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LA PERSPECTIVA DEL DESARROLLO SALUDABLE La Estrategia Europea de Medio Ambiente y Salud, aprobada por Comunicación de la Comisión al Conse- jo, al Parlamento Europeo y al Comité Económico y Social, de 11 de junio de 2003, y el Plan de Acción Eu- ropeo de Medio Ambiente y Salud, aprobado mediante ulterior Comunicación de la Comisión de 9 de junio de 2004, están jalonando un nuevo hito en la definición de las políticas europeas de salud pública, que centra su atención en las decisiones territoriales y en la sanidad ambiental. Por otra parte, en el marco de los planteamientos es- tratégicos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), viene desarrollando dicho organismo, en cola- boración con las administraciones territoriales de los países europeos, el proyecto Red Europea de Ciuda- des Saludables, cuya fase IV, iniciada en el año 2003, propugna, como una de sus líneas básicas de actua- ción, la inclusión de la salud en los programas socia- les y políticos de las ciudades, y particularmente el fomento de un urbanismo saludable, animando a los urbanistas a integrar las cuestiones de salud en las es- trategias e iniciativas de planificación urbana, priori- zando la equidad, el desarrollo sostenible y la seguri- 215 Correspondencia: Alberto Llobell López · GESCIVITA, S. L. U. · Paseo de las Facultades 3, A-1 · 46021 Valencia · Tel.: 963 36 96 90; Fax: 963 36 96 91 · [email protected] COLABORACIONES ESPECIALES RESUMEN El artículo aborda el examen de la interrelación entre el urbanismo —o mejor, el desarrollo planificado de las ciudades— y la salud públi- ca, desde una perspectiva histórica, para enfocar las dimensiones de la dialéctica entre ambas realidades sociales distintas, que han de jugar un papel esencial en el futuro. En un primer análisis se definen los hitos que han jalonado en el pasado la perspectiva sanitaria del ur- banismo, desde su concepción inicial orgánica a la actual concepción ecosistémica, que involucra los conceptos de desarrollo sostenible y salud ambiental. Se definen, a partir del anterior análisis, las dimen- siones del denominado urbanismo saludable, en las que debería cen- trarse el esfuerzo, tanto de los expertos en materia de salud pública y urbanismo, como de las administraciones públicas, durante los próxi- mos años: (a) la evaluación de los efectos del desarrollo urbano en la salud, como elemento clave del trabajo de la planificación territorial y urbanística; (b) la atención prioritaria a los problemas de equidad so- cial en las ciudades, como factor determinante para la mejora de la salud de las poblaciones; (c) la incorporación de la perspectiva de prevención del riesgo de enfermedades mentales, como factor deter- minante de la planificación territorial y urbanística, y (d) la incorpo- ración de la perspectiva de la mitigación de los efectos del cambio cli- mático, como factor asimismo determinante de la planificación terri- torial y urbanística. PALABRAS CLAVE: urbanismo, salud, salud mental, desarrollo soste- nible, ciudades saludables, evaluación de efectos sobre la salud, equi- dad social, cambio climático. ABSTRACT The article discusses the interrelation between urban planning, or rather, the planned development of cities, and public health, from a historical perspective, and focusses on the dimensions of the dialectic between two different social realities, which must play an essential role in the future. In a first analysis we defined milestones that have marked the last health perspective of urban design, from its initial conception to the current organizational design ecosystem, which in- volves the concepts of sustainable development and environmental health. With the basis on the above analysis, we have defined the di- mensions of the so called 'healthy planning', which should focus the effort, both of experts on public health and of urban planning, as ad- ministration over the coming years: a) assessing the effects of urban development on health as a key feature of the work of territorial and urban planning, b) focus on social equity issues in cities, as a factor for improving health populations; c) the mainstreaming of risk pre- vention of mental illness as a determinant of territorial and urban planning, d) the mainstreaming of mitigation of climate change, also as a factor determining territorial and urban planning. KEY WORDS: urbanism, health, mental health, sustainable develop- ment, healthy cities, evaluation of effects on health, social equity, cli- mate change. EL URBANISMO SALUDABLE THE HEALTHY URBANISM Javier Contel Ballesteros a y Alberto Llobell López b a Arquitecto superior, profesional independiente. b Abogado urbanista. GESCIVITA, S. L. U. Rev. salud ambient. 2007;7(2): 215-220

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LA PERSPECTIVA DEL DESARROLLOSALUDABLE

La Estrategia Europea de Medio Ambiente y Salud,aprobada por Comunicación de la Comisión al Conse-jo, al Parlamento Europeo y al Comité Económico ySocial, de 11 de junio de 2003, y el Plan de Acción Eu-ropeo de Medio Ambiente y Salud, aprobado medianteulterior Comunicación de la Comisión de 9 de junio de2004, están jalonando un nuevo hito en la definición delas políticas europeas de salud pública, que centra suatención en las decisiones territoriales y en la sanidadambiental.

Por otra parte, en el marco de los planteamientos es-tratégicos de la Organización Mundial de la Salud(OMS), viene desarrollando dicho organismo, en cola-boración con las administraciones territoriales de lospaíses europeos, el proyecto Red Europea de Ciuda-des Saludables, cuya fase IV, iniciada en el año 2003,propugna, como una de sus líneas básicas de actua-ción, la inclusión de la salud en los programas socia-les y políticos de las ciudades, y particularmente elfomento de un urbanismo saludable, animando a losurbanistas a integrar las cuestiones de salud en las es-trategias e iniciativas de planificación urbana, priori-zando la equidad, el desarrollo sostenible y la seguri-

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Correspondencia: Alberto Llobell López · GESCIVITA, S. L. U. · Paseo de las Facultades 3, A-1 · 46021 Valencia · Tel.: 963 36 96 90; Fax: 963 36 96 91· [email protected]

COLABORACIONES ESPECIALES

RESUMENEl artículo aborda el examen de la interrelación entre el urbanismo—o mejor, el desarrollo planificado de las ciudades— y la salud públi-ca, desde una perspectiva histórica, para enfocar las dimensiones dela dialéctica entre ambas realidades sociales distintas, que han dejugar un papel esencial en el futuro. En un primer análisis se definenlos hitos que han jalonado en el pasado la perspectiva sanitaria del ur-banismo, desde su concepción inicial orgánica a la actual concepciónecosistémica, que involucra los conceptos de desarrollo sostenible ysalud ambiental. Se definen, a partir del anterior análisis, las dimen-siones del denominado urbanismo saludable, en las que debería cen-trarse el esfuerzo, tanto de los expertos en materia de salud pública yurbanismo, como de las administraciones públicas, durante los próxi-mos años: (a) la evaluación de los efectos del desarrollo urbano en lasalud, como elemento clave del trabajo de la planificación territorial yurbanística; (b) la atención prioritaria a los problemas de equidad so-cial en las ciudades, como factor determinante para la mejora de lasalud de las poblaciones; (c) la incorporación de la perspectiva deprevención del riesgo de enfermedades mentales, como factor deter-minante de la planificación territorial y urbanística, y (d) la incorpo-ración de la perspectiva de la mitigación de los efectos del cambio cli-mático, como factor asimismo determinante de la planificación terri-torial y urbanística.

PALABRAS CLAVE: urbanismo, salud, salud mental, desarrollo soste-nible, ciudades saludables, evaluación de efectos sobre la salud, equi-dad social, cambio climático.

ABSTRACTThe article discusses the interrelation between urban planning, orrather, the planned development of cities, and public health, from ahistorical perspective, and focusses on the dimensions of the dialecticbetween two different social realities, which must play an essentialrole in the future. In a first analysis we defined milestones that havemarked the last health perspective of urban design, from its initialconception to the current organizational design ecosystem, which in-volves the concepts of sustainable development and environmentalhealth. With the basis on the above analysis, we have defined the di-mensions of the so called 'healthy planning', which should focus theeffort, both of experts on public health and of urban planning, as ad-ministration over the coming years: a) assessing the effects of urbandevelopment on health as a key feature of the work of territorial andurban planning, b) focus on social equity issues in cities, as a factorfor improving health populations; c) the mainstreaming of risk pre-vention of mental illness as a determinant of territorial and urbanplanning, d) the mainstreaming of mitigation of climate change, alsoas a factor determining territorial and urban planning.

KEY WORDS: urbanism, health, mental health, sustainable develop-ment, healthy cities, evaluation of effects on health, social equity, cli-mate change.

EL URBANISMO SALUDABLE

THE HEALTHY URBANISM

Javier Contel Ballesterosa y Alberto Llobell Lópezb

aArquitecto superior, profesional independiente.bAbogado urbanista. GESCIVITA, S. L. U.

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dad de la comunidad, integrando en la planificaciónprocesos de evaluación de su impacto sobre la saludhumana.

El urbanismo, en su génesis moderna —a partir de larevolución industrial—, está, desde luego, profunda-mente vinculado a cuestiones de salud, hasta el puntode concebirse ya en su inicio como un remedio desalud pública que trataba de corregir las fórmulas delcrecimiento urbano auspiciado por los procesos de in-dustrialización y de reducir en lo posible las condicio-nes insalubres de la vida urbana, derivadas de la pre-sencia de las fábricas y del inadecuado diseño funcio-nal de las zonas destinadas a albergar las viviendas dela clase trabajadora.

Es, ya en su germen, el resultado de una concepción dela ciudad como organismo vivo. Las zonas verdes urba-nas se piensan como pulmones que cumplen la funciónbásica de proveer aire limpio y hacer más sana la ciu-dad; las grandes avenidas urbanas, como arterias en-cargadas, no sólo de favorecer la movilidad interior yla relación adecuada de la ciudad con el campo, sinotambién de articular el transporte y la disposición delas infraestructuras de dotación de los servicios bási-cos que aseguran su habitabilidad y salubridad (aguapotable, saneamiento, suministro de alimentos y ener-gía, transporte, eliminación de residuos, etc.).

En su posición actual, sin embargo, el urbanismo mirala ciudad, ya no como un organismo aislado, sino comoun sistema imbricado en un ecosistema natural mayorque la engloba, enfatizando la necesidad de mantenersu frágil equilibrio, resentido a causa de los elevadosniveles de contaminación y deterioro que ha propicia-do la acción humana.

Se propugna, en este nuevo contexto, como fórmula deintervención humana, el desarrollo sostenible y saluda-ble. Y cobran especial importancia las dimensiones si-guientes:• La evaluación del impacto que tiene el desarrollo ur-

bano sobre la salud.• La reducción de la contaminación urbana, particular-

mente de la industrial y la del transporte urbano.• La eliminación de aquellos elementos disfuncionales

que actúan como situaciones estresantes y bloqueanel desarrollo equilibrado de la vida urbana, procuran-do la adaptación del diseño de las ciudades a las ne-cesidades de sus plurales habitantes, en especial, delas personas discapacitadas; y creando condicionesminimizadoras de la incidencia de las enfermedadesmentales o favorecedoras de un efecto terapéuticopara quienes las padezcan;

• La integración de la ciudad en la naturaleza, con aco-modo de su desarrollo a sus particulares condicionesclimáticas, y, en general, a las aptitudes y carenciasterritoriales de su entorno, cuidando de contener surelación de dependencia con los recursos naturales

—que pone en peligro su subsistencia—, y previnien-do los efectos del cambio climático.

• La equidad social en la atención de la salud.

Se abordan a continuación en este artículo las dimen-siones esenciales: evaluación de efectos del desarrollourbano sobre la salud y papel desempeñado por laequidad social, prestando una atención singular a algu-nos escenarios emergentes (relación del urbanismocon las enfermedades mentales y cambio climático).

LA EVALUACIÓN DE EFECTOS DELDESARROLLO URBANO SOBRE LA SALUD

Un elemento esencial de las nuevas fórmulas de inter-vención lo va a constituir, a partir de ahora, la evalua-ción desde los propios planes territoriales y urbanísti-cos del impacto de sus determinaciones en la salud. Ennuestro país deben jugar un papel relevante en estecampo, no sólo las administraciones autonómicas —enlos niveles normativo y de control de la evaluación delimpacto, así como de aplicación de medidas correcto-ras—, sino también las entidades locales, que deberíanincorporar a sus políticas urbanas los procesos dedicha evaluación sobre la salud y, en ejecución de losplanes, la implantación de las medidas correctorasconcretas.

Precisa la evaluación de efectos sobre la salud, por unlado, del establecimiento de un sistema de informaciónque utilice adecuados indicadores de salud ambiental,cuyo posterior análisis permita detectar los riesgos am-bientales para la salud derivados de la ejecución delplaneamiento, o en cuya evitación o minimización elplaneamiento pueda incidir eficazmente. Precisa, porotro, la implantación de un sistema de vigilancia y con-trol sanitarios de los riesgos detectados. Precisa, tam-bién, en última instancia, la formalización de una pro-puesta de medidas correctoras y actuaciones urbanísti-cas y territoriales, a fijar en los propios planes, queeviten o minimicen los riesgos para la salud detectados.

Por su singular enfoque, dicha evaluación debería sermultidisciplinar e intersectorial, pero, sobre todo, unaevaluación especialmente sensible en su percepciónde las desigualdades en materia de salud ambiental, encuyas fases tempranas debería jugar un papel impor-tante la propia participación ciudadana.

Ámbitos en los que debería proyectarse la evaluaciónson, entre otros, la calidad del aire, la calidad de lasaguas —sean de consumo humano, de baño o residua-les—, los residuos urbanos, la contaminación de sue-los, o acústica, o producida por otras emisiones conta-minantes, la localización de los nuevos asentamientosresidenciales o industriales, las condiciones urbanísti-cas perturbadoras del bienestar social o de la saludmental, etc.

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La idónea evaluación de la localización de los nuevosasentamientos residenciales e industriales es, desdeluego, relevante, dado que la ciudad, una vez construi-da, es poco permeable a los cambios que traten de co-rregir impactos no detectados en el proceso previo deevaluación. Hay municipios asentados sobre cuencasinundables cuyos pobladores conocen bien lo pertur-bador que resulta afrontar año tras año los desastresprovocados por las avenidas de agua; y municipios,sustentados en el auge industrial, para los que la oro-grafía de su territorio y sus especiales condiciones cli-máticas han determinado, unidas a los efectos propiosdel funcionamiento de las industrias, una especial inci-dencia de enfermedades ligadas a la contaminación at-mosférica, incluso infecciosas.

Es, desde luego, esencial en la evaluación de efectosdel urbanismo sobre la salud realizar una correcta de-terminación de la población objeto de estudio y de susgrupos más vulnerables, así como de las zonas urbanaso áreas geográficas que propician condiciones mayo-res de vulnerabilidad, para a continuación establecerlos identificadores de los impactos potenciales en lasalud, considerando tanto el estilo de vida de las perso-nas (ejercicio y actividad física, dieta, relaciones veci-nales, etc.), como sus circunstancias personales (con-sumo de sustancias, estructura y cohesión de la unidadfamiliar, situación laboral, nivel de ingresos, nivel edu-cativo, etc.), las condiciones de accesibilidad (trans-porte público, medidas de seguridad vial, dotacionespúblicas, etc.) y los demás factores sociales, económi-cos (actividad empresarial, creación de empleo, etc.) yambientales (clima, paisaje urbano, etc.), categorizan-do las variables de que depende su impacto sobre lasalud. En definitiva, contar con un buen sistema de in-formación en materia de salud pública que permitaasociar de forma desagregada morbilidad y mortalidada sus factores determinantes, así como monitorizar losprocesos con indicadores oportunos.

LA EQUIDAD SOCIAL

Tiene un especial interés, desde el punto de vista de lamejora de la salud en las ciudades, el examen de losfactores que en su seno cooperan al mantenimiento delas desigualdades sociales.

Las ciudades son, en general, sinónimo de salud para lapoblación que las habita; mientras durante las prime-ras fases de su conformación fue habitual que sus habi-tantes padecieran mayor número de enfermedades, ensu posterior desarrollo aquella situación se ha ido pau-latina y parcialmente corrigiendo.

Con todo, la formación de barriadas en los extrarra-dios urbanos —por falta de capacidad de la ciudadpara acoger a colectivos inmigrantes en determinadosperiodos de mayor afluencia, o por la terciarización de

los centros urbanos y el encarecimiento de la viviendacéntrica, que obliga a quienes tienen rentas más bajas atrasladar su residencia a la periferia, e incluso en razónde la fijación de la residencia de los trabajadores de lasgrandes industrias en ubicación próxima al lugar detrabajo—, impone enfrentar dificultades mayores enellas, que lo son también desde el punto de vista de lascondiciones de salubridad, sanidad ambiental, educa-ción y empleo.

A pesar de ello, es precisamente en las ciudades —comose ha dicho— donde las prestaciones sanitarias propor-cionan a la población un grado mayor de seguridad.

Sea como fuere, la salud urbana resulta afectada tantopor las condiciones sociales como por el propio entor-no físico. El medio ambiente urbano es importante parala salud, y también lo es el grado de desigualdad del en-torno urbano. Unos problemas, como la contaminaciónatmosférica, pueden afectar de forma más o menos ge-neral a los distintos habitantes de las ciudades; otros,en cambio, como la contaminación del agua, la polu-ción del aire interior de las viviendas, la falta de sanea-miento o el hacinamiento, suelen afectar de forma dis-criminada a unos grupos más que a otros, lo cual tieneenormes repercusiones sanitarias y sociales.

La actividad industrial, uno de los ejes del desarrollourbano, contamina especialmente y puede alterar lacalidad del aire de las zonas urbanas de su entorno, eincluso las condiciones de su suelo o del agua. La acti-vidad industrial produce la paradoja de un beneficioeconómico a corto plazo y un elevado coste de saludde la población a largo plazo, con impacto desigual,más negativo en el caso de los trabajadores de las pro-pias industrias o de la población que reside en sus in-mediaciones.

El transporte urbano mal planificado produce tambiénparadojas, ya que puede, por un lado, mejorar la acce-sibilidad, propiciando beneficios económicos, y provo-car, por otro, contaminación atmosférica o accidentesde tráfico con efectos perturbadores para la salud—son aspectos que adecuadamente tratados reducirí-an de forma importante los riesgos para la salud—.

Los pobres urbanos tienen, por otra parte, dificultadmayor de acceder a los servicios sanitarios y, a veces,los programas de prevención no llegan a ellos adecua-damente.

Las desigualdades sociales, sobre todo si son vividascon la desesperanza de que nada ni nadie podrá supe-rarlas, son uno de los más graves factores de riesgopara numerosas enfermedades mentales. Además, de-rivada de las desigualdades sociales, la violencia seha incrementado en los entornos urbanos, ocasionan-do gastos hospitalarios, de seguridad policial, etc. Yel miedo a la propia violencia es, en muchos casos,

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elemento detonador a su vez de problemas de saludmental.

Los planteamientos de equidad urbana reconstruyen elvínculo social, propiciando nexos efectivos de solidari-dad y reciprocidad, y, en definitiva, la verdadera convi-vencia, clave de salud incuestionable.

Las estrategias y políticas locales de apoyo a la pobla-ción urbana de renta baja, particularmente la planifica-ción territorial y urbana, en tanto que instrumentos di-rigidos a mejorar el medio ambiente físico de las ciuda-des, pueden repercutir de forma positiva en losproblemas sanitarios que particularmente les afectan,por ejemplo, incrementando las dotaciones verdes ylos equipamientos de atención ciudadana —no sólo sa-nitarios—, y reduciendo la contaminación.

En este proceso, la participación ciudadana puede co-operar a que se minimicen las desigualdades. Es im-portante, por ejemplo, escuchar a los jóvenes para en-contrar respuestas que el urbanismo podría dar a losproblemas relacionados con la violencia; y también es-cuchar a las personas mayores y a los colectivos vulne-rables, para diseñar espacios urbanos que favorezcanla convivencia y reduzcan la incidencia de enfermeda-des asociadas al aislamiento y la marginación.

La sostenibilidad ambiental de las ciudades debe ser,desde la perspectiva de la ciudad saludable, un objeti-vo prioritario. Los espacios verdes constituyen uncomponente vital del metabolismo de la ciudad, pro-porcionando aire para respirar y eliminando la conta-minación atmosférica, y son también un elemento deequidad urbana y, por tanto, de salud mental.

De igual forma, la creciente peatonalización de las ciu-dades y la generación de itinerarios ciclistas, al reducirlos tránsitos de automóvil, la contaminación y los acci-dentes, se constituyen también como elementos esen-ciales de la salud. Y, en la medida en que favorecen laeliminación de signos de diferencia social —permitenvivir mejor con menos—, tienen un efecto positivo enel tratamiento de las desigualdades.

LA PREVENCIÓN DE LAS ENFERMEDADESMENTALES

Hay un estrecho vínculo entre la calidad de la vida so-cial y la salud. Las intensas relaciones de buena vecin-dad entre los miembros de determinada comunidad yla protección de unos vecinos para con otros en situa-ciones de enfermedad e infortunio, propician una ciu-dad saludable.

El carácter problemático o armónico de la vida comu-nitaria está, sin duda, asociado a factores urbanísticos.No es lo mismo una ciudad con una adecuada propor-

ción de parques públicos, lúdicos y deportivos, o conequipamientos para la actividad, el debate o el ocio co-lectivo, o para la asistencia ciudadana, o con buenascondiciones de acceso a estos espacios —todo lo cualfavorece una intensidad mayor de la convivencia y dis-minuye la marginación—, que una ciudad donde talescondiciones no existen o no tienen la adecuada pro-porción.

La pertenencia a un grupo socialmente activo, con sen-timiento de comunidad y solidaridad entre sus miem-bros y unas metas sociales comunes, representa parala salud de los ciudadanos un factor coadyuvante paralograr el resultado que pretende la prestación de lospropios servicios sanitarios.

Por el contrario, una realidad comunitaria problemáti-ca —de barrio— sustentada en razones de margina-ción o disgregación social, paro, pobreza, escolaridadinadecuada, hacinamiento, inestabilidad, desestructu-ración familiar y criminalidad, etc., pueden determinaren el proceso de su degradación progresiva una eleva-da incidencia de los trastornos mentales y psicosomá-ticos en la población del grupo que vive esa realidad.

Además, los conflictos psicológicos y psicosociales ylos trastornos mentales pueden hacerse crónicos poracumulación de factores de riesgo. En tales casos, espreciso poner en juego factores de protección, conten-ción o resiliencia que compensen o supriman los po-tenciales riesgos, entre ellos, también medidas que laordenación urbana puede articular para favorecer lapermanencia o recuperación de las relaciones socialesy familiares deterioradas o perdidas.

La práctica del deporte y el ejercicio físico, por ejem-plo, mejor en grupo que individualmente, cumplen unafunción relevante, proporcionando mejoría en la auto-estima y en la capacidad de autocontención frente a lascrisis de angustia, cambian la dinámica mental y pro-mueven la vida social.

También el fomento de otras actividades colectivas(culturales, etc.) puede favorecer dicha mejoría.

La planificación urbana juega un papel preponderantepara lograr tal estado de cosas, y de ella depende, enúltima instancia, la dotación de parques públicos, ins-talaciones deportivas, culturales y sociales que favo-rezcan la relación en los dispersos ámbitos de interésde la comunidad residente.

También la puesta en valor del paisaje urbano y lascondiciones físicas de la urbanización, así como la dis-posición del mobiliario urbano, pueden cooperar al re-sultado. La calle y los espacios con alumbrado y mobi-liario público se convierten, si tienen condiciones ade-cuadas, en lugares de encuentro y de reunión. Unmirador paisajístico, una fuente, unos bancos en geo-

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metría para el dialogo, los espacios diseñados para elencuentro, cumplen todos su papel particular, al estiloen que lo hacían las sillas de enea de nuestras abuelasdispuestas en la acera frente a sus casas. Y de igualmodo, la previsión de zonas de amortiguación del im-pacto de las vías rápidas urbanas, o las adecuadas me-didas de seguridad que impidan los accidentes propi-ciados por el tránsito a través de las mismas, o la su-presión, en general, de barreras, a fin de eliminar lasituación de aislamiento de unas zonas urbanas res-pecto de las dotaciones y edificios previstos para satis-facción de las necesidades de sus vecinos. Esto últimoes más importante de lo pueda pensarse, dado que losaccidentes de tráfico son la primera causa de mortali-dad de las personas menores de 30 años.

Debe, además, propiciarse una reflexión serena sobreel valor afectivo de la ciudad, el que tienen muchos ba-rrios populares, que debería en ocasiones disuadir deremodelaciones urbanas cuyo objetivo trazan intere-ses puramente económicos.

EL CAMBIO CLIMÁTICO

En la perspectiva de lograr ciudades en el futuro mássaludables, singular atención va a reclamar, sin duda,también la problemática suscitada por el cambio cli-mático, que impone, sobre todo, en el marco de la ac-ción urbanizadora, actuaciones tendentes a optimizarla eficiencia energética, tanto de las instalaciones in-dustriales y de los edificios residenciales y terciarios,como de las redes de alumbrado público, etc.

El cambio climático llevará asociada una alteración enlos procesos de morbilidad, con una acentuada inci-dencia en la mortalidad de la población, por causatanto del cambio de temperaturas (calentamiento glo-bal, olas de frío y de calor, catástrofes climáticas de di-versa naturaleza), como de la contaminación atmosfé-rica (polen y esporas, alergias, etc.) o de enfermedadesinfecciosas transmitidas a través de los alimentos o elagua, o por vectores infecciosos o roedores que antesno tenían presencia en el territorio, o que teniéndolaahora por efecto del cambio climático encuentran con-diciones mejores para su adaptación al territorio.

Es, pues, preciso prevenir, también desde una perspec-tiva territorial y urbanística, el riesgo de tales situacio-nes catastróficas, con proyección de infraestructuras einstalaciones destinadas a limitar el impacto de inun-daciones y sequías, y a mantener depuradas las aguas;como precisa es la adaptación de los servicios de saludpública a los nuevos retos que han de plantear las nue-vas endemias, lo cual entraña también proveer a di-chos servicios de adecuadas instalaciones.

La mala planificación de una urbanización no sosteni-ble, a causa de su relación de dependencia con recur-

sos naturales cuya subsistencia puede poner en peli-gro, es un factor capaz de provocar asimismo proble-mas en la salud de las personas.

El aumento de temperaturas en las ciudades puedeelevar, como se ha dicho, la mortalidad. Considerandoel grupo de población más afectado por los extremostérmicos (personas mayores de 65 años), sería precisoarticular a través de los planes territoriales o urbanís-ticos medidas adaptativas en función de la poblaciónde cada lugar, mitigando los efectos de isla térmica yfomentando la construcción bioclimática que asegureel confort de la población con un mínimo consumoenergético.

Por otra parte, las medidas de restricción de emisionesa la atmósfera (de gases de efecto invernadero, etc.)que las normas de los planes urbanísticos deben conte-ner, así como la implementación de políticas de mitiga-ción y fomento del uso eficiente de la energía y de lautilización progresiva de energías renovables, podríancooperar a la mejora de la calidad del aire, con evita-ción de riesgos para la salud derivados de la contami-nación atmosférica. Una acción posible en esta direc-ción la representa el aprovechamiento de la energía ge-otérmica para el acondicionamiento climático de losedificios, dado que con su utilización se reduciría nota-blemente la contaminación de la atmósfera por agen-tes patógenos con riesgo para la salud —caso de la Le-gionella—.

Habría que preguntarse en este contexto si las actualesnormas tecnológicas de la edificación, que transponena nuestro país con una teórica perspectiva de eficien-cia energética las de otros países nórdicos europeos,tienen en cuenta las condiciones climáticas locales ysi, por ejemplo, son en nuestro territorio la ventilaciónforzada de los edificios y el clima artificial, solucionesidóneas frente a los riesgos de contaminación atmosfé-rica por agentes patógenos, en modo tal que justifiqueel desplazamiento de los sistemas tradicionales de ven-tilación utilizados.

No deben ser olvidados para hacer la valoración losgraves problemas medioambientales que el desestruc-turado sistema energético y su régimen de precios—incentivador muchas veces del consumo, no del aho-rro— están generando, con pérdidas de eficiencia im-portantes en el transporte y la producción de energía,que se traducen no sólo en una contaminación mayordel medio ambiente sino también en una distribucióninsolidaria de la propia energía.

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