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VIA CRUCIS 2018 - EL CAMINO DE LA CRUZ

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VIA CRUCIS 2018 - EL CAMINO DE LA CRUZ

INTRODUCCIÓN

Una vez más nos sale al encuentro la Pascua del Señor. Para prepararnos a recibirla, la Providencia de Dios nos ofrece cada año la Cuaresma, «signo sacramental de nuestra conversión», que anuncia y realiza la posibilidad de volver al Señor con todo el corazón y con toda la vida.

Estamos transitando un tiempo especial como Iglesia que peregrina en Córdoba: el Cuarto Plan Pastoral, dentro del Momento Comunitario en el itinerario general, y la realización del XI Sínodo Arquidiocesano.

El caminar es el mismo, uno solo, en el que, volviendo la mirada y el corazón al Misterio de la Trinidad, fundamento y horizonte de todas las relaciones y vínculos, estamos invitados a renovarnos en la experiencia de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo que nos convoca, nos ama, nos hace discípulos misioneros de su Reino. En este Misterio de Amor encontramos los fundamentos para caminar juntos, para asumir de manera renovada nuestro ser eclesial y social; para “escuchar atentos” lo que el Espíritu nos dice como Iglesia, discerniendo los pasos que nos invita a dar en orden al “Primer anuncio del Evangelio hoy en Córdoba”.

Pero no hemos caminado solos, ha sido un caminar juntos con el Señor, invocando su presencia y pidiendo su asistencia con una oración constante y sostenida en muchas comunidades y de manera creativa.

EL HIJO NOS LLAMA A SEGUIRLO, CAMINAMOS JUNTOS

Ahondar en la experiencia comunitaria del Dios Trinidad nos anima a escuchar el “llamado amoroso” de Jesús y renovarnos en el camino de discípulos misioneros de su Reino. Este llamado siempre es personal y comunitario, y nos conforma como comunidad de testigos de su Amor. En el horizonte del XI Sínodo, esta inquietud está en la base: cómo “hacer el Primer Anuncio de Jesús hoy en Córdoba”.

El “seguimiento de Jesús” por el camino de la vida, conlleva siempre una gracia de conversión – renovación. De entre las muchas actitudes que podemos reconocer, cabe mencionar algunas fundamentales para cultivar este año de proceso sinodal: la docilidad a la voluntad del Padre, la mirada de fe y caridad sobre la realidad y los hermanos, el ejercicio de la escucha atenta, la confianza y esperanza por la presencia del Señor en la historia, la corrección fraterna, la integración de todos y el diálogo sincero. Junto a ellas también deberemos fortalecer y recrear los espacios que nos permitan un mayor ejercicio en el discernimiento y la corresponsabilidad, en cada ámbito de la vida eclesial, siendo fieles al querer de Dios.

DEL MENSAJE DEL PAPA FRANCISCO PARA LA CUARESMA 2018

Escuchemos este pasaje (Mt 14, 12ss.) y preguntémonos: ¿qué formas asumen los falsos profetas?

Son como «encantadores de serpientes», o sea, se aprovechan de las emociones humanas para esclavizar a las personas y llevarlas adonde ellos quieren. Cuántos hijos de Dios se dejan fascinar por las lisonjas de un placer momentáneo, al que se le confunde con la felicidad. Cuántos hombres y mujeres viven como encantados por la ilusión del dinero, que los hace en realidad esclavos del lucro o de intereses mezquinos. Cuántos viven pensando que se bastan a sí mismos y caen presa de la soledad.

Otros falsos profetas son esos «charlatanes» que ofrecen soluciones sencillas e inmediatas para los sufrimientos, remedios que sin embargo resultan ser completamente inútiles: cuántos son los jóvenes a los que se les ofrece el falso remedio de la droga, de unas relaciones de «usar y tirar», de ganancias fáciles pero deshonestas. Cuántos se dejan cautivar por una vida completamente virtual, en que las relaciones parecen más sencillas y rápidas pero que después resultan dramáticamente sin sentido. Estos estafadores no sólo ofrecen cosas sin valor sino que quitan lo más valioso, como la dignidad, la libertad y la capacidad de amar. Es el engaño de la vanidad, que nos lleva a pavonearnos… haciéndonos caer en el ridículo, del que no podremos volver atrás. No es una sorpresa: desde siempre el demonio, que es «mentiroso y padre de la mentira» (Jn 8,44), presenta el mal como bien y lo falso como verdadero, para confundir el corazón del hombre. Cada uno de nosotros, por tanto, está llamado a discernir y a examinar en su corazón si se siente amenazado por las mentiras de estos falsos profetas.

Tenemos que aprender a no quedarnos en un nivel inmediato, superficial, sino a reconocer qué cosas son las que dejan en nuestro interior una huella buena y más duradera, porque vienen de Dios y ciertamente sirven para nuestro bien.

Dante Alighieri, en su descripción del infierno, se imagina al diablo sentado en un trono de hielo; su morada es el hielo del amor extinguido. Preguntémonos entonces: ¿cómo se enfría en nosotros la caridad? ¿Cuáles son las señales que nos indican que el amor corre el riesgo de apagarse en nosotros?

ESTACIONES DEL VIA CRUCIS

En las catorce estaciones del Via Crucis, descubrimos cómo Jesús sigue haciendo su doloroso recorrido, lleno de esperanza, pero junto a nuestros hermanos y hermanas que día tras día mueren de hambre, son condenados, secuestrados, abandonados, torturados, asesinados... Aún así, en ellos también podemos encontrar expresiones de confianza, de esperanza y de amor en medio de tanta oscuridad.

Por eso, Jesús en el camino de la cruz, nos llama a seguirlo como testigos de que el sufrimiento es la revelación actualizada del misterio insondable de su entrega y a la cual nos asocia personalmente y como Iglesia, para que podamos también gozar caminando juntos de la alegría pascual.

Las meditaciones que presentamos a continuación, nacen de la reinterpretación del texto “Caminar con Jesús” de Henri Nouwen.

I. JESÚS ES CONDENADO A MUERTE

Te adoramos Cristo y te bendecimos.

R/. Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según san Marcos 15,12-15

Pilato continuó diciendo: «¿Qué debo hacer, entonces, con el que ustedes llaman rey de los judíos?». Ellos gritaron de nuevo: «¡Crucifícalo!». Pilato les dijo: ¿Qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban cada vez más fuerte: ¡Crucifícalo! Pilato, para contentar a la multitud, les puso en libertad a Barrabás; y a Jesús, después de haberlo hecho azotar, lo entregó para que fuera crucificado.

Hay miedo en los ojos del hombre que se encuentra condenado; pero hay también determinación, confianza, esperanza… y un profundo conocimiento de la libertad. Sus ojos y los míos ven lo que el mundo no puede ver: el rostro de un Dios sufriente que nos llama, mucho más allá de nuestros miedos, al lugar del amor que no tiene fin.

Porque todos estamos llamados a sentarnos juntos en la mesa del Padre, rezamos por quienes hemos convertido en enemigos, rebeldes, intrusos y peligrosos para la sociedad; especialmente los refugiados y migrantes, y quienes están en las cárceles.

Padrenuestro, Ave María, Gloria.

II. JESÚS CARGA CON LA CRUZ

Te adoramos Cristo y te bendecimos.

R./ Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según san Marcos 15,16-20

Los soldados lo llevaron dentro del palacio, al pretorio, y convocaron a toda la guardia. Lo vistieron con un manto de púrpura, hicieron una corona de espinas y se la colocaron. Y comenzaron a saludarlo: «¡Salud, rey de los judíos!». Y le golpeaban la cabeza con una caña, le escupían y, doblando la rodilla, le rendían homenaje. Después de haberse burlado de Él, le quitaron el manto de púrpura y le pusieron de nuevo sus vestiduras. Luego lo hicieron salir para crucificarlo.

Ha comenzado su pasión. Sabe que la mayor parte de la vida humana es pasión; que muchos seres humanos mueren de hambre o son secuestrados, torturados y asesinados, separados de sus familias, empleados como esclavos. Sencillamente son pobres. Pero Jesús cargó la cruz por los dos, y ahora estamos juntos, somos una misma cosa. Cada uno debe tomar su propia cruz y seguirlo, y así descubriremos los dos que somos realmente hermanos y que ambos podemos aprender de Él, que es manso y humilde de corazón.

Porque todos estamos llamados a actuar, como sea posible, para aliviar el dolor que vemos a nuestro alrededor, rezamos por los niños y jóvenes que mueren de desnutrición, deshidratación y falta de cuidados; a quienes la violencia y la pobreza llevan a la muerte.

Padrenuestro, Ave María, Gloria

III. JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ

Te adoramos Cristo y te bendecimos.

R./ Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Lectura del profeta Isaías 53,3-5

Despreciado, desechado por los hombres, abrumado de dolores y habituado al sufrimiento, como alguien ante quien se aparta el rostro, tan despreciado, que lo tuvimos por nada. Pero Él soportaba nuestros sufrimientos y cargaba con nuestras dolencias, y nosotros lo considerábamos golpeado, herido por Dios y humillado. Él fue traspasado por nuestras rebeldías y triturado por nuestras iniquidades. El castigo que nos da la paz recayó sobre él y por sus heridas fuimos sanados.

«Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección» (Mc 1, 11). Y esta voz lo guio a lo largo de su vida y lo protegió de la amargura, la envidia, el resentimiento y la sed de venganza. Desea que descubramos que a pesar de todos los sentimientos de rechazo y de abandono, existe un amor: un amor real, un amor duradero, un amor que viene de Dios, que se encarnó y que jamás habrá de dejar solos a sus hijos.

Porque todos estamos llamados a abrazar la fragilidad de nuestra humanidad caída que necesita de ayuda y seguridad, rezamos por quienes caen bajo el peso de la violencia, la guerra, la corrupción y la crueldad humana.

Padrenuestro, Ave María, Gloria

IV. JESÚS SE ENCUENTRA CON MARÍA

Te adoramos Cristo y te bendecimos.

R./ Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según san Lucas 2,34-35.51b

Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: «Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos». Su madre conservaba estas cosas en su corazón.

Lo miró a los ojos y supo que aquella era «su hora». El dolor de María iba a hacer de ella no sólo la madre de Jesús sino de todos sus hijos dolientes a quienes les ofrece el consuelo y el alivio maternos. El camino de Jesús es el camino al corazón de la humanidad que sufre, ese es el camino que María eligió.

Porque todos estamos llamados a perdonarnos y trabajar juntos por un mundo mejor, rezamos por todas las madres que eligen el sufrimiento para resistir la opresión y luchar por la paz en un camino de dolor y de esperanza.

Padrenuestro, Ave María, Gloria

V. SIMÓN AYUDA A JESÚS A LLEVAR LA CRUZ

Te adoramos Cristo y te bendecimos.

R./ Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según san Marcos 15,21

Como pasaba por allí Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, que regresaba del campo, lo obligaron a llevar la cruz de Jesús.

Necesita que alguien lleve la cruz con él y por él. Este es el camino de la impotencia, de la dependencia, de la pasión. Recibir ayuda, apoyo, orientación, afecto y ternura puede ser una vocación mucho más alta que la de ofrecer todas estas cosas, porque al prescindir de mi autosuficiencia, nace una nueva comunidad, una fraternidad basada en la debilidad de quienes, sin embargo, están seguros de que juntos pueden formar un pueblo de esperanza para un mundo roto.

Porque todos estamos llamados a trabajar juntos, a celebrar una humanidad compartida y a preparar una nueva casa, rezamos por los pobres que trabajan, comen, juegan y rezan juntos, los pobres que “tienen tiempo”…

Padrenuestro, Ave María, Gloria

VI. JESÚS SE ENCUENTRA CON VERÓNICA

Te adoramos Cristo y te bendecimos.

R./ Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Lectura del libro de los Salmos 27, 8-9

Mi corazón sabe que dijiste: «Busquen mi rostro». Yo busco tu rostro, Señor, no lo apartes de mí. No alejes con ira a tu servidor, tú, que eres mi ayuda; no me dejes ni me abandones, mi Dios y mi salvador.

Él se había convertido en el centro de su vida. Ahora lo veía cruelmente arrancado de su lado, se sentía abrumada de dolor y no quería más que poder hacer algo. Y allí dejó impresa en el velo la imagen de su rostro: el rostro de una humanidad «dislocada». Cuando nos encontramos, sabemos que el amor que nos causa dolor es la semilla de una nueva vida en comunión que nos trasciendo y en la que no hay lugar para el dolor.

Porque todos estamos llamados a no dejar de buscar, de aguantar, de esperar; porque nuestra aflicción es hambre y nuestra soledad es sed, rezamos por quienes han desaparecido de repente y no han vuelto a sus hogares, separando a los padres de los hijos, a los esposos de las esposas, a los hermanos de las hermanas.

Padrenuestro, Ave María, Gloria

VII. JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ

Te adoramos Cristo y te bendecimos.

R./ Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Lectura del libro de los Salmos 22, 7-9.12

Pero yo soy un gusano, no un hombre; la gente me escarnece y el pueblo me desprecia;

los que me ven, se burlan de mí, hacen una mueca y mueven la cabeza, diciendo: «Confió en el Señor, que él lo libre; que lo salve, si lo quiere tanto». No te quedes lejos, porque acecha el peligro y no hay nadie para socorrerme.

Cae porque todo su cuerpo experimenta el más completo agotamiento. Está todo acabado. Además, últimamente ha tenido que soportar una creciente resistencia a su insistente llama a la conversión, que ha desembocado en amenazas de muerte, en el abandono de muchos seguidores, en la traición de Judas y la negación de Pedro, en la flagelación y el escarnio, en la falta de comprensión de Herodes y Pilato, y en los horribles gritos de unas masa hostiles y enfebrecidas.

Porque todos estamos llamados a confiar en que tanto el fracaso de Jesús como el nuestro forman parte del camino de la cruz, rezamos por los que se han convertido en víctimas de los grandes poderes económicos y que tienen que soportar primero una vida de pobreza y, más tarde, el miedo a la miseria y a la más absoluta privación.

Padrenuestro, Ave María, Gloria

VIII. JESÚS SE ENCUENTRA CON LAS MUJERES DE JERUSALÉN

Te adoramos Cristo y te bendecimos.

R./ Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según san Lucas 23, 27-28

Lo seguían muchos del pueblo y un buen número de mujeres, que se golpeaban el pecho y se lamentaban por él. Pero Jesús, volviéndose hacia ellas, les dijo: «¡Hijas de Jerusalén!, no lloren por mí; lloren más bien por ustedes y por sus hijos».

Su llanto era considerado como una obra de misericordia. Nuestro mundo no llora demasiado, aun cuando existan tantas razones para llorar. Empezamos a preocuparnos de buscar soluciones, pero rara vez nos detenemos a llorar la pérdida de lo que nos era tan querido. Ahora bien, si primero no hemos llorado nuestra pérdida, ¿puede ser real cualquier solución a la que podamos llegar?

Porque todos estamos llamados a llorar por la creación y la humanidad sufriente que Jesús vino a sanar, rezamos por la gente que muere a causa de la violencia o del hambre, por culpa de un desastre natural o de un fallo técnico; cuando se roba, se daña o se destruye una obra creada con destreza y devoción por manos humanas; por nuestro planeta que se convierte en un lugar cada vez más amenazado.

Padrenuestro, Ave María, Gloria

IX. JESÚS CAE POR TERCERA VEZ

Te adoramos Cristo y te bendecimos.

R./ Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Lectura del profeta Isaías 53,7-8.11-12b

Al ser maltratado, se humillaba y ni siquiera abría su boca: como un cordero llevado al matadero, como una oveja muda ante el que la esquila, él no abría su boca. Fue detenido y juzgado injustamente, y ¿quién se preocupó de su suerte? Porque fue arrancado de la tierra de los vivientes y golpeado por las rebeldías de mi pueblo. A causa de tantas fatigas, él verá la luz y, al saberlo, quedará saciado. Mi Servidor justo justificará a muchos y cargará sobre sí las faltas de ellos. Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los culpables, siendo así que llevaba el pecado de muchos e intercedía en favor de los culpables.

La mano humana es en verdad misteriosa: puede crear y puede destruir; puede acariciar y puede golpear; puede hacer gestos de acogida y gestos de condena; puede bendecir y maldecir, sanar y herir, pedir y dar… Mientras yace impotente, abre y extiende sus manos con la esperanza de que otra mano agarre la suya y le ayude a incorporarse.

Porque todos estamos llamados a tomar esas manos que son las de Jesús caído que nos espera, rezamos por las manos de los pobres, de los que están solos, de los que suplican, de los enfermos, de los que se equivocan.

Padrenuestro, Ave María, Gloria

X. JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS

Te adoramos Cristo y te bendecimos.

R./ Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según san Juan 19, 23-24

Después que los soldados crucificaron a Jesús, tomaron sus vestiduras y las dividieron en cuatro partes, una para cada uno. Tomaron también la túnica, y como no tenía costura, porque estaba hecha de una sola pieza de arriba abajo, se dijeron entre sí: «No la rompamos. Vamos a sortearla, para ver a quién le toca.» Así se cumplió la Escritura que dice: Se repartieron mis vestiduras y sortearon mi túnica. Esto fue lo que hicieron los soldados.

Él, la imagen de Dios invisible, el primogénito de la creación, por quien todas las cosas fueron hechas, es despojado de todo poder y dignidad y expuesto al mundo en la más absoluta vulnerabilidad. Y con ello se nos develó el más grande misterio de todos los tiempos: que Dios eligió manifestarnos su amor incondicional allí donde toda belleza se ha marchitado, toda elocuencia ha sido silenciada, todo esplendor ha quedado apagado y toda admiración ha dejado de tener sentido.

Porque todos estamos llamados a abrazar la desnudez de nuestra propia pobreza y la de nuestra humanidad, rezamos por los ancianos que viven su desnuda existencia al margen del acelerado mundo de nuestro siglo. Padrenuestro, Ave María, Gloria

XI. JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ

Te adoramos Cristo y te bendecimos.

R./ Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según san Marcos 15, 23-28

Le ofrecieron vino mezclado con mirra, pero Él no lo tomó. Después lo crucificaron. Los soldados se repartieron sus vestiduras, sorteándolas para ver qué le tocaba a cada uno. Ya mediaba la mañana cuando lo crucificaron. La inscripción que indicaba la causa de su condena decía: «El rey de los judíos». Con Él crucificaron a dos ladrones, uno a su derecha y el otro a su izquierda. (Y se cumplió la Escritura que dice: «Fue contado entre los malhechores»).

Jesús vivió su muerte enteramente por los demás. Él, absolutamente inocente, sin pecado, sin culpa ni motivo alguno de deshonra, padeció una muerte dolorosa para que no pudiera ser ignorada, sino que se convirtiera en puerta de acceso a la vida y en fuente de nueva comunión.

Porque todos estamos llamados a desprendernos de los que es más nuestro y a confiar en que no habremos vivido en vano, rezamos por los que mueren en las calles, en el más absoluto aislamiento, en medio de grandes dolores, los que mueren llenos de angustia. Padrenuestro, Ave María, Gloria

XII. JESÚS MUERE EN LA CRUZ

Te adoramos Cristo y te bendecimos.

R./ Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según san Lucas 23,44-46

Era alrededor del mediodía. El sol se eclipsó y la oscuridad cubrió toda la tierra hasta las tres de la tarde. El velo del Templo se rasgó por el medio. Jesús, con un grito, exclamó: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu». Y diciendo esto, expiró.

Las tinieblas de nuestro corazón, que nos hacen entregarnos al poder de la muerte, las tinieblas de nuestra sociedad, que nos hacen víctimas de la violencia, la guerra y la destrucción, han sido disipadas por la luz que irradia quien entregó su vida como don al Dios de la vida. Jesús fue aniquilado por los poderes de la muerte, pero de ese modo elimino el aguijón de la misma muerte.

Porque todos estamos llamados a elegir la vida, decir sí a la vida aún en los detalles más mínimos y aparentemente insignificantes, rezamos por los niños abortados, los que padecen adicciones y por los recursos de la tierra que son destruidos. Padrenuestro, Ave María, Gloria

XIII. JESÚS ES DESCENDIDO DE LA CRUZ

Te adoramos Cristo y te bendecimos.

R./ Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según san Mateo 27,55-59a

Había allí muchas mujeres que miraban de lejos: eran las mismas que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirlo. Entre ellas estaban María Magdalena, María –la madre de Santiago y de José– y la madre de los hijos de Zebedeo. Al atardecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también se había hecho discípulo de Jesús, y fue a ver a Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Pilato ordenó que se lo entregaran. Entonces José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia.

Ella, que había abrazado amorosamente al Hijo de Dios, abrazaba ahora, llena de dolor, a toda la humanidad. Un dolor tan profundo como su amor. Porque amar de verdad significa estar dispuesto a abrazar el pecado, elegir las lágrimas, permanecer de pie ante el dolor. No se dice «sí» a la vida sin morir de muchas muertes.

Porque todos estamos llamados a sostenernos en nuestros pecados en íntima unión con el corazón de Dios, rezamos por los testigos del amor hasta el extremo, los mártires de los enemigos de la vida y los santos sin altares. Padrenuestro, Ave María, Gloria

XIV. JESÚS ES ENTERRADO EN EL SEPULCRO

Te adoramos Cristo y te bendecimos.

R./ Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según san Marcos 15,42-47

Era día de Preparación, es decir, vísperas de sábado. Por eso, al atardecer, José de Arimatea –miembro notable del Sanedrín, que también esperaba el Reino de Dios– tuvo la audacia de presentarse ante Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Pilato se asombró de que ya hubiera muerto; hizo llamar al centurión y le preguntó si hacía mucho que había muerto. Informado por el centurión, entregó el cadáver a José. Este compró una sábana, bajó el cuerpo de Jesús, lo envolvió en ella y lo depositó en un sepulcro cavado en la roca. Después hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro. María Magdalena y María, la madre de José, miraban dónde lo habían puesto.

Había una profunda sensación de paz y sosiego en torno al sepulcro de Jesús. El séptimo día de la semana de nuestra redención, una vez completado todo cuanto su Padre le había enviado realizar, Jesús descansó en el sepulcro; y las mujeres, con el corazón transido de dolor, descansaron también. De todos los días de la historia, éste es el día de la soledad de Dios; el día en que la creación entera aguarda inmóvil y expectante; el día en que no se dicen palabras ni se hacen proclamaciones. Cuando la Palabra vuelva a ser pronunciada, hará nueva todas las cosas.

Porque todos estamos llamados a estar siempre con el descanso del Sábado Santo, en el que Jesús permaneció en el sepulcro, mientras la creación entera aguardaba que todo fuera hecho de nuevo, rezamos por quienes viven la soledad de los muertos en la pasividad o la resignación, la obsesión y la compulsividad, quienes se gozan en la imagen y la felicidad efímera. Padrenuestro, Ave María, Gloria

REFLEXIÓN FINAL

Todo esto ocurrió realmente. Y del silencio del Sábado Santo brotaron incontenibles unas nuevas palabras que tocaron los corazones y las mentes de los hombres y mujeres que habían conocido y amado a Jesús.

Ha llegado el momento de hablar de nuevo, tranquila pero confiadamente. Nuevas palabras emergen del silencio. La buena nueva es llevada a los pobres, la liberación a los cautivos, la vista a los ciegos, la libertad a los oprimidos, y se proclama el favor y la gracia del Señor.

De este modo, la sonrisa de Dios y la sonrisa del pueblo de Dios se encuentran y se hacen una sola, bajo la luz inextinguible que brilla en las tinieblas.

Por supuesto que hay tristeza pero también hay alegría. Por supuesto que hay dolor, pero también hay gozo. Por supuesto que hay miedo, pero también hay amor. Por supuesto que hay trabajo, y muy duro, pero también hay fiesta y

celebración. Por supuesto, que hay muerte, pero también hay resurrección