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OPINIÓN // EL CONFLICTO DE LAS VISTILLAS, UN AJUSTE DE CUENTAS DE LA CURIA CON LA CIUDAD DE MADRID Piruetas en La Cornisa madrileña 6 // PANORAMA Diagonal // Del 21 de enero al 3 de febrero de 2010 BENITO SAAVEDRA* E l proyecto de instalar a la curia eclesial madrileña en la cornisa de Las Vis- tillas define el criterio que rige la conducta administrativa del Arzobispado: el criterio del po- der. No se trata aquí de un poder espiritual o moral derivado de cre- encias respetables siempre. Más bien se trata de un poder físico y presencial tan palpable como el in- mobiliario. Por lo demás, reiterado, ya que a pocos metros de distancia de donde pretende erigir su sede curial, es decir, las oficinas ecle- siásticas, se yergue desafiante el principal símbolo eclesial, la cate- dral de La Almudena, junto al otro gran poder asentado en Madrid, cuya expresión es el Palacio Real. La pretensión de elevar a los pies de Las Vistillas construcciones que incluyen un edificio de hasta 150 metros de fachada y otras abigarra- das instalaciones, con estaciona- mientos subterráneos donde ahora existe un parque con cientos de ár- boles y vestigios de un jardín rena- centista y un paño de la muralla de Felipe IV, se convierte en metáfora de las contradicciones que marcan la actitud seguida aquí por la jerar- quía eclesial, demasiado tiempo ya encampanada a espaldas de la lógi- ca ciudadana, del sentido común y de la democraticidad más básica. Su reino, dicen sus defensores, no es de este mundo y por eso ye- rra. Tal aserto lo desmiente una ac- titud tan rotundamente mundana como la de figurar con una inmen- sa mole de edificios administrati- vos en el horizonte más visible y bello de la ciudad, pese al hondo rechazo ciudadano, vecinal, que se le opone con argumentos desde que el proyecto fuera ideado. Las posibilidades de instalar su curia en otro lugar de Madrid menos po- lémico o bien no han sido plantea- das o bien han sido rechazadas. Se invoca el sacrosanto derecho de propiedad de unos terrenos que, por cierto, en su día les pasaron de las manos de la aristocracia. ¿Qué hay detrás de esta actitud? Aparte de otras motivaciones, hay una de tipo doctrinal y otra emo- cional. La primera deriva de que, desde el papado de Juan Pablo II, la jerarquía vaticana considera a España “tierra de misión”. Es decir, territorio a recristianizar de nuevo. Para ello, nada mejor que partir de una posición de autoridad. Se trata de mantener posiciones irreducti- bles, dogmáticas pues, tanto en lo espiritual como en lo temporal, ám- bito en el que se ubica la actitud de imponer a capa y espada la mole de hormigón y ladrillo en la cornisa de Las Vistillas. Resentimiento eclesiástico La otra razón, emocional, y muy es- pecíficamente madrileña, es que to- davía hoy parece perdurar un ma- lestar hacia el propio pueblo de Madrid por parte de la jerarquía eclesial, cuyo núcleo administrativo más obstinado sigue achacándole las conductas individualizadas con- tra religiosos y religiosas de algu- nos madrileños durante la Guerra Civil. Jamás la jerarquía admitirá abiertamente tal malestar, pero la expresión de su recelo, aunque pa- rezca mentira, se percibe todavía hoy en actuaciones eclesiales en la ciudad y en la región. No parece que, hasta hoy, en ese núcleo jerárquico alguien se haya planteado, al menos en voz alta, por qué razón la Iglesia española no mo- vilizó su ascendiente moral, que sin duda tenía al menos en los templos y en muchos hogares, para intentar desactivar el golpe militar que en 1936 truncó un régimen constitu- cional republicano avalado por el voto ciudadano, incluido el de mu- chos católicos, o bien para mediar entre las partes en litigio un arbitra- je que ahuyentara la confrontación. Los crímenes contra religiosos fue- ron execrables, pero no lo fue me- nos toda una conducta histórica de una institución que se arroga la que considera única interpretación del Derecho Natural así como el mono- polio en la definición y de la produc- ción de la moral privada y pública. En 1936, buena parte del pueblo identificó a unos y otros como los mismos tiranos y, como pudo, creó en unos meses un ejército de alba- ñiles para enfrentarlos en una gue- rra que el pueblo no provocó. Eso fue lo que sucedió entonces. Con- viene decirlo claramente. Como el lector y la lectora pueden apreciar, con este mar de fondo, el problema de la Cornisa de Las Vistillas queda desbordado en sus límites. Pero des- graciadamente creo que es parte de un mismo todo. Como vemos, la actitud eclesial ante la cuestión de La Cornisa ma- drileña nos ha llevado a escenarios de mayor calado y a contemplarla como una pirueta más de los jerar- cas eclesiales, sordos al sentido co- mún y a la sensatez, sobre el desli- zante voladizo de la historia. Éste es el problema: la concatenación de causas y efectos de un desen- cuentro que parece imposible de desactivar. Sin embargo, la solu- ción, qué duda cabe, compleja pero posible, pasará necesariamente por comenzar a reflexionar con since- ridad para salir de esta y otras ver- tiginosas cornisas de la mano de la inteligencia y de la concordia, tan necesarias siempre como la cohe- rencia y la ineludible memoria. Las creencias, religiosas o no, forman parte de la libertad y su defensa constituye un deber ciudadano, de ello no cabe duda; pero sus inter- pretaciones presuntamente mora- les, encaminadas a legitimar deter- minados efectos prácticos que no son más que privilegios encubier- tos, resultan ser una impostura. En Madrid hoy esa impostura sobre- vuela la cornisa de Las Vistillas. Motivos doctrinales y emocionales llevan al arzobispado a insistir en su idea de destruir uno de los horizontes más bellos de la capital del Estado. * Benito Saavedra es politólogo. ADIÓS A LA CORNISA Los 25.000 m 2 cedidos por el Ayuntamiento se unirán con el jardín del Seminario Conciliar, para el proyecto del enorme Edificio de la Curia, de 150 metros de fachada junto al que se instalará la Biblioteca Dioce- sana. En las Vistillas se instala- rá la residencia de los sacerdo- tes, integrando y reformando el ya existente centro de acogida para ancianos. En el lado sur, en el parque de la Cornisa, se edificará un colegio-guardería y un polideportivo público. El nuevo plan de urbanismo inclu- ye la realización de dos calles en los dos parques y la sustitu- ción de la escalera monumental que baja de la Cornisa a la Ronda de Segovia rodeando los parques junto a la muralla de Felipe IV, por una carretera de dos carriles para permitir el acceso a estos edificios. Ana Candela Los vecinos de La Latina (Madrid) si- guen esperando que se pronuncie la Comisión Europea para saber si de- saparecerán los jardines de la Visti- llas. En Bruselas, en mayo 2009 se abrió un expediente informativo en el que se pide una evaluación del im- pacto ambiental y las repercusiones del proyecto de la Ciudad de la Igle- sia en el patrimonio público. Todo procede del acuerdo entre el cardenal Rouco Varela, arzobis- po de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, y el alcalde Ruiz Gallardón, según el cual el Ayuntamiento de Madrid cedió a la Iglesia el 27 de febrero de 2009 una parcela de 25.000 me- tros cuadrados. Allí, en el actual Parque de la Cornisa y de las Vis- tillas, se llevará a cabo un enorme complejo arquitectónico-eclesiás- tico que incluye una biblioteca diocesana, una residencia para sa- cerdotes, 200 plazas de aparca- miento, oficinas, un hogar para in- digentes y una guardería. Rechazo vecinal El proyecto ha recibido el rotundo rechazo de los vecinos del barrio, que se organizan en la Asociación de Amigos del Parque de la Cornisa. Lina Rubí, presidenta de la asocia- ción, denuncia que “lo de incluir una guardería en el proyecto es un chantaje, desde hace años la recla- mábamos, pero se decide hacerla sólo ahora a cambio de nuestro si- lencio”. Rubí defiende que la Cor- nisa es “habitada” por los vecinos: “Venimos aquí con los niños a dia- rio, en verano proyectamos pelícu- las, lo sentimos muy nuestro”. Des- pués de las obras será un parque de tamaño reducido y atravesado por una calle, “los niños ya no podrán jugar con tranquilidad y no se po- drá volver a organizar eventos para el barrio. ¿Por qué se obstinan en que sea este sitio?”, se pregunta Rubí. Ésta explica que cuando las excavadoras toparon con la muralla de Felipe IV durante las obras de re- forma de la calle Serrano, en mayo de 2009, el Gobierno regional obli- gó al Ayuntamiento a protegerla y conservarla. “Aquí que la tenemos a la vista se la quieren cargar, no tie- ne sentido”, denuncia. En marzo de 2009 se manifesta- ron más de 8.000 personas contra el acuerdo entre Arzobispado y Ayuntamiento. Desde entonces, junto con otras asociaciones, pre- sionan a la alcaldía para que se re- nuncie al proyecto. En el parque se han organizado actividades de sensibilización a este asunto y se ha producido el documental La ba- talla de la Cornisa, estrenado en Madrid el 8 de enero. En el pleno municipal la oposición se concreta con las acciones de IU, que denuncia una “gestión confesio- nal del patrimonio público”, y que ha pedido junto al PSOE la intervención de la Comisión Europea. URBANISMO // SALVO QUE LA UNIÓN EUROPEA REVOQUE EL PROCESO, MADRID PERDERÁ UNO DE SUS MEJORES ESPACIOS POR CULPA DEL ARZOBISPADO Terrenos públicos para el minivaticano El Plan Parcial de Reforma Interior de la Cornisa del río Manzanares, conocido como el minivaticano, aprobado hace menos de un año, modificará la fisonomía de la ciudad. Riccardo Valletti Madrid

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OPINIÓN // EL CONFLICTO DE LAS VISTILLAS, UN AJUSTE DE CUENTAS DE LA CURIA CON LA CIUDAD DE MADRID

Piruetas en La Cornisa madrileña

6 // PANORAMA Diagonal // Del 21 de enero al 3 de febrero de 2010

BENITO SAAVEDRA*

El proyecto de instalar a lacuria eclesial madrileñaen la cornisa de Las Vis-tillas define el criterio

que rige la conducta administrativadel Arzobispado: el criterio del po-der. No se trata aquí de un poderespiritual o moral derivado de cre-encias respetables siempre. Másbien se trata de un poder físico ypresencial tan palpable como el in-mobiliario. Por lo demás, reiterado,ya que a pocos metros de distanciade donde pretende erigir su sedecurial, es decir, las oficinas ecle-siásticas, se yergue desafiante elprincipal símbolo eclesial, la cate-dral de La Almudena, junto al otrogran poder asentado en Madrid,cuya expresión es el Palacio Real.

La pretensión de elevar a los piesde Las Vistillas construcciones queincluyen un edificio de hasta 150metros de fachada y otras abigarra-das instalaciones, con estaciona-mientos subterráneos donde ahoraexiste un parque con cientos de ár-boles y vestigios de un jardín rena-centista y un paño de la muralla deFelipe IV, se convierte en metáforade las contradicciones que marcanla actitud seguida aquí por la jerar-quía eclesial, demasiado tiempo yaencampanada a espaldas de la lógi-ca ciudadana, del sentido común yde la democraticidad más básica.

Su reino, dicen sus defensores,no es de este mundo y por eso ye-rra. Tal aserto lo desmiente una ac-titud tan rotundamente mundana

como la de figurar con una inmen-sa mole de edificios administrati-vos en el horizonte más visible ybello de la ciudad, pese al hondorechazo ciudadano, vecinal, que sele opone con argumentos desdeque el proyecto fuera ideado. Lasposibilidades de instalar su curiaen otro lugar de Madrid menos po-lémico o bien no han sido plantea-das o bien han sido rechazadas. Seinvoca el sacrosanto derecho depropiedad de unos terrenos que,por cierto, en su día les pasaron delas manos de la aristocracia.

¿Qué hay detrás de esta actitud?Aparte de otras motivaciones, hayuna de tipo doctrinal y otra emo-cional. La primera deriva de que,desde el papado de Juan Pablo II,la jerarquía vaticana considera aEspaña “tierra de misión”. Es decir,territorio a recristianizar de nuevo.Para ello, nada mejor que partir deuna posición de autoridad. Se tratade mantener posiciones irreducti-bles, dogmáticas pues, tanto en loespiritual como en lo temporal, ám-bito en el que se ubica la actitud deimponer a capa y espada la molede hormigón y ladrillo en la cornisade Las Vistillas.

Resentimiento eclesiásticoLa otra razón, emocional, y muy es-pecíficamente madrileña, es que to-davía hoy parece perdurar un ma-lestar hacia el propio pueblo deMadrid por parte de la jerarquíaeclesial, cuyo núcleo administrativomás obstinado sigue achacándole

las conductas individualizadas con-tra religiosos y religiosas de algu-nos madrileños durante la GuerraCivil. Jamás la jerarquía admitiráabiertamente tal malestar, pero laexpresión de su recelo, aunque pa-rezca mentira, se percibe todavíahoy en actuaciones eclesiales en laciudad y en la región.

No parece que, hasta hoy, en esenúcleo jerárquico alguien se hayaplanteado, al menos en voz alta, porqué razón la Iglesia española no mo-vilizó su ascendiente moral, que sinduda tenía al menos en los templosy en muchos hogares, para intentardesactivar el golpe militar que en1936 truncó un régimen constitu-cional republicano avalado por elvoto ciudadano, incluido el de mu-chos católicos, o bien para mediarentre las partes en litigio un arbitra-je que ahuyentara la confrontación.Los crímenes contra religiosos fue-ron execrables, pero no lo fue me-nos toda una conducta histórica deuna institución que se arroga la queconsidera única interpretación delDerecho Natural así como el mono-polio en la definición y de la produc-

ción de la moral privada y pública. En 1936, buena parte del pueblo

identificó a unos y otros como losmismos tiranos y, como pudo, creóen unos meses un ejército de alba-ñiles para enfrentarlos en una gue-rra que el pueblo no provocó. Esofue lo que sucedió entonces. Con-viene decirlo claramente. Como ellector y la lectora pueden apreciar,con este mar de fondo, el problemade la Cornisa de Las Vistillas quedadesbordado en sus límites. Pero des-graciadamente creo que es parte deun mismo todo.

Como vemos, la actitud eclesialante la cuestión de La Cornisa ma-drileña nos ha llevado a escenariosde mayor calado y a contemplarlacomo una pirueta más de los jerar-cas eclesiales, sordos al sentido co-mún y a la sensatez, sobre el desli-zante voladizo de la historia. Éstees el problema: la concatenaciónde causas y efectos de un desen-cuentro que parece imposible dedesactivar. Sin embargo, la solu-ción, qué duda cabe, compleja peroposible, pasará necesariamente porcomenzar a reflexionar con since-ridad para salir de esta y otras ver-tiginosas cornisas de la mano de lainteligencia y de la concordia, tannecesarias siempre como la cohe-rencia y la ineludible memoria. Lascreencias, religiosas o no, formanparte de la libertad y su defensaconstituye un deber ciudadano, deello no cabe duda; pero sus inter-pretaciones presuntamente mora-les, encaminadas a legitimar deter-minados efectos prácticos que noson más que privilegios encubier-tos, resultan ser una impostura. EnMadrid hoy esa impostura sobre-vuela la cornisa de Las Vistillas.

Motivos doctrinales y emocionales llevan alarzobispado a insistir en su idea de destruir uno delos horizontes más bellos de la capital del Estado.

* Benito Saavedra es politólogo.

ADIÓS A LACORNISA

Los 25.000 m2 cedidos por elAyuntamiento se unirán con eljardín del Seminario Conciliar,para el proyecto del enormeEdificio de la Curia, de 150metros de fachada junto al quese instalará la Biblioteca Dioce-sana. En las Vistillas se instala-rá la residencia de los sacerdo-tes, integrando y reformando elya existente centro de acogidapara ancianos. En el lado sur,en el parque de la Cornisa, seedificará un colegio-guardería yun polideportivo público. Elnuevo plan de urbanismo inclu-ye la realización de dos callesen los dos parques y la sustitu-ción de la escalera monumentalque baja de la Cornisa a laRonda de Segovia rodeando losparques junto a la muralla deFelipe IV, por una carretera dedos carriles para permitir elacceso a estos edificios.

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Los vecinos de La Latina (Madrid) si-guen esperando que se pronuncie laComisión Europea para saber si de-saparecerán los jardines de la Visti-llas. En Bruselas, en mayo 2009 seabrió un expediente informativo enel que se pide una evaluación del im-pacto ambiental y las repercusionesdel proyecto de la Ciudad de la Igle-sia en el patrimonio público.

Todo procede del acuerdo entreel cardenal Rouco Varela, arzobis-po de Madrid y presidente de laConferencia Episcopal Española,y el alcalde Ruiz Gallardón, segúnel cual el Ayuntamiento de Madridcedió a la Iglesia el 27 de febrerode 2009 una parcela de 25.000 me-tros cuadrados. Allí, en el actualParque de la Cornisa y de las Vis-tillas, se llevará a cabo un enormecomplejo arquitectónico-eclesiás-tico que incluye una bibliotecadiocesana, una residencia para sa-cerdotes, 200 plazas de aparca-miento, oficinas, un hogar para in-digentes y una guardería.

Rechazo vecinalEl proyecto ha recibido el rotundorechazo de los vecinos del barrio,que se organizan en la Asociaciónde Amigos del Parque de la Cornisa.Lina Rubí, presidenta de la asocia-ción, denuncia que “lo de incluiruna guardería en el proyecto es unchantaje, desde hace años la recla-mábamos, pero se decide hacerlasólo ahora a cambio de nuestro si-lencio”. Rubí defiende que la Cor-nisa es “habitada” por los vecinos:“Venimos aquí con los niños a dia-rio, en verano proyectamos pelícu-las, lo sentimos muy nuestro”. Des-pués de las obras será un parque detamaño reducido y atravesado poruna calle, “los niños ya no podránjugar con tranquilidad y no se po-drá volver a organizar eventos parael barrio. ¿Por qué se obstinan enque sea este sitio?”, se preguntaRubí. Ésta explica que cuando lasexcavadoras toparon con la murallade Felipe IV durante las obras de re-forma de la calle Serrano, en mayode 2009, el Gobierno regional obli-gó al Ayuntamiento a protegerla yconservarla. “Aquí que la tenemos ala vista se la quieren cargar, no tie-ne sentido”, denuncia.

En marzo de 2009 se manifesta-ron más de 8.000 personas contrael acuerdo entre Arzobispado yAyuntamiento. Desde entonces,junto con otras asociaciones, pre-sionan a la alcaldía para que se re-nuncie al proyecto. En el parquese han organizado actividades desensibilización a este asunto y seha producido el documental La ba-talla de la Cornisa, estrenado enMadrid el 8 de enero.

En el pleno municipal la oposiciónse concreta con las acciones de IU,que denuncia una “gestión confesio-nal del patrimonio público”, y que hapedido junto al PSOE la intervenciónde la Comisión Europea.

URBANISMO // SALVO QUE LA UNIÓN EUROPEA REVOQUE EL PROCESO, MADRID PERDERÁ UNO DE SUS MEJORES ESPACIOS POR CULPA DEL ARZOBISPADO

Terrenos públicos para el minivaticanoEl Plan Parcial de ReformaInterior de la Cornisa delrío Manzanares, conocidocomo el minivaticano,aprobado hace menos deun año, modificará lafisonomía de la ciudad.

Riccardo VallettiMadrid