virginia_woolf cómo hay que leer un libro red

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8/7/2019 VIRGINIA_WOOLF Cómo hay que leer un libro red http://slidepdf.com/reader/full/virginiawoolf-como-hay-que-leer-un-libro-red 1/12 ~C6MOHAY QUE LEER UN LIBRO? VIRGINIA WOOLF Traducci6n de Andres Bosch

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~C6MOHAY QUE LEER UN LIBRO?

VIRGINIA WOOLF

Traducci6n de Andres Bosch

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VIRGINIAWOOLF(Londres, 1882 - Lewes, 1941)

Virginia Woolf es mundialmente conocida por obras como Orlan-

do, La senora Dalloway, Alfaro y Una habitacion propia, que forman

parte de la savia de nuestra literatura universal. Escritora, ensayista y

critica literaria inagotable, ha terminado convirtiendose en personaje

del irnaginario colectivo, no solo como diosa vigilante en el panteon

de los feministas sino como mito vivo del artista de vanguardia. Su

suicidio, adentrandose al rio Ouse con los bolsillos de la bata llenos

de piedras, acechada de nuevo por la depresion y la locura y no pu-

diendo soportar los tarnbores de la destruccion de laII Guerra Mun-

dial esla Ultimaimagen que nos brind6 su cerebro. En «~Comohay

que leer un libro?»Woolf nos regala con suprosa ductil un pequeno

ensayo sobre la inquebrantable libertad y autonomia del lector frente

al texto: la insobornable individualidad de 1 a interpretacion.

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Ante todo, quiero poner de relieve que el titulo de este en-

sayo esta escrito entre signos de interrogaci6n. Y asi es

debida a que, aun si pudiera contestar la pregunta, esta con-

testaci6n solo seria valida para mi, y no para vosotros. En rea-lidad, el unico consejo que una persona puede dar a otra en

1 0 referente a leer es que no siga consejo alguno, que solo siga

sus propios instintos, que solo use su propia razon, que llegue

a sus propias conclusiones. Sentado 1 0 anterior, me considero

en libertad para expresar unas cuantas ideas y sugerencias, por

cuanto me consta que no permitireis que estas ideas y suge-

rencias limiten una independencia que es la mas importante

cualidad que elleetor puede poseer. A fin de cuentas, ~quere-

glas eabe aplicar a los libros? No cabe duda de que Iabatalla deWaterloo se libr6 cierto rna determinado, pero ~esHamlet una

obra mejor que EI rey Lear? Nadie puede decirlo. Cada eual

debe decidir par si mismo. Dar entrada a autoridades, par muy

togadas que sean, en nuestras bibliotecas y dejar que nos digan

como debemos leer, que debemos leer, que valor debemos dar

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VIRGINIA WOOLF

a 10 que leemos, es destruir el espiritu de libertad que es la vi-

da de estos santuarios, En todas las demas esferas del vivir , nos

pueden atar mediante leyes y convenciones, pero en esta, no.

Sin embargo, y perdonad ellugar cormin, para gozar de li-

bertad debemos, como es natural , administramos. No debemos

malgastar nuestra capacidad, l levados por el aturdimiento y la

ignorancia, en rociar media casa con la finalidad de regar un

solo rosal. Debemos aplicar nuestra capacidad, con exactitud y

fuerza, en ellugar preciso. Qpiza sea esta una de las primeras

dificultades que tenemos al hallarnos ante una biblioteca.

~Cu:il es ellugar preciso? Es probable que en una bibliote-

ca no veamos mas que confusion y arnontonamiento. Poemas y

novelas, l ibros de historia y de mernorias, diccionarios e infor-

mes oficiales, libros escritos entodos los idiomas par hombres

y mujeres de toda laya, de razas y epocas diferenres, se encuen-

tran el uno allado del otro en las estanterias. Y, fuera, el asno

rebuzna, las mujeres chisrnorrean junto a la fuente, el potro ga-

lopa por e1campo. ~Por donde comenzar? ~Como poner orden

en este multitudinario caos y, can ello, derivar el mas profundo

y extenso placer de 10 que leemos?

Parece facil afirmar que, como sea que los libros se dividen

en generos -novela, biografia, poes1a-, 10 mejor es separarlos

en tales categorias y sacar de cada libra 10 que este libro debe

darnos, Sin embargo, pocas son las personas que piden a los li-

bros 1 0 que los libros pueden darnos, Par 10 general, nos acerca-

mos a los libros con mentalidad confusa y parcial, y pedimos a

la novela que sea veraz; a la poesia, que sea falsa; a la biografia,

que sea halagadora; a la historia, que fortifique nuestros prejui-

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WOMO HAY QUE LEER UN LIBRO?

cios. Si pudierarnos eliminar esos conceptos previos alleer, ella

seria, en S 1 mismo, un admirable principia. No debemos dictar

al autor , sino identificarnos can el , Debemos colaborar can el

autor, ser sus cornplices, Quien se echa arras, se reserva y cri tica

desde el principio, no hace mas que impedirse a S1mismo sacar

de la lectura el maximo valor posible. Pero sise abre 10 mas po-

sible la mente, los signos y rastros casi imperceptibles, ya desde

los giros y ritmos de las primeras frases, pondran allector en

presencia de un ser humano que a nadie se parece, Basaros en

esto, familiarizaros con ello, y pronto descubrireis que el autor

os da, 0 intenta daros, algo mucho mas concreto. Los treinta y

dos capitulos de una novela -si es que pensamos en leer pri-

mero una novel a- son un intento de construir algo tan tan-

gible como los ladri llos, y leer constituye un proceso mas largo

y complicado que mirar . Qyiza la manera mas rapida de com-

prender que es 10que hace un novelista consista en escribir, en

vez de leer: experimentar por uno mismo los peligros y las difi-

cultades que las palabras ofrecen. A este efecto, recordemos un

hecho que nos haya dejado una clara impresi6n. Quizas, en la

esquina de una caile, pasamos ante dos personas que hablaban.

Un arbol se estrernecio, una luz electric a bailote6 en el aire, el

tono de la conversacion era cornico, pero tambien tragico, Toda

una vision, una concepcion completa, parecfa estar contenida

en aquel momento.

Pero, cuando intentamos reconstruir esta vision en pala-

bras, vemos que se quiebra en mil impresiones contradictorias.

Hay que amortiguar ciertas palabras, resaltar otras, y,al hacer-

10 , es probable que perdamos toda conciencia de la emoci6n

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VIRGINIA WOOLF <C6MO HAY QUE LEER UN LIBRa?

experimentada, Entonees, abandonemos nuestras emborrona-

das y eonfusas euarti llas y fijemos Ia atencion en las primeras

paginas de la obra de algun gran novelist a, como Defoe,Jane

Austen, Hardy. Ahora estarernos mas capacitados para com-

prender su maestria. No. se trata solamente de darnos cuen-ta de que estarnos ante otra persona -Defoe,Jane Austen 0

Thomas Hardy-, sino que nos damos cuenta de que vivimos

en un mundo diferente. En Robinson Crusoe caminarnos por

una ancha y sencilla carretera, las cosas ocurren una despues

de la otra, los heehos y el orden de los hechos son suficien-

tes. El aire libre y la aventura 10 san todo para Defoe. Pero

nada significan para Jane Austen. Para ella, 10.importante es

la sala de estar y la gente hablanda; y los multiples espejos de

su habla revelan su caracter, Y, si despues de habernos acos-tumbrado ala sala de estar ya sus reflejos, cogeplOs a Hardy,

una vez mas somas trasladados a otro munda. Nos encontra-

mas rodeados de paramos con las estrellas en 10.alta. Ahara

vemos la otra faceta de la mente, la faceta oscura que aparece

en soledad, no la faceta i luminada que mostramos a las dernas.

No. estamos relacianados can personas, sino. can la naturaleza

y el destino. Son mundas diferentes, pero cada uno de ellos

es congruente consigo mismo.. El autor de cada una de estos

mundos ha tenido buen cuidado de respetar las leyes de su

propia perspectiva y, par fuerte que sea la tension que nos im-

pongan, nunea nos sumen en Ia confusion, cual hacen auto res

de menos talla, al reunir dos diferentes clases de realidad en

una misrna obra, Por esto, ir de un gran novelista a otro -de

Jane Austen a Hardy, de Peacock a Trollope, de Scott a Me-

redith+- representa sufrir un desarraigo, ser arrancado de un

terreno, ser zarandeado en todos los sentidos. Leer novelas es

un arte diflcil y complejo, Y no sola debernos tener muy fina

percepcion, sino ser tarnbien capaces de gran audacia imagina-

tiva, si queremos hacer plena usa de 10 que el autor -el gran

novelista-e- nos da.

Sin embargo, bastara una ojeada a la heterogenea tropa

que ilena la estanteria para ver que los escritores rara vez son

«grandes artistas». Muy a menudo, los libros ni siquiera preten-

den ser una obra de arte. Par ejemplo, ~vamos a negarnas a leer

estas biograffas y autobiograffas, vidas de grandes hombres,

de hombres muertos largo tiempo arras y olvidados, que estan

hombro con hombro can novelas y libros de poesfa, debido a

que no son arte? ~O debemos Ieerlos, aunque de manera di-ferente, can una finaIidad diferente? ~Las leeremos, ante todo,

can el fin de satisfacer esa euriosidad que a veces sentimos

cuanda al atardecer nos derenernos ante una easa, en que las

luces ya estan encendidas, pero en que aun no se han cerrado

las persianas, y cada piso de Ia casa muestra una diferente face-

ta de la vida humana en funcionamiento? Entonces, nos sen-

timos dorninados par la curiosidad que el vivir de esas gentes

nos inspira, el de las criados de coti lleo, el de los caballeros que

cenan, el de la muchacha que se viste para ir a una fiesta, el de

la vieja junto ala ventana, can su labor de punta. ~O!tien son,

que son, como se llaman, a que se dedican, que piensan, cuales

son sus aventuras?

Las biografias y las mernorias cantestan esas preguntas,

i luminan innumerables casas como esa, nos muestran a perso-

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VIRGINIA WOOLF <COMO HAY QUE LEER UN LIBRO?

nas yendo a sus cotidianos trabajos, afanandose, fracasando,

triunfando, corniendo, odiando, arnando, hasta que mueren. Y,

a veces, mientras rniramos, la casa se desvanece, desaparecen

las barandas de hierro, y nos encontramos en el mar; cazamos,

navegamos a vela, peleamos, nos encontramos entre salvajes ysoldados, tomamos parte en grandes camparias. Y si preferi-

mos quedarnos en Inglaterra, en Londres, e 1 escenario vuel-

ve a cambiar: la calle se estrecha, la casa se empequefiece, se

transform a en una casucha angosta, can tristes ventanucas,

hedionda. Y vemos que un poeta, Donne, ruvo que abandonar

una cas a asi, debido a que las paredes eran tan delgadas que,

cuando los nifios lloraban, elllanto las atravesaba. Podemos

seguirle a 10 largo de los senderos que cruzan las paginas de

libros, a Twickenham, a a Lady Bedford's Park, famoso punto

de reunion de aristocratas y poetas. Y,entonees, orientar nues-

tros pasos hacia Wilton, la.gran casa junto al altiplano, yair a

Sidney leyendo la Arcadia a su hermana, y bajar por las rnis-

mas tierras y ver las mismas garzas que aparecen en la famosa

obra. Y luego ir hacia el norte, en compafiia de aquella otra

Lady Pembroke, Anne Clifford, hasta sus salvajes pararnos, a

hundirnos en la ciudad y dominar nuestra risa al ver a Gabriel

Harvey, ataviado de negro terciopelo, discutiendo de poesia

can Spenser. Nada hay tan fascinante como andar a tientas

y a tropezones, por la oscuridad y el esplendor contrastados

del Londres isabelino. Pero no podemos quedarnos en el. Los

Temple y los Swift, los Harley y los St. John, nos invitan a se-

guirlos. Podemos pasar horas y horas dedicados a adarar sus

disputas, a descifrar sus caracteres, y, cuando nos cansarnos de

elios, podemos seguir adelante, pasando ante una dama de ne-

gro y con diamantes, para ir al encuentro de Samuel Johnson,

de Goldsmith, de Garrick, 0 cruzar el canal, si queremos, y

conocer a Voltaire y a Diderot, a Madame du Deffand, y regre-

sar a Inglaterra y a Twickenham -jcuanto se repiten ciertosnomhres y ciertos lugares!- donde Lady Bedford tuvo otrora

su parque, donde mas tarde vivio Pope, hasta llegar a la casa

de Walpole, en Strawberry HilL Pero Walpole nos presenta a

tanta gente, hay tantas casas que visitar y tantas puertas a las

que llamar, que quiza dudemos un momenta ante el umbral

de la casa de la senorita Berry, por ejemplo, y entonces -oh,

sorpresa- vemos llegar a Thackeray. Es amigo de la mujer ala

que Walpole amaba. De esta manera, yendo de amigo en ami-

go, de jardin en jardin, de casa en casa, hemos recorrido la lite-

ratura inglesa de punta a punta, y al despertar nos encontramos

otra vez aqui, en el presente, si es que podemos diferenciar este

momenta de cuanto ha ocurrido antes. Esta es, pues, una de

las maneras en que podemos leer esas vidas yesas cartas, pode-

mos conseguir que iluminen las much as ventanas del pasado,

podemos observar a los muertos famosos en sus costumbres

domesticas, e imaginar, a veces, que estamos muy cerca de ellos

y que podemos descubrir sus secretos, y otras veces, podemos

coger una obra teatral 0 un poema, por ellos escritos, y ver si se

comprenden de manera diferente, en presencia del autor. Pero

esto plantea otros interrogantes. Ahora tenemos que pregun-

tarnos hasta que punto el vivir de un autor influye en su obra,

hasta que punto es prudente permitir que el hombre interpre-

te al escritor . ~Hasta que punto resistiremos 0cederemos a las

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VIRGINIA WOOLF (C6MO HAY QUE LEER UN LIBRO?

simpatias y antipatias que el hombre, en sf mismo, provo que

en nosotros, habida cuenta de la gran sensibilidad de las pala-

bras, de 10muy susceptibles que son al caracter del autor? Estas

son preguntas que nos acucian cuando leemos vidas y cartas, y

debemos contestarlas por nosotros mismos, puesto que nada

hay mas pernicioso que guiarnos por preferencias ajenas en tan

personal materia.

Pero tam bien podemos leer estos libros con otra finalidad,

que no es la de arrojar Iuz sobre la literatura, ni la de conocer

de cerca a gente famosa, sino la de refrescar y ejercitar nuestra

propia capacidad de creaci6n. ~No esta abierta esa ventana ala

derecha de la biblioteca? Qye delicia es el dejar de leer y mi-

rar hacia fuera. Cuan estimulante es la escena, en su carencia

de conciencia, en su trivialidad, en su perpetuo movimiento,

Los potros galopan alrededor del campo, 1 a mujerllena el cuba

en el pozo, el asno echa la cabeza arras y emite su largo, acre

gemido. En su mayor parte, toda biblioteca esta formada por

el relato de momentos tan evanescentes como este en la vida

de hombres, mujeres y asnos. Toda literatura va adquiriendo, a

medida que crece, su mont6n de desechos, sus relatos de mo-

mentos pasados y de vidas olvidadas, contados con debiles y

vacilantes acentos que no han perdurado. Pero quien se entre-

gue al delicioso placer de leer desechos quedara sorprendido,

verdaderamente anonadado, al ver los restos de vidas humanas

que han sido condenados al olvido. Qyiza s610 sea una car-

ta, pera jque vision nos comunica! Qpiza 5610se trate de unas

cuantas frases, pero jque panorama esbozan! A veces aparece

un relato entero, coherente, dotado de tan divertido humor, de

tanta fuerza atractiva, de tal redondez, que parece sea la obra

de un gran novelista, pero resulta que 10 ha escrito un viejo

actor, Tate Wilkinson, basandose en el recuerdo de la extrafia

historia del capitan Jones. Yen otra ocasi6n el autor es sola-

mente un joven oficial subalterno, bajo las 6rdenes de Arthur

Wellesley, que se enamora de una linda muchacha en Lisboa.

Y solo es Maria Allen, cuando deja caer la labor de sus manos,

en la vada sala de estar, y suspira lamentando no haber seguido

el buen consejo del doctor Burney, con 10 que no se hubiera

fugado con su Rishy. N ada de esto tiene valor, es baladi en gra-

do sumo, pero cuan fascinante resulta revolver una y otra vez

los montones de desechos, y encontrar anillos y tijeras y nari-

ces rotas, enterrado todo bajo el inmenso pasado, y esforzarnos

en unirlo y ensamblarlo, mientras elpotro galopa alrededor del

campo, la mujer l lena el balde yel asno rebuzna.

Pero, a la larga, nos cansamos de leer desechos. Nos can-

samos de buscar 10que falta para completar esa media verdad

que es cuanto los Wilkinson, los Bunbury y las Maria Allen

pueden ofrecernos. Carecen de la capacidad de dominio y se-

lecci6n propia del art is ta , son incapaces de decir toda la verdad

siquiera en 1 0 referente a su propia vida, deform an un relato

que hubiera podido tener una perfecta proporci6n. Solo pue-

den ofrecernos hechos, y los hechos son una forma muy in-

ferior de literatura de invencion, Por esto, en nosotros nace el

deseo de apartarnos de las aproximaciones y las verdades a me-

dias, de dejar la busqueda de los mas leves matices del caracter

humano, de gozar de las abstracciones mayores, de la mas pura

verdad de la imaginaci6n. De esta rnanera se forma el estado

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VIRGINIA WOOLF <C6MO HAY QUE LEER UN LIBRa?

de animo, intenso y generalizado, sin atenci6n al detalle, pero

reforzado por un constantemente reiterado latido, cuya expre-

si6n natural es la poesia. Y, con ello, llega el momenta de leer

poesia ... Llega cuando casi somos capaces de escribirla.

dad de la poesia alcanza una gama inmensa de emociones. Nos

basta comparar la fuerza y directa expresi6n de

I s ha ll fa ll l ik e a t re e , a n d f i nd my grave,

O n ly r e m em b e ri ng t ha t I g ri ev e , 2

We ste rn w in d, w he n w ilt y ou b lo w?

'l he s m all r ai n d ow n c an r ain .

Christ , if m y lo ve uie re in m y a rm s,

A nd I in m y be d aga in .' 1

con la ondulante modulaci6n de

La impresi6n que la poesia produce es tan fuerte y directa

que, por el momento, no se tiene mas sensaci6n que la de la

poesia en S I misma. Y cuan hondas profundidades visi tamos

entonces, cuan brusca y total es nuestra inmersi6n. Nada hay a

1 0 que agarrarse, nada nos sostiene en nuestro vuelo. La ilusi6n

que produce la obra de imaginaci6n es gradual , sus efectos es-

tan preparados de anternano, pero Nuien, entre los que Ieen los

cuatro versos anteriores, no pregunta que poeta los escribi6, 0

no evoca la casa de Donne 0la del secretario de Sidney, 0quien

no proyecta estos versos en la intr incada trama del pasado y de

la herencia de las generaciones? Sin embargo, el poeta es siem-

pre conternporaneo. Despues de la lectura, nuestro ser, por el

momento, queda centrado y recogido, al igual que a resultas

de una emoci6n personal. Tambien es cierto que, mas tarde, la

sensaci6n comienza a propagarse en ondas mas y mas amplias

por nuestra mente, llega a mas remotas areas de conciencia, y

estas areas comienzan a resonar y a efectuar comentarios, y nos

damos cuenta de la aparicion de ecos y reflexiones. La intensi-

M in ut es a re n um be re d b y t he fa ll o f sands,

As b y a n h o ur g la s s; t he s pa n o f t ime

D oth w as te us to o ur g ra ve s, a nd w e lo ok o n it;

An age o f p le a s ur e , r e v el le d ou t, c om e s h ome

A t la st, a n d e nd s in s or ro w; b ut th e li fe ,

Weary o f r io t, n u m be r s e v er y s a nd ,

Wa il in g i n s ig hs , u n ti l t he l as t d ro p d own ,

S o t o c o nc lu de c a l am i ty i n r e st ,3

o poner la meditativa paz de

Whe th er w e b e yo un g o r o l d,

O u r d es ti ny , o u r b e in g 's h ea r t a n d h om e,

I s w it h i ri fi ni tu de , a n d o n ly t he r e;

W it h h op e i t is , h o pe t ha t c an n ev er d ie ,

E ff or t, a n d e x pe c ta ti on , a n d d es ir e ,

A nd s om e th in g e ve rm o re a bo ut t o b e ,4

allado de la total e inagotable dulzura de

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VIRGINIA WOOLF ~C6MO HAY QUE LEER UN LIBRa?

T he m o vin g M oo n w en t up the sky ,

A nd n o wh er e d id a bid e:

S of tl y s he w a s g oi ng u p,

A nd a s ta r o r tw o b es id e... 5

tes. Pero no debemos hacerlo inmediatamente, Hay que espe-

rar a que el polvo levantado par ellibro se sedimente, a que los

confl ictos y los interrogantes desaparezcan; hay que carninar,

hablar, arran car los petalos a una flor , 0 dormir. De repente, sin

que 10gueramos, ya gue esta es la manera en que la naturaleza

lleva a cabo semejantes transiciones, ellibro regresara a noso-

tros, aunque en forma diferente. Flotara hasta la parte mas alta

de la mente, formando un todo. Y ellibro, considerado como

un todo, es distinto allibro recibido en frases separadas. Aho-

ra, cada detalle queda en su debido lugar. Vemos la forma del

libra desde su principio hasta su fin: es como un granero, 0 una

pocilga 0 una catedral. Y,luego, eomparamos un libro can otro,

de la misma manera en que eomparamos edificios. Este acto de

comparacion signifiea que nuestra postura ha cambiado, Ya 00

sornos los amigos del escritor, sino sus juzgadores, y,de la mis-

rna rnanera que, en cuanto amigos, nunca serernos suficiente-

mente cornprensivos, en cuanto jueces jamas podremos ser su-

ficienternente severos, (Acaso 00 son delincuentes estos libros

en que hernos malgastado nuestro tiempo y nuestra compren-

sion? (Acaso no son insidiosos enemigos de nuestra sociedad,

corruptores profanadores, esos escritores de 1ibros falsos, fieri-

cios, que llenan el aire de enfermedad y podredumbre? Seamos

severos en nuestro juicio, eamparemos eada libro con el mas

grande de su genero. Eo la mente guardamos solidificadas las

formas de los libros que hemos Ieido, y han quedado solidif ica-

das gracias a nuestro juicio; ah f estan Robinson Crusoe, Emma

y Retorno alpais natal Comparemos las rest antes novelas can

estas, ya que incluso la Ultima y mas deleznable tiene derecho a

o de la esplendida fantasia de

A nd th e w oo dla n d h au nt er

S ha ll n o t c ea s e to s a un te r

W he n,f or d ow n s om e g la de ,

O f t he g re a t w o rl d's b ur n in g,

One s o ft fl am e u pt ur n in g

S e em s , t o h is d is c er n in g ,

C ro cu s i n t he s ha de ,6

para percatarnos de 1avariedad delarte del poeta, de su poder

para convertirnos en actores y espectadores a la vez, de su capa-

cidad de meter Ia mana en el personaje como si de un guante

se tratara, y de ser Falstaff 0 Lear, de sus dotes de condensar,

ensanchar y de dejar sentado, de una vez para siempre.

«Nos basta comparar», con estas palabras 10decimos todo,

y reconocernos la verdadera cornplejidad de la lectura. EI pri-

mer proceso, eonsistente en recibir impresiones con la maxima

comprension, es 5610la mitad del proeesa total de la leetura, y

ha de ser eompletado, si es que queremos extraer todo e1placer

que un libro puede proporcionar, por otro proceso. Debemos

juzgar las multitudinarias impresiones, debemos elaborar una

forma s6lida y duradera, mediante aquellas forrnas evanescen-

. I39

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VIRGINIA WOOLF <COMO HAY QUE LEER UN LIBRO?

ser comparada con la mejor. Y 10 mismo ocurre con la poesia.

Cuando la embriaguez del ritmo ha desaparecido y cuando el

esplendor de las palabras se ha apagado, una forma de visiona-

rio volvera a nuestra mente, y entonces debemos comparar esta

forma con EII'ey Lear, con Fedra, con El preludio. Y, si no con

estas obras, con aquellas que sean las mejores 0 que nos 1 0 pa-

rezcan dentro del mismo genera. Y podemos tener la seguridad

de que la novedad de la nueva poesta y de la nueva narrativa es

su mas superficial cualidad, y que 1 0 unico que debemos hacer

es alterar levemente, yen modo alguno cambiar, los criterios

mediante los cuales hemos juzgado las obras antiguas.

Seria insensate pretender que la segunda parte de la ope-

racion de leer, 0 sea, juzgar y comparar, es tan sencilla como la

primera, a sea, abrir la mente al raudo caudal de innumera-bles impresiones, Seguir leyendo sin tener ell ibro ante la vista,

comparar la sombra de una forma con la otra, haber leido 10

suficiente;o can la suficiente cornprension, para que tales com-

paraciones sean Iurninosas y vividas, esto, es dif lci l, Pero mas

dificil aun es avanzar mas y decir: «Este libro no s610 perte-

nece a tal tipo, sino que tiene tal valor, aqui se frustra, aqui se

logra, aqui es malo, aqui es bueno», Para cumplir esta parte de

los deberes del lector hace falta tanta imaginaei6n, tanta pro-

funda comprensi6n, tantos conocimientos, que es difici l ima-

ginar que haya una mente suficientemente dotada para ella. Y

es imposible que, incluso la persona can mas firrne confianza

en si misma, encuentre en su personalidad las semillas de tales

dotes. Entonees, ~no serfa mas prudente renunciar a esta parte

de la lectura, y permitir que los crfticos, las togadas autoridades

de la biblioteca, decidan, en vez de nosotros, el asunto del va-

lor absolute del libra? Es absolutamente imposible. Por mucho

que destaquemos el valor de la comprension, por mucho que

nos esforcemos en renunciar a nuestra identidad mientras lee-

rnos.jamas podremos comprender totalmente, ni renunciar to-

talmente, ya que siempre hay un demonio que murmura «Odic,

amo», y no podemos acallarlo. Y, debido precisamente a que

amamos y odiamos, nuestra relacion can los poetas y con los

novelistas es tan intima que la presencia de otra persona nos

parece intolerable. E induso en el caso de que los resultados

sean aberrantes y nuestros juicios erroneos, no por ello nuestro

gusto, ese nervio de la sensaci6n que ruanda ondas a la per-

sonalidad, deja de ser nuestra principal guia y luz. Aprende-

mos mediante las sensaciones, y no podemos eliminar nuestraspeculiaridades sin empobrecernos. Pero, con el tiempo, quiz a

consigamos educar nuestro gusto, quiza consigamos someterlo

a cierto dominic. Cuando elgusto se ha alimentado ansiosa y

abundantemente can libros de todo genera -poesia, narrati-

va, his tori a, biografia-, y ha dejado de leer, y ha buscado am-

plios espacios en la variedad e incongruencia del mundo vivo,

descubriremos que el gusto ha cambiado un poco, no es tan

ansioso, es mas reflexive. Y comenzara, no s610 a aportarnos

juicios sabre determinados libros, sino que tarnbien nos dira

que ciertos l ibros tienen dertas cualidades en cormin. Nos dira,

oye, ~que nombre le vamos a dar a esto?Y quiza leamos El rey

Lear, y despues Agamenon, a fin de identificar esa cualidad en

cormin, De esta manera, con nuestro gusto por guia, osaremos

rebasar el ambito de tal libro concreto para ir en busca de las

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VIRGINIA WOOLF W6MO HAY QUE LEER UN LIBRO?

cualidades comunes a un grupo de libros, daremos nombres a

estas cualidades, y ,de esta manera , formularemos una norma

que impondra orden en nuestras percepciones. Y esta discri-

minacion nos proporeionara mas placeres, y placeres mas in-

solitos. Pero, como sea que una norma solo pervive cuando es

perpetuamente quebrantada graciasal contacto con los propios

libros -nada hay mas facil y mas embrutecedor que elaborar

normas que existen sin mantener contac to con los hechos, en el

vacio-, ahora, por fin, can el proposi to de adquir ir fi rmeza en

nuestro dif icil empefio, quiza sea aconsejable recurri r a los es-

cas isi rnos escri tores que pueden ilus trarnos en 10 referente a la

literatura en cuanto arte, Coleridge, Dryden y Johnson, en sus

sopesadas crit icas , los mismos poetas y novelistas en sus medi-

tadas [rases, son a menudo sorprendentemente clarividentes, e

iluminan y sol idif ican lasvagas ideas que han vagado vacilantes

en las nebulosas profundidades de nuestra mente . Pero solo si

recurrimos a elias cargados de interrogantes y sugerencias ho-

nestarnente forjadas en el curso de nuestras lec turas, estas au-

toridades podran ayudarnos, Y de nada nos serviran si vamos a

elias y yacemos a sus pies cual corderos a la sombra de un seta.

D nicamente cornprenderemos su dictado cuando es contrario

al nuestro, y,despues de luchar, t riunfa sobre este,

Si todo 1 0 dicho es verdad, si leer un libro tal como se debeexige tan alto grado de irnaginacion, comprensi6n y criteria ,

probablemente concluireis que la literature es un arte rnuy

complejo, y que es muy probable que no lleguemos a ser ca-

paces, despues de toda una vida dedicada a Lalectura , de hacer

aportacion alguna, digna de consideracion, a la cri tica li teraria,

De ahi que debamos que dar en lecrores, que no deb amos atri-

buirnos esa mayor gloria que en justicia pertenece tan solo a

quienes tambien son criticos, Pero, a pesar de todo, tambien

tenernos nuestras responsabi lidades, e incluso nuestra impor-

tancia , en cuanto lectores. Los crite rios que nos forjamos y las

sentencias que dic tamos al juzgar se elevan en el aire, y pasan a

formar par te de esa atm6sfera que los escritores respiran cuan-

do trabajan. Se crea una influencia que les afecta, inc luso en el

caso de que jarnas quede expresada por escri to, Y esa influencia,

si esta bien documentada y es vigorosa, independiente y sin-

cera , puede tener gran valor ahora que la critic a se encuentra,

forzosamente , en estado comatoso , ahara que los libros desfi-

Ian igual que una procesi6n de animales en una gale r ia de tiro

y que el enrico apenas tiene un segundo de tiempo para cargar

el arma y disparar, par 1 0 que bien puede perdonarsele que con-

funda los conejos can los tigres, y las aguilas con las gallinas, e

incluso que no de en el blanco y su disparo vaya a dar en una

pacifica vaca que pasta en un campo vecino, Si el autor tuviera

conciencia de que, derras de los tiros que a tontas y a Iocas dis-

para la prensa, hay otra clase de critica, consistente en la opi-

nion de las personas que leen par amor a la lectura, despacio y

sin profesionalismos, y que emiten juicios, animados par una

gran comprensi6n y gran severidad , ~no mejoraria esto la cali-dad de sus obras? Y, si gracias a nosotros, los libros llegaran a

ser mas vigorosos, mas r ieos , mas variados, creo que habriamos

conseguido alga digno de ser intentado.

Sin embargo, ~hay alguien que lea con el proposi to de con-

seguir algo, por deseable que ella sea? ~Acaso no hay ciertos

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VIRGINIA WOOLF

ernpefios a los que nos entregamos debido a que son buenos

en 5 1 mismos, y ciertos placeres que tienen caracter definitive?

~No estara la lectura entre unos y otros? A veces he sofiado

que, cuando amanezca el dia delJuicio Final y los grandes con-

quistadores, legisladores y hombres de Estado acudan a recibir

sus recompensas -sus coronas, sus laureles, las Iapidas con su

nombre indeleblemente inciso en imperecedero marmol+-, el

Todopoderoso se dirigira a Pedro, y le dira, no sin cierta envi-

dia, cuando nos yea llegar con nuestros libros bajo los brazos:

«Oye, estos no necesitan recompensa. Aqui nada podemos dar-

les. Son amantes de la lectura».