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29 MAYO 01 Quemar libros es un empeño absurdo que se repite con terquedad a lo largo de los siglos, desde Mesopotamia hasta el presente. La coartada es asentar los cimientos de un nuevo orden sobre las cenizas del anterior, o regenerar y purificar un mundo que los escritores han contaminado. Irene Vallejo. El infinito en un junco. 02 Hace frío en el scriptorium, me duele el pulgar. Dejo este texto, no sé para quien, este texto, que ya no sé de qué habla: stat rosa pristina nomine, nomina nuda tenemus (*) (*) De la primitiva rosa solo nos queda el nombre, conservamos nombres desnudos. Umbeto Eco El nombre de la Rosa El narrador no debe facilitar interpretaciones de su obra, si no, ¿para qué habría escrito una novela, que es una máquina de generar interpretaciones? La idea de El nombre de la rosa se me ocurrió casi por casualidad, y me gustó porque la rosa es una figura simbólica tan densa que, por tener tantos significados, ya casi los ha perdido todos. Nada consuela mas al novelista que descubrir lecturas que no se le habían ocurrido y que los lectores le sugieren. No digo que el autor deba aceptar cualquier lectura, pero, si alguna le parece aberrante, tampoco debe salir a la palestra: en todo caso que otros cojan el texto y lo refuten. El autor debería morirse después de haber escrito su abra. Para allanarle el camino al texto. Umbeto Eco Apostillas a El nombre de la Rosa 03 El conocimiento es hijo de la ignorancia y la curiosidad; hermano de la inteligencia y primo de la humildad. 04 Los cinco países con derecho de veto en el Consejo de Seguridad, los que velan por el mantenimiento de la paz, son, junto con Alemania, los principales exportadores de armas. Ramón Lobo. El negocio de no salvar vidas. https://elpais.com/opinion/2020-04-30/el-negocio-de-no-salvar-vidas.html 05 Resulta que Sartre definía a Simone de Beauvoir (el castor) como “su relación necesaria; todas las demás relaciones afectivas o físicas, son y serán relaciones contingentes”. Vaya, vaya. ¡Y a mí que esa expresión me suena! ¿Cuántas sorpresas más me aguardan, añorado Cuerda? https://www.youtube.com/watch?v=Exjr26-1q1o 06 Los cristianos de finales del imperio, como rechazo a la cultura de las termas rechazaban el aseo personal. Así, de sus más significados creyentes, los conocidos como “hombres santos”, se podía decir sin faltar a la verdad que el “olor de santidad” que despedían era un auténtico olor fétido. (De El infinito en un junco p 335)

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01

Quemar libros es un empeño absurdo que se repite con terquedad a lo largo de los siglos, desde Mesopotamia hasta el presente. La coartada es asentar los cimientos de un nuevo orden sobre las cenizas del anterior, o regenerar y purificar un mundo que los escritores han contaminado.

Irene Vallejo. El infinito en un junco.

02

Hace frío en el scriptorium, me duele el pulgar. Dejo este texto, no sé para quien, este texto, que ya no sé de qué habla: stat rosa pristina nomine, nomina nuda tenemus (*)

(*) De la primitiva rosa solo nos queda el nombre, conservamos nombres desnudos.

Umbeto Eco El nombre de la Rosa

El narrador no debe facilitar interpretaciones de su obra, si no, ¿para qué habría escrito una novela, que es una máquina de generar interpretaciones?

La idea de El nombre de la rosa se me ocurrió casi por casualidad, y me gustó porque la rosa es una figura simbólica tan densa que, por tener tantos significados, ya casi los ha perdido todos.

Nada consuela mas al novelista que descubrir lecturas que no se le habían ocurrido y que los lectores le sugieren. No digo que el autor deba aceptar cualquier lectura, pero, si alguna le parece aberrante, tampoco debe salir a la palestra: en todo caso que otros cojan el texto y lo refuten.

El autor debería morirse después de haber escrito su abra. Para allanarle el camino al texto. Umbeto Eco Apostillas a El nombre de la Rosa

03

El conocimiento es hijo de la ignorancia y la curiosidad; hermano de la inteligencia y primo de la humildad.

04

Los cinco países con derecho de veto en el Consejo de Seguridad, los que velan por el mantenimiento de la paz, son, junto con Alemania, los principales exportadores de armas. Ramón Lobo. El negocio de no salvar vidas.

https://elpais.com/opinion/2020-04-30/el-negocio-de-no-salvar-vidas.html

05

Resulta que Sartre definía a Simone de Beauvoir (el castor) como “su relación necesaria; todas las demás relaciones afectivas o físicas, son y serán relaciones contingentes”.

Vaya, vaya. ¡Y a mí que esa expresión me suena!

¿Cuántas sorpresas más me aguardan, añorado Cuerda?

https://www.youtube.com/watch?v=Exjr26-1q1o

06

Los cristianos de finales del imperio, como rechazo a la cultura de las termas rechazaban el aseo personal. Así, de sus más significados creyentes, los conocidos como “hombres santos”, se podía decir sin faltar a la verdad que el “olor de santidad” que despedían era un auténtico olor fétido. (De El infinito en un junco p 335)

07

Siempre hay alguna cosa que te llevas.

Donde sea que vayas te lo llevas.

Aunque no vayas a ninguna parte.

Joan Margarit. Lo que te llevas (1)

08

-Mirad, Sancho -dijo Sansón-, que los oficios mudan las costumbres36, y podría ser que viéndoos gobernador no conociésedes a la madre que os parió.

-Eso allá se ha de entender -respondió Sancho- con los que nacieron en las malvas37, y no con los que tienen sobre el alma cuatro dedos de enjundia de cristianos viejos, como yo los tengo38.

(36) versión de la máxima latina "Honores mutant mores".

(37) con los que tuvieron un nacimiento vil, porque las malvas crecen en cañaverales y vertederos.

(38) cristianos viejos hasta la médula.

Versión cervantina de «El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente» de Lord Acton (1834-1902).

09

La mejor salsa del mundo es el hambre; y como ésta no falta a los pobres, siempre comen con gusto. Cervantes. El Ingenioso Hidalgo.

10

Los únicos paraísos verdaderos son los paraísos perdidos.

Manuel Vicent. Encuentro en la tercera fase.

11

El asunto es complicado de manejar. Las mentes más brillantes y más honestas, pongamos como ejemplos a un Baruch Spinoza o un Santiago Ramón y Cajal, suelen ser conscientes de sus límites y de la enormidad que queda fuera de su alcance. Los otros, los que con cierta soberbia nos consideramos "normales", sufrimos serias dificultades para asumir que no somos muy listos, sino más bien lo contrario. Luego están aquellos cuya estupidez es tan profunda que pueden andar por ahí con la arrogancia de sentirse casi genios. En conjunto, no damos la talla mínima exigible a una especie que se autodefine con los términos Horno sapiens sapiens. 

Enric González. La frase de Einstein (Dos cosas son infinitas, el universo y la estupidez humana, y no estoy seguro sobre el universo).

12

-¿Cómo, traidor? ¿Contra tu amo y señor natural te desmandas? ¿Con quién te da su pan te atreves?

-Ni quito ni pongo rey -respondió Sancho-, sino ayudome a mí, que soy mi señor.

El ingenioso hidalgo. Cap 80

13

UNA DE MARCIANOS

No me siento español

ni europeo ni occidental

ni ciudadano del mundo,

me siento como un marciano

en un mundo de bestias...

y algunos pocos.

LA NADA TIENE SENTIDO

Decir que nada tiene sentido

ya es darle un sentido

a la Nada…

Y eso sí que no tiene

ningún sentido.

¿O sí?

Luis Eduardo Aute. ANIMAlitos con ÁNIMA. (13 de septiembre de 1943, 4 de abril de 2020)

14

La verdad y la mentira se han convertido en una cuestión de poder: “Verdad es lo que yo digo que es verdad”.

15

Cruzando temporales

se aprende a planear.

Sobrevolar la vida

para avanzar usando

la violencia del viento.

Igual que las gaviotas.

J. Margarit. Como las gaviotas

16

Hay que abandonar las tinieblas poco a poco, igual que nos sorprende el alba. Una repentina exposición a la luz nos cegaría y arrojaría de nuevo a la oscuridad. Por eso los grandes avances son tan lentos.

17

Pasan los días, las semanas los meses. Iguales. Monótonos. Y parece ser que en esa repetición, en esa rutina está la clave de la supervivencia. Algo estamos aprendiendo. Mucho estamos aprendiendo.

18

Sigo buscando cada día ese toque original, diferente. Esa frase en las lecturas, esa imagen desde la misma ventana, ese nuevo sonido, esa idea peregrina (o genial). Ahí está también la clave de la supervivencia.

19

¿Volver a la normalidad? Imposible. No nos dejarán los recuerdos. Ni los deseos.

20

Muchos trabajadores considerados esenciales en esta crisis no necesitan poseer título universitario: camioneros, empleados de almacén, repartidores, policías, bomberos, operarios de servicios públicos, basureros, cajeros y reponedores de supermercado, auxiliares de enfermería, celadores, cuidadores a domicilio. Ellos no tienen el lujo de poder trabajar desde casa y reunirse a través de Zoom. Ellos son, junto con los médicos y enfermeros que atienden a los enfermos en los hospitales abarrotados, quienes están poniendo en peligro su salud para que los demás podamos resguardarnos del contagio. Además de agradecerles su labor, deberíamos transformar nuestra economía y nuestra sociedad para otorgarles una remuneración y un reconocimiento que reflejen el auténtico valor de sus aportaciones, no solo durante una emergencia, sino en el día a día.

Para ello, no debemos limitarnos a los debates habituales sobre cómo de generoso o austero tiene que ser el Estado del bienestar, sino que debemos reflexionar, como demócratas, sobre qué actividades contribuyen al bien común y cómo hay que recompensarlas, sin dar por supuesto que los mercados lo van a resolver.

https://elpais.com/opinion/2020-05-01/estamos-todos-juntos-en-esto.html

¿Estamos todos juntos en esto? Michael j. Sandel

21

Estos últimos años me he dado cuenta de que a la vez que va disminuyendo mi capacidad de aprendizaje, hace su aparición, como contrapunto, otra capacidad que ha acabado por ser la más importante: la de utilizar al límite, en la exploración de nuevos territorios intelectuales y sentimentales, todo lo que se ha aprendido a lo largo de la vida. De esta manera puede alcanzarse asimismo la lucidez necesaria para comprender el miedo. Pero la nueva capacidad depende de cómo ha sido el desarrollo personal hasta entonces. No hay manera de evitar una cierta irreversibilidad de la situación. Es lo que hace que la última etapa pueda ser la más profunda, pero también la más banal, de la vida de una persona.

(2) Joan Margarit. No estaba lejos, no era difícil. Epílogo (2010)

22

Los únicos murmullos que no levantan sospechas, son los del arroyo al pasar bajo el puente.

23

¡Qué bello es este mundo! Solo hay una cosa en él que no funciona: el ser humano.

Carta de Anton Chejov a Aleksey Suvorin el 9 diciembre 1890.

24

Por la mañana el sol ser refleja sobre las hojas de la morera. Los mirlos y estorninos llevan desde el amanecer haciendo notar su presencia y los dos de pardillos empiezan a desperezarse. Las controladoras urracas todavía no hacen la ronda y las torcaces aun no se han despertado. Normalidad en el patio.

25

No me gustan las terrazas. Nunca me han gustado. Sobre todo las urbanas. Demasiada gente junta con el no declarado objetivo de ver y ser vista. No comparto, por tanto, la pasión que parecen haber despertado en estos momentos.

Sólo le encuentro cierta explicación considerando el fenómeno como una especie de rito de paso, como ilusionada señal de recuperación del paraíso perdido (ilusionada de ilusa). Igual que cuando al final de la jornada laboral, o en periodos de vacaciones se identifica la terraza como el idílico edén donde al mismo tiempo que se disfruta de las oportunas libaciones (fundamentalmente cerveza, en verano) pensamos en nada importante (o en lo que verdaderamente importa).

26

Una cosa es que JR extienda un cheque cuando le sale del alma, y otra que un gobierno promulgue un impuesto para las grandes fortunas.

Marta Sanz. Pijoapartada.

https://elpais.com/opinion/2020-05-24/pijoapartada.html

27

El confinamiento parece estar dejado meridianamente claro que muchos padres han olvidado lo que aprendieron en el cole. Y es que, ¡lo que no es útil se olvida!

28

Recuerdo que iba en un taxi una tarde entre altos edificios y bajo un cielo color rosa y malva. Comencé a gritar porque tenía todo lo que quería y sabía que nunca volvería a ser tan feliz”.

Francis Scott Fitzgerald (1921)

29

No soy partidario de la caridad, que no es más que el envoltorio de la injusticia, pero en esta ocasión haré una excepción: ¡Una sonrisa, por caridad!

30

Quisiera estar en otra parte,

mejor en otra piel,

y averiguar si desde allí la vida,

por las ventanas de otros ojos,

se ve así de grotesca algunas tardes

Ángel González. Otras veces (1971)

31

Madrid en los años 50. Antonio Martínez Sarrión. Jazz y días de lluvia.

Para ser una ciudad deprimida, sede de los sebosos gobiernos de Franco y del propio Franco, panzudo fatal, con pinta, conforme arrancaban los cincuenta, de gerente de una próspera fábrica de embutidos, para ser un lugarón manchego lleno de estraperlistas, de falangistas chulos, adinerados y puteros, de miles de funcionarios de recortado bigotito, halitosis y afiliación al Somatén y la «Adoración nocturna», de bonetes y gorras militares, de rojetes con gabardina que, todavía asustados y verdinos, para comer abrían academias particulares o vendían libros a domicilio, de estudiantes en pensiones de una sordidez quevedesca, para ser una ciudad de aluvión con el problema de la vivienda, de los tiburones especuladores y amigos de los jerarcas, de las superpuestas capas de chabolas, destruidas por los alcaldes y vueltas a montar al día siguiente, para y pese a ser todo lo anterior y mucho más o mucho menos, según se mire, en la posguerra y muy primeros cincuenta, tuvo una literatura importante.” 

MAYO

(2)

(1) Joan Margarit. Lo que te llevas (de Misteriosamente feliz)

Transporté las cenizas de mi padre

dentro del maletero,

hasta que coincidí con mis hermanas

para arrojarlas bajo los frutales.

Aquellos árboles le habían dado

un sentimiento parecido al triunfo,

pues procedía de una tierra pobre.

Pero había una forma de miseria

que no lo abandonó. No pudo nunca

ser generoso, no nos permitía

coger la fruta de los árboles:

tan sólo la que estaba ya en el suelo.

Cuántas veces la vimos pudrirse entre las ramas.

Entretanto, mi madre borró el tizne

de su recuerdo y puso a salvo

sólo la ternura que alguna primavera

ambos habían puesto en aquel campo.

También echamos las cenizas de ella

bajo los mismos árboles. Entonces, los hermanos,

después de pelearnos, malvendimos las tierras.

Todo, con los frutales y cenizas.

Siempre hay alguna cosa que te llevas.

Donde sea que vayas te lo llevas.

Aunque no vayas a ninguna parte.

(2) Joan Margarit. No estaba lejos, no era difícil. Epílogo (2010)

No estaba lejos, no era difícil. Ya está aquí este tiempo, que no es el mío, en el que vivo con una mezcla agridulce de proximidad y distancia. Siento cómo el entorno se me va haciendo extraño. Ya no reconozco algunos valores y conductas que hoy son habituales. Cambian demasiado aprisa los paisajes. No, este tiempo no es el mío. Pero es ahora cuando, en gran parte gracias a la poesía, siento una alegría amable que años atrás ignoraba. No estaba lejos esta edad donde nadie duda en considerarme un viejo, aunque siempre con unas precauciones que me hacen sonreír, debidas a la absurda mala prensa que tiene esta palabra —sobre todo si es un sustantivo—. Tampoco era difícil hacerme cargo con naturalidad, con complacencia incluso, de algunos sentimientos de los que la juventud suele hacer esfuerzos para alejarse o defenderse. La soledad y la tristeza, por ejemplo. Creo que la asunción de estos sentimientos es como un mecanismo de relojería que la vida va activando para situar a la muerte en un horizonte familiar. He entendido las respuestas más peligrosas que la proximidad de la muerte puede generar, y que se, sitúan entre dos extremos: la desesperación y la huida hacia adelante, es decir, la sumisión a valores de la juventud. Por lo tanto, también a una forma de desesperación. Equidistante está la lucidez, el paso previo a la dignidad. Y la admiración, el umbral del amor, como la alternativa a la queja y al desprecio,

Estos últimos años me he dado cuenta de que a la vez que va disminuyendo mi capacidad de aprendizaje, hace su aparición, como contrapunto, otra capacidad que ha acabado por ser la más importante: la de utilizar al límite, en la exploración de nuevos territorios intelectuales y sentimentales, todo lo que se ha aprendido a lo largo de la vida. De esta manera puede alcanzarse asimismo la lucidez necesaria para comprender el miedo. Pero la nueva capacidad depende de cómo ha sido el desarrollo personal hasta entonces. No hay manera de evitar una cierta irreversibilidad de la situación. Es lo que hace que la última etapa pueda ser la más profunda, pero también la más banal, de la vida de una persona.

El miedo es falta de amor: un pozo que tratamos de llenar inútilmente con las cosas más variadas, en una acción directa, sin sutilezas, que no se acaba nunca, porque el pozo siempre está igual de vacío y oscuro. Cuando no se entiende el miedo, no se puede intentar nada más que esta acción sin matices, que es la del egoísmo. Entonces, el amor quizá no está lejos, pero es difícil. Hay que volver al tiempo antes del pozo, saber cómo y cuándo comenzó a cavarse. A mi edad, esto es algo que resulta ineludible. A la sustitución del miedo por la lucidez, la llamo dignidad. Entonces es cuando resulta que el amor no estaba lejos, ni era difícil.

La palabra «dignidad» viene del latín digno, «merecedor», y este significado evoluciona hacia los más complejos de «merecedor de respeto» Y, más aún, el de “respeto por sí mismo”, que es el significado que me interesa. Esta dignidad que es respeto por uno mismo conduce al amor, el cual se adentra a la vez por la inteligencia, el sentimiento y la sensualidad, que sucede dentro de cada uno y que sólo tiene que ver circunstancialmente con las actividades públicas de dedicación a los más necesitados, acciones que pertenecen siempre, de una manera explícita o implícita, al territorio de la política.

Amar es lo bastante complejo como para necesitar de todas las herramientas y maestrías que pusimos a punto en la época del aprendizaje. No he encontrado mejor manera de amar a los demás que el ejercicio de la poesía, unas veces como lector y otras como poeta —he dicho en muchas ocasiones que para mí las dos opciones son lo mismo—, y poniendo, tanto en la composición como en la interpretación de un poema, la misma honestidad que procuro practicar en cualquier aspecto de la vida civil y de la vida íntima. Pienso que este planteamiento es posible porque la poesía tiene la intensidad de la verdad. Lo que un poeta es, eso serán sus poemas: y no hay nadie más difícil de engañar que los buenos lectores de poesía. Al fin y al cabo, una persona culta es la que sabe distinguir entre Montaigne y un libro de autoayuda. No hay ni un solo buen poema en el que su autor no se haya involucrado de alguna manera hasta el fondo. Esto es lo que lo convierte en un acto de amor. «Somebody loves us all» Alguien nos ama a todos—, como dice el gran verso al del poema «Fílling Station», de Elizabeth Bishop.

En medio de todo esto, la poesía que más sigue interesándome se mueve en un territorio que yo llamaría sensato, evitando, en su relación con el misterio, los dos extremos en los que la falacia originalidad siempre intenta arrinconarla. Por un lado está la devaluación del misterio, que ha convertido ya a una parte de las artes Plásticas y de la música contemporáneas en algo ajeno al riesgo y a la emoción y, por tanto, a la verdad. El otro extra la consiste en enfatizarlo de una manera exagerada decir, ignorar que hasta el misterio, o más que nada el misterio, debe ser tratado con sensatez. Que se desconozca el sentido o la explicación de algo no implica que sea aceptable cualquier explicación, por descabellada que sea. La poesía, a pesar de su exactitud y concisión, no puede ser nunca un atajo.

Mi tiempo ha huido y me ha dejado solo en otro tiempo, pero mi soledad es una soledad de lujo. Me hace pensar en el exilio final de Maquiavelo en el mundo rural de su infancia, en aquellas tabernas donde, como explica en sus memorias, sólo hablaba con los rudos e incultos campesinos. Pero por la noche ponía una gran mesa con los mejores y más finos manteles, vajillas y cristalerías —que había traído de Florencia— y cenaba y conversaba con los sabios de la Antigüedad. Por lo que a mí respecta, en este otro exilio que es, por su propia naturaleza, la etapa final de la vida, siento que yo soy mi propio interlocutor. Ya no se está a tiempo de improvisar. He de haber hablado ya con los que han sido mis propios sabios para que, en muchas ocasiones a través de mis poemas, pueda reencontrarme conmigo mismo en el territorio de la dignidad. La dignidad de no asustarme de mi destino.