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227 Andamios HISTORIA Y PAISAJE. EXPLORANDO UN CONCEPTO GEOGRÁFICO MONISTA Pedro S. Urquijo Torres Narciso Barrera Bassols * RESUMEN. El presente artículo tiene por objetivos revisar el devenir histórico y la historiografía del concepto geográfico paisaje, a fin de mostrar su pertinencia operativa en los estudios ambientales, mediante el análisis homeostático de sus elementos tanto biofísicos como socioculturales. Para ello, ponderamos la utili- dad de un enfoque epistémico monista —el paisaje como una totalidad en la que no hay separación de sus componentes—, frente al dualismo manifiesto en la dicotomía naturaleza- sociedad, común en pensamiento científico dominante, que poco contribuye a un entendimiento cabal del medio, en un contexto de emergencia ecológica global. PALABRAS CLAVE: Paisaje, naturaleza, cultura, sociedad, historia, monismo, dualismo. NATURALEZA-SOCIEDAD El estudio científico sobre las relaciones o polarizaciones entre los componentes naturales y los sociales en un espacio no es de ninguna manera novedoso. En los últimos cien años, tan sólo la antropología —en su orientación ecológica— y la geografía han estudiado los vínculos entre diversas colectividades humanas y sus ambientes. La antropogeografía, la ecología cultural, la antropología cognitiva, la eco- logía humana, la ecología del paisaje o la etnoecología, son algunos de * Profesores del Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental. Universidad Nacional Autónoma de México, campus Morelia. Correos electrónicos: <[email protected]> y <[email protected]>. Volumen 5, número 10, abril, 2009, pp. 227-252

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    HISTORIA Y PAISAJE.EXPLORANDO UN CONCEPTO GEOGRFICO MONISTA

    Pedro S. Urquijo TorresNarciso Barrera Bassols*

    RESUMEN. El presente artculo tiene por objetivos revisar el devenirhistrico y la historiografa del concepto geogrfico paisaje, a finde mostrar su pertinencia operativa en los estudios ambientales,mediante el anlisis homeosttico de sus elementos tantobiofsicos como socioculturales. Para ello, ponderamos la utili-dad de un enfoque epistmico monista el paisaje como unatotalidad en la que no hay separacin de sus componentes,frente al dualismo manifiesto en la dicotoma naturaleza-sociedad, comn en pensamiento cientfico dominante, que pococontribuye a un entendimiento cabal del medio, en un contexto deemergencia ecolgica global.

    PALABRAS CLAVE: Paisaje, naturaleza, cultura, sociedad, historia,monismo, dualismo.

    NATURALEZA-SOCIEDAD

    El estudio cientfico sobre las relaciones o polarizaciones entre loscomponentes naturales y los sociales en un espacio no es de ningunamanera novedoso. En los ltimos cien aos, tan slo la antropologaen su orientacin ecolgica y la geografa han estudiado losvnculos entre diversas colectividades humanas y sus ambientes. Laantropogeografa, la ecologa cultural, la antropologa cognitiva, la eco-loga humana, la ecologa del paisaje o la etnoecologa, son algunos de

    * Profesores del Centro de Investigaciones en Geografa Ambiental. Universidad NacionalAutnoma de Mxico, campus Morelia. Correos electrnicos: y .

    Volumen 5, nmero 10, abril, 2009, pp. 227-252

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    los enfoques desde los cuales se ha indagado en torno al vnculo na-turaleza-sociedad (Milton, 1996; 1997). En distintos momentos y conargumentos diversos, se ponder acrticamente la hegemona de la unasobre la otra. Dicha polaridad fue reforzada por una rgida divisinacadmica del trabajo y de estructuras institucionales divididas enciencias duras, fsicas y biolgicas, y en ciencias blandas, sociales yhumanidades. Sin embargo, como referente epistmico, dicha dicotomase ha vuelto por dems inoperante ante la emergencia de nuestrasrealidades ambientales.

    A finales de la dcada de los ochenta, el socilogo de la ciencia Bru-no Latour enfatizaba el equvoco epistmico de varios cientficos quepretendan realizar sus investigaciones a partir de conceptos puros,derivados de posturas dualistas: ya no son trminos explicativos, sino,por el contrario, requieren de una explicacin conjunta (Latour, 1989:108). El cuestionamiento al anlisis dicotmico naturaleza-sociedadfue un asunto comn para varios investigadores que, como Latour,notaron la inoperancia de una perspectiva dual. Entre ellos, podemosmencionar a Edgar Moran (1990), Timothy Ingold (1992), ArturoEscobar (1996) y Philippe Descola (2001). Los argumentos y debatesal respecto generaron la paulatina desaparicin de las viejas nocionesde naturaleza y sociedad, como campos de anlisis independientes, yemergieron conceptos aparentemente integrales, tales como bio-diversidad, socioambiente, biocultura o naturaleza hbrida (Es-cobar, 1999). La aparicin de estos conceptos evidenci la preocupacinpor formular investigaciones integrales e interdisciplinarias, perotambin puso de manifiesto los vacos epistmicos y/o las ambi-gedades conceptuales de los cientficos o grupos de cientficosformulantes.

    Por un lado, especialistas biofsicos principalmente bilogos yeclogos interesados en la integralidad o en la complejidad de lapregonada posnormalidad, pero ajenos a las teoras sociales, realiza-ron investigaciones que, debido a la misma lejana en el manejo dedichas teoras y al sesgo de donde emanaban, resultaron en merascrnicas monogrficas sostenidas en datos cuantitativos, cargadas determinologas biolgicas aplicadas arbitrariamente a fenmenos yfactores sociales: anlisis cualitativo de los ecosistemas, evolucin

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    cultural, metabolismo cultural, entre otros. En estos casos, el anlisisintegral se resolvi con aparejamientos semnticos de dudosa confeccin(Urquijo, 2008c).

    Por otro lado, algunos investigadores formados en las ciencias so-ciales, partidarios de los modelos tericos construccionistas radicales,llevaron al extremo la integralidad naturaleza-sociedad, al grado tal denegar la existencia de una realidad biofsica prediscursiva y presocialde la naturaleza. Desde este enfoque, el mundo era incognoscible ocareca de sentido en s mismo. La confusin se dio, en parte, por lano distincin de la naturaleza como cosa suppositio simplex,como concepto suppositio naturalis o como nombre suppositiopersonalis (Jacorzynski, 2004). Como sealan David Saur y MartBoada (2006), procesos como la fotosntesis, la polinizacin o la fuerzade gravedad existen plenamente y no son una construccin humanaaun cuando son humanos los que le dan nombre y explicacin.Lo que debe cuestionarse, ms bien, no es la preexistencia del mundobiofsico cuestionamiento de tipo ontolgico, sino las percep-ciones que se tienen sobre ese mismo mundo biofsico cuestio-namiento de tipo epistmico.

    En la actualidad resulta, por tanto, ms que imperante repensar losmodelos de anlisis de las complejidades ambientales, cuestionandolos postulados universales de la ciencia como unvoco pensamiento ob-jetivizante, y a travs de un anlisis contextual que permita no hacerdistincin entre los aspectos naturales y los sociales del medio (Urquijo,2008c). Como punto de partida, nuestra sugerencia es asumir unapostura monista, en que la naturaleza y la sociedad se ubican in-separablemente en un marco comn o como una totalidad, enfatizandola vinculacin holstica del ser humano en los procesos ecolgicos eincluyendo aspectos que las ciencias biolgicas pasaban por alto, talescomo la mente humana, la religin, el ritual y la esttica (Rappaport,1997; Hornborg, 2001). La postura monista en el anlisis ambientalnos permite superar la falsa dicotoma que ponderan las tesis dualistasy que suponen los rdenes naturaleza y sociedad como sistemasseparados y autnomos, o, en el mejor de los casos, sutilmente ma-tizados desde el enfoque de las esferas dialcticamente interconectadaspor flujos de complementos y suplementos (Plsson, 2001).

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    Atonaltzin IpalnemohuaniPlanteamiento epistmico, contra planteamiento ontolgico

    Atonaltzin IpalnemohuaniYo lo propondra as:

    asumir que lo que se ha llamado dese hace mucho tiempo como naturaleza y cultura no pueden existir separadamente fuera de un marco comn o totalidad.

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    Herencia de la filosofa clsica, presente en la metafsica estoica y enlos postulados neoplatnicos de Plotino, el monismo del griegomons, unidad es una de las nociones ms fecundas, la cual, en suorigen, hace alusin a un universo formado por una sola sustancia, enla que los elementos divinos, naturales y humanos son una y la mismacosa. Dicho pensamiento clsico sirvi como base para que en el sigloXVII el filsofo holands Baruch Spinoza planteara una solucin aldualismo cartesiano, a travs de un sistema monista: dentro de la uni-dad, slo hay una sustancia; no existe diferencia real entre la piedra, elser humano o la nube. El mundo sensible, el que nos rodea, es ilusorio.La distincin es la afeccin de la sustancia (Xirau, 2000). Lejos de lasimplicaciones teolgicas que la nocin de monismo puede presen-tar en su devenir epistmico, existe un entendimiento contemporneoparticularmente en la filosofa antropolgica, en el que se coloca ala naturaleza y a la sociedad en un proceso homeosttico, siempre com-plejo, cambiante e impredecible. El reto est en encontrar los mediostericos y los instrumentos prcticos adecuados para afrontar los es-tudios interdisciplinarios desde este enfoque epistmico. En el presenteartculo, proponemos una posibilidad.

    Para aproximarnos a una postura monista, debemos referirnos a lageografa, disciplina cuyo tema central es o debera ser la relacinintrnseca naturaleza-sociedad, independientemente de los diversos en-foques de tipo dualista o monista que la abordan o de los campos deespecializacin de sus practicantes. En este sentido, el paisaje es unconcepto clave en el abordaje de investigaciones referentes a la con-figuracin territorial, establecimiento de redes y escalas espaciales, per-cepcin, intervencin y/o manejo de la naturaleza. La perspectiva depaisaje es una forma viable para la realizacin de investigaciones conenfoques monistas, y que adems posibiliten la interdisciplinariedad yla transdisciplinariedad.

    PERO QU ES PAISAJE?

    Llamamos paisaje a la unidad espacio-temporal en que los elementosde la naturaleza y la cultura convergen en una slida, pero inestable

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    comunin. Se trata de una categora de aproximacin geogrfica que sediferencia del ecosistema o geosistema (Sochava, 1972) conceptoque explica el funcionamiento puramente biofsico de una fraccin deespacio (Garca, 2002) y del territorio unidad espacial socialmen-te moldeada y vinculada a las relaciones de poder (Raffestin, 1980),en que en el paisaje confluyen tanto los aspectos naturales como lossocio-culturales; de tal forma que resulta ser la dimensin cultural dela naturaleza (Sauer, 1995; Ojeda, 2005), o bien, la dimensin naturalde la cultura. La concepcin del paisaje implica as una posicin uni-ficadora frente a la dicotoma naturaleza-cultura comn en el pen-samiento cientfico dominante que dificulta cualquier comprensinecolgica y social, del ayer, del hoy y del futuro (Urquijo, 2008a).

    Ms all del mbito cientfico, el ser humano, de forma individualo colectiva, se encuentra en cotidiana interaccin con sus paisajes demanera inextricable. Vestimenta apropiada para el clima, instrumentosadecuados para surcar el relieve, vistosas veredas entre rboles fron-dosos, canales de desage, palapas veraniegas, avenidas y barrios ci-tadinos o milpas en ladera, son tan slo algunas de las adaptacionesculturales con las que los seres humanos modifican tica y estticamentesus naturalezas, acorde con sus muy particulares condiciones espacio-temporales y de acuerdo con sus contextos. Por ello, cualquier estudiode paisaje es slo parcialmente comprensible sin su historia social. Aladentrarnos en la historicidad de un paisaje, accedemos a la identi-ficacin de las recreaciones, continuidades o rupturas de las lgicas enla permanente transformacin del medio, pues las formas paisajsti-cas son definidas en diferentes momentos histricos, aunque co-existentes en el momento actual (Santos, 2000; Contreras, 2005). Lahistoria del paisaje nos permite as conocer cmo las colectividadeshumanas han visto e interpretado el espacio inmediato, cmo lo hantransformado y cmo han establecido vnculos con l.

    Si el paisaje se entiende e interviene en funcin de los contextosespacio-temporales y de diversos sujetos sociales, debemos considerar,entonces, distintas formas de percepcin e intervencin paisajstica.Por ello, en un mismo paisaje podemos encontrar miradas e inter-venciones que se confrontan: por un lado, las que han hecho suyo el

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    medio con la fuerza del devenir, y por otro, aquellas acordes con lasmodas, formas, paradigmas y tcnicas herederas de miradas ajenas allugar y sus actores (Fernndez 2006; Urquijo, 2008b; Urquijo, 2008c).Por tanto, una indagacin de tipo monista no puede limitarse a unasola lectura espacial, sino que debe propiciar un entendimientocompartido que incluya las distintas escalas y niveles de poder im-plcitas, esto es, a la historicidad y a la sensibilidad en el acceso a losrecursos que ofrece el medio.

    Para su anlisis, la perspectiva paisajstica implica una operacincognitiva. El sujeto observador se aproxima al paisaje en el momentoen que dirige su mirada hacia el entorno. Percibe con sus sentidos lo quese le vislumbra y poco a poco hace un recorte del medio, como unaespecie de polgono mental en trminos cartogrficos. Percepcinderiva del latn percipio mirar y captar, por lo que en un ejercicioperceptivo se alude tanto al proceso contemplativo como al enten-dimiento cognitivo del medio de manera simultnea. Por tanto, lapercepcin es la manera en que el yo conoce el mundo (Husserl, 1995).Un paso subsecuente a la percepcin lo constituye la fragmentacin delos elementos contenidos en el cuadro de naturaleza, analizando as eldetalle, para nuevamente conjuntarlos y devolverle la vida al todo pai-sajstico. La ptica que aplica el observador puede ser con cuatrointencionalidades bsicas (Gmez, 2006). En primer lugar, tenemosuna mirada esttica, de la cual encontramos proyecciones posterio-res en la pintura, la fotografa, la literatura o la tradicin oral. Otraptica es la vivencial o utilitaria, cuando el paisaje se percibe comoespacio proveedor de recursos. Tambin puede observarse como paisajeidentitario, aqul que inspira el sentimiento de pertenencia; esto es, elpaisaje vivido. Finalmente, el observador puede poseer una pticacientfica o tcnica, fundamentalmente analtica y en la que comnmentese argumenta su fragmentacin para facilitar el entendimiento deconjunto.

    En trminos conceptuales, podemos sealar una serie decaractersticas generales del paisaje. Como producto intelectual y materialde un grupo social, el paisaje forma parte de una cosmovisin completaque se inserta en un proceso de larga duracin (Braudel, 1993; Baker,2004). De hecho, el paisaje es una manera localizada y aterrizada de

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    una cosmovisin que gua el comportamiento humano. La cos-movisin, por su parte, es entendida como un conjunto articulado desistemas ideolgicos vinculados entre s de manera relativamentecongruente, con el que una sociedad pretende aprehender el universo(Lpez, 1996). El paisaje es tambin una unidad fsica de elementostangibles, visibles, olientes, audibles y degustables, que puede teneruno o varios significados simblicos o lecturas subjetivas de fuerteraigambre esttico y tico. Finalmente, el paisaje posee una escala hu-mana; es decir, sus distancias pueden ser recorridas a pie y su nivel deanlisis se ubica en lo inmediato a la percepcin sensorial (Fernndez, 2006).

    EL PAISAJE PRECIENTFICO

    En s mismo, el concepto de paisaje posee una historia en la que seevidencia el entendimiento monista de un medio natural percibido eintervenido por la actividad humana, siempre indisociable. El conceptoproviene de dos races lingsticas diferenciadas. Una de ellas, lagermnica, da origen a los trminos landschaft alemn, landskipholands, y landscape ingls. La otra, romance, deriva enpaesaggio italiano, paysage francs, paisagem portugusy paisaje espaol. Como seala Javier Maderuelo (2006), estasdos races no slo muestran una diferente construccin gramatical,acorde con los distintos hbitos lingsticos de los pases del norte ydel sur de Europa, sino que tambin corresponden a dos modosdiferentes de entender, ver y representar el medio.

    Durante la Edad Media, la palabra germnica landschaft, compuestapor las partculas land tierra y schaffen moldeado, o sea el moldeadodel territorio, equivala a las palabras latinas patria, provincia o re-gio. Documentado desde el siglo VIII (Maderuelo, 2006), el trminoLandschaft, haca referencia al espacio que se poda abarcar con unamirada. En el ingls, los componentes del vocablo landscape cumplanlos mismos fines: land, tierra y scapjan, raz germnica que significa-ba crear o trabajar. Esta ltima partcula cambi a shape, forma omoldeado, lo que implic un giro del nfasis del actor modelador a la

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    apariencia resultante; es decir, mientras que landscape denotaba la ex-tensin representada, landschaft haca referencia al proceso de formacin o ala transformacin constante (Relph, 1981; Berque, 2000; Fernndez, 2006).

    Entre las lenguas romances, el trmino italiano paese y sus de-rivados, paesetto y paesaggio, mantenan el mismo sentido que laspalabras francesas pays y paysage (Maderuelo, 2006). Estos trminos,al igual que el paisagem portugus y el paisaje espaol, tienen su ori-gen en el vocablo latino pagus, aldea o cantn, y su consecuentepaganus, aldeano o paisano. El ablativo latino de pagus era pago,que haca referencia a la vida rural (Relph, 1981; Berque, 2000;Maderuelo, 2006; Fernndez, 2006).

    En la Europa medieval no existi una separacin radical entrenaturaleza y sociedad, pues el ser humano se consideraba parte in-tegrante del cosmos; as, el hombre no poda mirar a la naturalezadesde afuera porque siempre estaba dentro de ella. La otrizacin de lanaturaleza se origin en el Renacimiento, entre los siglos XIV y XV. Lapintura renacentista se centr en la indagacin cognitiva y espacial entorno al ser humano y su lugar en la naturaleza y en la historia, a travsde la perspectiva: el ver a travs. El medio fue entonces un universoalterno cuantificable, tridimensional y apropiado y/o intervenido porel universo humano (Plsson, 2001).

    En los siglos XVI y XVII, los terratenientes del norte de Europaordenaban plasmar sus dominios en pinturas, con el propsito deexhibir los cuadros resultantes en los muros de sus palacios comosmbolo de su poder. Los pintores europeos se preocuparon pordelinear representaciones paisajsticas que enaltecieran el orgulloidentitario: mares circundados por portentosos puertos, bosquescautivadores, verdes praderas o frtiles campos. La presencia de perso-nas se manifestaba de dos formas: a travs de hombres y mujereslaborando, caminando entre rboles o simplemente descansando; obien, con alguna modificacin fsica en el medio: un camino, una ve-reda, un puente, una casa, un molino o un cerco. Esos paisajes repre-sentaban un recorte del territorio a travs de la mirada subjetiva del pintor,compartida posteriormente con los espectadores (Urquijo, 2008b).

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    En la Gran Bretaa, hacia finales del siglo XVIII y principios del XIX, latradicin paisajstica cobr fuerza a travs del estilo denominado pin-toresco, que haca alusin a las naturalezas cargadas de connotacionesy significados. Las imgenes proporcionaban escenas de lo que eraapropiado o de buen gusto, marcando ideas de estatus o ci-vilizacin. Las imgenes de plantaciones coloniales en el Caribe,Australia, Canad, Nueva Zelanda o Sudfrica, procuraban evidenciarel sentimiento de superioridad ingls, al presentar una supuestaautoridad natural por encima de los pobladores coloniales y sus lugares.Las ideas paisajsticas se envolvieron con los fines imperialistas euro-peos: colonizacin fue al mismo tiempo una naturalizacin ylegitimacin del paisaje (Nash, 1999). En este contexto colonialista,las imgenes paisajsticas eran utilizadas para marcar la autoridad ingle-sa en los nuevos lugares apropiados, adems de enfatizar las diferenciasraciales o de gnero. Hacia finales del siglo XIX, la imagen de los paisajescoloniales cambi hacia una postura del encuentro con lo natural:una visin ms romntica y nostlgica de las naturalezas y de susmoradores originales colonizados.

    No obstante lo anterior, el origen de lo que ahora se puede entendercomo sensibilidad paisajstica tiene antecedentes remotos y distantes alas etimologas europeas. De acuerdo con Augustin Berque (1997),esta sensibilidad aparece en China, mucho antes de ello y de mane-ra distante. Si bien es cierto que en mandarn existen varias palabraspara nombrar paisaje, cada una de ellas expresa un matz especfico.No obstante, el trmino ms genrico e incluyente es el sanshui. Setrata de una filosofa taosta y confucionista que alude a la profundainterrelacin entre lo esttico y lo tico del medio natural. El trminose compone por dos palabras: san, montaa y shui, agua o ro, y seplasma por primera vez en la literatura en el siglo IV, haciendo referenciaa una imagen moral que aviva la conciencia mediante la contemplacinde la naturaleza. Es decir, un sentimiento de contemplacin del medio(qing) lo que crea (wei) lo bello (mei). Si la naturaleza se convierte enalgo bello o agradable de mirar es porque se mira como paisaje. Lasensibilidad sanshui pasa a la pintura que representa los paisajescargados de yi: espritu. Ms tarde, en China nace una alianza ntimaentre pintura, poesa, caligrafa e interpretacin paisajstica de los parajes

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    o estudios de los sitios: el fengshui. Sin embargo, difiriendo con Berque,no se trata de encontrar el origen remoto de la perspectiva paisajstica,sino, ms bien, en cmo las distintas maneras, formas o modos en lasque la humanidad en su propia diversidad cultural e histrica hainteractuado con sus naturalezas inmediatas. Ms an, podemosvislumbrar indicios ms antiguos al siglo IV chino. Por ejemplo, en elEclesiasts de Salomn y en varios de sus proverbios (c. 979-930a.C.) se encuentran diferentes expresiones paisajstico-ontolgico-literarias, sumamente interesantes: Todos los ros van al mar, y el marno se llena; nuevamente el agua correr por los ros. Se cansarn dehablar y no podrn decir ms, pero no se sacia el ojo de ver ni el odode or. Lo que fue volver a ser, lo que se hizo se har nuevamente. Nohay nada nuevo bajo el sol (Eclesiasts, 1, 4-9) (Urquijo, 2008b).

    Heredero de la tradicin china, el concepto filosfico zofu-tokusuijapons, almacenando el viento, consignando el agua, era una especiede geomancia de los siglos VI al VIII, mediante el cual se seleccionaba unlugar de asentamiento de acuerdo con la configuracin de montaas yros, y en donde flua la energa vital de la tierra vinculada al agua. Estelugar deba respetar la relacin intrnseca humanos-naturaleza, por loque el poblado deba presentar montaas por lo menos en tres de suslados, en funcin de cobijo (Aguil, 1999). Por otro lado, TetsuroWatsuji (2006) seala que el vocablo japons fdo, compuesto porlos ideogramas viento y tierra, abarca un rea semntica que involucracaractersticas climticas, edafolgicas, geolgicas, de relieve, fertili-dad del suelo y configuracin paisajstica. En el fondo del vocablo, seadivina una antigua cosmovisin que, al igual que en los caractereschinos sanshui, se percibe el entorno natural como circunstancia ine-ludible de la vida humana.

    Lejos de Europa, China y Japn, en el Mxico prehispnico, elestablecimiento de poblados era el resultado de una meditada seleccindel sitio, posterior a una profunda observacin del comportamientoambiental, lo que implicaba asegurar la estabilidad de laderas y defuentes de abastecimiento de agua. Las sociedades nahuas del centrode Mxico recurrieron as a formas especficas del paisaje que adems deser funcionales respondan a criterios estticos y cosmognicos. Lafisiografa ms comn del periodo Posclsico tardo entre el ao

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    1200 y 1521, consista en una especie de herradura o circunvalacinformada por cerros, en cuyas faldas se localizaban los asentamientos,dando la idea de una olla protectora, que recordaba el tero de laMadre Tierra. Funcionalmente la fisiografa de este paisaje serva parala captacin de agua, adems de constituir un abrigo montaosoprotector de vientos, heladas, inundaciones e incursiones enemigas.Asimismo, este tipo de paisaje, tipificado como rinconada o xomulli,en nhuatl, ofreca un horizonte montaoso que permita fijar referentesastronmicos para la determinacin del calendario agrcola, climticoy religioso (Garca, 2000). El asentamiento humano coordinadofuncional y estticamente con el medio recibi el nombre nhuatl dealtepetl agua-cerro sorprendente coincidencia con el sanshuichino. Para la seleccin del lugar, las formas del relieve no slo seconfiguraron como asiento especfico de los altepeme plural dealtepetl, sino tambin como una evocacin de aquellos sitiosprovistos de memoria y sacralidad. En la seleccin del lugar defundacin, los pueblos de aquellas latitudes fueron unos estudiososde su medio, por lo que el nombre de cada localidad describa con fre-cuencia algn rasgo del paisaje, ya sea de su flora, fauna, hidrografa uorografa. De esta manera, los valores estticos y funcionales asignadosal paisaje quedaron grabados en la toponimia que hoy perdura(Fernndez, 2006). En otras latitudes, encontramos trminos equi-valentes al de altepetl, lo cual nos indica una concepcin paisajstica dendole esttica, geogrfica, histrica y simblica equiparable, tales comoel yucunduta mixteco, el chuchu tsipi totonaco o el an dehe nttoeheotom, cuya traduccin literal en dichos casos es agua-cerro. Abundanotras palabras que, si bien no son traducciones exactas, en ellas subyacela imagen del paisaje; por ejemplo, el nass mixe-zoque, tierra o sueloo el teklum chol, rbol, tierra (Fernndez, 2006; Fernndez, 2007;Urquijo, 2008b).

    LA APROPIACIN CIENTFICA DEL PAISAJE

    En el siglo XIX, el concepto paisaje transcurre de la mirada pictrica yesttica al mbito de la ciencia y su propia lgica. A partir de entonces,

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    se entiende como una unidad geogrfica constituida intrnsecamentepor elementos humanos y naturales. La pintura paisajstica, los poemasnaturalistas, las crnicas y relatos de viajeros inspiran a concebir unnuevo modo de aproximarse al medio. Son las primicias de una especiede modelizacin cientfica del espacio, diferente al proceso de re-presentacin esttica. Los artistas pintores, poetas, msicos o jar-dineros, no plasman necesariamente los paisajes observados en elcampo, sino ms bien toman de ellos lo que les gusta o perciben y pro-yectan sus visiones sobre el mundo (Urquijo, 2008b; Urquijo, 2008).En cambio, comnmente los cientficos tienen el objetivo de mostrarel paisaje en su especificidad, sin depender de los sentimientos delespectador. Al cientfico decimonnico no le interes las aparienciasde las cosas, sino las cosas mismas, objetivizadas, congeladas (Frolova,2006). En ese momento fundante, los gegrafos, especialistas en elanlisis del espacio, realizan construcciones intelectuales en torno al pai-saje, aparentemente contradictorias y subjetivas: la separacin y el en-samblaje de sus componentes. Frente al objeto de observacin la miradaanaltica disecciona los diferentes elementos del medio, apoyndoseen los datos de la percepcin. Luego, el investigador geogrficorecompone las partes; le devuelve la vida.

    El transcurso desde la mirada del arte a la ciencia tiene su origen enel movimiento romntico alemn. El romanticismo es un modo com-plejo y plural que implica, entre otros aspectos, renovados modos dever, pensar y sentir. La columna vertebral del enfoque romntico conllevaun resurgimiento de la analoga, procedente del neoplatonismo rena-centista y que sostiene una visin del universo como sistema decorrespondencias, en franca oposicin a las pretensiones analticas ydisociadoras del racionalismo puro. As, el ser humano es partcipedel sistema de correspondencias universales: la analoga es el espejoque permite reflejar su propia conciencia individual. Toda cosa secorresponde con otra, cada cosa puede verse como metfora de otra(Ortega, 1987: 32). Ante el paisaje, el sujeto romntico contempla,siente e imagina; pero tambin observa, piensa y razona. Lo que amenudo suele separarse y hasta oponerse ciencia y cultura, aquaparece imbricado. De esta manera, se modifica la sensibilidad hacialos factores geogrficos y surgen nuevas formas de percibir y

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    HISTORIA Y PAISAJE

    comprender el espacio, constituyendo al mismo tiempo un nuevomodo de aproximacin a la naturaleza. El romanticismo alemn influyede forma significativa en las propuestas de Alexander von Humboldt yKarl Ritter, ambos personajes pioneros de la geografa moderna.

    El barn de Humboldt form su pensamiento paisajstico tras elacercamiento a los romnticos germanos y franceses, lo que le permitiencontrar el equilibrio de las mltiples conexiones de la naturaleza.Entendi as al paisaje como una unidad armnica y monista de con-tenidos fsicos y simblicos relacionados con la conciencia del sujeto.Pero Humboldt tambin tena entre sus lecturas a los racionalistas dela poca. Con este bagaje, postul que la objetividad y la subjetividadse fundan en la actitud de quien o quienes perciban lo natural porparadjico que nos pueda parecer hoy un racionalismo romntico,y a la vez se tejan las redes y conexiones de la realidad del mundonatural o del Todo (Urquijo, 2008b; Urquijo, 2008). Para Humboldt,la tentativa de descomponer en sus diversos elementos el paisaje erauna temeridad, pues el carcter paisajstico dependa en s de la si-multaneidad de ideas y de sentimientos que movan al observador; elpoder de la naturaleza se revelaba justamente en la conexin de lasemociones y los fenmenos, y slo as era posible contemplar esaescena imponente con una mirada holstica.

    Por su parte, Karl Ritter afirmaba que el ser humano era lo msimportante que se poda conocer en la naturaleza, pues era su miradacognitiva la que conceda a la naturaleza su existencia y le proporciona-ba sus complejos significados. Justamente, la mirada humana permi-ta aprehender la existencia y la significacin de las correspondenciasdel Todo armnico. Esta vocacin de totalidad de la tradicin geogrficamoderna pregonada por Humboldt y Ritter se asoci a una epistemo-loga escasamente dogmtica y dispuesta a conceder a la activa presenciadel sujeto que conoce la subjetividad, todos los derechos que elobjetivismo le niega y el romanticismo rescata (Ortega, 1987: 40-41).

    En el trnsito del siglo XIX al XX, la geografa alemana desarroll ladiscusin en torno a las relaciones naturaleza-sociedad en dos di-recciones: cmo el ser humano modificaba su medio, y cmo el me-dio influa en el ser humano. El razonamiento geogrfico alemn dio

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    particular importancia a los procesos histricos en los cuales lasdistintas sociedades modificaban sus entornos y viceversa, quedandoel registro de las transformaciones en el terreno mismo. La porcinterritorial que constitua la sntesis del proceso era el Landschaft pai-saje; la disciplina que lo estudiara sera, entonces, el Landschaftskundeconocimiento sobre el paisaje (Fernndez, 2006).

    Entre los primeros tericos de la ciencia del paisaje, se reconoce aOtto Schlter. Para l, el anlisis paisajstico constitua el centro decualquier investigacin geogrfica. Schlter planteaba el anlisis de lafisonoma del medio en el que interactuaban los diferentes gruposhumanos a manera de una morfologa del paisaje cultural. A pesar deesta primicia, y empezando por el mismo Schlter, los gegrafos tuvierongrandes dificultades para incorporar los factores sociales en sus pa-radigmas tericos; ello, debido a su racionalidad positivista y, por ende,dualista. Alfred Hettner, posteriormente, defini a la geografa como laciencia corolgica de la superficie terrestre, considerando al ser humanocomo un pedazo de su esencia. Sin embargo, y contradictoriamente,Hettner clasific como categoras superficiales a las divisiones te-rritoriales resultantes de la intervencin humana, como pueden ser lasmojoneras, las provincias o los estados (Gmez, 1983). A partir deese momento, empez a solidificarse el binomio naturaleza-sociedad ylas discusiones y propuestas en torno a dicha dualidad.

    En esas primicias del siglo XX, se gestaba tambin un enfoque desntesis, esto es, la geografa regional, como una reaccin ante las pro-puestas desintegradoras, tales como la ecologa, postulada por ErnstHaeckel, y la antropogeografa de Frederich Ratzel, la cual declarabauna ruptura con la tradicin naturalista en nombre del humanismo.El precursor de la geografa regional y de la geografa humana delsiglo XX, fue el historiador francs Paul Vidal la Blanche, seguidor delos postulados humboldtianos y ritterianos. Vidal la Blanche rechaza-ba el positivismo de Auguste Comte, el determinismo geogrfico y ladescripcin enciclopdica de lugares. El reto de la disciplina era, segnsu consideracin, afrontar el aparente dilema de las relaciones sociedad-naturaleza, dilema que vena cobrando fuerza gracias a la popularidadde las propuestas de Ratzel. Vidal la Blanche plante entonces estu-diar a las comunidades rurales en sus medios naturales, puesto que

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    la interaccin dinmica de los componentes fsicos y los humanosgenres de vie o gneros de vida otorgaban la particularidad alpaisaje. El medio natural, argumentaba, era el principal armonizadorde los elementos sociales (Urquijo, 2008b).

    Uno de los grandes exponentes del humanismo vidaliano fue JeanBrunhes, discpulo de Vidal la Blanche. Desde el principio, Brunhespromovi la escuela del posibilismo videliano en las relaciones so-ciedad-medio; sin embargo, su inters se orient ms hacia temasetnogrficos y sociales vinculados a las razas, ciclos de trabajo y en-fermedades (Buttimer, 1980).

    LA BIFURCACIN DEL PAISAJE

    A pesar de los buenos intentos de la escuela videliana, la separacin delos estudios sintticos de los elementos biofsicos y los socioculturalesen geografa fue inminente: el paisaje se fragment en aras de la par-ticularizacin y la super-especializacin. Ante la separacin de loscomponentes sociales y naturales, las tendencias paisajsticas se in-clinaron por el papel dominante de la geomorfologa, considerada pormuchos especialistas el cimiento de la geografa en general. En estascondiciones, y con un ambiente intelectual marcado fuertemente porel cartesianismo y el positivismo, la geografa se volvi sectorial y dejde lado algunas perspectivas bsicas de las ciencias sociales y de laecologa naciente. Dentro de esta ltima, Arthur G. Tansley (1935)intent proponer a travs del concepto de ecosistema, unidad ecolgicabsica, instrumentos de sistematizacin de las dismiles y mltiplesinvestigaciones naturalistas; sin embargo, la ecologa concluy en unaciencia unvoca cuyo objetivo era puramente biocntrico, e incapaz deconseguir el escrutinio global del medio ambiente, reduciendo, en unprincipio, los hechos sociales a factores antrpicos, o bien, losmimetiz conforme su propia visin energtica sobre el funcionamien-to de la naturaleza (Urquijo, 2008b; Urquijo, 2008).

    En esa crisis epistemolgica, la integralidad del paisaje se plantede muy diferentes maneras: como un conjunto de indicaciones ele-mentales para el ordenamiento ecolgico o territorial uso de la tierra,

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    como una revisin metodolgica ecologa del paisaje, o comouna construccin terica de balances energticos, sustentados a menudoen frmulas matemticas (Frolova, 2006). El carcter monista del paisajese fue perdiendo en los dismiles campos de investigacin geografa,ecologa, biologa, arquitectura, antropologa o arqueologa, que-dando as separados los componentes socioculturales de los biofsi-cos. Como consecuencia, adems, el concepto vari segn los interesesparticulares o los objetivos de las diversas investigaciones. El paisajerecibi mltiples definiciones e interpretaciones que podan coincidiro no con su origen monista. Dicho en otras palabras, la ciencia delpaisaje que inici el siglo, en unos cuantos aos se fragment: porun lado, se dispuso el anlisis de la superficie terrestre y, por el otro,el medio result un mero producto de la intervencin antrpica(Hartshorne, 1939).

    Particularmente, en la ecologa del paisaje se enfatiz el enfoquebiocntrico, considerando al paisaje como un mosaico de ecotopos:ecosistemas concretos localizados en un sitio definido, a manera declulas del paisaje. Las unidades de la clasificacin paisajstica se es-tablecieron escalarmente desde la ecozona hasta el ecotopo (Mateo,2002). La dinmica del paisaje se consider entonces como el tejidopor el cual flua la energa, los nutrientes minerales y las especies, entrelos ecosistemas (Forman, 1986). Se trataba de una geografa sometidapor la ecologa, en donde la presencia humana se limitaba a la capaci-dad funcional para el desarrollo de actividades socio-econmicas com-plejo territorial productivo. Los factores perceptivos, ticos y estticosdel medio no entraban en los intereses de muchos eclogos yecogegrafos, por ser stos consideraciones subjetivas. A partir de ladcada del siglo XX, y ante la ambigedad que generaba la falta deconsideracin del factor antrpico, se comenz a hablar de ladimensin socio-geoecolgica del paisaje, que postulaba la articulacinentre una triada de categoras paisajsticas: paisaje natural, paisaje socialy paisaje cultural (Mateo, 2002); esto, no obstante, sin tomar en cuen-ta que en su origen epistmico esa triada de paisajes eran uno solodominio ontolgico.

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    LAS PROPUESTAS (RE) UNIFICADORAS

    Al transcurrir los primeros treinta aos del siglo XX, sin embargo,emergi de forma paralela a las propuestas fragmentarias una potencialtendencia a re-vincular los elementos paisajsticos, con especial atencinal factor humano. Entre los primeros estudiosos que pretendieron lareunificacin, sobresali el gegrafo norteamericano Carl O. Sauer,quien, a travs de su Morfologa del paisaje ([1925] 1995), retomplanteamientos de la tradicin geogrfica alemana y reconoci lapertinencia del concepto, definindolo para la geografa fsica comouna unidad espacial formada por fenmenos interdependientes, porlo que consider que la tarea del investigador era encontrar la conexino el orden de esos fenmenos (Sauer, 1995). Por otro lado, el gegrafoalemn Carl Troll introdujo el trmino ecologa del paisaje ([1938]2003) al mbito cientfico, con el cual realiz una revaloracin delconcepto al reconocerlo como una unidad de espacio definida por laactuacin conjunta de tres componentes principales: el mundo abiticofsico-qumico, el mundo biolgico y el mundo humano (Troll,2003). As empezaba a gestarse, aunque lentamente, la rearticulacincientfica del paisaje.

    Hacia la primera mitad del siglo XX, en Francia, la llamada Escuelade los Anales, encabezada por Marc Bloch y Lucien Febvre, empren-di una serie de estudios histricos en los cuales se vinculaban losfactores sociales y ambientales. Las primeras investigaciones con esteenfoque fueron la Historia rural francesa de Bloch ([1931] 1976) y Latierra y la evolucin humana de Febvre (1925). Particularmente, lostrabajos de Bloch resaltaban la idea de un paisaje actual que permitacontemplar sus etapas anteriores mediante una perspectiva de conjuntoo monista, por lo que se le ha considerado uno de los postulantes dela geografa retrospectiva (Santos, 2000). Sin embargo, fue en la segun-da generacin de los Anales cuando se consolid una geografa histricabasada en un modelo ecolgico y sociocultural. Dicha propuesta fuefundamentada por Fernand Braudel en su magna obra El Mediterr-neo y el mundo mediterrneo en la poca de Felipe II ([1949] 1997).Braudel plante estudios histricos en tres tiempos y escalas distintas:la larga duracin, el tiempo medio o coyuntura, y el tiempo corto o

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    acontecimiento. Los dos ltimos procesos temporales eran consi-derados por el propio Braudel como meras espumas del inmensoocano de la historia. En cambio, los estudios de procesos de largaduracin permitan reconocer las acciones y pensamientos de los sereshumanos de cara a las fuerzas de la naturaleza. No se trataba de de-terminar la supremaca del medio sobre los seres humanos comoexplicaba el determinismo geogrfico, ni viceversa; se trataba, msbien, de ponderar el valor histrico del paisaje en el complejo devenirde la humanidad. La propuesta braudeliana tuvo seguidoresimportantes, quienes retomaron sus planteamientos para realizar nue-vas propuestas, especficamente en el campo de la geografa histrica ode la historia ambiental, tales como Franois Chevalier ([1956] 1999)o Emmanuel Le Roy Ladurie (1977).

    En este contexto, creci el inters por conocer cmo los diversospueblos se relacionaban con su entorno. As aparecieron trabajos fun-damentales de investigadores adentrados en la temtica como GordonChilde, Claude Levi Strauss, Mircea Eliade, Alfred Crosby, Karl Butzery Philippe Descola, entre los ms sobresalientes. Este ltimo, Descola(2001), insisti en el hecho de que varias sociedades no separan lonatural de lo cultural, evidenciando dicha separacin como una cla-sificacin tpicamente occidental.

    A principios de la dcada de los noventa, inserta en el paradigmade la postmodernidad e influenciada por los debates dualistas y mo-nistas de la Antropologa ecolgica, la llamada Nueva Geografa Culturalreplante sus objetivos al considerar no slo las expresiones materia-les e inmateriales de la cultura, sino tambin, y de forma significativa,los rasgos naturales del paisaje. Adems de sacudir a los gegrafosde su aparente letargo y propiciar el inters geogrfico por la alteridad,el giro cultural de la geografa conmin en una invitacin abierta a loscientficos sociales a poner en tela de juicio la supuesta dicotomanaturaleza-sociedad (Claval, 1995; Fernndez, 2005; Fernndez, 2006).Las percepciones y valoraciones ticas, estticas o simblicas del paisajese consideraron, a partir de entonces, como parte fundamental de lainvestigacin, pues su escrutinio permita conocer bajo qu criterioslas diferentes sociedades evocaban, proyectaban o transformaban susnaturalezas (Veras, 1995).

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    Ante las concepciones extremas de ciudades artificiales o materia-lizadas y las naturalezas salvajes o prstinas, el gegrafo Yi-Fu Tuan(2003), propuso reflexionar en torno a los paisajes medios na-turalezas intervenidas por colectividades humanas, entendidos stoscomo obras culturales, pero en los cuales no se reniega de las racesdel mundo orgnico. Es decir, Tuan impulsaba la idea de un justomedio epistmico.

    A pesar de los esfuerzos (re)integradores realizados por especialis-tas de diversos y dismiles campos cientficos, existen, al menos, tresenfoques paisajsticos: la ecologa del paisaje fundamentalmente decorte biolgico o ecosistemtico (Forman, 1986), la geoecologadel paisaje inserta en la geografa fsica y la ecogeografa (Tricart,1965; Sochava, 1972; Mateo, 2002), y la geografa cultural del paisajela intervencin y percepcin humana del medio (Crang, 1998; Brunet,2002; Fernndez, 2006). El reto de los estudios paisajsticos radica,entonces, en explorar el paisaje sin adjetivos, pero considerando sucarcter monista, polismico y multivalente.

    REFLEXIONES FINALES

    Independientemente de los dismiles campos disciplinarios, sin nimosde homogeneizar pensamientos y a la luz del resquebrajamiento de lasvisiones fragmentadas de la realidad, el paisaje debe entenderse comoun concepto geogrfico holstico. De esta manera, es posible reconocerlas mltiples influencias que ejercen los procesos naturales y humanosslo separados como artificios cientficos en el moldeado histrico.El reto presente est en la bsqueda de las formas ms adecuadas quelogren impedir su fragmentacin. Las investigaciones hbridasambientales no podrn superar su parcialidad en tanto se continu ra-zonando en trminos de separacin, contradiccin y confrontacinentre hechos naturales y sociales (Bertrand, 2006).

    Por otro lado, las prcticas interdisciplinarias, institucionales oespontneas, han mostrado sus propias limitaciones, tanto tericascomo metodolgicas, generando discursos confusos y conceptosinestables. A pesar de ello, la interdisciplinariedad es ya un ejercicio

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    imperante sin vuelta atrs. No obstante, la mirada al pasado disciplinario,en este caso al de la geografa, puede permitirnos el hacernos de ele-mentos histricamente definidos, que a su vez nos permitan mover-nos con mayor seguridad en los linderos inciertos y difusos de loscampos hbridos. En este sentido, el paisaje resulta en un conceptoms que pertinente y actual.

    Como hemos visto, el paisaje no es la adicin de elementos geo-grficos dispersos; es una unidad geogrfica holstica, definida medianteun proceso homeosttico de sus componentes biofsicos y so-cioculturales. El reto ahora es superar el problema metodolgico queesta concepcin conlleva, tanto en su dinmica, tipologa y cartografa.Pero quiz el mayor reto radique en la reconsideracin de la miradamonista que sustentan algunas de las sociedades no-occidentales, loque podra alejarnos de esa falsa dicotoma procurada por el pensamien-to hegemnico y que hoy recorre los caminos cotidianos del laboratorioen nuestras instituciones acadmicas. Y en esa misma deconstruccinrespecto al mismo mundo en que vivimos y padecemos, el conceptopaisaje puede resultar iluminador, no slo para quien lo estudia sino,y fundamentalmente, para quien lo padece. Como unidad monista te-rritorializada, el paisaje requiere ser visualizado bajo la ptica de quienlo produce y reproduce, lo innova, lo suea o imagina, lo goza y losufre los locales, y de quienes lo estudian o interpretan desdeafuera o de aquellos que intentan dominarlo sin constituir parte de l(Urquijo, 2008).

    La discusin en torno a los alcances y lmites de la perspectiva depaisaje cobra auge y est abierto a los diferentes especialistas que venen l un instrumento til de anlisis. El paisaje es, finalmente, unpalimpsesto por dems interesante, que muestra la intervencin cultu-ral de distintas colectividades humanas en el devenir; la imposicin ysuperimposicin de valoraciones ticas y connotaciones estticas enel medio.

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    AGRADECIMIENTOS

    La investigacin de la que deriva el artculo fue apoyada por el proyectoPAPIIT-DGAPA (clave IN306806), adscrito al Centro de Investigaciones enGeografa Ambiental-UNAM. Asimismo, los autores agradecen lacolaboracin del Dr. Gerardo Bocco Verdinelli en la revisin del texto.

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    PEDRO S. URQUIJO TORRES Y NARCISO BARRERA BASSOLS

    Volumen 5, nmero 10, abril, 2009, pp. 227-252