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REVISTA MARXISMO Y REVOLUCIÓN MARXISMOYREVOLUCION.ORG WALTER BENJAMIN, EL PROGRESOY LA ACCIÓN REVOLUCIONARIA Por Carlos F. Lincopi Bruch 1 “El problema real que plantea a los partidos socialistas esta guerra mundial, y la solución de la que dependen los destinos del movimiento obrero, es la capacidad de acción de las masas proletarias en su lucha contra el imperialismo. Lo que le falta al proletariado internacional no son postulados, programa, consignas; lo que le falta son acciones, una resistencia eficaz, la capacidad de atacar al imperialismo en el momento oportuno, en la guerra justamente, y poner en práctica la vieja consigna “guerra a la guerra.” Rosa Luxemburgo “El sujeto del saber histórico es la clase combatiente, la misma clase oprimida. En Marx se presenta como la última clase sojuzgada, la clase vengadora que, en nombre de las generaciones vencidas, lleva a su término la obra de liberación.” Walter Benjamin Introducción La primera mitad del siglo XX tiene la cualidad de involucrar a la Europa “blanca” y “desarrollada”, de manera más directa y visible, con la barbarie y la decadencia humanitaria que hace varios siglos gesta el capitalismo sobre los pueblos trabajadores del mundo. Particularmente, en Alemania, se trata de la atmósfera engendrada por la primera guerra mundial, de la derrota de los intentos insurreccionales de las organizaciones comunistas, de la gran crisis económica del capital, del auge y consolidación de los nazis en el poder y el inicio de la segunda guerra mundial. En este contexto, se va a desarrollar el pensamiento filosófico de un intelectual fascinante, nos referimos a Walter Benjamin. Nos interesa abordar el pensamiento de Benjamin por su certera crítica a la política socialdemócrata y reformista, por su crítica a las concepciones “filosóficas” del materialismo vulgar (estalinismo), por la centralidad que otorga al presente y a la acción revolucionaria, sin la cual no puede haber redención del ser humano. En los años 30’ escribe su obra más famosa titulada Sobre el concepto de historia. Podemos encontrar aquí una crítica al materialismo vulgar o mecanicista, al positivismo burgués, un rechazo a la “idea” de historia como progre so, una nostalgia a las derrotas de los oprimidos en el pasado y un llamado a comprender la 1 Este artículo fue publicado originalmente con el seudónimo de Rafael Contreras.

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WALTER BENJAMIN, EL “PROGRESO” Y LA ACCIÓN REVOLUCIONARIA

Por Carlos F. Lincopi Bruch1

“El problema real que plantea a los partidos socialistas esta guerra mundial, y la

solución de la que dependen los destinos del movimiento obrero, es la capacidad de

acción de las masas proletarias en su lucha contra el imperialismo. Lo que le falta

al proletariado internacional no son postulados, programa, consignas; lo que le falta son

acciones, una resistencia eficaz, la capacidad de atacar al imperialismo en el momento

oportuno, en la guerra justamente, y poner en práctica la vieja consigna “guerra a la

guerra.”

Rosa Luxemburgo

“El sujeto del saber histórico es la clase combatiente, la misma clase oprimida. En Marx

se presenta como la última clase sojuzgada, la clase vengadora que, en nombre de las

generaciones vencidas, lleva a su término la obra de liberación.”

Walter Benjamin

Introducción

La primera mitad del siglo XX tiene la cualidad de involucrar a la Europa

“blanca” y “desarrollada”, de manera más directa y visible, con la barbarie y la

decadencia humanitaria que hace varios siglos gesta el capitalismo sobre los pueblos

trabajadores del mundo. Particularmente, en Alemania, se trata de la atmósfera

engendrada por la primera guerra mundial, de la derrota de los intentos

insurreccionales de las organizaciones comunistas, de la gran crisis económica del

capital, del auge y consolidación de los nazis en el poder y el inicio de la segunda

guerra mundial.

En este contexto, se va a desarrollar el pensamiento filosófico de un intelectual

fascinante, nos referimos a Walter Benjamin. Nos interesa abordar el pensamiento de

Benjamin por su certera crítica a la política socialdemócrata y reformista, por su

crítica a las concepciones “filosóficas” del materialismo vulgar (estalinismo), por la

centralidad que otorga al presente y a la acción revolucionaria, sin la cual no puede

haber redención del ser humano.

En los años 30’ escribe su obra más famosa titulada Sobre el concepto de

historia. Podemos encontrar aquí una crítica al materialismo vulgar o mecanicista, al

positivismo burgués, un rechazo a la “idea” de historia como progreso, una nostalgia a

las derrotas de los oprimidos en el pasado y un llamado a comprender la 1 Este artículo fue publicado originalmente con el seudónimo de “Rafael Contreras”.

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potencialidad revolucionaria del tiempo presente-ahora, cuyo catalizador es la acción

revolucionaria de la clase combatiente.

¿Por qué estudiar a un pensador revolucionario de la Alemania nazi?

Precisamente porque nos llama a la acción revolucionaria hoy, en el presente, en lo

que él llama tiempo-ahora, se trata de un ejercicio necesario para enfrentar a los

timoratos y blandengues reformistas de todo color, a los “revolucionarios” de medias

tintas, a los moderados, a los conciliadores y gradualistas de todo tipo.

Crítica de la concepción burguesa, evolucionista y vulgar de la historia

Las tesis Sobre el concepto de historia presentan una dificultad inmediata al

lector, Walter Benjamin realiza su concepción de la historia recurriendo a figuras

literarias y artísticas para representar sus ideas, sin embargo, en la medida en que se

comprende que en las tesis de Benjamin existe un enfrentamiento a las concepciones

tradicionales y dominantes de la historia, la lectura de las tesis se vuelve mucho más

amena.

En efecto, Walter Benjamin se enfrenta a las concepciones lineales de la

historia, esto es, a las concepciones que consideran la historia como una línea de

hechos necesarios que se suceden los unos a los otros y que tienden siempre a algo

mejor, esto involucra por una parte una crítica al positivismo burgués, pero también

una crítica a la concepciones tradicionales que dominaron – y dominan – al

movimiento comunista internacional. Benjamin se encuentra sumamente alejado –

por ejemplo – de creer que en el desarrollo de las fuerzas productivas pueda existir

algo así como “un progreso” y una llegada inminente e ineluctable de la revolución.

Benjamin no visualiza la historia como un progreso constante y lineal de la

humanidad, al contrario, la historia se nos presenta como una catástrofe constante y

que de no ser interrumpida tenderá al auto-aniquilamiento de la humanidad.

Para representar esta idea crítica del progreso y de la historia como catástrofe,

Benjamin recurre a lo que llamaremos la alegoría del ángel2, se trata de las tesis IX en

la cual Benjamin sostiene que: “…un ángel que parece estar alejándose de algo mientras

lo mira con fijeza. Tiene los ojos desorbitados, la boca abierta y las alas desplegadas. Ése

es el aspecto que debe mostrar necesariamente el ángel de la historia. Su rostro está

vuelto hacia el pasado. Donde se nos presenta una cadena de acontecimientos, él no ve

sino una sola y única catástrofe, que no deja de amontonar ruinas sobre ruinas y las

arroja a sus pies. Querría demorarse, despertar a los muertos y reparar lo destruido.

Pero desde el Paraíso sopla una tempestad que se ha aferrado a sus alas, tan fuerte que

ya no puede cerrarlas. La tempestad lo empuja irresistible hacia el futuro, al cual da la 2 Se trata de un dibujo realizado por el pintor suizo Paul Klee titulado Angelus Novus.

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espalda, mientras que frente a él las ruinas se acumulan hasta el cielo. Esa tempestad es

lo que llamamos progreso.”3

En este pasaje, Walter Benjamin, nos interpela a ver la historia tal y cuál es. En

ese mirar, cualquier persona que no oculte los hechos en velos ideológicos, dará

cuenta que la historia de aquello que llamamos “humanidad”, no es sino la sucesión

constante de masacres sobre los explotados, dominados y oprimidos. Este es un

elemento fundamental, pues comienza de lleno a cuestionar la idea de la historia de la

humanidad como un “progreso ininterrumpido” hacia algo superior y más bello, así

como las expresiones teoréticas que sustentaron esta idea bajo la noción de “leyes de

la historia”, o en el caso del materialismo vulgar, con eso de que las revoluciones

sociales se producen como resultado del “desarrollo de las fuerzas productivas”.

La historia de la humanidad, en este sentido, no puede ser sino hasta ahora, la

sucesión de una catástrofe. El capitalismo, lejos de ser un “progreso” para la

humanidad, pasa a ser parte de esa “tempestad” en que los oprimidos han sido

constantemente derrotados, en el mismo sentido, Marx dirá que “el capital viene al

mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros, desde los pies a la cabeza.”4

La crítica a la concepción evolucionista de la historia, tiene un sentido

profundamente político – y no meramente reflexivo –, en la tesis I, Benjamin comenta

la imagen del “autómata capaz de responder, en una partida de ajedrez, a cada

movimiento de su adversario y asegurarse el triunfo”5, es en efecto, la imagen

dominante del “materialismo histórico” (gradualista, evolucionista, economicista,

socialdemócrata y soviético), según el cual, el triunfo del proletariado estaría

asegurado por las “ineluctables leyes del desarrollo histórico” y el “desarrollo de las

fuerzas productivas”. Esta concepción se expresaba muy claramente en el viejo líder

socialdemócrata Karl Kautsky, en tanto que señalaba: “El partido socialdemócrata es

un partido revolucionario; no es un partido que hace revoluciones. Sabemos que

nuestros fines no pueden ser realizados más que por una revolución, pero sabemos

también que no está en nuestro poder hacer la revolución, como no está en el poder de

nuestros adversarios impedirla. Jamás hemos pensado, por consiguiente, provocar o

preparar una revolución.”6 Se trataría pues, de esperar que las leyes en la historia – las

fuerzas productivas –actuaran por sí solas al margen del ser social.

El problema central que visualiza Benjamin, es que estas concepciones que

terminaron penetrando al “materialismo histórico”, se correspondían perfectamente

3 Löwy, Michael. “Walter Benjamin: aviso de un incendio”, FCE, 2012, Buenos Aires, p.101 4 Marx, Carlos. “El Capital. Crítica de la economía-política”. Tomo I. Fondo de Cultura Económica, México D.F, 2010, pp.646-647 5 Löwy, op cit., p.46 6 Citado en: Löwy, Michael. “El pensamiento del Che Guevara”, siglo XXI, 1987, p.18

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con las concepciones del positivismo burgués. A ese mecanicismo autómata, Benjamin

opondrá la idea de que no es posible el movimiento de ese “autómata” (la historia), sin

el “enano” que se encuentra debajo del tablero de ajedrez y que dirige los

movimientos del “autómata”7, ese enano es la teología. Sin embargo ¿qué querrá decir

Benjamin con “teología”? En este terreno, sólo podemos interpretar, pero tal y como

sostiene Löwy, se trata del “espíritu”8 que permite el movimiento histórico, es decir,

es el despliegue de la conciencia revolucionaria de los oprimidos lo que permitirá su

redención.

Esta visión crítica permitirá a Benjamin sostener, al igual que Lukács en

Historia y Conciencia de Clase9, de que comprender la historia como el mero

desarrollo de “leyes positivas” e infalibles, no es más que un pueril y mediocre intento

de igualar la historia con las ciencias naturales.10 Y este ejercicio teorético, en el seno

de las organizaciones marxistas, nos sugiere la pérdida de la independencia teórico-

intelectual de las clases oprimidas respecto de las clases dominantes, que han

terminado por transformar el marxismo en una mediocre concepción mecanicista y

positivista de la historia. Los partidos comunistas, en efecto, habían abandonado la

vieja máxima revolucionaria de Marx: “de lo que se trata es de transformar el mundo”.

El ejercicio teorético que realizará Benjamin tiene un sentido político muy

claro, para él, en una u otra concepción de la historia, puede definirse el destino de la

clase oprimida, esto es, la sumisión perenne o la liberación heroica. Este problema lo

visualiza en la medida que al interior del movimiento obrero ya se insertaba con

fuerza la concepción positivista, por eso sostenía en su tesis XI que “nada corrompió

más al movimiento obrero alemán que la convicción de nadar en el sentido de la

corriente…” (Esa corriente que es el progreso). De ahí que la burguesía pueda verse –

inclusive en las actuales circunstancias – como una clase “amiga”, “hermana”, con la

cual se puede marchar conjuntamente hacia el “progreso”, de ahí la tradicional

estrategia de conciliación de clases (expresadas en el frentepopulismo y la idea de

revolución por “etapas”). El marxismo vulgar, degenerado por el positivismo, dejará

de considerar el hecho histórico de la explotación como crítica radical para enfrentar

al capital.

Para Benjamin, existe un enfrentamiento de clases en el plano historiográfico

que tiene implicancias prácticas para el sujeto histórico, por la misma razón, hará una

nueva propuesta y delineará la tarea fundamental del historiador revolucionario, esto

7 Löwy, op cit., pp.46-47 8 Ibíd., p.49 9 Véase, “El marxismo ortodoxo de Lukács” en http://nuestra-america.org/?p=299 10 Benjamin, Walter. “La dialéctica en suspenso: fragmentos sobre la historia”, LOM, p.76

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es, cepillar la historia a contrapelo.11 Lo cual quiere decir, a contrapelo de lo que hacen

los historiadores burgueses.

Cepillar la historia a contrapelo, el Mesías y nuestro tiempo

¿Qué significará cepillar la historia a contrapelo? Pues desarrollar una

historiografía que se geste con independencia de las concepciones de la burguesía (de

los opresores) y que sea a la vez un llamado a la acción revolucionaria. En este

sentido, Benjamin dirá, en relación al pacto Molotov-Von Ribbentrop (estalinistas y

nazis), que es necesario “elaborar una concepción de la historia que no se presente a

ninguna complicidad con la concepción a la que se aferran dichos políticos.”12

Esa concepción de la historia, estará compuesta en primer lugar, por una

mirada retrospectiva, que dará a entender que la historia no es una sucesión de

hechos necesarios que tienden a algo mejor (progreso), sino todo lo contrario, la

acumulación incesante de barbarie y vejámenes sobre las clases oprimidas. La imagen

alegórica que ocupa Benjamin es el “Ángel” que es arrastrado por esa tempestad (la

historia, el progreso o las “leyes de la historia”) y que mirando hacia atrás, ve tras de

sí, la acumulación de ruinas.

Un segundo elemento, a propósito de esta mirada hacia el pasado es el recuerdo

o la rememoración de las derrotas y sacrificios heroicos que realiza la clase explotada

y que aparecen en el presente, como un clamor o grito, inclusive como un espectro,

que ronda la conciencia de los oprimidos y que mantiene el “triunfo” de las clases

dominantes en permanente peligro13. Benjamin señala que: “¿No nos sobrevuela algo

del aire respirado antaño por los difuntos? ¿Un eco de las voces de quienes nos

precedieron en la Tierra no reaparece en ocasiones en la voz de nuestros amigos?...Existe

un acuerdo tácito entre las generaciones pasadas y la nuestra…Se nos concedió, como a

cada generación precedente, una débil fuerza mesiánica sobre la cual el pasado hace

valer una pretensión…”14.

El tercer elemento, es el aspecto “teológico” (el enano que mueve al autómata),

esto quiere decir, el espíritu revolucionario de los oprimidos, su conciencia

revolucionaria. Benjamin, a contrapelo de concebir la “materialidad tosca”, considera

que en la lucha de clases, actúan las virtudes del ser social en sus combates señalando

que: “lo refinado y lo espiritual se presentan de muy distinto modo que como botín

reservado al vencedor: en ella, viven y actúan retrospectivamente en la lejanía del

tiempo como confianza, como coraje, como humor, como astucia, como inquebrantable

11 Ibíd., p.81 12 Ibíd., p.111 13 Ibíd., p.67 14 Ibíd., p.55

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firmeza. Y no han dejado de poner en cuestión cualquier victoria que en ella hayan

logrado y festejado alguna vez los poderosos.”15. Es decir, como sostiene Michael Löwy:

“Hay en Benjamin, por lo tanto, una dialéctica de lo material y lo espiritual en la lucha

de clases que desborda el modelo bastante mecanicista de la infraestructura y la

superestructura: la apuesta de la lucha es material, pero la motivación de los actores

sociales es espiritual. Si no estuviera animada por ciertas cualidades morales, la clase

dominada no podría combatir por su liberación.”16

Un cuarto elemento es el Mesías que “no viene sólo como redentor, viene

también como vencedor del Anticristo…”17. Este Mesías, es el encargado de poner fin a

“ese enemigo que no ha cesado de vencer”18, ese Mesías es la acción revolucionaria de

la clase combatiente contra las clases dominantes19 y que se hace tanto más fuerte

cada vez que en aquello que llamamos “progreso”, esas grandes maravillas, esos

grandes edificios modernos, sistemas eléctricos, automóviles, etc., se han construido

sobre la base de la esclavitud y el sufrimiento de seres humanos. El hecho de que el

Mesías sea la clase oprimida, significada que la redención revolucionaria sólo puede

ser fruto de la propia obra de la clase oprimida o clase vengadora de las generaciones

derrotadas.

Un sexto elemento, sobre la concepción de historia de Walter Benjamin, dice

relación con preguntarse ¿Qué es regla y qué es excepción en la historia o tradición de

los oprimidos? Las clases dominantes hablan de “Estado de excepción” cuando

desatan la represión más feroz sobre los oprimidos, pero en realidad, aquello que han

llamado “excepción” en la tradición histórica de los oprimidos no es sino la “regla” y la

“constante”20. El genocidio sobre pueblos enteros, la persecución racial, la

segregación, las masacres y asesinatos sobre los oprimidos, en otras palabras, el

triunfo de las clases dominantes, es lo que ha sido y sigue siendo la regla. Por eso, en

realidad, la revolución no puede ser fruto de esas reglas, sino del accionar concreto de

la clase revolucionaria que en su acción rompe con ese continuum de derrotas, para

volver a la esperanza viva de la revolución y vencer. La revolución será pues, un

discontinuum21, no será avanzar en la historia como una locomotora, sino ponerle

frenos a esa misma locomotora que no ha cesado de desarrollar la barbarie.22

15 Löwy, op cit., p.67 16 Ibíd., p. 68 17 Ibíd., p.75 18 Ibíd., p.75 19 Ibíd., p.79 20 Ibíd., p.97 21 Ibíd., p.142 22 Ibíd., p.108

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El séptimo elemento fundamental en la concepción de la historia de Benjamin,

dice relación con un pensar el tiempo. Por una parte, tenemos este pasado de derrotas

que viven como espectro en el presente (se presentan como un grito o clamor). Este

presente es el tiempo-ahora de Benjamin y cobra una relevancia vital, es el tiempo en

el cual se despliega el Mesías (la acción revolucionaria) y es el que está realizando el

futuro. El presente – dirá Benjamin – está lleno de potencialidades revolucionarias

(advirtiendo, que detectar la ubicación de esa potencialidad, es propiamente la tarea

del análisis de la situación política)23. En este punto, el pensamiento de Benjamin se

relaciona bastante con el pensamiento de Ernesto Guevara, en tanto que para el Che:

“Las condiciones objetivas para la lucha están dadas por el Hambre del Pueblo, la

reacción frente a esa hambre, el temor desatado para aplazar la reacción popular y la

ola de odio que la represión crea.”24

En este sentido, para Benjamin, es la acción concreta del sujeto histórico la que

va desarrollando la historia, para él el futuro también es concreto, se realiza hoy, en

nuestro presente. No es ni homogéneo ni vacío. No se trataría para Benjamin de

esperar una – ¡metafísica! – situación revolucionaria, sino que se trataría de

desarrollar la potencialidad revolucionaria del presente por medio de la acción y no

esperar que las “cosas se den por sí solas” (como fruto de “leyes del desarrollo

histórico”). En efecto, Walter Benjamin arremete críticamente con toda la esencia del

oportunismo socialdemócrata, principal envilecedor del potencial revolucionario de

las clases oprimidas.

Palabras finales

La invitación de Benjamin es la de llevar a cabo una revolución verdadera,

redentora del ser humano, es un llamado –que claman como espectro las generaciones

vencidas– a desatar la potencialidad revolucionaria del presente. Nos sugiere, pues,

echar al basurero el ejercicio teorético de las clases dominantes (sus leyes de la

historia que la legitiman como clase dominante), sobre la base de la acción

revolucionaria de los oprimidos. La provocación es vencer al positivismo – burgués o

“marxista” – con la práctica revolucionaria, esto es, objetivar en el terreno histórico, el

anhelo de los derrotados: vencer.

Conseguida la redención, la humanidad observará sobre sus hombros y se

horrorizará. Verá por doquier sangre, cadáveres, pueblos enteros destruidos, ruinas

por todos lados. Sólo así, la humanidad comprenderá la totalidad de su propia historia,

hasta el momento llena de barbarie.

23 Ibíd., p.155 24 Guevara, Ernesto. “América Latina: despertar de un continente”, Ocean Sur, p.264 [El texto es: “Cuba: ¿Excepción histórica o vanguardia en la lucha anti-colonialista?]

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Para finalizar nuestra lectura de Benjamin, queremos señalar que Benjamin es

un pesimista respecto del “desarrollo histórico”, pues él ve que de no desatarse el

despliegue mesiánico la historia de la humanidad terminará en una catástrofe, por esta

razón, el espectro de Benjamin es – parafraseando a Michael Löwy – “un aviso de

incendio”, que puede ser evitado si somos capaces de “organizar el pesimismo y

descubrir el espacio de la acción política.”25

25Benjamin, op cit., p.82