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VI Plan Diocesano de Evangelización EDICIÓN DE TRABAJO testimonio transmisión celebración Diócesis de Huelva 2015-2019 La alegría de ser y vivir como cristianos hoy en Huelva

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VI Plan Diocesano de Evangelización

EDICIÓN DE TRABAJO

testimonio

transmisión

celebración

Diócesis de Huelva

2015-20

19 La alegría de ser y vivir

como cristianos hoy en Huelva

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VI Plan Diocesano de Evangelización2015-2019

EDICIÓN DE TRABAJO 8 DE OCTUBRE DE 2015

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“Sal de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre hacia la tierra que te mostraré” (Gn 12,1).

“Id ahora a los cruces de los caminos y a todos los que encontréis, llamadlos a la boda” (Mt 22,9).

“Id y haced discípulos a todos los pueblos” (Mt 28,19).

“Todos estamos invitados a aceptar esta llamada: Salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del evangelio” (EG 20).

El dinamismo de salida es una constante del designio de Dios, que nos invita a abandonar la zona de seguridad que nos instala y anquilosa en lo logrado, y nos empuja a ampliar el Reino.

El momento actual de la Iglesia está marcado por esta llamada. “Es vital que hoy la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo” (EG 23).

La Iglesia de Huelva, apenas superados los cincuenta años de su nacimiento, se enfrenta a un momento que será histórico si respondemos al reto que tenemos ante nosotros. Como a la Iglesia de Éfeso, se nos invita a volver al amor primero (Ap 2,5).

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La evangelización ha sido la preocupación permanente de nuestra Iglesia Diocesana desde la publicación de la Programación Gene-ral Diocesana sobre Evangelización (25 de Enero de 1980). Los años siguientes a la misma se fueron programando a partir de las orientaciones recogidas en la misma. Lo que se pretendía era “faci-litar unos objetivos claros y unas pistas de acción para que la acti-vidad evangelizadora de la Diócesis sean renovada, en lo que con-venga, coordinada y orientada a conseguir los objetivos previstos como metas sucesivas que hagan realidad las conclusiones apro-badas por la Asamblea Sacerdotal sobre Evangelización” (Suplem. BOHU 229.10) centrando la atención en la transmisión y en cele-bración de la fe.

Después de la vista del Papa, se planteó elaborar un nuevo plan de evangelización “que revitalice, oriente y coordine la vida de la Igle-sia Local, sobre todo en estos momentos históricos de final de si-glo” (BOHU 312 pág.286). Fue aprobado el 24 de Diciembre de 1994 y miraba al Jubileo del año 2000.

A éste siguió un nuevo plan –“En Camino”– para el período 2000-2004. El subtitulo del mismo nos indica su contenido e intención: “La Iglesia Diocesana, misterio de comunión, para la nueva evan-gelización desde la pastoral misionera”.

El siguiente plan –“Yo estoy con vosotros”–, el IV, si consideramos la Programación del 1980 como el primero, fue aprobado para el período 2005-2008. Su objetivo era “Transmitir la fe con un reno-vado impulso misionero, desde la experiencia cristiana de Jesu-cristo, que nos revela el rostro de Dios, para que la Iglesia Diocesa-na sea casa de acogida y lugar de verdad y vida, donde el anuncio del Evangelio sea creíble y despierte la esperanza en los hombres y mujeres de nuestra tierra”.

El último plan –“La parroquia es mi familia”–, cubrió el quinque-nio 2010-2014 y pretendía la renovación y revitalización de la pa-rroquia. (BOHU 401. Pág 197).

Este VI Plan Diocesano de Evangelización hay que situarlo en con-tinuidad con los anteriores y arranca de la invitación del Papa Francisco a nueva etapa evangelizadora, llena de fervor y dina-mismo (EG 17). Pr

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Durante el curso 2014-2015, toda la Diócesis se ha entregado al estudio de la Evangelii Gaudium, con el deseo de apropiarnos del proyecto del Papa. Sacerdotes y laicos, los diversos órganos con-sultivos, los arciprestazgos y las parroquias han reflexionado sobre este documento que puede ser considerado una verdadera pro-gramación para el Pontificado de Francisco.

El plan que ahora se presenta pasó por una primera propuesta ela-borada por tres comisiones –transmisión, celebración y testimo-nio de la fe–. Ésta fue debatida en la convivencia del clero celebra-da en la Casa de Espiritualidad de Mazagón el 22-23 de Junio. Con las aportaciones recogidas, se elaboró un segundo borrador que fue llevado al Consejo del Presbiterio y al de Pastoral. El tercer bo-rrador recoge las observaciones de ambos consejos.

En septiembre de 2015 ha sido llevado para su estudio y corrección a la convivencia sacerdotal, al Consejo del Presbiterio y al Consejo de Pastoral. A partir de ese momento, el plan es puesto a disposi-ción de las parroquias, comunidades y grupos apostólicos para su estudio y acogida. Será aprobado y promulgado por el Sr. Obispo en la fiesta del Bautismo de Jesús de 2016.

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Mis queridos hermanos y hermanas:

Que la paz y la alegría de Jesucristo llenen nuestras vidas. Me dirijo a vosotros en esta carta pastoral para invitaros a participar activa-mente en el nuevo Plan Diocesano de Evangelización. Deseo co-menzar mis palabras recordando un pasaje del Evangelio de Lucas: “En aquella hora, [Jesús], se llenó de la alegría en el Espíritu Santo y dijo: Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has reve-lado a los pequeños”.

La alegría de Jesús es nuestra alegría: hemos tenido la suerte de conocer a Dios como Padre, que lleno de amor por nosotros nos ha abierto la posibilidad de compartir su vida y participar de su bondad. Hemos conocido a Jesucristo, que nos ha manifestado el rostro misericordioso de Dios y nos ha invitado a ser sus discípu-los. Hemos tenido la suerte de ser cristianos y debemos sentir la alegría de serlo. Es un regalo que no merecemos y lo acogemos con gratitud y gozo. Un santo decía: “así como otros tienen sobrenom-bres (...) para nosotros era maravilloso ser cristianos y glorioso recibir este nombre”.

Lo que somos lo debemos manifestar en nuestro modo de vivir, en nuestro modo de pensar, en nuestro comportamiento. Hemos de vivir de acuerdo con lo que somos.

Además, los cristianos hemos de aprender a mostrar con sencillez nuestra pertenencia a Cristo en esta etapa de la historia que nos ha tocado vivir, en el hoy de este momento caracterizado por los cambios tan profundos que estamos experimentando en nuestra sociedad. El Evangelio es para todas las épocas y está destinado a todos los hombres, que viven y sufren, trabajan y buscan en el lu-gar concreto en el que vivimos: nosotros en Huelva. Ca

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La alegría de ser y vivir como cristianos hoy en Huelva

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Por esto hemos de buscar juntos cómo ayudarnos a llevar el Evangelio a nuestro mundo, de acuerdo con la misión que el Señor nos ha encomendado, intentando concretar las tareas y acertar en los medios para esta apasionante tarea.

En continuidad con nuestro Plan anterior, centrado en la renovación de nuestras pa-rroquias, y estimulados por la Exhortación del Papa Francisco que nos invita a una nueva etapa evangelizadora caracterizada por la alegría, espero, como Obispo vuestro, que despertemos lo mejor de nosotros mismos y encontremos las mejores motiva-ciones para afrontar esta nueva etapa pastoral en nuestra Diócesis, siendo los evange-lizadores con Espíritu que nuestra sociedad necesita.

Para esta “conversión pastoral” es imprescindible renovar nuestro encuentro perso-nal con Jesucristo que nos dice “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos” y confiar en la acción vivificadora del Espíritu Santo.

La alegría de “hacerse” cristiano: renovar la Iniciación Cristiana.“Id,  pues,  y  haced  discípulos  a  todos  los  pueblos,  bautizándolos  en  el  nombre  del  Padre  y  del  Hijo  y  del  Espíritu  Santo”  

Dice un autor cristiano: “los cristianos se hacen, no nacen”7. No nacemos ya cristianos por el hecho de pertenecer a una familia cristiana o por vivir en una sociedad de cultura cristiana. Nos hacemos cristianos cuando, por la gracia de Dios, nos incorporamos a Cristo y a su Iglesia. Llegamos a ser cristianos porque Dios nos otorga la posibilidad de recibir los sacramentos y ser ilumi-nados por su Palabra, que es luz en nuestro camino. La Iglesia como madre nos gesta en su seno y nos cuida y alimenta para que lleguemos a ser auténti-cos discípulos de Cristo.

La etapa inicial de nuestra vida cristiana comienza con el Bautismo por el que nacemos a una vida nueva, y se completa con los sacramentos de la Confir-mación, el don del Espíritu Santo, y con la Eucaristía, que nos alimenta con el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo. En esta etapa llamada Iniciación Cristiana la Iglesia nos muestra las verdades fundamentales de nuestra fe, nos enseña a orar, nos introduce en la vida de Cristo, acompañándonos en el aprendizaje del amor a Dios y a los hermanos. Si vivimos auténticamente este comienzo sentiremos la alegría de “hacernos” cristianos, hijos de Dios, discípulos de Jesucristo, templos del Espíritu Santo.

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La realidad actual de nuestra Iglesia nos muestra que hay muchos bautiza-dos, pero pocos iniciados. Muchas personas no se han incorporado a Cris-to y a la comunidad cristiana. Son bautizados que viven como si no fuesen cristianos, sin conciencia de ser discípulos de Cristo ni de pertenecer a la Iglesia. Hemos de reconocer que algo ha fallado, por tanto necesitamos replantear la Iniciación Cristiana.

La alegría de ser familia cristiana: importancia de la familia en la transmisión de la fe.“Jesús  iba  creciendo  en  sabiduría,  en  estatura  y  en  gracia  ante  Dios  y  ante  los  hombres”

Constatamos, entre los distintos cambios que ha experimentado nuestra sociedad, la problemática que afecta a la familia. Dice el Papa Francisco: “La familia atraviesa una crisis cultural profunda, como todas las comuni-dades y vínculos sociales. En el caso de la familia, la fragilidad de los víncu-los se vuelve especialmente grave porque se trata de la célula básica de la sociedad, el lugar donde se aprende a convivir en la diferencia y a pertene-cer a otros, y donde los padres transmiten la fe a sus hijos”. La familia para muchos ya no es un ámbito en el que se transmite la fe, aunque muchas fa-milias siguen pidiendo los sacramentos para sus hijos. Pero la celebración de los sacramentos de la iniciación, como actos aislados, sin sentido de proceso, no producen los frutos esperados.

Hace falta, pues, incorporar a la familia al proceso de Iniciación, invitando a padres y a hijos a descubrir la maravilla de la vida cristiana y ayudándoles a crecer juntos en la fe10. Hago, pues, un llamamiento a todos los padres que piden los sacramentos para sus hijos, para que tomen conciencia de que lo importante es que sean cristianos; a todas las Hermandades y Cofradías, para que procuren que todos sus componentes tengan completada la Ini-ciación Cristiana; y a todas las parroquias, para que pongan todos los me-dios necesarios tanto para la Iniciación Cristiana de los niños como para la atención a los adultos bautizados que quieran completarla o renovarla.

Así nos lo recordó a los obispos españoles el Papa Francisco en la Visita ad Límina: “El momento actual, en el que las mediaciones de la fe son cada vez más escasas y no faltan dificultades para su transmisión, exige poner a vuestras Iglesias en un verdadero estado de misión permanente, para lla-

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mar a quienes se han alejado y fortalecer la fe, especialmente en los niños. Para ello no dejéis de prestar una atención particular al proceso de inicia-ción de la vida cristiana. La fe no es una mera herencia cultural, sino un re-galo, un don que nace del encuentro personal con Jesús y de la aceptación libre y gozosa de la nueva vida que nos ofrece. Esto requiere anuncio ince-sante y animación constante, para que el creyente sea coherente con la condición de hijo de Dios que ha recibido en el bautismo”.

Esta renovación de la Iniciación Cristiana requiere una mayor implicación de los sacerdotes y las comunidades religiosas y una renovación y mejor forma-ción en los catequistas. No se trata sólo de transmitir unos conocimientos básicos –que son importantes– sino de iniciar en la oración, descubrir la co-munidad e iniciar en la caridad y la ayuda al necesitado. Es especialmente importante descubrir el valor de la Eucaristía del domingo y la celebración del Día del Señor, como expresión de nuestra fe en el Resucitado, siempre presente entre nosotros, fuente de nuestra alegría, en torno al experimenta-mos el gozo de ser hermanos y la pertenencia a una comunidad de fe.

Como bien sabéis el tema de la familia va a seguir siendo estudiado en el pró-ximo Sínodo de octubre. En el documento preparatorio se dice: “La comuni-dad cristiana debe renunciar a ser una agencia de servicios, para convertirse, en cambio, en el lugar en el cual las familias nacen, se encuentran y se con-frontan juntas, caminando en la fe y compartiendo caminos de crecimiento y de intercambio mutuo”.

Para afrontar esta tarea son necesarios un gran entusiasmo y una fuerte moti-vación como nos recuerda el Papa: “Una evangelización con espíritu es muy diferente de un conjunto de tareas vividas como una obligación pesada que simplemente se tolera (...), ninguna motivación será suficiente si no arde en los corazones el fuego del Espíritu”.

La alegría de madurar como cristianos: la formación permanente “Os  he  elegido  para  vayáis  y  deis  fruto,  y  vuestro  fruto  permanezca”

La vida cristiana es una vocación, una llamada que nos hace el Señor, una elección para que seamos sus discípulos todos los días de nuestra vida, com-partiendo su misma misión.

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Después de la primera etapa de la Iniciación, hemos de sentir la alegría y la responsabilidad de crecer y madurar en nuestra vida cristiana. La formación permanente nos ayuda a afrontar y responder a los desafíos de nuestra socie-dad cambiante a la luz del Evangelio. La formación que necesitamos no ha de ser sólo teórica; formarse como cristiano es siempre con-formarse, hacerse semejante a Cristo en nuestro modo de pensar y de vivir, en nuestras decisio-nes y opciones existenciales. Nuestra fe se ha de manifestar en la vida. Todos necesitamos formación, pero, en este punto, quiero dirigirme especialmente a los cristianos laicos que tenéis como misión específica introducir “los valo-res cristianos en el mundo social, político y económico”. Las realidades so-ciales necesitan la luz de Cristo para hacerse más humanas, más solidarias, más impregnadas de amor.

Aunque todos debemos dar testimonio de manera personal, necesitamos asociarnos para que nuestro testimonio sea más creíble y nuestras acciones más eclesiales. Jesús en su oración de despedida pidió al Padre que fuéramos uno para que el mundo crea. Todas nuestras acciones deben estar impregna-das del espíritu de comunión. Trabajamos como Iglesia y no sólo como cris-tianos aislados y atomizados.

Para ayudaros en este crecimiento nuestra Iglesia diocesana cuenta con me-dios y procesos para esta maduración en la fe: la lectura de la Palabra de Dios que es luz en nuestro camino; los diversos procesos e itinerarios de forma-ción para redescubrir el Bautismo; los movimientos apostólicos que ayudan a los matrimonios a cultivar su espiritualidad conyugal y a vivir la familia como “iglesia doméstica”; los que acompañan a niños y jóvenes en su crecimiento personal o en su vida profesional y laboral, etc. Damos gracias a Dios por tan-to bien que han hecho y hacen a muchos hermanos nuestros.

Queremos además ofrecer a todos un proceso formativo, que abarque desde la infancia, pasando por la adolescencia y juventud, hasta llegar al mundo adulto. Me refiero a la Acción Católica General, cuyos estatutos fueron apro-bados recientemente por la CEE. Se trata de un proyecto que sin duda nos ayudará a formar un laicado que, enamorado de Jesucristo, haga presente el Evangelio en la sociedad. Con un método propio, trata de dar respuesta tam-bién al acompañamiento del cristiano en todas las etapas de su vida.

Constatamos que tenemos momentos catequéticos y celebrativos que nos plantean la pregunta: ¿y después qué? Queridos hermanos y hermanas, os invito a poner entusiasmo y trabajo para iniciar este proyecto. No nos deje-mos vencer por el desánimo. La evangelización, que el Señor nos pide y a la

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que con tanta pasión nos lanza el Papa Francisco, es tarea de todos. Pidamos la fuerza del Espíritu Santo para que seamos los evangelizadores con espíritu que requiere nuestro mundo.

La alegría de compartir: el servicio a los más pobres “Cada  vez  que  lo  hicisteis  con  uno  de  estos,  mis  hermanos  más  pequeños,  conmigo  lo  hicisteis”

Nunca podemos olvidar estas palabras de Jesús ni tampoco aquella expre-sión del Señor que recoge Pablo: “hay más alegría en dar que en recibir”. El Papa Francisco insiste, una y otra vez, en este aspecto fundamental de nuestra vida cristiana: “De nuestra fe en Cristo hecho pobre, y siempre cer-cano a los pobres y excluidos, brota la preocupación por el desarrollo inte-gral de los más abandonados de la sociedad”.

El servicio a los pobres no puede reducirse sólo a una ayuda puntual o a dar de comer; hemos de superar el asistencialismo y trabajar para lograr “pros-peridad sin exceptuar bien alguno”, es decir, educación, salud y, especial-mente, trabajo, de acuerdo con la dignidad de toda persona humana.

Este desafío pide de nosotros, como Iglesia diocesana, un trabajo coordi-nado y una nueva mentalidad para que, entre nosotros los cristianos, no falte jamás el signo de “la opción por los últimos, por aquellos que la socie-dad descarta y desecha”; para poner atención en el otro “considerándolo uno consigo”, buscando una cercanía real y cordial, sin conformarnos con realizar acciones y programas; para reconocer que la peor discriminación que sufren los pobres es la falta de atención espiritual.

Pidamos al Señor que conceda a nuestra Diócesis –a todas las parroquias y personas que la formamos– saber desarrollar y concretar esta opción prefe-rencial por los pobres. Espero que todos tengamos un corazón abierto y generoso para que podamos escuchar un día de los labios del Señor: “tuve hambre y me disteis de comer”.

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La alegría de acoger el perdón de Dios y de ser misericordiosos como el Padre: el Año de la Misericordia “Sed  misericordiosos  como  vuestros  Padre  es  misericordioso”

Durante este curso que comenzamos, celebraremos el Año Santo de la Mise-ricordia, convocado por el Papa Francisco, “como tiempo propicio para la Iglesia, para que haga más fuerte y eficaz el testimonio de los creyentes”. He-mos de “tener la mirada fija en la misericordia para poder ser también noso-tros mismos signo eficaz del obrar del Padre”.Con entusiasmo y gratitud aco-gemos esta iniciativa del Papa y pondremos todo nuestro empeño en cele-brarla dignamente.

El lema de este Año Santo es: “Misericordiosos como el Padre”. Estas pala-bras nos invitan a meditar y contemplar la entrañable misericordia de Dios y a celebrarla en el Sacramento del Perdón. Hagamos un esfuerzo en todas las parroquias para que este sacramento, en el que todos nos sentimos abraza-dos por nuestro Padre Dios, sea reconocido por los fieles, niños, jóvenes y adultos. Cuidemos su celebración y los tiempos y lugares para que todos puedan acceder a este manantial de misericordia.

Si experimentamos con gozo esta bondad del amor de Dios, “en este Año Santo podremos realizar la experiencia de abrir el corazón a cuantos viven en las más contradictorias periferias existenciales, que con frecuencia el mundo moderno dramáticamente crea”. Como respuesta a esta situación debemos redescubrir las obras de misericordia, tanto corporales como espirituales, y ponerlas en práctica. Siguiendo las indicaciones del Papa celebraremos con especial intensidad la próxima Cuaresma, de acuerdo con el programa de actos que os ofreceremos próximamente.

Pongo bajo la mirada maternal de la Virgen María todas estas propuestas. Ella oró con lo Apóstoles, esperando que el Espíritu Santo con su fuerza lanzara a la Iglesia a la misión con valentía. Contando con la ayuda del mismo Espíritu Santo iniciamos esta nueva etapa de nuestra peregrinación diocesana. Dejémonos llevar por este santo impulso.

Con mi afecto y bendición.

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Se trata de caminar –es decir, de iniciar un proceso que nos per-mita avanzar paso a paso– hacia la transformación eclesial –no una simple renovación– de modo que, en nuestra Iglesia Dioce-sana, todo –desde los elementos más sencillos hasta la estructu-ra y la dinámica– esté al servicio de la misión que no es otra que evangelizar.

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lObjetivo General

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Animados por el espíritu misionero, caminar hacia la transformación eclesial de modo que todo -los estilos, los horarios, el lenguaje y la estructu-ra eclesial- se convierta en un cauce adecuado pa-ra la evangelización de la sociedad onubense.

(EG 27)

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La evangelización es tarea de toda la Iglesia y de todos en la Igle-sia. No es asunto que compete sólo a la institución eclesial, sino que compromete a todo el pueblo de Dios en su condición de peregrino y evangelizador y a cada uno de los creyentes en su situación concreta (111).

Esta tarea sólo es posible llevarla a cabo recta y eficazmente desde el encuentro personal con Jesucristo (3), que da un nuevo horizonte a nuestra vida y, con ello, una orientación decisiva (7), y que nos pone en un camino de formación y de maduración, es decir, de crecimiento y compromiso (160).

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de la

fe

Objetivo Específico I Que el Pueblo de Dios –pueblo peregrino y evangelizador–, siguiendo la invitación del Papa, salga a anunciar el Evangelio para facilitar el en-cuentro personal y comunitario con Jesucristo, que transforma al creyente, le da plenitud y le convierte en misionero.

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Centra su atención en los comienzos de la vida cristiana.

Porque son muchas las dificultades que encontramos hoy para engendrar y educar en la fe a las nuevas generaciones, necesi-tamos buscar una vez más la respuesta adecuada a la eterna pregunta: ¿Cómo se hace hoy un cristiano?

TAREAS Y ACTIVIDADES1. Elaborar el proceso de IC de niños, adolescentes y

jóvenes, unificando criterios y vinculando los tres sacramentos según las indicaciones del RICA.

a. Diseñar (¿definir?) el proceso de la Iniciación Cristiana de los niños bautizados y no bautizados a la luz de la Instrucción Pastoral de los Obispos, ajustando la normativa diocesana existente.

b. Analizar, a la luz del diseño anterior, los materia-les existentes y elaborar, si se ve necesario, materia-les de apoyo.

c. Estudiar la implantación en la Diócesis del proce-so de la IC iniciado en planes anteriores y facilitar el avance en este proceso de aquellas parroquias o realidades pastorales que aún no han logrado el ni-vel deseable.

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de la

feLínea de acción I -1

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Implantar en toda la Diócesis el itinerario de la Iniciación Cristiana según las directrices del Episcopado y la normativa diocesana.

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2. Ofrecer un proceso diocesano de catequesis, de tiempo limitado, para aquellos adultos que deseen completar su iniciación.

a. Crear un equipo diocesano que diseñe y asuma el proceso de adultos.

b. Iniciar los grupos y llevar a cabo el proceso.

c. Evaluar la experiencia y hacer las correcciones oportunas para mejorarla.

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de la

feEsta tarea se refiere a quienes han de llevar a cabo la misión, es decir, a los agentes pastorales. La misión de la Iglesia la llevan a cabo personas y grupos concretos. Cada cristiano y cada comu-nidad debe discernir lo que el Señor le pide en este momento. Pero a todos se nos hace un mismo llamamiento: “salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio” (20).

TAREAS Y ACTIVIDADES1. Suscitar nuevas vocaciones de agentes pastorales.

a. Llevar cano una campaña de sensibilización para invitar al compromiso y encuentros esporádicos a nivel arciprestal y diocesano para consolidar la res-puesta a la llamada.

b. Repetir la campaña cada año hasta hacerla habitual.

Línea de acción I - 2 Actualizar y, en su caso, renovar a los agentes pastorales dedicados a la transmisión de la fe y suscitar nuevos agentes.

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2. Formar a los nuevos agentes para la misión.

a. Curso teórico-práctico de formación para la acti-vidad pastoral para los que respondan a la llamada y de actualización para los ya comprometidos.

b. Incorporación plena de los formados a la acción pastoral.

c. Evaluar la experiencia.

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de la

fe

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Constituirse en estado permanente de misión (25) es el gran reto que tenemos ante nosotros. Necesitamos dar pasos concre-tos en este sentido para llamar a quienes se han alejado y forta-lecer la fe, de todos, especialmente en los niños.

TAREAS Y ACTIVIDADES1. Potenciar y consolidar la actividades de carácter

misionero existentes en la Diócesis y abrirse a las nuevas experiencias que están surgiendo.

a. Organizar encuentros de los responsables de los grupos y movimientos que llevan a cabo acciones misioneras y contactar con las nuevas experiencias de primer anuncio, en orden a un conocimiento mutuo y una posible coordinación que haga más eficaces los esfuerzos específicos de cada uno.

b. Elaborar un método sencillo y útil para los grupos que, después de 7 años de LCP, deseen seguir pro-fundizando en la Sagrada Escritura como fuente de vida cristiana.

Línea de acción I - 3 Afrontar la conversión misionera en el pueblo de Dios en orden a ir creando conciencia de misión.

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2. Iniciar el proceso que lleve a organizar la Misión Parroquial Permanente como actividad ordinaria en las parroquias.

a. Fase preparatoria: convocar e impartir el curso de formación de los agentes pastorales de las parro-quias interesadas en iniciar la MPP.

b. Primera fase de la MPP: planificación y realización.

c. Segunda fase de la MPP: consolidación de los grupos surgidos en la misión.

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de la

fe

c. Acompañar en su incorporación a la acción pasto-ral a quienes hayan terminado el ciclo.

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Evangelizar es hacer presente en el mundo el Reino de Dios, teniendo en cuenta que “ninguna definición parcial o fragmen-taria refleja la realidad rica, compleja y dinámica que comporta la evangelización, si no es con el riesgo de empobrecerla o inclu-so mutilarla” (EG 176).

Todos somos conscientes de los nuevos y cambiantes tiempos que vivimos, en los cuales la cultura de la imagen tiene más fuerza que la palabra, los signos y símbolos cobran relevancia en la comunicación y muchas formas de expresión, usadas an-taño, han quedado obsoletas. Esta realidad exige y demanda una respuesta desde del Evangelio que se pueda expresar en la cele-bración de la fe y que esté en consonancia con los retos que la sociedad contemporánea nos plantea.

No ignoramos el problema que supone que las parroquias vivan la vida sacramental más como acontecimiento social que una auténtica expresión de la fe recibida y vivida.

Tampoco ignoramos ni pasamos por alto los desafíos que el mundo actual nos plantea (EG 52-75) y que suponen una gran dificultad para llevar a cabo una evangelización de corte misio-nero que nos lleve a la conversión pastoral (EG 25-33). Pero la realidad descrita no puede convertirse en óbice que impida nuestra labor como evangelizadores pues, en esa tarea, no esta-mos solos sino que contamos con la ayuda siempre enriquece-Ce

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n de

la fe

Objetivo Específico II

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“El Kerygma posee un contenido ineludi-blemente social: en el corazón mismo del Evangelio están la vida comunitaria y el compromiso con los demás" (EG 177). Esto exige un esfuerzo por nuestra parte de ayudar a celebrar e iluminar desde la fe las nuevas situaciones fundamentales del ser humano, potenciando y enriqueciendo catequética y litúrgi-camente las acciones sacramentales y la vida de piedad.

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Celebrar litúrgicamente los sacramentos es hacer realidad el misterio de nuestra fe en el tiempo de la Iglesia. La expresión litúrgica es fundamental para la vida y celebración de nuestras comunidades. Toda comunidad es litúrgica porque está llevada a celebrar el misterio de la salvación, haciendo memoria de Je-sucristo el Señor con la palabra, los gestos, signos, oración, etc.

La liturgia, acción sagrada por excelencia, es la cumbre hacia la que tiende la vida de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de la que emana su fuerza vital (SC 10). A través de la liturgia Cristo continúa en su Iglesia la obra de la salvación.

TAREAS Y ACTIVIDADES1. Ofrecer un temario específico para cursos de bau-

tismos y matrimonios.

a. Elaborar y entregar un material para ponerlo en práctica. ajustando la normativa diocesana existente. Cele

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de la

fe

Línea de acción II -1 Procurar que los fieles descubran el sentido profundo de los sacramentos para celebrarlos con la dignidad, profundidad e importancia que los mismos requieren.

dora del Espíritu. Esto nos debe llevar a acoger las orientaciones de este PDE con esperanza y a ponerlo en práctica con genero-sidad (PDE 2010-2014.13).

“La finalidad de la evangelización es precisamente la de educar en la fe de tal manera que conduzca a cada cristiano a vivir -y no a recibir de modo pasivo o apático- los sacramentos como ver-daderos sacramentos de la fe” (EN 47).

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2. Cuidar los aspectos celebrativos y litúrgicos (sig-nos, símbolos, homilías, palabras, gestos, etc...) en los sacramentos y acciones sacramentales para realzar la dignidad y sentido de los mismos.

a. Ofrecer elementos formativos sobre la homilía para sacerdotes y diáconos, especialmente para las exequias.

b. Catequesis sobres signos, símbolos y ritos en las celebraciones sacramentales.

c. Unificar criterios celebrativos para la Primera Co-munión y la Confirmación.

d.Acercar e iniciar a los niños, adolescentes y jóve-nes en el lenguaje celebrativo para que puedan ex-presar mejor la fe y vivir cada vez más intensamente la liturgia.

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Línea de acción II - 2 Atender a las nuevas y diversas situaciones fundamentales que viven los hombres y mujeres de nuestro tiempo para dar una repuesta desde la fe y así poder expresarlo en la celebración.

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feb. Elaborar y proponer criterios comunes para la celebración de bautismos y matrimonios (Flexibles pero no dispares)

c. Evaluación.

"Fiel al modelo del Maestro, es vital que hoy la Iglesia salga a anunciar el evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demora, sin ascos y sin miedo. La alegría del evan-gelio es para todo el pueblo no puede excluir a nadie" (EG 23).

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Línea de acción II - 3 Acompañar y ayudar a las Hermandades y Cofradías a profundizar en las notas esenciales de sus estatutos. Esto es: el culto público (liturgia), el culto devocional, la caridad y la formación para crecer en la fe y dar testimonio en la vida cotidiana.

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TAREAS Y ACTIVIDADES1. Facilitar la puesta al día de los agentes de pastoral

sobre la normativa de la iglesia.

a. Organizar la formación de los agentes para la acogida y el dialogo de las personas que se acercan a nosotros solicitando ayuda y orientación en su situación.

b. Elaborar un material que nos sirva como apoyo pa-ra atender estas nuevas realidades a partir de las con-clusiones del Sínodo de la familia.

2. Fomentar y consolidar los ministerios laicales.

a. Impartir cursos sobre los ministerios con entrega del diploma acreditativo que certifique la idoneidad de los que lo han realizado.

b. Evaluación.

La religiosidad popular es un fenómeno cultural y religioso ba-sado en las tradiciones y costumbres de un pueblo. Esta idiosin-crasia de los pueblos de nuestra diócesis hace que expresen su religiosidad más desde una vivencia de la fe heredada, que des-de una fe vivida y comprometida. Esto conlleva el celebrar con esmero respetando la tradición para cumplir las obligaciones religiosas y vivir la religión como virtud, moviendo a dar a Dios el culto debido desde lo que le es peculiar.

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2. Ofrecer un plan básico de formación en la Inicia-ción Cristiana y en liturgia en orden a profundizar en nuestra identidad cristiana y eclesial para ayu-darnos a revitalizar la fe y la expresión celebrativa de la misma.

a. Elaborar y entregar el material catequético sobre la I.C. en colaboración con la Vicaria de la Transmi-sión de la fe.

b. Acompañar en este itinerario en las Hermanda-des y Cofradías a través de sus directores espiritua-les y vocales de formación.

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“En la piedad popular, por ser fruto del evangelio inculturado, subyace una fuerza activamente evangelizadora que no pode-mos menospreciar: sería desconocer la obra del Espíritu Santo. Más bien estamos llamado a alentarlas y fortalecerlas para pro-fundizar el proceso de inculturación que es una realidad nunca acabada…” (EG 126).

TAREAS Y ACTIVIDADES1. Formar a los responsables de las Hermandades y

Cofradías en la gestión, administración y custodia del patrimonio.

a. Impartir el Curso de gestión, administración y pa-trimonio de hermandades y cofradías para iniciarles y acompañarles en el modelo de gestión, adminis-tración y economía establecido por la diócesis.

b. Impartir el Curso de custodia del patrimonio para la elaboración y presentación del inventario a los hermanos y a la Delegación.

c. Realizar un seguimiento para que los modelos, anteriormente mencionados, de administración/gestión y el inventario, sean una realidad implanta-da en nuestra diócesis.

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3. Trabajar la "Opción Preferencial por los pobres" (EG, 197-198).

a. Impartir curso de voluntariado sobre la acción caritativa y social de la Iglesia en colaboración con la Vicaria del Testimonio de la fe.

b. Lograr que las campañas establecidas por la Igle-sia sean asumidas realmente por las Hermandades.

c. Organizar la realización conjunta de una obra social entre todas las Hermandades y Cofradías de la Diócesis. Por ejemplo: el mantenimiento anual de la "Casa de convalecencia Santa María de los Milagros".

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c. Impartir el curso de liturgia.

d. Elaborar orientaciones y criterios pastorales para celebrar de forma homogénea los cultos de las her-mandades y cofradías.

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Concebimos como fundamento de este apartado “confesar a un Padre que ama infinitamente a cada ser humano para descubrir que «con ello le confiere una dignidad infinita” (EG 178).

Somos conscientes de que hemos de tener muy presente los verbos indicados por el papa Francisco en la Exhortación Apos-tólica Evangelii gaudium, puestos en infinitivo, que nos indican un camino a recorrer en nuestra misión evangelizadora: desde los cinco del capítulo primero (primerear, involucrarse, acom-pañar, fructificar y festejar), hasta los seis del n. 273 (iluminar, bendecir, vivificar, levantar, sanar, liberar).

Asumimos una misión: LA REVOLUCIÓN DE LA TERNURA Y EL CARIÑO. La misión en el corazón del pueblo no es una parte de mi vida, o un adorno que me puedo quitar; no es un apéndice o un momento más de la existencia. Es algo que yo no puedo arrancar de mi ser si no quiero destruirme. Todo referido a un ser con los demás y para los demás (EG 273).

Se trata, pues, de una dinámica de justicia y ternura, de contem-plar y caminar hacia los demás, tomando a María, mujer de es-peranza, como modelo eclesial para la evangelización (EG 288).

Podemos sintetizar diciendo que se trata de la responsabilidad misionera de cada uno de los miembros de un pueblo elegido para iluminar, bendecir, vivificar, levantar, sanar, liberar al hom-bre en este tiempo de la historia. Esto hace de la "identidad" y del "sentido de pertenencia" dos elementos claves para Evange-lizar: hacer presente en el mundo el Reino de Dios (EG176).Te

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Objetivo Específico III

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Afirmar la dignidad infinita del ser humano, el amor sin límites que lo ennoblece y la acción del Espíritu que procura penetrar toda situación humana y todos los vínculos sociales.

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TAREAS Y ACTIVIDADES1. Estudiar los balances de situación de las distintas

entidades diocesanas para poner en marcha la dis-tribución de los ingresos desde criterios de justi-cia, solidaridad y transparencia aplicando el nuevo Estatuto de la Administración Diocesana.

a. Recabar la información necesaria para elaborar un protocolo de participación económica de todas las instituciones diocesanas estableciendo los cauces y criterios de la misma.

Línea de acción III -1

Elaborar y desarrollar mecanismos y procesos orientados a una mejor distribución del ingreso.Te

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Primera parte: Dimensión Social de la EvangelizaciónBasamos las opciones incluidas en esta dimensión en EG 204.

“Ya no podemos confiar en las fuerzas ciegas y en la mano invi-sible del mercado. El crecimiento en equidad exige algo más que el crecimiento económico, aunque lo supone, requiere de-cisiones, programas, mecanismos y procesos específicamente orientados a una mejor distribución del ingreso, a una creación de fuentes de trabajo, a una promoción integral de los pobres que supere el mero asistencialismo. Estoy lejos de proponer un populismo irresponsable, pero la economía ya no puede recu-rrir a remedios que son un nuevo veneno, como cuando se pre-tende aumentar la rentabilidad reduciendo el mercado laboral y creando así nuevos excluidos”.

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2. Potenciar la participación de las instituciones dio-cesanas en el Fondo Diocesano de Comunión y Comunicación de Bienes.

a. Actualizar y constituir el FDCCB.

b. Diseñar campañas anuales de información y con-cienciación sobre la participación en el FDCCB de todos los fieles.

3. Favorecer las campañas solidarias propiamente diocesanas (Día de Caridad y Gesto Solidario) fo-mentando el sentido propio de las mismas y en co-nexión con la Liturgia.

a. Diseñar la campaña de sensibilización sobre el sentido de ambas.

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Línea de acción III - 2 Elaborar programas y procesos para quienes toman decisiones orientados a la creación de fuentes de trabajo.

TAREAS Y ACTIVIDADES1. Contemplar la realidad, descubriendo los signos de

los tiempos, y las capacidades y potencialidades de las personas en relación con las riquezas y re-cursos de los territorios de modo que se potencie la creación de nuevas fuentes de empleo, espe-cialmente para los excluidos y no atendidos. Te

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b. Programar y aplicar progresivamente dicho pro-tocolo.

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Línea de acción III - 3 Potenciar programas, mecanismos y procesos orientados a una promoción integral de los pobres que supere el mero asistencialismo.

a. Promover una mentalidad nueva en los agentes eclesiales, que fomente los recursos naturales de los territorios y favorezca un modelo de desarrollo que proteja el medio ambiente y tenga en cuenta las riquezas naturales.

b. Incorporar a nuestros proyectos y programacio-nes ámbitos profesionales y empresariales, públi-cos y privados, que potencien un empleo digno en los territorios evitando criterios especulativos y que denigren la dignidad de las personas.

c. Poner en marcha proyectos de empleo, concretos y sostenibles en el ámbito de la economía solidaria.

d. Acompañar ética y moralmente los proyectos pues-tos en marcha desde nuestra colaboración.

TAREAS Y ACTIVIDADES1. Difundir, formar e iniciar procesos fundamentados

en el Modelo de Acción Social de Cáritas Española (MAS).

a. Dar a conocer y realizar cursos de formación en los arciprestazgos sobre el MAS.

b. Ofrecer apoyo técnico y recursos para implantar el MAS.

c. Acompañar desde Cáritas Diocesana y las coordi-nadoras arciprestales el desarrollo del MAS. Test

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4. Superar el mero asistencialismo.

a. Crear y poner en marcha foros de experiencias, a nivel arciprestal y diocesano, con los agentes socia-les de la evangelización sobre problemas reales de las personas para, trabajando en común, superar el mero asistencialismo.

b. Definir procesos de toma de decisiones y criterios comunes de actuación en la acción social como signo de comunión.

c. Experimentar y evaluar los procesos y criterios anteriores.

d. Consolidar definitivamente dichos procesos y criterios en base a la experiencia.

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2. Mostrar a la sociedad los ámbitos de exclusión so-cialmente ocultos.

a. Detectar ámbitos concretos de exclusión ocultos.

b. Establecer espacios de diálogo y reflexión con los agentes sociales sobre los ámbitos detectados.

c. Elaborar y realizar campañas y programas para su visualización en colaboración con los agentes socia-les implicados.

3. Fomentar agentes sociales de la evangelización.

a. Implantación de equipos de pastoral social donde no existan y renovación y/o actualización de los equipos existentes.

b. Estimular el uso y estudio del Compendio de Doctrina Social de la Iglesia por parte de los agentes sociales de la Evangelización (EG 184).

c. Abrir cauces de participación social de los agentes sociales de la evangelización.

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Línea de acción III - 4 Implantar la Acción Católica General en nuestra Diócesis en las áreas pastorales de adolescencia, juventud y adultos. Te

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Segunda parte: Promoción y Formación del LaicadoEn cuanto al Apostolado Seglar, consideramos de suma impor-tancia los nn. 183-184 de la EG, los cuales tomaremos para el desarrollo de nuestros objetivos:

“… Todos los cristianos, también los Pastores, están llamados a preocuparse por la construcción de un mundo mejor. De eso se trata, porque el pensamiento social de la Iglesia es ante todo positivo y propositivo, orienta una acción transformadora, y en ese sentido no deja de ser un signo de esperanza que brota del corazón amante de Jesucristo. Al mismo tiempo, une « el propio compromiso al que ya llevan a cabo en el campo social las de-más Iglesias y Comunidades eclesiales, tanto en el ámbito de la reflexión doctrinal como en el ámbito práctico»… Éste no es un documento social, y para reflexionar acerca de esos diversos temas tenemos un instrumento muy adecuado en el Compen-dio de la Doctrina Social de la Iglesia, cuyo uso y estudio reco-miendo vivamente. Además, ni el Papa ni la Iglesia tienen el monopolio en la interpretación de la realidad social o en la pro-puesta de soluciones para los problemas contemporáneos. Puedo repetir aquí lo que lúcidamente indicaba Pablo VI: « Frente a situaciones tan diversas, nos es difícil pronunciar una palabra única, como también proponer una solución con valor universal. No es éste nuestro propósito ni tampoco nuestra mi-sión. Incumbe a las comunidades cristianas analizar con objeti-vidad la situación propia de su país”.

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Línea de acción III - 5 Crear y potenciar foros de reflexión y/o debate sobre la respuesta social evangelizadora de la Iglesia a los problemas sociales concretos.

Las tareas y actividades de este objetivo se realizarán durante los cuatro años de duración del PDE.

TAREAS Y ACTIVIDADES1. Potenciar y acompañar la participación real y efec-

tiva del Consejo Diocesano de Pastoral en las de-cisiones pastorales de la Diócesis, así como en los distintos ámbitos de participación de laicos arci-prestales y parroquiales. Te

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TAREAS Y ACTIVIDADES1. Desarrollar el proceso de implantación de la Ac-

ción Católica General en sus distintos niveles.

a. Detectar y formar agentes para la Acción Católica General.

b. Crear grupos con adolescentes, jóvenes y adul-tos provenientes de las experiencias de Primer Anuncio.

c. Consolidar los grupos surgidos de las fases anteriores.

d. Integración y estructuración de la Acción Cató-lica General en el ámbito diocesano.

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fe2. Crear y desarrollar foros católicos de profesionales

del mundo social, laboral y empresarial que pro-muevan iniciativas para el desarrollo integral en equidad.

3. Creación y desarrollo de grupos de presencia proactiva en redes sociales.

4. Crear y consolidar una escuela de formación de líderes y/o formación socio-política, presencial y/o online.

5. Revitalizar el Centro Diocesano de Teología, Pasto-ral y Espiritualidad, la Cátedras “San Leandro” y “Santo Tomás de Aquino”.

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ORACIÓN CONCLUSIVAde la Exhortación Evangelii Gaudium

Virgen y Madre María, tú que, movida por el Espíritu, acogiste al Verbo de la vida en la profundidad de tu humilde fe, totalmente entregada al Eterno, ayúdanos a decir nuestro « sí »ante la urgencia, más imperiosa que nunca, de hacer resonar la Buena Noticia de Jesús.

Tú, llena de la presencia de Cristo, llevaste la alegría a Juan el Bautista, haciéndolo exultar en el seno de su madre. Tú, estremecida de gozo, cantaste las maravillas del Señor. Tú, que estuviste plantada ante la cruz con una fe inquebrantable y recibiste el alegre consuelo de la resurrección, recogiste a los discípulos en la espera del Espíritu para que naciera la Iglesia evangelizadora.

Consíguenos ahora un nuevo ardor de resucitados para llevar a todos el Evangelio de la vida que vence a la muerte. Danos la santa audacia de buscar nuevos caminos para que llegue a todos el don de la belleza que no se apaga.

Tú, Virgen de la escucha y la contemplación, madre del amor, esposa de las bodas eternas, intercede por la Iglesia, de la cual eres el icono purísimo, para que ella nunca se encierre ni se detenga en su pasión por instaurar el Reino.

Estrella de la nueva evangelización, ayúdanos a resplandecer en el testimonio de la comunión, del servicio, de la fe ardiente y generosa, de la justicia y el amor a los pobres, para que la alegría del Evangeliollegue hasta los confines de la tierra y ninguna periferia se prive de su luz.

Madre del Evangelio viviente, manantial de alegría para los pequeños, ruega por nosotros. Amén. Aleluya.

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Diócesis de Huelva