ARENA Y CAÑASVenida de la Virgen I

ELISA M. MORALDICIEMBRE 2014

Ésta es la narración de un pequeño camino hecho con amigos, por eso cualquier opinión es personal y fruto de mi propia experiencia. Me temo que las fotos no han salido perfectas, sin embargo, espero que lo disfrutes.

Es pleno invierno, un veintiocho de diciembre. Mientras en muchos otros lugares la gente se arrebuja entre las man-tas y disfruta de un ratito más de sueño, en Elche, ciudad de locos, miles de esos locos ya se han levantado. Se van enfundando capa tras capa todas las protecciones posi-bles contra el frío -guantes, gorros, bufandas y anoraks-, cargan con las botellas de agua, cámaras, móviles y los sabrosos trozos de coca que degustarán a media maña-na. Poco a poco y en silencio abandonan sus casas. Pronto se van reuniendo con amigos y familiares.

Es una ciudad de locos, ya lo dije, que plena madrugada -y en un día laborable- se dirige a coches o a los autobu-ses que salen sin descanso para iniciar la ROMERÍA DE LA VENIDA DE LA VIRGEN.

Esta tradición rememora el momento -en una madrugada allá en el siglo XIV- en el que el guardacostas Francesc Cantó , a lomos de su caballo, avista un arca de madera con el lema “Soc per a Elig” que en su interior contenía la imagen de la Virgen de la Asunción y el Consueta, las partituras del Misteri d’Elx. Tras el descubrimiento, Cantó se dirige rápidamente hasta la ciudad y grita “¡A la pla-ya, ilicitanos!”. Y así, los ilicitanos acuden a acompañar a la virgen.

Todo esto es un resumen a grandes rasgos, las referencias históricas, la recreación y la ritualidad es mucho más compli-cada...

A partir de aquí os voy a contar cómo vivimos unos amigos y yo una parte de esa romería.

¿Por qué no entera? Pues porque -como ya os he contado- la fiesta se complica y viste de hermosura y luz no usada... ;) y tras la romería hay una carrera a caballo por la ciudad, una procesión, cantos en la Basílica de Santa María... y el cuerpo no da para todo.

Espero que os guste y que algún día vayáis a ver a Cantó.

Son las siete de la mañana. Es noche cerrada. Estamos ya en la playa del Tamarit. En la ciudad sólo había movimiento en di-rección a Santa Pola. Coches hacia la playa, autobuses volviendo a recoger más romeros, en los laterales ciclistas y algún caminante alumbrándose con linternas.

Aquí, la gente se apresura para llegar a la pla-ya. Llegamos tarde. Entramos en las salinas siguiendo la luz de las antorchas, gente que a oscuras intenta no pisar fuera de sitio.

Al llegar, nos damos cuenta de que es inútil buscar un buen sitio. Nos quedamos en reta-guardia junto a las malolientes hogueras, al-gunos ciclistas y a los medios de seguridad.

Aquellos que han venido por primera vez, se sorprenden de la cantidad de gente que hay o de la playa hasta ahora desconocida, y mien-tras, se recuperan del madrugón

Aquellos que sí han conseguido un lugar con visibilidad permanecen atentos a lo que está ocurriendo en la playa mientras las chispas de las hogueras saltan a sus espaldas.

Otros menos afortunados, o quizás no, miran a las pantallas que retrasmiten lo que sucede en la orilla.

Sigue siendo noche cerrada y la oscuridad vuelve locas las cámaras, las imágenes son turbias, borrosas, imperfectas, pero bellas en su imperfección.

Pero eso da igual, todo el que puede lo graba con sus móviles, para eso están.

El arca ya está en tierra, los marineros y Cantó la han rescatado del mar.

Es el momento de descubrir otra maravilla, el ama-necer en la orilla en un día frío como el de hoy.

Amanecer junto al mar es un espectáculo que todo el mundo disfruta. El agua está en calma y las luces del puerto nos recuerdan que aún no es completa-mente de día.

El alba desde el muelle de la sal es un regalo.

Ya ha amanecido.

Nosotros hemos apro-vechado el momento para recuperar fuer-zas y tomar algo ca-liente. Nos hemos sal-tado la misa, de otro modo no hubiéramos tenido tiempo.

Ahora, la gente se va agolpando a la espera de que llegue la virgen. Se divisa a lo lejos precedida por un exultante Cantó. Sólo queda buscar un hueco entre los romeros y empezar a andar.

Comienza la romería.

Dicen que los bueyes decidieron quién se quedaba con la imagen en el momento en que tomaron el camino de Elche. Nosotros no tenemos problema, cruzamos la carretera general y seguimos el arca. Estos bueyes en cuando cogen camino, van deprisa. El único problema es buscar un sitio en el estrecho camino entre los cañaverales de las salinas.

Seguimos junto a la acequia de las salinas. El viento mueve los penachos de las cañas, delante sigue el arca. Al fondo, la sierra de Crevillente. A veces, en los laterales del ca-mino aparece gente a caballo que sigue la ro-mería, es domingo y han aprovechado el día.

Seguimos andando, dejando atrás algunas casas aban-donadas. El goteo de gente que desaparece en direc-ción a los huertos cercanos es continuo.

El camino se aprovecha para hablar con el conocido y con el desconocido, con el amigo que te acompaña y con aquél que no has visto desde hace tiempo. Se co-mentan los cambios respecto a otros años, los buenos y los malos

A nuestras espaldas, Santa Pola, el origen del camino, delante esta ya cercana la primera parada, y nuestro destino.

Los caballos, la reata de burros, los carros... han sido numerosos este año. Algunos romeros se quejan del poco sitio que han dejado para los caminantes. El espacio lo ocupan carpas, coches y mesas repletas de comida sencilla. Todos aprovechan el descanso para comer la coca salada, las olivas y el trago de vino o para hacerse la foto con el arca de la virgen y Cantó.

Los caballos, la reata de burros, los carros... han sido numerosos este año. Algunos romeros se quejan del poco sitio que han dejado para los caminantes. El espacio lo ocupan carpas, coches y mesas repletas de comida sencilla. Todos aprovechan el descanso para comer la coca salada, las olivas y el trago de vino o para hacerse la foto con el arca de la virgen y Cantó.

Pero el descanso tiene un tiempo límite, hay que seguir jornada. Cantó vuelve a su papel y moviliza a la gente. Sin embargo nosotros ya hemos llegado a nuestro destino. Nos encontraremos con Cantó ya en Elche.Vixca la Maredéu

Pero el descanso tiene un tiempo límite, hay que seguir jornada. Cantó vuelve a su papel y moviliza a la gente. Sin embargo nosotros ya hemos llegado a nuestro destino. Nos encontraremos con Cantó ya en Elche.Vixca la Maredéu

La segunta etapa, en-tre huertos, os la con-taré en otra ocasión.