(varios) las grandes entrevistas de la historia (1859-1992)

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Grandes Entrevistas de La Historia (1859-1992)

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  • LAS GRANDESENTREVISTAS DE LAHISTORIA

    Autor: VariosISBN: 48936971567657267Generado con: QualityEbook v0.35

  • LAS GRANDESENTREVISTAS de laHISTORIA (1859-1992)

    Edicin e introduccin de CHRISTOPHER SILVESTERPrlogo de ROSA MONTEROTraduccin de HERMINIA BEVIA y ANTONIO

    RESINES

  • PRLOGO

    LA MIRADA DEL TESTIGO RosaMontero

    Christopher Silvester, el editor del Libro Penguin deentrevistas, de donde se han extrado los textos que incluye estevolumen, asegura en su larga y documentada introduccin que laprimera entrevista moderna, tal y como hoy la concebimos, fuepublicada en el New-York Tribune el 20 de agosto de 1859. Setrataba de una conversacin con Brigham Young, un ldermormn, y fue hecha por Horace Greeley, un periodistanorteamericano bastante clebre en su tiempo. Silvester laincluye en su antologa, aunque hoy mantiene un inters muyrelativo, al menos para los lectores espaoles. Esto, el sesgoetnocentrista, probablemente inevitable, lastra de algn modo elpor otra parte esplndido trabajo de Silvester.

    Sospecho, por ejemplo, que la entrevista con Brigham noes la primera de la historia. Habra que revisar los peridicosespaoles, los italianos, los franceses o griegos, que seguro queno han sido investigados; o los alemanes, pues a fin de cuentasfue ah, en Centroeuropa, en donde comenzaron a publicarse losprimeros peridicos a principios del siglo XVII. Pero no, elbritnico Silvester se centra sobre todo en el mundo anglosajn

  • britnico Silvester se centra sobre todo en el mundo anglosajny designa esa discreta conversacin con un ignoto Brighamcomo la madre de todas las entrevistas. Sea como fuere, encualquier caso este gnero periodstico debi de iniciar suandadura en torno a esas fechas, o sea, a mediados del sigloXIX. As es que llevamos unos ciento cincuenta aos deconversaciones impresas. Antes de que se inventara el cine,antes de que existiera la luz elctrica, ya se hacan entrevistas enlos diarios. Es una actividad aeja, un pasatiempo veterano.

    Tambin dice Silvester que, en sus orgenes, las entrevistaseran consideradas algo abominable y de poco postn. En estepunto s le creo; la aparente ligereza de la conversacinperiodstica deba de parecer por entonces una frivolidad. Enaquella poca no exista el concepto de cultura de masas (elManifiesto comunista apareci en 1848 y era un texto radical einaceptable para la burguesa) y lo intelectual era por entonceslabor de exquisitos. La ambicin de entendimiento, deexplicacin y de difusin que encierra toda entrevista resultabauna vulgaridad. Pero justamente por eso, porque vulgarizaba,porque acercaba la cultura a la gente, porque pona encirculacin pensamientos e ideas, la entrevista result ser ungnero enormemente popular desde el principio. Gust, seextendi, se puso de moda. Al poco tiempo ya habaimportantes escritores que hacan entrevistas, e importantesentrevistadores que alcanzaban el prestigio social de losescritores. La entrevista siempre ha sido un gnero muy literario,y hay piezas periodsticas que aspiran tanto a la eternidad como

  • un buen cuento. Son esas entrevistas que se pueden leercincuenta aos despus de su publicacin con el mismo inters eidntico placer que en el momento en que fueron hechas, porqueno responden a nada accidental, no se deben a la fugacidad deuna noticia pasajera, sino a la sustancia misma de la vida.

    Quiero decir que hay entrevistadores que quieren entendera sus entrevistados, que se esfuerzan en atisbar sus interiores, endeducir cul es la frmula ntima del interlocutor, el garabatoesencial de su comportamiento y su carcter, y en esto, en elafn de comprender y de saber, el periodista es como elnovelista que, al desarrollar sus personajes, est explorando losextremos del ser e intentando desentraar el secreto del mundo.Esta vertiente literaria es la que a m ms me interesa de lasentrevistas, tanto a la hora de leerlas como a la de hacerlas. Poreso detesto al periodista enfant terrible, al reportero fastidioso ynarciso cuya nica ambicin consiste en dejar constancia de quees mucho ms listo que el entrevistado cuando en realidadsiempre es mucho ms tonto, porque no aprende nada.

    Esto no quiere decir, naturalmente, que el periodista nopueda enfrentarse verbalmente a su oponente. De hecho, elentrevistado es eso, tu oponente, tu enemigo durante el lance dela entrevista, la cual es una batalla incruenta, una obra teatral enla que los actores se atienen a las normas tcitas del juego y alos intereses de sus respectivos personajes. Y as, al entrevistadole interesa, por lo general, quedar bien ante el pblico, y paraello se esfuerza en soltar los mensajes que ms le convienen y ensilenciar los temas espinosos, pero lo que le interesa al periodista

  • silenciar los temas espinosos, pero lo que le interesa al periodistasuele ser lo contrario, esto es, que el entrevistado se calleaquello que est empeado en decir y diga justamente aquelloque no quiere decir. O sea, la ambicin del periodista consisteen desmontarle al otro el personaje externo para atisbar al serque hay ms abajo.

    Para alcanzar este fin hay muchos mtodos. En el trayectoverbal y emocional de una entrevista puede haber halago,discusin intelectual, enfrentamiento airado, complicidad, irona,aburrimiento. De hecho, a lo largo del encuentro se suelensuceder diversas etapas: la conversacin puede construir unentendimiento o crear un conflicto, puede desembocar en unchispazo de intimidad fugaz o en una situacin anmala einquietante. Este libro recoge, por ejemplo, una de las entrevistasms absurdas y divertidas que he ledo en mi vida: la que le hizoen 1992 un periodista norteamericano al ensayista thatcherianoPaul Johnson, el cual observ durante el encuentro uncomportamiento tan delirante que bien puede ocupar uno de losprimeros puestos en la escala mundial de las rarezas.

    Todo lo que sucede durante la entrevista forma parte de ladefinicin del entrevistado, de modo que incluso las situacionesms incmodas, desagradables y furibundas pueden ofrecer elresultado de una buena pieza literaria. Personalmente, sinembargo, prefiero el tono ntimo, y esos momentos casi mgicosen los que, por quin sabe qu rara y efmera armona de lasvoluntades, te parece haber podido conectar con el interior delotro. Son instantes en los que los entrevistados suelen decircosas que jams han dicho, en los que el tiempo parece

  • cosas que jams han dicho, en los que el tiempo parecesuspenderse y las palabras construyen mundos.

    Entre las piezas que se incluyen en el presente libro haytrabajos de este tipo, ntimos y conmovedores, como laconversacin con el escritor Scott Fitzgerald, o con el lder TwoMoon (Dos Lunas), o con el actor Montgomery Clift,completamente roto por la vida. Hay textos deliciosos ydesternillantes, como la hilarante parodia de entrevista delescritor Evelyn Waugh, o el encuentro con una Mae West tanaosa y monumental como las pirmides de Egipto. Hayconversaciones fascinantes, tanto por el personaje como por elbuen hacer del periodista, como la mantenida con un frenticoRudyard Kipling, con un inslito Al Capone o con unHemingway algo cretino. Y hay, en fin, entrevistas reveladorasen s mismas, que tal vez no sean imponentes obras literarias,pero que como documentos de su poca resultanimprescindibles. Como los encuentros con Marx, con Freud,con Hitler, Mussolini o Stalin; con Edison y Mao y Marconi yGandhi, por citar unos cuantos.

    Porque la entrevista, adems de su valor puramenteliterario, que implica una recreacin de los lmites y los modosdel ser a travs de la palabra, ofrece tambin un elementonotarial, la riqueza de una visin prxima y contempornea alentrevistado. Quiero decir que las entrevistas antiguas nosacercan al pasado como ningn libro de la historia puedehacerlo: nos reconstruyen al personaje contemplado desde supoca, con total ignorancia y, por tanto, total inocencia de lo quevendra despus. Cmo se vea a Marx en 1871; cmo se

  • vendra despus. Cmo se vea a Marx en 1871; cmo seescuchaban las palabras de Hitler en 1932, antes del infierno y elhorror; en qu mundo se construa el discurso de Freud. En lasentrevistas, en las preguntas de los periodistas, en suscomentarios, en sus aadidos, late el contexto histrico y social.Son la voz y la mirada del testigo.

    ACERCA DEL EDITOR

    Christopher Silvester ensea Historia en Peterhouse,Cambridge. Durante ms de diez aos, trabaj como periodistapara Private Eye. Ha sido tambin colaborador de GQ y deVanity Fair. En la actualidad es editor delegado de la seccin"Londoner's Diary" en el Evening StandarA mis profesores de Historia Peter Read, Robin Reeve, TedMaidment y Maurice Cowling

    "La entrevista es la peor aportacin del nuevo[periodismo]. Resulta degradante para el entrevistados ofensivapara el entrevistado y aburrida para el pblico".

    (Le Fgaro, traduccin publicada en The Pall MallGazette, 11 de mayo de 1886).

    "Creo que el entrevistador que conoce su trabajo, que

    consigue introducirse en la mente de la persona a la queentrevista y retratarle ante el pblico, que no se limita a negociar

  • entrevista y retratarle ante el pblico, que no se limita a negociarcon la debilidad del prjimo a tanto el folio, pienso que unhombre as contribuye realmente a preservar la historiacontempornea".

    (RAYMOND BLATHWAYT, Great Thoughts, 11de junio de 1892).

    "Entrevistar, en el sentido periodstico, es el arte de extraer

    declaraciones personales para su publicacin... La entrevista esun mecanismo cuidadosamente elaborado, un medio detransmisin, un espejo".

    (EDWARD PRICE BELL, Major Interviewing: ItsPrincipies and its Functions, 1927).

    "El mtodo interrogatorio tiene algunas ventajas concretas.

    Aunque no favorece el flujo de informacin contextual ni unaimagen de conjunto, es un detector de mentiras particularmentesensible. No slo pone al descubierto la falsedad, el embuste yla impostura, sino que tambin deja traslucir los prejuicios, laincompetencia y la simpleza. Llega a ser tan descarnado que elconocimiento que transmite queda constreido a la pregunta y larespuesta, a un tipo de comunicacin que oscila entre laafirmacin y la negacin. No obstante, esta crudeza impone a suvez un rigor absoluto que no es capaz de igualar ni siquiera la

  • vez un rigor absoluto que no es capaz de igualar ni siquiera lams sesuda narrativa histrica".

    (GEORGE URBAN, entrevistado por MELVIN J.LASKY, "The Art of the Interview", Encounter,

    marzo de 1989).

    AGRADECIMIENTOS

    Normalmente, se considera la edicin de antologas unatarea fcil, pero si alguien se atreviese a manifestar semejanteopinin delante de m tendra que controlarme para no aplastarlela nariz. La senda que habitualmente sigue el antologo, labsqueda de datos en las bibliotecas, slo sirve de ayuda hastacierto punto, ya que la mayora de las entrevistas aparecieron enefmeras publicaciones y nunca fueron reimpresas. La primerapista que me hizo reparar en el inters y la viveza de las viejasentrevistas la hall en el apndice de un libro sobre la prensasurafricana. All me encontr con las realizadas por EdmundGarrett al presidente del Transvaal, Paul Kruger, y al estadista eimperialista britnico Cecil Rhodes. Tuve la sensacin de estaren la misma habitacin que aquellos hombres, escuchndolesdesgranar sus panaceas y reflexiones, como lo percibira uno hoysi leyese una entrevista con un poltico actual. Adems de esasensacin que sin duda debi causar un gran impacto en los

  • sensacin que sin duda debi causar un gran impacto en loslectores de entonces el lector moderno cuenta con la ventajade conocer lo sucedido al personaje tras conceder la entrevista,o incluso mucho despus. Una vez embarcado en el proceso debsqueda, mi principal gua para llegar hasta las fuentes fueronlos ndices y las bibliografas incluidos en libros acerca decelebridades y periodistas.

    He excluido, nicamente por problemas de espacio,material publicado recientemente en otras antologas, como es elcaso de algunas entrevistas realizadas por Val Hennessy, JohnMortimer, Lynn Barber y Naim Attallah. He tenido ocasin dedisfrutar y admirar el trabajo realizado por todos ellos y se es elmotivo por el que les rindo aqu tributo. Es tambin el caso deotros entrevistadores britnicos, an no incluidos en recopilacinalguna, como Maureen Cleave (Evening Standard), ValerieGrove (The Times), Catherine Bennett (The Guardian), MartynHarris y Megan Tressider (The Sunday Telegraph), y Zo Heller(The Independent on Sunday y VanityFair), que merecenespecial mencin.

    Me gustara dar las gracias a Philip Kerr (antologo a suvez) por alentarme en esta tarea y por sugerirme a CaradocKing como agente y a Viking como empresa editora. Vaya mireconocimiento tambin para Clare Alexander, directora depublicaciones de Viking y mi editora, y para otros colaboradoresdel proyecto, como Judith Flanders, Annie Lee y Hilary Frost.

    Richard Ingrams, editor de The Oldie, llam mi atencinsobre la entrevista con G. K Chesterton y me puso tras la pistade George Sylvester Viereck. Christopher Hawtree me cedi su

  • de George Sylvester Viereck. Christopher Hawtree me cedi sucopia de la obra de Beverley Nichols Are They the Same atHome? y aport sugerencias que me fueron de gran ayuda.Michael Ver Meulen me orient hacia la publicacin izquierdistaestadounidense New Masses. Rosie Boycott me permitihusmear en su biblioteca sobre periodismo y Valerie Grove pusosu coleccin de recortes a mi disposicin junto con un par delibros curiosos. Lynn Barber, Tom Bower, Chris Crter,Graydon Crter, Terry Coleman, Jonathan Cooper, Liz Elliot,Janine di Giovanni, el parlamentario George Galloway, KennethHarris, Robert Harris, Stephen Hermer, Mark Le Fanu,Christopher Logue, Bruce Palling, Henry Porter, Rex Reed, PaulSpike y Francis Wheen me ofrecieron su apoyo y sus ideas.

    El trabajo de investigacin para esta antologa ha resultadoagotador, pero he contado con la valiosa colaboracin de undiligente y entusiasta equipo que ha buceado en viejosperidicos y revistas y me ha suministrado fotocopias. En NuevaYork, tuve la suerte de contar con Maureen Shelly y SeanGriffin, que se ocuparon del material americano. En Londres,Rosanna Greenstreet, Ed Glinert y Victoria Hull pusieron suhabilidad a mi disposicin. He calculado que mis ayudantesinvirtieron ms de quinientas horas en este proyecto. A lo largode su bsqueda eliminaron mucha paja y descartaron caminosequivocados. Una vez puntualizado que el trabajo ha sido duro,quiero, sin embargo, dejar claro lo mucho que he disfrutadocomo cartgrafo de este territorio inexplorado.

    No puedo dejar de mencionar a la London Library, elsueo de cualquier recopilador, que ofrece por s sola la

  • sueo de cualquier recopilador, que ofrece por s sola laoportunidad de encontrar pistas decisivas fisgando entremontaas de papeles. Otra fuente de orientacin fue el ndiceinformatizado de la New York Public Library. Su eficaz y rpidomtodo de bsqueda bibliogrfica representa un gozo paracualquier estudioso. Por supuesto, la British Library me resultindispensable a la hora de consultar los periodos ms oscurosdel pasado. En la Marx Memorial Library, la nica biblioteca enGran Bretaa que dispone de una coleccin semejante, pudeexaminar ejemplares de New Masses. En la National ArtLibrary del Museo Victoria y Alberto pudimos consultar ThePall Mall Magazine. Es posible encontrar la mayora de losperidicos, con excepcin de algunas publicaciones locales deEstados Unidos, en la Newspaper Library de Colindale.

    CHRISTOPHER SILVESTER Londres, mayo de1993

    La editorial quiere dar las gracias a los citados a

    continuacin por la cesin del material con copyright.A Jean-Pierre Boscq por la entrevista de Georges Belmont

    con Marilyn Monroe, Marie-Claire, 1960; a Angela ConnerBulmer, albacea de los bienes de Penelope Gilliatt por laentrevista de sta con Vladimir Nabokov, Vogue, diciembre de1966; a Charlotte Chandler por su entrevista con Mae West enThe Ultimate Seduction, Doubleday, 1984; a Terry Coleman por

  • The Ultimate Seduction, Doubleday, 1984; a Terry Coleman porsu entrevista con Margaret Thatcher, "Barrister-at-education",The Guardian, 2 de noviembre de 1971; a Express Newspaperspor la entrevista realizada a Montgomery Clift por RoderickMann, The Sunday Express, 16 de agosto de 1959; a TheGuardian News Service Ltd. por la entrevista de HaroldWilliams a Len Nikolaievich Tolsti, Manchester Guardian, 9de febrero de 1905; a Duncan Fallowell por su entrevista aWilliam Burroughs, Time Out, septiembre de 1982; a Eric GlassLtd., poseedor de los derechos de autor de sir Edwin Lutyensen Are They the Same at Home? de Beverley Nichols, JonathanCape, 1927; a Giles Gordon por su entrevista a Joe Orton,Transatlantic Review, primavera de 1967; a Harper CollinsPublishers por parte del material incluido en Talks with Mussolinide Emil Ludwig, Allen & Unwin Ltd., 1933; a Kenneth Harrispor su entrevista con Lester Piggott, The Observer, 1970; aDavid Higham Associates en representacin de Tom Dribergpor la entrevista de ste con Nikita Jruschov, Reynold's News,16 de septiembre 1956; a International Creative Management,Inc. por la entrevista de Josh Greenfield con Arthur Miller, TheNew York Times, 13 de febrero de 1972. Copyright 1972Josh Greenfield; a Milton Robert Machlin por la entrevista conErnest Hemingway, Argosy, septiembre de 1958; a NationalMagazine Co. Ltd. por la entrevista de Jocelyn Stevens a HaroldMacmillan, Queen, mayo de 1963; a New Republic, Inc. por laentrevista de Edgar Snow a Mao Zedong, The New Republic,27 de febrero de 1965. Copyright 1965 The New Republic,Inc.; al New York Post por la entrevista de Michel Mok con F.

  • Inc.; al New York Post por la entrevista de Michel Mok con F.Scott Fitzgerald, 25 de septiembre de 1936; a The New YorkTimes por la entrevista a Stefan Zweig realizada por Robert vanGelder, 28 de julio de 1940; por la de Harvey Breit con DylanThomas, 17 de febrero de 1952; la de Israel Shenker a SamuelBeckett, 6 de mayo de 1956, y la de Mordaunt Hall a GretaGarbo, 24 de marzo de 1929. Copyright 1940/52/56/29New York Times Company; a Paris Review por la entrevista deJulin Jebb a Evelyn Waugh, The Paris Review, 1962; a RexReed por su entrevista con Bette Davis, 1975, incluida en sulibro Valentines and Vitriol, Delacorte Press, 1977; a JerryStanecki, por su entrevista con Jimmy Hoffa, Playboy, diciembre1975; a Richard Stengel por su entrevista a Paul Johnson, SPY,junio 1992; a Straight Arrow Publishers, Inc. por el resumen dela entrevista realizada por Jann S. Wenner a John Lennon,Rolling Stone, 15 de octubre de 1992; a Henry Brandon por susentrevistas con Frank Lloyd Wright, Sunday Times, noviembrede 1957, y John Kennedy, Sunday Times, junio de 1960; aVirago Press Ltd. por la entrevista realizada a Frank Harris porDjuna Barnes en I Could Never be Lonely without a Husbandde Djuna Barnes, 1987. Copyright 1985 Sun and MoonPress.

    No se han escatimado esfuerzos para localizar a lospropietarios de los derechos de autor. Si se ha omitidoinadvertidamente a alguno, los editores agradeceran lainformacin pertinente.

  • INTRODUCCIN

    I

    Desde que se invent, hace algo ms de ciento treinta aos,la entrevista se ha convertido en un ingrediente indispensable delperiodismo. En la actualidad, prcticamente cualquier personano analfabeta habr ledo alguna entrevista en su vida. Desdeotro punto de vista, miles de famosos han sido entrevistados a lolargo de los aos, algunos en repetidas ocasiones. Por eso noresulta extrao descubrir que las opiniones acerca de la funcin,los mtodos y los mritos de este gnero periodstico varanconsiderablemente. Hay quienes formulan extravagantespostulados, tales como el de que, en su forma ms elevada, laentrevista es fuente de verdad, y en su prctica, un arte. Otros,normalmente las celebridades entrevistadas que se consideran as mismas vctimas, la menosprecian como una intromisin en suintimidad, o incluso tienen la impresin de que las entrevistas lesdegradan. Es algo similar a la creencia, existente en algunasculturas primitivas, de que al hacerle una fotografa a alguien se leroba el alma. V. S. Naipaul opina que "las entrevistas hieren aalguna gente, que siente que pierde una parte de s misma"1 Secuenta que Lewis Carroll, el creador de Alicia en el pas de lasMaravillas, les tena un "legtimo horror" por lo que nunca

  • Maravillas, les tena un "legtimo horror" por lo que nuncaconsinti en ser entrevistado:

    Era su miedo a ser devorado lo que le hacarehuir a posibles conocidos, entrevistadores y a lospersistentes peticionarios de autgrafos.Posteriormente relataba con enorme satisfaccin yregocijo sus xitos a la hora de silenciar a aquellagente. No hace mucho, el Sr. Dodgson entablcorrespondencia sobre ciertas delicadas cuestionesde ndole religiosa con un hombre al que nunca habavisto. Finalmente, le invit a visitarle para manteneruna charla sobre el tema. Cuando una maana leanunciaron la llegada de un tal Sr. X, sali a suencuentro para darle la bienvenida con una sonrisa yun apretn de manos. "Pase usted, Sr. X. Le estabaesperando". El visitante pareci encantado con tanprometedor recibimiento y de inmediato extrajo unlpiz y un cuaderno de notas y se lanz a formular las"preguntas de rigor". El Sr. Dodgson se sintienormemente contrariado. En lugar de a un amigo,tena delante a un individuo con el mismo apellido,sentado de hecho nada menos que en su silln, y paracolmo era uno de esos temibles entrevistadores! Elerror fue aclarado de inmediato y el representante dela prensa fue despachado tan rpidamente comohaba sido admitido2.

  • haba sido admitido2.

    Rudyard Kipling era an ms radical en su actitud

    condenatoria hacia los entrevistadores. El 14 de octubre de1892, su esposa, Caroline, escribi en su diario que su jornadase haba "echado a perder a causa de dos periodistas deBoston". Segn ella, su marido les haba dicho a los periodistas:"Que por qu me niego a ser entrevistado? Porque es unainmoralidad! Es un delito, en la misma medida que una ofensa ami persona y una agresin, y como tal merece el mismo castigo.Es una vileza y una cobarda. Ningn hombre respetable pedirauna cosa as; y menos an la concedera"3. No obstante, Kiplinghaba cometido la misma "agresin" contra Mark Twain unosaos antes. En una entrevista de 1894, H. G. Wells se refiere ala "penosa ordala de las entrevistas"4, aunque se prestaba a ellascon harta frecuencia, y cuarenta aos ms tarde le hara una aIsif Stalin. Sal Bellow, a pesar de que consinti serentrevistado en varias ocasiones, deca que las entrevistas erancomo marcas de huellas dactilares en su garganta.

    La desconfianza entre entrevistado y entrevistador ha sidouna constante desde los albores del gnero. El generalBoulanger, el lder poltico francs de la dcada de 1880, lecont a un periodista de The Pall Mall Gazette su primerencontronazo con un entrevistador ingls:

    Le he contado mi primera "entrevista" en suelo

  • Le he contado mi primera "entrevista" en sueloingls? No? Pues ver, me alojaba en el HotelBristol. Era la primera maana tras mi llegadaprocedente de Blgica. Mientras estaba sentadotomando mi desayuno, apareci un tipo en lahabitacin. Su cara me resultaba tan desconocidacomo su nombre. Sin darme siquiera los buenos dasse acerc hasta mi mesa: "Es usted el generalBoulanger?". Le contest que s, un tanto anonadado."Entonces, tenga la amabilidad de contestar a unaspreguntas". Para mi asombro, extrajo un cuadernitodel bolsillo del pecho y comenz a proferir todo tipode preguntas impertinentes. Asum el control de lasituacin y me levant. "Ah tiene la puerta. Tenga laamabilidad de salir por ella, seor". Tras mascullaralguna imprecacin desapareci muy para mi alivio.Llam al gerente del hotel y le dije que en lo sucesivono admitiera a nadie sin hacerme llegar antes sutarjeta de visita. Puede imaginarse mi sorpresacuando al da siguiente apareci en el peridico unlargo artculo a dos columnas titulado "Entrevista conel general Boulanger"5.

    Varias dcadas ms tarde, el actor Dustin Hoffman

    relataba (tambin en otra entrevista) su propia e igualmentedecepcionante primera experiencia como entrevistado. "Yatenan decidido lo que yo era...", explicaba. "Acababan de

  • tenan decidido lo que yo era...", explicaba. "Acababan deencerarme el suelo cuando lleg la periodista. Husme el aire yconcluy: 'Ha estado fumando yerba?'. Le respond que el olorera de la cera y me contest: Vamos... s cmo se lo monta lagente como usted6.

    W. L. Alden escribi en 1895 un corrosivo anlisis delproceso de la entrevista, sobre la base de que tena un efectocorruptor sobre las partes implicadas:

    l [el entrevistador] es la fuerza ms poderosaque jams haya existido a la hora de fabricarmentirosos e hipcritas. El hombre que se presta auna entrevista sabe que cualquier cosa que diga serpublicada. As pues, expresa toda clase de hermososy falsos sentimientos que piensa sern del agrado delpblico. Por otra parte, se abstiene de formular susconvicciones reales porque el pblico podra noaprobarlas. En otras palabras, miente de manerapersistente, y es el entrevistador quien le incita ahacerlo. Por lo que se refiere al entrevistador, suoficio es mentir. Tiene que escribir un artculointeresante a partir de su entrevista con ste o aquelpersonaje, y si el sujeto es gris y carente de inters,como casi invariablemente ocurre, el entrevistador sesiente obligado a poner en labios de su vctimapalabras que hagan atractiva la entrevista. Estoequivale a decir que el resultado que se plasma

  • equivale a decir que el resultado que se plasmafinalmente es siempre ms o menos falso y que elentrevistador depende de sus ingeniosas mentiraspara obtener el xito entre sus lectores... El lector deentrevistas queda convencido de que el entrevistadominti al realizar una determinada afirmacin. Y, loque es ms, que el entrevistador miente al decir queel entrevistado hizo la declaracin en cuestin7.

    Sin embargo, tanto para quien se gana la vida haciendo

    entrevistas como para aquellos que las consideran un trmitedesdichado, es fundamental mantener el sentido de laproporcin. La entrevista es una forma de discurso imperfecto, ynecesariamente parcial. En ltima instancia, el entrevistadorcontrola lo que se publica, aunque un periodista del XIX escribique "si lo desea... [el entrevistado] puede manejar en granmedida la situacin"8. Otro sostena que "el entrevistado tienesiempre la facultad de decidir el tono de la entrevista"9. Elresultado puede ser profundo o intrascendente, rampln osugerente. Puede facilitarnos el acceso a los pensamientos delentrevistado o permitir que ste nos tome el pelo con sutendencia a la automitificacin. Sea como sea, existeinevitablemente cierto toma y daca. Lynn Barber lo ha expuestode la siguiente manera:

    ... la entrevista me parece una transaccin

  • ... la entrevista me parece una transaccinperfectamente sencilla, aunque tal vez un tanto cnica.Como en cualquier intercambio comercial, ambaspartes esperan conseguir ms de lo que dan, por loque una de ellas se sentir inevitablementedefraudada. Aunque bien es verdad que si eldefraudado es el periodista, l o ella puede limitarse atirar la entrevista a la papelera, hecho del que sonconscientes los entrevistados ms sofisticados einteligentes, por lo que intentan que la cosa salgabien. Buscan parecer interesantes, pero sin dejar aldescubierto demasiado de s mismos10.

    A pesar de sus inconvenientes, la entrevista es un medio de

    comunicacin extraordinariamente til. "En la actualidad, msque en ningn otro momento de la historia, obtenemos gracias alas entrevistas las ms vividas impresiones acerca de nuestroscontemporneos", escribi Denis Brian. "En el interrogatorio deun hombre a otro percibimos prcticamente todo lo que tienealguna relevancia. A causa de esto, el entrevistador disfruta deuna posicin de poder e influencia sin precedentes"11.

    II

    La entrevista puede definirse como "un encuentro cara acara con el fin de entablar una conversacin formal entre unrepresentante de la prensa y alguien de quien ste espera

  • representante de la prensa y alguien de quien ste esperaobtener declaraciones para su publicacin"12. Se la ha llamado"el arte de extraer declaraciones personales para supublicacin"13. Su invencin ha sido atribuida a Horace Greeley,editor del New-York Tribune, y a James Gordon Bennett Sr.,propietario de The New York Herald. La famosa entrevista deGreeley en Salt Lake City con Brigham Young, lder de la Iglesiamormona, fue publicada en agosto de 1859, pero se concede aBennett el crdito por la primera entrevista, realizada veinte aosantes al presidente de los Estados Unidos Martin van Buren enWashington. Esta ltima no puede ser denominada conpropiedad una "entrevista", ya que consiste simplemente en unaserie de prrafos en los que Bennett describe el encuentro y laconversacin a grandes rasgos y hace algunos comentarioscusticos sobre el aspecto del sujeto. Virtualmente, no incluye latranscripcin de ningn dilogo, ya sea directa oindirectamente14.

    Por contra, el artculo de Greeley sobre Brigham Youngpuede presumir sin lugar a dudas de ser la primera entrevistaautntica con un personaje clebre. Se atiene en gran medida alformato de preguntas y respuestas familiar para los lectores denuestros das. Aunque el Herald haba publicado durante ladcada de 1850 trabajos que contenan pequeos fragmentos dedeclaraciones realizadas en el transcurso de una conversacin,difcilmente podra denominrseles entrevistas en el sentidomoderno del trmino. Por ejemplo, la transcripcin de laconversacin mantenida en 1836 por Bennett con Rosina

  • conversacin mantenida en 1836 por Bennett con RosinaTownsend (testigo en el caso del asesinato de Ellen Jewett) hasido considerada en ocasiones como la primera entrevista,aunque un historiador ha sealado que "con su formato deinterrogatorio, habitualmente usado por aquel entonces en losinformes sobre juicios, suena ms bien a una declaracinextraoficial (durante el encuentro estuvo presente unfuncionario)...". De hecho, los historiadores han sugerido que latcnica de la entrevista surgi de la familiaridad de losperiodistas y el pblico con las transcripciones literales de losprocesos judiciales y con el elemento de "inters humano" quedespiertan tales informes15. No obstante, la implantacin de laentrevista coincide con varios acontecimientos. La generalizacinde la educacin o del mercado de los medios escritos de masas,por ejemplo, supusieron la existencia de un pblico receptivopara muchas y variadas opiniones. Dada la naturaleza de lamoderna sociedad burguesa, haba un creciente nmero depersonas, muchas de las cuales no eran escritores, queencontraban hueco entre las celebridades. La difusin delrealismo en la literatura supuso que los lectores seacostumbraran a los dilogos naturalistas, aunque algunosentrevistadores sucumbieran a "la tentacin de contemplar a loshombres y a sus logros a travs de los ojos de un dramaturgocostumbrista de cuarta fila"16. Pero ante todo, la ascensin de laentrevista fue parte de una revolucin en el modo de ver a lospersonajes pblicos. Como sealaba el historiador J. A. Froudeen una carta al periodista Raymond Blathwayt, "le habainteresado profundamente" una entrevista que este ltimo haba

  • interesado profundamente" una entrevista que este ltimo habarealizado a uno de sus viejos amigos, el eminente bilogo sirRichard Owen: "Ha conseguido usted acercrnosle. Casi podaimaginar que estaba sentado en la habitacin hablando con l"17.sa era, y sigue siendo, la razn fundamental por la que laentrevista enganch de tal modo al lector: transmite la ilusin deintimidad con las personas famosas y los testigos deacontecimientos de trascendencia.

    Pocos meses despus de la conversacin Greeley/Young,el New York Herald envi a un periodista a entrevistar alcuquero Gerrit Smith sobre su papel en el incidente de Harper'sFerry, en el que una banda descontrolada de agitadoresabolicionistas, al frente de la cual estaba John Brown, asalt unarsenal. Edwin L. Shuman en su Practical Journalism (1903) citaa un editor norteamericano (al que discretamente llama "Brown")como autor de la primera entrevista en el New York Herald en1859: "Cuando se produjo el asalto de John Brown en Harper'sFerry, el Herald mand a un reportero para hablar con GerritSmith en su casa de Peterborough. Smith habl libremente delasunto, y el resultado de la conversacin constituye unaentrevista en el sentido moderno del trmino. Durante la guerracivil fueron muchos los hombres entrevistados y el nuevoformato periodstico se convirti en un elemento ms de laprofesin"18. Otros comentarios la describen como "la primeraentrevista propiamente dicha"19. Sin embargo, se sostiene quefue J. B. McCullagh, que ms tarde se convertira en editor delGlobe-Democrat de San Luis, quien populariz la entrevista

  • Globe-Democrat de San Luis, quien populariz la entrevistadiaria en los aos posteriores a la guerra civil. Su ejemplo fueseguido por escritores como Murat Halstead, Henry Watterson,Joe Howard y George Alfred Townsend. De hecho, McCullaghse convirti en el primer periodista en entrevistar a un presidentede Estados Unidos (a Andrew Johnson, poco antes de surecusacin)20.

    En septiembre de 1890 el periodista norteamericano FrankA. Burr escribi un artculo en Lippincott's Magazine titulado "Elarte de la entrevista", en el que echaba un vistazo al pasado paracontemplar con orgullo profesional los veinticinco aostranscurridos desde la invencin de la entrevista: "Como ocurrecon todos los cambios en una gran industria, se ha abusado delmtodo tanto por parte del entrevistador como del entrevistado,y con la misma frecuencia por parte de ambos. Pero de no serpor la entrevista, muchos asuntos de vital importanciarelacionados con la historia de este pas desde 1860 habranpasado inadvertidos, y no slo para la nacin sino para susanales". Aun as, durante la dcada de 1860 el Chicago Tribune,por ejemplo, no valoraba esa virtud y sus crticas fueronreproducidas en el Daily News de Londres: "Parte de la prensadiaria de Nueva York est haciendo todo lo posible paraconseguir que el periodismo se convierta en una profesindespreciable gracias a una especie de servilismo adulador quellaman entrevista"21. Y el peridico liberal de Nueva York, TheNation, publicaba en 1869 que la entrevista "tal y como seentiende ahora mismo es, en general, un producto fruto de la

  • entiende ahora mismo es, en general, un producto fruto de launin de cierto tipo de farsantes y oportunistas polticos y unreportero embaucador"22. Dos aos despus, este enfoque slohaba variado ligeramente y The Nation acusaba a la entrevistade "dejar en ridculo a grandes hombres"23. Richard GrantWhite, editor de la revista Galaxy, dej escrito que la entrevistaera "la ms perfecta maquinacin jams ideada para convertir alperiodismo en una ofensa, algo cuyo hedor constitua unatentado contra cualquier nariz decente"24. Henry W. Grady,editor del Atlanta Constitution, adopt la posicin contraria, alsealar que la entrevista contaba con prestigiosos antecedentes,ya que "Scrates, una persona profundamente respetable,introdujo la costumbre en las calles de Atenas"25.

    Pocas de las primeras entrevistas realizadas podancompararse con dilogos socrticos o con doctas lucubraciones,pero una vez inventada, la entrevista demostr ser un medio sinigual para la investigacin periodstica y su nivel pronto lleg aser aceptable, al menos por lo que se refiere a los reporterosnorteamericanos. Lo que sigue es un resumen de lasdeclaraciones realizadas por el emperador de Brasil al serentrevistado por un representante de The New York Heralddurante una visita a El Cairo, en 1871:

    Corresponsal: He visto una copia de Galignanique incluye una entrevista con el Sr. Seward, delNew York Herald, encima de su mesa. Lo ha ledoya su majestad?

  • ya su majestad?Don Pedro: S, y con mucho inters. El Sr.

    Seward ha sido un gran viajero [sic] y parece haberfomentado grandemente sus dotes de observacin.Yo no sera capaz de ir tan lejos como l. Por cierto,supongo que en este momento estoy siendo"entrevistado". Creo que es se el trmino correcto.

    Corresponsal: As es, majestad, pero estarencantado de someter a la consideracin de susecretario el manuscrito por si hubiera algo en l queprefiera suprimir.

    Don Pedro: Gracias, pero creo que no sernecesario. Toda mi vida ha sido una perpetuaentrevista, y consiguientemente nunca digo nada queno desee que se haga pblico. Dira, no obstante, queresulta bastante novedoso encontrar a un enviado delNew York Herald a la sombra de las pirmides.

    Corresponsal: Los corresponsales del Heraldson hombres emprendedores y acuden a cualquierlugar.

    Don Pedro: S, son emprendedores y merecenla prosperidad de la que disfrutan... pero ahora tengoque pedirle que me disculpe porque tengo uncompromiso con el prncipe heredero. Le deseo quetenga un buen da26.

    El Oxford English Dictionary otorga al trmino "entrevista"

  • El Oxford English Dictionary otorga al trmino "entrevista"un origen periodstico y sita su nacimiento en 1869. Ese mismoao, The Nation recuerda a sus lectores que la entrevista "es unapeculiaridad del periodismo americano"27.

    Sin embargo, Henri de Blowitz, el corresponsal en Europade The Times, se permiti entrevistar tambin a figuras pblicas,como el rey

    Alfonso XII de Espaa, Maurice Gambetta (arquitecto dela III Repblica francesa), el prncipe Bismarck, el Sha dePersia, el papa Len XIII y el sultn Abdul Hamid II de Turqua(aunque Bismarck denunci al periodista ante el Reichstag pordar publicidad a lo que l haba considerado una conversacinprivada). En una curiosa muestra de la utilizacin de doblesraseros, The Times no estaba dispuesto a tolerar la publicacinde entrevistas realizadas a celebridades nacionales. La primeraentrevista realizada a una figura pblica en Inglaterra fue la delpoltico liberal W. E. Forster a su vuelta de un viaje a Bulgaria.El entrevistador fue W. T. Stead. Forster accedi a la entrevistacon Stead, pero fij dos condiciones (la segunda era en ciertamedida absurda):

    No pongo objecin a ser entrevistado porqueconsidero que la entrevista ofrece al hombre deestado una valiosa plataforma para difundir sus ideassin contraer responsabilidades, y le capacita parapercibir la reaccin pblica antes de asumirformalmente el asunto. No obstante, hay dos

  • formalmente el asunto. No obstante, hay dossalvedades. La primera condicin es que ningunaentrevista debiera publicarse antes de haber sidosometida al entrevistado para su correccin. Y, ensegundo lugar, nunca debera revelarse al mundo queel contenido de la misma ha sido facilitado alentrevistado antes de su publicacin. De otro modo,una entrevista revisada por la persona entrevistadaresultara casi tan comprometedora como si se tratasede un artculo escrito y firmado o de un discursopblico28.

    Stead fue el encargado de popularizar la entrevista en Gran

    Bretaa durante la dcada de 1880. En los primeros seis mesesde 1884, por ejemplo, The Pall Mall Gazette, un peridicovespertino editado por Stead, incluy nada menos que setenta ynueve entrevistas29. En sus Memorias, sir Wemyss Reid sostenaque las entrevistas de Stead "con los hombres ms destacadosde nuestro tiempo" marcaron el comienzo de lo que pronto seconoci como "el nuevo periodismo"30. La entrevista eracontemplada con recelo por muchos de los miembrostradicionalistas de la prensa britnica, en parte debido a sunovedad y en parte porque era un formato importado deEstados Unidos. Un escritor coment despectivamente en 1887que la entrevista, evidentemente un producto procedente decorresponsalas extranjeras "adoptado cautelosamente entre

  • corresponsalas extranjeras "adoptado cautelosamente entrenosotros en series como 'Celebrities at Home', era en esemomento "algo a lo que recurren ampliamente polticos, fariseos,reformistas sociales, hombres de ciencia, artistas, comerciantes,locos o cualquier otro que quiera ganar notoriedad para smismo o sus proyectos y pretensiones, en los que esperaninteresar al pblico"31. El editor y propietario de The Pall MallGazette era el que sala peor librado, segn el autor de estecomentario, por ser el responsable de la introduccin de dichoformato en la prensa diaria de Inglaterra y por "adornar susentrevistas con detalles dramticos, e incluso melodramticos,minuciosamente precisos o juiciosamente inventados".

    Estas burlas no afectaron a Stead. Encontr la justificacindefinitiva para lo que estaba haciendo cuando su entrevista con"Chinese Gordon" sobre el tema de la poltica imperial en Sudnsirvi, de hecho, para persuadir al gobierno Gladstone de queenviase a Gordon a Jartum. Esto dio alas a Stead, que sevanagloriaba de gobernar el imperio desde NorthumberlandStreet (el domicilio de las oficinas de The Pall Mall Gazette).Como es lgico, Stead se convirti en ferviente proselitista delas entrevistas. El 5 de abril de 1884 escribi una seccin en elperidico titulada "Occasional Note": "Una de las supersticionesde la prensa inglesa, que afortunadamente va cayendo endesuso, es la de que en este pas la entrevista constituye unamonstruosa ruptura con la dignidad y el sentido de la propiedaddel periodismo. Ninguno de nuestros dignos contemporneosduda en entrevistar a cualquiera fuera de las islas Britnicas,pero esta prctica no debe cruzar el Canal".

  • pero esta prctica no debe cruzar el Canal".Pocos meses ms tarde, en agosto de 1884, Stead redact

    un titular que rezaba: "La entrevista frente al libro". En su artculocomentaba la decisin del presidente del Tribunal de Justicia,Coleridge, de escribir un libro acerca de su reciente estancia dediez semanas en Estados Unidos. Stead apuntaba que laexpectacin existente ante la publicacin de las reflexiones delord Coleridge "no era realmente una demanda de literatura sinode conversacin... Sera absurdo escuchar a lord Coleridgefilosofando acerca de Amrica, aunque es muy natural el deseode orle hablar de ella. Y para entablar una conversacin, unlibro no es la frmula apropiada". Ese mismo mes de agosto,Stead volvi a alabar las cualidades esencialmente democrticasde la entrevista y su pertinencia en el caso de aquellos que noeran capaces de escribir bien pero cuyas opiniones eran deinters. Describa la entrevista como "... el medio msapasionante ideado por el hombre para extraer ideas de unospocos para la instruccin y entretenimiento de muchos... Muchoshombres notables son poco hbiles a la hora de expresarse conla pluma y, para ellos, la intercesin del entrevistador es casi tannecesaria como la de un intrprete en China"32. A finales de1884, Stead consigui apuntarse un tanto: "Entre los logrostrascendentes del ao hay que mencionar la 'aclimatacin' de laentrevista al periodismo ingls. Que esta forma de influir sobre elpblico satisface una demanda real lo prueba el hecho de queslo fuera preciso un ejemplo para que la mayora de losperidicos lo siguiesen... Confiamos en que el prximo ao

  • peridicos lo siguiesen... Confiamos en que el prximo aoveremos a la entrevista tomar carta de naturaleza en las pginasdel 'principal' peridico.

    El desdn de los eruditos por la entrevista quedexpresado en un comentario sin firma publicado en The SaturdayReview del 6 de septiembre de 1890. Era la respuesta a unartculo de Frank A. Burr publicado en la edicin mensual deLippincott's Magazine. Como ya hemos visto, en este trabajo serepasaban los primeros veinticinco aos de la prctica de laentrevista en la prensa americana. Su conclusin era que laentrevista constitua una valiosa aportacin al conocimiento de lahistoria contempornea. Stead se lanz a la defensa de Burr enla edicin de ese mismo da de The Pall Mall Gazette. La nicaofensa de Burr, sostena Stead, "ha sido que durante ciertonmero de aos se ha ganado la vida como intermediario entrehombres que tenan algo que decir y el pblico, que deseabaorles...":

    Vista sin ms complicaciones, una entrevista esel resumen de una conversacin: un medio de plasmarlos puntos de vista o de trazar la personalidad de unhombre al que la historia siempre deja a deber almenos la mitad de su realidad y color... En la medidaen que el entrevistador acta simplemente como unbien hallado secretario privado que ofrece al mundoun artculo firmado sobre el hombre del momentoahorrando a ste la fatiga de la composicin literaria y

  • al pblico el gasto de media corona a cambio de untedioso informe posterior que muchos no podranpermitirse comprar o no se molestaran en leer, laentrevista pervivir o se hundir con el periodismocomo un todo... Si se compara al entrevistador con elcrtico, el primero tiene una ventaja de partida: sirvecomo vehculo del discurso de hombres que tienen elderecho a expresarse, mientras que el SaturdayReview reproduce las palabras de personas que, engeneral, son sin duda eruditos y con frecuenciacaballeros, pero cuyas credenciales en otros aspectospermanecen ocultas tras el velo del anonimato.

    Stead admita que los entrevistadores, en especial los de la

    variedad "Celebrity at Home", pecaban en ocasiones de falta debuen gusto, pero "en comparacin con el valor de un inmensomecanismo de iluminacin democrtica, un fallo aqu o all nodebe impedir que el mundo siga dando vueltas".

    Al mismo tiempo que Stead hacia tragar entrevistas a loslectores ingleses de diarios, en Estados Unidos un hombre hizoms que ningn otro por popularizarlas en la prensa cotidiana.Se llamaba Joseph Pulitzer, y es quiz la figura ms famosa de lahistoria del periodismo americano merced a los premios quellevan su nombre. Su peridico, el World de Nueva York,public varias entrevistas que abrieron el camino, incluyendo unacon la reina Victoria. Aunque esta ltima consistafundamentalmente en una pormenorizada descripcin del

  • fundamentalmente en una pormenorizada descripcin delprogresivo acercamiento del periodista a la soberana en el patiode una iglesia escocesa, incluye una frase memorable de la reina,que exclama, dirigindose a su ayuda de cmara, que elreportero "muestra tanta audacia como el resto de su nacin"33.Otra de las entrevistas, la realizada con el anterior presidente deEstados Unidos, el general Ulysses S. Grant, en 1884, resultsignificativa porque Grant aprovech la ocasin para anunciar surespaldo a John Logan en la nominacin republicana a lapresidencia. La entrevista coloc a The World a la cabeza de lajaura por una informacin que tuvo carcter histrico34.

    Pulitzer saba con certeza cules eran los elementos queconstituan una buena entrevista. A causa tal vez de su ceguera,Pulitzer conceda gran importancia en su peridico a laincorporacin de detalladas descripciones fsicas de losentrevistados. "Por favor, no deje de insistir a los hombres queredactan nuestras entrevistas con destacadas personalidades",escribi en un informe a uno de los miembros ms veteranos desu equipo, "que es extremadamente importante ofrecer un retratollamativo y vivido del sujeto, as como de su entorno domstico,de su esposa, sus hijos, mascotas, etctera. sas son las cosasque ms claramente crearn una imagen de l ante el lectormedio, mucho ms que sus ms imponentes pensamientos,objetivos o declaraciones"35. Este aspecto del arte de laentrevista constituy tambin un motivo de preocupacin paraHenri de Blowitz, aunque, como sealaba su bigrafo, "es difcildecidir en qu medida era resultado de la observacin real y en

  • decidir en qu medida era resultado de la observacin real y enqu medida lo era de las convenciones literarias y teatrales de unperiodo en el que hombres y mujeres no hacan ms quesuspirar, ruborizarse y contraer sus msculos faciales o sugerircon la intensidad de sus miradas alguna poderosa emocinoculta"36.

    George Newnes impuso convenciones similares a lasestipuladas por Pulitzer cuando empez a publicar en Londresuna serie de "Entrevistas ilustradas" en su revista mensual TheStrand Magazine durante los primeros aos de la dcada de1890. Adems de las descripciones coloristas, los artculosaparecan invariablemente acompaados de varios retratos ofotografas del sujeto en diferentes etapas de su vida, junto conotras de su lugar de residencia y otras ilustraciones (por ejemplo,muestras de la caligrafa del entrevistado). Otra publicacinilustrada de periodicidad mensual, The Idler, editada por JeromeK. Jerome, inclua una seccin parecida con el ttulo "Leones ensu guarida". Pero el annimo autor de un manual de bolsillopublicado en 1900 para los aspirantes a periodistas, How toWrite for the Magazines (Cmo escribir para las revistas)aireaba su disgusto ante tanta nota colorista:

    As pues, no insistamos tanto en que "el cuartode miss Jennyson parece un decorado de cuento dehadas". No dediquemos prrafos enteros a sushermosas vitrinas repletas de bronces antiguos, a sudelicado mobiliario de estilo Chippendale, a su

  • delicado mobiliario de estilo Chippendale, a suencantador cabecero dorado. A menos que exista unmotivo muy especial por el cual el cabecero de missJennyson deba ser trado a colacin (por ejemplo, sise trata de un regalo de algn personaje de la realezao alguien famoso) , es de suponer que los lectoresestarn suficientemente interesados en ella al margende cmo sea su cabecero. Al pblico no le gustaraque miss Jennyson irrumpiese en sus estancias msprivadas, por tanto, no permitan que irrumpa l en lasde miss Jennyson37.

    Aunque hacia 1895 la entrevista se haba impuesto ya

    como tcnica periodstica, todava deba hacer frente a loscrticos ms arrogantes. En un ensayo publicado en New Reviewbajo el ttulo "El nuevo periodismo"38, Evelyn March Phillips selamentaba del culto a la banalidad que la prctica de la entrevistahaba desencadenado:

    Durante un viaje que realic la semana pasada,un amigo me ofreci dos publicaciones ilustradasbaratas. Entre las dos contenan ocho entrevistas.Hubo un tiempo en que la justificacin parasemejante prctica era que gratificaba la curiosidadinteligente, que ofreca una visin muy cercana depersonalidades conspicuas y que permita a stas

  • personalidades conspicuas y que permita a stasampliar la informacin que ya era de dominio pblicocon explicaciones de carcter informal. Tambin seargument que la entrevista pona ante nosotros contoda claridad interesantes descubrimientos ocreaciones, pero todos los protagonistas importanteshan sido ya exprimidos hace tiempo. Laspersonalidades relevantes no se multiplican en laproporcin necesaria para cubrir la demandaexistente, por lo que se ha ido elaborando una listaque empieza a incluir a grises mediocridades queapenas se diferencian en nada de sus conciudadanos.A lo largo de una tarde en un vagn de ferrocarriltuve tiempo para estudiar a fondo esas revelacionesque se ofrecen al pblico semanalmente. La mayoraestaban dedicadas a actores y actrices cuyosnombres me decan bien poca cosa. Tambin habauna entrevista con cierta seorita que montaba uncaballo pinto en un circo y se haban incluido dosretratos que ofrecan detalles ntimos de una parisinacuyo principal mrito consiste en ser atractiva yfamosa. Todo aquel que est interesado en ladescripcin de un piso repleto de palmeras y contapiceras estilo Liberty, o en el escaso gusto y laspoco originales opiniones de una actriz de vodevil desegunda fila, se habr entretenido y habr sentido sucuriosidad satisfecha. Ninguna idea interesante,ninguna palabra inteligente. Las primeras frases de

  • ninguna palabra inteligente. Las primeras frases deuna de las entrevistas s que despertaron en m ciertasefmeras expectativas. "No resulta sencillo entrevistara alguien", deca, "cuando te ests desternillando derisa. Fulano de tal no dej ni por un momento dehacer ingeniosos comentarios con su propio einimitable estilo". Esperanzada, ech un vistazo msadelante, pero todos los ingeniosos comentarioshaban sido dejados a la imaginacin del lector.

    No todas las entrevistas eran fuentes de trivialidad. Algunas

    publicaciones vieron en la entrevista una oportunidad para laerudicin y la altura de miras. Great Thoughts, fundada enLondres en 1884, tena como propietario al diconocongregacionista Thomas Smith y como editor al ministrowesleyano Robert P. Downes. Era una revista de periodicidadsemanal que inclua ensayos, crticas de libros, reseas, novelasde carcter tico publicadas por entregas y entrevistas. Seentrevistaba a clrigos, por supuesto, pero tambin a escritores,polticos, filntropos, exploradores, misioneros y partidarios dela reforma social. Smith y Downes crean en la entrevista comoinstrumento para la edificacin moral y acicate para lasuperacin intelectual. Tal y como lo expres Downes, "deberaaportar al pensamiento abstracto el encanto de la vida y elejemplo personales". Aos ms tarde aadira: "Me sedujo laidea de que no sera mala cosa hacer llegar hasta misconciudadanos fragmentos de la literatura ms pura y

  • conciudadanos fragmentos de la literatura ms pura yennoblecedora a un precio asequible... Tambin deseaba aportarun antdoto contra la basura, la frivolidad y la degeneracin quese ofrece al pblico"39. La estrella de la publicacin eraRaymond Blathwayt (que probablemente disfrut de msencargos como entrevistador a lo largo de un periodo deveinticinco aos que ningn otro de sus contemporneos). Erahijo de un sacerdote anglicano y l mismo haba sido cura. GreatThoughts, con una tirada de 50.000 ejemplares, era"ampliamente ledo por el clero y los ministros de todos loscultos". Entrevistado por Blathwayt en 1892, Thomas Smithexplicaba que un buen semanario deba contener todo aquello"que resultase enaltecedor" y "seguir una orientacin moral,social y cientfica, ya que la ciencia, en mi opinin, forma partede la religin..."40.

    A principios de la dcada de 1890 la implantacin de laentrevista haba alcanzado proporciones epidmicas. Adems delo accesible de su forma, las entrevistas resultaban rentables. Erael mejor modo de asociar a una publicacin con nombresdistinguidos procedentes de todos los campos de la actividadhumana sin que sta se viera obligada a pagar a los personajesen cuestin las cuantiosas sumas que, dada su celebridad,habran tenido que abonarles como colaboradores. CuandoHarry Cust se convirti en editor de The Pall Mall Gazette, unode sus periodistas, Lincoln Springfield, "descubri que la lnea demenor resistencia, la que venda ms ejemplares con una menorinversin", era la entrevista. Fue de gran ayuda el hecho de que

  • inversin", era la entrevista. Fue de gran ayuda el hecho de queCust, como presunto heredero de un conde, estuvieserelacionado con muchas de las personalidades seleccionadas porla revista41.

    En el nmero de diciembre de 1895, The ldler public elresultado de una reunin de "entrevistados" que debatieron lacuestin: "Son los entrevistadores una bendicin o unamaldicin?". Los participantes fueron la seora Lynn Linton,Barry Pain, W. T. Stead, John Strange Winter y W. L. Alden.La seora Linton describi a los entrevistadores como "el mayorincordio y el ms ftil de los fracasos que han trado consigoestos tiempos de locura". Opinaba que las entrevistas eran "unapura farsa", "superficiales" y de cuestionable valor como guapara entender la personalidad de los sujetos entrevistados,porque dos entrevistadores distintos podan ofrecer unaimpresin diferente de la misma persona. Como ya hemos visto,otro enemigo de las entrevistas, W. L. Alden, argumentaba queel individuo entrevistado ofreca deliberadamente una imagenfalsa de s mismo para agradar al pblico, mientras que si elentrevistador crea que el sujeto era "gris y poco interesante" notena empacho en poner en boca del mismo palabras que nohaba pronunciado con tal de hacer ms atractivo el artculo.Como para confirmar esta aseveracin, aunque no en tono dedesaprobacin, W. T. Stead escribi: "He tenido unaconsiderable experiencia como entrevistador y comoentrevistado, y como consecuencia de la misma puedo afirmarque aquellos a los que uno entrevista se muestran muyimpresionados con la maravillosa exactitud de la memoria del

  • impresionados con la maravillosa exactitud de la memoria delperiodista cuando se les hace hablar mucho mejor de lo que lohan hecho." T. P. O'Connor, miembro del ParlamentoNacionalista Irlands adems de periodista y propietario de undiario, recordaba la ocasin en que haba sido entrevistado porStead en otra entrevista realizada por un periodista del Sketch:

    Siempre recelo de un entrevistador ocasionalcomo usted, porque plasma mis pensamientos con subrillante y vigoroso lenguaje, y el tono resultante es aveces sorprendentemente eglatra. Fui entrevistadopor el seor Stead mientras se encontraba en prisiny pas todo el da siguiente oculto. Me descubrdirigindome al mundo en un tono de tal infalibilidad,seguridad y altivez que me espant mi propia imagen.Aunque admiro al seor Stead, prefiero hablar conarreglo a mi propio carcter. Le ruego que no mehaga usted tambin tan flaco favor.

    La reaccin de Stead a esta crtica fue cruel:

    Un flaco favor! "Que se nos conceda la graciade vernos a nosotros mismos como nos ven losdems". Difcilmente puede culprseme de que alseor O'Connor no le agradase el reflejo de surubicundo semblante en el espejo de mi entrevista. Si

  • rubicundo semblante en el espejo de mi entrevista. Siel seor O'Connor no tuvo oportunidad de revisar lasgaleradas de su entrevista antes de que viese la luz, laomisin slo puede ser explicada por el hecho de queyo me encontraba en vil cautividad y no podaocuparme personalmente de esas cosas. The PallMall Gazette siempre ha tenido por norma inexorableno publicar ninguna entrevista hasta que el interesadono ha dado su visto bueno a la misma42.

    Aunque Stead compara su tcnica con un espejo que

    refleja al sujeto, a menudo era l quien quedaba reflejado. Unentrevistador crea que era sta una particularidad quediferenciaba el estilo ingls del americano:

    El lector avisado apreciar que he incluido cincoveces la palabra "yo" en las primeras lneas de esteartculo. Ah tienen el secreto de la entrevista tal ycomo se practica en Inglaterra en 1894. Elentrevistador de xito exhibe tanto como le es posiblesu propia personalidad, empleando a su vctima comoun perchero en el que cuelga sus propias opiniones.Si fuera posible convencer al entrevistador de que loms idneo sera que se colgara l tambin, el mundosera ms luminoso y mejor...

    ... En Amrica se nos muestra la realidad, y

  • ... En Amrica se nos muestra la realidad, yhasta un jovenzuelo sabe cmo hay que hacerlo. Unentrevistador debera ser como la lmina de cristal delescaparate de una buena tienda, a travs de la cualpueden verse claramente los artculos sin que,aparentemente, nada se interponga entre uno y lainteresante coleccin en l expuesta43.

    Otro motivo por el que la entrevista se vio sometida al

    fuego de los comentaristas sociales fue que se trataba de uncampo periodstico en el que las mujeres competan en igualdadde condiciones con los hombres. Como sealaba el profesorJohn Carey en su obra The Intellectuals and the Masses (Losintelectuales y las masas): "Para algunos intelectuales, un aspectonegativo de la popularidad de los diarios radicaba en el hecho deque alentaban a las mujeres... En cierta medida, el periodismopopulista se convirti en una va, por imperfecta que fuera, deconcienciacin, independencia y autoestima para las mujeres"44.Un libro de Henry James de 1880, The Portrait of a Lady(Retrato de una dama) presenta un personaje femenino,Henrietta Stackpole, una despierta periodista que escribe paraun peridico imaginario de Nueva York llamado TheInterviewer, lo que pone de relieve que las entrevistas realizadaspor mujeres haban arraigado ya por aquel entonces en EstadosUnidos. Elizabeth L. Banks, una periodista norteamericana quetrabaj en Londres durante la dcada de 1890 y provoc ungran revuelo al ponerse a trabajar como criada durante unos

  • gran revuelo al ponerse a trabajar como criada durante unosmeses para narrar posteriormente sus experiencias, pensaba quela entrevista era "la ms gratificante, apasionante y edificanterama del periodismo que pueda desempear una mujer", ya que"la pone en contacto con la gente importante, extraordinaria einteresante del mundo"45. Ofreca a la mujer la rara oportunidadde relacionarse sin mediacin de carabina alguna con hombrespblicos, motivo por el cual algunos de ellos se negaban a serentrevistados por mujeres, o accedan slo en caso de quehubiese una tercera persona presente. Esta ltima prctica tardms tiempo en imponerse en el continente europeo, donde,segn la periodista de The Pall Mall Gazette Huida Friederichs,las personalidades extranjeras a las que visitaba "olvidabanmostrarse sorprendidas y revelaban cierta curiosidad por laentrevistadora46. Elizabeth Banks crea que las mujeres eran"mucho mejores entrevistadoras que los hombres" porque"normalmente tienen ms tacto" y "entre sus caractersticasnaturales se cuenta una mayor mano izquierda". Adems, eran"ms observadoras y capaces de tomar nota de las cosaspequeas de la vida", y mostraban una "mayor habilidad para el'mucho ruido y pocas nueces' al regresar a su despacho tras unaconversacin con una personalidad prominente47. Un editoralab a las mujeres entrevistadoras porque "en ms de unaocasin... un personaje que se haba mostrado remiso a hablarhaba cedido ante su habilidad y dotes de persuasin"48.

    III

  • III

    Como resultado del creciente culto a las celebridadessurgi entre los lectores de peridicos y revistas el deseo deestar al corriente de hasta los menores detalles de las vidas delos personajes pblicos. No es de extraar que algunos de ellosconsiderasen tediosas las entrevistas y su propia contribucin aellas repetitiva. "La gente decidir que soy el mayor charlatn deEuropa si acepto ser entrevistado una vez ms. No s si hace lanmero cincuenta o la cien desde que he vuelto a Pars",explicaba el novelista francs Alphonse Daudet a R. H. Sherarden una entrevista para la edicin del mes de julio de 1895 deThe Humanitarian. "Adems, mon fils, qu puedo contar que nohaya contado ya? El saco est vaco. De hecho, y para midisgusto, me han hecho decir muchas cosas que nunca he dicho.No se ha afirmado acaso que yo haba hablado con desprecioy burla de la hermosa mujer inglesa, cosa que jams hice? Porno hablar de otras cosas".

    Otro personaje entrevistado en mltiples ocasiones fue elescritor americano Mark Twain. En "Mark Twain, fragmentosde entrevistas realizadas en persona por Luke Sharp", publicadoen la edicin de febrero de 1892 de The ldler, se cita la siguientedeclaracin de Twain: "Si alguien vuelve a entrevistarme, leenviar una factura por cinco veces lo que cobrara por unartculo de la misma longitud". Y cuando en 1900 Twain cumplisetenta aos, afirm: "Me niego a prestarme a ms entrevistas" yanunci pblicamente que "nunca volvera a pronunciarserespecto a ningn asunto que se le plantease a menos que

  • respecto a ningn asunto que se le plantease a menos quehubiese reflexionado previamente acerca del mismo". Unos aosms tarde visit Inglaterra y un peridico le solicit unaentrevista que sera "marconigrafiada" a Amrica a travs delAtlntico. "Pero eso es trabajo", repuso Twain, "y hace tiempoque me he retirado de la vida activa"49. En cierto sentido, y apesar de su valor educativo y recreativo, la entrevista ha sidosiempre una forma profundamente parasitaria del periodismo."Dios mo!", exclam Wilson Mizner delante de laentrevistadora Djuna Barnes en 1916, "es que voy a serexpoliado intelectualmente todo el camino hasta mi despacho?Con las joyas extradas de mi discurso podra usted hacerse unpar de ligas". Diferenciando sus entrevistas de la variedadhabitual o "de jardn", Oriana Fallaci admita que "resulta msfcil que escribir... uno toma las 'flores' ajenas y las vende comopropias"50. Durante las dos primeras dcadas del siglo XX, losjugadores de criquet britnicos se mostraron reacios a lasentrevistas. El motivo fue que "cuando algunos de ellos secomprometieron a escribir acerca de los partidos msimportantes de la temporada, se dieron cuenta de que susconocimientos tenan un valor especial y se mostraron menosdispuestos a que sus comentarios fuesen publicados"51.

    En 1895 se puso en marcha una curiosa demanda porlibelo como resultado de una entrevista que nunca haba tenidolugar. W. S. Gilbert, el famoso libretista de operetas del Savoy,fue demandado por una periodista, la condesa de Bremont.Como colaboradora de la revista St. Paul's escribi a Gilbert

  • Como colaboradora de la revista St. Paul's escribi a Gilbertpara solicitarle una entrevista. l contest pidindole a cambioveinte guineas (posteriormente aclar que haba pedido unacompensacin econmica porque la condesa tena fama deindiscreta). La respuesta de ella fue que esperaba tener ocasinde hacer su necrolgica gratis. Gilbert envi copias de estacorrespondencia junto con una nota aclaratoria a variosperidicos para poner al corriente a sus editores de laanimadversin que la dama senta por l. El resultado fue queella le demand por libelo sobre la base de que en su nota a laprensa Gilbert haba insinuado que Bremont se haba atribuidofraudulentamente el ttulo de condesa y que era una mujer demala reputacin. Gilbert tuvo xito en su defensa, pero lointeresante en toda esta historia es que el personaje famosotema ser entrevistado por una periodista en particular y quevaloraba en una suma muy modesta sus propias opiniones52.

    Cuando al final de una entrevista particularmente larga paraThe Strand Magazine, Edward John Hart le pregunt a la actrizSarah Bernhardt si no haba nada ms que quisiera decirle, ellaexpres la frustracin que senta ante su difcil situacin comoentrevistada.

    No me es posible, amigo mo! Ya se conoce yse ha publicado al menos una versin de todo lo quehago o he hecho. Todo el que me entrevista me hacela misma pregunta. Repito una y otra vez lo mismo ylo que no digo se lo inventan. En cuanto pretendo

  • lo que no digo se lo inventan. En cuanto pretendoproducir una nueva obra, toda la prensa francesaquiere saberlo todo acerca de ella.

    He de guardar algunos secretos para lasmemorias que espero escribir pronto. En ellas melimitar a contar la historia de mi vida, aclarando lospuntos oscuros y rectificando mucho de lo que se hadicho y escrito sobre m. Cosas contradictorias o queen su momento no tuve ocasin de desmentir. Aspues, se ha convertido ya en una tradicin que nodispongo de tiempo para rectificar ahora53.

    George R. Sims, comedigrafo y autor de columnas

    humorsticas para los peridicos, explicaba los peligros de lafama a Arthur H. Lawrence, un entrevistador de The Idler. Elprincipal problema era la gran cantidad de cartas que reciba:

    "Ve ahora hasta qu punto son dainas lasentrevistas? Cada una desata una nueva avalancha decorrespondencia. Si no fuera porque dispongo de unpequeo capital, este asunto de la fama me habrallevado ya a un asilo de caridad. La gente opina quees algo estupendo eso de que se publiquen cosasacerca de uno. Estoy pensando muy seriamente enretirarme al campo y cambiar de nombre. Mejor meira... Puede creerme si le digo que como mencione

  • ira... Puede creerme si le digo que como mencioneusted los inconvenientes de tener un saco lleno decorrespondencia, la gente pensar que habla enbroma. No tiene ms que mirar esto!", y el seorSims me tendi una carta en la que una mujer le decaque sospechaba que su cuado estaba loco. "Se pasala vida matando gente", deca textualmente. "Esmdico y tiene la costumbre de enviar veneno porcorreo. Estoy segura de que no le importar ir avisitarle como invitado a su casa para vigilarle",continuaba la mujer. "Si l no le reconoce, prontodescubrir usted la verdad". 'Ya ha visto usted consus propios ojos cmo es la carta", me dijo el seorSims cuando conclu la lectura. "Supongo que hacaptado la idea: he de desplazarme a Londonderry,pagndome yo mismo el viaje. Y ademsdisfrazado!".

    Ms adelante, en la misma entrevista, Sims es interrogado

    acerca de su opinin sobre los entrevistadores:

    "Lo nico que me gusta de las entrevistas es queme ofrecen la oportunidad de intercambiar puntos devista con un extrao que acude a mi casa antes devolver a mi pesada y tediosa tarea", respondi."Puedo contarle una ancdota al respecto que no meagrad. El periodista no saba nada de m y me dijo

  • agrad. El periodista no saba nada de m y me dijoque no haba tenido tiempo de leer mi historia. Laconversacin se desarroll ms o menos as: 'A quse dedica?', me pregunt. 'Bueno, soy periodista ydramaturgo', le repliqu. 'Trabaja en The Referee"?Escribe usted sobre deportes o algo as?'. 'EscriboMostaza y Berros'. 'Vaya ttulo tan curioso!'. Mstarde descubr lo que haba escrito: 'Puede que notodo el mundo sepa que George R. Sims es el autorde Ligths of London & cia. E insista, ms o menosen el mismo estilo: 'Libros? Le importara decirmeuno o dos ttulos?'. Seal hacia la estantera. Sepuso a observar el estante equivocado y, como pudever posteriormente en las pruebas, haba incluidoerrneamente varios de Charles Reade y MayneReid"54.

    El creador de Sherlock Holmes, Arthur Conan Doyle, era

    otro entrevistado remiso a esas alturas de su carrera cuando, enoctubre de 1894, concedi una entrevista a un annimoperiodista de The Idler:

    Qu tiene que ver el pblico con lapersonalidad de un autor? pregunt. Jur hacems de dos aos que no vera nunca ms a unentrevistador.

  • entrevistador.Pero usted va a viajar a Estados Unidos y...Ah, pero eso es distinto. Uno debe adaptarse

    a las costumbres de los diferentes pases.

    Los propios norteamericanos reconocan las diferencias.

    "El ingls medio no es capaz de comprender el inters quemanifiesta el pblico norteamericano por las entrevistasrealizadas a personajes clebres", escribi la periodista GertrudeLynch. "Para el primero, las entrevistas son algo personal, yadems una intromisin en sus usos y tradiciones que levanta unacerca espinosa de reticencia a su alrededor. Para nosotros, porel contrario, las entrevistas constituyen desde hace tiempo parteimportante de nuestra omnvora racin de lectura. La mayora delos americanos recibe su educacin a travs de la prensa". No setrataba slo de la ventaja de veinte aos que losnorteamericanos sacaban a los ingleses en el campo de lasentrevistas. Su sentimiento de inferioridad cultural les impela abuscar apoyo para todos y cada uno de los aspectos de supropia cultura en los visitantes europeos. Durante la gira queOscar Wilde realiz como conferenciante a principios de ladcada de 1880, adems de sus opiniones en lo relativo acuestiones estticas, los reporteros americanos quisieron, porejemplo, conocer sus opiniones sobre el paisaje americano, laarquitectura, las costumbres, etctera. Este hbito tena algunasconsecuencias cmicas. No era inusual que algunos famosos,por supuesto sin tener el menor conocimiento de ello y sin haber

  • por supuesto sin tener el menor conocimiento de ello y sin haberotorgado ni remotamente su consentimiento, se viesenimplicados en disputas locales. El acadmico Goldwin Smith sequejaba en una carta al presidente del Club de Prensa deToronto de que "mientras se encontraba en Nueva York, undistinguido amigo mo pudo leer con sorpresa algunos duroscomentarios que supuestamente haba realizado en su visita alservicio de bomberos de la ciudad, cosa que ni se le habapasado por la imaginacin"55. El activista poltico GeorgeHolyoake ofrece en sus memorias una ingeniosa descripcin desu experiencia con los periodistas americanos: "Durante mi viajea Estados Unidos en 1879, conoc en ciertos lugares una clasede 'reporteros reversibles'. Al da siguiente de una entrevista,descubra que se me atribuan en la prensa declaracionesdiametralmente opuestas a las que haba expresado. En unaocasin hice un experimento: dije exactamente lo contrario de loque pensaba. Al da siguiente se public lo que en realidadopinaba"56.

    El humorista Barry Pain escribi una vez una fantasacmica acerca de un sanatorio dedicado a la curacin de losmentirosos habituales. Entre el personal de mentirososprofesionales que se encargaba de administrar la terapia aversivase encontraba un entrevistador americano. Sin embargo, laperiodista (y entrevistadora) estadounidense Joyce Kilmerescribi un artculo en defensa de los profesionales que sededicaban a realizar entrevistas en el que rechazaba la caricaturaque de ellos se haca llamndola un "mito solar". Sostena que elentrevistador norteamericano se pareca en muchos aspectos a

  • entrevistador norteamericano se pareca en muchos aspectos aun universitario bien formado y pagado: "Ha de estar al daacerca de la literatura contempornea y saber tanto como el quems acerca del vorticismo y Artzibasheff. Los autores britnicospodan ser tan deshonestos como los entrevistadoresnorteamericanos. Aunque invariablemente reciban las pruebasde la entrevista para su correccin, al aparecer publicada sta notenan empacho alguno en argumentar que sus observacioneshaba sido mal seleccionadas. Por ejemplo, tras formular laopinin de que Washington Irving era un inmoral, un entrevistadopoda descubrir que el pblico norteamericano adoraba a Irvingy, como consecuencia, desmentir sus declaraciones en laentrevista.

    Puede proclamar desde su tarima deconferenciante: "Voy aprendiendo las costumbres delentrevistador norteamericano. No hace mucho, lemencion a uno de los miembros de esa tribu queWashington Irving era un autntico maestro de lanovela y el periodista sostiene que yo dije que esegran autor, al que he venerado toda mi vida, era unser inmoral". Puede enviar su desmentido al peridicoque public la entrevista, puede hacer que su editorlo difunda en la radio. Puede, y a menudo lo hace,limpiar su reputacin a expensas de su honor57.

  • En su libro de viajes de 1923, What I Saw in America, G.

    K Chesterton describa la experiencia que tena que atravesar asu llegada al puerto de Nueva York cualquier celebridadprocedente de Europa. Los reporteros, muchos de los cualeseran americanos de origen irlands, "abordaban el barco comopiratas". Se mostraba impresionado por la curiosidad quedemostraban estos entrevistadores por las cuestiones msbanales:

    ... mi presencia en Estados Unidos parapronunciar una serie de conferencias eraevidentemente incluida en la misma categora que unasesinato o un gran incendio, o cualquier otra terribley mortal catstrofe: constitua un asunto de interspara todos los hombres de la prensa que seocupaban de los sucesos y otras noticias. Una de lasprimeras preguntas que me hicieron fue que cmoexplicara la ola de crmenes que padeca NuevaYork. Respond, naturalmente, que posiblemente sedebiera a la cantidad de conferenciantes ingleses quehaban desembarcado all en los ltimos tiempos.Dado el ambiente que se viva en aquel momentopareca razonable pensar que si les habanentrevistado a todos pudieran haberse producidolamentables incidentes.

  • No obstante, Chesterton no slo no se mostraba hostil ante

    los mtodos de los inoportunos periodistas, sino que reconocaen ellos la distancia transatlntica entre culturas. "La tcnicaestadounidense de la entrevista es, en general, muy razonable, ysiempre muy rpida... tiene muchas de las cualidades de laodontologa americana". Aun as, en la prctica, poda dar lugara confusiones. Chesterton cita como ejemplo lo que le sucedi alllegar a una determinada ciudad donde "se haban producidoconflictos laborales". Haba ofrecido algunas reflexiones acercadel capitalismo y el trabajo:

    Todas esas generalizaciones morales e inclusometafsicas fueron reproducidas prcticamente al piede la letra por el entrevistador, que las haba odoexpresar de manera casual y ociosa. Pero sobreaquella columna de filosofa poltica figuraba unextraordinario encabezamiento en enormes letras:"Chesterton toma partido en la huelga de tranvas".Aquello era inexacto. Cuando hice aquelloscomentarios no saba que haba una huelga. De hechoni siquiera saba de qu huelga estaban hablando [Eltrmino norteamericano para tranva es trolley tramen ingls]. Deba de tener la vaga idea de que un grannmero de ciudadanos se ganaban la vidatransportando cosas de un lado para otro encarretillas y haban abandonado tan beneficiosas

  • carretillas y haban abandonado tan beneficiosasactividades. Cualquiera que no fuera periodista,norteamericano o ingls, o conociera algo de eseoficio, habra dado por supuesto que el hombre quehaba escrito el artculo deba haberse vuelto loco derepente para ponerle semejante ttulo.

    Los entrevistadores estadounidenses tendan tambin a

    traducir las palabras de los visitantes extranjeros a su idioma, taly como descubri Chesterton cuando le preguntaron a quinconsideraba el mejor escritor americano:

    He olvidado cul fue exactamente mi respuesta,pero despus de mencionar varios nombres, dije queel mayor genio natural y la mayor energa artsticaprobablemente fueran los de Walt Whitman. Laentrevista publicada era concisa, y a los estudiososde mi estilo literario y oratorio les interesar saberque lo que dije fue: "Mire, amigo, Walt Whitman fueun verdadero hombre de pelo en pecho con sangreen las venas".

    Chesterton concluye sus observaciones sealando que los

    entrevistadores norteamericanos tienen tendencia a dramatizar enexceso los encuentros antes de entregar su artculo a la prensa:

  • Las transcripciones son muchos ms vulgares einsolentes de lo que lo fueron las conversaciones.Posiblemente forme parte del hecho de que seambiciona e idealiza cierta vivacidad, que para unoses vitalidad y para otros vulgaridad. Hay quecomprender que esta vulgaridad es un ideal que estpor encima de la realidad. Un joven muy callado einteligente, con sombrero negro y unas gafas deconcha, solicitar la entrevista con una cortesaimpecable, aguardar a que aparezca el entrevistadocon exquisita paciencia, se dirigir a l educadamentedurante veinte minutos y se despedir con todatranquilidad. En el peridico de la maana, impresoen grandes letras, uno leer cmo tuvo que golpear lapuerta de la habitacin y perseguir a su vctima hastael tejado o sacarla a rastras de debajo de la cama;cmo sonsac al sujeto respuestas a toda clase depreguntas directas y despiadadas. A m meentrevistaban frecuentemente por la noche, y nuncame daba cuenta de los atroces insultos que medirigan hasta que al da siguiente lea el peridico. Notena ni idea de haber estado en el potro de tortura deun inquisidor hasta que me enteraba por el peridico.Y entonces, por supuesto, lo crea con una fe ydocilidad desconocidas en cualquier etapa previa dela historia58.

  • la historia58.

    En otro libro de viajes, My Discovery of England, el

    humorista canadiense Stephen Leacock describa el proceso deser entrevistado tras su llegada a Londres y cmo "las preguntasque tena derecho a esperar tras aos de entrevistas en la prensaestadounidense y canadiense no aparecan por ningn lado".Tambin estaba el hecho de que Canad y Estados Unidos,sociedades ms jvenes que la inglesa, tendan a pedir alvisitante su opinin acerca de ellas mismas:

    Pienso especialmente en el tipo de entrevistasque he concedido en Youngstown, Ohio, Richmond,Indiana, y en Peterborough, Ontario. En todos esoslugares, por ejemplo en Ohio, la primera pregunta delreportero fue: "Cul es su impresin acerca deYoungstown?".

    En Londres no ocurri lo mismo. Pareca noimportarles el destino de su ciudad. Puede que setrate slo de orgullo ingls. Por lo que yo s podanestar locos por saberlo, lo mismo que lo estaba lagente de Youngstown, pero eran demasiadoorgullosos para preguntarlo. En cualquier caso,incluir aqu la respuesta que haba escrito en micuaderno de notas (una copia para cada peridico,como hacemos en Youngstown), que dice as:

  • como hacemos en Youngstown), que dice as:"Londres me parece, sin lugar a dudas, una urbe

    con futuro. Situada en el corazn de un rico distritoagrcola con conexiones ferroviarias en todasdirecciones y asentada sobre un lecho de carbn ypetrleo, auguro que se convertir en una granciudad".

    La ventaja de esto es que permite al periodistaelegir el titular exacto: PRONOSTICA UN GRANFUTURO PARA LONDRES. De haber hecho algoas, mi nombre estara hoy en un lugar ms destacadode lo que est (a menos que los habitantes deLondres sean muy diferentes de los de Youngstown,cosa que dudo). De este modo, ahora no saben si sufuturo es resplandeciente o, por el contrario, oscurocomo el cieno. Aunque no es culpa ma. Losperiodistas no me lo preguntaron.

    De igual modo, Leacock sugiere que ninguna entrevista

    norteamericana o canadiense estara completa sin alguna alusinal tema de "nuestras mujeres". En Londres "tambin tuve queguardarme en el bolsillo mi impresin acerca de las londinensesmientras un joven insista en preguntarme si, en mi opinin, laliteratura moderna deba ms a la observacin y menos a lainspiracin que algn otro tipo de literatura"59.

    El escritor de perfiles biogrficos del New Yorker, A. J.Liebling, declaraba que "no hay prcticamente ninguna

  • Liebling, declaraba que "no hay prcticamente ningunacircunstancia en la que a un norteamericano no le guste serentrevistado. Tuve ocasin de verificar esto entre lasanfractuosidades de los montes tunecinos, sometidos a fuego demortero. Somos gente habladora, nos encanta que nos prestenatencin, estamos ansiosos de que se nos distingaindividualmente"60. Truman Capote coincida con l en estaapreciacin: "Es posible entrevistar a cualquiera si uno lo hacedel modo adecuado. Si se considera atentamente el problema,no hay una sola persona en el mundo, desde un prisioneroviolento a la ms parlanchna actriz de variedades, que no estdispuesta, planteando la situacin cuidadosamente, a hablar de smisma". Otro comentarista describa Estados Unidos como "elparaso de los entrevistadores. En qu otro lugar podraentrevistar a un asesino su mejor amigo?"61.

    Estados Unidos tambin es el hogar natural delentrevistado. Cuando ste es un profesional, puede ser tandiestro en su arte como el entrevistador. El prototipo fue MarkTwain, y ms recientemente ha habido resueltos partidarios deser entrevistados como James Thurber, Truman Capote yNorman Mailer. En su biografa de Thurber, Charles Holmesescriba que el famoso humorista raramente se negaba a unasolicitud [de entrevista], en parte porque haba sido periodista ysimpatizaba con los reporteros, y en parte porque era uno de losmayores charlatanes de su tiempo. Tena opiniones acerca detodo y le gustaba exponerlas. Era un gran contador de historias yun imitador soberbio, al que le encantaba disponer de pblico. A

  • un imitador soberbio, al que le encantaba disponer de pblico. Alo largo de los aos, convirti la entrevista-monlogo en un arte,en el equivalente oral del ensayo autobiogrfico que tan a laperfeccin desarroll en su prosa. Era quiz la forma que ms leatraa segn fue envejeciendo. La clave estaba en el equilibrioentre su estilo, convencional y desenfadado (una cualidadespontnea en l), y la estructura bsica de los tpicos,ancdotas y rutinas que le daban sustancia y coherencia al todo.Segn marchase la entrevista en cuestin, Thurber optaba poratenerse a sus ancdotas habituales o introduca nuevo materialsobre el que improvisaba en funcin de lo que le pidiera elcuerpo62.

    Algunas celebridades casi mereceran una medalla a latolerancia. Cuando en una conferencia de prensa le preguntarona Charlie Chaplin si haba alguna pregunta que no le hubiesenhecho, se vio obligado a contestar: "No lo creo"63.

    IV

    Isaac F. Marcosson, el entrevistador estrella de TheSaturday Evening Post durante las dcadas de 1910 y 1920,comparaba una buena entrevista con el comercio: "Entrevistar adestacadas personalidades es, en ltima instancia, slo unamuestra de habilidad comercial... Los elementos a tomar encuenta en una transaccin comercial, ya se trate de maquinillasde afeitar, jabn o zapatos, son, en gran medida, los mismos quepermiten salir airoso a la hora de tratar con personajes difciles oinaccesibles y convencerles de que hagan declaraciones para su

  • inaccesibles y convencerles de que hagan declaraciones para supublicacin"64. Marcosson no slo entrevist a los protagonistasde la I Guerra Mundial como Lloyd George, sir Douglas Haig,Foch y Clemenceau, sino que tambin consigui lo que l mismoconsideraba un mayor desafo: "hacer hablar a las esfinges deWall Street", a legendarios financieros como E. H. Harriman yThomas F. Ryan. "Con el flujo de informacin, que yo contribua acelerar, comenz a producirse una nueva actitud del pblicohacia ellos. La publicidad siempre compensa"65.

    Otro artista de las entrevistas fue Edward Price Bell delChicago Daily News, que entrevist a Benito Mussolini, aRamsay MacDonald, al doctor H. W. Evans (el brujo imperialdel Ku Klux Klan), Raymond Poincar y Mackenzie King, entreotros. En su trabajo Major Interviewing: Its Principies and itsFunctions (1929) aseguraba que la entrevista con una destacadafigura poltica puede convertirse en una fuerza moral e intelectualde primer orden, que refuerza slidos principios e ideales,recopila hechos y argumentos vitales, incita a los hombres a laaccin y deja su impronta en la historia. Una gran entrevista esevangelizadora y educativa, transforma la apata moral en ordenmoral, la ignorancia en conocimiento, hace de puente entre elgenio y la comprensin... El objetivo que subyace a la tarea deun gran entrevistador es el de abrir los labios de la sabidura,hacer hablar a la esfinge66.

    Henri de Blowitz se relacionaba con los monarcas y losgrandes polticos a los que entrevistaba prcticamente entrminos de igualdad. Gracias a sus amplios conocimientos era

  • trminos de igualdad. Gracias a sus amplios conocimientos eracapaz "de plantear la pregunta pertinente, orientar laconversacin en la direccin deseada, y ante todo producir esasensacin, sin la cual ningn dilogo, ya sea para su publicacino para otros usos, puede prosperar: la de que la persona queest siendo entrevistada se dirige a un hombre informado,interesado e interesante. En otras palabras, que el encuentro esuna ocasin para el intercambio a dos bandas de informacin ypuntos de vista"67. Otro entrevistador Victoriano, FrankBanfield, perciba una entrevista como "cosa de dos: doscerebros, dos personalidades, dos puntos de vista que entran encontacto. Y, en la medida en que ambos jueguen correctamentesus bazas, la entrevista resultar brillante y atractiva de leer omortecina y tediosa". Opinaba tambin que era "una alianzatemporal de dos hombres inteligentes en igualdad de trminospara la consecucin de un artculo ms o menos dialogado"68.Idealmente, como sostena recientemente George Urban, laentrevista debera beneficiar tanto al entrevistador como alentrevistado: "... el entrevistado se encuentra voluntariaaunque vulnerablemente en manos del entrevistador, pero stecontrae una responsabilidad hacia el hombre que ha accedido aexponerse a su curiosidad. Ambos deberan sentir (aunqueraramente suceda) que estn embarcados en una empresacomn"69.

    Difcilmente sera sta una descripcin adecuada para elencuentro celebrado en Nueva York entre el entrevistadorbritnico John B. Lae, que trabaj para la prensa americana

  • britnico John B. Lae, que trabaj para la prensa americanadurante la dcada de 1880, y el rey Kalakaua de las islasSandwich (posteriormente Hawai), que no pareca tener lamenor intencin de entablar una conversacin. Lae fueintroducido a presencia del rey por el chambeln, un barnalemn, pero no tuvo oportunidad de plantear ni una solapregunta ante la urgencia del monarca por manifestar sus propiasopiniones:

    "S, me gusta Nueva York," declar el morenosoberano, "y admiro sus edificios pblicos y susinstituciones. Creo que las mujeres son muyhermosas, visten con elegancia y tienen los piespequeos. Es un gran pas! Washington tambin eraun gran hombre, el primero en la guerra, en la paz yen los corazones de sus conciudadanos. Me encantansus ostras. Encantado de haberle conocido. Tomeusted una copa con el barn. Adis".

    Me haban despedido. No me pareciapropiado permanecer all ms tiempo, as queestrech la enorme mano morena que el rey metendi y sal acompaado del barn.

    "Le he enseado ese discurso expresamentepara los periodistas", explic el chambeln. "Nuncadice nada ms. Es bueno, nicht wahr? Tomemos unacopa".

    Bebimos. Luego el barn me despidi con un

  • beso en la mejilla y me dijo: "Ahora tengo quehacerme cargo del bao de su majestad".

    Los cometidos de su excelencia parecan sermuy variopintos70.

    En ocasiones, el entrevistado se mostraba tan renuente que

    la entrevista se converta en un ejercicio ftil. El intercambio,involuntariamente cmico, entre un reportero de Nueva York yel presidente Grant en 1874 es una buena muestra.

    PERIODISTA: Excelencia, he venido paraaveriguar, si la pregunta le parece pertinente, cul essu opinin acerca de la cuestin del tercer mandato.La prensa...

    PRESIDENTE GRANT: NO tengo nada quedecir al respecto.

    P: Bueno, yo pensaba que dado que se trata deun asunto que despierta gran inters entre la opininpblica...

    P. G.: No tengo nada que decir al respecto.P.: Me disculpar si le pregunto al menos si en

    caso de...P. G.: No tengo nada que decir al respecto.P.: Slo pretenda decir que en caso de que

    usted tenga buenos motivos para no desear...P. G.: No tengo nada que decir al respecto.

  • P. G.: No tengo nada que decir al respecto