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Actas XIV Congreso AIH (Vol. II). Michele GUILLEMONT. Verbo humano y castigos divinos en a... - Verbo humano y castigos divinos en algunos exempla del siglo XVI: ¿una «oralidad» acorde con la ética contemporánea de la palabra? Michele Guillemont C.R.E.S.-L.E.C.E.M.O (PARIS III) A LO LARGO DEL SIGLO XVI, la concepción de la palabra, de sus usos legítimos e ilegítimos, moldeada por la tradición teológica, jurídica y moralista de la Edad Media 1 , evoluciona en función de las perspectivas religiosas, políticas e ideológicas que le ofrece la sociedad contemporánea, dentro de un contexto fuertemente marcado por las normas impuestas por la Contrarreforma y controlado por la Inquisición 2 . Pero la emergencia de esa conciencia nueva sobre el «huero> o «mal» decir-que va alejándose de las clasificaciones medievales de los «pecados de la lengua» 3 -se da en una época de exacerbación de los miedos hacia las violencias verbales y sus consecuencias. Expresiones narrativas, orales y escritas, como los exempla, reflejan dichas inquietudes. Algunos autores contemporáneos las explotan, otros las recogen, aunque intentan superarlas en su exploración del género nuevo de la novela. «Castigos divinos» 1 Acerca del gran momento de reflexión sistemática sobre el uso de la palabra y los intentos de evaluación y de clasificación que fueron los siglos XII y XIII, el trabajo de referencia es el de las historiadoras Carla Casagrande y Silvana Vecchio, Les péchés de la langue, (trad. francesa) Paris: Les Éditions du Cerf, 1991. 2 Véase en particular el Tratado de alabam;a y murmuración ... de Martín de Azpilcueta, publicado en Coimbra en 1543, reimpreso cuatro veces antes de ser corregido y «aumentad0» por su autor en una versión publicada por Adrián Ghemart en Valladolid en 1572. 3 La expresión «pecados de la lengua» o «de palabras» era poco frecuente en aquel entonces. La encontramos en Martín de Azpilcueta, Manual de confessores y penitentes .. ., [Medina del Campo, 1554] Salamanca: en casa de Andrea de Portonariis, 1556, p. 306: «[ ... ] por este mandamiento [el octavo] principalmente se veda en daño del próximo, que se haze, por dar falso testimonio judicial, o dejar de dar lo verdadero. Y por una consequencia, se vedan todos los pecados de palabras, o señales, en juyzio o fuera dél, que se parten en los de mentiras, de quebrantamientos de pactos, injurias, susurración, escarnio, maldición, detración, revelación de secretos, taciturnidad, y aun de blasphemia [ ... ]».También aparece en el título de la obra que el dominico Luis de Torres dedica a las transgresiones verbales: Veintiquatro discursos sobre los pecados de la lengua, cómo se distinguen, y de la grauedad de cada vno dellos, Burgos: Philippe de !unta, 1590. .. 1- Centro Virtual Cervantes

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Actas XIV Congreso AIH (Vol. II). Michele GUILLEMONT. Verbo humano y castigos divinos en a...-

Verbo humano y castigos divinos en algunos exempla del siglo XVI:

¿una «oralidad» acorde con la ética contemporánea de la palabra?

Michele Guillemont C.R.E.S.-L.E.C.E.M.O (PARIS III)

A LO LARGO DEL SIGLO XVI, la concepción de la palabra, de sus usos legítimos e ilegítimos, moldeada por la tradición teológica, jurídica y moralista de la Edad Media1

, evoluciona en función de las perspectivas religiosas, políticas e ideológicas que le ofrece la sociedad contemporánea, dentro de un contexto fuertemente marcado por las normas impuestas por la Contrarreforma y controlado por la Inquisición2

. Pero la emergencia de esa conciencia nueva sobre el «huero> o «mal» decir-que va alejándose de las clasificaciones medievales de los «pecados de la lengua»3 -se da en una época de exacerbación de los miedos hacia las violencias verbales y sus consecuencias. Expresiones narrativas, orales y escritas, como los exempla, reflejan dichas inquietudes. Algunos autores contemporáneos las explotan, otros las recogen, aunque intentan superarlas en su exploración del género nuevo de la novela.

«Castigos divinos»

1 Acerca del gran momento de reflexión sistemática sobre el uso de la palabra y los intentos de evaluación y de clasificación que fueron los siglos XII y XIII, el trabajo de referencia es el de las historiadoras Carla Casagrande y Silvana Vecchio, Les péchés de la langue, (trad. francesa) Paris: Les Éditions du Cerf, 1991.

2 Véase en particular el Tratado de alabam;a y murmuración ... de Martín de Azpilcueta, publicado en Coimbra en 1543, reimpreso cuatro veces antes de ser corregido y «aumentad0» por su autor en una versión publicada por Adrián Ghemart en Valladolid en 1572.

3 La expresión «pecados de la lengua» o «de palabras» era poco frecuente en aquel entonces. La encontramos en Martín de Azpilcueta, Manual de confessores y penitentes .. ., [Medina del Campo, 1554] Salamanca: en casa de Andrea de Portonariis, 1556, p. 306: «[ ... ] por este mandamiento [el octavo] principalmente se veda en daño del próximo, que se haze, por dar falso testimonio judicial, o dejar de dar lo verdadero. Y por una consequencia, se vedan todos los pecados de palabras, o señales, en juyzio o fuera dél, que se parten en los de mentiras, de quebrantamientos de pactos, injurias, susurración, escarnio, maldición, detración, revelación de secretos, taciturnidad, y aun de blasphemia [ ... ]».También aparece en el título de la obra que el dominico Luis de Torres dedica a las transgresiones verbales: Veintiquatro discursos sobre los pecados de la lengua, cómo se distinguen, y de la grauedad de cada vno dellos, Burgos: Philippe de !unta, 1590.

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Entre los documentos de la época que atestiguarían un «aumento de la blasfemia», presentada como «enfermedad pestilencial»4

, elegimos un libro dirigido a los miembros de la «Cofradía de los Iuramentos», escrito por un dominico, fray Diego de Ojea. Su tamaño de breviario, de fácil uso, muestra su función utilitaria. Es heterogéneo: recopila los estatutos necesarios al buen desarrollo de las actividades de los cofrades, las numerosas indulgencias y bulas dadas por los Papas para llevar a bien la «contaduría del más allá»5 a la hora de corregir el abuso del jurar y del blasfemar y, por fin, una serie de exempla6.

Estos exempla, de amplia difusión, son conocidos7• La originalidad de Ojea en esta

4 A modo de ejemplo, citemos a fray Felipe de Meneses que, en 1553, advertía el peligro que amenazaba los reinos españoles: «[ ... ] En los tiempos passados hasta estos nuestros miserables, de veynte, o treynta años a esta parte, esta mala costumbre del jurar y perjurar tocaua a vno, o a otro; y en las bocas déstos no era tan frequente; aora ya se a hecho este mal de enfermedad pestilencia!, y tan cruel que hinche las calles de muertos, y merma las casas, y puebla los cimenterios [ ... ]» en: Tratado de Juramentos .. ., editado bajo el título Regla de la Sancta Cofradía del Sagrado nombre de Dios contra la dañada costumbre de jurar con un tratado y declaración della el quellos [sic] curar y qua/quier otro la pueden predicar (Medina del Campo: Guillermo de Millis, 1553) y publicado con la Institución de Fray Domindo de Soto, de la orden de S. Domingo, a loor del nombre de Dios, de cómo se a de euitar el abuso de los juramentos (Amberes: en casa de la viuda y herederos de luan Stelsio, [1550] 1559, edición que consultamos, pp. 289-290. Notemos que hubo siete reimpresiones de este tratado, lo que atestigua la inquietud de los contemporáneos acerca del «abuso de jurar» .... Por supuesto, cada «censor» empieza realzando la amplitud del «problema» de las transgresiones verbales hasta tal punto que se convierte este balance en un verdadero tópico ...

5 Tomamos prestada la expresión del título de Jacques Chiffoleau, La comptabilité del 'au-dela: les hommes, la mort et la religion dans la région d'Avignon a la fin du Mayen Áge, vers 1320-vers 1480, Rome: École franr;aise de Rome; Paris: diffusion de Broccard, 1980.

6 Fray Diego de Ojea, Institución de la devoción, confradía y milagros del Rosario. Col?fradía contra los juramentos: castigo contra los blasfemos, maldicientes y juradores, Madrid: Querino Gerardo, 1580. Existe una segunda edición de 1585. Hemos consultado la tercera, de 1589, a la que remitimos.

7 Entre las «autoridades», enunciadas sistemáticamente al principio de cada exemplum, se encuentran entre los más nombrados Juan Herolt, Césareo de Heisterbach, Simón Metaphraste, Laurencio Surio, Valerio Máximo, San Agustín, Vincencio Balbacense, etc. En cuanto a la bibliografia actual de los estudios dedicados a los exempla, es propiamente inmensa: se puede consultar «BIBLIEX», en el sitio intemet del «Groupe d'anthropologie historique de l'Occident médiéval, Centre de recherches historiques, CNRS, EHESS, París. Nos limitaremos aquí a citar unos pocos títulos: J. TH. Welter, L 'exemplum dans la littérature religieuse et didactique du Mayen Age, Paris-Toulouse, 1927; Frederic C. Tubach, Index exemplorum. A Handbook of medieval religious tales, Helsinki: Fellow Folklore Communications, 1969; Rhétorique et Histoire. L 'exemplumet le modele de comportement dans le discours anti que et médiéval. Table ronde organisée par l'Ecole Franr;aise de Rome (le 18 mai 1979), Rome: École Franr;aise de Rome, 1979; Claude Bremond, Jacques Le Goff, Jean-Claude Schmitt,L«Exemplum», Typologie des sources du Moyen Áge occidental, Université catholique de Louvain, Turnhout: Breepols, 1982; Jean Berlioz et Marie Anne Polo de Beaulieu, Les exempla médiévaux. Introduction a la recherche suivie des tables critiques de /'Index exemplorum de Fr. C. Tubach, Carcassonne: GARAE/Hésiode, 1991; Les exempla médiévaux: nouvelles perspectives, études réunies et

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recopilación consiste en seleccionar narraciones centradas exclusivamente en los pecados de la lengua y sus terribles consecuencias.

La eficacia8, objetivo definitorio del exemplum, se manifiesta por lo escueto de la

presentación de esas narraciones: «breve instructión de algunos castigos que Dios ha hecho, en personas juradoras, blasphemas y maldizientes, los quales se ponen para que los que lo son, se enmienden escarmentando en cabec,;a agena»9

• La recopilación consta de cincuenta y nueve e.xemp/a---llamados «castigos» 10 --que pueden llevar insertadas dos, tres o hasta cuatro narraciones breves más. El autor comenta poco lo expuesto: confia en los efectos de la mera acumulación11 y de su monotonía, y también, quizás, en el impacto del <<Volumen>> de estas herramientas de la predicación puestas en forma impresa para mayor eficacia en la corrección de los blasfemos.

Si bien se pudo hablar de una «civilización de la blasfemia»12, lo llamativo es que tal

pecado no es el más mentado en el breviario de Ojea13• Un cuidadoso análisis del temario de

las agresiones verbales a Dios o a sus criaturas indica que, en primer lugar, son objeto de la mayor atención, por la manifiesta preocupación que generan, el juramento-acto religioso-y su perversión---el perjurio-luego la maldición--0 invocación del demonio en contra de un tercero-y por fin la blasfemia. Dicho de otro modo: interesan los actos de palabra que fundamentan la organización de la república y de la justicia, que hacen a la autoridad de los

présentées par Jacques Berlioz et Mari e Anne Polo de Beaulieu, Paris: Honoré Champion éditeur, 1998. En este último volumen, véanse los trabajos imprescindibles de Bemard Darbord-«Les exempla espagnols: présentatiom>, pp. 177-189-y de María Jesús Lacarra-«Pour un Thesaurus Exemplorum Hispanicorum. Bilan de la critique au cours de la demiere décennie ( 1985-1995)», pp. 191-213.

8 Jacques Berlioz, «Le récit efficace: l'exemplumau service de la prédication (XIIIe-XVe siecles)», Rhétorique et Histoire ... , pp. 113-146.

9 Fray Diego de Ojea, Institución ... , fol. 100 vº. 1 O¿ Tal designación será reminiscencia del título de los Castigos e documentos del rey don

Sancho de Don Juan Manuel? Dado el carácter esencialmente práctico y propagandístico de la publicación de Ojea, descartamos cualquier intención «literaria». La elección del título «castigo» se debería a su eficacia, al remitir a los pregones de justicia que conocerían los cofrades y la mayoría de los feligreses: «[ ... ] el pregón ordinario de los que castigan por justicia se remata con estas palabras: Para que a éste sea castigo, y a otros escarmiento» (Sebastián de Covarrubias, Tesoro de la Lengua Castellana o Española, p. 317, art. Castigar).

11 Hervé Martín recalca esta fórmula performativa de Jean-Claude Schmitt: «L'écrit accumule. La parole sélectionne», Le métier de prédicateur en France septentrionale a la fin du Mayen Áge (1350-1520), París: Les Éditions du Cerf, 1988, p. 488.

12 Jean Delumeau, La Peur en Occident (X!Ve-XVII!e siecles). Une cité assiégée, Paris: Fayard, 1978. Para una crítica de tal concepto, véase: Jeanne Favret-Saada, «Ruschdie et compagnie. Préalables a une anthropologie du blaspheme», Paro/es d'outrage, Ethnologie Fran~aise, juillet-septembre 1992-3, t. 22, París: Armand Colin, pp. 251-260.

13 Precisamos aquí qué pecados tratan estos exempla y, entre paréntesis, con qué regularidad aparecen en el tratado de Ojea: jurar (3), jurar falso (20), tener la intención de jurar falso (2), quebrantar un juramento (7), exigir un juramento de quien no lo podrá respetar ( 1 ), dar ocasión de jurar (2), jurar y blasfemar ( 4), blasfemar (7), maldecir (17).

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poderes y a los intercambios sociales. La blasfemia, de definición y catalogación cambiantes-o sea de peligrosidad social mayor o menor según la perspectiva teológica, moral y política desde donde se mire---compromete al creyente a solas con su Dios, sin la presencia de un testigo. Esta «subversióm>, la más evidente por su «atrocidad», resulta también la más ambigua por la multiplicidad de sus manifestaciones, dando lugar a todas las manipulaciones, tanto de los «blasfemos» como de los «censores». Sin embargo, el hecho de que la blasfemia sea el tema de pocos exempla no disminuye la eficacia a la que pretende Ojea. En efecto, en el contexto de la España de la segunda mitad del siglo XVI, cualquier falta de respeto hacia la divinidad, juzgada desde la doble perspectiva religiosa y social, resulta de por sí sospechosa de herejía y de subversión política.

La tipología de los personajes de los «Castigos» dibuja un espectro social amplio: desde el «hombre de mala vida» hasta el rey «ejemplar» San Luis; desde el pastor más humilde, el pordiosero, el marinero hasta el príncipe y el emperador, pasando por algún que otro «hombre principal», «buen ciudadano» e incluso los arquetipos del padre y de la madre. Algunas figuras negativas son recurrentes, como la del jugador o la del mercader. La del judío, ambigua por la misma ideología cristiana transmitida por los exempla, puede llegar a desempeñar un papel «positivo», siempre y cuando sirva a la salvación de los cristianos o desemboque en la conversión14

Indudablemente, en estas narraciones, el «acontecimiento» de lo maravilloso15, en un

momento de ambigüedad tal como el sueño, la dolencia o la agonía, abre un tiempo «privilegiado»: permite presenciar el castigo aplicado por Dios-o por el diablo-, a veces por la Virgen, escasamente por Jesús o por los santos. Constituye el momento más

14 Fr. Diego de Ojea, Institución ... : «castigos» 11, fol. 120 vº -121 vº o 22, fol. 130 rº -131 vº por ejemplo. Sobre el particular, véase: Jacques Le Goff, «Le Juif dans les exempla médiévaux: le cas de l'Alphabetum Narrationum» en: Le Racisme, mythes et sciences. Mélanges offerts a Léon Poliakov, Maurice Olender dir., Bruxelles: Éditions Complexes, 1980, pp. 209-217.

15 En estos exempla, la «ruptura» del orden normal de las cosas suele anunciarse por la exclamación «i Cosa maravillosa!», como un llamado de atención a las señales, dentro de la narración de los hechos, de la intervención final y definitiva de la divinidad para que no se produzcan confusiones entre lo real y lo maravilloso y milagroso .... No faltan los aparecidos que vienen a aleccionar a los vivos: «[ ... ] Estendióse este caso por la tierra, y muchos de la vecindad venían a ver el castigo que Dios auía hecho en aquel blasphemo y jurador, entre los quales venía vn amigo suyo. Y en el camino saliole al encuentro vn conocido suyo, que era ya difunto, y díxole: ¿Conocéisme? Yo soy aquel difunto, a quien viuiendo conociste bien, y sé adonde vas: no te fatigues en vano, que ya es muerto aquél a quien tú piensas de hallar vivo [ ... ]» (Diego de Ojea, Institución ... , «castigo 4», fol.113 rº). Sobre este aspecto, véase: Jacques Berlioz y Colette Ribaucourt, «Mors est timenda. Mort, morts et mourants dans la prédication médiévale: l' exemple de l 'Alphabet des récits d' Arnold de Liege», A réveiller les morts. La mort au quotidien dans l 'Occident médiéval, bajo la dir. de Daniele Alexandre-Bidon y Cécile Treffort, prefacio de Jean Delumeau, Lyon: Presses Universitaires de Lyon, 1993, pp. 17-30; Jean-Claude Schmitt, Les Revenants. Les vivants et les morts dans la société médiévale, París: Gallimard, 1994, cap. VI «L 'imaginaire apprivoisé?» y su prefacio Dialogue avec un fantome de Jean Gobi, traducido y comentado por Marie-Anne Polo de Beau!ieu, París: Les Belles Lettres, 1994.

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truculento16 del relato ejemplar. La justicia divina se cumple de manera instantánea17 y con absoluta eficacia: adapta el castigo a la falta según la ley del Talión18

• Es «ideal» porque es definitiva, sin apelación posible, y puede, en unos escasos «castigos», enmendar al pecador más pertinaz y empedernido19

: imprime estampas inolvidables20 por su crueldad en los oyentes o los lectores. Acordes con la pedagogía del miedo de los predicadores---o inquisidores-desacordes con la legislación vigente, estas metáforas vienen a «compensar» la ineficacia de los tribunales denunciada por los que claman por una verdadera «cruzada» contra las palabras que ofenden al honor de Dios y provocan la ira divina haciendo peligrar la sociedad de los hombres. Dicho de otro modo, el pecado de la lengua (crimen de lesa majestad divina) viene a ser un pecado público (crimen de lesa majestad, a secas).

Ojea respeta la estructura clásica del exemplum: autoridad, situación, intervención milagrosa, castigo, moraleja. Si introduce alguna que otra «novedad», lo hace con hartas

16 Abundan las descripciones sanguinolentas y escatológicas como éstas:«[ ... ] No huuo acabado quando luego reuentó por medio. Y por lo secreto de su persona comem;ó a salir mucho estiércol, y por sus ojos, narizes y boca reuentó mucha sangre [ ... ]» (Diego de Ojea, Jnstitución ... ,«castigo 2», fol. 111 rº); «[ ... ]Éste, en castigo de su pecado, fue entregado a los demonios, los quales (como entraron en él) lo atormentaron tanto que era lástima verlo, porque bolcándole los ojos y hinchándole la cara, y boluiéndosele atrás, le arrancaron la lengua, y se la echaron fuera de su persona[ ... ]» («castigo 5», fol. 113 vº); «[ ... ]Fueron al monesterio donde estaua su sepulchro, y puesto de rodillas como era costumbre, etc., comens;ó a jurar. Y a la mitad del juramento, comen9ó el desuenturado a temblar y a estremecérsele las carnes, y súbitamente la cara se le boluió al colodrillo, y con la boca ya buelta, como pudo, dio vozes [ ... ]»(«castigo 24», fol. 132 vº).

17 «[ ... ] un rayo del Cielo baxó y le hirió, sintiéndolo solamente él en las espaldas con tan grande furia, que entendiendo que alguno de los que estauan mirando el juego le auía herido con algún puñal[ ... ]»: Diego de Ojea,lnstitución ... , «castigo 4», fol. 112 vº

18 Un labrador se niega a dar una limosna a dos eclesiásticos y jura por la «charidad santa de Dios» que no tiene nada que darles. Frente a la insistencia de los religiosos, exclama: «Ofrezco al diablo lo que en mi casa tengo». El «castigo» consiste en quitarle al labrador toda la comida, exponiéndole al hambre (Diego de Ojea, Institución ... , «castigo 3», fol. lllvº-112 rº). Entre muchos exempla, éste, muy difundido, acerca de un jugador muy blasfemador y jurador a quien se le aparecen la Virgen y su niño a la hora de su muerte:«[ ... ] Y allegándose a la cama del enfermo, mostróle al niño y le dixo: Juzga, hombre, de qué pena es digno el que tan sin piedad ha llagado a este niño tan pequeñito y tierno. Mira con quánta crueldad me lo han herido.¿ Qué merece quién tal a hecho? Respondió el enfermo: Merece el que tal ha hecho que le condenen a muerte, y que no se tenga misericordia dél. Enconces dixo la Virgen: Tú mismo te has condenado, y éste que ves assi llagado y herido es mi hijo Jesú Christo. Y tú, con tus blasfemias y juramentos, quanto ha sido de tu parte, lo has herido des ta manera. Por tanto, la sentencia qie has pronunciado, éssa se te dará[ ... ]», (Diego de Ojea, Institución ... , «castigo 29», fol. 136 rº -136vº).

19 Véase por ejemplo: Diego de Ojea, Institución ... , «castigo 8», fol. 116 rº-vº. 20 Al examinar el carácter metafórico del exemplum, Jacques Berlioz habla de «ícono

verbal», citando a Paul Ricoeur, en La Métaphore vive: «Le récit efficace ... », Rhétorique et histoire ... , p. 124. Sobre la relación del exemplum con la iconografia, véase: Hervé Martín, Le Métier de prédicateur ... , cap. XIII.

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precauciones y cumpliendo estrictamente con las leyes del género21 • Por lo cual la eficacia del exemplum vuelve a confirmarse: todo acontecimiento «fuera de lo común» se recupera en seguida ya que se encierra dentro del esquema de esta narración «preconcebida», cuando no se inventa para confirmar la imagen de un continuum del castigar divino desde los episodios bíblicos hasta los acontecimientos de la España contemporánea.

Tal repetición-de la estructura, de la forma y del contenido-indica que el exemplum puede adaptarse a necesidades nuevas y reforzar una propaganda al servicio de las necesidades de los poderes de la Iglesia, del Estado y de la Inquisición: hablamos nada menos que del control de la palabra, pública e individual22• Ahora bien, la repetición evidencia también lo que es el exemplum: una antiliteratura, ya que impide cualquier innovación o novedad23 .

Ciertamente se encuentran ecos de este esquema de narración en documentos cercanos a la oralidad como las «relaciones»24: alguna «relación de causa de fe» inquisitorial, algún que otro testimonio de la encuesta de Felipe 11 recogida en las Relaciones topográficas, «relaciones de sucesos»25

, «cartas anuas» de los jesuitas misioneros, etc. También se pueden aprovechar las posibilidades latentes que ofrecen lo prodigioso y lo maravilloso del exemplum en una prosa artística, como en el Jardín de flores crnsiosas de Antonio de Torquemada26, o subrayando a veces el aspecto más didáctico, moral e incluso «práctico», como en el pleito del báculo, episodio famoso de la gobernación de Sancho Panza en la ínsula Barataria27

• Sea

21 Diego de Ojea, Institución ... , «castigo 43», fol. 154 rº -fol. 155 vº. 22 Véase: Michele Guillemont, Recherches sur la violence verbal e en Espagne aux XV/e et

XVI/e siecles (aspects sociaux, culturels et littéraires), Paris III-Sorbonne Nouvelle: tesis de doctorado «nouveau régime» bajo la dirección del Profesor A. Redondo, 2000.

23 La compilación escrita de estos esquemas de narración, en vez de representar la ocasión de una elaboración literaria sería, al contrario, una «regresión hacia una literalidad mínima», algo como «el grado cero de la literatura»: Claude Bremond, «L'exemplum médiéval est-il un genre littéraire?», Les exempla médiévaux: nouvelles perspectives ... , p. 27 en particular.

24 Pensamos también en algunas «autobiografías» como la de Jerónimo de Pasamonte refiriendo este episodio marítimo: «[ ... ] llamaron a un griego que se llamaba Nicolás, porque era marinero. Y él dijo una mala blasfemia, y no hubo tomado el remo para guiar cuando arde una escopetada y le lleva la lengua y las quijadas» («Vida y trabajos de Jerónimo de Pasamonte», Autobiografias de soldados (siglo XVII), Madrid: BAE, 1956, p. 12).

25 Augustin Redondo, «Los prodigios en las relaciones de sucesos de los siglos XVI y XVII», Las relaciones de sucesos en España (1500-1750), Actas del primer coloquio internacional (Alcalá de Henares, 8, 9 y 1 O de junio de 1995), Paris: Publications de la Sorbonne-Servicio de publicaciones de la Universidad de Alcalá, 1996, pp. 287-303.

26 Véase, por ejemplo, las páginas dedicadas a los padres que maldicen a sus hijos y los «encomiendan» a los demonios o a un blasfemador al que un torbellino le arranca la lengua: Antonio de Torquemada, Jardín de flores curiosas, [Salamanca: 1570], Madrid: Castalia, 1982, pp. 257-260.

27 El pleito del báculo corresponde al «castigo» 11 de la recopilación de Ojea, cuyo origen sería la Vida del bienauenturado San Nicolás y que se encuentra, entre otras muchas recurrencias, en la Leyenda áurea de Jacobo de Vorágine. El episodio cervantino insiste en la inteligencia de Sancho Panza en memorizar, usar el exemplum escuchado en los sermones y aplicarlo de manera

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oralmente, sea bajo forma escrita-re-escrito o reelaborado a partir de lo oral o difundido oralmente a partir de alguna recopilación escrita--el exemplum circula ampliamente en el siglo XVI, a la par de las relaciones de milagros. Cabe preguntarse, pues, si breviarios como el de Ojea ofrecen narraciones para aprovechamiento de los cofrades28 lectores o, al contrario, si se publican para limitar y encauzar un tipo de narración tan exitosa que termina escapando, en cierta medida, al control de los predicadores.

Ahora bien, una reflexión sobre el carácter paralizante e inmobilizador del exemplum pudo inspirar también episodios novelescos, como en el Guzmán de Alfarache.

Guzmán de Alfarache y el predicador En su obra Le Métier de prédicateur a la fin du Mayen Áge, Hervé Martín recalcaba una

paradoja al preguntarse si, a la palabra sagrada, justo en el momento en que gozaba de auxiliares artísticos como nunca, o sea hacia 1520, no le faltaria la inspiración29

• Al leer el episodio de la Segunda Parte del Guzmán de Alfarache que va a precipitar al «Pícaro» en su caída final y que pone en escena a «cierto famoso predicadorn30

, surge precisamente la pregunta siguiente: ¿no se novelizaría en esas páginas la ruptura de la tensión entre las dos dimensiones del acto de la Palabra, la profecía, como palabra inspirada en el texto sagrado, en la Escritura, y el discurso moral, una ruptura que afirma el fracaso de la predicación y de sus recursos «ejemplares» como acercamiento a Dios y a la moral?

Antes que nada, recordemos lo constante, lo profundo y lo extenso de la reflexión de Mateo Alemán sobre su materia prima, la palabra. Las dos <<partes» de la <<poética historia» del Guzmán de Alfarache pueden leerse como la exploración-siguiendo las etapas de la construcción y la evolución del protagonista desde su concepción adulterina hasta su caída y su redención en las galeras del Rey-de las múltiples perspectivas posibles de una problemática de la palabra, las más veces bajo el signo de la subversión. Pero, además, la obra

que aparezca justicia inspirada de Dios: «De donde se podía colegir que los que gobiernan, aunque sean tontos, tal vez los encamina Dios en sus juicios; y más que él había oído contar otro caso como aquél al cura de su lugar, y que él no tenía tan gran memoria, que a no olvidársele todo aquello de que quería acordarse, no hubiera tal memoria en toda la ínsula. Finalmente, el un viejo corrido y el otro pagado se fueron, y los presentes quedaron admirados, y el que escribía las palabras, hechos y movimientos de Sancho no acababa de determinarse si le tendría o pondría por tonto o por discreto», Miguel de Cervantes, Segunda parte del ingenioso cavallero don Quijote de la Mancha, [1615] edición del Instituto Cervantes dirigida por Francisco Rico, Barcelona: Crítica, 1998, cap. XLV, p. 996.

28 Acerca de la difusión de los exempla en las cofradías, aunque en Italia, véase: Rosa María Dessi, <<Exempla et pratiques sociales a la fin du Moyen Age. A propos de l'usage des exempla dans les confréries (Italie, XV e siecle )»,Les exempla médiévaux: nouvelles perspectives ... , pp. 309-330 y «La prédication en Italie au XVe et au début du XVIe siecle», La parole du prédicateur (Ve-XVe siecles). Etudes réunies par Rosa María Dessí et Michel Lauwers, Nice: Centre d'Études Médiévales, 1997, pp. 423-444.

29 Hervé Martin, Le Métier de prédicateur ... , p. 627. 30 Mateo Alemán, Segunda Parte de la Vida del Guzmán de Alfarache, [Lisboa: 1604]

edición de José María Micó, Madrid: Cátedra, 1987, L. III, cap. 6, p. 468.

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entera de Mateo Alemán evidencia esta misma preocupación e inquietud. En efecto, conocemos el desenlace de esta larga maduración, una obra marcada por la «modernidad>>: la Ortograjia castelland 1, reflexión lingüística cuya «novedad>> lleva a su autor a la prudencia de publicarla en México, muy simbólicamente en el Nuevo Mundo32

• Tengamos en cuenta también este acto de palabra y de religión, el voto de escribir la Vida de San Antonio de Padua33

, con el que cumple Mateo Alemán y que le permite indagar esa tradición, oral y escrita, de lo milagrero y lo ejemplar. Ahora bien, es esa misma concepción de la palabra transmitida y narrada por la predicación la que el autor pone en tela de juicio en uno de los episodios de La vida de su «Pícaro», con tal justeza formal y tal adecuación a la sociedad de la España de Felipe III que el autor será presentado no sólo como «historiadom sino también como «el español divino», «profeta de su nacióm>34

En los últimos capítulos de laAtaleya de la vida humana, la primera burla en perjuicio del predicador apunta a lo «santo» del personaje. En este episodio, Guzmán, de vuelta a la «madre» tierra, comete lo que llamaría su víctima, sin saber con cuánta propiedad, una «hazaña»: robar y quedar como un pobre virtuoso, ejemplar. En estas lineas, llama la atención el empleo masivo, respecto a otros momentos de la novela, del discurso directo35 : tal uso corresponde al de los exempla, donde las reacciones del protagonista suelen expresarse de tal modo, a fin de permitir su identificación36

• Por otra parte, la estrategia entera del pícaro consiste en usar una palabra que conoce por la predicación y no es sino la que quiere escuchar y reconocer el religioso37

, o sea fingir que cumple con los objetivos del discurso predicativo: emular, imitar, repetir. Es más: Guzmán actúa con tal conformidad a lo esperado por el predicador que su falsa «honestidad» se vuelve ejemplo de sermones, con un éxito entre los feligreses que se puede medir por las ganancias materiales que trae38

• Por fin, tal «ejemplari-dad», lanzada por el predicador desde su púlpito, encuentra medios de difusión muy eficaces (la voz popular) aunque triviales (las voces femeninas )39

• Imitando la difusión de los exempla,

31 Mateo Alemán, Ortografia castellana, ed. J. Rojas Garcidueñas, pref. Tomás Navarro, México: El Colegio de México, [1609]1950.

32 Michel Cavillac, Gueux et marchands dans le Guzmán de Alfarache (1599-1604), Bordeaux: Université de Bordeaux, 1983, pp. 61-62 y «Mateo Alemán et la modemité», Bulletin hispanique, Bordeaux: T. LXXXII, n'3-4, jul.-dic. 1980, pp. 380-401.

33 Mateo Alemán, San Antonio de Padua, Sevilla: Juan de León, 1605. 34 Mateo Alemán, Segunda Parte ... , «El alférez Luis de Valdés a Mateo Alemán», pp. 24-

28. 35 Mateo Alemán, Segunda Parte ... , pp. 468-470. 36 Sobre el uso del discurso directo en los exempla, véase el artículo de Eli Yassif, «Entre

culture populaire et culture savante. Les exempla dans le Sefer Hassidim», Annales HS. C., sept-oct. 1994, pp. 1197-1222.

37 Mateo Alemán, Segunda Parte ... , L. III, cap. 6, p. 470: «[ ... ]El fraile, cuando me oyó y vio tan heroica hazaña, creyó de mí ser algún santo, sólo le faltó besarme la ropa, y con palabras del cielo me dijo [ ... ]».

38 Mateo Alemán, Segunda Parte ... , L. III, cap. 6, p. 471 39 Mateo Alemán, Segunda Parte ... , L. III, cap. 7, p. 476: «[ ... ] ganando grandísima

reputación, en especial con mujeres, que tras esto y gitanas corren como el viento, fáciles en creer

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el «Pícaro» publica y difunde la reputación de devoto que le es necesaria para seguir adelante con sus engaños.

La segunda burla que hace Guzmán del predicador aboga en favor de esta interpretación. Recordemos brevemente lo ocurrido: el fraile asienta a Guzmán con una señora cuyo marido está en las Indias. Gracias al crédito de su fama, a sus oraciones, a su devoción hipócrita y a su apariencia de «oráculo»40

, se adueña de los bienes de su ama cuya casa ofende. Denunciado y encarcelado, el protagonista sigue contando con la ceguera del religioso: niega la acusación, intenta dar vuelta a la situación presentándose como la víctima de un falso testimonio.

La persuasión es dificil pero Guzmán sabe cómo disipar las dudas del predicador: echando mano de su misma herramienta, o sea citando un exemplum, y no cualquiera, uno bíblico, el de Josefy Susana41

• Además, Guzmán encuentra el tono adecuado para referirlo: finge aceptar la situación a la que sus pecados contra Dios le han condenado.

Ciertamente, en este punto de la intriga Guzmán va a encontrar su castigo: las galeras. Pero tal «castigo» no es el de una justicia inmanente, divina, que golpearía al burlador según los exempla de los sermones del predicador. Al contrario, y de manera muy significativa, es la justicia de los hombres la que pone un punto final a las burlas del pícaro-y al relato novelesco-. Por la intervención de un escribano, de un teniente de justicia y de un juez, el predicador deja de ser la víctima de Guzmán42 y, sobre todo, de las limitaciones del discurso que propaga. Al fin y al cabo, la justicia del rey muestra su necesidad y define su lugar: entre Dios y los hombres, supliendo la ruptura entre una palabra que se cree aún profética y un discurso moral superado por la maldad humana.

Conclusión Hemos recordado la presión de los modelos narrativos de difusión amplia, los exempla,

impuesta por la formidable «máquina de predicación», exempla cuya eficacia perdura sin duda mucho más allá del siglo XV, siendo el breviario de Ojea un mero ejemplo de ella y del éxito duradero de las recopilaciones. Documentos «históricos», textos de la paraliteratura y de la literatura llevan muchas veces las huellas de tal modo de narración, de inspiración oral y escrita, y en el que pueden conciliar las culturas del pueblo y de las élites. Ahora bien, a fines del siglo XVI y principios del siglo XVII, en el género de la novela, territorio nuevo de experimentación narrativa, también se patentizan las limitaciones de tal esquema y la necesidad de superarlo. Así Mateo Alemán reúne materiales de diferentes índoles, entre ellos los exempla, pero los subvierte. Su relato sale de la sujeción a un modelo no sólo formal43 , sino también religioso, ético y político.

Tal subversión apunta a sacudir las certidumbres, los inmobilismos y los miedos que

y ligeras en publicar, de cuyas bocas iban esparciéndose más mis alabanzas[ ... ]». 40 Mateo Alemán, Segunda Parte ... , L. III, cap. 7, p. 477. 41 Mateo Alemán, Segunda Parte ... , L. III, cap. 7, p. 479. 42 Mateo Alemán, Segunda Parte ... , L. III, cap. 7, pp. 479-480. 43 «[ ... ] la narrativa mentirosa es mundo sin sol i cuerpo sin alma [ ... ]», M. Alemán,

Ortografía castellana ... , p. 55.

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caracterizan la ideología dominante. Al fin y al cabo, tanto en la «fábula» del Guzmán de Alfarache como en la Ortografía castellana, se trata de llevar al lector a concebir el Verbo humano dentro de la perspectiva humanista y racionalista. Escribía Mateo Alemán desde Nueva España: <<El que quisiere sígame, que pocos venceremos a muchos, con las armas de la razón» 44

44 Mateo Alemán, Ortografia castellana .. . , p. 91.

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