venezuela como potencia energética mundial
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Profesor: Diego Ordaz Autores:
Daniel Urquia C.I: 21.178.994
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Venezuela como potencia energética mundial
La sociedad moderna depende enteramente de los recursos energéticos para mantenerse en
movimiento, gas, petróleo, carbón, oro, plata, tierras raras, etc. representan los motores
fundamentales para que nuestra vida siga siendo cómoda y sencilla. Los tiempos en que las casas y
lugares de trabajo no contaban si quiera con un pequeño cable quedaron en los anales de la
historia. El presente nos confirma, según cifras en las que es evidente la profunda dependencia
energética de la sociedad, que nuestra vida ya no es concebida sin los recursos energéticos que
tanto conocemos y manejamos.
El crecimiento del consumo energético desde mediados del siglo XIX hasta el presente siglo ha
sido vertiginoso, principalmente porque todas las actividades industriales del ser humano suponen
la utilización de manera intensiva de alguna de la formas de energía. Desde el siglo XIX en el que
Estados Unidos poseía el completo monopolio de la producción energética mundial a través de su
prospero desarrollo impulsado por personajes notables como Cornelius Vanderbilt y Andrew
Carnegie y especialmente de John D. Rockefeller y su Standard Oil, han quedado en el pasado.
Actualmente a pesar de su menor dependencia del petróleo y otros recursos energéticos y el
reciente repunte de producción petrolera gracias a la producción de petróleo de esquistos
bituminosos o shale oil, ocupa un lugar más reducido que en su gloriosa época de 1870.
Rusia y Venezuela son sin lugar a dudas las dos principales superpotencias energéticas del
mundo, los dos países cuentan con insuperables reservas de petróleo y gas, debido a ello estas dos
naciones cuentan con un importante rol estratégico a nivel mundial que influencia
dramáticamente en los precios de recursos como el petróleo y el gas a nivel mundi al. La
federación Rusa suministra la totalidad del gas natural a Georgia, Finlandia, Macedonia,
Eslovaquia, Bielorrusia y en conjunto al 40% de Europa; por otra parte nuestro país posee las
reservas más grandes de petróleo y séptimo en gas natural en el mundo, convirtiéndonos además
de nuestra cercanía con el canal de Panamá, en un país privilegiado y fundamental en el
suministro energético de nuestro planeta.
A pesar de todas esas bondades naturales con las que contamos, historiadamente no hemos
sabido traducir todo ese potencial en un desarrollo nacional que sea perdurable en el tiempo y
que nos ayude a salir del subdesarrollo. Hemos pasado tiempos decadentes en el que el petróleo
se regalaba prácticamente y otros como en la actualidad, en que los precios promedio han
rondado los cien dólares y aun así no hemos elevado la producción de petróleo y nuestras
estructuras para la explotación petrolera no están al nivel en la que se encuentran nuestras
reservas probadas de petróleo, si revisamos las cifras para el 2013 según BP en su estudio
Statistical Review of world Energy June 2013 nuestro país tiene sus reservas probadas en 297,6
miles de millones de barriles mientras que según US Energy Information Administration para el
2012 nuestra producción diaria es de 2,4 millones de barriles diarios, es decir nuestra capacidad
producción de petróleo esta muy por debajo de nuestras reservas.
Con todas estas cifras y datos quedamos en una posición inmejorable a nivel mundial, además
de sugerirnos que nuestro país, nuestros gobiernos a lo largo de la historia no han estado a la
altura de nuestro potencial, podemos dar más de lo que seguramente damos en la actualidad, y es
por ello que debemos llegar a un consenso nacional para una mejor utilización de los recurso s,
porque no se trata de “dar la riqueza al pueblo”, de que “el pueblo administre las riquezas” como
en épocas de elecciones nos reiteran los políticos, se trata de lograr un desarrollo profundo, que
nos permita competir a nivel regional y mundial con el impulso de la educación de calidad, no con
cantidad de educación, con verdadera soberanía tecnológica no con ilusiones de avances
tecnológicos, no con modelos educativos que premian la lealtad ciega sin critica y sin rebeldía
inteligente y creadora.
Nuestro potencial energético, además del natural, se debe entender como una herramienta
para mantenernos en el camino del desarrollo y de ayudar a nuestra región, no con petróleo
preferencial, sino con la prestación de nuestra tecnología y estructuras educacionales para que
países como Nicaragua, Bolivia, Surinam logren un desarrollo que le garantice a sus pueblos gozar
de mejores oportunidades y prosperidad en tiempos donde una gota de petróleo vale más que
una de agua y un motor es más valioso que la fidelidad y amor de un caballo.