verbum vobiscum: visita de las siete casas

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1 Guía para hacer la visita al Santísimo Sacramento en Familia, el Jueves Santo Después de la Misa vespertina, del Jueves Santo, se acostumbra hacer un monumento pa- ra resaltar el regalo de la Eucaristía y exponerlo en el Sagrario para la adoración de los fieles. Esta costumbre popular consiste en visitar siete templos donde esté el Santísimo Sacra- mento reservado para dar la comunión el Viernes Santo. La Iglesia pide dedicar un momento de adora- ción y de agradecimiento a Jesús, un acompa- ñar a Jesús en la oración del huerto. Es por esta razón que las Iglesias preparan sus monumen- tos. Este es un día solemne. En la visita de las siete iglesias o siete tem- plos, se acostumbra llevar a cabo una breve oración en la que se dan gracias al Señor por todo su amor al quedarse con nosotros. Esto se hace en siete templos diferentes y simboliza el ir y venir de Jesús en la noche de la traición. Esta costumbre tiene como los demás ele- mentos de nuestro catolicismo popular, grandes valores cristianos y humanos que hay que saber conservar y profundizar. Además de crear un ambiente de meditación en la entrega de Jesús por nosotros (entrega en la Eucaristía y en su Pasión), ayuda a que las familias o los grupos de amigos se unan en una especie de peregrinación y de recuerdo de Jesús, que fue llevado de un lado a otro en su pasión. Generalmente se realiza yendo a visitar siete templos cercanos; recordando en cada templo el camino de la Pasión de Jesucristo frente al Ta- bernáculo. En cada visita se hace una oración comunitaria y luego se deja un tiempo a la ora- ción personal.

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Subsidio para la Visita de las Siete Casas el Jueves Santo, preparado por el Pbro. Francisco F. Gavidia Arteaga.

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Page 1: Verbum Vobiscum: Visita de las Siete Casas

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Guía para hacer la visita al Santísimo Sacramento en Familia, el Jueves Santo

Después de la Misa vespertina, del Jueves Santo, se acostumbra hacer un monumento pa-ra resaltar el regalo de la Eucaristía y exponerlo en el Sagrario para la adoración de los fieles. Esta costumbre popular consiste en visitar siete templos donde esté el Santísimo Sacra-mento reservado para dar la comunión el Viernes Santo. La Iglesia pide dedicar un momento de adora-ción y de agradecimiento a Jesús, un acompa-ñar a Jesús en la oración del huerto. Es por esta razón que las Iglesias preparan sus monumen-tos. Este es un día solemne. En la visita de las siete iglesias o siete tem-plos, se acostumbra llevar a cabo una breve oración en la que se dan gracias al Señor por todo su amor al quedarse con nosotros. Esto se hace en siete templos diferentes y simboliza el ir y venir de Jesús en la noche de la traición. Esta costumbre tiene como los demás ele-mentos de nuestro catolicismo popular, grandes valores cristianos y humanos que hay que saber conservar y profundizar.

Además de crear un ambiente de meditación en la entrega de Jesús por nosotros (entrega en la Eucaristía y en su Pasión), ayuda a que las familias o los grupos de amigos se unan en una especie de peregrinación y de recuerdo de Jesús, que fue llevado de un lado a otro en su pasión. Generalmente se realiza yendo a visitar siete templos cercanos; recordando en cada templo el camino de la Pasión de Jesucristo frente al Ta-bernáculo. En cada visita se hace una oración comunitaria y luego se deja un tiempo a la ora-ción personal.

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Primera Visita: “Institución de la Eucaristía”

El que preside: Alabemos y demos gracias en cada instante y momento. Todos: Al Santísimo y Divinísimo Sacramento. Lector 1: Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: «Tomad, comed, éste es mi cuerpo.» Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: «Bebed de ella todos, porque ésta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados." ...Y he aquí que yo estoy con voso-tros todos los días hasta el fin del mundo (Mt. 26, 26-28. 28, 20) Lector 2: « El Señor Jesús, la noche en que fue entre-gado » (1 Co 11, 23), instituyó el Sacrificio eucarístico de su cuerpo y de su sangre. En ella está inscrito de forma indeleble el acontecimiento de la pasión y muer-te del Señor. La Iglesia ha recibido la Eucaristía de Cristo, su Señor, … Cuando la Iglesia celebra la Euca-ristía, memorial de la muerte y resurrección de su Se-ñor, se hace realmente presente este acontecimiento central de salvación y « se realiza la obra de nuestra redención ».¿Qué más podía hacer Jesús por noso-tros? Verdaderamente, en la Eucaristía nos muestra un amor que llega « hasta el extremo » (Jn 13, 1), un amor que no conoce medida. (EE. 11) El que preside: Oremos: Oh Dios, que nos has dejado el memorial de tu Pasión en este admirable Sacramen-to; concédenos que de tal modo veneremos los sagra-dos misterios de tu cuerpo y de tu sangre, que experi-mentemos continuamente en nosotros el fruto de tu redención. Que vives y reinas por los siglos de los si-glos. Amén

Tercera Visita: “Eucaristía, Pan de vida”

El que preside: Alabemos y demos gracias en cada instante y momento. Todos: Al Santísimo y Divinísimo Sacramento.

Lector 1: Les dijo Jesús: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed. Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo.» (Jn. 6, 35. 51)

Lector 2: La Pascua de Cristo incluye, con la pasión y muerte, también su resurrección. Es lo que recuerda la aclamación del pueblo después de la consagración: « Proclamamos tu resurrección ». Efectivamente, el sacrificio eucarístico no sólo hace presente el misterio de la pasión y muerte del Salvador, sino también el misterio de la resurrección, que corona su sacrificio. En cuanto viviente y resucitado, Cristo se hace en la Eucaristía « pan de vida » (Jn 6, 35.48), « pan vivo » (Jn 6, 51). San Ambrosio lo recordaba a los neófitos, como una aplicación del acontecimiento de la resurrección a su vida: « Si hoy Cristo está en ti, Él resucita para ti cada día ». (EE. 14)

El que preside: Oremos: Oh Dios, que nos has dejado el memorial de tu Pasión en este admirable Sacramento; concédenos que de tal modo veneremos los sagrados misterios de tu cuerpo y de tu sangre, que experimentemos continuamente en nosotros el fruto de tu redención. Que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén

Segunda Visita: “Eucaristía , Sacrificio de Cristo”

El que preside: Alabemos y demos gracias en cada instante y momento. Todos: Al Santísimo y Divinísimo Sacramento. Lector 1: Tomó luego pan, y, dadas las gracias, lo par-tió y se lo dio diciendo: Este es mi cuerpo que es entre-gado por vosotros; haced esto en recuerdo mío.» De igual modo, después de cenar, la copa, diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre, que es derra-mada por vosotros. (Lc 22, 19-20).

Lector 2: ¿Este aspecto de caridad universal del Sacra-mento eucarístico se funda en las palabras mismas del Salvador. No afirmó solamente que lo que les daba de comer y beber era su cuerpo y su sangre, sino que ma-nifestó su valor sacrificial, haciendo presente de modo sacramental su sacrificio, que cumpliría después en la cruz algunas horas más tarde, para la salvación de to-dos. « La misa es, a la vez e inseparablemente, el me-morial sacrificial en que se perpetúa el sacrificio de la cruz, y el banquete sagrado de la comunión en el Cuer-po y la Sangre del Señor ». La Iglesia vive continua-mente del sacrificio redentor, y accede a él no solamen-te a través de un recuerdo lleno de fe, sino también en un contacto actual, puesto que este sacrificio se hace presente, perpetuándose sacramentalmente en cada comunidad que lo ofrece por manos del ministro consa-grado. (EE. 12)

El que preside: Oremos: Oh Dios, que nos has dejado el memorial de tu Pasión en este admirable Sacramen-to; concédenos que de tal modo veneremos los sagra-dos misterios de tu cuerpo y de tu sangre, que experi-mentemos continuamente en nosotros el fruto de tu re-dención. Que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén

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Quinta Visita: “Eucaristía, fuente del impulso misionero”

El que preside: Alabemos y demos gracias en cada instante y momento. Todos: Al Santísimo y Divinísimo Sacramento. Lector 1: Mientras estaban hablando de todo esto, Jesús estuvo en medio de ellos y les dijo: «Paz a ustedes. Quedaron atónitos y asustados, pen-sando que veían algún espíritu, pero él les dijo: «¿Por qué se desconcier-tan? ¿Cómo se les ocurre pensar eso? Miren mis manos y mis pies: soy yo. Tóquenme y fíjense bien que un espíritu no tiene carne ni huesos como ustedes ven que yo tengo.» Y dicho esto les mostró las manos y los pies). Y como no acababan de creerlo por su gran alegría y seguían maravillados, les dijo: «¿Tienen aquí algo que comer?» Ellos, entonces, le ofrecieron un pedazo de pescado asado; lo tomó y lo comió delante ellos. Jesús les dijo: «Todo esto se lo había dicho cuando estaba todavía con us-tedes; tenía que cumplirse todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos referente a mí.» Enton-ces les abrió la mente para que entendieran las Escrituras. Les dijo: «Todo esto estaba escrito: los padecimientos del Mesías y su resurrección de entre los muertos al tercer día. Luego debe proclamarse en su nombre el arrepentimiento y el perdón de los pecados, comenzando por Jerusalén, y yendo después a todas las naciones, invitándolas a que se conviertan. Ustedes son testi-gos de todo esto. (Lc. 24 36-48) Lector 2: . La Eucaristía es el lugar privilegiado del encuentro del discípulo con Jesucristo. Con este Sacramento Jesús nos atrae hacia sí y nos hace entrar en su dinamismo hacia Dios y hacia el prójimo. Hay un estrecho vínculo entre las tres dimensiones de la vocación cristiana: creer, celebrar y vivir el misterio de Jesucristo, de tal modo, que la existencia cristiana adquiera verdaderamente una forma eucarística. En cada Eucaristía los cristianos celebran y asumen el misterio pascual, participando en él. Por tanto, los fieles deben vivir su fe en la centralidad del misterio pascual de Cristo a través de la Eucaristía, de modo que toda su vida sea cada vez más vida eucarística. La Eucaristía, fuente inagotable de la vocación cristiana es, al mismo tiempo, fuente inextinguible del impulso misionero. Allí el Espíritu Santo fortalece la identidad del discípulo y despierta en él la decidida voluntad de anunciar con audacia a los demás lo que ha escuchado y vivido. (D. A. 251) El que preside: Oremos: Oh Dios, que nos has dejado el memo-rial de tu Pasión en este admirable Sacramento; concédenos que de tal modo veneremos los sagrados misterios de tu cuerpo y de tu sangre, que experimentemos continuamente en nosotros el fruto de tu redención. Que vives y reinas por los siglos de los si-glos. Amén

Cuarta Visita: La Eucaristía principio y proyecto de «misión»

El que preside: Alabemos y demos gracias en cada instante y momento. Todos: Al Santísimo y Divinísimo Sacra-mento. Lector 1: Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le insistieron: «Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba». Él entró y se quedó con ellos. Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio. En-tonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desapareci-do de su vista. Y se decían: «¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos habla-ba en el camino y nos explicaba las Escritu-ras?». En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los Once y a los demás que estaban con ellos, y estos les dijeron: «Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón!». Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el ca-mino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. (Lc 24,28-35) Lector 2: Cuando se ha tenido verdadera experiencia del Resucitado, alimentándose de su cuerpo y de su sangre, no se puede guardar la alegría sólo para uno mismo. El encuentro con Cristo, profundizado conti-nuamente en la intimidad eucarística, susci-ta en la Iglesia y en cada cristiano la exi-gencia de evangelizar y dar testimonio. El Apóstol relaciona íntimamente el banquete y el anuncio: entrar en comunión con Cristo en el memorial de la Pascua significa expe-rimentar al mismo tiempo el deber de ser misioneros del acontecimiento actualizado en el rito. (MND. 24)

El que preside: Oremos: Oh Dios, que nos has deja-do el memorial de tu Pasión en este admirable Sacra-mento; concédenos que de tal modo veneremos los sa-grados misterios de tu cuer-po y de tu sangre, que ex-perimentemos continuamente en nosotros el fruto de tu redención. Que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén

Page 4: Verbum Vobiscum: Visita de las Siete Casas

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PUBLICACION GRATUITA

Realización Pbro. Francisco F. Gavidia Arteaga . Textos tomados: - (EE) CARTA ENCÍCLICA ECCLESIA DE EUCHA-RISTIA DEL SUMO PONTÍFICE JUAN PABLO II 17 de abril 2003 - (MND) CARTA APOSTÓLICAMANE NOBISCUM DOMINE DEL SUMO PONTÍFICEJUAN PABLO II 7 de octubre, del año 2004. - (DA) DOCUMENTO DE APARECIDA. 13-31 de mayo de 2007

Séptima Visita: “María, mujer Eucarística” El que preside: Alabemos y demos gracias en cada instan-te y momento. Todos: Al Santísimo y Divinísimo Sacramento.

Lector 1: Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús,.... (Hch. 1, 14) Lector 2: Puesto que la Eucaristía es misterio de fe, que supera de tal manera nuestro entendimiento que nos obliga al más puro abandono a la palabra de Dios, nadie como María puede ser apoyo y guía en una actitud como ésta. Repetir el gesto de Cristo en la Última Cena, en cumplimiento de su mandato: « ¡Haced esto en conme-moración mía! », se convierte al mismo tiempo en acep-tación de la invitación de María a obedecerle sin titube-os: « Haced lo que él os diga » (Jn 2, 5). Con la solicitud materna que muestra en las bodas de Caná, María pare-ce decirnos: « no dudéis, fiaros de la Palabra de mi Hijo. Él, que fue capaz de transformar el agua en vino, es igualmente capaz de hacer del pan y del vino su cuerpo y su sangre, entregando a los creyentes en este misterio la memoria viva de su Pascua, para hacerse así “pan de vida” ». (EE. 54) El que preside: Oremos: Oh Dios, que nos has dejado el memorial de tu Pasión en este admirable Sacramento; concédenos que de tal modo veneremos los sagrados misterios de tu cuerpo y de tu sangre, que experimente-mos continuamente en nosotros el fruto de tu redención. Que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén

Sexta Visita: “Eucaristía, al servicio de los pobres”

El que preside: Alabemos y demos gracias en cada instante y momento. Todos: Al Santísimo y Divinísimo Sacramento. Lector 1: Sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que él había venido de Dios y volvía a Dios, se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y em-pezó a lavar los pies a los discípulos y a secárse-los con la toalla que tenía en la cintura. (Jn. 13, 3 - 5) Lector 2: . Por qué, pues, no hacer de este Año (Año de la fe y de la Pastoral Social) un tiempo en que las comunidades diocesanas y parroquiales se comprometan especialmente a afrontar con generosidad fraterna alguna de las múltiples po-brezas de nuestro mundo? Pienso en el drama del hambre que atormenta a cientos de millones de seres humanos, en las enfermedades que flagelan a los Países en desarrollo, en la soledad de los ancianos, la desazón de los desempleados, el trasiego de los emigrantes. No podemos hacernos ilusiones: por el amor mutuo y, en particular, por la atención a los necesitados se nos reconocerá co-mo verdaderos discípulos de Cristo (cf. Jn 13,35; Mt 25,31-46). En base a este criterio se compro-bará la autenticidad de nuestras celebraciones eucarísticas. (MND. 28) El que preside: Oremos: Oh Dios, que nos has dejado el memorial de tu Pasión en este admirable Sacramento; concédenos que de tal modo venere-mos los sagrados misterios de tu cuerpo y de tu sangre, que experimentemos continuamente en nosotros el fruto de tu redención. Que vives y rein-as por los siglos de los siglos. Amén

(En la séptima visita Rezamos el padrenuestro y el Credo, añadiendo una jaculatoria a Jesús sacramentado por ejemplo, "Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del altar"). Jaculatoria a Jesús sacramentado Alma de Cristo, santifícame Cuerpo de Cristo, sálvame Sangre de Cristo, embriágame Agua del costado de Cristo, lávame Pasión de Cristo, confórtame ¡Oh mi buen Jesús!, óyeme Dentro de tus llagas, escóndeme No permitas, que me aparte de Ti Del maligno enemigo, defiéndeme En la hora de mi muerte, llámame

Y mándame ir a Ti Para que con tus Santos te alabe Por los siglos de los siglos. Amén