vol1 n1 2007 marzo 09 maria das dores campos[1]

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  • Revista Cultura y [email protected]

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    http://www.culturayreligion.cl

    Globalizacin y secularizacin1

    Globalization and secularization

    Maria das Dores Campos Machado2

    Resumen

    En este artculo, parto de los casos argentino y brasileo, para repensar los efectos de las fuerzasglobalizadoras, especialmente del gran desarrollo de las tecnologas de transporte y deinformacin, en las expresiones religiosas; y discutir el valor heurstico de la categorasecularizacin para los estudios sobre las sociedades contemporneas.

    Palabras claves: Secularizacin Iglesias transnacionales - Pentecostalismo

    Abstract

    In this article, I take the Argentinean and Brazilian cases as a basis for rethinking the effects ofglobalizing forces especially the exponential development of transportation and informationtechnologies on religious expressions, and discussing the heuristic value of the categorysecularization in the study of contemporary societies.

    marzo 2007

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    I Introduccin

    En el ao 2005 pas un semestre en Buenos Aires con el objetivo de realizar unposdoctorado en el Instituto de Desarrollo Econmico y Social3. Para la estada en la que esconsiderada la ciudad ms europea de Amrica del Sur alquil, a travs de un sitio de Internet,un pequeo departamento amueblado. Cuando llegu a mi nueva casa, lo primero que observ fueque haba, en el centro de la mesa de la sala, una escultura de cincuenta centmetros de unguerrero medieval que me pareci demasiado grande y pesada para el pequeo ambiente. Percibtambin que adentro de un aparador de vidrio y espejo haba una escultura del mismo material, demenor tamao que la anterior, de la Virgen de Lujn que posteriormente reencontrara en variosespacios pblicos de la ciudad4. Apenas me encontr sola en el departamento, descubr que porun defecto de la cerradura, la puerta del aparador no quedaba cerrada y por eso tomaba laapariencia de un oratorio que guardaba la imagen de la Virgen. Pocas horas despus mis libros,notebook y papeles profanaran este espacio, que pareca una celebracin de la conquista denuevas tierras y almas por los cristianos de Europa, con la sala transformada en escritorio y elaparador en mini biblioteca.

    Comienzo este artculo con este breve relato porque estas primeras sensaciones marcarantoda mi estada en aquella ciudad. Brasilea y estudiosa del fenmeno religioso en una formacinsocial donde existe un fuerte reconocimiento de la importancia de la religin en la matriz culturaly de los actores religiosos individuales y colectivos en la vida social y poltica, me extraara laposicin marginal de ese fenmeno en el debate pblico y la difusin en los medios acadmicos yde comunicacin de una forma de representacin social que enfatizaba el carcter secular de lasociedad. De mis primeras estadas en aquel pas haba guardado la imagen de los dos temploscatlicos que, junto a la Casa Rosada, el palacio de gobierno, rodean la Plaza de Mayo y sugierenla proximidad de las dos formas de poder: el religioso y el poltico. Los restos mortales de SanMartn, el hroe nacional, dentro de la Catedral catlica era tambin una imagen muy fuerte,aunque ya varias veces haba escuchado argumentos que procuraban situar el deslizamiento de laslneas fronterizas de esas dos esferas en el tiempo pasado. Las noticias en los medios decomunicacin sobre las constantes manifestaciones sociales en la misma plaza parecan sugerirtambin que, a diferencia de los brasileos que todava hoy encuentran en la religiosidad uno desus aspectos ms relevantes, los argentinos se caracterizaran por una intensa participacin en lavida poltica. Pero existira esa separacin entre poltica y religin en la sociedad argentinacontempornea? Dicho de otra manera: el proceso de secularizacin estara ms avanzado enaquella configuracin social?

    A esta altura el lector podr preguntarse si la investigadora outsider, desconociendo lasespecificidades histricas y culturales de Argentina, no estara equivocadamente buscando enaquella configuracin social el fenmeno de entrelazamiento entre poltica y religin que ocurreen Brasil y en otros pases del continente latinoamericano. Aqu es importante informar que haceaos participaba de la Asociacin de Cientficos Sociales de la Religin en el Mercosur, la cualhaba surgido de la iniciativa de algunos antroplogos argentinos en reunirse con investigadoresde Brasil, Chile y Uruguay. Y que, por lo tanto, conoca estudios de la religiosidad popular sobrela importancia de los cultos afro-brasileos5, la expansin reciente del pentecotalismo6 y elcrecimiento de los movimientos Renovacin Carismtica Catlica7 y la New Age8 en la periferiay en la propia capital federal. De modo que no poda dejar de cuestionar las representaciones de

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    aquella formacin social que a veces daban la impresin de ignorar la dimensin religiosa y laproduccin socio-antropolgica local sobre el tema.

    Sabiendo que la valoracin de los temas que integran la agenda cientfica depende delcontexto sociopoltico, de los intereses de las agencias de financiamiento y de las matricestericas hegemnicas en los centros de investigacin y enseanza, comenc a buscar algunashiptesis que explicaran la valoracin de la cultura poltica y la indiferencia, para no hablar de uncierto prejuicio de una parcela significativa de los productores de conocimiento y de losformadores de opinin pblica, en relacin a las expresiones religiosas de los grupos socialeslocales. Esta inquietud inicial me termin llevando, por un lado, a los estudios de los flujosglobales y de las complejas relaciones entre actores globales y locales y, por el otro, a larealizacin de un corto trabajo de campo en templos pentecostales y catlicos situados en laciudad de Buenos Aires.

    En este artculo, parto de los casos argentino y brasileo, para: a) repensar los efectos delas fuerzas globalizadoras, especialmente del gran desarrollo de las tecnologas de transporte y deinformacin, en las expresiones religiosas; y b) discutir el valor heurstico de la categorasecularizacin para los estudios sobre las sociedades contemporneas. Reconociendo que elpensamiento social latinoamericano fue fuertemente influido por las teoras que asocian lamodernidad a la ciencia y a al declive de la religin, procuro mostrar que el trminosecularizacin lleg hasta nosotros, como otras categoras de anlisis, a travs del flujo de ideasy de los intercambios culturales con los pensadores europeos y norteamericanos. Dicho de otramanera, se trata de una expresin de la dimensin cultural de la globalizacin que no se resumeen el intercambio de ideas y de paradigmas por parte de los cientficos sociales y filsofos, sinoque est relacionada con un conjunto de interrelaciones entre los diferentes actores colectivosglobales y locales en actividad en la contemporaneidad: movimientos sociales, ONGs,universidades, etc.

    Estructurado en tres partes, inicio este artculo con una breve discusin sobre laintensificacin de los procesos globales y la tensin contempornea entre las tendencias dehomogeneidad y heterogeneidad cultural en las sociedades que componen el orden mundial. En lasegunda seccin, privilegio el concepto de secularizacin, no slo retomando las clsicas tesisque asocian la modernidad con la urbanizacin, la industrializacin y el declive de la religin,sino tambin realizando anlisis de las contribuciones del pensamiento social y filosficocontemporneos acerca de la emergencia de fundamentalismos en el inicio del siglo XXI.Finalmente, en la tercera seccin hago algunas consideraciones sobre Amrica Latina, y enespecial sobre los pases que integran el MERCOSUR, intentando mostrar como, a pesar de lastendencias comunes de declive del catolicismo, flujos de grupos confesionales y la difusin demovimientos New Age, pueden ser identificadas formas plurales de vivir y representar lasexperiencias religiosas en las sociedades de este continente.

    I Globalizacin y religin:

    Hasta el siglo XIX, las religiones de conversin, as como las guerras, representaban lasprincipales fuerzas propulsoras de las interacciones culturales. En el caso del Islam, como biendescribi Appadurai (2001), la guerra fue utilizada como instrumento de expansin. Sin embargo,no se puede menospreciar la violencia simblica practicada por los representantes de la IglesiaCatlica contra las comunidades indgenas y, posteriormente, contra los esclavos africanosdurante la colonizacin de Amrica Latina. En el caso especfico de este continente, a pesar deconstatarse que los flujos humanos oriundos tanto de Europa cuanto de frica fueran

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    acompaados por los flujos de creencias y rituales de naturaleza distintas de las tribus indgenaslocales, la expresin religiosa que se impuso como hegemnica fue la de los colonizadores. Osea, tanto la cosmologa cuanto las prcticas religiosas de los indios y esclavos africanos fueroncombatidas por los espaoles y portugueses en nombre del catolicismo y de la civilizacin,entendidas en ese contexto como sinnimos.

    Curiosamente, este papel predominante e histrico del trfico cultural a larga distancia noha garantizado la debida atencin por parte de muchos de los tericos contemporneos de lasociologa de la globalizacin. Incluso aquellos que enfatizan los desplazamientos poblacionales,los procesos comunicativos y la dispora de ideas o de valores, han reservado un lugar marginalpara las relaciones entre el fenmeno religioso, la anulacin tecnolgica de las distancias detiempo y espacio y las nuevas formas de sociabilidad. As, tanto la participacin creciente de lascorrientes fundamentalistas de los protestantes en el debate pblico y en la poltica electoral deEstados Unidos, cuanto la afirmacin pblica de la identidad musulmana en pases del continenteeuropeo, e inclusive la poltica radical de ciertos grupos judos que examinadas con msdetenimiento podran ayudar a comprender la tensin entre las fuerzas estandarizadoras ydiferenciadoras de los flujos globales, son todava hoy objetos de estudio de los socilogos de lareligin (Robertson,1994; Beyer, 1994; Pace, 2005, entre otros). Esto, por un lado, puedeexpresar la fragmentacin del propio campo de conocimiento social; pero, por otro lado, estrelacionado con las tesis delineadas por los clsicos del pensamiento social acerca de laincompatibilidad de la religin con la modernidad.

    Trabajar ms cuidadosamente esta cuestin en la seccin dedicada al paradigma de lasecularizacin, el cual tiene un importante sostn en la tesis de Weber respecto de la crecienteracionalizacin de las esferas de la vida en el mundo occidental. Por ahora, quera registrar que lalarga hegemona de las tesis de reduccin continua de la importancia de las religiones en lassociedades modernas nos puede ayudar a entender la reducida atencin a los flujos de creencias yprcticas religiosas en los estudios que integran la sociologa de la globalizacin.

    Concepto polivalente e impregnado de ambivalencias por los mltiples significados quecomporta, la globalizacin es, generalmente, pensada en trminos de una tendencia histrica dereduccin de las distancias espaciales y temporales9; y, consecuentemente, de intensificacin delas interconexiones entre actores sociales individuales y colectivos (empresas, iglesias, Estados-nacin, ONGs, movimientos sociales, etc.) que se desplazan o que, aunque se encuentrenlocalizados en los ms variados puntos geogrficos del mundo, mantienen relaciones a travs delos flujos de capital financiero, tecnologas, ideas e imgenes (Mato, 2001). Dicho de otramanera, se trata de un fenmeno multidimensional que comprende procesos de circulacin, enuna amplitud hoy casi planetaria, de dinero, maquinarias, poblaciones e informacin. Aunquereconozca la importancia del trnsito del capital y de las maquinarias en las relacionesinternacionales y transnacionales, privilegiar los desplazamientos poblacionales y las disporasde ideas e imgenes, teniendo en cuenta los objetivos de mi anlisis en este artculo.

    Una de las cuestiones ms discutidas y controvertidas de la sociologa de la globalizacinse refiere a los efectos homogeneizadores de los procesos de circulacin mencionadosanteriormente. Parte de la literatura que enfatiza el gran desarrollo de los medios de transporte yde comunicacin, as como la intensificacin de las interacciones reales y virtuales en el mundoactual, identifica entre las principales consecuencias de esos procesos la tendencia a laestandarizacin cultural y a la formacin de una sociedad planetaria o, como lo sugiri Luckman(1998), de una aldea global. Sin embargo, hoy existe una serie de autores que prefiere pensar lasconsecuencias socioculturales de las fuerzas globalizadoras en trminos de doble tendencia,resguardando la tensin entre la homogeneizacin y la diferenciacin de los grupos en

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    interaccin. As, a pesar de la fluidez del capital, de la desterritorializacin de grandescontingentes poblacionales, del flujo tecnolgico y de la transmisin en tiempo real de imgenese informaciones sugiriendo la difusin de las ideologas de consumo y de individualismo, tpicasdel capitalismo contemporneo, algunas caractersticas de los procesos en cuestin sonidentificadas como responsables de un efecto paradojal que es el refuerzo de la segregacin socialy de las diferencias culturales entre los actores sociales.

    Un punto importante sostenido por Appadurai (1994:317) se refiere a los rumbos y a laintensidad de los diferentes flujos con fuerza globalizadora. Segn este pensador, si bien lacirculacin de las maquinarias, de las personas, del dinero, de las ideas y de las imgenesvariaron en alguna medida en todas las pocas histricas, la velocidad, la escala y el volumen quecada uno de esos procesos adquiri en la actualidad es tan grande que las disyunciones setornaron fundamentales para la poltica cultural global. Dicho de otro modo, la movilizacinhumana, el flujo tecnolgico y las transferencias financieras no slo estn sujetos a sus propiasrestricciones, sino que tambin son influidos por los incentivos polticos o tecnoambientalesofrecidos por las diferentes sociedades. Adems, cada uno de ellos puede inhibir o servir deparmetro para el desenvolvimiento de los dems, lo que produce una relacin profundamentedisyuntiva de las diferentes especies de flujos por donde se desplazan las ideas y las imgenes.Esa capacidad de acomodar entre s una relacin disyuntiva se encuentra, por lo tanto, en la razdel actual proceso de produccin de las diferencias culturales.

    Con una mirada ms centrada en el carcter desigual del capitalismo en tiempos deintensificacin de las fuerzas globalizadotas. Bauman (1999: 8), expone la ambivalencia delfenmeno aqu tratado en los siguientes trminos: La globalizacin divide en la misma medidaen que une; las causas da divisin son las mismas que promueven la uniformidad del globo.Juntamente con las dimensiones planetarias emergentes de los negocios, las finanzas, el comercioy el flujo de informacin, se pone en marcha un proceso localizador, de fijacin del espacio.Estos dos procesos estrechamente interconectados introducen una tajante lnea divisoria entre lascondiciones de existencia de poblaciones enteras, por un lado, y por los diversos segmentos decada una de ellas, por otro. Lo que para algunos aparece como globalizacin, es localizacin paraotros.

    En esa perspectiva, la anulacin tecnolgica de las temporales y espaciales, lejos dehomogeneizar la condicin humana, tiende a polarizarla. Los sectores sociales que disponen derecursos econmicos y cognitivos forman una elite culta y transnacional que no slo recorre elmundo en viajes de negocios, estudios y turismo, sino que tambin tiene acceso a varias redes deinformaciones, servicios e imgenes a travs de las ms recientes y sofisticadas tecnologas decomunicacin. Por otro lado, los segmentos sociales ms pobres que representan la mayor partede la poblacin mundial se ven obligados a permanecer en localidades de recursos escasos seapor sus propias dificultades financieras y lingsticas, sea por las polticas de control deinmigracin y por la discriminacin tnico-religiosa en las sociedades ms desarrolladas- yquedar al margen de esas fuerzas globalizadoras. Y lo ms paradojal: la comprensin de lasdimensiones espaciales y temporales termina provocando una falta de dilogo entre la elite cultay los segmentos populares que componen las sociedades. Ese es un punto interesante queretomar cuando trate los riesgos implcitos en la tendencia de los cientficos sociales de pensar lareligiosidad de Amrica Latina a partir de categoras analticas y de modelos tericos europeos onorteamericanos. Por ahora, quera llamar la atencin sobre la contribucin de los autores denuestro continente para el debate sobre la globalizacin.

    No son pocos los que identifican en la raz de la perspectiva hoy denominada de estudiosculturales los escritos de Garca Canclini y Martn Barbero acerca de las sociedades

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    latinoamericanas. Esos autores10 han demostrado una preocupacin por estudiar la globalizacindesde el punto de vista de los que consumen los productos culturales y/o de los encuentros ydesencuentros entre culturas; y ciertamente contribuyeron en el rescate de la dinmica de lainteraccin social y de la negociacin de sentidos hacia el centro del debate actual. Dicho de otramanera, sin olvidar las asimetras de poder existentes entre los grupos sociales, estos cientficossociales participaron en la formacin de una vertiente terica que piensa los flujos como procesossociales en los cuales los actores locales y globales se forman, transforman, colaboran, entran enconflicto y negocian (Mato, 2001: 131). En ese sentido, es interesante observar que, entre lospuntos ms incitantes de las discusiones contemporneas en nuestro continente, se encuentra eltema de la asimetra de la globalizacin cultural.

    Siguiendo el camino abierto por Appadurai (Mato 2001) quien ha contribuido para elavance de esa perspectiva en la medida en que enfatiza el carcter transnacional de la propiaproduccin cientfica y presenta las categoras analticas que constituyen las bases de las teoras yde los discursos acadmicos como un tipo especial de representacin social. En la visin de esteautor, las pautas de investigacin de las comunidades cientficas de Amrica Latina estninfluenciadas no slo por las disporas de los intelectuales voluntarias y forzadas- y de las ideasy temas, sino tambin por las relaciones inter y transnacionales de los actores locales con actoresglobales. De modo que la conciencia sobre el fenmeno de la globalizacin es resultado no slode los flujos de sistemas tericos y modelos explicativos, sino tambin de la influencia de lapoltica de actores colectivos globales como la ONU, el Fondo Monetario, los bancos bilaterales,los movimientos sociales de carcter transnacional, etc. Desde el punto de vista de este artculo,lo que me parece ms interesante es que este tipo de argumento permite reconocer las distintasformas en que los actores locales se representan y representan la globalizacin, y de este modo,reconocer las distintas formas de conciencia de la globalizacin.

    Esta es una cuestin muy importante tendiendo en cuenta que una crtica comn a losestudios que trabajan en el marco de la globalizacin ha sido justamente el nfasis desmedido enalgunas tendencias en curso en las sociedades europeas y en los Estados Unidos, en detrimento delas distintas formas de reaccin de los actores individuales y colectivos que componen lasformaciones sociales latinoamericanas a tales tendencias. En este sentido, uno de los puntos msdestacado por los estudiosos ha sido la doble tendencia a la secularizacin y al fundamentalismo.

    II La secularizacin de las sociedades y el fundamentalismo religioso:

    ..la globalizacin es un proceso de descomposicin de la identidad individual y

    colectiva que fragiliza los lmites simblicos de los sistemas de creencias y

    pertenencia. La consecuencia es la aparicin de una doble tendencia: o la

    apertura al mestizaje cultural o el refugio en universos simblicos que permiten

    continuar imaginando unida, coherente y compacta, una realidad social

    profundamente diferenciada y fragmentada (Pace, 1999:32).

    An cuando a lo largo de las tres ltimas dcadas se haya discutido, y mucho, la crisis delparadigma de la secularizacin, es innegable que la tesis del declive del valor cultural de lareligin y de la autoridad de las instituciones confesionales en las sociedades contemporneascontinua siendo la gran cuestin de la sociologa de la religin. En este sentido, incluso losautores que interpretan las expresiones religiosas contemporneas como el retorno de losagrado, la revancha de Dios (Kepel, 1992) o la adaptacin de la religin a la sociedad post-

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    secular (Habermas, 2005), tienden a adoptar la categora de secularizacin como uno de lospolos de un sistema clasificatorio que encuentra su contraste en el trmino fundamentalismo. Osea, parte de la tesis de la racionalizacin de las esferas culturales y polticas para construir unanueva antinomia sociolgica que se inspira, por un lado, en las sociedades liberales occidentalesy por otro en las experiencias de las repblicas musulmanas de Asia y de frica, para componerla dualidad de secularizacin y fundamentalismo. Y es esa perspectiva dual que predomina en losanlisis sobre los efectos de las fuerzas globalizadoras en la esfera religiosa, en una traduccin delo que Giddens (1991) llam como tendencias de destradicionalizacin y de refuerzo de lastradiciones locales.

    De modo general, se verifica una fuerte inclinacin de los socilogos en asociar los flujosglobales a los procesos de subjetivacin de creencias y de ampliacin de la autonoma de losactores sociales en relacin a las estructuras eclesisticas. As, en la visin de Pace (1997: 39), laglobalizacin favorece a la secularizacin juntando aguas para los molinos del individualismotico y aumentando la dificultad de las instituciones que ostentan cierto capital de autoridad y detradicin en la historia para regular, dentro de lmites seguros y estables, sus sistemas decreencias. En la misma direccin, Hervi-Leger (2003:3) argumenta que, en tiempos deglobalizacin: el hecho principal no es la reduccin del credo, sino su diseminacinindividualista independiente de los grandes cdigos del credo definidos por las institucionesreligiosas. En una sociedad donde la autonoma de los individuos se afirma en todos los sectores,la creencia religiosa no es una excepcin. Ms que decantarse por la conformidad con las"verdades" enarboladas por las instituciones, los individuos se unen a la autenticidad de unabsqueda espiritual personal y se elaboran cada vez ms libremente relatos creyentes que lespermiten aportar un sentido subjetivo a su experiencia del mundo.

    No es difcil percibir la influencia de Weber en este debate donde las dos dimensiones delproceso de secularizacin, la cultural y la social, aparecen bastante articuladas. Partiendo de laexperiencia de las sociedades europeas, esos autores no perciben los problemas epistemolgicosde presentar de manera vinculada las hiptesis de difusin de los procesos de racionalizacinreligiosa y de racionalizacin jurdico-legal, como si la separacin entre el Estado y la Iglesia nofuese una experiencia histrica circunscripta a determinadas sociedades y como si la forma derelacin de esas instituciones fuese similar en las diferentes formaciones sociales que integran elmundo occidental. En la siguiente seccin, llamar la atencin sobre la relacin peculiar de laIglesia Catlica con el Estado argentino para ilustrar las dificultades en emplear el trminosecular para clasificar esa sociedad. Aqu, sin embargo, quera retomar la contribucin deAppadurai (2001) y enfatizar la necesidad de que los estudios sobre el fenmeno religioso en lacontemporaneidad incorporen el anlisis de las restricciones y de los incentivos de lasinstituciones locales a los flujos globales, as como de las negociaciones de sentido en torno aideas y/o creencias en circulacin. Al final, fiel al Weber de la sociologa comparativa, creo quelos procesos de racionalizacin pueden darse en varias direcciones y es estudiando las diferentesexperiencias de las sociedades nacionales y de sus interconexiones con el mundo global comopodremos tener una mejor compresin de la realidad actual.

    Investigaciones recientes sobre la participacin de los actores religiosos evanglicos colectivos e individuales- en el juego poltico brasileo demuestran que si, por un lado el procesode privatizacin religiosa se torna cada vez ms visible, por otro, se verifica una tendencia alrefuerzo de la actuacin de instituciones eclesisticas en la esfera pblica y a la insercin deespecialistas de lo sagrado en los poderes legislativo y ejecutivo del pas11. Ese desplazamientode las fronteras fomenta la controversia actual de si estaramos frente a una politizacin de lareligin o si por el contrario estaramos viviendo una religiosizacin de la poltica. En la

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    realidad existen grupos y actores religiosos individuales que valorizan esos poderes,interpretndolos como un espacio de disputa de las comunidades confesionales frente a losprivilegios de la Iglesia Catlica en el pas. De ese modo, ms que una reaccin al Estado secular,esas iniciativas sugieren un refuerzo del modelo liberal de organizacin poltica, an cuando sepueda identificar algunos actores con pretensiones ms tradicionalistas.

    Aqu se debe registrar el uso generalizado, no slo en los medios de comunicacin, sinotambin entre los socilogos de la religin, del trmino fundamentalismo para los gruposreligiosos que presentan ideologas y formas de sociabilidad ms tradicionales. Creadooriginalmente para caracterizar a las posiciones doctrinarias de los segmentos evanglicosnorteamericanos frente a la teologa liberal del final del siglo XVIII e inicio del siglo XIX, esacategora viene siendo usada sin ningn cuidado para calificar desde los pentecostales enexpansin en Amrica Latina hasta los musulmanes que quemaron banderas, apedrearon lasembajadas y promovieron boicots a los productos de pases occidentales en Siria, en Damasco,Indonesia, etc., en respuesta a las acusaciones publicadas en un diario dinamarqus. Sin embargo,una investigacin cuantitativa realizada recientemente en diez pases del mundo identificadiferencias en la forma de vivir la fe, en la moralidad sexual y en las ideas y actitudes polticas delos que se declaran pentecostales12: Slo para ilustrar, en siete de los pases investigados lamayora de los pentecostales son favorables a la separacin entre el estado y la iglesia, reforzandola necesidad de cautela en el uso generalizado del trmino fundamentalista. De cualquier manera, es importante destacar que existe una fuerte inclinacin de loscientficos sociales a interpretar la presencia de los grupos tradicionalistas en el mundo actual entrminos de una consecuencia de la globalizacin y de la propia secularizacin13. En esaperspectiva, el fundamentalismo se torna un producto endgeno de la esfera de lo sagrado y lamodernidad religiosa se inscribe en una zona de tensin entre dos tendencias: la debanalizacin de las fronteras inter-religiosas, liberalizacin institucional y bricolage individualde creencias, por un lado, y la de refuerzo de las identidades comunitarias, por otro (Hervi-Leger, 2003: 4).

    Parte de la literatura asocia esta tendencia al comunitarismo al proceso de movilizacinpoblacional, pero otra parte, principalmente aquellos pensadores ms preocupados por lasdesigualdades econmicas promovidas por el capitalismo, prefiere enfatizar los vnculos de esatendencia con la segregacin social promovida por la globalizacin. En la primera lnea derazonamiento, la desterritorializacin de poblaciones trabajadoras favorece el flujo de formas detradicionalismos hacia las sociedades relativamente ms prsperas, ya que frecuentemente segenera un sentimiento exacerbado e intenso de crticas y de apego a la poltica del pas deorigen. Por eso, es posible hablar de fundamentalismos globales cuando se enfrenta el desafode interpretar las comunidades hinds e islmicas en Europa (Appadurai, 1994:318). Ya los queanalizan el tradicionalismo a partir de las desigualdades de condiciones de los segmentos socialesque participan en los procesos de globalizacin apuntan a la segregacin y a la marginalizacinsocial progresiva como los factores propulsores de las identidades comunitarias. De acuerdo conesa vertiente, los fundamentalismos encontraran un terreno ms frtil en los sectoresmarginalizados de las formaciones sociales contemporneas. As, tendramos una cultura seculary globalizada en las elites econmicas y cultas, que por eso mismo pueden ser transnacionales,conviviendo con expresiones culturales ms tradicionalistas en la base de la pirmide social delas diferentes sociedades. En palabras de Bauman: Las tendencias neotribales yfundamentalistas, que reflejan y articulan las vivencias de los beneficiarios de la globalizacin,son hijos tan legtimos de sta como la tan festejada hibridizacin de la cultura superior, esdecir, la cultura de la cima globalizada. (Bauman 1999:9)

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    Ciertamente, las condiciones asimtricas se agudizan con la intensificacin de lacirculacin de los segmentos trabajadores en busca de empleo y tierras, o forzados por lassituaciones de guerra. De la misma forma, es innegable que, como la movilizacin se produce endireccin a las sociedades ms prsperas, existe una inclinacin de que el sentido comn asocielos sectores tradicionalistas con los outsiders, generando muchas veces los conflictos xenfobos.Sin embargo, no se puede ignorar que las tendencias en direccin a la secularizacin y altradicionalismo pueden encontrarse en el interior de las sociedades ms distintas y que lacaracterstica tradicional de los grupos no siempre se debe a los valores de los migrantesexternos. Pero esta discusin slo avanzar en la medida en que investigaciones empricas ycomparativas, incluyendo grupos religiosos en diferentes formaciones sociales, proporcionenuevos elementos para la explicacin de la relacin del fenmeno religioso con las otrasdimensiones de la vida social contempornea.

    III - Religiones transnacionales en Amrica Latina

    Caminando por el centro de Buenos Aires, a pocos metros del monumento msrepresentativo de la ciudad, el obelisco situado en la Avenida Nueve de Julio, se puede encontrar,en el medio de los muchos letreros iluminados que anuncian una casa de Bingo, un local de MacDonald, varias farmacias y locutorios o cybers, un cartel de la Iglesia Universal del Reino deDios. Con los colores azul, rojo y blanco que marcan la denominacin en los ms de veinte pasesdel mundo en que acta, el letrero llama la atencin en primer lugar por la posicin vertical y sutamao acompaando a los cuatro pisos del edificio arriba del cartel existente en las fachadasestandarizadas de sus templos. Se destaca tambin por la inscripcin, justo debajo del smbolo dela Iglesia el corazn rojo con una paloma blanca en su interior- del nmero de registro del grupoconfesional en la Secretara Nacional de Cultos de aquel pas. Yo ya conoca algunos templos deesta iglesia en otras metrpolis del mundo, pero nunca haba visto nada semejante y me puse apensar el significado de estas pequeas diferencias en la representacin de un grupo conocido porla estandarizacin y fuerte control sobre las imgenes, celebraciones y narraciones de susintegrantes.

    El sentido vertical del cartel era una estrategia para que el templo no pasara desapercibidopor lo peatones en una calle que es estrecha y que son innumerables los anuncios de nen queindican los atractivos comerciales y gastronmicos que estn instalados all. El nombre de laSecretara y del registro en el mismo tiene que ver con el estatuto jurdico diferenciado de losgrupos religiosos en la sociedad argentina. Cabe recordar que la nica estructura eclesisticareconocida jurdicamente como iglesia y, por lo tanto, como institucin pblica en ese pas es laCatlica. La Constitucin en vigencia no deja dudas sobre la preeminencia de esa entidadreligiosa una vez que su artculo segundo establece que El gobierno federal sostiene el cultocatlico apostlico romano (Wynarkczyk, 2003:52). Las dems instituciones religiosas sonconsideradas de derecho privado y deben, segn el artculo 33 del Cdigo Civil, inscribirse en laSecretara Nacional de Culto que les va a conceder no slo el nmero de registro que lesgarantiza la apertura de los templos, sino tambin el estatuto eclesistico. An cuando el gobiernoactual no siga estrictamente la legislacin sancionada durante la dictadura militar para regular loscultos, la desigualdad en el tratamiento de los diferentes grupos religiosos en la esfera pblica esmuy grande. Segn Wynarkczyk (2003:52): La iglesia catlica es beneficiada por sueldos queel estado le paga al clero, incluyendo los seminaristas, mediante recursos impositivosrecolectados entre catlicos, otros creyentes y no creyentes; dispone de una situacin privilegiadapara acceder las capellanas en las fuerzas armadas y de seguridad, la ereccin de monumentos a

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    la virgen en espacios pblicos y oficinas gubernamentales, el acceso a fuentes de dinero aplicableen tareas de accin social; tambin dispone de mayores posibilidades para la apertura en regla demedios de comunicacin radiales y televisivos.

    Como se puede percibir, en un contexto sociocultural en el que las fronteras entre Estadoe Iglesia Catlica se muestran tan tenues es preciso mucha cautela en la aplicacin del conceptode secularizacin creado para designar el proceso de separacin de las esferas religiosa y polticaen Europa. Tendr oportunidad de volver sobre este punto ms adelante cuando discuta lacuestin de la tendencia a la secularizacin. Por ahora, quera destacar el apoyo concedido por lamayor parte de la Jerarqua Catlica a la dictadura militar y erigir la hiptesis de que estealineamiento del clero de la iglesia hegemnica con la derecha y con los militares hayafavorecido la representacin de Argentina como una sociedad secular y alimentado el prejuicio enrelacin a las religiones en general. Con la triste marca de 30 mil desaparecidos polticos en elperodo dictatorial, es comprensible la disconformidad de aquellos sectores sociales que buscan lareconstruccin democrtica con la institucin religiosa dominante. Entretanto, queda la duda de siel hecho de negar la fuerza de este actor colectivo en la escena poltica es la mejor estrategia paragarantizar una esfera legal y poltica ms autnoma.

    Pero volvamos al templo de IURD, pues all dentro descubrira otras adaptaciones de laiglesia brasilea en tierras porteas: la bandera de Argentina en el plpito. En Brasil existeniglesias pentecostales como la Asamblea de Dios, en donde la presencia de la bandera nacionalpuede aparecer en programas religiosos transmitidos por la televisin o tambin en algn templo,pero nunca encontr una bandera en las iglesias de IURD que he visitado, sea en Brasil o en elexterior. En las lecturas de los estudios sobre la iglesia en Argentina no encontr ningunamencin al uso de este smbolo de la patria. Recuerdo bien que uno de los pocos estudiosetnogrficos y comparativos de este grupo religioso en los dos pases enfatizaba otra estrategia delos pastores iurdianos para aproximarse a los sectores populares de Capital Federal: la instalacinde un televisor en la calle con la exhibicin continua de sesiones de los cultos afro-brasileospara que los porteos conocieran las entidades de aquellas religiones que deberan ser combatidaspor la nueva iglesia14. O sea, en tierras donde las religiones afro-brasileas presentaban unapresencia incipiente y una historia corta, la iglesia, que tena entre sus atractivos el embate a lasfuerzas malignas del umbanda y del candombl, se vio obligada a reforzar, aunque de unaperspectiva negativa, la creencia en las entidades de aquellas expresiones religiosas.

    Es interesante destacar la relacin entre estas dos disporas: la de las religiones afro-brasileas y la de los grupos neopentecostales brasileos en direccin a los pases de AmricaLatina, y particularmente a Argentina. Varios autores15 ya trataron el trnsito de los bienesreligiosos afro-brasileos y de las reelaboraciones realizadas en la implementacin y desarrollode los mismos en los diferentes paisajes nacionales. En la visin de Segato (1997: 226), elproceso de reelaboracin es siempre realizado dentro del marco poltico, tnico, econmico ysimblico de cada nacin, pero tambin sufre la influencia de los flujos culturales sean los decarcter secular, sean los religiosos- oriundos de Estados Unidos, de Europa y de Oriente endireccin al sur del continente latinoamericano. O sea, la desterritorializacin de las comunidadesafro-brasileas se produce en un contexto en el que los flujos se entrecruzan en el espacio globaly ese entrecruzamiento de ideas, valores y especialistas tanto de lo sagrado como delconocimiento- ejerce ciertamente influencia en el proceso de resignificacin de las creencias, enla forma de sociabilidad de los fieles y de las celebraciones del grupo religioso.

    En el caso especfico del trnsito de las religiones medinicas para Argentina, AlejandroFrigrio, siguiendo una perspectiva terica distinta de la anterior, llama la atencin hacia elesfuerzo realizado por los pais y mes de santo en la creacin de puentes cognitivos entre el

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    catolicismo cultural y el umbanda, as como en la ampliacin de la legitimidad de los grupos deesa tradicin religiosa. De acuerdo con este autor, ms all de explorar los elementos delcatolicismo popular que presentaban similitud con la lgica religiosa del umbanda la creencia enuna multiplicidad de seres espirituales (santos/entidades) que pueden ayudar a las personas aresolver problemas especficos sera una de las ms importante de ellas- pais y mes de santoprocuraban: ampliar, reforzar y expresar ms claramente ciertos temas presentes en los marcosinterpretativos de sus clientes, pero que no estaban muy desarrollados debido a suestigmatizacin por las religiones oficiales, tales como la creencia en la eficacia de la magia, laexistencia de los daos causados por terceros y la posibilidad de movilizar un ser espiritualprotector(Frigrio, 1997: 160).

    Para atenuar la intolerancia y, principalmente, defenderse de las acusaciones de losmedios de comunicacin local de que el umbanda sera una secta mgica, los especialistas de losagrado desarrollaron estrategias de adaptacin a los valores sociales locales enfatizando en unprimer momento el carcter religioso de los grupos umbandistas y de batuque. El fracaso de esosesfuerzos hara que los actores religiosos intentaran posteriormente establecer una identificacinmayor de esas expresiones religiosas con el Africanismo y la cultura de grupos tnicosimportantes en el desarrollo del continente latinoamericano (Frigrio, 1997:167). Recurso quetambin se mostrara limitado y aadira poco a los grupos confesionales en cuestin.

    Para los propsitos del presente artculo, lo que me interesa registrar es que el trnsito delas religiones afro-brasileas favoreci de alguna manera la implantacin de la IURD enArgentina. Y tanto es as que su estrategia inicial fue la difusin de imgenes de este tipo dereligiosidad a los transentes del centro de la capital argentina que, sin duda alguna, es donde lacultura del psicoanlisis dej su marca ms fuerte. Y aqu me tengo que remitir, aunque searpidamente, al carcter selectivo, segregador y diferenciador de las fuerzas globalizadoras.Como ya mostraron varios autores (Bauman,1999; Mato, 2001; Hopenhayn,2001, entre otros),los flujos de bienes sean los materiales o los de carcter ms ideolgico- alcanzan de maneradiferenciada a los distintos sectores sociales en interaccin social y algunos son inclusivemarginalizados de este proceso al no disponer de recursos econmicos y cognitivos- paraparticipar del proceso de intercambio en escala global. Este es un punto importante, porque meparece que, si por un lado se puede constatar una influencia de la cultura del psicoanlisis originaria de Europa- en el universo simblico de las capas medias urbanas de Buenos Aires, porel otro, el aumento de las inmigraciones de los pases vecinos, el crecimiento del desempleo y dela pobreza en las ltimos dcadas ampli el sector marginalizado de las tendencias globalizanteseuropeas, y favoreci la difusin de las expresiones religiosas emocionales en el pas, en especialel neopentecostalismo que aprovech los senderos abiertos por las expresiones afro-brasileas.

    Es bueno recordar que la IURD no es la nica institucin pentecostal brasilera en tierrasargentinas y que existen iglesias autctonas de ese ramo del protestantismo que son mucho msimportantes en trminos numricos tanto de templos cuanto de pastores y fieles. De cualquiermanera, es interesante verificar cmo la institucin calificada por los medios de la iglesia de lospastores brasileos fue adoptando poco a poco nuevos elementos simblicos y se fue adaptandoa la realidad cultural del pas. La colocacin de la bandera de Argentina en el plpito es sin dudasun esfuerzo de adaptacin en una formacin social con fuerte sentimiento nacionalista y unahistrica rivalidad con Brasil. Visit varios templos de distintas agremiaciones religiosas y pudeverificar que en varias de ellas la bandera nacional est presente, pero encontr iglesias como lade Rey de Reyes del reverendo Claudio Freidzon, en el barrio de Palermo, donde este smbolo noaparece. De cualquier manera, el significado del uso de la bandera local en una iglesiatransnacional asume caractersticas distintas a los ojos de una investigadora brasilea.

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    Con pastores predicando en portuol y varios obreros con una identidad tnica msprxima a la de Pel que a la de Maradona, la motivacin de la jerarqua de la IURD para adoptarel uso de la bandera azul y blanca parece ser la reduccin de la hostilidad al grupo outsider y lacreacin de un puente simblico entre el mismo y los actores locales. De cualquier manera,existen usos mltiples de los smbolos nacionales por parte de las entidades religiosas. En eltemplo de la Iglesia Visin Del Futuro, en el barrio de Belgrano, que curiosamente tiene en elinterior de la letra o que compone la palabra visin un diseo del globo terrestre, encontr diezbanderas pertenecientes a diferentes pases alineadas al lado de la bandera argentina. Y all elsignificado de la exposicin es otro: mostrar las tierras conquistadas por el grupo local para Dios.Como vimos en la introduccin de este artculo, el proyecto de universalizacin del cristianismoes muy antiguo. La novedad se encuentra en el hecho de que se multiplicaron los gruposreligiosos con aspiraciones expansionistas y en desplazamientos territoriales.

    El slogan El Mundo Entero Para Cristo! fue creado por la Iglesia Rey de Reyes parajustificar el envo de pastores y misioneros hacia otros pases a travs del Ministerio de la Nacin.Iniciativas de esa naturaleza sirven para demostrar que el flujo de bienes culturales no sigue unadireccin nica, y que son mltiples los sentidos del trnsito de las creencias y de las prcticasreligiosas en las sociedades actuales. Esto, claro est, depende no slo de la capacidadorganizativa y de los recursos econmicos del grupo confesional, sino tambin de laincorporacin de tecnologas que permiten el acceso a un nmero cada vez mayor de personas.No son pocas las iglesias en Amrica Latina que disponen de pginas de Internet y que usan eseespacio para ofrecer informaciones sobre su expansin en el mundo y interrelacionar sus iglesias.Los recursos son de lo ms diversos: el portal de la iglesia Rey de Reyes, adems de susinformaciones en espaol, ofrece la posibilidad de una segunda lengua, el ingls, para elinternauta; ya la Universal dispone de pginas en los servidores de los pases en donde se instalay en el caso de Argentina usa el espaol, lengua local, para comunicarse con sus fieles.

    An en lo que se refiere a las tecnologas de comunicacin, quera registrar que una de lascosas que ms me llam la atencin en la observacin participante que realic en los grandestemplos pentecostales y neopentecostales de Buenos Aires, fue el espacio concedido a lascmaras y micrfonos para la filmacin y grabacin de los cultos que seran posteriormentetransmitidos en televisin. En varias iglesias las filmadoras estn en lo alto, en frente del plpitoy bien en el centro del edificio, dando la impresin de que el culto y las palabras el pastor siguenlas exigencias de un tiempo que no es el real, de un espacio que va mucho ms all de las puertasdel templo y de una comunidad que extrapola a los fieles de la denominacin. En la IglesiaUniversal del Reino de Dios, en donde el uso de la tecnologa es ms intenso y las cmaras estndispuestas no slo para registrar las imgenes para los programas televisivos, sino tambin paracontrolar a los fieles dentro de los templos, una gra permite el constante desplazamiento de lasmquinas filmadoras en busca de las mejores imgenes para el pblico televisivo. En el momentodel testimonio, cualquier problema tecnolgico es sorteado por los pedidos de disculpas delpastor y la solicitacin para que el fiel recomience su relato, y el nmero de los que puedenhablar siempre es bastante inferior al nmero de los que desean expresarse. Al final, lacelebracin tiene en cuenta tambin el tiempo del medio televisivo.

    La utilizacin de tecnologas de comunicacin cada vez ms sofisticadas por parte de losgrupos religiosos en expansin resulta no slo en ajustes en la duracin y en el formato de lascelebraciones, sino tambin en la incorporacin de una gramtica que se distancia de lascuestiones teolgicas para dar cuenta de los problemas de la especie humana que va de los temaseconmicos y de poltica internacional hasta cuestiones ecolgicas. Efecto y expresin de losprocesos de globalizacin, esa tendencia de adaptacin de las religiones a los tiempos actuales es

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    explicada por Pace (1997: 38) en funcin de la lgica de los medios de comunicacin de masasque una vez aceptada y utilizada acaba favoreciendo el lenguaje de las emociones y de los afectosen detrimento de las grandes construcciones filosficas y escatolgicas. Siguiendo esatendencia de secularizacin de sus temas, las religiones encuentran ms facilidad para entrar encirculacin y consiguen una gran audiencia o imponerse en un mercado de mensajes abarrotado,que tiene delante de s a un pblico que tendencialmente no aprecia los discursos largos ycomplejos, sino ms bien los efectos especiales y de breve duracin

    La ausencia de datos censados sobre la religiosidad de la poblacin y el nmero muyreducido de investigaciones empricas cuantitativas en el rea de la religin dificultan unaevaluacin del suceso de estas estrategias como as mismo del potencial de crecimiento de esosgrupos en las distintas capas sociales del pas. Pero las investigaciones cualitativas sugieren quela base social del neopentecostalismo sera constituida, como en los dems pas del continente,por los sectores ms carentes, menos escolarizados y marginalizados de la sociedad. Segmentossociales, dgase de pasaje, donde el acceso a la cultura secular se ha mostrado ms restringido ydonde el uso de la magia como medio de salvacin parece ser ms recurrente.

    Pero no es slo ese ramo del evangelismo el que parece crecer en Argentina. Losmovimientos transnacionales de la Nueva Era y de la Renovacin Carismtica tambin seencuentran en expansin y es importante verificar cmo esa fermentacin contempornea dereligiosidades es interpretada por el socilogo de la religin Mallimaci, que se destaca entre losautores latinoamericanos por el empeo en analizar el fenmeno en cuestin dentro del marco delproceso de globalizacin: Asistimos a una reconfiguracin mundial de las relaciones entresociedad, Estado-Nacin, imperio e instituciones y creencias religiosas en todos los niveles. Ladebilidad y crisis de la oferta poltica partidaria nacional en Amrica Latina y otras zonas delplaneta, dado que han dejado de ser crebles sus promesas de vivir mejor fruto de la impotenciafrente a la actual globalizacin excluyente que vivimos, vuelve a plantear el papel de lo religiosocomo dador de sentido y anunciador de promesas de salvacin en nuestras sociedadessecularizadas (Mallimacci 2001:17)

    Como se puede percibir aqu, tambin la representacin de la sociedad aproxima aArgentina a las formaciones sociales europeas seculares y la revitalizacin religiosa esinterpretada como una consecuencia de la crisis de legitimidad por la que pasan las institucionespolticas en el continente. En ese caso, el discurso religioso retoma su importante funcincognitiva para gran parte de los segmentos excluidos de la globalizacin, pero tambin puede serutilizado, como en el caso de los Estados Unidos y de los pases musulmanes, para fortalecer eldebilitado y desanimado discurso poltico, o sea para movilizar a los grupos sociales. El discursomesinico de Hugo Chvez en Venezuela y el esfuerzo de Anthony Garotinho por construir unared de apoyo poltico entre los diferentes grupos de orientacin evanglica en Brasil demuestranla pertinencia de esa asociacin del pentecostalismo con la falta de credibilidad de lasinstituciones polticas en el continente latinoamericano. Lo que este tipo de argumento no explicaes porqu ese discurso tiene xito en algunas sociedades y no en otras, una vez que la crisis deesas instituciones parece ser un fenmeno de amplitud mundial.

    Consideraciones finales:

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    A pesar de la matriz religiosa comn, Amrica Latina expresa hoy una diversidad culturaly, ms especficamente, una pluralidad de formas de relacionarse con lo sagrado, que refuerza lastesis de la ambivalencia de la modernidad y de la asimetra de la globalizacin cultural. Con unaelite econmica y una intelectualidad que circula por las grandes metrpolis y centros culturalesdel mundo, movimientos sociales transnacionales y acceso a las ms sofisticadas tecnologas decomunicacin, esta configuracin geogrfica presenta algunos aspectos culturales que laaproxima a las sociedades europeas revelando, no obstante, caractersticas distintas no slo enrelacin a las mismas, sino tambin entre s. As, si por un lado se observan tendencias desecularizacin de las instituciones sociales y de subjetivacin de los cdigos de creencias, sepercibe por otro que el ritmo y el alcance de tales tendencias varan en funcin de algunosfactores como la composicin tnica, las relaciones entre los Estados y la Iglesia Catlica, elacceso a la educacin formal, la cultura poltica, y los grados de institucionalizacin de lasociedad civil de cada pas.

    As, an cuando la Argentina presenta ndices de escolarizacin y de desigualdadeconmica que la distingue de la mayora de los pases de Amrica del Sur, la relacin del Estadocon la Iglesia Catlica es mucho ms compleja que la de las sociedades vecinas, verificndoseuna gran interferencia de la jerarqua catlica en las legislaciones relacionadas a la educacinsexual y a la salud reproductiva. A pesar de la fuerza poltica de esa estructura eclesistica seobserva la cada continua del nmero de fieles y una creciente autonoma de los que preservan laidentidad catlica en relacin a la doctrina y a la moral de la institucin. Siguiendo una tendenciams general de Amrica Latina, el declive del contingente catlico parece estar tambin asociadoa la expansin de grupos pentecostales de origen autctono y al flujo creciente de iglesiastransnacionales y movimientos religiosos que innovan en la asociacin de la espiritualidad con elocio y los bienes de consumo.

    Valorizando el individuo y adoptando un mensaje de contenido ms tico y humanista queteolgico, las nuevas expresiones religiosas pueden ser interpretadas como una consecuencia dela secularizacin en la esfera religiosa, pero en un proceso con caractersticas distintas de lasexperiencias europeas que inspiraron las tesis de la racionalizacin de la sociedad. Hoy lacirculacin de ideas y de valores o la interconexin de los actores sociales es mucho mayor,ampliando las posibilidades de elecciones de los individuos frente a las ideologas y a losdiscursos religiosos e, consecuentemente, intensificando el trnsito de los mismos por losmovimientos sociales y de carcter confesional. As, la aceleracin de los procesos de circulacinestimula las disporas no slo de los valores de inspiracin iluminista y humanista estadosecular, democracia, derechos humanos, justicia social, etc.- sino tambin de las narrativasreligiosas que pueden estar relacionadas a los valores anteriores o presentarse como unaalternativa a las ideologas de carcter ms secular.

    Si el razonamiento desarrollado arriba es correcto, los estudios sobre la cultura y lapoltica en Amrica latina ganaran mucho con la intensificacin del debate con los antroplogosy los socilogos de la religin y con la ampliacin de las investigaciones comparativas sobre lasformas contemporneas de religiosidad en los diferentes pases del continente.

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    Notas

    1 Una versin preliminar de este artculo fue presentado en 4 Workshop Social and Cultural Dynamics, organizadopor INDS e CPDA-UFRRJ durante el ao 2006.2 Universidade Federal do Rio de Janeiro. [email protected] Agradezco la ayuda financiera del CNPq y el empeo de la Dra Elizabeth Jelin en hacer agradable e muyproductivo mi paso por aquella institucin de investigacin y enseanza.4 Le agradezco a Eloisa Martin, investigadora de Conicet, por haber llamado mi atencin hacia la existencia deimgenes de esa Santa en varias plazas, predios pblicos y estaciones de subte de Buenos Aires.5 Recuerdo los trabajos de Oro(1997): Oro e Seman(1997); Frigerio e Carozzi (1993), entre otros.6 Ver Semn (2004); Wynarczyk (2003).7 Principalmente los estudios de Soneira (1997); Malimacci (1997); y Jimnez (2003).8 Carozzi (1999).9 Ver Giddens(1991) e Bauman (1999)10 Existe un conjunto de autores que posteriormente seguiran este camino: Ribeiro (2001); Matos (1999); Hopenhay(2001); Arizpe (2001); entre otros.11 Ver Machado (2006)12Los datos da la investigacin Spirit and Power: A 10-Country Survey of pentecostals pueden ser encontrados enel sitio The Pew Forum on Religin & Public Life: http://www.pewfoundation.org.13 Ver, por ejemplo, Beyer,1994; Hervie-Leger,2003; Pace, 1997, etc.14 Se trata del estudio realizado por Moreira(1998).15 Ver, por ejemplo, Oro (1997) Oro & Semn (1997); Segato (1991 e 1997); Frigrio & Carozzi (1993); Frigrio(1997).