VIDA ILUSTRADADE LA

VIRGEN MARÍA

VIDA ILUSTRADADE LA

VIRGEN MARÍA

Andrés Codesal MartínAndrés Codesal Martín

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ISBN: 84-7770-634-4

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VIDAVIDA ILUSTRADAILUSTRADADE LADE LA

VIRGEN MARÍAVIRGEN MARÍA

Andrés Codesal Martíny

José Codesal Rodríguez

EDITORIAL APOSTOLADO MARIANORecaredo, 4441003 Sevilla

Editorial Apostolado MarianoC/ Recaredo, 4441003 SEVILLAwww.apostoladomariano.com

ISBN: 84-7770-634-4Depósito legal: M. 1.445-2003

Impreso en España - Printed in Spain

Por: Impresos y Revistas, S. A. (IMPRESA)

Me agrada mucho la costumbreque cada vez se está imponiendo másen España, de regalar libros religiososilustrados a los niños que hacen la pri-mera comunión. Es verdad que mu-chos párrocos y centros catequísticosprefieren regalar el Nuevo Testa-mento, por aquello que decía elinmortal Pío XII: «que en todos loshogares debía haber al menos un librode los Santos Evangelios».

Está muy bien que en todos loshogares cristianos tengan la Biblia oal menos el Nuevo Testamento. Peroéstos son libros que los niños no losleen, pues hoy día para que los librosatraigan a los niños deben ser peque-ños y muy bien ilustrados con muchocolorido de imágenes.

Por este motivo en nuestra edito-rial, Apostolado Mariano, nos hemospropuesto tener las mejores coleccio-nes de Vidas de Santos y de Vidas deJesucristo ilustradas, que encantan aniños y mayores.

Entre las Vidas de Jesucristo quemás se venden como regalos de pri-meras comuniones citaré: Los Evan-gelios Concordados Ilustrados, ElEvangelio de los Niños, Vida Ilustradade Jesucristo, Vida de Nuestro SeñorJesucristo, del padre Bover, y Vida deJesucristo en Imágenes. Todas ellassiguen a la letra los Santos Evangeliosy contienen ilustraciones maravillosasy de un gran valor artístico.

Pero, aun siendo nuestra editorialeminentemente mariana, y poseyendolos mejores libros de devoción maria-na, no teníamos ninguna Vida ilustra-da de la Santísima Virgen que fuerapropia para regalar a los niños y niñasde primera comunión. Más que nadame animó a prepararla el contacto conmis nietas. Yo ya soy viejo y enfermo,por lo que pienso vivir en este mundopocos años; pero tengo dos nietecitas:una de siete años, que ya sabe rezar, yotra de cuatro años que le gusta seguira la primera. Miriam, que así se llama

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P R E S E N T A C I Ó N

la mayor, tiene que empezar ya a pre-pararse para hacer la primera comu-nión, y yo que pienso que no voy apoder estar presente, le dedico desdeahora este librito, de Santa Miriam laVirgen, para que la ayude en esosmomentos y la lleve de la mano aJesús, enseñándola a ser muy buena ymuy querida de Jesús toda la Vida,para que al final logre verlo en elCielo.

Para Almudena le deseo lo mismo.También la Virgen de la Almudena esla Virgen María, y también esta vidade la Virgen es la vida de su patrona.La Virgen de la Almudena es una detantas advocaciones de la Virgencomo todas las que hemos puesto enla segunda parte de este libro: laVirgen del Carmen, la VirgenMilagrosa, la Virgen de Guadalupe, laVirgen de Lourdes, la Virgen deFátima y la Virgen del Rosario.

Muchos incrédulos nos dicen queno sabemos si hay otra vida despuésde la muerte, porque nunca nadie havuelto del otro mundo. Pero eso esuna tremenda mentira: pues del otro

mundo vino Jesucristo y estuvo tresaños predicando y haciendo portento-sos milagros que los vieron muchísi-ma gente, aunque poquísimos se con-virtieron.

También la Virgen María ha veni-do muchas veces del otro mundo adarnos remedios de salvación, comohizo la Virgen del Carmen dándonosel Escapulario, la Virgen milagrosa,dándonos la medalla, y la Virgen deLourdes y la Virgen de Fátima dán-donos el gran remedio del SantoRosario, que todos los últimos papasnos han recomendado tanto, y ahoraJuan Pablo II, después de insistirmucho en que recemos el Rosario enfamilia, nos ha obsequiado concinco misterios nuevos, «los miste-rios de la luz» que iluminarán nues-tro continuo caminar hacia la metadel Cielo.

Sevilla, día de San Andrés del año2002.

Andrés Codesal Martín

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VIRGEN MARÍAVIRGEN MARÍA

María en la mente de Dios

Dios vive en la eternidad, y el mis-terio de la eternidad es muy difícil deentender. Nos dicen los teólogos quepara Dios no hay futuro ni pasadoporque Él todo lo tiene presente. AnteDios todas las cosas están presentes,igual las pasadas que las futuras.Nosotros esto no lo podemos enten-der, pero sí debemos creer que Diosnos conoció tal como somos desdesiempre. Y desde el principio, esdecir, desde siempre se complació yamó con un cariño y un amor especiala aquella criatura que un día en eltiempo, iba a nacer, la más hermosa,la más bella y la más santa de todas, ala que el Padre la eligió por su Hijapredilecta, el Hijo la escoció por suMadre amantísima, y el EspírituSanto la designó y adoptó por susagrada Esposa santísima.

Por el pecado de Adán y Eva en elParaíso, todos los hombres y mujeresnacemos en desgracia de Dios; esto sellama «el pecado original», que senos perdona en el Bautismo por losméritos que para nosotros nos ganóJesucristo muriendo en la cruz. Peropor una gracia especial, Dios quisoque su Madre fuera siempre santísimay que fuera concebida inmune de todamancha desde en primer momento desu concepción.

Dice un autor: «Por ser, pues, des-tinada a la dignidad tan excelsa de

“Madre de Dios”, María fue adornadadesde el primer instante de su concep-ción con un don de gracia tan grande,que por ella aventaja con mucho atodas las criaturas del cielo y de la tie-rra, a todos los ángeles y santos».

¿Por qué la Virgen María es Inma-culada? – La Virgen María por serdestinada a ser Madre de Dios esinmaculada, es decir concebida sinpecado original, pero no por sus méri-tos propios, sino en atención a losfuturos méritos de Jesucristo, su Hijo,Salvador del género humano.

La Iglesia nos invita en su liturgiaa cantarle: «Toda hermosa eres Ma-ría, y no hay en ti mancha de pecadooriginal».

El Concilio Vaticano II dice que,para su función maternal, la enrique-ció Dios desde el primer instante conesplendores de santidad, por lo quefue común entre los Padres llamar a laMadre de Dios «toda santa e inmunede toda mancha de pecado» y comomodelada por el Espíritu Santo yhecha una nueva criatura (LG. 56). Y,por el mismo motivo la Virgen fueredimida de un modo eminente, o sea,más sublime y perfecto que todos loshijos de Adán, ya que a nosotros senos redimió de la mancha contraída;pero a Ella se le preservó, impidiendoen Ella toda mancha. A Ella Dios lapreservó para que no se manchara;pero a nosotros una vez ya ensuciadosnos lavó con su preciosa sangre.

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¿Quién es la Virgen María?

La Biblia considera a la Virgencomo a la más excelsa de todas lascriaturas por ser la destinada a serMadre del Altísimo, del llamado Hijode Dios (Lc 1, 32 y 35), «la bendita»o más alabada entre todas las mujeres,la «llena de gracia» (Lc 1, 28 y 42), laque «todas las generaciones llamaránbienaventurada» (Lc 1, 48).

El Concilio Vaticano II nos diceque ella ocupa después de Cristo, ellugar más alto y más cercano a noso-tros, pues Ella «por la gracia de Dios,después de su Hijo, fue exaltada sobretodos los ángeles y los hombres».

Si alguno preguntase el porqué deeste encumbramiento o exaltación dela Virgen, tendríamos que responder:porque es MADRE DE DIOS, y porsola esta prerrogativa Ella aventajacon mucho en dignidad a todas lascriaturas del cielo y de la tierra.

Por ser «Madre de Dios» Ella essuperior a todo cuanto existe. SóloDios es superior a Ella.

Por eso dice San Juan Crisóstomo:«La bienaventurada siempre VirgenMaría fue, a la verdad, un gran mila-gro. ¿Quién ha habido y puede haber,después de Dios, mayor que Ella?Nadie la ha aventajado en santidad.Ni los profetas, ni los apóstoles, ni losmártires, ni los ángeles, ni criaturaalguna visible o invisible”. Y Pío XIIañadía: «¡Madre de Dios! ¡Qué título

más inefable!... Sólo Ella, por su dig-nidad, trasciende los cielos y la tierra.Ninguna entre las criaturas visibles oinvisibles puede compararse con ellaen excelencia...».

«Por lo demás, añade San Alfonsode Ligorio que, para que podamoscomprender lo que nos interesa y pro-mover la devoción a María, debemosatender a lo que sobre el particulardicen los doctores: Dice San Buena-ventura que cuantos se ocupan enpublicar las glorias de María tienenasegurado el Cielo. Y lo confirma otroautor, diciendo que el honrar a estaReina de los ángeles es lo mismo quegranjear la vida eterna. Porque laagradecidísima Señora se empeñaráen honrar en la otra vida al que seempeña en honrarla en ésta…»

Y ¿quiénes ignoran la promesa quehizo María a los que se empeñan enhacerla conocer y amar en estemundo? Los que me dan a conocer alos demás obtendrán la vida eterna(cuyas palabras del Eclesiástico leaplica la Iglesia en la festividad de suInmaculada Concepción).

Regocíjate, pues, regocíjate almamía y alégrate alabando a María, por-que muchos son los bienes que estánpreparados para los que la alaban. Yya que en todas las divinas Escri-turas, se habla en alabanza de María,procuremos con el corazón y con lalengua celebrar siempre a esta divinaMadre.

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Patria y padres de Nuestra señora

El padre Ribadeneira en su «Vidade la Virgen María», dice así: «Lasacratísima virgen María, NuestraSeñora, fue de Nazaret, ciudad deGalilea, e hija de padres nobles yricos. Su padre se llamó Joaquín,natural de Nazaret; su madre, Ana, dela ciudad de Belén. Eran los dos de latribu de Judá y del linaje real deDavid...». «Joaquín y Ana, –añade elpadre Melús, son los nombres queuna tradición, que arranca del sigloII, atribuye a los padres de la VirgenMaría. Son dos nombres llenos degrandeza que se esconde en la senci-llez y la humildad. Dos nombres conun sentido maravilloso y providen-cial. Joaquín significa preparacióndel Señor, trabajo y constancia. LaProvidencia divina mueve los hilosde la historia. Durante largos siglos elSeñor preparó, por medio de los pro-fetas y patriarcas, la venida delDeseado de las naciones. Israel dese-aba con ansia renovada esta llegada.

La tardanza no ahogaba los anhelosde Joaquín y Ana. Ellos se acercabanal ocaso de la vida sin descendencia.Pero seguían rezando y porfiando alSeñor con oración inflamada. Suesperanza se mantuvo incólume».

Estos bienaventurados padres de laVirgen eran de vida santísima, comoconvenía que fuese el árbol que habíade producir tal fruto. Empleaban todo

su tiempo en la guarda de la Ley deDios. Con gran cuidado dedicaban sutiempo en ayunos, oraciones y limos-nas. Repartían todo lo que ganaban entres partes: Una la empleaban para elculto divino y ministros del Templo,otra en los gastos de sus personas yfamilia, y la más importante la repar-tían entre los más pobres.

Habían vivido veinte años casadossin tener hijos, porque Ana era estéril,y por esta causa estaban tristes y afli-gidos; porque los israelitas tenían laesterilidad por un género de oprobio ycastigo de Dios; al cual estos santosesposos suplicaban a Dios con grandeinstancia, de día y de noche, que lesdiese un descendiente, prometiéndoleconsagrarlo a su Divina Majestad.

Perseverando ambos esposos ensus ruegos y oraciones, un ángel seapareció a San Joaquín cuando estabaen la majada guardando el rebaño delas ovejas, y le dijo que Dios habíaoído sus ruegos y que tendría una hijaque se llamaría María y que sería laMadre del Salvador del mundo.

La misma revelación tuvo SantaAna. Un ángel –según algunos el mis-mo arcángel San Gabriel– se aparecea Ana en la Puerta Dorada del Temploy le profetiza el nacimiento de unaNiña, que se llamará María y será lapredilecta del Señor. «¡Oh bellísimaNiña, dice San Juan Damasceno, ben-ditas las entrañas y el vientre del quesaliste!».

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En el seno estéril de Ana germinóla plenitud de la gracia. En sus entra-ñas se realizó el sublime misterio dela Concepción Inmaculada de María,«prodigio de prodigios y abismo demilagros», dice el Damasceno. «Santatierra estéril, que al cabo produjo,toda la abundancia que sustenta elmundo», según se expresa Miguel deCervantes en «La Gitanilla».

Todos los antiguos anhelos se ha-bían condensado en Joaquín y Ana, enellos se iban a cumplir las promesas.

Fueron los padres dichosos de laniña María, que Dios luego la haríaMadre de Dios y Madre nuestra. DeJoaquín y Ana podemos decir que siDios los escogió para una obra tanadmirable, grandes tuvieron que seraquellos dos corazones.

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Natividad de la Virgen NuestraSeñora

Hace aproximadamente dos milaños, el día ocho de septiembre, enuna casa que tenían sus padres en elcampo, entre los balidos de las ovejasy alegres cantares de los pastores,nació esta preciosa niña, y nueve díasdespués, que fue el diecisiete delmismo mes, según la costumbre delos hebreos, le fue puesto el nombrede Miriam –MARÍA– que entoncesera un nombre muy usual en todaclase de familias.

Según la opinión de varios santos,el Señor Dios le dio a María por ángelde la guarda al mismísimo SanGabriel y a otros muchos ángeles quese gozaban enormemente de hacerlecompañía.

Al cabo de ochenta días fue SantaAna a Jerusalén a cumplir la ley de lapurificación, llevando la niña al tem-plo en sus brazos, como un tesoro pre-cioso; y dada por ella la ofrenda acos-tumbrada a los primogénitos, se vol-vió con ella a su casa.

María era toda pura, y Dios, quemás tarde había de nacer de ella pararedimir a los hombres; la redimió pri-mero Él mismo. Tan pequeña, y porsólo su belleza y gracia ya se distin-guía de todas las demás.

Muy pronto empezó a sonreír, nosolamente con los labios, pues tam-bién sus dulces ojos sonreían.

Cualquier persona se sentía atraída yconmovida ante su rostro.

Todo su ser era una invitación algozo y a la alegría. Comenzó a tener-se en pie, luego a andar, sujetándosecon sus pequeñas y regordetas manosal vestido de su mamá o a los grandesdedos de su papá. Al mismo tiempoya empezaba a pronunciar algunaspalabras, luego nombres, y despuésbreves frases.

Transcurría el tiempo y del bellobebé que era en sus primeros meses,la pequeña María vino a ser una dulcey gentil niña de quien todo el mundoestaba admirado. En todas sus cosasprocuraba poner gran cuidado y aten-ción. Jamás en ella se encontraba lamenor falta.

Ya estuviese en casa con suspadres, ya en la calle o en la fuentecon otras personas; María siempre eraamable, educada y servicial. A medi-da que pasaba el tiempo, mejoraba enestas cosas.

Afirma San Sofronio, patriarca deJerusalén, que el arcángel Gabriel lallamó «llena de gracia», porquemientras los otros, dice el mismoSanto, se les dio la gracia limitada,María la recibió entera, a fin de que,según dice San Basilio, pudiese serdigna Mediadora entre Dios y loshombres.

María recibió todas las gracias engrado ilimitado, y por eso es hechaMediadora universal, para repartirlas

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a los que se las piden. Y en el día desu fiesta la saluda la liturgia:«Celebramos el nacimiento de laVirgen María... Celebramos congozo... ¿Quién es ésta que se asomacomo alba? Cantamos de todo cora-zón la gloria de Cristo, en esta festivi-dad del nacimiento de la VirgenMaría... Hoy es el nacimiento deMaría Santísima, cuya vida ilustra daesplendor a toda la Iglesia... Hoy hanacido la Virgen María del linaje deDavid. Por ella vino la salvación delmundo a los creyentes, y por su vidagloriosa todo el orbe quedó ilumina-

do... Tu nacimiento, Virgen Madre deDios, anunció la alegría de todo elmundo...

¡Felicidades, Madre! Felicidadespor Ti, por tu nacimiento. Felicidades,Madre, porque ibas creciendo en eloscuro camino de la fe. Felicidades,Virgen peregrina, porque nos enseñasla ruta de la santidad. FelicidadesMadre, porque por Ti nos llegó hastanosotros el Salvador del mundo.¡Ojalá que Aquel que vino a estemundo por Ti, nos lleve a todos conti-go a la morada eterna donde siemprevivió!

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Presentación en el Templo

Siendo ya de tres años, para cum-plir el voto que habían hecho de ofre-cerla al Señor, la llevaron sus padresa Jerusalén, y la ofrecieron en elTemplo el veintiuno de noviembre,con las ceremonias que en semejan-tes ofrendas, se usaban. Declararonal sacerdote el voto que habíanhecho, encargándole que tuviesecuenta con su hija, como cosa dedi-cada ya a Dios, y que la pusiesenentre las otras doncellas que le ser-vían, junto al templo en una casa edi-ficada para este efecto, donde las vír-genes eran sustentadas con las rentasdel mismo templo, y apartadas delruido y bullicio podían ocuparse ensantos y loables ejercicios, y entrarfácilmente en el mismo templo ahacer oración.

Admiró a todos por extremo labelleza y gracia de la bienaventuradaniña, y más la prontitud y alegría conque se despedía de sus padres y sededicaba al Señor, sacando por aque-llos pequeños indicios las grandes ymaravillosas obras que Dios había deobrar en aquella, que de tan tiernaedad había escogido para su servicio.

Fue recibida la santa niña entre lasotras vírgenes con gran regocijo de lasdemás, y luego comenzó a resplande-cer en aquella casa material de Dios laque era verdadero y espiritual, templosuyo. Allí aprendió muy perfectamen-

te a hilar lana, lino, seda y holanda, ycoser y labrar las vestimentas sacer-dotales, y todo lo que era menesterpara el culto del templo, y después pa-ra servir y vestir a su precioso Hijo, ypara hacerle la túnica inconsútil,como dice Eutimio. Aprendió asimis-mo las letras hebreas, y leía a menudocon mucho cuidado, y meditaba congrande dulzura, las divinas Escrituras,las cuales, con su alto y delicado inge-nio, y con la luz soberana del cieloque el Señor le infundía, entendía per-fectamente.

Su ocupación principal era la ora-ción, en la intimidad con Dios desdela madrugada hasta la hora de tercia;desde la hora de nona en adelanteocupaba también el tiempo en el tra-bajo en oración, hasta que aparecía elÁngel del Señor, de cuyas manos reci-bía el alimento. Leía asiduamentetambién las Sagradas Escrituras.Tenía un programa de vida detallado.Se destacaba de sus compañeras entodo lo bueno.

«Era tan dócil a las instruccionesque recibía, que no había ninguna máspronta que ella para las vigilias, nin-guna más erudita en la ciencia divina,ninguna más agradable en su senci-llez, ninguna interpretaba con másdonosura la salmodia, ninguna eramas gentil en su caridad, ni más puraen su castidad, ni más perfecta encualquier virtud «(Evangelio delPseudo-Mateo 6, 2).

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Voto de virginidad

Vivió en esta manera de vida hastalos doce años de su edad en la quemurieron sus santos padres, muy vie-jos, casi de ochenta años, sin habertenido más hijos, sino solamente aMaría.

Estando aquí en el templo, conencendido deseo y amor de la virgini-dad, que el Espíritu Santo le inspira-ba, hizo voto de guardarla perpetua-mente, y fue la primera que hizo estamanera de voto y alzó la bandera de lavirginidad, y con su ejemplo incitó atantos y tan grandes escuadrones depurísimas doncellas para que la abra-zasen, y por no perderla muchos pre-firieron perder sus vidas. Y por esto sellama Virgen de las vírgenes, comoMaestra y capitana de todas ellas.Porque, aunque es verdad que, en elViejo Testamento algunos permane-cieron castos toda su vida, como José,Melquisedeeh, Elías, Elíseo, Jeremíasy los tres mozos del horno deBabilonia; pero cosa cierta y averi-guada es que ninguno se obligó con laobligación del voto, y Nuestra Señorafue la primera que, sin ejemplo queimitar, se consagró a Dios con el votoy así se ofreció a Dios.

Siendo ya María de edad paracasarse, pareció bien a los sacerdotesque la Virgen tomase marido, como lohacían las demás de su edad. Máscomo Ella entendiese que trataban de

casarla, respondió con humildad ymodestia que aquello no podía ser,porque sus padres la habían ofrecido aDios y ella había hecho voto de perpe-tua virginidad. Se admiraron todos lossacerdotes de oír cosa tan nueva, y tra-taron si sería bien casarla con algúnsacerdote, en cuya compañía perseve-rase en el servicio del templo; masesto no tenía lugar, porque por serúnica de sus padres, había heredado, ysegún la ley era forzoso casarse con unhombre de su mismo linaje y familia.

Desposorios con San José.– Entrelos muchos que se presentaron a soli-citar su mano, le cupo la suerte a SanJosé. La Virgen tuvo revelación delSeñor que obedeciese a los sacerdotesy que no temiese, porque el elegidopor Dios, la guardaría y respetaría. Lecupo la dichosa suerte a José el car-pintero, de la tribu de Judá, natural deBelén. Se desposaron teniendo Maríatrece años de edad.

Entre tanto, la Virgen volvió a Na-zaret y habitó la casa de sus padres,que ella, como hija única, había here-dado.

San José era una figura sencilla yhumilde, silenciosa y pobre en apa-riencia, pero Dios le ha encomendadouna misión única y maravillosa. Estehombre del silencio es un hombresencillo, aun en medio de los biena-venturados. Era de estirpe real, de lafamilia de David. Dios le muestra unamor preferencial.

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Anunciación del nacimiento delBautista

Hubo en tiempo de Herodes, rey deJudea, un sacerdote llamado Zacaríasdel turno de Abías, casado con unamujer, descendiente de Aarón, que sellamaba Isabel. Ambos eran justos alos ojos de Dios, pues guardaban demanera irreprensible todos los man-damientos y preceptos del Señor. Y notenían hijos, porque Isabel era estéril,y ambos ya avanzados de edad.

Estando una vez de oficio en suturno en el servicio de Dios, y, segúnuso del sacerdocio, le tocó en suerteentrar a incensar en el templo delSeñor, y toda la muchedumbre delpueblo quedaba fuera orando mien-tras el tiempo de incensar. Entoncesse le apareció un ángel del Señor, depie, a la derecha del altar del incienso.Zacarías, al verle, se turbó y se sobre-cogió de temor. Mas el ángel le dijo:¡No temas Zacarías! pues tu oraciónha sido escuchada, y tu mujer Isabelte dará un hijo, al cual pondrás pornombre Juan. Será para ti gozo y ale-gría, y muchos se gozarán por su naci-miento. Porque será grande delantedel Señor, no beberá vino ni bebidaalguna fermentada, y será lleno delEspíritu Santo ya desde el seno de sumadre, y a muchos de los hijos deIsrael convertirá al Señor su Dios. ycaminará delante de Él con el espírituy el poder de Elías, para convertir los

corazones de los padres hacia loshijos, y reducir los rebeldes a la pru-dencia de los justos, y preparar alSeñor un pueblo bien dispuesto.

Zacarías dijo al ángel: ¿Cómopodré cerciorarme de esto? Porque yosoy viejo y mi mujer de edad avanza-da. El ángel le respondió: Yo soyGabriel, el que está en la presencia deDios, y fui enviado para hablarte ydarte esta buena noticia. ¡Mira! queda-rás mudo, sin poder hablar hasta el díaen que sucedan estas cosas, porque nocreíste en mis palabras, que se cumpli-rán a su tiempo. El pueblo estaba espe-rando a Zacarías y se admiraba de quetardara tanto en el templo. Cuando,por fin, salió, no podía hablarles, porlo que entendieron que había tenidoalguna visión en el templo. Él estuvotratando de dárselo a entender porseñas, y siguió mudo.

Luego que se cumplieron los díasde su ministerio, marchó a su casa.Después de esos días concibió Isabel,su mujer, y se ocultó durante cincomeses, diciendo: ¿Por qué así me hatratado de esta manera el Señorhaciéndome esta merced de borrar miafrenta ante los hombres cuando Élquiso? Todos los que lo oían bende-cían a Dios, diciendo: ¿Qué será deeste Niño? Porque se veía que lamano del Señor estaba con él. Supadre fue lleno del Espíritu Santo yprofetizó, diciendo: «Tú niño, serásllamado profeta del Altísimo…».

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La Anunciación del Verbo

Seis meses después de haber que-dado embarazada Santa Isabel, fueenviado por Dios el ángel Gabriel auna ciudad de Galilea, llamadaNazaret, a una virgen desposada conun varón de nombre José, de la casade David; la virgen se llamaba María.Entrando el ángel donde ella estaba,la saludó, diciendo: «¡Salve, llena degracia, el Señor es contigo!

Ella se turbó por estas palabras ypor las alabanzas que le daba, de lascuales ella se tenía por indigna.

El ángel, animándola, le dijo: «Notemas María, porque has hallado gra-cia delante de Dios, y vas a concebiren tu seno y darás a luz un Hijo, al quepondrás por nombre Jesús. Éste serágrande y será llamado Hijo delAltísimo; el Señor Dios le dará eltrono de David, su padre, y reinará enla casa de Jacob para siempre, y sureinado no tendrá fin».

Entonces dijo María al ángel: ¿Có-mo será esto, pues no conozco varón?

El ángel le respondió y dijo: «ElEspíritu Santo vendrá sobre ti, y elpoder del Altísimo de cubrirá con susombra: por lo cual, lo que nacerá deti santo, se llamará Hijo de Dios.

Y el ángel añadió: Y has de saberque Isabel, tu parienta, también ha con-cebido un hijo en su vejez, y ya está enel sexto mes la que llamaban estéril,porque para Dios nada hay imposible».

El «fiat» de la Encarnación

Con esta seguridad, obedeciendoa la voluntad del Señor y hu-millándose profundísimamente hastael abismo de su nada, dio el sí, yconsintió en la embajada, diciendoaquellas dulcísimas palabras, quealegraron el cielo y santificaron latierra: «He aquí la sierva del Señor:cúmplase en mí su voluntad, segúntus palabras» (Lc 1, 28). En aquelmomento, EL VERBO SE HIZOHOMBRE. Desde lo más alto, delcielo descendió a aquel otro cieloque era el seno de la Virgen, re-creándose en sus entrañas, de la quedesde aquella hora era verdaderaMadre de Dios.

Y como fundamento y fruto de lavirginidad, la humildad obediente:«He aquí la esclava del Señor». Dios,Padre admirable, tiene la delicadezade pedir nuestra colaboración a susplanes grandiosos. Santa María co-rrespondió como es debido, con el sítotal, el sí de esclava: «Hágase tu vo-luntad».

Gracias Santa María, toda pura,toda obediente, por tu aroma y tutestimonio, el más valioso, modeloatrayente para la santidad y la obe-diencia de todo religioso y de todocristiano.

Con una respuesta tan llena dehumildad, María aceptó lo que Dios lepropuso: se entregó a la voluntad de

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Dios como una verdadera esclava. Yen aquel mismo instante se realizó elmayor de los milagros: el que eradesde la eternidad verdadero Dios, enaquel momento se despojó de su divi-nidad y se convirtió en un hombremortal.

El Niño Jesús era verdadero Dios yverdadero hombre; pero ocultando sudivinidad, apareció ante nosotroscomo un niño cualquiera, que pasahambre y pasa frío, que puede enfer-mar y que poco tiempo después denacer tiene que huir al desierto deEgipto porque el rey Herodes lo buscapara matar.

Esta visita que el Arcángel SanGabriel hizo a la Virgen en su casitade Nazaret, ha sido la más importantedel mundo, porque de la respuesta quele diera María dependía la salvaciónde todo el género humano; los quenacieron desde el principio del mundoy los que todavía nacerán hasta el finde los siglos.

Por haberse hecho Cristo hombre,todos podemos salvarnos, pues «Diosquiere que todos los hombres se sal-ven y lleguen al conocimiento de laverdad» (1 Tim 2, 2).

¿Verdad que a tan valiente y gene-rosa joven de Nazaret, bien le pode-mos decir «gracias» por no haberpensado en ella misma ni un sólo ins-tante y haber aceptado con gusto,una misión que ella sabía le iba aimportar muchos sufrimientos, pues

conocía las Escrituras y los dichos delos profetas, donde nos dicen todo loque tendría que sufrir Jesús hastamorir en una cruz, estando ella pre-sente y sufriéndolo todo en compañíacon Él?

Diciendo «Sí» al ángel, María seconvirtió en la Madre de Dios, y tam-bién se hizo Madre de todos los hom-bres; porque como nos dice elApóstol: «Todos somos un solo cuer-po en Cristo, y todos miembros losunos de los otros» (Rm 12, 5). «Cristoes nuestra cabeza y todos nosotros susmiembros» (Ef 4, 15-16). ¡Luego to-dos somos hijos de María! ¡Qué dichapoder llamarla «Madre»!

En el mismo momento en queMaría pronunció su trascendental fiat,el Verbo de Dios se hizo hombre ensus virginales entrañas y empezó ahabitar entre nosotros.

A lo largo de la conversación deMaría con el ángel aparecen clara-mente su sencillez, su prudencia ysabiduría, su fe, su obediencia y suhumildad. La pregunta formulada porMaría no envuelve duda ninguna nipone condición alguna; es la preguntadel que desea informarse sobre elmodo en que se realizará el gran mis-terio. Su fe en la revelación del ángelfue completa y sin reservas. Por tanto,su consentimiento, sabiendo que iba aser Madre de Dios, no fue pasivo, sinoque fue totalmente libre y sin coac-ción.

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Visita de María a Isabel

El ángel Gabriel había anunciadootra gran noticia a María: que suprima Isabel esperaba un hijo. Isabely su esposo Zacarías eran de edadavanzada y estaban un poco desola-dos viéndose envejecer solos. Yahabía muchos años que habían perdi-do la esperanza de tener hijos, pues, asu edad, solamente con un milagropodían tener un hijo.

Pero Dios hizo ese milagro, y elángel Gabriel se lo contó a María, y espor eso que a la Virgen le entraronunas ganas locas de viajar nadamenos que 120 kilómetros a pie, concuestas, bajar desde Nazaret y luegosubir hasta los 750 metros sobre elmar de Jerusalén, por caminos difíci-les y embarrados, serían al menosunos cuatro días de viaje.

Deseaba, sobre todo, compartir conella la común alegría y aclamar a loscuatro vientos las grandezas y lasmisericordias de Dios, con alguienque la comprendiera.

Y también quería ayudar a suprima, porque María no ignoraba queel nacimiento de un niño suponemucho trabajo en una casa, y más a suprima por ser ya de avanzada edad.

Por fin, después del largo viaje,llega María a la casa de Isabel, y lla-mando a la puerta, saludó a Isabel.Pero Isabel, en vez de corresponder alnatural saludo de su prima, llena del

Espíritu Santo, prorrumpió en alta voz,diciendo: «Bendita tú entre las mujeres,y bendito el fruto de tu vientre! ¿Dedonde a mí que la Madre de mi Señorvenga a visitarme? Pues apenas llegó lavoz de tu salutación a mis oídos, brincóde gozo el hijo en mi seno. ¡Dichosa laque creyó que tendría cumplimiento loque se le dijo de parte del Señor!». Dijoentonces María:

«Mi alma alaba al Señor, y salta degozo mi espíritu en Dios mi Salvador;porque puso los ojos en la pequeñez desu sierva. Por eso desde ahora me lla-marán bienaventurada todas las gene-raciones. Porque en mí obró grandezasel Poderoso, cuyo nombre es Santo. Sumisericordia se extiende de generaciónen generación sobre todos los que letemen. Hizo grandes cosas con subrazo, y dispersó a los soberbios yengreídos pensamientos. Derribó desus tronos a los poderosos y ensalzó alos humildes; a los hambrientos loscolmó de bienes, y a los ricos despachóvacíos. Acogió a Israel su hijo, y tuvode él misericordia, según prometió anuestros padres, a Abraham y a toda sudescendencia por siempre». Y Maríapermaneció con ella como unos tresmeses, y luego se volvió a su casa.

Permaneció en aquella casa hastadespués de nacer San Juan. Tresmeses sirviendo a Isabel, con toda lahumildad de una criada. Y sirviéndo-nos a nosotros de ejemplo que debe-ríamos estar ansiosos de imitar.

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Desposorios de María y José(Mt 1,18-25)

El nacimiento de Jesucristo fue deesta manera: Desposada su MadreMaría con José, antes de que convi-viesen se halló que había concebidodel Espíritu Santo. José, su marido,como era justo y no quería denun-ciarla, resolvió despedirla en secreto.Mientras andaba él con estos pensa-mientos, un ángel del Señor se leapareció en sueños, y le dijo: José,hijo de David, no temas recibir con-tigo a María tu mujer, puesto que loconcebido en Ella es del EspírituSanto. Dará a luz un hijo y le pondráspor nombre Jesús; porque Él salvaráa su pueblo de sus pecados. Todoesto aconteció para que se cumplieralo que dijo el Señor por el profeta:«He aquí que la Virgen concebirá ydará a luz un hijo, y le llamarán denombre Emmanuel» (Is 8, 8), quetraducido significa «Dios con noso-tros».

Despertado José del sueño, hizolo que le mandó el ángel del Señor.Tomó consigo a su mujer, y, sinhaberla conocido, ella, dio a luz suhijo, y le puso por nombre JESÚS.

Comenta el padre Urrutia: «Eldisgusto de San José al ver queMaría iba a tener un hijo, debió sermayúsculo.

¿Cómo es posible que María? Yahora según la ley debía denunciarla.

Siempre había querido por encima detodo cumplir la ley. Pero conocía losuficiente a María para estar ciertoque no, que era absolutamente impo-sible fuese infiel. Por eso en concien-cia no pudo denunciarla. Entonces¿qué hacer? Sólo se le ocurrióabandonarla, aunque hubiera preferi-do morir.

–¿Y la Virgen no se daba cuenta dela terrible angustia de su esposo? ¿Porqué no le aclaró la situación?

–Tal vez Dios le mandó guardarsecreto o Ella no se atrevió a revelar-lo sin permiso. En todo caso, no cabeduda que, aun sin perder nada de sucompleta confianza en Dios, tuvo quesufrir mucho viendo la angustia de suesposo, y quizá sin saber el porvenirsuyo y de su Hijo, si era repudiada...».

Pero todo quedó aclarado con lavisita del ángel a José, y desde aquelmomento ya no solamente la tuvo porSanta, sino mucho más, pues era laMadre de Dios y Esposa del EspírituSanto. Él no se consideraba dignovivir bajo su mismo techo, pero, obe-diente a Dios, hizo lo que le habíamandado el ángel y la recibió en sucasa.

Dios que eligió para Madre a lamás santa y a la más virtuosa de todaslas mujeres, no es de extrañar quetambién eligiera entre todos los hom-bres al más santo, al más perfecto y almás virtuoso para que hiciera lasveces de padre.

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Viaje a Belén (Lc 2, 1-7)

«Por aquellos días salió un decretode César Augusto para que se empa-dronase todo el mundo. Este primercenso se hizo cuando Quirino eragobernador de Siria. Todos iban a ins-cribirse cada cual a su ciudad. Subiótambién José desde Galilea, de la ciu-dad de Nazaret, hacia Judea, a la ciu-dad de David, para inscribirse en elcenso juntamente con María, su espo-sa, que se hallaba en cinta. Estandoallí, se le cumplió el tiempo de sualumbramiento y dio a luz a su Hijoprimogénito, y le envolvió en pañalesy le acostó en un pesebre porque nohabía lugar para ellos en la posada.»

Después de un largo camino llenode incomodidades, los Santos Espo-sos llegaron a Belén, y no hallaronquien los albergase. Se recogieron enuna cueva, que estaba fuera y pegadaa los muros del pueblo, donde se so-lían acomodar los animales. Habíapaja seca y San José lo adecentó 1oque pudo, preparando el mejor sitiópara que descansara la Virgen, mien-tras San José se recostó en un cercanolugar. Y en aquel vil y desabrigadoestablo dio a luz la Virgen a Diosencarnado, y habiéndolo envuelto enlos pañales, le reclinó en el pesebreadorándole como a Dios, y reveren-ciándole como a Señor, y besándolecomo a hijo.

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No encontraron lugar para ellos en el mesón.

Los pastores ante el pesebre(Lc 2, 8-20)

«En aquel contorno estaban unospastores acampados al raso, velandode noche por turno su rebaño, cuan-do se les apareció un ángel del Señory la gloria del Señor los envolviócon su luz, por lo que se asustarongrandemente. Mas el ángel les dijo:¡No temáis! porque os anuncio unagran alegría, que será para todo elpueblo: Hoy os ha nacido en la ciu-dad de David un Salvador, que esCristo, el Señor. Y ésta es la señal:Hallareis un niño envuelto en paña-les y acostado en un pesebre. Derepente apareció con el ángel unamuchedumbre del ejército celestialque alababan a Dios, diciendo:¡Gloria a Dios en las alturas, y en latierra paz entre los hombres debuena voluntad!

Cuando los ángeles desaparecie-ron volviendo al cielo, los pastores sedecían unos a otros: ¡Vayamos aBelén a ver esto que ha ocurrido yque nos ha manifestado el Señor!Fueron presurosos y encontraron aMaría y a José, y al Niño acostado enel pesebre. Al verlo, dieron a conocerlo que se les había dicho de aquelniño. Todos los que lo oyeron seadmiraban de lo que les narraban lospastores. María, por su parte, guarda-ba y ponderaba todas estas cosas ensu corazón. Los pastores se volvieron

glorificando a Dios por todo lo queoyeron y vieron conforme se leshabía dicho.

Estando allí se cumplieron losdías de su parto. María y José lleva-ban ya varios días en Belén. Elalumbramiento de la Virgen tuvolugar en una noche, cuando los pas-tores velaban sus rebaños en lamajada, probablemente en el mes dediciembre. Una antiquísima tradi-ción adoptada por la Iglesia celebrael nacimiento del Hijo de Dios el 25de dicho mes.

María dio a luz a su hijo primogé-nito y lo envolvió entre pañales. Lohizo Ella misma, sin ayuda de extra-ños. Algunos comentaristas ven eneste detalle, consignado de formaexpresa por el evangelista, su inten-ción de enseñar que así como Maríahabía concebido milagrosa y virginal-mente, sin testigos, así dio a luz a suhijo, Madre y Virgen también, sin mástestigos que su esposo asociado a sunacimiento.

El relato evangélico es sencillo,sobrio, pero de un denso y profundocontenido. Consigna el gran misteriodel amor de Dios hacia la Humanidadnecesitada de salvación, su venida avivir entre los hombres, «Dios connosotros», el Emmanuel.

Los ángeles espabilaron a los pas-tores con cánticos de alegría, como dealegría fue el saludo del arcángel SanGabriel y el de María a Isabel.

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Circuncisión y presentación deJesús en el Templo(Lc 24-21-40

Luego que se cumplieron los ochodías, fue el Niño circuncidado, lepusieron por nombre Jesús, el mismoque le fue dado por el ángel antes deque fuera concebido.

Cuando se cumplieron los días dela purificación de ellos, según la leyde Moisés, lo llevaron a Jerusalénpara presentarle al Señor, como estáescrito en la ley. «Todo varón quenazca el primero será consagrado alSeñor» (Ex 13, 2). Y para ofrecer unsacrificio, según lo dicho también enla Ley del Señor: Un par de tórtolas odos pichones (Lev 12, 8).

La profecía de Simeón. Había enJerusalén un hombre llamadoSimeón, hombre justo y piadoso, queestaba esperando el consuelo deIsrael, y en él moraba el EspírituSanto. El mismo Espíritu Santo lehabía revelado que no moriría sin verantes al Ungido del Señor. Fue alTemplo movido por el Espíritu, ycuando los padres llevaron al Niñopara cumplir con Él las prescripcio-nes de la ley, él lo tomó en sus brazosy alabó a Dios, diciendo:

¡Ahora ya puedes, Señor, dejar ira tu siervo en paz, según tu palabra,porque mis ojos han visto tu salva-ción, que preparaste a la faz detodos los pueblos. Luz para revelar-

se a los gentiles, y gloria de tu pue-blo Israel!

El padre y la madre del niño esta-ban admirados por lo que decía: deÉl. Simeón los bendijo y dijo a Maríasu madre: Puesto ha sido éste paracaída y para resurrección de muchosen Israel y para ser una señal de con-tradicción, y una espada atravesarátu alma para que sean descubiertoslos pensamientos de muchos corazo-nes.

La profetisa Ana. Había tambiénuna profetisa, Ana, hija de Fanuel, dela tribu de Aser, ya muy mayor, quetenía 84 años. Se había casado joven ya los siete años se quedó viuda. Nosalía del Templo, sirviendo a Dios díay noche con oraciones y ayunos.Acercándose en aquel momentocomenzó a glorificar a Dios y hablabadel Niño a todos los que esperaban laliberación de Jerusalén.

Cuando cumplieron todo lo orde-nado por la Ley del Señor, se volvie-ron para Galilea, a su ciudad deNazaret.

El Niño crecía y se fortalecía llenode sabiduría y la gracia de Dios esta-ba con Él.

A los cuarenta días de haber tenidoun hijo, la madre israelita debía ir alTemplo y ofrecer un cordero y unpichón como expiación por los peca-dos. Si era pobre bastaban dos picho-nes. María ofreció dos pichones, loque indica que era pobre.

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Adoración de los Magos(Mt 2, 1-12)

Nacido, pues, Jesús en Belén deJudá en tiempo del rey Herodes, unosmagos desde el Oriente se llegaron aJerusalén, diciendo: ¿Dónde está elrey de los judíos que ha nacido?Porque hemos visto su estrella enOriente y venimos a adorarle. Al oírlose turbó el rey Herodes y todaJerusalén, y, congregando a todos lospontífices y escribas del pueblo, lespreguntó dónde había de nacer elMesías. Ellos dijeron: En Belén deJudá, pues así está escrito por el pro-feta:

«Tú, Belén, tierra de Judá, de nin-gún modo eres la más pequeña entrelas principales ciudades de Judá, por-que de ti saldrá el guía que apacenta-rá a mi pueblo, Israel (Miq 5, 2).

Entonces Herodes llamando ensecreto a los magos, se informó cui-dadosamente de ellos acerca de laaparición de la estrella, y, enviándolosa Belén, les dijo: Id y preguntad dili-gentemente por el niño, y, cuando leencontréis, avisarme, para que yotambién vaya a adorarle. Ellos, des-pués de que oyeron al rey, se pusieronen camino, y he aquí que la estrella,que vieron en Oriente, marchabadelante de ellos hasta que llegó y sepuso encima de donde estaba el niño.

Al ver la estrella se alegraronmuchísimo. Y, llegando a la casa, vie-

ron al Niño con María su Madre, y,postrándose, le adoraron, y abriendosus tesoros, le ofrecieron sus dones:oro, incienso y mirra. Avisados ensueños de no volver a Herodes, regre-saron a su tierra por otro camino.

* * *

En Belén había de nacer, según laprofecía de Miqueas (5, 1) el Pastorde Israel, y si humildes pastores sonlas primicias de su pueblo y sus prefe-ridos –por humildes y por pastores,imagen de sus apóstoles–, luego losMagos son símbolo de los gentiles, detodas las razas, llamadas a ser únicorebaño del Pastor ahora recién nacido,al que ofrecen oro como a rey, incien-so como a Dios, mirra como a hom-bre.

Los Magos serían ricos príncipes,por sus dones, pero no parece fueronreyes. Seguramente pertenecían alimperio Persa, serían asirios o medos,los cuales eran muy versados enastrología. Desde luego eran sabios.Con ellos la ciencia profana adora porprimera vez a Jesucristo. Serían ami-gos entre sí. No hay razón para supo-ner que uno fuese negro. No se sabecon seguridad cuántos eran ni cómose llamaban. A partir del siglo VIII segeneralizaron estos tres nombres:Melchor, Gaspar y Baltasar, que sig-nifican respectivamente: Rey de laLuz, Tesorero y Protegido del Señor.

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Conocían la Sagrada Escritura, yvieron aparecer la estrella del espe-rado rey de los judíos. ¿Cómosupieron lo que significaba? ¿Quéestrella era? ¿Un cometa o meteori-to? ¿Una conjunción de Saturno,Júpiter y Marte del año 7 a. C.? ¿Unastro milagroso ya que aparece ydesaparece y se para –lo cual esinexplicable–? En todo caso vemosque Dios se comunica también a lospaganos que le adoran de buena fe,como se comunicó al Santo Job y aAbraham.

Llegaron después de la presenta-ción del Niño Jesús en el Templo, enfebrero; puesto que tras ellos laSagrada Familia huyó a Egipto. Talvez después de la Presentación habla-sen con Herodes, éste a los pocos díasordenó la matanza de los inocentes ycomo castigo murió, de una enferme-dad fulminante, en mes y medio.Otros, como dijimos, suponen la lle-gada de los Magos en enero, pero unaño después del nacimiento de Jesús,demasiado tarde (¿Por qué iban a tar-dar tanto en llegar, habiendo buenasvías comerciales y en tiempo depaz?).

Encontraron al Niño en una casa:esto no indica que llevara ya un añoen Belén, pues allí, desde luego, estu-vieron más de cuarenta días, y lacueva sería la solución provisional deuna noche o de varios días. Es naturalse quedasen en Belén para no tener

que volver, a los cuarenta días alTemplo, pero no es verosímil dejasensu casa, su modo de vida y clientelade Nazaret para instalarse donde nituvieron amigos que les recibiesen.Por tanto, no es razonable la hipótesisde que llevasen viviendo un año enBelén.

Los Magos nos dan el gran ejemplode seguir la estrella de Jesús. Conocenla buena nueva de su nacimiento, pro-bablemente también otros Magos laconocerían, pero son ellos los que seponen en camino, camino nada fácil,para ofrecerle sus tesoros. Por algo laIglesia los venera como santos el 6 deenero.

(Padre Urrutia: «Todo elEvangelio»).

Magos se llaman los sabios dePersia y de Caldea. El Evangelio noles atribuye dignidad real ni dicecuantos eran; pero ya San Agustín ycon él la tradición, nos dice que eranpríncipes o reyes, y por el número dedones se han señalado a tres, a los quela misma tradición ha designado conestos nombres: Melchor, Gaspar yBaltasar. Esta fiesta se llama «Epi-fanía», palabra griega que significa«manifestación» del Niño-Dios almundo pagano o gentil en la personade los Magos. Notemos también, quedice el texto sagrado: «Postrándose leadoraron». La adoración sólo se debea Dios, lo que indica que ellos le reco-nocieron como Dios.

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Huida a Egipto (Mt 2, 13-15).

Luego que se fueron los Magos, unángel del Señor se presentó en sueñosa José y le dijo: Levántate, toma con-tigo al Niño, y a su Madre, huye aEgipto, y estate allí hasta que yo tediga, porque Herodes va a buscar alNiño para matarle. Se levantó, tomóal Niño y a su Madre de noche, y mar-chó a Egipto, y estuvo allí hasta lamuerte de Herodes; para que se cum-pliera lo que dijo el Señor por el pro-feta: «De Egipto llamé a mi hijo» (Os11, 1).

Comenta el padre Ribadeneyra:«Acabada aquella ceremonia y solem-nidad de la purificación de la Virgen,fue necesario huir aprisa a Egipto,para escapar el Niño de las manos delimpío rey Herodes, el cual le procura-ba matar. Mas el ángel apareció ensueños a José y le mandó que luego selevantase y tomase al Niño y a laMadre y se fuese a Egipto, y que estu-viese allí hasta que fuese avisado.

Y pregunta el padre Urrutia:–¿Dónde se estableció la SagradaFamilia en Egipto, y cuánto tardaríanen llegar? –En el Cairo una iglesiacopta se levanta donde dicen vivió.

El camino lo harían de Belén aGaza, junto a la costa, para seguir porla famosa «vía maris». Tardarían unasdos semanas, por lo menos, en reco-rrer los 500 kilómetros de Belén a ElCairo».

Y continuando Ribadeneyra,dice: «José lo hizo así, y por ca-minos apartados y desiertos, congran trabajo e incomodidad y so-lícito cuidado, hicieron aquellalarga jornada, y llegaron a Egipto.Aquí pasaron la vida con gran nece-sidad y pobreza, por ser extranjerosy no conocidos, y no con menospavor y sobresalto. Porque, aunqueestaban muy confiados que el Señorguardaría aquel Niño, todavía elamor era causa del temor y no losdejaba reposar.

Pero lo que más afligía a la Virgenera ver la ceguedad de aquellos pue-blos en que vivían, los cuales, dejan-do a Dios verdadero, adoraban pordioses a las obras de sus manos, y alcocodrilo, y a las serpientes y otrassabandijas, y en ellas a los demonios,que los traían engañados».

Herodes burlado. Herodes alverse burlado por los Magos, se enfu-reció y mandó matar a todos los niñosde Belén y sus alrededores, menoresde dos años, según el tiempo quehabía averiguado de los Magos... Elpadre Urrutia considera que debieronmorir entre 20 ó 30 niños. ¡Qué penala de la Virgen al saber que aquellamatanza la había hecho el rey porodio a su propio Hijo!

Si a Herodes Dios le castigó tantopor haber matado 30 niños; ¡qué cas-tigo merecerán los abortistas que ma-tan millones!

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