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  • Víctor ManzaniJla-Schaffer

    CONOCERPARAOroOIR

    MÉXICO· 2004

    ~Im

  • Esta investigación fue arbitrada por pares académicosde la Universidad Nacional Autónoma de México.

    La H. CÁMARA DE DIPLTrADOS, LlX LEGISLATURA,participa en la coedición de esta obra al incorporarla

    a su serie CONOCER PARA DECIDIR

    Coeditores de la presente edición:

    H. CAMARA DE DIPLTrADOS, LlX LEGISLATURA

    SECRETARíA DE LA REFORMA AGRARIA

    UNIVERSIDAD NACIONAL ALTrÓNOMA DE MÉXICODirección General de Publicaciones y Fomento EditorialISBN 970-32-2033-9

    MIGUEL ÁNGEL PORRÚA, Iibrero-edilor

    Primera edición, diciembre del año 2004

    © 2004VíCTOR MANZANILLA-SCHAFFER

    © 2004Por características tipográficas y de diseño editorialMIGUEL ÁNGEL PORRÚA, librero-editor

    Derechos reservados conforme a la ley

    ISBN 970-701 -543-8

    Imagen en porlada con base en la pintura "Repano de tierras"

    de Diego Rivera, tomada de La pintura mural de la Reuoluaón

    mexicana, México, Fondo Editorial de la Plástica Mexicana, 1975.

    IMPRESO EN MÉXICO PRINTED IN MEX/CO

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  • ¿Por qué escribo este libro?Porque el destino histórico de México siempre estará ligado

    al justo y equitativo reparto de la tierra y como e>.presóJVistano Luis Orozco: «La cuestión agraria es siempre

    antigua y siempre nueva) porque la propiedad -de la tierra agrego yo-está íntimamente ligada con los destinos de la humanidad. ..

    con sus desventuras y con sus alegrías.»

  • Presentación

    TODAS LAS culturas guardan una relación especial con la tierra en la que se de-sarrollan; entre los mitos fundamentales de toda civilización, la tierra, como madrenutricia, está presente ordenaniW toiW el pensamiento y el sentimiento de los individuoshacia su comunidad; desde Démetery Ceres, hasta TláúJc y QJtetzalcóatl, cadagrupohumano siente por su espaciogeográfico una reverencia que, al encontrar conteniiWpolítico, afirma el sentimiento nacional y permite la noción de la patria.

    Por ello, no resulta extraño que la idea de lapertenencia algrupo esté íntimamenteligada a la noción de la tierra, de la territorialidad; aun los pueblos que viven lar;gosy penosos exilios, como los judíos y los kuriWs, ponen en el centro de su civilización elretorno a la tierra ancestral, sueñan con cultivar sus praderas y con ascender sus mon-tañas. En la base de toiW este mito, está la sensación de seguridad que da el lugar co-nocitW, la identidad entre la madre y la tierra, que da la vidaY la sustenta nutrién-iWla y asimismo, con el lugar del reposo definitivo. Ningún otro aspecto de la vidamaterial de los individuos tiene un significaiW tan profuniW y tan íntimo.

    Acercarse al problema de la tierra, su propiedad, su producción y su defensa, esacercarse al núcleo histórico de las civilizaciones. la sea en su estatW primitivo, en susprimeras etapas evolutivas o en los más altos gratWs de cultura, el tema del agro estápresente y debe ser enfocaiW desde puntos muy distintos de vista, pero alfinal del día,seguimos hablantW de una cuestión de justú:iaY de supervivencia.

    En México, la tenencia y productividad de la tierra, es un elemento fundamen-tal de su drama histórico; desde que las primeras civilizaciones se asentaron en laregión de Mesoamérica; la forma en que habría de distribuirse la tierra y la maneraen que habría de arrancarse de ella sus frutos, ha siiW un factor determinante denuestra historia política y social. De algún moiW, hemos encontratW fórmulas que noshan permititW contemporizar con el problema, pero hemos sitW básicamente incapacesde encontrar una solución duradera a sus conflictos y dificultades.

    Víctor.Manzanilla-Schaffer, propone una lectura de la historia de México através de su drama agrario. Si tuviéramos que definir este volumen, tal vez lo haría-mos sugirieniW que no se trata de una historia del fenómeno de la tenencia de la tierra,

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  • 8 FERNANDO SERRANO MIGAllÓN

    sino de una historia del país, definido a través de sus organizaciones agrícolas. Elloes) una historia definida por su problema fUndamental.

    Más de 500 años de historia se reúnen en este texto, su hilo conductor es el binomioentre productividad y justicia que no puede disociarse y que se encuentra como una cons-tante en /as relaciones sociales y económicas de la nación. Se trata pues) de un estudioprofUndo) propio para especialistas pero también para quienes están interesados enahondar en su conocimiento de México, que deslinda con precisión los factores sociales)económicos y políticos que han determinado la vida campesina de México desde tiem-pos prehispánicos hasta nuestros días.

    Privado de cualquier determinismo) el autor se lanza a la aventura de recorrer lahistoria de su patria a través de fUentes originales) comprendiendo sus momentos einterpretándolos con la doble visión del jurista y del historiador.

    La historia y el derecho están ligados de un modo indisoluble, no sólo por cuantotoda norma jurídica es producto de una evolución histórica y cultural que la antecedeen el tiempo y que la justifica intelectual y éticamente) sino porque la interpretación ycomprensión de las leyes sólo puede hacerse en el contexto de la historia de cada país.Examinar una institución jurídica a lo la1lJo del tiempo) es resolver conjuntamentediversos enigmas sobre el ser de la comunidad que las construye; de cierto modo) esa es laprincipal riqueza del trabajo que Víctor Manzanilla-Schaffer ofrece ahora) lograr lacomprensión del fenómeno del derecho agrario no como un hecho aislado) sino comoparte fUndamental del concepto de la nacionalidad mexicana.

    Después de leer este libro) nos queda la sensación de que el fenómeno agrarioen México es en realidad una la1lJa deuda histórica que no hemos sabido resolver enequidad y justicia; por un lado se imponen las necesidades productivas y de eficienciaeconómica, pero por el otro) se presenta una población siempre deprimida y con reivin-dicaciones siempre poste1lJadas que sustenta toda la pirámide productiva del Estado.Lejos de concluir este ciclo histórico) no alcanzamos a concluir una tenencia de latierra satisfactoria y económicamente distributiva y ello) en el fondo) deja siempre unsaldo de violencia y de inequidad que resolver.

    El tema de la tierra no se supera con el progreso tecnológico ni con la vigencia de /aseconomíasglobalizadas; por el contrario, se agrava y se hace más u1lJente por cuandono puede sustentarse una sociedad progresista sin bases firmes en su agro. Esa) sinduda) será una de las tareas más importantes que las nuevasgeneraciones de mexi-canos deberán resolver de una manera definitiva.

    De ningún modo podemos pensar en el desarrollo económico si no es en el sentidode un equilibrio entre todos los elementos del cuerpo social) de otra manera no podemossino estar en presencia de una poste1lJación histórica más. La convivencia de grandesmasas de mexicanos que viven de la tierra y cuyas necesidades no han sido satisfechas)conjuntamente con grupos sociales quegozan de todos los satisfactores y que se proyec-tan hacia el extranjero con éxito y trascendencia) nos hace preguntarnos sobre la

  • PRESENTACiÓN 9

    misión del derecho en una sociedad como la nuestra y nos remite, de manera defini-tiva a la cuestión de la funcionalidad elemental del derecho) lograr la justicia so-cial.

    Vú;tor Manzanilla-SchaffC1; no oculta sus opiniones) al contrario) las afronta y lassustenta con conocimiento científico y con la experiencia de muchos años en la vidapolítica y administrativa de México. Esta es pues) una muestra de un hombre dedi-cado durante la1lJas décadas de su vida a resolver los problemas del agro como factoreconómico y como elemento esencial de la vida política.

    La Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México,publica esta obra como un texto de indagación científica sobre elproblemafundamen-tal de la vida económica y como un elemento básico de la evolución política de Méxicoy también) como un testimonio de uno de sus maestros y uno de los actores de la vidadel México contemporáneo. Esperamos que el lector atento encuentre algunas clavespara comprender nuestro Estado contemporáneo y también) de acuerdo con el pensa-miento universitario más fiel) experimente el compromiso que implica el conocimien-to) lograr la justicia para todos los mexicanos.

    FERNANDO SERRANO MIGALLÓN

    Ciudad Universitaria) julio de 2002

  • Prólogo

    EL DRAMA de la tierra en México es una obra extraordinaria -propia de su autor,don Víctor Manzanilla-Schaffer. No es de ninguna manera un libro sobre lahistoria del agrarismo en México, aunque se refiere precisamente a este tema yaunque pudiera incluirse dentro del catálogo de este tipo de trabajos, en unlugar destacado, desde luego. Y no es una obra histórica, porque su autor es-tablece con toda claridad que el mismo no es un historiador.

    Estoy de acuerdo, don Víctor Manzanilla-Schaffer no es historiador, aun-que en este libro revela grandes dotes para merecer este calificativo; es, más queeso, un explorador que incursiona en el devenir de nuestra historia, a través deltiempo y del espacio, para descubrir nuestras más profundas raíces como pue-blo, encontrar aquellos factores que nos identifican hoy como nación y que nosinvitan a consolidarnos como mexicanos.

    Eslabonando las diversas etapas de nuestra evolución histórica, don Víctorreconoce que nuestro destino está estrechamente vinculado con la cuestiónagraria, con los ideales de los hombres y mujeres del campo, con las aspiracio-nes de los campesinos por alcanzar mejores niveles de desarrollo, con la inve-terada lucha de las comunidades indígenas por recuperar sus derechos sobre latierra.

    En el intento realizado por definir nuestro ser, desentraña los secretos de lahistoria patria, para refrescar nuestra memoria como pueblo, recordando con La-voiser que quien no conoce la historia puede cometer el error de repetirla.

    Se refiere al proceso interminable y dialéctico de la reforma agraria, seña-lando que "la reforma agraria no ha terminado, porque vendrán tiempos mejoresque vuelvan a construir el camino del pueblo mexicano".

    Como premisa principal de su estudio, se opone al concepto de supremacíade los pueblos europeos que conquistaron el continente americano y que califi-caron como inferiores a sus habitantes, recordando que este tema fue motivo depolémicos debates desde mediados del siglo XVIII hasta principios del siglo xx.

    Sus reflexiones las realiza a la luz del análisis del pensamiento expresado enlas obras de numerosos autores, particularmente de aquellos que vilipendiaron

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    hasta la denigración las características naturales de los nativos de América, hastael grado de considerarlos peor que bestias y restarles la condición de seres hu-manos, sostenido por Leclerc conde, De Buffon De Paw, Voltaire, Raynal, Hwney Hegel, entre otros, confrontando esa postura con la aswnida por Clavijero,Teresa de Mier y Caso, por citar algunos, que defendieron con fervor a lospueblos indígenas del nuevo continente, poniendo de relieve sus principalesvalores culturales, particularmente frente a las descripciones absurdas y hastagroseras de Bandelier sobre el carácter de los indios de América.

    La obra revisa la relación del hombre americano con la tierra, por ello se en-foca al estudio de las formas de tenencia en el México precolombino, destacandola ausencia del concepto de propiedad privada en los pueblos de América, antesde los descubrimientos que tuvieron lugar en el nuevo continente.

    Sitúa en el tiempo el surgimiento de los pueblos americanos con la caída ydesaparición del Imperio romano y la evolución de Europa, y defiende la orga-nización social de las naciones indígenas de América y el grado de desarrollocultural alcanzado hacia mediados del siglo XVI. Con este enfoque, analiza laorganización política y las formas de transmisión del poder, así como los siste-mas de administración de justicia, particularmente en el derecho azteca, presen-tando la división de competencias jurisdiccionales entre diversos tipos de juz-gadores y órganos judiciales, según la naturaleza y cuantía de los asuntos, sinsoslayar los sistemas de organización familiar y religioso que caracterizaron alos pueblos del valle de México.

    Como en su obra refOrm.a agraria mexicana (Editorial Porrúa), Manzanilla-Schaffer reconoce al calpulli como base del sistema de distribución de la tierraen los pueblos del valle de México, particularmente los aztecas y se refiere alauge que alcanzó la organización social y política de los que él denomina esta-dos-pueblos de México, Texcoco y Tacuba, que integraron la Triple Alianza oConfederación. El autor atribuye el origen del sistema de organización sociala la forma de tenencia que prevalecía en Chicomostoc, de donde proviene el pue-blo azteca. También presenta la clasificación de los tipos de tierra o de suelosexistentes, según su vocación o grado de fertilidad, citando a fray Bernardinode Sahagún.

    Reconoce que el calpulli representaba más que parcialidades de tierras asig-nadas a un grupo de personas, incursiona en la mitología azteca y en la maya ylas hace parte de la historia, destacando la influencia mítica religiosa en la de-marcación territorial y en la distribución de la tierra. Refiere que el calpulliimplicaba la concepción de una organización social, religiosa, cultural, educa-tiva, militar, tributaria y también de autoabastecimiento, incluyendo además elcontrol. En su análisis distingue los conceptos de propiedad y de posesión,estableciendo que éste es el que prevalecía entre los pueblos de América, citandoa fray Juan de Torquemada.

  • PRÓLOGO 13

    De manera especial enfatiza la importancia de los recursos humanos en elfortalecimiento de los pueblos al indicar: "El pueblo azteca demostró que lariqueza de las naciones no consiste en sus recursos naturales simplemente, sinoen algo más, que es atributo del pueblo en el trabajo, el denotado esfuerzo y laideología del progreso para el bienestar general." Culmina afirmando que losespañoles le arrebataron a los aztecas este concepto y esta actitud frente a la vida.

    También explora la visión del calpulli como origen del municipio, ideaexpuesta por Ignacio Romero Vargas, al analizar las relaciones intrafamiliares einterfamiliares, que se daban entre los miembros de los barrios en e! México ante-rior a la Colonia. Dentro de este proceso revisa la conformación de las clases so-ciales y las formas de tenencia entre los aztecas.

    Al abordar e! tema de la Conquista y su efecto en la destrucción del orbeindiano, cita e! autor que México ha realizado cuatro reformas agrarias a lolargo de su historia: la emanada de la propia Conquista a cargo de los españoles,imponiendo un nuevo sistema de tenencia, al introducir la propiedad privada;la derivada de la Independencia, que ordena devolver a los indios las tierras deque fueron despojados; la surgida de la Revolución que reivindica los derechossobre las tierras y que promueve e! reparto, y la que emana de la reforma cons-titucional de 1992 que se traduce en la apertura neoliberal para que los extran-jeros puedan adquirir tierras.

    Al relatar la forma en que se llevó a cabo la conquista, destaca los mediosde acaparamiento de la tierra por los españoles, provocada por los despojos co-metidos contra los pueblos indígenas y e! surgimiento del latifundio y e! peo-naje, fundados en las encomiendas y repartimientos efectuados por los conquis-tadores a través de varios tipos de transmisión de la tenencia, de manera especialse refiere en e! relato a las concentraciones en favor de! clero.

    Al revisar las instituciones agrarias de la Colonia, aborda los procedimientosde reparto realizados durante esta etapa, tanto en favor de los indios y en superjuicio; los trabajos forzados y las atrocidades que se cometían contra ellos; laexplotación de que eran víctimas, y se refiere a las leyes y ordenanzas de la épocaque se expidieron para regular la transmisión de la tenencia y prevenir los despojosde los indígenas, haciendo alusión a las mercedes reales, las capitulaciones, lareducción a pueblos de los caseríos indígenas para terminar con la dispersión.

    Enfatiza que el sistema de la encomienda acendró la esclavitud, no obstanteque las Leyes de Indias contenían previsiones en contra de ello. Destaca comonuevas formas de tenencia indígena e! ejido, la dehesa, los proprios y las suer-tes, aludiendo además a la composición y los realengos, la mesta, y las tierrasde común repartimiento. Así, a bordo de la nave del tiempo remonta la historiapara descubrir no sólo la transformación del concepto de tenencia, sino pararevelar el pensamiento evolucionado a través de los siglos asociado con la tierra.

    Al comentar e! tema de la tenencia de la tierra en el siglo XIX, introduce unparéntesis para analizar las castas derivadas de la fusión y las implicaciones

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    psicológicas producidas por la misma. Asegura que la situación de los siglosXVI a XIX en que se dio el acaparamiento y concentración de la propiedad ruraldieron lugar al surgimiento de un profundo deseo de justicia agraria, enfrentadocon el cambio del concepto cualitativo de posesión de la tierra, como un bienútil para la sociedad y el Estado, por el cuantitativo de propiedad con fines delucro.

    Indica que la Independencia introduce un cambio sustentado en la promo-ción de la colonización del territorio y el aprovechamiento de los terrenos bal-díos y nacionales. Por su parte, la Reforma rescata la tierra de manos del clero,mediante la desamortización; pero también genera efectos contradictorios encuanto da lugar a nuevos tipos de concentración, en perjuicio de las comuni-dades indígenas, y una vez más la tierra volvió a ser objeto de especulación y aca-paramiento, alcanzando su nivel más crítico en el periodo de Porfirio Díaz quefavoreció la colonización del territorio y concesionó grandes extensiones a unascuantas familias de hacendados, refiriéndose también al papel que jugaron eneste proceso las compañías deslindadoras y colonizadoras.

    En esta etapa se revisa el pensamiento liberal a través de las aportaciones deFrancisco Severo Maldonado, Ponciano Arriaga, Tadeo Ortiz, Pastor Rouaix,entre otros, que impulsaron el agrarismo sustentado en el mejoramiento de lavida de la familia campesina y que clamaron por la justicia social.

    Al analizar el movimiento revolucionario se refiere a la sucesión dinámicade pensadores y reformadores, que dio contenido a los diferentes postulados,planes y programas que fueron estableciendo el perfil de la nueva reformaagraria surgida de esta gesta iniciada en 1910, destacando el Plan de San Luisque impulsa un nuevo agrarismo; el Plan de Ayala, que sustenta el reparto pre-conizado por Zapata; el pensamiento de Luis Cabrera; el proyecto de Maderode formar la pequeña propiedad mediante la compra de tierra a los grandespropietarios, y relata los esfuerzos de los agraristas por atender el reclamo detierras de las comunidades indígenas.

    Defiende la reforma agraria cuyo fin es el hombre, su instrumento la tierray su justificación el trabajo. Alude al esfuerzo desarrollado por Villa, Zapata yCarranza, que impulsaron la lucha contra el latifundio. Refiere los ideales expues-tos en la Convención de Aguascalientes; reconoce que el artículo 27 constitu-cional recoge la esencia del pensamiento agrarista orientado a la reivindicaciónde los derechos de los campesinos sobre la tierra; alude al Plan de Guadalupe;a los primeros repartos realizados por Lucio Blanco y Emiliano Zapata, con-cluyendo que la Ley Agraria de 1915 y la reforma agraria surgida de la Revolu-ción, persiguieron como grandes consignas el reparto de la tierra, la disminuciónde la concentración de la propiedad rural y la incorporación de los campesinosal desarrollo nacional.

  • PRÓLOGO 15

    De la Constitución aprobada en 1917, destaca las tres formas de tenenciaque en ella se reconocen: el ejido, la comunidad y la propiedad privada, agre-gando que nuestra Carta Magna "cimentó su construcción social, jurídica y po-lítíca en el hombre, la familia y la nación", para reafirmar el carácter de nuestromáximo cuerpo normativo, orientado a propiciar el desarrollo de las clases másnecesitadas de nuestro pueblo, poniendo como muestra de lo anterior a losartículos 30., 27 Y 123.

    Manzanilla-Schaffer realiza un análisis puntual sobre la ideología agraria delos gobernantes que surgieron después de la Revolución, así como de los prin-cipales logros obtenidos durante sus periodos al frente de la Presidencia de laRepública, particularmente en materia de reparto, que representó la primeratarea puesta en marcha para atender los reclamos de los campesinos que parti-ciparon en el movimiento armado.

    La revisión parte del régimen de Venustiano Carranza, como iniciador dela reforma agraria, que impulsó la aplicación de la Ley Agraria de 1915, y quien"concibió los problemas sociales desde una óptica individualista y liberal"; yculmina con la expedición de la Ley Agraria de 1992, derivada de la reformadel artículo 27 constitucional del 6 de enero de ese mismo año, impulsada porCarlos Salinas de Gortari, etapa que califica como "la contrarreforma agrariatecnocrática y neoliberal", con la que -asegura- "comenzó el desmantelamien-to de la propiedad social, del derecho social agrario, de la producción social deejidos, comunidades y propietarios minífundistas".

    El cuidadoso y exhaustivo examen que realiza el autor de los principalespronunciamientos y acciones emprendidas durante los 77 años que separaronla emisión de ambas leyes agrarias, incluyendo las numerosas disposiciones nor-mativas generadas durante las diferentes administraciones gubernamentales,constituye una herramienta valiosa en el conocimiento de la historia agraria deMéxico; pero también es útil para profundizar en el estudio de la personalidadde quienes ocuparon la primera magistratura, porque se apuntan importantes co-mentarios sobre sus ideas, pensamientos y tendencias, salpicadas de afirmacio-nes sobre su carácter y su comportamiento, pues como dice el autor: "Loshombres dejan en todos los actos de su vida un rastro que permite con el tiemporeconstruir las características de su personalidad y la esencia de su ideología."

    El autor pone especial énfasis en los regímenes gubernamentales de Obregón,Calles, Portes Gil y Cárdenas, que consolidaron el proceso del reparto agrario, aldarle certeza jurídica a la facultad del Estado para llevarlo a efecto, inclusive,venciendo las fuerzas internas y externas que se opusieron a la entrega de latierra y al combate de los latifundios, como en los casos de Álvaro Obregón yLázaro Cárdenas, que tuvieron que enfrentar la presión del gobierno de EstadosUnidos, por las afectaciones de haciendas propiedad de estadounidenses.

  • 16 JORGE J. GÓMEZ DE SILVA CANO

    En otra parte de la obra se aborda la etapa que denomina "del agrarismoburocrático", revisando los gobiernos de Ávila Camacho, Miguel Alemán y RuizCortines, caracterizados por "una creciente burocratización de las actividadesagrarias" y por la pérdida gradual de "la mística agraria", marcada por la dismi-nución de las superficies repartidas.

    Le sigue el estudio del "agrarismo integral" de López Mateos, "quien ledio al problema agrario dimensiones nacionales ya su solución la prioridad quesu importancia reclamaba" al incorporar el elemento económico como instru-mento para elevar la producción en las áreas repartidas; "el agrarismo planifi-cado" de Díaz Ordaz, que implicó la reorganización de la estructura agraria yla puesta en práctica de mecanismos para combatir los vicios que impedían ellogro de los objetivos, destacando además la gran tarea de reparto efectuadadurante su sexenio.

    La siguiente etapa es la del "agrarismo popular" de Luis Echeverría, duranteel cual demostró su decisión de promover incansablemente "el mejoramientode los campesinos y del medio rural", además de actualizar en la Ley Federal deReforma Agraria, expedida en su gobierno, las disposiciones legales existentespara establecer la organización económica de los núcleos agrarios; "el agrarismoinercial" de López Portillo, que continuó el reparto, e introdujo la idea de alcan-zar la independencia alimentaria, mediante la conformación de alianzas para laproducción, convocando a los diversos sectores para tan trascendental tarea;hasta la etapa del "desarrollo rural integral" de Miguel de la Madrid, al cualcalifica como "el último sexenio revolucionario", ya quien correspondió poneren marcha la política de desarrollo rural integral, concebida como "una estra-tegia para combinar el aumento sostenido de la producción con la consecuciónde mejores niveles de justicia y bienestar para la población campesina".

    Concluye este trabajo con la exposición de un parteaguas en la historia delagrarismo mexicano, derivado de la reforma constitucional y legal de 1992, pro-piciada por Salinas de Gortari y complementada por Ernesto Zedillo, etapa a laque llama "la contrarreforma agraria neoliberal", contrastando el agrarismoconstitucionalista vigente hasta 1991, a las nuevas ideologías globalizadorasque influyeron en el nuevo marco legal y que "cambió radicalmente la orienta-ción de la reforma agraria".

    Sin duda, esta obra propicia el debate para analizar numerosos aspectos de larelación entre el hombre y la tierra, en nuestro país, lo que es ya de sí muy valio-so. Pero no se queda en la presentación de las características de esa relación, va másallá y aborda el problema del hombre de campo, relacionándolo con el devenirde la nación, más aún, plantea la necesidad de realizar una profunda reflexiónsobre el impacto que el drama del campesinado mexicano, en su búsqueda demejores condiciones de vida, puede tener en el futuro inmediato de México.

    Al cuestionarse sobre los cambios que ha sufrido el sistema de tenencia enla tierra, en el difícil tránsito de las diferentes etapas históricas por las que ha

  • PRÓLOGO 17

    pasado nuestro pueblo, Manzanilla-Schaffer revisa el movimiento reivindicadorde los derechos de los campesinos emanado de la revolución de 1910 que con-forma el proceso de la reforma agraria.

    En esta revisión divide y clasifica las orientaciones y acciones de los gobier-nos de la República para atender y resolver la cuestión agraria. Como destacadojurista, con la visión aguda de un experto en la materia, pero también con suexperiencia personal en los ámbitos de la política nacional e internacional, donVíctor revela aciertos y desaciertos en el conducir de la política agraria nacional.Sus puntos de vista sobre los avances y retrocesos que ha vivido la reformaagraria de nuestro país son, además de respetables muy valientes.

    Tal vez con motivo de lo expuesto en este libro surjan numerosas coinci-dencias con algunas de sus visiones y con muchas de sus calificaciones; perotambién habrá desacuerdo con algunas de ellas. Lo importante en este trabajoseguramente no es alcanzar el consenso unánime en la explicación sobre elpunto de partida y los derroteros que ha tomado el proceso de la reformaagraria; sobre ese aspecto de la cuestión agraria puede haber discrepancias quesurgen de las posiciones asumidas por beneficiados y perjudicados de la obradel reparto, que es la más trascendental de sus expresiones; de ahí sus defenso-res y sus apologistas.

    Lo importante, insisto, es recorrer junto con Manzanilla-Schaffer el largoviaje que él ha emprendido desde las raíces más hondas de la historia de nuestropueblo, para situarnos en el México de hoy con sus enormes retos, y empezara construir un mejor mañana para todos los mexicanos, especialmente para losque menos tienen.

    En el centro de este debate está discernir sobre el futuro de la reformaagraria como proceso y como institución, partiendo de la revisión de la reforma delartículo 27 constitucional de 1992 y de la expedición de la Ley Agraria Reglamen-taria en ese mismo año. En esa tarea de construir las bases para el pleno desarrollorural, la obra El drama de la tierra en México es un puerto seguro para emprenderel viaje hacia un futuro más promisorio en beneficio de nuestros hijos.

    En lo personal felicito y agradezco a mi amigo el doctor Víctor Manzanilla-Schaffer por la realización de este esfuerzo ejemplar, que representa no sólola obtención de un logro académico, bien merecido, sino porque brinda a losestudiosos de la cuestión agraria, de hoy y de siempre, un magnífico instru-mento para ahondar en la búsqueda de nuestro ser nacional y con ello noscapacita para mirar de frente al horizonte y vislumbrar un mejor amanecerpara los campesinos de nuestra patria.

    JORGE J. GÓMEZ DE SILVA CANOMagistrado Agrario

    México, D. F, septiembre de 2004

  • Preámbulo

    LA LUCHA por la posesión o propiedad de la tierra es la más antigua de la huma-nidad. Todos los pueblos en su desarrollo histórico al convertirse en sedentarios yagricultores buscaron apropiarse de las tierras fértiles, combatiendo por defendersus posesiones territoriales porque de la tierra obtenían seguridad alimenticia,libertad, convivencia organizada e identidad. Sus usos, cosrumbres, tradiciones yreligiosidad estaban estrechamente vinculados con la tierra y su comunidad rural.

    Los más significativos acontecimientos de la historia del pueblo mexicanoestán relacionados con la tenencia de la tierra, por ello el destino de nuestro paísse vincula inexorablemente con la propiedad o posesión de ella; con la justiciao injusticia de su distribución.

    Son propósitos de este ensayo analizar el pensamiento, la ideología y lasinstituciones jurídicas relacionadas con la apropiación de la tierra que estuvieronvigentes o lo están, en cada etapa de la accidentada evolución de nuestro de-sarrollo nacional, principiando en el siglo XVJ con la estructura agraria de lasnaciones-Estado indígenas precolombinas hasta llegar al siglo XXI. La apretadarelación de acontecimientos que presentamos ha dejado fuera de consideración"seguramente" a multitud de hechos, proposiciones y pensamientos relacionadoscon nuestro tema principal; pero fueron tan abundantes, sobre todo en los si-glos XIX Yxx, que sería demasiado para incluirlos en este trabajo cuya pretensiónes revivir pasajes importantes de nuestra historia que modificaron la justa dis-tribución de la tierra; que afectaron la libertad de los mexicanos y el destino denuestra nación.

    Quien escribe no es un historiador -a quienes profeso consideración y res-peto-, tal vez me aproximo más al analista que conservando su concienciahistórica, intenta comentar sucesos y acaecidos en el pasado para encontrar laideología y los pensamientos que prevalecieron en cada época, avalados por susautores. De esta forma el lector podrá apreciar que la historia de México es unencadenamiento de hechos, datos, formas y acontecimientos relacionados, en-lazados entre sí en su perspectiva temporal y en su sitio histórico, produciendo

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  • 20 VíCTOR MANZANILLA-SCHAFFER

    que una etapa surja de otra anterior y así sucesivamente. Aquellos que pensarono siguen pensando que en la etapa que les toca vivir y actuar comienza la verda-dera historia (neoliberales y globalizadores) y tratan de borrar las memorias delpretérito, inexorablemente sucumben ante la presencia del pasado. Se olvidande que contra éste no se lucha, no se combate, porque como lo hace la natura-leza se abre paso, pues tiene sus propias razones. Al pasado histórico se le debeconsiderar para superarlo, para mejorarlo. La identidad de un pueblo, de unanación se obtiene al concatenar los diferentes eslabones históricos percibiendo surelación hasta formar una línea de continuidad en la cual sobresalen los anhelos,ideales, exigencias y luchas de un pueblo determinado.

    Las páginas documentadas que siguen, representan un esfuerzo intelectual-tal vez no conseguido- de comprobar cómo el destino histórico de nuestropaís se vincula con nuestro suelo patrio, con la tierra, con los campesinos, con lascomunidades indígenas y la perenne lucha contra la injusticia que cometierony cometen unos cuantos en contra de las mayorías nacionales; contra discrimina-ciones, segregaciones y aislamiento en que se encuentran los pueblos indios. Enesta relación de hechos, pensamientos e ideologías, como es natural, se formanconclusiones individuales y colectivas que constituyen el sedimento convincentesobre la historia verdadera de nuestra sociedad nacional.

    Las peculiaridades de las tres reformas agrarias ejecutadas en nuestro país,tuvieron características diferentes que marcaron con sello indeleble el caminodel pueblo mexicano hacia el logro de la libertad, la igualdad y la justicia social.La primera, resultado de la conquista y la colonización españolas produjo laesclavitud y dramática explotación de las naciones indígenas vencidas, imponien-do nuevas formas desconocidas de propiedad, trabajo gratuito y posesión de latierra. Sus expresiones comprobables, fueron la servidumbre con sello de fuegoen la frente, con la marca perenne de un hombre, mujer o niño, para identificarla propiedad individual de un español, fiel combatiente católico de una Españaque había triunfado en su guerra por recuperar su territorio y desplazado a losmusulmanes, que habiendo respetado como vencedores, su cultura, la ilustra-ron. Así es el acontecer humano.

    Se afirma que no fue culpa de España sino del tiempo; pueden tener razón,pero la conquista y las colonias que establecieron en América dejaron un rastrosangriento pleno de esclavitud, feudalismo, explotación y codicia. Además de laafanosa búsqueda de oro, la captura de esclavos representó un gran negocio porsu venta en el mercado. Cronistas de esa época dan constancia de la forma comolos marcaban a hierro candente para evitar confusiones por lo que a su propiedady dueño se refería. Analizaremos las diversas instituciones jurídicas que estuvie-ron vigentes en este tiempo, después de revisar las diversas formas de tenenciade la tierra entre las naciones de la Triple Alianza que formaron los reinos de

  • PREÁMBULO 21

    México (aztecas o mexicas), de Texcoco (acolhuas) y Tlacopan o Tacuba (tecpa-necas). Antes de la llegada de los españoles al valle de México, los pueblos teníanuna organización social y política muy bien estructurada y la posesión, distribu-ción y trabajo de la tierra se encontraba reglamentada con precisión de acuerdo conmuy antiguas tradiciones y a su derecho consuetudinario.

    La segunda reforma agraria (esta sí revolucionaria) surgió de la propia en-traña del pueblo; de la más profunda inconformidad y rebeldía del campesinoexplotado, semiesclavizado por los hacendados y latifundistas herederos de esalínea de continuidad que los terratenientes impusieron en la Colonia española.Al triunfo de la Revolución, los constituyentes de 1916-1917 en Querétarorecogieron todas las exigencias del pueblo, sus agravios y demandas para satis-facerlas en el texto de nuestra Carta Magna y reconstruir el camino de Méxicohacia la libertad y la justicia social. Nuestra Constitución Política fue la primeradel mundo entero en consagrar en su texto a la par de las garantías individualeso derechos humanos, las garantías sociales. En esta etapa histórica, en el marcode nuestro tema, revisaremos el pensamiento y la ideología agraria de los gobier-nos revolucionarios y sus resultados, lapso que comienza en 1915 y termina en1988.

    La tercera reforma agraria (más bien contrarreforma) se realiza en dossexenios: el de Carlos Salinas de Gortari yel de Ernesto Zedillo Ponce de León;dos personajes oscuros que como submarinos emergieron de la nada, de la nieblade nuestra historia política. El primero se hace presidente como consecuencia deun colosal fraude electoral; el segundo surge como resultado del asesinato de LuisDonaldo Colosio, candidato del PRI a la Presidencia de la República. Ambosfueron siniestros sepultureros de la filosofía, doctrina y realizaciones de la Revo-lución mexicana y lo que es más grave: del nacionalismo, de la justicia social,de la independencia política y alimentaria y de la entrega del pueblo mexicanoa los intereses extranjeros. Ellos y sus gobiernos inútilmente trataron de borrarnuestra historia; se dedicaron a favorecer financieramente con dineros del puebloa las élites empresariales nacionales, siguiendo los mandatos de los organismosfinancieros internacionales y los esquemas neoliberales y globalizadores.

    En el breve capítulo de "Consideraciones preliminares" dedico algunaspáginas a las absurdas e insólitas afirmaciones de europeos y norteamericanos, diz-que naturalistas, científicos, filósofos, sobre las tierras del continente americanoy sus habitantes que produjeron en su tiempo la "leyenda negra" que los euro-peos con su eurocentrismo artificial y maliciosamente construyeron en contrade nuestras poblaciones indígenas y su hábitat.

    Dicho lo anterior, deseo advertir al lector que las citas de múltiples actoresy su personal pensamiento las he transcrito con cierta amplitud para que hayaclaridad y precisión sobre lo opinado. Además me rehuso a escribir notas biblio-gráficas como lo hacen algunos autores modernos al comentar el pensamiento

  • 22 VíCTOR MANZANILLA-SCHAFFER

    de otros. Sólo citan el nombre, el año de la publicación y el título de la obra.Para el lector es difícil acudir a las fuentes originales, si no son profesionales enla materia de que se trate. Para aliviar esta carga, reproduzco párrafos de escri-tores y documentos de cronistas de la Conquista, la Colonia, la Independenciay la Revolución mexicana, sobre los cuales hago mis propias consideraciones yafirmaciones.

    La memoria histórica del pueblo mexicano es perenne, constante e indiscu-tible, a pesar de la sucesión de las generaciones, de la modernidad de los tiempos-todos los tiempos son modernos- o de los esfuerzos que inútilmente se con-tinúan haciendo por borrar nuestro pasado. Aun a los jóvenes de hoy el pasadoles llega como viento fuerte que los conmueve, pues al final, su razón vital nopuede eludir a su razón histórica, pues su tiempo tiene fuertes acentos deltiempo pretérito.

    Ha sido tan difícil y abrupta la construcción del verdadero sendero de nues-tro desarrollo nacional para lograr la libertad, la independencia, la autodeter-minación, la justicia social y el progreso, que quienes palean escombros parasoterrar los avances logrados en las diferentes etapas históricas de México, estáncavando sus propias tumbas. El pueblo está consciente, despierto y la sociedadcivil ha demostrado estar alerta, vigilante y preparada para actuar en contra dequien se empeñe en destruir nuestro pasado histórico del cual los verdaderosmexicanos nos sentimos legítimamente orgullosos.

    Finalmente afirmo -

  • Capítulo 1

    Consideraciones preliminares

    La leyenda negra sobre América y sus nativos

    VALE DETENERNOS por un momento para recordar las aberraciones intelectualesque en el siglo XIX y aun en el siglo XX se escribieron en este tema comparandoa la cultura del Viejo Continente y del Nuevo Continente, que siguen influen-ciando -aun en 1999-la actitud que asumen intelectuales, escritores, estadistas yparte de esos pueblos en sus conceptos, escritos y pensamientos preconcebidosy lo que es más maligno, en las relaciones internacionales.

    Quién iba a predecir que el descubrimiento de América, su conquista ycolonización que por 300 años llevaron a cabo los españoles, produciría unaextraña polémica desde los años de 1750 a 1900 entre Europa y el continenteamericano, es decir, entre quienes sostenían la supremacía de los europeos por sugente, su cultura, su ecología, su flora y fauna, frente a los pueblos indios y losterritorios donde habitan. Sospecho que sus causas se pueden encontrar en mo-tivaciones políticas y económicas; en los celos y recelos, que varios países deoccidente manifestaron por no ser ellos los descubridores y colonizadores.

    Varios autores -algunos connotados- manifestaron su desprecio hacia elhombre americano considerándolo inferior, salvaje, degenerado y a su hábitat,malsano, infértil e inestable. En un magnífico libro de Antonello Gerbi, denomi-nado La disputa del Nuevo Mundo, se relata con puntualidad la historia de estapolémica que nos ofrece la oportunidad de conocer algunas manifestaciones deleurocentrismo y del concepto que esos personajes tenían de nuestros pueblos,a tal grado que a sus afirmaciones descabelladas pretendieron darle el fundamen-to de teorías científicas, las cuales cayeron por el peso de las réplicas que a lolargo de los años se fueron escribiendo; pero sobre todo, por la misma verdad.

    En el prefacio de este libro -edición mexicana desde Milán (noviembre de1959)-, Gerbi ofrece una explicación justificada del porqué publica en Améri-ca, señalando:

    Presentar al público hispanoamericano un libro concebido y nacido en Améri-ca podrá parecer a muchos -a mí inclusive- completamente fuera del lugar. El

    23

  • 24 VíCTOR MANZANILLA-SCHAFFER

    lector europeo tiene el privilegio de ignorar, o de haber olvidado, el alcance y laintensidad de los conflictos de ideas narrados en el presente volumen. Para ellector americano, en cambio, esos conflictos son experiencia viva, y sustrato dejuicios, de inclinaciones y de ideologías todavía operantes. El problema de lasrelaciones ideales entre los dos "mundos" está ciertamente mucho más abiertoy se discute más en el Nuevo que en el Viejo Mundo. Y este estudio mismo nohabría llegado a concebirse si el autor no se hubiera visto trasladado súbitamen-te de la atmósfera un tanto satisfecha, segura de sí, críticamente apaciguada delOccidente europeo, a la atmósfera mucho más agitada, anhelante, sacudidade impulsos ancestrales y proféticos, de uno de los más ilustres países de la Amé-rica hispánica.

    Por otra parte, el trabajo esbozado con las espaldas vueltas a Europa, frente alvacío e ilimitado Pacífico, no podía quedar relativamente completo -relativa-mente, porque un trabajo de esta índole no está nunca completo- sino invirtien-do, por así decir, su perspectiva, regresando a la Europa aux anciens parapetsy, firme el pie sobre las costas articuladas y activas del Mediterráneo, volviendoa sopesar con atenta e informada imparcialidad los alegatos contrapuestos y lasrecíprocas acusaciones. Desde el principio, el tema podía definirse y circunscri-birse recortando, o mejor poniendo al fuego, en el complejo de las relacionesentre ambos hemisferios, la historia de una imputación específica; la de unasupuesta inferioridad física del hemisferio occidental, y de una consiguiente"debilidad" natural y constitucional de sus especies animales y de sus poblado-res, condenados todos ellos por la naturaleza a una irresistible decadencia ycorrupción. Pero, inevitablemente, el estudio de este curioso episodio de la his-toria de las ideas se transformaba en un esbozo o fragmento de autobiografíaespiritual, en la indagación y revaloración de algunos olvidados presupuestosideales de un europeo cualquier del siglo xx, en el análisis de una de sus másprofundas rarones de ser tal.

    La reseña áridamente anticuada se convertía así, por la lógica misma de la inves-tigación, en una confesión y profesión de fe. Y este cambio de acento dejabanaturalmente su huella estilística en el libro; pero remediar sus desigualdadesde tono habría significado quitarle precisamente ese carácter "autobiográfico"que es quizá su mejor justificación, o incluso la única. l

    En realidad Gerbi pone el dedo en la llaga, al calificar las imputaciones deautores europeos en contra de nosotros, como la autobiografía de ellos y, afuerza de ser sinceros ésta es una tendencia sobreviviente hasta nuestros días. Por

    'Antonello Gerbi, La disputa del nuevo mmldo. Historia de una polémica, 1750-1900, Fondo de Cul-tura Económica, México, 1960, p. XllI.

  • CONSIDERACIONES PRELIMINARES 25

    ello, el eurocentrismo está presente aquí y ahora. Heredadas estas falsas concep-ciones, los colonizadores europeos que llegaron a plantarse en Estados Unidosde América, conducidos por el capitán Christopher Jones en el navío "Mayf10wer",partieron de Inglaterra (Southampton) con la mente fija en encontrar un nuevomundo y los que vinieron después, desembarcaron con dos Biblias: una religio-sa; la otra originada en Inglaterra: el Destino Manifiesto. Por eso trataron a lospueblos indios del norte con rudeza, desprecio y ultraje. Sus descendientes siguenconsiderando a Latinoamérica y a sus gentes como patio trasero o el inframun-do, ufanándose de que sólo ellos pueden determinar cómo organizarnos social yeconómicamente y como elegir a nuestros gobernantes. Ellos, los "güeros" sonlos predeterminados para civilizarnos. Todo esto son reminiscencias morbosasdel pasado y realidades presentes en Latinoamérica, no sólo en el aspecto socialy económico, sino además, en lo político.

    La tesis de inferioridad del hemisferio americano frente al europeo nacepor los escritos del naturalista francés Jean Louis Leclerc, conde de Buffon, amediados del siglo XVIII. SU tesis sobre la degeneración de los animales de Amé-rica en sus diferentes especies, señalan que aquí son distintos a los del mundoantiguo, por ser más pequeños y débiles. Sus comparaciones zoológicas se dis-paran hasta llegar al hombre americano. Traigo a colación esta polémica, porquea través de lo publicado por este autor francés y quienes en ideas lo siguieron,se empezó a construir la imagen negra de las civilizaciones y culturas precolombi-nas, cuyos vestigios todavía perduran. Todas las formas de discriminación, unassutiles y otras grotescas, en este año finisecular se manifiestan ostensiblemente.y todo parte de algunos relatores, oidores y escritores de la conquista y colo-nización de la Nueva España y en el siglo XVIII, del bufón M. Jean-Louis Leclerc(Bufion), quien entre varias aseveraciones ridículas y poco propias de quien sedice científico, escribió a propósito de que lo estable es superior a lo mudable,que un día, después de trabajar prolijamente, había creído descubrir "un sistemamuy ingenioso acerca de la generación" y después añade "abro mi Aristóteles,¿y cuál no sería mi sorpresa al encontrar todas mis ideas en ese condenado deAristóteles? Y palabra de honor que es esto lo que mejor hiw Aristóteles".2 Claroejemplo de un europeo arrogante, prepotente y discriminador, además, cómico.

    Veamos lo que Buffon escribió:

    Hay pues en la combinación de los elementos y de las demás causas físicas,alguna cosa contraria al engrandecimiento de la naturaleza viva en este NuevoMundo; hay obstáculos que impiden el desarrollo y quizá la formación de losgrandes gérmenes; aun aquellos que, por las influencias benignas de otro clima,han recibido su forma plena y su extensión íntegra, se encogen, se empequeñecenbajo aquel cielo avaro y en aquella tierra vacía, donde el hombre, en número es-

    'Citado en ibidem, p. 21.

  • 26 VíCTOR MANZANILLA-SCHAFFER

    caso, vivía esparcido, errante; donde, en lugar de usar de ese territorio comodueño tomándolo como dominio propio, no tenía sobre él ningún imperio;donde, no habiendo sometido nunca a sí mismo ni los animales, ni los elemen-tos, sin haber domado los mares ni dirigido los ríos, ni trabajado la tierra, noera él mismo sino un animal de primera categoría, y no existía para la naturale-za sino un ser sin consecuencias, una especie de autómata impotente, incapaz dereformarla o de secundarla. La naturaleza lo había tratado más como madrastraque como madre, negándole el sentimiento de amor y el deseo vivo de multipli-carse; pues aunque el salvaje del Nuevo Mundo sea poco más o menos de lamisma estatura que el hombre de nuestro mundo, esto no basta para que pue-da constituir una excepción del hecho general del empequeñecimiento de lanaturaleza viva en todo ese continente. El salvaje es débil y pequeño por losórganos de la generación; no tiene pelo ni barba, y ningún ardor para con suhembra. Aunque más ligero que el europeo, porque tiene más costumbre decorrer, es sin embargo mucho menos fuerte de cuerpo; es asimismo muchomenos sensible, y sin embargo más tímido y más cobarde; no tiene ningunavivacidad, ninguna actividad en el alma; la del cuerpo no es tanto un ejercicio,un movimiento voluntario, cuanto una urgencia de acción causada por la ne-cesidad. Quitadle el hambre y la sed, y habréis destruido al mismo tiempo elprincipio activo de todos sus movimientos; se quedará estúpidamente descan-sando en sus piernas o echado durante días enteros.3

    A lo anterior Gerbi añade:

    El pasaje es importante sobre todo por la función que asigna al hombre. Pocosy débiles, los hombres del Nuevo Mundo no han podido dominar la naturalezahostil, no han sabido vencer y sojuzgar las fuerzas vírgenes y enderezarlas a supropia utilidad. En lugar de colaborar al desarrollo de las especies animales, yal mejoramiento de las razas domésticas, el hombre mismo ha permanecidosujeto al "control" de la naturaleza, ha seguido siendo un elemento pasivo deésta, un animal como los otros, apenas primus inter pares. Insensiblemente,arrastrado por el hilo del raciocinio, Buffon extiende al salvaje americano eljuicio negativo pronunciado acerca de los cuadrúpedos. El hombre no es unaexcepción. Por el contrario, su suerte es peor que la de los otros animales acausa de esta frigidez sexual: "la naturaleza, al negarle las potencias del amor,lo ha maltratado y achicado más que a ninguno de los animales.

    El nexo singular entre la impotencia del salvaje y la ausencia de grandes bestiasferoces -nexo de un erotismo sutilmente escabroso, muy siglo XVIII- parecesugerirle a Buffon otro gran paso adelante. Frío es el salvaje. Fría es la serpien-te. Fríos son los animales de sangre fría. Yen América pululan reptiles e insectos,

    'Ibidem, pp. 5-7.

  • CONSIDERACIONES PRELIMINARES 27

    y a menudo en formas gigantescas. En ninguna parte del globo son tan grandeslos insectos como en América. "Los sapos, las ranas y los demás bichos deeste género son también muy grandes en América."

    La mitad del reino wológico se hincha, mientras la otra mitad se encoge. Hayque encontrar, pues, una explicación que aclare los dos fenómenos: Veamos por quése encuentran reptiles tan grandes, insectos tan enormes, cuadrúpedos tan pe-queños y hombres tan fríos en ese Nuevo Mundo. Esto consiste en la calidadde la tierra, en la condición del cielo, en el grado de calor, en el de humedad, enla situación, la elevación de las montañas, en la cantidad de las aguas corrienteso estancadas, en la extensión de los bosques, y sobre todo en el estado bruto enque se halla la naturaleza.

    Más adelante Buffon afirma:

    Así, pues, todo parece indicar que los americanos eran hombres nuevos, o, pormejor decir, hombres trasladados a aquellas regiones desde tiempos tan antiguos,que habían perdido toda noción, toda idea de este mundo de donde habíansalido. Todo parece coincidir asimismo para demostrar que la mayor parte de loscontinentes de América eran una tierra nueva, todavía fuese de la mano delhombre, y en la cual no había tenido tiempo la naturaleza para establecer todossus planes, ni para desarrollarse en toda su amplitud; que los hombres son allífríos y los animales pequeños, porque el ardor de los unos y el tamaño de losotros depende de la salubridad y del calor del aire; y que dentro de algunos si-glos, cuando se hayan desbrozado las tierras, talado los bosques, dirigido losríos y contenido las aguas, esta misma tierra llegará a ser la más fecunda, la mássana, la más rica de todas, como parece serlo ya en todas las partes trabajadas porel hombre.4

    Poco a poco se fueron agregando otros personajes para denostar al hombreamericano y al medio ambiente. Entre ellos se encuentra Voltaire (Fran

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    chiquillos son degenerados, y la culpa de todo, como de costumbre, la tiene lahumedad".

    Pensadores como David Hume, escocés, filósofo, historiador y sociólogose explayó sobre la inferioridad de los habitantes de los trópicos. Francis Bacon,filósofo, ensayista y estadista inglés escribió sobre América llamándola el con-tinente inundado y otros muchos criticaron al Nuevo Mundo y a sus habitantesusando el método comparativo y enormes dosis de discriminación y vano orgulloal sentirse europeos, soberbiamente superiores. La orografía del continente, elclima, la ecología, la humedad del trópico, las características de su flora y fauna;los indígenas y sus peculiaridades somáticas, psicológicas y mentales, fueron lostemas predilectos durante 200 años para tratar de demostrar la superioridad deEuropa y la inferioridad del Nuevo Mundo y sus nativos.

    La arrogancia y altanería de esta equivocada corriente de pensamientocrítico y científico alcanzó a Georg Wilhelm Friedrich Hegel, filósofo alemánque en varias de sus obras se refirió a la América inmadura e impotente. Señaloalgunos de sus aberrantes pensamientos:

    La fauna ostenta aquí (América) leones, tigres, cocodrilos; pero estos tienensólo cierta semejanza con las criaturas del mundo antiguo y son desde todoslos puntos de vista más pequeños, más débiles, más mansos. Se asegura que lacarne de los animales es aquí menos nutritiva que en el mundo antiguo (Euro-pa), existen, en efecto, cantidades inmensas de bovinos; pero un pedazo devaca europea es una verdadera golosina.6

    Al comparar los pájaros y sus cantos, resalta la belleza de los colores de susplumajes admitiendo que los europeos no pueden competir con estos; pero ensus cantos son mejores, como la alondra y el ruiseñor, porque el clima tropicalconsume la voz y la traduce en el esplendor metálico del color. El sonido se arrui-na en el calor. Expresa este filósofo que la poca musicalidad de los pájaros ame-ricanos puede (sic) ser adquirida y por lo tanto remediable "cuando algún día yano se escuchen en las selvas de Brasil los sonidos casi inarticulados de hombresdegenerados, entonces muchos de los plumíferos cantores producirán tambiénmelodías más refinadas". Esta enfermedad europea que con menor intensidad (?)existe hasta nuestros días, llegó a la exacerbación en Hegel cuando afirma alta-neramente:

    ¿Qué cosa cabe esperar de una gente tan mal coloreada, en una tierra deficien-te, imprecisa? Nada bueno, ciertamente. Los aborígenes americanos son unaraza débil en proceso de desaparición. Sus rudimentarias civilizaciones teníanque desaparecer necesariamente a la llegada de la (sic) incomparable civilización

    6 Ibídem, pp. 396 Y ss.

  • CONSIDERACIONES PRELIMINARES 29

    europea y así como su cultura era de calidad inferior, así quienes siguieron sien-do salvajes, lo son en un grado supremo: son las muestras más acabadas de lafalta de civilización. Sólo en América existen salvajes tan torpes e idiotas comolos fueguinos (natural del archipiélago o de la isla de Tierra de Fuego,) y losesquimales. Últimamente se han dado a conocer algunas canciones de (indíge-nas) iroqueses (norte de Estados Unidos, Nueva York), de esquimales y de otraspoblaciones; pero no ensanchan ni una pulgada el círculo encantado de lapoesía. Y en cuanto heroísmo, no cabe hablar de semejante cosa: los caribesmismos, los valerosos caribes, se han extinguido bajo el efecto combinado delaguardiente (que ellos trajeron a América) y de las armas de fuego ... En el Sur,los americanos son todavía más cobardes. Los indígenas jamás se hubieran li-berado del yugo español (fueron criollos quienes se rebelaron). A los europeosles tocará hacer florecer una nueva civilización en las tierras conquistadas?

    Nada menos ni nada más; el destino manifiesto anglosajón.No me extiendo más, porque sería demasiado en este trabajo relatar el con-

    tenido de la minuciosa investigación que realizó Gerbi, tanto en los escritoresnegativos para el Nuevo Mundo, como los positivos, o sea, los defensores de nues-tro continente y de sus habitantes precolombinos. Lo cierto es que aun misione-ros, frailes y clérigos españoles tuvieron que defender a los amerindios alegandoante el rey de España su debilidad, su raquitismo e inocencia, ante la brutalidadde la colonización española. Asimismo, voces firmes se alzaron para combatir elescarnio europeo sobre América y defender al Nuevo Mundo y a sus nativos.Los primeros fueron europeos que combatieron las ideas de Buffon, de Paw yotros; pero el primero en contraatacar fue Juan Vicente conde de Orcassidas,criollo, hijo del conde de Revillagigedo, virrey de la Nueva España, que recorriócasi todo el continente y quien declaró que De Paw se equivocó en casi todoslos artículos, particularmente en aquellos que constituyen la base de su hipóte-sis,8 Francisco Javier Clavijero, fray Servando Teresa de Mier, José Cecilia delValle (Honduras), Antonio Caso y otros muchos latinoamericanos defendieronnuestra patria grande: Latinoamérica. Lo mismo hicieron los anglosajones delnorte; pero aceptando que allende del río Bravo no dejan de tener razón loseuropeos.

    Estos escritos negativos, acientíficos, difamatorios y humillantes constituye-ron la ideología del grupo europeo que produjo una corriente de pensamientoque enalteció todo lo del Viejo Mundo y despreció todo lo del Nuevo Mundo,incluyendo a sus habitantes. A partir del siglo XVIII se fueron conociendo enAmérica las creencias europeas influenciando a españoles y criollos. 200 añosatrás, conquistadores y colonizadores esclavizaron a las poblaciones indígenas ne-

    7Ibidem, p. 399.8Ibidem, p. 175.

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    gándoles SU condición de seres humanos. El propio mestiw veía con arroganciaal indio. Aún en el siglo XIX y principio del XX, perduraba la actitud de soberbiafrente a las comunidades indígenas sujetas a la explotación, abusos e injusticiasde los hombres blancos.

    No llego a comprender cómo un filósofo tan destacado como Hegel pensóde América en tal forma, que casi la borra de la historia y somete a sus habitan-tes indígenas al calificativo de inferiores y a su cultura condenada a la prontaextinción. La debilidad del carácter americano, según dice, fueron la causa de quese hayan traído a este continente negros para los trabajos rudos y agrega:

    Los negros son mucho más sensibles a la cultura europea que los indíge-nas. .. Las tierras del Atlántico que tenían una culrura cuando fueron descubiertaspor los europeos la perdieron al entrar en contacto con éstos. La conquista delpaís señaló la ruina de su culrura, de la cual conservamos noticias. Se reducenéstas a hacernos saber que se trataba de una cultura natural que había de pare-cer tan pronto (sic) como el espíritu se acercara a ella. América se ha reveladosiempre y sigue revelándose impotente, en lo físico, como en lo espiritual.

    En un artículo publicado en 1930, titulado "Hegel y América", Ortega y Gassetprofundiza en el pensamiento de ese filósofo alemán y lo critica por sus conside-raciones sobre el Nuevo Continente, sus concepciones históricas y sus conclusio-nes. Señala Ortega y Gasset:

    Pasado, en Hegel, son sólo aquellos pueblos que formaron claramente un Esta-do. La vida preestatal es irracional y Hegel en su racionalización de la historia, nollega a la generosidad de salvarla y justificarla toda. Es aún demasiado racionalis-ta. Antes del Estado no hay historia, sino sólo prehistoria, la cual se ocupa delhombre naturaleza, sin auténtico pasado, como no lo tienen los átomos. Lospueblos primitivos, continentes enteros, no entran en la historia.

    Cuando Hegel dice: "Son pueblos de conciencia turbia. Lo único propio y dignode la consideración filosófica es recoger la historia de ahí donde la racionalidadempieza a manifestarse en su existencia terrestre", Ortega y Gasset exclama:

    ¡Fuera, pues, los pueblos salvajes! Tras ellos comienza la historia propiamente tal;a ésta sigue el presente que es la plena y estable cultura, que ya no es historia.¿OSmo se las arreglarán los que vienen detrás? preguntamos. Hegel se inquietaun momento cuando la realidad le plantea esta pregunta, que es el aldabonarodel futuro, y esta pregunta se la hace América.

    El problema no es que Hegel elimine a América -a un futuro- del cuerpohistórico, sino que no la coloca ni en el presente, ni en el pasado, sino que lainstala en la prehistoria, en la geografía.

  • CONSIDERACIONES PRELIMINARES 31

    Hemos visto que las civilizaciones indianas eran para Hegel formas de vidaantehistóricas y pertenecían a la prehistoria, a la geografía, como la planta y lafiera. Por esta razón le parece todo el continente un "todavía no", una madru-gada de humanidad. Cuando pasa a considerar los nuevos estados surgidos dela emigración europea, Hegel mantiene este punto de vista. No se deja arrastrarpor el dato primario de que esos estados vivan de un material humano proce-dente de Europa y, por tanto -habría de pensarse-, plenamente actual.

    Distingue ante todo entre Norte y Sudamérica. Hegel padecía una especiede patriotismo protestante y detestaba al catolicismo. Por esta razón dedica alos estados libres del norte su mejor benevolencia y describe con poca simpatía lasnaciones católicas del sur. Sin embargo, la diferencia del trato no le lleva hastaseparar el destino y la significación histórica de uno y otro lóbulo continental.A la postre los califica idénticamente. América del sur -dice- ha sido conquis-tada; predominan en ella el poder militar, el clericalismo, la tesaurización y lavanidad de títulos y honores. América del norte, en cambio, ha sido colonizada, seorienta en el principio de la industria y del protestantismo, sostiene la libertaddel individuo.

    Si ahora comparamos la América del Norte con Europa, hallamos allá el ejem-plo perenne de una constitución republicana. Existe la unidad subjetiva; puesexiste un presidente que está a la cabeza del Estado y que --como prevencióncontra posibles ambiciones monárquicas- sólo por cuatro años es elegido. Doshechos de continuo elogiados en la vida pública son: la protección de la propie-dad y la casi total ausencia de impuestos. Con esto queda indicado el carácterfundamental; consiste en la orientación de los individuos hacia la ganancia y elprovecho, en la preponderancia del interés particular, que si se aplica a lo uni-versal es sólo para mayor provecho del propio goce. No deja de haber Estadosjurídicos y una ley jurídica formal; pero esta legalidad es una legalidad sin jus-ticia. Por eso los comerciantes americanos tienen la mala fama de que engañana los demás bajo la protección del derecho.

    Para Ortega y Gasset la historia la llevamos en nosotros mismos, en el presentey su progresismo -que no acepta Hegel, porque para éste solo cuenta elpresente- desemboca en el futuro, es decir, el hombre debe conjugar la trilogíavital de tiempos: el pretérito, el presente y el futuro. Finalmente, Hegel conside-ra que América no ha comenzado su vida plena de Estado y para justificar estaturpitud, referida tanto a América del norte, como a América del sur, elaborasobre los factores que crean un Estado verdadero y sobre todo, un gobierno,afirmando:

    Un verdadero Estado y un verdadero gobierno sólo se produce cuando yaexisten diferencias de clase, cuando son grandes la riqueza y la pobreza y cuando

  • 32 VíCTOR MANZANILLA-SCHAFFER

    se da una situación tal que la gran masa ya no puede satisfacer sus necesidadesde la manera a que estaba acostumbrada. Pero América no está todavía en cami-no de llegar a semejante tensión, pues le queda siempre abierto el recurso de lacolonización y constantemente acude una muchedumbre de personas a las lla-nuras del Mississipi. Gracias a este medio ha desaparecido la fuente principalde descontento, y queda garantizada la continuación de la situación actual.

    y luego:

    La clase agricultora no se ha concentrado aún, no se siente apretada, y, cuandoexperimenta este sentimiento, le pone remedio roturando nuevos terrenos ...Para que un Estado adquiera las condiciones de existencia de un verdadero Es-tado es preciso que no se vea sujeto a una emigración constante y que la claseagricultora, imposibilitada de extenderse hacia afuera, tenga que concentrarse enciudades e industrias urbanas. Sólo así puede producirse un sistema civil y éstaes la condición para que exista un Estado organizado. Norteamérica está toda-vía en el caso de roturar la tierra (Hegel escribió esto en 1820). Únicamentecuando como en Europa, no pueden ya aumentarse a voluntad los agricultores,los habitantes, en vez de extenderse en busca de nuevos terrenos, tendrán quecondensarse en la industria y en el tráfico urbano, formando un sistema com-pacto de sociedad civil, y llegarán a experimentar las necesidades de un Estadoorgánico.9

    Tiempo antes, Francisco Javier Clavijero había escrito su Historia antiguade México (1780), en la cual hace una defensa del Nuevo Continente, especial-mente de los pueblos indígenas, criticando a los iniciadores de la "leyenda negrade América": Buffon y De Paw. Vale la pena dejar constancia de lo que en suspropias palabras Clavijero expresó:

    Casi todo lo que Buffon y Paw escribieron contra la tierra de América respectoa sus plantas, animales y habitantes, se apoya en la suposición de una inundacióngeneral diversa de la que hubo en tiempo de Noé y mucho más reciente, porcuya causa quedó mucho tiempo todo aquel vastísimo país bajo del agua. Deesta reciente inundación nace, según dice Buffon, la malignidad del clima de Amé-rica, la esterilidad de su terreno, la imperfección de sus animales y la frialdadde los americanos. "La naturaleza no había tenido tiempo para poner en ejecu-ción sus designios ni para tomar toda su extensión." De las lagunas y pantanosque quedaron de aquella inundación, tiene origen, según Paw, la excesiva hume-dad del aire, y la humedad es la causa de la infección del ambiente, la extraordi-naria multiplicación de los insectos, la irregularidad y pequeñez de los cuadrúpe-dos, la esterilidad de las mujeres, la abundancia de leche en los pechos de los

    9 José Ortega y Gasset, Obras completas, t. TI, El Espectador (1916-1934), Revista de Occidente, Madrid,España, L946, pp. 557-570.

  • CONSIDERACIONES PRELIMINARES 33

    hombres, la estupidez de los americanos y de otros mil fenómenos extraordi-narios que él, desde su gabinete en Berlín, ha observado mejor que nosotrosque hemos estado tantos años en América. Estos autores, aunque de acuerdocon la referida inundación, discordan sin embargo sobre el tiempo, pues Pawla cree mucho más antigua que Buffon.

    Las lagunas y pantanos que parecen a Buffon y a De Paw señales indudables dela pretendida inundación, son efectos necesarios de los grandes ríos, las innume-rables fuentes y las abundantísimas lluvias de la América. Si aquellas lagunas ypantanos se hubiesen formado por la antigua inundación, y no por las causasque acabamos de indicar, se habrían secado después de tantos siglos por la con-tinua evaporación que causa el calor del sol, principalmente en la zona tórrida,o a lo menos habrían disminuido considerablemente; pero tal disminuciónsólo se observa en las lagunas de las que la industria humana ha extraviado losríos y torrentes que descargaban en ellas, como en las del valle mexicano. Yo hevisto y observado las cinco principales lagunas de Nueva España, que son lasde Texcoco, Chaleo, Cuitzeo, Pátzcuaro y Chapala, y estoy seguro que éstas nose han formado ni se conservan sino por las copiosas aguas de la lluvia, los ríosy las fuentes.

    El último argumento de Paw es tomado de la extinción de los grandes cuadrúpe-dos en América, los cuales, dice, son los primeros que perecen en las aguas. Esteautor cree que antiguamente había en América elefantes, camellos, hipopótamosy otros grandes cuadrúpedos, y que todos perecieron en la supuesta inunda-ción. Pero ¿quién no se admitirá de que pereciesen los elefantes y los camellossiendo tan veloces, y escaparse al perezoso, siendo tan lento y tan inhábil parael movimiento? ...Aún cuando concediésemos que semejantes cuadrúpedos hayan existido antesen América, no por esto estamos obligados a creer que su destrucción hayasido causada por la supuesta inundación, pues podía aquella atribuirse a otrasmuchas causas.

    Buffon trata de probar la reciente inundación de América con algunos argu-mentos a los que responderemos en pocas palabras. "Si este continente -dicehablando de América- es tan antiguo como el otro, ¿por qué se encontraron allítan pocos hombres?" Los hombres que se encontraron en América no eranpocos sino con respecto al vastísimo país que habitaban. Los que vivían en so-ciedad, como los mexicanos, acolhuas y otros que ocupaban todo el espacio dela tierra que se extiende desde el grado 9 hasta el 23 de latitud, y desde el 271hasta el 294 de longitud, formaban pueblos tan numerosos como los de Europa,como lo haremos ver en la VII Disertación.

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    Finahnente, "sus artes -concluye Buffon- eran tan nuevas como su sociedad,su talento imperfecto, sus ideas aún no desarrolladas, sus órganos toscos y bár-bara su lengua". Los errores contenidos en estas palabras serán refutados en lasdisertaciones siguientes.

    Paw, para demostrar la malignidad del clima americano, alega:

    l. la pequeñez e irregularidad de los animales de la América;2. el grandor y la enorme multiplicación de los insectos y de otros semejantesanimalillos;3. las enfermedades de los americanos, y particularmente el mal venéreo;4. los defectos de su constitución física;5. el exceso de frío en los países de América respecto a los del Antiguo Continen-te situados a igual distancia de la equinocciaL ..

    Pero en nada de lo que publicó Paw contra los americanos los injuria tantocomo en afirmar que

    "la sodomía estaba en gran boga en las Islas, el Perú, el reino de México y entodo el Nuevo Continente". Y no sé cómo después de haber publicado unacalumnia tan atroz tuvo ánimo Paw para decir, como lo hace en su respuesta aD. Pernety, que toda su obra (Investigaciones filosóficas) respira humanidad. /Eshumanidad infamar injustamente a todas las naciones del Nuevo Mundo de unvicio tan enorme y afrentoso por la naturaleza?, ¿es humanidad irritarse, como éllo hace contra el inca Garcilaso, porque defiende a los peruleros de esta impu-tación? Aun cuando hubiese graves autores que atribuyesen ese delito a todoslos pueblos de América, habiendo, como en efecto hay, muchos autores tambiéngraves que afirman todo lo contrario, debía Paw, según las leyes de la humani-dad, abstenerse de una acusación tan grave. ¡Cuánto más no deberá hacerlo nohabiendo ni un escritor respetable sobre cuyo testimonio pueda apoyar unaaserción tan universal! Encontrará sí algunos autores, como el ConquistadorAnónimo, Gómara y Herrera que han culpado de este vicio a algunos america-nos o, cuando más, a algún pueblo de América; pero ¿en dónde encontraremosa un historiador respetable que se haya atrevido a decir que la sodomía estabaen gran boga en las Islas, el Perú, México y en todo el Nuevo Continente?Antes bien, todos los historiadores de México dicen a una voz que este vicio erasumamente abominado de aquellas naciones, y hacen mención de las terriblespenas prescritas contra él por sus leyes, como puede verse en Gómara, Herrera,Torquemada, Betancourt y otros. El ilustrísimo Las Casas testificó en 1542, enun escrito a Carlos V, que, habiendo hecho diligentes investigaciones en las islasEspañola, Cuba, Jamaica, Puerto Rico y las Lucayas, halló que jamás ha habidomemoria de aquel delito entre aquellas naciones. Lo mismo afirma del Perú,Yucatán y todos los países de América en general, a excepción de un lugar endonde se dice que hay algunos culpables; "pero no por esto -añade- debeculparse a todo aquel mundo". ¿Quién ha autorizado a Paw para infamar en

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    materia tan grave a todo el Nuevo Mundo? Aun cuando los americanos fuesenverdaderamente, como cree, hombres sin honor y sin vergüenza, las mismasleyes de la humanidad exigían que no los calumniase. A tales excesos lo llevaaquel ridículo empeño de envilecer a América, y tales son las consecuencias desu perversa lógica, deduciendo frecuentemente consecuencias universales de pre-misas particulares ...Entre los delitos que echa en cara Paw a los americanos, incluye también elsuicidio. Es cierto que fueron muchos los que, al tiempo de la conquista, seahorcaron o precipitaron o con la media pusieron fin a su amarga vida; pero¿qué maravilla es que hombres privados de la luz de la verdadera religión ydesesperados por las intolerables vejaciones que sufrían de los conquistadores,ejecutasen lo que era tan frecuente en los romanos, griegos y españoles anti-guos, y en los ingleses, franceses y japoneses modernos por un leve motivo,por una idea ridícula de honor o por un capricho?, ¿quién se persuadiría jamásque un europeo reprendiese a los americanos, el suicidio en un siglo en queaquél se ha hecho moda en Inglaterra y en Francia, en donde, desterrando delentendimiento las ideas más justas que tenemos de la naturaleza y la religión,se inventaron razones y se publicaron libros para justificarlo? Tan grande es elempeño de infamar a América y a los americanos.Semejante empeño parece haber tenido aquel español, sea quien fuere, queordenó el índice general de las Décadas del cronista Herrera, imputando incon-sideradamente a todos los americanos lo que aquel autor dice en su obra dealgunos particulares con varias excepciones. Quiero copiar lo que se lee en eseíndice para que se avergüencen los hombres de escribir tales despropósitos:"Los indios -dice- son muy perezosos, viciosísimos, grandes ebrios por genio,flojos, débiles, mentirosos, estafadores, novadores, inconstantes, ligeros, pol-trones, inmundos, sediciosos, ladrones, ingratos, incorregibles, vengativos másque ninguna otra nación, de pasta tan gruesa, que se dudó si eran racionales,bárbaros, bestiales, llevados como los brutos, de sus apetitos, etcétera." Estemismo es el lenguaje de Paw y otros humanísimos europeos; parece que no secreen obligados, respecto al Nuevo Mundo, a respetar la verdad ni observar lasleyes de la caridad fraterna publicadas por el mismo Hijo de Dios en el AntiguoContinente.Pero a cualquier americano de mediano ingenio y alguna erudición que quisie-se corresponder en la misma moneda a estos escritores (como hemos dicho enotra parte de un filósofo guineo), le sería fácil componer una obra con estetítulo: Investigaciones filosóficas sobre los habitantes del Antiguo Continente.Siguiendo el mismo método de Paw, recogería lo escrito sobre países estérilesdel Mundo Antiguo, montañas inaccesibles, llanuras pantanosas, bosques impe-netrables, desiertos arenosos y malos climas, reptiles e insectos asquerosos ynocivos, serpientes, escuerzos, escorpiones, hormigas, ranas, ciempiés, escaraba-jos, chinches y piojos, cuadrúpedos irregulares, pequeños, defectuosos y pusi-lánimes, gentes degeneradas, de color feo, estatura irregular, facciones deformes,mala complexión, ánimo apocado, ingenio obtuso e índole cruel.

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    Cuando llegase al artículo de los vicios, ¡qué inmensa copia de materiales notendría para su obra!, ¡qué ejemplares de vileza, perfidia, crueldad, supersticióny disolución!, ¡qué excesos en toda suerte de vicios! La sola historia de los ro-manos, la más célebre nación del Mundo Antiguo, le proporcionaría una increí-ble cantidad de las más horrendas maldades. Reconocería, pues, que semejantesdefectos y vicios no eran comunes ni a todos los países ni a todos los demáshabitantes del Antiguo Continente; pero no importa, pues escribiría sobre elmismo modelo de Paw y sirviéndose de la misma lógica. Esta obra sería sinduda mucho más apreciable y digna de crédito que la de Paw, porque cuandoeste filósofo no cita contra América y los americanos sino a los autores euro-peos, el escritor americano, por el contrario, no se valdría para su curiosa obrasino de los autores nativos del mismo continente contra el que escribiría...

    Clavijero para apoyar sus argumentos en defensa de las naciones indígenascita, textualmente, a fray Bartolomé de las Casas cuando dice:

    Los españoles han infamado a los indios con los más grandes delitos, sin másmotivo que sus intereses personales ... D~spués que conocieron que su riquezaconsistía en apoderarse de los bienes y personas de los indios, los han infamadomil veces y acusado de que estaban infestados de sodomía; pero esta imputaciónes una gran falsedad y maldad, pues en todas las islas grandes: Española, Cuba,San Juan y Jamaica y setenta Islas Lucayas, donde había pueblos muy numero-sos, no hubo jamás memoria de tal vicio, como podemos testificar nosotroshabiendo hecho averiguaciones desde el principio. Tampoco en el Perú ni enYucatán se encontró tal vicio, y así generalmente en todas partes, a excepciónde algunos lugares en donde se dice que hay algunos, etcétera.

    Clavijero replica a De Paw cuando éste denuesta a Perú y a México, veamos:Después de haber hecho Paw una ignominiosa descripción del Perú y de la

    barbarie de sus habitantes, habla de México, "de cuyo Estado -dice (parte 5, sect.1)- se han contado tantas falsedades y maravillas como del Perú; pero lo ciertoes que estas dos naciones eran casi iguales, ya se coteje su policía, ya se conside-ren sus artes e instrumentos". La agricultura estaba entre ellos abandonada, yla arquitectura era también mezquina; sus pinturas eran groseras y sus artesmuy imperfectas, sus fortificaciones, palacios y templos son meras ficciones delos españoles.

    Si los mexicanos -dice- hubieran tenido fortificaciones, se hubieran puesto acubierto de los mosquetes, y aquellos seis mezquinos cañones de fierro quellevó Cortés, no hubieran arruinado en un momento tantos baluartes y trin-cheras. .. Las paredes de sus edificios no eran otra cosa que piedras grandespuestas unas sobre otras. El ponderado palacio en donde vivían los reyes deMéxico, era choza; por lo que Hernán Cortés, no encontrando habitación

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    proporcionada en toda la capital de aquel Estado, que había conquistado recien-temente, se vio precisado a fabricar de prisa un palacio, el cual subsiste hastaahora.

    No es fácil enumerar todos los despropósitos de Paw en esta materia; omitien-do los que pertenecen al Perú, examinaremos cuanto escribe contra las artes delos mexicanos.

    De su agricultura hemos hablado en otros lugares, cuando hicimos ver que losmexicanos, no solamente cultivaban con suma diligencia todas las tierras de suimperio, sino que también se criaron con maravillosa industria nuevos terrenospara cultivar, formando en el agua aquellas huertas y campos flotantes que contantos elogios han celebrado los españoles y los extranjeros, y que hasta ahorason admirados por cuantos navegan por aquellas lagunas. Hemos tambiéndemostrado, sobre la deposición de muchos testigos oculares, que no sólo lasplantas útiles al sustento, al vestido y a la salud, sino también las flores y otros ve-getales que sirven únicamente a las delicias de la vida, eran cultivadas por elloscon suma diligencia. Hernán Cortés en sus Cartas... a Carlos V y Bernal Díaz ensu Histmia. .. , hablan con admiración de las huertas de Iztapalapa y de Huaxtepecque vieron, y el doctor Hernández en su Historia natural dice que vio aquellashuertas 40 años después. El mismo Cortés, en una carta a Carlos V, de 30 deoctubre de 1520, dice: "Es tan grande la multitud de habitantes en estos países,que no hay ni un palmo de terreno que no esté cultivado." Es necesario ser muyobcecado para no dar crédito al testimonio unánime de los autores españoles ...

    Decir, como Paw, que Cortés mandó construir precipitadamente aquel pa-lacio porque no encontraba habitación proporcionada en toda la capital, es unerror o, para hablar con más propiedad, es una gran mentira. Es verdad queCortés durante el asedio de México quemó y arruinó la mayor parte de aquellagran ciudad, como él mismo testifica, y con este designio pidió y consiguió desus aliados algunos millares de operarios, que no tenían otro empleo que el de irarruinando los edificios, según los españoles iban avanzando, para que no que-dase a sus espaldas ninguna casa desde la cual pudieran dañarlos los mexicanos.No es pues de admirar que Cortés no hubiese encontrado una habitación pro-porcionada en una ciudad que él mismo había destruido, pero no fue la ruina tangeneral que no quedase un número de buenas casas en el cuartel de Tlatelolco,en las cuales hubieran podido cómodamente alojarse todos los españoles con unbuen número de aliados. "Después de que quiso nuestro Señor -dice Cortésen su última carta a Carlos V- que esta gran ciudad de Temistitan fuera con-quistada, no me pareció bien residir en ella por muchos inconvenientes, y asíme fui con toda mi gente a residir en Coyoacán."lO

    IOFrancisco Javier Clavijero, Historia antigua de MéxiaJ, prólogo de Mariano Cuevas, Miguel ÁngelPorma, 9a. ed., México, 1991, pp. 454-541.

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    Como el lector habrá observado, Clavijero combate no sólo a Buffon, sinotambién al abate Corneille de Paw -de grisácea biografía- pues lo declaran deAlsacia y aun de Estrasburgo, y en agosto de 1792 se le concedía la ciudadaníahonoraria francesa y en 1811 Napoleón, mandaba erigir en Xanten un obeliscoen su memoria. De Paw fue más radical que Buffon, pues atacó implacablemen-te a los indígenas. Vemos:

    Los salvajes de América: bestias o poco más que bestias que odian las leyes de lasociedad y los frenos de la educación, viven cada uno por su cuenta, sin ayu-darse los unos a los otros, en un estado de indolencia, de inercia, de completoenvilecimiento; el americano no es siquiera un animal inmaduro, no es un niñocrecidito: es un degenerado.

    Por lo que se refiere a la afirmación -de ambos personajes- relativa a lafrialdad sexual del indígena americano, dejo el relato que hace Muñoz Camar-go que por su contenido demuestra las patrañas de Buffon y De Paw.

    Preciábanse de tener muchas mujeres, todas aquellas que podían sustentar;antiguamente no tenían más de una, y después el demonio les indujo á quetuviesen todas las que pudiesen sustentar; y aunque estas fuesen sus mujeres,tenían todos una legítima con quien casaban según sus ritos para la sucesivageneración, y estas mujeres legítimas eran Señoras de las demás que eran susmancebas, á las cuales mandaban como criadas en una ó dos casas, según lastenían repartidas y las propias mujeres legítimas mandaban á las demás que fue-sen á dormir y regalar y sestear con el Señor, las cuales iban ricamente ataviadas,limpias y lavadas para que fuesen á dormir con él, y era cuando el Señor ape-tecía alguna de ellas, que decía á la mujer legítima... Deseo que fulana duermaconmigo, ó es mi voluntad que vaya fulana á tal recreación conmigo; y la mu-jer legítima la ataviaba, aunque era tenida y reputada como á Señora, y deordinario las mujeres legítimas dormían con su marido. ll

    No solamente con este texto quedan demostradas las mentiras, inventos yagravios de esos dos pseudocientíficos europeos y de los que los siguieron. Encasi todos los cronistas se habla de este tema y se destaca la actividad sexual de losindígenas y su proclividad hacia las mujeres. A la vuelta de algunos años se hademostrado que en Europa existen y se producen la mayor cantidad de sodo-mitas; se legalizó la homosexualidad y se está estimulando con subsidios a lasparejas para tener hijos. Finalmente Clavijero replica:

    Paw, enfurecido siempre contra el Nuevo Mundo, llama bárbaros y salvajes atodos Jos americanos, y los reputa inferiores en sagacidad e industria a los más

    II Diego Muñoz Camargo, Historia de Tlf/oXcala. Crónica del siglo XVI, anotada por Alfredo Chavero,Editorial Innovación, México, 1978, p. 137.

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    groseros y rudos pueblos del Antiguo Continente. Si se hubiera contentadocon decir que las naciones americanas eran en gran parte incultas, bárbaras ybestiales en sus costumbres, como habían sido antiguamente muchas de las máscultas naciones de Europa, y como son actualmente algunos pueblos de Asia,África y aun Europa; que las naciones más civilizadas de América eran muyinferiores en cultura a la mayor parte de las naciones europeas; que sus artes noestaban tan perfeccionadas, ni sus leyes eran tan buenas ni tan bien ordenadas, yque sus sacrificios eran inhumanos y algunas de sus costumbres extravagantes,no tendríamos a razón para contradecirle. Pero tratar a los mexicanos y perule-ros como a los caribes y los iroqueses, no hacer caso de su industria, desacreditarsus artes, despreciar en todo sus leyes, y poner aquellas industriosas nacionesa los pies de los más groseros pueblos del Antiguo Continente, ¿no es obsti-narse en envilecer al Nuevo Mundo y a sus habitantes, en lugar de buscar laverdad como debía hacerlo según el título de su obra?Bárbaros y salvajes llamamos hoy día a los hombres que, conducidos más porcapricho y deseos naturales que por la razón, ni viven congregados en sociedad, nitienen leyes para su gobierno, ni jueces que ajusten sus diferencias, ni superioresque velen sobre su conducta, ni ejercitan las artes indispensables para remediarlas necesidades y miserias de la vida; los que, finalmente, no tienen idea de ladivinidad, o no han establecido el culto con que deben honrarla.Pues bien, los mexicanos y las demás naciones de Anáhuac, así como los peru-leros, reconocían un ser supremo y omnipotente, aunque su creencia estuviese,como la de otros pueblos idólatras, viciada con mil errores y supersticiones.Tenían un sistema de religión, sacerdotes, templos, sacrificios y ritos ordenados alculto uniforme de la divinidad. Tenían rey, gobernadores y magistrados, teníantantas ciudades y poblaciones tan grandes y bien ordenadas, como haremos veren otra disertación; tenían leyes y costumbres, cuya observancia celaban ma-gistrados y gobernadores; tenían comercio y cuidaban mucho de la equidad yjusticia en los contratos; tenían distribuidas las tierras y asegurada a cada par-ticular la propiedad y posesión de su terreno; ejercitaban la agricultura y otrasartes, no sólo las necesarias a la vida, sino aun las que sirven solamente a lasdelicias y al lujo.¿Qué más se quiere para que aquellas naciones no sean reputadas bárbaras ysalvajes? La moneda, responde Paw, el uso del fierro, el arte de escribir y los defabricar navíos, construir puentes de piedra y hacer cal. Agrega que sus artes eranimperfectas y groseras, sus lenguas escasísimas de voces numerales y de térmi-nos propios para explicar las ideas universales, y sus leyes inexistentes, porque nopuede haber leyes donde reina la anarquía y el despotismo. l2

    Clavijero contesta a de Paw todas y cada una de sus aseveraciones sobre lacultura de los indígenas demostrándole su falta de conocimiento y seriedad, des-tacando temas sobre la moneda, el uso del fierro, la falta de letras, las artes, la

    ¡2Francisco Javier Clavijero, op. cit., p. 525.

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    lengua mexicana, las palabras o voces mexicanas que significan conceptos meta-físicos, morales, abstractos y un catálogo de autores europeos y criollos queescribieron obras en lenguas indígenas sobre doctrina y moral cristianas.

    Esta disputa sobre el Nuevo Mundo deja al descubierto a naturalistas, filó-sofos, pensadores, etcétera, en cuanto a su etnocentrismo racista,