weinrich (tiempos verbales)

60
Harald Weinrich: ESTRUCTURA Y FUNCIÓN DE LOS TIEMPOS EN EL LENGUAJE Ed. Gredos. Madrid, 1968 CAPÍTULO I LOS TIEMPOS, NO EL TIEMPO […] UNA COMPARACIÓN: LAS PERSONAS DEL VERBO Hemos partido de la extrañeza que nos causa la obstinación del lenguaje empeñado en hacernos poner, al menos una vez en cada oración, un tiempo, aunque tengamos que estar repitiéndolo constantemente. Esta obstinación parece tanto más incomprensible cuanto menor es la información sobre el Tiempo que nos facilitan los tiempos. Ahora bien, todo aquel que ama el lenguaje y está familiarizado con él sabe que es un instrumento admirable del espíritu que le dispensa generosamente sus servicios. El lenguaje poner a disposición del hablante palabras, formas y estructuras y no pide imposibles a nuestra comunicación. Si se obstina en que se repitan los tiempos es porque deben de ser algo muy importante, algo que debe estar presente en cada momento de la comunicación, si es que cada una de esas partes ha de contener información esencial. Esto es una especie de dogma que se alimenta de neutro contacto con el lenguaje, pero también de la observación de otros tipos de comunicación que se dan en el mundo, los cuales, en parte alguna, logran consistencia si no están económicamente estructurados. Precisamente la obstinación con que el lenguaje insiste en que repitamos los tiempos descubre que estos añaden a la comunicación un componente distinto y más esencial que un dato difuso y paradójico acerca del Tiempo. En otro campo de la gramática muestra el lenguaje la misa obstinación. No solo el tiempo, sino también la persona del verbo hemos de repetirla en cada oración, y con frecuencia más de una vez, si queremos obtener una información completa y una oración gramaticalmente correcta. Para nuestro planteamiento del problema sería, pues, muy ilustrativo interrogarnos sobre el sentido de una señal que denominamos primera, segunda y tercera persona y que además distingue entre singular y plural. […] No existe el idioma en que no pueda reconocerse de alguna manera el esquema fundamental primera: segunda: tercera persona. ¿Qué contienen estas personas y por qué concede el lenguaje tanta importancia a esta información para que irremediablemente tengamos que añadirla a cada período? Me parece que en este caso la respuesta es más fácil que para los tiempos. La primera persona "yo" designa evidentemente

Upload: ruth-robaina

Post on 27-Oct-2015

245 views

Category:

Documents


3 download

TRANSCRIPT

Page 1: Weinrich (Tiempos Verbales)

Harald Weinrich: ESTRUCTURA Y FUNCIÓN DE LOS TIEMPOS EN EL LENGUAJEEd. Gredos. Madrid, 1968

CAPÍTULO I

LOS TIEMPOS, NO EL TIEMPO

[…]UNA COMPARACIÓN: LAS PERSONAS DEL VERBO

Hemos partido de la extrañeza que nos causa la obstinación del lenguaje empeñado en hacernos poner, al menos una vez en cada oración, un tiempo, aunque tengamos que estar repitiéndolo constantemente. Esta obstinación parece tanto más incomprensible cuanto menor es la información sobre el Tiempo que nos facilitan los tiempos. Ahora bien, todo aquel que ama el lenguaje y está familiarizado con él sabe que es un instrumento admirable del espíritu que le dispensa generosamente sus servicios. El lenguaje poner a disposición del hablante palabras, formas y estructuras y no pide imposibles a nuestra comunicación. Si se obstina en que se repitan los tiempos es porque deben de ser algo muy importante, algo que debe estar presente en cada momento de la comunicación, si es que cada una de esas partes ha de contener información esencial. Esto es una especie de dogma que se alimenta de neutro contacto con el lenguaje, pero también de la observación de otros tipos de comunicación que se dan en el mundo, los cuales, en parte alguna, logran consistencia si no están económicamente estructurados. Precisamente la obstinación con que el lenguaje insiste en que repitamos los tiempos descubre que estos añaden a la comunicación un componente distinto y más esencial que un dato difuso y paradójico acerca del Tiempo.

En otro campo de la gramática muestra el lenguaje la misa obstinación. No solo el tiempo, sino también la persona del verbo hemos de repetirla en cada oración, y con frecuencia más de una vez, si queremos obtener una información completa y una oración gramaticalmente correcta. Para nuestro planteamiento del problema sería, pues, muy ilustrativo interrogarnos sobre el sentido de una señal que denominamos primera, segunda y tercera persona y que además distingue entre singular y plural.

[…]No existe el idioma en que no pueda reconocerse de alguna manera el esquema

fundamental primera: segunda: tercera persona.¿Qué contienen estas personas y por qué concede el lenguaje tanta importancia a

esta información para que irremediablemente tengamos que añadirla a cada período? Me parece que en este caso la respuesta es más fácil que para los tiempos. La primera persona "yo" designa evidentemente al hablante y la segunda "tú" [...] designa la persona a la que se habla, es decir, al oyente. La tercera persona, finalmente, "él", "ella", "ello" designa todo lo que sea con exclusión del hablante y del oyente en cuanto objeto del discurso. Esto vale tanto para la lengua conversacional como para la literatura. [...]

De lo dicho se deduce la respuesta que contesta a la pregunta de por qué el lenguaje exige un signo lingüístico propio para indicar la persona, aun a costa de repeticiones estereotipadas. Es que el triángulo primera : segunda : tercera persona representa el modelo que está en la base de toda comunicación. Toda comunicación consta de un código, un hablante, un oyente y un mensaje. El código es el lenguaje mismo, así que no puede aparecer; pero los otros tres elementos fundamentales de la comunicación aparecen, precisamente, no como complemento ocasional, sino como complemento de la comunicación necesario y repetido obstinadamente. El hablante está representado por

Page 2: Weinrich (Tiempos Verbales)

la primera persona; el oyente por la segunda; el mensaje, en cuanto es un tercer elemento independiente frente al hablante y al oyente, está representado por la tercera persona. Con ello, toda manifestación lingüística queda "localizada" en el modelo de la comunicación.

Como la comunicación es la capa más profunda del lenguaje y, por tanto, su verdadero fundamento, lo que acabamos de decir es, evidentemente, algo muy importante. Las leyes de la comunicación, objeto de una ciencia bastante nueva, gobiernan el lenguaje (langage) ‒comprendido en el sentido acuñado por Saussure de capacidad general lingüística del hombre antes de concretarse en los rasgos que lo convierten en sistema lingüístico particular (langue). La presencia de la persona, inevitable en cada oración, relaciona, pues, su oración con las situación básica en la que se hace uso de la lengua, es decir, con la situación comunicativa ordenada según las leyes de la comunicación correspondientes al modelo que acabamos de exponer. La situación hablada es la sección de dos órdenes en la que se encuentran el lenguaje y el mundo. En ella el mundo es seleccionado en el sentido más fundamental con vistas al lenguaje y adscrito a las tres "personas" del modelo de comunicación. La única forma de hacer accesible el mundo a la comunicación consiste en someterse a las condiciones de esa selección "apriórica". Por ello me parece que es en las personas del verbo donde puede comprenderse más fácilmente la obstinación del lenguaje. No hay nada que ofrezca mejores motivos de insistencia, porque no hay zona del lenguaje donde se ventilen más cosas. En la comunicación está en juego el sistema medular del lenguaje.

En cuanto a los tiempos, el lenguaje muestra la misma obstinación que en cuanto a las personas. Entonces, y si nuestras consideraciones son acertadas, tendrá el lenguaje razones tan fuertes y "vitales" para concederles tanta importancia y no dispensarles de su presencia en la oración. Por analogía con las personas, deducimos además que, posiblemente, los tiempos tienen que ver también con aquella capa o zona más elemental y, por tanto, más fundamental del lenguaje, es decir, con la comunicación. También los tiempos deben de constituir parte del sistema medular del lenguaje; probablemente tienen algo que ver con la situación comunicativa en la que coinciden lenguaje y mundo. Con esta sospecha y nuevo planteamiento volvamos a los tiempos.

Page 3: Weinrich (Tiempos Verbales)

CAPÍTULO II

EL SISTEMA DE LOS TIEMPOS EN EL LENGUAJE

"CONSECUTIO TEMPORUM"

La diferencia entre tiempos simples y tiempos compuestos se ha hecho según criterios lingüísticos. Si ahora buscamos otra agrupación, el criterio fundamental también ha de ser lingüístico. Ahora bien, esa diferenciación se apoya en una comparación de las formas del verbo y de sus tiempos; pertenece, pues, a la dimensión paradigmática del lenguaje y en ella tiene su justificación. Sin embargo, nos hemos propuesto no olvidar que el lenguaje tiene los mismos derechos para exigir que se atienda a su dimensión sintagmática, ya que la oración no es sólo habla, como podría suponer una interpretación superficial de la pareja de conceptos saussurianos (lengua (langue) y habla (parole). La oración también tiene sus leyes. La distribución de los elementos de la oración está condicionada, tanto como los elementos mismos, por ciertas leyes estructurales de la lengua (langue). Así pues, un tiempo, una vez situado en el contexto de un discurso vivo, ejerce sobre los elementos vecinos –en particular sobre los tiempos adyacentes de la oración– una presión estructural que limita la libertad de elegir entre todos los tiempos posibles. En otras palabras, un tiempo de un discurso, es decir, que se encuentra en una oración y en un contexto (hablado o escrito), no es ilimitadamente combinable con otros tiempos. Ciertas combinaciones son preferidas en el contexto próximo o remoto; otras son limitadas e incluso inadmisibles. Estas limitaciones de la libertad combinatoria aparecen particularmente claras cuando se forma una oración compleja o un período. Entonces el tiempo de la oración principal parece llevar la pauta pidiendo en la oración subordinada determinados tiempos y rechazando otros. Este fenómeno, señalado en todos los idiomas, ha sido denominado consecutio temporum, concordancia de tiempos.

[…] Repasando el conjunto de doctrinas sobre esta materia en cuanto a la lengua francesa, se puede establecer como opinión unánime que en la oración se advierte cierta fuerza combinatoria de los tiempos, pero no una necesidad absoluta.

[…] Podemos decir con bastante seguridad que, naturalmente, existe una concordancia de los tiempos, es decir, una cierta presión combinatoria o, aún mejor, cierta limitación combinatoria de los tiempos en la oración compleja del francés.

Cierta presión, digo expresamente, lo que lleva consigo ciertas dificultades para mi demostración. […] Por ahora voy a contentarme con una demostración un tanto esquemática. Así pues, formando en francés una oración compleja con el verbo savoir en la primera oración y el verbo chanter en la siguiente, resultan ciertas afinidades entre los tiempos. Con el présent de la primera oración je sais concuerdan en la siguiente:

je sais qu'il chantequ'il a chantéqu'il chanteraqu'il va chanterqu'il vient de chanterqu'il est en train de chanter

Y no sólo el présent de la primera concuerda con este grupo de tiempos, sino que los tiempos de este grupo concuerdan entre sí.

Un cuadro completamente distinto resulta de colocar en la primera oración, por ejemplo, un imparfait. Entonces concuerdan:

Page 4: Weinrich (Tiempos Verbales)

je savais qu'il chantaitqu'il avait chantéqu'il chanteraitqu'il allait chanterqu'il venait de chanterqu'il était en train de chanter

Aquí concuerda también no sólo el imparfait con el grupo de tiempos indicado, sino que estos tiempos concuerdan también entre sí. En los ejemplos no aparece el passé simple, porque, en la oración subordinada, es difícil de encontrar. Sin embargo, de hallarlo en la primera oración, se sigue una concordancia según la segunda y no la primera lista: je sus qu'il chantait, etc.

Estos son, como hemos dicho, ejemplos esquemáticos; muchas veces corresponden a la lengua verdadera, mas no siempre. Pero no todas las excepciones tienen la misma fuerza probatoria. ¿Qué sucede si, por ejemplo, contra las reglas de la costumbre aquí recogidas, combino el présent con el imparfait y digo: je sais qu'il chantait? Ahora bien, esta construcción, según la gramática, no es totalmente falsa; pero la desviación de la concordancia normal es las más de las veces señal sintáctica de que la oración no está completa en esa forma y que, según el contexto, necesita un complemento; el contexto trae, pues, generalmente, un tiempo permitido según la concordancia. La oración completa reza entonces poco más o menos: Je sais qu'il chantait mais qu'il ne chante plus. O al contrario: Je savais qu'il chantait es la concordancia normal; si en su lugar se dice je savais qu'il chante, la desviación de la concordancia presta a la oración un sentido particular, de forma que la significación del verbo chanter apunta más a "ser cantor" que a "estar cantando". Sobre el complejo total de las (aparentes) excepciones de la concordancia volveré con más detalle en el capítulo V.

[…]

DOS GRUPOS DE TIEMPOS

Las aparentes y verdaderas desviaciones de la concordancia no pueden ocultar que ésta constituye un principio estructural de la lengua francesa (como de cualquier otro idioma) que pertenece a la dimensión sintagmática. Y es que los tiempos se combinan en estructuras no sólo paradigmáticas, sino también sintagmáticas, distribuyéndose en la oración y en el texto según un orden necesario y determinado. En tanto en cuanto su capacidad combinatoria dentro del contexto es limitada, los tiempos del francés se distribuyen en dos grupos temporales cuyos tiempos respectivos presentan ciertas notas comunes. Por ahora vamos a llamarlos sencillamente grupo temporal I y grupo temporal II. Entre ambos pasa una neta línea divisoria estructural. Ambos grupos forman juntos el sistema temporal de la lengua francesa.

La estructuración del sistema temporal según dos grupos de tiempos, tal como aparece en la consecutio temporum, tiene la incalculable ventaja de que no se saca a la fuerza de un marco extralingüístico, sino de ser leída y oída en el lenguaje mismo. Tenemos ante nosotros verdaderamente una estructura lingüística y no un sistema de conceptos. A continuación presento ambos grupos temporales en un cuadro de conjunto conservando los ejemplos ya utilizados al tratar de la concordancia.

SISTEMA TEMPORAL

GRUPO TEMPORAL Iil a chantéil chantera

il aura chantéil va chanteril vient de chanter

Page 5: Weinrich (Tiempos Verbales)

il est en train de chanter

il chante

GRUPO TEMPORAL IIil avait chantéil chanterait

il aurait chantéil allait chanteril venait de chanteril était en train de chanteril chantaitil chanta

La lista de los tiempos en ambos grupos no aspira a ser completa ni a responder a posibles preguntas como ¿hay que considerar, o no, la forma je suis en train de chanter como "verdadero" tiempo verbal? En primer lugar interesa sólo la existencia de ambos grupos temporales y la neta divisoria estructural que los separa. La cuestión de suprimir o añadir algunos tiempos más (por ejemplo, las llamadas formes surcomposées) es indiferente; pero si se añaden estas formas habrá que adscribirlas al grupo I o al grupo II. No existe un tercero, a excepción de las formas verbales que al principio se descartaron provisionalmente y que más adelante merecerán detenida atención. Ambos grupos temporales forman, pues, una dicotomía.

A partir de este momento podemos adoptar algunas definiciones provisionales que faciliten conceptos bastante netos, sin adelantar por ello resultados inseguros. En particular, podemos definir el concepto de tiempo verbal de la siguiente forma: el tiempo verbal es una forma verbal que se deja adscribir al grupo temporal I o al grupo temporal II.

Por otra parte, el concepto de concordancia de tiempos es, naturalmente, definible ya que a partir de él se ha obtenido la divisoria estructural entre ambos grupos temporales. La concordancia de los tiempos es una limitación combinatoria de los tiempos de modo que en la frase no ocurran intercambios entre los dos grupos.

[…]La estructuración del sistema temporal según dos grupos de tiempos, que aquí

presentamos para el francés, se da no sólo en esta lengua. Si hubiésemos aplicado nuestra investigación a cualquier otra lengua románica, al alemán, al inglés, al griego o al latín, hubieran aparecido igualmente dos grupos temporales separados entre sí por una divisoria estructural ínsita en el lenguaje.

Page 6: Weinrich (Tiempos Verbales)

CAPÍTULO III

MUNDO COMENTADO – MUNDO NARRADO

GRUPO TEMPORAL Y SITUACIÓN COMUNICATIVA

La lengua francesa tiene dos grupos de tiempos. ¿Qué significan? ¿Qué función tienen? Lo más inmediato parece preguntar por el Tiempo y sus dimensiones; pero la sospecha de que los grupos de tiempos mientan dos etapas del Tiempo no encuentra confirmación. En cada uno de los dos grupos está comprendido todo el Tiempo del Mundo, desde el pasado más remoto hasta el futuro más lejano. Con los tiempos del grupo I puede decirse: le monde a commencé, lo mismo que le monde aura une fin. Paralelamente, con los tiempos del grupo II: le monde avait commencé, así como le Monde aurait une fin. La frontera estructural entre el grupo I y el grupo II no es una frontera temporal (de Tiempo). Entonces, ¿qué clase de frontera es?

[...]¿Qué significa, pues, la divisoria estructural entre los grupos I y II? Recordemos que

la obstinación del lenguaje en colocar el morfema personal en el verbo ha demostrado su lógica porque asegura éste, y con él la oración, en la situación comunicativa elemental reproduciendo el modelo fundamental de la comunicación. Por ello nos preguntamos si también los tiempos o mejor dicho, ambos grupos de tiempos tienen que ver con la situación comunicativa.

Las situaciones comunicativas en las que actualizamos el lenguaje son tan diversas como puedan serlo las situaciones de la vida y ninguna es igual a otra, pero esto no excluye la posibilidad de intentar su tipología. Este intento constituye al mismo tiempo una tarea propia de la lingüística, ya que el lenguaje no se actualiza en el vacío, sino en situaciones concretas en las que se encuentran y condicionan mutuamente "comportamientos" lingüísticos y extralingüísticos. Haberlo señalado constituye el mérito perdurable del "behaviorismo".

Situaciones comunicativas típicas son, por ejemplo, el pedir una información y la información misma; un monólogo; el relato de una historia; la descripción de un objeto o una escena; la composición y la lectura de una carta (naturalmente también hay situaciones comunicativas escritas); un comentario; un sermón; una discusión; la información política de un periódico; un expediente; una poesía lírica; el relato de un mensajero; una indicación escénica; una conferencia científica; un diálogo dramático; una biografía e... incluso este libro que trata de un problema lingüístico. Se espera, naturalmente, que aparezcan todos los tiempos en todas las situaciones comunicativas, pero la verdad es que, fijándonos concretamente en grupos de tiempos, y no vagamente en todos los tiempos, aparecen determinadas afinidades entre ambos grupos y ciertas situaciones comunicativas. Considerada como situación comunicativa una novela muestra inequívoca inclinación por los tiempos del grupo II, mientras que este libro, si el lector quiere considerarlo por un momento como espécimen de una exposición científica, muestra una preferencia igualmente inequívoca par los tiempos del grupo I.

[...]Así pues, no sólo los tiempos concuerdan mejor con unos que con otros, sino que

también los grupos de ellos resultantes concuerdan mejor con unos géneros y con unas situaciones comunicativas que con otros. De la misma manera, también las situaciones comunicativas se reparten claramente en dos grupos según el grupo temporal que en ellas predomine. El grupo II predomina en la novela, en la novela corta y en todo tipo de narración oral o escrita, excepto en las partes dialogadas intercaladas. Por el contrario, predomina el grupo I en la lírica, el drama, el diálogo en general, el periodismo, el ensayo literario y la exposición científica. Podemos ampliar esta enumeración más allá de las estadísticas a partir de la experiencia del vivir cotidiano en contacto con el

Page 7: Weinrich (Tiempos Verbales)

lenguaje y los tiempos. El grupo de tiempos I predomina también en deliberaciones, monólogos, descripciones, cartas, comentarios, sermones, discusiones, indicaciones escénicas, conferencias... y precisamente en este libro.

COMENTAR Y NARRAR

En el grupo de tiempos II es relativamente fácil señalar qué tienen de común las situaciones comunicativas en que dominan estos tiempos: son evidentemente situaciones comunicativas en las que narramos. Acaso sea la descripción de un pequeño acontecimiento, la información de un periódico sobre el curso de una conferencia política, la reproducción de una aventura de caza, un cuento inventado, una leyenda piadosa, una novelita artística, una obra histórica o una novela. En cuanto al carácter de un relato como tal relato es indiferente que la historia sea verdadera o inventada; también es indiferente que tenga aspiraciones estilístico-literarias o que sea un relato ingenuo; y, finalmente, es indiferente a qué leyes obedezca de los géneros literarios. Por encima de estas diferencias particulares se encuentran los rasgos distintivos de la situación comunicativa que es el relato. [...]Miremos, sin embargo, más allá de las fronteras de la literatura sin perder de vista la totalidad del lenguaje. También se narra fuera de la literatura. El narrar es un comportamiento característico del hombre. Podemos comportarnos frente al mundo narrándolo. Narrándolo empleamos aquella parte del lenguaje que está prevista para narrar. Empleamos en particular los tiempos del relato. Su función en el lenguaje consiste en informar al que escucha una comunicación que esta comunicación es un relato. Ya que absolutamente todo, el mundo entero, verdadero o no verdadero, puede ser objeto de un relato, vamos a llamar a los tiempos del grupo II tiempos del mundo narrado o, abreviadamente, tiempos de la narración. "Mundo" no significa aquí otra cosa que posible contenido de una comunicación lingüística. Así pues, hay que entender los tiempos del mundo relatado como señales lingüísticas según las cuales el contenido de la comunicación lingüística que lleva consigo ha de ser entendido como relato. En tanto en cuanto formen parte del grupo temporal II de la lengua francesa tienen sólo ésta y ninguna otra función. En otras situaciones comunicativas empleamos otros tiempos, a saber, los tiempos del grupo temporal I. Como junto a estos dos grupos no hay un tercero, tendrá que haber una nota común para cada una de las situaciones comunicativas en las que empleamos los tiempos del grupo I. La "vía negativa" es la primera que se nos ofrece. Lo que tienen en común las situaciones comunicativas en que domina ese grupo de tiempos es que el mundo (en el sentido ya indicado) no es relatado. Mas ¿cómo hablamos cuando no relatamos? Ahora no se trata tanto de hallar un término adecuado para el caso, sino de describir qué diferencia el tipo de estas situaciones comunicativas del tipo de las situaciones comunicativas narrativas.

Lo mejor será aclarar la diferencia apelando a situaciones extremas de narración y de "no narración" y presentar de forma muy concreta al narrador y al "no narrador". El prototipo del narrador tal como siempre nos lo presenta la literatura en los relatos estereotipados es el narrador de historias. Tenemos de él una imagen determinada: es más bien viejo; en los cuentos infantiles es un viejo, una vieja, o la abuela. Está sentado no de pie en un sillón, en un sofá, o en una tajo junto a la chimenea. Es al anochecer, después de la jornada. El viejo interrumpe placenteramente su relato para dar una chupada a la pipa o al cigarro (raras veces al cigarrillo). Se mueve lentamente; se toma el tiempo necesario para contemplar uno por uno a sus oyentes, o hace memoria con la mirada puesta en el techo. Sus gestos son escasos y la expresión del rostro es más serena que agitada. Está totalmente relajado. Un par de ejemplos tomados de novelas cortas de Maupassant7. La titulada Châli empieza así:

7 Guy de Maupassant: Contes et nouvelles. 2 tomos, París, 1956-57.

Page 8: Weinrich (Tiempos Verbales)

L'amiral de La Vallée, qui semblait assoupi dans son fauteuil, prononça de sa voix de vieille femme: "J'ai eu, moi, une petite aventure d'amour, très singulière, voulez-vous que je vous la dise?". Et il parla, sans remuer, du fond de son large siège en gardant sur ses lèvres ce sourire ridé qui ne le quittait jamais, ce sourire à la Voltaire qui le faisait passer pour un affreux sceptique. *

Pareja situación se describe al comenzar Le Marquis de Fumerol:

Roger de Tourneville, au milieu du cercle de ses amis, parlait, à cheval sur une chaise, il tenait un cigare à la main, et, de temps en temps aspirait et soufflait un petit nuage de fumée.**

Por último, un tercer ejemplo ha de mostrar que la relajación del narrador no refleja la inocuidad de lo vivido o relatado. Escojo el comienzo del cuento L'horrible en el que, como el título ya indica, se relata una historia de miedo. Ya desde un principio se dice que la víspera había ocurrido un espantoso accidente que es el que acaba de ser contado. El relato arranca de la manera siguiente:

La nuit tiède descendait lentement. Les femmes étaient restées dans le salon de la villa. Les hommes, assis ou à cheval sur les chaises du jardin, fumaient, devant la porte, en cercle autour d'une table ronde chargée de tasses et de petits verres. Leurs cigares brillaient comme des yeux, dans l'ombre épaissie de minute en minute. On venait de raconter un affreux accident arrivé la veille: deux hommes et trois femmes noyés sous les yeux des invités, en face, dans la rivière. Le général de G… prononça:…***

Lo terrible del suceso narrado no afecta en absoluto, o apenas tiñe, la situación, que, como situación narrativa, permanece por principio relajada. Los sucesos terribles, aunque sólo se remontan al día anterior, quedan como pasados por el filtro del relato perdiendo mucho de su dramatismo.

Por parte del grupo temporal I no se presenta con la misma evidencia una situación característica. Casi toda la escala de las manifestaciones lingüísticas con la sola excepción del relato se sirve del grupo de tiempos I. Como situaciones características valgan el diálogo, el memorándum del político, la conferencia científica, el ensayo filosófico, el comentario jurídico y otras muchas. ¿A cuál ha de darse preferencia? Pronunciarse por una de ellas sería arbitrario y por ello baste señalar, en general, las notas que distinguen estas situaciones comunicativas de la situación narrativa. Como nota general de la situación narrativa hemos señalado la actitud relajada que, respecto del cuerpo, sólo es signo exterior del relajamiento del espíritu y del discurso. Valga, a la inversa, la actitud tensa, tanto del cuerpo como del espíritu, como nota general de la situación comunicativa no narrativa. En ella el hablante está en tensión y su discurso es dramático porque se trata de cosas que le afectan directamente. Aquí el mundo no es

*(Todas las traducciones de los textos que incluimos en notas a pie de página aparecen en un apéndice del libro, Traducciones, pp. 400-419). El almirante de La Vallée, que parecía adormilado en su sillón, dijo con su voz de vieja: "Yo he tenido una aventurilla de amor, muy curiosa; ¿quieren que se la cuente? Y habló, inmóvil, desde el fondo de su ancho asiento conservando en sus labios la sonrisa arrugada que nunca le abandonaba, aquella sonrisa a lo Voltaire que le hacía pasar por un terrible escéptico.**Roger de Tourneville, en medio del círculo de sus amigos, hablaba, a horcajadas sobre una silla, tenía un cigarro en la mano y, de vez en cuando, aspiraba y despedía una nubecita de humo.*** La noche tibia descendía lentamente. Las mujeres se habían quedado en el salón de la casa de campo. Los hombres, sentados o a horcajadas sobre las sillas del jardín, fumaban ante la puerta, en círculo alrededor de una mesa redonda cargada de tazas y de vasitos. Sus cigarros brillaban como ojos en la sombra que iba adensándose a cada minuto. Alguien acababa de contar un terrible accidente sucedido la víspera: dos hombres y tres mujeres ahogados ante los ojos de los invitados, en frente, en el río. El general G... dijo...

Page 9: Weinrich (Tiempos Verbales)

narrado, sino comentado, tratado. El hablante está comprometido; tiene que mover y tiene que reaccionar y su discurso es un fragmento de acción que modifica el mundo en un ápice y que, a su vez, empeña al hablante también en un ápice. Por eso, el discurso no narrativo es, por principio, peligroso; [...]. Hay Tiempo de comentar y hay Tiempo de narrar. Así, hay tiempos gramaticales del comentar y del narrar. Lo mismo que el grupo de tiempos II está para relatar, así el grupo I está para comentar, para tratar de las cosas. Vamos, pues a llamarlo grupo de tiempos del mundo comentado y los tiempos, tiempos comentadores.

No es posible mostrar la peculiaridad de la actitud del comentario en un prototipo de comentador tal como había sido posible en el narrador. La escala de las situaciones comunicativas es muy amplia; va desde la confesión más privada hasta la alocución más pública, y no existe otro signo identificable inequívoco en el comentador que el ser alguien totalmente distinto da narrador. Por su compromiso podrá conocérsele. No importa que esté distraído o atienda a lo que dice; pero si no sale de su distracción se expone a la burla, a que lo califiquen de soñador. Como señal para que el oyente advierta que se trata de algo que le afecta directamente y que el discurso exige su respuesta, hablada o no hablada, el hablante hace uso de los tiempos del grupo I. Su función no consiste en mencionar un Tiempo, ¿para qué iban a hacerlo? Para ello dispone el lenguaje de medios más adecuados. La función de esos tiempos es la señal tua res agitur. Son, encareciendo la expresión, una señal de alarma: No se permite, o al menos no es adecuado, escuchar relajadamente. Los tiempos del grupo II, por el contrario, puede interpretarlos el lector o el oyente como señal de que le está permitido escuchar durante un rato o sólo por un momento, con relativa participación, es decir, con tensión laxa.

Si esta interpretación es justa, podremos entonces volver a plantearnos la cuestión inicial: la obstinación que pone el lenguaje en el uso de los tiempos ¿va contra todas las leyes de la economía? No, sino todo lo contrario. Es en extremo económica, pues para la economía del esfuerzo psíquico no deja de ser importante si el hombre ha de usar de toda su concentración ("primer grado de alarma") en cada comunicación lingüística o, si alguna que otra vez, le está permitido relajarla ("segundo grado de alarma'"). Esto es útil conocerlo en cada oración. El derroche antieconómico en el uso de los tiempos es sólo aparente y está al servicio de una economía superior.

También la concordancia de los tiempos, que con tanta obstinación se encuentra en los idiomas más diversos, es económica en extremo. Y es que si, por principio, está permitido pasar del narrar al comentar y del comentar al narrar, este paso, sin embargo, no debe poner en peligro la comprensión con un ritmo muy rápido. La concordancia de los tiempos, como limitación combinatoria en una oración compleja, está diciendo sencillamente que el lenguaje no ve con buenos ojos un cambio apresurado entre el mundo narrado y el mundo comentado y que el cambio sólo lo permite, normalmente, al llegar a la frontera de la oración. Al mismo tiempo queda así definible la frase (sentence, phrase) como unidad lingüística, que, según la actitud comunicativa, es decir, en relación con la distinción fundamental entre mundo comentado y mundo narrado, es unitaria.

MUNDO COMENTADO

El capítulo dedicado al presente aparece en todas las gramáticas de forma semejante al capítulo Présent de la gramática de Maurice Grevisse, Le Bon Usage. En el primer apartado se dice que el présent designa el Tiempo presente; en el segundo, que designa un hábito; en el tercero, que designa acciones atemporales; en el cuarto y en los siguientes, para concluir, que puede designar cosas pasadas y futuras8. ¿Hay mejor

8 Grevisse: Le Bon Usage, 1955, §§ 714 s.

Page 10: Weinrich (Tiempos Verbales)

demostración de que el tiempo presente no tiene nada que ver con el Tiempo? El presente es un tiempo, es el tiempo principal del mundo comentado y designa por ello una determinada actitud comunicativa. Lo mismo vale para los demás tiempos del mundo comentado. Por el momento dirijamos nuestra atención con mayor interés a este tiempo, en el que aparece de manera particularmente ilustrativa lo peculiar del mundo comentado y del grupo de tiempos correspondientes. Como en este caso son varias las lenguas que muestran idénticas relaciones, permítasenos tomar los ejemplos de idiomas diferentes.

La señora Hamburger, al estudiar el "pretérito épico", ya ha advertido que lo normal es que contemos una historia, una novela o una novelita en Präeteritum (en español: imperfecto y perfecto simple), pero que el contenido lo resumamos siempre en presente9. Esta observación se confirma con sorprendente falta de excepciones desde los argumentos de la comedia plautina hasta los resúmenes de obras de teatro y novelas contemporáneas. Käte Hamburger ve en ello la confirmación de sus sospechas, a saber, que el pretérito de la poesía épica no puede mentar el pasado. Por nuestra parte hemos de añadir la comprobación, complementaria de las conclusiones de Käte Hamburger, de que tampoco el presente del resumen de un argumento puede ser mención del Tiempo presente.

Ahora bien, alguien podría pensar que el uso del pretérito (imperfecto y perfecto simple) en un relato y del presente en el resumen tienen su explicación en el hecho de que el pretérito menciona los propios sucesos del relato y que el presente, por el contrario, menciona los hechos del libro que tenemos ante nosotros. Esta explicación no nos satisface, porque también se emplea el presente cuando el libro no está ni siquiera terminado ni ante nuestros ojos, por ejemplo, en el boceto literario. André Gide recoge en su diario, con fecha del 16-VII-1914, la nota siguiente:

Beau sujet de roman: la jeune fille qui va se marier contre le gré de ses parents avec quelqu'un dont le passé a prêté à redire. Peu à peu elle parvient à faire accepter son mari; mais c'est elle qui, tandis que la famille découvre à ce mari de plus en plus de qualités, comprend qu'elle s'illusionnait10 sur son compte. Par fierté elle dévore toutes ses tristesses, ses déconvenues et se trouve d'autant plus seule, qu'à présent la famille prend le parti du mari, contre elle, et à cause de l'habileté qu'elle a eue d'abord à faire valoir son mari.*

Si Gide hubiese llegado algún día a escribir esta novela, lo habría hecho como en sus otras novelas en los tiempos narrativos imparfait y passé simple. Los tiempos del boceto, por el contrario, son los del grupo I [...].

MUNDO NARRADO

Cuando e1 hablante emplea los tiempos del grupo II, el oyente sabe que ha de recoger la información como relato, pero ignora que haya de relacionarla con lo pasado. Tenemos que repetir esto una vez más con toda claridad. La diferencia entre canta y cantaba no consiste en que a la información (semántica) "cantar" añadamos en un caso la información "en el presente" y en el segundo "en el pasado". En expresiones como "canta" y "cantaba", y sólo sobre la base de los tiempos, no aprendemos absolutamente

9 Käte Hamburger: Deutsche Vierteljahrsschrift, 27 (1953), 352 s.10 Para este imperfecto cfr la pág. 152 [El imperfecto, metáfora temporal, Cap. V. El sistema metafórico temporal].* Bonito tema de novela: la joven que va a casarse contra el gusto de sus padres con alguien cuyo pasado ha sido objeto de habladurías. Poco a poco logra que su marido sea admitido; pero es ella la que, mientras que la familia descubre en ese marido cada vez mejores cualidades, comprende que se hacía ilusiones sobre él. Por orgullo devora sus penas, sus desengaños, y se encuentra tanto más sola cuanto que ahora la familia se pone de parte del marido, contra ella, y a causa de la habilidad que ha tenido al principio en hacer valer a su marido.

Page 11: Weinrich (Tiempos Verbales)

nada sobre el Tiempo del "cantar". Los tiempos presente e imperfecto (y los correspondientes en otros idiomas) nos están informando más bien sobre el modo como tenemos que escuchar. Nos dicen si el "cantar' va a ser comentado o narrado. Para el oyente es importante. Reaccionará de forma distinta de un caso al otro. El "cantar" comentado exige generalmente una determinada postura, actitud, inmediata: una opinión, una valoración, una enmienda o cosa pareja. Si el "cantar" es empero "sólo" narrado, no se impone adoptar una postura; puede ser aplazada o se puede, sencillamente, no adoptar ninguna. Hay tiempo para fumar la pipa o el cigarro hasta el final. La información que facilita el tiempo presente en la forma canta reza así: "¡Atiende, que te atañe directamente!"; la forma cantaba nos facilita la información del imperfecto junto con los tiempos perfecto simple, pluscuamperfecto, etc.: "¡Ahora puedes escuchar con más descuido!" Con ello la situación comunicativa queda marcada cualitativamente.

El mundo narrado es indiferente frente a nuestro Tiempo. Puede quedar fijado en el pasado por una fecha o en el presente o el futuro por cualquier otro dato. Esto no cambia para nada ni el estilo del relato ni la situación hablada que le es propia, lo cual explica el que muchos narradores puedan hacer alarde de una indiferencia verdaderamente provocadora respecto del Tiempo. Es muy conocido el procedimiento de sustituir por unos puntos suspensivos el año en que ocurren los sucesos de un relato. El ejemplo siguiente está sacado de un cuento de Edgar Allan Poe y vale por otros muchos; el cuento se titula La sin par aventura de Hans Pfahl: "Parece que el... del mes de... (no estoy seguro de la fecha), una inmensa multitud..." Y al comienzo del relato titulado Metzengerstein pregunta Poe: "El horror y la fatalidad han salido al paso por doquier y en todas las épocas. ¿Por qué dar entonces una fecha a la historia que voy a contar?"

Puede decirse que estas palabras de Edgar Allan Poe manifiestan explícitamente lo que implícitamente contienen los tiempos del mundo relatado. Están diciendo que no se mienta el mundo en que se encuentran el hablante y el oyente y en el que están directamente a afectados; están diciendo que la situación hablada, reproducida en el modelo de la comunicación, no es tampoco escena del suceso y que el hablante y el oyente, mientras dure el relato, son más espectadores que personajes activos en el theatrum mundi aun cuando se contemplen a sí mismos. Ambos prescinden de la existencia de hablante y del oyente.

Ahora bien; en lo que respecta a lenguas como el español y el francés que hacen la diferencia de los dos tiempos de la narración, imperfecto y perfecto simple (imparfait y passé simple), ya se ha advertido algo de su peculiaridad, pero sólo en aspectos aislados. Jean Pouillon en su libro Temps et roman conserva la correspondencia tiempo verbal - Tiempo, pero el imparfait del francés como tiempo del relato de manera análoga a como hace Käte Hamburger para el Präeteritum alemán lo considera una excepción. El imperfecto en la novela no tiene propiamente significación temporal (de Tiempo), sino más bien espacial: "nos aleja de lo que miramos". No está diciendo que el suceso haya pasado, porque, precisamente, el novelista nos quiere hacer participar en ese suceso. De esa forma llega Pouillon a la interesante consecuencia de que "el imperfecto de tantas novelas no significa que el novelista esté en futuro de su personaje, sino sencillamente que no es ese personaje, que nos lo muestra"16. No hay duda que tiene razón; sólo hay que lamentar el que Pouillon limite este resultado al imperfecto y sólo en la novela.

Pero es que lo mismo vale para el perfecto simple (passé simple). De este tiempo dice el novelista Michel Butor en un ensayo: "es un pasado muy netamente cortado del hoy, pero que no se aleja, es un aoristo mítico". Es el tiempo que, por estar relatada en tercera persona, mejor le conviene a la novela17. Michel Butor al incluir el perfecto simple (passé simple) entre los tiempos del pasado paga tributo a la gramática del

16 Jean Pouillon: Temps et roman, 1946, págs. 161 ss.17 Michel Butor: Les Temps modernes, Febrero, 1961, pág. 939. [...]

Page 12: Weinrich (Tiempos Verbales)

bachillerato. Prescindiendo de esto, nos queda la interesante observación de que el perfecto simple caracteriza un mundo que está "muy netamente" separado del nuestro y que ha sido desplazado al plano "mítico".

Todo esto, sin embargo, hemos de añadir nosotros, tiene validez no sólo para el perfecto simple español y passé simple francés de la novela, sino para este tiempo en cualquier caso y para todos los otros tiempos del mundo narrado, pues siempre que estos se emplean, el hablante adopta el papel de narrador invitando al oyente a convertirse en escucha, con lo que toda la situación comunicativa se desplaza a otro plano. Esto no significa desplazamiento de la acción al pasado, sino a otro plano de la conciencia, situado más allá de la cotidiana temporalidad.

No estaría de más, al llegar a este punto, recordar el trascendental estudio de Günther Müller sobre la significación del Tiempo en el arte de la narración18. Günther Müller llama la atención sobre una verdad que, de tan evidente, pasa desapercibida: el Tiempo narrado es de otra especie que el Tiempo vivido; es "en un aspecto más pobre, en otro, más rico" (pág. 22), pues todo Tiempo relatado es Tiempo acumulado. Toda omisión es selección y toda selección, interpretación. ¡Qué alejados nos hallamos del Tiempo físico! En su descripción del Tiempo relatado piensa Günther Müller en la literatura narrativa. Nosotros añadiremos que, naturalmente, la descripción puede aplicarse a todo relato no literario. Nos lo confirma el resultado obtenido del examen de los tiempos (y no del Tiempo), según el cual el mundo narrado con su Tiempo narrado no puede ser identificado con ninguna fracción de Tiempo del mundo comentado o Tiempo vivido, y mucho menos, con la porción de Tiempo llamada pasado. Los tiempos del mundo narrado están, entre otras señales, para que la temporalidad del mundo comentado no tenga validez mientras dure el relato.

Como indicio de lo dicho sírvanos el hecho de que en el mundo narrado no tiene aplicación toda una serie de adverbios temporales. Ahora, hoy, ayer, mañana son "traducidos" cuando estamos relatando y decimos entonces, en aquel tiempo, la víspera, al día siguiente. [...] Los adverbios temporales, lo mismo que los tiempos, se ordenan en dos grupos y nos informan, en primer lugar, si nos hallamos en el mundo narrado o en el mundo comentado. Para el lenguaje no existe en absoluto "el Tiempo". Existe el Tiempo del mundo narrado que nosotros llamamos, con Günther Müller, Tiempo narrado y existe el Tiempo del mundo comentado, que, con Heidegger, podremos llamar temporalidad. Ambos órdenes temporales son cualitativamente diferentes. De manera análoga, en el lenguaje no existe en absoluto la clase de los adverbios temporales, sino que hay adverbios del Tiempo narrado y adverbios de la temporalidad. El paso de una a otra clase es un proceso de traducción. Si alguna vez se prescinde de ésta, se origina un fenómeno estilístico: el estilo indirecto libre; es decir, la ilusión de un discurso verdadero. Es una libertad poética que no deroga el uso idiomático, sino que, más bien, lo presupone.

[...] Podemos [trazar] un paralelo entre las literaturas narrativa y dramática. Cuando se quiere transformar un relato en una obra dramática, o una obra dramática en un relato [...] hay que traducir. Ante todo, hay que traducir, con las personas, los tiempos, pues el relato está construido con los tiempos del mundo relatado y el drama con los del mundo comentado. Ambos campos de la literatura tienen, sin embargo, de común que la acción relatada o representada queda eximida de la verdadera realidad y es conducida a la libertad del arte. Si esto es así, entonces tiene que existir una profunda comunidad entre los medios expresivos con ayuda de los cuales uno logra liberarse de la situación. Estos son los medios que en la escena llevan al distanciamiento. [...] En el drama es imprescindible la representación; en el relato, los tiempos. El drama no necesita tiempos propios para liberarse de la situación (El "teatro épico" no emplea los tiempos del mundo narrado). En la representación existe libertad suficiente Por el contrario, el

18 Günther Müller: Die Bedeutung der zeit in der Erzählkunst, Bonn, 1947.

Page 13: Weinrich (Tiempos Verbales)

relato no necesita de representación. (Los buenos narradores no gesticulan). Los tiempos del relato son una especie de representación. Disfrazan y alejan nuestro mundo cotidiano y nos liberan por algún tiempo de la coerción de la situación. El mundo narrado es una escena. [...]

MUNDO NARRADO DE LOS CUENTOS INFANTILES

El mundo de los cuentos infantiles es el mundo narrado por excelencia. En ningún relato somos tan distanciados de la situación cotidiana como en el cuento infantil. En el cuento infantil todo es distinto del mundo cotidiano; por ello, el cuento infantil traza con más firmeza que cualquier otro relato la frontera entre el mundo narrado y el mundo cotidiano. La introducción y la conclusión del cuento corresponden generalmente a una fórmula.

Se trata de a algo tan evidente que no es fácil figurarse un cuento que no empiece con la fórmula érase una vez (u otra semejante). Este una vez (once, une fois, einmal) no es otro Tiempo, sino otro mundo; un mundo con un Tiempo propio que se parece muy poco al Tiempo de los relojes en el que, por ejemplo, un sueño puede durar siete años. Esto tiene también validez en el caso de que en la fórmula introductiva del cuento aparezca la palabra Tiempo: once upon a time... Hay un cuento inglés que diferencia netamente el Tiempo del cuento de nuestro Tiempo. Comienza así: Once upon a time, and a very good time it was, though it wasn't in my time, nor in your time, nor any else's time19. El una vez del comienzo es la negación de nuestro Tiempo. Los cuentos se desarrollan "hace mucho tiempo"20. Una de las fórmulas con que comienzan los cuentos españoles hace ver que nuestro mundo cotidiano con su temporalidad queda burlado por el mundo del cuento infantil: Érase que se era...

En este último caso la fórmula introductora está toda en los tiempos verbales. Es característico en esta como en todas las otras fórmulas iniciales el imperfecto, el tiempo del mundo narrado. Este tiempo de la fórmula inicial, señal comparable a los típicos trois coups del teatro francés, está diciéndonos que comienza el mundo relatado. Sin embargo, la señal del tiempo verbal se diferencia de los tres golpes del escenario francés en que todos los tiempos del cuento infantil contestan al aviso inicial como un eco continuo que nos recuerda siempre que ese mundo es diferente del que nos rodea inmediatamente y nos plantea problemas21.

Tras la señal 'érase que se era' sólo el mundo del cuento tiene existencia durante cierto rato. Todo el que una vez ha contado cuentos a los niños sabe hasta qué punto éstos pueden perderse en el mundo del relato. Y es que los niños han de aprender primero, precisamente en los cuentos, que, junto a su pequeño mundo vivido, existe un mundo meramente narrado. Esto es precisamente lo que les enseñan los cuentos. Mientras no estén en condiciones de distinguir con seguridad entre el mundo narrado y el mundo "verdadero", es de importancia primordial que se les saque del mundo narrado por medio de signos claros y seguros. Por eso, la conclusión del cuento presenta generalmente una fórmula tan elocuente como la introducción.

[...] Con la fórmula conclusiva se abandonan los tiempos del mundo narrado y en su lugar aparecen los del mundo comentado, en este caso el perfecto compuesto y el presente, ya que éstos son los tiempos con que, seguidamente, el mundo "verdadero" pedirá decisiones. Con estos tiempos también tiene el niño que adoptar a su modo pequeñas decisiones.

[...] Esta conclusión no pertenece a un tipo determinado de cuentos, sino que puede añadirse a cualquiera. Es la señal que marca la frontera entre el mundo narrado del 19 Según Bolte-Polívka, comunicado por Robert Petsh: Wesen und Formen der Erzählkunst, 1942, pág. 165.20 Comienzo del cuento de los hermanos Grimm Tischlein deck dich (Ponte, mesita). 21 Esto ya lo ha observado Petsch para el cuento infantil: Op. cit., página 162; y también T.A. Rompelmann: Form und Funktion des Präteritums im Germanischen, en Neophilologus 37 (1953), 65-83, especialmente página 82.

Page 14: Weinrich (Tiempos Verbales)

cuento y el mundo comentado [...].Estos finales tienen como rasgo común el señalar con claridad más que suficiente la

frontera del mundo narrado, lo cual puede hacerse de forma muy sencilla empleando la fórmula Colorín colorado, este cuento ya se ha acabado [...]. Cualquiera que sea el texto de la fórmula, sus tiempos son siempre los del mundo comentado. El cuento ya no es visto desde dentro, sino desde fuera. El narrador se escabulle de su papel y se convierte en el padre que tiene que ocuparse de hacer cosas, o en el tío que pronto se irá de viaje.

Robert Petsch advierte que en muchas de las conclusiones se cita la palabra "cuento" o por lo menos se dice que se trata de un cuento. Esto es también señal de una situación comentadora. [...]

CAPÍTULO IV

EL PASADO

PERSPECTIVA DE LA COMUNICACIÓN

Hasta ahora hemos estudiado los tiempos según el criterio de su pertenencia a uno de ambos grupos temporales con exclusión de lo peculiar de cada uno de los tiempos dentro de su grupo correspondiente. Pues bien, no hay que perder de vista, naturalmente, que cada uno de ambos grupos temporales está representado en el lenguaje no sólo por un tiempo, sino por varios, variando su número de unas lenguas a otras. A esto es a lo que ahora vamos a dirigir nuestra mirada. Vamos a volver, pues, de la investigación de tipo sintagmático, conservando el criterio de la dicotomía de dos grupos temporales, a la dimensión paradigmática del lenguaje.

Recordemos ahora la diferenciación paradigmática de los tiempos llamados simples y compuestos. Vemos que formas simples y compuestas se encuentran en ambos grupos y, evidentemente, no tienen mucho que ver con la organización del sistema de tiempos. Por eso nos desentendemos de este punto de vista. Pero Lucien Tesnière ha llamado la atención sobre un paralelismo formal entre los tiempos simples y compuestos. Esto nos lleva a considerar no los tiempos simples y compuestos, sino ambos grupos según un paralelismo formal. En efecto, en las lenguas más diversas se ofrece un claro paralelismo entre las formas temporales del grupo I y del grupo II. Voy a ordenar los tiempos en ambos grupos según formas paralelas [...]

Page 15: Weinrich (Tiempos Verbales)

ESPAÑOL

GRUPO TEMPORAL Icantaráhabrá cantadova a cantaracaba de cantarha cantado

canta

GRUPO TEMPORAL IIcantaríahabría cantadoiba a cantaracababa de cantarhabía cantadohubo cantadocantabacantó

[...] Salta a la vista [...] un claro paralelismo de formas que en parte puede percibirse por el oído (semejanza de los morfemas –rá / ría, etc.) y en parte proviene del paradigma del morfema llamado verbo auxiliar (va / iba, acaba / acababa). El paralelismo queda desequilibrado, sin embargo, en español (y análogamente en otras lenguas románicas) por una mayor abundancia de tiempos en el grupo II. Baste por ahora seguir el paralelismo hasta llegar a la zona de esta asimetría y decir que las dos formas había cantado y hubo cantado son paralelas a ha cantado, y, de manera análoga, las dos formas cantaba y cantó son paralelas a canta. A este reparto se llega a partir de los paradigmas del llamado verbo auxiliar haber en el que aparecen las formas ha, había, hubo, y no los morfemas temporales de los otros tiempos asimétricos.

Así pues, es evidente que los tiempos en sus grupos correspondientes designan la perspectiva comunicativa con la que nos orientamos tanto en el mundo comentado como en el mundo narrado. [...] En español y en las lenguas románicas no existe el tiempo principal del relato, sino que el imperfecto y el perfecto simple constituyen ambos juntos el tiempo fundamental, ofreciendo más o menos la misma frecuencia, es decir, un 80%.

Ahora bien, en cuanto al presente como tiempo fundamental del grupo I, se ha observado más de una vez que puede muy bien concebirse como "architiempo"2 o como "tiempo con perspectiva cero"3. En esto estamos de acuerdo. El presente no facilita clase alguna de orientación en el Tiempo, pero hemos de señalar una salvedad: el presente no es en modo alguno el architiempo o el tiempo cero en todos los casos, sino sólo en el mundo comentado. Designa el punto cero justamente de este mundo comentado y del grupo temporal que le corresponde, pero no es indiferente frente a la diferenciación fundamental entre mundo narrado y mundo comentado.

El mundo narrado tiene también por su parte un tiempo cero. [...]En español, y en muchas otras lenguas, junto al presente como tiempo del mundo

comentado se encuentra en paralelo formal la pareja imperfecto y perfecto simple. Lo mismo ocurre funcionalmente. Ambos tiempos son tiempos cero del mundo narrado. Tanto el uno como el otro designan el mundo narrado como tal sin contener orientación temporal (de Tiempo) alguna. Naturalmente, se diferencian de otra manera. [...]

Los tiempos cero del mundo comentado y del mundo narrado son, además, los tiempos que más usamos al hablar, es decir, que nuestro discurso muestra generalmente absoluta falta de interés por una orientación basada en perspectivas. El hablante y el oyente se contentan con la información sobre la actitud comunicativa.

Las cosas se presentan con otro cariz en los demás tiempos (que frente a los tiempos del nivel cero son mucho más escasos) de ambos grupos. Aquellos designan la perspectiva comunicativa relativamente en cuanto al punto cero de los grupos temporales correspondientes. Se trata de perspectivas, que podemos llamar

2 Edward Sapir: Language, New York, 1921, pág. 95. En este lugar Sapir se opone expresamente al concepto de tiempo cero formando su concepto propio análogamente al concepto fonológico de archifonema.3 H. Weber: Das Tempussystem des Deutschen und des Französischen, 1954, pág. 29.

Page 16: Weinrich (Tiempos Verbales)

retrospectivas y prespectivas, y de sus matices. ¿Estamos hablando entonces, de "pretemporalidad" y "postemporalidad", es decir, de Tiempo? ¿Es que, entonces, los tiempos (¡algunos tiempos y estos los menos usados!) tienen algo que ver con el Tiempo? Se comprende que los fenómenos de retrospección y de prespección son a los que hay que atribuir el que los tiempos hayan equiparado a priori con el Tiempo. [...]

No creo que los tiempos en la perspectiva comunicativa sean formas más temporales (de Tiempo) que en sus otras características. Al decir que los tiempos del lenguaje no tienen nada que ver con el Tiempo, no quiere esto significar que los tiempos nieguen el fenómeno extralingüístico del Tiempo. Los procesos del mundo real se desarrollan en el Tiempo e incluso el discurso mismo es uno de esos procesos. Este tiempo físico, mensurable, ya está presupuesto en el lenguaje al mismo tiempo que el mundo real. Es cosa que no tiene nada de particular; al fin y al cabo la palabra "hora" también presupone Tiempo. De la misma manera, también las perspectivas de retrospección y de prespección en algunos tiempos presuponen Tiempo.

Para hacerme entender mejor volvamos una vez más a la diferenciación básica entre Tiempo narrado y temporalidad. Ni el uno ni la otra son Tiempo mensurable por el reloj. Por eso tampoco existe una "pretemporalidad" ni una "postemporalidad" esquemáticamente imaginadas. La perspectiva comunicativa en el mundo narrado y en el mundo comentado es cualitativamente distinta en la proporción en que el "Tiempo narrado" y la "temporalidad" sean también cualitativamente distintos. En el mundo narrado existe también un presente; pero no es el presente en que tengo que decidirme. También hay un futuro; pero no es, con palabras de Heidegger, un "estar a la muerte"4. Y, finalmente, hay también un pasado; pero no es el pasado que me acucia, "qui me hante" (Sartre)5. No hay que entenderlo únicamente como un pasado ominoso y un futuro amenazador. También los recuerdos agradables y "la noche sosegada / en par de los levantes de la aurora" pueden entenderse como posibles perspectivas comunicativas de esta temporalidad. Sin embargo, lo decisivo es la significación existencial. Lo que ve la retrospección en el mundo comentado compromete y prejuicia. Lo que ve la prespección en el mundo comentado desafía como promesa o amenaza nuestras preocupaciones y ocupaciones, pues comentar es hablar comprometidamente. Esto vale también para la retrospección y la prespección. Para lo que no vale es para el mundo narrado.

La retrospección y la prespección son en el mundo comentado manifestaciones de compromiso; la retrospección y la prespección son en el mundo narrado manifestaciones de la libertad. El pasado, por ejemplo, que estoy narrando, como pasado narrado está ya transformado. Este pasado pueden ser "los buenos Tiempos aquellos" o "aquella mala racha que sufrimos"; como Tiempo narrado es menos penetrante y ha quedado despojado de su carácter de compromiso inmediato. [...]

En esto consiste la libertad del narrador que han conocido siempre los poetas épicos y los narradores. Desde los tiempos de la famosa correspondencia de Goethe y Schiller7

a propósito de las características del poema épico, éstas se han convertido en objeto de la crítica literaria. Goethe, en su carta del 19 de abril de 1797, le participa a Schiller una observación que ha hecho respecto de la técnica de la composición: que uno de los rasgos fundamentales del poema épico consiste en un ir y venir constante. [...] Por último, en su carta del 26 de diciembre de 1797, vuelve Schiller sobre el tema con estas frases famosas:

"La acción dramática se mueve ante mí; alrededor de la épica yo mismo me muevo, y ella casi parece estar queda. Según mi opinión, en esta diferencia se encierran cosas

4 Martin Heidegger: Sein und Zeit, 1927, § 51.5 Jean-Paul Sartre: L'être et le néant, 1943, pág. 152.7 Der Briefwechsel zwischen Séller und Goethe, 3 vol., Insel-Verlag, 1955.

Page 17: Weinrich (Tiempos Verbales)

importantes. Si los sucesos se ofrecen ante mi vista, mis sentidos me encadenan al presente, mi fantasía pierde su libertad, dentro de mí va surgiendo y asentándose un continuo desasosiego; tengo que estar asido al objeto; se me niegan el examen a posteriori y la meditación porque voy arrastrado por una fuerza exterior. Moviéndome en torno de los sucesos que no pueden sustraerse a mi arbitrio tengo la posibilidad de avanzar con paso desigual; puedo demorarme, según mis necesidades subjetivas, más o menos tiempo, puedo retroceder o adelantarme algunos pasos, etc. Todo esto se acuerda muy bien con el concepto de cosas pasadas, que pueden pensarse como quietas y tranquilas, y con el concepto de narración, pues el narrador ya conoce la conclusión al principio y en el medio y, por consiguiente, todos los momentos de la acción tienen para él el mismo valor, conservando de esa forma continuamente una libertad serena".

[...] Wolfgang Kayser puede hablar de una "ley épica"9. Es una ley, o mejor dicho, un principio de la perspectiva narrativa que describe la actitud comunicativa del narrador omnisciente y, por ello, dueño de la situación. La retrospección (por ejemplo, en forma de reproducción del pasado) y la prespección (por ejemplo, al anunciar el desenlace de la historia) ponen de manifiesto al mismo tiempo que para el narrador no hay secretos y que éste es libre.

[...] Así se ve que la retrospección y la prespección en la narración son, ante todo, perspectivas narrativas. Al modificarse éstas, se modifica también de la misma manera algo más que la sucesión narrativa y el decurso temporal (de Tiempo) de la historia: se modifica la interpretación del mundo narrado. [...]

NARRACIÓN, PASADO, VERDAD

El imperfecto, el perfecto simple y los otros tiempos del grupo II son, pues, señal de que nos encontramos ante una narración. Su misión no consiste en anunciar que nos encontramos ante un pasado. Sería injustificado identificar lo narrado con lo pasado. Ambos conceptos no coinciden. Lo pasado podemos actualizarlo sin narrarlo e, inversamente, podemos narrar sin que se trate de lo pasado.

Nuestro comportamiento respecto del pasado no es cosa sencilla. Jean-Paul Sartre ha advertido que la polémica en torno al ser o no ser de lo pasado no agota el problema. Si lo pasado, según Bergson y Husserl, es, o, según Descartes, ya no es, todo va a parar a lo mismo al romperse el puente entre el pasado y el presente. [...] La respuesta de Sartre reza así: el pasado como pasado mío es componente de mi vida y de mi existencia actual: je suis mon passé10.

Me inclino a pensar que Sartre ha tendido un puente demasiado ancho entre el pasado y el presente. Existe no sólo mi pasado; también hay un pasado intrascendental para mí. No todo pasado pesa sobre mi existencia. Sartre, en cierta ocasión, pone con aquiescencia en boca de Heidegger la frase siguiente: "soy lo que digo"11. ¿Por qué no combina esta frase con su propia fórmula "yo soy mi pasado", para llegar a: "soy como digo el pasado"? Y es que puedo narrar el pasado, lo cual es a la vez un camino para liberarme de él neutralizándolo en el lenguaje narrativo. Mas también puedo comentar el pasado. Muchas lenguas han previsto un tiempo propio para comentar el pasado: el pretérito perfecto (o sus correspondientes en otros idiomas). El pasado que comento es siempre mi pasado y una porción de mi existencia. Y precisamente porque me afecta a mí lo comento. Aunque haya quedado atrás, es posible que para mí esté más cerca que cosas presentes que no comento o cosas futuras que narro. La frontera estructural entre el mundo narrado y el mundo comentado pasa a través del pasado y la cuestión que se

9 Wolfgang Kayser: Das sprachliche Kunstwerk, 1959, págs. 349 s.10 Sartre: Op. cit., págs. 152 ss.11 Ibíd., pág. 440.

Page 18: Weinrich (Tiempos Verbales)

planea es si, bajo estas condiciones, tiene algún sentido hablar "del" pasado. El lenguaje, en todo caso, no pone a nuestra disposición una forma semejante de comunicación. El lenguaje conoce dos clases de pasado: uno que es mío y del que trato como trato de las cosas que directamente me afectan en mi situación comunicativa y otro del que me distancio a través del filtro de la narración. Quizá la vieja cuestión del ser o no ser del Tiempo pueda, también desde este punto de vista, llegar a una respuesta más atinada.

Si quedamos en que no todo pasado es narrado, hemos de admitir, a la inversa, que no toda narración está narrando pasado. Ya al principio de este libro citamos novelas que llevan su acción hasta el presente o que se desarrollan totalmente en el futuro, sin que por ello dejen de emplear los tiempos del mundo narrado. En las novelas utópicas aparece bien patente lo que tiene validez para la literatura de ficción en general. El espacio ficticio de esta clase de literatura no es el pasado. Incluso cuando encontramos en una novela una fecha que corresponde a la Edad Media, ni siquiera sabemos si se trata, para decirlo con palabras de Paul Claudel, de una moyen âge de convention12. En principio, y mientras no se señale expresamente lo contrario, se trata de una Edad Media ficticia porque es una Edad Media narrada. Pero, naturalmente, podemos encontrarnos ante el caso de una novela histórica que nos lleve a identificar esta Edad Media narrada con aquella Edad Media admitida como verdadera por el conocimiento de sus fuentes, por la correspondencia con los hechos históricos conocidos y por otros medios estilísticos. [...]

Como puede observarse, los tiempos del mundo narrado por sí mismos no dicen nada al oyente o lector sobre la veracidad o la ficción de la narración. La una o la otra hay que deducirlas de información adicional. Si la narración es, de todas formas, verdad y no ficción, es que se refiere a cosas pasadas y como "historia verdadera" tiene, por consiguiente, que estar documentada y también tiene que haber dado ocasión a la experiencia, la observación o haber sido escuchada de labios de otra persona. De este tipo son la mayoría de las narraciones de la vida cotidiana. Cuando cuento un pequeño suceso del que he sido partícipe o un largo viaje no suelo colocar a mis oyentes ante un difícil acertijo, es decir, no necesitan averiguar si la narración es verdadera (lo que, entonces, significa pasada) o si ha sido inventada (lo que significa indiferente respecto del Tiempo). Lo más probable es que la narración sea verdadera. Pero de esto no se entera el oyente por los tiempos, sino por medio de indicios y gracias al conocimiento general de que la narración ficticia (¿se me permitiría llamarla engañosa?) puede darse a conocer por una disposición especial de la situación comunicativa: por una sonrisa, una exageración, el tono de la voz del narrador o por la obra impresa unida a las características genéricas de los géneros literarios admitidos como ficticios. En el caso de faltar esa disposición por ejemplo, cuando el novelista quiere hacerse pasar por cronista se borra la frontera entre la verdad y la ficción del relato. Es cosa que saben los novelistas que, desde siempre, se han complacido en jugar con la verdad. Para la literatura de ficción más antigua puede formularse más o menos este principio: cuanto más ficticia sea la historia tanto más se protestará de la verdad. La localización cronológica del relato a base de fechas que sitúan la acción en el pasado ha sido una de las formas preferidas de protestar de la verdad hasta que los narradores, bajo el signo del realismo, han advertido que su empeño en hacer creer en el pasado puede llevar a un anquilosamiento del género y que es preferible el intento de narrar el presente, pero narrarlo como si se comentase. El juego con la verdad, que se encuentra en la literatura narrativa de todas las épocas y de todos los países, es la prueba más segura de que no es tan fácil manipular la verdad como lo sería si pudiese leerse en los tiempos. Los tiempos, lo mismo que el lenguaje en general, son indiferentes respecto de la verdad. Por igual razón, y como tiempos de la narración, tampoco dicen si el mundo narrado es un mundo que queda en el pasado o es un mundo inventado. El que quiera saberlo ha de

12 Paul Claudel: L'Annonce faite à Marie, Prólogo.

Page 19: Weinrich (Tiempos Verbales)

prestar oído a otras señales. Si, a pesar de ello, sigue incierto, tiene que comentar el relato. A esto se llama crítica histórica.

[...] Así pues, llegamos al siguiente resultado: los tiempos no tienen nada que ver con la verdad y no orientan en absoluto sobre la cuestión de si un relato es verdadero y pasado o imaginado y no pasado. El límite que separa poesía y verdad no coincide con el límite que separa el mundo narrado del mundo comentado. El mundo comentado tiene su verdad (lo contrario de la cual es el error o la mentira) y el mundo narrado tiene también su verdad (lo contrario de la cual es la ficción). [...]

EL PERFECTO COMPUESTO DEL ESPAÑOL

Y EL "PASSATO PROSSIMO" DEL ITALIANO

El perfecto compuesto del español y el passato prossimo del italiano no presentan nuevos problemas fundamentales en la materia tratada hasta ahora. Se trata, igualmente, de tiempos retrospectivos del mundo comentado. [...]

Alarcos Llorach identifica el perfecto simple, sin abandonar, por otra parte, la adscripción temporal (de Tiempo) a un "pasado absoluto", como tiempo de la narración. En cuanto al perfecto compuesto, lo sigue identificando con el concepto de pasado cercano al momento presente, rechazando la explicación de Gili Gaya, según la cual el perfecto compuesto es subjetivo frente al perfecto simple objetivo44. Esta última interpretación no es tan equivocada como Alarcos Llorach pretende, siempre que se entienda el concepto de subjetividad en el sentido de compromiso, que es característico para la situación del comentario.

44 Samuel Gili Gaya: Curso superior de sintaxis española, México, 1943, § 123.

Page 20: Weinrich (Tiempos Verbales)

CAPÍTULO V

EL SISTEMA METAFÓRICO TEMPORAL

METÁFORAS TEMPORALES DE LA VALIDEZ LIMITADA

La divisoria estructural que en el sistema de los tiempos corre entre el grupo temporal del mundo comentado y el grupo temporal del mundo narrado se nos ha descubierto al estudiar la concordancia de los tiempos. Hemos realizado nuestra investigación sobre el español y el francés concibiéndola como representativa para estudios que sigan la misma dirección en el campo de otras lenguas románicas y germánicas. Todas las lenguas de las familias románica y germánica (además de muchas otras lenguas) presentan una concordancia de tiempos que ha de entenderse como limitación combinatoria de éstos fuera de su grupo temporal. Pero el mantenimiento de la concordancia no constituye en ningún idioma una imposición ineludible en el sentido de que su infracción atente contra su gramática. Es fenómeno que ocurre y no sin frecuencia. Esas desviaciones las hemos calificado provisionalmente de excepciones y hemos prescindido de ellas. De todas formas, este procedimiento presentaba la desagradable consecuencia de que, con la conciencia tranquila, no podríamos convertir en tesis la comprobación de la dicotomía estructural del sistema de tiempos, sino que teníamos que dejarla en la categoría inferior de hipótesis. En este capítulo y dentro de un marco más dilatado nos ocupamos también de esas excepciones. Si nuestra hipótesis es correcta, debe ser lo bastante fuerte pera incluir en la explicación todas las excepciones. Si no es capaz de ello, hay que abandonarla. Pero pudiendo explicarlas, quedará ipso facto despojada de su carácter hipotético para valer de tesis respecto de las lenguas para las que esto se sostenga expresamente.

De hecho, la concordancia de los tiempos se quebranta con frecuencia y no sólo en el sentido de que una oración que comienza por un tiempo del grupo I sigue con un tiempo del grupo II, o viceversa, sino además, en el sentido más amplio de que en un texto, que según su grupo temporal es homogéneo, se intercala un tiempo o algunos tiempos del otro grupo. En ambos casos la conciencia perceptiva debe saltar rápidamente de un grupo al otro. ¿Qué consecuencias comporta esto?

Voy a explicarme con un ejemplo. Como ya hemos observado la concordancia en la lengua francesa, los ejemplos siguientes, aparte de ocasionales excepciones, vamos a tomarlos también del francés. En primer lugar, echemos una ojeada a un texto del diario de André Gide en el que el autor recoge una visita de Claudel describiendo su figura y empleando para ello los tiempos del grupo temporal I: Paul Claudel est plus massif, plus large que jamais; on le cro ira i t vu dans un miroir déformant; pas de cou, pas de front; il a 1'air d'un marteau-pilon... (19 nov. 1912). Entre las formas del présent, surge de repente un conditionnel, o sea un tiempo del grupo II. Evidentemente, éste no tiene la intención de introducir otra perspectiva temporal (de Tiempo) y se refiere a la misma situación que en la proximidad del conditionnel se designa con el presente. ¿Qué hubiera cambiado si Gide hubiese escrito: on le cro i t vu dans un miroir déformant? La descripción no cambiaría como tal, pero su efecto sería distinto, ya que la descripción de Claudel como "martillo pilón" es, naturalmente, una caricatura (y por ello es tan acertada). Si Gide hubiera introducido esta caricatura por medio del presente, la imagen deformada sería mentada completamente en serio y el tono dejaría oír inflexiones malévolas. El conditionnel, por el contrario, suaviza la deformación y la descarga, en cierto modo, de seriedad; muestra por un momento la caricatura para borrarla inmediatamente. La oración queda limitada en su validez y no ha de entenderse como afirmación o definición, sino como impresión y esquema. Tal es la función del condicional. No es un tiempo del mundo narrado ni el tiempo prespectivo de este grupo, porque ni narra ni mira hacia

Page 21: Weinrich (Tiempos Verbales)

delante; pero tampoco se ha convertido sin más ni más en un tiempo del mundo comentado. Está entre ambos u participa de los dos. De esa forma puede expresar un matiz que nosotros vamos a llamar el matiz de la validez limitada. ¿Cómo ha de entenderse esto? Los tiempos del grupo II son, sin duda, los tiempos de la narración. ¿Qué tiene que ver el narrar con la validez limitada? No podemos despachar el problema de pasada enumerando sencillamente una serie de funciones adicionales que tuviesen los tiempos del grupo II, como aquí el condicional, además de la suya propia narrativa. Sería el camino más seguro para equivocar la solución del problema. Cada tiempo tiene una forma y con ella una sola función, prescindiendo de homónimos ocasionales de formas aisladas.

Volvamos de nuevo nuestra mirada al breve pasaje del diario de André Gide. En este fragmento el conditionnel es el único tiempo del grupo II. El texto entero presenta sólo tiempos del grupo I. El conditionnel es, pues, un intruso. Ya se discuta si el conditionnel atenta en este caso contra la concordancia de los tiempos, o si el psasaje ha de entenderse como una oración, tal como parece indicarlo la puntuación de Gide, o como dos, el caso es que el lector ha de saltar rápidamente del grupo I al grupo I y luego otra vez al grupo I. Lo que ahora cuenta es el valor expresivo que el conditionnl tiene en el texto. Se trata de un pasaje en el que ningún tiempo narrativo tiene lugar adecuado proqeu se comenta la figura de Claudel sin intención alguna de narrar una caricatura. El conditionnel como tiempo del grupo II no está, pues, propiamente en su lugar: está desplazado en un texto extraño, trasplantado a una situación de otra especie. Puede decirse que ha sido transferido: por ello lo concebimos como metáfora temporal.

Este concepto vamos a comprenderlo en estricta analogía con el concepto semántico de metáfora. ¿Qué es una metáfora? Una metáfora es una palabra en un contexto extraño. El contexto extraño determina la palabra en un sentido que a partir de su propia significación no es previsible. A partir de la mera significación de la palabra llave no se ve cómo pueda cerrar un corazón: "...que tu corazón y el mío / se encierran con una llave". Análogamente, en los tiempos del mundo narrado no puede verse que con su ayuda pueda limitarse la validez de un discurso. Esto ocurre solamente cuando se les transfiere, traslada, a una situación y a un contexto que están caracterizados inequívocamente por el otro grupo temporal.

En semántica el mundo de las palabras es muy dilatado y por ello es prácticamente ilimitado el número de las posibles metáforas. En sintaxis el margen de la metáfora formal es mucho más restringido. Naturalmente, no existen sólo las metáforas temporales que se desplazan como tiempos del grupo II a un contexto o una situación del grupo I. A su vez, también es posible la metáfora en sentido inverso: un tiempo del grupo I puede desplazarse a un contexto o una situación narrativa. De esto hablaremos más adelante. En primer lugar estudiemos sólo la metáfora según el desplaza-miento de II a I.

Volvamos a fijarnos por un momento en las metáforas semánticas que empleamos en el habla cotidiana. Si una palabra entra como metáfora en un contexto extraño, no se convierte con ello en una palabra nueva. La llave que cierra los corazones sigue siendo una llave que en la próxima ocasión puede cerrar la puerta de casa. Precisamente por eso una metáfora es algo especial. En la metáfora se mantiene la tensión entre la significación propia (entendida como expectativa de una determinación) y la determinación verdadera en el contexto concreto, la cual es de sentido opuesto a la expectativa. Esa tensión constituye el encanto de la metáfora. Y si la metáfora no se ha escuchado con demasiada frecuencia, toda metáfora es un hecho estilístico.

Lo dicho vale también con rigurosa analogía para las metáforas temporales. No es que emigren olvidadas de su patria a un país extraño, sino que llevan su mundo consigo. La metáfora temporal del grupo II que se sitúa en el confín del grupo I conserva en él algunos caracteres esenciales de su grupo propio. De manera análoga, el tiempo del grupo I, cuando traspasa las inmediaciones del grupo II, conserva los caracteres

Page 22: Weinrich (Tiempos Verbales)

peculiares que le corresponden como tiempo propiamente adscrito al mundo comentado. Así pues, las metáforas temporales ni son simplemente comentadoras ni simplemente narrativas, sino que son tiempos que conducen la tensión entre ambos campos temporales. Son notas de virtuoso en el instrumento del lenguaje. Por eso tiene sentido decir de cada metáfora temporal que crea un hecho estilístico, siempre que no se la haya oído con demasiada frecuencia. También las metáforas temporales pueden empalidecer, apagarse. El modo de empalidecer es la gramaticalización.

El concepto de metáfora temporal presupone que morfemas como, por ejemplo, los morfemas temporales, tienen significación en el sentido en que la semántica habla de significación refiriéndose a los lexemas. Sólo lo que tiene significación puede convertirse en metáfora. Este presupuesto yo quisiera confirmarlo expresamente una vez más en estas líneas. De ello se deduce que entre la semántica y la sintaxis no corre frontera fundamental.

La existencia de metáforas temporales explica también la razón de que se desplacen los tiempos de las distintas lenguas, a pesar de la relativa constancia de las categorías fundamentales de las situaciones comunicativas y así no podamos equiparar los tiempos de los idiomas particulares. De la misma manera que las metáforas semánticas, que son con frecuencia los abanderados de un cambio de significación, las metáforas temporales pueden también hacerse habituales y, por una cierta repetición, arrastrar consigo un reajuste del sistema temporal. Entonces es el momento de que intervenga la lingüística histórica (lo mismo que la historia de la literatura).

[...] El sistema metafórico de los tiempos no debe limitarse [...] a algunos tiempos, ni debe hacerse dependiente [...] de la asociación con un adverbio temporal (de Tiempo) de otra clase. El contexto que constituye la metáfora puede ser de cualquier clase.

EL CONDICIONAL, METÁFORA TEMPORAL

A la vista del texto de Gide ya hemos tratado de un conditionnel (on croirait) que funciona como metáfora temporal. Ahora vamos a seguir ocupándonos del problema para intentar abarcar todas las metáforas temporales posibles a base de este tiempo, lo cual no quiere decir agotarlas. Las metáforas temporales difieren entre sí según el verbo portador de la metáfora temporal y según el contexto en que éste aparece. Por consiguiente, el sistema metafórico temporal es el dominio del matiz. Como es difícil que dos matices se equiparen, aquí sólo podemos tratar de revisarlos con vistas a establecer una tipología. Así se hace inevitable cierta simplificación que parece justificada, debido a que su objeto principal va dirigido a llamar la atención sobre el fenómeno de la metáfora temporal. La interpretación de las distintas metáforas temporales y de sus matices expresivos puede dejarse a la observación personal.

La lingüística francesa se ha enzarzado en una larga polémica en torno al conditionnel francés: ¿Hay que entenderlo como tiempo o como modo? Como en esta polémica bajo el término de tiempo verbal se entiende Tiempo, y bajo el término de modo no se entiende nada concreto, podemos darla por concluida. Con la diferencia establecida entre tiempos y metáforas temporales y con algunas consideraciones más (V. págs. 296 y ss.), la discusión sobre tiempos y modos es cosa superflua. Todos los tiempos son modos y ningún tiempo es modo: el resultado siempre es el mismo porque, de todas formas, el concepto de modo no dice nada.

Voy a tomar otros ejemplos del diario de André Gide. El pasaje siguiente constituye un buen ejemplo de rotura de la concordancia porque se trata de un período: Pour moi je crains toujours (un peu mystiquement encore, je l'avoue) de renforcer la position de l'adversaire en mettant l'injustice de mon côté. Et puis de toute manière, et lorsqu'elle amènera i t ma victoire, l'iniquité m'est intolérable; j'aime encore mieux en être

Page 23: Weinrich (Tiempos Verbales)

victime...* (1-IX-1931). El matiz del conditionnel se reproduce en español con el subjuntivo trajese. Valga esto como breve indicación de que otras muchas lenguas, entre ellas el español, conocen instrumentos lingüísticos para expresar matices análogos.

El apunte siguiente del diario de Gide está redactado en una angustiosa época de guerra (25-X-1916):

Du train dont nous allons, il se formera d'ici peu un parti germanophile en France, et qui se recrutera non point parmi les anarchistes et les internationalistes, mais parmi ceux qui se trouveront contraints de reconnaître la constante supériorité de l'Allemagne. Ils estimeront avec raison qu'il est bon, qu'il est naturel, que ce soit la supériorité qui gouverne. Et peut-être songeront-ils que quelque chose, en France, reste supérieur à cette supériorité même; mais, hélas! ce quelque chose de divin reste impuissant et muet. L'Allemagne saurait-elle le reconnaître, ce quelque chose? Chercherait-elle à l'étouffer? Ou ne consentirait-elle pas au contraire à le mettre en valeur?... Mettre en valeur la précellence de l'ennemi! Quelle chimère! Et même ce quelque chose souffrirait-il d'être mis en valeur par l'ennemi?**

El texto por su naturaleza general tiene el carácter de comentario. A André Gide le preocupa la situación de la guerra y el desarrollo futuro de las cosas. Mira hacia delante. Así pues, el tiempo predominante es primeramente el futuro; luego, progresivamente, sus consideraciones caen en el campo de la hipótesis. El carácter hipotético de la segunda mitad del texto se expresa con frecuencia: semánticamente por medio de un peut-être; sintácticamente por la forma interrogativa de las oraciones y además por la metáfora del condicional. El futuro se prolonga por medio del tiempo paralelo del grupo temporal II. La prespección no se altera con ello, pero André Gide expresa con este cambio dentro del grupo temporal la duda sobre la viabilidad de sus argumentos, preguntándose sobre su validez y presentando sus profecías con toda clase de reservas. No hay duda de que en este caso las formas del conditionnel no están encajadas en un contexto de tiempos del grupo I, pero toda la situación del texto es tan inequívocamente comentadora que el conditionnel hace de metáfora temporal.

Otro ejemplo hace ver que Gide coloca y diferencia sus metáforas conscientemente. En Sainte-Beuve se lee una frase del político Sieyès que reza: la saine politique n'est pas la science de ce qui est, mais de ce qui doi t être. A Gide le choca la frase y añade y corrige: Sieyès entend: de ce qui devra i t être (16-VI-1932). Claro está que Gide no quiere relacionar esta opinión con otro Tiempo, sino atenuar el carácter categórico de la expresión del político. También en este caso la metáfora temporal delimita la validez. Y es que la limitación de la validez no tiene su origen en una posible peculiaridad del conditionnel, sino sólo en el hecho de que, en este caso, un tiempo del grupo II está encajado en un texto inequívocamente comentador. También podría ser otro tiempo de este grupo.

Con más evidencia, pero también de forma más esquemática, aparece el conditionnel como metáfora temporal en el estilo periodístico. Georges y Robert Le Bidois lo llaman conditionnel "des dires"3: Paul Imbs, conditionnel " l'information hypothétique"4. Tiene el valor expresivo del dicitur: le ministre préparera i t une conférence de presse 'parece * En cuanto a mí, siempre temo (aun con cierto misticismo, he de confesarlo) reforzar la posición del adversario colocando la injusticia de mi lado. Y después de todo y aunque trajese la victoria, la iniquidad me es intolerable; prefiero ser su víctima...** Al paso que vamos, dentro de poco se formará en Francia un partido germanófilo que se reclutará no entre los anarquistas e internacionalistas, sino entre los que se vean obligados a reconocer la constante superioridad de Alemania. Estimarán con razón que es bueno, que es natural, que sea la superioridad la que gobierne. Y acaso piensen que algo, en Francia, quede superior a esta misma superioridad, pero ¡ay! este algo divino permanece impotente y mudo. Alemania, ¿sabría reconocer este algo? ¿Procuraría ahogarlo? ¿O consentiría, por el contrario, en valorizarlo?... ¡Valorizar la superioridad del enemigo! ¡Qué quimera! E incluso este algo ¿sufriría ser valorizado por el enemigo?3 Le Bidois: Syntaxe du français moderne, 1935, t. I, § 768.4 Paul Imbs: Op. cit., pág. 71.

Page 24: Weinrich (Tiempos Verbales)

que el ministro prepara una declaración'. También en este caso hay que decir en primer lugar que el valor expresivo (noticia no confirmada) no le corresponde al tiempo como tal, sino sólo como metáfora temporal. La condición para reconocerla es, pues, que ese conditionnel aparezca en un texto comentador, condición que desaparece aplicando el desafortunado método de explicar la sintaxis sobre ejemplos formados a base de oraciones aisladas. Por eso me limito a uno solo, pero colocándolo en un contexto bastante largo. Elijo un texto de un periódico muy viejo, el Journal de Paris del 1 de enero de 1813. Se trata de una noticia transmitida desde Londres por un corresponsal:

Il est triste d'entendre nos ministres et leurs adhérents parler même en ce moment de leur espoir d'influencer la cour de Vienne, et de leur confiance dans la mission de lord Walpole. Est-il rien de plus puéril qu'un tel langage? Ils n'ont pas honte d'émettre l'opinion qu'un jeune homme sortant de l'école doit effectuer un changement dans les conseils de l'empereur d'Autriche. Si nous pouvons même en juger d'après le ton élevé que prennent les journaux à la solde des ministres, ceux-ci espéreraient que François ira jusqu'à déshériter son petit-fils…*

El contexto, por sus características, puede considerarse como una unidad: se comenta la misión política de lord Walpole. Los tiempos son el présent y el futur. Se intercala un conditionnel, incluso rompiendo las concordancias de los tiempos en la oración. Este tiene el valor expresivo de una sospecha basada en ciertos indicios (Si nous pouvons même en juger d'après le ton élevé...), con lo que limita la veracidad de la noticia. Esta es la función del conditionnel como metáfora temporal. Con ello pierde su categoría de tiempo prespectivo del grupo II, pero conserva su carácter de tiempo narrativo. Justamente de la tensión establecida entre el carácter propiamente narrativo de este tiempo y la determinación del tiempo por el contexto comentador se produce el matiz de metáfora temporal. La limitación de la veracidad no llega al extremo de dar por no válida la noticia, pero la validez queda, de hecho, muy limitada. En todo caso, el hablante no se hace responsable de la exactitud de la noticia.

La limitación de la validez es corriente no sólo en el discurso precavido, sino también en el discurso cortés. Quien quiere ser cortés no dice: je veux vous demander, sino más o menos je voudrais vous demander; tampoco se expresa con je ne sais pas vous dire, sino con je ne saurais pas vous dire. No pregunta: Avez-vous de la monnaie?, sino Auriez-vous de la monnaie? El matiz de la cortesía surge de la validez limitada que al mismo tiempo constituye una obligación también limitada. El oyente no debe ser comprometido si él mismo no lo quiere. Está de más seguir añadiendo ejemplos. El conditionnel de cortesía está tan extendido y es tan familiar que en este caso es cuando con mayor facilidad puede caerse en la tentación de pasar por alto el sistema metafórico de los tiempos. De forma análoga a como ocurre con el sistema metafórico semántico podemos a veces considerar el conditionnel de cortesía, sobre todo cuando se ha convertido en una fórmula, como una metáfora temporal muerta (ex-metáfora).

El condicional de cortesía se encuentra en los idiomas más diversos. Por eso puede traducirse sin temor: J'aimerais savoir...; Me gustaría saber...; Gostaría de saber...; I would like to know...; Ich würde (möchte) gerne wissen... El carácter formulario del condicional de cortesía explica también la razón de que las condiciones del contexto queden en este caso atenuadas. Este condicional no necesita quedar encajado en un contexto que contenga muchos tiempos del grupo I; basta como contexto una insinuación o una situación no lingüística. El mismo fenómeno está comprobado en las

* Es triste escuchar a nuestros ministros y a sus partidarios hablar, incluso en este momento, de su esperanza de influir sobre la corte de Viena y de su confianza en la misión de Lord Walpole. ¿Hay algo más pueril que tal lenguaje? No se avergüenzan de exponer la opinión de que un joven que acaba de salir de la escuela pueda efectuar un cambio en los consejos del emperador de Austria. A juzgar incluso por el tono elevado que adoptan los periódicos a sueldo de los ministros, parece como si éstos esperasen que Francisco fuese hasta a desheredar a su nieto...

Page 25: Weinrich (Tiempos Verbales)

metáforas semánticas; cuanto más descoloridas más independientes se vuelven del contexto.

EL IMPERFECTO, METÁFORA TEMPORAL

El imperfecto como metáfora temporal está menos expuesto al peligro de convertirse en fórmula y de perder color como metáfora. Por eso es tanto más fácil que pase desapercibido, sobre todo aplicando el método fatal de exponer los tiempos en frases que, recogidas con celo, se han desprendido de sus situaciones habladas y contextos naturales. Este es el camino más seguro de hacer irreconocibles las metáforas temporales, pues, por principio, el contexto hace la metáfora. En el contexto es donde menos debe ahorrarse cuando se trata de metáforas. Y esto vale tanto para las metáforas temporales como para las metáforas semánticas.

Voy a explicarme otra vez con un ejemplo tomado de la literatura francesa contemporánea. Se trata de un pasaje de Plume voyage, de Henri Michaux5, que, en conjunto, debe considerarse como prosa lírica compuesta en los tiempos del grupo I (présent, passé composé, futur). No hay que concebirlo como narración sino como, parábola poética. En este texto en prosa, que según sus tiempos hay que adscribirlo sin duda alguna al mundo comentado, se introducen algunos tiempos de la narración. Prescindo del passé simple fut que comentaré después. Prestamos particular atención a los tiempos del grupo II (13 imparfaits, 1 plus-que-parfait) que con la insistencia de un estribillo caracterizan las respuestas de Plume y corren por toda la pieza como un leit-motiv. También importa el valor situacional de los tiempos en toda la pieza, por le que la ato sin abreviar.

Plume ne peut pas dire qu'on ait excessivement d'égards pour lui en voyage. Les uns lui passent dessus sans crier gare, les autres s'essuient tranquillement les mains à son veston. Il a fini par s'habituer. Il aime mieux voyager avec modestie. Tant que ce sera possible, il le fera.

Si on lui sert, hargneux, une racine dans son assiette, une grosse racine: "Allons, mangez. Qu'est-ce que vous attendez?Oh, bien, tout de suite, voilà".Il ne veut pas s'attirer des histoires inutilement. Et si la nuit on lui refuse un lit:"Quoi! Vous n'êtes pas venu de si loin pour dormir, non? Allons, prenez votre malle et

vos affaires, c'est le moment de la journée où l'on marche le plus facilement.Bien, bien, oui... certainement. C'était pour rire naturellement. Oh, oui, par… par

plaisanterie".Et il repart dans la nuit obscure. Et si on le jette hors du train: "Ah! Alors vous pensez qu'on a chauffé depuis trois heures cette locomotive et attelé

huit voitures pour transporter un jeune homme de votre âge en parfaite santé, qui peut parfaitement être utile ici, qui n'a nul besoin de s'en aller là-bas, et que c'est pour ça qu'on aurait creusé des tunnels, fait sauter des tonnes de rochers à la dynamite et posé des centaines de kilomètres de rails par tous les temps, sans compter qu'il faut encore surveiller la ligne continuellement par crainte des sabotages, et tout cela pour…

Bien, bien. Je comprends parfaitement. J'étais monté, oh, pour jeter un coup d'œil! Maintenant, c'est tout. Simple curiosité, n'est-ce pas. Et merci mille fois".

Et il s'en retourne sur les chemins avec ses bagages.Et si à Rome il demande à voir le Colisée:"Ah! Non. Ecoutez, il est déjà assez mal arrangé. Et puis Monsieur voudra le toucher,

s'appuyer dessus, s'y asseoir… c'est comme ça qu'il ne reste que des ruines partout. Ce

5 Henri Michaux: L'Espace du dedans. Pages choisies, 1945, págs. 111-113.

Page 26: Weinrich (Tiempos Verbales)

fut une leçon pour nous, une dure leçon, mais à l'avenir, non, c'est fini, n'est-ce pas.Bien! Bien! c'était… Je voulais seulement vous demander une carte postale, une

photo, peut-être… si des fois…".Et il quitte la ville sans avoir rien vu.Et si sur le paquebot, tout à coup le Commissaire du bord le désigne du doigt et dit:"Qu'est-ce qu'il fait ici celui-là? Allons, on manque bien de discipline là, en bas, il me

semble. Qu'on aille vite me le redescendre dans la soute. Le deuxième quart vient de sonner".

Et il repart en sifflotant, et Plume, lui, s'éreinte pendant toute la traversée.Mais il ne dit rien, il ne se plaint pas. Il songe aux malheureux qui ne peuvent pas

voyager du tout, tandis que lui, il voyage, il voyage continuellement.*

Este magnífico fragmento de prosa quedaría notablemente empobrecido sin los cuatro o cinco tiempos del mundo narrado que se cuelan en el texto, precisamente en las respuestas (con excepción de la primera) que disponen el texto como dividido en estrofas. Para comprender estos tiempos hay que comprender todo el texto. También debería conocerse algo de Henri Michaux o por lo menos de la figura de Plume. En la obra de Michaux, Plume es un personaje lírico, encarnación de los seres pequeños marcados por el destino, que recorre como peregrino siempre maravillado un mundo poderoso y enemigo. Su signo es la modestia: Il aime mieux voyager avec modestie. Y muestra de esta modestia que se doblega siempre ante la fuerza de los poderosos son las respuestas entrecortadas del asendereado Plume y los tiempos del mundo narrado: C ' é t a i t pour rire naturellement... J ' é t a i s m o n t é , oh, pour jeter un coup d'œil… Bien! Bien! c ' é t a i t … Je v o u l a i s seulement vous demander… Son tiempos de modestia que en este fragmento tienen valor de parábola. Tan extraños son los tiempos del mundo narrado en un fragmento del mundo comentado como es extraña la modestia

* Plume no puede decir que se tengan excesivas atenciones con él cuando va de viaje. Unos le pasan por encima sin avisar, otros se secan tranquilamente las manos en su chaqueta. Ha acabado por acostumbrarse. Prefiere viajar con modestia. Mientras sea posible lo hará.Cuando con mal gesto le sirven una raíz en el plato, una gran raíz:Vamos, coma. ¿A qué espera usted?Ah, bueno, en seguida; ya está.No quiere meterse en líos inútilmente.Y si por la noche le niegan una cama:¡Cómo! Usted no ha venido de tan lejos para dormir, ¿no? Vamos, coja usted la maleta y sus chismes, es el momento del día en que se camina más fácilmente.Bueno, bueno, sí..., sin duda. Era una broma, claro. Oh, sí, en... en broma.Y vuelve a partir en la noche oscura. Y si le arrojan del tren:¡Ah! Entonces usted se piensa que se ha calentado esta locomotora desde hace tres horas y se han enganchado ocho vagones para transportar a un joven de su edad, tan sano, que puede ser aquí tan útil, que no tiene necesidad alguna de irse allá y que por eso íbamos a haber perforado túneles, hecho saltar toneladas de rocas con dinamita y colocado centenares de quilómetros de raíles con cualquier tiempo, sin contar que además hay que vigilar continuamente la línea por miedo a los sabotajes, y todo esto por...Bueno, bueno. Comprendo perfectamente. ¡Yo había subido, oh, para echar una ojeada! Ya he terminado; simple curiosidad, ¿sabe usted? Y gracias, mil gracias.Y vuelve a los caminos con su equipaje.Y si en Roma pide que le enseñen el Coliseo:¡Ah!, no. Mire; ya está bastante destrozado. Y además querrá usted luego tocarlo, apoyarse en él, sentarse... Así es como no quedan más que ruinas por todas partes. Nos ha servido de lección, de dura lección; pero en el futuro no, se acabó, ¿sabe usted?Bueno, bueno; es que... sólo quería pedirle una postal, una foto, algo así...Y abandona la ciudad sin haber visto nada.Y si en el barco de repente el mayordomo le señala con el dedo:¿Qué hace este aquí? Vamos, ahí abajo no hay mucha disciplina, me parece. Que me lo vuelvan de prisa a bajar a bodega. Ya han tocado para el segundo turno.Y se va silbando y Plume vomita [sic] durante todo el viaje.Pero no dice nada, no se queja. Piensa en los desgraciados que no pueden viajar, mientras que él viaja, viaja continuamente.

Page 27: Weinrich (Tiempos Verbales)

de Plume entre las violentas increpaciones de las personas eficientes.Así pues, existe en francés un imparfait de modestia y (más raro) un plus-que-parfait

de modestia. Ha sido con bastante frecuencia reconocido en francés y en otras lenguas, peor nunca se ha identificado como metáfora temporal: puede denominársele también metáfora temporal de la discreción, cortesía o timidez. Me decido por la denominación de metáfora temporal (imparfait, imperfetto, etc.) de modestia significando con ella todo el margen de matices entre la discreción y la timidez. Aparece no sólo en literatura, siendo muy frecuente en la lengua habitual cuando el hablante quiere expresarse con modestia. Una pregunta de este tipo suele ser: Quería preguntarle... Si queremos traducir esta oración a otras lenguas conservando el matiz, podemos sin aprensión conservar el tiempo y decir: Je voulais vous demander..., Volevo chiedere..., Vinhamos fazer um pedido..., I wonted to ask you...

[...] Vemos en [...] ejemplos en que se acumula la cortesía que el imperfecto y el condicional pueden aparecer seguidos como metáforas temporales. Ambos tienen en común el limitar la validez del propio discurso, pero se diferencian en grados y matices, ya que el condicional confiere más bien un tono de cortesía y el imperfecto, de modestia.

Mas partiendo de la estructura del sistema temporal, no es posible predecir qué matiz presente en cada caso particular un imperfecto (o pluscuamperfecto) como metáfora temporal. Para ello hace falta conocer, por una parte, el verbo y, por otra, el contexto y la situación. Conociendo el sistema temporal sólo se puede predecir que, de alguna manera, se limita la validez del discurso. Una situación totalmente distinta crea un matiz totalmente distinto. [...]

El imperfecto como metáfora temporal puede llevar consigo una limitación aún más fuerte que en el discurso cariñoso, cortés o modesto. Vuelvo a explicarme a la vista de un texto literario, sin dudar una vez más en presentar una larga cita por razón de una sola metáfora temporal. El contexto debe ganar relieve para que el imperfecto sea claramente reconocible en su aislamiento.

La tirada de Pirro en la escena séptima del acto tercero de Andromaque, la tragedia de Racine, va a ser nuestro ejemplo. Pirro quiere casarse con Andrómaca. La declaración es al mismo tiempo una amenaza. La suerte de Andrómaca y de su hijito está en juego. Podemos decir que en este fragmento se comenta esa suerte. Los tiempos de la tirada son los del mundo comentado: présent, futur y futur prochain (je vais faire éclater). Solamente un tiempo del mundo narrado, un imparfait, es elemento extraño en cuadro tan armónico:

Madame, demeurez.On peut vous rendre encor ce fils que vous pleurez.Oui, je sens à regret qu'en excitant vos larmesJe ne fais contre moi que vous donner des armes; Je croyais apporter plus de haine en ces lieux.Mais, madame, du moins tournez vers moi les yeux:Voyez si mes regards sont d'un juge sévère, S'ils sont d'un ennemi qui cherche à vous déplaire.Pourquoi me forcez-vous vous-même à vous trahir?Au nom de votre fils, cessons de nous haïr.À le sauver enfin c'est moi qui vous convie.Faut-il qu'en sa faveur j'embrasse vos genoux?Pour la dernière fois, sauvez-le, sauvez-nous.Je sais de quels serments je romps pour vous les chaînes;Combien je vais sur moi faire éclater de haines.Je renvoie Hermione, et je mets sur son front,Au lieu de ma couronne, un éternel affront:Je vous conduis au temple où son hymen a'apprête;

Page 28: Weinrich (Tiempos Verbales)

Je vous ceins du bandeau préparé pour sa tête.Mais ce n'est plus, madame, une offre à dédaigner;Je vous le dis: il faut ou périr, ou régner.Mon cœur, désespéré d'un an d'ingratitude, Ne peut plus de son sort souffrir l'incertitude.C'est craindre, menacer, et gémir trop longtemps.Je meurs si je vous perds; mais je meurs si j'attends.Songez-y: je vous laisse: et je reviendrai vous prendrePour vous mener au temple où ce fils doit m'attendre;Et là vous me verrez, soumis ou furieux,Vous couronner, madame, ou le perdre à vos yeux.*

Entre tantos tiempos del mundo comentado un solo tiempo del mundo narrado es evidentemente una metáfora temporal. Je c r o y a i s apporter plus de haine en ces lieux: esta oración no narra sencillamente de un odio ajeno a esta situación. El contexto de la tirada y la tensión de la situación son tan fuertes que la oración narrativa ha sido atraída a la inmediatez de una situación de máxima tensión. Pirro no quiere contar a Andrómaca su odio, sino que en la declaración quiere hacerlo olvidar. El imparfait croyais está diciendo dos cosas: antes había odio y ahora ya no lo hay; o más exactamente: creía haber traído odio conmigo y ahora creo que ya no existe. El imparfait como metáfora temporal descubre el odio para eliminarlo. Corrige una opinión equivocada e invalida el odio. Contiene en sí la tensión que4 es característica general de las metáforas y que surge de la contradicción entre la propia significación y el contexto verdadero. Aquí se trata de la contradicción entre la opinión (que también se podría contar) y la actitud crítica que la hace inválida. Esta proviene del contexto de toda la tirada, que, a su vez, quiere ser una declaración de amor. En la metáfora temporal se refleja reducida la contradicción entre declaración y odio que hacia el final de la tirada se advierte en las palabras amenazadoras de Pirro y que constituye la base de su carácter.

Debemos entretenernos aún algo más en las metáforas temporales de la opinión inválida, porque se aprovechan con frecuencia como argumento para defender el carácter temporal (de Tiempo) de los tiempos. En diversas ocasiones se me ha argumentado al discutir este problema que el presente y el imperfecto podrían colocarse en oposición para mostrar el carácter opuesto del pasado y del presente: Ayer e s t a b a enfermo, hoy e s t o y sano; y también sin adverbios temporales explicativos: estaba enfermo, estoy sano.

No es un argumento que resista. A pesar del término "oposición", no es un argumento estructural, de la misma manera que el concepto de "oposición" (que proviene de la fonología) no es en manera alguna un indicio seguro del carácter estructural de una investigación lingüística. Este argumento no es convincente porque pasa por alto el fenómeno de la metáfora temporal. El imperfecto estaba, en efecto, se ha introducido

* Señora, quedaos. / Aún puedo devolveros el hijo que lloráis. / Comprendo, sí, con pena que al moveros al llanto / no hago contra mí más que entregaros armas; / yo creía traer más odio a estos lugares./ Pero, señora, al menos volved a mí los ojos; / fijaos si mis miradas son las de un juez severo, / si son de un enemigo que intenta disgustaros. / ¿Por qué vos me forzáis, vos misma a que os traicione? / Pensad en vuestro hijo; cesemos ya de odiarnos. / Salvar, en fin, al niño es lo que yo os ofrezco. / ¿Tengo con mis suspiros que reclara su vida? / ¿Tengo que interceder besándoos las rodillas? / Que sea la última vez; salvadle y salvaos. [sic] / Yo sé qué juramentos por vos estoy rompiendo / y cuánto será el odio que estalle sobre mí. / Repudio a Hermión y coloco en su frente / en vez de mi corona una afrenta infinita. / Condúzcoos al altar, dispuesto su himeneo, / y os ciño con la cinta que está para sus sienes. / La oferta ya, señora, no puede desdeñarse; / preciso es, os lo digo, reinar o perecer. / Desesperando un año de tanta ingratitud / mi corazón no puede seguir estando incierto. / Ya es mucho de temer, gemir y amenazar. / Yo muero si yo os pierdo, mas yo muero si espero./ Pensad en ello. Os dejo. Y volveré a buscaros, / a llevaros al templo donde él debe esperarme. / Y allí vos me veréis, sumiso o furioso, / coronaros, señora, o ante vos perderlo.

Page 29: Weinrich (Tiempos Verbales)

como metáfora temporal en un contexto del mundo comentado, representado en este caso por el presente estoy. Naturalmente, con el mismo derecho puede decirse que estoy es metáfora temporal introducida en un contexto del mundo narrado. En esta sola oración es cosa que no puede afirmarse porque se trata de un ejemplo formado artificiosamente, desligado de toda situación hablada verdadera. El contexto subsiguiente y la situación hablada entera deberían ser decisivos para saber si hemos de concebir la metáfora temporal en una u otra de ambas direcciones. Que se trata de una metáfora temporal es cosa cierta porque existe una tensión entre ambos tiempos.

Damos por muy probable que esta oración ha sido tomada de un diálogo en el que se trata de la salud. Nos hemos visto forzados a esta suposición incluso metodológicamente: una situación que no contiene más datos es una situación comentadora. La narración es lo derivado y tiene que ser expresamente señalada. Si esto es lo que ocurre en la oración citada, es que se trata de un imperfecto introducido como metáfora temporal en un contexto comentador (contexto lingüístico y comportamiento extralingüístico) que tiene valor metafórico como tiempo de la opinión inválida. Por una parte se narra un estar enfermo que es la tensión de esta metáfora temporal y por la otra se establece la invalidez de este estar enfermo, quedando a la vez ligado al pasado el tiempo narrativo. Como además el mundo comentado no es ficticio, las metáforas temporales en él introducidas designan algo no ficticio, es decir, pasado. Sin el contexto (hoy) estoy sano no puede determinarse nada sobre el carácter pasado ficticio o verdadero de la oración estaba enfermo.

Expresa y excepcionalmente he argumentado una vez con un ejemplo construido para mostrar qué problemáticas son todas las consideraciones que desligan las palabras de sus oraciones y las oraciones de sus situaciones. El ejemplo estaba enfermo, estoy sano está ya en principio construido para sugerir una concepción de los tiempos como formas del Tiempo. Se le ha despojado de su contexto hasta un mínimo vergonzoso. Ahora bien, como el contexto hace la metáfora, ya en la construcción del ejemplo se han tomado las medidas más prudentes para que de todas formas se pase por alto el carácter metafórico del tiempo. Añadiendo un contexto más amplio o construyendo una situación en torno de esa oración, aparece inmediatamente que la oposición actualidad – pasado a base de los tiempos presente e imperfecto sólo es posible bajo las condiciones de un sistema metafórico de los tiempos. Este sistema metafórico no existe en razón de las fases del Tiempo, sino en razón del no que puede expresarse en un tiempo figurado y que da por inválida una opinión.

Las metáforas temporales de la opinión inválida se encuentran en las lenguas más diversas. [...]

[...] vamos a presentar una oración española [...] tomada del libro de Cela del que ya nos hemos ocupado. El fragmento pertenece a uno de los pasajes en que se expone el mero progresar del vagabundaje. Como contexto tenemos los tiempos del mundo comentado: Al llegar al cruce, el vagabundo, que p e n s a b a irse en derechura a Peñafiel, siente que sus ánimos han cambiado...13. Es impensable colocar en lugar del imperfecto pensaba otro "tiempo del pasado", pues lo que importa no es el pasado, sino el no ser. El caminante ha alterado sus planes y echa por distinto camino del que pensaba.

[...]

EL PERFECTO SIMPLE, METÁFORA TEMPORAL

También el perfecto simple aparece como metáfora temporal, pero con mucha menos frecuencia que el imperfecto [...]. Recordemos que al presente del grupo temporal I le corresponden imperfecto y perfecto simple del grupo II. Ambos son tiempos cero. Ambos

13 Camilo José Cela: Judíos, Moros y Cristianos, 1956, pág. 73.

Page 30: Weinrich (Tiempos Verbales)

podrían convertirse en metáforas. En realidad es el imperfecto el que casi siempre es metáfora temporal. Casi no encontramos perfecto simple de cortesía, modestia, discreción o invalidez La razón está en que el imperfecto como tiempo del segundo plano (v. pág. 207*) está aún más alejado del mundo comentado que el perfecto simple. El lenguaje prefiere por razón de mayor contraste la metáfora de mayor distancia entre los componentes metafóricos. Es un principio general del sistema metafórico15 que vale también para el sistema metafórico de los tiempos, en particular para todas aquellas lenguas que presentan asimetría entre ambos grupos del sistema temporal en su aspecto comentador. Este principio se basa en el principio general de la comunicación, según el cual la transmisión de signos es tanto más clara y por ende tanto más fácil cuanto mayor es el contraste entre los signos empleados. [...]

METÁFORAS TEMPORALES DE LA NARRACIÓN TENSA

Las metáforas temporales hasta ahora tratadas han correspondido a tiempos del grupo II que se desplazan como metáforas en un contexto de tiempos del grupo I. Antes de pasar a hablar de otro tipo de metáforas temporales, dignas de estudio en un campo más amplio, vamos a tratar seguidamente de las metáforas temporales que se desplazan en dirección opuesta, es decir, de los tiempos del grupo I que se desplazan como metáforas a una narración. Como en general estas metáforas son más burdas, ya han sido objeto de más frecuente observación (aunque sólo en raras ocasiones han sido identificadas como metáforas temporales). Por ello podemos abreviar nuestra exposición.

La forma más conocida de la metáfora temporal que se desplaza en la dirección de I a II es el discurso directo o estilo directo dentro de la narración. Nos referimos, como ya se sabe, al discurso de la persona sobre la que se narra, que el narrador, en lugar de narrar (discurso o estilo indirecto, discurso o estilo indirecto libre), lo destaca de la narración reproduciéndolo textualmente. En el estilo directo se encuentran los tiempos del grupo I, incluso cuando vuelve a narrarse con tiempos del grupo II, con lo que resulta una narración de segundo grado que está encajada dentro de los tiempos del comentario. Generalmente el narrador prefiere el estilo directo cuando quiere conseguir una presencia más inmediata y una participación más intima del lector. El estilo directo es más vivo que el indirecto. Es posible que durante un momento provoque en el lector o en el oyente la ilusión de que, realmente, está oyendo un discurso o un diálogo. Por ello se explica una cierta necesidad que el narrador o el lector sienten de imitar, o al menos insinuar, las voces de las personas que hablan directamente. En el estilo indirecto, en cambio, no se siente esa necesidad.

Como los discursos directo e indirecto presentan un grado de inmediatez distinto, alternando ambas formas pueden conseguirse en la narración relieves muy interesantes. [...]

Nos permitimos recordar que el estilo directo de la narración aparece siempre, como es lógico, dentro del marco de los tiempos de la narración. Cuanto más breve es un discurso directo en el contexto narrativo, tanto más fuerte es el efecto metafórico y con perfiles tanto más acusados se destaca el tiempo comentador de la corriente de los tiempos narrativos. Pero también en diálogos más largos los narradores se preocupan de que el marco narrativo no desaparezca de la conciencia del lector. Al menos, las conocidas fórmulas dijo, replicó, mantienen despierto el recuerdo del mundo narrado subrayando así el valor metafórico de las metáforas temporales.

* Cap. VII. Tiempos no aspectos. (El relieve en la narración)15 Cfr. H. Weinrich: Semantik der kühnen Metapher, en Deutsche Vierteljahrsschrift für Literaturwissenschaft und Geistesgeschichte 37 (1963), 325-344.

Page 31: Weinrich (Tiempos Verbales)

Una metáfora temporal de la narración es también el llamado presente histórico. Conservo la denominación, aunque no es sólo el presente el que desempeña dicho papel, sino también los demás tiempos del mundo comentado que acompañan al presente como tiempos de la prespección o de la retrospección y en las relaciones acostumbradas participan de la función del presente histórico.

El presente histórico es incluso la primera metáfora temporal que ha sido observada. Los maestros de retórica llaman la atención sobre ella y la recomiendan en la prosa artística para destacar mejor el objeto. Este, en el presente histórico, aparece más manifiesto y más fidedigno19. Nosotros podemos añadir: aparece más tenso, porque la narración, gracias a la metáfora temporal del presente histórico, participa de la tensión del mundo comentado. Por eso Paul Imbs lo llama "tiempo de la cercanía a la experiencia" (la proximité du vécu)20 y Robert Petsch lo denomina tiempo de "la alta tensión de la actualización épica"21.

El presente histórico, sin embargo, no se limita al género épico. [...] Los autores modernos conceden menor importancia a la actitud de sabiduría reposada en la narración y emplean conscientemente esta metáfora cuando quieren prestar al relato mayor tensión y dramatismo. [...]

Según la opinión de bastantes autores, componiendo desde el principio una narración completa en los tiempos del comentario, toda ella resulta de por sí más tensa que redactada en los tiempos narrativos. [...]

Mientras que el estilo directo y el presente histórico no pueden negar cierto parentesco, existe otro tipo de metáforas temporales muy diferentes de aquéllas, que se desplazan en la dirección de I a II. Me estoy refiriendo al presente de las llamadas "verdades eternas". También éste contiene una metáfora temporal, ya que comentando "verdades eternas", como, por ejemplo, las de un libro de filosofía, el presente se da casi por supuesto y no necesita ser mencionado expresamente. Además, tampoco es totalmente justo considerar a este respecto sólo el presente. Según la perspectiva de la exposición, junto al tiempo guía, el presente, aparecen también los otros tiempos del mundo comentado.

[...]Volviendo al sistema metafórico temporal como un todo, insisto una vez más en que

hay dos formas fundamentales de metáforas temporales según la dirección del desplazamiento. Los tiempos narrativos pueden desplazarse como metáforas a un contexto comentador y los tiempos comentadores pueden desplazarse como metáforas a un contexto narrativo. Paralelas serán las diferencias de matices. Un tiempo narrativo aporta al contexto comentador lo peculiar del mundo narrado, lo que diferencia al que narra del que obra: relajamiento, falta de compromiso, sosiego. Las metáforas temporales de esta clase son por principio menos apremiantes que las del mundo comentado y limitan en cierto modo la validez del discurso. Cuál sea este modo depende del contexto semántico. El matiz puede ser de cortesía, modestia, timidez, sencillez o algo análogo.

En sentido opuesto se desplazan los tiempos del comentario que pasan como metáforas a un contexto narrativo. También llevan consigo un fragmento de su mundo y aportan al relato algo de la tensión, compromiso y seriedad del mundo comentado. Son más apremiantes que los tiempos de la narración; no limitan la validez del discurso, sino que más bien la dilatan e insisten sobre ella. Por eso son en todo lo contrario de las metáforas temporales que se desplazan en la primera dirección. El modo como tensan la narración en cada caso concreto depende, lógicamente, de la palabra y de su nuevo contorno. También en este caso los matices tienen amplio campo de acción y el discurso

19 Cfr. Lausberg: Handbuch der literarischen Rhetorik, 1960, § 814.20 Paul Imbs: Op. cit., pág. 171.21 Robert Petsch: Wesen und Formen der Erzählkunst, 1942, pág. 365.

Page 32: Weinrich (Tiempos Verbales)

parece en todo caso más directo, más próximo, más verdadero.Las dos formas fundamentales de las metáforas temporales podemos colocarlas bajo

el concepto de como si: se comenta como si se narrase (con lo que se limita la validez) o se narra como si se comentase (con lo que se insiste sobre la validez). El lenguaje no sólo gusta de perspectivas, sino también de ilusiones de perspectiva.

CAPÍTULO VI

REALIDAD E IRREALIDAD EN EL LENGUAJE

LA ORACIÓN CONDICIONAL: "MODUS REALIS"

En nuestra exposición del capítulo quinto no hemos agotado todas las variedades de la metáfora temporal. Ha quedado fuera, sobre todo, el sistema metafórico de los tiempos en la oración condicional, sistema que merece detenida atención y en el que también se atenderá adecuadamente a la oración condicional sin metáfora temporal. Es lo que vamos a hacer ahora. Como de lo que sigue tratándose es de la concordancia de los tiempos, que ha sido expuesta en el capitulo segundo sobre la base de la lengua francesa, las ideas que a continuación se exponen se apoyan también en el francés, pero valen igualmente para una serie de otros idiomas.

Una oración condicional es una construcción en la que dos oraciones son puestas en tal relación por una conjunción condicional (si, se, if, wenn, etc.) que la prótasis designa la condición y la apódosis las consecuencias de unos hechos: si quieres, nos vamos. En francés, la frontera entre las oraciones condicionales y temporales (conjunciones quand, lorsque...) no siempre puede trazarse con precisión. Ahora vamos a limitarnos a las oraciones condicionales con si.

Apenas hay un tiempo que no pueda aparecer en la prótasis o en la apódosis de una construcción condicional. Mas, por otra parte, no hay ningún otro tipo de oración que observe con más rigor la concordancia que, precisamente, la oración condicional. Esto significa que el empleo de un tiempo en la prótasis limita radicalmente la elección del tiempo de la apódosis. Sólo son elegibles los tiempos del mismo grupo temporal. Esto es lo que ocurre, por principio, en cualquier oración según la concordancia de tiempos, pero es particularmente riguroso en la oración condicional. Una infracción de la concordancia se encuentra muy raramente en las oraciones condicionales y el que la comete no puede contar con la indulgencia de las gramáticas. Esta clase de infracción es considerada como una infracción de la lógica, y la lógica sienta autoridad. [...]

Una razón especial existe para que el lenguaje (¡y no sólo la lógica!) exija con rigor particular el cumplimiento de las leyes de la concordancia en las oraciones condicionales. [...]

Cada tiempo del grupo I es combinable con todos los tiempos del mismo grupo para formar un período condicional. Según sean los tiempos que intervienen, la oración condicional queda bajo una determinada perspectiva, conllevando un elemento retrospectivo o prespectivo. La única limitación que impone el uso de la lengua francesas consiste en evitar un futuro detrás de si. En la apódosis, por el contrario, se permite el futuro y hasta se encuentra con bastante frecuencia.

[...]De la misma manera que todos los tiempos del grupo I pueden combinarse para

formar un período condicional según el principio combinatorio de la concordancia de tiempos, también los tiempos del grupo II pueden combinarse para formar un período análogo. Todavía esto no tiene nada que ver con la oración condicional irreal, sino quiere decir sencillamente que en el mundo narrado hay también condiciones y

Page 33: Weinrich (Tiempos Verbales)

consecuencias y que pueden expresarse por medio de oraciones condicionales. Así pues, las relaciones condicionales pueden tanto comentarse como narrarse.

[...] se puede narrar, lo mismo que comentar, la relación existente entre condición y resultado, de igual manera que otras construcciones, como las oraciones temporales, causales, concesivas, pueden ser partes integrantes tanto del discurso comentador como narrativo.

Con la realidad, o cosa parecida, todo esto no tiene aún nada que ver. Si las oraciones condicionales en las que se encuentran combinados los tiempos del grupo I se conciben como oraciones reales, habrá que adscribir de todas formas a la "realidad", quiérase o no, las oraciones condicionales en las que están combinados los tiempos del grupo temporal II. Desde luego, son "solamente" narradas, pero su contenido no es presentado expresamente como irreal, que es lo que se dice de las oraciones condicionales irreales. Por ahora, sin embargo, vamos a insistir en la diferenciación que puede leerse en la estructura del lenguaje y que puede oírse con el oído: la diferenciación entre oraciones condicionales comentadoras y narrativas. En el fondo, ni siquiera hace falta esta diferenciación. Una vez que ya hemos establecido la diferencia fundamental entre discurso comentador y discurso narrativo, se da por supuesto que también las oraciones condicionales, ya que tienen tiempos, participarán en esta disposición estructural.

LA ORACIÓN CONDICIONAL: "MODUS IRREALIS"

Las gramáticas nos han enseñado la diferencia entre las oraciones condicionales reales e irreales. Los ejemplos son poco más o menos como este: s'il pleut, il reste à la maison – si llueve, se queda en casa. Se trata de una oración condicional real, porque, desde luego, la realidad de la condición y de la consecuencia no se afirma expresamente, pero tampoco expresamente se niega. Maurice Grevisse habla simplemente de una hipótesis. De ella hay que distinguir netamente las oraciones condicionales irreales. Ejemplo: s'il pleuvait, il resterait à la maison – Si lloviese, se quedaría en casa. Grevisse explica la irrealidad de la siguiente forma: "la oración condicional expresa un hecho presente o pasado que se considera contrario a la realidad"5. Así pues, en esta oración debe uno pensar: "pero no llueve". Negando la realidad de la condición, la consecuencia queda eliminada del ámbito de la realidad. Junto a las oraciones condicionales reales e irreales muchos gramáticos, como es el caso de Grevisse, conocen también, según el modelo latino una oración condicional potencial. En nuestro ejemplo sería igualmente: s'il pleuvait, il resterait à la maison; pero la oración no pone en duda expresamente la realidad, sino que remite el hecho a la esfera de lo eventual o lo imaginario.

En esta forma, la doctrina de las oraciones condicionales es falsa. El que la falsedad haya pasado inadvertida se debe al método, ya tantas veces censurado, de argumentar con ejemplos aislados e incluso expresamente construidos, cuyo contexto es desconocido, si es que acaso lo tienen. No disponiendo del contexto de una oración condicional, no puede hablarse en absoluto de realidad, potencialidad o irrealidad. Así pues, si una oración comienza con s'il pleuvait, no puede predecirse en forma alguna si este imperfecto puede concebirse como real, potencial, irreal o como quiera llamársele. [...]

Como es lógico, uno está completamente perdido si se deja arrastrar por el hecho de que uno de los tiempos de la lengua francesa se llama conditionnel (il chanterait, il aurait chanté). Se trata de una denominación desafortunada y equívoca. El conditionnel es un tiempo como cualquier otro que con las oraciones condicionales no tiene que ver más que los otros tiempos. Ni siquiera es el que aparezca con más frecuencia en ellas.

5 Maurice Grevisse: Le Bon Usage, 1955, § 1037.

Page 34: Weinrich (Tiempos Verbales)

Para este tiempo también hemos conservado la denominación desafortunada porque preferimos usar un término inapropiado a otro apropiado pero que haya de ser explicado. Esto no constituye una dificultad siempre que nos atengamos estrictamente a la regla del juego ya aceptada según la cual nada debe explicarse por su nombre. Así pues, consideramos la semejanza acústica e las palabras conditionnel y oración condicional (proposition conditionnelle) como puro y casual flatus vocis. Con ello podemos volver a nuestro tema.

Naturalmente, la oración condicional cuando tiene un imperfecto en la prótasis puede ser también un irrealis, es decir, que argumente con condición y consecuencia contra los hechos de la realidad. Ahora bien, para comprender el sentido irreal de la oración necesito del contexto.

[...]Si los tiempos de una oración condicional son metáforas temporales, en el sentido de

que los tiempos del grupo II se desplazan con la oración condicional a un contexto del grupo I, lo dicho en la oración condicional queda limitado en su validez Se trata de una severa, limitación. El hecho significado por esta oración nos parece irreal.

Digamos que vuelve a tratarse de un engaño de perspectiva. Pensando rigurosamente, el lenguaje es indiferente a la realidad o irrealidad de lo mentado. Si el caballo que pasa es un penco o un pegaso mitológico es algo absolutamente indiferente a la palabra caballo. Y a la oración asinus asinum fricat le es indiferente si son verdaderos burros los que se frotan o si se trata de alguien que hace burradas. Sin embargo, el lenguaje no es indiferente frente a la validez de lo mentado. Ha creado medios para destacar lo dicho o para limitarlo, ambas cosas con los matices más variados. Pues bien; si en la oración condicional queda limitada la validez empleando los tiempos de otros grupos temporales en lugar de los tiempos que le son más afines al contexto, de forma que la expectativa quede frustrada, interpretamos entonces esta limitación como "contraria a los hechos".

Esta interpretación tal vez no sea absolutamente concluyente. Nos la imponen el término realis y la lógica, pero el lenguaje no la ratifica exactamente así. Lo que es seguro es sólo la validez limitada. Aquí también hay margen para los matices. La gramática de inspiración lógica se esfuerza penosamente en justificarlos diferenciando entre "irrealis" y "potentialis" según que los hechos se perciban come irreales – imposibles o como irreales – posibles. Nosotros prescindimos de esta diferenciación a que no se ha llegado con medios lingüísticos y que, por ende, no nos ofrece garantías y dejamos a las relaciones mutuas y siempre variadas entre la significación de las palabras y la determinación de la frase el modo de limitar en cada caso particular la validez de la relación condición – consecuencia. De esta forma no resultan dos o tres modos, sino tantos "modos" como oraciones que, sin embargo, tienen algo común: el sistema metafórico temporal, Lo que importa no es cada uno de los tiempos en sí, sino el grupo temporal. En el francés actual la combinación del imperfecto con el condicional se ha ido convirtiendo en la combinación típica de la oración condicional "irreal". Pero no son estos tiempos los que limitan la validez como tales, sino en cuanto pertenecientes al grupo temporal II y a un contexto (también bajo ciertas circunstancias a una situación representante del contexto) del grupo temporal I. [...]

Por regla general puede uno confiar en que en un período condicional no se cambia de grupo temporal entre la prótasis y la apódosis, es decir, que la argumentación es unitaria con validez ilimitada o unitaria con validez limitada.

Las metáforas temporales dentro de una oración condicional son poco corrientes. La razón es fácil de comprender: Sólo se producen oraciones condicionales irreales cuando una oración pasa a un contexto del otro grupo temporal con los tiempos de la prótasis y de la apódosis como metáforas temporales. En ello está precisamente el origen de la validez limitada de la oración condicional que habitualmente se interpreta como irrealidad. Así pues, si toda la oración condicional en tanto que "irreal" descansa en

Page 35: Weinrich (Tiempos Verbales)

metáforas temporales, no podrá contener en sí metáforas de otra clase. Un tipo de metáforas temporales interferiría al otro produciendo así una contravención no tanto de la lógica (que en este capítulo de la gramática no tiene nada que hacer), sino más bien de la estructura del lenguaje.

EL "MODUS IRREALIS" EN LA NARRACIÓN

Como las oraciones condicionales aparecen tanto en el discurso comentador como en el narrativo, se encuentran en ellas tanto los tiempos del grupo I como los del grupo II. Al querer limitar su validez y argumentar con ellos contra los hechos ("irrealis"), se construye una oración condicional con tiempos del grupo II en el contexto de tiempos del grupo I. Hasta ahora hemos tenido solamente la posibilidad de limitar la validez de una oración condicional en un contexto comentador, pues sólo en un contexto comentador pueden ser metáforas temporales los tiempos del grupo II. Entonces, ¿qué sucede cuando el contexto es narrativo? ¿Es que la irrealidad es totalmente imposible en la oración condicional?

Ahora no debemos pensar en las metáforas temporales de dirección de desplazamiento inversa. Naturalmente, en un contexto narrativo, por ejemplo, como "verdad eterna" en la perspectiva autorial puede hallarse una oración condicional con los tiempos del grupo I. También esta oración tiene matices de metáfora temporal; pero, precisamente, el matiz peculiar de las metáforas temporales que se desplazan de I a II. Es decir, que se trata de insistir más, no menos. Sin embargo, al hablar de irrealidad, de lo que se trata es de insistir menos, es decir, de aquella validez limitada que nos finge una irrealidad o algo semejante. ¿Puede alcanzarse esto también en un contexto narrativo?

No hay duda que la posibilidad existe. Con esta finalidad el lenguaje ha desarrollado un sistema metafórico temporal derivado, un sistema metafórico temporal de segundo grado, como también podría formularse. [...]

Dentro de un contexto del mundo narrativo también puede limitarse la validez construyendo una oración condicional a base de combinar un pluscuamperfecto y un condicional II. Estos tiempos valen en un contexto narrativo de metáfora temporal con el mismo derecho que el imperfecto y el condicional de una oración condicional en un contexto comentador. Esto es lo que queremos decir con la expresión sistema metafórico temporal derivado de segundo grado. El fenómeno de la transposición, que está en la base de toda metáfora, también se encuentra en este caso. El pluscuamperfecto en la prótasis de una construcción condicional queda despojado de su carácter retrospectivo y adopta la función de un tiempo cero. Análogo es lo que ocurre con las metáforas temporales de "primer grado" en las que un tiempo narrativo adopta la función de un tiempo comentador.

El sistema metafórico temporal de segundo grado no se limita a las oraciones condicionales. Por principio, es posible en el caso de que un matiz de la validez limitada también haya de mantenerse en un contexto narrativo. Así pues, si en el contexto comentador se ha dicho: le ministre préparerait une conférence de presse, en el contexto narrativo puede decirse le ministre aurait préparé une conférence de presse. [...]

EL SISTEMA METAFÓRICO TEMPORAL Y EL SUBJUNTIVO

Las metáforas temporales de validez limitada pueden ser sustituidas por formas de subjuntivo. También puede darse la vuelta a la oración y decir: ciertas formas del subjuntivo son representadas por metáforas temporales. [...]

[...] el subjuntivo es un grupo de formas verbales que aprovecha habitualmente

Page 36: Weinrich (Tiempos Verbales)

aquella función que es aprovechada ocasionalmente por las metáforas temporales, a saber, limitar la validez del discurso. Esta no es una definición completa del subjuntivo, pero constituye el marco para los múltiples matices de sentido que, naturalmente, tienen tanto el subjuntivo como las metáforas temporales.

En todo caso, el problema del subjuntivo debe plantearse totalmente de nuevo en relación con el sistema metafórico temporal, tanto más cuanto que el subjuntivo está más presente en las oraciones condicionales de otros idiomas que en las del francés. En español, como se sabe, la prótasis de una oración condicional (irreal) en un contexto comentador se encuentra generalmente en imperfecto de subjuntivo y la apódosis en condicional: Si lloviera (o lloviese), se quedarían en casa. En el contexto narrativo la prótasis lleva pluscuamperfecto de subjuntivo y la apódosis condicional compuesto: Si hubiera llovido, se habría quedado en casa. Las formas del subjuntivo y las metáforas temporales se reparten, pues, la función de limitar la validez del discurso. Es la regla del uso de la lengua. Pero las metáforas temporales condicional simple y condicional compuesto también pueden ser sustituidas en la apódosis por formas del subjuntivo, por ejemplo, por el imperfecto (pluscuamperfecto) e, inversamente, las formas del subjuntivo de la prótasis pueden ser sustituidas por metáforas temporales como, por ejemplo, el imperfecto o el pluscuamperfecto de indicativo11.

11 Cfr. Samuel Gili Gaya, op. cit. § 124 ss.

Page 37: Weinrich (Tiempos Verbales)

CAPÍTULO VII

TIEMPOS, NO ASPECTOS

EL IMPERFECTO Y EL PERFECTO SIMPLE EN

EL SISTEMA DE LOS TIEMPOS ESPAÑOLES

Las ideas que aquí van a desarrollarse valen para las lenguas románicas y para otros muchos idiomas. Por de pronto, nuestra base va a ser el español. Será útil volver a tener en cuenta su sistema de tiempos que, como sabemos, descansa en los dos grupos temporales del mundo narrado y del mundo comentado. Helo aquí:

GRUPO TEMPORAL I(mundo comentado)

habrá cantado cantaráva a cantarcanta

ha cantado

acaba de cantarestá cantando

GRUPO TEMPORAL II(mundo narrado)

habría cantadocantaríaiba a cantarcantaba cantóhabía cantado hubo cantado acababa de cantarestaba cantando

Recordemos de nuevo que este cuadro no aspira a ser completo. Es posible que contenga demasiados tiempos (por ejemplo, está cantando) o demasiado pocos (por ejemplo, los llamados tiempos surcomposés). No es cosa muy importante. El lector puede hacerse su sistema propio siempre que respete e1 principio estructural según el cual sólo deben considerarse tiempos aquellas formas que se dejen colocar sin ambages (naturalmente, teniendo también en cuenta el sistema metafórico temporal) en uno o en otro de ambos grupos.

En este y en los capítulos siguientes vamos a dirigir nuestra atención en particular a la simetría del sistema temporal. El grupo del mundo narrado es más rico de formas: dos más según el cuadro. Aunque ampliemos el sistema recogiendo con la mayor generosidad todas las formas que de alguna manera pueden concebirse como tiempos, siempre resultará un número mayor de formas en el grupo temporal II. Además, cuando consideramos la prespección y la retrospección, ya indicamos el modo de concebir la asimetría del sistema aplicando el criterio de la perspectiva. Correspondiendo al tiempo cero (presente) canta del grupo I, en el grupo II se encuentran los tiempos cero cantaba (imperfecto) y cantó (perfecto simple). En perfecto paralelismo, frente al tiempo de la retrospección ha cantado (perfecto compuesto) del grupo I se hallan los dos tiempos de la retrospección había cantado (pluscuamperfecto) y hubo cantado (pretérito anterior) del grupo II. Esta correspondencia en la retrospección es una variante de la correspondencia que se da en la perspectiva cero. Por ello podemos tratar el problema haciendo uso de la perspectiva cero en lugar de la retrospección. Entonces el problema se plantea así: ¿Por qué frente a un solo tiempo cero (presente) del comentario están los dos tiempos cero (imperfecto y perfecto simple) de la narración?

La explicación tradicional, que en las gramáticas se ha convertido en doctrina, reza poco más o menos: el imperfecto representa la acción en su decurso y es un tiempo durativo; el perfecto simple representa la acción como mero acontecer y es un tiempo puntual. En la Gramática de la lengua española de J.A. Pérez-Rioja, a propósito del perfecto simple se lee lo siguiente: "Predomina en él la acción momentánea frente a la

Page 38: Weinrich (Tiempos Verbales)

durativa del imperfecto" (5ª ed., 1964, pág. 335). [...]

UN CONCEPTO DESAFORTUNADO: "ASPECTO"

Salta a la vista que la diferencia entre imperfecto y perfecto simple no tiene nada que ver con el Tiempo, cosa reconocida hasta por aquellos que juran por él. Ahora bien; con este argumento el concepto de aspecto ha encontrado su asiento en las gramáticas de las lenguas románicas. Paul Imbs, al caracterizar a ambos tiempos, habla de un aspecto durativo y de un aspecto puntual y establece entre ellos una oposición aspectual6. Knud Togeby encuentra en el imperfecto un aspecto imperfectivo y en el perfecto simple un aspecto perfectivo, pero además ve en el presente un tercer aspecto, el neutro7.

Pero, ¿qué es aspecto? Paul Imbs lo define así: "El aspecto es una de las cualidades inherentes al proceso"8. Lo mismo quiere significar Ernst Cassirer cuando explica el aspecto como "cualidades formales del Tiempo" (zeitliche Gestaltqualitäten)9. No vamos a tomar la palabra zeitlich (temporal, de Tiempo) al pie de la letra. Cassirer quiere decir ante todo temporal (del tiempo verbal), pero identifica, naturalmente, como todos, los tiempos verbales con el Tiempo. Nosotros traducimos la definición de Imbs con ayuda de Cassirer para concebir el aspecto como cualidades formales del proceso. Del aspecto hay que distinguir con todo rigor, según una concepción más moderna, los llamados "modos de la acción", por ejemplo, los que constituyen la diferencia entre vocablos imperfectivos como "seguir" y perfectivos como "conseguir". Esta diferenciación, que atañe a la significación de las palabras, compete, por lo tanto, a la semántica general y no a la sintaxis ni al estudio de los tiempos10.

[...]La doctrina del aspecto y la doctrina del Tiempo están relacionadas entre sí. La

primera ha arraigado tardíamente en la lingüística románica, precisamente en un momento en que se ha visto que a la igualdad tiempo verbal = Tiempo le sobraba un resto considerable. Este resto tenía que ir a cuenta del concepto aspecto sin atender al hecho de que en la igualdad tiempo verbal = Tiempo + aspecto habían intervenido conceptos totalmente extralingüísticos para explicar el sistema temporal, en sí cerrado y armónico en su estructura. [...] Después de haber rechazado el fundamento según el cual tiempo verbal = Tiempo, no tenemos motivo para tratar con mejores modales el artilugio que es la ecuación tiempo verbal = aspecto. Nuestra ecuación es otra: tiempo verbal = comportamiento del hablante articulado en los dos grupos temporales del mundo comentado y del mundo narrado. Si esta doctrina es correcta, tendrá que ser lo bastante fuerte para explicar también la pareja imperfecto-perfecto simple y parejas comparables en otras lenguas y, lo que es más, por medio de una teoría sencilla y coherente. (La sencillez de la explicación es un criterio de la verdad).

EL RELIEVE EN LA NARRACIÓN

Para la explicación de la pareja de tiempos imperfecto y perfecto simple vamos a partir de un hecho muy sencillo hasta ahora no observado, aunque ya contiene en sí toda la explicación: en las lenguas románicas hay más tiempos narrativos que comentadores y la pareja imperfecto-perfecto simple, que hasta ahora se ha intentado explicar en vano con ayuda del concepto de aspecto, aparece sólo en el grupo temporal del mundo

6 Paul Imbs: Op. cit., págs. 16 y 170.7 Knud Togeby: Structure immanente de la langue française, 1951, páginas 173 s.8 Op. cit., pág. 15.9 Ernst Cassirer: Philosophie der symbolischen Formen, 1956, pág. 180.10 Esta diferenciación proviene del eslavista Sigurd Agrell. Cfr. para todo el problema Wolfgang Pollak: Studien zum "Verbalaspekt" im Französische. Wien, 1960, Parte I, cap. I. Además, Hans Helmut Christmann: Zum "Aspekt" im Romanischen, en Romanische Forschungen 71 (1959), 1-16. Completado en Romanstisches Jahrbuch 13 (1962), 193.

Page 39: Weinrich (Tiempos Verbales)

narrado. Supongamos una vez más por un momento que la explicación a base del aspecto es correcta, y que el lenguaje nos da a conocer, efectivamente, la forma y el decurso de las acciones y de los procesos. En este caso debería esperarse, pues, que ambos grupos ofreciesen la posibilidad de ese conocimiento. Hasta podríamos imaginarnos una lengua en la que sólo los tiempos del mundo comentado tuvieran la capacidad de indicar "aspectos". Si ahora buscamos situaciones en que la forma y el decurso de los procesos sean tan interesantes que necesitemos enterarnos de ellos, estas situaciones serán más bien las del comentario. Así, pues, quien prepara planes, describe un experimento, concluye un contrato, imparte órdenes, escribe un guión cinematográfico, dirige una representación y se mueve en análogas situaciones, tendrá tal vez necesidad de conocer en alguna ocasión la forma y el decurso de los procesos. Incluso es posible que de la comprensión adecuada del decurso de un proceso dependa algo decisivo: el valor del experimento, la validez del contrato o el éxito del montaje. Yo puedo muy bien imaginarme que un coreógrafo estaría agradecido a su idioma si pudiese expresar los movimientos del cuerpo por medio de los tiempos. Pero los tiempos no le sirven para eso. Justamente, en las situaciones del comentario no hay parejas análogas a la que forman el imperfecto y el perfecto simple. Se dispone solamente del tiempo presente en la perspectiva cero y sobre ello no se ha quejado todavía ningún coreógrafo.

Sólo existe esta pareja en el mundo narrado. De ello sacamos la evidente consecuencia de que la diferencia entre el imperfecto y el perfecto simple tiene algo que ver con el fenómeno de narrar. Aún más: tiene que referirse a algo que sólo es peculiar de la narración y no del comentario. Así pues, desde un principio ha quedado trazado el círculo de la explicación, de forma que el aspecto, de cualquier modo que se entienda, queda excluido porque cualesquiera que sean en sí las características de las acciones y de los procesos, estas no afectan a la narración. En principio no hay nada que no pueda relatarse por muy durativo o puntual que sea. Pero, naturalmente, puede relatarse de formas diversas. Esto lo sabe cualquiera por muy pocas dotes que tenga para la narración. Además, la cosa resulta de toda evidencia gracias a la existencia de los distintos géneros literarios narrativos. En diferencias de modos de narrar y de técnicas narrativas debe hallarse la clave que nos resuelva el problema de la pareja imperfecto-perfecto simple.

Prefiero volver a explicarme con un ejemplo; pero antes he de mencionar que en las consideraciones siguientes el método de andar buscando ejemplos por un lado y por otro sacándolos de su contexto está desde un principio condenado al fracaso. Holger Sten ya ha advertido que para comprender adecuadamente un imperfecto y un perfecto simple hay que conocer todo lo que precede y sigue, "en caso necesario, el libro entero"19. [...]

Voy a empezar reproduciendo una pequeña leyenda que se encuentra en el acto cuarto del drama de Albert Camus titulado Les justes (1949). Antes de presentar el texto permítaseme recoger el armazón temporal de la leyenda. El orden de los tiempos es el siguiente: imperfecto, imperfecto, perfecto simple, imperfecto, perfecto simple, imperfecto, perfecto simple, pretérito anterior, perfecto simple, imperfecto. Me parece que ya sólo a base del andamiaje temporal de esta leyenda pueden decirse cosas concretas sobre las funciones de los distintos tiempos narrativos. Lo más importante y de ello sacaremos más tarde importantes consecuencias es que los tiempos narrativos aparecen mezclados. No hay relato que esté construido a base o sólo del imperfecto o sólo del perfecto simple. La proporción de ambos tiempos es variable, pero, en general, raras veces se encuentran textos que muestren predominio evidente de uno de ellos. Para llegar a este resultado hay que tomar el texto en su totalidad, porque en él los tiempos no están mezclados de forma tan uniforme como para que cualquier fragmento contenga la misma proporción que le corresponde al texto en conjunto.

19 Holger Sten: Op. cit., pág. 104.

Page 40: Weinrich (Tiempos Verbales)

Valga ahora nuestra leyenda de ejemplo representativo. Para evitar confusionismos hemos de anticipar que el pretérito anterior se comporta frente al pluscuamperfecto lo mismo que el perfecto simple frente al imperfecto. Así pues, el perfecto simple y el pretérito anterior hay que considerarlos juntos. Entonces nuestro texto ofrece el cuadro siguiente: las formas del imperfecto dominan al principio y al final de la leyenda; los perfectos simples (incluyendo el pretérito anterior que les está adscrito funcionalmente) ocupan la parte media de la leyenda. El juego dos veces repetido entre perfecto simple e imperfecto podemos concebirlo como prolongación del imperfecto introductivo interrumpido por los perfectos simples, o también como componente de la parte media en perfectos simples dos veces interrumpidos por imperfectos. La cosa no es importante y apenas oculta las tres fases que, como estructura narrativa, se encuentran en la base de la leyenda y que inmediatamente vamos a reconocer con toda evidencia al leer el texto de la leyenda de San Dmitri:

Il avait rendez-vous dans la steppe avec Dieu lui-même, et il se hâtait lorsqu'il rencontra un paysan dont la voiture était embourbée. Alors saint Dmitri l'aida. La boue était épaisse, la fondrière profonde. Il fallut batailler pendant une heure. Et quand ce fut fini, saint Dmitri courut au rendez-vous. Mais Dieu n'était plus là20 *.

[…]Tenemos [...] un núcleo narrativo en perfecto simple desde la tercera forma temporal

(rencontra) hasta la penúltima (courut). En medio de este núcleo narrativo las circunstancias secundarias están en imperfecto.

Alrededor de este núcleo narrativo hay un marco formado por una introducción y una conclusión, ambas en imperfecto, que, en esta leyenda, no son circunstancias secundarias. La leyenda en sí no se comprendería si no se supiese que San Dmitri tiene una cita con Dios, y tampoco se comprendería la agudeza humanística o teológica si faltase la frase final. Pero la introducción y la conclusión no son simplemente la primera y la última oración del relato, sino partes el relato que narrativamente conllevan funciones especiales. La introducción es exposición; da a conocer el mundo que va a narrarse invitando al lector o al oyente a encaminarse a él. La conclusión cierra este mundo misterioso del relato, en el que un mortal se cita con su Dios, conduciéndonos a la moraleja de la leyenda, que pertenece al mundo comentado. De ese mundo maravilloso volvemos al nuestro cotidiano en el que no se dan citas con Dios, pero en el que hay moral y teología, y en el que éstas pueden discutirse. Se trata de dos funciones que cualitativamente son distintas del mero narrar porque marcan la divisoria entre el mundo comentado y el mundo narrado. Son dos funciones que circundan el propio cuerpo narrativo en el que se desarrolla el relato.

Desde esta perspectiva uno puede imaginarse el armazón de un cuentecito que permita distinguir las tres fases fundamentales del proceso del relato: Era una vez una pobre huerfanita... Un día pasó un príncipe por delante de su casa, se enamoró de ella y se casaron... Muchas eran las chicas que envidiaban su suerte. [...] Los tiempos en este caso son: imperfecto, perfecto simple, imperfecto. Las tres fases de la narración, introducción, núcleo narrativo y conclusión son a la vez tres fases de los tiempos. De este modo la narración cobra relieve y se distribuye en un primer plano y en un segundo plano. El imperfecto es en el relato el tiempo del segundo plano; el perfecto simple es el tiempo del primer plano.

20 Aquí prescindo de la moraleja de la historia que, naturalmente, se encuentra en los tiempos del mundo comentado: il y a ceux que arriveront toujours en retard au rendez-vous parce qu'il y a trop de charrettes embourbées et trop de frères à secourir. * Se había citado en la estepa con el mismo Dios y se apresuraba, cuando encontró a un campesino cuyo carro se había atascado en el barro. Entonces San Dmitri lo ayudó. El barro era espeso y el bache profundo. Fue preciso batallar durante una hora. Y cuando ello hubo acabado, San Dmitri corrió a la cita. Pero Dios ya no estaba.

Page 41: Weinrich (Tiempos Verbales)

Qué sea en el relato el primer plano y qué el segundo es cosa que no puede decirse de una vez para todas, si es que aún no quiere admitirse la inversión de los términos según la cual es segundo plano todo lo que está en imperfecto, y todo lo que está en perfecto simple es primer plano. Para la distribución de estos tiempos en la narración no hay leyes inmutables, excepto el que ambos aparecen entremezclados. En cada caso particular su distribución depende del criterio del narrador; sin embargo, su libertad está limitada por algunas estructuras fundamentales del acto de narrar. Al principio de la historia es necesaria una exposición de ciertas proporciones que constituye normalmente una introducción. En la introducción hay normalmente un tiempo del segundo plano. Muchos relatos subrayan expresamente el final por medio de una conclusión que, además, se inclina por el tiempo del segundo plano. Esto no es necesario ni ocurre siempre, pero al principio y al final de la narración se encuentra con relativa frecuencia una acumulación de tiempos del segundo plano, tal como muestra la leyenda de San Dmitri. Luego, en el propio núcleo del relato se encuentran los tiempos del segundo plano imperfecto y también pluscuamperfecto en circunstancias secundarias, descripciones, reflexiones y todos los demás objetos que el narrador quiere ver desplazados al segundo plano.

Por otra parte, tampoco es posible predecir a priori qué será en el relato primer plano y qué estará en perfecto simple. Primer plano es lo que el narrador quiere que se sienta como primer plano. Sin embargo, el margen de apreciación del narrador también está en este caso limitado por algunas condiciones fundamentales del acto de narrar. Es primer plano, según las leyes fundamentales del narrar, aquello por lo que la historia se cuenta, lo que contendría un resumen, lo que el título insinúa o pudiera insinuar, lo que hace que la gente, dado el caso, suspenda por un rato el trabajo y escuche una historia cuyo mundo no es el suyo cotidiano; con una palabra de Cervantes, "el extraño suceso". A partir de aquí puede determinarse, invirtiendo los términos, qué es segundo plano de la narración. Segundo plano de la narración es, en el sentido más general, lo que no es extraño suceso, lo que por sí solo no movería a nadie a escuchar, lo que, sin embargo, ayuda al oyente en este acto y le facilita orientación en el mundo narrado.

A partir de aquí se explica ya sin dificultad el hecho fundamental del que hemos partido: el predominio de los tiempos narrativos sobre los tiempos del comentario. El lenguaje pone a disposición del mundo del relato más tiempos porque es más difícil situarse en el mundo narrado que en el mundo comentado en el que nos movemos con toda confianza. Al tratar de una cosa disponemos de los apoyos más diversos para hacernos comprender que nos facilita la situación. En la mayoría de los casos se reconoce sin esfuerzo si el tema del discurso se identifica con la situación en que se encuentran el hablante y el oyente. Esto lo dan a entender toda clase de gestos y los elementos deícticos del lenguaje. Si ello es así, el discurso comentador ocupa siempre el primer plano. En el caso de faltar todas las señales deícticas y los medios auxiliares que determinan la situación, el objeto del discurso se desplaza por sí mismo al segundo plano, es decir, se aleja de la situación inmediata hacia lo general o lo lejano. El lenguaje casi nunca necesita tiempos para darlo a entender. La situación por sí misma habla con lenguaje inequívoco.

También en el sistema temporal hay que atender a la situación extralingüística, que, sin embargo, hace uso de los medios auxiliares de la determinación sólo en situaciones comentadoras. La situación no sirve de ayuda en el mundo narrado; éste ha de ser representado con medios puramente lingüísticos. En particular, la situación no dice lo que en el mundo narrado haya que ver como primero o segundo plano. Así pues, en el mundo narrado, y como compensación de los medios auxiliares extralingüísticos que faltan para determinar la situación, hay que hacer uso de mayor número de medios expresivos lingüísticos para conseguir la misma inequivocidad del discurso. Estos medios son las parejas de tiempos imperfecto-perfecto simple y pluscuamperfecto-pretérito anterior que realizan en la narración lo que la situación en el comentario,

Page 42: Weinrich (Tiempos Verbales)

dando relieve al discurso según un primero y un segundo plano.Detrás de la observada asimetría del sistema temporal de las lenguas románicas se

encuentra, pues, sobre un plano más fundamental, una simetría absoluta de ambos grupos temporales. El mayor número de tiempos de que dispone el mundo narrado los compensa el mundo comentado con más situaciones. Así pues podemos decir en una lingüística que salve las fronteras del lenguaje acústico, existe no sólo la pareja imperfecto-perfecto simple, sino también la pareja correspondiente del mundo comentado: presente (identificado con la situación comunicativa) – presente (no identificado con la situación comunicativa). Ambas parejas son tiempos en el sentido más amplio. Como medios expresivos son equivalentes y absolutamente económicos. A su modo, ambas garantizan la consecución del objeto que busca la comunicación: la comprensión óptima.

En la equivalencia que hemos observado entre situaciones y tiempos estamos autorizados a ver una constante del lenguaje. En el fondo, el contexto y la situación operan conjuntamente para determinar la significación de las palabras según la intención del hablante fijando así el sentido del discurso. Esto es un principio de la semántica. Cuanto menor sea la determinación de la situación, tanto mayor tendrá que ser la determinación del contexto y viceversa. La suma de elementos determinantes es constante en el discurso inteligible. También los tiempos están sometidos a esta ley semántica.

[...]

Page 43: Weinrich (Tiempos Verbales)

CAPÍTULO XI

LOS TIEMPOS Y LOS SEMITIEMPOS

LOS TIEMPOS Y LOS "MODOS"

[...] Con diferencias particulares según los distintos idiomas, la gramática conoce los

modos siguientes: indicativo, subjuntivo, infinitivo, imperativo y, en muchas lenguas, además el condicional, optativo y otros. ¿Qué significan todos estos conceptos? Escuchemos a Wackernagel: "La diferencia de las formas modales se refiere a la relación entre acción y realidad"1. Estas palabras hay que comprenderlas poco más o menos en el sentido de que el indicativo reproduce la acción como real y los otros modos, en cambio, como posible, indeterminada, ordenada, condicionada, deseable e incluso como expresamente irreal. Al tratar de la oración condicional irreal ya nos hemos ocupado de esta concepción y hemos llamado la atención sobre lo equívoco que es en la gramática el concepto de realidad. Ahora vamos a seguir aquellas ideas ampliándolas a todos los modos y a algunas otras formas verbales.

[...] En el lenguaje encontramos la clase de las formas verbales. Este era nuestro punto de partida. Hemos pasado revista a esta clase y de ello hemos obtenido con criterios puramente lingüísticos la clase de los tiempos. Esta clase ha sido luego objeto exclusivo de nuestro estudio, advirtiendo expresamente, sin embargo, que las otras formas verbales iban a ser excluidas sólo provisionalmente. Ahora ha llegado el momento de que sean objeto de estudio. Con la expresión "otras formas verbales" no designamos los otros modos excepto el indicativo, sino todas las formas verbales que no son tiempos; podríamos llamarlas no-tiempos. A ellas pertenecen, por lo menos en algunos idiomas, determinados modos como el subjuntivo, el infinitivo o el imperativo, pero también otras formas verbales como el participio y el gerundio que, por regla general, no cuentan entre los modos.

A continuación, y para un idioma determinado, es decir, el francés vamos a ir más allá del sistema de los tiempos para describir y analizar el sistema superior de las formas verbales.

Un tiempo es, así lo hemos definido, una forma verbal que se deja adscribir manifiestamente (atendiendo, sin embargo, al sistema metafórico temporal) a uno de ambos grupos temporales. La divisoria estructural entre el mundo narrado y el mundo comentado no afecta sólo al sistema temporal, sino que organiza también el sistema completo de las formas verbales según éstas encajen o no en esta estructura. Así como todas las formas verbales que se hallan a un lado o al otro de esta divisoria estructural forman una clase, de la misma manera también forman una clase todas las formas verbales que son indiferentes frente a la diferenciación mundo narrado-mundo comentado. No sólo muchos de los "modos" tradicionales pertenecen a esta clase, sino también otras formas verbales. Desde muchos puntos de vista son semejantes a los tiempos, pero no lo son desde el punto de vista que diferencia el mundo narrado del mundo comentado. Por eso vamos a llamarla clase de los semitiempos. Un semitiempo es, pues, una forma verbal que no se deja adscribir manifiestamente a uno de ambos grupos temporales.

No obstante, como dentro de ambos grupos temporales hay diversos tiempos, el sistema temporal como hemos visto conoce no sólo la frontera estructural entre el mundo narrado y el mundo comentado. Los tiempos se orientan en la situación comunicativa de forma que en cada uno de los dos grupos se da un grado cero, en el que se prescinde de toda fijación de perspectiva, y varios grados de retrospección y

1 Wackernagel: Vorlesungen ubre Syntax, I, 1926, pág. 210.

Page 44: Weinrich (Tiempos Verbales)

prespección. Dentro de los grados, de todos o de algunos, se hace además la diferenciación de relieve según un primero y un segundo plano.

Estas son en las lenguas estudiadas las tres dimensiones del sistema temporal. La primera, y la más importante, la llamamos actitud comunicativa. Presenta la forma de una dicotomía en la situación comunicativa, a saber, una actitud narrativa y una actitud comentadora. La segunda dimensión del sistema temporal es la dimensión de la perspectiva comunicativa. Esta también presenta la forma de una dicotomía ya que podemos distinguir entre tiempos de grado cero, que carecen de toda perspectiva especial, y todos los tiempos que a partir de la situación comunicativa distinguen una prespección y una retrospección. En el último de los grupos citados se contiene un momento temporal (de Tiempo) en tanto en cuanto la perspectiva comunicativa presupone el fenómeno (extralingüístico) del Tiempo. La tercera dimensión del sistema temporal es la dimensión del relieve. Esta dimensión se encuentra en algunos de los idiomas estudiados sólo en ciertos sectores del sistema temporal. En tanto en cuanto aparezca en el grupo temporal del mundo narrado, se trata de una adjudicación pura de relieve narrativo. También esta dimensión se presenta en forma de dicotomía según un primero y segundo plano.

[...]Si el sistema temporal de la lengua francesa presenta tres dimensiones, habrá que

tenerlas en cuenta en el análisis de una oración. Entonces ¿qué información obtengo con la forma verbal il chantait? Obtengo información sobre el cantar. Se halla contenida en el lexema chant. Además, obtengo información sobre la persona: se halla en el morfema il. Y, finalmente, obtengo así lo hemos interpretado al principio de nuestro estudio información sobre el tiempo: está contenida en el morfema –ait (pronunciado è).

Sin embargo, una vez que estamos al tanto de la estructura del sistema temporal del francés en la forma descrita, ya podemos desentrañar la última información citada. En el tiempo, percibible por el morfema ait, tenemos la triple información según las tres dimensiones del sistema temporal. Tenemos, primero, información sobre la actitud comunicativa: il chantait narra el mundo. Tenemos, en segundo lugar, información sobre la perspectiva comunicativa: il chantait narra el mundo sin perspectiva alguna que presuponga Tiempo. Tenemos, en tercer lugar, información sobre el relieve: il chantait narra en el segundo plano de la narración. (Lógicamente estas informaciones pueden ser modificadas por medio de las determinaciones contextuales o de la situación cuando se trata de metáforas temporales).

Permítaseme en este lugar introducir algunos símbolos para dar mayor claridad a las ideas que vamos a exponer seguidamente. Designamos con L (lexema) la información semántica del verbo; con Pn (persona) la información sobre la persona; con A (actitud) la información sobre la actitud comunicativa; con Pe (perspectiva) la información sobre la perspectiva comunicativa; y con R (relieve) la información sobre la adjudicación de relieve. Entonces la fórmula estructural del verbo completo, o de la oración il chantait es así: L – Pn A Pe R. En la fórmula la información semántica (la significación del verbo o, más exactamente, de su lexema) está separada de la información sintáctica por un guión. Y es que la información sintáctica es de otra especie. Cimenta la significación del verbo en la situación comunicativa.

[...]