wacqant - teoria social, marginalidad urbana y estado penal -2012- ignacio gonzález sánchez (ed.)

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TEORÍA SOCIAL, MARGINALIDAD URBANA Y ESTADO PENAL Aproximaciones al trabajo de Loïc Wacquant DYKINSON 2012 ESTUDIOS DE CRIMINOLOGÍA Y POLÍTICA CRIMINAL 25 I GNACIO G ONZÁLEZ S ÁNCHEZ (Editor) Miguel Alhambra Delgado Luis Enrique Alonso Pierre Bourdieu Leonidas K. Cheliotis José Manuel Fernández Francisco Ferrándiz Ignacio González Sánchez Félix A. López Román Dario Malventi Markus-Michael Müller Juan S. Pegoraro Alfonso Serrano Maíllo Loïc Wacquant Sappho Xenakis

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  • TEORA SOCIAL, MARGINALIDADURBANA Y ESTADO PENAL

    Aproximaciones al trabajode Loc Wacquant

    DYKINSON2012ES

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    L 25

    IGNACIO GONZLEZ SNCHEZ(Editor)

    Miguel Alhambra Delgado

    Luis Enrique Alonso

    Pierre Bourdieu

    Leonidas K. Cheliotis

    Jos Manuel Fernndez

    Francisco Ferrndiz

    Ignacio Gonzlez Snchez

    Flix A. Lpez Romn

    Dario Malventi

    Markus-Michael Mller

    Juan S. Pegoraro

    Alfonso Serrano Mallo

    Loc Wacquant

    Sappho Xenakis

    22136_CUB_Teoria_Social_Cs4.indd 1 13/01/12 08:13

  • El presente libro recoge una serie de trabajos que comentan, expli-can o critican la obra de Loc Wacquant, o que la han utilizado para desarrollar investigaciones originales o interpretar determinados fenmenos sociales desde una ptica diferente.

    Loc Wacquant es profesor de Sociologa en la Universidad de California, Berkeley, e investigador en el Centre de Sociologie Euro-pene en Pars. Su importancia en las ciencias sociales ha ido en aumento en las dos ltimas dcadas. Ha pasado de ser conocido como colaborador de Pierre Bourdieu a ser un respetado invetigador, cuyas obras han supuesto importantes aportaciones a los respectivos cam-pos que estudian, y han sido objeto de recientes debates. Sus temas de inters abarcan la teora sociolgica, el cuerpo, la desigualdad urbana, la dominacin etnoracial y el papel y el desarrollo de las cr-celes y de la polica.

    Reflejo de esta variedad es la presencia de distintas disciplinas entre los autores de este libro: socilogos, antropologos, politlogos, criminlogos y penalistas. As mismo, la repercusin internacional de la obra de Wacquant se ve reflejada en su procedencia: Espaa, Fran-cia, Italia, Grecia, Alemania, Argentina y Puerto Rico.

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  • TEORA SOCIAL, MARGINALIDAD URBANA Y ESTADO PENAL

    APROXIMACIONES AL TRABAJODE LOC WACQUANT

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  • ESTUDIOS DE CRIMINOLOGA Y POLTICA CRIMINALAlfonso Serrano Mallo, editor.

    CONSEJO EDITORIAL

    Hans-Jrg Albrecht.Martin Killias.Raymond Paternoster.Santiago Redondo.Eugenio Ral Zaffaroni.

    22136_Teora_Social_Cs4.indd 2 12/01/12 16:18

  • IGNACIO GONZLEZ SNCHEZ

    (Editor)

    TEORA SOCIAL, MARGINALIDAD URBANA Y ESTADO PENAL

    APROXIMACIONES AL TRABAJODE LOC WACQUANT

    DYKINSON

    22136_Teora_Social_Cs4.indd 3 12/01/12 16:18

  • Copyright byLos autores

    Editorial DYKINSON, S.L. Melndez Valds, 61 - 28015 MadridTels.: (+34) 91 544 28 46 - (+34) 91 544 28 69e-mail: [email protected]://www.dykinson.eshttp://www.dykinson.comConsejo editorial: vase www.dykinson.com/quienessomos

    ISBN: 978-84-15454-29-8 Depsito legal: M-47853-2011

    Preimpresin e Impresin: SAFEKAT, S. L. Laguna del Marquesado, 32 L - 28021 Madrid www.safekat.com

    Todos los derechos reservados. Ni la totalidad ni parte de este libro, incluido el diseo de la cubierta, puede reproducirse o transmitirse por ningn procedi-miento electrnico o mecnico. Cualquier forma de reproduccin, distribucin, comunicacin pblica o transformacin de esta obra solo puede ser realizada con la autorizacin de sus titulares, salvo excepcin prevista por la ley. Dirjase a CEDRO (Centro Espaol de Derechos Reprogr cos, www.cedro.org) si nece-sita fotocopiar o escanear algn fragmento de esta obra.

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  • NDICE

    INTRODUCCIN. Wacquant y la ciudad desde sus mrgenes,Ignacio Gonzlez Snchez ....................................................... 7

    PARTE I

    TEORA SOCIAL:ENCARNACIN Y PODER

    1. El cuerpo, el gueto y el Estado Penal. Una breve gua bio-grfica y analtica, Loc Wacquant......................................... 19

    2. Cuerpo, mente y gueto. Una reapropiacin creativa de lateora de la prctica de Pierre Bourdieu, Jos ManuelFernndez ............................................................................... 51

    3. Venas abiertas: memorias polticas y corpreas de la vio-lencia, Francisco Ferrndiz ................................................... 89

    PARTE II

    MARGINALIDAD HUMANA:FORMAS Y MECANISMOS DE RELEGACIN

    EN LA CIUDAD DUAL

    4. La estigmatizacin territorial en la edad de la marginalidad avanzada, Loc Wacquant ...................................................... 119

    5. La marginalidad avanzada como uno de los semblantes delcapital simblico negativo, Miguel Alhambra Delgado ......... 135

    6. El concepto de gueto como analizador social: abriendo lacaja negra de la exclusin social, Luis Enrique Alonso ........ 151

    7. Parias urbanos, parias mediticos: los medios de comuni-cacin y la marginacin de la pobreza, Flix A. Lpez Romn. 183

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  • 6 NDICE

    PARTE III

    ESTADO PENAL:LA CONTENCIN PUNITIVA COMO POLTICA

    PARA LA POBREZA

    8. La tormenta global de la ley y el orden: sobre neolibera-lismo y castigo, Loc Wacquant.............................................. 203

    9. El Estado de Derecho y el orden social, Juan S. Pegoraro ... 229

    10. La reconfiguracin del Estado y del castigo, Ignacio Gon-zlez Snchez .......................................................................... 235

    11. Punitividad, benevolencia o ambas? Limitaciones concep-tuales de algunos discursos contemporneos, AlfonsoSerrano Mallo ........................................................................ 307

    12. Simbiosis vital, Dario Malventi ............................................. 329

    13. Qu tiene que ver el neoliberalismo con esto? Hacia unaeconoma poltica del castigo en Grecia, Leonidas K. Che-liotis y Sappho Xenakis ........................................................... 365

    14. El Estado penal y el gobierno de la marginalidad en laAmrica Latina contempornea, Markus-Michael Mller .... 401

    EPLOGO. De la clase dominante al campo del poder, PierreBourdieu y Loc Wacquant ..................................................... 423

    Lista de autores .......................................................................... 455

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  • INTRODUCCIN

    Wacquant y la ciudad desde sus mrgenes

    El presente libro recoge una serie de trabajos que comentan, explican o critican la obra de Loc Wacquant, o que la han uti-lizado para desarrollar investigaciones originales o interpretar determinados fenmenos sociales desde una ptica diferente. Wacquant ha tratado varios temas a lo largo de los ltimos aos, principalmente en cuatro grandes reas: la teora social, el cuerpo, la marginalidad urbana y la penalidad. Reflejo de esta variedad es la presencia de distintas disciplinas entre los autores de este libro: socilogos, antroplogos, politlogos, cri-minlogos y penalistas. As mismo, la repercusin internacional de la obra de Wacquant se ve reflejada en su procedencia: Espa-a, Italia, Grecia, Alemania, Argentina, Puerto Rico y Francia.

    Loc Wacquant es profesor de Sociologa en la Universidad de California, Berkeley, e investigador en el Centre de Sociolo-gie Europene en Pars. Su importancia en las ciencias sociales ha ido en aumento en las ltimas dos dcadas. Ha pasado de ser conocido como colaborador de Pierre Bourdieu a ser un respetado investigador, cuyas obras han supuesto importantes aportaciones a los respectivos campos que estudian, y han sido objeto de recientes debates. Sus temas de inters abarcan la teora sociolgica, el cuerpo, la desigualdad urbana, la domina-cin etnoracial y el papel y el desarrollo de las crceles y la polica. Ms abajo se pueden consultar sus principales obras, aunque mejor presentacin que un resumen de cargos y publi-caciones, son sus aportaciones a este libro, especialmente la entrevista con la que se abre el mismo.

    La publicacin de este libro dentro de la coleccin de Estu-dios de Criminologa y Poltica Criminal sigue la lnea de una de

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    las ideas que defiende Wacquant con ms nfasis en sus lti-mos trabajos: dejar de estudiar lo que sucede en el sistema penal como algo autnomo. La necesidad de tratar muchos de los aspectos fundamentales de la Criminologa en relacin con otros aspectos de lo social (como ya avisaron antes Michel Foucault o David Garland, entre otros) queda plasmada, de manera evidente, en el anlisis wacquantiano de las transfor-maciones penales que han acontecido en Occidente durante las dos ltimas dcadas. No es posible entender los cambios pena-les si no se presta atencin a la evolucin de las polticas socia-les, pues ambas forman parte de una misma poltica: la de la gestin de la pobreza.

    Esto no slo supone que sea conveniente incluir las polti-cas sociales en el estudio de los sistemas de control penal, sino que lo mismo es aplicable al revs: es conveniente incluir en el estudio de las polticas sociales determinados aspectos de la poltica penal. Esto es de especial importancia si se tiene en cuenta que, en ambos casos, las personas sobre las que se apli-can de manera directa estas polticas responden al mismo per-fil sociodemogrfico, a excepcin del sexo: las mujeres son las usuarias mayoritarias de los servicios sociales, mientras que los servicios penales se aplican, en su gran mayora, a hombres.

    Adems de servir de puente entre el estudio de fenmenos que se encuentran ms separados en los departamentos univer-sitarios y en la constitucin de las disciplinas que en la vida real, la obra de Wacquant tiene un sustento terico realmente destacable. El resultado, como parte de este libro pretende demostrar, es que proporciona un marco a partir del cual elabo-rar nuevas investigaciones, repensar fenmenos o comprobar hiptesis, ms all de una comprensin ms rica de lo social.

    Aunque aqu se trate de presentar de una manera sistemti-ca, o al menos estructurada, la obra de Wacquant es difcil de seguir: es amplia, no muy sistemtica y algo imprecisa. De hecho, quien quiera seguir su obra, se encontrar con libros que estn publicados en algn idioma y no en otros (incluyen-do las lenguas en las que Wacquant escribe), otros cuya traduc-cin del castellano al ingls tiene un contenido completamente distinto, o con artculos que aparecen en ms de un libro.

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  • INTRODUCCIN. WACQUANT Y LA CIUDAD DESDE SUS MRGENES 9

    Hallar incluso libros que el autor reclama como ilegtimos e ilegales.

    Por ejemplo, desde hace tiempo existe en italiano un libro de Wacquant que se llama Simbiosi mortale (Verona, Ombre Corte, 2002), que no existe ni en francs ni en ingls (aunque se espera que aparezca en 2012). Se puede considerar un libro del autor o slo una recoleccin de artculos que autoriz a algn editor italiano? Por ejemplo, el libro Parias urbanos (Buenos Aires, Manantial, 2001) no es la versin en espaol de Parias urbains (Pars, La Dcouverte, 2006) o Urban Outcasts (Cambridge, Polity Press, 2008), sino un libro distinto. La ver-sin traducida de ste es Los Condenados de la ciudad. Gueto, periferias, Estado (Buenos Aires, Siglo XXI, 2007). A su vez, se descubrir que el libro de 2001 contiene artculos que aparecen de nuevo en el de 2007, y cmo algunos artculos remozados aparecen en su reciente Las dos caras de un gueto (Buenos Aires, Siglo XXI, 2010).

    Pese a lo anterior, se puede ordenar de alguna manera la obra de Wacquant. Sus libros ms importantes siguen siendo identificables. En teora sociolgica, tiene un libro destacable junto a Pierre Bourdieu que es muy recomendable para acer-carse al armazn terico de ste (Una invitacin a la sociologa reflexiva). El tema del cuerpo lo abord de una manera algo tangencial a espera de acabar un monogrfico algo ms terico en Entre las cuerdas. Al tema de la marginalidad urbana es al que ms libros le ha dedicado, si bien todos ellos son recolec-ciones de artculos. Por ltimo, su tesis del estado penal est desarrollada principalmente en Las crceles de la miseria y en Castigar a los pobres.

    De una manera algo ms clara, aqu se pueden consultar las obras de Wacquant en espaol de las que ha sido autor, editor, director o coordinador:

    Las crceles de la miseria. Buenos Aires, Manantial, 2000. (Tambin publicado en Madrid: Alianza, 2001).

    Parias urbanos. Marginalidad en la ciudad a comienzos del milenio. Buenos Aires: Manantial, 2000.

    Entre las cuerdas. Cuadernos de un aprendiz de boxeador. Madrid: Alianza, 2004. (Tambin publicado como La

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    vida en el ring. Cuadernos de un aprendiz de boxeador, Buenos Aires: Siglo XXI, 2006)

    Una invitacin a la sociologa reflexiva. Buenos Aires, Mxico: Siglo XXI, 2005. (Junto a Pierre Bourdieu) (Tambin publicado como Respuestas. Por una antropo-loga reflexiva. Mxico: Grijalbo, 1995).

    El misterio del ministerio. Pierre Bourdieu y la poltica democrtica. Barcelona: Gedisa, 2005. (Coordinador).

    Repensar los Estados Unidos. Para una sociologa del hiperpoder. Barcelona: Anthropos, 2005. (Director).

    Los condenados de la ciudad. Gueto, periferias y Estado. Buenos Aires, Mxico, Madrid: Siglo XXI, 2007.

    Castigar a los pobres. El gobierno neoliberal de la insegu-ridad social. Barcelona: Gedisa, 2010.

    Las dos caras de un gueto. Ensayos sobre marginalizacin y penalizacin. Buenos Aires, Mxico, Madrid: Siglo XXI, 2010.

    Muchos de sus artculos han sido traducidos al espaol, sobre todo para revistas en Amrica Latina. Muchas de las refe-rencias pueden consultarse en la bibliografa del primer cap-tulo del presente volumen, titulado El cuerpo, el gueto y el Estado penal: una breve gua biogrfica y analtica. En ella, Wacquant repasa algunos aspectos de su vida que han sido cru-ciales en el desarrollo de su formacin cientfica, tanto en los objetos de estudio como en su forma de acercarse a ellos. Ade-ms, y sobre todo, la entrevista es muy til para entender el vnculo entre los distintos temas que aborda Wacquant, cuyas conexiones aparecen aqu explicitadas, tanto a nivel analtico como biogrfico.

    El captulo de Jos Manuel Fernndez, se dedica a la pro-duccin de Wacquant sobre el cuerpo, centralizada en su libro Entre las cuerdas. En la lnea de vincular el trabajo de Wacquant con el del socilogo francs Pierre Bourdieu, Fernndez inten-ta explicar el modo en el que Wacquant pone en prctica, y clarifica, los procesos de gnesis del habitus sugeridos por Bourdieu. Subraya las aportaciones metodolgicas de Wacquant en este campo, y cmo se sirve del boxeo para com-

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    prender mejor el gueto y la lgica de la prctica, intentando superar algunas de las antinomias ms rancias de las ciencias sociales (objetivismo-subjetivismo, teora-prctica, etc.).

    El vnculo entre cuerpo y marginalidad urbana que Wacquant subraya en su obra es aplicado en otro contexto por Francisco Ferrndiz. En un estudio sobre ceremonias espirituales en Vene-zuela, identifica la relacin que existe entre la violencia de stas, los golpes y cortes que se inflinge a los jvenes de barrios que rodean a las grandes ciudades, y la violencia estructural de la que son vctimas por el abandono de las instituciones pblicas. Adems, vinculndolo con otro aspecto de la obra wacquan tiana, la presencia de espritus de delincuentes en estas ceremonias, representa un recurso identitario para determinados jvenes que muchas veces no tienen en comn el ser delincuentes, sino el ser sospechosos de serlo por vivir en determinadas zonas.

    Sobre la estigmatizacin territorial trata el primer artculo de Loc Wacquant de la segunda parte del libro. En l, breve-mente, se expone cmo un estudio comparado de las formas de pobreza urbana revelan que, frente al cada vez ms extendido uso del concepto de gueto, el actual hipergueto tiene algu-nos aspectos que lo hacen decididamente distinto, por ejemplo, al ser un elemento que erosiona la solidaridad de sus habitantes.

    El captulo de Miguel Alhambra profundiza en el concepto de marginalidad avanzada. Partiendo de la nocin bour-dieuana de espacio social como marco analtico para com-prender mejor las relaciones que se dan en determinadas zonas, se subraya la capacidad del Estado en la produccin de categoras sociales, en este caso a travs de la adjudicacin decapital simblico negativo.

    Luis Enrique Alonso reflexiona sobre el uso del concepto de gueto. Su uso abusivo forma parte de una retrica de la segregacin vinculada al capitalismo neoliberal, que traza una lnea entre lo normal y lo patolgico y que simplifica la hetero-geneidad de los residentes de estas zonas estigmatizadas. Wacquant planteara el estudio sociohistrico de las formas de relegacin como solucin a un pensamiento sustancialista sobre la pobreza y al descrdito asociado a la sospecha de no integracin, voluntaria, de determinadas poblaciones.

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    Para cerrar esta parte y dar paso a la siguiente, el trabajo de Flix Lpez versa sobre el tratamiento de la pobreza en los medios de comunicacin puertorriqueos. Partiendo de la base de que los medios de comunicacin forman parte de la cons-truccin ideolgica sobre las comunidades marginadas, utiliza el trabajo de Wacquant para analizar cmo se invisibiliza un problema poltico, como es la pobreza, a travs de la visibilidad de un rasgo especfico que condiciona y limita la mirada, que en este caso sera la criminalidad. De esta forma se transforma un problema poltico en uno de criminalidad, punto muy importante en Las crceles de la miseria.

    La parte del Estado penal comienza con un artculo de Wacquant en el que reflexiona sobre la recepcin internacional de Las crceles de la miseria, especialmente en Latinoamrica, territorio al que ampla su anlisis de la influencia de los think tanks. El modelo de importacin-exportacin de polticas pena-les neoliberales es revisado, y se compara el modelo terico de la formacin del Estado neoliberal con el de otros importantes autores como David Garland o Jock Young, revisando el vncu-lo entre neoliberalismo y penalidad.

    Juan Pegoraro acenta los aspectos materialistas del con-trol social a travs del castigo en el mantenimiento del orden social. Aboga por entender el sistema penal como un complejo elemento de dominacin. Adems, incide en la importancia de las mediaciones existentes en la aplicacin del sistema penal, que desembocan en una justicia selectiva que se ceba con unos delitos y que ignora otros.

    Mi captulo explica en detalle la tesis wacquantiana del Esta-do penal, con especial atencin a algunos aspectos tericos y a su posible aplicacin al caso espaol. Se repasan los presupues-tos tericos de Wacquant, su explicacin del caso estadouniden-se y la exportacin que se estara llevando a cabo hacia Europa.

    Alfonso Serrano se pregunta si la explicacin de Wacquant pone suficiente nfasis en la ambivalencia que se encuentra presente en los sistemas punitivos de las sociedades posmoder-nas. Al ignorar Wacquant esta caracterstica de la accin esta-tal, su explicacin pierde un elemento importante y representa la punitividad con menor complejidad de la que tiene.

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    A partir de una investigacin etnogrfica, Dario Malventi cri-tica que la crcel de ahora no es distinta a la de antes, como defiende Wacquant, sino que el cambio importante se da en que la violencia que ejerce ahora es ms contundente. Mediante la poltica de expansin de los mdulos teraputicos, se desestig-matiza el papel de los funcionarios de prisiones y se lleva la crcel fuera de los muros. Esta recualificacin formal acenta la opacidad de las crceles encubriendo su violencia estructural.

    Cheliotis y Xenakis se proponen testar la validez de esta teora para el caso griego. A travs del estudio de las caracters-ticas del sistema penal griego, del gasto social y de las condi-ciones del mercado laboral, estos autores encuentran un apoyo parcial a la tesis del neoliberalismo. No obstante, identifican que los cambios penales han sido anteriores a la introduccin de polticas neoliberales, por lo que difcilmente las segundas pueden explicar a los primeros. Se defiende que una aproxima-cin que tenga en cuenta la condicin de pas semiperifrico de Grecia en la economa mundial sera ms provechosa.

    La tesis de la internacionalizacin de la penalidad neolibe-ral es evaluada por Markus-Michael Mller para Amrica Lati-na. A travs del estudio de la internacionalizacin de polticas penales, especialmente las relacionadas con la droga, el autor afirma que la implantacin del neoliberalismo en estos pases ha tenido consecuencias que respaldan el trabajo de Wacquant.

    En el ltimo captulo se recoge una entrevista de Loc Wacquant a Pierre Bourdieu con motivo de la publicacin de La noblesse dtat (uno de los pocos trabajos de Bourdieu an no traducidos al espaol). Esta entrevista captura uno de los momentos iniciales de la carrera de Wacquant, cuando trabaja-ba ms apegado a Bourdieu. En la entrevista aqu recogida, se tratan aspectos nucleares para entender mejor el trabajo de Wacquant: la existencia de un campo de poder y de luchas entre los propios dominantes, la historicidad y la naturaleza relacio-nal de la configuracin social y la existencia de violencia sim-blica. Aspectos que ser necesario tener en cuenta cuando se lean sus trabajos sobre marginalidad urbana y el Estado penal.

    Algunos de estos trabajos han sido publicados anteriormen-te. La entrevista con la que se abre el libro es una versin abre-

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  • 14 IGNACIO GONZLEZ SNCHEZ

    viada de la realizada por Susana Duro (El cuerpo, el gueto y el Estado penal) con motivo de la celebracin en junio de 2007 del Ethnografeast III, en Lisboa, Portugal. Se public ori-ginalmente en espaol en la revista Apuntes de investigacin, nmero doble 16/17, en 2010. El captulo de Francisco Ferrn-diz es una versin especialmente adaptada para este volumen. El artculo original se titulaba Venas abiertas: africanos y vikingos en el espiritismo venezolano, y estaba incluido en el libro de 2005, Jvenes sin tregua: culturas polticas de la violen-cia (Barcelona, Anthropos), editado por el propio Ferrndiz y Carlos Feixa. El artculo de Wacquant La estigmatizacin territorial en la edad de la marginalidad avanzada se public originalmente en espaol, en 2007, en la revista Cincias Sociais Unisinos, nm. 43 (3). La tormenta global de la ley y el orden: sobre neoliberalismo y castigo, que abre la tercera parte, es una publicacin original de Wacquant en la revista Thesis Eleven (an en prensa). Casi la totalidad del texto se corresponde con el postfacio de la segunda edicin ampliada de Las crceles de la miseria, titulado Por una sociologa cvica de la penalidad neoliberal. El trabajo conjunto de Leonidas K. Cheliotis y Sappho Xenakis forma parte de un nmero especial de Criminology & Criminal Justice: An International Journal sobre Neoliberalismo y Penalidad: Reflexiones sobre el Traba-jo de Loc Wacquant, 10(4), editado por el propio Cheliotis. El trabajo de Markus-Michael Mller es una versin reducida de su artculo The rise of the penal state in Latin America (Con-temporary Justice Review, en prensa). La entrevista final de Loc Wacquant a Pierre Bourdieu fue publicada originalmente en 1993, en el dcimo volumen de Theory, culture and society, bajo el ttulo From ruling class to field of power: an interview with Pierre Bourdieu on La noblesse dtat.

    Como editor, lamento la prctica ausencia de mujeres en la lista de autores de este volumen (el nico caso es el de Sappho Xenakis, coautora de uno de los captulos). He de apuntar que se invit a varias profesoras a participar en el proyecto, pero por casualidad, o por otros compromisos profesionales, la mayora declinaron la invitacin, y quienes la aceptaron, se cayeron del proyecto segn ste avanzaba, por distintos moti-

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  • INTRODUCCIN. WACQUANT Y LA CIUDAD DESDE SUS MRGENES 15

    vos. En todo caso, asumo el fallo. No en el sentido mal enten-dido de no haber cubierto unas cuotas de mujeres, sino en cuanto que este libro perpeta y refuerza la imagen del acad-mico-intelectual como varn.

    Tambin como editor, y a ttulo personal, quiero agradecer a Alfonso Serrano Mallo el empuje inicial del proyecto y todas las facilidades dadas para que saliese adelante. Tambin su apoyo y experiencia han sido fundamentales en la conforma-cin de este libro. Por otro lado, agradezco a Loc Wacquant su buena disposicin a colaborar en este libro, tanto por la reco-mendacin de algunos autores que desconoca y algunas suge-rencias, como por la aportacin de varios textos al libro. De manera ms general, aunque con igual valor, he de agradecer al resto de autores que componen este volumen el haber queri-do participar y pensar que esto mereca la pena.

    Slo me queda desearle al lector o a la lectora que disfrute el libro, o que al menos le pueda sacar provecho.

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  • PARTE I

    TEORA SOCIALEncarnacin y poder

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  • EL CUERPO, EL GUETO Y EL ESTADO PENAL:UNA BREVE GUA BIOGRFICA Y ANALTICA 1

    Loc Wacquant

    1. DEL SUR DE FRANCIA AL PACFICO SUR

    Susana Duro (SD): Vayamos a su itinerario. Usted comenz siendo alumno de Pierre Bourdieu, con quien trabaj luego durante cerca de veinte aos. Puede contar el recorrido personal e intelectual que lo ha llevado a reencontrarlo?

    Loc Wacquant (LW): Nac en el sur de Francia, en una familia de la clase media intelectual e hice mis estudios en la escuela pblica de mi pueblo, luego en el gran liceo de la ciu-dad vecina, Montpellier. Enseguida sub a Pars donde, no sabiendo muy bien qu curso seguir, estudi al comienzo eco-noma industrial. Entr en una gran escuela de gestin, la co-le des HEC 2, en Pars, por defecto ms que por vocacin: yo no era lo suficientemente matematicoso para ser atrado por el Politcnico y tampoco suficientemente literario para consi-derar la cole Normale Suprieure, as que haba elegido una carrera en la cual el perfil caa entre los dos. Yo tena en la cabeza hacer economa poltica pero tuve que desencantarme rpido: HEC es una escuela profesional que te prepara para ser manager en una gran empresa, y yo estaba horrorizado con esa idea. Busqu entonces cambiar de rumbo y consideraba hacer

    1 Traduccin de Paula Miguel revisada por Ignacio Gonzlez Snchez.2 cole des Hautes tudes Commerciales (Escuela de Altos Estudios

    Comerciales). [N. del T.]

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  • 20 LOC WACQUANT

    historia social (uno de mis libros preferidos en ese momento era Louis XIV et quinze millions de franais (Goubert, 1967, 1997), un estudio-tipo de la cole des Annales) cuando, una noche, un amigo me llev a asistir a una conferencia de Pierre Bourdieu sobre el tema Cuestiones de poltica. Fue en noviembre de 1980, justo despus de que saliera El sentido prctico y antes de su nominacin al Collge de France 3. Para m esta conferencia fue una verdadera revelacin: no entend las tres cuartas partes de lo que Bourdieu contaba pero enten-dbien que algo muy importante se deca y que haca falta ahondar.

    SD: Qu edad tena usted?LW: Yo tena justo veinte aos. Luego de la conferencia,

    tuvimos una discusin apasionante con Bourdieu en la cafete-ra de los estudiantes, hasta las cuatro de la maana. Escu-chndolo responder a nuestras preguntas a todos los niveles, tuve un sentimiento muy vivo de que, tal como un cirujano, l seccionaba el cuerpo de la sociedad francesa para mostrarnos las entraas y su funcionamiento interno de una manera que yo jams hubiera credo posible. Volviendo de esa conferencia a la madrugada, yo me dije: Si esto es la sociologa, es esto lo que quiero hacer!.

    Pero si esa conferencia marc un clic, es sin duda porque yo tena disposiciones en ese sentido en razn de mi trayectoria familiar y personal. Yo haba adquirido un ojo proto-sociolgico del hecho de la movilidad social de mis padres, que haba mar-cado fuertemente mi primera infancia; los rencillas de clase en el pueblo donde crec y el hecho tambin de mi movilidad geo-grfica y regional. Viniendo del sur, habitar en los lmites de Pars era prcticamente expatriarse. Al final, estoy en deuda con mi experiencia en HEC, incluso si me aburr terriblemente all, porque eso me puso en contacto con un mundo el de laempresa, en el cual descubr que yo no quera estar y del que hu para ir hacia el universo de la investigacin. Luego,

    3 Vase de Pierre Bourdieu, El sentido prctico [1980]; el tipo y estilo de charlas pblicas que Bourdieu daba en esas conferencias se puede encontrar en la coleccin Cuestiones de sociologa [1980].

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    miescolaridad en ese campo me ha hecho formularme un montn de preguntas y me ha empujado indirectamente hacia la sociologa por el choque cultural frontal que era para m el hecho de encontrarme inmerso en el medio de los nios de la alta burguesa parisina y de la nobleza la cual yo crea, ino-centemente, que haba sido eliminada en 1789. Mi vecino de cuarto se llamaba Christian de Rivelrieux de Varax y tocaba el cuerno de caza a la noche en nuestro balcn comn, es decir

    Estimulado por ese encuentro con Bourdieu empec, para-lelamente a mis estudios de economa industrial, un curso uni-versitario en sociologa. Hice mi licenciatura y luego mi maes-tra en Nanterre que en esa poca tena el sobrenombre de Nanterre, la roja y particip en estos dos universos al mis-mo tiempo: por un lado, una gran escuela dedicada a la perpe-tuacin de los medios de negocios parisinos y, por otro, una universidad pblica histrica, crisol de la subversin estudian-til y de la crtica social. Era una buena introduccin prctica a la sociologa. En el campo de HEC, yo era un alumno disidente en varios aspectos, polticos y pedaggicos, y rebelde al adoc-trinamiento ordinario que se sufra. Me acuerdo de citar La Reproduccin (Bourdieu y Passeron, 1970) e incluso El sistema de los objetos de Baudrillard (1968) en la clase de marketing para provocar al profe. Nosotros ramos un pequeo grupo en el que se encontraban los alumnos raros descendientes de las clases populares y medias y casi todos los provincianos que, en general, eran de izquierda, intelectuales y comprometidos. Se nos llamaba los bolches y nosotros, llambamos los sostene-dores del orden escolar y social establecido los fachas. Era bastante gracioso, salvo durante las elecciones de 1981, donde las relaciones se tensaron fuertemente.

    SD: Cmo se encontr usted en Nueva Caledonia luego de los Estados Unidos?

    LW: Al terminar HEC, obtuve una beca doctoral para ir a los Estados Unidos, donde pas un ao estudioso en 1982-83 en Chapel Hill, en la Universidad de Carolina del Norte. Fue all cuando se confirm mi conversin de la economa hacia la sociologa. Le con voracidad (entre mis libros favoritos, aque-llos de Elliott Liebow, John Dollard, C. Vann Woodward y

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    Erving Goffman) y segu cursos de teora sociolgica y de sociologa histrica y comparativa en un excelente departa-mento donde forj amistad intelectual de Gerhard Lenski y Craig Calhoun, quienes incentivaron mi cambio. Todos los jue-ves durante un semestre, yo almorzaba en su oficina con Lenski, autor del clsico Poder y privilegio (1984), y hablba-mos a tontas y locas de teora y de historia. Seguidamente me fui dos aos a Nueva Caledonia entre 1983-85 para hacer all mi servicio militar, pero en el cuadro de asistencia tcnica. Por una suerte inusitada, se trataba de un servicio civil como soci-logo en un centro de investigacin de la ORSTOM, la antigua oficina de investigacin colonial de Francia. Eso me dio dos aos de formacin en la prctica sociolgica en un contexto espinoso y, por lo tanto, particularmente instructivo.

    En Nanterre haba hecho Sociologa de la cultura y de la educacin y escrito una tesis de maestra mezclando historia y etnografa, basada en mi experiencia en HEC, que se titulaba Produccin escolar y reproduccin social, en la cual, por supuesto, yo haba utilizado los trabajos de Pierre Bourdieu. Durante mi ltimo ao en Pars, me saltaba mis clases en HEC para asistir a su curso del Collge de France. Luego de cada sesin, Bourdieu y yo caminbamos juntos hasta su casa conversando para m era como un curso particular acelera-do. Y cuando me fui a Nueva Caledonia entablamos una corres-pondencia asidua. Luego de mi regreso, fui asociado al Centre de Sociologie Europenne como miembro expatriado.

    Pas dos aos en Nueva Caledonia, en un equipo muy pequeo. ramos tres investigadores en el momento del suble-vamiento de Kanak de noviembre de 1984. As viv y trabaj en una sociedad colonial arcaica muy brutal. La Nueva Caledonia, en los 80, era una colonia tpica de fines del siglo XIX que haba sobrevivido casi intacta hasta fines del siglo XX. Era una expe-riencia social extraordinaria para un aprendiz de socilogo: hacer encuestas sobre el sistema escolar, la urbanizacin y el cambio social en ese contexto de insurreccin, bajo estado de urgencia, observar en tiempo real las luchas entre colonos e independentistas, y tener que reflexionar concretamente sobre el rol cvico de la ciencia social. As particip en un congreso a

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    puertas cerradas del Front de Libration Nationale Kanak et Socialiste en Canala, e hice el tour de la Gran tierra (la isla principal) y varias jornadas en Lifu en lo de amigos militantes de Kanak, de manera tal que prcticamente todos circulaban sobre el territorio.

    Fue all tambin que le los clsicos de la etnologa, Mauss, Mead, Malinowski, Radcliffe-Brown, Bateson, etc. (especial-mente los trabajos sobre el Pacfico Sur: las islas Trobiands estaban justo al lado) y elabor mis primeras notas de campo (las primeras las garabate entre la tribu de Luecilla, sobre la baha de W, cerca de la navidad de 1983). Y publiqu mis pri-meros trabajos, si no de juventud, podramos decir de infancia (Wacquant, 1985a, 1985b, 1985c, 1986, 1989). Al tr-mino de mi estada caledoniana, obtuve una beca de cuatro aos para ir a hacer mi doctorado a la Universidad de Chicago, cuna de la sociologa estadounidense. Cuando llegu a la ciu-dad de Upton Sinclair, mi intencin era la de trabajar en una antropologa histrica de la dominacin colonial en Nueva Caledonia. Y despus fui desviado hacia Estados Unidos.

    2. EL GUETO, EL GIMNASIO Y LAS BANLIEUES

    SD: Es as que un joven investigador francs va a curtirse al gueto negro norteamericano

    LW: De hecho, dos sucesos imprevistos se combinaron. Por un lado, la puerta neo-caledoniana se cerr bruscamente: en Nouma, el burcrata mediocre que me controlaba haba abu-sado de su autoridad para co-firmar contra mi voluntad una monografa sobre el sistema escolar que yo haba realizado solo (Wacquant, 1985c) lo cual, tristemente, era una prctica corriente en la ORSTOM. Yo denunci esa malversacin inte-lectual ante la direccin del Instituto en Pars, que evidente-mente se ocup de cubrir al fraudulento. Resultado: me encon-traba vetado en ese organismo y, por tanto, en toda la isla. Por otra parte, me encontr confrontado con lo cotidiano, la realidad del gueto de Chicago. Yo viva en el borde del barrio negro y pobre de Woodlawn y era un shock terrible tener bajo

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    mi ventana ese paisaje urbano cuasi-lunar, inverosmil, de dete-rioro, miseria, violencia, con una separacin completamente hermtica entre el mundo blanco, prspero y privilegiado de la universidad y los barrios negros abandonados de alrededor (el campus de Hyde Park est bordeado en tres costados por el gueto del South Side y en el cuarto por el lago Michigan). Eso me cuestionaba profundamente en lo cotidiano. As fue que interviene el segundo encuentro decisivo de mi vida intelectual, con William Julius Wilson.

    Wilson es el socilogo norteamericano ms eminente de la segunda mitad del siglo XX y el gran especialista en la cuestin de las relaciones entre raza y clase en ese pas. l me propu-so trabajar con l en un proyecto sobre la pobreza urbana en grueso, el programa de investigacin trazado por su libro The Truly Disadvantaged (1987) y yo me volv rpidamente su colaborador prximo y co-autor. As que tuve la suerte de ir enseguida al corazn del tema y tambin de ver de cerca cmo funcionaba ese debate cientfico y poltico en el ms alto nivel, especialmente en los institutos filantrpicos y los think tanks. As fue que comenc mis investigaciones al comienzo con Wilson, luego por m mismo sobre la transformacin del gue-to negro luego de los aos 60, intentando salir de la visin patologizante que impregna y sesga los trabajos sobre la cues-tin (Wacquant, 1997a). Tengo una gran deuda con Bill Wilson, quien ha sido un mentor a la vez exigente y generoso: l me estimul y sostuvo, pero tambin me dio la libertad de diferir con sus anlisis, a veces de manera frontal.

    La etnografa ha jugado un rol-pivote por dos razones. Por un lado, tom ms cursos de antropologa que de sociologa, porque el departamento de sociologa en Chicago era muy insulso intelectualmente y porque yo estaba visceralmente ape-gado a una concepcin unitaria de la ciencia social, heredada de mi formacin francesa. Los trabajos y los apoyos al trabajo de John y Jean Comaroff, de Marshall Sahlins, de Bernard Cohn y Raymond Smith me empujaron en la direccin del trabajo de campo. Por otro, yo quise encontrar muy rpido un punto de observacin directa al interior del gueto, porque la literatura existente sobre la materia era el producto de una mirada leja-

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    na que me pareca en el fondo sesgada, cuando no ciega. Esta literatura est dominada por el abordaje estadstico, desplegado desde muy alto, por los investigadores que las ms de las veces no tienen ningn conocimiento primario, o incluso secundario, de eso que hace la realidad ordinaria de los barrios deshereda-dos del cinturn negro, y que llena el vaco con estereotipos sacados del sentido comn ordinario, periodstico o universita-rio. Yo quise reconstruir la cuestin del gueto a partir de abajo, sobre la base de una observacin precisa de la vida cotidiana de los habitantes de esa terra non grata pero tambin, por esa mis-ma razn, incognita (Wacqant, 1992a).

    SD: Es esta sociologa al ras del piso la que lo ha llevado a frecuentar los rings de boxeo?

    LW: Yo juzgaba imposible, epistemolgica y moralmente, trabajar sobre el gueto sin conocerlo de primera mano ya que estaba all, en el umbral de mi puerta (en verano, se escucha-ban claramente los disparos de fuego que estallaban en la noche del otro lado de la calle) y que los trabajos establecidos me parecan llenos de nociones acadmicas improbables o per-niciosas, como el mito sapiente de la underclass que tena entonces el viento en popa (Wacquant, 1996a). Luego de algu-nas tentativas abortadas, encontr por accidente una sala de boxeo en Woodlawn, a tres manzanas de mi departamento, y me inscrib ah diciendo que deseaba aprender a boxear sim-plemente porque no haba ninguna otra cosa que hacer en el contexto. De hecho, yo no tena absolutamente ninguna curio-sidad ni inters por el mundo pugilstico en s. La sala deba ser slo un punto de observacin en el gueto, un lugar de encuen-tro con los informantes puntuales.

    Pero rpidamente el gimnasio revel ser no solamente una muy bella ventana sobre la vida cotidiana de los jvenes del barrio sino tambin un microcosmos complejo, con una historia, una cultura, una vida social, esttica, emocional y moral propia, muy intensa y muy rica. Yo hice una amistad muy fuerte, carnal, con los asiduos de la sala y con el viejo entrenador, DeeDee Armour, quien devino en una suerte de padre adoptivo (Wacquant, 2002a). Gradualmente me encontr imantado por el magnetismo de la Sweet Science, al punto de pasar la mayor par-

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    te de mi tiempo en la sala. Al cabo de un ao se me impuso la idea de cruzar un segundo objeto de investigacin: la lgica social de un oficio del cuerpo. Qu es lo que hace vibrar a los boxeado-res, porqu se comprometen en este oficio tan duro y destructivo entre todos, cmo adquieren ellos las ganas y las habilidades necesarias para durar? Cul es el rol de la sala, de la calle, de la violencia circundante y del desprecio racial, del inters y del pla-cer, de la creencia colectiva en la trascendencia personal en todo eso? Cmo se crea una competencia social que es una compe-tencia incorporada, que se transmite por una pedagoga silencio-sa de los organismos en accin? En resumen, cmo se fabrica y despliega el habitus pugilstico? (Wacquant, 1995).

    As fue que me encontr al frente de dos proyectos conexos, muy diferentes pero de hecho estrechamente ligados: una microsociologa carnal del aprendizaje del boxeo como oficio del cuerpo sub-proletario en el gueto, dando a este universo un recorte particular, visto de abajo y del interior; y una macroso-ciologa histrica y terica del gueto como instrumento de cie-rre racial y de dominacin social, ofreciendo una perspectiva generalizadora visto de arriba y desde el exterior.

    SD: Es en el momento que usted conduce su trabajo de cam-po sobre el South Side que explota el discurso-pnico sobre la guetificacin de las banlieues populares en Francia

    LW: Precisamente. En 1990, luego de los motines de Vaux-en-Velin, se cristaliza en Francia luego en los otros pases europeos un pnico moral alrededor de los barrios perif-ricos desestabilizados por la desindustrializacin y el desem-pleo masivo, del cual se dice repentinamente que muta en un gueto a la norteamericana, con los inmigrantes en el rol de los negros, de alguna manera. Ahora bien, yo estaba en Chicago sumergido en mi investigacin en el seno del South Side y esta leyenda meditica rpidamente compartida por polticos y por ciertos investigadores (no siempre los mejor informados) me pareca propiamente ubuesca 4. Ms an, se nadaba en los este-

    4 Referencia al personaje literario de la obra de Alfred Jarry. Ubu era un soldado que deviene en rey dspota, cobarde, avaro, grotesco, arbitrario. [N. del T.]

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    reotipos y los clichs basados en la ocurrencia de una doble ignorancia: la ignorancia de lo que la banlieue popular francesa es en la era postfordista y la ignorancia del gueto negro norte-americano. El producto de esas dos ignorancias acumuladas era un discurso desconectado por completo en relacin a la realidad, pero que ha ejercido de entrada un pujante efecto de profeca auto-cumplida, porque fue retomado por todos y en todos lados, y comenz a guiar muy rpido las polticas pbli-cas especialmente la poltica llamada de la ciudad, con el anuncio peridico de leyes anti-gueto tan hipcritas como ineficaces.

    Juzgu que tena un deber a la vez cientfico y cvico de intervenir en ese (falso) debate recusando los trminos por el estudio metdico de las transformaciones de los barrios de relegacin, esos espacios estigmatizados a los cuales son empu-jadas las poblaciones marginalizadas una y otra vez bajo el ngulo material y bajo el ngulo del honor, en las dos costas del Atlntico. Entonces empec una comparacin, punto por pun-to, entre la evolucin del gueto negro norteamericano desde las grandes revueltas de los aos 1960 y la evolucin de las ban-lieues francesas desde mediados de los aos 1970, es decir durante la fase de desindustrializacin, que en principio dio lugar a una serie de artculos principalmente orientados hacia el debate europeo (Wacquant, 1992a, 1992b, 1992c, 1992d, 1993, 1996b). Para comparar el South Side de Chicago con la banlieue parisina, hice una investigacin de campo entre 1989-91 en la Cit des 4000 5, en la ciudad de La Courneuve al noreste de Pars, y en los pasillos de las administraciones que ponan en marcha la supuesta poltica de la ciudad. Al trmino, ese trabajo desemboc sobre una triple clarificacin, emprica, te-rica y poltica: yo retrato cmo el gueto comunitario de mediados del siglo XX ha mutado en hipergueto del lado nor-teamericano; cmo los territorios obreros de la periferia urba-na europea han entrado en descomposicin, pero alejndose

    5 Ciudad de los 4000, llamada as en referencia a las 4.000 unidades que componen el complejo habitacional de monoblocks destinados a viviendas populares y que dependan originalmente del municipio de Paris. [N. de T.]

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    del esquema del gueto, contrariamente al discurso dominante, al punto que se los puede caracterizar como anti-guetos; y demuestro que es el Estado quien es el mayor determinante de las formas que toma la marginalidad urbana en los dos conti-nentes (Wacquant, 2007a).

    Mientras que yo conduca mi trabajo sobre el boxeo y el gue-to, estaba en contacto permanente con Pierre Bourdieu, quien constantemente me incentivaba. l vino varias veces a Chicago, donde visit el gimnasio y se encontr con DeeDee y mis ami-gos boxeadores. Fue durante esas visitas que nosotros concebi-mos el proyecto de un libro que explicitara el corazn terico de su trabajo, mirando originalmente a un pblico anglo-ame-ricano, ya que es sobre ese frente que las distorsiones y los obs-tculos a una apropiacin fructuosa de sus modelos eran las ms fuertes. Consagramos tres aos a la redaccin de ese libro, titulado Una invitacin a la sociologa reflexiva (Wacquant y Bourdieu, 1992), que escribimos directamente en ingls y que rpidamente fue traducido al francs y luego a una veintena de lenguas. Sociologa del gueto, etnografa del cuerpo hbil, com-paracin transatlntica y trabajo terico con Bourdieu: todo se construy junto y al mismo tiempo, y todo se sostiene.

    3. LA ROCA DEL ESTADO PENAL

    SD: Pero entonces, cmo surgen las prisiones en ese progra-ma de estudios?

    LW: Ah tambin, como en la antropologa del pugilismo, era totalmente imprevisto: son la lgica de la investigacin y las sorpresas del terreno las que me forzaron a entrar en pri-sin en sentido figurado, se entiende. Armando la historia de vida de mis amigos boxeadores en la sala de Woodlawn, me fij en que todos haban estado detenidos. Entonces me di cuenta de que la prisin es una institucin central y banal en el horizonte de las organizaciones con las cuales los jvenes del gueto tienen que vrselas y que les hacen tropezar como una gran roca en su jardn personal, que no se puede ni levantar ni contornear, y que cambia todo en el paisaje social.

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    Por ejemplo, mi amigo y compaero de ring Ashante haba estado seis aos en prisin al salir de la adolescencia; de hecho l haba aprendido a boxear detrs de las rejas. A su salida de la crcel, encontr refugio en la sala, que lo protegi de la calle, y persigui una carrera de boxeador. Luego, cuando su carrera sobre el ring termin y el gimnasio cerr, recay en la econo-ma ilegal y se encontr nuevamente encerrado varias veces. Peridicamente yo lo haca salir de la crcel pagando su fianza y su abogado. Ver a tu mejor amigo metido en prisin al salir del tribunal te sacude existencial e intelectualmente. Fue esta experiencia la que me condujo a hacer una investigacin de campo piloto en las casas de detencin estadounidenses entre 1998-99 en Los Angeles, luego en Chicago y Nueva York (con incursiones en Brasil), para comprender lo que le pasaba (Wacquant, 2002b). El objetivo en ese momento todava era lograr los medios para perforar la pantalla de discursos domi-nantes sobre la prisin y los anlisis distantes y mecnicos de la criminologa que descuida la textura de las relaciones carce-larias en lo cotidiano: el encarcelamiento es, ante todo, cuerpos limitados, y lo que todo eso imprime en el nivel de las catego-ras, de los deseos, del sentido de s y de las relaciones con otros.

    De hecho, no podemos comprender la trayectoria del subproletariado negro norteamericano despus de los motines que sacudieron el gueto en los aos 70 sin tomar como indica-dor analtico la expansin impactante del Estado penal duran-te las tres ltimas dcadas del siglo. Entre 1975 y 2000, los Estados Unidos han quintuplicado su poblacin carcelaria para devenir el lder mundial de la encarcelacin con dos millones de detenidos, cosa que yo ignoraba entonces y la cual no tena para nada en cuenta analticamente, como todos los socilogos que venan trabajando sobre raza y clase en Estados Unidos (el primero que lo ha hecho es un jurista, Michael Tonry, en Malign Neglect, un libro clave aparecido en 1995, que atrajo mi aten-cin porque yo quera utilizar ese ttulo para una de mis obras). Cmo se explica esta hiperinflacin carcelaria? La primera respuesta es la de la ideologa dominante y de la investigacin oficial: decir que est ligada al crimen. Pero la curva de la cri-

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    minalidad se estanc de 1973 a 1993 antes de caer fuertemente, en el mismo momento que el encarcelamiento se dispar. Segundo misterio: aunque la proporcin de negros en cada cohorte de criminales ha ido disminuyendo durante veinte aos, su proporcin en la poblacin carcelaria no ha cesado de aumentar. Para resolver esos dos enigmas, hace falta salir del esquema crimen y castigo y repensar la prisin como una institucin poltica, un componente central del Estado. Y se descubre entonces que el surgimiento del Estado penal es el resultado de una poltica de penalizacin de la miseria que res-ponde al aumento de la inseguridad salarial y del desmorona-miento del gueto como mecanismo de control de una pobla-cin doblemente marginalizada en el doble plano material y simblico (Wacquant, 1998).

    SD: Y, como usted lo muestra en Las crceles de la miseria, la expansin del Estado penal en los Estados Unidos est ligada ella misma a la atrofia del Estado social.

    LW: A la vez que yo me sumerga en las estadsticas peniten-ciarias para descifrar el asombroso ascenso del Estado penal en Estados Unidos, Clinton avalaba la welfare reform de 1996 elaborada minuciosamente por la faccin ms reaccionaria del partido republicano. La abolicin del derecho a la asistencia social para las mujeres desprovistas y su reemplazo por la obli-gacin del salario forzado (llamado workfare) es un escnda-lo histrico, la medida ms regresiva tomada por un presidente supuestamente progresista durante todo el siglo XX. Por indig-nacin poltica, escrib un artculo en Le Monde diplomatique y luego un artculo ms detallado para una revista de geografa poltica, Hrodote 6 (1996c, 1997b). Analizando las implicacio-nes de esta reforma, me di cuenta que la atrofia organizada del sector social y la hipertrofia del sector penal del Estado norte-americano eran no solamente concomitantes y complementa-rias sino que, ms an, apuntaban a la misma poblacin estig-

    6 Vase tambin el nmero de Actes de la recherche en sciences sociales (124, septembre 1998) dedicado al oscilamiento De lEtat social lEtat social, con los artculos de David Garland, Katherine Beckett y Bruce Wes-tern, Dario Melossi, Nils Christie y Loc Wacquant.

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    matizada al margen del salario. Se volva claro que la mano invisible del mercado desregulado llama y necesita el refuerzo del puo de hierro de la justicia criminal debajo de la estruc-tura de clases (2009).

    Eso es lo que trat de mostrar en Las crceles de la miseria (1999), siguiendo la difusin internacional de la poltica de tole-rancia cero que es la punta de lanza de la penalizacin de la pobreza. Ese libro fue rpidamente traducido a tres, seis, doce lenguas, porque esta poltica de contencin punitiva de las capas precarizadas del nuevo proletariado urbano se ha extendi-do a travs del mundo entero, siguiendo los pasos del neolibera-lismo econmico. Es as que me desvi momentneamente del gueto, empujado por la urgencia poltica y casi contra mi volun-tad, para analizar ms adelante las transformaciones de las pol-ticas penales en sus relaciones con las polticas sociales.

    SD: Pero el anlisis del rol de la prisin lo lleva de vuelta a los barrios de relegacin, ya que son ellos los que son el blanco privi-legiado del despliegue del Estado penal.

    LW: De hecho, sin planificarlo, yo escrib una suerte de tri-loga sobre las relaciones entre pobreza/etnicidad, Estado social y Estado penal en la era del neoliberalismo triunfante, pero publicada desordenadamente. El primer volumen, Los condenados de la ciudad (Wacquant, 2006a), donde, habiendo refutado la tesis de la convergencia transatlntica de las formas de marginalidad urbana, formulo el diagnstico de la emergen-cia de un nuevo rgimen de pobreza urbana, diferente del rgi-men fordista-keynesiano que prevaleca justo en los aos 1970. La llam marginalidad avanzada porque ella no es ni resi-dual ni cclica, sino que se encuentra por delante de nosotros: est inscrita en el devenir de las sociedades avanzadas sumisas a las torsiones de la desregulacin capitalista (Wacquant, 1996b). Para ir rpido, la marginalidad avanzada, que suplanta el gueto del lado norteamericano y el territorio obrero tradicio-nal del lado europeo, es el producto de la fragmentacin del asalariado, de la desconexin funcional entre los barrios de relegacin y la economa nacional y mundial, de la estigmati-zacin territorial y de la retraccin de las protecciones asegu-radas por el Estado social.

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    Cmo va a reaccionar el Estado ante el aumento de esta marginalidad y cmo va a gestionar la retahla de problemas sociales que ella acarrea: desempleo, sin-techos, criminalidad, drogas, juventud ociosa y rabiosa, exclusin escolar, disolucin familiar y social, etc.? Cmo contener sus reverberaciones y, al mismo tiempo, incitar a las capas precarias del nuevo prole-tariado urbano, eso que se puede llamar el precariado, a aceptar el empleo inestable y mal pagado de la economa des-regulada de servicios? La respuesta est dada en el segundo volumen: Castigar a los pobres (Wacquant, 2009) analiza la invencin de un nuevo gobierno de la inseguridad social que ala la disciplina del workfare y el lmite de un aparato policial y penal sobredimensionado e hiperactivo. En 1971, Frances Fox Piven y Richard Cloward (1993) publicaron un libro audaz, que devino despus un clsico de la ciencia social, titulado Regulating the Poor. Ellos muestran que las polticas sociales, y especialmente la asistencia a los pobres, evolucionan de mane-ra cclica, por contraccin y expansin, de manera que empu-jan a los desposedos hacia el mercado de trabajo en el periodo de expansin econmica e impiden que se rebelen en los pero-dos de poca actividad. Mi tesis es que, treinta aos ms tarde, esta regulacin de los pobres no pasa ms por el welfare solo, sino que implica una cadena institucional que liga entre ellos a los sectores asistencial y penal del Estado. Lo cual implica que si se quiere comprender las polticas de gestin de las poblacio-nes con problemas en lo mas bajo de la estructura de clases y de empleos, hace falta estudiar conjuntamente eso que Bour-dieu llama la mano izquierda y la mano derecha del Esta-do. La poltica social y la poltica penal convergen y se fusio-nan: la misma filosofa del comportamiento behaviorista, las mismas nociones de responsabilidad individual y de contrato, los mismos dispositivos de vigilancia y de fichaje, las mismas tcnicas de supervisin, de degradacin ritual (en el sentido de Garfinkel (1956)) y de sancin de los desvos de comporta-miento informan la accin de los servicios sociales, transfor-mados en trampoln hacia el empleo precario, y de la polica, la justicia y la prisin, a quienes se demanda controlar las pobla-ciones marginalizadas.

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    Viene entonces el tercer volumen, que es aquel que yo escri-b en primer lugar por razones de urgencia poltica, Las crce-les de la miseria (1999), que desentraa los mecanismos de la internacionalizacin de la penalizacin de la marginalidad urbana, con la difusin de la estrategia policial de tolerancia cero a escala planetaria, concomitante de la difusin de las polticas econmicas neoliberales (Wacquant, 2001a; 2003b). Se aade ah un cuarto volumen, Deadly Symbiosis (2012), que muestra cmo la divisin etnoracial lubrica la expansin del Estado penal y acelera la transicin de la gestin social hacia la gestin punitiva de la pobreza, y cmo de regreso, por su accin material y simblica, la institucin carcelaria redefine y redespliega el estigma tnico y etno-nacional (Wacquant, 2005a). Ese libro mezcla etnografa, historia social, teora sociolgica y filosofa jurdica y testea el modelo de la fusin estructural y funcional de los barrios de relegacin y del siste-ma carcelario, construido sobre el caso de los Estado Unidos, transportndolo a Europa para explicar el sobre-encarcela-miento de los inmigrantes postcoloniales y en Brasil para dar cuenta ah de la militarizacin de los clivajes urbanos en la ciudad dual.

    SD: Existe entonces no solamente un hilo conductor existen-cial sino tambin una costura terica que religa entre ellas esas temticas tan diferentes.

    LW: Se trata de objetos empricos que son en apariencia muy dispersos y tradicionalmente tratados por sectores distin-tos de la investigacin que no se comunican entre ellos: la antropologa del cuerpo, la sociologa de la pobreza y de la dominacin racial, y la criminologa. La gente que trabaja sobre el cuerpo, la cultura cotidiana, la produccin del deseo, generalmente no se interesa por el Estado; aquellos que desci-fran las polticas de justicia, de manera tpica no se preocupan mucho de la marginalidad urbana o la poltica social; y los penlogos no prestan atencin ni al cuerpo ni a las polticas de Estado que no conciernen ms que oficialmente a la lucha con-tra el crimen. Mi argumento es que no se puede separar el cuerpo, el Estado social o penal y la marginalidad urbana: hace falta tomarlos y explicarlos juntos, en sus imbricaciones

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    mutuas. Y el cuaderno de iniciacin terica de esta ojiva anal-tica de tres cabezas es la Invitacin a una sociologa reflexiva, que contiene todos los conceptos clave y los principios metodo-lgicos puestos en marcha en los otros libros.

    4. LA ETNOGRAFA COMO INSTRUMENTO DERUPTURA Y DECONSTRUCCIN

    SD: El lugar central de la etnografa en su recorrido intelec-tual es claro, pero me gustara que usted precise el rol que ella ha jugado en las diferentes investigaciones que usted ha realizado, ya que no se asocia corrientemente el nombre de Bourdieu a la etnografa.

    LW: Eso es un gran sinsentido, ya que, como lo mostr en el artculo que abre el nmero especial de Ethnography sobre Pierre Bourdieu into the field, Bourdieu era uno de los prac-ticantes ms originales de este enfoque y, lo que es ms, la etnografa ha sido decisiva en la gestacin de su proyecto cien-tfico (Wacquant, 2004a). l escribi no solamente textos que son joyas del arte etnogrfico, como El sentido del honor (Bourdieu, 1965) y La casa o el mundo dado vuelta (1972). La observacin de terreno juega un rol pivote en todos sus libros principales, desde Los herederos (1964) a Las reglas del arte (1992) pasando por La distincin (1979).

    Por considerar trabajos slo de su juventud, Bourdieu nos ha legado una extraordinaria etnografa comparada, llevada a cabo en las dos costas del Mediterrneo, de las transformacio-nes cataclsmicas de las estructuras sociales y mentales de las sociedades paisanas, en Kabilia bajo el efecto de la penetracin colonial francesa y de la guerra de la liberacin nacional y en su pueblo del Barn bajo el efecto de la generalizacin de la escolarizacin, la apertura del espacio lugareo a los intercam-bios mercantiles y la influencia de la cultura urbana por el ses-go de los medios (Bourdieu, 1962, 1963; Bourdieu & Sayad, 1964). Aquellos que persisten en hacer de l un terico de la reproduccin haran bien en releer sus estudios. Bourdieu haca etnografa comparada, llevada de frente sobre varios

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    sitios y combinada con el anlisis estadstico, treinta aos antes de que sobrevenga la moda de la etnografa multi-sitio que a menudo es una dbil tapadera de una prctica que se parece ms al turismo cultural que a un trabajo de campo dig-no de ese nombre. Y una etnografa que, lejos de ceder al exo-tismo y al empirismo, estaba firmemente guiada por un pro-yecto terico al que ella vena a alimentar de vuelta: la mayor parte de los conceptos clave de Bourdieu, como el de habitus, tienen su origen en un puzzle encontrado sobre el terreno. Es ms, ha habido siempre en la estela de Bourdieu, en el Centre de Sociologie Europenne y en otras partes, practicantes de primera lnea de la etnografa: pienso especialmente en Abdel-malek Sayad (1995), en Stphane Beaud y Michel Pialoux (1999), en Yvette Delsaut (1992) o incluso en Monique y Michel Pinon (1997).

    Es decir que no me habran faltado modelos a imitar si yo hubiera querido devenir etngrafo por una suerte de decisin deliberada. Pero la cuestin de hacer o no trabajo de campo no se formul jams en trminos de vocacin metodolgica para m. Fue ms bien el mtodo que vino a m como el ms adecua-do para resolver el problema concreto con el que yo estaba confrontado, que, en Chicago, no era solamente acercarme al gueto para adquirir all un conocimiento prctico y sentido del interior, sino tambin dotarme de un instrumento para la deconstruccin de categoras a travs de las cuales el cinturn negro norteamericano era entonces percibido y pensado en el debate universitario y poltico. Mi intencin inicial era apoyar-me sobre una etnografa de la escena urbana del South Side para penetrar la doble pantalla que formaba el discurso prefa-bricado sobre el gueto como lugar de desorganizacin social espacio de violencia, de desviacin, de vaco, caracterizado por la ausencia o la falta que deriva del punto de vista exter-no y exotizante que adopta la sociologa establecida, y la fbula acadmica de la underclass, esa categora-espantajo aparecida en los aos 80-90 en el imaginario social y cientfico de los Estados Unidos para explicar de manera perfectamente tauto-lgica el desmoronamiento del gueto negro por el comporta-miento antisocial de sus miembros (Wacquant, 1997a).

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    La observacin etnogrfica me ha permitido efectuar una doble ruptura, con la representacin meditico-poltica domi-nante, por un lado, y con el sentido comn erudito de la poca, por otro, l mismo fuertemente contaminado por la doxa nacio-nal. La misma cosa del lado francs, donde la confrontacin entre eso que yo haba escuchado en los servicios del Ministe-rio de la Ciudad 7 y en la Cit des 4000 en La Courneuve, me permiti depurar las preconcepciones burocrticas y semi-eru-ditas que hacen obstculo a la construccin del objeto ban-lieues.

    SD: Esta intencin es explicitada en el prlogo metodolgico de Los condenados de la ciudad donde usted menciona el aporte de la etnografa entre cinco principios para guiar la sociologa comparada de la marginalidad urbana.

    LW: Los condenados de la ciudad no es una monografa etnogrfica en el sentido clsico, ya que el anlisis articula los niveles micro del barrio, meso de la ciudad y del cuadro poltico local, y macro de la economa y el Estado nacional, y combina observacin directa, datos estadsticos y puesta en perspectiva histrica y comparativa (Wacquant, 2006a). Pero la etnografa llena nada menos que una funcin mayor en dos registros analticos: como instrumento de ruptura con la doxa poltica e intelectual, como vengo de indicar, y como herra-mienta de construccin terica.

    Las observaciones que recoga diariamente en el gueto negro de Chicago siguiendo los pasos de mis compaeros de la sala de boxeo sobre sus relaciones con los empleadores, las agencias de la ayuda social, la polica, las bandas, la escuela, etc., me han permitido elaborar las nociones tipo-ideales que yo despliego para descifrar las prcticas sociales y la experiencia vvida de la pobreza en el corazn segregado de la metrpolis estadouniden-se. As, la nocin de hipergueto expresa la destruccin del espa-

    7 El Ministre de la Ville es un nuevo gabinete departamental creado en 1990 en reaccin a los disturbios y el creciente descontento en la periferia urba-na francesa en la dcada de 1980. Sus polticas apuntaron a los designados oficialmente barrios sensibles que se crean una amenaza para el modelo francs de integracin. [N. del T.]

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    cio de lo posible y el clima de enclaustramiento social y racial que impregna el South Side en los aos 90, del cual uno no pue-de hacerse idea sin caminar sus calles. El esquema de la margi-nalidad avanzada, desarrollada en la tercera parte del libro, caracteriza el nuevo rgimen de pobreza que emerge a la era post-keynesiana y post-fordista y se apoya sobre el conocimien-to directo de las estrategias de vida de los habitantes del gueto negro norteamericano y de las banlieues francesas en decaden-cia, de las formas vivientes de la conciencia colectiva que orien-tan sus acciones y sus aspiraciones y los obstculos concretos con los que ellas tropiezan como la ausencia de un lenguaje comn que redoble en el nivel simblico la dispersin objetiva del precariado.

    El concepto de estigmatizacin territorial como modalidad distintiva del descrdito colectivo arrojado sobre los residentes de los barrios de relegacin en la era del asalariado des-socia-lizado encuentra su origen en la investigacin llevada cara a cara junto a los responsables de la poltica de la ciudad en Francia (Wacquant, 2007a). Todos los altos funcionarios que yo interrogu hablaban de barrios populares de la periferia con temblores de angustia y de disgusto en la voz; su tono, su voca-bulario, su postura y su gestualidad, expresaban el remordi-miento de estar a cargo de una misin y de una poblacin envi-lecida y por lo tanto envilecedora. Despus encontr el mismo sentimiento de disgusto y de indignidad en lo ms bajo de la escala urbana, entre los habitantes de la Cit des 4000 en el suburbio de Pars como entre los negros norteamericanos atra-pados en el hipergueto en Chicago. Yo no hubiera podido desa-rrollar esta nocin que se me aparece restrospectivamente como uno de los resultados ms concluyentes de esa investiga-cin sin el trabajo de campo llevado adelante en paralelo en los dos lados del Atlntico.

    SD: Cmo se distingue la estigmatizacin territorial de la estigmatizacin tnica y en qu es tan importante desde su punto de vista?

    LW: Los barrios obreros, desahuciados o de inmigrantes no han tenido jams una buena reputacin, y la ciudad ha tenido siempre sus bajo-fondos y sus sectores sospechosos rodeados

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    de un aura sulfurosa, pero un nuevo fenmeno ha aparecido con el correr de las ltimas dos dcadas: en todos los pases avanzados, un pequeo nmero de barrios o de localidades son conocidas pblicamente en adelante como los pozos de la per-dicin social y moral. La urbanizacin de Robert Taylor Homes en Chicago, Bobigny en la periferia de Pars, el distrito de Moss Side en Manchester, Tensta a las puertas de Estocolmo, So Joo de Deus en el norte de Oporto: esos nombres son smbolos nacionales del horror urbano; ellos inspiran el pavor y el des-honor en toda la sociedad. Una mancha territorial cristaliza y se sobreaade al deshonor de clase y de etnicidad que ya afecta a sus habitantes, con los efectos propios, distintos de las mar-cas tribales, morales o corporales tratadas anteriormente por Erving Goffman (1963), que contribuyen puramente a la espi-ral de la desintegracin social y de la difamacin simblica.

    Cuando yo preguntaba a los habitantes del gueto de Chica-go y de las ciudades de La Courneuve, dos zonas de relegacin a una distancia de 7.000 km entre s, qu hace la gente del barrio para arreglrselas en el da a da?, ellos respondan de entrada en trminos casi idnticos: Ah, yo a la gente del barrio no la conozco. Yo vivo aqu pero no soy de aqu dicho de otra forma, yo no soy como ellos. Ellos se quitaban la marca de sus vecinos y trasladaban sobre estos ltimos la imagen degradada que da de ellos el discurso pblico. De los dos lados del Atlntico, los habitantes de los distritos percibidos y vividos como purgatorios urbanos disimulan su domicilio a los empleadores y a los servicios pblicos, evitan recibir a los ami-gos en sus casas y niegan pertenecer a la micro-sociedad local. Slo el trabajo de campo poda revelar la pregnancia de ese sentimiento de indignidad sobre los dos lugares y el recurso a las mismas estrategias de gestin del estigma territorial de dis-tanciamiento mutuo y denigramiento lateral; el retiro dentro de la esfera privada y la fuga al exterior en cuanto se adquieren los medios. Esas estrategias tienden a deshacer un poco ms los colectivos ya debilitados de las zonas urbanas desheredadas y a producir la desorganizacin que el discurso dominante dice que caracteriza esas zonas. El estigma territorial incita igualmente al Estado a adoptar polticas especficas, derogato-

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    rias del derecho comn y de la norma nacional, que las ms de las veces refuerzan la dinmica de marginalizacin que preten-den combatir, en detrimento de los habitantes.

    5. LA SILLA Y EL TEXTO

    SD: Desde el punto de vista del mtodo, de la escala y del obje-to, la etnografa del oficio de boxeador en Woodlawn es muy dife-rente con respecto a tus otros trabajos, ms macroanalticos. Cmo lo llevaste a cabo?

    LW: Es una etnografa de factura clsica por sus parmetros, una suerte de estudio de poblacin como lo haca la antropolo-ga britnica en los aos 40, a excepcin de que mi poblacin es la sala de boxeo y sus extensiones, y mi tribu los boxeadores y su entorno (Wacquant, 2000). Retuve esta unidad estructural yfuncional porque ella cie a los boxeadores y recorta un hori-zonte temporal, relacional, mental, emocional y esttico espec-fico que separa al boxeador y al alumno por encima de su ambiente ordinario. He querido escudriar de entrada la rela-cin bfida de oposicin simbitica entre el gueto y el gimna-sio, la calle y el ring; luego mostrar cmo la estructura social y simblica de la sala gobierna la transmisin de la tcnica del noble arte y la produccin de la creencia colectiva en la illusio pugilstica; y, por ltimo, penetrar la lgica prctica de una prctica corporal en el lmite de la prctica por el sesgo de un aprendizaje de larga duracin en primera persona. Durante tres aos, me fund en el paisaje local y me puse en juego. Aprend a boxear y particip en todas las fases de la preparacin del boxeador, hasta combatir durante el gran torneo de los Golden Gloves. Segu a mis amigos de la sala en sus peregrinaciones personales y profesionales. Y trat cotidianamente con los entrenadores, managers, promotores, etc., que hacen girar el universo del boxeo. Haciendo eso, fui aspirado por la espiral sensual y moral del pugilismo, al punto de considerar interrum-pir mi trayectoria universitaria para hacerme profesional.

    Es decir que el objeto y el mtodo de esta investigacin no son clsicos. Entre las cuerdas ofrece una radicalizacin emp-

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    rica y metodolgica de la teora del habitus de Bourdieu (Wacquant, 2002c; 2004b). Por un lado, abro la caja negra del habitus pugilstico desmenuzando la produccin y la com-binacin de las categoras cognitivas, de habilidades corporales y de deseos que, combinados, definen la competencia y la ape-tencia propias del boxeador. Por otro, yo despliego el habitus como dispositivo metodolgico, es decir que me meto en situa-cin de adquirir por la prctica, en tiempo real, las disposicio-nes del boxeador, con el fin de elucidar el magnetismo propio del cosmos pugilstico. As, el mtodo pone a prueba la teora de la accin que anima el anlisis segn un dispositivo de investigacin recursivo y reflexivo.

    La idea que me guiaba aqu era la de empujar la lgica de la observacin participante hasta invertir esa dualidad y hacer participacin observante. En la tradicin anglo-norteamericana se dice a los estudiantes de antropologa, cuando ellos se ini-cian en el trabajo de campo: Dont go native. En la tradicin francesa, se puede admitir la inmersin radical a la manera de Jeanne Favret-Saada (1985) en Les mots, la mort, les sorts (Favret-Saada, 1985) pero a condicin de que ella sea acopla-da con una epistemologa subjetivista que nos pierde en los fueros internos del antroplogo-sujeto. Yo digo al contrario, go native, pero go native armed; es decir, equipado con todas sus herramientas tericas y metodolgicas, con todas las problemticas heredadas de su disciplina, con su capacidad de reflexividad y de anlisis, y guiado por un esfuerzo constante para, despus de haber pasado por la prueba inicitica, objeti-var esa experiencia y construir el objeto en vez de dejarse abar-car y construir inocentemente por l. Vaya ah, hgase indge-na, pero vuelva hecho socilogo.

    SD: Es esta iniciacin guiada por la teora la que hace a la originalidad de Entre las cuerdas, a juzgar por las numerosas reacciones que ha suscitado el libro (traducido a nueve lenguas y muy ampliamente comentado ms all de la sociologa).

    LW: Sobre las reacciones no estoy seguro. Creo muy a mi pesar, ya que la intencin mayor de la investigacin es des-exoti-zar el oficio de los moratones que la repercusin del libro tiene por una parte el lado sensacional del trabajo de campo: hacer-

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    se romper la nariz para comprender qu es convertirse en boxea-dor no es comn, mucho menos si es un blanquito francs que se cuela en el gueto negro norteamericano. Algunas de las crti-cas que me han hecho despreciaron mi trabajo como una exten-sin de los estudios de profesin a la manera de la segunda Escuela de Chicago. Ni siquiera han percibido el doble rol que juega el concepto de habitus en la investigacin y se compade-cieron de la ausencia de teora en el libro (Wacquant, 2005b).

    De hecho, la teora y el mtodo estn juntos al punto de fusionar en el objeto emprico mismo que permiten elaborar. Entre las cuerdas es una etnografa experimental en el sentido original del trmino, ya que el investigador es uno de los cuer-pos socializados arrojados en el alambique socio-moral y sen-sual de la sala de boxeo, cuerpo en accin el cual va a trazar la transmutacin para penetrar la alquimia por la cual se fabrica el boxeador. El aprendizaje es aqu el medio de adquirir una habilidad prctica, un conocimiento visceral del universo en cuestin, de penetrar la praxeologa de los agentes en cuestin y no de entrar en la subjetividad del investigador. No es para nada una cada en los pozos sin fondo del subjetivismo, en el cual se lanza la auto-etnografa, al contrario: es apoyarse sobre la experiencia ms ntima, aquella del cuerpo deseoso que sufre, para asistir in vivo a la produccin colectiva de los esquemas de percepcin, de apreciacin y de accin pugilstica que son compartidos, ms o menos, por todos los boxeadores, cualesquiera sean sus orgenes, sus trayectorias y sus niveles en la jerarqua deportiva (Wacquant, 2005c 8). El personaje central de la historia, no es ni Busy Louie, ni tal o cual boxeador, ni siquiera DeeDee el viejo entrenador, a pesar de su posicin de director de orquesta: es el gimnasio en tanto constructo social y moral. El modelo intelectual no es el de Castaneda y sus hechiceros yaqui sino el Bachelard de El racionalismo aplicado y de la potica materialista del espacio, el tiempo y el fuego (Bachelard, 1938; 1949; 1957).

    8 Respuesta al nmero especial dedicado a Entre las cuerdas, 28-3 otoo, 2005.

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    De hecho, pienso que yo hice de manera explcita, metdica y sobre todo extrema, eso que hace todo buen etngrafo: darse una aprehensin prctica, tctil, sensorial de la realidad prosai-ca que estudia con el fin de elucidar las categoras y las relacio-nes que organizan el comportamiento y los sentimientos ordi-narios de sus sujetos. Salvo que de costumbre se lo hace sin decirlo, o sin tematizar el rol de la co-presencia en el fen-meno, o haciendo(se) creer que es un proceso mental y no un aprendizaje corporal y sensual que procede de ste lado de la conciencia antes de pasar por la mediacin del lenguaje. Entre las cuerdas aporta la demostracin en acto de las posibilidades y las virtudes distintivas de una sociologa carnal (Wacquant, 2003c), que tiene cuenta plenamente del hecho que el agente social es un animal que sufre, un ser de carne y sangre, de ner-vios y vsceras, habitado por las pasiones y dotado de saberes y de habilidades incorporadas por oposicin al animal symbo-licum de la tradicin neo-kantiana, retomada por Clifford Geertz (1974) y los sostenedores de la antropologa interpreta-tiva, de un lado, y por Herbert Blumer (1966) y el interaccionis-mo simblico, del otro y que eso es verdad tambin en el socilogo. Eso implica reponer el cuerpo del socilogo al juego y tratar su organismo inteligente no como un obstculo del saber, como querra el intelectualismo retorcido de la concep-cin indgena de la prctica intelectual, sino como vector de conocimiento del mundo social.

    SD: Entre las cuerdas innova tambin en la forma, por su escritura narrativa de factura casi teatral que invita al lector a vibrar con el aprendiz de boxeador que da a ver a la vez la lgica del trabajo de campo y su producto.

    LW: Cmo pasar de las tripas al intelecto, de la compren-sin de la carne al saber del texto? He aqu un verdadero pro-blema de epistemologa concreta sobre el cual no se ha reflexio-nado suficientemente, y que me ha parecido irresoluble durante mucho tiempo. Restituir la dimensin carnal de la existencia ordinaria y el anclaje corporal del saber prctico constitutivo del pugilismo y an de toda prctica, incluso los menos corporizados en apariencia requiere en efecto una remodelacin profunda de nuestra manera de redactar la cien-

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    cia social. En el presente caso, me haca falta encontrar un estilo en ruptura con la escritura de monlogo, monocromti-ca, lineal, de un informe clsico del cual el etngrafo se ha retirado, para meter una escritura multifactica, mezclando los estilos y los gneros, a fin de capturar y de transmitir al lector el dolor y el sabor de la accin (Wacquant, 2002).

    Entre las cuerdas fue escrito contra el subjetivismo, contra el narcisismo y el irracionalismo que sostiene cierta teora lite-raria llamada posmoderna, pero eso no quiere decir que se debe privarse de las tcnicas literarias y de los instrumentos de exposicin dramtica que nos da esta tradicin. Por eso el libro mezcla tres formas de escritura que entrecruzndose a lo largo de las pginas, se reparten la prioridad en las tres partes, de manera tal que el lector se desliza insensiblemente del concep-to al precepto, del anlisis a la experiencia. La primera parte ancla una escritura sociolgica clsica de tipo analtica que as-la de entrada las estructuras y los mecanismos de tal manera que da al lector los instrumentos necesarios para explicar y comprender lo que pasa. El tono de la segunda parte est dado por una escritura etnogrfica stricto sensu, es decir descriptiva de las maneras de ser, de pensar, de sentir y de actuar propias del ambiente considerado, donde se reencuentran los mismos mecanismos pero en accin, a travs de sus productos. Con la tercera parte viene el momento experiencial, bajo la forma de una novela sociolgica: la experiencia vivida del sujeto que resulta ser tambin el analista.

    La combinacin razonada de esas tres modalidades de escritura sociolgica, etnogrfica y literaria apunta a per-mitir al lector a la vez experimentar emocionalmente y com-prender racionalmente los resortes y las vueltas de la accin pugilstica. Para eso, el texto traza una trama analtica, exten-siones de notas de campo cuidadosamente editadas, contra-puntos hechos de portarretratos de personajes clave y de extractos de entrevistas y de fotografas cuyo rol es favorecer una percepcin sinttica del juego dinmico de los factores y de las formas catalogadas en el anlisis, de permitir tocar con los ojos el latir del pulso del pugilismo. Ah todava, la teora del habitus, el recurso al aprendizaje como tcnica de investi-

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    gacin, el lugar acordado al cuerpo sentido como vector de conocimiento y la innovacin formal en la escritura: todo est contenido. No sirve de nada hacer una sociologa carnal adosa-da a una iniciacin prctica si eso que ella revela del magnetis-mo senso-motor del universo en cuestin desaparece a conti-nuacin de la redaccin, bajo pretexto de que hace falta respetar los cnones intelectuales dictados por el positivismo o el cognitivismo neo-kantiano.

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