de signi-ficado alegórico, representativa de la CruzTriunfante, y las dos figuras tradicionales de

A. Aleluyas lanzados al aire al paso de las imágenes deJesús Resucitado y la Virgen de la Asunción en la‘Procesión de los aleluyas’. Elche (Alicante)

B. Bajada del ángel encargado de retirar el velo de lutoa la virgen Dolorosa en Peñafiel (Valladolid)

C. Muerte a los Judas en la aldea de Cuenca (Córdoba)E. Fusilamiento de Judas en Almadén de la Plata (Sevilla)D. Quema de Judas en Alfaro (La Rioja)

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B

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También en la provincia de Cuenca,como no podía ser de otra manera, todos losaños se celebra con antiquísimas tradiciones,llenas de nostalgia y costumbrismo, peroinmerecidamente olvidadas por buena partede los nazarenos conquenses, la Pascua deResurrección. El dato más antiguo, por loque a la religiosidad popular se refiere, nos loofrece la Semana Santa de Tarancón, cuyaVenerable Hermandad de las Cuarenta Horasy Resurrección Gloriosa de Nuestro SeñorJesucristo se fundó en el año 1698.

Sin embargo, ya en el siglo XIV, segúnfuentes documentales, se menciona a laPascua de Resurrección como una de las fies-tas que se celebraban de manera institucionaldentro de la catedral de Cuenca, según laregla toledana, junto a sus respectivas octa-vas.51 En 1368 está también fechada una bula,conservada en el Archivo Catedralicio decuenca, por la que se otorgaba cien días deindulgencia a todos aquellos que visitaran lacatedral en algunas fiestas concretas, entreellas la del Domingo de Resurrección.52 Y en1431, para celebrar el concilio de Basilea, con-vocado con el fin de intentar encontrar unasolución definitiva a lo que se ha llamado el

Cisma de Occidente, con un Papa en Roma yotro en Avignon, una nueva bula otorgabaindulgencias a los que contribuyeran a sufra-gar los obras que en aquellos momentos seestaban realizando en la catedral, o visitaraneste templo religioso en algunos días festivos,entre ellos, otra vez, la Pascua de Resurrec-ción.53 Precisamente, la delegación de Castillaa este concilio estuvo presidida por el obispode Cuenca, Álvaro de Isorna.

Más tarde, a finales del siglo XVI, el pla-tero Cristóbal Becerril fallecía sin terminar delabrar unas andas de plata que el cabildo lehabía encargado para las procesiones de laVirgen, San Julián, y Domingo de Resurrec-ción, lo que demuestra que institucionalmen-te se celebraba este día en el interior de lasnaves catedralicias.54 Por otra parte, en el síno-do diocesano de Enrique Pimentel, colocadoen 1626, se prohiben las rifas que en algunospueblos de la diócesis solían celebrarse elDomingo de Pascua, prohibiciones que, sinembargo, nunca llegaron a tener éxito. 55

El Domingo de Resurrección en la diócesis de Cuenca

Cristo Resucitado y de la Virgen Gloriosa. Elprimero de estos dos pasos, realizado por elimaginero murciano José Planes en 1949,recuerda también al que Martínez Buenogubiara para la Semana Santa de Cuenca,tanto en el gesto y en la posición de los bra-zos como también en el paño de pureza.

En otros puntos de España, la Resurrec-ción del Señor se celebra de muy diferentesmaneras. En Fisterra (La Coruña) lo hacencon danzas antiguas. En Castielfabib (Valen-cia), girando con las campanas, en un arries-gado ejercicio que ha estado a punto de des-aparecer en varias ocasiones por la prohibi-ción de algunos párrocos que no terminan decomprenderlo. En Elche (Alicante), con unaalegre procesión donde el recorrido es literal-mente alfombrado con papeles de colores,los llamados "aleluyas" En Hellín (Albacete),con el redoblar de tambores. Son sólo algu-nos ejemplos; intentar sólo resumir las tradi-

ciones más importantes de este día seríaimposible de hacer, por falta de espacio ysobre todo porque no es éste el motivo de unestudio de estas características.

El origen de todos estos ritos litúrgicos yprocesionales hay que buscarlo en la tradi-ción medieval. Aunque en el siglo IV algunospadres de la Iglesia hablan ya en sus escritossobre el encuentro que se produjo entre laMadre y el Hijo después de la Resurrecciónde éste, algo que no aparece en ninguno delos Evangelios canónicos, fue Jacobo de laVorágine, quien en su famoso libro La leyen-da dorada recogió aquellas tradiciones anti-guas, el que influyó verdaderamente en laiconografía religiosa de este tema. Por suparte, ya en 1590 el jesuita español FranciscoSuárez defendió la credibilidad de esteencuentro, como lo había hecho también en1413 el valenciano San Vicente Ferrer.

Martín Gómez el Viejo. Puerta del Sagrario.Iglesia de Piqueras del Castillo (Cuenca)

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Sobre la Semana Santa en la provincia, elaño pasado la Junta de Cofradías publicó ensu revista Cuenca Nazarena un amplio estu-dio de Luis Enrique Buendía, sin duda unode los grandes conocedores del folklore y lastradiciones conquenses. 56

En la comarca serrana, el Domingo deResurrección se celebra con chozas y enra-madas. En El Herrum-blar, la imagen delNiño es depositada antes de la procesión enun pequeño nicho realizado con ramas, alque se le denomina chozo, y que unos díasantes han realizado (cuando los había) losquintos del pueblo, y allí es donde va a serencontrado por la Virgen durante el paso dela procesión. Por su parte, también eran losquintos los que en Cardenete trazaban ante lapuerta de la iglesia una enramada. Y enNavalón, aunque ya lleva mucho tiempo sincelebrarse, hasta los años intermedios delsiglo XX era tradicional voltear las campanasde la iglesia, aunque no como hemos vistoque se hace en la provincia de Valencia. ElDomingo de Resurrección, durante el trans-curso de la procesión, los jóvenes se subían ala espadaña de la iglesia y, siempre en parejaspara conseguir mayor impulso, hacían girarlas campanas sobre su eje, impulsando lamadera del yugo.

Pero lo más usual, en Cuenca como enotros lugares de España, es la celebración delas tradicionales procesiones del Encuentro,similares a las que se han descrito antes parael caso de la diócesis palentina. Por lo querespecta a nuestra provincia, es normalmentela imagen de Cristo Resucitado, (por lomenos ahora, hay que tener en cuenta que apartir del Concilio Vaticano II se intentó enmuchos obispados que una imagen de estetipo sustituyera al Santísimo Sacramento enlos lugares en los que éste era utilizado) laque participa en la procesión, muchas vecesjunto a la patrona del lugar respectivo, comosucede en Cañete y su Virgen de la Zarza. Sinembargo, en Priego el Encuentro se siguehaciendo con la Custodia, que porta el párro-co, y el lugar elegido ya no es, como es normageneral, la calle, sino las propias naves de laiglesia, gracias a una bula papal concedidapor Pío V a Fernando Carrillo de Mendoza,primer conde de Priego, por haber sido élquien le anunció primero la victoria de las

tropas aliadas contra las turcas en Lepanto.En Uña, sin embargo, la imagen que par-

ticipa en la procesión del Domingo de Resur-rección es la del Niño Jesús. Respecto a estehecho, que no es tan excepcional comopodría parecer, vuelve a incidir el ya citadoGómez Pérez: " Cuando se usa la imagen delNiño Jesús, hay quien erróneamente piensaque se emplea porque no hay otra delResucitado. No es así, ya que hay voluntadsimbólica de establecer una relación entre laResurrección de Cristo y la nueva vida que deella brota. El Niño Jesús representa la ino-cencia y la pureza del Alma triunfante delSeñor, es también la idea de renacer, de vol-ver a nacer de nuevo triunfante sobre lamuerte y el pecado."57 Cuando se produce elencuentro en el pueblo serrano, los bancerosde la Virgen se arrodillan, por lo que la ima-gen queda a una altura inferior respecto a ladel Niño. Por su parte, en algunos pueblosalcarreños, como en Castejón y en Valdeoli-vas, también se reproducen las genuflexionesde la Virgen que ya vimos para el caso palen-tino.

Además de las procesiones del Encuen-tro, también son tradicionales en toda la pro-vincia de Cuenca los llamados judas o peleles.Se trata de un muñeco de paja, recubiertocon trapos viejos a modo de espantapájaros,que el Domingo de Resurrección, al términode la procesión o al finalizar la celebración dela misa, va a sufrir los vituperios de todo elpueblo porque de alguna manera representaen el subconsciente de sus habitantes al após-tol traidor. La forma en que el muñeco va aser destruido, normalmente después dehaber sido repetidas veces manteado por losmás jóvenes, varía dependiendo de los luga-res y las comarcas, pues si en unos pueblos,lo más usual, es quemado, en otros es tirote-ado o colgado de un árbol cercano a la igle-sia parroquial; ésta última forma de matar alJudas es la que más se acerca a la tradicióncristiana, pues de alguna manera recuerda lahistoria de que el mismo día que resucitoJesús, Judas se ahorcó en una higuera próxi-ma a Jerusalén.

Taller de Bartolomé.Matarana. Puertas de relicario.Museo de la Colegiata. Belmonte (Cuenca)

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Aunque la advocación a Nuestro SeñorJesucristo Resucitado se incorpora a laSemana Santa de Cuenca en tiempos muyrecientes, la devoción a este misterio gloriosode la vida de Jesús es muy antigua en laIglesia oficial, jerárquica; siempre ha existidoen el seno de la misma, y Cuenca no podíaser la excepción, diversos ritos que, llevadosa cabo usualmente dentro de los templos, tra-taban de celebrar de un modo solemne laResurrección del Señor. Así,cuando el platero FranciscoBecerril, la gran figura de laorfebrería conquense en lasegunda mitad del sigloXVI, fallecía en 1585, dejabasin concluir entre otras cosasunas andas para la catedral, cuyodestino, según él mismo confirmaen su testamento sería la proce-sión que el cabildo organizaba elDomingo de Resurrección, pro-bablemente sin salir de las pro-pias naves catedralicias; no sesabe si se procesionaría una ima-gen de Cristo Resucitado o, comoya hemos visto que ocurría enotros puntos de España, unacustodia, pero las andas seríanterminadas pocos años des-pués por Juan de Astorga.58

Antes de adentrarnos en elexamen sobre la iconografía delResucitado en la diócesis deCuenca, considero necesario hacerunas pequeñas anotaciones sobreeste tipo de representaciones, que nosiempre reflejan la acostumbrada imagen deCristo Resucitado, con el lábaro en la manoizquierda. En efecto, en las representacionestradicionales del arte paleocristiano, éste sesustituye con símbolos representativos,como el ave fénix, el pájaro que según lamitología griega renace de sus cenizas ynunca muere; esta representación es muycaracterística de la escultura funeraria en losprimeros siglos del cristianismo; quizá ladecoración de algunos anillos encontrados

en las excavaciones de la necrópolis de laDehesa de la Casa, y en otros yacimientosarqueológicos pertenecientes como éste alperiodo visigodo, y que presenta la cruz yunos monogramas, sea la primera representa-ción de la Resurrección en el arte conquense.También se le solía representar con una cruzvacía rematada con el monograma de Cristoy a dos guardianes a sus pies. Otras represen-taciones típicas del bajo imperio romano son

las llamadas anástasis, voz griega que sig-nifica Resurrección, y que toma su

nombre del edículo que elemperador Constantino man-

dó hacer sobre la tum-bade Cristo, en la iglesia del

Santo Sepulcro de Jerusalén;en ellas se suele representar aCristo aplastando al demonio,

o a Cristo derrotando a una ser-piente o a un dragón. Sin embar-go, la representación más usualdel Resucitado es la de Cristo depie, saliendo del sepulcro, quepuede ser abierto o cerrado, con lapresencia testimonial de variosángeles y la del grupo de legiona-rios romanos que Pilatos puso deguardia para evitar el robo delcuerpo del Señor por parte de losdiscípulos; el número de soldadossuele ser tres o cuatro. En lospasos de Semana Santa, sin em-bargo, casi siempre la talla de

Cristo suele aparecer sola, de piesobre una nube. Excepción digna

de ser destacada es la imagen que elescultor murciano José Planes talló en 1949para la Semana Santa de la ciudad del Segu-ra, en el que la imagen de Jesús está acompa-ñada por un ángel y un soldado romano.

En la alta Edad Media, en las represen-taciones de la Resurrección se va a recurrir

Iconografía del Resucitado

Imagen de la Muy Antigua Hermandad de las CuarentaHoras y Resurrección Gloriosa de Nuestro SeñorJesucristo, fundada en 1698. Tarancón (Cuenca)

Hernando de Mayorga. Retablo de la Ermita de laTrinidad. Campillo de Altobuey (Cuenca)

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a algunos elementos propios del antiguo tes-tamento, como la subida al cielo de Elías, aDavid derrotando al león, o a Eliseo resuci-tando al hijo de la sulamita. Pero hay dostemas que destacan sobre todos los demáspor el especial paralelismo existente entreestos y los propios de la resurrección: poruna parte, a Jonás saliendo desde el vientrede la ballena, en el cual, como Cristo antes deresucitar, permaneció tres días; por el otro, eltema de Sansón arrancando las puertas deGaza representa al propio Jesús levantando lapiedra del sepulcro. Posteriormente aparecenotros elementos más propios de la Resurrec-ción, como el descenso al limbo, en el queCristo libera a los justos que murieron antesde él, y las distintas apariciones, las conjuntasa las Tres Marías o a los Apóstoles, y las indi-viduales a María Magdalena o a Sto. Tomás.

La iconografía del Resucitado, si bien noes demasiado abundante en el conjunto de ladiócesis si se compara con otros temas cristí-feros, como el Nacimiento o la Crucifixión,sí cuenta con algunos ejemplos de gran inte-rés. Todos tienen algunos aspectos encomún, como la imposibilidad absoluta, porsus propias características técnicas o por losmateriales con que fueron realizados, de quepudieran tratarse de pasos procesionales.

La primera de estas imágenes, de estilogoticista todavía, está tallada en piedra, y per-tenece a la escuela flamenca del siglo XV. Ensu tiempo estuvo instalada en la portada deltemplo mayor, aunque en la actualidad seencuentra expuesta al público en una de lasprimeras salas del Museo Diocesano. Aunquedebido al paso del tiempo ha perdido granparte de su color original, sí conserva restosde color rojo en la clámide, como es tradicio-nal en este tipo de representaciones, y bajoésta, anudado a la cintura en el lado derecho,el paño de pureza descubre unas piernasmusculosas que parecen querer indicar ya uncambio de siglo. El estado de conservaciónde la escultura es malo, pues entre otrosdaños, el Señor ha perdido el brazo izquier-do, aunque el deterioro no puede ocultar laserena expresión de su rostro, ovalado,enmarcado por una larga cabellera profusa-mente adornada, al igual que la barba, con

bucles y rizos. Con la mano derecha se toca laherida del costado, por lo que el autor parecehaber querido representar en esta escena laaparición de Cristo a Santo Tomás.

Sobre la autoría de esta obra, recogemosla opinión de Jesús Bermejo: "No hay noticiacierta sobre quién sea el autor de esta intere-santísima y bella escultura. Sus característicasla sitúan claramente dentro del estilo góticoflamenco,... y, por supuesto, en la época a laque nos hemos referido. Para el conocidohistoriador del arte don José Gudiel Ricart,hay que pensar en Egas Cueman como pro-bable autor de la misma. Aceptamos, porsupuesto, las alabanzas que el señor Gudielhace de la obra, y tenemos que añadir encuanto a la probabilidad del autor, el intere-sante dato de que, por esta misma época,concretamente en 1470, Egas fue contratadopor el Cabildo de Cuenca para que hiciera elantiguo coro de la catedral, que se conservaactualmente en la colegiata de Belmonte...Está, pues, dentro de lo muy verosímil que,mientras ejecutaba la obra del citado coro,recibiera el encargo de ejecutar esta obra delResucitado para la portada catedralicia, endonde, luego de hecho, fue colocado." 59 Suscaracterísticas estilísticas son similares a lasde otra obra documentada del escultor fla-menco, la del resucitado que figura en una delas tablas que componen el coro que realizópara el templo mayor de Cuenca, y que desdeel siglo XVIII se encuentra en la colegiata deBelmonte. Por su parte, en su tesis doctoralsobre la fábrica gótica de la catedral deCuenca, Gema Palomo insinúa la posibleautoría de Cristóbal Flórez, maestro de obrasdel edificio desde 1480 y entallador de pres-tigio, o del escultor Diego de Flandes, docu-mentado también en Cuenca en esa época.60

Procedente de la iglesia parroquial deMontalbanejo, se conserva actualmente enuna de las salas del Museo Diocesano unapequeña talla en madera policromada, deunos sesenta centímetros de altura, que en su

Anónimo. Siglo XVI. Posible escuela de Martín Gómez elViejo. Museo Diocesano (Cuenca)

página siguiente. Museo Diocesano (Cuenca):A, B: Egas Cueman. Talla del Siglo XV.C: Diego de Tiedra (atribuido) Talla del siglo XVI.

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tiempo debió servir como remate al tornavozde un púlpito. A pesar de su escasa magnitud,es un conjunto de cinco figuras principales, yalgunas más adosadas, que se alza sobre laurna del sepulcro del que Cristo está salien-do. A los pies del Señor, quien se alza sobredicho sepulcro en actitud victoriosa, con elmanto rojo desplegado al viento, cuatro sol-dados, derribados y en actitudes diversas,contemplan la escena. El conjunto se com-pleta con dos pequeños ángeles, quienessoportan sobre sus cuerpos la levedad delpeso de Cristo, y alguno más tallado en lavenera que sirve de fondo al conjunto. No seconoce en esta ocasión ningún dato sobrequien pudiera ser el autor de la obra, aunqueel manierismo de su traza, claramente visibleen las curvas que presenta el manto del Señory en las diversas posiciones de los soldados,la data sin ningún tipo de duda en los añosfinales del siglo XVI. 61

Finalmente, en la capilla de losApóstoles, una de las más hermosas de lacatedral, el retablo de su altar mayor, com-puesto principalmente por catorce tablas,tres relieves escultóricos y, coronándolotodo, un excelente Crucificado de bultoredondo, presenta como elemento más des-tacado de su calle central un relieve con laescena de la Resurrección. Recogemos otravez las palabras de Jesús Bermejo: "Hay másgarra en la escena central de la Resurrección,en la que aparece Cristo triunfador de lamuerte, con el manto desplegado al viento, yel símbolo de la cruz sostenido en su manoizquierda, mientras levanta al cielo la derecha(en este aspecto recuerda un poco al pasoconquense) y se apoyan sus pies levementesobre la losa levantada del sepulcro, en tornoal cual se describe con mucho verismo y grandominio técnico la conocida escena de lossoldados dormidos -cuatro soldados roma-nos representados con sus correspondientesatributos y en disposición distinta cada uno-,en una composición muy lograda, tanto ensus detalles como en su conjunto." 62 La obra,como se ha dicho, refleja la misma escenaque la escultura anterior, y si bien la partepictórica debió realizarse antes de que finali-zara la primera mitad del siglo XVI, quizá,

según opinan tanto el propio Jesús Bermejocomo el catedrático Pedro Miguel Ibáñez,por Martín Gómez, uno de los grandes re-presentantes del Renacimiento pictórico con-quense, la parte escultórica es un poco mástardía; su elaboración está perfectamentedocumentada por éste último en una cartade obligación firmada en 1560 por el imagi-nero Giraldo de Flugo, también flamenco. 63

Ya en la catedral, en la capilla de SanBartolomé, aunque en pésimas condicionesde conservación, entre las decenas de figurasque decoran el friso se encuentra una imagenen la que se representa a Cristo resucitadodescendiendo al seno de Abraham.64 En elaltar mayor de la iglesia de Tarancón, obra dePedro de Villadiego, se representa por suparte a Jesús Resucitado apareciéndose aMaría Magdalena, el conocido tema del Nolime Tangere, en un paisaje natural donde sedestaca, en un segundo plano respecto de laescena principal de la obra, la aparición a losdiscípulos en Emaus.65 Y en la colegiata deBelmonte, en la capilla de San Pedro y SanPablo, un precioso relieve en el que se repre-senta a Cristo Resucitado entregando al pri-mer Papa las llaves del Reino de los Cielos,corona un hermoso retablo churriguerescodel siglo XVIII.66

Por lo que se refiere a la pintura, y apesar de que su reducido tamaño y que elhecho de ser una tabla secundaria dentro deuno de los más hermosos retablos del renaci-miento conquense lo hacen pasar desaperci-bida, debemos destacar el cuadro de CristoResucitado que forma parte del banco delretablo principal de la capilla de losCaballeros, también en la catedral.67 Su autor,Fernando Yáñez de la Almedina, alumno deLeonardo da Vinci, fue uno de los primerosimportadores en la península ibérica de lasnuevas formas renacentistas que ya se habíanasentado claramente en Italia. En él se repre-senta a Cristo en el centro, que acaba de salirde un sepulcro que se insinúa a su espalda.Sujeta con la mano izquierda, que muestra

f Yáñez de Almedina. Retablo del Calvario de la Capillade Caballeros. Catedral de Cuenca.

g Giraldo de Flugo. Retablo Mayor de la Capilla de losApóstoles. Catedral de Cuenca.

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alzada, a la misma altura de la cabeza, al con-trario de lo que ya vimos en el relieve deGiraldo de Flugo, la banderola con el símbo-lo de la cruz. La capa, de un vivo color ber-mellón, ondea por efecto del viento, y descu-bre sobre el cuerpo de Cristo el paño depureza, anudado por encima de la ingle. A laderecha del espectador se aprecia, apoyadosobre un dosel que apenas se insinúa, unúnico soldado, vestido con armadura a lausanza de la época, único resto visible, segu-ramente por las escasas dimensiones de laescena, de los cuatro guerreros que tradicio-nalmente, como ya se ha visto, son represen-tados de manera repetitiva, humillados,derrotados por el milagro que acaba de suce-der, en muchas obras de este tipo. Un ele-mento de gran interés es la figura del donan-te que al otro lado del Resucitado se repre-senta arrodillado. Se trata de Gómez Carrillo,canónigo de la catedral, y descendiente de lafamilia de los Albornoz, propietarios de lacapilla en la que esta obra se encuentra.

También es del siglo XVI una pequeñatabla anónima, quizá procedente de la escuelade los Gómez, que pertenecía sin duda a unretablo desmontado y que actualmente seencuentra en las oficinas del MuseoDiocesano.

Sobre este tema de la Resurrección tam-bién puede ser destacado, y nos alejamos otravez del templo catedralicio, la tabla centraldel retablo de la ermita de la Trinidad, enCampillo de Altobuey. Su autor, el salmanti-no Hernando de Mayorga, pertenece ya conplenitud al periodo manierista, algo que sepuede apreciar con claridad en el vivo movi-miento que recorre toda la escena, y en lamultitud de elementos decorativos que pre-senta. Recogemos la descripción que de estatabla hace Pedro Miguel Ibáñez, estudioso dela pintura conquense del siglo XVI: "Cristoparece flotar entre dos ángeles. A la derecha,se incorporan sorprendidos los soldados,algunos de ellos caracterizados a la morisca.Al fondo, se divisa la ciudad de Jerusalén,desde la que avanzan las santas mujeres."68

Elemento a destacar en la obra es el vivocolorido, que se aprecia sobre todo en la capagrana de Cristo y también en las vestiduras

de los dos ángeles que le rodean. Sobrevo-lando las nubes, en la parte más alta del cua-dro, cabezas aladas de serafines parecen anun-ciar un nuevo periodo en la historia del arte.

Representación asidua de la Resurrec-ción, por razones obvias, se produjo tambiénen las puertas de los sagrarios, pero sonrepresentaciones que a menudo pasan des-apercibidas para el espectador. Algo así suce-de con la puerta del sagrario de la capilla delEspíritu Santo, otra vez en la catedral, y queestá incorporado al banco del retablo quecorona el altar mayor de dicha capilla.69 Obra,como todo el altar, del italiano BartoloméMatarana, muestra a pesar de sus reducidasdimensiones una rica ornamentación, propiadel estilo manierista, en la que no faltan ni eltradicional grupo de soldados, ni las cabezasde querubines, algunas de ellas en actitud deconversación. También es de BartoloméMatarana el relicario que actualmente seencuentra en el museo de la colegiata deBelmonte, en una de cuyas puertas, en suparte interior, se puede contemplar unanueva representación de la Resurrección. Enella, y contrariamente a lo que hemos vistohasta ahora, sólo aparece la imagen de Cristo,como flotando en el ambiente, y mirandocon interés hacia el propio cuerpo del relica-rio.70 Aunque esta parte del trabajo no pre-tende ser un catalogo completo de la icono-grafía de Jesús Resucitado en el conjunto dela diócesis conquense, podemos destacartambién el sagrario de la iglesia parroquial dePiqueras del Castillo, obra atribuida porPedro Miguel Ibáñez a Martín Gómez "elviejo". Se trata también de una figura que,como la anterior, representa sólo la imagende Cristo Resucitado. 71

Del periodo barroco, menos estudiadoen el arte conquense que el renacentista, exis-te entre los fondos del Museo Diocesano unpequeño lienzo atribuido al pintor napolita-no Francesco Solimena. Cuadro característi-co del barroco por el delicado movimientoque presentan sus figuras, Jesús Bermejo lodescribe de la forma siguiente: "En primer

Bartolomé Matarana. Retablo de la Capilla del EspírituSanto. Catedral de Cuenca.

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término, en la parte inferior, nos encontra-mos con los guardianes, derribados en tierra,junto al sepulcro; sentados sobre él, dosángeles, uno por cada extremo, y tras el ángelde la izquierda, María Magdalena, con lamano izquierda apoyada en la losa del sepul-cro, y la otra María, que lleva en su derechaun tarro de ungüento, las dos atendiendo alángel que les indica con el brazo izquierdoque Cristo ha resucitado y se eleva triunfantesobre el cielo. En la parte superior del cua-dro, se ve ciertamente a Jesús elevándose porlos aires, sobre un fondo de cielo, con sumano derecha extendida, a la vista de tresángeles que entre nubes le contemplan, ysujetando con la izquierda el asta de una ban-dera desplegada al viento."72

Finalmente, y por lo que respecta a laorfebrería, se ha de destacar una obra que,lamentablemente, no ha llegado hasta nos-otros. Se trata de la custodia de la catedral,obra perdida del platero Francisco Becerril,destruida por las tropas francesas durante laGuerra de la Independencia, en cuyo rematefiguraba la imagen de Cristo Resucitado;también en otras partes de su compleja deco-ración podían apreciarse, separados de larepresentación cristífera, el motivo de los sol-dados derribados en el momento de laResurrección. Antonio Ponz escribió losiguiente de esta obra en su Viaje porEspaña: "En el remate de todo, sobre la capi-lla, se ve una figura de Jesu-Cristo [sic]Resucitado, con manto dorado y las demásinsignias, y está colocada sobre una especiede ara o pedestal." 73 Según Amelia López-Yarto, éste es uno de los elementos máscaracterísticos para coronar las custodias enel siglo XVI, aunque entre la escuela con-quense fueron utilizados de manera másusual otros motivos diferentes. 74 Tambiéncorona la imagen del Resucita-do una custo-dia de plata que se encuentra en la cámaraacorazada del Museo Diocesano y lleva elpunzón del platero Juan de Castilla, orfebreque, ya en la segunda mitad del siglo XVII, seencuentra a caballo entre la escuela de losBecerril, de la cual es uno de sus últimosrepresentantes, y el pleno barroco que carac-teriza ya a la etapa histórica en la que trabaja.

Pero también en el arte más reciente sepuede comprobar como el tema delResucitado no ha sido, desde luego, olvidado.Dejando aparte la multitud de pasos proce-sionales que se encuentran esparcidos portoda la provincia, muchos de ellos, sinembargo, esculturas seriales de escayola queproceden de los talleres de Olot, quiero des-tacar aquí dos obras de características muydiferentes. Por un lado, la escultura de bron-ce que Julio Abad realizó en 1997 para unode los panteones más espectaculares delcementerio principal de la ciudad, el del juezJulián García Suárez, y que presenta una altu-ra bastante superior a los dos metros.

Por otro lado, y aunque se encuentra enLeón, en cuya Semana Santa participa desdeel año pasado, el conjunto alegórico que elimaginero conquense Vicente Marín talló enel año 2001 para la cofradía del SantoSepulcro-Esperanza de la Vida, de León.Cristo, sin haber todavía resucitado en carnemortal, desciende a los infiernos para resca-tar a los profetas y a los reyes del Antiguotestamento. Detrás de la imagen de Cristo,que aparece con una cruz en sus manos,completan la escena las tres alegorías de laVigilia Pascual, el agua, el cirio y el fuego, queno tienen ni edad ni sexo definidos.Representa a Jesús como el Hombre Nuevoque rescata al Hombre Viejo; es la unión enCristo del Antiguo y el Nuevo Testamento.Anteriormente, en 1996, el mismo escultorhabía representado para la misma hermandadsu imagen titular, el Santísimo CristoEsperanza de la Vida, en el que se representaa Cristo muerto, yacente, en el instante en queestá recuperando su vida mortal. Ambas imá-genes desfilan la noche del Sábado de Gloria.

Casi todas las obras relacionadas en esteapartado pertenecen a un periodo muy con-creto de la historia del arte: el siglo XVI, elrenacimiento. Sólo la escultura de EgasCueman es algo anterior a esta época, y aun-que por estilo debería ser incluido en el góti-co, también es cierto que se puede apreciaren ella un avance significativo hacia unanueva etapa que, a pesar de lo temprano de la

Juan de Castilla. Remate de Custodia. Museo Diocesano.

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fecha, hacia los años veinte de la centuriasiguiente, está ya vivamente representado porla obra del pintor manchego Yáñez de laAlmedina. Lo cierto es que el arte conquen-se del siglo XVI, en todas sus facetas, estámucho mejor estudiado que todas las demásépocas, las que le antecedieron y las que lesucedieron. Lo cierto es también que apenasexisten, al menos en la capital de la diócesis,representaciones de la Resurrección pertene-cientes a otros estilos y que hayan llegadohasta nosotros. Como en tantos otros temas,el barroco va a significar para la iconografíareligiosa una nueva forma de ver el arte que,no obstante, no llegó a sepultar del todo lasformas anteriores: "Durante siglos, Jesús sur-gía de una tumba abierta. A finales de laEdad Media, en Francia y en los países delNorte, se le ve flanquear con una especie desimplicidad familiar el sarcófago, del cual unángel ha levantado la cubierta; en Italia sedispone encima de la tumba abierta. Despuésdel concilio de Trento, la Iglesia de pronto sedio cuenta de que el arte propugnaba unerror."75 Así pues, el barroco va a significarun cambio desde la tumba abierta a la tumbacerrada, un cambio que no evitó sin embar-go, que se siguieran representando escenasconforme a la tradición antigua. No obstan-te, tanto el cuadro de Mayorga como la tem-prana versión de Yáñez de la Almedina yarepresentan tras Jesús un sepulcro cerrado.

Dos versiones tardías que tienen muchoque ver con la Resurrección, de las cuales nohemos encontrado ningún ejemplo en elobispado de Cuenca al menos por lo que res-pecta a la plasmación plástica del motivo; sonlas apariciones a María Magdalena y a su pro-pia Madre después de la Resurrección. Laprimera arranca sin embargo de una leyendasurgida en Provenza según la cual, "despuésde su Resurrección Cristo tocó a laMagdalena en la frente, mientras se alejabadulcemente".76 Es el tema que ha venido a lla-marse del Noli me tangere, del que se tieneuna muestra importante, obra de Correggio,en el madrileño Museo del Prado; tema delque podemos encontrar un ejemplo muycaracterístico, dentro de nuestra propiaregión, en la tabla anónima pintada entre los

años 1500 y 1510, y que se encuentra en laiglesia parroquial de Santa María delSalvador, en Chinchilla (Albacete) y que entreotros ha sido atribuido a los maestros de laépoca Pedro Delgado, y en nuestra provincia,el relieve de Tarancón, ya mencionado másarriba. El cuadro, en el que se aprecia lainfluencia del pintor italiano Paolo de SanLeocadio. Presenta elementos góticos y pro-torrenacentistas. José Carlos Agüera Ros, enla ficha correspondiente al catálogo que bajoel título Huellas se ha desarrollado en la cate-dral de Murcia en el año 2002, describe eltema de la siguiente forma: "María Magda-lena fue a ungir el cuerpo muerto de Jesús,halló el sepulcro vacío y quedó desolada,pensando que lo habían robado; pero dosángeles le rebelaron que había resucitado, yÉl mismo apareció como hortelano, confun-diéndola hasta que la llamó diciendo: ¡No metoques!". Sobre la aparición a la Virgen, másimportante para nosotros porque de algúnmodo afecta a la procesión de la hermandad,pues ésta se basa en esa tradición de laIglesia, vuelve a incidir Emile Mâle: "Otroepisodio apócrifo se encuentra en el arte delsiglo XVII. La aparición de Jesucristo a laVirgen después de su Resurrección. Estafamosa escena, tan a menudo reproducida enla Edad Media, no tenía, sin embargo, otraautoridad que la de la Leyenda Dorada; perohacía tanto tiempo que había penetrado en elalma cristiana, que los teólogos de laContrarreforma no juzgaron que fuera posi-ble suprimirla." 78 Así pues, y al menos por loque respecta al tema de la Resurrección, elbarroco no supuso tanto un cambio en laiconografía, sino más bien un cambio en laforma de interpretarla.

Otro tema también relacionado con laResurrección de Cristo. Éste más antiguoaunque durante el barroco logra su mayorexpresividad, es la aparición al apóstol SantoTomás. Es característico en este tema la com-binación, al menos, de dos figuras, Cristo y elapóstol, metiendo su dedo en la llaga del cos-tado. A este tema responde el cuadro Laduda de Santo Tomás, del pintor flamencoHerndrick Terbrugghen, que se conserva enel Rijkmuseum de Amsterdam.

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segunda parte

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En la sesión de la Junta de Cofradíascelebrada el día 16 de septiembre de 1951 escuando se empieza a hablar de la necesidadde que el Domingo de Resurrección, últimodía de la Semana Santa y, en cierto sentido, elmás importante de todos por cuanto signifi-ca la consumación de los otros días de laPasión, tenga su celebración en la calle enforma de procesión. En el acta correspon-diente puede leerse lo siguiente: "Se lee unoficio de la Cámara de Comercio, contesta-ción a otro de esta Junta, en la que se le ofre-ce la organización de la procesión proyectadapara el Domingo de Resurrección, aceptandoy agradeciendo la atención. Se acuerda seinvite a este citado organismo, proceda a laformación de la Hermandad correspondien-te, preferentemente entre comerciales eindustriales, para lo que se ha tomado enconsideración la construcción de la imagende Cristo Resucitado a expensas de estaJunta, reiterándoles el agradecimiento y cola-boración de esta Junta."

Pocos días más tarde, el 20 de septiem-bre, se daba un nuevo paso, encargando latalla que debía presidir la procesión de esedía: "Se acuerda encargar la imagen del "ElResucitado" al escultor Sr. Martínez Buenopor 12.000 pts., entregándole una cantidad dedos o tres mil pts. cuando las posibilidades deesta Junta lo permitan y lo más pronto posi-ble, y el resto a la entrega de la imagen. Se fir-mará el oportuno contrato, cuyas condicio-nes se fijarán por la Junta de Gobierno."

Pero la propuesta de la Junta de Cofra-días de cerrar la Semana Santa este día conuna procesión de carácter glorioso, sinembargo, iba a tener más dificultades de lasprevistas en un primer momento; buenaprueba de ello es el hecho de que la Cámarade Comercio e Industria, que si bien el 8 dejulio de aquel año ya había aceptado la res-ponsabilidad de organizar este desfile, dene-gará esa responsabilidad pocos meses des-pués, hasta el punto de que iniciado ya el añosiguiente, muy próxima por tanto la celebra-

ción de la Semana Santa de 1952, todavía noestaba nada claro que esta procesión pudierasalir a la calle por vez primera.

En el acta correspondiente a la sesióndel 14 de febrero de ese año, la Junta deCofradías había asumido ya que la Cámara deComercio no iba a participar como institu-ción en la nueva procesión; por ello, todavíase estaban buscando nuevas posibilidadespara la misma: "Se aprueba una propuesta delasesor de la Junta, Emilio Saiz, en el sentidode invitar a la Venerable Hermandad deNuestra Sra. Del Carmen (Carmelitas), paraque celebre una reunión con la comisión deorganización de esta Junta al objeto de incor-porar la citada hermandad a la misma, ypoder organizar la procesión proyectada delDomingo de Resurrección con la imagen dela Stma. Virgen del Carmen y la de CristoResucitado, con el encuentro de ambos en laPlaza Mayor. Se delega en el proponente paracelebrar las entrevistas preliminares con ladirectiva de la citada hermandad."

Dos días más tarde, en la nueva sesiónde la Junta de Cofradías se daba sin embargolectura a una comunicación de la hermandadde San Juan Evangelista, en la que se ofrecíaa sufragar con sus propios fondos una ima-gen de la Virgen que, de momento, iba a par-ticipar en la procesión del domingo deRamos. El compromiso de esta hermandad,una de las más antiguas de la Semana Santa,no deja de ser importante también para elcurso de nuestra investigación, por cuantoesa talla terminaría por desfilar, bajo la advo-cación de Nuestra Señora del Amparo, en laprocesión del Domingo de Resurrección,tras algunas desavenencias de la cofradíadonante con los organizadores de la otraprocesión. Por otra parte, en aquella mismareunión fechada el día 20 de febrero, se infor-maba también sobre las gestiones realizadaspara la procesión que nos afecta: "A conti-nuación se oye el informe de D. Emilio Saiz,sobre el resultado de las primeras gestionesrealizadas por el mismo cerca de la Venerable

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La procesión en los años 50 y 60Primeros intentos de consolidar la procesión

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Hermandad de la Stma. Virgen del Carmen(carmelitas), con objeto de incorporarla a laprocesión del Domingo de Resurrección,aceptando el ofrecimiento de esta Junta."

Tres días más tarde se redactaba, a con-tinuación del acta anterior, una diligencia enla que se regulaba como debía ser la proce-sión en la que por primera vez se iba a cele-brar en la calle el Domingo de Pascua: "Encuanto a la del Domingo de Resurrección, yexpuesta por las autoridades eclesiásticas lanecesidad de que esté terminada a la hora decelebrar el Pontifical que corresponde a estafestividad, se convino que la imagen deCristo Resucitado salga de la parroquia delSalvador a las siete horas, armonizando lamisma con la hora de salida de la Stma.Virgen del Carmen [que a su vez debería salirdesde la iglesia de su convento, en la partemás alta de la ciudad], con objeto de celebrarel encuentro de ambas imágenes en la PlazaMayor, bajando a continuación por las callesde Alfonso VIII, Andrés de Cabrera, GeneralMola, Palafox, Trinidad, Calderón de laBarca, Av. José Antonio, Plaza del Generalí-simo, 18 de Julio, Puerta de Valencia, Alonsode Ojeda, concluyendo hacia las 10 horas enla misma parroquia de salida."

Sin embargo, las dificultades para lanueva procesión que desde la Junta se inten-taba crear no habían terminado. En la sesióncorrespondiente a ese mismo día en quehabía sido fechada la diligencia anterior, y enla que todo parecía estar claramente regula-do, el propio intermediario entre la Junta deCofradías y la hermandad de la Virgen delCarmen, Emilio Saiz, exponía el acuerdo deésta última, "en el sentido de no sumarse a laprocesión del Domingo de Resurrección, jus-tificando el mismo por ser pocos hermanos".

Finalmente, y gracias a la intervencióndel vicario de la diócesis, a quien habían acu-dido los miembros de la Junta de Cofradías,la hermandad de la Virgen del Carmen acce-dió a participar en ella: "la hermandad de laStma. Virgen del Carmen accede a desfilarprocesionalmente el Domingo de Resurrec-ción, aunque por una sola vez. Se acuerdaque con objeto de que revista el explendordebido, invitar a todas las Hermandades queradican en la parte alta de la población (SanRoque, San Isidro, etc.) para que se sumen al

mismo. Asimismo que todas las Herman-dades acompañen a la imagen del Cristoresucitado con sus guiones, distintivos ycetros, invitando además a una representa-ción por cada una de ellas." Esta cita, corres-pondiente a la sesión del 28 de marzo, regu-lariza de manera clara la tradición, todavíaexistente en la actualidad, de que el resto delas hermandades que forman parte de laJunta de Cofradías participen también en laprocesión por medio de sus guiones y estan-dartes. En esa misma reunión, además, sedaba lectura a un escrito del imaginero con-quense, Leonardo Martínez Bueno, autor dela talla de Cristo Resucitado, en la que mani-festaba haber terminado la talla. Sin embar-go, también la adversa meteorología quisoañadir un nuevo problema, y el día de la pro-cesión, una vez las dos imágenes iban aencontrarse en la Plaza Mayor, tuvo que sus-penderse ésta por la lluvia que caía.

Las dificultades no habían sido todavíaresueltas para la Semana Santa del añosiguiente, pues una vez denegada definitiva-mente la organización de dicho desfile porparte de la Cámara de Comercio, se dirigió laJunta de Cofradías a las ramas masculinas deAcción Católica, las cuales tampoco acepta-ron esta responsabilidad. En la reunión de laJunta de Cofradías celebrada el día 8 defebrero de ese año, se acordaba "dirigir unescrito a la Hermandad de Cristo Resucitadopara que nos manifiesten estado de forma-ción de la misma, así como que propongan laterna para nombramiento de Representanteen esta Junta (éste último dato fue solicitadocon anterioridad)". La Junta de Cofradíasparece desconocer el hecho de que, al menosoficialmente, no se había constituido aún lahermandad, cuya acta inaugural lleva fechadel mes de enero del año siguiente; en reali-dad, es de suponer que la petición no estabadirigida a la hermandad en sí, sino a la propiaCámara de Comercio, como se puede leer enel acta de la Junta de Cofradías del 25 defebrero: "Visto el silencio de la junta directi-va de la Cámara de Comercio de esta capitala nuestras comunicaciones anteriores, que sesolicitaba propusiesen una terna para nom-bramiento de Representante de la Herman-dad de Cristo Resucitado en esta Junta, asícomo el estado actual de formación de la

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citada Hermandad, y teniendo informes deque nada hay organizado..."

Las peticiones de la Junta de Cofradíasrecibieron por fin respuesta de la Cámara deComercio, aunque en sentido, como ya se hadicho, negativo. Del mismo modo, en lasesión del 20 de marzo se asumía definitiva-mente por parte de la Junta el hecho de queotra vez debían ser ellos los que organizarandefinitivamente este desfile penitencial: "Nohabiendo recibido tampoco contestación delCanónigo Diocesano [sic] de A.C., acerca denuestra propuesta ofreciéndoles la organiza-ción de la hermandad de Jesús Resucitado, seacuerda en principio invitar a todas las her-mandades que envíen sus guiones, como asi-mismo una representación lo más numerosaposible de cada una."

Así pues, la Junta de Cofradías había idoasumiendo poco a poco que, por una parte,debía impulsar con fuerza la procesión queestaba intentando para el Domingo dePascua, si quería que ésta se asentara definiti-vamente en el conjunto de los desfiles peni-tenciales, y al mismo tiempo, la necesidad deque esa procesión debería tener tras de sí lafuerza de una hermandad que fuera indepen-diente de la propia Junta. En este sentido ibadirigido el acuerdo tomado el día 19 de octu-bre: "Visto que por el Presidente del ConsejoDiocesano de A.C. (Ramas Masculinas), nose ha recibido contestación a nuestra comu-nicación del 10 de marzo ppado.[sic], en laque se le ofrecía la organización de laHermandad de Cristo Resucitado, y ante elofrecimiento que se hace por parte de loscomponentes de esta Junta D. Manuel SaizAbad y D. Benito Zamora de encargarseellos, particularmente, de la organización dela misma, se acuerda aceptar este ofrecimien-to, y que se encargue con independenciaabsoluta de esta Junta."

En concordancia con esta decisión, eldía 24 de enero de 1954 se celebraba, con laasistencia de once hermanos, la junta consti-tuyente de la nueva hermandad, con el finprimordial, además, de elegir la Junta deDiputación que debería regir a partir de

entonces los primeros avatares de la nuevacofradía. En aquella sesión fue elegido comoprimer hermano mayor Juan AlbertoMartínez Ortiz. Junto a él fueron elegidosRosalino Castreño como tesorero, FelipeJiménez Pastor como contador, BenitoZamora Gismero como secretario, ÁngelMartínez Ballesteros como vicesecretario, ycomo vocales, Reyes González Guadalajara,Francisco Serna Luis, Manuel Saiz Abad yJesús Cañas Olmeda.

Paralelamente a estos nombramientos,Enrique Benítez González y el ya citadoJesús Cañas eran nombrados para formaruna comisión que redactara los estatutos porlos que el nuevo instituto debería regirse.Otros nombramientos que se hicieron enaquella misma junta fueron los de camarera,en la persona de María Pita de la Vega, espo-sa de Jesús Cañas, y una terna, formada porManuel Saiz Abad, Juan Evangelio y RománLópez Molina, "para visiten [sic] el Comercioy la Industria, y hacer una de las primeras denuestra Semana Santa." De esta forma lanueva hermandad, si bien nunca llegó a estarconstituida, de forma institucional, por laCámara de Comercio, en cierto modo situvieron mucho que ver algunos de susmiembros en su nacimiento.

Finalmente, era elegida también otraterna para que de entre sus miembros fueranombrado por parte del obispado un repre-sentante de la hermandad ante la Junta deCofradías, sistema tradicional de elecciónentonces de los representantes. Sin embargo,parece que este nombramiento fue un actosimplemente protocolario, por cuanto en unareunión anterior de la Junta de Cofradías,celebrada el 20 de diciembre, se había dadolectura ya a un oficio remitido desde el obis-pado, "aprobando las respuestas en terna quefueron recibidas en su día de las Herman-dades que han nombrado nuevos represen-tantes en esta Junta." Entre los miembrosreconocidos entonces figuraba ya, por la her-mandad de Jesús Resucitado, EusebioPalomo Navarro, quien sería propuesto porla hermandad como primero de la terna.

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La primera hermandad del ResucitadoCon la creación de la hermandad de

Cristo Resucitado como una entidad inde-pendiente pero al mismo tiempo incorpora-da, como una más, a la Junta de Cofradías,como no podía ser de otra forma, la proce-sión correspondiente del Domingo dePascua empezaba a asentarse en el conjuntode la Semana Santa. Un año clave en este sen-tido fue 1954. En la junta general celebradapor la hermandad el 21 de marzo de aquelaño se aprobaba parte de la uniformidad delos hermanos, compuesta por capa blancacon vueltas rojas (nada se dice en el acta delcolor que debía llevar la túnica, y esto es por-que en aquellos primeros años los hermanosvestían directamente la capa sobre el traje dechaqueta), y el escudo, el mismo que aúnmantiene. Asimismo, se aprobaba tambiéninvitar al resto de las hermandades para queparticiparan en la procesión, algo que, comoya se ha visto, había sido una constante yadesde el primer año, y que sería formalmen-te instituido por la Junta de Cofradías en sureunión celebrada el mes de marzo del añosiguiente. Dos meses después de haber sidotomadas estas dos decisiones se celebró unanueva junta general, en la que se aprobó "lacelebración de un concurso para la confec-ción de unas andas entre los artistas de estalocalidad Pérez e Hidalgo." En este sentido,al año siguiente la hermandad encargaba larealización de los mismos a Nemesio Pérezdel Moral, por la cantidad de veinte mil pese-tas. En esa misma sesión se aprobaba tam-bién la adquisición de otros enseres para laprocesión, como estandarte, cetros y frontalpara el paso, bordado en seda.

Desde el mismo nacimiento de la her-mandad estaba presente en el seno de lamisma el deseo de poder contar con una ima-gen mariana que, como la mayoría de lasotras procesiones (sólo las de ambos domin-gos eran todavía la excepción a la regla),cerrara la procesión. Dos decisiones tomadaspor la cofradía en aquella misma reunión demayo de 1954 lo demuestran: por una parte,la aprobación de que constara en acta el agra-decimiento sentido por los hermanos hacia elcabildo de la Virgen de la Esperanza, queaquel año había prestado su talla titular ante

la negativa de la hermandad de la Virgen delCarmen de volver a participar en el desfile.Por otra parte, la intención de celebrar unconcurso entre diversos imagineros paraencargar al ganador una talla mariana quepasara a ser propiedad de la hermandad. Delmismo modo, también se aprobaba el títulocompleto de la cofradía recientemente crea-da, a propuesta otra vez de Emilio Saiz:Nuestro Señor Jesucristo Resucitado y MaríaSantísima del Amor, algo que en estemomento, todavía, no deja de ser una clarapropuesta de intenciones.

La solución definitiva a este anhelo delos hermanos llegaría al año siguiente demanos de la hermandad de San Juan Evan-gelista, que durante unos años se incorporó ala procesión con una imagen mariana de supropiedad, la misma que ahora, incorporadatambién a la hermandad, sigue cerrando eldesfile. En este periodo, la imagen de laVirgen recibía culto en la iglesia del Salvador,dentro de la propia capilla de San Juan, en ellateral izquierdo de la misma, en el espacioque ahora ocupa uno de los dos altorrelievesde Luis Marco Pérez., y que representa alapóstol escribiendo en Patmos el texto delApocalipsis, con la serpiente alada a sus piesy, rodeando a la figura principal, los símbolosde los cuatro evangelistas.

Si bien la Cámara de Comercio comoinstitución ya había declinado la responsabi-lidad de organizar por sí misma la procesión,las relaciones entre ésta y la hermandad per-manecían aún en situación de equilibrio, aun-que inestable, y un porcentaje importante delos hermanos seguían perteneciendo a laCámara. En este sentido debe entenderse laaprobación de las cantidades con las que losmiembros de la hermandad deberían colabo-rar en 1954 para sufragar la proyectada incor-poración de la imagen mariana: "Vista lasituación económica en que se encuentra estaHermandad algunos hermanos hacen suge-rencias para que se suscriban algunas accio-nes reintegrables [ya la terminología emplea-da es más propia de alguien interesado eneste tipo de transacciones económicas que deuna institución de carácter religioso] o unacuota extraordinaria sólo por un año acor-

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dándose esta última en la cantidad de 60pesetas para patronos y de 24 pesetas paradependencia mercantil y obreros." En estesentido también hay que entender lo siguien-te: "Se acuerda conste en acta un voto de cen-sura para el Sr. Presidente y Secretario de laCámara de Comercio, por no asistir a ningu-na de las reuniones de esta Hermandad yaque se trata del Comercio e Industria en gene-ral." En otro orden de cosas, ya en las prime-ras reuniones de la cofradía se aprobaba cele-brar la función en honor de la imagen titular eldía de la festividad de la Ascensión del Señor.

Para el año 1956 el lugar del encuentroentre las imágenes de Cristo y de su Madreera trasladado a la plaza del Generalísimo,actual plaza de la Hispanidad, y para dar mássolemnidad a este acto, se aprobaba por pri-mera vez suelta de palomas y quema de traca,tradición que, como es sabido, todavía semantiene. Sin embargo, los problemas eco-nómicos seguían acuciando a la cofradía, apesar de que desde los hermanos se habíantomado diversas iniciativas encaminadas asufragar la deuda contraída con los autoresde las andas y del dorado de las mismas, rea-lizado por Enrique Gimeno. Así, se recogíaen la sesión del 21 de marzo de 1956 losiguiente: "Se acuerda conste en acta un boto[sic] de gracia por los hermanos D. RosalinoCastreño y D. Manuel Saiz por su aportacióna la Hermandad con su firma para conseguiruna cuenta de crédito en la Caja de Ahorroscon el fin de poder hacer frente a las deudascontraidas por la Hermandad con la cons-trucción y dorado de andas." El problema,lejos de arreglarse, fue empeorando a partirdel año siguiente, causado por la suspensiónobligada de la subasta de banzos, al no podercontar con el número suficiente de hermanosinteresados en la misma. Se aprobaba enton-ces programar una nueva subasta para algu-nos días más tarde; en la nueva subasta, rea-lizado poco tiempo antes de la Semana Santa,sólo se adjudicaron diez de los banzos, elveinte por ciento, aprobando repartir el restoentre los hermanos jóvenes que lo solicitaran.

Para evitar en lo sucesivo este problema,en aquella misma junta general ordinaria,celebrada el 29 de marzo de 1957, se aproba-ba que la subasta de banzos y elección dehermanos mayores se hiciera el día de la fun-

ción de la imagen, siempre que asistieran aella el número suficiente de hermanos.Curiosa determinacion si la observamosdesde el punto de vista de cómo se vive en laactualidad: para gran parte de los miembrosde cualquiera de las hermandades que com-ponen la Junta de Cofradías, ésta es el díamás grande en la vida religiosa de la herman-dad. Sin embargo, que las cosas no eran tandiferentes como en la actualidad lo demues-tra el hecho de que de la documentación sedesprende que este cambio no llegó a llevar-se a la práctica, al menos por lo que se refie-re a la subasta de banzos, que siguió cele-brándose el día de la junta. En otro orden decosas, por aquellos momentos se acordabatambién completar el uniforme oficial de loshermanos con un birrete de color blancopara cubrir la cabeza de los nazarenos, en unaprocesión como ésta que no tiene el mismocarácter penitencial que los otros desfiles dela Semana Santa, y por lo tanto debe obviar-se en ella el uso del capuz montado.

En el acta de la Junta General de la Juntade Cofradías correspondiente al 3 de abril de1959 puede leerse lo siguiente: "Felicitar a lahermandad de Nuestro Señor JesucristoResucitado y a la de San Juan Evangelista,por el buen comportamiento de los cofradesen esta procesión. Llamar la atención de losbanceros que portaron las imágenes, por elbaile de que fueron objeto las mismas en laplaza del Generalísimo, y en algún otropunto del recorrido, estudiando la aplicaciónde sanciones de tipo económico." Los diri-gentes de aquella época, marcados por unamuy particular manera de sentir el hecho reli-gioso, estaban todavía lejos de comprender elverdadero sentido que el baile tiene, en deter-minadas imágenes, para la Semana Santa deCuenca, a pesar de que no se trata de unaspecto en absoluto novedoso.

El año anterior, por otra parte, se pro-dujo en el transcurso del Encuentro un inci-dente indeseado, por la rotura al paso de laprocesión de la luna de un escaparate en unlocal comercial en la calle de Carretería; ladueña del comercio, Soledad Rubio Zarceño,pretendía de la Junta de Cofradías que estainstitución corriera con los gastos que supu-so este incidente; al respecto, puede leerse enel acta del 8 de enero de 1959 lo siguiente:

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"Expone el presidente que no asistió alprecitado juicio de conciliación porque así sele indicó por persona idónea al caso, dadoque con antelación se advertía la imposibili-dad de llegar a un acuerdo, por entenderseque los razonamientos esgrimidos por la pro-pietaria del establecimiento comercial, cul-pando a la Junta de Cofradías de la rotura dela luna de uno de sus escaparates, por colocaren una columna próxima un petardo de granpotencia explosiva en las fiestas del Domin-go de Resurrección, no se apoyaban en basecierta, puesto que de antemano se habíaadvertido que la luna de referencia presenta-ba ya algún desperfecto, y que parece ser quequería aprovechar la coyuntura de las trepi-daciones de la traca para aducir que elloshabía causado la rotura. Incluso se cita cómola luna del otro escaparate comenzó a abrirsealgunos meses después por sí sola, enten-diendo que todo ello puede obedecer a undefecto de colocación o alguna otra causa,independientemente de si la traca hizo o nopresión sobre el cristal, por darse la circuns-tancia de que en otros establecimientoscomerciales de la mis-ma calle no se produjotal hecho, pese a tener colocados a la alturade ellos los petardos más potentes, y no en elestablecimiento de Dª Soledad Rubio, comoella pretende hacer creer."

Por aquel entonces, la imagen deNuestro Señor Jesucristo Resucitado recibíóculto durante un corto periodo del tiempo enla capilla de Caballeros, en el lado de laEpístola de la iglesia parroquial del Salvador;más tiempo estuvo en un pequeño altar quese instaló a los pies de la iglesia, debajo delcoro. El 29 de mayo de aquel año, la Junta deDiputación de la hermandad se reunía con elfin de tomar las medidas oportunas para elarreglo de dicha capilla: "Se acuerda a reque-rimiento del Señor Cura Párroco del Salva-dor que el altar donde se encuentra nuestrotitular en la Capilla de los Caballeros, y en lahornacina que nos ceden al efecto se haganlas obras necesarias para que quede en lasdebidas condiciones. Para ello se faculta al Sr.Depositario para que haga las gestiones entrelos artistas que han de intervenir en dichasobras y solicitar las debidas facilidades para elpago de las mismas."

La hermandad entraba de esta forma en

la década de los años sesenta debatiéndoseentre la crisis económica y una procesiónque, aunque con dificultades, se iba asentan-do en el seno de la Semana Santa. La reunióncelebrada el 19 de febrero de aquel año fuemuy importante por dos motivos: por unlado, motivado en parte por el fallecimientode Rosalino Castreño, tesorero de la cofradía,era nombrada una nueva Junta deDiputación, formada por Jesús TorrabaCuevas como secretario, Benito ZamoraGismero como vicesecretario, Manuel SaizAbad como depositario y Oscar JiménezPérez como contador; para ocupar los seiscargos de vocal eran nombrados FelipeJiménez Pastor, Ángel Martínez Ballesteros,Román López Molina, Manuel Pérez Sán-chez, Francisco Serna Luis y Eusebio Palo-mo. Hay que hacer constar en este sentidoque aquella reunión era sólo de Junta deDiputación, no de junta general, que suele serla única capacitada para realizar este tipo denombramientos. Sin embargo, de la lectura desus miembros se desprende un cierto conti-nuismo sobre la junta anterior; en efecto, loscambios son escasos y de poca importancia.

Un nuevo incidente se produce en el año1961, provocado por cierto enfrentamientoentre los hermanos de nuestra cofradía y losde la de San Juan Bautista, y que llevó a losde esta última hermandad a hacer una quejaoficial a la Junta de Cofradías. En el acta deesta institución fechada el 14 de abril deaquel año puede leerse lo siguiente: "Se dalectura a una comunicación de la VenerableHermandad de San Juan Bautista, relativa alas voces que se vienen manteniendo con laHermandad de Nuestro Señor JesucristoResucitado, debido al poco espacio que en laIglesia Parroquial del Salvador existe, viéndo-se la necesidad de que las imágenes sean des-montadas una vez finalizado su recorridoprocesional, al objeto de que quede expeditoel lugar para la colocación de otras."

Por otra parte, otro acuerdo adoptadoen aquella misma sesión era importante porel patrimonio de la hermandad; por su rele-vancia para el futuro de la talla mariana quedesde cuatro años antes había participado enla procesión, y para el de la hermandad en símisma, creemos conveniente transcribir elacuerdo en todos sus términos: "Se da lectu-

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ra al oficio de la Hermandad de San JuanEvangelista en que ofrece la SantísimaVirgen del Amor en traspaso a estaHermandad en la cantidad de 30.000 pesetasacordándose aceptar el ofrecimiento concarácter provisional. Dicha cantidad se liqui-dará en la cantidad de cinco mil pesetas anua-les. Se nombra camarera a Dña. MatildeHerraiz, quien se hará cargo de todas lasropas de la Virgen así como de todos los atri-butos y enseres existentes en el cajón quetiene el altar de nuestro titular en la Iglesia delSalvador. También se acuerda que colaboreen estos menesteres D. Emilio Saiz". A pesarde que el acuerdo recogía la obligación deentregar anualmente a la hermandad de SanJuan la cantidad de cinco mil pesetas, el librode cuentas sólo recoge la entrega en su inte-gridad las cantidades correspondientes a losaños 1963 y 1964; de esta forma cobra senti-do la afirmación de Antonio Pérez Valero,que habla de donación de la imagen de suhermandad a la nuestra.79

Para entonces la crisis, tanto de la proce-sión como de la hermandad, iba siendo cadavez más acuciante. Para evitarlo, las medidasadoptadas tanto desde el seno de ésta comodesde el de la Junta de Cofradías, no llegarona alcanzar unos resultados significativos.Entre estas medidas, en 1962 se aprobó unnuevo recorrido procesional. La imagen deCristo Resucitado, desde su salida a las ochode la mañana en la iglesia del Salvador, debe-ría recorrer las calles San Vicente, Alonso deOjeda, Tintes y Fray Luis de León. Por suparte, la de la Virgen, que para entonceshabía ya cambiado su primitiva advocaciónde Nuestra Señora del Amor por la delAmparo (a pesar de todo, éste es ya el nom-bre que recibe la talla en el propio contratofirmado entre el autor de la misma y la her-mandad de San Juan), desde la pequeña tra-vesía de Melchor Cano y la plaza de SantoDomingo, transcurriría por las calles Palafoxy Calderón de la Barca. Una vez realizado elencuentro de ambas imágenes, por primeravez en la plaza de Cánovas, la procesión, yacompleta, debería seguir otra vez hasta laiglesia de salida por las calles José Antonio,Plaza del Generalísimo, 18 de Julio, Puerta deValencia, Alonso de Ojeda y San Vicente.Como se puede ver, en esencia es el mismo

recorrido actual, aunque la salida se produceahora desde la cercana iglesia de San Andrés,y cada una de las tallas realiza en la actualidadprecisamente el recorrido que en los añossesenta hacía la otra, contrariamente a lo queafirma Antonio Pérez Valero en su trabajo. 80

A pesar de esta aguda crisis, que habíallegado hasta el punto de que la Junta deCofradías llamara la atención a la hermandad,"llegándose incluso a estudiarse la posibilidadde suprimir el desfile ante el progresivo dete-rioro que sufre ", 81 frase recogida porAntonio Pérez Valero, quien no cita su fuen-te de referencia (parece lógico pensar que setrata del propio archivo de la Junta deCofradías), ese mismo año la hermandadaprobaba la adquisición de cuatro ánforaspara adornar la talla de Cristo Resucitado, ydos años más tarde, la compra de diez capaspara los hermanos, obligando a los que fue-ran agraciados con éstas a que salieran en laprocesión. Se puede apreciar en este últimoacuerdo, no obstante, una manera sutil depresionar a los hermanos para que cumplie-ran con todas sus obligaciones, y entre ellas,y por encima de todas, la de participar en eldesfile procesional. Por otra parte, tambiéndesde la Junta de Cofradías, y seguramenteotra vez con el fin de impulsar el desfile pro-cesional, se estudió la posibilidad de incorpo-rar un nuevo paso que representara elSepulcro Vacío, intento que no llegaría nuncaa fructificar.82

Volviendo al tema de las quejas de laJunta de Cofradías hacia la hermandad delResucitado, en el acta correspondiente al 19de mayo de 1962 puede leerse: "Requerir dela Venerable Hermandad de Nuestro SeñorJesucristo Resucitado envío de una relacióncomprensiva de los banceros portadores dela imagen de Nuestra Señora del Amor, a losmismos efectos". Se está refiriendo a las irre-gularidades cometidas por los banceros delpaso de Jesús y la Verónica que habían toma-do parte en la procesión "Camino delCalvario" de aquel año, que habían cometidolas mismas irregularidades; la Junta de Cofra-días estaba estudiando aplicar alguna sancióntanto a unos como a otros.

Las incidencias siguieron repitiéndose alaño siguiente: "Visto el espectáculo deni-grante que cada año ofrece la procesión de

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este día y el poco espíritu de colaboraciónque sienten los banceros de las imágenes deNuestro Señor Jesucristo Resucitado y Nues-tra Señora del Amparo, que ni siquiera atien-den las órdenes que al respecto le son trami-tadas por los Hermanos Mayores, y como unmedio de atajar el poco celo y seriedad que seadvierte de año en año en tales banceros, seacuerda solicitar para el próximo del Sr.Gobernador Civil, cuatro parejas de la guar-dia de la Policía armada -dos para cada unode los aludidos pasos- al objeto de que cus-todien los mismos y ejerzan al propio tiemposu autoridad sobre quienes traten de minarla,incumpliendo las órdenes que se tienen cur-sadas. Ello como medida extrema, antes deentrar en el estudio de suprimir, si fueranecesario, este desfile procesional, que tanpoco dice del fervor del pueblo conquense".(Acta correspondiente al 16 de abril de 1963).

Esta primera parte de la vida de la her-mandad de Nuestro Señor JesucristoResucitado se cierra el 6 de marzo de 1966,de forma inesperada, pues nada hace pensarde la lectura del acta correspondiente a laJunta de Diputación celebrada por la her-mandad aquel día la decisión de dar por clau-surada ésta. Antes bien, en ésta se faculta aldepositario a hacer las gestiones oportunaspara que la hermandad del Cristo delAmparo "preste su colaboración en la Proce-sión que intensifique el número de Herma-nos que salgan en las filas, sacar a la Virgenen procesión la Hermandad de Cristocorriendo ellos con la organización y procu-rando aumentar con el mayor número posi-ble las filas de Hermanos vestidos sin deter-minar color, sin capuz y con cinturón, encar-gándose del adorno y puesta en andas de laVirgen." Por otra parte, también solicitan lacolaboración de la Junta de Cofradías paraforzar al resto de las hermandades a recupe-rar, la tradición de participar en la procesióndel Domingo de Pascua con sus guiones,estandartes y hermanos mayores.

Lo cierto es que a partir de entonces ladocumentación correspondiente a esta pri-mera fase de la hermandad calla, sin habersido terminado el libro de actas. Por lo querespecta al archivo de la Junta de cofradías,en la reunión celebrada el 29 de marzo deaquel año se debatió el tema de la procesión:

"El Vicepresidente de la Junta, Sr. Saiz Abad,hace una exposición exhaustiva de las vicisi-tudes por que atraviesa la VenerableHermandad de Nuestro Señor JesucristoResucitado, denunciando una vez más el esta-do de apatía en que se encuentra y haciendonotar la total ausencia del comercio con-quense, a quien se encomendó la organiza-ción de esta procesión a través de laHermandad de referencia... Dice que ladirectiva ha hecho llamamientos a los herma-nos, sin que de los mismos obtuvieran el ecoapetecido. Solicita apoyo moral y económicopara una procesión que puede resultar bri-llantísima y digno broche de las que enCuenca se celebran con motivo de la SemanaSanta." Y termina diciendo que "sería nece-sario que alguna comisión se prestara volun-tariamente para la realización de los trabajosy gestiones previas a la puesta en marcha dela procesión, así como los que necesariamen-te tienen lugar finalizada aquella."

En 1967, habiéndose dado por clausura-da la hermandad de modo definitivo porparte de la Junta de Cofradías, el desfile le vaa ser encargado por ésta a la delegación pro-vincial del Frente de Juventudes . La her-mandad, ya en situación terminal, había sidoinformada de la decisión, según se afirma enel acta de la Junta de Cofradías del 28 defebrero: "Que la Junta de Cofradías citeurgentemente a reunión general a todos losmiembros de la Hemandad de Nuestro SeñorJesucristo Resucitado, para darles cuenta delacuerdo adoptado por su Junta Directiva y laidea de transferir la organización de la proce-sión, imágenes, andas y enseres al Frente deJuventudes de Cuenca, determinándose en laconvocatoria que la no asistencia entrañaráaceptación plena a los acuerdos que se adop-ten al particular." El acuerdo fue adoptadofinalmente en la reunión celebrada por estainstitución el 7 de marzo, a la cual habíansido convocados de manera especial algunosrepresentantes de la hermandad.

Aunque el año siguiente algunos de losantiguos miembros de la hermandad intenta-ron renovarla nuevamente, el desfile de eseaño, que finalmente iba a ser organizado porla Organización Juvenil Española, sería sus-pendido por la lluvia. De esta forma, losinconvenientes climatológicos, presentes ya

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en el primer desfile procesional del Domingode Resurrección, cerraban también una faseque había estado marcada por profundos alti-bajos. Sin embargo, Luis Calvo, quizá conrazón, cree ver por parte de la Junta deCofradías una actuación deliberada que enrealidad había encontrado en el mal tiempo laexcusa perfecta para no permitir la salida dela procesión: "El mismo Domingo deResurrección, 14 de abril de 1968, aparecióen la prensa local una nota en la que sedemostraba la capacidad para la previsiónmetereológica de dicha institución... Luegoagradecía el entusiasmo de los muchachos dela Organización Juvenil Española que, en lavíspera, estuvieron montando los pasos, loque ilustra la profunda crisis por la que pasa-

ba la procesión desde su misma fundación"84

Para el año siguiente, y tras la negativa dela Delegación de Juventudes, la Junta deCofradías le encargó la organización de laprocesión a las Hermandades de Trabajo. Sinembargo, y recogemos otra vez las palabrasde Luis Calvo, "al final se puso en manos deantiguos miembros de la Cofradía delResucitado, desfilando ese año sin novedad;sin embargo la Junta, ante la escasa asistenciade comerciantes y dependientes de comercio[otra vez vuelve a salir a relucir la vieja rela-ción existente entre la Cámara de Comercio yla hermandad] a la Asamblea de la Cofradía(sólo asistieron 12), el 11 de diciembre de1969 decidió suspender la procesión de 1970y sucesivos, hasta que se organizara dignamente."85

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Para hacer un estudio más o menos dete-nido sobre los aspectos económicos de nues-tra hermandad en el periodo estudiado pode-mos contar con sendos gráficos elaborados apartir de los datos proporcionados tanto porel libro de actas como por el libro de conta-bilidad. Sin embargo, para comprender mejorlos datos que reflejan esos gráficos hay quetener en cuenta algunas consideraciones quenunca pueden verse reflejados en el lenguajefrío que todo gráfico representa.

El primero de estos gráficos se corres-ponde con el volumen de ingresos anualesrelativos a todo lo que conlleva la subasta debanzos. En este sentido, lo primero quedebemos tener en cuenta es que el actacorrespondiente al año 1956 no proporcionaningún dato sobre el resultado de la subasta.Por otra parte, el número de banzos subasta-do cada año es muy variable, lo que en ciertosentido justifica también la disparidad que enel gráfico se observa. Así, si en 1955 sesubastan siempre un total de veinte banzospara el paso del Señor Resucitado (porentonces, el paso de la Virgen no era todavíaresponsabilidad directa de la hermandad), apartir de 1957 el número de banzos a subas-tar, en una primera puja, es sólo de diez, elcincuenta por ciento del total, pasando el

resto a ofrecerse en una segunda subasta; aúnasí, el total no era siempre completado, porfalta de hermanos interesados en ser bance-ros. A partir de 1961, a raíz de la adquisiciónde la talla de la Virgen del Amparo, se rein-corporan a la subasta un número variablemás de banzos que, si en un principio sehacía de forma totalmente independiente a lasubasta de Jesús Resucitado, a partir de 1964pasará a hacerse de forma conjunta con lasubasta de los banzos de éste.

Otro punto que tenemos que tener encuenta es la diferenciación que debe hacerseentre los ingresos procedentes propiamentede la subasta de banzos, y otros ingresosque, si bien están estrechamente ligados a lasubasta, deben ser separados para una mejorcomprensión del gráfico. Una parte de esosingresos correspondía a la subasta de variosenseres de la hermandad, y que entonceseran apenas los de hermano mayor (uno deestos era adjudicado casi desde el primer añomediante subasta), hermano mayor infantil ycapataz de banceros, del Resucitado primeroy después, también, de la Virgen. Junto aestos ingresos hay que tener en cuenta asi-mismo algunos donativos recogidos en lasactas, siempre formando parte del conceptode subasta, y la resubasta de banzos que habí-

Aspectos económicos

Gráfico II. Ingresos y gastos de la Hermandad desde 1955 a 1966

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an sido donados a la hermandad por aquelloshermanos que se los habían adjudicado enprimer lugar, y que los vuelven a ceder con elfin de aumentar las arcas de la cofradía. Estehecho, en aquellos años de crisis, era bastan-te usual en muchas de las hermandades denuestra Semana Santa. El total de estos ingre-sos llega a suponer algunos años una cantidadcercana al cincuenta por ciento del conjunto.

Una vez estudiado el gráfico correspon-diente a los ingresos procedentes de la subas-ta de banzos, algo tan consustancial a nues-tras hermandades a partir sobre todo de losaños de la crisis (los primeros datos en estesentido corresponden al siglo XIX), vamos aanalizar ahora algunos otros datos relativos alconjunto de ingresos y gastos. En este senti-do, antes de adentrarnos en un estudio pro-fundo sobre la vida económica de la her-mandad, sobre el sistema de cargos y abonos,de gastos e ingresos, lo primero que debemostener en cuenta es la imposibilidad de llevar acabo nuestra primitiva intención de clasificar

cada uno de estos conceptos en una tipologíalo suficientemente clara para el lector actual.Como ejemplo de esto que acabamos dedecir, ante una factura, por ejemplo, de unafloristería, ¿cómo se puede identificar, sobrelos escasos datos que proporcionan los librosde contabilidad, si esas flores habían sidoencargadas para la procesión o para adornarel altar de la imagen el día de la función? Esmás, ante una factura en la que sólo se men-ciona en el registro correspondiente el nom-bre de un proveedor hoy difícil de identifi-car, ¿a qué concepto puede imputase el gasto?

Dicho esto, dos cosas hay que tener encuenta sin ningún tipo de duda posible: elconjunto de ingresos de la hermandad, concarácter general, viene proporcionado sobretodo por la subasta de banzos y otros ense-res, de la que ya se ha hablado, y por el ingre-so de las cuotas que todos los hermanosdeben pagar por pertenecer a la misma, cuo-tas que, sabido es, casi siempre en la SemanaSanta de Cuenca son poco elevadas.

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Por otra parte, algunos conceptos atípi-cos que en esencia pueden distorsionar elgráfico, y de hecho lo hacen, son los relativosa la venta de lotería que todos los años, hasta1959, se venía repitiendo para el sorteoextraordinario de Navidad, lo que suponíaanualmente un beneficio que rondaba lascinco mil pesetas, y sendos préstamos firma-dos con la Caja Provincial de Ahorros deCuenca en 1956, amortizado al año siguiente,y 1960, por un valor de diez mil pesetas cadauno de ellos. Otro tipo de ingresos a tener encuenta, éste de carácter mucho más variable,es el relativo a la mesa petitoria que anual-mente era instalada el día de la función.Finalmente, y aunque la hermandad, comotodas las que componen la Junta de Cofra-días, debía participar en los gastos de ésta, asu vez recibía de ella una subvención deimporte variable con el fin de hacer frente alos gastos ocasionados por la dificultad deorganizar un nuevo desfile en aquellas cir-cunstancias. Esa cantidad osciló desde lasdos mil pesetas de los años 1957 y 1958,hasta las siete mil de 1962.

Por otra parte, y por lo que respecta a losgastos, los más importantes son siempre losprovocados por el desfile penitencial; sinembargo, en este sentido siempre hay quetener en cuenta por lo que respecta a la her-mandad de Nuestro Señor Jesucristo Resu-citado, otros gastos que por su importancia ypor su carácter puntual, llegan a distorsionarel gráfico y obligan a realizar un comentariomás detenido de los mismos. Entre estos gas-tos se pueden citar, a modo de ejemplo, lascinco mil pesetas que en 1963 se hicieron porla adquisición de cuatro ánforas de plata paralas andas.

Entre esos gastos hay que tener en cuen-ta siempre los causados por la adquisiciónpuntual de algunos enseres de relevanteimportancia para el desfile penitencial. Eneste sentido hay que destacar los gastos oca-sionados por la realización de las andas, asícomo también, en menor medida, por eldorado de las mismas; por este concepto, y apesar del préstamo solicitado por la herman-dad, entre los años 1956 y 1957 se pagaron aNemesio Pérez del Moral un total de docemil pesetas. Todavía a partir del año siguien-te la deuda contraída con este artesano, que

junto a su hermano Modesto tanto llegó asignificar para la Semana Santa de los añoscincuenta y sesenta, permanecía vigente, aun-que por unas cantidades que, a juzgar por lasanotaciones del libro, eran sensiblementeinferiores. Junto a ello hay que destacar tam-bién el pago de cinco mil quinientas pesetasen el año 1968 a Rafael Gimeno, dorador delas andas. Y tres mil pesetas más por elmismo concepto cinco años más tarde.

Otro gasto de cierta importancia, tenien-do siempre en cuenta el volumen de capitalmanejado por la hermandad, es el provocadopor la adquisición de la imagen de la Virgen,llamada primero del Amor y después delAmparo. Ya se ha dicho antes que algunosinvestigadores han hablado de una donacióna la hermandad por parte de la cofradía deSan Juan Evangelista, y en parte es así a pesarde que esta donación supuso ciertos gastosde importancia. El convenio entre ambas ins-tituciones, hemos de recordarlo, obliga a lanuestra a hacer un pago de treinta mil pese-tas, a razón de cinco mil anuales. Los librosde contabilidad sólo recogen los pagoscorrespondientes a los años 1963 y 1964, alos que hay que añadir dos mil pesetas de laparte correspondiente a 1965. A partir deeste momento, todo indica que el resto de ladeuda, una vez desaparecida la hermandad alaño siguiente, nunca fue terminada de pagara la hermandad del Viernes Santo.

En resumen, y aunque los dos primerosaños el conjunto de ingresos supera sensible-mente al de los gastos (hecho que sólo tieneun valor relativo por el conjunto de ingresosextraordinarios mencionados anteriormen-te), a partir de 1957 el proceso se invierte, deforma que el conjunto de los gastos llega aser sensiblemente superior al de ingresos;sólo los ejercicios de 1959 y 1962, provoca-dos también por algunos ingresos extraordi-narios, se convierten en claras excepciones ala regla. El proceso finaliza en 1966, cuandotanto el volumen de ingresos como el de gas-tos se reduce sensiblemente, lo que viene ademostrar de forma clara la grave crisis en laque la hermandad estaba sumida. Pocoimporta ya en este caso que los ingresossuperen otra vez a los gastos: la herida era yatan profunda que al año siguiente esta fase dela cofradía podía darse por clausurada.

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A n e c d o t a r i o

En los años sesenta los banceros se tapaban la cabeza con un tocado de tela blan-ca y una cinta para sujetarlo. Este atuendo se encargó de prepararlo PabloPérez Cano, miembro de la hermandad, en "Las Tres BBB".

Los actuales birretes que llevan los hermanos en la cabeza fueron confeccionadosen Madrid en la casa Celada, ya que no se encontró en Cuenca a nadie quepudiera realizarlos.

En los primeros años, la procesión avanzaba sin apenas espectadores en lascalles. Por ello, la hora se fue retrasando paulatinamente.

En los años setenta el desfile se iniciaba a las siete y media y al finalizar el des-file se les obsequiaba con bocadillo y cerveza, que la hermandad prepara-ba antes del desfile, en la tienda de Savisa, propiedad de don Manuel Saiz.

En el año 1973, los banceros que subastaron fueron solamente dieciséis. Lasubasta de la imagen de Jesús ascendió a 4.422 pesetas, y la de la virgen,a 3.564 pesetas.

Para poder salir ese año a la calle, a las andas de la Virgen del Amparo, que habí-an estado sufriendo las inclemencias del frío y la lluvia durante años en SanAndrés, hubo que darles varias manos de pintura. El encargado de hacerlofue Gregorio Álvaro, quien tenía su taller al final de la calle de las Tablas.

A los banceros, la Hermandad les prestaba túnica y fajín, propiedad de la misma,hasta que en 1981 la hermandad las vendió a los hermanos al precio de milquinientas pesetas. Estas túnicas eran confeccionadas por Tejidos Rosalino,y la hermandad las tenía que pagar a plazos. Era normal ver los días ante-riores a la Semana Santa ver en dicha tienda un maniquí vestido con loscolores de la hermandad.

Durante los últimos años de la primera época la Virgen del Amparo desfiló sinmanto negro, debido a que un año no le dieron los banceros tiempo a donEmilio Saiz Díaz, que era el encargado de quitárselo, para bajarse de lasandas, y tuvo que agarrarse a la imagen para no caer al suelo. Al añosiguiente ya salió sin el manto.

Durante varios años pudimos llevar flores en las andas de las imágenes gracias ala generosidad de Flores Mari Pili; no porque nos las regalara, pero sí por-que siempre las pagábamos de un año para el otro.

En 1982, Julián Aguirre Belmar compone y regala la marcha dedicada a JesúsResucitado.

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En 1982 fallece don Manuel Saiz Abad, persona dedicada por entero a la SemanaSanta, y muy especialmente a nuestra hermandad.

En 1983, después de muchos intentos para conseguir que otra vez ambas imá-genes recibieran culto en la parroquia del Salvador, el párroco vuelve adenegar la solicitud, alegando falta de espacio.

En 1984 fallece don Emilio Saiz Díaz, directivo de nuestra hermandad, y esposode nuestra camarera, Ana Matilde Herraiz, mientras la procesión del MartesSanto subía hacia la plaza mayor.

Ese mismo año, en un pograma de radio dedicado a la Semana Santa, llamó laseñora doña Emilia Martínez Rodríguez, ofreciéndose para cortar y coser elnuevo manto negro de la Virgen del Amparo, respondiendo así a la llama-da que había hecho la hermandad.

En 1985 se redactan los nuevos estatutos de la hermandad, con una felicitaciónpor parte del obispo de la diócesis, don José Guerra Campos. Entre otrosmotivos, debió pesar mucho en ello el trato igualitario que en ellos se hacede hermanos y hermanas.

Las andas de la Virgen del Amparo tuvieron el honor de servir para llevar a laVirgen de las Angustias (de la ermita), como madrina en el acto de coro-nación de la Virgen de Manjavacas, en Mota del Cuervo.

En varias actas, y en varios años, aparecen los agradecimientos a las personas deManuel García Leal y Rafael Redondo Moya, por los trabajos desinteresa-dos en beneficio de la hermandad.

En 1988 se estrenan las andas nuevas para la Virgen del Amparo, realizados porlos hermanos Modesto y Nemesio Pérez del Moral. Anteriormente se desfi-laba con las andas que la hermandad adquirió a la de Nuestra Señora de laamargura con San Juan Evangelista.

En 1988, año en que la hermandad restauró las andas del Resucitado enSocuéllamos, a la hora del encuentro comenzó a llover, granizar, y hastanevar, lo que provocó numerosos daños en éstas. En algún vídeo se puedever como los más pequeños de la hermandad se cobijaban debajo de lasandas.

En 1991, la Asociación Cultural Amigos de Don Cubata concede el premio a la per-sona que más se ha distinguido por su colaboración en la Semana Santa, adon Eduardo Ladrón de Guevara, miembro de nuestra hermandad.

En los cincuenta años de la hermandad, que ahora celebramos, sólo ha habido enésta cinco secretarios: Benito Zamora y Jesús Torralba en la primera fase,y José Luis Marco Nielfa, Alfredo López Pérez, y el actual, Jesús Serna, enla segunda.

El único año que en esta segunda etapa de la hermandad se ha suspendido laprocesión por lluvia fue en 1976, y la presidencia civil de la misma corría acargo de la concejala Dontila Toledano.

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Entre los enamorados de la SemanaSanta de Cuenca, se estaba echando en faltala procesión del Domingo de Resurección,suspendida por la Junta de Cofradías a fina-les de los años sesenta, pero necesario, y deello eran conscientes los nazarenos conquen-ses, para dar un broche de oro a las proce-siones penitenciales de la ciudad. En la reu-nión de la Junta General de la Junta deCofradías del 2 de marzo de 1972, se hacíaconstar lo siguiente: "Al disolverse la Her-mandad de Nuestro Señor JesucristoResucitado, la imagen, andas, horquillas,almohadillas, cuatro ánforas, dos lámparas(arañas), cuatro cetros, un estandarte, variascapas y túnicas, una mesa de altar, banquillo,etc., quedaron depositados en los locales dela Junta de Cofradías, donde se hallan custo-diados por si en algún momento volviera aorganizarse esta hermandad. Indica asimis-mo que la Comisión que organizó esta pro-cesión el último año que la misma se llevó acabo, le entregó la cantidad de dos mil cua-trocientas trece pesetas (2.413 ptas.), queobran en su poder. Aclara asimismo elVicepresidente que la imagen de NuestraSeñora del Amparo, depositada en los localesde la junta de Cofradías, es propiedad de lahermandad de San Juan Evangelista, asícomo andas, manto, mesas, horquillas, almo-hadillas, etc. Indica que todo ello le fue entre-gado a la Hermandad de Nuestro SeñorJesucristo resucitado, mediante pago conve-nido de veinticinco mil pesetas, de las que laHermandad de San Juan no ha recibido,hasta el momento, mas que diez mil."

La hermandad de Nuestro SeñorJesucristo Resucitado fue refundada en el año1973. En el mes de enero de aquel año, ungrupo de conquenses, varios de ellos miem-bros de la vieja cofradía desaparecida algunosaños antes, se reunieron en los locales de laJunta de Cofradías con el fin de impulsarnuevamente la procesión del Domingo de

Resurrección. Así comienza el acta corres-pondiente: "El día 3 de Enero del año 1973,y en los locales de la Junta de Cofradías, callede Solera nº 2, y hora de las ocho de la noche,previa citación, se reunió reunió [sic] unnúmero aproximado a los 50 individuos cita-dos previamente entre los que dieron sunombre a tal efecto. Presididos por el Rvdo.D. Francisco Bermejo como presidente de laJunta de Cofradías de Cuenca, acompañadodel Vice-presidente de la misma D. ManuelSaiz. Dio comienzo la sesión con el objeto deconstituir la Hermandad de Nuestro SeñorJesucristo Resucitado." Para ello fue necesa-rio que José Luis Marco y Pedro Jiménezhicieran una previa captación de futuros her-manos, hasta llegar al número de cincuentaque aconsejaba la Junta de Cofradías parapermitir la reanudación de la hermandad.Después, ellos mismos enviaron una carta atodos los antiguos cofrades, invitándoles aparticipar en la misma.

Entre las decisiones adoptadas en esamisma reunión destaca la elección de la pri-mera Junta de Diputación, que estuvo for-mada por Jesús González Fernández comohermano mayor presidente; Emilio Saiz Díazcomo vicepresidente; José Luis Marco Nielfacomo secretario; Manuel García Leal comovicesecretario; José González López comotesorero; Javier Saiz Díaz como contador; yMaximiliano López Llandres como represen-tante de la Junta de Cofradías. Esta juntadirectiva se completaba con cuatro vocales,para los que fueron elegidos Manuel SaizAbad, Francisco Jesús Martínez de Pablo,Pedro Juan Jiménez Castillejo y JesúsTorralba Mora. Se hacía realidad de estaforma un deseo compartido por un numero-so grupo de conquenses, enamorados de suSemana Santa, que habían sentido la desapa-rición de la procesión del Domingo deResurrección algunos años antes. Se hacíarealidad también un plan surgido a partir de

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La actual Hermandad de NuestroSeñor Jesucristo Resucitado

La hermandad entre 1973 y 1985

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los contactos mantenidos durante el añoanterior entre el vicepresidente de la Junta deCofradías y el que a partir de este momentosería elegido primer secretario de la hermandad.

La Junta de Cofradías, en sesión de fecha10 de enero de ese año, aprobaba hacerentrega a la hermandad recientemente cons-tituida de cuatrocientas trece pesetas, canti-dad que había quedado de las que la anteriorhermandad había depositado en ella, despuésde haber pagado a Enrique Gimeno las otrasdos mil, que aún se le debían por el doradode las andas. Así mismo, prometía estudiarsubvencionarle con veinticinco mil pesetas,"con cuya cantidad estiman podrían hacerfrente a los gastos necesarios para poder par-ticipar con el debido decoro en los próximosdesfiles procesionales." En esta primera reu-nión se recogía ya el compromiso de la Juntade Cofradías de ayudar en la medida de loposible a este grupo de personas, compro-metiéndose a entregarles los diferentes ense-res que habían sido propiedad de la antiguahermandad, y que con la desaparición de éstahabían pasado a poder de la propia Junta deCofradías, entre ellos, las dos imágenes deCristo Resucitado y de la Virgen del Amparo.

Así, diez días más tarde se realizó unanueva acta de traspaso, acta en la que se reco-gía también, junto a las propias tallas, losdiferentes enseres, entre los que se destacabala corona y las ropas de la Virgen. Dicha acta,firmada por todos los directivos de la her-mandad, recogía también la obligación quecontraían de pagar las deudas correspondien-tes al periodo anterior con Enrique Gimeno,dorador de las andas, y con la hermandad deSan Juan Evangelista: "Así mismo, se com-promete la nueva hermandad a pagar a la deSan Juan Apóstol Evangelista, la cantidad dequince mil ptas. que también tenían pendien-te de pago, por la adquisición de la Imagen,andas, manto, etc., y demás enseres que senos entregue de Nuestra Señora del Amparo,todo ello para satisfacer en plazos que nosean grabosos [sic] para el desenvolvimientode la nueva Hermandad creada."

En la reunión de la Junta de Cofradíasdel día 24 de enero, por otra parte, se decidíahorario e itinerario de la procesión ya plena-mente recuperada: "Salida a las 8 de la maña-na de la iglesia de San Andrés, siguiendo la

imagen del Resucitado, por la calle del Pesoen dirección a la parte baja de la ciudad,mientras la imagen de la Virgen lo hace porAlonso de Ojeda, calle de los Tintes, FrayLuis de León, hasta confluir ambas imágenesen la plaza de Cánovas, donde ambas desfila-rán unidas por Avda. de José Antonio, 18 deJulio, hasta la iglesia de origen." Es decir, elmismo recorrido que el que actualmente serealiza. Finalmente, pocos días más tarde, elsiete de febrero, se notificaba en la Junta deCofradías que la hermandad se había queda-do oficialmente reconstruida, habiendo sidocubiertos todos los banzos, tanto en el pasode Cristo como en el de la virgen, algo queno había sucedido en los últimos años delperiodo anterior.

Otro aspecto a tener en cuenta es elacuerdo de permitir la entrada a la herman-dad a todas aquellas personas que quisieranpertenecer a la misma, con la única condiciónde que fueran "personas de buenas costum-bres y de probada religiosidad". De eseacuerdo no se exceptuaban, a pesar de lotemprano de la fecha, a las mujeres, que eranaceptadas en las mismas condiciones que loshombres. Ello no tuvo una buena acogida enel seno de la Junta de Cofradías; hay quetener en cuenta que para entonces aún no sehabía producido la masiva incorporación dela mujer a las filas, y el papel de ésta seguíasiendo secundario. En este sentido, en la reu-nión general del 29 de enero de aquel año, elrepresentante de la hermandad ante la Juntade Cofradías informaba sobre la decisión deésta de que las mujeres pudieran participar enla procesión, pero vestidas con mantilla espa-ñola. Esta decisión no fue aceptada en pri-mer término por la hermandad, por lo que sedecidió seguir estudiando el tema con mayordetenimiento durante los meses siguientes.

Así, en enero de 1973, y después de cua-tro reuniones dirigidas a encauzar de nuevola última de las procesiones de la SemanaSanta, se podía dar por recuperada ésta parala semana grande de Cuenca. A primera vista,se vencían por fin las dificultades que habíanimpedido celebrar el desfile durante los añosanteriores. Sin embargo, quedaba aún muchopor hacer en los pocos meses que faltabanpara aquella primera Semana Santa, por loque la hermandad celebró sendas reuniones

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de la Junta de Diputación los días 5 de febre-ro y 2 de abril. En la primera de ellas se apro-bó recuperar la tradición de invitar al resto delas hermandades de Semana Santa a partici-par con sus guiones y estandartes, y, sobretodo, se aprobó el uniforme que debían llevarlos hermanos: "Tanto los hermanos como lashermanas llevarán el mismo uniforme en losdesfiles procesionales, que consistirá de túni-ca blanca, fajín encarnado, guantes blancos yescudo de la hermandad. También se acuer-da que los hermanos antiguos que tienen eluniforme antiguo, que es igual al de ahorapero con la diferencia que el otro no llevavirrete [sic] , puedan salir con dicho unifor-me. También se acuerda que este primer añopara dar más facilidad a los hermanos que notengan el referido uniforme puedan salir depaisano con el distintivo de la Hermandad."Los temas tratados en la reunión de febreroestaban todos relacionados con la organiza-ción del desfile procesional, y entre ellos des-tacaba la invitación a participar en el mismoa quienes habían sido hermanos antes de ladesaparición, aunque no figuraran ya en laslistas de la nueva hermandad.

A partir del momento en el que la pri-mera Semana Santa de esta época se hubieraconvertido en una realidad, las actas se hacenmás parcas en información. Reflejan ya unasituación de estabilidad, y están basadas enun esquema demasiado repetitivo. En 1974era cesado el contador, siendo nombradopara sustituirle Manuel García. Por otraparte, también eran elegidos para los cargosde depositario y vicesecretario los cofradesManuel Saiz y Pedro Jiménez Castillejo. Yaen 1975 era nombrado nuevo HermanoMayor Presidente, en la persona de JuanGarcía García. Las actas de los años siguien-tes no mencionan ningún dato de interés,salvo los paulatinos nombramientos de direc-tivos. Así, en 1977, el anterior vicesecretario,Pedro Jiménez Castillejo, pasaba a ocupar elcargo de representante en la Junta deCofradías, siendo sustituido en el puestoanterior por Jesús Torralba Mora. Al mismotiempo era nombrado nuevo tesoreroAntonio Contreras Recuenco.

Por lo que se refiere al desfile procesio-nal, en 1974 logró invertirse la tradición dedesorden, que había sido propia de la her-

mandad en el periodo anterior, mereciendoaquel año el premio de la Cinta Verde de laJunta de Cofradías por el ejemplar compor-tamiento de los banceros que portaban laimagen de Jesús Resucitado, al mismo tiem-po que los de Nuestra Señora del Amparorecibían también la Cinta Morada; al añosiguiente, la hermandad volvió a ganar laCinta Verde. De cara al resto de las herman-dades, otra vez se incidía ese año desde laJunta de Cofradías en la obligación quetodas tenían de participar con sus guiones ycetros, al mismo tiempo que estudiaba laposibilidad de que una escolanía o coro inter-pretara un aleluya en el momento delEncuentro, haciéndolo coincidir con el soni-do de las campanas de todas las iglesias.

El desfile procesional, que en la primeraépoca había sufrido tantas modificaciones sinllegar nunca a asentarse definitivamente, enesta segunda etapa fue más firme, y desde unprincipio, como se ha dicho, el recorrido fueel mismo que en la actualidad se mantiene.Las únicas diferencias afectaron al horario desalida, que, si en un principio era a las ochode la mañana, a partir de 1976 se atrasaría alas nueve. En 1977, la salida se volvió a atra-sar hasta las diez, con el fin de permitir laasistencia de hermanos y de público. Dosaños más tarde, la hermandad aprobó hacer-se cargo del gasto de la traca que aún seencendía en el momento del encuentro deambas tallas, gasto que hasta entonces habíasido subvencionado por la corporaciónmunicipal.

Aquel mismo año se estudiaba la posiblerestauración de las andas de la Virgen, muydeterioradas, y en 1983 eran las propias tallaslas que serían restauradas por los hermanosCarretero. Por lo que se refiere a la cabecerade la procesión, se aprobaba la adquisiciónde guión y estandartes, y el mismo año seencargaban también bonetes para los bance-ros. La idea más original de todas la tuvo unhermano anónimo, de reciente incorpora-ción a la cofradía, que propuso que "tiraríadesde una avioneta pétalos de rosa durante elencuentro, siempre que se le provehiera [sic]de los mismos". Aunque la junta directivaestudió la iniciativa del hermano, la propues-ta no pudo llevarse a la práctica por las espe-ciales dificultades técnicas que entrañaba.

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Otro hecho a destacar en este periodo esla composición de la marcha Resucitado, dela que es autor el músico conquense JuliánAguirre. El acta correspondiente a la reunióndel día 25 de abril de 1982, junta en que se letributó al compositor un merecido homenajepor la donación que había hecho de lamisma, se transcribe como fue dicho home-naje: "En este momento hace acto de pre-sencia en la reunión D. Julián AguirreBelmar, para recibir el pequeño homenaje dela Hdad., con elagradecimiento detodos los presen-tes, por habernosescrito una mar-cha procesionalpara la Hdad., lacual escuchó eneste momentomediante caset[sic] que el mismoSr. Aguirre tuvo lagentileza de traer ala Junta; acabadala interpretación,el secretario entre-gó al maestroAguirre una ban-deja grabada, en lacual se hacía patente el agradecimiento de laHdad. a dicho señor, el cual fue despedidocon el efusivo aplauso de todos los presentesen la reunión."

Julián Aguirre, músico de pueblo comolo define Carlos Calvo, esto es, de sentimien-to, compuso para el pueblo. Por ello, entresus obras figuran algunos pasodobles com-puestos para los toreros de Cuenca, toreroscomo los hermanos Recuenco o los SánchezJiménez, que forman parte de la historia tau-rina conquense; compuso también el himnopara la Unión Balompédica Conquense. Sinembargo, es en el apartado de las marchasprocesionales donde su obra es más conoci-da, aunque actualmente no demasiado inter-pretada, y muchas son las que llevan su firma,tanto en solitario como con la colaboraciónde otro músico de la entonces BandaMunicipal de Música de Cuenca, JuanMartínez Salamanca. Su trompeta calló defi-

nitivamente en 1985.Como se sabe, durante el primer periodo

de existencia de la hermandad las imágenestitulares habían recibido culto en la iglesia delSalvador. La del resucitado lo había hecho enun pequeño altar, en una de las paredes late-rales de la capilla de los Caballeros, allí dondeactualmente se encuentran las tallas de sanJuan y la Virgen de la Amargura; por su parte,la de la Virgen del Amparo lo era en el cola-teral izquierdo de la capilla de San Juan

Evangelista.Sin embar-go, antes deque la her-m a n d a dhubiera sidorecuperadaen 1973,ambas imá-genes habí-an sido reti-radas delculto y tras-ladadas a lacapilla de laJunta deCofradías, yaunque ladocumenta-

ción existente entre los fondos de la herman-dad no reflejan los motivos del traslado, alinvestigador no se le oculta que el hechotenía que ver con ese periodo de inactividado inexistencia de la cofradía.

Por ello, desde el principio, los anhelosde muchos hermanos estaban puestos enencontrar un lugar digno donde instalar lastalles y darles nuevamente el culto deseado.Las primeras gestiones se hicieron, como nopodía ser de otra forma, con la iglesia delSalvador, pero viendo la imposibilidad dereponer las tallas en dicha iglesia, se pensó eninstalarlas en la de San Felipe. El problema sesolucionó a partir de la creación de la nuevaiglesia de Santa Ana, templo nuevo y amplio,escaso todavía de imágenes religiosas, dondeno existían demasiados problemas de espa-cio. La primera mención que en las actas sehace de esta nueva posibilidad está fechada el6 de mayo de 1984.

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En el acta de la reunión correspondienteal año 1985 se aprobaba lo siguiente: "ElSecretario informó a la General de la necesi-dad de redactar unos Estatutos que se aco-moden al nuevo derecho Canónico". Estehecho se inscribe en un proceso general queafectó a casi todas las hermandades queentonces componían la Junta de Cofradías,proceso motivado, como dice la propia citarecogida, por la modificación del Código dederecho Canónico que se había realizado dosaños antes, código por el cual debían y debenregirse todos los aspectos relacionados jurídi-camente con la Iglesia católica. Se creóentonces una comisión formada por los pro-pios miembros de la junta directiva, encarga-da de redactar los nuevos estatutos, los cua-les, una vez leídos uno a uno y estudiados portodos los hermanos presentes en la juntacelebrada el día 14 de abril del año siguiente,fueron aprobados y sometidos a la posterioraprobación del obispo de la diócesis.

El texto está estructurado en trece capí-tulos, que conforman un total de cuarenta ycinco artículos que regulan todo lo relaciona-do con la vida de la cofradía. Comparando laextensión de cada uno de los capítulos, seobservan profundas diferencias, como esnormal en un reglamento tan articuladocomo éste. Así, los primeros cuatro capítulosson bastante cortos, limitándose a establecer,en el primero de ellos, el título oficial de lacofradía como Venerable Hermandad deNuestro Señor Jesucristo Resucitado y Nues-tra Señora del Amparo, y por el artículo si-guiente, la inexistencia de numerus clausus en lainstitución. El tercer artículo, primero ya delcapítulo siguiente, establece como fin princi-pal de la misma el culto a las sagradas imáge-nes, e incide en cómo debe ser ese culto:"Este culto, para ser auténtico, ha de ser unamanifestación de fe católica, profesada y vivi-da por sus cofrades, y ha de ejercerse tam-bién en la observancia de los días festivos y ladisposición apostólica a cooperar con la obradel Redentor en la Iglesia."

El artículo cuarto establece, además de laprocesión de Semana Santa, como principalacto de culto a las imágenes, la función, quese celebrará el domingo siguiente al día de la

Ascensión. Por su parte, los dos capítulossiguientes conforman un conjunto de sólotres artículos, muy relacionados entre ellos,que establecen los requisitos que deben cum-plir los hermanos (estar bautizados, profesarla religión católica y estar dispuestos a coo-perar en la edificación del Cuerpo de Cristo,dice literalmente el documento legal), y losderechos de los cofrades a la hora de su falle-cimiento, la asistencia de una representaciónde la hermandad al entierro y una misa reza-da en sufragio por su alma.

El capítulo quinto lleva por título, untanto ambiguo, Del Régimen de laHermandad, y es uno de los más amplios detodo el texto. Está formado por doce artícu-los que estructuran de manera clara el orga-nigrama de la hermandad., integrada porHermano Mayor Presidente, Junta deDiputación y Asamblea General. Sobre elprimero, que ostenta la representación de lahermandad, nada se dice en el resto del capí-tulo, teniendo que llegar hasta el artículo 20para comprender todo lo relacionado con él.Por lo que se refiere a la Junta de Diputación,está integrada, además de por el ya citadoHermano Mayor Presidente, por un Secre-tario, un Depositario, un Contador, unRepresentante en la Junta de Cofradías y cua-tro vocales, dos de ellos como consejerospara asuntos económicos.

La forma de elección de cada uno deellos la estipula el artículo 11: "Todos los car-gos serán nombrados por la AsambleaGeneral, y estos podrán ser reelegidos indefi-nidamente hasta haber cumplido la edad de70 años; en dicho caso deberán dimitir delmismo. Se podrá dimitir del mismo por cual-quier supuesto a voluntad de quien lo repre-sente. Si se ostenta algún cargo y se quiereoptar a otro, necesariamente el candidatohabrá de dimitir del primero." Estipula estemismo artículo que todos los banzos, cetrosy demás enseres de la hermandad se adjudi-quen mediante subasta, o por turnos, siendocondición indispensable para ser bancerohaber cumplido dieciocho años. También seestipula la existencia de uno o dos nuncios.

Por su parte, el artículo diez estipula laobligatoriedad de convocar anualmente,

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como mínimo, una Junta General y dosJuntas de Diputación. La forma de celebrarestas reuniones se detalla también en esteartículo y en los siguientes. Por lo que serefiere a la Junta General, a la que deberánasistir todos los miembros de la AsambleaGeneral (todos los hermanos y hermanasmayores de catorce años), ha de celebrarse,en la medida de lo posible, el Domingo deCuasimodo, esto es, el primer domingo des-pués del de Resurrección. Sus acuerdos seránefectivos, independientemente del númerode asistentes, siempre y cuando sea celebradala asamblea en segunda convocatoria, y endicha reunión se procederá a aprobar elinforme económico del ejercicio correspon-diente. En estas reuniones, "todas las vota-ciones serán secretas, y en caso de empatedecidirá siempre el voto de calidad delHermano Mayor Presidente", no admitién-dose, bajo ningún concepto, los votos de loshermanos que no estén físicamente presentesen la Asamblea. Del mismo modo, el artícu-lo 17 prohibe expresamente las ofensas per-sonales cuando se está ejerciendo el derechoal uso de la palabra.

Por lo que se refiere a la Junta deDiputación, está compuesta por todos loshermanos que desempeñan cargos de directi-va, cargos que en un principio son para cua-tro años, aunque prorrogables tantas vecescomo lo acuerde la Asamblea General. Elúltimo artículo de este extenso apartado dicelo siguiente respecto a estas juntas: "La Juntade Diputación celebrará sesiones cuando loconsidere conveniente (dos como mínimo,según vimos ya en el artículo 10) y de lo queen ellos se trate se dará conocimiento a laJunta General siguiente." Tanto éstas comolas juntas generales requieren la presencia, enprimera convocatoria, de la mitad más unode los hermanos y hermanas que componenel conjunto de la cofradía.

El siguiente capítulo, también bastanteextenso y detallado, regula las obligacionesde cada uno de los miembros de la Junta deDiputación. Por lo que se refiere al HermanoMayor Presidente, no es una excepción en elconjunto de ésta, como ya se ha visto másarriba, y es elegido por la Asamblea General.Por lo tanto es una excepción a la tradiciónque existe entre las hermandades conquenses

de Semana Santa, en las que este cargo no eselegible, sino que se ostenta por rigurosoorden de antigüedad. Coincide sin embargocon el resto de cofradías en que es el encar-gado de "representar a la Hdad. ante las auto-ridades civiles y eclesiásticas, hermandades,asistir a los entierros y procesiones, y espe-cialmente el día del Domingo de Resurrec-ción asistir a la procesión y velar por que enla misma exista el mayor orden y seriedad".

Por lo que respecta al Depositario, es elguardián de los fondos y el patrimonio de lahermandad, por lo que llevará un libro actua-lizado de gastos e ingresos, rindiendo cuentascada año a la Junta General de todas las ope-raciones económicas realizadas. Por su parte,el Secretario llevará el registro detallado delas altas y de las bajas de hermanos, así comode las fechas en las que se han celebrado lasmismas por los hermanos difuntos. Será ade-más el encargado de custodiar toda la corres-pondencia de la hermandad y redactar lasactas de las reuniones, tanto de la JuntaGeneral como las de la Junta de Diputación.Finalmente, el Representante en la Junta deCofradías, puente entre ésta y la hermandad,asistirá a todas las reuniones que celebredicha institución central de la Semana Santaconquense, teniendo también la obligaciónde asistir a todas las procesiones y actos a losque sea citado, tanto por parte de la herman-dad como por la Junta de Cofradías. Entodas estas obligaciones, los cargos citadosserán ayudados por los cuatro vocales que,sin obligación específica, completan la juntadirectiva.

El capítulo siguiente recoge las obliga-ciones y deberes de todos los hermanos. Enel plano económico, están obligados a hacerefectivas sus cuotas con puntualidad, siempreantes de terminar el año correspondiente, yen el caso de que esta obligación no sea res-petada en dos años consecutivos, o cuatroalternos, la Junta de Diputación puede pro-poner la sanción que considere oportuna,siendo la Asamblea General la única capaci-tada para tomar una decisión definitiva. Porlo que se refiere a la adquisición de los ban-zos y enseres, la falta de pago de los mismosen el plazo indicado significa, según estasconstituciones, la pérdida de todos los dere-chos adquiridos durante la subasta. Sobre el

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comportamiento de los cofrades, el artículo30 es claro: "Todo miembro de la Hdad.deberá guardar a los Hermanos Mayores,Junta de Diputación, tanto en actos públicoscomo privados de la Hdad., la consideracióny respeto necesarios. Esta misma conductadeberán observar entre sí todos los herma-nos y hermanas, en la seguridad, lo que no esde esperar, que si hubiese alguno o algunaque faltase a estas prescripciones, será amo-nestado con prudencia por el Hermano Ma-yor Presidente, u otros miembros de la Juntade Diputación, pudiendo llegar si insistieseen su mal comportamiento a ser expulsadode la Hdad. sin posibilidad de readmisión."

Los seis capítulos restantes son más bre-ves que los anteriores, aunque no tanto comolos cuatro primeros. El octavo está compues-to por dos artículos que regulan, respectiva-mente, el uniforme de la hermandad, confor-mado por túnica blanca sin botones, fajíngranate de raso, capa blanca, birrete blancocon borla roja (del uso del birrete se excep-túan, según los estatutos, los banceros), zapa-tos negros y guantes blancos, y por otraparte, el escudo: "El emblema de la Hdad. esun escudo con el fondo de raso, de colorazul, el entorno con cordoncillo amarillo y enel centro las iniciales de Jesús Resucitado,entrelazadas y bordadas en amarillo oro; a loslados de estos dos banderolas en blanco conuna cruz roja en el centro, simbolizando laCruz de Cristo resucitado". Se está refirien-do, desde luego, el lábaro o banderola con laque siempre se representa la figura de CristoResucitado.

Por lo que se refiere al capítulo siguien-te, todos los fondos de la Hdad. estarán des-tinados a sufragar los gastos propios delculto a las imágenes de Cristo Resucitado y la

Virgen del Amparo, así como al pago de lasmisas celebradas en sufragio por los herma-nos difuntos. Así mismo, "la Hdad., teniendoen cuenta su condición de miembro activo dela Iglesia, decidirá como contribuir en loposible, sin detrimento de sus fines específi-cos, a las necesidades y colectas de laParroquia, la Diócesis y la Iglesia Universal."

El único artículo del décimo capítuloadmite la posibilidad de que la procesión, porinclemencias del tiempo o por orden guber-nativa, pueda ser suspendida, estableciendoque en tal caso los banceros tienen derecho albanzo del año siguiente. Por otra parte, seregula también la existencia de una camareraque, nombrada por la Asamblea General, cui-dará de las ropas y alhajas, así como del altaren el que se encuentran las tallas y de la lim-pieza de éstas y de sus andas. El capítulodoce, por su parte, regula la vinculación de lahermandad con el obispo diocesano, sesomete a su visita, a la rendición de cuentas y,también, a que el prelado pueda nombrar,por decisión personal, capellán consiliario,así como confirmar al Hermano MayorPresidente elegido por la Asamblea General.

Finalmente, el capítulo trece está forma-do por tres artículos muy diferentes entre sí.Por el artículo 43 la hermandad se somete alo dispuesto en los estatutos de la Junta deCofradías, que habían sido aprobados en1960. Por el 44 se permitía la creación decomisiones particulares para tratar de algu-nos aspectos muy precisos. Por último, elartículo 45 posibilitaba que la Junta de Dipu-tación pudiera solicitar en un determinadomomento, un voto de confianza para su ges-tión y resolución, obligándose en ese caso adar a la Junta General, cuando ello sucediera,cuenta pormenorizada de la gestión efectuada.

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En 1985, la Semana Santa de Cuenca sepreparaba ya para remontar la crisis en que sehabía visto sumida durante los tres lustrosanteriores; desde luego, ya se habían apun-tando algunas cosas relevantes durante la pri-mera mitad de aquella década, pero todavíaen 1985 podían leerse algunas declaraciones ala prensa del secretario de la Junta de Cofra-días, Aurelio Cabañas, que hacen pensar quelas procesiones se encontraban todavía en unperiodo de inflexión en el que el futuro noestaba suficientemente claro. Las declaracio-nes, desde el punto de vista del investigadoractual, se antojan desafortunadas, y hacenreferencia a la incorporación de la mujer a lasfilas de nazarenos, incorporación que enton-ces era todavía una excepción a la regla: "Lastradiciones no se pueden actualizar en Sema-na Santa, al igual que no se hacen curas lasmujeres (....) La Semana Santa se basa ensímbolos muy antiguos, verdaderos vínculoscon los antepasados que perduran y tienensentido por su origen ancestral. (...) El cofra-de Cabañas entiende que las mujeres deberí-an quedarse al margen de las hermandadesen la Semana Santa conquense, porque es asíla tradición, muy distinta, por ejemplo, a laandaluza. Las hermandades no han tenidocamareras mayores, sino simples vestidorasde imágenes, que solían ser hermanas o fami-liares directos de los cofrades más arraigados,y cuya función se extendía ocasionalmente arepartir el acostumbrado refrigerio entre loshermanos cuando sus procesiones llegaban ala Plaza Mayor, aprovechando el intermedio."El secretario de la Junta venía a predecir unfuturo poco halagüeño para la Semana Santa

en el caso de que las mujeres se incorporarandefinitivamente a ésta; sin embargo, los añossiguientes se ocuparon de demostrar lo equi-vocado que estaba, siendo precisamente estehecho uno de los factores que significaronque las procesiones remontaran definitiva-mente la crisis en la que se hallaba sumida.

¿Cómo se aprestaba la hermandad deNuestro Señor Jesucristo Resucitado yNuestra Señora del Amparo a adentrarse enesa nueva etapa de la historia, la suya y la dela Semana Santa en general? Desde luego, lascondiciones eran óptimas para ello. Por unlado, los nuevos estatutos, que habían sidoaprobados por la Junta General y se encon-traban ya en la Curia Diocesana, preparadospara la posterior aprobación de las autorida-des diocesanas, eran un documento legal degran importancia para ello. Por otra parte,como ya se ha dicho, al final del periodoanterior la hermandad había encontrado porfin un lugar adecuado donde dar culto duran-te todo el año a sus dos imágenes. En estesentido, cabe citar la intervención del consi-liario de la hermandad, Ricardo García,párroco al mismo tiempo de la iglesia deSanta Ana, en la reunión de la AsambleaGeneral de 1992, "recordando a los presen-tes el carácter religioso que debe reinar den-tro de las hermandades de Semana Santa, yuna vez más vuelve a reiterar lo encantadosque están todos en Santa Ana al tener lasImágenes allí, no por las Imágenes en sí, sinopor lo que las mismas representan. Acaba suintervención recordando e invitando a lagran fiesta de la Hermandad que es su fun-ción religiosa". Tres años más tarde se infor-

La hermandad entre 1985 y 2000

El día 29 de enero de 1987, el obispo deCuenca, José Guerra Campos, aprobaba losestatutos de la hermandad, nombrando con-siliario de la misma a don Ricardo GarcíaFernández, párroco de la iglesia de SantaAna, lugar donde ya residían ambas imáge-nes. El decreto de aprobación dice lo siguien-te: "Habiendo visto el excelente texto reno-vado de los estatutos de la VenerableHermandad de Nuestro Señor JesucristoResucitado y María Santísima del Amparo, deCuenca, que nos han sido presentados por

acuerdo de su Junta General, en conformi-dad con el canon 314 del Código de DerechoCanónico los aprobamos, tal como se contie-nen en los nueve folios precedentes, signadoscon el sello episcopal. La presente aproba-ción se emite en dos ejemplares, ambos convalor de original, conservados uno en laCuria Diocesana, el otro en el archivo de lahermandad." El texto de estos estatutos semantiene todavía en vigor, pues no han lle-gado a ser sustituidos todavía por otros másnuevos.

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maba que, a pesar de encontrarse las tallas enla iglesia de Santa Ana, jurídicamente la her-mandad seguía dependiendo de la parroquiadel Salvador, templo en el que habían recibi-do culto desde el nacimiento de la cofradía.

Otro aspecto a tener en cuenta es elnombramiento de directivos que dirigierondurante esta etapa los destinos de la cofradía.Ya se mencionó más arriba al consiliario, quehabía sido nombrado en 1988. Al año si-guiente es nombrada una nueva Junta deDiputación, y en ella el cambio más impor-tante, por cuanto afectaba también a los esta-tutos que habían sido aprobados por el obis-po de la diócesis en 1987, es la modificacióndel artículo referido al nombramiento delHermano Mayor Presidente, que a partir deeste momento deja de ser elegible por laasamblea, como el resto de los directivos,para ser nombrado anualmente, como lasotras hermandades de nuestra Semana Santa,por riguroso orden de antigüedad; aquel pri-mer año fueron nombrados hermanos mayo-res Manuel García y Maximiliano López.

Ese mismo año fueron nombrados tam-bién Alfredo López como secretario, RamónMolina como depositario, y como represen-tante ante la Junta de Cofradías, el propioManuel García. A estos tres hermanos habríaque añadirles para completar la directiva loscuatro vocales, Juan García, Pedro Jiménez,Luis Zafra, y quien había sido secretario de lahermandad desde su renacimiento, José LuisMarco. En 1996, Juan García era nombradore-presentante, y su se-cretario era sustituidopor Jesús Serna, quien actualmente ejerce elcargo, al mismo tiempo que era nombradopara el cargo de tesorero José Ramón Benito.Diferentes nombres propios de la cofradíacon un deseo común, el de trabajar de forma

desinteresada por el bien general de una ins-titución que, a pesar de haber sufrido enalgún momento la incomprensión de un sec-tor de los nazarenos conquenses, es una delas hermandades fundamentales de laSemana Santa.

Otro aspecto a tener en cuenta es el rela-tivo al patrimonio. En este sentido, dos hansido las preocupaciones de los hermanos enestos últimos años: los cetros y, sobre todo, laconservación de las tallas, conservación queha dado en estos tres lustros algunos proble-mas a la hermandad, hasta su definitiva res-tauración en 1995 por las restauradoras titu-ladas Marta Díaz y Ana Agustí. Con respec-to a los primeros, se hicieron algunos estu-dios para encargar la elaboración de nuevoscetros, y en estos puede apreciarse la crecien-te devoción que en el seno de la hermandadse observa por la Virgen del Amparo, pues sien 1992 se decidía encargar nuevos cetros enlos que figurara como detalle de la empuña-dura ambas imágenes (los anteriores llevabanúnicamentesólo la reproducción de la talla deJesús Resucitado), algunos años más tarde, en1997, se decidía que los próximos sean coro-nados sólo con la talla mariana.

Esta creciente importancia de la devo-ción mariana se observa también en el incre-mento patrimonial que afecta directamente aesta imagen: en 1990 estrenaba un nuevo ves-tido, que había sido donado por EduardoLadrón de Guevara, y en 1993 empezaba asonar en el seno de la cofradía el deseo deencargar una corona nueva. Ya en 1998 seaprobaba la adquisición de un nuevo manto,manto que en realidad no sería estrenadohasta dos años más tarde.

También el estado de las andas preocupóa la hermandad durante los primeros años

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del periodo. En este sentido, ya en 1986 seencontraban en restauración las del CristoResucitado, y en el acta de la Junta Generalcorrespondiente al año 1988 se daba lecturaa un informe elaborado por ladirectiva sobre diversos tra-bajos de restauración efec-tuados por los hermanosNemesio y Modesto Pérezdel Moral, trabajos quehabían consistido principal-mente, en una restauraciónde urgencia del rostro y lasmanos de la Virgen, así comola elaboración de unas nuevasandas para esta talla. El gastototal de estos trabajos había supues-to una cantidad superior al millón ycuarto de pesetas. Por lo que se refiere alas andas del Resucitado, y debido al incum-plimiento del compromiso que había asumi-do un taller de Horche, en la provincia deGuadalajara, éstas fueron finalmente restau-radas en Socuéllamos, en la de Ciudad Real,por Santiago Lara Martínez. Estas obrashabían consistido en el dorado de las andas,y en la elaboración de sendos escudos talla-dos para los lateralesde éstas, valoradotodo ello en cuatro-cientas mil pesetas.

Por lo que res-pecta a la restaura-ción de las tallas titu-lares, la hermandadde Nuestro SeñorJesucristo Resucitadoy Nuestra Señora delAmparo no es dife-rente al resto decofradías. Todos lospasos de SemanaSanta han tenido quepasar antes o des-pués, muchos de ellosen repetidas ocasio-nes, por el taller de restauración; la salida enprocesión en condiciones climatológicasadversas, sometidas continuamente a diferen-cias de humedad y de temperatura, la defi-ciente manipulación de los hermanos a lahora de la puesta en andas, la actuación de

insectos xilófagos, han convertido las tallasen elementos de difícil conservación. Hastahace algunos años, por desconocimiento opor falta de presupuesto, se han llevado a res-

taurar a aficionados que, aún conbuena intención, en ocasio-

nes han provocado en lasimágenes nuevos desper-fectos. Desde hace algu-nos años, los directivos delas hermandades han con-siderado conveniente que la

restauración de sus pasosdebe ser realizada por restau-

radores profesionales. Los pasos de nuestra her-

mandad fueron restaurados en1995 por Marta Díaz y Ana Agustí.

En el informe de la restauración, que seconserva en el archivo de la hermandad, sedetalla la existencia de grietas y pequeñasfisuras en la imagen de la Virgen, así como lafractura de los dedos índice y anular, la faltade policromía en algunos lugares puntuales.Por lo que respecta a la imagen de CristoResucitado, además de las grietas lógicas,algunas pérdidas de material escultórico

tanto en la espaldacomo en el costado y,al igual que en el casode la Virgen, repintescon materiales inade-cuados para taparalgunas faltas de poli-cromía. En ambasimágenes, además detaparse las grietas yeliminarse estosrepintes, se elimina-ron los elementosextraños que estabanen las tallas y se rein-tegró el volumen quefaltaba.

La cofradía no senegó nunca a colabo-

rar con el resto de las hermandades deSemana Santa, así como a cualquier trabajorealizado en la parroquia de Santa Ana. Eneste sentido, ya en 1985 prestaba a la deNuestra Señora de las Angustias todo lonecesario para el desfile procesional con el

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que se celebró la coronación canónica deNuestra Señora de Manjavacas, en el pueblomanchego de Mota del Cuervo, ceremoniaen que la patrona de la diócesis fue la madri-na, y ese mismo año se colabora-ba también, con la cantidad dediez mil pesetas, con lanueva hermandad de laSanta Cena, que se habíafundado aquel mismo año.Dos años más tarde, y recibi-da solicitud de la hermandaddel Bautismo de NuestroSeñor Jesucristo con el fin deque colaborara económicamenteen los años siempre difíciles de sunacimiento, nuestra hermandad apro-baba conceder una ayuda indeterminada,dejando en las manos de sus directivos lacantidad en la que esa ayuda podría consistir,siempre después de haber terminado depagar todas las deudas contraídas por los tra-bajos de restauración. También se aprobabaen 1997 colaborar con otra nueva herman-dad, en este caso la de la Negación de SanPedro; los años eran distintos, la crisis sehabía remontado defi-nitivamente, y eldonativo ascendió enesta ocasión a las cienmil pesetas.

Pero también secolaboró en las obrasde Santa Ana. Así, sien 1987 se acordabacolaborar en la insta-lación de la luz eléctri-ca, al año siguiente seinformaba que la her-mandad, juntamentecon la otra herman-dad que también seencontraba en laparroquia, la deNuestro Padre JesúsEntrando enJerusalén, habíandecidido sufragar laslámparas de forja dela iglesia. Volviendo al tema de la SemanaSanta, la colaboración de la cofradía con ellase hacía patente tanto en la concesión de sub-

venciones a las nuevas hermandades que seiban fundando, como, en sentido contrario,en la denegación de estas ayudas cuando loshermanos no consideraban oportuna la apro-

bación de nuevas ideas. En elacta correspondiente a la reu-

nión de la Junta deDiputación del día 7 deseptiembre de 1999 sepuede leer lo siguiente:"En el último punto del

orden del día se pasó a estu-diar una carta de presenta-

ción de un grupo de nazare-nos que pretenden formar una

nueva Her-mandad ("de NuestroPadre Jesús Presen-tado al Pueblo"),

de lo cual se tomó la decisión de quenuestro Representante an-te la Junta deCofra-días de nuestra Her-mandad, traslada-se la opinión de que en principio no procedesu incorporación a la Semana Santa deCuenca, al tratarse del desfile procesional delMiércoles Santo el cual se encuentra sa-tura-do de Imágenes y Hermandades."

Pero la preocupación más importante dela hermandad, enésta como en todaslas de Semana Santa,ha sido siempre eldesfile penitencial.El proceso de infle-xión, iniciado en laetapa anterior con laobtención de variospremios de la Juntade Cofradías en losaños 1974 y 1975, secoronó en1987,cuando en el acta dela Junta de Cofradíasse hacía constarexpresamente unafelicitación a nuestrahermandad "ya que,según palabras delsecretario de lamisma, Sr. Cabañas,cada año se ve como

este desfile procesional y la misma Hdad. engeneral, a superado [sic] cotas muy altas enpocos años de existencia. Por este motivo

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todos debemos de superarnos todabía [sic]más y llegar a cotas más altas dentro de laSemana Santa conquense". Dos problemaspreocupaban de manera especial: por unlado, el orden interno de la her-mandad en la procesión, y laparticipación en la mismade las otras hermandades,y por otra, intentar encon-trar una solución definitivapara la salida del desfile. Enestos años se debatierondiferentes propuestas parasolucionar ambos términos.

Por lo que respecta alprimero, desde el principiohan sido repetidas las interven-ciones de hermanos solicitando la par-ticipación del resto de las cofradías de laSemana Santa conquense, con guiones yestandartes, en la procesión del Do-mingo deResurrec-ción, al igual que sucedía y sucedeen la procesión del En-tierro, en la noche delViernes Santo. Por lo que afecta al segundoaspecto citado, en1997 se recibía en lahermandad la invita-ción del párroco de laiglesia del Cristo delAmparo, Fran-ciscoBermejo, en el senti-do de invitar a que latalla de la Vir-gen, enatención a las relacio-nes mantenidas en elpasado en-tre ambasentidades, pudierasalir desde el peque-ño templo del barriode Tiradores. La her-mandad agradeció lainvitación del sacer-dote, antiguo presi-dente eclesiástico dela Junta de Cofradías,pero trasladándole suopinión contraria porla dificultad de hacer-lo efectivo debido a lavoluminosidad delpaso.

A pesar de estefuerte impulso que presenta la hermandad en

esta etapa, algunas críticas se vertían contra laprocesión en la prensa local, críticas a las quetuvieron que salir algunos de los directivos dela hermandad. En el acta de la Asamblea

General de 1994 se dice losiguiente: "El hermano

Lorenzo Fuero tomó lapalabra para dar las graciasal vocal de estaHermandad, José LuisMarco, por salir al paso de

unas declaraciones críticashechas a la Hermandad enuna emisora de radio local,en las que calificaba a la pro-

cesión de chabacana, y en lasque nuestro hermano les decía

que la Procesión de Resurrección esalegre, y por eso hay traca y suelta de

palomas, y que si nos atenemos a lo estricta-mente religioso, no tendría razón de celebrarla Semana Santa, si no hubiera resucitadoJesús."

En 1995, la ima-gen del Resucitadoinició la procesióndesde la catedral. Larazón fue la celebra-ción de la VigiliaPascual, organizadapor la Junta deCofradías, en lanoche del Sábado deGloria de aquel año.El acto se inició en elatrio del santuario dela Virgen de lasAngustias, donde seencendió el fuegopascual, y se inició laprocesión de lasantorchas, sin imáge-nes talladas, acompa-ñando sólo al ciriopascual, hasta la cate-dral. Allí se celebró laprimera vigilia dePascua organizadadirectamente la Juntade Cofradías, bajo lapresidencia de Cristo

Resucitado.

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De manera similar a como se hacía en elcapítulo anterior, este apartado se dedicará aestudiar de manera más detallada todo lorelativo a la economía de la hermandad, y sehará teniendo en cuenta también la relacióningresos-gastos, como el resultado de lassubastas de banzos e insignias, como se sabeprincipal fuente de aquellos en casi todas lashermandades conquenses de Semana Santa.Para ello, el investigador puede contar estavez con sendos documentos de interés, losinformes anuales de tesorería y los estadillosde las subastas, generalmente bastante deta-llados, que se conservan en una de las carpe-tas que componen el archivo de la herman-dad. A partir de ahí se han podido elaboraralgunos cuadros o gráficos que pretendoanalizar en los párrafos siguientes.

Por lo que se refiere al importe de lassubastas, los datos abarcan el arco temporalcomprendido entre los años 1978 y 2003;antes de ese año, los puestos bajo las andastenían que ser buscados entre los hermanosque desinteresadamente se presentabanvoluntarios para cargar los pasos, y que osci-

laban todos los años entre dieciséis y veintebanceros. En cuanto al volumen de la infor-mación que proporcionan los informes sepueden distinguir dos periodos. Entre 1978 y1990, aunque abundante y suficientementeclara, obliga en algunas ocasiones a hacersencillas operaciones matemáticas que, sinembargo, a partir de esta fecha aparecencompletamente resueltas en el informe res-pectivo. La subasta correspondiente a estemismo año de 2003, realizada nada más ter-minar la Semana Santa del año anterior, ofre-ce ya los resultados contabilizados en euros,aunque por razones de lógica matemática, lascantidades han sido traspasadas a pesetaspara posibilitar la comparación con el restode las anualidades.

A partir de estos datos he realizado elsiguiente gráfico, que abarca sólo el periodode tiempo comprendido entre los años 1978y 2003.A la vista del gráfico, lo primero quese puede decir es que el comportamiento delos banzos no ha sido siempre uniforme. Enefecto, tres etapas pueden establecerse en elexamen del conjunto de los ingresos.

Aspectos económicos

Gráfico 3. Importe de las subastas de la Hermandad de 1978 a 2003.

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En primer lugar, entre 1976 y 1986,periodo en el que la Semana Santa de Cuencaen su conjunto está empezando a remontar lacrisis provocada por la aplicación, un pocotardía en el caso que nos afecta, del ConcilioVaticano II. En este periodo los ingresos,aunque se mantienen en un crecimientoconstante, suponen, considerados en compa-ración con los de etapas posteriores, cantida-des sensiblemente inferiores a estos; sinembargo, para apreciar mejor el dato hay quetener en cuenta la diferencia de valor adquisi-tivo en un periodo relativamente largo en eltiempo, como es éste. La comparación entrelos banzos del Resucitado y la Virgen delAmparo sólo en esta etapa favorece a la pri-mera de las tallas, y el comportamiento entreambos capítulos se muestra bastante similar,con un crecimiento paralelo en una y otratalla a través de los años. Así, si el total de lorecaudado por los banzos del Resucitadosuperó por primera vez las doscientas milpesetas en 1984, los de la talla mariana loharían al año siguiente. Por lo que se refiere ala subasta de cetros e insignias, los datos eneste periodo son más escasos. Faltan losresultados correspondientes a los años 1978,1979, 1981 y 1982, que sin duda están añadi-dos al importe total de los banzos de la ima-gen cristífera; sin embargo, los datos aporta-dos por el resto de los ejercicios demuestraque el porcentaje correspondiente a este con-cepto era muy escaso, y no invalida la ten-dencia antes descrita.

Por lo que respecta al siguiente periodo,obviando el año 1987, cuyo informe no seconserva, pero que, según se desprende dellibro de tesorería de la hermandad, supusoun total por los tres conceptos de 683.200pesetas, abarca los años comprendidos entre1988 y 1993. En este periodo, la tendencia seinvierte, y son ahora los banzos correspon-dientes a la talla mariana los que superan demanera bastante clara a los banzos del Jesús.Son precisamente los banzos de la Virgen losque primeramente superan en conjunto lacantidad de quinientas mil pesetas, en 1990,mientras que los otros no llegarían a alcanzaresta cantidad hasta el periodo siguiente. Apesar de que la tendencia general sigue sien-do creciente, hay dos años de inflexión, enlos que la subasta descendió, 1989 y 1993.

Por lo que se refiere a la subasta de insignias,su importe también crece, aunque siguerepresentando, como es lógico suponer, unporcentaje apenas relevante.

Finalmente, la tercera etapa abarca desde1994 hasta la actualidad. La tendencia com-parativa entre ambas imágenes sigue benefi-ciando a la Virgen del Amparo, y el volumentotal de ingresos por concepto de subastasigue, salvo alguna excepción, creciendo. Losbanzos del Resucitado llegan por pirmera veza suponer el medio millón de pesetas en1996. El año 1998 supone una leve inflexión,de modo que los banzos de la Virgen des-cienden, mientras que los del Jesús esemismo año siguen creciendo, hasta llegar casia nivelarse con los otros, equiparación que escasi total dos años más tarde, cuando ambostotales suponen una diferencia imperceptiblede apenas dos mil pesetas. La inflexión seacentúa el año 2001, cuando el importe delos banzos de la Virgen del Amparo descien-de más de un 30%, mientras los otros semantienen en los mismos términos que enlos años anteriores. Sin embargo, al añosiguiente, aquellos volvieron a superar unavez más a estos.

Por lo que respecta a la subasta del añoactual, no se dejó notar demasiado el efectoeuro, a pesar de que en algunos sectores de laSemana Santa se deja sentir, aunque leve-mente, una nueva fase de regresión. A pesarde ello, el importe total de los ingresos poreste concepto ha superado por primera vez,tanto en un grupo de banzos como en elotro, el millón de pesetas.

Resumiendo todos los datos anterioresse ha elaborado un nuevo gráfico, que abarcatodo el periodo estudiado, desde 1978 hastala actualidad, y en el que se distribuye el totaldel volumen de ingresos en los tres concep-tos analizados: banzos de Jesús Resucitado,banzos de la Virgen del Amparo, y subasta decetros e insignias. Como es lógico, la partedel león se la lleva los ingresos correspon-dientes al total de los banzos; aunque la dife-rencia entre ambos conceptos no es mucha,dicha diferencia beneficia a los banzos maria-nos, con un 48% del total de los ingresosfrente al 44% de los banzos cristíferos.Referido a la subasta de insignias y cetros, elporcentaje apenas representa un 8% del total.

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El segundo estudio es el correspondien-te al volumen total de ingresos y gastos de lahermandad. De acuerdo a los informes yestadillos, los primeros datan ahora de 1985,se ha elaborado también el gráfico corres-pondiente.Si comparamos las dos gráficas, la

del volumen de ingresos enconcepto de subasta de ban-zos y enseres, y la que reflejael total de los ingresos de lacofradía, se puede ver quemuestran un comportamientoparalelo. La curva comienza

en 1985 con ritmo ascendente,y tras estabilizarse en 1988, da un

bajón brusco al año siguiente, preci-samente el mismo año en que la subas-

ta, como se ha visto, muestra su primerpunto de inflexión en el periodo. A partir deeste momento, la curva vuelve a ser ascen-dente hasta 1997, año en que empieza a esta-bilizarse en torno a los dos millones de pese-tas, para descender de manera brusca otravez en el ejercicio del 2002.

Gráfico 3. Volumen total de ingresos de la Hermandad de 1978 a 2003.

Gráfico 3. Volumen total de ingresos de la Hermandad de 1978 a 2003.

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Por lo que se refiere a la tipología de losingresos, la subasta de banzos y enseres,como ya se ha visto, y al igual que sucede entodas las hermandades de la Semana Santaque tienen establecida esta forma de optar alderecho de portar la imagen titular (que sontodas excepto alguna que tiene su salida elViernes Santo por la noche), es la principalfuente de ingresos en que se basa la econo-mía de la hermandad, hasta el punto de llegara condicionarla totalmente. Otra fuente deingresos es la representada por la cuota delos hermanos, y por la venta de guantes,bonetes y escudos. Ingresos extraordinariosson los proporcionados algunos años por losdonativos de hermanos; por este concepto seingresó en 1999 la cantidad nada desdeñablede sesenta mil pesetas.

Los gastos hay que diferenciarlos tam-bién entre ordinarios y extraordinarios. Entrelos primeros destacan, como es lógico supo-ner, los procedentes de poner el paso en lacalle la mañana del Domingo de Resurrec-ción. Egasto más importante corresponde ala adquisición de flores para los dos pasos,cantidad que ya desde 1990 viene superandolas cien mil pesetas. Otros gastos correspon-dientes a este capítulo son los que provienende la traca, desde que dejó de ser sufragadapor el Ayuntamiento, y las palomas que sesueltan en el momento del Encuentro.También son gastos ordinarios los corres-pondientes al mantenimiento burocrático dela hermandad: gastos de imprenta y papele-ría, trabajos informáticos, función religiosa,...

Los gastos extraordinarios, son de carác-ter puntual, y normalmente vienen causadospor la adquisición de nuevos elementos decarácter patrimonial, y el arreglo de los ense-res que ya son propiedad de la cofradía.Estos gastos extraordinarios son los que nor-malmente provocan las fluctuaciones que seaprecian en el gráfico. Así, en 1988, elaumento del volumen de gastos vino propi-ciado sobre todo por la restauración de lasandas del Resucitado y por el pago a los her-manos Pérez del Moral de la primera cuotade los trabajos realizados aquel año a lacofradía, y que representan en conjunto unacantidad cercana al millón de pesetas. El ejer-cicio de 1992 refleja la elaboración de cuatrobanzos nuevos y algunos cetros. Por lo que serefiere al año 1995, el aumento de los gastosno corresponde fundamentalmente a esteconcepto, sino al pago a la Junta de Cofradíasdel porcentaje de las subastas correspondien-tes a dos años sucesivos. Los otros tres añosen los que los gastos superan a los ingresos,vuelven a ser los gastos extraordinarios por laadquisición de nuevos enseres los que mar-can la diferencia, y si en 1998 y 2000 vienenmarcados por el pago del nuevo manto pro-cesional de la Virgen del Amparo, que supo-ne entre ambos ejercicios un total levementeinferior a los dos millones de pesetas, el año2002 está marcado por la adquisición de lanueva corona. Resumiendo, los gastos sun-tuarios de la talla mariana han supuesto elaumento importante por este concepto enlos últimos años.

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La hermandad en el siglo XXILa tarea del historiador es bucear en el

pasado, más o menos remoto, y buscar allí lasclaves para interpretar el presente. Cuando seinvestigan hechos demasiado recientes, comoes este caso, la tarea es más difícil, por cuan-to eso que se ha llamado perspectiva históri-ca se pierde. La dificultad es todavía mayorcuando el fruto del estudio es del todo con-temporáneo, en el sentido más puramentelógico de la palabra, no historiográfico. Sinembargo, considero conveniente terminaresta historia de la Venerable Hermandad deNuestro Señor Jesucristo Resucitado y Nues-tra Señora del Amparo con unos breves tra-zos sobre su presente, sobre sus propuestasde futuro incluso; los considero necesariospara ayudar al lector a encontrar esas clavesde una realidad que nació hace no demasiadosaños, que poco a poco se va consolidando,aún con grandes dificultades en su momento,en el conjunto de la Semana Santa conquen-se, y que hoy se muestra como una de las másactivas dentro de la Junta de Cofradías.

Ya se ha dicho que a pesar de no perte-necer al grupo de las que se han llamado"hermandades ricas", la nuestra siempre hacolaborado en la medida de sus posibilidades,que muchas veces no han sido demasiadas,tanto con el resto de cofradías, especialmen-te las que se iban creando en los últimosaños, como con la parroquia en la que susdos imágenes reciben culto. Así, en el año2000, y continuando con la tradición, seacordaba colaborar con diez mil pesetas enlos actos que la hermandad de la Virgen de laLuz había organizado ese año con el fin decelebrar el cincuentenario de su coronacióncanónica, y al año siguiente dirigía a la parro-quia de Santa Ana un escrito en la que seponía a su disposición para colaborar en losgastos que suponía la adquisición de unanueva cruz para el templo, gastos que iban asufragar a partes iguales las dos hermanda-des que tenían allí sus imágenes; todo ellopese a deber aún una parte importante delnuevo manto y de la corona de la Virgen.

No fue ésta la última colaboración eco-nómica con la iglesia donde sus tallas recibí-an culto, pues ese mismo año las dos cofra-días, la nuestra y la de Jesús Entrando en

Jerusalén, volvían a sufragar a medias los gas-tos de mantenimiento de la alarma instaladaen el templo. Por lo que se refiere a su cola-boración con obras sociales, en el año 2000se aprobaba aumentar el porcentaje destina-do a estos fines hasta un diez por ciento delimporte de la subasta; en este sentido, desta-có la decisión de apadrinar al niño nicara-güense Otto René, según acuerdo adoptadoen la Asamblea General del año 1999.

También hay que decir que en el año2000 fue sustituido, por razones de saludsegún se indica en el acta correspondiente, elconsiliario de la hermandad, siendo nombra-do en su lugar el nuevo párroco de SantaAna, Jesús Navalón Checa. El nuevo capellántomó posesión de su cargo durante una misaconcelebrada por ambos sacerdotes, y en lacual fueron bendecidos tanto el nuevo mantode la Virgen, que había sido diseñado porEduardo Ladrón de Guevara y lo había reali-zado Patrocinio Soto, como la corona, elabo-rada en los talleres conquenses de PedroJoyeros, en plata bañada en oro y con incrus-taciones de perlas y esmeraldas. En el actotambién fue bendecido el nuevo mural, quese habría de instalar en una casa de la calleAlonso de Ojeda, obra ésta del hermanoDavid Granero sobre un trabajo fotográficode Jesús García Palomares; adornado por unmarco de columnas de orden clásico y fron-tón en la parte superior, se aprobó instalaruna copia de dicho mural en la sacristía de laiglesia. Por otra parte, el patrimonio de lahermandad siguió creciendo en los añossiguientes, con la donación a la hermandadpor Eduardo Ladrón de Guevara, de un pe-cherín para la Virgen realizado por él mismo.

El orden procesional siguió siendo unade las preocupaciones más importantes de lahermandad, como lo demuestra la decisión,adoptada ya en el año 2002, de distribuir ade-cuadamente los doce cetros existentes con elfin de acompañar a cada una de las tallas dela procesonal y dos ciriales para la cabeceraprocesional, pues los actuales son prestadospor la parroquia de Nuestra Señora de la Luz.

Por otra arte, se mantenía en el seno de lacofradía la pancia en el conjunto de la SemanaSanta, y que directamente afecta a nuonal y

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dos ciriales para la cabecera procesional, pueslos actuales son prestados por la parroquia deNuestra Señora de la Luz.

Por otra arte, se mantenía en el seno de lacofradía la preocupación porque la herman-dad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, delSalvador, seguía celebrando su junta general elDomingo de Resurrección, al tiempo que lospasos de nuestra hermandad se encontrabantodavía en la calle. Sin embargo, la herman-dad no dudó en colaborar con esta cofradíaen los momentos difíciles: después de laSemana Santa de 2002, y ante los dolorososdisturbios producidos durante la procesiónCamino del Calvario de aquel año, se aproba-ba por unanimidad que "si alguno de nues-tros hermanos, lo cual no es de esperar, seencontrase entre los irracionales que prota-gonizaron los hechos mencionados anterior-mente, y sea suficientemente probado, seaexpulsado, sin posibilidad de readmisión,todo ello previa audiencia del afectado."

Una tradición de gran relevancia ennuestra procesión es el momento en que, enla plaza de la Constitución, y mientras seefectúa el encuentro, un hermano sube a lasandas de la Virgen y le retira el cubremantonegro de luto que cubre su cabeza.Antiguamente, este rito corría a cargo deEmilio Saiz, llevándose a cabo desde XXXXpor Francisco Serna Moya. A este respecto,en una de las últimas actas de la Asam-bleaGeneral, "toma la palabra el hermanoFrancisco Albánchez haciendo la observa-ción de que cabría la posibilidad de que fuesecada año un hermano el que quitase el sobre-manto a la Virgen del Amparo en el Encuen-tro, interviniendo el Secretario en el sentidode que por parte de la Junta Directiva nohabría ningún inconveniente; únicamentehace saber a todos los interesados que aquélque se designe debe estar presente el día que sevista a la Virgen para colocar el citado cubre-manto y agilizar así el acto en el Encuentro."

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Una vez estudiada la historia de la Venerable Hermandad de Nuestro Señor JesucristoResucitado y Nuestra Señora del Amparo de modo particular, y de la procesión del Encuentroen su conjunto, nos queda examinar también, aunque sea brevemente, todo lo relacionadocon las dos imágenes titulares de la cofradía: las vicisitudes de su creación, la figura de susautores respectivos y lo que estos significaron para la estilística de la Semana Santa de Cuenca,y, sobre todo, una aproximación estética, desde el punto de vista de la historia del arte, a las obras.

Esta parte del trabajo se va a realizar de manera separada para ambas tallas por razonesde metodología y, principalmente, por la diferente problemática que ambas figuras represen-tan. Así, mientras la imagen del Señor está suficientemente documentada como una de lasobras más características del escultor conquense Leonardo Martínez Bueno, por lo que res-pecta a la talla mariana, los autores que, de manera siempre esporádica y poco precisa, hantratado el tema, no se ponen de acuerdo a la hora de significar la autoría de quien, tambiénallá por los años cincuenta, realizara el paso de la Virgen. Por ello, uno de los fines propues-tos en este estudio ha sido desde el principio intentar solucionar definitivamente este proble-ma historiográfico, eliminando para siempre todo atisbo de dudas. En su momento se verá siel objetivo propuesto ha sido conseguido o no.

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Las imágenes de Jesús Resucitadoy la Virgen del Amparo

Nuestro Señor Jesucristo ResucitadoComo ya he dicho antes, está suficiente-

mente documentada en todos sus aspectos laautoría de la talla de Jesús Resucitado en lapersona del escultor conquense LeonardoMartínez Bueno, el más joven de la terna deimagineros que, en la década de los años cua-renta y cincuenta contribuyeron, a golpe decincel y de gubia, en la recuperación yreconstrucción de la Semana Santa deCuenca; el más joven y también el más des-conocido de los tres. Hasta ahora, y aparte dela monografía realizada por Leticia AzueBrea en 1986, sólo Carlos Julián MartínezSoria se ha atrevido a profundizar en losdatos biográficos y estéticos del escultor ensu monografía sobre la hermandad de Nues-tra Señora de la Esperanza, por lo que nos vaa servir de guía en esta parte del trabajo.

Leonardo Martínez Bueno había nacidoen Pajaroncillo en 1915. Muy joven entró atrabajar en el taller de Luis Marco Pérez, dequien recibió las primeras lecciones en el artede la escultura, e instalado por fin en Madrid,prosiguió sus estudios en la Escuela Superiorde Bellas Artes. En la década de los años cua-renta y cincuenta obtuvo una beca de forma-

ción en diversos puntos de España, comotambién del extranjero, una de las cuales lepermitió conocer personalmente, en Chelsey,al ya afamado escultor Henry Moore. Estehecho no deja de ser importante, pues puedeayudar a comprender ese aire de modernidadque presentan los pasos procesionales delescultor de Pajaroncillo, a pesar de inscribir-se también, a su modo, en la corriente neo-barroca que es propia de este tipo de obras.En la posguerra se inició como restauradorde algunas piezas importantes que habíansido dañadas por los sucesos bélicos, comolas que conforman el retablo del convento deSan Miguel de las Victorias, en Priego, obrade Luis Salvador Carmona. Paralelamente aello, en 1944 recibió su primer encargo parala Semana Santa conquense: San Pedro y eljudío Malco, imagen que estaba destinada aser titular de la hermandad de San Pedro, quehabía sido fundada el año anterior por algu-nos excombatientes de la División Azul. Elconjunto presenta dos figuras. San Pedro,erguido, vistiendo manto oscuro y con el ros-tro cubierto por una profusa barba negra, alcontrario de lo que es usual en las represen-

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taciones del apóstol, se abalanza con el brazoderecho extendido, sujetando con fuerza laespada, a modo de prolongación del propiobrazo, contra el judío. Mientras tanto éste, enactitud implorante y casi arrodillado, fija sumirada en el rostro de Simón. La obra nogustó en el seno de la hermandad, por lo cualfue sustituida ya al año siguiente por unanueva talla de San Pedro, obra de Luis MarcoPérez, completada en 1946 con el resto defiguras que todavía forman parte del conjun-to. Sobre este aspecto, Luis Calvo recoge unacita, tomada del diario Ofensiva, correspon-diente al día 2 de abril de 1947: "La herman-dad deseaba, desde hace tiempo, renovar laimagen por otra de expresión más adaptada ala idea y estética deseada por todos susmiembros." En la actualidad, el paso de SanPedro y el judío Malco forman parte de laSemana Santa de Belmonte.

De 1951 es la talla de la Virgen de laEsperanza, su segunda contribución para laSemana Santa de Cuenca y la más antigua decuantas todavía se procesionan en la ciudaddel Júcar. Se trata esta vez de una imagenmariana concebida para ser vestida, por locual sólo tiene talladas la cabeza, las manos ylos pies; es, por lo tanto, una imagen de can-delero, propia de este tipo de pasos, difícilespara el artista al no poder contar para elresultado del conjunto con ciertos aspectosde importancia, como la movilidad de lasfiguras y la expresividad en el tallado de ropa-jes. Esa necesidad de ser vestida, de sercubierta la talla con telas, imposibilita alespectador la visibilidad de ciertos detallesmuy bien acabados, como el trenzado de loscabellos, que de forma abundante caen sobresus hombros. La más andaluza de las vírge-nes conquenses, presenta algunos aspectospropios de la más pura escuela barroca,como los ojos, confeccionados en pastavítrea para conseguir un mayor realismo.Sobre la obra dice Carlos Julián MartínezSoria lo siguiente: "Esta imagen representa lafigura de una mujer joven con la cabezaerguida y la mirada elevada al frente; los ojoshan sido realizados en pasta vítrea, siguiendola tradición barroca en la concepción y con-fección de la imagen; la nariz, recta y propor-cionada, como lo son el resto de los rasgosque componen la imagen, son de evidente

tradición clasicista." Otra obra de Martínez Bueno para la

Semana Santa de Cuenca es el paso de LaLanzada, propio de la hermandad del Cristode la Luz, paso de misterio (como son llama-das este tipo de obras en Andalucía), fechadoen 1953. Otra vez recogemos sobre este temala opinión de Martínez Soria: "En este paso,las principales similitudes con la Virgen de laEsperanza, no las hallamos presentes, comocabría de suponer, en las figuras femeninas,sino en la figura de San Juan Evangelista que,de pie ante la Cruz, eleva su rostro y miradaen idéntico gesto al de la Esperanza, lo queunido a los rasgos juveniles del apóstol,hacen que ambas esculturas nos hablen de unmodelo en común, modelo que no hay quebuscar en un parámetro físico, sino en unideal estético propio del estilo de MartínezBueno: clasicismo, pureza de formas, pro-porción de los volúmenes, serenidad expresi-va, claridad compositiva,..., características pro-pias de lo que se ha dado en llamar estilomediterraneista, pero sin duda influido por laobra artística y el espíritu plástico de artistascomo Maillol, Benlliure, Adsuara, Clará,Capuz o Victorio Macho." De la obra desta-ca, desde luego, la figura del Crucificado, decarácter quizá modernista si se compara conlos Cristos de Marco Pérez o de Coullaut Va-lera, un soberbio estudio de la anatomía queinmerecidamente pasa desapercibido en elconjunto de la Semana Santa conquense.

La última aportación de Martínez Buenoa las procesiones conquenses data de 1965:Jesús Caído y la Verónica, quizá la más reno-vadora de sus obras nazarenas. Recibió elencargo para que sustituyera a la que desdelos años cuarenta había sido la imagen titularde la hermandad de su mismo nombre, con-junto que hasta el año anterior había venidodesfilando en la procesión del Jueves Santo yera obra de Ricardo Font. El paso está cons-tituido por tres tallas que conforman un con-junto de gran originalidad, de líneas apenasmarcadas que recuerdan en algunos aspectosla miguelangelesca técnica del "non finito".El autor, desde luego, va más allá del realis-

A. Cofradía de Jesús Resucitado y Ntra. sra. de la Paz. Úbeda (Jaén)B. Hermandad de Ntra. Sra. de Gracia y Resurrección. Ocaña (Toledo)C. Cofradía del Sto. Descendimiento y Cristo Resucitado. Benetússer. (Valencia)D. Real e Ilustre Cofradía de Ntro. Sr. Jesucristo Resucitado. Murcia

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mo, que es elemento característico en estetipo de obras, buscando provocar en elespectador sensaciones marcadas, y lo consi-gue sobre todo con la propia figura de laVerónica, que parece querer huir de lasandas, abalanzándose sobre el espectador.

Éstas no fueron las únicas aportacionesa la imaginería procesional del artista con-quense, pudiendo contar además con otraimagen de la Dolorosa, asimismo de candele-ro para vestir, que se venera en el pueblo deAlmendralejo, en la provincia de Badajoz.También para una iglesia de la misma pro-vincia extremeña realizó una Virgen delCarmen. Como ésta, tampoco tienen carácterprocesional algunas obras de temática religio-sa que se encuentran tanto en nuestra ciudad,como el San José Obrero de casi dos metrosde altura que es titular de la iglesia de sumismo nombre, en el barrio Obispo Laplana,como en el pueblo de Poyatos, para cuya igle-sia realizó una Virgen de tamaño natural.Aunque destruido, hay que destacar tambiénel relieve que representa el tema delDescendimiento de Cristo, y que presentó en1950 para el concurso de la decoración escul-tórica del Valle de los Caídos, en Madrid.

Sin embargo, la parte más importante desu catálogo es, quizá, la escultura profana. Eneste aspecto, aún más desconocido parabuena parte de los críticos que en el religio-so, destaca sin lugar a dudas la obra Nereida,con la que en 1942 obtuvo la SegundaMedalla en la Exposición Nacional de BellasArtes. Otra parte de su obra está presentetambién en el urbanismo conquense por par-tida doble: en la plaza de San Nicolás sepuede apreciar una fuente de piedra, obra deLeonardo, en la que se representa, siemprecon ese carácter modernista que le caracteri-za, a una mujer de la serranía conquense quesujeta entre sus manos un gran cántaro delque mana el agua Por esta obra, realizada en1955 y titulada "La moza del cántaro", ganóel premio Molino de Plata en la XVIExposición Manchega de Bellas Artes. Porotra parte, en la entrada al hotel AlfonsoVIII, todavía en la calle, se encuentra un alto-rrelieve del rey conquistador, conformadopor dos bloques de piedra superpuestos,tallados con las mismas líneas suaves ymodernistas que se pueden apreciar en el

resto de su obra aquí estudiada. Sobre eltema del rey conquistador, también realizóun boceto para el monumento al monarcaque, sin embargo, la ciudad nunca le llegará aencargar, y que se encuentra en la colecciónde Amparo Saint Aubin, la que fuera su espo-sa, ya fallecida.

También realizó en 1952, en piedra y enun tamaño algo mayor que el natural, la ima-gen de Nuestra Señora del Sagrado Corazón,que se encuentra en la hornacina que se hallaal pie del monumento al Corazón de Jesús, enel cerro del Socorro. Igualmente desapercibi-das para muchos conquenses pasan algunasesculturas que adornan escondidos rinconesde la ciudad, como la Maternidad de los jar-dines del Palacio Provincial, la SagradaFamilia del colegio de su mismo nombre, enla salida de la carretera de Madrid, o la alego-ría dedicada al ahorro, en la actual Caja deCastilla la Mancha. En el Salón Rojo delAyuntamiento se halla también una Inma-culada Concepción, y en el Museo de Cuen-ca, varias obras de pequeño tamaño, entre lasque se pueden destacar el busto de Ceres, desu primera época, y la titulada "Formascorriendo", realizada ya en sus últimos años.Es también autor del monumento dedicado afray Luis de León en la villa que vio nacer alagustino, Belmonte, así como de los relievesrealizados para el monumento conmemorati-vo a la fundación ecuatoriana de Cuenca, deque es autor el también artista conquenseFausto Culebras. Algunas obras suyas sehallan en colecciones particulares de GranBretaña, Estados Unidos y Cuba, así comoen el Museo de Arte Moderno de Barcelona.

Durante su vida, Leonardo compaginósu labor creativa con la actividad docente,dando clase en diferentes institutos deSevilla, Madrid, Cuenca y Alcalá de Henares.La muerte le sorprendió todavía joven en1977. Sobre su estilo, Leticia Azcue ha escri-to lo siguiente: "En los últimos años de suvida evolucionó hacia formas mucho másinsinuadas. Marcando una faceta de su estilo

Obra de Leonardo Martínez Bueno en Cuenca:A. 1952. Ntra. Sra. del Sagrado Corazón de Jesús. Cerro del Socorro.B. 1972. Maternidad. Jardines de la Diputación Provincial.C. 1955. Fuente de la moza del cántaro. Plaza de San Nicolás.D. 1964. Talla de San José Obrero. Parroquia de San José Obrero.E. 1968. Bajorrelieve de Alfonso VIII. Hotel Alfonso VIII.

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que posiblemente quede como la más carac-terística de Martínez Bueno, cuya prematuramuerte a los sesenta y dos años cortó de raízla creatividad todavía en pleno desarrollo ytruncó una madurez artística en pleno auge,que aún podía haber dado mayores frutos."

He dejado para el final el estudio de laimagen del Resucitado, por cuanto es la quede alguna manera justifica lo que hasta aquíse ha dicho. En 1951, la Junta de Cofradías leencargaba a Leonardo Martí-nez Bueno la realización deuna talla que reflejara la ima-gen de Cristo después de suResurrección, con el fin dedar un impulso a este día, elúltimo de la Semana Santa yel más olvidado de ellos. Porla obra pagó al escultor lacantidad de doce mil pesetas,ofreciéndolo a la Cámara deComercio para que ésta asu-miera la responsabilidad deorganizar la procesión. Sobrela obra, que se iba a estrenaren la Semana Santa de 1952,el diario Ofensiva, en su edi-ción correspondiente al 13 deabril, decía lo siguiente: "Enesta procesión saldrá una talla del Resucitadoobra del escultor conquense Martínez Bueno,que en conjunto es buena. La figura delSalvador es aérea, ingrávida, y la expresión desu rostro de sereno triunfo. Estimamos quesi se hubiese resuelto de modo menos fino ysedoso la colocación del sudario so-bre elcuerpo del Señor, la escultura hubiera gana-do en calidad. No obstante este detalle, lanueva imagen es una buena aportación deMartínez Bueno a la Semana Santa." La figu-ra del Resuci-tado del escultor conquensepresenta una mirada serena. El brazo dere-cho levantado, formando un arco aproxima-do de noventa grados; el brazo izquierdobajado a lo largo del cuerpo, sujetando fir-memente con la mano el lábaro, emblema desu triunfo contra la muerte, que es tradicionalen este tipo de representaciones. Sobre estaobra recogemos las palabras de Miguel Arias:"El concepto escultórico con que traza estaimagen el conquense nos permite admirar unJesús más grácil, más ligero, con unos rasgos

amables que no encontramos en otros escul-tores. Es posible que en ello tenga que ver elhecho de que representa la escena más alegrede cuantas componen esta semana de pasión,pero como denota el resto de su producción,es hacia ese modelo hacia el que tienden lamayoría de obras de este original imaginero.A cambio carece, eso sí, del naturalismo conque otros artistas tallan sus tipos humanos,ya que, por ejemplo, el estudio de la anatomía

de Jesús está apenas esboza-do en esta obra."

El modelo de esta ima-gen del Resucitado, como elde otras obras de esta icono-grafía que se procesionan enmuchos puntos del país, es elResucitado que en 1765 talla-ra Francisco de Arellano parala cofradía de esta advocaciónque estaba asentada en la igle-sia de Santa Marina deCórdoba y que ahora seencuentra en otra iglesia de lacapital de los califas, la de SanBasilio, en un hermoso altardorado de estilo barroco . Laposición del rostro y de lasmanos es idéntica a la obra

conquense, como también lo son la disposi-ción del sudario y de la nube sobre la quereposa sus pies desnudos, que parecen mo-verse impulsados por un imaginario vientoascendente que provoca que aquél se adhieraa la pelvis de Cristo.

A este respecto, hay que tener en cuentalas palabras del propio Martínez Bueno sobreeste paso: "Está incompleto porque yo loideé para que fuera con alguna figura más,sobre todo un ángel. Se puede ver que la acti-tud del manto que vuela está pidiendo al otrolado una figura." Su actitud respecto a laSemana Santa y a lo que los pasos procesio-nales representan dentro del arte escultóricose puede apreciar en la sincera opinión quemanifestó sobre su conjunto de la Verónica:"El paso de la Verónica que desfila en la tardedel Jueves Santo lo hice pensando en quehabía de renovar un poco la Semana Santa.Quería hacerlo más atrevido, pero siempreestuve pendiente -cosa que nunca debí hacer-de las opiniones de los demás."

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Si no hay ninguna duda sobre la autoríade la talla de Cristo Resucitado, todo lo querodea a la imagen mariana de la hermandadestá sumido en la niebla de la duda. Pruebade ello es que un hecho tan aparentementesencillo como es la personalidad del escultorque hizo el paso es uno de los elementos dediscordia entre los estudiosos de la SemanaSanta. Así, en el libro SemanaSanta de Cuenca, publicadoen 1976, se atribuía la autoríade esta talla a LeonardoMartínez Bueno , como tam-bién lo hacía algunos añosmás tarde Julián LópezMartínez . Sin embargo, ya enel periódico Ofensiva, en suejemplar del día 1 de abril de1958, apenas unos años mástarde de la incorporación de laimagen a la procesión delDomingo de Resu-rrección,se atribuía la obra a AntonioBello. Otros autores, Anto-nio Pérez Valero entre ellos,afirman que su autor fue JoséRabasa.

No es ésta la única talla de la SemanaSanta conquense que es atribuida a esteescultor levantino; por lo menos, casi todoslos autores coinciden en atribuir a su gubia elpaso de María Magdalena, que desfila todoslos años el Martes Santo y es de la herman-dad del Cristo de la Luz, aunque en el ya cita-do libro Semana Santa de Cuenca se dicetambién ser esta obra de las manos deMartínez Bueno , mientras Antonio PérezValero , por su parte, atribuye la autoría a unvalenciano apellidado Navarro. ¿Puede refe-rirse el autor al conquense José NavarroGabaldón, natural de Motilla, alumno dePérez Comendador, y autor del célebremonumento a San Pedro de Alcántara que seencuentra en la villa abulense de Arenas deSan Pedro, así como también de alguna otraobra que se venera en el madrileño Cerro delos Ángeles? El hecho de que la nueva tallafuera un regalo a la hermandad por parte deuno de sus cofrades más destacados, EmilioSáiz, así como la participación de Rabasa en

el concurso proyectado para la realización,dos años antes, del paso de La Lanzada, con-cedido definitivamente, como ya se sabe, aLeonardo Martínez Bueno, parece incidir enla teoría del valenciano como autor de la ima-gen de María Magdalena, en quien se repre-senta a una mujer joven, hermosa, que en sumano derecha sujeta el tarro de esencias con

el que, según los Evangelios,perfumó el cuerpo muerto deCristo.

Para entonces hacía yadiez años que Cuenca conta-ba, al menos aparente-mente,con otra obra atribuida a esteescultor levantino. Se tratabade la Virgen de las An-gustias,patrona de la diócesis, versiónconquense del popular temade la Piedad, que la herman-dad que radica en la ermita desu mismo nombre, en la ribe-ra del Júcar, le había encarga-do con el fin de sustituir a laque había sido destruida enlos primeros meses de laGuerra Civil, tras una suscrip-

ción popular para sufragar los gastos de laimagen, y que fue bendecida en 1944. El con-junto está formado por dos tallas, tratadas demanera diferente. La Virgen, de vestir, senta-da al pie de la cruz, sujeta sobre su regazo elcuerpo yacente del Hijo. Éste, tendido sobrelas rodillas de la Madre, es un perfecto estu-dio anatómico que presenta con gran realis-mo las llagas producidas en las últimas horasde su vida. Cada Viernes Santo, el cuerpo deCristo es separado del conjunto, y fuera yadel altar, es bajado hasta los pies de la iglesiapara que pueda recibir la adoración de losmiles de visitantes que llegan a la ermita.

En el archivo de la Venerable Herman-dad de San Juan Evangelista, que, como ya seha dicho, fue la que encargó el paso en losprimeros años de la década de los cincuenta,existen documentos suficientes que a prime-ra vista parecen demostrar quien fue el ver-dadero autor de la talla. A este respecto hayque decir que si bien el contrato se firmó conel Taller de Arte Religioso Royo Barrasa, lo

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cual parece acercarnos a una ficticia autoríade José Rabasa, el propio hecho de que setratara de un taller y no propiamente un ima-ginero de forma particular levanta algunassospechas en este sentido. En ninguna partede la documentación estudiada figura elnombre de José Rabasa, incidiendo en otronombre que, como veremos más tarde tam-bién resulta familiar: Antonio Royo Barrasa.Sin embargo, ningún otro dato hemos podi-do encontrar de este hipotético imaginero.

La prehistoria de la talla mariana, segúnla documentación procedente de la herman-dad de San Juan, arranca el 15 de febrero de1952, fecha en la que ésta remite a la Junta deCofradías escrito solicitando de ella su acep-tación de la imagen de la Virgen que deseabaencargar, escrito que recibe respuesta afirma-tiva de ésta siete días más tarde. En los mesessiguientes se mantiene desde la cofradíacorrespondencia con diversos escultores dela época, entre ellos con Luis Marco Pérez ycon Leonardo Martínez Bueno; quizá de ahíprovenga el error mantenido por algunosautores al confirmar la autoría de este último.

Sin embargo, y como ya se ha dichoanteriormente, la obra se le encargaría defini-tivamente al taller de arte Royo-Barrasa, des-pués de obligarle a hacer algunas modifica-ciones sobre el boceto del paso, relativas a laposición de las manos y a la expresividad delrostro. Un primer presupuesto, tanto paratalla completa como para imagen de vestir,está fechado el 10 de octubre de aquel año:"Hoy y por correo aparte y en paquete certi-ficado, le remito dibujo de la Imagen com-pleta, con las telas que he dibujado se entien-de corren por cuenta de Vdes. Ya que nos-otros haríamos la Imagen por dentro sinestudio pero de madera, pues hoy no se per-mite otra cosa. Por tanto el vestido que tengaque llevar la Virgen es a gusto de la casa queles confeccione. No obstante viendo lo caroque les resultará el vestirla le daré en estamisma carta presupuesta [sic] de la Imagentalladas sus telas a mano y ricamente policro-mada imitando ricos tisús cual si estuvieranbordados con finos adornos del más vistosoefecto." En el mismo escrito, y sobre laexpresión del rostro, se dice que ésta "se daráal misticismo y religiosidad que requieren,para que aspire a la devoción."

El contrato entre Antonio Royo y la her-mandad, representada por Manuel Saiz y porAntonio M. Patiño, está fechado en Valenciael 6 de noviembre de 1952. Por este contra-to, el primero se comprometía a entregarantes de que terminara el mes de febrero delaño siguiente la imagen "esculpida en made-ra y sin estudios de telas, siendo apta para servestida. La túnica de madera vendrá por bajode la rodilla, para no quitar religiosidad a laImagen... su expresión será de misticismo yexpresión religiosa, para que aspire devocióna los fieles." El precio final de la obra fue de6.600 pesetas, a las que habría que añadir losgastos relativos al transporte desde Valenciahasta Cuenca de la talla, así como el precio delos vestidos, que también fueron encargadosa una casa de Valencia. El 9 de febrero de1953 escribía Antonio Royo a la hermandadinformándole que ya había terminado laobra; tres meses más tarde está fechada laúltima carta del taller, en la que el propioAntonio Royo certificaba haber cobradotoda la cantidad adeudada.

Hasta aquí, lo que dice la documenta-ción oficial sobre estas dos imágenes, la deNuestra Señora de las angustias y la deNuestra Señora del Amparo, que siempre sehan atribuido a José Rabasa. Sin embargo,cuando hace pocos años salió en procesión latalla de Nuestra Señora de las Angustias ocu-rrió algo que, aunque aparentemente no tienenada que ver con la imagen que ahora nosocupa, y que no es otra que la de la Virgendel Amparo, de alguna manera también leafecta. Con ocasión de aquel excepcionaldesfile José Javier Ortí Robles publicó en laprensa local un artículo en el que negabadicha autoría: " Y la realidad es que JoséRabasa no pudo ser el autor de la misma por-que, como dije anteriormente, ni era escultor,ni era imaginero, ni figura por ningún lugaren los estudios, anales y relaciones de losescultores e imagineros valencianos. Simple-mente actuaba como intermediario, comomarchante para un grupo de artistas valen-cianos que, encerrados en sus talleres, depo-sitaban en él su confianza sobre el destino desus imágenes, cuyo encargo aceptaban con lasugerencia de que fueran entregadas sin fir-mar." Y más tarde continúa: "Era una épocaen la que el trabajo abundaba puesto que

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había que devolver a sus hornacinas, altares yandas multitud de imágenes que la inculturay la barbarie habían destruido; pero los artis-tas del momento estaban muy lejos de lo quehoy sería un relaciones públicas; de ahí surgela importancia del citado marchante."

Esta cita hace referencia a un punto con-creto de interés para la historia de esta ima-gen mariana de la hermandad de NuestroSeñor Jesucristo Resucitado, y es algo tanimportante como intentar identificar al escul-tor que realmente talló la imagen; y no sóloésta, sino también la de María Magdalena,que desfila la noche del Martes Santo y tam-bién ha sido atribuida al valenciano. SiRabasa no era realmente un imaginero, sinomás bien un marchante de arte que obligabaa los escultores que trabajaban para él a nofirmar las obras para que nunca pudierantener contacto directo con sus clientes, estojustificaría de alguna manera los problemasque los investigadores han tenido para atri-buir la obra a su autor verdadero. De tomarpor cierta esta premisa, abría que desechar laautoría de Rabasa, y también de forma indi-recta, la del conquense Leonardo MartínezBueno, pues siendo Rabasa valenciano, esmás lógico que su autor fuera otro escultordel círculo valenciano.

Sobre la dudosa atribución que tambiénse le ha hecho de la imagen a un desconoci-

do Antonio Bello, del que ninguna referenciahemos conseguido a pesar de nuestras inves-tigaciones, se puede decir, al menos a modode conjetura, que esta atribución, realizadapor primera vez en el diario Ofensiva en1959, ha podido surgir de un error. El mismoOrtí Robles cita a un cuñado de Rabasa, jefede decoradores en el taller de Pío Mollar, yque fue en ocasiones intermediario entre éstey el escultor Galarza. Su nombre: AntonioRoyo Miralles. Por otra parte, ya se ha hechomención aquí de un Antonio Royo Rabasa,firmante del acuerdo entre la hermandad y eltaller que entonces ya dirigía. Una últimaatribución, que aún complica más el asunto,proviene del programa oficial de Semanasanta de 1982, adjudicándose la imagen aotro autor del que nada sabemos, A. Segura.

Todo lo dicho anteriormente, así comootros aspectos de carácter estilístico que acontinuación se harán constar, pueden justi-ficar la atribución, cuanto menos posible, dela talla de la Virgen del Amparo al escultorvalenciano Enrique Galarza Moreno, quiensegún el citado José Javier Ortí podría sertambién el autor de la imagen de la Virgen delas Angustias, patrona de la diócesis. Queeste importante escultor levantino trabajó enotras ocasiones para el marchante lo testificala importante escultura ecuestre de San Jorge,que se venera en Alcoy (Alicante), así como

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su imagen de la Virgen de los Lirios para lacitada localidad. Atribuida desde antiguo aRabasa, fue en el año 1991 cuando por partetanto de la asociación de San Jorge como delpropio ayuntamiento de la localidad alicanti-na, y después de concienzudos exámenes rea-lizados por varios especialistas en imagineríacontemporánea, se reconoció su autoríapor parte de Enrique Galarza.

En este sentido recogemos las pala-bras del propio Galarza, publicadas eldía 13 de octubre de 1991 en el diarioalicantino Información, en su edi-ción de Alcoy: "Un buen día sepresentó en mi casa Rabasa, alque nosotros llamába-mos rabosa [el juego depalabras se escapa enel castellano si no se tra-duce: rabosa significa en catalán yvalenciano zorra, raposa], ya que sim-plemente era un marchante que ade-más nos pedía que no firmáramosnuestras obras . Me encargó quehiciese una imagen de San Jorge y otrade la Virgen de los Lirios, y la verdades que en principio no lo tuve dema-siado claro. Hay que tener en cuentaque todavía nos encontrábamos enguerra, y que por esta zona las imá-genes de santos no estaban bienvistas."

Pero las palabras del artistason confirmadas también poralgunos estudiosos de la imagine-ría valenciana. Adrián Espí Valdés, directordel Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert y profesor de Historia del Arte, escri-bió lo siguiente sobre el imaginero valencia-no: "Nunca ha sido un desconocido EnriqueGalarza, aunque sí hay que decir de inmedia-to que no siempre las obras por él realizadas,ideadas en su taller, allí iniciadas, han tenidoigual fortuna, y quizá otros artesanos, de unamanera o de otra, han hecho pasar comopropias las esculturas que no lo eran, o no loeran en su totalidad. Tal es el caso de la tallade la Virgen de los Lirios y de San Jorgeecuestre, y San Jordi, el "Xicotet", de Alcoy,que durante más de cuarenta años han sidoatribuidos a José Rabasa. Es preciso situar-nos en el momento histórico. La postguerra,

la auténtica necesidad de llenar hornacinas yaltares de imágenes que el vendaval bélico sellevó por delante, destruyéndolas el fuego, lapiqueta y, sobre todo, la ignorancia y la faltaabsoluta de sensibilidad. De ahí que enValencia se organizaran talleres en los quequienes allí trabajaban demostraban un alto

grado de profesionalidad y oficio, des-arrollando una intensísima actividad.En el taller de Rabasa ingresaban tallas,

y las más de ellas sin firmar, y muchasde ellas de Enrique Galarza que, sin

embargo, guardaba en su propioobrador dibujos, vaciados o

croquis de tales trabajos." Sea o no sea Galarza el

autor de la talla de la Virgendel Amparo, consideramos conve-niente en este momento hacer unacercamiento a la figura y la obra deeste imaginero valenciano, coetá-neo de Marco Pérez y de Cuollaut-Valera. Este escultor nació en elpueblo valenciano de El Grao en1895, y en 1912 entró en la RealAcademia de San Fernando,habiéndose matriculado en la asig-natura de Perspectiva. Fue alumno

de diversos escultores de reco-nocido prestigio, entre ellosMariano Benlliure y PíoMollar. Poco es lo que sepuede decir de nuevo del pri-mero, cuya calidad escultóri-ca ha sido reconocida por los

mayores especialistas en la escultura contem-poránea; sobre Mollar se puede añadir que esel autor de la imagen de Nuestra Señora de laSoledad, de San Agustín, que estuvo desfi-lando en la madrugada del Viernes Santohasta que en 1945 fue sustituida por la tallaactual de Coullaut-Valera, y que actualmenterecibe culto en el pueblo cercano de Jábaga.

En cuanto a la obra procesional deGalarza, destacan dos grupos realizados parala Semana Santa de Orihuela, y que actual-mente se pueden admirar también en el pro-pio Museo de Semana Santa de esta ciudadalicantina. Se trata del paso de la Santa Cena,realizado en el año 1944, una magnífica esce-na en la que se representa el momento en queJesús instaura la Eucaristía bendiciendo el

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pan y el vino, y el Cristo de la Flagelación,más conocido como los Azotes, de cierta ins-piración salzillesca, realizado en 1945. En elaño 1951 realizó el apostolado de otro pasoprocesional relativo a la Santa Cena, esta vezpara la Semana Santa de Huelva, y que com-pletaba la talla de Cristo, llamado del Amor,obra del onubense Antonio León Ortega.Otras obras de carácter penitencial son, en laprovincia de Valencia, la Oración del Huerto,de Albaida; el Cristo de la Fe, en Alcácer; yun Jesús Nazareno para Fuente La Higuera.

También realizó otras muchas obrasde carácter religioso para las iglesiasvalencianas y alicantinas. Entre todasellas se pueden destacar un San Josécon el Niño en brazos, para la yacitada iglesia parroquial de FuenteLa Higuera, y la ya citada talla deSan Jorge, patrono de la ciudadalicantina de Alcoy. El primeromuestra una serenidad barroca inspi-rada claramente en la escultura dio-ciochesca; San José mira al Niño yéste, a su vez, le acaricia la barba.Destaca asimismo en la obra el tratodelicado que el escultor da a losropajes. El segundo es una tallaecuestre del santo, realizada en1940, de la que ya se ha habladocon anterioridad. También enAlcoy se encuentra la imagen deNuestra Señora de los Lirios, talla-da en el mismo año que San Jorge,uno de los ejemplos de la escul-tura mariana del imaginerovalenciano, que se prodigó enalgunas representaciones de laDivina Pastora y de la Virgendel Rosario. Gran parte de suobra se encuentra en el pueblo de Picassent,lugar donde falleció en el año 2000. Asímismo, es autor de algunas esculturas decarácter civil, de entre las que destaca unarepresentativa del conquistador FranciscoPizarro que se encuentra en una plaza públi-ca de Lima. También tiene obra religiosa enVenezuela.

Desde luego, lo que sí es claro es el pare-cido que esta talla presenta con la Dolorosaque en 1755 tallara el genial escultor murcia-no Francisco Salzillo para la cofradía de Jesús

Nazareno, que se ha convertido en el mode-lo por excelencia de todas las Dolorosas quedesde entonces se han realizado para laSemana santa en su zona de influencia, entreestas se puede destacar la que él mismo habíarealizado también doce años antes para otrahermandad murciana, la del Santísimo Cristode la Salud, y que todavía se procesiona bajola advocación de la Virgen del Primer Dolor,y la que en 1787 Roque López, el más cono-cido de los alumnos de Salzillo, realizó para la

murciana cofradía de la Sangre. En estesentido, hay que tener en cuenta que elboceto original de la imagen conquense,según se desprende de uno de los escri-

tos remitidos a la hermandad de SanJuan por Antonio Royo y fechado el

18 de octubre de 1952, incidía aúnmás en esa inspiración salzilles-

ca: "La clase de túnica ymanto dibujados por míen el boceto que les

envíe son de sabor exqusito puesaunque copia de la que lleva la virgende Salzillo al llevar distintos colorestendría una buena armonización".

Sobre la primera de esasVírgenes, una de las más famosas delartista murciano, la descripción quede ella hace José Cuesta Mañas essuficientemente demostrativa delparecido con la talla conquense: "Elmovimiento es quizá la gran innova-ción de esta pieza, y de hecho no

aparece en ninguna otra de susversiones del mismo tema con laclaridad y elegancia que en ésta.Éste lo consigue no sólo con lacolocación de los pies, en clarosentido de avance: el pie derecho

apoya sólo la punta y el izquierdo sobresa-liendo de la peana; además incorpora unpequeño giro en las caderas y sobre todo laasimétrica colocación de los hombros y bra-zos y el prodigioso movimiento de la cabezacomo buscando con la mirada en el infinitola explicación y el consuelo a tanto dolor, sinolvidar la fragilidad de cristal de sus manossuplicantes."

El parecido en el rostro de las tallas esasombroso, como lo es también la posiciónabierta de los brazos, en un mismo gesto de

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dolor, si bien en el caso conquense el dere-cho se encuentra más cerrado que en losotros dos, debido quizá a la necesidad deconjugar en este caso los dos momentos tandiferentes en la vida de María, que la imagenen sí misma debe combinar: el dolor por lamuerte del Hijo y, una vez producido elencuentro, la gloria de su Resurrección. Porlo que se refiere al rostro, sin embargo, elparecido es aún más asombroso: la mismafrente despejada, los mismos ojos dirigidos alcielo en actitud de súplica, el mismo cabelloliso peinado hacia atrás. Hasta el característi-co mechón de pelo que cae a lo largo delcuello en la imagen salzillesca, apare-ce en la talla conquense cuando esdesprovista del velo con que semuestra en procesión.

Por lo que se refiere a la otraparte visible de la imagen, los pies,calzados con sandalias como laVirgen del artista murciano,mantienen la misma disposi -ción asimétrica que obli-ga a las caderas a ungiro natural quepresta sensaciónde movimiento ala talla. Aunquereconozco que todoello no es en absolu-to determinante,estos datos ayudan auna posible atribu-ción de la imagen alvalenciano EnriqueGalarza. Hay quetener en cuenta eneste sentido lo quedice de él JavierDelicado: "Laplástica imagi-nera de estemaestro, estuvoca r ac t e r i z adapor el granalarde cre-ador ysen t idod e lm o v i -m i e n t o

que supo infundir a sus composiciones,, tra-tadas todas con gran libertad, lejos de losconvencionalismos al uso, muy preocupadosiempre por los ropajes y pliegues de lastallas, magníficamente resueltos." El mismoautor cita la gran devoción que Galarza sin-tió por la obra del escultor Ignacio Vergara,el máximo representante de la esculturavalenciana del siglo XVIII, y coetáneo, por lotanto, de Francisco Salzillo. Es, una vez más,una talla de candelero.

En contra de una posible atribución deEnrique Galarza para esta imagen mariana,podemos transcribir aquí las palabras escritas

por María Dolores Insa Ribelles, archive-ra municipal de Cocentaina (Alicante),en la introducción al libro que fue edita-do en homenaje al escultor valencianopara celebrar el cincuentenario de la

realización del trono procesional de laVirgen del Milagro, patrona de ese

pueblo levantino que es tambiénobra del valenciano:

"Galarza no es unartista al que le gustecopiar, sino dejar supropio sello, quedenota su quehacerartístico." Hay quetener en cuentaademás que en laépoca en la que seencarga la imagen,iniciados ya losaños cincuenta,Galarza se encuen-tra en el mejormomento de sumadurez artística.

Por otraparte, las condi-ciones técnicasde la pieza,una talla devestir que, por

lo tanto, sólotiene tallados el

rostro, los pies

‘Dolorosa’ de Salzillo y compara-ción de algunos detalles con latalla de Ntra. Sra. del Amparo

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y las manos, dificulta en gran medida su estu-dio y su posible atribución a un autor deter-minado, más si tenemos en cuenta que todoslos estudiosos de este imaginero coinciden enafirmar que una de sus más destacadas carac-terísticas es el cuidado trabajo de los ropajes,algo que en el caso que nos ocupa, por razo-nes obvias, no podemos valorar. A este res-pecto, Francesc Santana, escultor y amigo deGalarza, escribió sobre esta faceta de su arte(sus palabras, aunque escritas en valenciano,son fáciles de comprender): "La composiciódels tres àngels portadors dels atributs marians il'escut de la ciutat són d'una gran delicadesa, i ensmostren una de les característiques fonamentals del'obra de Galarza: la vaposositat en el tractamentde les teles que donen la sensació d'ingravitació alconjunt. El dinamisme de les tres figures conformaun grup de línies disposades en continu moviment,que unifica tots els detalls formals, creant la sensa -ció que un vent imaginari mou tota la composició.Els contrastos de lluz i d'ombra apareixen forçatsy potents, la qual cosa fa que el conjunto resultemarcadament pictòric."

Por todo ello, de momento, y hasta quese pueda demostrar algo con más consisten-cia, se puede utilizar con igual rotundidad lasmismas palabras, por lo que a la talla de laVirgen del Amparo se refiere, que José JavierOrtí utilizó para ce-rrar el artículo sobre latalla de la Virgen de las Angustias ya citadoanteriormente: "No se puede saber de

momento a quién se debe la talla...; vocesmás autorizadas que la mía analizarán esosrasgos y detalles personales que son laimpronta de un artista; si ello condujera a unaafirmación demostrable así se haría saber,pero de momento lo que resulta tremenda-mente injusto es que la imagen..., depositariade la fe de millares de personas que hacia ellahan dirigido y dirigen sus plegarias invocan-do su ayuda y amparo, se atribuya a unasmanos que jamás cogieron una gubia y que sísupieron aprovechar los beneficios de unasimple gestión de marchante."

Tan sólo se puede afirmar con rotundi-dad que no es obra de ninguno de los tresautores que a menudo son citados por losque han escrito sobre la Semana Santa. NiLeonardo Martínez bueno, por cuanto sucatálogo está ya bastante bien estudiado, niJosé Rabasa, quien, como se ha demostrado,no fue escultor, ni el desconocido, yo creoinexistente, Antonio Bello, pusieron nuncasu gubia en la talla de la Virgen del Am-paro.Tan sólo se puede decir en rigor que la her-mandad de San Juan la encargó a AntonioRoyo; a partir de ahí, las conjeturas de quepudiese haberla hecho algún otro imaginerodel círculo valenciano también están abiertas.

Acto de Bendición del nuevo manto de Ntra. Sra. del AmparoD. Ricardo García Fernández.

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1 GARRIDO ORTEGA, JOSÉ MARÍA.- La Semana Santa de Cabra. Córdoba,Cajasur, 1995. 202-203 pp.

2 FERRÁNDIZ ARAUJO, CARLOS Y GARCÍA BRAVO, ÁNGEL J. (COORDINADO-RES).- Las cofradías pasionarias de Cartagena. Tomo I. Cartagena, AsambleaRegional de Murcia, 1991. 506 p.

3 REPETTO BETES, JOSÉ LUIS (COORDINADOR).- La Semana Santa de Jerez ysus cofradías. Jerez de la Frontera, Ayuntamiento de Jerez, 1999. 261-262 pp.

4 SÁNCHEZ HERRERO, JOSÉ LUIS.- "Las cofradías de Semana Santa entre 1875y 1990. Su evolución religiosa, benéfica, socio-económica e implicaciones polí-ticas". En VV.AA.- Las cofradías de Sevilla en el siglo XX. Sevilla, Universidad deSevilla, 1999. 112 p.

5 Archivo Histórico Provincial de Cuenca. Gobierno Civil. Libro de salidas de 1939.Sig. GL-58. Reg. 3254

6 Idem. Reg. 3228.7 SALAS LARRAZABAL, RAMÓN - "Los católicos ante la Guerra Civil". En RUIZ

GIMÉNEZ, JOAQUÍN.- Iglesia, Estado y Soceidad en España. 1930-1982.Barcelona, Argos Vergara, 1984. 92-93 pp.

8 GONZÁLEZ-CARVAJAL SANTABÁRBARA,. LUIS - "El compromiso cristiano. LaIglesia de los pobres". En JOAQUÍN RUIZ GIMÉNEZ.- o.c., 302 p.

9 PÉREZ VALERO, ANTONIO.- A través de mi capuz. Cuenca, DiputaciónProvincial, 1997. 149 p.

10 SUGRAÑES GÓMEZ,. EDUARDO J. - Historia de la Semana Santa de Huelva.Huelva, Fundación El Monte, 1998. 32 p.

11 PÉREZ VALERO, ANTONIO.- o.c., 334 p.12 PAREDES, JAVIER (DIRECTOR).- Diccionario de los Papas y Concilios.

Barcelona, Ariel, 1999. 523 p.13 REPETTO BETES, JOSÉ LUIS. (COORDINADOR).- o.c. 270 p.14 JOSÉ SÁNCHEZ HERRERO, JOSÉ LUIS.- o.c., 115 p.15 BELLOSILLO, PILAR.- "El Concilio". En JOAQUÍN RUIZ JIMÉNEZ.- o.c., 233 p. 16 AGUILAR OTERMÍN, JOSÉ MIGUEL.- "Evolución del arte en la España de pos-

guerra". En RUIZ JIMÉNEZ, JOAQUÍN.- o.c., 179-180 pp. 17 BELLOSILLO, PILAR.- o.c., 238 p.18 Recogido en MUELAS ALCOCER,. DOMINGO - Episcopologio conquense. 1858-

1997. Cuenca, Diputación Provincial, 2002. 440-441 pp.19 MUELAS ALCOCER, DOMINGO.- o.c., 442 p.20 Boletín Oficial de la Diócesis de Cuenca. Año 1941. Febrero. 22-23 pp.21 Boletín Oficial de la Diócesis de Cuenca. Año 1945. 102 p.22 FERNÁNDEZ FERRERO, ANTONIO.- Guerra Campos. Apuntes para una biogra-

fía. Cuenca, Obispado de Cuenca, 1998. 59 p. 23 CIERVA, RICARDO DE LA.- La transición y la Iglesia. Así actuó el Vaticano. ARC

Editores. Madrid, 1997. 79 p.24 CIERVA, RICARDO DE LA.- o.c., 131 p.25 PÉREZ RAMÍREZ, DIMAS.- Centuria de páginas desiguales.: la iglesia de Cuenca

en el siglo XX." Cuenca, Diputación Provincial, 2002. 60-61 pp.26 MUELAS ALCOCER, DOMINGO.- o.c., 636 p. Fax remitido el 26 de junio por el

secretario general de la Conferencia Episcopal al obispado de Cuenca.27 Carta pastora de Mons. Ramón del Hoyo López, obispo de Cuenca, a los naza-

renos. Miércoles de Ceniza. Año Santo de San Julián. 1998-1999. 1-2 pp.28 O.c., 6 p.

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Notas

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29 CALVO CORTIJO, LUIS.- 50 años, y... un día de la Semana Santa de Cuenca(1940-1990.- Cuenca, Ayuntamiento de Cuenca, 1990. 12 p.

30 Yo mismo, cuando escribí el libro Huerto del Jueves Santo. Historia de una her-mandad, opiné erróneamente que la teoría de Luis Calvo era la más correcta.En historia son pocas las afirmaciones que pueden ser consideradas como defi-nitivas; nuevas investigaciones, nuevos descubrimientos, pueden en algúnmomento poner en tela de juicio teorías cuyos cimientos no hayan sido bienasentados sobre la roca del conocimiento.

31 MARTÍNEZ SORIA, CARLOS JULIÁN Y PÉREZ TORNERO, RAMÓN.- ¿Realmentefue un año más? Publicado en "Cuadernos de Semana Santa, 1991". Cuenca,V.H. de Nuestro Padre Jesús Nazareno, del Salvador, 1999. 41-53 pp.

32 MARTÍNEZ SORIA, CARLOS JULIÁN Y PÉREZ TORNERO, RAMÓN.- o.c., 47 p.33 GARRIDO ORTEGA, JOSÉ M.- Semana Santa en Cabra. Córdoba, Cajasur, 1995.

202-203 pp.34 RECUENCO PÉREZ, JULIÁN.- Huerto del Jueves Santo. Historia de una her-

mandad. Cuenca, Venerable Hermandad de Nuestro Padre Jesús Orando en elHuerto, de San Antón, 1998.

35 CALVO CORTIJO, LUIS.- o.c., 18 p.36 PÉREZ VALERO, ANTONIO.- A través de mi capuz. Cuenca, Diputación

Provincial, 1997. 27-28 pp.37 RECUENCO PÉREZ, JULIÁN Y MARTÍNEZ SORIA, CARLOS JULIÁN.- L

Aniversario de la Procesión del Perdón". Publicado en "Crónicas de SemanaSanta, 2001", edición especial de la revista "Crónicas de Cuenca. 6-10 pp.MARTÍNEZ SORIA, CARLOS JULIÁN.- María Santísima de la Esperanza. 50 añosde hermandad. V. H. de María Santísima de la Esperanza, Cuenca, 2001.

38 PÉREZ VALERO, ANTONIO.- o.c., 69-73 PP.39 CALVO CORTIJO, LUIS.- o.c., 63 p.40 CALVO CORTIJO, LUIS - o.c., 67 p. 41 CALVO CORTIJO, LUIS.- o.c., 68 p.42 ACEBES, CLARA.- "Las cofradías abren definitivamente sus puertas a las muje-

res". Publicado en el número especial de Semana Santa de 1985 del semana-rio "Gaceta Conquense".

43 PÉREZ VALERO, ANTONIO.- o.c., 53 p.44 GONZÁLEZ NOVALÍN, JOSÉ LUIS.- "Religiosidad y reforma del pueblo cristiano".

En Historia de la Iglesia de España. Tomo III - 1º, dirigido por Ricardo García-Villoslada. Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1979. 376 p.

45 BARCELÓ LÓPEZ, ANTONIO.- Pasión de la Semana Santa murciana. Una visiónhistórica artística. Madrid, Servilibro Ediciones, 1992. 108 p.

46 ESCOBAR BARBERÁN, FRANCISCO.- Esculturas de Bussi, Salzillo y Don RoqueLópez en Lorca. Lorca, Ayuntamiento de Lorca, 2000. XVI-XVII pp.

47 BLÁZQUEZ, FRANCISCO JAVIER Y MONZÓN, LUIS.- Semana Santa salmantina.Historia y guía ilustrada. Salamanca, Amarú Ediciones, 1992. 147 p.

48 JUSTEL, CÉSAR.- Semanas Santas con encanto. Madrid, El País-Aguilar, 2000.58-59 p.

49 GÓMEZ PÉREZ, ENRIQUE.- "Breve reseña sobre la Procesión del Rompimientodel Velo y el Encuentro del Domingo de Resurrección en Palencia". Actas delCuarto Congreso Nacional de Cofradías de Semana Santa. Salamanca, Junta deCofradías, Hermandades y Congregaciones de la Semana Santa de Salamanca,2002. 417-431 pp.

50 GÓMEZ PÉREZ, ENRIQUE.- o.c., 421 p.51 TRENCHS ODENA, JOSÉ.- "El necrologio-obituario de la catedral de Cuenca:

noticias históricas y crónica de la vida cotidiana". En Cuenca y su territorio en

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la Edad Media. I Simposio Internacional de Historia de Cuenca. Madrid, ConsejoSuperior de Investigaciones Científicas, 1982. 351 p.

52 PALOMO FERNÁNDEZ, GEMA.- La catedral de Cuenca en el contexto de lasgrandes canterías catedralicias castellanas. Cuenca, Diputación Provincial,2002. Tomo II. 18 p.

53 PALOMO FERNÁNDEZ, GEMA.- o.c., Tomo II. 59 p.54 Archivo Catedralicio de Cuenca. Actas Capitulares. 1999. Fol. 18.55 Archivo Diocesano de Cuenca. Sección Libros L-209ª. Constituciones sinodales

del obispado de Cuenca, hechas por el obispo Enrique Pimentel en 1626. TítuloXVI. Const. 9.

56 BUENDÍA, LUIS ENRIQUE.- "La Semana Santa en los pueblos". CuencaNazarena, 2002. 60-67 pp.

57 GÓMEZ PÉREZ, ENRIQUE.- o.c., 421 p.58 LÓPEZ-YARTO ELIZALDE, AMELIA.- La orfebrería en el siglo XVI en la provincia

de Cuenca. Cuenca, Diputación Provincial, 1998. 351 p.59 BERMEJO DÍAZ, JESÚS.- La catedral de Cuenca. Caja de Ahorros Provincial de

Cuenca, Cuenca, 1976. 327-328 pp.60 PALOMO FERNÁNDEZ, GEMA.- La catedral de Cuenca en el contexto de las

grandes canterías catedralicias castellanas en la Baja Edad Media. Tomo II.Cuenca, Diputación Provincial, 2002. 87 p.

61 BERMEJO DÍAZ, JESÚS.- o.c., 329 p.62 BERMEJO DÍAZ, JESÚS.- o.c., 52-55 pp.63 IBÁÑEZ MARTÍNEZ, PEDRO MIGUEL.- Pintura conquense del siglo XVI. II: El

renacimiento pleno. Cuenca, Diputación Provincial, 1994. 247 p.64 BERMEJO DÍAZ, JESÚS.- o.c., 236 p.65 PÉREZ RAMÍREZ, DIMAS- Escuela conquense de escultura renacentista: Pedro

de Villadiego y el retablo mayor de Tarancón. Tarancón, Círculo CulturalFernando Muñoz, 1978. 18-20 pp.

66 ANDÚJAR ORTEGA, LUIS.- Belmonte, cuna de fray Luis de León. Cuenca, ed.del autor, 1986. 87-88 y 131 pp.

67 IBÁÑEZ MARTÍNEZ, PEDRO MIGUEL - Pintura conquense del siglo XVI. TomoII: El Renacimiento pleno. Cuenca, Diputación Provincial, 1994. 51-55 y 115 pp.

68 IBÁÑEZ MARTÍNEZ, PEDRO MIGUEL.- o.c. Tomo III: El Manierismo, 295-297pp.

69 IBÁÑEZ MARTÍNEZ, PEDRO MIGUEL.- o.c. Tomo III. 86-91 y 128 pp.70 IBÁÑEZ MARTÍNEZ, PEDRO MIGUEL.- o.c. Tomo III. 86-91 y 128 pp.71 IBÁÑEZ MARTÍNEZ, PEDRO MIGUEL.- o.c. Tomo III. 172-173 pp.72 JESÚS BERMEJO DÍAZ.- o.c., 352 p.73 PÉREZ RAMÍREZ, DIMAS.- La custodia de la catedral de Cuenca. Cuenca,

Cuprinsa, 1985. 2 p.74 LÓPEZ-YARTO ELIZALDE, AMELIA.- La orfebrería en el siglo XVI en la provincia

de Cuenca. Cuenca, Diputación Provincial, 1998. 153 p.75 MÂLE, EMILE.- El arte religioso de la Contrarreforma. Madrid, Ediciones

Encuentro, 2001. 265 p.76 EMILE MÂLE.- o.c., 267 p.77 Huellas. Catálogo de la exposición que bajo el mismo título se desarrolló en la

ciudad de Murcia. Murcia, Caja de Ahorros de Murcia, 2002. 216 p.78 MÂLE, EMILE.- o.c., 332 p.79 PÉREZ VALERO, ANTONIO.- A través de mi capuz.- Cuenca, Diputación

Provincial, 1997. 368 p.80 PÉREZ VALERO, ANTONIO.- o.c., 368 p.81 PÉREZ VALERO, ANTONIO.- o.c., 368 p.

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82 CALVO CORTIJO, LUIS.- 50 años, y... un día, de la Semana santa de Cuenca(1940-1990). Cuenca, Ayuntamiento de Cuenca, 1990. 65 p.

83 PÉREZ VALERO, ANTONIO.- o.c., 368 p.84 CALVO CORTIJO, LUIS.- O.C. 76 p.85 CALVO CORTIJO, LUIS.- o.c., 76-77 pp.86 ACEBES, CLARA.- Las cofradías abren definitivamente sus puertas a las muje-

res". Publicado en Gaceta Conquense, número extraordinario de Semana Santacorrespondiente a 1985.

87 MARTÍNEZ SORIA, CARLOS JULIÁN.- María Santísima de la Esperanza. 50 añosde hermandad. V. H. de Mª Santísima de la Esperanza, Cuenca, 2001. 84-90 pp.

88 CALVO CORTIJO, LUIS - 50 años y... un día de la Semana Santa de Cuenca(1940-1990). Cuenca, Ayuntamiento de Cuenca, 1990. 43 p.

89 MARTÍNEZ SORIA, CARLOS JULIÁN.- o.c. 84 p.90 MARTÍNEZ SORIA, CARLOS JULIÁN.- o.c. 90 p.91 AZCUE BREA, LETICIA.- Leonardo Martínez Bueno (1915-1977). Cuenca,

Consejería de Educación y Cultura de la Junta de Comunidades, 1986. 16 p.92 ARIAS BUENACHE, MIGUEL.- "Imágenes de la Pasión". Publicado en el número

extraordinario de Semana Santa del diario "El Día de Cuenca" (24 de marzo de2002). 19-37 pp.

93 PÉREZ CANO, MARÍA DEL MAR.- "Las imágenes de la cofradía del Resucitadode Santa Marina de Córdoba. Actas del Tercer Congreso Nacional de Cofradíasde Semana Santa. Córdoba, Cajasur, 1997. 395-407 pp.

94 AZCUE BREA, LETICIA.- o.c., 35 p.95 AZCUE BREA, LETICIA.- o.c., 35 p.96 VV.AA.- Semana Santa de Cuenca. Cuenca. Publicón. 1976. 89 p.97 LÓPEZ MARTÍNEZ, JULIÁN.- Paso a paso... Semana Santa de Cuenca. Cuenca.

Edición del autor, 1981. 130 p.98 o.c., 19 p.99 PÉREZ VALERO, ANTONIO.- Las hermandades de nuestra Semana Santa.

Cuenca. Caja de Ahorros de Cuenca y Ciudad Real, 1990. Sin paginar. PÉREZVALERO, ANTONIO.- A través de mi capuz. Cuenca, Diputación Provincial, 1997.317 p.

100 ORTÍ ROBLES, JOSÉ JAVIER.- "Sobre el autor de la Virgen de las Angustias.".Publicado en El Día de Cuenca. Edición del domingo, 11 de junio de 2000. 15p.

101 "Medio siglo después, Alcoy descubre a Enrique Galarza, autor legítimo de laimagen de San Jorge". Información. Número correspondiente al domingo, 13de octubre de 1991. 22 p.

102 ESPÍ VALDÉS, ADRIÁN.- "Acercamiento artístico-descriptivo a las andas-tronode la Mare de Deu". En PÉREZ MIRALLES, JUAN; E RIBELLES ALBORS, INMA.-Enrique Galarza Moreno, imaginero valenciano (1895-2000). Cocentaina, PíaUnión de la Virgen del Milagro, 2001. 17-18 pp.

103 CUESTA MAÑAS, JOSÉ.- "El vestido de la Dolorosa". Publicado en la revista"Nazarenos", de la Real y Muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre JesúsNazareno. Murcia, 2002. 29-32 pp.

104 DELICADO MARTÍNEZ, JAVIER- "El escultor Enrique Galarza". Publicado enPasos, revista de Semana Santa. Nº. 13. Enero-marzo de 2001. 40-41 pp.

105 PÉREZ MIRALLES, JUAN; E RIBELLES ALBORS, INMA.- o.c., 9 p.106 PÉREZ MIRALLES, JUAN; E RIBELLES ALBORS, INMA.- o.c., 31 p.107 ORTÍ ROBLES, JOSÉ JAVIER - o.c.

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la ciudad de Murcia. Murcia, Caja de Ahorros de Murcia, 2002.

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IlustracionesCapítulo 1.

pag. 5 1959. Imagen de Jesús Resucitado en la Parroquia de El salvador. Fotografía:L. Pascual. Cedida por José Luis Marco.

pag. 7 1959. Fotografía cedida por Miguel Lozano Leal.

pag. 9 1956. Fotografía cedida por José Miguel González

pag. 11 1959. Fotografía cedida por Javier Ponce Alonso

pag. 13 ????

pag. 15 1961. Folleto de Semana Santa de 1962, editado por la Comisión Municipaldel Excmo. Ayuntamiento de Cuenca, sin paginar. Fotografías: Martínez-Pérez,Texeda, Machetti y Lara.

pag. 17 izquierda: 1959. Fotografías cedidas por Javier Ponce Alonso

derecha: 1956. Fotografía cedida por José Miguel González.

pag. 19 Arriba. 1957 y 1958. Fotografías cedidas por Jesús Torralba Mora

Abajo. 1990 y 1991. Fotografías cedidas por José Ramón Benito Martínez

Texto Ruano

pag. 21 1984. Fotografía: Justo Carrasco Pérez.

Capítulo 2.

pag. 25-29 1958 y 1957. Fotografías cedidas por Miguel Lozano Leal.

pag. 31 1956. Fotografía cedida por Javier Ponce Alonso.

Texto Guijarro

pag. 35 1986. Fotografía cedida por José Andrés Guijarro Ponce.

pag. 36-37 1984. Fotografía cedida por Francisco Javier Serna Moya.

Capítulo 3.

pag. 41 A, B. 1984. Fotografía: Mª Ángeles Sánchez. en: Fiestas populares. p.168 y172. ISBN: 84-86478-79-0.C, D. 1984. Fotografía: César Justel. en: Semanas Santas con encanto. p.70 y148. ISBN: 84-03-59613-8.

pag. 43 1984. Fotografía: Santiago Torralba. en: Pedro Miguel Ibáñez Martínez.Pintura conquense del siglo XVI. III. Del manierismo a la contrarreforma.p.249

pag. 45 Ídem. p.134

pag. 47 Ídem. p.273

pag. 46 1998. Talla de Olot de 1945. Cartel conmemorativo del III Centenario de laHermandad.

pag. 49-57 Catedral de Cuenca y Museo Diocesano. Fotografías: Jesús García Palomares.

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Capítulo 4.

pag. 63 1956. Fotografía cedida por José Miguel González.

pag. 65 1. 1957. Fotografía cedida por José Miguel González.

2. 1960. Fotografía cedida por Ramón Molina Martínez

3. 1956. Fotografía cedida por José Miguel González.

4. 1959. Fotografía cedida por Jesús Torralba Cuevas.

pag. 67 1958. Fotografía cedida por Miguel Culebras.

pag. 69 1-3. 1965. Fotografías cedidas por familia de Andrés Montejano.

4. 1966. Fotografía cedida por familia Ponce.

pag. 71 1964. Fotografía cedida por Matilde Herráiz López, viuda de Emilio Sáiz.

pag. 73 1959 y 1966. Fotografías cedidas por Javier y Antonio Ponce Alonso.

pag. 75-81 1966. Fotografías cedidas por Javier y Antonio Ponce Alonso, excepto pag. 79 arriba, 1957, cedida Jesús Torralba Mora.

Capítulo 5.

pag. 87 1975. Fotografías cedidas por José Andrés Guijarro Ponce.

pag. 89 1975. Fotografías: L. Pascual.

pag. 91-93 1975. Fotografías cedidas por José Andrés Guijarro Ponce.

pag. 95 1986, 1975, 1980 y 1985. Fotografías cedidas por familia Ponce.

pag. 96-97 1: 1984. Fotografía: Pinós. 2: sin datos disponibles de fecha o procedencia.3: 1985. Fotografía cedida por Justo Carrasco Pérez.

pag. 99 1986 y 2001. Fotografías cedidas por José Andrés Guijarro Ponce.

pag. 100 2001. Fotografía: Jesús García Palomares.

pag. 101 1. 1986. Portada de El día de Cuenca. Cedida por José Andrés Guijarro Ponce.

2. 2001. Fotografía: Jesús García Palomares.

pag. 103 Arriba. 1967 y 1985. Fotografías cedidas por Santiago Ponce Alonso.

Abajo. 1986. Fotografía cedida por José Andrés Guijarro Ponce.

pag. 104 19xx. Fotografía: Jesús García Palomares.

pag. 105 1995. Fotografías cedidas por Andrés Montejano.

pag. 106 XXXXXXXXXX

pag. 107 1995. Fotografías cedidas por Andrés Montejano.

pag. 109-117: 2001. Fotografías: Jesús García Palomares.

pag. 118 2001. Fotografía cedida por José Andrés Guijarro Ponce.

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Capítulo 6.

pag. 121 Fotografías proporcionadas por las respectivas cofradías y hermandades.

pag. 123 Fotografía central en blanco y negro cedida por Antonio Valero.

Fotografías en color: 2002. Jesús García Palomares y David Serna.

pag. 124 y 126 Colección de sellos con imágenes procesionales conquenses. 19xx.Cedido por XXXXXXX

pag. 125 2001. Fotografía: Jesús García Palomares.

pag. 127 1978. Fotografía cedida por Justo Carrasco Pérez.

pag. 125 2001. Fotografía: Jesús García Palomares.

pag. 125 1999. Fotografía: Jesús García Palomares.

pag. 126 y 128 Fotografías del informe de restauración de la talla de Ntra. Sra. delAmparo. 19xx. Xxxxxxxx

pag. 127 1975. Fotografía: L. Pascual.

pag. 129 1951. Folleto desplegable editado por la Junta de Cofradías. Cedido por Xxxxx

pag. 130 y 131 Imágenes de la Dolorosa de Salzillo cedidas por Xxxxxx. Imágenes deNtra. Sra. el Amparo procedentes del informe de restauración de la talla.

pag. 132. 2000. Fotografías: Jesús García Palomares.

Anexos.

pag. xxx 2002. Parroquia de Santa Ana. Fotografía: Jesús García Palomares.

pag. xxx 2001. Cetro de Hermano mayor. Fotografía: Jesús García Palomares.

pag. xxx 19XX. Primeras andas de la imagen de Ntra. Sra. del Amparo. Fotografía cedi-da por Jesús Torralba.