voces n.6 v.f de plan fenix

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¿ la clase obrera va al paraíso? En los últimos 10 años El mundo dEl trabajo rEgistró import antEs transormacionEs, dEsdE rEormas En El marco lEgal hast a los cambios En ma tEria dE sEguridad social. Es tiEmpo dE hacEr un balancE. La revista deL PLan Fénix año 2 número 6  JUNIO 2011

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¿la clase obrerava al paraíso?En los últimos 10 años El mundo dEl trabajo

rEgistró importantEs transormacionEs,

dEsdE rEormas En El marco lEgal hastalos cambios En matEria dE sEguridad social.Es tiEmpo dE hacEr un balancE.

La revista deL PLan Fénix año 2 número 6  JUNIO 2011

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 junio 2011

 sumario nº6

reportajes audiovisuales

6

any alonsodébora alonsoree , mee te E

WaltEr bassusc, me (subtE)

luis iguEroapeee e ce et f te 58 l.

rEormas laboralEs durantEla convErtibilidad y laposconvErtibilidad h pe ree

12rElExionEs sobrEla lExibilidad laboral

Ee h be

18 acErca dEl coopErativismodE trabajo En la argEntinam v

24 la rEnovada prEsEncia dE lossindicatos En la argEntinacontEmporánEa h p

32las rElacionEs laboralEsEn la argEntina actualce se ge

38 Educación y trabajo:caliicacionEs y ormaciónproEsional m p

44

El mErcado sExistad b

50 El trabajo dEcEntE; laconcEpción dE la oit y su adopciónEn la argEntina be

56 trabajo dEcEntEvErsus trabajo dignol g r . p

68 sEguridad social:marchas y contramarchas...c d ae be

82Echar luz sobrEEl trabajo inantila a v tee

62la sEguridad social

En la posconvErtibilidadde p, n dk e me

74 políticas dE EmplEo: una visiónsintética dE largo plazo (1989-2011)j c ne

90

la supEracióndE dErEchos

pErdidosa le gk

 editorial

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Deanoalb eg Bb

ViedeanoL Pz v mlg

Subsereario GeneraWl B

Sereario Aadéio J L Fz

Sereario de Paneaieno Evauain Eduaiva 

 J Cl v. B

Sereario deInvesigain Dooradoe sc

Sereario de Haienda AdinisrainC Hb albz

Sereario de ExensinUniversiariael Ycb

Sereario deBienesar EsudianiFc s

Sereario de ReaionesInernaionaes

 Jg Bgl

Sereario de GraduadosCl nz

Direor Genera dea Esuea de PosgradoCl nz

 AUtORIDADES DE lA FAcUltAD DE cIENcIAS EcONómIcAS

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 staffDIREctOR Abraham L. Gak

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causro de ProfesorestituLaresHb L Pz vmlgmí t Cp

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causro de GraduadostituLaresL alb Cw rba a

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www.eeee.. 

la supEracióndE dErEchospErdidos

El retroceso de los derechos laborales que tuvo lugar en las últimas décadas del pasado siglo en nuestro país ha sido

de tal dimensión que, a pesar del incipiente proceso de recu- peración iniciado a partir de la crisis de 2001-2002, todavía nohan podido recuperarse en su totalidad los niveles alcanzados a inicios de la década de 1970.

 Las nuevas ormas de organización de la producción hanconsolidado este deterioro, haciendo prácticamente desaparecer las conquistas que tanto costaron obtener allá por los comienzos del siglo XX.

 La concepción de trabajo decente adoptada por la Orga-nización Internacional del Trabajo (OIT) en 1999, aparece hoy como insufciente. La hipótesis de una retribución de la uerzade trabajo que cubra las necesidades para una vida digna tienevisos utópicos rente a una realidad que muestra un elevadonúmero de trabajadores y trabajadoras precarizadas/os o encondiciones de semiesclavitud. Ante esta situación es que apa-rece la concepción del trabajo digno como superador del tra-bajo decente.

 Entendemos como trabajo digno a aquel que le brinde al trabajador no sólo un salario que le permita subsistir, sino quetambién le garantice seguridad, estabilidad, tiempo para rea-lizar actividades de esparcimiento, deportivas y educativas y que, a su vez, le asegure que tanto en su vejez como rente a los 

 editorial

imprevistos propios de la vida no estará en estado de indeen-sión. Más aún, pretendemos que se elimine el método de explo-tación constitutiva al trabajo tal como hoy se lo concibe.

 Es importante insistir en estos temas ya que es imposible pensar que una sociedad moderna y capacitada no pueda brin-dar estos parámetros a su población. Esto implica asegurar unarenta sensata a las inversiones, evitando que la remuneracióna los asalariados quede completa y pasivamente en manos deun mercado laboral depredador, regido por la única lógica de lamaximización de las ganancias empresarias. Para que esto sea posible se debe apuntar a todas las variables que conorman el desarrollo contemporáneo.

 La provisión por parte del Estado de bienes públicos encantidad y calidad adecuada para cubrir las demandas detoda la población, se une a la necesidad de brindar a los traba- jadores la posibilidad de acceder a un hábitat acorde con sucondición de ser humano, en un escenario de respeto al medioambiente y con una participación en el goce de las mejoras enel sistema productivo, la igualdad en las oportunidades al ac-ceso al conocimiento y a la educación para sí y para sus de-scendientes, la seguridad de una vejez tranquila, respetada y capacidad de consumo acorde con sus necesidades.

 En un mundo donde más de la mitad de su población no goza ni remotamente de estos derechos, suenan como utópicos 

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estos objetivos. Aunque así parezca, consideramos que los mis-mos son absolutamente obtenibles.

 En una sociedad planetaria comunicada, donde en el úl-timo rincón de la tierra el último de los hombres marginados,viviendo en las condiciones más paupérrimas, sabe hoy cómose vive en otros lugares, es imposible impedir sus anhelos deacceder a esas ormas tan soñadas de vida, y en consecuen-cia tratará de incorporarse a ellas, enrentándose a la xeno- obia y a la represión de las sociedades desarrolladas, las queante la posibilidad de esa invasión no deseada deberán apelar a la búsqueda de una solución. Para lograrla sólo habrá dos caminos: el aniquilamiento ísico de esos indeseables invasores –circunstancia que se da muy a menudo, y a la cual sustentala lógica de criminalización de la pobreza–, o la exportaciónde esas condiciones de vida a las que hoy sólo algunos tienenacceso.

 No se trata pues de limitarnos a la recuperación de los derechos perdidos por algún sector de la población, sino de generar un marco de igualdad que garantice que los mismos no nos sean birlados a todos/as.

abraham lEonardo gaK(DIRECTOR)

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6 >   www.eeee.. 

 héctor pEdrorEcaldEDiputado NacionalFPV-PJ 

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un rEpaso por las principalEsnormativas laboralEs dictadas

durantE la convErtibilidad y la posconvErtibilidad. los

dErEchos colEctivos y losdErEchos individualEs dE los/as

trabajadorEs/as En ambos pEríodos,cómo sE vio aEctada la Estabilidad

En El EmplEo y cuál uE El sEntidoquE sE lE buscó imprimir a la

política Económica y social.

> 7

rEormas laboralEsdurantE la

convErtibilidad y la

posconvErtibilidad

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8 >   héctor pEdro rEcaldE

1Escenario normativo previoEl espectro temporal de la temática planteada nos obliga aeectuar una breve mención de la normativa laboral vigenteal momento de iniciarse el primero de los períodos, para

recién a partir de allí señalar los hitos normativos que, en relación a lostrabajadores activos, caracterizaron a cada uno de ambos lapsos.

En septiembre de 1974 se sancionó la Ley de Contrato de Trabajo(LCT) que recogió en 301 artículos la jurisprudencia más avanzada desa-rrollada en treinta años. A un mes del golpe militar, el gobierno de actomutiló la LCT derogando 25 artículos y modicando otros 98 (regla esta-tal 21.297); todas, supresiones o modicaciones peyorativas de derechos.Simultáneamente convirtió en delito penal el derecho constitucional de

huelga; prohibió la actividad sindical y la negociación colectiva, e inter- vino los sindicatos y sus obras sociales. Todo esto en el plano normativo,al que deben agregarse las persecuciones, asesinatos y desapariciones queperpetró, en el perverso genocidio que enlutó a nuestra sociedad.

La recuperación democrática no saldó la deuda republicana con lostrabajadores, que debió haber llevado a derogar la legislación retrógradade la dictadura y restablecer la vigencia de la legislación laboral de lademocracia. En el transcurso del gobierno del doctor Raúl Alonsín serestablecieron los derechos colectivos (régimen de asociaciones sindi-cales, de convenciones colectivas de trabajo y de negociación colectiva,

 y derogación de las reglas estatales prohibitivas del derecho de huelga),pero ningún derecho individual de los mutilados por la dictadura ue

recuperado para los trabajadores.Ese es el escenario normativo en el cual se inició el período de laconvertibilidad: restablecidos los derechos colectivos, pero subsistente lalegislación individual de la dictadura.

2

Reormaslaborales durante laconvertibilidad

 Ya en 1989 se vislumbró el sentidoque tendría la legislación laboral de la época quese iniciaba –todavía preconvertibilidad pero elmismo ciclo histórico– con dos decretos (1477/89

 y 1478/89) que permitieron pagar parte del salarioen tickets que, privados articialmente de carácterremuneratorio, constituían una transerencia derecursos de los asalariados y el Estado a avor delas empresas. En igual sentido transitaron sobreel tema, posteriormente, el decreto 333/93 y la ley 24.700 de 1996.

Un nuevo decreto, Nº 1757/90, dispuso la dero-

gación de cláusulas de los convenios colectivos enempresas sujetas a privatización, eliminando dere-chos de los trabajadores en benecio de quienesresultarían adjudicatarias de aquellas. Tiempodespués la derogación llegó a las mejores cláusulasde los convenios colectivos marítimos y portuarios(decreto 817/92).

Todo un símbolo ue que un 17 de octubre –de1990– el Poder Ejecutivo dictara el decreto 2184/90,que so pretexto de reglamentar la huelga en los ser-

 vicios esenciales permitió al Ministerio de Trabajoprohibirlas solapadamente en cualquier actividad,

imponiendo el cumplimiento de servicios “míni-mos” que llegaron a jarse en el 90 y hasta el 100 porciento aun en actividades no esenciales según loscriterios internacionales.

 A nes de 1991 entró en vigencia la ley 24.013–euemísticamente “Ley Nacional de Empleo”– quecreó los contratos que los trabajadores llamaron“contratos basura”, modalidades de contratación adisposición de los empleadores que privaban a lostrabajadores de estabilidad, eliminando o disminu-

 yendo la indemnización por despido hasta entonces vigente; obligó a que los convenios colectivos nego-ciaran sobre exibilidad laboral (polivalencia y mo-

 vilidad uncional) y habilitó la violación del límitemáximo de jornada laboral histórico e impuestopor normativa internacional de 8 horas diarias o 48semanales.

Posteriormente se crearon nuevos contratosbasura, agregados a los ya existentes, medianteley 24.465 de 1995 que creó en el régimen laboralgeneral un also período de prueba (que en realidadera un período de inestabilidad absoluta) que podíallegar hasta 6 meses, el contrato a tiempo parcial an de reducir contribuciones patronales, y una mo-dalidad que denominó “de omento del empleo” por

la cual se privaba de toda estabilidad en el empleoa los varones de más de 40 años, a las personas con

 Desde agosto de 1993 y hasta junio de 2003, el

salario mínimo vital y móvil

se mantuvo congeladoen la suma de 200 pesosmensuales.

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rEormas laboralEs durantE la convErtibilidad y la posconvErtibilidad  > 9

discapacidad, a las mujeres (de cualquier edad) y a los ex combatientes de Malvinas. A todos estoscontratos basura se agregaban los de aprendizaje

 y pasantías, que tampoco generaban estabilidad niindemnización; por todo lo cual casi ningún traba-

 jador tenía protección contra el despido.En 1995 se sancionó la ley 24.467 (Ley Pymes)

cuyo título dedicado a las relaciones laborales enpequeñas empresas admitía para estas (que deníacomo aquellas con un plantel de hasta 40 traba-

 jadores y un nivel de acturación anual a jarse porun comité tripartito, denición que admitía sermodicada por convenio colectivo incrementandoel plantel y nivel de acturación) el raccionamientode vacaciones y del aguinaldo, la movilidad uncio-nal, la reducción de las indemnizaciones por despi-do –y hasta su eliminación y reemplazo por cuentasde capitalización–, y el cese de la ultraactividad delos convenios colectivos de pequeñas empresas.

En el mismo año 1995 entró en vigencia la ley 24.522 de Concursos y Quiebras que, en materialaboral, dispuso la caducidad de los convenios co-lectivos al disponerse la apertura del concurso pre-

 ventivo y excluyó de la competencia de los jueceslaborales los juicios contra empresas concursadas y quebradas trasladándola al juez comercial.

También en 1995 se sancionó Ley de Riesgos deTrabajo (ley 24.557) que creó las ART, eximió deresponsabilidad a los empleadores por los acciden-tes o enermedades padecidas por los trabajadores,prohibió a estos –o sus causahabientes– acceder ala Justicia pretendiendo una reparación integral de

los daños suridos, y dispuso el pago de misérrimasindemnizaciones en orma de rentas mensuales que

eran administradas por compañías de seguro. Es,quizá, la ley que mayor cantidad de declaracionesde inconstitucionalidad tuvo en la historia judicialargentina.

En el año en cuestión ue decretada la primeranorma que dispuso una reducción nominal desalarios, para el sector público, a través del decreto285/95 –que disparó similares actitudes en el sectorprivado–. En 2000 y 2001 se volvieron a disponerrebajas salariales en el sector público, en los haberesprevisionales y en las asignaciones amiliares (de-creto 430/00 y ley 25.453, respectivamente).

Hacia nes de 1996 el Poder Ejecutivo emitió tres“decretazos” –1553/96, 1554/96 y 1555/96–acultando al Ministerio de Trabajo a “deshomo-logar” convenios colectivos de trabajo –privar deecacia y validez a convenios vigentes–, derogandola ultraactividad de los convenios colectivos deactividad en el ámbito de las pequeñas empresas,

 y permitiendo que los convenios sean pactadospor los delegados de personal sin participación delsindicato. Estos decretos ueron suspendidos por la

 Justicia, llevando a que el Poder Ejecutivo dispusierasu derogación.

En 1998 ue sancionada otra ley exibilizadora–la 25.013– que, si bien derogaba muchos contratos“basura” –no todos porque seguían vigentes las pa-santías y aprendizaje–, precarizó todas las contrata-ciones uturas reduciendo las indemnizaciones pordespido y su mínimo del tradicional de dos sueldosa una doceava parte de un sueldo (5 jornales);pretendió limitar la responsabilidad de las empresasrespecto de los dependientes de sus contratistas,convalidó los despidos discriminatorios penali-zándolos con un recargo del 30 por ciento de lareducida indemnización, y volvió a atentar contra laultraactividad de los convenios colectivos.

En el año 2000 ue sancionada la ley 25.250 (quea partir de la denuncia de Hugo Moyano adquirió ladenominación de “Ley Banelco”), que precarizó aúnmás el empleo jando el período de prueba en 3 o6 meses (este último para las pequeñas empresas)permitiendo su ampliación a 6 o 12 meses a travésde convenio colectivo. En materia de convencionescolectivas obstruyó la negociación por actividad(exigiendo a tal n requisitos de cumplimientoimposible), imponiendo en los hechos su descen-tralización por empresa; derogó tácitamente unprincipio rector cual es el de la aplicación de la

norma más avorable al establecer que en caso deconcurrencia de convenios de dierente ámbito

 La normativa laboralsancionada durante laconvertibilidad tuvo unsentido degradatorio de losderechos de los trabajadores,aectando la estabilidaden el empleo.

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4

El períodoposconvertibilidad

 A partir de mayo de 2003 cambióradicalmente el sentido de la norma-

tiva laboral, a la par que viró el sentido de la políticaeconómica y social.

El decreto 324/03 incorporó la asignación noremunerativa, que a ese momento era de 200pesos, a la remuneración de los trabajadores, demanera progresiva mensual, totalizando la suma de224 pesos que adquirían carácter remuneratorio,proyectando eectos sobre todo otro rubro a calcu-larse sobre la remuneración (Vg., horas extras); a la

 vez que, tratándose de una suma ja sin distinciónde categoría, omentó la negociación colectiva des-

tinada a preservar la dierencia porcentual entre lascategorías de convenio.

En marzo de 2004 ue sancionada la ley 25.877que derogó la ley 25250 (Ley Banelco), destacandoel Poder Ejecutivo en el Mensaje de Elevación, que“...no es posible mantener vigente una norma cuyalegitimidad se encuentra cuestionada por la may-oría de los argentinos...”.

Pero no se limitó a restablecer la ética republi-cana; avanzó también derogando los lineamientosbásicos de la normativa de los ’90. Así, restablecióla indemnización por despido en un sueldo por año

de antigüedad, llevó el mínimo indemnizatorio aun sueldo, limitó el período de prueba a un lapsoimprorrogable de tres meses previendo la obligaciónpatronal de preavisar la extinción durante su cursoo, en su caso, de abonar una indemnización susti-tutiva, y derogó disposiciones exibilizadoras de lasleyes 24.467 y 25.013.

En materia de convenciones colectivas de tra-bajo restauró la presunción de ultraactividad de losconvenios colectivos, garantizó condiciones míni-mas homogéneas para toda la actividad al disponerque la articulación de convenciones colectivasdebía estar prevista y regulada por el convenio deámbito mayor y al limitar los supuestos de descuel-gue convencional a la existencia de crisis recono-cida en un procedimiento administrativo, con laconormidad de los signatarios del convenio deactividad y por un lapso determinado; restableció laregla de la aplicación de la institución mas avorablede cada convenio colectivo en caso de concurrenciaconictiva de estos, y reemplazó la reglamentaciónde la huelga en los servicios esenciales por unanueva disposición legal ajustada a los criterios de laOrganización Internacional del Trabajo.

sería aplicable el de ámbito menor aunque uerapeor (en disposición que motivó, además, quejasde cámaras de pequeñas empresas); habilitó el“descuelgue” del convenio colectivo por acuerdoentre empleador y sindicato (que conllevaba a lano aplicación del convenio colectivo de actividadal ámbito descolgado del mismo); derogó la reglade ultraactividad de los convenios colectivos tantopara los vigentes como para los uturos, y reemplazóel decreto de reglamentación de la huelga por unadisposición legal que mantenía las acultades delpoder administrador con una ambigüedad tal quepermitió al Ministerio de Trabajo disponer que la

educación uera considerada servicio esencial a nde restringir el ejercicio del derecho de huelga, apar-tándose así de los criterios internacionales.

Mientras tanto, desde agosto de 1993 y hasta ju-nio de 2003, el salario mínimo vital y móvil se man-tuvo congelado en la suma de 200 pesos mensuales.

Tal como puede apreciarse, la normativa labo-ral sancionada durante la convertibilidad tuvoun sentido degradatorio de los derechos de lostrabajadores, aectando la estabilidad en el empleo(al eliminar o disminuir las indemnizaciones pordespido, que son las que actúan como disuasivo al

despido) y con ello la autotutela de otros derechoscuyo ejercicio eectivo presupone protección contrael despido, adoptando diversos mecanismos paraincidir en la negociación colectiva en el sentido“a la baja”, y limitando el ejercicio del derecho dehuelga. Todo ello era “coherente” con un modelo deexclusión y pauperización social, y concentraciónde la riqueza.

3

La transiciónen la emergenciaEn el período enero/2002 amayo/2003, en el marco de la Ley de

Emergencia se duplicaron las indemnizaciones pordespido (ley 25.561), se ampliaron los supuestos deexigencia de tramitaciones administrativas previaspara la adopción de despidos (decreto 265/02), y sedictaron sucesivos decretos que obligaron al pagode asignaciones no remunerativas como orma depaliar la pérdida del poder adquisitivo de los sala-rios (que se iniciaron en 100 pesos mensuales pordecreto 1273/02 de julio de 2002).

1 0 >   héctor pEdro rEcaldE

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En abril de 2006 se modicó (ley 26.086) la Ley deConcursos y Quiebras, restableciendo la competen-cia de los jueces del Trabajo para resolver las con-troversias laborales contra empresas en concurso oquiebra.

En el mismo mes se restableció el texto origi-nario (1974) del actual art. 66 de la LCT (entoncesart. 71) a través de la ley 26.088, reconociendo alos trabajadores una acción judicial para obligar alempleador a mantener las condiciones de trabajorente al ejercicio ilegal del ius variandi cuando lamodicación dispuesta por este alterara condi-ciones esenciales del contrato, uera irrazonable

o causara perjuicio material o moral; disponiendoexpresamente que durante el juicio se deben man-tener las condiciones de trabajo sin alteración.

La primera ley promulgada por la presidentaCristina Fernández de Kirchner ue, precisamente,una ley laboral, que además de tener eectos con-cretos tuvo un valor simbólico: la derogación de lanormativa que privaba de carácter remuneratorioa los vales de la canasta amiliar y restaurante.Mediante ley 26.341 (diciembre 2007) se dispusola incorporación gradual y escalonada –a n deevitar un impacto intempestivo– del valor de los

tickets a la remuneración, de orma tal que en ellapso de 20 meses se incorporaron íntegramente aesta. Ello tuvo eecto tanto en los derechos de lostrabajadores –por cuanto tal valor constituyó base

 Durante todoeste período,se incrementó

 progresivamenteel salariomínimo vital y móvil, medianteactualizacionesanuales queimplicaron, en el período 2003/2010,un incremento del920 por ciento.

de todas las prestaciones salariales como en losuturos haberes previsionales– y en la recaudaciónprevisional.

Diciembre de 2008 trajo dos nuevas leyeslaborales: la ley 26.427 que reormó el sistema dePasantías Educativas para que ueran realmentetales y no un raude legalizado de contratación queencubriera relaciones laborales, y la ley 26.428 (art.9 LCT) que restableció el principio in dubio prooperario en materia de prueba en juicio.

En enero de 2009 entró en vigencia la ley 26.474que modicó el art. 92 ter de la LCT reerido al con-trato de trabajo a tiempo parcial, dirigida a evitar

las situaciones de raude a que dio lugar la incorpo-ración de tal gura en el año 1995.

En diciembre de 2009 se sancionó la ley 26.574que, al modicar el art. 12 de la LCT, dio seguridad

 jurídica rente a divergencias en torno al alcance delprincipio de irrenunciabilidad de derechos, estable-ciendo que también son irrenunciables para eltrabajador aquellos provenientes de su contrato detrabajo que superaran los previstos en las normaslegales y convencionales.

Mayo de 2010 dio tres nuevas leyes laborales:la ley 26.590 de gratuidad de las operatorias en las

cuentas sueldo; la ley 26.592 que –también de ungran valor simbólico– restableció en letra de ley elespíritu de toda norma laboral incorporando comoart. 17 bis el texto del ex art. 19 (1974) estableciendoque “las desigualdades que creará esta ley a avor deuna de las partes, sólo se entenderán como ormasde compensar otras que de por sí se dan en la rela-ción”, y la ley 26.597 que incluyó a todo trabajadoren los límites de la jornada máxima legal, dejandoexceptuados sólo a directores y gerentes.

Simultáneamente, durante todo este período,se incrementó progresivamente el salario mínimo

 vital y móvil, mediante actualizaciones anuales queimplicaron, en el período 2003/2010, un incrementodel 920 por ciento.

La normativa laboral del período posconvertibi-lidad se encuentra dirigida a la restauración dederechos y a la creación de nuevos allí donde hay necesidades que lo exigen. Ello, inmerso en la másamplia política de inclusión social y ortalecimientodel mercado interno.

rEormas laboralEs durantE la convErtibilidad y la posconvErtibilidad  > 1 1

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1 2 >   www.eeee.. 

rElExionEs

sobrE lalExibilidadlaboraluna comparación dE los ElEmEntoscaractErísticos dE los modElos dEacumulación ordista y nEolibEral.El rol dEl Estado En cada uno dEEllos y los cambios al intErior dElsistEma dE producción.

 EugEniohugo biaorE Abogado. Especialistaen Derecho delTrabajo. Asesor desindicatos nacionalesy provinciales(Córdoba)

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1 4 >   EugEnio hugo biaorE

E  xiste acuerdo en que los primeros sín-tomas del agotamiento del modelo deacumulación generado alrededor delparadigma ordista en las economías

de los países industrializados centrales eran notorios enlos primeros años de la década de los setenta. El estan-camiento creciente de las tasas de productividad y ga-nancias eran signicativas a nes de los años ’60, por loque la crisis del petróleo de 1973 y su impacto denitivoen el alza de los costos de la energía vinieron a poner encuestión la viabilidad misma del arreglo productivo, so-cial, económico, político e institucional modelizado enlos “treinta años gloriosos”. El desempleo y los procesosinfacionarios crecientes se exponen como resultadosnecesarios de la inviabilidad e incoherencia del modelorespecto de las nuevas condiciones sociales, culturales,

económicas y políticas que el mundo occidental plan-teaba en el último cuarto del siglo XX. Se indicaba queese arreglo institucional era además endógenamente in-capaz de dar respuestas integradoras y coherentes a lairrupción de la inormática en los procesos cotidianos,productivos y de las comunicaciones. Por n, el perlinstitucional de escala nacional del paradigma ordistaresultaba contradictorio con el proceso de mundializa-ción o globalización de los mercados productivos y comerciales que se maniestaba como tendencia deni-tiva hacia los años ’80. Desde esta perspectiva, la caídadel Muro de Berlín y del bloque de países socialistaseuropeos no hizo sino allanar y potenciar tal tendencia.

El creciente desprestigio social adquirido por losorganismos gubernamentales y las institucionesrepresentativas de los trabajadores debilitó su rol enel entramado macroeconómico ordista y potenciólos idearios individualistas, conservadores y neo-liberales que propugnaban su cambio.

Resulta interesante repasar los calicativos y expresiones de carácter simbólico con los que sedescribió tanto las características del paradigma,como sus componentes y uncionamiento: dureza,rigidez, inexibilidad, pesadez. Consecuentemente,el nuevo sistema de relaciones industriales que

uere capaz de permitir la construcción de un nuevomodelo de acumulación superador del anterior,

debía tener como cualidades su ductilidad, elasti-cidad, plasticidad, maleabilidad, adaptabilidad,lenidad y, por supuesto, exibilidad.

Me interesa entonces hacer un repaso de las

características más importantes y generales delparadigma ordista, con el solo n de observar suspuntos más claros y vínculos internos más desta-cables y que por cierto han resultado merecedoresde los calicativos enunciados. Seguimos para ello–libre y pobremente– al doctor Julio Cesar Nefa enLos paradigmas productivos tayloristas y ordista

 y su crisis. Una contribución a su estudio, desde elenoque de la “Teoría de la Regulación”.

El objetivo de maximizar ganancias y benecios–motor del proceso de acumulación capitalista–depende para su logro de la mejora constante de

la productividad y la eciencia de sus procesos.La gestión adecuada de los tiempos de la produc-ción es de undamental importancia para aquellamaximización y el taylorismo primero, y el ordis-mo después, se han diseñado inicialmente (y noúnicamente) como sistemas de gestión eciente deltiempo del proceso productivo.

 Así a nivel de “taller”, el ordismo aprovecha y exacerba el concepto instrumentado por Taylor dela división social y técnica del trabajo (que separaen orma tajante el pensamiento, gestión y decisióndel proceso de trabajo de su ejecución) integrándoletracción –la cadena de Ford– a la línea de produc-ción masiva de productos homogéneos en serie. Deesta orma, el ritmo de la misma depende ahora dela velocidad y cadencia que el empresario imponesegún su voluntad. Ese ritmo “encadena” y modelizael proceso de trabajo logrando la intensicación dela división social y técnica del trabajo; la mecani-zación de todo el trabajo manual, y la homogeniza-ción de máquinas, herramientas, piezas, las etapasdel proceso y productos elaborados, con el objetivode producir masivamente.

 A nivel de las empresas propone undamen-talmente la concentración de todos los procesos

productivos y sus etapas dentro de la misma, enó-meno descripto como gigantismo, con una línea

«Excluí deliberadamente de la lista aquello que pudiera ser ante todo redistributivo [...] porque sentí que en el Washington delos ochenta había un desprecio por preocupaciones sobre equidad.»

 John Williamson,autor de los diez enunciados del “Consenso de Washington” 

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rElExionEs sobrE la lExibilidad laboral  > 1 5

gerencial única y centralizada cuyo norte respectode las decisiones es undamentalmente la oerta.

 Agregamos entonces que la calidad y la variedad dellos productos, o la atención al cliente (orientación

hacia la demanda) juegan sólo un papel secundario.Consecuentemente, los productos logrados sonhomogéneos y de consumo durable. La producciónde los mismos desdeña la incorporación de ormasde integración empresarial vía subcontrataciones

 y/o tercerizaciones, integrando la totalidad de lossubprocesos necesarios para la producción central,con uncionamiento constante y permanente. Losprocesos de trabajo se caracterizan por ser rígidos,con puestos y unciones jas, preestablecidas y es-tandarizadas, que determinan a su vez la categoríaproesional. Esta es central en la construcción y 

conormación de las escalas saláriales de los conve-nios colectivos de actividad.El ordismo se describe también por sus carac-

terísticas macroeconómicas. En este sentido requie-re y promueve empleos estables de largo plazo, ba-sados en contratación laboral de tipo dependiente y subordinación altamente regulada (en el sentido deprotegida legal y convencionalmente).

Tal estándar de protección legalmente asegu-rada se despliega en todos los tramos de la relaciónlaboral: a su inicio mediante la consagración de unsistema de contratación de tiempo indeterminadocomo regla y de tiempo determinado como menúde excepción. En relación a los elementos consti-tutivos del vínculo o su interior, se destacan engeneral los sistemas de jornadas máximas rígidas,descansos diarios, semanales y anuales, protec-ción de períodos de suspensión por enermedad olicencias, y un régimen salarial jado en relación a laubicación del trabajador en una categoría proe-sional determinada del escalaón, con indexaciónpermanente vía sistemas de negociación colectiva,o ormas estatales de intervención y relacionadadirectamente con el costo de vida de los propiosasalariados. El salario resulta así relativamente alto,

incorporando además en orma indirecta los bene-cios de la seguridad social. La lógica de asignación

de esos y otros benecios indirectos como sindi-cales o mutuales es justamente la existencia de unsalario. El poder adquisitivo de los asalariados loshace protagonistas undamentales en la demandade bienes de consumo, y los ubica en el doble rol deproductores-consumidores.

No se nos escapa que el ordismo es un sistemade intensicación del trabajo y disciplinamiento dela clase trabajadora, creadora de alienación y ener-

medad. A cambio instrumenta un concepto de em-pleo entendido como bien durable y de largo plazo,

 El poder adquisitivo delos asalariados los hace protagonistas undamentalesen la demanda de bienesde consumo, y los ubicaen el doble rol de productores-consumidores.

 El objetivo de maximizar  ganancias y benecios –motor 

del proceso de acumulacióncapitalista– depende para sulogro de la mejora constantede la productividad y laeciencia de sus procesos.

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1 6 >   EugEnio hugo biaorE

llave para asegurar el goce de los benecios directosde su trabajo y de los derivados de la seguridadsocial, tales como jubilaciones y pensiones, accesoa la salud, asignaciones amiliares, subsidios pordesempleo, etc. Por otra parte, ese “lugar” otorgael derecho a la aliación al sindicato respectivo delocio o actividad y a la vez permite dialécticamentea esas organizaciones la representación legal deltrabajador.

Es evidente que el ordismo exhibe una serie deinexibilidades tanto en orden a sus maniestacio-nes en el seno del taller y la empresa, cuanto másen las implicancias macroeconómicas propias de sumisma denición

La revolución cibernética e inormática vino acuestionar proundamente la rigidez del procesoproductivo ordista, ya que este obstaculiza pordenición la incorporación de las innovaciones tec-nológicas. Mucho más cuando esa incorporación seexhibe como el nuevo horizonte de productividaddel sistema que ahora se apoya en la incorporaciónde tecnología al proceso de trabajo, sus máquinas,

herramientas y los productos, con altas tasas dereinversión de ganancias en esa dirección.

La dureza de su línea de producción con susproductos homogéneos no parecía preparada paraenrentar el hecho cultural de que los propios asala-riados hubieran cambiado sus hábitos de consumo,preriendo ahora diversidad, heterogeneidad y calidad en los productos. A nivel de empresas, elgigantismo es reemplazado por enómenos crecien-tes de desmembramiento de las unidades abriles,acompañando y avoreciendo las tercerizaciones

 y subcontratación, incluso en escala regional o in-ternacional, para aprovechar las ventajas de costosdierenciales de mano de obra, nancieros, imposi-tivos y aduaneros entre países, en especial los deltercer mundo.

Las más diversas corrientes de pensamiento einvestigación económica, política, jurídica, adminis-

trativa, etc., propusieron explicaciones descriptivasa ese agotamiento. Consecuentemente, elaboraronorientaciones para avanzar en las aguas embrave-cidas de la crisis hacia un nuevo paradigma de acu-mulación capitalista superador del moribundo. Esclaro que, a la luz de las experiencias de los paísesperiéricos en los años ’90 y los centrales en estesiglo, las visiones y versiones neoliberales lograronhegemonizar la dinámica explicativa del “problema”

 y sus “soluciones” superadoras. Lo que ha sido másgrave y doloroso: lograron directa e indirectamenteinstrumentar políticamente esas visiones. En eecto,

sobre el cierre de los años ochenta, la astucia neo-liberal desplegó en orma hegemónica su inuen-cia a nivel mundial para imponer e instrumentarpolíticamente el decálogo denominado “El Con-senso de Washington”, cuya primera ormulación sedebe a John Williamson. Sus enunciados se dirigíana encauzar la acción política de los organismosinternacionales tales como el Fondo MonetarioInternacional, Banco Mundial y Banco Interameri-cano de Desarrollo (FMI, BM y BID), especialmentecon los países latinoamericanos atenazados por ladeuda externa y procesos inacionarios o hiperin-acionarios.

La implementación en nuestra patria de lapolítica neoliberal a través de las directivas de losorganismos internacionales de crédito se establecióplenamente en el periodo de la convertibilidad(períodos presidenciales de 1989-99 y 1999-2001, es-pecialmente en este último). Fue establecido comoun plan general de retiro del Estado y expansión sin-cronizada a esos espacios de las uerzas económicasdel capital privado nacional e internacional. El planue posibilitado mediante una política comunica-cional (y que la unía ideológicamente con la propiade la dictadura militar) que ensalzaba las “potencias

del capital privado y los idearios individualistas”. Asu vez, demonizaba al Estado y las corporaciones

 La revolución cibernética einormática vino a cuestionar  proundamente la rigidez del proceso productivo ordista,ya que este obstaculiza por denición la incorporación delas innovaciones tecnológicas.

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rElExionEs sobrE la lExibilidad laboral  > 1 7

intermedias (sindicatos en particular), en los quedepositaba la idea de atraso, pesadez y vetustez.

En este sentido se promovió un desprecio porel rol del Estado en todas sus maniestaciones, quepermitieron visualizar y luego instrumentar unaola privatizadora general de empresas públicas y un achicamiento del sector público gubernamental;

 junto al desmantelamiento de los sistemas de con-troles políticos internos y ronterizos, en especialen lo relativo a las aduanas ísicas y nancieras. Sedesreguló el uncionamiento de los mercados debienes y servicios, y se envileció la moneda nacionalanclada en monedas extranjeras, etc. Pero el idearioneoliberal tuvo obviamente particular ensaña-

miento respecto de los extremos que conormabanla relación salarial en la Argentina y que con susdistancias y determinaciones históricas y cultura-les especícas se ajustaban a grandes rasgos a lascaracterísticas ordistas descriptas.

La impronta neoliberal puso especial énasis enmarcar la necesidad de implementar y dotar al capi-tal privado de exibilidad interna que le permitieranrealizar, ácil y ágilmente, cambios al interior de sussistemas de producción, pudiendo incorporar enorma permanente innovaciones tecnológicas, asícomo también dividir y achicar las unidades pro-ductivas, integrando empresas mediante sistemasde tercerización, intermediación y subcontrataciónempresarial, permitiendo además adoptar omas depolivalencia uncional de los trabajadores respectodel puesto de tareas y sus unciones, de tal ormaque la producción uere sensible y uncional a loscambios impredecibles y móviles de la demanda.

Tal exibilidad, como es obvio, requiere para suinstrumentación de otra exibilidad que, en sínte-sis, propugna el desmantelamiento peyorativo de lanormativa protectoria laboral individual y colectiva,tanto de naturaleza estatal (ley) como de naturalezaconvencional (convenio colectivo). También se di-

rige a ganar para sí la visión e interpretación de losoperadores jurídicos (jueces laborales; secretarios y 

ministros de Trabajo, miembros paritarios y comi-siones directivas sindicales) y políticos. Esa ligereza

 y maleabilidad normativa esperada lleva el euemis-mo de exibilidad externa. Excede el espacio de lanota el detalle de los cambios normativos operadosen el marco de la desarticulación de la relaciónlaboral argentina. Fue exitosa a la hora de provocarla reducción de los costos laborales al inicio y nalde la relación laboral, la intensicación del trabajo y la instrumentación de ormas de disciplinamiento y control de los asalariados, vía la precarización labo-ral y el achicamiento de los sistemas de coberturade la seguridad social.

En el concepto de exibilidad interna es posible

encontrar dimensiones técnicas y económicas nocreadas por la argumentación política.Por el contrario, la denominada exibilidad nor-

mativa es exclusivamente un dispositivo ideológico y político por el cual se pretende instrumentar peyo-rativamente la desregulación de las relaciones labo-rales de un país y una región en un momento dado.El contenido y desenvolvimiento de tal dispositivoestará directamente relacionado con el grado de soli-dez alcanzado por el sistema normativo protectorio,

 y por el nivel de resistencia y grado de correlaciónde uerzas de los trabajadores y sus organizacionesrente al cuerpo de cuadros políticos e institucionesque llevan adelante tal implementación.

No sólo esta exibilidad es eminentemente undispositivo político-ideológico sino que también loes la armación respecto de que la incorporaciónde la exibilidad interna al sistema productivo –quelo haga coherente con las demandas variables en elmarco de una economía global– requiere necesa-riamente desmontar el sistema de proteccioneslaborales de orden público.

El mundo industrializado discute en marco a susrecurrentes crisis económicas y nancieras la nece-sidad de ser maleables y exibles. Paradójicamente,

en nuestro país, algunos nuevamente también. Paraesa discusión, sirvan estas incompletas notas.

 La denominada fexibilidad normativa esexclusivamente un dispositivo ideológico y político por el cual se pretende instrumentar peyorativamente ladesregulación de las relaciones laborales de un país y una región en un momento dado.

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un rEcorrido a través dE la historiadEl coopErativismo, dEsdE sus orígEnEs Enrancia a mEdiados dEl siglo xix, hasta sudEsarrollo En nuEstro país durantE El siglo xx.El Estallido dEl 2001 y sus consEcuEncias En El

mundo dE las coopErativas. una caractErizacióndE los tipos organizacionalEs.

1 8 >   www.eeee.. 

 mirta vuottoCentro de Estudios

de Sociología delTrabajo - FCE - UBA

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acErca dElcoopErativismo

dE trabajo Enla argEntina

> 1 9

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2 0 >   mirta vuotto

L as cooperativas de trabajo, o coope-rativas de producción, existen enlas economías occidentales desdelos orígenes del sistema abril y su

historia refeja un encuentro del pensamiento con laacción. El trabajo asociado concebido por Saint-Simonocupó el lugar del principio de competencia entre lostrabajadores, constituyendo una de las uentes de laconcepción asociacionista dominante en el pensa-miento rancés posterior, sustentada por el coopera-tivismo de producción. Las reerencias a su origen se

 vinculan tanto a los pensadores del socialismo utópicocomo a los socialistas republicanos, ambos interesadospor la condición obrera, en un mundo industrial enpleno cambio, donde se produce de manera gradual eltránsito de la industria doméstica a la manuacturera y el trabajo adquiere una centralidad que nunca habíatenido anteriormente. Para esos pensadores cobróespecial importancia el tema de la organización deltrabajo y la refexión sobre el deterioro producido en lascondiciones de trabajo y de vida de los asalariados, quese maniestaba como la demostración evidente de loseectos de la mercantilización de la uerza de trabajo.

En ese contexto y debido a que resultó intole-rable la contradicción entre la libertad política y la servidumbre económica, ueron ormulados demanera sistemática los principios del cooperativis-mo de producción diundidos por Philippe Buchezhacia nes de 1831 en el Journal des SciencesMorales et Politiques. Al exponer el plan completode una asociación obrera, concebida como el mediopara mejorar la condición de los asalariados urba-nos, su propuesta precedió en más de una décadael programa de los Pioneros de Rochdale, en cuyoestatuto de 1844 estas asociaciones aparecieroncontempladas.

 La evolución delcooperativismo de trabajoDe acuerdo con diversas uentes, la primera coo-perativa de trabajo argentina, “La Edilicia de Per-gamino”, ue undada por doce obreros de la cons-trucción en 1928. La cooperativa asociaba en 1950a más de 170 trabajadores de todos los gremios dela construcción y era propietaria de una ábrica deladrillos y de mosaicos, dedicándose a la realizaciónde obras públicas y privadas de gran magnitud.

Hasta 1950, las 100 cooperativas de trabajo

registradas, apenas representaron el 3,9 por cientodel total de entidades cooperativas y su desarrollo

inicial se produjo especialmente en coyunturas deestancamiento de la creación de empleo ormal.

 Aunque no existen datos desagregados sobre el tipode actividades que estas cooperativas realizaban,estudios de nes de la década de los ’40 indican que62 eran cooperativas de transporte automotor quecontaban con 2.483 asociados. En el desarrollo in-cipiente del cooperativismo de trabajo, la prestaciónde servicios públicos constituyó uno de los actoresacilitadores de sus actividades, al igual que la in-dustria de la construcción.

Durante casi una década, la política de gobiernoperonista, caracterizada por un uerte impulso a laparticipación del Estado en la dirección y regulaciónde la economía, estimuló la constitución de nuevascooperativas acilitando distintos medios para su

estabilización y desarrollo.El ritmo de creación de cooperativas de trabajo

hasta mediados de 1970 muestra una lenta evolu-ción y su crecimiento hasta 1990 es resultante de lascondiciones de un contexto de serias dicultadesestructurales en el mercado de trabajo.

Mientras que entre 1980 y 1990 el proundo dete-rioro de la economía generó en el mercado laboralagudos procesos de desocupación, inormalidad y precarización, el número de cooperativas creadascon respecto a la década anterior se multiplicó porcasi 1,8 y la expansión continuó durante los años ’90

para alcanzar a partir de 2000 un crecimiento comono había tenido lugar hasta entonces. Al comparar la evolución del empleo y la

creación de cooperativas de trabajo entre 1980 y 2000, tomando en cuenta el retraso en la creaciónde puestos de trabajo en el sector ormal debido alirregular crecimiento económico, se debe señalarla marcada disparidad e incluso el carácter inversode las tendencias prevalecientes en la economíanacional y la dinámica del sector cooperativo.Sin embargo dicha tendencia no necesariamenteexpresa un desempeño sostenido por parte de lascooperativas de trabajo durante los años conside-rados, ya que la cira de entidades registradas porel Instituto Nacional de Asociativismo y EconomíaSocial (INAES) –antes de realizarse el reempadro-namiento de cooperativas y mutuales en 2005– seencuentra sobreestimada debido al número de lasque permanecieron inactivas o se disolvieron.

 A partir del año 2000 y hasta el presente se puedendierenciar dos escenarios: el de la crisis que siguió ala convertibilidad, en el que se inscribe el enómenode las empresas recuperadas, y el de comienzos de2003 en que se implementan programas sociales quecontemplan al cooperativismo de trabajo como he-

rramienta ecaz para avorecer la creación de empleo y estimular la participación colectiva.

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acErca dEl coopErativismo dE trabajo En la argEntina  > 2 1

En el primer escenario se inscriben las experienciasde recuperación de empresas, que revistieron dis-tinto grado de conictividad y cuya resolución uediversa. El primer antecedente tuvo lugar en 1998,aunque casi la mitad de las empresas recuperadasexistentes surgió y se consolidó con posterioridadal año 2000. La crisis institucional de diciembre de2001 potenció un conjunto de acciones colectivasnovedosas, relacionadas con la problemática labo-ral, que permitió vincular lo cotidiano a lo político

 y avorecer el desarrollo de una mayor conciencia

sobre los derechos del trabajador.En dichas experiencias actuaron como desenca-denantes del conicto y al mismo tiempo comomotivo de la recuperación el incumplimiento de lasobligaciones contractuales por parte del empresa-rio, o el abandono total de la empresa por parte desus propietarios. La secuencia previa del proceso detoma se correspondió con situaciones irregularesde distinta naturaleza que se reprodujeron en lamayoría de las empresas que ueron recuperadas.De acuerdo con un relevamiento reciente (Facultadde Filosoía y Letras, UBA, 2010) se estima en 205el total de las empresas recuperadas que ocupanactualmente un total de 9.362 trabajadores y en lasque más del 95 por ciento está constituida comocooperativa de trabajo.

Las experiencias de recuperación de empresaspermiten valorizar un enómeno cuya expresiónmás destacada no radica en su relevancia comohecho económico, sino en su posibilidad de conerirsentido a las prácticas sociales que cuestionaron elejercicio del derecho de propiedad y posibilitaron laarticulación de distintos niveles de reclamos, entrelos cuales el más importante ue la deensa de lauente de trabajo.

 Así, las consecuencias de la movilización de lostrabajadores y la canalización de las demandas rela-

tivas al reinicio de la actividad asumida en ormaautogestionada, incidieron en la sanción de variasleyes que declararon de utilidad pública y sujeta aexpropiación u ocupación transitoria los inmuebles,maquinarias e instalaciones de diversas empresaspara ser entregados a las cooperativas de trabajoconormadas por su personal, en algunos casosmediante donación y en otros con cargo oneroso.

 Aunque la dinámica de uncionamiento cooperativoparecería constituir uno de los actores de éxito deestas experiencias, diversas restricciones han impe-

dido en muchos casos revertir la situación precariaque caracterizó la primera etapa de desarrollo deestas empresas y aún las enrenta a permanentesdesaíos. Sin pretender jerarquizar o separar en cadaorganización sus objetivos sociales de los de índoleeconómica, conviene tener presente la importanciaque los últimos revisten en el actual contexto, sinperder de vista que el principal impacto social de laorganización es el que ella posee sobre sus propiosmiembros.

 Así, el principal desaío radica en la capacidadde los trabajadores para articular en cada empresalas metas sociales que se obtienen por medio deactividades económicas, combinando una lógicaempresarial con la lógica solidaria prevaleciente,de manera tal que la propia cooperación uncionecomo vector de ecacia económica, produciendoeectos tangibles y benecios reales, en compara-ción con la acción individual y la cooperacióntécnica no solidaria.

Se ha señalado que las limitaciones propiasde estas organizaciones y los contrastes y con-tradicciones que en las décadas recientes se hanmaniestado en su desarrollo son ilustrativos de losdesaíos relativos a la supervivencia del sector, es

decir, el desempeño económico y su uncionamien-to democrático.

 La crisis institucional de diciembre de 2001 potenció un conjunto de acciones colectivas novedosas… que permitió vincular lo cotidiano a lo político y  avorecer el desarrollo de una mayor conciencia sobrelos derechos del trabajador.

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De orma paralela a los cambios en el contexto económico, que desde co-mienzos de la década de 1990 aectaron el desempeño del cooperativismode trabajo, se revelaron las limitaciones propias del conjunto de institu-ciones especializadas responsables de su apoyo y promoción, en especialel organismo ocial que impulsó una matriculación de entidades cuya

 viabilidad y sustentabilidad ue escasa, del mismo modo que la debilidad y alta de especialización de las organizaciones de segundo grado que lasrepresentaron, la escasez de recursos para atender los requerimientos delsector por parte de las instituciones crediticias y distintas rigideces encuanto al marco legal.

El segundo escenario, desde mediados de 2003 hasta el presente, co-rresponde a la implementación de políticas públicas de distinta natura-

leza que contemplan la promoción y el desarrollo de las cooperativas detrabajo por considerarlas un instrumento adecuado para la generación deempleo genuino: políticas sectoriales orientadas al desarrollo y consoli-dación de empresas cooperativas, que reconocen el papel social del coo-perativismo de trabajo y su contribución en materia de empleo; políticasterritoriales, que permiten el desarrollo de estas iniciativas sobre unabase local, y políticas genéricas que abarcan todas las iniciativas asociati-

 vas sin precisar el sector de actividad y el territorio de pertenencia.Del conjunto se destacan las iniciativas implementadas por el Ministe-

rio de Desarrollo Social de la Nación (MDS), tales como el Plan Nacionalde Desarrollo Local y Economía Social, los Proyectos Socioproductivos, elPrograma de Inversión Social y el Programa de Ingreso Social con Trabajo.

Hasta mediados de marzo de 2011, en el marco de estos programas y delos vinculados al Ministerio de Planicación ueron creadas 7.315 coope-rativas de trabajo. En su implementación, el Ministerio de DesarrolloSocial acuerda con los entes ejecutores (municipios, provincias, edera-ciones y/o mutuales) a través del INAES.

No obstante el interés maniesto por parte del Estado en promoverla creación de empleo recurriendo a la órmula cooperativa, la principallimitación de las experiencias incluidas en el marco de los programasmencionados radica en su carácter dependiente e inducido, debido a quereuerza la centralidad de un actor principal (en este caso el MDS) rentea las cooperativas constituidas y en especial ante sus asociados, comotambién ante las autoridades locales, quienes esperan las decisiones y losrecursos que provienen del sector público nacional considerando que estees el responsable principal del desempeño de las cooperativas creadas.

El grado elevado de dependencia con respecto a las modalidades decontra-tación, y en algunos casos la arbitrariedad con que las cooperativasse constituyen, puede conducir a la existencia precaria e irregular de laorma organizacional adoptada. Por otra parte, a la dependencia económi-ca se agrega –en la práctica– una política de Estado que puede concluiromentando una mentalidad “receptora y pasiva”, que impide el desarrollode acciones oportunas para garantizar la sostenibilidad a mediano plazo delos procesos asociativos.

Una tipología organizacionalLa evolución del cooperativismo de trabajo, como resultante de las condi-

ciones económicas del contexto, la articulación de intereses representati- vos de sus asociados y otra partes interesadas, la respuesta diversa de las

2 2 >   mirta vuotto

políticas públicas hacia el sector y los principalesobstáculos que impiden su desarrollo como órmulaempresarial, permite identicar las modalidades deempresa cooperativa prevalecientes en las últimasdécadas. Las mismas van desde modelos empresa-riales deensivos y periéricos, originados en crisissocioeconómicas, hasta órmulas socioempresaria-les respetuosas de los principios cooperativos quebuscan impactar en el desarrollo local e incluyeniniciativas de colaboración público-privada en elsector servicios y prácticas innovadoras en cuanto ala generación de empleo genuino.

Dichas modalidades también pueden serapreciadas según el papel de los miembros de laempresa cooperativa, dierenciando su condición depropietarios y trabajadores, de modo de asignar un

peso dierencial a estos dos papeles en unción delos derechos que involucran. Desde esta óptica sepueden caracterizar cuatro tipos de organizacionesdierenciadas (Fig. 1) que indican las tendenciasrelativas a la creación de entidades y al desempeñode las existentes.

El tipo I puede denirse como una modalidadorganizacional netamente empresarial, en la queprevalece el derecho de propiedad por sobre losderechos de los asociados trabajadores. Este tipocorresponde a las cooperativas en cuyo desarrollose ha privilegiado el desempeño económico, se

presta especial atención a las necesidades de capi-talización de la empresa y se prioriza la rentabilidadeconómico-nanciera menoscabando aspectossocio-organizacionales. En este caso la aceptaciónde los principios cooperativos y el respeto de losestatutos cooperativos resultan una mera ormali-dad. En este tipo se encontrarían presentes algunosde los rasgos propios de emprendimientos dinámi-cos desde el punto de vista económico, en especialdebido a la experiencia laboral de los trabajadores

DEREcHODEl ASOcIADO/tRABAJADOR

DEREcHO DEPROPIEDAD

I II

III IV

Fig.1

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concernidos, las redes de contactos delimitadasal mundo empresarial y el desarrollo de negociosbasados en la dierenciación de productos/servicios.En el tipo II, más próximo a una situación deequilibrio entre los derechos de propiedad y losderechos de los trabajadores, se pueden situar lascooperativas con un grado de consolidación impor-tante y en especial con adecuadas condiciones decapitalización. Se trata de trayectoriasauto-reorzantes y consolidadas en las que searman los rasgos de identidad con la economíasocial y en cuyo desempeño se alcanza el equilibriocooperativo. Muchas de estas organizaciones soninnovadoras en la gestión de la producción y en sumayoría brindan respuestas apropiadas a la evolu-ción de sus realidades internas y a las exigencias de

un mercado cada vez más competitivo.El tipo III corresponde a las organizaciones crea-

das por terceros para precarizar el trabajo, evadircostos sociales e impuestos y utilizar el esuerzodel trabajador como variable de ajuste económico.Este tipo de cooperativas da lugar recuentemente aactos y negocios simulados o a conductas raudulen-tas y ha tenido trascendencia a partir de varios casosen que la jurisprudencia se expidió priorizando larelación asociativa entre los asociados y la coopera-tiva. Aunque la gura de la cooperativa de trabajo sepresenta como una orma jurídica legítima, se pro-

cede con raude a las normas de la Ley de Contratode Trabajo. Ya sea en la conormación de nuevasentidades, como en el caso de las existentes, el pesorelativo de las cooperativas de este tipo indicaría,entre otras, una deciente respuesta en materia descalización por parte de los entes públicos queregulan el sector y el mercado de trabajo.

En el tipo IV se sitúan las organizaciones en quelos derechos del trabajador son preponderantes

 y se impone una lógica de acción más cercana ala de una acción reivindicativa gremial. Este tipo,interesado en armar las dimensiones vinculadasa la naturaleza y contenido del trabajo, así como aldesarrollo de una política igualitaria basada en lasolidaridad, puede corresponder a las situacionespropias de la realidad organizacional de las empre-sas recuperadas.

Independientemente del tipo al que pertenezcanestas organizaciones y no obstante su aceleradocrecimiento en el último quinquenio, las coopera-tivas de trabajo enrentan un limitado acceso a lasposibilidades de nanciamiento, capacitación y mejora tecnológica de sus empresas, acompañadoen algunos casos por el débil involucramiento desus miembros en la deensa de sus derechos como

asociados y propietarios y en la adhesión a organis-mos de integración.

acErca dEl coopErativismo dE trabajo En la argEntina  > 2 3

A modo de conclusiónEl breve recorrido sobre la evolución del cooperativismo de trabajo en la

 Argentina y la caracterización de los tipos organizacionales ponen en evi-dencia las distintas restricciones que aectaron su desarrollo, así como losdesequilibrios que impiden recuentemente la consolidación de proyec-tos colectivos autónomos. Desde esta perspectiva, se debe subrayar que

durante la década de los ’90, la política orientada al sector ocupó un lugarsecundario en la denición de la agenda pública y estuvo permanente-mente sometida a los vaivenes de la coyuntura política, los cambios deestrategia económica y los conictos entre distintos grupos de interés,traduciéndose en una gama de acciones de alcance limitado.

Por su parte, las políticas implementadas desde 2003 y las modali-dades adoptadas para la conormación de cooperativas de trabajo,aunque pretenden superar el alcance de los programas ocalizados o lassoluciones coyunturales al problema del desempleo, diícilmente tomanen cuenta el carácter autónomo y las exigencias que plantean estas orga-nizaciones para arontar exitosamente sus principales desaíos y lograrun desempeño y consolidación acorde con su naturaleza asociativa.

 Al respecto es necesario señalar que una política ecaz debería con- jugar su estructura material ( nanciamiento, apoyos, costos) con unaestructura sustantiva, de modo tal de contemplar la autonomía de estasentidades en consonancia con las demandas de los principales actores y sus intereses, sin perder de vista que las metas sociales se alcanzan en lascooperativas por medio de actividades económicas y que su membresíaresulta el lugar de encuentro de las unciones sociales y las económicas.De este modo, la contribución del sector público al desarrollo de estasorganizaciones se podrá expresar a partir de actores e institucionesque acompañen sus propósitos, de orma tal que las vinculaciones quese establezcan entre esas partes dejen de ser coyunturales, limitadas oimprevistas.

Una política ecaz deberíaconjugar su estructura material(nanciamiento, apoyos, costos)con una estructura sustantiva,de modo tal de contemplar laautonomía de estas entidadesen consonancia con lasdemandas de los principalesactores y sus intereses.

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2 4 >   héctor palomino

la rEnovada

prEsEncia dE lossindicatos En laargEntinacontEmporánEa

El procEso dE ortalEcimiEnto dE lossindicatos dEsdE 2003 hasta la actualidad.la nuEva cEntralidad dE la conlictividadlaboral y El incrEmEnto dE la participacióndE los salarios En El ingrEso.

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2 6 >   www.eeee.. 

L a evolución de los sindicatos en la Argentina desde elaño 2003 hasta la echa muestra el ortalecimiento de susorganizaciones, el incremento de su capacidad de incidiren la determinación del salario y en la puja distributiva,

su contribución a un proceso de disminución de las desigualdades y unarenovada presencia política. La combinación de estos actores en uncontexto de crecimiento económico y del empleo, así como de la capaci-dad estatal para orientar y sostener el desarrollo, explica el protagonismoactual de los sindicatos en el panorama económico, social y político del

país. Al mismo tiempo ese contexto genera presiones hacia el cambio dela estructura y el modelo organizativo de los sindicatos.

El ortalecimiento de los sindicatosEl crecimiento de la cantidad de aliados sindicales ue aproximada-mente de 53% entre 2003 y 2010. Esto avoreció el incremento de la densi-dad sindical –el peso relativo de los aliados en la población– que crecióde 19% a 24% del total de asalariados en el período. Esta expansión de ladensidad sindical ue además particularmente intensa, ya que práctica-mente uno de cada dos nuevos asalariados incorporados en el períodoengrosó las las de los aliados a los sindicatos.

Esta evolución ue producto no sólo del crecimiento del empleo, ya que la aliación sindical creció a un ritmo similar, sino también delcambio de composición del empleo, con respecto al cual cabe destacardos aspectos centrales. En primer lugar se observa el incremento del pesorelativo de los asalariados, que en el último trimestre de 2010 alcanzó al77% del total de ocupados –posiblemente la proporción más elevada entérminos históricos–, relegando a las ocupaciones no asalariadas. En se-gundo lugar, dentro de los asalariados se observa el incremento de la par-ticipación relativa de los trabajadores registrados en la seguridad social,que es precisamente el tipo de empleo donde los sindicatos encuentrancondiciones más avorables para ejercer su representación y capacidadde reclutamiento. Entre 2003 y 2010 los trabajadores registrados en laseguridad social pasaron de 51% a 66% del total de asalariados, con lo que

no sólo absorbieron el crecimiento neto del empleo sino que sustituyeronuna parte de los asalariados precarios.

En términos comparativos, las tendencias actualesde nuestro país contrastan uertemente con las queprevalecen en varios países centrales, donde seconstata la continuidad del declive sindical corre-lativo con el incremento del desempleo y la pre-cariedad laboral. Estos indicadores sostienen losenoques teóricos que buscan explicar los procesosde individualización y la ragmentación organiza-tiva de vastas capas sociales en un ciclo de largoplazo iniciado con la crisis del petróleo a mediadosde la década de los ’70 del siglo pasado.

El ortalecimiento reciente de los sindicatos essignicativo en términos de nuestra experienciahistórica porque diere del declive sindical quese observó en orma particularmente aguda en la

década de los ’90, aunque estaba ya entroncadao en una tendencia de largo plazo iniciada con elgolpe militar de 1976. Los cambios ocupacionales

 y organizativos recientes no han sido mensuradosaún plenamente en términos de la magnitud de suimpacto sobre la sociedad argentina. Para ello serequiere indagar la reversión de las tendencias demovilidad, en las que cabría constatar, en primerlugar, una movilidad social ascendente en estosúltimos ocho años que contrasta con el predominiode la movilidad descendente durante las casi tresdécadas previas transcurridas entre 1975 y 2002. En

segundo lugar, la incorporación a las organizacio-nes sindicales permitiría calicar la tendencia demovilidad ascendente que se registra desde 2003,como un proceso de movilidad social colectiva, o enel que la dimensión colectiva es clave.

La determinacióncolectiva de los salariosy la puja distributivaLa importancia que tiene el sindicato hoy para lostrabajadores radica en que mediante su accióncanalizada y regulada a través de la negociacióncolectiva se determinan sus condiciones de vida,asociadas a los salarios que perciben. Esto puedeobservarse claramente a través de la convergenciapaulatina entre los salarios de convenio pactadospor los sindicatos en la negociación colectiva conlos salarios eectivamente pagados por las empre-sas, en un contexto de continuo incremento de lossalarios que constituye una de las tendencias máscontrastantes del ciclo iniciado en 2003 con el queprevalecía en la década de los ’90.

En eecto, una comparación sucinta de la situa-ción de los trabajadores registrados en la seguridad

social del ámbito privado permite estimar que en elaño 2010, en promedio, aproximadamente el 90% del

 héctor palominoProesor de Relacionesdel Trabajo - F. Cs. Soc. -UBA. Director de Estudiosde Relaciones del Trabajo- SSPTyEL - MTEySS 

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la rEnovada prEsEncia dE los sindicatos En la argEntina contEmporánEa  > 2 7

salario percibido por un trabajador correspondía a susalario de convenio, mientras que una década atrás,en 2001, esa proporción no superaba el 60 por ciento.

La determinación colectiva de los salarios dentrodel nuevo régimen macroeconómico estimuló elincremento de la participación de los salarios enla distribución uncional del ingreso. La partici-pación de los salarios había caído uertemente (a34% del producto) con la devaluación de la monedaimplementada en la salida de la crisis de 2001, perodentro del nuevo régimen ue incrementándosepaulatina y sostenidamente hasta alcanzar en 2008a 43,6% del ingreso, volviendo a constituir un actorclave de la demanda y el consumo internos. Estaevolución permitió a los sindicatos recobrar sus

expectativas de alcanzar una participación acordecon su horizonte histórico, anclado en la experien-cia del peronismo a mediados del siglo pasadocuando había llegado a 50% del ingreso nacional.En 2009 la participación de los salarios en el ingresose acrecentó signicativamente porque, en un con-texto de reno brusco del crecimiento provocado enparte por actores endógenos y sustancialmente porel clima recesivo provocado por la crisis económica

internacional, los sindicatos obtuvieron incrementos salariales signi-cativamente por encima del aumento de los precios. En 2010, en cam-bio, a avor de la uerte recuperación de la actividad económica, la pujadistributiva arrojó resultados más equilibrados.

La disminución de las desigualdadesUna serie de mecanismos institucionales que operan en un contexto decrecimiento económico y del empleo acilitan la articulación de los incre-mentos salariales obtenidos por los sindicatos en un sendero progresivoque reduce las dierencias de ingresos entre los asalariados.

El Consejo del Empleo, la Productividad y el Salario Mínimo, Vital y Móvil, un órgano tripartito integrado por el Estado, las cámaras em-presarias y los sindicatos, ja anualmente los incrementos del salariomínimo (que pasó de 200 pesos a 1.840 pesos entre 2001 y 2010), colo-

cando un piso para los salarios que incentiva el incremento de los nivelesineriores de las escalas de convenio. Al mismo tiempo, un esquema decoordinación de los incrementos salariales a través de la negociacióncolectiva, en el que el Estado tiene un rol y que con alguna intermitencia

 viene siendo implementado desde 2006, posibilita el equilibrio de los au-mentos obtenidos por los sindicatos. La importancia de este esquema decoordinación reside en acilitar que los sindicatos con menor capacidadde negociación se benecien de los incrementos salariales, lo cual seríamás diícil si la puja distributiva se resolviera sólo a través de la uerza

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2010 saldo neto 2003-2010

Evolución dE la dEnsidad sindical En argEntina 2003-2010% e f e e e e

Fnt: ión i n bel bl d Miniti d Tj, em sidd si (2011)

 

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la rEnovada prEsEncia dE los sindicatos En la argEntina contEmporánEa  > 2 9

relativa de los sindicatos y los empresarios.

Tanto la jación del salario mínimo, vital y móvilcomo el esquema de coordinación de los incremen-tos salariales tienden a elevar el “piso” de las escalassalariales de convenio. Aunque los sindicatos tien-den a impulsar los dierenciales previos, encuentranun “techo exógeno” que proviene del impuesto alas ganancias que se aplica a los salarios a partir decierto monto. Como resultado de estas presionescontrapuestas, los “pisos” salariales han tendidoa crecer más rápidamente que los “techos” de lasescalas de convenio, recortados por el impuesto.Esto promueve una disminución de los dierencialessalariales dentro de cada convenio.

La ampliación de la cobertura de la negociacióncolectiva en el período implica que actualmente al-rededor del 60% de los asalariados perciba ingresosdeterminados por convenios y acuerdos colectivostanto en el sector privado como en el sector público.En el 40% de los asalariados restantes se presentansituaciones dierentes. Por un lado, los salarios delos trabajadores bajo convenio son más elevadosque los de los trabajadores no registrados en laseguridad social. El ingreso de estos últimos sin em-bargo también aumentó en el período, siguiendo enparte aunque a veces con cierto retardo los incre-

mentos del salario mínimo. Dado que se acrecentóel número de trabajadores bajo convenio mientras

que disminuyó –particularmente a partir de 2005–el de los trabajadores no registrados en la seguridadsocial, los eectos conjuntos de estas tendenciasposibilitaron que disminuyera la desigualdad entrelos salarios considerados globalmente.

Por otro lado, dentro de las grandes empresassobre todo, existe una categoría de trabajadores“uera de convenio” compuesta por proesionales,técnicos y empleados jerárquicos, cuyos ingresosson determinados por auera de las escalas salaria-les de los convenios. Aunque los ingresos de estacategoría sigan en parte la evolución de los salariosde convenio, en años recientes el ritmo parecedesigual, maniestándose a través de reclamos,encuestas y hasta solicitudes de sindicalización, unademanda de equiparación con los porcentajes de

incremento salarial obtenidos por los trabajadoresconvencionados. Una situación típica al respecto serevela en las quejas de supervisores y coordinadorespor sentirse en desventaja rente a los aumentossalariales obtenidos por sus subordinados.

Este conjunto de mecanismos y tendencias hapromovido un descenso sostenido de las desigual-dades de ingresos en la Argentina, proceso enel cual si bien los sindicatos han jugado un roldestacado, al mismo tiempo se han visto aectadosen su dinámica de representación interna y en launidad de acción intersindical.

Del conicto socialal conicto laboralLos sindicatos vuelven hoy a convertirse en actorescentrales de la vida social y política nacional. Unsigno evidente de esa centralidad es la importanciaadquirida actualmente por la conictividad laboral,que ha desplazado la que protagonizaban hasta nohace mucho los grupos sociales situados al mar-gen del mundo del trabajo. Aunque este pasaje delconicto “social” al laboral muestra en ocasionesuna continuidad de las modalidades de protesta, ex-presada en ormas de acción directa como bloqueos

 y cortes de calle, los protagonistas que se movilizanhoy, trabajadores organizados en sindicatos, sonradicalmente dierentes a los de los ’90 y principiosde este siglo. También dieren los contenidos de losreclamos, concentrados hoy en los salarios–principalmente– y en las condiciones de trabajo.

La conictividad laboral tiene característicasparticulares según el ámbito privado o público delsector de actividad económica. La mayor cantidadde conictos, huelguistas y jornadas no trabajadases impulsada por trabajadores estatales, mientras

que la conictividad entre capital y trabajo, cual-quiera sea el indicador que se considere, es menor

 Las tendenciasactuales de nuestro país contrastan uertemente con lasque prevalecen envarios países centrales,donde se constata lacontinuidad del declivesindical correlativo

con el incrementodel desempleo y la precariedad laboral.

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que la del ámbito estatal. Entre 2006 y 2010, la mayor conictividadlaboral se registró en la administración pública, la educación y la salud,sectores que tienen la particularidad de una presencia signicativa demujeres en el empleo. Si se trasladaran a los protagonistas de los conic-tos laborales las proporciones relativas del empleo según género, resul-taría que en el último quinquenio la mayoría de los huelguistas ueronmujeres. Aspecto sorprendente sin duda, sobre todo rente a algunossupuestos implícitos que asocian el declive sindical con la eminizaciónprogresiva de la uerza de trabajo.

En su mayoría, los conictos laborales (67% en 2010) tienen por es-cenario los lugares de trabajo –empresas privadas u organismos especí-cos del sector público nacional, provincial o municipal–, es decir queson protagonizados por trabajadores y sus delegados –organizados a su

 vez en cuerpos o comisiones internas–, situados en el nivel mínimo deagregación de las organizaciones sindicales. En contrapartida, la mayoríade los huelguistas se nuclean en los relativamente escasos conictos derama nacional, que si bien no superaron 3% de los conictos del 2010,constituyeron la mitad de los huelguistas ese año. Estos conictos derama encarados por las direcciones nacionales de los sindicatos sonrelativamente breves en su duración y son realizados comúnmenteen el curso de la negociación colectiva del convenio respectivo, comoorma de presionar a los empleadores para arribar a acuerdos salariales.Finalmente, los conictos protagonizados por los niveles intermedios deagregación sindical, impulsados por seccionales u organizaciones territo-riales o distritales, constituyen más del 60% de las jornadas no trabajadas

por paro, es decir, producen los conictos de mayor duración.Más allá de su extensión e intensidad, los conictos laborales son ca-nalizados actualmente a través de las instituciones laborales, que encau-zan los reclamos salariales y las demandas de mejoras en las condicionesde trabajo a través de organismos tripartitos en el ámbito privado y dediversos mecanismos de diálogo social en el sector público. La multipli-cación de los conictos laborales orientados principalmente por reclamossalariales reeja el ortalecimiento de los trabajadores en un contextodonde el alza de salarios permite medir los logros de las movilizaciones.

3 0 >   héctor palomino

Un renovado protagonismopolítico y presiones hacia elcambio sindicalLos actores expuestos permiten comprender lasrazones del resurgimiento sindical en la Argentinacontemporánea, que pone de relieve la importan-cia que adquieren los sindicatos para sostener unmodelo económico y social progresivo, tanto mayorcuanto persiste la uidez del sistema político here-dado de los ’90.

Las transormaciones socioeconómicas recientesno son ajenas a la creciente capacidad estatal paraorientar el rumbo de la economía, regular las rela-ciones laborales e implementar políticas públicas,que constituye el ámbito en el que nuevamente seestablecen lazos entre Estado y sindicatos. Los gra-

dos de autonomía de la gestión estatal actualmenteson mucho mayores que en las décadas preceden-tes, autonomía que por un lado posibilita evitar lalógica corporativa tradicional que cedía porcionesdel Estado a los actores sociales, y por otro posi-bilita desarrollar políticas con los actores socialesde modo de involucrarlos en la aplicación de esaspolíticas. Posiblemente el restablecimiento de lainstancia de negociación del salario mínimo, vital y móvil constituya el mejor ejemplo de este renovadopapel y unción estatal, que trasciende el esquemacorporativo tradicional de nuestro país.

Frente a esta renovada capacidad estatal, elsindicalismo se presenta hoy organizado en lacúspide en dos centrales, la mayoritaria CGT y laminoritaria CTA, ambas a su vez divididas, a las quecabe agregar corrientes gremiales externas a esascentrales. Esto conorma un panorama que distade la unidad monolítica a la que el sindicalismoargentino pudo aspirar en el pasado. A la vez, enel plano de la dinámica interna de varios sindica-

 La ampliación de la cobertura de lanegociación colectiva en el período implicaque actualmente alrededor del 60% de losasalariados perciba ingresos determinados por convenios y acuerdos colectivos tanto en elsector privado como en el sector público.

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tos se maniesta la competencia entre corrientespolíticas gremiales diversas por la conducción, queen ocasiones se expresan como conictos internosde las organizaciones. A estos cabe agregar losconictos entre sindicatos por el encuadramiento orepresentación de los trabajadores de una actividaddeterminada. Ambos tipos de conictos correspon-den a dicultades organizativas propias del modelosindical. A esos conictos se agregan presiones exó-genas provenientes de la división de poderes, comola jurisprudencia de la Corte Suprema que vienederogando algunos artículos de la ley que regula lasorganizaciones sindicales por su inadecuación con

la normativa internacional reconocida por el Estadoargentino.

La sociedad argentina estuvo sometida a las con-secuencias de las uertes oscilaciones del mercadode trabajo en las últimas dos décadas, durante lascuales se produjeron en orma sucesiva dos tenden-cias contrapuestas: una uerte desestructuraciónen los ’90 que arrojó a vastas capas de trabajadoresen el desempleo y en ocupaciones precarias, y unasostenida recomposición del empleo a partir de2003, que estuvo en la base del resurgimiento de lossindicatos.

La intensidad de esta transormación recientees tal que seguramente habría que remontarse a ladécada que precedió al surgimiento del peronismo,la de 1935-1945, para encontrar variaciones socio-ocupacionales de similar magnitud. En aquellaépoca los cambios ueron a sostener nalmente unaconstrucción política y de instituciones laboralesque, con adaptaciones y agregados posteriores,todavía hoy sirven para canalizar las demandasde los trabajadores incorporados recientemente almercado de trabajo. Por eso la reactivación de lasinstituciones laborales operada desde 2003 consti-tuyó un verdadero ordenador del ingreso de nuevostrabajadores al empleo, al mismo tiempo queoreció un ámbito en el que se recrean las tensionessociales y políticas de esta nueva época.

 Aunque sería necesario ampliar y proundizaresta limitada reseña, en la que se procuró brindardatos y reexiones sobre el cambio de la estructurasindical undamentados en los resultados de estu-dios diversos, quisiéramos concluir con un balanceprovisorio de los cambios generados en el período,en comparación con el saldo dejado por la crisis delmodelo de la convertibilidad. Aquel modelo dejósin duda un saldo negativo, dado que a través del

desempleo y la precarización masivos erosionó lasuerzas sociales que podrían oponérsele.

la rEnovada prEsEncia dE los sindicatos En la argEntina contEmporánEa  > 3 1

Frente a este panorama de origen, la acción estatal posibilitó revertirlas tendencias previas de debilitamiento de los actores productivos y sociales, a los cuales el nuevo esquema económico y las políticas públicasimplementadas desde la salida de la crisis de 2001/02 proporcionaron laposibilidad de resurgir y ortalecerse. En este sentido, poca duda cabe deque el nuevo modelo económico ha generado uerzas sociales capaces desostenerlo a uturo. Muchas de esas uerzas están ancladas precisamenteen el mundo del trabajo.

tivas al reinicio de la actividad asumida en orma autogestionada, in-cidieron en la sanción de varias leyes que declararon de utilidad pública y sujeta a expropiación u ocupación transitoria los inmuebles, maquinariase instalaciones de diversas empresas para ser entregados a las cooperati-

 vas de trabajo conormadas por su personal, en algunos casos mediantedonación y en otros con cargo oneroso. Aunque la dinámica de uncio-namiento cooperativo parecería constituir uno de los actores de éxitode estas experiencias, diversas restricciones han impedido en muchoscasos revertir la situación precaria que caracterizó la primera etapa dedesarrollo de estas empresas y aún las enrenta a permanentes desaíos.Sin pretender jerarquizar o separar en cada organización sus objetivossociales de los de índole económica, conviene tener presente la importan-cia que los últimos revisten en el actual contexto, sin perder de vista queel principal impacto social de la organización es el que ella posee sobresus propios miembros.

 Así, el principal desaío radica en la capacidad de los trabajadorespara articular en cada empresa las metas sociales que se obtienen pormedio de actividades económicas, combinando una lógica empresarialcon la lógica solidaria prevaleciente, de manera tal que la propia coope-ración uncione como vector de ecacia económica, produciendo eectostangibles y benecios reales, en comparación con la acción individual y lacooperación técnica no solidaria.

Se ha señalado que las limitaciones propias de estas organizaciones y los contrastes y contradicciones que en las décadas recientes se hanmaniestado en su desarrollo son ilustrativos de los desaíos relativos a la

supervivencia del sector, es decir, el desempeño económico y su unciona-miento democrático.

 Entre 2006 y 2010, la mayor confictividad laboral se registróen la administración pública, laeducación y la salud, sectoresque tienen la particularidad deuna presencia signicativa demujeres en el empleo.

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 cEcilia sEnéngonzálEzConicet - Universidad de Buenos Aires,FSOC-IIGG

las rElacionEs

laboralEs En laargEntina actualdiálogo social y

nEgociación colEctiva

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la vuElta dEl Estado como protagonismo dE

la rEgulación laboral. El rol dEl consEjonacional dEl EmplEo, la productividad

 y El salario, y El augE dE la nEgociacióncolEctiva. los rEsultados dE Esta política.

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3 4 >   cEcilia sEnén gonzálEz

T ras dos décadas de reormas neolibe-rales, varios países de América Latinaatraviesan en este nuevo mileniodiversas transormaciones que dan

lugar a procesos de reactivación y reestructuracióneconómica y, al mismo tiempo, conllevan el ortaleci-miento institucional: lo sucedido con las institucioneslaborales es un claro ejemplo de ello. En la Argentina, elaño 2003 abre una nueva etapa que se caracteriza por elcrecimiento económico basado en el mercado interno,

 y sostenido por diversas políticas activas de salarios enel marco de una recuperación del empleo. A modo deejemplo, y siempre según los datos del Indec, la tasa dedesocupación abierta que en el año 2001 llegó al 17%, seubicaba en el 2005 en torno al 10%, y descendió a partirde ese año a valores menores a los dos dígitos (7,3% enel cuarto trimestre de 2010).

Estas nuevas condiciones son avorables parael resurgimiento de un actor central de las relacio-nes laborales como son los sindicatos. El relanza-miento de su accionar se vuelve visible de dierentesormas, siendo la más relevante la reactivación dela negociación colectiva, la cual ha experimentadouna mayor dinámica desde el 2004.

Sin embargo, para poder comprender los alcan-ces de la revitalización sindical, en especial respectode la negociación colectiva, es necesario considerarcomo punto de partida los avances en materia de loque la Organización Internacional del Trabajo (OIT)bautizó como diálogo social.

Esta noción de diálogo social se incorporó allenguaje jurídico, sociopolítico y también al de losmedios de comunicación. Las relaciones laboralesen tanto campo disciplinar no cuentan todavía conuna denición precisa del término. Algunos señalan

que quizás en esta indenición se encuentre partede su utilidad, al permitirle abarcar diversas institu-

ciones y prácticas. Según la denición de la OIT, “eldiálogo social comprende todo tipo de negociacio-nes y consultas o simplemente el mero intercambiode inormación entre los representantes de losgobiernos, los empleadores y los trabajadores sobrecuestiones de interés común relativa a las políticaseconómicas y sociales. De esta orma, comprendeasí desde el intercambio de inormación hasta lasnegociaciones macrosociales o concertación social

 y la negociación colectiva”.La existencia de diálogo social presupone enton-

ces la presencia de actores sociales uertes, represen-tativos e independientes. En este sentido, la revital-ización sindical en la Argentina es un hecho clave.

El diálogo social se caracteriza por ser un proce-so tripartito donde más allá de los representantesde los empresarios y de los trabajadores, intervienenactivamente representantes del gobierno, siendo suprincipal objetivo inuir en las políticas públicas.Si bien de dierente orma, podría decirse que lanegociación colectiva es en la Argentina tambiénun proceso tripartito ya que el Estado intervienecomo propulsor y legitimador de la misma (ex ante,promoviéndola en muchos casos, y ex post, homolo-gando los acuerdos y convenios colectivos, en elcaso del ámbito de actividad).

De este modo, las intervenciones del Estadopost 2003 orientadas a recuperar su protagonismoperdido en el terreno de la regulación laboral, y respecto de las instituciones laborales, y a darimpulso al diálogo social se maniestan a nuestroentender principalmente en dos ejemplos: el nuevollamado, en 2004, al Consejo Nacional del Empleo,la Productividad y el Salario, Mínimo, Vital y Móvil(CNEPS) y el auge de la negociación colectiva.

El CNEPS ue creado con la sanción de la Ley Nacional de Empleo en 1991, pero estuvo inactivodurante varios años. El Consejo dene el piso sala-rial para todos los trabajadores asalariados del país,sin dierenciarlo por rama de actividad ni lugar detrabajo, siendo una herramienta central de políticapública. Tras su reactivación en el 2004 se reuniótodos los años para actualizar el nivel del salariomínimo, vital y móvil, que en la actualidad tiene unmonto equivalente a 1.840 pesos.

Otro importante aspecto a destacar es quela convocatoria al Consejo signicó un espacioque implicó una activa participación de actoressindicales, no sólo de la CGT sino también de lacentral opositora, la CTA, contando además con lapresencia de los actores empresarios UIA-CAC y del

Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social(MTEySS).

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las rElacionEs laboralEs En la argEntina actual  > 3 5

La negociación colectivaen el último decenioEn otro nivel (sectorial o a nivel de empresa), lanegociación colectiva puede considerarse entoncestambién como una orma de institucionalizacióndel diálogo social, ya que mientras el diálogo puedeo no derivar en un acuerdo o convenio entre losactores, la negociación colectiva es la consumaciónen un acuerdo de este diálogo.

Cuando se analiza la evolución de la negociacióncolectiva en este período, lo primero que se destacaes que a partir del año 2003 la misma se instalacomo mecanismo, y a medida que se ue aanzandoel crecimiento económico, la dinámica ue crecien-te. Según datos de la Subsecretaría de EstudiosLaborales y Programación Técnica del MTEySSelaborados por David Trajtemberg, mientras que en2003 se homologaron 380 acuerdos y convenios, en2010 la cira ascendió a 2.038 (incrementándose enmás de cinco veces).

Sin embargo, no sólo aumenta sustancialmentela cantidad de acuerdos y convenios negociados

sino que también se observa un cambio interesanteen los contenidos de la negociación. A dierencia de

la década de los ’90 donde, como muestra un estudio realizado por Novick  y Trajtemberg en el año 2000, se expanden los acuerdos y conveniosque negocian al menos una cláusula de exibilización, en la actualidadlos contenidos son otros. En este período la negociación se caracterizapor el predominio de cláusulas salariales y adquiere un rol central comoinstituto laboral de determinación salarial y, como ue mencionado, comomecanismo de diálogo social para la resolución de la puja distributiva. Enesta etapa, todos los convenios colectivos de mayor cobertura tuvieronun incremento salarial por impulso de la política ocial o por decisiónde los actores sociales en la negociación colectiva. Como señalamos enun trabajo reciente, “La negociación colectiva y sus determinantes enla Argentina. Un abordaje desde los debates de las relaciones laborales”,elaborado con David Trajtemberg y Bárbara Medwid, a nes de 2006 seobserva que la relación entre el salario de convenio y el eectivo, que en2001 era del 60%, alcanzaba una participación del 90%. El cierre de esabrecha opera en el sentido de condicionar y limitar al mercado, motivopor el cual las empresas encuentran más dicultades para imponer sus

 voluntades e “individualizar” la relación salarial.Finalmente, otro aspecto a considerar es que no sólo hay más acuerdos

 y los contenidos de esos acuerdos aectan directamente los ingresos del

trabajador, sino que, a su vez, la negociación alcanza cada vez a más traba- jadores. Lo que se constata es un aumento de la cobertura de la negocia-

 En la Argentina, el año 2003 abre una nueva etapaque se caracteriza por el crecimiento económicobasado en el mercado interno, y sostenido por 

diversas políticas activas de salarios en el marcode una recuperación del empleo.

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3 6 >   hEcilia sEnén gonzálEz

 El diálogo social se caracteriza por ser un proceso tripartito donde más allá de los

representantes de los empresarios y delos trabajadores, intervienen activamenterepresentantes del gobierno.

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las rElacionEs laboralEs En la argEntina actual  > 3 7

ción colectiva: en el lapso comprendido entre 2003 y 2010 la cantidad de trabajadores asalariados bajoconvenio pasó de tres millones a cinco millones.

En este sentido, también en unción del modelo

sindical argentino, del que una de las característi-cas clave es la vigencia del criterio de “erga omnes”,la cobertura de la negociación alcanza a un grannúmero de trabajadores. Es decir, de acuerdo coneste principio, los resultados de la negociacióncolectiva rigen para todos los trabajadores que seencuentren bajo la representación del sindicato conpersonería gremial, independientemente de que lostrabajadores estén o no aliados.

El mayor alcance que tiene hoy la negociacióncolectiva contrasta con la década pasada, dondela ragmentación del mercado de trabajo implicóun uerte dinamismo de las categorías laborales noreguladas por la negociación colectiva. En ese en-tonces, los registros indican un aumento sistemáti-co de la cantidad de desocupados, mientras quequienes consiguieron empleo se encuadraron,prácticamente en su totalidad, en la categoría detrabajadores no registrados o en la de trabajadoresindependientes no asalariados –en su mayoríainormales–.

Como conclusión, ya pasados diez años de lainstauración de este modelo económico, político

 y social en la Argentina, podemos armar quese ortaleció el diálogo social. En tal sentido, se

ha recuperado el tripartismo, se ha expandido lanegociación colectiva y con ello, ha resurgido el

actor sindical, volviendo a posicionarse en el centrode la escena política. Sin duda, la activación delCNEPS es central y coherente con otras iniciativaspromovidas desde el Ministerio de Trabajo talescomo los Consejos Sectoriales, que tienen represen-tación empresarial y sindical, y que buscan acordarlas necesidades de ormación y certicación decompetencias.

Sin embargo, a un nivel más agregado, y con eln de lograr una todavía mayor institucionalizacióndel diálogo social, se abren algunos interrogantes:¿será posible lograr el Pacto Social tan esperado?¿Será viable proundizar un cambio en la culturapolítica de los actores clave de las relaciones labo-rales logrando reducir intereses particulares en posde un consenso social?

En este sentido, las últimas semanas han sidointensas. Desde el gobierno nacional se ha impul-sado una serie de encuentros de los que participantambién diversas representaciones empresariales

 y sindicales. Si bien estas reuniones aún no hanconcluido, tienen como objetivo la búsqueda deconsensos para el diseño de políticas públicas delargo y mediano plazo. Por lo pronto, esta iniciativa

augura un buen comienzo en lo que respecta aldiálogo social en nuestro país.

 A nes de 2006 seobserva que la relaciónentre el salario deconvenio y el eectivo,que en 2001 era del60%, alcanzaba una participación del 90 por ciento.

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3 8 >   www.eeee.. 

la dEscEntralización Educativa yprEsupuEstaria y la modiicación dE los planEsdE Estudio quEbraron la rElación ormación-EmplEo. la nEcEsidad urgEntE dE construir unpuEntE quE la rEEstablEzca.

 marta panaiaCONICET - UBA

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Educación y trabajocaliicacionEs

 y ormaciónproEsional

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4 0 >   marta panaia

L as nuevas modalidades fexibles deproducción, que se incorporan enla Argentina con descentralizacióngeográca pero no económica y con

uertes componentes inmateriales e individuales, setraducen en nuevas relaciones entre los trabajadores

con la actividad, con la entidad y con las jerarquías y losconocimientos.

Por una parte, estas transormaciones de la eseraproductiva se tradujeron en procesos de ragilizaciónde las principales instituciones socializadoras comola amilia, la escuela, la universidad, que comen-zaron a mostrar sus décits en la inclusión de lascategorías sociales y en la inclusión de los jóvenes.

Por otra parte, la aceleración de la producción, ladesestructuración del tiempo y del espacio obligana incorporar la preocupación por esas variables.

Para el caso argentino, lo que no se ha superado y 

sigue marcando una continuidad entre las dos déca-das es la ragmentación de la relación ormación-empleo, condicionada por el proceso de descentral-ización educativa y presupuestaria y la modicaciónpoco unicada de los planes de estudio.

Los cambios estructurales implican nuevas de-mandas de calicaciones de la mano de obra, rentea las cuales las estrategias empresarias se orientan ainstitucionalizar el análisis sistemático del contexto,de las políticas y de los procesos tratando de crearclimas avorables a la creatividad, a la exibilidad

 y a la innovación. Estas demandan al sistemaeducativo una ormación básica que suministre losconocimientos sucientes para la incorporación

 y adaptación a los nuevos progresos cientícos y tecnológicos, una capacidad para la identicación y resolución de problemas y una estructura de pensa-miento que posibilite el manejo de la complejidad,la incertidumbre y la ambigüedad. Por otra parte,la adquisición de las calicaciones es el resultadode una combinación de conocimientos adquiridosen la educación y en el trabajo. Históricamente lacategoría “calicaciones” tuvo mayor importanciadentro del marco de un mercado de empleo, en eltema de las calicaciones ocupacionales y de la

 jerarquía de los puestos de trabajo en un sector oen una empresa, según Jacinto (1994). Actualmente,

esto está en redenición porque los límites de cadapuesto de trabajo se tornan borrosos por la apari-ción de nuevos procesos de trabajo.

El concepto de calicación, según Riquelme(1992), hace reerencia a dos dimensiones, unaindividual, la competencia, y otra social, la cali-cación. Por ello no se puede analizar la demanda decalicaciones sin tener en cuenta:

El contenido de los empleos, organizados ensistemas de trabajo: nuevos empleos, cambiosen la organización del proceso de trabajo, latecnología, la polivalencia, etcétera.

Las políticas practicadas por las empresas enrelación con la gestión de los recursos humanos:

ormas de reclutamiento, selección, asignaciónde puestos y movilidad interna, etc.; y 

La oerta de ormación existente y su contenido:que depende de las posibilidades del sistemaeducativo/productivo.

Se puede distinguir, por un lado, los procesosdonde las características ísicas de la producciónson estables, repetitivas y previsibles y los procesosque son variables. Esta variabilidad puede ser ex-terna, por las características del producto, o interna,

por la cantidad de trabajo que requiere. (Campinos-Dubernet, 1983).Este problema de la variabilidad ísica de los pro-

cesos se produce por la exibilidad de los procesosde trabajo que permite la adaptación de la mano de

 Recobrar dealguna manera

cierta lógica decorrespondenciaentre credencialeseducativas y  prácticas laborales,hoy parece unhorizonte utópico.

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Educación y trabajo: caliicacionEs y ormación proEsional  > 4 1

obra a situaciones previsibles e imprevisibles, lo queexige un margen de autonomía relativamente altopara el proceso de integración y cooperación grupal,importante para poder uncionar como equipo y economizar en la tarea total y en el tiempo de cadaactividad parcial.

Una de las preocupaciones más recurrentes enmateria de educación y trabajo es quizá la necesi-dad de construir un puente entre los espacios deormación y los de inserción laboral. Recobrar dealguna manera cierta lógica de correspondenciaentre credenciales educativas y prácticas laborales,hoy parece un horizonte utópico. Sin embargo,no es posible asignar sólo al ámbito educativo laresponsabilidad de ormar titulados capaces deadaptarse a los cambios del mundo del trabajo. Sin

duda, el paso por las empresas tampoco garantizala ormación complementaria según los nuevosrequerimientos del mercado de trabajo. Y en estesentido, muchos estudios han demostrado la escasainversión en capacitación por parte de las rmas enlos últimos años.

Existe una amplia evidencia teórica de la preocu-pación por reexionar sobre las relaciones entre or-mación y empleo, sin embargo son todavía escasaslas investigaciones que atienden esta vinculaciónpara cada uno de los grupos proesionales.

En primer lugar, plantear la relación ormación-

empleo nos lleva a considerar los estudios quedesde la sociología de la educación abordan el temade las relaciones entre ormación, calicación y edu-cación superior, desde una mirada que rescata laimportancia de los saberes y conocimientos comoun componente undamental en dicha relación.Una de las categorías más discutidas en esta líneade trabajo es justamente la aparición del conceptode competencia, y sus similitudes o dierenciasrespecto del de calicación, porque ha sido incorpo-rado ampliamente por el ámbito educativo, cuandoen realidad proviene del espacio empresarial.

 Además, los cambios en el mundo del trabajo sehan producido en el contexto de modernización delas empresas, de acentuación de las condiciones deprecariedad y exibilidad, resuena con más uerzael concepto de competencia. Pero su comprensiónrequiere de una cuidadosa recuperación teórica,clave para abordar los nuevos interrogantes que seplantean en la relación ormación-empleo en susdierentes niveles.

Históricamente, la noción de calicación esutilizada en el mercado de trabajo para establecerrangos o jerarquías de los puestos o bien para lasespecicaciones derivadas del ocio “trabajo cali-

cado”. De allí surge esta idea de rango o posiciónque se instala en el imaginario social, y que supone

la relación del concepto de calicación (Tanguy,1999) con cierta clasicación de los salarios, conuna correspondencia casi directa en la estructurasocial. Esta correspondencia suponía también ciertatransición “natural” entre el proceso de ormación y la inserción proesional.

Desde la sociología del trabajo las posturas sobrela noción de calicación se dividen entre quienessostienen que la calicación es una relación socialen lugar de un atributo y quienes arman que setrata de una propiedad de los trabajadores quepuede obtenerse como resultado de un aprendizajemetódico (Tanguy 2001). No obstante, la calicaciónno puede considerarse sólo en relación a su valoren el mercado de trabajo, es decir en relación a laescala de jerarquía que supone en términos de una

“clasicación ocupacional”, sino que es preciso con-siderarla como resultado de una combinación deconocimientos adquiridos en los trayectos laborales

 y de ormación (Lichtenberger, 1992). Considerarlacomo una combinación, implica tener en cuenta losaspectos derivados de ambos espacios: el educativo

 y el laboral, o en términos más especícos, suponecontemplar la importancia de los trayectos labo-rales y los trayectos de ormación. Al mismo tiempo,lejos de tratarse de una noción ja o estática, sedestaca su carácter empírico, que se construye endierentes momentos históricos y en situaciones

concretas (Riquelme, 1998).Si bien calicación y competencia responden aun mismo objetivo (Tanguy, 1999) –la asociaciónentre los puestos de trabajo y los atributos de laspersonas–, en la práctica y en la realidad del mundo

Si bien las nuevas ormas de trabajo

demandan nuevascapacidades,también escierto que estas“aptitudes” se presentan conusasy poco codicadas.

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4 2 >   marta panaia

del trabajo, la calicación se reere más al puesto detrabajo, y la competencia a la persona que ocuparáel puesto.

Cuando hablamos de competencias no se hacereerencia a un puesto denido, que implica una

 jerarquía y cierta permanencia en el tiempo; por elcontrario, la competencia tiene que ver con unacategoría más inestable (Tanguy, 1999), que requie-re de una validación constante por parte de lossujetos. El trabajador se encuentra constantemente“dando examen”, debe probar su pertinencia en elpuesto, su derecho a promoción y movilidad. Poresto es preciso destacar la tendencia hacia la indi-

 vidualización de las trayectorias. Cómo los recorri-

dos proesionales dejan de tener cierto rumboprejado y establecido, para atravesar senderos deincertidumbre donde lo más importante son laspropias decisiones de los actores, y sus competen-cias sociales y laborales.

Las competencias constituyen un “saber haceroperacional validado”, donde entra en juego elconocimiento adquirido a través de la experiencialaboral, el incorporado a partir del paso por unainstitución educativa o la capacitación de la mismaorganización, y la constante evaluación de la com-petencia por el desempeño en la empresa.

En ese escenario, el resultado nal debería podercontemplar además el entorno social de origenamiliar, porque esta categoría excede la prác-tica estrictamente proesional y avanza hacia loscomportamientos relacionados con la empatía, lacapacidad de comunicación, negociación, etcétera.

Esto plantea interrogantes sobre el impactode estos requerimientos en las posibilidades deinserción, más que nada por este énasis en la valo-ración de habilidades relacionales por encima delos conocimientos especícos. Sin embargo, si bienlas nuevas ormas de trabajo demandan nuevascapacidades, también es cierto que estas “aptitudes”se presentan conusas y poco codicadas.

Gallart y Jacinto (1995) resaltan ya en 1995 lacompetencia como inseparable de la acción, peroque exige a la vez conocimiento. Se rescata la ideade la aplicación de conocimientos en circunstanciasde incertidumbre, porque supone la capacidad deresolución de problemas. Tiene que ver con la sumade los conocimientos técnicos más la experienciaadquirida en el trabajo. Por su parte, Vargas Zúñiga(2002) resalta el desempeño en el trabajo por sobrelos conocimientos previos. Comparte la necesi-dad de solucionar problemas y resolver distintas

situaciones en el trabajo, pero se centra en lasituación laboral como el resultado de un conjunto

 Hay una mayor  preocupación entrelas empresas por lacapacitación continua,y estas varían bastante por región y por sector y  por tamaño de empresas

y categorías socio- proesionales.

 El concepto de competenciatiene matices: competenciaslaborales o competenciassociales. Las primeras tienenque ver con aptitudes odestrezas para el trabajo,las segundas se centran en

actitudes, comportamientos,casi sin correspondenciaalguna con instancias de ormación.

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eventualmente por experiencia laboral equivalente.Hay una mayor preocupación entre las empresas por la capacitación

continua, y estas varían bastante por región, por sector, por tamaño deempresas y categorías socio-proesionales. Por otra parte, no hay estudiosni datos de base que permitan evaluar los resultados de esta ormacióncontinua, su calidad y sus características, en la productividad, calidad y eciencia de los distintos sectores de actividad.

 Además, en nuestro país no se han realizado muchos estudios sobrelas tendencias más recientes del mercado de trabajo proesional hacia laeminización de los calicados proesionales y la desmasculinización deeste mercado. Tampoco de las características de los sectores de mercadomás cerrados que mantienen mayor proporción de asalarización y buro-cratización y de los sectores más exibilizados. Estas comparaciones po-drían proporcionar un mapeo de las zonas de mayor movilidad –vertical y 

horizontal–, pero también territorial.También es importante avanzar en el conocimiento de la distribución

estructural de las calicaciones proesionales, por rama y por carácterde la ocupación, así como las condiciones de contratación y de mercadoque pueden uncionar como mecanismo de atracción o rechazo de otrosproesionales extranjeros.

Por último, el potencial entre los titulados universitarios y los deser-tores del sistema universitario con varios años de educación y los eec-tivamente ocupados son un importante indicador de las demandas dela estructura productiva y del grado de desarrollo de estos países y de laalta de estudios en esa dirección que indiquen la orientación de políticasde recuperación de esas poblaciones para completar una ormación que

asegure su posición en el mercado de trabajo.Faltan conceptualizaciones teóricas y estadísticas que nos permitanresolver las siguientes cuestiones:

La articulación entre la organización macroeconómica de lossectores productivos y la organización microeconómica y socialde las empresas y las entidades educativas, para poder circu-lar las transormaciones institucionales y analizar los nuevosespacios proesionales.

La articulación entre los procedimientos productivos y coexis-tencia de “nuevos” y “viejos” con los disciplinamientos delmercado, para poder circular transormaciones y cambios delos espacios proesionales generacionales.

La nueva racionalidad de los actores proesionales, dandocuenta del ujo, del objeto y de la identidad.

de situaciones previas a la capacidad de resolucióninmediata.

El concepto de competencia tiene matices: com-petencias laborales o competencias sociales. Lasprimeras tienen que ver con aptitudes o destrezaspara el trabajo, las segundas se centran en actitudes,comportamientos, casi sin correspondencia algunacon instancias de ormación.

Las competencias sociales se relacionan con loscomportamientos en el trabajo, con las llamadas“destrezas sociales” (Ynob, 2005), que se hacen eec-tivas a nivel de relaciones interpersonales. Dentrode la empresa, la validación de estas competenciasse hace especialmente visible en la relación con los

clientes, como también en la interacción con otrasáreas o en el trabajo en equipo (Zarian, 1999). Hay autores que destacan la competencia social comola acultad de establecer lazos de comunicaciónentre los miembros de una organización. Es decir,son competencias que se validan en el desempeñolaboral, especialmente porque sus atributos noestablecen ninguna conexión con los sistemasde educación ormal, o algún otro conocimientoespecíco. Al mismo tiempo, estas competenciasreeren a cuestiones de “actitud”, mucho más quede “aptitud”, aspecto ausente en el sistema de cali-

cación ocupacional, o sea, una actitud proactiva.Calicación y competencia generan todavía másinterrogantes que respuestas.

En el Censo de 1991, el Indec consideraba opera-cionalmente la calicación ocupacional como “lareerida a la complejidad de la tarea concreta. Estacomplejidad se establece a partir de ciertos elemen-tos constitutivos del proceso de trabajo: objeto detransormación o materia prima, instrumentos detrabajo y actividades o acciones del trabajador”.

La calicación ocupacional, que intenta ser la ex-presión de la complejidad de los procesos de trabajollevados a cabo en el marco de cada ocupación, seestablece empíricamente a partir de tres elementosque intervienen en el proceso de trabajo: las accio-nes, los instrumentos y la materia prima u objeto detrabajo. (Indec).

La nueva clasicación proesional considera lasocupaciones según los objetos e instrumentos que seutilizan ( undamentalmente procesos intelectuales),

 y por las actividades múltiples, diversas, de secuen-cia cambiante y/o innovadora que se realizan, y querequieren de conocimientos teóricos de orden gene-ral y especíca acerca de las propiedades y caracte-rísticas de los objetos e instrumentos de trabajo y de

las reglas y leyes que rigen los procesos de trabajo,adquiridos por capacitación ormal y especíca, y 

Educación y trabajo: caliicacionEs y ormación proEsional  > 4 3

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4 4 >   www.eeee.. 

 dorabarrancosSocióloga (UBA) y Doctora en Historia(UNICAMP- Brasil)InvestigadoraPrincipal y miembrodel directorio delCONICET 

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El mErcadosExistaEl mErcado laboral parEcE abogardE modo contrario a la participaciónEmEnina, basándosE En argumEntosalacEs como dEbilidad dE caráctEr,poca capacidad dE dEcisión propia yalta dE EntrEnamiEnto En la toma dE

dEcisionEs. la nEcEsidad dE una nuEvaconciEncia para lograr una sociEdadmás dEmocrática.

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4 6 >   dora barrancos

H ubo tiempos, allá lejos y hace mu-cho, en que la especie humana noconocía la severa dierenciaciónde tareas según los sexos. Es muy 

probable que en las primeras etapas de la hominizaciónlas mujeres practicaran las mismas labores que los varones. En eecto, las primeras ases de la humanidad

seguramente no conocían especializaciones domi-nantes entre los géneros. Pero con el desarrollo delsistema patriarcal las unciones se hicieron tajantes y las actividades muy contrapuestas. Se impuso lanorma según la cual las unciones emeninas deben seresencialmente reproductivas; se sostuvo, con rotundaaceptación hasta hace poco tiempo, que las labores acargo de las mujeres no podían ser otras que el cuidadode la descendencia y la atención del cónyuge, y que entodo caso se debían a la vida doméstica. Las sociedadestornaron incuestionable que las mujeres debían parir,criar y asistir.

Pero más allá de este mandato, las mujeressiempre se desenvolvieron en labores y trabajosque se apartaban de la norma, y esto parece haberocurrido en todas las sociedades aunque la mayoríade las veces las actividades en que se han desempe-ñado han guardado las características más cercanasal estereotipo del cuidado y la asistencia. Prueba deesto ha sido el largo desempeño como empleadasdel servicio doméstico –entre las menos calicadas–

 y en los servicios educativos y de salud para las quepudieron tener mejor educación ormal.

 Voy a abordar sucintamente los cuatro prin-cipales problemas que hasta los días que correnenrentan las mujeres para desarrollar actividadeseconómicas, a saber:

La segmentación del mercado A pesar de los grandes cambios tecnológicos y delas transormaciones en la organización del trabajo,la enorme mayoría de las actividades de trans-ormación siguen siendo ajenas a las mujeres. Elmercado exhibe una érrea división según la cualhay actividades masculinas y emeninas, aunquelos cambios de las últimas décadas hayan modi-cado en parte esos tajantes escenarios. La opinión

patriarcal ha sostenido que las actividades queexigen uerza estén por completo vedadas a las

mujeres, pero algunos puestos de trabajo se han“eminizado” –me reero a los atributos “ blandos”que obtuvieron, sustituyendo el esuerzo corporalpor la mediación técnica–, pero ello no ha signi-cado un aumento de la participación de las mujeres.Las plantas abriles, por lo general, expresan esassegmentaciones: hay secciones donde no ingresan

las mujeres, aun cuando haya habido adaptacionesergonómicas y cuando la máquina haya sustituidoel brazo humano. La mayoría de los puestos, en casitodas las ramas de la producción, siguen siendopreerencialmente masculinos, de modo que podríaconcluirse que la enorme mayoría de la activi-dad transormadora es “impropia” para el géneroemenino. Ya que no es posible sostener la retóricadel pasado respecto de la inadecuación de pesos y uerzas, la principal argumentación es que hay undécit de calicación entre los sexos, los varonesestán más preparados, son más calicados.

Estas aseveraciones son alaces en varios sen-tidos. Hay puestos en donde no es requerida unacalicación especial y sin embargo no se permiteel ingreso de mujeres. El axioma podría ser algoasí como “a igualdad descalicatoria, se preere alos varones”. Las calicaciones previas completa-mente pertinentes a ciertos puestos laborales sontambién escasas entre los varones, pero se opta porentrenar a estos y no a las mujeres. Pero lo notablees que estas son, prima acie, más calicadas enpromedio que los varones, ¿cómo entender si nolas estadísticas de escolaridad relativas a ambossexos? En nuestro país, las mujeres poseen mayoreducación ormal, su proporción es mayor entrequienes terminan el nivel secundario, y también sonmujeres quienes en mayor medida completan laormación universitaria; y si esto uera poco, son lasmujeres quienes ostentan los mejores promedios enestos dos ciclos educativos. ¿Cómo podría sostener-se que hay menor calicación entre las mujeres? Y en el peor de los casos, ¿cómo es posible convalidarla selección de varones ante un décit equivalentede ormación? Ambas preguntas se respondenapelando a la intervención de los dispositivos ideo-lógicos, a la ecacia de los estereotipos de género,

a la espesura que alcanza el valor simbólico de ladierencia sexual en nuestras sociedades.

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El mErcado sExista  > 4 7

La brecha salarialLa dierencia entre los salarios masculinos y eme-ninos se maniesta todavía de manera ominosa,aunque se hayan corregido las groserías del pasado.La masa salarial representada por el sexo emeninose sitúa en torno del 70 por ciento de las remunera-ciones. Esa brecha, desde luego, se proundiza ono dependiendo de los sectores económicos y porcierto de las dierentes ramas de actividad. Estu-dios recientes han mostrado que la dierencia seacorta bastante entre los segmentos que comportanmenor calicación, y en algunos lugares del paísparecería que en determinados puestos de trabajode muy baja calicación la brecha es inexistente.Pero se trata de situaciones muy puntuales. Resultaindiscutible que a medida que se asciende en la

 jerarquía de las unciones, en las áreas de mayorcalicación, los salarios masculinos son cerca del35 por ciento más altos que los de las mujeres. Esmuy probable que la masa salarial del proesora-do universitario, para poner un caso en el que lacalicación promedio es muy alta, exhiba unanotable divergencia. La mayor educación emeninaparadójicamente parece ser un obstáculo para laequidad en el mercado laboral. Esta circunstan-cia uerza a reconocer las dicultades que debensortear las mujeres para el reconocimiento, puestoque a menudo lo que se pone de maniesto es que

las mujeres altamente capacitadas no pueden hacerla misma carrera laboral que los pares masculinos y que estos son privilegiados a la hora de los ascensos

 y de otras ormas de legitimación de su desempeño.

El techo de cristalEl enómeno discrecional que padecen las mujeres cuando llegan a de-terminados niveles laborales sin poder trasponerlos se denomina “techode cristal” en la crítica eminista. Carreras emeninas interesantes sedetienen en una determinada marca ascensional debido a que actúanuertes restricciones de género: los altos cargos, las jeaturas y, en general,los puestos de decisión y de mayor rango se reservan para los varones. Setrata de un enómeno complejo puesto que a menudo las preerencias porlos candidatos varones se justica con evaluaciones “objetivas” acerca delos méritos demostrados. Por lo general, se ha naturalizado, hasta hacerseinexorable, que la selección para los puestos en donde cuenta un mayor

ejercicio de poder recaiga en principio en candidaturas masculinas. Laobservación crítica de este enómeno ha concluido en una serie de aspec-tos entre los que señalo los principales, a saber:

Las dicultades para una adecuada visibilidad de las contribucio-nes emeninas puesto que los resortes gerenciales, los altos mandos,están en manos de varones.

Las dicultades de las propias mujeres que a menudo se sientencon poca vocación competitiva rente a los varones.

Las dicultades en tornar verdaderamente objetivas las evaluacio-

nes, teniendo en cuenta los signicados dierenciales de la materni-dad y la esera doméstica en la construcción de una carrera laboral.

Las alsas atribuciones de que las mujeres pueden “cumplir menos”.

 A pesar de los grandes cambios tecnológicos y de las transormaciones en la organización deltrabajo, la enorme mayoría de las actividades de

transormación sigue siendo ajena a las mujeres.

 En nuestro país, las mujeres poseen mayor educación ormal, su proporción es mayor entrequienes terminan el nivel secundario, y tambiénson mujeres quienes en mayor medida completanla ormación universitaria.

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4 8 >   dora barrancos

trata de cuestiones por completo ideológicas, sinsustento racional, que revelan la hondura de losarquetipos de género.

La discriminación sexistaEl mercado laboral en buena medida parece abogarde modo contrario a la participación emenina,aunque siempre hayan existido experienciassectoriales que la prerieran. Tal lo que ha ocurri-do históricamente con el sector servicios, que delejos ha sido el de mayor convocatoria de muje-res a lo largo de los tiempos en nuestro país. Sin

duda, resalta la enorme legitimidad del magisterioemenino. La eminización de la docencia estaba

Poderosos inujos androcéntricos se encuentran enla base explicativa de la discriminación surida porlas mujeres cuando se trata de acceder a cargos de-cisorios. Forman parte central de esos imaginarioslas expectativas negativas que suelen representarlos mandos emeninos debido a los estereotiposconstruidos de modo alaz hace muchísimo tiempo,

 y que también son paradójicos. Por una parte seasocia a las mujeres con debilidad de carácter, pocacapacidad de decisión propia y alta de entrena-miento en la toma de decisiones. Pero por otraparte, se vincula la idiosincrasia emenina con el

exceso emocional, la alta de control y la incapaci-dad para resolver racionalmente los problemas. Se

Se ha naturalizado, hasta hacerse inexorable,que la selección para los puestos en donde cuentaun mayor ejercicio de poder recaiga en principioen candidaturas masculinas.

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de ingresar soltera, retirarse para criar hijos, y rein-gresar más tarde. Pero aun en las tareas y puestosque parecieran no obturar su inscripción, persistenormas discriminatorias. Para ocupar puestos en lasindustrias, los comercios, ciertas dependencias gu-bernamentales y hasta en las residencias médicas,las postulantes suelen ser indagadas sobre el estadocivil, el número de hijos, y hasta las expectativas dematrimoniarse. A menudo, órmulas más sutilespero igualmente indignas se utilizan en las entrevis-tas de empleo.

No hay duda de que circulan las viejas construc-ciones generizadas en las más renovadas estructu-ras institucionales, aun cuando se hayan sumadoderechos y garantías para igualar los derechos de

 varones y mujeres, comenzando por el propio plexoconstitucional. Lo cierto es que el mercado laboralexhibe a su antojo bieses sexistas, por completo in-constitucionales. Podríamos armar sin equivocar-nos que es allí donde más se inringen los derechosde las mujeres. Se impone entonces un nuevo es-tado de conciencia para hacer posible una sociedadmás democrática. El trabajo no debe tener sexo.

 ya presente en el siglo XIX, con excepción del nivelsecundario que requería especializaciones a las queno accedían las mujeres. Las maestras han tenidouna aceptación singular en nuestras sociedades, un

 verdadero contraste con las congéneres que ejer-cían alguna orma de servicio doméstico. Los servi-cios públicos incorporaron una buena proporciónde mujeres. Fuera del sector servicios, que hege-monizó siempre la presencia emenina, en el pasadohubo una alta proporción de mujeres dedicadasa la conección de ropa, de la misma manera quehubo obreras textiles, del calzado, de la industriarigoríca y de muy diversos rubros productivos. Elcomercio ue históricamente un segmento de cap-tación de mujeres. Pero el conjunto de trabajadoras,con excepción del magisterio, durante la mayorparte del siglo pasado, no logró legitimidad social:ue moneda corriente identicar a las trabajadorascon un décit en materia de moral.

Sin duda, estamos rente a grandes transorma-ciones de nuestra sociedad y la autonomía eme-nina está esencialmente ligada al desempeño deactividades económicas. En la actualidad, la partici-

pación de las mujeres en la PEA está por encima del40 por ciento y ocurre mucho menos el enómeno

El mErcado sExista  > 4 9

 A medida que se asciende en la jerarquía de las unciones, enlas áreas de mayor calicación,los salarios masculinos son

cerca del 35 por ciento más altosque los de las mujeres.

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5 0 >   www.eeee.. 

la institucionalización por partE dEl gobiErno y las

organizacionEs dE EmplEadorEs y dE trabajadorEs.la importancia dE la agEnda dE trabajo dEcEntE paraEnrEntar la crisis Económica y inanciEra mundial.

El trabajo dEcEntE

la concEpción dEla oit y su adopciónEn la argEntina 

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> 5 1

Trabajo decente:desde su introducción a suinstitucionalizaciónEl trabajo decente es un concepto propuesto por laOrganización Internacional del Trabajo (OIT) paraestablecer las características que debe reunir unarelación laboral acorde con los estándares laboralesinternacionales, de manera que el trabajo se realiceen condiciones de libertad, igualdad, seguridad y dignidad humana. El concepto de “trabajo decente”ue propuesto por Juan Somavía a la Organización

en su primer inorme como Director General dela misma, en 1999, y buscaba en ese momento darrespuesta al deterioro de los derechos de los traba-

 jadores que se registró mundialmente durante ladécada de los noventa, como consecuencia del pro-ceso de globalización, y a la necesidad de atender ladimensión social de este proceso.

De esta orma, el concepto de trabajo decenteue adoptado por los mandantes de la OIT–gobiernos y organizaciones de empleadores y detrabajadores– como una manera de identicar lasprioridades de la Organización. Se basa en el recono-cimiento de que el trabajo es uente de dignidadpersonal, estabilidad amiliar, paz social, democra-cias que actúan en benecio de todos, y crecimientoeconómico, que aumenta las oportunidades de

trabajo productivo y el desarrollo sostenible de lasempresas. En un lapso relativamente breve, esteconcepto ha logrado consenso mundial entre gobi-ernos, empleadores, trabajadores, la sociedad civil y la comunidad internacional sobre el hecho de que elempleo productivo y el trabajo decente son elemen-tos undamentales para alcanzar una globalización

 justa, reducir la pobreza y alcanzar un desarrolloequitativo, inclusivo y sostenible. El trabajo decentees esencial para el bienestar de las personas, enotras palabras, además de generar un ingreso, eltrabajo acilita el progreso social y económico, y or-talece a las personas, a sus amilias y comunidades.

La OIT, también en su papel como agencia dedesarrollo, orece apoyo a través de programas na-

cionales de trabajo decente elabo-rados en colabo-ración con sus mandantes. La puesta en prácticadel Programa de Trabajo Decente se logra a travésde la aplicación de los cuatro objetivos estraté-gicos de la OIT: (i) crear trabajo –una economíaque genere oportunidades de inversión, iniciativaempresarial, desarrollo de calicaciones, puestos detrabajo y modos de vida sostenibles–; (ii) garanti-zar los derechos de los trabajadores –para lograrel reconocimiento y el respeto de los derechos delos trabajadores; de todos los trabajadores, y enparticular de los trabajadores desavorecidos o po-

bres que necesitan representación, participación y leyes adecuadas–; (iii) extender la protección social–para promover tanto la inclusión social como laproductividad al garantizar que mujeres y hombresdisruten de condiciones de trabajo seguras, queles proporcionen tiempo libre y descanso adecua-dos, que tengan en cuenta los valores amiliares y sociales, que contemplen una retribución adecuadaen caso de pérdida o reducción de los ingresos, y que permitan el acceso a una asistencia de saludapropiada–; y (iv) promover el diálogo social –laparticipación de organizaciones de trabajadores

 y de empleadores, sólidas e independientes, esundamental para elevar la productividad, evitar losconictos en el trabajo, así como para crear socie-dades cohesionadas–.

abio bErtranouEconomista. Universidad Nacionalde Cuyo y Doctor en economía de laUniversidad de Pittsburgh.

 El trabajo decente es esencial para el bienestar de las personas, en otras palabras, ademásde generar un ingreso, el trabajo acilita el progreso social y económico, y ortalece a las

 personas, a sus amilias y comunidades.

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5 2 >   abio bErtranou

Luego de casi una década de labor en el desarro-llo y aplicación de la agenda de trabajo decente, laOIT adoptó por unanimidad la Declaración sobrela justicia social para una globalización equitativa,el 10 de junio de 2008. Esta es la tercera declaraciónde principios y políticas de gran alcance adoptadapor la Conerencia Internacional del Trabajo desdela Constitución de la OIT en 1919. Es heredera de laDeclaración de Filadela, de 1944, y de la Declara-ción de la OIT relativa a los principios y derechosundamentales en el trabajo y su seguimiento, de1998. La Declaración de 2008 expresa la visión con-temporánea del mandato de la OIT en la era de la

globalización y constituye la institucionalización dela agenda de trabajo decente al situarla en el centrode las políticas de la Organización para alcanzar susobjetivos constitucionales. Resulta interesante des-tacar que esta tercera Declaración de la OIT surgeen el momento que se iniciaba la crisis económica

 y nanciera mundial más importante desde laocurrida en los años treinta, y es el resultado de losdebates a partir de las observaciones que había rea-lizado la Comisión Mundial sobre la Dimensión So-cial de la Globalización advirtiendo los riesgos queentrañaba la mundialización para la justicia social.

De esta manera, para evitar los eectos adversos delproceso de globalización, la Declaración propiciapolíticas basadas en los objetivos estratégicos, asaber, el empleo, la protección social, el diálogo so-cial y los derechos en el trabajo; y simultáneamentehace hincapié en la importancia de un enoqueholístico e integrado al reconocer que esos objeti-

 vos son “inseparables, están interrelacionados y sereuerzan mutuamente”, garantizando la unción delas normas internacionales del trabajo como medioútil para alcanzar todos esos objetivos.

La adopción de laagenda de trabajo decenteen la ArgentinaEn el año que irrumpía el concepto de trabajodecente, la Argentina estaba en los prolegómenosde su mayor crisis económica en la historia institu-cional. Durante la década de los noventa se habíanproducido importantes transormaciones de lapolítica económica que aectaron negativamente almercado laboral y a su andamiaje institucional. Deesta orma, no es sino hasta la irrupción de la crisisen 2001-2002 cuando surge más visiblemente en el

país el trabajo decente como herramienta para a-rontar sus severas consecuencias. La OIT participó

en el Diálogo Argentino durante 2002 y promovió a partir del proyectode cooperación técnica “Enrentando los Retos al Trabajo Decente en laCrisis Argentina” (2003-2006) la adopción de la agenda de trabajo decentepor parte de sus mandantes nacionales (gobierno, organizaciones detrabajadores y empleadores).

El enoque sobre el trabajo decente comienza a plasmarse en elprograma para la Argentina cuando, en 2003, a solicitud de la Ocina,(Secretariado Técnico de la OIT) el gobierno argentino, en acuer-do conel sistema de las Naciones Unidas, incluyó dentro de los Objetivos deDesarrollo del Milenio para Argentina, el “Objetivo 3: Promover el TrabajoDecente”. Asimismo, la Ley Nacional Nº 25.877, llamada de “Ordenamien-to del régimen laboral”, sancionada en 2004, establece en su artículo 7 que“el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social promoverá la inclu-

sión del concepto de trabajo decente en las políticas públicas nacionales,provinciales y municipales”. El concepto de trabajo decente, y la necesi-dad de promoverlo, ha sido incluido en normas legales, presupuestales,declaraciones y desarrollado también en discursos del Presidente de laNación, ministros de Trabajo y ministros de Relaciones Exteriores, asícomo en los pronunciamientos de los actores sociales en dierentes oros

 y ha sido recogido y analizado en múltiples artículos periodísticos.En junio de 2004, a partir del compromiso del gobierno argentino y de

los otros actores sociales con los principios del trabajo decente, se acuer-da la ejecución del Programa Nacional de Trabajo Decente 2005-2007.El mismo se articuló en dos ejes. El primero se reere a la integraciónde políticas económicas y sociales de modo que otorguen primacía a

los objetivos en materia de creación de empleo decente, mientras que elsegundo eje se reere a las políticas del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social (MTEySS) en cinco áreas prioritarias: (i) políticasactivas de empleo y ormación; (ii) políticas de regularización del trabajono registrado y de mejora de las condiciones de trabajo; (iii) ProgramaNacional de Erradicación del Trabajo Inantil; (iv) políticas para la mejorade los ingresos del trabajo, y (v) políticas para la ampliación del sistemade protección social y del seguro de desempleo.

Luego de una satisactoria evaluación del primer programa nacionalde trabajo decente 2005-2007, se consensuó la elaboración de un nuevoprograma para el período 2008-2011. Al igual que el anterior, este pro-grama ue el resultado de un proceso aún más proundo de construccióncolectiva en el que participaron representantes del MTEySS, la UniónIndustrial Argentina (UIA), la Conederación General del Trabajo de laRepública Argentina (CGT) y la propia Ocina de la OIT en la Argentina.Este nuevo programa tiene como virtud darle continuidad al programaanterior y proundizar acciones iniciadas a partir de la normalización dela situación económica y social desde 2003. En el mismo, las prioridadesacordadas contemplaron: (i) articular la política laboral nacional con laspolíticas que impactan sobre la cantidad y calidad del empleo; (ii) mejo-rar las condiciones de empleo y empleabilidad, con énasis en el empleodecente para la juventud y el desarrollo económico local; (iii) contribuir ala prevención y erradicación del trabajo inantil; (iv) ampliar la coberturade la protección social; (v) ortalecer el diálogo social eectivo para quelos mandantes promuevan las dimensiones del trabajo decente en las

políticas sociolaborales, y (vi) contribuir a la reducción de la economíainormal y el empleo no registrado.

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El trabajo dEcEntE: la concEpción dE la oit y su adopción En la argEntina  > 5 3

El trabajo decente comorespuesta a la crisis económicay fnanciera mundialRecién iniciado el nuevo programa nacional de tra-bajo decente de la Argentina en 2008, irrumpe la cri-sis económica y nanciera mundial a mediados deese mismo año. Los programas de trabajo decentehabían acompañado el proceso de reconstrucción

 y consolidación de las instituciones laborales comotambién colaborado en dotar a los mandantesde herramientas y de un marco de discusión depolíticas de respuesta a la crisis de 2001-2002. Porlo tanto, no ue una sorpresa que la Argentina uera

uno de los países mejor dotados para enrentar y administrar los eectos de la crisis.

 A nivel global, la OIT respondió rápidamentea la crisis mundial con la propuesta de generarun Pacto Mundial para el Empleo (PME). Así, enla Conerencia Internacional del Trabajo de 2009,con la participación de varios líderes mundialescomo los presidentes de Francia (Sarkozy), Brasil(Lula) y Argentina (Cristina Fernández de Kirchner),estableció al PME como un llamado a todos losEstados miembros para que tomen medidas a nivelnacional para superar la crisis. El PME aboga por

mayor coherencia de las políticas internacionales y una mejor coordinación de ellas. Asimismo, elPME también reconoce y promueve acciones a nivelinternacional para dar orma a una globalización

 justa y sostenible conorme a la Declaración de laOIT sobre la justicia social para una globalizaciónequitativa, y compromete a la OIT misma a asignarlos recursos humanos y nancieros necesarios a nde prestar asistencia a los mandantes.

Guy Ryder, director ejecutivo del Sector deNormas Internacionales del Trabajo, en la reunióntripartita de lanzamiento del PME en la Argentinahizo dos importantes reexiones. La primera sereere a que el país ha sido uno de los más activos

 y presentes en el seguimiento del PME. Esto no sólose reere al activismo del Ministerio de Trabajo (através de su ministro Carlos Tomada) sino tambiéna los representantes de empleadores (Daniel Funesde Rioja) y de trabajadores (Gerardo Martínez). Lasegunda reexión se reere a una de las conclusio-nes que se puede sacar de la experiencia de los dosúltimos años (2009-2010): es que los países concondiciones de diálogo social, con institucioneslaborales uertes y ecaces, han sabido hacer rentea la crisis con más éxito que otros que no tienen las

mismas condiciones.

Respuestas a la crisis con

trabajo decente en la Argentina:alcances y desaíosEs importante recalcar que la revisión de las políticas y programas quese implementaron o ampliaron durante la crisis 2008-2009 debe hacerseteniendo en consideración las acciones tomadas a partir de la proundacrisis que aectó a la Argentina en 2001-2002. Desconocer las razones queoriginaron la crisis nacional a principios del milenio y los cambios queoperaron en las políticas públicas y la estrategia de crecimiento de estaúltima década, limitaría la comprensión de las acciones tomadas en 2008-2009 en el sentido de que existía una importante experiencia acumuladaen cómo arontar las consecuencias adversas de una crisis económicacon un enoque que pone al empleo y las instituciones laborales en elcentro de las respuestas.

Tal como lo señalara Guy Ryder, un dato alentador es que en estaúltima crisis en la Argentina continuaron operando las institucioneslaborales registrándose una política activa de recuperación del salariomínimo y del salario promedio, en el marco de negociaciones colectivas.Por su parte, la institución de la negociación colectiva se mantuvo, y además de las pautas salariales se acordaron entre sindicatos y empresascláusulas destinadas a amortiguar el impacto de la crisis en los sectores

 y las empresas más aectadas. Asimismo, se reorzaron las políticas y programas de sostenimiento de empleo y de protección de ingresos de lasamilias vulnerables (ver el Cuadro 1 para un detalle de las medidas). Estopermitió minimizar el impacto de la crisis en la destrucción de puestosormales de trabajo como también priorizar la asignación de recursos en

las amilias con hijos con escasa protección social.

 Los países con condicionesde diálogo social, coninstituciones laborales uertesy ecaces, han sabido hacer  rente a la crisis con más éxito

que otros que no tienen lasmismas condiciones.

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5 4 >   abio bErtranou

mEdidas caractEristicas gEnEralEs

implEmEntación dE nuEvas accionEs

ampliación dE cobErtura dE programas E institucionEs laboralEs ExistEntEs

asignaciónunivErsalpor hijo

a e ee e 2009, e ee e ee e e, e, ee (e ee e 2011: 3,5 e e ,

  eee). a e e 2011, e e eee e e (e e 170.000ee).

argEntina trabajap e Ee (e e e)

 ee. E e 2009 84.000 e. a ee ee e2010 e eef e 121.000.

régimEn dErEgularizaciónimpositiva, promo-ción y protEcción dElEmplEo rEgistrado,ExtEriorización yrEpatriación dEcapitalEs

E (le 26.476 e ee e 2008) eee:- e e e e e e e e e e e e e e ;

  () e e ee e.- e e e e e 24ee e e e .- eef e “e” e e ee e 31 e ee e 2007.

crEación dElsistEma intEgradoprEvisionalargEntino (sipa)

uf e e e e , e e e (le 26.425 e ee e 2008). l e e e e e e g ese (e e 2007). c eee e e e le e e e ee (le 26.417 ee e 2008).

rEpro y ppc

rEpro e e e e e (e ) e e ee e e e e . E rEpro pee pee e c (ppc)ee e ee e ee . de 2009 e rEpro 143.600 e e e e 2010 113.600.

sEguro dE dEsEmplEope e eee e e . de 2009 e e 143.500 e e e e 2010 e e 100.000e.

sEguro dEcapacitación yEmplEo

a e e e e e eee (e e, eee).de 2009 e 120.000 e e e e 2010 ee e eef e e 170.000.

jóvEnEs con más y mEjor trabajo

a e e e e e eee (e e, e e , e) ee e ee 18 24 ee e. de 2009 40.000 ee e e e 2010 e 80.000.

salario mínimo y nEgociacióncolEctiva

c e e e e e ce eEe, p e s m v m. p e, e e e e e. de 2009, e 110 e 1.331ee e e ee e . a eee e 2010 e e e e e e e 1.527,

e e e 2009 e 2008.

 

Fnt: btn cn (2011)

me ee e e e ae ee 2008 2011

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En cuanto a los desaíos para la consolidación delempleo y la protección social, puede señalarse que

en 2010 la Argentina retomó la senda de creci-miento económico exhibida durante 2003-2008,interrumpida durante 2009 por la crisis nancierainternacional. La veloz recuperación económicaue acompañada también por una rápida recu-peración del empleo, lo que permitió minimizarciertos costos económicos y sociales vinculadosal desempleo, al desempleo de larga duración y asu vez motorizar la demanda doméstica. Debido aque el mercado de trabajo es la principal uente deingresos de los hogares, la alta de dinamismo en laactividad económica así como las crisis entrañan

usualmente grandes costos no sólo económicossino también sociales. Es por ello que la Argen-tina enrenta el desaío de consolidar un esquemamacroeconómico que permita mantener elevadastasas de crecimiento, minimizando la volatilidad,tanto real como nominal. Este esquema, junto conel resto de las políticas económicas y del mercadode trabajo, debe ser articulado de modo de generarun mayor dinamismo en el mercado de trabajo y enla generación de ingresos.

Por otra parte, los últimos años han sido testigosde la recuperación y ortalecimiento de las institu-ciones laborales. Fue revitalizado el salario mínimo,

 y con la sanción de la Ley de Ordenamiento Laboralse reivindicó la negociación colectiva a nivel ramade actividad, la que desde entonces ha crecidoexponencialmente. También se ha reconstruido lacapacidad institucional del MTEySS para llevar acabo inspecciones, y se han desarrollado planes y acciones que han permitido detectar el empleo noregistrado y regularizar la situación de los traba-

 jadores no registrados. Asimismo, desde la órbitadel MTEySS se desarrollan políticas activas deempleo (red de servicios de empleo, programas deormación y capacitación, programas de empleo

para desocupados) coherentes con la estrategia decentrar al trabajo como eje de vinculación entre el

uncionamiento de la economía con el bienestar delos hogares. Finalmente es importante señalar la

notable extensión de la cobertura de la protecciónsocial a la población vulnerable mejorando así laseguridad económica.

 A pesar de los avances conseguidos persisteel desaío de aumentar la cobertura de las políti-cas activas de empleo, adaptar los programas deormación a las necesidades del sector productivo, y consolidar los avances en materia de política laboral.

 Asimismo, resulta necesaria la articulación de laspolíticas e instituciones del mundo del trabajo conotras políticas de protección social para aumentartanto la eciencia y la productividad como también

asegurar los progresos en materia de equidad.En resumen, las respuestas de políticas en la Argentina a las consecuencias de la crisis mundialhan sido auspiciosas en cuanto a sus resultados. Laeconomía ha respondido uertemente acompañadapor la continuidad y el ortalecimiento de los pilaresundamentales del trabajo decente: el respeto alos derechos laborales, la generación de empleodecente, el ortalecimiento y la ampliación de laprotección social, y el ejercicio del diálogo social. Laagenda sociolaboral presenta numerosos desaíosque van más allá del corto plazo, sin embargo larecuperación en un contexto de ejercicio de lademocracia y del diálogo social genera perspectivasauspiciosas para que el gobierno, junto a los actoressociales, puedan articular los ventajas y restriccio-nes que impone la globalización para el logro deun crecimiento inclusivo en donde la estabilidadmacroeconómica, las políticas laborales y la protec-ción social se conviertan en ámbitos decisivos paralograr mejoras sostenidas en el trabajo decente y la equidad. De esta orma es muy probable que elpróximo programa de trabajo decente nacional enla Argentina 2012-2015 permita consolidar y proun-dizar estas anheladas mejoras.

 A pesar de los avances conseguidos persiste el desaíode aumentar la cobertura de las políticas activas deempleo, adaptar los programas de ormación a lasnecesidades del sector productivo, y consolidar losavances en materia de política laboral.

El trabajo dEcEntE: la concEpción dE la oit y su adopción En la argEntina  > 5 5

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trabajo dEcEntE vacErca dE una nuEva con

5 6 >   www.eeee.. 

 lucianaghiotto1

rodrigo .pascual2

un abordajE a las nocionEs dEtrabajo dEcEntE y trabajo digno dE

manEra comparada. las implicanciasdE ambos concEptos En El marco dElcapitalismo dE inicios dEl siglo xxi.

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> 5 7

rsus trabajo dignoEpción dEl trabajo

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5 8 >   luciana ghiotto rodrigo . pascual

H ablar hoy de trabajo, a más dediez años de comenzado el nuevosiglo, no implica necesariamentepreguntarnos acerca de su exis-

tencia y continuidad. Atrás parecen haber quedado lastesis acerca del n del trabajo, impulsadas, entre otros,

por André Gorz y Jeremy Rikin. En el nuevo rumbo deldebate se habla hoy de cómo debería ser hoy el trabajo.En ese marco, en 1999, y tras una uerte crisis, la Orga-nización Internacional del Trabajo (OIT) resurgió de suscenizas trayendo una nueva noción: el trabajo decente.La labor de la OIT se unicó detrás de cuatro objetivosestratégicos: derechos en el trabajo, empleo, protecciónsocial, perseguido todo por medio del diálogo social. Es-tos cuatro puntos proporcionaron el contenido sustan-tivo al Programa de Trabajo Decente a partir de 2008.Fue este programa el que reubicó a la OIT nuevamenteen el debate internacional de la última década.

Por otra parte, desde otras latitudes pero tam-bién en los años noventa del siglo pasado, surgióotra noción de trabajo: el trabajo digno. Impulsadodesde algunos movimientos sociales latinoamerica-nos, este concepto se centra en una comprensión dela actividad laborativa humana como no-mercantil

 y no-individual, sino basada en el bienestar de lacomunidad. La noción de dignidad aparece aquícomo disruptiva y anticapitalista. El empleo (igual asalario) no es lo relevante, sino la orma de orga-nización que se da el colectivo, orientada hacia elinterés general.

El trabajo decente:¿qué trabajo?, ¿qué decencia?En primer lugar, cabe decir que la noción de trabajodecente se presenta como democrática e igualitaria.En el actual marco (globalizado) de no respeto porla legislación laboral y de ampliación de la brechaentre ricos y pobres, el trabajo decente aparececomo un concepto que deende los intereses delos trabajadores. Así explicado, claramente hay queapoyar el Programa sobre Trabajo Decente. Sinembargo, aquí queremos realizar una crítica de su

sustento epistemológico y de sus eectos concretosen el accionar político.

En primer lugar, veamos qué entiende la OIT portrabajo. En su Constitución de 1919, la OIT declaraque todas las naciones deben adoptar un “régimende trabajo realmente humano”, ya que su omi-sión “constituiría un obstáculo a los esuerzos deotras naciones que deseen mejorar la suerte de lostrabajadores en sus propios países”. Entonces, ¿quéentiende la OIT por régimen de trabajo realmentehumano? Encontramos aquí dos reerencias. Se ex-plica que “el trabajo no debe considerarse como unsimple artículo de comercio”, ya que “el trabajo no esuna mercancía”. Sin embargo, no puede negarse queel trabajo es algo que se vende y se compra, aunque,en palabras de Rodgers, Lee, Swepston y Van Daele,“los mecanismos del mercado laboral están sujetosa nes más elevados”. Entonces, el trabajo no sería

simplemente un artículo de comercio, una mercan-cía. Pero si no es una mercancía, ¿qué es?

 Ajustando un poco más las categorías, para laOIT, “todas las ormas de trabajo pueden ser uentesde bienestar y de integración social si están debida-mente reglamentadas y organizadas”. Es decir que sino se puede evitar que el trabajo sea convertido enuna mercancía, entonces lo que sí se puede haceres poner límites a su nivel de mercantilización. Elobjetivo de la regulación es “impedir la explotación”,concretamente “limitando las horas de trabajo y to-mando medidas para proteger a quienes podrían re-

sultar más vulnerables”. La explotación es entendidacomo el trabajo en condiciones orzosas: se trata deun trabajo no-asalariado (o sub-asalariado), trabajoen condiciones similares a la esclavitud. ¿Cuál esla solución propuesta por la OIT? La conversiónde este trabajo orzoso en trabajo decente, y que eltrabajador tenga un mínimo poder económico, paradejar de estar dentro del área de los “más explota-dos”. De este modo, la solución es la inclusión deestos trabajadores en una economía monetaria, enla relación salarial.

Debido a su principio de universalidad, la OITparte de la noción de que todos los que traba-

 jan tienen derechos. El trabajador aparece comoportador de derechos, aclarando que no importa sucondición contractual, es decir, qué tipo de trabajodesarrolla, sea ormal o inormal. El objetivo esentonces la reglamentación del mundo del trabajo,para poder, a partir de allí, ampliarlo. Se proponeacabar con el subempleo y el desempleo, ademásde la consecución de los derechos en el trabajo. Endenitiva, la OIT deende un modelo en el cual losempleados son tratados “decentemente” a cambiode que acepten el derecho de manejo y de gananciade los empresarios, constituyendo así un ideal de

“capitalismo nacional bienestarista”. Aquí el traba- jador entonces es presentado sólo como un “sujeto

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trabajo dEcEntE vErsus trabajo digno  > 5 9

de derechos”, es decir, como un ciudadano.Recapitulando, vemos que para la OIT el trabajo

no sería una mercancía, pero sólo en el plano de losprincipios, porque debe aceptar que de hecho estese compra y se vende en el mercado laboral, pueses un sujeto y objeto de derecho como cualquiermercancía y por tanto es regulado como tal. En esesentido, y ya que el trabajo es de hecho una mercan-cía, lo importante pasa a ser su reglamentación. De

aquí se desprende que la OIT parte de la compren-sión del trabajo como empleo, es decir, parte deentender al trabajo del modo en que este existe enel capitalismo.

Es así que el trabajo decente condensa losobjetivos históricos de la OIT: empleo y regulacióndel trabajo. Como explica Ghai (2005), el trabajodecente debe cumplir con las siguientes caracterís-ticas: 1) que pueda ser libremente escogido y queno haya discriminación en la selección (sea porsexo, nacionalidad o raza); 2) que existan medidasde protección para la salud de los trabajadores; 3)que haya libertad de asociación y sindicalizaciónasí como libre acceso a la negociación colectiva; 4)que exista un mínimo de seguridad social; 5) que segaranticen el tripartismo y el diálogo social.

¿Qué implica que el trabajo con tales carac-terísticas sea una uente de dignidad?; ¿qué eslo decente en el capitalismo? Para pensar esto,tenemos que ver cómo se constituyó la ética en elcapitalismo y cuál es la concepción de decenciaque subyace a esta denición. Según Weber, la éticacapitalista designa “aquella mentalidad que aspira aobtener un lucro ejerciendo sistemáticamente unaproesión, una ganancia racionalmente legítima”. La

“actitud ética” en el capitalismo consiste en com-prender el movimiento de la sociedad del capital: la

búsqueda de la ganancia. Esta se basa a su vez en una moral que sea la deuna personalidad empresaria intachable: el pago a tiempo de las deudas,aprovechamiento al máximo del tiempo reloj, ser honrado y no holgaza-near, entre otras cosas. El deber proesional (la ganancia) se pone comoel “deber ser” de la ética social del capitalismo; quien se aparta de estemandato ético es arrojado uera de las las del mercado (sea un capitalis-ta o un trabajador).

En ese sentido, la categoría de trabajo decente es no-verdad. Peroasimismo, esta posee un núcleo de verdad: parte de la existencia de la

relación salarial como modo de vida en el capitalismo. El dinero siguesiendo la verdad del mercado, expresada aún en la relación salarial . Sindinero, no vivimos. En esta particular orma social, la reproducción de la

 vida cotidiana se genera a través del dinero, que hoy sigue obteniéndosemayoritariamente a partir de un empleo y de un salario. En otras pala-bras, la noción de decencia se desprende de la reproducción del capital.El único modo de vida socialmente aceptado es a partir de la venta de mimercancía (sea producto o uerza de trabajo). Entonces, la decencia esigual a empleo, que a su vez es igual a salario.

Finalmente, el trabajo decente tiene como n la incorporación de lasmasas de trabajadores precarios dentro del circuito del salario. Esto implicareimponer la monetización en las relaciones sociales, vía salario. Se tratadel impulso por construir una nueva orma de integración del trabajo alcapital. Lleva en sí mismo un nuevo modo de imposición del trabajo, unintento por reimpulsar la centralidad de la relación salarial en el marco delcomando del capital-dinero. En denitiva, el trabajo decente está expresan-do un intento de integración de las ormas de insubordinación del trabajoal capital bajo el aspecto de la reconciliación moral del mundo.

El trabajo digno comoexpresión de la humanidadPara iniciar, cabe aclarar que no existe un consenso en el uso de la nociónde “trabajo digno”. La dignidad aparece con uerza en la lucha zapatistaen México, pero en otros casos se habla de “trabajo auténtico”, “trabajo

autónomo”, “trabajo autogestionado”, o “trabajo genuino”. Esto muestra dealguna manera que estos conceptos surgen “desde abajo”, desde las luchas

 Para la OIT el trabajo no sería una mercancía, pero sólo en el plano de los principios, porque debeaceptar que de hecho este se compra y se vendeen el mercado laboral, pues es un sujeto y objetode derecho como cualquier mercancía y por lotanto es regulado como tal.

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6 0 >   luciana ghiotto rodrigo . pascual

Como decíamos, el sujeto es dierente de la claseobrera porque la gura del trabajador implica laseparación de lo económico y lo político. Marca laexistencia de una obligación para que vendamosnuestra uerza de trabajo, generando una sociedadde clases, mientras que somos abstractamentelibres e iguales en el plano de los derechos liberales.La noción de dignidad implica la reconciliación delas eseras política y económica. Esto signica lageneración de una subjetividad integrada, con-trapuesta a la ragmentación capitalista. La recuper-ación de la totalidad de las relaciones sociales es

central en esta noción. Entonces, mientras que eltrabajo decente arma la identidad de clase (traba-

 jadora) en tanto la puesta en el centro de la relaciónsalarial, el trabajo digno niega esa misma identidad,en tanto que va más allá del salario. No obstante,el sujeto digno nace de la misma realidad que elobrero sindicalizado, es decir, de la misma sociedadcapitalista, productora de valor. El sujeto dignosurge en-contra-y-más allá de la clase obrera.

El trabajo digno no puede concebirse como unaactividad individual, sino que parte del colectivo.

 Aquí es central la autogestión colectiva. Y el traba-

 jador es trabajador en tanto que “está aportandoal colectivo, a la comunidad, y no porque generarentabilidad”. Es interesante ver que lo mismo si elobjetivo del trabajo no es la obtención de un bene-cio monetario individual, la ley del valor continúaimponiéndose sobre el colectivo. Esto sucede en la

 Argentina con las ábricas recuperadas, y sucede contodas las cooperativas que surgieron a partir de losemprendimientos productivos de los movimientossociales (zapatistas, pueblos originarios bolivianos,sin tierra brasileños, etc.). Es decir que la productivi-dad del trabajo se impone, por lo cual estos procesosdeben ser vistos en todas sus contradicciones. Delmismo modo, el objeto en este caso no es la rentabi-lidad, sino el colectivo; el n es distinto, por lo cualse constituyen subjetividades distintas.

Luchar por el trabajo digno no implica dejar delado las reivindicaciones salariales o dejar de pelearpor mejores condiciones laborales, sino que ese

 ya no es el objetivo buscado. Hay claridad acercade un hecho: “Lo que es indigno es la explotación”.Entonces, el problema es la venta de la uerza detrabajo, la propia economía de mercado. A dieren-cia de lo que vimos con la OIT, donde mediantela regulación del trabajo se intenta lograr “menos

explotación”, en estas organizaciones el horizontees generar otras relaciones sociales que no sean de

particulares, de la propia necesidad de los sujetos en lucha, y no es un con-cepto propuesto “desde arriba”, como sería el de trabajo decente de la OIT.

En los debates de los movimientos sociales no aparece la noción dedecencia sino la de dignidad. La dignidad es entendida como rebeldía,como negación. Es la negación de la negación, la revuelta contra eldesgarramiento de nuestra humanidad. La dignidad implica la trans-ormación de las personas (sujetos jurídicos) en sujetos (creadores), nocomo meros portadoras de mercancías. Sujeto aquí no es lo mismo quetrabajador. Al entendernos como sujetos, se puede concebir el desbordede las ormas (auto)impuestas por el capital. La dignidad es vista comorecuperación de la humanidad. Es así que varios grupos piqueterosdecían “nosotros no queremos inclusión. Por lo menos yo no quiero ser

explotado (…) no peleo para que me vuelvan a explotar (…) no estamospara ser incluidos, esto es otra cosa”.

 Luchar por el trabajodigno no implica dejar delado las reivindicacionessalariales o dejar de pelear  por mejores condicioneslaborales, sino que ese yano es el objetivo buscado.

 Hay claridad acerca de unhecho: “Lo que es indignoes la explotación”.

 El trabajo decente tienecomo n la incorporación delas masas de trabajadores

 precarios dentro del circuitodel salario. Esto implicareimponer la monetizaciónen las relaciones sociales,vía salario.

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trabajo dEcEntE vErsus trabajo digno  > 6 1

explotación. Claro que no se trata de una cuestiónácil, ni se logra acabar con la explotación en pocotiempo, sino que se entiende como un proceso quees parte del debate y de la práctica cotidiana delhacer colectivo.

El proceso consiste principalmente en la gene-ración de nuevos lazos de solidaridad, que sonnegados y redimensionados cotidianamente por lasrelaciones sociales capitalistas. Esto implica crearuna nueva subjetividad integrada que trascienda lasubjetividad del salario. Signica a su vez rompercon el imaginario de la “necesidad” de un patrón

(en la ábrica) o un líder (en el movimiento) que digalo que hay que hacer. En su lugar, se discute la ideade que la producción no es algo que se agota enla remuneración, sino que trasciende el momentoeconómico individual para convertirse en unacuestión del colectivo entero. Se trata entonces de“una nueva concepción del trabajo”, que es parte deun proceso subjetivo lento y diícil.

Decencia versusdignidad: acerca de un

trabajo emancipadoLa dierencia entre trabajo decente y trabajo dignoes un problema eminentemente político, pero políti-co entendido dialécticamente. Es decir que no esuna cuestión económica, del mercado laboral, sinoque involucra la totalidad de las relaciones sociales.Como vimos, ambas nociones surgen de una mismasociedad, la sociedad que produce valor, peromientras el trabajo decente implica la identidad, launiversalidad abstracta, el cierre, el trabajo dignoplantea la esperanza, la apertura, la utopía.

En denitiva, la concepción aquí presentada esque mediante la noción de trabajo decente la OITexpresa la búsqueda del capital de un nuevo modode imponer un comando sobre el trabajo que genereestabilidad para un nuevo proceso de acumulacióna largo plazo. Este estaría basado en la centralidad(nuevamente) del pleno empleo y de la relaciónsalarial. Tal como en sus orígenes de la primera pos-guerra, la OIT simboliza otra vez el “acuerdo de pazpara las clases”. Cristaliza, a partir de su vocaciónde universalidad, la necesidad de generar un pisode normalidad para el desarrollo de las relacioneslaborales con el n de permitir la acumulación delcapital a escala global.

En ese sentido, el trabajo digno hace estallar labúsqueda por imponer el comando sobre la insu-

bordinación. En el trabajo digno no hay una vocación abstracta de uni- versalidad y atemporalidad, es decir, de aplicación universal en cualquiersociedad, como sí aparece en el trabajo decente. La noción de dignidad(y de trabajo digno), por el contrario, surge desde la particularidad. Estámostrando el desborde constante de las ormas del capital. Mientras quela idea de decencia se mantiene dentro de la orma-valor, la dignidadexpresa la rebeldía, la humanidad. Como vimos, la idea de decencia semueve en torno a la utopía de lograr una reconciliación social. De allí sedesprende que el trabajo decente sea expresado por sus voceros a travésde nociones como “ justicia social”, “equidad”, “iguales oportunidades”. Espor ello que el Programa de Trabajo Decente es ampliamente apoyadopor el movimiento sindical internacional. Pero aquí sostenemos que se

trata de una alsa utopía, porque la reconciliación es imposible al interiorde una sociedad ragmentada por la producción de valor. Es por ello queel trabajo decente es no-verdad. Por otra parte, la noción de dignidadexpresa la dimensión dialógica de las relaciones sociales, es decir, la ac-ción de ponerse como un particular, de decir “aquí estamos”, no de modoidentitario y sintético, ya que esa es la orma del capital, sino de unaparticularidad que exprese el sujeto revolucionario como constelación demultiplicidad de voces.

La política de la dignidad, al decir de John Holloway, es mucho más quela elicidad como logro del placer material. Pararaseando a Max Hork-heimer, sólo una psicología ingenua y economicista podría entender laaspiración de elicidad como la mera satisacción de las necesidades mate-

riales. Los ideales de la historia (y del presente) no son independientes delos hombres y de sus realidades. Por ello, la noción de trabajo digno se basaen una ética del colectivo social, es la moral del grupo. Una sociedad quelograra la reconciliación sujeto-objeto no necesitaría contar con el estudioseparado de la ética, porque allí la moral estaría inmersa en las propiasrelaciones sociales (de producción), es decir, emanaría de esas relaciones.Sería la reconciliación de interés y deber. En denitiva, en una sociedadreconciliada no se habla de trabajo decente, sino de un hacer social libre;no se reivindica un “bajo nivel de explotación”, sino un hacer apropiadopara la autodeterminación colectiva.

*1 Licenciada en Ciencia Política (UBA).Magister en Investigación en Ciencias Sociales(UBA). Becaria doctoral de Conicet. Docenteuniversitaria (UBA y USAL)

*2 Licenciado en Ciencia Política (UBA).Becario doctoral de CONICET. Docenteuniversitario (UBA y USAL)

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6 2 >   www.eeee.. 

la mEjora En la calidad dE vidadE los sEctorEs más vulnErablEsa partir dE la Eliminación dElrégimEn dE capitalización y larEormulación dEl sistEma dEsEguridad social. El rol dE lasjubilacionEs no contributivas y laasignación univErsal por hijo.

 dEmian panigo1

nicolás

dvosKin2

lorEnciamEdici3

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> 6 3

la sEguridadsocial En laposconvErtibilidaddE privilEgios

a dErEchosunivErsalEs

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6 4 >   dEmian panigo, nicolás dvosKin lorEncia mEdici

E l sistema de seguridad social es, indu-dablemente, un instrumento estatalcrucial para mejorar la calidad de vida de los sectores más vulnerables

de la sociedad. Esta armación implica reconocer queel objetivo del sistema de seguridad social no es sóloel de proveer un ingreso a aquellas personas que yano pertenecen a la uerza laboral. En contraste, en los

regímenes de capitalización, como las AFJP, prima unalógica exclusivamente contributiva en la que los bene-cios recibidos del sistema se corresponden de maneralineal con los aportes realizados.

En la Argentina, esta última concepción preva-leció durante la década de los noventa. Sin em-bargo, estamos ante una coyuntura novedosa. Laeliminación del régimen de capitalización en 2008revirtió la reorma neoliberal que había permitido laprivatización del sistema previsional. Pero tam-bién añadió nuevas herramientas distributivas quepermitieron la ruptura con aquel esquema concep-tual para avanzar en la modicación del sistemade seguridad en un sentido amplio, abandonandola lógica íntegramente individual en pos de unaconcepción de un sistema solidario. La puesta enmarcha de programas especícos, como la Asigna-ción Universal por Hijo para la Protección Social y el Plan Nacional de Inclusión Previsional, muestrainstrumentos claros de estas nuevas metas.

El objetivo central del presente artículo es descri-bir en qué han consistido estas nuevas modalidades

 y qué resultados han tenido en términos de mejorassociales para dejar planteada la discusión acerca dela importancia de denir el sistema de seguridad

social en el marco de una discusión más amplia dela sociedad que queremos.

Síntesis histórica: entre elreparto y la capitalizaciónLo que conocemos como el modelo tradicional deseguridad social en la Argentina está basado enlos principios del Estado de Bienestar que surgióen Europa tras la Segunda Guerra Mundial. Segúneste, es deber del Estado preocuparse por garanti-zar la capacidad de consumo de la mayor parte dela población a través de un reparto más equitativode la riqueza. Este modelo de seguridad social estásostenido por tres pilares básicos: jubilaciones y pensiones, seguros por desempleo y asignacionesamiliares, siendo el primero de ellos siempre el másrelevante en términos cuantitativos.

En la Argentina, desde que existe un sistemaintegrado y generalizado de seguridad social –cuyoorigen se remonta a los tiempos de los primerosgobiernos peronistas–, aquellos tres componenteshan sido administrados por el Estado y nanciadosprincipalmente con la contribución de los traba-

 jadores activos. En particular, la alícuota del salariodestinada a contribuir a la seguridad social suponíauna reerencia a la proporción entre trabajadoresactivos y trabajadores uera de actividad (lo que noimplica que no se hayan utilizado en determinados

momentos recursos de las rentas generales parananciar al sistema previsional).

 El Estado administrabalos ondos de la seguridadsocial y garantizaba elacceso a la protección atodos los trabajadores y sus amilias. Se tratabade que unos trabajadoresaseguraran a los otros, con

la mediación del Estadoen la organización y administración.

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la sEguridad social En la posconvErtibilidad  > 6 5

Como la economía argentina giraba alrededor desituaciones de pleno empleo y de una participaciónequitativa de los asalariados en el ingreso total delpaís, se entendía que era posible que los propiosaportes corrientes de la uerza laboral pudierancubrir a la población inactiva. En este sentido, lasasignaciones amiliares ueron un componente demenor peso en el sistema, ya que uncionaron comouna cobertura a una población inactiva (los niños)que a su vez percibía una tutela generalizada porparte de los activos (sus padres). Estas surgieron demodo generalizado en 1957 y consistían en asigna-ciones por hijo. Durante las décadas de 1960 y 1970se ueron agregando nuevos componentes, como las

asignaciones por invalidez, matrimonio, ayuda esco-lar, y otras. En términos del sistema en su conjunto,lo central de esta estructura es que el Estadoadministraba los ondos de la seguridad social y garantizaba el acceso a la protección a todos los tra-bajadores y sus amilias. Se trataba de que unos tra-bajadores aseguraran a los otros, con la mediacióndel Estado en la organización y administración.

El modelo inaugurado por la dictadura militarde 1976 provocó un creciente deterioro del merca-do laboral. De este modo, el incremento de ladesocupación y el empleo no registrado redujeron

abruptamente los ingresos del sistema previsionalpor aportes y contribuciones. El sistema de capitali-zación surgió en los años noventa como respuestaa la crisis en la que el sistema de reparto estabasumergido.

El nuevo régimen de capitalización individualadoptado en la Argentina en 1994 –y que creó lagura de las Administradoras de Fondos de Jubi-lación y Pensión (AFJP)– mantuvo la lógica con-tributiva del sistema pero abandonó el criterio desolidaridad intergeneracional en el que los traba-

 jadores activos de hoy nancian a los pasivos dehoy, para adoptar, como norma, que uera el mismotrabajador de hoy el que nanciara su pasividad demañana. De este modo, los aportes personales seconvirtieron en ahorros orzosos que rendirían uninterés. Bajo este esquema, podemos armar que elsistema de capitalización consagraba la conversióndel trabajador en prestamista.

En este sentido, el sistema se volvió hipercon-tributivo ya que no sólo era nanciado por lospropios trabajadores, sino que estos eran respon-sables de su propia cuenta de capitalización. Así,el régimen que se inauguró en la Argentina de losnoventa puede caracterizarse como un sistema en

el cual el acceso a la seguridad social era concebidocomo un privilegio.

En el caso de las asignaciones amiliares, aunqueestas permanecieron en manos del Estado, en 1996se produjo una reorma que limitó el acceso a lostrabajadores registrados con ingresos bajos. Si bienno entraron en la lógica de la capitalización, sí supu-sieron una reducción en su cobertura.

Las jubilacionesno contributivasLa Argentina tiene una larga historia de pensionesno contributivas, pero estas nunca habían estadoincorporadas al sistema generalizado de previsiónsocial. En términos conceptuales, las pensionesno contributivas habían estado asociadas a planesasistenciales, donde la contraprestación o bienno existía o no se cumplía en la práctica o era nolaborable (como, por ejemplo, requisitos de asisten-

cia a cursos de ormación en ocios). Entre nes de2004 y principios de 2005 –mediante la ley 25.994 y 

 El nuevo régimen decapitalización individualadoptado en la Argentina

en 1994 mantuvo la lógicacontributiva del sistema pero abandonó el criterio desolidaridad intergeneracionalen el que los trabajadoresactivos de hoy nancian a los pasivos de hoy.

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6 6 >   dEmian panigo, nicolás dvosKin lorEncia mEdici

el decreto 1454/05–, el gobierno nacional lanzóuna primera moratoria jubilatoria que permitióa los adultos que estaban en edad de jubilarsepero que no habían hecho los aportes sucien-tes comenzar a recibir sus haberes y, a la vez,

continuar pagando sus aportes. Estos nuevosbeneciarios comenzaron a recibir como haberun monto equivalente a la jubilación mínimamenos los aportes correspondientes.

Cuatro años después, la ley 26.425 eliminó elsistema de capitalización individual y devolvióal Estado la administración de todos los ondosde jubilaciones y pensiones. Esto permitió, enparte, nanciar la moratoria (planteamos que enparte porque entendemos que el nanciamientodel sistema previsional no necesariamente debecubrirse con los ingresos del sistema). Tambiénle otorgó al Estado la capacidad de implementarpolíticas más proundas.

Según datos de la ANSeS, la moratoria llevóla tasa de cobertura del sistema jubilatorio a un90 por ciento en el año 2010, cira que contrastasignicativamente con el 57 por ciento anterior ala apertura de la moratoria.

El esquema previsional actual no sólo permitióincorporar a una cantidad enorme de benecia-rios (2.700.000 en siete años), sino que impulsómejoras en las condiciones de vida de la pobla-ción de edad avanzada. Siguiendo un criteriode equidad, entre comienzos de 2003 y mayo de

2011, la jubilación mínima aumentó un 719 por

ciento y buena parte de los nuevos beneciarios sonlos desocupados de la década del noventa, o los queen aquellos años pasaron a ser trabajadores no regis-trados o cuentapropistas sin cobertura previsional.

Esta medida puede ser pensada también comouna notable política de redistribución en términosde género. A través de esta moratoria, de la cual el78 por ciento de los beneciarios son mujeres (loque hizo que se la conociera como la “jubilaciónpara amas de casa”), la política reconoce el valor so-cial del trabajo desempeñado por aquellas mujeresque en su vida activa habían desarrollado laboresdomésticas y les garantiza un ingreso en su vejez.

La Asignación Universal por

Hijo para Protección SocialEn noviembre de 2009, mediante el decreto 1602/09,el gobierno nacional creó la Asignación Universalpor Hijo para Protección Social y otorgó un montopor hijo de 180 pesos por mes, que en julio de 2010se elevó a 220 pesos. A partir de este programa,no sólo los hijos de los trabajadores registrados sebenecian con las asignaciones amiliares, sinotambién los de los trabajadores no registrados y losdesempleados.

La medida permitió que prácticamente todoslos niños del país pasen a recibir una pensión del

Estado, ya sea en orma de asignaciones amiliarescontributivas, deducción del impuesto a las ganan-cias o la nueva Asignación Universal por Hijo. Lacontraprestación requerida para acceder a esta últi-ma (vacunación y asistencia escolar) es un incentivopara que las amilias adopten medidas tendientes amejorar la salud y la educación en general.

Esta política logró reducir notablemente los índi-ces de pobreza, indigencia y desigualdad, según unestudio publicado en 2010 por Emmanuel Agis, Car-los Cañete y Demian Panigo. El documento muestraque con la implementación de la asignación seredujeron en un 55/65 por ciento la indigencia, enun 13/30 por ciento la pobreza y en un 5/33 porciento la desigualdad (rangos que dependen deldeactor utilizado). Estos logros son aún mayores sise toman en cuenta áreas geográcas con extremassituaciones de vulnerabilidad social, como el nor-deste del país.

Resulta especialmente signicativo el eecto so-bre la indigencia debido a que los niños son el gruposocial más vulnerable del país y el que más ha su-rido las consecuencias de la exclusión social. Cier-tamente, la salida de la indigencia no supone nin-guna panacea pero sí abre las puertas a un uturo

más digno para millones de niños en la Argentina.

Según datos de la ANSeS,la moratoria llevó la tasa decobertura del sistema jubilatorio a un 90 por ciento en el año 2010.

*1 Investigador CEIL-PIETTE (CONICET) y Director del ObservatorioMetropolitano deEconomía y Trabajode la Universidad Nacional de Moreno(UNM)

*2 Becario deInvestigaciónCEIL-PIETTE (CONICET)y UNM, DocenteFCE-UBA y FCS-UBA

*3 Investigadoradel ObservatorioMetropolitano deEconomía y Trabajo

de la UNM

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la sEguridad social En la posconvErtibilidad  > 6 7

La seguridad social hoyComo mostramos anteriormente, el esquema actualde seguridad social posee un carácter mixto entreuno contributivo tradicional y uno no contribu-tivo. Con esta nueva característica, el sistema deseguridad social argentino también puede ser

entendido en términos generales como uno de losmecanismos mediante el cual el Estado redistribuyeprogresivamente la riqueza, tal vez el más impor-tante de ellos. Por supuesto, uera de este análisishan quedado las otras ormas de nanciamiento dela seguridad social y los otros usos que se han hechoen la Argentina de sus ondos (como por ejemplo elprograma “Conectar Igualdad”). En cualquier caso,entendemos que si bien la estructura ormal remitea la lógica del reparto contributivo con excepciones,en el plano de lo real el sistema de seguridad socialadoptó una orma mixta que ha lanzado la dimen-sión redistributiva del sistema hacia un nivel sinprecedentes en la historia reciente del país.

Por otro lado, resulta necesario remarcar que lapolítica de seguridad social en ningún caso puededesconectarse de los modelos de desarrollo vigen-tes. De nada sirve un sistema de seguridad socialamplio en una economía que expulsa trabajadoreso los arroja a la inormalidad. Entendemos quesi el modelo económico sigue reduciendo la tasade desempleo e incrementando el porcentaje deempleo registrado sobre empleo total, se extenderála posibilidad de generalizar el criterio universalistaa pilares del sistema que aún continúan siendo

estrictamente contributivos.

ConclusionesLas jubilaciones no contributivas y la Asignación Universal por Hijoincorporaron una nueva dimensión en la historia de la seguridad socialen la Argentina, rompiendo con el esquema de privilegios del neoliberalis-mo y retomando la senda de los derechos como legitimación principaldel sistema. Si hace sesenta años el eje del sistema de seguridad social

se anclaba en los derechos sociales –es decir, los derechos de la amiliadel trabajador en un esquema de protección del pleno empleo–, hoy, enuna sociedad más compleja, dierenciada e internacionalizada, el eje estápuesto en los derechos humanos, no ya de los trabajadores sino de todas

 y todos. Las dimensiones no contributivas del sistema justamente son lasque garantizan la protección universal.

Sin embargo, todavía alta un largo camino hacia la completa univer-salización de los derechos. Por ejemplo, el seguro de desempleo sigue res-pondiendo a una lógica contributiva y no cubre a quienes no consiguentrabajo y nunca lo consiguieron –por ejemplo, aquí se presenta una pro-blemática central en el caso de los jóvenes que no pueden acceder a unprimer empleo–. Por otro lado, hay un diez por ciento de la población deadultos mayores que no ha entrado en la moratoria, y hay determinadosgrupos sociales (como los monotributistas) que no están incorporados enla Asignación Universal por Hijo. Además, los trabajadores no registrados

 y los desocupados todavía no acceden al derecho a las asignaciones a-miliares por adopción, matrimonio y ayuda escolar. Todos estos aspectosaparecen como cuentas pendientes en pos de una eectiva universaliza-ción de los derechos a la protección social y requieren proundizar losavances recientemente alcanzados, que sitúan al actual sistema deseguridad social argentino en uno de sus mejores momentos históricosen materia de cobertura y progresividad.

Con la implementación de la asignación seredujeron en un 55/65 por ciento la indigencia,en un 13/30 por ciento la pobreza y en un 5/33 por ciento la desigualdad.

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marchas y contramarchas En laprotEcción, la sEguridad y ElrEconocimiEnto dE dErEchos, 2002-2011

6 8 >   www.eeee.. 

sEguridad social

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> 6 9

los cambios En la sEguridad socialdurantE la convErtibilidad y laposconvErtibilidad. los avancEslogrados En la última década y loquE rEsta por hacEr. El impacto dE lamoratoria prEvisional En los hogarEs.

 claudiadanani1

alEjandrabEccaria2

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7 0 >   claudia danani alEjandra bEccaria

D

 

e dóndevenimos y haciadónde vamos

En nuestro país, la Seguridad Social reúne a laspolíticas y a las instituciones que se ocupan de cin-co tipos de eventos que, al incidir en la capacidadde las personas para proveer sustento a sí mismas y a sus dependientes, son undamentales para denirla calidad de la vida y el bienestar de la poblacióntrabajadora: a) la enermedad en general, de lacual se ocupan las obras sociales; b) el accidente oenermedad laboral, abarcados por el actual sistema

de riesgos del trabajo; c) la vejez o retiro, institucio-nalmente atendido por el sistema previsional; d) laresponsabilidad sobre la manutención de miembrosdel grupo amiliar, organizada a través del sistemade asignaciones amiliares, y e) el desempleo, delque se ocupa el seguro correspondiente. A excep-ción de este último, creado en 1991 mediante laley 24.013 (Ley de Empleo), al comienzo del nuevosiglo todos los componentes de la Seguridad Social

 venían de atravesar una década de importantestransormaciones, que habían deteriorado su capa-cidad de protección social.

Los cambios habían sido dierentes entre sí. Sinembargo, los tres primeros –obras sociales, riesgosdel trabajo y sistema previsional– habían compar-tido ciertos lineamientos: las protecciones respecti-

 vas habían asumido ormas de seguros de mercado;ello había signicado un proceso de individualiza-ción en el caso de la salud y del sistema jubilatorio(personalización del aporte y capitalización, respec-tivamente) y cambio liso y llano de la dirección de laprotección en el caso de los riesgos del trabajo (quepasaron de proteger a los trabajadores, a proteger alos empleadores de la eventualidad de un accidentecuyos costos no pudieran arontar); y había mayor

presencia de instituciones privadas en la gestión,que o bien no existían previamente (AFJP y ART, por

caso) o que hasta entonces no habían tenido posibi-lidad de participación en la seguridad social (empre-sas de medicina prepaga en las obras sociales). Lacombinación de estos rasgos resultaba en sistemasmenos redistributivos y mucho más segmentados,precisamente lo contrario de lo que, se supone, es launción de la seguridad social.

 Al igual que en otras áreas, la eliminación dela convertibilidad con la que se inició el siglo diolugar a una nueva corriente de políticas. Aunqueen ningún caso se proundizó la dirección de laspolíticas desarrolladas durante la década anterior,ese proceso ha tenido –y sigue presentando– luces

 y sombras: por ejemplo, no se ha modicado laarquitectura ni la lógica de uncionamiento de los

sistemas de riesgos del trabajo –aunque existe másde un proyecto de reorma del sistema, pero ningu-no de los cuales ha alcanzado todavía tratamientoparlamentario– ni de obras sociales. Sin embargo,es cierto que la Superintendencia de Servicios deSalud ha ido introduciendo ajustes por riesgo decarácter automático (edad, composición del hogar),lo que tiene como eecto desalentar algunas prác-ticas discriminatorias contra grupos de poblacióncon mayores probabilidades de enermar o utilizarservicios. Pero eso no es suciente: es imprescin-dible redenir los tipos y niveles de responsabilidad

de los distintos grupos con capacidad de gestión y administración y –particularmente– generarmecanismos de mayor igualación entre benecia-rios. Para ello, es igualmente imprescindible ampliarel poder de decisión de las autoridades nacionalesde Trabajo y Salud, a expensas de la autonomíacon que buena parte de la dirigencia sindical vienecelebrando acuerdos poco claros con la medicinaprepaga, y que se han sumado a la histórica seg-mentación de un sistema que –se supone– deberíaigualar a “los trabajadores” en general.

Distinto ha sido el proceso del sistema previ-sional, pudiendo considerarse que está siendosometido a una experiencia de contrarreorma enel triple sentido de que una serie de políticas vanen la dirección contraria a la que tuvieran las de ladécada anterior; de que se han eliminado elemen-tos centrales de la reorma de 1994 y de que todaslas políticas emprendidas asumen explícitamentela conrontación con las de dicho período comorasgo de identidad y undamento de legitimidad.Integra ese proceso un conjunto de intervencionesque comenzaron a desplegarse en 2002 y que, alabordar dierentes aspectos del sistema, tuvieroneectos tanto en su capacidad de protección como

en su esquema organizacional. Nos reerimos a losaumentos de haberes por decreto (que mejoraron la

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sEguridad social: marchas y contramarchas En la protEcción, la sEguridad... > 7 1

capacidad adquisitiva de los mismos), a la mora-toria y jubilación anticipada (“Plan de InclusiónPrevisional” del año 2005), a la ley de Libre Opción(2007) y la Ley Movilidad (2008), aunque el procesoalcanzó su punto culminante en noviembre de 2008con la eliminación del sistema de capitalización y de las AFJP, la reestatización de los ondos previ-sionales y la unicación del sistema en un únicorégimen de reparto, en el SIPA (Sistema IntegralPrevisional Argentino). Obviamente, a través de lacreación de la Asignación Universal por Hijo paraProtección Social, un año más tarde, también lasasignaciones amiliares han experimentado unproceso de importante transormación.

En lo que sigue, nos detenemos en los prin-

cipales aspectos del proceso desarrollado en elsistema previsional.

La situación de la protección de caraa los derechos: la cobertura del sistemay el alcance de los haberesEl Gráco N° 1 muestra la evolución que desde 2003 tuvo la coberturaprevisional (Vg., la proporción de personas que, estando en edad de jubi-larse, reciben un benecio previsional), problema que, al igual que en otrospaíses latinoamericanos, por entonces era considerado como el más gravee importante que en este plano había legado la transormación neoliberal.

El salto espectacular que se observa a partir de la segunda mitad de2006 es consecuencia inmediata de una de las políticas mencionadas: lamoratoria previsional, que mediante un procedimiento combinado de de-claración jurada y de un nanciamiento muy avorable, permitió accedera una jubilación o pensión a quienes no cumplieran con los requisitos le-gales para ello en lo que hace a los años de aportes necesarios (de acuer-do con la legislación vigente, la jubilación exige treinta años de aportes,es decir, haber estado trabajando en el mercado laboral ormal por esetiempo). El avance es claro en este caso: del 61% de adultos mayores cubi-ertos en 2003, hacia nes de 2010 se ha pasado a un 85 por ciento.

Menos contundente es la trayectoria seguida por el alcance de laprotección que brinda el sistema; vale decir, por la capacidad de satis-

 Del 61% de adultos mayores cubiertosen 2003, hacia nes de 2010 se ha pasado

a un 85 por ciento.

Fnt: eión i n dt d epH-Ind. s nt útim dt nt n infmión

gf nº1 E e t e ce - t e 2003-2010

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7 2 >   claudia danani alEjandra bEccaria

acer necesidades que tiene el haber previsional, en el que al parecerexisten al menos tantas “luces” como “sombras”. Por un lado, se avanzóen la institucionalización de la movilidad de los haberes: mediante la ley 26.417/08 se estableció un mecanismo de actualización que implica quedos veces al año –en marzo y septiembre– se incrementen los montos delbenecio previsional a través de una órmula supuestamente explicitada.La relativización que acabamos de hacer es intencional: aun para losespecialistas, la “órmula de actualización” es prácticamente ininteligible,a lo que hay que agregar la escasez y sospechas de distorsión de inor-mación, que tornan menos transparente el mecanismo. Con todo, ello noelimina el hecho de que se ha instalado la idea de aumentos sistemáticosque estarían garantizados por ley, lo que es un progreso en la línea de lainstitucionalización de derechos.

¿Cuál es la situación de los haberes sobre los que se ha legislado lainstitucionalización de la movilidad? Al considerar su evolución, lo pri-mero que llama la atención es un signicativo incremento del mínimo,que en términos nominales pasó de 200 pesos en 2002 a 1.046 pesosen 2010 (aumentando un 423%). Claro está que en términos reales lasituación es muy distinta, pues por eecto de la inación ese aumento se

reduce a un 80%. Más limitada aún es la recuperación del haber medio,cuyo 267% de incremento nominal cae al 26% en términos reales (Fuente:

elaborado a partir de datos del Boletín estadísticode la Seguridad Social - MTEySS e Indec). Esta inor-mación da sustento a la expresión “achatamiento”(de la pirámide previsional), con la que en el debatesocial y político se pronuncia la crítica opositoraal retraso relativo del haber medio respecto delmínimo. Sin embargo, debe señalarse que al mismotiempo marca el hecho de que esto ocurre en elmarco de una movilidad ascendente de los haberes,pues el piso al cual el haber medio se acerca es entérminos reales más elevado que aquel respecto delcual se demanda la conservación de la brecha.

El análisis del alcance de la protección requiereser completado con una mirada sobre los hogares

 y no sólo sobre las personas, como hasta aquí. Alhacerlo, se observa una situación claramente mássatisactoria, pues aquel aumento de la cobertura

hizo que una proporción importante de los hogarescon más de un adulto mayor haya sumado un per-ceptor, aumentando así los ingresos del hogar.

La seguridad y los derechos:instituciones y undamentosde la protecciónEn lo que hace a lo político-institucional, la elimi-nación de la capitalización y de las AFJP, la rees-tatización de los ondos y la reconstrucción delrégimen de reparto implicaron un vuelco signi-

cativo en los eectos individualizadores y mercan-tilizadores de la protección. Ello entraña avorecerla capacidad de redistribución del sistema, así comoreponer ciertos contenidos de mayor solidaridad(que habían sido barridos por la reorma de 1994), loque en conjunto resulta positivo en términos de unaorientación de mayor responsabilidad social por laprotección social en sí misma, en lugar de convertira esta en espacio de valorización, tal como sucedióen los años noventa. No obstante, deja un conjuntode interrogantes respecto de la sostenibilidad y reaseguros en el uturo, lo que ocurre tanto por eluncionamiento mismo de una nueva instituciona-lidad, como por la debilidad general de los sistemasde control y generación de inormación, proundi-zada en estos mismos años.

Sobre la base de estos cambios parece estaramasándose una nueva matriz de intervenciónestatal, en la que: a) tiene lugar una uerte disputaacerca del papel del Estado en las condicionesde vida; y, en ese sentido, al igual que en los ’90sucediera con la reorma neoliberal, a través de lapolítica previsional la sociedad argentina discutecuál es el Estado que aprueba y cuál el que re-chaza; y b) se recupera explícitamente la noción de

derechos sociales. El papel del Estado en la distribu-ción del ingreso, la aspiración o la condena de la

 La eliminación dela capitalización

y de las AFJP, lareestatización delos ondos y lareconstrucción delrégimen de repartoimplicaron unvuelco signicativoen los eectos

individualizadoresy mercantilizadoresde la protección.

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sEguridad social: marchas y contramarchas En la protEcción, la sEguridad... > 7 3

igualdad y la provisión de seguridades como virtudo como deecto son los grandes términos en losque, una vez más, se dirime la cuestión social comocuestión estatal.

En cuanto a la noción de derechos, no es uní- voca: las políticas sociales argentinas han estadotenazmente atadas a un ideario meritocrático,

 vinculado a los derechos del trabajo, ideario en cuyoalumbramiento y consolidación el peronismo jugóun papel principal, pues con él undó su identidad

 y su tradición. Sin embargo, la actual expansiónde la protección –y especialmente, de la coberturaprevisional– viene moldeándose al calor de unainvocación que conserva el principio de los “dere-chos del trabajo”, pero que a continuación reclamael reconocimiento de la universalidad. De estemodo, va gestándose un universalismo sui generis,

que entremezcla elementos doctrinarios y deman-das de políticas (el trabajo como undamento y lacobertura amplia, respectivamente), y en cuyo cursotambién toman orma y contenido las nociones detrabajo, protección y derechos.

Balances del períodoLos tres componentes de la Seguridad Social directa-mente involucrados en clásicas reormas de merca-do durante los años ’90 arrojan balances desiguales:casi inexplicable dilación en lo que podría ser siquie-

ra una corrección en el caso del sistema de riesgosdel trabajo; una tímida pero correcta política en di-rección a la igualación en la protección de distintosgrupos ocupacionales en las obras sociales, pero queno cuestiona las bases de la reorma de la décadaanterior, ni se impone al particularismo sindical; y un sistema previsional uertemente transormado.En términos de protección inmediata, en este casoel balance es globalmente positivo, pero tambiéndesigual: la cobertura se extendió signicativamente(más personas protegidas) y su alcance ha crecidode manera indudable (mayor protección), aunqueinsuciente. También ueron llevadas adelantereormas en el plano organizacional, lo que tienemáxima importancia, pues las instituciones proveenprevisibilidad a los procesos políticos, económicos

 y sociales en general, y tratándose de un ámbitode políticas en el que se ponen en juego derechossociales, la existencia y ortaleza de esas institucio-nes signican ni más ni menos que la posibilidaddel ejercicio de tales derechos y la seguridad en lascondiciones de vida.

En este sistema, desde la eliminación de la con- vertibilidad se ha registrado un proceso paradójico:la dimensión en la que se ha producido una mayor

mejora inmediata es la de la cobertura, pero es a la vez la que presenta mayores interrogantes sobre los

mecanismos de persistencia (vale decir, sobre su garantía). Por el con-trario, los resultados en materia de alcance de la protección son muchomás erráticos (e ineriores, de hecho), pero se ha sancionado una nor-mativa que, aunque conusa, instala la idea de seguridad, tendiendo así

a legitimar la demanda por su eectivización y el control público. Quedaaún pendiente una cuestión trascendente, que aquí no hemos analizado,relativa a la demanda social por el pago del haber jubilatorio como 82%móvil del de actividad, reivindicación que desde décadas constituye elparámetro contra el cual la sociedad argentina evalúa (negativamente,por cierto) el desempeño del sistema. Más grave aún es que en esa prome-sa-demanda eche raíces un proceso de judiciali-zación por medio del cualpodemos considerar que está conormándose un sistema previsional de“dos velocidades”: uno para quienes recurren al juicio y logran elevar sushaberes y otro para quienes permanecen como beneciarios “comunes”.

Estamos, por lo tanto, rente a un sistema que protege más, a máspersonas, y que declara y deende las bondades de garantizar esa protec-ción. ¿El proceso seguirá en esa dirección, prestando más protección asegmentos relativamente mayores de población? A nuestro juicio, se tratade la principal cuestión a dirimir. Y en el resultado nal tendrán máximagravitación los modos en que se reconguren las tradiciones e inerciaspolíticas y partidarias, según se ortalezcan cosmovisiones más ampliaso restrictivas respecto del acceso a los derechos sociales. De eso se tratanlas ormas en que se desenvuelva la lucha política en este campo.

*1 Doctora en Ciencias Sociales. Investigadora-docente UNGS y FSOC - UBA. Sub-secretaria de Posgrado FSOC. - UBA

*2 Socióloga. Investigadora-docente en la Universidad Nacionalde General Sarmiento. Docente de la Fac. de Cs. Sociales - UBA

Y en el resultado nal tendránmáxima gravitación los modos

en que se reconguren lastradiciones e inercias políticasy partidarias, según se ortalezcan cosmovisiones másamplias o restrictivas respectodel acceso a los derechossociales. De eso se tratan las ormas en que se desenvuelva

la lucha política en este campo.

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7 4 >   www.eeee.. 

 julio cEsar

nEaLic. en EconomíaPolítica (UBA),Dr. en EconomÍa delTrabajo, Proesor Titular en UNLP y UBA,Investigador Superior del CONICET 

políticas dE

EmplEo una visiónsintética dE largoplazo (1989-2011)partiEndo dE una dEinición y catEgorización dE

políticas dE EmplEo, sE analizan los cambiosacontEcidos En Ellas durantE la última décadadEl siglo xx y la primEra dEl siglo xxi.

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7 6 >   julio nEa

S

 egún Jacques Freyssinet, en sentido am-plio, y dada la interrelación entre varia-bles, “el concepto de política de empleodesigna al conjunto de intervenciones del

sector público sobre el mercado de trabajo, que puedenproducir cambios en la estructura y uncionamiento delos mercados de trabajo en términos cuantitativos ocualitativos”. En ese sentido, todos los instrumentos dela política económica (de comercio exterior, cambiaria,de crédito, scal, por sectores especícos, de inraes-tructura), cientíca, tecnológica y de innovación, social,educativa, de desarrollo regional, de salud y culturalpueden movilizarse para generar eectos sobre el

empleo, pero con un peso dierenciado según los ám-bitos de la intervención del sector público. En sentidoestricto, “la política de empleo agrupa al conjuntode acciones que apuntan a anticipar o a corregir losdesequilibrios del mercado de trabajo, a generar nuevosempleos, reducir el desempleo y el subempleo, mejorarlos procesos de adaptación dinámica entre la oerta y lademanda de uerza de trabajo, avorecer la ormación y reconversión proesional así como la adaptación de losrecursos de mano de obra a las necesidades del sistemaproductivo”. Al denirse así la política de empleo, lamisma debe insertarse como condición necesaria en

un proceso de crecimiento “rico en empleos” (porqueel estancamiento y la recesión destruyen empleos),impulsado por un cambio cientíco y tecnológicoorientado hacia la innovación en cuanto a los procesos(que aumentan la productividad, reducen los costos y mejoran la calidad) y sobre todo para dar lugar a nue- vos productos (que aumentan la demanda de uerza detrabajo más calicada) y brindan la posibilidad de am-pliar el mercado tanto interno como externo. Estos dosconceptos deben situarse en el contexto de economíasde mercado reguladas –en mayor o menor medida– porel poder público, que procuran satisacer las necesida-des esenciales de la población y están sometidas acrecientes exigencias en materia de competitividadentre países.

Por otra parte, la clasicación de políticas deempleo activas y pasivas es la más usada por la Or-ganización de Cooperación y Desarrollo Económico(OCDE), el “club de los países ricos”, con sede enParís. Se puede observar recientemente un cambioen cuanto a las estrategias de empleo promovidaspor ese organismo (el “job study” elaborado por elDepartamento Económico y la “Estrategia para elempleo de la OCDE” de 1994), que partiendo de larecomendación de políticas de reducción de los

costos laborales y de exibilización inspiradas enla teoría neoclásica, hicieron luego una revisión

a comienzos del siglo XXI, cuando comenzaron areconocer que las mismas no tuvieron un impactopositivo para reducir el desempleo y han ido toman-do en cuenta progresivamente las consecuenciassobre el empleo del débil crecimiento económico,de los planes de ajuste que tratan de contener lainación mediante la reducción de la demanda y de las presiones de la competencia internacionaldebido a la nanciarización y la mundialización. Demanera sintética y tentativa denimos las “políticasactivas como aquellas que con una perspectiva demediano y largo plazo, y actuando al mismo tiemposobre la oerta y la demanda de uerza de trabajo,

se proponen reducir el desempleo haciendo rentede manera durable a las causas macroeconómicasestructurales y además promover la generaciónde nuevos empleos”. Por el contrario, las políticaspasivas serían “las que prioritariamente ponen elacento en el comportamiento de la oerta de uerzade trabajo, operan por lo general en el horizonte dela coyuntura o de ciclos cortos (aunque pueden darlugar a eectos), proporcionan subsidios y políticassociales a los desempleados y procuran contener eldesempleo mediante el incremento de la poblacióneconómicamente inactiva y la reducción de la oerta

de uerza de trabajo”. El secreto del éxito de laspolíticas de empleo depende de la coherente combi-nación y coordinación de ambos grupos de políticas.

Como tendencia general puede observarse anivel internacional, y esencialmente en los PaísesCapitalistas Industrializados (PCI), que con lascrisis de los “Estados de bienestar” se ha ido re-duciendo la prioridad asignada inicialmente a laspolíticas pasivas y aumentando la correspondientea las políticas activas, que consiste básicamente enestimular a los desocupados para que salgan de lainactividad, no pierdan la propensión a trabajar y busquen más intensamente un empleo por interme-dio de los servicios públicos de empleo, ya sea conamenazas de sanciones (la interrupción de los sub-sidios) o con estímulos monetarios (para que ante laposibilidad de aumentar sus ingresos en un empleono se resignen a aceptar en permanencia su calidadde beneciarios del seguro contra el desempleo o delas políticas sociales de carácter asistencial).

Las políticas de empleo no surgen en el vacío,sino que son determinadas y condicionadas por unalarga nómina de políticas macroeconómicas y dereormas estructurales, pues el mercado de trabajoes una variable dependiente del modo de desarrollo;

este a su vez es el resultado del régimen de acumu-lación orientado por las ormas institucionales del

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políticas dE EmplEo: una visión sintética dE largo plazo (1989-2011)  > 7 7

modo de regulación dentro de las cuales el derechodel trabajo juega un papel decisivo. Después de lascrisis de los años ’70 y de los subprimes de 2008, elpapel del Estado como empleador y como promo-tor del empleo ha sido revalorizado para ormularpolíticas especicas de empleo.

De manera general, entre las principales políticaspasivas de empleo cabe destacar el seguro contrael desempleo, las políticas de seguridad social,demográcas y de género, para reducir la presiónde la oerta de uerza de trabajo, controlando losprocesos inmigratorios y estimulando los retiros

 voluntarios y jubilaciones anticipadas. Por su parte,

 Las políticas de empleo no surgen en el vacío, sinoque son determinadas y condicionadas por una larganómina de políticas macroeconómicas y de reormasestructurales, pues el mercado de trabajo es unavariable dependiente del modo de desarrollo.

problemas y su jerarquía en términos de gravedad y de urgencia. Dentro de los sectores más vulnera-bles y que constituyen poblaciones objetivo de laspolíticas de empleo están los jóvenes desertoresdel sistema educativo sin diplomas ni ormaciónproesional, las mujeres jeas de hogar con amilia acargo y las que tratan de retomar el trabajo luego deuna larga interrupción de la actividad (debido a lamaternidad y el cuidado de niños de corta edad), lostrabajadores de mayor edad, que ueron despedidospor los procesos de reestructuración productiva

 y el cierre de empresas, los desocupados de largaduración, los trabajadores migrantes con bajo nivelde calicaciones, y las personas desocupadas quereciben una ayuda social y son víctimas del procesode “estigmatización”.

Para ser ecaces se requiere lograr un consenso y la concertación tripartita (como postula la OIT),para que en su ormulación participen los traba-

 jadores, además de los empresarios y el Estado. Veamos a continuación y de manera sintética las

principales políticas de empleo en cada uno de losperíodos de la historia reciente como resultado de

las investigaciones realizadas en el CEIL-PIETTE delConicet.

las políticas activas incluyen medidas para proteger y para promover el empleo, con diversas orienta-ciones, entre ellas, el uncionamiento del ServicioPúblico de Empleo, los subsidios a empresas paraque creen nuevos empleos netos, la disminución delos costos laborales a cargo de los empresarios sindisminución del salario nominal y de las contribu-ciones al sistema de seguridad social, las reormaslaborales neoliberales orientadas a exibilizar larelación salarial y a precarizar el uso de la uerza detrabajo por medio de la erosión de la estabilidad y de la seguridad en el empleo, y los cambios en lasrelaciones colectivas de trabajo para disminuir elpoder de los sindicatos al descentralizar el nivel dela negociación colectiva.

Dada la naturaleza del problema, y más que otras,las políticas de empleo requieren estar apoyadas ennormas (derecho del trabajo y de la seguridad socialcon una orientación “pro operario”, que promue-

 van los empleos seguros, estables y de calidad) einstituciones (básicamente el Ministerio de Trabajo,Empleo y Seguridad Social –MTEySS–), contar conun sistema de inormación estadística objetiva, así

como estudios e investigaciones sobre el trabajo y el empleo, que permitan la identicación de los

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7 8 >   julio nEa

Período 1989-1999La Ley Nacional de Empleo (LNE) Nº 24.013, adoptada en 1992, creó elFondo Nacional de Empleo, con el cual se nancia hasta nuestros días lamayoría de las políticas y el Consejo Nacional del Salario, el Empleo y laProductividad, organismo que jó el salario mínimo vital y móvil en 200pesos desde 1991 hasta 2003. La ley 24.013 creó cuatro ormas promovi-das de empleo, legitimando la instauración de empleos precarios.

En ese periodo se adoptaron en total 41 políticas vinculadas al sector.Pocas de las cuales ueron de gran magnitud (Programa Intensivo de Tra-bajo, Proyecto Joven, Proyecto Trabajar I, II y III, y Servicios Comunitarios).

En su mayoría se dirigieron al sector público y al sector no mercantilde la economía, y con excepción de las cuatro nombradas, beneciarondurante un corto período de tiempo a un sector reducido de personascompuesto por los grupos más vulnerables. Los puestos de trabajo crea-dos ueron de carácter temporario y de naturaleza precaria y su evoluciónestuvo marcada por los ritmos electorales. Más que políticas de empleo,eran políticas de asistencia social para contribuir a la sobrevivencia deesos trabajadores y sus amilias brindando la ocasión de acceder a unaocupación que no tenía el carácter de una relación salarial. Se tratabade políticas ocalizadas, de contenido parcial, cuyos beneciarios seseleccionaban recuentemente siguiendo criterios políticos clientelistas

 y nepotistas. Las mismas tuvieron poco impacto para crear empleosestables en las actividades económicas privadas.

Utilizando las categorías arriba mencionadas, se trataba de políticas

 Después de lascrisis de losaños ’70 y de lossubprimes de 2008,el papel del Estadocomo empleador y como promotor 

del empleo ha sidorevalorizado para ormular políticasespecícas deempleo.

1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999

 Trabajar I (1año)

 Trabajar II (1año)

 Trabajar III(Continua)

Crédito fiscal (Continua)

Serv.

Comunitarios I (1año)

Serv. Com. II(1año)

Serv.

Com. III (cont.)

Prog.

Colocaciones (1año)

Reconversión

laboral (2 años)

Mov. Geográfica (2 años)

Acc. Esp. de

empleo (Continua)

Proempleo (2 años)

 T. protegidos deprod. (1año)

 T. protegidos de

prod. II (1año)

Ap. a busq. De

empleo (Continua)

Cap. Laboral

por rama o sector (Continua)

Mujeres de bajos

Ingresos (continua)

 

1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999

 

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políticas dE EmplEo: una visión sintética dE largo plazo (1989-2011)  > 7 9

pasivas, que no tomaron en cuenta la demanda delsistema productivo, y cuya decisión, nanciamiento

 y control estuvo a cargo del MTEySS, que adaptósu estructura uncional para promoverlas y con-trolar su ejecución: creó la Secretaría de Empleo y Formación proesional, varias gerencias regionalesde empleo, y con recursos del BID, BM y OIT secontrató personal proesional que se especializó enel tema.

Pero la ejecución estuvo generalmente a cargo deONGs, instituciones de la sociedad civil, sindicatos

 y municipios, habida cuenta de la desconanzaexistente sobre la ecacia de la burocracia estatal.

Periodo 1999-2001Luego de la asunción del gobierno de la Alianza,las políticas de empleo adoptan otra conguración.El acento se pone en la promoción de microem-prendimientos productivos y las que se proponíanaumentar la empleabilidad de los beneciarios. Losprogramas mas importantes del primer tipo ueronel Programa de Empleo Local (PEL), Desarrollo y Em-

pleo Local (DEL) I, II, III, IV y V, el Programa Crear Trabajo y el ProgramaRedes. Entre los programas para aumentar la empleabilidad se destacanFormujer, Nosotras, y el Programa Especial de Capacitación Laboral.

 Varios de los programas ponían como condición que la mayoría de losbeneciarios ueran mujeres. Una característica distintiva del período,como condición, ue la necesidad de ormular proyectos para solicitar losrecursos, promoviendo la acción de ONGs. La conección de los mismosno siempre estaba al alcance de los potenciales beneciarios y por sucomplejidad requería la intervención de trabajadores sociales o de uncio-narios. Otra novedad respecto del período anterior ueron dos programasque otorgaban créditos para impulsar el crecimiento de las pymes, esdecir, hacia el sector de la economía mercantil.

 A dierencia del período anterior, se observa desde entonces unamayor intervención del Ministerio de Desarrollo Social en la ormulaciónde proyectos con impacto sobre el empleo, dada la diícil situación social.Como se orientaban a promover la creación de empleos y aumentar laempleabilidad, se trataba de políticas mixtas, combinando dimensionespasivas y activas.

Por la reducida duración de este período de gobierno, tanto la canti-dad de políticas, el numero de beneciarios y los montos presupuestariosueron sustantivamente menores que durante la primera etapa de laconvertibilidad y disminuyendo paulatinamente hasta el momento de lacrisis y posterior caída del gobierno a nes de 2001.

1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999

PIT (2 años)

PRIDIS (2 años)

PROEDIS (3 años)

PROCOPA (1 año)

PROAS (3 años)

PRONAPAS (2 años)

PEP (1 año)

PEP/PYME (3 años)

PRENO (2 años)

 Talleres

Ocupacionales (3 años)

Capacitación

Ocupacional (3 años)

ASISTIR (2 años)

PARP - PI (2 años)

PARP - PM(2 años)

PARP - PJ (7 años)

Aprender (2 años)

Apoyo a la

Reconversión

de la Esquila (2 años)

Forestar(Continua)

Emprender (3 años)

DEL I (2 años)

DEL II(Continua)

Capacitación

p/ el Empleo (1 año)

 

1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999

 

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8 0 >   julio nEa

Trabajo autogestionado y microempresa, Fortalecimiento de entramadosproductivos).

Otras políticas se orientaron a la prevención del desempleo, la regu-larización del trabajo no registrado, el otorgamiento del subsidio pordesempleo (a 1.615.803 desocupados) o el pago único por seguro dedesempleo. Cabe señalar el programa de recuperación productiva (Repro)que otorga subsidios a los empleadores condicionados a su decisión de no

despedir en caso de crisis o recesión (184.569 beneciarios) y el ortaleci-miento del servicio público de empleo promoviendo, brindando asisten-cia técnica y nanciamiento, la creación de más de 350 ocinas munici-pales de empleo. Además, varios programas especícos se orientaron alsector agropecuario (para hacer rente a emergencias climáticas, sostenerpequeños productores rurales y el Interzara), y un número importante deprogramas estuvieron dirigidos a trabajadores con capacidades dierentes

 y a la creación de talleres protegidos.Una de las particularidades del período de la posconvertibilidad con-

sistió en la activa intervención del Ministerio de Desarrollo Social parananciar y gestionar programas como el PJyJHD que llegó a beneciarcasi 2.000.000 de personas en mayo de 2003, el Plan Familias (que llegoa involucrar a más de 400.000 personas) hacia el cual se transrieronbeneciarios del PJyJHD, el Plan de Desarrollo Local y Economía Social“Manos a la Obra” y el Plan Argentina Trabaja, que promueve la creaciónde cooperativas de trabajo mediante el cual aproximadamente 150.000personas llevan a cabo tareas de utilidad social en un número considera-ble de municipios estratégicos.

En síntesis, se adoptaron políticas y programas de empleo activos y pasivos, en las cuales adquirió relevancia la terminalidad educativa y laormación proesional, se tomó más en cuenta la demanda del sectorprivado cuando se buscaba aumentar la empleabilidad; las inuenciasdel clientelismo y del nepotismo para la asignación de los planes se vancontrolando, el Estado volvió a asumir el papel de empleador, y en ormaarticulada con otras dependencias (ANSeS y AFIP) se implementó una

política para regularizar el trabajo no registrado.

Período 2002-2011Las políticas y programas de empleo del MTEySS,que adoptó el gobierno provisional del doctorDuhalde primero y posteriormente los gobiernosconstitucionales de los doctores Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, se dierencian delos que analizamos en los párraos precedentes porsu magnitud, sus orientaciones y características.

 Así, las políticas públicas, pasivas y activas,diseñadas e implementadas en este período con-tribuyeron a elevar el nivel de educación, ormaciónproesional y competencias laborales de los deso-cupados, a acilitar el acceso a inormación a travésde las ocinas municipales de empleo y a orecerrecursos para que los desocupados se instalaran porsu propia cuenta o crearan empresas. Se destacaen este período la emergencia de políticas activascomo el SCyE, el Subsidio por desempleo, el Pro-grama Jóvenes con Más y Mejor Trabajo (PJMyMT),

 y el Repro, para promover la creación de empresas y la generación de empleos netos en el sector privado.

El Plan Jeas y Jees de Hogar Desocupados(PJyJHD), el Seguro de Capacitación y Empleo(181.722 beneciarios) y el PJMyMT (107.573 bene-ciarios) combinaron las pasantías, los procesos deaprendizaje y las políticas de terminalidad educativacon incentivos monetarios. En el período continua-ron ejecutándose los PEC (939.874 en total), DEL(11.154 beneciarios) y se adopto el programa deinserción laboral (PIL) con varios componentes(promoción del autoempleo, inserción en el sec-tor privado y en el sector público). Otros programase dedicaron a la creación y ortalecimiento de

unidades productivas (Herramientas por trabajo,

Año 1999 Año 2000 Año 2001 Año 2002 Año 2003

Programa deemergencia Laboral (4 años)

Programa Emplear PyM E (1año)

Programa Nosotras (2años)

Programa FORMUJER (3años)

Programa DEL(Continua)

Programa Especial de

Capacitación Laboral (2años)

Programa Crear Trabajo (3años)

Programa de Capa-

citación Sectorial (2años)

Programa REDES (3años)

 

1999 2000 2001 2002 2003 

.2 gf e e ee 1999-2002

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políticas dE EmplEo: una visión sintética dE largo plazo (1989-2011)  > 8 1

Progresivamente, el combate al desempleo y al tra-bajo en negro pasó a ormar parte de los contenidosde otros ministerios, y en especial de Economía y Finanzas Públicas, Planicación e Inraestructura y Desarrollo Social. A dierencia de los otros perío-dos, durante 2002-2011 un crecimiento económicoimpulsado por un nuevo modelo de desarrolloue creador de empleos, se reormó el derecho deltrabajo para controlar las anteriores tendencias ala exibilización y reducción del costo laboral, y elMTEySS adaptó su estructura para cumplir su papelde agente activo del empleo. Pero la tarea no haconcluido, pues todavía son escasos los procesosde evaluación de los resultados y de los procesosde implementación, la acción de los sindicatos en

la implementación es reducida, los empleadoresno han asumido plenamente el papel de activosgeneradores de empleo, el desempleo todavía per-manece por encima del 7 por ciento de la PEA y el35 por ciento de los asalariados no está registrado,quedando sin protección social. Queda por delantela inmensa tarea de activar las políticas pasivas,sin usar amenazas o castigos, para promover quelos actuales beneciarios de las políticas laborales

 y sociales que todavía son “empleables” vuelvana ormar parte de la población económicamenteactiva antes de pasar a la condición de desocupados

de larga duración inempleables y quedar excluidos.El trabajo y el empleo son los grandes integradoressociales. Su ausencia no es sólo de ingresos, provocaun deterioro ísico, psíquico y mental. La vida hu-mana está allí en juego.

ConclusionesEl desempleo y subempleo bajo todas sus ormas,la precarización, el empleo no registrado (o en “ne-gro”), y sus consecuencias, la pobreza, la indigencia

 y la exclusión social a donde conduce el desempleode larga duración, constituyen el nuevo y dramáticocontenido de la “cuestión social”. No es un problemacuya solución dependa exclusivamente del Estadosino de la sociedad en su conjunto.

 Durante 2002-2011 un

crecimiento económicoimpulsado por un nuevomodelo de desarrollo uecreador de empleos, se reormóel derecho del trabajo paracontrolar las anteriorestendencias a la fexibilización y reducción del costo laboral, y el MTEySS adaptó su estructura para cumplir su papel....

PJyJHD(Continua)

SCyE (Continua)

PJMyMT (Continua)

PEC (Continua)

DEL(Continua)

Empleo

 Transitorio en

Obra Pública

(Continua)

Herramientas

por trabajo (3 años)

REPRO(Continua)

Manos a

la obra* (Continua)Plan Arg.

 Trabaja * (Continua)

2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010

* pm d m diñd jtd Miniti d D si d Nión

 

.3 gf e e ee 2002-2010

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8 2 >   www.eeee.. 

la ExpEriEncia dEl obsErvatoriodE trabajo inantil y adolEscEntE

 anahí aizpuruSocióloga.Coordinadora del OTIA

virginiatEdEschi Abogada UBA

Echar luz sobrE

El trabajo inantil

El trabajo inantil constituyE una dE las

ormas más ExtEndidas dE vulnEración dEdErEchos dE niños, niñas y adolEscEntEs. lagEnEración y El análisis dE la inormación EsclavE para la Elaboración dE políticas públicasquE ayudEn a rEsolvEr EstE problEma.

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> 8 3

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8 4 >   anahí aizpuru virginia tEdEschi

E

 l trabajo inantil constituye una de lasormas más extendidas de vulneraciónde derechos de niños, niñas y adoles-centes. El deterioro de los indicadores

sociales y particularmente del mercado de trabajo poneen evidencia nuevos aspectos de la “cuestión social”;los niños cargan con el mayor costo de la pobreza y en muchos casos son los que proveen la mano de obrasustituta o complementaria para cubrir las necesidadesde los hogares.

La complejidad del enómeno responde amúltiples determinantes y a algunas particulari-dades. Entre los primeros, se reconocen principal-mente actores económicos, políticos y culturales.

Entre las particularidades, se distingue la “invisibi-lidad” del trabajo inantil vinculada a actividadesocultas como el trabajo doméstico o el que sedesarrolla en talleres clandestinos, por ejemplo, la“naturalización” del problema que reproduce ideasasociadas a la inevitabilidad de la pobreza o al valorormativo del trabajo, y por último, la “negación”de quienes contratan a niños y resisten la sanciónsocial o legal.

La necesidad de dar una respuesta adecuadapara la puesta en marcha de programas y proyectosde prevención y erradicación del trabajo inantil

requiere, por lo tanto, de diagnósticos precisos.Por eso, la investigación sobre trabajo inantildebe abarcar el problema en toda su extensión,desde un enoque interdisciplinario y comple-mentando distintas metodologías. En primer lugares preciso avanzar en la medición de cuántos niños

 y niñas trabajan, conocer las características de lasactividades que realizan, así como su entorno a-miliar y social. También es preciso indagar sobre losdistintos condicionantes que se presentan y sobrelas percepciones que los distintos actores socialesconstruyen sobre el enómeno.

La inormación como insumopara la toma de decisionesEl Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social(MTEySS) desde el año 2003 encara su accionarplanicando y diseñando la política pública de lamano de la generación y análisis de inormación

 y conocimiento. Prueba de ello ha sido la jerar-quización que se le otorga al área del MTEySS quese ocupa de los estudios laborales (producciónde datos, estudios sobre la dinámica del empleo,el mercado laboral y la seguridad social). En este

sentido, y a eectos de atender nuevas problemáti-cas sociolaborales, el MTEySS crea, en el año 2004

 y en el ámbito de la Subsecretaría de Programación Técnica y EstudiosLaborales, el Observatorio de Trabajo Inantil y Adolescente (OTIA) paracontribuir a la generación de diagnósticos precisos sobre trabajo inantilque permitan denir políticas y programas, así como dar seguimiento y reorientar acciones.

Para el MTEySS la prevención y erradicación del trabajo inantil y laprotección del trabajo adolescente constituyen una prioridad en materiade política pública. A modo de ejemplo pueden mencionarse distintasexperiencias, como la conormación de la Comisión Nacional para laErradicación del Trabajo Inantil (CONAETI), espacio del que participanrepresentantes de distintas áreas del gobierno nacional, del sector sindi-cal y empleador, del episcopado argentino y, en calidad de asesores, OIT

 y Unice. El diseño de un Plan Nacional que uera consensuado entre laCONAETI y las distintas jurisdicciones a través de la participación de lasComisiones Provinciales para la Prevención y Erradicación del TrabajoInantil (COPRETI) y la conormación de una Red de Empresas para la

prevención y erradicación del trabajo inantil. El trabajo articulado entreestos actores ha permitido desde hace unos años la ejecución del Pro-

 El trabajo inantil sólo

 podrá erradicarse si todoslos actores ejercen un rolresponsable y proactivoque implique un mayor apego a la ley.

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Echar luz sobrE El trabajo inantil  > 8 5

grama Jardines de Cosecha en Salta, Jujuy y Men-doza, para la atención y cuidado de niños y niñas,hijos de trabajadores rurales.

El trabajo inantil sólo podrá erradicarse si todoslos actores ejercen un rol responsable y proactivoque implique un mayor apego a la ley. Es undamen-

tal desarrollar una acción ecaz dirigida a aquellosempresarios que con total conocimiento se sirvende niños, niñas y/o adolescentes sin respetar sucondición de tales, incluso en sectores que ostentanalta rentabilidad.

 Actualmente se viene trabajando en el ortaleci-miento de las áreas de scalización comprometidasen el control y sanción y también se intenta involu-crar y comprometer a sindicatos y empleadores enla tarea. En este proceso y con el n de cumplir conla legislación vigente surgen nuevas herramientascomo: la incorporación de cláusulas en la negocia-

ción colectiva, los convenios de corresponsabilidadgremial en materia de seguridad social (decreto1370/08) y regulaciones sobre condiciones de tra-bajo para trabajadores agrarios, cíclicos y estaciona-les (Resolución CNTA 11/1/2011).

¿De qué hablamos cuandohablamos de trabajo inantil?Acerca de su conceptualiza-ción y el marco normativoLa conceptualización sobre trabajo inantil haido cambiando y en cada momento histórico hantenido lugar distintas ormas de regular y legislarsobre el mismo. Los debates sobre la denición delproblema han girado en torno a sus alcances y a susormas de intervención. Una primera aproximaciónal trabajo inantil lo homologa con el trabajo adulto

 y por lo tanto con las ormas de protección quedeberían contemplarse en torno al mismo. Sinembargo, la participación de niños, niñas y adoles-centes en actividades económicas y no económicascompite con la escolaridad y con el disrute plenode sus derechos. En este sentido, nuestro país haavanzado en la denición del enómeno en su am-

plitud y en un marco regulatorio especíco.En la República Argentina la CONAETI considera

como trabajo inantil a toda actividad económica y/o estrategia de supervivencia, remunerada o no,realizada por niñas y niños por debajo de la edadmínima de admisión al empleo o trabajo, o queno han nalizado la escolaridad obligatoria o queno han cumplido los 18 años si se trata de trabajopeligroso.

Esta denición implica un principio muy estrictorespecto del trabajo inantil, ya que incluye las es-trategias de supervivencia y subraya la escolaridad.La Ley 26.390 de Prohibición del Trabajo Inantil y Protección del Trabajo Adolescente (2008) establececlaramente que el trabajo de niñas y niños menoresde 16 años está prohibido y el de los/as adolescen-tes hasta los 18 años, protegido –jornada laboralreducida respecto de la de los adultos, prohibicióndel trabajo nocturno y de realización de tareaspeligrosas–.

La normativa reerida al trabajo de niñas y niñosse enmarca en la doctrina de protección integral dederechos que establece la Convención Internacio-nal sobre los Derechos del Niño y la Ley 26.061 de

Protección Integral; también en los Convenios de laOIT Nº 138 sobre Edad Mínima de Admisión al Em-

 En la República Argentinala CONAETI considera comotrabajo inantil a todaactividad económica y/oestrategia de supervivencia,remunerada o no, realizada por niñas y niños por debajode la edad mínima de

admisión al empleo o trabajo,o que no han nalizado laescolaridad obligatoria o queno han cumplido los 18 años sise trata de trabajo peligroso.

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8 6 >   anahí aizpuru virginia tEdEschi

pleo y el Nº 182 sobre Peores Formas de Trabajo Inantil, ambos ratica-dos por la Argentina. Por otra parte, la Ley 26.206 de Educación Nacional(2006), consagra la educación como un derecho social, la obligatoriedadde la educación secundaria y del ciclo de 13 años de escolaridad.

Avances en la comprensión del problema,la Encuesta de Actividades de Niños, Niñasy Adolescentes. Principales resultadosLos datos cuantitativos más recientes sobre trabajo inantil provienende la Encuesta de Actividades de Niños, Niñas y Adolescentes (EANNA),

relevada en 2004 y 2006. Este estudio permitió dimensionar la magnituddel trabajo inantil y caracterizar las actividades que realizan NNyA.Con el objeto de dar cuenta de las distintas maniestaciones de la

problemática se denen operacionalmente tres categorías para mediractividades económicas y no económicas: trabajo (genera bienes y ser-

 vicios para el mercado), producción para el autoconsumo (cuidado de lahuerta o autoconstrucción, por ejemplo) y tareas domésticas intensas (serealizan en el propio hogar en una cantidad de horas que compiten con eldescanso y el buen desempeño escolar).

Los resultados del estudio muestran que la mag-nitud del trabajo inantil es un enómeno amplia-mente diundido entre niños, niñas y adolescentesen la Argentina. En las áreas cubiertas por laEANNA-2004, donde habita la mitad de la poblacióndel país, se registra que el 6,5% de los niños de 5a 13 años trabaja, un 4,1% produjo bienes para elautoconsumo y el 11,4% realizó tareas domésticaspor diez horas semanales o más. En el grupo deadolescentes de 14 a 17 años, la proporción que

trabaja se eleva al 20,1%, el 6,6% realizó actividadesproductivas para el autoconsumo y el 11,4% eectuótareas domésticas intensas por quince horas sema-nales o más.

Con respecto al género, los varones trabajan y producen para el autoconsumo con mayor recuen-cia que las mujeres, pero estas participan en mayorgrado en tareas domésticas intensas.

 Al considerar el área de residencia (rural o ur-

 Ayudando alos padres u

otrosfamiliares,

60,6 %

Por supropiacuenta,31,6 %

Para unpatrón,6,1 %

Otro,1,7 %

% NIÑOS Y NIÑAS DE 5 A 14 AÑOS QUE TRABAJARONsegún categoría ocupacional

 Ayudando alos padres u

otrosfamiliares,

42,1 %

Por supropiacuenta,28,9 %

Para unpatrón,27,6 %

Otro,1,5 %

% ADOLESCENTES DE 14 A 17 AÑOS QUE TRABAJARONsegún categoría ocupacional

 

% NIÑOS Y NIÑAS DE 5 A 13 AÑOS QUE TRABAJAN

6,48,0

Área urbana Área rural

% ADOLESCENTES DE 14 A 17 AÑOS QUE TRABAJAN

19,1

35,5

Área urbana Área rural

Fnt: eaNNa 2004, MTess/INDec.

 

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Echar luz sobrE El trabajo inantil  > 8 7

bana), se advierte una mayor incidencia del trabajoinantil y adolescente en el área rural, agravada enmuchos casos por las tareas que realizan en cultivos

 y cosechas, expuestos a agroquímicos y a otrospeligros. La orma de pago, a destajo, promueveestas modalidades al involucrar a la amilia rural ensu conjunto.

Por otra parte, al analizar las trayectorias educa-tivas de los niños y adolescentes trabajadores se ad-

 vierten los eectos negativos de la inserción laboraltemprana sobre la escolaridad. Si bien la coberturadel nivel primario es casi universal, se presentan die-rencias en el rendimiento escolar entre los niños/asque trabajan y aquellos/as que no lo hacen.

En los adolescentes, además, se maniesta unalto índice de abandono escolar. Un 25% de quienes

trabajan, no asiste a la escuela, y, aquellos queasisten, tienen más dicultades escolares (repiten deaño con mayor recuencia y tienen aún más elevadosíndices de ausencias y llegadas tarde a la escuela).

Con respecto al perl ocupacional de losniños/as que trabajan, en el área urbana predomi-nan la ayuda en un negocio o taller, la recolecciónde papeles y/o cartones, la venta en las calles, losmandados o trámites a cambio de pago, el cuidadode niños o personas mayores, el trabajo domésticopara terceros. En las áreas rurales, por su parte,prevalece la ayuda en ncas, cortar el pasto, cuidar

animales, cultivar y/o cosechar para la venta,atender hornos de ladrillos, trenzar tabaco.La orma principal de trabajo entre los niños,

niñas y adolescentes es la ayuda en el trabajo de lospadres u otro amiliar, en la categoría de trabajadoramiliar. Los que se declaran como “cuenta propia”,es decir, los que trabajan solos, constituyen ungrupo más pequeño que resulta signicativo por suespecial vulnerabilidad.

Cabe señalar que el grado de protección medido porla percepción de benecios laborales es sumamenteescaso para los trabajadores adolescentes. Nueve

de cada diez adolescentes trabajadores carecen detodo benecio laboral.La inserción temprana en el mundo del traba-

 jo compite claramente con la permanencia y elrendimiento en la escuela, aectando los logrosescolares y las posibilidades uturas para la inser-ción en empleos de calidad. De esto se desprendeque el trabajo inantil alimenta el círculo vicioso dela pobreza.

niños, niñas y adolEscEntEs quE asistEn o sistiEron a la EscuEla por grupo dE Edad ycondición laboral (1) sEgún condición dE asistEncia ( t see. 2004. pee )

ae 97,2

 

Fnt: eaNNa, MTess/INDec

14 17

trabaja no trabaja

5 13

trabaja no trabaja

97,6 74.4 88,3

ree 29.7 12.6 43.3 26,5

ie eee 19,8 9.2 25,8 12.8

le eeeeee 18,7 11.3 22.2 13,1

 

(1) Tjn n mn d fni

Se advierte una mayor incidencia del trabajoinantil y adolescente enel área rural, agravada enmuchos casos por las tareasque realizan en cultivosy cosechas, expuestos aagroquímicos y a otros peligros.

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8 8 >   anahí aizpuru virginia tEdEschi

Avances y desaíos delObservatorio de TrabajoInantil y AdolescenteLa tarea principal del OTIA es suministrar datosútiles para el diagnóstico y la intervención. LaEANNA constituyó un avance signicativo para

contar con inormación e indicadores sobre la inci-dencia y características del trabajo inantil y adoles-cente en nuestro país. Sin embargo, ue necesariocomplementar la inormación con la realización deestudios cualitativos que proundizan sobre otrosaspectos del trabajo inantil.

Uno de los ejes de trabajo que desarrolla el OTIAa solicitud de las COPRETI, es la realización deactividades de capacitación y asistencia técnica en eluso de instrumentos de recopilación de datos que deorma relativamente rápida permitan que se cuentecon inormación sobre la situación del trabajo inan-

til y/o adolescente en ciertos sectores productivoso en ciertas áreas provinciales o regionales relativa-mente pequeñas. La importancia de estos estudios,

u ee e e

E E r e t i e bee coprEti e j e e , eee (nna) e e ee , e ee e e ee e .

ie-. de ee ee e ef ee e e ee e eef e nna e . l e e eeef e e, e e e, p e a eef e e e

e e e e e e . Ee e e e e:- e e e e e e e e ee, e -e e e, e e e ,  e e e / ee-e, e (E p);- e e e e , eee e ee e e e (l. g. s m); - e e e , e e ee e e e nna (s pe).

a dierencia de las encuestas a hogares, es quepermiten obtener inormación especíca a un costomuchísimo menor y que son sumamente útiles para

la toma de decisiones.Entre los desaíos que se presentan a la hora de

avanzar en un sistema integral de inormación so-bre trabajo inantil se requiere contar con indicado-res periódicos y complementar los diagnósticos conel diseño de sistemas de monitoreo y evaluaciónsistemática de programas y proyectos.

En la actualidad se cuenta con un conjunto deherramientas que pueden ser utilizadas para eldiseño de instrumentos en relevamientos especícos

 y para avanzar en la comprensión de la realidad deltrabajo inantil a nivel local. Se han realizado estudios

rápidos en algunas modalidades de trabajo inantilque cada COPRETI denió de acuerdo con las par-ticularidades locales, por ejemplo, basurales en Jujuy.

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Echar luz sobrE El trabajo inantil  > 8 9

Consideraciones fnalesEn los últimos años nuestro país ha avanzado enel ortalecimiento de un importante andamiaje

institucional y legal relativo a la problemática deltrabajo inantil. La creación de la CONAETI y de lasCOPRETI en la mayoría de las provincias argenti-nas, el diseño de un Plan Nacional y la actualizaciónde la normativa, dan cuenta de ello.

 Al mismo tiempo se ha alcanzado una mayorcomprensión del problema. En la actualidad lasacciones del OTIA dan cumplimiento a uno de losobjetivos del Plan Nacional para la Prevención y Erradicación del Trabajo Inantil: “Promover, sos-tener y aanzar un sistema integral de inormaciónpermanente sobre trabajo inantil”.

Para el MTEySS la prevención y erradicación deltrabajo inantil y la protección del trabajo ado-lescente constituyen una prioridad en materia depolítica pública. Así, se han puesto en marcha accio-nes, políticas y programas donde se promueve unanueva orma de gestionar y denir las actuacionespúblicas en el abordaje del trabajo inantil convo-cando a una amplia articulación entre jurisdiccio-nes y entre actores sociales, económicos y políticos.

Por último, la planicación de una estrategianacional que impulse un modelo de protecciónde derechos en base al desarrollo económico, laredistribución de la riqueza, el trabajo decente paralos adultos y la inclusión social, es el marco prin-cipal para enrentar el problema. En este sentido,las políticas macroeconómicas han contribuidotanto a la recuperación del empleo y de la calidaddel mismo como al ortalecimiento del sistema deseguridad y protección social que en la actualidadse propone desde el enoque de derechos, marco enel cual se plantea la Asignación Universal por Hijo(AUH), principal política en avor de la protecciónde niños, niñas y adolescentes.

E We e otia: www.../  e e e e e e , e e. se e e e eee: n, ce e e-, E p .

 El grado de protección

medido por la percepciónde benecios laborales essumamente escaso para lostrabajadores adolescentes. Nueve de cada diezadolescentes trabajadorescarecen de todo beneciolaboral.

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9 0 >   www.eeee.. 

reportajes audiovisuales

a partir dE la prEsEntE Edición, nuEstra

rEvista incorpora un nuEvo ormato

dE rEportajEs. cada nuEvo númEro irá

acompañado, En nuEstra página WEb

(WWW.vocEsEnElEnix.com), dE una

sEriE dE trEs EntrEvistas quE abordan,

a través dEl lEnguajE audiovisual,

las ExpEriEncias dE distintos actorEs

socialEs vinculados a la tEmática

cEntral dEl volumEn.

E e , e e e , e ee e ee e beae, eee e e ee ee   e (te 58), ee e mee te E (mtE), ee

e e ee eee e e e e e: e ee ee e e e e e e e, e e e ee ee e e.Ee e e ee e eee ee

 e e e e e e .

El reportaje nos muestra un día en la vida de dos recu-peradoras urbanas, término que reemplaza a la palabracartonera/o a partir de un acuerdo rmado con elGobierno de la Ciudad de Buenos Aires y que regula suactividad.Cuestiones muy sensibles como la eliminación deltrabajo inantil, el reconocimiento de los vecinos, lasolidaridad entre las trabajadoras y trabajadores, laposibilidad de contar con un jardín maternal y lasganas de seguir estudiando y creciendo, sumadas a laposibilidad de contar con una obra social y aportes ju-bilatorios, son algunas de las mejoras experimentadasen lo cotidiano que hacen a la percepción de tener, porprimera vez, un “trabajo”.Estos avances, imposibles de lograr sin la uerza que dala organización, son narrados sobre las imágenes delrecorrido que realizan diariamente por la ciudad dostrabajadoras que buscan, en lo que otros tiran, su me-dio de vida, y para quienes “querer aprender es querercrecer”, teniendo presente además que con el trabajose aprende.

aNy alFoNso Débora alFoNsoRecuperadoras urbanas. Movimientode Trabajadores Excluidos.

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rEportajEs audiovisualEs  > 9 1

 Al menos dos relatos se superponen en este reportaje.Mientras las imágenes muestran un proceso completode elaboración, desde el ingreso de la materia primahasta la obtención del producto nal, pasando portodas las etapas intermedias, el entrevistado narra lahistoria de su vida ligada a una empresa vaciada porsus dueños originales.El relato de las distintas tareas que le tocó cumplirdesde su ingreso hasta este presente que lo encuentracon unciones de administración y representación de la

Con el telón de ondo de un recorrido por las entrañasde la ciudad, este reportaje a un conductor de unaormación del subterráneo de Buenos Aires es tambiénun recorrido por los últimos 25 años de historia de unservicio público undamental para la población.El proceso de privatización del subte, que es en parte elreejo de la historia del país durante la última décadadel siglo pasado, el colapso de los medios de transportea partir de la concentración demográca, las condi-ciones laborales y las mejoras en las mismas logradasa partir de la organización de los trabajadores, son al-gunos de los temas tratados en esta entrevista que nos

muestra la vida de un trabajador como cualquier otro,pero para quien el mayor aprendizaje ue ser represen-tante de sus compañeros y contribuir, desde ahí, a serpartícipe de su destino.

cooperativa, se entremezcla con los problemas que uegenerando en los trabajadores la necesidad de organi-zarse para hacerse cargo de la empresa.

 Así, una quiebra no es vista como el nal, sino como elprincipio de algo nuevo, el inicio de un camino deaprendizaje y crecimiento personal, que nos lleva hastaun presente de trabajo y un uturo de esperanza enel cual los trabajadores sienten el orgullo de ser los due-ños de su propio destino.

WalTer bassusConductor, Metrovías (SUBTE)

luIs FIgueroaPresidente de la Cooperativa de TrabajoFrigorífco Torgelón 58 Ltda.

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