usos de los recursos naturales marinos … · la importancia de los entornos marinos y su riqueza...

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Tema: Usos de los recursos marinos como producto turístico. Autor: Carlos Elejabeitia von Spacek-Streer

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USOS DE LOS RECURSOS NATURALES MARINOS COMO PRODUCTO TURÍSTICO

Carlos Elejabeitia von Spacek-Streer

Consultor [email protected]

INTRODUCCIÓN

Como región geográfica, Canarias se caracteriza por su condición de archipiélago oceánico. La importancia de los entornos marinos y su riqueza natural se refleja en muchos ámbitos de la vida en las islas. No sólo en sectores de actividad económica, como transporte, comunicaciones, pesca y acuicultura y, más incipientemente, energías renovables, biotecnología y otros campos de investigación científica. El mar y la costa también son elementos clave en la que sigue siendo la industria más decisiva en el modelo de desarrollo socioeconómico regional: el turismo. Sus recursos y paisajes sirven de inspiración y escenario para eventos sociales y manifestaciones culturales, protagonizan platos característicos de la gastronomía local y amenizan los momentos de ocio. El mar separa físicamente unas islas de otras, pero también conecta y une a los canarios en sociedad. Es parte indisociable de nuestra idiosincrasia y de nuestro futuro.

Aunque la huella del ser humano sobre el mar y las costas de Canarias es cada vez más manifiesta, éstos aún albergan una gran riqueza natural, de la que queda mucho por descubrir y aprender. Con la reciente crisis mundial, ha tomado un firme impulso la sensibilización frente a las carencias del modelo de desarrollo económico y social. Renovadas perspectivas y novedosos planteamientos y estrategias para abordar los retos de sostenibilidad han comenzado a destacar, también en la forma de concebir y gestionar turismo. Siendo el marino-costero un tan atrayente ambiente, como lugar de asentamiento, espacio de ocio y escenario turístico, es necesario prestar mayor atención a los entornos naturales marinos y su biodiversidad, para aprovechar plenamente las ventajas que ofrecen. Son muchas las oportunidades y válidos los argumentos que podemos encontrar para dinamizar la economía y contribuir al bienestar social, otorgando a estos indispensables e irrenunciables activos el protagonismo que merecen.

Estelas marinas en Canarias. Imagen ganadora del concurso de NASA 2014

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1. IMPORTANCIA TURÍSTICA DE LOS RECURSOS NATURALES MARINOS

El bienestar económico y social presente y futuro de las islas depende fuertemente de la evolución y éxito de su industria turística. De aquí deriva la importancia de asegurar su desarrollo sostenible, mediante una estrategia que sepa aprovechar sus fortalezas competitivas y ventajas diferenciadoras, acorde a las circunstancias, necesidades y condicionantes existentes en cada momento.

En este capítulo concretaremos un conjunto de argumentos que explican las ventajas de adoptar un enfoque más completo y una actitud más decidida para integrar los recursos naturales marinos en el desarrollo de la oferta y la actividad turística en Canarias, con el fin avanzar en competitividad y en la tan necesaria estrategia de sostenibilidad turística regional. Estos argumentos son, a priori, obvios y sencillos: los recursos naturales marinos y marino-costeros aplicables al turismo en Canarias

• son muchos y diversos; • están disponibles y son aprovechables para añadir valor; • son de bajo coste y alta rentabilidad; • ven realzado su atractivo por la singularidad y características del destino; y • ven reforzado su valor por la popularidad y pujanza de segmentos turísticos afines a

ellos.

Abundancia y diversidad

El litoral de las islas Canarias suma un total de 1.553km de longitud, equiparable a la distancia entre Lanzarote y Madrid, y abarca una superficie de casi 11.000 hectáreas.1 Los entornos naturales costeros y marinos existentes aquí son numerosos y diversos, incluso en el ámbito de una única isla: desde diferentes tipos de playa, hasta acantilados con paredes que se elevan más de 1.000m sobre el nivel del mar (algunos hasta 800m en vertical), pasando por costa de baja altura con diferentes ecosistemas, tipos y relieves costeros (charcas, pedregales arenosos, dunas, rasas, levantadas, etc.) y otras formaciones y accidentes geológicos. Incluso entornos naturales más alejados del litoral tienen un insospechado origen marino (por ejemplo, jables y jameos).

Archipiélago Chinijo

La Rapadura, Tenerife

1 ISTAC (2014). Extensión referida a los primeros 500m. de territorio desde la costa (OCEANA, 2013).

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Por su importancia para describir la evolución geológica y las características geográficas del archipiélago, no pueden dejar de mencionarse los fondos submarinos. La cantidad de entornos marinos y costeros de superficie representa una porción mínima, en comparación con la extensión de su territorio submarino. Y es que las aguas españolas del archipiélago canario abarcan 500.000km2 (Reino de España, 2009 en OCEANA, 2011), una cifra equiparable a la extensión de superficie de todo el territorio nacional español. A tenor de este dato, resulta que el ámbito geográfico marino canario conforma el 98,4% del territorio regional y la mayor parte se encuentra en profundidades de más de 3.500m (ibíd.).

Como los de superficie, la variedad de ecosistemas y paisajes submarinos también es grande: desde el dinámico y rico canal de Prim entre La Gomera y Tenerife, hasta las más amplias plataformas, veriles y someros fondos en las más antiguas islas orientales. La coexistencia de una gran diversidad de elementos atlánticos, mediterráneos y tropicales, desde cosmopolitas hasta endemismos macaronésicos y canarios, es una destacable y valiosa característica de los ecosistemas marinos de la región.

Playa Nogales (La Palma)

Paraje de El Confital (G. Canaria) Águila pescadora o Guincho

Hasta la actualidad se ha catalogado un total de 226.000 especies marinas en todo el mundo, una cifra que se estima crecerá anualmente en 2.000 especies y que puede llegar hasta un millón o incluso dos. Tal es la magnitud de la biodiversidad de especies marinas a nivel global y nuestro grado de desconocimiento sobre ella. La fauna y flora marina de Canarias es rica en diversidad, aunque no destaca de igual forma en cuanto a endemismos, en comparación con su flora y fauna terrestre:

«La cantidad de especies marinas de fauna, flora, algas y hongos de Canarias asciende a 1117 familias, 2.619 géneros, 5.232 especies y 63 subespecies. Las cifras de taxones endémicos, 164 especies y 5 subespecies, son bajas si se comparan con el medio terrestre. Esto se debe a que el mar es un medio uniforme, particularmente en las zonas más profundas, que muestra una menor variación de sus características físicas que los ambientes terrestres, tanto espacial como temporalmente. A su vez, la mayoría de los organismos marinos cuentan en alguna fase de su desarrollo con una alta capacidad de dispersión, y de ahí esta “aparente pobreza” en lo que a la singularidad de sus elementos biológicos constituyentes se refiere» (Gobierno de Canarias, 2003).

Como se menciona en este informe, debe tenerse en cuenta que sólo se lleva 30 años estudiando en profundidad la diversidad marina de Canarias, por lo que no debe sorprender que aumente la relevancia de sus entorno marinos para la ciencia: «No debemos perder de vista que el medio marino cubre el 73 % de la superficie terrestre, y a escala mundial por cada especie marina encontramos siete terrestres. En la actualidad, en Canarias, esta ratio es de una especie marina por cada tres terrestres aunque estas cifras previsiblemente variarán a medida que se intensifiquen los estudios» (ibíd.).

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Muestra de ello es el nuevo impulso que ha tomado la divulgación y conservación de tiburones, rayas y quimeras en Canarias y también los resultados de estudios de investigación de los fondos marinos que han llevado a citar por primera vez en Canarias especies como el pez armado, corales negros o la ostra gigante. De la adquisición y transmisión de nuevos conocimientos acerca de estos y otros recursos dimana nuevo valor de aprovechamiento, que refuerza la base para mejorar, innovar y diversificar la oferta turística.

Coral

Estrella canaria

Manta diablo o maroma Cachalote

Disponibilidad para el aprovechamiento

La importancia de biodiversidad genética, especies y ecosistemas para la vida en el planeta es incuestionable. Los recursos naturales sirven como fuente de alimento y base para la investigación farmacéutica y de biomedicinas, para el sector textil, la producción de materiales o cosméticos y para la industria turística y de ocio. No solo como materia prima para la producción, sino también como recurso natural para la mitigación de la contaminación y la minimización de riesgos naturales, como fuente de aprendizaje para comprender procesos ecológicos exitosos y como inspiración para diseñar productos, maquinaria y sistemas artificiales. El valor intrínseco de la biodiversidad aumenta si se considera su papel para proveer valor, más allá del ámbito científico, económico y ecológico, como patrimonio cultural y espiritual, por su valor estético o, simplemente, como legado para generaciones futuras.

Una amplia variedad de recursos marinos está, pues, disponible para ser aprovechada de múltiples formas por el ser humano. Según el tipo recurso y en función su naturaleza, características, estado de conservación, regulación existente, accesibilidad, etc., será más racional o viable uno u otro tipo de aprovechamiento. Tomemos como ejemplo los cetáceos, que habitan las aguas de nuestras islas y en torno a los cuales se desarrolla una de las más pujantes ofertas de turismo marino en Canarias y en el mundo: el turismo de observación de cetáceos.2 El conjunto de valores que deriva de la existencia de los cetáceos y su hábitat es amplio. De entre ellos, la actividad turística de observación de cetáceos es sólo uno. Otros se refieren a su valor como recurso de investigación, de ayuda a la pesca, icónico, mitológico–espiritual, de caza de subsistencia, estético, médico o terapéutico.3

Como el de los safaris para observar mega-fauna en la sabana africana, se trata de casos paradigmáticos, mediante los cuales se reafirma que nuevos usos más responsables (como el turismo) pueden superar con creces el retorno económico y los beneficios socioculturales de aprovechamientos tradicionales (como la caza), al tiempo que minimizan

2 En adelante TOC.

3 También ecológico, de amenidad ambiental, de captura y otros de tipo sociocultural (IFAW, 1997).

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el impacto negativo sobre el recursos explotados. Asimismo, existen ejemplos modélicos que muestran los beneficiosos retornos que ofrecen ecosistemas marinos y áreas marinas protegidas (casos de reservas en Belice, Ecuador, islas Fidji o Panamá). En ellos, una adecuada gestión, llevada a cabo en estrecha relación con el desarrollo turístico, ha promovido un claro incremento de ingresos, diversificación de la economía y mejoras socioculturales.

En virtud del carácter interdisciplinar y multidimensional del turismo, cuanto más amplio sea el conjunto de valores y usos posibles del recurso, mayor potencial ofrece a la actividad turística, pues podrá ser integrado y puesto en valor de múltiples formas y servirá de base a diferentes diseños y enfoques de oferta turística. En algunos casos, el uso de recursos naturales marinos se realiza necesariamente in situ, en el propio medio. En otros, la relación entre el tipo de aprovechamiento y el mar y sus recursos es menos directa y se refiere al origen del recurso (por ejemplo, acuarios y parques temáticos marinos) o se concreta en el uso del espacio marino como marco de la actividad (por ejemplo, deportes náuticos, eventos, etc.). Es apreciable el mayor apoyo dado recientemente en Canarias a la oferta relacionada con el medio natural marino (turismo activo y deportivo, observación de naturaleza, senderismo, integración la temática marina en otra oferta, servicio y eventos, etc.), que ha aumentado su presencia y variedad.

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Turismo: ¿aprovechamiento «consuntivo» o «no consuntivo»?

Es obvio el carácter consuntivo de actividades como la pesca extractiva y la captura o recolección para fines científicos, pues influyen directamente en la disponibilidad del recurso natural. Otras, aun siendo esencialmente «no consuntivas», como el transporte, la generación de energía o la actividad turística, pueden provocar impactos que afecten negativamente a sus características biológicas y ecológicas y su capacidad de reproducción o regeneración, incluso a corto plazo. Es decir, se presentará en mejor o peor estado para usos futuros y será más o menos abundante, en función de los impactos producidos sobre los individuos, las poblaciones, la calidad genética y los elementos que forman parte de su ciclo de vida y su hábitat y del equilibrio natural del ecosistema.

Evidentemente, cualquier actividad humana, incluida la mera presencia, produce un impacto. Hasta un uso que podría considerarse como «no consuntivo», como es el turismo de observación de cetáceos, puede tener un impacto notable, si se ven alteradas las condiciones del entorno que originalmente atrajeron a los animales a las áreas de avistamiento. El incremento de presión humana (acoso a los animales, actividad continuada, presencia de otras embarcaciones) y el aumento de contaminación (arrojar desechos por la borda, ruidos, limpieza de sentinas, materiales artificiales degradados, emisión de residuos líquidos y gaseosos, contaminación y residuos del núcleo turístico o poblacional, etc.) pueden mermar el atractivo y, en el peor de los casos, llevar a la desaparición del recurso turístico.

Por ello, desarrollar y gestionar las actividades turísticas con criterios de responsabilidad y bajo el principio de precaución, es crucial. Primordialmente, cuando se ofrecen sobre la base de unos recursos naturales que son frágiles y en un medio cambiante, complejo, difícil de monitorear, no sometido a fronteras legales y aún en buena parte desconocido, como es el marino. Debe evitarse la connivencia y complicidad con malas prácticas que puedan afectar al equilibrio ecológico del área o del recurso, tanto en la toma de decisión sobre medidas de gestión pública como en las actitudes y actuaciones por parte de los operadores turísticos y participantes. Todos deben convertirse en custodios del recurso natural que aprovechan, para que lo que de él se extraiga sea únicamente una experiencia de alto nivel de calidad.

Por lo que respecta a los extensos y biodiversos fondos marinos canarios, una de las particularidades del archipiélago, por su condición de oceánico, es la inexistencia de plataforma oceánica y la escasa plataforma insular. Ello impone requisitos especiales y limitaciones de acceso físico a estos entornos, lo cual puede condicionar decisivamente su aprovechamiento turístico, al menos in situ. Sin embargo, esa misma inexistencia de plataforma insular juega a favor de la posibilidad de encontrar especies típicamente oceánicas muy cerca de las costas, con la consecuente oportunidad de integrar nuevos recursos en la oferta turística. Esta ventaja comparativa se suma a la que supone poder dar a conocer tan diferentes entornos y acceder y visitarlos en relativamente corto espacio de tiempo. Sin pretender obviar el reconocimiento de Canarias como destino de buceo y submarinismo, puede afirmarse que el protagonismo de plataformas, volcanes, cañones, canales, bancos, cuevas y otros accidentes, formas y hábitats de los fondos marinos de las islas es un hecho novedoso. Incorporados a la oferta turística aún de forma incipiente, estos recursos despiertan cada vez mayor interés de aprovechamiento, entre otros, debido a:

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� los avances logrados en proyectos de investigación científica para mejorar el conocimiento de la geografía y ecología submarina e idear innovadoras propuestas de gestión y conservación (por ejemplo, el importante esfuerzo de estudio de la biodiversidad en el medio pelágico llevado a cabo durante los 90, los estudios del impacto de los sonares marinos sobre los cetáceos, la investigación sobre los recursos pesqueros de profundidad, el estudio del hábitat del cachalote a cargo de SECAC y WWF y otros proyectos llevados a cabo para documentar los fondos marinos del archipiélago e identificar aquellas zonas de gran importancia ecológica, como la EXPEDICION CANARIAS 2009 de OCEANA o el proyecto INDEMARES para inventariar y estudiar áreas marinas para la red Natura2000;

� el impacto mediático de los anteriores y de otros descubrimientos arqueológicos y fenómenos geológicos que hemos tenido el privilegio de poder seguir de cerca, tales como el reciente hallazgo de fósiles de tiburón gigante Carcharodon megalodon o el proceso de erupción submarina que tuvo lugar frente a la costa de La Restinga en El Hierro. También el impacto social y mediático de actividades humanas y proyectos de explotación de recursos que afectan al equilibrio ecológico de ecosistemas submarinos (lamentablemente, en muchas ocasiones, impactos debidos a la controversia que suscita el riesgo medioambiental derivado de actividad pesquera, hotelera y agrícola, maniobras militares, construcción de infraestructuras, tráfico marítimo, prospecciones petrolíferas, etc. y otros proyectos como, por ejemplo, los que plantean la reintroducción de la tortuga boba y del lobo marino en Canarias;

� el efecto divulgativo y educativo de las iniciativas, proyectos y fenómenos mencionados y de otros eventos culturales relacionados. Para saber y poder aprovechar un recurso, es necesario conocerlo y darlo a conocer. Con el valioso esfuerzo de profesionales y aficionados, un cada vez mayor número de iniciativas logran expandir el conocimiento y la divulgación de nuestro mundo submarino, tanto en Canarias como fuera de la región, mediante exposiciones de material gráfico, realización de documentales, desarrollo de conferencias sobre paisajes submarinos, foros y debates participativos sobre los recursos, su conservación y gestión, etc.; y

� el propio éxito turístico de actividades de submarinismo y fotografía submarina (foto-sub, campeonato mundial) y el poder de atracción turística que deriva de la difusión del material gráfico producido, especialmente en la isla de El Hierro, pero también en destinos emergentes de submarinismo, como Tenerife y Lanzarote; y la dinámica turística iniciada sobre la base de proyectos conservacionistas de ecosistemas submarinos, especialmente en Tenerife y Gran Canaria.

Valor del aprovechamiento turístico y rentabilidad

En cuanto al valor del aprovechamiento turístico de los recursos naturales marinos, se destacarán cuatro aspectos:

� Calidad del perfil de la demanda turística. La visión de las generaciones más

jóvenes, los futuros turistas, empresarios, políticos, profesionales, activistas y ciudadanos comprometidos con el desarrollo sostenible, denota un aumento en la preocupación sobre la necesidad de dar respuesta a los retos de conservación medioambiental como prioridad global. Parece clara la gran oportunidad que se presenta para responder a estas demandas con soluciones afines a los recursos naturales, y respetuosas con el medio ambiente.

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Es algo especialmente importante en el ámbito del turismo, por su creciente actividad e impacto a nivel mundial. Precisamente, en determinados segmentos de mercado turístico, capacidad económica y actitud ecológica están directamente relacionadas (FODESTUR & GTZ, 2005; TIES, 2006), como ocurre en el caso de los eco-turistas. Se ha observado una predisposición a un mayor gasto turístico por parte del ecoturista, que desea poder ver atendidas sus preferencias esenciales de viaje: disfrutar de un escenario natural, posibilidad de observar de naturaleza salvaje y dar paseos en la naturaleza. Otros estudios constatan el elevado gasto turístico medio en segmentos especializados de turismo de naturaleza marina (submarinismo, observación de fauna marina y submarina). En Canarias, se ha constatado una clara predisposición por parte de los turistas usuarios de zonas marinas protegidas (ZEC Teno-Rasca) a apoyar financieramente a la conservación medioambiental del área, con cantidades mayores a las propuestas. También se ha evidenciado que la participación en programas de investigación y voluntariado, típicamente cercanos al turismo de observación de naturaleza, van asociados a un mayor gasto turístico. Programas que, por otro lado, siguen extendiéndose en la oferta turística de todo el mundo. La importancia de una demanda de calidad debe considerarse no solo por su mayor capacidad de gasto turístico y responsabilidad en sus decisiones de compra, sino también en su rol multiplicador para atraer nueva demanda similar (efecto boca-oreja) y su contribución a la sostenibilidad del destino a través de su actitud y comportamiento (impacto cultural).

� El dato de que los océanos cubren 70% de la superficie del planeta y más del 90% de la biodiversidad es marina ayuda a comprender la importancia de los ecosistemas costeros y marinos y los muchos servicios ambientales que ofrecen: representan 2/3 del capitán natural del planeta. Estos servicios están relacionados con la provisión, mantenimiento, regeneración y mejora adaptativa de los recursos que explota y usa el ser humano para asegurar y mejorar su bienestar (provisión de materia prima para alimento y la fabricación de productos, recursos genéticos, captación de carbono, protección frente a riesgos naturales, regulación del clima y sus impactos, contribución al ciclo de nutrientes, provisión de fuentes de energía, recreación y ocio y otros valores culturales y espirituales). Un tipo de turismo sostenible y respetuoso con los recursos naturales marinos contribuye a mantener los servicios que el ser humano, también los empresarios y profesionales de turismo marino y los turistas, aprovecha a coste cero en términos absolutos. El beneficio que se obtiene gratuitamente de la naturaleza es una ventaja empresarial. Si se mantiene, disminuyen los costes de explotación, directos e inducidos. Es decir, estos servicios contribuyen a minimizar las necesidades de financiación de la oferta turística desarrollada en torno a ellos y de subvención del sector turístico. Además, debe considerarse que dichos servicios aseguran el buen estado de conservación medioambiental de los entornos y recursos naturales para otros usos, presentes y futuros. Como consecuencia, se minimizan los costes al consumidor final, mejoran las condiciones en que éstos pueden disfrutar de la experiencia turística y se generan nuevas oportunidades de negocio. En definitiva, los recursos naturales (marinos) pueden considerarse recursos renovables, de forma que, en condiciones normales, nos obsequian de forma continuada y sin disminuir su productividad un retorno de la inversión que hemos hecho para poder aprovecharlos. La mayoría de activos que podemos encontrar en la industria turística no cuentan con unos atributos tan ventajosos de rentabilidad. La única premisa necesaria para mantener dicha rentabilidad es la gestión adecuada y un aprovechamiento sostenible que asegure la supervivencia del recurso y su buen estado de conservación.

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Cada vez más estudios confirman la idea de que el coste de gestión sostenible es, en el largo plazo, decisivamente inferior al coste que provoca la desaparición del recurso o la imposibilidad de seguir aprovechándolo, bien por sobreexplotación o por pérdida irreparable del equilibrio ecológico que lo hace viable y aprovechable.

� Integración e incorporación a la dinámica de desarrollo del territorio. Es comprensible que la definición de límites de un área protegida cumpla la función de servir como referencia de actuaciones y actividades de gestión de recursos. No obstante, no debe ser obstáculo para el dinamismo sistémico de todo el entorno natural. Debe asegurar la compatibilidad con la presencia humana en clave de sostenibilidad, favoreciendo la conexión física del área protegida con el resto del territorio (y con otras áreas protegidas a modo de corredores, como ya se ha venido practicando en el entorno terrestre) y estimulado una relación de intercambio funcional con las necesidades y actividades humanas. La introducción de usos innovadores, en coexistencia con los tradicionales, contribuye a evitar que áreas marinas protegidas se conviertan en “áreas–museo” que se degradan poco a poco por exceso de celo en la prevención de los impactos humanos previstos en planes de gestión que imponen restricciones excesivas al acceso de los recursos y espacios naturales y sus usos tradicionales. Por su carácter dinámico y necesariamente innovador, el turismo es una poderosa herramienta para crear contenidos para esas áreas e incorporarlos a las necesidades de desarrollo del territorio. Por otro lado, si aumenta el número de usuarios, aumentará el número de personas que pueden contribuir a velar por la conservación de los recursos, máxime, cuando de ese buen estado depende su profesión, negocio o forma de vida. Sirvan de ejemplos inspiradores los programas canarios Red PROMAR y Poseidón, que integran participación ciudadana y validación científica por parte de especialistas y profesionales experimentados, en pro del conocimiento y la minimización de impactos sobre los recursos marinos.

� Rentabilidad de negocio y otro valor añadido: no parece adecuado definir una correspondencia fija de rentabilidades medias intrínsecas al aprovechamiento turístico de los recursos naturales marinos, por cuanto el camino hacia el éxito de cada proyecto empresarial es único. Cierto es que una de las ventajas reconocidas de adoptar la sostenibilidad, como estrategia de desarrollo de la empresa, es la minimización de costes. También la especialización profesional y empresarial es un vector de incremento de la rentabilidad de las operaciones. Por ejemplo, la evolución del TOC a nivel mundial evidencia un rango de rentabilidades que comienzan en mínimas para un tipo de oferta generalista, poco especializada. Estas rentabilidades pueden verse aumentadas exponencialmente a medida que se abordan segmentos de mercado con predisposición a un mayor gasto, como pueden ser el ecoturismo, segmentos LOHAS, o programas de turismo científico o de voluntariado, como se mencionó. Esta rentabilidad se refiere a la económica directa exclusivamente, pero deben considerarse además otros tipos de rentabilidades cuyo efecto económico se hace más patente a medio y largo plazo: a) rentabilidad social obtenida por generación de reputación de la empresa, imagen de marca y actividad y aceptación y apoyo por parte de la comunidad local; y b) rentabilidad por minimización de costes medioambientales, no sólo en las operaciones de la empresa, sino también en el ámbito más próximo de los que participan en ella (costes en los que incurre el trabajador de forma individual) y en la zona de operaciones (carga proporcional del coste de medidas medioambientales adoptadas por la comunidad para hacer frente al incremento de presiones, riesgos e impactos). Con ellas, el efecto beneficioso puede llegar a ser aún más significativo y decisivo.

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Además, un muy oportuno punto de apoyo lo constituye el crecimiento a nivel mundial del turismo ligado a los recursos y entornos naturales, como veremos a continuación.

Pujanza del turismo de naturaleza

Existe una sólida relación entre turismo y naturaleza, la cual genera ventajas de las que ambos se benefician recíprocamente. El vínculo entre las empresas turísticas y los entornos naturales que aprovechan para el desarrollo de su oferta ha dado lugar a una notable actividad económica en muchos territorios. De un lado, ha servido como vehículo para dinamizar y consolidar el tejido social y económico. De otro, ha ofrecido oportunidad para instrumentalizar y materializar las iniciativas de ciudadanos, trabajadores, profesionales y empresarios y dar respuesta a sus motivaciones. Consecuentemente, se ha generado ingresos, riqueza, empleo y se ha contribuido el mantenimiento del nivel de bienestar individual y comunitario, económico y social, en muchos casos a través del aprovechamiento sostenible de los recursos, sin necesidad de realizar enormes inversiones en infraestructura o equipamiento, ni de realizar ocupaciones o transformaciones masivas del entorno natural, sino precisamente protegiéndolos y conservándolos.

El turismo de naturaleza ha sido definido como, «…un viaje a áreas naturales que están relativamente sin perturbar o contaminar, con el objetivo específico de estudiar, admirar y gozar el panorama junto con sus plantas y animales silvestres y así mismo cualquier manifestación cultural (pasada y presente) que se encuentre en estas áreas.» (Ceballos-Lascuráin, 1998).

Que el presente y futuro papel del turismo de naturaleza en la industria turística moderna es muy importante, es una idea ya aceptada por numerosos investigadores especialistas y organizaciones del sector y que se refleja en la tendencia de la demanda. En todo el mundo crece el interés por visitar espacios naturales prístinos y tener encuentros con animales salvajes en su medio natural, lo que está implicando a un mayor número de espacios y especies. Sirvan de ejemplo, la sabana africana, la innovadora oferta en parques en Europa central, el crecimiento del turismo en zonas amazónicas, polares y desérticas o la reciente puesta en valor de la Ruta de la Seda como espacio y destino de turismo en el regiones remotas, aun por “explotar”, del continente asiático. Muchos casos confirman el éxito de oferta turística de observación de fauna terrestre y marina: desde mega-fauna (grandes felinos, mamíferos marinos, primates, tiburones) hasta insectos (mariposa monarca), pasando por aves (pingüinos, águila calva, quetzal), otros peces, reptiles, anfibios, cefalópodos, corales y moluscos. El atractivo de la flora como recurso de turismo se ha atribuido principalmente a espacios y hábitats (selvas tropicales, bosques, jardines, campiñas, plantaciones, campos de flores, praderas submarinas, pantanos de líquenes, etc.), pero también una gran variedad de especies se ha consolidado como icono para el turismo (por ejemplo, la impresionante visión de secuoyas y baobabs, las floraciones de cerezo o de Rafflesia, la Heliconia costarricense, el coco de mar de Seychelles o hasta la micro-flora).

Regiones geográficas y países enteros han construido su industria de turismo sobre la relación de beneficio recíproco con los recursos naturales. Un destacado caso es Australia, donde el turismo de naturaleza sigue siendo clave, tanto para el desarrollo del mercado doméstico como internacional y contribuye aproximadamente con un 6% al PIB nacional. En otros, la materialización del potencial de desarrollo turístico cercano a la naturaleza ha ido asociada a incrementos en el retorno de la inversión y sustancial generación de riqueza y empleo. Costa Rica, Namibia e islas Seychelles son ejemplos representativos.

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Tanto para regiones concretas como para segmentos específicos del turismo de naturaleza, existen estudios destacables que cuantifican los impactos. En uno de los primeros análisis del turismo de observación de naturaleza se estimaba que, a nivel mundial, éste genera negocio por valor de 47.000-155.000 millones US$ al año (Ceballos-Lascuráin, 1998). Estimaciones y estadísticas oficiales más actuales arrojan cifras que confirman la tendencia creciente del turismo de naturaleza: el gasto total de turismo de observación de naturaleza salvaje en EEUU superó los 50.000 millones US$ en 2011 (UNFWS, 2011). Se estima que alrededor de un 13% de la total demanda turística en ese país corresponde al ecoturismo (Honey, 2008). En Europa, los gastos asociados a las visitas a la Red Natura 2000 se estiman en torno a 50.000-90.000 millones € al año. El sector turismo en estos espacios implica a 5 millones de empleos (Reino de España, 2014a). En Escocia, del gasto turístico total anual (4.000 millones UK£), el 40% es atribuible al turismo de naturaleza (incluye como principales actividades la observación de naturaleza, visitas guiadas y disfrute del paisaje, turismo activo y deportes) y el 60% de éste corresponde al turismo marino y costero.4

En cuanto a la dinámica de actividades de turismo de naturaleza marina a nivel mundial, ejemplos representativos lo proveen el turismo de observación de cetáceos, que se ofrece en 119 países y genera 1.200 millones US$ de ingresos, para un total de 13 millones de participantes (O´ Connor et al., 2009), y el turismo de buceo y submarinismo, que suma 15 millones de aficionados y 900.000 nuevos miembros certificados cada año por la Professional Association of Diving Instructors (PADI). El desarrollo de éste en el Caribe se ha constituido en el tercer mayor atractivo mundial, con un beneficio potencial estimado en 650.000 millones US$ anuales. También el turismo de observación de aves, una actividad turística que cuenta con una importante componente marina y mercados consolidados en muchos países, especialmente en Reino Unido y EEUU. Estudios cifran en alrededor de 70 millones el número de personas interesadas en esta actividad sólo en EEUU (Sekercioglu, 2003; UNFWS, 2011). La oferta de observación de tiburones y rayas también ha crecido notablemente a nivel mundial durante recientes años, sumándose a los muchos segmentos turísticos que son motor de la conservación de la naturaleza y el desarrollo económico.

Que el turismo estrechamente ligado a la naturaleza haya crecido en sobremanera se ha debido a un claro cambio en la actitud y la motivación del viajero o turista posmoderno. En Europa, el 20% de los turistas escoge destinos verdes y el 10% planifica su viaje de manera sostenible (Reino de España, 2014a). Se ha estimado un aumento anual de la demanda con tasas próximas al 10-12% en el mercado internacional (TIES, 2006)5, siguiendo la tendencia de crecimiento de segmentos de turismo “experiencial” (que integra intereses especiales, como el ecoturismo, cultural, rural, comunitario) y por encima del turismo de sol y playa, un segmento maduro y, por sí mismo, con menor potencial innovador. El de naturaleza es un tipo de turismo que aglutina a una gran diversidad de segmentos. Entre ellos, especialmente el ecoturismo y el turismo de observación de naturaleza siguen contribuyendo al crecimiento y desarrollo sostenible de la industria turística, maximizando el beneficio y minimizando el impacto ocasionado, y frecuentemente asociados a un turismo con alto nivel de calidad.

Paradigma por antonomasia del turismo de naturaleza es el ecoturismo, que ha sido definido como «una forma de turismo de naturaleza, sostenible y no invasiva, desarrollada primordialmente para aprender de primera mano sobre la naturaleza y gestionada responsablemente para minimizar el impacto, el consumo y favorecer lo local (control,

4 Datos de 2010.

5 Otras organizaciones han estimado ratios de crecimiento que van desde un 5% (WTO) hasta un 30% (Nature

Conservancy).

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beneficios, escala). Normalmente se desarrolla en aéreas naturales y debe contribuir a la conservación de tales áreas» (Fennel, 2007). Si bien su reconocimiento como segmento con identidad consolidada es innegable, no se ha perfilado una macro-tendencia de desarrollo estratégico específico sobre áreas marino-costeras y comunidades litorales, lo que implica un potencial para consolidarse en estos entornos. Por tanto, debe prestarse especial atención al turismo de naturaleza, verde, ecológico, etc. en entornos marinos y costeros, pues es una poderosa alternativa para poner definitivamente en valor y aprovechar económicamente los recursos naturales que alberga, de forma sostenible y responsable. De otro lado, los recursos naturales marinos también sirven como base para desarrollar otros tipos de oferta turística con atributos de calidad y sostenibilidad diferenciadores frente a la competencia, aun fuera de su entorno natural.

Singularidad y atractivo del destino

El tratamiento secundario que ha tenido el mar como recurso de turismo en Canarias, más allá del espacio playero, contrasta con el desarrollo de la oferta turística en tierra. Ello ha impelido la condición del entorno natural marino como una mera pieza ornamental del escenario turístico que no ha sido eficientemente aprovechada y, menos aún, promovida como argumento y espacio de actividad turística.

Como reflejaba el «Tenerife tiene seguro de sol» cantado por el grupo musical Los Mismos en 1968, el benigno clima de Canarias ha sido tradicional atractivo para nuestros visitantes. Las razones y mecanismos que explican las agradables condiciones climáticas en Canarias son además responsables de que en nuestros entornos marino-costeros se pueda disfrutar de unas óptimas condiciones climáticas para el turismo, que se repiten en muy pocos destinos del mundo. Su esencia y singularidad encierra un interesante potencial para el turismo de naturaleza. Similar consideración deben tener las singulares características ecológicas del mar y sus ecosistemas, la fauna y la flora marina endémica, así como otros espacios, plataformas y paisajes naturales sobre las que puede tener lugar una oferta turística ligada a los recursos naturales marinos. Un paseo costero o una travesía marina tienen el atractivo añadido de ofrecer vistas panorámicas únicas, así como perspectivas no accesibles desde otros puntos de observación en tierra. También bajo el mar, pues con cada inmersión submarina se presenta la oportunidad de ver algo que nadie anteriormente haya visto.

Otro aspecto definitivamente diferenciador que completa el valor de la singularidad de las islas como destino de naturaleza marino-costera es el hecho de que el visitante puede acceder en corto espacio de tiempo a una gran variedad de atractivos únicos y desarrollar múltiples actividades sin tener que recorrer grandes distancias. No son muchos los destinos a los que se puede viajar para conocer, observar, aprender y disfrutar los recursos naturales marinos, así como vivir experiencias y practicar tal variedad de actividades relacionadas con este entorno o teniéndolo como escenario, en óptimas condiciones de confort y calidad, como se ofrece en Canarias.

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Se relacionan a continuación, sin pretender ofrecer un listado exhaustivo ni profundizar en el detalle, algunas de las características de singularidad del destino que favorecen el desarrollo de negocio turístico y que apoyan la integración de los recursos naturales marinos y su entorno en el diseño de oferta turística en Canarias:

� Mejora del conocimiento e interés creciente sobre los recursos naturales marinos.

� Favorables condiciones de las islas como destino y entorno turístico: • cercanía, facilidad y seguridad en el acceso y para el disfrute y la observación

de muchos de espacios y recursos naturales marinos. • condiciones climáticas en la costa y el mar, que permiten el desarrollo de

oferta turística durante casi todo el año • aceptable nivel de riesgo del destino (natural, seguridad ciudadana, clima

social, etc.) • buena oferta de infraestructura y disponibilidad de equipamiento y dotaciones

materiales. • buen nivel de servicios al visitante en destino (complementarios, generales,

cualificación profesional turística)

� La diversidad de espacios y recursos naturales marinos en las islas contribuye a: • variedad y flexibilidad en el diseño de la oferta (temática, tipo de actividad,

intensidad y nivel de riesgo, necesidades de recursos para desarrollar las operaciones, etc.),

• aumentar la probabilidad de éxito del desarrollo de la oferta (probabilidad de llevar a cabo la experiencia y actividades alternativas frente a imprevistos)

• desarrollar el potencial de sinergias para diseñar paquetes turísticos de naturaleza marina, innovar y diferenciarse en el mercado.

� Importante bagaje histórico como destino seguro asociado a favorables condiciones

climáticas y atractivo patrimonio natural, también marino-costero.

� Nuevas tendencias en la estrategia turística regional (segmentación, sostenibilidad, recuperación de los recursos naturales como base de oferta)

� La combinación de todas las anteriores (junto con las específicas características biológicas, ecológicas, paisajísticas; de abundancia, frecuencia y facilidad de observación, etc.).

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2. PROTECCIÓN Y CONSERVACIÓN COMO BASE DE DESARROLLO TURÍSTICO

Uno de los aspectos sobre los que se construye el atractivo turístico de un recurso es su valor icónico. Éste comienza por un conjunto de características inherentes al mismo, que se destacarán con su puesta en valor para la oferta turística. Los recursos naturales pueden atraer por su tamaño, aspecto, color, forma, olor, tacto, etc. También por su localización, facilidad de acceso y observación, hábitos y comportamiento observables, su similitud con los humanos, tamaño del grupo, presencia de crías, etc. El poder de atracción del recurso puede además venir dado por su fragilidad, singularidad, grado de abundancia, estado de conservación y relevancia ecológica. También la oportunidad de experimentar el hábitat natural puede apoyar el valor icónico de los atractivos que los turistas se van a encontrar en ellos (por ejemplo, barreras coralinas, sabana africana, selva tropicales, desiertos, territorios polares, etc.). Todos los anteriores son rasgos pueden motivar un esfuerzo de protección y conservación del recurso para preservar su valor, como recurso ecológico, como fuente de conocimiento y como activo turístico.

Canarias está situada en uno de los 50 grandes sistemas costero-marinos clasificados a nivel mundial: la corriente de Canarias.6 Es un archipiélago con un elevado índice de espacios naturales protegidos: aproximadamente un 40% del territorio cuenta con protección bajo algún tipo de figura oficial (46,8% si se consideran los espacios de la red Natura 2000). Apenas la mitad de los espacios la Red Canaria de Espacios Protegidos que lindan con litoral incluyen entre sus objetivos fundamentales la protección del espacio costero (Lobo Rodrigo, 2009 citado en UCA, 2011). Respecto al ámbito marino, habiendo sido protegido apenas un 0,15% de aguas de las islas (aprox. 2%, si se incluyen las ZEPA y ZEC marinas para Natura2000), queda aún muy lejos el ambicioso objetivo del Convenio de Diversidad Biológica de las Naciones Unidas, suscrito por España, que aboga por proteger un 10% de los ecosistemas marinos y costeros.

A la luz de estos datos, puede parecer más bien insuficiente la cantidad de hábitats marinos y costeros protegidos. Sin embargo, sorprendentemente, Canarias es una de las comunidades autónomas españolas con mayor proporción de litoral natural protegido en España. De otro lado, esta condición no implica que los entornos litorales insulares presenten siempre buen estado de conservación: el índice de incremento de ocupación es de los más elevados del país, referido al periodo 1987–2005 (OCEANA, 2013) y parece que esta tendencia seguirá aumentando tras la aprobación de la última Ley de Costas, que en algunos casos permite reducir a escasos 20m la servidumbre de protección, es decir, el espacio de franja costera no urbanizable.

Afortunadamente, en cuanto a la protección de entornos y espacios marinos y costeros en Canarias, no todo son sombras y hay muchas luces. El número de entornos que gozan de algún tipo de protección medioambiental es indicador de la diversidad de recursos naturales, de su importancia ecológica y del efectivo interés por conservarlos. La declaración oficial de un recurso o espacio como protegido también ha conllevado el desarrollo de actuaciones para asegurar el acceso equitativo, promover y favorecer su uso sostenible y sensibilizar sobre su valor económico, ecológico y social.

6 La más reciente clasificación, elaborada por NOAA en 2002, eleva esta cifra a 64.

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En las islas se ha declarado un total de 146 Espacios Protegidos, bien como parte de la Red Canaria de Espacios Naturales Protegidos, como ZEC o ZEPA de la Red Natura 2000 europea o como Reserva de Interés Pesquero.7 Muchos de ellos tienen parcialmente carácter marino-costero o bien contienen elementos de estos entornos (suelo, formaciones, paisaje, biodiversidad, etc.) como, por ejemplo, el Parque Natural de Archipiélago Chinijo, un espacio natural protegido marítimo-terrestre. Por otro lado, de los 231 espacios de Canarias propuestos para Natura 2000, la más importante red de espacios naturales protegidos en Europa, 35 son marinos (~1.720km2) y aproximadamente un 43% tiene carácter marino-costero.8 Algunos son, además, Reservas de la Biosfera del programa El Hombre y la Biosfera (MaB) de la UNESCO.

También existen tres Reservas Marinas de Interés Pesquero: en Lanzarote (isla de La Graciosa y archipiélago de Chinijo - entorno de esta isla y los islotes al norte de Lanzarote), que suma 70.000 hectáreas y es la mayor de toda España, El Hierro (entorno de la Punta de La Restinga en el Mar de las Calmas, con 1.045 ha.) y La Palma (entorno de Charco Verde y Punta Gruesa, con algo más de 3.455 ha.). A éstas se deben añadir otras que eventualmente serán creadas en un futuro. Por ejemplo, las propuestas Reservas Marinas de Interés Pesquero en Anaga y Teno (Tenerife), la de El Confital y la Reserva Marina de Arinaga (Gran Canaria) y la de Vallehermoso (Gomera). Otros espacios han sido propuestos para la creación de micro-áreas marinas protegidas (mAMP), parques submarinos, corredores ecológicos marinos, zonas de acondicionamiento marino, zonas de protección pesquera, micro-reservas, etc. Por último, cabe recordar la declaración de Zona Marina Especialmente Sensible de Canarias, por parte de la Organización Marítima Internacional, que abarca grandes superficies marinas insulares e interinsulares.

Tortuga boba (Caretta caretta)

Propuesta de Áreas Marinas de Importancia Ecológica en Canarias

Calderones tropicales (Globicephala macrorhynchus)

7 Por “Zona Especial de Conservación” y “Zona Especial de Protección de Aves”. Declaración en base a las

Directivas Hábitat 92/43/CEE y Aves 79/709/CEE, respectivamente. 8 Después de la actualización llevada a cabo por el Gobierno de España en 2014, el número total de espacios

españoles para Natura2000 asciende a 264. Once ZEPA de carácter marino fueron añadidas a la demarcación canaria, aproximadamente 9.600 km

2 adicionales de zona marina protegida (Reino de España, 2014b).

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También deben considerarse aquí los ricos ecosistemas y paisajes submarinos. Éstos requieren especial atención para asegurar su conservación y promover su aprovechamiento sostenible. Fundamentalmente, porque son los más desconocidos y no están amparados por figura de protección medioambiental oficial alguna. Organizaciones conservacionistas se han hecho eco de ello y han resaltado la necesidad de incluir las zonas profundas de las áreas marinas protegidas existentes y de proteger nuevos espacios submarinos, como montañas, arrecifes, cuevas y cañones submarinos, las praderas submarinas formadas por colonias de gorgonias, esponjas o corales y otros hábitats con fauna batial. Asimismo, han recordado la necesidad de restablecer el status de protección del que han sido despojados hábitats con gran importancia ecológica, como es el caso de los sebadales de Cymodocea nodosa.

En cuanto a la protección de la que disfrutan las especies marinas de Canarias, el «Catálogo Canario de Especies Protegidas», publicado en primera instancia por el Gobierno de Canarias en 2010, fue tachado en su día de incompleto y deficitario.9 Tras su modificación, de todas las especies de fauna y flora incluidas, aproximadamente una de cada seis es marina. Este catálogo regional recoge en sus anexos 76 especies marinas, de las que 32 son cetáceos. El elevado número de especies de cetáceos registradas (se ha citado para nuestras aguas 30 de las 90 especies catalogadas a nivel mundial)10 coloca a Canarias máximo exponente en Europa y uno de los «puntos calientes» de estos animales en el mundo. Solamente tras la modificación del catálogo fueron incluidas 12 especies de cetáceos, lo que es indicio de una visión poco clara sobre el potencial económico y social de este patrimonio marino.

Eventuales déficits y carencias de los instrumentos legales de protección medioambiental y de biodiversidad pueden degradar la relevancia de la biodiversidad marina y minusvalorar el potencial de su condición de especie protegida para el aprovechamiento sostenible. No obstante, ello no debe supeditar y desaprovechar la condición privilegiada de un territorio, en este caso la del archipiélago canario, como región de primer orden en biodiversidad marina, especialmente en cuanto a diversidad de estos animales, y el valor de desarrollo turístico de calidad que implica. Este argumento bien puede ser aplicable a otras especies de fauna y flora marina y a hábitats que tengan semejante carácter u ofrezcan similares condiciones singulares como atractivo turístico.11 Cabe mencionar aquí que algunas especies terrestres son habitualmente observables en entornos marinos o marino-costeros y, protegidas o no, suman a la diversidad de recursos faunísticos y florísticos aprovechables.

El status de protección de un recurso natural (especie, hábitat, monumento, sitio, paisaje, etc.) es un importante factor de atracción de visitantes y desarrollo turístico. No obstante, cualquier figura de protección medioambiental y de biodiversidad puede quedar en “papel mojado” si no se apoya en adecuados instrumentos de gestión. Ya sea desde las administraciones públicas responsables o desde la iniciativa privada, actuaciones para la aplicación y monitorización de medidas de protección y apoyo a la conservación, adecuadamente fundadas y sufragadas, deben materializarse para dar contenido práctico al formalismo de adscribir un recurso a una figura de protección oficial.

9 Con el Decreto 20/2014 quedaron modificados los anexos de la versión anterior de catálogo regional.

10 Según datos de las organizaciones sin ánimo de lucro Canarias Conservación y The Society for Marine

Mammalogy. 11

Por ejemplo, otra gran ictiofauna marina, como tiburones y rayas, que, generan un tercio del negocio de buceo en las islas, según la asociación canaria ATIRACAN. Otros estudios elevan el volumen anual de negocio del turismo de observación de estos animales en Canarias a 17 millones de Euros.

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Y es que, protegido oficialmente o no, los esfuerzos de conservación aumentan el valor turístico del recurso y pueden convertirse en clave para dinamizar e innovar en turismo. En este sentido, junto con la declaración de espacios y recursos con protección oficial, en Canarias se ha maniobrado desde instancias de la gestión pública y la iniciativa privada a través de:

� Divulgación y educación. Aquí se incluyen, por ejemplo: el trabajo de grupos académicos de investigación, asociaciones científicas y conservacionistas y otros profesionales para aumentar y expandir la base de conocimiento con aplicación turística, a través de programas de investigación científica de recursos naturales y biodiversidad marina; la integración del componente educativo en la oferta de turismo de naturaleza marina (senderismo, TOC, observación de aves), pero también en otros segmentos de turismo marino (chárter náutico, parques marinos y otros de temática relacionada); la apuesta por el conocimiento de los recursos marinos y sus necesidades de protección y conservación para mejorar la cualificación empresarial y profesional de los agentes implicados y reforzar el interés y la implicación de los ciudadanos (información turística y contenidos de centros de interpretación, programas de cualificación y actualización profesional, proyectos y obras culturales y muestras artísticas o las acciones divulgativas y educativas de museos y asociaciones naturalistas y conservacionistas, etc.).

� Acondicionamiento de entorno y mejora de infraestructura: la mejora de calidad turística conseguida en entornos naturales marino-costeros (por ejemplo, el acondicionamiento de senderos costeros del programa SOSTMAC, de litoral rocoso y zonas intra-mareales, la mejora de accesibilidad a micro-aéreas marinas, arrecifes artificiales y estructuras submarinas), incluidas las mejoras de servicios en espacios públicos (información en puertos); creación y acondicionamiento de museos y centros de interpretación.

� Dinamización turística: la lograda a través de las anteriores, así como por las estrategias de diferenciación de producto y segmentación de mercado de las entidades públicas y las campañas publicitarias y actuaciones promocionales desarrolladas por las oficinas de promoción turística, que de forma progresiva han reforzado el énfasis sobre los recursos naturales como base de oferta y argumento de venta12; los proyectos de investigación científica y de conservación de recursos submarinos (espacios protegidos y mAMP); las iniciativas culturales relacionadas con el mar, exposiciones fotográficas (cetáceos, tiburones, etc.); festivales musicales, artísticos y otros (Aguaviva, Boreal, Son Atlántico en Tenerife; Arrecife de las Músicas, FIMAR y S. Cristóbal en Gran Canaria, Canarias Surf Film Festival, etc.); y las mejoras de equipamiento en espacios urbanizados (señalética viaria y equipamiento informativo en espacios públicos: piscinas naturales, puertos, miradores, etc.) y los elementos de paisajismo inspirados en recursos marinos y la cultura relacionada (esculturas en espacios públicos, como la senda de los cetáceos en Fuerteventura).

Elementos y acciones como las mencionadas anteriormente comulgan con la idea de un aprovechamiento turístico equilibrado y un modelo de turismo de alta calidad. Contribuyen en mayor o menor medida a explicitar y realizar el potencial turístico de los recursos naturales marinos: dan a conocer la riqueza de los ecosistemas y biodiversidad marina, generan negocio, empleo, actividad y conocimiento cualificado y materializan el 12

Como ejemplo de las últimas campañas, lanzadas en 2014: www.turismodecanarias.com/islas-canarias-espana/productos-viajes-de-vacaciones/volcanic-experience/; www.voydebelingo.com

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valor e importancia económica y social de los hábitats naturales marinos más o menos prístinos que aún quedan en las islas. Al tiempo que se dinamiza la actividad turística, se proporciona una oportunidad para redescubrir los recursos y acercarlos, tanto a la población visitante como local, se añade valor y calidad a la industria turística, se fortalece el orgullo por lo local y se crean nuevas oportunidades para diversificar la utilidad de los recursos y disfrutarlos, conservándolos.

Además, tipos de aprovechamiento y prácticas como los mencionados, si bien no la eliminan totalmente, minimizan la incertidumbre en cuanto al impacto de nuevos desarrollos sobre el estado de conservación de los entornos litorales y costeros (procesos de urbanización, infraestructura y explotaciones extractivas marinas o las propias condiciones de seguridad jurídica). Esto puede resultar especialmente relevante para las iniciativas de gestión comunitaria de áreas de conservación marina (como las mencionadas mAMP y eventualmente otras reservas locales de tipo pesquero), que tan valiosas son para promover el turismo de recursos naturales marinos en Canarias. Por su actualidad, traemos a colación el representativo ejemplo caso del plan de desarrollo urbanístico propuesto para el Puertito de Adeje en Tenerife.

La relación entre conservación de los recursos naturales y desarrollo turístico es de doble sentido. De un lado, la primera sirve de base para desarrollar un turismo que antepone la calidad de los activos y los atractivos naturales, así como la de la demanda turística atraída y la forma de ofrecer productos y servicios. Con un entorno natural protegido y conservado, se posibilita el aprovechamiento de sus recursos para otros usos (pesca, investigación marina o educación); se asegura la continuidad de los servicios ambientales que presta; e incluso se potencian otros valores de no-mercado (por ejemplo, valores sociales, como el orgullo comunitario o la predisposición de las personas a apoyar financieramente su conservación). De todo ello también se beneficia el turismo indirectamente.

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Vimos que multitud de experiencias en diferentes territorios y destinos del mundo evidencian que la gestión adecuada del turismo, a la vez que proporciona sólidos beneficios de desarrollo económico, contribuye a preservar los recursos naturales y a su aprovechamiento eficiente. En esos casos, el beneficio obtenido como consecuencia de la implantación de nuevas normas de comportamiento y aprovechamiento de los recursos y del espacio protegido supera, en mucho, al menor ingreso potencial que eventualmente conlleva la racionalización de la actividad humana en el área protegida. Es doble, por tanto, la importancia de aplicar modelos y medidas de desarrollo y gestión de turismo sostenible apoyados en iniciativas de protección y conservación. Especialmente en territorios insulares, en los que la limitación del espacio, el crecimiento poblacional y el modelo de desarrollo socioeconómico conllevan inevitablemente un fuerte aumento de la presión humana en entornos marinos y costeros. Requisito indispensable para ello es la definición de líneas de base científica, es decir, la toma de decisiones siempre debe estar ligada a los avances de conocimiento, tanto por parte del empresario en el desarrollo de oferta turística, como en la gestión de las actividades que tiene lugar en el espacio (turístico) protegido o a conservar, realizada desde las correspondientes administraciones públicas.

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Conservación de recursos naturales marinos y turismo en Canarias

La observación de especies protegidas y el cuidado por contribuir a su conservación son argumentos tradicionales en el deporte y la oferta turística de submarinismo y de otra poderosa oferta de observación de naturaleza, como son el «birdwatching» (observación de aves) y el senderismo, que se extienden en las costas Canarias. En las ZEC marinas con oferta TOC, empresarios y profesionales han aprendido las ventajas de usar como argumento de calidad turística la condición de espacios y especies protegidas en sus operaciones.

Además, crece el interés por las denominadas Micro-Áreas Marinas Protegidas (mAMP) o similares, pequeños parques submarinos que comenzaron a surgir desde 2009, promovidos inicialmente por asociaciones conservacionistas, investigadores y aficionados al deporte submarino, principalmente. Habiendo adelantado su puesta en marcha y funcionamiento a una eventual declaración de figura de protección oficial, estas áreas conforman nodos conservacionistas que ya acogen una importante actividad investigadora y divulgativa y ofrecen un atractivo potencial de aprovechamiento turístico. Es el caso de los parques de Arinaga (playa de El Cabrón), La Aldea de S. Nicolás y Las Canteras en Gran Canaria y los de Arico, Abades y el puertito de Adeje, en Tenerife. En algunos de ellos, la actividad de turismo de buceo es ya más que notable, llegando a cifras estimadas en 50.000 usuarios al año y un volumen de negocio de 3.000.000 €.

Este tipo de iniciativas no solo integra desarrollo de turismo y conservación o regeneración de recursos naturales. Es una oportunidad para la promoción de otro tipo de recursos turísticos, como el patrimonio cultural. Es ejemplo de ello el caso del parque temático submarino recientemente iniciado en el litoral de Santa Cruz de La Palma, donde se han hundido figuras de hormigón que representan a los característicos Enanos de la Bajada de la Virgen y sirven de arrecife artificial anidación de especies marinas, o el planificado «Museo Atlántico Lanzarote: Biosfera, Arte y Naturaleza» de Lanzarote, que aunque no dentro de los límites de un área protegida, será previsiblemente el primer museo submarino de Europa. Toda una innovación temática respecto a la creación de arrecifes artificiales mediante el hundimiento de barcos que tradicionalmente se ha llevado a cabo en Canarias, especialmente en Gran Canaria, no exento de polémica.

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3. OFERTA TURÍSTICA CON RECURSOS NATURALES MARINOS: ATRACTIVOS Y

TEMÁTICAS

La aplicación turística más directa y racional de los recursos naturales marinos es el turismo de naturaleza marina, que aúna el turismo de naturaleza y el turismo marino. Por analogía de la definición de turismo de naturaleza, ofrecida por la OMT en 200213, el turismo de naturaleza marina se puede entender como todo tipo de turismo en el que la principal motivación es la observación y apreciación del entorno natural marino y sus recursos naturales, así como la cultura tradicional relacionada. Se trata de un segmento turístico que compone, junto con muchos otros, el más amplio sector de turismo marino. Éste se ha definido como la actividad turística realizada en el medio marino o enfocada principalmente sobre él, entendiendo como tal el medio de aguas salinas afectadas por mareas (Orams, 1999).

El conjunto de elementos y actividades que abarca el turismo marino es muy amplio: puertos, villas de pescadores, museos marítimos, puntos de primera venta de pescado y locales de cofradías y asociaciones de tradición marinera; paisajes, faros; recursos de fauna, flora, espacios y fenómenos naturales, paisajes y otras formaciones marinas, costeras y submarinas; actividades de playa; pesca desde costa o en alta mar; navegación en veleros y otras embarcaciones no motorizadas; experiencias en embarcaciones y otros vehículos acuáticos motorizados; travesías en ferris y viajes en cruceros; observación de fauna marina y marino–costera; remo, kayak, surf en sus diferentes modalidades y otros deportes marinos; buceo y submarinismo; parques marinos y acuarios; hoteles submarinos; gastronomía, cultura y ambiente marinero; competiciones náuticas y de deportes o actividades marinas; otras instalaciones, eventos y proyectos científicos y sociales relacionados con el medio marino; etc.

Si al derivado de los anteriores añadimos el potencial que ofrece la integración de los recursos marinos en otra novedosa oferta turística (yoga surf, pesca en kayak, rutas de natación marítimas, expediciones de descenso submarino, diversas variantes deportivas de playa, parques de aventuras y eco-parques marino-costeros, rutas costeras ciclistas o a caballo) comprenderemos el enorme abanico de posibilidades para el diseño de oferta turística.

Son también muchos y diversos los segmentos de oferta turística en los que se pueden aplicar los recursos naturales marinos. A los típicos de turismo marino, como el turismo de playa, los deportes náuticos y marinos o el turismo de cruceros, se suman otros, como el ecoturismo, turismo joven, familiar, cultural, geoturismo14, senderismo, turismo de incentivos, eventos y congresos, turismo científico, social y de voluntariado, etc. El turismo de naturaleza marina puede ser complementado y combinado con otros recursos, no necesariamente característicos de ese medio, y los recursos naturales marinos pueden ser integrados en un producto de oferta turística no netamente marino.

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Esta organización ha definido al turismo de naturaleza como todo tipo de turismo basado en la naturaleza, en el que la principal motivación es la observación y apreciación de la naturaleza, así como las culturas tradicionales. 14

Entendiendo como tal el turismo que sostiene o enriquece el carácter geográfico de un lugar y su ambiente, patrimonio, estética, cultura y el bienestar de sus habitantes, siguiendo la definición de la sociedad National

Geographic.

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Turismo de naturaleza «duro» y «blando»

El turismo de naturaleza puede diferenciarse en “duro” y “blando”. Existen diferentes grados, tanto en el ámbito general del turismo de naturaleza, como en los muchos segmentos turísticos que lo integran. Muchas veces, los límites entre estos grados no son claros, de la misma forma que pueden ser difusos los límites entre algunos segmentos de actividad turística (por ejemplo, ecoturismo, agroturismo y turismo rural). Se ha intentado diferenciar el carácter “genuino” del turismo de naturaleza en función de un conjunto de factores que se pueden agrupar en las categorías «estilo o tipo de experiencia», «motivación de la demanda», «escenario» e «impactos». Se refieren a aspectos tan variados como el grado de naturalidad o conservación del entorno, el protagonismo que adquiere la naturaleza o la actividad en el entorno natural con respecto al producto ofertado, la intensidad y la duración de la experiencia en el entorno natural, el tipo de servicios ofrecidos, la interacción promovida, el tamaño del grupo o la garantía de sostenibilidad, entre muchos otros. En cualquier caso, el turismo de naturaleza de recursos marinos puede considerarse, por sí mismo, un segmento especializado de turismo de naturaleza y ofrece posibilidades adicionales para otra diferenciación de oferta dentro del mismo.

Independientemente de la actividad planeada o el producto ideado, es amplio y variado el conjunto de temáticas y elementos que ofrecen los recursos naturales del medio marino-costero, considerando únicamente sus características esenciales, para inspirar, construir o enriquecer la oferta turística:

� Características generales de las áreas litoral, marina y submarina (situación geográfica, extensión, relieve, etc.)

� Factores climáticos del mar y el aire (características básicas y diferenciadoras de temperatura, salinidad, humedad, insolación, corrientes, mareas, dinámica de cambios en las condiciones del agua y meteorológicas, etc.)

� Ecosistemas (tipos de hábitats y su evolución, características diferenciadoras, ciclo

de nutrientes, relaciones y dependencias entre especies y procesos, etc.)

� Geología • Formación y evolución del litoral y los fondos marinos, incluidos morfología de

litoral y fondos marinos, fenómenos geológicos actuales, etc. • Características de los elementos y composición (líquidos, sólidos o gaseosos,

combinación de elementos) • Formas y accidentes litorales (acantilados, bufaderos, levantadas, arrecifes,

playas, rocas, islotes, charcas, etc.) y submarinos (plataformas, montañas, bajas, volcanes, cañones, etc.)

� Flora y fauna (biología, etología, ecología: características, orígenes de poblamiento, evolución adaptativa, abundancia, distribución, hábitos, cadena trófica, etc.)

• Cetáceos y otros mamíferos marinos • Tortugas y otros reptiles marinos • Avifauna

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• Ictio-fauna (grandes tiburones, especies autóctonas o singulares de peces, etc.)

• Crustáceos, moluscos y otros invertebrados, incluso en fondos marinos y zona intra-mareal

• Vegetación costera y submarina

� El cielo • Fenómenos naturales del cielo diurno (régimen y fenómenos climáticos,

nubes, efectos ópticos, etc.) • El sol • El cielo nocturno (estrellas y constelaciones, otros astros y fenómenos)

� El paisaje (formas singulares y otros elementos y juicios de valor estético, artístico y

otros de carácter subjetivo)

Estos elementos no solo amplían el abanico de recursos para dinamizar o generar actividad turística, sino que también para poner en valor de mercado el producto turístico, por ejemplo, para definir una temática o añadir valor a través de detalles de cortesía y servicios complementarios (decoración, servicios de interpretación de la experiencia, elementos de apoyo audiovisual, soporte de material educativo, catering y gastronomía, etc.).

Lógicamente, no puede dejarse de tener en cuenta al ser humano que habita, trabaja y vive los entornos marinos y costeros. La visión eco-sistémica sobre la que se apoya el desarrollo turístico sostenible debe considerar sin restricciones como “activo y atractivo turístico” al propio ser humano, a las actividades que desarrolla en el entorno marino, los usos que da a los recursos que allí encuentra, la cultura que desarrolla y los impactos que provoca. Ya sean usos tradicionales, contemporáneos o innovadores o bien activos culturales existentes o de nueva creación, los atractivos culturales asociados a un determinado recurso natural marino enriquecen el producto turístico.

Los elementos mencionados deben ser incluidos de forma equilibrada en la oferta por parte de los emprendedores de turismo, para aprovechar al máximo las ventajas de los recursos existentes y conseguir integrar a todos los usuarios del espacio turístico. También, el objetivo de minimizar los costes ambientales, económicos y sociales (prevención de riesgos, minimización de impactos, mantenimiento del sistema de producción turística, respuesta a las necesidades de competitividad, etc.) requiere un enfoque multidisciplinar y coordinación de todos los agentes que afectan e influyen en el sector turístico o que se ven afectados e influidos por él (empresa privada, administración pública, población local y visitantes). Al considerar los intereses de quien habita y usa tradicional– y regularmente el

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medio marino o costero en cuestión, se facilita la comprensión de las necesidades de actuación y la definición de prioridades comunes, algo fundamental para cumplir con los requisitos de uso sostenible y para la correcta aplicación de los principios de sostenibilidad turística. En este sentido, es impensable proceder de forma efectiva sin un sólido canal de comunicación abierta entre todos los participantes, que favorezca la transparencia y la participación activa en la toma de decisiones.

4. INTEGRACIÓN DE LOS RECURSOS NATURALES MARINOS EN EL DISEÑO DE LA

OFERTA TURÍSTICA

En función del enfoque empresarial y de los recursos disponibles, son muchas y diversas las líneas temáticas de actividades y servicios que pueden ser abordadas en el diseño de producto turístico. Ya sea como base del producto, como atractivo que complementa la actividad principal o como entorno para el desarrollo de ésta, los recursos naturales marinos pueden aportar valor y carácter diferenciador. El tipo de uso turístico vendrá determinado por:

�� características propias del recurso natural y de su entorno (estado de conservación, accesibilidad, etc.) y aspectos socioculturales generados en torno a ellos;

�� condicionantes y otros factores inducidos en el diseño de las operaciones (complejidad y coste, tipo y forma de uso permitido por ley, competencia, demanda, situación del destino y otros requisitos del mercado).

Cualquier experiencia turística con recursos naturales marinos debe ofrecer un adecuado equilibrio de seguridad, comodidad, aprendizaje y emoción. La emoción depende, de un lado, de las características del recurso usado que influyen en el valor icónico percibido. Otros factores influyentes se refieren al diseño de la oferta, es decir, la forma de acercar el recurso al participante, por ejemplo, originalidad y autenticidad de la experiencia o grado de control del participante sobre la misma, ausencia de masas, grado de cercanía o intimidad con el recurso natural, amplitud y calidad del servicio, etc. Se relacionan a continuación, a modo de referencia, algunas pautas básicas para construir una oferta turística en términos de competitividad, calidad y sostenibilidad:

�� analizar la infraestructura y otros recursos materiales, financieros y humanos, su disponibilidad y las condiciones del mercado.

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�� investigar sobre los recursos naturales marinos existentes en el área de operaciones, seleccionar adecuadamente cuáles serán los recursos-objetivo de la experiencia, evaluar su disponibilidad y accesibilidad, y analizar los principios y requisitos de sostenibilidad aplicables, estudiar los riesgos y presiones potenciales y la perspectiva de requisitos y evolución de los impactos provocados, en función de la escala elegida para el desarrollo de la oferta.

�� decidir sobre aspectos y actividades que deben resaltarse y realizarse para lograr el enfoque deseado en el diseño y la presentación del producto, así como sobre el grado de elaboración o sofisticación de la experiencia a ofrecer, el rol del participante y la forma de integrar todos los elementos complementarios disponibles para construir la oferta, en función del segmento de mercado escogido, por ejemplo:

• Tipo de acercamiento y contacto con el recurso natural, es decir, en qué grado, con qué alcance y de qué forma vamos a promover la relación del participante con el recurso marino y su entorno natural (ocio, investigación, divulgación, educación, actividades empresariales, comerciales, socioculturales y artísticas, etc.).

• Introducción de elementos educativos y de aprendizaje que inciden sobre aspectos geomorfológicos y bio-geográficos (formación y evolución, paleo-clima, paleo-ecología y paleontología, adaptación evolutiva y ventajas adaptativas, características ecológicas y biológicas, singularidad e importancia ecológica, sensibilidad y riesgos de conservación, etc.), culturales y sociales relacionados con los recursos naturales marinos y su entorno.

• Protagonismo del turista o visitante, es decir, el tipo de participación y su menor o mayor rol activo en las atracciones y experiencias propuestas (que puede ir, por ejemplo, desde conocimiento y debate hasta investigación activa, pasando por bienestar, observación, aprendizaje de usos, costumbres y técnicas, actividad ligera, deportes, actividades de colaboración social y voluntariado, etc.).

• Vivencia in situ de la cultura, las artes y las tradiciones locales (mitos y leyendas; espectáculos, fiestas y tradiciones folklóricas, artesanía, exposiciones y eventos culturales contemporáneos, gastronomía marinera local, etc.).

• Desarrollo de contenidos turísticos en infraestructura artificial relacionada (faros, muelles y puertos, instalaciones productivas y artísticas, guarderías y centros de recuperación de biodiversidad, centros y plataformas de investigación, museos, parques, etc.).

• Acercamiento a aspectos de la vida moderna relacionados con los recursos: aquí se incluye la explotación de los recursos marinos de la zona (importancia histórica y actual para el desarrollo de núcleos de población, núcleos pesqueros o zonas de pesca, y otros tipos de aprovechamiento económico; investigación científica, gestión pública de recursos y espacios naturales y acción civil (proyectos y avances de investigación, programas de gestión medioambiental, programas de voluntariado, acciones conservacionistas y solidarias, etc.); otros aspectos de la vida moderna (otros usos y servicios que provee el medio marino y sus recursos y su relevancia económica, efectos del cambio climático e impactos de la actividad humana, relaciones comunidad-medio marino, gestión de conservación, otros eventos y debates de actualidad, etc.).

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�� Apelar al factor emocional para promover la actividad del participante durante la experiencia y reforzar su interés por la realidad del destino. Aquí se pueden incluir:

• Los sentidos como estrategia de refuerzo de la emoción turística: es un hecho estudiado por la neurociencia que la memoria de conocimiento y experiencias se refuerza cuando son varios los sentidos implicados. Posibilidades adicionales se dibujan si se considera la aplicación de los cinco sentidos en el diseño de la oferta (¿qué tipo de ambientación se ofrece?, ¿se incluyen experiencias participativas (por ejemplo “hands-on”?, ¿rutas teatralizadas?, ¿cómo explicaríamos o acompañaríamos la experiencia a personas invidentes?; otra posibilidad se refiere a prolongar la experiencia en el tiempo (¿se promueve la comunicación post-experiencia? ¿se mantiene un contacto de fidelización?).

• Importancia del juego: desconectar temporalmente la supervisión de nuestro súper-ego adulto nos permite disfrutar de una forma más rica y menos rígida de nuestros pensamiento y experiencias (por ejemplo: búsqueda de formas naturales, juego del tesoro, gymkanas, etc.) y otras actividades participativas (briefing, talleres, grupos de discusión, otros de carácter cultural para promover la participación del visitante, actividades artísticas, etc.); también se puede basar en la adopción de un rol con participación en labores de investigación, acciones de conservación medioambiental y solidarias, pues el protagonismo activo del participante como base de la actividad propuesta, pues puede ser un valioso argumento de prestigio diferenciador de la experiencia vivida (ejemplos mencionados de turismo de voluntariado, acciones de conservación, investigación, colaboración social etc.).

• Promoción de la interacción y relaciones con actores locales (por ejemplo, convivencia con equipos de investigación, estancia con familias de pescadores y otra gente de la mar, experiencias de pesca-turismo, visitas guiadas a infraestructuras, organizaciones e instalaciones relacionadas y conocimiento cercano de las actividades allí desarrolladas, etc.)

�� Definir medidas para minimizar y evitar los impactos provocados sobre los recursos naturales marinos y el entorno marino-costero e integrarlas como parte de la experiencia, como otras diseñadas expresamente para aumentar la calidad de servicio, procurando que el buen estado de conservación de los recursos naturales no se vea comprometido a corto, medio o largo plazo.

�� Asegurar la comprensión y aplicación de conocimiento, características técnicas, actitud y calidad profesional necesarios para asegurar el éxito del proceso de integración de los recursos en la oferta turística y de la propia oferta y empresa turística. Por ejemplo, el turismo de observación de cetáceos tiene, en esencia, una muy importante componente educativa y consecuentemente, unos requisitos de información y educación medioambiental. En este mismo segmento de oferta turística, el turismo de voluntariado desarrollado en las plataformas de oportunidad que proveen las embarcaciones exige unos requisitos mínimos para asegurar la utilidad y calidad de los datos recogidos. De la misma forma, deben ser considerados otros requisitos y detalles de calidad de la experiencia turística para asegurar el máximo nivel satisfacción por parte de los participantes (conducta durante las operaciones, plan y acciones de responsabilidad empresarial, requisitos para la diferenciación de producto, etc.).

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Un tipo de recursos, diferentes enfoques de producto: el TOC

En función de los valores que pueden aportar los cetáceos como recurso de turismo y en función de los objetivos del tour o experiencia diseñada en torno a estos animales, pueden distinguirse los siguientes tipos de operaciones, que pueden servir de base a productos diferenciados:

�� Investigación científica. Detectar y observar cetáceos es la base para estudiar su

biología y ecología. Un mayor conocimiento de su entorno natural y los impactos a que se ve sometido proporciona las líneas de base científica para la toma de decisiones en la gestión de los recursos. Una de las sinergias más extendidas en la industria de observación de cetáceos es el uso de las embarcaciones de TOC como plataforma de oportunidad para la investigación científica. Se acude frecuentemente al turismo de voluntariado como base de financiación de programas o proyectos de investigación.

�� Turístico-comercial. La oferta turística comercial de experiencias de observación de cetáceos en su medio natural es la práctica más extendida de este tipo de actividad. En ella, el objetivo es ofrecer un encuentro directo e “íntimo” con los animales, para disfrutar de su visión, sus valores y otras atracciones relacionadas. Aquí, como en otras categorías, es posible abordar sub-segmentos de mercado o enfocar sobre temáticas específicas.

�� Educativo. La experiencia de observar cetáceos puede integrarse en programas de educación medioambiental, como tema principal o componente accesoria. Estos programas puede dirigirse a centros escolares, universidades, asociaciones civiles u otros grupos y organizaciones.

�� Cualificación profesional. Las excursiones para observar cetáceos u otra naturaleza marina puede ser parte de cursos de cualificación profesional. En estos cursos puede incluirse una variedad de aspectos y temas relacionados con los cetáceos, su hábitat y la industria de TOC. Los cursos pueden diseñarse sobre operaciones y marketing, manejo de grupos, monitoreo de impactos, manejo del área y los recursos naturales, o manejo del destino, entre otros. Pueden diseñarse para profesionales (tripulación de embarcaciones y guías turísticos) y empresarios, pero también pueden dirigirse a miembros de las administraciones responsables de la gestión de áreas naturales protegidas y otros profesionales técnicos de la administración pública.

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�� Otras actividades promocionales, comerciales y de relaciones. Los tours para

observar cetáceos pueden ofrecerse en el marco de campañas de marketing y promoción turística, de programas de actividades de eventos públicos y celebraciones privadas, para filmaciones documentales y cinematográficas, realización de reportajes de medios de comunicación (informativos, de evaluación), como “fam-trips” y “press-trips” (viajes promocionales para agentes e intermediarios turísticos y profesionales de los medios de comunicación) o como parte de actividades de dinámicas de grupo, incentivos de equipo (team-building), refuerzo de red de trabajo (networking) o la transferencia de conocimiento (misiones tecnológicas), etc.

�� Terapéuticas, por ejemplo, terapia asistida por delfines (en instalaciones, en mar abierto).

�� Turístico-recreativas. Se refiere a viajes no comerciales de ocio organizados y desarrollados a nivel privado (excursiones de día, cruceros, etc.).

Para el diseño de la actividad de observación de cetáceos se deberá decidir sobre la plataforma más adecuada en función de su idoneidad, es decir, desde el mar, en diferentes tipos de embarcaciones; desde tierra, por ejemplo, como parte de un recorrido de senderismo costero; incluso desde el aire. Los tours para observar cetáceos pueden diseñarse como excursiones cortas, de medio día, día entero o travesía o paquetes multi-día.

Entre la amplia diversidad de servicios complementarios que pueden enriquecer la experiencia turística se incluye transporte de cortesía, charla introductoria, visitas a museos y centro de interpretación, provisión de material informativo y educativo, acompañamiento con guía turístico especializado, baño con los animales (prohibido por ley en Canarias para la actividad de observación de cetáceos), baño en entornos remotos o localidades con atractivo turístico, kayaking y otros deportes de agua, catering y entretenimiento, venta de productos, juegos y dinámicas de grupo, paseos en entornos naturales o alojamiento, por mencionar algunas.

La observación de cetáceos puede integrarse con otras actividades, como buceo y submarinismo, observación de otros recursos marinos (avifauna, tortugas, leones marinos, flora y paisaje), fotografía y video de naturaleza, excursiones de kayak, trekking y senderismo, transporte por mar (cruceros, rutas de ferri, viajes costeros), otra oferta náutica (jetski, chárter de velero y travesías de largo recorrido), pesca deportiva, visita a museos y centros de interpretación relacionados con el medio y la cultura marina e incluso visitas a lugares de interés etnográfico o arqueológico, observación del cielo, tours gastronómicos, workshops y eventos, programas de bienestar (wellness) o expediciones de aventura e investigación.

La integración de servicios y actividades de diferente naturaleza no solo contribuye a sorprender y mejorar la percepción de relación calidad-precio de la experiencia por parte del participante, sino también a diferenciar el producto en el mercado. Se pueden abordar, adicionalmente al “ecoturismo”, otros segmentos de mercado concretos (congresos e incentivos, LOHAS, turismo joven, familiar, náutica, cruceros). A éstos se deberá apelar con servicios añadidos específicos y la articulación con productos afines a la demanda objetivo.

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Evolución del producto turístico de observación de cetáceos en Canarias

En Canarias, hacia la década de los 80, el entonces incipiente producto de observación de cetáceos comenzó a crecer, aún de forma alegal, a través de las salidas que frecuentemente realizaban pescadores o propietarios de embarcaciones para “ir a ver las ballenas”. Se trataba de una oferta casi espontánea, escasamente sometida a la presión de horarios o la masificación, que aseguraba una experiencia cercana e íntima con la naturaleza marina.

Al hilo de la creciente llegada masiva de turistas, de la mano de grandes turoperadores, la fase de expansión inicial del sector de TOC dio pie a la búsqueda de rápidas economías de escala y una amplia estandarización de producto. Ello intensificaría el nivel de competencia entre las empresas participantes, ya muy fuerte desde el despegue de esta oferta turística, y favorecería la intensificación de la actividad ilegal.

La diferenciación del producto se apoyaba básicamente en la duración de la excursión y los diferentes servicios que poco a poco fueron complementando la oferta principal. Otras empresas intentaban de diferenciarse innovando su producto mediante la oferta de salidas “temáticas”, incluyendo elementos que realzaban el carácter ecoturístico o de “lujo”, reforzando la componente educativa en la estrategia de negocio y, más recientemente, ofreciendo la combinación de observación de cetáceos con otras actividades afines a la investigación, el turismo de bienestar y el ecoturismo.

De forma progresiva, empresas existentes y otras de nueva creación se han sumado a este camino de innovación y diferenciación de producto en torno al TOC, al hilo del más reciente “re-descubrimiento” del turismo de naturaleza y turismo activo como argumento turístico del destino, aprovechando más eficientemente el potencial de la actividad y retomando su esencia como principal argumento de venta para atraer a un turismo de calidad.

En la actualidad, un total de 47 embarcaciones de TOC operan de forma oficialmente autorizada en Canarias, si bien no se puede descartar que algunas otras lo hagan como parte de otra oferta (pesca, paseos, etc.). El TOC atrae a cerca de 700.000 personas al año - un 5% del total mundial- y supone un volumen de negocio directo bruto aproximado de 20 millones de Euros. El valor de los recursos como base de negocio turístico ha sido y sigue siendo evidente, en términos de generación de ingresos y empleos directos, por el efecto de dinamización turística provocado y por su notable impacto social y cultural.

En definitiva, muchos recursos naturales marinos, si bien por sí mismos no constituyen un producto turístico, son importantes focos de atención turística. Su atractivo puede deberse a sus características inherentes (aspecto, comportamiento y hábitos, escenario). El valor turístico puede también construirse a partir del nivel de protección medioambiental del recurso, así como de la prioridad y protagonismo que adquieren los esfuerzos por conservarlo. Aquí entran en juego aspectos como su abundancia o escasez, su singularidad como especie y su rol en el proceso evolutivo y en el equilibrio del ecosistema. Incluso su descubrimiento reciente o simplemente porque está de moda, por ser un recurso icónico de forma generalizada a nivel mundial o porque genera controversia en la opinión pública, puede despertar la curiosidad del potencial participante. Otros aspectos culturales relacionados pueden añadir valor al producto, ya sean propios de la tradición local o de la historia de la humanidad (por ejemplo importancia del recurso como materia prima o recurso económico) o bien que surjan de la imaginería, de los valores sociales y las tradiciones culturales.

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A lo anterior debe sumarse el potencial de los alicientes adicionales con que se presenta la oferta, es decir, el valor añadido que se consigue a través de las condiciones turísticas del entorno y del “know-how” empresarial o profesional aplicado, a la hora de diseñar el producto, el tour o la empresa turística y de poner los recursos en valor de mercado para motivar la demanda turística. Lógicamente, el resto de factores también exige un análisis, concienzudo y pormenorizado, de los aspectos y condicionantes que influyen en la planificación del negocio y el desarrollo de un producto turístico diferenciado, sorprendente y de calidad que maximice las posibilidades de éxito. Finalmente, al hilo del ejemplo expuesto cabe decir que un producto basado en recursos naturales marinos, como puede ser la actividad de observación de cetáceos, puede adquirir un papel principal, complementar otra actividad protagonista, inspirar otras actividades en otros ambientes y espacios, ser ofrecido en paquete turístico, etc. Las limitaciones para el diseño del producto vendrán dadas por las condiciones de los recursos naturales y su entorno, la estrategia del negocio elegida, la regulación aplicable, los recursos empresariales disponibles, el estado del mercado turístico a abordar y los principios de sostenibilidad. En este punto final debe destacarse la importancia de buscar continuamente el potencial de mejora y detalles diferenciadores en el producto y en la empresa y permanecer flexible y ágil frente a los cambios y abierto a la innovación, cualidades todas ella fundamentales para un negocio turístico de calidad del siglo XXI.

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usos de los recursos naturales marinos … · la importancia de los entornos marinos y su riqueza...

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