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LA FUNDAMENTACIÓN DE LA MORAL El fuego arde igual en la Hélade que en Persia; pero las ideas de los hombres sobre el bien y el mal varían de un lugar a otro. ARISTÓTELES Introducción. El filósofo alemán Inmanuel Kant distinguía un doble uso de la razón: por un lado, la razón teórica, que intenta responder a la cuestión de ¿qué podemos conocer? Se trataría de todas aquellas cuestiones acerca de la ciencia y la metafísica. Pero el ser humano, no sólo vive de conocimientos, sino que también hace un uno práctico de la razón. El hombre no sólo es un ser que conoce, sino también un ser que actúa, y que utiliza su razón para guiar y orientar su acción. Así, la razón pura deviene razón práctica cuando ésta se ocupa de guiar la propia voluntad. Es esta razón práctica la que tiene que responder a las preguntas: ¿qué debo hacer? y ¿qué puedo esperar si hago lo que debo? Será sobre esta vertiente práctica de la razón sobre la que van a girar los temas que desarrollemos a lo largo de esta tercera evaluación. 1. El ser humano como ser moral TEXTO 1: El hombre, a diferencia de los demás seres tiene que ir modelando su conducta, tomando decisiones, eligiendo opciones, dirigiendo sus actos en una dirección u otra. Ya explicamos que esto se debe a la ausencia de una conducta instintiva significativa, mientras que ésta constituye la tónica general en los demás seres. En una conducta instintiva la acción está prefijada de antemano, ya sea innatamente o por un fuerte condicionamiento del medio (del estímulo), por tanto, ante los estímulos o necesidades que se presenten, se disparará automática e inmediatamente la conducta más adecuada en cada caso. Aquí hay poca o nula posibilidad de elección, o de duda, o de valoración, luego no es posible una dimensión o conducta moral. Por eso decimos que la conducta animal es amoral, es decir, imposible de valoración moral. Frente a esto, la conducta humana, al no estar prefijada de antemano, ni estar tan fuertemente determinada por el medio, es de naturaleza deliberativa, por lo que se tiene que enfrentar constantemente al dilema de la elección: ¿qué hacer?, ¿qué, es preferible?, ¿cómo debo comportarme? El dilema moral es, pues, connatural al hombre, más concretamente a su conducta deliberativa y libre. A esto es a lo que llamamos «dimensión moral». Ángeles Mateos, Introducción al pensamiento filosófico. 1

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LA FUNDAMENTACIÓN DE LA MORAL

El fuego arde igual en la Hélade que en Persia; pero las ideas de los hombres sobre el bien y el mal varían de un

lugar a otro. ARISTÓTELESIntroducción.

El filósofo alemán Inmanuel Kant distinguía un doble uso de la razón: por un lado, la razón teórica, que intenta responder a la cuestión de ¿qué podemos conocer? Se trataría de todas aquellas cuestiones acerca de la ciencia y la metafísica. Pero el ser humano, no sólo vive de conocimientos, sino que también hace un uno práctico de la razón. El hombre no sólo es un ser que conoce, sino también un ser que actúa, y que utiliza su razón para guiar y orientar su acción. Así, la razón pura deviene razón práctica cuando ésta se ocupa de guiar la propia voluntad. Es esta razón práctica la que tiene que responder a las preguntas: ¿qué debo hacer? y ¿qué puedo esperar si hago lo que debo?

Será sobre esta vertiente práctica de la razón sobre la que van a girar los temas que desarrollemos a lo largo de esta tercera evaluación.

1. El ser humano como ser moralTEXTO 1:El hombre, a diferencia de los demás seres tiene que ir modelando su conducta, tomando

decisiones, eligiendo opciones, dirigiendo sus actos en una dirección u otra. Ya explicamos que esto se debe a la ausencia de una conducta instintiva significativa, mientras que ésta constituye la tónica general en los demás seres. En una conducta instintiva la acción está prefijada de antemano, ya sea innatamente o por un fuerte condicionamiento del medio (del estímulo), por tanto, ante los estímulos o necesidades que se presenten, se disparará automática e inmediatamente la conducta más adecuada en cada caso. Aquí hay poca o nula posibilidad de elección, o de duda, o de valoración, luego no es posible una dimensión o conducta moral. Por eso decimos que la conducta animal es amoral, es decir, imposible de valoración moral. Frente a esto, la conducta humana, al no estar prefijada de antemano, ni estar tan fuertemente determinada por el medio, es de naturaleza deliberativa, por lo que se tiene que enfrentar constantemente al dilema de la elección: ¿qué hacer?, ¿qué, es preferible?, ¿cómo debo comportarme? El dilema moral es, pues, connatural al hombre, más concretamente a su conducta deliberativa y libre. A esto es a lo que llamamos «dimensión moral».

Ángeles Mateos, Introducción al pensamiento filosófico.

CUESTIONES:1. Señala las diferencias que aparecen en el texto entre conducta instintiva y conducta

deliberativa. 2. Realiza una breve definición de cada una de ellas.3. ¿Qué quiere decir el término amoral? ¿Por qué decimos que la conducta de los animales

es amoral?4. ¿Qué entiendes por dilema moral? Pon un par de ejemplos.5. ¿Qué significa que el ser humano tiene una dimensión moral?

2. Libertad, conciencia y responsabilidad moral.Lee los siguientes textos del libro Ética para Amador, de Fernando Savater, y responde a las cuestiones planteadas en cada uno de ellos:

TEXTO 2:La aparente contradicción que encierra ese “haz lo que quieras” no es sino un reflejo del

problema esencial de la libertad misma: a saber, que no somos libres de no ser libres, que no tenemos más remedio que serlo. ¿Y si decides entregarte como esclavo al mejor postor o jurar que obedecerás en todo y para siempre a tal o cual tirano? Pues lo harás porque quieres, en uso

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de tu libertad y aunque obedezcas a otro o te dejes llevar por la masa seguirás actuando tal como prefieres: no renunciarás a elegir, sino que habrás elegido no elegir por ti mismo. (…).

De modo que mi “haz lo que quieras” no es más que una forma de decirte que te tomes en serio el problema de tu libertad, lo de que nadie puede dispensarte de la responsabilidad creadora de escoger tu camino. No te preguntes con demasiado morbo si «merece la pena» todo este jaleo de la libertad, porque quieras o no eres libre, quieras o no tienes que querer. Aunque digas que no quieres saber nada de estos asuntos tan fastidiosos y que te deje en paz, también estarás queriendo... queriendo no saber nada, queriendo que te dejen en paz aun a costa de aborregarte un poco o un mucho. (… ).

De lo que se trata es de tomarse en serio la libertad, o sea de ser responsable. (…). Responsabilidad es saber que cada uno de mis actos me va construyendo, me va definiendo, me va inventando. Al elegir lo que quiero hacer voy transformándome poco a poco. Todas mis decisiones dejan huella en mí mismo antes de dejarla en el mundo que me rodea. Y claro, una vez empleada mi libertad en irme haciendo un rostro ya no puedo quejarme o asustarme de lo que veo en el espejo cuando me miro…Cuestiones:

1. Explica en qué consiste el problema esencial de la libertad. 2. ¿Qué entiendes por “tomarte en serio el problema de tu libertad”?3. ¿Qué relación encuentras entre el uso de tu libertad y la responsabilidad moral?4. ¿Qué entiendes por ser responsable de un acto? ¿Soy totalmente responsable de mis

actos? ¿Por qué?5. ¿Piensas que uno es totalmente responsable de sí mismo, de las elecciones que haya

tomado a lo largo de su vida? Razona tu respuesta.

4. Principales teorías éticas.Intelectualismo moral

Según esta teoría, conocer el bien es hacerlo: sólo actúa inmoralmente el que desconoce en qué consiste el bien. Esta teoría no sólo afirma que es posible conocer el bien, sino que además defiende que este conocimiento es el único requisito necesario para cumplirlo.

El filósofo griego Sócrates fue el primero en mantener esta postura ética. Para Sócrates, no sólo el bien es algo que tiene existencia objetiva y validez universal, sino que, además, al ser humano le es posible acceder a él. Así pues, Sócrates concibe la moral como un saber. De la misma forma que quien sabe de carpintería es carpintero y el que sabe de medicina es médico, sólo el que sabe qué es la justicia es justo. Por lo tanto, para este filósofo no hay hombres malos, sino ignorantes, y no hay hombres buenos si no son sabios.

EudemonismoLas éticas que consideran la felicidad (eudaimonía) el fin de la vida humana y el

máximo bien al que se puede aspirar son eudemonistas. Ahora bien, decir que el ser humano anhela la felicidad es como no decir nada, pues cada uno entiende la felicidad a su modo.

Aristóteles fue uno de los primeros filósofos en defender el eudemonismo ético. Pero, ¿que entendía Aristóteles por felicidad? Todos los seres tienden por naturaleza a un fin (la semilla tiene como fin ser árbol; la flecha, hacer diana.. .); por tanto, no podría ser menos en el caso del ser humano. ¿Y cuál es el fin al que tiende el ser humano? ¿Qué es lo esencial de él, lo que le distingue? Pues no es otra cosa que su capacidad racional. Por lo tanto, el fin al que por naturaleza tenderá será la actividad racional. La máxima felicidad del ser humano residirá en lo que le es esencial por naturaleza: la vida contemplativa, es decir, el ejercicio teórico de la razón en el conocimiento de la naturaleza.

HedonismoLa palabra hedonismo proviene del término griego hedoné, que significa “placer”, Se

considera hedonista toda doctrina que identifica el placer con el bien y que concibe la felicidad

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en el marco de una vida placentera. Aunque existen muchas teorías que pueden calificarse de hedonistas, suelen diferir entre ellas en la definición propuesta de placer.

Dentro de estas teorías destaca la del filósofo griego Epicuro, para quien la felicidad consiste en el placer. Pero, ¿en qué consiste el placer? Para él, el placer consiste en la aponía: ausencia de dolor corporal y en la ataraxia: ausencia de turbaciones en el alma.

¿Cómo alcanzar ese estado de paz interior, de ataraxia? El hombre es un ser que desea; y Epicuro distingue entre deseos naturales y necesarios, deseos naturales y no necesarios, y deseos ni naturales ni necesarios. Sólo los primeros hacen feliz al hombre, y el hombre prudente intenta escapar de los demás; ya que los deseos no es algo que siempre se cumplan, y cuantos más deseos tengamos, menos se cumplirán y por tanto, esto será causa de turbaciones en el alma. Por tanto, será más feliz quien menos deseos tenga y siempre y cuando sean naturales y necesarios.

El sabio es aquel que sabe vivir de acuerdo con la naturaleza. Para Epicuro todo placer es bueno en sí mismo, gozando de lo que nos ofrece el mundo con moderación y en calma. Es fácil ser feliz: basta tomar lo que la naturaleza nos ofrece. Por ello, el sabio que se conduce razonablemente y no escoge a lo loco lo que pueden ser sólo aparentes placeres logra una vida más tranquila y feliz.

EstoicismoLa ética estoica se basa en una particular concepción del mundo: éste se encuentra

gobernado por una ley o razón universal (LOGOS) que determina el destino de todo lo que en él acontece, lo mismo para la naturaleza que para el ser humano. Nada ni nadie escapa a este destino; por lo tanto, el ser humano se halla limitado por ese destino inexorable que no puede controlar y ante el que sólo puede resignarse. La felicidad la alcanzará el hombre sometiéndose a las leyes de la naturaleza, que no es otra cosa que aceptar el Destino; aceptar todo lo que este depare al hombre, sea agradable o desagradable. Sólo así, se logra la "tranquilidad" -APATHIA- la felicidad. El sabio es el que consigue ese estado de tranquilidad o impasibilidad, no se emociona ante el éxito o el fracaso; no siente ira, ni piedad, ni pena, etc. Las pasiones o emociones son fruto de la ignorancia o del juzgar con ligereza.

Ésta es la razón de que la conducta correcta sólo sea posible en el seno de una vida tranquila, conseguida gracias a la imperturbabilidad del alma, es decir, mediante la insensibilidad hacia el placer y hacia el dolor. Esta imperturbabilidad sólo será alcanzable en el conocimiento y asunción de la razón universal, o destino que rige la naturaleza, y por tanto, en una vida de acuerdo con ella.

El estoico es un cosmopolita -"ciudadano del mundo"-, y no desdeña la acción política. Su patria es el mundo por lo que se siente hermano de todos los hombres. Y como todos los hombres están igualmente destinados a la virtud, las diferencias sociales no tienen sentido. Todos, incluso los esclavos, son ciudadanos de la gran ciudad que es el universo.

La moral estoica es así una moral universal, abierta a todos los seres humanos, que propugna la solidaridad y la fraternidad entre todos los hombres.

Iusnaturalismo éticoSe puede calificar de iusnaturalista toda teoría ética que defienda la existencia de una

ley moral, natural y universal, que determina lo que está bien y lo que está mal. Esta ley natural es objetiva, pues, aunque el ser humano puede conocerla e interiorizarla, no es creación suya, sino que la recibe de una instancia externa.

Santo Tomás de Aquino es, seguramente, el filósofo que ha mantenido de forma más convincente el iusnaturalismo ético. Según este filósofo, Dios ha creado al ser humano a su imagen y semejanza y, por ello, en su misma naturaleza le es posible hallar el fundamento del

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comportamiento moral. Las personas encuentran en su interior una ley natural que determina lo que está bien y lo que está mal, gracias a que ésta participa de la ley eterna o divina. Esta ley, a diferencia de las leyes físicas no obliga, sino que el ser humano es libre para cumplirla o no.

Santo Tomás coincide con Aristóteles en que el fin último de los seres humanos es alcanzar la felicidad, y que esta coincide en poder alcanzar la vida contemplativa. Pero a diferencia de él, esa vida no consistiría en la contemplación de los fenómenos naturales, mundanos, sino en la contemplación eterna de Dios; es decir, la felicidad no se alcanzaría en esta vida sino en una vida futura. Como podemos apreciar, introduce nuevas ideas como son la vida futura y la visión de Dios. Lo que Aristóteles llamaba felicidad, es en Santo Tomás una felicidad imperfecta o temporal, supeditada a la felicidad perfecta que sólo puede alcanzarse en la vida futura y que consiste principalmente en la visión de Dios.

Con anterioridad a la consecución del fin último por parte del individuo, la existencia humana tiene el sentido y el cometido de preparación mediante el ejercicio de una conducta virtuosa, presidida por el respeto a la ley natural. Para el hombre, la conducta moral recta se ha de basar en la interpretación y aplicación racional de la ley natural. Las leyes naturales son básicamente tres:

1) en tanto que sustancia el hombre tiende a conservar su propia existencia. El cumplimiento de esta tendencia impone el deber moral de conservar la vida.2) en tanto que animal el hombre tiende a procrear. 3) en cuanto que es racional el hombre tiende a conocer la verdad y vivir en sociedad.

En su formulación tomista, la teoría de la ley natural ha constituido y sigue constituyendo el eje fundamental de la doctrina moral católica.

EmotivismoPor emotivismo se entiende cualquier teoría que considere que los juicios morales

«<esto es bueno», «esto es correcto», por ejemplo) surgen de emociones. Según esta corriente, la moral no pertenece al ámbito racional, no puede ser objeto de discusión y argumentación y, por tanto, no existe lo que se ha llamado conocimiento ético. Uno de los filósofos emotivistas por excelencia fue David Hume. Para él, las normas y los juicios morales surgen de los sentimientos de aprobación o rechazo que suscitan en nosotros ciertas acciones. Así, una norma como «debes ser sincero» o un juicio moral como «decir la verdad es lo correcto» se basan en el sentimiento de aprobación que provocan las acciones sinceras y en el sentimiento de rechazo que provocan las acciones engañosas.

Pero si es el sentimiento quien decide, ¿cómo es posible que los humanos se pongan de acuerdo sobre los juicios morales? Para Hume, el sentimiento descansa en una especie de humanidad, en un sentimiento de humanidad que nos lleva a preferir lo mejor para el conjunto de los seres humanos. Un sentimiento de “cierta sensibilidad ante la felicidad de la humanidad y de repudio de su miseria.” Y por eso, las decisiones morales ejercidas por ese sentimiento de humanidad serán universales.

KantEs difícil entender a Kant sin hacer mención a un momento de especial relevancia en la

historia de la humanidad: la Ilustración. Mediante este término se identifica al movimiento intelectual iniciado en Inglaterra en el siglo XVII (Locke, Hume) y desarrollado más ampliamente durante el siglo XVIII en Francia (Voltaire, Montesquieu, Diderot, Rousseau, Condorcet), en Alemania (Mendelssohn, Lessing, Kant) y en otros países europeos, como Italia y España.

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El periodo histórico culturalmente marcado por la ilustración ha sido denominado «Siglo de las Luces» o «Edad de la Razón», expresiones mediante las cuales se pretende destacar uno de los rasgos más característicos de dicho movimiento intelectual: su llamada a la autoemancipación de toda guía espiritual, moral y política distinta de la razón, su reivindicación de la autonomía y la libertad tanto en el plano del pensamiento como en el de la acción. De acuerdo con esta común aspiración, los partidarios de la ilustración se esforzaron en fomentar la crítica racional de los prejuicios, de la tradición y de las costumbres. Combatieron, así, el oscurantismo, el dogmatismo, la superstición, el fanatismo y la intolerancia, y defendieron el saber y la ciencia como condición de posibilidad de la libertad.

El mismo Kant incide en este rasgo distintivo al que acabamos de referirnos en el siguiente texto: TEXTO 4:

“La Ilustración consiste en el hecho por el cual el hombre sale de la minoría de edad. Él mismo es culpable de ella. La minoría de edad estriba en la incapacidad de servirse del propio entendimiento, sin la dirección de otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad, cuando la causa de ella no yace en un defecto del entendimiento, sino en la falta de decisión y ánimo para servirse con independencia de él, sin la conducción de otro. ¡Sapere aude! ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento! He aquí la divisa de la Ilustración. La mayoría de los hombres, a pesar de que la naturaleza los ha librado desde tiempo atrás de conducción, permanecen con gusto bajo ella a lo largo de la vida, debido a la pereza y a la cobardía. Por eso les es muy fácil a los otros erigirse en tutores. ¡Es tan cómodo ser menor de edad! Si tengo un libro que piensa por mí, un pastor que reemplaza mi conciencia moral, un médico que juzga acerca de mi dieta, y así sucesivamente, no necesitaré del propio esfuerzo. Con sólo poder pagar no tengo necesidad de pensar: otro tomará mi puesto en tan fastidiosa tarea”.

KANT: ¿Qué es la Ilustración?1.- ¿Cual es la idea fundamental que defiende en este texto? Resume su contenido.2.- ¿En qué consiste la minoría de edad?3.- ¿Qué quiere decir en que “¡es tan cómodo ser menor de edad!”? ¿Estás de acuerdo en que es más cómodo vivir en esa minoría de edad? ¿Por qué?4.- ¿Has experimentado alguna vez sentimientos de “miedo a la libertad”? Explica tu respuesta.

Como vemos, reconocer a la razón su derecho a constituirse en juez autónomo y último de la verdad, en esto consiste la ilustración. En este sentido, no cabe duda de que la ilustración supuso una profunda revolución del espíritu humano: ya no son los otros los que piensan por él, el ser humano abandona las muletas de sus señores y sacerdotes y se atreve por fin a caminar por sí mismo por el suelo de la experiencia. Ahora, dice Kant, el hombre es libre, puesto que puede «juzgar con autonomía», «conforme a los principios del pensar en general», sin verse determinado por nada ajeno, que se le imponga desde fuera, sin someterse a otra ley que la que su propia razón le dicte. Ahora bien, para que la ilustración sea posible es preciso que se den las condiciones para un ejercicio libre de la razón, es decir, es preciso, ante todo, que haya libertad de pensamiento y libertad de expresión.

En el plano político, la intención última de la ilustración es la constitución política de la sociedad, esto es, la constitución de la sociedad desde un espacio libre del condicionamiento de la tradición, de las costumbres y de las creencias religiosas, de los privilegios de la sangre y de toda otra autoridad no reconocida por la asamblea de todos los ciudadanos. El proyecto político de la ilustración es la construcción racional de la pólis mediante la discusión y la argumentación pública. Pero sobre esto, volveremos un poco más adelante, en los temas siguientes.

Una vez aclarado en qué consiste la ilustración estamos ya en mejores condiciones para entender la teoría ética de Kant. ¿Cómo es posible una ética que sea coherente con este nuevo

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y original período histórico que acabamos de ver? ¿Es posible construir una ética que sea universal, es decir, válida para toda persona, y que garantice al mismo tiempo la autonomía moral propia de un ser libre y racional como el ser humano?

Kant piensa que sí es posible, que los humanos podemos construir una ley o norma moral que no nos venga impuesta desde fuera (ni por la naturaleza ni por la autoridad civil…), sino que sea la razón humana la que se dé a sí misma esa ley. Si es así, si la razón legisla sobre ella misma, la ley será universal, pues será válida para todo ser racional, es decir, para todo ser humano.

Esta ley, que establece cómo debemos actuar para hacerlo correctamente, sólo es expresable mediante imperativos (mandatos) categóricos (incondicionados). Éstos se diferencian profundamente de los imperativos hipotéticos que proponen las éticas materiales. Un imperativo hipotético expresa una norma que sólo tiene validez como medio para alcanzar un fin. Por ejemplo, el imperativo "no comas en exceso» expresa una norma que sólo tiene sentido si nuestro fin u objetivo es conservar la salud. En cambio, no tiene sentido si pensamos que la finalidad humana es vivir placenteramente sin escatimar ningún goce. No sería una norma universal.

Por el contrario, el imperativo categórico que formula Kant no depende de ningún fin y, además, no nos dice qué tenemos que hacer (comer en exceso o no), sino que sirve de criterio para saber qué normas son morales y cuáles no. El imperativo categórico establece cuál es la forma que debe tener una norma para ser moral: sólo aquellas normas que sean universalizables (o sea, que puedan convertirse en ley universal) serán realmente normas morales. La ética kantiana es la ética del mayor de edad, de la persona autónoma que decide racionalmente y por sí misma; por lo tanto, el imperativo categórico no puede ser una indicación material de lo que tiene que hacer o la determinación concreta de una acción; tiene que ser formal. Las formulaciones que Kant ha ofrecido de este imperativo categórico son las siguientes:

1. "Obra según una máxima tal que puedas querer que se convierta en ley universal".

2. "Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin y nunca meramente como un medio".

3. “Obra como si la máxima de tu acción debiera tornarse, por tu voluntad, ley universal de la naturaleza”.

Este imperativo se denomina también principio de universalidad; es una actualización de la antigua regla de oro de la moral que dice: lo que no quieras pata ti no lo quieras para los demás.

UtilitarismoEl utilitarismo es una teoría ética muy cercana al eudemonismo y al hedonismo. Como

éstos, defiende que la finalidad humana es la felicidad o placer. Para ellos, las acciones y normas morales deben ser juzgadas de acuerdo al principio de utilidad o de máxima felicidad; es decir, las acciones son buenas cuando sus consecuencias nos acercan a la felicidad y malas cuando nos alejan. Una acción es buena cuando sus consecuencias son útiles (nos acercan a la felicidad) y es mala cuando sus consecuencias no lo son (nos alejan de ella).

Pero cuando hablan de felicidad, los utilitaristas no se refieren a la felicidad o interés personal (como el hedonismo clásico), sino al máximo provecho para el mayor número de personas. El placer es, por lo tanto, un bien común o bien general.

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Uno de los máximos representantes del utilitarismo es Stuart Mill, quien distingue entre placeres inferiores y placeres superiores: hay placeres más estimables que otros según promuevan o no el desarrollo moral del ser humano. De ahí que llegue a afirmar: “Es mejor ser una criatura humana insatisfecha que un cerdo satisfecho”.

Ética discursivaÉsta ética es heredera y continuadora de la ética kantiana, pero con una clara diferencia:

para Kant tenía validez aquella norma que podía convertirse en ley universal (“Obra según una máxima que puedas querer que se convierta en ley universal”), siendo el individuo concreto quien decidía si la norma era o no universalizable; pero para la ética discursiva sería válida aquella norma moral que fuera aceptable por una comunidad de diálogo, cuyos participantes tuvieran los mismos derechos y mantuvieran relaciones de libertad e igualdad. Es decir, deben decidirlo toda la comunidad de hablantes libres y racionales. En definitiva, que ante la pregunta ¿Es esta norma ética?, debemos tener en cuenta no sólo si es aceptada por nosotros, sino si sería aceptada por esta comunidad de discurso.

Uno de los más destacados representantes de esta ética es Jürgen Habermas, para quien sólo tienen validez aquellas normas aceptadas por consenso en una situación ideal de diálogo. Y para que se de esta situación ideal de diálogo se deben cumplir los siguientes requisitos: todos los afectados por una determinada norma deben participar en su discusión; todos los participantes deben tener los mismos derechos y las mismas oportunidades de argumentar y defender su postura; no puede existir coacción de ningún tipo y todos los participantes deben intervenir en el diálogo teniendo como finalidad el entendimiento.

EjercicioRelaciona cada una de las siguientes afirmaciones con una de las teorías éticas que

hemos visto: No se puede conocer el bien y el mal, sólo se puede sentir. La norma moral es norma racional. Cuanto más igualitaria sea la discusión, más cerca estaremos de la mejor solución. Las mejores acciones son las que más placer me producen. Las mejores acciones son las que más placer producen a la mayoría. El que obra mal no sabe lo que hace. La felicidad reside en la resignación y la indiferencia. Para comportarme correctamente sólo tengo que seguir la ley natural que hallo en mí. La felicidad es conocimiento.

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