xxvii la soldadesca · 2017. 3. 1. · cena de agosto, la prensa publicó una nota que ... puesta...

12
639 XXVII La soldadesca Nota del gobierno estadounidense.—Ofrecimiento de media- ción.—Más juzgados militares.—Recrudecimiento militarista.— Aprovisionamiento de la ciudad.—La amnistía.—Insidiosos sar- casmos populares.—Tiranía cuartelaria.—Los constitucionalistas y la población.—Primer decreto económico-social.—La Casa del Obrero Mundial.—Escepticismo popular.—Los postulados re- volucionarios.—Limitación de la amnistía.—Decreto del general Pablo González.—Reinstalación de ministerios.—Contéstase a Estados Unidos y países indolatinos.—Los civiles y la acción mi- litar.— La policía y los militares.—¡Aguántese amigo, aguántese! or estos días, es decir, al finalizar la primera quin- cena de agosto, la prensa publicó una nota que el ministro de Relaciones del Gobierno de Es- tados Unidos con fecha 11 del referido mes, dirigía a los jefes revolucionarios, invitándolos para reunirse con el fin de que llegaran a un avenimiento para la pronta terminación de la contienda, que tan grandes e irreparables daños había causado y continuaba causando a la nación. Algunos países centro y sudamericanos (Guatemala, Uruguay, Bolivia, Chile, Brasil y Argentina), brindábanse gentilmente a servir de intermedia- rios entre las facciones en pugna, con el fin de que éstas llega- ran a un buen entendimiento, advirtiendo que solamente sus simpatías y cariño hacia la nación mexicana obligábalos a hacer semejante ofrecimiento. Esta nota no solamente fue entregada al ciudadano Primer Jefe, al licenciado Lagos Cházaro y al general Francisco Villa, La ciudad de México.indd 639 03/10/16 11:12 a.m. Este libro forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx/bjv DR © 2015. Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México Libro completo en: https://goo.gl/2Meze9

Upload: others

Post on 13-Nov-2020

1 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

• 639 •

XXVII

La soldadesca

nota del gobierno estadounidense.—ofrecimiento de media-ción.—Más juzgados militares.—Recrudecimiento militarista.—Aprovisionamiento de la ciudad.—La amnistía.—insidiosos sar-casmos populares.—Tiranía cuartelaria.—Los constitucionalistas y la población.—Primer decreto económico-social.—La Casa del obrero Mundial.—Escepticismo popular.—Los postulados re-volucionarios.—Limitación de la amnistía.—Decreto del general Pablo González.—Reinstalación de ministerios.—Contéstase a Estados unidos y países indolatinos.—Los civiles y la acción mi-litar.— La policía y los militares.—¡Aguántese amigo, aguántese!

or estos días, es decir, al finalizar la primera quin-cena de agosto, la prensa publicó una nota que el ministro de Relaciones del Gobierno de Es-

tados unidos con fecha 11 del referido mes, dirigía a los jefes revolucionarios, invitándolos para reunirse con el fin de que llegaran a un avenimiento para la pronta terminación de la contienda, que tan grandes e irreparables daños había causado y continuaba causando a la nación. Algunos países centro y sudamericanos (Guatemala, uruguay, bolivia, Chile, brasil y Argentina), brindábanse gentilmente a servir de intermedia-rios entre las facciones en pugna, con el fin de que éstas llega-ran a un buen entendimiento, advirtiendo que solamente sus simpatías y cariño hacia la nación mexicana obligábalos a hacer semejante ofrecimiento.

Esta nota no solamente fue entregada al ciudadano Primer Jefe, al licenciado Lagos Cházaro y al general Francisco Villa,

La ciudad de México.indd 639 03/10/16 11:12 a.m.

Este libro forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx/bjv

DR © 2015. Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México

Libro completo en: https://goo.gl/2Meze9

640 • La soldadesca

sino también envióse copia de ella a muchos generales y jefes de ambos ejércitos en pugna, así como a muchos funcionarios de las dos facciones.

Aunque el pueblo metropolitano se enteró de los buenos propósitos que animaban tanto a Estados unidos como a las naciones mencionadas para el pronto término de la lucha, can-sado y profundamente escéptico como se encontraba, pero sobre todo porque, para colmo de su desdicha, en esos días ha-bíanse establecido otros dos juzgados militares, que sumados a los que ya existían y aparte de las nueve comisarías de policía eran cuatro con los que la ciudad contaba y en los cuales los civiles eran considerados como vil carroña, no le dio la impor-tancia que tan trascendental asunto requería. Además, como la población encontrábase sometida a una férrea e intolerable dis-ciplina de cuartel, al grado que diariamente, al obscurecer, di-seminábanse muchos soldados por varios rumbos de la ciudad, donde en las bocacalles el toque de retreta y a las nueve el de silencio, así como de esa hora en adelante, tanto los centinelas de los cuarteles como las patrullas que constantemente hacían el servicio de vigilancia marcábanle a los transeúntes el impera-tivo ¡quién vive!, justo es convenir que en tales circunstancias, muy poco o ningún humor había para tener fija la atención en la susodicha mediación internacional entre las facciones para hacer cesar la contienda.

El preboste Patiño, que como ya antes dije, funcionaba como dictador de alimentación, había obtenido no solamente un notable abaratamiento en los artículos de consumo sino el que éstos ya no escasearan tanto, muy especialmente la harina, el maíz, el frijol, la lenteja, el azúcar y el piloncillo, pero sobre todo la fruta, de preferencia, plátanos, piñas, melones, jícamas, sandías, guacamote, peras y manzanas, solamente el carbón y la leña seguían muy escasos y caros. El Rastro, que por falta de ganado paralizara sus labores, habíalas reanudado, encon-trándose ya en todas las carnicerías además de buenos y frescos cuartos de ternera y “cadenas” de longaniza, en sus artesas,

La ciudad de México.indd 640 03/10/16 11:12 a.m.

Este libro forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx/bjv

DR © 2015. Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México

Libro completo en: https://goo.gl/2Meze9

Francisco Ramírez Plancarte • 641

ricos y “macanudos” chicharrones y bien refritas y sabrosas “carnitas” de legítimo cerdo, pues ya dije en otro lugar, que en tiempo de los zapatistas no sólo nos daban gato por liebre, sino también perro por puerco.

Las “colas” en los molinos de nixtamal, habían ya deja-do de formarse sirviendo éstos únicamente para “maquilas”, abrumando el pueblo a sus propietarios a claridades por el yeso y la harina de olote que le habían revuelto a la masa días antes todavía. Solamente a las puertas de las panaderías seguían for-mándose “colas”, pero éstas no eran ya tan grandes ni perma-necían los clientes tanto tiempo aguardando su turno.

El horrible y mal oliente pan de haba amasado con agua tequexquitosa que sabía a diablos, habíase suprimido. Los pambazos, que pocos días antes por la fuerza de las circunstan-cias fueran tan codiciados y disputados a pesar de que tenían aserrín y de los muchísimos males que ocasionaban, nadie los quería ya, echándoles también en cara a los “gachupines” por este motivo, su criminal ambición y sed insaciable de riqueza.

En los mercados que no seguían convertidos en dormito-rios, los “locatarios” reinstaláronse de nuevo en sus “puestos”, expendiendo preferentemente maíz, patatas, elotes y frijol que en grandes cantidades se introducían en plaza. En los alrede-dores del mercado de la Merced, muy especialmente en el cos-tado norte y calle de Capuchinas expendíanse en innumerables “puestos”, al aire libre, semejantes a los que ahí mismo se ins-talan en la Cuaresma y vísperas de navidad, pescado fresco y salado que en bien repletos furgones llegaban de Veracruz.

A todo esto los zapatistas seguían sin dar señales de vida; en cambio, los constitucionalistas no cesaban de reforzar con tropas de refresco los puntos estratégicos avanzados del fren-te. Mas justo es reconocer, si estos últimos no avanzaban, era porque animado el Cuartel General de los mejores propósitos (como ya antes se ha visto) de darle a los contrarios la opor-tunidad de acogerse a la amnistía por él decretada, estaba es-perando a que feneciera el plazo fijado para ésta, con el fin de

La ciudad de México.indd 641 03/10/16 11:12 a.m.

Este libro forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx/bjv

DR © 2015. Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México

Libro completo en: https://goo.gl/2Meze9

642 • La soldadesca

proseguir su campaña de batir a todos los renuentes a recono-cer la suprema autoridad del ciudadano Primer Jefe. Además había otro motivo igualmente poderoso para que el Cuartel General obrara así y era que diariamente se le presentaban mu-chos jefes y oficiales convencionistas acogiéndose a la gracia de indulto, manifestando que si antes no lo habían hecho, era por haber carecido, como muchos de los que continuaban en aquellas filas, de la oportunidad de escapar a la vigilancia y espionaje ejercidos sobre todos ellos desde la expedición del decreto de amnistía. Así, pues, el poderío militar y prestigio político del constitucionalismo crecían y se afirmaban, faltán-dole únicamente a éste, revestirse de la suficiente energía para refrenar y castigar ejemplarmente los desmanes y abusos de la soldadesca, haciendo que ésta respetara la vida, intereses y derechos de los civiles, para así transformar las justificadas crí-ticas, animadversión y desprecio que como una protesta sorda, pero apasionada, empezaba a envenenar el ambiente, en simpa-tía, entusiasmo y admiración populares.

Por estos días (fines de agosto), El Pueblo decía en un enca-bezado con grandes caracteres rojos que abarcaba todas las co-lumnas de su primera plana: “El heroico e invencible Ejército de ciudadanos armados de la Revolución, pasea triunfalmente por todas partes del país sus gloriosos estandartes libertarios”. Los capitalinos, que a pesar de su sangrienta mordacidad y fu-ribundo “pitorreo” habían echado en olvido semejante frase, puesta de moda en la Convención Militar de Aguascalientes a tiempo de rendir cada uno de los delegados, antes de firmar en la enseña patria a los acordes del himno nacional, la protesta de acatar fielmente los acuerdos de la asamblea, cuando con este motivo la recordaron, sonrieron maligna e irónicamente: “¡Sí! —exclamaron sentenciosamente entre mal disimuladas y contenidas risitas— ya se nos había olvidado que los ‘con-sus-uñas-listas’ eran ‘ciudadanos armados’ y aunque todavía no nos han dicho de qué, nosotros creemos que de ‘ahorros’, para disfrutarlos cuando se acabe la ‘bola’”.

La ciudad de México.indd 642 03/10/16 11:12 a.m.

Este libro forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx/bjv

DR © 2015. Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México

Libro completo en: https://goo.gl/2Meze9

Francisco Ramírez Plancarte • 643

Estas suspicaces y zahirientes opiniones populares cargadas de dolo e insidia darán una débil idea del grado de desacuerdo o, mejor dicho, de antipatía existente entre los constituciona-listas y el pueblo. Y es, que tal parecía, que muchos de aquellos habíanse ufanado empeñosamente, desde su llegada, en come-ter toda clase de atentados y “travesuras”, y en fastidiar con la más insoportable tiranía cuartelaria a la población.

Además, precisamente a consecuencia de tantos sufrimien-tos y de esta constante pugna entre el pueblo y la soldadesca, los principios y anhelos tanto políticos como sociales procla-mados por la Revolución, si no radicalmente habíanse olvida-do, sí el entusiasmo por su realización se había quebrantado muy hondamente. Y era que la población, agobiada durante tanto tiempo por toda clase de privaciones, continuos sobresal-tos y multitud de calamidades, y finalmente por la insolencia y falta de consideración de parte de los “libertadores”, no había tenido tiempo ni humor para recapacitar “por qué había sido la bola”; esto agregado a lo anteriormente expuesto dará idea, tanto de su desorientación como de su escepticismo. Por eso fue que cuando el general Pablo González expidió el primer decreto58 de carácter social que venía a abrir formidable brecha 58 Pablo Gonzalez, general en jefe del Cuerpo de Ejército de oriente, en uso

de las facultades extraordinarias de que me hallo investido por el C. Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, Encargado del Poder Ejecutivo de la unión, y considerando primero: que es angustiosa la situación económica en que se encuentra el gremio de empleados de comercio en los momentos actuales por el alza excesiva del precio de los articulos de primera necesidad, por las grandes dificultades con que tropieza, especialmente la clase media, para proveerse de lo más indispensable para la vida;

Considerando segundo: que es excesivo el trabajo a que están sujetos los empleados a que antes se hizo mención y exiguo el sueldo de que gozan, a pesar de que, por lo general, los comerciantes y patrones han exagerado en su provecho los resultados de las fluctuaciones del cambio, sin preocuparse de aquéllos;

Considerando tercero: que es injusto y atentatorio, que empleados ho-norables y antiguos sean despedidos intempestivamente sin indemnización alguna lanzando así a muchas familias, sin causa justificada, a la desespera-ción y a la miseria;

Considerando cuarto: que el Gobierno emanado de la Revolución debe impartir su ayuda a todos los gremios sociales y especialmente a la clase

La ciudad de México.indd 643 03/10/16 11:12 a.m.

Este libro forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx/bjv

DR © 2015. Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México

Libro completo en: https://goo.gl/2Meze9

644 • La soldadesca

proletaria, a que pertenecen los empleados y dependientes de comercio, y mejorar hasta donde sea posible, con disposiciones enérgicas y justificadas, la situación de los empleados de que se trata, adunando las garantías del capital con las de los mismos empleados, sin menoscabar en manera alguna los derechos, tanto de los nacionales como extranjeros, conforme a las leyes vigentes en el país, he tenido a bien decretar lo que sigue:

Art. i.–Es obligatorio el descanso dominical en la Ciudad de México y Distrito Federal, para todos aquellos establecimientos que no ex-pendan artículos de primera necesidad, salvo convenio en contrario entre empleado y patrón, siempre que éste pague a aquél, como extraordinario, el tiempo del día festivo en que trabaja, en una proporción de cincuenta por ciento más sobre el sueldo de que disfrute.

Art. ii.–Desde la fecha de la publicación de este decreto, ningún em-pleado podrá ser separado de los establecimientos comerciales, almacenes, tiendas, oficinas, etc., si para ello no se comprueba de-bidamente que tal empleado ha dado lugar a ello, sea por mala conducta, notoria incapacidad, o negligencia absoluta en el desem-peño de sus labores.

Art. iii.–El empleado que sea separado por causa distinta de la expre-sada en el artículo anterior tendrá derecho a que se le notifique con un mes de anticipación, y que al ser separado se le pague el importe de tres mensualidades. En caso de que el patrón se niegue a pagar desde luego dicha cantidad incurrirá en una multa de quinientos a mil pesos o treinta a noventa días de arresto, y si reincidiere, se aplicará una multa de dos mil a cinco mil pesos o en su defecto, tres a seis meses de arresto; pero la pena que se le imponga al con-traventor de estas disposiciones, no lo exime por ningún motivo de cumplir la obligación antes impuesta.

Art. iV.–Los empleados o dependientes de comercio, no podrán ser obligados a trabajar más de ocho horas diarias, salvo convenio en contrario; el exceso de tiempo les será pagado con un aumento de cincuenta por ciento más sobre el sueldo de que disfruten incu-rriendo los patrones en una pena igual a la establecida en el artículo anterior, caso de que se rehusaren a cumplir esta obligación.

Art. V.–Se concede acción popular para la denuncia de contraventores de estas disposiciones.

Art. Vi.–El Gobierno del Distrito cuidará del exacto cumplimiento de este decreto.

Art. Vii.–El presente decreto comenzará a surtir sus efectos desde esta fecha.

Por tanto mando se imprima, publique, circule y se le dé el debido cumpli-miento.

Dado en el Cuartel General del Cuerpo de Ejército de oriente, en Méxi-co a los treinta días del mes de agosto de 1915.

La ciudad de México.indd 644 03/10/16 11:12 a.m.

Este libro forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx/bjv

DR © 2015. Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México

Libro completo en: https://goo.gl/2Meze9

Francisco Ramírez Plancarte • 645

en dicha cuestión que, por lo tanto, constituía el primer paso para tratar de resolver tan intrincado problema que habría de conmover, años más tarde, muy fuertemente al país, decreto que consistía en que el descanso hebdomadario (dominical) fuera obligatorio en todo el Distrito Federal, señalando asi-mismo ocho horas diarias como máximo de la jornada de tra-bajo en todos los establecimientos mercantiles, le dio relativa importancia, no la comentó ni mucho menos batió palmas en su honor, ya que era el primer eslabón de la larga cadena de conquistas económico-sociales que andando el tiempo habría de obtener y por las que tanto había suspirado.

La Casa del obrero Mundial, la más interesada en esta cuestión por haber sido representativa del proletariado, que ha-bía vuelto a reinstalarse en la capital domiciliándose en una de las calles de Motolinía, no tenía ya la importancia que alcanza-ra a raíz de su incorporación al constitucionalismo, debido a la falta de cohesión entre sus principales líderes, quienes al dispu-tarse la supremacía de preponderancia adquirida en el seno de sus respectivas agrupaciones habían hecho estallar vehemente-mente sus pasiones malsanas e instintos ambiciosos, dando al traste con el prestigio que cada uno de ellos adquiriera ante el movimiento obrero-social, debilitando con ella la solidaridad gremial y consiguientemente la lucha de clases.

De modo que, tanto el descanso dominical —obligatorio para todos los asalariados— como la jornada comercial de las ocho horas, decretada por el Cuartel General, que respondían al cumplimiento de una de las promesas de liberación social, pactada entre el constitucionalismo y el pueblo trabajador, re-presentado éste, como ya dije, por la Casa del obrero Mundial, la población capitalina, repito, que debió de haber lanzado un suspiro de grata y honda satisfacción, puesto que la hora de la justicia y redención al fin llegaba, exhausta por tantos sufri-

Constitución y Reformas.—El General en Jefe del Cuerpo de Ejército de oriente.—Pablo González.—El General Jefe de Estado Mayor, Alfredo Rodríguez.

La ciudad de México.indd 645 03/10/16 11:12 a.m.

Este libro forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx/bjv

DR © 2015. Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México

Libro completo en: https://goo.gl/2Meze9

646 • La soldadesca

mientos pasados; humillada por la brutalidad e impunidad de la soldadesca; extorsionada por la más bárbara opresión cuar-telaria, y porque en la locura de la victoria los triunfadores considerábanla el ganado o el rebaño perteneciente al botín de guerra quitado a la facción convencionista no solamente no le dio la importancia debida, sino que ni aun siquiera la comentó, mirándola con la misma frialdad que si hubiera sido ajena a todo ello: tal parecía que ya habían pasado muchos años, tan-tos que ni se acordaba por qué había sido la “bola”.

v

La facción convencionista perdía cada día más terreno, las po-cas plazas que aún conservaba en la frontera, defendidas por los restos de lo que había sido pujante División del norte, le estaban siendo tomadas por los carrancistas, quienes batían, sin tregua, a los núcleos villistas que pugnaban por rehacer algo de su antiguo poderío. En cambio, la causa constitu-cionalista se consolidaba más cada día, tanto así que además de que el general González expidiera un decreto limitando el plazo de amnistía,59 los ministerios estaban siendo reins-59 Al pueblo mexicano:

Cuando el Ejército Constitucionalista recuperó esta Ciudad de México en julio del año en curso, el Cuartel General del Cuerpo de Ejército de oriente, que comando, inspirado en un alto sentimiento de solidaridad nacional, ex-pidió un amplio decreto de amnistía al cual han sabido acogerse, numerosos elementos que equivocadamente habían seguido la bandera enemiga.

Generales, jefes, oficiales, tropa y civiles que servían a la llamada Con-vención y a los rebeldes Emiliano Zapata y Doroteo Arango, han venido a someterse a la causa constitucionalista reconociéndola como la única causa del honor nacional.

Y si para los enemigos activos del Constitucionalismo, fue el decreto del 11 de julio de 1915 un medio de redención que ya les ha proporcionado seguridades, garantías y tranquilidad, para el pueblo en general y muy par-ticularmente para la Ciudad de México, los procedimientos seguidos por el Gobierno y el Ejército Constitucionalista son la prueba mejor de nuestro profundo respeto a la vida y a los intereses de todas las clases sociales.

El abastecimiento de víveres, el aplacamiento del hambre por medios ca-ritativos, el derramamiento de trabajo para hombres y mujeres, constituyen una de las tantas formas con que estamos contribuyendo al inmediato mejo-ramiento de este pueblo tan duramente flagelado por la traición.

La ciudad de México.indd 646 03/10/16 11:12 a.m.

Este libro forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx/bjv

DR © 2015. Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México

Libro completo en: https://goo.gl/2Meze9

Francisco Ramírez Plancarte • 647

talados nuevamente en la capital, pues aparte de los que ya se encontraban funcionando, procedióse a trasladar los de Comunicaciones y Fomento. En cuanto al de Relaciones, que seguía despachando en Veracruz, precisamente acababa de contestar (11 de septiembre) la nota que Estados unidos y países centro y sudamericanos ya antes mencionados giraran el 11 de agosto a los generales, jefes y funcionarios civiles del gobierno constitucionalista, así como a los convencionistas, manifestándoles categóricamente que de ninguna manera aceptaba que nuestros asuntos interiores se tratasen por in-terpósita mediación, pero ni aun siquiera por iniciativa de un

Ha sido, pues, la obra del Cuerpo de Ejército de oriente, en todas sus manifestaciones, una labor palpable de atracción y convencimiento, por me-dio de la clemencia, de la justicia y de la honradez en todos sus actos.

Quien haya vacilado en reconocer nuestra fuerza moral y material, puede sinceramente reconocerla. Y esta obra de redención ya empezada, continuará indefinidamente, la puerta redentiva de la amnistía aun estará abierta; pero quedara definitivamente cerrada el día 15 del mes de septiembre en curso.

Cumple a mi deber de soldado del pueblo, advertir a todos los mexi-canos, que a partir del 16 de septiembre de 1915, a ningún enemigo de la causa Constitucionalista le será concedida la amnistía, y que este Cuartel General castigará inexorablemente con las penas más severas:

i.–A todos los individuos levantados en armas contra el Gobierno Constitucionalista, sea cual fuere la bandera que ostente y la cate-goría, civil o militar que digan tener.

ii.–A todos los simpatizadores o espías del enemigo que, a merced de nuestro franco espíritu de cordialidad, hayan logrado intercalarse en nuestras filas y estén laborando en favor del enemigo o envián-doles informaciones de carácter militar o administrativo.

iii.–A todos los que directa o indirectamente ayuden al enemigo ya sea propalando noticias falsas adversas al Constitucionalismo, ya sem-brando la alarma en la sociedad con presagios de cercanos triunfos del enemigo, o pretendidas debilidades de nuestras fuerzas.

iV.–A todos los comerciantes o financieros que, so pretexto de po-sibles triunfos del enemigo, se nieguen a aceptar nuestra moneda constitucionalista de curso legal y forzoso; o trafiquen con el papel-moneda del enemigo, declarado públicamente ilegal.

V.–A todos los que directa o indirectamente procuren hacer resisten-cia a las disposiciones emanadas del Gobierno o del Ejército Cons-titucionalista; a los que pongan obstáculos y siembren dificultades para la marcha serena de la Revolución Constitucionalista, hacia el fin redentivo que se propone y que tiene que alcanzar.

La ciudad de México.indd 647 03/10/16 11:12 a.m.

Este libro forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx/bjv

DR © 2015. Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México

Libro completo en: https://goo.gl/2Meze9

648 • La soldadesca

gobierno extranjero. Que el gobierno constitucionalista no transigiría con el enemigo que había acabado de vencer, por equivaler a renunciar a la victoria alcanzada y además porque con tal acto faltaría a la fe y a la confianza que el Ejército y el pueblo mexicano habían en él depositado. Terminaba dicha contestación, invitando a los representantes panamericanos a celebrar una conferencia en territorio mexicano para tratar las cuestiones internacionales del país.

(La contestación que dieron tanto el gobierno convencio-nista como el general Villa y los jefes que le eran fieles, no se supo en la capital, por no haberlas publicado la prensa).

A esta cuestión que también era de mucho interés y sig-nificación, muy relativa atención le prestó el público mas sí la despertó la noticia que en ese mismo día se publicó, referente a que quedaban nuevamente abiertos los juzgados civiles me-nores y correccionales que se habían clausurado el 7 del pasado agosto y que dejaban, por lo tanto, de conocer de los asuntos del orden común los juzgados militares, quienes remitirían a los anteriores, todos los procesos que obraban en su poder a

Las fuerzas constitucionalistas, cada día más poderosas y a cada nuevo en-cuentro victorioso, emprenden hoy una verdadera campaña de exterminio contra el enemigo.

Sólo podrán tener derecho a la amnistía, aun después del 15 del mes en curso, aquellos individuos que, por estar fuera de esta Ciudad de México, comprueben no haber tenido conocimiento oportuno de que podían amnis-tiarse en el plazo concedido al efecto.

En este caso, deberán enviar su solicitud de amnistía a la mayor brevedad que les sea dable, inspirándose en una firme buena fe y rindiendo al Gobier-no Constitucionalista, todos los elementos de que disponga, sin condición alguna.

Hago un último y formal llamamiento a todas las clases sociales, para que, sin reservas, y sea siquiera por espíritu de conservación, se identifiquen con la Revolución Constitucionalista encabezada por el insigne C. Venustiano Carranza y coadyuven a su triunfo. Sólo los extranjeros tienen derecho —y mejor aún, la obligación— de ser neutrales. Los mexicanos que pretendan asumir ese vergonzoso papel hoy que la vida de la patria depende del esfuer-zo de todos sus hijos, serán vistos como enemigos, porque la causa nacional no admite indiferencias criminales.—Constitución y Reformas.—México, 6 de septiembre de 1915.—El General en Jefe del Cuerpo de Ejército de oriente, Pablo González.

La ciudad de México.indd 648 03/10/16 11:12 a.m.

Este libro forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx/bjv

DR © 2015. Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México

Libro completo en: https://goo.gl/2Meze9

Francisco Ramírez Plancarte • 649

fin de que continuaran las secuelas respectivas. Esto coincidió con el nombramiento que se hizo en favor de algunos elemen-tos civiles para el puesto de comisarios de policía.

Los soldados que diariamente al anochecer recorrían las calles, dando el toque de retreta y horas más tarde el de si-lencio, dejaron de salir y en cuanto a las patrullas que por la noche hacían el servicio de vigilancia, igualmente dejaron de marcarle el “¡quién vive!” a los transeúntes.

El servicio de limpia, aunque muy deficientemente, co-menzó a desempeñarse en las avenidas más céntricas y en el interior de los mercados. El servicio de alumbrado con-tinuó en el mismo estado de penumbra en que se encontra-ba, pues aun cuando la empresa, conminada a reponer las innumerables lámparas que se encontraban destruidas así lo hizo, los “mitotes” nocturnos de los “ciudadanos armados” continuaban y continuaban estos mismos sirviéndose de las lámparas como blanco en sus “ejercicios de tiro” cuando ya se encontraban borrachos. Claro, que la empresa ante esta “competencia” optó por no reponerlos, dejando que el tiem-po calmara semejante afición.

En cuanto al servicio de policía, éste seguía muy deficiente, pues los pocos individuos que la integraban, aparte de que no andaban uniformados ni portaban revólver para en casos de emergencia hacerse respetar, puesto que por toda arma lleva-ban un pequeño bastón, faltos de garantías no tomaban muy a pecho su cometido. Sin embargo, si a algún pobre diablo “tecolote” ocurríase en mala hora, intentar ya no reducir al orden (cosa que era imposible), sino simplemente hacerle una ligera y comedida observación a algún “ciudadano armado”, éste como si hubiera bebido sangre de leones y comídose de botana escorpiones, no solamente le recordaba sus progenito-res al pobre “cuico”, que eso de por sí ya era bastante ultra-jante, sino que la generalidad de las veces y cuando bien le iba, era abofeteado o golpeado con el cañón de la pistola. Mas, si desgraciadamente y por instinto de conservación hiciera ade-

La ciudad de México.indd 649 03/10/16 11:12 a.m.

Este libro forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx/bjv

DR © 2015. Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México

Libro completo en: https://goo.gl/2Meze9

650 • La soldadesca

manes para rechazar el ataque, acto continuo, era clareado por las balas, pues si los zapatistas en estos casos exclamaban: “¡Ay jijo! ¡quién parió, vale! ¡a qué te quebro, vale!”, los carrancistas decían: “¡Entonces pa’qué peleamos!”

Y a la “visconversa” —como decían los norteños— cuan-do una persona cándidamente requería el auxilio de la poli-cía, lo primero que éste, entonces astutamente, le preguntaba, era que de quién se quejaba, y como la respuesta fuera contra de un “carranclán”, entonces era el propio gendarme el que a mandíbula batiente y hasta “pandeándose” echábasele a reír en sus meras barbas, diciéndole socarronamente: “¡Aguántese amigo, aguántese, no sea tan delicado!”

La ciudad de México.indd 650 03/10/16 11:12 a.m.

Este libro forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx/bjv

DR © 2015. Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México

Libro completo en: https://goo.gl/2Meze9