virtudes cívicas, identidad y cultura

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Víctor Alejandro Espinoza Valle Investigador de El Colegio de la Frontera Norte. Director de la revista Frontera Norte. Se trata de un libro fundamental para comprender el proceso de cambio social en México. Los apor- tes del trabajo son incuestionables. En primer lugar, incorpora material original, producto de dos encuestas nacionales (Encuesta Nacional de Valores, Moralidad y Cultura Política 1998, y la primera Encuesta Nacional de Cultura Política y Prácticas Ciudadanas 2001, de la Secretaría de Gobernación) y la Mundial de Valores (1981, 1990, 1996/7, 2000); y parte de una revisión exhaustiva de la bibliografía sobre el tema. Sin duda el espejo del trabajo es el libro de Gabriel Almond y Sydney Verba La cultura cívica, publicado en español en 1973. Su estilo de presentación es ágil y denota el oficio de investigación adquirido en años de trabajo. Algo que no es muy usual en los trabajos de este tipo es lograr un equilibrio en su presentación, logrando resolver la tensión que genera manejar datos duros y su análisis teórico; generalmente lo que encontramos son verdaderos saltos mortales entre el marco teórico y las fuentes primarias; el trabajo está escrito como un libro integrado que combina perfectamente ambos niveles de análisis. Estamos ante la presen- cia de un libro de ideas que nos es útil para dar cuenta de los cambios profundos Virtudes cívicas, identidad y cultura política en México, de Marco Cortés Cortés Guardado, Marco Antonio, Virtudes cívicas, identidad y cultura política en México, Universidad de Guadalajara, Guadalajara, 2005, 336 pp. Espiral, Estudios sobre Estado y Sociedad Vol. XII No. 35 Enero / Abril de 2006 175

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  • Vctor Alejandro Espinoza Valle

    Investigador de El Colegio de la Frontera Norte. Director de la revista Frontera Norte.

    Se trata de un libro fundamental para comprender el proceso de cambio social en Mxico. Los apor-tes del trabajo son incuestionables. En primer lugar, incorpora material original, producto de dos encuestas nacionales (Encuesta Nacional de Valores, Moralidad y Cultura Poltica 1998, y la primera Encuesta Nacional de Cultura Poltica y Prcticas Ciudadanas 2001, de la Secretara de Gobernacin) y la Mundial de Valores (1981, 1990, 1996/7, 2000); y parte de una revisin exhaustiva de la bibliografa sobre el tema. Sin duda el espejo del trabajo es el libro de Gabriel Almond y Sydney Verba La cultura cvica, publicado en espaol en 1973. Su estilo de presentacin es gil y denota el oficio de investigacin adquirido en aos de trabajo.

    Algo que no es muy usual en los trabajos de este tipo es lograr un equilibrio en su presentacin, logrando resolver la tensin que genera manejar datos duros y su anlisis terico; generalmente lo que encontramos son verdaderos saltos mortales entre el marco terico y las fuentes primarias; el trabajo est escrito como un libro integrado que combina perfectamente ambos niveles de anlisis.

    Estamos ante la presen-cia de un libro de ideas que nos es til para dar cuenta de los cambios profundos

    Virtudes cvicas, identidad y cultura poltica en Mxico, de Marco Corts

    Corts Guardado, Marco Antonio, Virtudes cvicas, identidad y cultura poltica en Mxico, Universidad de Guadalajara, Guadalajara, 2005, 336 pp.

    Espiral, EstudiossobreEstadoySociedad Vol.XIINo.35Enero/Abrilde2006 175

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    Vctor Alejandro Espinoza Valle

    de la sociedad mexicana en trminos de la cultura cvica y poltica. Se trata de un esfuerzo multidisciplinar hecho por un solo hombre. As lo explica el autor:

    A lo largo de la obra trat de enlazar tambin conceptos y no slo datos, lo que supone encontrar vnculos de unin entre campos conceptuales y disciplinares diferentes. Me he querido mover con soltura desde la psicologa a la filosofa, y de sta a la poltica y el anlisis cultural. Esto le puede restar rigor conceptual al libro, pero a cambio se obtiene la ventaja de poder ampliar, por as decirlo, el campo de observacin (p. 290).

    Considero que en algn apartado debi de haberse expli-citado la ficha tcnica de la Encuesta Nacional de Valores, Moralidad y Cultura Poltica, de su autora. No se sabe cul fue la muestra y qu representatividad alcanza. Lo mismo sera recomendable para la Encuesta Mundial de Valores, que el autor utiliza como segunda fuente de informacin; no todos los lectores las conocen. Adems, preguntara: Cmo hubieran cambiado los resultados si los datos se hubieran cruzado con las variables de sexo (gnero) y estatus social? Por qu se tomaron los datos agregados, sin distinciones sociales o regionales?

    Sin nimo de presentar una sntesis, a continuacin me detengo en algunas reflexiones puntuales que surgen de la lectura. En el captulo primero (Ciudadana y moral cvica a debate), dice Marco Antonio Corts:

    Es claro que el primado del ciudadano se ve contrariado, o al menos alterado, por la existencia de distintos fenmenos de intermediacin poltica. En Mxico tenemos un ejemplo sumamente ilustrativo en el creciente rol protagnico que han adquirido los partidos en la arena poltica, y en las tendencias concomitantes que apuntan hacia la con-formacin de una especie de partidocracia (p. 18).

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    Creo que pudiera explorarse tambin la interpretacin de que una de las presiones ms fuertes hacia el sistema de partidos proviene de la llamada sociedad civil. Por muchos aos tuvimos un sistema de partido hegemnico que impe-da la institucionalizacin de los partidos polticos; apenas conocemos lo que es la existencia de verdaderos partidos y ya son cuestionados por quien cree que un sistema democrtico puede prescindir de la representacin poltica.

    En el captulo 2 (Marco analtico), el autor seala: El Programa Nacional de Solidaridad, un programa de combate a la pobreza, fue diseado justamente para pro-mover la participacin social y encauzarla por cauces no corporativos (p. 52). Creo que se trat de un nuevo tipo de relacin clientelar que ensay el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, pero que conduca la participacin social hacia metas muy concretas y cuyo diseo obedeca en gran medida al control de la demanda social. Se trataba, tal vez, de un corporativismo al margen del partido oficial.

    En el captulo 3 (Estatus de ciudadana), desarrolla el cimiento de la ciudadana, al definir los derechos civiles, so-ciales y polticos, como el elemento institucional del estatus de ciudadana (p. 79). De manera sinttica:

    En Mxico se ha dado una sucesin en cierto modo atpica: aunque en el inicio los primeros en promulgarse constitucionalmente fueron los derechos civiles, mediante la constitucin de 1857, el nfasis se ha puesto, a partir de la carta magna de 1917, en los derechos sociales. Esto dio pie a que se restringieran los derechos polticos y, cerrando el crculo, se constrieran los derechos civiles, sin una prdida peligrosa de la legitimidad del orden poltico, cuando menos hasta la segunda mitad de los aos sesenta (p. 90).

    Respecto a la segunda parte del libro, el autor la sintetiza de la siguiente manera:

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    Me interesa destacar cuatro tipos de virtudes o competencias cvicas: eficacia poltica, competencia judicativa, tolerancia y confianza inter-personal. La primera tiene que ver con la relacin de los ciudadanos con su gobierno y sus representantes polticos. La segunda los conecta con un mbito ms amplio, que comprende tanto al gobierno como a la esfera pblica y las relaciones entre ciudadanos. La tercera y la cuarta remiten a la calidad de la convivencia entre ciudadanos. Su combina-cin es lo que hace ciudadanos capaces de practicar la democracia de manera habitual, es decir, de ejercerla como parte de su carcter moral individual. Me parece, por lo mismo, que el anlisis de estas cuatro competencias nos puede proporcionar una imagen grfica, si bien no exhaustiva, indicativa del grado de maduracin cvica de los mexicanos en los campos de interaccin sealados (p. 124).

    En el captulo 4 (Competencia poltica) hay una aseve-racin que parece cuestionara la validez de las encuestas utilizadas. De hecho, pudiera ser una crtica profunda a la viabilidad del uso de encuestas para ahondar en el cono-cimiento de la cultura poltica: utilizando los datos de la Encuesta Nacional de Cultura Poltica y Prcticas Ciuda-danas de la Secretara de Gobernacin de 2002, sostiene que 71.6% de los entrevistados respondi que no dara mordida para acelerar un trmite y adems, un porcentaje similar (73%) responde que el soborno nunca se justifica, de acuerdo con resultados de la Encuesta Mundial de Valores del ao 2000. Y afirma; Pero si esta fuera la pauta real de la conducta de los mexicanos, la mordida no seguira siendo uno de los rasgos ms distintivos de su relacin con la autoridad pblica (p. 140).

    En el captulo 8 (Participacin y enrolamiento cvicos), siguiendo a Ronald Inglehart, sostiene:

    De un modelo de participacin dirigido por lites, con el voto como principal modo de intervencin ciudadana en la poltica, estaramos transitando hacia una forma de participacin vinculada a la movilizacin

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    cognitiva, es decir, a la creciente capacidad de los ciudadanos para entender y reflexionar ms sobre las cuestiones del poder, gracias, principalmente, a la creciente escolaridad (p. 206).

    De la mano de esta idea se podra desarrollar las tesis del asociacionismo privado. En la reflexin anterior se contiene una de las variables explicativas de lo que desarrolla en los dos captulos siguientes: identidad moral e identidad poltica; me refiero a la variable escolaridad.

    En ese mismo captulo 8, pudo haberse ponderado el papel de la participacin electoral en procesos locales. La concurrencia en elecciones federales suele ser mayor que en las locales; justo sera introducir estos datos, que por lo dems el autor conoce de primera mano.

    Considero que los hallazgos presentados en el captulo 9 (Identidad moral) son de lo ms sugerente. La distincin entre religin y religiosidad resulta de suma utilidad para comprender la cultura cvica. El autor dice: La conclusin es simple: dios es ms importante que la religin en la vida personal de los mexicanos [...] (p. 237) [Hay] una prdida del monopolio de dios por parte de la iglesia. Sin embargo, creo que el no desarrollar las diferencias entre las iglesias y sus significados en trminos de valores puede llevar a pensar que lo que es vlido para la iglesia catlica lo es tambin para el resto. Considero que un gran mrito del libro es que se adelanta a la polmica actual entre iglesias y proselitismo poltico. Dice el autor:

    La creciente ingerencia de los ministros de culto en los asuntos del Csar puede estar mostrando algo ms profundo, una realidad distinta al mero afn de poder del clero catlico o de otra denominacin, algo que las leyes actuales en materia religiosa inhiben y, a final de cuentas, distorsionan. Las iglesias no deben ser foros polticos, porque la gene-ralidad de los mexicanos no cree conveniente que la iglesia intervenga

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    directamente en poltica, pero si debieran convertirse en centros de convivencia cvica al mismo tiempo que religiosa.

    Una de las cuestiones ms relevantes en este apartado es que, a pesar de todo, sigue siendo vlida la interpretacin marxista de la religin, en este caso especfico, de la reli-giosidad como el opio del pueblo. La religiosidad va en sentido contrario al fortalecimiento de la conciencia ciuda-dana: A mayor religiosidad, menor es la probabilidad de que los mexicanos desarrollen sentimientos de capacidad para influir en las decisiones polticas y se orienten mejor en su papel de sbditos (p. 244). Va en sentido contrario de la tolerancia, de la capacidad de los ciudadanos del pas para alcanzar el nivel cvico-tico del razonamiento judicativo y de la participacin poltica. Pero el autor nos ayuda a matizar:

    La religiosidad incita a la participacin cvica pero no en todas las facetas de esta disposicin ciudadana: produce sentimientos menos favora-bles para interesarse y hablar de poltica que para solidarizarse con determinadas categoras de personas y enrolarse en ciertas actividades sociales. Si no es hostil a la participacin poltica, s aleja a una parte de los mexicanos de ella, hasta cierto grado (p. 249).

    En el captulo 10 (Identidad poltica) introduce el tema de lo local y lo nacional a propsito del apartado sobre patrio-tismo. Dice el autor: Si no interpreto mal, los mexicanos reparten su lealtad entre la localidad y el pas, los focos principales de pertenencia. Pero la tendencia sigue un curso predecible; cada vez son menos locales y cada vez ms nacio-nales sus lazos de pertenencia (p. 272). La pertenencia nacional ha venido creciendo con la democratizacin del sistema poltico (p. 272). Lo que no aparece y enriquece-ra notablemente el trabajo hubiera sido tomar a lo local y regional como una variable de control, es decir, preguntarse

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    en qu medida la cultura cvica est determinada por las diversidades regionales o si stas no la influyen (por ejem-plo, ser bajacaliforniano, norteo, costeo o sinaloense).

    Su optimismo se refleja claramente:

    Por consecuencia, podemos establecer la existencia de un sndrome cultural democrtico que articula distintas dimensiones de la persona-lidad poltica, y que ya se encuentra bien arraigado en un sector amplio de la ciudadana mexicana. Se trata de un segmento de la poblacin al que podramos denominar la clase cvica del pas (Salvador Giner), que comprende un ncleo duro con altas calificaciones democrticas, en general. Sera interesante establecer, con la mayor precisin posible, el tamao de la clase cvica mexicana, lo que permitira sacar conclu-siones ms firmes sobre los probables escenarios en la evolucin de la democracia mexicana (pp. 277-78).

    Un penltimo apunte. Dice el autor: Los mexicanos se des-plazaron hacia el centro con el proceso de liberalizacin pol-tica y se mantuvieron en l durante el periodo que consolid la transicin a la democracia (p. 285). Justamente parece ser una de las caractersticas y paradojas de la democratiza-cin; mismo que se refleja en el sistema de representacin: como bien lo seal Adam Przeworsky, los partidos polticos se parecen cada vez ms entre ellos porque incluyen en sus interpelaciones reivindicaciones del centro o interclasistas; no hacerlo as los llevara a perder las elecciones. Todos se disputan el centro; pero ello est conduciendo a la falta de credibilidad y al abstencionismo: para el ciudadano de a pie todos los partidos son lo mismo.

    Finalmente, los resultados del trabajo muestran que en materia de cultura poltica los fenmenos ms que parad-jicos son contradictorios; a la manera de como fue nuestra transicin: somos liberales pero conservadores, moderados pero radicales, tolerantes pero intolerantes, competentes polticamente pero desconfiados en sus relaciones con sus

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    conciudadanos, el mexicano tiende hacia una mentalidad cerrada pero cada vez ms conectado con el mundo exterior, de elevada proclividad hacia la poltica pero con rasgos propios de una personalidad autoritaria. Los mexicanos combinan su individualismo con un sentido de responsa-bilidad colectiva, en un sndrome cultural que es distinto al que predomina en los pases anglosajones. En fin, el ornitorrinco es el animal que nos identifica.