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1 Universidad Nacional Autónoma de México Facultad de Filosofía y Letras Colegio de Geografía Impacto territorial del turismo y estrategias de organización social en la Reserva de la Biosfera de Mapimí, México Lic. César Mauricio Salas Benítez Vo. Bo. Dr. Álvaro López-López

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Universidad Nacional Autónoma de México

Facultad de Filosofía y Letras Colegio de Geografía

Impacto territorial del turismo y estrategias de organización social en la Reserva de la Biosfera de Mapimí, México

Lic. César Mauricio Salas Benítez Vo. Bo. Dr. Álvaro López-López

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3

Índice Introducción Capítulo 1. Áreas Naturales Protegidas (ANP) y Turismo en México 1.1. Aspectos teóricos de la Geografía del Turismo

1.2. Desarrollo de las ANP mexicanas en el contexto mundial

1.2.1. Antecedentes de las ANP en el ámbito de la conservación de los

recursos naturales

1.2.2. Panorama global de las ANP

1.2.3. Desarrollo de las ANP en México

1.3. Turismo y ANP mexicanas en el contexto de la conservación

Capítulo 2. Conformación territorial de la Reserva de la Biosfera de Mapimí (RBM) 2.1. Ubicación geográfica de la RBM

2.2. Características del medio físico

2.2.1. Fisiografía y geología

2.2.2. Clima

2.2.3. Hidrografía

2.2.4. Tipo de suelos

2.2.5. Vegetación

2.2.6. Fauna

2.3. Sociedad

2.3.1. Antecedentes históricos de los asentamientos humanos

2.3.2. Aspectos demográficos recientes

Capítulo 3. Impactos territoriales del turismo y estrategias de acción social en la Reserva de la Biosfera de Mapimí 3.1. Atractivos turísticos

3.2. Infraestructura y vías de comunicación

3.3. Infraestructura para el transporte y el alojamiento

3.4. Flujos turísticos

3.5. Efectos territoriales del turismo

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3.5.1. Efectos negativos generados por el turismo en la RBM

3.5.2. Efectos positivos generados por el turismo en la RBM

3.6. Estrategias de organización social

Conclusiones Bibliografía

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Índice de figuras

Figura 2.1. Ubicación de la RBM

Figura 2.2. Curvas de nivel e hidrografía

Figura 2.3. RBM: geología estructural

Figura 2.4. Tipo de suelos en la RBM

Figura 2.5. Vegetación y uso de suelo de la RBM

Figura 2. 6. Distribución de la población por localidad en la RBM

Figura 2.7. RBM: estructura de la población por grandes grupos de edad, 2005

Figura 2.8. Evolución de la población Francisco I. Madero (El Quemado)

Figura 2.9. Evolución de la población Laguna de Palomas

Figura 3.1. RBM: ubicación de las pretendidas “Zona del Silencio” y Zona de

Meteoritos”

Figura 3.2. RBM: cantidad de visitantes, 2002-2006

Figura 3.3. RBM: procedencia de visitantes que llegan al Laboratorio del

Desierto, 2002-2005

Índice de cuadros

Cuadro 2.1. RBM: especies protegidas por clase, según la NOM-059-

SEMARNAT-2001

Cuadro 2.2. RBM: población por localidad, 2005*

6

Introducción

El presente trabajo forma parte del proyecto “Geografía del Turismo en México”

que se realiza en el Departamento de Geografía Económica del Instituto de

Geografía de la UNAM. En un intento por generar un planteamiento teórico que

fuera el punto de partida de esta investigación, se generó una hipótesis que

refiere que, en la medida que la RBM se ha constituido como un espacio

atractivo a turistas que buscan espacios poco alterados, la presencia de las

actividades turísticas ha provocado efectos territoriales, frente a los cuales la

población local se organiza para generar estrategias encaminadas a reducir el

impacto negativo y a obtener mayores beneficios.

Esta investigación tiene como objetivo central, reconocer los efectos

territoriales que el turismo ha provocado en la Reserva de la Biosfera de

Mapimí (RBM) y las estrategias desarrolladas por la población local para

contrarrestar sus efectos negativos.

La elaboración de este trabajo se llevó a cabo en dos fases. La primera se

basó en una investigación de gabinete que incluyó la compilación y búsqueda

de información bibliográfica, cartográfica y hemerográfica sobre la zona de

estudio. La segunda se fundamentó en dos visitas a la reserva: en noviembre

de 2005 y en septiembre de 2006. Durante las estancias referidas se hicieron

observaciones directas y entrevistas, tanto a los habitantes y representantes de

las comunidades locales, como a funcionarios públicos de la Secretaria de

Turismo del Estado de Durango e investigadores del Instituto de Ecología, A. C.

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(INECOL), y autoridades de la Comisión Nacional de Áreas Naturales

Protegidas (CONANP).

Este trabajo se integra de tres capítulos. En el primero se abordan conceptos

básicos de la Geografía del Turismo y de la evolución de las ANP, tanto a nivel

mundial como a nivel nacional. En el segundo se explora la conformación

turística de la RBM desde el contexto geográfico físico y social. Finalmente, en

el tercero, se aborda el mito generado en torno a la denominada “Zona del

Silencio” y cómo ello ha impactado el medio físico y socio-cultural, derivado de

una actividad turística descontrolada. Además, se reconocen las estrategias

generadas por la población local, con la intención de aminorar los efectos

negativos sobre el medio geográfico y, en este sentido, obtener mayores

beneficios del turismo.

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Capítulo 1. Áreas Naturales Protegidas (ANP) y Turismo en

México

En este capítulo se abordan algunos conceptos básicos asociados con la

Geografía del Turismo y la evolución histórica mundial de las áreas naturales

protegidas a partir del siglo XVIII, momento en que se hacían ampliamente

evidentes los efectos negativos de las actividades humanas sobre la

naturaleza. Asimismo, se explora cómo que, es a partir del siglo XX, las

prácticas de la conservación fueron incorporadas al discurso oficial de los

gobiernos y de ciertos sectores académicos, donde conceptos como el

desarrollo sostenible en aras del aprovechamiento racional de los recursos

naturales han adquirido gran resonancia entre las actividades económicas. De

esta manera, se ha incorporado al mercado turístico la oferta de espacios

naturales poco alterados.

1.1. Aspectos teóricos de la Geografía del Turismo

La demanda de áreas verdes para el recreo tiene una historia muy larga que,

probablemente, se remonta a los tiempos de las primeras ciudades; en la etapa

preindustrial los habitantes de las ciudades más grandes solían pasear en los

alrededores rurales. Con la explosión urbana del siglo XIX los trabajadores

quedaron confinados a las ciudades, excepto los fines de semana pero, la

locomotora de vapor pronto se constituyó en un medio de escape al campo y a

la costa en diversas partes del mundo. Las clases trabajadoras empezaron

entonces a adquirir mayor movilidad hacia los espacios naturales que, hasta

9

entonces sólo las clases pudientes habían podido disfrutar (Patmore, 1975,

citado por Simmons, 1982). Los progresos del siglo XX han fomentado los

deseos de recreo y la capacidad de viajar de todos los grupos

socioeconómicos, especialmente en los países desarrollados, aunque también

se observa esta misma tendencia en los países menos desarrollados (Ibidem).

El recreo al aire libre y el turismo son difíciles de desligar, ya que uno puede

ser la razón para el otro y éste puede participar incidentalmente en el primero

(Ibidem). El turismo es una actividad que comprende el conjunto de actividades

de producción y consumo que dan lugar a determinados desplazamientos

temporales de personas que, de acuerdo con la OMT, deben pasar al menos

24 horas fuera de su lugar de residencia habitual. Lo anterior plantea la

exigencia de equipamientos e infraestructura capaz de atender las necesidades

creadas por el alojamiento y la permanencia en el lugar, así como todo el

abanico de servicios atingentes a la estancia (Callizo, 1991). El recreo al aire

libre se da usualmente en un marco rural, mientras que el turismo puede

enfocarse hacia las ciudades, aunque también puede transformar áreas rurales

que requieran determinados equipamientos, como complejos deportivos o

playeros. De esta manera son modificados los ambientes naturales ante la

demanda de determinados servicios por parte de los turistas (Simmons, Op.

cit.).

Sin embargo, la modificación de la naturaleza para el uso recreativo ha

provocado notables efectos negativos sobre ésta, por lo cual se empezaron a

considerar, desde la segunda mitad del siglo XX, los límites del crecimiento

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turístico, en función de los cambios en el medio físico, con la finalidad de

atenuar los efectos dañinos a éste, derivados de procesos que alteran los

espacios naturales (Jiménez, 1993).

Así, a nivel mundial, se ha pretendido reorientar la actividad turística hacia la

conservación y sostenibilidad de los recursos naturales, con el objetivo de

utilizarlos y mantenerlos a lo largo del tiempo, para el aprovechamiento y

disfrute de las futuras generaciones, tal como se ha planteado la definición del

desarrollo sustentable (Jiménez, 1998; Page, 2002; SEMARNAP, 1996).

Como parte de estos cambios, surge el turismo de bajo impacto o ecoturismo

(término más utilizado para designar este tipo de actividad turística), en donde

el medio ambiente es el atractivo principal. Con base en esta nueva demanda,

se empezó a observar, por parte de los gobiernos y de los inversionistas, la

necesidad de dotar de una infraestructura específica a estos lugares; al

respecto Díaz (1990) señala:

“la demanda turística está exigiendo ambientes naturales protegidos que sirven para distensionar las atormentadas mentes de los habitantes del asfalto [...] los inversores persiguen rentabilizar los capitales en el menor tiempo posible, utilizando los espacios naturales vírgenes que resultan más atrayentes”.

En el ejercicio de esta actividad, los turistas teóricamente comienzan a ser

conscientes del impacto que ocasionan en el medio y optan por visitar lugares

naturales poco alterados por la influencia humana. Sin embargo, stricto sensu,

no todo el turismo de naturaleza es ecoturismo. Según Pérez (1998), el

objetivo del ecoturismo es “disfrutar del recurso natural ya sea donde hay

animales, paisajes espléndidos o una flora especial, pero con un añadido de

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máxima importancia, pretendiendo conservar los recursos naturales y

apoyando la economía de la población local”.

Por su parte, la Geografía del Turismo permite estudiar los procesos turísticos

desde una perspectiva espacial, ya que analiza las relaciones entre la

morfología territorial y ambiental del espacio que se dedica a la producción del

ocio y turismo en diversas escalas territoriales. Algunos de los temas de

especial importancia para la Geografía del Turismo son:

- Estudios de localización de proyectos de instalaciones turísticas y

elaboración de descripciones, guías, planos y mapas.

- Evaluación del potencial turístico de sitios específicos.

- Distribución de flujos turísticos, determinación de áreas de influencia y

capacidad de carga turística. Compatibilidad del turismo y recreación

con otros usos de suelo, para lo cual se toma en cuenta la aptitud del

medio físico y la dinámica socioeconómica. Evaluación del impacto

ecológico del turismo en el medio ambiente, en la sociedad receptora y

en la economía local (Miranda, 2006).

1.2. Desarrollo de las ANP mexicanas en el contexto mundial

1.2.1. Antecedentes de las ANP en el ámbito de la conservación de los

recursos naturales

El interés por proteger la naturaleza ha brotado en la sociedad a medida que

ésta se ha percatado de la crisis ambiental que acontece en determinados

lugares del mundo. El rápido crecimiento de la población y la consecuente

demanda de recursos naturales para satisfacer sus necesidades, la expansión

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urbana, la intensificación agrícola que en muchos sitios ha propiciado la

deforestación de la vegetación natural para abrir campos de cultivo, la

aplicación de modelos tecnológicos inadecuados y el mal manejo residuos y

agentes contaminantes, entre otros problemas, ponen en evidencia la situación

critica en la que se encuentra el medio ambiente (SEMARNAP, Op. cit.).

La práctica de mantener áreas naturales destinadas a la conservación surge a

partir de que los efectos negativos de las actividades humanas, como las

extractivas e industriales, así como el crecimiento demográfico, comienzan a

hacerse más evidentes sobre el medio ambiente.

“En la historia de las civilizaciones, el paso de cazadores y recolectores a labradores tuvo efectos significativos sobre el ambiente, talando vastas áreas de bosque, compitiendo por la tierra y el agua y desalojando o matando a los animales silvestres. La madera fue fundamental en las construcciones y como combustible de las sociedades de pastores, agricultores y habitantes de las incipientes pero crecientes ciudades. El paso a las ciudades industriales desde mediados de 1700 hizo necesaria la explotación de carbón mineral, petróleo y gas natural, aportando contaminantes a las aguas, el suelo y la atmósfera” (Miller, 1994).

Owen (1984) refiere que el deterioro ambiental se debe a cuatro causas

fundamentales: el rápido incremento de la población, ya que significa un

aumento de todo tipo de contaminación ambiental, producida por el acelerado

agotamiento de los recursos naturales, la mayor parte de los cuales se

encuentran muy disminuidos o han empeorado de calidad; la contaminación, ya

que se vierten desechos tóxicos, aguas negras, materiales radiactivos en los

cuerpos de agua, se emiten gases a la atmósfera y se producen grandes

cantidades de basura; el consumo excesivo de recursos, ya que el alto

consumo que se debe en parte, a una respuesta directa de la gente a un

estimulo artificial, desarrollado por las industrias para producir necesidades, ha

13

afectado adversamente la calidad del medio por utilizar recursos escasos de

forma irracional, y también el que no exista una ética ni una educación

ambiental entre la población.

Estos problemas ambientales no son exclusivos de la época contemporánea,

puesto que desde el siglo XVII se observa una seria disminución en el número

de especies vegetales y animales en diversos lugares del planeta. Durante los

siglos XVIII y XIX comenzó a expresarse con mayor nitidez la preocupación

por el cuidado ambiental y la protección de la diversidad biológica y cultural.

Los naturalistas del Imperio Británico observaron en los espacios colonizados,

bosques devastados, cuencas dañadas y pobreza local, lo cual motivó que

propusieran la protección de los bosques para mantener el suministro de

madera y agua, prevenir la erosión del suelo y evitar hambrunas. Sus

argumentos promovieron las primeras ordenanzas de conservación. A su vez,

en la isla de Tobago, en el Caribe, los oficiales británicos protegieron el 20%

del área como “bosques para lluvia” (Primack, 2001).

Con el fin de prevenir la contaminación del agua y la destrucción de la

vegetación, en 1769, el administrador de la colonia francesa de las Islas

Mauricio, en el Océano Indico, ordenó la plantación de árboles en áreas

degradadas, la protección del bosque ribereño hasta 200 metros desde el

borde de los cursos de agua, el mantenimiento de un 25% de los terrenos

cubiertos por bosques para prevenir la erosión y regular la contaminación por

las descargas de las industrias del índigo y caña de azúcar (Grove, citado por

Primack, Op. cit.).

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Tales experiencias en pequeñas islas tropicales inspiraron a científicos

británicos, que trabajaban en India, para que, en 1852, editaran un informe que

exigía el establecimiento de reservas forestales con el fin de impedir

calamidades ambientales y pérdidas económicas. El informe fue aceptado y, a

mediados del siglo XIX, los gobiernos de India establecieron un extenso

sistema de reservas forestales protegidas y manejadas por silvicultores

profesionales. El sistema fue adoptado en otras partes del mundo colonial,

como el sureste de Asia, Australia y África, e influyó también en la orientación

de la silvicultura en Europa y Norteamérica. A fines del siglo XIX Pinchot fundó

en Estados Unidos una escuela de silvicultura que aspiraba al uso racional de

los recursos naturales. Los productos maderables, como también otros bienes

y servicios de los bosques, debían utilizarse sin dañar los ecosistemas

forestales. Esta aproximación ha conducido a nociones de usos múltiples de los

ecosistemas y de uso sustentable de recursos. La perspectiva de Pinchot es

denominada usualmente como conservacionista, en contraste con la

perspectiva preservacionista e identificada con pensadores y ambientalistas

norteamericanos del siglo XIX, la cual enfatizaba el valor intrínseco de la

naturaleza, mas allá de su valor meramente instrumental o de uso para los

seres humanos (Ormazábal, citado por Primack, Op. cit.).

La escuela preservacionista promovió la creación de parques nacionales que

comenzaron a establecerse en el continente americano en la segunda mitad

del siglo XIX. En 1872, se creó el primer parque nacional, el de Yellowstone, en

Estados Unidos. Luego, en 1876, se estableció la Reserva Forestal Desierto de

15

los Leones, en México. En América del Sur las primeras áreas protegidas

fueron, en 1903, la Reserva Perito Moreno, en Argentina y, en 1907, la Reserva

Forestal Malleco, en Chile. Desde entonces, el número de parques nacionales,

reservas estatales y privadas ha aumentado considerablemente (Ibidem).

Las escuelas conservacionista y preservacionista fueron integradas, en el siglo

XX, por Leopold, que fue parte central en el desarrollo de la conservación

biológica en Norteamérica. Leopold inició su carrera bajo la influencia de

Pinchot, a quien tuvo por maestro en la Escuela Forestal de la Universidad de

Yale, Estados Unidos; sin embargo, durante su extenso trabajo en el Servicio

Forestal de ese país, Leopold percibió progresivamente las limitaciones de la

aproximación basada puramente en el uso racional de los recursos y comenzó

a integrar perspectivas científicas y éticas. De esta manera, asumió la

aproximación interdisciplinaria de la conservación, requerida para superar las

barreras de la especialización académica institucionalizada y ser puesta en

práctica (Oelschlaeger y Rozzi, citados por Primack, Op. cit.).

El decenio ambientalista por excelencia es el de los años setenta. Éste fue

inaugurado el 22 de abril de 1970 con la instauración del Día de la Tierra; luego

siguió el primer informe del Club de Roma (Los Limites del Crecimiento) y

posteriormente la primera Conferencia de las Naciones Unidas para el Medio

Ambiente (Estocolmo, Suecia). Estos eventos daban una nueva respuesta a la

crisis ambiental, con lo que se intentó redefinir las relaciones entre la sociedad

moderna y la naturaleza (Primack, Op. cit.).

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Tales esfuerzos estimularon la formulación de leyes ambientales, el desarrollo

de proyectos de investigación y la creación de organizaciones

gubernamentales y no gubernamentales preocupadas por la conservación

biológica. En 1973, se estableció el Convenio de Comercio Internacional de

Especies en Peligro (CITES) en asociación con las Naciones Unidas. Ese

mismo año, el gobierno de Estados Unidos instituyó el Acta de Especies en

Peligro. En 1978, se organizó la Primera Conferencia Internacional sobre

Biología de la Conservación en el Wild Animal Park de San Diego, California.

Este encuentro permitió que biólogos, conservacionistas, profesionales del

manejo de vida silvestre y zoólogos pudieran discutir sus intereses comunes y

comenzaran a desarrollar una interdisciplina que combinaba la experiencia

práctica de la vida silvestre y la ingeniería forestal, entre otras áreas del

conocimiento, con las teorías de la biología de la población y la biogeografía

(Ibidem).

El entusiasmo por la conservación ha aumentado durante los últimos años

pero, al mismo tiempo, la presión extractiva de los recursos naturales y el

deterioro ambiental han crecido enormemente. Por ejemplo, a partir de los años

sesenta, desde una perspectiva histórica que se sitúa del primer milenio del

calendario cristiano hasta nuestros días, las tasas de deforestación han

aumentado continuamente. América Latina es, a la vez, la región del mundo

que conserva la mayor proporción de bosques nativos y la que experimenta las

mayores tasas de deforestación (Primack, Op. cit.).

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1.2.2. Panorama global de las ANP

En la actualidad los problemas relativos al deterioro ecológico han adquirido

gran trascendencia en el proceso de desarrollo y el aprovechamiento de los

recursos naturales, principalmente a partir de la Conferencia de las Naciones

Unidas sobre el Entorno Humano en Estocolmo, Suecia; al respecto se puede

señalar que:

“Desde entonces, un importante número de grupos y coaliciones han hecho importantes contribuciones para articular valores y principios necesarios para alcanzar el desarrollo sostenible. En 1987, la Comisión Brundtland instó a la creación de una nueva carta que consolidará y ampliará ciertos principios legales relevantes, para guiar el comportamiento estatal en la transición hacia el desarrollo sostenible” (Internet 1).

Así, conceptos como el de sostenibilidad en aras de un aprovechamiento

racional y de bajo impacto, se han difundido en algunos sectores de la

sociedad:

“La Comisión Mundial para el Medio Ambiente y el Desarrollo, establecida por las Naciones Unidas en 1983, definió el desarrollo sustentable como el desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer las capacidades que tienen las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades. En Chile se utiliza la palabra "sustentable" como un anglicismo de la palabra "sustainable", referida a algo capaz de sostenerse indefinidamente en el tiempo sin agotar nada de los recursos materiales o energéticos que necesita para funcionar.” (Internet 2).

De esta manera se han creado leyes para el manejo racional de los recursos

naturales, que pretenden aminorar el impacto de las actividades humanas

sobre el medio ambiente. Se establecen límites al consumo de recursos y al

impacto ambiental:

“Los Estados tienen el derecho soberano de aprovechar sus propios recursos según sus propias políticas ambientales y de desarrollo, y la responsabilidad de velar por que las actividades realizadas dentro de su jurisdicción o bajo su control no causen daños al medio ambiente de otros Estados o de zonas que estén fuera de los límites de la jurisdicción nacional. Además, el desarrollo de cada nación debe ejercerse en forma tal que responda equitativamente a las necesidades de desarrollo y ambientales de las generaciones presentes y futuras mediante el

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intercambio de conocimientos científicos y tecnológicos, e intensificando el desarrollo, la adaptación, la difusión y la transferencia de tecnologías” (Internet 1).

Las actividades económicas deben llevarse a cabo en un marco integral que

beneficie a la sociedad, puesto que la pobreza afecta a gran parte de la

población mundial y el deterioro ambiental se hace más evidente:

“El desarrollo sustentable implica pasar de un desarrollo pensado en términos cuantitativos - basado en el crecimiento económico - a uno de tipo cualitativo, donde se establecen estrechas vinculaciones entre aspectos económicos, sociales y ambientales” (Internet 1).

La preocupación por la conservación de la naturaleza se difunde entre la

comunidad científica internacional, al observar que durante las últimas

décadas, numerosas comunidades biológicas han sido profundamente

alteradas con rapidez por la acción humana, lo cual ha puesto en riesgo de

extinción a un gran número de especies. La causa principal de este problema

es la destrucción o degradación del hábitat y, consecuentemente, su

protección es la manera más efectiva para preservar la diversidad biológica.

En la actual sociedad global, dominada por un sistema económico de creciente

consumo material y de servicios, un paso crítico para la conservación de las

comunidades biológicas ha sido, para el Estado y para ciertos sector es

académicos, el establecimiento de áreas protegidas legalmente gobernadas

por leyes y reglamentos que permitan diferentes grados de uso tradicional o

comercial por parte de las comunidades locales, al tiempo que sea posible, su

manejo para la recreación, investigación científica y, en la medida de lo

posible, la preservación de los hábitats. Para asegurar que una vez

establecidas las áreas protegidas alcancen su propósito, es necesario generar

19

un compromiso político y recursos financieros suficientes para su buen

funcionamiento (Primack, Op. cit.).

Frente a este problema ambiental, en el ámbito mundial se ha propuesto el

establecimiento de Áreas Naturales Protegidas, estrategia que pretende el

rescate y salvaguarda de los recursos patrimoniales (Melo, 2002). Este

proceso se remonta a la época de la posguerra:

“Después de la Segunda Guerra Mundial, las organizaciones y países interesados en la conservación de los recursos naturales trataron de crear un mecanismo que sirviera como directriz a la cooperación internacional, idea que bajo los auspicios de la Liga Suiza para la Protección de la Naturaleza, el gobierno francés y la UNESCO, cristalizó en 1948 con la reunión de Fontainebleau, Francia; durante la cual se fundó la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, misma que en 1956 adoptó su actual nombre, manteniendo su sigla original y agregándole la frase, “y de los Recursos Naturales”; para asi, enfatizar que la conservación y la producción son aliados naturales y no oponentes, aunque en la practica hoy día se emplea como UICN” (Beltrán y Vazquez, 1971, citados por Melo, 2002). “Posteriormente la UICN funda la Comisión Internacional de Parques Nacionales instancia a través de la cual la ONU, en 1959, acuerda reconocer la importancia de los parques nacionales y reservas como un aspecto de uso adecuado de los recursos naturales, al adoptar su Consejo Económico y Social la resolución 713 (XXVIII), donde se acepta que estas áreas contribuyen a la inspiración, la cultura y bienestar de la humanidad, y se reconoce su valor en términos económicos y científicos, y como zonas para preservación de la fauna, la flora y el relieve en su estado natural” (Miller, 1980, citado por Melo, Op. cit.).

Bajo el concepto de ANP han surgido múltiples categorías que han adquirido

características propias, lo que imposibilita englobarlas bajo una sola definición;

sin embargo, todas las ANP resuelven los propósitos generales de la

conservación de la naturaleza. Según la UICN (1994), una ANP es “una

superficie terrestre o marina especialmente consagrada a la protección y el

mantenimiento de la diversidad biológica, así como la protección de recursos

naturales, culturales y asociados, y que sea manejada a través de medios

20

jurídicos u otras instancias eficaces” (UICN-WCPA, 1994, citada por Melo, Op.

cit.).

La mayor parte de las primeras ANP, en el ámbito global, se establecieron para

proteger cuencas hidrográficas que aseguran la provisión de agua para la

agricultura y los asentamientos humanos, o como lugares escénicamente

atractivos. Las áreas protegidas pueden establecerse de diversas formas, pero

los mecanismos más comunes son la acción de gobierno (a menudo a nivel

nacional, pero también a niveles internacional, regional y/o local) y la

adquisición de terrenos por organizaciones de conservación o por particulares.

Si bien la legislación y la compra de terrenos no aseguran su preservación,

constituyen un fundamento para lograrlo. Las ANP también se establecen por

iniciativa de sociedades tradicionales que desean mantener sus modos de vida

o preservar sus tierras (Primack, Op. cit.).

En 1997, la Organización de las Naciones Unidas registró un total de 12,754

sitios que protegían a más de 1, 320 millones de hectáreas en alrededor de 120

países, según lo consignó la UICN, en 1998 (Internet 3). Esto evidencia que el

incremento de las ANP es una respuesta frente al deterioro creciente de los

recursos naturales y el medio ambiente. Sin embargo, las áreas naturales

tienden a enfrentar problemas graves de administración ya que sólo en algunos

países estas áreas son propiedad absoluta del estado, pero en su mayoría se

combinan con propiedades privadas, nacionales o comunales lo que hace

complicado su manejo y gestión (Ibidem).

21

Las funciones básicas que la UICN le confiere a las ANP son: investigación

científica, protección del medio silvestre, preservación de las especies y de la

diversidad genética, mantenimiento de servicios ambientales, protección de

características naturales y culturales específicas, turismo y recreación,

educación ambiental, uso sustentable de recursos y ecosistemas naturales y,

además, el mantenimiento de los atributos culturales y tradicionales (Melo, Op.

cit.).

La UICN ha desarrollado el siguiente sistema de clasificación para las ANP,

que considera las actividades humanas y su influencia sobre el hábitat (UICN,

1994, citada por Primack, Op. cit.):

1. Las reservas naturales estrictas y áreas silvestres protegen organismos

naturales y procesos naturales en ausencia de la actividad humana, con el

objeto de mantener ejemplos representativos de la diversidad biológica para el

estudio científico, educación, monitoreo ambiental y mantenimiento de la

variabilidad genética. Incluye dos subcategorías: reservas naturales,

establecidas para la investigación científica y el monitoreo; áreas silvestres,

mantenidas para actividades de subsistencia y recreación, para proteger

hábitats y procesos ecosistémicos como los de una cuenca hidrográfica.

2. Los parques nacionales son grandes áreas de belleza natural y escénica de

importancia nacional o internacional, mantenidas para un uso científico,

educacional y recreativo; generalmente son para la extracción comercial de

recursos.

22

3. Los monumentos naturales son áreas más pequeñas designadas para

preservar áreas naturales únicas o de interés histórico-ecológico especial.

4. Los santuarios de vida silvestre manejados y reservas naturales fungen en

forma similar a las reservas naturales estrictas, pero pueden requerir de

alguna manipulación humana para mantener las características de la

comunidad ecológica.

5. Las áreas protegidas y paisajes marinos son áreas que incorporan la

interacción de la gente y el ambiente a través del uso tradicional no destructivo

de los recursos naturales. Estas áreas incluyen zonas de pastoreo, huertos

frutales o aldeas de pescadores. A la vez brindan oportunidades para el

turismo y la recreación.

6. Las áreas protegidas con manejo de recursos permiten la producción

sustentable de recursos naturales, incluyendo agua, vida silvestre, pastos para

el ganado, madera, turismo y pesca, de forma tal que asegure la preservación

de la diversidad biológica. Son áreas a menudo grandes y pueden incluir usos

modernos y tradicionales de los recursos naturales.

Dentro de esta última categoría se encuentran las Reservas de la Biosfera

(RB), que constituyen áreas biogeográficas relevantes a nivel nacional y

representativas de uno o más ecosistemas no alterados significativamente

por la acción humana o que requieran ser preservados y restaurados, en

los cuales habiten especies representativas de la biodiversidad nacional,

incluyendo a las endémicas, amenazadas o en peligro de extinción.

23

En las RB se pueden determinar las superficies mejor conservadas, o no

alteradas, que alojen ecosistemas de especial importancia, o especies de

flora y fauna que requieran protección especial y que se les denomina

zonas núcleo. En ellas se pueden autorizar actividades de preservación,

investigación científica y educación ecológica; se limitan o prohíben

aprovechamientos que alteran los ecosistemas y queda estrictamente

prohibido verter contaminantes en el suelo, subsuelo y cualquier cauce,

vaso o acuífero, así como interrumpir, rellenar, desecar, o desviar flujos

hidráulicos, realizar actividad cinegética o extracción de flora o fauna

silvestre.

En las RB también se determina la superficie que protege la zona núcleo

del impacto exterior; a ellas se les denomina zonas de amortiguamiento,

donde sólo podrán realizarse actividades productivas emprendidas por las

comunidades que ahí habitan al momento de expedirse la declaratoria

respectiva o con su participación, y deben ser compatibles con los

objetivos, criterios y programas de aprovechamiento sustentable, en los

términos del decreto y programa de manejo (Melo, Op. cit.). Tienen como

objetivos la preservación de la diversidad genética, el mantenimiento de los

procesos ecológicos esenciales y de los sistemas que sustentan la vida, y

la utilización sostenible de especies y ecosistemas. Posteriormente, estos

principios de conservación deben conjuntarse con la identificación de los

valores y las necesidades presentes en el área.

24

1.2.3. Desarrollo de las ANP en México

El primer movimiento conservacionista de ANP en México tuvo lugar en 1876,

con la protección del Desierto de los Leones en el Distrito Federal y, en 1898,

en el Mineral del Chico, Hidalgo; esto permite establecer un comparativo con lo

sucedido en este ámbito en Estados Unidos, donde el Parque Nacional

Yellowstone fue creado en 1872. A este esfuerzo de conservación en México

siguió un periodo prolongado de descuido que propició el surgimiento de un

segundo movimiento conservacionista, consolidado en el tercer decenio del

siglo XX, en la época del sexenio de Cárdenas (Internet 3).

A principios de los setenta, Simonian (1999) señaló que la conservación de los

recursos naturales en las ANP a nivel mundial se vio imbuida por dos

programas internacionales señalados con anterioridad: el primero a cargo de la

UNESCO, denominado El Hombre y la Biosfera y, el segundo, la Conferencia

de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano, celebrada en

Estocolmo, Suecia, en 1972. En ambos empezó a emerger una nueva

perspectiva en torno de la relación entre la conservación y el desarrollo, pero

tuvieron que pasar cinco años para que en México se empezaran a adoptar sus

recomendaciones ambientales; estas consideran a las RB como una alternativa

preferible al sistema tradicional de protección de la naturaleza de los parques

nacionales. Su éxito radicaba en representar una estrategia viable para la

protección de los recursos naturales (Ibidem).

En tanto estas ideas generaban consensos, el gobierno de Echeverría (1970-

1976) promovió la aprobación de una nueva ley sobre los recursos forestales y

silvícolas del país; su objetivo fue poner fin a las prácticas forestales de gran

25

escala; no obstante la apertura de las selvas húmedas a la ganadería con

mejores índices de agostadero por hectárea, incluyó también las selvas

subhúmedas, de modo que se llegaron a talar 3 millones de hectáreas durante

los setenta, particularmente en Chiapas donde aún había grandes extensiones

de selva alta perennifolia (Internet 3). Challenger (1998) menciona que, entre

1940 y 1980, se talaron, para abrir paso a la ganadería, 9 millones de

hectáreas de selvas de la zona tropical húmeda de México, cerca del 50% del

área original que ocupaba la selva húmeda, proceso que disminuyó la

biodiversidad total del país por la extinción de especies.

En tanto se levantaban voces a favor de la protección de las selvas mexicanas,

el gobierno de López Portillo (1976-1982) propició la protección de las áreas de

matorral xerófilo. En 1979, decretó como Reservas de la Biosfera a Mapimí y

La Michilía, en atención al programa de la UNESCO, El Hombre y la Biosfera,

orientado a promover el concepto de reserva de la biosfera, consistente en

conservar la naturaleza sin excluir las actividades humanas (Internet 3).

En 1983, durante el sexenio de De la Madrid, se creó una secretaría

especialmente encargada de la administración de las ANP de México, la

Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología (SEDUE); también se conformó el

Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas, cuyo propósito fue contribuir

a la mejor representatividad de la biodiversidad tanto de especies endémicas

como en peligro de extinción (Melo, Op. cit.).

Durante el gobierno de De la Madrid se crearon varias reservas: la de la

Mariposa Monarca, Sian Ka´an, Calakmul, Manantlán, El Cielo y El Vizcaíno,

entre otras, con lo cual quedaron protegidas más de 3 millones de hectáreas de

26

ecosistemas terrestres y acuáticos no tan alterados, con fines de investigación,

producción sustentable y conservación de la biodiversidad (Ibidem).

Durante ese sexenio, se sentaron las bases del Sistema Nacional de Áreas

Naturales Protegidas (SINANP); debe reconocerse que esto ocurrió en forma

tardía, ya que para ese entonces habían desaparecido el 75 por ciento de los

recursos forestales del país. El nuevo interés se proyectó en torno de otros

ecosistemas, como la selva baja espinosa, los humedales, los manglares, los

arrecifes coralinos y las zonas de migración de fauna terrestre y marina:

“durante el sexenio de De la Madrid se inició la conservación ecológica de México en serio; con anterioridad, sólo se habían protegido formalmente en reservas federales 1.5 millones de hectáreas de habitats naturales, es decir, un poco más de 0.5 por ciento de la superficie del país; al final de su mandato, esa extensión se había triplicado, alcanzando 1.5 por ciento del territorio nacional” (Challenger, 1998).

En enero de 1988, se promulgó la Ley General del Equilibrio Ecológico y de

Protección al Ambiente (LGEEPA), para promover el uso racional y la

explotación sustentable de los recursos naturales, así como para reglamentar

las áreas incluidas en el SINANP; en ella se reconoce que el objetivo

fundamental de la conservación de las áreas naturales será bajo un esquema

de desarrollo sustentable. En el gobierno de Salinas ocurrió lo siguiente:

“Salinas convocó y fue anfitrión de la Reunión Internacional sobre Problemática del Conocimiento y Conservación de la Biodiversidad, a la que asistieron expertos de renombre internacional, asimismo, en 1992 creó la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO), además de 10 reservas de la biosfera, dos parques marinos nacionales y 11 reservas de otro tipo. En total, estas zonas protegen 5 millones de hectáreas de ecosistemas naturales, equivalentes a casi la mitad de las zonas federales protegidas, que al término del sexenio de Salinas abarcaban una extensión de 10 millones de hectáreas, es decir, 5 por ciento del territorio nacional” (Challenger, 1998).

Durante la administración de Zedillo se modificó la LGEEPA con una ley que,

tardíamente, en 1996, logró la consolidación del SINANP, en que se retomaron

27

conceptos importantes como el de biodiversidad y sustentabilidad, se

redefinieron los tipos de áreas naturales y se crearon otros nuevos, también se

tipificó la conservación de los recursos naturales como responsabilidad

conjunta de varias secretarías de Estado y se incorporaron las instituciones

académicas y centros de investigación, además de organizaciones no

gubernamentales y organismos de tipo social y privado en la gestión,

administración y manejo de las áreas naturales. También se facultó a las

entidades administrativas para crear parques y reservas cuando sus áreas

naturales presentaran gran relevancia, y a los gobiernos municipales se les

otorgaron responsabilidades en el cuidado de parques ecológicos urbanos y

zonas de preservación ecológica en los centros de población (Internet 3).

La Ley de 1996 posibilita la participación ciudadana de ejidatarios,

comunidades indígenas, grupos sociales y personas físicas y morales en las

iniciativas de creación de nuevas ANP en terrenos de su propiedad. Además,

se transfirieron para su manejo áreas ya decretadas, incluso, se dieron en

comodato a los gobiernos estatales y municipales aquellas de interés para la

administración y protección de los recursos naturales. En todas las áreas

decretadas se establecen comités técnicos, instituciones de fideicomisos, se

acepta la inversión privada, se promueven estímulos fiscales y económicos, y

se elabora el plan de manejo respectivo. Por otra parte, ante la imposibilidad de

expropiar las áreas naturales, como se hacía antaño, actualmente sólo se

contemplan medidas regulatorias en torno de las actividades y el

aprovechamiento de los recursos naturales de los propietarios de la tierra

(Ibidem).

28

Los tipos de áreas naturales federales protegidas según la Ley de 1996 son:

Reservas de la Biosfera, Parques Nacionales, Monumentos Naturales Áreas de

Protección de Recursos Naturales, Áreas de Protección de la Flora y la Fauna,

Santuarios y Parques Marinos. Hasta junio de 2000, el país contaba con 119

ANP distribuidas como sigue: 30 reservas de la biosfera, 64 parques

nacionales, 4 monumentos naturales, 16 áreas de protección de flora y fauna,

un área de protección de recursos naturales y cuatro con otras

denominaciones, que ocupaban 15, 848, 016 hectáreas, en las que están

representados los principales ecosistemas del país. Además, existen otras

áreas con algún tipo de decreto de protección ya sean federal, estatal o local

que también contribuyen a la conservación de recursos y paisajes (INE, 2000).

1.3. Turismo y ANP mexicanas en el contexto de la conservación

México cuenta con una gran riqueza biológica que lo convierte en uno de los

doce países más importantes por su megadiversidad en el mundo, por el

número de ecosistemas y por la variedad de especies que posee. Al mismo

tiempo, en el ámbito del turismo mundial, el país figura como uno de los

espacios más visitados (INE, Op. cit.).

La actividad turística en México ha crecido en forma importante en los últimos

cuatro decenios; y se ha observado que funge como motor de desarrollo

regional y como instrumento de captación de divisas y de generación de

empleo. No obstante sus efectos positivos en el ámbito económico, esta

actividad provoca también, tanto a nivel nacional como internacional, impactos

sociales, culturales, económicos y ambientales negativos. El reconocimiento de

29

esto, aunado a las cambiantes condiciones del turismo mundial orientado a

generar gran competencia, el acceso del turista a una mayor y mejor

información, así como los cambios en los canales de distribución de los

productos turísticos, han exigido un nuevo enfoque respecto a las políticas

turísticas que han obligado a la planeación y el desarrollo sustentable de la

actividad, en consideración de las necesidades y preferencias crecientes por

parte de cierto tipo de turistas, por un espacio más sano y mejor conservado,

autentico y natural (Ibidem). Además, debe tomarse en cuenta que este tipo

de turismo comienza a ser un nuevo producto con un amplio potencial de

explotación, donde se aprovecha el concepto del desarrollo sostenible para

generar un segmento del mercado interesado en visitar esta clase de espacios

(Page, 2002).

En el discurso oficial, la sustentabilidad del desarrollo y, específicamente del

desarrollo turístico, requiere, por tanto, del establecimiento de nuevos criterios

y líneas de acción claras que provoquen cambios en los patrones de

producción y consumo, al tiempo que permitan aprovechar adecuadamente los

recursos naturales y culturales, con la participación activa de las comunidades

locales, las autoridades de gobierno, las organizaciones no gubernamentales y

la empresa privada, en un marco de vinculación intersectorial y de integración

de políticas. La promoción de estos principios es necesaria no sólo en el caso

de espacios donde se impulsa el turismo por primera vez, sino también en los

centros tradicionales que presentan un alto nivel de deterioro y cuyo

tratamiento demandará acciones de restauración y recuperación ambientales.

(INE, Op. cit.).

30

De esta manera, la cuestión ambiental adquiere relevancia en el contexto

político y se incluye como pilar de la sustentabilidad. El proceso de cambio

necesariamente tiene que pasar por una transformación de las formas

tradicionales del aprovechamiento del territorio, como las de los

macroproyectos turísticos, a otras que promuevan la ordenación y regulación

de la forma en que las actividades humanas utilizan los recursos naturales del

país (Ibidem).

Ante estos cambios, se ha planteado el desarrollo de proyectos de turismo

sustentable o ecoturismo respetuosos del ambiente (SECTUR/CESTUR, 2000,

citado por el INE, Op. cit.). Este sector del turismo ve positivamente la

aplicación de normas y reglas que aseguren la conservación de las áreas

visitadas, así como la participación de los pobladores de la región. Lo que en

tiempos no muy lejanos era una actividad reservada para aventureros y

naturalistas, hoy se ofrece a un mercado más diverso. Para estas nuevas

modalidades de turismo, las ANP son fundamentales para su desarrollo (INE,

Op. cit.).

La política de las ANP contribuye a conservar los importantes recursos

bióticos del país, inclusive los aspectos relativos a su diversidad genética, de

especies y hábitat, mediante la aplicación de un status de protección legal. Las

ANP son proyectos regionales de desarrollo sustentable que incluyen: un

sustrato jurídico (decreto), una estructura organizativa interna y un programa

de manejo (como sistema de planeación, de regulación y de promoción

interna). Esto implica el establecimiento de consensos, la identificación de

31

oportunidades, el fomento de patrones de uso responsable de los recursos, la

promoción de sistemas de participación, autoridad y observancia, así como el

establecimiento de derechos y obligaciones entre los actores sociales y de

estos con la naturaleza (Ibidem).

En relación con el decreto, éste se establece sobre una jurisdicción territorial

claramente delimitada, genera una referencia regional para la conservación y

el desarrollo sustentable, lo que hace factible promover iniciativas, coordinar

actividades y construir sistemas de regulación interna. La estructura

organizativa interna permite el manejo estructurado a partir de derechos,

obligaciones, información, conocimiento recíproco, financiamiento y contrato

con los usuarios de los recursos. El programa de manejo que se diseña para

cada ANP depende de las condiciones particulares de cada área, de manera

que incluya decisiones y estrategias tendientes a combinar las funciones de

conservación, investigación, desarrollo económico y recreación asignadas a

estas áreas, donde se concilia de forma equilibrada el aprovechamiento y la

conservación. El turismo es una de las actividades que se consideran en la

elaboración de los programas de manejo; la administración del uso recreativo-

turístico permite el acceso controlado a las áreas con base en la capacidad de

carga, siempre y cuando no se generen conflictos con las comunidades

asentadas en la zona (CONANP, 2006).

Las ANP son, eventualmente, en el contexto de los procesos turísticos

demandantes de nuevos espacios, un recurso turístico de gran importancia

para México ya que existe una tendencia en el mercado que, además de

32

consumir los destinos tradicionales, también busca lugares relativamente

vírgenes que sean ambientalmente responsables. Las ANP y la el turismo, al

cooperar para la adopción de códigos de conducta, lineamientos y técnicas de

aprovechamiento, así como para ofrecer facilidades que sean compatibles con

los programas de manejo de las áreas protegidas a largo plazo, teóricamente

mejoran la experiencia de los visitantes y fortalecen los objetivos de

conservación natural. En el desarrollo de esta cooperación, la primera

consideración que se toma en cuenta es el estado de conservación del

ambiente natural y la calidad de vida de de las comunidades locales. Las ANP

complementan y aumentan el valor de la oferta de áreas para la recreación y el

turismo, por lo tanto, el desarrollo del turismo sustentable en estos lugares,

puede ser una herramienta que proporcione una alternativa económica para

las comunidades locales, para promover la conciencia pública sobre los

aspectos ambientales e incrementar los fondos para la conservación (INE, Op.

cit.).

Junto a las consideraciones técnico-científicas, sociales y jurídicas que han

soportado el binomio aprovechamiento-conservación, el desarrollo de

mercados de bienes y servicios derivados de la vida silvestre ocupa un lugar

primordial debido a que permite la generación de interés social, producto de los

recursos económicos que fundamentan las políticas dirigidas a preservar la

biodiversidad. La importancia del desarrollo del mercado de bienes y servicios

ligados a la conservación de la vida silvestre ha sido reconocida y utilizada en

numerosos países en el mundo para generar procesos de desarrollo social con

una alta consideración ecológica (Blangy, 1999).

33

La conservación efectiva de las ANP en México, además de los beneficios

ambientales, sociales y económicos que proporciona teóricamente, responde a

los compromisos internacionales que el país ha firmado, tales como: La

Agenda 21, la Convención de Diversidad Biológica, la Convención del

Patrimonio Mundial, el Acuerdo de Cooperación Ambiental para América del

norte, el Programa MAB-UNESCO, entre otros (INE, Op. cit.).

Actualmente, en numerosas ANP se realizan actividades turísticas, no todas

ellas con el control y vigilancia que necesitarían para mantener el atractivo por

el que son visitadas. Esto representa una problemática, por lo que se requiere

educar y hacer conciencia en el turista, así como crear la infraestructura

adecuada sin transgredir las restricciones establecidas (Ibidem). Además,

como se verá en el tercer capitulo de esta investigación, si las actividades

turísticas no están adecuadamente planeadas, pueden traer consigo una serie

de problemas nuevos tanto ambientales como sociales, por lo que para cada

ANP es necesario hacer un plan integral y congruente que involucre a todos

los elementos participantes ya que en algunos países, como México, el turismo

sostenible es una realidad que aun no ha logrado proporcionar beneficios

evidentes (Meyer, 2002).

34

Capítulo 2. Conformación territorial de la Reserva de la

Biosfera de Mapimí

El presente capítulo tiene la finalidad de dar un panorama general del contexto

territorial y temporal en el que se desarrolla la actividad turística en la RBM. En

primer lugar, se hace una descripción de los elementos que conforman el

medio físico; después, se aborda el contexto histórico de la población que

habita la región para, posteriormente, revisar los aspectos demográficos de los

pobladores a nivel local.

2. 1. Ubicación geográfica de la RBM

La RBM se localiza entre los paralelos 26° 00’ y 26° 10’ de latitud norte y los

meridianos 104° 10’ y 103° 20’ de longitud oeste (DOF 2000; Ramírez et al.,

2005 citados por García, 2006), en la zona limítrofe de los estados de

Durango, Chihuahua y Coahuila. Corresponde a la porción sur del Bolsón de

Mapimí dentro de la región del desierto chihuahuense. Los límites de la reserva

están delineados principalmente por razones ecológicas, aunque cruzan los límites

políticos de tres estados. Comprende una parte de los municipios de Mapimí y

Tlahualilo, en Durango; Jiménez, en Chihuahua y Sierra Mojada, en Coahuila y

abarca una superficie aproximada de 342,388 hectáreas (CONANP, Op. cit.;

figura 2.1).

35

Figura 2.1. RBM: ubicación

36

2.2. Características del medio físico

2.2.1. Fisiografía y geología

La RBM forma parte de la Altiplanicie Mexicana, ubicada entre la Sierra Madre

Occidental y la porción septentrional de la Sierra Madre Oriental. Corresponde

a la región denominada Bolsón de Mapimí, caracterizada por ser una zona con

drenaje cerrado compuesto por subcuencas endorreicas (Bartolino, 1988,

citado por García, Op. cit.).

En la reserva predomina el relieve plano, que oscila cerca de los 700 m.s.n.m. y

los cerros más elevados son pequeños macizos de origen volcánico aislados y

sierras calcáreas, como el Cerro de San Ignacio de 1,480 m.s.n.m., y la Sierra de

La Campana con 1,800 m.s.n.m.; además, se presentan ciertas zonas de

acumulación de arenas que forman dunas (CONANP, 2005, citado por García, Op.

cit.; figura 2.2).

Estas grandes unidades geomorfológicas corresponden a las formaciones

geológicas siguientes: en la zona oriental predominan las rocas calizas del

Cretácico, compuestas por caliza-lutitas y caliza-conglomerados; en la zona

norte, los campos de dunas se asientan sobre areniscas del Cretácico Superior

o Terciario Inferior (capas La Soledad); en las zonas central y occidental hay

presencia de conglomerados y rocas volcánicas del Terciario, principalmente

basaltos que constituyen elevaciones sobre un sustrato plano de limonita,

cubierta de depósitos aluviales del Cuaternario (formación Las Quiotentas) y el

graben tectónico o área de planicie compuesto de sedimentos del Pleistoceno,

que se extiende hacia el sur a través de la porción occidental (INEGI, 1988;

CONANP, Op. cit. ; figura 2.3).

37

Figura 2.2. RBM: topografía

38

Figura 2.3. RBM: geología estructural

39

2.2.2. Clima

En relación con el clima, dos condiciones naturales, una global y otra local, son

factores determinantes en el tipo de clima de la reserva: por una parte, la calma

subtropical de la circulación general de la atmósfera que alrededor de los 30º

norte, provoca el descenso de los vientos contralisios fríos y secos, los cuales

han generado en esta franja una de las regiones desérticas más extensas del

planeta. Por la otra, su continentalidad, ya que la región se ubica en la

Altiplanicie Mexicana, área alejada de las masas oceánicas, lo que dificulta la

llegada de los vientos húmedos que durante su recorrido se evaporan por la

barrera orográfica que constituyen los macizos de sierras que la separan del

mar.

La región de la RBM está sometida a dos regímenes climáticos dominantes:

uno de vientos del oeste, ligado con altas presiones subtropicales durante el

período seco (octubre - mayo) y otro, de aire tropical, asociado con los vientos

alisios provenientes del Golfo de México durante el periodo cálido y húmedo. A

estos dos regímenes dominantes, relativamente regulares, se suman

fenómenos atmosféricos secundarios, responsables de una gran parte de la

variabilidad climática, como las depresiones ciclónicas tropicales que son un

factor importante como fuente de precipitaciones (Cornet, 1988, citado por

CONANP, Op. cit.).

Según la clasificación de Köeppen, adaptada para México por García, el clima

de la zona es BWhw(e): muy árido, semicálido, con lluvias de verano y de

amplitud térmica extremosa. En este sentido, la temperatura media anual es de

40

20.8º C, que corresponde con un clima cálido con una fuerte variación

estacional, de rangos que varían de 3.9º C en el mes mas frío (enero), a 37.4º

C en el mes mas caluroso (junio). Hay fuertes amplitudes térmicas tanto

diurnas como anuales y los días con heladas son relativamente frecuentes

durante la temporada de invierno: 37 días en promedio anual repartidos de

noviembre a abril, pero conviene señalar que las heladas únicamente son

nocturnas, ya que durante el día las temperaturas son mayores a cero grados.

La precipitación media anual en la RBM es de 264 mm, con una máxima de

512 mm y una mínima de 80 mm, con un promedio anual de 40 días de lluvia.

La evaporación anual es de 2,504 mm. Las precipitaciones de verano, de junio

a septiembre, representan el 71% del total anual. Las lluvias de invierno, de

diciembre a febrero, representan el 9% y muestran gran variabilidad interanual

en su repartición (CONANP, Op. cit.).

2.2.3. Hidrografía

La RBM se encuentra en tres subcuencas hidrológicas: Laguna de Palomas-

La India, Laguna del Rey y Laguna de Puerto Rico (INEGI, 2005),

pertenecientes a la cuenca del Bolsón de Mapimí (Kaus 1993, citado por

García, Op. cit.; figura 2.2).

La principal subcuenca, por superficie, es la de Laguna de Palomas-La India,

ya que constituye el 60% del area total de la reserva, se extiende en dirección

sureste y es drenada por una amplia red fluvial que nace en el arroyo de La

Parida. El cauce más importante es el arroyo La India, cuyo principal afluente

41

es el arroyo estacional la Vega. El cuerpo de agua de mayor extensión es la

Laguna de Palomas, de 10 km de largo por 2 de ancho, y es la zona de

escurrimiento donde desembocan las corrientes pertenecientes a esta

subcuenca (CONANP, Op. cit.).

La subcuenca Laguna del Rey constituye un 25% de la superficie de la reserva,

delimitada por una serie de escarpes y pequeños macizos volcánicos que son,

de sur a norte, las lomas Las Quiotentas, El Cerro Amarillo y el Cerro San

Ignacio, que la separan de la cuenca Laguna de Palomas. Esta subcuenca

tiene dos ejes de escurrimiento paralelos que son los arroyos El Tapado y Las

Adjuntas que desembocan en la Laguna del Rey de 13 km de largo por 7 de

ancho (Ibidem).

La subcuenca Laguna de Puerto Rico constituye 15% de la superficie de la

reserva y se localiza en la parte sureste, donde se encuentra un arroyo

estacional llamado Pico Teyra. Éste, a pesar de ser el mas grande, no presenta

ninguna obra de captación de agua tipo represa (Ibidem).

2.2.4. Tipo de suelos

Los suelos dominantes en la RBM, según la clasificación de la FAO-UNESCO,

son los yermosoles, seguidos en orden de importancia por los regosoles,

xerosoles, litosoles, solonchaks y fluvisoles (García, Op. cit.). Delhoume (1992,

citado por la CONANP, Op. cit.), los clasifica por su tipo de formación y los

describe de la siguiente manera:

42

Los desarrollados sobre rocas consolidadas, calcáreas o volcánicas, pueden

ser:

A. Regosoles calcáreos superficiales pedregosos o rocosos. Se localizan en

zonas de relieve con pendientes fuertes, sierras y escarpas mayores, mesetas

y lomas poco evolucionadas y ricas en elementos de textura gruesa.

B. Regosoles calcáreos y xerosoles que son suelos desarrollados sobre

depósitos coluviales, situados principalmente en las zonas de pie de monte con

pendientes medias; son más profundos que los anteriores y más desarrollados,

de color pardo claro, en los que dominan los elementos de textura pedregosa y

gravosa, limosa-arenosa a arcillosa.

Los desarrollados sobre materiales aluviales se subdividen en:

A. Los xerosoles y yermosoles lúvicos presentes en las bajadas, son suelos

más evolucionados, de profundidad media entre 80 y 120 cm y con una textura

de mediana a fina. Se presentan con mayor frecuencia acumulaciones

secundarias de yeso o de carbonatos de calcio; son muy poco salinos en la

superficie y localmente presentan mayor salinidad. En las partes altas de la

reserva se encuentran suelos gravosos, limosos, no salinos ni sodicos y en las

áreas bajas, suelos de limosos a arcillosos, salinos y sódicos; en la zona norte

hay suelos arenosos pardo-rojizos, salinos y sódicos.

43

B. Los vertisoles salinos corresponden a los suelos de las vegas; son

arcillosos, salinos y sodicos (con excepción de las partes más altas); cerca de

la Laguna de Palomas hay suelos de arcilla expansiva.

C. Los yermosoles lúvicos, gípsicos y solonchaks son los suelos de las

planicies que, generalmente presentan salinidad. Por su parte, los vertisoles

crómicos y solonchaks distribuidos en las zonas más bajas del ANP, son de

textura arcillosa y con capas de yeso secundario.

Los desarrollados sobre depósitos eólicos se dividen en dos grupos:

A. Los regosoles se presentan en dunas de arena de cuarzo y en áreas planas

intermedanosas con suelos yermosoles cálcicos y haplicos, de color pardo

rojizos con texturas que van de la limosa-arcillosa a arenosa.

B. Los yermosoles gípsicos se presentan en dunas de arena yesífera; estos

suelos tienen una textura de mediana a gruesa y no presentan salinidad (figura

2.4).

2.2.5. Vegetación

Se tienen registradas en la RBM alrededor de 403 especies de plantas que

representan aproximadamente el 11% de las reconocidas para el Desierto

Chihuahuense; destacan las familias asteráceas con 68 especies, gramíneas con

62, cactáceas con 29 y fabáceas con 21. Del total de plantas registradas en la

RBM, 31 (7.6 %) son endémicas del Desierto Chihuahuense (García, Op. cit.).

44

Figura 2.4. RBM: tipo de suelos

45

Las grandes unidades de vegetación reconocidas en la RBM son el matorral

desértico rosetófilo, la vegetación halófila, la de desiertos arenosos, el pastizal

natural, el matorral desértico micrófilo, el matorral subinerme, el matorral espinoso

y la vegetación acuática (Ibidem):

A. El matorral desértico rosetofilo está constituido por elementos arbustivos

caracterizados por tener hojas en forma de roseta; se pueden presentar en

colonias que coexisten con otras especies de características similares, tal es el

caso de Agave scabra, Agave lechuguilla y Hechita glomerata.

B. La vegetación halófila está representada por especies arbustivas de 0.5 a 2

metros, generalmente con hojas microfilas; constituye comunidades muy

homogéneas en sitios de topografías planas, bajas y con altas concentraciones

de sales. Las especies dominantes son: Prosopis glandulosa y Suaeda

nigrescens, ubicadas por lo común en comunidades localmente llamadas

playas (planicies).

C. La vegetación de desiertos arenosos prevalece en espacios abiertos con

sustrato arenoso; se constituye de una mezcla de especies inermes y

crasifolias, entre otras. Las más comunes son Larrea tridentata (gobernadora),

Fluorensia cernua, Lycium berlandieri, Acacia greggii, Opuntia imbricata y

Prosopis glandulosa.

D. El pastizal natural se compone de especies herbáceas perennes y anuales;

son pastos en los que fisonómicamente predominan Hilaria mutica y

Sporobolus tiroides, frecuentemente asociados con otras gramíneas anuales

46

como Chloris virgata, Erichloa contracta, Bouteloua barbata y Asistida

adscencionis.

E. El matorral desértico micrófilo se compone por elementos arbustivos de

hojas pequeñas. Las especies más comunes son: Larrea tridentata

(gobernadora), Flourensia cernua, Castela texana, Cordia parvifolia, Prosopis

glandulosa, Parthenium incanum, Zexmenia brevifolia, Celtis pallida y Rhus

microphylla, entre otras.

F. El matorral subinerme contiene una vegetación arbustiva dominada por

especies desprovistas de espinas; en una proporción más baja se asocia con

arbustos espinosos. Destacan Larrea tridentata, Krameria grayi, Zexmenia

brevifolia, Limpia graveolens, Prosopis glandulosa, Fouquieria splendens,

Flourensia cernua, Cordia parvifolia, Siquiera stenoloba y Condalia lyciodes,

entre otras.

G. Dentro del matorral espinoso predominan especies arbustivas; las más

representativas son Prosopis glandulosa y algunas especies de acacia.

H. La vegetación acuática y subacuatica se presenta en proporciones muy bajas,

ya que depende de la presencia de agua, recurso limitado tanto en cantidad como

distribución. Las especies que se reconocen son: Eclipsa postrata, Helenium

autumnales, Aster spinosus, Eleocharis caribea, Eleocharis macrostachya,

Eleocharis parvula, Cyperus odoratus, Datura ceratocaula y Poligonum

pensyivanicum, entre otras.

47

De manera especifica, para la medicina tradicional se han usado el árnica, el

estafiate, el caldillo y la salvilla; o como condimento, el orégano y la verdolaga;

consideradas como forraje, las especies más apreciadas son las gramíneas

perennes como Hilaria mutica, gramíneas anuales como Bouteloua y algunos

arbustos herbáceos como Atriplex spp., Opuntia rastrera, Amaranthus spp., etc.

(CONANP, 2006; figura 2.5).

2.2.6. Fauna

La fauna en la RBM está conformada por alrededor de 270 especies de

vertebrados registrados: 36 reptiles, 28 mamíferos, cinco anfibios y

aproximadamente 200 aves (García, Op. cit.):

A. De los mamíferos que habitan en la reserva destacan: el berrendo

(Antilocapra americana mexicana), cuya población decreció considerablemente

en los cuarenta a causa de la cacería indiscriminada; el venado bura

(Odocoileus hemionus), especie vulnerable debido al interés cinegético que

suscita; otras especies amenazadas son el pecarí de collar (Pecarí tajacu), la

zorrita norteña (Culpes velox macrotis) y el tejón (Taxidea taxus). El mapache

(Porción lotor), que aunque no es una especie dentro de la NOM-059-

SEMARNAT-2001 (Norma Oficial Mexicana de Protección de especies),

normalmente se asocia con lugares húmedos, pero en la RBM vive en

condiciones de aridez, por lo que se recomienda protegerlo en la zona. Por su

parte, estudios recientes indican que el puma (Puma concolor), al no ser

abundante en la región, requiere protección. Los quirópteros y los roedores

48

Figura 2.5. RBM: vegetación y uso de suelo

49

tienen un papel fundamental en el mantenimiento de la estructura vegetal del

desierto debido a su papel como polinizadores y dispersores de semillas

(Cuadro 2.1).

Cuadro 2.1. RBM: especies protegidas por clase, según la NOM-059-SEMARNAT-2001

Clase

Endémica

Rara

Amenazada

Peligro de extinción

Bajo protección especial

Migratoria

Total

Amphibia 2 2

Reptilia 2 6 6 2 4 20

Aves 1 9 2 4 26 42

Mammalia 2 1 5 1 2 11

Total 5 9 20 5 8 28 75

Fuente: CONANP, 2006.

B. Entre las aves amenazadas que habitan en la reserva se encuentran el

aguililla cola roja (Buteo jamaicensis), el halcón mexicano (Falco mexicanus), el

gavilán palomero (Accipiter cooperi), la lechuza llanera (Speotito cunicularia) y

el águila real (Aquila chrysaetos). Además, hay gran cantidad de aves

acuáticas residentes y migratorias en los presones y cuerpos de agua, donde

encuentran refugio durante el invierno.

Entre los reptiles más valorados se encuentran la tortuga del Bolsón (Gopherus

flavomarginatus), endémica del Bolsón de Mapimí, catalogada como una

especie en extinción y que ha sido protegida, desde 1978, por medio de un

programa de conservación y recuperación implantado en la reserva; la lagartija

de las dunas (Uma paraphygas), endémica de la región y en peligro de

50

extinción; y también como amenazadas, dentro de la NOM-059-SEMARNAT-

2001, se registra la presencia de cuatro especies de víboras de cascabel

(Crotalus atrox, C. lepidus, C. molossus y C. scutulatus. CONANP, Op. cit.).

2.3. Sociedad

2.3.1. Antecedentes históricos de los asentamientos humanos

Las culturas más antiguas del Bolsón de Mapimí son las conocidas como el

Complejo de Ciénegas; posteriormente, florecieron las denominadas como las de

Coahuila (Lazalde, 1987; citado por CONANP, 2006). Los primeros registros de

población en el Bolsón de Mapimí hacen referencia a los grupos indígenas

nómadas conocidos como chichimecas, cuyas principales actividades fueron la

caza y la recolección de frutos y semillas. Los roedores, liebres, conejos, venados

bura y berrendos fueron las especies cazadas con mayor frecuencia, usaban

arcos y flechas con puntas de silex o cuarzo. Las vainas de mezquite, las pencas y

otros frutos de diversas cactáceas y flores de agaves, fueron posiblemente los

productos vegetales mayormente consumidos (Barral, 2001, citado por García,

Op. cit.).

Esta región está entre la franja de lo que fueron territorios de los laguneros

(irritilas) hacia el sur, tepehuanes hacia el suroeste, tarahumaras hacia el oeste, y

los conchos y lipanes (tobosos) hacia el norte y noroeste. Sin embargo, no se sabe

si el Bolsón de Mapimí soportaba una población permanente o si representaba un

corredor o barrera entre las naciones indígenas (Kaus, 1993, citado por García,

Op. cit.).

51

En la epoca de la Colonia, el Bolson de Mapimí formó parte de la Nueva Vizcaya.

En 1563, se fundó la ciudad de Durango y los reales de minas de El Casco, Indé y

Santa Bárbara, en 1567 y Mapimí, en 1589. La llegada de europeos empeñados

en evangelizar indígenas por misioneros franciscanos y jesuitas provocó, entre

otras cosas, la merma significativa en la población nativa, derivado de la

proliferación de enfermedades europeas ante las cuales no tenían defensas

inmunológicas (Hernandez, 1995; Hernandez et al, 1996, citado por CONANP, Op.

cit.).

En los siglos XVIII y XIX, los terrenos circundantes del Bolsón formaban parte de

las grandes extensiones de las haciendas del norte, las cuales ayudaban a

colonizar y dominar la región chichimeca y proveía de ganado y bestias de tracción

para las misiones y los pueblos mineros de la Sierra Madre Occidental. Del ganado

bovino se obtenían grasas para fabricar velas (para iluminar los minerales), cueros

para elaboración de alforjas y bolsas (para desaguar las minas), y carne para

alimentar a los mineros. Sin embargo, debido a las incursiones hostiles de los

indígenas, el Bolsón de Mapimí fue colonizado hasta finales del siglo XIX (Barral et

al, 2001; Kaus, 1993, citados por García, Op. cit.).

La introducción del ganado bovino en el Bolsón se inició a finales del siglo XVI, lo

que ocasionó fuertes conflictos entre la población española y los grupos indígenas.

A finales del siglo XVII, desapareció de la región el grupo de los tobosos y llegaron

al Bolsón, en 1748, los apaches (lipanes y mezcaleros), procedentes del norte. Se

realizaron expediciones de persecución en el Bolsón de Mapimí contra estos

grupos indígenas, las cuales culminaron en 1787, en un combate librado en la

52

sierra de Mohovano, dentro de la actual RBM (CONANP, 2005, citado por García

Op. cit.).

A partir de 1880, se inició un lento proceso de colonización del Bolsón de Mapimí,

y se fomentó el desarrollo de la ganadería extensiva aunque, a finales del siglo

XIX, la mayor parte de su superficie era un territorio despoblado e improductivo. El

Bolsón se quedó como región de agostadero y los pueblos de Mapimí, Esmeralda

y Sierra Mojada vivieron de la minería de plata, plomo, zinc, dolomita y oro. Hacia

el sur, La Comarca Lagunera se convirtió en una zona industrial mediante el cultivo

del algodón (Kaus, 1993, citado por García, Op. cit.).

Las haciendas creadas en la región durante el porfiriato desaparecieron por la

Revolución Mexicana y el reparto agrario. Posteriormente, en los años treinta,

surgieron los ejidos ganaderos, a partir de la fragmentación de ex-haciendas; en

éstos se continuó con la cría de ganado equino debido a la demanda de animales

de tracción para fines agrícolas en la región Lagunera. Sin embargo, a partir de

1960 la ganadería regional cambió gradualmente, hasta dedicarse casi de forma

exclusiva a la cría de bovinos, situación aún prevaleciente(CONANP, op. cit.;

García, Op. cit.).

2.3.2. Aspectos demográficos recientes

De acuerdo con los resultados del conteo de población de 2005, la cantidad de

personas registrada dentro de las localidades del polígono actual de la RBM se

estimaba en 425, distribuidos en dieciocho localidades; sin embargo en tres de

ellas no se registran habitantes permanentes (Internet 4). Fuera de la RBM, en

un radio de 50 km2, existen alrededor de 270 comunidades rurales, donde habitan

53

45,000 habitantes que ejercen presión sobre los recursos de la reserva, debido a

que son poseedores de terrenos en ésta y cuentan con ganado dentro de la

misma, participan en alguna organización para el aprovechamiento de mármol, o

utilizan los recursos forestales (INE, 1998, citado por García, Op. cit.; figura 2.6).

Cuadro 2.2. RBM: población por localidad, 2005*

Nombre de localidad Nombre del municipio

Nombre de la entidad

Población total

Laguna de Palomas (Estación Carrillo) Jiménez Chihuahua 359La Soledad Jiménez Chihuahua 2Loma Prieta Jiménez Chihuahua 1Mohovano de las Lilas (Santa María) Sierra Mojada

Coahuila de Zaragoza 3

Vicente Guerrero Uno (Las Lilas) Sierra Mojada

Coahuila de Zaragoza 2

Colonia Ganadera (Constitución) Sierra Mojada

Coahuila de Zaragoza 4

Francisco I. Madero (El Quemado) Tlahualilo Durango 31Las Tortugas Tlahualilo Durango 4San José de los Álamos Tlahualilo Durango 8La Flor Tlahualilo Durango 3San Carlos Tlahualilo Durango 2Barbacoas Tlahualilo Durango 2San Felipe Tlahualilo Durango 2San José del Centro Tlahualilo Durango 1Laboratorio del Desierto Tlahualilo Durango 1 425* El Macho en Sierra Mojada, Coahuila; Guadalupe y San Ignacio en Tlahualilo, Durango, no registraron habitantes. Fuente: Internet 4 (Conteo de población INEGI, 2005). Dado que en el conteo de 2005 existen datos de confidencialidad para las

localidades pequeñas (localidades de aproximadamente cinco habitantes), no

es posible establecer un dato reciente sobre la distribución de la población por

sexo. Pero, en el año 2000, se registró un 52.7% de hombres y un 47.3% de

54

Figura 2. 6. RBM: distribución de la población por localidad

55

mujeres (CONANP, Op. cit.). Con respecto a la distribución de la población por

grupos de edad, se utilizaron los datos de las localidades más pobladas de

2005, y se observó que predominan los habitantes en edad adulta (habitantes

entre los 25 y 60 años y más), lo que muestra una población con bajos índices

de crecimiento por natalidad y un predominio de habitantes en edades medias

y avanzadas (figura 2.7).

Figura 2.7. RBM: estructura de la población por grandes grupos de edad, 2005

0 50 100 150 200

Habitantes

0-5 años

6-11 años

12-14 años

15-24 años

25-59 años

>60 años

Grupos de edad

0-5 años13%

6-11 años15%

12-14 años6%

15-24 años15%

25-59 años40%

>60 años11%

Fuente: Internet 4.

La población residente en la reserva se ha caracterizado por mostrar cierta

inestabilidad en cuanto al número total de habitantes, aunque la tendencia

general es hacia su disminución (Ibidem). En las localidades más pobladas

como Francisco I. Madero y Laguna de Palomas (Estación Carrillo) el

crecimiento es lento con tendencia a la alza (figuras 2.8 y 2.9).

56

Figura 2.8. Evolución de la población Francisco I. Madero (El Quemado)

0

10

20

30

40

50

Fuente: Internet 4.

Figura 2.9. Evolución de la población Laguna de Palomas

050

100150200250300350400450500

Fuente: Internet 4.

Los principales factores de la emigración se derivan de la falta de

mantenimiento y destrucción de algunas de las principales obras para

captación de agua, lo que ocasiona escasez de ese recurso, así como la poca

diversificación en las actividades productivas, lo cual conduce a el abandono de

las comunidades en busca de otros empleos mejor remunerados (Ibidem).

Los destinos de los emigrantes de la RBM son, principalmente, las ciudades de

la región (Torreón, Lerdo y Gómez Palacio), aunque también se da una

57

migración intrarregional ya que, al ubicarse la RBM en la confluencia entre tres

estados, suele haber una movilidad interestatal importante. Para 2005, no se

registró población migrante ni residente en Estados Unidos (Internet 4). Por su

parte, los inmigrantes a la RBM, según la CONANP (Op. cit.), proceden de los

estados de Chihuahua (Parral, Balleza, Valle de Allende y Jiménez), Durango

(Lerdo, Nazas, Tlahualilo y Guanaceví) y Coahuila (Cuatro Ciénegas).

Se considera población indígena a aquella que dice hablar alguna lengua

indígena o porque se autoadscribe como perteneciente a algún grupo. También

se les puede catalogar por la vestimenta o por las costumbres. En el caso de la

RBM, sólo se registra un habitante mayor de cinco años que habla una lengua

indígena y también el español. Debido a que no se especifica qué lengua

habla, no se puede determinar el grupo al que pertenece (Internet 4).

Con respecto a la educación de los habitantes de la RBM, el 77% sabe leer y

escribir (51.9% mayores de 15 años y 25 .1% entre 6 y 14 años); 21.3% tiene

primaria incompleta, 14.4% estudió la primaria completa, 8.4% posee

instrucción posprimaria y 9.27 no cuenta con instrucción (CONANP, Op. cit.).

En cuanto a la salud, el 94% de la población no tiene derechohabiencia a

servicios de salud y 6% si es derechohabiente a alguna de las instituciones de

seguridad social mexicana. De ese 6%, aproximadamente el 60% está adscrito

al IMSS y el restante 40% tiene seguro popular, particular o de otro tipo

(Internet 4).

58

Las actividades económicas de los habitantes de la RBM se sitúan,

principalmente, en el sector primario y secundario. En general, la población

dentro de la reserva tiene porcentajes bajos de Población Económicamente

Activa en relación con el municipio al que pertenecen (CONANP, Op. cit.).

Para los propósitos de la presente investigación conviene hacer mención de los

tipos de tenencia de la tierra. En la RBM hay dos de éstos: ejidos y pequeñas

propiedades. La forma más común es la primera, con 91% de la tierra y la parte

restante corresponde a pequeñas propiedades (Ibidem). García y Martínez

(2004), citan que en la RBM existen once ejidos y cuatro pequeñas propiedades

identificadas. También mencionan que hay una superficie de veinte hectáreas

que fue donada por el Rancho San Ignacio al Instituto de Ecología A.C. (INECOL

A.C.), en los años 70. Asimismo, existe una propiedad federal de cinco hectáreas,

donada, en 2005, por el ejido La Flor a la CONANP, la cual se ubica en el área de

asentamientos humanos de la localidad de La Flor, municipio de Mapimí, Durango.

A este predio se ha dotado de infraestructura operativa para el manejo y

administración de la reserva. Con la liberación de la propiedad agraria se ha

posibilitado la compra-venta y renta de derechos agrarios dentro de la reserva, lo

que dificulta conocer con exactitud el número total de dueños de terrenos dentro

del área (García, Op. cit.).

El uso del suelo que predomina en la RBM es el agropecuario. Los productores

son pequeños propietarios o ejidatarios, pero no todos residen en la Reserva. La

agricultura está poco desarrollada; la típica es la de temporal, en predios de una a

dos hectáreas, donde se siembra maíz, fríjol y calabaza, para el consumo familiar.

La agricultura de riego se práctica con agua proveniente de la presa de San

59

Carlos, donde algunos ejidatarios siembran melón, sandia y algunas veces alfalfa

(cuando existe agua suficiente en la presa. Kaus, 1992, citado por García, Op. cit.).

De acuerdo con Kaus (1993, citado por García, Op. cit.), quién colectó datos entre

1988 y 1990, en la reserva se pastorean por lo menos 6,800 cabezas de ganado

(incluidos bovinos y equinos), tanto en el área núcleo como en la zona de

amortiguamiento. Actualmente, se estima que la disminución del inventario de

ganado bovino es de más del 28% (CONANP, 2005, citado por García, Op. cit.).

Se crían y engordan becerros para el mercado regional o para la exportación a

Estados Unidos, ello depende de los vínculos de cada productor con la frontera

(Kaus, 1993, citado por García, op.cit.). La cría de caprinos representa una forma

de producción secundaria, a pesar de su potencial económico. Las cabras resisten

bien las condiciones climáticas (aunque sin vigilancia pueden ser dañinas al medio

ambiente), y existe una buena demanda de la carne de cabrito en la Comarca

Lagunera; sin embargo, los residentes no consideran a la cría de caprino como

una ocupación prestigiosa, como lo es la cría de ganado mayor (Ibidem).

Las salineras se concentran en la periferia de las lagunas efímeras que forman

parte del drenaje de la cuenca de la reserva y donde hay acceso a las rutas de

ferrocarril. Es una actividad presente en el noreste de la reserva, en los

alrededores del pueblo de Carrillo en Chihuahua y Química del Rey en Coahuila

(Kaus, 1993; CONANP, Op. cit.). Por otra parte, recientemente se han registrado

aprovechamientos mineros para la extracción de mármol y piedra caliza en la

reserva, específicamente en el Nuevo Centro de Población Ejidal (N.C.P.E.)

Tlahualilo (CONANP, 2005, citado por García, Op. cit.).

60

Finalmente, conviene señalar que la población de la RBM es muy reducida y que

vive en un medio físico hostil, sin embargo, ha generado modos de sobrevivencia

que, sustentable o no, han permitido su permanencia en la zona durante siglos.

61

Capítulo 3. Efectos territoriales del turismo y estrategias de

acción social en la Reserva de la Biosfera de Mapimí

En este capítulo se examinan los recursos del medio físico de la RBM, que son

importantes en la conformación territorial de la actividad turística, debido a que

fungen como atractivos para el turismo. Enseguida se explora el mito generado

en torno a la denominada “Zona del Silencio” y cómo ello ha impactado el

medio físico y socio-cultural de la reserva, derivado de una actividad turística

descontrolada. Finalmente, se reconocen las estrategias generadas por la

población local para aminorar los efectos negativos del turismo sobre el medio

geográfico y, en este sentido, obtener mayores beneficios de esta actividad.

Metodología

Este capitulo se basa en la información compilada en dos fases de trabajo de

campo: la primera se realizó en noviembre de 2005 y, la segunda, en

septiembre de 2006. Durante las estancias referidas se hicieron observaciones

directas y entrevistas, tanto a los habitantes y representantes de las

comunidades locales, como a funcionarios públicos de la Secretaria de Turismo

del Estado de Durango e investigadores del Instituto de Ecología, A. C.

(INECOL), con sede en el Laboratorio del Desierto (ubicado en el interior de la

Reserva) y autoridades de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas

(CONANP), muy especialmente con Cristino Villarreal director de la RBM e Ivo

García, el subdirector. Dentro de la Reserva se hicieron varias entrevistas en el

62

Laboratorio del Desierto y en el centro de atención para visitantes, ubicado en

el ejido La Flor. La información restante se obtuvo de fuentes

bibliohemerográficas.

3.1. Recursos para el turismo Con el desarrollo de nuevas formas de turismo que revaloran, entre otros, los

paisajes desérticos, la RBM registra un crecimiento en el número de visitantes,

derivado de la existencia de importantes recursos naturales y humanos. El

norte de México, en apariencia desprovisto de lo que el mercado mundial del

turismo tradicional busca, se presenta como un lugar de potencial valor para

atraer visitantes que busquen nuevas alternativas turísticas. En este sentido, a

continuación se hace mención del medio físico como base de la atracción

turística que genera la RBM.

En la RBM hay una presencia importante de fósiles marinos, ya que

antiguamente esta región estuvo ocupada por un mar interior, que con el

tiempo se secó. También en algunas zonas se han identificado aguas termales,

así como dunas ubicadas en la zona núcleo, a las que sólo científicos

acreditados pueden acceder. Otros recursos naturales locales son la plantas

xerófilas nativas como la gobernadora y las cactáceas, entre las que sobresale

por su vistosidad la opuntia violácea; respecto a la fauna destaca la tortuga

gigante, endémica de la zona y en peligro de extinción, además de venados,

reptiles y cerca de 150 especies de aves, puma, gato montés, coyote, serpiente

de cascabel y ardilla del desierto, entre otras.

63

Un atractivo muy famoso, quizá el más conocido dentro de la RBM, es la

denominada Zona del Silencio (figura 3.1), que ha sido muy promovida por

organismos públicos y privados de turismo. Se dice que ahí acontecen

fenómenos de índole física y biofísica, como la dificultad de transmisión de las

ondas hertzianas; sin embargo, ésta es una región que, además de no tener

una ubicación bien definida, en torno a ella se han generado mitos y leyendas,

como la aparición de ovnis y la creencia de que existe un laboratorio de la

NASA en las inmediaciones de la reserva, entre otros. Como abundan los

nódulos de hematita, originados hace muchos millones de años junto con la

caliza de la región, la gente externa a la RBM suele decir que son meteoritos.

Actualmente, los pobladores locales desmienten la existencia de estos mitos a

pesar de que han sido parte del atractivo local.

Por lo tanto, la población local ha tratado de eliminar los mitos de su “menú” de

ofertas turísticas y promover otro tipo de atractivos, como el propio cielo

nocturno; al respecto, se promueve la observación sideral, un oasis de aguas

termales conocido como manantial de Pelayo y las pinturas rupestres en la

gruta Mapimí. También, se adiciona la posibilidad de realizar rapel, ciclismo en

caminos de terracería y paseos a caballo, se dan visitas guiadas y se realiza el

senderismo interpretativo. Por lo tanto, la población local encargada de recibir a

los turistas, se encuentra con personas inquietas por saber de los mitos y

leyendas del lugar, pero también con las que se inclinan por la observación de

la naturaleza y las explicaciones científicas acerca de la zona.

64

Figura 3.1. RBM: ubicación de las pretendidas “Zona del Silencio” y Zona de Meteoritos”

Nota: Este croquis fue elaborado por uno de los investigadores del Laboratorio del Desierto. Carece de proporciones territoriales a escala, sin embargo, muestra las supuestas “Zona del Silencio”, y de “Meteoritos”, así como el camino para llegar a éstas, si se parte del Laboratorio del Desierto.

Zona del Silencio

Zona de Meteoritos

Laboratorio del Desierto

Referencias territoriales

65

3.2. Infraestructura y vías de comunicación

El acceso principal a la RBM es por la carretera federal núm. 49, procedente de

Gómez Palacio, Durango, con dirección a Jiménez, Chihuahua. A 120 km de

Gómez Palacio se encuentra Ceballos, localidad más poblada próxima a la

Reserva (aproximadamente a 48 km). De aquí se continúa por una desviación

que se une a un camino de terracería transitable todo el año, aunque con

dificultades en la época de lluvias, que conduce hasta el ejido La Flor, dentro

del ANP. Desde este ejido continúa una brecha de aproximadamente 30 km,

que llega al Laboratorio del Desierto y que, en la temporada lluviosa, su transito

es difícil. También, es posible transitar dentro del ANP por varias brechas que

están en mal estado: A. La que va desde Escalón, municipio de Jiménez,

Chihuahua, al ejido La Soledad y al poblado de Carrillo (a tres y 45 km de

distancia respectivamente). B. La que se inicia en la estación Yermo, municipio

de Tlahualilo, Durango, puede ser tomada a la altura del ejido Cartagena y

penetra al territorio de la RBM en el lugar conocido como Puerto Rico. C.

Desde Tlahualilo de Zaragoza, Durango, se inicia la que conduce a la

comunidad de Campanas y recorre la Sierra de La Campana por su ladera

oriente, fuera del límite de la Reserva. D. Desde Químicas del Rey, Sierra

Mojada, Coahuila, la ruta comprende el camino que va de Químicas del Rey al

ejido Vicente Guerrero, que se encuentra dentro del área natural protegida.

3.3. Infraestructura para el transporte y alojamiento

Debido a que no hay núcleos de población importantes cercanos al lugar, el

acceso a la RBM en transporte público o colectivo es muy difícil, por lo cual los

visitantes se desplazan al interior de la reserva en automóviles particulares,

66

principalmente; también, se ofrecen recorridos a la zona a modo de tours

provenientes de las ciudades importantes de la región como Torreón, Coahuila,

Lerdo-Gómez Palacio, Durango y Chihuahua, Chihuahua. Conviene señalar

que la mayoría de los turistas sólo pueden llegar hasta el Ejido La Flor.

Solamente aquellos que llegan en calidad de científicos acreditados por el

Instituto de Ecología A. C. (INECOL), así como el personal de la CONANP y

otro tipo de personas autorizadas pueden acceder al interior de la RBM.

En el momento en que se hizo trabajo de campo en la RBM, no se tenía ningún

tipo de hospedaje, a excepción del Laboratorio del Desierto, ubicado en la zona

núcleo de la reserva, donde los visitantes que justifican su ingreso deben pedir

un permiso con anticipación para poder ingresar a la zona y pernoctar, si es

que pretenden permanecer más de un día en el lugar. Es importante señalar

que la presencia de este laboratorio ha generado una dinámica importante de

un tipo de “turismo científico”.

La estación biológica denominada Laboratorio del Desierto, fue entregada en

1978, por la Dirección de Obras del Estado de Durango al INECOL. Las

instalaciones incluyen: dos laboratorios con mesas de trabajo y sus conexiones

de gas y agua, infraestructura para la generación de energía solar, bodega

para materiales, recamaras individuales con baño; dormitorios comunes, oficina

y sala de juntas; fuera del inmueble hay una pista de terracería para avionetas,

estación meteorológica, corrales para animales en observación, nidos para

tortugas y una casa para residentes.

67

3.4. Flujos turísticos

La información de los flujos de personas se obtuvo del libro de visitas del

Laboratorio del Desierto y del Centro de Atención para Visitantes, ubicado en el

ejido La Flor que, además, son los únicos lugares dentro del polígono de la

reserva que cuentan con infraestructura para atender, parcialmente, a los

turistas.

Las temporadas de mayor afluencia de visitantes son, principalmente, las

vacaciones de Semana Santa, de invierno (diciembre y enero), y de verano

(julio y agosto); sin embargo, en estas últimas, debido a que coinciden con la

temporada lluviosa local, los caminos son difíciles de transitar para vehículos

comunes, de modo que la afluencia es menor. Durante los fines de semana

también asisten importantes cantidades de visitantes, cuya procedencia es más

bien regional.

Los períodos de visita que aparecen en la figura 3.2 comprenden de agosto a

diciembre de 2002; enero a diciembre de 2003; enero a septiembre de 2004 y

de febrero de 2005 a septiembre de 2006. Estos visitantes son sólo los que se

registran en el Laboratorio del Desierto o en el Centro de Atención para

Visitantes ubicado en el Ejido La Flor.

68

0

500

1000

1500

2000

2500

Número de visitantes

2002 2003 2004 2005-2006

Años

Figura 3.2. RBM: cantidad de visitantes, 2002-2006

Fuente: Elaboración propia con base en los libros de registro de visitas del Laboratorio del Desierto (2002, 2003 y 2004), y del centro de atención para visitantes La Flor (2005-2006).

La Reserva de la Biosfera de Mapimí, a lo largo de su historia, se ha convertido

en un gran atractivo turístico dentro de los estados de Durango, Chihuahua y

Coahuila, debido a la gran extensión que ocupa, la diversidad biológica que

ahí prevalece y los mitos que le rodean, como ya se ha referido. La mayoría de

los visitantes arriban al ejido La Flor y se registran en el Centro de Atención.

Sólo quienes cuentan con un permiso especial pueden internarse a la reserva

y, básicamente, se dirigen al Laboratorio del Desierto, donde se hospedan y

quedan registrados como visitantes científicos o estudiantes de tesis de

licenciatura, maestría y doctorado.

De acuerdo con la entrevista realizada al personal de la CONANP, en

noviembre de 2005, se supo que, en ese año, se registraron en promedio

alrededor de 1300 personas en el Centro de Atención para Visitantes ubicado

en el Ejido La Flor, las cuales provinieron principalmente de los estados y

69

municipios aledaños a la región, además de extranjeros que llegan a visitar la

zona, principalmente de Estados Unidos.

Los visitantes registrados en el Laboratorio del Desierto en el 2005, provinieron

de diferentes lugares del país, como el Distrito Federal, desde donde se genera

la mayor afluencia a nivel nacional; se trata de académicos o estudiantes que

provienen de instituciones como el Instituto de Ecología UNAM, Instituto de

Biología UNAM, la UAM Xochimilco, y la Escuela de Ciencias Biológicas IPN,

entre otras (figura 3.3). En importancia sigue el estado de Durango (Instituto de

Ecología A.C. en Durango y de la Universidad Juárez del Estado de Durango).

Luego del estado de Veracruz (Instituto de Ecología A.C., en Xalapa); Coahuila

(Torreón); Aguascalientes (Universidad Autónoma de Aguascalientes);

Querétaro (Universidad Autónoma de Querétaro); Tamaulipas (Universidad

Autónoma de Tamaulipas) y Tabasco (Universidad Autónoma Juárez de

Tabasco).

Los turistas no-científicos que llegan a este sitio, y que más allá de una visita

de corta duración pretenden estar varios días, son personas que están

interesadas en convivir con la naturaleza que les rodea; viajan con casas de

campaña, víveres propios y, si es posible, con transporte propio, que les facilita

su permanencia en la zona.

70

Figura 3.3. RBM: procedencia de visitantes que llegan al Laboratorio del Desierto, 2002-2005

3.5. Efectos territoriales del turismo

3.5.1. Efectos negativos generados por el turismo en la RBM

Uno de los efectos territoriales del turismo se deriva de los mitos y leyendas

sobre la Zona del Silencio. Kaus, quien realizó su investigación en la Reserva

(1988-1990) “Common Ground: Ranchers and Researchers in the Mapimí

Biosphere Reserve”, afirma que todo fue inventado para atraer flujos de

visitantes (Kaus, 1993; citado por García, Op. cit.). En efecto, a partir de esto

se atrajo, desde los años setenta, un número significativo de visitantes que, sin

el conocimiento del valor medioambiental, dañaron y saquearon el lugar.

Noruega

Francia

Austria

España

China

Fuente: Libro de visitas del Laboratorio del Desierto (2002-2005).

71

A pesar de ello, se han elaborado trípticos, artículos en revistas y

señalamientos carreteros que fomentan la visita de la Zona del Silencio, donde

diferentes instancias presentan el sitio de manera enigmática, más que hablar

de la importancia de la zona como ANP. Esto tal vez porque el tema de la

conservación es menos atractivo y demandaría más inversión; asimismo, el

ejercicio de la actividad ecoturística requiere de infraestructura, como lo señala

el Programa de Conservación y Manejo de la RBM (CONANP, Op. cit.).

En 2005, derivado de la falta de infraestructura para llevar a cabo el turismo

sustentable, los dueños de los terrenos decidieron cerrar temporalmente el

acceso de los visitantes a la reserva, esto con el objetivo de tomarse el tiempo

necesario para planear y recibir capacitación para la organización de

pobladores y puesta en marcha de un proyecto turístico. Esta acción se derivó

de la falta de control que había del turismo, dado que los visitantes tenían muy

pocos vínculos con las poblaciones locales, las cuales no recibían beneficios

por esta actividad. El papel de los manejadores turísticos externos a la RBM se

convirtió en uno de los elementos principales que favoreció el turismo

desordenado.

Actualmente, existe un incremento de actividades recreativas al aire libre en

ANP administradas por los gobiernos federal, estatal o municipal que, en

muchos de los casos, no han sido designadas específicamente para la

recreación y en las que, además, la tenencia de la tierra, en su mayoría, no es

responsabilidad de la nación, sino de ejidos, comunidades y propiedades

privadas. Sin embargo, la mayoría de las veces la responsabilidad legal del

72

manejo recae en dependencias de gobierno, encargado también de promover

el lugar en determinados sectores del mercado turístico, tal como ocurre en la

mítica “Zona del Silencio”.

Los habitantes de la reserva mencionan que llegaban visitantes en autobuses y

automóviles a sus terrenos sin que ellos tuvieran el menor conocimiento de su

procedencia y de las actividades que iban a realizar. Esto facilitaba la

degradación del lugar ya que, al no haber un control y una organización interna

para cubrir las necesidades de los turistas, éstos no tomaban en cuenta a los

pobladores y tampoco tenían la menor consideración por el medio ambiente,

con lo cual su presencia resultaba perjudicial ambiental y socialmente. Así, los

turistas, sin orden y control llegaron por más de veinte años a la denominada

Zona del Silencio y se convirtieron en uno de los principales problemas para la

Reserva de la Biosfera Mapimí, por ello se decidió no permitir más el acceso a

los grupos de campamento, ni a los autobuses de prestadores de servicios

turísticos (procedentes sobre todo de las ciudades de Torreón, Lerdo y Gómez

Palacio).

La RBM se estableció por decreto presidencial, pero los terrenos incluidos en el

área no son propiedad federal. Los dueños, ejidatarios y pequeños propietarios,

bajo el esquema de las ANP, tienen la responsabilidad de realizar actividades

productivas que sigan líneas de conservación del Programa de Manejo de la

RBM. Los visitantes no tomaban en cuenta esto e ignoraban a los pobladores,

lo cual trajo como consecuencia una serie de efectos territoriales negativos.

73

Cleotilde Robledo Antúnez, habitante del ejido La Flor (de donde partía el

acceso más utilizado hacia la llamada Zona del Silencio), reconoce que:

“durante años vieron cómo pasaban carros, camionetas y autobuses de turistas los cuales salían con rocas y plantas, y dejaban basura por todo el lugar. No sabíamos qué hacer, nos quedábamos callados y sólo los mirábamos pasar. Hasta que en conjunción con el personal de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas nos organizamos para proteger el lugar donde habitamos”.

La RBM, aseguran los estudiosos y los habitantes, ha sido objeto del frecuente

saqueo de plantas, rocas y artefactos de piedra como puntas de flecha

antiguas; basta llegar a Bermejillo, Durango, para encontrar tiendas en donde

los fósiles marinos, que ya son escasos en las rocas superficiales de la

Reserva, se venden desde veinte hasta más de 500 dólares de EE.UU. Esta

actividad está considerada como una de las causas más importantes de la

degradación del lugar.

Otra motivo radica en que algunos grupos de turistas no usaban los caminos

establecidos y abrían nuevas rutas, sin considerar el daño que las llantas de

sus vehículos provocan al suelo, a las plantas y el disturbio que ocasionan en

las poblaciones animales. Se ha observado que algunas especies migran a

otras zonas menos alteradas por la presencia humana, en particular donde la

cobertura vegetal es suficiente para satisfacer sus necesidades alimenticias y

donde el ruido de automóviles no les ahuyenta.

La apertura de múltiples caminos provoca la pérdida de la cobertura vegetal

que fija el suelo y se incentiva la erosión. Además, en época de lluvias,

ingresan los visitantes a la reserva y algunos automóviles o autobuses quedan

atascados, lo cual provoca la remoción y la pérdida de la estructura del suelo

74

originado por su compactación; se incrementa su densidad, se disminuyen o

eliminan los espacios porosos donde los procesos de crecimiento de las raíces

finas tienen lugar y se modifican el balance de intercambio gaseoso y

humedad. Esto repercute en la morfología de las plantas y cambia el patrón de

crecimiento y diámetro radicular (Alessa y Eartnhart, 2000, citados por García,

Op. cit.).

Una especie muy saqueada es la opuntia violácea que, por sus raras

tonalidades, llama la atención de los turistas; así, en los sitios de acampar y

sus áreas aledañas es muy escasa la presencia de plantas xerófilas. La

extracción y el daño de flora y fauna han ocasionado que ciertas especies

estén en peligro de extinción.

Aun cuando se les pide a los turistas que se lleven su basura, ésta es dejada

en la reserva y provoca un problema de contaminación que se acentúa pues,

en tanto no existe un lugar donde se viertan todos los residuos, ni un relleno

sanitario (el más cercano se encuentra en Torreón), la basura es quemada por

los pobladores locales. Varias de las personas que acampan, después de

hacer fogatas, no verifican que se apaguen y se genera humo, pérdida de

vegetación y fauna pequeña.

En 2005, en un estudio realizado por García (Op. cit.), en el camino que va del

Ejido La Flor a lo que se conoce como la Zona del Silencio, se recogieron

aproximadamente 200 kilos de basura; los residuos principales fueron bolsas y

latas. Existe un relleno sanitario cerca de Bermejillo, sin embargo, es poco

75

funcional, ya que no cumple con las características mínimas requeridas; es sólo

un hoyo en donde no se cubren las normas básicas. En muchas ocasiones, el

ganado y la fauna silvestre consumen la basura y mueren por asfixia.

Otros problemas ocasionados por las actividades turísticas son la cacería

furtiva; las armas de fuego que generan ruido y ahuyentan a algunos animales;

la pérdida del ganado que pasta; algunos animales suelen alejarse muchos

kilómetros de su lugar de origen y mientras ello ocurre afectan la flora de la

reserva y la economía de los ejidatarios.

Para ejemplificar cómo es que la mayor parte de los visitantes y pobladores de

las localidades cercanas conocen más de los mitos relacionados con la Zona

del Silencio y dejan en segundo término la importancia de la conservación de la

naturaleza, se presenta el testimonio de una ejidataria:

“Muchos turistas que llegan a la reserva tienen ideas erróneas sobre el lugar, ya que esperan ver fenómenos paranormales, que sus relojes se detengan o ver platillos voladores. Sin embargo, poco a poco va cambiando esta percepción ya que algunos ya llegan en busca del museo, información sobre las tortugas u otros temas relacionados con la conservación”.

Algunos visitantes se comportaban agresivamente con la población local y otros

se internaban sin mediar palabra con los habitantes. Las personas que se

perdían en la reserva resultaban una molestia para los ejidatarios, pues solían

llegar a sus casas en horas inapropiadas. Asimismo, los visitantes les pedían

ayuda cuando sus vehículos se atascaban o descomponían y no pagaban por este

servicio.

76

Otro problema se deriva de la falta de vínculos entre los turistas y los pobladores

locales. Los ejidatarios sólo se vinculaban a los turistas a través del comercio de

alimentos. Las mayores utilidades generadas por el turismo no se quedaban en el

lugar de destino, pues esta actividad se controlaba a partir de touroperadores cuya

sede estaba en Torreón, Lerdo y Gómez Palacio, al tiempo que ingresaban sin

permiso. Así, muchos pobladores se manifestaban apáticos frente al turismo, pues

consideran que no aporta beneficios.

Actualmente, a pesar del cierre de la Reserva y en tanto que el polígono no

está delimitado por alguna barda o cerca, la gente no acreditada aun entra de

manera informal, ya que existen muchos accesos, esto dificulta que se pueda

tener un control sobre los que ingresan y hacen uso de la RBM.

3.5.2. Efectos positivos generados por el turismo en la RBM

Sólo puede hablarse de posibles efectos positivos visibles en el hecho de que

los problemas en el medio ambiente, derivados del ejercicio del turismo, han

llevado a los ejidatarios, al personal de la CONANP y a algunas otras personas

a adquirir una ética ambiental más responsable. En este sentido, los

prestadores de servicios locales han tomado conciencia de la importancia de la

conservación de la naturaleza, y transmiten a los turistas esta información a

partir de la explicación que brindan sobre sus tierras; asimismo, consideran que

no degradar los recursos naturales, evitar que se tire basura y prohibir la

extracción de rocas, plantas y animales, son actividades de gran importancia

para el mantenimiento del lugar. En la actualidad, la educación ambiental y

otras prácticas de conservación como el reciclado y la separación de la basura,

son otras de las actividades que se han implementado y que también

77

contribuyen al mantenimiento temporal de los recursos naturales. Se pretende

proporcionar un encuentro de primera mano con el ambiente, para que los

turistas tengan mayor contacto con la naturaleza a partir de actividades que

centren su atención en ésta.

Las autoridades de la CONANP, junto con la indagación de los problemas del

turismo local, detectaron los efectos de la ganadería, principal actividad

económica del área. Estas autoridades han tratado de fomentar entre los

ejidatarios el ejercicio de una ganadería más limitada y de incorporar el turismo

responsable como una ocupación alternativa. Si bien ha sido difícil lograrlo, al

menos se empieza a generar la conciencia del daño producido por la ganadería

y de que se tienen que buscar actividades sustentables.

Los turistas que visitan la RBM se relacionan con la población regional

asentada fuera de la reserva, a través de comercios y servicios como fondas,

tiendas de rocas y otros establecimientos, ya que las personas comen ahí,

compran rocas y son una fuente de ingresos para esa población. La gente llega

principalmente a Bermejillo y pasa a la gasolinera, a los restaurantes o a los

puestos de comida. Aunque esto no ha aportado beneficios destacados a los

habitantes locales, se puede hablar de los potenciales efectos positivos

generados a partir de esta actividad.

Generación de vínculos con las poblaciones locales en actividades productivas.

Esto se refiere al efecto multiplicador del turismo que, entre otras cosas,

contribuye al fortalecimiento de pequeñas empresas de alojamiento tradicional.

78

En este sentido debe mencionarse que los que habitan la reserva, rentan sus

casas a los turistas para que se hospeden en el sitio.

La consolidación de la autogestión comunitaria y el trabajo en equipo que

facilita el desarrollo colectivo e individual, han contribuido al mantenimiento de

ciertas prácticas y hábitos alimenticios tradicionales. Así, se ha prestado mayor

importancia a la divulgación del uso tradicional de los recursos forestales en la

zona. Las plantas medicinales son un elemento importante de la cultura de los

habitantes del lugar, que también se han promovido como un atractivo turístico

más. Esto ha conducido a una valoración y recuperación del patrimonio cultural

y del entorno natural. Otro elemento importante que hay que resaltar, es que la

educación ambiental para los pobladores locales proporcionada por el personal

de la CONANP, ha facilitado que estos conozcan mejor el lugar que habitan.

3.6. Estrategias de organización social

En sus inicios, el área protegida fue administrada por los científicos del Instituto

de Ecología A. C. (INECOL). De acuerdo con el Programa de Manejo

(CONANP, 2006), en junio de 1995, se firmó un convenio de colaboración del

INE con la SEMARNAP (actualmente SEMARNAT), en el que se le transfirió la

administración del ANP al INECOL. Sin embargo, de acuerdo con el decreto

publicado en el Diario Oficial de la Federación en 2000, esta ANP quedó

referida como Reserva de la Biosfera, de modo que el decreto derogó el

convenio mencionado y la administración de la reserva volvió a pasar al

gobierno federal en su totalidad.

79

En 2000, cuando se creó la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas

(CONANP), la RBM fue incorporada al Sistema Nacional de Áreas Protegidas

(SINAP); desde entonces, se le otorgó personal y equipo básico para su

administración, y se estableció una oficina operativa que ha impulsado la

conservación del medio ambiente a través de la participación de los habitantes

y dueños de la tierra; ha sido la educación ambiental un vínculo estratégico

para la capacitación y apropiación del proyecto por parte de los usuarios de la

Reserva (CONANP, 2003, citado por García, Op. cit.).

Desde marzo de 2005, los habitantes de la RBM se han organizado para

planificar las actividades productivas en la zona. Actualmente, la reserva

cuenta con un Consejo Asesor (CA), conformado por 21 miembros,

representantes de los once ejidos y cuatro pequeñas propiedades, así como

autoridades de los tres niveles de gobierno, organizaciones no

gubernamentales e instituciones de investigación y educación, cuya labor es

apoyar las acciones de conservación que la CONANP realiza en la RBM. Para

el caso específico de la actividad turística, el CA pretende ordenar la actividad y

orientarla hacia el ecoturismo.

En una entrevista realizada a la señora Robledo, habitante del Ejido La Flor,

mencionó que la presencia de académicos en la zona no ha beneficiado

directamente a la comunidad, aunque se haya generado una gran cantidad de

estudios:

“Existen muchos investigadores en la reserva sobre todo del INECOL, sin embargo, no sentimos recibir beneficios de toda la investigación que se realiza. El apoyo que recibimos es de la CONANP, pero de los investigadores no. Además nosotros les mostramos nuestras tierras y les damos un recorrido por la zona, pero no recibimos información nueva de lo que poseemos y como podemos utilizar los recursos naturales. Otros investigadores vienen y quieren recibir más información de la que se da en

80

el centro de atención a visitantes, pero como la información con la que contamos en el lugar es poca, muchos se molestan. A algunos visitantes que vienen sin permiso para investigar, en ocasiones no se les permite la entrada. Algunos de ellos han querido sobornar a la población para entrar a la reserva”.

Capacitados en materia ecológica y de conservación por el personal de la

CONANP, en la actualidad los pobladores de la Reserva explican, con mayor

detalle, a los visitantes las características de los ecosistemas que les rodean y

la importancia de su preservación. Ellos hablan de los procesos naturales del

desierto, con los que han convivido desde siempre y que conocen en el

desarrollo de su vida cotidiana.

En el Centro de Atención a Visitantes del Ejido La Flor, en su primera etapa

cuenta con una sala de exposiciones museográficas en donde los turistas

pueden conocer las características naturales y culturales de la zona. Dispone

de la exhibición de fotografías de flora y fauna características del lugar, fósiles

marinos que se han encontrado, flechas y utensilios de los primeros pobladores

del lugar, así como réplicas de jeroglíficos que grupos indígenas dejaron

plasmados en diferentes rocas. Asimismo, se explica a profundidad lo relativo a

la tortuga del desierto y se pueden observar caparazones que dan idea del

tamaño que la especie alcanza en su etapa adulta; también, se enfatiza a los

visitantes sobre algunas reglas básicas para evitar mayores daños al medio

ambiente.

La atención del museo es proporcionada por miembros de la comunidad y el

costo es de dos dólares para los adultos y de un dólar para los niños; los

adultos mayores no pagan cuota. Generalmente, el lugar es atendido por la

81

señora Robledo, quien manifiesta que, gracias al personal de la CONANP y

muy especialmente a su subdirector, García Gutiérrez, ahora conocen de la

biodiversidad de la reserva, y con ello han avanzado en materia de

conservación en los últimos años. Para quienes desean efectuar una caminata,

es posible ser guiados en el área, pero Robledo aclara que, por lo pronto, no es

posible internarse en la reserva, ni acampar en la llamada Zona del Silencio;

ella dijo:

“hemos decidido no dar acceso hasta que no contemos con infraestructura para atender a los visitantes. Estamos pensando en una segunda etapa del Centro de Atención, para tener una sala audiovisual y atender ahí a grupos escolares”.

Como ya se mencionó, la ganadería ha sido la principal actividad económica

local desde el siglo XIX, y no hay intención de finiquitarla, lo que los

funcionarios federales tratan de hacer es que se desarrolle de manera

sustentable y que el turismo actúe como una fuente alterna, pero no sustitutiva.

Los pobladores admiten que el programa de capacitación implementado entre

los productores y habitantes de la reserva, da ya los primeros resultados y que

quienes viven ahí participan activamente. Se difunde entre los habitantes la

importancia de la fauna y la flora en los ciclos naturales de los ecosistemas,

que también incluyen al ser humano.

La representante de la comunidad local admite que el turismo de bajo impacto,

combinado con una ganadería sustentable, puede aportar beneficios

ambientales, económicos y sociales:

“Recientemente hemos tenido varios cursos de capacitación para atender a turistas, ya que acordamos, entre todos los pobladores, abrir la reserva al turismo. Ya tenemos planeadas actividades ecoturísticas como senderos interpretativos, caminatas y visitas guiadas. También ya destinamos una zona para acampar. La zona para uso turístico llegaría hasta San Ignacio

82

que es donde se encuentran las pinturas rupestres, sin embargo, habría que platicarlo nuevamente para ver si todos los ejidatarios quieren sumarse”.

Más adelante, en la entrevista ella refiere:

“Para llevar acabo esto, necesitamos un poco de infraestructura, unas dos o tres cabañitas o algún lugar para que la gente se quede. Aun no hemos planeado qué necesitamos en este sentido, pero por lo pronto queremos empezar con los senderos interpretativos, elegir lugares que sean importantes tanto para los turistas como para los científicos y explicarles su importancia. Todavía no sabemos quien nos puede apoyar con recursos económicos para comenzar, sin embargo, hay ciertas cosas que los visitantes buscan, muchos quieren camisetas o recuerdos y en este sentido si podemos comenzar a trabajar. Por lo pronto planeamos invertir nuestro propio dinero, para comenzar poco a poco”.

En relación con el ejercicio del turismo rural, como una estrategia para

generar una actividad turística alternativa, ella comenta:

“Otro de los aspectos interesantes, es que muchas personas que llegan a visitarnos están interesadas en aprender a hacer queso, en ordeñar una vaca, o en conocer diversas plantas medicinales o en hacer otras cosas que generalmente no hacen en la ciudad de donde vienen. También planeamos poner un restaurante para los turistas, donde se vendan productos locales”.

Luego ella arguye:

“Un aspecto en que nos puede beneficiar el turismo, es en la planificación de algunas de nuestras actividades cotidianas, que están contempladas dentro de los cursos de capacitación, como el uso racional del agua, la separación de la basura y el conocimiento de los recursos de nuestros terrenos, así como cursos de primeros auxilios, ya que hay víboras de cascabel, animales ponzoñosos o también son frecuentes las deshidrataciones de los visitantes. Hemos recibido cursos de turismo rural, turismo de aventura, y ecoturismo. También recibimos una bomba de agua que funciona con energía solar, ya que antes padecíamos mucho por la falta de agua, ya que teníamos una bomba de diesel que gastaba mucho combustible. Ahora ya no sufrimos tanto por el agua. Es en este sentido donde consideramos que el turismo puede beneficiarnos en nuestra calidad de vida”.

Al respecto, Villarreal, director de la RBM, consideró que es a través de la

capacitación y educación de niños y adolescentes que se logrará preservar el

área. Asegura que si los niños, desde sus primeros años escolares, reciben

83

información sobre el Desierto Chihuahuense, que es donde habitan y sobre la

importancia de la flora y fauna locales, serán ellos quienes en el futuro

preserven el área.

84

Conclusiones

Actualmente, en México los espacios naturales se han convertido en un

producto turístico importante. Esto se deriva de la situación geográfica del país

que influye en la diversidad ecológica, y la consecuente amplitud en la gama de

paisajes. Dentro de este abanico de ecosistemas, el desértico es uno de los

que ha sido menos utilizado para el ejercicio del turismo no masificado, de ahí

que los espacios protegidos en los que se ejerce la actividad turística,

englobados dentro de alguna categoría de ANP, no han sido explorados en

forma amplia y consistente desde las disciplinas que examinan el turismo,

como la Geografía.

En razón del crecimiento de la demanda de ANP por el turismo, sectores

gubernamentales, académicos y empresariales se han encargado de promover

este tipo de lugares. Esto se deriva, posiblemente, de la conciencia que se ha

generado en distintos estratos de la sociedad, a partir del deterioro ecológico

observado en determinados lugares. Otra causa puede encontrarse en el

surgimiento de un nuevo mercado de consumo turístico, donde el medio físico

tal cual se convierte en el atractivo principal y en la motivación de ciertos

turistas que buscan destinos no masificados o no convencionales.

Para el caso de la RBM, queda en claro que el paisaje sui generis que

presenta, ha dado lugar a flujos de visitantes, sobre todo aquellos que buscan

lugares fuera de lo común, ya sea por su flora o su fauna. En este sentido,

85

algunas especies vegetales, principalmente de cactáceas y animales como la

tortuga del desierto, se han convertido en los atractivos principales de la RBM.

En razón de que las incipientes actividades económicas, como la extracción de

sal y la ganadería han afectado el medio ambiente, la población local ha

buscado otras actividades alternativas dentro de este marco de demanda de

nuevos “productos” turísticos. El ecoturismo se ha contemplado como otra

fuente de ingresos; sin embargo, debido a que, anteriormente, la actividad

turística se había dado de manera desordenada por la existencia de mitos en

torno a la denominada Zona del Silencio, los pobladores locales se encuentran

en proceso de organización, con la finalidad de obtener mayores beneficios, a

la vez que siguen las normas establecidas dentro del Programa de Manejo para

la RBM.

Se han implementado actividades propias del turismo rural y del de aventura,

conjuntamente con el senderismo interpretativo y otras relacionadas con la

educación ambiental. Se ha habilitado un centro de atención para visitantes y

un museo en el Ejido La Flor, que es atendido por los pobladores locales. Sin

embargo, debido al cierre temporal de la reserva, aun no se han observado

ampliamente los beneficios del turismo. Pese a esto, las comunidades de la

RBM encuentran en esta actividad mucho potencial, ya que aprecian el valor

ecológico de los territorios que habitan.

De abrirse nuevamente la reserva a los turistas, vale la pena tener en cuenta

los posibles efectos de una afluencia importante de personas, lo que podría

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llevar a una masificación del turismo y, con ello, efectos territoriales negativos;

por tal motivo, no hay duda que la población local deberá estar al pendiente de

esta situación y tomar decisiones conducentes a equilibrar las fuerzas

exógenas provenientes del gobierno en sus diferentes niveles, touroperadoras

o empresas privadas que lleven grupos desde las ciudades de la Comarca

Lagunera u otros lugares.

En el desarrollo de una actividad turística sustentable, con un bajo grado de

problemas, es necesaria la implementación de una infraestructura adecuada y

congruente ambientalmente, tal como la habilitación de hospedaje y otros

servicios recreativos al interior de la reserva.

87

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