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Colección IGLESIA LIBERADORA 1 COMUNIDADES Conversión a qué? JESÚS ANDRÉS VELA DICIONES PAULINAS — N PRESS SERVIC

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Page 1: Vela, Jesus Andres - Comunidades de Base Conversion a Que

Colección

IGLESIA LIBERADORA

1

COMUNIDADES

Conversión a qué?

JESÚS ANDRÉS VELA

DICIONES PAULINAS — N PRESS SERVIC

Page 2: Vela, Jesus Andres - Comunidades de Base Conversion a Que

COLECCIÓN

Iglesia y liberación

1

JESÚS ANDRÉS VELA, s.j.

comunidades de base,

conversión a qué?

EDICIONES PAULINAS — INDO-AMERICAN PRESS SERVICE

Page 3: Vela, Jesus Andres - Comunidades de Base Conversion a Que

Propiedad reservada

CONTENIDO

Prólogo 11

Introducción 12

PRIMERA PARTE: REFLEXIÓN TEOLÓGICA

Capítulo I TEOLOGÍA DE LAS COMUNIDADES DE BASE 15

Introducción 15 I. La realidad trinitaria 17

II. La Iglesia sacramento 21 III. Una eclesiología comunitaria de de base 30

Capítulo II

LA COMUNIDAD DE BASE Y LA IGLESIA PRIMITIVA 38

I. La comunidad histórica primitiva 38

II. Vivencias predominantes 40 A) Vivencia de la comunión 40 B) La experiencia de los carismas 42 C) La vivencia del kerigma 43 D) La actitud de la diaconía 46

SEGUNDA PARTE: LAS CUATRO REALIDADES: CARISM A, KERIGMA, COMUNIÓN Y SERVICIO

A) CARISMA 51

Capítulo I CARISMAS 51

Introducción 52 I. La Palabra 52

II. El carisma como don escatológico 52 I I I . Clasificación de los carismas 56 IV. Conclusiones 63

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Capítulo II DISCERNIMIENTO DE LOS CARISMAS: PRINCIPIOS GENERALES 66

1. Ambigüedad del Espíritu 66 2. Motivaciones y señales 66 3. La "unción" del cristiano 68

Capítulo III EL DISCERNIMIENTO PERSONAL 70

A) Fundamento teológico en el kerigma 70 B) Señales del Espíritu de Dios y del espíritu que

que no es de Dios 71 1? parte: Espíritu de Dios 71

1. La verdad 71 2. El amor 73 3. La fidelidad 74 4. La paz 75

2? parte: El espíritu que no es de Dios 78 1. El mundo 78 2. El maligno 79 3. Los "hijos del mundo" y falsos profetas 80

Capítulo IV EL DISCERNIMIENTO CRUPAL 84

I. Concepto cristiano de liberación 84 1. Situación de pecado 86 2. La misión salvadora de la Iglesia 88

II. El Espíritu del Reino: las bienaventuranzas 89 A. Sentido del Reino de Dios 90 B. Características del Reino de Dios 91 C. El Reino de Dios aparece con ]esús 93 D. Expresión evangélica del Reino 93

III. Actitudes liberadoras en la línea de la Pascua 97 1. Encarnación 98 2. Muerte-Resurrección 100 3. Ascensión 101 4. Pentecostés 102

B) KERIGMA

Capítulo V LOS PROBLEMAS DE LA EVANGELIZACION 104

Introducción 104

I. Qué es evangelizar 105 1. Noción de evangelización 105 2. Respuesta del hombre al evangelio 108 3. El campo disponible para la evangelización 109

II. Cómo actúa el proceso de la evangelización 110 1. El sentimiento de indigencia 110 2. La transmisión del mensaje, o buena nueva

de salvación 116 1. El kerigma 118 2. El Signo 119 3. Las pruebas del mensaje 122 4. La conversión personal 124

III. La acción personal en la evangelización 128 1. Salir al encuentro d e . . . 128 2. Partir del hombre 128 3. Actitud de diálogo 129 APÉNDICE: La conversión de la juventud 132

1. Cómo se podría definir esta conversión? 134 2. Diversas maneras de plantearse esta conversión 134

IV. Los grupos de evangelización 136 1. Objetivos ambientales 136 2. Objetivos no "impuestos" 136 3. Objetivos más comunes 136 Conclusión 139

C) COMUNIÓN

Capítulo VI LA PARTICIPACIÓN COMUNITARIA 139

I. La participación en sí misma 139 II. Elementos esenciales 140

A. La participación afectiva 140 B. La participación de bienes 143 C. La participación de valores y compromisos 146

III; Consecuencias 148 A. La heterogeneidad de la unidad 148

1. Superar la lucha de clases 148 2. Superar los grupos cerrados de clases 148 3. Superar la lucha generacional 149

B. La fidelidad 150 1. La fidelidad a Dios y al evangelio 151 2. La fidelidad a la comunidad 151

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D) SERVICIO

Capítulo VII LA COMUNIDAD DE BASE COMO SERVICIO 154

I. Dar un mensaje que responda a las necesidades y esperanzas de nuestro mundo 154

II. La promoción y desarrollo de la persona y comunidad humana 154

III. Luchar contra la situación de pecado que impide el justo cambio social 155

TERCERA PARTE: REFLEXIÓN SICO-SOCIOLOGICA

Capítulo I COMUNIDAD: META DE UNA MADUREZ SICOLÓGICA PERSONAL 163

1. El "se" (fenómeno de identificación) • 163 1. Crecimiento síquico 163 2. Posiciones sociales que reflejan el "se" 164

2. "Yo" y el "otro" 166 1. Fenómeno sicológico del "yo" en relación con

el "otro" 166 2. Fenómenos sociales que corresponden al "yo" 168

1) El personaje como roo social 169 2) El personaje como máscara 169 3) El personaje como refugio 170 4) Realidad integrada de persona y personaje 170

3. Del "Yo-Otro" al "Nosotros" (Sociabilidad) 171 1. Fenómeno sicológico 171 2. Posiciones sociales que reflejan el "nosotros" como

grupo cerrado 172 A) Las relaciones interpersonales con otro "tú" 175 B) Las relaciones interpersonales con la comunidad 176

Conclusión 179

Capítulo II FENOMENOLOGÍA SOCIOLÓGICA DE LA COMUNIDAD 182

Introducción 182

I. La comunidad social 184 1. Punto de partida 185 2. Diversos niveles 185 3. La esencia de la comunidad humana: la interrelación 186

1) Dentro de la comunidad de base 187 2) En la comunidad humana 188 3) La personalización del universo 190

4. La interrelación en las comunidades rurales y urbanas 190 1) Sociedad rural 190 2) Sociedad urbana 192

Conclusión 195

Capítulo III LA COMUNIDAD COMO FENÓMENO SOCIAL EN LA LINEA DE LA EVOLUCIÓN 197

I. La evolución hasta el presente 197 1. La concentración 197 2. La permanencia de los ramos 198

\) La evolución humana en el campo de la noosfera 199 2) La conciencia comunitaria 199

II. Una mirada hacia el futuro 202 A) Como un poder o un acto "común" de conocer y

actuar 204 B) Como una super-agregación orgánica de las almas 206 C) Como una nueva relación unidos en el punto

"omega" 209 1) Observación preliminar 209

2) La comunidad humana Relación-Amor entre personas, unidos en el punto "omega" 213

CUARTA PARTE: CONCLUSIONES PASTORALES

QUE SON LAS COMUNIDADES DE BASE? 223

Introducción 223 I. QUE SON LAS COMUNIDADES DE BASE? 223

1. Qué no son las Comunidades de base 223 2. Qué son las Comunidades de base 224

1. Definición como grupo natural 224

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2. Características de su estructuración y desarrollo eclesial 224

3 . Puntos de partida y puesta en marcha de las Comunidades de Base 228 A) El punto de partida sicológico es el grupo

natural 228 B) El punto de partida eclesial es el llamamiento

a la conversión 234 I I . CUALIDADES DE LAS COMUNIDADES DE BASE 239

1. La vivencia de la comunión 240 1) Comunión de comunidades 241 2) Comunión con el mundo 241

2 . Las vivencias de fe en la comunidad 241 a) Por la vivencia litúrgica 242 b) Por la manifestación de los carismas 243

3 . La vivencia del acontecimiento de la Salvación 244 A) La evangelización 244 B) Compromiso con el mundo 247

4 . Consecuencias 250 1. La conciencia de su inmersión en una

comunidad pluralista 250 2. Una comunidad de vivencias 251 3 . Comunidades unidas a la jerarquía 251

5. Diversas etapas en la madurez de las Comunidades de Base 252

I I I . ORGANIZACIÓN Y RELACIONES 254 1. Organización 255

a) El presbítero 256 b) El diácono 257 c) Los coordinadores 257 d) Los líderes 257 e) Tipos de reuniones 258

2. Relaciones 259 1) La parroquia 259 2) La realidad humana 261

Conclusión 261

APÉNDICE

TEXTOS SOBRE LAS COMUNIDADES ECLESIALES DE BASE (II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Medellín, 1968) 263

BIBLIOGRAFÍA 267

PROLOGO

Cuando escribí el Prólogo de mi libro anterior "Comunidades de Base y una Iglesia Nueva", dije que se necesitaba una gran dosis de humildad, al saber que en poco tiempo quedaría ultrapasado. Mi profecía no se cumplió en lo que se refiere a la acogida por parte del público. Hasta el momento ha salido un edición por año. Pero la reflexión sobre el tema ha continuado en todas partes. Las experiencias se multiplican bien o mal llevadas. Para unos Comunidades de Base es un invento del espíritu del mal que pretende desjerarquizar la Iglesia y convertirla en grupos "subterráneos" anárquicos y proféticos... Para otros es un mito de salvación universal de todos los problemas de la Iglesia de hoy. Un nombre mágico. Basta "bautizar" con ese nombre a un grupo y todo queda resuelto. Y no faltan los que ocultan bajo la apariencia de "comunidades de base" motivaciones egoístas muy poco cristianas.

Y pensé que otra vez debía aportar algo. Un granito de arena entre eminentes teólogos y pastorálistas, pero que fuese el de muchos que en estos tres últimos años han reflexionado conmigo. Pero, por otra parte, no quería salirme del tema planteado en el libro anterior. Era una reflexión en más profundidad. Hay partes, pocas, que quedan iguales. La mayoría es diferente. Por eso el libro es otro. Cuando pensé en ponerle un nombre, quedé perplejo mucho tiempo. Soy de los que creen que el título de un libro es tal vez de lo más difícil. Ño importa la parte comercial. Lo único que interesa es que exprese el alma, la idea central que domina toda la temática. Y pienso que el impulso que me empujó siempre que escribía era la ¡dea de la CONVERSIÓN. Frente a los que no creen en ellas, o a los que abusan de su nombre, lo que quise decir es que las Comunidades de Base son una respuesta seria de CONVERSIÓN a un llamado evangélico de siempre. Por eso pensé en titularlo:

"COMUNIDADES DE BASE, CONVERSIÓN, A QUE?" Quiero, por último, agradecer sinceramente la colabora

ción de todos aquellos que me ayudaron a vivir y reflexionar sobre ellas: a los Alumnos y Profesores del Instituto Latino-Americano de Pastoral de Juventud, a los Departamentos de Vocaciones, Educación, Pastoral de Conjunto y Ministerios del CELAM y a los hermanos sacerdotes de la UMAE (México) que organizaron conmigo dos Congresos Nacionales de Comunidades de Base.

P. Jesús Andrés Vela S.J. Bogotá, D.E. 1? de Febrero de 1972.

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INTRODUCCIÓN

Al querer hablar sobre comunidades de base es muy frecuente el intentarlo a base de condicionamientos socio-psicológicos revestidos con algún ropaje de Escritura y Teología, o hacerlo carismáticamente invocando sencillamente los principios de una Iglesia Nueva y generalmente antí-jerárquica. Me parecen dos caminos fáciles, pero demasiado demagógicos. En el presente libro he pretendido ampliar mi reflexión del libro anterior: "Las Comunidades de Base y una Iglesia Nueva" especialmente por el camino teológico y de aplicaciones pastorales.

El plan de estudio contiene cuatro partes:

La Primera, de Reflexión teológica a partir de la realidad Trinitaria y de la Iglesia sacramento de comunión y yendo a desembocar a las comunidades cristianas primitivas.

La Segunda, de Profundización eminentemente Pastoral de las cuatro realidades de la Iglesia, que pretenden encarnar las Comunidades de Base: el Carisma, el Kerigma evangélico, la Comunión y el Servicio.

La Tercera, es una reflexión psico-sociológica sobre la realidad de los grupos naturales en relaciones inter-personales como fundamento de una sociedad nueva. Termine esta parte con un estudio de la comunidad humana, como último elemento de la Evolución, en Teilhard de Chardin.

La Cuarta pretende resumir una serie de Conclusiones Pastorales referentes tanto a la iniciación como a la vivencia constitutiva de las Comunidades de Base, y su posible organización y relaciones.

No es propiamente un libro que se separe de las grandes líneas marcadas en el anterior. Pero creo que es mucho más profunda la reflexión tanto teológica como Pastoral. Por eso me he atrevido a bautizarle con un nombre diferente, pues sobrepasa con mucho lo que podría llamar 2» edición.

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PRIMERA PARTE

"REFLEXIÓN TEOLÓGICA"

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CAPITULO PRIMERO

TEOLOGÍA DE LAS COMUNIDADES DE BASE

INTRODUCCIÓN

No es que pretenda hacer teología de las Comunidades de Base. Hacerlo sería intentar una teología de la Iglesia. Trataré más bien de esbozar una reflexión teológica sobre la realidad de los grupos naturales que viven la fe en común, siguiendo los rastros de las primitivas comunidades cristianas. Cuando se habla de teología de las comunidades de base en realidad se quieren resaltar y profundizar aspectos determinados y esenciales de la teología de la Iglesia, que quieren hacer virar esa Iglesia real hacia elementos más evangélicos y post-apostólicos de los primeros tiempos, y que se derivan de una reflexión en la fe sobre las realidades vivas de grupos humanos concretos, que viven en común esa fe como verdaderas "señales de los t iempos".

Una de las líneas fundamentales del Vaticano II es la concepción de la Iglesia como una comunidad peregrinante en estado de misión. Comunidad de vivencias litúrgicas y de fe. Comunidad de relaciones personales en la caridad. A través de esta Iglesia-comunidad los cristianos entran en "comunión" con el Padre, por el Hijo, en el don del Espíritu. Pero no es una comunidad cerrada. Injertada en el mundo tiene una misión profética y salvífica. Ella interpreta a los hombres el sentido profundo de sus alegrías y esperanzas, de sus dolores y problemas fundamentales. Ella se compromete a luchar junto con todos los hombres por la promoción del hombre y de la comunidad humana, y tiene por misión específica la entrega del mensaje pascual en la persona del resucitado.

Dos líneas fundamentales marcan esta reflexión de la Iglesia sobre sí misma:

í . Abandonar el concepto monolítico de la Iglesia como institución "piramidal": Arriba el Papa, después los obispos, más abajo los sacerdotes y en la base los religiosos y fieles. No niega la institución jerárquica de la Iglesia, pero sí modifica la concepción de jerarquía derivada de los condicionamientos sociológicos de épocas pasadas. Se vuelve así al Evangelio: al pastor-servidor de la humanidad (Cap. III de la "Lumen Gentium"). La Iglesia es el pueblo de Dios, unificado e igualado en lo primero y esencial —la vivencia de una única vocación cristiana— y diversificado en los carismas y ministerios a servicio de la comunidad (Capítulos II y V de la "Lumen Gentium"). Un Pueblo no instalado, ni cercado de murallas

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para defender sus verdades y privilegios, sino peregrino, asumiendo el riesgo constante de una misión salvadora.

2. Acabar con la separación Iglesia-Mundo. El mundo como una realidad, no simplemente cosmológica, sino existencial e histórica, es el campo de misión de la Iglesia. Es sintomático el título de la Constitución "La Iglesia en el Mundo". Ella se encuentra injertada en las realidades terrestres en una actitud de verdadera Encarnación. La Iglesia asume y vive intensamente lo temporal, aunque suspira y tiende a la realización última y eterna. Respeta la justa autonomía de lo temporal —que procede del mismo Dios creador— y, en un diálogo sincero con el mundo, procura entregar el mensaje cristiano, asumiendo claramente su posición de Presencia profética en las realidades humanas.

LAS COMUNIDADES DE BASE

Esta nueva orientación de la Iglesia-Comunidad sería utópica sin la infraestructura de las comunidades de base. La Iglesia universal se realiza a través de las comunidades diocesanas, y éstas se tienen que apoyar en las pequeñas comunidades locales de base. De una institución fuertemente monárquica y centralizada pasamos a una Iglesia más carismática y profética, unida por vivencias litúrgicas do fe y de candad. Los pastores serán puntos de unión como representantes de Cristo-Cabeza, interpretando los carismas de la comunidad a la luz de una viva Tradición apostólica. Así el pueblo cristiano puede mantenerse " f i e l " a la memoria del acontecimiento pascual.

La afirmación constante es la del Pueblo como comunidad. La Jeraquía es una actuación "a servicio", para que esta comunidad pueda desarrollar en la historia la figura de Cristo Salvador. Al llegar así la Iglesia a una reflexión más apostólica y evangélica sobre sí misma, lógicamente se interrogó sobre líneas fundamentales de su Pastoral. No hay Iglesia cuando hay simplemente institución, sí cuando existe verdaderamente la comunidad. Pero la comunidad no se impone de arriba para abajo. La comunidad se edifica en las bases por un proceso de evangelización en grupos naturales.

La fe cristiana solo podrá madurar en grupos sociales que maduren en una intercomunicación de vivencias. Así lo comprendió siempre la Iglesia. Pero la pregunta es esta: los grupos humanos que forman las llamadas "comunidades parroquiales" o "colegiales", son verdaderamente comunidades de vivencias? Jurídicamente todo sstá perfecto. Desde el punto de vista de una organización monolítica todo se encuentra lógicamente concatenado. Pero hasta qué punto existe una realidad de base?

De ahí la preocupación pastoral en nuestros días por las "comunidades de base". Mucho se habla sobre ellas, pero —a decir ver-

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dad— en muchos de sus aspectos nos encontramos a tientas. Es un mundo nuevo que surge: un mundo comunitario fundamentado en las comunidades de base es la única salida "revolucionaria", y no destructiva, a la inadecuación de las actuales estructuras sociales, políticas y religiosas. Las soluciones destructivas son fáciles: acabar con las actuales estructuras "masif¡cantes". Se busca como única solución los elementos externos: número pequeño, casas aparte, libertad de opción —entendida como no dependencia—. No se examina el peligro de la atomización y de las comunidades cerradas.

Es necesaria una reflexión mucho más profunda sobre la dinámica psicológica, su acción misionera y evangelizadora, su compromiso temporal en dimensión de fe. Es importante su conexión para llegar a formar la gran comunidad-Iglesia no uniformada, pero sí unificada. Unión de vivencias de fe, de caridad y de actitud misionera y comprometida. Una revisión de la actitud de los pastores a servicio y como elemento integrador, y de los miembros de esas comunidades ante esa nueva visión de jerarquía.

Una reflexión teológica sobre las comunidades de Base parte de la realidad personal, comunitaria y misionera de la Santísima Trinidad, reflejada después en la Iglesia como sacramento de la comunión y de la Salvación.

I. LA REALIDAD TRINITARIA

El hombre creado "a imagen y semejanza de Dios", es la expresión más perfecta, en el universo, de su constitución divina. Ahora bien, ese Dios es personal y es comunitario. Dios es "ALGUIEN" dice Paul Claudel. Como un ser personal es totalmente libre y responsable, autor de sus propias decisiones. Como un ser comunitario vive una interrelación personal absoluta: un infinito dar v recibir. La comunión infinita y eterna entre las personas es lo que forma la esencia de Trinidad. Las personas son infinitas porque pueden dar y recibir infinitamente y crecer cada una de una manera personal en una dimensión infinita. Solo que ese crecimiento se realiza en un instante único y eterno. Dios está fuera del tiempo y por lo tanto de todo concepto de progresión sucesiva. Es una explosión infinita en un absoluto único e inmutable.

La persona humana también libre, responsable y esencialmente comunitaria, no lo es sino de una manera limitada y temporal. Estas dos características realizan la semejanza trinitaria a la manera humana.

1) Como limitada, la persona humana se realiza en la libertad, opción vocacional e intercomunión.

a) a través de una serie de condicionamientos externos estructurales o transitorios

2. Comunidades... 17

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b) a través de una serie de realidades "dadas" y ya recibidas —entre ellas su propia constitución bio-psicológica— con todas sus limitaciones y posibilidades de proyectos

c) a través de toda una realidad de pecado personal y de existencia del mal en el mundo histórico.

2) Como temporal, la persona humana es esencialmente histórica, situada en una determinada realidad histórica y capaz de proyectar y realizar una historia. Esto supone:

a) que no realiza de una manera total su libertad, opción vocacio-nal o progresiva en un instante dado, sino que lo va poniendo en acción en un continuo devenir progresivo

b) que esta realización supone una serie de opciones y renuncias

c) que avanza no en línea recta sino en espiral, repitiendo situaciones cada vez más en profundidad y poseyendo en cada momento en germen todo el desarrollo posterior, a la manera de las semillas

d) que existe la posibilidad de cortes y retrasos en ese desarrollo. Más aun, la triste posibilidad de negar totalmente opciones vitales

e) que lógicamente la "conversión" o vuelta a lo auténtico y sinceramente personal, es un estado continuo del avanzar temporal de la persona humana.

Se ha descrito al hombre, siempre, como un ser social. Solo que a esa palabra se la despojó de todo su sentido comunitario. Se entendía social como una cooperación de todos en el bien común, con su correspondiente consecuencia de sujeción a normas sociales. El hombre más que un ser social es un ser "comunitario". Crece su persona conforme es capaz de crecer en la línea de la "relación interpersonal con los otros". Con los otros conocidos y amados como seres personales. Pero el hombre, sometido al tiempo, tiene que crecer en una progresión témporo-espaclal. Con todos los hombres tiene que mantener una actitud de diálogo, comprensión y cooperación. Y tiene que crecer en la línea de la inter-relación personal en la línea comunitaria.

Pero la comunidad no puede matar su persona. Cuanto más vive la vivencia comunitaria, más se debe sentir dueño y agente de su propia historia. No por ser difícil debemos dejar de afirmar su posibilidad de vivir la conciencia comunitaria en una conciencia libre y personal. La comunión con los otros no le impide su capacidad de elección.

La comunidad infinita vivida por el Padre, Hijo y Espíritu Santo en una dimensión interpersonal, marca al hombre una línea de progresión constante nunca realizada aquí en la tierra. De ahí que la esperanza de lo nunca realizado, y la tensión hacia el más, sean unas

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constantes de las aspiraciones comunitarias del hombre. Limitado en la tierra, sabe que no podrá perfectamente llegar a esa comunión universal en el mundo de lo interpersonal. Pero también sabe que nunca será feliz si no lucha por profundizar y ampliar constantemente la línea de esa comunión. Por la experiencia del pasado y las vivencia del hombre actual podríamos marcar así las líneas de esa progresión:

1) Vivencia de relaciones interpersonales YO-TU en pequeños grupos de relaciones humanas, a través de una comunión de intereses, ideales y de amor.

2} Ampliación de esa comunión por la integración de varias comunidades de base en una unidad de relaciones más amplia, de

• manera a formar la gran comunidad local.

3} Unión de todas las comunidades en vivencia del mismo ideal y en cooperación conjunta.

4) Actitud de diálogo, abertura y comprensión frente a comunidades y personas que profesan distintos ideales. Cooperación frente a intereses comunes.

Pero la comunidad Trinitaria marca otra característica esencial a las comunidades humanas de base: no es una comunidad cerrada en sí misma, ni tampoco una comunidad simplemente abierta a las realidades transitorias de lo creado, sino que muestra una dinámica de proyección salvadora que levanta todo lo creado hacia su propia vida divina. El Amor-Energía es causa de todo lo creado. El Padre envía al Hijo y al Espíritu para salvar. El proyecto de salvación del Padre y las dos misiones del Hijo y del Espíritu forman parte esencial de la vivencia comunitaria de la Trinidad. Así lo entiende el Vaticano II en la Constitución sobre la Iglesia, Capítulo I:

1. Proyecto de Salvación del Padre

"El Padre Eterno, por una disposición libérrima y arcana de su sabiduría y bondad, creó todo el universo, decretó elevar a los hombres a participar de la vida divina, y como ellos hubieran pecado en Adán, no los abandonó, antes bien les dispensó siempre los auxilios para la salvación, en atención a Cristo Redentor, que es la Imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura (Col. 1, 1e). A todos los elegidos, el Padre, antes de todos los siglos, los reconoció de antemano y los predestinó a ser conformes con la Imagen de su Hijo, para que este sea el primogénito entre muchos hermanos (Rom, 8, 29)" (n. 2).

2. Misión Salvífíca del Hijo

"Vino, por tanto, el Hijo, enviado por el Padre, quien nos eligió en El antes de la creación del mundo y nos predestinó a ser hijos

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adoptivos, porque se complació en restaurar en El todas las cosas (cf. Eph, 1,4-5 y 10). Así, pues, Cristo, en cumplimiento de la voluntad del Padre, inauguró en la tierra el reino de los cielos, nos reveló su misterio y con su obediencia realizó la redención" (n. 3).

3. Misión Santificadora del Espíritu

"Consumada la obra que el Padre encomendó al Hijo sobre la tierra (cf. lo. 17,4), fue enviado al Espíritu Santo el día de Pentecostés a fin de santificar indefinidamente la Iglesia y para que de este modo los fieles tengan acceso al Padre por medio de Cristo en un mismo Espíritu (cf. Eph. 2,18). El es el Espíritu de vida o la fuente de agua que salta hasta la vida eterna (Cf. lo. 4,14; 7, 38-39), por quien el Padre vivifica a los hombres, muertos por el pecado, hasta que resucite sus cuerpos mortales en Cristo (Cf. Rom. 8, 10-11)" (n. 4).

Así la Trinidad se vuelca toda sobre la comunidad de los hombres en la historia, produciendo constantemente acontecimientos salvadores: las "misiones" trinitarias son dinamismos de la misma comunidad divina, en cuanto se entrega a las criaturas para salvarlas. El Padre engendra y entrega al Hijo; Padre e Hijo aspiran y entregan al Espíritu. "Cuando vuelva al Padre os enviaré el Espíritu". Al Espíritu solo lo pueden enviar en conjunto el Padre y el Hijo. Cuando Cristo glorificado —plenamente el Señor y Dios en su resurrección y ascensión— vuelve al seno del Padre, nos envía al Espíritu de la santificación. Como persona divina, Jesús no es solamente el Hijo del Padre, sino que en unión con El es el principio del Espíritu Santo. De ahí la necesidad —varias veces inculcada por Jesús a sus discípulos— de pasar por el misterio pascual —muerte, resurrección, ascensión— para poder volver al Padre y enviar al Espíritu Santo. Sin ello no se habría completado el ciclo de las misiones trinitarias, y el mundo no podría entrar en la plena comunión con el Padre.

Las comunidades cristianas de base son los instrumentos históricos y concretos de esta acción Trinitaria en el mundo. No solo ellas llegan a la comunión de vida con el Padre, por el Hijo, en el Espíritu, sino que a través de ellas la Trinidad ejrcita sus misiones hacia el mundo. Las comunidades de base son esencialmente "misioneras", por medio de ellas el Padre envía continuamente al Hijo al mundo, en el don del Espíritu. En un continuo esfuerzo de Encarnación en las realidades terrestres de cada época, ellas entregan al mundo al Cristo Pascual y realizando el misterio de Pentecostés, deben ser elementos constructivos de la unión entre los hombres y de la fraternidad universal. Dice el Padre Marins en su libro "comunidad eclesial de base': "Donde hay auténtico amor, ahí encontramos la acción del Espíritu. El egoísmo nos esclaviza, el encerramiento sobre nosotros mismos nos suicida. El Espíritu nos ayuda a tomar conciencia de nosotros mismos, a comunicarnos a los otros, y —juntamente con los otros— a asumir el Universo. Esta es la libertad de los hijos de Dios" (pp. 36-37).

2C

Pero no solamente por la construcción de la unidad, sino también por la "santificación" del mundo las comunidades de base harán presente al Espíritu en el mundo. Ello implica todo un trabajo de testimonio cristiano auténtico y de consagración sacerdotal de las realidades terrestres.

II. LA IGLESIA SACRAMENTO

La expresión Iglesia-sacramento aparece como unas doce veces en el Concilio Vaticano II. En concreto, la "Lumen Gentium" empieza su capítulo 19 con esta frase: "Y porque la Iglesia es en Cristo como un sacramento, o sea signo e instrumento de la unión íntima con Dios, y de la unidad de todo el género humano". . . (n. 1). Cristo es el sacramento o la manifestación visible y eficaz del Padre en su acción salvadora en el mundo. La Iglesia es el sacramento de Cristo y del misterio escondido en Dios, que continúa la obra de Cristo: "La Iglesia o reino de Cristo, presente actualmente en misterio, por el poder de Dios crece visiblemente en el mundo" (L.G., n? 3). La Iglesia es, pues, sacramento de ese Misterio.

Me detendré, por lo tanto, en dos partes: el misterio como realidad animadora de la Iglesia, y la Iglesia como sacramento de ese Misterio.

1? El misterio de la Iglesia

La palabra "misterio" no significa algo inexplicable, sino que —como es usada en San Pablo— alcanza su significación de la palabra griega en su acepción militar: misterio es el plan de batalla del general en jefe, que lo va comunicando a sus subordinados conforme las circunstancias lo exigen. En este sentido, misterio es el Plan salvífico, oculto en Dios, que se va manifestando a los hombres progresivamente hasta culminar en Cristo y en su Iglesia. "La Iglesia" va peregrinando entre las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios, anunciando la cruz del Señor hasta que venga (cf. I Cor. 11, 26). Está fortalecida, por la virtud del Señor resucitado, para triunfar con paciencia y caridad de sus aflicciones y dificultades, tanto internas como externas, y revelar al mundo fielmente su misterio, aunque sea entre penumbras, hasta que se manifieste en todo el esplendor al final de los tiempos". (L.G. n. 8). Por otra parte, todo el Capítulo V de la Lumen Gentium tiene el subtítulo de "El Misterio de la Iglesia".

Este es el concepto paulino: No es una cosa imposible de conocer, sino que es una realidad ciertamente oculta a la razón humana, pero encerrada en un Acontecimiento de la Historia de la Salvación y conocido por la Revelación: acontecimiento que no es otro que la cooperación de Dios con el hombre en la historia que le

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conduce a la Salvación o al juicio. (Esto es lo más común en los Teólogos de hoy v.c. Baraúna...).

El misterio es la irrupción de lo Trascendente en lo inmanente y en el presente, en un presente encarnado "que se ve y que no se ve todavía" (cf. Is. 6,9; Me 4, 12) con el que uno se encuentra concretamente, pero cuya realidad esencial no puede experimentarse sino en la fe. Si, con San Pablo, decimos que la Iglesia es un misterio "A mí, inferior, el último de todos los cristianos me fue dada esta gracia de evangelizar a todos los gentiles la incalculable riqueza de Cristo, y esclarecer a todos cuál es la dispensación del misterio escondido por todos los siglos en Dios, el creador de todas las cosas, para que sea dado a conocer ahora, por medio de la Iglesia, a los principados y a las potestades en lo alto de los cielos la incalculable sabiduría de Dios, según el plan eterno que se realizó en Cristo Nuestro Señor" (Ef. 3,8-11, cf. 5, 32), sobreentendemos con eso, la presencia velada —pero real y eficaz— del Dios Salvador (Tt. 3,5) porque el que "actúa" debe estar "presente". No lo vemos directamente, pero en la comunidad "vivimos" su "presencia" en las decisiones que nos conducen a la liberación en sus palabras de promesa que nos empujan adelante y nos sirven para enjuiciar la historia del pasado.

La Iglesia comunidad tiene como alma una dinámica especial, que no es sino el movimiento "mistérico" de la realidad trinitaria en el mundo a través de Cristo Pascual. Este movimiento podría resumirse en la siguiente frase: de ia humillación a la exaltación a través del amor redentor. Es el misterio del acontecimiento de Cristo tal como lo describe San Pablo: Cristo se humilló hasta la muerte y muerte de cruz. Cristo se vació de sí mismo (Kénosis), para hacerse igual a nosotros. Amó a sus hermanos hasta la muerte. Dios lo exal tó. . . Esto es lo más profundo de la vida de la Iglesia, la realización del misterio de salvación oculto en el Padre y manifestado totalmente en la vida de Cristo.

V Kénosis - Humillación

Cristo se despojó totalmente y se identificó con sus hermanos "en todo menos en el pecado". La Iglesia será una comunidad encarnada en la historia de cada tiempo, una comunidad pobre, pequeña y despojada. Vivirá no la desesperación, sino la aceptación humilde de que es un grupo humano lleno de miserias, pequeño y débil. El pequeño rebaño del que habla Cristo en Lucas 12, 32: "No temáis, pequeño rebaño; porque vuestro Padre se ha complacido en daros el Reino".

Será una Iglesia perseguida. Y lo que es peor sufrirá la humillación del pecado: será una Iglesia santificada por el Espíritu, pero manchada también por el pecado y en una continua necesidad de conversión; "La Iglesia encierra en su seno a pecadores, y siendo al mismo tiempo santa y necesitada de purificación, avanza continuamente por la senda de la penitencia y la renovación" (L.G., n. 8).

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2° Agapé - Amor redentor

No es el "Eros" platónico que realiza la transformación por sus propias fuerzas, y que encuentra su expresión máxima en la pasiona-lidad. Es un amor que transformará el mundo, porque lleva en sí mismo el amor de un Dios "que amó primero", y que se expresa en la redención. Así la Iglesia es una comunidad de hombres que se aman de una manera real, histórica y humana, pero con un amor cuya raíz última es que Dios los amó primero. Están unidos, no porque ellos se unieron, sino porque Dios los convocó. Puede ser que ellos se hubiesen unido porque se amaron y lucharon juntos por los mismos ideales, pero cuando cayeron en la cuenta del cristianismo en toda su profundidad, vieron que su amor no era un simple Eros humano, sino un "agapé": el amor del Espíritu en ellos y a través de ellos.

La conciencia y realidad de su fraternidad encuentra sus raíces más profundas en que Cristo es nuestro hermano, y tenemos un mismo Padre, que está en los cielos.

Pero esta "agapé" no se da solo entre los hermanos en la Iglesia. Es una abertura total al mundo. No proviene del amor del mundo (Eros), sino del amor (Agapé) con el cual Dios, primero amó al mundo. Este "agapé", se realiza a través de un amor "humano". Solo este amor tiene el poder y la promesa de arrancar el mundo "al mal" . "La gracia y la paz a vosotros de parte de Dios Padre y del Señor nuestro Jesucristo, que se entregó a sí mismo por nuestros pecados para sacarnos de este presente siglo malo, según la voluntad de Dios y Padre nuestro" (Gal. 1,4; 1 Jo. 5,19). Secularización, en su sentido de "ísmo", significaría el rechazo de reconocer la misión recibida por la Iglesia, de llevar —reconducir— el mundo a Dios. La Iglesia no puede ser útil al mundo si se pierde en él; ella, al contrario, debe conducir al mundo a su acabamiento "en la plenitud de Cristo". Ella aparece así como el misterio que garantiza y asegura la presencia de Dios que salva, en medio del mundo.

Es un amor "redentor". Con toda la dinámica pascual de la muerte resurrección: morir uno por amor del otro para que el otro se libere. Pero no libera nuestro amor crucificado. Solo Cristo muerto y resucitado libera. Y el nuestro en unión con El. Esta es la gran dinámica de la acción liberadora de la Iglesia:

Motivación: Un amor por el otro hasta morir por él.

Dinámica: La dinámica pascual de la muerte resurrección.

Fuerza de liberación: Cristo salvador, muerto y resucitado.

El "agapé" cristiano —contrario al "eros" platónico— no se funda ni se realiza en la propia satisfacción, sino que tiene su expresión última en la cruz redentora. Es un amor humano, y con manifestaciones humanas, pero que encuentra su raíz última en el amor salvador "que Dios nos tuvo primero", y en su máxima manifestación terrena de Cristo muerto y crucificado. Y encuentra su plenitud

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en el amor del Espíritu de Pentecostés, que transmite a la comunidad de los hombres el amor del Padre a través de Cristo. "Solo ese amor salvará al mundo del mal" (Gálatas).

3' Exaltación

"Por causa de esto, Dios lo exa l tó . . . "

El proceso de transformación de esta vida en "otra vida" junto a Dios. La Iglesia ya vive la "exaltación" en la promesa y en cumplimientos que la realizan y la abren cada vez más. La promesa no se abre conforme a las posibilidades de la realidad, sino conforme a la Palabra de Dios ya realizada en Cristo muerto y Crucificado. La promesa cuestiona la realidad y le abre posibilidades insospechadas. La Iglesia vive "ahora" este "todavía no".

Conclusión: la exaltación no significa dejar de vivir el presente, soñando siempre con el futuro. Tampoco vivir el presente en un continuo estado de desánimo, pesimismo e ideales de destrucción. Sino vivir el presente plenamente en una continua tensión hacia el "todavía no", cuestionarlo continuamente y hacerlo profundamente creador. Y vivirlo en una actitud de "peregrinaje" esperando siempre lo definitivo, pero conscientes de que nunca llegará en esta vida.

La "exaltación" es la re-creación de "cielos" nuevos y "tierra nueva" que no será simplemente una continuación evolutiva de las posibilidades del presente. El Misterio, que vive ahora la Iglesia, es la salida y el pasaje final de este mundo al Padre. La Iglesia es, ella misma, el misterio Pascual que festeja en su liturgia, la noche de bodas que ella pasa con su Esposo —Cristo— a través de las tinieblas de la muerte, para penetrar en la luz de la vida nueva. De una manera anticipada —como en Cristo— ya se realiza en ella la "restauración de todas las cosas" (L.G., n. 48). Ciertamente no es ella el Reino de Dios en su totalidad, pero ella es el lugar de su advenimiento: "El Reino de Cristo presente en el misterio" (L.G., n. 3).

Jesús "dio comienzo a la Iglesia predicando la buena nueva, es decir, la llegada del Reino de Dios prometido desde siglos en la Escritura: Porque el tiempo está cumplido, y se acercó al Reino de Dios (Me. 1, 15; cf. Mt. 4, 17)". En El se manifiesta especialmente el Reino: "Pero, sobre todo, el reino se manifiesta en la persona misma de Cristo, Hijo de Dios e Hijo del hombre, quien vino a servir y a dar su vida para la redención de muchos (Me. 10,45)". De Jesús recibe la Iglesia su misión: "Por esto la Iglesia enriquecida con los dones de caridad, humildad y abnegación, recibe la misión de anunciar el reino de Cristo y de Dios e instaurarlo en todos los pueblos, y constituye en la tierra el germen y el principio de ese reino. Y, mientras ella paulatinamente va creciendo, anhela simultáneamente el reino consumado y con todas sus fuerzas espera y ansia unirse con su Rey en la gloria" (L.C. n. 5).

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Conclusión

La Iglesia ya vive la exaltación por la fe en las promesas. Aún viviendo plenamente el presente, la Iglesia no espera simplemente el futuro que indican las posibilidades de la realidad. El futuro esperado es una "utopía": las promesas se van a cumplir conforme a la Palabra de Dios. El mundo del futuro, que la Iglesia anhela, no dependerá únicamente de las posibilidades humanas que ahora o después tendremos, sino de la abertura de la Palabra de Dios en forma de Promesa. La Iglesia cree y espera su total cumplimiento. Esto es la prospectiva cristiana. No simple futurología: las posibilidades de la realidad para el futuro. Sino prospectiva en la fe: el presente mirado desde un futuro deseado por la Iglesia, porque así lo indican las Promesas. El presente continuamente transformado por la Iglesia, con miras a la realización de las promesas.

El socialismo nos indica líneas inevitables del futuro del mundo, a la luz del estudio científico de lo que ya pasó, y de las tendencias actuales de la realidad social. Por qué no romper con ese de-terminismo de la realidad? Por qué no desear cosas y caminos diferentes? Nuestro fundamento es "real", pero en la fe. En la confianza de Promesas que superan todo lo "real". Por qué no lanzarnos en una línea de deseos, siguiendo la línea de las promesas? ¡Otra vez la utopía cristiana!

En la línea de la realidad Abrahán no hubiese tenido un hijo ni María habría engendrado a Cristo, ni de un ajusticiado frustrado y abandonado por todos hubiese nacido una Iglesia... Porque nada de esto nació de la carne y de la sangre, sino de la promesa creadora nacida de la Palabra de Dios. No nacieron de las posibilidades de la realidad, sino de lo que había prometido esa palabra, y de la respuesta confiante de hombres que creyeron en ella. Llamemos a esto "utopía", si así queremos, pero esto es la ESPERANZA CRISTIANA... La fe de comunidades de hombres en esa palabra, y su acción redentora en el amor, viene transformando la realidad desde hace siglos.

La Iglesia vive plenamente el ahora, en una profunda tensión hacia el "todavía no". La Encarnación no es simplemente vivir lo presente, sino traer a ese presente la fuerza redentora de la Palabra realizada. La Iglesia vive el Señor hecho carne, esperando su segunda venida. Por eso la Iglesia cuestiona continuamente ese presente y lo vive en una actitud continuamente creadora de realidades nuevas. Pero ninguna realidad se identifica con la plenitud del mensaje cristiano que la Iglesia espera ver realizado algún día. Toda la realidad es profundamente modificada por ese mensaje, pero al mismo tiempo el mensaje relativiza todo lo que estamos haciendo y viviendo. Es una tensión hacia el más, un descubrir el mal en la realidad, un cuestionar el presente. Eso hace de la Iglesia una comunidad esencialmente profética: que anuncia y que denuncia.

Tal vez la actitud de denuncia sea más necesaria en épocas de crisis. Es cristiana si se hace en el amor, y fundamentados en la

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Palabra. Pero es incompleta si no incluye el anuncio de buenas nuevas. Los grandes Profetas son los que "anuncian" la salvación. Con todo, el mensaje cristiano nos tiene que urgir no solo a cuestionar sino a realizar ese mundo nuevo en el que creemos y anunciamos. Lo más difícil es ser los humildes creadores de la Palabra. Si denunciamos la situación de pecado y anunciamos un mundo nuevo, creemos en nuestros pequeños grupos ese mundo y liberémonos a nosotros y a esos grupos del mal. Produzcamos en esos pequeños grupos ese mundo sin clases fundamentado en el amor: "ni judíos, ni griegos, ni hombre ni mujer, ni esclavos ni señores. . . " Puede haber personas llamadas a brillar como Profetas de la denuncia, pero a la mayoría de los cristianos nos toca el anunciar y denunciar en la humilde obra de crear realidades nuevas, en una tensión continua hacia el más. Así irá surgiendo esa Iglesia nueva en camino hacia el reino de Dios.

2? La Iglesia, Sacramento del Misterio

He intentado explicar cuál es el misterio que constituye la fuerza dinámica de la Iglesia. Ahora vamos a profundizar en la Iglesia como "sacramento de ese misterio".

Sacramento es la señal visible y palpable que significa, y al mismo tiempo realiza, la realidad mistérica y sagrada del proyecto de salvación trinitaria.

1? En el Vaticano II se reconoció que la "Historia de la Salvación" es íntegramente de estructura "Sacramental". Toda la economía de las relaciones de Dios con la humanidad se ha llevado a cabo mediante "sacramentos". Siempre ha habido realidades sensibles y humanas en las cuales se ha podido vislumbrar el carácter salvador de Dios y a través de las cuales se ha hecho efectiva la presencia salvadora del Dios invisible (cf. "Dei Verbum", Cap. 1).

Pero fue en la existencia terrestre de Jesús donde alcanzó su plenitud absoluta la "sacramentalización" de Dios, pues en El, "el Dios a quien nadie vio" se hizo realidad visible ("Quien me ve a mí, ve al Padre". Si esto es así, se desprende de la forma en que El reveló e hizo presente al Padre, constituye el paradigma de todo posible "sacramento". Ya no es posible "sacramentalizar" a Dios, si no es en referencia a Jesús, y en dependencia respecto de su sacramentalidad primordial.

2? En continuidad con la misión terrestre de Jesús ("Así como mi Padre me envió, así también yo os envío a vosotros"), la Iglesia se define así mismo, como "el sacramento de Dios" en esta fase de la Historia de Salvación situada entre la Ascensión y la Parusía.

En esta definición, la Iglesia señala ante todo su misión y su tarea. Ella existe para hacer reconocible el designio salvador de Dios cumplido en Cristo. Esto implica que lo visible de la Iglesia

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debe estar destinado a hacer visible lo invisible, pero sin oscurecer o amenguar su trascendencia sagrada. La tarea de la Iglesia es confirmar por su misma existencia un signo del Reino escatológico de Dios.

Pero en la misma definición se destaca también que en el signo que se configura se hace anticipadamente presente la realidad misma de ese Reino de Dios. Y ello, no en virtud de su propio y humano esfuerzo por realizarlo, sino en virtud del poder del Espíritu que "l lena" con su eficacia el "signo" que la Iglesia constituye.

A) Constitutivo "real" de este signo-sacramento

Como señal, debe ser palpable, y sensible. Como sacramento, debe significar y realizar la salvación. La Iglesia posee muchas de estas señales, pero cuál es la fundamental en toda esta gama que constituye la Iglesia como sacramento?

Toda la constitución de la Iglesia es carismática y sacramental, y a su servicio se encuentran los diversos ministerios, especialmente los Jerárquicos. Pero, en qué aspecto o faceta de la Iglesia radica concretamente su sacramentalidad?

1. La Liturgia y la Iglesia como Institución constituyen ciertamente un área concreta de su sacramentalidad. Pero la raíz habrá que situarla en otra parte. En la "sacramentalidad" de Jesús los aspectos hieráticos o institucionales apenas se dejan ver, y cuando esto acontece es en una evidente subordinación a otros valores.

2. Sin duda estaremos tocando un punto capital de la sacramentalidad de la Iglesia al hacer mención del cumplimiento de su papel de "Servicio" (diakonía). En efecto, la diakonía expresa realmente algo de Dios que se ha revelado en Cristo. Dios se ha hecho de veras servidor de los hombres, y la fe cristiana es la aceptación de ese Amor de caridad inverosímil e increíble que ha llevado a Dios a asumir y hacer suya la realidad íntegra de los hombres. Y así, cuando la Iglesia, desinteresadamente, se pone al servicio de los hombres (tanto de sus necesidades como de sus posibilidades, proyectos, aspiraciones e ideales), es en realidad el amor de Dios el que sigue desplegándose en forma visible y salvadora, en la misma línea en que irrumpió en la persona de Jesús el Servidor. El "Servicio" de la Iglesia es realmente revelador de una realidad sagrada: del Dios que nos amó primero (cf. 1 Jn. 4,19).

3. Mas, no obstante la verdad de lo recién dicho, ello no nos lleva hasta lo más profundo. En efecto, si es cierto que en Cristo se nos revela con deslumbrante evidencia el Amor salvador y "servidor" que tiene Dios por los hombres, sin embargo, cuando se busca la última fibra, se encuentra en una comunión indescriptible de amor y de confianza (leer Jn. 5/19-20; Jn. 10/30; Jn. 17/10; Mt. 11/27a). Así en Cristo se nos revela como suprema realidad un amor de comunión interpersonal (koinonía) que constituye el misterio mismo

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del ser divino: Dios se nos revela, en Cristo, como una Comunión de Personas, que es lo que expresamos en el dogma de la Trinidad.

Y esto no es todo. El mismo "servicio" (diakonía), de Cristo aparece ordenado a introducir a los hombres en esa misma comunión en que El vive con su Padre (Leer Mt. 11/27b; Jn. 17/2-3). Y a esta comunión con Dios y su Hijo solo pueden llegar los hombres realizando entre sí una comunión semejante a la que existe entre el Padre y el Hijo (Leer Jn. 17/11, 21,23). Y así los apóstoles enseñan: "lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos a vosotros, para que vosotros tengáis comunión con nosotros, y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo" (1 Jn. 1/3).

Conclusión

De este modo, la realidad absolutamente última es la koinonía: Dios es un koinonía eterna, y el "Reino de Dios" al que los hombres están llamados a entrar, consiste en que se integren en esa koinonía y en que la expresen o reflejen en su propia koinonía.

A esta luz, se hace absolutamente evidente que la Iglesia será "sacramento" sobre todo en la medida en que se realice en ella una verdadera koinonía, una verdadera comunión de personas, una comunidad fraternal. La vocación más entrañable y esencial de la Iglesia es ser una "comunión", y cumpliéndola, ella revela y hace realidad presente lo más profundo y permanente del Reino de Dios. Porque todo lo demás acabará por pasar (liturgia, Jerarquía, Caris-mas, incluso la Diakonía), pero la caridad-comunión permanece para siempre (Cf. 1 Cor. 13, 8-10). De aquí la realización plenamente comunitaria de la Igiesia primitiva, tal como la describen los Hechos de los Apóstoles (leer especialmente Capp. 2/42-47; 4/32-37; 5/12-13) y las Epístolas paulinas (leer especialmente (Flp. 2/1-4; Efes. 4/2-4).

B) Escala de valores en la sacramentalidad

No estamos hablando de sacramentos particulares sino de la Iglesia toda como sacramento. De aquella gran señal palpable y visible que debe primar sobre todas las otras en la vivencia de esa Iglesia como sacramento de salvación. Será al mismo tiempo "la gran señal levantada entre las gentes" por la cual reconocerán los gentiles la fuerza de Dios. Esta señal es la comunión de hombres a servicio de los otros hombres para llevarlos a la liberación. De todo ello se desprenden las siguientes consecuencias:

1* Todo el aparato institucional de la Iglesia, no solo es transitorio y temporal, sino que debe estar subordinado a la dimensión de "comunión".

2" Por consiguente, la relación fundamental en la vida de la Iglesia no puede ser la dimensión "vertical" de autoridad-obediencia, sino la horizontal de fraternidad. Lo cual significa que la conducta

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cristiana debe surgir motivada más por la vivencia del grupo y la conciencia personal de las exigencias de la fe, que por la imposición de la autoridad.

3* Esta comunión no es la de un grupo cerrado. Cualquier indicio de "cerrazón", de estrechez, de "espíritu de capilla", desvirtúa la calidad de comunión que pueda existir, en cuanto signo y sacramento de la Koinonía divina.

4' La comunión debe estar a servicio de la comunidad para promoverla, y de los más marginados y oprimidos para liberarlos. Así Servicio y Liberación son dos condiciones indispensables de la comunión.

Si todo lo que hemos expuesto hasta aquí es verdadero, se infiere que el llamado al cristianismo no es solamente un llamado a acoger en la Fe el don de Dios en Cristo, sino que ss también un llamado a vivir una comunión, y precisamente la comunión en una sola fe, una sola esperanza y un solo amor (Leer Efes., 4/3-63).

De aquí, a su vez, se infiere que cada cristiano tiene el derecho absolutamente irrenunciable a que se le dé la oportunidad de vivir esa koinonía a que ha sido llamado, y que, por consiguiente, la Iglesia (en concreto, sus autoridades) tiene el deber correlativo de proporcionarle esa oportunidad y de no frustrarlo en cuanto a una dimensión esencial de su vocación divina.

Pero esto requiere que la comunión se viva de una manera ex-perimentable en una comunidad fraternal: de otra manera se desvanece el concepto de sacramento como realidad visible y palpable. Ahora bien, la condición "sine qua non" para experimentar una verdadera comunión interpersonal es la pertenencia a una comunidad a escala humana. Mientras dure nuestra condición carnal, no somos capaces de dilatarnos de hecho hasta una comunión vivida con millones de personas. La masa se nos hace fatalmente anónima y la inmersión en ella nos resulta despersonalizante y alienadora. La pertenencia a una sociedad demasiado grande solo evita este escollo cuando se le ofrece al miembro una célula básica en la que esa sociedad pueda desenvolver un rostro de comunidad, y en la que el miembro pueda sentir la realidad de su aporte personal. Todo esto vale plenamente para el caso de la Iglesia. Su carácter de comunidad (y no de sociedad "anónima" y despersonalizante) le tiene que ser revelado a cada cristiano a través de una comunidad a su medida, en la que pueda desarrollar relaciones "cara a cara" y experimentar lo que para otros también significa vivir de Cristo y tener el Evangelio como ideal de vida.

Después de las declaraciones del Concilio, la Iglesia no es solamente "sacramento de salvación", sino también el sacramento visible de la unidad salutar" (L.G. . n. 9). Unidad no solamente entendida con "unión íntima entre los hombres con Dios", sino también la unidad de todo el género humano" (L.G. . n. 9). En definitiva unidad y salvación es la misma cosa: La salvación nos proviene de

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la unidad con Dios, y solo se realizará en el seno de la comunidad humana. "Sin embargo, fue voluntad de Dios el santificar y salvar a los hombres no aisladamente sin conexión alguna de unos con otros, sino constituyendo un pueblo, que le confesara en verdad y le sirviera santamente". (L .G. . n. 9).

El término griego que dio origen a la palabra Iglesia (Eklesia) significa esencialmente comunidad convocada, comunión, consorcio, y más precisamente comunidad de aquellos que Dios hace salir de la esclavitud y el pecado para hacerlos entrar en el Reino de la Gracia y de la Salvación. Este es el sentido del Pueblo de Dios peregrinante camino de la Promesa. No es una comunidad cualquiera, sino fundada por Dios, por lo tanto una comunidad de santos —convocados, escogidos— que transmite la salvación. No debe ser considerada primariamente como formada de abajo, democráticamente, sino sobre todo del alto. La convoca el oir la palabra y el decidirse por ella: es necesario ver a Dios que llama y escoge, junta y reúne los miembros de esta Comunidad. Es el Espíritu Santo quien funda esta Comunidad como cuerpo del Señor (L. G. . 7; 13; 15); es el "Espíritu del Hijo" quien reúne y unifica (L.G. . 4; 7; 9).

"Pentecostés trajo la gracia de superar la dispersión de Babel. No uniformó las lenguas, sino que las multiplicó. Pero era el mismo espíritu el que hablaba, "en distintas lenguas", las mismas "maravillas de Dios". El Espíritu Santo crea en todos "un solo corazón y una sola alma" (Act. 4,32). Y toda la Iglesia de Pentecostés se manifiesta al mundo como "la comunidad del Señor", que permanece unida en la "enseñanza de los apóstoles, en la vida común, en la fracción del Pan y en las oraciones" (Act. 2.42). " . . . Esperamos al Espíritu Santo: no para que nos haga iguales, sino para que nos haga hermanos. Esperamos al Espíritu de Amor para que nos haga un solo Cuerpo" (Mons. Pironio, p. 45, Compromisos y Esperanzas de nuestra Iglesia).

Lo que produce la comunión: es el proyecto del Padre de salvar en comunidad, la convocación por la palabra del Hijo, y la participación de todos del mismo Espíritu.

III. UNA ECLESIOLOGÍA COMUNITARIA Y DE BASE

No es esto una redundancia? No es toda eclesiología comunitaria? Lo que simplemente queremos afirmar es que la Iglesia es más comunidad que institución y que el lugar preeminente de la manifestación de Dios en la Iglesia es toda su base de pobres de espíritu. A su servicio están los pastores.

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1? Una Eclesiología "de base"

Ante eso tenemos las palabras de Paulo VI: "La Iglesia, en el ejercicio de su autoridad, es —para usar un término corriente— democrática en su finalidad, pero no en su origen, ya que su poder no se deriva de la llamada "base" sino de Cristo, de Dios, ante el cual únicamente es responsable" (Una audiencia general de los miércoles).

La Iglesia ciertamente no procede de la base de una manera democrática como fuente

—de autoridad —de revelación.

Proviene directamente de Dios por Cristo y las comunidades están sometidas

—en cuanto al querigma —en cuanto pastores: a los apóstoles.

Pero al mismo tiempo debemos tener en cuenta una gran premisa de la teología Bíblica: DIOS ESTA EN LA BASE. El gran espacio de las manifestaciones teofánicas son los pobres, los oprimidos, los pequeños...

Se ha identificado la verticalidad del cristianismo en cuanto a su trascendencia —DIOS Y CRISTO— con el concepto sociológico de verticalidad aristocrática u oligárquica. Si Dios es el principio, también es cierto que su lugar de manifestación son los pobres. Si hay pastores en la Iglesia están a servicio —realmente y no hipócritamente como las autoridades civiles— de la Comunidad. El lugar de la manifestación de Dios es la Base. Nunca los pastores se podrán alejar de ella, o mostrar ante ella un complejo anti-evangélico de superioridad.

Lógicamente afirmamos:

1. Que la base es el campo directo de la Teofanía de Dios, y de la manifestación del Espíritu por sus carismas.

2. Que la autoridad tiene un sentido de servicio apostólico.

3. No queremos defender ni un "horizontalismo" ni un "tempo-ralismo" sino que defendemos la trascendencia de la conciencia cristiana —conectar a la Iglesia con su verdadera fuente de energía, que es Cristo. Eso sí el Cristo auténtico que se ha hecho representar por los pequeñuelos de este mundo:

"Quien acoge en mi nombre a un niño como este, es a Mí a quien acoge" (Mt. 18, 5).

"Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla" (Mt. 11, 25).

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"Os aseguro que todo lo que hicisteis con uno de estos hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis" (Mt. 25, 40).

"Lo que para el mundo es necio, lo escogió Dios para avergonzar a los sabios; y lo que para el mundo es débil, lo escogió Dios para avergonzar a lo fuerte; y lo plebeyo del mundo y lo despreciable, lo que no cuenta, Dios lo escogió para destruir lo que cuenta" (1 Cor. 1, 27-28).

2? Oposición entre Comunidad e Institución

Es pernicioso y no cristiano el contraponer el profetlsmo y las comunidades carismáticas contra la Institución. Quizá la solución sea la afirmación de la Comunidad, como incluyendo el profetismo y la organización.

Max Weber ("The Sociology of Religión", Londres, 1966. SSP pp. 61 y ss) después de haber distinguido netamente entre religiones "proféticas" y religiones "no proféticas" reconoce que, incluso en la religión profética, se plantea ya desde el principio el problema de la "comunidad" o "congregación".

La "comunidad" religiosa, en su sentido de continuidad y organización surge de varios postulados esenciales.

V La "cotidianización" o sea, que el profetismo o sus discípulos se preocupan de asegurar la supervivencia del mensaje a través de las generaciones siguientes. El vivirlo día a día.

2° La necesidad de la "comunión religiosa". Dice J. Wach que "ninguna religión ha dejado de desarrollar algún tipo de comunión religiosa". Y W. E. Hocking se pregunta por qué el "homo religiosus" trata siempre de crear un grupo, y responde así: "La presencia de un grupo es la corroboración experimental continua (y e! desarrollo) tanto de su verdad, como de su modo de ponerla en práctica" ("Li-ving Religious and World Faith", Ed. Mac. Millan (New York) 1940 p. 44).

3? Frente a las sociedades determinadas todos los grupos humanos tienen que definirse en actitudes y compromisos concretos que los definan sociológicamente. A este proceso de incorporación e integración a la sociedad es lo que podríamos llamar "institucio-nalización". Pero todo esto tiene el rostro doble de la continua adaptación a la sociedad.

Como cristianos nunca podremos poner en duda la expresa intención que tuvo Jesús de crear un grupo religioso, una comunidad de creyentes, con un mínimo de coordinación interna. La cuestión será la de estudiar los elementos esenciales de la eclesiología neo-testamentaria, y los mejores y más auténticos momentos de la historia de la "comunidad cristiana". Lo que nunca debemos cuestionar es la necesidad de una "comunión" organizada que una a los que profesamos una misma fe y una misma esperanza en Cristo.

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Hagamos en este análisis, algunas consideraciones:

La "comunidad" en el N. Testamento

1. Las comunidades cristianas primitivas surgieron con una finalidad preferentemente "querigmática". En el N. Testamento, Jesús aparece muy frecuentemente como el Profeta, el profeta definitivo que condiciona el profetismo en un sentido último y determinado. Jesús fundó su Iglesia, precisamente para hacer de ella el eco de su voz profética para todos los tiempas y para todo el mundo.

Precisamente por esto la proclamación de la Palabra de Dios ocupa en la Iglesia primitiva el puesto central. Aun más, el mismo culto religioso es un culto profótico, un culto Kerigmático.

2. Son comunidades de culto, pero un culto diferente tanto de las religiones paganas como del sacerdocio del A. T. Podríamos decir un culto profético y secularizado:

a) Secularizado: La cena pascual, que era el único rito presidido por no sacerdotes en el A. T., fue sublimada y se convirtió en la cena eucarística, el culto central del N. T.

b) Profético: Las primitivas comunidades apostólicas subrayan este carácter profético y querigmático —proclamación del Señor Resucitado— de la Cena eucarística:

• "el hecho de comer el pan eucarístico y de beber la copa impli

ca una proclamación de la muerte del Señor hasta el día de su parusía" (1 Cor. 11, 26).

conforme a esto:

a) No se puede concebir un culto cristiano que no sea proclamación —querigma— y profecía

b) La proclamación del mensaje evangélico es considerada por Pablo como un acto de culto. El se presenta como:

"un liturgo de Jesucristo, que celebra el rito del Evangelio de Dios, para que se convierta en una oblación aceptada por Dios y consagrada por el Espíritu" (Rom. 15, 16).

Como se puede ver por esta manera de expresarse, Pablo habla de proclamación del Evangelio en un lenguaje completamente cultual.

Infelizmente notamos que en la Historia de la Iglesia el culto y sus sacerdotes se "desquerimatizan" y "desprofetizan", aceptando formas cultuales más propias del sacerdocio levítico o del paganismo. Se alejan así de los apóstoles y presbíteros de las comunidades cristianas primitivas, y de toda la teología del sacerdocio cristiano expuesta en la carta a los Hebreos; sacerdocio que supera y se desconecta de Levi, para unirse al de Melquisedec.

3. Comunidades... 33

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2° La Comunidad cristiana primitiva ante el orden establecido

La actitud querigmática y profética de las comunidades primitivas lógicamente las llevaron a una opción determinada frente al orden establecido. Podrían tomar una de estas 3 actitudes:

1. Rechazar la realidad social existente. Esta línea daría al nuevo grupo religioso un carácter revolucionario activo.

2. Aceptar francamente esa sociedad en una "coexistencia pacíf ica".

3. Rechazar virtualmente por la afirmación de los mismos principios de la comunidad cristiana, y al mismo tiempo estimular dentro de la comunidad un mundo totalmente diferente

—amor —igualdad-fraternidad —justicia y paz —personalización...

Pero, por el momento, no molestaron directamente las formas establecidas de dominio y de diferencia social, pero proclamaron la primacía del Reino de Dios, se negaron a considerar como Absoluto el poder político, y estaban dispuestos a morir por su fe.

Lógicamente las comunidades primitivas optaron por la 3 ! actitud. Si se examina esta actitud es profundamente dialéctica:

a) La Iglesia aceptaba el mundo, pero subrayaba y exaltaba los valores ultramundanos.

b) Se adaptaba a las condiciones sociales existentes sin proponer una alternativa política a las instituciones, pero

—su vida y principios eran claramente contrarios —en el seno de sus comunidades las destruía.

c) Vivía y se comprometía con el presente, pero se negaba a absolutízarlo — emperador— y lo relatívizaba continuamente esperando el "todavía no".

Cuando esta actitud llega a dominar el imperio, la Iglesia occidental —alérgica a la dialéctica— se "institucionalizó" y fue cojeando entre la 1 ! y la 2? actitud. Pero, con todo, no podemos simplificar tanto como para afirmar que la naturaleza querigmática y profética de la Iglesia fue engullida por la institucionalización. Todos estos elementos contradictorios han persistido aún en los momentos más negros para la Iglesia.

Ahora nos encontramos en la época de la afirmación 1 ! —la revolucionaria— que significaría caer en la institucionalización socio-política de la violencia.

Es difícil para la Iglesia mantenerse en el concepto cristiano de la revolución por el amor redentor, la apelación a las conciencias

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pidiendo la conversión, la renovación de las estructuras desde dentro y a través de hombres renovados, la lucha por la liberación total personal y social, suponiendo la existencia del pecado y del mal, el estar en el mundo pero no ser del mundo. Es fácil afirmar extremismos de comportamientos y estructuras, olvidándose de que nuestro extremismo es el de la locura de la cruz. . .

3? Comunidades con Pastores, pero sin clérigos

Todo el pueblo de Dios no es ni "clerical" ni "laical", es eminentemente sacerdotal como fue proclamado en la Y- carta de Pedro, y en toda la tradición de la Iglesia hasta el Vaticano II. El ministerio jerárquico está a servicio de esta realización sacerdotal del pueblo de Dios. Pero este ministerio no funda, a partir del evangelio, una nueva clase: la clase sacerdotal. La legitimación en la Iglesia de la clase "clerical", divide a la Iglesia en clases y rompe la unidad fundamental del pueblo de Dios. Lógicamente se deriva de aquí una mística de primacía, de "dignidad sacerdotal", de vocaciones superiores e inferiores y últimamente de verdadera lucha de clases entre los oprimidos —el pueblo cristiano— y los opresores —la jerarquía sacerdotal.

Esta situación no proviene del Evangelio, ni de las primitivas comunidades apostólicas. Es un fenómeno socio religioso, al asumir la \gtesia las formas sociales del Estado Constarrtiniano.

1. Los sacerdotes del Imperio son una casta aparte, dedicados al sacrificio y al altar. Todo su oficio social es el de prestigiar y hacer adorar como Dios la imagen del Emperador. Es una función, pues, eminentemente política consistente en aprovechar el sentimiento religioso, para producir subditos obedientes al estado. Consecuentemente gozan de todos los privilegios del estado, se encuentran íntimamente unidos con él, y son elevados a la categoría de funcionarios pertenecientes a la cíase dirigente.

2. Desde el punto de vista de la "Ciudad-Estado" el Imperio Romano está dividido en dos sectores:

—"Klerós": los magistrados ("Orden" el latín) —"Laos": el pueblo ("Plebe" en latín).

Sucedió así que al laicado se le llamó "Pueblo" por analogía con la "Plebe", y a los clérigos "Orden" por analogía con el Senado. Como los miembros del Senado ocupaban un lugar especial en la Basílica —casa de la magistratura— así los clérigos se dividen de la masa popular en las iglesias y posteriormente catedrales. Y esta división es un símbolo que preconiza lo que pasará en la vida real: los clérigos se distinguirán en privilegios y "dignidad" del resto del Pueblo.

Con eso se contradice todo el sentido bíblico de "Laos" Pueblo de Dios sacerdotal y rea!, que todo él es "Klerós" i.e. porción escogida por Dios entre toda la humanidad. Laos no se opone en

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la Biblia a Klerós sino a "gentiles", la masa de los no creyentes que adoran dioses falsos.

El fenómeno institucionalización hace surgir, pues, una nueva clase que, como tal, no existía en las comunidades primitivas: el clero, entendido como los ministros o pastores de las Iglesias que, por el hecho de serlo, ocupan un lugar específico en la institución social, en cuyo seno vive la Iglesia. Esto ocurre por la instalación de la Iglesia dentro de la institución estado, identificándose cada vez más con él. El clero, así entendido, es una ocupación "profesional", con una categoría especial de dignidad, exaltación y preparación de las clases sociales "populares".

Las realidades humanas, llamadas comunidades de base, cultivan la mística unitaria de todo el grupo como comunidad sacerdotal. Caen en la cuenta de la necesidad del sacerdote ministerial como pastor de la palabra y de la eucaristía, pero lo incluyen en el grupo —sin formar castas aparte— aunque concediéndole la presidencia de la comunidad en su función eucarística. Por medio de él el grupo se une "jerárquicamente" a los otros grupos en una Iglesia diocesana presidida —en su función de Pastor— por el Obispo, y, a través de este, a toda la Iglesia y a su cabeza visible.

Precisamos repensar en el plan evangélico sobre la Iglesia como una comunidad de carismas y ministerios, a servicio de todo el pueblo de Dios sacerdotal y real, por medio de los males Dios asocia a los hombres al Proyecto de la Construcción de su Reino.

C O N C L U S I Ó N

Los elementos institucionales esenciales a la Iglesia son aquellos que se derivan de su ser esencial de COMUNIDAD. Así, por ejemplo, su constitución en pastores y pueblo de Dios, los sacramentos y carismas, los mecanismos a servicio de la comunión.. . Contra estos no se levantan las comunidades de base, que tienen que aceptar este tipo de institucionalización. Sí critican las instituciones que sirvieron para eso y ahora no sirven más, o —al contrario— en nombre de la Iglesia-comunidad la están deshaciendo.

Hay otros elementos institucionales que provienen a) De la Iglesia como obra o empresa, o estructura de poder b) De la interpoblación o aún unión de la Iglesia con la sociedad

civi l .

Frente a estos elementos la actitud es mucho más crítica. Aquí es donde la institucionalización puede secuestrar totalmente la COMUNIDAD. Como cristianos debemos evitar el exceso de la "institucionalización". Admitiendo un mínimo de ella, y a servicio de la COMUNIDAD. Por otra parte se ha esperado demasiado y la toma de conciencia de lo que está pasando hace que se tolere cada vez menos la situación. No podría condenar esta actitud que puede ser

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profundamente cristiana. Pero también pueden mezclarse otras muchas motivaciones no cristianas. Nunca nos libramos de la terrible ambigüedad del cristianismo. Como elementos de discernimiento propongo los siguientes:

1? Que nuestra motivación sea cristiana i.e. por amor a la Iglesia y en el amor y la verdad vividas como actitudes de fe para llegar al Padre, a través de Cristo. Examinemos nuestras posibles motivaciones desviadas: rechazo del autoritarismo que nos ha hecho sufrir y nos ha colocado en situación de rebeldía, desequilibrios emotivos interiores que nos colocan en una situación de rechazo de todo lo existente, pesimismos fundamentales porque nos sentimos interiorizados o relegados...

Es difícil que estas motivaciones desequilibradas no se mezclen con la puramente cristiana. Nos tocará a nosotros discernir y purificar las motivaciones.

2° Que procuremos realizar en nosotros, y en nuestros grupos humanos, ese mundo nuevo que proféticamente anunciamos, y cuya falta denunciamos en la Iglesia.

3? Que no nos desanimemos si no vemos todo realizado. Cristo no lo vio, pero murió para que nosotros lo viviéramos.

4? Que acompañen nuestras denuncias la oración, la conversión personal y las actitudes de vida, de manera que nuestras obras den sentido a nuestras palabras.

Comprendo que muchos grupos cristianos se encuentren frustrados y creo que participo de esta frustración. Pero creo que se ha centrado demasiado el problema en la institucionalización. Si la Iglesia renueva sus estructuras ya está todo hecho. Y nos hemos olvidado de dos cosas fundamentales: lo esencial es la conversión y la comunidad de vivencias en la fe, el amor y la eucaristía en una actitud salvadora. Las instituciones podrán favorecer o impedir esto, pero no lo realizan automáticamente. Lo contrario sería admitir el concepto marxista de estructura.

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CAPITULO SEGUNDO

LA COMUNIDAD DE BASE Y LA IGLESIA PRIMITIVA

No es solo la teología, sino también la realización histórica de la Iglesia primitiva la que nos indica rasgos pastorales y estructurales, que fundamentan solidariamente lo que podríamos llamar la pastoral de las actuales comunidades de base.

Antes de entrar en un somero análisis de esta realidad tendríamos que aclarar los siguientes aspectos:

1) De ninguna manera pretendemos repetir en nuestros tiempos la realidad sociológica de la Iglesia primitiva, ni pretender que sea ese el ideal de la Iglesia de todos los tiempos. Es natural que en una comunidad religiosa naciente los grupos sean pequeños y tengan una mística especial de aglutinación, auto-defensa y unión.

2) Se trata de reconocer los aspectos "kerigmáticos" de esa Iglesia primitiva que, por ser "apostólica" y estar íntimamente relacionada al acontecimiento pascual, es ciertamente "paradigmática" o ejemplar para la Iglesia del futuro. Cuáles son esos elementos que no dependen de condicionamientos psicológicos, sino que se desprenden del mismo mensaje evangélico?

1. LA COMUNIDAD HISTÓRICA PRIMITIVA

1? La Comunidad de Jesús

Es indudable que Jesús fue el centro de una pequeña comunidad apostólica y de vivencias. Su mismo principio, narrado por Juan en 1, 35-51, nos muestra el primer contacto de Jesús con sus apóstoles: empieza por el "venid y lo veréis" atrae por su profundo calor humano y se va desarrollando en una serie de transmisiones interpersonales de unos para con otros. El vocabulario de Teología Bíblica —p. 360— dirá lo siguiente a propósito de esta experiencia comunitaria de Jesús con sus apóstoles: "Jesús escoge entre sus discípulos a doce íntimos que serán las células fundamentales y los cabezas del nuevo Israel (Me. 3, 13-19 p.; Mt. 19,28 p.). Los inicia en el rito bautismal (Jn. 4,2), en la predicación, en el combate contra los demonios y las enfermedades (Me. 9,35), a dar la prioridad a las "ovejas perdidas" (Mt. 10,6), a no temer las persecuciones inevitables (10,17...), a reunirse en su nombre para

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orar en común (18,19 s.), a perdonarse mutuamente (18, 21-35) y a no excomulgar a los pecadores públicos sin haber antes intentado la persuasión (18, 15-18). La Iglesia, hasta el fin de los tiempos, deberá inspirarse en esta experiencia de los doce por hallar en ella su regla de vida".

Esta experiencia comunitaria llega a su expresión cumbre en la Cena Pascual en la que se juntan profundas expresiones de cariño con sublimes enseñanzas, el diálogo más íntimo con la Oración al Padre, la actitud más profunda de siervo con la comunión eucarística...

2? La Comunidad naciente: Pentecostés

Pero la Iglesia nace cuando Jesús muere, resucita y envía el Espíritu. De agente anunciador de la Salvación y del Reino del Padre, se convierte en objeto de la Predicación de los Apóstoles. El Jesús pascual, que los apóstoles anuncian y del cual el Espíritu da testimonio, se identifica con la Salvación y el Reino para los hombres.

La Iglesia nace en la Pascua de Cristo, cuando Cristo "pasa" por este mundo al Padre (Jn. 13,1). Con Cristo que sale del sepulcro y viene a ser "espíritu vivificante" (1 Cor. 15, 45), surge una humanidad nueva, una creación nueva. "Mas como Jesús, después de haber padecido muerte de cruz por los hombres, resucitó, se presentó por ello constituido en Señor, Cristo y Sacerdote para siempre (cf. Act. 2, 36; Hebr. 5, 6; 7, 17-21) y derramó sobre sus discípulos el Espíritu prometido por el Padre (cf. Act. 2,33). Por esto la Iglesia, enriquecida con los dones de su Fundador y observando fielmente sus preceptos de caridad, humildad y abnegación, recibe la misión de anunciar el reino de Cristo y de Dios e instaurarlo en todos los pueblos, y constituye en la tierra el germen y el principio de ese reino" (L. g. I. n?. 5).

El acontecimiento de Pentecostés es propiamente el nacimiento oficial de la Iglesia. Cristo resucitado, junto con el Padre, envían el Espíritu. En ese momento tiene lugar la gran efusión carismática (Act. 2,4), con miras al testimonio de los doce (Act. 1,8). Pentecostés es para la Iglesia lo que la anunciación y el bautismo de Juan es para Cristo: su unión con la segunda persona de la Trinidad y su conciencia mesiánica de enviado del Padre. En Pentecostés la Iglesia se une a Cristo en el mismo Espíritu —el Cristo comunitario— y toma conciencia de su misión apostólica. Esta misión vendrá acompañada de los carismas a servicio de la evangelización del mundo y de la edificación de la comunidad cristiana.

Pentecostés marca la vivencia de la comunidad como el lugar de la manifestación del Cristo Pascual, y el mero cuerpo donde el Espíritu actuará por medio de sus carismas o dones. Será una Iglesia pequeña y peregrinante la que irá caminando por el mundo

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en un continuo testimonio apostólico de la Cruz y Resurrección de Jesús.

3? Los primeros pasos: Las comunidades apostólicas primitivas

El carácter de "comunidad" del Reino vivido en la convivencia de Jesús con sus apóstoles y el hecho de Pentecostés impulsa desde el principio un tipo de comunidades cristianas totalmente características: la fe vivida en común, la comunión eucarística, la comunidad carismática, el amor real en relaciones ¡nterpersonales profundas, la oración y reflexión en común alrededor de la palabra de los apóstoles, el testimonio y servicio comunitarios al mundo.. . parecen ser notas esenciales de la Iglesia, que se vivieron de una manera relevante en las comunidades primitivas.

Los testimonios más explícitos los encontramos en los Hechos de los apóstoles y en las cartas de Pablo. Con todo San Pedro marcará el carácter de la comunidad como nuevo pueblo, reino de sacerdotes, nación santa y San Juan en la relación de amor entre los hermanos y en el espíritu de discernimiento sometido a la última palabra apostólica.

2. VIVENCIAS PREDOMINANTES

A) La vivencia de la comunión

La "Koinonía" o puesta de todo en común era la nota distintiva de las primitivas comunidades cristianas. Es carecterístico del pasaje de los Hechos, 2, 42-47: "Perseveraban en la enseñanza de los Apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones. Todos estaban atemorizados, y eran muchos los prodigios y señales que se hacían por medio de los Apóstoles. Y todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común; vendían las posesiones y haciendas y las distribuían entre todos, según la necesidad de cada uno. Todos los días, con un solo corazón, frecuentaban asiduamente el Templo, partían el pan en las casas, tomaban juntos el alimento con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios y hallando favor ante todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día los que se salvaban". De este texto podemos deducir las siguientes características:

1) La comunidad unida alrededor de la palabra apostólica: "Perseveraban en la enseñanza de los Apóstoles".

2) La comunidad eucarística: "en la fracción del pan" Esta frase, repetida innumerables veces en los Hechos (cfr. Act. 20, 7), y en

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las cartas de Pablo —que alude claramente a los pasajes de la Cena y de los discípulos de Emaús— se refiere a la unión de la comunidad alrededor de la Eucaristía.

3) La comunidad de oración: "Y en las oraciones", "todos los días, con un solo corazón, frecuentaban asiduamente el templo".

4) La comunidad de relaciones humanas y de comunicación: Hay una palabra general en este texto que dice simplemente: "Perseveraban.. . en la comunión". Este mismo texto y otros paralelos nos describirán, más detalladamente, esta comunión.

a) "Vivían unidos y tenían todo en común". "Tenían un solo corazón y una sola alma" (Act. 4,32). No se podría describir de una manera más sincera la unión de relaciones humanas y de ideal. Diríamos que en su plenitud esto será la comunidad del reino de los cielos. Esta comunicación personal tenía manifestaciones bien especiales.

b) La comunicación de bienes: "vendían sus posesiones y haciendas y las distribuían entre todos, según las necesidades de cada uno". "No había entre ellos indigentes, porque todos los que poseían haciendas o casas las vendían, y llevaban el precio de lo vendido, y lo ponían a los pies de los apóstoles, y se repartían a cada uno según lo que necesitaba". Un verdadero socialismo de hecho y voluntario, manifestado hasta ahora por la vida consagrada. Es cierto que la comunidad de bienes fue una experiencia particular de la Iglesia de Jerusalén que no aparece en las comunidades paulinas o de la diáspora.

Pero más que el hecho particular, hay que considerar el espíritu de desprendimiento e intercomunicación aún en los bienes temporales, que predominaba en todas ellas. Como confirmación de esto tenemos el caso del aparecimiento de los diáconos, en gran parte como distribuidores de bienes a los más necesitados de la comunidad.

c) La comunicación interpersonal en la mesa y en relaciones de persona a persona: "Tomaban juntos el alimento con alegría y sencillez de corazón". Debían ser comunidades de base aquellas que se podían sentar a la misma mesa. Si alguien llegaba a una comunidad era tratado y saludado como hermano. "Cuando llegamos a Jerusalén los hermanos nos acogieron can alegría. Al día siguiente Pablo fue con nosotros a casa de Santiago, donde se reunieron todos los ancianos" (Act. 21, 17-19). Nuestras enormes Iglesias y comunidades parroquiales pueden vivir esta realidad? Se dice que la Iglesia de ahora es multitudinaria y que difícilmente se podrían repetir estas experiencias. La respuesta es doble:

1. Por qué no pensar en células comunitarias de base, donde la gente se pueda conocer de persona a persona, amar verdaderamente en relaciones interpersonales, y vivir realmente la comunión en una dimensión humana y cristiana, en vez de racionalizar y hablar mucho

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de ella, pero sin experimentarla? Habría que modificar toda la visión de la pastoral y de la organización de nuestra Iglesia, pero no valdría la pena intentarlo?

2. Cada vez volvemos más rápido a la situación cristiana primitiva. De un mundo de cristiandad, en el que sociedad e Iglesia se identifican, pasamos a un mundo pluralista, en el que la opción por ia Iglesia se va volviendo algo cada vez más responsable y libre. Y también más difícil. Pero es preferible. Ya no tendremos que preguntarnos cuándo hicimos la opción por la Iglesia, una vez que esto implicaba opción por una tradición, cultura, historia y hasta tipo de civilización. No tendremos que pedir disculpas por una Iglesia estática y comprometida con los poderes que impiden el cambio social. No creo que nuestros jóvenes se lamenten por una situación más pluralista, que les permite entender más auténticamente el Evangelio. Volvemos a una situación de minorías. Pero esto nos permite vivir más íntima y personalmente las comunidades de base. . .

B) La experiencia de los Carismas

Una comunidad que vivía la manifestación del Espíritu: llama la atención la intensidad con que se "vivía" el Espíritu en las primitivas comunidades. Después del bautismo los apóstoles "imponían las manos" y se manifestaba el don de Pentecostés en diversos carismas. "Los apóstoles que estaban en Jerusalén... y recibieron el Espíritu Santo" (Act. 8, 14-17). Las comunidades primitivas vivían intensamente los carismas.

La palabra "CARÍSIMA" significa don gratuito y viene del griego (jaris) xaris —gracia. Aunque en el Nuevo Testamento puede tener varias acepciones, generalmente se refiere al primero de los dones, el Espíritu Santo mismo, que se derrama en nuestros corazones y siembra en ellos la caridad (Rom. 8, 32). La presencia activa del Espíritu en la comunidad se manifiesta a través de toda serie de "dones gratuitos" a servicio de esa misma comunidad y de la evan-gelización de la gran comunidad humana, en la cual la asamblea de los fieles se encuentra injertada. Así los carismas son un don personal —gratuito, que no significa ningún mérito por parte de la persona— con una función social —en orden a la edificación de la comunidad y propagación del Reino—.

Pentecostés es la señal de que el Cristo glorioso ha sido exaltado por el Padre, y de que junto con El ha derramado sobre los hombres el Espíritu prometido. Frecuentemente —después de Pentecostés— se repetirá en las comunidades primitivas el mismo fenómeno, especialmente después del bautismo y de la imposición de las manos (Act. 8,17 n; 19,6). Los fenómenos que acompañan a Pentecostés son el don de lenguas, el don profético y la capacidad de hacer milagros. La predicación del apóstol Pablo va acompañada del Espíritu y de obras de "poder" (1 Tes. 1,5). El mismo habla lenguas (1 Cor. 14,18), y tiene visiones (2 Cor. 12, 1-4). Todos estos

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carismas no son exclusivos de los apóstoles, sino que se derraman por toda la comunidad cristiana. Pablo, hablando a la comunidad de Corinto reconoce "la gracia que se os ha concedido en Cristo Jesús, porque en El fuisteis enriquecidos en todo de tal modo que no os falta ningún carisma a los que esperéis la revelación de Nuestro Señor Jesucristo". En los Hechos de los Apóstoles vemos manifestaciones proféticas, con ocasión de la visita de Pablo a las Comunidades, por ejemplo la profecía de su ida a Jerusalén y de su prisión.

C) La vivencia del Kerigma

Las primitivas comunidades cristianas tenían una profunda conciencia misionera. Si los apóstoles eran los encargados de llevar por todo el mundo el anuncio evangélico, ellas eran los testigos continuos de la resurrección en el medio ambiente y de ellas salían elementos nuevos para la evangelización. Ello supone que existe todo un proceso dinámico de crecimiento de las comunidades eclesia-les de base. Empiezan siendo comunidad, desde el momento en que se unen en una asamblea de hombres que están abiertos al mensaje evangélico, pasan por el fenómeno de la conversión y van madurando en su vivencia litúrgica y sacramental.

Esta fue también la realidad de la Iglesia primitiva durante siglos. Si miramos la aparición histórica de esa Iglesia, más que la Historia de la salvación hasta la aparición de Cristo, podríamos con Liegé distinguir cinco etapas en la educación de la fe.

Primera etapa: La Iglesia de la convocación de los hombres. Es la etapa de Juan Bautista. Convoca a los hombres —forma

Iglesia— a un porvenir mejor, les pide una preparación, transformar su modo de vida, porque será menester acoger a aquel que viene. Esperar una liberación total.

En nuestro lenguaje es la llamada preevangelización como promoción de la persona humana, sentimiento pleno de indigencia y una cierta esperanza en algo que vendrá. Como Juan Bautista, los apóstoles de la Promoción Humana tal vez no puedan entregar en plenitud el mensaje cristiano, pero por su mentalidad cristiana, por sus actitudes de vida son flechas indicadoras del Cordero Redentor.

Segunda etapa: La Iglesia de la convocación al Reino. "Convertios y creed en la Buena Nueva" (Me. 1, 14-15). Los tiem

pos mesiánicos se han cumplido. El Reino está ahí. Es la presentación clara de Cristo como Redentor de todos los problemas del hombre. Es una convocación que no simplemente sea de palabra sino de realización de estructuras libertadoras. Hay que mostrar al mundo de hoy el acontecimiento de la Pascua. Será el mejor mensaje, un mensaje que tenga la solemnidad de un acontecimiento. Es la Iglesia como una asamblea que convoca al mundo a entrar en el Reino de Dios. Los hombres que respondan a esta convocación ya forman

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la Iglesia —en su estadio de "conversión"— antes de cualquier ins-titucíonalizacíón a nivel sacramental.

Esta etapa se identifica con la evangelización antes explicada.

Tercera etapa: La Iglesia catecumenal.

Parte de la conversión a la fe, y se orienta hacía el sacramento. En sus pasos de catequesis, orientación cristiana de la vida y preparación para el bautismo. Es la asamblea de los hombres, que, tras haberse preparado, han decidido comprometerse con el evangelio, y así han llegado a ser una asamblea de creyentes. Ahora bien, esta asamblea debe ser sometida a prueba: es el nivel de vida "catecu-mental" de la Iglesia. Una Iglesia que realiza una experiencia seria y rigurosa de su fe. La Iglesia descrita en el decreto "ad Gentes", n? 14). Durante siglos el afán pastoral de la Iglesia estuvo polarizado por esta etapa. Entre los siglos III y VIII había tal vez más cristianos catecúmenos que bautizados.

En nuestros países cristianos el panorama se complica porque recibimos el bautismo recién nacidos y somos catequizados de niños y adolescentes. No tenemos el sentido de criticar simplemente, sino el de esclarecer una realidad. Sin duda en una sociedad totalmente cristiana esta pastoral puede tener sus ventajas. Quitando todo sentido polémico a esta consideración centrémonos en la realidad de nuestra juventud de hoy. Fue bautizada y fue catequizada —en el sentido de una enseñanza teórica de la fe—; pero en su educación religiosa se saltó casi en su totalidad la etapa esencial de la evangelización. Y esto es muy grave teniendo en cuenta que la adhesión libre a Dios que salva es el fundamento primero de la catequesis y de la formación madura de la vocación cristiana con sus ministerios.. .

Cuarta etapa: La Iglesia bautismal.

No es simplemente una Iglesia de bautizados, sino una asamblea de hombres comprometida en la línea de lo que "celebra" el sacramento del bautismo. El bautismo es el sacramento.

—de la conversión: mudanza total de mentalidad y de actitud de vida ante el acontecimiento de la Pascua.

—de la decisión: total y definitiva. —de la incorporación a la comunidad: escoger la pertenencia a

la Iglesia como a una comunidad de vida.

Habrán llegado pues a esta etapa los realmente convertidos al acontecimiento de la Pascua, los decididos totalmente por Cristo, los que viven su incorporación comunitaria con todas sus consecuencias, prescindiendo de un cristianismo individualista. Dice Liegé que es muy fácil inundar el mundo con las aguas del bautismo, pero que es muy difícil hacer bautizados...

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Quinta etapa: La etapa Eucarística

No simplemente ir a misa y comulgar, sino pertenecer a una comunidad que se ha comprometido en la línea de lo que el sacramento significa. Y la Eucaristía es el culmen total con el Cristo muerto y resucitado. Con el Cristo personal y con el Cristo comunitario. La comunión con Cristo y con nuestros hermanos en una unidad y servicio cada vez más creciente. Hasta llegar a la madurez de la opción vocacional definitiva para identificarse con la santidad de Cristo, para servir a la Iglesia en algún tipo de ministerio. Desembocaríamos así en la Iglesia de los ministerios de la que nos habla el decreto "Ad Gentes" en el n° 15.

La opción vocacional en la Iglesia es pues, el fruto de un dinamismo continuo en la opción y madurez en la fe.

Esta es la Iglesia, una Iglesia dinámica —no de "perfectos"— sino de cristianos santificados por Cristo, que tienden cada vez más a una santidad personal mayor. Una Iglesia de cristianos *a servicio", que se esfuerzan por adoptar en la Iglesia una actitud ministerial apostólica.

Hay que notar que el drama de nuestra Iglesia es el de haberse estancado en una pastoral que prepara para la Institución y no para la comunidad de fe. Bautismo a los niños, preparación para la primera comunión, catequesis de jóvenes y adolescentes que supone la opción a la fe, funcionalismo de los sacramentos: confesión, eucaristía masiva, matrimonio... Los sacerdotes se convierten frecuentemente en funcionarios de los sacramentos, y no saben cómo salirse de sus estructuras para entrar en una decidida labor de evangelización de su pueblo. Nuestras iglesias, nuestras parroquias, nuestros colegios, educan la madurez de la fe? He aquí la gran pregunta. Una pastoral fundamentada en la realidad de fe de las comunidades de base —como en las comunidades cristianas primitivas— sería la solución adecuada y objetiva a la que debíamos volver.

Por otra parte hay que tener en cuenta que, cuando hablamos de etapas de educación de la fe, no lo hacemos en el sentido de etapas puras — sin mezcla una de otra y que superadas se pasa a la siguiente— sino como "polos de afirmación" en los que hay que insistir, aun manteniendo elementos de las otras etapas. Pongamos el caso de la evangelización en nuestros muchachos o chicas ya bautizados: no habría nada de sacramentos ni de apostolado? Se insistiría en el proceso evangelizador. En cuanto a los sacramentos no serían masivos sino libres, motivados y "evangellza-dores" vale decir dándoles un sentido de liberación, alegría y cristianismo nuevo expresado por signos que entienda nuestra generación moderna. El apostolado tendría para ellos el sentido de servicio, entrega, ayuda, promoción de la comunidad humana. Solo más adelante entenderían esos muchachos el sentido de "misión". SI son cristianos son enviados, como Cristo es el gran enviado del Padre.

Si tomamos las otras etapas: iniciación —apostolado— opción vocacional, hasta qué punto en todas ellas no hay una vuelta con-

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tinua a la evangelización? Así parece indicarlo la liturgia de la Iglesia cuando nos repite todos los años la Cuaresma —etapa de Juan Bautista y del anuncio de los tiempos mesiánicos. Siempre habrá grandes crisis en nuestra vida, que nos colocan ante la opción primera. Se trata de ver simplemente si optamos por Cristo o no. Más bien parece ser esta la dinámica: una reevangelización continua. Ante una nueva reconversión, avanzamos decididamente en más profundidad por las etapas siguientes. Esta es la manera cíclica de avanzar la vida humana. Al mismo Cristo, confirmado ya como Mesías no le propone el mal espíritu que abandone a Dios y, arrodillado ante él, lo adore?

En todo momento de nuestra vida —aunque estemos en las mayores alturas de la mística— el gran problema es simplemente la opción por Cristo.

Pero propiamente las comunidades eclesiales de base serían las que viven la fase eucarística: comunidad de fe, litúrgica y de caridad, en una actitud evangelizadora y misionera. Las comunidades que se cerrasen en sí mismas no serían Iglesia.

D) La Actividad de la Diaconla

Fuese la que fuese la actitud de sus opositores, las comunidades primitivas siempre tomaron ante la sociedad una actitud humilde de servicio. No podía ser de otra manera si querían ser fieles reflejos de Aquel que se intituló a sí mismo de SERVIDOR. La Iglesia del Vaticano II se declara a sí misma íntimamente solidaria con el mundo de hoy, cuando declara en el proemio de la Constitución "La Iglesia en el mundo": "Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón, La comunidad cristiana está integrada por hombres que, reunidos en Cristo, son guiados por el espíritu Santo en su peregrinar hacia el reino del Padre y han recibido la buena nueva de la salvación para comunicarla a todos. La Iglesia por ello se siente íntima y realmente solidaria del género humano y de su historia" (G.S. , n? 1).

Sin duda que el servicio esencial de la Iglesia al mundo es la evangelización: La transmisión del mensaje salvador que nos vino por el acontecimiento pascual. Pero evangelizar no es solo palabras, y la salvación, que nos viene a traer Cristo, es una salvación total del mundo en todos sus campos. "Todo el bien que el Pueblo de Dios puede dar a la familia humana al tiempo de su peregrinación en la tierra, deriva del hecho de que la Iglesia es "sacramento universal de salvación" que manifiesta, y al mismo tiempo realiza el misterio del amor de Dios al hombre" (G.S. n° 45}. Por esto la Iglesia ofrece su colaboración al mundo de hoy: "Al proclamar el Concilio la altísima vocación del hombre y la divina se-

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milla que en este se oculta, ofrece al género humano la sincera colaboración de la Iglesia para lograr la fraternidad universal que responda a esa vocación. No impulsa a la Iglesia ambición terrena alguna. Solo desea una cosa: continuar, bajo la guía del espíritu, la obra misma de Cristo, quien vino al mundo para dar testimonio de la verdad, para salvar y no para juzgar, para servir y no para ser serv ido" . . . (G.S., n? 3).

Las comunidades cristianas primitivas tomaron una posición bien definida ante el mundo, conforme al mensaje evangélico:

1) Anuncio del mensaje de salvación, como un anuncio de esperanza a todos los sufrimientos humanos, y de liberación a todas sus aspiraciones.

2) Una actitud de caridad sincera y abierta aún ante sus enemigos.

3) Una actitud de oposición a todo lo que pudiera ir de frente al plan de salvación de Dios. La lucha contra "los poderes y potestades" de que nos habla el apóstol.

No nos deben engañar las recomendaciones de Pablo y Pedro de sumisión a las autoridades constituidas. De hecho ¡el cristianismo fue una formidable oposición al imperio romano y acabó destruyéndolo. Así lo comprendió el imperio, y por eso los persiguió a muerte. De hecho las palabras de Cristo son profundamente revolucionarias: "Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios". Esto acaba con la idea de poder omnímodo que tenía el imperio romano. Los cristianos acaban con la "deificación" del emperador y se niegan a prestarle una obediencia absoluta. No le obedecerán siempre que se oponga a Dios. "Conviene obedecer a Dios antes que a los hombres", dijeron los apóstoles a las autoridades constituidas en Jerusalén. Esto "relativiza" el concepto de autoridad, y es un principio profundamente revolucionario. Los primeros cristianos colaboran con los poderes constituidos siempre que, a la luz de la fe evangélica, ellos no juzguen que las autoridades mandan algo en contra de Dios. La obediencia absoluta de los cristianos es prestada solamente al plan de salvación de Dios. Dice Harvtey Cox en su libro "La Ciudad Secular": "Conceder al estado un valor provisional asesta a la tiranía un golpe más duro que una total devaluación del Estado, que permita a la Iglesia retirarse a un enclave". "Los primeros cristianos estaban dispuestos a orar por el emperador, pero no a quemar incienso en su altar. La diferencia entre estos dos actos es crucial. Orar por el emperador es concederle el derecho de ejercer la autoridad en una esfera particular, restringida, una esfera definida no por el emperador mismo, sino por aquel que está orando. Rehusar quemar incienso en su altar es nlegarle toda autoridad sacral-religiosa". Cuando el Estado —y este es el peligro en todas las épocas— quiere ejercer una autoridad absoluta, no encontrará gente más revolucionaria que los cristianos. Niccoló Machiavelli aseveró que era imposible edificar un estado fuerte entre los cristianos, porque la religión cristiana suscitaba sentimientos universales...

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SEGUNDA PARTE

"LAS CUATRO REALIDADES: CARISMA, KERYGMA, COMUNIÓN Y SERVICIO"

4. Comunidades...

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A) CARISMA CAPITULO I

CARÍSIMAS

INTRODUCCIÓN

Uno de los problemas principales de una Iglesia que síe quiera regir especialmente por el Evangelio y el Espíritu, es el del discernimiento. La ley es "pedagoga" y protectora. Cuando lo importante en la Iglesia sea la ley, las decisiones son cuestión de querer o no, pero están casi todas marcadas con claridad en un código cada vez más perfecto. Esto es posible —aunque muy difíci l— en una sociedad secular regida únicamente por principios de coexistencia y bien común, pero que no penetra en la conciencia de los individuos. No les esto intolerable en una comunidad de amor y de conciencias, ligada por la misma fe? No se trata de negar a la Iglesia su institucionalidad y su capacidad interna de legislar, pero sí de afirmar con Pablo que los cristianos hemos pasado de la Ley al Evangelio. Se trata de que lo principal en la Iglesia no sea la Ley, sino la opción libre tras la búsqueda de la Palabra de Dios a la luz del Evangelio.

Pero es esto precisamente lo que más dificultad supone a las comunidades cristianas. La Ley, por muy impositiva que sea, es siempre una pauta segura de acción. Lo otro supone una búsqueda continua, la responsabilidad en nuestras manos, la posibilidad de equivocarse, un esfuerzo personal y comunitario por adecuar nuestra vida al Evangelio. Supone pasar de niños guiados por el "pedagogo" a adultos qute se auto-determinan por motivaciones interiorizadas en decisiones responsables. La pregunta surge con una lógica incontrolable: es esto posible sin esa interiorización y sin una búsqueda personal y comunitaria de ese Evangelio? O, dicho de otra manera: pueden existir estas comunidades sin la guía del Espíritu por sus carismas, y sin el discernimiento de sus actitudes a la luz de la Palabra evangélica? Me parece ser este el principal problema de las Comunidades de Base. No se trata de rechazar simplemente la Ley, y de recabar para sí la responsabilidad de las decisiones. En una Comunidad cristiana no basta que las decisiones sean maduras y responsables. Es necesario que se orFenten hacia las actitudes evangélicas en una búsqueda continua de la Palabra de Dios y de su voluntad salvífica. Y esto es algo que —estando en ellos— también los "trasciende". La voluntad del Padrle, comida y bebida de Jesús, se expresa frecuentemente por caminos extraños al "mundo" a través de la locura de la Pascua.

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El problema de la decisión cristiana es su motivación íntima y "en nombre de quién" se toma. Y es también problema de "praxis" o modelos concretos de acción, mucho más que de principios. Estos modelos tienen que reflejar el modelo de salvación del Padre a través de un Cristo Redentor «n la edificación de una comunidad cristiana regida por el Espíritu. Todo esto será imposible sin una real vivencia de Jesús en las comunidades y personas, sin la expresión franca de los carismas del Espíritu y sin su discernimiento.

I. LA PALABRA

Carisma se deriva de Xarismo (gracia), que significa don gratuito. En el N. T. no tiene un sentido técnico: puede significar toda serie de dones que nos vienen de Dios, sin méritos nuestros, por medio de Cristo (Rom. 5, 15 ss; Rom. 11, 29), y que florecen en la vida eterna (Rom. 6, 23); como también el primero de los dones que es el Espíritu Santo mismo, que se derrama en nuestros corazones y pone en ellos la caridad (Rom. 5,5; cf. 8, 15). El uso técnico de la palabra Xarisma se entiende esencialmente en la perspectiva de esta presencia del Espíritu, que se manifiesta por toda suerte de dones gratuitos.

II. EL CARISMA COMO DON ESCATOLOGICO

El carisma es una de las promesas característicamente escato-lógicas, en lo que se refiere a su efusión y universalidad (Jn. 3, 1 ss). Es un don típicamente atribuido al Mesías (Is. 11, 2). (Is. 44,3 cfr, 63, 14). (Ez. 96, 27 cfr. Zach. 4, 6).

Hay que tener en cuenta estas promesas escatológicas para comprender la experiencia de los dones del Espíritu en la Iglesia primitiva, que es, en efecto, la realización de las mismas. Encontramos afirmada esta experiencia por dos vertientes: la Iglesia de Jerusalén y las Iglesias paulinas.

El Espíritu se manifiesta con toda la efusión de sus dones en el día de Pentecostés, cuando publican los apóstoles en todas las lenguas las maravillas de Dios (2, 15-21). Es la señal de que Cristo, exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre al Espíritu prorrietido, y lo ha derramado sobre los hombres (Act. 2, 33).

1. La Iglesia de Jerusalén

Se manifiesta el Espíritu de diversas maneras: por la repetición de los signos de Pentecostés (Act. 4, 31; 10-44 ss.) —particularmente después del bautismo y de la imposición de las manos (Act. 8, 17 ss,; 19, 6)— por la acción de los profetas (Act. 11, 27

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ss.; 15, 32; 21, 10 ss.) de los doctores (Act. 13, 1 ss.), de los anunciadores del Evangelio (Act. 6, 8 ss.), por los milagros (Act. 6, 8; 8, 5 ss) y las visiones (Act. 7, 55 ss.).

2. Las Iglesias paulinas

La predicación del Apóstol va acompañada del Espíritu y de obras de poder —milagros— (1 Tes. 1, 5; 1 Cor. 2, 4); él mismo habla lenguas (1 Cor. 14, 18) y tiene visiones (2 Cor. 12, 1-4).

Las comunidades reconocen que se fes ha dado el Espíritu en las maravillas que realiza en su seno (Gal. 3, 2-5), en los dones más diversos, que se les otorga (1 Cor. 1, 7). Para Pablo estas experiencias son de suma importancia "para edificar tel cuerpo de Cristo", y las tiene en alta estima: "No apaguéis el Espíritu, no oespreciéis las profecías. Probadlo todo y quedaos con lo bueno. Absteneos hasta de la apariencia del mal" (1 Tes. 5, 19-22).

Las comunidades primitivas —jeros. y paúl.— vieron, pues, cumplirse la expectación profética en su propia realidad.

Qué significa "Espíritu" —Pneuma— en todo este contexto?

—hálito, soplo, ángel, o los "espíritus". No

—la fuerza vital, interior, yo vivo del hombre

Sino el Espíritu de Dios como "santo" que se contrapone al espíritu del hombre y del mundo.

En el N. T. intervienen dos ¡deas:

V La "animística" —vetero-testamentaria—: el espíritu concebido como sujeto individual de índole personal, que se adueña del hombre, y lo puede capacitar para realizar acciones que requieren una fuerza especial no un estado permanente.

2 ! La "helenística": está más marcada por ideas "dinámicas" —<el Espíritu concebido como una fuerza impersonal, o substancia celeste, que llena al hombre como una especie de fluido no de manera transitoria, sino durable.

Estas dos tradiciones no se contraponen sino que se aclaran. Podemos decir que ten el N. T.:

1) El Espíritu no es un fluido mágico misterioso y sobrenatural, sino que es Dios mismo, es especial dignación y don personal

—que se apodera graciosamente del interior del hombre —le es íntimamente presente —y se atestigua eficazmente al espíritu del hombre.

2) No se contrapone —con ideal platónico— al cuerpo y a la naturaleza sino que existe vivificando lo humano como un poder divino maravilloso.

3) Es un don escatológico.

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EN CONCRETO:

\° En Marcos y Mateo se hallan relativamente pocos enunciados sobre el Espíritu, y las más de las veces cristológicos. Presentaron al Espíritu en Cristo como posición última escatológica. Me. 1, 8 habla del don general escatológico del Espíritu "Yo os he bautizado en agua, pero os bautizará el Espíritu Santo". —Solo la Iglesia después de Pascua entendió la comunicación del Espíritu como señal que la destinaba a ser el pueblo de los últimos tiempos.

T Juan habla mucho del Espíritu como Espíritu de amor, que en Cristo nos da a conocer al Padre, y nos explicará lo que Jesús dijo. Espíritu y gracia se confunden: nacemos de él y nos convierte en hijos adoptivos de Dios. Contrapone frecuentemente el Espíritu de Dios al espíritu del mundo. Para Juan, que no habla nada de Pentecostés, el Espíritu Santo ya es comunicado en la Pascua (Juan 20, 22). Para Juan, el Espíritu es la fuerza o virtud de la predicación y conocimiento cristiano en la Iglesia. Entiéndase el "Paráclito" del sermón de la cena (Jo. 14, 16) como intercesor en el sentido de la tradición Judía, o como ayudador y abogado en el de la tradición gnóstica, todo esto lo será en cuanto es "espíritu de verdad" (14, 17; 15, 26; 16, 13; 1 Jo. 4, 6). Qué significa esto? El Espíritu obra "enseñándolo todo" (14, 26), "conducirá a toda verdad" (16, 13), de suerte que los que están por El llenos "no tienen necesidad de que nadie les enseñe" (1 Jo. 2, 27). Lo que Jesús mismo pudo aun decir, lo dice el Espíritu: "muchas cosas tengo aun que deciros, pero no podéis entenderlas ahora; mas cuando viniere El, el Espíritu de la verdad, os encaminará hacia toda la verdad" (Jo. 16, 12 ss.).

—capacidad de entender Verdad como —sabiduría no-técnica

—siguiendo siempre la verdad.

3° Lucas mira menos la Parusía que el hecho de la historia misional de la Iglesia. Después de la experiencia de Pentecostés "Fueron llenos todos del Espíritu Santo" para pregonar así "las magnificencias de Dios" (Act. 2,4,11). Pentecostés revela a la comunidad como comunidad de salud escatológica, en la que se ha cumplido la promesa de Joel (Act. 2, 14-21 cf. Joel 3, 1-5).

Lucas ve la señal escatológica en el hecho de la Iglesia misionera.

El Espíritu.

1) dirige la Iglesia Madre y sus misioneros. Instala en el cargo (Act. 20, 28).

2) emite por la Iglesia decretos generales (15,28)

3) da órdenes (6,6; 13,2 ss.).

4) se liga a la imposición de las manos (¡dem)

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5) legitima el testimonio de la Iglesia (5,32) y de sus misioneros con prodigios y milagros.

N. B. Con todo, aún, según Lucas, la Iglesia de Jesucristo existía —temporalmente— ya antes de Pentecostés.

4° Pablo: entiende de todo en todo el Espíritu desde el gran acontecimiento decisivo de salud, que significa para él el gran giro escatológico: la muerte y resurrección de Cristo.

El Espíritu no es una fuerza oscura y anónima en el sentido de la gnosis helenística: en Jesucristo ha obrado Dios mismo. Examinemos bien este pensamiento de Pablo:

1) Para Pablo el Espíritu significa no solo un don especial para determinadas acciones adicionales, sino que determina simplemente existencia del creyente en la

—fe —oración (Rom. 8, 14-17).

2) El Espíritu es el Espíritu de Cristo (Rom. 8, 9; Phil. 1, 19; Gal. 4, 6; 2 Cor. 3, 18). Significa esto la identificación de dos magnitudes personales como son Cristo y el Espíritu Santo? No. Todo debe ser entendido a partir de la Resurrección. Por ella fue hecho Cristo "Espíritu Vivificante" (1 Cor. 15, 45); más aun "el Señor es el Espíritu" (2 Cor. 3, 17). Lo que quiere decir Pablo es que el Kúrios aparece —después de la Resurrección— en el existir propio del pneuma. Es idéntico a él en su obrar y en su actuar en la Iglesia y en el individuo. Así se explica que subsistan al mismo tiempo la identificación entre Kúrios y Pneuma y al mismo tiempo la subordinación del Pneuma al Kúpios (2 Cor. 3, 17 ss.).

El encuentro de Teos, Kúrios y Pneuma con el creyente en un solo y único encuentro: "La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo sea con todos vosotros" (2 Cor. 13, 13 cf. 1 Cor. 12, 4-6; Gal. 4,4-6; Rom. 5, 1-5).

3) Así, el Espíritu es la fuerza terrena del Señor glorificado. Suscita en el mundo una nueva creación, no por una fuerza mágica a la que el hombre no puede resitir, sino creando en él la posibilidad de dar un " s í " responsable y reconocido. Examinemos la idea que nos da Pablo de esta acción del Espíritu:

a) El es el Espíritu de la Fe (2 Cor. 4, 13; cf, 5, 5-7). El hace creer como creyente porque

—concede en el reconocimiento del Señor crucificado, la intuición de que, en Jesucristo, Dios mismo está a su favor

—da la fuerza de la conversión.

b) No es una posibilidad del hombre sino don de Dios.

c) Se distingue del espíritu del hombre, de su "yo" humano, nunca se confunde con cada espíritu individual, permanece siempre Espíritu de Dios (cf. Rom. 8, 16; 1 Cor. 2, 10 ss.).

d) Pero el Espíritu de Dios puede llegar a teríer también tal poder y señorío sobre el hombre, que se torne el más íntimo yo de

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aquel hombre, que no vive ya de sí mismo sino de Dios [cf. Rom. 8, 9-15-26 ss.).

e) "Si vivimos por el Espíritu, procedamos también según el Espír i tu" (Gal. 6,25; cf. 6,8). Primero es el hecho, después la norma. Primero el indicativo, después el imperativo.

f) El Espíritu es la potencia de lo futuro: "Si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos mora en vosotros, el que resucitó a Jesús de entre los muertos vivificará también vuestros cuerpos mortales por obra del Espíritu que mora en vostros" (Rom. 8, 11). Contra lo que se piensa en la gnosis, la obra del Espíritu de Dios en Cristo solo se consuma en lo futuro, en el cuerpo redimido por la resurección (Rom. 8, 23), de suerte que, al f in, todo estará sometido a Cristo y al Padre.

g) Por eso mismo la realidad presente del don del Espíritu, garantiza la realidad de la gloria por venir. El "ahora" garantiza el "todavía no". Y la esperanza del porvenir ilumina y da sentido al "ahora". El "ahora" solo es Historia de la Salvación a la luz no del pasado, sino del futuro prometido.

El "ahora" en el Espíritu es prenda, arras y sello de la consumación que está por venir, y que no obstante se ha iniciado ya: "Dios nos ha sellado, y ha puesto en nuestros corazones las arras del Espíritu" (2 Cor. 1, 22; cf. 5,5; Eph. 1, 13 ss.: 4. 30; cf. Tito 3,6 ss.). Por ese futuro gemimos en el Espíritu: "Y hasta nosotros que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos dentro de nosotros mismos, aguardando la adopción de hijos, la redención de nuestros cuerpos" (Rom. 8, 23).

Así —Hechos y escritos paulinos y joánicos— las nacientes Iglesias fueron consoladas y fortalecidas, y -experimentaron, con gozo y esperanza, en el Espíritu el poder de Dios, cualesquiera que fuesen los fenómenos —ligados al condicionamiento sociológico e histórico— de esa experiencia. En contraposición con otras agrupaciones religiosas del judaismo y helenismo, ella sintió la conciencia de haber recibido —por el Señor glorificado— el Espíritu de Dios como arras y primicia de la salud eterna. Solo ella podía presentar "la prueba del Espíritu y del poder" (1 Cor. 2,4; cf. 1 Thess. 1,5). (Ver "Lumen Gentium", n? 4).

III. CLASIFICACIÓN DE LOS CARISMAS

Antes de intentar clasificar los carismas de las Iglesias paulinas, es importante recalcar tres ¡deas importantes de las cartas de Pablo:

1? Su unidad

Los carismas aunque sean diferentes son manifestaciones de un mismo Espíritu y provienen de una misma fe y un mismo Señor.

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Así lo afirma Pablo, en Efesios 4, 4-5, en el mismo pasaje en que habla de los carismas. En Romanos 12, 4-5, al querer describir los carismas, exhorta a los fieles a no enorgullecerse por la fe "Que Dios repartió a cada uno", sino que "procure pensar siempre de sí con sencillez". Confiesa Pablo que "tenemos carismas diferentes, según la gracia que nos ha sido dada", pero que pertenecemos como miembros a un solo cuerpo: "así muchos somos un solo cuerpo en Cristo". En 1 Corintios, 12, 11-26, Pablo, después de hablar de los carismas proclama su unidad en el Espíritu: "Todo esto lo lleva a cabo el único y mismo Espíritu, repartiendo a cada uno particularmente según quiere". La razón es la acción del Espíritu en el bautismo para formar un solo cuerpo en Cristo: "Porque todos nosotros judíos y griegos, esclavos y libres, fuimos bautizados en un solo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido del mismo Espír i tu". Los carismas pueden ser aparentemente contradictorios, pero todos ellos —como los miembros de un mismo cuerpo— se complementan entre sí, y encuentran su unidad funcional en que provienen de un mismo Espíritu.

2? Su finalidad

En Efesios 4, 11-16, Pablo nos habla de la finalidad de los carismas, al dividirlos en "apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y doctores". Su finalidad es doble el crecimiento de la Iglesia y personal de cada cristiano en la identificación con Cristo y la verdad evangélica.

1) Edificación de la Iglesia: "a fin de perfeccionar a los cristianos en la obra de su ministerio, y en la edificación del Cuerpo de Cristo. Y más adelante dice: "el crecimiento del cuerpo, en orden a su edificación en el amor".

2) Crecimiento personal: en la verdad y en el amor identificándonos cada vez más con Cristo. "Aleccionados en la verdad, crezcamos en el amor de todas las cosas hacia el que es cabeza, Cristo". Será la unidad de la fe y el "conocimiento completo del Hijo de Dios" hasta "constituir el estado del hombre perfecto a la medida de la edad de la plenitud de Cristo". Por esto los carismas, arriba presentados, también tienen por fin librarnos del espíritu de la mentira: "para que de ninguna manera seamos niños vacilantes, y nos dejemos arrastrar por ningún viento de doctrina al capricho de los hombres, por la astucia que nos induce a la maquinación del e r ro r . . . " .

3? Su transitoriedad

Los carismas son transitorios. En Efesios, 4, 13, Pablo marca su temporalidad "hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y al conocimiento completo del Hijo de D ios . . . " .

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CLASIFICACIÓN DE LOS CARISMAS PAULINOS

Pablo mezcla diversas enumeraciones y clasificaciones, especialmente en sus cartas a los Romanos, 1 ! Corintios y Efesios. Los textos principales parecen ser:

1' Corintios, Cap. 12, 1-11; 27-31. Cap. 14, 1-40 Romanos, Cap. 12, 6-8 Efesios, Cap. 4, 1-16.

Una primera clasificación general atribuye diversos carismas a las tres personas de la Santísima Trinidad: los dones espirituales, al Espíritu, los ministerios al Hijo, y las operaciones al Padre. "Hay diversidad de dones espirituales, pero el Espíritu es el mismo; diversidad de ministerios, pero el mismo Señor; y diversidad de operaciones, pero el mismo Dios que obra todas las cosas en todos" (1 Cor. 12, 4-6).

Pero, en una clasificación más específica y siguiendo el desarrollo de las diversas cartas paulinas, podemos distinguir tres grandes divisiones: funciones de Ministerio, funciones de actividades útiles al crecimiento de la comunidad, vocaciones particulares.

1. Carismas relativos a las funciones del Ministerio

Se trata de carismas que marcan un ministerio más o menos oficial en la Iglesia:

1) Ministerio pastoral

Pablo indica en Efesios, 4, 12 (Cfr. 1 Cor. 12, 28-31), que estos carismas son dados "a fin de perfeccionar a los cristianos en la función de su ministerio, y en la edificación del Cuerpo de Cristo". Los carismas son diversos: apóstoles, profetas, doctores, evangelistas, pastores. Lo que se puede afirmar como cierto es que los "apóstoles" están por encima de todas las otras funciones caris-máticas ministeriales.

Todos estos ministerios de la comunidad son, por otra parte, dones que el Señor resucitado concede a su comunidad en la tierra. Esto es lo que indica Pablo en Efesios 4, 7-10, antes de enumerar en el versículo 11 los cinco ministerios arriba descritos. En el versículo séptimo escribe: "Subiendo a lo alto, llevó consigo una multitud de cautivos y dio dones a los hombres".

2) Ministerio sacerdotal

En las cartas tardías Pablo alude al carisma recibido por "la imposición de las manos". Son las cartas en las que ya se habla del "Presbíteros" en un sentido sacerdotal. Véanse por ejemplo las alusiones de 1 Tim. 4, 14 y 2 Tim. 1,6. Por otra parte en los Hechos de los Apóstoles se nos dice que Pablo y Bernabé constituían "presbíteros" en las comunidades (Hech. 14,23). En mileto congrega Pablo a los presbíteros de la comunidad de Efeso y les dice: "Mirad

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por vosotros y por todo el rebaño sobre el cual el Espíritu Santo os ha constituido Obispos para apacentar la Iglesia de Dios" (Hech. 20, 28).

3) Ministerio de gobierno

En Romanos 12, 8 se nos habla del carisma de presidencia: "el que preside hágalo con seriedad", y en 1 Cor. 12, 28 cita Pablo los carismas de "gobierno"; pero es especialmente en las cartas pastorales donde se determina más este servicio carismático: sus funciones quedan determinadas mediante el empleo de ciertos verbos característicos, tales como "trabajar y afanarse" (1 Tim. 5, 17), "presidir" (idem), "custodiar" (1 Pedro, 5,2), "gobernar" (1 Tim. 3,5) y sobre todo "apacentar" (1 Pedro, 5,2, Hechos 20,28).

El apacentar consiste especialmente en la predicación del Evangelio, en la "enseñanza", lo cual incluye también la vigilancia y la lucha contra las falsas interpretaciones de la fe que tratan de infiltrarse en las comunidades [cf. 1 Tim. 4, 2-5). Pero el ministro posee también la potestad de gobernar, Timoteo debe saber "cómo hay que conducirse en la casa de Dios" (1 Tim. 3,15). Tiene en sus manos la dirección de los servicios de la comunidad, y el poder disciplinar sobre todos los presbíteros (1 Tim. 5, 17-21).

N. B. El ministerio sacerdotal y de gobierno se deriva directamente del ministerio apostólico por medio de la imposición de las manos, y es ejercido en una continua referencia a él como última prueba de garantía.

4) Ministerios de servicios auxiliares

En Rom. 12,8 se nos habla de los servicios de servir —"diaco-nía"—, repartir —o limosnero— de obras de misericordia... Sabemos por las cartas pastorales de la institución de las "viudas" a servicio de la comunidad. Su cuidado es encargado a Timoteo. Parece que varias de estas son funciones estables e indican un verdadero ministerio.

2. Carismas relativos a diversas actividades útiles a la comunidad.

Las funciones caracterizan al cristiano como tal y constituyen categorías especiales particulares, los carismas de servicio son actividades —esporádicas o no— pero que no constituyen una función ministerial, aunque sí son dones repartidos en el cuerpo de Cristo a servicio de todos los miembros (Cfr. Romanos, 15,5). La diferencia, pues, es doble:

1 ! No constituyen funciones estables, oficialmente reconocidas por la Jerarquía

2' Son más personales, y miran más la edificación informal o interna de la comunidad.

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Con todo, en muchos de ellos no se podría asegurar hasta qué punto son funciones ministeriales, o simples actividades carismáti-cas. Como las funciones ministeriales se derivan del Apostolado, creo que es a los ministros jerárquicos a los que compete el declarar alguna actividad como "función ministerial". Tal vez lo que más distingue los carismas relativos a las funciones ministeriales, de los relativos a actividades es que los primeros, aunque requieren una vocación y don personal, son recibidos especialmente por "la imposición de las manos" y por el llamamiento apostólico; los otros son más carismas personales que se definirán en la actuación para la edificación del cuerpo de Cristo.

Podemos dividir estas actividades en

i ) Las concernientes a la acción comunitaria más externa: enseñanza, exhortación, "la enseñanza enseñando, la exhortación exhortando" (Rom. 12, 7). En la 1? Cor. 12,28 Pablo cita en tercer lugar el carisma de los "maestros" después del de apóstoles y profetas. En los Hechos de los Apóstoles se dice, en 13,1, que "había en la Iglesia de Jerusalén profetas y maestros". En la misma cita de la 1 ! Carta a los Corintios 28-31 se mencionan todavía los que vienen el don de curaciones y de hacer milagros y de obras de misericordia [Cfr. Rom. 12,8).

2) Las concernientes a ia vivencia interna de fe de la comunidad: A estos dones los llama Pablo "dones espirituales" (1 Cor. 14, 1; 12,1) y de ellos dice: Así pues, ya que aspiráis a los dones espirituales, procurad abundar en ellos para la edificación de la "Asamblea" reunida en la fe y en la liturgia.

Las perícopas más completas las encontramos en dos citas de la i ' Cor. Cap. 12 y 14:

V Cor. 12,8 -10- "Porque a uno se le da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro fe, en el mismo Espíritu, a otro carisma de curaciones, en el único Espíritu; a otro poder de milagros; a otro profecía; a otro discernimiento de espíritus; a otro diversidad de lenguas; a otro poder de interpretarlas". Cfr. 14, 6 en el que se habla de la palabra que trae a la comunidad revelación, ciencia, profecía o enseñanza.

1* Cor. 14,26- "Cuando os reunís, cada cual puede tener un salmo, una instrucción, una revelación, un discurso en lenguas, una interpretación, pero que todo sea para edificación".

Conforme a estos textos tendríamos los carismas de profetas, hablar lenguas, discernimiento e interpretación, fe eminente, sabiduría o ciencia. En el cap. 14 de la 1 ! Carta a los Corintios se resaltan especialmente como dones espirituales: la profecía y el hablar lenguas. La profecía necesita el don del discernimiento de la comunidad: "En cuanto a los profetas, hablen dos o tres y que los demás juzguen" (14, 29), aunque el don del discernimiento supera el mero juzgar a los profetas y se tiene que aplicar a toda

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la vida de fe: "Hermanos no seáis niños en el juicio. Sed niños en la malicia, pero hombres maduros en el juicio" (14, 20). Y en Efesios cap 4, 14-15 "Para que no seamos ya niños, llevados a la deriva y sarandeados por cualquier viento de doctrina, a merced de la malicia humana, y de la astucia que conduce engañosamente al error, antes bien siendo sinceros en el amor, crezcamos en todo hasta Aquel que es la Cabeza, Cristo".

El hablar lenguas necesita de la interpretación: "a no ser que alguien interprete, para que la Asamblea reciba edificación" (14,5). Con toda razón Pablo pide que "el que habla en lenguas, pida el don de interpretar" (14, 13). De io contrario "se oraría en el espíri tu" (cfr. 14,15), pero el "no iniciado" no entendería (cfr. 14,16), ni se "edificaría" (cfr. 14-17). Para Pablo "interpretar" es que "la mente" ore y saque fruto (cfr. 14,14).

Con todo, Pablo coloca al don de profecía como al más eminente de todos los dones espirituales: "especialmente la profecía" (14, 1), "prefiero sin embargo que profeticéis" (14,5), "pues el que profetiza edifica a toda la Asamblea" (14,4). El profeta sería especialmente el que mostraría la palabra de Dios a la comunidad, aunque a veces esta palabra puede tomar la forma de "revelación" y adivinación del futuro como los profetas que en los Hechos de los Apóstofes indican a Pablo que será preso en Jerusalén.

La profecía se menciona a veces como una actividad abierta a todos, y a la que todos deben aspirar: "por tanto, hermanos, aspirad al don de la pro fec ía . . . " (1 Cor. 14,39), y otras se le presenta como una función ministerial inmediatamente después de la de los apóstoles (1 Cor. 12, 28; Ef. 4, 11). En Efesios 2,20 son designados como fundamentos de la comunidad: "edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas". En 3,5 se dice que el Misterio de Cristo "ha sido ahora revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu". De hecho Jesús habla así en el Evangelio de San Lucas: "Les enviaré profetas y apóstoles, y a algunos los matarán y perseguirán.. ." (11,49). Habría que concluir que en la mente del N. T. existirían dos tipos de profecía: los reconocidos oficialmente como función en la Iglesia, y los que continuamente o a veces recibían este don espiritual.

En toda esta enumeración encontramos expresiones carismá-ticas extrañas como el hablar lenguas y el don de curaciones y milagros, que tanto se podrían deber a la proximidad a la Pascua y necesidad de señales externas para evangelizar el Reino, como a condicionamientos socio-psicológicos de aquella época mítica y supersticiosa. Recordemos los fenómenos del mago Simón narrados en los Hechos, y los de las Pitonisas y magos del Oriente. Sin ir más lejos también los espiritistas y otras religiones ocultistas producen fenómenos muy semejantes. Por otra parte el mismo Pablo reconoce que hay un límite muy confuso entre estos fenómenos y la anormalidad psicológica. Lo importante es la manifestación del Espíritu para hacer crecer a Cristo en las personas y la comuni-

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dad, y el producir la unidad y caridad en la Iglesia de manera a crecer cada vez más fiel al Evangelio y a las señales de los tiempos.

Quién negaría que todos estos carismas se dan en nuestros tiempos, cuando las comunidades viven su fe en común, oran y celebran en pequeños grupos la Eucaristía? No se trata de atar al Espíritu a manifestaciones concretas, pero sí podemos asegurar que en nuestras comunidades de base se dan los carismas de

—Fe eminente: los que con su vida de fe arrastran a los demás.

—Profetas: muestran a las comunidades la palabra de Dios que les compromete para que sean cada vez más fieles al Evangelio y al Espíritu. Esto lo harán

• denunciando actitudes personales y estructuras no evangélicas *"

• anunciando la palabra a base de buscar las significaciones profundas de los acontecimientos comunitarios a la luz de la Pascua, y de indicar las señales de los tiempos, que indican caminos y perspectivas nuevas para el futuro.

Como profetas reconocidos tenemos en la Iglesia los fundadores de muchas órdenes y congregaciones religiosas.

—Hablar lenguas: los que "intuyen" pero no se explican, los que dicen vivencias profundas...

—Interpretar: es correlativo a lo anterior. Los que dejan claro a la comunidad lo que los primeros quieren decir: los que ordenan y orientan, pero no son creadores.

—Sabiduría y ciencia: los que ayudan a la comunidad o con sus consejos de sabiduría, o con sus conocimientos en la ciencia del Evangelio.

—Exhortación: los que tienen una fuerza especial de exhortación para calentar y llevar a la comunidad a decisiones.

—Don de curación y de milagros: Aunque raros, todavía existen en la Iglesia. Pero, por qué no hablar de esa gente que tiene el don de curar las llagas del alma y de hacer milagros en la recuperación de los ánimos perdidos, del espíritu cristiano moribundo, de comunidades divididas y perdidas para el Evangelio?

Con todo, no pretendo afirmar una correspondencia exacta entre los carismas paulinos y lo que ahora acontece en la Iglesia. El Espíritu no está amarrado y continúa eminentemente creador. Pueden ser los mismos como pueden surgir otros carismas. Lo esencial es el crecimiento de Cristo en las personas y la comunidad, y la fidelidad de esta al Evangelio y al mundo, conforme lo indiquen (as señales de los tiempos.

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3. Carismas de vocaciones particulares

Los carismas determinan funciones ministeriales y actividades específicas, pero pueden llegar a existir vocaciones totales que se definan única y exclusivamente por el carisma? En la 1' Corintios cap. 7 se encuentran los célebres consejos de Pablo sobre la virginidad y el matrimonio. Los dos son vocación del Señor: "cada cual viva conforme le ha asignado el Señor, cada cual como lo ha llamado Dios" (7,17). Pero, con todo, Pablo afirma: "Mi deseo sería que todos los hombres fuesen como yo, mas cada cual tiene de Dios su gracia particular: unos de una manera, otros de otra" (7, 7). A pesar de eso afirma que "acerca de la virginidad no tengo precepto del Señor. Doy, no obstante, un consejo como quien, por la misericordia de Dios, es digno de crédito" (7,25) Pablo es eco de las palabras del Señor que llama a la virginidad "por el reino de los cielos", pero que concluye "quien tenga oídos para oir que oiga". Solo oirán aquellos a quienes se les concedió el don.

Ninguno de estos carismas es nada si no está animado por la caridad, pues el Espíritu es esencialmente caridad. Sin esta motivación y don esencial todos los otros dones no son nada. A entonar este himno dedica Pablo todo el capítulo 13 de la 1' Carta a los Corintios, después de haber hablado en el capítulo 12 sobre los "dones espirituales". Todos los carismas son imperfectos, temporales y desaparecerán pero "la caridad no acaba nunca" (13,8). "Ahora y subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la CARIDAD" (13.13).

IV. CONCLUSIONES

Aunque no es fácil dar una definición, podemos sacar, de lo expuesto, algunas conclusiones:

1? El carisma no es simplemente una cualidad humana, sino un don gratuito, por el cual se "efunde" el Espíritu de Pentecostés en la Iglesia. No proviene pues de mérito, ni de cualidades.

2' El carisma es un don que recibe la persona para la comunidad. Está orientado a la construcción de la comunidad.

3' El carisma supone una fuerza de efectividad especial para llevar a la conversión, a la vivencia de la fe en Cristo y a la vitalidad comunitaria.

A* El carisma no carece de ambigüedad: la práctica intemperante de hablar lenguas (1 Cor. 12,14), el entusiasmo religioso que se traduce por discursos "en diversas lenguas" (Act. 2,4), la embriaguez causada por el Espíritu, que se expone a ser confundida por los expectadores con la embriaguez del vino (Act. 2,13), la profecía o lenguas que puede ser juzgada como locura (1 Cor. 14, 22-25), los mismos milagros que pueden confundirse con las maravillas de Magos como Simón. . .

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La única solución ante esta ambigüedad es el discernimiento. Pablo planteará firmemente este problema: si es necesario no "apagar el Espíritu", hay, sin embargo, que comprobar la autenticidad de los carismas (1 Tes. 5, 19 ss.). Este discernimiento, que es también fruto de la gracia, es esencial (1 Cor. 14, 10). Más adelante hablaremos largamente sobre este punto.

5! Muchos de ellos pueden tener la condición de "ser arrebatados por el Espíritu", intuición espontánea, sentido de éxtasis o fuera de sí, calor de transmisión... Puede este confundirse con la embriaguez, espiritismo, desequilibrio psicológico... Debemos saber discernir la realidad de sus falsificaciones. Una cosa es locura y otra carisma. Además de las reglas de discernimiento, tienen que intervenir aquí las normas psicológicas que indiquen que las manifestaciones no provienen de un desequilibrio (Pedro probó que no habían bebido v ino . . . ) .

6 ! Los carismas no son necesariamente cosa excepcional. Los hay excepcionales y comunes (Cfr. L.G. Nos. 11-12). Más bien diríamos que los que no se salen de lo común, son los más umversalmente distribuidos por el Espíritu. Más bien es el condicionamiento psicológico de una época el que puede hacer aparecer los carismas como algo que entra en el reino de lo mágico o "sobrenatural".

7* Toda la vida de los cristianos, y todo el funcionamiento de las instituciones de la Iglesia depende enteramente de ellos. De esta forma gobierna el Espíritu de Dios al nuevo pueblo, sobre el que se ha derramado su abundancia. Esta es la promesa escato-lógica: no tanto la unidad en instituciones y leyes como en un mismo Espíritu que unifica a todos en la diversidad de sus dones.

Conclusión:

Podemos decir que "carisma" en el sentido paulino es cualquier don —natural, milagroso, ordinario, extraordinario— que el cristiano siente —por alguna como llamada interior— que tiene que dedicar a servicio de la comunidad para "edificar el Cuerpo de Cristo". Supone, en él, una fuerza especial para conseguir ese fin. Así pues, odo el hombre con todas sus dádivas personales es asumido para el servicio, y enriquecido al tiempo por el Espíritu de Dios con nuevos dones, es despertado y recibe una finalidad de vida.

La Constitución sobre la Iglesia pone de relieve:

1) la libre voluntad de Dios en distribuir fL .G. n9 12)

2) la distinción entre carisma y sacramento

3) la variedad de servicios

4) la universalidad: se dan a todos.

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Cada cristiano tiene su carisma "Cada uno tiene su propio don de Dios, uno de una manera y otro de otra" (1 Cor. 7,7). "Y a cada uno se le da la manifestación del Espíritu para lo que cumple (a la comunidad)" (1 Cor. 12,7); "según la dádiva (o carisma) que cada uno ha recibido, administradla entre vosotros como buenos mayordomos de la multiforme gracia de Dios" (1 Pet. 4, 10).

5. Ningún miembro de la comunidad posee la plenitud de todos los carismas. En el recuento de los carismas insiste San Pablo en que nadie puede pretender serlo todo (1 Cor. 12, 29).

6) Lo ordinario y lo extraordinario. Hay carismas ordinarios y otros extraordinarios. Lo extraordinario es lo carismático en la Iglesia . Karl Rahner en su libro "Lo dinámico en la Iglesia" (p. 56) dice: "Lo carismático en la Iglesia debe —en su conjunto— tener algo de llamativo o sorprendente... San Pablo presupone esto mismo (v.c. Gal. 3,2), pues en los carismas ha de conocer y reconocer con adoración el pagano que Dios está verdaderamente entre nosotros (1 Cor. 14, 25)".

5. Comunidades... 65

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CAPITULO II

DISCERNIMIENTO: PRINCIPIOS GENERALES

1. AMBIGÜEDAD DEL "ESPÍRITU"

El problema del discernimiento proviene de la estructura esencialmente "Preumática" de la Iglesia, cuya unidad esencial proviene de estar vivificada por un mismo Espíritu, y cuya ley no son mandamientos escritos en un código, sino la interior que proviene de la identificación personal y comunitaria con las actitudes pascuales del Evangelio. La palabra de Dios no es algo completamente rígido y común, que sirva para nombrar la conducta de todos, sino que, en gran parte, es algo que se comunica a cada uno, y le marca opciones personales, "en un mismo Espíritu". Pero si es necesario "no apagar el Espíritu", hay, sin embargo, que comprobar su autenticidad (1 Tes. 5, 19 ss.).

En los tiempos de Pablo el problema se plantea más profundo en la comunidad de Corinto debido a la práctica intemperante de "hablar lenguas" (1 Cor. 12-14). Este entusiasmo religioso, que se traduce por discursos "en diversas lenguas" (cf. Act. 2,4) no carece de ambigüedad.

La embriaguez causada por el Espíritu se expone a ser confundida por los expectadores con la embriaguez del vino (Act. 2, 13), y hasta con la extravagancia de la locura (1 Cor. 14, 23). La influencia del Espíritu puede ser falsificada por los transportes entusiastas de los ritos paganos (1 Cor. 12, 1 ss.). En el condicionamiento psico-sociológico de las comunidades primitivas lo mítico y lo mágico tenía un gran peligro de ser confundido con el Espíritu. Más tarde tenemos toda una serie de manifestaciones designadas con el nombre de "iluminismo", en las que no raras veces las voces del Espíritu, no eran sino desequilibrios psico-patológicos con motivaciones religiosas. En nuestros tiempos las posibles mistificaciones provendrían del ocultismo espiritista, de los nuevos místicos tipo hippy, y de los activistas políticos con carácter profético (Cfr. Harvey Cox: "The Feast of fools"). Hasta qué punto en esta motivaciones nos habla el Espíritu, o es una motivación "secular" si no contraria, por lo menos ajena al Evangelio?

2. MOTIVACIONES Y SEÑALES

Se debe partir del presupuesto de la ambigüedad de las motivaciones humanas, motivaciones ocultas aún para los mismos individuos.

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i ) Desde el punto de vista sicológico, discernimiento es el sicoanálisis espiritual de las motivaciones. Existe una posibilidad casi in-finitav de mecanismos no personificantes, sino de defensa que recorren la gama que va desde las racionalizaciones hasta los impulsos neuróticos de todo tipo.

2] El discernimiento se fundamenta en la realidad de la nueva creatura, hija adoptiva del Padre, que vive la gracia proveniente de Jesús. También en este plano de vida más profundo hay una inmensa posibilidad de motivaciones —aparentemente buenas— que no proceden "del Espíritu de Dios".

3) Desde el punto de vista sociológico, discernimiento es el análisis de las finalidades y consecuencias de las obras humanas en lo que respecta a la formación de la gran comunidad en el equilibrio de la justicia, el amor y la paz. "Por sus frutos los conoceréis" dice Jesús.

4) Desde el punto de vista cristiano esta comunidad camina hacia la total realización del Reino de Dios con características bien específicas. Toda acción humana en el campo social debe ser discernida bajo el punto de vista de "edificar el cuerpo de ÓFlsto".

Las "señales" son las características visibles del proceso de la acción.. Por ellas podemos profundizar en las motivaciones y así identificar el Espíritu que nos mueve. Las motivaciones cristianas tienen características especiales, como también las del "espíritu que no es de Dios". Podríamos resumir esto en el siguiente gráfico:

SEÑALES

Cuando no se trata de discernimiento de las acciones personales, sino de sistemas sociales o comunitarios, lo importante no son

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MOTIVACIONES

PROCESO

DE LA

ACCIÓN

ESPÍRITU

DE

DIOS

ESPÍRITU

QUE NO ES

DE DIOS

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las motivaciones sino las características estructurales de esos sistemas, sus finalidades y consecuencias:

CARACTERÍSTICAS

ESTRUCTURALES

SISTEMA

FINALIDADES

CONSECUENCIAS

COMUNIDAD

CRISTIANA

/ CARACTERÍSTICAS

DEL , \

COMUNIDAD

ANTI

CRISTIANA

Discernimiento, por lo tanto, es buscar el espíritu que anima nuestras acciones en el triple campo de nuestras motivaciones profundas, de las finalidades y consecuencias de nuestras acciones sobre el cuerpo social. El Espíritu será de Dios, cuando esas motivaciones, finalidades o consecuencias participen plenamente de las Características de Jesús, venido en carne e Hijo de Dios, y del Reino que El vino a instaurar en la tierra.

Hay con todo en el discernimiento un punto importante: no se trata de analizar Intelectual o psicológicamente las acciones humanas. Hay algo que supera lo meramente humano. No solo porque el cristianismo es algo vivencial: para poder discernir no basta "saber", sino hay que "vivir" a Cristo y a la Comunidad cristiana. El que no viva el cristianismo no puede discernir su espíritu. Y lo discernirá en la misma profundidad en que lo viva.

3. LA "UNCIÓN" DEL CRISTIANO

El "algo más" es que el discernimiento es un acto de fe, y por lo tanto necesita la fuerza trascendente del mismo Espíritu Santo. Desde el punto de vista humano vemos que las motivaciones, finalidades y consecuencias de nuestros actos están concordes con el Evangelio. Desde el punto de vista de fe vemos ahí la presencia de la palabra de Dios. Todo cristiano tiene "la unción del santo" por su fe y su bautismo. Es profeta y puede ver las significaciones profundas en el plano de la construcción del Reino, asf como su dirección futura en la línea de las Promesas. Este ver es diferente del ver humano de la vida o la razón. Se coloca en la línea de la sintonía vivencial: "ver con los ojos del corazón iluminado" del sentimiento íntimo de una presencia, y de la visión de las direcciones a seguir —como en el radar— en la línea de la vo-

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'untad de Dios. Es la visión de ia FE en el carisma del DISCERNIMIENTO. San Pablo nos avisa que entre los dones que el Señor reparte a la Iglesia está el don del "discernimiento de los espíritus". San Juan nos escribe en su primera carta cap. VI, 1: "No deis fe a cualquier espíritu, sino examinad y ved si los espíritus son de Dios". El Concilio Vaticano II en su decreto "presbiterorum ordinis" glosando este mismo pasaje de San Juan, avisa así a los presbíteros:

"Examinando los espíritus para ver si son de Dios, descubran con el sentido de la fe los multiformes carismas de los seglares, tanto de los humildes como de los más elevados; reconociéndolos con gozo y fomentándolos con diligencia. Entre los otros dones de Dios que se hallan abundantemente en los fieles, merecen especial cuidado aquellos por los que no pocos son atraídos a una vida espiritual más elevada" (N? 9).

Conocer las señales, se pueden conocer por la inteligencia humana, pero hay que interpretarlas a la luz de la fe e iluminados por un don de la gracia divina.

Teológicamente es cierto que la "justificación", o la vivencia de la vida trinitaria en nosotros —la nueva naturaleza de hijos adoptivos— es algo que sobrepasa todo análisis psicológico. Pero también es cierto que dada la unidad intrínseca de la naturaleza humana, será posible un discernimiento a través de "señales" y análisis de "motivaciones". Toda la dinámica del discernimiento se fundamenta en que las dos tendencias profundas, que llamamos "Espíritu de Dios" y "Espíritu que no es de Dios", se manifestarán en "SEÑALES". Algo se convierte en "señal" cuando tomamos conciencia del hecho como "significando" algo. Habrá que interpretarlo para ver qué significa. El movimiento dinámico es, pues, doble:

1? Tomar conciencia de que ciertos hechos son importantes por su posible significación bajo el punto de vista de algún principio fundamental.

2° Interpretar lo que significan a la luz de esa ideología, principio, o vivencia existencial.

Para interpretar los datos en el campo del cristianismo será necesario la luz de la FE, y la unción de un don carismático.

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CAPITULO III

EL DISCERNIMIENTO PERSONAL

El cristianismo es una vivencia personal, en un diálogo interpersonal Hombre-Dios, a través de la identificación con Cristo en el Espíritu. Pero, al mismo tiempo, esta vivencia personal se realiza dentro de un Pueblo, y a servicio de ese Pueblo con la finalidad de extender por todo el mundo el Reino de Dios.

Hay que considerar, pues, el discernimiento en dos vertientes: la personal y la comunitaria. Empezaremos por lo personal.

A) EL FUNDAMENTO TEOLÓGICO EN EL "KERIGMA"

"Kerigma" es la proclamación de una presencia. Todo el fundamento de un discernimiento es la afirmación de la presencia del buen o mal espíritu en el alma como raíz de actuaciones concretas. Es el "psicoanálisis espiritual" de la raíz de las actitades que tomamos.

1° "Kerigma" del espíritu de Dios

La raíz de donde se derivan todas las manifestaciones del Espíritu de Dios es la vida de la gracia como nueva creatura, que nos hace participar de la filiación divina. Pero como el espíritu humano es complejo viviendo esa participación, pueden provenir sus actitudes de otra raíz —el espíritu que no es de Dios— "mundo", falsos profetas, anticristos —que le quieren arrastrar a la infidelidad en la Alianza: el pecado.

Esta gracia nos da un testimonio: que somos de Dios (o "nacemos de Dios" en las palabras de San Juan) y que poseemos a Cristo. "En esto se conoce el Espíritu de Dios: todo espíritu que proclama a Jesucristo que se encarnó es de Dios, y todo espíritu que no proclama a Jesucristo no es de Dios" (1 Jo. 4, 2), porque "quien posee al Hijo, posee la vida y quien no tiene al Hijo no tiene la vida" (5, 12). En otras palabras, la presencia del Espíritu de Dios en un alma se manifiesta por la gracia "cristológica". "Por esto distinguiréis el espíritu de Dios: todo espíritu que confiese a Jesús, el Cristo, venido en carne, es de Dios" (4, 2). Y al mismo tiempo por una gracia "Kerigmática", porque nos lleva a "proclamar a Jesucristo que se encarnó". La proclamación de esta vida que nos viene de Dios y nos identifica con Cristo será el fundamento de toda la

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teología del discernimiento de los espíritus. Detectando las señales que "proclaman" esa presencia, podremos concluir la misma presencia de Dios y de Cristo en el alma.

2° "Kerigma" del espíritu que no es de Dios

Consecuentemente la "proclamación" del pecado será el fundamento del mal espíritu. "El que permanece en El no peca. El que peca, ni le ha visto ni le ha conocido" (3, 6). "El que no obra la justicia, no es de Dios" (3, 10). No es de Dios i.e. no nace de Dios, por que "el que ha nacido de Dios, no peca" (3, 9). El que peca se asemeja al Maligno —" hijos del diablo" dijo Jesús, lógicamente no como nacimiento sino como semejanza e influenciados por é l— ya que "quien peca es del Diablo, porque el Diablo es pecador desde el principio" (3, 7). La presencia "del espíritu que no es de Dios" se manifiesta por las obras que nos llevan al pecado y a negar a Cristo. "Todo espíritu que no proclama a Jesucristo no es de Dios" (4, 2).

B) SEÑALES DEL ESPÍRITU DE DIOS Y DEL ESPÍRITU QUE NO ES DE DIOS

Esta doble presencia se manifestará por las señales que la proclaman. Las señales proclaman la presencia cuando nos asemejan a cada uno de estos dos espíritus: "ser de", "nacer de". Habrá que examinar cuáles son las características de estos dos espíritus y cómo se manifiestan en nosotros.

1? Parte - Señales del Espíritu de Dios

San Juan se fundamentará en dos grandes cualidades divinas: la VERDAD y el AMOR, que llevan al hombre a la FIDELIDAD al compromiso, dentro de la IGLESIA.

1. LA VERDAD

Hablando de Dios como "Verdadero" dice San Juan: "sabemos también que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia para conocerlo al "Verdadero". Nosotros estamos en el "Verdadero", en su Hijo, Jesucristo", (5, 20). "Y este Espíritu es la verdad (5, 6). Esta acción del Espíritu en nosotros produce tres actitudes fundamentales:

1' La Fe

"El que cree en el Hijo de Dios tiene en sí mismo el testimonio" (5, 10). Consecuentemente tiene la vida de Dios en él porque "el que cree que Jesús es el Cristo" ha nacido de Dios" (5, 1).

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2< La unción íntima del espíritu

Este testimonio es "ínt imo". No creemos por palabras de otros,j por argumentos ni aún por milagros exteriores, sino porque el mis-1

mo Espíritu da testimonio en nuestros propios corazones: "Pero vosotros haced que la unción que habéis recibido de El permanezca en vosotros; y no tenéis necesidad de que os enseñe nadie, pero conforme os ha instruido su unción acerca de todas las cosas —y es veraz y no mentirosa— permaneced en El conforme ella os ha enseñado" (2, 27). Es esta una verdad demasiado olvidada: que el cristiano, que vive su fe, tiene un sexto sentido, 1) el "sentido común cristiano" para discernir la verdad de lo falso en el campo de su fe" . Y que este sentido le proviene de la "unción del Espíritu". Es cierto que esta unción debe ser asesorada y juzgada por los representantes de la Iglesia, pero esto no le quita su valor vital. Esta unción se manifiesta especialmente, 2) "por la vida de fe y de caridad" y 3) por la oración: "ofreciendo a Dios el sacrificio de la alabanza, el fruto de los labios que bendicen su nombre" (Lumen Gen-tium, Cap. II N? 12).

El mismo Vaticano, a continuación, explica este mismo pasaje de 1 Jo. 2, 27 con estas palabras:

"La universalidad de los fieles que tienen la unción del Santo (1 J. 2, 20; 2, 27) no puede fallar en su creencia, y ejerce esta su peculiar propiedad mediante el sentido sobrenatural de la fe de todo el pueblo, cuando "desde el obispo a los últimos fieles seglares" manifiesta el asentimiento en las cosas de fe y costumbres" (cap. II, N? 12).

Porque nos olvidamos de esta verdad en la Dirección Espiritual no llegamos a conocer la acción de Dios en un alma: procurar la "unción de la verdad" que el Espíritu derrama sobre ella en orden a su adhesión a la voluntad de D ios . . .

3' La Luz y la Claridad en la fe

"Permanecer en la luz" es una frase característica de Juan, el mismo evangelista que hablando de Jesús, en el prólogo de su Evangelio, lo presenta como la vida que es la luz de los hombres: " . . . e n El es la vida y la vida es luz de los hombres; la luz luce en las tinieblas y las tinieblas no la sofocaron" (Jo. 1, 4-5). "Existe la luz verdadera que, con su venida a este mundo, ilumina a todo hombre" (Jo. 1, 9). En el mismo Evangelio Jesús dice: "Yo soy la luz del mundo. El que me siga, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida" (Jo. 8, 12).

La grande señal del buen espíritu es la claridad en la verdad. Ver claro y no tener que andar con subterfugios para defender su posición. Facilidad para ir viendo la propia motivación vocaclonal y para ir interpretando las diversas señales vocaclonales, por las cuales Dios nos va transmitiendo su mensaje... Las verdades evangélicas entran con simplicidad y el alma se ilumina tranquilamente con su luz.

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Conforme a esto, vivir la VERDAD en el cristianismo significa confesar la VERDAD y buscarla, con un cierto sexto sentido para descubrir lo verdadero de lo falso en el plano existencia! de las actitudes de vida en un estilo de claridad tranquila, al dejarse iluminar por la VERDAD.

VERDAD es esencialmente:

1) Confesar que Jesús es la PALABRA VERDADERA salida del Padre. Será verdad lo que se conforme a sus actitudes de vida y palabras. Toda verdad en el plano existencial de camino para llegar al Padre, tiene que acomodarse a esta medida.

2) La búsqueda continua de la voluntad de Dios a través de Cristo, es la única manera de vivir en la VERDAD.

3) También es VERDAD una fuerza dinámica que nos posee y nos hace "VERDADEROS": la unción del Espíritu que nos impele a una continua búsqueda, defensa y manifestación de la VERDAD, y nos proporciona una especie de sexto Sentido para dilucidar donde hay actitudes de vida verdaderas y falsas.

4) Un estilo de VERDAD: la tranquilidad y como co-participa-ción, cuando se la encuentra porque es propio del cristiano vivir en la luz. Esto no excluye la angustia de la búsqueda, ni tal vez el dolor del descubrimiento de una verdad que puede llegar a exigir grandes sacrificios.

2. EL AMOR

La lógica de San Juan es clara: "Dios es amor y el que está en el amor está en Dios y Dios en é l " (1 Jo. 4, 16). "Estar en el amor, es, pues, una señal "Kerigmática", que proclama la presencia de Dios en él. Más, afirma San Juan, que sin el amor no se puede llegar al conocimiento de Dios: "El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor" (1 Jo. 4, 8).

Pero se trata de ver cómo se ha de manifestar ese amor en los cristianos, para que sea una verdadera señal de la presencia de Dios en el alma. Lógicamente el amor del cristiano proviene del amor de Dios. Y cómo se manifestó ese amor?

1) es un amor en que la iniciativa es de El: "En esto consiste su amor: no somos nosotros los que hemos amado a Dios, sino Dios el que nos ha amado a nosotros" (1 Jo 4, 10).

2) es un amor que se concreta en una entrega real y visible: " . . . y ha enviado a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados" (1 Jo. 4, 10).

A semejanza del de Dios debe ser nuestro amor:

1) un amor que se concreta en el hermano porque: "Si alguno dice que ama a Dios y odia a su hermano es un mentiroso. El que

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no ama a su hermano que ve, no puede amar a Dios que no ve" [1 Jo. 4, 20).

Por eso la comunidad (comunión en el amor) es una señal característica de la presencia de Dios: "Allí estaré Yo en medio de el los".

2) un amor que lleva a las obras (ver lo que se dirá después sobre la fidelidad).

3) un amor que lleva a las relaciones con Dios en la confianza: "En esto consiste la perfección del amor en nosotros, en que tenemos confianza absoluta en el día del Juicio" (4, 17). La confianza —que es la fe en el amor— es la respuesta total al mensaje de Jesús. Sería pueril querer repetir aquí todos los textos evangélicos que nos piden esta actitud ante Dios. Pero sí hay que señalar aquí la importancia que tiene el fomentar esta virtud en la vida espiritual.

No raras veces hemos sido educados en la religión del temor, ante un Dios justo que hay que aplacar si queremos salvarnos. Bien diferente es la religión del amor que nos propone Juan: "en el amor no hay temor; por el contrario, el amor perfecto desecha el temor, pues el temor supone castigo y el que teme no es perfecto en el amor" (1 Jo. 4, 18).

Será señal de la presencia de Dios en el alma la facilidad para la relación con el Padre en la confianza. Aun el mismo "temor de Dios" es una actitud de confianza en Dios y desconfianza de nuestra propia infidelidad.

"Estar en el amor" para Juan es una vida motivada toda ella por la lucha de poner el amor como fundamento de todas las actitudes de vida. El amor no excluye el sacrificio, antes, la mayor manifestación del AMOR en el mundo fue la cruz. Sí excluye el odio, el temor y la desconfianza en las relaciones entre los hombres y con Dios. Por eso la mayor vivencia de la fe en el amor es la esperanza en las promesas futuras, que genera en el presente una actitud de entera CONFIANZA en la persona de Dios.

Estas dos manifestaciones de Dios en la Verdad y en el Amor, requieren en el hombre la respuesta de

3. LA FIDELIDAD: Una doble fidelidad:

1) a la adhesión a la verdad en la fe

Adhesión a la verdad es adhesión a las palabras, o manifestación de la verdad. Pero la PALABRA es Cristo. Por eso San Juan ha colocado esta adhesión en la confesión total de Jesús, sin quitar o añadir nada: "El que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios mora en él y él en Dios" (1 Jo. 4, 15). Ahora bien, Jesús se perpetúa en la Iglesia. Por eso adhesión a la fe es obediencia a la Iglesia,

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representada por su Magisterio, a quien Jesús dio el poder de las llaves. Por eso dirá San Juan: "El que conoce a Dios nos escucha, y el que no es de Dios no nos escucha" (1 Jo. 4,6). No escuchar a la Iglesia no es del Espíritu de Dios, sea por ideas ultra-avanzadas, sea por ultra-conservadorismos que no tienen en cuenta que han de escuchar a la Iglesia en que viven, aunque esto vaya en contra de ideas acartonadas que se habían formado de una Iglesia estática incapaz de salvar a los hombres de su tiempo.

2) al amor en las obras

Todo amor supone una respuesta de compromiso. Amar sin guardar una fidelidad absoluta a la persona amada es una mentira, aunque vaya acompañado este falso amor de muchas muestras de cariño. De ahí el gran mandamiento de tener a nuestro Dios como el único y de no adorar otros dioses: "El que afirma que le conoce, pero no guarda sus mandamientos" es un mentiroso y la verdad no está en é l " (1 Jo. 2,4). Solo puede conocer a Dios el que lo ama, pero en esto consiste el amor: "en que amamos a Dios y guardamos sus mandamientos" (1 Jo. 5,2).

Se conoce el amor en la fidelidad al compromiso bautismal. Los pensamientos y raciocinios pueden ser magníficos, pero si entrañan como consecuencia un acto de infidelidad al compromiso, no son de Dios, porque no son los pensamientos lo que interesa, sino el espíritu o raíz de esos pensamientos, que se manifestará después en las obras. Por eso afirma tajantemente San Juan: "Si sabéis que El es justo, reconoced también que el que practica la justicia, ha nacido de El" (1 Jo. 2,29).

No podemos olvidar una última señal de la presencia de Dios en el alma, que forma como el substrato subyacente a todo lo dicho hasta ahora: La PAZ. Aunque no se encuentre tan explícitamente en la 1' Carta de San Juan, es parte importantísima de todo el mensaje evangélico.

El hombre es esencialmente un ser inquieto, pero no se trata aquí de la inquietud que lo empuja a lo más alto, sino del estado de descontrol al no dominar sus pasiones, de los miedos ante lo desconocido, de la insatisfacción por una felicidad nunca alcanzada, del pavor ante la catástrofe inminente... Es natural que la presencia de Dios en el alma produzca la paz, porque con El el hombre se siente seguro y confiado.

4. LA PAZ:

Era la palabra que caracterizaba la presencia de Jesús entre sus discípulos: "Yo estoy —La Paz con vosotros". Los discípulos veían a Jesús: si El estaba, tenían que estar en paz. Nosotros sentimos la paz; si la sentimos, Jesús está. Esa paz que Cristo da, pero que es diferente de la que da el "mundo".

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1) Paz del mundo: Es una paz sin base, está fundamentada en la ficción y la mentira. Por eso es una paz que solo se puede sentir en el movimiento continuo. Se necesitan cada vez más excitantes y más barullo. Pero cuando el alma queda sola consigo misma, siente la profundidad de su desesperación.

2) Paz de Dios: Es una paz sólida, fundamentada en "Emmanuel": "Dios con nosotros". Pero al mismo tiempo una paz que es fruto de un combate consigo mismo: "No vine a traer la paz sino la guerra". Esta es la paz "fruto del Espíritu" (cfr. Gal. 5.22). "Y la paz de Dios, que está por encima de todo entendimiento, guarde vuestros corazones y vuestros espíritus en Jesucristo" (Fil. 4,7).

Por esto la gran señal del espíritu de Dios es la paz. Nunca puede faltar.

La paz es esencialmente la tranquilidad del alma en Dios, y en la conciencia de su fidelidad al Señor.

Distingamos pues las diversas especies de paz:

1* Paz falsa: paz en la superficie y agitación interna. Agitación por las acciones desordenadas, descontroladas e insatisfechas. No es paz verdadera ni estable. Inquietan al alma los remordimientos, los miedos de perder el objeto de su afección, los deseos insatisfechos, la infidelidad, el pecado...

2' Paz sincera y sentida: siéntese, porque el alma se encuentra orientada en la dirección de la voluntad de Dios.

Esta paz no desaparece ni aun cuando vienen las tentaciones o los sufrimientos, porque no es paz de la carne sino íntima, del espíritu "que nadie os podrá quitar".

3' Paz bajo la tormenta: Hay paz en la parte profunda del alma, pero tormenta en la superficie (lo contrario de 1?). Desencadénanse las tentaciones, excítanse las pasiones, pudiendo llegar hasta la excitación nerviosa. Pero el alma siente conciencia del ataque y está segura de la resistencia y del triunfo final. Hay algo en el fondo que le da la confianza de la presencia de Dios.

4' Paz en la "noche oscura": Son fenómenos místicos, como los descritos por Santa Teresa. Sequedad, tentaciones, sentimiento de la ausencia de Dios tan violenta que aún los más serenos temen zozobrar. Pero Dios está en su íntimo: en los raros momentos de serenidad saborean el sentimiento de la paz, que reside en el fondo del alma.

Podríamos intentar resumir en un cuadro toda esta doctrina del discernimiento de la acción de Dios en un alma:

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O

"O T3

'SEÑALES DEL ESPÍRITU DE DIOS" (Querigmáticas)

i PRESENCIA ("Ser d e . . . " "Nacer d e . . . 1^ Dios) que

nos hace partícipes de su naturaleza por la fi l iación divina - gracia santificante.

E 10 c O a.

KERIGMA, o Proclamación de esa Presencia: — En cuanto testimonio íntimo —unción-

píritu Santo del Es-

LES

Per

son

ales

S

A

1. ACTITUDES DE VIDA

VERDAD —*•

l en nombre de

CRISTO

A

AMOR-»-

— Que da testimonio de Cristo

— Dentro de la Iglesia

1

II. ESTADOS EMOTIVOS

Tranquilidad Claridad Unción 1

/ P a z \ 1 Humildad 1

\ Pobreza /

t Comunión

III. COMPROMISOS

—> Ser "Verdaderos"

Adhesión a la fe y al amor

Fide- y^ ~* lidad N k

En obras

^ Fraternidad: Promoción

y liberación.

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2? Parte - Señales del Espíritu que no es de Dios

Para San Juan el Espíritu "que no es de Dios" se resume en estas tres características:

1—el "mundo" 2—el "maligno" 3—Los "hijos del mundo": antri-Cristos y falsos profetas.

La fuerza del "mal espíritu" está en la "seducción": "Hijitos, que no os seduzca nadie" (1 Jo. 3,7). Es importantísima esta frase para entender el discernimiento de los espíritus: Si Dios nos atrae en la verdad del amor, el Maligno nos enreda en la mentira de la seducción. Si la sicología de nuestras relaciones con Dios es la sicología del amor; la sicología de las intervenciones del mal espíritu en nosotros, es la sociología de la seducción; San Ignacio nos la presentará como queriéndonos engañar con redes y cadenas:

1) redes de nuestras aficciones desordenadas. 2) cadenas de nuestras pasiones, que nos dominan.

Las armas de esta seducción son:

1) el amor del mundo: "No améis al mundo, no lo que hay en él. SI alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en é l " (1 Jo. 2,15).

2) la mentira: La mentira es el error vestido con el ropaje de verdad. "El espíritu del error" (1 Jo. 4,6).

3) la idolatría: El adorar ídolos falsos es una Injusticia contra el verdadero Dios: "El que no obra la justicia no es de Dios. . . " (1 Jo. 3,10).

Consideremos, una por una, estas tres características del espíritu que no es de Dios:

1. EL "MUNDO"

"Porque todo lo que hay en el mundo, la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y el orgullo de las riquezas, no provienen del Padre, sino del mundo" (1 Jo. 2,16). Reparemos bien en este concepto de "mundo", que se repite tantas veces en los cap. 14-17 del Evangelio de Juan, cuando nos describe la despedida de Cristo antes de la pasión: "Si el mundo me odió, a vosotros también os odiará". "Si el mundo me persiguió, también os perseguirá". "Estáis en el mundo, pero no sois del mundo".

No se trata del mundo, como lo hizo Dios: Dios hizo la luz, la tierra, los animales, el hombre. "Y vio Dios que esto era bueno" (Gen. 1,25). Más todavía: "Así amó Dios al mundo, que le entregó su Hijo unigénito" ( Jo. 3,16). No es este el "mundo" del que habla Cristo en el Evangelio de San Juan: el mundo que Dios hizo es bueno, y Dios lo hizo para que llegásemos a El a través de las cosas.

78

Trátase de una mentalidad fundamentada en una raíz equivocada: la mentalidad de los hombres fundamentada en las tres concupiscencias y que le llevan a un acto de idolatría. Dios hizo el sexo, pero el hombre hace del sexo un dios, lo mismo del poseer las cosas y de la adoración de sí mismo hasta el orgullo. Estas tres raíces, como tendencias del hombre a estropear el plano de Dios, son el "mundo". Y consecuentemente todo lo que se edifique sobre eso: principios, acciones, literatura, arte, instituciones... La causa la llevamos todos dentro y vivimos en un ambiente en el que solo se respira esta mentalidad. Por eso es difícil que todo esto no esté en la raíz de casi todas nuestras actitudes. "No améis al mundo, ni las cosas del mundo" —nos avisa San Juan— porque "el mundo pasa y con él su concupiscencia, pero el que hace la voluntad de Dios permanece eternamente" (1 Jo. 2,16).

Cuando el joven del Evangelio no es capaz de seguir los consejos de Jesús, a pesar de que lo desearía ("y se fue tr iste"), lo hace movido por el espíritu del mundo: "porque tenía muchas riquezas". No fue pecado, pero la raíz ya estaba viciada, a pesar de que aquel joven no había pecado hasta el momento. De ahí la tristeza de Jesús y aquellas palabras tan duras sobre el apego a las riquezas.

2. EL "MALIGNO"

Dice San Juan: "Sabemos que el que ha nacido de Dios no peca, pero el Engendrado de Dios le guarda y el Maligno no le toca. Nosotros sabemos que somos de Dios y que todo el mundo está en poder del Maligno" (1 Jo. 5,18). Al bautizado el "Maligno" no le puede "tocar", pero le puede "seducir", conforme al aviso que antes San Juan había dado a los cristianos. Y aquí está la gran fuerza del "Maligno": aprovechando la fuerza del "mundo" en nosotros —concupiscencia y mentalidad— llevarnos, por la mentira, al pecado. "Porque es mentiroso", dijo Cristo, cuando quiso describirnos la naturaleza del demonio. Desde las tentaciones del Génesis hasta las de Cristo en el desierto siempre se repite la misma temática:

1) aprovechamiento de las tendencias naturales: la curiosidad en Eva, el hambre en Cristo.

2) exaltación de esas tendencias como algo absoluto: por qué no vas a comer la manzana, si es tan gustosa? por qué no vas a hacer el milagro si tienes hambre?

3) reforzar con argumentos religiosos: "No morirás, sino que serás como D ios . . . " , "Si eres Hijo de D i o s . . . "

4) la idolatría y el pecado.

Las premisas pueden ser ciertas, los argumentos estupendos, pero en la ligazón entre premisas y conclusión estará la mentira. La fuerza que nos arrastra a la idolatría y al pecado no está en el Maligno, sino en nosotros. El la canalizará hacia el mal por la seducción y por la mentira. En este sentido es cierto aquello que nos

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dice San Juan: " . . . q u e todo el mundo está en poder del "Maligno" (1 Jo. 5,19). No el mundo que Dios hizo, sino toda esa mentalidad, fundamentada en las tres concupiscencias, que será por él subyugada y canalizada al mal.

Por eso nos exhorta San Juan a nosotros, que "estamos en lo Verdadero, en su Hijo, Jesucristo —El es el verdadero Dios y la vida eterna—" (1 Jo. 5,20), a que "nos guardemos de los ídolos". Esta es la verdadera condición de los Hijos de Dios, hijos de la verdad y de la luz, a quienes el Maligno "no les toca":

"Hijitos, os escribo, porque se os han perdonado los pecados por su nombre.. . Padres, os escribo, porque habéis conocido al que es desde el principio. Jóvenes, os escribo, porque habéis vencido al Maligno. Niños, os escribo, porque habéis conocido al Pad r e . . . Jóvenes, os escribo porque sois fuertes, la palabra de Dios mora en vosotros y habéis vencido al Maligno" (1 Jo. 2, 12-14).

3. LOS HIJOS DEL "MUNDO"

Son dos los tipos de "hijos del mundo" de que nos habla San Juan:

—los anticristos, —los falsos profetas.

a) los anticrlstos

Dice San Juan: "Hijitos, es la última hora, y, como habéis oído, el Anticristo viene; y ahora ya han surgido muchos anticristos" (1 Jo. 2,18). El anticristo es alguien que usa el nombre de cristiano porque "han surgido de entre nosotros" [2,19). Usando el nombre de cristianos, no tienen la mentalidad de Cristo, "pero no eran de los nuestros" (2,19). Esta es la realidad del mundo de hoy, tal vez aun entre sacerdotes. Y, cómo defenderse contra esa avalancha?

19 Con la verdad, que esencialmente es la confesión del Cristo integral que aparece en el Evangelio: "No os he escrito porque no conozcáis la verdad, sino porque la conocéis y sabéis que ninguna mentira puede proceder de la verdad" (2,21). El anticristo niega la mesianidad y divinidad de Jesús, "Y quién es el mentiroso, sino el que dice que Jesús no es el Cristo?" (2,22). "El que niega al Hijo, no posee ya al Padre" (2,23).

2° Con la adhesión a la integridad del mensaje evangélico "conforme la habéis oído desde el principio". "Si permanece en vosotros lo que habéis oído desde el principio, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre" (2,24).

3? Con la "unción" del Espíritu, que nos da testimonio en lo íntimo de nuestros corazones. "Nuestro "sentido cristiano" hará parecer chocantes ciertas afirmaciones y actitudes ante la vida, que no coinciden con la fe, la oración y las obras de la caridad del Pueblo de Dios: "Pero vosotros haced que la unción que habéis recibido de El, permanezca en vosotros; y no tenéis necesidad de que

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os enseñe nadie, pero conforme os ha instruido su unción acerca de todas las cosas —y es veraz y no mentirosa— permaneced en El, conforme ella os ha enseñado" (",27).

El que sea posible engañarse, por actitudes de fe o de oración equivocadas, no quita el valor a esta "unción del Espíritu", que deberá ser dirigida por la Dirección Espiritual y el Magisterio.

b) los falsos profetas

Ciertamente que en el cap. 4, 1-6, San Juan los conecta con el Anticristo (v. 3), pero de ellos no afirma como antes que "han surgido de entre nosotros", sino que dice claramente que "Ellos son del mundo y por eso hablan según el mundo" (4,5).

La regla de discernimiento aquí es clara:

1' "el mundo los escucha" (4,5).

2' "quien no es de Dios, no nos escucha" (4,6).

Y termina San Juan: "En esto se conoce el espíritu de la verdad y el espíritu del error" (4,6).

1*. El mundo los escucha

El "mundo", i.e. la mentalidad fundamentada en las tres concupiscencias. Ese "mundo' comprende a esos hombres y los aplaude. El cristiano debe hacer un esfuerzo por dialogar con todos los hombres de modo que sea comprendido. Pero los hombres no son "el mundo". Hay muchos de buena voluntad. Debe hacer un esfuerzo aun de dialogar con ese "mundo" enraizado en las concupiscencias, pero o lo conseguirá "salvarlo" de esa mentira, o no será comprendido. Pero si ese "mundo", sin querer abandonar esa mentalidad, lo aplaude y comprende, y al mismo tiempo abandona las normas del Magisterio, y no es comprendido por los verdaderos cristianos —no los cristianos "hipócritas" o los "ultras" de cualquier signo— debemos tener mucho miedo de que no se esté convirtiendo en un "falso profeta" de un nuevo mesianismo, el del advenimiento de una salvación por las simples fuerzas humanas... Paulo VI en su encíclica "Ecclesiam Suam" define a este profetismo como "la humanidad que se exalta en un ingenuo optimismo creyendo que le bastan las propias fuerzas para lograr su expresión plena, estable y benéf ica. . . " .

Así como la paz es el elemento básico, que engloba las otras señales del buen espíritu, podríamos marcar como elemento fundamental del mal espíritu la CONFUSIÓN interior.

San Ignacio nos describe atinadamente este estado interior con la siguiente imagen:

"Imaginar así como se asentase el caudillo de todos los enemigos en aquel gran campo de Babilonia, como en una grande cátedra de fuego y humo, en figura horrible y espantosa" (140).

ft ("Inmiinirlnrloc 81

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Es una parábola magistral que contiene todos los elementos bíblicos del estado afectivo dominado por "el espíritu que no es de Dios":

1) "el caudillo de todos los enemigos" el "Maligno" de la 1 ' Carta de San Juan. El P. Rootham explica esta frase de la siguiente manera: "Esta imagen nos muestra ciertamente cuál es el espíritu malo, pero no cuál se presente a la mente de los hombres; porque siendo, como es, enemigo de la naturaleza humana, por lo menos en apariencia se muestra amigo; y por eso cubre los engaños proponiendo esperanzas falaces de riquezas, honores, etc. Pero por mucho que finja, se delata en los efectos que sus operaciones o mociones producen en el alma y que admirablemente se dejan entrever en esta imagen de Lucifer".

2) "en aquel gran campo de Babilonia" es considerada Babilonia como la ciudad de la confusión. Confusión interior que se caracterizaría:

a) por las tinieblas —"El príncipe de las tinieblas"— i.e. la oscuridad intelectual de quien no ve nada claro, de quien tergiversa las palabras de Dios y solo entiende con claridad la lógica del "mundo";

b) por la falta de paz interior, descrita en el lenguaje ignaciano por estas características emotivas.

—"en una grande cátedra": estado de orgullo y soberbia.

—"de fuego y humo": inestabilidad emotiva y dominio de las pasiones que "queman" y no dan descanso.

—"en figura horrible y espantosa": el dominio por el miedo y hasta el terror. . .

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SEÑALES DEL ESPÍRITU QUE NO ES DE DIOS" (Querlgmátlcas)

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PRESENCIA ("no ser de D i o s . . . " Alejamiento y nega-• clon

"Ser d e . . . " "Hijo d e . . . —el Diablo, por | . identificación con su espíritu)

KERIGMA, o Proclamación de esa presencia — En cuanto "acción del mundo" i.e.

(cfr. 1' Carta de San Juan) • Mentalidad que pro

viene de las tres concupiscencias

• Maligno • Hijos del mundo y

— Que niega a Cristo Falsos profetas.

— Que no escucha a la Iglesia

co

_£ <o c o en <u o . </}

< >Z UJ V)

1. ACTITUDES DE VIDA

LA MENTIRA Y EL ERROR*

en nombre del "mundo"

A

EL PLACER _^ EN LA PASIÓN

II. ESTADOS EMOTIVOS

Intranquilidad Tinieblas

*

/ Confusión \

1 Soberbia 1

\ Riqueza /

Egoísmo que deshace la Comunión

III. FALTA DE COMPROMISOS

—* Ser "mentirosos"

A la fe y al amor

/ -*• Infidelidad

a los mandamientos

-«'Opresión del hermano

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CAPITULO IV

DISCERNIMIENTO GRUPAL

No basta discernir las actitudes personales, sino también las estructuras sociales. Nos tenemos que preguntar si la sociedad que construimos, o en la que cooperamos, tiene las características del Reino de Dios. La norma, pues, de Discernimiento es el Reino. Y el Modelo, o Praxis de acción, es la mecánica redentora del Éxodo-Liberación a la manera de la Pascua, animada por la Esperanza de las Promesas escatológicas. Porque el Éxodo-Liberación puede provenir de mensajes no cristianos, tener mecánicas de acción que provengan de mentalidades y lleven esperanzas no cristianas.

El discernimiento cristiano tiene que aplicarse en un doble frente:

1? Si las estructuras sociales o grupales realmente se acomodan al espíritu del Reino que predica el Evangelio.

2° Si la manera de actuar especialmente en la etapa del Éxodo-Liberación de estructuras sigue el Modelo cristiano de la Pascua.

La razón es clara: Cristo no solo viene a predicar el Reino, sino que también es el Camino.

Por eso podemos decir que todo tipo de acción que no pretenda, o aún aniquile el Éxodo-Liberación no es cristiana. Pero no podemos afirmar que todo tipo de ación que pretenda la Liberación —sea esta cual sea, y siga el camino que siga— puede ser cristiana, al menos en su sentido total.

Habría que determinar cuál es el concepto cristiano de Liberación, cuál es el espíritu de ese Reino hacia el cual caminamos, y cuáles las actitudes característicamente liberadoras en la línea de la Pascua.

I. CONCEPTO CRISTIANO DE LIBERACIÓN

"La liberación es un término eminentemente bíblico. Dios libera a su pueblo de la servidumbre de Egipto, lo saca prodigiosamente de "La casa de la esclavitud". El tránsito por el Mar Rojo —figura de la Pascua cristiana— señala el momento de la liberación de los israelitas de la opresión de los egipcios. Dios quiere que Israel sea un pueblo libre, sea el Pueblo de Dios.

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Cristo viene al mundo para "quitar el pecado del mundo", para romper la servidumbre en que el hombre mismo se había culpablemente esclavizado, para liberar a la creación "de la servidumbre de la corrupción" a la que el pecado del hombre la había sometido. La Pascua significa esencialmente un tránsito hacia la libertad plena". (Mons. Pironio: "Compromisos y Esperanzas de nuestra Iglesia").

No podemos reducir la liberación

—a una simple liberación interior (liberación del pecado)

—a una liberación futura, escatológica.

Pero tampoco podemos reducirla a simples categorías sociales, económicas y políticas (identificarla simplemente con un proceso revolucionario).

La liberación cristiana tiene un sentido profundo primordial, quitar el profundo impedimento —pecado— que impide a los hombres llegar al Padre. Hacer de esos hombres "creaturas nuevas" (cf. 2 Cor. 5, 17) en Cristo Jesús por el Don del Espíritu Santo y que alcanzará su plenitud en la escatología. Liberación en el sentido del N. T. es la consecución de la vida nueva, oculta con Cristo en Dios (Cf. Col. 3, 3).

Pero esto sería una utopía si no luchamos por la liberación del hombre entero "ahora": liberación en la comunidad familiar, social, económica, pol í t ica.. . No se trata de que 19 sea lo otro y esto quede en 2° lugar en el orden del tiempo o de la acción. Sino de que esto 2° vaya imbuido por el espíritu de lo 1° en el orden de la motivación y de la finaiidad. Decimos que lo 2° son lo 1° o en contraposición con ello no es la liberación cristiana.

"Todo tipo de servidumbre (ignorancia, enfermedad, miseria, dependencia, etc.) tiene que ser sacudida. Cada pueblo y cada hombre tienen derecho —y obligación— de realizar libremente su destino y vocación propia. No puede haber pueblos oprimidos por otros. No puede haber hombres explotados por otros. Dios ofrece los bienes de la naturaleza y del espíritu a toda la comunidad humana. No pub-de haber pocos que tengan mucho, ni muchos que tengan poco. No puede haber hombres que estén necesariamente marginados e impedidos de acceder libremente a los bienes de la cultura. La dftjjen-dencia económica, la miseria, el analfabetismo, la mortalidad infantil, son diversas formas de esclavitud de las que el hombre necesita ser liberado.

La Iglesia se compromete a ello en el sentido en que despierta saludablemente la conciencia de los oprimidos y llama la atención a los principales responsables de una situación injusta. Por una parte condena la violencia armada porque "no es cristiana ni evangélica" (Pablo VI). Por otra, condena "la violencia institucionalizada", (Mons. Pironio: Compromisos y Esperanzas de nuestra iglesia", página, 38).

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La liberación en estos dos campos supone un doble movimiento de acción eclesial: quitar el pecado y conseguir la salvación mediante la redención y la gracia de Cristo. Solo una comunidad donde esto se realice es una comunidad cristiana.

1. El pecado social o la situación de pecado

La frase es de Medellín. "Al hablar de una situación de injusticia nos referimos a aquellas realidades que expresan una situación de pecado; esto no significa desconocer que, a veces, la miseria en nuestros países puede tener causas naturales difíciles de superar". (Doc. Paz N9 1). Se refiere a situaciones sociales, actividades humanas, estructuras e instituciones que son pecado porque van contra la voluntad de Dios de libertad y oportunidades para que todo hombre se desarrolle plenamente en el sentido personal y comunitario.

El pecado se da siempre en el interior del hombre que, por su libertad, es capaz de rechazar el amor y la justicia. Pero la acción de uno y muchos hombres puede sujetar a sus hermanos y aun a la creación a la servidumbre "no voluntariamente, sino por causa de quien la sometió" (Cf. Rom. 8, 20).

La comunidad cristiana tendrá que discernir las causas de situaciones objetivamente opresoras —situación de pecado— para íuchar contra ellas por vocación propia: La Iglesia sacramento de salvación.

1) No siempre las causas son libres —v.c. una inundación— no se trata de culpar, sino de salvar.

2) Hay situaciones que dependen de actitudes injustas de otros, más o menos conscientes, que originan un modo de dependencia y opresión:

—acumulación excesiva de bienes materiales en manos de pocos —acaparamiento del poder de decisión —imposible el acceso de muchos a los bienes de la civilización

y de la cultura.

En estos casos la comunidad cristiana tiene obligación de:

a) apelar a la conciencia de los favorecidos —denunciando las injusticias —mostrándoles su situación de privilegio y de opresión estruc

tural —llamándoles a la conversión no solo personal, sino también de

un grupo o estructura —excluyéndoles de la comunidad cristiana si no se convierten a

estructuras sociales más justas.

b) Apelando a la conciencia de los más marginados —concientizándolos de su dependencia y marginalización.

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—llamándolos a una conversión personal y grupal (repiten en sus grupos las mismas estructuras injustas, o adoptan actitudes "mágicas" que no suponen esfuerzo propio).

c) Impulsar las actitudes que lleven a los menos favorecidos a su propia liberación interior y exterior

—exigiendo derechos —uniéndose en comunidad

• para reclamar con estructura de poder

• para construir en actitudes positivas, día a día su liberación. —viviendo una motivación cristiana de fe, amor y justicia.

d) Predicar que nadie puede denunciar injusticias, o clamar por una sociedad nueva, si no lucha por realizar, en el seno de los grupos humanos donde vive, ese tipo de comunidad de amor, justicia y paz.

e) No colaborar con estructuras injustas, aun a costa de tener que vivir la pobreza...

No necesariamente el hombre aquí comete injusticias personales. Pero puede con su actitud de vida mantener una situación injusta. Al concientizarse de esto tiene obligación de luchar contra ella, y no le puede servir como excusa la limpieza de su conciencia personal.

Corresponde a la comunidad cristiana denunciar proféticamente estas injusticias, despertar la conciencia de las clases dirigentes y de las masas marginadas y comprometer a sus miembros en la transformación rápida y profunda de tales estructuras.

3. Tiene que existir una decisión interna y externa de compromiso por transformar las estructuras opresoras, de no cooperar con el poder injusto, de adoptar una actitud de vida que renueve la actitud pascual de Cristo: morir a nosotros mismos para que nazca en la tierra el Reino de paz, justicia y amor. Esta decisión supone una identificación, afectiva y real, de oprimido con los oprimidos, de víctima con las víctimas, de pobre con los pobres.

4) No basta concientizar y denunciar. Todo esto puede llevar a un camino de destrucción total de lo existente. No es este el camino cristiano. Hay que promover al hombre y a las comunidades de los hombres, para que ellos sean los responsables y artífices primordiales de su liberación y desarrollo.

Desde el punto de vista evangélico, el hombre no asume muchas veces la fidelidad a su vocación divina de un desarrollo integral, no sale de su servidumbre interna, no se decide a ser plenamente él mismo. La comunidad cristiana debe ayudar a cada hombre a descubrir su semilla divina y su misión.

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2. La Misión salvadora de la Iglesia

La Iglesia —continuación de Jesús "Salvador"— ha sido constituida para ser señal y sacramento de salvación. Pero, cuál es el concepto de "salvación evangélica"? Es una salvación "integral" "en el nombre de Jesús", porque "no existe bajo el cielo otro Nombre dado a los hombres, por el cual podamos alcanzar la salvación" (Act. 4, 12). En este sentido debemos ser fieles al "Evangelio de la Salvación" sin desfigurar el contenido sobrenatural y trascendente de su mensaje. Nos corresponde anunciar siempre "la buena noticia de Jesús" (Cf. Act. 8, 35).

Pero esto no quiere decir que la Iglesia tiene que salvar en una sola línea: la espiritual. Cristo vino a salvar al hombre integral en una salvación total.

"No podemos reducir el Evangelio a una simple declaración de los derechos humanos ni a una violenta reclamación contra la injusticia de los poderosos. El Evangelio es esencialmente la manifestación de la "gracia de Dios, que es fuente de salvación para todos los hombres". Es una exigencia a la conversión y a la fe, porque el Reino de Dios ha entrado por Cristo en la historia".

Es una invitación al anonadamiento y a la cruz, como condición esencial de seguiminto del Señor. Es una exhortación a la vigilancia y a la fidelidad. El Evangelio es esencialmente la revelación de la acción salvadora de Dios para el hombre.

Pero, por lo mismo, el Evangelio no puede reducirse a una abstracta proclamación de los misterios divinos, sin ninguna relación con la situación concreta del hombre que debe ser salvado. Y que debe ser salvado ya desde ahora. Las bienaventuranzas evangélicas constituyen una meta que debe empezarse a alcanzar ya en el tiempo". (Mons. Pironio: "Compromisos y Esperanzas de nuestra Iglesia").

Aquilatemos bien el sentido de "salvación" en la Iglesia: Tiene un triple sentido:

1. Conducir a los hombres a una "conversión" al nombre da Jesús —el único en el que podremos salvarnos— a través de la línea de una auténtica Evangelizaron hasta la Catequesis y vivencia Eucarística.

2. Alinearse con todos los hombres de buena voluntad en la lucha por la liberación de toda serie de opresiones sociales, políticas, económicas y culturales, y en el esfuerzo por la promoción del hombre entero.

En esta lucha de la comunidad cristiana habrá que tener en cuenta dos presupuestos:

1) No hay una sociología "cristiana", una economía política o cultura "cristiana", sino un esfuerzo alentado por principios cristia-

88

nos para construir algo plenamente humano junto con los otros hombres (secularización).

2) La diferente posición del laicado y la Jerarquía.

a) El laicado: Los laicos están implicados directamente —y por propia vocación— en la transformación del mundo en una condición esencialmente "secular", i.e. "desde dentro a modo de fermento"; "en el interior y no fuera de su compromiso temporal" (L.G. n?

31).

b) La Jerarquía: Debe dar a los grandes principios, la orientación y la motivación cristiana para la Liberación y la Promoción Humanas. Pero no es su misión dar soluciones concretas. Los tienen ellos que buscar en su propio compromiso. Y puede ser que diferentes grupos de laicos, en nombre de los mismos principios, encuentran soluciones diferentes.

"Por parte de la Jerarquía —obispos y sacerdotes— puede haber un doble riesgo: asumir actitudes específicas de los laicos (nueva forma de "clericalismo") o evadir sistemáticamente, por desconocimiento, por insensibilidad, por miedo, o por falta de comprensión de lo que importa su tarea específica (exigencias plenas de la evangelizaron, compromiso completo de lo espiritual y religioso), la denuncia concreta de injusticias evidentes, llamamiento claro y valiente a los principales responsables para una transformación rápida y global de las estructuras que atentan contra la dignidad humana y promoción de los pueblos". (Mons. Pironio: "Compromisos y Esperanzas de nuestra Iglesia").

Nota: Admitimos una labor de supletoriedad, y el que personas particulares adopten posiciones concretas, dentro de un sano pluralismo. A este respecto aducimos la opinión de los Obispos chilenos en su carta pastoral publicada bajo el título de "Evangelio, Política y Socialismo" (n9 69).

II. EL ESPÍRITU DEL REINO: LAS BIENAVENTURANZAS

No cabe duda que el espíritu de Liberación predominante en el A. T. es la conquista de la felicidad terrena por la Ley. Predomina el sentimiento puro de justicia, en un cierto sentido del "ojo por ojo y diente por diente" del Talión. Aunque hay una evolución de continua depuración, la actitud de Cristo al proclamar su Reino —frente al Reino esperado por los judíos, y el Reino establecido por los Romanos— fue de "escándalo para los judíos, locura para los paganos". No entederemos en absoluto el cristianismo si no caemos en la cuenta de que es una superación del A. T. La línea de Liberación continúa, pero en un nuevo espíritu. El problema de Cristo se coloca en el campo estructural: una sociedad de oprimidos, que sueñan con una Liberación en el plano socio-económico, político y cultural en las antiguas categorías del Éxodo; una socie-

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dad opulenta y opresora establecida e instalada. Frente a estos un Jesús que se identifica con los oprimidos, que critica y rechaza toda injusticia opresora, pero que propone una liberación en la línea de las Promesas del Éxodo, superando y profundizando sus categorías, que propone un estido de Reino, definido por las bienaventuranzas. Las dos estructuras, la oprimida y la opresora las rechazan por blasfemia y por locura. Fue esta la dinámica de la cruz.

Jesús adopta una posición contraria a unos y a otros.

Desde ahora los dichosos de este mundo no son ya los ricos, los satisfechos, a los que se halaga, sino los que tienen hambre y sed de justicia, los que padecen persecución por ella, los pobres. (Cf. 1 Pe. 3, 14; 4, 14). Fue una revolución de valores, posible porque en Jesús se realizó la "doxa" o gloria de Dios y la felicidad, al tomar El esta posición. Si así seremos felices, es por identificarnos con El, que consiguió por ese camino la felicidad.

A) El sentido del Reino de Dios

Encontramos en el N. T. una superación casi dialéctica del concepto materialista y nacionalista del Reino predominante en el A. T.

1. Sentido del "Reino de Dios" en el Antiguo Testamento Materialista

Las promesas de los profetas relacionadas con la prosperidad y poder de Israel se refieren a este reino material. Y los bienes supremos que el pueblo espera del establecimiento del reino de Dios son: la felicidad material, la liberación del yugo romano y el aniquilamiento o sumisión de los enemigos de Israel.

Nacionalista

Leemos en el "canto del mar" [Ex. 15, 11-17, 18) interpretado por Moisés y los hijos de Israel tras el paso del Mar Rojo y la aniquilación de los egipcios: "Quién como tú, oh Yavé, entre los dioses?... Tendiste la diestra y los devoró la tierra. En tu misericordia tú acaudillas al pueblo que redimiste".

Javé, es, por tanto, el caudillo de su pueblo, el jefe y auxiliador, el señor que cuida y defiende.

Nuevo Testamento

La doctrina de Jesús se apoya en la del A. T. La expresión "reino de Dios" era algo que todo el mundo conocía y esperaba; pero esta expresión compendiaba la fe en que Dios es el Señor del mundo y aparecería un día para desterrar de él la justicia y la miseria.

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Pero Jesús viene a amplificar considerablemente el carácter moral del reino de Dios y excluye de él completamente el nacionalismo y las esperanzas materiales de los judíos.

Su mensaje puede cifrarse en las palabras "reino de Dios" o "reino de los cielos". Leemos en San Marcos 4, 14-16: "Desde entonces comenzó Jesús a predicar: convertios porque el reino de los cielos está cerca".

Se trata del Reino de Dios, pero entendido, no como el lugar donde Dios reina, sino como la soberanía de Dios.

B) Características del Reino de Dios

1. Carácter escatológico:

San Marcos nos resume esta doctrina en estas palabras (Me. 1, 15): "Cumplido es el tiempo y el reino de Dios está cercano; arrepentios y creed en el Evangelio". Ha llegado el momento establecido por Dios, ahora Dios va a poner su plan por obra y a empuñar el cetro real.

La impresión poderosa de la palabra de Jesús a los judíos de entonces no está vinculada a la predicación sino a su doctrina. "Y se maravillaban de su doctrina, pues les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas" (Me. 1, 22).

Toda la doctrina de Jesús está ordenada a la vida mirando tanto a Dios como al prójimo. Por tener que ejecutar Jesús el mensaje escatológico que el Padre le encargó, su doctrina trasciende todo encasillamiento y todo género de construcciones artificiales. Rasgos y señales de su predicación escatológica son la interpretación de la voluntad de Dios, los discursos acerca de Dios y su manera de comportarse, el llamamiento a los pecadores y no menos a los justos y la intimación radical a cada hombre en la presencia de Dios.

"El reino de Dios está cerca". Por eso exhorta a los hombres a prepararse para ese acontecimiento revolucionario por una sincera conversión y por la fe en la "buena nueva".

El establecimiento del reino de Dios significa tanto el fin de las cosas presentes como la aurora de un orden nuevo y definitivo, distinto de todo lo hasta entonces conocido.

El reino de Dios que Jesús anuncia y en el que El tiene plenos poderes es por su naturaleza escatológico y trascendente. Así resulta con entera claridad de numerosas parábolas de Cristo: El reino de Dios prometido a los pobres y perseguidos (Mt. 5, 3-10), tiene su recompensa en el cielo (Mt. 5, 12) y coincide con el fin del mundo presente (Mt. 13, 39-49).

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2. Carácter salvífico

Tanto la palabra como la obra de Jesús coinciden en asegurar y ofrecer al nombre la salud de Dios.

En la predicación de los profetas vemos combinados los oráculos de castigo y de salvación. De labios de Cristo, en cambio, no sale nada relativo a la venganza. Una nota peculiar de su mensaje es que incluye también la salvación de los pecadores y precisamente de ellos; y aunque en ocasiones podemos oír sus amenazas de juicio y condenación, prevalece siempre sin embargo la misericordia de Dios ofrecida a todos sin excepción. La predicación no es solo un llamamiento a la conversión, sino un anuncio de la salvación como ya presente y eficaz, aunque todavía no plena y perfecta.

3. Carácter de intimación

El mensaje que anuncia el reino próximo de Dios se convierte en una poderosa llamada a los hombres a someterse a solo Dios. Basta una mirada por encima de las expresiones que nos han dejado los evangelios sinópticos para darnos cuenta del carácter de intimación que destaca en primer plano la predicación del reino de Dios. El reino de Dios que se manifiesta en las obras de Jesús, obliga a una resolución: "Convertios y creed en el evangelio" (Mt. 1, 15).

Esta conversión que Cristo exige de todos, ya que a todos nos tiene por deudores de Dios, incluso a los justos (Cfr. Le. 18, 10-14, y Mt. 23] es una condición indispensable para entrar en el reino futuro de Dios. Por eso siente Dios una alegría tan grande ante un pecador que se convierte (Le. 15, 7-10-24] porque ve correspondida esta oportunidad salvífica por la gratitud.

La predicación de Jesús solo puede entenderse en su pleno sentido cuando uno comienza por convencerse de la eficiencia interior del reino escatológico de Dios en las palabras y acciones de Jesús, de su poder salvífico actual. Solo quien se convierte puede formarse la conciencia de qua el t.empo de la salud ha llegado ya y que el reino de Dios en su plenitud está ya a las puertas.

Todas estas exigencias de Jesús reciben en conjunto un sentido positivo que él mismo sintetiza en aquel mandamiento principal: amar a Dios de todo corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas y al prójimo como a sí mismo (Mc. 12, 23-31]. Cristo se manifiesta como un profundo conocedor del corazón humano. A todos les indica el camino más practicable para el cumplimiento del amor a Dios (Cfr. Mt. 25, 34-45) ("Cuándo te vimos enfermo etc. . . . " ) . Lo único que ha condenado es la mediocridad, las medias tintas. Nadie puede servir a Dios o a Mammón, ni tener al mismo tiempo el corazón pendiente de los tesoros terrenales y celestiales.

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C) El Reino de Dios aparece con Jesús

Aparece Cristo y con El su primera apelación: "Convertios y haced penitencia porque el reino de Dios está cerca".

Se comprendía bien lo que quería decir. Pero en qué forma entendía Jesús este reino? De hecho no desenvainó ninguna espada ni hizo caer ninguna estrella del cielo.

Tampoco señala una fecha fija: "Velad porque no sabéis en qué día va a llegar vuestro Señor" (Mt. 24, 42). Y se abstiene también de descripciones fantásticas para fijar su atención no en un acontecimiento exterior sino en el hecho de que Dios reinaría.

Entramos así en la parte más sorprendente de su mensaje. Jesús anuncia un reinado que ha comenzado ya. El reino de Dios está a la vista: en su propio advenimiento. "Y vuelto a sus discípulos les dijo, a solas: dichosos los ojos que ven lo que estáis viendo. Porque yo os digo: muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros estáis viendo y no lo vieron. Y oír lo que estáis oyendo y no lo oyeron" (Le. 10, 23-24). "Y bienaventurado aquel que en mí no encuentra ocasión de tropiezo" (Mt. 11, 6). Esto da a entender que el reino de Dios había aparecido por el hecho de haber venido El.

A diferencia de los videntes apocalípticos que hablaban sobre cosas que caían fuera de ellos mismos, Jesús lleva el reino de Dios en sí mismo. El reinado de Dios no es para El una visión lejana. El mismo Jesús está en medio de El empeñado en la lucha contra otro reino: "Pero si yo arrojo los demonios por el dedo de Dios es que el reino de Dios ha llegado a vosotros".

Nada hace pensar sin embargo en una conmoción cósmica. A los que le preguntan sobre el momento les responde Jesús: "El reino de Dios no ha de venir aparatosamente; ni se dirá: míralo aquí o allí. Porque mirad: el reino de Dios ya está en medio de vosotros" (Le. 17, 20-21).

Nada pues de alzamiento nacional, ninguna señal en el cielo, sino algo de Dios y del cielo que está oculto en el cotidiano quehacer, en la vida ordinaria de los hombres.

D) Expresión evangélica del Reino

El Reino encuentra su expresión en innumerables palabras de Jesús a través de su vida, pero sin duda son varias Parábolas y el Sermón de la Montaña con sus Bienaventuranzas los dos momentos capitales de esa definición del Reino.

1. Las Parábolas

Jesús comienza hablando en parábolas, narraciones ordenadas a ilustrar una verdad. Jesús las usará de una forma enteramente nue-

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va y distinta a como las usan los doctores de la ley. Mientras estos las usan para aclarar un texto propuesto, en Jesús las parábolas son el mismo mensaje.

Jesús comienza a menudo sus parábolas de una manera sencilla e inmediata: "Quien de vosotros. . .?" Y es que habla en parábolas para ser entendido. San Marcos nos dice a este propósito que "con muchas parábolas les proponía el mensaje según lo podían recibir" (Me. 4, 33).

Pero hace falta una condición previa para entender estas parábolas. De hecho nos encontramos con el detalle de que, después de algunas, Cristo mismo exclama: "Quien tenga oídos para oír, que oiga". Es menester una disposición para la entrega, para la conversión; se necesita un órgano, un oído especial para captar el oculto mensaje. De lo contrario lo que debería ser camino para entender se convierte en signo de reprobación.

Algunas parábolas vienen a mostrar el carácter oculto del reino de Dios: La parábola de la levadura que la mujer mezcla con tres medidas de harina (Mt. 13, 33), la parábola del grano de mostaza Mt. 13, 31-32). La maravilla de contraste entre principio y fin que observamos diariamente en la naturaleza le presta a Jesús tema para explicar la aparente insignificancia de los comienzos del reino de Dios.

En la parábola de la semilla nos muestra lo modestamente que el reino de Dios se va abriendo camino, pero también con qué soberana independencia de los hombres. [Mt. 13, 18-23). Crecerá por su propio poder como el grano (Me. 4, 26-29), pero al mismo tiempo debe convertirse en un gran árbol donde anidan las aves del cielo (Mt. 13, 31 ss.). Acogerá a todas las naciones en su seno, pero se manifestará al exterior como trigo mezclado con la cizaña en el campo (Mt. 13, 24 . . . ) .

Las parábolas del banquete (Mt. 22, 1-14; Le. 14, 15-24) nos dejan entrever un espacio entre la inauguración histórica del Reino y su realización perfecta. Después de la resurrección de Jesús, la disociación de su entrada en la gloria y su retorno como juez (Act. 1, 9 ss.) acabará por revelar la naturaleza de ese tiempo intermedio: será el tiempo del "testimonio" (Act. 1, 8; Jn. 15, 27), el tiempo de la Iglesia. Al final de este tiempo será el advenimiento del Reino en su plenitud (cf. Le. 21,31): entonces se consumará la Pascua (Le. 22,14 ss.), tendrá lugar la comida escatológica (22,17 ss.) en la que los invitados, venidos de todas partes, celebrarán la fiesta con los patriarcas. (Mt. 22, 2-10; 25, 10). Hasta que llegue el Reino todos los fieles suspiran por su venida: "venga tu Reino!" (Mt. 5, 10).

2. Las Bienaventuranzas

Suponen todo el contexto de una Nueva Alianza y un Nuevo Reino. No es el descarnado monte del Sinaí, sino una agradable colina próxima a Cafarnaún. Jesús expone ahí todo el programa del Reino de Dios. No es Moisés quien sube a la montaña para recibir la Ley entre rayos y truenos y ver el rostro de Dios, es Jesús quien baja

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a dialogar humilde y llanamente con los hombres, con todos ellos. Las bienaventuranzas, enunciadas especialmente por Mateo (5, 1-11) y Lucas 6, 20-23), son las máximas profundas que encierran todo el espíritu del Reino.

Jesús comienza el sermón de la montaña hablando de la felicidad, algo por lo que todos, sin excepción, vivimos y luchamos.

Pero no bastan las cosas. No bastan tampoco los hombres; el hombre no está hecho a la medida de los deseos del hombre. El deseo infinito exije un objeto infinito. En el objeto infinitamente amable descansará nuestra ansia infinita de belleza y de verdad, nuestra sed de amar y ser amados.

Quiénes son los felices, a juicio de Jesucristo? Las formas de anunciar la felicidad son varias, pero la esencia, la realidad es única en las ocho proposiciones: El consuelo, la posesión de la tierra, la hartura, la visión de Dios, etc., son otras tantas maneras de designar el Reino de los Cielos, término específico de la primera y última bienaventuranza.

Bienaventurados los pobres. La pobreza material constituye solo un aspecto de esa indigencia o de esa opresión que caracteriza a los verdaderos justos de Dios. Representa un cierto estado de vida en oposición al espíritu del mundo, propio de los poderosos, de los dominadores, de los hombres confortablemente instalados en la tierra. Se trata, pues, de elegir en la tremenda opción: o Mammón o Ya vé.

La pobreza significa el amor de la ciudad celeste en contra de aquellos que han puesto su sede y afición en la ciudad terrena.

Pobres son los que nada tienen y experimentan, como nadie, la necesidad del socorro divino. De ahí la relación tan estrecha entre pobreza y fe, pobreza y disponibilidad, pobreza y desapego, pobreza e inseguridad, pobreza y esperanza. Es difícil esperar el Reino de los Cielos cuando el reino de la tierra produce ya sus estimables satisfacciones.

La pobreza de espíritu significa despojarnos de toda certidumbre que no venga de Dios. Significa un riesgo y hay que vivirlo en desnudez. Lo contrario sería apoyarse uno en sí mismo, apegarse a sí mismo, ser miserablemente rico.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

Bienaventurados los hambrientos. Los hartos serán malditos. Y también los que sin gozar de hartura alguna nunca han padecido hambre, porque tenían cegado el apetito: los mediocres, los que se satisfacen con lo superficial, los indiferentes, los frivolos.

Serán saciados únicamente los que tienen hambre y sed de justicia. Y tener hambre y sed de justicia significa "buscar el Reino de Dios y su justicia". (Mt. 6, 33). Es preciso tener hambre de esa

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comida: "mi comida es hacer la voluntad de mi Padre" (Jn. 4, 34) y tener sed del "agua que salta hasta la vida eterna".

Bienaventurados los pacíficos porque ellos serán llamados hijos de Dios. No hay más hijo de Dios que el Unigénito. Por tanto, si somos hijos, lo somos en el Hijo.

En Ef. 2, 14, nos dice San Pablo que Cristo instaura la paz. Y sabemos que la paz de Cristo no es la paz del mundo. "Mi paz os dejo, mi paz os doy . . . pero no como la da el mundo". Hay profundas diferencias entre la paz de Cristo y la paz del mundo. La paz de Cristo es ante todo obra de la justicia y mientras esta no exista no puede existir la paz. No es la simple ausencia de violencia y de derramamiento de sangre.

La paz es algo dinámico, un quehacer, hay que estarla elaborando y sosteniendo. Lo que hay que buscar continuamente es la justicia. La tranquilidad en el orden de S. Agustín, no es pasividad sino capacidad de hacer cosas nuevas.

Una paz auténtica supone lucha y conquista permanente. La paz no la encontramos, la tenemos que ir haciendo.

Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, los que tienen hambre y sed de justicia, los que lloran sus pecados, los que son pobres de espí r i tu . . . Pero, y los otros? los perseguidos, pero por otras razones, los que sólo tienen hambre de pan, los que lloran un fracaso, un accidente, la muerte de un ser querido? Los que tan solo son pobres de dinero, pobres de habilidades, pobres de talento para salir de su simple pobreza... Quá será de todos estos?

Decididamente los caminos de Dios no son nuestros caminos ni los pensamientos de Dios son nuestros pensamientos.

Las bienaventuranzas podrían clasificarse en tres grandes bloques: (Mt. 5, 3-12) (Le. 6, 20-26).

1* Pobreza con sus actitudes de humildad, de sufrimiento y de pureza.

2° Hambre y sed de justicia con sus actitudes de mansedumbre, de misericordia, de solictiud por la paz.

3° La persecución por amor de Cristo.

Pero todos estos valores no son nada sin Jesús, que les da todo su sentido. Así sólo el que haya visto a Cristo en el centro de su fe puede oír las bienaventuranzas del Apocalipsis. Dichoso si las escucha (Ap. 1, 3; 22, 7).

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III. ACTITUDES LIBERADORAS EN LA LINEA DE LA PASCUA

El Evangelio nos muestra en la persona de Jesús todo un MODELO o una PRAXIS de Liberación e instauración del Reino específicamente cristiana. No se trata simplemente de una metodología, sino de la adopción de una serie de actitudes de vida caracterizada por la fe en un Dios salvador, la esperanza en un reino futuro y la entrega redentora a los hermanos "en nombre de Cristo muerto y resucitado".

El "Kerigma" o los cinco grandes acontecimientos pascuales, objeto de la predicación apostólica, van marcando los mojones de este camino de Liberación, al que llamamos Modelo o Praxis concreta de acción para los cristianos.

El Modelo cristiano parte del Principio del Mal y del Bien en el corazón del hombre y en sus estructuras sociales. El Mal no está simplemente en un tipo de estructuras y el Bien en otras. Los límites del Mal y del Bien pasan por el mismo corazón del hombre. No adelanta destruir las estructuras "malas" para implantar otras "buenas". El misterio del Mal convive con el mismo hombre "imagen de Dios". Por otra parte, la maldad o la bondad, no es sólo económica, ni de medios de producción, ni de relaciones de trabajo, o de tipo técnico. Las carencias o satisfacciones son "totales". Además el hombre no puede resolverlas por sí mismo. Siempre se encontrará filtrado por el Mal y tendiendo eterna e infinitamente hacia el Bien.

Los marxistas pueden presentar Modelos "eficaces" para liberar al hombre de estructuras opresoras desde el punto de vista técnico, social o económico. Los capitalistas liberales buscarán la solución en el superdesarrollo. Para el cristiano la liberación es total. Y se llama Redención. Con un Cristo Redentor. Su modelo de acción no es político, ni económico, ni social. El cristiano sabe que tiene que adoptar esos modelos como consecuencia de su compromiso con el hombre. Sabe que su fe le lleva al compromiso político. (Cfr. Carta Apostólica de Paulo VI, n? 46). Pero también sabe que su fe trasciende y relativiza todo modelo político o social. No es escapismo. Como nadie el cristiano por su fe asumirá compromisos y modelos concretos de Liberación. Pero continuamente los cuestionará a la luz del Modelo Pascual, y nunca los identificará con él. No se trata de contraponer los modelos políticos, sociológicos, económicos o técnicos marxistas, socialistas o no, al Modelo Cristiano. Sino de hacer que sean vivificados por el Modelo Cristiano y de criticar y oponerse en ellos a todo lo que niegue el mensaje de la fe Pascual.

El único compromiso " tota l" del cristiano es con la liberación del hombre y de la sociedad al estilo de Cristo muerto y resucitado. Todo lo otro es táctico, científicamente o no probable y transitorio. Si este Modelo salva totalmente no es porque esté científicamente comprobado, sino porque Cristo lo siguió y ese es el Ca-

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mino de nuestra f e . . . Y ella será vana sin un Cristo resucitado. Sólo se tiene una fe porque se cree en el Mensaje de los testigos. Y los testigos de la Resurrección nos transmitieron su testimonio en obras, milagros y "el poder del Espíritu".

El Modelo cristiano parte de la "Kénosis" o humillación e identificación plena con los oprimidos, por una acción redentora a través de la muerte-resurrección, por un hálito continuo de esperanza o de ascensión, y por una comunidad concreta de hombres sin partidos ni clases, unificada en el amor y la justicia por un mismo Espíritu, hasta el advenimiento pleno del Reino de Dios.

1? Encarnación

No es un "esplritualismo" sino una encarnación plena en las realidades humanas. Supone la "Kénosis" y el servicio para llevar un mensaje de conversión personal y social a las estructuras pascuales en nombre de Cristo.

1. "Kénosis" Es la identificación plena-afectiva y real con los menos favoreci

dos, con los más oprimidos, con los más marginados. Supone estructuras sociales que hagan una opción clara —y realista— por los pobres. Supone una Iglesia y una comunidad cristiana que se presenta como verdadero "sacramento del Señor", un "signo" e "instrumento" de salvación. Esta Iglesia se debe presentar "Ante todo como una Iglesia pobre, anonadada, servidora de los hombres". La pobreza es exigida por esencial fidelidad a Cristo quien "siendo rico se hizo pobre por nosotros a fin de enriquecernos con su pobreza". Es exigida también, por elemental solidaridad con los desposeídos. Es exigida por la libertad en la proclamación del Evangelio que no se apoya en "el prestigio de la sabiduría humana", sino que es "manifestación del poder del Espíritu". (Mons. Pironio: "Compromisos y esperanzas de nuestra Iglesia" pp. 22-23).

A continuación Mons. Pironio describe las características de esta pobreza: "La pobreza hemos de vivirla en la sencillez de nuestra vida, en la austeridad de nuestras instituciones, en la disponibilidad de nuestros bienes para la utilidad común. Pobreza efectiva y práctica. Hemos de vivirla como servicio, más que proclamarla como violencia. Hemos de vivirla con sencillez, como actitud interior, profunda y simple. No es pobre quien se siente superior, seguro y fuer- i te. No es pobre quien domine, sino quien sirve. La verdadera pobreza experimenta una necesidad profunda de Dios y de los otros. No es pobre quien siente orgullo de su pobreza y hace ostensible manifestación de ella. La pobreza es esencialmente servicio y amor, desprendimiento y libertad, serenidad y gozo. No siembra resentimientos, no engendra amarguras, ni provoca violencias. Tampoco constituye un estado definitivo.

Una Iglesia pobre no se siente ligada a los poderes temporales y confía solo en "las armas del espíritu". Una Iglesia pobre siente predilección por los desposeídos, pero sin despreciar a los ricos.

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Una IGLESIA pobre asume la pobreza para redimirla, asume la condición de esclavo para hacer al hombre libre". (Mons. Pironio: Compromisos y Esperanzas de nuestra Iglesia, p. 23).

2. Iglesia servidora del hombre

Así la definió Paulo VI después del Concilio: "Servidora de la humanidad". Doble actitud de humanismo y de servicio.

1) Humanismo: Toda promoción del hombre va en la línea del Evangelio. Pero la preocupación de la Iglesia por el hombre lo es porque es sujeto de Redención y actor de la Historia de la Salvación. Pero lo que importa en definitiva, es "la gloria de Dios" que se refleja en el hombre y a la que el hombre está definitivamente llamado. Podemos correr el riesgo de olvidar la dimensión final —trascendente y escatológica— del cristianismo, Podemos volver a separar —ahora desde otras perspectivas temporalistas— lo que Dios ha unido en Cristo. En este sentido se justifica la prudente advertencia de Pablo VI sobre el "fenómeno de la religión antropocéntrica" y sobre "el peligro de transformar la teología en sociología".

Por lo mismo, el primer servicio que debemos prestar al hombre es el descubrimiento y comunicación del Dios vivo. Es el sentido verdadero de la salvación integral y del humanismo pleno: llevar al hombre, mediante la comunicación del Espíritu y su inserción en el Cristo vivo, al reposo definitivo del Padre. Esto supone la proclamación de la fe, en todas sus formas, la invitación a la conversión, la comunicación de la gracia, la celebración de la Eucaristía del Señor. Todo esto es servicio esencial del hombre". (Mons. Pironio: "Compromisos y Esperanzas de nuestra Iglesia", p. 28).

La mentalidad cristiana hace una opción esencial y clara por el hombre como norma última de valor por encima de estructuras, de trabajo o de producción.

2) Servicio: Cuál es el tipo de servicio que debe prestar al mundo la comunidad cristiana? Podría resumirse en un triple servicio:

a) Un servicio profético de mentalización y concientización: Debe adoptar la Iglesia la actitud profética de sensibilidad para comprender los problemas del hombre de hoy y visión del futuro para interpretarlos. La concientización iría en la línea de lo expuesto en los párrafos anteriores. La Iglesia debe ofrecer los fundamentos y las motivaciones últimas de todo cuanto el hombre pretende hacer para su realización sicológica o material.

b) Un servicio de trabajo codo a codo con todos los hombres de buena voluntad para que el hombre sea más humano, y la comunidad de hombres más comunidad de justicia, amor y paz.

c) El que las estructuras eclesiales Impulsen y preparen hombres y pequeñas comunidades como agentes del cambio social.

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3. Mensaje de conversión en nombre de Cristo

Las estructuras eclesiales deben impulsar no sólo a la conversión personal, sino también a la conversión "grupal". No es cierto lo que se presupone en muchas afirmaciones de que es el hombre el que se tiene que convertir, pero que las estructuras son esencialmente buenas y simplemente se tiene que reformar pero con tino y prudencia. Se presupone que todo está mal porque los hombres no se acomodan al orden existente. Se identifica conversión a Cristo y al Evangelio con conversión y obediencia a las estructuras eclesiales actuales. Es hora de afirmar también la conversión de las estructuras como tales. Y como esto no es un absurdo, porque las estructuras no se pueden convertir, el que los hombres convertidos piensen que su conversión no es total si no revolucionan muchas estructuras anti-evangélicas y opresoras. Tiene lugar aquí la misma lógica de la conversión personal: el que está en gracia de Dios tiene que "reformarse"; el que está en pecado mortal tiene que dar la vuelta total. Hasta qué punto no es cierto lo que dice la II Conferencia Episcopal Latinoamericana, cuando se refiere a estructuras de pecado?

Pero todo ha de ser "en nombre de Cristo", como motivación última de fe y como proclamación de mensaje. Porque "solo en ese nombre pueden los hombres ser salvos" [1* Carta de Pedro).

2? Muerte - Resurrección

Es un modelo claramente evangélico de Liberación, que va en la línea del Éxodo, pero lo supera en profundidad y "totalidad". La Pascua de Cristo es el camino de la liberación total. Por eso puede existir una Teología de la Liberación. La dinámica esencial es que Cristo proclamó un nuevo Reino de Liberación y Esperanza y que murió por él, redimiéndonos así de nuestra esclavitud y abriéndonos la posibilidad de vivirlo. El Modelo cristiano es el de proclamar el Reino, luchar por construirlo y el de morir para redimir.

La Liberación de Jesús no proviene de ninguna fuerza sicológica o social sino de la voluntad del Padre que escogió ese camino de salvación. Es una liberación esencial del Mal, y hace así a los hombres capaces para todas las otras liberaciones.

Su violencia llega hasta la sangre. El cristiano no se espanta ante la sangre, porque la adora en la cruz. Pero es la sangre propia inmolada por los otros. Es una violencia esencial contra el propio egoísmo que la capacita para amar y luchar por los más desamparados. La violencia es esencial al cristiano, pero hay que entenderla especialmente a través de una "metanoia" o conversión, que le lleve a la conversión estructural. No se niega la violencia para cualquier conversión la personal o la estructural. Pero en cualquiera de los casos, si es conversión, es una violencia contra sí mismo como respuesta a un mensaje de liberación. La violencia contra los otros —entendida

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en el caso de derramamiento de sangre— puede ser un derecho si me van a matar o hay que defender a ¡nocentes aún con la vida de los otros. Pero nunca esta violencia se apoyará en el mensaje cristiano. Como dice Bosc no existe una teología de la violencia, sino una teología para tiempos de violencia. Una pastoral sobre la violencia ya la inició la II Conferencia Episcopal Latinoamericana en sus documentos de Justicia y Paz.

De todas maneras el que los hombres se maten unos a otros para defender derechos o cambiar estructuras siempre será un mal, aunque se pueda defender a veces como un mal "menor" apoyado por el derecho. El espíritu cristiano siempre luchará contra la realidad de estos hechos, y proclamará la posibilidad de otras soluciones a pesar de todas las leyes seudo-sociológicas que afirman la violencia como inevitable.

Lo cierto siempre será que en la redención cristiana actúa como motivación primera el AMOR y no el odio. "El amor, "la ley fundamental de la perfección humana, y por lo tanto de la transformación del mundo" [G. S. n9 38), no es solamente el mandato supremo del Señor; es también el dinamismo que debe mover a los cristianos a realizar la justicia en el mundo, teniendo como fundamento la verdad y como signo la libertad" ("Justicia" n? 4).

Amor:

1) primero a los más marginados

2) aún para con aquellos que consideramos enemigos o que apoyan estructuras predominantemente opresoras, aunque tengamos que oponernos a ellos

—luchamos contra y criticamos máscaras y tipos de estructuras opresoras, porque no son humanas

—comprendemos y queremos recuperar al hombre

3) que nos aboca a querer morir nosotros "por la redención de muchos".

3? Ascensión

Todo lo humano es elevado a la categoría de divino. No es una estructura super-puesta. Es como un nacimiento de la semilla, pero con poder divino. Las esperanzas humanas son super-colmadas. Mas, en el fondo hacia eso se dirigían, y era el único camino de colmarlas.

Estructura de ascensión es estructura de confianza en el hombre y no de muralla-peligro. Es tener una visión positiva de todo lo que es verdaderamente humano. Es suscitar en el hombre la confianza en todo lo que hay de humanidad en nosotros. Es alentar todo lo que verdaderamente es humano.

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Pero es más: es elevarse sobre las pequeneces, miserias o grandes tragedias de nuestro vivir aquí y ahora para esperar en el todavía n o . . . El Reino que ha de venir. La segunda venida de Jesús. Maranatha! Ven Señor Jesús! Si quitamos esta esperanza ya no existe el cristianismo. La visión de lo que ha de venir conforma todos nuestros esfuerzos por lo que ahora tenemos que hacer.

Es cristiano concientizar. Pero no lo es llevar al hombre a la desesperación para que explote en el odio y la venganza. Dice Mons. Pironio en el folleto antes citado: "La Esperanza: como desprendimiento y espera activa de la salvación escatológica, como confianza cierta en la presencia actuante del Señor glorificado en la historia. Pero, también, como valoración positiva de los bienes temporales, como compromiso activo en la construcción del Reino en el tiempo de los hombres. La esperanza cristiana elimina la "desesperación" de los oprimidos, el "derrotismo" de los cansados, la "pasividad" de los indolentes, la "angustia" de los impacientes. Evita la "tentación de la violencia" armada porque "no es cristiana ni evangélica" (Pablo VI), pero compromete también sus fuerzas contra la "violencia institucionalizada", porque esta puede provocar "las revoluciones explosivas de la desesperación" (p. 26).

4? Pentecostés

El Modelo cristiano pretende la formación de comunidades donde ya ahora no haya distinción de clases: "ni judío ni pagano, ni griego ni bárbaro, ni hombre ni mujer . . . " . Para el Marxismo la lucha de clases es un presupuesto de la clase única. Para el cristianismo las clases se aniquilan en el seno de comunidades de amor, de fe y de esperanza. La estrategia cristiana es la de procurar realizar en pequeños grupos esas comunidades que sean un anticipo del mundo del futuro. Y la de que esas pequeñas comunidades estrechen sus lazos entre sí en una gran comunidad Iglesia. Comunidades no cerradas en sí mismas sino abiertas al mundo de los oprimidos en una actitud total de liberación.

Todos sabemos lo difícil que es esto. Dificultad que reside especialmente en el interior de esas mismas comunidades. Mucho más difícil que la táctica de la lucha de clases. Mucho menos "eficaz" si la liberación se ha de resumir en el campo de lo económico y las relaciones de trabajo y de producción. Es una utopía. Una locura. Pero tiene la fuerza del Espíritu de Pentecostés y de las Promesas.

Conclusión

Acabaremos con la misma nota característica del discernimiento personal: LA PAZ. La paz SOCIAL. Pero la paz social CRISTIANA. La que tiene todas las características del REINO.

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La II Conferencia Episcopal Latinoamericana emitió un documento entero sobre la PAZ. En él se resumen muchas de las declaraciones de Pablo VI en sus mensajes de Navidad y Año Nuevo, varias citas de la "Populorum Progressio", y las declaraciones de "Gaudium et Spes", especialmente en el n9 78.

No se trata de la antigua "Pax Romana" o de la moderna "Paz Social", la que mantiene simplemente "el orden" constituido, aquella en la que existe la "ausencia de violencias y derramamiento de sangre", pero que incluye una "violencia institucionalizada" contra los menos poderosos. Ni de la Paz buscada a través de la violencia. "La violencia no es cristiana ni evangélica", afirma la II Conferencia haciendo suyas las palabras de Pablo VI en su alocución de Bogotá en agosto 23 del 68.

El documento defiende tres características esenciales de la PAZ CRISTIANA:

1 ! Es ante todo obra de la justicia

Exige un orden justo "en el que los hombres puedan realizarse como hombres, en donde su dignidad sea respetada, sus legítimas aspiraciones satisfechas, su acceso a la verdad reconocido, su libertad personal garantizada. Un orden en el que los hombres no sean objetos, sino agentes de su propia historia" (n9 14, pág. 70).

El nombre nuevo de la paz es el desarrollo integral del hombre, "el paso de condiciones menos humanas a condiciones más humanas" (Cfr. n? 14).

2° Es un quehacer permanente

Ni es pasividad ni conformismo, ni se adquiere de una vez por todas "es el resultado de un continuo esfuerzo de adaptación a las nuevas circunstancias, a las exigencias y desafíos de una historia cambiante. Una paz estática y aparente puede obtenerse con el empleo de la fuerza; una paz auténtica implica lucha, capacidad inventiva, conquista permanente" (n9 14, p. 71). "La paz no se encuentra se construye. El cristiano es un artesano de la paz".

3' Es fruto del amor

La razón es clara: "el amor es el alma de la justicia" [n° 14). La paz no puede ser otra cosa sino "la expresión de una real fraternidad entre los hombres: fraternidad aportada por Cristo, Príncipe de la Paz, al reconciliar a todos los hombres con el Padre. La solidaridad humana no puede realizarse verdaderamente sino en Cristo quien da la Paz que el mundo no puede dar" (n9 14, p. 71).

Y cómo puede existir esta paz social si no se busca "la paz con Dios", como fundamento último de la paz interior? "Por lo mismo, allí donde dicha paz social no existe; allí donde se encuentran injustas desigualdades sociales, políticas, económicas y culturales, hay un rechazo del don de la paz del Señor; más aún, un rechazo del Señor mismo". (n? 14, p. 71).

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B) KERIGMA CAPITULO V

LOS PROBLEMAS DE LA EVANGELIZARON

INTRODUCCIÓN

Las comunidades de base tienen que ser esencialmente misioneras. Son básicas sus actitudes evangelizadoras. Pero, qué es evangelizar?

Uno de los mayores problemas de la Iglesia en el mundo de hoy es la evangelización. La catequesis o la pastoral sacramental van encontrando cada vez líneas más definidas. Pero catequesis y sacramentos suponen ya la primera adhesión a Cristo. Cómo conducir al hombre de hoy hasta la fe personal? Se supone que el joven cristiano, por haber recibido el sacramento d<>i bautismo y haber aprendido de pequeño el catecismo ya "tiene te". Sin negar esto totalmente, hasta qué punto esta fe es "personal" y auténtica cuando contamos con estas tres realidades?

1. Gran parte de la sociedad no es cristiana y la misma Iglesia se encuentra, en muchos puntos, desconectada de esta sociedad.

2. El joven está viviendo una elapa de concentración personal y de rechazo de todo lo que se le presente como tradicional o impuesto.

3. En nuestra educación de la fe nos saltamos totalmente la evangelización.

En la Constitución pastoral Gaudium et Spes, la Constitución del diálogo con el mundo y de la Evangelización, afirma el Concilio: "En nuestros días, el género humano, admirado de sus propios descubrimientos y de su propio poder, se formula con frecuencia preguntas angustiosas sobre la evolución presente del mundo, sobre el puesto y la misión del hombre en el universo, sobre el sentido de sus esfuerzos individuales y colectivos, sobre el destino último de las cosas y de la humanidad. El Concilio, testigo y expositor de la fe de todo el pueblo de Dios congregado por Cristo, no puede dar prueba mayor de solidaridad, respeto y amor a toda la familia humana que la de dialogar con ella acerca de todos estos problemas, aclarárselos a la luz del Evangelio y poner a disposición del género humano el poder salvador que la Iglesia, conducida por el Espíritu Santo, ha recibido de su Fundador" (n? 3).

Pero antes de entrar en los problemas de los grupos de juventud como grupuos de evangelización, preguntémonos:

Qué es evangelizar?

Cómo se da la acción evangelizadora? 104

I. QUE ES EVANGELIZAR

1. Noción de Evangelización

Jesús dijo a los apóstoles: "Id por todo el mundo, predicad el evangelio a toda creatura. . . " (Me. 16,15). Evangelizar es "predicar el evangelio". La palabra "predicar" en castellano, nos puede inducir a un engaño: identificar evangelizar con "enseñar". La palabra griega es más clara: "anunciar". La evangelización se da más en las vivencias que en la parte intelectual. Evangelizar tampoco es implantar la Iglesia como instituciones que traerán la fe. Como dice Monseñor Gerard Huyghe —Obispo de Arras— en su libro "Equilibre et adaptation": "Las instituciones no preceden a la fe: al contrario, la comunidad de fe debe preceder a la comunidad sacramental, y el drama actual es que esta precede a aquella y la impide progresar" (p. 236).

Para entender qué sea evangelizar, deberíamos comprender bien el significado de la palabra "EVANGELIO".

19) El hebreo disponía de una palabra para significar el anuncio de las buenas nuevas, de la vida privada o nacional. En el Salmo 68, v. 12, se usa esta palabra para anunciar la victoria: "El Señor pronuncia la palabra, grande es la multitud de los que anuncian (evangelizan): los reyes escapan, los ejércitos huyen . . . " Y el profeta Nahum anunciará así la salvación de Judá: "Mirad, ya viene por los montes el mensajero de la buena nueva, el que anuncia (evangeliza) la paz". (Nah. 2,1).

2? En Isaías (cap. 40-66), este anuncio de buena nueva adquiere un valor propiamente religioso: el mensajero de la buena nueva anuncia con el fin del exilio la venida del reino de Dios (Is. 52,7): 1) Su mensaje es consolación, perdón del pecado, vuelta de Dios a Sión (Is. 40, 1 s.9). 2) Este "evangelio" es una fuerza divina en acción (cfr. Is. 52, 1 ss.), que, gritado sobre la montaña, interesa a todas las naciones: "Sube a un monte alto, mensajera de albricias (anunciadora de la buena nueva) de Sión, haz resonar fuertemente tu voz, mensajera de albricias de Jerusalén. Hazla resonar sin miedo, di a las ciudades de Judá: Aquí está vuestro Dios" (Is. 40,9).

Evangelio es, pues, esencialmente anunciar la salvación. Su sentido es totalmente vivencial: anunciar el perdón, la vuelta a Dios, consolar. ..

3?) Jesús es esencialmente el mensajero de la buena nueva: "Cumplido está el tiempo y el reino de Dios está cercano" (Me. 1,15). En la sinagoga de Nazaret se aplica a sí mismo a Is. 61, 1 ss.: "Le entregaron el libro del Profeta Isaías y, habiendo desenrollado el libro, halló el paso en el que está escrito: El Espíritu del Señor está sobre Mí porque me ungió. Me llevó a evangelizar a los pobres, a predicar a los cautivos la liberación y a los ciegos la recuperación de la vista, a libertar a los oprimidos, y a promulgar un año de la

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gracia del Señor. Enrolló el libro, se lo dio al sirviente y se sentó; los ojos de todos en la Sinagoga estaban clavados en El y comenzó a decirles: Hoy se está cumpliendo ante vosotros esta Escritura". (Le. 4, 17-21). 1) Para Jesús "evangelizar" tiene el sentido esencial de dar a los pobres, a los cautivos, a los oprimidos la buena nueva de la liberación. Más: es "promulgar un año de la gracia del Señor". Evangelizar es anunciar la benevolencia de Dios entre nosotros. 2) Pero la "benignidad y humildad", que apareció entre nosotros, es la persona de Jesús. JESÚS es el evangelio. Es el centro de la buena nueva como lo afirma San Marcos: "Principio del Evangelio de Jesús, Hijo de Dios" (Me. 1,1). El Evangelio se resume en la historia de Jesús entre los hombres. Así lo anunciaron los ángeles en su nacimiento: "Pues os anuncio un Salvador, que es el Cristo Señor, en la ciudad de David. Esto os servirá de señal: Encontraréis un niño envuelto en pañales reclinado en un pesebre. Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres que El ama" (Le. 2, 10-15). Por eso nos dice la Gaudium et Spes: "El que es imagen de Dios invisible (Col. 1,15) es también el nombre perfecto, que ha vuelto a la descendencia de Adán la semejanza divina, deformada por el primer pecado. En El, la naturaleza humana asumida, no absorbida, ha sido elevada también en nosotros a dignidad sin igual. El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido en cierto modo con todo hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nació de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejante en todo a nosotros, excepto en el pecado.

Cordero ¡nocente, con la entrega libérrima de su sangre nos mereció la vida. En El, Dios nos reconcilió consigo y con nosotros y nos liberó de la esclavitud del diablo y del pecado, por lo que cualquiera de nosotros puede decir con el Apóstol: El Hijo de Dios me amó y se entregó a sí mismo por mí (Gal. 2,20). Padeciendo por nosotros, nos dio ejemplo para seguir sus pasos y, además, abrió1

el camino, con cuyo seguimiento la vida y la muerte se santifican y adquieren nuevo sentido" (n? 22).

Anunciar el mensaje de salvación es anunciar una persona: CRISTO - SALVADOR. Evangelizar es conducir al hombre al encuentro vivencial y existencial con el CRISTO-PERSONA. Cristo es la plenitud del mensaje de salvación, no tanto como mensaje intelectual, sino como la entrega a los hombres de una persona, Jesús-palabra y acontecimiento: El es:

1) La plenitud de la "palabra" porque El es el VERBO del Padre.

2) La plenitud del "acontecimiento" en la historia humana, alfa y omega, principio y f in, todo procede de El y en El todo llega a su cumplimiento. Dice la Gaudium et Spes: "El Verbo de Dios, por quien todo fue hecho, se encarnó para que, hombre perfecto, salvara a todos y recapitulara todas las cosas. El Señor es el fin de la historia humana, punto de convergencia hacia el cual tienden los deseos de la historia y de la civilización, centro de la humanidad, gozo del corazón humano y plenitud total de sus aspiraciones. El es aquel a quien el Padre resucitó, exaltó y colocó a su derecha,

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constituyéndolo juez de vivos y de muertos. Vivificados y reunidos en su Espíritu, caminamos como peregrinos hacia la consumación de la historia humana, la cual coincide plenamente con su amoroso designio: restaurar en Cristo todo lo que hay en el cielo y en la tierra (Eph. 1,10).

He aquí que dice el Señor: Vengo presto y conmigo mi recompensa, para dar a cada uno según sus obras. Yo soy el alfa y el omega, el primero y el último, el principio y el fin (Apoc. 22, 12-13)" (n? 45).

Todo lo creado se resume en El, y todo lo que falta —la realidad escatológica— también se realizará en El.

El hecho

Cristo se resume en el Misterio Pascual. Y el evangelio de la muerte y resurrección de Cristo, como lo escribió San Pablo a los Corintios: "Apelo, hermanos, al Evangelio que os prediqué y aceptasteis, y en el que perseveráis, y por el que sois salvos, si lo retenéis tal cual os lo prediqué pues de otro modo habíais creído en vano. Desde luego os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras que fue sepultado y resucitó al tercer día, según las Escrituras y que se apareció a Pedro y luego a los Doce" (1 Cor. 15, 1-5). Este misterio —punto central del evangelio— anima a los hombres con la esperanza de su resurrección —la salvación total—: "Entonces vencida la muerte, los hijos de Dios resucitarán en Cristo, y lo que fue sembrado bajo el signo de la debilidad y de la corrupción, se revestirá de ¡ncorruptibilidad, y, permaneciendo la caridad y sus obras, se verán libres de la servidumbre de la vanidad todas las creaturas que Dios creó pensando en el hombre" (Gaudium et Spes, n? 39). Pero también actúa en toda la vida presente "no solo despertando el anhelo del siglo futuro, sino alentando, purificando y robusteciendo también, con ese deseo, aquellos generosos propósitos con los que la familia humana intenta hacer más llevadera su propia vida y someterse la tierra a este f in" . (Gaudium et Spes, n? 38).

Conclusión

El mensaje de salvación podría describirse por las siguientes características:

1) Es un mensaje de "liberación" de todas las dificultades y problemas del ser humano —en una visión de totalidad—. La liberación es total, del hombre todo, en una visión escatológica, vale decir: hasta la liberación plena en la resurrección.

2) Es un mensaje de alegría y de esperanza: directamente habla de salvación. La posibilidad de la condenación y de las penas eter-

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ñas está condicionada al rechazo libre y personal por parte del hombre.

3) Es un mensaje de promoción de la persona humana, que a través de sus realizaciones personales en la tierra llega a conseguir la plenitud de aquella vocación para la que fue llamado.

4) Es un mensaje que anuncia una persona y un hecho histórico: el Cristo encarnado, muerto, resucitado y que subió a los cielos. Este anuncio conduce a la comunión con ese Cristo-Jesús-Salvador.

5) Es un mensaje que anuncia la existencia de una comunidad salvadora de hombres —La IGLESIA—, y convida a su comunión y participación en ella.

Creo que la definición teológicamente más completa de EVAN-GELIZACION, sería la de anunciar a los hombres, impedidos de llegar a Dios, la buena nueva de la salvación por intermedio del CRISTO Pascual —el misterio de su muerte y resurrección—. Por eso el cristianismo es una Buena Nueva (Le. 1,46-2). Es una alegría "visceral", que alegra al hombre todo entero: es la alegría de la salvación del mundo por Cristo. Esta Buena Nueva es que Dios es un ser personal y vivo —Dios es "ALGUIEN" dice Paul Claudel— y el Evangelio es la revelación del Padre por Cristo. Cristo no hizo a los apóstoles un tratado sobre la Trinidad, pero les reveló al Padre bajo sus ojos: "Felipe, quien me ve a Mí, ve al Padre". La revelación más maravillosa es que Dios es AMOR, que nos envió a su Hijo único, y que Este, por su vida, muerte y resurrección, ha sido para nosotros testimonio del amor del Padre. \

2. Respuesta del hombre al Evangelio

La respuesta al evangelio será la "penitencia" y la " fe" . Jesús proclama en el evangelio de San Marcos: "Arrepentios y creed en el Evangelio" (Me. 1,15). Arrepentirse significa una CONVERSIÓN, o vuelta del corazón, de los ídolos a Dios. Y así llegará a la segunda fase: la FE.

La Constitución "Deí Verbum" define la fe como un acto del hombre y como un don de Dios:

1. Como un acto del hombre: La fe es un acto "vivencial" —no solo, ni principalmente intelectual— de la persona humana. La describe como un acto de:

1) Obediencia.

2) Confianza. Asistiendo voluntariamente al Dios que se revela, como un homenaje —creatura-creador— del entendimiento y voluntad.

3) Libertad.

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2. Como un don de Dios: El tiene todo la iniciativa ("previene") y coopera con el hombre ("ayuda"). Este don es "un auxilio interno del Espíritu Santo":

1) "Mueve el corazón y lo convierte a Dios".

2) "Abre los ojos de la mente".

3) "Da a todos suavidad en el aceptar y creer la verdad".

4) "Perfecciona constantemente la fe, para que la inteligencia de la revelación sea más profunda.

Dice la Constitución: "Cuando Dios revela hay que prestarle obediencia de la fe (Rom. 16,26; cf. Rom. 1,5; 2 Cor. 10,5-6), por la que el hombre se confía libre y totalmente a Dios, prestando "a Dios revelador el homenaje del entendimiento y de la voluntad", y asistiendo voluntariamente a la revelación hecha por El. Para profesar esta fe es necesaria la gracia de Dios que previene y ayuda, y los auxilios internos del Espíritu Santo, el cual mueve el corazón y lo convierte a Dios, abre los ojos de la mente y da "a todos la suavidad en el aceptar y creer la verdad". Y para que la inteligencia de la revelación sea más profunda, el mismo Espíritu Santo perfecciona constantemente la fe por medio de sus dones" (N" 5).

3. El campo disponible para la evangelización

El campo preparado para el evangelio fue descrito por el mismo Cristo como siendo "los pobres" (Me. 5,3), "los pequeños" (Me. 11, 28), "los pecadores" (Le. 15,1 ss.), "los paganos" (Mt. 8, 10 ss.). La razón se centra alrededor de aquel pre-requisito de la Historia de la salvación: el sentimiento de esclavitud lleva al pueblo hebreo a clamar por el Dios que salva, paso elemental para la experiencia salvífica. El sentimiento de "indigencia" impulsa al hombre a buscar la salvación en Cristo y encuentra en su corazón un eco de misericordia: ante las muchedumbres se apiada porque están "como ovejas sin pastor" (Mt. 9,36), a la Magdalena le perdona los pecados porque, aunque pecó mucho, "amó mucho" (Le. 7.47), y a Zaqueo —jefe de publícanos— Cristo le pide ser convidado a su casa, porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que se había perdido" (Le. 19,10). Así como al contrario, el sentimiento de satisfacción plena en "el reino de la tierra', cuenta con aquella exclamación del mismo Cristo: "Ay de los satisfechos!". Si queremos evangelizar deberemos conducir a los jóvenes a un sentimiento primero de necesidad e inquietud. Los "instalados", los "burgueses" no sirven para cristianos. El evangelio es de "los pobres de espí r i tu" . . . La evangelización parte de la realidad del hombre como un ser que "por su misma condición corporal, es una síntesis del universo material, el cual alcanza por el hombre su más alta cima" (Gaudium et Spes, n? 14); pero al mismo tiempo "toda la vida humana, la individual como la colectiva, se presenta como una lucha, y por cierto dramática entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas. Más todavía, el hombre se nota incapaz de domeñar con eficacia por sí solo los ataques del mal, hasta el punto de sentirse como

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aherrojado y entre cadenas" (Gaudium et Spes, n? 13). Este sentimiento de indigencia es puramente humano, y es el punto de partida para una evangelización. Siendo esencialmente el cristianismo una Buena Nueva, no lo será para aquellos que no la necesiten, o coloquen su indigencia únicamente en la necesidad de poseer más bienes materiales. El super hombre, el mucho autosuficiente para salvarse, son los ídolos de pies de barro de la tecnología moderna, una de las más peligrosas formas de ateísmo.

II. COMO ACTÚA EL PROCESO DE EVANGELIZACIÓN

Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento encontramos claramente definidas las fases de la Evangelización:

1* Conciencia de la "indigencia", o esclavitud del ser humano (Pre-evangelización).

2' Mensaje, o "Buena Nueva" de Salvación, adaptado al ambiente.

3' "Conversión" a Dios.

4' Acto de " fe " : adhesión al Dios que salva.

1. El sentimiento de "INDIGENCIA"

Cuando hablamos de "indigencia" no lo queremos hacer en el sentido negativo, sino en su sentido total: vivir de mal manera en plenitud la persona humana que llegue a sentir su conciencia esencial de necesitar algo fuera de sí mismo tanto para solucionar sus maljs y problemas, como para llegar a conseguir las aspiraciones de felicidad, amor y realización que le estimulan y empujan desde lo más íntimo de su ser.

Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, es la condición esencial: esclavitud en Egipto, los "pobres" los "pequeños". . . en el Evangelio. No es que ella en sí misma produzca la fe o la evangelización —igual podría llevar a la desesperación sino que produce unas disposiciones de humildad y de verdad, esenciales para recibir el mensaje. El conocimiento profundo de su propia realidad como ser humano —en su dignidad personal y en su indigencia— son las primeras condiciones de la Evangelización: "En realidad de verdad, los desequilibrios que fatigan al mundo moderno están conectados con ese otro desequilibrio fundamental que hunde sus raíces en el corazón humano. Son muchos los elementos que se combaten en el propio interior del hombre. A fuer de creatura, el hombre experimenta múltiples limitaciones: se siente, sin embargo, ilimitado en sus deseos v llamado a una vida superior. Atraído por muchas solicitaciones, tiene que elegir y que renunciar. Más aun, como enfermo y pecador, no raramente hace lo que no quiere y deja de hacer lo que querría llevar a cabo. Por ello siente en sí mismo la

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división, que tantas y tan graves discordias provoca en la sociedad" (Gaudium et Spes n? 10).

Creemos que en el n° 10 de la Gaudium et Spes nos da una clara noción de la evangelización y del sentimiento de indigencia. Si analizamos con cuidado los párrafos propuestos anteriormente, encontraríamos como básicas las siguientes notas esenciales que definen la INDIGENCIA.

1. Los desequilibrios fundamentales que fatigan al mundo moderno y que están conectados con el desequilibrio fundamental del ser humano. Consecuentemente son muchos los elementos que se combaten en el propio interior del hombre.

2. La conciencia paradójica de limitación-llimitación:

1) limitado en múltiples experiencias; 2) ¡limitado "en sus deseos y llamado a una vida superior".

3. La conciencia plena de su posibilidad de elección: poder elegir y renunciar ante la atracción de múltiples solicitaciones. Un ser humano, obligado continuamente por las circunstancias, e incapaz de elegir o renunciar libremente, no estaría en condiciones de aceptar el mensaje evangélico.

4. La conciencia del pecado y de su inclinación al mal: "no raramente hace Jo que no quiere y deja de hacer lo que querría llevar a cabo".

5. Sentimiento de división —como dos "yos" que se combaten en su interior: un "yo" superficial y un "yo" profundo, un "yo" que busca la felicidad en lo meramente material y fenomenolónjco, y un "yo" que busca e' amor, la felicidad, la plenitud sin l ími tes. . .

6. Este sentimiento conduce a la misma división en la sociedad: los hombres ansian por la unión, la fraternidad, la comunidad mundial, y al mismo tiempo luchan y se matan por defender sus egoísmos y por levantar barreras de todo tipo.

Ante esta conciencia plena de su INDIGENCIA, cuál es la situación de la humanidad? El Concilio, en el n? 10 de la GS. hará una descripción exhaustiva de las diversas situaciones:

1. Los que no llegan a este sentimiento inicial: "no quieren saber nada de la clara percepción de este dramático estado" (n? 10).

Son, o los que abundan en todo, "tarados en su vida por el materialismo práctico" (n° 10); o son los que viven una vida infrahumana de miseria, "oprimidos por la miseria, no tienen tiempo para ponerse a considerarlo" (n? 10). Se ha hablado, por causa de esto, de una Preevangelización en muchos casos. Será necesario primero "humanizar" antes que evangelizar? Ciertamente la promoción de la persona humana —entre los miserables materiales o los miserables espirituales, que nadan en dinero, pero perdieron todo sentido de dignidad— es un primer paso esencial de evangelización. El hombre debe sentirse primero responsable y valorizado como hombre, para

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que pueda llegar a entrever que en su esencia quedó marcado el sello de la imagen de Dios. Pero, esta llamada "pre-evangelización", no sería ya evangelizaron? Creemos que sí. Y no solo porque en la intención del apóstol ya está incluido el mensaje pascual. No se puede decir que primero hay que promover la persona humana y después evangelizar. Habrá que poner al principio un énfasis especial en esta promoción, pero el testimonio cristiano ya es un mensaje, y, además, habrá que introducir la persona y el mensaje de Cristo, siempre que se encuentren corazones dispuestos a aceptarlo. Lo que sí deberemos enérgicamente condenar es ayudar al necesitado con la condición —explícita o implícita— de que acepte la fe .

2. Los que —promovidos de una u otra manera— llegan a tener alguna conciencia de su indigencia humana, pero que niegan cualquier tipo de solución trascendente, que supera la capacidad humana: "Muchos piensan hallar su descanso en una interpretación de la realidad propuesta" (n? 10). O se dejan embaucar por una ilusión naturalista, o se hunden en un pesimismo existencialista.

A) Ilusión naturalista: "Otros esperan del solo esfuerzo humano la verdadera y plena liberación de la humanidad y abrigan el convencimiento de que el futuro reino del hombre sobre la tierra saciará todos sus deseos" (n? 10). Paulo VI en la Encíclica "Ecclesiam Suam" nos avisa del mismo riesgo al hablar del peligro de la actitud exageradamente optimista de un mundo que piensa liberarse y resolver los graves problemas del hombre por sí solo, sin un Cristo Liberador.

B) Subjetivismo existencialista: "Y no faltan por otra parte, quienes, desesperando de poder dar a la vida un sentido exacto alaban la indolencia de quienes piensan que la existencia carece de toda significación propia y se esfuerzan por darle un sentido puramente subjetivo" (n? 10). Es el hundimiento en el puro subjetivismo humano sin esperanza de llegar nunca a una realidad trascendente. Es el sentimiento existencial y dramático del propio fracaso, de la muerte, y del encharcamiento en los vicios de un filósofo existencialista como Sartre, que cierra al hombre toda esperanza de una liberación y una resurrección en el Cristo Pascual. No será este el sentimiento existencial que fundamenta muchas de las actitudes de nuestra juventud actual?

3. Los que llegan a una conciencia plena de su Indigencia y buscan soluciones totales. Son estos una multitud de hombres sinceros que buscan honestamente la verdad. Pueden ser expresamente cristianos o no. De ellos habla el Concilio. "Sin embargo, ante la actual evolución del mundo, son cada día más numerosos los que se plantean o los que acometen con nueva penetración las cuestiones más fundamentales: qué es el hombre? Cuál es el sentido del dolor, del mal, de la muerte, que a pesar de tantos progresos hechos, subsisten todavía? Qué valor tienen las victorias logradas a tan caro precio? Qué puede dar el hombre a la sociedad? Qué puede esperar de ella? Qué hay después de esta vida temporal? (n? 10).

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ELEMENTOS HISTÓRICOS DEL MENSAJE

Supuesto este elemento básico de toda evangelización —el sentimiento de indigencia—, cuáles son las condiciones personales e históricas indispensables para poder aceptar la buena nueva? Lógicamente dependerá de los elementos, que tengan que ser aceptados, y constituyen la buena noticia de la salvación por Cristo. En efecto el contenido esencial de este mensaje es el de que Dios se hizo hombre e intervino en la historia humana, y que viene a salvar a través de una comunidad de hombres unidos en una comunión de fraternidad. Así, el contenido del mensaje encierra tres anuncios principales:

1 . En Jesucristo, Dios vene y somete a juicio la historia

El aparecimiento de Jesús en la historia de los hombres es una venida y una epifanía: pone de manifiesto a Dios entre los hombres. Su venida coloca al mundo en estado de juicio. Pero juicio en el sentido de juicio de Jesús-salvador. No en el sentido de "Dios de i ra": {el juicio de un juez justo que viene a condenar. Sino en el sentido de "Justicia de Dios": la justicia de Dios es la fidelidad a sus propias promesas de salvación. Esto coloca al mundo en estado de juicio: es decir, con la venida de Jesús la historia se coloca en situaciones últimas y absolutas. El mundo es "interpelado", para que se salve, y solo tiene un camino: Cristo Jesús. Los hombres se colocan ante una opción última y decisiva: o aceptan la salvación por Cristo, o ellos mismos se hunden en la condenación. La Pascua será el único acontecimiento absoluto de la historia. Todos los otros acontecimientos ganarán sentido en relación a él. Serán afirmaciones o negaciones de la Pascua-Liberación. Todos ellos quedan enfocados a la luz del acontecimiento pascual. Son obligados a tomar posición.

2. En el acontecimiento de Jesucristo, Dios realiza una salvación

Todos los hombres en la historia ansiaron y lucharon por esta salvación. De una manera relativa, o triunfaron o fracasaron. Pero solo Jesús es la salvación total y absoluta. Cristo no viene a ofrecer una salvación diferente de aquello por la cual los hombres lucharon y luchan en innúmeros frentes: técnica, corporal, política, social, la paz mundial . . . Su salvación se proyecta en la misma línea del ser humano, pero es total y absoluta. Si por el pecado vinieron todas las desgracias de la humanidad, contra las cuales los hombres luchan, Cristo se coloca en la misma línea de la liberación del hombre, salvándole de raíz hasta conseguir la amistad con Dios, la vuelta al Padre. Es una salvación positiva, universal, histórica.

3. En Jesucristo, Dios convoca a los hombres a una nueva fraternidad en una comunidad de salvación

El acontecimiento pascual incluye Pentecostés: por fuerza del espíritu, Jesús continúa presente en el mundo a través de una comunl-

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dad. Dios convoca a los hombres a la salvación, en el seno de una Comunidad-Iglesia. Si, a través de la alianza, el pueblo de Israel queda constituido en pueblo de Dios, por medio de la Pascua y Pentecostés, la humanidad es convocada a formar una comunidad "cristiana". Los hombres son convocados a una unión de fraternidad, que supera todos los intentos de comunidad de razas, pueblos o naciones que ya se habían realizado en la historia del mundo.

CONDICIONES PARA RECIBIR EL MENSAJE

Este triple anuncio del Mensaje Evangélico requiere unas cuantas condiciones humanas para poder ser comprendido y aceptado. No se trata de condicionamientos intelectuales que ayudan a comprender una verdad. Sino de experiencias personales e históricas que capaciten la persona para sintonizar vivencialmente con aquello que el mensaje viene a anunciar.

A) Para la recepción de la primera afirmación —Dios viene en Jesús y somete a juicio a la Historia— es necesaria la experiencia de haber cambiado su vida a consecuencia de encuentros o acontecimientos.

Sugerimos que tienen que haber existido experiencias personales de cambios importantes de vida por acontecimientos o personas que hayan transmitido un mensaje. La experiencia de haber decidido cambios importantes en la vida por haber recibido un mensaje, o por haber sido visitado por acontecimientos, que obligaron al hombre a sacar consecuencias trascendentales. La experiencia de haberse inquietado por algo que le interpelaba y lo colocaba en estado de decisión.

Cómo será posible que alguien acepte el mensaje cristiano, si nunca modificó el ritmo de su vida por ningún mensaje o acontecimiento? Sería inútil el anuncio si quien lo recibe carece de toda profundización en la experiencia humana. Será necesario entonces suscitar esta experiencia humana por medio de una educación y reflexión sobre la vida.

B) Para la recepción de la segunda afirmación —Mensaje de salvación— son necesarias dos experiencias fundamentales:

1* La experiencia de una esperanza humana.

2 ! La experiencia vivida de un cierto número de límites.

1. La experiencia de una esperanza humana

Es necesario que el hombre se haya interesado por proyectos de éxito humano. Es necesario que tenga un cierto plan de felicidad que supere sus propios límites. Que no viva simplemente lo fenome-nológico, sino que conciba que el mundo debe tener una orientación, que debe construir en vista de algún proyecto futuro.

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Sordo estará a este anuncio quien tenga "historias", pero no esté empeñado en construir su propia Historia: qué voy a hacer con mi vida? Qué sentido tiene? Hacia dónde voy a conducirla?... No basta la solución-compromiso para rellenar los vacíos de la existencia, sino la de la búsqueda de una salvación total y positiva.

Si no existe este condicionamiento previo, es menester toda una educación humana que trate de suscitarlos: experiencias hechas por los demás para salir de las dificultades, para construir algo, para hacer que la vida triunfe y que haya un porvenir.

2. La experiencia vivida de un cierto número de límites

La experiencia de las limitaciones que el hombre lleva en sí para alcanzar sus más aitas esperanzas. La experiencia del fracaso. Si el hombre está únicamente confiado en las posibilidades humanas, tendrá dificultades para recibir la salvación de lo alto.

Dice muy bien Liegé, en una de sus conferencias dictadas en Santiago de Chile sobre "Evangelizaron, imperativo conciliar": "Vemos, pues, que ese hombre que no ha desarrollado su experiencia humana, es como un niño grande y hasta como un niño mimado; se pasa por el mundo en forma puramente estética, o sensual, o turística, pero no toma nada en serio. Se duerme en la noche y se despierta en la mañana: aún no es sujeto capaz de recibir el anuncio. Y existen los que Sartre llama "les salauds" —los puercos— no en el sentido de viciosos, sino en el sentido del hombre cuya vida humana es insignificante [quiere decir no busca "significaciones"). A ellos se les puede hablar de salvación, de su necesidad y valor, y responderán: "Espere que encienda un cigarr i l lo. . . o que vaya a divert i rme.. . y hablaremos".

Lo mismo le pasó a Pablo, cuando transmitió el mensaje de salvación a los atenienses. Le respondieron: "Te oiremos otro d í a . . . " .

C) Para la recepción de la tercera afirmación, ser convocados a formar un nuevo pueblo —es necesaria la experiencia humana de haberse sentido llamado a formar parte de un grupo humano.

Nadie te ha convocado? no, Señor, nadie me ha convocado (Parábola de los trabajadores de la viña).

Nos referimos a la convocación y al trabajo para llevar a cabo un proyecto colectivo, que posibilite la promoción de la comunidad humana. A una experiencia de convicción, que enriquezca la intercomunicación entre las personas, que haga la persona más ágil y fuerte, más fraternal con los otros.

Dice Liegé —Conferencias citadas—: "Hay muchos hombres con una religión personalista: Que Dios me proteja, me cubra con su ternura. No esperan que El los convoque. Jamás se les ha ocurrido pensar en la hipótesis de que Dios podría ser alguien que convoque a los hombres para formar un pueblo, una familia fraternal que supere los odios, las divisiones y ponga entre los hombres un nuevo

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conocimiento de amistad. Jamás han establecido la menor relación entre Dios y semejante convocación'.

El evangelio, pues, supone respuestas que respondan a convocaciones para formar grupos comunitarios que promuevan la persona humana, la fraternidad, la paz, la justicia social entre los hombres. Creo que el encaminamiento hacia el Evangelio es toda una educación humana de la solidaridad, de la comunidad, del servicio en una comunidad, de la pertenencia decidida a un grupo.

Hay una religiosidad individual, que repliega a las personas sobre sí mismas y las convierte en alérgicas a un Evangelio comunitario, que conduce a la alianza, que incluye una convocación a un pueblo nuevo, unido por los lazos de una esencial fraternidad.

A veces uno piensa, si personas que llamamos ateas o comunistas, no están cerca del Evangelio, por estar más cerca de los hombres que luchan por una sociedad más fraterna y más justa, que muchos de nuestros individualistas burgueses que se intitulan a sí mismos de crist ianos...

2. La transmisión del "Mensaje", o Buena Nueva de salvación

La segunda fase de la evangelización es la buena nueva de liberación a esas esperanzas y problemas. El cristianismo no viene solo a anunciar un mensaje de liberación al fin de la vida —escato-lógico— sino que ya ahora liberta todas las posibilidades del ser humano sobre la tierra. La Buena Nueva de salvación es total. "Cree la Iglesia que Cristo, muerto y resucitado por todos, da al hombre su luz y su fuerza por el Espíritu Santo, a fin de que pueda responder a su máxima vocación y que no ha sido dado bajo el cielo a la humanidad otro hombre en el que sea necesario salvarse. Igualmente cree que la clave, el centro y el fin de toda la historia humana se halla en su Señor y Maestro. Afirma además la Iglesia que bajo la superficie de lo cambiante hay muchas cosas permanentes, que tienen su último fundamento en Cristo, quien existe ayer, hoy y para siempre. Bajo la luz de Cristo, imagen de Dios invisible, primogénito de toda la creación, el Concilio habla a todos para esclarecer el misterio del hombre y para cooperar en el hallazgo de soluciones que respondan a los principales problemas de nuestra época" (n? 21), "solo Dios da respuesta plena y totalmente cierta, Dios que llama al hombre a pensamientos más altos y a una búsqueda más humilde de la verdad" (GS, 21).

Con razón afirma el Concilio: "La Iglesia sabe perfectamente que su mensaje está de acuerdo con los deseos más profundos del corazón humano, cuando reivindica la dignidad de la vocación del hombre, devolviendo la esperanza a quienes desesperan ya de sus destinos más altos. Su mensaje lejos de empequeñecer al hombre, difunde luz, vida y libertad para el progreso humano. Lo único que puede llenar el corazón del hombre es aquello que "nos hiciste, Señor, para t i , y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en t i " (GS, 21).

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Pero este anuncio del mensaje tiene una ley: la adaptación, "Esta adaptación de la predicación de la palabra revelada debe mantenerse como ley de toda la evangelización" (n9 44). Si el fin de la evangelización es la entrega del mensaje y la consiguiente respuesta humana, su principio debe "partir del nombre" y de todas sus realidades y debe acomodarse a su mentalidad. Hemos partido de un evangelio "vertical" de arriba para abajo, y no de las mismas ansias del corazón humano "hecho a imagen de Dios". Al anunciar el mensaje —expresamente a los jóvenes— lo hemos hecho en un lenguaje que ellos no entienden. Y no se trata tanto de palabras, como de ambiente y mentalidad. "La experiencia del pasado, el progreso científico, los tesoros escondidos en las diversas culturas, permiten conocer más a fondo la naturaleza humana, abren nuevos caminos para la verdad y aprovechan también a la Iglesia. Esta, desde el comienzo de su historia, aprendió a expresar el mensaje cristiano con los conceptos y la lengua de cada pueblo, y procuró ilustrarlo además con el saber fi losófico" (n9 44). Cristo se acomodó totalmente a la mentalidad religiosa y de cultura agrícola-pastoral de su pueblo, nosotros hablamos a jóvenes del técnico y agitado siglo XX con categorías eclesiásticas y triunfalistas de hace por lo menos 500 años.

Por eso la primera condición de toda evangelización es el conocimiento sincero de las estructuras, mentalidad, ambiente y de la misma realidad de la condición humana. Sus aspiraciones y necesidades. La Iglesia reunida en Concilio toma esta actitud cuando afirma: "Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón. La comunidad cristiana está integrada por hombres que, reunidos en Cristo, son guiados por el Espíritu Santo, en su peregrinar hacia el reino del Padre, y han recibido la buena nueva de salvación para comunicarla a todos. La Iglesia, por ello, se siente íntima y realmente solidaria del género humano y de su historia" (n? 1).

Para conocer las condiciones, en las que debe ser presentado el mensaje Pascual, debemos retroceder a los primeros tiempos de la Iglesia. En las predicaciones de los apóstoles, y de Pablo, lo encontraremos en todo su esplendor y originalidad.

El mensaje evangélico —en los Hechos de los Apóstoles y en las cartas paulinas —era siempre predicado como un anuncio histórico que llamaba a la conversión (KERIGMA), y era representado y probado por señales comprensibles para aquellos a los cuales era destinado.

Ya el apóstol Pablo se expresaba así (1 Tes. —prólogo— v. 5): "Nuestro evangelio no se ha presentado a vosotros solo en el discurso, sino que se ha acompañado de obras de poder y en el Espíritu Santo y en la plenísima confianza" (cfr. Juan al final de su Evangelio: "Jesús efectuó en presencia de los discípulos muchos

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otros signos, que no se narran en este libro; lo que se os ha contado ha sido con el fin de que creáis que Jesús es el Hijo de Dios y que, creyéndolo, entréis en la vida en su nombre").

1. EL KERIGMA

En San Pablo 60 veces viene a significar "KERIKSEIN" esto es: "anunciar con fuerza, proclamar con poder" por medio de un din-curso, que es un anuncio que "interpela", y exige una definición. Por lo tanto, el Kerigma es el discurso que da a conocer el acontecimiento del evangelio, y que expresa la invitación a la conversiór.

Cuál debe ser el contenido de este lenguaje de la evangeliza-ción? Debemos acudir a la sencillez primera de la Iglesia de lo;i tiempos apostólicos. En qué consistía el discurso querigmático dfi la Iglesia en la primera expansión evangelizadora? El Kerigma de lo.*' orígenes se expresaba en tres momentos:

A. narrativo;

B. significativo;

C. exhortativo

A. Narrativo

Se hacía el anuncio de algo acaecido dentro de la historia: los acontecimientos de Jesús. Pero estos centrados esencialmente en el Misterio Pascual: Muerte — Resurrección — Ascención.

En la narración del hecho evangélico habrá que notar:

1) que la vida de Jesús, narrada por los apóstoles en sus predicaciones, abarcaba la vida pública: "desde el bautismo de Juan. . . hasta que subió a los cielos" (Así Pedro en San Marcos);

2) el evangelio de la infancia es una reflexión posterior a la luz del Misterio Pascual;

3) El Misterio Pascual era siempre presentado en su unidad Muerte-Resurrección.

4) Pentecostés formaba parte de la Ascención: Jesús sube al cielo y manda al Espíritu Santo.

B. Significativo

Se trata de enunciar lo que Dios ha dicho a través de esos acontecimientos de Jesucristo. Cuál es el sentido que Dios, dentro de ellos, ha querido expresar para nosotros? Pueden reducirse a tres significaciones:

1) Dios viene y pone al mundo en estado de juicio;

2) Dios salva;

3) Dios convoca (N. B.: Ver lo escrito anteriormente).

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C. Exhortativo

El anuncio pascual contiene esencialmente una exhortación a la conversión. Presenta el acontecimiento como actual y pide al hombre una decisión. Es una pregunta fundamental que "interpela". Si lo acontecido tiene un significado absoluto de salvación, es un acontecimiento que concierne a todos los hombres, y que les coloca ante una definición. Esencialmente la exhortación se encierra en aquella frase de Cristo: "Los tiempos (mesiánicos) se han cumplid o . . . Convertios y creed". La respuesta es libre. Pero no es libre echar por otro camino, si se quiere llegar a la salvación total. Y la respuesta, que Dios espera, es la conversión. "Reconozcan que es decisivo que Dios haya venido: el curso de la historia está suspendido de su venida. Que es capital que Dios haya salvado: la esperanza de los hombres coincide con esta salvación. Que es importante que Dios los convoque: el porvenir de la humanidad radica en la activa cooperación a esta convocación. Decídanse por Jesucristo y confiesen: el acontecimiento de Jesucristo es la clase de la historia de los hombres. Los tiempos mesiánicos han comenzado... ENTREN!" (Liegé, conferencias citadas).

Así se presentaba, en forma esquemática, la primera predicación evangélica.

2. EL SIGNO

Pero el Kerigma, como anuncio del misterio Pascual, no es suficiente por sí solo para evangelizar. Es puramente verbal e intelectual. Para ser comprendido y aceptado necesita del "signo", que lo interprete. Qué es el signo? No son palabras, ni figuras retóricas, son HECHOS. Hechos palpables, visibles. El signo es la realización —a nivel humano— de aquello que quiere expresar el anuncio. Al hacerse presente a los hombres en la historia expresarán el evangelio en un lenguaje "inteligible". Produce conmoción y admiración en los hombres. Hace que se fije la atención en los hechos y fuerza a los hombres a hacerse esta pregunta: "Qué es lo que ha ocurrido"? "Cuál es la fuerza oculta que produce esto"? "En qué me toca a mí?"

Kerigma y signo se complementan y armonizan. El kerigma explica el sentido último del signo. Y el signo abre la puerta y hace inteligible el contenido del mensaje (Kerigma). Juan Bautista decía: "El va a venir!; El Evangelio está muy cerca!"; y también: "Ved los signos". Ver los signos, los signos del Reino, pero también saber interpretarlos: "El que tenga oídos para oír, que oiga". Kerigma y signo. El evangelio debe ser visto y oído.

Qué condiciones deben tener esos signos, para cumplir su función? Esencialmente DOS:

1?) Que expresen el acontecimiento pascual

2') En un lenguaje inteligible al hombre de hoy.

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1°) Que expresen el acontecimiento Pascual

El acontecimiento Pascual es esencialmente el Dios que se hace hombre ("viene"), para salvar (Muerte-Resurrección), convocando a los hombres en una fraternidad.

2') Expresión inteligible

Deben repetirse en los tiempos de hoy acontecimientos que signifiquen el Misterio Pascual en su tríplice aspecto:

a) Dios se hace hombre (ENCARNACIÓN)

La Iglesia debe prolongar en hechos históricos y actuales lo que significó la Encarnación: un encuentro entre Dios y el hombre, que promovió y transfiguró al hombre.

Todo lo que en nombre de la Iglesia se realiza en el mundo para transfiguración del hombre será signo de su venida y de su presencia. Así todo esfuerzo para lograr un hombre más libre, más consciente, más digno, capaz de amar y de ser respetado por los demás. Todo lo que concierne a la promoción y a la dignidad humana. Todo cuanto dé pruebas de una nueva ternura introducida por Dios en el mundo, constituirá sin duda un signo que hablará de la Encarnación.

El respeto de la autonomía de lo temporal, el reconocimiento de su valor para el reino de los cielos, la lucha codo a codo con los hombres por la justicia y la paz. El acabar con una actitud triunfalista y de cristiandad, que quería colocar todas las realizaciones humanas sometidas al dogmatismo y a las órdenes de la Iglesia-institución. Al contrario presentar la imagen de una Iglesia "sierva" de la humanidad, dispuesta a entregar su mensaje de amor, paz, fraternidad, y salvación por Cristo en el mismo seno de las instituciones humanas. Esta es la imagen del Esquema XIII (Gaudium et Spes). Su contenido tiene un considerable alcance de signo para la evangelización.

Si no hacemos esto, y, o nos alienamos de lo humano proponiendo una salvación puramente "espiritual", o no respetamos la autonomía de lo humano convirtiéndolo en "siervo" de una Iglesia dominadora, cómo entenderá el mundo un mensaje evangélico de un Dios hecho hombre, en todo semejante a los hombres —excepto en el pecado— siervo de Yavé y sus hermanos, empeñado en su salvación hasta morir por ellos?

b) Dios salva por la MUERTE-RESURRECCIÓN

Signos de esfuerzo y sacrificio de la Iglesia por libertar a los hombres de todo lo que significa la muerte: ignorancia, miseria, dolor, desesperación, degradación... Un vigor de esperanza contra todas las desgracias y todas las angustias. Repetir los acontecimientos que signifique liberación. Instaurar estructuras "pascuales", estructuras plenamente injertadas en el mundo de hoy (Encarnación) que promuevan al hombre y a la comunidad, y —a base de nuestro

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sacrificio, dedicación y espíritu de servicio (Muerte)—, liberten a los hombres de los problemas reales que están sufr iendo... Tomar e inyectar en los otros actitudes de gozo y esperanza (Resurrección). Inscribirse decididamente y sin miedos en todo lo que signifique novedad de vida, saltos hacia adelante, optimismo por el futuro (Ascensión).

Dice Liegé: "Por contraste, una Iglesia que no se preocupara sino de principios y de deberes moralizadores, que no se entregara a la aventura y al riesgo de la caridad en la santidad, que no manifestara que el gran realismo del mundo son las bienaventuranzas, dejaría un inmenso vacío evangelizador. Una Iglesia incapaz de provocar una renovación de la existencia, insistiendo por contraste en las meras medidas de moralidad o dogmatismo, sería incapaz de proclamar la salvación que ha ven ido. . . " .

c) Dios convoca (PENTECOSTÉS)

La Iglesia debe producir en el mundo el hecho de la convocación. Ya no lo hará si es una cancha cerrada, una isla rodeada de tantos obstáculos, que difícilmente se podrá abordar. Pero no bastará que sea una iglesia que llama y convoca hacia sí misma, si ella no se convierte en un paladín de la convocación para un vasto movimiento de un encuentro entre los hombres. Deberá luchar por acortar distancias, unificar los hombres, acabar con los divisionis-mos, producir el diálogo entre todos. La Iglesia ha de estar presente en todos los esfuerzos de los hombres de buena voluntad por unir pueblos y razas. No pide en esa lucha un lugar de privilegio ni de liderazgo autoritario. Quiere simplemente ser fiel a sí misma y a su Fundador. Quiere sentir el gozo de ser solidaria a los esfuerzos de todos. Y pretende dar una dimensión profética a toda esta lucha de los hombres por la fraternidad en la unidad: profetizará las dimensiones futuras y escatológicas de la convocación.

Pero, cómo puede esto ser posible, cuando los que convocan se hallan entre sí divididos? He aquí el gran contrasigno: nuestra propia división. Nuestras causas divisionistas y nuestras discriminaciones de todo tipo. El signo de la convocación será, pues, procurar la unidad —por todos los medios posibles— entre los que convocan, y realizar la unión de fraternidad, la comunidad, entre los convocados.

Estos son pues los signos "misioneros" de una Iglesia que se lanza a la evangelización. Deben, simplemente, significar —en actitudes y acontecimientos— lo que pasó en el momento de la Encarnación: Dios ha venido; lo que pasó en el momento Pascual: Dios ha salvado; lo que pasó en Pentecostés: Dios convocó a los hombres para una nueva unidad.

Hemos descrito las condiciones esenciales para transmitir el mensaje evangelizador. Pero, cómo probarlo?

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3. LAS PRUEBAS DEL MENSAJE

Siendo un mensaje vivencial y existencial, no se trata de probarlo con pruebas matemáticas o metafísicas. El mensaje no es nuestro. Somos transmisores de la Palabra de Salvación de Dios, a través de Cristo. Somos "testigos". Pero, como el mensaje supera todo lo que es humano, tendremos que probarlo con los milagros. Es así como en los Hechos de los Apóstoles, estos probaban su mensaje: con testimonio y con milagros.

1) Testigos

Lo que vimos, lo que tocamos y palpamos sobre el Verbo de la Vida. Así hablaban los apóstoles. Eran testigos de la Resurrección. Pero, cómo se podrá decir lo mismo de nosotros? Nuestro testimonio debe ser personal: en nuestra vida y actitudes se deberá realizar el hecho de la resurrección. Debemos mostrar que el mensaje evangélico nos libertó y que, a causa de él, nosotros superamos los problemas trascendentales que aquejan a todo hombre. Nuestra vida deberá dar un testimonio constante, claro y alegre del milagro pascual.

Con todo no se trata solo del testimonio personal, sino del testimonio comunitario de toda la Iglesia. Transmisora constante de lo que vieron los primeros testigos, ella se esfuerza por mostrar ante el mundo la misma imagen de Cristo libertador y profundamente humano.

2) Milagros

Cristo hizo milagros para probar su mensaje, pero el gran milagro, al que continuamente se refería para mostrar la veracidad de su testimonio, era el de su RESURRECCIÓN. "Esta generación in-. crédula pide milagros, y no se le dará sino el milagro del profeta Jonás. . . " "Destruid este templo y en tres días lo reedificaré". Más, muchos de los otros milagros fueron aprovechados por sus contemporáneos, para querer aclamarlo como Rey temporal, solucionador barato de problemas terrenos, o hasta hechicero y aliado de Satanás. Los apóstoles también hicieron milagros. Por qué en la Iglesia de hoy esto es menos frecuente?

Dejemos a los sociólogos e historiadores descubrir varias de las causas: muchos de los considerados milagros eran supersticiones populares, o meras fuerzas humanas para-psicológicas, como las que vemos en los fenómenos espiritistas, el hombre de hoy —dominador de la naturaleza—, atribuye a causas naturales lo que antes se consideraba milagro. No negamos el que hayan existido auténticos milagros —aunque el concepto teológico de milagro (lo que supera las fuerzas naturales)— sea por muchas causas discutible. Conocemos hasta dónde puedan llegar las fuerzas naturales? Podemos saber hasta dónde puede llegar la naturaleza en su continua evolución?

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Afirmemos sí lo siguiente:

1. Cristo probó la legitimidad de su mensaje y de su afirmación de que era TESTIGO directo del Padre, con el milagro de su RESURRECCIÓN.

2. Cristo dejó como prueba irrefutable de que los apóstoles serían sus testigos ante el mundo en el milagro del AMOR FRATERNO. "En esto se conocerá que sois mis discípulos, si os amáis los unos a los otros". Y de hecho prueba la historia que eran estas COMUNIDADES DE CARIDAD las que evangelizaban y arrastraban al cristianismo. La historia nos ha dejado una frase lapidaria que decían frecuentemente los paganos refiriéndose a estas comunidades: "Mirad cómo se aman! " . . .

Más todavía, una COMUNIDAD DE CARIDAD en plan de SALVACIÓN, continuamente preocupada por libertar a los hombres de sus dificultades y problemas. Si presentásemos estas comunidades de vida —verdaderas comunidades eclesiales— no sería necesario más para que todos los hombres "de buena voluntad" aceptasen el mensaje evangélico...

Al hablar de comunidades de salvación debemos tener en cuenta dos cosas.

1. Es la Iglesia toda la que evangeliza

Hay una verdad esencial y poco considerada, al menos cuando se tiene que llegar a sus consecuencias prácticas: solo la Iglesia es sacramento de salvación, no las personas individuales ni las instituciones: "Todo el bien que el pueblo de Dios puede dar a la familia humana, al tiempo de su peregrinación en la tierra, deriva del hecho de que la Iglesia es "sacramento universal de salvación", que manifiesta y al mismo tiempo realiza el misterio del amor de Dios al hombre" (n? 45). El hombre solo puede evangelizar como "ministro de Cristo y dispensador de los misterios de Dios" (1 Cor. 4, 1). La evangelización es obra de Cristo, actuando sin cesar en el mundo por la Iglesia, su Esposa. Fue a los apóstoles todos —unidos "colegialmente"— a los que se les dijo: "Id por todo el mundo. . . Predicad el Evangelio".

Sólo evangelizará eficazmente aquel grupo comunitario que se presente con las características de la Iglesia: comunidad de fe, litúrgica y de caridad, en misión apostólica, con sus diversos ministerios, y unida a la jerarquía. Pensemos en la pobre realidad de Iglesia que presentamos ante el mundo de la juventud.

Aquel colegio con sus religiosos y religiosas, que pretende evangelizar sin integrar verdaderamente en su seno profesores laicos y familias, y sin integrarse él mismo en la realidad parroquial o diocesana. Aquella parroquia que lo quiere centralizar dictatorialmen-te todo alrededor del sacerdote. No es la Iglesia, la asamblea del pueblo cristiano, lo que presentamos ante la juventud, sino grupos particulares, cada uno con la pretensión de reunir en sí lo mejor

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de la Iglesia. Una comunidad apostólica de juventud con su asistente, integrada en el medio ambiente juvenil y en la realidad parroquial y diocesana es el mejor elemento evangelizador frente a los otros jóvenes.

2. La juventud será especialmente evangelizada por la juventud

Si el testimonio es la gran fuerza evangelizadora, la juventud debe ser evangelizada por la juventud. La dificultad para un evangelizador adulto consiste en formar las primeras comunidades juveniles de base. Después ellos deben aparecer ante la juventud mucho más que él. Pero estas comunidades de juventud si quieren realmente ser evangelizadoras deben ser comunidades comprometidas con la historia de los hombres y la historia de la salvación. Deben comprender que son miembros de una historia y comprometidos con ella. El verdadero joven no es el que participa como objeto de la historia, sino el que se siente sujeto responsable y actúa como agente de su propia historia y coagente con Dios de la Historia de la Salvación de los hombres. Los jóvenes forman más del 50% de la población de nuestro mundo. Si fallasen, se paralizaría la historia. Hay que orientarlos para que, de una manera consciente, reflexionen sobre los acontecimientos y actúen ya en el mundo juvenil, para que lo que acontezca en ese mundo sea ya fruto de un consentimiento libre de la juventud. Pero que actúen como cristianos: nuestras comunidades juveniles deben tener una espiritualidad profética a la luz del evangelio y de la Encarnación. Que sepan interpretar a los otros jóvenes sus acontecimientos a la luz de un Cristo hombre que se hizo presente en la historia de los hombres. Que sepan dar a todas sus acciones una dimensión de optimismo escatológico: la formación "de cielos nuevos y tierra nueva" —una juventud nueva que parte de la Redención y la Salvación...

4. LA CONVERSIÓN PERSONAL

A) Conversión a Dios

La respuesta que Cristo pide a su mensaje es la conversión y la fe: "Convertios y creed en el Evangelio". La conversión es una respuesta personal y libre. El acto de fe no seguirá mecánicamente a la proposición del mensaje. El testigo interpela con su mensaje y coloca al hombre ante una opción. Esta puede ser positiva o negativa. Como también el hombre puede cerrar los oídos y endurecer el corazón de manera que llegue a ignorar la interpretación.

Con todo, no somos nosotros los testigos definitivos que interpelamos y movemos a la fe. El gran Testigo es el Espíritu Santo en el interior de cada corazón: "Y es el Espíritu el que da testimonio" (2 Juan, cap. 5, vers. 6). Nuestro testimonio abre la posibilidad de que el Espíritu actúa internamente en el otro. Todo acto de fe es una respuesta a un testimonio, la fe cristiana es una respuesta al testimonio interno del Espíritu de Dios. Así dice la Constitución "Dei Verbum" del Vaticano II: "Para profesar esta fe es necesaria

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la gracia de Dios que previene y ayuda, y los auxilios internos del Espíritu Santo, el cual mueve el corazón y lo convierte a Dios, abre los ojos de la mente, y da a todos la suavidad en el aceptar y creer la verdad" (n? 5).

1. La acción del espíritu

La acción del Espíritu Santo como Testigo de la fe en el interior de cada uno podría describirse en esta trilogía: iluminación-mo-ción-unción. Así lo expresan también las palabras de la Constitución.

1) Iluminación: "Abre los ojos de la mente"

Todo hombre tiene una fe. Sin fe no se puede vivir una vida verdaderamente humana. Fe en el dinero, en la felicidad que da el placer, en el amor. Fe en una mística o filosofía de la vida. Fe, porque no se puede probar todo matemáticamente y hay que confiar y creer. El testimonio del Espíritu muestra que todo eso tiene valor, pero un valor relativo. Si se le quita el respaldo del Absoluto, es una sombra, un ídolo falso. El oro con el que los israelitas hicieron el becerro en el desierto, tenía valor, pero no el valor absoluto de Dios. No para arrodillarse ante él y ofrecerle sacrificios. Por fuerza de esta iluminación el hombre comprende que solo hay un verdadero Dios absoluto, y que este Dios se presentó ante los hombres en la persona de Cristo.

2) Moción: "Mueve el corazón y lo convierte a Dios"

Pero no hasta ver. Dar un vuelco a la vida es difícil. Demasiado tiempo el hombre estuvo agarrado a los ídolos. El Espíritu-Testigo da Tuerzas para esta conversión. Mover no significa quitar la libertad, sino sentir la posibilidad de poder.

3) Unción: "Da a todos suavidad en el aceptar"

El Espíritu acompaña la fuerza con la unción. Es la posibilidad de convertirse "con suavidad". En la parte emocional también el hombre se siente inclinado a aceptar.

2. La respuesta del hombre

Clamor por el Dios que salva y conversión.

La conversión encierra esencialmente un acto de súplica y de esperanza, que era la condición esencial para que Cristo realizase los milagros en el evangelio: "Señor ayuda mi poca fe ! " . Puédese decir que, aunque en todo el proceso de la evangelización actúa como don y fuerza primera la gracia de Dios, es en este momento cuando su presencia se siente más palpable.

El clamor por el Dios que salva —que es ya un don de Dios— prepara el alma para la conversión. El hombre ya desea la fe, pero por otra parte se encuentra agarrado a mil dificultades y dudas. Cree, pero su fe es débil, insuficiente para una conversión total. Pero es suficiente para ser deseada y para clamar. Reza —con la

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fuerza del Espíritu, "que gime en nosotros con gemidos inenarrables"— y pide la fe. Así el hombre, fortificado por su oración, llega insensiblemente a los umbrales de la conversión.

La conversión, o la vuelta a Dios, es el primer fruto, la primera luz en el corazón de aquel que recibe el mensaje: cae en la cuenta de que iba por el camino equivocado. "Vendrás aquí muchas veces a buscar agua y volverás a tener sed" dice Cristo a la Saman-tana a propósito de la ida continua al pozo de Jacob. A la luz del mensaje cae plenamente en la cuenta del valor de aquella frase de Cristo: "Te daré un agua que se convierta en t í en fuente de agua vida que mane hasta la vida eterna". Y el hombre exclamará, como la Samaritana: "Señor, dame de esa agua!" Es el primer paso decidido hacia la fe: la conversión. Una encierra a la otra. Como en todas las realidades espirituales todo existe en germen desde el principio, pero cada fase va madurando a su tiempo. La conversión ya es un acto de fe, pero en él se marca más el abandono del pasado y el viraje de esperanza hacia un Dios Redentor. La fe gozará más de la alegría de la adhesión íntima y confiada a ese Dios Salvador.

Esta conversión será una verdadera "METANOIA". Cambio de mentalidad y cambio de actitud de vida. Como cambio de mentalidad, el hombre considerará todo como relativo y Dios como el único ser absoluto, digno de ser adorado y amado. Como cambio de actitud: él enfocará toda su vida a la luz del Misterio Pascual.

3. La experiencia salvífica

La experiencia salvífica es la actuación directa de Dios en la vida del hombre, por medio de acciones salvadoras. Como consecuencia del clamor a Dios, envía a Moisés a su pueblo y lo liberta de la esclavitud de Egipto. La experiencia salvífica da al hombre el conocimiento "directo" de Dios. Pues nuestro Dios solo es conocido cuando nos salva. En el acto de salvación Dios se hace presente al hombre y se muestra como el Dios fiel a sus promesas. " . . .Es la experiencia salvífica la que conecta el conocimiento teórico de la primesa con la experiencia vivencial de su realización. Por la experiencia salvífica Dios se hace presente en la historia humana.

Es algo que escapa a toda posibilidad de acción directa del evangelizador. Pertenece a la historia íntima y personal de cada uno. Los jóvenes sentirán que este ya es un cristianismo nuevo que realmente "les liberta" en todos los acontecimientos concretos de su experiencia humana. Y esta experiencia de salvación les da esperanza de una salvación total en la escatología, o fin de los tiempos, como a los hebreos la liberación de Egipto les hacía esperar la posesión de la tierra prometida. Frente a un cristianismo de tradición —por ser moda, costumbre, o simplemente porque siempre fue así—, de mitos o ritual —cristianismo del miedo, o de fórmulas mágicas—, de conservación de estructuras o situaciones sociales —cristianismo conservador—, se levantan un cristianismo nue-

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vo: un cristianismo de LIBERTACION, un cristianismo PASCUAL, de la realización plena del hombre, resucitado en el "hombre nuevo", que es CRISTO.

Las experiencias vivenciales que los jóvenes sentirán de liber-tación y salvación se darán en todos los campos de la existencia humana. No serán simplemente de salvación de peligros exteriores, sino especialmente de integración y liberación de todas las fuerzas positivas del hombre. Se sentirán hombres nuevos con energías nuevas.

B) Acto de fe: Adhesión al Dios que salva

No es posible distinguir la experiencia salvífica del acto de fe. La adhesión se va realizando a cada acción salvadora. Si lo hacemos es para distinguir la libertad humana en la respuesta —se podrían dar unas primeras experiencias salvíficas sin adhesión libre por parte del hombre— y especialmente para resaltar que la adhesión al Dios que salva es la consumación de la EVANGELIZACION. La fe es esencialmente un acto de seguridad y confianza en la otra persona, reconocida como fiel. La fe bíblica es algo más: es la entrega total, por la conciencia de una dependencia total y de un amor total recibido. A la fe se la considera como una respuesta humana a un diálogo iniciado por Dios primero. Dios sale de sí mismo y se compromete con la salvación del hombre integrándose como otro hombre en la historia humana. Esta acción dinámica y salvadora —el VERBO del Padre como palabra y acontecimiento entre los hombres— está a pedir del hombre una salida de sí mismo para comprometerse con Dios en la historia divina y humana de la salvación propia y de sus hermanos. Es la fe. Esta adhesión se da esencialmente en el nivel interpersonal. De persona a persona entre Dios y el hombre. No es solo la adhesión intelectual a las verdades dichas por Dios. Es esencialmente la adhesión a su Persona en toda su integridad vivencial de relaciones. Se nos dirá que en qué se distingue entonces la fe de la caridad. Solo hay una realidad: la relación dialogal hombre-Dios. La distinción en tres virtudes teologales y varias morales es obra de la inteligencia analítica del hombre, aunque para ello encuentre fundamento en la realidad ("A parte reí" dirían los escolásticos). Solo hay una realidad permanente: el diálogo de amor y de compromiso entre el hombre y Dios. Como solo hay una realidad divina: que Dios es AMOR. La fe es la situación actual del hombre existente que tiene que vivir ese amor en la oscuridad. La oscuridad —no directa visión de las cosas sobrenaturales— hará que el amor se viva en la fe y en la esperanza. Pero, como dice San Pablo, cuando gocemos de la visión solo quedará la caridad.. .

El fruto de la EVANGELIZACION, como diferente de la cateque-sis y vida sacramental, es "una adhesión verdaderamente personal y operante de la fe " (n9 7). Es la adhesión primera en el caso del pagano, o la integración de la personalidad y del ambiente en la fe teórica e inmaduramente vivida, en el caso del cristiano bautizado.

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Pero la adhesión al Dios que salva no es solo un descubrimiento personal y un encuentro con Dios, sino que consecuentemente es un redescubrimiento del hombre porque —la Iglesia con la fe— "descubre al hombre el sentido de la propia existencia, es decir, la verdad más profunda acerca del ser humano". "Siempre deseará el hombre saber, al menos confusamente, el sentido de su vida, de su acción y de su muerte. La presencia misma de la Iglesia le recuerda al hombre tales problemas; pero es solo Dios, quien creó al hombre a su imagen y lo redimió del pecado, quien puede dar respuesta cabal a estas preguntas, y ello por medio de la revelación en Cristo, su Hijo, que se hizo hombre. El que sigue a Cristo, hombre perfecto, se perfecciona cada vez más en su propia dignidad de hombre" (n? 41). El hombre es un misterio. Pero ese misterio se esclarece por la adhesión a Cristo: "En realidad el misterio del hombre solo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado" (n? 22).

III. LA ACCIÓN PERSONAL EN LA EVANGELIZACION

El mensaje no se daría sin mensajeros ni la evangelización sin "testigos". Por eso es la orden de evangelizar equivalente a esta otra; "seréis mis testigos". La evangelización es esencialmente mostrar cómo el Señor nos libertó y con esto abrir al otro la posibilidad de la experiencia salvífica. "Sabe también la Iglesia que aún hoy día es mucha la distancia que se da entre el mensaje que Ella anuncia y la fragilidad humana de los mensajeros a quienes está confiado el evangelio" (n? 43).

Las actitudes personales que caracterizarían al mensajero-testigo serían las siguientes:

1? "Salir al encuentro d e . . . "

Buscar a los hombres en las situaciones en que ellos se encuentren. Así lo hizo Cristo en innúmeras ocasiones. Así por ejemplo, en el caso de la Samaritana, Jesús la busca junto al pozo a donde ella va a sacar agua. El testigo evangélico no debe estar en la posición estática de quien espera que vayan hasta él, sino en la dinámica de buscar a los hombres donde ellos se encuentran.

2° "Partir del hombre"

Así lo hizo Jesús en el caso de la Samaritana:

1) Le habla en el lenguaje que ella puede entender: la sed, el agua, el pozo, el cántaro.. .

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2) Le muestra que, por mucho que venga al pozo, "volverá otra vez a tener s e d . . . "

3) De la sed de agua pasa a la sed de felicidad, que hizo que ella "tuviese ya cinco mar idos. . . "

4) Le propone una posibilidad de satisfacer totalmente su sed con un agua maravillosa que El le dará: "pero el que beba del agua que yo le diere, no tendrá sed j amás . . . "

5) Suscita en la Samaritana un deseo de solucionar de esa manera el problema de su sed: "Señor, dame de esa agua . . . "

Esto supone un conocimiento profundo de la mentalidad que rige todas sus actitudes de vida, de sus problemas y de sus esperanzas. El mensaje evangélico debe ser una respuesta directa a todo eso y no algo impuesto que venga de arriba para abajo.

3? "Actitud de diálogo"

Una gran cualidad del testigo es saber "dialogar". Para el Concilio dialogar es equivalente a solidaridad, respeto y amor: "El Concilio, testigo y expositor de la fe de todo el pueblo de Dios congregado por Cristo, no puede dar prueba mayor de solidaridad, respeto y amor a toda la familia humana que la de dialogar con ella acerca de todos estos problemas, aclarárselos a la luz del Evangelio. . . " (n? 13).

1) Solidaridad: No se puede exangelizar si el testigo no se solidariza con todos los problemas de sus contemporáneos y no los vive y sufre junto con ellos. No hay testimonio más eficiente que el de aquel que se siente cercano y uno con un grupo. Muchas veces los sacerdotes y religiosos dan un testimonio poco eficiente porque se encuentran demasiado "aislados" de los otros. Antes de cualquier otra cofa el evangelizador debe vivir la vida y asumir la mentalidad de los hombres de su tiempo. Más: debe luchar codo a codo con ellos por resolver sus problemas. De lo contrario no será oído.

2) Respetar: Respetar la dignidad de las personas y todos los valores auténticos que ellas viven. Tomar la actitud del Concilio de procurar y estimar todos los valores humanos y basándose en ellos llegar hasta los valores cristianos. "Es propio de todo el pueblo de Dios, pero principalmente de los pastores y los teólogos, auscultar, discernir e interpretar, con la ayuda del Espíritu Santo, las múltiples voces de nuestro tiempo y valorarlas a la luz de la palabra divina, a fin de que la verdad revelada pueda ser mejor percibida, mejor entendida y expresada en forma más adecuada" (n? 44).

3) Amar: Cuando se trata de verdades matemáticas o visibles y comprobables con la razón humana podemos aceptar lo que nos dice aun el mayor enemigo. Pero saber y ver no es creer. . . Solo se cree en alguien en quien se confíe. Y difícilmente confiamos en aquel que no nos demuestra por las obras que nos ama.

9. Comunidades... 129

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Pero dialogar no significa aceptar todo lo que el otro piensa de tal manera que se pierda el mensaje. Dialogar es tomar una actitud personal de aceptación de la persona del otro, de comprensión por las razones que le mueven a actuar, es una actitud positiva de buscar junto con el otro un camino en búsqueda de la verdad y de la entrega sincera de nuestro mensaje personal. Un mensaje de verdades y un mensaje personal.

19) Mensaje de verdades evangélicas: La verdad evangélica nunca puede ser alterada bajo la disculpa de diálogo. Yo puedo dialogar con las personas, aceptándolas en toda su integridad, aunque no acepte todas sus ideas. Puedo respetar las ideas de otros y procurar valorizar y aceptar en todo lo que tengan de verdadero, aunque no acepte lo que tengan de falso. Sí acepto, y procuro comprender, las razones íntimas o ambientales que les conduzcan a creer lo que yo considero erróneo. Pero el cristiano, si quiere ser testigo, no puede permitir que se altere o se disminuya su mensaje. Por una simple razón: porque no es suyo. El es un simple testigo del Dios Redentor. San Pablo llega a decir que no hagan caso ni a un ángel, que les apareciera del cielo, si les venía a enseñar un evangelio diferente del que se les había predicado.

Puede acontecer que el evangelizador no crea prudente entregar en su totalidad el mensaje porque el otro no está en condiciones de admitirlo. Así obró la pedagogía divina en el Antiguo Testamento hasta llegar a la plenitud en Cristo. Puede ser que ni siquiera pueda hablar en Cristo o cristianismo, pero siempre sus soluciones estarán animadas del espíritu cristiano.

2!) Mensaje personal: Difícilmente se podrá decir que evangeliza aquel que ni siquiera se presenta como Cristiano. Aunque puede tal vez haber condiciones tan adversas que solo se pueda presentar al principio como un hombre honesto y que procura ayudar a sus conciudadanos. Pero, aunque no se presente como tal, sus actitudes y enfoques de la vida tienen que ser cristianos. Y su intención será siempre evangelizar. Y su vida íntimamente unida en la caridad con el Cristo Redentor. No es posible usar la disculpa de la evangelizar o n para igualarse en la vulgaridad y en la vida frivola con la de aquellos que se quiere evangelizar. Aun viviendo aparentemente la vida de los otros, en lo que ella tiene de valores humanos positivos, tiene que irradiar el evangelizador una especie de misterio, de fuerza oculta que le impulsa a hacer siempre el bien, que atraiga a los otros, y les impulse a buscar...

ELEMENTOS DE LA EVANGELIZARON

I . Pre-Evangelización

1?) Elementos esenciales:

1) Promoción de la persona humana

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2) Sentimiento de "indigencia" División personal: limitado-ilimitado División social: comunitario-egoísta

Libertad-Responsabilidad Fracaso-pecado.

2°) Condiciones para recibir el Mensaje:

1!) Haber modificado la vida con cambios importantes. 2') Proyecto de Historia humana con sus esperanzas y fracasos. 3') Experiencia de esfuerzo comunitario, de unión, de frater

nidad.

II. Evangelizaron

1o) Acción Evangelizadora:

A) El mensaje pascual:

1) Contenido Kerigmático. Encarnación

2) Expresión por los Muerte signos de la Resurrección

Pentecostés

B) Pruebas del mensaje:

1) Testimonio. 2) Comunidad de caridad en el plan de salvación.

2°) Vivencias personales de Fe:

A) El testimonio del Espíritu

1) Iluminación 2) Moción 3) Unción

B) Clamor por el Dios que salva

C) Conversión

D) Experiencia salvífica

E) Adhesión a Dios - Acto de fe.

3°) Actitudes personales del Evangelizador:

A) "Salir al encuentro d e . . . "

B) Partir del hombre.

C) Diálogo.

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APÉNDICE

La Conversión de la Juventud

Se entiende perfectamente la conversión de un pagano, que no tenga fe; pero, se podría decir lo mismo de nuestra juventud ya bautizada? Sí, y por tres razones:

1') Nuestra juventud vive en un ambiente que, o no es cristiano, o lo es solo de una manera tradicional, que no resuelve en profundidad sus problemas de fe.

2-) Bautizados de niños, no dieron su primer consentimiento a la fe. Después su educación religiosa no tuvo en cuenta los problemas de la evangelización. Recibieron educación cristiana en cuanto a verdades religiosas y recepción de sacramentos, pero fue muy deficiente la educación a la fe, en cuanto a actitudes personales frente al Misterio Pascual.

3*} Aun suponiendo que lo anterior hubiera sido perfecto, están en una edad de crítica de todo cuanto recibieron. Lo propio de la juventud es entrar en crisis en todos los valores recibidos, para integrarlos de una manera libre y consciente en una personalidad en desarrollo. Esto hace que la evangelización —que consiste precisamente en integrar la fe en la persona— sea una fase esencial en la educación religiosa de la juventud.

Cita Bebin, en un libro "Los Jóvenes y la Fe", estas palabras de E. Joly: "No creemos en ninguna fe que nunca haya sido replanteada. Hayase sido educado en el catolicismo o haya vivido siempre en un medio ateo, es preciso, un día u otro, convertirse a Jesucrist o . . . La edad normal se sitúa entre los 15 y los 2 5 . . . "

En nuestros países cristianos el panorama se complica porque recibimos el bautismo recién nacidos y somos catequizados de niños y adolescentes. No tenemos el sentido de criticar simplemente, sino el de esclarecer una realidad. Sin duda en una sociedad totalmente cristiana esta pastoral puede tener sus ventajas. Quitando todo sentido polémico a esta consideración centrémonos en la realidad de nuestra juventud de hoy. Fue bautizada y fue catequizada —en el sentido de una enseñanza teórica de la fe—; pero en su educación religiosa se saltó casi en su totalidad la etapa esencial de la evangelización. Y esto es muy grave teniendo en cuenta que la adhesión libre a Dios que salva es el fundamento primero de la catequesis y de la formación madura de la vocación cristiana con sus ministerios.

Fuera de esta consideración de tipo religioso, desde el punto de vista social y psicológico valen las mismas consideraciones. Se puede discutir, en la mayor parte de los países, si la sociedad es realmente cristiana. Nuestros jóvenes viven un ambiente que, aunque se llame cristiano, no lo es en la mayoría de los casos. Como personas están en una edad en que rechazan todo lo impuesto y ponen

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en cuestión todo lo que recibieron, en un ansia por convertirlo todo en "personal". Una edad de llegar a la verdadera "conversión personal" del corazón al Dins que salva, y de tomar conciencia de un cristianismo que hasta ese momento vivieron de una manera "ambiental".

No me siento capacitado para marcar una línea pastoral, que pertenece más bien a la reflexión de la jerarquía. No se trata de saber si hay que atrasar o no el bautismo, o adoptar cualquier otro tipo de pastoral. Pero una cosa es cierta: desde el punto de vista de vivencias personales, nuestros jóvenes tienen que pasar por las etapas de la Historia de la Salvación.

La solución más radical sería volver a los primeros tiempos, pero tal vez las soluciones más radicales no sean las más pastorales. Un corte tan profundo en nuestras instituciones pastorales tal vez tendría consecuencias imprevisibles. Puede haber zonas de la Iglesia tan descristianizadas que sea este el único remedio. Tal vez hacia eso vaya la pastoral del futuro.

Como una aportación pastoral a la reflexión de nuestras comunidades latinoamericanas, propondría los siguientes puntos:

1) No administrar el bautismo a voleo, y como mera obligación social, sino solo cuando haya garantías de una educación cristiana posterior por parte de padres y padrinos.

2) A los niños —que viven una edad de recibir las influencias del ambiente familiar y escolar— administrarles una pre-catequesis "vivencial" acomodada a su edad y mentalidad. Las grandes verdades de nuestra fe, explicadas a través de toda la Historia de la Salvación. Integrar en la catequesis de parroquias y colegios la catequesis de la familia para que exista una educación integral.

3) Cuando empieza la edad de la crisis de la originalidad —adolescencia y juventud— empezar decididamente la fase de la evangelización: a base de su problemática y aspiraciones mostrar un cristianismo "pascual" (Ver cap. sobre Evangelización).

4) En los pequeños grupos de vivencias, que van asumiendo su fe de una manera personal repetir la etapa del catecumenado.

5) El compromiso claro en la fe por medio de la confirmación que sería el sacramento de la opción personal.

Sé que quedan muchos problemas por resolver —la pastoral sacramental dentro de esta nueva dinámica—. Existirán misas "evan-gelizadoras" para las masas y misas "eucarísticas" para las pequeñas comunidades. La eucaristía no se podría tampoco repartir "a vo leo" . . . Cómo quedaría la pastoral de la confesión? Grandes interrogantes todavía abiertos, pero que requieren una Iglesia nueva en reflexión continua y en valentía de experiencias vivenciales.. .

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1. Cómo se podría definir esta conversión de la juventud?

1) En el plano psicológico: sería el fenómeno evolutivo que llega a madurar en una actitud de integración de su fe en su personalidad y en su vida social, profesional y de amor. Son las tres grandes dimensiones vocacionales del hombre: su realización social, profesional y conyugal. La fe debe estar presente en todas ellas, darles sentido y servir tanto para la promoción del hombre en estos tres campos como para ser una fuerza decisiva que solucione sus dificultades personales en ellos. En este sentido la fe madura sería una orientación que referiría todos los valores humanos en relación con el único valor absoluto del Cristo Pascual, y una decisión que fijaría profundamente el sentido moral y religioso de su destino adulto.

2) En el plano cristiano: es una doble maduración existencial: de su sentimiento de responsabilidad e indigencia, de su actitud personal ante el Misterio Pascual.

a) De su sentimiento de responsabilidad e indigencia; llega a comprender, de una manera vital, su insuficiencia y su pecado, sus ilimitados deseos y sus fracasos en las realizaciones. Cae en la cuenta de la trascendencia del mensaje de Salvación, que le posibilita la liberación de sus problemas y la consecución de su realización personal total. Pero al mismo tiempo cae en la cuenta de que su responsabilidad personal es inalienable, y de que, si hasta ahora se había apoyado en la familia y en la escuela, ahora va quedando más en sus manos la responsabilidad por una opción personal, auténtica y libre.

b) De una actitud personal ante el misterio Pascual: su fe religiosa madura hasta el punto de caer en la cuenta de que el cristianismo no se puede reducir a unas cuantas prácticas religiosas, sentimentalismos, u obediencias externas a preceptos, sino que esencialmente es una actitud de vida totalmente enfocada a esta orientación y ninguna opción, por muy humana y terrenal que sea, puede huir a esta interpelación del Evangelio.

2. Diversas maneras de plantearse esta conversión

1) El replanteamiento total de la fe en una crisis de incredulidad.

Por varias causas los jóvenes pueden pasar por esta crisis de incredulidad:

a) Caen cada vez más plenamente en la cuenta de que el ambiente en que viven, familia, amigos, sociedad, educación... o no son católicos, o tienen un catolicismo de pura fórmula, aparente y farisaico.

b) Aun en ambientes francamente cristianos, son dominados por impulsos instintivos muy fuertes, con graves crisis morales.

c) Temperamentos muy introvertidos y reflexivos que los llevan y profundas crisis de pesimismo y depresión.

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d) Acontecimientos especiales, que hacen replantear toda la problemática religiosa.

No se trata de aquellos que tranquilamente abandonan su fe, sino de aquellos que pasan por profundas crisis religiosas, dudas y sentimientos encontrados, que pueden desembocar en la Incredulidad. Si comparamos su número con el total de nuestra juventud, son pocos los que pasan por estas crisis dolorosas —superadas o no—.

2) La conversión como fenómeno religioso de inquietud por una adhesión personal auténtica y más comprometida.

No se plantea la crisis en la fe en el campo de la aceptación de Dios o de Cristo, sino en el de la profundidad de compromiso que esta adhesión a Cristo puede exigir. Se presentará entonces el fenómeno caracterizado por:

a) Una inquietud cada vez mayor por realizar su propio cristianismo.

b) La búsqueda de una fe más personal y acomodada a las realidades sociales.

c) La aceptación progresiva de compromisos apostólicos cada vez más absorbentes.

Esta inquietud desembocará en el problema vocacional, y el joven se preguntará hasta dónde su fe le está pidiendo una opinión total y definitiva en el campo del cristianismo, al servicio del Pueblo de Dios.

También son relativamente pocos los que llegan a replantearse la fe a tal profundidad.

3) La masa de los conformistas...

Existe una masa de jóvenes que no pasan por ninguna crisis en la fe. O la abandonan, o continúan con su fe tradicional, pero sin ninguna crisis, esto es, sin ningún crecimiento... Fe basada puramente en el miedo, en la moda, en el cumplimiento de preceptos y ritos exter iores.. . Fe que se mantiene porque se piensa que apoya a superestructuras económicas y sociales.. . Esta fe, al no ser vital, no crece y por lo tanto no entra en crisis. Al madurar la personalidad, al capacitarse el hombre profesionalmente y conquistar un puesto en la sociedad, al sentirse capaz de donarse totalmente en el amor, comprende cada vez más que su fe paró en el estadio infantil, y que no es capaz de acompañar el desarrollo de su personalidad, ni de servir de punto de apoyo para resolver sus problemas.

La crisis, por la que entonces pasa, no es de fe —porque la fe está paralizada— sino de personalidad. Mantendrá o no esta fe, que él considera pueril o inadecuada? Cómo integrarla en el conjunto de su personalidad? Muchos la desecharán como una carga inúti l . Para otros se convertirá en una racionalización intelectualística sin conexión ninguna con sus vivencias. Tal vez conserven algún for-

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mulismo exterior, pero nunca entenderán la fe como acto decisivo de opción que orienta toda la vida, como un diálogo interpersonal hombre-Dios, o como un compromiso de fidelidad y de amor. . .

IV. LOS GRUPOS DE EVANGELIZACIÓN

Los grupos de evangelizaron, al partir de las situaciones ambientales, pueden tomar las facetas más diversas: grupos deportivos, de acción social, de trabajo. . . Lo que hace de estos grupos, grupos de evangelización es especialmente.

1) la intención evangelizadora de los que los promueven muchachos o chicas a la adhesión personal a la fe, y

2) la acción en un proceso orgánico.

La gran dificultad para una evangelización de la juventud es la de encontrar objetivos adecuados que entusiasmen para formar un grupo. Los objetivos directamente religiosos no les entusiasman. Cómo resolver el problema?

1. Objetivos "ambientales"

Un buen evangelizador estudia el ambiente con sus características específicas y los grupos naturales de jóvenes que se forman en ese ambiente para satisfacer esas necesidades. Estos grupos frecuentemente son desorganizados y hasta negativos en muchos casos. Pero, qué es lo que tienen de positivo, y cómo aprovecharlo? Toda acción grupal debe satisfacer necesidades del ambiente.

2. Objetivos no "impuestos"

Si actuamos nosotros directamente con una masa de jóvenes, difícilmente nos libraremos del peligro de "imponer" nuestros puntos de vista en los objetivos. Por esto insistimos otra vez en la comunidad juvenil de base: quien quiera realmente evangelizar la juventud deberá tomar primero un pequeño grupo y actuar a través de ese grupo. Las acciones masivas son necesarias, pero solo si se cuenta con un pequeño grupo, decidido a actuar en medio de la masa. De lo contrario serán solo fuegos fatuos, de los cuales al poco tiempo no quedará ni el rastro del humo. Lo difícil en toda evangelización es conseguir ese pequeño grupo y junto con él estudiar los objetivos de la acción evangelizadora —Cristo tardó tres arios en juntar un puñado de hombres y aparentemente fracasó—.

3. Objetivos más comunes

Si consideramos los intereses que predominan entre los jóvenes, podríamos enumerar así los objetivos grupales que más los pueden entusiasmar:

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1. Los objetivos de promoción comunitaria de la juventud: Todo tipo de grupos que tengan como objetivo la promoción de la juventud por sí misma. El joven nada más desea que la autoafirmación en el ambiente, uniéndose y apoyándose entre sí mismo en un grupo comunitario y ocupándose por promover las necesidades de la juventud que les rodea.

2. Los objetivos sociales: En la sociedad actual la juventud se encuentra sumamente preocupada por todos los problemas sociales del ambiente. Fácilmente se entusiasman por un grupo que presente las siguientes características de un grupo "social":

—Promoción de la justicia social en los ambientes más necesitados.

—Estudio del problema en reuniones de formación.

—Suscitar la problemática —con cierto sentido de rebellón, entre los otros jóvenes y en el mundo de los adultos.

Rechazan estos grupos una acción meramente de "caridad", porque les carga de paternalismo y porque consideran que las únicas soluciones son las fundamentales.

3. Grupos de amistad, reuniones sociales . . . : La experiencia muestra que estos tipos de grupos, si tienen como único principio la futilidad de la diversión, difícilmente arrancarán a formar verdaderos grupos de evangelización. Distinguiríamos en ellos como dos fases:

Primera fase: Ya desde el principio debe existir en el ambiente la conciencia de fomentar el grupo por una necesidad de encontrarse y de cohesión, para poder realizarse mejor en la vida. Debe haber líderes conscientes que organicen fiestas y reuniones de amistad con un verdadero espíritu de sacrificio e intención de promover los valores positivos de la juventud.

Segunda fase: Es una fase de verdadera purificación de ideales. Habrá que pasar a reuniones más positivas de convivencia y de reflexión sobre experiencias y problemas de juventud hasta llegar a vivencias religiosas y personales.

4. Grupos orientados a solución de problemas específicos: Como serían los problemas de la orientación profesional para carreras, orientación para la problemática del amor. . . la dificultad de estos grupos es la pasividad de una formación demasiado pasada y centrada en sí mismos. Habrá que hacer lo posible por dirigirles hacia problemas de acción en medio del ambiente juvenil.

5. Equipos de trabajo: Organizar equipos para solucionar problemas específicos de la comunidad juvenil. La dificultad es la "transi-toriedad". Pero la ventaja es la urgencia de la acción: Kermesses, paseos de curso, campañas... Si uno entusiasma y forma el grupo en la acción será fácil después continuar, procurando objetivos más a largo plazo.. .

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6. Grupos de solución de problemática religiosa: No cabe duda que —a pesar de su aparente despreocupación— existe una gran preocupación religiosa en la juventud. Los grupos bíblicos, los de estudio de documentos del Vaticano II, la acomodación de su fe a los tiempos modernos, el estudio de la ideología de autores como Theilhard de Chardin.. . Otra vez indicamos el peligro de una pasividad exagerada en la formación, aunque de aquí se pueden escoger grupitos más dispuestos a la acción.

Los grupos de evangelización toman todas las formas posibles dependiendo del ambiente. Aquí solo hemos enumerado los principales. En nuestros viajes por América hemos encontrado grupos como "AJO" (Asociación de Juventud Organizada), "SMS" (Sonría y el mundo será suyo), "SSS" (Servir siempre sonriendo)... Como es lógico estoy hablando de grupos de evangelización y no de grupos comunitarios más apostólicos, de los cuales hablaré en el siguiente capítulo.

N. B. No cabe duda que los grupos "polít icos" pululan entre la juventud, pero no son grupos acomodados para un movimiento evangelizador de la juventud, por ser esencialmente "partidarios". La fe no se casa con ningún movimiento político. Ciertamente dentro de esos movimientos el cristiano tiene que actuar para evangelizar, así como en cualquier movimiento juvenil de espíritu cristiano se debe preparar al joven para la actuación política, aunque dejándole en libertad en cuanto a la adopción de un partido o de otro.

Si queremos que los grupos de evangelización tengan vida, hay que procurar, en todos ellos, que existan los "equipos de vivencias". Son grupos de muchachos, que sienten vivencias cristianas más profundas, y se reúnen para actos comunitarios de vivencia cristiana tales como revisiones de vida, reflexiones evangélicas, misas comunitar ias.. . En cuanto a la formación y a la acción en nada se diferencian de todo el grupo. Su influencia en el grupo no es estructural sino informal. Puede decirse que son el "grupo-alma" de todo el grupo de evangelización...

Conclusión

No hemos pretendido resolver todos los problemas, sino solo abrir pistas para la reflexión. Nada puede substituir la reflexión personal o grupal en cada ambiente. No hay nada más peligroso que dar recetas. Todo el mundo queda satisfecho porque se le libera de la angustia de pensar y experimentar. Las aplican casi como un rito mágico que lo va a resolver todo. Pero la realidad no es "sugeriona-ble". Y cuando lleguen los sucesivos fracasos, les sobrevendrá a esas personas —tan confiadas antes en las recetas— la peor de las enfermedades: la apatía. Ya lo intentaron todo . . . Será cierto? Intentaron, eso sí, la aplicación de todas las especies de recetas hechas... Pero, intentaron el estudio serio, la experiencia humilde y perseverante, y la reflexión personal y comunitaria sobre los hechos? Creemos que no. Y esa es nuestra esperanza. Ojalá sirva para eso este capítulo. . .

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C) COMUNIÓN CAPITULO VI

"PARTICIPACIÓN COMUNITARIA"

La comunión siempre se realizará por la comunicación y la participación. Es difícil hablar de la participación. Como lo es el hablar de personalidad y de las relaciones interpersonales.

I. LA PARTICIPACIÓN EN SI MISMA

El tener una sola alma es lo que hace la comunidad. El alma en sus dos manifestaciones de conciencia y de amor. Un "super-corazón" y una "super-conciencia" es lo que conformaría —conforme a Teilhard— la comunidad del futuro. Un alma comunitaria que no masificaría sino "personificaría" los individuos. El ideal es esca-tológico: nunca en nuestra vida será un ideal realizado, sino un proyecto por el cual luchar. No un proyecto demostrable, sino creído en la fe.

Esta participación total supone una abertura de unos a los otros, y una transferencia continua de valores. Ella se realiza a través de acontecimientos vividos en común y de esfuerzos por conocerse unos a otros, por acogerse entre sí, y por construirse mutuamente. Un camino continuo a recorrer. La participación total solo se dará en el reino de la segunda venida de Cristo. Cristo se habrá ¡do construyendo en nosotros, encarnado en nosotros, en la dinámica continua de la muerte-resurrección. El Espíritu habrá vivificado y guiado nuestros esfuerzos por crear la comunidad. Y al final Cristo-Jesús será nuestra super-conciencia y nuestro super-corazón. Este es el fin hacia el cual marchamos, y el que nos va dando la felicidad más fundamental.

De todas maneras el conocimiento, la acogida, la construcción mutuas no existen sin un trabajo difícil, sometidas a fluctuaciones, progresos y regresiones, que son la ley de toda dinámica de la comunicación. Este es el trabajo más importante que tiene que realizar la comunidad. Ante eso tiene que ceder todo: su acción hacia fuera, sus estructuras, sus valores culturales o materiales. Pero todo esto tiene un presupuesto básico: el amor. Ni hay posibilidad de disimular, ni de usar "técnicas" para la acogida, el conocimiento o el crecimiento mutuo.

La participación tiene tres partes esenciales: la participación afectiva, de bienes y de valores y compromisos. Y dos consecuencias: la heterogeneidad en la unidad y la fidelidad.

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II. ELEMENTOS ESENCIALES

A) La participación afectiva

La afectividad no es la única manifestación de la comunión, pero sí su expresión más rica. Las reservas contra la afectividad provienen de las prevenciones sociales: el sentimentalismo y la afectividad. La afectividad o es perder el tiempo, o es un caer en un "nos queremos" meramente sentimental que el hombre maduro no necesita, y que además no conduce a nada. Se supervalora en esa concepción el "deber" de quererse por ser del mismo grupo —generalmente religioso— o por ser un mandamiento. El estar unidos en motivaciones abstractas o leyes escritas, pero sin ninguna realidad afectiva del amor.

Tal vez sea este tipo de sociedad que agrupa al individuo bajo el punto de vista del interés, del lucro, de la defensa o del simple bienestar, pero que experimenta un vacío casi absoluto al nivel de las relaciones interpersonales, la que más está impulsando —por ese mismo vacío— la formación de grupos afectivamente ricos, cuyo eje sean relaciones interpersonales auténticas, mantenidas por ellas mismas sin ningún otro interés. El hombre de hoy necesita de este grupo humano cálido y acogedor, montado sobre la base del dar y del recibir en el plano afectivo. Ciertamente las relaciones ¡nterper-sonales sobrepasan lo afectivo, pero en ellas la afectividad tiene una parte importante.

La gran dificultad para un grupo humano que quiera mantener este tipo de relaciones afectivas proviene tanto de los prejuicios sociales, como de su mismo tipo de formación personal:

1) Los prejuicios sociales

En una civilización monolítica de tipo rural —predominante en gran parte hasta ahora— la afectividad sólo era permitida como sentimiento difuso hacia todos los de la comunidad, y se tenían una serie enorme de prejuicios contra cualquier grupo más afectivamente ligado entre sí. Por otra parte toda una serie de mecanismos de presión social se encargaban de controlar las demostraciones de esta afectividad de manera a convertirla en una serie de "formalismos" sociales.

En la civilización urbana hay una aparente libertad para todas estas manifestaciones. Ciertamente más espontáneamente se forman los grupos naturales. Pero, como hasta ahora se ha presentado, es una civilización dominada por la técnica y la afectividad profundamente deshumanizante. Lo que no cae bajo las categorías del cálculo y la estadística, no tiene lugar en ella. Consecuentemente la afectividad es considerada como un fenómeno muy secundario, unido simplemente al valor social del placer.

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2) Los prejuicios de formación persona!

El prejuicio más fuerte es el de una formación rigorista de cierto cristianismo que vuelve sospechosa cualquier manifestación afectiva. El viejo dualismo maniqueo, que ha marcado profundamente los espíritus, ha querido situar a los cristianos más en el mundo de los ángeles que en el de los hombres: los ha educado con miedo de su humanidad. En el fondo toda manifestación afectiva se une con manifestaciones sexuales reprimidas. Se tiene miedo de ellas, porque se tiene miedo del monstruo sexual que llevamos dentro y que hemos encadenado, pero no dominado y mucho menos integrado en nuestra personalidad. De ahí la malicia que ponemos en las manifestaciones afectivas de los demás, o su equivalente racionalización de "ridículos", de "no conducir a nada", de ser "coca de niños", y de que lo principal es amarse de veras.

En el mundo del pasado esta manera de pensar y actuar podría estar conforme a toda una estructura que mantenía el equilibrio en la satisfacción afectiva por la inclusión en una familia cerrada, expresiones religiosas pietistas, control de estímulos, e idealismos románticos. En nuestro mundo eso ya no es posible, y si continúa la frustración afectiva, nuestras jóvenes generaciones se verán ahogar, y se precipitarán en el amor libre, las drogas y la destrucción de todo el mundo pasado. En las comunidades religiosas el drama pue-d " ser mayor: la sospecha y rigorismo frente a toda manifestación de afectividad, o simplemente el desprecio por fomentarla, centrando sus esfuerzos en el trabajo apostólico o en el amor espiritual al Señor, puede conducir —especialmente a los jóvenes— a una destrucción total de su equilibrio afectivo. Se les puede achacar a falta de espíritu, pero dada la enorme presión sociológica a que están expuestos, y a la toma de conciencia clara de que su consagración religiosa no puede ser vivida simplemente en el holocausto a Dios de sus sentimientos humanos, se nos impone la seria necesidad de buscar caminos.

Pero, cómo se liberará la afectividad en el seno de las comunidades de base? De las comunidades primitivas se dice simplemente que tenían un sólo corazón y una sola alma. Ciertamente diversas épocas imponen no sólo ciertos tipos de manifestaciones, sino también de necesidades afectivas. Haciendo un recuento simplemente empírico, y siguiendo simplemente la experiencia de lo que hemos vivido en estos tipos de comunidad podríamos afirmar lo siguiente:

1° Permitir la libre expresión de sentimientos como una cosa normal. Dar mucha importancia a los pequeños detalles como cumpleaños, salidas o llegadas de miembros de la comunidad. En fin todo lo que se puede llamar "calor afectivo".

Entre todos esos sentimientos debe prevalecer el de la "acogida". El grupo humano debe aceptar y admitir los individuos tales como son de manera que se sientan intelectualmente estimados y afectivamente aceptados. Pero no una mera aceptación pasiva, sino una aceptación de "partir de aquí" para "hacer crecer . . . " . De todas

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maneras de personas que se sienten profundamente amadas bajo cualquier circunstancia y en cualquier condición.

2° La comunidad no debe agarrar tanto afectivamente que no permita el tener amistades profundas dentro o fuera del grupo. Las personas se deben sentir libres para entablar relaciones de amistad especiales, siempre que sientan necesidad de tal intimidad. La comunidad más bien los educa para esa posibilidad de amistad, y estimula todo lo que sea la relación interpersonal.

Pero, por otra parte, la comunidad tiene derecho y obligación de actuar en dos casos:

1) Cuando, por causa de exclusivismo, las personas se encierran en su egoísmo y no aportan afectivamente nada al grupo.

2) Cuando se dan manifestaciones de tipo sexual desequilibrado.

39 En todo grupo humano se dan momentos de tensiones. Cuando estos hayan madurado, i, e, cuando la mayor parte del grupo son conscientes de ellas y de sus consecuencias funestas para la vida de la comunidad, deben afrontarse en grupo. No es sólo el valor de la catarsis, sino el de aclarar situaciones e intenciones y el de poder llegar a momentos de conversión y perdón. Todo esto supone una conciencia en los miembros de sentir la aceptación y la capacidad de diálogo, y coordinadores expertos que eviten el que el grupo caiga en situaciones neuróticas.

49 En la participación afectiva es diferente la situación de los casados y la de los celibatarios:

1) Los casados: El peligro es cerrarse en el amor de la pareja como en una torre de marfil. Los celos y el impedir al compañero o compañera el expresar su afectividad en un grupo. Para poder expansionarse, el amor conyugal necesita una abertura. Esta abertura encuentra su cuadro más natural en la comunidad de base, entrelazada por una red de relaciones interpersonales, también afectivas. Esto no se hará sin muchas dificultades, especialmente si la pareja no está bien segura y equilibrada, pero justamente el escape más seguro, para evitar el desequilibrio, es evitar el acaparamiento afectivo, y el abrirse a una comunidad de base.

2) Los celibatarios: El peligro que ellos sufren es el de cerrarse en el exclusivismo, cercano —en el caso del sexo contrario— al enamoramiento. Se pasa entonces por una verdadera crisis de adolescencia. Uno piensa si no será una salida lógica de la naturaleza por haber cerrado durante tanto tiempo a esos hombres y mujeres en comunidades artificiales. Sabemos que el ideal sería el trato abierto con todos. Pero, tal vez primero, deba pasar el amor por personas particulares. Dice Max Delespesse en "Revolution Evangelique"; "Seguro que el crecimiento del amor conduce normalmente a través de lo particular hacia una abertura a un número cada vez mayor. . . esto será bueno en la medida en que sea necesario para un ensanchamiento hacia los otros. Es el apoyo normal en el camino hacia la abertura y la acogida".

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Por poca experiencia que tengamos con este tipo de comunidades mixtas con gran número de celibatarios, sabremos que el choque ante la figura masculina o femenina produce problemas emocionales: de incomprensión y rechazo inicial de grupo a grupo, y de exclusivismos en los casos particulares. Sería mucho más fácil evitar todo esto cerrándose cada comunidad en su propio sexo. Pero honestamente, es esta la solución? El hecho de que se presente el problema, no muestra más bien la necesidad de una madurez en este campo?

Es importante para el equilibrio y la madurez de la persona, el que estas comunidades sean mixtas. El trabajo de integración, masculino o femenino, no se hará sino en el contacto afectivo con el otro sexo. El hecho de la virginidad no puede impedir este contacto, sino que lo debe estimular en las comunidades de base, para que el hombre o la mujer puedan extender de una manera madura su amor a los demás.. .

Conclusión

La participación afectiva hace que la comunidad sea una familia. En el Nuevo Testamento se la llama "familia de Dios". Pero, desde el punto de vista humano, es una situación meramente analógica. Es necesario que las relaciones inter-personales se den absolutamente entre iguales. Hay que evitar en las comunidades de base todo pa-ternalismo o maternalismo. Hay que evitar los liderazgos masifican-tes. Mucha gente grita contra eso, pero después toman actitudes infantiles de búsqueda de protección, o de soluciones hechas. Todos unidos como hermanos, en el hermano mayor Jesús, debemos buscar el camino hacia el Padre...

B) La Participación de Bienes

La participación de bienes se dio en las comunidades primitivas, durante siglos en las comunidades religiosas, y ahora —creemos que por insDiración del Espíritu— en muchos de los intentos de comunidades de base. Con todo la experiencia nos ha mostrado —como a la comunidad de Pedro en Jerusalén— que el camino es difícil, y que hay que andarlo con cuidado y reflexión para no caer en el colectivismo comunista, o en la irresponsabilidad (peligro de tantas comunidades religiosas] despersonalizante e infantil. Por causa de esto muchas comunidades han fracasado.

1. Necesidad y motivaciones

Con todo, la participación de bienes es una consecuencia esencial de la comunión. Es la manera más concreta de luchar contra el individualismo, y de insertarla en lo material y temporal. He aquí algunas consideraciones, que deben ser desarrolladas más por las mismas comunidades:

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1) La participación no puede quedar en el plano afectivo. Aunque es más importante que se participe lo que la persona es, también lo es la participación de lo que la persona "tiene". Los bienes materiales son la expresión más temporal y corporal de esa participación. Así se expresará más la corporeidad de un mismo Cristo, dueño de todos los bienes, y que nos hace a todos hermanos. Así la realidad espiritual se encarna en lo material.

2) El dinero es la realidad que más cataliza el individualismo, y que más impide la construcción de la comunidad. El dinero es el motor y manifestación más ciara del paganismo de nuestro mundo. No es posible ninguna renovación si, de una manera o de otra, las comunidades no enfocan el problema de los bienes materiales, y en joncreto del dinero.

Se trata de construir un "orden nuevo social y económico", que se salga del interés individual y conduzca a una participación plena en el plano de igualdad, justicia y fraternidad. Pero esto supone una revolución de las mentalidades y de las relaciones estructurales. Todo esto será una utopía hasta que no se encuentre encarnado en comunidades concretas de base. La Iglesia faltará a su misión si no fomenta estas comunidades-fermento. No las encontramos ni en las estructuras jerárquicas, ni en las comunidades religiosas. No se trata de lo que "interiormente" vivan. Es demasiado conocido que no son un testimonio externo para los hombres de hoy. Y más bien son atacadas frecuentemente por ser un contra-testimonio...

Es urgente el que aparezcan estos testimonios a todos los niveles en las pequeñas comunidades. Ellas mostrarán caminos para ese mundo del futuro. Sin ellas la única solución es la violencia de todo t i po . . .

2. Algunas observaciones concretas

La participación en los bienes es externa, pero solo se podrá conseguir, cuando exista una profunda comunión de personas. De ninguna manera por motivaciones exteriores, o por buenos deseos simplemente. Por eso, aun siendo externa, es una de las etapas más profundas de la comunión. Porque los cristianos primitivos eran un solo corazón y una sola alma, pudieron llegar a la participación de bienes.

Esta comunión total de personas —en lo afectivo, lo espiritual, lo cultural, lo sacramental, el compromiso— lleva inevitablemente a una nueva escala de valores. La seguridad no se coloca ya en el dinero acumulado, sino en la comunidad que apoya y que ama. Nace entonces la participación de bienes como una flor de primavera. Supone esto, no un entusiasmo romántico, sino una verdadera conversión dolorosa pues supone el arrancarse de todo egoísmo y búsqueda de seguridad en lo material.

De estas consideraciones sacaré algunas indicaciones concretas:

1) Es necesario llegar a una abertura real y franca. Hablar claramente de nuestros presupuestos e ingresos. Renunciar a la segu-

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ridad de bienes de apoyo, cuya existencia solo nosotros sabemos. Pero al mismo tiempo eso solo se podrá hacer entre aquellos que estén embarcados en el mismo barco hasta las últimas consecuencias, con compromisos reales y claros. Todo esto supone un esfuerzo doble de compromiso con la comunidad y de renuncia a toda seguridad.

No se debe predeterminar con todo la manera concreta: cada comunidad debe buscar su propio camino. En las comunidades de Jerusalén se entregaba todo a la caja común, y se aseguraba una gerencia en provecho de todos. En otras, como las paulinas, cada uno mantenía lo suyo, pero ejercía la propiedad en beneficio de la comunidad y de su familia. La ayuda mutua era el ideal para evitar que "hubiera pobres entre ellos". Las maneras pueden ser múltiples, y cada comunidad debe encontrar su camino, pero la finalidad será en todas la misma: la participación de bienes como expresión de la comunión, y del deseo por un orden nuevo.

Lo que dijimos de una comunidad debe aplicarse a la comunión de comunidades, particularmente hacia las comunidades más pobres. A la medida que se establezca la comunicación entre las comunidades, la participación de bienes tiene que extenderse a niveles más amplios. Solo así se irá edificando el nuevo orden de justicia y fraternidad.

3) La comunión de bienes tiene que ser un acto plenamente libre, fruto de una convicción a través de todo un camino de madurez en la comunión interpersonal. En esto se diferencia el régimen comunitario del régimen "comunista" impuesto a los hombres por una fuerza exterior a ellos, aunque se afirme actuar en nombre de todos ellos. El régimen comunitario de bienes es un compromiso tomado consciente y claramente frente a los otros. Y en cualquier momento tiene que ser posible retirarse de la comunidad.

4) Habrá que tener en cuenta el no lesionar derechos de terceros:

a) Los casados tienen obligaciones para con el otro y los hijos. No se pueden asumir obligaciones sin consultarles, o, en el caso de los hijos, sin dejar asegurado su futuro.

b) Los religiosos no son dueños personales de sus bienes, y deberán consultar a su comunidad para pedir permiso en la posible participación de bienes con otros en la comunidad de base, a la que puedan pertenecer.

Con todo, en el caso de religiosos, sería una experiencia muy evangélica la comunión de bienes con comunidades de gentes humildes y pobres. Caerían en la cuenta de quién vive la pobreza real, y vivirían la pobreza a la que se comprometieron con voto.

Para terminar: todo esto es un camino. Camino en gran parte todavía no abierto, largo, que hay que seguir unidos en grupo. Habrá muchos pasos tímidos, y puede ser que en muchos casos no

10. Comunidades... 145

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se llegue a la participación real de los bienes. No será poco el haberse puesto en camino.. .

C) La participación de valores y compromisos

1 Valores

Una comunidad que participa lo que es y lo que tiene entre sí, va creando una nueva cultura: un mundo de valores que desembocan en compromisos comunes. En el continuo intercambio interpersonal unos y otros ponen en común sus valores personales y culturales hasta irse creando una serie de jerarquía de valores y de entrelazado cultural participado por todos y que a todos hace crecer.

La crisis de nuestra civilización es que es un agrupamiento humano que pone en común sus técnicas y trabajo, sin poner en común las personas en la fraternidad. Cuando cada uno se rige por su propio interés, por la ley de la oferta y la demanda o por el provecho personal, estamos en plena crisis de civilización: para subsistir la sociedad tiene que constituirse en clases, y las clases privilegiadas tienen que imponer un orden legal de represión. La única salida será la lucha de clases. Para evitarla la sociedad industrial se desarrolla en una serie de especializaciones técnicas cada vez más diferenciadas. Los grupos se cierran más entre sí, y la angustia vital del hombre se desarrolla en la mística del trabajo, del bienestar creciente, de la productividad y de la invención creadora en el mundo de la máquina. Hasta cuándo las jóvenes generaciones resistirán este mundo de "stress", de angustia y de violencia?

Una salida se presenta a nuestro mundo: la revolución permanente y en concreto la revolución cultural. Las masas cuestionan sin cesar ei régimen y sus instituciones, e impiden a una clase cualquiera formarse e imponerse. La solución es aparente porque las masas no tienen vida ni personalidad. Unos cuantos jefes o una clase privilegiada —pero oculta y continuamente con miedo— manipularán esa masa y acabarán con toda diferenciación, imponiendo una sola mentalidad y valores. Es la mistificación más monstruosa de lo que sería un pueblo libre y comunitario. La máquina del partido lo domina todo, tragándose aun a sus mismos dirigentes. Nadie se ve libre de esta dialéctica monstruosa, que necesita de la revolución permanente para avanzar.

Pero hay otra salida: la comunidad. En ella el primado se lo lleva la intercomunicación humana. A partir de los valores, necesidades y cultura de cada uno se va conquistando una liberación comunitaria. Se van creando situaciones nuevas que indican al grupo un camino de éxodo y de liberación. Aparecen los profetas que interpretan los significados profundos de las cosas y los caminos a seguir, todo el mundo humildemente pone todos sus valores culturales o personales al servicio de los demás. En este contexto todo es inmediatamente participado, y asequible a todos —al menos en sus elementos esenciales—. La comunidad de vida es esa sociedad

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sin barreras de clases, de castas y de razas: "No hay ni judío, ni griego, ni esclavo ni hombre libre, ni hombre ni mujer" (Gal. 3, 28). Lo que interesa es el avance cultural del hombre en cuanto tal. Todos pueden dar y recibir en su riqueza humana.

Es una humilde base, pero es establecer el principio de una verdadera revolución cultural.

2. Compromisos

Se llega a la participación plena cuando la comunidad va asumiendo compromisos cada vez más absorbentes en la línea del universo cultural que ella misma se va formando. Ciertamente se puede afirmar que una comunidad avanza tanto más cuanto más avanzan sus compromisos en la línea del ideal, que se va formando. No hay mayor hermandad que la de sangre. O por nacimiento o por unión de sangre en compromisos profundos como lo hacían los antiguos caballeros que mezclaban su sangre al juramentarse en compromisos hasta la muerte. Una comunidad que llega a estos compromisos profundos en situaciones vitales llega hasta lo mas profundo de la fraternidad.

Pero pasar de los valores a ios compromisos comunitarios supone el paso de la decisión. Una de las grandes características de la vida comunitaria es la búsqueda de la UNANIMIDAD en las decisiones que atañen a la vida profunda del grupo. El tipo de compromiso exigido no se puede conseguir por una simple mayoría de votos. Debe partir de una elección libre y de una aceptación personal.

Pero la unanimidad no se puede conseguir simplemente por técnicas o como una realidad estática. Es una tentativa dinámica que presupone la base de la aceptación mutua, de la búsqueda honesta de la verdad, y de un amor tal al grupo que la persona esté dispuesta a renunciar a todos sus egoísmos. Hay que saber escuchar mucho y al hablar al hermano hacerlo, presentando humildemente un testimonio y procurando edificar sobre lo que él expresó. Jo Pyron-net escribió sobre la comunidad de L'Arche (Courrier Communautaire International, Mayo-Junio 1969): "Esto supone de parte de cada uno un esfuerzo sobre sí mismo por despojarse de sus opiniones y acceder a una verdad bastante evidente para realizar el acuerdo de todos". Y el mismo autor nos explica cómo se actúa en Arche, cuando no se ha podido realizar la unanimidad: "Se callan todos. . . Se deja calmar la fiebre y los ardores. Se reza y se medita. Y si es necesario, todos ayunan hasta que surja la luz capaz de unirlos". No cabe duda: estamos tocando el punto vital de la vida en común. Una utopía? Sí, bajo el concepto de una sociedad de clases, o de una revolución permanente inspirada en la dialéctica de la violencia. No, en la comunidad inspirada por un mismo Espíritu y regida por sus carismas. Utopía sí, en cuanto que no es una cosa ya realizada, y si algo por lo que continuamente habrá que luchar. En sus múltiples fracasos por encontrar la unanimidad, las comunidades reconocerán humildemente su situación de pecado y renacerán para una unidad cada vez más fuerte. Pero la UNANIMIDAD será siempre su fuerza y su ideal.

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III. CONSECUENCIAS

A) La heterogeneidad en la unidad

Para que la participación indicada hasta ahora no desemboque en la uniformidad masiva es necesario admitir la heterogeneidad. Lo que une ese grupo no es la clase social, ni el sexo, ni la cultura, ni tantas otras denominaciones sino su afinidad esencial: "un solo Señor, una sola Fe, un solo Bautismo". El mismo Espíritu de Cristo que les ha hecho a todos hermanos: todos tienen la misma vida y la misma preocupación de expresarla en la fidelidad al Evangelio. "Porque todos no sois sino uno en Cristo Jesús" (Gal. 3, 28). Son diferentes, y la comunidad necesita mostrar al mundo la riqueza de esa diferencia en una unidad esencial. La heterogeneidad, integrada en una fraternidad de espíritu, es el milagro que el mundo necesita ver y palpar para probar que en Cristo se puede edificar un mundo nuevo, que se salva de la dialéctica necesaria: o el egoísmo opresor del capitalismo, o la violencia revolucionaria de la lucha de clases del marxismo. Solo así esta comunidad será una luz nueva para el mundo y el sacramento de la unidad.

Las verdaderas comunidades de base en su heterogeneidad y vivencia de la unidad son la única salida para sobrepasar la dialéctica de la violencia, de los grupos cerrados de clases y de la lucha de generaciones.

1. Superar la lucha de clases

Bajo puntos de vista sociológicos se nos quiere hacer creer que es absolutamente necesaria. Fatalismo destructor porque se vence al opresor interiorizando el oprimido la misma dinámica de opresión y violencia. Dominados por esta dinámica nunca saldrá el mundo de esta rueda fatal. El cristianismo no aporta ninguna solución para vencer esta "situación de pecado" que en cada dinamismo de violencia se profundiza más?

Este orden nuevo no se puede basar en razonamientos teóricos pro o contra la violencia. Ni en una teología meramente libresca. Solo se podrá basar en grupos humanos que encarnen de una manera visible e inmediata los valores de fraternidad en la heterogeneidad, y que destruyan en su seno la dialéctica nefasta que están enfrentando una parte de la humanidad contra la otra.

2. Superar los grupos cerrados de clases

No se puede negar la necesidad de grupos homogéneos de orden profesional, cul tura l . . . Ni que la Iglesia se tenga que hacer presente en esos grupos con cualquier tipo de acción apostólica especializada. Pero la acción esencial de la Iglesia en el mundo debe ser eminentemente "comunitaria". Esto es: Comunidades heterogéneas y vivenciales, que son los grupos donde la vida está representada en sí misma, son los grupos densos esenciales, que parten de

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la vida y pueden influir en ella. Son las llamadas comunidades de vida.

Debe ser esto un ideal y una tendencia que empuje a la Iglesia a realizaciones cada vez más vitales, y profundas en estos grupos. Frente a la tendencia del pasado a formar grupos clasistas v.c. Acción Católica especializada, ir cada vez más a los grupos heterogéneos como comunidades de vida. Puede y creo que tiene que haber conquistas tácticas: v.c. comunidades de estudiantes o de obreros, pero nuestra tendencia tiene que ser la de agrupar estudiantes y obreros en una sala comunidad. El problema será de tiempo y educación de actitudes. Igual digamos sobre las comunidades de vida de una sola orden o congregación religiosa. El ideal sería el grupo heterogéneo de religiosos, sacerdotes y laicos de ambos sexos y de familias completas.

Las agrupaciones clasistas corresponden a una civilización burguesa que quiere profundizar la diferencia entre las clases, y que fatalmente conduce a la opresión de unas clases por otras y a la luchas de clases.

Cuándo llegaremos al ideal? Solo en el Reino de los Cielos. Pero el Reino de los Cielos no vendrá como la lluvia, sin que nosotros hagamos nada. Ya está presente aquí y ahora, y nosotros tenemos la obligación de construirlo.

3. Superar la lucha generacional

Siempre ha habido conflictos entre generaciones. Pero el conflicto actual entre jóvenes-adultos tiene características específicas que lo hacen profundamente dramático.

Creo qué los grupos de juventud no solo de hecho viven separados, sino que por la misma naturaleza de la cultura que viven, de su necesidad de afirmación personal y de su vivencia en un estado de opción ante la vida deben ser grupos homogéneos en cuanto a la edad. Pero creo también necesario hacer dos consideraciones:

1- Deben ser eminentemente "dialogables", i.e. promover el diálogo crítico, pero constructivo con las generaciones adultas. Lo contrario sería educarse en una dialéctica destructiva, que fatalmente les conducirá a la rigidez y opresión frente a las nuevas generaciones, cuando ellos sean adultos.

2° Los grupos de juventud son esencialmente transitorios y deben poco a poco injertarse en las verdaderas comunidades heterogéneas. Cuando el joven tiene menos edad y se acerca a la adolescencia, considera absurdo unirse a grupos adultos, y mucho menos si esos grupos son compuestos por sus padres. Cuando va llegando más a la plenitud de la juventud se siente con más capacidad para formar comunidad con hombres y mujeres maduros y busca más el diálogo con la familia.

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Conclusión:

La heterogeneidad es necesaria en la comunidad de base. Son de una riqueza extraordinaria los llamados grupos "verticales", donde hay gente que trabaja, reflexiona, estudia.. . Unos ayudan a los otros a profundizar en la reflexión, en la práctica, en la búsqueda... Son una garantía para el equilibrio y el realismo de la avanzada comunitaria en la Iglesia y en el mundo. Las comunidades homogéneas fácilmente se enredan en su pequeño "mundillo", se aislan, o se hunden en un cristianismo negativo.

Ciertamente estamos en un mundo dominado por la lucha de clases, las divisiones, los agrupamientos cerrados y la desconfianza. Lo que proponemos es una utopía, que a muchos les parecerá tan idealista, que ni vale la pena intentarla. Pero todo el mundo puede encender un fósforo, aunque no ilumine toda la inmensidad de las tinieblas. A nivel del pequeño grupo lo podemos hacer. Podemos multiplicar los pequeños grupos. Podemos intentar la comunión de comunidades. En vez de quejarnos de las tinieblas, o de proclamar su derrota por la violencia de los rayos, podemos humildemente, a la luz de nuestros propios fósforos, cantar nuestra esperanza cristiana de un mundo totalmente comunitario en la dialéctica pascual de la muerte-resurrección.

B) La fidelidad

Hasta hace poco la fidelidad comunitaria se entendía como una fidelidad a las instituciones y a la "sociedad". Era "el buen nombre", el "mantener la institución" por encima de todo. La antigua comunidad religiosa —por ejemplo— ejercía todas las elecciones en vez de sus miembros: su empleo del tiempo, su trabajo, su oración, su descanso... Era la comunidad omnipotente recubriendo a sus miembros con su follaje protector. No cabe duda que era sumamente despersonalizante. Pero respondía a una necesidad profundamente humana: "la necesidad de enraizarse en algo". Sin esto el hombre se encuentra a merced de mil imponderables, embarcado en lo relativo, totalmente dejado a su suerte, y con la plena conciencia de su contingencia. Tal vez sea esta una de las causas más profundas de la angustia vital que domina al hombre de nuestro tiempo.

La fidelidad difícilmente se encuentra en nuestro mundo bajo ningún aspecto. Se habla de la historicidad, del asumir opciones continuamente libres. Lo transitorio parece ser una ley. La mobilidad es un gran valor, y hasta cierto punto aceptable y eficaz. Pero, hasta el punto de ni ser fiel a nada, hasta la negación de toda obligación e ilación humana? Cuando se habla de supresión progresiva de límites hasta dejarlo todo o casi todo a una supuesta "madurez" de opción, no se está desintegrando esa capacidad de optar en nombre de principios objetivos y reales y de fidelidad a un grupo humano?

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La comunidad cristiana solo se desarrolla enraizada en una doble fidelidad:

1. A la alianza con Dios a través de Cristo

2. A sí misma como grupo humano.

1. La fidelidad a Dios y al Evangelio

Es la fidelidad a Dios lo que hace que exista la comunidad. Existe no porque ellos se escogieron sino porque fueron "convocados". Israel es un pueblo porque se reúne alrededor de la Alianza. La comunidad de Israel debió enfrentar mil dificultades: fue la f i delidad de la Palabra de Dios para con ellos, y del esfuerzo de conversión de ellos a su Palabra, lo que hizo de una banda de esclavos rebelados, Pueblo de Dios. Y lo mismo aconteció con la Iglesia. Cristo colocó el principio de unidad en la fidelidad a la Palabra del Padre. Esa comunidad, deshecha en el momento de la Pasión, solo fue posible por la fidelidad de Dios manifestada en la resurrección y en en envío del Espíritu. Los apóstoles y los primeros cristianos se mantuvieron fieles a ese Evangelio. La fidelidad a la Pascua será el principio esencial de la Iglesia. Lo cual no quita el pecado y la infidelidad. Por eso habrá necesidad de una continua conversión. Pero si excluye el abandono de la fidelidad como algo inútil. El crearse su propio Cristo sujetivo y su propio Evangelio. El excluir del Evangelio todo lo que sea objetivo y el hundirse en el relativismo más absoluto.

2. La fidelidad a la comunidad

El algo correlativo, para ser fieles a Cristo y al Espíritu tenemos que ser fieles los unos a los otros. La comunidad supone la fidelidad, esto es, el compromiso humano —no simplemente jurídico, pero sí permanente y real de los unos para con los otros. Quienes rechazan lo jurídico, quieren "institucionalizar" la lucha de clases, pero difícilmente se comprometen en la realización y crecimiento del grupo humano en el que viven. La comunidad está fundamentada en un principio profundo de unidad: el compromiso del crecimiento en las relaciones ¡nterpersonales, que de por sí tienen un carácter permanente y estable. En los cristianos este compromiso de unidad corre por las venas de la comunidad revitalizado por el Espíritu Santo, principio de carismas de servicio y de amor mutuo.

Lo propio de la comunidad humana, que actualmente vivimos es que está más dividida y más particularizada por compromisos individuales. No es tan monolítica que la del pasado. Por eso exige una fidelidad más profunda. Si antes se definía como fidelidad a leyes e instituciones, ahora se definirá como compromiso de fidelidad a los grupos humanos: a su liberación y crecimiento. Fidelidad mucho más profunda y comprometida, aunque muchas veces más difícil de determinar porque está menos agarrada a la ley, y más entregada al Evangelio y a la ley íntima de la caridad hasta morir unos por otros como Cristo lo hizo.

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La civilización urbana es la de la libertad individual, de la elección permanente, de la mobilidad sin f in. Pero esto no quiere decir que el hombre no necesite de algo estable en que enraizarse. Para poder vivir esa civilización en la libertad, son necesarias dos cosas: la posibilidad de madurez en la elección, y principios objetivos de discernimiento. Una cosa es la ley como "obligante" y pedagoga en la infancia, y otra la realidad objetiva que siempre existirá y a la que habrá que acomodar nuestras elecciones. A la ley substituye el principio interno de la reflexión y del discernimiento. Pero, cómo llegar a esa madurez y esa posibilidad de salir del sujetivismo y del relativismo? Solo por la fidelidad a una comunidad de vida. Para elegir reflexivamente, para usar su libertad en el crecimiento propio y del bien común, para ser siempre y auténticamente "el-mismo" en su mobilidad, solo hay un punto de partida y de llegada: la comunidad.

Así el concepto de comunidad ha cambiado: de comunidad como muros protectores, a comunidad como raíz que conforma la comunidad. Esta comunidad vive de una serie de elecciones —renovadas sin cesar— de los individuos que la conforman, debe permitir la diversificación y personificación, pero mantiene unos principios esenciales que la conforman y un grupo humano concreto que necesita crecer y apoyarse los unos en los otros. A estas dos cosas cada individuo debe permanecer fiel. Ciertamente que esta fidelidad no impide el cuestionar los principios y los individuos del grupo. Con tal de que se esté profundamente implicado en el crecimiento de la comunidad, y se haya comprometido en la vida por realizar esos principios. La actitud de cuestionamiento continuo sin ningún compromiso de vida ni con los principios ni con el grupo es un escape fácil y destructor de la comunidad.

Así la comunidad me parece una raíz esencial, necesaria para la madurez y el crecimiento humanos, pero con tal de que se permanezca fiel a ella. En este mundo de relativismo es de las pocas realidades estables —palpables y constatables— a las cuales se puede jurar fidelidad y una fidelidad sólida, porque los lazos humanos se supone son, de por sí, de un carácter permanente. Aun cuando la separación de sus miembros sea necesaria, ellos permanecerán profundamente unidos por lazos interiores —indestructibles por el tiempo y el espacio— y comprometidos a sostenerse continuamente.

Con todo, para terminar, me gustaría hacer algunas anotaciones:

1- La comunidad no es algo hecho, sino que se construye en el tiempo. Habrá muchas crisis y dificultades. Será posible en ese momento el que varios se desliguen, o hasta la desintegración de la comunidad. Cada uno tendrá que luchar por su unidad interior y su liberación personal profunda. Sin esto, se achacarán a la comunidad problemas y dificultades que son meras proyecciones de inmadurez o neurosis personal. Tal vez haya que separarse. Pero los que se encuentren unidos en una misma fe y lucha, los que realmente se encuentren en relaciones humanas profundas, permanecerán comprometidos en una fidelidad que les empujará a buscar caminos y momentos cada vez más profundos de encuentro.

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2' Fidelidad no significa dejar las cosas como están, o mantener inmutable la comunidad. Como dijimos antes, la comunidad, si es un organismo vivo debe pasar por crisis, ir para atrás y fortalecerse. Cuando la comunidad es algo jurídico —"la sociedad"— todo aparentemente es firme y estable. Fidelidad a la sociedad es defender sus leyes, sus instituciones. Fidelidad a la comunidad es un compromiso a atravesar con ella todas sus crisis, alegrías o sufrimientos, luchar con ella por su crecimiento pero también puede significar cuestionarla y oponerse en ella a todo lo que vaya contra el espíritu que le da vida.

3. Fidelidad en la comunidad cristiana se refiere primero y esencialmente a la fidelidad que el Señor mantiene para con su comunidad para salvarla. Nuestra fidelidad es algo que siempre se tendrá que acomodar a este Señor siempre fiel que salva. Nuestra f i delidad será un esfuerzo continuo de conversión a su Palabra.

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D) SERVICIO CAPITULO Vil

LA COMUNIDAD DE BASE COMO SERVICIO

El espíritu de servicio será siempre el mismo: COLABORACIÓN con todos los hombres de buena voluntad para liberar y promover la raza humana en todas las líneas del desarrollo, conforme las grandes líneas marcadas especialmente en la "Populorum Progressio".

DAR SENTIDO Y VALORES ÚLTIMOS a todas las grandes aspiraciones de la humanidad.

LUCHAR ESPECÍFICAMENTE en la humanización del hombre y en la promoción de la vivencia comunitaria de la sociedad humana.

Pero dentro de este espíritu las modalidades de los tiempos pueden pedir a la Iglesia servicios específicos. Creemos que este servicio se reviste ahora de las siguientes características:

I. DAR UN MENSAJE QUE RESPONDA A LAS NECESIDADES Y ESPERANZAS DE NUESTRO MUNDO

Las comunidades de base deben ser la prolongación de Cristo en la historia. Asimilando las actitudes redentoras de Cristo ante su propia historia, ellas deben reflejar esas mismas actitudes ante acontecimientos nuevos, reflexionando sobre el significado profundo de las actuales "señales de los tiempos". No se trata de estabilizar en normas rígidas soluciones pasadas, sino de asumir la propia responsabilidad ante los nuevos acontecimientos siempre fieles al acontecimiento pascual. Así serán luces salvadoras para los problemas del mundo de hoy.

II. LA PROMOCIÓN Y DESARROLLO DE LA PERSONA Y LA COMUNIDAD HUMANA

Promoción y desarrollo, he aquí el nombre nuevo de la caridad. No la simple beneficencia y misericordia, que convierten al mendigo en un continuo dependiente. Debemos promover al hombre, para que él mismo sea promotor de su propio desarrollo. Es este el sentido que se lee en las entrelineas de las conclusiones pastorales del Documento sobre la Justicia de la II Conferencia Episcopal Latinoamericana: "Caritas", que es un organismo de la Iglesia integrado dentro

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de la Pastoral de conjunto, no solamente será una institución de beneficencia, sino que debe insertarse de modo más operante en el proceso de desarrollo de América Latina, como una institución verdaderamente promotora".

Hablando en una misma línea, y refiriéndose a las comunidades de base, dice Monseñor Araújo Sales, en la Conferencia pronunciada ante la citada Asamblea Episcopal: "Daremos fuerte impulso a la transformación del continente, cuando las parroquias se conviertan en irradiadores de la formación auténtica de comunidades humano-cristianas. No solamente administrando los sacramentos o pregonando las verdades del Evangelio; no ya reduciendo el Keryg-ma al anuncio de verdades tradicionales aceptadas como sobrenaturales, sino también despertando en estos hombres el sentido de su dignidad, la fuerza reivindicativa de sus derechos, dándoles conciencia de su valor, estimulándolos a exigir de los políticos, de los técnicos, de los hombres de empresa, de todos los que ocupan puestos-claves el respeto a la persona humana y a sus inalienables prerrogativas. Ahí estará una revolución del continente y genuina vivencia de la "Declaración Universal de los Derechos del Hombre", cuyo segundo aniversario conmemoramos. No por la violencia de las pasiones, sino con la fuerza actuante de la Justicia. Las parroquias no serán solo foco de vida espiritual, sino centros de una integral formación del hombre. Reconozco que es difícil realizar este ideal, pero niego que sea imposible. Y la prueba es la existencia en muchos países, de auténticas comunidades que empiezan a ejercer en torno a sí mismas su influencia. Y Caritas, transformada, como está haciendo de "organismo distribuidor en organismo de promoción humana y comunitaria", puede ser un ejemplo de acción a corto plazo. Necesitamos acelerar ese proceso".

Creemos que así, en nuestro mundo, las comunidades de base repetirán las actitudes de caridad de las primitivas comunidades cristianas.

III. LUCHAR CONTRA LA "SITUACIÓN DE PECADO" QUE IMPIDE EL JUSTO CAMBIO SOCIAL

Las "potestades y poderes" que se oponen al plan de salvación de Dios, son en concreto en nuestro mundo todos aquellos poderes que permiten la denominada "situación de pecado". Hablamos de una situación de pecado personal, que se reflejará en la situación de pecado social: "Al hablar de una situación de injusticia nos referimos a aquellas realidades que expresan una situación de pecado" (Doc. sobre la Paz, de Medellín).

Las comunidades de base se deben colocar claramente en una línea de lucha contra la marginalización y la injusticia, y de propiciar con todas sus fuerzas los cambios sociales tan claramente propugnados por la "Populorum Progressio" y los documentos de Medellín: "La Iglesia Latinoamericana tiene un mensaje para todos

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los hombres que, en este continente, tienen "hambre y sed de justicia". El mismo Dios que crea al hombre a su imagen y semejanza, crea la "tierra y todo lo que en ella se contiene para uso de todos i ^s hombres y de todos los pueblos, de modo que los bienes creados pueden llegar a todos, en forma más justa", y le da poder para que solidariamente transforme y perfeccione el mundo. Es el mismo Dios quien, en la plenitud de los tiempos, envía a su Hijo para que hecho carne, venga a liberar a todos los hombres de todas las esclavitudes a que los tiene sujetos el pecado, la ignorancia, el hambre, la miseria y la opresión, en una palabra, la injusticia y el odio que tienen su origen en el egoísmo humano.

Por eso, para nuestra verdadera liberación, todos los hombres necesitamos una profunda conversión a fin de que llegue a nosotros el "Reino de justicia, de amor y de paz". El origen de todo menosprecio del hombre, de toda injusticia, debe ser buscado en el desequilibrio interior de la libertad humana, que necesitará siempre, en la historia, una permanente labor de rectificación. La originalidad del mensaje cristiano no consiste directamente en la afirmación de la necesidad de un cambio de estructuras, sino en la insistencia en la conversión del hombre, que exige luego este cambio. No tendremos un continente nuevo sin nuevas y renovadas estructuras; sobre todo, no habrá continente nuevo sin hombres nuevos, que a la luz del evangelio sepan ser verdaderamente libres y responsables". (Doc. sobre Justicia]. "La búsqueda cristiana de la justicia es una exigencia de la enseñanza bíblica. Todos los hombres somos humildes administradores de los bienes. En la búsqueda de la salvación debemos evitar el dualismo que separa las tareas temporales de la santificación. A pesar de que estamos rodeados de imperfecciones, somos hombres de esperanza. Creemos que el amor a Cristo y a nuestros hermanos será no solo la gran fuerza liberadora de la injusticia y la opresión, sino la inspiradora de ia justicia social, entendida como concepción de vida y como impulso hacia el desarrollo integral de nuestros pueblos".

El empeñarse en la lucha por el cambio social es simplemente colocarse en la línea de la conversión a Cristo, que nos llama a la formación de un pueblo unido en la fraternidad y la caridad, a libertar a nuestros hermanos de toda serie de opresión y esclavitud, y a edificar un mundo nuevo y continuamente renovado hasta la resurrección final.

Se le puede denominar a esto "acción política"? Ciertamente que sí, si significa llevar esta ideología no solo a la conversión de los corazones, sino también a la transformación de estructuras capaces de propiciar un orden social más justo. En la última carta Apostólica de Paulo VI claramente dice el Papa que el compromiso cristiano nos lleva al compromiso político.

Actualmente nos encontramos ante sistemas que fomentan la violencia estatuida —tanto capitalista, como comunista— o la revolución violenta con todas sus consecuencias. Hay respuesta cristiana frente a estas opciones políticas? Primeramente digamos que el cris-

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tianismo no es una salida política frente a capitalismo o comunismo. Pero tampoco puede ser algo tan ultra-sensible y trascendente que no se encarne en nuestras realidades sociales. Del mensaje cristiano se desprenden motivaciones y acciones políticas diversas, fundamentadas en una sola intención: la liberación y desarrollo total del hombre por los caminos de la justicia y del amor.

Las comunidades de base, como grupos concretos que actúan en el plano estructural para conseguir esta intención cristiana, son también verdaderas acciones políticas de servicio al mundo: las pequeñas comunidades de base unidas en comunión de manera a formar la gran COMUNIDAD que libere la masa oprimida hasta formar un mundo más comunitario y más humano. La vivencia de la comunidad de base supone formar en su seno un mundo totalmente diferente a la realidad social que vivimos. Crean —a pequeña escala— otra cultura y otro mundo de valores diferente. Y esto ya es una acción política. Podríamos describir estos valores, como diferentes a los de nuestra cultura capitalista o comunista, en la siguiente escala:

19 De la alienación, marginalización o manipulación a la relación interpersonal libre: cada uno podrá parecer socialmente como lo que es y relacionarse con los otros no funcionalmente sino de persona a persona en la libertad. Se buscará la plena expansión de las virtualidades de cada uno, y se dará un pleno campo a su responsabilidad.

2? Trabajo, propiedad, dinero no tendrán valor sino en referencia al hombre y a la felicidad que él busca en comunión con los otros.

3? Desaparecerá el peligro del hombre-robot puesto que —lo que importa es la persona por encima de la función —la técnica está al servicio del hombre —se decidirá por encima de la democracia, apelando a la unani

midad de mentes y corazones y a la comunión de comunidades.

4? Se cumplirá el ideal de una sociedad sin clases: se pretende formar una comunidad que comulgue en los mismos valores y que luche por los mismos ideales. No es lo fundamental —en la comunidad de vida— la profesión y el trabajo, sino el luchar por los mismos ideales cada uno en su profesión y trabajo, y el ponerlo todo en común.

5? Desaparecerá el prestar a interés y la búsqueda del provecho personal

—lo fundamental será la participación a provecho del grupo y de las necesidades de cada uno.

No es esto una UTOPIA? Esto se podría conseguir en pequeños grupos, pero cómo ampliarlo a la sociedad? Es imperioso que trabajemos en plan nacional e internacional por la "comunización" del mundo.

Pero COMO?

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No despreciamos las dificultades:

1) Las estructuras de poder no cederán e impondrán la violencia estatuida del "orden"

2) Las ideologías marxistas no cederán y lucharán por la violencia y lucha de clases en nombre de un llamado método científico.

Creemos que hay una dinámica cristiana propia de mentaliza-ción —"metanoia"—, Redención y Conversión tanto personal como estructural. Los cristianos auto-apellidados marxistas la llaman "utopía". Los no cristianos:

—subversión (capitalismo) o —locura e hipocresía (marxismo):

Ante estas dificultades, COMO ACTUAR?

Proposición: Solo las comunidades de base, embriones de una humanidad nueva, son capaces de resolver el problema de la acción. Hay que realizar a nivel del pequeño grupo lo que soñamos para el mundo nuevo del futuro. Solo ellas irán descubriendo en la experiencia humana este nuevo orden. Solo ellas soplarán al mundo este espíritu nuevo, que abrazará la humanidad y la hará adoptar estructuras de vida menos inconformes al mundo final sin clases. Este proceso depende esencialmente:

V De una NUEVA ESCALA DE VALORES: los lazos humanos, la fraternidad humana serán motivaciones más fuertes que el provecho personal y el dinero.

2* De una CONVERSIÓN.

Medios. Se trata de una verdadera ACCIÓN POLÍTICA, puesto que es una fuerza práctica que interviene en la revolución de las estructuras de la sociedad. Y debemos ser conscientes de eso.

1* La primera acción política debería ser "multiplicarse". Solo así llegarán a cuestionar la sociedad, y servirán para los hombres como punto de referencia. Crear una comunidad es hacer un acto político:

1) no solamente porque junta a hombres diversos bajo una comunidad de vida, valores y lucha que influencia el medio ambiente,

2) sino porque ayuda a crear el clima nuevo que es necesario para la elaboración de un nuevo orden humano.

2° Engancharse en movimientos "de la ciudad secular", que sean capaces de conducir de una manera más o menos directa a la finalidad deseada. Esto lo conseguirán por la mentalización de esos movimientos, y la participación en ellos.

1) La mentalización: Mentalización y llamamiento a la conversión a esta mentalidad nueva es la gran fuerza que edificará el mundo del futuro. Las comunidades sostendrán toda acción que conduzca en

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este sentido, y apoyarán esos movimientos susceptibles de esta mentalización.

2) La participación auténtica: que solo se dará si se toma una parte activa en la elaboración de las decisiones. La participación es el lugar de encuentro entre socialismo y democracia

—al socialismo estático ella opone un socialismo popular y de base

—a la democracia formal del liberalismo una democracia vivida.

3? Interviniendo en un proceso de "desmasificación" por la personalización y promoción de comunidades. Tiene lugar aquí todo lo que ya dijimos sobre concientización y liberación.

4? La acción política de la promoción del cooperativismo, federalismo y comunión de comunidades. En todo esto la primacía de la organización del Estado se fundamenta en los grupos comunitarios de base, de manera que el máximo de responsabilidad sea dada al nivel más bajo posible no a personas sino a grupos o federaciones.

El grupo de base no delega a una instancia superior sino los poderes y responsabilidad que no puede asumir él mismo. Así, gracias a las delegaciones de poderes sucesivos, la sociedad se edifica principalmente de abajo para arriba. No se niega la necesidad de una autoridad reguladora, por ejemplo para la planificación, pero —al nivel de decisiones y ejecución— solo puede ejercitarse con la participación de los grupos de base.

Este socialismo cooperativo es la organización de poder más humana y más cristiana. A nivel mundial sería verdaderamente el desaparecimiento del "ESTADO" hacia un cooperativismo mundial al que —a buenas o malas— tendremos que desembocar.

5* La no-violencia como método sobre los planos económicos y político. Se trata de una no-violencia activa, en las características explicadas anteriormente. Adoptan plenamente las actitudes de vida de identificarse con los oprimidos, denunciar las injusticias, ayudar a formar estructuras de poder que modifiquen las estructuras injustas, apelar a la conciencia de los individuos por la concientización y el llamamiento a la conversión. Estos métodos son muy violentos porque la situación de pecado solo se resuelve con la redención y "no hay redención sin derramamiento de sangre", pero es la sangre propia "para redimir el pecado de muchos". . . Estas comunidades saben que no se puede destruir una violencia por otra violencia. Estas comunidades actúan conforme a su mismo ser intrínseco: el diálogo fraternal, el sobrepasar diferencias por los caminos de la comprensión y de la conversión de cada uno, de la búsqueda común y del amor.

Conclusión

Como ninguna acción política actual se acomoda de veras a este programa esbozado, es natural que la "comunización", a la que aspiramos, sea procurada por los miembros de una misma comuni-

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dad por opciones diferentes con respecto a caminos, organizaciones y grupos políticos concretos. Mucho depende de apreciaciones de situaciones concretas y de posibilidades de hombres y movimientos. Es cuestión de "antenas" diferentemente orientadas, de apreciación personal de medios a emplear, y finalidades intermedias que pretender. De cualquier manera, cada una guardará suficiente autonomía para poder marcar sus acuerdos o desacuerdos y promover eventual-mente una opción menos mala contra otra mala. . . Sea como sea, todos ellos estarán ejerciendo una influencia y acción de conjunto en la línea de la "comunalización" descrita. Influenciarán y actuarán en conjunto para llevar al mundo en la línea de la comunidad.

Hay que aceptar hasta que, en el grupo, haya elementos que se dirigen de buena fe hacia caminos que parezcan a los otros en contradicción con el fin a conseguir: no todo el mundo ve una unión lógica entre su vida comunitaria y organización política. Hay que dejar caer ciertos tabúes, y es necesaria una lenta decantación de los problemas políticos, a través de una vida comunitaria, que baya madurado.

La comunidad total solo llegará con el advenimiento de Cristo. Pero la esperanza se orienta hacia la plenitud de una vida que ya está realizándose aquí y ahora. Nuestro trabajo será vivir lo mejor posible la fraternidad y el amor a los que somos llamados en Cristo, y de intentar arrastrar por este camino, con todo nuestro corazón y dinamismo, la inmensa humanidad.

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TERCERA PARTE

"REFLEXIÓN PSICO-SOCIOLOGICA"

11. Comunidades...

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CAPITULO I

COMUNIDAD: META DE UNA MADUREZ PSICOLÓGICA PERSONAL

Se podría describir la personalidad como un proceso de "relación con" las otras personas. El niño cuando nace es "persona" en el sentido Jurídico, como sujeto capaz de todos los derechos del ser humano, pero desde el punto de vista psicológico empieza a crecer en su personalidad a través de sus relaciones con las otras personas. Empieza a crecer en el dar y recibir, y va estableciendo los puentes de relaciones, que forman la esencia de la personalidad adulta.

Así las relaciones personales,xen el seno de una comunidad humana, son la etapa final del desarrollo maduro en cada individuo.

Desde el punto de vista de las relaciones con el mundo, podríamos describir así las diversas etapas del desarrollo evolutivo:

V) El "Se" —Identificación—.

2°) Del "Se" al "Yo" y al "Otro" —Relacionamiento—.

3?) Del "Yo" - "Otro" al "Nosotros" —Sociabilidad—.

4?) Del "Nosotros" al "Yo-Tú" —Amistad—.

5?) Del "Yo-Tú" a la comunión con todos los "Tus" —Comunidad—.

Siguiendo los diversos pasos del fenómeno evolutivo personal, iremos estudiando las diversas posiciones sociales que los reflejan en la vida social.

1. EL "SE" (FENÓMENO DE IDENTIFICACIÓN)

En los primeros meses, después del nacimiento, la forma inicial del psiquismo es un estado de confusión, en la que el sujeto no distingue claramente las fronteras entre él mismo y el mundo que lo rodea. Identificado con la figura materna, le falta una percepción objetiva del mundo al que considera como una prolongación de sí mismo como realidad conservadora y alimentadora de su ser.

1. Crecimiento psíquico

A partir de esta base el psiquismo infantil se va desarrollando como una participación inicial con el mundo y un contagio afectivo con las personas.

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1. Participación inicial

En el estado infantil, no existe aun ninguna discriminación entre el yo y el ambiente (sincretismo). Durante los primeros meses de su vida el niño está, en alguna forma, disperso entre sus propios estados, los seres, los acontecimientos, las cosas de su alrededor: es mejor, entonces, hablar de "porosidad" que de curiosidad. Es un error pensar que el niño experimenta su punto de vista propio absoluto y único.

No es que identifique el mundo con el "yo", porque el "yo" personal psicológico está en embrión, sino que se identifica a sí mismo con todo sin distinción de límites. Este fenómeno de "porosidad" al ambiente hace que el niño viva un verdadero fenómeno de identificación "panteísta" lo cual explica el fenómeno del "mundo mágico de los deseos".

El niño tiene una impresión de "omnipotencia" en sus deseos, identificado con el mundo que lo rodea, tiene la impresión de que conseguirá todo lo que desea.

2. Contagio afectivo

Las relaciones con las personas —dada su enorme plasticidad a todo lo que le rodea— le contagian los sentimientos más primitivos como la risa y el llanto y los gestos más exteriores: así ríe cuando alguien sonríe, llora si alguien le grita, imita frecuentemente los gestos de sus padres y hermanos. No es propiamente que él "sienta con" —simpatía— sino que verdaderamente la palabra exacta es la de contagio de los sentimientos ajenos. Aparece ya, sin embargo, una sociabilidad indiscutible, que se manifiesta por la mímica —y especialmente por la sonrisa—, únicamente provocada por la mirada y la voz humana.

2. Posiciones sociales que reflejan el "Se"

La situación del hombre contemporáneo medio indica una fijación en este primer estadio de la evolución del ser humano. Sometido a presiones que lo "masifican", quedaría definido por el pronombre impersonal "se".

1) Metafísica del "se"

El "mitsein". Según Heidegger, la condición fundamental del hombre es el Mitsein (el -ser-con); nuestro mundo es un "Mitwelt" , un "mundo-con-otro"; desde el comienzo estamos sumergidos en el bloque social, y con eso no se trata de expresar meras relaciones de cordialidad o de lucha entre seres bien distintos que entrarían en contacto; se trata de una relación global, inmediata, masiva. La imagen empírica que mejor simbolizaría esa concepción es, según Sartre (discípulo independiente de Heidegger) la imagen del equipo como "la sorda existencia en común de los miembros del equipo,

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absorbidos en la misma tarea". Existencia "pastosa", aglomeración de individuos que no han podido alcanzar una clara conciencia de su personalidad; estado bastante bien expresado por el pronombre indefinido "se" .

La persona queda sustituida por el número. Millones de hombres en el ejército, el número del carnet de identidad, la ficha que se marca en la fábrica, el número de puestos en la clase. La estadística fría predomina sobre las vivencias humanas y el coeficiente intelectual, sacado en un test, sobre las vivencias personales.

2) Matices socio-afectivos del "Se"

El "Se" incluye toda la psicología afectiva del anonimato. Se reprime todo sentimiento individual o por lo menos no se tiene derecho a manifestarlo en público. Solo se puede pensar por la cabeza del Jefe, del Estado o del partido y toda opción personal, que se desvíe de las determinaciones "oficiales", es considerada como una herejía insoportable, merecedora de exclusión y de castigo. Lógicamente la persona es obligada —por la aplastante necesidad de subsistir al sol— a reprimir todo sentimiento y reflexión personal, y a vivir y expresarse como un autómata. Esta represión social de todo lo personal conduce a la neurosis de angustia, a los comportamientos condicionados por la masa y finalmente a la apatía. Alcanzamos así la esencia misma del "se" ; la irresponsabilidad, la neutralidad dispuestas a seguir la corriente más fuerte. Sufrir, o seguir en conjunto, ésta es posiblemente la mejor definición de ese indefinido colectivo.

3) Consecuencia social: La MASA

Cuando estos hombres "impersonales" se unen, tenemos la "masa", que es la expresión social más característica de nuestro mundo contemporáneo.

Para von Wiese, la masa es una unidad colectiva cuyos miembros no representan la existencia como duradera; es un conjunto que reacciona uniformemente frente a un destino idéntico; pero que se desintegra si cambian las coyunturas.

La masa surge por una necesidad de "estar juntos" para subsistir, de vivir en vínculo colectivo obligados por la necesidad. En la masa solo tienen personalidad los " jefes" que procuran cultivar al máximo el culto a la personalidad o el de una entidad anónima que "deifican" con el nombre de partido, institución o estado. En ella nunca son promovidos los individuos porque tal actitud los haría perder su docilidad u "obediencia", y continuamente son esgrimidos como argumentos máximos el dogmatismo y el principio de autoridad. Los individuos, o se ven obligados a anular su personalidad por el principio de subsistencia, o, infantilizados por una educación masiva e impersonal, buscan el apoyo en las estructuras y en la autoridad.

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Nota: De la masa tenemos que distinguir la "mult i tud" —que es la forma más inestable del grupo social— pero que, reunida cir-cunstancialmente, puede llegar a vibrar por grandes causas hasta la profundidad de la "comunión". Con todo, la multitud es sumamente inestable y sumamente sensible a la manipulación de líderes autoritarios.

2. "YO" Y EL "OTRO"

Las crisis frente a la realidad llevan al niño a descubrir el mundo y las personas —especialmente la imagen materna— como un "otro" diferente de él. Las diversas experiencias de frustración en sus deseos le conducen al convencimiento de que el mundo no es él mismo. En el contacto frecuente con la figura materna —con sus consiguientes frustraciones y enriquecimientos— el niño empieza a descubrir esa figura como una persona diferente de él. Es un fenómeno de disociación progresiva. En este momento el niño empieza a descubrir su propio "yo". Solo al tercer año de estas experiencias repetidas es cuando consigue distinguir claramente su "yo" de "los otros", y el "yo" de "lo mío" de "lo tuyo".

1. Fenómeno psicológico del "Yo" en relación con el "Otro"

En este fenómeno del crecimiento distingamos el "yo" personal, del "yo" social, o imagen social de la persona ante los otros.

A) Etapas del "Yo" personal

Partimos de la etapa de contagio afectivo que caracteriza el estado del "SE". A estas primeras relaciones personales sucede una fase característica de diferenciación: la simpatía y los celos.

1} Simpatía y Celos: Empiezan a aparecer la simpatía y celos rudimentarios; según las situaciones y las personas, el niño busca acercarse, establecer y conservar un contacto que lo hace feliz, o entra en conflicto. Este conflicto puede ser vivido como una rivalidad activa, agresiva; o, más a menudo, bajo la forma de mohína o rumia dolorosa.

2) Imitación por simpatía: La imitación ya empieza en la estadio anterior, pero lo propio de esta etapa es su carácter "selectivo". La simpatía y otras actitudes más conscientes y voluntarias contribuyen a diferenciar el universo infantil. Frente al contagio casi automático de sentimientos y actitudes, el niño elige voluntariamente ciertos modelos: quiere ser o hacer "como el otro".

3) Comparación y competencia: Poco a poco el niño diferencia su acción de la del compañero o modelo que imita, y aparecen las

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primeras formas de comparación y competencia: el "como otro" se hace insensible un "contra otro".

4) Yo reivindicativo: La competencia arrastra el "yo" a reivindicar su posición frente a los otros, considerados como "ellos". Hacia el tercer año se manifiesta esta primera crisis de originalidad de la personalidad, que solo será comparable a la que aparecerá después de la adolescencia. El niño se ubica como "yo" al mismo tiempo que se opone al otro; y descubre, no solo la existencia del otro frente a él, sino también el valor del otro frente al suyo propio. El lenguaje refleja muy bien esa evolución: mientras que antes el niño hablaba de sí en tercera persona (como su padres, que lo llaman por su nombre o sobrenombre), adquiere ahora definitivamente el uso del YO y de los pronombres personales, y en adelante dice muy seguro "yo sé", "yo quiero", "yo puedo solo". En toda ocasión opone este YO reivindicativo a los otros: EL o ELLOS, los "que no saben", los que coartan sus deseos y sus iniciativas, aquellos a quienes sin embrago hay que tener en cuenta, por lo menos en apariencia.

Es durante este período especialmente, cuando puede enraizarse el egoísmo. Contrariamente a la opción corriente, el egoísmo no es un instinto, sino una actitud consecutiva al descubrimiento del otro. Como lo sostiene M. Pradines, de acuerdo en este punto con la concepción cristiana, el egoísmo es "una tentación casi inevitable" del yo que encuentra el otro frente a él y lo considera, no en sí mismo sino como un medio. Las conductas del típico egoísta serán pues siempre dominadas por el cálculo; y en él "cada uno tira por su lado" se ve el mayor peligro con que el egoísmo amenaza a la comunidad.

La actitud de los padres tiene una influencia decisiva en este momento: en un ambiente de aceptación y al mismo tiempo de firmeza, el niño abandonará sus actitudes de competencia y recibirá positivamente las influencias familiares. Pero, por otra parte, el cariño exagerado engendrará en ellos el despotismo; y la severidad autoritaria les hará adoptar la sumisión pasiva, o tal vez suscitará la astucia o la réplica silenciosa.

Es esta una etapa capital para la vida del individuo ya que empieza el enfrentamiento del individuo ante el grupo y pueden también cristalizar las actitudes psico-sociales con carácter decisivo.

En efecto, el niño desde que toma conciencia suficiente de su personalidad se siente empujado a experimentar su poder sobre el otro; y para tener éxito debe adaptar su acción a situaciones variadas, asumir roles.

Así el desarrollo del "yo" individual va iniciando en el niño las primeras actitudes sociales.

B) El "YO" social

El "yo" social es la imagen que tenemos que dar de nosotros mismos ante el grupo humano que nos rodea. Al afirmar su "yo"

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personal y al encontrarse con la necesidad de relacionarse con otros "yos" que esperan o exigen de él ciertas actitudes, el niño se encuentra ante la necesidad de "representar un papel y de asumir ciertas actitudes". Es el llamado "yo-social". El francés cuenta con dos pronombres para identificar estas dos posiciones del yo: " je" , yo-personal; "moi" , yo-social.

El yo-social es un efecto de un continuo aprendizaje. El hombre ya no escapará más a la preocupación por adoptar su " ro l " , y se sentirá siempre influenciado por el control legal o latente de la comunidad. El hombre deberá siempre ir creciendo en equilibrio —a veces difícil— entre el compromiso externo ante el grupo social que exige adaptar las naturalezas individuales a las exigencias colectivas. Un equilibrio entre "persona" y "personaje".

2. Fenómenos sociales que corresponden al "YO"

El gran fenómeno social es la adopción de un personaje en nuestras relaciones sociales. Podríamos definir al PERSONAJE como el conjunto de actividades y "roles" con los que la persona responde al ambiente.

La actitud es la adopción de una posición íntima y personal frente a las exigencias del medio ambiente. "Uno de los problemas más importantes y delicados se refiere precisamente a la génesis de las actitudes. Por qué y cómo un sujeto, miembro de un grupo, llega a una determinada decisión frente a determinada situación? El desarrollo de la personalidad psicosocial está aquí en cuestión. Traduce, pues, la posición de un individuo, miembro de un grupo, frente a un problema colectivo. Por ejemplo, la actitud de Juan o de Pedro en su familia, en un juego, o en una reunión política expresa a la vez una reacción frente a ciertos hechos sociales determinados, y la intención de asumir cierta determinación, cierto rol.

El rol es la forma de conducta asumida en función de tal estado o situación. A cada civilización le corresponde un sistema de roles regularmente distribuidos y articulados; por ejemplo de padres, de jueces, de jefes: del mismo modo, los diferentes grupos poseen sus propios roles específicos en el seno de la sociedad global.

Es en el nivel de los roles donde se viven las relaciones entre los sexos, entre las generaciones, entre los oficios. Por otra parte, cada sujeto asume su rol según su propio estilo; puede limitarse a seguir los modelos tradicionales de conducta, o dar pruebas de originalidad, de innovación, de desviaciones. En resumen, el asumir el rol, o mejor, los roles —ya que cada uno asume varios y participa en diversos grupos— está en función de la personalidad. (Mounier).

La naturaleza del personaje es pues aleatoria y compleja; combina los impulsos individuales (temperamento e ideales) y las influencias externas (modelos y controles sociales). En consecuencia,

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el personaje podrá asumir diversas funciones según la desigual proporción de esas fuerzas y la validez de su compromiso.

Desde el punto de vista de su función social podemos distinguir tres características del personaje:

1) El personaje como rol social

El hombre es un ser social, que desarrolla su personalidad individual en íntima relación con el grupo social al que pertenece. Vivir simplemente conforme a los instintos y caprichos sería un comportamiento de anormal y "anti-social". Esta consideración para con las normas y actitudes del grupo, aunque implica ciertos frenos y frustraciones, es totalmente positiva para las personalidades individuales y para la comunidad:

—tanto más se enriquece la persona, cuanto más entre "en relación con" los otros.

—Va surgiendo la "comunidad humana" como una unión de corazones, de ideales y de acción transformadora del mundo.

Asumimos nuestro rol social por la adopción de un personaje tipo. Rol más impuesto que elegido, pero al que no dejamos de atenernos, ya que nos garantiza cierta seguridad, un "statu quo" admitido en todas partes. En verdad, como lo señala G. Gusdorf, "el personaje no es exactamente el individuo que somos, sino el aue queremos eersuadir a los otros aue somos o aún. el aue los otros quieran persuadirnos que somos. Esas dos definiciones se confunden para construirnos una fachada soc ia l . . . Nos vemos, primero, como otros nos ven o nos quieren".

Esta socialización del comportamiento y aun de la mentalidad cotidiana se manifiesta de mil maneras, y especialmente en las actitudes profesionales. Cada función exige de su titular un habifus bien definido; sustraerse a él es provocar una suerte de escándalo.

2) El! personaje como máscara

Pero el personaje se puede convertir en actor de una representación teatral, que no corresponde en absoluto a su realidad personal. (Este es el significado exacto de "persona" en latín, o sea: "máscara" para actores de teatro). En este caso el "parecer" sobresale definitivamente sobre el "deber" o el "querer" ser.

Por problemas de acomodarse en un ambiente difícil, o simplemente llevado por intereses egoístas de una utilidad mayor, las personas pueden ir cayendo en dos actitudes falsas:

1* Esconder conscientemente al otro, tras una imagen fingida, aquello que es y hace realmente, para lograr algún provecho real, o para darse a sí mismo (a través de la opinión del otro) la ilusión de una buena conciencia: tal es la esencial del fariseísmo.

2' Más peligroso es llegar hasta el grado de esconder, sobre todo de sí mismo, aquello que se es —o aquello que se teme ser—

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encerrándose en una actitud rígida o ficticia. (El deslizamiento del primer caso al segundo puede efectuarse insensiblemente).

3) El personaje como refugio

El fariseísmo puede llegar a un punto en el que la persona es totalmente absorbida por el personaje, de tal manera que aun ante sí mismo la imagen que él pretende dar —aunque falta y no es equivalente a su "yo" interior— domina totalmente, o casi totalmente, el campo de su conciencia. Desde ese momento debe simular frente a sí mismo; es a sí mismo que debe convencer para encontrar el equilibrio y va a absorberse en su personaje, en un pensamiento casi mágico, para escapar a su angustia. Es difícil distinguir, en este caso, los límites entre la angustia neurótica y la verdadera alienación sicopática.

4) Realidad integrada de "persona" y "personaje"

Como es natural la posición equilibrada y madura sería la de una unión voluntaria y libre entre "persona" y "personaje". Dicho en otras palabras: que el ideal social aceptado corresponda al ideal interior: que lo que se debe ser —o parecer— socialmente, sea aquello que se quiere ser. Entonces la imagen aceptada no será solo una categoría social, sino una intención personal. Y esta es precisamente la definición de una vocación madura: la niáxima identificación posible entre "persona" y "personaje". Dentro del mundo concreto en que la persona vive, esta llega a madurar en sus cualidades, deseos y tendencias profundas hasta querer realizar en la sociedad un tipo de trabajo (profesión) que se realice lo más plenamente posible (vocación). Pero esto no será posible sin una especie de compromiso ante las presiones y necesidades sociales. Por razones económicas, familiares o sociales no siempre se puede conseguir lo que uno desearía. Hay que llegar a una especie de compromiso maduro de sacar el mayor provecho posible de las situaciones reales. Por otra parte, nunca hay una identificación total entre "vocación" y "profesión", sino que es siempre posible, dentro de una gama de situaciones profesionales desarrollar las tendencias profundas de la personalidad. La tragedia de nuestro mundo es que, de una manera mecánica o por presiones sociales, la mayor parte de las personas se ven obligadas física o moralmente a status profesionales rígidos, sin haber conseguido madurar, o totalmente disociados de una vocación deseable.

Cuando alguien está en camino de alcanzar una vocación madura, ¡son de dos clases las fuerzas que están actuando en su motivación: la imagen social de vocaciones realizadas y felices, perfectamente entroncadas en las realidades-ambiente, y el desarrollo de sus cualidades, intereses y tendencias profundas de la personalidad. Las dos tienen que entrar en una especie de compromiso equilibrado, sin una predominancia excesiva de cualquiera de ellas sobre la otra.

El error del "sociologismo" consiste en reducir estrictamente las motivaciones vocacionales a la interiorización de imágenes sociales.

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Para ellos bastaría que hubiese imágenes sociales firmes. Pero resolvería el problema vocacional? Esto es cierto "estadísticamente", Pero en cada paso concreto es necesario que esta "interiorización" se armonice con aspiraciones surgidas del interior, más exigentes y en todo caso más singulares. Debemos caer en la cuenta de que la vocación es una conquista personal, y que si a algunos les ofrece la ocasión de "ubicarse" y "guarecerse", para otros es un medio de "afirmarse" y "superarse".

Para Adler —que sitúa el problema central de la personalidad en el "instinto de imitación" de los sicoanalistas, se reducirá a la adopción de un modelo "para elevar el sentimiento de personalidad". Sólo se imita aquello que se juzga apropiado para favorecer la aspiración al poder, y para compensar las propias insuficiencias.

Con todo Adler olvida otra motivación vocaciona' específica: el servicio a la comunidad. Una profesión asumida por vocación debe tener en cuenta el mayor servicio posible dadas las circunstancias concretas en que se desarrolla cada individuo. Esta motivación de servicio está especialmente marcada en la vocación cristiana. Misión, evangelizaron, salvación; marcan las etapas más maduras de la opción a la fe.

Entre estos dos ejes: imágenes vocacionales realizadas dentro de una realidad material y social, y motivaciones personales íntimas, se desarrolla todo el proceso vocacional. La diferencia entre el sujeto normal y el neurótico proviene de que el primero busca conciliar eficazmente las exigencias de su ideal con la realidad material y social, es decir que su personaje Je sirve exactamente como mediador, mientras que el neurótico se absorbe totalmente en su ficción, despreciando toda contingencia exterior; y se identifica místicamente con su personaje, que lejos de ser un medio de conquista, le sirve solamente de refugio.

3. DEL "YO"-"OTRO" AL "NOSOTROS" SOCIABILIDAD

El "nosotros" enriquece el "se" y la relación yo-otro con un elemento unificador diferente: el querer estar juntos y asumir conscientemente un mismo esfuerzo y un mismo ideal. El "nosotros" no puede realizarse sino entre sujetos que han adquirido previamente conciencia de sí mismos y del prójimo y que han, por lo menos parcialmente, superado la tentación del egoísmo individual.

1. Fenómeno sicológico

El fenómeno sicológico de la abertura al "nosotros" corresponde a la forma afectiva de relación en el niño de 6 a 12 años, que va cada vez ampliando más su campo comunitario, del familiar, al colegial, a las amistades. Pero su tipo de comunidad se parece más a

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la comunidad bloque o sociedad cerrada. Establece una estrecha solidaridad con sus padres, se hace uno con "los suyos", se opone a "los extraños" a menudo despreciados sin vergüenza y fuera de toda lógica objetiva (comunidad bloque). Más adelante su tipo de "nosotros" es como el de una sociedad cerrada: se abre más al campo de sus relaciones en la escuela y en la ca l le . . . pero siempre el grupo está ligado a la conservación de intereses comunes y defensa colectiva.

2. Posiciones sociales que reflejan el "nosotros" como grupo cerrado

El fenómeno social es el grupo "cerrado". Puede haber mucha amistad en el grupo, pero no habrá casi ninguna abertura para la comunidad que les rodea. Son las "peñas" aisladas, los grupos-Islas, las comunidades-castillos. Hay una cierta abertura del "yo" a los otros, pero este no consigue superar sus propios egoísmos. La motivación predominante en estas relaciones es la de sentimentalismo, búsqueda de apoyo, defensa de situaciones creadas.

Vemos aparecer una forma de comunidad ya en las sociedades primitivas, cuya estabilidad y organización por más rudimentarias que sean no podría explicarse por la sola participación. La solidaridad positiva de sus miembros se manifiesta en los ritos y tabúes colectivos, pero también en el carácter opresivo y cerrado que traducen la severidad de las sanciones y el fenómeno ya señalado del misoneísmo (rechazo de todo lo extraño).

En nuestros tiempos subsisten, aun en sociedades modernas, las llamadas sociedades "cerradas", en las que predomina el instinto social de la conservación y de la defensa colectiva de los intereses comunes. Esta situación hace posible, y aun necesario, el rigor tiránico de prescripciones sociales que supera y aplasta todas las aspiraciones individuales. Todos los extremismos de derecha o de izquierda, dirigidos únicamente por el instinto de conservación o por la defensa cerrada contra injusticias, lleva a la formación de "mo-nobloques" incapaces de dialogar con nadie y de dialogar y formar una comunidad con los otros grupos. Dominados por la ira, por el sentimiento de justicia "vindicativa" o penal —no la justicia "plena" del que procura salvar e instaurar la paz— dominados por el miedo de perder las tradiciones y los privilegios, su actitud es la de fieras heridas que rugen cuando se mueve la menor hoja al soplo del viento, o la de miedosos encerrados en sus caparazones de acero, insensibles a todo lo que les rodea. No es esta la situación de tantos "bloques" sociales, políticos y religiosos de nuestro mundo? Ahí están las organizaciones de presión ultra-conservadoras en el campo del catolicismo.

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4. DEL "NOSOTROS" AL "YO-TU" (COMUNIDAD)

Es el paso de lo colectivo a lo interpersonal. De la unión por defensa o sentimentalismo a la comunidad de participación consciente y de cooperación voluntaria.

1. Fenómeno sicológico

Sólo con la adolescencia y muchos más en el ser adulto el hombre llega a descubrir el mundo como tal, y a los otros seres en toda su profundidad y originalidad. Esta toma de conciencia se efectúa desde el comienzo en sí mismo y para sí mismo: es la "Crise d'originalité juvénile" descrita por M. Debesse. El joven se siente un ser único, a nadie igual; en los términos de Gide "cultiva su di-ft.rencia". Período crítico y complejo, en el que la eclosión de la vida interior se mezcla con factores sico-sociales muy importantes. La preocupación por la originalidad y la protesta contra la protección familiar, tan cara al niño, coinciden con un apetito de contacto humano que sobrepasa la simple camaradería. Es la época de las amistades exigentes, de los amores líricos y, para algunos, de un impulso de fe religiosa. El sentimiento de la personalidad, penetrado por la necesidad de darse, está lleno al mismo tiempo de intransigencias y de extrema susceptibilidad. Al equilibrio infantil de los 12 años, sucede hasta los 18 ó 20 años un período de efervescencia, de búsqueda, a la vez, de autonomía y amor.

Sólo ahora se da la posibilidad verdadera de intercambio "YO-TU". A pesar de todas las fuerzas negativas que se oponen a la maduración personal —la imitación ciega, el control latente o claro del medio ambiente, la "masificación" por la moda, el "qué dirán"— y que tienden a vulgarizar y cristalizar su personalidad, el adolescente se siente con suficientes fuerzas para intentar una integración personal.

Realmente se franquea una etapa en el desarrollo evolutivo de los individuos. El sujeto ha aprehendido su yo y el yo del otro en su existencia y su valor singulares; la simpatía, la camaradería, que encierran aún cierta confusión afectiva, dejan lugar al amor y a la amistad en las que el YO se une al TU, sin confundirse con é l . . . Enriquecido el adolescente con las nuevas actitudes y roles sociales, presiente a una región más profunda y concreta de sí mismo, más allá de la comunicación superficial del lenguaje y las convenciones más allá también, de la promiscuidad de los hábitos y los deseos, aparece la posibilidad de un intercambio más rico entre las personas. En realidad, la presencia del otro no es sólo una presencia social; ya que puede llegar a ser una presencia personal, a condición de que yo sepa, según la excelente expresión de G. Marcel, estar disponible, no rehusarme al otro. En contra de Sartre, filósofos como Scheler, Buber, Berdiaeff, Mounier, y sobre todo Marcel, sostienen que el otro, lejos de estar frente a mí como un límite, como un "muro", puede ser una ampliación, un "puente" hacia la más profun-

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da revelación de lo que soy. La esencia más profunda del ser humano es la búsqueda y la abertura al OTRO...

El NOSOTROS experimentado en la anterior etapa como la pertenencia a un conjunto, ahora gana toda la riqueza de un intercambio interpersonal, que es capaz de abrir integralmente cada "yo" singular a los otros " tus" considerados en su esencia de "yos" singulares y libres. Así se realiza auténticamente el "NOSOTROS", al darse sin reservas —no enajenando nada de la personalidad de cada uno— único "NOSOTROS" que merece el nombre de "comunión".

La unión del "YO" gana más profundidad que la unión de la anterior etapa evolutiva del "YO" con el individuo, considerado simplemente como el "OTRO", y tendrá que sortear los escollos del egoísmo que tiende a utilizarse de los otros como cosas —el "YO-ESTO". La triste posibilidad del destino humano es que la relación "YO-TU" puede transformarse en "YO-EL", es decir el otro como conocido socialmente, más personalmente desconocido :o aun peor en la relación "YO-ESTO" en la que el otro, en vez de ser aprehendido como sujeto y amigo, puede ser rebajado al papel de instrumento. Lo propio de la relación personal es en efecto no recurrir al otro con el propósito de utilizarlo —o reteniendo de él solo una cualidad, un aspecto (amar el rostro, el talento o la obra de alguien no es verdaderamente amarlo), sino considerarlo a la vez, en su unicidad y su integridad es decir, amarlo "tal como en sí mismo".

Nota: Harvey Cox introduce una nueva categoría, el YO-USTED. El otro considerado no como objeto (ESTO), ni como potencial enemigo (ELLO), sino como imagen social con sus funciones definidas: el taxista, el lechero, el comerciante.. . No es que no podamos sino que no queremos entablar con él relaciones primarias para defender el mundo de nuestras relaciones íntimas. Aceptamos este tipo de relación y la consideramos acertada como una cuestión de hecho, pero consideramos necesario hacer una pequeña acotación. Es un producto de nuestra limitación de relacionarnos personalmente, y una manera de enriquecernos en el pluralismo y multitud de relaciones que nos ofrece la moderna "tecnópolis". Pero la personalidad se va enriqueciendo conforme aumenta la posibilidad de entablar relaciones primarias entre el YO-TU, en el campo cada vez más amplio de los "USTED". Así como existe el peligro de aislarnos en esta multitud de nuestras relaciones y tratarnos sólo de imagen social a imagen social. No es esta la neurosis de angustia que sufre el hombre de hoy? No protesta por esto nuestra juventud? La técnica, el catalogar a los hombres como máquinas, el fomentar sobre todo las relaciones profesionales, funcionales, burocráticas... no nos está haciendo desembocar en un mundo sin alma, cuya máxima expresión es el "robot" y los cálculos de probabilidades en las máquinas electrónicas?

Por su parte, G. Marcel (Etre et avoir) opone el mundo de la segunda persona, del "ser" y el amor, al mundo de la tercera, de los objetivos del "tener": "cuando un ser se me presenta no puedo tratarlo como si estuviera simplemente frente a m í . . . yo no lo tengo, estoy con é l " . No es posible circunscribir de antemano el alcance de

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nuestras relaciones personales con los otros: de la cooperación puede —y debe— pasar al respeto, a la comprensión y a la amistad.. .

2. Fenómenos sicosociales procedentes de esta etapa

Esta etapa —que representa el camino ya abierto para las relaciones interpersonales más maduras— se presenta en la vida social en una gama riquísima de manifestaciones. Las examinaremos en dos campos bien distintos:

A) Las relaciones interpersonales con el otro "TU". B) Las relaciones interpersonales con la comunidad.

A) Las relaciones interpersonales con el otro "TU"

El "TU" relacionado interpe sonalmente con el "YO" puede suscitar en él la admiración que conduce a la imitación, o el amor que desemboca en la unión de los corazones.

1) El "TU" como "modelo"

Es importante distinguir el "modelo" de la influencia. La influencia actúa desde afuera por un lento moldeamiento, el "modelo" actúa desde dentro, "como una iluminación" de las posibilidades de uno mismo.

Las formas inferiores de imitación (contagio, sugestión) tienen un carácter constructivo, colectivo, parcialmente inconsciente. La enseñanza permanece abstracta e impersonal. El ejemplo actúa de hombre a hombre, bajo el efecto conjugado de afinidades selectivas v de un libre compromiso. Es una suerte de "transferencia de la experien-ciendo desembocar en un mundo sin alma, cuya máxima expresión cia". Hay una tendencia a la identificación entre personas que se relacionan de centro a centro. Al "convivir" la experiencia del otro y palpar sus éxitos y realizaciones se levanta en el individuo no sólo un sentimiento de admiración —que puede suscitarse también entre personas sicológicamente distantes— sino una especie de imán que conduce a la imitación. Pero no es una imitación pasiva, sino una verdadera liberación de las fuerzas interiores. El modelo opera como una revelación de la otra persona a sí misma: el contacto con el otro TU como modelo liberta en nosotros aspiraciones, aptitudes, energías no utilizadas, pero existentes. No es el "arrastre" de líderes autocráticos que masifican al otro, sino aquella revelación de nosotros mismos —vemos en el otro lo que nosotros podríamos ser— que nos redime de nuestro conformismo letárgico y nos anima a crecer, aunque siempre en una línea personal y auténtica. El nos permite realizar aquel imperativo: "Sé lo que eres, lo que puedes ser".

2) El amor en las relaciones entre el "TU" y el "YO"

Llegamos aquí al punto máximo de las relaciones entre las personas: el amor. No es aquí nuestra intención definir el amor, que

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creemos ser indefinible. El amor es una experiencia vital en la que tendemos continuamente a la unión sin nunca acabarla plenamente. Porque tal vez una de las experiencias más características del amor sea esa posibilidad de descubrimientos continuos en el otro y de unión cada vez más plena de los corazones. El amor supone un respeto infinito por la personalidad del otro, una búsqueda de comprensión más plena de las motivaciones íntimas que fundamentan sus actitudes, y una entrega cada vez más generosa al otro, no sólo de lo que tenemos sino de lo que somos, para que el otro crezca cada vez más en la línea de lo que él "es". El amor se desarolla en la dinámica del querer hasta conseguir amar.

a) El querer

El "querer" es el primer paso dado por el adolescente en la línea del amar. Ya hay una salida de sí mismo, pero mezclada con innúmeras referencias al "yo". Se quiere en definitiva para el bien de uno mismo, no del otro, considerado como fin. Hay además en el querer factores específicamente sexuales, que pueden hacer desembocar el amor en uno de sus mayores venenos: el placer considerado en sí mismo, como meta de nuestras aspiraciones. Pero no se puede negar que el querer es un avance positivo camino del amor, mientras no pare en la mera afectividad y prepare el camino a la entrega en bien de la unión, que considere y respete los derechos de la persona.

b) el amar

Hay diversas categorías en la temática del amor a los otros "TUS": el amor materno y paterno, el amor de hermanos, el amor de esposos— con toda su exclusividad—, el amor de amistad. Por ser este último el que más se puede extender a los otros "Tus" en la línea de plena igualdad y fraternidad queremos dedicarle algunas líneas.

La amistad es un fenómeno puramente espiritual: las exigencias y las satisfacciones de la carne que dan al amor su violencia y su fragilidad no perturban para nada la serenidad del intercambio amistoso. Mientras el ejemplo implica una suerte de jerarquía reverencial, el status de la amistad es fundamentalmente igualitario. La amistad, es esencialmente desinteresada. No se quiere imponer al otro, ni tiene como fundamento los dones que pueda recibir. Recaería entonces en el terreno del interés y del tener. Montaigne es uno de los que mejor han sabido entonar el canto a la amistad cuando al evocar el lazo que lo unía a La Boétie, dijo: "Si se me insta a decir por qué lo amaba, siento que no podría hacerlo más que respondiendo: porque él era él, porque yo era yo".

B) Las relaciones interpersonales con la comunidad

En sus formas más elevadas, la amistad y el amor realizan —en el seno del contacto interpersonal— una "COMUNIÓN". He aquí la forma más madura de conexión social, sólo posible en el Fenómeno Humano. Lo que caracteriza a la comunidad como diferente de otras

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formas de sociabilidad en que en ella los sujetos no están aislados, ni completamente absorbidos por el grupo, por eso la comunidad constituye la forma más estable de vínculo social. En ella se logra un equilibrio entre la atracción espontánea de los sujetos, unos por otros, y la presión recíproca del grupo sobre los miembros.

1) Solidaridad y cooperación voluntaria

a) Solidaridad: Comunión de conciencias

Significa una vibración común de las conciencias de manera que tengamos los mismos puntos de vista esenciales ante los principales problemas y nos hagamos solidarios con las dificultades o los éxitos de los otros. Mientras que en la masa el acuerdo entre las conciencias está determinado, casi únicamente, por situaciones y acontecimientos exteriores y materiales, en la comunidad ese acuerdo presenta un carácter más libre y más espiritual. La autoridad de las normas comunes no es sufrida, sino aceptada y aun aprobada; queda un margen de disponibilidad individual; el hombre puede sentirse a la vez sujeto distinto de otros y miembro de una colectividad que le es cara y por la que consiente ciertos sacrificios: éste es exactamente el plano de la solidaridad, equidistante de la soledad y de la promiscuidad opresiva.

b) Cooperación voluntaria: Comunión de acción

Consciente y voluntariamente cooperamos con los otros para el bien común. El hombre es capaz de sacrificar instintos o egoísmos personales para conseguir un bien más universal y por lo tanto más gratificante para los individuos. La acción común une hombro a hombro la comunidad humana en el crecimiento común de un ideal y en la satisfacción por promover cada vez un mundo más digno y rico, donde las personas puedan ser más personas.

2) Comunión de corazones

Es una fusión de conciencias en la dinámica del amor. El "YO" y los "TUS" se confunden respetando su unidad. La comunión supera absolutamente el nivel de la mentalidad infantil y primitiva, y más aún el de algunas fusiones patológicas, presentadas a veces como caricaturas de la unión mística.

El "NOSOTROS" de la comunión nace y vive de la dualidad misma de las personas: el "YO" y los "TUS" se unen sin confundirse. Por eso podemos afirmar que lo interpersonal no se puede reducir a lo simplemente social. La comunión se realiza cuando "se ponen en común" no sólo bienes y dones sino los mismos centros personales hasta conseguir, no sólo que vibren con los mismos ideales, sino que se fusionen los mismos corazones, de manera que todos ellos sean UNO y al mismo tiempo diferentes en cuanto a su autenticidad y libertad. No es esto una realización humana del Dios TRINO y UNO?

12. Comunidades... 177

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Ciertamente en el mundo de hoy existen enormes barreras que impiden esta comunicación y comunión. Por una parte las personas se encierran en su caparazón de acero, actuando en sus relaciones sociales por meros mecanismos de defensa y egoísmo; por otra, los fenómenos de masticación que vive la sociedad moderna aniquilan la mayor parte de las manifestaciones personales.

a) Relaciones personales basadas en el egoísmo y la defensa

Nuestras relaciones se desarollan en el campo de los "personajes". Nos comunicamos de "imagen social" a "imagen social". Rotulamos a las personas: "el conservador, el avanzado, el atrasado, el derechista, el izquierdista.. ." . Partimos de nuestros prejuicios para el individuo, nos mantenemos en el campo de la moda, de las frases "sociales" vacías. . . No procuramos comprender las razones de sus actitudes íntimas, ni mucho menos comunicarnos nuestras experiencias de vida.

b) El fenómeno de la "masificación"

En nuestra sociedad gran parte de la población vive masificada, pero no tiene la experiencia grupal. Esta circunstancia produce un fenómeno dialéctico: somos enormemente individualistas y acentuadamente "borregos" en la masa.

1) El proceso de masificación conduce a una profunda alienación personal. En un mundo en el que proliferan los medios de comunicación, se puede perfectamente decir de cada uno de nosotros aquella frase: "ese hombre, una isla". Comunicamos lo exterior, lo socialmente aceptado. Difícilmente lo personal e íntimo. Puede darse perfectamente entre nosotros el caso de convivir bajo el mismo techo, de tener un trato social frecuente y ser unos perfectos desconocidos unos para los otros. A través de todo ese tiempo nos hemos hecho una imagen del "personaje" con el que hemos tenido un trato social durante tanto tiempo, pero, qué conocemos de sus desengaños y alegrías, de su mundo de valores, de aquello que él más desea conseguir en la vida, si nunca hemos comunicado experiencias íntimas y personales?

En esta casi absoluta falta de comunicación, nos sentimos arrastrados a vivir tan ocultamente nuestra vida interior, que nos incapacitamos para observar y sentir la realidad de los otros. Y sobrevienen la frialdad, o el escepticismo, o la agresión, o la ironía, o la fuga. . . Todo esto revestido, tal vez, de una enorme sociabilidad exterior y formalismo en nuestras relaciones. Pero en nuestro ser íntimo nos sentimos aislados, incomprendidos.

Es importante comprender que este es uno de los puntos vitales por los que protesta nuestra juventud. No aceptan que, por causa de estas estructuras, que nosotros les hemos transmitido, no sea posible una comunicación personal. Muchas veces nosotros, los adultos, hemos aceptado ya una posición de conformismo o de connivencia con estas estructuras. Unos, desilusionados, no tienen fuerzas para enfrentar una realidad nueva; otros, encumbrados en puestos que les apoyan y promueven, no quieren que las situaciones cam-

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bien por miedo a perder sus privilegios; otros, acostumbrados, y mal que mal acomodados en las estructuras antiguas, no entienden cómo se podría subsistir en situaciones nuevas. Hay una tendencia, entonces, a atacar estas aspiraciones juveniles como inoportunas, Inmaduras y "revolucionarias". Y tienen razón y también casos de sobra para contar.. . Pero, de quién es la culpa? Los jóvenes presienten que algo nuevo tiene que venir. Pero no tienen la experiencia necesaria para intentarlo. Cuando los adultos rechazan toda posibilidad de diálogo, y se aferran simplemente al orden y a la disciplina, lanzan a la juventud por el camino de la desesperación, en el que sólo es posible intentar lo peor. La solución sería que, en un diálogo honesto, los jóvenes aportasen su vigor e intuición juveniles, y los adultos su experiencia y posibilidad de manejar las estructuras.

2) Al mismo tiempo que se da este proceso de alienación personal, el fenómeno de la masificación lleva a las personas a una cantidad enorme de comportamientos condicionados. La moda, las ideas vertidas en la radio, televisión, cinematógrafo, periódicos, rev is tas. . . dominan toda nuestra vida personal y social. Actuamos "como" los otros actúan —y los "otros" tampoco saben por qué actúan así—, o como pensamos que los otros esperan que nosotros actuemos. Dejamos de ser agentes de nuestra propia historia para convertirnos en sujetos de la historia que otros realmente conducen. Somos hombres que no buscan "significaciones" a su vida, vivimos los episodios de nuestra vida, pero no le damos conscientemente su sentido profundo. Tenemos "historietas" y "aventuras", pero no somos actores y conductores de una HISTORIA. No queremos con esto indicar que rechacemos la influencia de los otros —de principios recibidos o de fe testimoniada por otros— sino que lo que rechazamos es que toda esta influencia forme parte de nuestra existencia, sin una integración y crítica personal, de manera que llegue a fabricar una síntesis, conforme a la cual la persona actúe conscientemente.

He aquí nuestra situación presente con todas sus fallas y esperanzas. Hemos tomado conciencia de realidades que hace mucho tiempo nos estaban afectando. La toma de conciencia, aunque dolo-rosa y frecuentemente pesimista, es un paso inicial, pero necesario, para esa comunicación de corazones que todos anhelamos. Caer en la cuenta de los aspectos negativos, que nos angustian, es ya una fuerza impulsora para un porvenir mejor.

CONCLUSIÓN

La vivencia de la comunión sólo será plenamente real en las pequeñas comunidades de base y en la interrelación entre estas comunidades en una comunión más amplia.

Desde el punto de vista sicológico este parece ser un dogma irrefutable: la incapacidad del grupo numeroso ("colectividades") para vivir en el plano de la "comunión". Parece imposible y utópica la ampliación de la amistad al plano de la colectividad y lo social. En

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la vida colectiva hay exigencias de orden utilitario, cooperación voluntaria y libre, funciones anónimas de coerción, en las que cada sujeto no tiene necesidad ni ocasión de comunicarse con los otros "TUS".

Pero, por otra parte, no hay en el ser humano maduro un ansia ilimitada de comunicación, que nunca se satisface totalmente con las relaciones interpersonales limitadas? No es impulsado a ampliar cada vez más el campo y la profundidad de su comunión con los otros?

Tal vez tengamos que ampliar el campo de la visión humana a la luz de la fe. No nos pide Cristo amar a todos, aún a nuestros enemigos, como El nos amó?

1. La primera interpretación que se podría dar es que Cristo nos pide que amemos a aquellos que llegamos a conocer y tratar, aunque sean enemigos. Porque para amar hay que conocer, al no conocido sólo se le puede amar en lo indefinido y en bloque, no personalmente. En este sentido lo que nos pide Cristo es una disposición continua de abertura al amor: un esfuerzo por comprender y respetar las personas y consecuentemente por donarse "a servicio" para que los otros crezcan y se promuevan. Pero la realidad del amor supone personas conocidas como tales, que se unen en relaciones afectivas interpersonales de centro a centro. E! cristianismo nos exige una ampliación al máximo de esas relaciones. Y un aprovechar todos nuestros contactos, aun ios profesionales y funcionales, para llegar en lo posible a ese tipo de relación. El cristiano debe procurar ver siempre en el otro al hermano, a la persona, siempre que la vida le presente la ocasión de comunicarse con los otros.

2. Pero parece que el cristianismo no debe terminar ahí. El corazón humano —inquieto— busca dar más y recibir más. Busca una felicidad y una plenitud total, que no acaba de encontrar en la relación "yo-tú". Digamos que busca un "TU" trascendente e infinito.

El diálogo del "yo" con el " t ú " tiene en el ser humano una profundidad absoluta, la búsqueda del diálogo con el TU de Dios. Dios se nos manifiesta a través de los otros en la historia y pide, a través de una comunicación con ellos, una respuesta de amor. Lo que une la comunidad cristiana no es la identidad de fines o la necesidad de defensa, sino la presencia salvífica de Dios que hace alianza con todos y cada uno, constituyéndolos en Pueblo de Dios. Así el amor humano en su intercambio con el " t ú " se convierte en caridad o amor del "Yo" al "Tú" con el mismo amor con que el Padre ama al Hijo en el Espíritu. Y este amor no tiene límites. Por eso, si el amor humano no se podría extender del "Yo" a los "Tus" de la comunidad sin quedar indeterminado, el amor cristiano puede entrar en comunión con toda la comunidad de los hombres, porque siempre será un diálogo interpersonal YO-TU Divino.

Por eso podemos afirmar que:

EL PUNTO DE UNION ENTRE COMUNIÓN Y COMUNIDAD ES EL "TU", DIVINO, CON EL QUE NOS UNIMOS A TRAVÉS DE LOS OTROS.

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Más aún, es en ese TU divino donde encontramos a los otros reflejados e integrados en lo más esencial de su personalidad. En su centro, como diría Teilhard.

Sin duda que reflejan esta realidad —supremo ideal de la vivencia cristiana, aquellas palabras de Jesús, en el discurso de la unidad, transmitido por San Juan: "Que ellos sean uno, como Tú —Padre— y Yo somos una misma cosa . . . " . (S. Juan, Cap. XVII). La misma relación interpersonal en la unidad —el amor del Padre y el Hijo en el Espíritu— es pedida por Jesús al Padre para toda la comunidad cristiana.

Podríamos terminar —como en oración— repitiendo aquellas palabras de Teilhard en el Medio Divino:

"El don que me reclamas para estos hermanos —el único don de que mi corazón es capaz— no es la ternura colmada de estos afectos privilegiados que dispone en nuestras vidas como el más recio factor creado de nuestro crecimiento interior, es algo menos dulce, pero tan rea! y aun más fuerte. Entre los hombres y yo quieres que, con ayuda de tu Eucaristía, aparezca la atracción fundamental (ya oscuramente presentida por todo amor, en cuanto es fuerte) que místicamente convierte la miríada de las criaturas razonables en una especie de Mónada única en Ti, Jesucristo. Muy superior a una simple simpatía personal, quieres que las afinidades combinadas de un mundo para sí mismo y de este mundo para Dios, me atraigan hacia "el Otro".

Con ello no exiges de mí nada sicológicamente imposible, puesto que en la masa extraña innumerable, lo que se me invita a amar es siempre a un mismo Ser personal, el tuyo.

Tampoco me obligas, frente al Prójimo, a hacer hipócritas protestas de amor puesto que la búsqueda de mi corazón no puede alcanzar a tu Persona más que en el fondo del o que hay de más individual y concretamente personal en cada prójimo, es a este otro sí mismo y no a ninguna vaga entidad a lo que se dirige mi caridad.

No me pides nada falso ni irrealizable, sino, sencillamente, por tu Revelación y por tu Gracia, fuerzas a lo que hay de más humano en nosotros para que tome, al f in, conciencia de sí mismo. La Humanidad dormía —todavía duerme— amodorrada en los goces mezquinos de sus pequeños amores cerrados. Un inmenso poder espiritual dormita en el fondo de nuestra multitud y no aparecerá más que cuando sepamos forzar las vallas de nuestros egoísmos y elevarnos mediante una refundición fundamental de nuestras perspectivas hasta la visión habitual y práctica de las realidades universales.

Jesús, Salvador de la actividad humana, a la que confieres un valor de vida: sé la salvación de la unidad humana, fuérzanos a que abandonemos nuestras mezquindades y a que, apoyados en Ti, nos aventuremos por el océano desconocido de la caridad".

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CAPÍTULO II

FENOMENOLOGÍA SOCIOLÓGICA DE LA COMUNIDAD

INTRODUCCIÓN

Al examinar los problemas de la sociedad y comunidad humana ya no son válidos muchos de los conceptos antiguos. La humanidad está pasando de una concepción estática "a otra más dinámica y evolutiva de donde surge un nuevo conjunto de problemas, que exige nuevos análisis y nuevas síntesis" (G. S., n9 5). La evolución tiene dos nombres: urbanización e industrialización. "Por todo ello, son, cada día más profundos los cambios que experimentan las comunidades locales tradicionales, como la familia patriarcal, el clan, la tribu, la aldea, otros diferentes grupos, y las mismas relaciones de la convivencia social.

El tipo de sociedad industrial se extiende paulatinamente, llevando a algunos países a una economía de opulencia y transformando profundamente concepciones y condiciones milenarias de la vida social. La civilización urbana tiende a un predominio análogo por el aumento de las ciudades y de su población y por la tendencia a la urbanización, que se extiende a las zonas rurales". (G. S. n9 6).

Esta nueva situación abre nuevas esperanzas y acarrea nuevos peligros. El peligro es la despersonalización. La esperanza es la comunidad. En la sociedad antigua se estaba abriendo una brecha profunda entre la sociedad —considerada como algo racionalizado, ente abstracto lleno de derechos y fuente de obligaciones—, y la personalización —como un individualismo exacerbado—, alienado de toda estructura social. La situación presente se abre a nuevas perspectivas: el grupo humano que "personifica", y las personas unidas que pasan de un concepto abstracto de sociedad a realidades concretas de comunidades humanas. Así, persona y comunidad son inseparables. El Concilio aplaude, en la Gaudium et Spes, esta situación —a pesar de todos sus riesgos—. Aprueba el proceso de socialización en marcha, y lo hace en nombre de la dimensión social, esencial a la naturaleza humana. "Este fenómeno, que recibe el nombre de socialización, aunque encierra algunos peligros, ofrece sin embargo, muchas ventajas para consolidar y desarrollar las cualidades de la persona humana y para garantizar sus derechos". (G. S. n? 25).

La comunidad anhelada por el Concilio fG. S., Cap. II) tendría los aspectos siguientes:

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1. Una comunidad a servicio del hombre.

El mismo Concilio usa la frase evangélica: "no se hizo el hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre".

Esto supondría una comunidad que promoviese dos aspectos esenciales:

1) La dignidad y el respeto por la persona humana, la defensa de sus derechos fundamentales. La comunidad así no sería una entidad estática, sobrehumana, a la que el hombre se tendría que acomodar, sino una realidad evolutiva, que estaría continuamente investigando las realidades cambiantes de la vida humana y procuraría corresponder a ellas fomentando la justicia y el amor: "El orden social hay que desarrollarlo a diario, fundarlo en la verdad, edificarlo sobre la justicia, vivificarlo por el amor" (G. S. n9 26).

2) La libertad y responsabilidad del hombre. Una comunidad que permita a los hombres, y a cada hombre, ser agentes de su propia historia. Esto supone una comunidad ágil, siempre dispuesta a renovar estructuras, y que permita a las personas decisiones libres y responsables. "Para cumplir todos estos objetivos hay que proceder a una renovación de los espíritus, y a profundas reformas en la sociedad". (G. S. n9 26). A cada uno debe ofrecerse condiciones de vida ¡guales y dignas de la persona humana. Pueden diferir las capacidades y talentos, pero toda discriminación debe ser radicalmente abolida. (Cfr. n9 29).

2. Una comunidad fundamentada en las relaciones humanas y a servicio del diálogo con el prójimo.

1) Relaciones humanas: "Entre los principales aspectos del mundo actual hay que señalar la multiplicación de las relaciones mutua3 entre los hombres. Contribuye sobremanera a este desarrollo el moderno progreso técnico. Sin embargo, la perfección del coloquio fraterno no está en ese progreso, sino más hondamente en la comunidad que entre las personas se establece, la cual exige el mutuo respeto de su plena dignidad espiritual". (G. S. n9 23).

2) El prójimo considerado como "otro yo", "acercarnos a todo3 y servirlos con eficacia", dialogar con todos. Aunque "sienten u obran de modo distinto al nuestro en materia social, política e incluso religiosa, deben ser también objeto de nuestro respeto y amor. Cuanto más humana y caritativa sea nuestra comprensión íntima de su manera de sentir, mayor será la facilidad para establecer con ellos el diálogo" (G. S. n9 28). Este diálogo, con todo, no significa indiferentismo especulativo o relativismo moral, sino simplemente no juzgar las razones íntimas por las que los otros toman ciertas actitudes. (G. S. n9 28).

3. La persona también a servicio de la comunidad.

A pesar de la fuerza con la que el capítulo ordena la vida de la comunidad a la plena expansión de la persona, no se debe en-

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tender esto en un sentido individualista: la persona también está a servicio de la comunidad: "La profunda y rápida transformación de la vida exige con suma urgencia que no haya nadie que, por despreocupación frente a la realidad o por pura inercia, se conforme con una ética meramente individualista. El deber de justicia y caridad se cumple cada vez más contribuyendo cada uno al bien común según la propia capacidad y la necesidad ajena, promoviendo y ayudando a las Instituciones, así públicas como privadas, que sirven para mejorar las condiciones de vida del hombre. Hay quienes profesan amplias y generosas opiniones, pero en realidad viven siempre como si nunca tuvieran cuidado alguno de las necesidades sociales". (G. S. n? 30).

Para concluir, sociedad y persona son enclavados —en términos concisos— en su fundamento cristiano: en Cristo, Dios nos llama a formar una comunidad de hermanos. La salvación es una alianza concertada entre Dios y su Pueblo. Cristo, "Primogénito entre muchos hermanos, constituye con el don de su Espíritu, una nueva comunidad fraterna entre todos los que con fe y caridad le reciben después de su muerte y resurrección, esto es, en su Cuerpo, que es la Iglesia, en la que todos, miembros los unos de los otros, deben ayudarse mutuamente según la variedad de dones que se les hayan conferido.

Esta solidaridad debe aumentarse siempre hasta aquel día en que llegue su consumación y en que los hombres, salvados por la gracia, como familia amada de Dios y de Cristo hermano darán a Dios gloria perfecta". (G. S. n9 32).

I. LA COMUNIDAD SOCIAL

El hombre crece y se desarrolla "aquí y ahora": en la historia y en la geografía. Todo esto condiciona su personalidad. Todos los que se encuentran en el espacio y en el tiempo se relacionan entre sí a base de

1) Interrelaciones: trabajando en común.

2) De relaciones personales.

A base de estas interrelaciones e interacciones surgen los grupos humanos. Cuando llegan a tener intereses comunes y pretender los mismos valores esenciales, llegan a agruparse para luchar por el mismo ideal y a relacionarse de persona a persona. Tenemos entonces la comunidad humana.

Las comunidades humanas parten de las mismas necesidades e intereses, se realizan a diversos niveles y se definen por su Interre-laclón y participación de ideas y de valores comunes.

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1 Punto de partida

Necesidad no es lo mismo que interés. Por sentir una necesidad básica, la gente está interesada en todo aquello que la puede satisfacer. Cuando las perconas ven que solas no pueden satisfacer sus necesidades básicas, se agrupan para resolverlas. Las necesidades básicas, que requieren agrupamientos humanos para quedar satisfechas, pueden recapitularse como necesidades de subsistencia, trabajo, familia, cultura, religión, descanso, sociales, políticas, económicas. ..

2. Diversas niveles

1) El nivel geográfico: Dice el Padre Marins en su libro "Comunidad eclesial de base": "La comunidad puede realizarse en área geográfica definida. Por ejemplo la comunidad de personas del mismo barrio o edificio. Cuanto menores sean las posibilidades económicas de los individuos o de las familias, mayor el relacionamiento entre los vecinos, por necesidad y comprensión, provocada por las carencias comunes. Los encuentros, entonces, pueden tener el sentido de mutua ayuda, o de relaciones en la línea de la afectividad (por ocasión de enfermedades, muerte, desastres...). Cuanto la propiedad se torna más particular, gracias a pequeñas casas con jard í n . . . el individualismo es mucho más perceptible. En los medios pobres, las familias se tratan más que en los medios aburguesados, donde las personas se pueden ignorar hasta viviendo en el mismo piso del edificio. En el fondo, la reserva, la distancia, el alejamiento de las personas, en un gran edificio, es una defensa natural, una busca de in t imidad. . . " .

El nivel geográfico —cuando fomenta contactos personales (lo cual no sucede, por ejemplo, en edificios de apartamentos)— es una ocasión propicia, no la causa de la relación. La causa sería el conocimiento, la lucha por las mismas carencias...

2) El nivel profesional: Puede fomentarse el grupo humano en las interrelaciones ocasionadas por el ejercicio de la misma profesión. La gente se encuentra en intereses comunes, interacción o acciones semejantes, conformación común del conocimiento, lucha por la promoción y la defensa de la propia clase. El encuentro puede ocasionar interrelaciones personales y acción por ideales comunes. Con todo hay que tener en cuenta que, aunque el encuentro es más extenso en "horizontalidad" —en cantidad en contacto—, raras veces es menos profundo en "verticalidad" —en contactos de persona a persona y en ideales—. El grave peligro es el tratarse de "personaje a personaje", y el cerrarse demasiado en su clase —lo que sería totalmente opuesto al concepto de comunidad—.

3) El nivel de intereses y aficiones comunes: No cabe duda que esta es la causa de múltiples agrupaciones humanas, clubes,, deportes, asociaciones musicales, filatélicas, teatrales. El contacto huma-

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no aquí es más espontáneo y libre, pero con el grave defecto de abarcar poco campo de la personalidad y ser muy superficial.

4) El nivel de necesidades comunes: Cuanto más profundas sean las carencias, más se estrechará el contacto humano. Así grupos de adolescentes por superar el aislamiento que los cerca, necesidades afectivas insatisfechas, carencias materiales que agrupan a los marginados... Estos grupos suelen originar relaciones humanas y profundas y acción intergrupal por solucionar sus necesidades. El peligro es el encerramiento en sí mismos, y el considerar como enemigos a todos aquellos que gozan de lo que ellos carecen.

5) El nivel de valores comunes: La vivencia de valores comunes es otra de las causas de los agrupamientos humanos. Valores sociales, políticos, religiosos, filantrópicos y caritativos. La gente se agrupa para vivir y crecer en común en el ideal y para propagarlo y defenderlo. Son los grupos más dinámicos especialmente en el campo social, político y religioso. La acción en común fomenta las relaciones humanas, aunque puede existir el peligro de adoptar una postura combativa y divisionista. Cuanto más el valor abarque el campo de la personalidad más se convertirá en un mensaje vital que unificará los individuos y los impulsará a la acción común.

Las comunidades religiosas serían comunidades de valores. Pero en estos como en otros tipos de agrupamientos, habrá que tener en cuenta el proceso de evangelización. Pueden en esas comunidades existir sujetos agrupados por la estructura y no por un proceso de crecimiento personal en el mismo valor. Los sujetos teóricamente unidos por ideales generales —v. gr. el apostolado o la santidad— pueden en realidad tener ideales personales muy diversos. Se impone un proceso de reeducación en valores comunes. No es un ideal general lo que agrupa, y sí ideales bien concretos y vivencia-dos. Eso impone una reestructuración en comunidades de base, a pesar de los peligros de aparente división que este proceso pueda suponer. Habrá de intentarse la "comunión" entre las diferentes comunidades de base dentro de la gran comunidad.

3. La esencia de la comunidad humana: la interrelación

La comunidad —como lo indica el mismo nombre— es un grupo humano capaz de crear entre ellos el sentimiento de "nosotros". Muchas pueden ser las causas que inician esta comunión: vínculos familiares, afinidad, profesión, territorio, medio ambiente... Decimos "iniciar", porque la comunidad será un crecimiento humano voluntario y libre.

La relación puede ser primaria o secundaria. Otros autores llaman a la secundaria funcional y a la primaria orgánica.

Relación primaria: Teilhard la llamaría de centro a centro. Lo íntimo de la persona entre en relación con la otra. O, lo que es lo mismo, no a nivel de función o de imagen social sino de comunión

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con el otro. Se trata a la persona como tal y se entra en relación con ella prescindiendo del ropaje del personaje.

Relación secundaria: Se ejerce a nivel de la función que desempeñan las personas, o de la imagen social que representan. Es una relación tangencial, apenas bajo el ángulo de la función. Yo me presento al otro solamente bajo el prisma social y le pido al otro que se relacione conmigo en el mismo plano. Le trato por ejemplo únicamente como "superior" o director y me relaciono con él en el plano de subdito. Sólo le pido actitudes justas y aprobadas por la sociedad y le retribuyo en todo aquello a que él tiene derecho como superior. Mi intimidad así queda totalmente cerrada a la relación. Así también, cuando voy a comprar algo, me relaciono con el comerciante como tal, y con actitudes de "comprador". Hago del otro una imagen convencional —lo que se suele pensar que son los comerciantes— y se la cuelgo como un traje en una percha. La relación secundaria "despersonaliza". —Todos los comerciantes son iguales . . . —No me relaciono con el otro como él es, sino como la sociedad espera que sea. Lógicamente cuando imperan las relaciones secundarias hay un control social rígido —convencionalismos, costumbres, formal ismos.. .— y la intimidad de las personas se hace cada vez más desconocida a los otros.

La comunidad se desempeña al nivel de las relaciones primarias: Las relaciones primarias no son causadas por el medio ambiente, ni siquiera en el tan bucólicamente contado relacionamiento de las comunidades rurales, del que trataremos más adelante. Son fruto de un esfuerzo humano por crecer en la relación dar-recibir, de persona a persona. Podríamos considerar como un triple crecimiento en la relación:

1) Dentro de la comunidad de base;

2) en la comunidad humana

3) la personalización del Universo.

1) Dentro de la comunidad de base

La relación personal supone esencialmente un esfuerzo por abrir la intimidad de la persona al otro y por establecer un puente tal de relación que haga posible el crecimiento mutuo en el dar-recibir. Significa crecer en el diálogo mutuo, que supone respeto, comprensión y entrega. Cuando esta relación se establece en la intimidad de varias personas, que forman la misma comunidad, todos se esfuerzan por

a) procurar los "encuentros" verdaderamente personales, asumiendo cada uno su parte para que haya un encuentro común —una comunión— en sentimientos, puntos de vista comunes, y actitudes de vida con respecto a valores asumidos por todos;

b) sentirse responsable con respecto al éxito de su vivencia comunitaria, como si el éxito dependiese exclusivamente de cada uno;

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c) concer a los otros en cuanto personas humanas, con nombre e historia, con todos sus condicionamientos familiares y sociales;

d) tomar una actitud de un continuo preguntarse sobre lo que cada uno puede hacer para la plena comunión con los demás.

2) En la comunidad humana

Pero una verdadera comunidad de base no se puede cerrar sobre sí misma. Sería envejecer y morir. Tan vital como la relación entre sí mismos, es la relación con los otros, que forman junto con ellos la comunidad humana. Es claro que esta abertura se extiende a varios planos:

a) El plano de las otras personas: Si la comunidad de base es auténtica prepara a sus miembros para el ejercicio de la comunión personal con círculos cada vez más amplios. Aumentará la posibilidad de intercambio personal en la familia, en círculos de amistades cada vez más extendidos; aun en intercambios transitorios profesionales o funcionales, con las personas con las que tengamos que tratar, pondremos siempre toques de humanismo y de intimidad . . .

b) El plano de las otras comunidades: Las comunidades de base deben luchar por llegar a una comunión con las otras comunidades que les rodean. No se trata de una super-organización. Sino de una "comunión". Esto se logrará fomentando los encuentros comunitarios, elaborando una mística común —respetando las particularidades de cada comunidad, y cooperando en acciones comunes. Con comunidades humanas muy diferentes a las nuestras, o aparentemente contrarias, siempre será posible —y urgentemente necesario— el diálogo amigo, franco y constructivo. Con sorpresa experimentaremos que nos encontramos en muchas más cosas de lo que creemos.

c) El medio ambiente: Pero hay mucha gente que no vive la experiencia comunitaria, sino que viven aislados o forman aquello que llamamos "masa". Por medio ambiente entendemos los más próximos a nosotros. Con tal de que hagamos dos acotaciones

1 ! Que en la intercomunicación cada vez más creciente de nuestro mundo, los más próximos deben entenderse en límites mucho más amplios que los meramente geográficos.

2' Que a la pregunta: y cuál es mi prójimo? —mi más próximo?— Cristo respondió con la parábola del Samaritano. Los más necesitados tienen por lo menos tantos títulos para considerarse nuestros más próximos, como los familiares a los de nuestro mismo nivel de edad, trabajo o profesión. Si Cristo es nuestro más próximo, Cristo está especialmente en ellos.

Supuesta esta explicación de "medio ambiente", aclaremos que las comunidades de base tienen que promover el medio ambiente y hacerse solidarios con sus problemas, buscándoles soluciones co-

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munitarias. Entiéndase bien que hemos dicho "promover", y no "influenciar" en la masa. El que influencia deja a la masa dependiente y masifica cada vez más. Se trata —en palabras de Paulo VI— de promover al hombre para que sea agente de su propio desarrollo.

Aunque sean palabras muy usadas, es muy peligroso hablar de grupo de élite y de masa. Porque las élites se llenan de un orgullo farisaico, y porque en los hombres llamados "masa" hay potencialidades ocultas —por lo menos a nuestros ojos— que podrían transformar el mundo. Por otra parte es cierto que, de aquellos que se decidan a entregarse a un ideal y a vivir una experiencia comunitaria, será el mundo del futuro. Lo que negamos es la élite cerrada "influenciando". Lo que queremos desencadenar es una reacción en cadena de estas comunidades que transmitan a los hombres —a todos los hombres, aun los hombres-masa— la conciencia de su fuerza, y que los promuevan para que ellos intenten lo mismo. Esto es confiar en el hombre. Creo también que es ser cristiano.

Si no queremos que todo eso sean palabras bonitas, las comunidades de base deben entroncarse en el medio ambiente, partir de él y sobre él ejercer una acción de promoción comunitaria.

Es esencial a las comunidades de base su contacto continuo con el medio ambiente. Así como el medio ambiente sin estos grupos promocionales, que llamamos comunidades de base, se convertirá en una masa amorfa y sin rumbo, las comunidades sin un contacto continuo con el medio ambiente perderían su vitalidad, se cerrarían y morirían. El compromiso de estas comunidades con el medio ambiente debe ser un compromiso de solidaridad con sus mismos problemas, de unificar todas las fuerzas del medio ambiente para solucionarlos y de promoción de los grupos humanos e individuos para que ellos mismos puedan ser agentes de su propio desarrollo. Entiéndase bien, la acción de estas comunidades debe ser de verdadero liderazgo comunitario: detectar las necesidades e inquietudes del ambiente, orientar para soluciones positivas, promover todas las fuerzas existentes para que sean capaces de solucionarlos. No se trata de que los pequeños grupos comunitarios resuelvan los problemas de la "masa" sino de que promuevan los esfuerzos de todos para resolverlos...

Una cosa es clara sociológicamente en el mundo de hoy: subsistirán aquellos grupos comunitarios que mantengan un estrecho y continuo contacto con las bases.

d) Con toda la comunidad humana: Rebasamos los límites del medio ambiente, para incluir la totalidad de la comunidad humana. Estamos en tiempos en lo que todo ha de ser entendido en ámbito "mundial". Afirma el Concilio: "El género humano se halla hoy en un período nuevo de su historia, caracterizado por cambios profundos y acelerados, que progresivamente se extienden al Universo entero" (G.S. , n? 4). "La propia historia está sometida a un proceso tal de aceleración, que apenas es posible al hombre seguirla. El género humano corre una misma suerte y no se diversifica ya en varias historias dispersas" [G.S. , n? 5).

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Reclamamos actitudes abiertas de solidaridad mundial a las grandes "señales de los tiempos" en la comunidad humana de nuestra época: unidad, indiscriminación, paz, promoción de la persona humana, desarrollo... Ciertamente, como lo confiesa el Concilio, las señales de los tiempos son ambiguas: encierran tanto elementos constructivos como destructivos, de luz como de tinieblas. Pero esto no quita que haya que solidarizarse con los valores positivos y universales. Lógicamente esta actitud supone, en las comunidades de base, una posición de abertura y de búsqueda de esos valores, para llegar a un discernimiento de sus compromisos con la comunidad humana.

3) La personalización del Universo

Creemos que las comunidades de base son el paso actual de la evolución hacia la gran comunidad humana. La evolución avanza ahora en la línea de la Noosfera —como lo afirmó Tellhard—. La materia va siendo asumida por la vivencia humana y la energía va evolucionando en la línea del AMOR. A medida que el hombre toma conciencia de sí mismo y se interroga sobre sus relaciones de Amor para con el otro, va penetrando el Universo en el que vive y lo va arrastrando en la línea del Amor. El universo que partió del AMOR Trinitario vuelve a su fuente evolucionando en la línea del Amor humano. En la dialéctica de la Evolución es posible lo contrario. Es posible que el esfuerzo empleado por asumir, transformar y mejorar el mundo, en lugar de llevarla a una promoción humana, conduzca a una transformación deshumana y degradante del propio Universo, destruyendo el Amor y la propia dignidad humana. El peligro está ahí: los ídolos de la Técnica y la Economía por encima del hombre. La materia, que en vez de servir de mediadora para la comunión humana, se convierta en obstáculo y fin último. El pecado destruyendo el Amor.

Creemos que las comunidades de base, como fundamento de una nueva sociedad que promueva la comunidad humana, son los elementos providenciales y salvadores que encaminarán la Evolución hacia la personalización del Universo. Hacia el Amor-Energía de donde todo procedió...

4. La interrelación en las comunidades rurales y urbanas

La misma interrelación humana puede tomar características bien diversas, dependiendo de los condicionamientos ambientales. Los principales son: la sociedad rural o la urbana. Los dos tienen sus peligros y sus oportunidades.

1) Sociedad rural

La relación en la sociedad rural se caracteriza por haber fijado normas y tradiciones del pasado en una evolución lenta. Aparentemente las relaciones se enmarcan más en el campo de lo personal.

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Dice Harvey Cox, en su libro "La ciudad secular": "Durante mi infancia mis padres nunca mencionaron a 'el lechero', 'el agente de seguros', 'el chatarrero'. Estas personas, eran, respectivamente, Paul Weaver, Joe Villanova y Roxy Barazano. Todas las transacciones de nuestra familia tenían lugar dentro de un círculo de amistad más inclusiva y lazos parentales con las mismas personas. Nunca eran anónimos. De hecho, el vendedor o repartidor ocasional, el forastero desconocido, era siempre mirado con sospecha hasta que supiéramos de donde venía, quiénes eran sus padres y si su familia era "algo bueno". Las excursiones a la carnicería, a la estación de gasolina, a la oficina de correos, eran inevitablemente visitas sociales, nunca contactos meramente fundamentales". Esta innegable ventaja se encuentra empañada por no pocos condicionamientos:

1. Es una sociedad cerrada

Todo gira alrededor del pequeño grupo, marcado por costumbres y tradiciones seculares. El control social es muy rígido y será rechazado por la comunidad aquel que se salte las normas latentes en la comunidad. Esto conducirá a muchas personas o a una despersonalización o a una sutil actitud de hipocresía.

La actitud característica es el arraigamiento, la identificación con la tierra. La tierra, las cosechas, la lluvia o la sequía, la extensión de los campos.. . se imponen a todo tipo de relación humana. Son el asunto permanente de las conversaciones. Su mentalidad gira en torno a eso. Y como la tierra es inmóvil, se puede decir que viven la mentalidad de la permanencia y de la inmovilidad. El mundo es lo que ellos conocen: su pequeña comunidad encierra todas las actividades, familiares, políticas, sociales y religiosas.

2. Es una sociedad pasiva

En esta posición inmóvil —esperándolo todo de la naturaleza, o de la intervención de fuerzas mágicas "sobrenaturales"— la población rural tiene una gran tendencia al pasivismo y aun al fatalismo. La reacción humana queda enmarcada como algo secundario, dentro del marco de su mentalidad de que "todo tiene que ser a s í . . . " No hay posibilidad de un crecimiento creador en la vivencia humana, como hombres "agentes de su propia historia". Dice el P. Marins en el libro citado: "El tipo de civilización rural viene marcado por una cierta rigidez en las estructuras de los relacionamientos. Así por ejemplo, la familia patriarcal, todavía dominante en el mundo rural, establece y fija la posición de cada uno: abuelo, padre, hijo, nieto y familiares. Los papeles sociales evolucionan muy poco. . . la tendencia al pasivismo es acentuada. Quien desempeña un papel social, tiende a permanecer en él para el resto de la vida".

Hemos descrito la mentalidad típica del mundo rural. Pero este tipo de mundo se está resquebrajando por todas partes. La influencia del Urbanismo en medianas y pequeñas ciudades, y la facilidad con que la mentalidad urbana penetra en el campo por la expansión de los medios de transporte, radio y periódicos, en la que —infelizmente— sobrevive y predomina lo peor de cada ambiente. Tal vez

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más que en la misma ciudad, sea necesario un trabajo de reintegración y de asimilación de los nuevos valores en las comunidades rurales. Se impone la promoción comunitaria, fundamentada en comunidades rurales de base.

2) Sociedad urbana

Una nueva civilización está surgiendo: la civilización urbana. Con sus características y contornos bien definidos. Su corporeidad son la agrupación de edificios, los altos rascacielos, las amplias avenidas, los transportes atravesando toda la ciudad, los medios de comunicación dominándolo todo. Pero, cuál es su espíritu, su manera de ser? Y cómo influye en las relaciones humanas?

Hay características muy importantes que deben ser tenidas en cuenta: la disociación entre el sitio de actividad profesional y el lugar de sus vivencias familiares y sociales, el desarraigarse de la tierra y considerar el lugar de sus posibles funciones profesionales, sociales, políticas, recreativas y familiares en sitios y localidades muy diversos, el cambio de estructuras sociales rígidas a otras más pluralistas y secularizadas, y —por último— el fenómeno de la socialización.

Son dos las consecuencias más importantes de todas estas características:

1°) El fenómeno de la masificación, que lo coloca en un peligro de anonimato constante, causa de innúmeros comportamientos condicionados. El ser humano no actúa por motivaciones personales y libres, sino por la propaganda y por imitación.

Para las relaciones humanas estos fenómenos son sobremanera despersonalizantes: se actúa en función de relaciones secundarias de imagen social a imagen social, mientras en lo íntimo las personas se sienten como bloqueadas y aisladas en un mar de aparentes relaciones y de libertad. Tal vez por esto —como lo indica Horney— la enfermedad de nuestros tiempos es la angustia. Es el suplicio de Tántalo de tener el agua a la mano y no poder beber. Nunca hubo tantos medios de comunicación, nunca tantas posibilidades y libertad para las relaciones entre las personas humanas. Películas y revistas proclaman la felicidad del hombre moderno en la libertad y el amor. Pero la experiencia vital de muchos es que ellos están muy lejos de haberlo conseguido.

2°) El fenómeno de desarraigamiento: El hombre moderno se siente inseguro y desarraigado de todo. Muchos psicoanalistas modernos consideran el instinto de pertenencia como algo básico para el equilibrio humano. En la civilización rural la tierra le da al hombre aplomo y seguridad. En la civilización urbana el hombre se siente más creador y libre, pero van cayendo uno a uno valores antes considerados como absolutos. Al irse desarraigando cada vez más el hombre cae en un relativismo total. Fácilmente pierde entonces el sentido de su propia existencia, y tiende a considerar todo lo estable y esencial como un absurdo.

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En las relaciones humanas lo domina todo "la moral de la situación". Al perder el sentido de valores absolutos, el hombre ya no sabe qué pensar sobre algo tan vital para la relación interpersonal como son el amor y la amistad. Todo entra en el campo de lo relativo, con el grave peligro de la caída en el egoísmo.

Tal vez las tintas hayan sido negras, pero nótese que no hemos hablado de consecuencias fatales, sino de peligros. Para ser justos tendremos que anotar también las inmensas posibilidades que para el relacionamiento humano ofrece la actual situación social.

1. Ventajas del anonimato: El pasar desconocido en la gran urbe moderna, el ser considerado "igual a cualquier otro" tiene grandes ventajas sociales. Con Harvey Cox, las podríamos resumir en dos:

a) Podernos relacionar con muchos sin perder nuestra intimidad personal. He aquí la opinión de Harvey Cox: "El hombre urbano debe distinguir cuidadosamente entre su vida privada y sus relaciones públicas. Puesto que depende de una red tan compleja de servicios para mantenerse en existencia en una ciudad moderna, la mayoría de sus transacciones tendrán que ser públicas y serán lo que los sociólogos llaman funcionales o secundarias. En la mayoría de sus relaciones tratará con personas con quienes no puede interesarse como individuo; antes bien debe tratar con ellas en término de los servicios que puede ofrecer y recibir. Esto es esencial en la vida urbana. Los cobradores de la luz o lectores del contador de gas que quedaren inmersos en las vidas de las personas a quienes estaban sirviendo serían una amenaza. Pronto causarían un derrumbamiento total en los sistemas esenciales de los que son parte integrante. La vida urbana demanda que tratemos a la mayoría de la gente que encontramos como personas: no como cosas, pero tampoco como familiares íntimos".

La ventaja sobre el hombre del campo es que, aunque en la civilización urbana el hombre depende de más gente para la satisfacción de sus necesidades, depende menos de personas particulares, y está menos sujeto en su conducta a las expectaciones de los demás. "El hombre urbano, por contraste, quiere mantener una distinción clara entre lo privado y lo público. De otra forma la vida la abrumaría y deshumanizaría. Su vida representa un punto tocado por docenas de sistemas y centenares de personas. Su capacidad para conocer a algunos de ellos mejor necesita que minimice la profundidad de sus relaciones con otros muchos. Escuchar el cotilleo del cartero se convierte para el hombre urbano en un acto de mera gentileza, ya que probablemente no tiene interés alguno en las personas de quienes el cartero desea hablar. Al contrario de mis padres, que sospechaban de todos los forasteros, tiende a ser receloso, no de los funcionarios que desconoce, sino de aquellos a quienes conoce".

Pero hay una ventaja mucho más positiva: la posibilidad de elección de sus amistades íntimas. El hombre del campo tiene poca oportunidad de reservar su intimidad para un grupo de amigos escogidos, sin que sea fácilmente seguido o criticado por muchas per-

13. Comunidades... 193

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sonas de la comunidad. Es como un cuarto con la ventana abierta a la calle. Y a una calle de pocos vecinos con los cuales tiene que estar en trato constante. La gran ventaja del anonimato consiste:

b) En la posibilidad de escoger —libre de presiones— el círculo de sus amistades íntimas. Y lo puede hacer en un margen más amplio de alternativas. AI caer sobre él mismo la responsabilidad de la elección, puede educar más la libertad y crecer en el contacto humano. Aplicándolo a la elección en otros campos dice Cox:

"Esto es perfectamente evidente cuando pensamos, por ejemolo, en el cine, los teatros y restaurantes. Los residentes de una ciudad de 10.000 habitantes pueden estar limitados a uno o dos teatros, mientras que la gente que vive en una ciudad de un millón puede escoger, quizás, entre cincuenta filmes en una noche dada".

Para Cox es esta una oportunidad de liberarse de la ley y de vivir el espíritu del Evangelio. La ley "es lo que Riesman llama el poder de la "otra dirección" que nos lleva hacia la conformidad con las expectaciones y constumbres de la cultura, impuesta en mil formas pequeñas, casi imperceptibles, por la gente que hace las elecciones por nosotros. Cuando la Ley más que el Evangelio se convierte en la base para nuestra vida, milita contra la elección y la libertad". Cox tiene una noción del Evangelio demasiado "secularizada": "Igualmente, el Evangelio en un sentido más amplio significa una llamada a la elección y a la responsabilidad. Designa no meramente el mensaje verbal de la Iglesia, sino también la llamada que llega a cualquier hombre cuando es confrontado con el privilegio y la necesidad de tomar una decisión responsable, no determinada por el ámbito cultural o el convencionalismo social". Pero no cabe duda que esta actitud prepara más a la libre elección que supone el mensaje evangélico. "Sugiere que en el proceso histórico mismo el hombre se encuentra con aquel que lo llama a la existencia como un ser que decida libremente, y sabe que ni su historia pasada ni su medio ambiente determinan lo que él hace". En la dialéctica paulina Ley-Evangelio, el fenómeno de la urbanización es un condicionamiento humano que nos prepara más para entender la libertad de los hijos de Dios. "A pesar de sus riesgos graves, la forma anónima de la vida urbana ayuda al hombre a liberarse de la Ley. Para mucha gente esta es una gloriosa liberación, un éxodo de las pesadas tradiciones y expectaciones de la vida pueblerina y una entrada a las emocionantes posibilidades nuevas de elección que impregnan la metrópoli secularizada".

2. Ventaja de la desradicación: Es esencialmente la movilidad. Un concepto tan cristiano como el de ser peregrinos en este mundo, y no tener una morada estable. Es interesante entender cómo la movilidad prepara al hombre moderno para la responsabilidad por las propias decisiones y para asumir el riesgo del necesario cambio social. En las relaciones humanas le preparará para intentar formas nuevas de sociedad a partir de las comunidades de base.

La inmovilidad amarra al hombre al espacio y a las estructuras fijas, la movilidad le hace ser dinámico en el tiempo y construir su

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propia historia. Lo importante en una sociedad rural es la comunidad apegada a la tierra; lo importante en la sociedad urbana, es la misma relación humana en cuanto tal, la comunidad humana barriendo las fronteras espaciales. Dondequiera se puede establecer una relación el hombre intentará una comunidad. Y esa comunidad móvil tendrá siempre una mentalidad de cambio.

En toda la historia bíblica Yahvéh se manifestó a través de acontecimientos históricos, especialmente de intenso cambio social para el pueblo de Israel. Al contrario de los pueblos limítrofes que tenían sus dioses instalados "en lugares altos", Yahvéh fue siempre un Dios que se manifestó en la historia. El Evangelio, predicado por Jesús, permanece en la misma línea: "Jesús tomó la tradición de los lugares sagrados rivales y patrias santas. Y así rechazó los impulsos de los zelotes —principalmente de Judas Iscariote— por salvar la patria sagrada del poder de los gentiles romanos; rehusó permitir a sus discípulos, en la historia de la Transfiguración, construirle monumentos permanentes; repetidamente prometió destruir el Templo de Jerusalén, cuya existencia corría siempre el peligro de reespacia-lizar a Dios. Su identificación del nuevo templo con su cuerpo resucitado debe ser considerada como su forma de llevar a cabo la desespacialización hasta su conclusión última. La fe de la Iglesia primitiva en la Ascensión puede ser interpretada como su negativa a permitir que su Señor fuera localizado o confinado espacialmente. La Ascensión en sus términos más simples significa que Jesús es móvil. No es un baal, sino el Señor de toda la historia" (Cox. o.c).

Es cierto que la movilidad del hombre moderno le puede llevar a la inestabilidad y a la negación de todos los valores absolutos. Pero no necesariamente tiene que ser así. Como la negación de los baales de "los lugares altos" no llevó al pueblo de Israel a renegar a Dios. "No hay razón alguna para que los cristianos deploren la acelerante movilidad de la moderna metrópoli. La Biblia no llama al hambre a renunciar a la movilidad, sino "a ir a un lugar que yo te mostraré". Quizás el hombre móvil puede oír con menos estática un Mensaje sobre el hombre que nació durante un viaje, pasó sus primeros años en el exilio, fue expulsado de su ciudad, y declaró que no tenía lugar dónde reclinar la cabeza. La movilidad no es ninguna seguridad de salvación, pero tampoco es un obstáculo para la fe" . (Cox, p. 82).

CONCLUSIÓN

La ciudad secular nos coloca ante situaciones totalmente revolucionarias. Pero hay mucha diferencia todavía entre situaciones de hecho y estructuras sociales que perduran del pasado. A pesar de eso, las situaciones cambiantes continúan a una marcha cada vez más acelerada. Estructuras que hace años eran obsoletas, hoy son simplemente ridiculas —o tal vez trágicas.. .—. A la filosofía estática del ser como "esencia", se va sobreponiendo la del ser como "movimiento"; al concepto de historia como análisis de situaciones del pasado, el de una historia presente interpretada hacia el futuro a base de las "señales de los tiempos". El mundo —para el hombre

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de hoy— no es tanto lo que está hecho, como lo que queda para hacer: el mundo es esa capacidad de transformación, que requiere la creatividad y el trabajo humano. De actuar aleccionados por las tradiciones del pasado, se pasó a planificar y actuar acomodándose a las situaciones históricas y concretas "aquí y ahora" . . . Pero el gran descubrimiento presente es que esta posición ya no basta. Hay que actuar mirando al futuro. Tenemos que hacer el futuro, de alguna manera, presente en nuestras vidas. Son tan vertiginosos los cambios que, si planificamos teniendo solo en cuenta el presente, mañana ya quedaremos atrasados. Y así la "prospectiva" hizo su entrada triunfal en la planificación moderna.

Uno se admira de cómo hay todavía mucha gente que no ha caído en la cuenta de esta transformación. Y, lo que es peor, gente con estructura de poder en la sociedad. Se quejan de los peligrosos tiempos en que vivimos, y no caen en la cuenta de las inmensas posibilidades de transformación que implica este mundo en cambio. Cuanto más velocidad, más peligro, pero también más posibilidad de avanzar más en menos tiempo. Es cuestión de mayor agilidad de movimientos en el piloto, de una posibilidad más amplia de visión y de captación de los obstáculos, y de un fuselaje que pueda soportar la velocidad. Si yo no quiero correr, puedo escoger un viejo Ford del 29. Pero no es ese el caso. Los cambios y velocidades no depende de nosotros. Sucederán "con" o "a pesar" de nosotros. Si no queremos estallar en pedazos, tendremos que acomodar estructuras.

Este es el caso de las comunidades de base. No son "opcionales". Son la única base para una amplia comunidad humana en este mundo nuevo. Todo el concepto de sociedad y de política será profundamente afectado por esta nueva visión de promoción comunitaria de los grupos de base. Así como toda la estructura formal de la Iglesia. Pero como el Dios de la Historia es el mismo del Evangelio, la Iglesia se revitalizará en la línea de Pascua. El mundo de hoy nos está ofreciendo una oportunidad maravillosa de estar más disponibles al Evangelio, y de vivir más auténticamente las primitivas comunidades cristianas.

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CAPITULO 111

«LA COMUNIDAD COMO FENÓMENO SOCIAL EN LA LINEA DE LA EVOLUCIÓN»

(Estudio fundamentado en las ideas básicas de Teilhard de Chardin)

I. LA EVOLUCIÓN HASTA EL PRESENTE

En el fenómeno evolutivo del mundo todos los elementos tienen el poder de influenciarse y de invadirse mutuamente por su "ADENTRO" combinando en "gavillas" sus energías radiales. En el fenómeno humano esta impeterpenetrabilidad psíquica aumenta al máximo, consigue su nivel consciente y llega a observarse en el Fenómeno Social.

Durante siglos nada perjudicó de manera sensible la expansión de las olas humanas. Pero, a partir del Neolítico, estas olas empezaron a refluir sobre sí mismas. Ocupando el espacio libre, la raza humana se tuvo que apretar más.

Y aquí empezaron a entrar en juego dos fuerzas evolutivas:

1' La concentración

2' La permanencia de los ramos.

1? La Concentración

La concentración fue siempre en la historia de la Evolución, la gran fuerza que aumentando las energías radiales (energías internas), complicándolas y haciéndolas entrar en relaciones nuevas, llevaba a la materia a un "punto crít ico", a partir del cual, la vida daba un salto "cualitativo" para adelante. El resultado era algo totalmente nuevo, no simplemente algo cuantitativamente más perfecto en la misma línea del fenómeno anterior. Así de las megalomoléculas surgen los fenómenos de la previda, y, para no citar más casos, de la vida animal de los primates el fenómeno humano.

No estamos asistiendo a los albores de un nuevo fenómeno evolutivo: la comunidad humana? Las razas humanas van extendiendo cada vez más sus zonas de influencia, interpenetrándose cada vez más. Los medios de comunicación: radio, prensa, televisión, cinema . . . hacen cada vez más presentes a cada hombre y a cada pueblo los pensamientos, cultura y filosofía de valores de otros hombres y de otros pueblos. Se está delineando el fenómeno de cada individuo

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estar presente —activa y pasivamente— a la totalidad de la tierra. En este punto Teilhard nos hace caer en la cuenta de un hecho que "debemos tener en cuenta si no queremos viciar nuestras representaciones anticipadas de un Futuro del Mundo". El hecho fundamental es el siguiente: "Así, no solo por el aumento incesante del número de sus miembros, sino también por el aumento continuo de su área de actividad individual, la Humanidad, sujeta como está á desenvolverse en superficie cerrada, encontrase irremediablemente sometida a una presión formidable —presión constantemente aumentada por su propio juego—, pues que cada nuevo grado de comprensión no tiene otro efecto sino el de exaltar un poco más la expansión de cada elemento" (F.H. Parte IV, Cap. I).

2? La permanencia de los ramos

La pregunta lógica es la siguiente: no pasó este fenómeno en todos los estadios evolutivos de los animales? Qué es lo que hay de nuevo en el fenómeno humano? La respuesta de Teilhard es sencilla: los ramos animales se iban superponiendo unos a otros, pero en la raza humana se va desenvolviendo el fenómeno evolutivo sin romper "una única membrana organizada". Examinemos las palabras mismas de Teilhard: "Lo que en un primero relance intriga al naturalista cuando intenta ver los Hominianos, no solo en sf mismos como lo hacen los antropólogos, sino en comparación con otras fuerzas animales, es la extraordinaria elasticidad de su grupo zoológico. Visiblemente, en el hombre, como por toda parte en la Evolución, la diferenciación anatómica, de un tipo primitivo sigue su curso. Por efectos genéticos se producen mudanzas. Por influencias climáticas o geográficas se esbozan variedades, razas. Somáticamente hablando, ahí tenemos el "abanico", continuamente en formación, perfectamente reconocible. Y, sin embargo, hecho notable, sus ramos divergentes no consiguen más separarse. En condiciones de desdoblamiento en las que cualquier otro " f i lo " inicial estaría ya hace mucho tiempo disociado en especies diversas, el verticilo humano se abre "entero", como una hoja gigantesca cuyos nervios, por muy distintos que sean, quedan, siempre ligados en un tejido común. In-terfecundación indefinida en todos los grados. Mezcla de genes. "Anastomosis" de las razas en civilizaciones y cuerpos políticos. Considerada zoológicamente, la Humanidad nos presenta el espectáculo único de una "especie' capaz de realizar aquello en lo que fallara cualquier otra especie antes de ella: no solo ser cosmopolita, sino también cubrir la tierra, si romperse, en una única membrana organizada" (F.H. Parte IV, Cap. I).

Este hecho sería inexplicable si no se tuviesen en cuenta dos consideraciones fundamentales: el fenómeno evolutivo humano se perfecciona especialmente en el campo de la "Noosfera", y la conciencia comunitaria.

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1) La evolución humana en el campo de la "Noosfera"

La evolución de la tierra es considerada unánimemente por los geólogos como una superposición de diversas esferas: la Barisfera —metálica y central—, rodeada por la Litosfera —rocosa—, envuelta a su vez, por las carnadas fluidas de la Hidrosfera y Atmósfera. A estas cuatro carnadas hay que aumentar la Biosfera —la membrana viva formada por el piso vegetal y animal del globo—. Pero ahora aparece un fenómeno nuevo: la vida puede pensar y enfocarse a sí misma: es el despertar del pensamiento. El hombre, desde el punto de vista evolutivo orgánico no es más que un género nuevo o una nueva familia. Considerarlo solo así sería desfigurar y desprestigiar el Fenómeno universal. En el hombre, a pesar de sus insignificancias de salto anatómico, empieza una edad nueva de la Tierra: la Noosfera. Este salto cualitativo no se encierra simplemente en el individuo o en la especie. Es un "punto crít ico" que afecta a toda la vida. "Más vasto que eso, este cambio afecta la propia Vida en su totalidad orgánica —y, por consiguiente, señala una transformación que afecta el estado del Planeta entero" (F.H. Parte III, Cap. I).

De la Geogénesis —las cuatro primeras fases evolutivas de la tierra— pasamos a la Biogénesis, la cual finalmente desemboca en la Psicogénesis. Pero la misma Psicogénesis —que se puede localizar también en los animales superiores— es absorbida por una función más alta: la Noogénesis —los desarrollos sucesivos del Espíritu. "Cuando, por la primera vez, en un ser vivo, ef instinto se miró en el espejo de sí propio, el Mundo entero dio un paso" (F.A. Parte III, Cap. I). "Es verdaderamente una carnada nueva, la "cama-da pensante", exactamente tan extensiva, pero mucho más coherente todavía, que todas las otras carnadas precedentes, que, después de haber germinado en el Terciario declinante, se extiende por encima del mundo de las plantas y de los animales: por fuerza y por encima de la Biosfera, una NOOSFERA". (F .H. , Parte III, Cap. I).

Esto explica por qué en la línea del desarrollo orgánico, la raza humana no se halla perfeccionada notoriamente desde el aparecimiento del "Homo Sapiens". No será porque su línea evolutiva va siguiendo ahora el camino del Psiquismo? Teilhard no duda en hacer esta afirmación: "Lo que puede haber de más revelador para nuestra Ciencia moderna es percibir que todo lo precioso, todo lo activo, todo lo progresivo originariamente contenidos en el retazo cósmico de donde salió nuestro mundo, se encuentra ahora concentrado en la "corona" de una Noosfera" (F.H. Parte II, Cap. I) .

2) La conciencia comunitaria

Hasta ahora la evolución en las plantas y animales tenía una ley característica: formación de verticilos, selección, lucha por la vida. El mismo hombre, al principio, manifestaba más fuertemente estas características evolutivas. Poco a poco el hombre fue evolucionando en la base de una conciencia nueva: el enriquecimiento a base de una unión comunitaria: de las familias a las tribus, de estas a las naciones, de las naciones a los imperios, de los impe-

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rios a los "bloques" de influencias. No estamos llegando a la era de la "comunidad mundial"? Es claro que la fuerza "dialéctica" de la evolución avanza a base de construcciones y destrucciones, de avances y retrocesos. Pero la línea —considerada en su totalidad— son siempre pasos adelante hacia la construcción de un mundo nuevo. No se podría decir lo mismo de los animales cuando se reúnen en manadas, colonias, colmenas...? He aquí la respuesta de Teil-hard: "Agrupamientos esencialmente mecánicos y familiares constituidos en obediencia a un gesto puramente "funcional" de construcción, de defensa o de propagación. La colonia, la colmena, el hormiguero" (F.H. Parte III, Cap. I). En el hombre, gracias al poder de conciencia reflexiva, estas fuerzas de "confluencia" llegaron a su máximo poder de acción. El hombre se une en los mismos ideales y se marca conscientemente un objetivo común, hasta llegar libremente a querer la unión comunitaria. Más, es capaz de juntarse y relacionarse con los otros " tus" por las fuerzas del amor, la amistad y la fraternidad. El hombre tiene el maravilloso poder de entremezclarse y enriquecerse, a través de su energía psíquica, formando así toda la riquísima gama de los fenómenos sociales. No podemos comprender ni antropológica, ni social, ni moralmente al Hombre, ni podremos hacer previsiones válidas para sus estados futuros, si no tenemos en cuenta esta forma superior de evolución: la convergencia y la comunidad. Es un modo enteramente nuevo de Filogénesis, desconocido en la etapa animal. Teilhard lo llamaría: "Pla-netización humana".

No seré este el fuego subyacente de tantas manifestaciones juveniles? Sus manifestaciones son diversas, distintas pueden ser sus banderas, podrá esta fuerza ser teledirigida por grupos políticos, económicos o religiosos, pero, no será todo fruto de la fuerza impulsora de un mundo que está llegando a uno de los "puntos críticos" de su evolución? Consecuentemente las estructuras anquilosadas que correspondían a situaciones pasadas se están rajando por todas partes presionadas por el calor de una caldera de presión. Ciertamente en épocas determinadas de la humanidad han ido aconteciendo estas explosiones crónicas —v.c. la revolución francesa o la marxista—, pero la universalidad y la imposibilidad cada vez más reconocida de control de todos estos fenómenos, revolucionarios: no estarán indicando la inminencia de un salto para adelante cualitativamente diferente a los conocidos hasta ahora? La inter-relación cada vez más íntima de los fenómenos sociales en el mundo, las presiones entre los bloques, la conciencia cada vez más clara de la inadecuación de estructuras y del deseo de un mu"do nuevo, nn estarán produciendo en nuestra Noosfera, cerrada y limitada en sí misma, una presión tal que coduzca a la Tierra a uno de los "puntos críticos" de su evolución?

Nuestra juventud, cuyos anhelos tal vez inconscientes, palpitan más cerca del corazón del mundo, está exigiendo de los adultos esta tierra nueva. Protesta de la misma manera contra un imperialismo capitalista como contra un dogmatismo comunista. Por ahora frecuentemente su actitud se reduce a gritar lo que "no" admite de las estructuras sociales, políticas, económicas o religiosas. Pero

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todavía no tiene conciencia de lo que quiere, a no ser la de empuñar la bandera roja y negra del anarquismo como en los disturbios de París, o la de manifestar de una manera chocante y "hippie" un ardiente deseo de amor sin barreras, de paz sin esfuerzo, de protesta contra todos los "convencionalismos" sociales... Si los adultos no se colocan en una línea de diálogo y de avanzada, liberando y correspondiendo a todo lo que hay de sano en estas manifestaciones juveniles, sí su única actitud es la de "disciplina",, orden a cualquier precio, represión y miedo a fantasmas "comunistas" y "revolucionarios", nadie sabe hasta dónde, en el fenómeno dialéctico de la evolución, provocaríamos regresiones y destrucciones inútiles e idiotas.

La evolución del Fenómeno Humano en el Mundo fue ascendiendo desde la conciencia individual a la conciencia comunitaria. Las fuerzas conjugadas del Exterior (energías "tangenciales"} y del Interior de la Tierra (energías "radiales") se hallan comprometidas en el conjunto de las potencias y unidades psíquicas pensantes conforme a un proceso cósmico de organización que se fue registrando desde las más remotas edades de la juventud de la tierra. Así lo describe Teilhard:

"En primer lugar, las moléculas carbonadas, con sus millares de átomos agrupados simétricamente. Después, la célula, en la que, bajo un mínimo volumen, millares de moléculas van montándose sobre un sistema de engranajes figurados. Después, el Metazoo, en el que la célula no es casi más que un elemento infinitesimal. Más allá todavía, como en forma de islotes, las multiformes tentativas llevadas a cabo por los Metazoos para entrar en simbiosis y elevarse con ello hacia un estado biológico superior.

Y ahora, como si fuera un germen de dimensiones planetarias, la capa pensante, que sobre toda su extensión desarrolla y estructura sus fibras, no precisamente para confundirlas y neutralizarlas, sino para reforzarlas, hacia la unidad viviente de una sola t rama. . .

De un modo positivo, no veo otra manera coherente, y por tanto científica, de agrupar esta inmensa sucesión de hechos que la de interpretar en el sentido de una gigantesca operación psicobiológica —como una especie de megasíntesis— esta "superordenacíón", hacia la que se hallan hoy individual y colectivamente sometidos todos los elementos pensantes de la Tierra". (F .H. , Parte IV, Cap. I).

Contra toda la realidad del fenómeno evolutivo sería el encerrarse egoísticamente en el liberalismo capitalista, como en el comunismo dogmático que masifica y quiere reducir al hombre a una materia no pensante y teledirigida. Falso es igualmente el ideal racista que se somete a la ley animal de la lucha por la vida y que quiere elevar una raza sobre la muerte y el sometimiento de razas humanas inferiores. "La Salida del Mundo, las puertas del Futuro, la entrada hacia lo Superhumano, no se abren hacia adelante ni a unos privilegiados, ni a un solo pueblo elegido entre los pueblos! No cederán más que al empuje de todos en conjunto, en una dirección en la que todos, también en conjunto, puedan reunirse y totalizarse

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dentro de una renovación espiritual de la Tierra". (F. H. Parte IV, Cap. I).

II. UNA MIRADA HACIA EL FUTURO

Nuestras consideraciones, hasta ahora, se fundamentaron en los hechos presentes y pasados. Vimos los síntomas claros de un punto crítico en el mundo de la Noosfera que en el camino de la reflexión sobre sí mismo, o ascensión de conciencias, está llegando a la "conciencia comunitaria". Siempre hubo, desde el principio de la humanidad, esta conciencia. Pero fue madurando cada día más, y ahora por la fuerza de las presiones creadas por las interrelaciones cada vez más íntimas entre las diversas fuerzas sociales, se está tal vez iniciando un período nuevo: la comunidad humana. Sin embargo, cuáles serán las características de esa comunidad? La insatisfacción cada vez más creciente y universal por las actuales estructuras sociales, la urgencia con que se presenta el problema de transformarlas, a tal punto de que la juventud no resiste más el tenerlas que soportar ni siquiera unos meses, nos indican con claridad la inminencia de este nuevo fenómeno comunitario y sus características por exclusión de lo que no debe ser. Pero, podemos entrever algo de sus elementos positivos? No nos hacemos esta pregunta por mera curiosidad o impulsados por un deseo de investigación científica, sino obligados por la urgencia del mismo fenómeno evolutivo. Esta pregunta angustia a la Iglesia del Vaticano II, que se pregunta, en la Lumen Gentium, cuáles son sus características como comunidad de fe y Pueblo de Dios, y sus relaciones con una comunidad humana universal; angustia a los políticos que quieren encontrar una nueva forma de estado, de participación y de autoridad; angustia a los grupos humanos, desde la familia a las instituciones sociales, económicas, religiosas, que presienten ser de vida o muerte para ellos la realización de esta nueva comunidad humana.

El trabajo del profeta es el de interpretar las realidades presentes a la luz del pasado (hasta aquí sería simplemente el historiador), y el de elevar al nivel consciente las aspiraciones y sentimientos comunes de la conciencia colectiva. Su palabra mira al futuro porque indica metas que van a ser recorridas por un mundo en evolución y a las que, por tanto, tenemos ya que acomodar nuestras acciones y proyectos si no queremos fracasar. Si compulsamos las realidades sociales y las aspiraciones de la conciencia colectiva de nuestro tiempo, tendríamos lo que se ha dado en llamar "las señales de los tiempos". Son estos no hechos aislados, sino fenómenos extendidos a todo un ciclo de vida colectiva, cuyo choque contagioso va removiendo poco a poco una generación, un pueblo, una civilización. Chenu en un artículo publicado sobre las señales de los tiempos dice lo siguiente: "La socialización progresiva de los diversos sectores de la vida humana, de lo económico a lo cultural y espiritual está evidentemente compuesta de tramos enteros de hechos: progreso técnico, innovaciones económicas, condi-

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cionamientos sociales, regímenes políticos, cambios culturales, mentalidades psicológicas... Así las "señales de los tiempos" son fenómenos generalizados, que envuelven toda una esfera de actividades, y manifiestan las necesidades y aspiraciones de la humanidad actual. Pero estos fenómenos no son señales sino en la medida en que levantan una tonada de conciencia en el movimiento de la historia. Promoción de la clase obrera, enrolamiento social de la mujer, organización de la conciencia internacional, liberación de los pueblos de toda especie de colonialismo, no son señales sino por el impulso que ellos introducen, no sin rupturas, en la continuidad de los tiempos humanos" (L'Eglise dans le monde de ce temps" (pp. 107-108). Si quisiéramos resumir en grandes rasgos estas señales diríamos que se desarrollan alrededor de tres grandes líneas maestras:

—Dignidad y promoción de la persona humana —Promoción y valorización de la técnica como conquista de la

materia —Promoción de la comunidad humana: justicia económica y so

cial, paz, fraternidad, unidad de acción en diálogo, respetando el pluralismo, solidaridad internacional entre los pueblos.

HUMANIDAD. Comunidad humana. He aquí la meta de un nuevo fenómeno evolutivo. Humanidad descrita así por Teilhard: "Humanidad: una entidad al principio vaga, más sentida que razonada, en la que se aliaba, con un deseo de fraternidad universal, un oscuro sentido de crecimiento permanente. Humanidad: objeto de una fe a menudo ingenua, pero cuya magia, más fuerte aun que todas las vicisitudes y todas las críticas, continúa actuando con la misma fuerza de seducción, tanto sobre el alma de las masas humanas actuales como sobre los cerebros de la "inteligencia". (F. H. Parte IV, Cap. I). Para muchos esta palabra es una cosa ficticia e irreal, para otros es una realidad abstracta o un vocablo convencional. O tal vez, para una gran parte, esta palabra se ha convertido en una agrupación orgánica "en la que lo social se transcribe de manera literal en términos de Fisiología y Anatomía".

Si miramos la realidad de los hechos existentes, en el espacio de algunas generaciones se han multiplicado y anudado cada vez más íntimamente toda especie de lazos económicos, culturales y sociales entre los hombres. "Actualmente, además del pan, que simboliza con su simplicidad el alimento de un Neolítico, cualquier hombre exige cada día su ración de hierro, de cobre, de algodón; su ración de electricidad, de petróleo y de radio; su ración de descubrimientos, de cine y de noticias internacionales. Ya no es un simple campo, por grande que sea, es la tierra entera la que se ve requerida para alimentarnos a cada uno de nosotros" (F. H. Parte IV, Cap. I). Desde el punto de vista de cooperación internacional ya ni siquiera los dos bloques en que está dividido el mundo —capitalista y comunista— es capaz de mantenerse y realizar los programas por sí propio. Es como un gran cuerpo de humanidad que va extendiendo sus centros nerviosos, sus extremidades, sus centros de percepción sobre todos los pueblos y hombres. Qué

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fenómeno de conciencia reflexiva va a suscitar? "no es como un gran cuerpo, es decir, el cuerpo mismo del gran Algo que debía llegar con el objeto de colmar las aspiraciones suscitadas por la conciencia en el ser reflexivo, conciencia adquirida recientemente de ser solidario y responsable de un Todo en evolución?" (cita anterior).

La pregunta nos da vértigo. Es como si nos encontrásemos ante un abismo. Una especie de Supra-conciencia colectiva? No podemos negar la conciencia individual como una realidad reflexiva y responsable. Pero estamos al mismo tiempo ante "las realidades colectivas, irreductibles al elemento y, no obstante, tan objetivas, a su manera, como é l " (cita anterior). Sigamos la línea de pensamiento de Teilhard: "El único medio de salir de este callejón sin salida, no sería introducir de manera resuelta en nuestros esquemas individuales, a la manera de un superindividual una nueva categoría? Después de todo, por qué no? La Geometría hubiera quedado estacionaria si, construida en primer lugar sobre las magnitudes raciales, no hubiera acabado por aceptar, tan acabados e inteligibles como un número entero, los valores. . . , o cualquier otro valor inconmensurable. El cálculo nunca hubiera llegado a resolver los problemas planteados por la Física moderna si no se hubiera elevado constantemente hacia la concepción de nuevas funciones. Por idénticas razones, la Biología no podría generalizarse a las dimensiones de la Vida entera sin la introducción dentro de la escala de valores que hasta ahora había tratado, de unos determinados estadios del ser vivo que la común experiencia había podido ignorar hasta entonces, y aun precisamente el de lo Colectivo" (cita anterior). La Humanidad así descrita sería pues más un fenómeno de conciencia colectiva. "De una manera última, no puede ser definida más que como un Espíritu" (cita anterior).

Podemos imaginar la forma que puede llegar a tomar en el futuro: "Como un poder o un acto común de conocer y de actuar. Ya sea —y ello penetra más profundamente— como una superagre-gación orgánica de las almas" (cita anterior). Como una nueva relación humana unidos en el punto "Omega".

A) Como un poder o un acto "común" de conocer y actuar

La Humanidad avanza cada vez más en la conciencia que va teniendo de sí misma y del mundo que le rodea. No basta la sed de saberlo todo. El hombre va sintiendo cada vez con más fuerza que "tiene que buscar significación profunda para todo". "Entrevemos •—dice Teilhard— que la inconsciencia es una especie de inferioridad o de mal ontológicos, que el Mundo no puede totalizarse más que en la medida en que él mismo se expresa a partir de una percepción sistemática y reflexionada" (cita anterior). Desde el principio la humanidad buscó esta "sabiduría". Lo específico de la Evolución en nuestros tiempos habrá que colocarlo "en su acto supremo de visión colectiva obtenido por un esfuerzo panhumano de investigación y de construcción" (cita anterior).

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La Evolución de este acto de conocer y poder seguiría —conforme a Teilhard— los siguientes pasos:

19 "Saber para saber"

Así la Ciencia —como sabiduría o conocimiento total— estuvo al principio totalmente disociada de la técnica —como dominio del mundo. Así las filosofías platónica, aristotélica o tomista, para poner solo algunos ejemplos. La técnica, frente a la sabiduría, estaba en estado de subdesarrollo.

2° "Saber para poder"

La técnica se desarrolla para poner al Mundo a servicio del hombre. Las teorías más sublimes "habrían flotado siempre, sin raíces, por encima del Pensamiento humano, si no se hubiera movido inmediatamente para incorporarse a fin de dominar al Mundo de alguna manera" (cita anterior).

3? "Poder más para actuar más"

El sentido de poder embriaga a la humanidad y cada vez se amplían nuevas perspectivas de dominio sobre la Tierra.

4° "Actuar más para llegar a ser más"

Es esta la crisis evolutiva que estamos viviendo. La Humanidad cae en la cuenta de que su dominio sobre la Tierra sería perfectamente inútil si este no le conduce a "ser más ella misma". Úñense la sabiduría y la técnica en busca de conocimiento organizado a servicio del Hombre como "Psique". "Porque este hecho, la marcha de la Humanidad, al prolongar la de todas las demás formas animadas, se desarrolla indudablemente en el sentido de una conquista de la materia puesta al servicio del Espíritu", (cita anterior). Es la Ciencia llegando ya a tomar las raíces mismas de la Vida, en camino del conocimiento orgánico y total, no simplemente a partir de principios filosóficos —fundamentados en una mínima, y a menudo deficiente, observación de la realidad— sino en una armonía cada vez más entrelazada de experimentación y análisis, de técnica y sabiduría. Los pesimistas nos amenazan con una nueva torre de Babel, como si fuese imposible al Hombre caminar en esta dirección y dominados por una idea maniqueista del Hombre —esencialmente dividido en Bien y en Mal, en materia y espíritu— dibujan en este momento la idea de un Dios vengativo, que no dejará al Hombre conseguir estas alturas, y de un hombre esencialmente malo, que va a negar el Medio Divino enorgullecido por su soberbia. De sobra sabemos que en la Dialéctica de la Evolución esta crisis es posible, y más en el hombre existente dominado por la inclinación al desorden; pero no fatalmente necesaria, de manera a hacernos unos descreídos de esta síntesis y evolución positiva del Mundo. El hombre, aun inclinado al desorden, es esencialmente "una obra buena de la creación" y Dios lo ayuda con su gracia en

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la misma línea evolutiva de esa Creación. Es esta la visión de Teil-hard:

"Antaño, los precursores de nuestros químicos se afanaban por hallar la piedra filosofal. Hoy, nuestra ambición es mucho mayor. No ya fabricar oro, sino la Vida. Y quién osaría afirmar ahora, después de ver lo que acontece desde hace cincuenta años, que se trata de un simple espejismo?... Gracias al conocimiento de las hormonas, no estamos ya en vísperas de meter mano en el desarrollo de nuestro propio cuerpo, e incluso en el mismo cerebro? Gracias al descubrimiento de los genes, no vamos pronto a controlar el mecanismo mismo de las herencias orgánicas? Y gracias a la síntesis inminente de los albuminoides, no vamos a ser capaces un día de provocar aquello que la Tierra, abandonada hoy a sí misma, no parece poder ya realizar: una nueva oleada de organismos, una Neovi-da construida artificialmente? En verdad, por muy inmenso y prolongado que haya sido desde los orígenes el tanteo universal, muchas fueron las combinaciones posibles que pudieron escapar al juego del azar y que estuvieron destinadas a aparecer por medio de las calculadas acciones del Hombre. El pensamiento perfeccionado artificialmente, el órgano mismo de su pensar. La Vida rebotando hacia adelante, bajo el efecto colectivo de su propia Reflexión... Sí; el sueño del que se nutre la Investigación humana no es otro, en el fondo, que el de dominar hasta más allá de las afinidades atómicas o moleculares, la Energía de fondo, de quien todas las demás no son más que sirvientes: tomar, reunidos todos, el timón del Mundo al poner nuestras manos sobre el mismo resorte de la Evolución.

A todos cuantos tienen la valentía de considerar que sus esperanzas llegan hasta aquí, les diré que son los más hombres de entre los hombres, y, además, que existe mucha menos diferencia de lo que parece entre Investigación y Adoración. Pero es "necesario que tengan muy en cuenta el punto siguiente, cuya consideración va a encaminarnos, gradualmente, hacia unas formas aún más completas de conquista y de adoración. Por muy lejos que la ciencia pueda empujar a su descubrimiento del Fuego Esencial, por capaz que sea un día de modelar de nuevo y de perfeccionar al elemento humano, siempre se encontrará al final encarada hacia el mismo problema: cómo podremos dar a todos y a cada uno de estos elementos su valor último de agruparlos en la unidad de un Todo Organizado?" (cita anterior).

B) Como una super-agregación orgánica de las almas

En una visión de conjunto del Universo vemos que él es "necesariamente magnitud homogénea en su misma naturaleza y en sus dimensiones", [cita anterior). Barisfera, Litosfera, Hidrosfera, Atmósfera, Biosfera, van formando entrelazadas un todo organizado y coherente a servicio del Conjunto. Escaparía a esta ley la Noosfera? Seguiría siendo un universo orgánico "si las vueltas de su espiral perdieran en algo su grado de realidad, de su consistencia, al ascender

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siempre más alto?" (cita anterior). La conciencia, la reflexión, el alma, el Espíritu son realidades supremas de la Evolución del mundo y coherentes con el resto, aunque cualitativamente diferentes en la línea de una Evolución, que ha ido saltando por "puntos críticos". "Suprafísica, y no infrafísica: eso, y sólo eso, debe ser, si ha de permanecer coherente con el resto, la Cosa todavía innominada que debe hacer aparezca en el mundo la gradual combinación de los individuos, de los pueblos y de las razas" (cita anterior). Esta Suprafísica es descrita por Teilhard como "la Realidad misma, constituida por la reunión viva de las partículas reflexivas" (cita anterior). En la línea evolutiva "la Biosfera, a pesar de sus relaciones orgánicas, cuya existencia se nos ha revelado por todas partes, no forma aún sino un conjunto de líneas divergentes y libres por sus extremos" (cita anterior). En el mundo de la Noosfera las conciencias se entrelazan y llegan a una dependencia y unión síquica cada vez más íntima y actuante: "Bajo los efectos de la Reflexión y de los repliegues que ésta comporta, las cadenas se cierran, y la Noosfera tiende a constituirse en un sistema cerrado, en el cual cada elemento, por sí mismo, ve, desea y sufre las mismas cosas que todos los demás simultáneamente" (cita anterior).

La frase de Teilhard, a la que es conducido por toda esta reflexión, es realmente trascendental: "Una colectividad armonizada de conciencias, que equivale a una especie de super-conciencia". Super-conciencia no como una imposición de las conciencias colectivas a la conciencia individual, sino como una reflexión colectiva admitida cada vez más por la comunidad por participación. Las ideas que provienen de esta super-conciencia van siendo admitidas por la comunidad como si fuese algo vital y libremente admitido porque proviene del interior de ellos mismos. No se trata de un panteísmo —aunque exista ese peligro en las conciencias dominadas por la masticación— sino de un progreso orgánico y colectivo, en el seno de una comunidad reflexiva y libre, que tanto más va creciendo, cuanto más se va promoviendo la humanidad en la línea de la participación humana y comunitaria. No será esto lo que quieren expresar las actitudes asombrosamente iguales de los fenómenos juveniles en la más apartadas partes del Planeta? Habrá que pensar en organizaciones supra-secretas y revolucionarias que promuevan esos movimientos por todo el mundo? No coincide esto perfectamente con el pensamiento cristiano de la parusía donde todos pensaremos y querremos lo mismo abismados en la luz y el calor de un sólo Dios? Y. sin embargo, seremos perfectamente libres y auténticos... Resta saber si la parusía —o resurrección final— será un hecho que caerá del cielo sin ningún fenómeno evolutivo humano o toda la creación —especialmente el hombre, ser reflexivo y libre— la va preparando en una evolución progresiva, conforme al pensamiento paulino de todo el universo recapitulado en Cristo y de los seres materiales que "gimen" esperando este momento.. .

He aquí la visión profética de Teilhard: "La Tierra cubriéndose no sólo de granos de pensamiento, contándose por miríadas, sino envolviéndose de una sola envoltura pensante hasta no formar pre-

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cisamente más que un solo y amplio Grano de Pensamiento, a escala sideral. La pluralidad de las reflexiones individuales agrupándose y reforzándose en el acto de una sola Reflexión unánime.

Esta es la figura general bajo la cual, por analogía y por simetría con el Pasado, nos sentimos conducidos de manera científica para representarnos en el futuro de esta Humanidad, y fuera de la cual no se abre ninguna salida a las exigencias terrestres de nuestra Acción.

Tales perspectivas parecen inverosímiles al llamado "buen sent ido" de la gente de la calle y a una determinada filosofía del Mundo, según la cual nada puede ser posible fuera de lo que ya ha sido. Por el contrario, ellas mismas aparecen como muy naturales al espíritu familiarizado con las fantásticas dimensiones del Universo.

Sea en la dirección del Pensamiento, sea en la del Tiempo y del Espacio, podría el Universo terminarse de otro modo que sobre lo Desmesurado?" (cita anterior).

Si consideramos la Noosfera como un mundo "real" de conciencia y de reflexión, último estadio evolutivo de la energía "radial" del Universo, si tenemos los ojos abiertos para esta creciente comprensión e inter-relación de los elementos síquicos tenemos los elementos suficientes para prever que el mundo está dando "un nuevo paso hacia la génesis del espíritu". "Un nuevo dominio de expansión síquica: He aquí lo que nos falta, y he aquí lo que tenemos precisamente ante nosotros con sólo levantar la vista" [cita anterior).

Debemos tener la valentía de mantener los ojos fijos en el futuro. No queramos explicarlo todo a base de estructuras y categorías pasadas. Somos parte de un mundo en continua evolución. De un mundo de saltos para adelante. Si no tenemos este coraje y todo lo queremos resolver conforme a ideas y estructuras tradicionales, "al ritmo con que las cosas se suceden nos aplastaríamos pronto unos a otros, y algo explotaría si nos obstináramos en querer absorber, dentro de aquel cuidado que dimos a nuestras antiguas concepciones, unas fuerzas materiales y espirituales cortadas a la medida de un Mundo" (cita anterior).

Contra toda división, el mensaje constructivo de Teilhard anticipa los deseos y frases de nuestra juventud actual, y las convicciones por las que lucha el llamado "tercer mundo": "La paz en la conquista, el trabajo en la alegría: ello es lo que nos espera más allá de cualquier imperio opuesto a otros imperios en una totalización interior del Mundo sobre sí mismo; es decir, en la edificación unánime de un Espíritu de la Tierra" (cita anterior).

Pero Teilhard no es un visionario. Ahí está la realidad del mundo con todas sus divisiones e injusticias inconcebibles. Es la posibilidad de uno o muchos fracasos por el egoísmo humano: "Pero entonces, cómo se explica que nuestros primeros esfuerzos hacia este gran objetivo parezcan no tener otro resultado que el de alejarnos de é l ? . . . " (cita anterior).

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Ahí está una cantidad mayor de hombres dispuestos a sacrificarse por la causa de esta unidad. Luther King es un ejemplo. Y tantos otros que luchan contra todas las causas divisionistas y racistas. No cabe duda que muchos de ellos serán mártires. Pero sólo a base de muchos sacrificios claros u ocultos se irá construyendo la gran comunidad humana.

C) Como una nueva relación humana unidos en el punto "Omega"

Quedaría incompleta la descripción de la comunidad humana si no le agregásemos un elemento esencial: las relaciones ¡nter-perso-nales. Hemos descrito la comunidad humana —Cfr. Primer Cap. de nuestro libro "Dinámica Sicológica y Eclesial de los Grupos Apostólicos"— como un grupo de personas que se intercomunican y actúan Juntos en la vivencia de una conciencia u objetivo común. Exactamente los tres fenómenos que estudia Teilhard, aplicándolos al proceso evolutivo de la Noosfera: convergencia de conciencias, acción comunitaria por dominar la tierra y hasta las mismas fuentes de la vida, e inter-relación entre los "centros" personales.

Hemos tratado ya de los dos primeros fenómenos, pasemos ahora al análisis del tercero: la unión de todos los centros en el punto OMEGA.

1. Observación preliminar

La primera impresión es de escepticismo: se puede hablar de comunidad de razones en el mundo de hoy? Se vislumbra siquiera alguna esperanza? "El siglo XIX vivió a la vista de la Tierra prometida. Estábamos llegando, pensaban, a una nueva Edad de Oro, iluminada y organizada por la Ciencia, encendida de fraternidad. En lugar de eso, henos aquí recayendo en medio de disensiones cada vez más extendidas y siempre más trágicas. La idea de un Espíritu de la Tierra, posible, y quizá aun verosímil en teoría, no resiste, sin embargo, a la experiencia. No; el Hombre nunca llegará a superar al mismo Hombre uniéndose consigo mismo. Por tanto, una utopía que se debe abandonar lo más pronto posible. Y nada más". (F. H., Parte IV, cap. II).

Este fracaso nos llevaría a pensar que somos unos visionarios al pensar en tal cosa y que el Universo en toda su línea ascendente de Evolución "es un absurdo radical". Pero, tendremos razón para pensar así? La evolución es obra de millones de años. "Medio millón, quizá un millón de años han sido necesarios a la Vida para pasar de los Prehomínidos al Hombre moderno, y dado que, a una distancia de dos siglos después de haber entrevisto por encima de sí mismo un estado todavía más elevado, este Hombre moderno se halla aún en el estado de luchar para arrancarse de sí mismo, empezaríamos ya a desesperarnos. He aquí todavía un error de perspectiva. Resulta ya haber dado un buen paso el hecho de comprender la existencia de una inmensidad a nuestro alrededor, ya antes

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y después de nosotros". (F. H. Parte IV, cap. II). "Para cada dimensión su ritmo. Y, por lo tanto, para un movimiento planetario, una majestad planetaria" (cita anterior).

Por fuerza de nuestra inserción en el Espacio-Tiempo toda línea evolutiva nos parece estacionaria y estática y sólo podemos conocerla por la línea ascendente de las fotografías que nos deja el Pasado. Pero lo que más nos angustia no es la inmovilidad sino la otra fuerza Evolutiva de la Dialéctica. El mundo avanza a base de negaciones y afirmaciones, de fracasos y de derrotas. Frecuentemente, en este intento nuestro de unión entre los centros personales, nos sentimos rechazados por la Repulsión, o imposibilitados de comunicarnos por la fuerza de la Materialización.

1) Repulsión

'Ya hablé de las formidables presiones que apretujan a las parcelas humanas sobre nuestra Tierra actual. Individuos y pueblos forzados hasta el máximo, geográfica y sicológicamente, a chocar los unos contra los otros. Lo que resulta, a pesar de todo, un hecho extraño es que, no obstante la intensidad de las fuerzas de acercamiento, las unidades pensantes no parecen capaces de caer dentro del radio de su atracción interna. Fuera de aquellos casos particulares en donde juegan, sean las fuerzas sexuales, sea transitoriamente alguna pasión común extraordinaria, los hombres se encuentran hostiles o, por lo menos, cerrados entre sí. Tal como un polvo cuyos granos, a pesar de estar comprimidos, rehusan entrar en contacto molecular, se excluyen y se repudian, en el fondo, con todas sus fuerzas" (cita anterior). Para entender este pasaje tendremos que volver un poco atrás en la explicación de Teilhard sobre las energías radiales y tangenciales de cada elemento de la creación. Conforme a su explicación hay dos especies de energía que provienen de la misma fuente: la radial y la tangencial.

a) Energía radial: es la fuerza que le atrae en la dirección de un estado cada vez más complejo y centrado.

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b) Energía tangencial: la relación con los otros elementos del mismo orden ( i . e. de la misma "centreidad" y "complejidad") a base de fuerzas externas.

Esta relación va "comprimiendo" y enriqueciendo cada vez más la energía radial de los elementos, lo que les capacita para aumentos progresivos de sus energías radiales complicándolos y centrándolos cada vez más. Llegaría un momento —en el fenómeno reflexivo humano— en que esos elementos serían capaces de unirse también en sus energías radiales "de centro a centro".

é Entre partículas fuertemente centradas ( i . e. de alta energía

"radial") lo tangencial parece "interiorizarse" y desaparecer a los ojos de la Física. Sin duda que tenemos aquí un principio auxiliar de solución para explicar la aparente conservación de Energía en el Universo. Será necesario, sin duda, distinguir dos especies de energía tangencial: una de "irradiación" (máxima con los ínfimos valo-

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res radiales - caso del átomo); la otra de "ordenación" (sensible apenas con los grandes valores radiales - caso de los seres vivos, del Hombre)". (F. H., Parte I, cap. II, 3. B).

El fenómeno de repulsión se origina del egoísmo del ser humano y de la tendencia a la materialización que le lleva a la inconsciencia reflexiva. Consecuentemente se recubre de una corteza alrededor de su centro personal y entra en un juego de repulsiones de centro a centro por miedo a ser dominado por "el o t r o " . . . Sus únicas relaciones serán "tangenciales" en el campo de la "irradiación física" a servicio de sus intereses personales.

2) Materialización

Predominando la situación explicada en el apartado anterior, el peligro es que la masa de los elementos humanos "encaje de tal manera que, en vez del Espíritu esperado, surja una nueva ola de determinismo, esto es, de materialidad". (F. H., Parte IV, cap. II). Es un retroceso en la línea de la evolución. El hombre va perdiendo su poder de conciencia reflexiva y de centralización y actúa al nivel del átomo en puras energías tangenciales. En vez de comunidad se convierte en "masa". En "legión". "Y hay que considerar que antes de organizarse así, una legión se halla forzosamente presa en el juego, aunque esté dirigido, de los azares y de las probabilidades. Corrientes imponderables que, desde la moda y el curso de los cambios monetarios hasta las revoluciones políticas y sociales, nos hacen a cada uno de nosotros esclavos de los oscuros hervideros de la masa humana. Cualquier agregación de conciencia, por muy espiritualizada que se la suponga en sus elementos, mientras no se halle armonizada, se cubre automáticamente y a su nivel de un velo de "neomateria", que se superpone a todas las demás formas de Materia" (cita anterior). "Ya no aquellas masas descendidas a través de los ríos, de los bosques nórdicos o de las estepas asiáticas. Por el contrario, se trata ahora del "Millón de Hombres", como se ha dicho tan acertadamente, agrupado de manera científica. El Millón de hombres agrupados en formaciones en los campos de instrucción militar. El Millón de hombres motorizados... Todo ello encaminado, con el Comunismo y el Nacionalsocialismo, hacia la más espantosa de las agrupaciones encadenadas. El cristal, en lugar de la célula. El hormiguero, en lugar de la Fraternidad. En lugar del esperado remontar de la conciencia, la mecanización, que emerge de una manera inevitable, según parece, de la total ización.. ." (cita anterior).

A pesar de esta visión pesimista —y realista— muchos hombres de hoy se unen a Teilhard para soltar aquel grito de Galileo: "Eppur si muove!". Son los movimientos mundiales de juventud que buscan con ansiedad el camino de la comunidad humana, son los mártires de la unión, de la paz y del entendimiento entre los pueblos y las razas como los Kennedy y Luther King, es la Iglesia del Vaticano II que se cuestiona sobre sus estructuras monolíticas y rígidas y busca el camino de una comunidad de fe, Pueblo de Dios, Checoslovaca que quiere romper los grillones del total i tar ismo...

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Nuestra reacción debe ser un examen honesto de nuestras propias actitudes. Entre tantos absurdos de las sociedades modernas "imperialistas", "totalitarias" o revolucionarias", no se esconde una magnífica energía de comunidad humana que cada vez va rompiendo más las compuertas levantadas por los Super-Estados?

"No nos es posible dudar de ello: la gran máquina humana se ha hecho para actuar —y debe realmente actuar—, en el sentido de una sobreabundancia de Espíritu. Si no funciona o, mejor dicho, si no hace más que engendrar Materia, es que está funcionando m a l . . .

No sería quizá por azar que, en nuestras teorías y en nuestros actos, habremos menospreciado el hecho de dar el sitio conveniente a las Personas y a las fuerzas de Personalización?..." (cita anterior).

2. La Comunidad humana relación-amor entre personas, unidos en el punto Omega

El hombre moderno, dominado por la técnica y la masificación se siente atraído por el peligro de "despersonalizar" todo. "Una sola realidad parece existir que sea capaz de englobar a la vez este ínfimo y este Inmenso: la Energía, entidad universal flotante, de la cual emerge todo, y a la que todo regresa como a un océano. La Energía, que es el nuevo Espíritu. La Energía, el nuevo dios. En el Omega del Mundo, igual que en su Alfa, lo Impersonal" (cita anterior). Contra este fenómeno de despersonalización protestan los movimientos de juventud, rechazan ser tratados como números anónimos de una máquina impersonal y despiadada que coloca a cada uno en su lugar, o rechaza los excedentes como piezas inútiles que impiden una producción más racional y "económica". El mundo de hoy es un mundo que quiere ser más universal y humano. Aparente contradicción entre el Todo-universal y la persona individual. Pero, y si este "Todo" es un Punto-Central, persona y personalizante? No nos conducen a esta conclusión las nociones de Evolución hasta ahora expuestas?

"Ya reconocimos y admitimos que la Evolución era una ascensión hacia la Conciencia. Esta aseveración no es ya repudiada por los materialistas o, por lo menos, por los más agnósticos de entre los humanitaristas. Así, pues, esta misma Evolución debe culminar hacia adelante en alguna Conciencia superior. Pero esta Conciencia, precisamente para llegar a ser suprema, no debe llevar dentro de sí hasta el máximo aquello en que consiste la perfección de la nuestra propia: el replegarse iluminador del ser sobre sí mismo?" (cita anterior).

Si meditamos en la triple propiedad de nuestra conciencia tendríamos las siguientes características:

a) centrarlo todo parcialmente a nuestro alrededor

b) centrarse cada vez más sobre sí misma

c) por esta propia super-centración, tender a reunirse a los otros centros que la rodean.

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Todo el universo que, en su línea de Evolución, viene a desembocar en nuestras conciencias reflexivas y personales, iría a disiparse en un estado difuso e impersonal? "Únicamente en la dirección de una super-personalización el Pensamiento puede extrapolarse" (cita anterior). Así podríamos unir esta aparente contradicción entre un Todo, que nos da sentido, y una Persona. La Noosfera representa un conjunto no sólo cerrado, sino también "centrado". "El Espacio-Tiempo, por el hecho de contener y de engendrar a la Conciencia, debe ser de naturaleza convergente. Por consiguiente, seguidas sus capas desmesuradas en la dirección conveniente, deben confluir en algún lugar hacia adelante, en un Punto —llamémoslo Omega— que las fusione y las consuma dentro de sí de manera total. La esfera del Mundo, por inmensa que sea, no puede existir ni puede ser aprehendida de una forma última más que por la dirección (sea más allá del Tiempo y del Espacio) hacia la cual sus radios llegan a converger. Todavía mejor: cuanto más inmensa sea esta esfera, tanto más rico, más profundo y, por tanto, más consciente se nos presenta aquel punto en el que se concentra "el volumen del ser" que ella abarque, dado que el Espíritu, visto desde nuestro ángulo, resulta ser esencialmente poder de síntesis y de organización.

Considerado desde este punto de vista, el Universo, sin perder nada de su enormidad y, por tanto, sin necesidad de ser antropomor-fizado, toma decididamente su figura: desde entonces, para pensarlo, para experimentarlo y para actuarlo, no hay que mirarlo en sentido inverso, sino más allá de nuestras almas.

El Tiempo y el Espacio, dentro de las perspectivas de una Noosfera, puede decirse que se humanizan perfectamente o, mejor aún, se sobrehumanizan. Lejos de excluirse, lo Universal y lo Personal (es decir, lo "Centrado") crecen en el mismo sentido y culminan simultáneamente el uno en el otro" (cita anterior).

A) El Universo "personalizante"

Habíamos llegado en nuestra reflexión a la conclusión de que la Evolución del Mundo, al desembocar en el Fenómeno Humano, llevaba todo lo existente al culmen de la reflexión consciente sobre sí mismo, o de la persona. Pero al avanzar este progreso en la dirección de "un futuro colectivo de los granos de pensamiento totalizados", no acabaríamos en un colectivo despersonalizante? Si la función de cada elemento es para la suma de los otros sintetizados, cómo prever que estos dos movimientos —Persona y Todo— se armonicen? Toda posibilidad de solución se encuentra en nuestra síntesis común de conciencias centradas en el punto Omega. Es necesario que en ese punto se encuentren y relacionen no nuestras obras o nuestras imágenes sociales, sino nuestro propio yo, nuestra personalidad. "Aún más profundo que sus radios, el foco mismo de nuestra conciencia: he aquí lo esencial de lo que debe recuperar Omega para ser verdaderamente Omega. Ahora bien: de este algo esencial no podemos evidentemente desprendernos para darlo a los demás, como regalaríamos un abrigo o como traspasaríamos una antorcha, y ello porque la llama somos nosotros mismos. Mi Yo, para

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comunicarse, debe subsistir en el abandono que hace de sí mismo; de otro modo, el don desaparece. De ello nos vendrá esta inevitable conclusión: de que la concentración de un Universo consciente sería inimaginable si, simultáneamente a todo lo Consciente, no agrupara en sí todas las conciencias: cada una de ellas haciéndose consciente de sí misma al final de la operación, y aun, lo que es muy necesario asimilar, cada una llegando a ser ella misma, y, por tanto, más distinta de las demás cuanto más se vaya acercando a Omega" (cita anterior). La diferencia entre la unión material y la unión "vi tal" es que esta, al mismo tiempo de unir distingue las partes, las perfecciona y las complementa en un conjunto organizado. "Por haber descuidado esta regla universal, tantos Panteísmos nos han extraviado hacia el culto de un Gran Todo, en el que los individuos parecían perderse como una gota de agua, disolverse como un grano de sal en el mar. La Ley de la Unión, aplicada al caso de la adición de las conciencias, nos desembaraza de esta peligrosa ilusión, siempre renaciente. No; al confluir, siguiendo la línea de sus propios centros, los granos de conciencia no tienden en modo alguno a perder sus contornos y a mezclarse. Por el contrario, acentúan la profundidad y la incomunicabilidad de su propio ego. Cuanto más, en su conjunto total, llegan a ser el Otro, más se hallan ser "ellos mismos". Y cómo podría ser de otra manera, si precisamente se hunden en Omega? Es que un Centro podría llegar a disolverse? O mejor dicho, su propia manera de disolverse, no es precisamente la de supercentrarse?" (cita anterior). Este centro común, al que convergen todas las personas, tanto más "personaliza" cuanto más irradia hacia los que se esfuerzan por dirigirse hacia El, y al mismo tiempo, en esa misma medida, tanto más los une entre sí y consigo mismo. "Sería, pues, falso el representarse a Omega simplemente como si fuera un Centro que naciera de la fusión de los elementos que abraza y a los que anulara. Por su propia estructura, el Omega, considerado en su principio último y esencial, no puede ser otra cosa que un Centro distintivo que irradia en el corazón de un sistema de centros. Una agrupación o personalización del Todo y las personalizaciones elementales alcanzando su máximo, sin mezcla y de una manera simultánea, bajo la influencia de un foco de unión supremamente autónomo, esta es la sola imagen posible que se esboza cuando intentamos aplicar de una manera lógica la noción de Colectividad llevada hasta el extremo de un conjunto granular de pensamientos" (cita anterior).

El error aquí es cofundir individualidad con personalidad. Al insistir en la individualidad cada elemento reflexivo "arrastra al mundo para atrás, para la pluralidad, para la Materia". Y él mismo se disminuye, se pierde. "Con el objeto de ser nosotros mismos de un manera plena, nos es necesario avanzar, precisamente por una dirección inversa, hacia el sentido de una convergencia con los demás; es decir, con el Otro. La meta de nosotros mismos, el colmo de nuestra originalidad, no es, pues, nuestra individualidad, es nuestra persona; y ésta, por la estructura misma evolutiva del Mundo, no podemos hallarla más que por la unión. No existe espíritu sin síntesis. Siempre, pues, la misma ley, de arriba abajo. El verdadero Ego crece en razón inversa del "Egotismo". El elemento, a imagen

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del Omega que le atrae, no puede llegar a ser personal más que al unlversalizarse" (cita anterior). Pero, para que se realice esta unión personalizadora de cada elemento consciente, él debe entrar con los otros en un contacto íntimo "de centro a centro". Así se opera la síntesis de los centros. Síntesis no sólo de ideas, de acciones y de fenómenos sociales, sino de personas en aquello que más las caracteriza como auténticas y libres. "Entre las diversas formas de interactividad síquica que animan la Noosfera, son, pues, las energías de naturaleza "¡ntercéntrica" las que debemos reconocer, captar y desarrollar antes que otra cualquiera si queremos contribuir de manera eficaz a los progresos de la Evolución en nosotros mismos.

Y henos aquí, por este mismo hecho, conducidos al problema del Amor" (cita anterior).

B) El Amor-Energía

La energía que une los centros entre sí es el AMOR. El, en su dinamismo natural, es la máxima expresión a que llegó la Energía, en su evolución. "Considerando desde el punto de vista de su plena realidad biológica, el amor (es decir, la afinidad del ser para el ser) no es especial al Hombre. Representa en realidad una propiedad general de la Vida, y como tal adhiere en cuanto a variedad y grados, a todas las formas realizadas sucesivamente por la materia organizada. En los Mamíferos, tan próximos a nosotros, lo reconocemos fácilmente por sus diversas modalidades: pasión sexual, instinto paternal o maternal, solidaridad social, etc. Más lejos o más abajo en el Árbol de la Vida, las analogías son menos claras. Y, finalmente, se acentúan hasta hacerse imperceptibles. Pero aquí debo repetir cuanto decía acerca del "Interior de las Cosas". Si en un nivel prodigiosamente rudimentario, sin duda, pero ya en estado naciente, no existiera alguna propensión interna a la unión, incluso en la misma molécula, le sería imposible al amor manifestarse más arriba, en nosotros, en el estado hominizado. De derecho, para darnos cuenta de manera cierta de su presencia en nosotros, hemos de suponer su presencia, por lo menos incoactiva, en todo cuanto existe" (cita anterior). La energía que domina el mundo, fuerza en un universo curvado sobre un centro, "la gravedad universal de los cuerpos, que tanto nos choca, ya sea una fuerza o un encorvamiento, no es más que el reverso o la sombra de aquello que mueve en realidad a la Naturaleza. Si las Cosas tienen un interior, es necesario descender hacia la zona interna o radial de las atracciones espirituales si queremos percibir la energía cósmica fontal" (cita anterior). El Amor pues como el Pensamiento —presentes en su estadio inferior en los primeros elementos materiales— fue evolucionando en diversos puntos críticos y saltos cualitativos hasta la plena manifestación en el Fenómeno Humano. "Es el rasgo marcado directamente sobre el corazón del elemento gracias a la Convergencia síquica del Universo sobre sí mismo" (cita anterior).

Pero la realidad existente a nuestro alrededor parece contradecir esta previsión de las relaciones humanas en un amor "personali-

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zante". "Sufrimos y nos inquietamos al darnos cuenta de que las modernas tentativas de la colectivización humana, contrariamente a las previsiones de la teoría y a nuestra esperanza, no conducen más que a una disminución y a una esclavitud de las conciencias. Pero en realidad, cuál es el camino que hemos escogido hasta ahora para unificarnos? Considerémoslo: una posición material que defender; un nuevo dominio industrial que crear; mejores condiciones para una determinada clase social o para unas naciones desfavorecidas... He aquí los únicos y mediocres caminos por los cuales no nos hemos aventurado todavía. Qué de extraño puede tener si tal como acontece con las sociedades animales nos llegamos a mecanizar mediante el juego mismo de nuestro modo de asociación? Incluso en el acto, tan extremadamente intelectual, de la edificación de la Ciencia (por lo menos mientras este acto consiste en algo especulativo y abstracto), el impacto de nuestras almas no se realiza más que de manera oblicua, como de través. Contacto, pues, superficial, y por tanto, un peligro de crear una nueva servidumbre... Sólo el amor, por la misma razón de ser el único que debe tomar y reunir a todos los seres por el fondo de sí mismo, es capaz — y este es un hecho de la cotidiana experiencia— de dar plenitud a los seres, como tales, al unirlos. Y, en efecto, en qué momento llegan a adquirir dos amantes la más completa posesión de sí mismos, sino en aquel en que se proclaman perdidos el uno en el otro? Y en verdad, este gesto mágico, este gesto considerado como contradictorio de "personalizar" totalizando, no lo realiza el amor en cada momento y a nuestro alrededor, en la pareja y en el equipo? Y lo que ahora realiza de una manera tan cotidiana a una escala reducida, por qué no podrá repetirlo un día a la de las dimensiones de la Tierra misma? (cita anterior).

Con todo si nuestras relaciones humanas en el Amor se redujesen a aquellos que están a nuestro lado, no llegaríamos a manifestar todo el poder cósmico de esta energía vital: amar la Humanidad, desarrollarse hasta abarcar la totalidad de los hombres y de la tierra. No estaremos apuntando hacia lo imposible? Parecería que cuando el corazón del hombre quiere abarcar la totalidad sólo puede llegar al respeto, a la comprensión, o a lo máximo a una lucha común por ideales fríamente comprendidos por la razón. Pero, cómo llegar a relacionarse en el calor humano con gente desconocida, o solamente entendida como universal? El mismo Teilhard concede: "En tanto que absorbe o parece absorber a la persona, lo Colectivo mata al amor que quisiera nacer. Como tal, lo colectivo es esencialmente no amable. Y he aquí por donde fracasan las filantropías. El sentido común tiene razón. Resulta imposible el entregarse al Número Anónimo" (cita anterior). Esto es cierto, pero toda la trayectoria de la Evolución indica que este tipo de amor —personal y universal— tiene que ser posible. En él no puede estar ausente "la forma de pasión más fundamental: aquella que precipita el uno al otro bajo la presión de un Universo que se cierra a todos los elementos en el Todo. La afinidad y, como consecuencia, el sentido cósmico" (cita anterior). La unidad universal de relaciones y de energía es un axioma fundamental del Universo. Al llegar a la conciencia reflexiva esa energía se personaliza: hemos defendido, en el

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campo de la Reflexión las conciencias individuales y personales unidas en una conciencia colectiva "hiper-personal" y personalizante. En el campo del Amor la línea evolutiva no puede atomizarse. Estas dos conquistas: relación personal y unidad en el Todo, deben mantenerse. "El amor universal: no ya un algo sicológicamente posible, sino más aún, la única forma completa y última con que podemos amar" (cita anterior).

No podemos comprender esta aparente contradicción si —como postulábamos al principio de este trabajo— no colocamos una categoría diferente. Decidirnos "a aceptar la posibilidad, la realidad de algún Amante y Amable en el vértice del Mundo, por encima de nuestras cabezas". Con El podríamos entrar en relación porque es Persona, y en El encontraríamos todos los centros relacionados en el amor con El, y respetados en su autenticidad personal. Si prescindimos de este centro de atracción personal caeríamos en uno de tantos panteísmos modernos. Y este impulso positivo, que nos lleva a la unión universal, no haría otra cosa que "zambullirnos de nuevo en la super materia, si es que no nos lleva a Alguien". "Para que el fracaso que nos amenaza se convierta en éxito —para que se realice la conspiración de las mónadas humanas—, es necesario y suficiente, al prolongar nuestra Ciencia hasta sus límites últimos, que reconozcamos y aceptemos, como algo necesario para cerrar y equilibrar el Espacio-Tiempo, no sólo el hecho de alguna existencia vaga en el porvenir, sino todavía (y he de insistir sobre ello), la realidad y la irradiación, ya actuales, de este misterioso Centro de nuestros centros que he llamado Omega" (cita anterior).

C) El Punto OMEGA

A cada paso que da la Evolución, al llegar a los diversos "puntos críticos", aparece en el Universo "algo" cualitativamente diferente: del átomo para la molécula, de la molécula para la célula, de la célula para la vida animal, de este para el fenómeno humano... "A cada grado ulterior de combinación, algo "irreductible" a los elementos aislados emerge, en un orden nuevo". Los elementos se van combinando y complicando alrededor de sus centros —la energía radial—. Esta energía radial llega a su apogeo, cuando el elemento llega a ser consciente y reflexivo sobre sí mismo, y mucho más cuando llega a la conciencia colectiva y unión comunitaria de los centros. La Ciencia experimental —que trata esencialmente sobre lo "tangencial", "está todavía lejos de reconocer a este "algo" un valor particular de independencia y solidez". "A fin de cuentas, y a pesar de una semiconversión a lo espiritual, la Física y la Biología se decantan todavía hacia el lado de lo elemental, hacia el sentido de la Materia infinitamente dispersa, para encontrar lo Eterno y el Gran Estable" (cita anterior). Pero esta es una mirada parcial de ver la Evolución —sólo bajo al punto de vista de la Energía tangencial y de la Materia infinitamente diluida—. La auténtica realidad son los seres de síntesis que van apareciendo, pero que examinados bajo la lente del microscopio son simplemente átomos, moléculas y células más o menos complicados. Pero ahí están como "realidades" no me-dibles por ningún instrumento material: la reflexión, la libertad, el

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amor, la comunidad... Realidades-síntesis que se desarrollan en la línea de la energía radial: energías "centradas". "Así, pues, el Mundo va disipándose azarosamente en Materia únicamente a través de su envoltura tangencial. Por medio de su núcleo de radial, encuentra, por el contrario, figura y consistencia naturales gravitando a contracorriente de lo probable, hacia un foco divino de Espíritu que le atrae hacia adelante" (cita anterior). "Durante enormes lapsos en el curso de la Evolución, el radial, oscuramente agitado mediante la acción del Primer Motor hacia adelante, no pudo llegar a expresarse más que en la consciencia animal a través de agrupaciones difusas. En este estadio, a falta de poder fijarse por encima de sí mismo a un soporte cuyo orden de simplicidad rebasara la suya propia, los núcleos se deshacían ya apenas formados. Por el contrario, en cuanto pudo aparecer por Reflexión un tipo de unidad, no ya más cerrado o incluso centrado, sino puntiforme, entró en juego inmediatamente la sublime Física de los centros. Constituidos en centros y, por tanto, en personas, los elementos pudieron finalmente reaccionar de una manera directa como tales a la acción personalizadora del Centro de centros" (cita anterior). AI llegar al hombre, es cuando la energía se manifiesta claramente en su esencia radial y centrada: "El hecho de atravesar la superficie crítica de hominización representa en realidad, para la Conciencia, pasar de lo divergente a lo convergente; es decir, a cambiar de alguna manera de hemisferio y de polo. Más hacia acá de esta línea crítica "ecuatorial" nos hallamos con la recaída en lo múltiple. Más allá, la caída en la unificación creciente, irreversible en sí misma", (cita anterior). Al morir el animal lo radial se convierte en tangencial y vuelve a caer en la energía material del universo, pero, aunque aperentemente el hombre se corrompa como el animal, su energía radial —pensamiento y Amor— subsisten en el centro de los centros como algo personal y único. Y así nos centramos como razón de ser y punto central de todo lo creado en el Punto Omega.

1) El pensamiento reflexivo

"Es así como, a partir de los granos de Pensamiento que forman los verdaderos e indestructibles átomos de su trama, el universo —un Universo perfectamente definido por su resultante— va construyéndose por encima de nosotros, en el sentido inverso de una Materia que se desvanece: Universo colector y conservador; es decir, no ya como lo pensábamos, la Energía mecánica, sino las Personas. Una tras otra, "las almas" se desprenden como un efluvio continuo, llevándose hacia arriba su carga intransferible de conciencia", (cita anterior).

2) El Amor

Todas las relaciones humanas en el Amor son suscitadas y mantenidas por este amor Total y Personal. Sin El, no solo no se explicaría cómo el Amor puede sobrevivir sin perderse en la disolución universal, sino ni siquiera cómo puede estar presente en el Mundo por un solo instante: "Pero cómo podría ejercer esta acción tan amante

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y tan amable si no fuera ya, de algún modo, desde ahora mismo? El Amor, decía yo, muere al contacto con lo Impersonal y lo Anónimo. De una manera igualmente infalible se degrada por su separación dentro del Espacio, y mucho más todavía con la diferencia en el Tiempo. Para amarse es necesario coexistir. Consiguientemente, por muy maravillosa que fuera su prevista figura. Omega no podría nunca ni tan solo equilibrar el juego de las atracciones y de las repulsiones humanas, si no obrara en igualdad de potencia; es decir, con la misma trama de la Proximidad. En Amor, como en cualquier otra forma de energía, las líneas de fuerza no pueden cerrarse en cada momento más que dentro de lo existente establecido. Centro ideal, Centro virtual: nada de todo esto puede ser suficiente. Para una Noosfera actual y real, un Centro también real y actual. El punto Omega, con el objeto de llegar a ser extremadamente atractivo, debe ya estar también supremamente presente", (cita anterior).

Así se nos presenta Omega como el único punto de emersión definitiva de la Reflexión y del Amor, para que estos puedan tener sentido. Sin El no podríamos explicarnos nuestra realidad psicológica de un Amor personal, que tiende cada vez más y más a la Totalidad. Sin esa Totalidad, o salida progresiva y cada vez más amplia de sí mismo, caeríamos en el Egoísmo, que destruiría el Amor. Toda una naturaleza desarrollándose y envolviéndose sobre sí misma, en una acción sintetizante de uniones que personalicen, llegará a alcanzar colectivamente su punto de convergencia: el punto Omega en el Fin de los Tiempos.

CONCLUSIÓN

Ninguna mejor que aquellas palabras de Teilhard: "He aquí lo que se nos aparece a lo largo del camino. Y he aquí también la manera como, al término del proceso, el mismo Omega se nos descubre en la misma medida con que culminan en él los movimientos de síntesis. De todos modos, tengamos muy presente que bajo el aspecto de esta su cara evolutiva no muestra más que la mitad de sí mismo. Ultimo término de la serie, es al mismo tiempo algo fuera de serie. Ya no solo corona, sino que cierra. Si ello no fuera así, en contradicción evidente y orgánica con toda la operación, la suma decaería en sí misma. Una vez que después de haber rebasado el nivel del elemento, hablamos del Polo consciente del Mundo: no nos basta decir que este polo emerge de la ascensión de las conciencias: hay que añadir que el mismo se halla ya simultáneamente emergido por encima de esta génesis. Sin ello no podría ni subrayar por el Amor ni fijar por la incorruptibilidad. Si por su misma naturaleza no pudiera escapar al Tiempo y al Espacio ya no sería Omega". (cita anterior).

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CUARTA PARTE

"CONCLUSIONES PASTORALES"

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QUE SON LAS COMUNIDADES DE BASE

INTRODUCCIÓN

No serán propiamente "conclusiones", sino sugerencias o análisis de experiencias. Hasta ahora solo sabemos que la única salida constructiva y prometedora para la Iglesia son las "Comunidades de Base". Las "señales de los tiempos" apuntando hacia el futuro, hicieron a la Iglesia reflexionar sobre el "Kerigma" primitivo. Sabemos que tenemos que "realizar" la Iglesia, antes que hablar o hacer teología de ella. Pero una Iglesia "visible" y "Misionera", solo lo será para nuestras comunidades humanas, a partir de las comunidades de base. Lo otro serán documento o manifiestos, de los que ya nadie hace caso.

Sabemos lo que tenemos que ser. Fuera de eso sabemos muy poco más. La experiencia de la Iglesia primitiva es válida, pero hay que repetirla en los nuevos condicionamientos, y teniendo además en cuenta el crecimiento continuo de la Iglesia en la historia. Se habla mucha ahora de comunidades de base. Con todo, las experiencias son muy tímidas. Tenemos que ir abriendo pistas. Decididamente. Y reflexionar mucho sobre los resultados. Solo así lo que digamos será válido. Así lo recomienda la Conferencia Episcopal Latinoamericana en una de las orientaciones pastorales del Capítulo sobre Pastoral de Conjunto: "Se recomienda que se hagan estudios serios, de carácter teológico, sociológico e histórico, acerca de estas comunidades cristianas de base que hoy comienzan a surgir" fn? 12 pág. 221).

Por eso negué, en parte, el título de "conclusiones". Lo que vamos a decir serán sugerencias a base de las reflexiones ya hechas, o razonamientos sobre las pocas experiencias en marcha.

I. "QUE SON LAS COMUNIDADES ECLESIALES DE BASE?"

Frecuentemente usa esta expresión la II Conferencia Episcopal Latinoamericana. Especialmente da su definición en los documentos de Pastoral de Conjunto y de Juventud.

1. Qué "no" son las comunidades de base

1) Son un rechazo a "las organizaciones demasiado institucionalizadas, las estructuras rígidas y las formas de agrupación masiva" (Juventud, n? 6, p. 104).

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Las comunidades de base atacan la institucionalización exagerada y la rigidez de estructuras. Precisamente porque esta es la experiencia caduca que está llevando al fracaso a nuestra sociedad. A veces se llama "organizados" a los grupos comunitarios de base. Nada más falso. No existe correlación demostrada entre organizado y estructura rígida. Puede existir una super-estructuración de organigramas y reuniones de cúpula y existir la mayor ineficacia en las bases. Como tampoco es cierto que los verdaderos grupos comunitarios no sean "organizados". Rechazan las estructuras impuestas, pero procuran dinámicamente sus propias estructuras y su organización comunitaria. Y sobre todo son grupos existentes y vitales a partir de la base.

2) También las comunidades de base son una reacción contra las agrupaciones masivas. Rechazan el número despersonalizado y el ser dirigidas por gente con título de "líder".

3) Son un rechazo a partir de la teoría y de "lo que debería ser" para llegar a la Iglesia-comunidad.

2. Qué son las comunidades eclesiales de base

Vamos a intentar definir las Comunidades Eclesiales de Base a partir de los diversos textos de las Conclusiones de la II Conferencia Episcopal Latinoamericana. El documento más rico es sin duda el de Pastoral de Conjunto (nos. 10-12). Alrededor de él engarzaremos los textos de los otros documentos. Dividiremos nuestro análisis en dos partes:

1. Definición de las C.E.B. como grupo natural 2. Características de su estructuración y desarrollo eclesial.

1. Definición de las C.E.B.

El texto de Pastoral de conjunto afirma que "una comunidad local o ambiental, que corresponda a la realidad de un grupo homogéneo, y que tenga una dimensión tal que permita el trato personal fraterno entre los miembros" (n9 10).

Son tres las cualidades que exige esta definición: 1) Comunidad local o ambiental. Indica la doble posibilidad del

grupo natural, a partir de la geografía o del medio ambiente. El Documento sobre Juventud las definirá como "grupos naturales a medida humana".

2) Homogeneidad: más adelante, al hablar del grupo natural, describiremos la esencia de esta homogeneidad.

3) La intercomunicación, o relaciones humanas primarias.

2. Características de su estructuración y desarrollo eclesial

"Por consiguiente, el esfuerzo pastoral de la Iglesia debe estar orientado a la transformación de esas comunidades en "familia de

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Dios", comenzando por hacerse presente en ellas como fermento mediante un núcleo aunque sea pequeño, que constituya una comunidad de fe, como también del culto que es su expresión" (n? 10).

La C.E.B. es, como toda comunidad cristiana, la familia de Dios que forma el "núcleo-fermento", "la célula inicial de estructuración eclesial". La Iglesia universal solo se entiende a partir de ellas, y por otra parte en ellas se realiza lo que forma el núcleo de la Iglesia: la comunidad de fe que encuentra su máxima expresión en la Eucaristía. Así las describe el documento:

1) "Comunidad de fe" . El documento sobre Juventud las define como "de reflexión evangélica y revisión de vida" (n? 6). El do Movimientos de Laicos, como comunidades dotadas "de una pedagogía basada en el discernimiento de los signos de los tiempos en la trama de los acontecimientos" (n? 13).

La puesta en común de la fe y su educación progresiva en la comunidad, no es Atemporal sino que está basada especialmente en el discernimiento de la palabra de Dios en los acontecimientos que vive.

La anotación, que hace el documento de Pastoral Popular, de que estas comunidades "deben basarse en la Palabra de Dios" nos indica una parte importante de esa comunidad de fe, en cuanto a la lectura, meditación y discernimiento de las Sagradas Escrituras.

2) "Comunidades eucarísticas". Dirá el Documento sobre Pastoral de Conjunto: "como también del culto, que es su expresión". Es claro que la Eucaristía en estas pequeñas comunidades es la expresión máxima de su fe, como de sus relaciones de amistad y esfuerzo por salvar a los que los rodean. Por eso indica el Doc. sobre la Liturgia: "La celebración de la Eucaristía en pequeños grupos y comunidades de base puede tener verdadera eficacia pastoral; a los Obispos corresponde permitirla, teniendo en cuenta las circunstancias de cada lugar" (n° 12). Es interesante recalcar la dinámica que quiere significar aquella frase del Doc. sobre Pastoral Popular: "Comunidades que deben basarse en la Palabra de Dios y realizarse en cuanto sea posible en la celebración y realización de la Eucaristía. Con todo, hay que tener en cuenta que, en las Comunidades de Base ya maduras, la Eucaristía es tanto la "raíz" como el "quicio" de su edificación. Este creo ser el sentido del párrafo 9 del Documento sobre Pastoral Popular: "Sin embargo, no se edifica ninguna comunidad cristiana si ella no tiene por raíz y quicio la celebración de la Santísima Eucaristía (P.O. n? 6), mediante la cual la Iglesia continuamente vive y crece (L.G. n° 26). (n ' 9).

3) Pero estas comunidades de Base tienen un trabajo primordial que hacer en el medio ambiente donde viven: ellas son "foco de evangelización, y actualmente factor primordial de promoción humana y desarrollo" (Pastoral de Conjunto, n? 10).

a) "Foco de evangelización: Las Comunidades de base son el mejor testimonio de la Iglesia y del nombre de Jesús ante los hom-

15. Comunidades... 225

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bres, para conducirlos a la fe. Deben ser "signo de la presencia de Dios en el mundo" (n? 11).

b) "Factor primordial de promoción humana y desarrollo": No basta su testimonio explícito de Cristo, si éste no se expresa "en torno a un compromiso cristiano ambiental" (Doc. sobre Juventud, n? 6). Este compromiso debe expresarse especialmente "sobre todo donde se elabora y decida el proceso de liberación y humanización de la sociedad a que pertenece" (Doc. sobre Movimiento de Laicos, n9 13). En el Doc. sobre Justicia se las asigna un poder de equilibrio frente a los grupos de poder: "Es necesario que las pequeñas comunidades de base se desarrollen, para establecer un equilibrio frente a los grupos minoritarios, que son los grupos de poder" (n?

20).

Todo lo dicho no significa una pastoral separada ni de la Jerarquía ni de la Pastoral de Conjunto. Se pide en el Documento de Pastoral Popular que la Iglesia se preocupe de "la formación del mayor número de comunidades eclesiales en las parroquias, especialmente rurales o de marginados... siempre en comunión y bajo la dependencia del Obispo" (n? 13). La parroquia, en esta nueva visión de la pastoral, se debe convertir en "un conjunto pastoral vivificador y unificador de las comunidades de base" (n? 13).

Este es un primer intento de descripción de las Comunidades Eclesiales de Base a partir de Medellín. Con todo, todavía quedan muchos puntos que aclarar. Son necesarias experiencias válidas y serios estudios de carácter teológico, sociológico e histórico. "Se recomienda que se hagan estudios serios, de carácter teológico, sociológico e histórico, acerca de estas comunidades cristianas de base que hoy comienzan a surgir después de haber sido un punto clave en la Pastoral de los misioneros que implantaron la Fe y la Iglesia en nuestro Continente. Se recomienda también que las experiencias que se realicen, se den a conocer a través del CELAM y se vayan coordinando en la medida de lo posible" [n: 12). (Doc. sobre Pastoral de Conjunto).

El P. Marins, en su libro "Comunidad Eciesial de Base", se detiene especialmente en la definición de tales comunidades. Las determina por las tres palabras Comunidad-Eclesial-Base. Glosaremos sus ideas, aunque de una manera libre y personal.

1 ° Comunidad humana

Esencialmente nos referimos a lo específico de la comunidad: la comunión en relaciones inter-personales "primarias" u "orgánicas". La comunidad tiene que partir de esta relación, o, si no, crearla. No determina esencialmente la comunidad el territorio, ni la igualdad de funciones o de trabajo. Aunque pueden ser una ocasión propicia para ello. Es necesario, pues, intentar "criar en el grupo, en las personas ese clima, que significa comunicación directa entre los individuos y familias, interés común, posibilidad de recibir y de dar, amar y ser amado, conocer personalmente y ser conocido en la profundidad de su propio ser" (p. 73). Dondequiera empiece a existir esta relación,

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tenemos la base para una Iglesia-Comunidad. Esto es lo importante. En la antigüedad puede haber existido tal relación, en las tribus, los clanes, las familias patriarcales, los territorios rurales. En la época de la ciudad secular la "geografía" de la relación no tiene tanta importancia. Ella viene marcada más por interés, ideales, valores, acciones comunes. Viene marcada por la dinámica de la historia y no por el espacio o la estructura. Hay que buscarla o fomentarla. Y partir de las realidades de ínter-comunicación humana personal.

2? Comunidad Eciesial

Es una vivencia "eciesial" de esas relaciones humanas. No formarían una comunidad eciesial, cristianos que tuviesen una fe individual, rezasen personalmente o practicasen un apostolado aislado. Hay Iglesia, cuando hay relación de fe, liturgia y apostolado. Pero no una relación teórica, racionalizada o reglamentada. Sino una verdadera relación interpersonal entre " tus" conocidos y amados. Una experiencia real de comunicación de dones existencialmente dados y recibidos. Experiencias existenciales de comunicación de fe, vivencias litúrgicas, relaciones interpersonales en el amor y acción evan-gelizadora en el medio ambiente. "Cuando la comunidad de base es eciesial, entiéndese entonces la exigencia de que cada participante camine en la comunión de vida con el Padre, por Cristo, en el don del Espíritu" (p. 75). Puede una parroquia, de mil parroquianos para arriba vivenciar tal experiencia? La parroquia, entonces, debe ser "una suma de varias comunidades, en clima de "comunicantes" (p. 75).

Existirá, por tanto, una comunidad eciesial cuando a partir de un grupo natural —en aquel ambiente histórico en el que varias personas se "encontraron" en relaciones humanas— "un día empiezan a interrogarse juntos sobre su comportamiento cristiano, sobre la presencia de Iglesia que ellos representan y lo que se concluye de esta misión (p. 75).

3? De Base

Porque parte de las bases de los grupos naturales: La micro-estructura existencial y real. A partir de estos grupos reales de base se va edificando la Iglesia comunidad.

Podría, pues, ser esta la definición de una comunidad de base:

"Un grupo cristiano que, partiendo de su iniciativa, o por orientación de otros, coordinados por el servicio de la Jerarquía, empiezan a vivir en nivel intenso de Iglesia, realizando en la práctica la unión visible (entre sí y con los demás cristianos), la acción misionera, el profundizar su fe, la expresión litúrgica y cultural, y se comprometen con la realidad para transformarla con el fermento del Evangelio" (p. 76).

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3. Puntos de partida y puesta en marcha de las Comunidades de Base

Hemos intentado describir las comunidades de base. Algo más difícil es entrar en el campo de su funcionamiento real en la vida. Sabemos que tenemos que edificar una comunidad a base de su relación humana interpersonal. Pero, cómo conseguirlo? Y, supuesta una primera célula comunitaria, cómo hacerla crecer en una madurez progresiva? Es algo todavía más difícil de describir, puesto que aquí entramos en las infinitas circunstancias cambiantes de la misma vida.

A) EL PUNTO DE PARTIDA PSICOLÓGICO ES EL GRUPO NATURAL

El grupo natural forma el soporte psicológico necesario de la comunidad de base. El grupo natural se opone al concepto de forzado e institucionalizado. La gente no ha sido forzada a entrar en el grupo ni por la fuerza física o moral, ni por ningún otro tipo de presión afectiva. En él la institucionalización es mínima, responde a necesidades o motivaciones básicas, y continuamente acomodable a la realidad. En este sentido el grupo natural es "informal". Con todo sería un error el considerar el grupo natural como algo "desorganizado". Ciertamente pueden existir grupos naturales "desorganizados", pero lo que niega el grupo natural es la organización institucional rígida. Pone especial énfasis en una dinámica que parta de las relaciones de amistad, cooperación y búsqueda de fines en común, mucho más que en la estructura y control externo. Niega todo sentido de imposición vertical, y encuentra su fuerza en la agregación horizontal entre iguales.

Podríamos por lo tanto definir al grupo natural bajo las siguientes características:

1) Es un grupo "espontáneo": Por diversas razones los miembros del grupo "se encontraron" y sintonizaron entre sí. Por voluntad propia, libremente, decidieron juntarse y continuar en grupo. Esto connota las dos cualidades de encuentro y agremiación espontánea, y de libertad de decisión.

2) Es un grupo en "comunión": lo que determina la formación grupal es la fuerza de las relaciones primarias de amistad. Los grupos naturales se compondrán con especificaciones bien diversas, pero el denominador común será la inter-relación humana en comunión.

3) Es un grupo "homogéneo": La homogeneidad, aun siendo algo esencial, puede ser un concepto muy ambiguo.

a) No se debe entender como homogeneidad en cuanto a que los miembros del grupo ejerzan la misma profesión o trabajo. La comunión no es privilegio exclusivo de los que trabajan juntos. Más bien diríamos que esos tipos de grupos, que se forman por intereses profesionales pueden caer en el peligro del "clasismo". Un grupo natural no es una agremiación sindical o profesional.

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b) Tampoco es esencial la homogeneidad de edades, a no ser en grupos de adolescentes, y en gran parte en la juventud (18-25 años). Pero es conocido de todos el peligro de que estos grupos si se cierran a solos jóvenes, amplíen cada vez más la llamada brecha entre generaciones. Aun confesando la tendencia de los grupos de juventud a buscar la homogeneidad de edades semejantes, también es cierto que estos grupos son esencialmente transitorios.

c) Existe otra tendencia en los grupos a buscarse los que tienden a entenderse mejor por homogeneidad o complementariedad de temperamentos y maneras de ser. Como hecho es cierto, pero no como principio para todos los grupos. El peligro es el de encerrarse en grupos "sin problemas", que ni preparan ni corresponden a la realidad. Grupos islas, meras fugas a los problemas reales que les rodean, y cerrados a todo tipo de intercambio y cooperación.

d) Lo que sí se puede asegurar en todos los casos que la homogeneidad habrá que colocarla en "disposiciones interiores" semejantes. Semejanza de motivaciones, de mundo de valores y de actitudes vitales ante la realidad. Todo esto conducirá a una identidad de ciertos compromisos esenciales. Supuesta esta semejanza, verdadera hermandad de ideales, el grupo alcanzará una alta comunión y cooperación, aunque no existieren las homogeneidades arriba explicadas. Más aun, entonces la variedad de edad, de profesiones y de temperamentos supondrá una riqueza extraordinaria tanto para el equilibrio personal como para abertura y cooperación con el mundo circundante.

En el caso de las comunidades de base cristianas, esta homogeneidad

—tendrá siempre en común la disposición de conversión a un cristianismo más evangélico y exigente que se quiere realizar a través de la comunión interpersonal, y de la misión evange-lizadora del medio ambiente

—supondrá para grupos diferentes motivaciones diversas en el campo de la actividad, de la fraternidad, de la reflexión, del test imonio.. .

4) Es un grupo "local o ambiental": los grupos naturales pueden quedar determinados por la geografía —i.e. vivir en el mismo barrio, pueblo. . .—. Esto se dará casi siempre en el caso de culturas rurales, o marginadas. Podrá darse, pero será más raro en el caso de una cultura urbana, donde el hombre no se siente agarrado al territorio donde vive. Será más elemento de unión el medio ambienté cultural, social, deportivo, religioso, ar t íst ico. . .

5) Es un grupo "de base": No son organizados, ni "patrocinados" desde arriba. Es un movimiento horizontal que parte de las bases Son fruto de una solidaridad real y espontánea, que existe latente —sin propagandas ni "teledirigismos"— a todos los niveles de la población. En estos grupos de base, sumamente "personalizantes" está no solamente la única salida constructiva para la desmasificación, sino también toda la esperanza y riqueza de un mundo, nuevo toda-

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vía no alcanzado por el "politicismo", ni la estructura unidimensional de nuestro mundo "oficial". La gente lo sabe, y por eso se refugia en ellos. Pero todavía estos grupos no han creado una conciencia de renovación, ni han sido capaces de entrar en comunión.

1 . Diversidad de grupos naturales

El grupo natural siempre será aquel en el cual se fomenta una íntima comunión de relaciones inter-personales que crean un clima de aceptación y comprensión propicio al desarrollo de la persona. De una manera espontánea crecen motivaciones comunes y surgen actitudes de apoyo, ayuda y cooperación.

Siendo este como el denominador común de todo grupo naturaf, son diversas las circunstancias que los hacen surgir y muy diversas sus características. Así podemos distinguir:

a) Grupos de amistad: Por diversas circunstancias se han formado grupos naturales de amistad: frecuente contacto, relaciona-miento familiar, vivir en el mismo barr io. . . Aunque a veces estos grupos tienen el peligro de cerrarse en sí mismos, no cabe duda que en muchos casos es un buen principio para formar comunidades de base.

b) Grupos de interés: Puede fomentarse la relación humana por encontrarse las personas unidas alrededor del mismo centro de interés. Los intereses pueden ser muy diversos: diversiones, deportes, música, t ea t ro . . .

c) Grupos profesionales: Las relaciones en el ejercicio de la profesión muy frecuentemente fomentan también relaciones personales. Debemos tener en cuenta que se unen en el mismo centro de interés y en trabajos comunes. Como es lógico no basta que haya relaciones profesionales, sino que estas dan lugar, en muchos casos, a relaciones personales, o que son una excelente plataforma para fomentarlas. Esto parece sugerir el párrafo n? 3 del documento de Medellín sobre los Movimientos de Laicos: "Por otra parte, la modernización refleja de los sectores más dinámicos de la sociedad latinoamericana, acompañada por la creciente tecnificación y aglomeración urbana, se manifiesta en fenómenos de movilidad, socialización y división de trabajo. Tales fenómenos tienen por efecto la importancia creciente de los grupos y ambientes funcionales —fundados sobre el trabajo, la profesión o función—, frente a las comunidades tradicionales de carácter vecinal o territorial.

Dichos medios funcionales constituyen en nuestros días los centros más importantes de decisión en el proceso del cambio social, y los focos donde se condensa al máximo la conciencia de la comunidad". (Vol. II, pp. 159-160, n9 3).

d) Grupos de valores: gente que se une, o se puede unir, por considerar esenciales ciertos tipos de valores fundamentales, que dominan la estructura de la personalidad. Lo esencial es que se encuentren como personas que luchan por los mismos valores, y que

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esos valores se encarnen en cosas bien concretas. Por ejemplo: difícilmente se unirán las personas que consideran esencial la fraternidad, pero sí lo harán, si puden promover algo en concreto para fomentar la unidad de su barrio. Así es donde especialmente nacerán las Comunidades Eclesiales de Base o donde llegarán, aunque nazcan de otra parte.

e) Grupos con las mismas necesidades: cuanto más fundamentales sean estas necesidades y más fuerte la carencia de medios por satisfacerlas, más íntimamente se fomentará la solidaridad entre ellos. Tenemos el caso de moradores de barriadas o villas miseria.

2. Breve esbozo de la dinámica del grupo natural

No pretendo hacer una teoría de la dinámica del grupo natural, sino indicar brevemente sus pasos en vistas a una pastoral.

Todo grupo natural tiene por primera fase la sintonía del encuentro: por diversísimas circunstancias las personas "se encuentran" —no se trata solo del encuentro físico— sino de la sintonía que producen los mismos intereses, inquietudes, necesidades, valores. . . Es el primer paso hacia la amistad.

Lógicamente empiezan a establecerse las relaciones primarias. Las personas conocen y son conocidas en un ambiente informal. Van cayendo las máscaras, los prejuicios. Cada vez más la imagen social cede el lugar a la persona. Crea esto un ambiente de aceptación que conduce a la caída progresiva a las defensas que impiden la comunicación. El conflicto focal de todo principio de grupo es ambivalente: necesidad de confiar en el grupo y ser reconocido como uno es, y al mismo tiempo miedo a que se repitan las situaciones sociales anteriores (formalismos, miedo a ser traicionado, a no ser aceptado). La intercomunicación y el apoyo mutuo van formando una imagen nueva y se va estableciendo una historia grupal de comunión.

La comunión afectiva empuja al grupo hacia la abertura en manifestar los datos de conciencia. La expresión de las llamadas "vivencias" se va haciendo cada vez más fluyente, conduciendo poco a poco al grupo a una fase de "concientización". Esta concientiza-ción se abre en un doble camino paralelo:

1) La concientización personal: A través del expresar vivencias propias, y del recibir de los demás la impresión que ellos tienen de nosotros y de nuestras comunicaciones, uno se va haciendo más consciente de sí mismo y va creciendo en el "insight" o visión profunda de sí mismo.

2) La concientización grupal: El grupo pasa a una fase "crít ica". Examinan juntos la realidad y buscan el significado de lo que está pasando. Van tomando una conciencia progresiva y actuante frente al mundo.

A través de todo este proceso de comunión y concientización se descubren e intercambian las motivaciones personales —valores

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y razones de actitudes de vida— hasta llegar a construir poco a poco un núcleo de motivación grupal: una cierta constelación rís motivos o valores compartidos por todos los miembros del grupo. La profundí-zación y compromiso ante esos motivos puede llegar a suscitar la mística de un ideal. Frente a los grupos formales en los que el ideal es impuesto o "propuesto", los grupos naturales construyen —a partir de las experiencias de vida y las motivaciones ideales viven-ciados y queridos libremente por el grupo.

En este momento el grupo ha llegado a determinar su forma o su "Gestalt", que contendría los siguientes elementos:

1) Cierta historia grupal que forma como el subconsciente del grupo —causa de sus reacciones típicas ante el medio ambiente— y que se expresa en un lenguaje propio y creador.

2) Emergencia de normas grupales para comportarse dentro y fuera del grupo.

3) Una organización específica.

4) Conciencia de una misión y actividad específica por realizar.

3. Promoción de los grupos naturales

Hasta ahora hemos considerado el caso de grupos ya formados en relaciones humanas primarias. Pero la Pastoral de las Comunidades de Base no puede partir solamente de ellos. Tiene también que crear la relación donde ella no exista, o exista deficientemente. Puede existir una pedagogía de evangelización humana y cristiana para fomentar verdaderos grupos naturales, donde estos no existían. Con todo ya había una base previa. Basta crear un clima propicio para que ellos se puedan desarrollar. Como pistas de reflexión —condicionadas por la enorme falta de experiencia en este campo— podríamos sugerir las consideraciones siguientes:

1) Reunir a la gente para considerar problemas comunes y agruparlos para resolverlos (Concientización).

2) Fomentar acciones masivas como semanas sociales, semanas de la Juventud... Tienen que formarse grupos para llevarla a cabo. En la misma semana se forman grupos naturales: por conocimiento previo, ideales comunes, necesidades comunes... Partir de esos grupos para formar comunidades.

3) Fomentar, acciones concretas para resolver problemas concretos. Luz en un barrio, día del trabajo por una villa miseria, el libro para el estudiante pobre. . . Habrá que formar equipos para trabajar, mentalizar, organizar.

Lo importante en todos estos casos es fomentar el relaciona-miento humano primario, la confianza mutua, la comunicación de todo tipo: de vivencias, de dones, de comprensión... Se habrá plantado la semilla de comunidades de base.

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N. B. Cómo surgirán los grupos naturales en la vida religiosa?

Ante todo no se deben confundir las comunidades de base con gente que pertenece a la misma congregación, que viven juntos y hacen todo a toque de campana en el mismo horario. Ni siquiera lo son porque trabajan en la misma obra. La gran dificultad en la vida religiosa —por lo me¡:os en su contexto actual— es precisamente el que muchas de sus estructuras no permiten la dinámica del grupo natural. Con todo serían los religiosos los que más obligación, y derecho, tendrían a serlo, pues una parte importante de su mística es la vivencia en común como reflejo de las comunidades primitivas. Infelizmente la realidad no corresponde a esa mística en demasiados casos. Pero, cómo promover las comunidades de base en la vida religiosa? Pongamos un presupuesto, e indiquemos varias posibilidades.

Presupuesto: Es esencial por parte de los superiores una predisposición para permitir experiencias serias y bien pensadas, y por parte de los subditos un conocimiento adecuado de lo que serían las comunidades de base y una voluntad seria de realizarlas. Todo *esto presupone cursos de mentalización en esa línea, que contengan también un intento de vivenciar la comunión y la relación interpersonal, tanto desde el punto de vista humano como de fe. Por consiguiente deberíamos:

19 Mentalizar a los superiores —especialmente los mayores— de la necesidad de esta nueva orientación pastoral. Tenemos la ventaja de que ya la experiencia vivida los está convenciendo de las crisis por las que pasan sus comunidades. Si continuamos así las posiciones se irán radicalizando: conservadores y tradicionalistas rígidos y super-avanzados extremistas. La única solución es canalizar la crisis hacia las comunidades de base.

29 Con el apoyo de los superiores mayores, empezar las experiencias de cursos de relaciones humanas y vivencia comunitaria a nivel provincial y local. Todos son convidados, aunque nadie es obligado a entrar en la experiencia. Todos tienen oportunidad de vivir la comunidad de base. Surgirán apóstoles y profetas convencidos. Unos cursos serán la mejor propaganda de los otros.

Como se necesita una verdadera vocación para vivir la experiencia consagrada en comunidades de base específicas, no bastaría el ser amigos, el deseo de convivir (mucho menos motivaciones no cristianas como zafarse de la obediencia (vida más cómoda, snobismo, violencia contra estructuras sin antes haber procurado redimirlas...}. Es necesaria mucha oración y discernimiento de espíritus, ejercicios espirituales comunitarios para ver la voluntad de Dios y un tiempo prudente de reflexión conjunta para marcar los primeros planos y examinar los riesgos. Sin duda que ios superiores deben dar su consentimiento y ellos mismos discernir la legitimidad de la experiencia a la luz del Espíritu. Se facilitaría mucho toda esta preparación y discernimiento si no se confundiese —en la práctica— comunidad de trabajo con comunidad de vida. Si es cierto que para el trabajo apostólico se miraría más las cualidades y la obra, para la comuní-

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dad de vida se permitiría una más libre elección, aunque supervisada y refrendada por los superiores. Eso supondría la posibilidad de diferenciar los lugares de trabajo de las comunidades de vida.

Posibilidades: Aunque la experiencia es la última palabra en este caso, se preven varias posibilidades

1) Surgirán diversos grupos espontáneos bajo características específicas diferentes: línea social, vivencia de la pobreza, algún ca-risma específ ico. . .

2) Se pueden formar comunidades de vida con gente que trabaje en campos diversos. Se enriquecerá así enormemente el grupo con las experiencias mutuas.

3) Es admisible —y aun deseable— la comunidad de base "vertical": donde haya gente ya formada y trabajando, y gente en formación. El peligro de las comunidades "horizontales", especialmente si son estudiantes es el de encerrarse en sí mismas, dedicarse a la contemplación mutua, y convertirse en contestatarias (máquinas de documentos y manifiestos de pro tes ta . . . ] .

4) Es también posible el formar comunidades de base dentro de un grupo más amplio que convive en la misma casa. Aunque no es la solución ideal, tal vez será un principio para muchos.

5) Pueden varias comunidades de base vivir separadas en edificios aparte con algunas dependencias comunes como capilla, comedor, biblioteca, c lases. . . Sería una especie de "campus" universitario.

6) Pueden equipos de trabajo convertirse en comunidades de vida, que quieren compartir la acción apostólica, la comunión humana y las vivencias de fe .

7) Sería deseable vivir la comunidad de base en la propia familia religiosa, para poder ser animadores de comunidades heterogéneas.

B) EL PUNTO DE PARTIDA ECLESIAL ES EL LLAMAMIENTO A LA CONVERSIÓN

Muchos pretenden llegar a las comunidades de base simplemente a base de cambios de estructuras, Desde luego que las comunidades de base son un cambio substancial de la estructura pastoral y aun social. Pero el peligro del "sociologismo" es colocar las soluciones últimas en algo tan impersonal como son las estructuras. Es esta una solución "mágica", que no supone el cambio personal del hombre. Antes era comunismo contra capitalismo. Ahora es liberación de estructuras opresoras, sin tener en cuenta que la opresión principal le viene al hombre de sí mismo, y es a sí mismo al primero que tiene que liberar. Solo hombres "liberados" interiormente, producirán estructuras liberadoras. No se trata de negar la necesidad de liberarnos de estructuras injustas, sino de recalcar el énfasis evan-

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gélico en la conversión personal, y de afirmar que solo estos hombres serán capaces de producir un auténtico proceso de cambio. Hay que partir de los hombres, de su aceptación de un mensaje y de su conversión.

En lo que se refiere a las comunidades de base, no es suficiente para intentarlas una motivación de la necesidad del cambio estructural. Mucho menos el snobismo, las necesidades afectivas, las fugas de ambientes más difíciles, o la necesidad de afirmarse como personas. Tiene que sentirse un verdadero llamado a vivir situaciones más evangélicas, una urgencia de cristianismo más auténtico, una vocación a reeditar más de cerca la vivencia comunitaria de las primitivas comunidades apostólicas. Un llamamiento difícil a muchas renuncias y a una conversión personal. Solo cuando todos los componentes han conseguido esta disposición inicial, pueden intentar la experiencia de las comunidades eclesiales de base.

Se puede cuestionar si lo dicho antes no sería la obligación de todo cristiano en la Iglesia. Creo que sí . Pero nunca el cristianismo ha partido del imperativo al indicativo. La realidad de la vivencia cristiana es un don del Padre. Las frases de Pablo van más o menos en esta línea: "Sois hijos de Dios, templos del Espír i tu. . . portaos como tales". No todos, en la Iglesia de hoy, tienen la conciencia de la necesidad de vivirla en comunidades de base. Muchos han vivido su cristianismo en otro estilo, y tal vez tengan que continuar viviéndolo así. Por otra parte tal vez hasta el fin de los tiempos tenga que haber una Iglesia masiva.. . Las comunidades de base, por otra parte, pueden tener muchas modalidades todavía no experimentadas. No queramos imponer la nuestra. Vivamos esa comunidad, en un auténtico espíritu de conversión, conforme "la gracia que se nos haya dado", y con toda !a intensidad con que hayamos tomado conciencia de ello. No gritemos contra los otros. Mostremos nuestra experiencia de vida, y eso será un llamado a los otros para una conversión personal y estructural. Los que estén convencidos, que proclamen esa vocación por el testimonio de su vida. Sería esta una vocación especial? No, en el sentido de que suponga algo más de lo que es el cristianismo para cualquier bautizado. No supone un carisma especial como el de la virginidad. Ni un llamamiento especial al ministerio jerárquico como el sacerdocio ministerial. Sí, en el sentido de sentir —de hecho— un llamamiento especial, y una toma de conciencia clara para vivir la experiencia de Iglesia en comunidades de base.

Cómo podríamos describir esta vocación-conversión? Creo que está todavía por hacer una reflexión teológica a partir de las experiencias ya realizadas. De una manera totalmente provisoria podríamos insinuar que es una doble conversión personal y en grupo.

1) Conversión personal: Empieza por una insatisfacción vaga o inquietud a través de vivencias personales o situaciones estructurales, que llevan a la persona a la conciencia cada vez más clara de que no está viviendo un cristianismo evangélico: no vive el amor real a los hombres, no repite el Evangelio como acontecimiento de salvación, no vive en una comunidad que realmente se ame y ame

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como señal ante los hombres que los atraiga a Cristo, no vive realmente comprometido con el mundo en compromisos temporales de salvación, de liberación, de cambio.. .

Esto supone una conversión personal a algo muy difícil: no es escape, ni inmadurez, ni cortina de humo para encubrir intereses personales...

2) Conversión grupal: Las auténticas comunidades de base son un camino, en grupo, por colocarse en situaciones cada vez más evangélicas. Aunque no podemos negar la experiencia de gente que ha sentido la vocación personal a la comunidad de base, y después se junta para intentarla, con todo el camino más común es el avance progresivo de todo un grupo humano en dirección de la conversión. Indiquemos los diversos pasos:

a) Cuestionamiento en grupo de si las estructuras que mantiene la obra o la comunidad cristiana en que se vive, corresponden realmente al Evangelio. Puede darse una situación de aparente bienestar —aun espiritual— y de real esclavitud a situaciones dadas opresoras o por lo menos totalmente ajenas al Evangelio. Surge muchas veces esta pregunta: A quién servimos? Como en Egipto la situación es ambigua: también allí tenían carne, ajos y cebollas. De hecho suspiraban, con añoranza, per todo ello en el desierto.

El atreverse a cuestionar situaciones y estructuras aparentemente sólidas y tradicionales, es el primer paso valiente hacia el Evangelio. Y el hacerlo en grupo, aunque todavía no se sepan soluciones, y esto conduzca al grupo a situaciones emocionales difíciles, aparentes divisiones y una carga dolorosa de angustia. De una manera o de otra las dos grandes preguntas son estas: 1? Realmente somos una comunidad cristiana? 2- Realmente estamos llevando los hombres a Cristo, evangelizando e instaurando el Reino, invitando a una conversión?

El grupo se siente comprometido con tradiciones, estructuras, clases de hombres que invocan el nombre de Cristo, pero que de hecho están impidiendo la evangelizaron y la liberación de los pobres de espíritu en nombre de Cristo. Comprometido con todo eso, no tiene la libertad de comprometerse con el Evangelio. Habiendo renunciado a todo por causa de Cristo, encuentra que se les pide una renuncia total para mantener estructuras dudosamente llamadas cristianas. Y sienten cada vez más fuerte una vocación a la libertad de los hijos de Dios. Se les hace cada vez más intolerable continuar siendo esclavos...

Y se abre una esperanza: por qué no? El llamamiento a la conversión personal y en grupo se hace oír insistente y con fuerza. El Evangelio, siempre antiguo, y siempre nuevo, indica nuevos cauces de conversión...

b) Empieza todo el grupo el camino hacia la Liberación. Es el Éxodo. Supone romper con muchas cosas y entrar por el desierto. Tal vez pasar por muchas situaciones en las que el grupo se siente

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mucho peor que antes. Ha roto con lo antiguo, y no tiene todavía lo nuevo sino en esperanza. Pero una cosa es cierta: ahora se siente libre de los hombres y preocupado solamente por acomodar sus actitudes al Evangelio. Y esta realidad es tan fuerte, que —a pesar de todas sus crisis internas o ataques externos— ya no volverá más a la esclavitud de las situaciones anteriores. Este proceso de Éxodo quedaría caracterizado por tres modelos de acción.

19 Concientización: Es un proceso interior. Implica el tomar conciencia de hasta dónde llega su esclavitud a situaciones, estructuras o clases de personas, en apoyo a estructuras opresoras; de hasta dónde llegan las implicaciones del Evangelio y la Iglesia en las actuales circunstancias. A la luz de la Pascua y de la Iglesia de hoy, el grupo planifica su vivencia grupal y su acción evangelizado-ra. Se atreve a soñar —en la esperanza— las atrevidas utopías de un mundo nuevo más humano, más evangélico y más comunitario. De un grupo "intransitivo", que sufría pasivamente las influencias del medio ambiente —sin discernir lo que era cristiano, o no—, se va convirtiendo en un grupo "transitivo" que quiere realizar el Evangelio en el mundo, y se siente libre "para juzgarlo todo y retener lo bueno".

2° Actitudes nuevas: El cuestionamiento y reflexiones anteriores ya habrán llevado al grupo a adoptar actitudes nuevas. Pero llega un momento en el que se presenta ante el grupo la necesidad de tomar actitudes decisivas, que suponen cambios estructurales profundos. Como todo esto Implica afectar intereses creados, llegarán indefectiblemente los choques, las incomprensiones y hasta las persecuciones. Habrá palabras amables que atraerán hacia promesas halagadoras, juicios acusadores de comunismo, falsos profetas, ultra-avanzados..., acciones represivas sumamente dolorosas. Y lo realmente angustiante es que pueden tener razón. En la Iglesia se han levantado muchos falsos profetas. Pero en el momento en que en la Iglesia no se susciten actitudes proféticas y carismáticas que cuestionen por una renovación continua, se habrá acabado el fenómeno de Pentecostés. La señal del decaimiento del judaismo fue el desaparecimiento progresivo de los profetas, y la consiguiente imposición del juridicismo farisaico. La señal de la Iglesia nueva fue la efusión del Espíritu de Pentecostés: "profetizarán vuestros hijos e hijas".

El Espíritu, a la vez que difunde sus carismas, impone una exigencia de discernimiento. Sobre esto ya hablamos profundamente antes en capítulos anteriores. De una manera más pragmática, qué caminos debería seguir el grupo al tomar actitudes nuevas? En general —confesando la multiplicidad de opciones— los que indicaría una psicología del cambio:

—Mentalizar

Antes de tomar decisiones drásticas tendremos que iniciar un proceso de mentalización tanto dentro del grupo, como sobre las personas con las que estamos trabajando. No se trata solo de in-

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dicar de palabra a dónde queremos ir. Muchas veces habrá que tomar actitudes —todavía no decisivas— y conforme se levantan las reacciones llevar a la gente a reflexiones evangélicas. Tengamos en cuenta que son las actitudes las que más mentalizan si van acompañadas de una reflexión, posterior. Esto evitará muchas falsas suposiciones, o miedos injustificados por falta de diálogo.

—Actitudes progresivas

Debe existir una progresión, no un corte drástico de una situación a otra. Estamos tratando con hombres, no con piezas o ladrillos. No hay derecho a destruir cuando con ello se destruyen vidas, si podemos caminar por realizaciones progresivas a las que los hombres se pueden ir acomodando.

—Salvar primero en las obras que tenemos

Hay que intentar redimir las estructuras existentes. No se sacude el polvo del zapato, sino después de haber intentado evangelizar la ciudad. Cristo anuncia el evangelio a su pueblo hasta que se siente totalmente rechazado. Recuerdo la frase de unos HH. de la Salle cuando se cuestionó la comunidad sobre la inadecuación de estructuras evangelizadoras de su colegio: "Debemos intentar reparar allí donde más hemos pecado". Y lucharon por convertir las estructuras de su colegio en estructuras liberadoras y evangelizado-ras. Es muy fácil suponer la imposibilidad de ciertas cosas, y lanzarse sin más a soluciones extremas. Es posible que haya que acabar con una obra, para lanzarse a buscar caminos nuevos. Pero también es necesario redimir las estructuras existentes. Cuando tengamos la conciencia de que han sido inútiles nuestros esfuerzos, sacudamos el polvo de nuestros zapatos...

—Revisar:

El grupo se debe declarar en estado continuo de revisión. Poquísimas cosas en el mundo de hoy se pueden declarar como definitivas. Y existe el peligro de volvernos dogmáticos de izquierda. "Quien sigue la realidad nunca se equivoca", dice el P. Lebret en su libro "Principios para la acción". Y aceptar las críticas de los otros. Aunque lo hagan con mala intención. Las exageraciones de su pasión nos pueden servir para ver detalles que a nosotros se nos escapaban. Mucha gente hoy, sacrifica la realidad a sus teorías preconcebidas. No es peor ser de» izquierda o de derecha. Lo peor es ser dogmático e impositivo.

c) Redención por la cruz: El grupo se va comprometiendo en actitudes cada vez más profundamente evangélicas. Las reflexiona en la fe. Ora en común. Lucha en común. Se aman. Y caen en la cuenta de que son lo que se llama una comunidad de base. Unas religiosas argentinas, que siguieron todo este camino, me decían: Nunca intentamos ser comunidad de base. No conocíamos sus características, ni estudiamos su teología. Pero ahora somos comunidad de base. Creo que esto refleja una gran verdad: Para ser co-

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munidad de base tal vez sea mejor no intentarlo conforme a lecturas o paradigmas ejemplares. Tal vez sea mejor intentar juntos un camino de conversión evangélica personal y estructural. Desconfío mucho de los que se llaman comunidad de base, y mucho más de los que se proclaman como modelo para que otros los sigan.

Y antes de llegar a las comunidades de base, contemos con un paso intermedio, que entra en la Dinámica del Misterio Pascual: la muerte. Se van a presentar muchas situaciones "dilacerantes". Mucha gente convencida de que se tiene que caminar por un lado, se encontrará con estructuras que le obligan a ir por el opuesto. No admitir esas estructuras, pero no destruirlas violentamente. Asumir el riesgo de modificar todo lo posible. Sufrir muchas veces con paciencia para poder redimir. Mas interiormente nunca claudicar. El ideal es claro y hacia él marchamos, aunque comprendiendo que no siempre los caminos más violentos y destructivos son los más eficaces. Uno de los mayores peligros que tenemos es el de querer ver el fruto de nuestro trabajo. Cristo no lo vio. No creo que sea tan importante el que realmente veamos, en la Iglesia y en nuestras comunidades, la multiplicación de estos pequeños grupos humanos, viviendo en la realidad su amor y su fe, como el que luchemos y nos sacrifiquemos para que esto realmente acontezca, aunque no lo lleguemos a ver.

No es suficiente por tanto una elaboración teológica, ni el querer realizar totalmente el objetivo como un ideal. Hay que tener en cuenta la pedagogía. Hay que tener en cuenta la madurez en la fe. Hay grupos humanos que solo entenderán al principio el rela-cionamiento humano. Habrá que comprometerlos con el medio ambiente que les rodea. Y conforme viven la amistad y el compromiso, llevarlos a vivenciar su fe cristiana encarnada en esas realidades. Otros vivirán una fe personal profunda —en el caso de muchas comunidades religiosas—, mas rechazarán la experiencia de las comunidades de base. No se les debe rechazar sin más. Hay que poner ante ellos la experiencia del amor, el compromiso y la fidelidad. Verán por sus propios ojos que no se quiere destruir la comunidad que ellos vivieron, sino transformarla y reavivarla. Habrá que mantener una actitud de comprensión y de amor especialmente con esas personas. Y confiemos en el hombre y en el espíritu. Poco a poco se irán convirtiendo a vivir la Iglesia en pequeños grupos que la manifiesten en sus vivencias.

II. "CUALIDADES DE LAS COMUNIDADES DE BASE"

Sería muy aventurado decir que no hay una teología "específ ica" de las comunidades de base? La comunidad de base es la realización a nivel del pequeño grupo de la Iglesia universal: comunidad de fe, liturgia y de amor, en una actitud misionera a servicio del mundo. Comunidades unidas entre sí y con Cristo a través de la "diaconía" de sus Pastores. Lo específico de las CEB consiste en que "acontezca" toda esa teología en los pequeños grupos

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humanos. Que se tenga la vivencia clara y real de ese acontecimiento a nivel humano.

Demasiadas veces hemos acudido al misterio para explicar la unidad de la Iglesia, su comunión, su acción salvadora. Cuando nadie lo ve por ninguna parte recorremos a un Espíritu Santo que de una manera oculta realiza toda esa doctrina teológica... Tenemos que escribir bibliotecas de libros sobre las cualidades de la Iglesia verdadera, porque no podemos hacer una cosa muy simple: señalar con la mano grupos de hombres que se amen y amen, que se entreguen con cuerpo y alma a la liberación —no simplemente del "alma"— sino de la totalidad de sus hermanos. Porque hemos olvidado la frase de Jesús: "en esto se conocerá que sois mis discípulos si os amáis los unos a los otros".

La teología pasó a ser una ciencia especulativa que marcó lo que el cristianismo tenía que hacer, y lo que la Iglesia tenía que ser. Lo importante en la Iglesia es que los grupos humanos vivan el evangelio en comunidad. Que "acontezca" en un grupo humano la vivencia de la comunión y de la salvación. De esa realidad se pasará a la reflexión de todo lo que ella significa. De ninguna manera lo contrario: de la reflexión pasar a explicar lo que está pasando, pero de lo cual la gente no tiene ninguna conciencia. El Documento sobre el apostolado de los laicos de Medellín dice: "De este modo los laicos cumplirán más cabalmente con su misión de hacer que la Iglesia "acontezca" en el mundo, en la tarea humana y en la Historia" (Vol. II, p. 163, n? 12). Es importante que la comunidad "acontezca en la historia". Y que acontezca en las bases, en lo cotidiano que nos rodea día a día. Solo así podremos partir a la Iglesia Universal, de la vivencia de la comunión desde las bases. . .

El acontecimiento de esta realidad supone la experiencia humana y grupal de tres tipos de vivencias:

1? La vivencia de la Comunión. 2° Las vivencias de fe en comunidad. 3° La vivencia del acontecimiento de la Salvación.

1° La vivencia de la Comunión

En dos capítulos anteriores hemos hablado de la comunión en las relaciones ¡nter-personales. La comunidad de base exige como fenómeno primario la amistad y el amor mutuo a nivel humano. La caridad cristiana no es un fenómeno aparte. No es posible tener caridad sin amistad humana. Aunque sí lo es, el tener amistad humana sin motivación cristiana. E infelizmente también el tener una caridad descarnada, hecha de motivaciones sobrenaturales, reaccio-nalizada, pero sin ninguna vivencia real del amor humano.

Pero la comunión, además de darse a nivel del pequeño grupo, debe extenderse a la comunión de comunidades y a la comunión

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misma con el mundo. De lo contrario haremos comunidades-islas cada vez más preocupadas consigo mismas, y consecuentemente con más problemas afectivos, que acabarán con esa misma comunión inicial. La Comunión, si es auténtica, es efusiva y tiende a extenderse cada vez más para producir un fenómeno comunitario universal.

1) Comunión de comunidades

Es el esfuerzo por producir un movimiento que una los diversos grupos en relaciones afectivas de grupo a grupo, en mutua ayuda, en búsqueda de místicas comunes y en acciones cooperativas. El movimiento de la comunión debe partir de las bases y supone una lucha constante por buscar medios, acortar distancias, encontrar personas a servicio de esa comunión.

Se dirá que esto es la Iglesia universal. La respuesta es clara: esto "jurídicamente" es, esto es "lo que debería se r " . . . Hemos partido de arriba para abajo en una Iglesia piramidal, y después hemos predicado que así tiene que ser, y nos hemos auto-convencido de que así es. No puede ser lo contrario porque la Iglesia de Cristo no puede fa l la r . . . Todo eso es muy cierto. Pero la Iglesia de Cristo existe allí donde se dé esa comunidad de comunidades reales en una misma fe, y no donde se "debería dar".

2) Comunión con el Mundo

Se trata de una lucha por una comunión más amplia con todos los hombres. Hombres concretos con los que cada uno se pueden encontrar; hombres o grupos con los que entramos en contacto de una manera más amplia, los hombres de todo el mundo con los que nunca nos encontraremos. Con todos debemos intentar actitudes de comunión:

—frente a los individuos concretos con que nos encontramos, debemos procurar romper las barreras del personaje, establecer relaciones personalizantes, el respeto y la comprensión

—frente a la masa desconocida que nos rodea, buscar las acciones de promoción que desmasifiquen, promover los grupos y las comunidades humanas

—frente al mundo en general siempre será posible apoyar y defender todo lo "humanizante" contra estructuras opresoras, mantener una actitud de diálogo que busca puntos de contacto, luchar por la unión de todos sin distingos ni discriminaciones. . .

2? Las vivencias de fe en comunidad

No hay comunidad cristiana, cuando se juntan cristianos que tienen la misma fe, sino cuando esos cristianos ponen la fe en co-

16. Comunidades... 241

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mún. Esta puesta en común puede ser de una manera sacramental, y de alguna manera regulada, —la liturgia—, o puede ser de una forma más libre y carismática.

a) Por la vivencia litúrgica

Podríamos definir la vivencia litúrgica como la vivencia comunitaria de la Palabra, la Penitencia y la Eucaristía.

1) La Palabra: El Documento sobre liturgia de Medellín dice: "Foméntense las sagradas celebraciones de la Palabra, conservando su relación con los sacramentos en los cuales ella alcanza su máxima eficacia, y particularmente con la Eucaristía. Promuévanse las celebraciones ecuménicas de la Palabra, a tenor del Decreto sobre Ecumemsmo N? 8 y según las normas del Directorio Nos. 33-35" (Vol. II, p. 150, n? 14). La celebración de la Palabra debe llevar a una manifestación de vivencias de fe en comunidad, orando sobre la Palabra leída en comunidad.

2) La Penitencia: "Es recomendable la celebración comunitaria de la penitencia mediante una celebración de la palabra y observando la legislación vigente, porque contribuye a resaltar la dimensión eclesial de este sacramento y hace más fructuosa la participación en el mismo". (Vol. II, p. 149, n9 13). La celebración penitencial comunitaria tiene muy diversas formas, correspondiendo a las orientaciones de las Conferencias Episcopales u Ordinario de la Diócesis, pero en todas ellas hay que insistir en el sentido del pecado contra la comunidad humana y cristiana y en las "situaciones de pecado" que se oponen al plan de Salvación de Dios. Se fomenta especialmente el sentido de la conversión y vuelta gozosa al Padre.

3) La Eucaristía: Es el centro de una Comunidad cristiana madura en su fe. Es la máxima expresión de la Iglesia-Comunidad, porque "no se edifica ninguna comunidad cristiana si ella no tiene por raíz y quicio la celebración de la Santísima Eucaristía" (Pres-biterorum Ordinis, n? 6), "mediante la cual la Iglesia continuamente vive y crece" ("Lumen Gentium", n? 26). La Eucaristía para las comunidades de base no es "un adorno contingente de su vida eclesial" (Doc. sobre Liturgia de Medellín, p. 144, n? 3), sino algo esencial para su educación comunitaria, puesto que "ninguna comunidad cristiana se edifica si no tiene su raíz y quicio en la celebración de la Santísima Eucaristía, por la que debe, consiguientemente, comenzarse toda educación en el espíritu de comunidad. Esta celebración para ser sincera y plena, debe conducir tanto a las varias obras de caridad y a la mutua ayuda como a la acción misional y a las varias formas de testimonio cristiano" (Presbiterorum Ordinis, n? 6 ) .

La experiencia de todas las comunidades de base, es que la comunidad llega a su expresión máxima en la celebración Eucarísti-ca. Sí hay que tener en cuenta que esas celebraciones sean vitales, acomodadas a la mentalidad del grupo, que den oportunidad para manifestaciones vivenciales, e interpreten los acontecimientos vividos por la comunidad.

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b) Por la manifestación de los carismas

Las comunidades primitivas eran esencialmente "carismáticas". (Ver capítulo sobre carismas). El exceso de reglamentación, de devociones particulares y de ascetismo en la Iglesia tuvo lugar cuando se fueron atenuando, o ahogando por la estructura, las manifestaciones del Espíritu. Las comunidades de base deben propiciar por todos los medios posibles estas experiencias espontáneas: oraciones comunitarias, revisiones de vida, discernimiento de los espíritus en comunidad, exposición de problemas e intentos de ayuda por el grupo, reuniones test imonio.. . Más en concreto, vamos a intentar explicar cómo en nuestros tiempos se dan las mismas manifestaciones carismáticas primitivas, aunque en condicionamientos socio-psicológicos diferentes:

—Carisma de lenguas: Como es evidente no se da en nuestras comunidades el carisma de hablar lenguas extranjeras, sin haberlas estudiado. Pero hay una correlación en las reuniones de nuestras comunidades de base: la expresión de vivencias personales que enriquece a toda la comunidad. Hay individuos que sienten una facilidad mayor para expresarlas, y las reuniones comunitarias deben dar oportunidad para esta expresión carismática.

—Intérpretes: no siempre el carisma de expresión de vivencias va a la par con el interpretativo. Otros colaboran interpretando esas vivencias, para la edificación de toda la comunidad. O interpretando situaciones grupales e indicando la Palabra de Dios en ellas, que nos señala un compromiso. Los intérpretes tienen el don especial del "discernimiento de los espíritus", y así orientan la comunidad al cumplimiento de la voluntad del Padre.

—Profetas: No son simplemente adivinos, pero sí orientan a la comunidad hacia el futuro, concientizando a la comunidad sobre los signos de los tiempos presentes ya en nuestra historia. Son los que interrogan continuamente las instituciones sobre su adecuación a las circunstancias de nuestro tiempo y a la voluntad de Dios que se manifiesta por las señales. Ellos expresan clara y conscientemente aquello que está en el inconsciente de la comunidad y de la historia de los hombres de su tiempo. Angustian a la comunidad y le abren nuevos caminos en una continua prospectiva hacia el futuro.

—Revelaciones: Son los que tienen inspiraciones especiales, y revelan a la comunidad algo que va a pasar. Van en la línea pro-fética anterior, pero indica algo más extraordinario. Por lo mismo, aunque San Pablo indica que si alguien tiene revelaciones "hable primero", requieren estos carismas un discernimiento más prudente de la comunidad por el peligro enorme de que provengan de disturbios emocionales o fenómenos para-sicológicos.

— Fe eminente: Hay gente que vive la fe de una manera más profunda y cuyo testimonio arrastra con mucha más fuerza. Dominados por una mística, la infunden a su alrededor, y tienen una capacidad extraordinaria de prenderla en los que reciben su testimo-

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nio. Es un don de Dios, que debe ser humildemente reconocido, y aprovechado no para imponerse, sino para edificar la comunidad cristiana.

— El discernimiento de espíritus: Es un carisma que compete a toda la comunidad cristiana, "que tiene la unción del santo" (1* de San Juan) y "puede saber todas las cosas". Con todo es cierto que algunos tienen de una manera especial este carisma. Se ejercita este carisma cuando toda la comunidad se pone en búsqueda de la palabra de Dios en los acontecimientos vividos, en los problemas personales o grupales que requieren alguna solución, cuando hay que tomar actitudes de vida o decisiones ante situaciones que cuestionan de una manera especial . . .

— La corrección fraterna: Es la manera propuesta por Cristo para resolver problemas grupales. No se trata de un ejercicio de culpa. Ni de un examen de conciencia ante el grupo. Se trata de un pedir y recibir ayuda en comunidad. Y de un tratar, en grupo, de ayudar al hermano necesitado antes de que intervenga cualquier norma jurídica a partir de la autoridad. El grupo cristiano tiene que agotar todos los recursos por salvar.

3? La vivencia del acontecimiento de la Salvación

Las comunidades de base no pueden ser comunidades-isla o castillos cerrados. Al cerrarse en sí mismas mueren. Llevan dentro de sí la misma dinámica de la Iglesia: salvarse y salvar. Una comunidad que no salva no es la iglesia. Tienen que sentirse urgidas por aquel mandato de Cristo: "Id por todo el mundo". De ahí aquella frase del apóstol: "Ay de mí si no evangelizo!". La mejor manera de madurar en la fe es comunicándola.

La acción misionera de las comunidades de base se concretiza

en dos actitudes: Evangelización Compromiso con el mundo.

A) Evangelización

Es la transmisión a los hombres del mensaje explícito de Cristo, transmitido por la Pascua. Un mensaje que urge y pide la conversión. Son todas las actitudes requeridas en el capítulo II de la 1* parte:

— Encarnación: promoción y elevación de la dignidad del hombre, de su posibilidad responsable como agente de su propia historia.

— Muerte - Resurrección - Ascensión: Actitudes de servicio y de sacrificio redentor para salvar al hombre. Promoción de la estructura "a servicio". Actitudes de esperanza en todo lo humano.

— Pentecostés: lucha decidida por la unión y fraternidad de los hombres. Promoción de la comunidad humana. Acabar con todas las causas de división y discriminación.

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Al mismo tiempo que las comunidades de base toman estas actitudes, tienen que proclamar el Kerigma: el Cristo personal, hombre y Dios, enviado por el Padre para salvar al hombre en una línea de salvación total. Tienen que presentar la imagen de un nuevo cristianismo desmitificado y de espaldas a actitudes meramente dogmáticas y moralizadoras. Presentan la imagen de un cristianismo encarnado en las realidades humanas y preocupado por salvar, en diálogo franco y abierto con todos los hombres.

No es lo original que las comunidades de base elaboren una teología de la evangelización (Véase el Cap. II de la 1* Parte), sino que la hacen visible y humana ante el grupo de hombres que les rodea. Más, sin comunidades concretas de base, no es posible evangelizar Comunidades que se aman y que aman. Que se salvan y salvan. Son las que atraerán a la fe. Como en los primeros tiempos, este será el argumento que atraiga a los otros al cristianismo: Ved cómo se aman!

La fuerza evangelizadora de las comunidades de base se desarrolla a través de tres fases características:

1) Desmasificación. 2) Promoción de grupos naturales. 3) Entrega del mensaje cristiano.

1) Desmasificación

La realidad que circunda una comunidad de base es la de gente masificada, acrítica, intransitiva y sujeta a fuerzas despersonalizantes que los reducen a números o piezas de una máquina. De esta realidad ya hablamos en el capítulo sobre la comunicación.

En el interior de este fenómeno encontramos dos fuerzas poderosas:

La primera es la carga de angustia que proviene de la frustración persona y grupal, al no encontrar su propia identidad ni poder realizarse como sujetos de su propia historia.

La segunda es que dentro de esa masa siempre hay sujetos y aún pequeños grupos, conscientes de la realidad y que luchan por modificarla aún contra viento y marea.

Al mismo tiempo actúan dos fuerzas que son contrarias, y promueven la masificación:

La primera son las personas y estructuras masificantes, que empujando de fuera para adentro pretenden impulsar al máximo todo este fenómeno de masificación, aparentemente en nombre de principios razonables y aún religiosos, pero en realidad para mantener intereses creados.

La segunda actúa desde dentro a base de escapes temporales a la angustia, que además de ser ineficaces, masifican cada vez más. De esta clase son por ejemplo: la exageración sexual por medio

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de toda clase de pornografía, la exageración emotiva por ciertas clases de deportes, el histerismo colectivo por ciertas clases de música excitantes y sin ningún mensaje, las drogas... El statu quo constituido apoyará muchos de estos escapes, y aún creará sus necesidades —aun manteniendo una cierta severidad policiva ineficaz— para mantener una masa no pensante y manejable en favor de unos pocos privilegiados.

Frente a esta situación las comunidades de base deben considerar como primer deber suyo evangelizador el convertir a esta gente-masa en un pueblo consciente que lucha por realizar su destino. A esta acción le damos el nombre de desmasiflcador. Pero cómo?

Creo que lo primero será impulsar a toda esa gente en un movimiento de rotación alrededor de sus necesidades comunes. Tal vez como de la masa del universo regeneró la energía y las estrellas con sus planetas: concentrándose y rotando alrededor de centros de gravedad.

La gente de la comunidad de base se pondría en contacto con la masa, y junto con ellos procuraría detectar problemas comunes y profundizarlos en un movimiento de concientización. Se apoyarían en las fuerzas vivas y liderazgos naturales para impulsar un movimiento promocional. Tal vez en los primeros pasos la comunidad de base tuviese que apoyar diversos puntos fallos. Es como comenzar a hacer girar una enorme rueda inerte. Paulatinamente ellos deben tender a desaparecer para que crezcan los liderazgos y grupos naturales.

2) Promoción de grupos naturales

Toda la dinámica anterior va a llevar a pequeños grupos más comprometidos en la promoción de su gente. Grupos que se han encontrado en valores comunes, amistad y esfuerzos comunes de cooperar en el mejoramiento y liberación de su medio. Será labor de la comunidad de base el detectarlos, el promoverlos para que puedan vivir más profundamente la comunión dentro de cada uno de ellos, como entre sí, y el capacitarlos para que puedan ejercer más eficazmente el trabajo de impulso del desarrollo y proceso de cambio de su medio. Así la comunidad de base se convierte en el elemento mediador de la unión y promotor de los diversos grupos.

3) Entrega del mensaje cristiano

Sería incorrecto decir que sólo cuando ya hay grupos naturales comprometidos en el desarrollo de su propia gente se puede hablar sobre el cristianismo. Hemos hablado suficientemente en capítulos anteriores sobre la evangelización como para ser entendidos. Pero sí pod'smos Indicar una cosa: el gran principio evangelizador no es el de convertir a personas, para después con ellas hacer una comunidad, sino el de detectar e impulsar la comunión de personas y el de conducir a ese grupo de personas a la profundidad de una Iglesia, que cree en Cristo. Allá donde haya comunión de personas debemos implantar la Iglesia. Un grupo en comunión, que vive la amistad y la personificación, que toma conciencia de su esclavi-

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tud de todo orden, y se lanza efectivamente a la promoción y liberación de su medio ambiente entenderá el mensaje cristiano de Muerte. Resurrección a través de Cristo Liberador y de llamamiento a una Comunidad de hermanos por medio del Espíritu de Pentecostés.

Por medio de su entrega generosa, de su testimonio de vida y de sus palabras —que sonarán para los otros grupos como la razón última que explica todo lo que son y lo que hacen— la comunidad de base transmitirá el mensaje cristiano, que forma la esencia de su vida y acción.

Por un lento proceso varios —o muchos— de esos grupos naturales se irán convirtiendo en comunidades eclesiales de base, que irán repitiendo el proceso de desmasificación y evangelización.

No se niega ni la pastoral masiva, encaminada a una gente nominal y aparentemente cristiana, ni la conversión personal a través del contacto personal. Sí se afirma que la pastoral masiva es una pastoral de apoyo a la pastoral real que va transmitiendo la fe de grupo a grupo. Y en cuanto a la conversión siempre se dará a través un contacto personal, pero ordinariamente sólo se mantendrá y progresará en el interior de un grupo humano.

B) Compromiso con el mundo

Las comunidades de base no podrán evangelizar si no se comprometen con los hombres y el mundo de su tiempo. No son "grupos apostólicos" que, o se aislan del mundo, o pretenden resolver como dirigentes todos los problemas seculares. Son comunidades humanas comprometidas y en una actitud de "diaconía" (servicio).

Estas actitudes "cerradas" de ciertos grupos cristianos son duramente criticadas por el Documento sobre el Movimiento de Laicos:

"La insuficiente respuesta a estos desafíos y, muy especialmente la inadecuación a las nuevas formas de vida que caracterizan a los sectores dinámicos de nuestra sociedad, explican en gran parte las diferentes formas de crisis que afectan a los movimientos de apostolado de los laicos.

En efecto, ellos cumplieron una labor decisiva en su tiempo. Pero, por circunstancias posteriores, o se encerraron en sí mismos, o se aferraron indebidamente a estructuras demasiado rígidas, o no supieron ubicar debidamente su apostolado en el contexto de un compromiso histórico liberador.

Por otra parte, muchos de ellos no reflejan un medio sociológico compacto ni han adoptado quizás la organización y la pedagogía más apropiadas para un apostolado de presencia y compromiso en los ambientes funcionales donde se gesta, en gran parte, el proceso de cambio social" (p. 160, n9 4).

El documento sobre Pastoral de Élites insinúa este compromiso: "Es necesario animar, dentro de las élites, las minorías com-

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prometidas... haciéndoles comprender al mismo tiempo que son apóstoles de su propio ambiente... (n9 14, pp. 126-127).

Más explícitamente se afirma y se examina este compromiso en el Documento sobre Movimientos de laicos: "promuévase con especial énfasis y urgencia la creación de equipos apostólicos o de movimientos de laicos en los ambientes o estructuras funcionales donde se elabora y decide en gran parte, el proceso de liberación y humanización de la sociedad a que pertenece; se los dotará de una coordinación adecuada y de una pedagogía basada en el discernimiento de los signos de los tiempos en la trama de los acontecimientos.

Apóyese y aliéntese decididamente, allí donde ya existen dichos equipos o movimientos; y no se abandone a sus militantes, cuando, por las implicaciones sociales del Evangelio, son llevados a compromisos que comportan dolorosas consecuencias" (p. 163, n9 13-14, Vol. II). Al afirmar el compromiso temporal, indica el documento tres ideas muy valiosas:

19 El campo del compromiso:

"El proceso de liberación y humanización de la sociedad a que pertenece". Estas palabras indican dos partes de ese proceso: liberación y humanización. A ellas podríamos añadir otra de las finalidades del compromiso de la Iglesia con el mundo tal como aperece en la Gaudium et Spes: dar sentido a la vida y actividad temporal.

El proceso de liberación se deriva de la misma esencia de la Pascua como acto liberador, y de la Iglesia como comunidad de salvación. El sentido total de liberación del hombre todo, no solo en el sentido llamado "espiritual", ya quedó bastante esclarecido tanto por la Gaudium et Spes como por los documentos de Medellín. En este mismo libro se hace una exposición amplia, al tratar del discernimiento social del Espíritu de Dios bajo el punto de vista de liberación.

La Iglesia tiene que luchar también por hacer al hombre más hombre y a la comunidad más comunidad. Aquí está lo específico de su compromiso con el mundo. En la actividad humana, en la técnica, en la edificación terrestre del mundo su trabajo solo será supletorio. Pero será propio de ella el juntarse a todas las fuerzas que luchen por hacer al mundo más humano y más comunitario. "No hay ley humana que pueda garantizar la dignidad personal y la libertad del hombre con la seguridad que comunica el Evangelio de Cristo, confiado a la Iglesia" (G. S., n9 41). "La promoción de la unidad concuerda con la misión íntima de la Iglesia, ya que ella es "en Cristo como sacramento, o sea signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano". Enseña así al mundo que la genuina unión social exterior procede de la unión de los espíritus y de los corazones, esto es, de la fe y de la caridad, que constituyen el fundamento indisoluble de su unidad en el Espíritu Santo. Las energías que la Iglesia puede comunicar a la actual so-

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ciedad humana radican en esa fe y en esa caridad aplicadas a la vida práctica. No radican en el mero dominio exterior ejercido con medios puramente humanos" (G. S., n9 42).

Pero la misión de la Iglesia va más allá: es la única que tiene las grandes respuestas que marcan el sentido de la vida a las preguntas fundamentales del ser humano. Existen los instalados que absolutizan falsamente lo relativo y se encuentran tarados por un materialismo práctico de la vida. Desinstalarlos es promover el mecanismo de la búsqueda de sentido y apoyo en lo absoluto. Existen los miserables desprovistos de su mismo ser de hombres, para los cuales el único sentido de la vida es satisfacer sus necesidades más primarias y fundamentales. Promoverlos es capacitarlos para buscar el sentido último de su vida. Existen los que proclaman y se gozan en la falta de sentido de todo. De todos ellos hablará la Gaudium et Spes en el n9 10.

En relación con todos ellos la Iglesia es consciente de su misión de poder ofrecer al hombre el sentido último de su existencia. "Al buscar su propio fin de salvación, la Iglesia no sólo comunica la vida divina al hombre, sino que además difunde sobre el universo mundo, en cierto modo, el reflejo de su luz, sobre todo curando y elevando la dignidad de la persona, consolidando la firmeza de la sociedad y dotando a la actividad diaria de la humanidad de un sentido y de una significación mucho más profundos.. Cree la Iglesia que de esta manera, por medio de sus hijos y por medio de su entera comunidad, puede ofrecer gran ayuda para dar un sentido más humano al hombre y a su historia" (B. S., n9 40). "Como a la Iglesia se ha confiado la manifestación del misterio de Dios, que es el fin último del hombre, la Iglesia descubre con ello al hombre el sentido de la propia existencia, es decir, la verdad más profunda acerca del ser humano" (G. S., n9 41).

Lo propio de las comunidades de base es realizar de una manera clara y real, en su medio ambiente, todo esto que se puede decir teóricamente de la Iglesia. La acción específica de las comunidades de base —en su compromiso temporal— será, pues, liberar las estructuras y humanizarlas para que encuentren su sentido último, y para promover al hombre y la comunidad humana. Se puede decir con toda razón que las comunidades de base son agentes de cambio, en orden a la liberación y humanización, de la sociedad en la que se encuentran injertadas.

2: La norma de interpretación del compromiso:

"Y de una pedagogía basada en el discernimiento de los signos de los tiempos en la trama de los acontecimientos".

Uno de los imperativos más urgentes en nuestro mundo es el del "discernimiento". En nombre del "compromiso temporal" se han tomado actitudes las más contradictorias. Y muchos no se ve cómo pueden aceptarse dentro de los principios cristianos. Por eso más que nunca es necesario el discernimiento. Y un discernimiento en comunidad. Para que unos se iluminen a los otros en el mismo Es-

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píritu. Un discernimiento en doble vertiente: las señales de los l empos y las señales del Espíritu de Dios en la comunidad d la luz del acontecimiento de la Pascua.

3? El apoyo en compromisos difíciles:

"Y no se abandone a sus militantes, cuando, por las implicaciones sociales del Evangelio, son llevados a compromisos que comportan dolorosas consecuencias". Las comunidades de base tienen obligación de asumir aquellos compromisos que les exijan las circunstancias. Y estas pueden ser las más variadas posibles. Los compromisos en el proceso social pueden ser sumamente comprometedores. Pero las comunidades de base —por el mismo hecho de su cristianismo— tienen que ser agentes del cambio social. (Ver lo dicho en el Cap. II de la 2? Parte). Así lo expresó claramente el Papa Pablo VI en su Encíclica "Populorum Progressio", y en el discurso pronunciado en el Congreso Eucarístico de Bogotá, en el día del desarrollo. No raras veces grupos cristianos comprometen estructuras instituidas, aún dentro de la Iglesia. Los pastores tienen la obligación también de discernir estos compromisos, pero respetando la justa autonomía de estas comunidades en lo temporal. Y respetando las manifestaciones del Espíritu en el seno de comunidades maduras en su fe.

Uno de los aspectos más importantes del compromiso cristiano en lo temporal es el proceso de secularización de la moderna evolución de la civilización "urbana". Secularización que significa, por parte del mundo no cristiano abandono cada vez mayor de los valores religiosos y el resurgimiento de una cultura "profana". Su repercusión en el mundo cristiano ha sido el derrumbamiento de una cultura de cristiandad y la desmitificación de supersticiones y valores religiosos comprometidos con mitos del pasado. Surge así la civilización de la ciudad secular. Ambigua como todos los signos de los tiempos. Puede atacar un concepto religioso del hombre y querer edificar un mundo sin Dios. Puede relativizar todos los valores y afirmar sólo lo existencial y transitorio sin ningún sentido de lo absoluto. Pero también puede —y de hecho lo hace—, llevar al cristiano a un compromiso más puro ante la fe y el Evangelio. Qué consecuencias trae esta situación para las comunidades de base?

4. Consecuencias

1* La conciencia de su inmersión en una comunidad pluralista

Son comunidades que tienen que convivir entre grupos no cristianos, o para los cuales el cristianismo no significa gran cosa. Tienen que adoptar ante ellos una actitud de diálogo y de abertura. Todavía más: tendrán que trabajar con ellos —hombre a hombre— para seguir todos los valores temporales de la ciudad secular. No es privilegio del cristianismo la justicia social, la educación, la paz. . . Tampoco para motivar su realización hay que acudir únicamente a principios sobrenaturales. Estas actitudes tienen consecuencias muy profundas

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para las comunidades de base. No son ellas —como tales— las llamadas a transformar el mundo secular. Su trabajo propio es "humanizar" esa transformación y darle un sentido de fe y de comunidad humana. Como grupo natural, la comunidad de base puede ejercer una acción de liderazgo comunitario, para aunar todas las fuerzas ambientales orientadas hacia la solución de problemas comunes. Como puede también motivar a sus elementos para que trabajen en sus respectivos ambientes, unidos a grupos pluralistas.

2* Una comunidad de vivencias

Lo específico de estas comunidades será vivenciar la fe en el grupo. Reunirse para vivencias de fe, litúrgicas y de relaciones humanas en el amor. Impregnarse del mensaje cristiano para poderlo transmitir. Y examinar —en comunidad— su actuación temporal y los acontecimientos que viven, para encontrar normas de conducta consecuentes al Evangelio. Cuando hablamos de diálogo e inmersión en un mundo pluralista, no queremos significar relativismo en acciones y valores. El mensaje cristiano tiene que permanecer fiel al acontecimiento pascual. Y esta fidelidad le puede acarrear persecuciones por parte de aquellos que tienen conceptos contrarios de la vida. La persecución es también una señal del cristianismo. Y su continua fuente de renovación. A ellas el cristiano responderá con su amor, su comprensión, y la oración por los que los persiguen. Pero también con su inquebrantable fidelidad al mensaje.

3. Comunidades unidas a la Jerarquía

Las comunidades eclesiales de base no se mantienen por iniciativa propia —aunque sí, en las primeras etapas, pueden haberse unido espontáneamente— sino que, al vivenciar su unión por la fe y caridad en Cristo, es un grupo reunido alrededor de ese Cristo para llegar al Padre en el Espíritu, Ahora bien, esta unión se realiza por intermedio de la Jerarquía. Así lo quiso el mismo Cristo que instituyó todo un pueblo unido por los Apóstoles y sus sucesores. Las comunidades de base, cuando son maduras, exigen la presencia del sacerdote coordinador y presidente en cuanto asamblea de fe. "Los obispos, junto con los presbíteros, han recibido "el ministerio de la comunidad", por el cual deben dedicarse a edificar y a guiar la comunidad eclesial como signos e instrumentos de su unidad.

Los presbíteros actúan en la comunidad como miembros específicos que comparten con todo el Pueblo de Dios el mismo misterio y la misma y única misión salvadora.

En la comunidad los laicos, por su sacerdocio común gozan del derecho y tienen el deber de aportar una indispensable colaboración a la acción pastoral. Por esto, es deber de los sacerdotes dialogar con ellos no de una manera ocasional, sino de modo constante e institucional.

Lo mismo dígase con respecto a las religiosas y a los religiosos no presbíteros". (Doc. sobre los sacerdotes, de Medellín, pp. 172-173, n? 16).

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La Jerarquía se presenta así como un "ministerio a la comunidad" (Cfr. n? 20 de la Lumen Gentium, Cap. III). Su actitud debe ser la de servicio para la edificación de la comunidad. Agentes y factores de la unidad y de la fraternidad de todos en Cristo. "El Obispo, enviado por el Padre de familias a gobernar su familia, tenga siempre ante los ojos el ejemplo del Buen Pastor, que vino no a ser servido, sino a servir", (cfr. lo, 10, 11). (L. G., Cap. III, n° 27). Ni ellos ni los sacerdotes son dueños de la comunidad, sino administradores fieles de una heredad, que sólo confiesa a Cristo como el Señor. Su gobierno de la comunidad debe ser paternal y "a servicio". "Respecto de los fieles, a quienes han engendrado espiritual-mente por el bautismo y la doctrina (cfr. I Cor. 4, 15; I Ptr. 1, 23), tengan la solicitud de padres en Cristo. Haciéndose de buena gana modelos de la grey (I Ptr. 5, 3), gobiernen y sirvan a su comunidad local de tal manera, que esta merezca ser llamada con el nombre que es gala del único y total Pueblo de Dios, es decir, Iglesia de Dios" (cfr. I Cor. I, 2; 2 Cor., 1, 1 y passim). (L. G., Cap. III, n? 28).

Por muy difícil que sea en nuestros tiempos, debemos afirmar valientemente esta constitución jerárquica de la Iglesia, pues es un dato del mensaje evangélico. Los roces y aún cortes violentos —como en las llamadas "comunidades proféticas"— provienen de que muchos pastores asumen posiciones autoritarias, provenientes de mentalidades pasadas, y no saben ser los pastores de la comunidad, de una comunidad adulta, cuya responsabilidad y madurez en la fe hay que respetar y coordinar "a servicio". Y de muchos cristianos que entienden comunidad de fe por libertinaje, interpretación personalista del mensaje, autoridad democrática por la fuerza del voto, disolución de las pequeñas comunidades, unidas con un vínculo cada vez más aéreo e imperceptible, y en realidad divididas por egoísmos personalistas de meros líderes "proféticos", que se quieren enarbolar en pastores...

Pero, con todo, confesemos una dificultad muy real: las comunidades de base fracasan, porque no encuentran ni sacerdotes ni obispos, que tengan una mentalidad verdaderamente comunitaria. La mentalidad y formación del pasado les coloca ante un dilema indisoluble: O autoridad firme o comunidad liberal. No entienden como una autoridad a servicio, dejando al grupo asumir una responsabilidad adulta, y manteniéndose en su puesto de orientador y pastor, puede conseguir una Iglesia unida y fiel al acontecimiento Pascual.

Una de las obras apostólicas más importantes en la Iglesia de nuestro tiempo es presentar el ejemplo vivo de estas comunidades y de estos pastores...

5 Diversas etapas en la madurez de las comunidades de base

Como es lógico las comunidades de base pasan por un proceso de crecimiento, siguiendo las etapas de madurez en la fe: comunidades en las que se promueve el relacionamiento humano, el cre-

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cimiento personal y comunitario, la entrega a la promoción de los demás, comunidades en las que claramente se evangeliza el mensaje cristiano y se pide una adhesión explícita a Cristo y a la Iglesia, comunidades de profundización del mensaje en una catequesis y vivencia sacramental, comunidades apostólicas entregadas a la difusión del mensaje.

Pero los niveles humano y de fe se pueden entrecruzar y producir situaciones más complicadas:

1) Puede existir un nivel de falta de profundidad en la relación humana y de falta de vivencia cristiana. Habría que empezar por crear los grupos naturales.

2) Puede existir un nivel de profunda relación humana y aún entrega a los otros para el desarrollo de la comunidad, pero con una absoluta falta de fe. Habría que partir de los grupos naturales.

3) Puede existir un nivel de una casi absoluta falta de relación humana y entrega al desarrollo de la comunidad, pero con una profunda fe personal —sería fe?— adhesión explícita a Cristo, vivencia "racionalizada" de la comunidad cristiana y espíritu "apostólico" —no evangelizador—. Situación bien complicada porque habría que partir de un punto casi "cero" en la relación humana, y habría que producir una "conversión" a una Iglesia y un Evangelio "nuevos" para este tipo de personas.

Puede proponerse un ideal: la comunidad eclesial de base, que ya maduró hasta llegar a una actitud apostólica, debería ser como el centro de una serie de comunidades concéntricas, inter-relaciona-das entre sí enriqueciéndose mutuamente. Así las describe el P. Marins, en el libro citado: "La comunidad de base puede ser un grupo pequeño, pero que tiende a influir en otros elementos del medio ambiente. Deberá conscientemente, realizar su inserción en una comunidad mayor.

Será inevitable, pues, que las comunidades de base funcionen en varios niveles de intensidad. De esta manera, idealizamos en cada comunidad un grupo de profunda vida comunitaria y apostólica. Este núcleo opera en un círculo más amplio, de personas en fase de conversión: la comunidad catecumenal. Y, finalmente, en una relación y comunidad menos densa, incluirá protestantes y no cristianos, en una palabra, todas aquellas personas de aquella comunidad natural, que acepten nuestra amistad" (p. 122).

Mons. L. Eduardo Enríquez, Arzobispo auxiliar de Caracas, hablando en la II? Conferencia Episcopal Latinoamericana decía algo semejante: "Volviendo a la fenomenología del grupo social, cualquier movimiento religioso muestra círculos concéntricos con diverso grado de profundidad de vivencia de los valores religiosos. 1) Círculo de discípulos, totalmente dedicados a la acción religiosa. 2) Círculo de menos activos, que hoy llamaríamos de "militantes". 3) El círculo más extenso de los creyentes. 4) La masa, todavía abierta a la recepción del mensaje religioso" (p. 184, Tomo I).

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Esto nos coloca ante el problema de las comunidades de base y la masa, dos expresiones de la comunidad humana contemporánea, como lo indica el Documento de Pastoral Popular de Medellín: "Por otra parte la sociedad contemporánea manifiesta una tendencia aparentemente contradictoria; una inclinación a las expresiones masivas en el comportamiento humano y, simultáneamente, como una reacción, una tendencia hacia las pequeñas comunidades donde pueden realizarse como personas" (p. 116, n? 3, Vol. II). Creo que se expresa el hecho, aunque no se apruebe como el ideal. La masa siempre será una expresión deficiente de la solidaridad humana. Pero ahí es donde radica la misión de las comunidades de base: en una interacción continua con la masa para promoverla. Esta interacción enriquecerá las mismas comunidades. "Para una interacción más viva es necesario que comprendan y vibren con los intereses de la masa". La frase es de Mons. Luis Eduardo Enríquez, en la citada conferencia ante la II ' Conferencia Episcopal Latinoamericana. Más adelante se expresa en estos términos: "Pero además, la vida moderna tiende a la formación de estos grupos. El anonimato, la soledad y la movilidad del habitante de las grandes ciudades, lo impulsan a orientar su vida y modelar voluntariamente su existencia. Las amistades y los grupos no se imponen, sino se seleccionan.

La crisis de ciertas asociaciones apostólicas, que siguen el esquema geográfico y el éxito de otros, donde la agrupación se hace más voluntaria y libre, es prueba igualmente de este fenómeno que se debe tomar muy en cuenta al formar las comunidades de base. El peligro de estos grupos o pequeñas comunidades, especialmente si se establecieren con poca o casi ninguna vinculación a las estructuras eclesiales es el de convertirse, en círculos de amistad, unidos por un vínculo humano, fundado en la simpatía, más que en verdaderos núcleos eclesiales. Y en el peor de los casos, si se forman al margen de la institución eclesial, se corre el peligro de convertirse en grupos sectarios.

Esos grupos, si son vivos y con despierto sentido eclesial, son necesarios para que la masa pueda recibir gradualmente, sin desconcierto y reacciones contrarias, los cambios tanto eclesiales como sociales, que trae nuestra sociedad en transición, y cuyo ritmo supera la capacidad de las masas. Si son sanos, bien constituidos y dinámicos, hacen que una parroquia sea una comunidad de fe y de vida sacramental, "donde está presente Cristo, en cuya virtud se congrega la Iglesia, una, católica y apostólica" (L. G., 26, pp. 207-208).

III. ORGANIZACIÓN Y RELACIONES

Pasemos ahora a aspectos más circunstanciales como son la organización y las relaciones con otras estructuras pastorales. Aunque circunstaciales son algo fundamental para una consideración de conjunto de las comunidades de base.

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1. Organización

En una comunidad de base podríamos distinguir como los diversos elementos esenciales: el presbítero, los coordinadores, los líderes informales y los miembros de la comunidad.

El documento sobre Pastoral de Conjunto dice en su número 11, primera parte: "Elemento capital para la existencia de comunidades cristianas de base son sus líderes o dirigentes. Estos pueden ser sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas o laicos. Es de desear que pertenezcan a la comunidad por ellos animada. La elección y, formación de líderes deberán ser objeto preferente de la preocupación de párrocos y obispos, quienes tendrán siempre presente que la madurez espiritual y moral depende en gran medida de la asunción de responsabilidades en un clima de autonomía (Cfr. G. S., n?

55) (n? 11).

En estas frases aparecen claros varios puntos importantes:

a) La necesidad de que haya "líderes, dirigentes o animadores" para la existencia de las comunidades cristianas de base.

b) Que estos pueden ser sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas o laicos. Con respecto a esto dice la Gaudium et Spes en el n? 55. "Cada día es mayor el número de hombres y mujeres, de todo grupo o nación, que tienen conciencia de que son ellos los autores y promotores de la cultura de su comunidad". Esto se ve más claro si fijamos la mirada en la unificación del mundo y en la tarea que se nos impone de edificar un mundo mejor en la verdad v en la ¡noticia. De esta manera -somos testigos de que está naciendo un nuevo humanismo, en el que el hombre queda definido principalmente por la responsabilidad hacia sus hermanos y ante la historia" (G. S. n9 55).

c) "Es de desear que pertenezcan a la comunidad por ellos animada". Ciertamente todos debemos de sentir la responsabilidad de promover comunidades de base, pero de tal manera que puedan surgir de su propio seno sus líderes, animadores y coordinadores.

d) "La elección y formación de líderes deberán ser objeto preferente de la preocupación de párrocos y obispos". Surgirán las comunidades espontáneas, pero sin gente formada para la coordinación, la dinámica, la vivencia de fe y el liderazgo de esas comunidades, serán fácilmente grupos anárquicos y atomizados. Sería desastroso el que la jerarquía se opusiese a la pastoral de las comunidades de base. Pero no lo sería menos el ignorarlas o menospreciarlas. Si antiguamente la preocupación era la edificación de templos o seminarios, en la actualidad la principal preocupación de los pastores creo que debe ser la de poner los recursos disponibles de diócesis y provincias religiosas a la formación y desarrollo de estos grupos humanos, unidos en la fe, verdaderos templos espirituales. Para eso es necesario el formar gente en promoción comunitaria, dinámica de grupo y una espiritualidad litúrgica y carismática que se acomode a los grupos humanos primarios; organizar centros de formación de líderes y animadores y promover cursos de todo tipo

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para iniciar la experiencia de comunidades de base. En el documento de la formación del Clero indica estos puntos la I I ' Conferencia Episcopal Latinoamericana:

"Formación básica sobre Pastoral de Conjunto, preparación para la iniciación y asistencia a las comunidades de base, conveniente información y entrenamiento en dinámica de Grupos y Relaciones Humanas, información adecuada para la utilización de los medios de comunicación social" (n° 21).

e) Todo esto será imposible si no se favorece "la asunción de responsabilidades en un clima de autonomía". Sólo así se conseguirá la suficiente "madurez espiritual y moral". Así lo indica la Gaudium et Spes: "En todo el mundo crece más y más el sentido de la autonomía y al mismo tiempo de la responsabilidad, lo cual tiene enorme importancia para la madurez espiritual y moral del género humano" (G. S., n? 55).

Las comunidades de base suponen un riesgo pastoral. Suponen una Iglesia que no quiere fijarlo todo y da cada vez más autonomía a un mundo cada vez más maduro y consciente de sus responsabilidades. Seguir la política contraria no solo sería alienarse de los hombres de nuestro tiempo, sino también el hacer de nuestros cristianos eternos niños inmaduros incapaces de asumir las responsabilidades a las que son llamados de edificar cielos nuevos y tierra nueva.

Pasemos ahora a decir algunas palabras sobre las atribuciones de cada uno de los líderes, promotores, o animadores de la comunidad.

a) El Presbítero

Una comunidad eclesial de base, que haya llegado a una cierta madurez, debe contar con un presbítero como asistente de la asamblea litúrgica y de fe. No es el Director. Es el pastor asistente de la comunidad. En la asamblea litúrgica, es el presidente. En la asamblea de amor, es el gran animador de las relaciones humanas inter-persona-les. Es urgente la reforma radical de mentalidad del sacerdote, para el buen éxito de las comunidades. No se trata de que intente una reedición en miniatura de la parroquia. Sino de una visión nueva de la pastoral. Y una visión nueva de sí mismos: ellos son los educadores de la fe, y los constructores de la comunidad. "Los presbíteros, que ejercen el oficio de Cristo, Cabeza y Pastor, según su parte de autoridad, reúnen, en nombre del Obispo, la familia de Dios, como una fraternidad de un solo ánimo, y por Cristo, en el Espíritu, la conducen a Dios Padre". (P. O., n? 6). Su oficio es "la educación de la comunidad".

Por eso afirma más adelante el Decreto Presbiterorum Ordinis: "Más el deber del pastor no se limita a cuidar solo individualmente de los fieles, sino que se extiende también propiamente a formar una genuina comunidad cristiana". (P. O., n* 6). Su principal preocu-

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pación deberá ser la de hacer crecer el grupo en todos los campos de la relación humana, de la fe y de la acción misionera.

Es cierto que difícilmente todas las comunidades de base podrán contar con un presbítero asistente. Los sacerdotes son pocos y menos todavía los que tienen esta mentalidad. Religiosos, hermanos y hermanas. Laicos preparados y consagrados al apostolado, podrán suplir —en nombre de la jerarquía— esta figura central. El ideal sería que de las propias comunidades saliesen sus propios sacerdotes. Como en las comunidades primitivas. Se habla mucho del sacerdocio pluralista. El verdadero camino pastoral son las comunidades de base: ellas presentarán urgencias, y darán soluciones reales, al ofrecer a la Iglesia miembros maduros en la fe hasta la entrega apostólica total.

b) El Diácono

La restauración del Diaconado Permanente nos parece algo muy importante para la iniciación y promoción de las Comunidades de Base. Parece que la teología del Diaconado no hay que colocarla tanto en su función de "limosnero", o promotor de las obras de caridad, ni tampoco en la función de administrar ciertos sacramentos —como supliendo la falta de sacerdotes. Su función es esencial en la Iglesia de hoy, y esta parece ser la opción de la Iglesia Latinoamericana al instaurar el diaconado. Es la función de la formación inicial de las comunidades de base: "La primera preocupación de los responsables de la formación de los futuros diáconos, ha de ser la de prepararlos para que sean capaces de crear nuevas comunidades cristianas o alentar las existentes, a fin de que el misterio de la Iglesia pueda realizarse en ellos con mayor plenitud". (n? 33). Hay una relación esencial entre diácono y comunidad. "Factor indispensable en la formación del futuro diácono será el recíproco aporte entre este y la comunidad. Es decir, que el candidato madura su formación actuando en la comunidad y esta contribuye también a formarlo" {n ' 33).

El diácono, en la Iglesia de hoy, debería ser el hombre preparado y entregado a la promoción y formación de comunidades. El actúa más en la etapa de la Evangelización y de la Palabra, preparando la inserción del Presbítero en la etapa eucarística. En una comunidad ya formada, él sería el encargado de los problemas socio-psicológicos de la comunidad, dejando al Presbítero su puesto como promotor del discernimiento en la fe y la Eucaristía.

c) Los Coordinadores

Cada comunidad de base debe elegir sus propios coordinadores de entre los miembros más maduros y dedicados. Su oficio es más estructural y organizativo. Es importante la imagen del coordinador para distribuir responsabilidades. Y para dar a los laicos puestos en la Iglesia.

d) Los líderes

No nos referimos a los líderes "natos". Que siempre son líderes, y de los cuales siempre depende la comunidad. Pero no cabe

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duda que siempre hay en las comunidades gente con más madurez y espíritu de servicio. En estos habrá que apoyarse para edificar la comunidad. Pero siempre en un espíritu de promoción de todos los miembros de la comunidad. Todos pueden ser líderes: basta que quieran; que se formen y que se entreguen en una disposición de dedicación y servicio. Es muy importante, por lo tanto, que las comunidades de base cuenten con estos medios promocionales dentro del mismo grupo.

En este sentido dice muy bien el P. Marins: "Podemos ampliar el concepto estricto de líder (aquel que conduce) para decir que todos pueden ser líderes, en aquello que saben hacer, en aquello que se comprometen. Si cristianismo es vida de unión, comunicación de dones, de servicios mutuos, cualquier tipo de persona puede comprometerse, asumir, sea "líder" (sociológico, psicológico...) o no. Los presbíteros deben procurar llegar a los líderes naturales, y potenciar otros elementos aprovechables para un compromiso personal y total" (p. 111).

Cuál debe ser el número de una comunidad de base? Es difícil marcar hasta dónde puede haber una comunicación e interacción en relaciones primarias. Este sería el límite. Hemos visto comunidades que llegaban hasta los 40. Depende también de la formación e in-ter-relación de pequeños equipos dentro de la misma comunidad de base.

e) Tipos de reuniones

Difícilmente podría existir una comunidad de base sin un encuentro en común por lo menos semanal. Son diversos los tipos de reuniones que se pueden realizar:

Reuniones de formación: de estudio, de planeamiento, de revisión. Reuniones especiales de promoción de los miembros de la comunidad en los diversísimos campos de la actividad humana.

Reuniones de vivencias: Vivencias de fe y de relaciones humanas.

—Vivencias de fe: Misas comunitarias, paraliturgias, meditaciones comunitarias, revisiones de vida.

—Vivencias de relaciones humanas: todo lo que puede fomentar la relación humana interpersonal. Fiestas, confraternización en comidas, paseos... Células de amistad informales. Comunicación de experiencias íntimas. Recomendamos especialmente cursos de relaciones humanas, dirigidos por algún especialista.

Es importante señalar que más importante todavía que las reuniones —para la ¡nter-relación personal y crecimiento en la fe— son los compromisos claramente explicitados en el seno de las comunidades de base, y de los cuales se hace periódicamente revisión. Serán siempre compromisos evangelizadores del medio ambiente, o compromisos para con la misma comunidad. En cuanto a acciones comunes, son las que realmente unen los grupos. Y fomentan extraordinariamente las relaciones inter-personales. Con todo no siem-

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pre será posible —ni tal vez convendrá— que toda la comunidad de base se comprometa a acciones grupales. Pero sí siempre será necesario que se comprometan en pequeños grupos, conforme a afinidades de ambiente, profesión, intereses... Y después que todos los grupos comuniquen sus experiencias dentro de la comunidad de base. Unos a otros ayudarán a planear y a reflexionar en común sobre las experiencias.

Los compromisos y acciones evangelizadoras en el medio ambiente son las que muestran el grado real de crecimiento de las comunidades y de los individuos. Las solas reuniones son muy peligrosas: se exalta un grado de afectividad, de frases bonitas y hasta de histerismo que distorsionan la verdadera imagen de la comunidad. La imagen verdadera del amor se muestra en el compromiso.

2. Relaciones

Una comunidad de base sola no puede reflejar la imagen de la Iglesia. Por eso tiene que entrar en relación con las otras comunidades de base locales, nacionales y con la Iglesia universal.

1) La Parroquia

El punto natural de unión de varias comunidades de base sería la parroquia. Pero eso exigiría que la parroquia perdiese su concepto casi exclusivamente territorial. Las comunidades de base no siempre son territoriales. Mas, en las grandes ciudades casi nunca lo son. El medio propicio para formar comunidades de base no es el territorio o la geografía sino las relaciones humanas primarias. El territorio o la vecindad ejercen para eso poca influencia. Más bien —como dice Harvey Cox— en los grandes edificios de apartamentos, en los grandes agrupamientos urbanos, los individuos guardan las distancias, para poder mantener relaciones más profundas con personas que viven en otros barrios o en otras calles. Ahí donde los hombres entran en comunión debe empezar la Iglesia. Pero, es esta la realidad de nuestras parroquias urbanas? Parece indicar lo contrario aquella frase del Documento sobre Pastoral de Conjunto: "Entre los hechos de signo negativo figuran los siguientes:

a) Inadecuación de la estructura tradicional en muchas parroquias para proporcionar una vivencia comunitaria" (Vol. II, p. 218, n? 4).

Con todo, en el mismo documento, la II* Conferencia Episcopal Latinoamericana anhela por una parroquia centro de unidad de comunidades de base: "La visión que se ha expuesto nos lleva a hacer de la parroquia un conjunto pastoral vivificador y unificador de las comunidades de base. Así la parroquia ha de descentralizar su pastoral en cuanto a sitios, funciones y personas, justamente para "reducir a unidad todas las diversidades humanas que en ellas se encuentran e insertarlas en la universalidad de la Iglesia". (Vol. II, p. 221, n? 13).

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Cuan lejos está la realidad de estos deseos de la Iglesia Latinoamericana! Con todo, hay que intentarlo. "Daremos fuerte impulso a la transformación del continente, cuando las parroquias se conviertan en irradiadores de la formación auténtica de comunidades humano-cristianas. No solamente administrando los sacramentos o pregonando las verdades tradicionales aceptadas como sobrenaturales, sino también despertando en estos hombres el sentido de su dignidad, la fuerza reivindicativa de sus derechos, dándoles conciencia de su valor, estimulándolos a exigir de los políticos, de los técnicos, de los hombres de empresa, de todos los que ocupan puestos-claves el respeto a la persona humana y a sus inalienables prerrogativas. Ahí estará una revolución del continente y genuina vivencia de la "Declaración Universal de los Derechos del Hombre", cuyo segundo aniversario conmemoramos. No por la violencia de las pasiones, sino con la fuerza actuante de la Justicia. Las parroquias no serán solo foco de vida espiritual, sino centros de una integral formación del hombre. Reconozco que es difícil realizar este ideal, pero niego que sea imposible. Y la prueba, es la existencia en muchos países, de auténticas comunidades que empiezan a ejercer en torno a sí mismas, su influencia" (Conferencia de Monseñor Eugenio Araújo Sales, Arzobispo de Bahía —Brasil— ante la I I ' Conferencia Episcopal Latinoamericana).

b) Actitudes nuevas de la parroquia.

En concreto, qué actitudes deben tomar las comunidades de base existentes? La pastoral de comunidades de base no significa que se debe acabar con todo lo que se hace en la parroquia. Creo que se debían intentar dos movimientos paralelos;

1) Que las comunidades de base procuren revitalizar los movimientos masivos —litúrgicos, catequéticos, bíblicos, misioneros.. .— de la parroquia.

2) Procurar que surjan, en el territorio parroquial nuevas comunidades de base —incluyendo las casas religiosas de la parroquia—.

Así tendríamos una doble inter-acción: las comunidades de base se reunirían de cuando en cuando para una celebración común de la Eucaristía, y —por otra parte— estarían íntimamente en contacto con las comunidades mayores, en las que están injertas como fermento en la masa. El contacto frecuente y la preocupación por el medio ambiente, hace que las comunidades de base sientan profundamente sus necesidades, y que se sientan urgidas a comprometerse para transformar, en una promoción humano-cristiana, las realidades que los rodean.

Una parroquia así concebida, como punto central de comunidades de base, entraría en contacto con otras que tendrían el mismo sentido. Entre varias parroquias debería montarse una asesoría, para las comunidades de base que vayan surgiendo, y para promover encuentros entre las comunidades de base de una región, o tal vez ciudad. Este centro asesor promovería un grupo de reflexión sobre

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las experiencias vividas por las diversas comunidades en medios tan diferentes y sobre su futuro ante necesidades tan cambiantes, como las que continuamente se presentan.

Así es como se hace una revolución: presentemos realidades que hagan surgir nuevas necesidades, y estas forzarán los cambios. No adelanta gritar y protestar. La actitud desequilibrada del grito —puramente negativo— solo tiene una frase: la revolución destructiva. Al que grita se le va toda la energía en la garganta. Pero los que hacen las revoluciones son las personas que gritan poco, pero llegaron a una conversión y toman actitudes comprometidas.

Lo cierto será lo siguiente: estas comunidades de base harán un replanteamiento total de la estructura parroquial. Muchas de ellas no tendrán unidad territorial o geográfica. Serán extra-parroquiales y puramente diocesanas o habrá que pensar en otro tipo de parroquia? Es inútil filosofar. Presentemos realidades y después reflexionemos sobre ellas.

2) La realidad humana

Las comunidades de base ni se pueden cerrar en sí mismas ni siquiera en la "masa" de los parroquianos. Deben concientizarse de que pertenecen a un mundo y a diversas comunidades humanas —confesionales o no—, y que junto con ellas tienen que construir la ciudad secular. Tienen que asumir sus responsabilidades como hombres y como cristianos. Deben superar el riesgo de cerrarse en sí mismos —aun extendiendo "ellos mismos" a todas las comunidades de base—. AI mismo tiempo que fomentan una extraordinaria cohesión entre ellos mismos, deben procurar la mayor abertura y cooperación con la Comunidad Iglesia y con el mundo entero.

El hombre contemporáneo enriquece tanto más su personalidad, cuanto más se entrega a un triple contacto: a nivel personal, a nivel de grupo libremente escogido, y a nivel de masa. Necesita de medios de comunicación y de acción a esos tres niveles. Como hombre y como cristiano debe procurar más: entregarse a un esfuerzo continuo por ampliar su cooperación y su inter-comunicación con el mayor número de personas y de grupos humanos, y a un trabajo de promoción para disminuir cada vez más el concepto de masa, y ampliar el de grupos humanos comunitarios. La masa necesita de grupos comunitarios que la promuevan, y estas comunidades de base necesitan de la masa para crecer.

CONCLUSIÓN

No es responsabilidad de la Iglesia proporcionar al hombre recursos para su industrialización y progreso. Sí, cooperar humildemente —a servicio— para que esta promoción del hombre sea una realidad. Pero sí creemos que es obra propia de la Iglesia el promover la comunidad humana, en unión de fraternidad y en una acción positiva para que de hecho haya justicia social y entrega de los hombres a la promoción del desarrollo de los pueblos. Puede hacerlo

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por documentos y manifiestos. Pero hay algo más positivo; promover la creación de comunidades de base, que presenten esta realidad ante el mundo. Y que sean agentes de este desarrollo y promoción comunitaria de los hombres y pueblos de nuestro tiempo. Solo así se cumplirán aquellas palabras de la Gaudium et Spes:

"Esta índole comunitaria se perfecciona y se consuma en la obra de Jesucristo. El propio Verbo encarnado quiso participar de la vida social humana. Asistió a las bodas de Cana, bajó a la casa de Zaqueo, comió con publícanos y pecadores. Reveló el amor del Padre y la excelsa vocación del hombre evocando las relaciones más comunes ae la vida social y sirviéndose del lenguaje y de las imágenes de la vida diaria corriente. Sometiéndose voluntariamente a las leyes de su patria, santificó los vínculos humanos, sobre todo los de la familia, fuente de la vida social. Eligió la vida propia de un trabajador de su tiempo y de su tierra.

En su predicación mandó claramente a los hijos de Dios que se trataran como hermanos. Pidió en su oración que todos sus discípulos "fuesen uno". Más todavía, se ofreció hasta la muerte por todos, como Redentor de todos. Nadie tiene mayor amor que este de dar uno la vida por sus amigos (lo. 15, 13). Y ordenó a los Apóstoles predicar a todas las gentes la nueva evangélica, para que la humanidad se hiciera familia de Dios, en la que la plenitud de la ley sea el amor.

Primogénito entre muchos hermanos, constituye, con el don de su Espíritu, una nueva comunidad fraterna entre todos los que con fe y caridad le reciben después de su muerte y resurrección, esto es, en su Cuerpo, que es la Iglesia, en la que todos, miembros los unos de los otros, deben ayudarse mutuamente según la variedad de dones que se les hayan conferido.

Esta solidaridad debe aumentarse siempre hasta aquel día en. que llegue su consumación y en que los hombres, salvados por la gracia, como familia amada de Dios y de Cristo hermano, darán a Dios gloria perfecta". (G. S. N? 32).

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APÉNDICE

«TEXTOS SOBRE LAS COMUNIDADES ECLESIALES DE BASE» MEDELLIN 1968

II Conferencia Episcopal Latinoamericana (CELAM)

COMUNIDAD Y SALVACIÓN

Según la voluntad de Dios los hombres deben santificarse y salvarse no individualmente, sino constituidos en comunidad1. Esta comunidad es convocada y congregada en primer lugar por el anuncio de la Palabra de Dios vivo2. Sin embargo, "no se edifica ninguna comunidad cristiana si ello no tiene por raíz y quicio la celebración de la Santísima Eucaristía", mediante la cual la Iglesia continuamente vive y crece4. (6 Pastoral popular -II Principios Teológicos. (N? 9).

COMUNIDADES CRISTIANAS DE BASE

La vivencia de la comunión a que ha sido llamado, debe encontrarla el cristiano en su "comunidad de base": es decir una comunidad local o ambiental, que corresponda a la realidad de un grupo homogéneo, y que tenga una dimensión tal que permita el trato personal fraterno entre sus miembros. Por consiguiente, el esfuerzo pastoral de la Iglesia debe estar orientado a la transformación de esas comunidades en "familia de Dios, comenzando por hacerse presente en ellas como fermento mediante un núcleo, aunque sea pequeño, que constituya una comunidad de fe, de esperanza y caridad". La comunidad cristiana de base es así el primero y fundamental núcleo eclesial, que deben, en su propio nivel, responsabilizarse de la riqueza y expansión de la fe, como también del culto que es su expresión. Ella, es pues, célula inicial de estructuración eclesial y foco de evangelización, y actualmente factor primordial de promoción humana y desarrollo.

Elemento capital para la existencia de comunidades cristianas de base son sus líderes y dirigentes. Estos pueden ser sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas o laicos. Es de desear que pertenezcan a la comunidad por ellos mismos animada. La detección y for-

1. Cf. Conc. Vat. II , Const. Dogm. Lumen Gentium H? 9 2. Cf. Conc. Vat. II , Decr. Presbyterorum Ordinis, Nos. 2 y 4 3. Cf. Conc. Vat. II , Presbyterorum Ordinis, N? 6 4. Cf. Conc. Vat. I I , Const. Dogm. Lumen Gentium, N? 26 5. Cf. Conc. Vat. II , Const. Dogm. Lumen Gentium N? 8

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mación de líderes deberán ser objeto preferente de la preocupación de los párrocos y obispos, quienes tendrán siempre presente que la madurez espiritual y moral dependen en gran medida de la asunción de responsabilidades en un clima de autonomía*.

Los miembros de estas comunidades, "viviendo conforme a la vocación a que han sido llamados, ejerciten las funciones que Dios les ha confiado, sacerdotal, profética y real", y hagan así de su comunidad "un signo de la presencia de Dios en el mundo"T. (15 Pastoral de conjunto III Orientaciones pastorales, Nos. 10-11).

CREACIÓN DE MAYOR NUMERO DE COMUNIDADES DE BASE

Que se procure la formación del mayor número de comunidades eclesiales en las parroquias, especialmente rurales o de marginados urbanos. Comunidades que deben basarse en la Palabra de Dios y realizarse, siempre en comunión con el obispo y bajo su dependencia.

La comunidad se formará en la medida en que sus miembros tengan un sentido de pertenencia (de "nosotros") que los lleve a ser solidarios en su misión común, y logren una participación activa, consciente y fructuosa de la vida litúrgica y en la convivencia comunitaria. Para ello es menester hacerlos vivir como comunidad inculcándoles un objetivo común: el de alcanzar la salvación mediante la vivencia de la fe y del amor. (6. Pastoral Popular. III Recomendaciones Pastorales, N9 13).

COMUNIDADES DE BASE Y CATEQUESIS

Para los cristianos tiene una importancia particular la forma comunitaria de vida, como testimonio de amor y de unidad.

No puede, por tanto, la catequesis limitarse a las dimensiones individuales de la vida. Las comunidades cristianas de base, abiertas al mundo e insertadas en él, tienen que ser el fruto de la evangelizaron así como el signo que confirma con hechos el Mensaje de Salvación.

En esta catequesis comunitaria se debe tener en cuenta la familia, como primer ambiente natural donde se desarrolla el cristianismo. Ella debe ser el objeto de la acción catequística, para que sea dignificada y sea capaz de cumplir su misión. Y al mismo tiempo la familia "iglesia doméstica" se convierta en agente eficaz de la renovación catequística, (8 Catequesis: III Prioridades en la renovación catequística, N' 10).

6. Cf. Conc. Vat. I I , Const. Past. Gaudium et spes, N? 55 7. Cf. Conc. Vat. I I , Decr. Ad Gentes, N? 15

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COMUNIDADES DE BASE Y APOSTOLADO DE LOS LAICOS

El apostolado de los laicos tiene mayor trasparencia de signo y mayor densidad eclesial cuando se apoya en el testimonio de equipos o de comunidades de fe, a las que Cristo ha prometido especialmente su presencia aglutinante8. De este modo los laicos cumplirán más cabalmente con su misión de hacer que la Iglesia "acontezca" en el mundo, en la tarea humana y en la historia (10. Movimientos de Laicos. II Criterios teológico-pastorales, N? 12).

COMUNIDADES DE BASE Y PARROQUIA

La visión que se ha expuesto nos lleva a hacer de la parroquia un conjunto pastoral vivificador y unificador de las comunidades de base. Así la parroquia ha de descentralizar su pastoral en cuanto a sitios, funciones y personas, justamente para "reducir a unidad todas las diversidades humanas que en ellas se encuentren e insertarlas en la universidad de la Iglesia"9. (15 Pastoral de Conjunto. III Orientaciones Pastorales, N? 13).

COMUNIDADES DE BASE Y GRUPOS DE PODER

Es necesario que las pequeñas comunidades sociológicas de base se desarrollen, para establecer un equilibrio frente a los grupos minoritarios, que son los grupos de poder. Esto solo es posible, por la animación de las mismas comunidades mediante sus elementos naturales y actuantes, en sus respectivos medios. (1. Justicia. III Proyecciones de pastoral social, n° 20).

COMUNIDADES DE BASE Y REALIZACIÓN PERSONAL

Por otra parte la sociedad contemporánea manifiesta una tendencia aparentemente contradictoria: una inclinación a las expresiones masivas en el comportamiento humano y, simultáneamente, como una reacción, una tendencia hacia las pequeñas comunidades donde pueden realizarse como personas. (6. Pastoral popular. I Situaciones N9 3).

COMUNIDADES DE BASE Y PREPARACIÓN DE CANDIDATOS AL SACERDOCIO

En una forma más concreta, y en orden a su futura actividad pastoral, debe cuidarse la preparación de los seminaristas en algunos aspectos de particular importancia en nuestro ambiente latinoamericano; formación básica sobre Pastoral de Conjunto, preparación para la iniciación y asistencia de las comunidades de base, convenien-

«. Cf. Mt. 18-20 9. Cf. Conc. Vat. I I , Decr. Apostoticam actuositatem, N» 10

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te información y entrenamiento en dinámica de grupos y relaciones humanas, información adecuada para la utilización de los medios de comunicación social10. [13 Formación del Clero. III Orientaciones pastorales, N? 21).

COMUNIDADES DE BASE Y DIACONADO

Para la necesaria formación de estas comunidades, que se ponga en vigencia cuanto antes el diaconado permanente y se llame a una participación más activa en ellas a los religiosos, religiosas, catequistas, especialmente preparados y apóstoles seglares (6 Pastoral Popular, III Recomendaciones Pastorales, N? 14).

COMUNIDADES DE BASE Y PREPARACIÓN A DIÁCONOS

La primera preocupación de los responsables en la formación de los futuros diáconos, ha de ser la de capacitarlos para crear nuevas comunidades cristianas o alentar las existentes, a fin de que el Misterio de la Iglesia pueda realizarse en ellas con mayor plenitud (13. Formación del Clero. III Recomendaciones pastorales N? 33-b).

ESTUDIO SOBRE COMUNIDADES DE BASE

Se recomienda que se hagan estudios serios, de carácter teológico, sociológico, e histórico, acerca de estas comunidades cristianas de base, que hoy comienzan a surgir, despijés de haber sido punto clave en la pastoral de los misioneros que implantan la fe y la Iglesia en nuestro continente. Se recomienda también que las experiencias que se realicen se den a conocer a través del CELAM y se vayan coordinando en la medida de lo posible (15. Pastoral de conjunto. III Orientaciones pastorales, N? 12).

EL CELAM Y LAS COMUNIDADES DE BASE

El CELAM ha de preocuparse mucho de esta época por una reflexión integral y continuada y enriquecedora comunión de experiencias en el campo pastoral. Entre las materias c;uyo estudio sería oportuno que abordase, deberían actualmente figijrar las comunidades de base. (15. Pastoral de conjunto. III Orientaciones pastorales, N* 32).

10. Cf. Conc. Vat. II, Decr. ínter mirifica, N° 16

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B I B L I O G R A F Í A SOBRE COMUNIDADES DE BASE

1. Alcántara José Antonio, DINÁMICA DE PEQUEÑAS COMUNIDADES, Col. Renovación parroquial, Bs. As. Argentina.

2. Alonso A., COMUNIDADES ECLESIALES DE BASE, ediciones Sigúeme, Salamanca, España.

3. Caramuru R., COMUNIDAD ECLESIAL DE BASE, ed. Vozes, Petró-polis, Brasil.

4. Carro A. M., EL GRAN PASO DE LA IGLESIA EN EL SIGLO XX, LAS COMUNIDADES DE BASE, Mayela, México, México.

5. Celam, CONCLUSIONES DE LA II CONFERENCIA EPISCOPAL LATINOAMERICANA, Medellín, 1968.

6. Celam, De Lora C, Marins José, Galilea Segundo, Conferencias episcopales de Colombia, Cñífe y Uruguay, COMUNIDADES CRISTIANAS DE BASE, col. Iglesia Nueva, Indo-American Press Service, Bogotá, Colombia, 1970.

7. Colaboración, LE JAILLISSEMENT DES EXPERIENCES COMMUNAU-TAIRES, col. Experiencias Comunitarias, Centro Comunitario Internacional, Bruselas, 1965.

8. Delenperre Max, REVOLUTION EVANGELIQUE, Col. Experiencias Comunitarias, Centro Comunitario Internacional, 1965.

9. Dirks-Metz-Exeler, LA NUEVA COMUNIDAD, Ediciones Sigúeme, Salamanca, España.

10. Floristán, COMUNIDADES DE BASE, ediciones Marova, Madrid, España.

11. Hortelano A., LA IGLESIA DEL FUTURO, Ediciones Sigúeme, Salamanca, España.

12. Hostie Raymond, LA COMUNIDAD, RELACIÓN DE PERSONAS, col. Hinnení, Ediciones Sigúeme, Salamanca, España.

13. Klostermann F., EL PRINCIPIO COMUNITARIO EN LA IGLESIA, ediciones Flors, Barcelona, España.

14. Marins José, A COMUNIDADE ECLESIAL DE BASE, col. CNBB, Sao Paulo, Brasil; DIACONATO, COMUNIDADES DE BASE, col. CNBB, Sao Paulo, Brasil.

15. Pironio Eduardo, Mons., COMPROMISOS Y ESPERANZAS DE

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NUESTRA IGLESIA, col. Iglesia Nueva, Indo-American Press Service, 1970.

16. Ross Murray G., ORGANIZACIÓN COMUNITARIA, Madrid, España.

17. Tange André, ANALYSE PSICOLOGIOUE DE L'EGLISE, col. Experiencias Comunitarias, Centro Comunitario Internacional, Bélgica, 1965; L'EGLISE ET LA CONTESTATION, Centro Comunitario Internacional, Bruxelles, 8, Av. des Franciscaines, 1150, Bélgica.

18. Useros M., CRISTIANOS EN COMUNIDAD, Ediciones Sigúeme, Salamanca, España; REVISIÓN DE LA COMUNIDAD CRISTIANA, ed. Salvador, Madrid, España.

19. Vaticano II. GAUDIUM ET SPES (Cap. III), SACROSANCTUM CON-CILIUM (cap. II), AD GENTES (Nos. 13-15).

20. Vela Jesús Andrés, COMUNIDADES DE BASE Y UNA IGLESIA NUEVA, ed. Guadalupe, Bs. As. Argentina; DINÁMICA PSICOLÓGICA Y ECLESIAL DE LOS GRUPOS, Ed. Guadalupe, Bs. As. Argentina; GRUPOS JUVENILES, Ed. Guadalupe, Bs. As. Argentina.

21. Vela Jesús Andrés, Ibáñez Gil Julián, ENCUENTROS DE PROMOCIÓN COMUNITARIA, Indo-American Press Service, Bogotá, Colombia.

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