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Título: Hacia una historia coral de los metros griegos: rasgos formales de los metros no-líricos desde la época Arcaica hasta la Antigüedad Tardía. Pertinencia del proyecto: El estudio de los rasgos formales de la poesía griega ha sido parte constitutiva y fundamental de los estudios clásicos desde sus inicios. En los últimos doscientos años ha observado un desarrollo significativo, si bien interrumpido por cambios de enfoque y perspectiva sobre los problemas que los metros ofrecen (ver “estado de la cuestión”). El estudio de los rasgos formales es auxiliar para la crítica textual, la lingüística y el análisis literario, así como fundamental para la reconstrucción del sonido de los textos clásicos. En este último aspecto, el presente proyecto se integra con los objetivos de los UBACyT “La Prosodia de la Himnodia griega antigua. Métrica, música y danza en el lenguaje poético griega y la interpretación neoplatónica de los poetas antiguos” (2011-2014; cód. 20020100101065) y “Himnos y plegarias en la Grecia Antigua: Música, ritual y memoria cultural desde la Época Arcaica hasta la Antigüedad Tardía” (2014-2017; cód. 2002013010053BA) y con el PIP – Conicet 2013-2015 “Estrategias de la memoria en Grecia y Roma. La recuperación y el olvido del pasado como prácticas discursivas en diversos géneros literarios” (cód. 11220120100145CO), todos ellos dirigidos, como el presente proyecto, por el Dr. Daniel Torres, y todos integrados en el marco de la teoría coral (véase “Marco teórico”). En dichos 1

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Título: Hacia una historia coral de los metros griegos: rasgos formales de los metros no-líricos desde la época Arcaica hasta la Antigüedad Tardía.

Pertinencia del proyecto: El estudio de los rasgos formales de la poesía griega ha sido parte constitutiva y fundamental de los estudios clásicos desde sus inicios. En los últimos doscientos años ha observado un desarrollo significativo, si bien interrumpido por cambios de enfoque y perspectiva sobre los problemas que los metros ofrecen (ver “estado de la cuestión”). El estudio de los rasgos formales es auxiliar para la crítica textual, la lingüística y el análisis literario, así como fundamental para la reconstrucción del sonido de los textos clásicos.

En este último aspecto, el presente proyecto se integra con los objetivos de los UBACyT “La Prosodia de la Himnodia griega antigua. Métrica, música y danza en el lenguaje poético griega y la interpretación neoplatónica de los poetas antiguos” (2011-2014; cód. 20020100101065) y “Himnos y plegarias en la Grecia Antigua: Música, ritual y memoria cultural desde la Época Arcaica hasta la Antigüedad Tardía” (2014-2017; cód. 2002013010053BA) y con el PIP – Conicet 2013-2015 “Estrategias de la memoria en Grecia y Roma. La recuperación y el olvido del pasado como prácticas discursivas en diversos géneros literarios” (cód. 11220120100145CO), todos ellos dirigidos, como el presente proyecto, por el Dr. Daniel Torres, y todos integrados en el marco de la teoría coral (véase “Marco teórico”). En dichos proyectos de investigación, así como en el contexto de la Beca Estímulo a las Vocaciones Científicas otorgada por el CIN para el período septiembre de 2011-septiembre de 2012 con el plan “Hacia una historia coral de la himnodia homérica. Análisis filológico, métrico-prosódico y estructural de los himnos a Hermes y Pan (IV, XVIII y XIX)” y, por supuesto, en la Beca Interna Doctoral otorgada por el Conicet para el periodo 2013-2018 con el plan “Historia coral de los metros griegos: La métrica estíquica desde la Época Arcaica hasta la Antigüedad Tardía”, he intentado establecer una base teórica y profundizar en el estudio de la teoría coral, que es clave en el presente estudio.

Delimitación de un objeto y formulación del problema a investigar: Resulta sencillo observar que un trabajo como el que se propone requiere la constitución de un corpus distinto de los habituales en los estudios clásicos, habida cuenta de que la calidad de un análisis formal de los metros depende de la cantidad y diversidad de las muestras que se escogen. El enfoque descriptivo estadístico del tronco del presente proyecto (ver “metodología”) requiere adoptar criterios de selección que no son los típicos de la filología en sus variantes de crítica textual o de análisis literario, sino que demanda una recolección de muestras de una enorme amplitud y diversidad, que en cualquiera de las áreas mencionadas sería inabarcable. Es un requisito fundamental, sin embargo, a la hora de detectar rasgos formales que sean típicos de un metro, de una época, de un género o de un autor tener suficientes datos como para distinguir esos rasgos formales de aquellos que les son diferenciales.

Esta necesidad conlleva también la de restringir el alcance del proyecto a una cantidad menor de formas métricas, en particular al hexámetro y al trímetro yámbico (y su variante, el coliambo), a los que se añadirá una muestra menor de dístico elegíaco. La novedad del enfoque que se propone (véase “justificación de la relevancia”) obliga a comenzar desde las bases mismas de los estudios métricos, y dichas bases han estado constituidas de hecho siempre por los metros estíquicos, de los cuales los tres mencionados ofrecen la mayor cantidad de exponentes. Si se añade a esto la dificultad intrínseca al análisis de los metros líricos, cuyos corpora son además sustancialmente menores a los de los estíquicos, es imprescindible comenzar el análisis por estos últimos.

Como se ha mencionado, el proyecto implica un muestreo de una amplitud inusitada en el contexto de los estudios clásicos en general (no así en el de los estudios métricos y lingüísticos). El corpus que se lista a continuación, por ello, abarca más de mil años de historia de literatura griega (divididos en época arcaica – S VII-VI a. C. –, clásica – S. V a. C. –, helenística – S. IV-I a. C. –, e imperial – S. I – V d. C. –) y diversos géneros literarios. El criterio para la selección de muestras ha sido siempre el de mantener la máxima aleatoriedad posible, sin por ello dejar de lado aspectos importantes para el análisis como el de la datación de diferentes obras de un autor. Así, mientras que las muestras correspondientes a Homero se han seleccionado a partir de un proceso plenamente aleatorio (se comenzó por los últimos cien o cincuenta versos del primer canto, y luego a partir de aproximadamente los cien o cincuenta versos anteriores del canto siguiente –verbigracia, se recolectaron los versos 388-427 de Odisea 1, los versos 340-392 de Od. 2, los versos 291-341 de Od. 3, etc. –), las muestras correspondientes a Eurípides se preseleccionaron por datación a razón de dos obras por período, y luego se tomaron los primeros doscientos trímetros de una obra y los segundos doscientos de la otra.

Por otro lado, el proceso de muestreo ha sido diferente para el hexámetro que para el trímetro: mientras que del primero hay una cantidad constante de muestras a lo largo de toda la antigüedad (excepto en el periodo clásico, donde se conserva una cantidad muy pequeña de versos), del segundo hay relativamente poco conservado más allá del siglo V. Del hexámetro, por esto, podrán identificarse tres grupos de muestras de un tamaño similar, correspondientes a los tres períodos analizados (arcaico, helenístico e imperial); mientras que del trímetro se hallará una enorme muestra correspondiente al drama ático, y tres conjuntos menores para las épocas arcaica, helenística e imperial.

El corpus del hexámetro está constituido por los siguientes autores y textos (las cantidades de versos que se señalan son siempre aproximadas, en la sección “bibliografía tentativa” puede hallarse las ediciones que se utilizarán):

1. Época arcaica

1.1. Homero, Ilíada: 1200 versos.

1.2. Homero, Odisea: 1200 versos.

2. Época helenística

2.1. Calímaco, Himnos: 900 versos.

2.2. Apolonio de Rodas, Argonáuticas: 900 versos.

3. Época imperial

3.1. Selección de los Himnos Órficos: 400 versos.

3.2. Opiano (S. II d. C.), De la pesca: 500 versos.

3.3. Opiano (S. II d. C.), De la caza: 100 versos.

3.4. Nono (S. IV d. C.), Dionisíacas: 900 versos.

3.5. Proclo (S. V d. C.), Himnos: 200 versos.

El corpus de trímetro es el siguiente:

1. Época arcaica

1.1. Yambógrafos

1.1.1. Selección de fragmentos de Arquíloco: 20 versos.

1.1.2. Selección de fragmentos de Hiponacte (coliambo): 80 versos

1.1.3. Selección de fragmentos de Semónides: 150 versos

1.1.4. Selección de fragmentos de Solón: 40 versos

2. Época clásica

2.1. Selección de tragedias de Esquilo

2.1.1. Prometeo Encadenado: 300 versos.

2.1.2. Suplicantes: 300 versos.

2.1.3. Siete contra Tebas: 300 versos.

2.1.4. Euménides: 300 versos.

2.2. Selección de tragedias de Sófocles

2.2.1. Antígona: 900 versos.

2.2.2. Edipo rey: 500 versos.

2.2.3. Filoctetes: 500 versos.

2.3. Selección de tragedias de Eurípides

2.3.1. Alcestes: 200 versos.

2.3.2. Medea: 200 versos.

2.3.3. Andrómaca: 200 versos.

2.3.4. Hécuba: 200 versos.

2.3.5. Heracles: 200 versos.

2.3.6. Ifigenia en Táuride: 200 versos.

2.3.7. Orestes: 200 versos.

2.3.8. Bacantes: 200 versos.

2.4. Selección de comedias de Aristófanes

2.4.1. Caballeros: 300 versos.

2.4.2. Paz: 300 versos.

2.4.3. Aves: 300 versos.

2.4.4. Ranas: 300 versos.

2.4.5. Pluto: 300 versos.

3. Época helenística

3.1. Licofrón, Alejandra: 1000 versos.

4. Época imperial

4.1. Selección de las Fábulas de Babrio (coliambo, S. II d. C.): 450 versos.

4.2. Luciano (S. II d. C.), Podagra: 200 versos.

4.3. Selección de epigramas (S. II-IV d. C.) de la Guirnalda de Filipo: 150 versos.

A estos dos corpora deben añadirse dos conjuntos de muestras de dístico elegíaco, una correspondiente al periodo arcaico (una selección de poetas elegíacos fragmentarios) y otra al periodo helenístico (una selección de epigramas en dístico helenísticos), y una muestra de cinco mil palabras de las Historiae de Heródoto, que serán fundamentales a la hora de contar con una base de comparación para establecer las diferencias entre los lenguajes de la prosa y la poesía.

El proyecto no cuenta con un problema definido a investigar, habida cuenta de su carácter esencialmente descriptivo. Sin embargo, sí puede afirmarse con seguridad que cuenta con numerosos interrogantes que sólo el análisis detenido de las muestras recolectadas permitirá resolver. Estos se agrupan en problemas generales de métrico-prosodia, que abarcan la totalidad de los metros estudiados, problemas específicos de métrico-prosodia, esto es, aquellos que corresponden a sólo uno de los metros estudiados, problemas de la diacronía, que abarcan tanto el desarrollo de los metros como sus orígenes y, finalmente, problemas aplicados de métrico-prosodia, que señalan el uso concreto en un texto por un autor de uno o más recursos métrico-prosódicos. Dicho esto, debe decirse que, dada la novedad del enfoque coral, el tema central del presente estudio es la legitimidad de su marco teórico. Si bien buena parte de las conclusiones que se alcanzarán no tienen alcance general, siendo esencialmente afirmaciones sobre algún aspecto formal de un metro en una de sus apariciones, el hecho de que tales conclusiones puedan alcanzarse es parte fundamental del proceso de legitimar la teoría coral como enfoque válido para el estudio de los textos griegos.

Justificación de la relevancia: Si bien en principio parecería un objetivo inapropiado para un proyecto de doctorado el encarar un análisis formal de los metros griegos, habida cuenta del hecho de que es un trabajo que ha sido extensamente desarrollado por investigadores desde al menos el siglo XIX (véase “estado de la cuestión”), el marco teórico en el que se inserta el presente estudio puede decirse que ofrece una perspectiva renovadora del campo. La teoría coral es un fructífero campo de estudio no sólo por las respuestas originales que ofrece a problemas concretos (por ejemplo, el del origen del hexámetro, véase “estado de la cuestión”), sino también por uno de sus principios fundacionales, que señala que el acento tonal del griego antiguo cumplía un rol importante en la elaboración de la poesía (véase “marco teórico”). En este sentido, es este cambio en la perspectiva tradicional de análisis lo que justifica la relevancia del proyecto.

Marco teórico: El presente proyecto, como señala su título, se inscribe en el marco de la teoría coral, una serie de hipótesis recolectadas y organizadas por David (2006) y exploradas en trabajos posteriores por otros autores. La teoría cuenta con un supuesto fundamental: los metros griegos no eran compuestos, como se ha supuesto hasta ahora, exclusivamente a partir de una serie de patrones formales de sílabas largas, breves e indiferentes, sino que en ellos el acento tonal del idioma jugaba un papel importante. La teoría coral concibe a los textos poéticos de la antigüedad griega como partituras musicales, donde los esquemas cuantitativos dan el ritmo y los acentos la melodía.

Este supuesto básico es acompañado de una teoría sobre el acento griego establecida fundamentalmente en Allen (1973 y 1987), basada en el concepto de “contonación”, que se define como un movimiento tonal de la voz, en el caso del griego desde un tono medio a uno alto (en una mora) y luego a uno bajo (en una o dos moras). El acento es realizado por una contonación, que varía en función de la estructura silábica de cada palabra. A su vez, una de las partes de la contonación es acompañada de un énfasis prosódico (posiblemente realizado por una intensidad fonética); cuál de ellas se determina contextualmente.

Finalmente, la teoría coral, como indica su nombre, realza la importancia de la instancia de performance de los textos poéticos, y busca en ella, a través del concepto de χορεῖα, el origen de los principales metros de la poesía. En particular a los fines de este trabajo es fundamental la hipótesis del origen del hexámetro dactílico en el baile denominado συρτός, supérstite en la Grecia contemporánea; uno de los objetivos de este proyecto es ofrecer argumentos para apoyar esta idea.

Estado de la cuestión: Como se mencionó en el parágrafo anterior, el presente proyecto de investigación doctoral se inscribe en el marco teórico propuesto por la teoría coral. Esta teoría consiste en una serie de hipótesis que, si bien novedosas en ciertos aspectos, se sustentan sobre una larga tradición de estudios especializados. La única idea verdaderamente original que se incorpora es, sin embargo, la más importante, esto es, el papel del acento tonal en la composición de la poesía. No habiendo antecedentes para esta noción, su estado de la cuestión es nulo, con las solas excepciones (descontando, naturalmente, el trabajo de David) de Jakobson (1971 [1937]: 270-1), que únicamente propone una serie de ideas para un hipotético estudio de la función del acento en el verso griego, y de Nagy (2010), donde el autor propone que el hexámetro no era sólo un marco rítmico para la poesía, sino también un marco melódico. La idea aparece apenas delineada, y el hecho de que el crítico conociera pero no mencionara en su artículo el libro de David (Nagy fue su evaluador) sugiere que este trabajo es, en un sentido, el intento de aceptación de que el acento tonal cumple un rol en la poesía, acompañado del intento de rechazar el resto de las hipótesis de la teoría coral.

La teoría del acento de Allen es el resultado de una larga historia de investigación sobre el sonido del griego antiguo. Un buen resumen del desarrollo de los estudios sobre el acento griego, centrado en particular en las teorías sobre la ubicación de los acentos, puede hallarse en Probert (2006: 97-124). La historia de la investigación, sin embargo, no es particularmente significativa (la inmensa mayoría de los debates que en ella se dieron – por ejemplo, si las marcas acentuales heredadas son un indicador apropiado del acento o son un mero invento alejandrino o posterior – hoy están completamente cerrados). Para la época de Allen, ciertos hechos estaban bien establecidos: el acento del griego antiguo era un acento tonal, que involucraba un ascenso del tono de la voz en la mora marcada por el acento agudo o en la primera mora de una vocal larga o diptongo marcada por un circunflejo. El acento era libre, lo que implica que no hay reglas para predecir su ubicación en una palabra (excepto en el grupo de las denominadas “recesivas” – en particular, pero no exclusivamente, las formas personales del verbo – donde está siempre lo más atrás posible), pero la posición del acento está regida por lo que tradicionalmente se conoce como “regla de limitación” (Vendryes, 1904: 53-56; Allen, 1973: 236-9; Devine y Stephens, 1994: 152-6 y Probert, 2006: 60-69; pero todos los autores que se mencionarán tratan del tema), cuya formulación es históricamente un problema. En los hechos, lo que la regla implica es que un acento circunflejo puede ocupar la última sílaba si es larga, y la antepenúltima sólo si la última es breve, mientras que uno agudo puede ocupar la última o la penúltima si la última es larga, o hasta la antepenúltima si la última es breve. Una formulación simple y unificadora de esta regla fue desde su descubrimiento una necesidad teórica. Allen consigue tal formulación apelando al concepto de contonación: no más de una mora vocálica puede seguir a la contonación. (La propuesta de Allen fue anticipada por Misteli, 1868 que, sin utilizar este concepto, también utiliza el contorno tonal de las palabras, y por Jakobson, 1971 [1937]: 263 que basa su formulación en la posición del acento).

La teoría de Allen incorpora a este análisis tonal del acento del lenguaje una serie de reglas para determinar la ubicación de una prominencia intensiva, señalando (Allen, 1987: 131-2; también Devine y Stephens, 1984: 30 y David, 2006: 70-1) que éste fenómeno fonético está presente en todos los lenguajes registrados (independientemente de su tipo de acento). Allen concuerda con buena parte de la tradición (por ejemplo, Vendryes, 1904: 23-30 y Lejeune, 1987 [1972]: 293-5) y recupera la evidencia (en 1987: 260-71) que prueba que el acento no tiene correlación con una prominencia intensiva, y a partir de estas pruebas ofrece una serie de reglas basadas en la posición de ciertas sílabas en el metro para ubicar dicha prominencia, que para el autor es completamente independiente del acento tonal.

Tras el trabajo de Allen, los estudios sobre el acento griego se han dado sobretodo en el marco del modelo generativo. Allí deben ubicarse los trabajos de Kiparsky (1967), Sommerstein (1973), Steriade (1988), Sauzet (1989), Golston (1990). Estos estudios se caracterizan por intentar predecir la posición del acento a partir de una serie de reglas de derivación o por desarrollar un modelo métrico de la fonología del griego, en donde “los fenómenos acentuales son descriptos como el resultado de una estructura abstracta y jerárquica de relaciones de prominencia entre constituyentes definidos en una palabra” (Probert, 2006: 119). Steriade (1988: 271), por ejemplo, se propone probar que el griego antiguo tenía un sistema acentual mezclado, donde la ubicación de la sílaba acentuada está determinada por un procedimiento métrico que cuenta sílabas y forma constituyentes métricos. Únicamente en un paso posterior de la derivación la prominencia métrica es interpretada tonalmente.

En el mismo marco teórico, pero partiendo de un supuesto diferente, Devine y Stephens (1994) se proponen también formular un modelo métrico de la fonología del griego. Contra el resto de los generativistas, estos autores adhieren a la postura de Allen de que el acento tonal es independiente de la ubicación de la prominencia, y por lo tanto sus reglas para el análisis métrico del lenguaje no toman en cuenta la posición de las marcas acentuales, ni intentan predecir la ubicación de esas marcas. Devine y Stephens señalan también que el concepto de stress, que tradicionalmente se asoció a la modulación de la amplitud de la voz, se ha expandido como término de referencia para toda forma de prominencia acentual (incluso aquellas que no tienen una realización fonética definida). Los autores, que asocian el énfasis fonológico a la duración, aceptan el uso del término en este sentido ampliado.

David (2006), como Devine y Stephens, también adhiere a buena parte de las conclusiones de Allen (y las apoya con un detenido análisis del testimonio antiguo en pp. 55-68). Sin embargo, y señalando la extrañeza del doble sistema acentual que propone (en 1984, Devine y Stephens hacían la misma observación; en 1995 se sostienen fuertemente sobre una comparación del griego antiguo con el japonés contemporáneo, que efectivamente tiene, según los autores, un sistema doble), sugiere que en realidad el problema de los análisis sobre el acento es que han intentado asociar el punto enfático de la contonación con sólo una de sus partes: la clave para la interpretación correcta de la prominencia en griego es que ésta está determinada contextualmente. Si bien esto no soluciona la totalidad de los problemas que enumera Allen, mejora la situación lo suficiente como para pensar que hay de hecho una correlación entre acento y stress (Abritta, 2010 y 2013). A su vez, esta correlación es fundamental para encarar el análisis de los metros griegos desde el punto de vista coral, ya que permite estudiar los índices de concordancia y discordancia de los puntos enfáticos del metro y del lenguaje. Esto, a su vez, habilita una renovación de los análisis métricos que da lugar a una nueva disciplina: el análisis métrico-prosódico de la poesía griega.

Naturalmente, esta renovación no deja de lado los avances alcanzados en los estudios de métrica y ritmicología realizados por los investigadores desde el siglo XIX. La sucesión de estos avances, sin embargo, ha pasado por diferentes momentos y perspectivas. El siglo XIX observó un profundo interés por los análisis cuantitativos (Ludwich, 1866; Christ, 1879; Meyer, 1884; Wilamowitz, 1895). Si bien la naturaleza de los metros no se exploró en detalle, las conclusiones alcanzadas por los filólogos decimonónicos no se limitó en ningún punto a sólo un área de los estudios métricos: fueron trabajadas por igual tanto la métrica interna (esto es, las reglas que rigen la distribución de las palabras en el metro) como la métrica externa (el patrón rítmico y silábico, es decir, cuantitativo de las líneas), fuertemente asociada a la ritmicología. Asimismo, el siglo abundó en teorías sobre el desarrollo histórico de los metros (un resumen de las diversas posiciones sobre el origen del hexámetro puede hallarse en Fantuzzi, 1984). Ésta es la época del descubrimiento de fenómenos como el puente de Hermann (evasión de un final trocaico en el cuarto pie del hexámetro), la ley de Wernicke (evasión de final de palabra en arsis espondaica desde el cuarto pie en el hexámetro), la primera ley de Meyer (evasión de final de palabra en el arsis del segundo pie del hexámetro) o la ley de Porson (evasión de un final de palabra en un tercer anceps largo en el trímetro), que culmina en el trabajo de Maas (1962 [1923]), recopilador de estos análisis descriptivos, cuantitativos y sincrónicos.

Ya en el siglo XX, los estudios métricos se centraron más específicamente en el estudio de la métrica interna, y consecuentemente se observa el desarrollo de un enfoque colométrico sobre la poesía griega. En este desarrollo, es fundamental el trabajo de Fraenkel (1955 [1926]), que describe una teoría sobre el hexámetro en donde los elementos constitutivos del metro no son los pies sino los cola. Es también en esta tendencia donde deben ubicarse los primeros trabajos de Parry (1928a y 1928b), que inician la teoría oral de la literatura griega (ver abajo), y los importantes estudios de Knox (1927, 1930 y 1932) y de O’Neill (1942). Mientras que las reglas descubiertas por los autores decimonónicos tienen el carácter de inducciones estadísticas (la ley de Hermann, por ejemplo, no hace más que señalar que algo sucede en más del 99% de los casos, sin dar explicaciones sobre el hecho), las observaciones de esta segunda generación llevan a buscar reglas para explicar el comportamiento de los poetas que, si bien siguen siendo generalizaciones, pretenden dar un paso más allá en la inducción y abarcar más de un fenómeno. Esto ya puede observarse en el mencionado trabajo de Fraenkel, y en los trabajos de Porter (1951), Kirk (1966) – en la misma línea de trabajo, pero contra el enfoque colométrico de Fraenkel y Porter – y Beekes (1972), quien en pocas páginas y utilizando los datos de O’Neill intenta explicar la totalidad del funcionamiento métrico interno del hexámetro en seis reglas.

Esta tendencia derivó, sobre la base del fundamental trabajo de Meillet (1923), en un segundo giro de los estudios métricos, que se orientan a partir de la mitad del siglo pasado más definitivamente hacia el análisis diacrónico. Además del trabajo de West (1982), que se presenta explícitamente como substituto de la obra de Maas, puede observarse el alcance de este enfoque en Hoekstra (1981), Fantuzzi (1984) y en la compilación realizada por Fantuzzi y Pretagostini (1996), donde tres artículos se dedican a discutir específicamente sobre el origen del hexámetro (ver abajo para las posturas que presentan). Las limitaciones de este enfoque colométrico sobre el verso griego pueden observarse en uno de ellos, el de Magnelli (1996), en el que se listan cuatro posturas sobre el origen del hexámetro (sin contar la de Nagy, descripta por su autor en el mismo volumen) que comparten las premisas fundamentales de la colometría, todas igualmente incapaces de dar cuenta de la totalidad de los fenómenos que se observan en el metro.

Los últimos treinta años, finalmente, han observado un nuevo cambio en las tendencias de los estudios métricos. Tanto por la aparente completitud de los estudios colométricos como por los manifiestos límites que estos encontraron para explicar muchos fenómenos ya descubiertos por los filólogos deciminónicos, se ha observado una tendencia a revitalizar los estudios de métrica externa y ritmicología. Esto se manifiesta en los trabajos de Devine-Stephens (1984), Van Raalte (1986), Silva-Sánchez (1993) y Joan Silva Barris (2011). Los estudios métricos canónicos, no obstante, aun hoy descansan sobre las pronto centenarias bases de la colometría fraenkeliana. Se puede, en este sentido, observar en cualquiera de los trabajos citados en este párrafo y los anteriores que los intentos de los colometristas por explicar a través de la combinación de cola el desarrollo y la forma de los metros, que constituyen el canon de la actual metricología, han sido reemplazados en la últimas décadas por el intento de los fonetistas y los ritmicólogos de hacerlo a través del análisis de los patrones cuantitativos de la lengua griega.

En paralelo a este cambio específico a los estudios métricos, se dio el cambio radical de paradigma para la totalidad de los estudios clásicos (y filológicos en general) que representó la obra de Parry (compilada en Parry, 1971). Este autor, partiendo al igual que Fraenkel de un trabajo estadístico característico de los análisis de la métrica interna, fundamentó la idea de que los poemas homéricos están compuestos a partir de fórmulas, inaugurando la importantísima teoría sobre la literatura oral (Lord, 1960; Bowra, 1961; Nagy, 1979) que ofreció una visión nueva sobre la naturaleza de la poesía en la Grecia Arcaica y en diversas culturas.

Uno de los principales ejes de la teoría oral se halla en la importancia que ésta pone en la instancia de performance de los textos. Comenzando por el hecho de que los poemas homéricos son concebidos por Parry (y más recientemente por Lord, 1960 y Janko, 1996) como textos dictados, elaborados por un rapsoda que contaba con un sistema formulaico para componer mientras cantaba (a lo que se refiere el conocido concepto de composition-in-performance), hasta estudios más extensos sobre el efecto psicológico y el valor pragmático de la poesía en la Grecia Antigua (Dougherty-Kurke, 1998; Mota, 2004; Lind, 2009), la importancia del contexto de ejecución de la poesía afecta la mayor parte de las discusiones actuales sobre los textos griegos.

Esto es claro si se observa el valor del análisis del sistema formulaico de Parry en dos teorías sobre el origen del hexámtero, la de Nagy (1974; reformulado en Nagy, 1990 y 1996), y la de Gentili y Giannini (1996 [1977]). Entre ellas hay una marcada oposición: mientras que el filólogo norteamericano sugiere que el metro homérico se origina a partir de una modificación progresiva de los metros eólicos fomentada por las necesidades de los rapsodas, los italianos proponen que el hexámetro es en realidad un producto del desarrollo formal de los dáctilo-epitritos utilizados en la métrica dórica. Los tres autores, sin embargo, comparten un supuesto fundamental: el hexámetro se desarrolla en el uso del sistema formular, esto es, en la performance. Sólo en la medida en que se produce poesía los metros pueden evolucionar de la manera en que lo hacen; en otras palabras, las fórmulas preceden al metro, y es la estabilización del sistema que éstas constituyen lo que a su vez estabiliza el verso poético. En este sentido, la propuesta de Nagy, que depende en gran medida de una hipótesis sobre el desarrollo de la poesía homérica (Nagy, 1979 y 1996) diferente de la propuesta en la formulación original de la teoría oral de Parry, ofrece una visión más completa de la evolución de los procesos compositivos de la poesía heroica que la teoría más específicamente colométrica de Gentili y Giannini.

La tendencia a poner el énfasis en la performance es también clara en la propuesta de David, y en general en la teoría coral. El origen del hexámetro que se propone en esta corriente está, más aun que en las posiciones recién mencionadas, ligado a la instancia de performance de los textos poéticos. Fundada sobre el concepto arcaico de μουσική o χορεῖα (David, 2006; Nagy, 2010), que refiere a la instancia de performance en su combinación de canto, música y danza, la hipótesis que la teoría propone fue originalmente formulada por Georgiades (1956 [1949]). El hexámetro no es un metro originado en el lenguaje griego, sino en la danza, específicamente en el baile denominado συρτός (la propuesta original de Georgiades lo ubicaba en el καλαματιανός, del cual el συρτός es la variante insular). David (2006: 94-137) defiende la propuesta a partir del análisis del testimonio antiguo, y en trabajos anteriores yo mismo lo he hecho sobre la base de estudios cuantitativos (Abritta 2010a y 2010b) y, en colaboración con el Dr. Daniel Torres (Abritta y Torres, 2013), sobre la base del análisis filológico de los poemas homéricos. El estudio de la viabilidad de esta propuesta será, sin embargo, uno de los ejes centrales del presente proyecto.

Objetivos:

· Realizar un estudio integral de los rasgos métrico-prosódicos de los metros estíquicos (hexámetro, trímetro yámbico y dístico elegíaco) de la poesía griega antigua desde sus inicios hasta la Antigüedad tardía.

· Establecer un panorama coherente que dé cuenta del rol del acento tonal del griego antiguo en la poesía.

· Analizar las hipótesis existentes sobre el origen de los metros griegos (en particular del hexámetro), a fin de verificar la plausibilidad de la hipótesis coral de su origen en formas de baile.

· Estudiar algunos recursos métrico-prosódicos en algunas de las obras poéticas del corpus seleccionado.

Metodologia: El eje central del presente proyecto es el análisis de datos obtenidos del corpus poético seleccionado a fin de identificar rasgos formales que distingan cada metro, cada época, cada autor o cada género. Dicho análisis, como se ha observado más arriba (ver “estado de la cuestión”), tiene una larga tradición en los estudios clásicos; sin embargo, y naturalmente, hoy en día la metodología para llevar adelante análisis cuantitativos es sustancialmente distinta a la del siglo XIX, por varias razones, ligadas, en primer lugar, a la utilización de la computadora y, en segundo lugar, al desarrollo de la ciencia de la estadística.

Con respecto al uso de la computadora, a su vez, hay dos razones importantes por las que la metodología ha cambiado. Primero, la capacidad de análisis cuantitativo de los procesadores electrónicos es muy superior a la de la mente humana, tanto en velocidad como en precisión. El tamaño del corpus estudiado habría debido ser muchísimo menor, y la cantidad de errores en la recopilación y conteo muchísimo mayor si el trabajo de extracción de datos hubiera tenido que realizarse completamente a mano. Sin embargo, y como contrapartida a las ventajas que ofrece, la utilización de la computadora para el análisis implica la codificación de los textos a un lenguaje que ésta sea capaz de comprender, a fin de poder responder a las solicitudes de información que el usuario le realiza. Parte fundamental de la metodología de este proyecto es el desarrollo de dicho lenguaje, y de las herramientas para leerlo (ver “Apéndice a metodología”).

La segunda razón por la cual la difusión del uso de la computadora es fundamental en la metodología de este estudio es que, habida cuenta del alcance de internet y la accesibilidad de la información, los resultados de los análisis cuantitativos no pueden ser hoy ya propiedad exclusiva de un autor, aunque éste sea quien los lleva a cabo. Como señalan Bamman y Crane (2011: 80), el ideal actual para los estudios lingüísticos basados en datos es que el lector pueda acceder a la fuente de esos datos, en la medida de lo posible incluso a la lista de lugares específicos de los que dichos datos son extraídos. Utilizando un ejemplo similar al mencionado por los autores, lo que se pretende, ante una afirmación como “[en Ilíada y Odisea,] el décimo elemento [esto es, el arsis del quinto pie] de la línea [léase, del hexámetro] es monosilábico sólo alrededor de una vez cada dieciocho líneas” (Maas, 1962: 82; con referencia a Ludwich, 1885: 215) es saber sobre la base de qué corpus se ha descubierto esto, qué líneas son las que contienen un elemento monosilábico, etc.

Durante la mayor parte de la historia de nuestra disciplina, el acceso a los datos utilizados para realizar afirmaciones de estas características era imposible, a menos que su autor proveyera el material crudo de su trabajo, lo que sólo era viable, cuando lo era, a través del contacto personal. Las lecciones que todos hemos aprendido sobre métrica se sustentan, en este sentido, en la confianza depositada en una serie de investigadores que fueron construyendo el conjunto de enunciados claves para la lectura de los versos. Hoy, esto no es más una opción. La verificabilidad de las afirmaciones que se realizan es esencial, y por ello es imprescindible que sea posible revisar cada uno de los pasos que llevan a las conclusiones que se proponen. Por esta razón, un aspecto fundamental de este proyecto, quizás el más significativo, es la publicación en línea de los textos poéticos griegos codificados, junto con las herramientas para su lectura. Cada uno de los archivos de datos será subido al blog https://greekmps.wordpress.com, junto con las tablas para analizarlos y las más específicas que se realicen para investigaciones parciales en el contexto de este proyecto. En el mismo lugar podrán hallarse explicaciones de cada uno de los pasos del análisis, junto con una historia del desarrollo del sistema de codificación y análisis. Se garantiza de esta manera la máxima difusión y verificabilidad de la investigación que se realiza.

Como se dijo más arriba, la segunda razón por la que la metodología de los análisis cuantitativos ha cambiado es el desarrollo de la ciencia de la estadística. Los grandes avances en el análisis matemático de datos a principios del siglo XX, especialmente los debidos a Karl Pearson, impiden que las conclusiones que se alcancen en un análisis contemporáneo sean idénticas a las que se presentan, por ejemplo, en el trabajo de Maas. Si bien el análisis meramente descriptivo, que implica la presentación de cantidades absolutas o relativas (porcentuales) de un fenómeno determinado, sigue siendo importante, hoy es necesario apelar a herramientas matemáticas de un mayor grado de complejidad para garantizar que lo que se está observando es de hecho significativo, o un mero producto del azar. A su vez, y como correlato de esto, ciertos datos que, sin herramientas más finas de análisis, pueden pasar desapercibidos, con ellas salen a la luz como observaciones importantes sobre la naturaleza del metro, ya sea en general, ya en casos particulares.

En la filología clásica, este desarrollo ha sido importante en particular en el análisis cuantitativo del estilo (Kenny, 1982: 1-14), cuyo desarrollo acompañó el de la estadística. En el área de los estudios clásicos, este tipo de análisis tiene una larga tradición, empezando con los trabajos de Campbell y Ritter sobre los diálogos platónicos en el siglo XIX, y hasta el análisis de la datación de los poemas homéricos (incluyendo los himnos) y hesiódicos en Janko (1982), que utiliza herramientas estadísticas contemporáneas para ofrecer conclusiones sobre textos de poquísimas líneas de extensión. Las ventajas que estas herramientas ofrecen se hacen claras en el ejemplo que ofrece Kenny (1982: 5): el sociólogo Rowntree, estudiando la pobreza en York en 1899, obtuvo datos de todas las casas de clase trabajadora; cincuenta años más tarde, cuando la última encuesta de Rowntree se llevó a cabo, la teoría del muestreo había avanzado lo suficiente como para no necesitar encuestar a más del 11% de las casas. En el mismo sentido, en el presente proyecto se han recopilado muestras que en general no llegan a representar el 10% del total de las poblaciones de las que son extraídas (esto es, los textos): las herramientas matemáticas que se aplicarán para analizarlas, sin embargo, garantizan (o se pretende que garanticen), sin embargo, que serán suficientes para llegar a conclusiones correctas sobre los corpora que se han seleccionado.

De las muchas herramientas y conceptos que aparecen en la bibliografía que se utilizará en el presente proyecto (Kenny, 1982; Agresti, 2007; Mendenhall, Beaver y Beaver, 2009), las más importantes son sin dudas las de proporción o frecuencia relativa, los índices de correlación y las pruebas de significancia. El primero de estos conceptos se refiere a lo que usualmente se conoce como porcentaje, pero debe recordarse que el porcentaje no es más que una medida de la proporción. A los fines de analizar la distribución de datos en un texto, es importante tomar en cuenta sobre la base de qué se está considerando los datos; no es lo mismo, por ejemplo, considerar la proporción (la frecuencia relativa de) las palabras con final oxítono en la tercera tesis del hexámetro sobre la base de todas las palabras registradas en el texto en cuestión, sobre la base de todas las palabras que terminan en la tercera tesis o sobre la base de todas las palabras con final oxítono. Cada una de estas frecuencias relativas puede tener su aplicación en la resolución de un problema particular, y ser inútil a la hora de analizar otro. (La historia de la disciplina no adolece de casos en donde la falta de atención a esto ha sido problemática; es lo que demuestran las críticas de Newton, 1969 a la teoría del stress de Allen, donde el cambio de la base de las frecuencias cambia radicalmente los resultados que se obtienen. Un análisis de la importancia de esta problemática, junto con una explicación más detallada sobre el concepto de frecuencia relativa, puede hallarse en Devine y Stephens, 1976).

Los índices de correlación y las pruebas de significancia son herramientas más avanzadas que el cálculo simple de proporciones. Los primeros sirven para estudiar la relación de dos fenómenos cuantitativos, incluyendo la ausencia de relación. Estos índices (de los cuales el coeficiente de Pearson será el más utilizado) permiten saber, por ejemplo, si la cantidad de pausas en una línea está relacionada de alguna manera con la cantidad de cierto tipo de acento, o si el porcentaje de aparición de cierto fenómeno acentual está relacionado con la época del texto que se analiza. Para este tipo de estudios, los índices de correlación (y un poco de ingenio para convertir variables cualitativas en cuantitativas) son eficaces.

Finalmente, las pruebas de significancia, en particular la prueba χ2, son hoy en día fundamentales en cualquier trabajo de análisis cuantitativo. Su objetivo es, como indica su nombre, verificar la significancia de un determinado conjunto de datos. En particular, la prueba de χ2 sirve para estimar la confiabilidad de un modelo de distribución; en otras palabras, para determinar si lo que se observa en un conjunto de datos es de hecho lo que se esperaría (o se esperaba) que pasara al contar dichos datos. La prueba de χ2 sirve, poniendo un ejemplo sencillo, para determinar si es significativo que, en un conjunto de cien objetos, sesenta tengan la característica A y cuarenta la característica incompatible B, si lo que se esperaba es que dichas características estuvieran distribuidas en forma aleatoria (lo que idealmente habría generado una distribución de cincuenta A y cincuenta B). En el caso del análisis de datos que ocupará la mayor parte de este proyecto, la prueba de χ2 será fundamental, habida cuenta de que el objetivo que aparecerá regularmente en el estudio de los distintos problemas que se encararán es si de hecho la distribución de ciertas palabras, de ciertas cantidades silábicas o de ciertos acentos está determinada por el azar o si detrás de ella puede observarse la voluntad del poeta por favorecer o evitar ciertas posiciones.

Finalmente, es indispensable señalar que, más allá del hecho de que el análisis cuantitativo constituye el tronco del presente proyecto, la codificación de los datos se sostiene sobre un previo estudio filológico de los textos. En continuidad con investigaciones previas realizadas en el contexto de la Beca EVC-CIN y en concordancia con lo propuesto en el proyecto UBACyT dirigido por el Dr. Daniel Torres (véase “Justificación de la relevancia”), se identifican tres aspectos de este análisis, a saber; 1. cotejo de ediciones críticas autorizadas; 2. estudio de fuentes literarias; y 3. estudio de testimonios arqueológicos, papirológicos y epigráficos. El presente proyecto limitará al mínimo, dado el alcance del corpus necesario para llevarlo a cabo, el primero de estos aspectos; no obstante, al comienzo del estudio de cada autor me propongo revisar el grado de concordancia de las ediciones, a fin de tener un conocimiento apropiado de la variabilidad de las fuentes. A su vez, los puntos 2 y 3 exigen que éstas se examinen atendiendo a los criterios de las ciencias de la cultura, lo que implica una detenida atención a los medios socio-culturales en los que las fuentes se hallan. Este enfoque exige supeditar la interpretación de los textos al conjunto de los testimonios, en contraste con enfoques aislacionistas. En resumidas cuentas, la investigación propuesta adopta los criterios y métodos de la “poética cultural” o “neohistoriscismo” (Dougherty y Kurke, 1998), que combina las aproximaciones intertextuales con el estudio del intercambio de los códigos culturales que informan los diversos discursos transmitidos mediante testimonios de variada especie.

Apéndice a la metodología: el sistema de codificación y análisis de datos

El software seleccionado para conducir los análisis de datos que se realizarán en el presente proyecto es el Microsoft Excel. El objetivo del presente parágrafo es explicar el proceso que permite, primero, convertir un texto griego a un lenguaje que este programa sea capaz de leer, segundo, extraer a partir de dicho código la información sobre el texto que se pretende. Es necesario aclarar, antes de comenzar la explicación, que este proceso de transformación no se da sin pérdida: como en toda traducción de un lenguaje a otro algo queda en el camino. No obstante, desarrollar un sistema que permita, a partir del texto crudo, extraer información métrica y prosódica, aunque teóricamente posible (de hecho, se están desarrollando sistemas capaces de hacer al menos una parte de esto, véase Fusi, 2008), requiere una formación y un tipo de trabajo que está más allá del alcance del autor de este proyecto. Dicho esto, y tomando en cuenta que en intentos anteriores (por ejemplo, Rodríguez Jiménez, 1992) de desarrollar un proceso de codificación similar al que aquí se utilizará la pérdida fue muy grande, el código que se ha desarrollo permite recuperar una cantidad de información que no sólo alcanza para satisfacer los objetivos del presente proyecto, sino que los supera ampliamente. Merece señalarse, por otro lado, que, de presentarse problemas puntuales que el código no permita resolver, éste servirá como base para desarrollar ampliaciones que sí lo hagan.

En la descripción que sigue doy por sentado que el lector está familiarizado con los conceptos esenciales sobre el metro griego, el hexámetro y el trímetro que pueden hallarse en Maas (1962) y West (1982), así como con los conceptos prosódicos expuestos en los textos de Allen (1973 y 1987), David (2006) y Abritta (2010a). Habida cuenta de que éstos son descripciones básicas que no tienen lugar en el presente proyecto (como sí lo tendrán en el texto definitivo de la tesis), esta suposición es necesaria. A su vez, es necesario incorporar desde el principio una nota terminológica, dado que la inusual combinación de análisis métricos y acentuales requiere discernir cuándo uno está hablando de “posición” en el metro y cuándo está hablando de “posición” del acento en la palabra. A fin de dejar esto claro, para referirme a lo primero usaré siempre “ubicación”, reservando “posición” para lo segundo.

El punto de partida de codificación es, naturalmente, el texto griego. A modo de ejemplo, y como guía para toda la descripción que sigue, utilizaré dos pares de versos del corpus, Il. 1.511-2 (muestra A) y Sóf, OT, 1-2 (muestra B). (Dejo de lado en este punto la explicación de la codificación del dístico elegíaco, porque no es más que la ampliación de la codificación del hexámetro.)

A. Ὣς φάτο· τὴν δ' οὔ τι προσέφη νεφεληγερέτα Ζεύς,

ἀλλ' ἀκέων δὴν ἧστο· Θέτις δ' ὡς ἥψατο γούνων

B. Ὦ τέκνα, Κάδμου τοῦ πάλαι νέα τροφή,

τίνας ποθ' ἕδρας τάσδε μοι θοάζετε

En estas cuatro líneas hay infinidad de información métrica y lingüística, de la cual se necesita extraer la mayor cantidad posible. Un primer paso podría ser el realizar un análisis métrico de los textos, incluyendo las marcas para sílaba larga (), sílaba breve (), fin de pie (|), cesura (⫽) y diéresis (‖). (Hay diversas lecturas posibles de las cesuras de las siguientes líneas, dependiendo del enfoque que uno elija; esto, sin embargo y como se explicará más abajo, no es particularmente importante a los fines de este proyecto.)

A. ‖ | | ⫽ | |

| ⫽ | ⫽ | ⫽ |

B | ⫽ | | | |

| | ⫽ | | |

Estos análisis, aunque correctos, no sirven al propósito de la codificación por varias razones. La primera, los caracteres no pueden ser leídos por el software seleccionado. La segunda, aun si éste los comprendiera, no están presentados en forma tal que pueda contarlos. La tercera, dejan de lado casi toda la información que está en el texto original, para concentrase en los rasgos métricos más abstractos. Ahora bien, se necesitan soluciones para estos tres inconvenientes. Dejando de lado por ahora el último (se volverá sobre ella cuando se resuelvan los otros), lo primero es comprender cómo funciona el programa Excel. Cualquiera que haya alguna vez abierto una hoja de cálculo con este software sabe que los documentos están constituidos por un conjunto de celdas, identificadas por letras (columnas) y números (filas). El programa es capaz de leer la información en dos niveles simultáneos: ubicación (por ejemplo, A2, esto es, primera columna, segunda fila) y contenido.

Afortunadamente, algo similar sucede con los metros griegos que se están analizando: éstos se organizan a partir de ubicación (arsis y tesis, utilizando la terminología antigua, que a los fines de la codificación es más cómoda que las colométricas) y contenido (sílaba breve, sílaba larga). La primera fase del proceso de codificación, entonces, será la adaptación de un formato al otro. Así, en la tabla de codificación del hexámetro se ubicarán las diecisiete ubicaciones posibles (utilizando Tx para señalar las tesis, Axa para señalar la primera ubicación de un arsis dactílica y Axb para la segunda) en las dieciocho primeras columnas, dejando la primera libre para identificar el verso que se está codificando. Utilizando L para “sílaba larga” y B para “sílaba breve” (códigos más legibles para el Excel que “” y “”), la muestra A, quedaría de la siguiente manera:

A. Ὣς φάτο· τὴν δ' οὔ τι προσέφη νεφεληγερέτα Ζεύς,

ἀλλ' ἀκέων δὴν ἧστο· Θέτις δ' ὡς ἥψατο γούνων

Muestra A

T1

A1a

A1b

T2

A2a

A2b

T3

A3a

A3b

T4

A4a

A4b

T5

A5a

A5b

T6

A6

Il. 1. 511

L

B

B

L

L

¿?

L

B

B

L

B

B

L

B

B

L

L

Il. 1. 512

L

B

B

L

L

¿?

L

B

B

L

L

¿?

L

B

B

L

L

Puede observarse que el costo de esta adaptación es bastante alto. En primer lugar, porque se ha perdido la información de las cesuras y las diéresis. En segundo, porque los pies espondaicos no tienen una segunda ubicación en el arsis, y por lo tanto no pueden ser codificados con este sistema. Hay soluciones para ambos inconvenientes, sin embargo. La correspondiente al primero se detallará más abajo; para resolver el segundo basta con reemplazar en la tabla los signos de interrogación con 0. La aparición de este número indicará al software que esa ubicación no tiene información (porque no existe en el verso en cuestión), y por lo tanto que el pie es espondaico. (Sería posible lograr lo mismo dejando el espacio en blanco, sin embargo, esto complicaría la extracción de información por lo que es mejor de hecho indicar la ausencia de datos en la celda.) La tabla, por lo tanto, se vería de este modo:

A. Ὣς φάτο· τὴν δ' οὔ τι προσέφη νεφεληγερέτα Ζεύς,

ἀλλ' ἀκέων δὴν ἧστο· Θέτις δ' ὡς ἥψατο γούνων

Muestra A

T1

A1a

A1b

T2

A2a

A2b

T3

A3a

A3b

T4

A4a

A4b

T5

A5a

A5b

T6

A6

Il. 1. 511

L

B

B

L

L

0

L

B

B

L

B

B

L

B

B

L

L

Il. 1. 512

L

B

B

L

L

0

L

B

B

L

L

0

L

B

B

L

L

El caso del trímetro es algo más complicado, porque en este metro las tesis y la primera arsis pueden disolverse, esto es, ser reemplazados por dos sílabas breves. La solución es similar a la utilizada para los espondeos en el hexámetro: las doce ubicaciones básicas del trímetro se amplían en la tabla a dieciocho, para incluir todas las posibles disoluciones; cuando la tesis es ocupada, como en la mayoría de los casos, por una sílaba larga, las ubicaciones virtuales (que en la siguiente tabla indico con un asterisco) son cargadas con 0. Así, la muestra B de arriba quedaría codificada:

B. Ὦ τέκνα, Κάδμου τοῦ πάλαι νέα τροφή,

τίνας ποθ' ἕδρας τάσδε μοι θοάζετε

Muestra B

A1a

*A1b

T1a

*T1b

A2

T2a

*T2b

A3

T3a

*T3b

A4

T4a

*T4b

A5

T5a

*T5b

A6

T6

Sof., OT 1

L

0

L

0

B

L

0

L

L

0

B

L

0

B

L

0

B

L

Sof., OT 2

B

0

L

0

B

L

0

L

L

0

B

L

0

B

L

0

B

B

En los pies del segundo al quinto, la codificación de disoluciones es sencilla: simplemente se utilizan las tres celdas para cargar las tres sílabas del pie (ya sea éste tribráquico, dactílico o, eventualmente, anapéstico). En el primero, los tríbracos y los dáctilos se cargan en A1a, T1a y *T1b (se entiende que las dos sílabas breves provienen en estos casos de la disolución de la tesis), los anapestos en A1a, *A1b y T1a (se entiende en este caso que las sílabas breves provienen de la disolución de una arsis larga) y los eventuales proceleusmáticos, obviamente, ocupan las cuatro ubicaciones.

Ahora, con la estructura de las tablas ya definida, es posible encarar el tercer problema de los mencionados más arriba, esto es, la pérdida de información que produce esta codificación. Es evidente que el código compuesto de “L” y “B” (recuérdese que 0 no es parte del código, sino el indicador de espacio en blanco) no informa demasiado. ¿Qué datos es posible o conveniente obtener? Si se quisiera un código que, por ejemplo, indicase también si la sílaba es cerrada o abierta, podrían duplicarse los datos, utilizando una letra para sílaba larga abierta, otra para sílaba larga cerrada, etc. Debería discriminarse, a su vez, entre sílabas largas cerradas con vocal breve y sílabas largas cerradas con vocal larga. Por otro lado, es deseable indicar, dados los objetivos del presente estudio, el tipo de prosodia de cada sílaba, por lo que a las cinco categorías señaladas habría que dividirlas en función de las posibilidades prosódicas: “L”, que indica sílaba larga abierta, por ejemplo, habría que dividirla en cinco signos (sílaba larga abierta sin acento, tras acento agudo, con circunflejo, con agudo y con grave); “B”, que indica sílaba breve abierta, en tres (sin acento, con agudo y con grave).

Este complejo código de veintiún signos, si bien contiene más información que el original de dos, dificulta enormemente la extracción de información, y no soluciona el problema de las cesuras y las diéresis mencionado más arriba. Tampoco es un sistema completo, dado que no distingue diptongos, no especifica qué clase de consonante cierra las sílabas, no permite ubicar crasis o sinéresis, etc. Finalmente, no soluciona el mencionado inconveniente de la imposibilidad de identificar cesuras y diéresis, o en general finales de palabra. El camino por el que se ha avanzado, entonces no es el correcto.

Es necesario volver atrás al punto en donde el proceso de codificación se complejizó demasiado. Lamentablemente, tal punto está casi al principio, en la elaboración de las tablas. Las que se usaron hasta aquí han supuesto que toda la información que se halla en la línea puede ser codificada en un conjunto de diecisiete o dieciocho celdas (sin contar la que indica el verso) que se corresponden con todas las ubicaciones de los metros. Sin embargo, es claro que no es así. Como enseña la tradición de estudios métricos, hay al menos dos sistemas diferentes de información en cada línea: la información de métrica externa (esto es, la sucesión de sílabas largas y sílabas breves) y la métrica interna (esto es, la ubicación de las palabras). Se necesitan dos juegos de celdas por cada verso para identificar al menos estos dos conjuntos de datos. Si se recupera el código básico de “L” y “B”, y se le agrega otro en donde “X” indique final de palabra (dada la posibilidad de indicar final de palabra en vez de cesuras o diéresis, lo primero es preferible, por la simple razón de que ofrece mayor cantidad de información), una tabla doble como la que se ha descrito se vería así para las muestras A y B:

A. Ὣς φάτο· τὴν δ' οὔ τι προσέφη νεφεληγερέτα Ζεύς,

ἀλλ' ἀκέων δὴν ἧστο· Θέτις δ' ὡς ἥψατο γούνων

Muestra A

T1

A1a

A1b

T2

A2a

A2b

T3

A3a

A3b

T4

A4a

A4b

T5

A5a

A5b

T6

A6

Il. 1. 511

L

B

B

L

L

0

L

B

B

L

B

B

L

B

B

L

L

X

0

X

X

X

0

X

0

0

X

0

0

0

0

0

X

X

Il. 1. 512

L

B

B

L

L

0

L

B

B

L

L

0

L

B

B

L

L

X

0

0

X

X

0

0

X

0

X

X

0

0

0

X

0

X

B. Ὦ τέκνα, Κάδμου τοῦ πάλαι νέα τροφή,

τίνας ποθ' ἕδρας τάσδε μοι θοάζετε

Muestra B

A1a

*A1b

T1a

*T1b

A2

T2a

*T2b

A3

T3a

*T3b

A4

T4a

*T4b

A5

T5a

*T5b

A6

T6

Sof., OT 1

L

0

L

0

B

L

0

L

L

0

B

L

0

B

L

0

B

L

X

0

0

0

X

0

0

X

X

0

0

X

0

0

X

0

0

X

Sof., OT 2

B

0

L

0

B

L

0

L

L

0

B

L

0

B

L

0

B

B

0

0

X

0

X

0

0

X

0

0

X

X

0

0

0

0

0

X

Este nuevo sistema, aunque claramente superior al anterior, adolece del mismo problema: no ofrece mucha información que sería deseable obtener. Afortunadamente, sí ofrece más posibilidades para solucionar este inconveniente, porque tiene más espacio para incorporar datos, y por lo tanto no es necesario amontonar toda la información en un solo carácter en una sola celda. La pregunta que queda, no obstante, es cómo organizar el código. Para ello, es necesario considerar qué tipo de datos se busca recuperar. En principio, pueden identificarse tres grupos: datos sobre los tipos de acento, datos sobre los tipos de sílaba y datos de orden superior, como la clisis, la aparición de elisiones, la puntuación, etc. A fin de poder incorporarlos al código, es necesario asignar estos grupos a una de las dos secciones de la tabla. Habiendo intentado y fracasado en codificar los tipos de sílaba en la primera sección, es claro que éstos deben ir en la segunda. Lo mismo sucede con los datos de orden superior, por motivos que quedarán claros más adelante. Los tipos de acento, sin embargo, pueden ocupar la primera sección, si se considera que hay apenas nueve posibles tipos en cada celda (véase el párrafo siguiente). En este punto, entonces, es posible detenerse y elaborar los códigos correspondientes a cada uno de estos grupos.

Puede empezarse por la codificación de los tipos de acento, que es la más sencilla. Si bien este primer código no toma en cuenta el tipo de sílaba, se debe respetar la división mínima entre largas y breves, porque no es deseable que se confunda, por ejemplo, un acento agudo en una sílaba breve con uno en una sílaba larga. Si se recuerdan las posibilidades acentuales señaladas más arriba, hay cinco posibles prosodias en una larga: sin acento, con acento barítono post-agudo, con circunflejo, con agudo o con grave. A estas cinco es necesario agregar el caso de los acentos agudos en sílabas cerradas con resonantes (líquidas y nasales) con vocal breve, porque estos tienen características especiales. En el caso de las sílabas breves, las posibilidades son tres: sin acento, con agudo o con grave. En total, por lo tanto, el código consta de nueve signos, a los que, por comodidad, se pueden asignar los nueve caracteres del sistema decimal:

· “1”: Sílaba larga sin acento.

· “2”: Sílaba larga post-agudo.

· “3”: Circunflejo.

· “4”: Sílaba larga cerrada con resonante con vocal breve con agudo.

· “5”: Sílaba larga con agudo.

· “6”: Sílaba larga con grave.

· “7”: Sílaba breve con agudo.

· “8”: Sílaba breve con grave.

· “9”: Sílaba breve sin acento.

Si se utiliza este código en la primera línea de las tablas de arriba para las muestras A y B, el resultado es el siguiente:

A. Ὣς φάτο· τὴν δ' οὔ τι προσέφη νεφεληγερέτα Ζεύς,

ἀλλ' ἀκέων δὴν ἧστο· Θέτις δ' ὡς ἥψατο γούνων

Muestra A

T1

A1a

A1b

T2

A2a

A2b

T3

A3a

A3b

T4

A4a

A4b

T5

A5a

A5b

T6

A6

Il. 1. 511

6

7

9

6

1

0

2

9

9

2

9

9

1

9

9

2

5

X

0

X

X

X

0

X

0

0

X

0

0

0

0

0

X

X

Il. 1. 512

1

9

9

2

6

0

3

9

9

2

1

0

5

9

9

1

2

X

0

0

X

X

0

0

X

0

X

X

0

0

0

X

0

X

B. Ὦ τέκνα, Κάδμου τοῦ πάλαι νέα τροφή,

τίνας ποθ' ἕδρας τάσδε μοι θοάζετε

Muestra B

A1a

*A1b

T1a

*T1b

A2

T2a

*T2b

A3

T3a

*T3b

A4

T4a

*T4b

A5

T5a

*T5b

A6

T6

Sof., OT 1

3

0

5

0

9

1

0

2

3

0

9

2

0

9

2

0

9

5

X

0

0

0

X

0

0

X

X

0

0

X

0

0

X

0

0

X

Sof., OT 2

9

0

2

0

9

1

0

2

5

0

9

1

0

9

5

0

9

9

0

0

X

0

X

0

0

X

0

0

X

X

0

0

0

0

0

X

Ciertas decisiones deben señalarse. Primero, la codificación distingue entre finales de verso largos y breves (lo ha hecho en todos los casos, pero ahora esto cobra mayor importancia). Esta decisión, tomada pensando en el modo de ejecución de estos versos, deberá ser corroborada en estudios posteriores. Segundo, el código no indica los acentos agudos que preceden a las sílabas largas post-agudo, porque en realidad la posición enfática la ocupan éstas últimas. La posición de estos agudos, si se necesitara conocer, podría obtenerse fácilmente. Tercero, a los fines de identificar tipos de acento, las sucesiones de clíticos se consideran palabras, como demuestra la asignación de acento post-agudo al τι de la tercera arsis de la primera línea de la muestra A. Ésta es otra decisión que habrá que corroborar. Cuarto, se ha entendido que los agudos en sílabas cerradas antepenúltimas con vocal breve no deben considerarse como acentos de tipo 4 – agudo en sílaba cerrada con vocal breve, como en ἄνδρα, que no se halla en las muestras –, sino como acentos de tipo 5 – agudo en sílaba larga, como en τροφή –; una palabra como στέμματα, no se codificaría “4 9 9” sino “5 9 9”. La razón es que la distribución de este tipo de acentos es claramente diferente. Una prueba de esto es necesaria, y será publicada en el transcurso de este proyecto. Finalmente, los acentos de tipo 2 no distinguen entre diferentes sílabas largas (cerradas con vocal breve, con vocal larga, diptongos). Esto, nuevamente, se hace claro en su distribución.

Con esto se completa el código de la primera sección de la tabla. Es necesario ahora dirigir la atención a la segunda. Inmediatamente se presenta un problema, dado que la codificación en esta línea no está presentada por sílaba, sino por palabra. Nótese que, de hecho, en los lugares en donde no hay fin de palabra no hay información (como indica el 0). Una opción para codificar sería colocar los datos por sílaba, agregando la información sobre la posición de la sílaba en la palabra y su tipo. φάτο, por ejemplo, se codificaría “2B 1B”, con la numeración partiendo del final (así, “1” indicaría final de palabra), y ἀκέων “3B 2B 1L”. Este mecanismo, aunque permitiría recuperar buena parte de la información que se necesita, hace muy dificultosa su recolección. Para rearmar las palabras, dispersas en las diferentes ubicaciones que ocupan, se necesitaría un sistema que identifique sus límites, y una programación semejante es inmensamente compleja.

Un segundo camino más sencillo se presenta: en vez de distribuir las sílabas en las ubicaciones que ocupan, estas podrían estar todas juntas en la celda de la palabra. Así, la estructura de cada palabra podría recuperarse inmediatamente; se complica, es cierto, el reconocimiento de qué tipo de sílaba ocupa cada ubicación del metro, pero no lo suficiente como para perder el dato. Si a este sistema se incorporan códigos para diferentes tipos de sílaba, entonces se puede avanzar en el proceso de traducción del texto en la segunda sección. De las muchas clasificaciones posibles, el código que he desarrollado para este trabajo es el siguiente:

· “L”: Sílaba larga abierta

· “Y”: Sílaba larga cerrada o superlarga

· “O”: Sílaba alargada (son comunes en Homero)

· “N”: Sílaba cerrada por consonante líquida con vocal breve

· “K”: Sílaba cerrada por consonante oclusiva con vocal breve

· “M”: Sílaba cerrada por sibilante con vocal breve

· “J”: Diptongo largo

· “U”: Crasis

· “I”: Sinéresis

· “P”: Diptongo en final de línea (incluyendo los diptongos al final de un parlamento en medio del verso, muy comunes en la comedia)

· “B”: Sílaba breve abierta

· “Ñ”: Diptongo breve

· “V”: Sílaba breve con consonante final

· “H”: Sílaba abreviada

La selección es naturalmente cuestionable, y sin duda es perfectible. Sin embargo, ofrece una cantidad de información más que suficiente, a los fines del presente proyecto, para analizar la estructura de las palabras. Se observará la ausencia de los grupos muta cum líquida; se han dejado de lado puesto que han sido largamente estudiados en la bibliografía y porque un estudio métrico-prosódico de estos grupos está más allá de los alcances de este trabajo, que pretende sentar las bases de este tipo de análisis, no realizarlos todos. Con este código, las tablas de las muestras A y B se verían del siguiente modo:

A. Ὣς φάτο· τὴν δ' οὔ τι προσέφη νεφεληγερέτα Ζεύς,

ἀλλ' ἀκέων δὴν ἧστο· Θέτις δ' ὡς ἥψατο γούνων

Muestra A

T1

A1a

A1b

T2

A2a

A2b

T3

A3a

A3b

T4

A4a

A4b

T5

A5a

A5b

T6

A6

Il. 1. 511

6

7

9

6

1

0

2

9

9

2

9

9

1

9

9

2

5

Y

0

BB

Y

L

0

K

0

0

BBL

0

0

0

0

0

BBLBBK

L

Il. 1. 512

1

9

9

2

6

0

3

9

9

2

1

0

5

9

9

1

2

N

0

0

BBY

L

0

0

YB

0

BM

L

0

0

0

YBB

0

LL

B. Ὦ τέκνα, Κάδμου τοῦ πάλαι νέα τροφή,

τίνας ποθ' ἕδρας τάσδε μοι θοάζετε

Muestra B

A1a

*A1b

T1a

*T1b

A2

T2a

*T2b

A3

T3a

*T3b

A4

T4a

*T4b

A5

T5a

*T5b

A6

T6

Sof., OT 1

3

0

5

0

9

1

0

2

3

0

9

2

0

9

2

0

9

5

L

0

0

0

KB

0

0

KL

L

0

0

BJ

0

0

BL

0

0

BL

Sof., OT 2

9

0

2

0

9

1

0

2

5

0

9

1

0

9

5

0

9

9

0

0

BM

0

V

0

0

KY

0

0

YB

J

0

0

0

0

0

BKBB

Naturalmente, la mera presencia de información en una celda de la segunda sección indica que allí termina una palabra.

Ahora bien, antes de analizar cómo introducir los datos de orden superior, es necesario encontrar un modo de asociar la información de estas dos secciones, a fin de poder extraer, por ejemplo, la información sobre el tipo de acento que tiene una palabra. Se podría simplemente incorporar dicha información en el código de la segunda sección, pero eso generaría redundancias y ambigüedades. Si, por ejemplo, se codificara φάτο en la muestra A con “7BB”, indicando que es una palabra de forma pírrica (BB) con un acento agudo en sílaba breve, no se estaría señalando dónde está ese acento. El usuario puede notar inmediatamente que, dado que la palabra ocupa las ubicacione A1a y A1b de la línea, y que hay un 7 en la ubicación A1a, el acento de φάτο está en su primera sílaba; sin embargo, el objetivo del código es que el programa sea capaz de notar esto. La solución, afortunadamente, es relativamente simple: en lugar de incorporar a la estructura silábica de la palabra codificada en la segunda sección el tipo de acento, hay que incorporarle la posición del acento. Así, φάτο no sería codificado “BB” ni “7BB”, sino “2BB”, indicando al sistema con el “2” que el acento de la palabra está en penúltima posición, y por lo tanto que su tipo de acento debe buscarse, en la sección de codificación de tipo de acento, no en la celda correspondiente al final de la palabra (es decir, A1b), sino en la inmediatamente anterior que posea información (es decir, A1a). Esta última aclaración es importante, puesto que si no habría que incorporar códigos para que el sistema distinga cuándo el acento está en una de las ubicaciones virtuales y cuándo en una de las reales; nótese que la inmediatamente anterior de aquella en la que termina τέκνα en la muestra B, codificado en este sistema “2KB”, es la correspondiente a la segunda ubicación de una primera tesis disuelta, es decir, *T1b, donde en la muestra B, naturalmente, hay un 0. El código en este caso es extremadamente sencillo (pero es importante no confundirlo con el otro código numérico que utiliza el sistema):

· “0”: Palabra sin acento gráfico.

· “1”: Palabra con acento en la última sílaba.

· “2”: Palabra con acento en la penúltima sílaba.

· “3”: Palabra con acento en la antepenúltima sílaba.

Las tablas, entonces, quedarían de la siguiente manera:

A. Ὣς φάτο· τὴν δ' οὔ τι προσέφη νεφεληγερέτα Ζεύς,

ἀλλ' ἀκέων δὴν ἧστο· Θέτις δ' ὡς ἥψατο γούνων

Muestra A

T1

A1a

A1b

T2

A2a

A2b

T3

A3a

A3b

T4

A4a

A4b

T5

A5a

A5b

T6

A6

Il. 1. 511

6

7

9

6

1

0

2

9

9

2

9

9

1

9

9

2

5

1Y

0

2BB

1Y

1L

0

0K

0

0

1BBL

0

0

0

0

0

1BBLBBK

1L

Il. 1. 512

1

9

9

2

6

0

3

9

9

2

1

0

5

9

9

1

2

1N

0

0

1BBY

1L

0

0

2YB

0

1BM

0L

0

0

0

3YBB

0

1LL

B. Ὦ τέκνα, Κάδμου τοῦ πάλαι νέα τροφή,

τίνας ποθ' ἕδρας τάσδε μοι θοάζετε

Muestra B

A1a

*A1b

T1a

*T1b

A2

T2a

*T2b

A3

T3a

*T3b

A4

T4a

*T4b

A5

T5a

*T5b

A6

T6

Sof., OT 1

3

0

5

0

9

1

0

2

3

0

9

2

0

9

2

0

9

5

1L

0

0

0

2KB

0

0

1KL

1L

0

0

1BJ

0

0

1BL

0

0

1BL

Sof., OT 2

9

0

2

0

9

1

0

2

5

0

9

1

0

9

5

0

9

9

0

0

1BM

0

0V

0

0

1KY

0

0

2YB

0J

0

0

0

0

0

3BKBB

Quedan por incorporar a este código, como se ha señalado, los rasgos de orden superior. Es decididamente difícil hacerlo en las dos secciones que se han codificado ya, por lo que la forma más sencilla de incorporarlos es agregar una tercera. Estos rasgos, por lo demás, caracterizan a las palabras en su conjunto, y por lo tanto deben acompañar a las celdas donde su estructura está codificada. La pregunta que sigue, naturalmente, es cómo incorporarlos. A los fines de este trabajo, los rasgos que se pretenden codificar son los siguientes:

· Puntuación

· Doble acento gráfico

· Elisión o prodelisión

· Palabra sin acento inicial precedida por un acento agudo

· Clisis, proclisis

· Nombres propios

Todos estos rasgos se caracterizan por poder interpretarse como preguntas por sí o por no. Una palabra está o no seguida de puntuación, tiene o no doble acento, tiene o no elidida su sílaba final, está o no precedida por un acento agudo, es o no un clítico y es o no un nombre propio. Es conveniente, por lo tanto, empezar a codificarlos con un signo que indique su ausencia, que será la letra “A”, y otro que indique su presencia, que será, en principio, la letra “S”. Si se asignara a cada celda de la segunda sección otra que invariablemente consistiera de seis caracteres que indicaran si cada uno de los rasgos está presente o no, las tablas para la primera mitad (las tablas completas ya no entran en el ancho de una hoja A4; indico con los corchetes las partes de los versos que no son codificadas aquí) de las muestras A y B se verían del siguiente modo:

A. Ὣς φάτο· τὴν δ' οὔ τι [προσέφη νεφεληγερέτα Ζεύς,]

ἀλλ' ἀκέων δὴν ἧστο· [Θέτις δ' ὡς ἥψατο γούνων]

Muestra A

T1

A1a

A1b

T2

A2a

A2b

T3

A3a

A3b

Il. 1. 511

6

7

9

6

1

0

2

9

9

1Y

0

2BB

1Y

1L

0

0K

0

0

AAAASA

SAAAAA

AAAASA

AAAASA

AAASSA

Il. 1. 512

1

9

9

2

6

0

3

9

9

1N

0

0

1BBY

1L

0

0

2YB

0

AASASA

AAAAAA

AAAASA

SAAAAA

B. Ὦ τέκνα, Κάδμου τοῦ [πάλαι νέα τροφή,]

τίνας ποθ' ἕδρας [τάσδε μοι θοάζετε]

Muestra B

A1a

*A1b

T1a

*T1b

A2

T2a

*T2b

A3

T3a

*T3b

Sof., OT 1

3

0

5

0

9

1

0

2

3

0

1L

0

0

0

2KB

0

0

1KL

1L

0

AAAAAA

SAAAAA

AAAAAS

Sof., OT 2

9

0

2

0

9

1

0

2

5

0

0

0

1BM

0

0V

0

0

1KY

0

0

AAAAAA

AASASA

AAAAAA

Se notará que no se han agregado 0 en la tercera línea: no son necesarios, dado que el sistema sólo lee esa línea cuando hay información en la anterior (eso es lo que implica que la tercera sección “acompañe” a la segunda”).

Dado que se puede instruir al Excel para que lea sólo uno de estos caracteres, provisto que los rasgos siempre aparezcan codificados en el mismo orden y siempre todos, este sistema de codificación para rasgos que sólo pueden estar presentes o ausentes es extremadamente útil. El código SASASA, por ejemplo, le indicaría al programa que la palabra está seguida de puntuación (la primera S), no tiene doble acento gráfico (la primera A), tiene elidida su vocal final (la segunda S), no está precedida por un acento agudo (la segunda A), es un clítico (la tercera S) y no es un nombre propio (la tercera A), todo en ese orden.

Aunque este sistema es eficiente, no es del todo correcto afirmar que los rasgos seleccionados sólo pueden estar o no estar: la puntuación puede ser un punto, una coma, un punto alto o un signo de pregunta, un clítico puede estar asociado con la palaba posterior o con la anterior, etc. Estas diferencias deben ser introducidas en el código. Esto no implica que éste deje de ser binario, dado que “A” sigue marcando la ausencia del rasgo y cualquier otra cosa su presencia (y es posible, con el Excel, contar “cualquier otra cosa”, más no sea de manera indirecta, restando las celdas donde el rasgo está marcado por A del total). Pero, si en vez de usar simplemente “S” se usaran una serie de signos, mucha más información podría introducirse en el sistema. A los fines del presente proyecto, el código para esta tercera y última serie de datos es el siguiente:

· Puntuación

· “A”: Sin puntuación

· “S”: Punto

· “D”: Punto alto

· “F”: Coma

· “G”: Signo de pregunta

· Doble acento gráfico

· “A”: Sin doble acento

· “S”: Con doble acento en sílaba abierta

· “D”: Con doble acento en sílaba cerrada con vocal breve

· Elisión o prodelisión

· “A”: Sin rasgo

· “S”: Elisión de vocal final

· “D”: Prodelisión de vocal inicial

· Palabra precedida por un acento agudo

· “A”: Sin rasgo

· “S”: Palabra precedida por un acento agudo

· “D”: Palabra precedida por un acento grave

· Tipo de palabra

· “A”: Palabra léxica (excepto nombres propios)

· “S”: Enclítico (clítico asociado con la palabra anterior)

· “D”: Proclítico (clítico asociado con la palabra siguiente)

· “F”: Nombre propio

Ciertas decisiones deben, nuevamente, señalarse. Primero, la incorporación de un signo para doble acento en sílaba cerrada con vocal breve sigue el mismo criterio que la incorporación de la categoría en los tipos de acento; como en la estructura de la palabra se marca siempre la posición del acento principal, para conservar la información de si el doble acento es cerrado o abierto esto debe señalarse aparte. Segundo, no se ha incorporado un símbolo para elisión y prodelisión combinadas, dado que el fenómeno es inusitado. La incorporación de un signo para las palabras precedidas por acento grave es una necesidad teórica, dado que la disciplina de los análisis métrico-prosódicos es nueva, y no se sabe todavía cuál es el rol en la poesía de este tipo de acentos. Finalmente, la fusión de la posición de los clíticos y los nombres propios tiene una explicación muy sencilla: no hay nombres propios que sean clíticos, por lo que no hay necesidad de asignar a estos dos rasgos dos espacios separados. Si una palabra es un clítico, a fortiori no es un nombre propio y viceversa. Con este sistema, las tablas de las primeras mitades de las muestras A y B se verían de la siguiente manera, que es la definitiva:

A. Ὣς φάτο· τὴν δ' οὔ τι [προσέφη νεφεληγερέτα Ζεύς,]

ἀλλ' ἀκέων δὴν ἧστο· [Θέτις δ' ὡς ἥψατο γούνων]

Muestra A

T1

A1a

A1b

T2

A2a

A2b

T3

A3a

A3b

Il. 1. 511

6

7

9

6

1

0

2

9

9

1Y

0

2BB

1Y

1L

0

0K

0

0

AAAAD

0

DAAAA

AAAAD

AAAAD

AAASS

Il. 1. 512

1

9

9

2

6

0

3

9

9

1N

0

0

1BBY

1L

0

0

2YB

0

AASAD

AAAAA

AAAAD

DAAAA

B. Ὦ τέκνα, Κάδμου τοῦ [πάλαι νέα τροφή,]

τίνας ποθ' ἕδρας [τάσδε μοι θοάζετε]

Muestra B

A1a

*A1b

T1a

*T1b

A2

T2a

*T2b

A3

T3a

*T3b

Sof., OT 1

3

0

5

0

9

1

0

2

3

0

1L

0

0

0

2KB

0

0

1KL

1L

0

AAAAA

FAAAA

AAAAF

Sof., OT 2

9

0

2

0

9

1

0

2

5

0

0

0

1BM

0

0V

0

0

1KY

0

0

AAAAA

AASAS

AAAAA

En las hojas de Excel reales que podrán observarse en https://greekmps.wordpress.com, estos tres códigos en realidad se despliegan en una sola fila correspondiente a un verso, lo que facilita la extracción de la información y hace más simple la incorporación de datos.

Con el código completo, el siguiente paso es extraer la información que en él se halla. Este proceso tiene, a su vez, dos aspectos diferentes: la obtención de datos generales sobre las muestras y la obtención de información específica que permita resolver un problema. El mecanismo en ambos casos es el mismo, pero el nivel de complejidad es diferente. El objetivo es siempre lograr que el software cuente algo, y el problema es cómo lograr que cuente eso que el usuario necesita que cuente. Puede empezarse por explicar el sistema de obtención de información general.

El proceso para hacer esto es relativamente intuitivo, y puede compararse con la manera en que una persona extrae información lingüística de un texto: si se le pidiera a un lector contar cuántas palabras hay en el párrafo anterior, éste simplemente contaría los conjuntos de letras rodeados de espacios o de un espacio y puntuación. Se puede pedir algo similar del Excel, si se necesita saber cuántas palabras terminan en la tercera tesis del hexámetro: basta con hacer que cuente cuántas celdas en la columna de la tercera tesis en la sección que corresponde a la codificación de palabras tienen información (es decir, no tienen un 0). Esto es posible porque tanto el lector como el Excel reconocen ciertas unidades de información (las palabras en el primer caso, las celdas sin “0” en el segundo). Un paso más sofisticado sería solicitar que se contara, por ejemplo, cuántos sustantivos hay en el párrafo anterior. El lector ahora no sólo necesita reconocer las unidades, sino su tipo. El proceso es análogo a averiguar con el software cuántos acentos circunflejos hay en la tercera tesis del hexámetro: se necesita pedirle al programa no cuántas celdas de una columna contienen información, sino cuántas celdas contienen cierto tipo de información (específicamente, el código “3”). Un mecanismo más complejo requiere saber cuántas palabras de tres sílabas hay en el párrafo anterior: no sólo debe el lector reconocer ciertas unidades (las palabras), sino que debe reconocer subunidades dentro de éstas (las sílabas) y contarlas. Para que el Excel haga esto en la tercera tesis el proceso es similar pero más directo, dado que no hay que pedirle al programa el paso previo de reconocimiento de las palabras porque, habida cuenta de que se está solicitando que busque cierta información, el software solo se detiene a leer las celdas que contienen dicha información (que, a fortiori, contienen información, esto es, palabras). El mecanismo es sencillo: simplemente se pide al programa que cuente cuántas celdas de la columna tienen cuatro caracteres, porque el código usa un carácter por sílaba más uno para indicar la posición del acento en la palabra.

Los ejemplos podrían multiplicarse, pero bastan los dados para ilustrar el proceso de obtención de información general. Las tablas de análisis generales que se elaborarán permitirán extraer automáticamente datos sobre la prosodia, la ubicación de las palabras, la estructura de las palabras, la posición del acento, la cantidad de palabras por verso, la cantidad de sílabas por verso, los tipos de palabra (esto es, trocaicas, dactílicas, etc.), entre otros; a esto deben sumarse las combinaciones de estos datos, algunas de las cuales también será consideradas (por ejemplo, el tipo de acento por tipo de palabra).

El otro tipo de búsqueda utiliza un mecanismo similar, pero requiere de mayor cantidad de pasos. Un ejemplo ilustrará esto. Póngase por caso que se quiere estudiar el comportamiento prosódico de las palabras que no respetan el puente de Hermann, es decir, de palabras que terminan en la primera ubicación de una arsis dactílico en el cuarto pie del hexámetro (en este grupo también entran los conjuntos de palabra + clítico, que para simplificar la exposición no incluiré aquí). Para lograr esto con el sistema, el primer paso parecería ser ordenarle al programa que cuente cuántas palabras de final trocaico hay en la ubicación A4a en una muestra dada de hexámetro, dado que éstas son las que violan el puente. Sin embargo, el mecanismo no es tan sencillo: un final trocaico está indicado por la sucesión de una sílaba larga y una breve, y el código elaborado tiene 10 signos para sílabas largas y 4 para sílabas breves. El verdadero primer paso es convertir este código en uno binario: para ello se hace que el programa transforme cada uno de los signos para sílabas largas en uno solo (“L”) y lo mismo con los signos para sílaba breve (“B”). Hecho esto sí se le puede solicitar al sistema que cuente los finales trocaicos en A4a. Sin embargo, no todo final de palabra en esa ubicación es una violación del puente de Hermann, porque dicho final puede ser de un proclítico, asociado con la palabra siguiente, o puede estar seguido de un enclítico, asociado con la palabra anterior y por lo tanto, en un sentido prosódico, ligado a ella. También sería deseable consignar si alguno de estos finales tiene una elisión, lo que también asociaría estrechamente la palabra que termina con la siguiente.

Se necesita descontar estos casos del total de finales de palabra en A4a. Primero, y naturalmente, se pide al sistema que sólo cuente palabras que no sean proclíticos (esto es, que no estén acompañadas del código “xxxxD”, donde “x” indica “cualquier carácter”, dado que en este punto no interesa qué otros rasgos tenga la palabra), y no tengan final elidido (esto es, palabras que no estén acompañadas del código “xxSxx”). Se deben indicar ambas cosas por separado (esto es, no se puede utilizar el código “xxSxD”) porque lo que se quiere descontar no son proclíticos de final elidido (que es lo que indica “xxSxD”) sino proclíticos y palabras con final elidido. El objetivo siguiente es descontar los casos seguidos de palabras enclíticas (esto es, acompañadas del código “xxxxS”). Este segundo paso es algo más complejo, dado que implica revisar rasgos de la palabra que sigue a la que termina en A4a, y no se puede saber a priori dónde termina esa palabra. Para lograrlo, se pide al software que panee celda por celda para encontrar cuál es la que tiene el dato: específicamente, se le pide que considere la palabra que termina en A4b, si hay una; que considere la palabra que termina en T5, si no hay una en A4b y hay una allí; y que considere la palabra que ter