· web viewla invisibilidad -casi la inexistencia- de lo cotidiano, de lo frecuente...

22

Click here to load reader

Upload: vandan

Post on 08-Mar-2018

212 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: · Web viewLa invisibilidad -casi la inexistencia- de lo cotidiano, de lo frecuente (“Nadie percibe la belleza de los habituales caminos”, dice Borges) queda probada en otro cuento

La carta robada, cuento poe licial

Autor: Pedro Luis Barcia

A Carlos Federico Bellone, semiólogo

“La carta robada” de Edgard Allan Poe es la tercera y última pieza de una tríada compuesta con la evidente intención de articular con ellas un minicontario, cuyas piezas fueron escritas en dos años (1841-1842): “Los crímenes de la calle Morgue”, “El misterio de Marie Rogêt” y “La carta robada”1. Esta tríada es la fundadora de un nuevo género de discurso literario: la narrativa policial problemática, que podría llamarse poelicial, en la medida en que Poe su creador.Para alcanzar la comprensión más plena de LCR no debe considerársela aisladamente -como hasta hoy se lo ha hecho- sino integrada en la unidad mayor de la que participa como eslabón final de una cadena de tres piezas. Este contario exhibe razones firmes de unidad interior y muestras de interrelación sintáctica que podrían sintetizarse en los siguientes elementos:2

1.Los tres cuentos nacen como ilustración de una cualidad excepcional del personaje Dupin: su talento analítico. Claramente se lo dice en LCCM: “El relato siguiente representará para el lector algo así como un comentario a las afirmaciones que anteceden” (I, 340), después de haber sido expuesta la perspicacia y acuidad mental dupinianas. Se describe una excelencia mental y luego se muestra su funcionamiento aplicado. Esta mostración constituye la materia narrativa de los tres cuentos. LCR cierra la ejemplificación. Este es el primer caso en la historia de la literatura en el que un género, el policial, nace de la exaltación de una potencia del hombre.

1 “The Murders in the Rue Morgue”, fue publicado en abril de 1841, en Graham’s Lady’s and Gentleman’ Magazine: “The Mistery of Marie Rogêt”, en noviembre de 1842, en Ladie’s Companion y “The purloined Letter”, apareció en The Chamber’s Journal, en noviembre de 1841. Las piezas fueron recogidas, con otras del autor, en Tales of Edgard A. Poe, Nueva York, Wileyand Putman, 1845.La edición por la que citaré los textos poenianos es Obras en prosa (OP), traducción, introducción y notas de Julio Cortázar, Puerto Rico, Editorial Universitaria, 1969; tomo I, Cuentos; tomo II, Narraciones y ensayos. Indicaré, en adelante, con romano y arábigo, el tomo y la página II, 33. Usaré las siglas correspondientes a las tres piezas, sucesivamente: LCCM, EMMR y LCR. Hay edición popular de la traducción de Cortázar en la colección “Libros de bolsillo”, en Alianza Editorial, en el tomo Cuentos.No hay versión fílmica de LCR; sí, y más de una, de las otras dos piezas.2 No era ajena a Poe la idea de contario. A propósito, comenta en una carta: “Al escribir estos cuentos, uno por uno, a largos intervalos (no se refiere a la tríada escrita entre 1841 y 1842, obviamente), mantuve siempre presente la unidad de un libro, es decir que cada uno fue compuesto con referencia a su efecto como parte de un todo”. (OP, I, 883).El concepto de “efecto” es capital en Poe. Ese contario al que alude podría ser visto como un concierto de efectos diversos, pero concurrentes en su función.Para el concepto de contario, V. Pedro Luis Barcia, “Estudio preliminar” a Los desterrados de Horacio Quiroga, Bs. As., Huemul, 1987, págs. 13-19, especialmente.

1

Page 2: · Web viewLa invisibilidad -casi la inexistencia- de lo cotidiano, de lo frecuente (“Nadie percibe la belleza de los habituales caminos”, dice Borges) queda probada en otro cuento

2.Una segunda razón unitiva de esta tríada la constituye la situación de relato: el mismo Narrador; innominado, es siempre el depositario de las explicaciones de Dupin, esclarecedoras de los intrincados problemas con que se enfrenta. El Narrador pregunta y su ignorancia es conveniente porque le da pie a Dupin para su detallada y lúcida explicación. Esta situación dual, de cóncavo y convexo, funda una tradición policial que va desde Sherlock Holmes y Watson hasta nuestro comisario Laborde y su sobrino (Manuel Peyrou).

3.El Narrador amigo de Dupin se convierte en escritor y va publicando los relatos de los casos develados. Cada pieza de la unidad triásica hace referencia a las precedentes. Al comienzo de LCR, el narrador y Dupin están dialogando sobre “el doble asesinato de la Rue Morgue y la aparición de Marie Rogêt”. Los dos casos ya han sido publicados por el narrador y, como en El Quijote, los personajes pueden leer sus aventuras ya impresas.

4.En la serie de las tres piezas se da una gradual depuración, que va despojando a las sucesivas narraciones de la carga excesivamente truculenta y material. Este cuadro podría sintetizar el proceso depurativo:

LCCMDoble asesinato brutal y sangriento.Situación outrée: desmesurada, insólita.

D. examina huellas, compulsa diarios, hace entrevistas.

El asesino es un animal, un antropoide.

EMMRUna joven asesinada.Situación enigmática.

D. compara, crítica y analíticamente los diarios.

El criminal es un hombre pasional.

LCR Hurto de una carta.Situación simplicísima.

D. actúa dos veces: reconocimiento y procedimiento.

El ladrón es un intelectual analista.

Al desprenderse los relatos de la sobrecarga efectista y conturbadora, el problema central se reduce a sí mismo, librándose de circunstancias y escenografías distractoras. Se despeja así la arena para la contienda limpia entre un problema y una mente. El contendiente dupiniano pasa de ser un simio a ser un homo sapiens superdotado, el ministro D. La situación

2

Page 3: · Web viewLa invisibilidad -casi la inexistencia- de lo cotidiano, de lo frecuente (“Nadie percibe la belleza de los habituales caminos”, dice Borges) queda probada en otro cuento

outrée,3 extravagante, resultará de resolución más simple que la situación despojada: ésta es la paradoja que encarna LCR.4

5.En la literatura policial problemática, tradicional, clásica o de detección, la razón restaña el orden quebrantado por el crimen. La razón retorna el caos al cosmos. Esta narrativa resulta así la más representativa de la Modernidad, por el triunfo y endiosamiento de la Razón Restauradora.Esa razón se enfrenta con un conjunto de incógnitas por despejar y las va librando una a una. Las básicas son:

a b c d e¿quién? ¿cuándo? ¿dónde? ¿cómo? ¿por qué?

El orden de despejamiento varía de un relato a otro. En el caso de LCCM se conocen, sin dudas, b y c, y se ignoran a, d y e. En EMMR, están todas por despejar y se avanza gradualmente sobre b y d. En LCR todas las incógnitas básicas están develadas desde el comienzo. Se ignora, en cambio, aquello que se nos arroja a los pies al comenzar la lectura de los cuentos policiales: el cuerpo del delito. ¿Dónde está la carta robada?O menos que robada. No hay robo, porque no hay violencia, técnicamente hablando: sólo hay hurto, lo que aligera “materialmente” aún más la situación problemática. Por este virtuosismo inicial en la presentación del enigma, del que

3 Poe menciona, en un pasaje de Marginalia (fragmento XXXIII, OP, II, 604), a un personaje real llamado Dupin: “Bien se ha dicho del orador francés Dupin que ‘hablaba como nadie el lenguaje de todos’; así su modalidad parece haber encontrado el exacto reverso en el de los eufuistas del Estanque de las Ranas, quienes, dado el tono familiar con que musitan sus frases autrées, parecen hablar como todos el lenguaje de nadie, vale decir, el lenguaje enfáticamente propio”.El eufuismo (de Eufues o la anatomía del espíritu) de John Lily fue la versión inglesa de la preciosité francesa del siglo XVII, un fenómeno similar al culteranismo español, forma de barroco muy afectado, lleno de paradojas, antítesis, paralelismos forzados y rebuscamientos expresivos. Todo ello lo sintetiza Poe en el adjetivo outré. El discurso del Dupin histórico es la antítesis del discurso autré. Dupin de Poe condena el autré situacional. No podría afirmar con seguridad si Poe se apoyó en este Dupin (en el siglo XVII y XVIII hay varios en Francia) o en otro para su detective ficticio.4 Quien relea la tríada de los cuentos poenianos policiales, advertirá cómo el autor simplifica gradualmente las situaciones y el proceso de análisis a un solo punto, desde LCCM a LCR. En éste, p. ej.:

1.Planteo de la forma de evasión:1.1.) Descarta hechos sobrenaturales; 1.2.) descarta salidas secretas; 1.3) considera cada una de las ventanas; 1.4) descubre el clavo revelador.

2. Analiza la forma de descenso (según altura, vigor, agilidad que requiere, etc.).3. Analiza la ausencia de motivo.4. Analiza el sonido inhumano percibido, etc. En cambio, en LCR lo que Dupin hace es sólo

verificar la existencia de una caja de cartas y en ella, la carta trucada. Y ya está.Respecto de LCCM, decía Dupin: ”Tengo la impresión de que se considera insoluble este misterio por las mismas razones que deberían inducir a considerarlo fácilmente solucionable: me refiero a lo excesivo, a lo autré de sus características” (I, 354). A la inversa, sobre EMMR opinará: “Apenas necesito decirle que este caso es mucho más intrincado que el de la Rue Morgue, del cual difiere en un importante aspecto: Estamos aquí en presencia de un crimen ordinario. No hay nada particularmente excesivo, outré en sus características” (I, 387). Por ello es más difícil de resolver.

3

Page 4: · Web viewLa invisibilidad -casi la inexistencia- de lo cotidiano, de lo frecuente (“Nadie percibe la belleza de los habituales caminos”, dice Borges) queda probada en otro cuento

tenemos despejadas todas las incógnitas clásicas, es que el problema se constituye en un mayor desafío a la mente dupiniana: lo más aparente no será lo más simple. Aunque aquí el axioma matemático docente “problema bien planteado, problema medio resuelto”, no parecerá tan prometedor.Por este despejamiento de las incógnitas tradicionales, al comienzo de LCR la pieza se constituye en un notable modelo de fair play, en el que el lector dispone de todos los datos del problema desde el vamos, sin que se produzcan emergencias sorpresivas de información. LCR es un modelo de elegancia matemática en la forma de la proposición de su planteo y lo será en su solución.

6.Obviamente, lo que da mayor unidad interna a este minicontario que cierra LCR es la infrecuente aptitud mental del chevalier C. Auguste Dupin.Varias notas distintivas de este caballero son relevantes y hacen a la modalidad del cuento que nos ocupa:a) Dupin es francés: de la tierra de la raison y la clarté

cartesianas; de las propuesta “claras y distintas” y de las exposiciones metódicas. Dupin es heredero de la tradición racionalista de Descartes. ¿Los franceses son claros porque han leído a Descartes o Descartes es claro porque es francés? Poe renuncia, al elegir un galo como sede de la mente analítica, a su tradición empírica anglosajona. Descartes concibió el saber humano como un mecanismo de análisis y síntesis por el patrón del método geométrico, traducible en relaciones numéricas. Pero Dupin no es un mero racionalista: allega lo pascaliano a lo cartesiano. Fusiona en sí el esprit de géometrie y el esprit de finesse. LCR mostrará, magníficamente, que Dupin no opera atado a la razón razonante.

b) Dupin es un ocioso. Dispone de rentas que lo alivian de los trajines del trabajo cotidiano y le permiten una dedicación total a la reflexión analítica. No corre el riesgo del cogito interruptus por los accidentes cotidianos. El ocio es su negocio.

c) Dupin es un hombre de cultura excepcional: esta base le da porosidad espiritual, flexibilidad y proyección a su pensamiento. No es un especialista, de percepción estrecha y reductiva; su diafragma intelectual es el de un “generalista”. Es un dilettante, en el más digno sentido del vocablo.

d) Dupin escribe poemas: esto indica, combinadas en él, la intuición y la visión creadora junto a la potencia razonadora. Esta peligrosa fusión aproxima, en LCR, a los dos contendientes.

4

Page 5: · Web viewLa invisibilidad -casi la inexistencia- de lo cotidiano, de lo frecuente (“Nadie percibe la belleza de los habituales caminos”, dice Borges) queda probada en otro cuento

e) Dupin es un sedentario de clausura diurna. La luz meridiana distrae la vista en la multiplicidad de los accidentes del contorno y nos priva de la percepción de lo esencial. Sólo pasea de noche y prefiere la penumbra de su biblioteca; cuando dialoga, incluso entrecierra los ojos, -y hasta se echa un sueñito- como hace al comienzo de LCR, al recibir al prefecto G. y tolerar su nimia exposición policial. Es sedentario y toda su labor es mental. En LCR ni siquiera lo vemos moverse: se nos cuenta que hizo dos salidas solamente, en sendas visitas a la casa del ladrón, simétricas y complementarias.

Dupin inicia la larga lista de detectives que insisten en una creciente inmovilidad física para contrastarla con su virtualidad mental: “El Viejo del rincón”, de la Baronesa de Orczy, Max Carrados, el detective ciego de Ernest Bramah y, para venir a lo de casa, Isidro Parodi, creatura nacida de la mente bicéfala de Borges y Bioy Casares (o Biorges). Isidro es un preso en la celda 273 de la penitenciaría porteña. Desde su clausura obligada resuelve los problemas que se le proponen. Como Dupin, es sedentario ...e pur si muove...5

Para decirlo a la manera de las genealogías veterotestamentarias: Dupin engendró a Holmes. Holmes engendró al Padre Brown, el Padre Brown (a pesar de su voto de castidad) engendró a Isidro Parodi, Parodi engendró...

Estas son, apretadamente, las razones unitivas del minicontario poeniano o contario pooelicial, macrotexto que incluye a LCR, pero esta pieza manifiesta un nuevo principio triádico. Es la tercera de las tres piezas del minicontario. Se nos informa que Dupin y su amigo viven en el tercer piso (troisième), del Nº 33 de la Rue Dunot, en el Faubourg Saint-Germain.6 Es la primera obra del tríptico en que se nos dan estas precisiones de piso y número de la mansión. El número 3 es el dupiniano. Es el de Palas Atenea o Tritogamia, la diosa de la inteligencia. Pitágoras llamó al número 3 el número perfecto, porque contiene un principio, un medio y un fin. Encarna el camino del razonamiento y, con él, el de la develación del problema.

Dupin habita en el 3.

Y, al comienzo de LCR, los tres interlocutores se sientan a conversar, a oscuras, según la costumbre (fotofobia), de Dupin, porque como dice: 5 H. Bustos Domeck. Seis problemas para don Isidro Parodi. Palabra liminar de Gervasio Montenegro, Bs. As., Sur, 1942.6 Dupin y su amigo habían alquilado una “decrepitosa y grotesca mansión abandonada a causa de supersticiones sobre las cuales no inquirimos”, dice el narrador (I, 341). La adjetivación del caserón, del que ocuparán el tercer piso, lo acerca a la imaginería de la novela “gótica”. La mente de Dupin está por sobre todas las supersticiones. Su mirada será olímpica sobre la realidad, diría augusta e imperial, como el nombre del César que lleva.

5

Page 6: · Web viewLa invisibilidad -casi la inexistencia- de lo cotidiano, de lo frecuente (“Nadie percibe la belleza de los habituales caminos”, dice Borges) queda probada en otro cuento

“Si se trata de algo que requiere reflexión, lo examinaremos mejor en la oscuridad”7. Al prefecto G. el comentario dupiniano le parecerá una excentricidad.LCR es un relato, el del Narrador, que contiene otros dos relatos: los del Prefecto, primero, y el de Dupin, al final.8 El planteo inicial de G. es que el asunto es simple y, sin embargo, los tiene desconcertados. “Quizá lo que los induce a error sea precisamente la sencillez del asunto”, acota Dupin, frase que constituye para el Prefecto un nuevo rasgo de la “rareza” dupiniana. Sigamos. El ladrón es el ministro D. El ministro tiene el mismo alfónimo que Dupin: “D”. Se trata de un detalle intencional en Poe: elcriminal -este tipo de criminal- y el detective son de la misma naturaleza, de la misma laya intelectual.

a) El ministro D. es poeta. Dupin reconce: “Por mi parte me confieso culpable de algunas malas rimas”. Este aspecto los acerca.

b) El ministro D. es matemático, lo que consuena con el gusto por esa disciplina en Dupin, quien se servirá de ecuaciones para exponer algunas de sus consideraciones. “El ministro ha escrito una obra notable sobre el cálculo diferencial”. El amigo-narrador consignará dos rasgos de Dupin, comunes al ministro: “El exaltado fervor y la vívida frescura de su imaginación” (I, 341) y “la idea de un doble Dupin: el creador y el analista” (I, 342).

c) D. y Dupin han confrontado antes de ahora, en Viena. “D. me jugó una mala pasada y yo le dije, con todo buen humor, que no la olvidaría”. Adviértase que Dupin plantea el match intelectual en términos lúdicos (jugó, jugada) y que fue derrotado en el primer encuentro. En este segundo team se toma la revancha. Todo esto robustece las aproximaciones entre enigma policial, problema matemático y juego. La confrontación es bien humorada, deportiva. Pero, además de humor, hay manejo de la

7 La deidad a quien Dupin rinde tributo secreto es Palas Atenea, cuya ave simbólica es el búho, el del ojo nietálope, que ve lúcidamente su rumbo en medio de la noche y la tiniebla. Recuerdo el final del soneto del mexicano Enrique González Martínez:

Mira al sapiente búho, cómo tiende las alasdesde el Olimpo, deja el regazo de Palasy posa en aquel árbol su vuelo taciturnoEl no tiene la gracia del cisne, más su inquietapupila que se clava en la noche, interpretael misterioso libro del silencio nocturno.

Dupin tiene ojo nietálope.8 Este relato funda una primera tipología trinitaria de los personajes del relato policial problemático. El funcionario oficial (Prefecto G.), espíritu de estrecha geometría, carente de imaginación, atado a esquemas de trabajo y procedimiento, a un método que sigue prolijamente y que es universal para todos los casos y sitios, momentos y criminales. Es el hijo de la Modernidad pura, por eso fracasa. El criminal (Ministro D.), talentoso, imaginativo, conocedor de la burocracia policial en el proceso investigativo, por extraambientado, y por ello puede confundir al hombre de la “institución”, de la Sûreté. El detective aficionado (Dupin), al margen de los organismos policíacos, que sabe pensar y contrapensar, por su flexibilidad mental. Este investigador o analista sabe, como decía Jacob Brondsky, que en todo juego, las movidas que imaginamos mentalmente y no ejecutamos son parte integral del juego, tanto como las que aceptamos y ejecutamos.

6

Page 7: · Web viewLa invisibilidad -casi la inexistencia- de lo cotidiano, de lo frecuente (“Nadie percibe la belleza de los habituales caminos”, dice Borges) queda probada en otro cuento

ironía, lo que supone no sólo la compenetración con el otro -que el humor facilita- sino el distanciamiento intelectual frente a la realidad.

Al cierre de sus explicaciones, Dupin recuerda que ha firmado su solución del problema: D. conoce su letra, no es necesario que figure la rúbrica. El mensaje ha sido escrito en la página en blanco de la pseudocarta. No son ni siquiera palabras de Dupin sino solamente la transcripción de un alejandrino y medio de una tragedia de Crébillon, Atreo.

...una intención tan funestasi no es digna de Atreo, es digna de Tiestes.

Transleamos. Se trata de una tragedia neoclásica, una de las más famosas del autor, es decir, de la época de triunfo de la estética racionalista. Repasemos el mito al que se alude en este par de versos. Atreo y Tiestes son hermanos, hijos de Pélope e Hipodamia; los muchachos se unieron en un propósito malvado: matar a su hermanastro Crisipo, lo que les valió el destierro y la maldición de su padre. Pero si en el comienzo coligaron, el resto de sus vidas fue una cadena de confrontaciones. Se hicieron famosas las venganzas imaginadas y ejecutadas de uno contra otro. Ambos se disputaban el poder de Micenas y pasaron al mito popular como la imagen de la pelea permanente entre dos campeones de la intriga. Uno y otro eran gemelos en inteligencia y recursos. Lo que está sugiriendo Poe en esta cita es el parentesco de Dupin y D., la fraternidad, la consanguinidad espiritual, entre criminal y detective. Son Atreo y Tiestes. Una vez triunfó uno, ahora triunfa el otro. Podríamos imaginar, a la manera borgesiana en “La muerte y la brújula”, otros encuentros futuros y similares entre las dos D. Atreo y Triestes son D. y Dupin, Scharlach y Lönnrot, variantes de una misma relación antitética pero consanguínea. Es un duelo entre campeones con muchos episodios, hasta el infinito. El mito da al planteo su proyección extratemporal y extrageográfica. Los dos son "astillas del mesmo palo”, por eso se adivinan, se prevén, se comprenden y se respetan, nunca se desestiman Viena y París han sido escenarios ocasionales de dos encuentros en esta sostenida contienda: dos funciones en una sola acción, el combate. Dupin siempre asocia planos y allega elementos distantes: por eso rubrica este triunfo suyo con dos versos neoclásicos, hijos de la ilustración, la época de oro del racionalismo francés, y, al tiempo, mitifica el episodio al referirlo al plano atemporal y perdurable del mito.

D. y Dupin, “astillas delmesmo palo”.

7

Page 8: · Web viewLa invisibilidad -casi la inexistencia- de lo cotidiano, de lo frecuente (“Nadie percibe la belleza de los habituales caminos”, dice Borges) queda probada en otro cuento

En este cuento hay tres personajes básicos (el Prefecto, Dupin y D.) pero sólo dos mentalidades en pugna (la del Prefecto y la de los de la D). Por un lado, la mentalidad sitemática y rutinaria del Prefecto y, por otro, la mentalidad creativa, desambientada del Ministro D. y de su hermano de leche intelectual, Dupin. Rómulo y Remo nutridos por la loba analítica. Hay dos momentos de confrontación y dos combates. El primero, el de G. contra D., dos estructuras mentales antipódicas, en que el Prefecto se declara vencido. El segundo combate se da entre dos personas con idéntica mentalidad: D. y Dupin. Nosotros, los lectores, sabemos cuál es el resultado: el triunfo del Chevalier. Pero el derrotado D. no lo sabe aún; no sabemos cuándo se enterará de que ha sido vencido en este segundo match. Es una magnífica ironía la de Dupin, porque, ignorante de su derrota, D. continuará con su actitud de suficiencia hasta el punto del escándalo: querrá valerse del instrumento extorsivo y advertirá que le ha sido robado. En rigor, el cuento debería llamarse “La carta rerrobada”. Al robo, como en la ley de Talión, con el robo.

El que roba a un ladrón...

El primero de los combates a que he aludido muestra la afanosa búsqueda y el minucioso registro de G. tras la carta hurtada, que articula dos movimientos: uno centrípeto, que va dividiendo el espacio de la habitación de D. en cuadrículas cada vez más estrechas, casi hasta lo microscópico; otro centrífugo, que va abriendo el radio del cateo: la habitación, todo el departamento, el piso del edificio, los otros pisos, las casas contiguas, etc. Pero el esfuerzo es inútil. Lo que el Prefecto aplica es un sistema de trabajo llevado casi hasta el paroxismo. Aquí radica la razón de su fracaso. Maneja un sistema previo, un instrumento de análisis que no se detiene a considerar dos puntos claves: a) si es eficiente respecto de la realidad a la que se aplica y b) cuál es la índole del criminal. No hay en la mentalidad policíaca oficial preocupación de concordancia o adecuación entre realidad e instrumento de sondeo. Es -como dijo Sábato con otro objeto- como si alguien pretendiera hacer estudios espeleológicos en globos aerostáticos, basado en que maneja diestramente el sistema de navegación en globo.El segundo desajuste, mayor que el anterior, es que el sistema policial no hace acepción de personas. En cambio Dupin sabe que hay adversarios y adversarios y por ello procurará situarse en la perspectiva y mentalidad del contrincante. La aplicación de un método para todas las circunstancias y para todas las personas es el punto vulnerable del sistema policial. La cuestión del método es un aspecto preferente para el narrador: “En nombre del cielo -exclamé- dígame cuál es el método... si es que hay algún método” (I, 352). Dupin subraya la inadecuación metódica policial.

8

Page 9: · Web viewLa invisibilidad -casi la inexistencia- de lo cotidiano, de lo frecuente (“Nadie percibe la belleza de los habituales caminos”, dice Borges) queda probada en otro cuento

La policía parisiense, tan alabada por su penetración, es muy astuta, pero nada más. No procede con método. Toma muchas disposiciones ostentosas, pero con frecuencia éstas se hallan tan mal adaptadas a su objetivo, que recuerdan a monsieur Jourdain que pedía su robe de chambre... pour mieus entendre la musique (I, 352).

Hay un personaje real, investigador de la policía parisiense, cuyas memorias había leído Poe: Eugene Francois Vidocq (1775-1857), ex criminal, que llegó a jefe de la Sûreté en 1811. Escribió varias obras sobre sus casos policíacos. De él opina Dupin:

“Vidocq, por ejemplo, era un hombre de excelentes conjeturas y perseverante. Pero como su pensamiento carecía de suficiente educación, erraba continuamente por el excesivo ardor de sus investigaciones. Dañaba su visión por mirar el objeto desde demasiado cerca. Quizá alcanzaba a ver uno o dos puntos con singular acuidad, pero, procediendo así perdía la cuestión tomada en conjunto. En el fondo se trataba de un exceso de profundidad, y la verdad no siempre está dentro de un pozo. Por el contrario, creo que, en lo que se refiere al conocimiento más importante, es invariablemente superficial”. (I, 352)

Dupin al hablar de Vidocq define, por oposición, sus propias actitudes: aplicación sostenida a un punto, gradación calibrada de la distancia de observación, ni muy cerca, ni muy lejos, según las ocasiones y, fundamentalmente: la verdad puede estar a la vista de todos, como en LCR. Vidocq no es, como muchos han estimado, un antecedente de Dupin; lo es del Prefecto.El Prefecto G. debió atender a que la combinación de matemático más poeta debía generar una mezcla algo peculiar en el caso del Ministro, como para no ubicarlo en sus andariveles de tipificación. No advirtió que era un personaje poco común.

Las medidas eran excelentes en su género, y fueron bien ejecutadas; su defecto residía en que eran inaplicables al caso y al hombre en cuestión.

Una cierta cantidad de recursos altamente ingeniosos constituyen para el prefecto una especie de lecho de Procusto, en el cual quiere meter a la fuerza sus designios. Continuamente se equivoca por ser demasiado profundo o demasiado superficial para el caso.

La imagen mítica es apropiadísima. Recordemos la fábula: Procusto era un bandido que operaba en el camino de Megara a Atenas y a los

9

Page 10: · Web viewLa invisibilidad -casi la inexistencia- de lo cotidiano, de lo frecuente (“Nadie percibe la belleza de los habituales caminos”, dice Borges) queda probada en otro cuento

viajeros los tendía sobre uno de dos lechos: a los bajos, en uno largo, y los estiraba para que alcanzaran la longitud de la cama; a los altos, en uno pequeño, cortándoles las piernas que sobraban. Imagen de la aplicación inflexible de patrones que desconsideran la realidad, es la antípoda de la adecuación. el método policial procustea. Si se lo incentiva -con recompensas, como en LCR- lo que hace es extremar los principios, no flexibilizarlos ni ensayar nuevos: acentúa con rigor y minucia las mismas prácticas, no abre nuevas perspectivas. El caso del Prefecto es la acentuación de un sistema hasta el extravío y la derrota. Los alfónimos casi esquematizan las funciones: G versus D.

El método policial procustea

El segundo combate se dará entre campeones de la misma índole. Ya he señalado los factores que hermanan a Dupin con D. El detective recuerda el juego de niños de Par e Impar para destacar el principio de estimación del adversario, de su mayor o menor astucia. Como decía el muchacho:

Adapto lo más posible la expresión de mi cara a la suya, y luego espero hasta ver qué pensamientos o sentimientos surgen en mi mente o en mi corazón coincidentes con la expresión de mi cara.

Identificarse con el adversario hasta volverlo previsible. El procedimiento lo heredará Sherlock Holmes:

Usted sabe, Watson, los métodos que empleo en casos semejantes. Me situé en el lugar del individuo en cuestión y, después de calibrar su inteligencia, traté de imaginarme cómo habría procedido yo en circunstancias como las suyas.

Los rasgos de D. son atípicos. Dupin lo sabía:

Sé que es tanto matemático como poeta, y mis medidas se han adaptado a sus capacidades, teniendo en cuenta las circunstancias que lo rodeaban. Sabía que era un cortesano y un audaz intrigant. Pensé que un hombre semejante no dejaría de estar al tanto de los métodos policiales ordinarios.

Un hombre con rigor analítico, creatividad poética, simulación cortesana y serpentina astucia de intrigante debía tener la suficiente plasticidad para ponerse en lugar del Prefecto. Identificarse con él y pensar como él, prefigurando, entonces, cómo habría de llevarse adelante la búsqueda. Así, provisionalmente, elegirá un camino inexplorable para la pesquisa policial. “Comprendí que D. había seguido un razonamiento análogo al

10

Page 11: · Web viewLa invisibilidad -casi la inexistencia- de lo cotidiano, de lo frecuente (“Nadie percibe la belleza de los habituales caminos”, dice Borges) queda probada en otro cuento

mío sobre los invariables principios de la policía para buscar objetos ocultos”. Entonces, procederá al empleo de un recurso resueltamente simple: pondrá la carta en la caja para cartas, la “ocultará” a la vista de todos. Allí la policía no la buscará, por obvio. “No hay nada más engañoso que un hecho obvio”, dice Sherlock Holmes, en “El misterio del valle Boscombe”, reiterando a Dupin. Esta apelación a la obviedad es el índice del talento de D.Dupin, para ejemplificar el principio de que lo demasiado visible no es percibido, recuerda otro juego: el de buscar una palabra en un mapa. Los expertos eligen las palabras con letras más grandes, porque “éstas, de tan evidentes que son, resultan imperceptibles.” Dupin piensa como ha de haber pensado D.: ”La policía buscará la carta en los lugares más insólitos; luego, el lugar más seguro es el sólito”. Y concluye: “Debo buscar la carta en algún sitio obvio”. La carta estará en la caja de cartas, pero no con el aspecto que se le conocía, sino disfrazada. Entonces advertirá que D. aplicó el recurso de la simetría inversa para transformar la carta A en una carta A’

Carta A

- Dirigida a una persona de la casa reinante.- Escrita con ostentosa letra de hombre.- Con un pequeño sello rojo.- Con las armas de la familia S.

Carta A’

- Dirigida a D’.- Escrita con menuda letra de mujer.- Con un gran sello negro.- Con el membrete de los D.

Así, invirtiendo los rasgos, disimuló la carta ante todos.El recurso efectivo y elemental de hacer algo invisible por evidente es un paradójico mecanismo que, iniciado por Poe, tuvo fructuosa descendencia. Podríamos recordar, sin esfuerzo de acopio, “El signo de la espada rota” (The sign of the broken sword) de Chesterton. El agudo Padre Brown pregunta candorosamente: “Un hombre astuto, ¿dónde esconderá una hoja? En un bosque. Si no hubiera bosque, plantaría uno. Y si deseara esconder una hoja seca, haría un bosque seco. Y si tuviera que esconder un cadáver, sembraría un campo de cadáveres para esconderlo”. Y, en consecuencia, el asesino organiza una batalla para disponer del campo sembrado de cuerpos entre los que coloca el de su víctima. Un discípulo argentino de Chesterton, Enrique Anderson Imbert -cuya narrativa resulta. siempre que acudimos a ella, tan rica y sugestiva- en un cuentículo llamado “El crimen perfecto” oculta el cadáver de la víctima en el cementerio. (Narraciones completas. Buenos Aires, Corregidor, 1990, t. I, 465).

11

Page 12: · Web viewLa invisibilidad -casi la inexistencia- de lo cotidiano, de lo frecuente (“Nadie percibe la belleza de los habituales caminos”, dice Borges) queda probada en otro cuento

Hay variantes del recurso poeniano. Colocar el cadáver en un sitio público convertido en aparente estatua, mediante un tratamiento químico como en “El dedo de piedra” (The finger of stone); o vestirse el prófugo con las ropas del espantapájaros, como en “El príncipe evanescente” (The vanishing prince), que pasa inadvertido para el policía rural, pues es un artefacto sólito en medio del campo; no así para el detective ciudadano, para quien el tal muñeco es insólito. Los dos son ejemplos chestertonianos.La invisibilidad -casi la inexistencia- de lo cotidiano, de lo frecuente (“Nadie percibe la belleza de los habituales caminos”, dice Borges) queda probada en otro cuento de Chesterton llamado, precisamente, “El hombre invisible”: presenta el asesinato de un fabricante de autómatas cuya casa está celosamente custodiada por la policía, para detener a sospechosos o extraños. Pese a ello, el hombre es asesinado. El asesino resultó ser el cartero, que era “psicológicamente invisible”, por lo habitual de sus visitas. Las variantes giran en torno a la inadvertencia de lo obvio.En el cuento “Filatelia”, de Ellery Queen, se ha robado una de las dos estampillas idénticas. Se aclara quién es el ladrón, pero no dónde está la estampilla. La lectura de Poe y de La carta robada ayuda al colega de Dupin: “Si yo fuera los señores Ulm -los poseedores iniciales de las dos estampillas y supuestas víctimas del robo de una de ellas-, como el personaje del famoso cuento de Edgard Allan Poe, escondería la estampilla en el lugar más evidente. ¿Y cuál es el lugar más evidente?”. Da vuelta la estampilla que restaba y descubre la gemela en el dorso de ella.

Para ocultar un terrón deazúcar, el mejor esconditees la azucarera.

LCR es el primer cuento policial que señala la coexistencia de dos caminos inversos y complementarios en el seno del relato policial. Son los que el texto denomina el método de la ocultación y el método de la pesquisa que, universalizados, pueden señalarse como la historia del crimen y la historia de la investigación. La segunda reconstruye la primera. La historia de la investigación avanza de la Z a la A; la del crimen, de la A hacia la Z. Una es retrospectiva y la otra es prospectiva. Adviértase que la inversión de los rasgos del sobre que contenía la carta y la reversión de la carta misma (“la carta había sido dada vuelta como un guante, de adentro hacia afuera”) ilustran gráficamente la tarea de la investigación: retornar todo a su orden inicial, es decir, dar vuelta la carta y cambiar la simetría del sobre. Este es el camino de la pesquisa frente al método de la ocultación. Es el camino de la investigación frente al proceso del crimen. Pasaje de ida y vuelta.

12

Page 13: · Web viewLa invisibilidad -casi la inexistencia- de lo cotidiano, de lo frecuente (“Nadie percibe la belleza de los habituales caminos”, dice Borges) queda probada en otro cuento

En la confrontación de las dos mentalidades, la de G. y la de D., hay otro aspecto que quiero apuntar: G. es un experimentado y D. es un extraambientado. El que tiene mucha experiencia en un campo no advierte que está incluso en él. “El pez no sabe lo que es el agua”. El extraambientado, que no pertenece al sistema, puede distanciarse y contemplarlo desde afuera. El policía oficial es un ambientado, un experimentado. El detective aficionado, como Dupin, es un extraambientado.

Análisis, juego y matemática

Dupin establece una distinción referida a D.: “Como poeta y matemático es capaz de razonar bien, en tanto que como mero matemático hubiera sido incapaz de hacerlo y habría quedado a merced del prefecto“. El amigo le señala que la frase contradice la experiencia, la opinión común, que siempre tuvo a la matemática como el ejercicio de la razón por antonomasia. Dupin responde con la frase de otro francés: “Se puede apostar que toda idea pública, toda convención recibida, es una tontería, porque ella ha convenido al mayor número de gente”. Los matemáticos habrían divulgado ese error.

Con arte digno de mejor causa han introducido, por ejemplo, el término “análisis” en las operaciones algebraicas. Los franceses son los causantes de este engaño, pero si un término tiene alguna importancia, si las palabras derivan su valor de su aplicación, entonces concedo que “análisis” abarca “álgebra”, tanto como en latín ambitus implica “ambición”; religio, “religión”, u homines honesti, la clase de las gentes honorables.

Identificar la operación intelectual más alta, el análisis, con el álgebra, es reductivo. Por analogía, ninguna de las palabras latinas que cita se agotan en una de sus acepciones. Se trataría de un planteo de género a especie. La operación algebraica está comprendida en la analítica pero no la agota. Para Dupin, la razón en su plenitud sería la de la lógica abstracta. Ya el plano matemático supondría aplicación y reducción de campo.

El gran error está en suponer que incluso las verdades de lo que se denomina álgebra pura constituyen verdades abstractas y generales. Y este error es tan enorme que me asombra se lo haya aceptado universalmente. Los axiomas matemáticos no son axiomas de validez general. Lo que es cierto de la relación (de la forma y la cantidad) resulta con frecuencia erróneo aplicado, por ejemplo, a la moral. En esta última ciencia suele no ser cierto que el todo sea igual a la suma de las partes [...] Hay muchas otras verdades matemáticas que sólo son tales dentro de los límites de

13

Page 14: · Web viewLa invisibilidad -casi la inexistencia- de lo cotidiano, de lo frecuente (“Nadie percibe la belleza de los habituales caminos”, dice Borges) queda probada en otro cuento

la relación. Pero el matemático, llevado por el hábito, arguye, basándose en sus verdades finitas, como si tuvieran una aplicación general; cosa, por lo demás, que la gente acepta y cree.

Y se divierte Dupin imaginando que puede ser objeto de maltrato de un algebrista si llega a decirle que pueden darse ciertos casos en que x2 + px no-fuera absolutamente igual a q.Conviene advertir que Poe da dos usos al término “análisis”. Uno es el que contiene la frase suya: “El analista halla su placer en esta actividad del espíritu consistente en desenredar” (I, 337). En esta dirección, la etimología esclarece. En griego, ana-lisis, indica en su prefijo “ana”, “de nuevo”, marcha hacia atrás, o hacia arriba”. En cuanto al verbo avio significa “astar”. Analizar vale, pues, tanto como des-atar, des-enredar. La operación analítica se aplicará a desatar, esto es resolver, el problema planteado.La segunda acepción de análisis que Poe maneja responde al concepto de “descomposición de un todo en sus partes”.Frente al nudo o problema que el hombre enfrenta suele haber dos actitudes posibles: la tajante o la analítica. La primera es la de Alejandro Magno frente al nudo gordiano, cuando desenvainó su espada y lo partió en dos. El gesto cifra la solución rápida y tajante, atribuida a los hombres pragmáticos. La vía analítica se atarea, en cambio, pacientemente en desajustar hilo a hilo. El analista goza con su tarea, dice Poe, “como el hombre robusto se complace en su destreza física”. El analista se ejercita aún en los juegos más triviales que desafían su capacidad: enigmas, acertijos, jeroglíficos. Poe pertenecía a la cofradía. Recuérdese que escribió un ensayo interesante sobre “Criptografía” en el que desafiaba a los lectores de su periódico a presentarle textos indescifrables.9 LCR como pieza de detección propone un problema por analizar. No se trata de un misterio, pues si lo fuera estrictamente, escaparía a la capacidad comprensiva de lo humano. A lo sumo es un falso misterio, un enigma, Dupin no es un mistagogo ni un vidente. Es un analista o, para decirlo a lo hebraico, “un soltador de nudos”. El principio básico del detective francés es que todo enigma o problema inventado por un hombre puede ser develado por otro hombre, siempre que sea lo suficientemente inteligente. Un nudo de marinería será desatado por un

9 Poe tenía debilidad por los juegos criptográficos. Uno de sus ensayos, “Criptografía” (II, 567-580) dice: “El ingenio humano no puede elaborar un cifra (un escritura cifrada) que el ingenio humano no sea capaz de resolver” (II, 568). Sherlock Holmes retomará el concepto, en el caso “Los bailarines” (El regreso de Sherlock Holmes): “Aquello que un hombre inventa, otro puede descifrarlo”.Poe adelanta en “Criptografía” un consejo pedagógico: “Se observa en general que en las investigaciones de esta especie, la facultad analítica desempeña un papel muy importante; por este motivo los problemas criptográficos podrían ser utilizados en los colegios como medios para vigorizar al más importante de los poderes mentales” (II, 568)

14

Page 15: · Web viewLa invisibilidad -casi la inexistencia- de lo cotidiano, de lo frecuente (“Nadie percibe la belleza de los habituales caminos”, dice Borges) queda probada en otro cuento

experto en cabulería. La astucia tejida por la mente lúcida del ministro D. será destejida por la mente gemela de Dupin.Una tercera observación dupiniana fundamental se refiere al uso reductivo del vocablo análisis.

La facultad de resolución se ve posiblemente muy vigorizada por el estudio de las matemáticas y, en especial, por su rama más alta que, injustamente y sólo a causa de sus operaciones retrógradas, se denomina análisis, como si tratara del análisis par excellence. Calcular, sin embargo, no es en sí mismo analizar (I, 337).

En ECCM, para distinguir “cálculo” de “análisis”, Poe confronta dos juegos de salón: el ajedrez y las damas. El primero, nos dice, exige permanentes operaciones de cálculo, sin que obligue a la capacidad analítica del jugador. Por eso es errónea la estimación del ajedrez como altamente beneficioso para la inteligencia superior. Por el contrario, estima:

El máximo grado de la reflexión se ve puesto a prueba por el modesto juego de damas en forma más intensa y beneficiosa que por toda la estudiada frivolidad del ajedrez. En este último, donde las piezas tienen elementos diferentes y singulares, con varios y variables valores, lo que sólo resulta complejo es equivocadamente confundido (error nada insólito) con lo profundo. Aquí se trata, sobre todo, de la atención. Si ésta cede un solo instante se comete un descuido que da por resultado una pérdida o derrota. Como los movimientos posibles no sólo son múltiples sino intrincados, las posibilidades de descuido se multiplican y, en nueve casos de cada diez, triunfa el jugador concentrado y no el más penetrante. En las damas, al contrario, conde hay un solo movimiento y las variaciones son mínimas, las probabilidades de inadvertencia disminuyen, lo cual deja un tanto de lado a la atención, y las desventajas obtenidas por cada uno de los adversarios provienen de una perspicacia superior (I, 338).

Con esta confrontación de dos juegos, Poe ejemplifica dos actitudes frente a los problemas. Una primera, la identificación errónea de lo complejo con lo profundo. Aquí reside la confusión -al menos una de ellas- del Prefecto G. frente a la cuestión de LCR. Otra es confundir concentración con profundidad de visión. La perspicacia de la que habla Poe posibilita una visión simple, clara y honda de la cuestión planteada, previa a todo análisis (en cuanto a descomposición de un todo en sus partes). Tiene más que ver con la visión sintética, intuitiva, global, que con un proceso analítico.

15

Page 16: · Web viewLa invisibilidad -casi la inexistencia- de lo cotidiano, de lo frecuente (“Nadie percibe la belleza de los habituales caminos”, dice Borges) queda probada en otro cuento

El analista penetra en el espíritu de su oponente, se identifica con él y con frecuencia alcanza a ver de una sola ojeada el único método (a veces absurdamente sencillo) por el cual puede provocar un error o precipitar un falso cálculo (I, 338).

Aquí está, in nuce, el método de resolución de LCR. El analista, en esta acepción que ahora Poe da al vocablo, no es el que hace cadenas calculatorias sino el que sabe qué debe observar, y por lo tanto, lo que se debe dejar de lado por accesorio. La policía oficial tiende a explorar todos los caminos posibles y estudiarlos sucesiva y ordenadamente. Esto es lo que ejecuta minuciosamente el Prefecto G. Repárese que en los noticiarios de televisión se insiste en este procedimiento: “La policía no descarta ninguna de las hipótesis”. Es lo contrario de lo que hace Dupin: su arte consiste en descartar de un golpe sectores enteros de hipótesis, y despejar el camino.LCR recoge otra constante del pensamiento poeniano, que surge en LCCM y se reitera en EMMR: “El analista penetra en el espíritu de su oponente y se identifica con él”. Aplica este principio al juego del whist, anticipando lo que expondrá con referencia al juego “Par e impar” en LCR:

Examina el semblante de su compañero, comparándolo cuidadosamente con el de cada uno de sus oponentes. Considera el modo en que cada uno ordena las cartas en su mano [...] Advierte cada variación de fisonomía a medida que avanza el juego (I, 339).

Estas reflexiones serán retomadas en LCR con el juego de las bolitas para proponer “la identificación del intelecto del razonador con el de su oponente” (I, 432).No es necesario abundar para advertir la insistente relación que Poe establece entre lo lúdico (el juego del mapa y la búsqueda de la palabra, y “par e impar”, en LCR), lo policial y lo analítico, pues, muestran aspectos compartidos: el espacio acotado, la disputa en el terreno, leyes que rigen los movimientos de los participantes, principios convenidos de fair play. Diría que hay un espíritu deportivo que se place en el análisis de las situaciones.Sabemos que D. era autor de un tratado sobre cálculo diferencial. Es interesante subrayar cómo Poe funda también en esto cierta tradición que liga lo policial a lo matemático. El mayor enemigo de Sherlock Holmes, su Ministro D., digamos, es el profesor Moriarty: matemático y criminal.

16

Page 17: · Web viewLa invisibilidad -casi la inexistencia- de lo cotidiano, de lo frecuente (“Nadie percibe la belleza de los habituales caminos”, dice Borges) queda probada en otro cuento

Moriarty está dotado por la naturaleza de una capacidad matemática fenomenal. A la edad de veintiún años escribió un tratado sobre el teorema de los binomios, que alcanzó boga en toda Europa. Con esa base, ganó la cátedra de Matemáticas en una de nuestras universidades menores. [...] Corría por sus venas sangre criminal que en vez de modificarse, se multiplicó y se hizo infinitamente más peligrosa mediante sus extraordinarias dotes mentales.

Moriarty es el cerebro del crimen organizado en Londres. Permanece inmóvil en su sitio, igual que una araña tiende diez mil hilos radiales [...] Es muy poco lo que actúa personalmente. Se limita a proyectar (Memorias, pág. 177).

Dupin es detective sedentario; Moriarty es un criminal sedentario. En el último duelo, los dos campeones -Sherlock Holmes y Moriarty, de similar estructura mental, como Dupin y D.- han de morir abrazados, como simbólico gesto de fusión entre Atreo y Tiestes. Acorde con la afición matemática, el episodio en que ambos mueren se llama: “El problema final”. Sherlock despeja la última incógnita, y muere. Como Lönnrot en “La muerte y la brújula”.He dejado para el final, lo que va al principio: el epígrafe de LCR. La frase latina de Séneca dice, traducida: “Nada es más odioso para la sabiduría que una agudeza excesiva”. La sabiduría huye de extremos, pasionales o racionales. La prudencia en la adecuación del método apropiado para cada realidad y la calibración justa en todo. Dupin encarna estas cualidades.

17