virtudes leerse

Upload: vladimir-cuevas

Post on 26-Feb-2018

220 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • 7/25/2019 Virtudes Leerse

    1/2

    De las virtudes de leerse a uno mismo

    Me dirijo a todos y todas cuantos y cuantas creen y no saben cun errnea-mente estar a salvo de las crisis de identidad provocadas, no por el propio yasumido desconocimiento, sino por el que puede ser provocado por las sabiasrecomendaciones recibidas de insignes y altsimamente cualificados personajes.

    Ya no soy uno (bueno, de hecho, creo, nunca lo he sido, pero al menos, has-ta la fecha, poda generar apaciblemente la ficcin de parecerlo); ahora soydos; y adems, descubierta la posibilidad de desdoblamiento, por qu dete-nerse en un nico movimiento?; siendo dos, y por la virtualidad adquirida deldesdoblamiento, potencialmente ya soy tres, pues me siento aquejado de ame-naza inminente: y siendo trino y uno simultneamente, obvio es, mi condicindivina adquiere visos de verosimilitud. Descubro, pues, no sin haber superadotodava la perplejidad suscitada por tal descubrimiento, que en realidad soy,indiscutiblemente, Dios (lo cual me genera automticamente una nueva parado-

    ja, pues siendo yo Dios y asumiendo como he hecho hace cierto tiempo queDios no existe, de la premisa se deduce que yo tampoco; pero bueno, esto esun mero silogismo del pensamiento; el acto inaugural que propicia la considera-cin de dicha consecuencia lgica, sin embargo, pertenece al mbito de loshechos... lo cual es harto desconcertante...).

    Esta inesperada crisis de identidad inducida se suscita por un acontecimientosingular vivido recientemente.

    Tras cierto tiempo profundizando en sesudas cuestiones de ndole acadmica

    (confieso que mi condicin profesional me inclina por esas peligrosas sendas),cuestiones que, lejos de circunscribirse al abstracto universo de los conceptos ylas ingeniosas argumentaciones, a su vez, tena importantes implicaciones denaturaleza ideolgica y prctica, tom la decisin de someter uno de los escri-tos derivados de tales intereses a juicio de una publicacin de, digamos, presti-gio.

    Qu error tan inmenso! De haber sabido de antemano las consecuencias queprovocara tal decisin me hubiese guardado muy mucho de cometer tamaaimprudencia; ahora no tiene remedio, soy Dios y no existo. Ese es el terribleresultado que me ha deparado mi torpeza.

    La tal empresa editorial someti mi escrito al escrutinio de sesudos y escrupulo-sos expertos, los cuales finalmente dictaminaron que el mismo no cumpla losrequisitos de rigor y excelencia requeridos para considerar positivamente supublicacin. Recib en consecuencia notificacin de tal resolucin, acompaadade las pormenorizadas razones de los dichos expertos. Y es ah cuando se des-encaden esta lamentable crisis de identidad que actualmente me aqueja, queme condena a la divinidad y a la inexistencia de manera irremisible (por muysilogsticamente que haya de experimentarlo).

    Entre las diversas consideraciones que conducan al veredicto desfavorable

    constaba la siguiente: en relacin con la temtica que Vd. trata en este texto,se recomienda vivamente, para cubrir las evidentes lagunas que el mismo de-

  • 7/25/2019 Virtudes Leerse

    2/2

    muestra, que lea Vd. su propia obra reciente y consulte el portal web que ustedmismo ha creado. Cmo? No acababa de asimilar tal comentario; lo le denuevo; lo le y rele una y otra vez. No entenda el mensaje. Lamentablemen-te, al fin se hizo la luz. Ahora estaba claro.

    Yo no soy yo. Yo soy el incompetente autor de un texto que manifiesta un im-perdonable desconocimiento de la obra reciente de mi otro yo. Yo soy, y no soyal mismo tiempo, experto en aquello de lo que escribo. Y por ser experto enello, demuestro inevitablemente mi incometencia al escribir al respecto, pordesconocimiento, por parte de uno de mis yoes, del otro. Y el caso es que soyperfectamente consciente y conocedor de esa obra reciente mencionada porel sesudo experto como referencia irrefutable en la dicha materia en cuestin.Claro que, al mismo tiempo, soy el autor de un texto cuyas deficiencias hay queatribuir al hecho de que no estoy en posesin de tal conocimiento. Est claro:mis dos yoes no tienen unas relaciones demasiado fluidas; ser que tengo en-vidia de m mismo por saber ms que yo? De este modo quedara claro que no

    me leo porque no soporto ver mi propia superioridad sobre m mismo.

    He pensado en remitirle la carta recibida, con las consideraciones respecto altexto que haba enviado para su publicacin, a mi otro yo, para pedirle una se-gunda valoracin (quiz mi falta de competencia en la materia no sea tan mani-fiesta como es opinin del sesudo experto; quiz no sea tan grave la cosa). Pe-ro si me remito la carta a m mismo, no har sino agravar las cosas: mi yo en-vidiado se recrear en su triunfo sobre mi yo envidiante: lo ms seguro es meconteste, a m mismo, que no slo es acertada la apreciacin del sesudo exper-to, sino que se ha quedado corto y ha sido un tanto condescendiente.

    Y ante esta duda es que se apresta a surgir mi condicin divina, mi terna unita-ria: hace falta un tercer yo que ponga solucin a este entuerto! Voy a buscr-melo por mis recnditos rincones interiores, seguro que anda por ah agazapa-do. En su calidad y condicin de terna divina, y aunque ello implique que yo noexisto, estar dotado de la potestad de la omnisciencia y marcado por la virtudde la infalibilidad.

    Por tanto, es inevitable que me asuma, simutneamente, como Dios y entidadinexistente para poder resolver esta grave crisis de identidad. Si a alguno o al-guna de ustedes se les ocurre el modo adecuado de afrontar la cuestin, lesruego, por favor, que me indiquen lo que he de hacer (seguro que alguien hapasado ya por este trance de saberse dios, por tripartito; el problema es que,quiz, por ser esa una experiencia que condena a la inexistencia, no est aqupara comunicar si de ello se deriva algn proceder adecuado...)

    (Obviamente, no firmo este texto: no s quin es su autor!)