v centenario de santa teresa

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 V CENTENARIO DE SANTA TERESA »  T eresa de Jesú s, más allá de la mística Una muestra en la Biblioteca Nacional recorre la vida y la obra de la autora, nacida en 1515 La esposa de la canción, por GUSTAVO MARTÍN GARO  TEREI! "#N$T EN%! &!'RI' 11 &!R ()15 * ))+1 "ET  A Teresa de Jesús (Ávila, 1515-Alba de Tormes, 1582) se la venera mucho y se la lee poco !ay huellas de lo primero en el millar de conven"os de su orden (carmeli"as descal#as) abier"os por "odo el plane"a y en el despiece de su cuerpo, casi "ambi$n plane"ario %us res"os via&aron de Alba de Tormes (el cora#'n e"irpado para comprobar si la *lecha m+s"ica hab+a de&ado huella) a oma (un pie), sin olvidar la mano ue .ranco aco/i' en su in"imidad para incomodidad de las carmeli"as de onda ue, cada a0o, desde 1 has"a 135, le escrib+an dos car"as para pre/un"ar cu4ndo les devolver+a la reliuia 6s"4 "o"almen"e dispersa 6l d+a de la esurrecci'n *inal necesi"ar4 m4s "iempo ue el res"o7, ironi#a Juan obado, direc"or del 9useo de %an Juan de la :ru#, doc"or en !is"oria del Ar"e y carmeli"a descal#o ;ero Teresa de :epeda y Ahumada *ue "ambi$n la au"ora de la primera au"obio/ra*+a real escri"a en len/ua vul/ar (  Libro de la vida), una escri"ora au"odidac"a capa# de impresionar a un ca"edr4"ico de la <niversidad de %alamanca como *ray =uis de =e'n, ue la admir' "an"o ue edi"' sus obras en el si/lo >?@ y se embarc' en la misi'n de escribir su bio/ra*+a, una "area inconclusa por su muer"e, o *ascinar a un &oven %an Juan de la :ru#, al ue convence para re*undar la orden o sab+a bien la"+n, pero era una lec"ora vora# %u madre le+a a escondidas de su padre libros de caballer+as y Teresa, "ambi$n =e+a adem4s libros de san"os, uer+a hacerse mar"iri#ar como ellos, pero no hay ue ver en es"o una prema"ura vocaci'n reli/iosa sino el a*4n de una ni0a de imi"ar a los persona&es de las his"orias7, des"aca osa avarro, *il'lo/a y ca"edr4"ica de =i"era"ura 6spa0ola en la <niversidad de Barcelona Juan obado y osa avarro son los comisarios ue han pues"o en pie Teresa de Jesús. La prueba de la verdad , la eposici'n or/ani#ada por la Biblio"eca acional de 6spa0a y Acci'n :ul"ural 6spa0ola, inau/urada ayer por los eyes, con mo"ivo del uin"o cen"enario del nacimien"o de la escri"ora A "rav$s de 11C obras, ue incluyen cuadros, manuscri"os, car"as, escul"uras y ob&e"os personales usados por la reli/iosa como su "in"ero, los visi"an"es se podr4n asomar a la sobresalien"e personalidad de una mu&er ue hi#o varias revoluciones a un "iempo la de su con/re/aci'n y la de las le"ras 6n ambas busc' sencille# y cercan+a i&o de ella Derardo ie/o 6scribe no "an"o como habla, sino como es7 ;or ambas *ue eaminada con lupa emasiadas osad+as, ue se a0ad+an a unas cuan"as impure#as (padre mercader y abuelo &ud+o) Teresa de Jesús acabar+a siendo la primera mu&er nombrada oc"ora de la @/lesia (13C), pero en su $poca debi' bre/ar con"ra sus superiores para re*ormar la orden y con"ra la @nuisici'n para publicar su obra 6l  Libro de la vida es"uvo 12 a0os sin la au"ori#aci'n de la @nuisici'n7, de"alla osa avarro Al *inal ella es la ue los vence a "odos adie recuerda a los inuisidores, pero su obra ha permanecido7, observa 6s una mu&er ue "iene hoy mucha valide# 6n "iempos recios, como los de hoy, ella si/ui' adelan"e con su escri"ura con cora&e y ener/+a7, abunda obado 6n la eposici'n Ehas"a el 1 de mayoE, pueden verse documen"os au"'/ra*os de la escri"ora, como varias car"as (a .elipe @@, a su hermana Juana de Ahumada y a damas mecenas), la primera y 

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V Centenario de Santa TeresaTeresa de Jess, ms all de la msticaUna muestra en la Biblioteca Nacional recorre la vida y la obra de la autora, nacida en 1515 La esposa de la cancin, por GUSTAVO MARTN GARZO Tereixa Constenla Madrid 11 MAR 2015 - 00:13 CET A Teresa de Jess (vila, 1515-Alba de Tormes, 1582) se la venera mucho y se la lee poco. Hay huellas de lo primero en el millar de conventos de su orden (carmelitas descalzas) abiertos por todo el planeta y en el despiece de su cuerpo, casi tambin planetario.Sus restos viajaron de Alba de Tormes (el corazn: extirpado para comprobar si la flecha mstica haba dejado huella) a Roma (un pie), sin olvidar la mano que Franco acogi en su intimidad para incomodidad de las carmelitas de Ronda que, cada ao, desde 1939 hasta 1975, le escriban dos cartas para preguntar cundo les devolvera la reliquia. Est totalmente dispersa. El da de la Resurreccin final necesitar ms tiempo que el resto, ironiza Juan Dobado, director del Museo de San Juan de la Cruz, doctor en Historia del Arte y carmelita descalzo.Pero Teresa de Cepeda y Ahumada fue tambin la autora de la primera autobiografa real escrita en lengua vulgar (Libro de la vida), una escritora autodidacta capaz de impresionar a un catedrtico de la Universidad de Salamanca como fray Luis de Len, que la admir tanto que edit sus obras en el siglo XVI y se embarc en la misin de escribir su biografa, una tarea inconclusa por su muerte, o fascinar a un joven San Juan de la Cruz, al que convence para refundar la orden. No saba bien latn, pero era una lectora voraz. Su madre lea a escondidas de su padre libros de caballeras y Teresa, tambin. Lea adems libros de santos, quera hacerse martirizar como ellos, pero no hay que ver en esto una prematura vocacin religiosa sino el afn de una nia de imitar a los personajes de las historias, destaca Rosa Navarro, filloga y catedrtica de Literatura Espaola en la Universidad de Barcelona.Juan Dobado y Rosa Navarro son los comisarios que han puesto en pie Teresa de Jess. La prueba de la verdad, la exposicin organizada por la Biblioteca Nacional de Espaa y Accin Cultural Espaola, inaugurada ayer por los Reyes, con motivo del quinto centenario del nacimiento de la escritora. A travs de 110 obras, que incluyen cuadros, manuscritos, cartas, esculturas y objetos personales usados por la religiosa como su tintero, los visitantes se podrn asomar a la sobresaliente personalidad de una mujer que hizo varias revoluciones a un tiempo: la de su congregacin y la de las letras. En ambas busc sencillez y cercana. Dijo de ella Gerardo Diego: Escribe no tanto como habla, sino como es.Por ambas fue examinada con lupa. Demasiadas osadas, que se aadan a unas cuantas impurezas (padre mercader y abuelo judo). Teresa de Jess acabara siendo la primera mujer nombrada Doctora de la Iglesia (1970), pero en su poca debi bregar contra sus superiores para reformar la orden y contra la Inquisicin para publicar su obra. El Libro de la vida estuvo 12 aos sin la autorizacin de la Inquisicin, detalla Rosa Navarro. Al final ella es la que los vence a todos. Nadie recuerda a los inquisidores, pero su obra ha permanecido, observa. Es una mujer que tiene hoy mucha validez. En tiempos recios, como los de hoy, ella sigui adelante con su escritura con coraje y energa, abunda Dobado.En la exposicin hasta el 31 de mayo, pueden verse documentos autgrafos de la escritora, como varias cartas (a Felipe II, a su hermana Juana de Ahumada y a damas mecenas), la primera y segunda redaccin de Camino de perfeccin y los manuscritos originales de Libro de la vida y Libro de las fundaciones, cedidos por el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Dicen que escriba tan rpido como un notario, aprecia la comisaria. Y es cierto que la caligrafa parece delatar un trazo apresurado, de alguien con muchos quehaceres y poco tiempo.

Portada de 'Las Moradas', de Santa Teresa, de 1577.Para la ocasin hay piezas aportadas por instituciones como el Prado (leos de Alonso Cano o el evocador lienzo de Garca de Miranda sobre el ambiente literario que rode la infancia de Teresa), el Thyssen, la Academia de Bellas Artes de San Fernando, la Fundacin Casa de Alba o el Museo Boijmans Van Beuningen de Rotterdam, que ha contribuido con Visin de santa Teresa del Espritu Santo, el rubens que abre la muestra.A estos prstamos habituales, se ha sumado la colaboracin excepcional de 22 conventos de carmelitas descalzas, que han suministrado objetos que rompen la clausura por vez primera en varios siglos, como la arquilla donde la monja guardaba las cartas, el Ecce Homo (1510) de Albert Bouts que le regal al convento de Toledo o el breviario que utiliz. Estn los libros que escribi y los que ley, incluso algunos prohibidos antes de ser condenados al silencio por la Inquisicin, llenando de pesar a Teresa de Jess: Cuando se quitaron muchos libros de romance que no se leyesen, yo sent mucho, porque algunos me daba recreacin leerlos, y yo no poda ya por dejarlos en latn; me dijo el Seor: No tengas pena, que yo te dar libro vivo.Transgresora y feministaFerrn BonoLa vida y la obra de Teresa de Jess tienen muchas lecturas, como ponen de relieve los numerosos proyectos surgidos al calor del quinto centenario de su nacimiento. La exposicin Teresa de vila. Mstica y transgresoraofrece un enfoque inequvocamente feminista y transfronterizo desde el arte contemporneo. Inaugurada el pasado domingo en el palacio de Pimentel de Valladolid, la muestra rene los trabajos de 20 mujeres artistas de 10 pases.Teresa transgrede sin temor las leyes que su tiempo le imponen por su condicin de mujer. Incumple la prohibicin, impuesta a las mujeres, de leer las Sagradas Escrituras. Desoye la obligacin, impuesta a las mujeres, de leer en voz alta y defiende la oracin interior. Bebe, a travs de Francisco de Osuna, de la teologa mstica oriental, sealan en el catlogo Guadalupe Luceo e Ilse-Mara Dorfstecher, comisarias de la exposicin que se puede ver hasta el 8 de abril en la sala de la Diputacin vallisoletana y luego en Berln en mayo. Rene obras de diferentes disciplinas de Barbara Noculak, Christine Seghers, Concha Gay, Concha Mayordomo, Dolores Fernndez, Feyhan Bayik, Franca Bartholomi o Jolanta Wagner.Otra exposicin, en el antiguo convento del Carmen de Valencia, explora la influencia de Teresa de Jess a travs de una serie de obras de arte moderno y contemporneo de la coleccin del IVAM. Especialismo cromtico parte de una metfora artstica de los conceptos metafsicos de la poesa teresiana para distribuir mediante las nociones (y salas) Moradas, Luces y Sombras, Silencios, Vaco o Mstica las piezas del Equipo Crnica, Tpies, Torres-Garca, Soulages o Chillida. El poeta Jaime Siles, la exdirectora del IVAM Consuelo Ciscar y el vicerrector de la Universidad Catlica de Valencia Jos Luis Snchez son los comisarios de la muestra, que se clausurar el 5 de abril.La esposa de la cancin. Escribir para Santa Teresa es relacionarse con lo que desconoce. La bsqueda de un interlocutor que le haga decir lo que no sabe explicar. Cinco siglos despus de su nacimiento seguimos leyndola con gozo. Teresa de Ahumada, de la clandestinidad a la mstica Gustavo Martn Garzo 11 OCT 2014 - 00:00 CEST Santa Teresa, escribe Cioran, era una esposa de la cancin, un corazn traspasado, el misterio del solitario, de una pasin divina imparcial, la misma fuerza, lo mismo... Todo su tambaleo en un trance de xtasis es la esposa del Cantar que deambula y no encuentra, es todo el embebecimiento sabroso, es la esposa de la cancin que ha logrado su propsito, o que ha sido secuestrada por sorpresa. Una esposa en busca de su amado, que sigue su rastro en la oscuridad, que se adentra con l donde nadie puede verles.El Dios en el que cree Santa Teresa no es una entidad abstracta, como el dios de las grandes religiones, sino que tiene una dimensin humana. No solo habla con l sino que llega a describirlo fsicamente: habla de su cuerpo, de sus gestos, del color de sus ojos. Habla de l como la esposa del Cantar lo hace de su amado. Y, como la esposa, tambin ella busca un lugar escondido y secreto, donde recibirle, pues todo ese mundo de visiones, arrobamientos y gozos inefables, ese mundo de hermosos desatinos de los que ella da cuenta en sus escritos solo hablan del cuerpo transfigurado por el amor.Los pasajes en que nos cuenta sus raptos no tienen nada en comn con los delirios de un psictico. Un delirio es un sueo que no se puede compartir, que solo le pertenece al que lo tiene, que no cabe abandonar. Y los delirios de Santa Teresa lejos de apartarla del mundo la hacen soar con una comunidad de iguales, una comunidad de mujeres. En realidad, tan pronto se encuentra con Dios corre a reunirse con sus monjas para contrselo. Y como prueba de ello ah est el Libro de la vida, que es sin duda uno de los libros ms extraordinarios, inclasificables y deleitosos que se han escrito en nuestra lengua. Una Sherezade celeste es lo que Santa Teresa soaba ser.Santa Teresa no se limita a hablar con Dios sino que lo ve, y se ve atravesada por l. Este es el famoso pasaje en que Santa Teresa describe uno de esos encuentros: Vi a un ngel cabe m hacia el lado izquierdo en forma corporal... No era grande, sino pequeo, hermoso mucho, el rostro tan encendido que pareca de los ngeles muy subidos, que parece todos se abrasan... Veale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me pareca tener un poco de fuego. Este me pareca meter por el corazn algunas veces y que me llegaba a las entraas: al sacarle me pareca las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor que me haca dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandsimo dolor que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No es dolor corporal, sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto. Es un requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad lo d a gustar a quien pensare que miento... Los das que duraba esto andaba como embobada, no quisiera ver ni hablar, sino abrasarme con mi pena, que para m era mayor gloria, que cuantas hayan tomado lo criado.Es de ese espacio sustrado a la identidad, a la razn, al alba, de lo que habla en sus trancesSe trata de un rapto consentido, la escena de una amante arrebatada en la noche por el ser que ama. Estamos en el reino de la adoracin, y adorar algo es abandonar el reino del yo, del sujeto, y desaparecer en esa noche de la que hablan las canciones de alba. Los amantes, en esas canciones, no quieren que la noche termine, no quieren que amanezca porque eso supone encontrarse con aquellos que eran antes de conocerse. El cuerpo del amor se vuelve transparente, escribe Jos ngel Valente en uno de sus poemas. Y aade: No busca el alba, no amanece el cantor. Es de ese espacio sustrado a la identidad, a la razn, al alba, de lo que habla Santa Teresa en sus trances.La poesa, escribi Lorca, no quiere adeptos sino amantes. Pone ramas de zarzamoras y erizos de cristal para que se hieran por su amor las manos que la buscan. Santa Teresa es una de esas amantes, por eso sufre constantes trastornos y llega a enfermar una y otra vez en ese camino de perfeccin. Se ha hablado de crisis epilpticas, de problemas histricos, de trastornos derivados de unas fiebres reumticas mal curadas y de otras dolencias reales o imaginarias. Pero su cuerpo es el cuerpo de todos los seres heridos de los cuentos.Los cuerpos heridos por la pena o el desprecio de los dems, que no fue sino lo que ella misma tuvo que sufrir a causa del origen judo de su familia y de su condicion de mujer. Es la ley de los cuentos, que nada est completo, por eso su mundo est poblado de seres y lugares rotos. Seres a los que les faltan los brazos, que no pueden ver o andar, que viven presos en torres que nadie visita, que han perdido la voz o que tienen que realizar las tareas ms complicadas o visitar los reinos ms extraos.Santa Teresa siempre cumple con esas tareas y regresa de esos reinos. Como el trapecista, vuela a lo alto, pero sabe que tiene que descender, ocuparse de sus monjas, de su escritura, de sus compromisos con el mundo y con su propia fe. Por eso quiere reformar el Carmelo, para hacer frente a esos compromisos. Para ella, un convento es un lugar donde vivir. De ah su humor, la irona que desprenden sus escritos. La irona transforma el templo en una casa.Que nada est completo es la ley de los cuentos, por eso su mundo est poblado de seres rotosNo era grande, sino pequeo, escribe del ngel que la visita. Ese ngel es una metfora preciosa del amor, porque el amor, como el juego de los nios, es el reino de lo pequeo. La celda en que escriba Santa Teresa era un lugar diminuto. Escriba sentada en el suelo, poniendo el papel sobre el duro jergn, ya que apenas haba espacio para ms. Es curioso sealar a este respecto la importancia que tienen los diminutivos en el Libro de la vida. Se ha hablado de su valor afectivo, y de cmo esa forma gramatical expresa el estado de pobreza espiritual del alma que empieza su camino de perfeccin, pero su verdadero significado es otro.Casa de trece pobrecillas, unos trabajillos envueltos en mil contentos, una triste pastorcilla, estas maripositas de las noches..., todos esos diminutivos son su manera de mantenerse en ese reino de lo pequeo esencial. Lo pequeo es el smbolo de lo que est en el umbral, lo abierto a otras formas de realidad, al lugar donde viven los deseos. Su mundo es el mundo de graciosa afectividad de los villancicos y las canciones populares.Pero no es la escritura tambin una forma de hacerse pequea, de desaparecer en ese silencio que es su sola razn de existir? Santa Teresa no escribe porque se lo hayan pedido sus superiores, pues de ser as cmo sus palabras tendran esa gracia, estaran tan llenas de deseo? Escribir para ella es relacionarse con lo que desconoce. La bsqueda de un interlocutor providencial que le haga decir lo que no sabe explicar; la espera, en suma, de la gracia. Una respuesta a preguntas que no nos habamos hecho, eso es la gracia para ella. Tal es el misterio de Santa Teresa, y lo que hace que cinco siglos despus de su nacimiento podamos seguir leyndola con gozo: transforma la religin en poesa. Porque religin y poesa no siempre son lo mismo (y esta es la desgracia de las religiones). La religin nos ofrece respuestas; la poesa nos ensea a amar las preguntas aun sabiendo que no pueden ser contestadas. Gustavo Matn Garzo es escritor.