villacañas - teología económica

40
Teología económica: Análisis crítico de una categoría José Luis Villacañas UCM 1 En este ensayo abordo [1] la categoría “teología económica” desde la polémica acerca de la “teología política”. Giorgio Agamben propone que la teología económica tiene una genealogía que está vinculada al dogma de la Trinidad. Argumento [2] que para hacer aceptable esta tesis, Agamben tiene necesidad de una interpretación heideggeriana de la Trinidad. Mi tercer punto [3] dice que esta interpretación de la Trinidad le inhabilita para hacer una genealogía del gobierno pastoral. Así que Agamben no puede atender a la vez a los dos objetivos del libro El reino y la Gloria y tiene que elegir entre su genealogía del gobierno neoliberal y la genealogía del poder pastoral. Ambas cosas no pueden extraerse de su libro. Esto es así porque la operación de Agamben muestra una dificultad metodológica que abordo en el punto 4 y 5 y que tiene que ver con el concepto de “retroactuación” y de “signatura”. Todo esto me permite reflexionar sobre la legitimidad de “teología económica” y proponer una operación alternativa que llamo “historia del concepto”. Esta crítica de Agamben ofrece la premisa de mi libro Deificatio e imperio. Sobre la genealogía de la división de poderes , en prensa en la Universidad de Salamanca. 1. La genealogía de una genealogía. Cuando parecía concluido 1 Este trabajo forma parte del proyecto de investigación “Biblioteca Saavedra Fajardo IV: Ideas que cruzan el atlántico: formación del espacio intelectual latinoamericano”. FII2012 /36052

Upload: luis-garcia

Post on 15-Dec-2015

13 views

Category:

Documents


3 download

DESCRIPTION

josé luis villacañas sobre la teología económica fdsa

TRANSCRIPT

Page 1: Villacañas - Teología económica

Teología económica: Análisis crítico de una categoría

José Luis Villacañas

UCM1

En este ensayo abordo [1] la categoría “teología

económica” desde la polémica acerca de la “teología política”.

Giorgio Agamben propone que la teología económica tiene una

genealogía que está vinculada al dogma de la Trinidad. Argumento

[2] que para hacer aceptable esta tesis, Agamben tiene necesidad

de una interpretación heideggeriana de la Trinidad. Mi tercer punto

[3] dice que esta interpretación de la Trinidad le inhabilita para

hacer una genealogía del gobierno pastoral. Así que Agamben no

puede atender a la vez a los dos objetivos del libro El reino y la

Gloria y tiene que elegir entre su genealogía del gobierno neoliberal

y la genealogía del poder pastoral. Ambas cosas no pueden extraerse

de su libro. Esto es así porque la operación de Agamben muestra

una dificultad metodológica que abordo en el punto 4 y 5 y que tiene

que ver con el concepto de “retroactuación” y de “signatura”. Todo

esto me permite reflexionar sobre la legitimidad de “teología

económica” y proponer una operación alternativa que llamo “historia

del concepto”. Esta crítica de Agamben ofrece la premisa de mi libro

Deificatio e imperio. Sobre la genealogía de la división de poderes,

en prensa en la Universidad de Salamanca.

1. La genealogía de una genealogía. Cuando parecía concluido

el proceso de liquidación de la teología política2, se plantea el

problema de la teología económica. Este resultado no estaba

previsto en la primera polémica. Carl Schmitt pensaba que

“desteologización” implicaba despolitización3. Por supuesto, Schmitt

seguía viendo al enemigo en esa contraimagen “completamente

1 Este trabajo forma parte del proyecto de investigación “Biblioteca Saavedra Fajardo IV: Ideas que cruzan el atlántico: formación del espacio intelectual latinoamericano”. FII2012 /36052

2 Carl Schmitt, Teología política I y II, Trotta, Madrid, 2009. [TP II].3 . TPII, 129. “De este modo la desteologización contiene una despolitización en el

sentido de que el mundo deja de ser ‘politomórfico’. Y la distinción entre amigo enemigo deja de ser criterio de lo político”.

Page 2: Villacañas - Teología económica

desteologizada” que representaba Hans Blumenberg4 y que para el

jurista era convergente con el triunfo del liberalismo. Sin embargo,

él no podía entender que esa despolitización pudiera dar lugar a una

nueva teologización. Él pensaba que el final de la teología y de la

política sería simultáneo y que, con ello, se produciría lo que luego

se llamó postmodernidad, lo que Schmitt avistó con sagacidad

leyendo el aspecto de la modernidad que emergía del texto de

Blumenberg5. En lugar de la teología debía regir “una mundanidad”

y una “humanidad” puras. Que desde la pura inmanencia, desde el

rechazo del concepto de enemigo, desde la divisa “stat pro ratione

libertas et novitas por libertate”6 y que desde “la libertad de

valoración en el consumo libre” que se avecinaba, se hiciera posible

una nueva teología, eso para Schmitt era impensable.

Si resultó posible se debió a la desaparición de lo político ante

lo administrativo que comenzó a principios de los años 80 con las

intervenciones de Jean Luc Nancy y Lacoue-Labarthe7. Sabemos que

ese giro estuvo inspirado por M. Heidegger, no por C. Schmitt, que

no por azar ya era su rival teórico. Ese giro fue contemporáneo con

la pérdida de la relevancia de la soberanía frente al gobierno, lo que

implicaba la desaparición de la política clásica y de la filosofía

política, aspecto que anunció Hannah Arendt y que recibieron con

entusiasmo los dispersos discípulos de Louis Althusser, como

4 TP II, 132: “La cuestión central que lo político me plantea se refiere a la realidad de un enemigo cuya posibilidad sigo viendo en una contraimagen completamente desteologizada”.

5 TP II, 132: “Ya solo existe el novum. Desparecen todas las desteologizaciones, despolitizaciones, desjuridizaciones, desideologizaciones, deshistoriazaciones y demás conceptos con el prefijo ‘des’ que pretenden hacer tabula rasa”. Es importante resaltar que ante este escenario la desconstrucción tiene una funcion de katechontos: todavía mantiene el contacto con lo que era preciso desconstruir. Lo que avistaba Schmitt era la situación en que este proceso ya estuviera acabado y quedara desnudo el vacío de la novedad. En este sentido, la afirmación de que la desconstrucción es una tarea infinita es otra forma de la teología, la negativa. Como es natural, hacía referencia a La legitimidad de la edad moderna, Pretextos, Valencia, 2008. Blumenberg añadió en la edición definitiva sus comentarios a esta polémica (91-103). Luego hemos conocido que siguió viva para la elaboración de Trabajo del mito, Cf. H. Blumenberg, Carl Schmitt, Briefwechsel, Suhrkamp, Frankfurt, 2007.

6 TP II, 133.7 Para este asunto. Cf. “Ouverture”, en Philippe Lacoue-Labarthe y Jea-Luc

Nancy, (eds), Rejouer le politique. Travaux du Centre de recherches philosophiques sur le politique. Galilée, Paris, 1981, 11-28.

Page 3: Villacañas - Teología económica

Jacques Rancière, Claude Lefort y Miguel Abensour8. Como tal, ese

desplazamiento ofreció su contexto al cambio de rumbo que marcó

el pensamiento de M. Foucault en Seguridad, Territorio, Población y

en El nacimiento de la biopolítica9 con el intento de definir el

gobierno neoliberal. Este punto llevó a la transformación de su

programa científico general, que aspiró a convertirse en una historia

del gobierno como contrapartida objetiva de una historia general del

proceso de subjetivación. Las diferencias entre el gobierno liberal

clásico y el gobierno propio del neoliberalismo apenas las estamos

constatando ahora. La obra de Giorgio Agamben, que se reclama

inspirada en Foucault, intenta medirla de forma precisa mediante la

genealogía del gobierno económico. Con ello, se pretende superar

“el desconocimiento” que manifiesta Foucault de las “implicaciones

teológicas del término oikonomia” [RG, 126]10.

En este sentido, puede ser instructivo comparar una teología

económica liberal clásica, abordada por Duncan K. Foley11, con la

genealogía de la teología económica que aborda Agamben en su El

8 Cf. Nick Hewlett, Badiou, Balibar, Rancière: rethinking emancipation, Continuum International, London, 2007; Todd May, The political thought of Jacques Rancière: creating equality, Edinburgh University press, 2008; Todd May, Contemporary political movements and the thought of Jacques Rancière, Edinburg, Edinburgh U. P. 2010; Christian Ruby, L’interruption: Jacques Racière et la politique, Fabrique, París, 2009; Samuel A. Chambers, The lessons of Rancière, Oxford, Oxford U. P. 2013; Bernard Flynn, The philosophy of Claude Lefort: interpreting the political, Evanston III, Northwestern U.P. 2005; Louis Moreu de Bellaing, Claude Lefort et l’idée de société démocratique, Harmattan, París, 2011. Colloque international “Critique de la politique” sous la direction d’Anne Kupiec et d’Etienne Tassin, Autour de Miguel Abensour, Université París VII, Sens & Tonka, Paris, 2006.

9 Foucalt, El nacimiento de la biopolítica. FCE, Buenos Aires, 2007. Las ambigüedad de la posición de Foucault las he abordado en mi “Die Ambiguität der Biopolitik.: eine weberianische Lektüre“, in: Borsò, Vittoria: Wissen und Leben – Wissen für das Leben. Herausforderungen einer affirmativen Biopolitik, Bielefeld: transcript 2013. Una buena exposición final de la temática en Claire Blencowe, Biopolitical experience: Foucalt, power and positive critique, Houndsmills, Basingstoke, Hampshire, New York, 2012 y Geoffroy de Lagasnerie, La dernière leçon de Michel Foucault: sur le néolibéralisme, la théorie et la politique, Fayard, París, 2012.

10 Lo que no significa que no sea útil abordar el problema de la subjetivación desde el problema de la emergencia de la teología cristiana. Cf. Valérie Nicolet Anderson, Constructing the Self: thinking with Paul and Michel Foucault, Mohr Siebeck, Tübingen, 2012.

11 Duncan K. Foley, Il peccato di Adam. Una guida alla teologia economica. Libri Scheiwiller, Motta Cultura, Milano, 2008. Edición italiana de la original de Adam’s Fallacy, A Guide to Economic Theology, de Harvard U. P. 2006.

Page 4: Villacañas - Teología económica

poder y la gloria y que aspira a describir los supuestos teológicos del

neoliberalismo. Ante todo, como Foley advierte, la teología

económica clásica es de naturaleza crítica y humanista. La teología

entra en la economía clásica a través de la antropología, con

argumentos acerca de la naturaleza humana y de su racionalidad

finita, y giran en torno a la diferencia radical entre el sujeto finito y

el sujeto divino. La antropología que está en la base de la economía

clásica deriva de la teología y esboza el mismo problema del mal:

por qué Dios no hace nada para evitar el mal en el mundo. En suma,

es una teología del gobierno limitado de Dios en el mundo, que deja

espacio para la libertad humana y para su gobierno finito. Qué Dios

no gobierne el mundo en su totalidad, que permita el mal, es la

contraparte de que el capitalismo esté gobernado por una mano

invisible, y que produzca tantas cosas buenas como malas. Imagen

de la creación, el capitalismo requiere todavía la diferencia moral. El

homo económico no es el ser humano sustantivo. Al final, Foley, al

decir: “mi auguro que questo libro riesca a dimostrare che il

ragionamento economico è valutativo esattamente quanto lo è

qualsiasi altro modo di pensare una società, e que può dare adito a

pericolosi errore di judizio”12, tiene que arribar a las costas

weberianas. Tras el hombre económico como ideal tipo está siempre

en su base los “lebendige Menschen” con sus valoraciones13. Este

punto permite entender la tesis weberiana de las esferas de acción.

No es que estén separadas de manera ontológica (como querría la

teoría de sistemas), es que sólo están unidas en el ser humano

singular, sin lógica alguna omnicomprensiva. Este es el fundamento

de la tesis de que toda acción social racional tiene bases

específicamente “irracionales”, esto es, asentadas en el aparato

psíquico singular del sujeto. Lo singular no es racional desde un

parámetro externo a sí mismo. Por eso, el gobierno de sí era el

complemento del liberalismo clásico y por eso Foucault no hace sino

12 Foley, Il peccato, 2213 He desplegado este asunto en mi “Ethos y economía. Weber y Foucault sobre la

memoria de Europa”. Daìmon, 51, 2010, 25-46.

Page 5: Villacañas - Teología económica

retrasar el triunfo del neoliberalismo desde el katechontos del

liberalismo clásico y su genealogía en el mundo aristocrático griego,

pasando por Goethe, algo que el liberal Max Weber sabía demasiado

bien.

2. Heidegger intérprete de la Trinidad. Esta me parece la

genealogía mínima del problema. Respecto a ella, la afirmación

básica de Agamben es que la gubernamentalidad de Foucualt es

siempre economía neoliberal y que esta es siempre teológicamente

un tipo de providencia. Su propuesta es que esta teología neoliberal

tiene su origen en la formación del dogma de la Trinidad. La

conclusión final será que la economía no afecta al orden del ser

porque la providencia trinitaria genera sólo un poder vicarial, una

ontología vicarial, separada del ser. Esta es la impronta

heideggeriana de su tesis. Veamos el argumento de Agamben para

llegar hasta ahí. Su punto de partida es que “Providencia es el

nombre de la ‘oikonomía’ en cuanto esta se presenta como gobierno

del mundo”14. La historia de la soberanía, y la época de Schmitt, es

para él una parte de la historia del gobierno providencial. Así, se

defiende que el concepto de “soberano” no procede de los tratados

medievales de gobierno, sino de los tratados teológicos sobre la

providencia15.

En este sentido, la genealogía que busca Agamben afecta al

gobierno de los hombres que atraviesa toda la historia occidental y

la tesis que tiene que evadir, por trivial, es la liberal clásica que ya

sabe que el gobierno ilustrado es una metáfora de la providencia16.

14 RG, 127: “Gubernamental no resulta comprensible más que si se le sitúa sobre el fondo económico-teológico de la providencia”.

15 Estas son otras tantas acusaciones críticas a Foucault y a su paso “no muy convincente” desde el gobierno pastoral al soberano. No sería mediante la resistencia al gobierno pastoral como emergería el gobierno político, sino mediante una “secularización” de los conceptos de providencia. Cf. RG. 128.

16 La idea de transferencia desde providencia a gobierno parte de la popularidad

de Lucius A. Seneca en el siglo XVII. Así se traduce su libro como Schönes Büch-lein von der göttlichen Providentz, Vorsehung und Regierung ... traducido por Ja-cobus Stolterfoht, Johann Meyer, Lübeck, 1641. Luego, lo tratados con esta doble noción de providencia y gobierno son infinitos. En el Suplementum Codicis Austriachi oder Chronologische Sammlung, Johann Thomas Edlen, Viena, 1777, 178, que recoge las leyes de María Teresa, el uso de ambos

Page 6: Villacañas - Teología económica

Esta tesis nos haría regresar a Foley y a Weber: la crítica de la

posibilidad de conocer a la providencia general, propia de la crítica

ilustrada, explica la noción de mano invisible y hace necesaria la

forma de encarar la providencia especial propia de la certitudo

salutis de los puritanos. Para omnes, la mano invisible; para

singulatim el gobierno de sí: este es el cosmos liberal clásico. Para

este cosmos, la arqueología del gobierno estaría también en la

teología crítica. El gobierno del mundo por parte de la Providencia

general queda oculto y, rechazado por la crítica, no puede ser

reocupado por el gobierno político. La providencia especial queda

anclada en el autoconocimiento del trabajo y gobierno de sí. Lo

específico de Agamben es que desea mejorar la prestación de

Foucault acerca de la definición del gobierno neoliberal. Para eso

propone que lo propio de este gobierno es que, frente al clásico,

vuelve a reunir “la coordinación y articulación de la providencia

general y de la providencia especial, o en palabras de Foucault, del

omnes y del singulatim” [RG, 130]. Esto no lo hizo el mundo liberal

clásico.

Esta es su propuesta de la máquina bipolar17, una más bien

insegura18. Desde otro punto de vista, implica también la

conceptos es ya continuo. 17 “El gobierno solo es posible si Reino y Gobierno están correlacionados en una

máquina bipolar”. 130. Luego despliega la teoría de la providentia generalis y specialis, como si fuera equivalente a la providencia kat’hauto y kata symbebekos. Creo que este es uno de los problemas conceptuales fundamentales de Agamben. La providencia general pasa a ser la propia del Dios que reina, y la especial la del gobierno. De modo que la diferencia entre ambas hace posible el gobierno. “El gobierno es una epifenómeno de la providencia”. RG, 134. Luego Agamben se entrega a un análisis de Aristóteles, Proclo y Boecio. La cuestión de la relación entre providencia y destino, o entre causa primera y causas segundas en Boecio, lleva a Averroes. “Visto en su unidad por la inteligencia divina es la providencia, en tanto que la misma unidad dispuesta y explicada en el tiempo se llama destino”. Cf. RG, 143. Como es natural, este planteamiento lleva a la diferencia entre “natura naturans” y “natura naturata”, relacionada con la de ordenatio/executio. Esta executio es una dispositio ordenata, una economía. Por complejos procesos conceptuales esta dinámica llevará a la cuestión de la “naturaleza de las cosas” y a que Dios se pueda retirar tras ella como deus absconditus, excepto cuando vuelve a irrumpir como autor del milagro, pues sigue siendo potestas absoluta, y no solo potestas ordinata.

18 Agamben muestra la inseguridad al dudar de si la máquina gubernativa tendrá una estructura doble o triple: “La doble (o triple) estructura de la máquina gubernamental …”. RG, 154.

Page 7: Villacañas - Teología económica

reunificación de Foucault y Guy Debords, del problema de

subjetivación y de la doxà . Su análisis muestra la íntima conjunción

del homo economicus y la sociedad del espectáculo, y eso a partir de

la noción de deseo y de Gloria o aclamación. Economía más gloria,

esta es la tesis de la doble estructura de la máquina gubernativa. El

pueblo aparece como singulatim administrado y como el omnes que

aclama19. Como el análisis de la providencia general es identificado

con el omnes, Agamben se ve en la necesidad de vincular gobierno y

providencia especial (aquí los análisis de Carl Schmitt en Legalidad

y Legitimidad sobre la “orden”, el decreto, el mandato tendrían su

eficacia), y vincular de algún modo la noción de providencia o

gobernanza y gloria. Esta descripción fenomenológica del presente

le lleva a un esfuerzo teológico que implica la interpretación de la

Trinidad como arquetipo del gobierno neoliberal. Para esta

operación se sirve de Heidegger.

Lo específico de la interpretación de la Trinidad por parte de

Agamben es que vincula providencia general con Dios, con la

ontología, con el Reino, con la ordinatio, el ser, y la auctoritas;

mientras que reserva la providencia especial con la potestad, el

gobierno, la naturaleza de las cosas, la executio, la praxis, y en suma

con el ámbito de la economía. Resulta claro entonces que para

explicar la esfera de la economía se introduce una “escisión” en Dios

entre “ser y praxis” que evoca la diferencia fundamental entre Padre

e Hijo, rey que reina y gobernante que gobierna. Esto es necesario

para ver en la Trinidad, predibujado, el espacio de la máquina de

gobierno neoliberal. De este modo, se evoca “la relación

intratrinitaria entre Padre e Hijo” que es más bien una escisión

gnóstica. Pero para Agamben, este es el punto central, esta relación

entre Padre e Hijo sería vicarial y por eso el paradigma teológico

trinitario es el arquetipo de todo gobierno vicarial. El Hijo ejecuta en 19 RG, cap. 7 “El poder y la Gloria”, sobre todo 188, con el análisis de las tesis de

Cagin y de Schmitt en Referendo y propuesta de ley por iniciativa popular, de 1927. El poder constituyente como poder de aclamación del soberano, así como la nota sobre la noción de pueblo en Pablo en tanto como comunidad mesiánica de los llamados, permite la comparación con el ceremonial imperial romano, desarrollado por Schramm y Alföldi. Cf. RG, 194ss.

Page 8: Villacañas - Teología económica

tanto potestas ordenata la potestas absoluta Dei. La praxis se abre

paso desde la ontología20. Pero entre la primera potestas y la

segunda, entre la ontología y la praxis, no hay identidad sustancial,

sino vicariato. La praxis se abre desde la ontología, pero sin

fundarse en ella, como praxis an-árquica. Ya se puede suponer el

efecto que esto tiene para definir el gobierno neoliberal, su

montante nihilista. Todas estas conclusiones son confusas desde el

punto de vista teológico, y tienen más que ver con una

interpretación de la Trinidad con las categorías de Heidegger, que

con un análisis de la función y el sentido de la Trinidad que repare

en su estatuto teológico tal y como se forjó en la historia. El carácter

insustancial y anárquico del poder del Hijo, afirmado por Agamben

[RG, 154]21, necesario para caracterizar la economía, es justo lo que

la Trinidad quiere superar frente a Arrio, al mostrar la unidad

ontológica del Padre y del Hijo y el fundamento ontológico en Dios

de su praxis en tanto Logos. Al final, Heidegger triunfa cuando se

dice que “el misterio del ser y de la divinidad coincide sin fisuras con

su misterio económico”. Esta reducción del misterio del ser

explicaría los malos efectos del misterio económico del

neoliberalismo. Como buen discípulo de un Heidegger crítico del

catolicismo, Agamben se queja de que el ser del Reino no funde los

actos de gobierno, y que sean más bien los actos del gobierno lo que

tengan como efecto el ser. Ese es el ser vicarial que produce la

sociedad del espectáculo. La estructura vicarial del poder

20 RG, 154. La tesis de que a pesar de que haya unidad haya vicariato no es muy convincente. Tertuliano mostró de forma clara que el Hijo es la misma sustancia que el Padre, como el hijo del emperador gobierna no de un modo vicarial respecto del emperador padre, sino siendo la misma persona que él. Que el gobierno sea anárquico es justo lo que se evita con la filiación, que es algo más que vicariato. Donde hay patrimonialismo no hay vicariato. Por eso el poder del hijo heredero no es “vicariedad”. Esto se ve bien en la estructura de la gobernación de la Corona de Aragón. El “gobernador general”, que siempre es el hijo heredero, no es un vicario del rey, sino su persona gubernativa, pues sigue activo en presencia del rey. Sólo él puede nombrar “vice reges” o lugartenientes. Pero él no lo es. Cf. Villacañas, Monarquía hispánica, Espasa, Madrid, 2008.

21 Si bien, para Gregorio Nacianceno [RG, 75] el “nombre de lo anárquico es Padre, el nombre de la arché es Hijo”. Lo que vendría a invertir exactamente la consideración de Agamben.

Page 9: Villacañas - Teología económica

gubernativo y anárquico es así una ontología vicarial22. Lo que se

defiende es paralelo a la reducción de la physis a materia prima

disponible para el Gestell del dispositivo técnico-económico23. Las

fisuras en la Trinidad, como en Heidegger la historia de la

metafísica, no hace sino preparar el gobierno económico que hoy

vemos triunfar y generar el olvido del misterio del ser en un ser

vicario y espectacular. De este modo, se interpreta la Trinidad, un

concepto diseñado contra los gnósticos, como un dispositivo lastrado

por esas mismas premisas gnósticas, algo teológicamente discutible.

Pues como ha mostrado R. P. C. Hanson24 y tantos otros antes que él,

la Trinidad supera la Gnosis porque dispone de premisas no-

Gnósticas, como la unidad sustancial de Dios creador y Dios salvador

y, en este sentido, tenía que hacer conscientemente frente a Arrio,

que en efecto ve al Hijo sólo una praxis agradable al Padre, no como

agradable porque tiene de la sustancia misma del Padre. El mundo

humano para el Trinitarismo debe gozar de la deificatio de los

creyentes porque ya participa de la naturaleza deificada del Hijo25.

No debe seguir siendo un mundo extraño a Dios. De ahí el programa

de cristianización del mundo que comienza con Gregorio I26.

22 “No son tanto los efectos (el gobierno) los que dependen del ser (el reino), sino que el ser consiste más bien en sus efectos: tal es la ontologia vicarial y efectual que define los actos de gobierno”. RG, 159.

23 Ronald Godzinski Jr. “(En)Framing Heidegger’s Philosophy of Technology”, Essays in Philosophy, 6, 2005, 1, article 9.

24 Hanson, R. P. C. The Search for the Christian Doctrine of God: The Arian Controversy (318-381), Baker Academic, Michigan, 2005.25 El uso de E. Kantorowicz por parte de Agamben en este sentido es confusa.

Cristo en tanto hombre es deificado y santificado por el Padre, como reconoce Kantorowicz, (Il misteri dello Stato, Marietti, Genova, 2005, 101-102), porque así permite que todo hombre lo sea. Pero no es deificado en términos absolutos por Dios, como en cierto modo quería el arrianismo y el adopcionismo, pues es también Dios por naturaleza y ontología. Que el rey, para el anónimo normando sea Dios y Cristo por gracia, no por naturaleza, es lo que constituye su orden vicarial. Esa es la diferencia entre el orden de la ousía, interno a la Trinidad, y el orden de la gracia, que sí es vicarial. La Trinidad no conoce la estructura vicarial. Pero despliega entre los hombres su beneficio por el orden de la gracia, que sólo funciona porque la Iglesia es el vicario del Hijo.

26 Invocar a su favor el enunciado de que “mi reino no es de este mundo” para apoyar la tesis de que “el precio que la superación trinitaria de la escisión gnóstica entre las dos divinidades (dios creador y dios salvador) debe pagar es la sustancial extrañeza del mundo” (RG, 156), es problemático. Todo el ejercicio trinitario, convergente con la identificación de la institución eclesial como elemento central en la economía de salvación, es la lucha por impedir esta conclusión. Que en el paradigma de la Trinidad se prefigura la división de

Page 10: Villacañas - Teología económica

3. Una interpretación alternativa de la gloria. Uno de los

puntos más débiles de la interpretación de Agamben procede de la

necesidad de articular el problema de la Gloria con el fenómeno del

gobierno neoliberal en tanto opinión pública propia de la sociedad

del espectáculo. La articulación del problema de la Gloria con el

Trinitarismo no está elaborada en el libro. Veamos este punto. En

buena lógica, El reino y la gloria tenía como objetivo lograr a una

elaboración más refinada de los orígenes del gobierno pastoral. Este

objetivo sólo se puede conseguir si se muestra la capacidad del

gobierno pastoral para superar los límites insuperables del gobierno

imperial romano. Resulta claro desde antiguo que la manera en que

Foucault abordó este punto es limitada y parcial. Sin embargo,

Agamben no podía ignorar, en su esfuerzo por ver en la Trinidad el

prototipo de la economía, que el mismo aparato eclesial que forjó la

Trinidad usó el concepto de Gloria. Como es natural, Gloria no es un

concepto económico ni liberal. Por lo tanto, era inevitable que fuera

un elemento político ajeno por completo al gobierno económico,

como sabía Schmitt en Catolicismo Romano y Forma jurídica27. ¿Pero

como se relaciona Gloria y Trinidad? Esta pregunta no tiene

respuesta en el libro de Agamben. Pero si tuvieran una relación

íntima, entonces quizá la tesis de Agamben sobre la escisión de ser y

praxis en la Trinidad podría ser cuestionada. Todas las dualidades y

escisiones entre reino y gobierno, entre ser y praxis, entre política y

economía, entre Padre e Hijo anárquico, procedentes de su mirada

heideggeriana, serían problemáticas.

Lo curioso es que la relación entre Trinidad y Gloria se vincula

en cierto modo a la noción de economía. Pero sólo en tanto

poderes se puede ver ya en Kant, de forma expresa, en tanto que incorpora la estructura misma de la razón, con su ley general, ejecución y juicio reflexivo. Cf. Villacañas, Res publica. Los fundamentos normativos de la política, Akal, Madrid, 170-192. Desde este punto de vista “El estado moderno hereda en efecto ambos aspectos de la máquina teológica del gobierno del mundo” (RG 158), aunque Agamben excluye el problema del juicio, el problema del espíritu, como vio muy bien Hannah Arendt.

27 Carlo Galli, Carl Schmitt e la crisis del pensiero politico moderno, Il Mulino, Bologna, 2010. Cf. Villacañas, Poder y Conflicto, Ensayos sobre Schmitt, Bibliteca Nueva, 2008.

Page 11: Villacañas - Teología económica

“economía de salvación”. Sin duda, la compleja elaboración de la

doctrina trinitaria jugó desde el principio con una noción de

economía de salvación o “economía del salvador”, el verdadero

sentido de economía en el Trinitarismo. Por supuesto que Agamben

conoce este hecho [RG, 191]. No estoy seguro, sin embargo, de que

esta noción de economía de salvación implique lo que Agamben

llama “la forma de una oikonomia” con eficacia descriptiva del

gobierno neoliberal28. Desde luego, la economía de salvación fundó

un tipo de gobierno eclesiástico que se legitimó sólo desde la

estructura trinitaria. Esto significa que la Trinidad divina era el

despliegue mismo de la economía de salvación y que el gobierno

eclesiástico se incrustó en esa economía trinitaria de la salvación.

Así la Iglesia pasó a ser parte del mismo plan divino desplegado en

el tiempo de la salvación. Y lo hizo alrededor del patrimonio de

Pedro, una herencia directa del Hijo. Así que es verdad que el

“gobierno [pastoral] se situó en el locus teológico” que le ofrecía la

economía trinitaria29. Eso garantizaba que mientras se permaneciera

en el seno del gobierno de la Iglesia, se recibía el Espíritu, el

Pneuma, y en esa medida se era miembro del cuerpo de Cristo, y se

era parte de Dios mismo. Mientras se participara de los misterios

administrados por la Iglesia se formaba parte de la economía de la

salvación. Desde esta perspectiva, la máquina gubernamental

eclesial garantizó y se legitimó porque garantizaba una deificatio30,

omnes et singulatim, la forma de entrar en la economía de salvación

como miembro particular del cuerpo general de Cristo y así conectar

con la vida misma divina de la Trinidad. Eso es la Gloria manifiesta

de Dios en su Iglesia.

Agamben sin embargo no estaba interesado en su libro en esta

profunda relación entre gobierno, deificatio y gloria, que era el

28 Mostrando los límites de la genealogía de Foucault, Agamben muestra la necesidad de retroceder a “los primeros siglos de la teología cristiana, que contemplaron la primera e incierta elaboración de la doctrina trinitaria en la forma de una oikonomia”. RG, 13.

29 “Situar el gobierno en su locus teológico en la economía trinitaria.” RG, 13.30 He desarrollado esta temática en Deificatio e imperio: sobre la genealogía de la

división de poderes, en prensa, Universidad de Salamanca, 2014.

Page 12: Villacañas - Teología económica

efecto de la economía de la salvación y que habría dado coherencia

última a su análisis. En lugar de preguntarse qué debía ser el

gobierno para producir deificatio, y por qué debía fundarse en la

Trinidad de forma inexorable, se atuvo a las escisiones entre el reino

y el gobierno, la gloria y la economía, el poder como realeza

ceremonial y litúrgica gloriosa, y el poder como gobierno y gestión

eficaz, entre el ser y la praxis, como si esas fueran realidades

diferentes en el gobierno eclesial. De esta forma para hacer la

genealogía del neoliberalismo actual, Agamben debe falsear la

genealogía del gobierno pastoral. De forma metodológicamente poco

ordenada, dio entrada a un concepto reducido de economía, como

gestión de la inmanencia, que jugaba en el seno de aquellas

escisiones, y que justamente no tenía ya la función de integrarlas en

una oferta general y significativa de economía de salvación. En ese

caso, ya como parte de una economía reducida, la gloria sólo podía

presentarse no como deificatio, sino como mimesis de la aclamación

imperial, opinión pública, plebiscito, espectáculo. En la economía de

salvación trinitaria sin embargo todo estaba orgánicamente unido

porque el efecto del gobierno pastoral era una deificatio, una

mutación en el ámbito de ser en contacto con la unidad sustancial de

Dios a través del Espíritu que une al Padre y al Hijo. No hay aquí

ontología vicarial porque no hay poderes vicariales, sino de filiación.

Esa es la esencia del trinitarismo, como espero haber mostrado en

mi Deificatio e Imperio.

Así, todo el libro de Agamben está atravesado por dos

nociones de economía que jamás se explicitan en su relación, una la

plena economía de salvación, y dos, un economía que sólo puede

abrirse paso al precio de la reducción de aquella a un mero acto de

inmanencia que recibe una aclamación para asegurar su falta de

fundamento. Sin embargo, la posibilidad de diferenciar entre

gobierno y reino, poder y gloria, inmanencia y trascendencia, en el

ámbito eclesial del gobierno pastoral, resulta mínima tan pronto se

llegue a ver que el gobierno pastoral produce deificatio, y que esta

Page 13: Villacañas - Teología económica

es la forma del ingreso en el Reino, ingreso que es lo que se hace

público como Gloria ante el mundo. En este sentido, la liturgia y la

gloria son componentes internos al gobierno, y el gobierno es

interno al reino, pues estas nociones conducen a y explican la

deificatio, la proclaman y la exhiben, entregando su visibilidad al

reino y pueblo de los elegidos de Dios.

En suma, en el dispositivo cristiano trinitario economía no

tiene significado por sí misma. Es siempre “economía de salvación”.

Incluso que Pablo sea ecónomo tiene significado porque administra

una economía de salvación, cuyo concepto político básico es el de

servicio casi esclavizado al único Señor. El concepto de “economía”

que usa Agamben no es teológico trinitario, sino sólo conquistable

desde la destrucción de la teología trinitaria que funda un gobierno

pastoral cuyo efecto central es deificante. Con ese concepto

reducido, arriano, sólo con dificultad se puede fundar una teología

económica. Se puede fundar a lo sumo una ética económica de la

ejemplaridad, el verdadero complemento ideológico arriano del

anarquismo neoliberal.

El conjunto siguiente de preguntas que se hace Agamben

surge de esta anfibología conceptual. El concepto “economía” en

tanto inseparable de “economía de salvación”, “Trinidad”, de Gloria

y deificatio, designa la totalidad del proyecto cristiano y une de

forma sustancial e inseparable la historia divina intratinitaria con la

historia del ser humano. Agamben usa el concepto de economía

como referido al gobierno pastoral, a su praxis, eficacia y gestión de

la inmanencia sin relación alguna con la salvación, y por eso debe

quedar fuera de él todo concepto de Ser, Poder, Reino y Gloria. Pero

sin estas dimensiones, no hay gobierno pastoral como tal. Con esta

anfibología se pierde y se escinde lo que en la teología trinitaria

jamás se escindió, dado que el dispositivo gubernativo pastoral está

diseñado justa para impedir estas escisiones. Y lo está porque solo

así se pudo superar el gobierno imperial romano, incluida aquí la

interpretación arriana del imperio cristiano.

Page 14: Villacañas - Teología económica

La anfibología produce conjuntos de enunciados que no

pueden ser verdaderos a la vez, pero no produce solo enunciados

falsos. Es posible que la Iglesia sea la estructura última de la

máquina gubernamental de occidente, como la llama Agamben [RG,

14], pero sólo porque reposa en la íntima relación con la economía

de salvación que, a través del efecto de deficatio, une de forma

inseparable ser y gobierno, reino y gloria31. Pero si quitamos el “de

salvación”, entonces la palabra “economía” deviene completamente

diferente. Podemos afirmar, como hace Agamben, que en la Gloria

está el “arcano central del poder”. Pero solo pertenece al poder

pastoral si el poder persigue la deificatio y se mide por ella. Sólo así

tenemos gobierno eclesiástico pastoral, que alcanza a todos y cada

uno, una deificatio de cada uno de los elegidos y del pueblo como

Iglesia, imagen gloriosa ante el mundo del Reino.

Ahora bien, la economía de salvación, desde este punto de

vista, reclama la idea de que sólo hay verdadero poder supremo allí

donde se produce el efecto de la deificatio. Para ello, ese poder tiene

que conectar con el Pneuma, administrarlo, ofrecerlo, compartirlo,

en tanto que potencia que sustancialmente une al Padre y al Hijo. El

emperador que pretende la deificatio para sí en exclusiva es una

pálida imitación de Cristo, primero porque no lo es por naturaleza, y

segundo porque no dispone de la gracia del pneuma que lo une con

cada uno de los ciudadanos de su pueblo y a todos con Dios. El

emperador puede ser aclamado, pero en la aclamación no se

produce la gloria de ser un único cuerpo con todos los demás y uno

con el Espíritu de Dios. Por eso el gobierno pastoral sólo se

31 En un momento Agamben dice: “Si la gloria es tan importante en la teología es sobre todo porque permite mantener reunidas, en la máquina gubernamental, trinidad inmanente y trinidad económica, el ser de Dios y su praxis, el reino y el gobierno”. RG, 250. Sin duda, cuando quiere abordar todo el dispositivo complejo de la teología trinitaria, Agamben tiene necesidad de diferenciar dos trinidades, lo que es completamente desusado. El concepto de gloria desde luego permite sintetizar que estamos ante una deificatio que alcanza a todo un pueblo con su rey o emperador propio. Pero no juega porque mantenga unidas dos trinidades, sino porque cumple aquí de forma inmanente la Gloria que será trascendente, esto es, porque cumple la economía de salvación. En este sentido, revela de forma suficientemente plena, como en un espejo, el misterio de la salvación que conoceremos cara a cara. Sin duda esto significa que la gloria de la Iglesia demuestra la revelación del misterio de la economía de la salvación.

Page 15: Villacañas - Teología económica

comprender en relación con el gobierno imperial y en su contexto.

Pero de forma curiosa, la economía de la salvación, como plan

en el tiempo, y mientras ese plan no se cumple en su totalidad,

demanda con necesidad un resto de poder profano (los llamados no

son todos los seres humanos y los elegidos todavía muchos menos).

En la medida en que ese resto profano se mantenga, el gobierno

pastoral de la Iglesia no puede ser el único, absoluto o total. Por lo

tanto, a la economía de salvación le es interna la división de poderes.

Su propia existencia genera un poder profano, un resto profano

respecto del cual se puede decir que el “reino” no es de este mundo.

Este aquí no significa “el” mundo. Significa el mundo profano no

llamado ni elegido al Reino.

3. Retroactuación. Cuando miramos las cosas desde la

polémica originaria entre Schmitt y Peterson comprendemos algunas

de las dificultades de la propuesta de Agamben. En este sentido, y

ante todo en este sentido, creo que Peterson tiene razón al decir que

la teología política es teológicamente imposible desde el catolicismo.

Peterson hizo ver al católico Schmitt que su posición era la

protestante, la hobessiana, una que piensa un poder sin resto

profano, o lo que es lo mismo, que elimina la sustantividad del poder

eclesial. Peterson lo comprendía esto muy bien porque justo por eso

se hizo católico cuando vio la consecuencia en el nazismo. No hay

manera teológica de eliminar el resto profano del poder, respecto al

que tarde o temprano la Iglesia deberá estar en disposición de

luchar y llegado el caso de morir. En suma, como parte del propio

plan de la propia economía de salvación, la Iglesia sólo juega dentro

de la división de poderes y jamás será un poder total. Le es esencial

este punto anti-totalitario. Esta ganancia teórica es la que definió

san Agustín cuando propuso que las dos ciudades (ciudad de Dios

visible/invisible y ciudad de la tierra) forman parte de la estructura

de la economía de la salvación. La imagen del trono vacío que tanto

impresiona a Agamben, sin duda es el símbolo más significativo del

poder pastoral eclesial, pero no “porque la política es restituida aquí

Page 16: Villacañas - Teología económica

a su inacción central, vale decir, a un actuar que consiste en hacer

inoperantes todas las obras humanas y divinas” [RG, 30]. No hay

evidencias de que sea así. El trono vacío muestra más bien que el

pueblo reunido y deificado por el Espíritu espera la venida de su

Señor –del cual el obispo es solo un heredero patrimonial- y que el

Espíritu presente en todos no puede ocupar. Esa diferencia de

poderes y esa espera es parte de la economía de la salvación y de

sus misterios y, como supo Calvino, implica que el Espíritu conecta

con un Hijo ausente32. La gloria, que reúne al reino de los deificados

por el Pneuma, aquí y ahora, anticipa y es a la vez ya la Gloria

definitiva, cuando el trono se ocupe por su Rey. Lo decisivo de la

economía de salvación reside en que la vida eterna ya está aquí,

aunque todavía no haya llegado. Esa es la estructura de continuidad

entre la Iglesia y el Reino, que Agamben da por rota, como si se

pudiera salvar una frente a la otra33. Como dijo una vez Weber, un

anarquista puede comprender mejor el Estado que un burócrata

obediente. Sea cual sea nuestra relación con este dispositivo del

gobierno pastoral, el ethos profesional del filósofo pasa por

comprenderlo en su verdad.

Llegados aquí podemos preguntarnos: ¿Cuál es la operación

de Agamben? ¿Es realmente una confusión, la caída en una

anfibología? Si leemos con atención su obra no se trata de una mera

confusión. Cuando analiza los dos paradigmas, el de la teología

política, que piensa el poder soberano desde la estructura de la

trascendencia, al modo de Dios; y el de la biopolítica moderna y el

neoliberalismo, que es un pensamiento del orden inmanente,

Agamben dice algo interesante. El primero lo llama político y el

segundo doméstico. Un examen del paradigma trinitario muestra la

voluntad de articular de forma consecuente la trascendencia y la

inmanencia, lo político y lo doméstico. Esa es la función de la

Trinidad y ese es el gobierno pastoral. Pero entonces, como hemos

visto, no hay manera rigurosa de caracterizar el paradigma trinitario

32 Klee33 El reino y la Iglesia.

Page 17: Villacañas - Teología económica

como sólo económico. El gobierno pastoral es político y económico y

por eso fascinó a Schmitt. Que disponga de una economía de

salvación no hace de él un paradigma económico, sino político. La

teología trinitaria es a la vez política y gubernativa, constituye un

reino y lo gobierna, tiene una política y por eso tiene una economía

del número (de los salvados) y del tiempo en que se producirá la

totalidad de los elegidos.

La dualidad de paradigmas que sugiere Agamben, implica ya

la fractura propia de la realidad de un mundo secularizado, que aquí

significa algo muy preciso, un mundo en el que las premisas

trinitarias ya no rigen y en el que el gobierno pastoral está

arruinado. Toda la tesis de Agamben, en este sentido, depende de la

más bien débil teoría de la secularización schmittiana, pero con una

curiosa inversión. Los dos paradigmas mencionados (teología

política y teología económica) son productos de la teoría de la

secularización. La política moderna es un paradigma conceptual

teológico secularizado y por eso se describe bien como “teología

política”. Lo que con este nombre se describe es el paradigma

conceptual iniciado por Hobbes o por la reforma luterana, cuyo

supuesto existencial histórico es que la Iglesia ha perdido el

gobierno de sí misma en tanto que ha perdido el ius reformandi. Ya

no hay vínculo entre deificatio y gobierno pastoral y esa es la

modernidad religiosa. Desde una estructura trinitaria clásica este

supuesto existencial habría debido significar el hecho escandaloso

de que la economía de salvación divina había fracasado, que la

providencia había fracasado (justo eso fue lo que significó para los

trinitaristas consecuentes, los pensadores españoles como Baltasar

Gracián y Saaevedra Fajardo), que el Dios cristiano había muerto y

sólo era posible resucitarlo mediante el deus mortalis del Estado34.

Teología era así política. Seguir llamando a esta política “teología”

era sólo posible desde un sentido de “reocupación” limitada de ese

34 Sólo la compleja teoría de la Providencia de Donoso Cortés permitió superar esta conclusión del Barroco. Cf. para la teoría de la providencia de Donoso, Rivera, A. Revolución y reacción en la España liberal, Biblioteca Nueva, Madrid, 2006.

Page 18: Villacañas - Teología económica

espacio de gobierno pastoral desde el Estado, algo que no podía

incluir la deificatio.

Veamos ahora el segundo caso. La economía, esta sería la tesis

de Agamben, ofrece un “paradigma teológico secularizado”. Esto

quiere decir que la economía actual y el gobierno neoliberal están

llenos de conceptos teológicos secularizados, como hemos visto

procedentes de la Trinidad. Pero eso no es novedoso. La tesis de

Adam Smith (mano invisible/deus absconditus) sería un ejemplo

anterior. La tesis de Agamben no sugiere solo usos analógicos,

metafóricos. Dice que capitalismo y su gobierno neoliberal es

teología económica, una tesis algo diversa a la de W. Benjamin y M.

Weber, que dice que capitalismo es un subrogado de la religión de

salvación. Y es “teología económica” porque usa los conceptos

teológicos de economía y gloria, de gobierno y aclamación, de reino

y gobierno, todos dispositivos del trinitarismo. Por eso se puede

hablar de “teología económica”. Sin embargo, aquí hay una

diferencia que no puede pasar por alto. Mientras que para el Schmitt

de Teología política I la teología política, heredera de la forma

jurídica y política católica, define el hoy moderno (el hoy de la época

del Estado soberano), para Agamben la teología económica define

tanto el presente cuanto la teología trinitaria cristiana originaria.

Hay aquí una confusión que procede de la polémica de Peterson y de

Schmitt y concierne a Teología política II.

Peterson quería salvar, frente a Schmitt, la teología trinitaria

formalizada por Agustín. Lo hacía como estudioso del cristianismo

primitivo y como católico creyente. Desde la Trinidad,

teológicamente hablando, la teología política de Schmitt era

imposible, lo que es científicamente obvio. Schmitt quería proyectar

sobre el Estado moderno el sentido de gobierno pastoral y de

política que una vez había logrado la Iglesia. Esto implicaba eliminar

la relevancia de la iglesia per se, a la que ya se daba por descontada

en la modernidad. En suma, Schmitt protagonizó la posición

tradicional prusiana, protestante. Pero para legitimar su actuación,

Page 19: Villacañas - Teología económica

en tanto que era completamente dudosa en un católico confeso, en

Teología Política II, Schmitt deseó desarticular esta misma teología

trinitaria que Peterson había defendido, para mostrar que la teología

cristiana siempre había sido teología política. ¡Por eso tuvo que

reivindicar a Eusebio de Cesárea frente a Agustín! Con ello, se

volvían a borrar las diferencias entre Trinitarismo y arrianismo.

Agamben sigue esa operación.

Dejándose llevar por el olvido de su tesis originaria de la

secularización (los conceptos políticos modernos son conceptos

teológicos secularizados) vino a decir que los conceptos teológicos

siempre habían sido conceptos políticos tout court. Que la teología

siempre había sido teología política. La lucha secular de la Iglesia

para situarse al margen o en contra del inexhaustible resto profano

del poder se hundía como irrelevante. Pero esa lucha era la doctrina

de la Trinidad. Ahora, el católico Schmitt, para afirmar su tesis,

tenía que destruir el dogma básico de la catolicidad y decir que en el

fondo lo originario es la stasis en el seno de Dios. Sabemos que esa

operación era falsa, rebuscada y apologética. En realidad, era una

tesis que brotó de una falta de ethos profesional puesto que Schmitt

otorgó a Gregorio Nacianceno lo que este atribuía a los griegos35.

Agamben hace una operación también dudosa. Afirma que el

mundo actual de la economía y del gobierno neoliberal están

atravesados de conceptos teológicos secularizados. Sin embargo,

como Schmitt, y a diferencia de Peterson, dice que eso significa que

desde siempre la teología trinitaria fue teología económica. Sin

embargo, lo que en Schmitt era una operación inconsciente,

comprensible, fruto de la herida causada por la flecha de Peterson,

en Agamben es toda una operación consciente. Ambos paradigmas,

35 Sabemos que lo hizo manipulando una cita que procedía de Peterson y que Agamben recoge, RG, 28. La stasis no sería propia del Dios trinitario, sino del Dios-Uno que piensan los griegos, en el fondo un Dios basado en el modelo de la naturaleza, que en su unidad “se mueve en principio hacia la díada”. La stasis es la incapacidad de generar la tríada, que es lo que realiza la Trinidad y lo propio de esa categoría que está por encima de la naturaleza, que es la gracia del espíritu. Desde luego este problema surge en el contexto de una mejor reflexión sobre la función del Espíritu, la fase más tardía de la formación de la Trinidad.

Page 20: Villacañas - Teología económica

el de la teología política y el de la teología económica, se presentan

como “retroactuaciones” del proceso de secularización cumplido

sobre la teología originaria misma36. No hay confusión en Agamben.

Hay una mimesis de la dudosa operación de Schmitt en Teología

política II. La teología no fue siempre política, sino siempre

economía. Tras la secularización podemos retroactuar sobre la

teología trinitaria y decir que hay “teología política” desde el inicio,

que la Iglesia ocupó con plenitud el resto profano del Estado, diga lo

que diga Peterson, que se mueve dentro de la teología, no dentro de

la retroactuación sobre la teología desde el estadio alcanzado tras la

secularización. Elevado a tesis: el proceso de secularización revela

de forma retroactiva la verdad del orden teológico. Tras el

neoliberalismo, y su forma de gobierno, retroactuamos sobre la

teología trinitaria y decimos que el proceso secularizador ha

mostrado su verdad: ya era teología económica. La cuestión

concreta es la operación de retroactuación. Porque no dice que la

teología reciba ahora un nuevo sesgo, sino que revela el suyo propio,

el esencial desde siempre. ¿Qué ganamos mediante la hegeliana

operación de retroactuación que proyecta la economía tal y como la

vemos hoy sobre la teología? La pregunta que sigue en pie es: ¿Qué

tiene que ver la economía que contemplamos hoy con la economía de

salvación propia de la teología trinitaria?

Aquí, la retroactuación es un rendimiento nuevo del proceso

de secularización. Sabíamos que el proceso de secularización nos

ayuda a ver el hoy a su verdadera luz, como heredero de restos

teológicos respecto a los cuales la crítica ilustrada tendría que

acreditarse en su desmontaje. Eso hizo Weber, Freud, Kelsen,

Keynes37. Agamben ahora invierte la cuestión: el presente

36 La frase dice: “Pero la tesis en virtud de la cual la economía podría ser un paradigma teológico secularizado retroactúa sobre la teología misma, porque implica que la vida divina y la historia humana sean concebidas desde el inicio de ésta como un oikonomía, es decir, que la propia teología sea ella misma ‘económica’ y no simplemente que llegue a serlo en un segundo momento a través de la secularización”. RG, 19.

37 Cf. El colectivo editado por Leonard V. Kaplan y Rudy Koshar, The Weimar moment: liberalism, political theology and law, Lanhamm Ma. Lexington Books, 2012, con artículos sobre la “Protestant revolt” contra la modernidad, el

Page 21: Villacañas - Teología económica

contemplado a la luz de su herencia teológica nos permite ver la

verdad de la teología del pasado. Todo sumado tiene el aspecto de

una tautología peligrosa: el presente se conoce a sí mismo y es la

medida del conocimiento del pasado. En suma, solo conocemos

presente. Cuando miramos el presente en el que ya ha desaparecido

la política, en el que el ser humano es capaz solo de economía;

cuando vemos que la historia no es un problema político, sino

gubernamental y de gestión, cuando contemplamos que toda la

gloria es la propia de la sociedad del espectáculo, retroactuamos

sobre la teología trinitaria, y vemos que en ella sólo había ya una

teología económica. Así miramos el presente como una

“consecuencia lógica” de la teología económica del pasado, que sólo

hemos podido conocer desde el presente. Es la operación de la

historia de la metafísica de Heidegger por otros medios.

4. Signatura. ¿Qué tipo de operación epistemológica es esta?

¿Sirve para ver mejor el presente? ¿Sirve para ver mejor el pasado?

Describir las metáforas teológicas que hay en el fondo de la

gubernamentalidad liberal parece importante, pero limitado sin la

dimensión crítica que debía llevar consigo esta operación. Pero la

retroactuación, ¿sirve para entender mejor la teología trinitaria en

su inicio? Rotundamente no. ¿Sirve para ampliar el esfuerzo crítico

sobre el resto teológico en el presente? No. Más bien lo eleva a

destino lógico. Aquí las protestas de Peterson siguen resonando. Sea

cual sea el montante del uso de metáforas teológicas trinitarias para

forjar los conceptos políticos actuales, no deja de ser verdad ni un

instante que la teología trinitaria debe diferenciar entre el resto

profano y la economía de salvación. Quizá el montante crítico sobre

el presente mejore si percibimos que entre el sentido teológico

originario trinitario y sus usos metafóricos y secularizados, entre el

espacio inicial y sus reocupaciones, no hay un progreso, sino una

indisciplina conceptual peligrosa. Así que la operación de

retroactuación no es ni crítica del presente, ni comprensión del

antiliberalismo católico, la desmitificación de lo secular, del mito del Estado, sin duda uno de las más completas colecciones sobre la crítica vigente en Weimar.

Page 22: Villacañas - Teología económica

pasado. De ahí su carácter tautológico. Describe el presente que

tenemos ante los ojos y nos sugiere que siempre ha sido así en

esencia así.

Pondré un ejemplo. Los dos enunciados auxiliares de la teoría

de Agamben son, primero, que el ser humano se ha despolitizado, y

segundo que la teología trinitaria vio la vida eterna “bajo el

paradigma del oikos y no bajo el de la polis”38. El primero ofrece una

observación del presente que no está probada en su necesidad.

Podríamos decir con el mismo rigor descriptivo que la política se

aleja del proceso de democratización, pero que no la política ha

desaparecido. La gobernanza liberal puede ser descrita como una

despolitización de las masas populares, pero no parece que quienes

dirigen la política monetaria imperial de la Reserva Federal de los

USA y responden con una guerra mundial de divisas puedan

desprenderse del espíritu de la política, esto es, de hacer la guerra

por otros medios. El segundo enunciado está lejos de ser evidente.

Pensar que el paradigma del oikos es el que rige en la oikonomia

tous soterias, es un enunciado discutible. ¿Cómo explicar el

proselitismo, la militancia, el martirio, la persecución, la Inquisición,

la búsqueda de la homogeneidad dogmática, la consideración del

cisma como parte del plan de la salvación, la elección popular del

obispo, la mimesis del imperio y de su política, todo lo que

constituye el cristianismo y la elaboración del trinitarismo frente al

patrimonialismo imperial? El modelo que rige todo esto no es el

38 RG, 19. Para el sentido de la política desde Pablo, se puede ver Eichhorn, M. Paulus und die imperiale Theologie der Evangelien, Duncker & Humboldt, Berlin, 2011. Pero ya desde inicios del siglo pasado, Foerster, W, Herr ist Jesus. Herkunft und Bedeutung des urchristlichen Kyrios-Bekenntnisses, en Neutestamentliche Forschung, editada por Otto Schmitz, 2. Reihe, 1. Güttersloh, 1924, 11-56. Por no hablar de Harnack, A. von, Militia Christi, Die christliche Religion und der Soldatenstand in den ersten drei Jahrhunderten, WBG, Darmstadt, 1963 [sobre la edición de 1905 de J. C. B. Mohr, Tubingen]. Por cierto, podríamos ir al sentido de Carisma de Pablo, como concepto político. Cf. Blasi, A. J. [1991]: Making Charisma. The Social Construction of Paul’s Public Image, Transaction Publishers, London. 1991; al problema del sentido de la polis en el Apocalipsis; cf. Yarbro Collins, A, The Combat Myth in the Book of Revelation, Harvard Dissertations in Religion, 9. Scholars Press, 1976; Yarbro Collins, A, Crisis and Catharsis: The Power of the Apocalypse, The Westminster Press, Philadelphia, 1984. Yarbro Collins, A. Cosmology and Eschatology in Jewish and Christian Apocalypticism, Brill, Leiden, 1996.

Page 23: Villacañas - Teología económica

oikos. Ecclesia no es un oikos. Cuando Pablo habla de economía de

la salvación, hace referencia ya a un oikos entendido como cosmos,

en el sentido estoico. Gerhard Richter ha visto muy claro en su

magno libro la pluralidad de sentidos de la noción de oikonomía en

este mundo39.

En su reflexión sobre el concepto de “secularización” [RG, 19-

20], tras mostrar que Schmitt desea reaccionar al proceso unilateral

de desencanto del mundo de Weber –algo en sí discutible40–

exigiendo una presencia activa de la teología en la modernidad (no

la religión, algo que Weber estaba lejos de cuestionar), Agamben

cubre el dudoso concepto de “retroactuación”, y su capacidad

fundadora de sentido, con el de signatura, central en su obra

metodológica Signatura rerum. Una signatura es un contenido

semántico que en un concepto lo excede y lo desplaza de una esfera

a otra. Podríamos decir, desde H. Blumenberg, que signatura es el

potencial metafórico de un concepto. Aquí la noción de esfera

concierne a la diferencia entre lo sagrado y lo profano. Pero la

signatura no solo tiene efecto sincrónico, para conectar lo

espacialmente separado. También afecta a lo diacrónico y vincula

tiempos diferentes. Como podía decir R. Koselleck41, mantiene

estratos de tiempo en su seno y, en este sentido, las signaturas son

“elementos históricos en estado puro” en tanto que muestran la

densidad propia del tiempo histórico en un concepto dado42. De este

39 La recepción del libro de G. Richter (Oikonomia, Walter de Gruyter, Berlin, 2005), es muy limitada. En la primera referencia nos dice que el libro ya estaba publicado cuando estaba concluida la parte histórica de El Reino y la Gloria.

40 Es una pena que Agamben no haya ofrecido un análisis del concepto de aclamación, que él relaciona con el de Gloria, con el concepto de carisma de Weber, sobre todo en su sentido de “carisma antiautoritario”. Como es natural, esto habría implicado un análisis del concepto de “pneuma”, lo que habría contribuido a aclarar aspectos de la teología trinitaria, muy operativos en el concepto político de cuerpo místico, res publica, “Bund”, etcétera. Cf. Stephan Breuer, Burocracia y carisma, IVEI, Valencia, 1997. Para el concepto de Pneuma y el concepto de cuerpo místico y Bund en Calvino, cf. Daniel Y. K. Lee, The Holy Spirit as Bond in Calvin's Thought, Peter Lang Pub Incorporated, 2011, 13 .

41 R. Koselleck. Zeitschichten, Suhrkamp, Franlkurt, 2000, 19-27.42 En este sentido, no sé muy bien lo que puede significar la alusión a “la simple

historia de los conceptos”. Si se trata de la historia de los conceptos políticos, entonces no es simple. Y si se trata de la “historia de conceptos” de Blumenberg, menos. Pues ahí no sólo se dice que los conceptos tienen estos estratos temporales, sino que en su origen hay una historia no es parte del

Page 24: Villacañas - Teología económica

modo, para Agamben todo caso de secularización es una signatura

para referirse a aquello que en el sistema conceptual moderno

invoca a la teología de otros tiempos históricos, la densidad histórica

sagrada de lo que hoy aparece como esfera profana.

Ya se ve que la signatura, en este sentido, no puede prescindir

del significado originario y, en este sentido, no parece fundamento

suficiente para la operación de retroactividad. El contenido

secularizado de un concepto teológico, la signatura, no puede decir

la verdad teológica del concepto, sino la verdad de su secularización,

de su potencial metafórico. Como signatura, invoca un núcleo

abordable que todavía puede ser perseguido en su “historia de

concepto”43. Una vez más, la empresa de Agamben falla por no

disponer de un análisis propio, no retroactuado, originario, del

problema del Trinitarismo, de la “historia de concepto” Trinidad.

Sobre él quizá podría retroactuarse, pero no puede confundirse el

concepto anterior a la retroactuación con el posterior a la misma, el

núcleo que se desplaza metafóricamente con esos mismos

desplazamientos metafóricos. Ambos deberían ser sometidos al más

pormenorizado escrutinio diferenciado.

Sólo si disponemos de un concepto de partida podemos

disponer del concepto retroactivado. Sólo si hay “historia de

conceptos” hay signatura. Con la signatura sólo no podemos hacerlo.

Sólo podemos leer la signatura desde su procedencia. Sólo si

identificamos el concepto del cual el proceso secularizado es una

concepto pero que sin ella el concepto no se forja. Sólo ahí, en esa “historia de concepto” se puede identificar el lugar concreto del desplazamiento de un concepto, de su refinamiento metafórico, de su supuesto extrasemántico sin el cual el contenido semántico mismo no funciona. En este sentido, la “historia de concepto” de Blumenberg cumple la función metodológica de lo que Agamben llama su “ciencia de las signaturas”, por ahora más bien un desideratum. Frente a este elemento de confusión, el análisis de la historia del concepto “Lebenswelt” que realiza Blumenberg es deliciosamente lúcido. En Descripción del ser humano, FCE, México, 2011.

43 H. Blumenberg, Conceptos en historia, Síntesis, Madrid, 2003, versión original Begriffe in Geschichten, Suhrkamp, Frankfurt, 1998. Por lo demás, sería urgente una comparación del concepto de paradigma en Blumenberg con el de Signtura rerum, de Agamben. Cf. Blumenberg, H. Realidades en las que vivimos, Paidós, Barcelona, 1999 (edición original Wirklichkeiten in denen wir leben, Reclam, Berlín 1981, y F. Oncina, Teorías y Prácticas de Historia Conceptual, Plaza y Valdés, Madrid, 2009.

Page 25: Villacañas - Teología económica

signatura, podremos diferenciar el estrato histórico de cada uno y

así servir al conocimiento del presente, del pasado y de la forma en

que el presente leído cambia el rostro del pasado. Creo que el

método de Agamben no permite diferenciar estas posiciones de

forma adecuada. No nos ha dado algo parecido a una historia de

concepto Trinidad, que nos sirva de comparativo ontológico respecto

de lo secularizado y metafórico. Sólo nos ha dado el concepto

teológico que se deriva de la signatura ya secularizada.

Todavía podía abrirse una esperanza de fundar bien esta

operación epistemológica si pusiéramos en relación la signatura con

la arqueología. Cuando en una nota, Agamben alude a la historia

semántica del concepto de oikonomia (una operación ortodoxa de la

historia de los conceptos políticos), sugiere que no tenemos una

transformación del sentido, sino a una “progresiva extensión

analógica de su denotación” [RG, 36]. Mantiene un sentido intenso

en su núcleo, pero aumenta el radio de sus referencias. No hay por

tanto un sentido teológico originario de economía, sino una

dislocación de la referencia, que le lleva hasta el ámbito teológico.

Por tanto, desde el punto de la arqueología no se debe presuponer

un sentido teológico. “Debe ser verificado concretamente en cada

caso”. ¿Hace esto realmente Agamben? ¿Puede esta verificación ser

la “historia de concepto” Trinidad?

En un nota intenta definir la “investigación arqueológica”. Allí,

de forma coherente, dice que la genealogía de un concepto “puede

encontrarse en un ámbito diferente de aquel que se da por

descontado anticipadamente” [RG, 128]. Aunque este pasaje sirve

para mostrar que los conceptos políticos modernos no hay que

buscarlos en los tratados políticos, sino en los teológicos, puede ser

útil para orientar la arqueología del concepto de oikonomía. Esto a

su vez nos permite entender el sentido de la reactividad propia de la

signatura secularizada sobre la genealogía del concepto. Pues los

conceptos teológicos del gobierno neoliberal pueden sistematizarse

en una teología económica si y solo si la signatura de la

Page 26: Villacañas - Teología económica

secularización permite retroactuar sobre el concepto de teología

trinitaria para articular y descifrar una arqueología del mismo. Esa

arqueología debería regresar más allá del momento de la

constitución, a la prehistoria del paradigma trinitario. La

retroactividad así tiene efectos arqueológicos para estudio del

pasado. Como propuso Signatura rerum, señala hacia la prehistoria,

hacia lo que está más allá de lo ya organizado, lo que todavía no ha

devenido. Así Agamben dice: “La primera articulación del problema

trinitario se produce, pues, en términos ‘económicos’ y no

metafísicos-teológicos y por esta razón, cuando la dogmática niceno-

constantinopolitana alcance su forma definitiva, la oikonomía

desaparecerá progresivamente del vocabulario trinitario para

conservarse solo en el de la historia de la salvación” [RG, 51]. Esto

es: Agamben aceptaría que el dispositivo trinitario maduro no

consiente las escisiones de las que él venía usando. Estas solo

valdrían para la prehistoria del paradigma en el nivel arqueológico.

El gobierno neoliberal ayudaría a la arqueología al mostrar que el

dispositivo operativo de verdad en el presente no es el paradigma

trinitario, sino su prehistoria.

En el análisis de esa prehistoria tendría la arqueología su

eficacia. Como ha dicho el propio Agamben, el sentido básico del

concepto economía no es teológico. La arqueología del paradigma de

la teología económica no identifica en la teología el estrato

originario. ¿Dónde entonces? Creo que aquí llegamos al estrato más

profundo de la tesis de Agamben y al motivo por el que se torna más

débil. Pues el esquema arqueológico en el que hace pie la noción de

economía que usa Agamben como estrato originario es

profundamente decepcionante, si se compara con una historia de

concepto metodológicamente perseguida. Aquí su dependencia del

libro de Richter le ha jugado una mala pasada. Pues Richter sólo

aborda la noción de economía en el ámbito de la consideración de la

physis por parte de la Stoa44. Pero economía también era una

44 Richter, Oikonomía, 20-25.

Page 27: Villacañas - Teología económica

categoría del gobierno imperial desde los reyes helenísticos. En

verdad, y para los estoicos, la economía también era la forma de

gobierno del cosmos por la pronoia divina entre cuyas disposiciones

estaba la figura de un gobernante imperial representante de esa

pronoia y de esa economía en la tierra, el oikos común. Sobre esta

consideración del mundo como oikos se proyectó el

gobernante/padre en tanto emperador. De ahí la analogía entre el

gobierno doméstico y el patrimonialismo imperial, que tanto usó

Tertuliano para definir su Trinidad. Desde este punto de vista, la

prehistoria del paradigma trinitario, y del gobierno pastoral, (la

historia del concepto, en mi sentido) es inseparable de la mimesis

del paradigma del gobierno imperial, que desde luego disponía de su

propia teología política providencial. En este paradigma imperial ya

se asumió la unidad de la dimensión gestora económica y

providencial. Agamben es sensible al hecho de que este gesto se da

en la prehistoria del paradigma trinitario [RG, 63], pero no es capaz

de ver que ya se había conquistado en el gobierno imperial. La

teología trinitaria es el esfuerzo por mejorar/imitar ese modelo

imperial, el verdadero paradigma de la teología y el gobierno

económico. Los textos de Tertuliano constituyen la lucha más fuerte

en este sentido, puesto que de forma continua busca la analogía con

el paradigma imperial con la idea de mostrar la diferencia radical

con el paradigma cristiano [RG, 57]. Así que si lo que se quiere decir

con toda la operación de Agamben es que el paradigma de gobierno

neoliberal revela en toda su intensidad la reedición del paradigma

de gobierno imperial, entonces estoy de acuerdo con ello.

Pero entonces debemos redefinir la relación conceptual e

histórica, compleja y atormentada, entre el paradigma de la teología

económica imperial y el paradigma de la teología trinitaria, una

lucha histórica formidable que supo impedir que el gobierno

imperial fuera total y absoluto. Y lo hizo porque supo dar al misterio

de salvación fragmentario de los griegos un significado nuevo,

completo y político, al vincularlo con el gobierno pastoral, algo que

Page 28: Villacañas - Teología económica

ningún griego habría imaginado. Pues desde Pablo, lo que se nos

dice con insistencia es que la economía de la salvación cristiana,

cuyo misterio se ha revelado justo ahora, es la única verdadera, de la

que le economía imperial es apenas un simulacro. Anterior en el

tiempo, sin embargo, el gobierno del emperador es un simulacro

frente al carácter eterno de la economía de salvación cristiana. Es

un gobierno de este mundo, mientras que el emperador de los

cristianos gobierna por el Pneuma y su carisma a los llamados en

este mundo y a los elegidos en el otro. Y esto porque el señor que

nos ha comprado con su sangre y nos ha dado su Pneuma es más

poderoso que el que aparece en las monedas. Uno es un hombre que

pretende deificarse, pero el otro es el Logos divino de Dios Padre,

preexistente y encarnado. Desde el principio, y a la vez, se revela la

vida interna de Dios y se revela la actividad de Dios en el mundo, y

eso porque desde la más profunda existencia sustancial de Dios,

antes de la creación del mundo, ya estaba prevista en su

constitución divina su relación con los seres humanos, su plan de

salvación del mundo. Dios se constituye en su vida interna divina

desde su triple acción de creación, salvación y reunificación del

mundo humano. Por eso la constitución interna de las personas de su

monarquía desde su economía de salvación es la clave del misterio

de su ser divino mismo. Los dos misterios no pueden separarse.

Como de hecho tampoco se separan la monarquía patrimonial y la

economía del emperador. La economía de salvación no procede de la

doctrina estoica de los modos de ser, como sugiere Agamben. Ahí no

tiene su historia de concepto, sino de la doctrina estoica del

gobierno imperial providente conectado con su teología

monoteísta45.

En todo caso, la amplia relevancia que Agamben da a la

inversión de la frase paulina “economía de misterio” por la frase de

Hipólito “el misterio de la economía”, la eleva para él a la franja roja

que muestra la prehistoria de la constitución del paradigma de la

45 Cf. Mitchell, S. / Nuffelen, M. van, One God, Pagan Monotheism in the Roman Empire, Cambridge UP. Cambridge, 2010.

Page 29: Villacañas - Teología económica

teología económica. Desde Hipólito hasta Nicea el paradigma de la

teología económica sería lo sepultado por el paradigma trinitario.

Para en Hipólito se habría producido una “absolutización del

término” economía, que ya puede desligarse de “economía de

salvación”, o de la “economía de Dios”, e identificar el estrato

prehistórico que será sepultado en la teología trinitaria y que ahora,

con el gobierno neoliberal, reaparece como lo operativo. Pero yo no

creo que haya que conceder tanta importancia al pasaje de Hipólito

ni creo que implique una absolutización que explicaría la anfibología

que identificamos en el punto 2. Pablo habla de la “economía del

misterio” de la salvación, esto es, del ritmo y del plan del gobierno

de Dios y de su revelación en el tiempo de los hombres. Pero el

misterio que se revela en su integridad incluye la forma gubernativa

de la sustancia de Dios, su estructura trinitaria, y esto a través del

sencillo hecho de que lo que se revela es la encarnación. De todo a la

vez habla Hipólito, que viene a referirse al “misterio de la economía”

en su integridad, tanto de la realidad intradivina como de la

salvación, respecto a Dios y respecto a nosotros. Claro que hay una

economía del misterio, contra lo que dice Agamben [RG, 54], el plan

misterioso de Dios para revelar su propio misterio y el misterio de la

salvación, su economía completa, diferente de la monarquía del Dios

judío y del Nous estoico. Plan misterioso para revelar una realidad

misteriosa, eso explica que sólo en el presente se haya podido alzar

un reino, un gobierno, un misterio de salvación y una deificatio de

todos los elegidos y a la vez un conocimiento adecuado de la

sustancia de Dios. Misterioso es el plan divino de redención como

misteriosa es su propia constitución trinitaria, el arcano de la

divinidad y el arcano de su gobierno, como afirma Agamben [RG,

66]. Para poder afirmar las dualidades y escisiones que hemos visto

en el parágrafo 2, y recomponer de nuevo su premisa gnóstica,

Agamben tiene que decir que en esa prehistoria aparece una

Urworte, economía, con dos significados contradictorios y que forjan

aporías. Pero de Pablo hasta el paradigma plenamente trinitario, no

Page 30: Villacañas - Teología económica

hay sentido contradictorio, sino unidad funcional desplegada con

esfuerzo y trabajo conceptual hasta Orígenes y Agustín. En realidad,

los significados mantienen la unidad funcional porque no son

contradictorios. Y son funcionales sólo porque tienen en cuenta el

déficit insuperable del gobierno imperial y de su defectuosa teología

política imperial. Por eso el paradigma trinitario, y el gobierno

pastoral, triunfó sobre el gobierno imperial durante un tiempo y le

arrancó la legitimidad teológica. Eso es lo que mostraría una

adecuada historia del concepto y una investigación fenomenológica

acerca de las necesidades que impone la economía del tiempo que

subyace a las dos opciones de forma conjunta, al gobierno pastoral y

al gobierno imperial.