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XVIII Congreso. 25 | 27 de Abril de 2012. Querétaro. Asociación Mexicana de Estudios del Caribe A.C De Brujas-la-Muerta a Antigua-la-Viva Víctor Valembois

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XVIII Congreso.

25 | 27 de Abril de 2012. Querétaro.

Asociación Mexicana de Estudios del Caribe A.C

De Brujas-la-Muerta a Antigua-la-Viva Víctor Valembois

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… ese contagio de un catolicismo fijado en el aire y en las piedras… Georges Rodenbach, Brujas-la-Muerta (cap. XI) 1

A: Luis Tapia, amigo mexicano.

1. También soy “yo y mi ciudad”

Conocida es la máxima de José Ortega y Gasset, quien sus Meditaciones del Quijote (1914) afirmó que "Yo soy yo y mi circunstancia". Como piedra angular de su filosofía, el maestro español llegó a proponer un sistema dual donde "mi vida" (el primer yo), hecho biológico, va acompañado inexorablemente (ni que fueran gemelos) por otro "yo" (un segundo yo) que representa la interiorización del entorno. Ese contexto, para llamarlo con otro nombre, puede verse en sentido estrecho, inmediato2, igual que permite un sentido lato: la comunidad en la que uno vive. Prevalece una relación -amorosa u opresiva-, dialéctica siempre, entre ambos polos.

Sobre esa interacción quiero hablar, más específicamente viendo cómo actúa

entre el individuo y su ciudad. No, no soy sociólogo sino filólogo y crítico de arte, por lo que, para analizar esta dinámica, mi escogencia ha caído sobre Loa en Antigua Guatemala, obra relativamente reciente de Gustavo González Villanueva. A este autor lo conocí, casualmente en Antigua, Guatemala, su ciudad natal. El dato no tendría importancia (y al contrario podría reflejar tanto estorbo biográfico, lastre insoportable como nos tiran a la cabeza en esos métodos escolares de análisis literario) si no fuera que casualmente esa vieja ciudad -sí, también- en su obra es como el centro de todo un universo artístico y espiritual, un símbolo.

Inventada (como la Comala de Rulfo y el Macondo de García Márquez), o real,

como La Habana de Alejo Carpentier, el nexo casi umbilical marca toda una producción. En este último caso, por ejemplo, allí nació en y se pasó gran parte de la vida el cubano, recuperándola en la memoria, describiéndola desde la historia y la poesía, reforzando su vínculo con ella… para uso local, latinoamericano, y además de universal, por supuesto.

Pienso también en ese deprimente Dublín, en la novela de Joyce, pienso en

Jocnapatauwah para Faulkner, Istambul en los trabajos del Premio Nóbel Orhen Pamuk. ¡Tantos ejemplos! Siempre se observa una relación hombre-ciudad, vivida como tal quizá, por el autor y en todo caso planteada en forma artística como estructura central de

1 Utilizo un viejo ejemplar personal de la novela: calificado como “edición definitiva”, publicada en Paris,

por Flammarion, en 1914. De ahora en adelante, las citas las traduciré personalmente. El francés es mi idioma “paterno” strictu sensu y prefiero este ejercicio antes que dejarme condicionar por traducciones hechas por gente de otro idioma. Por eso, por ejemplo, yo transcribo el título de la obra con los dos guiones, tal como aparece en el original.

2 Valga al respecto una anécdota, que justamente también subraya la relación hombre-mujer que abordaremos luego: siendo estudiante avanzado en filología hispánica, estaba yo en la azarosa tarea de mi tesis de licenciatura, sobre un gran hombre, gran artista: Antonio Buero Vallejo. Era en 1969; él me recibió en su “piso”. Sin más preámbulo, me dijo: “yo soy yo”. Luego, con un gesto hacia su esposa, “y mi circunstancia”. Era en Madrid, ciudad para mi entrañable, al estilo de lo que vamos a abordar, más en su “Barrio de Salamanca”.

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su respectivo relato. Pero no quiero que nos alejemos tanto del Caribe y de América Latina, porque la línea directriz de este congreso nos lo sugiere.

Ahora bien… pese al cosmopolitismo, antes, y ahora la careada globalización…

no nos conocemos. ¡Si hasta fuera de América Central, en el mismo subcontinente, ignoran la existencia y dónde está la histórica localidad de Antigua Guatemala! (Es como no ubicar Querétaro en el mapa: son dos ciudades ahora relativamente menores pero que han condicionado en destino de sus respectivas naciones.) Así me pasó con otro estudio que presenté hace poco sobre el mismo autor “chapín” respecto de la misma obra: en Argentina, anunciaron mi ponencia así: “Valembois, Víctor, Loa en la antigua Guatemala”, sin darse cuenta que “Antigua” es hasta una capital… antigua, cómo no, pero también perfectamente actual en muchas vivencias y valores….

Para seguir hablando en lenguaje constructivo, este asentamiento será nuestra

piedra de toque. Quizá un eje principal de mi trabajo será que uno debe procurar… no una relación circunstancial con su ciudad (la de su nacimiento, de su desempeño laboral, etc.), sino que es altamente provecho un tipo de ars amatoria, pero de ese hábitat. En un estudio suyo, Gustavo González Villanueva describe así a su coterráneo Cesar Brañas:

Era un soñador acunado y amamantado por la melancolía, la nostalgia y la placidez y la serenidad de la Antigua Guatemala. (…) Se le veía (…) dejar divagar la mente por Las Majadas, Lo de Coy, Mixco, San Lucas, Santa Lucía, Milpas Altas, la Cuesta de las Cañas…

El mismo autor como quien dice nos autoriza a la asociación con su propia persona al añadir: varias veces coincidimos en este recorrido.3 Pues bien, en la Loa en Antigua Guatemala uno percibe paralelo enamoramiento de la ciudad, de sus personajes, claro, como (con perdón de los teóricos del acuario fuera de la realidad), del autor, que puso esos peces juntos, en lo que acostumbramos llamar “obra artística”. Brañas y González eran amigos. Pretendo que seamos amigos, si no de González Villanueva, y más especialmente de esa Loa suya, del concepto de con-vivencia que maneja en un yo-y-mi-ciudad.

2. Más allá de tiempos y espacios, ¿un idéntico punto de partida de relación urbe-individuo?

En términos de investigación, las casualidades no lo son sino raras veces. Por

aquello que Jacques Monod llama “el azar y la necesidad”4 me puse a re-leer una novela decimonónica: Brujas-la-Muerta, publicada en 1892 por Georges Rodenbach (1855-98). Igual que su contemporáneo Maurice Maeterlinck (1862-1949), también belga, flamenco pero francófono, igual, auto-exilado en París por aquello de que nadie es profeta en su tierra. Interesante y revelador, la especie de prólogo del escritor, en la primera edición de su obra:

3 En: Escritores Latinoamericanos # 9, Promesa, San José, Costa Rica, xxx. 4 “El azar y la necesidad” es un ensayo sobre la filosofía natural de la biología moderna publicado por

primera vez en Francia en 1970.

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En este estudio pasional, hemos querido al mismo tiempo y principalmente evocar una Ciudad, la Ciudad como un personaje esencial, asociada con los estados de ánimo, que aconseja, disuade y determina a actuar. Así, en la realidad, esta Brujas, que se nos antojo elegir, aparece como casi humana. (…) He aquí lo que hemos querido sugerir: la Ciudad orientando la acción; sus paisajes urbanos, ya no solamente como tela de fondo, como temas descriptivos escogidos un tanto al azar, sino ligados al asunto mismo del libro. (XI-XII)

¡Vaya entrada en materia! Con razón, nos lo señala el editor, en la primera edición

ilustrada de la novela tal texto aparecía como “advertencia”. (Según cierta acepción, hasta puede implicar un grado de amenaza…) El autor pone claramente en evidencia que no desea ver la ciudad como simple “circunstancia”, decorado exterior, en el que inserta unos personajes. Entre los dos habría algún tipo de vínculo, es más, él lo plantea como una relación de causa a efecto. Parece sugerente auscultar hasta qué punto la orientación dada a la obra artística europea, por copia, inspiración o simple coincidencia, se comprueba también en la creación guatemalteca. Desde que, entre otros, en los dos títulos figura el respectivo topónimo de una ciudad, a no dudarlo, vale la pena ahondar en un análisis comparativo.

Lo observado no sé si se podrá postular como influencia o irradiación, de lo

europeo sobre lo americano como fue durante tantas décadas y hasta siglos, no solo en el arte sino en cantidad de dimensiones del quehacer humano: en gran parte a causa de la importancia cultural del “siglo de las luces”, pero también por simple alienación, había que escribir “a la manera de”… y se confunde sistemáticamente una estructura política (Francia) con un ámbito idiomático y artístico (lo que recién desde hace pocos años, con mucho más justicia identifican como “francofonía”). Advierto, ahora sí, en tono un tanto más grave, que resulta estéril y esterilizante, ese rencor subyacente en mucho del debate entre un lado y otro del mismo Atlántico.5

No sería de extrañar, por de pronto porque en el mismo contexto

centroamericano son varios los impactos comprobados de la citada novela europea. En Costa Rica, los grandes de principios del siglo pasado la leyeron6; para Guatemala es de rigor citar aquí a Carlos Eduardo Wyld Ospina (1891-1956) habitué a los círculos parisinos, lo mismo que el escritor belga. Significativamente, su poema “la ciudad de las perpetuas rosas” establece a las claras el nexo:

Esta ciudad en Rodenbach dormida, cerró los ojos a la edad presente; y enamorada de su antigua vida se echó a soñar introspectivamente.

No cabe duda: se menciona la idea clave de “ciudad dormida” y hasta el nombre de su autor europeo; además, el adjetivo “antigua” no está por casualidad ni por involuntario desconocimiento… ¿Pero será este el espíritu de Gustavo González Villanueva con su Loa en Antigua Guatemala? 5 Al respecto, en Evangelio y culturas en América Latina de Mariano Fazio (Promesa, Costa Rica, 2010)

he leído unos refrescantes criterios. 6 Refiero a Roberto Brenes Mesén, en Omar Dengo, escritores importantes, y en el Joaquín García Monge

del Repertorio Americano, revista costarricense de antaño (1919-55) de alcance continental y mundial.

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3. Re-lectura de “Loa en Antigua Guatemala” desde el retrovisor “Brujas la

muerta” y al revés

A primera vista, se evidencian varias concordancias entre ambas creaciones. Independientemente de los dos autores y sus contextos, resulta ilustrativo leer la Loa teniendo en la retina a esa Brujas literaria, lo mismo que uno abre los ojos al confrontar en el otro sentido: ¿para cuándo una globalización no solo comercial y de mutuo beneficio, entre otros en un derecho humano nunca mencionado: el de la belleza? Pensando en lectores de nuestra América (como la llamara cariñosamente José Martí), van algunas elucubraciones, siempre en el marco más general de la relación entre un yo y su ciudad y por supuesto en función de la valoración crítica de la Loa.

i. Insertos todos en la ciudad Más de un siglo separa la redacción de ambas obras, y sin embargo a lo largo de las respectivas narraciones observamos paralelo esfuerzo de cada autor por mantener vivo la relación yo (o nosotros) – ciudad. En ambas, la ciudad se encuentra omnipresente y hasta se transforma en un personaje determinante más, exactamente como lo postulaba Jorge Rodenbach. Es más, re-leyendo las dos es posible trazar un mapa de los desplazamientos horizontales de los personajes en cada una de ellas. Tanto en Antigua Guatemala como en Brujas de Flandes, aparte de cantidad de movimientos individuales de las personas, año tras años transcurren sendas e importantes procesiones, lo cual supone grupos, fuertemente evocados en cada uno de los contextos urbanos en cuestión.7 Se objetará que la obra europea contiene una inmediata inmersión en la ciudad: el personaje (Hugues Viane) se apresta a salir (en la primera página) de la casa a dar una vuelta por las calles de su Brujas, mientras en la Loa, la escena inicial ni tiene acotación de espacio. No es que los indígenas evocados no tenían concepto de concentración en un tipo de “urbe” (¿qué otra cosa, y al quíntuple de Sevilla, era Tenochtitlán?), sino que en la obra de don Gustavo el escenario se concibe en forma menos limitada, de las calles, sin más: en gran parte de la obra, desde las calles de Antigua adquieren participación hasta el sol y grandemente la luna8. Allí, la urbe, creación humana se encuentra inserta en todo el entorno de la naturaleza y hasta de los astros; no es una entelequia aparte. Además, la ciudad, aparte de calles y plazas, lo es esencialmente de ciudadanos: frente al personaje - pivote y casi único de Brujas-la-Muerta, que se distancia a cada rato de los otros, en la Loa asistimos a un con-vivir de todos, sin “clases” en el sentido marxista de la palabra, sino co-laborando: desde los dignatarios políticos y eclesiásticos, hasta, lo vemos tan bellamente, la tortillera (219), la lavatrapos (219), aquel con empacho de empanadas (225), el jardinero (247), etc. Encontramos dos ciudades hechas de piedras, evocadas en sus piedras, influenciadas por sus construcciones, pero en la tropical la

7 La idea “procesión”, tanto en sentido de desplazamientos espaciales de personas, como su sentido

simbólico de transcurrir en el tiempo (el leitmotiv del Homo Viator) hará objeto de otro trabajo. 8 He estudiando eso en otro TAC, donde demuestro los roles diversos que asume la luna como verdadero

personaje-testigo. Hay una mini-coincidencia: en ambos, la luna tiene un papel “político”: en la Loa, trasluce una fina burla contra la media luna de los moros y en Brujas-la-Muerta, la Virgen figura como ícono tradicional con la luna, vencida a sus pies. (cap. XI)

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gente no queda opacada por el ambiente edificado: una sola aldea (…) como un muro humano (51). Es más: casa la ciudad se hace (140)

ii. Dentro de una paralela dinámica de tiempo En ambas obras bajo la lupa hay un tiempo que pasa, inexorablemente, el cronológico, de gente en determinada generación, contemporánea a la escritura de cada obra. Admirable, cómo los dos autores aprovechan, cada uno, su respectiva “isla en el tiempo”, Brujas de un lado, Antigua del otro; además, los dos logran mantener en sus respectivas creaciones esa tensión interior, para el o los personajes. Ni la ciudad de Brujas ni la de Antigua cambian esencialmente, durante el respectivo relato. Los personajes de una y otra obra, han de tomar en cuenta el avance de cronos. Océano de por medio, Viane podría concordar con el cronista Bernal Díaz del Castillo observando que las horas se han deslizado y

Las cortinas se corrieron y los hachones comienzan en las paredes blanqueadas fantasmas a proyectar (37)

Atardecer y noche prevalecen entre las brumas del norte; amanecer y mediodía son las horas claves en la Loa. Lo que se palpa además, por su repercusión, es la diferencia en el tiempo, en sentido meteorológico: en aquella Venecia del Norte, la época de año y las etapas del día casi determinan el ánimo sombrío del personaje. En el país de la eterna primavera prevalecen el sol y la contagiosa alegría. Curiosamente los dos escritores recurren en paralelo a evocaciones de su respectivo pasado: son por no menos de cinco siglos, en la Loa, evocados en sucesivas secuencias, muy teatrales, como hemos tenido oportunidad de estudiar:9

… después de quinientos años la loa retoza y llora, reza y canta en la ciudad (124)

En Brujas-la-Muerta, a través de la mente del protagonista desfilan remembranzas quizá en total de una década: no sabemos cuánto tiempo estuvo felizmente casado y ahora desde hace un lustro es viudo. Lo que pasa es que, en especie de paralelo flash back, por ejemplo la visita a las tumbas de los duques borgoñeses, enterrados allí en Brujas, también en el tiempo sicológico del protagonista de la obra flamenca asistimos entonces a una conexión histórica que abarca igual sus quinientos años de historia. Parece mentira, pero partiendo de sendos contextos cristianizados, aparte de la conciencia del pasado, también observamos un tiempo proyectado en el futuro. Por ejemplo, en la Loa, el citado Bernal Díaz se prepara para la otra vida. Hay paralelos “flashes” de esperanza, en Viane, de Brujas-la-Muerta, por volver a encontrar a su esposa en el más allá. Solo que en la obra europea el tiempo de espera y esperanza resulta mucho más fuertemente marcado por secuencias temporales prefijadas por el

9 A ello le he dedicado otro corte o TAC, por publicar.

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otro polo: la ciudad. El elemento sonoro, exterior, de las campanas múltiples, resulta mucho más coercitivo sobre la conducta individual. En ambas creaciones se recurre a balcones para visualizar el pasar, tiempo incluido, casualmente en procesiones, en las dos obras: es en esta estructura que el protagonista de Brujas-la-Muerta se desespera trágicamente (cap. XV) como individuo; el desfile, él no lo ve, pero sí lo oye y aquello condiciona todo el cruel drama que está en su apogeo en la casa: nada menos que un asesinato pasional. En la Loa en Antigua Guatemala también figuran varios balcones (44, 55, 140), hasta un abierto balcón de Dios (283) como elemento arquitectónico y desde los cuales se contemplan varios eventos. Pero su uso artístico y funcional resulta muy diferente: por muy vivencial que sea el conjunto, el entorno induce la evocación, no la repetición de otro asesinato: es la Pasión (allí con mayúscula).

iii. La ciudad y yo, en vasos comunicantes Curioso, cómo no, también hay coincidencia o relación entre temperamento y entorno. Brujas es un “proscrito suelo”, como Antigua, no por movimiento telúrico, como ésta, sino porque el mar se negó a entrarle más: en ambas prevalece un tipo de nostalgia. En la Loa hay también ciertos momentos negros, por lo que se habla de una lúgubre ciudad (45, a raíz del terremoto grande que obligó a declarar la ciudad como) y de una odiada Antigua (93, refiriéndose al tiempo del dictador Ubico). ¡Qué dura aquella ciudad!, para todos, José, el Hijo (ojo, la mayúscula), la Nía Chon, vestidora de santos, aludidos todos en pocas líneas: 138. Aquello resulta más que evidente en Brujas-la-Muerta donde entre lo brumoso en el aire y la bruma necrófila del personaje principal, todo se conjuga para el citado color. Así pasa también, igual en paralelismo antitético, con la niña de las flores10. De repente, por su personificación de la bondad popular en la urbe, más allá de la edad diametralmente opuesta, la podemos comparar con otra, su hermana gemela en la otra obra artística: Barbe, la vieja empleada flamenca, como señala el narrador en Rodenbach (cap. I). De esta se “ve” el actuar y pensar sobre todo en el capítulo VIII, allí donde en la Loa, don Gustavo “sembró” su presencia a o largo de muchas páginas. Ambas expresan hondas actitudes espirituales, populares-auténticas, adquiridas en su respectivo pueblo, en su idea de extracción popular, de Antigua Guatemala como de Brujas de Flandes. Igual presentación de autenticidad en gente sencilla adquirido por el medio: química del ambiente (73), se le llama. Como explicando, el narrador de la misma obra añade: se trata de un alma piadosa, de esta fe en Flandes donde subsiste un tanto el catolicismo español (96). Ahora bien, cómo no, ¡aquel dato también resulta válido para la América Latina cristianizada! Brujas es ciudad con semblante de creyente: la idea se repite en la obra de Rodenbach: 133, 148. Respecto de Antigua, no hace falta proclamarlo, se palpa por doquier. Tanto en Guatemala (y por extensión en América Latina) como en Flandes aquella estructura de valores trascendentes que llamamos “catolicismo” pareciera andar poco menos pegada a las paredes y se transmite por ósmosis a los transeúntes: de allí mi

10 A esta preciosa niña anónima de la Loa le he dedicado otro estudio aparte.

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epígrafe, sacado de la obra belga, pero válido también para la obra latinoamericana. Si al término “clima”, a continuación, no le damos entonces no solo la acepción de temperatura exterior sino de ambiente humano, tenemos entonces, igual para la Loa, un milagro de clima, una penetración recíproca (VI) entre ciudad e individuo: ¿será este el anhelo de Gustavo González Villanueva al escribir su majestuosa obra?

iv. Paralela, pero no igual, presencia de fuerzas superiores Pasamos entonces de lo externo, los muros, los edificios a lo más interno: la vivencia religiosa. En las dos obras notamos la presencia o la necesidad de lo supra-natural, según un esquema artificialmente uniforme, más allá del Atlántico, de fuerzas de arriba y de abajo. Obsesionado y quién sabe hasta qué punto enfermo, en su manía necrófila, Viane, en Brujas-la-Muerta, evoca el diablo (41) y, en la iglesia de Nuestra Señora observa góticas figuraciones de fe, ascendentes, como de ciudadelas en el aire que le “hablan” y muestran que el [espíritu] maligno agotó sus flechas en [ellas]. Al rato también recuerda lecturas satánicas (128); muy distinto es el tono respecto del mismo personaje funesto en la Loa, entre varios romances dedicados a él:

El público se divierte con este pobre don sata, que bien muestra en su histrionismo que el diablo es una pura lata (63)

En esferas más elevadas, cosa curiosa, paralelismo sorprendente, las dos obras comparadas aquí se encuentran llenas de alusiones a la Virgen. En la obra europea, abundan las menciones a ella, tanto por parte del protagonista (20, 71, 127) como por su empleada (6, 91, 113, 174), entre otros porque los dos acuden a la misma Iglesia de Nuestra Señora.11 Casualmente, viven en la Calle del rosario… Ni qué decir de la presencia de esta patrona en la contraparte guatemalteca: todo el libro IV, de nueve en total, le va dedicado en forma monográfica. Constatemos también la presencia del culto a la Virgen en la época colonial, donde González nos pone la escenografía de los que quieren quedar con su protectora en Antigua, frente a los otros, que quieren el traslado de capital. Magnífico, vivido aquel refrán de Si Usted no quiere, Señora/ se queda en este terrón (49, 50, 52); en el siglo XIX figura la Virgen del Rosario como triunfadora contra el anticlerical Rufino Barrios (90); en el libro VI encontramos la Virgen de la O; finalmente, grande es el lugar de ese motivo de Stabat Mater en el libro IX. Sin embargo, tendremos que volver un día12 sobre este aspecto de re-ligio, re-unión entre la ciudad y el individuo, comparando las dos obras en exégesis.

v. Similares logros expresivos, integrando lo construido Para el caso que tenemos entre manos, no resulta relevante el género de las obras comparadas en otros elementos. Curioso el hecho: la más “vieja” es novela, decimonónica todavía, en cambio, la posterior se encuentra imbuida de espíritu épico y 11 Para completar el panorama abundan las referencias a vírgenes (60, 91, 130, 140, 141 [2 veces], 142) y

madonas (143). 12 Pienso abordar aquello en el otro TAC, sobre la idea “procesión” en la Loa, según señalado en una nota

anterior.

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expresada en romances. Propósito importante de este trabajo consiste más bien en dar a conocer ambas obras a los amantes de la buena literatura, a re-leerla si se da la oportunidad. En ambos casos se saboreará la belleza intrínseca de las dos. Continuo yuxtaponiéndolas, ahora en estricta dimensión estética, siempre en función del núcleo central, bipolar, hombre - ciudad. Preciosa, esa dedicatoria inicial, a su ciudad justamente, por la idea y cómo la expresa, don Gustavo, en su Loa:

Piedra y rosa se funde en esta tarde antigüeña, en el troquel del azul: rosa fina en su capullo, gracia de cielo y de mar, piedra dura en su tarea de alquitrabe y de altar (29)

La asociación, verdadera fusión entre piedra y rosa, la encontramos ya en Wyld Ospina, y se retoma un poco más lejos: faltan rosas/ que cubran todas las piedras (47). Ambos elementos provienen de la naturaleza, fondo disponible, pero a su vez son trabajados, trans-forma-dos por el hombre en un troquel visual: Antigua, la bella. En Rodenbach, más bien constatamos que los factores constituyentes de Brujas son piedra y agua, factor este último, escaso en la ciudad americana, con apenas un riachuelo, el Pensativo (44, 178,…): lo de “mar” en el verso del guatemalteco, más bien evoca el cielo, azul, a gran distancia del Océano. Antigua no es puerto; Brujas lo es, desde la misma palabra de remoto origen celta: “embarcadero”. Rosas, las hay en ambas ciudades emblemáticas, en sendas obras, cubriendo construcciones, invitando a turistas, quién sabe si en mayor proporción, en Antigua. Más allá del mundo de ideas que crean esas dos magníficas creaciones, llevaría a un trabajo aparte comparar hasta en detalle cómo los dos autores construyen, a través de diversas figuras de estilo, esa que Rodenbach llama campo magnético (41) o telegrafía inmaterial (71) entre estados de ánimo y entorno citadino. Hay momentos en que entre las dos obras se percibe como un cruce: la Antigua toda de negro, por orden de Beatriz “la sin ventura” (44, 60,…) se parece a la Brujas del viudo y ambas ocuparían una inyección de naturaleza luminosa como las que en abundancia contagiosa describen cantidad de páginas de la Loa…

4. Más allá de Brujas-la-Muerta… “Antigua-la-viva”: re-semantización a lo divino

Frente a una intuición d paralelismo, quedo yo mismo sorprendido hasta qué

punto, temático, estructural y estilístico, es posible profundizar en un enriquecedor análisis comparativo entre dos obras tan distantes en tiempo y en espacio: ¿cómo para diagnosticar influencia de Rodenbach en González Villanueva? Estuviéramos en una entrevista televisiva o en un reportaje periodístico quedaría uno tentado de preguntarle al guatemalteco, a quemarropa… Don Gustavo, ante el micrófono, ¿ha leído usted Brujas-la-Muerta? En el plano académico que me mueve y en busca de corrientes

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profundas de espiritualidad, reitero lo que en otra parte demostré: el autor de la Loa es lo que de manera un tanto iconoclasta he llamando un “buen ladrón”13.

Las dos obras son tremendamente artísticas y, en una sana globalización más

allá del mall de la esquina, vale la pena que de lado y lado del miso Atlántico conozcamos obras realmente valiosas. Los dos creadores lograron montar cada uno su andamio de acero, en lo artístico. Pero además de lo anterior, es cuestión de trascendencia (a sabiendas, el que escribe, que a muchos cada vez más les basta el nivel inferior…). Don Gustavo invita a un andamio de amenes (las dos expresiones constructivas de ciudad provienen de la Loa, 152). Él mismo señala que hay dos perspectivas posibles, diferenciadas, no necesariamente antagónicas, frente a la procesión que evoca:

Los turistas y mirones aprovecha[ba]n el claro para disparar sus fotos. (…) para unos amor y fe, para otros puro folklor. (266)

Definitivamente, Brujas, la ciudad, lo mismo que Brujas-la-Muerta, la obra a partir de la ciudad, pueden verse en esas dos dimensiones, hasta complementarias si se quiere: será entonces, como demostraremos14, una cavalcavía, ya no del tiempo, sino además, de espacios: el Arco de Santa Catalina (39), por la Loa, en Guatemala, aquel puente de tanta tarjeta postal, en aquella Brujas-no-tan-muerta, la de Flandes.

Aquí interviene entonces el papel del lector o espectador. ¿Buscará solo el recuerdito de una foto o ese andamán, ¿también puede utilizarse para subir? La primera posibilidad, es la más evidente, la más usual. Con aquel uso del término mirón, en la cita anterior, el mismo autor de la Loa, no la excluye. Prevalece hasta en la arquitectura descrita por Rodenbach, a partir de la realidad constructiva observada en su pueblo: son los espiones (63) esta suerte de espejos pequeños que se incorporan a las ventanas y que, sin ser visto, permiten observar a la vecindad sin que ella se dé cuenta.

Pero Gustavo González Villanueva no se queda con esa perspectiva del

“fisgón”, aunque su pueblo artísticamente recreado puede ser a veces tan pequeño -y de mentalidad pequeña- como aquella Brujas que Rodenbach despiadadamente describe (62, …). Muy lejos de esta pesimista, todavía naturalista, perspectiva de una opresora influencia de la ciudad sobre sus habitantes, el autor de la Loa invita a una co-habitación, una co-laboración. Cuenta con dos formidables antecedentes: la Civitas Dei, la agustiniana ciudad-de-Dios y la simbología, curiosamente de la misma Brujas, piedra angular en otra re-semantización de la obra de Rodenbach, por el nicaragüense Azarías Pallais15.

13 Gustavo González Villanueva: el “buen ladrón”: memorias del congreso “Ficción y valores”, por la

Univ. de la Sabana, noviembre 2009, 305-324. 14 Tengo pensado dedicar otro estudio a la múltiples perspectivas de cavalcavia (como aquellas

autopistas en diferentes alturas) o “superposición de perspectivas”… 15 Ver mis estudios sobre A.H. Pallais, otra posible fuente de inspiración de González, todo lo contrario

de “muerta”, Brujas, la medieval urbe en convivencia y aspiración de Dios, es viva fuente de inspiración.

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Con ello y su propio talento está preparado para proponer para su Antigua, como

para todas las poblaciones del mundo, entre todos una feliz ciudad (139), una bendita ciudad (leitmotiv: 13, 124, 137). Es lo que con voz casi épica había proyectado desde el principio de su monumental obra:

piedra dura en su tarea de alquitrabe y de altar (29)

¿Será aquello otra ilusión, como tantas urbes soñadas, pero fracasadas, evocadas en la Loa: la Cíbola con sus ciudades (34). Subamos, construyamos. El autor no ha querido un trabajo arqueológico, en busca de un asentamiento perdido. Si bien Troya y Copán desaparecieron, pese al señalado veredicto de “proscrito suelo”, Antigua Guatemala nunca murió: año tras año, ¡no solo turistas hay en ella!

Más que una teoría del estado, al estilo de la “civitas maxima” de Harold Laski, es una cuestión de vivencia trascendente por parte de todos. Existe, pues, inevitablemente un “yo y mi ciudad”. Gustavo González Villanueva sugiere darle, además, un eje trascendental. ¿Qué respondemos a su invitación? BIBLIOGRAFIA González Villanueva, Gustavo: Loa en Antigua Guatemala, San José, Costa Rica, Ed. Promesa, 1999. Rodenbach, Georges: Paris, Bruges-la-Morte, París, ed. Flammarion, 1914. Trabajos del autor en torno a la temática: -“¿Una estrella fugaz en el firmamento literario?” (sobre la novela Brujas la Muerta, de Georges Rodenbach), Revista Nacional de Cultura, Costa Rica, diciembre de 1999, pp. 23-33. -“La integración como ciudadanos universales (desde las palabras al concepto)”, en Documentos Lingüísticos y Literarios, N.º 23, año 2000, Universidad Austral, Valdivia, Chile, pp. 58-66. -Puentes trasatlánticos, “base literaria para un diálogo euro-centroamericano”, Editorial de la Universidad de Costa Rica, 2009, 307 páginas. Contiene dos capítulos sobre A. H. Pallais.