viviendo nuestra fe nº2

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VIVIENDO NUESTRA FE ¿Qué significa creer? ARZOBISPADO DE LIMA | NOVIEMBRE 2012 SUBSIDIO PASTORAL DEL ARZOBISPADO DE LIMA | AÑO DE LA FE # 02 ¿Qué es la fe? ¿Cómo podemos definir la fe? ¿Es un sentimien- to? ¿Es cumplir con determinados ritos? ¿Es un salto al vacío? ¿Es un tranquilizante ante mis pro- blemas? La reflexión de este mes se centrará en comprender un poco mejor qué es la fe para que sea una fe más madura, más sólida, y así poda- mos avanzar más seguros hacia la meta última de nuestra vida. La confianza: una actitud natural El mundo de hoy muchas veces cuestiona a las personas que tienen fe. Se les considera inge- nuas, ilógicas, supersticiosas. Parecería que para tantos hombres y mujeres de nuestro tiempo resul - ta difícil creer en algo o alguien sin poder verlo con los propios ojos y tocarlo con las propias manos. Creer y confiar en la palabra de otra persona es, sin embargo, algo natural y cotidiano; ni siquiera el más convencido ateo podría considerarse un incrédulo absoluto, pues cada vez que adquiere un producto o un alimento confía en las personas que lo han elaborado. Tal vez no creerá en Dios, pero en lo cotidiano “creerá” en muchísimas cosas y personas sin estar constantemente analizando las razones para hacerlo. Por ejemplo, cuántas veces creemos, sin cuestionar, lo que dicen los noticieros, las películas o los diarios. Más aún, le creemos a las personas que amamos, o a quienes reconocemos cierta autoridad, sin tener que estar verificando constantemente lo que nos dicen. Se- ría realmente imposible vivir si dudásemos de todo lo que se nos dice hasta que sea demostrado. El mundo, en un sentido, se paralizaría. Para el ser humano es natural creer y confiar y la fe cristiana, que implica un acto similar en cuanto es creencia y confianza, es una postura natural, que no hace a los cristianos ni ingenuos, ni ton- tos, ni ilógicos. Sin embargo, resulta comprensible que para temas más trascendentes y misteriosos exijamos mayores razones, y está muy bien que sea así. Fe: don de Dios y acto humano La disposición natural de las personas para creer y confiar encuentra una seguridad y una certeza muy grande en la virtud teologal de la fe, porque es confiar en Dios, quien nunca nos falla ni nos aban- dona, que ni se engaña ni nos puede engañar. El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice que la fe es la adhesión personal del hombre a Dios que nos ha creado a su Imagen y Semejanza y, además, ha querido revelarse, darse a conocer. Dios «habla a los hombres como amigo, movido por su gran amor y mora con ellos para invitarlos a la comunión consigo y recibirlos en su compañía. La respuesta adecuada a esta invitación es la fe» 1 . Por la fe nosotros aceptamos a Dios que se revela, aceptamos su invitación a vivir con Él. El Catecismo nos ilumina, además, dando dos ca- racterísticas muy importantes de la fe: a) En primer lugar afirma que la fe es una gracia, un «don de Dios, una virtud sobrenatural infundida por Él» 2 . Es un regalo que Dios nos da, manifes- tación inmensa de su amor. Dios no le niega nun- ca este regalo a quien lo busca sinceramente y lo pide con humildad. b) Por otro lado Dios respeta la libertad del hom- bre. La fe es también un acto humano, que depen- de de la libertad y la inteligencia del hombre que deposita su confianza en Dios y se adhiere a las verdades por Él reveladas 3 . Recordemos siempre, entonces, que como todo don divino, la iniciativa es de Dios. Él nos ama primero, y nos ofrece la gracia de la fe que ilumina nuestro entendimiento y voluntad. Como toda in- vitación, espera una respuesta. Esa respuesta al don de la fe es la aceptación libre, el asentimiento a las verdades y promesas por Él reveladas. Esto nos lleva a una pregunta que probablemente nos hemos hecho alguna vez: ¿Y cuál es el motivo por el cual creemos? En el fondo, como enseña Encuentra más información en www.arzobispadodelima.org/annusfidei

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Subsidio mensual de noviembre por el Año de la Fe, elaborado por el Arzobispado de Lima

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¿Qué significa creer?

ARZOBISPADO DE LIMA | NOVIEMBRE 2012

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A FE

# 02

¿Qué es la fe?

¿Cómo podemos definir la fe? ¿Es un sentimien-to? ¿Es cumplir con determinados ritos? ¿Es un salto al vacío? ¿Es un tranquilizante ante mis pro-blemas? La reflexión de este mes se centrará en comprender un poco mejor qué es la fe para que sea una fe más madura, más sólida, y así poda-mos avanzar más seguros hacia la meta última de nuestra vida.

La confianza: una actitud natural

El mundo de hoy muchas veces cuestiona a las personas que tienen fe. Se les considera inge-nuas, ilógicas, supersticiosas. Parecería que para tantos hombres y mujeres de nuestro tiempo resul-ta difícil creer en algo o alguien sin poder verlo con los propios ojos y tocarlo con las propias manos.

Creer y confiar en la palabra de otra persona es, sin embargo, algo natural y cotidiano; ni siquiera el más convencido ateo podría considerarse un incrédulo absoluto, pues cada vez que adquiere un producto o un alimento confía en las personas que lo han elaborado. Tal vez no creerá en Dios, pero en lo cotidiano “creerá” en muchísimas cosas y personas sin estar constantemente analizando las razones para hacerlo. Por ejemplo, cuántas veces creemos, sin cuestionar, lo que dicen los noticieros, las películas o los diarios. Más aún, le creemos a las personas que amamos, o a quienes reconocemos cierta autoridad, sin tener que estar verificando constantemente lo que nos dicen. Se-ría realmente imposible vivir si dudásemos de todo lo que se nos dice hasta que sea demostrado. El mundo, en un sentido, se paralizaría.

Para el ser humano es natural creer y confiar y la fe cristiana, que implica un acto similar en cuanto es creencia y confianza, es una postura natural, que no hace a los cristianos ni ingenuos, ni ton-tos, ni ilógicos. Sin embargo, resulta comprensible que para temas más trascendentes y misteriosos exijamos mayores razones, y está muy bien que sea así.

Fe: don de Dios y acto humano

La disposición natural de las personas para creer y confiar encuentra una seguridad y una certeza muy grande en la virtud teologal de la fe, porque es confiar en Dios, quien nunca nos falla ni nos aban-dona, que ni se engaña ni nos puede engañar.

El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice que la fe es la adhesión personal del hombre a Dios que nos ha creado a su Imagen y Semejanza y, además, ha querido revelarse, darse a conocer. Dios «habla a los hombres como amigo, movido por su gran amor y mora con ellos para invitarlos a la comunión consigo y recibirlos en su compañía. La respuesta adecuada a esta invitación es la fe»1. Por la fe nosotros aceptamos a Dios que se revela, aceptamos su invitación a vivir con Él.

El Catecismo nos ilumina, además, dando dos ca-racterísticas muy importantes de la fe:

a) En primer lugar afirma que la fe es una gracia, un «don de Dios, una virtud sobrenatural infundida por Él»2. Es un regalo que Dios nos da, manifes-tación inmensa de su amor. Dios no le niega nun-ca este regalo a quien lo busca sinceramente y lo pide con humildad.

b) Por otro lado Dios respeta la libertad del hom-bre. La fe es también un acto humano, que depen-de de la libertad y la inteligencia del hombre que deposita su confianza en Dios y se adhiere a las verdades por Él reveladas3.

Recordemos siempre, entonces, que como todo don divino, la iniciativa es de Dios. Él nos ama primero, y nos ofrece la gracia de la fe que ilumina nuestro entendimiento y voluntad. Como toda in-vitación, espera una respuesta. Esa respuesta al don de la fe es la aceptación libre, el asentimiento a las verdades y promesas por Él reveladas.

Esto nos lleva a una pregunta que probablemente nos hemos hecho alguna vez: ¿Y cuál es el motivo por el cual creemos? En el fondo, como enseña

Encuentra más información en www.arzobispadodelima.org/annusfidei

¿QUÉ SIGNIFICA CREER?VIVIENDO NUESTRA FE #02

el Catecismo, creemos gracias a «la autoridad de Dios mismo que se revela y que no puede engañarse ni enga-ñarnos»4.

En el lenguaje familiar decimos que “creemos” en una perso-na, o le tenemos “fe”. Solemos expresarnos de esta manera cuando manifestamos que podemos confiar en esa perso-na. Por lo general es así porque se ha ganado nuestra con-fianza, nos ha demostrado que es fiable. Algo similar, pero a la vez infinitamente superior, podemos decir de Dios. Por la fe creemos en Dios y le creemos a Dios con una certeza que nadie más que Él merece. La fe teologal es «más cierta que todo conocimiento humano porque se funda en la Palabra misma de Dios, que no puede mentir»5.

Además existen muchísimas razones para creer. Argumen-tos que nos ayudan a fortalecer y anunciar nuestra fe, como por ejemplo: Es impresionante cómo toda la Revelación de Dios a lo largo de la historia tiene un hilo y una coherencia maravillosos: Cada acontecimiento le van dando sentido a lo anterior; por otro lado las verdades de la fe se entrelazan unas con otras con una armonía muy misteriosa; los milagros han ido confirmando muchas de estas verda-des de fe y son una ayuda ante nuestra poca fe; Tantos santos que ha tenido la Iglesia también son una garantía de que viviendo la fe se alcanza la felicidad.

La “Puerta de la fe”

Las palabras del Papa Benedicto XVI con las cuales inicia la exhortación apostólica Porta Fidei, en la que convoca el Año de la fe, recuerdan un pasaje de los Hechos de los Apóstoles. San Pablo, luego de predi-car el Evangelio en diversas ciudades, se detiene finalmente en Antioquía. A su lle-gada «reunieron a la Iglesia y se pusieron a contar todo cuanto Dios había hecho juntamente con ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe» (Hech 14, 27). La fe, señala el Papa, es como una puerta que nos introduce en la vida de comunión con Dios y a la vez nos permite la entrada en la Iglesia.

La figura de la puerta nos habla de entrada, de inicio. Nos recuerda el ingreso a un nuevo tipo de vida, que además in-volucra todo nuestro ser. No cruzamos el umbral de la fe solo con una comprensión teórica de las verdades, sino cuando acogemos la gracia de Dios y emprendemos un camino de conversión total, que se manifiesta en todas las dimensiones de nuestra vida. «Se cruza este umbral cuando la Palabra de Dios se anuncia y el corazón se deja plasmar por la gracia que transforma. Atravesar este umbral supone emprender un camino que dura toda la vida»6. En este sentido, la fe es una opción fundamental que se debe mantener a lo largo de toda nuestra existencia.

Una fe integral: mente, corazón y acción

La fe es integral, es decir, debe iluminar nuestra mente, ser

acogida en el corazón, y manifestada en las acciones de nuestra vida cotidiana. El Papa lo dice con mucha claridad: Tener fe en el Señor «no es un hecho que interesa sólo a nuestra inteligencia, el área del saber intelectual, sino que es un cambio que involucra la vida, la totalidad de nosotros mismos: sentimiento, corazón, inteligencia, voluntad, corpo-reidad, emociones, relaciones humanas»7.

La imagen de la puerta nos remite también a unas palabras del Señor Jesús sumamente iluminadoras: «En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas (…) si uno entra por mí, estará a salvo» (Jn 10, 7.9).

Los cristianos conocemos de Dios lo que nos ha revelado Jesucristo: Que Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo, un solo Dios verdadero en tres personas distintas, ese es el contenido esencial de nuestra fe. Por ello, creer en Dios es inseparable de creer en el Señor Jesús, que nos reconcilia y salva. Dios se revela a través de su Hijo y nos invita a la comunión, a vivir como verdaderos amigos suyos.

La puerta de la fe se abre ante nosotros para que podamos encontrarnos con Cristo, y seguirlo. Él es «el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn 14, 6).

Caminar y crecer en la fe

Cruzar el umbral de la puerta de la fe, sin embargo, no basta. Como hemos visto, el don de la fe implica una respuesta continua para cultivar ese don, ya que si la fe no crece, se va enfriando y va desapareciendo. La fe, como lo señala San Agustín, «se fortalece creyendo»8. La vida de oración, recurrir a los sacra-mentos como son la Confesión y la Eu-caristía, estudiar los contenidos de la fe con el Catecismo, acudir a sacerdotes y

personas con experiencia, visitar iglesias y santuarios, son medios a nuestro alcance para caminar y crecer en vida de fe. Pero por encima de todo ello necesitamos pedir al Señor el don de la fe, que nos ayude a fortalecerla y acrecentarla.

Una de las grandes riquezas y ayudas de la fe cristiana es que caminamos juntos como una sola familia. Ningún cris-tiano avanza solo por el sendero de la fe. Como miembros de la Iglesia, nos apoyamos unos a otros y recibimos de Ella las gracias y auxilios que necesitamos «hasta que lle-guemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a la madu-rez de la plenitud de Cristo» (Ef 4, 13). Juntos nos vamos perfeccionando. Por eso cuando decimos “creo” estamos diciendo al mismo tiempo “creemos”.

Esa dimensión comunitaria de nuestra fe nos llena de ale-gría y esperanza. Como dice el Catecismo: «yo no puedo creer sin ser sostenido por la fe de los otros, y por mi fe yo contribuyo a sostener la fe de los otros»9. Por otro lado el cristiano «no puede pensar nunca que creer

La fe es integral; es decir, debe

iluminar nuestra mente, ser

acogida en el corazón, y

manifestada en las acciones de nuestra vida

cotidiana.

¿QUÉ SIGNIFICA CREER?VIVIENDO NUESTRA FE #02

1. Lee con atención el siguiente texto y contesta a las preguntas:

«La fe es la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que Él nos ha dicho y revelado, y que la Santa Iglesia nos propone, porque Él es la verdad misma. Por la fe “el hombre se entrega entera y libremente a Dios” (DV 5). Por eso el creyente se esfuerza por conocer y hacer la voluntad de Dios. “El justo vivirá por la fe” (Rm 1, 17). La fe viva “actúa por la caridad” (Ga 5, 6)». Cate-cismo de la Iglesia Católica, n. 1814.

a. Explica en tus palabras qué es la fe según este número del Catecismo.

CITAS PARA LA ORACIÓN Qué es la fe:Jn 9, 36-38; Heb 11, 1.

Pedir el don de la fe: Mc 9, 23-24; Lc 17, 5.

Fe y salvación: Mt 9,22; Mt 8,5-12.

Fortalecer nuestra fe: Mt 17, 19-20; 1Pe 1, 6-9, 2Pe 1,1-11.

La fe se manifiesta en obras: Stgo 2,14-24

1. Catecismo de la Iglesia Católica. n. 1422. Íbid. n. 153. 3. Íbid. n. 154.4. Íbid. n. 156.5. Íbid. n. 157.6. Benedicto XVI. Carta Encíclica Porta fidei. n. 1.7. Benedicto XVI. Audiencia general de 17/X/2012.8. San Agustín. De la utilidad de creer. n. 1 y 2.9. Catecismo de la Iglesia Católica. n. 166.10. Benedicto XVI. Carta Encíclica Porta fidei. n. 10.11. Íbid. n. 7.

REFERENCIAS

Trabajo de meditación

PREGUNTAS PARA EL DIÁLOGO1. ¿Qué es la fe?2. ¿Qué características tiene la fe?3. ¿Cómo es mi fe?4. ¿Qué puedo hacer para fortalecer mi

fe?

COMPROMISO PRÁCTICO1. Adquirir el Catecismo Menor y leerlo

antes de Navidad.

2. Regalar un Catecismo Menor a un amigo (a) que lo necesite.

es un hecho privado»10 Lo más natural es compartir lo que creemos. Cuando tenemos algo valioso, algo que vale la pena, se lo decimos a todos nuestros familiares, amigos y conocidos. Así como el sol no puede dejar de iluminar, el que lleva la llama de Cristo no puede esconderla. Y no se trata de enseñar una teoría, sino de presentarlo como quien presenta a un amigo: “Te presento a Jesús”, para que el otro pueda decir: “mucho gusto en conocerte”.

«La fe, en efecto –explicaba el Santo Padre–, crece cuando se vive como experiencia de un amor que se recibe y se comunica como experiencia de gracia y gozo. Nos hace fecundos, porque ensancha el corazón en la esperanza y permite dar un testimonio fecundo»11.

Envíanos información de tu comunidad parroquial a:[email protected]

www.arzobispadodelima.org/annusfidei

ARZOBISPADO DE LIMAOficina de PastoralJirón Chancay 282. Cercado de LimaTeléfono: (511) 203-7718 Fax: (511) 333-0015 Síguenos

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¿QUÉ SIGNIFICA CREER?VIVIENDO NUESTRA FE #02

b. ¿Cuál es la relación entre la fe y la caridad?

2. «Desde el comienzo de mi ministerio como Sucesor de Pedro, he recordado la exigencia de redescubrir el cami-no de la fe para iluminar de manera cada vez más clara la alegría y el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo (…) Sucede hoy con frecuencia que los cristianos se preocupan mucho por las consecuencias sociales, culturales y políticas de su compromiso, al mismo tiem-po que siguen considerando la fe como un presupuesto obvio de la vida común» (Benedicto XVI, Porta fidei, 2).

a. ¿Cómo es tu fe?

Con motivo del Año de la Fe, en la arquidiócesis se ha elaborado la nove-na edición del Catecismo Menor, corregida y au-mentada. El texto es un instrumento muy sencillo y útil para conocer y pro-fundizar los contenidos de nuestra fe.

El Catecismo Menor se puede encontrar en el Ar-zobispado de Lima a S/. 1.00 (un nuevo sol).

El Cardenal Juan Luis Cipria-ni presenta su Carta Pasto-ral, que ha preparado con motivo del Año de la Fe, con indicaciones y recomenda-ciones concretas para que los fieles de Lima vivan acti-vamente este año convoca-do por el Papa. El Arzobispo de Lima anima a los fieles a luchar con perseverancia y prontitud en la defensa de la vida desde el primer instan-te de la concepción, hasta la muerte natural, ante la ame-naza del aborto.

La Carta Pastoral se puede adquirir en librerías Paulinas y des-cargar en PDF (gratuito) en la web del Arzobispado de Lima.

* Agradecemos al Movimiento de Vida Cristiana que ha colaborado en la elaboración de este subsidio. Puede ser reproducido para usos pastorales.

CATECISMO MENOR: NOVENA EDICIÓN

CARTA PASTORAL DEL CARDENAL CIPRIANI

b. ¿Qué puedes hacer para que tu fe crezca?

3. Lee y medita el siguiente pasaje bíblico y luego una oración pidiendo al Señor que te ayude a crecer en la fe.

«Jesús le dijo: “¡Qué es eso de si puedes! ¡Todo es posible para quien cree!” Al instante, gritó el padre del muchacho: “¡Creo, ayuda mi poca fe!”» (Mc 9,23-24)

S/. 1.00