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oduc

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ater

ial s

iem

pre

y cu

ando

no

se

vend

a.

CAPITULO 1

Cuadro 1

MEM

O amarró alrededor de su cabeza la delgada sábana de algodón m

ostrando su frustración y para cerrar sus oídos a las fuertes voces que venían del cuarto de sus papás.

La cama individual en la cual M

EMO dorm

ía apretujaba el pequeño cuarto, y la silla de tres patas se apoyaba en la pared. Recortes del periódico y fotos de sus jugadores favoritos, pegadas en las tablas de sus paredes, describían el gran am

or de MEM

O por los deportes.

MEM

O, al igual que su papá, tenía chinos negros y piel oscura. MEM

O era pequeño de estatura comparado con los otros niños de la m

isma edad y se

miraba aún m

ás pequeño cuando se acurrucaba debajo de la sábana.

La cama com

enzó a temblar cuando “Chuly” su perro se acercó y com

enzó a lamer a M

EMO, com

o si sintiera el temor y la desesperación que su am

o sentía. M

EMO salió de la sábana y abrazó la cabeza de Chuly contra sí m

ismo. Él am

aba a su amigable perro, gran y viejo aliado, m

ás que cualquier otra cosa en el m

undo.

Chuly había aparecido en la puerta de la casa de MEM

O cuatro años atrás, todo mojado, con frío y con ham

bre. Su papá aceptó que se quedara hasta que su dueño lo reclam

ara. Las semanas pasaron y nadie reclam

ó, y ya para ese tiempo toda la fam

ilia se había encariñado con el perro, de modo que

lo aceptaron como parte de la fam

ilia. Un vínculo especial se formó entre M

EMO y Chuly, hasta volverse inseparables.

Los ojos cafés de MEM

O miraban fijam

ente la puerta, deseando que su papá y su mam

á pronto dejaran de pelear. MEM

O sabía que las borracheras de su papá y la falta de dinero eran las razones de las peleas de sus papás.

De repente un escalofrío se apoderó del cuerpo de MEM

O, cuando la puerta del frente de su cuarto se abrió violentamente. Rápido M

EMO saltó de la cam

a y se asomó para ver com

o su padre se iba por la calle de la ciudad.

MEM

O se preguntaba si su padre volvería, pero como en el pasado, él sabía que regresaría en la m

añana diciendo malas cosas y buscando a tientas su

cuarto.

MEM

O volvió a su cama y se acostó en la oscuridad, escuchando el m

ás angustioso sonido de todos; era el sollozo de su mam

á. MEM

O sintió dolor en su corazón, entonces apretó a Chuly fuertem

ente y así se durmió en m

edio de los angustiosos sonidos de la noche.

Cuadro 2

Los rayos del sol mañanero entraban por la ventana de Teresita, dando un toque de oro a sus chinos rubios. El m

iembro m

ás pequeño de la familia

Pérez, Teresita, tenía las más herm

osas mejillas que usted jam

ás haya visto. Teresita siempre se levantaba bien tem

prano.

Teresita se quitó las cobijas y corrió a la ventana. Parecía un hermoso día. Sus ojos azules anhelaban que pronto hubiesen m

anzanas en el gran árbol del abuelo, que habían plantado juntos en el patio. Para Teresita cada cosa era herm

osa y su sonriente personalidad adornaba su vida.

Teresita se fue rápido a la cocina. Cómo deseaba que su m

amá se quedara en casa, en lugar de irse a trabajar. Sería m

uy bonito tener a mam

á todo el día en casa.

La señora Pérez sonrió cuando vio a Teresita. ¡Qué rayo de luz brillante era ella! Le abrió sus brazos cuando Teresita brincó hacia a ella para recibir su abrazo.

Julián, el otro miem

bro de la familia, que tenía seis años, entró a la cocina, todavía con sueño en sus ojos. El contraste entre los dos niños era

sorprendente. Teresita era tal como su m

amá, m

ientras que Julián, con sus chinos, se parecía a su papí. Julián sonrió al mism

o tiempo que recibió el

gran abrazo de su mam

á.

La señora Pérez rápidamente term

inó sus quehaceres antes de salir de prisa al hotel donde trabajaba.

Julián buscó el azúcar. Él era feliz con montones de azúcar, cuando su m

amá no estaba cerca, y a Teresita le gustaba todo lo que Julián hacía.

Después del desayuno los dos decidieron que ya era hora de despertar a MEM

O.

Cuadro 3

Ellos corrieron al cuarto de MEM

O y brincaron en la cama m

ientras se reían, le quitaron las cobijas y le jalaron el pelo. Chuly estaba también m

uy interesado en la diversión, así que brincó junto a los niños en la cam

a. Todos se divertían tanto que ninguno se dio cuenta que la puerta se abrió, hasta que ya era tarde. El señor Pérez estaba furioso. Les gritó a los niños que se callaran, si no, los castigaría.

Julián y Teresita se escondieron detrás de Chuly mientras M

EMO se ponía de pie.

“Lo siento”, dijo MEM

O, “Nos callaremos, lo prom

eto”.

“Será lo mejor para ustedes”, les dijo el señor Pérez m

ientras se iba a su cuarto.

Julián y Teresita dejaron, temerosos, el cuarto m

ientras Chuly los seguía con su cola entre las patas. MEM

O rápidamente se vistió.

Cuadro 4

A Teresita le encantaba lavar los platos con montañas de jabón y agua. Esa m

añana ella echó un chorrito extra de jabón, y al hacerlo la tapa salió volando y el jabón cayó todo en la pila. De pronto grandes m

ontañas de espuma se form

aron, para deleite de Teresita. Grandes bombas de espum

a de jabón se esparcieron por la vieja cocina y el suelo. ¡Nunca había hecho tanta espum

a!

Mientras, Julián y M

EMO habían term

inado sus quehaceres y estaban viendo caricaturas. De repente MEM

O vio como una m

ontaña de espuma venía

hacia él, después otra y otra... Corrió a la cocina. Había montañas de espum

a por todas partes.

“¡Teresita Pérez!”, gritó MEM

O, enojado.

Cómo era posible que una pequeña de cinco años pudiera m

eterse en semejantes problem

as. MEM

O tenía todo el verano para averiguarlo.

Cuadro 5

Una nueva familia se había m

udado a vivir a la casa de al lado. MEM

O, Julián y Teresita no podían esperar para conocerlos. De repente vino la oportunidad para M

EMO, la pelota se había ido al otro lado de la cerca de los nuevos vecinos.

“Yo la traeré”, dijo MEM

O brincando la cerca. Justo en ese mom

ento, Pablo se paró en la puerta. Hubo silencio mientras los dos se m

iraban fijamente.

MEM

O tartamudeó su nom

bre, mientras explicaba por qué estaba allí, m

etido en su casa.

El niño, flaco y grandote le dijo; “Mi nom

bre es Pablo”. MEM

O pensó que debía tener la mism

a edad que él, aunque Pablo era más alto. Su pelo era

corto y casi rojo, y su nariz y mejillas tenían pecas. Su cara estaba rosada por el sol.

Inmediatam

ente después llegaron Julián y Teresita, ellos también querían conocer a sus nuevos vecinos.

“¿Hay alguien más en tu fam

ilia?”, preguntó Teresita.

“Tengo un hermano pequeño llam

ado Andrés, pero ahora está jugando béisbol en la calle”, respondió Pablo.

Después, una mujer, con la m

ás linda sonrisa que MEM

O jamás había visto, vino a la puerta. Era la señora Ram

írez, la mam

á de Pablo. MEM

O m

entalmente la com

paró con su mam

á. Ella tenía el pelo como su m

amá, sin em

bargo era más alta y no se veía tan cansada. M

ientras tanto, Julián y Teresita quedaron encantados con la señora Ram

írez e inmediatam

ente se encariñaron con ella. La señora Ramírez, por su parte, disfrutaba riéndose

del entusiasmo y los esfuerzos de los niños para tratar de im

presionarla.

Luego los niños decidieron ir a jugar béisbol junto con Andrés, el día era perfecto con el sol brillando. Todo el vecindario gritaba y gozaba, mientras el

juego estaba en lo más em

ocionante. Era una tarde de alegría, en medio de tanto ir y venir de las pelotas de béisbol.

Cuadro 6

Después del juego todos quedaron cansadísimos y sedientos, de m

odo que la señora Ramírez trajo un gran jarra de lim

onada y galletas de chocolate para que los niños disfrutaran, m

ientras descansaban en el pasto verde.

Todos estaban de acuerdo en que a la señora Ramírez se le había ocurrido una excelente idea, m

ientras se chupaban los labios, oliendo las deliciosas galletas y saboreando la lim

onada que les habían servido. Hasta Chuly suplicaba que se acordaran de él, de modo que la señora Ram

írez le aventó tres galletas, para que disfrutara, las cuales atrapó en pleno vuelo y devoró inm

ediatamente.

Mientras, M

EMO y Pablo brom

eaban una y otra vez, llegando a ser grandes amigos. “Y tu papá, ¿qué hace?”, preguntó M

EMO. “M

i papá es pastor-m

isionero”, respondió Pablo. “¿Tu papá es pastor?”, preguntó MEM

O, sorprendido, pues nunca había conocido a uno. Pablo sonrió y dijo: “Oh, los pastores son com

o cualquier papá, la verdad nosotros somos com

o cualquier familia”. “Oh, no lo creo”, dijo M

EMO pensativo. Luego añadió, “M

i pa-pá no ha podido trabajar por largo tiem

po y tiene grandes problemas”.

“Lo siento”, dijo Pablo, “pero... bueno; al menos tienen una casa donde vivir.”

“Ah, esa casa es de mi abuelo; es que m

i papá no ha podido conseguir trabajo y no tenemos dinero, entonces m

i abuelo nos dijo que viniéramos a

vivir con él. Pero ya ven”, dijo MEM

O todo triste, “a mi abuelo le dio un ataque del corazón hace m

eses y no sabemos cuando volverá del hospital.”

Cuadro 7

Para Julián y Teresita esta conversación era aburridísima, de m

odo que decidieron ir a jugar al patio con Andrés en una gran caja de arena. Al rato los niños habían construido ya un enorm

e castillo de arena de dos pisos, con caminos y hasta con una gran flor en lo alto. El castillo estaba precioso, era el m

ás grande y el mejor

que ellos habían visto.

Rápidamente se fueron a buscar a M

EMO y a Pablo para m

ostrarles su obra. Julián se encargó de explicar cada detalle y hasta les habló de los imaginarios dueños

del castillo.

“La gente que vive aquí es muy feliz,” dijo Julián. “Gente que nunca pelea y donde el papá am

a a todos, especialmente a los niños. Nadie tiene m

iedo de las oscuridad porque no hay noche y nadie llora cuando tiene que dorm

ir”. “¡Y hay una linda mam

á que hace jugo y galletas!”, dijo Teresita entusiasmada.

MEM

O sintió un nudo en la garganta, no se había dado cuenta que sus hermanos pequeños estaban siendo tan afectados por la infelicidad de sus padres.

Pablo miró el castillo y luego m

iró a los dos niños y se preguntaba qué habrían querido decir. Luego vino un pensamiento a su m

ente. “Un día– les dijo- yo iré a vivir a un castillo parecido al suyo, es un lugar m

uy lindo donde la gente siempre se am

a y es muy feliz. No habrá dolor, ni lagrim

as y tampoco habrá noche, porque Jesús,

la Luz del mundo, vive ahí”. Los niños estaban atentos.

MEM

O por su parte pensaba que Pablo estaba bromeando a los niños, pero Pablo dijo: “Yo no estoy brom

eando, realmente iré a vivir en un castillo cuando m

uera. M

i papá dice que según la Biblia, Jesús está preparando un lugar para nosotros, un lugar que se llama: El Cielo.” Luego Pablo preguntó a Julián y a Teresita

“¿Conocen ustedes acerca de Jesús?” Julián y Teresita despacio negaron con sus cabezas y Pablo les explicó que Jesús era el Hijo de Dios y que había venido a la tierra una Navidad.

“Oh, sabemos qué es la Navidad” dijo Julián.

“Bien, el niño Jesús nació una Navidad y creció para llegar a ser una persona amorosa y m

aravillosa,” dijo Pablo.

Cuadro 8

“A cualquier parte que Jesús iba, mucha gente lo seguía, porque sanaba y ayudaba m

ucho a los enfermos, y les m

ostraba su gran amor. Jesús trajo m

ucha felicidad a este m

undo infeliz y lleno de pecado.”

MEM

O, por su parte, estaba preocupado por Chuly, pero Pablo prosiguió: “Jesús sabía que había muchas tinieblas en nuestros corazones, por culpa del pecado”.

“Ah, yo se qué es pecado”, dijo Andrés, sentándose junto a ellos en el suelo y cruzando sus piernas. “Es cuando mentim

os, robamos o nos enojam

os”. “Mi papá

dice que el peor de los pecados es no creer en Jesús”.

“Correcto”, dijo Pablo, “y es por eso que Jesús murió en la cruz. Él tom

ó nuestro castigo por todas las cosas malas que habíam

os hecho. Aunque murió, él después

resucitó de la muerte ,y así probó ser Dios; y ahora vive en el cielo. Si ustedes le piden a Jesús que entre en sus corazones, él quitará las tinieblas. Yo estoy m

uy alegre porque Jesús es la luz del m

undo.”

MEM

O ya se sentía cansado de escuchar a Pablo, entonces decidió aventarle la pelota a Pablo para que parara. Pablo entendió lo que MEM

O quería decirle y entonces dejó de hablar, aunque en su corazón oraba para que Dios le m

ostrara a MEM

O su necesidad de Jesús.

Cuadro 9

Los niños siguieron jugando con la pelota en el patio y de repente la pelota se perdió a través del aire y fue a dar justo contra el vidrio de la cocina de la señora Ram

írez. Se escuchó un gran escándalo, mientras los niños quedaron paralizados, y en silencio. Pablo decidió ir a buscarla.

“Todo está bien” gritó Pablo cuando vió que MEM

O desaparecía corriendo rápidamente. M

EMO siguió corriendo para escapar de esta “tragedia”.

Cuadro 10

MEM

O corrió rápidamente a su lugar secreto, donde iba siem

pre que se sentía en problemas, era un lugar en lo alto de su casa, oscuro, que lo único que

tenía era una vela para alumbrarse. M

EMO buscó la vela en m

edio de las tinieblas, mientras pensaba si su nuevo am

igo le volvería a hablar.

MEM

O pensaba si de veras sería cierto lo que Pablo había dicho de Jesús, de que él era la luz y que lo necesitamos en nuestras vidas. Al acercarse a la

vela se le vino una idea. Apagó la vela y rápidamente todo se volvió tinieblas. Luego, se apuró a encenderla de nuevo, dando gracias por la luz que

daba. MEM

O pensaba en cómo era su corazón lleno de tinieblas. ¿Podría Jesús encender su vida y quitar las tinieblas de su corazón? M

EMO sabía que

había mentido y robado y ahora se encontraba en problem

as con su papá. Cuando el papá se diera cuenta que él había quebrado el vidrio se pondría furioso. Si tan sólo su abuelo estuviera en casa para ayudarlo, pensaba.

MEM

O sonrió recordando a su abuelo y las diferentes cosas que hacía; su bigote y la divertida manera de cóm

o lo movía, las pestañas de sus ojos y

cómo jugaba con ellas, o cóm

o hacia adivinanzas para resolver. Esa era tal vez la razon porque el amaba su lugar secreto, pues solo el y su abuelo lo

conocían y pasaban buenos mom

entos allí.

Pero de repente MEM

O volvió al presente. Era muy extraño. Algo estaba sucediendo en el cuarto, “algo” parpadeaba... M

EMO tom

o la vela para investigar y su corazón com

enzo a latir fuertemente. Todos sus pensam

ientos acerca del vidrio roto, de Pablo, y de su papá se fueron. ¿Habría algún secreto en este lugar? El aire rápidam

ente se llenó de suspenso y misterio, a la vez que M

EMO se acercaba m

ás y más. ¿Será algo bueno? ¿o algo

malo?.

CAPITULO 2

Cuadro 11

MEM

O tomó fuertem

ente la vela. La luz parpadeaba en medio de las tinieblas, revelando tres cajones sobresalientes. ¡¡Sí, eran bastante grandes!!

Rápidamente puso la vela en el suelo y buscó la preciosa cuchilla que su abuelo le había regalado una Navidad. Con m

ucho cuidado, usando la cuchilla, trató de abrir el cajón para ver que había. El cajón rechinaba por el herrum

bre que tenía, y al irse abriendo parecía como quejarse, y de

repente, ¡¡¡pum!!!, un pequeño cajón, todo herrum

brado cayó al suelo. MEM

O brincó del susto. Luego, con curiosidad, comenzó a abrir el cajoncillo,

MEM

O no lo podía creer, había encontrado un papel todo arrugado y una llave. Con mucha em

oción, se acercó más a luz para saber qué decía y

comenzó a leer: (M

aestro, al final, en la portada, está el acertijo)

“Si encuentras esto después de mí,

luego tendrás todo lo que tú ves.

Encuentra el tesoro, usa esta llave,

Resuelve el acertijo y feliz tú serás:”

Acertijo

Una fuente de conocimiento se encuentra aquí

Busca atrás y lo encontrarás,

Tu fuerza es necesaria, el tablón esta cerca,

Lo que estaba escondido, ahora aparecerá.

Sus ojos, tan rápidos como flechas se dirigían al com

ienzo del papel y leía, apenas creyendo lo que sus ojos veían. ¡Un tesoro! ¿Podría ser cierto que él había encontrado las pistas de un tesoro escondido? Una y otra y otra vez estudió el papel, hasta que se le grabo en la m

ente. Después, con m

ucho cuidado volvió a doblar el papel y junto con la llave, los guardó en el cajoncillo.

MEM

O no tenía idea de cuánto tiempo había pasado allí, en el lugar secreto, y m

ejor decidió volver donde estaban sus hermanos antes que su m

amá

regresara. Además ya se sentía ham

briento. Tomó el cajoncillo en sus m

anos, sopló la vela y rápidamente dejó su lugar secreto.

Cuadro 12

La mañana siguiente M

EMO llevó a sus herm

anos y a Chuly a caminar, así su papá podría dorm

ir tranquilo. MEM

O sabía que tenía que decirle a su papá lo del vidrio, pero sería m

ejor esperar a que estuviera de buenas.

“ Porfis”, suplicó Julián, “¿Vamos a la tienda?”

“Yo me portaré m

uy, muy, m

uy bien hoy” dijo Teresita.

MEM

O estaba enojado con él mism

o. ¿Por qué tuvo que llevar a los niños por ese camino? Él sabía que ellos querrían ir a la tienda de la esquina.

MEM

O nunca tenía dinero para comprar en la tienda, de m

odo que robaba. La verdad había estado robando más de lo que se im

aginaba.

“Está bien, iremos a la tienda hoy” dijo M

EMO, “pero será la única vez que irem

os durante esta semana”.

Teresita y Julián estallaron de alegría y corrieron adelante de MEM

O para entrar en la ansiada tienda, donde se podía conseguir casi de todo.

El señor Pepe; el dueño de la tienda; sonrió a los niños alegremente. Él era m

uy bajito de estatura, pero cuando se reía, se escuchaba por toda la tienda. Siem

pre disfrutaba cuando Teresita y Julián llegaban, y le gustaban cuando ellos conversaban.

MEM

O se paró cerca de las revistas, haciéndose el distraído. De pie allí; cerca de los dulces, pretendía estar leyendo. En realidad esperaba el m

omento para poder robarse algunos dulces sin que Pepe lo viera. M

ientras, sus hermanos seguían conversando con Pepe, sin darse cuenta lo que

MEM

O hacía. Al ratito, MEM

O dijo que ya tenían que irse, así que le dijo a Julián que llevara a Teresita y salieran de la tienda mientras él pagaba uno

de los dulces que tenía en su bolsillo. Así, después, salió de la tienda sin pagar los demás dulces.

Mientras cam

inaban MEM

O comenzó a sentirse m

al por lo que había hecho. Él sabía que robar era pecado y, como Pablo había dicho, Jesús había

muerto en la cruz por el pecado. Adem

ás ¿qué pasaría si lo veían robando? MEM

O no se había dado cuenta tampoco que Dios podía ver todo lo que

él hacía; incluso esto de robar dulces y chocolates.

Cuadro 13

Cuando llegaron a la casa su papá ya se había levantado. MEM

O respiro profundamente al entrar. Era ahora o nunca. Su corazón casi se le salía y

sentía un nudo en su estómago. Cam

inó hacia donde estaba sentado su papá.

“Pa..., yo tengo algo que decirte”, dijo MEM

O. Su papá gruñó y siguió comiendo.

“Ayer yo rompí el vidrio de la cocina de los vecinos”, dijo asustado M

EMO.

"¡¡¡¿Qué?!!!”, gritó el señor Pérez.

“Nosotros estábamos jugando béisbol y la pelota voló al vidrio de la cocina”.

El cuchillo quedo clavado en la mesa. M

irando furioso a MEM

O el señor Pérez vino como un rayo y com

enzó a insultar y a decir muchas palabras feas a

MEM

O. Tomó su cinturón y com

enzó a pegarle y pegarle al pobre MEM

O. De repente una gran masa peluda saltó sobre el incontrolable papá,

gruñendo y botándolo contra el suelo.

Mientras, los niños que escucharon los gritos, vinieron a ver que pasaba. En una de las esquinas estaba su papá, furioso, con Chuly encim

a, y en la otra esquina estaba M

EMO, sentado y aturdido por todo lo que había pasado.

“¡Fuera de aquí!” gritó su papá. “Váyanse y déjenme solo”

MEM

O llamó a Chuly y los cuatro desaparecieron rápidam

ente, corriendo a la casa de sus vecinos, los Ramírez.

Cuando llegaron a la puerta, sus vecinos se dieron cuenta que algo malo estaba pasando. M

EMO estaba m

uy apenado, por el hecho que otros se estaban dando cuenta de sus problem

as familiares. Pero los Ram

írez se veían muy am

orosos y comprensivos, de m

odo que rápidamente M

EMO

comenzó a contar todos los detalles. M

EMO tam

bién se disculpó por lo del vidrio y prometió trabajar para poder com

prarlo. De pronto, MEM

O fue interrum

pido por Teresita.

Cuadro 14

“¡Qué cuadro más bonito!”, dijo Teresita m

ientras miraba el cuadro que colgaba en la cocina.

“Ah, es el cuadro del Buen Pastor”, respondió Pablo, “Es mi favorito”

“¿Qué es un pastor?”, preguntó Teresita

“Es un hombre que cuida ovejas. Él cuida que tengan agua y com

ida, y además las protege de cualquier peligro.”

“¿Es por eso que él está cargando a la pequeña oveja en sus brazos?”, preguntó Teresita

“El Buen Pastor ama m

ucho a sus ovejas y aún moriría por ellas para protegerlas”, explicó Pablo.

“¿El Pastor aún moriría por sus ovejas?”, preguntó sorprendido Julián.

“Oh, sí”, respondió la señora Ramírez.

“La Biblia nos dice que nosotros tenemos un Buen Pastor que quiere velar por nosotros si nosotros lo dejam

os. Su nombre es Jesús y el m

urió por nosotros y resucitó para que podam

os ir a vivir a un lugar muy bonito en el cielo”.

“Como en nuestro castillo”, dijo Teresita m

uy contenta.

Pablo se puso a reír y contó a su papá acerca del castillo que los pequeños habían construido y como él había com

parado el castillo con el cielo, cuando Julián dijo que dentro del castillo había m

uchas cosas bonitas.

La señora Ramírez se volvió a los niños y, hablándoles en voz baja les preguntó: “¿Han escuchado ustedes acerca de Jesús, y cóm

o él desea ser su Buen Pastor? ¿Les gustaría a ustedes pedir perdón a Jesús por todo lo m

alo que han hecho y para que él sea su Buen Pastor?

“Oh sí, claro”, dijeron Julián y Teresita. Pero MEM

O no dijo nada. El Señor Ramírez, tom

ando la Biblia, les leyó algunos versículos acerca de Jesús y su am

or y cómo él había entregado su vida por todos. Después oro con ellos. M

EMO, m

ientras tanto, sólo admiraba el cuadro del Buen Pastor colgado

de la pared y pensaba si tal vez el Buen Pastor podría perdonarlo y ayudarlo.

De repente todo fue interrumpido por el ladrar de Chuly. Estaba ladrándole a un carro que se estacionó enfrente de su casa. Un desgreñado hom

bre salió del carro y saludó al señor Pérez. Entraron a la casa y luego salieron rápidam

ente para subirse al carro. El señor Pérez cargaba una maleta.

Los niños miraron cóm

o el carro se iba con rumbo extraño a alta velocidad.

MEM

O entonces prefirió irse a la casa para ver si su papá había dejado alguna nota. Le dieron gracias a la familia Ram

írez por todo lo que habían hecho por ellos y se fueron. Pero antes de irse, M

EMO le preguntó a Pablo que si podía venir con él, pues tenía algo im

portante que enseñarle.

Cuando llegaron a la casa, buscó por todas partes para ver si su papá había dejado algún papel, pero no encontraron nada. MEM

O se había ido a buscar al cuarto de su papá y lo único que encontró fue que la ropa de su papa ya no estaba, sin em

bargo MEM

O no les dijo nada a sus hermanos.

Cuadro 15

MEM

O y Pablo se fueron al cuarto y cerraron la puerta.

“Si yo te enseño algo, ¿me prom

etes que no se lo dices a nadie?”, MEM

O preguntó a Pablo.

Pablo le prometió que no diría nada. M

ás bien, sentía curiosidad por saber qué había en el cajoncillo herrumbrado que M

EMO tenía en sus m

anos. Rápidam

ente MEM

O abrió el cajón y le pasó el pedazo de papel a Pablo, quien comenzó a leerlo inm

ediatamente. Pablo estaba m

uy sorprendido y contento al escuchar la experiencia que M

EMO había tenido en su lugar secreto el día anterior. Juntos estudiaron el acertijo otra vez tratando de

descifrarlo.

“Una fuente de conocimiento se encuentra aquí

Busca atrás y lo encontrarás.

Tu fuerza es necesaria, el tablón está cerca,

Lo que estaba escondido, ahora aparecerá”

“Yo no he podido dormir en toda la noche tratando de entenderlo”, dijo MEM

O. “Sólo he dado vueltas y vueltas, ni siquiera he podido entender la prim

era línea. No puedo pensar donde podría haber una fuente de conocimiento cerca de aquí. Estoy seguro que fue m

i abuelo quien hizo el acertijo, pues a él le encantaba hacerlos para que nosotros lo resolviéram

os.

“Tal vez debemos pensar tal y com

o tu abuelo pensaría” sugirió Pablo; ¿Qué era importante para él?

MEM

O pensó por un minuto. “Bueno, yo creo que los m

ás importante para m

i abuelo, era sus árbol de manzanas. Él siente m

ucho orgullo y gozo cuando habla de su árbol. ¡¡¡Pero un árbol no significa conocim

iento!!!

“Tal vez para él ese árbol era una fuente de conocimiento porque él aprendió m

uchas cosas allí” dijo Pablo. MEM

O se quedo pensando por unos m

omentos y m

ientras más analizaba trataba de entender lo que significaba. “Ah, ya creo saber dónde es que está el tablón que dice m

i abuelo. Él acostum

braba hablar de un sótano que estaba en algún lugar del patio. El tablón podría estar en ese sótano.”

“Y además” interrum

pió Pablo muy contento; “Tal vez está detrás del árbol. El acertijo dice: Busca atrás este conocim

iento, y si nosotros excavamos

detrás del árbol, tendremos que usar nuestra fuerza tam

bién.”

Sus ojos se llenaron de alegría al pensar que podrían encontrar el tesoro detrás del árbol. Planes y grandes ideas vinieron y fueron, pensando en cómo

y cuándo buscarían el tesoro. Sería mejor hacerlo a m

edia noche, así nadie los vería, y nadie les preguntaría nada. Los dos estuvieron de acuerdo; la m

edianoche sería el mom

ento.

Cuadro 17

El cielo oscurecía la ciudad. La verdad, estaba bastante oscuro. MEM

O pensaba qué bueno que había traído la linterna, aunque la débil luz casi no se veía en m

edio de las tinieblas, mientras él iba hacia el árbol. De repente una ram

ita hizo un ruido. MEM

O quedó paralizado de miedo m

ientras Chuly ladró.

“¿Eres tú Pablo?”, preguntó MEM

O. Pablo apareció detrás del árbol.

“¡Casi me m

atas del susto!”, dijo MEM

O respirando profundamente. “Bueno, aquí afuera la verdad es que da bastante m

iedo”, dijo Pablo

“Creo que hemos visto m

uchas películas de miedo últim

amente. M

i mam

á dice que esas películas no son buenas para nosotros; y ahora veo por qué”.

Los dos niños cargaron sus palas para comenzar a excavar. Pusieron la linterna cerca de una piedra para tener luz. Palada tras palada, pronto se

hicieron grandes montañas de tierra que los niños lanzaban bien alto. Pero para m

ala suerte, a pesar de excavar tanto, no había tesoro ni tampoco se

veía el sótano por ninguna parte.

“No entiendo”, dijo MEM

O. “Yo estaba tan emocionado de que al m

enos íbamos a encontrar el sótano esta noche.”

“Paremos un ratito”, dijo Pablo m

uy aburrido. “Yo no había excavado tanto en mi vida”. Los dos niños se tiraron al suelo bien aburridos.

“Tal vez aquí no hay ningún tesoro”, dijo Pablo con voz cansada. “Tal vez el acertijo no era cierto, tal vez sólo era una broma”.

“No creo, mi abuelo no haría eso. M

i papá acostumbraba insinuarnos acerca del tesoro escondido del abuelo, pero ninguno le poníam

os atención. Mi

abuelo siempre cam

biaba de tema. Seguram

ente el sabía que mi papá, en algún m

omento, diría todo cuando estuviera borracho, por eso nunca nos

dijo nada.”

“Bien, si queremos encontrar el tesoro debem

os seguir cavando”, dijo Pablo más esperanzado de antes. Tom

ó la linterna y alumbró el patio. “Oh, no,

hemos hecho m

ontones de túneles alrededor del árbol.”

“Está bien”, dijo MEM

O, “ni modo, sólo es el jardín del abuelo”

Tomaron sus palas y, aunque parecían m

ás pesadas que antes, y aunque el suelo parecía más duro, los niños siguieron adelante. Estaban tan m

etidos en el trabajo que ninguno se dio cuenta cuando Chuly m

ovía la cabeza y ponía su cuerpo tenso como indicando algo. Pero cuando lo notaron, los

niños pararon de trabajar de repente.

“¿Qué pasa Chuly?”, preguntó MEM

O, y se quedaron inmóviles, esperando... m

irando la oscuridad muy nerviosos. De repente, escucharon un ruido

entre las ramas. Era un hom

bre que tropezaba al huir de ellos.

Cuadro 18

Chuly ladró fuertemente y com

enzó a perseguir al intruso. MEM

O y Pablo quedaron paralizados por un mom

ento; pero después tiraron las palas al aire y se fueron a perseguir al hom

bre. Las palas cayeron estrepitosamente al suelo m

ientras ellos volaban dejando atrás el árbol de manzana y

corriendo hacia al callejón en persecución, pero la oscuridad pronto se tragó la veloz figura que corría y sólo quedo el humo de alguien que iba

corriendo. ¿Quién sería este intruso? ¿Qué estaba haciendo allí? ¿Lo agarrarán?

CAPITULO 3 Cuadro 19 “No es posible”, dijo M

EMO, “Lo hem

os perdido”. Debió haberse ido por el patio de los otros vecinos. M

EMO y Pablo se tiraron al suelo m

uy cansados, pues sus esfuerzos habían sido inútiles. “¿Dijimos algo acerca del acertijo?”, preguntó Pablo.

“No estoy seguro...pero de todas maneras ese acertijo sigue siendo un m

isterio”, dijo MEM

O. Aunque la noche había em

pezado con muchas esperanzas de encontrar algo em

ocionante; todo había terminado sin sentido; sin el sótano, sin el tesoro,

sin el extraño hombre.

Aunque MEM

O y Pablo fueron las noches siguientes a buscar de nuevo, nunca encontraron nada, aunque MEM

O estaba seguro que el había visto al hom

bre misterioso rondar cerca de la casa. ¿quién sería?

Cuadro 20 M

EMO estaba tan preocupado en descifrar el acertijo que no se había dado cuenta que su m

amá estaba bastante enferm

a. Se veía muy m

al y la tos se le ponía cada vez peor. Una noche se escuchaban uno quejidos m

uy extraños que venían del cuarto de la señora Pérez. Chuly comenzó a ladrar tratando de llam

ar la atención de M

EMO.

“Cállate y déjame dorm

ir”, ordenó MEM

O a Chuly, mientras se volvía al otro lado. En ese m

omento se dio cuenta de los quejidos, entonces se sentó en la

cama para escuchar m

ejor. Sí, eran quejidos que venían del cuarto de su mam

á. MEM

O fue de prisa para ver que pasaba. Su mam

á estaba hirviendo en fiebre. “¿M

ami, m

ami, estás bien?”, preguntó asustado M

EMO.

La mam

á de MEM

O se quejaba. Era lo único que hacía. MEM

O tomó rápidam

ente el teléfono para llamar al hospital. Apenas sí podía contener sus

lágrimas y su m

iedo mientras le explicaba a la enferm

era lo que pasaba. Los m

inutos parecían horas mientras esperaban al doctor. Teresita y Julián ya se habían levantado para ir al cuarto de su m

amá. Se pararon cerca de la

cama tratando de no llorar.

“Tal vez hay que orar al Buen Pastor para que ayude a mam

i”, exclamó Teresita. “Estoy de acuerdo” dijo Julián, m

ientras los dos bajaban sus cabezas para orar. Al rato llego el doctor. Cuadro 21 M

EMO no podía entender por qué el doctor tardaba tanto. M

EMO estaba m

uy inquieto caminando para allá y para acá.

¿Y qué si su mam

á moría? Ellos seguro tendrían que irse a vivir a un orfanato. Eso sería terrible para ellos.

“Dios, si tú de veras nos escuchas, como dice Pablo, no dejes que m

i mam

á se muera, tú sabes que la necesitam

os, por favor ayúdanos”, oraba MEM

O en silencio y con algunas lágrim

as en sus ojos. De pronto la puerta del cuarto se abrió. “¿Se va a m

orir mi m

amá?”, preguntó Teresita llorando.

“Oh, no, ella estará bien; aunque debe tomar la m

edicina y estar en reposo”, explicó el doctor. M

EMO se sentía m

uy contento de escuchar esto y en silencio le agradeció a Dios por haberlo escuchado. M

ientras; Julián y Teresita también agradecían en sus corazones al Buen Pastor por escuchar su oración.

Así todos los niños volvieron a acostarse; muy tranquilos.

Cuadro 22

La mañana siguiente, al despertar, M

EMO se dio cuenta que debía buscar algún trabajo, pues su m

amá estaba enferm

a y no podía trabajar. Pablo estuvo de acuerdo en cuidar a Julián y a Teresita m

ientras él buscaba.

Ya toda la gente tenía niños que ayudaran y nadie necesitaba alguno más. Nadie le daba trabajo a M

EMO.

“No es justo; nadie me quiere dar trabajo”, le reclam

aba MEM

O a Pablo.

“Y por qué no le pides a don Pepe; el de la tienda; que te dé trabajo?” le dijo Julián, porque había estado escuchando.

MEM

O no se sintió muy cóm

odo con la idea. Seguro se sentía mal por las veces que había robado allí.

“Me parece m

uy buena la idea”, dijo Pablo.

MEM

O al fin aceptó pero despacio, muy despacio, se fue a buscar a Pepe. M

EMO esperaba que no estuviera... pero ahí estaba, sonriendo com

o siempre.

MEM

O le preguntó a Pepe; que si por casualidad no necesitaba a alguien que lo ayudara.

“¡Ah, qué casualidad!”, dijo Pepe; “Precisamente el niño que m

e ayudaba, ya no volverá más y estaba pensando en poner un anuncio, pero, ya ves,

apareciste tú, así que el trabajo es tuyo.”

MEM

O no podía creerlo. Estaba trabajando en el mism

o lugar donde el acostumbraba robar. Cada tarde él aprendía m

ás y más sobre su trabajo. Él

pensaba que era una casualidad, aunque Dios tenía un propósito en esto. MEM

O sabía que algún día tenía que decirle a Pepe lo que había hecho. Pero sería en el m

ejor mom

ento.

Un día, cuando MEM

O salió para su trabajo, a Julián y a Teresita se les ocurrió que ellos también debían buscar un trabajo y ganar algo de dinero para

ayudar a su mam

á.

La oportunidad llegó días después. Una exhibición de perros se estaba presentado en el pueblo y al mejor perro le darían un prem

io de dinero. Por supuesto para Julián y Teresita esta era su oportunidad pues ellos pensaban que ningún perro sería m

ás inteligente que su Chuly, y ninguno se vería m

ejor que él; aunque, bueno, ¡¡¡tendrían que darle un bañito!!!... ¡¡¡Si Chuly supiera lo que Julián y Teresita estaban planeando!!!

Cuadro 23

La tarde siguiente los niños se quedaron solos en la casa. Esta sería su oportunidad para preparar a Chuly para la presentación.

Los niños se llevaron a Chuly al baño. Primero le echaron un m

ontón de shampoo a la bañera y después un m

ontón de jabón. Había espuma por todas

partes. Chuly hacía todo lo posible para salirse de la bañera, mientras los niños trataban de sostenerlo. Todo era un desastre. Había m

ás agua fuera de la bañera que adentro. Pero Chuly tenía que quedar perfecto.

Después comenzaron a secarlo con las toallas, peinarlo y perfum

arlo. Todo era muy divertido. Y para term

inar; el toque final; un gran moño rosado

alrededor del cuello de Chuly.

“¡Qué precioso!” exclamó Teresita.

Julián no estaba muy de acuerdo con el m

oño rosado; pero con el fin de que Chuly ganara, estaba bien. Teresita le puso encima la vieja capa de papá a

Chuly, para que no se ensuciara mientras iban a la presentación. Al llegar al lugar los niños no pudieron entrar.

“Lo siento” dijo el hombre. “Deben pagar la entrada si quieren pasar, y adem

ás deben presentar los papeles que digan que el perro es un perro fino; si acaso lo es”.

Julián y Teresita no sabían nada de papeles acerca de perros y tampoco tenían dinero para poder entrar. De m

odo que tuvieron que salir. De pronto a Julián se le ocurrió una idea.

“Metam

os a Chuly por este hueco y después nos metem

os nosotros, cuando ya estemos adentro nadie notará la diferencia.”

A Teresita le pareció bien y cuando nadie estaba viendo, se metieron por el hueco, dándole una patada a Chuly, lo m

andaron hasta donde estaban los otros perros.

Cuadro 24

Cuando Chuly se dio cuenta que estaba entre tantos perros; se puso contento; moviendo la cola; com

enzó a juguetear con las pequeñas mascotas. En

ese mom

ento comenzaba el concurso y todas las finas m

ascotas comenzaron a desfilar. Chuly salió en carrera para juguetear y cuando todos los perros

lo vieron comenzaron a ladrar y ladrar. Unos se soltaron de sus dueños y com

enzaron a correr tras Chuly. El concurso se volvió un desastre. La policía tuvo que venir a poner todo en orden. Se llevaron a Julián a Teresita y a Chuly para pedirles razones de todo el caos que habían ocasionado. Castigos, acusaciones y denuncias se hicieron en contra de los niños y su perro. Julián y Teresita fueron fuertem

ente castigados por su mam

á.

Las cosas fueron calmándose hasta m

uchos días después.