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LA LÓGICA DE LA VIOLENCIA SEXISTA XII PREMIO SAN VIATOR Autores Juan Carlos Castelló Meliá Cristina Juárez Tamargo Patricia Miravet Alós Paula López Castillo Mónica Usó del Amor Paula Torres Sánchez

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LA LÓGICA DE LA VIOLENCIA SEXISTAXII PREMIO SAN VIATOR

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Autores

Juan Carlos Castelló Meliá

Cristina Juárez Tamargo

Patricia Miravet Alós

Paula López Castillo

Mónica Usó del Amor

Paula Torres Sánchez

AjuntamentdeVila-realRegidoria de GAVIM

AjuntamentdeVila-realRegidoria de GAVIM

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La lógica de la violencia sexista

Una deconstrucción de la violencia contra la mujer a través deocho tópicos sexistas

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“(…) Después de haber interrogado a la historia y observado elmundo viviente con ansiosa solicitud, una melancolía viva y una

indignación entristecida se han apoderado de mi espíritu y hetenido que admitir, con un suspiro, una de estas dos cosas: o

bien hay diferencias naturales considerables entre los sereshumanos, o bien la civilización que el mundo ha desarrollado

hasta ahora se ha mostrado muy parcial (…) He llegado a estaconclusión leyendo lo que los hombres han escrito sobre estetema; consideran a las mujeres más como hembras que como

seres humanos (…) Las mujeres civilizadas de nuestro tiempo noquieren más que inspirar amor, cuando deberán albergar ambi-

ciones mucho más nobles y atraerse el respeto por sus cualida-des humanas y espirituales”.

M. Wollstonecraft, en Vindicación de los derechos de la mujer,1792

“¡Qué tiempos éstos!, en los que hay que luchar por lo que esevidente”.

Dürrenmatt, en Das Versperchen

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© Imprime Vilgraf s.a.

ISBN: 13-978-84-96843-00-4

Deposito Legal: CS 158-2007

Edita: Ajuntament de Vila-realRegidoria de GAVIM

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PRESENTACIÓN

Entre los muchos objetivos que llevan a lamodernización de nuestra ciudad, camino dealcanzar rápidamente los cincuenta mil habi-tantes, se encuentra el de avanzar en unamayor igualdad entre las vecinas y vecinos queconforman nuestra sociedad.

Síntoma y consecuencia de las desigualda-des entre hombres y mujeres es la violencia

que sufren ellas que aún hoy se perpetua en el tiempo, y a la quees necesario hacer frente.

Esta publicación es la versión ensayística de lo que ha sido eltrabajo de investigación realizado por cinco alumnas del I.E.SProfesor Broch i Llop, galardonado con el “Premio Sant Viator2006” patrocinado por el Consejo Superior de InvestigacionesCientíficas, siendo presidente del jurado el Ilmo Sr. D. JoséManuel Fernández de La- bastida y del Olmo, vicepresidente deinvestigación científica y técnica de este organismo. La entregacorrió a cargo de D. Francisco Rodríguez Adrados, miembro delas Reales Academias de la Lengua y de la Historia.

A fin de combatir la lógica de la violencia sexista que facilita sureproducción es necesario construir alternativas a los tópicosque la sostienen, tal como plantea este libro, de modo que notenga cabida entre nosotros.

A todos los que han hecho posible esta edición, mi agradeci-miento por seguir colaborando en la construcción de una socie-dad que avanza hacia un futuro mejor para las personas huma-nas.

Juan José Rubert NebotAlcalde

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ÍNDICE

Introducción .......................................................................... 151. De la necesidad y sentido de esta meditación............... 22

2. Fundamentos Filosóficos ................................................ 242.1 Idea de “tópico” y el recurso a la filosofía............. 25 2.2 La importancia del lenguaje: tópicos e historia

tachada .................................................................. 30

3 Breve historia de las mujeres en la historia ................... 35 3.1 En el principio, la simetría...................................... 363.2 Mujeres en la historia............................................. 37

4. La mirada inter-cultural: la violencia sexista en otrasculturas............................................................................ 41

Parte primeraJugar o de la complejidad de cargar con. De los tópicos a lacontra-tópica................................................................... 53

5. Ocho tópicos en torno a la violencia sexista.Tópicos y deconstrucción............................................... 575.1 De la mirada empírica a la reflexión ...................... 585.2 Configuración de los Tópicos y su deconstrucción

contratópica ........................................................... 60

6. Tópico Primero. Somos varón y mujer por naturaleza .. 616.1. Entrevista (extracto-1)1.......................................... 61

1 Recordemos que todos estos extractos son fruto de nuestras entrevistas -al modo deacción/participación- con mujeres agredidas por sus parejas o ex-parejas. Todas ellas,pues rostros con voz propia y voz rota, que nos cuentan sus vivencias y reflexiones.

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6.2 Los medios de comunicación como modo detransmisión omnipotente de este tópico primero.. 61

6.3 Contra-tópico. Para deconstruir el tópicoprimero: la i-lógica de nuestra endoculturación.... 65

7. Tópico Segundo: Hay un natural reparto de tareasentre hombre y mujer............................................. 72

7.1 Entrevista (extracto-2)........................................... 737.2 El testimonio de Milagros: el tópico en su rostro .. 737.3 Contra-tópico. Para deconstruir el tópico

segundo: a la búsqueda de la 'tercera mujer'. ...... 74

8. Tópico Tercero: la violencia es propia de la especiehumana. Al hombre le viene por naturaleza ser másviolento ............................................................................ 818.1 Entrevista (extracto-3)........................................... 818.2 El tópico tercero a través del testimonio (real)

de Sonia ................................................................. 838.3 Contra-tópico. Para deconstruir el tópico

tercero: de la agresividad a la violencia.La paz estructural .................................................. 84

8.3.a Violencia y agresividad........................................... 848.3.b El poder, la dominación y la violencia.................... 86

9. Tópico Cuarto: Sólo hay violencia cuando hay agresiónfísica (golpes, cortes, etc.) .............................................. 909.1 Entrevista (extracto-4)........................................... 909.2 Testimonio (real) que se 'justifica' en base

al tópico cuarto y su corolario 2 ............................. 939.3 Contratópico. Para deconstruir el tópico cuarto:

desvelar la micro-física de la violencia sexista ysus mecanismos de perpetuación yretroalimentación ................................................... 94

2 En http://www.vidahumana.org/vidafam/violence/test-esposa.html

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9.3.a A vueltas con las concepciones de violencia.Una arqueología posible. ....................................... 94

9.3.b La violencia simbólica como conceptualizaciónde la violencia velada............................................. 95

9.3.c La práctica manipuladora: abanico demicromecanismos-................................................. 101

9.3.d Tipos de microviolencias........................................ 1049.3.e Microviolencias3 analizadas (según técnica

del Brainstorming) .................................................. 1059.3.f Testimonios (reales)4 que desvelan algunas

microviolencias ...................................................... 107

10. Tópico Quinto: la violencia sexista es tan privadacomo cualquier otra relación de la pareja. Debe serresuelta por ellos mismos, en la privacidad de la casa.. 11210.1 Entrevista (extracto-5)............................................ 11210.2 Testimonio (real) que muestra el “síndrome de

Estocolmo” derivado del tópico quinto y sucorolario ................................................................. 114

10.3 Contratópico. Para deconstruir el tópico quinto:Des-velar es rebelar-se .......................................... 115

11 Tópico Sexto: Siempre hay motivo para la violencia.No se maltrata porque sí (o lo que viene a ser lo mismo:'algo habrá hecho ella'…) ............................................... 11911.1 Entrevista (extracto 6) ............................................ 119

3 Hemos tomado como referencia, aunque modificadas según nuestro enfoque y aumen-tando los tipos, algunas de las propuestas realizadas por Bonino en “Micromachismos: laviolencia invisible en la pareja”, ed. cit., pp. 35-ss. En realidad, todas estas microviolenciasaparecen en nuestro “trabajo de campo”, basado en varias sesiones con mujeres de laprovincia de Castellón (algunas de ellas denunciantes de víctimas de la violencia), que des-interesadamente -aunque manteniendo el anonimato- accedieron a ayudarnos en estainvestigación.

4 http://mural.uv.es/pamegre/testimonios.htm

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11.2 Testimonio: una mujer maltratada que haconseguido separarse de su marido, pero no halogrado huir del temor que le infunde5. ................. 120

11.3 Contra-tópico. Para deconstruir el tópico sexto:recurso al feminismo y a la lucha. (Epifanía de latercera mujer) ......................................................... 122

12. Tópico Séptimo: La violencia sexista se ha dado siempre.Es, por tanto, inevitable. ................................................. 12412.1 Entrevista (extracto-7)............................................ 12412.2 Testimonio que confirma el tópico enunciado:

la historia de Isabel ................................................ 12612.3 Contratópico. La educación, recurso esencial

para la lucha que se fragua ya, y la igualdad enla diferencia que está por venir ............................. 128

13. Tópico Octavo: También la mujer ejerce violenciacontra el hombre. ............................................................ 13013.1 Entrevistas y testimonios ....................................... 13013.2 Contratópico. Deconstrucción de la imagen

de la mujer agresora. ............................................. 131

Parte segundaActuar o de la necesidad vital de encargarse de laigualdad en la diferencia ................................................. 135

14. Propuesta de alternativa a la sociedad androcéntrica.Educar en la diferencia.................................................... 13914.1 La dsconstrucción social del varón y de la mujer . 13914.2 No se nace mujer................................................... 14014.3 Pensar la diferencia ............................................... 14514.4 La educación sentimental de mujeres y hombres:

otra forma de ser hombre es posible. ................... 146

5 http://www.lacoctelera.com/loquenodije/categoria/testimonios

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15. Desmontando la violencia sexista: El mecanismo de'instalación' de la micro-violencia o de la configuracióndel maltratador ................................................................ 148

CONCLUSIONES GENERALES............................................ 161

ANEXOS.......................................................................... 167

Anexo I. Documentos para seguir meditando…............. 169Documento 1. El miedo que sufre la mujer maltratadapuede alterar su capacidad de determinación ............... 169 Documento 2. Eliminación de la violencia contra lamujer. Documento Oficial de la O.N.U. (2004/46)........... 171

Anexo II. Trabajo de Campo, metodología yconclusiones finales............................................... 185

BIBLIOGRAFÍA ...................................................................... 205

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Introducción

Sobre el sentido e idoneidad de esta meditación filosófica

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“Hasta ahora, la existencia femenina siempre se ha ordenado enfunción de las vías pretrazadas social y 'naturalmente': casarse,

tener hijos, ejercer las tareas subalternas definidas por lacomunidad social. Esta época concluye ante nuestros ojos (…)

El destino femenino entra por primera vez en una era deimprevisibilidad”.

G. Lipovestky, en La tercera mujer

“La tarea de la filosofía (…) perjudicar a la necedad”.

F. Nietzsche, en La gaya ciencia

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Aunque la temática que trata este libro parece caer en el ámbi-to de la psicología, de la sociología o de la antropología cultural,lo cierto es que el tratamiento aquí recibido es netamente filosó-fico: es, como el propio subtítulo indica, una meditación filosófi-ca -que adopta, sustancialmente, la forma de ensayo-.

Decir que es una meditación filosófica supone, en nuestrocaso, dos implicaciones esenciales: de un lado, que tiene unainevitable versión ética, dado que la meditación -como inmedia-tamente veremos-, es una magnífica forma de aproximarse a esteámbito de problemáticas humanas; de otro, que en la arquitectu-ra del mismo figura Ortega y Gasset como principal lineamiento.Y no es que el filósofo madrileño haya hecho estudio algunosobre la violencia contra la mujer -era, en su época, todavía unproblema sin nombre-, sino porque su forma de reflexionar y devolcarse en los problemas circunstanciales -que son sustanciales-es digna de ser continuada en nuestro ámbito.

Como decíamos, la meditación es una reflexión ética. Al menossi por ella entendemos -con Ortega-, que es un modo de conocerfilosófico6 al que “un humanista del siglo XVII hubiera denomina-do salvaciones”7. Por eso nuestro autor se refiere a las meditacio-nes como “salvaciones”, esto es, como ensayos de amor intellec-tualis. Así, la salvación por medio de la meditación consiste en“dado un hecho -un ser humano (…), un error, un dolor- llevarlopor el camino más corto a la plenitud de su significado”8. Y el sig-nificado pleno de un hecho es su logos. Al logos -a la palabra, alconcepto, a la razón o ser, a la razón de ser- hay que desvelarlo,

6 Cf. Obras Completas, I, p. 340, Ed. Revista de Occidente/Alianza Editorial, Madrid, 1983,y ¿Qué es conocimiento? Ed. Revista de Occidente en Alianza Editorial, Madrid, 1992, p.99

7 O.C., I, p. 311

8 O.C., I, p. 311

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esto es, quitarle el velo, aquello que lo cubre y encubre: sólo asísabemos la verdad -en el sentido griego, alétheia9-. Y la forma dehacerlo es descubrir los tópicos que nos ciegan y articular un dis-curso contra-tópico (como un antídoto) con el que iluminar yseñalar los lineamientos de una vida digna. En nuestro caso par-ticular, los tópicos del sexismo, su desvelación y su denuncia.

Así pues, lo que interesa de la meditación, como decíamos, essu carácter “salvífico”; carácter que aparece en Ortega desde suprimer libro -Meditaciones del Quijote- y su famoso dictum: “yosoy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo”10.¿Qué significa, pues, salvar? Y, en particular, ¿qué significa la 'sal-vación' en la dura 'circunstancia' que supone la violencia sexista?

La presente meditación trata de responder, esencialmente, a lasegunda de las cuestiones planteadas. Pero para ello se tornanecesario abordar, antes, la primera cuestión. Y, siguiendo laforma orteguiana de proceder, vamos a dar un breve rodeo etimo-lógico11, tratando de clarificar el significado de la palabra claveaquí, a saber, “salvación”. Veremos con qué interesantes casuali-dades tropezamos.

La raíz indoeuropea de la que procede el término salvación essol-, que tiene el significado de entero-a, íntegro-a, completo-a,pleno-a, unido-a12. La evolución de las palabras -por variantesdialectales y otras modificaciones- hizo que de esta raíz aparecie-sen dos que resultan esenciales en nuestra meditación, a saber,

9 Cf. O.C. I, p. 335; IV, p. 532; V, pp. 16, 456, 535-ss.; VII, p. 245, 342; IX, pp. 433-ss.10 O.C., I, p. 32211 Cf. “Salvación y elegancia de la vida. La metafísica ética de José Ortega y Gasset”, enLlano Alonso, F. y Castro Sáen, A. (eds.), Meditaciones sobre Ortega, Tébar, Madrid, 2005,pp. 60-ss.12 Importa mucho aquí -pese a la 'economía del lenguaje'- mantener la doble referencia -masculino, femenino- de la palabra.

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salvus y salus. De la primera se derivan salvar, salvación y susvariantes; de la segunda proviene salud y sus variantes; ambasconservan el significado radical de “entero-a”.

La vivencia originaria -la nada despreciable experiencia origi-naria de estas palabras que, a fuerza de repetirse, provocan suconcreción lingüística (salus y salvus)- tiene que ver con la viven-cia humana de sentir amenazada la integridad, con la perdiciónante un problema de dicha integridad. De ahí, precisamente, lafamiliaridad de las expresiones 'tener salud' y 'estar salvo/a', quesignifican, en su radicalidad, “estar o mantenerse entero/a” (salus,salvus… sol-).

Efectivamente, ante una amenaza o perdición vital, hacemostodo el esfuerzo posible por salir, literalmente, sanos y salvos, esdecir, íntegros, enteros. Sanos, esto es, sin daño corporal, con-servando la integridad física (seguir con vida, en el sentido bioló-gico del término)… Salvos, esto es, a seguro del peligro (paraseguir con vida, en el sentido biográfico: con nuestro proyecto devida). Seguir con vida (salus) y seguir con la vida (salvus).

Queda por rastrear -e importa mucho a la perspectiva aquíadoptada- el origen de la palabra “meditación”, pues acabará deaclararnos porqué es acertada una meditación sobre la violenciasexista, como la que proponemos.

Meditación, decía Ortega, es “tarea quirúrgica”13. No le faltabarazón, y no podía definirla de forma más adecuada para nuestropropósito aquí, pues “meditación” procede del radical indoeuro-peo med-, que significa medir, tomar medidas apropiadas. Elderivado latino medeor (cuidar, tratar un padecimiento con los

13 O.C., VII, p. 388, 435.

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medios apropiados) dio lugar a los vocablos médico y medicina,tan netamente relacionados con salus; también el mentado radi-cal deriva en meditor, que significa pensar en los medios adecua-dos para resolver una dificultad. Y no hay mayor dificultad que lle-var a cabo nuestro proyecto de vida cuando a ésta la quieren des-integrar (cuando no nos dejan seguir con la vida, salvus).

Medeor, meditor... sanus, salvus. Necesitamos de la medita-ción para salvar la vida. Que este escrito contribuya un poco mása ello, y que la sociedad “sana y salva” esté lo más cercana posi-ble.

1. De la necesidad y sentido de esta meditación

En uno de los escritos más interesantes en torno a la liberaciónde la mujer, Emilia Pardo Bazán hacía una observación quasi lapi-daria respecto de los ensayos y trabajos de investigación del tipoy modo que aquí proponemos. Sostenía allí que “más que nues-tros discursos y nuestros estudios nos ha de sacar a flote el ejer-cicio de nuestra propia voluntad y la rectitud de nuestra línea deconducta. La mujer se cree débil, se cree desarmada porquetodavía está bajo el influjo de la idea de su inferioridad. Es graví-simo error: la mujer dispone de una fuerza incontrastable, y bastaa que se resuelva a hacer uso de ella sin miedo”14.

Pero, si bien es cierto que el fin de la violencia sexista como talno depende tanto de los discursos y estudios como de la volun-tad, de la fe de la mujer en sí misma y de la pérdida del miedo,

14 “La educación del hombre y de la mujer. Sus relaciones y diferencias”, ponencia reco-gida en su libro La mujer española y otros artículos feministas, Editora Nacional, Madrid,1984.

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también lo es que la voluntad de muchas de las mujeres sigue,hoy, cautiva y necesita de estrategias y procesos que desenmas-caren tal secuestro e indiquen caminos de liberación; que la fe dela mujer en sí misma necesita un esclarecimiento total, y que almiedo (ideológico y visceral) hay que dotarlo de luz y recursosque volatilice los fantasmas (de cadenas reales)15.

En el presente trabajo de investigación tenemos la intención deindagar en torno a la lógica intrínseca de la violencia sexista: susmecanismos de generación, metamorfosis y perpetuación, con laintención final de mostrar una de las rutas posibles en el difícilcamino de liberación de la mujer.

Por ello, como veremos con cierto detalle la Parte Primera delmismo, la estrategia usada va encaminada a desenmascarar lasituación asimétrica de una sociedad androcéntrica en la que laconstrucción social del varón y de la mujer es parte del problemay parte de la solución. Ello justifica que nuestro esfuerzo vaya diri-gido a la deconstrucción -al desmontaje lingüístico- de la estruc-tura de la violencia sexista, a través de los tópicos que la tejen yla recrean cotidianamente. En este desmontaje, -al que dedica-mos la Parte Segunda del presente trabajo- descubriremos lo queconvenimos en llamar microviolencia sexista, causa presente ypermanente de la violencia contra la mujer-: su lógica, sus proce-sos, sus metamorfosis y, quizás lo más importante, sus debilida-des. Debilidades que -como indagamos en la Parte Tercera y últi-ma- pueden servir como punto de partida para inaugurar un pro-yecto de sociedad simétrico, donde la igualdad en la diferenciasea posible, deseable y deseada. En este momento principal, laeducación debe tomar la palabra.

15 Hace poco menos de un año informaba Rosa Peris, directora del Instituto de la Mujer(dependiente del Ministerio de Asuntos Sociales), que son 2 millones de mujeres enEspaña las que sufren malos tratos, bien de forma esporádica, bien de forma contínua.Pero de éstas, sólo 700.000 lo reconocen (no nos dice cuántas de ellas, además, lodenuncian, pero damos por hecho que menos de las que lo admiten).

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Porque, efectivamente, de diferencias se trata: igualdad ante laley, diferencia bajo palabra. El respeto, en ambos casos, es fun-damental. Pero el respeto y la tolerancia activa, se aprenden. Y ellugar del aprendizaje -socialización primaria- es compartido por laescuela y la familia. Hacia aquí creemos que apunta la solucióndel problema a medio plazo: a educar a las generaciones futurasen los valores fundamentales (igualdad, solidaridad, respeto acti-vo, libertad y diálogo) que nos permitirán eliminar el problemas dela violencia sexista de un modo definitivo; a enseñar -que no esotra cosa que dejar aprender- a mirar la realidad, deconstruyendolos tópicos (Ortega), introyectando (Freire) en la mirada la relaciónética con el rostro-del-Otro (Lévinas), para así cargar con, hacer-nos cargo y encargarnos de (Zubiri-Ellacuría) la grave realidad queles ha tocado vivir a las mujeres sujeto de violencia sexista.

2. Fundamentos Filosóficos

El recurso a la filosofía ha sido constante en esta meditación -y en el trabajo de investigación del que se ha nutrido-.Efectivamente, de un lado, como ya hemos indicado, se ubicadentro de la asignatura de Filosofía I del currículum delBachillerato. De otro, la propia metodología toma como funda-mento originario el lineamiento iniciado por Ortega, y armado porZubiri y Ellacuría para cuestiones de orden filosófico (sobre todo,metafísica en el caso del segundo, filosofía de la historia en elcaso del tercero). Hacerse cargo, cargan con y encargarse de… obien, ver-juzgar-actuar… son las tres articulaciones que vertebranuna metodología (elaborada por nuestro equipo de investigación,por ello deudora pero original) que se reclama crítica.

Pero esta metodología -que incorpora, después, elementos dela antropología cultural, de la sociología y de la intervención

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social- se nutre de lo que hemos convenido en llamar “tópicos”en torno a la violencia sexista. Ha llegado el momento de expli-car qué entendemos por “tópico” en este trabajo de investiga-ción. Y lo hacemos de la mano de Ortega y Gasset.

2.1 Idea de “tópico” y el recurso a la filosofía

Efectivamente, este trabajo se fundamenta en el análisis y lacrítica de los “tópicos” en torno a la violencia sexista, pues sonéstos los mecanismos de transmisión y de consolidación de lamisma, y por ello hay que desvelarlos y tratar de reconstruirlos, detal modo que se rompa la ciega dinámica que los crea, recrea eincluso metamorfosea para asegurar su perpetuación, y así semantiene la eterna asimetría que impera en las relaciones entrelos hombres y las mujeres.

Para usar de forma adecuada este recurso metodológico(genérico) hemos recurrido a quien mejor ha tratado la idea detópico en el sentido que aquí usamos, a saber, Ortega y Gasset.Para el pensador madrileño, la filosofía -este es, insistimos, untrabajo de carácter filosófico16- no es una ciencia, sino, si sequiere, “una indecencia, pues es poner las cosas y a sí mismodesnudos, en las puras carnes -en lo que puramente son y soy-nada más. Por eso es, si ella es posible, auténtico conocimiento17

(…) La filosofía es la verdad, la terrible y desolada, solitaria verdadde las cosas. Verdad significa puesta al descubierto (…) desnu-dar”18. Y esa es aquí, precisamente, nuestra intención: desnudar

16 Porque consideramos que el filosófico es el mejor modo de abordar esta grave proble-mática, como trataremos de mostrar en lo que sigue.

17 Lo cual no son nunca las ciencias, pues sensu stricto éstas no son mas que “merastécnicas útiles para el manejo sutil, el refinado aprovechamiento de las cosas” (O.C., VII,p. 145), pero no para desnudarlas.

18 O.C., VII, p. 145

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el orden de cosas que tienen que ver con la violencia sexista, aun-que la verdad hallada sea terrible, desolada…

El recurso a la filosofía se torna, pues, indiscutible -si es quequeremos desnudar la realidad sobre la violencia sexista, alcan-zar su verdad, su alétheia-. Y, como lo que pretendemos aquí es,en el fondo, “(…) recurrir de nuestra pseudo-vida convencional anuestra más auténtica realidad”19, donde -desde el respeto a ladiferencia- se de la igualdad en dignidad, necesitamos una téc-nica intelectual más rigurosa que la de ninguna otra ciencia -pormás que también recurramos a la antropología cultural y a lasociología empírica-, una metodología comprehensiva que des-nude la realidad empírica, teórica y nos la devuelva humanizada,des-topificada, esto es, autentificada.

¿Por qué recurrimos, en fin, a la filosofía? Pensamos que lafilosofía es, efectivamente, una “técnica”, como decía Ortega enel texto anterior, pero ello lo es sólo en segundo lugar -como acla-ra el propio Ortega- para una meta superior, “para intentar aque-lla su perpetua y primigenia misión”20 (la cursiva es nuestra). ¿Cuáles esta tarea o misión de la filosofía? Respuesta: señalar las inter-pretaciones irresponsables de los demás, actuales o heredadas -precisamente los tópicos-, y las que nosotros hacemos -bien porpartir de tópicos, bien por errar en el proceso de su formación21-.Por eso la filosofía es “la crítica de la vida convencional, inclusomuy especialmente de su vida”22, de modo que cada cosa quede

19 O.C., VII, pp. 145

20 O.C., VII, pp. 145-146. Alude Ortega en ese mismo texto a la barbaridad que suponetratar de hacer de la filosofía una ciencia, “bajo el apodo de positivismo”, pero enseguidaseñala que “se trata sólo de un breve ataque de modestia que la pobre sufrió.” (O.C., VII,p. 146).

21 Cf. O.C., VII, p. 144

22 O.C., VII, p. 146

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“en el grado de realidad que le corresponde”23. ¿En qué grado derealidad queda la relación (asimétrica) entre el hombre y la mujer?A esta cuestión vamos a dedicar buena parte del presente traba-jo de investigación.

¿Qué es, entonces, el tópico? Tal como dice Ortega, “el tópicoes el lugar, el lugar común, el sitio en que los hombres coincidentanto, que se identifican y se confunden, cosa que no puedeacontecer sino en la medida en que los hombres se mineralizan,se deshumanizan”24. Y es que “la sociedad, la colectividad, nocontiene ideas propiamente tales, es decir, clara y fundadamentepensadas. Sólo contiene tópicos y existe a base de estos tópicos.Con ello no quiero decir -insiste nuestro autor- que sean ideas fal-sas (pueden ser magníficas ideas); lo que sí digo es que, en tantoque son vigencias u opiniones establecidas o tópicos, no actúanesas sus posibles egregias cualidades. Lo que actúa simplemen-te es su presión mecánica sobre todos los individuos, su coacciónsin alma”25. Y lo que se deriva de ello puede ser terrible, comobien lo muestra las actitudes y hechos que tratamos de des-velaraquí.

Hay, como vemos, dos tipos de tópicos: “los hay que songrandes verdades y los hay que son grandes necedades. El hom-bre vulgar no distingue los unos de los otros: cuando se pone ahablar se monta, sin más, en el tópico que pasa, como en un tran-vía”26. Y sólo una adecuada -y, por ende, vitalmente necesaria-metodología hermenéutica puede revelarnos cuál de todos es

23 O.C., VII, p. 146

24 O.C., VII, p. 41

25 O.C., VII, p. 264

26 O.C., VII, p. 264

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auténtico, verdadero -coincidente con el ser del hombre mismo,como si fuese originario-, y cual es mera necedad, superchería,sin autenticidad.

Lo peor del tópico, lo que aquí tratamos de denunciar, es que“(…) tópico es la idea que se usa, no porque es evidente, sinoporque la gente la dice”27. El efecto de éste es aplastante: “haceengrosar la pantalla entre el sí mismo de cada hombre y las cosasmismas que le rodean. Su vida va siendo cada vez menos suya”28.En fin, el tópico es falta de autenticidad, cierta falsedad29: endoxa-opinión pública30.

Por eso necesitamos, contra el tópico, un antídoto, generaruna actitud contra-tópica. Restablecer, en fin la verdad y auten-ticidad sobre las relaciones hombre-mujer. Por ello dice Ortegaque “vivir es para nosotros huir del tópico, recurrir de él a nuestrapersonalísima reacción”31. Esta frase está inmersa en el debateque Ortega mantiene en torno a la verdad y a la sinceridad, ambasen relativo equilibrio. Así se entiende que sostenga, por ejemplo,que “las épocas clásicas han sido posibles gracias a la insinceri-dad de los hombres que en ellas vivieron (...) Nuestra sensibilidades -acaba diciendo- rigurosamente opuesta”32.

27 O.C., V, p. 78

28 O.C., V, p. 78

29 “El tópico -detalla Ortega- es la verdad impersonal, y cuando hallamos que una épocase ha satisfecho respirando tópicos, necesitamos pensar que los hombres de ella eranimpersonales”. ¿Qué significa esto? No es posible admitir que a estos hombres imperso-nales les “faltase la sensación de su propia individualísima personalidad. Lo que ocurría esotra cosa. Por unas u otras razones históricas, existía en ellos la propensión a creer que lavida debe consistir en una acomodación del individuo a ciertas formas oficiales, conven-cionales, de reacción intelectual” (O.C., IV, p. 515).

30 O.C., V, p. 544

31 O.C., IV, 515

32 O.C., IV, 514

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En este trabajo -aunque parezca pretencioso decirlo, no lo ensi seguimos instalados en el sentido orteguiano de los términos-“la alétheia”, la verdad entendida como sincera búsqueda ante lascosas -que revela, a su vez, sincera actitud-; y eso es lo que lla-mamos autenticidad33: huida del tópico

La actitud contra-tópica significa, pues, una “reacción queconsiste en repetir la faena del que la creó, esto es, en adoptarlasólo en vista de la incontrastable evidencia con que se le impo-nía”34 (la cursiva es nuestra).

Así pues, por tópico nos referimos en este ensayo -de formaun tanto genérica- a todas aquellas costumbres, concepciones,ideas, expresiones... asumidas por la sociedad de forma “acríti-ca”, esto es, aceptadas bien por que forman parte de la tradición(“siempre ha sido así”), bien porque proceden de alguna autori-dad real o ficticia (“lo dice el gobierno”, “lo dice la Iglesia”, etc.).En definitiva, el tópico tiene fuerza por que nosotros no ejercemosnuestra autonomía y nos dejamos vencer y convencer irreflexiva-mente por lo que “otro” (quienquiera que sea), diga o haga. Porello decía Ortega que “el desdén al tópico (...) está bien fundadoen la advertencia de que es la negación del pensamiento; mejoraún: su suplantación”35.

El tópico, entonces, no es tal por que haya sido aceptado portodos -lo cual tiene una evidente fuerza social-, sino porque no seha sometido a reflexión personal. Por ello oponerse al tópico no

33 Rodríguez Huéscar señala, en este punto, el carácter ético de la verdad en Ortega.

34 En torno a Galileo, ed. cit., p. 227

35 O.C., II, p. 625

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indica tener afán de novedades, sino afán de responsabilidad y desinceridad intelectual. Dicho todavía de otro modo: oponerse altópico consiste en no aceptar el lugar común que viene avaladodesde la heteronomía, y contrariamente, hacer valer la autonomíaen toda su plenitud.

Metodológicamente, pues, cabe abordar la temática que nosocupa desde el análisis de aquellas concepciones, expresiones ymanifestaciones habituales en nuestra convivencia o relación depareja -sea esta del grado y forma que fuera-, e incluso, másgenéricamente, de la relación social hombre-mujer. Por ello esadecuado, en una investigación como la que nos ocupa, hacersela siguiente pregunta: ¿Qué tópicos existen en torno a la vio-lencia sexista? A responder a esta esencial cuestión dedicamosíntegra la Parte Segunda de este trabajo.

2.2 La importancia del lenguaje: tópicos e historia tachada

Como sabemos, la filosofía es el resultado -como decíaWittgenstein- del duro trabajo del concepto. De hecho, la tareadel filósofo -y el presente es un trabajo de filosofía, como hemosya mencionado y reivindicado- es triple, a saber: a) aquilatar lascategorías, que son los conceptos más generales con los queordenamos la realidad, la conocemos y la expresamos; b) articu-lar un discurso racional con ellas; c) mantener una adecuada dis-posición (forma de mirar o perspectiva) ante la problemática encuestión.

Pues bien, la puesta en práctica de esta triple tarea -adecuadaa la perspectiva epistémica y metodológica elegida- hace que,desde un primer momento, tengamos que detenernos en la dis-cusión del habitual modo de nombrar la violencia contra la mujer,a saber: violencia de género (la propia ley que regula su protec-

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ción usa esa expresión); expresión con la que, como ahora vere-mos, no estamos plenamente de acuerdo, dado que, en tanto queconcepto, no clarifica toda la realidad que se propone incluir yexpresar. Veámoslo con cierto detalle.

El poder de la palabra no conoce límites. Sobre ello no parecehaber ya discusión. Basten estas tres citas para tratar de enmar-car adecuadamente lo que pretendemos decir en este apartado:“las palabras son fronteras que encierran trozos de 'caos', y deesos trozos hacemos las cosas y las personas” (Jesús Ibáñez);“las palabras son a menudo en la historia más poderosas que lascosas y los hechos” (Heidegger); finalmente “¿qué crea más quela luz? -preguntó el rey a la serpiente. -La palabra, respondióésta” (Goethe).

Hay que des-velar el secreto de las palabras. Y a ello nos que-remos dedicar en este trabajo, cuando ponemos en el centromismo de investigación la palabra topificada, petrificada. Porque,efectivamente, hay palabras que encierran el mal, que lo generany lo transmiten, metamorfoseándolo, encubriéndolo e incluso jus-tificándolo.

En particular, como ya hemos anunciado, trataremos -princi-palmente- de lograr construir con las palabras volcadas en la rela-ción varón/mujer un “discurso” que deje rastro suficiente al inves-tigador para que pueda realizar la labor arqueológica o de identi-ficación de las “huellas de la violencia” inscritas en la propiamatriz de ésta, del lenguaje, en fin, pues tras ellas aparece el refle-jo de lo inefable y/o de lo inefado (Ortega) en una sociedad: la vio-lencia instalada, aceptada, difuminada, olvidada, ignorada… Estomismo, como veremos, puede hacerse en un centro de secunda-ria, en el barrio, en el lugar de trabajo, etc.

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Del conjunto de ideas que se enuncian y se argumentan, de los“lugares comunes” que señalan o insinúan, el investigador obtie-ne -tras la tarea arqueológica y de análisis del discurso o discur-sos implícitos anunciada- una serie de tópicos que se tornan fun-damentales a la hora de reconstruir un discurso genérico, perolocalizado social y geográficamente- sobre la temática tratada.

Esos tópicos sirven, como sabemos, para establecer las cau-sas -al menos, no pocas de ellas- que provocan la violencia sexis-ta. Con ellos se pueden localizar, también lo sabemos, los meca-nismos generadores y reproductores de la violencia contra lamujer específicos de la zona estudiada. Y es a partir de ellos, evi-dentemente, desde donde se deben articular tanto propuestaseducativas específicas como las políticas sociales locales contratal tipo de deshumanización. En esto consiste, digámoslo una vezmás, la matriz de nuestro trabajo de investigación.

La metodología que lo informa tiene, pues, una clara vincula-ción con el lenguaje. En realidad, su elemento central es unagenealogía de las expresiones usadas para calificar la relaciónhombre-mujer en distintos ámbitos. La genealogía del lenguajesexista -explícito o solapado- se tornan clave para el rastreo delas causas de este tipo de violencia. El propio nombre habitualusado para indicarla es ya una muestra clara de lo que decimos.Veámoslo.

La expresión “violencia de género” es la traducción del inglés“gender-based violence” o “gender violence”, difundida a raíz delCongreso sobre la Mujer celebrado en Pekín en 1995, y con la quese identifica la violencia, tanto física como psicológica, que seejerce contra las mujeres por razón de su sexo.

Pero este sintagma nominal (“violencia de género”) no escorrecto en castellano porque, según informa la Real Academia

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Española36, “las palabras tienen 'género' y no sexo, mientras quelos seres vivos tiene 'sexo' (y no 'género')”. En español -siguenrecordando los académicos- no existe la tradición de uso de lapalabra 'género' como sinónimo de 'sexo'; es más, “en la tradi-ción cultural española la palabra 'sexo' no reduce su sentido alaspecto meramente biológico. Y propone como ejemplo, precisa-mente, la expresión “sexo fuerte/sexo débil” (cuyo concepto sub-yace a las expresiones de violencia de la que estamos hablando).

'Género', pues, debe emplearse cuando el lenguaje -la expre-sión- va referido a objetos. Pero, precisamente, cuando se violen-ta a una mujer, se la está tratando -aunque no lo sea- como unobjeto. Porque sobre un objeto se puede ejercer manipulación,violencia...sin sentir remordimientos ni cargos de conciencia yaque es inferior. Género es, también, mercancía. Y cuando a unapersona se la trata como un medio y no como un fin en sí mismo,se la está degradando en lo más fundamental de su dignidad,como ya vio claro Kant37.

Claro ejemplo de esta forma de entender a la mujer nos lamuestra el siguiente texto de Nietzsche, maestro de la sospecha,

36 Cfr. Informe de la R.A.E. aprobado por el pleno académico el 13 de mayo de 2004. Eneste informe sugieren los académicos emplear la expresión “ violencia doméstica o porrazón de sexo”. Creemos que la expresión violencia doméstica puede dar lugar a malosentendidos, porque “doméstica” es parece englobar a todo el que vive bajo el mismotecho, con lo cual, entre otras cosas, elimina la posibilidad de integrar en este tipo de vio-lencia al compañero sentimental que no vive en el mismo docimilio, y, por otra parte nohace referencia a la mujer -persona sobre la que se ejectua la violencia- sino a cualquiermiembro del hogar.

37 Una de las formulaciones del imperativo categórico que nos propone Kant tiene idónealectura en clave de violencia sexista, pues advierte a cada sujeto (pensemos concretamen-te en el varón) que debe actuar “de tal modo que uses a la humanidad, tanto en tu per-sona como en la persona de cualquier otro (léase: la mujer), siempre como un fin al mismotiempo y nunca solamente como un medio” (el paréntesis es nuestro). Fundamentación dela metafisica de las costumbres, Real sociedad económica matritense de amigos del país.Madrid, 1992, pp. 64-65.

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que no duda en considerarla como un ser-objeto (un género enpropiedad) al servicio del hombre: “él (el hombre) debe conside-rar a la mujer como propiedad, un bien que es necesario ponerbajo llave, un ser hecho para la domesticidad que no tiende a superfección más que en esta situación subalterna”38: ser mujer esser objeto, ser medio para, ser propiedad de… En esta relaciónasimétrica, es -literalmente- “subalterna”- no sólo Nietzsche des-preció y clasificó a la mujer como un simple objeto. Aristótelesdescribió a la mujer diciendo: la hembra es hembra en virtud decierta falta de cualidades y Erasmo de Rotterdam afirmó: la mujeres, reconozcámoslo, un ser inepto, aunque agradable y gracio-so39.

Frases como estas nos influyen y nos crean una visión de lamujer y de sus cualidades que no concuerda con la realidad.

No es, pues, inadecuada la polémica iniciada por los lingüistasy otros40 en torno a la expresión que debe usarse para referirse ala violencia ejercida contra las mujeres por razón de su sexo. Noobstante, nosotros preferimos usar “violencia sexista” porque deello se trata: de una discriminación brutal por razón de sexo, eneste caso por el supuesto predominio del sexo masculino sobreel femenino.

38 Más allá del bien y del mal. Obras completas, Madrid, Buenos Aires, México, 1932, p.48

39 Cf. Escámez Sánchez, J. y García López, R. (coord.) Programa de prevención escolarcontra la violencia de género, Brief, Valencia, 2005.

40 En contra de esta expresión se situan Lázaro Carreter (Cfr. El dardo en la palabra,“Vísperas navideñas”, en El País, 3-XII-2000, Opinión/15) y Álex Grijelmo (“La desapari-ción de la mujer”, en su libro La seducción de las palabras, Taurus, Madrid, 2000). A favorde ella, por ejempo, Margarita Rivière (El mundo según las mujeres. Aguilar, Madrid, 2000,pp. 261, 263), Victoria Sau (Diccionario Ideológico feminista, I. Icaria, Barcelona, 2000, pp.133-138).

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Violencia sexista es, pues, una expresión que recoge y acen-túa la relación de desequilibrio en las relaciones de poder entreambos sexos (hombre y mujer) y su proyección a todos las esfe-ras públicas y privadas de convivencia (social, económica, moral,física, psíquica, etc.).

Esta violencia tiene -como las palabras- su memoria, su histo-ria. La guarda tan celosamente que no resulta fácil encontrar lasenda que nos hace transitar a través del tiempo por personasfemeninas: hay palabras para la mujer en la historia, pero no haypalabras de mujer en la historia: ni la literatura, ni la música, ni laciencia… se han escrito en femenino. ¿O sí?

3 Breve historia de las mujeres en la historia

Pocas noticias tenemos de mujeres que, de un modo u otro,destacasen en la historia de ha humanidad. La mujer es la grandesaparecida de nuestro pasado, es la más clara encarnación delo que significa el anonimato. Cualquiera que emprenda la tareade rastrear el papel y el nombre de mujeres protagonistas -porsus investigaciones, por sus aportaciones en el mundo cultural:pintura, literatura, música, etc.-, se verá en la obligación de con-vertirse en arqueólogo y en buscador de sombras. A la sombra dehombres famosos, bajo el anonimato de nombre masculino, des-aparecida de listados y catálogos de obras de arte…, o peortodavía, por calificar: olvidadas en cualquier apartado rincón deun museo, de una casa señorial, etc. Pero -idealmente- no siem-pre fue así. En el principio pudo reinar la simetría.

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3.1 En el principio, la simetría

Cuentan que, en los tiempos de nuestros orígenes, la humani-dad se realizaba siempre bajo la forma simétrica de hombre y demujer. Tan simétrica que, según el midrash haggadá que lorecrea41, en un principio el ser humano era hombre y mujer a lavez; masculinidad y feminidad en un solo y mismo cuerpo: en lamisma carne un rostro y un aparato genital masculino por un ladoy, por el otro, uno femenino. Simetría originaria y original. Pero, acausa del mal comportamiento, Dios cortó ese de perfecta sime-tría por el medio. Así se separaron el hombre y la mujer que,desde entonces, se buscan incansablemente42.

Pero parece -esto ya no lo cuenta el midrash- que el corte nofue limpio. Y, si lo fue, alguien se encargó de falsear el medio-cuerpo masculino dotándolo de los atributos que iban a serpotenciados en el nuevo medio en que se iban a desarrollar losseres humanos (no el paraíso sino la sociedad)… Y de este mododiscriminó al medio-cuerpo femenino que se vio retirado a un dis-criminatorio segundo puesto.

Ya no importa tanto quién lo hizo sino cómo reconstruir estasituación originaria, pues aunque ya nuestros cuerpos parecencondenados a vivir separados, sí al menos podremos recomponerla armonía que hacía de nexo en esa totalidad que era masculini-dad y feminidad a la vez. Dicho de otro modo: ¿cómo articularesta igual condición con la diferencia hecha evidente al partirnosen dos?

41 Cf. “Génesis” 2, 18; 2, 23-24; 1, 27. Al respecto, Cf. Castelló Meliá, J. Ocho metáforassobre la condición humana, Diálogo, Valencia, 2001

42 Otra preciosa imagen en la que se nos revela una cierta simetría en la relación de pare-ja -que incluye por cierto el amor homosexual- es la que nos presenta Platón en su textoBanquete, cuando pone en boca de Aristófanes el “mito de los andróginos” (189d-ss).

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Con evidente 'lentitud estructural', las mujeres están luchandopor conseguir de nuevo esa situación de simetría, de figura justa.Mujeres que pasan desapercibidas hasta que ocupan cargosimportantes y nos hacen ver que es posible conseguir esa sime-tría tan deseada porque ocupan puestos antes reservados exclu-sivamente para el varón. Se puede decir que el siglo XXI es elsiglo de las mujeres, pues al terminar el primer lustro de este siglohabía en el mundo cinco mujeres presidentas en su respectivospaíses: Irlanda, Letonia, Finlandia, Filipinas y Sri Lanka; en las últi-mas elecciones de Alemania ha sido elegida Angela Merkel comocanciller y, por otro lado, Michele Bachalet es presidenta deChile. Pero alguien ha dado ya una voz de alama: si las mujeresempiezan a ocupar cargos importantes en el mundo de la políticaes porque el varón ha descubierto otro poder más decisivo…

3.2 Mujeres en la historia

Sea como fuere, ha llegado el tiempo en que la simetría debevolver a conquistar aquello que, idealmente al menos, fue su ori-gen; debe volver a ocupar el puesto que le corresponde en la his-toria de la humanidad. Para lograrlo, hay ya varios grupos deinvestigadoras -mayoritariamente mujeres- interesadas en resca-tar de la historia -mejor dicho, para la historia- a todas aquellasmujeres que tuvieron que destacar por sus aportaciones y, evi-dentemente, no lo hicieron. La historia oficial -de hombres, parahombres, hecha por hombres- no las incluyó.

Estos equipos de investigación -casi siempre de forma desin-teresada- han iniciado una tarea extensa y profunda. Lo más inte-resante es que su nueva metodología “colorea el pasado, lo ilumi-na, incide en el presente y, prolongándose hacia lo que vendrá,diseña un futuro distinto, unas relaciones nuevas”43.

43 Cf. Arana, María José, “Mujeres en la historia”, en Mujer Documentación Social. Cáritas,nª 105, 1996, pp. 113-131

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A la espera de que los resultados de estas investigaciones senos vayan ofreciendo, vamos ahora a reconstruir una brevísimahistoria de mujeres que, a pesar de sus geniales aportaciones cul-turales, han quedado silenciadas por una historia 'androgénica'.Mujeres a las que no se les ha dejado brillar según su propia luz -quizás porque el hombre, dominante en la historia, veía peligrar suhegemonía, incluso cultural; quizás porque su perspectiva leimpedía ver el puesto de la mujer en la vida y en la historia-.

Si tomamos como hilo conductor de esta mínima búsquedaarqueológica, por ejemplo, la música, pronto nos daremos cuen-ta de que resulta tarea poco menos que imposible de encontraralguna partitura firmada por mujer. Y es que, ciertamente, some-terse a juicio masculino bajo el nombre de mujer ha sido -duran-te siglos- tanto como renunciar a todo tipo de reconocimiento.Pero, como también la vocación musical es femenina, las explica-ciones posibles para esta ausencia de mujeres célebres en estaesfera cultural -excepción hecha de las vocaciones asfixiadastanto por graves dificultades económicas o por la dura presión delvarón cercano-, pueden ser estas dos: o bien no firmaban susobras y permanecían en el anonimato, o bien eran publicadas fir-madas con nombre de varón44 -inventado, o quizás del marido,padre o hermano-, de modo que sus nombres han desaparecidopara siempre del listado de compositoras. Veamos algunos casosde 'ocultación' o desaparición de mujeres de gran talento musi-cal:

1. El compositor G. Mahler tuvo en su mujer -Alma MaríaMahler- una valiosísima colaboración. Tanta que, segúnalgún experto, era ella la verdadera genial composito-ra45. En todo caso, ambos fueron extraordinarios músi-

44 Cf. Michel, Andree. Le Féminisme, Seueil, Paris, 1980, pp. 55-56

45 Cf. AA.VV. Diccionario de mujeres célebres. Espasa, Madrid, 1994

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cos, pero ¿quién sabe de la existencia de Alma María?¿Cuántas partituras firmó? No es un caso aislado.

2. Todos sabemos que Wolfgang A. Mozart fue, ya de niño,un superdotado para la música: a los cinco años podíainterpretar al piano con extraordinaria maestría. Pero,¿tenías noticia de que su hermana Nannerl Mozart tam-bién destacó -tanto o más- que su célebre hermano? Alchico le dieron todas las oportunidades para que culti-vara su talento; ella no tuvo ninguna oportunidad46.

3. Guardamos para el final el último de nuestros ejemplos,porque quizás tiene rabiosa actualidad. Es el caso deClara Wieck, compositora de buena proyección, cuyaprometedora carrera fue truncada cuando se casó conel también extraordinario compositor R. Schumann. Eneste caso, no sólo tenemos a una mujer que queda blo-queada para dejar paso al marido sino que, sin temor aequivocarnos, podemos pensar que alguna ayuda lebrindaría a su marido. Pero, claro, no aparece su nom-bre en ninguna de las partituras de éste47.

Quizás los casos más conocidos de mujeres silenciadas parala historia de la cultura (de las artes y de las ciencias, etc.) son lasescritoras, muchas de ellas escondidas -secuestradas- bajo unanonimato masculino: Cecilia Böhl de Faber (XIX) escribió bajo elpseudónimo de Ferrán Caballero, Aurora Durpin (XIX) firmabacomo George Sand, Anne Evans (XIX) es el gran George Eliot; elfilósofo Aristophile no era otra que Gabrielle Sochon (XVII),Gabriela Mistral era el pseudónimo que utilizaba Lucila Godoy(XIX-XX). Otros casos semejantes son los de Olivia Sabuco de

46 Cf. Pérez Sevilla, G. “Mozart”, cuaderno nº 2. Las giras triunfales de un genio adoles-cente. D.G.T., Madrid, 1991

47 Cf. Ozaita, María Luisa. “La otra historia de la música”, en Emakunke, nº 3, 1991.

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Nantes Barrera (XVI), cuyo libro La nueva filosofía de la naturalezadel hombre tuvo relevante éxito pero, dadas ciertas graves ame-nazas, tuvo que reclamar la autoría el padre de Olivia; o la deses-perada situación de Judith Shakespeare, hermana del archicono-cido dramaturgo inglés que, a pesar de sus dotes como escrito-ra, nunca pudo llegar a nada48.

Si indagamos en otro ámbito cultura, como el de la pintura49,encontraremos casos semejantes a los que hemos hallado en elmundo de la música. Nombres como los de Teresa Díaz (XIV),Laviana Fontana (XVI), ambas casi desconocidas; Margarita VanEyck (XIV-XV), que trabajó para sus hermanos, que pasaron a lahistoria de célebres pintores (ella no, evidentemente); ArtemisiaGentileschi (XVII), la fama de la cual la acapara su padre Orazio,etc.50. Sólo un comentario más, revelador como el que más, paratodo aquel que pretenda entender esta maldición que pesa sobrelas mujeres geniales, este miedo del varón a nombrar el mundofemenino y, por tanto, esta -aparentemente enigmática- tenden-cia a silenciar la voz y el genio femeninos. Nos referimos a laexclamación que soltó el magnífico pintor impresionista Degas,cuando observó los dibujos de Mary Cassatt, a quien pocosconocen a pesar de su talento. Dijo él de ella: ¡No puedo admitirque una mujer dibuje tan bien!51 La frase se comenta por sí sola.

En fin, es necesario recuperar la voz femenina para la historia,porque nuestra historia oficial, sobre todo, el proceso de 'tacha-dura', de exclusión de la mujer. Hay que hacer ahora una historia

48 Montero, Rosa, “Mujeres”, en El País, 5-2-1995, p. 54

49 A este respecto resulta muy interesante el trabajo de la teóloga María José Arana: Traslas huellas de las mujeres a lo largo del tiempo, Sal Terrae, t. 81/3, de 1993.

50 Algunos de estos casos son analizados expléndidamente -pese a los pocos datos exis-tentes- por Montero, R. Historia de mujeres, Alfaguara, Madrid, 1995

51 Cf. Arana, María José “Mujeres en la historia”, en AA. VV. Mujer, ed. cit., p. 119

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de mujeres. ¿Y por qué sólo de mujeres? Nos vale la respuesta deRosa Montero: porque hay que “abrir las aguas quietas y extraerde allí abajo un montón de sorprendentes criaturas abisales.Además, leyendo biografías y diarios de mujeres una descubreperspectivas sociales insospechadas, como si la vida real, la vidade cada día, compuesta por hombres y mujeres de carne y hueso,hubiera ido por derroteros distintos de la vida oficial, recogida contodos los prejuicios en los anales”52.

4. La mirada inter-cultural: la violencia sexista en otras cul-turas

Como ya habíamos comentado anteriormente, el problema dela violencia sexista se aproxima a la configuración propia de los(pocos) universales culturales que existen (veremos que hay algu-nas culturas que lo han evitado). Y, a pesar de las diversas formasde presentarse, de sus metamorfosis, creemos importante -antesde ahondar en los tópicos culturales de nuestro entorno- haceruna breve reflexión al respecto, siquiera sea con la intención deampliar nuestra mirada y dotarla de un rasgo intercultural.

Verdad de perogrullo es que varones y mujeres son sexos bio-lógicos que difieren en sus cromosomas X e Y. Pero la culturatoma esa diferencia y la asocia a diversas actividades, comporta-mientos e ideas. Precisamente por roles de género entienden losantropólogos (y sociólogos) las tareas y actividades que una cul-tura asigna a cada sexo. Y a su estudio vamos a dedicar este epí-grafe.

La tesis antropológica que defendemos -común ya en antropo-logía cultural- es la que sostiene que en este 'reparto de roles'

52 Historias de mujeres, ed. cit., p. 29

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existen desigualdades que provocan una desigualdad estructuralen la distribución de los recursos sociales valiosos -y que, almenos en nuestra cultura, se destilan en forma de tópicos, comoveremos en la Parte Segunda del presente trabajo de investiga-ción-: en efecto, se suele diferenciar a los hombres como “públi-cos y valiosos” y a las mujeres como “domésticas e inferiores”53.

Pero la evidencia antropológica pone en entredicho que laorientación sexual esté fijada, y demuestra que la cultura siemprejuega un papel moldeador de los impulsos sexuales hacia unanorma colectiva o una enculturación común. Precisamente en laParte Tercera de este trabajo -orientados también por tres de lostópicos que en la Parte Segunda deconstruimos- vamos a defen-der que el proceso de enculturación será un elemento esencialpara la solución del problema que estamos analizando, esto es, laviolencia sexista54, en el sentido de eliminar la tendencia a estruc-turar tendenciosamente los roles de género55 o, mejor, cambiar elsistema de género, pues otro modo de ser hombre y mujer esposible.

Pero, en este apartado, sólo nos interesará contestar a cues-tiones tales como: ¿qué efectos tiene sobre la relación varón-

53 Debido a esa repartición de roles está aumentando globalmente la feminización de lapobreza, se ha incrementado el número de hogares y familias pobres encabezados poruna mujer.

54 Claro ejemplo de la importancia de lo que decimos lo confirma la tesis antropológicasegún la cual, aunque en la mayoría de las culturas los hombres tienden a ser algo másagresivos que las mujeres, en todas ellas encontramos que las diferencias de actitudes yconductas violentas emergen de la cultura y no de la biología (Cf. Kottak, C. AntropologíaCultural, McGraw-Hill, Madrid, 2002, pp. 209-ss.). Cómo transmitamos la cultura -endocul-turación y socialización primaria- será, por tanto, esencial para resolver esta terrible cues-tión en las generaciones venideras.

55 Mantenemos, en este apartado, la expresión “género” por ser la habitualmente usadapor los antropólogos. Recordemos los motivos por los que nosotros pensamos que esmejor denominar “sexo”, “sexismo” y violencia de sexista.

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mujer la forma en que son tratados (endoculturados) hombres ymujeres, según diferentes culturas? ¿Por qué el varón tiene ten-dencia -no individualmente, sino social o estructuralmente- a sen-tirse superior y, por tanto, a infravalorar a la mujer? Para tratar deresponder a estas preguntas, vamos a fijarnos, sobre todo, encoordenadas antropológicas (y sociológicas) tales como: presti-gio, sistema económico, división del trabajo, parentesco y filia-ción, y la dicotomía público-doméstico.

Ante “las ricas y variadas construcciones del género” dentrodel ámbito de la diversidad cultural, Susan Bourque y Kary Warrenconcluyen -en un magnífico trabajo- que no siempre se aplicanlas mismas imágenes de masculinidad y feminidad. Su libro Sexoy temperamento entre sociedades primitivas está basado en eltrabajo de campo hecho en tres sociedades de Papúa-NuevaGuinea: los arapesh, los mundugumor y los tchambuli. Este tra-bajo demostró que los hombres y las mujeres arapeh actuabancomo nosotros esperaríamos que lo hicieran las mujeres; en cam-bio, los hombres y mujeres mundugumor actuaban como hom-bres (según nuestro punto de vista); por último, los hombrestchambuli iban de compras como las mujeres (e incluso se riza-ban el pelo como ellas), mientras que las mujeres eran más ener-géticas que ellos, más organizadoras y daban menos importanciaal aspecto personal. Así pues, los roles de género -que son, comoveíamos, las tareas y actividades que una cultura asigna a lossexos (relacionados con los roles están los estereotipos, y portanto los tópicos)- varían según el entorno, la economía, la estra-tegia adaptante y el tipo de sistema político.

De este modo, podemos ir viendo cómo en las diferentes cul-turas la estratificación del género describe y produce una distri-bución desigual entre hombres y mujeres, reflejando posicionesdiferentes en la jerarquía social. Las configuraciones que adoptason diferentes en el tiempo y/o en el espacio (geográfico y cultu-

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ral). Por ejemplo, en las sociedades sin Estado, la estratificaciónde género suele circular más en torno al prestigio que a la rique-za. Así, en su estudio56 sobre los ilongotes del norte de Luzán, enFilipinas, Michelle Rosaldo describió las diferencias de génerocon el valor cultural positivo atribuido a la aventura, el viaje y elconocimiento del mundo externo. Y como los varones ilongotestenían el privilegio de poder visitar lugares más alejados con másfrecuencia que las mujeres, adquirían muchos más conocimientosdel mundo externo, regresaban para expresar sus conocimientosen la oratoria pública, alcanzando el mayor de los prestigios (y susprestanzas). De este modo, las mujeres tenían menos prestigio -menos valor esencial- porque carecían de experiencias exter-nas... Todo un 'círculo sexista'.

Por otro lado, diversos estudios han demostrado que los roleseconómicos afectan a la estratificación de género y al aumentode las desigualdades sociales. En un importante estudio57 'trans-cultural', Peggy Sanday encontró que la estratificación de géne-ro decrecía cuando hombres y mujeres hacían contribucionesrelativamente iguales a la subsistencia. Del mismo modo, se des-cubre que el status de género es más igual cuando la esferadoméstica y la esfera pública no se encuentran extremadamenteseparadas58. Pero cuando las actividades públicas y las domésti-cas se hallan muy separadas, las primeras tienen un mayor pres-tigio que las domésticas. Esto tiene como consecuencia directa laestratificación de género -en donde 'ganan' los hombres-, dadoque éstos tienden a ser más activos -por las facilidades que

56 Cf. Velasco, H. (compilador), Lecturas de antropología social y cultural. La cultura y lasculturas. U.N.E.D., Madrid, 1995

57 Cf. Kottak, C. Antropología Cultural, McGraw-Hill, Madrid, 2002, pp. 115-ss.

58 La fuerte diferenciación entre el mundo doméstico y el exterior se denomina “dicoto-mía doméstico-público”. El mundo externo puede incluir la política, el comercio, la guerrao el trabajo

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obtienen por el hecho de ser 'educados' como varón, y consoli-dan cada vez que realizan- en las actividades públicas.

También la división del trabajo vinculada al género es algoque sucede en todas las culturas. Pero, las tareas particularesasignadas a los hombres y a las mujeres no siempre reflejan dife-rencias de fortaleza y resistencia (también lo veremos en los tópi-cos primero y segundo). Los productores de alimentos suelenasignar las tareas arduas de transportar agua, leña y de moler elgrano a las mujeres. Por ejemplo, en 1967, en la Unión Soviética,las mujeres ocupaban el 47% de los puestos de trabajo en lasfábricas, incluidos los que exigían un esfuerzo físico duro.

Por otro lado, ciertos roles relacionados con la división del tra-bajo están más vinculados al sexo que otros. El rol masculino decazador-luchador refleja también una tendencia hacia una mayormovilidad masculina, como hemos visto anteriormente. Pero todotiene su explicación: por ejemplo, en las sociedades forrajeras lasmujeres están embarazadas o bien en periodo de lactanciadurante la mayor parte de su etapa fértil. En ambos casos (sobretodo cuando se trata del segundo, de llevar al bebé a cuestas)limita los movimientos -rasgo básico del rol que comentamos-,con lo que se produce una discriminación laboral y de prestigio:la mujer no aporta alimento a la familia59.

59 En honor a la verdad, cabe decir que entre los agta de Filipinas, las mujeres no sólorecolectan sino que también cazan con perros mientras llevan a sus bebés con ellas, peroson excepción. Por otro lado, cabe decir que, a pesar de esta discriminación ligada a loslímites del movimiento, en las sociedades forrajeras las esferas pública y privada son lasmenos diferenciadas, la jerarquía la menos marcada, la agresión y la competencia las másevitadas, y los derechos, actividades y esferas de influencia de los hombres y de las muje-res las que más llegaban a solaparse (estas costumbres nos demuestran que la relativaigualdad de género es un patrón mucho más propio de los antepasados humanos, estoes, que al principio puedo reinar la simetría (tal como anuncia nuestro apartado en que tra-tamos el símil del origen o el midrash bíblico).

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Por su parte, los ju/´hoansi son prueba paradigmática de hastaqué punto pueden solaparse las actividades y esferas de influen-cia de hombres y mujeres, pues los roles de género tradicionalesentre ellos son interdependientes (no ven nada malo en realizar el'trabajo del otro' género). Pero ya entre los ju/´hoansi sedentariosde Mahoma, un poblado en el que pastoreaban, cultivaban cose-chas, trabajaban como asalariados, empieza a presentarse ladicotomía doméstico-público, pues sus roles de género se estánvolviendo más rápidamente definidos, y los varones comienzan aser vistos como los productores más valiosos (puesto que son ovan siendo asalariados, capitalizados entonces). Comienzan a serconsiderados más valiosos…

Esto nos hace pensar que, si en todas las sociedades contem-poráneas se da algún grado de dominio masculino, podría deber-se a cambios tales como dedicarse al trabajo asalariado, las ven-tas mundiales, y por tanto la tendencia general hacia la economíacapitalista. Lo muestra el hecho de que existe una clara interrela-ción (histórica) entre las fuerzas locales, nacionales e internacio-nales que influye en los sistemas de estratificación de género. Y,sin embargo, en las culturas forrajeras tradicionales -como veía-mos- el igualitarismo abarcaba las relaciones entre los sexos; lossistemas de parentesco de estos grupos tienden (todavía) a serbilaterales.

En este mismo sentido, cabe indicar que también los roles degénero y la estratificación entre los cultivadores varían amplia-mente, dependiendo de los rasgos de la economía y de la estruc-tura social. Como prueba de ello, Martin y Voorthies60 estudiaronuna muestra de 515 sociedades horticultoras, representantes detodas las partes del mundo, y se encontraron con que las muje-

60 Cf. Velasco, H. (compilador), Lecturas de antropología social y cultural. La cultura y lasculturas. U.N.E.D., Madrid, 1995

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res eran las principales productoras en estas sociedades (horti-cultoras). En el 50% de éstas, las mujeres realizaban la mayorparte de las actividades de cultivo. En el 33%, las contribucionesal cultivo por parte de hombres y mujeres eran iguales. Y, en par-ticular, las mujeres tendían a realizar un poco más de actividadesde cultivo en las sociedades matrilineales en comparación con laspatrilineales.

Otro elemento importante para dilucidar en torno a la variacióntranscultural del status de género es el que tiene que ver con lasreglas de filiación y de residencia postmatrimonial. Entre loshorticultores con filiación matrilineal y matrilocalidad (residencia,tras el matrimonio, con los parientes de la esposa) el status feme-nino tendía a ser elevado. La matrilinealidad y la matrilocalidaddispersan a los varones emparentados en vez de consolidarloscomo grupo. Son sistemas que tienden a darse en sociedades enlas que la presión de la población sobre recursos estratégicos esmínima y la guerra poco frecuente. Podría ser éste un resorte inte-resante para tener en cuenta a la hora de diseñar el modelo derelación varón-mujer que pretendemos -en lineamento- indicar eneste trabajo de investigación (Cf. Parte Tercera).

Como decíamos, las mujeres tendían a tener un status elevadoen las sociedades matrilineales-matrilocales, y ello por diversasrazones: la pertenencia al grupo de filiación, la sucesión en lasposiciones políticas, la distribución de la tierra, la identidad socialglobal, etc. Pero esta centralidad femenina es aparente, o mejor,frágil. De hecho, los antropólogos nunca han encontrado unmatriarcado, es decir, una sociedad regida por mujeres (aunque,como decimos, existen algunas sociedades matrilineales en lasque la influencia ritual y política de las mujeres puede 'rivalizar'con la de los hombres). Veamos con más detenimiento estosmodelos de parentesco y filiación, con la intención tanto de ahon-dar en nuestra mirada intercultural (enriquecedora) como para

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escudriñar modos de convivencia no centrados en la desigualdad(al menos, no estructuralmente). Por ello, destacaremos:

1. Por un lado, que la estratificación de género puedeverse reducida por los roles que separan a los hombresde la comunidad local, por ejemplo, cuando las mujerestienen roles locales importantes, mientras que los hom-bres se dedican a realizar sus actividades en un sistemaregional más amplio. Un ejemplo de ello son las muje-res iroquesas, que controlan las alianzas entre los gru-pos de filiación y organizan la producción. La identidadsocial, la sucesión en un cargo y en los títulos y la pro-piedad venían todos dados -como ya hemos indicado-por la línea femenina (además, las mujeres eran promi-nentes en el ritual y en la política). El consejo de jefesvarones organizaba las operaciones militares, pero lasucesión en la jefatura era matrilineal. Las matronascontrolaban constantemente a los jefes y podían recu-sarlos. Además la mitad de los especialistas religiososde la tribu eran mujeres, y las matronas ayudaban aseleccionar a los restantes. ¿Cómo lo han logrado? EnEuropa necesitamos 'forzar' la paridad para lograr uncierto equilibrio (difícil, criticado)…

2. Por otro lado, que la estratificación de género es másreducida en las sociedades matrifocales (la que estácentrada en la madre y, con frecuencia, sin un marido-padre residente). Las sociedades matrifocales no nece-sariamente son matrilineales. Algunas son incluso patri-lineales. Por ejemplo, Tanner encontró matrifocalidadentre los ogro de Nigeria oriental, que son patrilineales,patrilocales y poligínicos. Cada esposa tenía su propiacasa. Las mujeres plantaban sus cultivos en torno a suscasas y comerciaban con los excedentes. Las asocia-ciones de mujeres dirigían los mercados locales. En otro

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estudio, el de los igbo -llevado a cabo por Ifi Amadiune,se descubrió que cualquiera de los sexos podía cumplirroles de género masculino. Las mujeres igbo hacíanvaler sus derechos en los grupos de mujeres, el statuselevado… La influencia de las mujeres igbo se apoyabaen la separación de los varones de la subsistencia localy en un sistema de mercado que les permitía abandonarel hogar y ganar importancia en la distribución y en lapolítica.

En fin, todas los estudios citados muestran culturas (en lamayor parte de los casos, tribus) que ilustran cierto condiciona-miento -para otros determinismo- cultural, al mostrar hasta quépunto la cultura puede influir en los roles de género (endocultu-ración), cuya base biológica (reduccionismo biológico) es difícil-mente sostenible. Por eso, insistimos, hay que acudir también ala antropología cultural comparada para tratar de mejorar la rela-ción varón-mujer en nuestras sociedades asimétricas -androcén-tricas y patriarcales como ninguna-. No sólo la ley -como la quetenemos en vigor desde hace poco más de un año-, no sólo laterapia -tan necesaria para las mujeres que han sido ya maltrata-das-, sino -y, en el sentido que estamos viendo aquí, sobre todo-educación: endoculturación o socialización primaria (Cf. ParteTercera).

No queremos terminar este apartado dedicado a la miradaintercultural sin detenernos, de forma breve pero especial, en unode los efectos más perversos de la violencia sexista en el nivel enque aquí reflexionamos, a saber, la feminización de la pobreza.Por más antiguo que sea, el adagio alemán: 'la pobreza es feme-nina' todavía tiene pleno vigor pasado el primer lustro del sigloXXI.

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Efectivamente, este recorrido por distintas culturas61 nos haayudado a ver claramente como el problema de la discriminaciónsexual se debe -en gran medida- a la estratificación, a la separa-ción de las esferas publica-privada y a los roles que se les asig-na a cada sexo. Hemos visto, por ejemplo, que en la medida enque las mujeres pierden sus roles productivos en las sociedadesagricultoras y pastoriles, se acentúa la dicotomía doméstico-público, y con ello se inicia la larga carrera de la asimetría, delandrocentrismo y de la patriarcalidad definitiva.

El problema más lacerante con que nos hemos encontrado esel que surge, precisamente, de esos elementos discriminadores:la feminización de la pobreza. Ciertamente, esta situación indicaque el problema de la separación de roles es alarmante, porquedeja a las mujer sin recursos económicos: precisamente por ellose ha visto relegada a la vida doméstica y no ha tenido tantasoportunidades de trabajo ni de formación62. Las mujeres comien-zan a organizarse, de modo que les permite desarrollar la confian-za es sí mismas y disminuir su dependencia de los hombres -enla línea de lo que pedía Pardo Bazán en el libro ya citado-: la dis-criminación no es, pues, sólo un problema de las sociedadesmenos desarrolladas; es un problema universal.

Viramos ahora nuestra mirada hacia los problemas socialesque sufre Guatemala (con relación a la discriminación de la mujer).Lo que vemos es, de nuevo, alarmante: casi 3.000 asesinatos encinco años. De mujeres, claro.

61 Llevados de la mano por los dos voluminosos libros de Kottak y de Velasco (ya citados)

62 El gobierno español acaba de publicar los datos de la economía española en su rela-ción con las diferencias laborales hombre-mujer. Los datos, además de clarificadores, sonalarmantes. No nos detenemos a comentarlos -no es este el lugar-, pero completan sufi-cientemente lo que aquí decimos de 'otras' culturas.

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El “feminicidio” azota a este país centroamericano. Aunquehay allí múltiples causas para explicar el sexismo, quizás elMachismo, pobreza y el lastre de una guerra civil no superadasean motivos suficientes: un sistema oligárquico y patriarcal queno sabe atender sus demandas, una cultura de violencia y el augedel crimen organizado. “Son actos primitivos para matar lo pocobueno que queda… Aquí el narcotráfico y una iglesia machistaexplican el aumento de crímenes”, sostiene Ana María Cofiño,fundadora de la revista femenina “La Cuerda”. Desde 2000 hansido asesinadas 2.800 guatemaltecas, 595 en 2005; además seregistraron 3.859 denuncias por violación y 80.000 por violenciadoméstica. Y, confiesa entristrecida, son sólo la punta de uninconmensurable iceberg.

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PARTE PRIMERA

JUZGAR O DE LA COMPLEJIDAD DE CARGAR CON.De los tópicos a la contra-tópica

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“La filosofía sirve para 'entristecer'. Una filosofía que no entriste-ce o no contraría a nadie no es una filosofía. Sirve para detestar

la estupidez, hace de la estupidez una cosa vergonzosa. Sólotiene este uso: denunciar la bajeza del pensamiento en todas

sus formas”.

Deleuze, en Nietzsche y la filosofía

“El tópico es el lugar, el lugar común, el sitio en que los hombrescoinciden tanto, que se identifican y se confunden, cosa que no

puede acontecer sino en la medida en que los hombres semineralizan, se deshumanizan”

Ortega y Gasset, en “Prólogo a El collar de la paloma de IbnHazm”

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5. Ocho tópicos en torno a la violencia sexista. Tópicos ydeconstrucción

Como decía Martín Santos -en su celebrado libro Diez leccio-nes de sociología-, la mirada siempre está a mitad camino entreel saber y el preguntar. Para eso, resulta imprescindible realizaruna mirada empírica que no olvide los rostros que hay detrás delos datos.

Y, para nutrir este estilo de indagación, hemos seguido lasiguiente ruta (que se comprende mejor cuando se tiene en cuen-ta el trabajo de campo que aparece en el “anexo” mencionado):

1. Búsqueda de datos empíricos que no olvidan los ros-tros: encuestas orientadas al descubrimiento de lostópicos y sus distintas configuraciones.

2. Realización de entrevistas a mujeres maltratadas, quesiguen la metodología acción-participación. Datos conrostro.

3. Análisis de relatos reales, públicos, hechos en primerapersona.

4. Estructuración de lo anterior en un marco teórico quetiene dos vertientes: de un lado, la idea de tópico enOrtega y Gasset; de otro, el contraste con otras cultu-ras y las distintas formas de metamorfosearse, a travésdel espacio, el maltrato a la mujer, tal como hemosvisto.≤

5. Incorporación de otros testimonios y trabajos de campomenores, como el seguimiento del trato de la prensa alos casos de violencia sexista, el influjo de los progra-mas de televisión como mecanismos de transmisión yconsolidación de ésta, etc.

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6. Finalmente, la alternativa o contra-tópico, con la inten-ción de de-construirlo y proyectar un modo de destruirtanto su lugar original o germinador y su mecanismo deperpetuación y retroalimentación.

5.1 De la mirada empírica a la reflexión

Contemplar de este modo los “datos/rostro-de-mujer”, nos hallevado a realizar una serie de conclusiones que sirven como line-amientos básicos para proseguir nuestra indagación en torno a laviolencia sexista63. Podemos indicar, en apretado resumen lassiguientes:

1. La violencia sexista se presenta, generalmente, enforma de micro-violencia.

2. Descubierto este mecanismo genérico de la violenciasexista, debemos proceder al estudio de su lógica, sumetamorfosis y su modo de pervivencia y permanencia.

3. La violencia sexista no está hecha exclusiva y funda-mentalmente a base de casos concretos, esto es, dehombres que agreden a su pareja: es una forma estruc-tural de desplegarse una cierta ideología arraigada en lasociedad, de modo que afecta a todo varón, en mayoro menor medida. Ello no significa que todos los varonessean violentos, pero sí que, al participar en el entrama-do social que recibe vía endoculturación, tienen unapropensión a ella en forma de micro-violencia: los datosde nuestras encuestan lo muestran a las claras, pueslos porcentajes obtenidos de elementos micro-violentos

63 Al final del libro, en forma de “anexo”, aparecen los elementos fundamentales de nues-tro Trabajo de Campo Empírico en el que,como decimos, se ha basado nuestra posteirormeditación.

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son extraordinariamente elevados. Esto no significa,insistimos, que los varones vayan a ser, en todo caso,agresores (de hecho, muchos no lo son). Lo que suce-de es que su condición de varón les direcciona de unacierta forma que limita con la micro-violencia.

4. Habrá que estudiar cómo se realiza -si es esa su lógica-el salto de la micro-violencia a la violencia en toda supotencialidad.

5. Este entramado descubierto, formado de micro-violen-cias, tiene sus elementos encubridores y, fatalmente,justificadores: la mayoría de ellos adoptan la forma de“tópicos”, en el sentido orteguiano que aquí asumimos.Los tópicos fundamentales descubiertos son ocho, asaber (cada uno de ellos viene acompañados, comopodremos apreciar en su desarrollo, por una serie decorolarios que los completan, explican, etc.):

Tópico Primero: somos varón y mujer por naturaleza.

Tópico Segundo: hay un natural reparto de tareas entrehombre y mujer.

Tópico Tercero: todos somos violentos por naturaleza,quizás el hombre más.

Tópico Cuarto: sólo hay violencia cuando agresión físi-ca.

Tópico Quinto: la violencia sexista es cosa de la pareja,es un asunto privado

Tópico Sexto: siempre hay motivo para la violencia. Nose maltrata porque sí

Tópico Séptimo: La violencia sexista se ha dado siem-pre. Es, por tanto, inevitable.

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Tópico Octavo: también la mujer ejerce violencia contrael hombre.

5.2 Configuración de los Tópicos y su deconstrucción con-tratópica

Veamos, pues, cómo se sustancian estos tópicos en torno a laviolencia contra la mujer, esto es, cuál es su lógica (cómo se ori-ginan, cómo se nutren y metamorfosean) y, posteriormente, cómopueden deconstruirse en una imprescindible primera fase paraconfigurar una sociedad que respete la igualdad en la diferencia.

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64 Recordemos que todos estos extractos son fruto de nuestras entrevistas -al modo deacción/participación- con mujeres agredidas por sus parejas o ex-parejas. Todas ellas,pues rostros con voz propia y voz rota, que nos cuentas sus vivencias y reflexiones.

6. Tópico Primero. Somos varón y mujer por naturalezaCorolario: esta dicotomización natural genera una jerarquía, de

modo que la mujer es el 'sexo débil', el sexo segundo.

6.1. Entrevista (extracto-1)64

(…)María: está claro que a los hombres se les educa de una forma

diferente. Pero su comportamiento lo llevan en la sangre.Entrevistadora: ¿En la sangre?Maria: me refiero a que son como son: brutos desde los prime-

ros juegos. Por eso les gusta más jugar al fútbol y pelear entreellos. O irse a cazar gatos…

Entrevistadora: ¿y no crees que eso que dices tiene más quever con el tipo de educación, de regalos, etc. que reciben desdebien pequeños?

María: influir, influirá… pero ellos ya son así.

6.2 Los medios de comunicación como modo de transmi-sión omnipotente de este tópico primero

Uno de los aspectos esenciales que afecta e influye, y no demanera superficial, en la (supuesta) 'natural' diferencia entre hom-bres y mujeres, y por tanto, que marca las diferencias de géneroentre ambos, son los medios de comunicación de masas (televi-sión, radio, prensa escrita etc.). Éstos nos presentan una imagende la realidad distorsionada, pero de una forma tan atractiva ynaturalizada, que suele ser fácilmente asimilada e incorporada -enno pocas ocasiones de forma subliminal, que quizás es la más

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dañina- en la propia conciencia. Así, crean una imagen social quepotencia el seguimiento de los dos estereotipos -el del hombre yel de la mujer-, atribuyendo a cada uno una serie de valores ycomportamientos. De este modo, lo pretendan o no, generan unaideología según la cual las desigualdades son algo 'natural' y'cotidiano'. Así se forman, en parte, ciertos tópicos.

Efectivamente, los medios de comunicación de masas llevan acabo una atractiva manera de presentar e interpretar la realidad ylos roles sociales marcando diferencias de género. El papel de loshombres y mujeres se define de determinada manera, no siemprede forma igualitaria y respetuosa, sino que ponen en marcha losestereotipos y los prejuicios. No hay más que leer la prensa o,sobre todo, ver la televisión para apercibirse de lo que decimos.

Es ya clásico el estudio de Noam Chomsky -Los guardianesde la libertad- en donde hace caer en la cuenta -y de forma muydocumentada- que los objetivos de los medios de comunicaciónparecen ser los de divertir al público, separar a unos de otros,inculcar los valores hegemónicos de la sociedad, la codicia, el lujopersonal, la indiferencia hacia los otros, la separación y distanciaentre hombres y mujeres reforzando sus roles en la sociedad dua-lista.

Ciertamente, en la televisión, a lo largo del día pueden llegar aaparecer una cantidad bastante significativa de anuncios publici-tarios que de una forma u otra -directa o subliminalmente-, mues-tran la actitud machista que caracteriza a una sociedad como lanuestra (todavía androcéntrica y patriarcal). Y ello, bien con algúnfin concreto, bien porque, como se trata de un tópico de nuestrasociedad actual y está arraigado profundamente, lo recreado deuna forma inconsciente.

El problema más grave es, ciertamente, que la televisión es elmedio de comunicación de masas por excelencia y los individuostienden a imitar todo comportamiento que aparece en ella. Son

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cientos los estudios que muestran que las personas, en la actua-lidad, viven condicionadas plenamente por lo que la caja “inteli-gente” muestra. Pues bien, las alusiones a la violencia sexista sonconstantes (de hecho, son muchos los estudios que muestranque la mujer siempre aparece en ella como un objeto sexual, uncuerpo femenino insinuante…); pero -y he aquí lo importante- hayque saber enfocar la propia mirada desde otra perspectiva parapoder captar esa particularidad, pues de otro modo el entramadoque protege (oscureciendo) la visión del sexismo vence al espec-tador, que incorpora a su conciencia elementos sexistas de formaacrítica. Hay, pues, que entrenar la 'mirada televisiva', porque elpotencial de la configuración subliminal en nuestras actitudes esenorme (en la Parte Tercera veremos cómo hacer frente a estasituación, cómo agudizar la mirada).

Para mostrar lo que decimos, vamos a analizar uno de tantos'ámbitos de anuncio' -remitidos, como acabamos de decir, a laspropuestas didácticas de la Parte Tercera-, que demuestra estatesis. Nos referimos al tipo de anuncio que hace referencia a lalimpieza, en donde siempre aparece la mujer como el referenteesencial (si es el hombre, lo es para que 'ayude' en casa, y ade-más de forma fácil). Recordemos, por ejemplo, el anuncio en elque una familia es sorprendida por una mujer que llega del futuropara mostrarles las virtudes de un determinado detergente. Unode los responsables de marketing defendió que nadie había pro-nunciado quejas sobre este anuncio y añadió que considerabairrelevante la aparición de una mujer. Si agudizamos la mirada,veremos cómo y cuán subliminal puede ser el sexismo.

Hay algunas organizaciones que sí agudizan y profundizan lamirada en busca de elementos que prefiguren o configuren discri-minaciones sexistas. A ello, precisamente, se dedica Observatoriode la Publicidad Sexista, que en el año 2004 denunció 171 cam-pañas de publicidad por sexismo y se solicitó a 14 empresas quemodificaran sus anuncios.

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La tesis más frecuente en las denuncias de este Observatorioes la que insiste en el contraste entre la imagen que se da delhombre (que aparece siempre como un ser humano inteligente,capaz, autónomo), y la de la mujer (que aparece como un instru-mento, con una constante referencia al cuerpo)

Efectivamente, en los anuncios se juzga con mucha frecuenciael cuerpo femenino, mientras que en los hombres se resaltan máslas cualidades intelectuales. También suele aparecer el hombrecomo cazador y la mujer como presa, comparación que deja sen-cillamente clara la posición de ambos en la sociedad. El hombreaparece como el seductor y la mujer como el objeto seducido.

Pongamos un ejemplo. Hay una campaña publicitaria que, apesar de su evidente tendencia machista, ha causado una gransensación en jóvenes y adultos. El anuncio al que nos referimoses (el nuevo) de la marca “axe”, empresa comercial que vendeproductos para la belleza y el cuidado del cuerpo masculino. Allíaparece el famoso actor Ben Affleck con un instrumento en lamano, que va pulsando cada vez que una mujer centra su miradaen él. El asunto consiste, 'simplemente', en contar cuántas muje-res se ven atraídas por un hombre. Al finalizar, el actor se encuen-tra en un hotel junto con un botones y se muestran los instrumen-tos: el resultado de la caza, la competencia masculina -machista-por la mujer… ¿Cuál es, entonces, el papel de la mujer en este'juego'? (Incluso se ha creado una página en internet, donde sepuede encontrar más información sobre esta campaña publicita-ria, y además, se presenta la posibilidad de adquirir el productopara calcular cuantas miradas reciben los hombres. Algo inocen-te hasta que encuentras el reverso…).

Otro anuncio, el de la marca comercial “nordic mist”, hace -denuevo- evidente la presencia del sexismo en la televisión, ya quese utiliza al hombre como un cuerpo inteligente y con valor y a la

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65 Un estudio ya clásico y todavía fundamental es el de M. Mead, Sexo y Temperamento.

66 Cf. Harris, M. Introducción a la antropología general, Alianza, Madrid, 1986, pp. 435-ss.

mujer como un simple objeto fácil de manipular. El anuncio, enparticular, trata de un hombre que entra en un bar y pide una tóni-ca. El camarero le saca la “nordic mist” y éste le dice que se lacambie por su tónica de siempre. El camarero deja salir una frasemuy sutil: “sé infiel a tu tónica de siempre”. El hombre se quedareflexionando un momento y el camarero le cuenta su experienciapersonal en la que aparece él con otra mujer. No se trata aquí dediscutir sobre la infidelidad, sino sobre la mujer-objeto recurrente.

En fin, en los medios de comunicación -y, sobre todo, en lapublicidad televisiva- se suele 'mostrar' a la mujer como un meroinstrumento de diversión, placer y utilidad, tan solo un ser forma-do por un cuerpo y carente de 'alma' propia y fácilmente manipu-lable, a pesar de mostrar alguna resistencia: he aquí la metáforadel seductor/cazador y seducida/presa.

6.3 Contra-tópico. Para deconstruir el tópico primero: la i-lógica de nuestra endoculturación

La construcción social del varón y de la mujer y, en particular,la construcción social de las diferencias entre ambos es explica-da desde distintas perspectivas epistemológicas: desde el deter-minismo biológico, desde el constructivismo y desde la interac-ción entre biología y cultura. En cualquier caso, los resultados denumerosas investigaciones en estos campos han puesto en evi-dencia cuatro cosas65:

1. Que la diversidad de contenidos de lo femenino y de lomasculino están presentes en distintas culturas y épo-cas.

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2. Que las actividades asignadas a cada sexo difierenmucho entre sociedades que se han conocido en fasesdiferentes de desarrollo, e incluso en una misma socie-dad a lo largo del tiempo.

3. Que el “género” varía de una sociedad a otra66.

4. Y, finalmente, que las diferencias sexistas se deben afactores culturales más que a caracteres biológicos, locual confirma la idea que mantenemos en la presenteinvestigación: la violencia sexista se genera en la cons-trucción social del varón -socialización androcéntrica- yencuentra su 'lugar natural' en la mujer .

Por ello es evidente que, de entre todas, sea la institución fami-liar la que ha supuesto en cada sociedad una determinada distri-bución -nada inocente por cierto- de papeles entre hombres ymujeres. El origen de esta distribución nos es poco conocido, apesar de los estudios aludidos. Es más, en los últimos años seestán revisando en el terreno de la antropología numerosos estu-dios por entender que estaban afectados de androcentrismo,esto es, una visión deformadora que ignora o infravalora la apor-tación de las mujeres al mantenimiento de la vida social y lasvivencias específicas de las mismas67.

Lo cierto es que, sea como fuere, y a pesar de que en el pri-mer momento de nuestra historia todo parece indicar que existióuna etapa matriarcal (la historia de las religiones demuestra la

67 Recientes estudios paleoantropológicos demuestran que la dieta en las sociedadesprimitivas se componía más de vegetales que de carne; además, la caza tenía un caráctercolectivo en el que, al parecer, también participaban las mujeres, quedando los niños alcuidado de las mujeres ancianas de la tribu. Por ello no puede aceptarse la interpretaciónandrocéntrica según la cual en las sociedades cazadoras-recolectoras eran los hombreslos encargados de la caza (principal modo de sustento) mientras las mujeres cuidaban delos niños y de los ancianos, quedándose al cuidado del campamento. El poder de los hom-bres traduciría su mayor aporte social.

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68 Cf. Elíade, M. Tratado de historia de las religiones. Ed. Cristiandad, Madrid, 1981

69 García Ferrando et al. Pensar nuestra sociedad. Mestral Universidad, Valencia, 1988, p.169

70 García Ferrando et al. Pensar nuestra sociedad, ed. cit., p. 169

71 Esta es la única dicotomía de carácter irrefutable que se puede aceptar. Cualquier otra(supuesta) dicotomia deja de serlo cuando entramos en el significado social que a estehecho ha de asignársele; no puede genenar ni explicar por tanto las desigualdades entreambos sexos.

existencia de antiguos cultos a una diosa madre68, probablemen-te conectados con el desconocimiento de la paternidad), es evi-dente que la dominación masculina se inició o se acentuó enalgún momento posterior, señalándose como causa de la misma“la aparición de la guerra, la propiedad privada o el infanticidiofemenino”69.

En cualquier caso, la distribución de papeles entre hombres ymujeres no ha venido siendo uniforme. No hay actividades labo-rales o sociales que hayan sido siempre desarrolladas por hom-bres o por mujeres. Tampoco parece claro que “se haya confiadoa los hombres las tareas más importantes y a las mujeres lasmenos importantes; por el contrario, parece que a menudo unaactividad es considerada socialmente como poco importante sison mujeres quienes las realizan”70. Por debajo de esta cuestión,pues, fluye claramente la ideología de la diferencia de actitudesentre los sexos y, más en general, el problema del peso de lo bio-lógico.

Pero, en realidad, sólo podemos encontrar una diferencia bio-lógica -de enjundia- entre el hombre y la mujer: la referida a lareproducción71. Hasta cierto punto podemos pensar que el emba-razo, el parto y la primera crianza pueden considerarse desventa-jas de la mujer para las actividades físicas y laborales continua-das, pero ello no es independiente de la forma como las socieda-

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des organizan el trabajo y la atención de los niños. Ni tampoco elestatuto de la sexualidad. La mujer puede haber sido considera-da socialmente como una procreadora, pero no es en sí misma unprocreadora. Igualmente puede considerarse que en promedio losvarones tienen un 50% más de fuerza muscular que las mujeres,aunque ello no nos dice nada sobre la fuerza que tiene este hom-bre o esta mujer concretos.

Tales diferencias físicas pudieron ser vistas como generadorasde diferentes papeles sociales en otros tiempos o en otras socie-dades, pero “carecen de sentido en la sociedad industrial avanza-da, donde ni el trabajo ni la guerra dependen del esfuerzo muscu-lar sino de la disponibilidad de máquinas de producción y dematar”72.

Ahora bien, si la biología no determina las características de laspersonas -no, al menos, en las sociedades industrializadas y, porlo que vamos sabiendo, tampoco en las primitivascazadoras/recolectoras-, y sin embargo encontramos diferenciasde comportamientos y de atribuciones entre hombres y mujeres,habrá que reconocer que es la sociedad la que construye dostipos diferentes de sujeto social: el varón y la mujer73.

Este proceso de socialización implica una doble lógica:

72 García Ferrando et al. Pensar nuestra sociedad, ed. cit., p. 170. =Este hecho ya lo seña-ló John Stuart Mill en su obra La esclavitud femenina.

73 Es en los años setenta cuando se acuña el término “género” para poder explicar quehay comportamientos de hombres y comportamientos de mujeres que han sido construi-dos socialmente y a los que no hemos de ver como determinados ni condicionados porel sexo al que la persona pertenece; es, como afirma Consuelo Flecha, “un concepto queha contribuido al desvelamiento de ese conjunto de disposiciones por el que una socie-dad vehicula la sexualidad biológica a través de determinados comportamientos sociales”(“Las mujeres, del género a la diferencia”, en Mujer. Documentación Social de Cáritas, nº105, 1996, p. 75). Para mayor información puede consultarse: Rivera Garreta, Mª.Nombrar al mundo en femenino, Icaria, Barcelona, 1994

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74 Todavía una ventaja más para el niño en su proceso de convertirse en varón: como elmodelo que presenta la sociedad es claramente masculino, el niño encuentra una mayorfacilidad para identificarse con un modelo que se presenta no sólo más marcado sinosuperior, mientras que la falta de valoración (pública) de las niñas de lo que han de inte-grar en su proceso de convertirse en mujer se torna demasiadas veces en fuente de con-tradicciones. Cfr. Acker, S. Género y educación, Narcea, 1995, pp. 115-116

1. Reduce la persona humana a sólo dos tipos, lo cual sig-nifica que se depuran extraordinariamente las diferen-cias existentes entre los seres humanos en tanto queindividuos. se rebaja la condición de individuo libre yaque la sociedad ofrece dos caminos para seguir, de loscuales es necesario que optes por uno a modo de obli-gación.

2. Se facilita la dicotomización, es decir la división en dossecciones, de rasgos característicos de los dos tipos'diseñados', de modo que se extreman -e incluso semagnifican- las diferencias entre ambos. Por ello, lapersona esta constreñida a parecerse y a identificarse -si quiere ser aceptada con normalidad- en una de lasdos (únicas posibilidades).

Este diseño o construcción antitética y dicotómica de perso-nas se realiza a través de diversos subprocesos de socialización,comportamientos asociados (especialmente primaria). Unas sonexplícitas (normas y modos de comportamiento familiares y esco-lares); otras son implícitas y subliminales. El chico debe: controlarde sentimientos, exhibir cierta agresividad, esforzarse por serlíder (en la pandilla de amigos, por ejemplo), etc. La chica, sinembargo, debe: ser-para-otro (atender visitas, ayudar en casa),tener buenos modales, vestir de cierta manera (femenina), etc.Ropa, juegos y juguetes son claras manifestaciones de las dife-rencias y disociaciones que pronto se establecen -con y sin inten-ción- entre los niños y las niñas. Lo mismo ocurre, como veremos,con la mujer adolescente y/o madura74.

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Esta diferencia ya proviene de la niñez cuando el entorno fami-liar y la sociedad muestra una serie de valores y característicaspropias que debe adoptar un niño y una niña, y de modo indirec-to, le incitan a que elijan el camino que, según la sociedad, es elcorrecto.

Así pues, tanto el modelo masculino como el femenino sonconstrucciones sociales. Cierto que uno más favorecido que otroen cuanto a oportunidades se refiere, pero eso no significa que elprimero sea modelo para el segundo. Dicho de otro modo: nopodemos caer en la trampa de buscar la igualación hombre-mujer, entre otras cosas porque el hombre no es modelo (para lamujer). Cierto, esto sí, que este proceso de socialización descritoimpide el desarrollo de las capacidades de la mujer y merma susposibilidades, pero quedarse ahí es adoptar una perspectiva pococrítica. No perdamos de vista que la construcción de estos mode-los lo son de una sociedad patriarcal en donde es la mujer la quetiene que explicar-se, porque el discurso viene dominado por elhombre ('lo otro' es la mujer). No hay más que recordar, paraentender la dimensión del asunto, que cuando una mujer es mal-tratada todavía pulula en el ambiente expresiones del tipo: “algohabrá hecho” o, todavía peor, la propia mujer se pregunta: “¿enqué he fallado?”75.

Desde una perspectiva crítica, cabría subrayar que tanto elvarón como la mujer deben ser explicados. Tanto por la falsaciónque supone el modelo masculino como por el hecho de que en lasúltimas décadas se evidencie una crisis del patriarcado, que será,como veremos también, una de las claves para entender la violen-

75 Este mismo año (2006) se ha llevado a cabo una encuesta a 600 chicos de 15 años enun taller sobre violencia sexista, organizado por el ayuntamiento de Castellón. Los resulta-dos fueron: un 32,64% dijo que la causa de los malos tratos es la actitud de la mujer queprovoca a su pareja hasta hacerle perder el control; el 42% consideró que el problema seestá exagerando y, finalmente, el 35% afirmó que las mujeres son manipuladoras por natu-raleza.

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cia sexista hoy. El auge que tenía la figura masculina en la socie-dad del pasado esta experimentando una crisis porque está per-diendo gradualmente su importancia. por eso, al tener la voluntadde recuperar ese poder que tenía el sexo masculino, se desenca-dena la violencia sexista.

Como sostiene Marqués, “la esencia de la construcción socialdel varón reside en la transmisión de la idea de que ser varón esimportante, en el doble sentido de que se entra a formar parte delcolectivo prestigioso de la sociedad y de que está llamado a rea-lizar cosas importantes”76. Esto explica que exista siempre -ocul-ta- una tensión masculina que busca constantemente su identi-dad en la realización de cosas importantes o reputadas comotales en la sociedad, para revalidar su estatus, tanto para él y lossuyos como -secundariamente- para los 'otros', esto es, las muje-res (que son su espejo reflejo).

Esta situación del varón, además de la tensión por mantener-se en el estatus logrado, genera también una cierta angustia: edu-cado para mandar, empujado a buscar el liderazgo desde bienpequeño y a mostrar una cierta agresividad (tanto como la decontrolar sentimientos femeninos: llorar, etc.), no encuentravacantes en la sociedad (hay muy pocas), y busca consuelo en lainstitución familiar, donde sí puede ejercer la jefatura sobre lamujer y los hijos.

Incluso en la actualidad aún es frecuente encontrar un hombrecon algún problema, de la gravedad que sea, y que las personasmás cercanas a él le impidan llorar, diciendo frases como “no llo-res así, solo conseguirás parecer una mujer débil” o “se fuerte yafronta tu problema como un verdadero hombre”, rebajando laimagen de la mujer a un ser que no muestra firmeza ni valentía

76 En García Ferrando, et al. Pensar nuestra sociedad, ed. cit., p. 172

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ante los problemas, y mostrando una imagen del hombre comoindividuo fuerte y capacitado para llevar a cabo la resolución decualquier conflicto.

Este liderazgo familiar al que nos referimos, viene facilitado yano sólo por la socialización primaria recibida -tanto por los chicoscomo por las chicas-, sino también -indisolublemente unido conlo anterior- por el modelo que propone la sociedad para ubicar ahombres y mujeres. Quien se ocupa de analizar esta temática, asaber, qué cualidades y qué funciones ha establecido la tradiciónpara hombres y mujeres -de obligado cumplimiento para seraceptado y, por tanto, no excluido socialmente-, es Adela Cortinaen “Carta a Déborah”77.

En la sociedad actual se ha establecido un modelo caracterís-tico para el sexo masculino y otro diferente para el sexo femeni-no, esto incluye la diferenciación y la atribución de determinadoscomportamientos y además de las tareas que son más propias delos hombres y las que están designadas a realizar por las muje-res.

7. Tópico Segundo: Hay un natural reparto de tareas entrehombre y mujer

Corolario: desobedecer el reparto es atentar contra la propianaturaleza.

77 Ética. Santillana, 2003, p. 97. La historia de esta falacia empieza con los filósofos grie-gos, claramente en Aristóteles, que sostiene en Política que la relació del marido con sumujer es de carácter aristocrático: el hombre debe mandar porque es mejor que la mujer.Lo cual establece no sólo un carácter desigual entre ambos sino una jerarquización (Cf. La'otra política' de Aristóteles, Icaria, Barcelona, pp.66-70). Tampoco en la modernidad salenbien paradas las mujeres. El mismísimo Rousseau llega a sostener que “si la mujer estáhecha para agradar y para ser sometida, debe hacese agradable para el hombre en lugarde provocarle: la violencia de ella reside en sus encantos” (Emilio, libro V)

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7.1 Entrevista (extracto-2)

Tópico Segundo: las tareas y trabajos tienen una configuracióntal que suelen ser más adecuadas (en sí mismas) para el hombreo para la mujer

Entrevistadora: Verónica, ¿tienes tres hijos, verdad?

Verónica: Sí, dos gemelos de 14 años y una niña de 9.

Entrevistadora: ¿Te ayudan en casa?

Verónica: ¡Qué va! En cuanto vienen del instituto, comen y yano les veo el pelo hasta las tantas… Mi Elena es otra cosa: meayuda a preparar la mesa y suele hacerse la cama.

Entrevistadora: ¿Y los dos chicos no?

Verónica: Eso no es cosa de hombres. ¿Te parece que sus ami-gos se enterasen de que ponen la mesa o planchan? Se me mue-ren de vergüenza…

7.2 El testimonio de Milagros: el tópico en su rostro

Milagros es una mujer de 56 años. Cuando tenía 20 se casócon su novio del pueblo, al único chico que había conocido.Vivieron en el pueblo en los primeros años de su matrimonio y allítuvieron a su primer hijo (después vinieron dos más). Comomuchos emigrantes, se trasladaron a Madrid a buscar trabajo.

Milagros siempre fue ama de casa y siempre fue la mujer sincultura e insegura que vivía bajo la protección de su marido igual-mente inculto pero de sexo masculino. Eso era un valor muy gran-de en aquellos tiempos. Las dificultades económicas siempre leshabían presionado, pero con 47 años despidieron a su marido deltrabajo y tuvieron que apurarse aún más. La situación era difícil,su marido era cada vez más agresivo y arisco. Criticaba sus comi-

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das, como tenía la casa, las conversaciones con las vecinas.Cualquier cosa era motivo de discusión.

Poco a poco fue aprendiendo que lo mejor era mantenersesumisa y callada y decir si a todas sus demandas. Él comenzó abeber más de la cuenta y el momento de llegar a casa era temidopor todos (aún vivía un hijo en la casa el cual se enfrentaba a supadre y defendía a la madre) con lo cual comenzó a ser victimatambién del maltrato del padre. Su aislamiento social cada vez eramás latente y a milagros sólo le quedó la conversación con suvecina de toda la vida, con la cual hablaba a través de la terrazacuando el marido no estaba. Ella le insistió que denunciara peromilagros se veía sola y sin un sitio donde ir. No tenía dinero ni tra-bajo, nunca había trabajado y ahora le parecía un mundo saliradelante sola. Varias veces acudió al hospital a que la curaran yse habló abiertamente de lo que sucedía, su hijo la acompañabay era él quien la animaba a denunciarle, pero por miedo siempresuplicaba a médicos y enfermeras que no hicieran nada.

Un día, animada por su vecina acudieron a una cita con la asis-tente social de su ayuntamiento, allí le explicaron que opcionestenía y que era lo mejor que podía hacer. Allí la apoyaron y la ani-maron para salir adelante. Pidió ayuda a su hermana que vivía enotra provincia y se instaló en su casa tras denunciar al marido. Alprincipio fue duro, porque sabía que él la buscaría, pero por suer-te su hermana había cambiado de residencia en una capital deprovincia y su marido no supo localizarla (el alcohol cada vezhacía más mella en él y sus capacidades estaban limitadas). Eltiempo hizo el resto, se separaron definitivamente y nunca másvolvió a verle hasta el juicio, en el que no hablaron para nada.

7.3 Contra-tópico. Para deconstruir el tópico segundo: a labúsqueda de la 'tercera mujer'.

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78 Ética, ed. cit., p. 98

Según Adela Cortina78, se ha caído en la trampa de separar endos lotes las cualidades humanas. De este modo:

1. A los hombres les ha correspondido, entre otras, laracionalidad, la habilidad técnica, la agresividad, laambición en la vida pública, la predisposición a compe-tir, la pericia en asuntos de interés universal y la fortale-za.

2. A las mujeres, por el contrario, les ha correspondido: lairracionalidad, la abnegación, la intuición, la ternura, ladebilidad, el poder de seducción, el sentimentalismo yla incompetencia para entender y proyectar cuestionesde interés universal.

Pero este reparto es falaz e injusto. En su elaboración hanintervenido intereses tan despreciables como el intento y la con-secución de, por ejemplo: separar a las mujeres de los órganos dedecisión política, cultural, económica y religiosa; de asegurarseuna mano de obra gratuita en el trabajo doméstico y en el cuida-do de niños, ancianos y enfermos; etc.

Y esta situación, como no puede ser de otro modo, genera lafrustración -denunciada por Betty Friedan en su descripción delproblema sin nombre- en la que viven millones de mujeres, insta-ladas confortablemente en su hogares, realizando el papel de'madre y esposa' que la sociedad les ha presentado como el másalto de sus destinos, como el límite de sus aspiraciones persona-les, y que observan como cualquier otra posibilidad sería vistacomo el intento de dificultar la lucha del 'otro' (el varón) por ocu-par el puesto que le corresponde. Sería una competencia desleal,impropia e inútil.

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Pero este obstáculo va cediendo, en buena parte por la orga-nización y la lucha de las mujeres intrépidas que han desafiado lastradiciones y los estereotipos sociales más enclavados en lasociedad. En este aspecto, las mujeres han hecho sonar su vozrompiendo con todos los modelos típicos que se habían arraiga-do en la sociedad. No tenían la libertad externa, estaba reducidaa seguir aquello que el hombre ordenara. Aparece así un nuevofeminismo. Nace la tercera mujer, según el título del libro deLipovetsky, quien sostiene allí, certeramente, que hasta ahora, laexistencia femenina siempre se ha ordenado en función de lasvías pretrazadas social y 'naturalmente': casarse, tener hijos, ejer-cer las tareas subalternas definidas por la comunidad social...Esta época acaba ante nuestros ojos; con la postmujer de sucasa, el destino femenino entra por primera vez en una era deimprevisibilidad y de apertura estructural.

Esta incertidumbre a la que hace referencia Lipovetsky está ala base de la violencia sexista actual -aunque no sea su únicaexplicación, ni es, de hecho, explicación de la violencia sexista deantaño-. Lo que aquí se anuncia es un nuevo rumbo en la proyec-ción de la mujer en la sociedad, proyección que deben tener muyen cuenta los actuales movimientos feministas para no caer en loque podríamos llamar la 'falacia de la complementariedad' -quede hecho ya ha sido adoptada ingenuamente por algún feminis-mo79-, y que consiste en pensar que hombres y mujeres no somosiguales sino complementarios. Desde esta ideología, la mujer ten-

79 En particular, nos referimos al feminismo liberal-reformista, representado por lasAsociaciones de mujeres conservadoras, Asociaciones de amas de casa, etc., que tienencomo objetivo fundamental la igualdad de derechos para la mujer en todos los ámbitos.Defiende a la mujer como consumidora, madre y ciudadana. Existe un feminismo más ela-borado que el de la complementariedad, que ahonda más en la igualdad de ambos sexos,pero que no rompe con ésta: el de la igualdad. Este otro tipo de feminismo sostiene, ensíntesis, compartimos la misma naturaleza, por eso no tienen sentido las desigualdades odiscriminaciones en derechos, etc. Nuestras diferencias son, por ello, culturales (fruto dela socialización).

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80 García Ferrando, Pensar nuestra sociedad, ed. cit., p. 171

dría mayores capacidades que el hombre para determinadas acti-vidades y viceversa: ser enfermera, decoradora, maestra; sermédico, arquitecto y profesor estaría reservado para el varón,pues requiere mayor capacidad (de liderazgo, intelectual, etc.).Subyace aquí, como se entiende enseguida, una proyección delpapel de esposa y madre, subordinada al varón que no pierde suestatus de jefe (de dominador). La mujer sería, pues, un buencomplemento para el varón (sí: detrás de cada gran hombre hayuna gran mujer).

Por ello, a pesar del pequeño avance que puede suponer latesis de la complementariedad, Marqués señala que “la discrimi-nación de la mujer sigue cumpliendo funciones al sistema socialque explican su persistencia. El énfasis en el papel de madre yesposa permite que pueda entrar y salir del marcado de trabajosegún las conveniencias del capital (...) En la actualidad, la crisisdel Estado de Bienestar vuelve a buscar disimulo o paliativos enel retorno de la mujer al hogar”80. Estamos aún lejos de una situa-ción en la que el sexo no determine en absoluto el papel social yla conformación del ser humano como persona.

Quizás la alternativa que ofrecen los movimientos feministasque podemos denominar críticos o de la diferencia sea el mejorcamino. Defienden quienes están en esta línea que hombres ymujeres no son iguales -sí ante la ley, evidentemente-, sino quetenemos diferentes cualidades -emanadas de lo biológico: lanaturaleza femenina y, en cierto sentido superior, éticamentehablando, a la del varón, pues la 'esencia femenina' inclina haciael diálogo, la afectividad, la pacificación, etc. frente a la 'esencia

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del hombre' que es agresiva, dominante, etc.81- y, desde ahí, tien-den a impugnar el sistema social androcéntrico, esto es, diseña-do a imagen y semejanza de los varones -con su rampa de lanza-miento hacia el éxito y el liderazgo masculino desde la más tiernainfancia (socialización primaria)-, tratando de ofrecer un modeloen el que las cualidades atribuidas a las mujeres tengan su 'lugar'en la esfera pública y no sean relegadas a la esfera privada, almundo privado de la casa. Es, pues, una lucha contra la sociedadpatriarcal.

Pongamos dos casos para ilustrar de modo más sencillo loque tratamos de decir: de un lado, hemos preguntado a variosgrupos de jóvenes de nuestro I.E.S. “lo que se espera del varón ode la mujer”, con respuestas relativamente coincidente de unlado; de otro, la problemática laboral actual deja bien 'a las claras'la tesis que mantenemos en este tópico -complemento del ante-rior-. Veámoslo.

Como datos empíricos para avalar lo que decimos, podemostraer a colación los últimos datos estadísticos del Ministerio deTrabajo (abril de 2006), según los cuales:

81 No creemos que exista una esencia femenima o masculina tal, o al menos tan marca-da, pero sí es cierto que biológicamente hablando parece que la naturaleza del sexo feme-nino tenga cualidades diferentes a las del masculino y, proyectadas socialmente, acabenen actitudes distintas. Así, por ejemplo, nos diferencia, según recientes estudios, la vista(la posición ocular), que nos hace estar pendientes de cosas diferentes a hombres y amujeres, también la capacidad de atención (mayor en la mujer), y está demostrado(Eleanor Maccoby o Evelyne Sullerot) que las niñas son más precoces en habilidades ver-bales y los niños en habilidades motoras. Poco más. Y, más allá, nunca sabremos a cien-cia cierta que cantidad de condicionamiento por procesos de aprendizaje diferencial niño-niña o de prejuicio metodológico (androcéntrico) en la investigación ha tergiversado losresultados. Pero, en última instancia, no interesa tanto la condición general sino laindivi-dual: 'este' sujeto en particular.

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82 Aunque sea una formulación un poco más enrevesada, hemos optado por poner a lamujer en primer lugar. La mayoría de los periódicos daban la noticia destacando que elhombre ganaba un 26% más que la mujer. Este asunto del 'orden de aparición' no esmenor: si afinamos la sutileza, veremos quelo mismo ocurre cuando se relata una noticiasobre violencia sexista: siempre se empieza por el hombre: “un hombre agrede a su mujer”o “un hombre mata a su exnovia”… Detrás de un hombre, una mujer.

83 Respetamos la literalidad de las expresiones más habituales, aunque algunas de ellasrocen la corrección gramatical o semántica.

1. Las mujeres ganan una media del 26% menos que suscompañeros, en los mismos lugares de dirección82.

2. El salario femenino no supera el 70% del salario recibi-do por el hombre, en el mismo lugar.

3. Por otra parte, los mejores lugares en una empresa son,en su mayoría, ocupados por hombres.

4. En el plano de 'igualdad doméstica', las mujeres le dedi-can entre 3,7 y 3,8 horas diarias al hogar, dato que tri-plica la dedicación masculina en un día laboral paraambos.

Respecto de lo que se espera del varón y de la mujer, pode-mos distribuir del modo que sigue las aspiraciones y 'cualidades'que nuestros compañeros de 4º de la E.S.O. (15-16 años) contes-taron83:

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Todas estas cualidades no proceden de determinantes biológi-cos, sino sociales, es decir, elementos adquiridos a través de unproceso de endoculturación (mediante la educación recibida pormedio de los libros, la televisión, la actuación de los mayores,etc.). Se puede observar con facilidad, pues, que este reparto esdel todo cultural: dependiendo del lugar donde cada individuo seha desarrollado, se ha convertido en persona, así será… Pero larelatividad -que no el relativismo- asoma por doquier. Por ejem-plo, en España algo tan femenino como es bordar se convierte enmasculino en Marruecos.

De la mujer se espera que sea:

A) atractiva y coqueta, sin descuidar su imagen.B) complaciente, ayudando a las demás personas y ejer-

ciendo las tareas del hogar.C) emocional, mostrarse afectuosa.D) social.E) sensible, demostrar la debilidad que producen los sen-

timientos y no dar a entender la frialdad.F) cuidadosa, ocupándose de la casa y los niños.

Del varón se espera que sea:

A) estable, demostrando seguridad.B) seguro, no dejando salir el miedo.C) aventurero.D) ambicioso, consiguiendo un sitio en la sociedad.E) independiente y autosuficiente.F) racional, eliminando las emociones de la propia vida.G) cabeza de familia y maduro.H) realista.I) hábil y agresivo, que sepa renunciar a la sensibilidad y

muestre capacidades para resolver los conflictos. J) Ligar, presumir y conquistar.

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Esta diferenciación se hace presente de forma recurrente,como se ha dicho anteriormente, en la publicidad, porque, pon-gamos un ejemplo más, los anuncios que promocionan coches,entre otros, condicionan esta situación haciendo una clara distin-ción entre varón y mujer. Los coches más elegantes, con máspotencia, de mayor calidad y más complejos tecnológicamente sedestinan a los hombres, mientras que los más pequeños, prácti-cos y domésticos a las mujeres (contrasta el asunto, por cierto,cuando se trata de vender una plancha para hombres: se presen-tan como fáciles de usar, cómodas, etc.). Al hacer esto, no sólose está promocionado un determinado coche, sino que se estácalificando (atribuyendo una serie de adjetivos determinados) acada sexo, subliminalmente.

Pero las cosas pueden cambiar. De hecho, autores de miradainteligente como Lipovetsky, ya vislumbran una nueva era, comodecíamos: la era de la postmujer de su casa…

8. Tópico Tercero: la violencia es propia de la especiehumana. Al hombre le viene por naturaleza ser más violento

Corolario: que las mujeres sufran ataques violentos por partede los hombres y lleguen a ser maltratadas es un hecho normal,en tanto que natural. El dominio del hombre le viene, también pornaturaleza (como el macho de cualquier otra especie animal)

8.1 Entrevista (extracto-3)

Entrevistadora: Me decías ayer que tu marido te ha pegadovarias veces. ¿Te importa que volvamos sobre esa (delicada) cues-tión?

Matilde: Mujer… a eso hemos venido, ¿no?

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(...)No siempre que se enfadaba conmigo me pagaba… Yo entien-

do que, siendo como es su carácter… es que los hombres, sabes,son más violentos que nosotras. No se como decirte… desdepequeños ya se les ve: todo lo arreglan peleándose, pegándose einsultándose… las niñas, ¡eso es diferente! (¡aunque las hay demalas putas…!)

Entrevistadora: Matilde, has dicho que no te pegaba siempreque se enfada contigo, ¿es que ves normal que te pegase de vezen cuando?

Matilde: Nooo! Pero yo entiendo (ahora ya no tanto) que loshombres tienen su genio, no pueden controlarse como nosotras…es que ellos son más impulsivos, más violentos ¿no les ves en elfútbol?

Entrevistadora: Pero, ¿que crees que ellos pegan porque no lopueden evitar?

Matilde: Mi marido sí. Y lo aguanté hasta que puede. Pero llegaun momento, hija, en que te hartas de todo, no solo de que tepegue, de todo… Y una paliza de todas saltas fuera de ti misma,pierdes la cabeza y vas a la policía… después te arrepientes

Entrevistadora: ¿Por qué?

Matilde: Porque, de alguna manera, sabes que te quiere, quemalo no es, pero se le va la mano. Y no es que le justifique, perouna acaba reventando…

Entrevistadora: ¿Te has arrepentido de haberle denunciado?

Matilde: (tras un largo silencio) ¿Sabes? A veces es peor el rollode la comisaría, el médico, la juez de guardia… todos haciéndotepreguntas… no se, a veces vale la pena aguantar el chaparrón

Entrevistadora: ¡Pero el chaparrón es una paliza!

Matilde: Ya…

(Matilde tiene ahora la cara descompuesta… la mirada en el

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infinito… creo que se le ha venido todo encima y decido acabar laentrevista, desviándome hacia cuestiones intrascendentes).

8.2 El tópico tercero a través del testimonio (real) de Sonia

Sonia tenía 17 años cuando sufrió una experiencia que lemarcó para toda la vida. Salían en pandilla con otros chicos y chi-cas del barrio y un día apareció un chico nuevo que era vecino desu amigo Sergio. Este chico procedía de una familia desfavoreci-da, su padre era alcohólico y un hermano mayor estaba en prisiónpor robar en una gasolinera, era toxicómano. Este chico se hizoen pocos días el líder del grupo, era el más divertido y chistoso,gustaba mucho a todas las chicas del instituto y su labia les teníaa todos encandilados. Pasados unos meses comenzaron a salircomo pareja. A Sonia no le parecía nada serio puesto que leconocía y sabía que iba de flor en flor, pero a ella le gustaba ypasaban buenos ratos juntos. Los problemas comenzaron cuan-do un día le dijo que no se pusiera ni faldas cortas ni tops, que lequería solo para él y que los demás se buscaran a otra.

A Sonia le pareció excesivo dado lo incipiente de la relación,pero poco a poco fue cohibiéndose a la hora de vestir, hasta elpunto de que sus amigas se reían de ella por hacerle caso.Comenzaron a aflorar los puntos más negativos de este chico,todo resultó una carátula y detrás había una persona agresiva yconflictiva. Cualquiera que mirara a Sonia o que la saludara era unmotivo para ensalzarse en una pelea o discutir con amenazas einsultos. Las amigas comenzaron a separase de ella por el miedoque le tenían y se veían o hablaban a escondidas para que él nose molestara. Sabían que podían ser las causantes de que Soniareaccionara.

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El aspecto físico de Sonia se fue deteriorando, tenía ojeras y laansiedad le hacía comer poco y a veces vomitar. Lloraba por lasnoches porque no sabía que hacer y el miedo la tenía paralizada.Un día, tras la presión de su madre, le contó lo que sucedía y apartir de ahí todo se resolvió. Sus padres y ella fueron juntos adenunciar a este chico y tras la charla de rigor de su padre haciaéste nunca más volvió a molestarla. Rompieron definitivamente,ella se fue todo el verano a casa de unos primos y al volver elchico había desaparecido. Los amigos le dijeron que se fue a tra-bajar a las islas. Tuvo suerte.

8.3 Contra-tópico. Para deconstruir el tópico tercero: de laagresividad a la violencia. La paz estructural

8.3.a Violencia y agresividad

La disputa sobre si el ser humano es violento y/o agresivo pornaturaleza es de larga data. Pero, hoy en día, las cosas parecenbastante claras. Y, aunque sigue siendo un tópico, pensamos quees el más fácil de rebatir. A pesar de ello, daremos algunas indi-caciones que creemos de interés.

Sostiene Eibl-Eibesfedt, con acierto, que “algunos modelospretenden lograr la paz suprimiendo la agresión individual. Comoya hemos apuntado, Lorenz opina que no nos queda otro reme-dio que vivir con la agresividad, puesto que es un rasgo constitu-tivo del hombre (...) La solución hay que buscarla en la educa-ción, que no borra de un plumazo la agresividad, sino que lasocializa para que no se ponga en práctica con efectos destruc-tivos(...) Dado el potencial agresivo del ser humano, la socializa-ción sólo puede efectuarse a través de experiencias agresivas(...)Las sociedades cuyos niños no reciben un entrenamiento para losconflictos limitados con los otros son también las menos experi-

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84 Guerra y Paz. Orbis, Barcelona, 1984

85 Cit. por Pérez Carrasco, F. Filosofía. Oxford, 2002, p. 198

mentadas para atajar la destrucción y el crimen cuando estoscomienzan”84 (la cursiva es nuestra). Una mala canalización de laagresividad humana -que no es más que un mecanismo de defen-sa- puede desembocar en un comportamiento no ya agresivosino plenamente violento.

De alguna manera, aunque desde presupuestos distintos, elpropio Gandhi, quizás el pacifista más radical, acepta cierta vio-lencia, o mejor, la violencia en ciertas circunstancias. Por ello diceBhikhu Parekh que Gandhi “comprendió muy bien que a veces laviolencia puede ser el único modo en que un pueblo desespera-do y desvalido puede expresar su orgullo y su dignidad, o quepuede ser una respuesta desafortunada pero totalmente com-prensible a una presión intolerable. Así, simpatizaba con la violen-cia usada por los checos para combatir a sus invasores alemanes(...) También aprobó la resistencia polaca, y llamó a su violencia'casi no violencia'”85. Pero esta violencia “casi no violencia” es laagresividad, un mecanismo de defensa y no un mecanismo cons-ciente de dominación.

Hacia donde apuntamos aquí, tan brevemente, es que, a fin decuentas, hay experiencias que humanizan y experiencias que nohumanizan. El ser humano, en tanto que animal cultural, no puededespojarse de sus condicionamientos biológicos (animalidad) -entre otros, la agresividad que, insistimos una vez más, funcionaoriginariamente como un mecanismo de defensa-, pero precisa-mente que sea cultural significa que supera o trasciende la anima-lidad -lo biológico- en pos de una humanización de su vida.

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8.3.b El poder, la dominación y la violencia

Así pues, la agresividad no es más -ni menos- que un rasgoconstitutivo del ser humano, de todo ser humano: es un mecanis-mo de defensa y de superación que no hay que eliminar -en todocaso, hay que aprender a controlarlo a través de la educación y,en general, a través de la socialización-. Pero la violencia es otracosa.

La mejor forma de aproximarnos al concepto violencia es, anuestro entender, analizándolo en el ámbito de la política -políticaen un sentido muy genérico-. Al hacerlo, tendremos que vérnos-las con otros dos conceptos, además del de violencia: domina-ción y, sobre todo, poder.

Efectivamente, cuando hablamos de poder nos encontramosel término vinculado a fuerza, dominio y violencia: el poder se dicede muchas maneras. Y dos de ellas tiene que ver con el significa-do del término “violencia” que aquí tratamos de clarificar. Paraello, recurrimos al siguiente texto de Foucault, quizás quien mejorque nadie -al menos, el que más originalmente- trató esta cues-tión:

“La palabra 'poder' amenaza con introducir varios malentendi-dos. Malentendidos acerca de su identidad, su forma, su unidad.Por poder no quiero decir 'el poder', como conjunto de institucio-nes y aparatos que garantizan la sujeción de los ciudadanos enun estado determinado. Tampoco indico un modo de sujeciónque, por oposición a la violencia, tendría la forma de regla.Finalmente, no entiendo por poder un sistema general de domina-ción ejercida por un elemento o un grupo sobre otro, y cuyosefectos, merced a sucesivas derivaciones, atravesarían el cuerposocial entero. El análisis en términos de poder no debe postular,pues, como datos iniciales, la soberanía del estado, la forma de la

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86 Foucault, M., Historia de la sexualidad. La voluntad de saber, ed. siglo XXI, Madrid,1987, pp. 112-3

ley o la unidad global de una dominación; éstas son más bien for-mas terminales. Me parece que por poder hay que comprender,primero, la multiplicidad de las relaciones de fuerza inmanentes ypropias del dominio que se ejercen y son constitutivas de su orga-nización (…) El poder está en todas partes; no es que lo englobetodo, sino que viene de todas partes”86 (las cursivas son nuestras).

Para poder entender este texto o, mejor, para poder interpre-tarlo de una cierta manera, de tal forma que nos sirva en nuestraindagación, debemos, antes de abordarlo, recordar que la deFoucault es una investigación constante sobre el poder y la vio-lencia: su objetivo, como él mismo declara, es estudiar la meta-morfosis de los métodos punitivos a partir de una tecnología polí-tica del cuerpo donde pudiera leerse una historia común de lasrelaciones de poder y de las relaciones de objeto. A cada ordenpolítico -en sentido genérico-, le corresponde una forma de poderque refleja una concepción del ser humano. En nuestro caso,estamos estudiando un orden político que ha generado -facilita-do- una estructura y un método punitivos que divide marca unaconcepción del género humano androcéntrica.

Aclarada esta cuestión, podemos ya entender mejor los dosaspectos que nos interesan del primero de los textos:

1. Aunque en forma “terminal”, para nuestro análisis de laviolencia sexista debemos entender el poder -en surelación con la dominación y la violencia- como el siste-ma general de dominación ejercida por un elemento oun grupo sobre otro, y cuyos efectos, merced a sucesi-vas derivaciones, atravesarían el cuerpo social entero.Es evidente que el grupo que lo ejerce es el masculino,de modo que atraviesa el cuerpo social entero dividién-

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dolo en dos: privilegiados y dominadores frente a sub-yugados.

2. Por otra parte, por poder hay que comprender, princi-palmente, la multiplicidad de las 'relaciones de fuerza'inmanentes y propias del dominio que se ejercen y sonconstitutivas de su organización. Por eso es toda la cul-tura -ni siquiera la educación- la que debe transformar-se para romper la relación asimétrica hombre-mujer. Porque hay que lograr que poder no se identifique con fuer-za ni, mucho menos, se reduzca a violencia, sino conlibertad.

Quizás la que mejor nos pueda explicar este entramado -espe-cialmente el segundo aspecto del texto de Foucault- es HannahArendt. Suyo es el siguiente -clarificador- texto: “El poder sólo esrealidad donde palabra y acto no se han separado, donde laspalabras no están vacías y los hechos no son brutales, donde laspalabras no se emplean para velar intenciones, sino para descu-brir realidades, y los actos no se usan para violar y destruir, sinopara establecer relaciones y crear nuevas realidades. (…) Bajo lascondiciones de la vida humana, la única alternativa al poder es lafuerza, que un solo hombre puede ejercer contra sus semejantesy de la que uno o unos pocos cabe que posean el monopolio alhacerse con los medios de la violencia. Pero si bien la violencia escapaz de sustituir al poder, nunca puede convertirse en su susti-tuto”87. Así pues, encontramos dos tipos de poder:

1. Poder ilegítimo: poder-sobre. Es el poder como poderde obligar, reprimir, dominar. La dominación establecedesigualdad entre los miembros de un grupo, de unapareja. Este poder es violencia -micro y/o macro violen-

87 La condición humana, Paidós, Barcelona, 1997, p. 94

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cia-: y en la violencia se ejerce una 'instrumentalización'del otro. Con lo que no sólo son desiguales, sino tam-bién 'medios para'.

2. Poder legítimo: poder con. Es intersubjetivo y ejercidoentre iguales, mediado por la palabra y los actos, y des-tinado a la consecución de un entendimiento racional,razonable: de un acuerdo en cooperación. El poder espotencia de creación y construcción personal e inter-personal.

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9. Tópico Cuarto: Sólo hay violencia cuando hay agresiónfísica (golpes, cortes, etc.)

Corolario: la violencia es sólo física. Las afecciones psicológi-cas son más bien una debilidad de quien las sufre.

9.1 Entrevista (extracto-4)

(…)Mercedes: Recuerdo un día, cenando con los amigos, en que

él estaba especialmente encabronado, y me cortaba cada vez queme ponía a decir algo.

Entrevistadora: ¿Qué quieres decir?

Mercedes: pues que cada vez que quería intervenir en la con-versación, cada vez que empezaba a decir algo, él rápidamente seponía a hablar, levantando la voz mucho más que yo y anulándo-la…

Entrevistadora: Anulándote…

María: eso también me lo hacía a mí. Era empezar yo a deciralgo y él taparme la boca levantando la voz.

Mónica: a mí también me lo hacía. Pero lo que más me dolíaera cuando hacía yo alguna pregunta o alguna sugerencia y él seadelantaba a todos y cambiaba radicalmente la conversación,dejando colgado lo que yo había empezado…

Entrevistadora: ¿Y qué hacías, entonces?

Mercedes: yo me quedaba callada. Al principio no podía salirde mi perplejidad. Con el tiempo, deje de hablar.

Mónica: y me levantaba y me marchaba… a llorar. A llorar derabia, de impotencia, de 'cabreo'… Recuerdo una vez -comíamosen casa de mis padres- que mi madre fue detrás de mí (había sidomuy exagerado el 'corte'). Me cogió del brazo y me dijo: tenpaciencia, que José es bueno, pero le gusta que le escuchen… nole des importancia…

C 91

María: Mi padre me defendió alguna vez. Bueno, no sé si esoera una defensa pero me aliviaba: ¡calla coño, y déjala hablar devez en cuando! (Pero, en realidad, eran ellos los que acababanhablando de lo que querían, de modo que llegaba un momento enque yo ya no tenía más que decir. Entonces, me levantaba y memarchaba).

Mónica: Sí. Hay un momento en que te levantas y te marchasnada más acabar de comer. ¿Para qué te vas a quedar? El ridícu-lo era espantoso. Sólo me atrevía a volver a la mesa cuando loshombres ya hablaban de lo suyo y el resto de mujeres ya se habí-an levantado de la mesa para retirarla.

María: A mi hubo otra cosa que me fastidio bastante: llegó unmomento en que sólo salimos a comer por ahí con sus amigos…y las mujeres de éstos me parecían insoportables. Por aquelentonces, yo ya había perdido a la mayoría de mis amigas… Querodecir que ya hacía mucho tiempo que ni las veía… (A María se lehace un nudo en la garganta). Ya estaba aislada.

Mercedes: Nosotros teníamos amigos comunes, pues comen-zamos a salir cuando íbamos al colegio (a los diecisiete me quedépreñada y nos casamos: estaba enamorada, embobada…). Perolas pocas veces que quedábamos para comer con todos, con unsólo gesto suyo ya sabía yo que tenia que callarme. Es que,¿sabéis? Había un amigo de la pandilla -entonces ya estaba casa-do, con tres hijos y todo- que, cuando yo empecé a salir conAntonio (mi ya exmarido), él también me pretendía. Antonio seenteró mucho más tarde. Pero, todavía después de tantos años,cuando estaba este otro (Iván, se llama), con un solo gesto me inti-midaba.

(…)

Emilia ha llegado más tarde a la charla en común. Cuando seincorpora, le explicamos el tema de conversación. Toma ella lapalabra.

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Emilia: Pues mi ex, cortarme no me cortaba, pero ya se lasingeniaba para quitarme siempre la razón. Cuando más me dolíaes cuando mentía: llegaba incluso a decir cosas que no hacía real-mente yo, sino él, pero las hacía pasar como si fuese yo, ¿sabes?Eso sí me dolía… Y él sabia que eso para mí era hacer el ridículomás grande del mundo… Por la noche me pedía perdón. Perodespués volvía a lo mismo.

Mónica: Recuerdo algunas veces -al principio de todo, antesde tratar de que yo no entrase en conversación- en que mi mari-do (Uf! mi exmarido) me daba la razón. Pero por el tono parecíaque estaba diciendo: dadle la razón porque no llega a más, paralo ignorante que es, todavía… Entonces no me daba cuenta. Conel tiempo, lo he visto claro.

Entrevistadora: Por lo que veo, la violencia no sólo son palizas,¿verdad?

Mónica: De verdad, son lo que menos daño hace.

Mercedes: Sí, pero a mí una vez me reventó un pómulo y merompió tres costillas, y eso duele un montón.

Matilde: A mí también me ha roto la cara. Pero eso me impor-taba en ese momento. Cuando se me iban los moratones y la hin-chazón, me pasaba hasta el miedo. Pero el agobio era continuo: yno viene de las palizas, chiquilla, viene del control: te vigilan, tecontrolan…

Mercedes: Puede que tengas razón. Lo que más que jodía -hablando en plata- es cuando me racionaba el dinero para sabercuánto gastaba. Me daba menos de lo que necesitaba para luegodecirme que era una guarra, que me lo gastaba en vicio, que noquería a mis hijos porque no les daba bien de comer. Eso fue loque acabó impulsándome a acabar con todo: a mis niños no melos lía…

Matilde: a mi me controlaba llamándome al móvil (inocente demi, lo contenta que me puse cuando me lo regaló por el aniversa-rio). Desde ese momento, me llamaba en cualquier momento. Y

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88 En http://www.vidahumana.org/vidafam/violence/test-esposa.html

siempre empezaba con la misma pregunta: “¿Dónde estás?” Y,contestase yo lo que fuese, siempre decía: “¿seguro, verdad?Mira que voy ahora mismo…”

Mónica: a mi me controlaba cuando quedaba con las amigas.Mira, las amigas quedábamos siempre los martes, después dedejar a los niños en la escuela. Y a él le parecía bien. Pero llegó unmomento en que no sé qué mosca le picó que yo notaba que lemolestaba que fuese (y cada vez fue, hasta que dejé de ir). Aveces, se presentaba allí en el bar. Pero no entraba, miraba por laventana y se marchaba.

Mercedes: Sí, a mi me venia a visitar al trabajo, así, por sorpre-sa. En casa, me mostraba su disgusto porque yo trabajase. Que sicon su sueldo teníamos bastante, que si la casa estaba abando-nada, que si los niños lo iban a notar, que si… al final me liaría concualquiera de trabajo… mira que estás buena y cualquiera querrámeterme mano, y al final picarás, que yo conozco a los hombres…Una vez me llamó una compañera de trabajo para comentarmealgún detalle para solucionar al día siguiente (para que no se nosolvidase), y él acabó convencido de que era un contacto para que-dar con alguno del trabajo en cuanto él, mi marido, se marchase.

9.2 Testimonio (real) que se 'justifica' en base al tópicocuarto y su corolario88

Mi marido me humilló desde el comienzo de nuestro matrimo-nio. No me sentía respetada. Me decía que todo lo hacía mal…;era como estar hundida en un pozo. No tenía libertad, vivía coac-cionada. Se enfadaba hasta cuando quería estar con mi familia.Acabó con mi dignidad y llegó un momento en que no me valora-ba a mí misma como mujer, como persona. Creía que no valía

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nada; me abandoné, me daba igual mi aspecto. Si tomé la deci-sión de separarme, lo hice sólo por mi hija, porque decidí que novería a su madre en una situación tan denigrante. Él nunca mequiso. Pensaba que se había casado con una sirvienta.

Me gustaría que quedara claro que las faltas de respeto pue-den darse en cualquier persona, sea hombre o mujer. No son loshombres los únicos agresores, si bien es cierto que las estadísti-cas indican que son la gran mayoría. Normalmente se piensa quelas personas que sufren estos problemas tienen un nivel culturalbajo, así como problemas económicos. No siempre es así. Tantomi ex-marido como yo tenemos estudios superiores. Una de lascosas más tristes de este problema es que muchos hombres ymujeres piensan que el trato conyugal debe ser así…, porquenunca han conocido otra cosa.

9.3 Contratópico. Para deconstruir el tópico cuarto: desve-lar la micro-física de la violencia sexista y sus mecanismos deperpetuación y retroalimentación

9.3.a A vueltas con las concepciones de violencia. Unaarqueología posible.

La violencia se da cuando se establece una relación dialécticaentre el protagonista de un cuestionamiento o de ruptura de laimagen del mundo normalizada y el artífice de ésta, que se definey se siente sujeto-dominador. Una imagen que es realimentadapor la socialización -construcción social- en la que aparece elsujeto dominador (en nuestro caso: el varón) en el centro de unorden dado (en nuestro caso: la sociedad androcéntrica), que pre-cisamente por ser cuestionado o atacado por un elemento tan-

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89 Cit. por Miranda, Mª. “La violencia contra las mujeres y las niñas”, en Mujer,Documentación Social, ed. cit., pp. 195-204.

gencial al sistema (en nuestro caso: la mujer), se levanta en cóle-ra y trata de eliminar el cuestionamiento o de restablecer la ima-gen dañada a través de la violencia.

Las estrategias que, entonces, teje el hombre -el varón- paraejercer tal violencia son dispersas, difusas y selectas, por lo quesólo se manifiestan cuando se las mira microscópicamente. Porello, a parte de la violencia física contundente -la que deja cicatrizen el cuerpo-, hay otra que debemos aprender a mirar, a desve-larla y, finalmente, a rebelarse.

9.3.b La violencia simbólica como conceptualización de laviolencia velada.

Como señalábamos al principio, a propósito de la disputa lin-güística sobre la expresión “violencia de género”, el análisis deeste tipo de violencia -y, por ende, no sólo su acertado diagnós-tico sino su difícil solución- no pueden pasar por alto que de loque se trata es de la transformación de una persona en objeto omercancía: eso es, precisamente, “género”. Por eso tiene razónBourdieu -aunque lo veía desde otra perspectiva- cuando decíaque “la dominación masculina, que hace de la mujer un objetosimbólico, cuyo ser es ser-percibido, tiene el efecto de situar a lasmujeres en un estado de permanente inseguridad corporal o,mejor dicho, de alineación simbólica. Dotadas de un ser que esuna apariencia, están tácitamente conminadas a manifestar unaespecie de disponibilidad (sexuada y, eventualmente, sexual) conrespecto a los hombres”89. Llegamos así a descubrir el tipo de vio-lencia-matriz, llamémosla simbólica, de la que se nutren y depen-den el resto de manifestaciones violentas contra la mujer. Pero, y

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quizás por la dificultad de señalar y comprenderla, todavía siguefuertemente oculta, velada.

Este tipo de violencia simbólica consiste, afirma Pross90, en elpoder de imponer a los otros seres humanos la validez de un sig-nificado, hasta conseguir que estos otros se identifiquen con lovalidado. Aquí reside el poder de la violencia sexista -tanto, quetiene hasta poder para ser ocultado por la agredida-: la sumisióny la resignación son los resortes de esta violencia. Sumisión por-que la mujer es lo otro que el varón, como hemos visto -la asime-tría débil-, y resignación por causa de los hijos, del futuro, de lapromesa de cambio hecha por el varón, por la dificultad económi-ca, por el sentimiento de culpabilidad...

Precisamente la ocultación de la violencia sexista sigue siendoun revelador de cómo es la situación real y cuál es la perspectivade la mujer maltratada. Recordemos que, sólo cuando se hace deeste tipo de violencia un problema social (se hace público, se des-vela), es cuando el sistema de control social empieza a no excu-sar este tipo de violencia y comienza un proceso de denuncia queva tomando fuerza lenta pero progresivamente (aunque ello noimplique que el problema se esté acabando). Recordemos que en1982 se inicia en España una campaña de denuncia de los malostratos domésticos, que hasta entonces, como decíamos, perma-necía en la esfera privada (si acaso, como una desgracia perso-nal). El lema de la campaña fue: “No llores, habla”, con lo cual elproblema era público y la denuncia conceptualmente posible(legalmente ya lo era). A partir de ese momento, se registra unamedia de 15.000 denuncias anuales y, aunque se va incrementan-do la cifra, lo cierto es que todavía son muchas las mujeres queno lo hacen. Y no lo hacen, en gran medida, porque todavía no lo

90 Cf. La violencia de los símbolos sociales. Anthropos, Barcelona, 1988

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consideran como un delito, todavía resuena en ellas que la culpa,al fin y al cabo y como siempre, es de ellas, que no entienden ono saben amoldarse al varón, que es eso, el molde o modelo delque la mujer es copia o participación. De nuevo, la mujer es la queha de ajustarse y justificarse en una sociedad patriarcal y andro-céntrica. Pero descubrirlo y revelarse contra ello parece todavíaun camino difícil. Todavía queda descubrir porqué es así, pues porahí debe de estar una de las claves para minar el modelo socialactual.

Por ello creemos que es justamente contra la violencia simbó-lica contra la que hay que concentrar gran parte del esfuerzo siqueremos erradicar, esto es, cortar de raíz, la violencia contra lamujer. Los otros tipos de violencia no son más -ni menos, si pen-samos en sus efectos- que manifestaciones concretas de ésta;son estratagemas (violentas) para mantener las posibilidades delvarón en esta sociedad (androcéntrica). Por esto la función que lequeda al varón -poco consciente de su situación real- es la devigilar y castigar. Las formas de castigo -físico, psicológico, moral,económico, etc.- se conceptualizan como violencias: física, psi-cológica, moral, económica, etc.

Para desenmascarar ese tipo de violencia simbólica hay que irrastreando sus manifestaciones, que son múltiples y anticipado-ras del conglomerado final que configuran los otros tipos de vio-lencias sexista (física, psíquica, etc.). Para seguir con la simboli-zación, llamemos a estas manifestaciones “micro-castigos”.

Esta microfísica de la violencia es posible, precisamente, porlas asimétricas relaciones entre el varón y la mujer. Y, aunque ladenuncia social actual tiende a reducir la desigualdad, todavíacreemos que queda por abordar la raíz del problema porque, másallá de la macroviolencia -esa que deja el golpe en la cara o elnoqueo psicológico y moral-, existe una microviolencia que seretroalimenta -porque no es descubierta- y alimenta, a su vez, la

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91 También al legislador puede resultarle harto complejo articular una ley general quecapte y englobe este tipo de “micro-castigos” o, en general, micro-violencia. Lo cierto esque, según creemos, todavía está por detectarse y clasificarse como tales y en su justaimportancia, que no creemos poca.

macroviolencia. Dicho tajantemente: hasta que no eliminemos lasmicroviolencias no desaparecerán las macroviolencias.

La lógica de la microviolencia es tal, que circula por todos losámbitos domésticos y de relación sexista sin que sea detectada ysin que, por tanto, pueda ejercerse alguna acción concreta en sucontra por parte de la mujer así agredida91. Esta lógica, además,es aglomeradora, es decir, que va componiendo capa a capa laplataforma desde la que se hará efectiva la macroviolencia. Sumecanismo de funcionamiento consiste en ir ganando terrenolenta pero paulatinamente hasta que está tan adosada a la vícti-ma que llega a hacerle pensar que eso es 'lo normal'. Naturalizarsu acción, por cotidiana e invisible, es su mayor triunfo instrumen-tal.

Frente a la evidencia y la acción directa y trágica de la macro-violencia, el movimiento de la microviolencia es velado e indirec-to: no deja huella aparente, no estalla en tragedia, no deja cicatrizvisible, pero va socavando el ánimo de la mujer, su voluntad y sudignidad. Los mecanismos de esta dimensión alienante son losque hay que desvelar para poder abordar el problema de la vio-lencia sexista íntegramente. No desvelarlas y no rebelarse supo-ne perpetuarlas, puesto que son invisibles, cotidianas y estánnaturalizadas, esto es, asumidas con normalidad (no constituyenun problema social y, por tanto, no son susceptibles de ser anun-ciadas, esto es, denunciadas). Dicho con una imagen tópica: laviolencia sexista denunciada, tal como la conocemos, es sólo lapunta del iceberg de la violencia sexista íntegra.

C 99

92 Sanroman, P. et al. Salud mental y ley. Madrid, AEN, 1991

93 AA.VV. Primeras Jornadas sobre violencia de género en la sociedad actual. GeneralitatValenciana, 1996 (pp. 28-ss). Hay que señalar que muchas de las ideas aquí re-con-verti-das son fruto de las conclusiones obtenidas en esas “primeras jornadas” y de las actas delas mismas. Es este, pues, un texto imprescindible para entender tanto la temática aquítratada como la orientación final del presente libro que, insistimos, está en deuda conaquél.

Algunos de los efectos de esta corrosiva pero secreta acciónson denunciados por el psiquiatra Luis Bonino en su artículo“Varones y abuso doméstico”92 y, con más detalle, en“Micromachismos: la violencia invisible en la pareja”93. Allí indicaalgunos de ellos: baja autoestima, irritabilidad, disfunciones fami-liares y malestar en las mujeres; actitud defensiva interpersonalrígida en el varón.

Para poder entender la tesis de la microfísica de la violenciasexista, vamos a dar un rodeo necesario. El mecanismo genéricode ésta es el poder (y dominio), que se traduce en un “vigilar ycastigar” subliminal, oculto. Fue Foucault el que mejor vio y ana-lizó este tipo de relación asimétrica y oculta. Precisamente elsaber que se obtiene con la socialización primaria en nuestrasociedad, todavía patriarcal y androcéntrica, es del poder comocapacidad y posibilidad (legítima¿?) de control y de dominio(hasta el castigo) sobre la vida o acción de los otros. Este saber,que es poder, se traduce en una tendencia (naturalizada) a lainteracción no recíproca y al control sobre la totalidad del otro alque subordina en cualquier ámbito: sexual, intelectual, económi-co, volitivo…).

Este poder en manos del varón proporciona, evidentemente,una asimetría en las relaciones, pero una asimetría sutil, naturali-zada. Este asunto ya lo hemos tratado al analizar la construcciónsocial del varón, donde advertíamos que éste es preparado -consciente e inconscientemente- para ser “jefe”, mostrando for-

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taleza, agresividad, etc. Actitudes propias del hombre -naturales-que la mujer sólo puede alcanzar a través de la conquista, siendoésta interpretada por el varón como una usurpación del poder quele corresponde por su estatus sexual.

Una manifestación clara de esta situación es la “ecuación”'protección por obediencia', (…que) demuestra la concepción deldominio masculino. Este dominio, arraigado como idea y comopráctica en nuestra cultura, se mantiene y se perpetúa por: sunaturalización, la falta de recursos de las mujeres, uso por losvarones del poder de macrodefinición de la realidad y de otropoder que especialmente nos interesa: el poder de microdefini-ción, que es la capacidad y habilidad de orientar el tipo y el con-tenido de las interacciones en términos de los propios intereses,creencias y percepciones. Poder de puntuación que se sostieneen la idea del varón como autoridad que define qué es lo correc-to (…y) la explotación del 'poder' del amor”94.

¿Qué espacio de poder queda para la mujer? Como hemosvisto en la reflexión en torno al reparto de las atribuciones tradi-cionales, lo que queda es el afecto y el cuidado erótico y mater-nal. Pero es un poder sin efecto en la esfera pública. Sólo es rea-lizable en la esfera privada: la familia, la casa. Es un poder, comoseñala Bonino, “característico de los grupos subordinados, cen-trados en 'manejar' a sus superiores haciéndose expertos en leersus necesidades y en satisfacer sus requerimientos, exigiendoalgunas ventajas a cambio. Sus necesidades y reclamos no pue-den expresarse directamente, y por ello se hacen por vías 'ocul-tas'; quejas, distanciamientos, etc.”95.

94 Bonino, L. “Micromachismos: la violencia invisible en la pareja”, ed. cit., pp. 29-30.

95 “Macromachismos: la violencia invisible en la pareja”, ed. cit., p. 30

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Esta asimetría del poder se naturaliza, como decíamos, y pasapor ser la relación normalizada en una pareja. Incluso aparececomo equilibrada e igualitaria. Por ello permanecen incluso ahora,cuando el discurso de la superioridad masculina está en entredi-cho, cuando se augura que la sociedad patriarcal tiene sus díascontados. No. Las ideas puede que circulen por esos derroteros,pero las creencias, que nos poseen -en las que estamos y somos,como decía Ortega- todavía están ancladas en el androcentris-mo. Precisamente en ellas se sostiene y sustenta todavía la domi-nación del varón sobre la mujer, pues está arraigada -ha echadoraíz- en el suelo de que conforman aquéllas.

Por esto, para descubrir el mecanismo de la violencia sexista,deberemos acudir al análisis de las creencias y, sólo posterior-mente, a la catalogación y estudio de los diversos mecanismosque recrea este tipo de violencia en nuestra sociedad. La imagenidónea es la del iceberg: la punta de éste corresponde a las dis-tintas manifestaciones y metamorfosis adaptativas que autogene-ra el mecanismo de dominación; pero, sosteniéndolas, tenemos alas creencias, que no sólo aseguran su permanencia sino que,sobre todo, inutilizan cualquier intento de solución que no sea laque pasa por el cambio de éstas. Así pues, encontrar el modo deminar las creencias es -de forma mediata- encontrar el modo deacabar con la violencia sexista96. Un largo rodeo para volver a lacasa originaria: la simetría y la diferencia en armonía suficiente.

9.3.c La práctica manipuladora: abanico de micromecanis-mos-

El análisis de la microfísica de la violencia nos lleva a detectarciertas maniobras o manipulaciones que el varón realiza porque

96 Para abundar en este análisis desde la filosofía orteguinana, véase, al final de este tra-bajo, el epígrafe titulado: “el mecanismo de instalación de la micro-violencia”.

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ha sido entrenado para ello -socialización primaria- y porque res-ponden a un mecanismo medianamente inconsciente. Estasmaniobras tienen como objetivo fundamental mantener la asime-tría en la relación con la mujer que tantas ventajas -naturalizadas:no presentadas como tal- tiene todavía la sociedad en que vivi-mos. Por ello, el varón ofrece resistencia a un aumento del poderpersonal de la mujer con la que se relaciona tratando de limitar suincorporación al mundo laboral o su proyección en él, de ridiculi-zar algunos de los proyectos que pueda tener o alguna de lasdecisiones (autónomas) que pueda tomar (siempre, claro está,que el valor entienda que tales situaciones pueden repercutir enuna distensión de la asimetría de poder que cree tener por dere-cho).

Una manifestación fundamental de microviolencia es la tesitu-ra en la cual la mujer está destinada -forzada- a tener una mayordisponibilidad hacia el varón que éste hacia ella (si es que la sien-te). Es una asimetría de enormes repercusiones en la concepciónde la autonomía femenina, porque la afecta directamente, dificul-tándola extraordinariamente. Pero esta actitud de disponibilidad(que toma forma de sumisión) tiene repercusiones graves noexclusivamente sobre la mujer, sino sobre la relación de la pareja:“Su ejecución brinda 'ventajas', algunas a corto, otras a largoplazo para los varones, pero ejercen efectos dañinos en las muje-res, las relaciones familiares y ellos mismos, en tanto quedan atra-pados en modos de relación que convierten a la mujer en adver-saria, impiden el vínculo con una compañera y no aseguran elafecto (ya que el dominio y el control exitoso sólo garantizan laobediencia y generan resentimientos)”97. Por ello se diagnosticanaquí dos violencias: la velada, que supone una disminución en laautonomía de la mujer y la desvelada a base de agresión física opsíquica explícita.

97 Bonino, L. “Mircromachismos: la violencia invisible en la pareja”, ed. cit., p. 32

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Esta conjetura según la cual toda mujer debe estar 'disponible'afecta incluso -aunque en diferente grado- a los varones másconcienciados, porque está fuertemente interiorizado desde sumás temprana socialización. Por ello dice Bonino, con razón, que“algunos micromachismos son conscientes y otros se realizancon la 'perfecta inocencia' de lo inconsciente”98.

Así, el objetivo fundamental de la microviolencia sexista tieneuna doble versión:

1. Resguardar la situación favorable de poder y domina-ción que la socialización primaria ha dibujado en lasociedad.

2. Paralelamente, mantener la situación de inferioridadque ese mismo proceso de socialización ha creado parala mujer.

El mecanismo para lograrlo pasa por controlar el espacio y eltiempo de la mujer. El espacio interior de la mujer, esto es, sussentimientos, que es el entorno vital en el que se genera la auto-estima y la dignidad; el tiempo, ahogar el tiempo libre -impedirlo,si es posible con las cargas domésticas: limpieza, niños, cuidadode ancianos de la familia y, si cabe, el trabajo también fuera decasa- y controlarlo (¿de dónde vienes? ¿Por qué te arreglas?etc.). Insinuaciones o recriminaciones del tipo: vestir provocativa,no preparar la cena a su hora, etc. configuran expresiones habi-tuales de la microviolencia sexista diaria.

98 “Micromachismos: la violencia invisible en la pareja”, ed .cit., p. 32. Entiende Boninopor micromachismo “las prácticas de dominación masculina en la vida cotidiana, del ordende lo 'micro', al decir de Foucault, de lo capilar, lo casi imperceptiuble, lo que está en loslímites de la evidencia” (Ibíd., p. 31).

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9.3.d Tipos de microviolencias

La primera y fundamental clasificación de violencias sexista esla que hace referencia a su forma de existencia: oculta o manifies-ta. Como venimos diciendo, la violencia manifiesta es, por ellomismo, fácilmente detectable y, dadas las circunstancias, perfec-tamente denunciables -más adelante veremos como cierta ver-sión del 'síndrome de Estocolmo' obstaculiza una denuncia apa-rentemente fácil-. Pero lo que aquí nos viene preocupando es eseotro ámbito de violencia que permanece oculto, velado y que,precisamente por ello, es la más efectiva y peligrosa. Efectiva por-que -al no parecer intencionadas- la tendencia de la mujer es aecharse la culpa, y peligrosa porque, no descubriendo la situa-ción, tiende a repetir y consolidar su mecanismo hasta la totalnaturalización. Desvelarlas y desactivarlas ha de ser tarea querealicen los especialistas en la materia -la mujer que los sufrecarece de la perspectiva suficiente para detectarlos y, en casoraro de hacerlo, no tiene suficiente seguridad para llevar adelantecualquier estrategia resolutiva. Esta desactivación, dicho sea depaso, debe hacerse en un doble ámbito: en el personal (la mujermaltratada y su terapeuta) y en el político (política social generaly plan general sobre la violencia sexista, que vayan más allá de lapenalización al agresor).

¿Qué violencias ocultas existen? ¿Con qué frecuencia acae-cen? Para contestarnos a estas dos cuestiones, hemos realizadouna encuesta cuyos resultados finales reproducimos a continua-ción

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9.3.e Microviolencias99 analizadas (según técnica delBrainstorming):

1. Intimidación: un gesto, muchas veces subliminal, (yaaprendido) es suficiente para dejar claro quien manda. A veces,hay que ir más allá del gesto para consolidarlo (alguna pequeñaagresión física, moral, económica…)

2. Anulación puntual: hacer el vacío e ignorar (tomar decisio-nes sin tener en cuenta a la mujer). La sorpresa -tomar la decisiónde forma repentina- es el elemento clave.

3. Actitud dogmática: consiste en 'tener razón', despresti-giando cualquier intento de argumentar (y el argumento mismo)de la mujer. Tener razón da poder. La razón es facultad del varón.Lo de la mujer es sentimentalismo y mera opinión.

4. Método Jericó: insistir hasta agotar a la adversaria. Lasensación de buscar la tranquilidad, al menos eso, invade a lamujer, que acaba resignándose.

5. Monopolio económico: desde desprestigiar el trabajo de lamujer si gana menos (y si no gana porque trabaja en el hogar)hasta el control del dinero del monedero.

6. Prioridad en el uso de los bienes comunes: coche, sillóndel comedor, etc.

7. Abuso de la condición femenina del cuidado. La mujer es“ser-para-otros”, por lo que tiene la obligación de cuidar a losotros por encima de cualquiera: niños, enfermos, ancianos, etc.

99 Hemos tomado como referencia, aunque modificadas según nuestro enfoque y aumen-tando los tipos, algunas de las propuestas por Bonino en “Micromachismos: la violenciainvisible en la pareja”, ed. cit., pp. 35-ss. En realidad, todas estas microviolencias apare-cen en nuestro “trabajo de campo”, basado en varias sesiones con mujeres de la pro-vincia de Castellón (algunas de ellas denunciantes de víctimas de la violencia), que desin-teresadamente -aunque manteniendo el anonimato- accedieron a ayudarnos en estainvestigación.

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8. Presión emocional: invadir a la mujer de sentimientosnegativos respecto al varón, de modo que ésta se sienta impelidaa mejorar su atención hacia él: insinuaciones, indirectas, acusa-ciones veladas, etc. (si no lo haces por mí es que no me quieressuficiente, aceptar hacer algo pero con cara de disgusto, etc.).

9. Desautorización: aprovechar las descalificaciones propiasque la sociedad androcéntrica ya tiene fabricadas para persona-lizárselas: 'marujeo', sentimentalismo, etc.

10. Anulación del espacio privado: su destino es la entrega alos demás.

11. Proyección paternalista: hacer por la mujer (y no con ella,es decir, sin contar con ella).

12. Presión sobre la privacidad e intimidad de la mujer: con-trolar el correo (incluso abrir sus cartas), las idas y venidas, inmis-cuirse en relaciones con amigas (interrumpir o presentarse porsorpresa en una reunión con una amiga, etc.)…

13. Ocultación: no desvelar datos y situaciones o bien paramantener el control (no enseñar facturas, etc.) o bien para ocultaraquello que no conviene que la mujer sepa, porque es informa-ción que puede perjudicar la situación privilegiada (de domina-ción) del varón.

14. Actitudes y acciones reforzantes: autoindulgencia (prome-sas tipo: cambiaré; exculpación: no pude controlarme; etc.); auto-lesión o simulación de la misma para reubicar a la mujer en elpapel de cuidadora; pavonearse: yo ayudo en casa (sin ser cier-to), etc.

Como conclusión a este repertorio limitadísimo de prácticasmicroviolentas, podríamos decir que se entabla una especie desimulada lucha de contrarios, en la que el vencedor (el único que'lucha') es siempre el varón y la única que encaja los 'golpes' es

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la mujer. La microintervención, por parte del hombre, en el proce-so de convertirse en mujer (de la esposa o compañera) es letal. Laasfixia de estas microviolencias tiene un efecto multiplicador queacaban, en la mayoría de los casos, por des-animar a la mujer ensu lucha cotidiana, de modo que el resultado final más bien es laalienación -tornarse un ser extraño para sí mismo- y la frustración-renunciar a la lucha y acabar ocupando el lugar preestablecidopor la sociedad androcéntrica representada por el marido y laestructura familiar.

Y, a pesar de ello -como ya probara Dio Bleichmar-, no muchasmujeres, pese a entender maniobras en que se ven involucradas,soportan el reconocimiento de su propia subordinación. Y, para-lelamente, pocos varones, pese a reconocerse en el listado, estándispuestos a aceptar -aún a pesar de sus cambios- lo que en ellospermanece de la herencia de la sociedad androcéntrica que les hasocializado, según sostiene Brittan100.

9.3.f Testimonios (reales)101 que desvelan algunas micro-violencias

A partir de los siguientes testimonios podemos confirmar algu-nas de las microviolencias que acabamos de ver:

"Lo conocí a los 13 años, y desde entonces nos enamoramos.Luego me casé a los 16 porque estaba embarazada. Él ya me

100 -Dio Bleichmar, E. “Los pies de la ley en el deseo femenino”, en AA.VV. Las mujeresen la imaginación colectiva, Buenos Aires, Paidós, 1992.

-Brittan, A. Masculinity and power, Oxford, Uk. Blackwell, 1989. Para seguir con elanálisis del mecanismo de la microviolencia sexista, véase el apéndice que incluimos alfinal de este ensayo.

101 http://mural.uv.es/pamegre/testimonios.htm

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pegaba desde que éramos novios pero pensé que si nos casába-mos esto iba a cambiar, pero no cambió, siguió pegándome inclu-sive cuando estaba embarazada.

Era muy celoso y posesivo, siempre quería que las cosas sehicieran a su manera, si no...golpe. Siempre estaba molesto, mepegaba hasta porque las cosas de los chicos estaban desordena-das, pero yo lo quería tanto que aguantaba. Me pateaba, me esti-raba del pelo, me insultaba y lo peor es que lo hacía delante demis hijos, eso yo no lo podía soportar, porque mis hijos aprendie-ron a tenerle terror a su padre.

Lo que más me afectaba era que yo siempre daba, a pesar detodo lo trataba bien, le servía, le complacía, siempre con la espe-ranza de que él cambiara, pero nada, él seguía con los golpes.

A veces me amenazaba con irse, "me voy a ir", me decía y yotenía miedo de quedarme sola con mis hijos, ¿quién me iba a dardinero para subsistir? Pero a pesar de todo logramos muchascosas juntos, compramos nuestro terreno, construimos nuestracasa, y otras cosas.

Estuve 19 años casada con él, pero un día dije: ¡hasta aquí! Eraun sábado y había una fiesta. Él nunca me había sacado para ir auna fiesta, así que yo se lo exigí y fuimos. Estuvo bebiendo, y porun desacuerdo me pegó en frente de sus amigos, me sentí tanhumillada que decidí dejarlo.

Tenía pánico de que me volviera a buscar, tuve que huir conmis hijos a la casa de mis padres. Sentía que no valía nada, yo nolo hice por mí, sino por mis hijos, que son los más importantes.Llegó un momento en el que pensé matarme, porque estaba con-vencida de que mi muerte no iba a afectar a nadie, y menos a él.¡Es que lo veía tan por encima de mí! No iba a poder ser capaz de

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vivir sin él, no me sentía capaz de valerme por mí misma y desacar a mis hijos adelante por mi propio esfuerzo. Tanto daño mehabía hecho que me anuló como persona.

Sin embargo, un día mi hermana me llevó a una asociación demujeres maltratadas y ahí por primera vez me sentí ayudada yvalorada, por primera vez alguien se preocupaba por mis proble-mas, me ayudaron bastante.

Ahora estoy demandando a mi esposo para que salga de micasa. Él quiere que le ceda todo, hasta mi parte de la casa, tuvi-mos una pelea y me pegó, pero no me dejó huellas y la policía nome creyó, parece que tengo que estar casi moribunda para queme hagan caso. Lo peor es que tengo que vivir en mi casa paraque no me la quite, pero tengo tanto miedo que vivo dentro delcuarto de mi hija, para que no me encuentre y no me pegue. Laúnica esperanza es que la fiscal me de esa medida de protecciónpara poderlo echar de mi casa y así, ya no vivir presionada y pre-ocupada como vivo ahora...

Los casos de Carmen y de Sonia102

CARMEN es una mujer de 31 años. Se había casado muy feliz-mente con su novio de hacia 6 años y habían tenido un hijo.Cuando el niño tenía aún tres años, el marido murió en un acci-dente de tráfico y todo cambió. Toda la familia entró en un duelopor la pérdida y Carmen se vio sola ante una situación de difícilmanejo. Parecía que todos lo sentían más que ella.

Un compañero de trabajo de su marido le mostró su ayuda ysu apoyo y poco a poco fueron intimando más. Carmen se sentía

102 http://mujer.terra.es/muj/articulo/html/mu213314.htm

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culpable, puesto que en pocos días el compañero de trabajousurpó el puesto de su marido. Ella se sentía sola y desvalida ydepositó en él toda su confianza. Como suele pasar, las cosas alprincipio eran muy sencillas, hablaban de sus cosas, le confesa-ba sus problemas con su familia y la falta de tacto que habíantenido para con ella. Él se fue informando de todos sus puntosdébiles y cada vez se acotaba más el cerco.

Los problemas familiares sirvieron para que él la apartara de sufamilia y así se vio aislada y sola. Él comenzó a planificar sus gas-tos y las compras en casa, empezó a poner pegas a todas susdecisiones, por pequeñas que estas fueran justificando que lohacía para ayudarla y para que las cosas le salieran bien. El niño,aún pequeño, pedía mucha atención a su madre y a veces teníamalos comportamientos, los cuales eran criticados en exceso porél. Parecía que el niño tenía que ser el mejor de todos y sino nosería nadie en la vida. Esto era lo que a ella más le dolía. El miedoa estar sola y un duelo muy mal elaborado tras la muerte de supareja la hicieron mantener la situación durante tres años.Comenzaron las críticas y desprecios directos a su persona, for-mas de actuar, de vestir, de relacionarse con los demás. Ella seocultaba de él para ver a alguna amiga o para asistir a su psicó-logo, (al cual comenzó a ir animada por una amiga) inventándosecitas con médicos o similar. El acercamiento a su hermana unavez iniciada la terapia y aclarando algunos resquemores y resen-timientos ayudaron a Carmen a volver a recuperar una parte de sufamilia y que sirvieron como aliados para separarse de esta per-sona que más tarde se supo que solo buscaba la herencia conse-guida tras la muerte del marido (unas tierras y una casa en unpueblo).

Su baja autoestima y su necesidad de ser valorada por losdemás hicieron a Carmen entrar en esta dinámica. No recibió mal-trato físico, pero los insultos y críticas hicieron mella en su auto-

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estima ya dañada por una infancia algo conflictiva. La pérdida desu marido al que todos valoraban y querían y que era su base másfirme la hizo pensar que nada sería igual y que tendría que unirseal primero que se fijara en ella porque sino estaría sola. Por suer-te buscó ayuda a tiempo y hoy por hoy se está recuperando yampliando su círculo social.

SONIA tenía 17 años cuando sufrió una experiencia que lemarcó para toda la vida. Salían en pandilla con otros chicos y chi-cas del barrio y un día apareció un chico nuevo que era vecino desu amigo Sergio. Este chico procedía de una familia desfavoreci-da, su padre era alcohólico y un hermano mayor estaba en prisiónpor robar en una gasolinera (era toxicómano). Este chico se hizoen pocos días el líder del grupo: era el más divertido y chistoso,gustaba mucho a todas las chicas del instituto y su labia les teníaa todos encandilados. Pasados unos meses comenzaron a salircomo pareja. A Sonia no le parecía nada serio puesto que leconocía y sabia que iba de flor en flor, pero a ella le gustaba ypasaban buenos ratos juntos. Los problemas comenzaron cuan-do un día le dijo que no se pusiera faldas cortas ni tops, que laquería sólo para él y que los demás se buscaran a otra.

A Sonia le pareció excesivo dado lo incipiente de la relación,pero poco a poco fue cohibiéndose a la hora de vestir, hasta elpunto de que sus amigas se reían de ella por hacerle caso.Comenzaron a aflorar los puntos más negativos de este chico,todo resultó una carátula y detrás había una persona agresiva yconflictiva. Cualquiera que mirara a Sonia o que la saludara era unmotivo para ensalzarse en una pelea o discutir con amenazas einsultos. Las amigas comenzaron a separarse de ella por el miedoque le tenían y se veían o hablaban a escondidas para que él nose molestara. Sabían que podían ser las causantes de que Soniareaccionara.

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El aspecto físico de Sonia se fue deteriorando, tenía ojeras y laansiedad le hacia comer poco y a veces vomitar. Lloraba por lasnoches porque no sabía qué hacer y el miedo la tenía paralizada.Un día, tras la presión de su madre, le contó lo que sucedía y apartir de ahí todo se resolvió. Sus padres y ella fueron juntos adenunciar a este chico y tras la charla de rigor de su padre a él,nunca más volvió a molestarla. Rompieron definitivamente, ella sefue todo el verano a casa de unos primos y al volver el chico habíadesaparecido. Los amigos le dijeron que se fue a trabajar a lasislas. Tuvo suerte.

10. Tópico Quinto: la violencia sexista es tan privada comocualquier otra relación de la pareja. Debe ser resuelta porellos mismos, en la privacidad de la casa.

Corolario: en el fondo, el agresor no es mala persona, pero aveces los nervios le pierden. (Y, además, ¿adónde iría yo sola?)

10.1 Entrevista (extracto-5)

(…)Juana: Prefería que me golpease a que chillase de aquellas

maneras (que los vecinos no se enteren, esa era mi obsesión alprincipio de todo) (…) Cuando me daba fuerte, me mordía lamanga del jersey para no gritar del dolor, ¿sabes?

Entrevistadora: ¿Cómo es posible?

Juana: Es peor el infierno de la vergüenza que el de las magu-lladuras; es peor el dolor de que se descubra esta situación (porlos himnos, sobre todo: que nadie me los señale por la calle) queel de los golpes… Te lo juro.

Entrevistadora: ¿Tus hijos lo sabían?

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Juana: Saber, lo que es saber… no. Nunca le han visto golpe-arme. Pero sus cabreos sí los veían, y supongo que algo se ima-ginaban porque yo le suplicaba -casi murmurando- que no mepegase… que no me pegase entonces, con los niños en casa. Aveces lo conseguía.

Entrevistadora: Eres valiente…

Juana: No creas. Se aguanta lo que se puede. Que quede encasa… Pero hay un momento en que todo se va de las manos. Losvecinos, las amigas…

Entrevistadora: Eso, cuéntame -si quieres- cómo “se fue de lasmanos”.

Juana: Bueno… Los vecinos ya sabían, así, sin estar seguros.Oían gritos, supongo que también golpes, aunque es un ruido másindeterminado, quiero decir, que no se identifica tan fácilmente.

Entrevistadora: Y, además, tú te mordías la manga…

Juana: Sí. Bueno, lo que podía para amortiguar… Pero todo sesabe. Si no quieres que algo se sepa no lo hagas, ¿verdad? Pueseso: la vecina de abajo empezó a preguntarme por cómo meencontraba, cómo me había hecho 'eso' (un moratón cualquie-ra)… Pero preguntaba sabedora, y yo me daba cuenta, aunque lecontase cualquier “trola” (mentira). Después, cuando ya se mehacía difícil, se lo conté a mi hermana (a su casa fui la primera vezque me fugué de la mía, con lo puesto).

Entrevistadora: Pero volvías.

Juana: Sí. 'Cantaba' mucho (se hacía muy sospechoso) que yono estuviese en casa. Y los niños…

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10.2 Testimonio (real) que muestra el “síndrome deEstocolmo” derivado del tópico quinto y su corolario

Si resulta paradójico que todavía en un porcentaje alto la mujermaltratada oculte e incluso justifique la acción del compañerosentimental, todavía lo es más cuando se trata de mujeres conindependencia económica y con un nivel cultural medio o alto(que le comporta el conocimiento de cómo están las cosas a niveljurídico). Aunque existen algunas explicaciones de orden estricta-mente psicológico al respecto103, creemos que se pueden comple-mentar con la referencia a la introyección del modelo masculino,lo cual significa afrontar la problemática desde una perspectivasocial.

El caso al que aludíamos arriba es el que sigue104:

Charlotte Fedders aparentemente lo tenía todo: casada con unpróspero y buen mozo abogado, madre de cinco hijos saludables,casa con cinco dormitorios, socia de un exclusivo club, etc. Perodetrás de esa fachada se escondía algo horrible: el abuso físico yemocional al que su esposo la sometía a ella y a sus hijos.Durante 17 años aguantó en silencio.

103 Cf. Montero, A. “El síndrome de Estocolmo doméstico en mujeres maltratadas”, de laSociedad Española de Psicología de la Violencia (en: www.sepv.org). En este trabajo sedefiende la hipótesis de que el Síndrome de Estocolmo Doméstico “sería descrito comoun vínculo interpersonal de protección, construido entre la víctima y su agresor, en elmarco de un ambiente traumático y de restricción estimular, a través de la inducción en lavíctima de un modelo mental (red intersituacional de esquemas mentales y creencias). Lavíctima sometida a maltrato desarrollaría el Síndrome de Estocolmo Doméstico para pro-teger su propia integridad psicológica y recuperar la homeostasis fisiológica y conductual”(p. 2). Lo destacable de este modelo es que, efectivamente, “la mujer se autoinculpa de lasituación y entra en un estado de indefensión y resistencia pasiva” (p.2).

104 http://www.vidahumana.org/vidafam/violence/test-fedders.html

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Finalmente, Charlotte se armó de fuerzas para abandonar a suabusivo marido, y ahora es una campeona en la defensa de muje-res maltratadas. Ha publicado un libro titulado "ShatteredDreams" y ha testificado ante el Congreso. Tiene como metas ele-var la conciencia sobre el problema y obtener reformas legislati-vas en el área de la violencia doméstica. Dice: "Quiero ayudar aque comprendan que ninguna persona tiene derecho de aterrori-zar a otra".

"Al principio era joven...él era buen tipo. Me consideraba boni-ta, inteligente y digna de ser amada. El día de la boda caminamosfelices por la nave central de la Iglesia: contamos con la bendiciónde Dios para nuestra unión".

"Luego vinieron las palabras amenazadoras... Me hacía sentir,fea, bruta, indigna del amor de Dios y de los humanos. Comencéa llorar todas las noches".

"Más tarde llegaron los golpes...Él me decía que me los mere-cía...Pensé que quizás él tendría razón...Yo recordaba que habíaprometido ser su esposa para siempre”.

"Finalmente abrí los ojos y me llegó la liberación. El problemano era mío, sino de él. Una mañana de primavera me decidí acomenzar mi vida de nuevo, sola. Lo dejé y hablé. Me dije quenunca más viviría ese tipo de violencia y así ha sido".

10.3 Contratópico. Para deconstruir el tópico quinto: Des-velar es rebelar-se

Como dice Alexandra Bocchetti en Lo que quiere una mujer,“para conseguir modificar una situación es más útil considerarseperdedora que inexistente. Sentirse inexistente anima a ser dócil,

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suministra coartadas. Si soy perdedora, podré ser vencedora,todo depende de la estrategia que sepa encontrar”. No hay peorlucha que la que no se hace.

La primera estrategia para resolver el problema de la violenciasexista es, precisamente, estar en la lucha. Desvelar el problemaes empezar a resolverlo. ¿Contra qué hay que luchar? Contra ellenguaje, contra la (supuesta) privacidad, contra la clandestinidad,contra la soledad, contra la autoculpabilidad, contra la injuria… ycontra el contrato sexista que, como expone crudamente CarolColeman en su obra El contrato sexual; sólo las mujeres puedenser esposas y además brindar servicios domésticos y cualquiermiembro de su familia tendrá derecho a pedirle que los ejerza.

1. Contra la privacidad. La mayoría de las escenas de vio-lencia sexista no son vistas -sólo son oídas- porque unmuro de privacidad -las paredes-, impiden no sólo lavisualización, sino la asunción del asunto como un pro-blema nada más que privado y, por tanto, la interven-ción -salvo que adopte tintes dramáticos- se considerauna injerencia. Es un asunto personal.

2. Contra el lenguaje: de cómo se hacen cosas con pala-bras. Ciertamente, porque el lenguaje distorsiona la rea-lidad de la violencia a base de enmascararla a través deexpresiones del tipo: “hay que ver qué genio tiene él”,“grita mucho, pero es buena persona”, “les da por enfa-darse, pero luego se reconcilian”, “es su problema: yaencontrarán el modo de resolverlo, porque quererse, sequieren”... El lenguaje privatiza y particulariza. El len-guaje mismo nos aleja de la situación porque cualquierotra opción significa “entrometerse”, hacer una “injeren-cia”. Así, la violencia sexista se privatiza y sólo desde elámbito privado puede resolverse. Es una violenciamenor: privada, no pública, puesto que se trata de una

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crisis matrimonial. Otras violencias sí nos incumben:secuestros, terrorismo, etc.

3. Contra la soledad. Cuando a nadie le podemos contarnuestra historia. Eso es muerte: “Muerte por juicio (...).Vivir es convivir, había dicho Ortega, y cuando la convi-vencia es imposible porque el que convive interpone yecha su juicio sobre la persona, sobre aquella que nacesolamente cuando comparte, es la muerte. Se muerejuzgado, sentenciado a aislamiento por el otro”, diceMaría Zambrano en Delirio y destino. No contar la his-toria de la agresión constante, de la microviolencia acu-ciante, es muerte. Muerte simbólica -con toda la fuerzade esta palabra- y muerte física. La soledad niega ladesvelación del conflicto.

4. Contra la autoculpabilidad. No pocas agresiones tienencomo resultado final la disculpa del agresor por la pro-pia víctima: la mujer maltratada suele disculpar al agre-sor entendiendo que la fuente de ésta es externa a él: elestrés del trabajo, la bebida o los amigos; o bien no esresponsable de ella: es su carácter (lo ha heredado desu padre), es muy infantil... pero me quiere, etc.Finalmente, aparece la autoinculpación: “¡qué habréhecho!”, “¿En qué me he equivocado?” “Quizás es queno estoy tan pendiente de él como quisiera y se poneceloso...”, etc. Pero hay que descubrir que detrás deestas prerrogativas del agresor (reconciliaciones, nue-vas oportunidades, promesas de cambio, etc.) seesconde no ya un sujeto sino una función social.

5. Contra la clandestinidad. Cuando se da una agresiónentre dos sujetos, los dos reaccionan -según el instintode conservación- defendiéndose, protegiéndose y, encasi siempre, pidiendo ayuda. No es el caso de la mayo-ría de las mujeres en el caso de la violencia sexista: el

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silencio es la respuesta. Ello es debido, en buena parte,a que en este caso no se da una agresión según elmodelo sujeto vs. sujeto, sino sujeto vs. Mujer (quecarece del estatuto de sujeto, dado que se ha visto pri-vada de los elementos esenciales de esta categoría: escomo veíamos, lo otro que el varón). Sucede que, comosostiene Soledad Murillo, la mujer “carece de propiedadde sí. A las mujeres no les está permitido pensar en pri-mera persona con demasiada frecuencia, anteponiendoal otro como divisa de afecto. Ocuparse de los demás,plegarse ante las necesidades ajenas ha sido (¿es?)consustancial a lo femenino”105. Ciertamente, la mujerno tiene todavía un espacio social, una adscripción sim-bólica que le asegure la identidad, en una sociedad aunandrocéntrica.

6. Contra la injuria, porque, como señala también SoledadMurillo, “la injuria es preámbulo del abuso y del castigo.La liturgia del matrimonio no acaba en el recinto ecle-siástico o civil, la dependencia y la desigualdad queentraña esta institución se activa apelando a los 'debe-res de esposa'. A ellos se acude para reclamar, como sifuera un derecho unilateral, el disfrute (sin reciprocidad,sin agradecimientos) de todos los servicios que procu-ra la compañera (...) Cuando estas 'prestaciones' cesano se ven perturbadas, este hecho es susceptible de pro-vocar las iras de los sujetos convivientes”106.

105 Cf. Primeras Jornadas sobre violencia de género en la sociedad actual. Ed. cit., p. 89

106 Primeras jornadas sobre violencia de género en la sociedad actual, ed. cit., p. 92

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11 Tópico Sexto: Siempre hay motivo para la violencia. Nose maltrata porque sí (o lo que viene a ser lo mismo: 'algohabrá hecho ella'…)

Corolario: lo mejor es pasar el trago y esperar tiempos mejores

11.1 Entrevista (extracto 6)

Entrevistadora: ¿Qué te dijo tu madre cuando se lo contaste?

Matilde: que qué le hacía yo a él…! Sabía que mi madre -quees muy mayor- se había criado en un ambiente (y en una época)machista, pero no me esperaba esa respuesta.

Entrevistadora: la verdad es que debía ser frustrante. Pero tu

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madre creo que no es excepción: son muchas mujeres mayoreslas que siguen pensado que nadie pega sin motivo.

Matilde: Yo no sé si le daba motivos…

Entrevistadora: nunca hay motivos para la violencia… no almenos para 'esta' violencia.

Matilde: ¡qué buena, eres, mi niña! Es verdad. Pero no sabíacómo acertarle las cosas… Cada día venía de un humor diferen-te, cada día tenía que pensar mucho antes de hablar. Incluso siestaba en silencio malpensaba… Era una pesadilla.

Entrevistadora: ¿En silencio?

Matilde: Sí, quiero decir, que si estaba callada (pues porqueestaba triste, o cansada, o simplemente no pensaba en nada… oen como acertarle las cosas), él me decía que en quien estabapensando (se refería a otro hombre, claro)… Y si hablaba(mucho), entonces me decía: ¡cállate, coño! A veces ya por esome arreaba un bofetón que me tiraba para atrás.

Entrevistadora: ¡Qué difícil sería! ¿Cómo aguantaste tanto?

Matilde: siempre piensas que va a cambiar; que es una malaracha; que él no es así… Pero pasa el tiempo y todo va a peor(aunque, de vez en cuanto, hay unos días más tranquilos, esotambién es verdad).

11.2 Testimonio: una mujer maltratada que ha conseguidosepararse de su marido, pero no ha logrado huir del temorque le infunde107.

Mar Seijo nació en Vigo hace 32 años. Tras una anterior rela-ción de la que nació su hija mayor, conoció a Manuel en 1995.

107 http://www.lacoctelera.com/loquenodije/categoria/testimonios

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Pocos meses después contrajeron matrimonio, y Mar quedóembarazada. Tras un breve noviazgo en el que Manuel no diomuestras de su violencia, al casarse llegaron los malos tratos.Durante tres años, soportó las palizas, insultos y violaciones,muchas veces delante de sus dos hijas. La última agresión tuvolugar la noche del 14 de noviembre de 1998, Mar fue violada ygolpeada brutalmente por su ex marido.

Llegó con vida al hospital casi de milagro. “Había golpes queya al final ni los sentía, pero como yo me quedé tumbada en elsofá, no me podía mover, él puso una rodilla así, como aquí apo-yada, estaba de pie, o sea, me tenía como un saco. Y cuando secansó de pegarme fue cuando me rompió las bragas y me violóahí en el sofá y después se fumó un cigarro. Me sentía cada vezpeor, más mareos, vómitos. Le dije que llamara a un médico. Elme dijo que no que por la noche no había médicos. A las siete sefue a trabajar y cuando oí que se iba el coche llamé -mi trabajome costó poder llamar- al 061”.

Psicológicamente destrozada y presa del pánico Mar acabó enuna casa de acogida. Vivió durante meses en clandestinidad enuno de estos centros. Allí con la ayuda de los psicólogos y deotras compañeras, víctimas de malos tratos, ha logrado acumularfuerzas para enfrentarse a la justicia.

El pasado mes de octubre, Manuel Lutezo, el ex marido deMar, fue condenado a 26 años de prisión por un delito de viola-ción y otro de agresiones. Los malos tratos que Manuel infringióa su mujer durante tres largos años no pudieron ser probados. Sidemuestra buen comportamiento dentro de seis años estará en lacalle.

Por eso, Mar vive obsesionada por el miedo. Antes de lo queella quisiera podría volver a cruzarse con su marido por la calle:

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“El día que salga, me buscará debajo de una piedra y si una vezme reventó el bazo, la siguiente vez… vamos, no va a quedar nitriza de mí. Y sino se lleva a la niña”… Y es que ni las condenas,ni las separaciones legales liberan a mujeres como Mar del peli-gro. Ahora, Mar, con su ex marido en la cárcel, y tras pasar por uncentro de acogida, ha iniciado una nueva vida con sus dos hijas.

11.3 Contra-tópico. Para deconstruir el tópico sexto: recur-so al feminismo y a la lucha. (Epifanía de la tercera mujer)

La propia historia -de las mujeres- es ahora la encargada derefutar el tópico al que nos enfrentamos, porque sólo la luchafeminista puede acabar con el machismo y la violencia que com-porta. Ha llegado la hora de un nuevo feminismo; es la hora de la“tercera mujer”.

Si la solución al problema de la discriminación jurídica de lamujer vino de la mano del movimiento feminista del XIX108 (inicia-do con Flora Tristán, John Stuart Mill, Elizabeth Cady Staton yLucretia Mott como principales protagonistas del movimientosufragista), y las transformaciones en las estructuras sociales queson discriminadoras para la mujer fue -y sigue siendo hoy- la prin-cipal reivindicación del feminismo del XX, al feminismo del XXI letocará insistir en esas reivindicaciones y afrontar la problemáticaterrible de la violencia sexista. Porque mientras subsista una rela-ción basada en la desigualdad (y no en la diferencia) y en la sub-ordinación (y no en la cooperación), la mujer ofrecerá las condi-ciones suficientes para ser transformada en objeto y, así, manipu-lada (a esto lo llamaremos, más adelante, “violencia simbólica”).

108 Los primeros movimientos feministas surgen a partir de la revolución francesa, cuan-do Olympe de Gougues escribe, en 1791, la Declaración de los derechos de la mujer y dela cuidadana, en clara respuesta a la Declaración de los derechos del hombre y del ciuda-dano elaborado por la Asamblea Francesa poco antes. Un año después, MaryWollstonecraft publica Vindicación de los derechos de la mujer.

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Por ello se torna fundamental cómo entendamos y proyectemoseste feminismo resultará esencial para lograr la erradicación deésta.

Entre otras cosas esto será importante porque -como sostie-nen Sullivan et al.-, si un problema social existe “cuando un grupode influencia es consciente de una condición social que afectasus valores, y que puede ser remediada mediante una accióncolectiva”109; si esto es así, entonces el grupo de influencia porexcelencia debe ser, para el caso de la violencia sexista, el femi-nista. Dicho de otro modo: si “un problema social consiste enalgún aspecto de la sociedad (condición objetiva) acerca del cualun gran número de personas están preocupadas (condición sub-jetiva)”110, entonces ese grupo de personas deben asociarse paraque tal problemática (visión subjetiva) sea objetivada, esto es,problematizada en cuanto tal. Sólo visto (denunciado) el proble-ma, éste existe. El paso de la subjetivación a la objetivación esfundamental, como podemos entender cuando nos referimos a élcomo del “problema oculto”, del “síndrome de Estocolmo”, etc.

Por tanto, al igual que es necesario rescatar a la mujer del lími-te vital que supone su ubicación en la esfera privada -comodenunciaba B. Friedan en su libro El problema sin nombre o Lamística de la feminidad, ya mencionado-, que es donde le colocala sociedad androcéntrica y patriarcal, es imprescindible hoy res-catar a la mujer violentada del límite vital que le supone su situa-ción doméstica límite (derivada directamente del sexismo).

109 Sullivan, T. et al., Social Problems: Divergent perspectives. New York. John Wiley andSons, 1980, p. 10

110 Helsin, J. Social Problems today. Coping with the challenges of a changing society.New Jersey: Prentice Hall, 1990, pp. 2-3.

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Aunque la violencia sexista sea, como hemos apuntado, unproblema social111, la micro-violencia concreta ejercida sobre cadamujer todavía es demasiado privada. Esto tiene su lógica históri-ca porque durante siglos la violencia sexista -doméstica másentonces que ahora- se consideraba estrictamente un fenómenoprivado, un problema 'de casa'. Recordemos que, hasta no hacemucho, era un privilegio o potestad del marido, aceptado connormalidad. Con el tiempo, ha pasado a ser una 'desgracia priva-da' de unas cuantas parejas que no se entendían entre ellos, aun-que se quisiesen. El Código Civil (en España, ¡hasta 1975!) toma-ba partido en el asunto, regulándolo de tal forma que autorizabaal marido a corregir a la esposa y obligaba a ésta a obedecerle -una escenificación más de la socialización androcéntrica, endonde el varón (el macho) debe dominar, porque se le preparapara ello112-.

12. Tópico Séptimo: La violencia sexista se ha dado siem-pre. Es, por tanto, inevitable.

Corolario: nunca solucionaremos el problema, sólo paliaremossus efectos a base de aumentar el número de reclusos y el núme-ro de consultas psiquiátricas y psicológicas.

12.1 Entrevista (extracto-7)

María: ¿Por qué crees que nos pegan? (se dirige a la entrevis-tadora)

111 Para mayor información Cf. BOSCH, E. y FERRER, A. “La violencia de género. Decuestión privada a problema social”, en Intervención social. Revista de igualdad y calidadde vida, vol. 9, nº 1, pp. 7-19.

112 En la actualidad, desde 1989, el Código Penal español contempla como delito losmalos tratos reiterados en la familia. El nuevo Código Penal (1995) incrementa las penas(cf. El artículo 153 del mismo)

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Entrevistadora: No creo que tengan motivos. Tienen rabia… nosé…

María: ¿Toda la vida han tenido rabia estos hombres?

Emilia (acaba de llegar): todos no, pero hay ramas (familias,líneas genealógicas) que son iguales, de siempre… unos chulos,cabrones. Lo llevan en la sangre, pero no se les ve fácil llegar.

Entrevistadora: yo creo que siempre se ha dado, pero quizásahora se airea más.

Emilia: la mujer siempre ha sido la segundota. Y si alguna vez aquerido levantar la cabeza (y llevarla en su sitio), el hombre de unbuen 'manporrazo' se la ha vuelto a hundir. No se gusta, no, lacompetencia con nosotras.

(…)

María: La verdad es que en las películas de 'antes' ya se ve(bueno, lo veo ahora que se mirar estas cosas, que antes…). Ellossiempre por encima, siempre luchando… y nosotras a expensasde ellos, detrás de ellos… adonde ellos quieran, como quieran. Ymujer que se ha plantado, se ha quedado sola o le han dado unabuena.

Entrevistadora: Mujer, no todos los hombres son así.

María: Eso es verdad, pero la mayoría…

Emilia: a lo mejor ni la mayoría, mira lo que te digo. A nosotrasnos han tocado en suerte.

Entrevistadora: Bueno, la verdad es que vivimos en un mundomachista, y unos hombres 'lo llevan mejor que otros'.

María: Los hay que son unos ángeles

Emilia: tampoco es eso, tampoco es eso…

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12.2 Testimonio que confirma el tópico enunciado: la his-toria de Isabel

«Soy Isabel, tengo 41 años y soy mujer. Es más, me sientoorgullosa de ser mujer. Sufrí un apuñalamiento de mi ex maridoque casi me cuesta la vida. Hoy, dos años después, soy feliz otravez, feliz por la tranquilidad de ver a los tuyos que sonríen, y quese sienten orgullosos de tí por haber superado una dura etapa. Loúnico que recuerdo de mis días en la UCI son las caras de mishijos. Sólo le pedía a Dios que me dejara aquí; yo no había con-cluido "mi trabajo" de ver crecer a mis hijos y hacer de ellos unasbuenas personas. Además, quería tener la oportunidad de agra-decer a los demás el amor que me habían dado.

Hoy, mis hijos y yo somos felices. En casa hay paz, armonía,risas, complicidad, somos una familia como tantas otras. Hemossuperado malos momentos, muchos, superado largos silencios,sufriendo en soledad para no herir al otro.

Enseguida que me recuperé un poco me volví a incorporar enmi puesto de trabajo. Yo entendía que cuanto más rápido retomá-ramos nuestra vida, antes superaríamos ese trance. Además,necesitábamos hablar, volver a sentirnos nosotros tres una piña,lo que siempre habíamos sido, lo que seguimos siendo. Yo herecibido tanto de los demás, que ahora es el momento de dar. Pormucho que dé nunca podré devolver ni una milésima parte delcariño que yo he recibido. Yo no he estado sola, a pesar de haber-lo sentido... Mi familia, mis amigos, mi gran familia de trabajo,ellos siempre han estado ahí; sólo es que yo no los veía, yo mesentía muy sola en un túnel sin salida hasta que un día me arméde valor y di el gran paso de decir: "BASTA YA".

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Ahora ya no quiero ahondar más en las heridas. Hoy las heri-das están cerradas, las del corazón y las físicas; tenemos todauna vida por delante llena de proyectos compartidos y con unasganas tremendas de vivir, de volver a sentirme bien, con ilusiónpor hacer cosas: volví a la universidad, empecé a salir con amigas(hoy el grupo es toda una institución)... Pero tenía un gusanillodentro que me pedía más, en un principio no sabía lo que erahasta que dos excelentes mujeres me ofrecieron dirigir el InstitutoBalear de Dona, dos mujeres que apostaron muy fuerte por mí,dos mujeres que sólo conociendo mi trayectoria laboral y cons-cientes de mi inexperiencia política confiaron en mí.

Ahora me he bajado en otra estación, ahora voy a trabajar paraaportar mi granito de arena e intentar conseguir que todo lo queyo sé, todo lo que están pasando muchas mujeres en silencio, depuertas para adentro, termine. Que salgan a la calle y griten"BASTA YA". Las mujeres debemos sumar mujeres y no restar.

A través de los diferentes Institutos de la Mujer de lasComunidades Autónomas deberíamos impulsar un cambio delCódigo Penal para que dé las herramientas necesarias a jueces,abogados, policía, asistentes sociales, psicólogos, etc., parapoder acabar con esta lacra que nos está matando.

No basta decir se debería..., yo haría..., me gustaría... Hay queponerse a trabajar para conseguirlo, no debemos esperar quealguien empiece, debemos empezar nosotras. Desde las escue-las, cambiando la educación de nuestros hijos, educar en toleran-cia, respeto e igualdad, para las personas; hay que crear trata-mientos que intenten la reinserción de los maltratadores y, sobretodo, hay que prevenir y detectar las situaciones de riesgo, prote-ger diligentemente a la mujer y, desde los Institutos de la Mujer,apoyarlas psicológicamente, asesorarlas jurídicamente y ayudar-las en su incorporación al mundo laboral. Me gustaría que las

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mujeres tuviéramos la Igualdad, igualdad en oportunidades y enderechos. El valor de cada persona es el mismo, independiente-mente de ser hombre o mujer. Quiero que a las personas se nosjuzgue por nuestros valores, aptitudes, actitudes, conocimientos,etc., pero no por nuestro género. Éste es el principio de la igualvalía de las personas, que es uno de los derechos universales. Sí,sé que soy una soñadora, pero quiero intentarlo y desde el lunesya estoy trabajando en ello.»

12.3 Contratópico. La educación, recurso esencial para lalucha que se fragua ya, y la igualdad en la diferencia que estápor venir

La Conferencia de Pekín marca un cambio cualitativo respectode las anteriores Conferencias Mundiales de la Mujer (México,1975; Copenhague, 1980; Nairobi, 1985), dado que desde ella laproblemática general de la mujer recibe un enfoque global. Hastaentonces, las mujeres eran las únicas destinatarias: fueronencuentros de las mujeres, para tratar cuestiones que afectabana las mujeres. En el trasfondo, el problema era la mujer. En Pekínse inaugura una nueva etapa porque ahora se analiza esta proble-mática desde el conjunto de la sociedad y se apunta a la resolu-ción de la misma no desde políticas sectoriales sino globales.

Por primera vez se consolida la tesis de la potenciación de lamujer en la sociedad, lo que vino a llamarse “empowerment”(empoderamiento): las mujeres pueden y deben contribuir en ple-nitud de condiciones y de capacitación a la construcción de lasociedad. Por ello, esta Conferencia marca -aunque sea simbóli-camente- el principio del fin de la sociedad androcéntrica ypatriarcal, que tanto daño nos ha hecho a todos.

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Lo que se consigue en Pekín es consolidar el papel fundamen-tal de la mujer en la sociedad en base a la potenciación de treselementos: los derechos humanos, la salud sexual y reproductiva,y la educación. Se ratifica así el acuerdo alcanzado en 1993 en laConferencia Mundial de Derechos Humanos, celebrada en Viena.Además, y más allá de los límites de esta Conferencia de Viena,en Pekín se consigue explicitar que ninguna cultura, religión, cos-tumbre o tradición podrá ser causa de discriminación o violenciacontra las mujeres: los derechos humanos son el límite.

Para lograr todo esto, se sostiene que la educación es el prin-cipal factor de igualdad de oportunidades y clave de la emancipa-ción: alfabetización y co-educación. Junto a la educación, lapotenciación de la presencia de la mujer en el ámbito económico,político, social… Dicho de otro modo, hay que lograr el ingreso dela mujer en la ciudadanía de pleno derecho: ciudadanía social,cultural, política…

Como hemos ido viendo, hay una violencia estructural contrala mujer que germina en el tipo de sociedad (androcéntrica ypatriarcal) en la que están arraigadas nuestras vidas y en las quese nos forma como personas a través de las socializaciones pri-maria y secundaria, que si bien no nos determinan, sí nos condi-cionan enormemente.

Pero que la socialización sea necesaria no significa que no seacriticable. Precisamente, la solución global al problema de la vio-lencia sexista pasa por criticar y reestructurar nuestra sociedad.Porque la socialización que ella genera -desde la familia, la calley la escuela, principalmente-, va consolidando lo que, en otroámbito, llama Bourdieu -en su magnífico libro La distinción- “habi-tus”.

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13. Tópico Octavo: También la mujer ejerce violencia con-tra el hombre.

Corolario: son las mujeres las que se la buscan y provocan asu agresor, convirtiéndose en responsables de la agresión e, inclu-so, en agresoras en un doble sentido: subliminal, provocando...disimulado, agrediendo física y psicológicamente. Esto se resumeen la habitual sentencia: 'algo habrá hecho…'

13.1 Entrevistas y testimonios

No hemos encontrado ningún testimonio de mujer maltratadaque verifique este tópico; tampoco en las entrevistas se hizo men-ción a ello. Por respeto, ni siquiera se planteó la cuestión.

A decir verdad, y a pesar de que las estadísticas -las de elabo-ración propia y el resto de las analizadas- indican, tozudamente,que el varón tiene claramente introyectado ese tópico (que a lamujer le resulta totalmente ajeno), sólo hemos encontrado unestudio en que se defiende lo que el corolario intentione oblicua,esto es, no tanto provocando como manejándolo. Veámoslo.

“Un día, el hermano casado de Lupita la vio hablando con unjoven a través de la ventada de la fachada de su casa. El herma-no le preguntó quién era el chico, pero Lupita se negó a decírse-lo, temiendo que su hermano se lo dijera al padre y le convencie-ra para que pusiese fin al romance. Lupita decidió manipular lasreglas del machismo en su propio beneficio. Mientras ayudaba asu madre a preparar la cena, se quejó de que la mujer de su her-mano era una cotilla y había obligado a su hermano a entrometer-se en sus asuntos. Lupita sabía que esto provocaría una respues-ta de solidaridad por parte de su madre (más solidaria que sihubiese protestado directamente acerca de su hermano). Ellasabía que su madre estaba en contra de su nuera, que había con-

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seguido mucha influencia sobre el hermano de Lupita y se habíainterpuesto entre madre e hijo. Esa noche, tan pronto como elpadre se sentó a cenar, la madre de Lupita empezó a reñirle pordejar que su hijo se adueñara de su autoridad y por no llevar lospantalones en la familia. Esto hizo que el padre no escuchara loque su hijo iba a decirle sobre Lupita y se marchó de casa tanpronto como acabó de comer, sin prohibir a Lupita continuar consus planes de conseguir un pretendiente. De esa forma Lupita ysu madre consiguieron sus fines, a pesar de su falta de poder,apelando a la misma norma que supuestamente les priva delpoder -un padre debería ser el jefe de su propia casa”113.

Cierto que la mujer tiene 'armas' para combatir el androcentris-mo y la sociedad patriarcal que configura su circunstancia, quede-limita su vocación vital (Ortega).

13.2 Contratópico. Deconstrucción de la imagen de lamujer agresora.

Uno de los últimos mecanismos de defensa esgrimidos por laestructura androcéntrica ha sido tratar de situar la violencia dealgunas mujeres como una violencia estructural y simbólica, cre-ando el mito (tópico, en última instancia) de la mujer agresora y,en definitiva, de la violencia sexista femenina

Pero, por lo que llevamos ya visto aquí, parece imposible com-parar la agresión del hombre a la mujer (estructural e ideológica)y la agresión de la mujer al hombre (puntual y reactiva).

113 Díaz, M. Tonalá: Conservatism, Responsability and Authority in a Mexican Town.Berkeley: The University of California Press, 1966, pp 85-87.

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Para ahondar en este asunto, vamos a indicar algunas de lasdiferencias significativas que encontramos entre la agresión delhombre a la mujer y la contraria114:

1. La agresión y uso de violencia debe conllevar una inten-ción consciente de hacer daño como objetivo principal;en cambio, en el caso de la mujer agresora se trata deuna respuesta a una situación de violencia previa porparte del hombre.

2. El objetivo de la agresión de la mujer es completamen-te distinto al objetivo que lleva a cabo el hombre. Estelleva a cabo la agresión como medio de controlar a lamujer, de mantenerla sumisa, en cambio la mujer nisiquiera consigue un beneficio para ella al agredir yaque su agresión produce más agresividad y violenciacontra ella.

3. El hombre agresor utiliza la violencia como forma decontrol, en cambio la mujer arremete en fases de la rela-ción en las que su pasividad y sumisión no han servidopara frenar las agresiones.

4. El hombre continúa con la agresión a pesar de haberseseparado de la mujer, en cambio esta, no ataca al hom-bre, ni siquiera lo busca una vez han salido de esa rela-ción.

Hablar, por tanto, de violencia recíproca y en términos de igual-dad al referirse a la agresión del hombre sobre la mujer y a la dela mujer sobre el hombre, no deja de ser una lectura parcial y unainterpretación interesada... quizás el último y sutil recurso de lamicro-violencia sexista.

114 Cf. Lorente Acosta, M. Mi marido me pega lo normal, Crítica, Barcelona, 2001, pp.123-131

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Como dice Lorente Acosta, “si asumimos que la agresividadsurge como una reacción en respuesta a una situación de violen-cia o como mecanismo de autodefensa, es obvio que la agresióndel hombre conducirá a un aumento de la agresividad en la mujervíctima de sus ataques”115.

115 Mi marido me pega lo normal, ed. cit., p. 131

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PARTE SEGUNDA

ACTUAR O DE LA NECESIDAD VITAL DE ENCARGARSE DELa igualdad en la diferencia

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Sólo los utópicos pueden ser proféticos y portadores de espe-ranza. Solamente pueden ser proféticos los que anuncian y

denuncian comprometidos permanentemente el proceso radicalde transformación del mundo, para que los seres humanos

puedan ser más... Y es la educación la que me empuja a asumiruna cierta responsabilidad y ser coherentecon el

sueño que me exige que tenga

Freire, P., en Educación y transformación social

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14. Propuesta de alternativa a la sociedad androcéntrica.Educar en la diferencia

No sería este escrito una meditación -en el sentido ortegjuianoque hemos indicado en la introducción- si no busca el compromi-so de una solución (salvación), aunque sea a modo de lineamien-to. Por ello hemos abordado, en esta Parte Segunda, una mane-ra de articular la sociedad para que la difícil igualdad en la dife-rencia sea posible.

14.1 La dsconstrucción social del varón y de la mujer

Frente a la construcción social del varón y, asimétricamente opor defecto, de la mujer, debemos realizar dos tareas fundamen-tales:

1. Deconstruir o desmontar al varón (y la asimetría queproyecta)

2. Reconstruir una teoría del hombre y de la mujer que,superando el esencialismo, se dirija hacia un análisis delproceso (particular) de convertirse en persona sexuaday sexual (no necesariamente dicotomizado), con ele-mentos comunes que universalicen la especie humanay su vertiente moral: la persona, y que, a su vez, respe-te la diferencia. Habrá, pues, que pensar la diferencia.

Sólo efectuando estas dos maniobras podemos ir eliminandoel fondo estructural micro violento que subyace a toda relación depareja (en nuestra sociedad androcéntrica y patriarcal) que, en nopocas ocasiones, aflora en violencia directa, “pura y dura”, a tra-vés del maltrato físico y/o psicológico y/o económico..., y que enotras muchas ocasiones mina la vida de cada mujer y limita su

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geografía vital a la casa (precisamente la “vivienda-prisión” delextraordinario mito platónico).

14.2 No se nace mujer

Según la perspectiva desde la que hemos enfocado la proble-mática que tratamos, creemos que la solución radical al problemade la violencia sexista sólo podrá venir de la mano de una refor-mulación de los procesos de construcción sociales del varón y dela mujer - (cuya consecuencia final puede ser, incluso, la desapa-rición de esta dicotomía más social que natural. Pero este no esaquí nuestro tema).

No podemos olvidar que los rasgos (características, conduc-tas, imágenes) habitualmente asociados con las mujeres encie-rran siempre una particularidad sociocultural e histórica. No son,por tanto, de orden genético ni instintivo: se aprenden (procesode socialización). Si rompemos este esquema rígido de socializa-ción androcéntrica, veremos emerger muchos modos diferentesde mujer -también de varón- y, por lo tanto, otros tipos de rela-ciones sociales, personales y de toda índole. Como decía Simonede Beauvoir, “no se nace siendo mujer, se llega a serlo”116; o,como dice Luce Irigaray, “nosotras todavía no hemos nacidomujeres”117.

Así pues, ser-mujer es una conquista, cuando el patrón, lamedida de todas las cosas, es el hombre. Es la mujer la que tieneque justificar su existencia, pues se la considera 'lo otro' que el

116 El segundo sexo, Siglo XX, Buenos Aires, 1987, tomo II, p. 13

117 Sexes et parentés. Munit, París, 1987, p. 78

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hombre. El hombre tiene esencia, la mujer existencia que vahaciéndose esencia o bien a imagen y semejanza del hombre -sigue sin esencia-, o bien contra el hombre -búsqueda de unmodelo contrario, con lo que acaso consigue una contra/esencia,o bien explorando y potenciando la diferencia -no renuncia ni a laigualdad ni a la diferencia-. Ser mujer, en estas circunstancias, esprecisamente estar a punto de no serlo, transferirse de nuevo enobjeto -que es lo que necesita el modelo androcéntrico paraseguir con su hegemonía-. En este sentido -parafraseando aSartre “la mujer es el infierno” si intenta adquirir esencia y dejar deser mera existencia.

Pensemos, además, que la actual estructura social da cobijo,asegura y fomenta un “sistema de género”118 que mantiene yreproduce las características y comportamientos a los que varóny mujer deben ajustarse y que, de lo contrario, genera sancionessociales y personales. La más actual, quizás la más cruenta, es laviolencia sexista. Precisamente el análisis de este “sistema degénero” saca a la luz cómo se organizan las sociedades paramantener su estructura social androcéntrica y patriarcal.

Desde esta situación, todo análisis y proyección de soluciónde la problemática que tratamos debe tener en cuenta estas doscuestiones:

1. Romper con las representaciones tradicionales proce-dentes del biologismo, pues desde ella se mantiene ladicotomía varón-mujer, siempre favorable al varón: fuer-za, agresividad, etc.

118 Término usado por la antropóloga norteamericana Gayle Rubin en “The Traffic inWomen: Notes on the 'Political Economy of Sex'” (en Reiter, R. Toward an Anthropology ofWomen, New York, Monthly Review Press, 1975, pp. 157-210).

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2. Abrir el sistema educativo -y, en lo posible, la instituciónfamiliar- a las nuevas formulaciones -fruto del anterioranálisis-, de modo que se rompan las actuales relacio-nes de poder y dominio sexista, tanto para los que ya seestán socializando en este proceso como para los queestán todavía por iniciarlo. Hay que romper esta estruc-tura reproductiva del patrón masculino.

Importa, por ello, preguntarnos ahora: ¿dónde se reproducenlos mecanismos que generan y regeneran el androcentrismo y,como venimos defendiendo, la micro-violencia sexista? Los cuen-tos infantiles, las películas infantiles, la educación escolar sinvocación de co-educativa, las familias ancladas en la tradición...como generadores; y la publicidad, las instituciones, las pelícu-las... como regeneradoras de los estereotipos creados y fijadospor las primeras. Todo ello sin superar -y no pocas veces sin caeren la cuenta- de la ilógica que supone saltar de lo social y lo cul-tural a lo natural o normal: se naturaliza (y se normaliza) lo queconstruyen la sociedad y en el ámbito cultural (precisamente aquíencuentra su 'justificación' la asimetría instalada).

¿Contra qué asimetrías hay que seguir luchando? El difícil pro-ceso de convertirse en mujer tiene como obstáculo fundamentalla micro-violencia que contra ellas se ejerce en el largo caminohacia su esencia. Habría que salvar, al menos, los obstáculos cita-dos en el apartado 8.4.3.d (“tipología de las micro-violencias”).Asimetrías todas ellas que mermar esta lenta pero ya inexorable“marcha femenina”.

Hay que actuar en dos direcciones: por un lado, hay que pen-sar la diferencia como algo positivo, como un camino por hacer;por otra, hay que hacer ver, de una vez por todas, que la mujer noes el infierno, esto es, que la ganancia de la mujer no es la pérdi-da del hombre sino un nuevo mundo de posibilidades y de rela-

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ciones donde la cooperación y no la competencia marque losdestinos del ser humano. Esto es fundamental para la resolucióndel conflicto analizado porque, como sostiene certeramente elsociólogo P. Bourdieu119, los grupos dominantes tienden a sobre-estimar los logros de los grupos dominados y por ello se generaviolencia (del micrólogro a la micro-violencia por establecimientode un micro-control del varón). La sensación del varón es de sor-presa cuando constata hasta donde han llegado las mujeres... esasorpresa es sospechosa. Es señal de que acecha el miedo. Hayque eliminar el miedo: no competimos, colaboramos. No debe-mos competir, deberíamos cooperar.

Sin embargo, nos encontraremos siempre con una resistenciadel varón: “los hombres, como grupo social, de momento, perma-necen en sus espacios tradicionales. (...) Es lógico que los hom-bres se resistan a cambiar porque en ello pierden más de lo queganan, en prestigio, poder y estatus, si se mira, obviamente,desde una perspectiva economista, productivista e individualista.Desde una perspectiva humanista e idealista podría reconocerseque los hombres ganarían con el cambio, participando en áreas yactividades femeninas, al poder desarrollar facultades humanasque ahora tienen limitadas”120. No obstante, hay motivos para laesperanza: “los chicos van descubriendo que la sensibilidad noes negativa que es bueno no disimular las emociones”121

Pero la resistencia es fuerte. La encontramos en todos los rin-cones de la historia y en cualquier ámbito. Aun presentando dife-rentes rostros, metamorfoseándose, el objetivo es siempre el

119 -“Una suave violencia”, El País, 29-9-1994-

120 Brullet, C. “Roles e identidades del género”, en Sociología de las mujeres españolas,p. 301.

121 Riera, J. y Valenciano, E. Las mujeres de los 90: el largo trayecto de las jóvenes haciasu emancipación. Morata, Instituto de la mujer, Instituto de la juventud, 1991, p. 208.

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mismo: el intento de desprestigiar a la mujer -una especie deargumento 'ad mulierem'-, por el doble miedo de verse destrona-do (ridiculizado) y subordinado (en relación asimétrica de inferio-ridad). Como muestra simple de lo que decimos, valgan lassiguientes expresiones (tan cargadas de historia):

1. Si desglosamos la palabra mujer (mulier), encontramos:m, es el mal de los males; u, que se asociaba con v,vanidad de vanidades; l, lujuria de las lujurias; i, ira delas iras; e, Erinias de las Erinias, es decir, la furia; r, ruinade los reinos122.

2. Algunos de los innumerables dichos y refranes sobre lacondición de la mujer: decía Galdós que “el mayorencanto de la mujer reside en su ignorancia”; Moliere seburlaba de las mujeres “latiniparlas”; idea semejantetrata de transmitir el refrán español: “mujer que sabelatín no puede tener buen fin”123, y un largo etcétera.

Por ello ha de insistirse en la siguiente tesis: debe intervenirse-sociológica y psicológicamente- para que el varón pierda elmiedo a ser destronado. Primero porque su trono es ficticio,segundo porque no hay tal “varón” más que en el inconscientecolectivo (hay cada varón) y, finalmente, porque no hay equivalen-cia entre cada varón y cada mujer, no hay igualación (ni compara-ción) posible entre ambos. Contrariamente, hay que hacer hinca-pié en la diferencia: “la diferencia de cuerpos sexuados, la noequivalencia de los dos sexos”124. La política educativa debetomar la palabra.

122 Romero de Maio, Mujer y Renacimiento, Madrid, 1998, p. 74.

123 Roig, Montserrat: El feminismo, Madrid, 1986, p. 25-ss

124 Rivera Garretas, ed. cit. P. 185

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14.3 Pensar la diferencia

Hay, pues, que pensar la diferencia y obtener fuerza (social)desde ella: debemos denunciar el condicionamiento sexista delpensamiento que regula la visión de la realidad y hacer surgir contoda su fuerza la necesidad de la diferencia, como insiste CarolGilligan125. Pero ello sólo será posible si entendemos la identidad“como fenómeno humano que consiste en la diferenciación que elindividuo es capaz de establecer entre él y los otros individuoscon los cuales se relaciona socialmente, llegando a adquirir unaconciencia de si mismo y de los demás”126.

Hay que evitar, pues, el esencialismo -sin renunciar, creemos,a un fondo humano común que es, por ello, esencial, y que bioló-gicamente puede marcar ciertas diferencias dentro de la 'igualdadbiológica' que tenemos- en la medida en que nos fuerza a esta-blecer dos modelos: el masculino y el femenino. Tendremos queir abriendo camino a una nueva forma de interpretar al ser huma-no que -insistimos-, sin perder un fondo de esencia (necesitamosafirmar la universalidad en la que todos confluimos: ser personahumana, precisamente base de derechos humanos), se fije sobre-todo en la diferencia -la diferencia reivindicada como la otraforma de ser127.

125 In a different óbice. Cambridge Mass., Harvard University Press, 1982

126 Zaiter, J. “Mujer y construcción de la identidad social”, en Revista Centro de Estudiosdel Género, vol. 1, nª 1, Santo Domingo, República Dominicana, 1993, p. 85

127 Esa diferencia, no obstante, para que tenga sentido humano, debe estar fundada enel universalismo y no en el particularismo moral -aparentemente más cercano a la tesis dela diferencia-. Precisamente hoy, las tradiciones éticas van recuperando el universalismomoral, basándose en la experiencia del sufrimiento que actúa con autoridad incondicionaly con pretensión de verdad. Dejar hablar al dolor -decía Adorno- es la condición de todaverdad. Por ello, percibir el dolor del otro es la condición de posibilidad para toda preten-sión moral universal. Y, como viene advirtiendo Dussel en toda su filosofía de la liberación,sólo alcanzamos la universalidad si partimos de una parcialidad, de los últimos, de los queestán fuera, de los que ven negado su ser y sus derechos.

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Para el caso que estamos analizando, pues, debemos univer-salizar desde la mujer que es y ha sido, como categoría humana,débil, marginada y excluida socialmente. Mujer que no puede,siquiera, dar la vida por supuesto. Por eso la lucha es indispensa-ble. Por eso, como decíamos al principio, no hay peor lucha quela que no se hace.

14.4 La educación sentimental de mujeres y hombres: otraforma de ser hombre es posible.

Tal como hemos visto a lo largo de los tópicos -especialmentelos dos primeros- las mujeres y los hombres son educados senti-mentalmente de formas distintas, siendo este proceso parte delproblema y parte, también, de la solución de la grave problemáti-ca que tratamos. Precisamente porque nos da idea de qué valory peso específico tienen tanto la forma como el contenido de laeducación. Resulta obvio, pues, que aquello que se presentecomo problema se configura, a su vez, como rampa de lanza-miento de un nuevo 'estilo' de sociedad128.

Y, si son importantes los esfuerzos para prevenir la violenciacontra las mujeres -que cuestionan los modelos de feminidad-,tanto o más lo son los dedicados a cuestionar y reelaborar -deconstrucción- la masculinidad al uso.

Lo que pretendemos decir aquí es que “otro modo de ser hom-bre es posible”. Esta es la bandera que enarbola la Asociación deHombres para la Igualdad de Género (AHIGE). Según este colec-

128 Recordemos que son dos las áreas relacionadas con el marco de la personalidadhumana que han de desarrollarse convenientemente para que la persona consiga vivir demanera satisfactoria: la autonomía e interdependencia personal, de un lado, y la expresiónde la asertividad (en el área de las relaciones sociales), de otro.

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tivo, lo más inmediato para luchar contra la discriminación de lamujer es dar apoyo a los hombres en su cambio: Los hombres nopodemos mirar hacia otro lado como si la violencia de género nonos afectara, asegura Antonio García, presidente de la asocia-ción, en la entrevista concedida.

Efectivamente, los miembros de este colectivo defienden “unmodelo de masculinidad basado en la igualdad, la justicia, el res-peto y la solidaridad”, convencidos de que la igualdad real de lamujer no es posible sin una revolución masculina.

Tal revolución exige que el hombre se acepte a si mismo comoun ser sensible, afectivo y vulnerable, primer paso para empezara cuestionarse los estereotipos sociales y culturales vigentes.“Hemos heredado de nuestros padres el modelo del hombre tra-dicional, basado en ideas de fuerza, poder y competitividad; elhombre líder que tiene que tener éxito, dirigir, mandar…” explicaGarcía. “La fuerza es el eje central que articula todo el modelo.Tenemos la obligación de aparecer siempre fuertes delante detodo el mundo. Somos esclavos de esta idea y no hemos sidocapaces de construir un modelo alternativo de masculinidad”129.

El movimiento de hombres para la igualdad empezó a dar susprimeros pasos en los años 70 en los países nórdicos y en E.U.A.,fundamentalmente en California. En España, los primeros gruposmasculinos de reflexión, con ideologías muy diversas, se forma-ron en Valencia y en Sevilla en 1985. A.H.I.G.E. nació en mayo de2001, ante la inquietud de un grupo de hombres interesados endebatir y analizar cuestiones sobre el género y su influencia en lavida cotidiana.

129 Cf. (e-leusis.net).

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El perfil de sus más de cien asociados se corresponde conindividuos de unos 30 años, la mayoría con estudios y un nivelsociocultural medio-alto. “Nos une un proceso de autocuestiona-rio personal de muchas cosas, empezando por nosotros mis-mos”, explica el presidente de la asociación, que es trabajadorsocial, está casado y es padre de un hijo.

No están solos en su revolución. En 1999, el Ayuntamiento deJerez de la Frontera fue el pionero en la puesta en marcha delPrograma de hombres para la igualdad. El grupo Hombres deSevilla lleva años gritando “basta” contra la violencia de género.Siguiendo sus pasos surgieron los grupos Hombres de Jerez y deGranada. Más recientemente, en la primavera de 2004, nació enLeón el grupo Prometeu. Los unos y los otros coinciden en susreivindicaciones: hay otra forma de entender la masculinidad, sinagresividad y sin violencia. También coinciden en su denuncia: elsilencio de los hombres ante el maltrato de las mujeres los con-vierte en cómplices.

15. Desmontando la violencia sexista: El mecanismo de'instalación' de la micro-violencia o de la configuración delmaltratador

Que decidamos ofrecer en la Parte Tercera de nuestro trabajode investigación el análisis del “mecanismo de instalación, perpe-tuación y retroalimentación de la micro-violencia” o, desde otraperspectiva, la “configuración social y antropológica del varónmaltratador”, viene motivado porque supone un rodeo tal que,de otro modo, venía a romper la estructura del discurso que man-teníamos en torno a los tópicos y su propia dinámica de presen-tación. Porque se trata de traer ahora a colación, para poderentender este complejo entramado, las nociones de “creencia” yde “idea” orteguianas dado que, desde ellas:

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1. Podemos justificar la opción metodológica que hemosusado en este trabajo de investigación. Y ello porque lanoción de “creencia” en Ortega y Gasset -nuestro eter-no “espectador”- engarza la forma de entender y desentir con la forma de expresar eso mismo. No supone,como Ortega quería, una renuncia a la universalidad,sino más bien de traer lo universal a lo local para poderentenderlo en su medio próximo.

2. Y, además, porque es la mejor manera de poder enten-der cómo la micro-violencia sexista es algo arraigado enlo más profundo de nuestro ser (varón) y, consecuente-mente, la forma que debe adoptar todo análisis de laviolencia sexista -sin detrimento de las metodologíascuantitativas-.

Debemos para ello enlazar el problema que tratamos con lanoción de autenticidad orteguiana. A poco que profundicemos enesa fundamental noción, veremos como hace referencia a la acti-tud de entender (auténticamente), de encarnar cualquier pensa-miento que aceptemos. Por ello dirá Ortega -¡atención!- que nosomos auténticamente nosotros cuando únicamente nos limita-mos a repetir lenguaje ajeno sin haber pensado bien lo que deci-mos. La justificación de esta actitud la encontramos en lo quedenominados “autenticidad existencial”, que nuestro autor tomasiguiendo la estela de Heidegger. Pero el tensiómetro de autenti-cidad existencial en la mujer -en el contexto de la sociedad andro-céntrica y patriarcal- parece marcar cero. ¿Por qué decimos esto?

Porque la autenticidad existencial -precisamente la contratópi-ca- hace referencia a la misión de realizar la propia vida: la vidase nos da por hacer; es más, la vida es un que-hacer, un proyec-to y, siendo proyecto, la circunstancia en la que se desarrolla nonos puede ser ajena. Pero, ¿por qué en vista de la circunstancia,precisamente, hacemos unos proyectos y no otros? Esto depen-

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de de dos cosas: de las potencialidades de nuestra circunstanciay, en segundo lugar, de quién seamos nosotros. A este proyectopersonal llama Ortega “vocación”. El problema de la mujer es queesta vocación es todavía un proyecto vital por estrenar; es elnombre del problema sin nombre al que hacía referencia BettyFriedan en su ya citado libro.

El reto consiste en buscar el camino que haga posible esta rea-lización de la mujer, para que los límites se difuminen y aparezcanlos verdaderos horizontes de la vida humana (masculina, femeni-na...). Para que el 'techo' de su vida no sea el techo de la casa.

Esta vocación, esta vindicación de horizonte, es formal, estoes, sin contenido previo. El contenido hay que ir haciéndolo,como hace el transeúnte al 'ir de camino'. Pero, al igual que exis-ten astrolabios, brújulas y mapas, hay también orientaciones desentido existencial, que hacen que las experiencias que vamosteniendo nos humanicen.

¿Cómo dar, pues, contenido material a la vocación vital, que esde índole formal? Toma aquí fuerza la idea de circunstancia, perolo más concreta posible: nuestra situación social e histórica deter-minada, concreta, singular. Desde aquí se hilvanan nuestros pro-yectos de vida. Pero todavía falta un elemento para que ello seaposible: la decisión por unos proyectos y no por otros. ¿Desdedónde nos decidimos? La respuesta de nuestro autor es clara:desde el suelo de las creencias. Por ello son tan importantes -insistimos- en el tratamiento de la violencia sexista.

Entremos de lleno en el asunto: ¿Qué son, pues, las creencias?Uno de los textos de Ortega más significativos que prefigurarán elentramado de las creencias y su relación con las ideas es el quesigue: “un principio, nuevo como idea, no puede mover a las gen-tes. Nueva política es nueva declaración y voluntad de pensa-

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mientos que, más o menos claros, se encuentran ya viviendo enlas conciencias de nuestros ciudadanos”130. Esta declaración, queprefigura la noción de creencia, se encuentra, sin embargo, en laórbita scheleriana de la “razón de amor”, por cuanto en la mismapágina sostiene Ortega que “para que las ideas sean impetuosa-mente servidas es menester que sean antes plenamente queri-das, sin reservas, sin escepticismo”131. Curiosamente, en la prefi-guración de las nociones de creencia y de idea también podemosencontrar, prefigurado a su vez, la idea de tópico-originalidad-sin-ceridad que tan importante resulta para construir una teoría de lalógica de la violencia sexista, tal como aquí pretendemos.

Las nociones más profundas de estos dos términos y de surelación, aquéllas que vamos a emplear para alumbrar meridiana-mente el mecanismo de instalación de la violencia que investiga-mos, empiezan a perfilarse en su ensayo En torno a Galileo. Eneste escrito aparecerá, aunque todavía de forma secundaria -pre-domina la exigencia de buscar el pensamiento pleno o de ideassobre las cosas frente a las creencias-, la noción de creenciacomo suelo en que estamos, como puntos de apoyo de nuestraexistencia. Este suelo será interpretable como la morada vitaldesde la que pensamos, las convicciones radicales -de raíz- porello incuestionables y que actúan como brújulas de nuestros pen-samientos concretos, esto es, de nuestras ideas. Será precisa-mente este suelo o morada vital aquello con lo que entronque pri-mera y esencialmente la reflexión sobre el mecanismo de la vio-lencia sexista, analizada desde sus fundamentos. Con las creen-cias 'nos pasa algo', o mejor, 'se conforma algo' en lo más pro-fundo de nuestro ser. Con su cambio, evidentemente, también.

130 O.C., I, p. 269

131 O.C., I, p. 270

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Pero quizás sea en Historia como sistema donde se estableceya una relación madurada entre creencias e ideas, por cuanto seentretiene en establecer la relación de las creencias con la vida,dando como resultado que, siendo la vida un quehacer, y tenien-do varias posibilidades de elección para este quehacer-nos,resultará que “esta decisión es imposible si el hombre no poseealgunas convicciones sobre lo que las cosas son en su derredor,los otros hombres, él mismo. Sólo en vista de ellas puede preferiruna acción a otra, puede, en suma, vivir. De aquí que el hombretenga que estar siempre en alguna creencia y que la estructura desu vida dependa primordialmente de las creencias en que esté yque los cambios más decisivos en la humanidad sean los cam-bios de creencias”132. Y recordemos: se está en las creenciascomo se está en las circunstancias.

En esta misma línea, pero más pormenorizado resulta el ensa-yo “Ideas y Creencias”, ya de 1940, donde intenta hacer ver ladiferencia entre ideas -entendidos como pensamientos u ocurren-cias que uno tiene- y creencias, a saber, la sustancia (sustrato) del“conteniente de nuestra vida y, por ello, no tienen el carácter decontenidos particulares dentro de ésta”133.

Pero, ¿qué es una creencia? Más que definirla, vamos a tratarde caracterizarla. Tres son, a nuestro entender, los rasgos queposee:

1. Vivimos radicalmente en ellas, de modo que no son larealidad, pero las vivimos tan intensamente como si lofueran. Las ideas nos hablan de la realidad, pero ni loson ni las sentimos tan radicalmente.

132 O.C., IV, pp. 13-14

133 O.C., V, p. 384. Aunque aquí llame “ocurrencias” a las ideas, más bien parece unaexageración fruto de la estilización del texto, de carácter más bien didáctico, para hacer-se entender mejor.

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2. Las creencias nos poseen: “la creencia es quien nostiene y sostiene a nosotros”134. Las ideas, sin embargo,las tenemos nosotros y las sostenemos (hasta cambiar-las por otras).

3. Contamos con ellas, las aludimos y con ello nos es sufi-ciente: no las explicitamos en grado de exactitud, másbien aludimos a ellas “como solemos hacer con todo loque nos es la realidad misma”135. Las ideas nos son pro-blemáticas, las pensamos, pero no contamos con ellasde este modo.

Con las creencias, pues, contamos, sean o no vigentes.Creencia y vigencia se relacionan pero no son lo mismo: en lascreencias, contar con es sentirse identificado con ellas; sus con-tenidos pueden ser socialmente vigentes o no (si el contenido demi creencia se opone a los socialmente vigente, tengo que contarcon ello, pero en el plano de las ideas tengo que ocuparme deello, porque resulta problemático). La vigencia tiene que ver conlo sociológico; la creencia tiene que ver con lo epistemológico ylo psicológico. Cuando la creencia entre en crisis, se tambalea laestructura psicológica y epistemológica del sujeto. No olvidemosque las creencias son nuestro “suelo” existencial. Y es aquí -des-pués de este largo rodeo- donde empieza a hacérsenos de inte-rés lo que Ortega dice, aplicándolo a la violencia sexista y susmecanismos de reproducción. Veamos como.

Por crisis podríamos entender algo así como fluctuación decreencias. Tanto en el individuo como en las épocas históricas, lasdeterminadas creencias de las que se vive -en las que, como

134 O.C., V, p. 384

135 O.C., V, p. 385

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suelo, se reposa- pueden quedar destruidas cuando, sobre todo,dejan de informar la existencia136. Y aquí juegan un papel esencialtanto la filosofía -al menos en el sentido de filosofía de Unas lec-ciones de metafísica, de 1932) como de la concreta lucha contrala violencia que vienen ejerciendo los distintos feminismos a lolargo de su corta historia. La filosofía -vigente- porque sólo esauténtica si es una necesidad personal: la filosofía, en un princi-pio, cuando todavía no era vigente, fue una inspiración genial dealgunas personas que habían hecho crisis de sus creencias, habíaperdido la fe y, así, se abrió paso en el ambiente de incredulidadrespecto a los dioses y mitos tradicionales. Por ello es auténticay necesidad personal: todo cuanto en ella se diga, sea dicho porprimera vez o no, ha de ser personalmente dicho, asumido inclu-so carnalmente (desde nuestras propias entrañas)137.

Volvamos ahora al punto de partida de nuestra reflexión entorno a la tarea de hacerse la vida, siendo poseídos por las cre-encias y estando -inevitablemente- en las circunstancias. En estatarea, en la que se multiplican las posibilidades y los proyectos,es la decisión la que se torna relevante. Y, como decíamos, a laconcreción de los proyectos de vida desde la decisión lo llama-mos vocación. Las decisiones vitales no se hacen desde el vacío,sino desde un suelo, un soporte vital: las creencias . A ellas debe-mos apelar para cambiar la actual situación de relación asimétri-ca -y ya sólo por eso violenta- entre el hombre y la mujer. Sobreellas tenemos que actuar si queremos resolver -a medio plazo- lasituación a la que nos estamos enfrentando.

136 Textos donde podemos encontrar reflexiones en torno a la crisis de las creencias:“Cambio y crisis” (V, 69); “Ideas y creencias” (V, p. 383); “Sobre la volatilización de una fe”(V, p. 498); Historia como sistema (VI, pp. 13-18); “Concordia y creencia” (VI, p. 59); “Uncapítulo sobre la cuestión de cómo muere una creencia” (IX, pp. 707-725).

137 Recordemos el texto de Ortega , ya citado, según el cual nuestra vida comienza porser la perpetua sorpresa de existir, sin nuestra anuencia previa, náufragos, en un orbeimpremeditado...

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Porque éstas -frente a las ideas, que siempre nos viene defuera, que son ocurrencias- son interiores, y tienen los siguientescaracteres: fortaleza, espontaneidad, habitualidad (contamos conellas, nos son habituales y cuando desaparecen nos sentimosdesamparados), sustancia vital (son las creencias las que sostie-nen nuestra vida y no a la inversa: nos poseen; las ideas las pose-emos). Dijérase que esa circunstancia exterior y esa posibilidaden mí latente poseyeran una previa, radical fraternidad138.

Esta apelación a las creencias nos remite de lleno a la educa-ción como elemento clave en la resolución de la grave situaciónde la mujer. Como dice Ortega, en la biografía humana partimosde puras creencias, siendo puramente receptivos; la educaciónconsiste en someter a crítica todo lo recibido -experiencia carte-siana- a través del estudio, de modo que sea posible integrar loschoques que la circunstancia produce inesperadamente en nues-tro universo ordenado, acercándonos, progresivamente, a unestadio en que hay cierta seguridad respecto a la vida en generaly de la significación y poder de uno en ella; cuando se llega a esteestadio es cuando propiamente se tienen raíces propias, cuandose está integrado en la realidad; esta integración recibe el nombrede madurez. Las creencias, así, se tornan fundamento.

Pero, ¿qué es, entonces, la creencia como fundamento?Fundamento es suelo. Pero cuando la madurez ha sobrevenido,ese suelo es ya sabiduría de la vida, es experiencia de la vida, esfilosofía: “hablando con rigor -nos dice Ortega- el suelo sobre elque el hombre está siempre no es la tierra ni ningún otro elemen-to, sino una filosofía”139. Este suelo, este fundamento es el Grundund Boden alemán, es el correspondiente a la expresión coloquial

138 Cf. O.C., II, p. 166

139 O.C., IX, p. 628

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“ser hombre de fundamento”: de tierra firme. Por lo tanto, cuan-do el suelo de la creencia está pulido por la experiencia de la vida,ese suelo es tierra firme o fundamento.

Esa tierra firme es el punto de apoyo o atalaya desde el cualmiramos el mundo y actuamos. Este punto de apoyo es el colec-tivo de nuestras perspectivas, nuestro lugar fáctico en la historia,desde el cual actuamos y somos. Es, a su vez, punto de anclajede nuestras circunstancias. Desde él conformamos nuestro des-tino, a base de elegir entre distintos proyectos, entre múltiplesposibilidades140. La madurez se va torneando a medida que elsuelo se torna fundamento (tierra firme). Y, curiosamente, esa tie-rra firme en tanto que punto de apoyo tiene que ver con el signi-ficado arcaico del ethos. Por ello dice Ortega que “el destino es laúnica gleba donde la vida humana y todas sus aspiraciones pue-den echar raíces. Lo demás es vida falsificada, vida al aire, sinautoctonia o indigenato”141.

Ahora bien, ¿que ocurre cuando lo falsificado son, precisa-mente, las creencias en de los tiempos, como nos cuenta elmidrash? Pues que se genera y alimenta el ser humano -masa,caracterizado tanto por su nula ansia de buscar la autenticidadcomo su renuncia a la responsabilidad que de ella se derivaría.

¿Cuál es el perfil del ser humano-masa, del hombre-masa, estoes, del varón? Veamos cinco de sus rasgos142:

140 Frente a ello, “el capricho es hacer cualquier cosa entre las muchas que se puedenhacer. A él se opone el acto y hábito de elegir, entre las muchas cosas que se puedenhacer, precisamente aquella que reclama ser hecha” (O.C., IX, p. 349). Vocación y destinose entroncan de este modo.

141 O.C., IV, p. 350

142 Cf. O.C., IV, pp. 146-187

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1. No se busca a sí mismo, no se pregunta lo que es, secontenta con ser como todo el mundo.

2. No se plantea exigencias, no trata de llegar a su máxi-ma posibilidad en tanto que humano.

3. Así, no puede tener un proyecto personal de vida, notoma la vida como un quehacer y su capacidad de elec-ción (y su vocación) se diluyen.

4. Inercia mental.

5. Acción simple, directa.

Este perfil, concretado para el maltratador actual, apunta hacialos rasgos siguientes143:

1. Es un cosificador: la mujer, para él, es un objetoque le pertenece y cuando ésta no acata sumisamentesu voluntad y se “rebela”, se siente humillado y recurrea la violencia. Ésta es una de las clave de la conductadel maltratador. Un hombre celoso, posesivo y contro-lador, que actúa como si tuviese una especie de dere-cho natural para degradar a su pareja. Un hombremasa, un hombre hecho de masa, sin simiente -sin altu-ra- moral. Prueba de lo que decimos es la siguientedeclaración de un maltratador -que, en la actualidad,asiste al Centro de Estudios de la Condición Masculinade Madrid-: “Ella no me hace caso y no puedo aguan-tar que tenga una opinión diferente a la mía”. Por eso -confiesa- cuando su mujer no se 'adapta' a sus ideas, aél “se le van de las manos”.

143 No perdamos de vista los ocho “tópicos” analizados en la Parte Segunda de este tra-bajo de investigación a la hora de leer estos rasgos, dado que -de forma casi siempreimplícita- aparecen constantemente en ellos.

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2. Es un falsificador: la mayoría de estos hombrestienden a minimizar los efectos de su conducta, suelenrecurrir a la mentira y no se reconocen como maltrata-dotes (aspectos típicos -tópicos- del hombre masaorteguiano). Los golpes que propinan a su mujer setransforman en una simple “pelea” (cuando quien locuenta es él, el agresor). Los insultos y gritos, en comu-nes “problemas de pareja”. Tampoco, en este caso, sonconscientes del daño que hacen; simplemente ponen asus mujeres “en el lugar que les corresponde”: siemprepor debajo de ellos.

3. Sin vocación, sin proyecto de vida (en sentido,claro está, orteguiano): de hecho, el complejo de inferio-ridad y la poca autoestima que suelen tener conviertencualquier “desaire” en una ofensa a su virilidad. Un sen-timiento de humillación que quieren eludir a toda costa.Por ello, optan por el extremo contrario y buscan en laspalizas a sus mujeres un poder que se les niega en cual-quier otro lugar. Por eso, precisamente, no se resignana perderlas, pues las necesitan vitalmente para desaho-garse… Y encuentran la excusa perfecta cuando a ellasse les ocurre llevarles la contraria.

4. Anónimo (tópico): socialmente no hay un prototipode hombre maltratador; puede ser de clase alta o baja,joven o viejo, con estudios o sin ellos. Su conducta notiene por qué estar ligada al consumo de alcohol o dro-gas y tampoco a desviaciones psíquicas. La mayorparte de los agresores no son enfermos mentales, perotienen muy interiorizada la idea de que la mujer está asu disponibilidad. Además, la mayoría no son agresivosde forma habitual. Ejercen su violencia de forma selec-tiva, sólo con su mujer. Por eso es tan difícil reconocer-los. Desarrollan una especie de doble personalidad:

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hacen lo que corresponde hacer a un hombre cuandoestá en público: tratar bien a su mujer; pero son unostiranos en privado. Suelen presentarse a sí mismoscomo víctimas. Los golpes y los gritos son su únicorecurso. La única forma de enfrentarse a una vida, queno transcurre como a ellos les gustaría.

Como vemos, la construcción social “maltratador” y la noción“hombre-masa” orteguiana, tiene una configuración similar. Y,como tratando de desenmascarar el engaño y situar al ser huma-no en “su lugar” -el de la vocación por el quehacer vital-, afirma-rá Ortega: “yo no he dicho nunca que la sociedad deba ser aris-tocrática, sino mucho más que eso. He dicho y sigo creyendocada día con más enérgica convicción, que la sociedad humanaes aristocrática siempre, quiera o no, por su esencia misma”144,aunque esa esencia no la despliegue en su actitud real, cotidiana.Si hacemos una transvaloración del hombre masa nos encontra-remos con el aristocrático: el que se busca a sí mismo, se plan-tea la exigencia de llegar a su máxima posibilidad, tiene -portanto- un proyecto de vida personal (vocacional) y muestra unaactitud intelectual. ¿No son éstas, acaso, las características quedebe cumplir el ser humano para ser auténtico?

Esta concepción del ser humano como aristócrata por esenciaentronca con su noción de “héroe”: Ortega reconoce en el héroeel fermento creador de la individualidad elevada (aristocrática,selecta). Por ello dirá, en consonancia con el aristócrata -en con-traposición al hombre masa- que “ser héroe consiste en ser uno,uno mismo”145. Héroe, en su sentido o perspectiva histórica, es elhombre dispuesto a no aceptar la realidad histórica sino más biena transformarla. Cada mujer es invitada a la tarea de ser heroína.Es, como decía Pardo Bazán, el único modo de liberación.

144 O.C., IV, p. 150

145 O.C., I, p. 390

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Esa realidad histórica viene configurada por el nivel históricode cada momento. El nivel histórico, a su vez, está configuradopor el conjunto de creaciones humanas, científicas, morales,estéticas, técnicas e institucionales. A esto llamamos cultura(desde el punto de vista objetivo). Esta cultura objetivada, contodas sus bondades, tiene sin embargo un peligro para el serhumano: puede convertirse en tópica, en el sentido de que lapodemos simplemente heredar -por tanto, no la hacemos propiaen un trabajo de asimilación y recreación autentificadoras-; si setorna tópica, el hombre deviene hombre masa. El varón, tal comolo hemos analizado aquí, es hombre masa. La mujer sucumbe aél, casi sin remedio.

Por de pronto, retengamos la idea de que puede definirse orte-guianamente al hombre como radical soledad146 y libertad: éstaes, en última instancia, la esencia del héroe. Y, si todos somosesencialmente aristócratas, todos somos esencialmente héroes.El problema es desplegar o no ese poder. El héroe figura en lostextos147 de Ortega como: motor exclusivo de la historia (en su pri-mer escrito), una especie de Mesías libertador que esperamos(pero que somos cada uno de nosotros, por ello aconseja traba-jar como si cada uno hubiéramos de ser él).

La libertadora que esperamos tiene un nombre: se llama “ter-cera mujer”, y tiene los rasgos de la heroína que enfrenta la luchaen pos de una radical diferencia -que no contraposición. ¿Cuántofalta?

146 “Mi vida que me pone en relación directa con cuanto me rodea es, por esencia, sole-dad” (O.C., VII, p. 75).

147 El libro en el que más se entretiene nuestro autor en perfilar la figura del héroe y másimportancia se le da es, sin duda, El tema de nuestro tiempo.

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CONCLUSIONES GENERALES

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Como hemos podido comprobar a lo largo de estas páginas, lameditación que presentamos se estructura y se desarrolla sobrela base de una serie de elementos epistémicos -de orden meto-dológico y filosófico -, que podemos sintetizar del modo quesigue:

1. Problemática objeto de estudio

Pretendemos des-velar y analizar la lógica de la violenciasexista, esto es, los mecanismos de generación, de instalación,de transmisión, de metamorfosis y de perpetuación del discursoque la desencadena, la nutre e incluso la trata de legitimar.

Por ello, será nuestra intención aquí tratar de encontrar estra-tegias que ayuden a configurar nuevas formas de ser varón enuna sociedad que debe superar definitivamente el androcentris-mo y la patriarcalidad, precisamente a partir de las debilidades -veladas- del discurso habitual de y sobre la violencia sexista.

2. Hipótesis de Investigación

Partimos de la hipótesis de que es posible identificar la lógica-la dinámica y los procesos- de la violencia sexista a partir de unaserie de “tópicos” (en el sentido usado por Ortega y Gasset, comoexplicitaremos) inscritos en el discurso (i-lógico) sexista.

Precisamente la deconstrucción de estos tópicos nos permiti-rá trazar lineamientos que ayuden -en lo posible- al empeñocomún de recrear un nuevo orden en el “sistema de género”,

148 La materia curricular desde la que desarrollamos este trabajo es “Filosofía I” deBachillerato.

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señalando nuevas sendas en la compleja búsqueda del respetoactivo y de la igualdad en la diferencia.

3. Método de Investigación

Sobre la base de la perspectiva metodológica de la investiga-ción-acción participativa, hemos estructurado un método deinvestigación de corte filosófico vertebrado del modo siguiente:

3.a Enfoque: es un método crítico -en el sentido queindicaremos-, que tiene tres momentos esenciales, asaber: hacerse cargo (ver), cargar con (juzgar), encar-garse de (actuar), en la línea de la filosofía de XavierZubiri e Ignacio Ellacuría. La morfología de este méto-do se sostiene, pues, sobre la semántica de la miradaempírica (que no pierde de vista o se hace cargo delrostro que existe tras el dato), la gramática del juzgar(que carga con el compromiso ético de indagar el tópi-co y deconstruirlo), y la sintaxis de la acción (que impli-ca encargarse de indagar vías alternativas para instau-rar y/o fomentar el respecto activo y la aceptación de laigualdad en la diferencia, claves en el difícil camino deliberación de la mujer). Así pues, en la mejor tradición dela filosofía orteguiana -y sus discípulos-, y de la meto-dología investigación-acción participativa, entendemosque el compromiso ético-metodológioco es parte delanálisis y parte de la solución.

3.b Participantes: 10 mujeres víctimas de violenciasexista, que nos narran en primera persona su duraexperiencia y nos ponen sobre la pista de la existenciade la “micro-violencia” sexista; 250 parejas jóvenes,que responden a varios cuestionarios donde tratamosde detectar el caldo de cultivo de los “tópicos”; y, final-

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mente, 500 familias encuestadas, a través de las queintentamos percibir tópicos consumados, metamorfo-seados o 'salvados'.

3.c Procedimiento de recogida de datos: entrevistasno estructuradas (siguiendo, entre otras, la técnica'brainstorming') y cuatro cuestionarios con diferentesmuestreos y diversas técnicas de lectura de datos. Elresto de los datos proceden de fuentes solventes comoel Ministerio de Asuntos Sociales y el Centro ReinaSofía para el estudio de la Violencia.

4. Resultados

La Parte Tercera y última de nuestro trabajo está dedicada ínte-gramente a dilucidar estrategias -tras los análisis y conclusionesprovisionales de las Partes Primera y Segunda-, para romper lalógica circular de la violencia sexista. En particular, destacamosaquí seis de los resultados obtenidos a partir de nuestro descu-brimiento esencial, a saber, la micro-violencia sexista:

4. a Hemos averiguado que la lógica de la micro-vio-lencia es tal, que circula por todos los ámbitos domés-ticos y de relación sexista sin que sea detectada. Estalógica, además, es aglomeradora, es decir, que va com-poniendo capa a capa la estructura desde la que sehará efectiva la macro-violencia.

4. b Su mecanismo de funcionamiento consiste en irganando terreno lenta pero paulatinamente hasta queestá tan solapada a la víctima, que logra su 'carta denormalización': naturalizar su acción, por cotidiana einvisible, es su mayor triunfo instrumental. Frente a laevidencia y la acción directa y trágica de la macro-vio-

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lencia, el movimiento de la micro-violencia es velado eindirecto: no deja huella aparente, no estalla en trage-dia, no deja cicatriz visible, pero va socavando el ánimode la mujer, su voluntad y su dignidad.

4. c Los mecanismos de esta dimensión alienante sonlos que hay que des-velar y de-construir para poderabordar el problema de la violencia sexista íntegra y efi-cazmente.

4. d Para ello hemos buscado, en el discurso micro-vio-lento, los tópicos que generan y perpetúan las relacio-nes asimétricas varón-mujer y que inducen a la violen-cia contra la mujer. De ellos, analizamos los ocho queconsideramos esenciales.

4. e A partir de ahí, constatamos que los tópicos tienenuna debilidad estructural que permite de-construirlos,de tal modo que una estrategia específica de educación(como la que diseñamos) pueden ayudar a erradicaresta lacra social que nos acecha.

4. c Efectivamente, desde esta de-construcción tópi-ca hemos averiguado que la micro-violencia sexista esuna violencia simbólica -como clarificaremos- desde laque se genera cualquier otra violencia contra la mujer.Desenmascarar ese tipo de violencia (simbólica), rastre-ando sus manifestaciones en forma de “micro-casti-gos” será, entonces, esencial para cualquier estrategia-legal, pedagógica, psicológica- diseñada para eliminarla violencia contra la mujer.

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ANEXOS

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Anexo I. Documentos para seguir meditando…

Documento 1. El miedo que sufre la mujer maltratadapuede alterar su capacidad de determinación

El intenso miedo que sufre la mujer maltratada llega a alterarde forma notable su capacidad de determinación, según la profe-sora María José Jiménez Díaz, profesora titular de Derecho Penalde la Universidad de Granada, quien publica un trabajo titulado“Mujer víctima de violencia doméstica, trastorno de estrés pos-traumático y eximente de miedo insuperable”, en el libro“Estudios Penales sobre violencia doméstica”, que coordinaLorenzo Morillas Cueva, catedrático de Derecho Penal de laUniversidad de Granada y que ha publicado en Madrid“Editoriales de Derecho Reunidas S.A.” El libro, que supone unanálisis dogmático y criminológico de los malos tratos en el ámbi-to familiar, contiene 18 aportaciones de otros tantos especialistasen distintas materias relacionadas con esta lacra social.

CAMPUS DIGITAL Partiendo de un concepto intelectual de“miedo”, la profesora María José Jiménez Díaz, lo define como“aquel estado emocional provocado por la amenaza de un malque altera sustancialmente la capacidad de determinación y deci-sión del sujeto (sin necesidad de que anule su capacidad intelec-tual o volitiva) por temor a que el mismo llegue a materializarse enla práctica.” La profesora de la Universidad de Granada afirmaque “el miedo que padece la víctima de los malos tratos domés-ticos no surge del trastorno de estrés postraumático que padecea consecuencia de los mismos. Ese miedo tiene una base real yen lo que sí incide ese trastorno es en la posible reacción que lamujer puede tener y de hecho tiene ante la situación amenazanteque sufre.”

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María José Jiménez Díaz, que analiza en extenso trabajo: eltrastorno de estrés postraumático como consecuencia de lavivencia del maltrato; la incidencia del trastorno y del miedo en laresponsabilidad penal de la mujer que ataca a su maltratador(aplicación de la eximente de miedo insuperable; y concluye suestudio con una valoración del trastorno de estrés postraumáticoen la apreciación de la eximente, asegura que “cuando una mujeres maltratada habitualmente por su pareja desempeña mejor quenadie el papel de víctima, porque lo es por partida doble: por unaparte, del devastador delito tipificado en el artículo 153 y, a lopeor, de otros que pueden llegar a tener consecuencias irreversi-bles (lesiones y, sobre todo, homicidio/ asesinato); y, por otra, esvíctima de su miedo. A las palizas, humillaciones..., que continua-mente soporta --prosigue la profesora Jiménez Díaz--, hay queañadir el auténtico terror que siente ante

Su constante amenaza”.

En lo que a la eximente de “miedo insuperable” se refiere, laautora del trabajo dice: “Partimos de aquella situación en que unamujer, víctima de malos tratos por parte de su pareja o cónyuge,en un determinado momento, ejecuta algún comportamientoagresivo contra su maltratador susceptible de ser calificado comolesiones, homicidio o asesinato (bien consumado, bien en gradode tentativa). Como en cualquier otra hipótesis --continúa la pro-fesora de Derecho Penal--, esa persona podría quedar exenta deresponsabilidad criminal a través de las distintas causas recono-cidas en el Código Penal si es que se cumplen todos y cada unode sus requisitos.”

En este sentido, el estudio elaborado por María José JiménezDíaz, pretende valorar el padecimiento del trastorno de estréspostraumático en relación a aquella mujer que lo sufre como con-secuencia del maltrato al que se ve, o se ha visto,sometida, y hareaccionado de forma violenta en un momento dado frente a suagresor. Así, según la profesora de Derecho Penal, “ni que decir

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tiene que si una víctima de malos tratos no ha desarrollado el cita-do trastorno, su defensa jurídica dispone de la eximente de miedoinsuperable, así como del resto de posibles causas para tratar deconseguir la exención o atenuación de su responsabilidad por suacto agresivo.” Sin embargo, Jiménez Díaz hace hincapié en elhecho de que la existencia del trastorno de estrés postraumáticoen la mujer no implica por sí mismo que la misma tenga que ata-car de forma irremediable a su maltratador.”

La profesora afirma, al respecto, que “hasta un 55 por cientode las mujeres maltratadas desarrollan el trastorno de estrés pos-traumático y, afortunadamente, son muy pocas las que reaccio-nan frente a su agresor.”

Documento 2. Eliminación de la violencia contra la mujer.Documento Oficial de la O.N.U. (2004/46)

La comisión de la ONU de derechos humanos,

Reafirmando que la discriminación sexista es contraria a laCarta de las Naciones Unidas, a la Declaración Universal deDerechos Humanos, a la Convención sobre la eliminación detodas las formas de discriminación contra la mujer y a otros ins-trumentos internacionales de derechos humanos, y que su elimi-nación es parte integrante de los esfuerzos por eliminar la violen-cia contra la mujer,

Reafirmando la Declaración y el Programa de Acción de Vienaaprobados en junio de 1993 por la Conferencia Mundial deDerechos Humanos y la Declaración sobre la eliminación de laviolencia contra la mujer, aprobada por la Asamblea General en suresolución 48/104, de 20 de diciembre de 1993.

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Recordando la Declaración y Plataforma de Acción de Beijingaprobadas en septiembre de 1995 por la cuarta ConferenciaMundial sobre la Mujer, las medidas de seguimiento aprobadaspor la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujersobre la violencia contra la mujer, y el resultado del vigésimo ter-cer período extraordinario de sesiones de la Asamblea Generaltitulado "La mujer en el año 2000: igualdad entre los géneros, des-arrollo y paz para el siglo XXI",

Recordando también todas sus resoluciones anteriores sobrela eliminación de la violencia contra la mujer, en particular su reso-lución 1994/45, de 4 de marzo de 1994, en la que decidió nom-brar un Relator Especial sobre la violencia contra la mujer, suscausas y consecuencias, y todas las resoluciones de la AsambleaGeneral relativas a la eliminación de la violencia contra la mujer, yen particular acogiendo con satisfacción las resoluciones de laAsamblea General 58/185, de 22 de diciembre de 2003, titulada"Estudio a fondo sobre todas las formas de violencia contra lamujer" y 58/147, de 22 de diciembre de 2003, titulada"Eliminación de la violencia contra la mujer en el hogar",

Recordando asimismo la resolución 1325 (2000) del Consejode Seguridad, de 31 de octubre de 2000, sobre la mujer, la paz yla seguridad y reconociendo la utilidad del estudio del SecretarioGeneral titulado La mujer, la paz y la seguridad presentado deconformidad con la resolución 1325 (2000) del Consejo deSeguridad, el estudio del Fondo de Desarrollo de las NacionesUnidas para la Mujer que lleva por título Women, War and Peace:The Independent Experts' Assessment of the Impact of ArmedConflict on Women and Women's Role in Peace-Building, y laimportante labor realizada a este respecto, en particular en elreciente 48º período de sesiones de la Comisión de la CondiciónJurídica y Social de la Mujer sobre la participación de la mujer enpie de igualdad en la prevención, la gestión y la solución de los

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conflictos y en la consolidación de la paz después de los conflic-tos.

Reafirmando la responsabilidad de los Estados de poner fin ala impunidad y de enjuiciar a los culpables de genocidio, críme-nes de lesa humanidad y crímenes de guerra,

Recordando la inclusión de los delitos relacionados con elsexo y los delitos de violencia sexual en el Estatuto de Roma dela Corte Penal Internacional (A/CONF.183/9), donde se afirma quela violación, la esclavitud sexual, la prostitución forzada, el emba-razo forzado, la esterilización forzada y otras formas de violenciasexual constituyen, en determinadas circunstancias, un crimen delesa humanidad o un crimen de guerra, y reiterando que los actosde violencia sexual en situaciones de conflicto armado puedenconstituir violaciones o infracciones graves del derecho interna-cional humanitario,

Profundamente preocupada porque algunos grupos de muje-res, como por ejemplo las pertenecientes a minorías, las indíge-nas, las refugiadas y desplazadas internamente, las migrantes, lasque viven en comunidades rurales o remotas, las indigentes, lasrecluidas en instituciones o detenidas, las niñas, las mujeres condiscapacidades, las ancianas, las viudas y las mujeres en situa-ciones de conflicto armado, suelen constituir un blanco especialo estar particularmente expuestas a la violencia, situación en laque también se encuentran las mujeres objeto de otro tipo de dis-criminación,

Convencida de que el racismo, la discriminación racial, laxenofobia y las formas conexas de intolerancia se manifiestan enforma diferenciada para las mujeres y las niñas y pueden ser fac-tores que llevan al deterioro de sus condiciones de vida, a lapobreza, la violencia, a múltiples formas de discriminación y a la

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limitación o denegación de sus derechos humanos, y reconocien-do la necesidad de integrar una perspectiva de género en las polí-ticas, estrategias y programas de acción pertinentes, incluida laaplicación efectiva de legislación nacional, contra el racismo, ladiscriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intole-rancia a fin de hacer frente a las múltiples formas de discrimina-ción contra la mujer,

1. Celebra: a) La labor realizada por la Relatora Especial sobrela violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, y tomanota de su informe (E/CN.4/2004/66), en particular la elaboraciónde directrices para unas estrategias encaminadas a la aplicaciónefectiva de las normas internacionales para poner fin a la violen-cia contra la mujer en el plano nacional y su propuesta de unaestrategia de intervención en tres niveles interrelacionados: elEstado, la comunidad/los agentes no estatales, y la mujer comoindividuo; b) Los esfuerzos crecientes y las importantes contribu-ciones efectuados en los planos nacional, regional e internacionalpara eliminar todas las formas de violencia contra la mujer, y alien-ta a los Estados a ampliar estas fructíferas iniciativas y a apoyarlas consultas regionales y participar en ellas; c) Las iniciativas delFondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer paracombatir la violencia contra la mujer a nivel internacional, nacio-nal y regional y alienta a todos los órganos, fondos y programasde las Naciones Unidas, incluidos el UNICEF, la OMS, el FNUAP,el INSTRAX y la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitariosde las Naciones Unidas, y las organizaciones regionales, así comoa las organizaciones no gubernamentales, comprendidas lasorganizaciones femeninas, a que perseveren en sus actividadesen esta esfera;

2. Reafirma que por "violencia contra la mujer" se entiendetodo acto de violencia sexista que tenga o pueda tener comoresultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para

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la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o laprivación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vidapública como en la vida privada, e incluida la violencia domésti-ca, los delitos cometidos por cuestiones de honor, los crímenespasionales, la trata de mujeres y niñas, las prácticas tradicionalesnocivas para la mujer, incluida la mutilación genital femenina, elmatrimonio precoz y forzado, el infanticidio de niñas, los actos deviolencia y los asesinatos relacionados con la dote, los ataquescon ácido y la violencia relacionada con la explotación sexualcomercial y con la explotación económica;

3. Condena enérgicamente todos los actos de violencia contrala mujer y la niña y, a este respecto, de conformidad con laDeclaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer,exige que se eliminen todas las formas de violencia sexista en lafamilia, en la comunidad y dondequiera que sea perpetrada otolerada por el Estado, y pone de relieve el deber que tienen losgobiernos de no emplear la violencia contra la mujer, y de adop-tar medidas apropiadas y eficaces respecto de los actos de vio-lencia contra la mujer, ya se trate de actos perpetrados por elEstado, por particulares o por agentes no estatales, y proporcio-nar a las víctimas el acceso a unos medios de reparación justos yeficaces y a una asistencia especializada, incluida la asistenciamédica;

4. Reafirma, en vista de lo antedicho, que la violencia contra lamujer constituye una violación de los derechos y libertades fun-damentales de la mujer y que la violencia contra la mujer menos-caba o anula su disfrute de estos derechos y libertades;

5. Condena enérgicamente la violencia física, sexual y psicoló-gica que tiene lugar en la familia y que abarca, sin limitarse aestos actos, las palizas, los abusos sexuales de mujeres y niñasen el hogar, la violencia relacionada con la dote, la violación mari-

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tal, el infanticidio de niñas, la mutilación genital femenina, los deli-tos cometidos contra la mujer por cuestiones de honor, los deli-tos pasionales, las prácticas tradicionales nocivas para la mujer,el incesto, los matrimonios precoces y forzados, la violencia noconyugal y la violencia relacionada con la explotación sexualcomercial y la explotación económica;

6. Destaca que todas las formas de violencia contra la mujertienen lugar en el contexto de la discriminación de jure y de factocontra la mujer y de la condición inferior asignada a la mujer en lasociedad, y se ven exacerbadas por los obstáculos con que sue-len enfrentarse las mujeres al tratar de obtener una reparación delEstado;

7. Hace hincapié en que la violencia contra la mujer repercuteen su salud física y mental, en particular su salud reproductiva ysexual y, a ese respecto, alienta a los Estados a que velen por quela mujer tenga acceso a servicios y programas de salud ampliosy accesibles y a profesionales de la atención de la salud compe-tentes y capacitados para reconocer las señales indicadoras de laviolencia contra la mujer y atender las necesidades de las pacien-tes que han sido víctimas de actos de violencia, a fin de reducir almínimo las consecuencias físicas y psicológicas adversas de laviolencia;

8. Subraya que es preciso dotar a las mujeres de los mediospara protegerse contra la violencia y, al respecto, recalca que lamujer tiene derecho a ejercer el control y decidir libre y responsa-blemente sobre los asuntos relacionados con su sexualidad,incluida la salud sexual y reproductiva, libre de toda coacción,discriminación y violencia;

9. Hace hincapié en que la violencia contra las mujeres y lasniñas, comprendidos la violación, la mutilación genital femenina,

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el incesto, el matrimonio precoz y forzado, la violencia asociada ala explotación sexual con fines comerciales, incluida la trata, asícomo la explotación económica y otras formas de violenciasexual, aumenta su vulnerabilidad al VIH/SIDA, en que la infecciónpor el VIH expone aún más a la mujer a la violencia y en que laviolencia contra la mujer contribuye a las condiciones que favore-cen la propagación del VIH/SIDA;

10. Exhorta a los gobiernos a que refuercen las iniciativas quepuedan fomentar la capacidad de las mujeres y las adolescentespara protegerse contra el riesgo de infección por el VIH, principal-mente mediante la prestación de servicios de atención sanitaria yde salud, comprendidos servicios de salud sexual y reproductiva,y mediante una educación preventiva que promueva la igualdadde hombres y mujeres en un marco respetuoso de los aspectosculturales y de género;

11. Exhorta asimismo a los gobiernos a que conciban y apli-quen programas para alentar a los hombres a llevar una vidasexual y reproductiva segura y responsable y hacer posible esaconducta, y a utilizar métodos eficaces para prevenir los embara-zos no deseados y las infecciones transmitidas sexualmente,incluido el VIH/SIDA;

12. Recuerda a los gobiernos que las obligaciones que lesimpone la Convención sobre la eliminación de todas las formas dediscriminación contra la mujer deben aplicarse plenamente enrelación con la violencia contra la mujer, teniendo en cuenta laRecomendación general Nº 19, aprobada por el Comité para laEliminación de la Discriminación contra la Mujer en su 11º perío-do de sesiones, reafirma el compromiso que tienen de acelerar laratificación universal de la Convención e insta a los Estados queno la hayan ratificado todavía o no se hayan adherido a ella a queestudien la posibilidad de hacerlo como cuestión prioritaria;

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13. Exhorta a los Estados Partes a que estudien la posibilidadde firmar y ratificar el Protocolo Facultativo de la Convenciónsobre la eliminación de todas las formas de discriminación contrala mujer;

14. Exhorta también a los Estados Partes a que limiten elalcance de las reservas que formulen a la Convención sobre la eli-minación de todas las formas de discriminación contra la mujer, aque cualesquiera reservas que formulen sean lo más precisas yrestringidas que sea posible, a que velen por que ninguna de ellassea incompatible con el propósito y la finalidad de la Convención,a que reconsideren periódicamente las reservas que hayan formu-lado con el ánimo de retirarlas y a que retiren las que sean con-trarias al propósito y la finalidad de la Convención;

15. Subraya que los Estados tienen el firme deber de promo-ver y proteger los derechos humanos de las mujeres y las niñas ydeben actuar con la debida diligencia para impedir, investigar ysancionar todo acto de violencia contra ellas, y exhorta a losEstados a que: a) Apliquen las normas internacionales de dere-chos humanos, estudien, con carácter prioritario, la posibilidad deser partes en los instrumentos internacionales de derechos huma-nos relacionados con la violencia contra la mujer y la niña y cum-plan plenamente sus obligaciones internacionales; b) Alcancen yrealicen plenamente los objetivos fijados y los compromisos asu-midos para eliminar la violencia contra la mujer en la Declaracióny Plataforma de Acción de Beijing aprobadas en septiembre de1995 por la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer y el docu-mento final del vigésimo tercer período extraordinario de sesionesde la Asamblea General titulado: "La mujer en el año 2000: igual-dad entre los géneros, desarrollo y paz para el siglo XXI";

c) Adopten todas las medidas necesarias para potenciar a lasmujeres y fortalecer su independencia económica y para protegery promover el pleno disfrute de todos los derechos humanos y

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libertades fundamentales de modo que las mujeres y las niñaspuedan protegerse mejor contra la violencia y, a este respecto,den prioridad a la educación, la formación, las posibilidades eco-nómicas y la participación política de la mujer; d) Incluyan en losinformes que presenten de conformidad con lo dispuesto en losinstrumentos pertinentes de derechos humanos de las NacionesUnidas datos e información desglosados por sexo y edad y otrosfactores, según proceda, sobre la violencia contra la mujer, inclui-das las medidas tomadas para eliminar las prácticas tradicionaleso consuetudinarias nocivas para la mujer y la niña y otras medi-das para aplicar la Declaración sobre la eliminación de la violen-cia contra la mujer, la Plataforma de Acción aprobada por laCuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer y otros instrumentospertinentes relacionados con la eliminación de la violencia contrala mujer; e) Condenen la violencia contra la mujer y no invoquenninguna costumbre, tradición o práctica por motivos religiosos oculturales para eludir su obligación de eliminar esa violencia; f)Examinen las circunstancias específicas en que se hallan lasniñas y las jóvenes en relación con la violencia, especialmente laviolencia sexual, incluidas sus consecuencias inmediatas y a largoplazo; g) Intensifiquen los esfuerzos para formular o aplicar medi-das legislativas, educacionales, sociales y de otra índole para pre-venir la violencia contra la mujer y para garantizar a la mujer acce-so pleno a la justicia en condiciones de igualdad, en particular lapromulgación y aplicación de leyes, la difusión de información, lacolaboración activa con agentes comunitarios y la formación dejuristas y de personal judicial y sanitario en los problemas de laviolencia sexista y cuestiones conexas y, en la medida de lo posi-ble, mediante el desarrollo y el fortalecimiento de servicios deapoyo; h) Promulguen leyes nacionales, incluidas medidas parareforzar la protección de las víctimas y, cuando sea necesario, lasfortalezcan o modifiquen, a fin de investigar, enjuiciar, castigar yreparar los agravios infligidos a las mujeres y niñas que sean obje-to de cualquier forma de violencia, ya sea en el hogar, el lugar de

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trabajo, la comunidad o la sociedad, en detención o en situacio-nes de conflicto armado, se aseguren de que esas leyes seancompatibles con los correspondientes instrumentos internaciona-les de derechos humanos y el derecho internacional humanitario,y adopten medidas para investigar y castigar a las personas quecomentan actos de violencia contra la mujer; i) Formulen, apli-quen y promuevan en todos los niveles apropiados planes deacción, estableciendo objetivos mensurables y sujetos a plazoscuando proceda, para eliminar la violencia contra la mujer, inspi-rándose en la Declaración sobre la eliminación de la discrimina-ción contra la mujer y los instrumentos regionales pertinentesrelacionados con la eliminación de la violencia contra la mujer,entre otros; j) Apoyen las iniciativas de las organizaciones demujeres y de las organizaciones no gubernamentales para elimi-nar la violencia contra la mujer, y establezcan o fortalezcan en elplano nacional relaciones de colaboración con las organizacionesno gubernamentales y comunitarias pertinentes, y con institucio-nes de los sectores público y privado encaminadas a la prepara-ción y aplicación efectiva de disposiciones y políticas relaciona-das con la violencia contra la mujer, particularmente en la esferade los servicios de apoyo a las víctimas; k) Intensifiquen losesfuerzos para aumentar la conciencia colectiva e individualsobre la violencia contra las mujeres y las niñas, pongan de relie-ve la función de los hombres y los niños en la prevención y elimi-nación de la violencia contra la mujer y alienten y apoyen a loshombres y los niños para que participen activamente en ello, yalienten y apoyen las iniciativas que promuevan el cambio de acti-tud y conducta y la rehabilitación de quienes cometen actos deviolencia contra la mujer; l) Formulen o fortalezcan, inclusomediante la financiación, programas de formación para el perso-nal judicial, jurídico, médico, social, docente, policial, penitencia-rio y militar y el personal de mantenimiento de la paz, de socorrohumanitario y de inmigración, a fin de impedir el abuso de poderque conduce a la violencia contra la mujer y sensibilicen a dicho

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personal sobre el carácter de los actos y las amenazas de violen-cia sexista; m) Examinen los efectos de los estereotipos sobre lossexos que contribuyen a la prevalencia de la violencia contra lamujer, en particular en cooperación con el sistema de lasNaciones Unidas, las organizaciones regionales, la sociedad civil,los medios de difusión y otros agentes pertinentes, y adopten lasmedidas necesarias para abordar esta cuestión; n) Estudien laposibilidad de establecer mecanismos nacionales adecuadospara vigilar y evaluar la aplicación de las medidas tomadas conobjeto de eliminar la violencia contra las mujeres y las niñas, inclu-so mediante el empleo de indicadores nacionales, e incorporenuna perspectiva de género en los procesos y políticas presupues-tarios a todo nivel;

16. Condena firmemente los actos de violencia contra la mujercometidos en situaciones de conflicto armado, como el asesina-to, la violación, incluida la violación sistemática, la esclavitudsexual y el embarazo forzado, y pide que se tomen medidas efi-caces contra estas violaciones de los derechos humanos y elderecho internacional humanitario;

17. Toma nota de la labor ya realizada en cumplimiento de laresolución 1325 (2000) del Consejo de Seguridad, de 31 de octu-bre de 2000, sobre la mujer, la paz y la seguridad, y exhorta a quese persevere en los esfuerzos tendientes a su plena aplicación;

18. Saluda la inclusión de los delitos relacionados con el géne-ro en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional y en losElementos del Crimen, aprobados por la Asamblea de EstadosPartes en el Estatuto de Roma en septiembre de 2002, e insta alos Estados a que ratifiquen el Estatuto de Roma, que entró envigor el 1º de julio de 2002, o se adhieran a él;

19. Subraya la importancia de los esfuerzos encaminados a eli-

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minar la impunidad de los actos de violencia contra las mujeres ylas niñas en situaciones de conflicto armado, en particularmediante la persecución penal de los delitos sexistas y de violen-cia sexual, la instauración de medidas de protección, la presta-ción de asesoramiento y otro tipo de asistencia apropiada a lasvíctimas y testigos en cortes y tribunales internacionales y quecuentan con apoyo internacional, la integración de una perspec-tiva de género en todas las actividades destinadas a acabar conla impunidad, en particular en las comisiones de búsqueda de laverdad y de reconciliación, e invita a la Relatora Especial a queinforme según proceda sobre estos mecanismos;

20. Insta también a los Estados a que impartan una formaciónno sexista, según proceda, a todos los miembros de las misionesde mantenimiento de la paz para su trato con las víctimas, espe-cialmente mujeres y niñas, de violencia, incluida la violenciasexual, y a este respecto reconoce la importante función quecumple el personal que participa en las operaciones de paz paraeliminar la violencia contra la mujer, y pide a los Estados que pro-muevan y a los organismos pertinentes del sistema de lasNaciones Unidas y a las organizaciones regionales que asegurenel cumplimiento de las "Diez normas: Código para la conductapersonal de los Cascos Azules";

21. Insta además a los Estados a que, según proceda, incor-poren una perspectiva de género en las políticas, normas y prác-ticas nacionales de inmigración y asilo, a fin de promover y prote-ger los derechos de todas las mujeres, incluido el estudio demedidas que permitan reconocer la persecución y la violencia porrazón de género cuando se determinen los motivos que justificanla concesión de la condición de refugiado y el asilo;

22. Exhorta así mismo a los Estados y al sistema de lasNaciones Unidas a que presten atención e intensifiquen la cola-

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boración internacional en actividades sistemáticas de investiga-ción y reunión, análisis y difusión de datos, que incluyan datosdesglosados por sexo y edad y otra información pertinente sobreel alcance, el carácter y las consecuencias de la violencia contralas mujeres y las niñas y sobre los efectos y la eficacia de las polí-ticas y los programas encaminados a combatir esa violencia;

23. Pide a todos los órganos pertinentes de las NacionesUnidas, los Estados, la Relatora Especial y las organizaciones nogubernamentales pertinentes que cooperen estrechamente en lapreparación del estudio a fondo del Secretario General sobretodas las formas de violencia contra la mujer;

24. Alienta a la Relatora Especial a que responda con eficaciaante cualquier información fidedigna que llegue a su conocimien-to y pide a todos los gobiernos que presten su colaboración yasistencia a la Relatora Especial en el desempeño de las tareas yfunciones que se le han encomendado, que le proporcionen todala información solicitada, en particular la relacionada con la apli-cación de sus recomendaciones, y que respondan a las comuni-caciones y visitas de la Relatora Especial;

25. Teniendo presente la necesidad de alcanzar, con la plenaparticipación de los Estados Miembros, un consenso internacio-nal sobre los indicadores y los métodos para cuantificar la violen-cia contra la mujer, pide a la Relatora Especial que elabore, enestrecha colaboración con los órganos, fondos y programas per-tinentes de las Naciones Unidas y en consulta con los EstadosMiembros, propuestas para los indicadores sobre la violenciacontra la mujer y sobre las medidas adoptadas por los Estadospara acabar con ese tipo de violencia;

26. Invita a la Relatora Especial a que, con miras a promoveruna mayor eficiencia y eficacia, así como a mejorar su acceso a

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la información necesaria para desempeñar sus tareas, siga coo-perando con otros procedimientos especiales de la Comisión,con las organizaciones intergubernamentales regionales y cual-quiera de sus mecanismos dedicados a la promoción de los dere-chos humanos de la mujer, incluso mediante la realización demisiones conjuntas, informes conjuntos, llamamientos urgentes ycomunicaciones, cuando proceda;

27. Pide a los relatores especiales encargados de diversascuestiones de derechos humanos, a los órganos y organismos delas Naciones Unidas, a los organismos especializados y a lasorganizaciones intergubernamentales, y encarece a los órganoscreados en virtud de tratados de derechos humanos, que siganexaminando la violencia contra la mujer en el marco de sus res-pectivos mandatos y presten su colaboración y asistencia a laRelatora Especial en el desempeño de las tareas y funciones quese le han encomendado y en particular que respondan a sus peti-ciones de información sobre la violencia contra la mujer, sus cau-sas y sus consecuencias;

28. Renueva su petición al Secretario General de que siga faci-litando a la Relatora Especial toda la asistencia necesaria, en par-ticular el personal y los recursos requeridos para desempeñartodas las funciones que se le han encomendado, especialmentela ejecución y seguimiento de las misiones emprendidas porseparado o junto con otros relatores especiales o grupos de tra-bajo, así como asistencia adecuada para efectuar consultasperiódicas con el Comité para la Eliminación de la Discriminacióncontra la Mujer y todos los demás órganos creados en virtud detratados;

29. Pide al Secretario General que se asegure de que los infor-mes de la Relatora Especial se señalen a la atención de laComisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer en su 49º

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período de sesiones, de la Asamblea General y del Comité para laEliminación de la Discriminación contra la Mujer; 30. Decideseguir examinando la cuestión en su 61º período de sesionescomo cuestión de gran prioridad.

56ª sesión, 20 de abril de 2004. [Aprobada sin votación. Véasecap. XII.]

Anexo II. Trabajo de Campo, metodología y conclusionesfinales

1. Confirmación del planteamiento inicial:

En el Trabajo de Investigación que sirve de base a esta medi-tación, hemos tratado de indagar en torno a la lógica intrínsecade la violencia sexista: sus mecanismos de generación, meta-morfosis y perpetuación, con la intención final de mostrar una delas rutas posibles en el difícil camino de liberación de la mujer.

Por ello, como hemos visto con cierto detalle, la estrategiausada ha ido encaminada a desenmascarar la situación asimétri-ca de una sociedad androcéntrica en la que la construcción socialdel varón y de la mujer es parte del problema y parte de la solu-ción.

Ello ha justificado que nuestro esfuerzo haya ido dirigido a ladeconstrucción -al desmontaje lingüístico- de la estructura de laviolencia sexista, a través de los tópicos que la tejen y la recreancotidianamente. En este desmontaje, -al que hemos dedicado la“Parte Primera” del presente trabajo- hemos descubierto lo queconvenimos en llamar micro violencia sexista, causa presente y

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permanente de la violencia contra la mujer-: su lógica, sus proce-sos, sus metamorfosis y, quizás lo más importante, sus debilida-des.

Debilidades que -como hemos indagado en la “ParteSegunda”- han servido (y su potencial no ha sido agotado aquí)como punto de partida para inaugurar un proyecto de sociedadsimétrico, donde la igualdad en la diferencia sea posible, desea-ble y deseada (en este momento principal, la educación ha toma-do la palabra). Porque, efectivamente, de diferencias se trata:igualdad ante la ley, diferencia bajo palabra. El respeto, en amboscasos, es fundamental. Pero el respeto, la tolerancia activa, seaprende. Y el lugar del aprendizaje -socialización primaria- escompartido por la escuela y la familia.

Hacia aquí, en fin, creemos que apunta la solución del proble-ma a medio plazo:

A. Enseñar -que no es otra cosa que dejar aprender- a mirar larealidad, deconstruyendo los tópicos (Ortega), introyectando(Freire) en la mirada la relación ética con el rostro-del-Otro(Lévinas), para así cargar con, hacernos cargo y encargarnos de(Zubiri-Ellacuría) la grave realidad que les ha tocado vivir a lasmujeres sujeto de violencia sexista.

B. Educar a las generaciones futuras en los valores fundamen-tales (igualdad, solidaridad, respeto activo, libertad y diálogo) quenos permitirán eliminar el problema de la violencia sexista de unmodo definitivo.

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2. Adecuación (con sus límites) del planteamiento metodo-lógico

No podemos dejar de recordar aquí los dos presupuestos-guíaque han orientado nuestro quehacer indagatorio, pues han mar-cado el lineamiento genérico del mismo:

1. Dado que la materia en la que se ubica este trabajo esla filosofía, el método ha sido, fundamentalmente, filo-sófico. Ello no ha significado renunciar a las aportacio-nes de otros métodos y perspectivas epistémicas(antropología, sociología, por poner dos casos limítro-fes), pero sí privilegiar los parámetros y categorías deorden filosófico.

2. Dado el objeto de estudio propuesto, complejo y degraves implicaciones morales, la metodología escogidano ha dejado de lado ni la vertiente crítica ni la vertien-te ética, sino que todo el corpus resultante de la inves-tigación ha permitido una reflexión de índole emancipa-toria (en sentido habermasiano), sin limitar otras (socia-les, epistemológicas, lingüísticas, jurídicas, etc.)

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Supuestos Básicos de la metodología:

1. Sostiene que el objetivo de la investigación no es sólodescribir e interpretar los fenómenos, sino principal-mente considerar cómo pueden modificarse sus proce-sos constitutivos, hasta erradicar los elementos negati-vos.

2. Plantea una forma de investigación concebida comoanálisis crítico que se encamina a la transformación delas prácticas sociales, educativas, etc. Y de las estruc-turas sociales e institucionales que definen el marco derelación y actuación de las personas.

3. Implica todo un proceso de reflexión que permite elentendimiento sistemático de las condiciones que con-figuran y determinan la acción, lo cual requiere que losparticipantes se conviertan también en investigadores.

4. Parte de problemas reales, de los problemas prácticosque se dan en las situaciones concretas (derivados, ennuestro caso, de la violencia sexista), tratando de retor-nar a ellas para informar a los participantes de las cau-sas de tales problemas, y posibilitarles así la transfor-mación de las condiciones existentes.

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Procedimientos Metodológicos:

1. Investigación-Acción Participativa (hemos analizadoincluso los pormenores de este tipo de metodología, enparticular para las condiciones propias de nuestro obje-to de estudio).

2. Ha superado la pasividad de la ciencia social interpreta-tiva, porque además de comprender propone accionespara resolver los problemas (lo cual casa bien con laspremisas metodológicas de nuestro equipo de investi-gación).

3. Las investigadoras se han relacionado con las personasinvestigadas de forma directa y participativa: han habla-do con y para ellas, con unas relaciones marcadas porla solidaridad y la fraternidad.

4. Técnicas de recogida de datos: registros anecdotarios,entrevistas, cuestionarios, testimonios, etc.

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3. Conclusiones sobre la metodología puesta en marcha149

El método articulado -que trata de representarse el dato inso-lublemente del rostro del fragilizado-, hace que la mirada emple-ada sea ética: en nuestro trabajo de campo nos hemos hechocargo de la realidad empírica estudiada.

Efectivamente, nuestro punto de partida, y nuestra conclusión-ligeramente modificada- certifican la importancia de la siguientetesis: “Un dato exige un rostro”. El rostro humano, cada uno en susingularidad, es el que nos invita, nos demanda e incluso nosexige justicia150. Pero un rostro se torna significativo -en la meto-dología actual de las ciencias sociales- cuando puede ser tratadocomo dato -aunque sólo inicialmente, para retornar más tarde,como haremos nosotros, a ser rostro, persona humana-. Sólo asíencontramos justificación moral a las páginas que siguen, en lasque mujeres maltratadas pasan a ser -sólo temporalmente- datos,fríos números. Necesarios, sí. Pero, a todas luces, insuficientes.Tras el dato, el rostro (roto), como hemos visto insistentemente alo largo de todo el trabajo (y no sólo de esta “Parte Primera”).

El trabajo de campo realizado lo hemos estructurado en trespartes, como podemos recordar, precisamente tratando de noperder la articulación ética del método en general, y de la recogi-da de datos en particular:

149 Insisitimos aquí en los aspectos metodológicos porque, de un lado, han supuesto elprimer caballo de batalla para realizar la investigación y, de otro, es parte fundamental delo resultados finales obtenidos.

150 Aunque no es posible detenernos en ello en este trabajo de investigación, es a E.Lévinas al que debemos esta reflexión en torno al rostro-dato. Para este autor, el “rostro”es una categoría que significa la proximidad del otro así como el contexto ético en el quese da la relación de sentido, bien sea expresando la rectitud del cara-a-cara, bien sea tam-bién haciéndolo respecto de la radical asimetría del uno-para-el-otro en la justicia (Cf.González Arnaiz, G., E. Lévinas: humanismo y ética, Cincel, Madrid, 1987, p. 205).

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1. Nuestros datos (recordemos, de elaboración propia):

a) Trabajo de campo 1 (empírico) para el descubrimiento, laelaboración y la reconstrucción de los tópicos: cuestionario aparejas jóvenes (500) y cuestionario a la población general (1000).

b) Trabajo de campo 2 (metodología acción-participación ytécnica Brainstorming) para completar (dar rostro y voz a) losdatos anteriormente obtenidos. Los fragmentos de las entrevistasrealizadas según estos procedimientos han sido fundamentalespara el presente trabajo de investigación, puesto que son los queconfirman los “tópicos” descubiertos a través del trabajo decampo empírico. Hemos creído conveniente ubicarlos por sepa-rado -en forma fragmentaria- al inicio del tópico que revela, demodo que facilita la comprensión del mismo. En realidad, son suorigen.

2. La violencia sexista en España (2000-2006). Datos delInstituto de la Mujer y del Centro Reina Sofía para el estudio de laviolencia.

3. Descripción de las últimas agresiones: prensa y CentroReina Sofía para el estudio de la violencia. Más datos y más ros-tros.

4. Resultados del Trabajo de Campo 1

Ofrecemos, de forma abreviada y en formato distinto, los datosobtenidos en el trabajo de campo 1

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Muestra: 500 (250 parejas con más de 12 meses de relación)

Edad: 15-17

Sexo: Varón y mujer, en igual proporción (son parejas conmás de 9 meses de convivencia)

Lugar: Provincia de Castellón (La Plana Baixa).

Nº encuestas realizadas: 500

Nº preguntas: 23

Elaboración propia

Objetivos Básicos:

1. Visualizar, en la pareja joven, cuál es el estado del “sen-tido de simetría” en su relación.

2. Cómo se viven las diferencias y cómo, cuándo y porquéafloran las desigualdades (caldo de cultivo de posiblesrelaciones asimétricas y de violencia).

3. Quién es el frágil de la misma, si lo hay.

4. Detectar los mecanismos de transmisión de la asime-tría.

5. Rastrear posibles “tópicos” en las relaciones que man-tienen (una encuesta posterior, como veremos, trataráde captarlos y clarificarlos de forma más explícita).

C 193

Violencia en la pareja joven. Contrastes

Contesta según el grado de acuerdo con el que muestres encada ítem.

Muestra: 250 parejas jóvenes (Provincia de Castellón. LaPlana Baixa)

Edad: 15-17

Sexo: Ambos

Elaboración propia

4.1 La violencia sexista en sus datos. La violencia sexistaen sus rostros

Marca la respuestaadecuada con una X

Sí/Con cierta frecuencia

Según ella // Según él

No/Casi nunca

Según ella // Según él

1. Te sientes vigilada/opor tu pareja (controla loque haces: dónde, cuán-do, con quién, paraqué…).

65% 25% 35% 80%

3. Insinúa que cambies tuforma de vestir, de ser, derelacionarte con losdemás.

50% 20% 50% 80%

2. Quiere acompañarte atodas partes.

80% 60% 20% 40%

194 c

4. Parece que le disgustetu trabajo o que estudies,que tengas otras preten-siones (viajar, mejorar,etc.)

40% 10% 60% 90%

5. Con cierta frecuenciate llama la atención enpúblico (te recrimina,etc.)

20% 15% 80% 85%

6. Suele darte órdenes(en vez de pedirte opi-nión y diálogo)

40% 20% 60% 80%

7. Tiende a culpartecuando algo 'vuestro' nosale como él quiere.

65% 15% 35% 85%

8. Te compara conotras/os (que, claro, son'mejores' o más… quetú).

30% 5% 70% 95%

10. Suele emitir juiciosnegativos de tus ami-gos/as (te dice que no teconvienen, que vayacompañeros-as que tie-nes, etc.).

75% 15% 25% 85%

11. Es poco sociable contus familiares (no le gustamucho estar con ellos,suele tener algún repro-che…)

55% 5% 45% 95%

9. Se permite cosas quea ti te niega.

75% 2% 25% 98%

C 195

12. Se sale con la suya(porque él/ella es quien,en el fondo, impone lasnormas)

55% 30% 45% 70%

13. Si no te atienes a loque te pide, te amenazacon abandonarte, conengañarte con otra, etc.

30% 10% 70% 90%

14. Si no te atienes a loque te pide, te castigacon el silencio, te niegalo que sabe que más teilusiona…

50% 15% 50% 85%

15. Le molesta e inclusole parece ridículo quele/la trates con mimo y lehables con cariño (él nolo hace casi nunca).

25% 1% 75% 99%

16. No le gusta nada quele digas cómo debehablar, comportarse, ves-tirse…

80% 70% 20% 30%

18. Pone a prueba tuamor con exigencias devarios tipos (revelarsecretos, dejar algo quete gusta mucho, sexo,etc.).

60% 15% 40% 85%

17. No suele felicitartepor tus éxitos, tus logros,tus méritos…

30% 40% 70% 60%

19. Suele tomar decisio-nes sobre cosas que osafectan a los dos (comopareja)

80% 10% 20% 90%

196 c

20. Hay algún gesto quete deja claro que estádisgustado cuando nohaces caso a lo que pro-pone.

90% 25% 10% 75%

21. Cuando empiezo ahablar, me corta a menu-do o levanta más la vozpara que la mía no seoiga y sí la suya (cuandoestamos con un grupo depersonas).

20% 5% 80% 95%

22. Incluso cuando hablaconmigo usa expresionesdel tipo: cosa de muje-res/de hombres, maru-jas/os, provocadoras/es,debiluchas/os, lloro-nas/es…

70% 1% 30% 99%

23. Hace cosas por ti(pero sin contar contigo)

80% 5% 20% 95%

Encuesta tópicos (formulación A)Contesta V o F, según creas que las siguientes afirmacionessean aproximadamente verdaderas o aproximadamente fal-sas.

Muestra: 1000 (Provincia de Castellón. La Plana Baixa) Edad: 18-45Sexo: V

Elaboración propia

4.2 Cuestionarios sobre “tópicos”

C 197

Tópico micro-violen-cias

Verdadero Falso

1. Las mujeres, en gene-ral, pueden realizarsedentro del hogar mejorque los hombres.

90% 10%

4. La familia no funcionabien si la mujer trabajafuera de casa. Es unalástima, pero es así.

75% 25%

3. Para un hombre espeor estar en paro quepara una mujer

90% 10%

5. La mujer no está tancapacitada como el hom-bre para ser electricista.

70% 30%

6. Por lo general, loshombres están máscapacitados para dirigirempresas y realizar tra-bajos técnicos; las muje-res, en cambio, suelenser mejores en trabajoscomo enfermera, maes-tra, monitora, etc.

80% 20%

2. Si la mujer trabajafuera de casa es porquequiere, así que tendráque asumir mayor res-ponsabilidad a la hora derealizar las tareas domés-ticas

80% 20%

198 c

7. La capacidad de loshombres para realizartareas domésticas esmenor que la de lasmujeres, por más queellos se empeñen enmejorar: (es cuestión denaturaleza).

80% 20%

8. Las tareas domésticasno suponen tanta fatiga ydesgaste como el trabajofuera de casa (el trabajoen el hogar es más ligeroque el trabajo fuera decasa)

85% 15%

9. Las mujeres que ocu-pan cargos directivos enlas empresas o en políti-ca acaban adoptandorasgos y comportamien-tos masculinos

70% 30%

10. Que el sueldo de unamujer sea más alto que elde su marido es motivode disgusto para él.

85% 15%

C 199

12. Está bien que el hom-bre ayude en casa siambos trabajan, perocompartir las tareas(50%) es ya demasiadaexigencia por parte de lamujer.

75% 25%

11. Es razonable que lamujer cobre menos en unmismo puesto de trabajoporque se ha incorpora-do más tarde al mundolaborar y su sueldo no estan necesario en el hogar,(pues el marido, que esquien tiene la obligaciónde sacar adelante a lafamilia, suele ganar losuficiente).

60% 40%

Encuestas tópicos (formulación B)Contesta V o F, según creas que las siguientes afirmacionessean aproximadamente verdaderas o aproximadamente fal-sas.

Muestra: 1000 (Provincia de Castellón. La Plana Baixa) Edad: 18-45Sexo: V

Elaboración propia

200 c

Tópico micro-violen-cias

Verdadero Falso

1. Un hombre no maltrataporque sí, ella habráhecho algo para sacarle aél de las casillas

80% 20%

3. Si se tienen hijos-as,hay que aguantar losmaltratos por el bien deellos.

80% 20%

4. Los hombres queagreden a sus parejasestán locos o muy depre-sivos

75% 25%

5. Los hombres pegan asus parejas porque tie-nen mayor carga de agre-sividad y de violencia quelas mujeres, en general.

90% 10%

6. En realidad, la violen-cia sexista (doméstica) esuna momentánea pérdi-da de control. Después,todo vuelve a la normali-dad: es un mal momentoque hay que comprendery aguantar. También lamujer tiene que ayudar aevitarlo.

85% 15%

2. Si una mujer es conti-nuamente maltratada, espor culpa suya, puestoque sigue conviviendocon ese hombre (marido,compañero)

90% 10%

C 201

7. La violencia sexista noes, en realidad, un pro-blema grave. Simple-mente es que los mediosde comunicación la hanpuesto de moda.

75% 25%

8. Lo que ocurre en unarelación de pareja es algoprivado: que lo arreglenen casa, ya encontraránel modo. Antes lo hacíany no había tanto proble-ma.

80% 20%

9. La violencia sexistasuele darse entre parejasanalfabetas o con pocosmedios. En fin, en fami-lias de barrios margina-les.

60% 40%

10. La violencia psicoló-gica es un cuento, essólo un mal momento dela mujer. En realidad, sólohay una violencia verda-dera: la física, la quehace moratones.

80% 20%

11. La violencia sexistase ha dado siempre. Y notiene solución. Las muje-res de hoy deben crearseestrategias para sopor-tarlo mejor, como hacíanlas mujeres de antes. Esque el asunto no tienesolución…

75% 25%

202 c

5. Tres Reflexiones finales

5.1 Quedan muchos tópicos por rastrear151. Aquí proponemosunos cuantos más e invitamos al lector a buscar otros:

1. Un hombre no maltrata porque sí, ella también habráhecho algo para provocarle.

2. Si una mujer es maltratada continuamente, la culpa essuya por seguir conviviendo con ese hombre.

3. Si se tienen hijas/os, hay que aguantar los malos tratospor el bien de las niñas y de los niños.

4. Los hombres que agreden a sus parejas están locos.5. Los hombres que maltratan lo hacen porque tienen pro-

blemas con el alcohol u otras drogas.6. Los hombres que agreden a sus parejas no lo pueden

evitar, son así. 7. Los hombres que abusan de sus parejas, también fue-

ron maltratados en su infancia.8. La violencia doméstica es una pérdida momentánea de

control.9. Se está dando demasiada importancia al asunto de la

violencia doméstica, pero no es para tanto. Son casosaislados que la prensa y la televisión se encargan deexagerar.

10. Lo que ocurre en una relación de pareja es asunto pri-vado: nadie tiene derecho a meterse. Cada uno lo arre-gla a su modo.

11. La violencia doméstica sólo ocurre en familias analfabe-tas o que tienen pocos recursos económicos: viven enbarrios marginales, etc.

12. Es más aceptable la violencia que se da entre personascercanas que la que se da entre personas extrañas.

13. La violencia doméstica es cosa de familias que viven enciudades grandes.

C 203

5.2. Según el Informe del Consejo de Europa (1982), “la igual-dad entre mujeres y hombres, por mucho que sea una exigenciade la razón humana, no es un hecho ni siquiera en las sociedadesque proclaman ideales democráticos. Es preciso emprenderacciones para inducir cambios de índole psicológica, sociológicae institucional que permitirán que las dos partes que componen laHumanidad se sientan iguales y se reconozcan como tales”(“L'égalité entre les hommes et les femmes”, Estrasburgo).

1. Este informe, como vemos, data de 1982. ¿Cree que seha avanzado algo desde entonces?

2. ¿Cree que es una “exigencia de la razón” la igualdadentre hombres y mujeres?

3. ¿Qué tipo de “acciones para inducir cambios” en estasituación propone?

5.3 Según el sociólogo P. Bourdieu, los grupos dominantes -ennuestro caso, los hombres- tienden a sobreestimar los logros delos grupos dominados -las mujeres- y, por ello, algunos exageranlos resultados exitosos de la 'revolución' feminista. Por ello, nosólo “(...) se enumeran las conquistas de las mujeres, los puestossociales, hasta ahora vedados, que ocupan”, sino que incluso seaprecia una cierta -aunque disimulada- “inquietud ante las ame-nazas que este nuevo poder plantea a los hombres” (“Una suaveviolencia”, El país, 29-9-1994).

1.¿Está de acuerdo con esta opinión?2.¿Cómo cree que hacen frente a esta situación -de ser correc-

to el análisis de Bourdieu- los hombres que sienten esa ciertainquietud?

3.¿Qué cree que debe hacerse ante el lento pero inevitableavance de los movimientos feministas y de sus “conquistas”?

151 Elaborado a partir del trabajo de Gorrotxategi, M. y de Haro, I., Materiales didácticospara la prevención de la violencia de género. Consejería de Educación y ciencia. Junta deAndalucía.

204 c

C 205

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152 Todas los textos de Ortega consultados pertenecen a la edición de Obras Completas,Alianza Editorial-Revista de Occidente, Madrid, 1983 (12 volúmenes), por lo que sólo indi-camos el volumen al que pertenece el ensayo o artículo.

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214 c

C 215

Este libro se ha impreso en Abril de 2007con motivo de la celebración de las V Jornadas de

Prevención de la Violencia de Género,desarrolladas por el Grupo de Atención

a las Victimas del Maltrato en loscentros educativos de Vila-real.

LA LÓGICA DE LA VIOLENCIA SEXISTAXII PREMIO SAN VIATOR

LA

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A D

E L

A V

IOL

EN

CIA

SE

XIS

TA

Autores

Juan Carlos Castelló Meliá

Cristina Juárez Tamargo

Patricia Miravet Alós

Paula López Castillo

Mónica Usó del Amor

Paula Torres Sánchez

AjuntamentdeVila-realRegidoria de GAVIM

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