voces que nos convocan - 21 de diciembre de 2011
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Voces que nos convocan
Entre las oscuridades, incertidumbres y miedos hondureños, una luz se asoma y
emerge de entre las víctimas de la violencia, la inseguridad, la impunidad que nos
gobiernan como práctica de los que ejercen la ley de los fuertes. Familiares de
compatriotas asesinados por la policía: Las madres de los jóvenes asesinados el 22
de octubre en la capital, la viuda de Alfredo Landaverde, la viuda del general
Arístides Gonzáles, los familiares de los jóvenes asesinados en Agua Blanca, al sur de
El Progreso, entre otros. Sus voces claman justicia en nombre de la sangre de sus
familiares.
Son voces mayoritariamente de mujeres, y emergen como una voz en el desierto de
una sociedad en donde los líderes políticos están muy ocupados en organizar
corrientes, afiches y estructuras partidarias para participar en unas elecciones que
convocan y controlan los mismos que controlan la justicia y la ocultan con una
enorme tapadera de impunidad y corrupción.
Estas voces actualizan aquel misterio evangélico que narra el contexto del
nacimiento del niño Jesús. Nace entre los bullicios controlados por el imperio, y
cuando todo mundo se afanaba en estar inscrito en el libro imperial, el niño no
encuentra un lugar en el mesón. Estas voces no nacen ni de políticos ni de altos
empresarios ni brota de las ONGs intrépidas en inventar lenguajes y sofismas para
ocultar sus negocios.
Estas voces de mujeres y familiares emergen desde el dolor y saltan desde la
periferia de los poderes establecidos, y se pronuncian como buena nueva para
quienes vivimos en la oscuridad del miedo, la parálisis, las consignas vacías, la
politiquería de cualquier signo y color.
Las voces de esas mujeres nacen desde su corazón roto, y en ellas se recogen y
expresan las decenas de miles de voces de víctimas hondureñas. Esas voces nos
salvan de nuestras propias angustias, espantos y de la impunidad y el silencio. Miles
de voces y llantos no han podido ser escuchados porque durante mucho tiempo han
sido gritos soterrados, reprimidos y adulterados. Así han sido miles de voces,
calladas porque son voces de mujeres pobres, que han tenido que llorar su dolor en
el silencio y en la impotencia de sus pobrezas.
Estas mujeres elevan con firmeza sus voces desde un lugar que se escucha a los
cuatro vientos, y en sus voces se recogen todas las voces reprimidas y soterradas.
Una rectora convierte su llanto en un clamor de justicia, y con su voz asume todas
las voces silenciadas. La voz de la viuda de Alfredo Landaverde prosigue la valiente
voz de quien nunca calló para identificar a los narcotraficantes.
Estas voces son una oportunidad para que nos convoquemos al llamado a la lucha
contra la impunidad. Hoy es el tiempo, no nos perdamos ni nos excusemos entre
otras ocupaciones. Seguir estas voces es la ocupación que dará sentido y fuerza a las
otras ocupaciones. No perdamos la oportunidad.
Nuestra Palabra | 21 DICIEMBRE 2011