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VI Certamen literario de Relato breve 2016 A.P .A. Departamento de Lengua Sagrado Corazón Rosales

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VI Cer tamen literar iode Relato breve 2016

A.P.A. Departamento de LenguaSagrado Corazón Rosales

Con la colaboración de

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Índice

Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4

Categoría: A (1º a 3º de Ed. Primaria) . . . . . . . . 6

María Sebastián de Erice (2ºB Primaria)

Categoría: B (4º a 6º de Ed. Primaria) . . . . . . . . 8

Pedro José Gil Gefaell (5ºB Primaria)

Categoría: C (ESO) . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12

Luz de Lossada (3º ESO)

Categoría: E (Familiar). . . . . . . . . . . . . . . . 15

María Jesús Cuesta López

Presentación

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Presentación

Un año más, y ya van seis, el departamento de Lengua y Literatura Española

del colegio y la APA hemos aunado esfuerzos en la convocatoria de la VIª. edición del

Concurso Literario que se convoca con motivo del Día de Libro, que se celebra cada 23

de abril.

Este 2016 lo celebramos de una manera especial, coincidiendo con el IV Centenario de

la muerte de don Miguel de Cervantes, por lo que la propuesta temática para los partici-

pantes ha sido cervantina 100%.

La promoción de iniciativas que ayuden a mejorar el uso del lenguaje y fomentar los

valores creativos y literarios entre los alumnos es uno de los intereses de este concurso. La

colaboración del profesorado resulta indispensable para llevar a buen término esta convo-

catoria y desde aquí, se lo queremos reconocer públicamente. Por otro lado, y como

4

5

en años anteriores, también colabora con nosotros “El Dragón Lector”, librería experta en

literatura infantil, que se encarga de realizar el arduo trabajo para seleccionar los trabajos

ganadores de cada categoría. En su nueva etapa, bajo la dirección de Alejandra Camacho,

ha continuado demostrando el interés por este concurso escolar.

La concurrencia se supera con cada convocatoria y más de 50 trabajos han sido

valorados, haciendo que en cada edición el nivel se supere. En la presente, la decisión

ha resultado difícil ya que la calidad de algunos trabajos presentados, ha inclinado la

balanza, optándose por un listón general muy alto y ha hecho que alguna categoría

haya quedado desierta.

Este año, como el pasado, se entregará además a los premiados

un ejemplar de la especial edición adaptada del Quijote

(RAE, Santillana) con prólogo de A. Pérez-Reverte, dedicada

y fi rmada por el académico, y un Diploma acreditativo.

Presentación

Este año, como el pasado, se entregará además a los premiados

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Relato

DON QUIJOTE, SANCHO PANZA Y YO

Salía despistada al recreo, con las manos en los bolsillos, cuando un balón de baloncesto me dio en la cabeza.

Dicen que me caí al suelo. Cuando de nuevo abrí los ojos vi una sombra fl aca y alargada. Al girar la cabeza para ver qué producía la sombra, me encontré con un señor que llevaba un extraño sombrero y que tenía unos largos bigotes.

Me miró. Me sonrió. Y me tendió su mano para ayudarme a levantar… y que pudiera seguir caminando y seguir con mi “viaje de la vida de Don Quijote y de Sancho Panza”.

- Eeeeh, ¿Don Quijote y Sancho Panza os venís conmigo al viaje? Consiste en visitar vuestro mundo y ver cómo vivís ahí vosotros en vuestra época, que me enseñéis vuestra casa, las cosas que tenéis, etc. ¡Yo también os enseñaré cosas del S. XXI.!

- Vale, por mi Ok -dijo Don Quijote. - ¡Qué bien, pues vamos allá! -contesté yo-. Mientras que vamos a vuestra casa, os

cuento cosas de mi época, que es muy chula y muy interesante. Yo voy al cole todos los días, bueno… los fi nes de semana NOOOO, ¡claro! ¡El fi n de semana es para estar en familia y disfrutarlo!

- ¿Y cómo lo disfrutáis? - preguntó Sancho Panza- Pues vamos a diferentes sitios, como excusiones, parques y planes divertidos con

la familia - contesté yo.- ¡Pues que morro! Sancho Panza y yo siempre tenemos que luchar y discutir con

los malos, los ogros. – Añadió Don Quijote.

Categoría: A (1º a 3º de Ed. Primaria)

Relato

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- Te lo voy a decir susurrando para que no lo oiga Don Quijote ¿vale? Pues que Don Quijote se piensa que los molinos son ogros, pero no lo son, ¡son molinos!

- ¡Eh, chicos! ¿Por qué os paráis? ¿Pasa algo?- No, no pasa nada - dije yo - Sí, eso. No pasa nada - añadió Sancho Panza- ¡Ah bueno! Si no pasa nada… entonces vale.

Y los tres seguimos nuestro largo camino. Estábamos cansados, después de un largo día de aventuras y paramos en una cueva. Y viendo que ya no nos iba a dar tiempo de conocer su mundo, decidimos quedarnos a dormir ahí. En la cueva hacía mucho frío y a Don Quijote se le ocurrió una idea: coger dos palillos y frotarlos para hacer fuego. Dijimos Sancho Panza y yo. ¡Buena idea Don Quijote! Pero… ¿y cómo nos hacemos la cama?, añadió Sancho Panza. Pues sencillo, dije yo ¡con paja y una chaqueta! ¡Me parece bien!, dijeron los dos a la vez. Y así nos quedamos dormidos…

Cuando me desperté vi como el balón de baloncesto daba botes y botes alrededor mío…

María Sebastián de Erice2º Primaria B

Dicen que me caí al suelo. Cuando de nuevo abrí los ojos vi una sombra fl aca y alargada. Al girar la cabeza para ver qué producía la sombra, me encontré con un señor que llevaba un extraño sombrero y que tenía unos largos bigotes.

dormidos…Cuando me desperté vi como el balón de baloncesto daba botes y botes alrededor mío…

Relato

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LA CÁMARA SECRETA DEL MONASTERIO DE LAS TRINITARIAS DESCALZAS

La misa se estaba alargando demasiado.Me hago pis- dijo Luis al oído de su hermano.Pedro miró la puerta lateral de la iglesia. Estaba seguro de poder encontrar un baño.Vamos, te acompaño.Después de atravesar varios pasillos de la parroquia y no habiendo encontrado a

nadie a quien preguntar, se encontraron frente a la escalera del patio.Pedro, ahí hay un jardín. ¿Puedo hacer pis en un árbol?Bueno, vale, pero no tardes mucho que si nos pillan las monjas me muero de

vergüenza.Luis se encaminó escaleras abajo en busca del árbol, cuando de pronto el suelo

se abrió a sus pies. Al escuchar el golpe seco, Pedro se acercó corriendo. Ante su sorpresa, la tapa de una alcantarilla se había partido dejando un boquete por el que Luis parecía haberse caído.

Encima de la tapa, Pedro gritaba a su hermano. Luis había caído en un agujero y no podía subir así que entre los dos lucharon por sacarle, con tan mala fortuna que ambos terminaron en lo más hondo del agujero

¿Estás bien?- dijeron a coro.Quizá no era momento de reír pero Luis no pudo evitarlo. Los dos hermanos se

encontraban en un hoyo en el patio del convento de las Trinitarias Descalzas y a Luis se le habían quitado las ganas de hacer pis.

Categoría: B (4º a 6º de Ed. Primaria)

Relato

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Pedro sacó su llavero-linterna y alumbró a una gran placa de piedra en la que leía: “Si a estas cuevas deseas entrar, mucho valor debes albergar, pues sólo encontrando mi tumba podrás escapar”.

¡Madre mía! ¿Quién habrá escrito eso, Pedro?Me contó mamá que en este monasterio está enterrado Miguel de Cervantes.

¿Será verdad?¿Y quién es ese cerivantes?Ambos hermanos se miraron perplejos. Tenían que salir de allí con tumba o sin ella.

Poco tiempo después de caminar por la estrecha galería encontraron otra miste-riosa placa en un cruce. Esta vez la inscripción estaba rodeada de lanzas y espadas: “El Valor es importante en esta prueba”. Estaba claro que ambos se habían metido sin quererlo en una aventura que tenían que continuar, si querían salir de allí.

Pensemos - dijo Pedro observando las pequeñas piedras que adornaban la extraña V con la que estaba escrito “Valor” – quizá no se refi era a ser valientes guerreros sino al valor de estas piedras.

Pero siempre ha valido más el oro, ¿no? ¿Entonces deberíamos ir por el camino de la derecha?- preguntó Luis afi rmando con la cabeza.

Ambos se mostraron de acuerdo, así que continuaron por la galería de la derecha.

Encima de la tapa, Pedro gritaba a su hermano. Luis había caído en un

agujero y no podía subir así que entre los dos lucharon por sacarle, con tan

mala fortuna que ambos terminaron en lo más hondo del agujero

Pensemos - dijo Pedro observando las pequeñas piedras que adornaban la extraña V con la que estaba escrito “Valor” – quizá no se refi era a ser valientes guerreros

Pero siempre ha valido más el oro, ¿no? ¿Entonces deberíamos ir por el camino de

Ambos se mostraron de acuerdo, así que continuaron por la galería de la derecha.

Relato

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El calor se hacía insoportable y empezaban a cansarse. El camino se fue estrechando hasta que repentinamente llegaron a un inesperado muro, imposible de atravesar.

¡Pedro, aquí hay otra placa! Luis encontró un bloque de cemento en la pared en el que estaba escrito:

“Contra grandes gigantes creyó luchar y a todos la batalla supo ganar”. Luis se dejó caer apoyando su espalda contra la pared.

La historia de Don Quijote dice que luchó contra molinos de viento a los que creía gigantes, pero yo no veo ningún molino.

Anda, sigamos buscando entre las piedras de esta pared, a lo mejor encontramos algo- dijo Pedro sin perder la esperanza

No, yo no puedo ni con mi alma- dijo Luis dando un puñetazo al bloque de piedra.

Ante sus ojos el tremendo bloque se desplazó y cayó al suelo transformándose en pequeños trozos de piedra con forma de letras que al ordenarlas aparecía la palabra MOLINOS. Ambos buscaron en el muro el lugar donde encajar los trozos de piedra. Pedro examinó la pared hasta encontrar pequeñas hendiduras en lo alto del muro.

Estupendo, ¿y ahora cómo vamos a llegar allí arriba?- se quejó Luis.Los dos sabían que la solución estaba en encaramarse el uno al otro. Así que Pedro

se ofreció para alzar a su hermano.

Poco a poco, piedra a piedra y letra a letra consiguieron formar la palabra

que la misteriosa placa les pedía adivinar. Entonces se abrió un agujero que

daba a otro pasillo.

El calor se hacía insoportable y empezaban a cansarse. El camino se fue estrechando

Relato

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Poco a poco, piedra a piedra y letra a letra consiguieron formar la palabra que la misteriosa placa les pedía adivinar. Entonces se abrió un agujero que daba a otro pasillo. Atravesaron la galería repleta de lápidas a ambos lados, Pedro leía curiosa-mente cada uno de los nombres escritos en las piedras. Ninguna con el nombre de Cervantes. Al fondo les esperaba una estrecha escalera que salía al exterior, justo delante de la entrada de la iglesia.

Llegaron justo cuando terminaba la misa y se reunieron con sus padres que les preguntaron si querían ir una excavación arqueológica muy chula, con muchas grutas y galerías.

¡Nooo! – gritaron los dos.

Pedro José Gil Gefaell5º Primaria B

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Relato

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EL QUIJOTE EN EL SIGLO XXI

En un lugar de Madrid, de cuyo nombre no quiero acordarme, vivía Don Quijote, un viejo policía, que aunque ya estaba jubilado, seguía obsesionado con su trabajo. Como ya no tenía nada que hacer, se pasaba día y noche viendo todo tipo de series y películas policíacas. Llegó a tal extremo que ya no sabía qué ver, pues se había visto todas. De pronto se le ocurrió ir a investigar por Madrid a ver si podía descubrir algo acerca de aquellas bandas urbanas de góticos y punkis que le inquietaban tanto, pues siempre había pensado que no tramaban nada bueno, que eran causantes de las catástrofes que tan a menudo ocurrían. Así pues, se puso un traje, se hizo una maleta con todo lo imprescindible para su viaje y bajó corriendo a avisar a su fi el amigo Sancho Panza, el portero, que siempre vestía con sudaderas anchas, unos pantalones vaqueros y unas deportivas.

En cuanto éste le dio la noticia, Sancho dejó la fregona con la que, sin mucho entusiasmo, estaba limpiando los rellanos. Se dirigió a su piso, metió en una mochila ropa limpia y algo de dinero, y sin más demora se dirigió donde se encontraba Don Quijote. Con mucho entusiasmo dijo:

- ¡Salgamos de aquí cuanto antes!-Pues Sancho ya no aguantaba más ese trabajo tan aburrido y con el cual cobraba

tan poco.Al salir por la puerta comenzaron a andar sin rumbo por callejuelas y callejones.

- ¡Salgamos de aquí cuanto antes!-Pues Sancho ya no aguantaba más ese trabajo tan aburrido y con el cual cobraba

tan poco.Al salir por la puerta comenzaron a andar sin rumbo por callejuelas y callejones.

Categoría: C (ESO)

En cuanto éste le dio la

noticia, Sancho dejó la

fregona con la que, sin

mucho entusiasmo, estaba

limpiando los rellanos.

Relato

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Anduvieron y anduvieron pero no encontraron nada. Ya era tarde, así que se dispu-sieron a buscar un sitio donde alojarse cuando de repente, unas risas estridentes le llamaron la atención.

-Góticos –dijo Don Quijote y salió corriendo hasta dónde se habían producido las risas. Sancho le siguió desconcertado.

Llegaron al lugar de donde provenía todo aquel jaleo, y efectivamente había un grupo de jóvenes vestidos de negro, con collares y pulseras de pinchos y peinados singulares. Don Quijote y Sancho les siguieron y acabaron en un lugar sumamente raro para Don Quijote. Era un lugar oscuro, de paredes rojas y muchos dibujos colgados de éstas. De repente oyeron un grito que provenía de una de las habita-ciones de aquel extraño lugar. Don Quijote se sobresaltó y fue corriendo para ver que sucedía. Al entrar vio a un hombre tumbado sobre una camilla y a otro con un aparato electrónico que tenía una aguja al fi nal. Don Quijote intentó detenerle, pues pensaba que le estaban torturando, cuando en realidad le estaban haciendo un simple tatuaje. El hombre, robusto, con los brazos tatuados y con un aspecto un tanto sucio, le pegó un puñetazo y le sacó arrastras de aquel lugar.

-¡Malditos psicópatas! Deberíamos de informar de inmediato a la policía antes de que torturen a más. –Dijo Don Quijote mientras se limpiaba la sangre del labio.

-¡Malditos psicópatas! Deberíamos de informar de inmediato a la policía

antes de que torturen a más. –Dijo Don Quijote mientras se limpiaba la

sangre del labio.

Relato

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Sancho le intentó explicar que aquello era un simple local donde se hacían tatuajes y no una sala de tortura, pero Don Quijote no le escuchaba.

-Debería ir a que le vieran ese labio –Dijo Sancho viendo que el labio de Don Quijote estaba exageradamente hinchado y sangrando, pues se lo habían roto.

Se dirigieron al hospital más cercano. Una vez allí, tras un buen rato en la sala de espera, le sentaron en una camilla y el doctor le dio una bolsa con hielo para que se le bajase la hinchazón. De repente la expresión de dolor de Don Quijote pasó a una expresión de horror pues se había fi jado en que el medico tenía un tatuaje en la muñeca izquierda. Éste se levantó y se fue de la sala gritando:

- ¡Corre Sancho! Nos han tendido una trampa, tiene una marca como los que vimos en aquel lugar tan espantoso.

Una vez fuera, Sancho le pidió que se calmara, que sólo era un simple tatuaje, pero Don Quijote se ofendió diciéndole que cómo podía ser tan ingenuo.

-Había cámaras en el hospital Sancho, ahora sabrán quienes somos y que hemos descubierto sus intenciones. Habrá que estar en extrema precaución en todo momento, cualquier cosa que veas fuera de lo normal no dudes en decirla. Sancho soltó una carcajada y le volvió a explicar que aquella marca era un tatuaje, que lo llevaba mucha gente. Pero Don Quijote se molestó por aquella respuesta.

-Creo que se está obsesionando demasiado. –Dijo Sancho.-Supongo que tienes razón, volvamos a casa. - Y los dos regresaron a casa.Una vez en su piso Don Quijote no pudo parar de pensar en lo que había visto.

Luz de Lossada3º ESO

Relato

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Categoría: E (Familiar)

DON QUIDAI DE LA GALAXIA

CAPÍTULO 1: QUE TRATA DE LA CONDICIÓN Y EJERCICIO DEL FAMOSO CABALLERO D. QUIDAI DE LA GALAXIA

En un lugar de la galaxia, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo vivía un caballero de los de encapuchada capa, de luz el sable, protector escudo e iluminada fortaleza.

Es, pues, de saber, que los ratos que estaba ocioso (que eran los más del año) se daba a leer libros de batallas espaciales con tanta afi ción y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de estudiar, y aún el buen hacer de mantener su habitación ordenada; y llegó a tanto su curiosidad y desatino en esto, que vendió muchas de sus posesiones para comprar libros y películas de aventuras espaciales y réplicas de naves y armas. Y de este modo llenó su casa con todos cuantos pudo haber de ellos y de todos ninguno le parecían tan bien como los creados por el Sr. Lucas porque aquellos mundos por él recreados, le parecían el mejor paraíso donde vivir y ejercer como guardián de la paz del universo.

Con estas y semejantes razones perdía el pobre el juicio con tanto libro y accesorio digital y analógico, y con tanta película en dos, tres y hasta cuatro dimen-siones, siendo ésta la de su propia representación de las escenas luchando contra el lado de las sombras. Y así, del poco dormir y el mucho soñar despierto, se le secó el cerebro y llenósele de fantasía, de batallas intergalácticas y naves estelares.

Relato

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Y asentósele de tal modo en la imaginación que para él no había otra historia más cierta en el mundo.

En efecto, rematado ya su juicio, vino a dar el más extraño pensamiento, así para el aumento de su honra, hacerse guerrero para el servir en el lado de la luz abrazando la Fuerza, e irse con su espada de luz y su armadura a buscar aventuras y a ejerci-tarse en todo aquello que él había leído y visto.

Con estos agradables pensamientos, preparó un sable de luz con una vetusta linterna y plásticos de viejos fl uorescentes que pintó en azul, haciendo así apariencia de una auténtica arma de luz. Y probándola en la oscuridad de su cuarto, quedó satisfecho con su apariencia y precisión de movimiento. Recogió con una cortina que luengo siglos colgaba en un rincón del desván, limpióla y aderezóla lo mejor que pudo en una capa encapuchada.

Limpias, pues, sus armas, se dio a entender que no le faltaba otra cosa, sino buscar una dama de quien enamorarse. Y fue que había una moza de buen parecer, y de quien él un tiempo anduvo enamorado, aunque ella jamás lo supo ni se dió cata de ello. Llamábase Leticia Liaño, y buscándole un nombre que se encaminase al de princesa y gran señora, vino a llamarla Princesa Leila.

Y fue que había una moza de buen parecer, y de quien él un tiempo anduvo

enamorado, aunque ella jamás lo supo ni se dió cata de ello. Llamábase

Leticia Liaño, y buscándole un nombre que se encaminase al de princesa y

gran señora, vino a llamarla Princesa Leila.

Relato

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En este tiempo solicitó Don Quidai a un compañero de estudios, muchacho de bien, pero de poca sal en la mollera que le acompañara en sus andanzas siderales. Decíale entre otras cosas que tal vez le podía suceder aventura en que ganase algún planeta, y le dejase a él por gobernador. En resolución, tanto le persuadió y prometió, que Sánchez Peláez (que así se llamaba el muchacho) se determinó de salir con él y servirle de aprendiz.

CAPÍTULO 2: DEL BUEN SUCESO QUE EL VALEROSO DON QUIDAI TUVO EN LA ESPANTABLE Y JAMÁS IMAGINADA AVENTURA DE LOS TITIRITEROS Y OTROS SUCESOS DIGNOS DE FELICE RECORDACIÓN

Acertó Don Quidai a tomar el mismo camino que el que tomaba a diario para ir a sus lecciones, por el cual caminaba no obstante con menos pesadumbre que la acostumbrada.

En esto descubrieron un desfi le que circulaba portando grandes marionetas y globos sujetos con palos e hilos por treinta o cuarenta jóvenes vistiendo negros ropajes, y así como Don Quidai los vió, dijo a su aprendiz: la ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sánchez, donde se descubren treinta o poco más desaforados seguidores del lado de las sombras con quien pienso hacer batalla, y quitarles a todos las vidas, que esta es buena guerra, y es gran servicio quitar tan mala simiente de sobre la faz del universo.

¿Qué seguidores de las sombras? - dijo Sánchez Peláez. Respondióle Don Quidai:

Relato

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Aquellos que allí ves, de las espadas de luz que mantienen seres fl otando con la fuerza de sus luces oscuras. Mire vuestra merced, - respondió Sánchez, - que aquellos que allí se parecen no son seguidores de las sombras, sino titiriteros, y lo que en ellos parecen armas de luz son los palos, que mantenidos en alto, sujetan

las marionetas del espectáculo que están repre-sentando para beneplácito de niños y viandantes. Bien parece, respondió Don Quidai, que no estás cursado en esto de los lados de la Fuerza; ellos son guerreros de la orden de Sim, y si tienes miedo quítate de ahí, que yo voy a entrar con ellos en fi era y desigual batalla. Y diciendo esto, dio aire a su capa, sin atender a las voces de Sánchez, advirtiéndole que sin duda alguna eran titiriteros, y no guerreros de las sombras aquellos que iba a acometer. Pero él iba tan puesto que ni oía las

voces, ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran; antes iba diciendo en voces altas: ¡non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero Quidai es el que os acomete! Levantóse en esto un poco de viento y las marionetas comen-zaron a moverse. Y dijo: Pues aunque aumentéis la luz de vuestras espadas, ¡me lo habéis de pagar! Y encomendándose de todo corazón a su Princesa Leila, pidiéndole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de su capa, con su palo azul en ristre, arremetió, y embistió contra el palo que sujetaba uno de los globos que portaba un titiritero; y dándole un golpe con su arma azul, hizo el palo pedazos, llevándose el viento el globo por los aires, mientras Don Quidai cayó rodando muy maltrecho un titiritero; y dándole un golpe con su arma azul, hizo el palo pedazos, llevándose el viento el globo por los aires, mientras Don Quidai cayó rodando muy maltrecho

Bien parece, respondió Don

Quidai, que no estás cursado en

esto de los lados de la Fuerza;

ellos son guerreros de la orden

de Sim, y si tienes miedo quítate

de ahí, que yo voy a entrar con

ellos en fi era y desigual batalla.

Relato

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por el asfalto. Acudió Sánchez Peláez a socorrerle a todo el correr, y cuando llegó, halló que no se podía menear, tal fue el golpe contra la acera. ¡Válgame el cielo! - dijo Sánchez; ¿no le dije yo a vuestra merced que mirase bien lo que hacía, que no eran sino titiriteros? Calla, amigo Sánchez, - respondió Don Quidai- que las cosas de la guerra, más que otras, están sujetas a continua mudanza. Y ayudándole a levantar, siguieron camino, porque decía Don Quidai que no era posible dejar de hallarse muchas y diversas aventuras.

Pero está el daño de todo esto, que en este punto y término deja el autor de esta historia esta batalla, disculpándose que no halló más escrito de estas hazañas de Don Quidai, de las que deja referidas.

María Jesús Cuesta López

por el asfalto. Acudió Sánchez Peláez a socorrerle a todo el correr, y cuando llegó, halló que no se podía menear, tal fue el golpe contra la acera. ¡Válgame el cielo! - dijo Sánchez; ¿no le dije yo a vuestra merced que mirase bien lo que hacía, que no eran sino titiriteros? Calla, amigo Sánchez, - respondió Don Quidai- que las cosas de