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Universidad de Sevilla Facultad de Ciencias de la Educación El Hecho Literario y la Literatura Infantil Curso 2012/2013 Prof. Elena Guichot Grupo 3, Subgrupo 5 Inventamos un cuento AT 6590714 Lai, Sara AS 4795477 Sale Eliana Fecha de entrega: 15 de Marzo 2013

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Universidad de Sevilla

Facultad de Ciencias de la Educación

El Hecho Literario y la Literatura Infantil

Curso 2012/2013

Prof. Elena Guichot

Grupo 3, Subgrupo 5

Inventamos un cuento

AT 6590714 Lai, Sara

AS 4795477 Sale Eliana

Fecha de entrega: 15 de Marzo 2013

Inventamos un cuento, a partir del cuento que ya habíamos analizado

Pulgarcito y su conejito (de Eliana Sale y Sara Lai)

Érase una vez un niño frágil y chiquitito, de nombre Pulgarcito. Era muy delicado y no hablaba palabra alguna, por ello los padres interpretaban como estupidez lo que era un rasgo de la bondad de su alma. Como era un chico muy débil, eran muy estrictos con él: nunca le dejaban salir sólo para que no se hiciera daño. Su único amigo y compañero de juegos era Pérez, un conejito blanco y blando como el algodón. La familia era muy pobre, y para sobrevivir tuvo que endeudarse mucho.

Un día de frío invierno, mientras cenaban, llamaron a la puerta dos hombres. Tenían muy mala pinta, iban vestidos del color del duelo. Entraron en la casa, y sin hacer caso a Pulgarcito secuestraron a los padres, que muertos de miedo, no opusieron resistencia. Los dos hombres se fueron a la velocidad de la luz y desaparecieron entre los árboles del bosque.

Pulgarcito se quedó sólo y se puso a llorar, también su conejito había desaparecido. Se levantó a beber un vaso de agua para tranquilizarse, cuando de repente vio una pelotita de ceniza: Pérez, tenía un aspecto muy raro tanto que Pulgarcito tardó en reconocerlo. El conejito Pérez se movía muy de prisa y parecía que intentaba decirle algo. Pulgarcito no entendía su mensaje pero se dio cuenta de que su conejito intentaba indicarle una dirección. Decidió seguirlo y los dos se pusieron en marcha. El conejito Pérez había perseguido los secuestradores durante la noche y había descubierto su refugio. Corrieron por el bosque tupido y espeso, lo más rápido posible, pero cuando llegaron al refugio, vieron que no había nadie. Los secuestradores habían desaparecido otra vez.

Pulgarcito y su conejito Pérez, decepcionados, volvieron hacia su casa, pensando durante el trayecto una solución para sacar a sus padres de esta mala situación. Mientras caminaban encontraron a una vieja mujer encorvada, tenía ojos como el mar y el pelo gris como el humo recogido en un pañuelo. Esta mujer era la dueña de un espejo mágico. Este objeto asombroso tenía la capacidad de mostrar a las personas que quieres y dejaba ver que les estaba pasando en ese momento.

Pulgarcito pensó que ese espejo podría ser la solución a su problema y preguntó a la mujer: “¿Oh, amable y gentil señora, podría usted prestarme su maravilloso espejo?”

Ella le contestó: “Si quieres que te lo deje, tienes que encontrar una hierba, pero esta hierba es especial, es para mi hijo que está muy enfermo y sólo esta hierba puede salvarlo. Te pido por favor que la encuentres y el espejo será tuyo”.

Pulgarcito estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para poder salvar sus padres, pero este encargo le parecía bastante difícil. Tras deprimirse un poco, reflexionó: “¡vale, la encontraré!”.

Llegó la noche, y Pulgarcito y su conejito Pérez estaban muy cansados. Querían descansar pero estaban lejos de casa y pensaron acostarse encima de una roca que estaba cerca, un sitio perfecto. Estaban a punto de tumbarse cuando oyeron el aullar de los lobos: “Uuuuuuu”.

Empezaron a temblar como una hoja de un árbol en otoño y entendieron que dormir allí no había sido una buena idea. Debido al susto, se pusieron a correr y el conejito Pérez trepó a un árbol para estar más seguro. Pulgarcito lo siguió y decidieron pasar la noche allí para no ser comidos por los lobos. Fue una noche triste y fría, Pulgarcito no consiguió cerrar los ojos y estaba muy preocupado por sus padres. Se preguntaba dónde estaban y como lo estarían pasando. Además había perdido la esperanza de encontrar esa hierba rara y pensaba continuamente otras soluciones. No se le ocurría nada, estaba desesperado, triste, con una sensación de que todo era imposible de resolver.

Vino el Sol, y con él un nuevo día. Pulgarcito y su conejito Pérez bajaron del árbol y decidieron abandonar la búsqueda de la hierba mágica. Estaban cansados, tenían hambre y frío. Se pusieron en marcha hacia casa y mientras estaban caminando, conejito Pérez, muerto de hambre, empezó a comer mucha hierba del bosque hasta que se puso muy grande y más fuerte. Pulgarcito se asustó porque no entendía lo que estaba pasando a su conejito y pensó que era otra desgracia. De repente, se dio cuenta de que la hierba que había comido Pérez era la hierba mágica, la que buscaba la mujer del bosque, la que podía resolver todos sus problemas. Rápidamente se puso a recoger una gran cantidad de esta hierba para llevársela a la mujer. Luego se subió encima de su conejito, que ahora estaba muy grande y fuerte, y podía correr veloz como un guepardo. Fueron a buscar a la mujer del espejo y cuando la encontraron le dieron toda la hierba que tenía, y ella manteniendo la promesa, les dio el espejo.

Pulgarcito empezó a decirle: “¡Por favor, espejo mágico, muéstrame a mis padres! ¡Por favor, te lo pido por favor!” El espejo empezó a animarse y le enseñó lo que quería. Sus padres estaban en una gruta en mitad del bosque, sentados en unas sillas y con las manos atadas mediante cuerdas. No podían moverse y estaban vigilados por los secuestradores, que pedían dinero a cambio de la libertad. Pulgarcito acababa de ver la imagen, cuando su conejito se inclinó para que se subiera a él, y muy rápidos fueron hacia la gruta que el espejo les había enseñado. Cuando llegaron, Pulgarcito intentó distraer a los secuestradores mientras el gran conejo Pérez mordisqueó las cuerdas que ataban las manos de los padres y consiguió liberarlos. Rápidamente se juntaron con Pulgarcito y toda la familia se montó sobre el lomo de Pérez, quien los llevó de vuelta a casa como un relámpago. Después de esta aventura, los padres se dieron cuenta de que estaban muy equivocados con su hijo.

Los padres de Pulgarcito en él no confiaban,

Indefenso e inválido pensaban que estaba.

Malvados hombres entraron en su casa,

Tragicamente, a sus padres se llevaban.

Gracias a su fuerza e ingegno,

Numerosas pruebas superaba

Con ayuda de su conejito

Que siempre lo acompañaba.

Finalmente a los malvados atrapaba,

Y con sus padres volví a casa.