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UNIVERSIDAD NACIONAL DEL LITORAL FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS XVII CONGRESO NACIONAL DE FILOSOFÍA (AFRA) MANUEL BERRÓN GRISELDA PARERA SOL YUAN (COMPILADORES)

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  • UNIVERSIDAD NACIONAL DEL LITORALFACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS

    XVII CONGRESO NACIONAL DE FILOSOFA (AFRA)MANUEL BERRNGRISELDA PARERASOL YUAN(COMPILADORES)

  • XVII Congreso Nacional de Filosofa

    AFRA / UNIV. NACIONAL DEL LITORAL Santa Fe, 4 - 8 de agosto 2015

    XVII Congreso Nacional de Filosofa (AFRA)

  • XVII Congreso Nacional de Filosofa, AFRA, Santa Fe 2015 / Hernn Accorinti... [et al.]; compilado por Manuel Berrn; Griselda Parera; Mara Sol Yuan. 1a ed. - Santa Fe: Universidad Nacional del Litoral. Facultad de Humanidades y Ciencias, 2017.Libro digital, PDF

    Archivo Digital: descarga y onlineISBN 978-987-692-149-7

    1. Filosofa Contempornea. 2. Actas de Congresos. I. Accorinti, HernnII. Berrn, Manuel, comp. III. Parera, Griselda, comp. IV. Yuan, Mara Sol, comp.CDD 190

    ------------------------------------------------------------------------------------------------------

    Acerca de los compiladores

    XVII Congreso Nacional de Filosofa

    AFRA / UNIV. NACIONAL DEL LITORAL Santa Fe, 4 - 8 de agosto 2015

    Manuel Berrn

    Doctor en Filosofa. Tesorero XVII Congreso Nacional AFRA, 4-8 agosto 2015, Santa Fe.

    Griselda Parera

    Doctora en Filosofa. Comit Organizador, XVII Congreso Nacional AFRA, 4-8 agosto 2015,

    Santa Fe.

    Sol Yuan

    Doctora en Filosofa. Secretaria XVII Congreso Nacional AFRA, 4-8 agosto 2015, Santa Fe.

  • XVII Congreso Nacional AFRA

    Presidente

    Dra. Adriana Gonzalo

    Secretaria

    Dra. Diana Lpez

    Tesorero

    Dr. Manuel Berrn

    Secretaria ejecutiva

    Dra. Mara Sol Yuan

    Comit Organizador

    Prof. Mara Ins Prono

    Dr. Manuel Dahlquist

    Dra. Griselda Parera

    Dr. Manuel Tizziani

    Lic. Paula Garca Cherep

    Lic. Diego Bazn

    Ariel Jacob

    Fernanda Flores

    Gabriela Leiva

    XVII Congreso Nacional de Filosofa

    AFRA / UNIV. NACIONAL DEL LITORAL Santa Fe, 4 - 8 de agosto 2015

  • Autoridades

    Universidad Nacional del Litoral

    Rector

    Miguel Alfredo Irigoyen

    Decano de la Facultad de Humanidades y Ciencias

    Claudio Lizrraga

    XVII Congreso Nacional de Filosofa

    AFRA / UNIV. NACIONAL DEL LITORAL Santa Fe, 4 - 8 de agosto 2015

  • XVII Congreso Nacional de Filosofa

    AFRA / UNIV. NACIONAL DEL LITORAL Santa Fe, 4 - 8 de agosto 2015

    ndice

    Simposios

    1. Creencia, justificacin y normatividad: aportes desde la perspectiva pragmatista

    2 El concepto de impulso o pulsin en la psicologa del pragmatismo clsico de John Dewey y George H. Mead. / Pedro Martnez Romagosa

    11 El Derecho a las convicciones. Aportes jamesianos a la epistemologa del desacuerdo / Federico Penelas

    19 Triangulacin de gestos: abordaje al problema del surgimiento del pensamiento desde las perspectivas de George H. Mead y Donald Davidson / Mauro Ezequiel Santelli

    2. De Kant a Hegel

    30 Notas para una aproximacin al sistema lgico especulativo de Hegel / Cristian E. Benavides

    37 Kant una esttica negativa? Reflexiones sobre la funcin de la negacin en el primer momento de la Analtica de lo bello en la Crtica de la facultad de juzgar esttica de I. Kant. / Silvia del Lujn Di Sanza

    46 Un recorrido de la antinomia kantiana a la antinomia hegeliana / Miguel A. Herszenbaun

    59 Las mediaciones del arte: una lectura hegeliana de la Medea de Eurpides / Alejandro Mura

    66 Friedrich Schiller: la cultura esttica como medio para la transformacin poltica / Santiago J. Napoli

    73 Pensamiento y espacio en las Meditaciones metafsicas. Esbozo de un topologa trascendental / Germn Osvaldo Prsperi

    3. Desarrollos actuales de la concepcin estructural de las teoras cientficas

    81 El desarrollo histrico de la teora de la isostasia terrestre (IT) y su reconstruccin estructuralista / Matas Aimino

    90 Por qu el curso de lingstica general fue incapaz de generar un programa de investigacin sustentable? / Santiago Erpen

    99 Explicacin cientfica en el marco del Minimalismo / Adriana Gonzalo

    109 Consideraciones sobre los valores en clave estructuralista / Luis Miguel Peris-Vi

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  • 4. Filosofar en latinoamrica: reflexin y recepcin

    118 Lo poltico en los buenos aires. El devenir de la repblica naciente en el diecinueve rioplatense / Silvana Carozzi Maximiliano Ferrero

    127 El proyecto educativo argentino: el nacionalismo fraternal / Mg. Jael L. Ferrari

    134 Patria y fraternidad en la independencia rioplatense (1810-1853) / Ana Luca Orecchia

    5. Intervenciones del pensamiento francs en creaciones filosficasde diferentes fuentes y pocas

    143 Deseo y propiedad. Variaciones en torno a la idea de lo propio como singularidad / Rodrigo Castillo

    168 La Naturaleza segn el epicuresmo fundamento ltimo o resultado azaroso? / Mara Elena Pontelli

    176 Ratio gubernatoria y analogas de gobierno Foucault sobre el De Regno de Toms de Aquino / Pablo Rojas Olmedo

    6. Nuevas lecturas en torno a las lecciones husserlianas sobre el tiempo

    184 De los recuerdos falsos: el caso de la esquizofrenia / Mara Beln Faras Anzotegui

    191 El sustrato naciente en las lecciones husserlianas sobre el tiempo: las Lecciones como campo frtil hacia una concepcin no esttica / Matas Nicols Gonzlez

    200 La ficcin segn Husserl: constitucin, creacin y gnesis / Azul Katz

    210 Anlisis de las crticas de J.-P. Sartre en El ser y la nada a la conciencia inmanente del tiempo de E. Husserl / Alan Patricio Savignano

    7. Propuestas y desafos actuales de la Filosofa de la Liberaciny de la Filosofa Intercultural. Aspectos tico-polticos: Esttica, tica, Filosofa Poltica e Interculturalidad

    222 Ms all de la modernidad-posmodernidad: la transmodernidad / Yamand Acosta

    229 Los presupuestos liberadores de la filosofa intercultural y los presupuestos interculturales de la filosofa de la liberacin / Daniel Berisso Juan Matas Zielinski

    236 La analctica en el mundo actual: del fin de la historia hegeliano a los movimientos sociales. Repensando la trans-modernidad y la identidad cultural / Gabriel Herrera Salazar

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    AFRA / UNIV. NACIONAL DEL LITORAL Santa Fe, 4 - 8 de agosto 2015

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    8. Propuestas y desafos actuales de la Filosofa de la Liberacin y de la Filosofa Intercultural. Aspectos ticos-polticos: marxismo e historia de las ideas

    245 Entre Liberacin e Historia de las Ideas La praxis terica de Arturo Andrs Roig en los 70 / Adriana Mara Arpini

    253 Filosofa emprica de la liberacin y la revolucin De esclavos a humanos revolucionarios Socializacin de la vida y del poder / Carlos F. Bauer

    262 Siempre vctimas? Violencia de Gnero y Dictadura / Daniela Godoy

    9. Propuestas y desafos actuales de la Filosofa de la Liberacin y de la Filosofa Intercultural. Aspectos socio-educativos, ontolgicos y trans-ontolgicos

    272 Movimientos sociales y la praxis de liberacin en Colombia Inmediaciones a la luz del pensamiento de Enrique Dussel / Diego Fernando Camelo Perdomo

    283 La ontologa de Hartmann y el problema del ser en el Per 1900-1980 / J. Luis Carrera Honores

    292 Sobre los aportes que la educacin intercultural puede hacer a la praxis liberadora / Patricia Alejandra La Porta Natalia Vozzi

    302 Religin y poltica: Una aproximacin a la obra Religin de Enrique Dussel / Guillermo Recanati

    10. Temas actuales en filosofa de la ciencia cognitiva

    312 Competencia y actuacin lingstica / Mariela Destfano

    320 Pluralismo de conceptos y arquitectura cognitiva / Sabrina Haimovici

    328 Insuficiencia de la distincin analgico/digital para diferenciar el contenido no-conceptual del contenido conceptual / Nicols Alejandro Serrano

    336 La Teora de la Mente como conceptos y procesos cognitivos / Fernanda Velzquez Coccia

    11. Wittgenstein y los lmites del lenguaje: discusiones sobre tica, esttica y lgica

    346 De lo que no se puede hablar: tica, esttica y silencio en el pensamiento de Wittgenstein / Cristina Bosso

    354 Sobre la filosofa como terapia, o de cmo la ideologa no se va de vacaciones / Pedro Karczmarczyk

    362 El problema Wittgenstein-Kripke sobre seguimiento de reglas desde una perspectiva teleolgica / Manuel Prez Otero

    369 Las formas de vida como categora biopoltica. Historia, vida y poder en la obra de Ludwig Wittgenstein / Silvia Rivera

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    Ponencias

    378 Cmo decir lo que queremos cuando no sabemos qu decimos / Hernn Lucas Accorinti

    387 Beccaria: entre el carcter humanista y represivo del derecho penal / Lisandro Pedro Aguirre

    400 El significado csmico de la cruz en la literatura cristiana primitiva / Juan Carlos Alby

    410 Capitalismo y cinismo / Marcelo Antonelli

    419 Hacia un nuevo paradigma no antropocntrico: cambios en la relacin hombre-animal-naturaleza en el pensamiento contemporneo / Micaela Anzotegui Luciana Carrera Aizpitarte Agustina Domnguez

    428 El rol de la distancia temporal en la narrativa historiogrfica, proftica y apocalptica / Mara Emilia Arabarco

    440 Biografa, moral, poltica. Sobre Sibila, de Teresa Arredondo / Laura Arese Francisco Snchez

    447 Historias hechas y por hacer. Acontecimientos de nuestra historia filosfica del siglo XX / Adriana Mara Arpini

    455 Ocasin y evasin irnica en Friedrich Schlegel / Sebastin Assaf

    464 Artificio y anti-naturaleza en Leviatn / Carlos Balzi

    473 Las fenomenologas divergentes de Carl Stumpf y Edmund Husserl / Horacio M. R. Banega

    487 Ecuacin mujer = madre. Anlisis basado en La salud de los enfermos y La madre de Ernesto / Laura Alejandra Barba

    496 Identidad y Crisis. Reflexiones en torno a las nociones de mismidad e ipseidad / Teresa Barrionuevo

    503 Reflexiones en torno a la interculturalidad. El problema de la traduccin / Daniela Barroso Lannutti Zulma Yanet Contreras

    513 Los modos de apertura del ser-en-el-mundo y el habitar potico / Mateo Belgrano

    521 La matriz filosfico-poltica luego de la Revolucin Cientfica: una relectura de Arendt / Fernando Beresak

    526 Acontecimiento modernista y posmemoria. Algunas reflexiones sobre Guerra area y literatura de W. G. Sebald / Gilda Bevilacqua

    534 El deseo soberano en la literatura argentina / Eduardo Luis Bianchini

    543 La doctrina de las impresiones cognitivas en el Estoicismo Romano / Rodrigo Sebastin Braicovich

    551 Jos Carlos Maritegui: la rehabilitacin de la experiencia social / Beatriz Bruce

    568 Neurociencia y Psicologa: un acercamiento a travs de la Teora de la Complejidad / Emiliano Campoamor

    576 Sobre una interpretacin econmica del universo, la naturaleza, el hombre y la historia / Francisco Candioti

    583 Algunas observaciones sobre la cuestin del sentido / Carlos E. Caorsi

    589 Algunas reflexiones sobre el dilema de la participacin (Parmnides 131a4-e6) / Mara G. Casnati

    597 Naturaleza y objetividad de las intentiones en Herveo de Natal / Julio A. Castello Dubra

    609 Supuestos filosficos y valores en la investigacin psicolgica / Jos Antonio Castorina

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    AFRA / UNIV. NACIONAL DEL LITORAL Santa Fe, 4 - 8 de agosto 2015

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    619 Movilidad, cada y resolucin. Una lectura del Heidegger temprano en torno a la cuestinde la negatividad / Santiago Chame

    626 Las marcas de la philia en Hesodo / Mara Cecilia Colombani

    634 Epigentica: del gen al no-gen. Nuevas cuestiones/Viejos dilemas / Silvina Damiani

    645 El teorema de incompletud de Gdel: computabilidad y mecanicismo / Aldana DAndrea

    654 Intuiciones pascalianas. Razn y orden del Corazn / Adrian M. Daulon

    663 Legitimacin del dominio en la Poltica de Aristteles / Giuliana De Battista

    672 Sobre la falacia Mereolgica de la Neurociencia, una crtica conceptual a la atribucin de predicados psicolgicos al cerebro / Augusto Gabriel del Corro

    680 Amigos y enemigos: Mas lejos de lo que creen o mas cerca de lo que piensan? / Augusto Nicols Dolfo

    689 Es el Cosmopolitismo poltico, poco poltico y poco moral? / Augusto Nicols Dolfo

    697 Dialctica e imagen. La figura del lector en Das Passagen-Werk / Eduardo Elizondo

    706 Arte, verdad y mundo. La gnesis tropolgica del conocimiento en el joven Nietzsche /Fernando Fava

    714 Intuiciones morales e intuiciones lingsticas en la crtica de R.M. Hare al intuicionismo /Fernanda Flores

    722 Derrida y Artaud: entre lengua y habla / Virginia Fosero

    729 Problemas de la empata husserliana / Mara Fernanda Frangella

    737 Replicacin e internacionalizacin: valores epistmicos e ideologa cientfica / Luciano N. Garca

    746 La perspectiva de primera persona desde la filosofa de la mente de John R. Searle /Pablo Emanuel Garca

    755 La analoga como recurso para interpretar a la constante h: Boltzmann vs. Planck / Paula Giglio

    766 La transformacin de la negatividad en su trnsito desde la atemporalidad de la negacin hacia el Abismo del espacio-tiempo / Mario Martn Gmez Pedrido

    775 Facultad del lenguaje, la hiptesis de unicidad y el problema de la evidencia emprica /Adriana Gonzalo Daniel Blanco Federico Giri

    784 El afuera del castillo / Damin Jorge Grimozzi

    791 La larga vejez de las academias / Damin Jorge Grimozzi

    796 La racionalidad comunicativa en la obra de Habermas / Esteban Grippaldi

    805 Alegatos contra el realismo conjuntista de Maddy / Matas Alejandro Guirado

    814 Actualidad del capitalismo. Otro muro / Jorge Ral Hernndez

    819 El carcter ontolgico temporal de la memoria en su relacin con la materia, en Bergson /Ariel Matas Jacob

    828 Spinoza y Budismo. La obtencin de un nuevo punto de vista / Facundo Sebastin Jorge

    836 Los usos de Kant en la fenomenologa material de Michel Henry / Patricia Ema Knorr

    844 El papel de las fuentes en el modo de leer Filosofa / Patricia Ema Knorr Claudia M. Lavi

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    AFRA / UNIV. NACIONAL DEL LITORAL Santa Fe, 4 - 8 de agosto 2015

    XVII Congreso Nacional de Filosofa

    AFRA / UNIV. NACIONAL DEL LITORAL Santa Fe, 4 - 8 de agosto 2015

    852 Fenomenologa de la percepcin tctil: superficies y volmenes / Alejandro Rafael Laregina

    860 El lenguaje de la Metafsica. La transformacin del concepto de nada segn G. W. Friedrich Hegel / Gabriela Leiva

    871 Propuesta de argumentacin plural para la enseanza con lgica informal. Algunos aportes para repensar lo sabido / Diego Letzen Rubn Bentez

    881 El problema de la comunicacin intercultural y el rol de los traductores / Noelia Soledad Lobo

    889 El libere vivero en La Mandrgora: una antropologa maquiavlica / Beln Mara Locatelli

    898 Racionalidad, normatividad y contexto en John Dewey / Federico E. Lpez

    906 Balibar, Derrida: sobre el anlisis marxista del fetichismo de la mercanca / Santiago Lo Vuolo

    914 Sobre la posibilidad de la participacin del otro en el proyecto originario: entre Sartre y Patoka / Jorge Nicols Lucero

    920 Revisitando la meta induccin pesimista / Susana Lucero

    931 Ambigedades y tensiones en torno a la nocin de presencia y presente en la fenomenologa husserliana, heideggeriana y sartreana / Carolina Andrea Maldonado

    939 Sobre la posibilidad de un mtodo en la Orientacin Filosfica / Federico Emmanuel Mana

    950 Acerca de la mezcla entre discurso y no ser (Platn, Sofista 260b ss.) / Graciela E. Marcos

    957 Tecnociencia y valores. Consideraciones en torno a la propuesta de Javier Echeverra / Livio Mattarollo

    966 Drama y conflicto: la indecisin del prncipe en el siglo XVII / Cecilia Mc Donnell

    974 Una observacin acerca del arcasmo del trmino phrnesis en Aristteles / Gerardo Medina

    982 Inters y educacin: hacia una sociedad saludable / Enrique J. Mihura

    990 Utopas de la democracia digital: anlisis de sus problemas y limitaciones / Lucas E. Misseri

    998 Walter Benjamin, Martin Heidegger y la hermeneusis hertica del tiempo / Francisco Naishtat

    1008 Desconstruccin, teologa negativa, nihilismo / Manuel Navarro

    1017 La filosofa como dilogo transcultural / Gabriela Nogus Virginia Gorr

    1026 La teora de la ideologa. Aproximaciones antropolgicas, metafsicas y literarias / Luciana Pallero

    1035 Nietzsche y la crtica del cristianismo / Juliana Pensa

    1043 Una indagacin sobre la relacin entre las nociones de temporariedad y negatividad en el pensamiento heideggeriano / Matas Ignacio Pizzi

    1051 El problema del conocimiento en el joven Nietzsche / Gabriela Paula Porta

    1059 La tragedia y el absurdo en las nuevas tecnologas de la vida / Cecilia Pourrieux

    1067 Sobre el modo de darse de las cosas: algunas distinciones introducidas por Husserl en Cosa y Espacio / Franco Csar Puricelli

    1075 Argumentos circulares y uniformes: el papel de la teora lunar de Ptolomeo en la justificacin de la teora lunar de Ptolomeo / Gonzalo L. Recio

    1083 Aproximaciones a la crtica de arte segn John Dewey. Investigacin objetiva, juicio valorativo / Chantal Paula Rosengurt

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    XVII Congreso Nacional de Filosofa

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    1091 David Hume: moralidad, libertad y voluntad en medio de la necesidad / Pablo Ezequiel Sachis

    1102 Virtudes cvicas mnimas / Luciana Samam

    1111 Un examen crtico de las polticas basadas en la evidencia segn Cartwright-Hardie /Eduardo R. Scarano

    1125 Antropomorfismo y mente animal: prejuicios y controversias / Carolina Scotto

    1139 La relacin entre la fenomenologa y las ciencias a la luz del concepto de reduccin incipiente / Emiliano Roberto Sesarego Acosta

    1147 Hegemona y universales en Laclau / Eduardo Sota

    1155 La interpretacin de los enunciados condicionales y la modelizacin de los procesos decisorios / Adriana Spehrs

    1164 Anlisis exegtico de la funcin de la reflexin pura en el desvelamiento del proyectofundamental del existente humano por parte del psicoanlisis existencial sartreano /Danila Surez Tom

    1175 Los valores polticos en psicologa como problema epistmico / Ana Mara Talak

    1184 Colgar al ltimo noble con las tripas del ltimo cura Meslier y los fundamentosteolgico-polticos de la dominacin / Manuel Tizziani

    1192 Accin psquica y producto psicofsico en Twardowski: del contenido mental a la interfaz /Sebastin Agustn Torrez

    1201 Aproximacin al primer Romanticismo alemn: lo sublime / Sonia Vasconi Heinzmann

    1209 El pensamiento inserto dentro del final de la metafsica / Sebastin Vsquez Yel

    1215 La Tabla Peridica de los Elementos como Modelo-Terico Cientfico / Rodolfo Vergne

    1222 Arte y Fenomenologa: una interpretacin a partir de la hermenutica filosficade H.-G. Gadamer / Erika Whitney

    1230 Idealismo trascendental y lingstico en las Investigaciones Filosficas / Mara Sol Yuan

    1239 Algunas reflexiones en torno de la posibilidad de delimitar el alcance de lo propiamente moral: Contraponiendo el enfoque minimalista a la tica de las virtudes / Ma. Natalia Zavadivker

    1244 La delgada frontera entre las normas morales y las convenciones sociales /Ma. Natalia Zavadivker

    1252 El estatus ontolgico de los atributos en Descartes / Ezequiel Zerbudis

    1262 Predacin y sentido: sobre el confinamiento de la metfora / Norberto Zuccal

    1277 La teora de la valoracin de John Dewey. Investigacin y juicios de valor como formas

    de la accin / Livio Mattarollo

  • Simposio 1

    Creencia, justificacin y normatividad: aportes desde la perspectiva pragmatista

  • El concepto de impulso o pulsin en la psicologa del pragmatismo clsico de John Dewey y George H. Mead.

    PEDRO MARTNEZ ROMAGOSA

    El concepto de impulso o pulsin en la psicologa

    del pragmatismo clsico de John Dewey y George H. Mead.

    Pedro Martnez Romagosa

    [email protected]

    Universidad de Buenos Aires (UBA)

    Resumen

    La nocin de impulsos o pulsiones es recibida por los pragmatistas clsicos, en

    particular Dewey y Mead, de la psicologa de su poca. Ella era caracterizada como una

    determinada tendencia congnita del organismo a comportarse de cierta forma;

    comportamiento a su vez asociado con la satisfaccin de cierta funcin biolgica o la

    realizacin de determinado propsito.

    En el presente trabajo pretendo abordar algunos problemas derivados de la adopcin de

    la nocin de impulsos o pulsiones en la psicologa del pragmatismo clsico de Dewey y

    Mead.

    En primer lugar, estudio el uso de las pulsiones sociofisiolgicas que hace Mead en

    Society. Intento mostrar que su anlisis lo compromete con supuestos individualistas,

    esencialistas y finalistas problemticos dentro del programa pragmatista.

    En segundo lugar, reconstruyo la concepcin deweyana de los impulsos. Expongo que

    evita las dificultades anteriormente sealadas para el caso de Mead y analizo en qu

    sentido puede afirmarse la existencia de impulsos y qu rol explicativo cumplen.

    Palabras clave: pragmatismo / hbito / impulsos

    XVII Congreso Nacional de Filosofa

    AFRA / UNIV. NACIONAL DEL LITORAL Santa Fe, 4 - 8 de agosto 2015 / 2

    mailto:[email protected]
  • El concepto de impulso o pulsin en la psicologa del pragmatismo clsico de John Dewey y George H. Mead.

    PEDRO MARTNEZ ROMAGOSA

    1. Pulsiones sociofisiolgicas, economa y religin en Mead.

    A comienzos de Society Mead introduce el concepto de impulsos sociofisiolgicos con

    el objetivo de poner nfasis tanto en el aspecto biolgico o fisiolgico de los impulsos como

    en su aspecto social (1934: 227-230). Para el autor, todos los impulsos son sociales en la

    medida en que implican o requieren situaciones y relaciones sociales para su satisfaccin

    (1934: 228). Adems agrega que los impulsos sociofisiolgicos constituyen solo uno de los

    polos del proceso de cambio social; son los materiales con los cuales la naturaleza humana

    es formada (el otro polo es el institucional, est constituido por las respuestas de los

    individuos a las idnticas respuestas de otros) (1934: 229).

    Sin embargo, a pesar de que afirma que los impulsos y la naturaleza humana son

    sociales, sostiene tambin que todas las sociedades humanas organizadas son en un

    sentido meramente una extensin y ramificacin de esos impulsos sociofisiolgicos

    simples y bsicos (1934: 229). Y luego, avanzado su anlisis, explica el surgimiento y

    despliegue de procesos sociales a partir del desarrollo de algunos impulsos bsicos. En

    efecto, sostiene que hay dos procesos sociales universales: la religin y la economa (1934:

    281, 289-298). Para explicar estos procesos universales, Mead postula dos impulsos

    fundamentales constitutivos de la naturaleza humana: el impulso a la buena vecindad -

    neighborliness- (usa tambin amabilidad [kindliness] y ternura [tenderness]) y el impulso

    al intercambio o comercio. El primero consiste en la actitud de asistir y ayudar a todo ser

    (con el que se entra en simpata) que sufre (1934: 289). Est expresada en la parbola

    bblica del buen samaritano. La pulsin de comerciar en que se fundara todo proceso

    econmico, en la situacin ms simple y abstracta seala Mead, consiste en intercambiar

    aquellos bienes producidos que no se consumen (1934: 282-284). Luego ello conduce

    naturalmente al aumento de la produccin, lo que conduce a un aumento del intercambio,

    que deriva a su vez en el desarrollo de todos los medios de la economa como el transporte,

    tcnicas ms eficaces de produccin, etc. (1934: 290-291).

    Las actitudes correspondientes a estas pulsiones son tan bsicas que slo requieren el

    dominio del lenguaje para tener lugar (1934: 302). Toda comunidad humana desarrolla

    algn tipo de intercambio y mantiene procesos de cooperacin y asistencia mutua entre

    sus miembros (1934: 229).

    XVII Congreso Nacional de Filosofa

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  • El concepto de impulso o pulsin en la psicologa del pragmatismo clsico de John Dewey y George H. Mead.

    PEDRO MARTNEZ ROMAGOSA

    La actividad de estos impulsos en sus respectivos procesos sociales conduce a un

    desarrollo progresivo de la sociedad hacia grados crecientes de complejidad, integracin y

    funcionalidad e impone una meta ideal al progreso social: una sociedad universal en que

    todos los seres humanos individuales posean una inteligencia social perfeccionada

    (Mead: 1934: 310).

    De esta forma, Mead se compromete con cierta forma de esencialismo: la idea de que

    hay una naturaleza humana universal e inmutable constituida en parte al menos por estos

    dos impulsos o actitudes bsicas hacia el comercio y la asistencia mutua. Tambin su

    anlisis adopta una perspectiva teleolgica: la naturaleza humana -en la forma de estas

    pulsiones sociofisiolgicas- impone una meta al desarrollo social humano. A su vez, la idea

    misma de una naturaleza humana acabada que requiere de la interaccin social y del

    lenguaje pero no ms que para desplegarse pues se encuentra latente en cada individuo, en

    germen, y se desarrolla en los mismos de forma independiente al proceso de interaccin

    social pareciera entrar en tensin con el programa del conductismo social uno de cuyos

    objetivos es explicar el surgimiento de la mente a partir del proceso de interaccin social de

    organismos con ciertas capacidades simblicas-.

    2. Crtica de Dewey a la explicacin psicolgica tradicional

    Dewey rechaza las explicaciones de la conducta y de fenmenos sociales que apelan de

    manera directa y exclusiva a impulsos originales. De acuerdo con su diagnstico basan en

    supuestos pertenecientes a una psicologa obsoleta (individualista y atomista) y son

    producto de una lgica infantil, una metodologa de investigacin que mostr no ser

    fructfera y fue abandonada en las ciencias fsicas luego de la revolucin cientfica (s.

    XVII) y en el mundo de la vida tras la obra de Darwin (Dewey: 1909).

    En primer lugar, Dewey seala que estas explicaciones carecen de poder explicativo.

    La explicacin, por caso, de la guerra a partir de un impulso blico o la necesidad de un

    sistema econmico por una pulsin originaria a la propiedad son anlogas a la explicacin

    de que el opio hace dormir a la gente en virtud de su poder soporfero (Dewey: 1922: 109-

    110). Simplemente se duplica el fenmeno a ser explicado (el hbito, costumbre o

    institucin): primero se lo toma como un hecho existente (a explicar) y luego como una

    fuerza original, poder o causa final que produjo tal hecho (y por ende lo explica).

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    En segundo lugar, Dewey identifica en estas explicaciones un caso de la falacia

    filosfica (1929: 23-29). Se trata del error tpico cometido en la investigacin filosfica

    tradicional. Consiste en transformar una funcin eventual en una existencia

    antecedente (1929: 29). Se toma a los objetos de la reflexin, los conceptos, como

    realidades en s mismas tras ignorar o velar el contexto de la investigacin en que se

    establece determinada distincin. Una distincin funcional es concebida entonces como

    una realidad en s misma, absoluta, completa e independiente.

    En el caso de las explicaciones de la conducta, costumbres sociales o instituciones a

    partir de impulsos, se ignora el propsito por el cual en el contexto de una determinada

    investigacin psicolgica se realiz cierta clasificacin (de las pulsiones) y se las considera

    en consecuencia como impulsos originales de la naturaleza humana (Dewey: 1922: 127-

    133).

    Dewey reconoce que la interpretacin de los impulsos como existencias originales e

    independientes es sugerida por el hecho de que en los actos aparentemente ms simples

    toma como ejemplos el hambre o el sexo, alimentacin y sexualidad- las vas de descarga

    motriz son comparativamente pocas, bien definidas e intervienen en su manifestacin

    determinados rganos corporales (1922: 144). Sin embargo, indica que en este supuesto

    hay dos malentendidos. En primer lugar, ninguna actividad est limitada al canal que ms

    visiblemente interviene en su ejecucin. En cada acto toma parte todo el organismo. Como

    el estado total del organismo nunca se repite, tampoco los fenmenos del hambre y del

    sexo son en realidad iguales en las distintas ocasiones. En segundo lugar, el medio en que

    el acto se verifica tampoco es nunca dos veces igual. Por ejemplo, en el caso del miedo:

    cuando una persona est amedrentada, todo su ser reacciona, y nunca todo este

    organismo de respuesta es dos veces igual. Adems, y de hecho, cada reaccin se verifica

    en un medio diferente, y su significado nunca es idntico, ya que la diferencia en el

    medio hace que las consecuencias sean distintas (Dewey: 1922: 147).

    Finalmente, Dewey reconoce que estas explicaciones conducen a consecuencias

    insatisfactorias desde el punto de vista de la investigacin. Por un lado, el esencialismo: se

    profieren solemnes simplezas acerca del inalterable funcionamiento de la naturaleza

    humana o de la raza (1922: 110). Por otro lado, peor an, se lleva a la investigacin a un

    punto muerto en la medida en que se ignoran las condiciones especficas (sociales) en que

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    ocurren tales fenmenos. Y se privada la accin y esfuerzo humanos del nico medio con el

    que puede esperarse un control inteligente de tales fenmenos (1922: 35-36, 92, 147).

    3. La concepcin deweyana de los impulsos

    Pese a la crtica realizada a las explicaciones psicolgicas basadas en impulsos o

    instintos originarios, Dewey no niega la existencia de impulsos (1922: 143). Tampoco le

    niega utilidad a la tarea de clasificarlos. Al contrario reconoce que la clasificacin de

    impulsos en la investigacin psicolgica cumple el propsito general de facilitar al

    psiclogo el trato con sucesos nicos e individuales con el objeto de buscar regularidades

    (1922: 129).

    La concepcin deweyana de los impulsos puede resumirse en cuatro tesis. En primer

    lugar, no hay impulsos separados, originales, definidos e independientes (1922: 143).

    Como se indic, Dewey identifica en la postulacin de impulsos originales e

    independientes, existencias separadas de la accin, la falacia filosfica. Ya en El concepto

    de arco reflejo en psicologa presenta un holismo funcionalista en el que las distinciones

    en la conducta, introducidas a propsito del concepto de arco reflejo, son concebidas como

    divisiones internas a la misma: estmulo-respuesta, sensacin-movimiento son

    distinciones funcionales y no partes disjuntas, separadas de la accin (la interpretacin

    que Dewey critica reproduce el viejo dualismo mente-cuerpo, en trminos de estmulo-

    reaccin: separa lo mental/subjetivo de la accin/objetivo) (1896: 100). El objeto del

    anlisis psicolgico es la conducta y el punto de partida del anlisis es no una sensacin

    aislada sino una determinada coordinacin sensorio-motriz en virtud de la cual la

    conducta adquiere su unidad y organizacin caracterstica (Dewey: 1896: 101-102).

    Los impulsos entonces, son fases o aspectos funcionales de un acto, no se dan

    separadamente de los hbitos (coordinacin sensorio-motora). De hecho, cuando los

    psiclogos caracterizan o describen un impulso con cierto significado definido (sexual, el

    hambre, la autoconservacin) se refieren ms propiamente a hbitos: disposiciones,

    aptitudes o capacidades del organismo que constituyen tipos de accin en determinadas

    circunstancias (modos de adaptacin al entorno fsico y social) (Dewey: 1922: 25-49).

    En segundo lugar, el significado de los impulsos depende hbitos socialmente

    formados. En la conducta, lo adquirido es primitivo: los impulsos dependen de hbitos

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    ya formados para su expresin (Dewey: 1922: 90-91). Es decir, requieren de la interaccin

    en un medio social para poder tener significado: los recin nacidos deben a los adultos

    ms que su procreacin, proteccin y alimentacin la oportunidad de expresar sus

    actividades innatas de forma tal que tengan significacin (1922: 90). Previamente a la

    interaccin con un medio social donde los adultos (individuos con hbitos formados)

    tienen un rol fundamental de atribuir significado. La violencia, por ejemplo, es

    un espasmo fsico, un estallido ciego y dispersado de energa desperdiciable. Adquiere

    importancia y significacin cuando se convierte en un rencor contenido, en una

    interrupcin molesta, una irritacin exasperada, en un deseo de venganza homicida, en

    una indignacin candente (Dewey: 1922: 91).

    En tercer lugar, los impulsos son plsticos: cualquier impulso puede convertirse en

    una disposicin [hbito] cualquiera segn la interaccin en el medio [fsico y social] que lo

    rodea (Dewey: 1922: 95)1. El temor, dice Dewey:

    puede tornarse abyecta cobarda, prudente cautela, veneracin por los superiores o

    respeto por los iguales; as como tambin factor determinante en la crdula aceptacin

    de supersticiones absurdas o de un desconfiado escepticismo. Un hombre puede sentir

    el mayor temor por los espritus de sus antepasados, por los funcionarios pblicos, por

    la desaprobacin de sus semejantes, por ser engaado, por el aire fresco o por el

    bolchevismo; todo depende de cmo se entreteja el impulso del temor con otros

    impulsos, y esto a su vez depende de los escapes e inhibiciones proporcionados por el

    medio social (Dewey: 1922: 95).

    En cuarto lugar, los impulsos cumplen una funcin en el cambio de hbitos: son los

    ejes en que gira la reorganizacin de las actividades, son factores de desviacin para dar

    nuevas direcciones a viejos hbitos y cambiar su calidad (Dewey: 1922: 93).

    En su anlisis Dewey vincula el cambio inteligente de hbitos con la educacin -cuyo

    objetivo es formar hbitos inteligentes: flexibles y ajustables- (1922: 96-97, 102, 123-124) y

    1 El concepto de hbito es el concepto central en psicologa: la psicologa no puede sino ser social (Dewey, 1922, pp. 86-89). Los hbitos entendidos como disposiciones, aptitudes o capacidades del organismo, son tipos de reaccin o accin del organismo en determinadas circunstancias, modos de adaptacin al entorno, en funcin de determinadas situaciones sociales (Dewey, 1922, pp. 25-49).

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    a su vez el cambio de hbitos sociales, costumbres e instituciones sin direccin inteligente

    lo vincula con conmociones y crisis sociales (1922: 101-102, 125). Sin embargo, entiendo

    que el papel de los instintos en la redireccin o reajuste de los hbitos se comprende mejor

    si se atiende a su relacin directa con la accin.

    De acuerdo con lo expuesto, los hbitos son disposiciones a realizar determinado tipo

    de accin en ciertas circunstancias, modos de reaccin, ajuste o adaptacin del organismo

    al medio (fsico y social). Mientras el organismo se encuentra en una relacin de equilibrio

    con su entorno, los hbitos operan eficazmente, la accin discurre en un ajuste automtico

    entre impulsos y hbitos:

    El estmulo y la reaccin estn mecnicamente eslabonados en una cadena

    ininterrumpida; cada acto sucesivo, fcilmente provocado por su predecesor, nos

    empuja automticamente hacia el siguiente en una serie determinada, y slo una seal

    de alarma vuelve a hacer que la conciencia funcione. (Dewey: 1922: 164).

    Es decir en la relacin de adaptacin y equilibrio al entorno, los impulsos (al igual que

    las sensaciones) son estmulos para la accin guiada por los hbitos en operacin

    (coordinacin sensorio-motriz). Sin embargo, dicho estado de equilibrio es siempre

    precario y temporal. Una modificacin en la situacin, en la relacin medio-organismo,

    produce un desajuste y la accin se interrumpe. La cita anterior sigue:

    Afortunadamente, la naturaleza que nos invita a seguir el camino de menor resistencia,

    nos pone tambin obstculos para la completa aceptacin de su invitacin. El xito de

    llegar a una eficiencia de accin sorda y despiadada puede ser frustrado por

    circunstancias infortunadas; hasta la ms diestra aptitud tropieza a veces con lo

    inesperado y se ve envuelta en dificultades [].(Dewey: 1922: 164).

    Cierto cambio, por ejemplo en las condiciones del entorno, inhibe la operacin de

    algn hbito coordinado con otros hbitos sensorio-motores. Se inicia una investigacin

    en la cual entiendo esos impulsos liberados tras la inhibicin del hbito son los primeros

    ingredientes que pueden conducir a una determinacin de la situacin:

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    Al escapar de la tirana de la costumbre, existe la oportunidad de hacer cosas viejas en

    formas nuevas, y crear as nuevos medios y fines. Al romperse la corteza que cubre a la

    costumbre se liberan impulsos; y la labor de la inteligencia es encontrar una forma de

    utilizarlos. (Dewey: 1922: 161).

    Dewey propone el siguiente ejemplo sencillo:

    Por ejemplo, la mano guiada por el ojo se mueve hacia una superficie; la cualidad

    visual es hasta entonces el elemento dominante; cuando la mano se pone en contacto

    con el objeto, el ojo no cesa de actuar; pero, si el tacto percibe una cualidad inesperada,

    ya sea una voluptuosa suavidad o un calor molesto, exige un reajuste en que la actividad

    tctil y manual lucha por dominar la accin. En esos momentos de cambio en la

    actividad surgen y se acentan las sensaciones y pensamientos conscientes. El ajuste

    perturbado entre el organismo y el medio se reflejan en la lucha temporal que concluye

    entre el viejo hbito y el nuevo impulso. (1922: 169).

    Cuando el tacto percibe una cualidad inesperada se produce un conflicto en la

    coordinacin visual-motora o mano-ojo: el hbito (o hbitos) del movimiento de la mano

    subordinados a la actividad visual hasta entonces sufren un desajuste. Se inhibe el o los

    hbitos del movimiento de la mano, la mano suspende la actividad que estaba realizando y

    se liberan impulsos. Las sensaciones y los impulsos que antes eran estmulos para la

    accin pasan a ser centro de la atencin consciente: el nio trata de observar qu es esa

    sensacin spera o, si se asusta, averiguar qu lo asusta (para saber cmo actuar). El

    objetivo de la investigacin es operar una transformacin en la situacin que se encuentra

    ella misma indeterminada de modo tal que el organismo se encuentre de vuelta en relacin

    de equilibrio, de adaptacin al entorno y reanude la accin.

    4. Conclusiones

    Al rechazar de las explicaciones psicolgicas que postulan la existencia de impulsos o

    instintos originarios para dar cuenta de fenmenos sociales la posicin de Dewey evita

    comprometerse con posiciones esencialistas y teleolgicas acerca de la naturaleza humana

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    como las identificadas en el anlisis de Mead. A su vez, en la concepcin deweyana, los

    impulsos en la medida en que tienen significado e intervienen en la conducta son sociales.

    No hay en la naturaleza humana ningn impulso que despierte en los individuos actitudes

    o disposiciones a la accin independientes de los hbitos formados en circunstancias

    sociales e histricas especficas.

    Bibliografa

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  • El Derecho a las convicciones. Aportes jamesianos a la epistemologa del desacuerdo FEDERICO PENELAS

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    El Derecho a las convicciones.

    Aportes jamesianos a la epistemologa del desacuerdo

    Federico Penelas

    [email protected]

    IIF-SADAF/CONICET Universidad de Buenos Aires

    Universidad Nacional de Mar del Plata

    Resumen

    En este trabajo me ocupar de las convicciones en tanto un conjunto de creencias frente

    a las que advertimos que no podemos ofrecer mayor sustento que el afirmar en relacin

    con ellas As me he educado. El punto ser poder dar cuenta de la legitimidad de ese tipo

    de afirmaciones como modo, al menos, de imponer un impasse en el debate con un

    oponente; impasse que no involucre, por supuesto, la suspensin del juicio.

    Palabras clave: desacuerdo / racionalidad / convicciones / creencias grupales

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    A lo largo de esta exposicin me ocupar de uno los problemas epistemolgicos ms

    difciles de abordar, esto es, el de la legitimidad epistmica de la apelacin a convicciones.

    Mi aproximacin al problema ser tentativa y provisoria, y me ocupar especficamente de

    defender la idea de que la manera ms razonable de entender bajo qu circunstancias

    admitimos la apelacin a convicciones es si las pensamos como consistentes en, o

    relacionadas con, creencias grupales.

    El fenmeno de la conviccin debe ser precisado para abordar sus implicancias. Me

    ocupar de las convicciones en tanto un conjunto de creencias frente a las que advertimos

    que no podemos ofrecer mayor sustento que el afirmar en relacin con ellas As me he

    educado. El fenmeno de la conviccin que me interesa ha sido presentado por el filsofo

    canadiense Gerald Cohen al remarcar la existencia de un conjunto de creencias que

    mantenemos aun despus de que advertimos, por un lado, que las tenemos porque hemos

    sido educados de cierta manera, y, por el otro, que frente a otras creencias alternativas, no

    tenemos ms razones de sustento para permanecer en nuestro status doxstico que el

    hecho, justamente, de que fuimos educados en dichas convicciones. El fenmeno a

    abordar es el hecho de que en numerosas, e importantes, ocasiones la divergencia

    doxstica no se anula o deslegitima ni siquiera a partir del reconocimiento de la

    contingencia histrica que la explica. Un catlico, por ejemplo, puede advertir que sus

    creencias religiosas son las que son pues ha sido educado en un determinado medio, y

    puede reconocer que de haberse criado en un medio alternativo sus convicciones religiosas

    seran otras. Pero no slo esto es posible. El catlico reflexivo, es decir, aquel que ha

    hallado fundamentos para sus creencias religiosas, puede a su vez reconocer que la

    diferencia, en lo que hace a la justificacin, entre sus creencias y, por ejemplo, las creencias

    de un presbiteriano (seguramente no, por ejemplo, las de un politesta) se sustenta slo en

    factores educativos. El punto es que la asuncin de esa diferencia no obliga al catlico en

    cuestin a abandonar sus creencias. Como seala el mismo Cohen para delimitar

    exactamente el tipo de creencias a las que alude:

    Esos casos difieren de aquel, por ejemplo, donde una persona fue educada para creer

    que la tierra es redonda y otra que la tierra esplana. Cuando el que cree que es redonda

    reflexiona que, si le hubieran educado en la certeza de que la tierra es plana ahora

    creera que la tierra es plana, eso no le preocupa mucho puesto que puede decir

    razonablemente que sus fundamentos para creer que es redonda son abrumadores. Los

    que creen que es redonda (con razn) piensan que pueden probar su punto de vista.

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    Pero los catlicos o por lo menos un nmero de catlicos suficiente para que mi

    razonamiento sea interesante- admitiran que estn en el mismo barco epistmico que

    los presbiterianos, que los fundamentos de los presbiterianos no son peores que los

    suyos. Dado que, en algunos casos significativos, lo nico que es distinto es la

    educacin; dado que no puedes decir, basndote en fundamentos independientes, que

    su educacin fue defectuosa, tampoco puedes decir que tienes mejores fundamentos

    para creer p de los que tienen ellos para creer no p. (Cohen, 2001: 27)

    Pero, dir Cohen, el catlico querr seguir manteniendo dichas creencias ya que no

    puede dejar de asumir que son verdaderas a pesar de que encuentra que su modo de

    justificarlas, frente al modo propio del presbiteriano, no difiere ms que en la contingencia

    de la educacin.

    Es sobre la base de ese tipo de creencias que Cohen presenta la paradoja, la cual

    consiste en un argumento con tres premisas difciles de rebatir, las cuales llevan a una

    conclusin que no estaramos dispuestos a admitir. El argumento es el siguiente:

    1.No es racional creer p en lugar de q cuando sabes que careces de una buena razn para

    creer p en lugar de q

    2. Careces de una buena razn para creer p en lugar de una proposicin opuesta q

    cuando no puedes creer de forma justificada que tus fundamentos para creer p son

    mejores que los fundamentos del otro para creer q.

    3. En un considerable nmero de casos de creencias fruto de la educacin, la gente que

    contina creyendo p se da cuenta (o puede fcilmente llegar a darse cuenta) de que

    creen p en lugar de q no porque tengan fundamentos para creer p que sean mejores que

    los fundamentos para creer q que tienen los dems, sino porque se les indujo a creer p

    sin que se les sugirieran posibles fundamentos alternativos.

    4. Las creencias descritas en 3 son irracionales (y la gente que las tiene es, por lo tanto,

    irracional). (Cohen, 2001: 30)

    El punto es que 4 nos parece inaceptable, es decir, no podemos hacer depender nuestra

    racionalidad del abandono de nuestras creencias fruto de la educacin. Sin embargo el

    argumento parece slido. He all la paradoja. La dificultad para aceptar 4 se hace

    especialmente patente si uno advierte, como nos insta a hacer Cohen, que el tipo conjunto

    de creencias usualmente estn afectadas por casos como los descriptos en 3 no est

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    conformado son solamente por creencias religiosas, sino que abarcan tambin creencias

    polticas (Cohen da como ejemplo su creencia en la inmoralidad de todo tipo de

    desigualdad econmica) y, lo que es ms interesante, creencias tericas ya sea cientficas o

    filosficas (su ejemplo aqu es de la creencia en la aceptabilidad de la distincin

    analtico/sinttico, ampliamente asumida en los filsofos formados en Oxford y resistida

    por los formados en Harvard).

    La paradoja es de difcil resolucin por fuera de la adopcin de alguna forma de

    etnocentrismo a la manera de Rorty, segn la cual el principio 2 no se aplica cuando las

    proposiciones p y q son justamente aquellas que no tienen ms fundamentos que s

    mismas, esto es, que todo intento de justificacin de ellas es notoriamente circular. Son ese

    tipo de proposiciones las atravesadas por el fenmeno descripto en 3. Descubrir

    dialcticamente la diversidad en los lmites de la justificacin no es suficiente para que se

    modifique el status quo doxstico de los interlocutores en disputa, ni siquiera cuando

    dicho descubrimiento viene asociado al reconocimiento de la contingencia en la posicin

    que cada uno ocupa en la disputa. Un etnocentrista podra justamente echar mano al

    fenmeno de la conviccin para rechazar la apelacin irrestricta al principio 2.

    El mismo Cohen no avanza demasiado en la formulacin de una salida, limitndose a

    sealar que quizs la misma podra superarse apelando a la distincin que traza Nozick

    entre

    a) p es una proposicin que es racional creer.

    y

    b) Creer que p es el tipo de accin que es racional hacer 1

    siendo el caso de las convicciones legtimas el de las creencias para las que vale (b) sin

    valer (a), comprometindose as ya sea con una defensa prctica de las convicciones o con

    una separacin entre niveles de racionalidad que no implique que los resultados en un

    lugar de la jerarqua afecten a los otros niveles.

    Dado que el intento de destrabar la paradoja parecera conducir a la adhesin a alguna

    forma de relativismo, uno podra preguntarse si es adecuado afrontar la paradoja de la

    conviccin a partir de la vindicacin que ha desarrollado, por ejemplo, Alvin Goldman de

    la posibilidad de formas de desacuerdo racional a partir de la presentacin de su

    1 Ver (Nozick, 1993: 70)

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    relativismo obtetivamente fundado (objectivity-based relativism).2 En dicha posicin

    tambin se esboza una diferencia de niveles, ahora entre la justificacin de las normas y los

    sistemas epistmicos y la justificacin de las proposiciones sobre la base de dichas normas

    o sistemas, y se defiende la idea de que, aun admitiendo que hay un nico sistema

    epistmico que gobierna la justificabilidad de las actitudes doxsticas of people, es posible

    el desacuerdo racional en tanto dos interlocutores pueden estar justificados en su actitud

    doxstica hacia sistemas epistmicos diversos (aun cuando al menos uno de ellos pueda ser

    incorrecto) y luego, cumpliendo cada uno con las normas de sus respectivos sistemas,

    adoptar actitudes doxsticas divergentes frente a la misma proposicin. La pertinencia de

    la propuesta de Goldman para afrontar la paradoja de la conviccin defendiendo la

    racionalidad de la continuidad del desacuerdo no podra descansar en describir el caso que

    propone Cohen como un caso en el que, desde afuera, en tercera persona, advertimos los

    interlocutores estn justificados en sostener sistemas epistmicos que a su vez justifican

    actitudes doxsticas divergentes, pues el caso relevante para la paradoja es aquel en el que

    los participantes de la situacin advierten sus limites epistmicos. Para que la propuesta

    de Goldman se aplique a este caso, el caso en el que dos interlocutores advierten que cada

    uno de ellos sostiene proposiciones incompatibles porque fueron educados de manera

    diferente sin razones adicionales a las que apelar para salvar la diferencia, debe ser anlogo

    al de dos interlocutores que advierten que justifican sistemas divergentes sobre la base de

    evidencia no comn (esta condicin es necesaria en el planteo de Goldman para que haya

    objetividad en su relativismo). Es evidente que en el planteo de Goldman esta ltima

    situacin debera conducir a los interlocutores a equilibrar la evidencia y as decidir la

    cuestin en el nivel superior. Esto no parece tener sentido en los casos de Cohen, con lo

    cual queda claro, a mi juicio, que el relativismo objetivo de Goldman no puede afrontar la

    paradoja, ya que no fue diseado para pensar el fenmeno de la conviccin que nos atae.

    Frente a salidas de la paradoja como las de Nozick, o a los usos que podramos hacer de la

    posicin de Goldman para abordarla, todos ellos comprometindose con alguna forma de

    jerarquizacin de niveles epistmicos, a mi juicio el mejor modo de superar la paradoja es

    desarrollando una vieja idea de William James. En su clsico The Will to Believe, James se

    preocup por defender la idea, contra William Clifford, de que hay ocasiones en que tenemos

    derecho a creer que p aun sin ninguna evidencia a favor de que p.3 Todo el punto de James

    2 Ver (Goldman, 2010). 3 Ver James, William (2009)

  • El Derecho a las convicciones. Aportes jamesianos a la epistemologa del desacuerdo FEDERICO PENELAS

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    es delimitar bajo qu condiciones se dan esas ocasiones, dado que para l ese derecho no se

    daba de manera irrestricta (esto es algo que los crticos de James suelen olvidar). Podemos

    coincidir o no con la tica no evidencialista de la creencia desarrollada por James, podemos

    coincidir o no con los criterios ofrecidos para que el derecho a creer sin evidencia a favor sea

    legtimo, pero creo que la salida de la paradoja podra aprovechar el insight jamesiano. La

    idea sera remarcar que el desacuerdo que se produce en condiciones en las que advertimos

    que se cumple lo descripto en la premisa (3) del argumento de Cohen, no es un tipo de

    desacuerdo que constituya en s mismo evidencia en contra de ninguna de las proposiciones

    incompatibles credas por los adversarios discursivos; y desarrollar la hiptesis de que los

    casos en que ocurre un desacuerdo con esas caractersticas son aquellos justamente

    delimitables por los criterios de James (u otros a presentar) para aceptar nuestro derecho a

    la creencia. La enseanza de James sera, pues, que debemos abandonar la premisa (1) como

    rigiendo la racionalidad de la creencia. En ciertas ocasiones, siguiendo a James, tenemos

    derecho a sostener nuestras creencias. Las convicciones, tal como las venimos considerando

    en este trabajo, podran caer dentro del tipo de creencias enmarcadas en situaciones

    doxsticas y dialcticas que colocan al sujeto en posicin de tener derecho a seguir

    sostenindolas racionalmente a pesar del desacuerdo.

    Ms all del modo en que abordemos la solucin de la paradoja, si es que en efecto

    queremos asumir la legitimidad del fenmeno de la conviccin reconociendo que con

    respecto a ellas el mero desacuerdo no nos impone su abandono, me interesa a su vez

    atender en relacin con dicho fenmeno es a qu tipo creencias les permitimos cumplir el

    rol de convicciones. Creo que en la medida en que primero no se aborde una suerte de

    fenomenologa del papel que les hacemos jugar a las convicciones en nuestros intercambios

    doxsticos, argumentos, deliberaciones y disputas epistmicas, no podr avanzarse sin

    distorsiones en la empresa de afrontar el fenmeno desde una perspectiva normativa.

    Para empezar, es importante destacar que una conviccin no puede ser un mero

    postulado que decidimos asumir como axioma. Pareciera que las convicciones ejercen una

    suerte de coercin doxstica sobre nosotros, de tal suerte que aun advirtiendo dicho factor

    coercitivo y reconociendo que bajo otras circunstancias en nuestra historia personal seran

    otras las creencias que ejerceran una coercin semejante, aun as no podemos, no queremos

    y/o no sabemos cmo superar la coercin, ya sea en pos de la libertad doxstica total o de

    otras cadenas epistmicas. No es en absoluto impertinente aqu sealar los vnculos

    etimolgicos que pueden rastrearse entre las expresiones conviccin y convicto, lazos

    semnticos poco resaltados en las aproximaciones al tema. Ambas palabras portan el mismo

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    atisbo coercitivo, pues provienen de la expresin latina convincere, la cual es a su vez un

    derivado de vincere (vencer). Hay pues todo un plano de sometimiento al que nos

    remitimos al aludir a nuestras creencias ms bsicas y constitutivas. Estamos convictos de

    nuestras convicciones; no las elegimos libremente. Es a dicha coercin a la que aluda Ortega

    y Gasset cuando, para distinguir creencias profundas de otro tipo de contenidos doxsticos,

    acuaba aquella famosa sntesis: en la creencia se est.

    Ahora bien, el punto es que pareciera que no aceptamos la apelacin a cualquier tipo de

    creencia como pudiendo cumplir el papel coercitivo que cumplen las convicciones. Este es

    un punto interesante. Una creencia no se convierte en una conviccin meramente porque

    causa sobre un individuo el efecto psicolgico de no poder abandonarla. No le otorgamos el

    rol de habilitacin de un impasse dialctico que le otorgamos al recurso a las convicciones

    a cualquier afirmacin del tipo No puedo dejar de creer que p. La coercin no es, pues,

    todo. De algn modo consideramos que la apelacin a cierto tipo de coerciones puede ser

    un movimiento legtimo a la hora de darle sustento a un impasse argumentativo

    insuperable y que, por el contrario, recurrir al reconocimiento de otro tipo de coercin

    doxstica no logra ese efecto legimitador. Toda la dificultad radica en delimitar el espectro

    de las coerciones a las que podemos aludir de manera razonable.

    Lo que me interesa destacar aqu en el intento de abordar esa delimitacin, es que la

    conviccin no puede ser meramente personal. Si as fuera, el aspecto coercitivo (como

    vimos no suficiente pero s necesario para legitimar a las convicciones) se esfumara.

    Sospechamos de afirmaciones del tipo Esta es mi conviccin personal si por personal se

    quiere decir idiosincrtica de un individuo. Tomamos ese tipo de afirmacin como una

    forma hipcrita de no querer seguir la discusin, y no como la alusin a una conviccin en

    tanto sincero reconocimiento de un lmite constitutivo aunque ineludible y probablemente

    fructfero. Retrotraigmonos en este punto, por un minuto, a Charles S. Peirce. En su

    clsico The Fixation of Belief l seala una serie de formas de fijar la creencia, una serie

    de mtodos, de instancias de justificacin.4 Destaca 4 mtodos: la tenacidad (el puro

    aferramiento, por parte del individuo, a las creencias propias), la autoridad (la divulgacin

    coercitiva por parte de una autoridad -el Leviathan- de una creencia adoptada

    comunitariamente), el apriorismo (el sostn de las creencias sobre la base de

    especulaciones que sean agradables a la razn), el cientfico (aquel que parte de una

    comunidad que asume la hiptesis de que hay una realidad objetiva a la que las diversas

    opiniones tienen que someterse). Es crucial en el texto de Peirce su nfasis en que los dos

    4 Ver Peirce, C. S. (1988).

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    mtodos ms efectivos en la cancelacin de la duda (el fin de la empresa cognitiva segn

    Peirce) son el de la autoridad y el cientfico, justamente aquellos donde el aspecto

    coercitivo se hace evidente. El tercero, el apriorista, es un fiasco pues deviene en una forma

    de esteticismo, la creencia queda aferrada a una especie de gusto, intelectual si se quiere,

    pero gusto al fin; deviene una forma sofisticada del mtodo de la tenacidad, donde no hay

    coercin alguna, sino capricho. Para Peirce coercin (o autoridad) y comunidad son

    constituyentes ineludibles de la eficacia en la fijacin de la creencia. No entrar aqu en las

    razones peirceanas a favor del modo en que se combinan esos dos elementos en el mtodo

    cintifico frente al modo en que se combinan en el mtodo de la autoridad. Lo que me

    interesaba era destacar el nfasis peirceano en que no hay coercin de un individuo para

    consigo mismo. Es por eso, creo, que no le otorgamos legitimidad dialctica a la pretensin

    del recurso a la conviccin cuando se presenta a la misma bajo la forma de una creencia

    estrictamente personal, no anclada en una historia que aluda a una comunidad o a un

    grupo. No por nada Cohen (Gerald) present a las convicciones y la paradoja que ellas

    entraan como constituidas por creencias educativas, tras las cuales hay sin duda un

    sustrato social.

    Si esto es correcto, las convicciones, las creencias a las que podemos recurrir de manera

    razonable para establecer un impasse dialctico, son creencias grupales. Ser tarea de

    estudio ulterior qu tipo de creencias grupales podrn jugar el rol de las convicciones.

    Bibliografa

    Cohen, Gerald (2001): Si eres igualitarista, cmo es que eres tan rico?, Barcelonas,

    Paidos.

    James, William (2009): La voluntad de creer, en James, William (2009): La voluntad

    de creer, 41-70, Barcelona, Marbot Ediciones.

    Goldman, Alvin (2010): Epistemic Relativism and Reasonable Disagreement, en

    Feldman, Ricard y Warfield, Ted A. (2010): Disagreement, 187-215, Oxford, Oxford

    U.P.

    Nozick, Robert (1993): The Nature of Rationality, Princeton, Princeton U.P.

    Ortega y Gasset, Jos (1940): Ideas y creencias, en Ortega y Gasset, Jos (1940): Ideas y

    creencias, 15-61, Madrid, Espasa-Calpe.

    Peirce, Charles S. (1988): La fijacin de la creencia, en Peirce, C. S. (1988): El hombre,

    un signo, 175-99, Barcelona, Crtica.

  • Triangulacin de gestos MAURO E. SANTELLI

    XVII Congreso Nacional de Filosofa

    AFRA / UNIV. NACIONAL DEL LITORAL Santa Fe, 4 - 8 de agosto 2015 / 19

    Triangulacin de gestos: abordaje al problema

    del surgimiento del pensamiento desde las perspectivas

    de George H. Mead y Donald Davidson

    Mauro Ezequiel Santelli

    [email protected]

    Universidad de Buenos Aires (UBA)

    Resumen

    El presente trabajo busca cotejar y relacionar los abordajes tericos de Donald

    Davidson y de George H. Mead al problema del surgimiento de la mente mediante el

    lenguaje desde una perspectiva social, analizando similitudes y diferencias de ambas

    teoras. Se analizan en particular el modelo de la triangulacin, que Davidson considera

    esencial para el surgimiento del lenguaje, y la conversacin de gestos de Mead, pilar

    fundacional sobre el que explica el surgimiento del lenguaje y de la mente. Ambos

    modelos explicativos se aplican a situaciones de dos o ms sujetos y son consideradas

    situaciones sociales simples por sus respectivos defensores, pero a pesar de sus

    aparentes similitudes, estos modelos (la triangulacin y la conversacin de gestos)

    presentan importantes diferencias y desempean roles diferentes en sus respectivas

    teoras. Se explora, asimismo, si la impotencia para explicar el surgimiento del

    pensamiento y la mente por parte de Davidson pueden encontrar alguna ayuda en la

    teora medeana acerca del tema, a lo que el presente trabajo responde, al menos en

    ciertos respectos, afirmativamente.

    Palabras clave: pragmatismo / triangulacin / gesto

    mailto:[email protected]
  • Triangulacin de gestos MAURO E. SANTELLI

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    En el principio ya exista la Palabra,

    ~ Juan 1:1

    En su artculo The Emergence of Thought, Donald Davison expone una serie de

    limitaciones que enfrenta su teora para dar cuenta del surgimiento filogentico del

    pensamiento. La limitacin ms importante proviene el holismo sobre lo mental la

    idea de que para que un individuo tenga un pensamiento, parte fundamental de los

    cuales son las creencias, ese individuo tiene que tener muchas creencias relacionadas.

    Una limitacin adicional proviene del llamado monismo anmalo, que le impide a

    Davidson relacionar legalmente conceptos mentales y conceptos fsicos, lo que le

    impide dar una explicacin fisicalista sobre el surgimiento de la mente. La tercera

    limitacin, muy cercana a las anteriores, es que no contamos con un vocabulario puente

    adecuado para describir el pasaje entre lo no mental y lo mental.1

    Davidson, luego de detallar estas complicaciones, pasa a enumerar una serie de

    requisitos que l cree necesarios para ofrecer una teora acerca del surgimiento de la

    mente aceptable. Estos son: por un lado, que haya triangulacin entre individuos

    interactuando y el mundo que los rodea es decir, que haya una relacin simultnea de

    adecuacin entre respuestas a estmulos provenientes del otro participante y del mundo

    por parte de cada uno de los participantes; por el otro, que en la situacin

    comunicacional est en uso un lenguaje con capacidad combinatoria infinita. En

    definitiva, primero hay que poder hablar antes de poder atribur pensamientos a otros,

    ya que la comunicacin es necesaria para delimitar el contenido de los conceptos.

    No me interesa discutir las debilidades de Davidson con respecto a explicar el

    surgimiento del pensamiento, sino los requisitos propuestos para una teora aceptable

    del problema, en particular el requisito de triangulacin. Creo que este es satisfecho por

    el trabajo realizado acerca del surgimiento de la mente por George H. Mead en Mind,

    Self and Society. Me atendr a explorar las diferencias y similitudes entre la

    triangulacin y la conversacin de gestos.

    Lo que pretendo hacer es meramente tratar de exponer de qu manera Mead

    podra tener una teora aceptable en (algunos) trminos davidsonianos para el

    problema del surgimiento filogentico del pensamiento.

    1 Davidson, 2001, p. 128.

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    Similaridad entre la triangulacin y la conversacin de gestos

    La triangulacin, para Davidson es un esquema abstracto que l considera

    necesario para poder atribuir pensamiento proposicional a cualquier criatura, que a su

    vez es un componente fundamental en cualquier situacin de comunicacin exitosa. En

    dichas situaciones triangulares tenemos un individuo A, un individuo B y el mundo

    que los rodea, M. La situacin consiste en A relacionando su interaccin con B a su

    interaccin con M, su mundo circundante y B haciendo lo propio, relacionando los

    estmulos que recibe de A con los estmulos del mundo. Sin estas interacciones

    apropiadas entre un individuo, los otros y el mundo, no podemos atribuirle

    pensamiento. La triangulacin es lo que nos permite, a su vez, delimitar significados

    (incluso los propios) y atribuirlos conjuntamente a actitudes a nuestros interlocutores,

    dado que permite a travs de la interaccin delimitar aquello de lo que se est

    hablando. Davidson considera a la triangulacin como el esquema de comunicacin

    bsico2presente inclusive prelingsticamente y precognoscitivamente3. Davidson da

    dos ejemplos sobre triangulacin animal:

    One sees this in its simplest form in a school of fish, where each fish reacts almost

    instantaneously to the motions of the others. This is apparently a reaction that is

    wired in. (Davidson (2001), p. 128)

    Un ejemplo ms elaborado es el siguiente:

    A learned reaction can be observed in certain monkeys which make three

    distinguishable sounds depending on whether they see a snake, an eagle, or a lion

    approaching; the other monkeys, perhaps without seeing the threat themselves,

    2 En parte debido a que sin triangulacin, no tenemos delimitacin de los contenidos de nuestras creencias, ya que los contenidos de nuestras creencias son delimitados por sus causas y causa es un concepto ambiguo debido a los fenmenos de la amplitud de la causa y la profundidad de la causa. La amplitud de la causa es la ambigedad intrnseca entre aquello de lo que se habla y el conjunto compuesto por aquello de lo que habla y aquello contiguo (en un ejemplo fsico) como por ejemplo entre una silla y el concepto de silla-con-mesa. La ambigedad con respecto a la profundidad de la causa tienen que ver con delimitar la causa prxima o distante de mis percepciones / creencias. Por ejemplo si estoy hablando de la mesa o de los fotones de luz que impactan en mi retina luego de chocar con la mesa. 3 There is a prelinguistic, precognitive situation which seems to me to constitute a necessary condition for thought and language, a condition that can existe independente of thought, and can therefore precede it. () The basic situation is one that involves two or more creatures simultaneously in interaction with each other and with the world they share; it is what I call triangulation. (Davidson (2001), p. 128.

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    react to the warning sounds in ways appropriate to the different dangers, by

    climbing trees, running or hiding. (Davidson (2001), p. 128)

    En este ejemplo no hay nada obviado, se encuentran claramente la llamada lnea

    base de la triangulacin, la relacin simtrica entre mono a y mono(s) b, y las

    relaciones que ambos tienen ante un depredador, en a la de dar aviso, y en b la de

    reaccionar como si lo hubieran visto. Ambos ejemplos son de cooperacin animal.

    Intentar mostrar que existe en Mead una explicacin de esos ejemplos en algo que se

    asemeja o se solapa en alguna medida con la triangulacin davidsoniana.

    Conversacin de gestos en George H. Mead.

    En Mind, Self and Society, George H. Mead elabora una teora sobre el

    surgimiento del lenguaje y de la mente (o pensamiento) que se dice Conductista Social,

    la misma est fuertemente inspirada como todo el pragmatismo norteamericano- en

    la teora de la evolucin de Darwin. Razn por la cual es natural que uno de los

    principales recursos explicativos del trabajo consista en la descripcin del paso gradual

    de ciertos mecanismos a otros ms complejos en un proceso iterativo. Aunque la

    propuesta de Mead se pretende psicolgica y no filosfica, es muy frtil filosficamente.

    La explicacin acerca del surgimiento del lenguaje, el significado y la mente de

    Mead parte del concepto de gesto que acu Wundt, uno de los padres de la psicologa

    moderna. Lo que rescata Mead de Wundt es el ser un concepto puente entre el

    vocabulario gestual y el simblico. Algo que se ve en esta definicin de gesto:

    The gesture is that phase of the individual act to which adjustment takes place on

    the part of other individuals in the social process of behavior. (Mead (1967) p. 46)

    El gesto forma parte de un acto social y es la parte de ese acto que estimula a otros

    miembros de ese acto y lo que genera un re-ajuste en la conducta de los otros

    miembros. El gesto da a lugar a lo que Mead llama conversacin de gestos. Una

    mutua adaptacin de dos o ms organismos a los gestos de los otros participantes. El

    ejemplo paradigmtico de Mead es el de la pelea de perros, en donde un perro a genera

    una reaccin en un segundo perro b, que a su vez con su reaccin genera una reaccin

    en el perro a. En esta conversacin de gestos no hay significado involucrado porque no

    hay una misma idea en ambos perros, es irreflexiva.

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    Hasta aqu tenemos un gesto no significante. Mead describe un pasaje del gesto al

    smbolo, al gesto simblico, pero no cualquiera sirve. Los gestos se convierten en

    smbolos significantes cuando implcitamente despiertan en el individuo que los hace

    las mismas respuestas que despiertan explcitamente, o se supone que despiertan, en

    otros individuos, los individuos a quienes estn destinados.. Lo que se necesita es un

    gesto que pueda manifestarse de la misma forma para quien lo hace que para quien lo

    recibe. Mead rescata al gesto vocal, el ms evidente con dichas caractersticas, como un

    requerimiento material para la posibilidad de la conducta con significado que tiene

    como caracterstica generar implcitamente la misma respuesta en el individuo que la

    genera que en el que la recibe, para ello es necesario que exista la identidad de

    estmulo:

    The vocal gesture, then, has an importance which no other gesture has. We cannot

    see ourselves when our face assumes a certain expression. (id, p. 65)

    It is not imitation (). The mechanism is that of an individual calling out in himself

    the response which he calls out in another (). (id, p. 66)

    Los gestos se convierten en smbolos cuando logran estimular al individuo que los

    genera de la misma forma en que estimulan al individuo al que estn dirigidos.4 Estos

    gestos permiten dar a lugar a la relacin tridica del significado, que dota de

    significatividad a los gestos transformndolos en smbolos, esta relacin tridica

    consiste en, por poner un ejemplo de Mead, un individuo A que pide a otro individuo B

    una silla, la concrecin del pedido, el traer la silla por parte de B es lo que quiso decir A

    con su pedido. Este significado est presente en ambos participantes porque A se

    escuch a s mismo pedir la silla. Mead dice que podemos constatar esto

    imaginndonos meramente que si B no trayese la silla prontamente, A la ira a buscar

    debido a que la demanda social implcita en el acto iniciado por l no fue satisfecha.

    Figura 1: relacin tradica del significado

    4 Vease Mead (1934), pg. 47

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    El llamado acto social iniciado por A es iniciado por la estimulacin conjunta de

    tanto A como B por A para completarlo. La concrecin del acto es su significado.

    Triangulacin de gestos

    Para lo que sigue debemos hacer algunas precisiones terminolgicas. De Mead,

    tenemos el concepto de conversacin de gestos: describe una situacin de mutua

    estimulacin y respuesta entre participantes; conversacin de gestos vocales, lo

    mismo, pero con la adicin material de poder manejar gestos que condicionan al

    estimulado y al estimulante del acto social; acto social: una situacin en donde un

    individuo inicia una accin que es completada o satisfecha por otro participante, Mead

    no delimita fijamente la extensin temporal o interaccional de estos actos sociales, pero

    podemos analizarlos como sub-partes de un acto social mayor y tambin abarcando

    actos sociales menores; relacin tridica del significado: la forma en que surge el

    significado de un acto social y se hace mutuamente consciente para los participantes,

    requiere de un gesto que sea a la vez un smbolo. De Davidson necesitamos precisa por

    un lado, la llamada lnea base, aquella lnea compuesta por la interaccin entre los

    dos participantes de la situacin comunicacional; y, por el otro, el punto de

    convergencia del tringulo, el punto sobre el que convergen significados y se asocian

    respuestas mutuas. Con esto claro podemos avanzar.

    En el ejemplo de la pelea de perros, podremos ver que tenemos un perro b que

    reacciona a lo que hace el perro a. Deberamos decir que cada sub-acto social, fraccin

    del acto social de la pelea, est compuesto y demarcado por una iniciacin por a y una

    respuesta por b. Si el, por decir algo, ataque del perro a al perro b determina un

    retroceso por parte de b, el significado del (sub)acto es la huida de b. Pero como a ni b

    pueden anticipar esta resolucin de que b huir, no hay un significado compartido. El

    significado del acto no es consciente para sus participantes. S puede pasar que en

    subsiguientes fases del desenvolvimiento de la pelea, a llegue a anticiparse a la huida

    de b al asociar su propio ataque con la huida del otro perro. Recin all podremos tener

    una asociacin por parte de a y b de los estmulos mutuos y el mundo (la huida de b por

    ej.), lo que cerrara el punto de convergencia del tringulo sobre la concrecin del acto

    social. Sin este proceso no tenemos real comunicacin.

    Nos queda entender el ejemplo de la pelea de perros como un proceso en donde al

    comienzo tenemos la lnea base de la triangulacin solamente: a estimulando a b, y b

    reaccionando solamente a a, y no asociando su reaccin a a y al mundo. No es difcil

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    imaginarse la situacin de pelea bsica desarrollndose de tal manera de que A y B

    resuelvan la tensin que llev a la pelea adoptando uno una postura de ataque

    sostenido y el otro de huida reiterada, fijando la huida de B como resultado esperado

    del ataque de A.

    De esta manera, tenemos algo as:

    Figura 2: conversacin de gestos simple

    Una realizacin de la base del tringulo de Davidson, que en algunos casos da a

    lugar a:

    Figura 3: conversacin de gestos con convergencia

    Esto es ejemplificado por las dos situaciones descritas por Davidson y por el

    ejemplo de los perros ampliado de Mead.

    La conversacin de gestos comienza a explicar situaciones de comunicacin previas

    a la triangulacin, sera ms bsica. La principal diferencia entre la caracterizacin de

    los ejemplos ms bsicos entre ambos autores proviene de la caracterizacin abstracta

    del proceso que busca capturar Davidson, y el detalle conductual que busca resaltar

    Mead.

    Mead tambin expande por encima de los casos de triangulacin exitosa ms

    rudimentarios y habla de conversacin de gestos significantes. Tenemos el ejemplo del

    pedido de la silla:

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    Figura 4: pedido de silla (Mead)

    En este esquema lo que vemos es la relacin entre a y b, R(a, b) ejemplificada por

    la flecha i de la indicacin de a a b de que b vaya a buscar una silla. El bucle marcado

    por ii ejemplifica la relacin reflexiva de a con s mismo, a se escucha a s mismo

    pedir una silla. La lnea iii Marca la culminacin del acto social, es el significado de lo

    que a le pidi a b, la relacin entre b y la silla: R(b, o) o el acto de ir a buscar la silla

    marcada por o (objeto en el mundo [M]) y llevrsela a a. En cuanto a iv, marca la

    respuesta diferida que implica para a tener presente el acto social iniciado por l

    mismo, pero diferir su concrecin en aras de que b lo complete. Esta lnea punteada

    relaciona a a con la accin R(x, o) de ir a buscar la silla, que es el significado del acto

    social iniciado por a. Ahora intentar solapar la triangulacin Davidsoniana para ver

    hasta qu punto coinciden.

    Figura 5: triangulacin davidsoniana

    En la lnea base de la triangulacin, la lnea 1 en el esquema, lo que tenemos es a

    indicndole a b que le traiga la silla, pero tambin a b trayendo la silla. Como as

    tambin escuchndolo y reaccionando en general a su pedido. Las lneas 2 y 3 marcan

    el punto de convergencia sobre el que se ponen de acuerdo. El problema es que sera

    demasiado sencillo decir que hay slo un aspecto sobre el que tienen que converger.

    Todo depende de cmo b interpreta el pedido de a y siquiera si lo considera un pedido.

    El anlisis efectuado sobre el acto social descrito por Mead segn una conversacin de

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    XVII Congreso Nacional de Filosofa

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    gestos es una fase simple y auto-contenida del acto social general en que se insertan a y

    b, en cambio la triangulacin davidsoniana describe una situacin con menos precisin

    temporal, dando a lugar a una convergencia diferente dependiendo las necesidades de

    la situacin. Una conversacin de gestos analizada y la triangulacin demarcan

    diferentes amplitudes temporales y no siempre determinan el mismo significado. Se

    debe recordar que las teoras del significado ambos autores difieren: Davidson busca

    explicar cmo enunciados cobran significado usando al mundo como punto en comn

    para llegar a relacionar interacciones sociales y aspectos del mundo; Mead busca

    explicar el significado de las situaciones mismas.

    Conclusin

    En lo que pudimos ver, se pueden resaltar varios aspectos salientes:

    1. En principio ciertos conceptos de la Interpretacin Radical de Davidson parecen

    ser tiles al analizar la obra de George H. Mead5.

    2. El solapamiento de la Triangulacin y de las conversaciones de gestos de

    diferente complejidad dan a lugar a una escala creciente de complejidad comunicativa:

    a) La situacin ms basica parece ser la conversacin de gestos no vocales

    tomada en un acto social simple, parece equipararse a una realizacin de

    la lnea base de la triangulacin.

    b) Luego parecen ser equiparables a una situacin de triangulacin

    convergente las conversaciones de gestos en actos sociales extendidos,

    en los cuales los refuerzos de estmulos dan a lugar a una convergencia

    de significados de situacin muy rudimentarios. Ejemplo de los perros

    extendido, cardumen y monos.

    c) Los casos de mayor complejidad vistos son los expuestos por Mead en

    una conversacin de gestos vocales donde se da una relacin tradica del

    significado. Una instanciacin menos abstracta de un tipo de

    triangulacin.

    3. Mead parece cumplir las condiciones bsicas para una teora del surgimiento de

    la mente de Davidson, existe un nfasis en la prioridad del lenguaje para el surgimiento

    5 Es importante destacar que si bien elementos en Davidson sirven para analizar a Mead o intentar entender el surgimiento del lenguaje, desde la propia perspectiva de Davidson esto est bloqueado por la tesis del holismo de lo mental. Agradezco a Daniel Kalpokas el haberme hecho notar que no estaba siendo del todo claro en este punto. Vea Davidson (2001), pp. 123-124

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    del pensamiento filogenticamente, y situaciones triangulares se pueden encontrar

    ubicuamente.

    De la misma manera, creo que se pueden proseguir varios caminos desde aqu para

    profundizar este anlisis. Aspectos como consideraciones ms especficas de la forma

    de conceptualiza