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Universidad Autónoma de Baja California

Dr. Felipe Cuamea VelázquezRector

Mtro. Ricardo Dagnino MorenoSecretario general

Dr. Óscar Roberto López BonillaVicerrector Campus Ensenada

Dr. Miguel Ángel Martínez RomeroVicerrector Campus Mexicali

Dr. José David Ledezma TorresVicerrector Campus Tijuana

Dr. Hugo Edgardo Méndez FierrosSecretario de Rectoría e Imagen Institucional

Universidad Autónoma de Baja California

Coordinación editorial: Luz Mercedes López BarreraEdición: Luz Mercedes López Barrera

Diseño y formación: Lydia Coronel YáñezCaptura: Catalina Rojas Monzón y Ana Isabel León González

Las características de esta publicación son propiedadde la Universidad Autónoma de Baja California

www.uabc.mx

Santos Silva Cota : su pensamiento y testimo-nios de su trayectoria / Alejandro Mungaray Lagarda, César Rubén Castro Bojórquez, coordi-nadores ; pról., Felipe Cuamea Velázquez. -- Mexicali, Baja California : Centro de Estudiossobre La Universidad, Universidad Autónomade Baja California, c2014.

272 p. : il. ;28 cm. – ISBN : 978-607-607-226-4

1.Universidad Autónoma de Baja California--Historia. 2.Educación superior--Baja California(México). I.Mungaray Lagarda, Alejandro, coord. II.Castro Bojórquez, César Rubén, coord. III.Cuamea Velázquez, Felipe, pról. IV.Universidad Autónomade Baja California. Centro de Estudios sobre la Universidad.

LE7 S35 2014

©D.R. 2014 César Rubén Castro Bojórquez yAlejandro Mungaray Lagarda

ISBN 978-607-607-226-4

Santos Silva CotaSu pensamiento

y testimonios sobre su trayectoria

César Rubén Castro BojórquezAlejandro Mungaray Lagarda

(coordinadores)

Prologuista

Felipe Cuamea Velázquez

M e n s a j e s p ó s t u m o s

PP r ó l o g o

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PRÓLOGO

Felipe Cuamea Velázquez*

Las personas positivas suelen darle importancia a los sueños porque es a partir de ellos y la lucha por lograrlos que estos se convierten en realidad. A nivel social ocurre algo semejante, ya que las comunidades, en la permanente

búsqueda de mayor desarrollo, por lo regular se comparan con otras a quienes perciben con mejores niveles de bienestar o mejores prácticas en distintos aspectos, para plantearse nuevos y más complejos propósitos que les permitan avanzar en tal camino.

En esa continua lucha por ser mejores, sin duda la educación genera consensos inmediatos, pues todos sabemos y/o aceptamos, que una excelente vía para que los in-dividuos sean mejores ciudadanos y profesionistas, es disfrutar los benefi cios de una educación de buena calidad. Una buena educación se convierte entonces en uno de los retos más sensibles de todas las sociedades, porque en torno a ella se construyen esperanzas familiares, sueños y anhelos personales, proyectos económicos y sociales comunitarios y ventajas competitivas que diferencian hoy a las naciones y regiones del mundo.

A 57 años de 1957, fecha formal de fundación de la Universidad Autónoma de Baja California, estamos en condiciones de observar retrospectivamente, de hacer comparaciones, medir trayectorias, seguir imaginando y construyendo futuros. La presencia comunitaria de la UABC es tan sólida, como lo es la historia y el desem-peño de los más de cien mil egresados de este gran esfuerzo colectivo que tanto orgullo hace sentir a la sociedad bajacaliforniana. También estamos en condiciones de detenernos un poco y asomarnos al pasado para recordar cuáles fueron los cami-nos elegidos, así como las veredas y brechas que hubieron de construirse cuando los caminos existentes no eran transitables.

En Baja California hay muchas historias emblemáticas que nos llenan de orgullo, por

* Rector de la Universidad Autónoma de Baja California.

CÉSAR RUBÉN CASTRO BOJÓRQUEZ Y ALEJANDRO MUNGARAY LAGARDA

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ser resultado de esfuerzos, dedicación y luchas originadas en sueños de tantos mexica-nos que desde principios del siglo XX siguen llegando de todos los rincones del país. Todas ellas nos ilustran sobre vidas y seres humanos motivados por lograr metas inspi-radas en sueños para ellos, sus familias y/o sus semejantes. El libro que aquí entregamos a la consideración de los lectores, es una de esas historias. Su relevancia no radica tan sólo en resaltar a las personas que reunidas en torno al sueño de tener una universi-dad en Baja California pensaron en darles a sus hijos la oportunidad que como padres no tuvieron de ser profesionistas; o en apoyar la creciente demanda de profesionistas que un estado que recién nacía en 1952; o en generar oportunidades profesionales que arraigaran a sus hijos a una tierra que generosa les recibía con los brazos abiertos. Cada una de ellas por sí misma es una razón relevante y moralmente válida para entender el imperativo comunitario de soñar y fundar una universidad. La mayor relevancia del texto consiste en ilustrar cómo el esfuerzo y aportación de tantas personas se organiza en torno a un liderazgo como el de don Santos Silva Cota; y cómo a su vez este lideraz-go se responsabiliza de organizar voluntades, esfuerzos y aportaciones, entre aciertos y contradicciones, pero donde los individuos trascienden en la obra colectiva, donde el todo es mucho más que la suma de las partes, concretando un proyecto compartido que dio forma a una institución que nacía con leyes pero sin los medios.

A 57 años de haber hecho realidad el sueño de crear la Universidad Autónoma de Baja California, hoy Benemérita, muchas generaciones se han pasado la estafeta de trabajar para que esta casa de estudios tuviera los medios que ha necesitado, construirla, dotarla de patrimonio, hacer crecer los espacios educativos, generar condiciones de armonía interna y con la comunidad, prestigiarla nacional e internacionalmente en distintas áreas del saber, vincularla con los distintos sectores productivos y sociales, pero sobre todo, para que hoy sea más querida, reconocida y respetada por todos los habitantes de Baja California.

Esta obra compila pensamientos, ideas y refl exiones de quien fuera la persona que tuvo la oportunidad histórica de organizar el proyecto de muchos en una institución para todos. Incluye análisis y mensajes póstumos sobre su trabajo y obra universitaria. Todas las aportaciones aquí reunidas dan fe de un ser humano que amplió el ámbito familiar de su casa a la universidad; que supo convertir un decreto en acciones que le dieron sustancia; que tuvo la humildad de traer los primeros archivos en la cajuela de su auto; y que supo asumir la responsabilidad de 1958 a 1966 como rector, de concentrarse por completo en su encomienda, de abandonar la práctica profesional privada para entre-garle una universidad al pueblo de Baja California, siempre pensando en lo que más necesitaba la UABC para nacer y seguir creciendo.

La vida y obra de Santos Silva Cota es ampliamente conocida por varias generacio-nes de universitarios, pero un tanto desconocida para las generaciones más recientes. El doctor Santos Silva Cota fue un hombre de su época y de nuestro tiempo, participó de un sueño compartido por muchos y tuvo la gran fortuna de atestiguar el desarro-llo de aquél proyecto incipiente llamado Universidad Autónoma de Baja California, seguir su desarrollo y avances, los momentos difíciles, también sus logros que le

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SANTOS SILVA COTA SU PENSAMIENTO Y TESTIMONIOS SOBRE SU TRAYECTORIA

signifi caron satisfacciones importantes.Hombre de convicciones claras e ideas fi rmes, de carácter recio, con una pasión

entrañable por la educación superior y la universidad; un observador agudo y críti-co de la vida universitaria, siempre propositivo, inquiriendo sobre temas diversos de nuestra vida cotidiana, desde el más pequeño detalle a los grandes temas de la educación. Se cultivó intelectualmente y cultivó amigos de generaciones diversas. Entablaba conversaciones buscando el intercambio de opiniones y perspectivas, provocaba discusión y salía airosamente con una sonrisa o comentario siempre que fuera preciso distender el ambiente.

Esta obra se entrega a los bajacalifornianos y con un interés especial a las nue-vas generaciones de universitarios que viven y se desenvuelven en un contexto de globalidad, de comunicación instantánea, abundancia de información, en un mundo donde la fricción del territorio se relativiza, las distancias se acortan, donde los espacios sociales de encuentro se tornan virtuales y las formas de aprendizaje son cada vez más novedosas y exigentes.

Son apenas 57 años de la fundación de la ahora Benemérita UABC, una institu-ción que voltea a sus orígenes para recordar, conmemorar y valorar sus avances con una perspectiva histórica, con nostalgia pero sin la añoranza de que tiempos pasados fueron mejores; una universidad que ha sabido asumir su responsabilidad histórica y social con trabajo creador, el esfuerzo de conjunto, reconociendo e integrando las capacidades individuales en la cooperación y la solidaridad.

Para que esa perspectiva histórica de nuestra institución quede resguardada en los co-razones de todos los que por sus aulas y laboratorios han pasado; y en el de las familias que han visto sus sueños hechos realidad en sus hijos gracias a la Universidad, entender las razones, contextos y obras de don Santos Silva Cota resalta en todos nosotros un sentimiento de gratitud ante la magnitud que esas primeras obras han alcanzado después de 57 años. Y como todos bien lo sabemos, la gratitud es la memoria del corazón.

M e n s a j e s p ó s t u m o s

II n t r o d u c c i ó n

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INTRODUCCIÓN

César Rubén Castro Bojórquez*Alejandro Mungaray Lagarda**

En el amplio universo de personalidades: gobernadores, rectores, directores de unidades académicas, académicos e investigadores universitarios, profesionistas y miles de ciudadanos que han contribuido

a la creación, construcción, conformación, crecimiento y consolidación de la Universidad Autónoma de Baja California, desde las primeras inquietudes por su fundación de un grupo de estudiantes tijuanenses en 1955, hasta el día de hoy que se ha califi cado a la UABC como una de las mejores universidades estatales de México, destaca preponderantemente la fi gura del doctor Santos Silva Cota:

Fue miembro del Comité Estatal Pro-Universidad en representación del sector profesional de Mexicali, cargo que obtuvo a través de los colegios y grupos de este municipio. Desde un inicio buscó la presidencia del Comité Pro-Universidad, la cual no logró por ser el más joven de los miembros de dicho Comité, pero fue tomado en cuenta como vicepresidente del mismo. La vicepresidencia del Comité la desempeñó por poco más de un año, lo que lo llevó por ley a hacerse cargo de la presidencia del Comité Estatal Pro-Universidad al ocurrir el lamentable falleci-miento de su presidente, licenciado José González Cordero (26 de abril de 1959), y con base en el Acuerdo número 40 de fecha de 28 de febrero de 1958, expedido por el Congreso del Estado de Baja California, se convirtió en rector interino de la naciente Universidad Autónoma de Baja California.

La gestión rectoral del doctor Santos Silva Cota se comenta ampliamente en los siguientes capítulos de esta obra. Vale la pena destacar que recibiendo solo una ley que creaba la Universidad, durante los siguientes siete años, de mayo de 1959 a junio

* Rector de la UABC en el periodo 1979-1983.** Rector de la UABC en el periodo 2002-2006.

CÉSAR RUBÉN CASTRO BOJÓRQUEZ Y ALEJANDRO MUNGARAY LAGARDA

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de 1966, conformó y entregó una Universidad que atendía a la enseñanza preparatoria en las ciudades de Mexicali, Ensenada, Tijuana, Tecate y el valle de Mexicali (po-blado Guadalupe Victoria); a la enseñanza técnica con las escuelas de Enfermería en Mexicali y de Capacitación Agrícola en el valle de Mexicali (ejido Nuevo León); y, a la enseñanza superior con la Escuela de Ciencias Marinas en Ensenada, Pedagogía y Ciencias Sociales en Mexicali, Economía y Ciencias Administrativas en Tijuana. En la función de investigación creó tres institutos: el de Investigaciones Oceanológicas en Ensenada, el de Investigaciones Sociales Económicas y el de Investigaciones In-dustriales e Ingeniería en Tijuana.

En la estructura administrativa, adicional a la Rectoría, creó la Secretaría General, Tesorería, Departamento de Servicios Escolares y Departamento de Difusión Cultural.

En infraestructura física, además de las donaciones de los edifi cios de la Escuela Cuauhtémoc (hoy Casa de la Cultura de Mexicali), por parte del Gobierno del estado, y del edifi cio para la Escuela Preparatoria de Ensenada, por parte del Club Rotario de esa ciudad, las cuales recibió de su antecesor, gestionó y logró del Gobierno estatal la donación de terrenos en Mexicali y Tijuana y del Gobierno federal la construcción de los edifi cios para los planteles de las preparatorias de Mexicali y Tijuana, primeras instalaciones construidas ex profeso para la Universidad.

De su gestión sobresale también la edición de la primera revista universitaria, la creación del lema y escudo de la institución, la incorporación de la UABC a la Asocia-ción Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), el egreso de las primeras generaciones de oceanólogos, economistas, contadores públi-cos, administradores de empresas y profesores de educación media superior. Destaca también la promoción que realizó para la formación de la Federación de Estudiantes Universitarios de Baja California (FEUBC).

Todo lo anterior fue logrado a pesar de las penurias económicas que sufría la Uni-versidad por la falta de apoyos fi nancieros de los gobiernos estatal y federal antes de que en 1969, el gobernador del estado, Ing. Raúl Sánchez Díaz, estableciera el impuesto especial para educación que le garantizó a la UABC un subsidio estatal sus-tancial y permanente.

El doctor Santos Silva Cota representa el esfuerzo que por muchos años realizaron los universitarios para construir una institución dinámica, sólida, vigorosa, estable, que cumpliera con la demanda legítima de los bajacalifornianos de acceder a una Universidad con una amplia oferta de carreras, en instalaciones funcionales y dignas con un alto nivel académico y cumpliendo con los fi nes que le señaló su ley: crear, transmitir y difundir el conocimiento.

La vida del doctor Santos Silva Cota, para fortuna de los bajacalifornianos, fue larga y fructífera. De sus 90 años de existencia, más de 54 años los vivió en la Universidad Autónoma de Baja California. Nadie supera ese tiempo, pero además, es importante resaltar que siendo rector por siete años, es el único que ha fungido por más de cuatro años al frente de la UABC; el único que fue miembro de la Junta

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SANTOS SILVA COTA SU PENSAMIENTO Y TESTIMONIOS SOBRE SU TRAYECTORIA

de Gobierno por más de veintitrés años; el único que dirigió la Junta de Gobierno como presidente por más de siete años; la Universidad nació con él, la vivió a ple-nitud y su memoria perdurará por siempre en ella.

Esta obra editorial se realiza en honor a Santos Silva Cota, el rector, el presidente de la Junta de Gobierno, el doctor honoris causa, el médico, el educador, el fi lósofo, el humanista, el polémico, inquieto, controversial, incisivo, tenaz, persistente y férreo universitario bajacaliforniano. Esta edición que comprende su obra, pensamiento y testimonios es un monumento literario al universitario que vivió con pasión la Uni-versidad Autónoma de Baja California.

Este documento está organizado por capítulos: En ellos se ubican algunos discursos, artículos, publicaciones y cartas que el doctor Santos Silva Cota expresó y escribió a lo largo de sus 54 años de universitario; desde el primer discurso que pronunció (el 23 de septiembre de 1959), cinco meses después de hacerse cargo de la Rectoría de la UABC, con motivo del inicio de clases en el ciclo 1959-1960, cuando la Universidad solo era las escuelas preparatorias de Mexicali y Ensenada; hasta la última carta que le dirigió al doctor Alejandro Mungaray Lagarda pocos meses antes de su fallecimiento.

Por los textos mostrados, se puede apreciar la inclinación humanística del doctor Santos Silva Cota hacia los conceptos de educación, autonomía y fi losofía universitaria.

Se incluyen también discursos varios ante la comunidad universitaria en diferentes eventos: inicios de ciclo escolar, aniversarios y otros especiales, como fue su discurso cuando fue ungido como doctor honoris causa de la UABC; publicaciones en diversos libros colectivos, revistas y un número importante de artículos y cartas que hasta la fecha habían permanecido inéditos.

En otro de los capítulos se transcribe una extensa entrevista que le realizó al doctor Santos Silva Cota la investigadora y socióloga Wina Coulther durante el año de 1982, cuando se implementó un programa de compilación de datos históricos con el propó-sito de editar un libro sobre la historia de la universidad. La entrevista se realizó por casi un año y comprende una amplia gama de temas que el doctor Santos Silva Cota atendió a través de las preguntas de su entrevistadora.

El capítulo siguiente organiza las reseñas históricas que en diferentes libros edita-dos se han realizado sobre la gestión del doctor Santos Silva Cota en el periodo que le tocó dirigir la UABC, de mayo de 1959 a junio de 1966. Los testimonios sobre su obra relatan muy claramente los tiempos que vivió.

1. En el primer documento se aborda una reseña sobre la gestión rectoral del doctor Santos Silva Cota en la edición colectiva Los pasos ganados editada en 1987 y coordinada por el rector licenciado Alfredo Buenrostro Ceballos. El licenciado en economía Daniel Olivas Beltrán, alumno fundador de la UABC, en el artículo titulado “Doctor Santos Sil-va Cota primer rector de la UABC”, realizó una primera reseña de este periodo rectoral.

2. Un segundo documento que plantea la reseña del periodo rectoral del doctor Santos Silva Cota en Historia de la Universidad Autónoma de Baja California 1957-1997,

CÉSAR RUBÉN CASTRO BOJÓRQUEZ Y ALEJANDRO MUNGARAY LAGARDA

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editado por la UABC en mayo de 1997, en el artículo denominado “La universidad: más que un anhelo, una realidad, 1959-1966” escrito por el doctor David Piñera Ramírez y Maricela González Félix. Este libro fue encomendado por el rector li-cenciado Luis Javier Garavito Elías al doctor David Piñera Ramírez, el cual fue presentado en 1997 con motivo de la celebración del XL aniversario de la UABC.

3. En julio de 2001, el doctor Alejandro Mungaray Lagarda publicó un libro sobre la vida del doctor Santos Silva Cota y su gestión rectoral, editado por la ANUIES, que se denominó Santos Silva Cota y el inicio de la Universidad Autónoma de Baja California. Este documento se incluye en la obra.

4. Otro documento incluido en esta edición reseña el periodo rectoral de 1959 a 1966 y se tomó del libro: Las sucesiones rectorales en la UABC 1957-2006, escrito por Rubén Castro Bojórquez, editado por la UABC en febrero de 2006.

Al leer estas cuatro versiones, el lector puede concebir claramente los logros que tuvo el doctor Santos Silva Cota durante los siete años que dirigió la UABC.

En este capítulo también se presenta una semblanza de vida del doctor Santos Silva Cota y una reseña sobre su paso por la Junta de Gobierno de la UABC.

Durante los 54 años (1957-2011) que el doctor Santos Silva Cota se desempe-ñó como universitario, compartió con alumnos, maestros, directivos, colaboradores, amigos y muchos otros universitarios su permanente búsqueda de la superación de la educación en lo general y de la universidad en lo particular.

Un apartado importante en este libro es el dedicado a los mensajes póstumos que universitarios y familiares escribieron sobre su relación personal con el doctor Santos Silva Cota. El penúltimo capítulo da fe de esos pensamientos.

El epílogo es presentado por Alejandro Mungaray Lagarda.Finalmente, queremos reiterar nuestro interés de que esta obra llegue a las manos

de todos los universitarios presentes y del futuro y que al escudriñar sus páginas iden-tifi quen al universitario que defi nió y moldeó con sus ideas, pasión e inteligencia el rumbo de la Universidad Autónoma de Baja California.

M e n s a j e s p ó s t u m o s

DDi s c u r s o s

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* Rector Santos Silva Cota, en la inauguración del ciclo escolar 1959-1960. Mexicali, 23 de septiembre de 1959. Texto publicado en el libro El discurso universitario. Su evolución en la Universidad Autóno-ma de Baja California 1957-1997, compilador David Piñera Ramírez, pp. 41-43, UABC, 1997.

EL CAMINO ES MUY LARGO, LLENO DE INQUIETUDES Y DESENCANTOS; PERO ESTO NO NOS CAUSA DESAZÓN*

En esta noche asistimos a un acto solemne que determina la iniciación de los trabajos de la Universidad Autónoma de Baja California durante el año lectivo 1959-1960, y fue nuestro deseo que el mismo se celebrara en presencia

de sus gestores, pueblo y gobierno de nuestro estado, enmarcado luminosamente por la presencia del titular del primer gobierno constitucional del estado, quien por decreto de fecha 27 de febrero del año de 1957, crea la Universidad Autónoma de Baja California, con todos los ideales y conceptos que tiene la universidad moderna.

Los organismos universitarios, Comité Estatal Pro-Universidad, Junta de Gobierno, Patronato Universitario, directores de planteles y catedráticos, con todo su corazón y capacidad, canalizaron los primeros pasos de nuestra casa de estudios por el camino del éxito y con el fi rme propósito de que la Universidad Autónoma de Baja California llevase en sí el concepto integral de nacionalidad y recogiese en su marcha ascendente los problemas de la región, para que fi rmemente aferrada a su espíritu de mexicanidad, se proyectase como sombra fi el de las necesidades y ambiciones del estado.

Atentos siempre a los cambios profundos que el tiempo en que vivimos ha plasmado en todas las actividades humanas y en el que tal vez se hayan desviado los fi nes y el conteni-do de los planes educativos, sentimos la obligación de aprovechar las experiencias propias y ajenas, revisar nuestra conducta actual y darle a la educación todo el contenido y la fuer-za que México y todos los demás pueblos de la Tierra necesitan para que la convivencia humana sea llevada por los senderos de la armonía, amistad y comprensión.

Buscaremos el mejoramiento de la técnica, capacitaremos con toda sufi ciencia a nuestros hombres para que la explotación de los recursos tenga resultados positivos para la economía, pero daremos todo el impulso al estudio de las humanidades cultivando y reforzando los valores espirituales para obtener, no hombres máquinas, sino verdaderos

CÉSAR RUBÉN CASTRO BOJÓRQUEZ Y ALEJANDRO MUNGARAY LAGARDA

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hombres creadores con un vigoroso talento y un espíritu superior.

Otorgamos todo nuestro apoyo a las escuelas de la enseñanza media, base de la capacitación profesional, y así inician este día sus labores las escuelas preparatorias de Mexicali, Tijuana y Ensenada.

Los problemas económico-so-ciales que afrontamos exigen su resolución, por lo que se trabaja para crear la Escuela de Comercio y Administración. La salud públi-ca y el cuidado de nuestro pueblo demanda mejor capacitación en los vectores de este servicio; hoy labora la Escuela de Enfermería. Los recursos naturales inexplora-dos o explotados en forma rudi-mentaria piden gente capacitada en estos menesteres, se proyecta por eso el Instituto de Oceanogra-fía y Pesca y la Escuela de Agri-cultura para un futuro cercano. La superación en la técnica y la cul-tura exige mejores hombres en la docencia y la investigación, y así está en estudio la creación de la Escuela de Pedagogía Superior.

Estamos pues, palpando juntos, sintiendo en carne propia los embates constantes de los problemas de la entidad y tratando de resolverlos en la medida de nuestras posibilidades. El camino es muy largo, lleno de inquietudes y desencantos; pero esto no nos causa desazón, porque ustedes jóvenes de hoy y hombres de mañana, han dado prueba del poderío de vuestra juventud, y la fuerza grandiosa que derraman con severa intencionalidad no podrá ya ser detenida y así fi rmemente aprovechada en la consecución de los fi nes propuestos por medio del estudio y la investigación, conformando sus conocimientos y experien-cias con lo mexicano, porque la razón de la existencia y fuerza del país estará en la conservación, precisamente, del sentido de nacionalidad, emanado del concepto de la integración de nuestra raza.

Rector Santos Silva Cota. 1959.

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SANTOS SILVA COTA SU PENSAMIENTO Y TESTIMONIOS SOBRE SU TRAYECTORIA

* Rector Santos Silva Cota, en la inauguración del edifi cio de la Escuela Preparatoria de Mexicali, 26 de septiembre de 1963. Texto publicado en el libro El discurso universitario. Su evolución en la Universidad Autónoma de Baja California 1957-1997, compilador David Piñera Ramírez, pp. 48-53, UABC, 1997.

LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE BAJA CALIFORNIA ASUME SU MISIÓN FORMADORA Y ORIENTADORA CON PROFUNDO SENTIDO NACIONAL*

Tiene singular importancia este acto, en el que la joven Universidad Autónoma de Baja California inaugura hoy, con la presencia del jefe del Estado mexicano y distinguido universitario Adolfo López Mateos, los cursos del año escolar 1963-1964, porque esta ceremonia tradicional se realiza en uno de los nuevos edifi cios de la Universidad, construido por la comprensión y generosidad del universitario que dirige los destinos de México, respondiendo a la promesa que hiciese a los jóvenes bajacalifornianos de darle a nuestra Universidad las instalaciones y equipos indispensables para el cumpli-miento de su alta misión.

Así, la Universidad Autónoma de Baja California se integra cada vez más al siste-ma nacional de educación superior, dentro de la planeación inspirada por usted para el mejor servicio de la causa de México.

Con orgullo y emoción, queremos expresarle, señor presidente, nuestra gratitud por la construcción de esta magnífi ca casa y por la que albergará a los jóvenes prepa-ratorianos de Tijuana, y reconocer que ella viene a colmar las legítimas ambiciones de un pueblo, el de Baja California, que desea participar de todos los bienes materiales y espirituales, de todos los derechos y obligaciones que conforman el patrimonio físico y espiritual de nuestra nación. Porque ello, dentro del imponderable campo de la cultura, permitirá a Baja California, a su juventud, acrecentar su apasionada parti-cipación en el progreso social, económico y cultural del país y acercarse, más y más, a la realización de los ideales humanistas de la revolución mexicana: de justicia social y el bienestar común dentro de los principios de libertad y dignidad.

Baja California, señor presidente, es una resultante de la aportación demográfi ca y espiritual de los mexicanos de todas las entidades federativas. Su vida y su progreso están íntimamente vinculados a la provincia mexicana, de la que usted es devoto y efi caz amigo.

Los bajacalifornianos reconocemos con orgullo la secular contribución de nues-tros antecesores que vinieron de todas las latitudes del país y que hicieron posible nuestro progreso actual, roturando la tierra inhóspita para convertirla en fl orecien-tes campos agrícolas, en nutricios graneros; creando una creciente organización industrial y comercial y concentraciones urbanas de sorprendente desarrollo.

Los bajacalifornianos supieron de la inconformidad y la rebeldía frente al absolu-tismo del virreinato; aportaron su colaboración decidida a la revolución de indepen-dencia; se honraron al estar presentes en el Congreso Constituyente de 1824; fueron decididos batalladores por la unidad nacional en el federalismo y en la lucha contra el partido conservador.

CÉSAR RUBÉN CASTRO BOJÓRQUEZ Y ALEJANDRO MUNGARAY LAGARDA

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Cuando en 1847 y en la guerra más injustifi cable, la mayor parte del territo-rio nacional fue violado y sojuzgado por el invasor, Baja California quiso y supo conservarse en todo momento mexicana, defendiendo la soberanía nacional. Aquí estuvieron como en Padierna y Churubusco, Antonio L. Sosa, Manuel Pineda, Meléndrez y en glorioso anonimato, muchos otros más. Decía el historiador Roa Bárcenas: “Si el resto de la república se hubiese defendido como lo hizo Baja Cali-fornia, lo que fue nuestra derrota hubiese signifi cado, más un timbre de gloria y una prenda de seguridad y de grandeza”.

Baja California estuvo siempre limpia y decididamente con la bandera juarista, con los principios de la soberanía nacional, la independencia y el derecho inalienable de los pueblos para la autodeterminación; combatió contra la dictadura porfi rista que venía frenando los destinos de México; luchó denodadamente en toda la revolución mexicana y contra los invasores de 1911, y participó, con profunda convicción, en el Congreso Constituyente de 1917, propugnando por inscribir en nuestra carta magna los postulados de la revolución mexicana.

Si la historia de Baja California es expresión de las más nobles luchas del pueblo mexicano, la Baja California actual es un producto genuino de la revolución mexicana.

Consecuentemente, la Universidad Autónoma de Baja California es y debe ser fi el refl ejo del sentido histórico de nuestra península y de su especial fi sonomía demo-gráfi ca y espiritual, pero parte integrante del unitario sentido nacional y patrio. La Universidad Autónoma de Baja California asume su misión formadora y orientadora sin precarias limitaciones localistas, con profundo sentido nacional, pero sin dar la espalda a la problemática socioeconómica y política de lo regional.

El enfoque humanista y técnico de sus actividades en la docencia, en la investiga-ción y en la difusión cultural, está preñado por una honda preocupación universitaria, humanista, pero conscientemente preocupado por lo mexicano, por lo nacional como supremo común denominador y por lo regional como esencia de la fi delidad a los que construyeron y están construyendo la grandeza del solar nativo.

No presenta nuestra Universidad los méritos de viejas y brillantes relaciones aca-démicas de otras casas de estudios superiores de nuestra patria; no tenemos aún todas las efi caces instalaciones materiales que en ocasiones alcanzan la grandiosidad de las ciudades universitarias; pero nuestra universidad, haciendo suyas las palabras de un auténtico universitario, el antiguo rector del benemérito Instituto Científi co y Lite-rario del Estado de México, y actual magnífi co rector de los destinos patrios, cree y afi rma que no son las grandes instalaciones materiales el alma de la universidad.

El alma de la universidad la hacen la sabiduría y devoción de sus maestros; el em-peño de sus alumnos; la voluntad de ambos de vincularse en permanente y estrecho lazo a la vida del país y el deseo de hacer de cada jornada de trabajo una puerta abierta hacia un mañana más luminoso para México.

La verdad, la belleza, la justicia valdrán lo mismo expuestas en el aula modesta o improvisada; la exposición y examen libre de los temas científi cos y humanistas tendrán

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SANTOS SILVA COTA SU PENSAMIENTO Y TESTIMONIOS SOBRE SU TRAYECTORIA

la misma vigencia, no por la esplendidez del marco material en que se desarrollan, sino por la voluntad de servir a los fi nes superiores de la patria y de la humanidad.

Las verdades, los principios eternos de la sabiduría, de la bondad, del patriotismo, que fueron expuestos en las sencillas ágoras o en el jardín de Academo, conservan indestructible validez, mientras las maravillosas construcciones materiales de la anti-güedad son ahora meras gloriosas ruinas.

SEÑOR PRESIDENTE:

En este acto que constituirá efeméride sin par en nuestra historia universitaria, queremos pedirle reciba usted el homenaje y gratitud de maestros y estudiantes universitarios, del pueblo de Baja California a quien pertenece esta universidad, por la generosa ayuda material y por el permanente estímulo y docta y patriótica orientación que usted ha venido dando a esta casa de estudios en su mandato constitucional. Lleve usted como mejor presente el compromiso de que la juventud universitaria tendrá como pasión y como pensamiento la interpretación que usted ha dado a la razón de ser de México, y que los derroteros marcados en su régimen, fi elmente secundados aquí por el gobierno del estado, presidido por el señor Eligio Esquivel Méndez, y en el campo de la educación nacional doctor Jaime Torres Bodet, serán sostenidos por ella para mantener congruente y sin desarticulación, el camino hacia el grandioso futuro de la patria.

EN 1959, LA IDEA DE LA UNIVERSIDAD SOLO ESTABA REPRESENTADA POR SU LEY ORGÁNICA*

El 17 de abril de 1959, recibí el señalado honor al que puede aspirar un universitario en Baja California: ocupar la Rectoría de su Universidad.

La Universidad Autónoma de Baja California entonces representaba, más que una realidad, un anhelo, una aspiración, quizás la más noble, de un pueblo que apenas hacía pocos años había logrado alcanzar la categoría de entidad federativa libre y soberana. Con ello, los bajacalifornianos adquiríamos, junto con el pleno ejercicio de nuestros derechos cívicos, con la facultad de elegir nuestros propios gobernantes y con la posibilidad de crear nuestras instituciones políticas y sociales, el imperativo de formar la casa de estudios superiores, que nos permitiese adquirir conocimientos científi cos y humanísticos dentro del marco del respeto a la dignidad humana, de la libertad de cátedra y de la autonomía universitaria, entendida esta como autogobierno académico de la comunidad de maestros y alumnos.

* Santos Silva Cota, al concluir su periodo rectoral. Mexicali, 29 de junio de 1966. Texto publicado en el libro El discurso universitario. Su evolución en la Universidad Autónoma de Baja California 1957-1997, compilador David Piñera Ramírez, pp. 56-61, UABC, 1997.

CÉSAR RUBÉN CASTRO BOJÓRQUEZ Y ALEJANDRO MUNGARAY LAGARDA

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SANTOS SILVA COTA SU PENSAMIENTO Y TESTIMONIOS SOBRE SU TRAYECTORIA

En 1959, la idea de la universidad solo estaba representada por su ley orgánica, por los trabajos iniciados por el Comité Estatal Pro-Universidad y por dos escuelas preparatorias, una en la ciudad de Mexicali con 67 alumnos y la otra en el puerto de Ensenada, con diecinueve.

La señalada en primer término funcionaba en el edifi cio de otra institución edu-cativa, en condiciones muy poco favorables para este nivel académico; la segunda trabajaba en un edifi cio construido generosamente cedido por el pueblo de Ensenada, pero careciendo de mobiliario, equipo de laboratorio y biblioteca indispensables. Los 16 maestros que formaban su personal docente, lo eran a título honorario o con remu-neraciones casi simbólicas. Esto era todo lo que constituía el patrimonio universitario.

En el periodo que tuve el privilegio de dirigir los destinos de la universidad y con estímulo, comprensión y franco apoyo del gobierno federal, representado en una época por el señor licenciado Adolfo López Mateos, y más tarde por nuestro actual presidente, señor licenciado Gustavo Díaz Ordaz; con el de los gobiernos estatales del señor licenciado Braulio Maldonado, del señor ingeniero Eligio Esquivel, del señor doctor Gustavo Aubanel Vallejo y del señor ingeniero Raúl Sánchez Díaz; del Comité Estatal Pro-Universidad; de la honorable Junta de Gobierno, de maestros, alumnos y de todo el pueblo de Baja California se logró:

La construcción del edifi cio y su donación en mobiliario, laboratorios y biblioteca de la Escuela Preparatoria Mexicali.

La creación de la Escuela Preparatoria Tijuana, a la que se le construyó su edifi cio y se le dotó de mobiliario, laboratorios y biblioteca.

La construcción de dos aulas y un auditorio en la Escuela Preparatoria de Ensenada a la que se le dio equipo de laboratorio, mobiliario y biblioteca.

La creación de la Escuela Superior de Ciencias Marinas, en cuyo edifi cio se hi-cieron las instalaciones adecuadas para cuatro aulas de enseñanza y sus laboratorios de biología, química, geología, meteorología, adquiriéndose equipo e instrumental necesario y un vehículo útil a sus prácticas de campo.

Se instalaron las ofi cinas centrales de la Universidad, en las que se hicieron las adaptaciones necesarias y a las que se dotó de mobiliario y equipo.

Fueron creadas otras escuelas preparatorias y profesionales, a las que, en la me-dida de las posibilidades del presupuesto, se les ha ido entregando material y demás equipo para su desarrollo.

En el plan académico hemos hecho esfuerzos por mejorar la cátedra y obtener mejores resultados en la enseñanza con la revisión de los planes y programas de es-tudio, con el mejoramiento de los procesos didácticos, con la superación del personal docente al crear 12 plazas de maestros de tiempo completo y tres de medio tiempo.

Hoy, al término de mi mandato, la Universidad está constituida por cerca de 2 000 alum-nos, 253 profesores; formada por cinco escuelas preparatorias, una Escuela de Enferme-ría, una Escuela Superior de Pedagogía, una Escuela de Ciencias Políticas y Sociales, una Escuela Superior de Economía, una Escuela Superior de Contabilidad y Administración,

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una Escuela Superior de Ciencias Marinas, un Instituto de Investigaciones Económicas y un Instituto de Investigaciones Oceanográfi cas; en formación una Escuela de Ciencias Químicas y un Instituto de Investigaciones en Ingeniería, Industriales y Tecnología.

Entregamos una universidad con prestigio académico en el país, con un presupuesto de más de cinco millones de pesos, con edifi cios y terrenos propios que conforman un patrimonio superior a los diez millones de pesos, y el pueblo de Baja California ha visto egresar a las primeras generaciones de las escuelas de Enfermería, Superior de Pedagogía y Superior de Ciencias Marinas, y dentro de pocos días saldrán las primeras generaciones de las escuelas Superior de Economía y Superior de Contabilidad y Administración.

En cumplimiento a lo dispuesto por la Ley Orgánica, no nos preocupó tanto hacer una ciudad universitaria como hacer de nuestro estado, un estado universitario, insta-lando en cada una de sus principales ciudades las escuelas necesarias y acordes con su problemática y con sus posibilidades.

Con legítima satisfacción reconozco que esta obra, no exenta de problemas, obstáculos y difi cultades, fue posible por el esfuerzo y el amor a la Universidad de todos sus maestros y directores, de los integrantes de la honorable Junta de Gobierno, honorable Consejo Universitario, de todos los alumnos y especialmente del hombre bajacaliforniano que tuvo fe en esta empresa y nos entregó y confi ó el mejor de sus tesoros: sus hijos.

Fue precisamente esta actitud la que estimuló mi esfuerzo y reafi rmó mi convicción de que la Universidad Autónoma de Baja California, producto auténtico del pueblo, creada por él, será la que, en defi nitiva, dé a nuestra entidad la fuerza y la solidez del institucionalismo, al formar en tierras mismas de Baja California, los profesionales y técnicos que aceleren su propio desarrollo.

Reconozco, asimismo, que nada de lo que fue hecho, hubiese sido fácil sin la apa-sionada y decidida intervención del licenciado Alfonso Ortega Martínez, que fuera secretario general ejecutivo de la Asociación Nacional de Universidades y que tan ligado estuviera a la vida de nuestra institución desde sus fases iniciales.

Hoy puede decirse, él soñó y planeó la gran Facultad del Mar para Ensenada, Baja California, como única institución en el país, en la que se realizarán estudios sobre biología marina, química del mar, ingeniería y administración portuaria, oceanografía y todas las demás disciplinas afi nes a este interés y que ayudarán, no solo a Baja Ca-lifornia con sus extensos litorales, sino a México entero con sus diez mil kilómetros de costas, en la explotación racional de los recursos marinos.

La Escuela Superior de Ciencias Marinas es la primera fase de esta realización, en donde brillará la vigorosa personalidad del distinguido biólogo Pedro Mercado Sán-chez, a quien con gran satisfacción entrego la estafeta de la responsabilidad.

Formar hombres es la tarea de padres y maestros. Descubrir sus facultades y colo-carlas en donde es debido signifi ca el éxito de toda empresa. La actividad docente, in-vestigadora y la política universitaria descubrieron a Pedro Mercado, que hace varios años llegó a colaborar con nosotros y hoy su calidad moral, su preparación científi ca y sus virtudes, lo colocan en la más honrosa de las responsabilidades universitarias.

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Confi amos en que conducirá a la Universidad con máxima inspiración, porque él comprende que nuestra casa de estudios se apoya en la libertad de cátedra, en la libre investigación científi ca; porque sabe que Baja California quiso que nuestra Univer-sidad fuera un laboratorio de ideas en donde el método y el análisis construyeran el procedimiento y la meta, la verdad.

Sentimos en nuestra gestión, como máxima responsabilidad, la de orientar a la universidad en el plano regional, hacia la formación de profesionistas de vigorosa intelectualidad en la búsqueda del mejoramiento de las condiciones económicas y so-ciales en que vivimos, porque nuestra pasión es Baja California; orientar a la Univer-sidad en el plano nacional hacia una amplia colaboración con las demás instituciones similares del país, en la preocupación de resolver los grandes problemas nacionales, porque nuestro pensamiento es México; y en el plano internacional, acentuar la im-portancia de destacar la esencia del hombre y de los valores universales, porque nues-tro objetivo es el hombre mismo.

Toca a mi sucesor alcanzar la plena realización de estos ideales. Las condiciones son promisorias. Siguiendo lo establecido por la Ley Orgánica, ha quedado instalado el honorable Patronato Universitario y al que se le ha entregado el patrimonio.

Sé que este organismo, estoy seguro de ello, consolidará las bases económicas de la Universidad, por la alta calidad moral y técnica de sus integrantes y por el interés marcado que muestran por esta institución.

La honorable Junta de Gobierno, tan activa y entusiasta, le brindará el mismo ge-neroso apoyo que nos concedió.

El honorable Consejo Universitario, con su alta calidad de organismo académico, le será un estimable cuerpo colegiado de orientación y apoyo.

La clara visión que de los problemas sociales, económicos, políticos y princi-palmente de las cuestiones educativas tiene el señor ingeniero Raúl Sánchez Díaz, gobernador constitucional del estado, como lo ha demostrado al aumentar conside-rablemente la aportación estatal señalada a la Universidad, asegura al señor rector y a toda la comunidad universitaria que todo ello se hará magnífi ca realidad para nuestra máxima casa de estudios.

Universitarios de Baja California: siéntanse orgullosos de su casa de estudios y sepamos todos juntos, mantener con dignidad la honrosa categoría de la institución.

Maestros: conserven eternamente viva esta realidad que han forjado y en constante plan de superación dediquen su esfuerzo y su capacidad a una de las tareas más no-bles: la formación del hombre.

Estudiantes: mantengan siempre el fuego constructivo de la juventud, que tanta signi-fi cación tiene en la estructura universitaria, y ya hechos hombres, con la madurez de la experiencia y el conocimiento adquirido, encaucen ese entusiasmo al servicio de la comu-nidad, sin olvidar jamás el ejemplo de las grandes fi guras de nuestra historia y mantenien-do permanentemente su mirada vigilante, en este pueblo mexicano que tanto los necesita.

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LAS TENDENCIAS MUNDIALES SE ENCAMINAN HACIA EL CAMPO ECONÓMICO, PERO NOSOTROS NO DEBEMOS CLAUDICAR*

Crear la Universidad orientándola hacia lo regional, porque nuestra pasión es Baja California, hacia el plano nacional, porque nuestro pensamiento es México y con mirada universal, porque nuestra meta es el hombre mismo, fue desde siempre nuestra intención.

Llego a este solemne momento, pleno de emoción y de angustia. De emoción por-que asistimos a un acto de madurez y de valoración, en el que una madre (nuestra alma mater) juzga a uno de sus hijos, y de angustia porque, ante tanto que pueda decirse, sé que mucho habrá de quedar en la historia. Me conforta, sin embargo, la distinguida presencia de amigos, algunos de ellos que me acompañaron en la gran aventura educativa que emprendimos y que fundamenta el honor que inmerecida-mente se me brinda, al haber dado juntos, los primeros pasos en nuestra Universidad.

Al no dudar, ella encuentra su fermento en los grandes maestros de las escuelas pri-marias del Territorio Norte; de la Escuela Normal y Preparatoria de Mexicali de en-tonces; del Instituto Técnico Industrial de Tijuana y de las secundarias de la época; en las generaciones de estudiantes que emigraron a las aulas universitarias de la ciudad de México, Guadalajara y después de Sonora, semillero de inquietudes, forjadores de asociaciones y bloques de estudiantes, que soñaron e hicieron suyas las aspiraciones de nuestro pueblo, que deseaba convertirse en estado y tener una universidad.

Estas dos realidades de hoy no hubiesen sido posibles sin la gran acción de los regímenes de la revolución mexicana que fueron dotando al territorio de obras muy propicias para su desarrollo social, económico y cultural, fundamentalmente con el reparto agrario, con el Tratado de Límites y Aguas y el consecuente distrito de riego del Río Colorado, con la zona libre y con la federalización de las obras portuarias.

Se afi anzó así, una población dinámica, emprendedora, formada con 110 mil nativos del territorio y 115 personas originarias de las demás entidades de la república, que ganaron el derecho de transformarse en estado de la federación en 1952 y tener, como consecuencia, un gobierno propio, que junto a las leyes que le dan vida, promulga en febrero de 1957 la Ley Orgánica de la Universidad Autónoma de Baja California.

El Comité Pro Universidad en Tecate y todos los que estábamos interesados en el problema, logramos que triunfara la idea de ubicar a la universidad en los cuatro municipios, naciendo la Escuela de Ciencias Marinas y el Instituto de Investigaciones Oceanológicas de Ensenada; la Escuela de Contabilidad y Ciencias Económicas en Tijuana; la Escuela de Pedagogía y luego la de Ciencias Sociales y Políticas en Mexi-cali; y cinco preparatorias, pues, por una parte queríamos vincular al profesionista con su medio en razón de sus recursos y necesidades, y por otra, nutrir de educandos

* Santos Silva Cota, al recibir el grado de doctor honoris causa de la Universidad. Mexicali, 16 de no-viembre de 1993. Texto publicado en el libro El discurso universitario. Su evolución en la Universidad Autónoma de Baja California 1957-1997, compilador David Piñera Ramírez, pp 235-242, UABC, 1997.

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las unidades académicas superiores, en un afán de edifi car un estado universitario y no tan solo una ciudad universitaria.

Al valorarnos, el ilustre pensador y entonces secretario de Educación Pública, doctor Jaime Torres Bodet, nos dijo en una ceremonia de in-auguración de cursos en Ensenada:

En vez de imponerse en lo abstracto una si-metría teórica, improcedente, copiando estruc-turas de otras instituciones de la república, la Universidad de Baja California trata de organi-zarse en función de los requerimientos prácti-cos del estado.

Y añade:

Importa sobremanera aspirar a mucho, pero no importa menos saber que cuanto emprendamos, deberemos hacerlo siempre con entereza y ha-cerlo bien, pues madurar sin crecer, implicaría evidentes limitaciones materiales, pero crecer sin madurar entrañaría la peor de las demago-gias: la falsifi cación de la cultura.

Nos propusimos que el esfuerzo educati-vo fuera producto de acciones científi cas y de realidades del entorno. No fuimos sujetos de la improvisación que nos obligase a establecer un abanico de carreras profesionales para satisfacer las presiones y permitir que nuestros hijos se que-dasen como estudiantes y tenerlos que llorar mañana por no haber sido capaces de crear los espacios profesionales para su arraigo.

Asumimos una actitud más prudente y justa y nos encuadramos dentro de la pla-neación nacional de la educación superior propuesta por la ANUIES, pero adaptada a nuestros recursos, potencialidades y aspiraciones.

Construir construyéndose, ésa es su norma fundamental; conocer las necesidades reales del medio que los circunda y proponer para cada una de sus necesidades un servicio útil, fecun-do y claro. En cierto modo, la voluntad universitaria surgió en ustedes antes de haber podido reunir los medios indispensables para dar a esa voluntad, expresión concreta y satisfactoria.

concluyó al respecto el doctor Bodet.

Santos Silva Cota, estudiante de medicina en la UNAM,México, D.F. 1940.

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Hoy Baja California puede sentirse satisfecha, pues si antes de crearse la universi-dad funcionaban 16 universidades en la república, es la nuestra y así ha sido califi ca-da, una de las primeras de México, por la seriedad de la institución, por la preparación de los maestros, por la adecuada respuesta de los alumnos, por su libertad de cátedra, su autonomía universitaria y la mexicanidad de sus autoridades, tres temas discutidos, defi nidos y bien entendidos durante el análisis de ley de la universidad, hecha por la II Legislatura del Estado en 1956.

Esta sucinta relación de antecedentes, actividades y eventos aciagos unos y ven-turosos los más, resultado de los ideales, entusiasmo y trabajo de la comunidad universitaria en constante interacción con la sociedad que la circunda, describen a grandes pinceladas de nítidos contornos, el transcurrir de estos primeros pasos que dimos junto con la institución.

Treinta y seis años han transcurrido desde su fundación sin interrumpir o desviar sus actividades durante nueve felices periodos rectorales, que con mejor inspiración que nosotros, y cada vez con mayores recursos, han ido afi rmando los objetivos gene-rales de la institución, creando los órganos convenientes para estos propósitos, conso-lidando más y más el prestigio de nuestra Universidad, construido fundamentalmente por maestros y alumnos, que juntos en una obra enaltecedora, fraguaron e impulsaron el alma universitaria.

Durante todo este devenir prevalecen los principios originales de una univer-sidad que nació de su pueblo y para su pueblo, y que los afi rma positivamente el rector, doctor Luis Lloréns Báez, al decirnos hace escasamente dos meses, en su informe en la ciudad de Tecate:

La universidad mexicana, nuestra Universidad en lo particular, se encuentra ante un dilema histórico, o se moderniza y renueva su papel de líder en el saber al servicio del hombre con un claro compromiso social, o se anquilosa y pierde su capacidad de avan-ce, extendiendo el peligro de perder su utilidad histórica.

En atención a todos estos sucesos y al signifi cado real de un evento como éste, sur-gió en mí una gran interrogante: ¿acaso merezco esta distinción? (que tal vez también haya sido la de alguno o de muchos: ¿se la merece?).

Yo no conozco otra respuesta que la de continuar en mi trabajo, en seguir sirviendo de la mejor manera a la institución y a su comunidad, sin esperar recompensa y solo aspirar a conocer un poco más de estos misterios de la naturaleza.

Es a partir de estas consideraciones que hago a ustedes, en una meditación sin-cera que se aparece como un verdadero imperativo la necesidad de transmitir las nociones y elementos para que los universitarios construyan su propio concepto de merecer como una responsabilidad de percatarse de su entorno, de darse cuenta del papel protagónico que les tocará desempeñar dentro de la sociedad, hoy estu-diantes y mañana como profesionistas.

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¿Merezco la universidad? Para considerar la respuesta como afi rmativa, debe-mos suponer que el estudiante respondió positivamente al deber adquirir una edu-cación sobresaliente, dándole a este acto de merecer un atributo muy importante, lo sobresaliente, la excelencia.

Merecer es un valor moral que transita entre lo justo y lo injusto, entre lo indi-vidual y lo trascendente, y que lleva implícita una respuesta al esfuerzo, cualquie-ra que sea la calidad de éste.

Se ha considerado que la excelencia es solo un valor intelectual que oscila entre la aptitud y la ineptitud, entre la eminencia en la capacidad y la mediocri-dad en la efi cacia; pero, al igual que merecer, el concepto de excelencia también trasciende al individuo mismo, no tendría signifi cado si no proviniese de un acto consciente y no tuviera propósitos defi nidos.

Considero a la excelencia como una cualidad de cualquier acción humana que fuese intencionada, generosa e inteligente, en diferentes proporciones según la natu-raleza del acto mismo.

Recuerdo una lectura de un libro de mi infancia que decía: “La patria no requiere de mártires heroicos, sino de gloriosos vencedores”, concepto con el cual nunca he estado de acuerdo, porque entonces creí y sigo creyendo, que las sociedades deben reconocer las acciones humanas tanto de los mártires, por sus indudables buenas in-tenciones, como de los triunfadores por éxitos obtenidos.

Las instituciones educativas, las universidades, deberían estar atentas a las im-plicaciones y consecuencias de estos conceptos para que los esfuerzos en el desa-rrollo de la inteligencia vayan más allá de la fi nalidad de lograr la excelencia y se fortalezcan los procesos formativos de los valores morales para lograr el real ente académico, responsable ante sí y ante su patria.

Formamos una comunidad, nuestros actos personales impactan en los demás, el individualismo es admirado, pero la concordia, el esfuerzo colectivo, trasciende más profundamente en el tiempo y en el espacio.

Nuestra Universidad surgió con profunda vinculación a raíces en el régimen social, jurídico y político del país, con la estructuración democrática de una re-pública que postula los derechos del hombre y a la vez los derechos sociales o de la colectividad, y que cuenta con disposiciones que enmarcan las facultades y obligaciones que no dependen del gobernante, sino de la ley, porque somos un estado de derecho.

Es justo recordar, a propósito, el pensamiento del primer presidente de la Junta de Gobierno de la Universidad, el licenciado Pedro Castro López, cuando decía:

La universidad contemporánea estará llenando su misión si no da la espalda al dolor y a la miseria del pueblo, y busca en la existencia colectiva su esencia para mejor aconsejar en la solución de los grandes problemas.

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Es evidente que las tradicionales garantías in-dividuales, los tradicionales derechos del hom-bre, resultan insufi cientes para que la persona pueda realizarse, para que tenga una vida digna, y por eso se requiere postular los derechos so-ciales como un medio para que el hombre tenga oportunidades en educación, vivienda, medici-na, mejor calidad de vida y facilidades para una existencia más humanizada.

En este sentido, ningún gobierno debe exaltar exclusivamente los valores personales, antepo-niéndolos al bienestar general, porque haría una sociedad egoísta; ni debe acentuar los valores sociales sobre los individuales, porque sería es-tablecer sistemas transpersonalistas que ignoran a la persona humana y su derecho a realizar valores.

Si México fue la primera nación que esta-bleció jurídicamente la concurrencia de los de-rechos individuales y de los derechos sociales, por considerar que no solo hay oposición en-tre ambos, sino que son base del humanismo actual, si tales formas ya fueron aceptadas en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, si las universidades tienen como ta-rea preservar la cultura y enaltecer los valores de la vida humana, la Universidad Autónoma de Baja California, siendo leal a sus principios, seguirá cantando: “Por la realización plena del hombre”, “Por mi raza hablará el espíritu”. La universidad no debe y no quiere estar sola, no pretende encerrarse en los claustros de la excelencia por la excelencia misma, ni marginarse en aras de una autonomía mal entendida, sino participar en todos los aspectos de la vida con actividades de vinculación y extensión para obtener y mantener el bienestar del hombre en una constante interacción, ya sea de manera personal o colegiadamente, sin marginación de nadie.

Baja California tiene un pueblo resultado de una policromía de culturas integradas a una geografía de trazos fuertes, en un mimetismo sui generis, en donde geografía y hom-bre, materia y espíritu, se funden y se recrean adquiriendo mutuamente sus fi sonomías, so-briedad, grandeza, inmensidad, soledad en ocasiones, pero siempre realidad, que concibió claros conceptos de libertad, justicia y democracia, y con ello en cuenta, mira el porvenir con esperanzas. Ahora, al confrontar nuestro destino, conscientes de la universalidad de la cultura, pero sin perder la esencia de mexicanidad y junto con nuestra universidad

Santos Silva Cota, a la derecha, con un compañerode la universidad en la avenida San Juan de Letrán

de la ciudad de México. 1942.

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moderna debemos preguntarnos: ¿estamos dispuestos a emprender una nueva aventura de desarrollo integral?, ¿queremos construir el mundo del mañana?, ¿podremos hacerlo mejor o nos dejaremos arrastrar por las fuerzas de un pragmatismo desenfrenado?

Indudablemente las tendencias mundiales se encaminan hacia el campo económi-co, pero nosotros, fi eles a nuestra tradición humanística, no debemos claudicar, ni permitir que se atente contra los derechos humanos, sino que con un sentido claro de la realidad, debemos equilibrar el impacto de las tendencias, consolidando y desarro-llando los valores morales p ara lograr el bienestar y la justicia social.

AÑO DEL JUBILEO: 50 AÑOS DE UNIVERSIDAD*

Ahora que estamos celebrando el año del jubileo, los 50 años de vida de nuestra Universidad y los 45 años de haber sido creada la Facultad de Economía y Ciencias Administrativas en la ciudad de Tijuana, deseo compartir con ustedes algunas refl exiones en rededor de la creación de la UABC, que nos ayuden a encontrar las razones primarias que permitieron el desarrollo de nuestra Universidad.

La evolución social de la humanidad transita de un estado de menor conocimiento a otro de mayor conocimiento a través de una serie de operaciones intelectuales es-pontáneas o conducidas que permitieron al hombre actuar con ventajas sobre la natu-raleza. Esto fue prontamente advertido por las sociedades, las que trataron de acelerar o controlar este proceso por medio de prácticas de instrucción y enseñanza, desde las más elementales hasta las más complejas y avanzadas como lo son los grandes sis-temas educativos de las naciones en el mundo, para asegurar la educación, el avance cultural y el desarrollo de sus pueblos.

Este proceso educativo institucionalizado avanza cubriendo etapas sucesivas, cada una de las cuales establece las condiciones para el feliz advenimiento de la subsi-guiente, en un continuo por lograr metas superiores.

En Baja California estuvimos en este proceso y después de haber recorrido obli-gadamente las etapas, arribamos a la que corresponde al nacimiento de la Uni-versidad. Las condiciones del desarrollo nos fueron venturosas y se aprovecharon hábilmente por sus habitantes.

Veamos cuáles fueron estas condiciones:

1. Desde siempre Baja California como territorio dependió directamente del Gobier-no central, hasta el año de 1952 en que el Congreso de la Unión nos constituyó en estado libre y soberano, confi riéndonos con ello la facultad de crear nuestras propias instituciones facilitando la organización del desarrollo regional.

* Leído por el Dr. Santos Silva Cota el 27 de septiembre de 2006, en la ceremonia de celebración del 45 aniversario de la Facultad de Economía y Ciencias Administrativas en Tijuana, B.C.

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2. En la segunda mitad de los años de 1950 el Estado tenía una población superior a los 400 000 habitantes distribuidos en cuatro ciudades bien organizadas.

3. En los años cercanos a su creación existían dos sistemas de educación básica, fede-ral y estatal que cubrían las demandas a ese nivel, con un crecimiento importante de la población estudiantil en secundarias, antecedente del bachillerato.

4. El analfabetismo fl uctuaba entre 12 y 14 por ciento.5. Más de 1 200 jóvenes bajacalifornianos cursaban estudios de bachillerato y profe-

sionales en universidades e institutos de otros estados del país.6. El desarrollo incipiente del nuevo estado clamaba por profesionales capacitados.7. Un reclamo estudiantil apoyado por ciudadanos de Tijuana, presentado a través de

un anteproyecto para erigir la Universidad Autónoma de Baja California.8. Buena disposición del gobierno estatal a la creación de una institución de educa-

ción superior.

Este estado de cosas no estaba provocado por un decreto de gobierno, sino que fue producto del desarrollo de la entidad, gracias al trabajo y empeño de sus habitantes que crearon las condiciones propicias para tener una institución de educación superior, ¿qué acaso no tenía importancia que más de 1 200 jóvenes bajacalifornianos estuviesen lejos de nuestra entidad cursando estudios superiores?; ¿qué no era trascendente que los niveles de educación básica estuviesen consolidados y que nuestra población estuviese bien ilustrada como lo demuestra 12% de analfabetismo? ¿Qué no era real el reclamo de los estudiantes de la ciudad de Tijuana por una institución de educación superior?

La ley vino después como corolario de este proceso, había necesidad de formalizar el proyecto; crear la Universidad y dotarla de facultades, hacerla de servicio público, reconocer su autonomía se convertía en un acto jurídico y en un estado de derecho, solo la autoridad, en este caso el Gobierno, lo podía ejecutar.

Estaba la Universidad Autónoma del Estado de Baja California de pie, ¿qué rumbo debiéramos señalarle? ¿cuáles serían las prioridades?

Algunos resultados de los trabajos de planeación realizados por el Comité Esta-tal Pro-Universidad y por la Junta de Gobierno nos sirvieron de base para elaborar una tabla de consideraciones y justifi cantes para crear una escuela profesional en la Universidad en 1959.

1. Características del desarrollo socio-económico estatal.2. Necesidades y recursos del estado.3. Objetivos de la Universidad Autónoma de Baja California.4. Tradición y costeabilidad.5. Planeación regional de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de

Educación Superior.6. Demandas y presiones.

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1) Las actividades industriales y económicas se habían polarizado en Mexicali, Tijuana y Ensenada, para responder a las inversiones federales y propuestas de desa-rrollo. Fueron ejemplo de ello: el distrito de riego del valle de Mexicali, el régimen de zona libre y las obras portuarias de Ensenada concentrando en esos polos a los profesionistas especializados.

2) El estado, recientemente creado como tal precisaba de profesionistas en los sectores primario y secundario primordialmente, y sus recursos, aunque no muy grandes, pertene-cían a Mexicali y a Tijuana.

3) Los objetivos de la UABC son claros y precisos: dar enseñanza preparatoria y su-perior para formar profesionistas; fomentar y llevar a cabo investigaciones científi cas, dando preferencia a las que tienden a resolver los problemas estatales y nacionales, y extender los benefi cios de la cultura.

4) La tradición ha considerado que una universidad es tal cuando tiene las ca-rreras tradicionales, derecho, medicina e ingeniería; pero el recurso económico escaso determinaba que se prefi rieran carreras menos costosas, porque requirien-do pocas instalaciones, centrando el interés solo en lo que constituye una lección de clase los maestros podían ofrecer gratuitamente sus ofi cios y cualquier lugar podía servir de aula.

5) La Asociación de Universidades cuidando que el desarrollo de las institu-ciones de educación superior estuviera atento a las necesidades urgentes del país

Primeras instalaciones de Ciencias Marinas en Ensenada. 1960.

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y que sus recursos humanos y materiales fueran aplicados racionalmente con un espíritu de coordinación interinstitucional, para efectos de planeación dividió al país en siete regiones, quedando Baja California en la región uno junto a Sonora, Sinaloa, Chihuahua y Baja California Sur; acordando las universidades e institu-tos evitar crear aquellas escuelas profesionales que ya estuviesen funcionando en la región correspondiente.

6) La demanda real está constituida por una ponderación meticulosa de las necesi-dades, la urgencia es solventarlas y la capacidad de oferta.

Desde los primeros planteamientos para organizar la Universidad se consideró que en Tijuana debían de residir las carreras sobre economía y administración con base en la vocación de la ciudad, pero el constituirlas se encontraría con la oposición de las universidades de la región uno, y la desaprobación de la ANUIES pues las instituciones vecinas contaban con esas carreras. Sin embargo, era bien visto y hasta recomendable la creación de carreras de nivel medio, por ello al principio optamos por la carrera

El licenciado Adán Santa Anna imparte clases al grupo de la Preparatoria de Tijuana en el sótano de la Escuela Álvaro Obregón. 1960.

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de técnico o auxiliar de contabilidad, y se anun-ció en boletín de prensa que el 17 de septiembre de 1960 se iniciarían los cursos de la carrera de técnico en contabilidad. Su matrícula fue muy li-mitada y se canceló el proyecto.

Ante este resultado, se replanteó el proyecto so-bre la base de crear una facultad con tres carreras profesionales, de licenciado en economía, de con-tador público y de licenciado en administración de empresas, congruentes con las características del desarrollo de Tijuana, sus necesidades y recursos y que esto haría más aceptable la propuesta, la que se había ampliado con la creación de un Centro de Investigaciones en Economía y Ciencias Ad-ministrativas en apoyo de la docencia.

Se formó una comisión de estudio que sometió el proyecto a la Junta de Gobierno que lo consideró aceptable, y solicitamos al Lic. Ricardo Zamora Ta-pia, en el mes de julio de 1961, se encargara junto con profesionistas de la ciudad, a iniciar los traba-jos de organización de la Facultad de Economía y de Ciencias Administrativas, la que inició sus acti-vidades en una ceremonia celebrada en la Escuela Álvaro Obregón el día 25 de septiembre de 1961.

Su primer director fue el Lic. Ricardo Zamora Tapia. La primera planta del personal docente y administrativo fueron: en Economía, Lic. Román Hirales Corral, Ing. Jorge Calderón, Lic. Pedro Stasiuk, Lic. Alberto Loaiza Peña, Lic. Ricardo Zamora Tapia y C.P. Raymundo Galván I.; en Contabili-dad: C.P. Astolfo Ramírez S., C.P. Gustavo Alvarado, C.P. Antonio Martínez Zarsoza y Lic. Javier A. Martínez; mecanógrafa Concepción Mijares Campos. La matrícula para el primer año fue de 46 alumnos en economía y 12 en contabilidad.

En esa misma fecha se creó el Instituto de Investigación en Ciencias Sociales y Económicas, su primer director fue el licenciado en economía Román Hirales Corral.

Posteriormente, en sesión del Consejo el Lic. Ricardo Zamora Tapia presentó una ponencia solicitando la división de la Facultad de Economía y Ciencias Ad-ministrativas en dos escuelas, una de Economía y otra de Contabilidad y Admi-nistración, y después de revisiones del proyecto se obtiene en sesión celebrada el 20 de mayo de 1962 en Tecate, B.C., el acuerdo de Consejo Universitario crean-do dos escuelas, una de Comercio y Administración con las carreras de contador público auditor y licenciado en administración de empresas, y una escuela de Economía con la carrera de licenciado en economía. Fueron designados como

Santos Silva Cota. 1960.

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directores C.P. Antonio Martínez Zarzoza en la primera y el Lic. Ricardo Zamora Tapia en la segunda.

Pues bien, esta es una breve historia de la creación de la Facultad de Economía y Ciencias Administrativas de 1961 narrada a universitarios de la Facultad de Contaduría y Administración y de la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma de Baja California en 2006.

Quiero terminar recordando las palabras pronunciadas por Antonio Martínez Zar-zosa en un evento universitario en una tarde del 29 de junio de 1966:

Los principios fundamentales sobre los que descansa nuestra organización, la autono-mía plena y la plena libertad de cátedra, necesitan cuajar en realidades objetivas; son la base misma de la vida universitaria, pero estarían en peligro si cada uno de nosotros no pusiera todo su entusiasmo y todo su trabajo para obtener que estos principios generosos se realicen constantemente y sin mengua...

y añade:

por eso nuestra misión es muy alta; por eso el universitario mexicano servirá a la comu-nidad, en función del conocimiento que adquiera. Cuando lo hayamos preparado, cuan-do hayamos hecho de él un ser con conocimientos no solo teóricos sino prácticos, con el dominio de su ciencia y de las disciplinas que de ella se derivan, habremos prestado un gran servicio al país y a nuestra entidad, porque les habremos entregado hombres capaces de elevar el nivel moral, vital y económico de la población.

Hasta aquí, Martínez Zarzosa.

Universitarios: nuestro agradecimiento profundo para los universitarios precurso-res de esta realidad y la felicitación cálida para los sucesores que la han hecho grande.

“Por la realización plena del hombre”.

M e n s a j e s p ó s t u m o s

EE n t r e v i s t a

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ENTREVISTA DE WEENA COULTERCON EL DOCTOR SANTOS SILVA COTA*

Weena Coulter: El único edifi cio con que contaba la Universidad Autónoma de Baja California era el de la Escuela Cuauhtémoc, aquí en Mexicali, y que lo hubiéramos podido conservar. ¿Sabe usted por

qué no nos quedamos con él?Santos Silva Cota: Se lo voy a platicar. Cuando se constituyó el estado, de territorio a

estado, se hizo una división de bienes que correspondía a la federación en todos los ramos: educación, hacienda, aduana, etcétera y en lo que toca al ramo educativo, la Escuela Cuauhtémoc se le entregó al gobierno del estado.

Esa escuela estaba en muy malas condiciones; los pisos que eran de madera estaban ya apolillados; aparte, el Salón de Actos estaba vencido; estuvo una tempo-rada desocupado, pero después, cuando el licenciado Braulio Maldonado pensó en la educación superior, creó el Instituto de Ciencias y Artes del Estado; no consiguió un mejor recinto para este Instituto que la Escuela Cuauhtémoc y se lo entregó al Instituto, y también alojó ahí a la Escuela Preparatoria de Mexicali. Pero, además, no podía desatender la escuela primaria que funcionaba en la mañana en este edifi -cio, que aunque ya no tenía población que demandara la inscripción en esa escuela porque había estado cerrada, puesto que ya la población mayoritaria con meno-res susceptibles de entrar a estudiar en preescolar estaban alojados en colonias nuevas: en la colonia Orizaba, la colonia Pro-Hogar, en todas las colonias que en su política de desarrollo del Allende popular estableció el licenciado Maldonado Sández. Sin embargo, con el fi n de mantener esa escuela viva, algunos elementos del magisterio insistieron en inscribir estudiantes, niños de lugares alejados de Pueblo Nuevo, de la sección segunda y parte de la sección tercera de Mexicali, muy alejados de este lugar, por un supuesto cariño y amor a la escuela. Estos

* Entrevista realizada en 1982, en ocasión del XXV aniversario de la UABC. Weena Coulter trabajó como investigadora del Museo del Estado, hoy Instituto de Investigaciones Culturales-Museo, UABC.

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maestros también buscaron, como bandera, a algunos profesores que habían funciona-do como tales en esta escuela y que actual-mente estaban jubilados. Y también dijeron una cosa muy romántica y afectiva: ¿Cómo se iba a desalojar a las escuelas primarias que tan necesarias eran en el estado y en el país para poner una escuela superior? Me-nos una universidad que apenas si llegaba a la mayoría o no. Buscaron también el apo-yo de algunos elementos egresados de esa escuela y que tuviesen posiciones políticas, económicas, fi nancieras destacadas aquí en Mexicali para que los apoyaran; entonces, se hizo una campaña que se publicó en al-gunos periódicos de la época en donde se insistía en que esa escuela no fuese por ningún momento sede de la universidad, y sobre todo que se sacara la universidad de allí, y que el edifi cio no se fuera a donar.

En aquel entonces lo único que la univer-sidad usufructuaba del inmueble era un lugar aledaño a la Escuela Cuauhtémoc, límite en-tre el parque Niños Héroes de Chapultepec y la escuela, que lo destinaba a estacionamien-to, y por el cual cobraba una cantidad, no me acuerdo qué cantidad, pero percibía creo que $250 o $300 pesos mensuales, con lo cual se

ayudaba a la Escuela Preparatoria para borradores, lápices, etcétera. Además, en el patio de la Escuela Cuauhtémoc, que daba al frente de la avenida Madero, a un lado del correo, había unos puestos de escribientes en máquina para hacer sobres, cartas, corres-pondencia, ayudar a llenar los giros, entonces pagaban una módica cantidad por ocupar esos lugares. Con eso era lo único que usufructuaba la Universidad, pero nunca nos atrevimos a romper un estatus político yendo por la fuerza o por presiones a obligar al gobierno a que nos cediera el edifi cio; aunque nosotros teníamos el interés de que este edifi cio fuese realmente el Centro Cultural de Mexicali, ya que sabíamos que por su ubicación no podría ser nunca la escuela, no puede ser una escuela, tenía que ser sede de su escuela, pero sí tenía una signifi cación muy grande, que se ubicase la Universidad en este primer edifi cio escolar.

Lo único que se logró fue el famoso letrero arriba “Universidad Autónoma de Baja California” que tanto sirvió para los chascarrillos de los periodistas; el por-

Santos Silva Cota.Miembro de la Junta de Gobierno de la UABC. 1969.

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qué ese edifi cio no se consiguió para la universidad, en ese momento se hubiera podido ceder a la Universidad como bien, de acuerdo con lo dispuesto por propia ley, que obligaba, invitaba al gobierno a ceder bienes y a formarle su patrimonio inicial, y esa fue la situación.

¿Desde qué fecha tuvieron la Escuela Cuauhtémoc?Desde que se inició. Desde 1959; es más, la preparatoria, aun antes de haberse incor-

porado a la Universidad ya funcionaba ahí conjuntamente con una escuela prima-ria, así es que teníamos nosotros primaria y preparatoria, y se decía a los maestros de primaria, sobre todo a las maestras, que había promiscuidad, que había proble-mas sexuales, que porque los escusados de las criaturas los usaban los adultos, y cosas de estas, que fueron después molestas; a mí me parecían chiquilladas, renci-llas que en un país no deberían de ser; sin embargo, esto fue lo que motivó a que no nos creyesen que a la Universidad se le hubiese cedido el edifi cio.

¿Hasta qué año estuvieron allí en la Escuela Cuauhtémoc?Hasta 1961; de ahí nos pasamos al nuevo edifi cio que se hizo a la Preparatoria en

avenida Zaragoza. Allí se pasó ese año y dejamos el edifi cio para el Instituto de Ciencias y Artes del Estado.

¿Cómo fue que las personas fueron tomando contacto con los promotores del Comité Estatal Pro-Universidad. Por ejemplo: ¿Cómo fue que usted se vio involucrado o comenzó a hacer contacto, de dónde surgió la gente?, ¿se conocían de antes?

Desde luego que existía amistad previa, identidad de pensamiento; cultivábamos ciertas ramas del saber: algunos la medicina, otros formábamos grupos de charla; es decir, éramos contertulios del café para dirimir problemas que nos interesaban, políticos, sobre todo, sociales; pero, por otra parte, creo que el gobernador licenciado Maldo-nado delegó esta actividad en manos de la Dirección Cívica y Cultural del Estado a cargo del profesor Lorenzo López, y él tenía amistades, y a través de las amistades de él y de las mías nos fuimos conociendo y así nos fuimos involucrando en intereses, por propio interés y por amistad. Creo que debió existir alguna línea, ya para selec-cionar algunas personas previamente, la mayoría de este Comité Estatal, al principio había estado formado por masones destacados, entonces podría pensar que hubiese una tendencia, una política general así; pero otros no lo éramos, no estábamos dentro de la masonería, aunque de ideas liberales, nos involucramos a través de estos gru-pos, de estas amistades. Yo estaba en el hospital ofreciendo mis servicios gratuitos, estábamos creando el Centro Detector de Cáncer, estábamos formando el Departa-mento de Patología en el Hospital, autopsias, mejorando la práctica médica, entonces había un aspecto educativo dentro del propio hospital.

Creo yo que esa fue la manera en cómo formamos el Comité, en semejante for-ma se divisó, no solamente en Mexicali sino también en Tijuana y Ensenada.

¿Y tenían reuniones así, seguido, se reunían en algún lugar en especial?Para decidir, para formar el Comité, para comenzar a formar el personal, no todo era in-

formal, podría ser un café, una casa, podría ser a bordo de un automóvil, en una ofi cina.

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Y se iban platicando en forma amena.Claro, pero cuando ya se vino, por ejecución gubernamental, la decisión integral, en-

tonces ya comenzamos a sesionar en una ofi cina del gobierno que actualmente ocupa la Universidad, en la esquina suroeste del segundo piso de Palacio de Gobierno, creo en donde está actualmente una ofi cina de Rectoría. Ahí sesionábamos, ahí nos reuníamos. No recuerdo exactamente de quién era la ofi cina, pero ahí teníamos las reuniones formales.

Cuando se reunían de manera informal, es decir, cuando charlaban en un carro, en un café o en la casa de alguien, ¿cómo imaginaban a la universidad? ¿Cuáles eran los planes que tenían con respecto a la universidad? Uno a veces cuando gesta o cuando se reúne por cosas así grandes, muchas veces es muy soñador, y medio visualiza cómo debería ser esa universidad en Baja California.

En aquel entonces, si es que hubiesen algunas ilusiones, estaban limitadas; en primer lugar porque veíamos la necesidad de crear preparatorias, y los que estábamos entonces en una u otra forma habíamos concurrido a la formación de las prepara-torias y estábamos involucrados como el máximo de enseñanza aquí en el estado, por una parte; por otra, veníamos de universidades (nosotros éramos egresados de universidades del país) en donde habíamos constatado la difi cultad para adoptar adecuadamente ciertas escuelas y nos dimos cuenta de que algunas carreras de tipo humanístico eran más factibles de realizar. Si alguna ilusión existiese en aquel entonces, aquella estaba constituida por pensar en escuelas humanísticas, sobre todo derecho, y algo de contador; no pensábamos entonces en economía, inclusive, estaba en pañales en nuestro país. Pensábamos, sí, en ciencias marinas, ¿por qué? no sé por qué pensábamos en ciencias marinas, pero creo que nos engolosinó; yo creo que alguien soltó esa idea, pero sí había ilusión por ciencias marinas; pero sí estábamos limitados. No volábamos mucho, de eso sí estoy seguro; no volamos; no pensamos que esta universidad pudiera irrumpir en todas las áreas de la cultura y poder formar carreras.

Bueno, quizás lo de pensar en ciencias marinas pudo ser por el Scripps hablado y luego por tener un territorio que está bordeado de agua por todos lados.

Eso sí; sabíamos que teníamos condiciones únicas en el mundo: el abulón, la langosta de California, el nido y el refugio de ballenas, el elefante marino, cosas únicas en el mundo, y tan suyos del mar de Baja California.

¿Cómo fue que lo designaron vicepresidente del Comité? ¿Fue por votación? ¿Cómo fue eso?

Cuando ya se constituyó el Comité, con los representantes de los diferentes sectores en los diversos municipios en el estado, me convertí en activista. Realmente me entusiasmó la idea de la universidad; entonces comencé a actuar con grupos interesados, motivando a los demás, hablando con gente, no con la intención de sobresalir yo, sino porque no sabía en qué forma íbamos a llegar posteriormente a constituir el Comité, a hacerlo funcionar, pero me interesó mucho. Entonces, se empezó con personas de mayor edad

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que yo, aparte del profesor Lorenzo López que funcionaría como coordinador de ac-tividades, del doctor Bermúdez Alegría, progresista aquí en Mexicali, del ingeniero Valenzuela, hombre maduro ya de edad, y ya no con tanto impulso como otros que teníamos menos edad. Me signifi qué, y nos reunimos en el Palacio de Gobierno, para llegar constituidos como un frente y que Mexicali tuviese una representación signi-fi cativa dentro del Comité, porque reconocíamos también que habría otra gente que seguramente tendría tanto interés como nosotros, y que eran residentes de Tijuana o de Ensenada, y por cierto sería conveniencia u orgullo, pues también queríamos que Mexicali tuviese una representación. Tuvimos una reunión en ese sentido y acordamos que el elegido debía tener un interés porque Mexicali ocupara un puesto destacado dentro del Comité Estatal Pro-Universidad. Llegamos a Tijuana en el Palacio de Go-bierno del municipio, siendo presidente municipal el doctor Aubanel, quien nos prestó un salón en donde hicimos la reunión, posiblemente en una votación hubiera ganado el licenciado González Cordero, porque era un hombre más formal y más maduro que yo, con ciertas características que lo hacían destacar como un hombre importante y que en una elección pudiera haberme ganado, pero también estaba el hecho de que yo fui propuesto en segundo lugar, entonces, para evitar problemas se pasó a una votación en la que se determinó quien ocuparía el primer lugar para la presidencia del Comité y el segundo lugar lo ocuparía el vicepresidente. Así fue. Como no había interés político, sino el propio interés de la universidad y trabajo, y trabajo que no sabíamos cómo em-pezar, posiblemente lo supiese mejor el licenciado González Cordero y, si volvemos a pensar, es posible que haya sido la selección más atinada. Y esa fue la forma en que fui designado; e inmediatamente se comenzó a designar al resto de los elementos que formarían el Comité Estatal Pro-Universidad: el secretario, el tesorero, los vocales y los demás elementos que formarían las comisiones del Comité Central.

¿Cómo era el licenciado González Cordero?El licenciado González Cordero era licenciado en derecho, notario público de En-

senada, un hombre de buena presencia, fornido, serio, con características de un buen orador parlamentario, muy apegado al formulismo jurídico, a la forma y con interés; pero creo que sería por su edad con mayor ilusión por lograr rápidamente una consolidación material de la Universidad.

¿Cómo cuantos años tenía en aquel entonces?Como 56 o 57 años.Y falleció enseguida, al año ¿no?Sí.¿Él era de Ensenada?No. Él estuvo aquí en Mexicali, aquí litigó, luego se fue como notario público, creo

que era de Jalisco, no se de qué parte, y vivía en Ensenada.Las reuniones en aquel entonces las teníamos en Tecate, ahí las situamos por

costumbre, por ideas, por cercanía, por conveniencia de ser el punto de concentra-ción de Ensenada, Tijuana, Mexicali y Tecate.

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Y en Tecate ¿en dónde se reunían?Nos reuníamos en el recinto del cabildo del Palacio Municipal de Tecate. Algunas veces

en el restaurante (no recuerdo el nombre) donde comíamos muy buen bistec picado.¿Está todavía ese lugar?No lo sé, posiblemente sí. La señora nos estimaba mucho y decía “Allá está el con-

junto de la Universidad” y nos preparaba unas tortillas calientitas muy sabrosas y un bistec picado con papas, riquísimo.

¿Cómo fue la actuación del licenciado González Cordero? ¿Qué recuerda usted de cosas que se destaquen de su actuación?

Él centralizó toda la actuación en su persona y buscó el apoyo de aquellas personas que ya habían venido antes y que habían ofrecido su ayuda: la Asociación Nacional de Universidades, a la cual se dirigió y expuso, según me cuentan, en un discurso muy vehemente, la condición en que estaba la Universidad de Baja California, buscando, pues, el apoyo. Y creo que de manera personal, informal, logró la simpatía y el apoyo;

Evento académico. De izquierda a derecha: persona no identifi cada, Santos Silva Cota, Luis Encinas Jonshon (gobernador de Sonora), Braulio Maldonado (gobernador de Baja California). En la segunda fi la, atrás de Santos Silva, profesor Carlos García

Rivera (delegado de Educación); atrás, izquierda, de Braulio Maldonado, Guilebaldo Silva Cota. 1959.

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tan es así que cuando él falleció y yo asistí a la primera reunión en la ciudad de México, todos guardaban muy buen recuerdo del licenciado González Cordero.

Otra situación que me parece destacada fueron las intervenciones que tuvo con el gobierno del estado, en aquel entonces bajo la administración de Braulio Maldonado, para buscar la ayuda económica. Otra actuación fue la de buscar el apoyo del Club Rotario de Ensenada para que ese Club donara un edifi cio para una Escuela de Artes y Ofi cios y fuese cedida a la Universidad, cosa que se logró y fue donde comenzó la Preparatoria de Ensenada y, posteriormente, en un galerón anexo a los talleres de la Escuela de Artes y Ofi cios, se comenzó a trabajar con la Escuela de Ciencias Marinas.

Otra actuación destacada fue el haber elaborado un programa completo de in-versiones y de operación de la Universidad. Preveía todas las actividades de la Universidad en todas sus escuelas, todas sus áreas, sus institutos, no en forma es-calonada sino en forma abrupta; sin embargo, contemplaba lo que él pensaba que podría ser la Universidad en un futuro.

Otra actividad fue la de formalizar algunas cosas de la Universidad, como la Junta de Gobierno. Cuando él asumió las funciones de presidente del Comité Esta-tal encontró que la propia ley lo constreñía en sus actividades; entonces promovió ante el ejecutivo del estado que se elaborara un decreto con la aprobación del Congreso, que se anexara a la ley fundamental para que le permitiese trabajar al Comité Estatal Pro-Universidad, dándole a este Comité facultades y a su Comité Directivo, entre ellos el licenciado González Cordero, y actuar en tal manera que pudiese propiciar el desarrollo inicial de la Universidad.

Y la otra acción que le conocí fue la de promover ante el nuevo candidato a la gubernatura, ingeniero Eligio Esquivel Méndez, los programas que tenían que desarrollar en la universidad en el próximo sexenio de gobierno; esta fue la última plática que tuve yo con él, poco antes de su muerte.

¿De que murió?Cardiaco, abruptamente, porque yo no supe que estuviese enfermo. En el mes de

marzo, un mes antes de su muerte, caminamos enfrente de la Escuela Cuauhtémoc, fuimos a comprar el periódico, tomamos un café, lo acompañé a su hotel donde estaba alojado, y platicamos un rato. Él decía que estaba un tanto desilusionado por la actitud de la gente, por lo lento del proceso de integrar la Universidad, del mismo gobierno por la poca ayuda recibida. Yo le dije que en lo que yo le pudiera servir yo podría ayudarlo para que no tuviese que trasladarse, que yo pudiese estar ante el gobierno promoviendo, ante la Tesorería, para el pago de los maestros, que era la única forma en que el subsidio se entregaba en partes, como lo dice el libro del informe de la Junta de Gobierno. Su actitud dentro del Comité Estatal Pro-Universidad y dentro de la Junta de Gobierno y actuando como Junta de Gobierno fue muy mesurada, repito, muy apegado a la forma, al aspecto jurídico.

¿El subsidio que recibían era solo para el pago de los maestros y la manutención de las escuelas, de las preparatorias, o tenían también sueldos?

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En aquel entonces, el subsidio de la Universidad estaba establecido en la Ley de Egresos del Estado, pero no se entregaron partidas de ese concepto. Se entregaban periódicamente para el pago de maestros. La Escuela Preparatoria de Mexicali, que fue la que inició, se sostenía aparte con cuotas que venía cobrando anteriormente, antes de incorporarse a la Universidad, que eran $30 pesos, $25, creo, y nosotros pusimos $30; pero lo manejaban los directores, el director de la escuela con su sub-director, para gastos de la escuela, entre ellos: material didáctico, gises, borradores, franelogramas, artículos deportivos, creo yo que ese era el gasto.

¿Ustedes tenían sueldo?En ese tiempo no había sueldo, únicamente se pagaba de esa cantidad de dinero a los

maestros de la preparatoria con cargo al gobierno del estado y al director que, antes de entrar yo, tenía un sueldo mínimo, un pago mínimo, posiblemente con algunas gratifi caciones provenientes de los fondos de recuperación que tenía la escuela.

¿Cuándo hacían viajes a Tecate para reunirse, los gastos corrían por cuenta de ustedes?Por cuenta de cada uno de nosotros.¿Con qué frecuencia se reunían?Primero lo hacíamos cada vez que se necesitase, después, cada mes, y eran pocos los

que faltaban a esas reuniones. Nos tocaron nevadas en La Rumorosa, nos tocaron situaciones a punto de ser catástrofes, el camino llovido, etcétera.

Ya estaba pavimentada La Rumorosa ¿no?Sí. En 1958 creo que se pavimentó la carretera, pero todavía estábamos con muchos

trastornos en la carretera: angosta, algunas curvas, no modifi cadas todavía, y había nieve, niebla y lluvia.

Así que los gastos corrían por cuenta de ustedes. ¿Cómo de cuánto sería el presu-puesto que tenían otorgado, pero que no se llegaba a dar?

Era de $1 059 000.00.¿Para el primer año?Así es, pero no se entregó; eso quedó en partidas dentro de la cuestión contable del

gobierno del estado.¿Y por qué no se entregaba?Porque no había dinero, creo. No había dinero, los presupuestos siempre tienen una

idea, una forma de realizarse con el fi n de obtener mayor participación federal, en-tonces si fue un poquito para que la federación dé un poquito más, pero si la federa-ción no da el presupuesto se queda infl ado, pero realmente no existe.

¿Cuáles serían las labores que desempeñó el Comité y la Junta de Gobierno recién creada la UABC?

En lo que se refi ere al Comité Estatal, al estar casi centralizada la acción en el Co-mité Directivo y casi casi más en manos del licenciado González Cordero, esto que acabo de decir era la actitud del Comité. Nosotros nos juntábamos, partici-pábamos en forma esporádica. El trabajo de la Junta de Gobierno se puede ver desde el inicio, como el de establecer el propio reglamento del Comité Estatal,

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el establecer el reglamento de la Junta de Gobierno y el pensar en establecer algunos organismos legislativos o nor-mativos, por ejemplo, reglamentos de pagos, reglamentos de exámenes, fue-ron bosquejos.

¿Ya se hablaba de cuáles iban a ser los pri-meros institutos, se tenía ya proyectado hacia dónde iban a crearse las escuelas?

Sí. Desde luego se hablaba de las escuelas preparatorias, había que buscar la for-mación de más escuelas preparatorias, había que pensar de dónde íbamos a sacar a los estudiantes, pues no existían estudios completos sobre población de educación primaria y educación secun-daria, eso lo realizamos después, por allá en 1959, para ver cómo íbamos a alimentar a las preparatorias y a otras escuelas profesionales, pero le insisto, volvíamos a pensar en Scripps (Instituto de Oceanografía de la Universidad de California en San Diego), y se piensa en la Escuela de Ciencias Marinas y se piensa en la Escuela de Derecho.

¿Todavía vivía González Cordero en esa época?

Sí. Este informe está escrito en mayo, un mes después de la muerte de él, así es que forma parte pues de ese episodio. Esto contado por mí y esto escrito por el presidente de la Junta de Gobierno.

¿Por qué González Cordero centralizaba tanto toda la actuación en torno a él, era muy egocéntrico, le interesaba proyectarse, no quería delegar?

Yo pensaba eso, pero a mí me sucedió lo mismo.¿No había en quién apoyarse?Había poca gente en quien apoyarse.Será porque muchas veces uno abarca mucho, no siente confi anza y no siente que

puede delegar.En primer lugar, no había mucha gente en quien apoyarse, en segundo lugar todo era

gratuito, en tercer lugar, no nos animábamos por la limitación económica a pedir ayuda, no podíamos exigir “quiero que me hagas esto para dentro de cuatro días”,

Inauguración del ciclo escolar 1959-1960 en el edifi ciode la Escuela Cuauhtémoc. El rector Santos Silva Cotay el gobernador del estado Braulio Maldonado Sández.

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bueno, con qué dinero, el trabajo de nuestras secretarias lo pagábamos nosotros, lo que teníamos que escribir lo pagábamos nosotros, las hojas las pagábamos no-sotros. Entonces, por eso repito, yo me extrañaba de eso, pero cuando me pasó lo mismo volví a centralizar y siempre platico el cuento de la gallinita que se encontró un maíz y nadie la quiso ayudar, ni el hermano conejo, ni el hermano pato, ni el hermano ganso le quisieron ayudar a sembrar el maíz. Después pidió ayuda para regarlo y tampoco nadie le quiso prestar ayuda y ella lo hacía sola porque no les podía dar nada a cambio hasta que se cosechó el maíz, ahí se empezó a repartir todo, como sucede siempre. Y claro, el más ilusionado es el responsable. Él tenía una ilusión, posiblemente más desmedida que la mía, por la edad, los años ya de él, no sé, pero él tenía ganas de precipitar la evolución de estos problemas para llegar a consolidar la Universidad. Yo me fui un poco más despacio.

¿Él gobernador les pedía informes? ¿Tenían reuniones? ¿Él se interesaba?Sí, el gobernador sí se interesó, sí se interesaba, tanto el licenciado Maldonado, como

se interesaba el siguiente gobernante, ingeniero Esquivel Méndez, los dos nos to-maban en cuenta.

¿Por qué durante el gobierno de Esquivel no se traducía si había apoyo económico hacia la Universidad?

Cuando entré yo en 1959, abrimos la Preparatoria de Ensenada, en 1960 instituimos la Escuela Preparatoria de Tijuana y en 1961 las tres escuelas ya como escuelas, que fue cuando comenzaron, porque en 1960 fundamos el Instituto de Oceanografía y en 1961 comenzaron las escuelas de Ciencias Marinas, de Comercio y Adminis-tración, de Ciencias Económicas en Tijuana y la de Pedagogía. Y durante ese go-bierno sí hubo ayuda económica, fue cuando se formalizó el subsidio del gobierno.

Respecto de Braulio Maldonado, estábamos comentando que si se interesaba o no en la Universidad, si pedía reuniones, si trataba de estar empapado; lo que me interesa también saber es ¿cómo fungía el profesor Lorenzo como nexo? ¿cómo lo sentían ustedes dentro de esta perspectiva?

Bueno, el profesor Lorenzo López intervino directamente y activamente en la forma-ción, primero de los representantes de los diferentes sectores del municipio y segun-do en la integración del Comité Directivo del Comité Estatal Pro-Universidad. Ahí comenzó él a desligarse de esta actividad y ya juntos de nuevo comenzó a trabajar, y en donde dejó de fungir como representante del gobierno ante este Comité fue al término del periodo del licenciado Braulio Maldonado Sández.

Es decir que fue por poco tiempo.Sí. A él le tocó la tercera fase, 1957, 1958, 1959; esa fase inicial.¿Cómo sentían ustedes al profesor Lorenzo López? ¿Era vehemente, explosivo?Sí, cómo no. Era muy peleador con ideas por una universidad popular abierta; él tam-

bién cultivaba la idea de que fuese una universidad humanista. En cuanto al pragma-tismo que desarrollara los valores culturales mexicanos. De esta idea.

¿Lo sentían a él involucrado con ustedes?

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No.¿Sí se entusiasmó? ¿Formó parte activa o nomás sirvió de nexo?Sí actuó, hablaba con la gente, convencía a la gente.¿A quiénes?Pues a los que no querían trabajar, a los que en una u otra forma estaban ligados a este

Comité para apoyarlo.Es decir, que promovía bastante.Tengo idea, pero desconozco sus actividades dentro de la Logia Masónica, pero supe que

dentro de ella promovió actividades de apoyo hacia la Universidad, no las oí en ese entonces pero sí posteriormente; presentaba el problema como tema en sus trabajos.

Hemos hablado del porqué hubo tanta difi cultad para tener apoyo económico por parte del estado, del gobernador del estado. Esa falta de dinero, la falta de poder ejercer el presupuesto ¿también se veía en otras áreas en las que el gobierno no invertía?

Inauguración del ciclo escolar 1959-1960 en el edifi cio de la Escuela Cuauhtémoc. De izquierda a derecha:el rector, Santos Silva Cota, el gobernador del estado, Braulio Maldonado Sández, el director de la Escuela Preparatoria

de Mexicali, Rodolfo Sosa y Silva, y el secretario general de la UABC, Rafael Soto Gil.

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Desde luego, el licenciado Maldonado Sández perteneció a la época austera del go-bierno de don Adolfo Ruiz Cortines; él estaba en ese plan y la ayuda que las uni-versidades de provincia habían recibido durante ese sexenio era insufi ciente para sufragar las necesidades. Y no fue sino hasta el advenimiento del gobierno del licenciado Adolfo López Mateos en donde hubo una ayuda bien medida, bien pla-neada hacia las universidades.

López Mateos es el presidente que usted me comentó que de 20 millones que había para las universidades ascendió a 140 millones. Una cosa parecida. Es decir, que sí impulsó bastante.

Defi nitivamente, en cuanto a subsidios ordinarios, aparte de los extraordinarios y de los específi cos de construcción.

¿Qué podría usted comentar acerca del confl icto que surgió entre el Comité Estatal Pro-Universidad y el Comité que se había formado también Pro-Universidad en Tijuana, aquel que parecía que estaba vinculado a la Universidad Loyola?

Yo desconocía en papeles realmente la intervención que hubiera tenido o pudiese tener la Universidad de Loyola; en cuanto al apoyo, no sé. Se dijo que económi-camente estaban designados 50 000 o 100 000 dólares para fundar la Universidad en Baja California mediante la penetración a través del Comité que en Tijuana se pensaba establecer. Realmente no tuvo una estructura orgánica adecuada para que funcionara como tal. Esta gente fue designada en un principio como parte integran-te; se les llamó, se les invitó, por parte del licenciado Maldonado a que formasen parte del Comité, y en una reunión que hubo en Tecate, con la presencia del gober-nador, este grupo de Tijuana se negó a plegarse a las ideas que sobre la creación de la Universidad tenía el gobierno del estado.

¿En qué consistía ese desacuerdo?No recuerdo bien, pero seguramente por la extracción de las personas que estaban de

Tijuana, seguramente fue de tipo ideológico. Creo que hubo limitación de miras, puesto que la Universidad en sí, en su ley estaba establecida la libre expresión de las ideas, había libertad de cátedra, libertad de investigación y esa era la idea que imperaba, y dependía esa libre investigación de la gente en turno, además de que supiéramos que en el país y en el mundo estaban superando esas ideas.

¿Recuerda usted al presidente del Comité Pro-Universidad de Tijuana, González Príncipe?

Sí, lo conocí. Era un hombre inteligente, creo que era el presidente del Comité Muni-cipal del Partido Acción Nacional (PAN), además era dueño de una panadería o de una cadena de panaderías, se expresaba bien, era enérgico, era fi rme en sus ideas.

¿Estaban muy unidos? ¿Llevaban mucho tiempo de pugnar así por una universidad?No, era poco, creo que máximo unos seis meses.¿Las personas del Comité Pro-Universidad de Tijuana eran de extracción alta, eco-

nómicamente hablando?No, fuera del señor González Príncipe… No lo eran.

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SANTOS SILVA COTA SU PENSAMIENTO Y TESTIMONIOS SOBRE SU TRAYECTORIA

¿Y gente que se proyectaba políticamente?No, tampoco; gente connotada, gente de prestigio social, la que conformaba este Co-

mité. No recuerdo los nombres, exactamente.Tengo como dato que el licenciado González Cordero nunca asumió el carácter de rector,

aunque el Decreto Núm. 40 se lo daba, se le daba carácter de rector en su calidad de presidente del Comité ¿Por qué cree usted que nunca asumió el carácter de rector?

Pienso, no sé, unos dicen que por modestia, otros dicen que por aspecto legal, pero yo consideraba que él mismo lo vio, que al ser miembro de la Junta de Gobierno no podía ser rector, ni provisional.

¿Era miembro también de la Junta de Gobierno? Y el artículo 40 solo facultaba sien-do presidente del Comité, pero si era miembro de la Junta…

Pero la Ley, que era el órgano jurídico base, establecía que no podía. Creo que esa fue la razón, porque como él era muy apegado a la forma de aspecto jurídico.

¿Cómo se enteró usted del fallecimiento de Cordero?A través de un telefonazo que me dieron de Ensenada, fue mi tío, que era presiden-

te municipal de Ensenada, quien me avisó; y yo invité a gente de aquí a que me acompañasen a estar en el sepelio, y la única persona que me pudo acompañar de aquí fue el doctor Bermúdez Alegría. Fuimos al sepelio; incluso fuimos hasta el panteón; la oración fúnebre creo que la dijo el licenciado Alejandro Athié. Y ahí me acuerdo que el licenciado Athié me dijo “Prepárese porque ahora a usted le toca”. Y con ese pensamiento y con esa idea me vine platicando todo el camino con el doctor Bermúdez Alegría, y estaba en esa etapa preparatoria, y eso demuestra el interés del gobernador Braulio Maldonado, porque estaba yo en mi casa comiendo, tocaron a la puerta y vi que era uno de los ayudantes del gobernador para decirme que el gobernador quería verme. Muy bien, “Nomás termino de comer y voy con él, voy a la Casa de Gobierno”. “No, ahí esta afuera esperándolo en su automóvil”. “¡Ah caray! Entonces enseguida salgo”. Me puse el saco, me lavé los dientes y salí. Me subí al coche con él y ahí estaba acompañándolo un licenciado, su nombre se me escapa, un licenciado representante de Moreno y Cía. de Los Ángeles, que donaba esos terrenos de Rosarito, era Antonio Moreno, aquel artista del cine mudo y que había comprado los derechos de una compañía, tenía los derechos de pro-piedad del Rancho de Rosarito. Los otros nombres no los recuerdo, pero son muy conocidos, creo que Acevedo o algo así, y él me dijo: “Usted ahora es el rector, así que tiene que asumir esta situación”, nos fuimos a la Casa de Gobierno y me dejó platicando con el licenciado, instándome el gobernador a que recibiese en nombre de la Universidad esa donación, ya que el anterior le habían visto “tres pies al gato” y no la querían recibir, yo le dije: “Sí, no hay problema”. Le pusimos fecha a la cita y nos volvimos a juntar ante el notario público para establecer todo ese proceso de testimonio de donación y testimonio de aceptación.

Así que quizá podríamos decir que una de las primeras medidas suyas como rector fue aceptar la donación de un predio que corresponde al Rancho de Rosarito.

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Sí, esto me dio la entrada. Ya el gobernador Braulio Maldonado reconocía que era un órgano dependiente todavía. Fui a ver al gobernador para violentar la entrega del subsidio, cosa que no se arregló sino que siguió pagándose en ese entonces. Al término de su gobierno, en diciembre, entró el ingeniero Esquivel.

¿Qué otras medidas recuerda que hayan sido de las primeras que fue tomando como rector, y cómo sintió que de repente iba a ser rector de la Universidad? Porque pienso que para los universitarios uno lo vive siempre como lo inalcanzable llegar a ser un rector de universidad, y para los que hemos pasado por universidades academicistas y demás, siempre el rector es algo así como el ídolo, es el señor rector. ¿Cómo sintió que de repente iba a ser el rector de la universidad?

Bueno, la primera preocupación por la Rectoría fue cuando me di cuenta de mi posición: fue cuando me dijo el licenciado Athié: “Prepárese porque ahora le toca a usted”. No sentí temor, soy muy modesto, siempre soy modesto, y no me sentí ni orgulloso, sino con ganas de hacer las cosas. Además me sentía seguro porque tenía amigos que me po-drían cobijar: Lorenzo López, me trataba bien; Bermúdez Alegría; tenía mucha amistad con Pedro Castro López de la Junta de Gobierno, fuimos compañeros de escuela; muy amigo con el ingeniero Valenzuela miembro de la Junta de Gobierno; con Santiago Garín de Ensenada; con el licenciado Athié, muy correcto; con el doctor Aubanel de Tijuana. Así que no sentí temor, sentí apoyo y posteriormente a ellos, la plática con mi padre, le dije el problema en que estaba, me dijo lo que tenía que hacer.

¿Cómo fue esa plática?

Inauguración del edifi cio de la Escuela Preparatoria de Mexicali, por el presidente de la república, Adolfo López Mateos. Le acompañan el gobernador del estado, Eligio Esquivel Méndez y el rector Santos Silva Cota. 1963.

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No la recuerdo muy bien, desde luego, cuando yo me fui allá a Ensenada, yo sabía que voy a Ensenada porque voy al fallecimiento del licenciado González Cordero, y no sé qué suceda pero es muy posible que yo sea el rector de la Universidad. “¿Qué vas a hacer?”. Tengo primero que ponerme en la situación en que está, qué es lo que tengo que hacer, dónde están los trámites, sé que algunos problemas son el pago de subsidios, es lo que más se oye, el subsidio, y la formación de escuelas no sé cómo esté. “Desde luego tienes que estudiar, estás en el papel de la educación y tienes que estudiar materia educativa, yo te voy a ayudar, te voy a dar libros, porque ese es tu papel, la universidad es netamente educación y tú tienes que estar consciente en ese ramo”. A grandes rubros fue lo que platiqué con mi padre.

Después, la primera actuación fue el testimonio que tuve que fi rmar de acepta-ción; posteriormente me entrevisté con el licenciado Maldonado para que se me entregase un subsidio que aparentemente había enviado la federación con destino a la Universidad, que era en las postrimerías del gobierno del licenciado Maldo-nado, cosa que no logré, porque inclusive tuve una discusión con el licenciado, porque yo le decía que de buena fuente sabía que había llegado un subsidio a la Universidad, y que lo exigía, entonces él me regañó y me hizo saber que las can-tidades que la federación entregaba a los estados podrían ser en diferentes rubros, pero que en alguna forma habría subsidio para la Universidad. No tuve yo más posibilidades de investigar, y así fue.

Posteriormente, otra actuación que tuve fue cuando acudí a entregar, conjun-tamente con el candidato en campaña ingeniero Esquivel Méndez, los primeros certifi cados de preparatoria de la primera generación de egresados dentro de la Universidad de aquí de Mexicali.

Después, cuando yo trabajaba en el Centro Detector de Cáncer, recibí una lla-mada de la ciudad de México del licenciado Alfonso Ortega Martínez, secretario del ejecutivo de la Asociación (ANUIES) con estas palabras: “Señor rector, muy buenos días, ¿va usted a venir?”. Porque cuando falleció el licenciado González Cordero y yo me di cuenta que era el rector, más por las intervenciones que me permitió realizar el gobernador Maldonado, yo participé el fallecimiento del li-cenciado González Cordero a la ANUIES y a las universidades del país, porque la UABC ya estaba recibiendo correspondencia de las diferentes universidades. Ahí participaba que con base en lo dispuesto por la Ley y el Decreto 40 yo asumía la Rectoría de la Universidad de tipo provisional, entonces me dijo el licenciado Ortega Martínez, “señor rector ¿va usted a venir?” “no sé señor, ¿a dónde?” “te-nemos junta de la Asociación, tal fecha, mes de junio”. “Supongo que sí, nada más que voy a ver en qué forma podemos sufragar los gastos”. “¿Quiere usted viajar por Mexicana de Aviación? ¿Tiene usted pasajes? Se le van a situar los pasajes; ocurra a ella y estará alojado en el Hotel Regis junto con los demás rec-tores”. Entonces fue cuando platiqué con Pedro Pazuelos de la Junta de Gobier-no, a informarle de todo lo que estaba pasando. Platicamos de todo lo que había

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hecho el licenciado González Cordero; yo me aboqué a recoger los documentos que él tuviese ahí; en tanto, fui a la casa de él a Ensenada, y en dos cajas de cartón me dieron los documentos, y los recogí, los traje, me encaminé.

Como actuación inicial dispuse también de los depósitos bancarios que tuviese, pues había una cuenta bancaria, la cual pudimos intervenir por $5 000 y luego ha-bía otra cuenta bancaria por $7 000 en la cual tuvimos que recurrir a la Comisión Nacional Bancaria para que la liberase, porque aunque decía Universidad Autó-noma de Baja California, estaba fi rmada únicamente por el licenciado González Cordero, nada más, entonces con la intervención del gobierno logramos que nos permitiesen usar esa cantidad, total que la cantidad que recibí fue de $12 000. Arreglé los papeles en mi consultorio que fue la sede inicial de la Universidad; me impuse pues de la situación de la ausencia del licenciado González Cordero y me fui a México. Por cierto que no sabía a dónde dirigirme. Llegué tarde.

Llegué al recinto donde estaban los rectores, pasé, el licenciado Ortega Martínez me vio, adivinó que yo era el de Baja California, me mandó un mensajero para pre-guntarme que quién era yo, —Doctor Silva Cota, me pasó y entonces él dijo: “Aquí está presente el doctor Silva Cota, rector de la Universidad”; entonces alguien se paró por ahí, no recuerdo quién, para preguntar que si la Universidad era miembro de la Asociación de Universidades, y el licenciado Ortega Martínez dijo que sí, y el que tomó la palabra volvió a preguntar que por qué iba a estar la Universidad repre-sentada como organismo universitario si no tenía más que preparatorias, “porque está en pleno desarrollo”, contestó el licenciado Ortega Martínez, y terminó. Me aceptaron, comenzamos a platicar, hubo un receso, comenzamos a tomar café y a platicar, y salieron a tema los buenos recuerdos del licenciado González Cordero de mucha gente amable, me invitaron a sentarme, luego nos recibió Nabor Carrillo. Y comenzó nuestra actuación dentro de la Asociación.

Me di cuenta de que uno de los problemas básicos era en esa etapa de orga-nización de la Junta de la Asociación de Universidades, el problema básico era el dinero, a mí no tanto me interesaba el dinero, a mí me interesaba la estructura universitaria, si algunas instituciones tenían ya tiempo de trabajar, ya tenían ex-periencia en la organización, a mí me interesaba la estructura, cómo funcionaba, y claro, busqué a aquellas personas más accesibles que pudiesen comenzar a informarme sobre estructuras de la universidad, organismos indispensables, re-glamentos básicos, estadísticas necesarias para la propia Asociación. También busqué a los funcionarios de segundo nivel de la Asociación de Universidades que me pudiesen ayudar y esa fue mi primera aceptación. Además de que me abrí de capa con los directivos de la Asociación y les dije mi inexperiencia, que necesitaba contar con todo su apoyo.

Regresé a hablar con el gobernador, le platiqué sobre las gestiones con el señor Cas-tro López, presidente de la Junta de Gobierno de la UABC, con el cual tuve bastantes reuniones, con otros miembros de la Junta y nos propusimos inaugurar los cursos de

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la Universidad. Invité al licenciado Braulio Maldonado, a los presidentes municipales, a los funcionarios estatales, al presidente de la Asociación Nacional de Universidades, que afortunadamente era muy cercano, era el rector de la Universidad de Sonora, licen-ciado Luis Encinas, y él con mucho gusto vino y nos apoyó con su presencia. Hicimos ese acto inaugural, en el que yo dirigí la apertura. El discurso lo pronunció el licenciado Maldonado y con ello iniciamos las actividades docentes en la preparatoria, que signi-fi caba también la iniciación de las actividades de la Escuela de Ensenada. Es un acto simbólico de iniciar un curso, porque nuestra idea era que la iniciación del curso fuese aprovechada como un mensaje de política universitaria para todo un año lectivo y no terminar con graduaciones sino iniciar el desarrollo de las iniciaciones consecutivas.

En la fotografía del acto inaugural hay gente, directores de escuelas incorporadas a la Universidad, porque tratamos de formalizar la incorporación de las escuelas. Formalizamos la incorporación de la Escuela Junípero Serra de Ensenada; forma-lizamos la incorporación de la Escuela Salvatierra de aquí, acudí a la entrega de diplomas del Bachillerato Salvatierra, en ese fi nal de cursos para reforzar la incorpo-ración, entonces su director era el padre Javier, y desde luego revisar los documentos y prepararme para lograr el subsidio con el gobierno que entraba en diciembre.

Hay cosas muy simpáticas y lógicas, yo no me ofendí nunca de lo que pudiera pasar; al terminar el gobierno del licenciado Maldonado, y ya triunfante el nuevo candidato, había gente que se me echaba encima, grupos que inclusive en mi lugar de trabajo fueron a entrevistarme, a pedirme que me saliese de la Escuela Cuauhté-moc, que no era una escuela para la Universidad, que era para los niños, aunque yo hice un estudio de esa escuela, hice un estudio en esa época del origen de dónde venían los niños, nadie venía de las zonas aledañas, todos venían de partes lejanas, es decir, artifi ciosamente se mantenía una matrícula.

Me preguntó usted que cuáles habían sido mis primeras actuaciones: entonces ya pasamos al acto inaugural de la Universidad y me dediqué entonces a planear lo que teníamos que hacer para el próximo año para escuelas y para conseguir dinero, sobre todo qué actitud iba a asumir el nuevo gobernador frente a la Universidad. Yo seguí concurriendo a las sesiones mensuales que la Junta de Gobierno celebraba, ya en mi papel de rector, como invitado. Sin voto, nada más con voz.

¿Y entonces qué había pasado con el Comité Estatal Pro-Universidad?Seguía funcionando solo. Me di cuenta de las pocas personas que yo sumé a mi tra-

bajo, fueron los señores Humberto Amaya y Francisco Zárate Vidal, con los cuales comencé a trabajar. Ya no era posible buscar sino apoyo, sino dedicarme a un trabajo para presentar algo.

¿Los demás miembros del Comité?El comité tenía una Comisión Jurídica, tenía un Comité de Estudios Sociales.¿Y se seguían reuniendo? ¿o no mucho, o ya no?Nos reuníamos yendo yo a visitarlos, como lo hacía González Cordero. No podíamos

pedirles, no teníamos dinero para darles.

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Entonces usted asistía a las reuniones de la Junta que sí se seguían celebrando en la ciudad de Tecate.

Sí, como invitado. Pedí permiso para asistir y como voz me lo permitieron, y les in-formaba lo que estaba pasando, y lo que íbamos a hacer.

De nuevo yo me eché a cuestas las preparatorias, las tres preparatorias. Comenzaba a pensar en la Escuela de Ciencias Marinas, en respetar aquella recomendación que a mí me pareció maravillosa de formar los centros de in-vestigación antes que escuelas, pero necesitábamos dinero. Formar los órganos de la Universidad necesarios para funcionar de acuerdo con esas orientaciones que yo había recibido en la ANUIES y de los rectores, qué órganos necesitamos iniciar aquí. Al no contar con dinero no podía disponer de gente ocupándo-la. Preparé un plan de inversiones de subsidios, hice mis cálculos basándome en que tendríamos que pagar una cantidad adecuada para que otras personas pudieran dedicarse a esto; busqué amigos que, claro, sacrifi casen parte de su tiempo, ya que la Universidad, por su propio tamaño, no los iba a ocupar tiem-po completo, si no podíamos hacer estas actividades, algunas de estudio, fuera de nuestras horas de trabajo diario. De esta manera establecimos la cuota, los coefi cientes de crecimiento de las propias escuelas. Las que tenían primer año para el siguiente ciclo iban a tener primero y segundo año; habría aumento de matrícula, y teníamos que ponderar este aumento con base en los estudios que

Secretario de Educación, Jaime Torres Bodet, rector, Santos Silva Cota,Eligio Esquivel, gobernador de Baja California. 1961.

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estábamos realizando sobre secundarias para ver qué cantidad de muchachos podríamos recibir en el año siguiente. Así hicimos el plan para presentarlo al gobierno nuevo. Y yo desarrollé un programa de gastos de operación y de in-versión de la Universidad sobre la base, una recomendación de la Asociación de Universidades, de dedicarle 70% a la docencia, 20% a la difusión cultural y 10% a la investigación. Curva inversa: aumentar más la inversión que la opera-ción, y a medida en que la inversión fuera satisfaciendo todas las necesidades de la Universidad iría disminuyendo al aumentar los gastos de operación. Y ese programa se lo presenté al señor gobernador del estado, al nuevo gobernador.

Quiero decirle a usted que ya antes el licenciado González Cordero había pre-sentado un proyecto de inversiones de gastos de la Universidad al candidato, al ingeniero Esquivel, pero era muy ambicioso, era un gasto de inversiones del orden de cerca de 42 millones de pesos, no me acuerdo si eran 30, por ahí la cantidad, porque se creaban todas las escuelas y demás y, claro, como el presupuesto del estado era limitado, este presupuesto que se pedía signifi caba una gran erogación, cosa con la cual el candidato no estuvo de acuerdo y no aceptó.

Posteriormente, ya conociendo esta situación fui más mesurado, posiblemente me hubiera ido igual, pero fui más mesurado y preparé un presupuesto realista. Yo asistía a las reuniones de la Junta de Gobierno, y en una ocasión el licenciado Athié, quien entonces fungía como presidente de la Junta por retiro del licenciado Castro López, dijo esto: “Hemos de pensar, y perdóneme señor rector que sea tan franco, en un nuevo rector, porque si hemos de considerar que la ayuda mayor de nuestra Universidad puede provenir del gobierno, debemos pensar en un rector que sea amigo del gobernador, y usted por conocimientos que tengo no es amigo del gobernador”; una expresión así, el doctor Aubanel me pegó un codazo y me dice “cómo lo quieren”; yo me sonreí, y ya que habló el licenciado Athié, le dije, pues, que le agradecía su franqueza, y que yo no estaba casado con la idea de permane-cer en un puesto si yo no era grato al mismo, pero que siguiendo las indicaciones y recomendaciones que usted haya proyectado en el presupuesto de egresos de la Universidad que se lo iba a presentar en su oportunidad al señor gobernador, para lo cual yo ya tenía cita para unos días después de su toma de posesión. Se quedó en suspenso, a ver qué sucedía, y seguí trabajando en la propia escuela, a escribir, cartearme, pedir información, leer, estudiar.

Me tocó la reunión con el señor gobernador. Me recibió en una de las formas más correctas. Él tenía difi cultad para caminar, me recibió de pie en la puerta, me hizo sentar, le presenté el presupuesto, y en forma correcta lo comenzamos a discutir, inclusive cálculos numéricos. Lo vio, lo estudió y lo aprobó: 1 200 000 de pesos, con su fi rma. “¿Cuándo tenemos la Junta de Gobierno?” en Tecate, tal fecha, antes del último de diciembre. A la reunión de la Junta me hice acompañar del ingeniero Garín, muy amigo del gobernador Esquivel, y nos fuimos juntos, entonces él estaba aquí en uno de los trabajos de sus obras; llegamos allá y la sala

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de Cabildo estaba ocupada y entonces sesionamos en un café, ya estaban reunidos cuando llegamos nosotros. Hacía mucho frío, pasamos, y entonces el ingeniero Garín dijo, “el doctor Silva tiene algo que informar”, y se informó.

En junta con el señor gobernador y discutido el presupuesto de la Univer-sidad, este se iba a formalizar tal como se había presentado sin escatimar un solo centavo, considerando gastos para esto y para lo otro, entonces se me confi rmó el subsidio. Coincidieron en que la postura estaba correcta, no había por qué buscar complicaciones y entramos al gobierno del ingeniero Esquivel, con el apoyo económico del mismo. Me causa extrañeza esto, era la primera vez que se entregaba un subsidio correcto, y se entregó el subsidio correcto, es más, solicité sin entregar la autonomía universitaria. Por indicaciones del señor Francisco Zárate, que fue nombrado ofi cial mayor del gobierno de Esquivel, la cosa contable y de pago de maestros se hizo en el gobierno del estado, yo no necesitaba tener tesorería ni pagador.

Y entonces todo lo que se necesitaba para pagos de salarios estaba cubierto, se otorgó directamente con recibos que se entregaban a la Tesorería.

En ese presupuesto contemplamos lo indispensable que era pagarle a los maestros, entonces la cuota que se pagaba era $140/HSM, de tal manera que un maestro que diera tres horas a la semana percibiese como salario del mes 420.00 pesos. A quienes se consideró que tenían que ganar un salario por dedicarse exclusivamente a la Uni-versidad era al secretariado, y se les puso un sueldo de 1 000 pesos así como a los de servicios de intendencia; y para los directores un sueldo de 1 100 pesos, al secretario general de 1 100, y al rector de 1 200, por jerarquía, no por otras cosas y por algunos gastos de representación que tenía yo que realizar porque yo no sacaba gasolina, yo manejaba mi automóvil con mi gasolina. Eso, creo, que se me olvidó, gastos de com-bustibles y lubricantes para automóviles, creo que en el presupuesto se me olvidó incluirlo. En fi n así fue como iniciamos la formalización de la entrega del subsidio. A su vez comenzamos a preparar todo el programa, el plan para buscar el apoyo del gobierno federal en los subsidios que les estaba otorgando a las universidades y buscar todo el apoyo del presidente de México para la construcción de los edifi cios.

¿El apoyo de quien?Del gobierno federal, para la construcción de los edifi cios. Estos apoyos ya los había

ofrecido el licenciado López Mateos en su campaña. Hasta ahí fueron mis primeras actuaciones. Estas cosas evocadoras me hacen recordar otras y posiblemente haya algunas que si encuentro documentos se los voy a ofrecer.

¿Se consiguió pronto el subsidio federal?En ese año, en 1960. Ese año se consiguió únicamente el ofrecimiento del gobierno

federal para la construcción de los dos edifi cios de la Preparatoria. Fue durante una campaña, siguiendo la cola de la comitiva perseguimos al licenciado López Mateos que nos iba a recibir, íbamos en mi carro para entrevistarlo, tragándonos el polvo de los camiones por caminos de tierra, yo acompañado de dos directores

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y dos muchachas hicimos largas colas, esperas, en Tijuana, y en Rosarito tam-bién lo hicimos. El secretario privado del presidente nos dijo que nos recibiría en Ensenada; nos fuimos a Ensenada, buscamos los lugares a los que él acudiría; no tuvimos oportunidad de verlo; entonces nos fuimos a esperar al lugar donde se llevaría a cabo el banquete fi nal, porque de ahí, el presidente iba a volar a la ciudad de México. Nos sentamos en un lugar estratégico en el restaurante donde iba a estar el presidente, ahí nos avisó un periodista, un fotógrafo: “Qué están haciendo aquí, los están buscando en el hotel, los están llamando, el presidente los quiere ver”. Dejamos la mesa y nos salimos corriendo y llegamos allá, al hotel, y nos recibió el ingeniero Esquivel, “¿Dónde estaban, muchachos?” Espe-rando al presidente. “Los está esperando”. Entonces hubo ciertos arreglos y nos permitió hablar. Entramos, le presentamos el proyecto de la Escuela Preparatoria de Mexicali, un muchacho de Tijuana, Lizárraga, y yo, quien un día antes dijo “señor presidente queremos la Preparatoria de Tijuana, porque también tenemos derecho”. Muy bien, después, tenlo seguro que se te va a construir, dijo el señor presidente. Salimos contentísimos.

Aunque no es en esa secuencia de tiempo, esto fue en 1960; después le voy a decir la fecha en que se hizo la ceremonia de colocación de la primera piedra.

Quedó en pie esta situación de la preparación de la escuela, informé a la Asocia-ción de Universidades; la Asociación de Universidades hizo su gestión también, y todos estábamos esperando el acuerdo y el plan de inversiones de la Presidencia para que me llegase mi turno para la construcción de la Escuela Preparatoria de Mexicali. Y estando yo en México, yo era muy amigo del doctor Gustavo Arévalo Gardoqui, hermano del general Juan Arévalo, con el cual yo también guardaba mucha amistad, y a través de Juan Arévalo le habló a Gustavo su hermano médico, que en ese enton-ces también estaba en México; coincidió con que yo estaba en México y el doctor Gustavo tenía mi número telefónico, y me habló un viernes en la noche “Santos, que te vayas mañana a Los Pinos, que te espera Humberto Romero, me dijo que vayas, ya tienes tu dinero para tu construcción, no la amueles”.

Me fui a Los Pinos. En ese momento estaba preparándose la gira del señor presidente de la república para el estado de Chihuahua para inaugurar el ferro-carril Chihuahua-Pacífi co, y había mucha gente esperando en la antesala de la Secretaría Privada; era un sábado a medio día, eran como las 11 a.m. para que recibieran los boletos lo que iban a ser invitados especiales al viaje, y yo es-taba ahí. Ya para esto a mí me conocía el capitán de zona, el jefe de ayudantes del secretario privado, algunas otras personas me conocían por la amistad con Juan Arévalo y con el doctor Arévalo; y al fi nal de cuentas, como a las 9 de la noche, me recibió el señor Romero, me dijo: “Santos, tienes suerte, ya se te va a conceder tu escuela” “¡Ah qué bueno! ¿La de Mexicali?” “No, las dos, y aquí está tu acuerdo; te vas a la Presidencia de la República con el secretario Miranda Fonseca”. Lógico, me fui contentísimo.

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Fui a la Presidencia de la República y ahí estaban mis documentos, por cierto, estaba mi señora allá en México, la invité a comer al “Lincoln” un restaurante de muy buena comida en México; compré un portafolio porque el mío ya estaba muy feo, compré un portafolio nuevo allí en una de esas tiendas que venden muchos artículos de piel, y ahí metí los documentos, y ya, se acabó.

Y de allí, pues había que buscar el fi nanciamiento, otro problemita, pero ya se quedaba conmigo, con cuál compañía constructora. Quiero decirle que cuando supieron que ya tenía el acuerdo para la construcción de esos edifi cios me loca-lizaron en el Regis, donde estaba yo alojado. Me localizaron algunas personas, constructoras; pero como eran documentos que tenían que ser fi nanciados por una constructora, no eran cheques, entonces tuvimos que buscar una empresa que es-

Toma de protesta del doctor Pedro Mercado Sánchez, lo acompañan el gobernador del estado, ingeniero Raúl Sánchez Díaz, el rector saliente, Santos Silva Cota y el presidente de la Junta de Gobierno, doctor Gustavo Aubanel Vallejo. 1966.

Discurso del doctor Santos Silva Cota en la ceremonia de toma de protesta de su sucesor en la Rectoría, biólogo Pedro Mercado Sánchez. Teatro del IMSS. 29 de junio de 1966.

Presidium en la ceremonia de toma de protesta del rector Pedro Mercado Sánchez. 29 de junio de 1966.

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tuviese dentro de ese plan autofi nanciada, que pudiese construir, y así se buscó la compañía del general Clark. Clark de Baja California.

¿Cuál es el edifi cio aquí en Mexicali?En la Zaragoza, el edifi cio que se entregó al Cobach. Ese edifi cio fue inaugurado en

1963.Yo pensé siempre que era de hacía pocos años.No, en la gira del señor presidente de la república para acá, fue en 1963. También hay

una cosa muy bonita en esos detalles, porque cuando vino a inaugurar esos edifi cios sucedieron cosas muy bonitas, en esos últimos momentos, porque ya estábamos en muy buenos tratos con el gobernador Esquivel Méndez, él ya se había portado absolutamente muy bien respecto a la autonomía, la supo respetar y ordenó a sus funcionarios que respetasen la autonomía de la Universidad, porque había intereses políticos. Hizo muy bien, yo guardo muy buen recuerdo de él en ese sentido. No fue exuberante en la ayuda económica, no tenía dinero, pero dentro de sus limitaciones cumplió y luego hizo respetar la autonomía, no permitió intromisiones políticas.

Próximos a inaugurarse, los edifi cios estaban casi terminados, pero no amue-blados, no estaban más que las instalaciones de madera del laboratorio; no había muebles, yo no tenía dinero para los muebles, aunque lo había gestionado. Le dije al secretario del señor gobernador, “programa en la visita del señor presidente de la república la inauguración de los edifi cios de la Universidad”. Yo hablé a México tres días antes de la venida del presidente. Dijo el gobernador (llegando de México voló a los Ángeles, entonces de allá me habló el señor gobernador): “véngase ahori-ta porque tenemos que ver lo de la compra de los laboratorios para la Universidad”.

Entonces me fui en mi carro a Los Ángeles. Llegué a su hotel a platicar con él, me puso a una persona encargada para que acudiésemos al día siguiente a las compañíafs vendedoras de equipo instrumental para el laboratorio de las es-cuelas; necesitamos dos de física, dos de química y dos de biología, y no es tan fácil dotar a una escuela, había que pedirlo con todo, bien programado. Entonces tuvimos que ir a un gran almacén en donde se vendían estas cosas, y compramos lo que tenían a la mano y el resto iba a comenzar a llegar; pero lo que lo vestía era lo primero, era la parte más importante de los equipos grandes, la cosa chica iba a venir después. ¿Cómo se va a pagar? No sé, el gobierno del estado. No, no hay ventas para el gobierno del estado. ¿Cómo?

Al día siguiente hubo una reunión con el gobernador del estado y con el abogado representante de la compañía para ventas a México. Llegué en mi calidad de rector, y cuál no sería mi sorpresa que el abogado representante de la compañía era el abogado, no recuerdo su nombre, era el abogado con el que habíamos suscrito los testimonios de donación y aceptación de los terrenos de Rosarito; un abogado de origen mexicano a quien las compañías lo habían contratado para sus ventas a México. Nos abrazamos él y yo, entonces dijo: “No hay problema, con la pura fi rma del señor rector basta para la venta”. ¡Oh! Nos quedamos asombrados, y me dijo “vámonos”. Salgo.

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El gobernador me invitó a comer, él hizo la comida, era muy bueno para cocinar, yo lo ayudé, pues estábamos celebrando. Él sacó el pescado. Me acuerdo muy bien, y yo le ayudé, usando el término de “pinche de cocina” ayudándole a preparar el pescado. Nos lo comimos, muy contentos y estuvimos muy felices.

Ordené los muebles, los mesabancos. Hablé a México tres días antes; no hay muebles; ¡zácatelas! De la Presidencia de la República: “Señor, con vía libre sale un camión a la dirección de su casa, lo van a buscar cuando llegue a la hora que sea con los muebles para que ponga la escuela”. Salió un camión especial por ruta especial por Estados Unidos. Oiga, cuando hay la potencia de un gobierno, lo hace, es fuerte. El presidente inauguraría a las 9 de la mañana. Llegó el camión a mi casa el día anterior a las 2 de la mañana. Voy en la madrugada de la víspera, y veo los muebles desarmados, ¡desarmados!, ¿con qué dinero los armó?, ¡a esa hora!, a despertar gente. Nos fuimos a la prepa y a bajar la carga, y la otra parte a Tijuana. Váyanse a Tijuana, entréguenlos. Les di el número de teléfono y la dirección a donde tenían que llegar para que metieran los muebles.

El licenciado Ortega Martínez, que era secretario general de las universidades, él siempre acompañaba al presidente, pero siempre llegaba antes para dejar todo listo, todo el ceremonial, los discursos; revisaba todas esas cosas. Ahí están las cosas, a armarlas. De mi bolsa puse dinero para armarlos, yo y Ortega Martínez, armando muebles, los más que pudimos. “Todos, ¡véngase, muchachos! todos a atornillar, no les tengan miedo, nomás déjenlos así después los vamos a apretar”. Hicimos lo más que pudimos. Arreglamos cinco salones, no tuvimos más tiempo. Vámonos a Tijuana. Ortega Martínez y yo nos fuimos a Tijuana en mi carro ma-nejando, a armar allá los muebles. Nos regresamos a las 2 de la mañana, llegamos aquí a las 4, yo caminaba muy aprisa, muy aprisa, mi mujer me estaba esperando: café. A hacer el discurso. ¡Ay Dios! Ya tenía yo hechas varias cosas pero había que discutir cómo, darle vueltas y vueltas. Léelo, café, léelo, café, léelo. Ahora hay que hacer el discurso para Tijuana.

Pues total, salió todo muy bonito; se inauguró el edifi cio, estuvimos muy con-tentos, no sé si el presidente se habrá dado cuenta de lo que pasamos en la noche, de lo que hicimos. Acabando el acto él se fue a otras negociaciones. Y nos fuimos. Un primo mío que estaba aquí, tenía una avioneta particular, él nos llevó a Tijua-na, y el licenciado Ortega Martínez, Soto Gil, que se acababa de iniciar, y yo nos fuimos en su avioneta y volamos. El aeropuerto de Tijuana estaba cerrado porque iba a llegar el presidente y no nos dejaban bajar hasta que Ortega Martínez que sí conocía a todos los de la Presidencia pidió permiso: “soy Ortega Martínez, vengo en la avanzada del presidente”, y ya bajamos. Nos fuimos allá, ya estaban también los muchachos que habían armado los muebles, hicimos refuerzo y buscamos todo, arreglamos el lugar; y nos volvimos a encontrar, ¡sí señor!, y ahí a hablar yo otra vez. Se acabó eso, pero todo salió bien. Mi mujer se fue en carro para encontrarse allá con nosotros, y así nos sirvió de paseo.

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SANTOS SILVA COTA SU PENSAMIENTO Y TESTIMONIOS SOBRE SU TRAYECTORIA

¿En 1963?Me puso usted a recordar, hay muchas cosas antes.Claro.Todo lo que sucedió, las actuaciones ante la Secretaría de Educación Pública, buscar el

subsidio ordinario, el extraordinario, buscar apoyo de la Escuela de Ciencias Mari-nas, cómo habíamos conseguido la Escuela de Ciencias Marinas, eso vale la pena.

Ya contando en 1960 con el presupuesto fi rme del gobierno del estado y habien-do contemplado en ese presupuesto algunos órganos necesarios de la propia Uni-versidad; de acuerdo con la recomendación que nos dieron las personas con más experiencia que nosotros en la ciudad de México, rectores, la propia Asociación, funcionarios, y contando con el presupuesto, repito, creamos la Secretaría General de la Universidad; es decir, el órgano que diera fe de los actos del rector, formali-zándolos. Segundo: el Departamento de Servicios Escolares. Comenzamos a tener nuestra estadística, nuestro control de califi caciones, nuestro control de inscripcio-nes; ya habiendo creado la tercera escuela que eran la de Tijuana, la de Ensenada y la de Mexicali, y próxima a incorporarse la de Enfermería para que pudieran pasar a la Universidad. Entonces necesitábamos esto, había además que llevar el con-trol de los profesores, los currículos de los profesores y todo lo que corresponde a un departamento escolar, cosa que ya había sido prevista y orientada por parte de Humberto Amaya, que había colaborado con nosotros y que había sido, en su tiempo, jefe de los Servicios Escolares de la Universidad Nacional Autónoma de México, pero entonces él tenía un puesto, no debía desentenderse de él pero sí nos hizo recomendaciones muy especiales y aprovechamos su experiencia.

Creamos también la Tesorería de la Universidad, depositada en manos de Fran-cisco Zárate Vidal, él sí, sin cobrar. Creamos el Departamento de Difusión Cultural en manos del licenciado David Piñera.

¿En que año?En 1960. Éramos cuatro, cuando ya había centavitos. Es indispensable un Departa-

mento Escolar, claro con su secretariado, sus archiveros y esas cosas; una Secre-taría General con mi propia secretaria, la misma para los dos; y el Departamento de Difusión Cultural, como pudiera ayudarse y con tareas que soñaba realizar. No sé si Piñera guarde más memoria escrita de las actividades primarias de él, de las primeras cosas que hizo, yo tengo bastantes datos. Se crearon los departamentos; esta creación de departamentos sirvió de pretexto para una acción en contra mía, ya que el jefe de los servicios escolares era primo mío, pero era uno de los profe-sores fundadores de la Universidad, muy metodológico, muy metódico, honrado, dedicado y que había sido por largo tiempo profesor en secundaria. Entonces a él le di esa situación.

¿Cómo se llama?Austreberto Silva Olivares.¿Y en el Departamento de la Tesorería?

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Reunión ordinaria de la Asociación Nacional de Universidades e Institutos de Educación Superior. Julio de 1959.

Reunión ordinaria de la ANUIES en la que se determinó como miembro

defi nitivo a la UABC, se visitó al rector de la UNAM, doctor Nabor

Carrillo, quinto de izquierda a derecha, fl anqueado por el doctor

Gonzalo Aguirre Beltrán y el arquitecto Joaquín A. Mora, rectores

de las universidades de Veracruz y Nuevo León, respectivamente. Julio

de 1959.

Reunión nacional de ANUIES.18 de enero de 1961.

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El señor Francisco Zarate Vidal. En la Secretaría General, al licenciado Rafael Soto Gil, íntimo amigo mío, pero con un bufete muy prestigiado. Había sido asesor jurídico en el gobierno, una persona muy honrada en su trabajo, muy formal también.

¿Francisco Zarate también era ofi cial mayor de gobierno?Sí, y el licenciado Piñera estaba más alejado de mí, pero entonces el licenciado Piñera

trabajaba asociado al bufete del licenciado Soto Gil. Entonces me atacaron que estaba repartiendo el botín de la Universidad entre parientes y compadres, por ahí están los papeles, se los voy a enseñar.

¿El botín, el millón de pesos?No, no, todavía no se entregaba, apenas comenzaban a entregarse los salarios, y ade-

más eran salarios y contra nómina de la Tesorería. Pero lo que sucedió fue que se quitó de la dirección de las escuelas el control de los estudiantes y ya no llevaban registro, ya no eran jefes, ya dependían de un departamento centralizado; segundo, ya las cuotas no se pagaban ahí, tenían que pagarse a la Tesorería en el Departa-mento Escolar en el momento de inscribirse. De ahí buscamos el lugar que nos permitiese tener las ofi cinas, rentamos ese edifi cio que tenía las ofi cinas centrales. Trabajó ahí conjuntamente con Austreberto Silva Olivares y Manuelita Hernández, quien después se encargó del archivo de la Universidad.

Manuelita Hernández era una persona muy correcta, de esas que no dejaban pasar un sello; limpia, honradísima, un manejo tan bonito de ese departamento, con estadísticas, con cálculos excelentes. No había computadoras, pura mecaniza-ción, cuadrículas y demás.

Se sucedieron otras cosas, los institutos, problemas de la Universidad, algunos descontentos, huelguitas, huelgotas, etcéteras.

De las huelguitas y huelgotas después va a haber que platicar un poco a ver qué paso en ese entonces. ¿Cuándo fue que se adoptó el lema ofi cial? ¿Se acuerda? Yo sé que el lema ofi cial es de Miguel Gárate.

Sí, en 1964, más o menos, fue una acción del licenciado Piñera, por Difusión Cultural.Bueno, pero quizá usted recuerda algo de esta actividad.Sí, estábamos pendientes de todo, la Universidad estaba chica, se daba uno cuenta de

todo. La creación, en 1961, del Departamento Escolar, de Difusión, el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de Tijuana.

¿La Escuela de Ciencias Marinas cuando se creó?Se creó en 1960.¿La de Pedagogía?En 1961, y Economía y Administración en 1961. Uno de los problemas más serios

con que contaba la Universidad, sobre todo, fue su explosión demográfi ca des-pués de los edifi cios nuevos. Hubo necesidad de duplicar la planta de maestros porque se duplicó y triplicó la cantidad de alumnos y la que había era insufi ciente para las escuelas preparatorias. Entonces, aquellos que ya habían aprendido a ser maestros y que son a los que se les dieron las medallas de los 25 años de

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Universidad, que con cariño se identifi caban porque les gustaba la cátedra, los llamamos: a profesionales en diversos campos, medicina, sociología, leyes, in-geniería, diferentes materias. Y llamamos a algunas personas muy especiales, llegaron, quisieron ser profesores, iniciaron los cursos en septiembre. Algunos renunciaban en noviembre porque no podían; aducían trabajo, inexperiencia, o se quejaban de grupos de alumnos indisciplinados. Otros, habían terminado ya el programa, es decir, no habían hecho una programación adecuada a su materia, no habían impuesto técnicas de enseñanza, de repetición, de ver, revaluar; que-rían terminar el programa en tres meses. Nos dimos cuenta de que teníamos la necesidad de maestros de educación superior, máxime que las secundarias tenían maestros sin prepararse para educación media; los del magisterio, en general, asistían cada verano a las famosas normales superiores, en donde de manera muy irregular llevaban dos o tres materias: didácticas generales, etcétera.

Las escuelas a las que más acudieron fueron la Normal Superior de México, la Nue-va Galicia de Guadalajara y una de Nayarit. De las dos primeras, la mejor era la de México, la segunda apenas estaba confortable, y la tercera era muy irregular. Inclusive habían logrado con el gobierno que se les diese una beca en el pago de su sueldo de marcha cada verano para que pudiesen pagarse sus inscripciones y sus gastos.

En aquel entonces el maestro de tiempo completo en la república ganaba entre 5 000 a 6 000 pesos. Ese era el sueldo. Un maestro de matemáticas que trajo la Universidad de Sonora vino cobrando 6 000 pesos.

¿Qué año era?En 1961, 1962. Consideramos que no podíamos pagar maestro de tiempo completo

en ese entonces, y que teníamos que formar nuestros propios maestros; ser au-tosufi cientes en el campo principal de la Universidad que es la docencia, aparte de que soñábamos con que pudiésemos un día transformar esta escuela en una escuela de humanidades. Ya teníamos la Escuela de Ciencias Marinas, podíamos seguir con la escuela de ciencias químicas en Tijuana, como se había pensado en un principio, y en Mexicali, comenzar con la escuela de pedagogía, después historia, literatura, etcétera. Y llegar hasta la de fi losofía. Creo que también le dije yo que no me animé a poner la escuela de fi losofía aunque ¿era necesaria? ¿No? Y entonces pues vamos a formar la escuela.

En el país, dentro de las universidades no había, salvo la Universidad del Estado de México, muchas que tuviesen una escuela para preparar profesores de educación superior. La misma Universidad de México, tenía la división de Pedagogía dentro de la Facultad de Pedagogía. Pero la mayoría de los maestros de la Escuela de Medicina eran profesionistas destacados con deseos de enseñar. Algunos con muy buen éxito, otros, con todos sus defectos. Fui a la ciudad de México y hablé con las personas de la Escuela Normal Superior, con la Asociación de Universidades, y aunque se nos dijo que no formásemos una escuela normal superior y una Escuela de Pedagogía, una Facultad de Pedagogía, pues consideramos que no estábamos con esos tamaños,

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y sí comenzar modestamente con una escuela que enseñase didácticas especiales, psicotécnica, fi losofía de la educación, sociología de la educación a un nivel para maestros de educación básica, media y media superior (preparatoria).

El único caso que yo había oído fue el no poner la normal superior, pero puse una Escuela Superior de Pedagogía. Cuando ese proyecto se trajo aquí, después de haber hablado con la gente en México, la Junta de Gobierno no lo estimaba pruden-te, porque decía que no teníamos gente capaz para este nivel educativo, para for-mar maestros. Yo contesté, que había normales en primer lugar y porque se habían hecho, que había Escuela de Ciencias Marinas, porque se habían hecho, que había Escuela de Medicina en México y que no tenían maestros preparados mediante do-cumentos probatorios, y se habían hecho. Entonces hubo una discusión en la Junta de Gobierno. Yo presenté el trabajo; me apoyó primeramente el ingeniero López Zamora. Entonces me pidieron el nombre del que pudiera ser responsable para tal encomienda, y yo ya había hablado con esas personas, y el candidato más idóneo me pareció el doctor Francisco Dueñas Montes.

Dueñas había sido siempre un iniciador de escuelas; él inició la Normal de Maestros aquí; él inició la Preparatoria aquí; fue muy inquieto en ese sentido, en virtud de que su preparación era doble, era maestro de la Normal de Maestros de México y además era médico, era universitario y era normalista, con inquietudes en la psicología. Entonces me pareció la gente más idónea, y sobre todo con iniciativa porque en cuanto le presenté el programa, me dijo que sí y que él tenía muy buenos amigos en la Normal Superior de Maestros y que iba a ver de qué manera podía allegarse su colaboración. Entonces fundamos la Escuela Superior de Pedagogía, con este interés de formar maestros especialistas o técnicos en didáctica de las materias principales que eran aquí: lenguas, biológicas, físico-matemáticas e históricas. Esas fueron las cuatro principales ramas con las cuales nos iniciamos. Es más, yo, en la parte del conocimiento básico de la biología, me ofrecí y fui maestro durante un año dentro de la Escuela de Pedagogía en la mate-ria de biología y zoología, para lo cual, además del conocimiento y la experiencia que yo tuviese, tuve que estudiar para impartir clases.

La escuela se programó para que ingresasen a ella los maestros en servicio de la Preparatoria, se invitó a aquellos maestros abogados, médicos, que en ese entonces estaban dando clases en las prepas, para que fuesen en las tardes a recibir mate-rias especiales de educación: didácticas, psicotécnicas, ciencias de la educación, etcétera, y que con los maestros, pedagogos que eran de las normales que daban clases en las secundarias con conocimientos en psicotécnica, didáctica, fuesen a recibir materias básicas de conocimiento; si daban zoología aprendiesen zoología, si daban matemáticas, matemáticas. Recibimos dos maestras de las preparatorias. Desafortunadamente, era una escuela que no podía con esa intención, no podía traer maestros de otras partes del estado, tenían que ser de los de Mexicali, enton-ces nomás dos maestros de la Preparatoria de aquí acudieron a algunas materias

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psicopedagógicas, y sí logramos un éxito bastante grande con la inscripción por parte de normalistas que estaban dando clases en secundaria. Máxime que en aquel tiempo se estaban gestando mucho las secundarias por cooperación; había grupos de profesores que impartían clases en una secundaria, otra acá, otra allá, ellos ne-cesitaban preparación; por eso tenían interés en prepararse, en mejorarse.

Se logró bastante éxito en los primeros años que estuvimos ahí en vigilan-cia, dando clase, claro, que desgraciadamente pasó lo que sucede entre política, entraron situaciones sindicales, y se convirtió esto en, pues en una escuela que se perdió en su puesto principal y buscaba la ubicación de sus egresados en los puestos, ya sean administrativos o de materias: “soy egresado de la Escuela de Pedagogía, denme tantas clases”. Y llegamos a una situación un tanto tirante; inclusive en la prensa apareció un escrito en donde dice el doctor Dueñas, “nor-malistas en contra del doctor Silva y sus universitarios”. Era difícil sacar a los maestros con una preparación normalista si no tuviesen la propia intención moti-vada, sacarlos de ese camino estrecho en que los meten las normales y meterles conocimientos más amplios, panoramas abiertos, fi losofía, ética, un conocimien-to pues del universo más completo; estaban muy apegados a los sistemas de la Secretaría de Educación. Al respecto del artículo tercero, en todo, hasta de más; poca libertad de cátedra, ideologías muy compactadas, y ese era el interés que yo tenía, hacer de esa escuela más gente y crear profesores capaces, a su vez tam-bién ofrecerle a las secundarias mejor profesorado.

Así nació la Escuela de Pedagogía, no se logró el sueño que yo tenía de decir que se fuese a hacer la Escuela de Filosofía, pero yo creo que sería un error termi-nar con ella, creo que la prioridad en la investigación en la Universidad está en la investigación en la enseñanza, en educación, es la prioridad y no esperemos que nos vengan técnicas educativas extrañas a nuestro propio medio, en donde sí se investiga, y no de nuestro propio producto.

Por ejemplo, los muchachos que estudian medicina en esta escuela, cuando se reci-ben, si quieren trabajar como docentes dentro de la escuela, ¿llevan algún grupo de materias pedagógicas, o simplemente con el título de médico pueden ejercer como profesores de medicina?

Bueno, esta es novedad. En el año de 1964, creo, se dio al conocimiento nacional, porque claro se venía gestando desde antes, la existencia de un apoyo académico interuniversitario de la Universidad Nacional Autónoma de México que recibía un subsidio específi co para ese menester, entonces esta institución, con ese subsidio tenía la obligación de dar apoyo académico para la formación de profesores. Cuan-do terminamos la gestión todavía no se recibía objetivamente en lo físico ese ser-vicio, fue después cuando se comenzaron a organizar verdaderos cursos, cursitos, cursillos y cursos anuales, además de la edición de mucha publicación del Colegio de Profesores de la ANUIES, bastantes folletos sobre Alfonso Rangel Guerra, quien fue entonces secretario general de la ANUIES y tuvo mucho empeño en esto.

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Ya en esa situación se comenzó a establecer en las universidades un requisi-to para ingresar, y a algunos se les ofrecía la cátedra, a otros se les exigía que con ese requisito de un curso de didáctica, máxime que salieron los psicólogos, quién sabe de dónde, y se aventaron por todo el país dando cursos de didáctica, y ahora creo que no hay un maestro que no haya recibido un curso de didáctica de 40 horas, algunos de más tiempo, otros menos, algunos diferentes cursos, tres, cuatro, seis cursos: didácticas especiales, sistematización de la enseñanza, de la evaluación, elaboración de material, diseños, modelos de aprendizaje, etcétera, y actualmente sí ya se exige, es más, el Estatuto Universitario que se acaba de editar está exigiendo el comprobar con documentos la asistencia a cursos, los que elabora su propia universidad o cualquier otra universidad o institución, que

Una de las reuniones del presidente López Mateos con los rectores integrantes de la ANUIES. Entre los presentes, el doctor Silva Cota, rector de la UABC. Toluca, 1963.

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sea reconocida. Pero no es sufi ciente. Creo que fue Bertrand Rusell quien dijo que la posteridad les cobra muy caro a los talentos. El talento dijo una cosa y la posteridad se encarga de tergiversar lo que dijo, y es lo que sucede ahora, creía-mos que eso era muy bueno y hemos abusado, tengo la impresión de que se ha abusado, no considero correcto que una persona que no ha tenido experiencia, que es un técnico en diseño, en exposición, reciba un taller de didáctica y que en unas cuantas semanas sea capacitado para ejercer una cátedra.

Sí. A mí me llamaba mucho la atención eso. Aparte de las materias de nuestra carrera, para terminar de estudiar teníamos cuatro materias optativas de cual-quier otra carrera, y si queríamos luego dedicarnos a la docencia teníamos que hacer aproximadamente cuatro, ocho, dieciséis materias en cuatro cuatrimestres sobre técnicas de educación.

Eso ha sido en parte aquí. Aquí algunas carreras sí tienen materias optativas. En todo México y aquí mismo en la Universidad, pero otras no pueden tener optativas ya son obligatorias, como sociología, psicología, matemáticas, estadística, en medici-na son obligatorias. Y en algunos, por ejemplo, en los internados, en el internado y el servicio social, a los médicos les dan talleres didácticos, y no solamente para prepararlos para la docencia sino para prepararlos para la difusión de las ideas para educar al pueblo; entonces ellos sí están llevando talleres didácticos en su estancia hospitalaria, en su pregrado y en el servicio social.

¿Y quién les da esa preparación? ¿Egresados de Pedagogía?No, son personas con preparación didáctica en salud pública.Doctor, usted me habló de cómo se creó la Escuela de Pedagogía, me queda muy

difusa la idea del porqué se creó la de Ciencias Marinas. Antes me dijo que quizás por el contagio del Scripps o porque se generaban movimientos de manera más intensa en Ensenada; pero, no está muy claro el porqué se decidió Ciencias Ma-rinas. La de Pedagogía sí es bien clara: la necesidad de formar gente capacitada para las escuelas preparatorias y para las escuelas secundarias, e ir formando el elemento docente que ustedes iban a necesitar para comenzar a crecer. La que a mí me queda todavía en el aire es Ciencias Marinas y luego nos falta hablar de por qué economía y administración.

Yo he pensado en la parte emotiva, afectiva, que Baja California es un estado ma-rino; no se habla más que de marinería y no se habla más que de barcos y de la Calafi a y de los mares; los escudos son conchas, son olas; las canciones se han referido al mar; no se oye más que de esto: hay mar. Luego, la naturaleza nos ha dotado de ciertas singularidades: la emigración al mar de las ballenas, el tener lugares en donde las especies son únicas en el mundo como el elefante marino, como el abulón y alguna especie de langosta, el ser una faja tan larga con tantos kilómetros de mar, no sé, pero creo que sí han de ser como 3 000 kilómetros o más. Y en donde tenemos dos mares, caliente y frío. Siempre nos ha llamado la atención el porqué Baja California se salvó de ser un desierto y agarra un clima

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mediterráneo, eran muchos años cuando conocimos la corriente del Japón, la corriente fría que mejoró mucho, tanto esta costa como la de California. Así que el mar era para nosotros importantísimo.

En segundo lugar, la economía del estado dependía primero de la agricultura, con el desarrollo del valle, y en segundo lugar del mar, todos los productos del mar, y para esto, la ciudad más avanzada en toda la península era Ensenada. Es más, todavía hablamos de las perlas de La Paz, que algunas adornan la testa coronada de la reina de Inglaterra, de buzos y de cosas, de los piratas que entraban, todo eso. Y después, repito, la segunda, el ingreso de la riqueza natural, especies muy signifi -cativas, singulares para el mundo en Baja California.

Tercero, nuestros pescadores recibieron educación de los más expertos del mun-do, puesto que los buenos trabajaban en barcos atuneros o de pesca japoneses y portugueses. Entonces esta gente aprendió mucho con ellos e infl uyeron en opinio-nes, infl uyeron con dinero. Con mucha signifi cancia, la actividad de la pesca fue muy importante. Después viene una política nacional de la marcha hacia el mar generada por el presidente de la república Adolfo Ruiz Cortines, que ya había sido prevista, inclusive por el general Sánchez Taboada, pero quien la programó en su gestión fue Ruiz Cortines. Recuerde usted que la Universidad inicia poco después o casi al término de la gestión del señor Ruiz Cortines.

Otro factor fue el de la regionalización de las universidades en el país. En aquel entonces la Presidencia de la República aprobó un proyecto de la ANUIES en el sentido de regionalizar en cinco o seis zonas a la república mexicana para que estas tuviesen complementariamente las escuelas profesionales necesarias para esa región y no duplicar esfuerzos, no repetir escuelas. Entonces consi-deramos que Baja California, por las condiciones geográfi cas y físicas, podría singularizarse con una Escuela de Ciencias Marinas.

El otro factor, la idea que ya cambiaba, aparte de la que yo tenía de la Escuela de Ciencias Marinas, era que siempre se insistía en la Escuela de Ciencias Marinas, el propio Comité Estatal Pro-Universidad hablaba de la Escuela de Ciencias Marinas, antes de formarse el comité se hablaba de una escuela de pesca. Tal vez, no sé, si a nivel de Tijuana o de Ensenada pudiese haber infl uido Scripps; pero no creo, no creo, Scripps era Scripps, estaba muy aparte.

En esa época hubo también serios problemas con el abulón y con el sargazo, y aunado a ellos salieron a la luz pública problemas que estaban lesionando la riqueza de Baja California, y se habló de técnicas, y de técnicos y de expertos, esto fortaleció la idea de la creación de Ciencias Marinas. El hecho es importante, era cómo formarlo. En la república mexicana no existían oceanólogos, no había oceanógrafos; había físicos, gente de ingeniería hidráulica pero dedicadas a otras actividades, no estaban en eso. Físicos que trabajaban allá, no sé qué actividad tuviesen junto al mar, busqué gente que pudiese dedicarse a esta actividad y dentro de la misma ANUIES pedimos información, pedimos ayuda.

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Otro aspecto: escoger una persona. Se hizo a través de una comunicación personal, familiar. La cuñada del que vino a ser director de Ciencias Marinas, muy amiga de la casa, en la ciudad de México, le platicó a mi hermana que su cuñado acababa de regresar de Scripps, había ido a hacer un curso de biología marina enviado por el Poli-técnico, ya que él era biólogo de esa institución. Hablé con esta persona un sábado en la tarde, y en ese sábado de las 5 de la tarde a las 4 de la mañana en casa de él, en las calles de Agricultura en Tacubaya, allí se entusiasmó, platicamos y me prometió venir en una semana para hacer la Escuela de Ciencias Marinas; a la semana vino, le avisé yo al doctor Aubanel, el doctor Aubanel me hizo el favor de trasladarlo en el avión, recibirlo con muy buena atención en Tijuana y mandarlo a Ensenada, donde yo estaba esperándolo para ver la situación. Para esto, ya se había platicado en Ensenada de estas gestiones, y había interesado yo a Gabriel Ferrer y él muy entusiasta, sin decirme nada, aprovechando un galerón (así le llamamos) enorme adjunto a la Escuela Preparatoria (que fue el edifi cio que nos donó el Club Rotario de Ensenada para hacer la Escuela Preparatoria), ese galerón estaba desocupado, así que se hicieron unas divisiones para instalar la escuela. No me acuerdo si le dije que lo hiciera o no lo hiciera, pero él se aventó a esa idea, y conjuntamente con un señor que fue maestro técnico de la escuela, que era contratista y muy hábil para hacer las cosas, nos dio todo el material y el tra-bajo. Cuando llegó Pedro Mercado, la sorpresa fue para ambos, para mí, que vi que ya había las divisiones, tabiques, donde iba a estar la dirección, los salones, y para Pedro Mercado también, pues yo le había dicho que no teníamos nada.

Se animó, vio, programó, se quedó; vamos a crear la escuela como instituto; la iniciamos al empezar el año lectivo en septiembre. Entonces se creó el Instituto de Ciencias Oceanográfi cas en Ensenada primero en ese lugar y en septiembre iniciaron los cursos. Periodo que usamos para escribir a toda la gente que nos pudiera ayudar, a hacer gestiones a Florida, a Scripps, nos orientaron muy entusiasmados, pues la idea que teníamos era de formar biólogos con botas y un biólogo con un laboratorio enorme que era el mar y que fueran prácticos. Estaban muy entusiasmados porque la división que ellos tenían en sus institutos y centros de investigación era biología marina, y nosotros teníamos el oceanólgo, por eso de ahí nació la palabra oceanólgo, no que naciera, sino que la conformamos y le dimos la interpretación de oceanólogo. Oceanógrafo físico que se refi ere exclusivamente a las cosas físicas del mar y el bió-logo marino, en cambio, el oceanólogo comprendía varias áreas.

Y así, hay mucho detalles, qué soluciones se tomaron, qué pasó cuando fuimos a México por aquella ayuda. No nos dieron la ayuda que queríamos, nos dijeron que mejor nos apoyásemos en Scripps. Hablamos con la UNESCO. La UNESCO nos dio un apoyo y apareció una publicación de prensa de Excélsior a ocho columnas primera plana, que la Escuela de Ciencias Marinas iba a ser para Ensenada. Y entonces se encargaba la parte de la ONU para la alimentación y la agricultura, la FAO. Sánchez… no me acuerdo del nombre, segundo apellido, él habló con nosotros y nos dijo que México tenía interés en formar el Instituto Oceanográfi co en la ciudad de México.

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¿En la ciudad de México?Así es. Esa fue una de las cosas que fue el enredo de ese momento para la formación

de la Escuela de Ciencias Marinas.La Junta de Gobierno estuvo de acuerdo, puesto que ya campeada esa idea de la

Escuela de Ciencias Marinas. Yo tenía la tarea de buscar a la gente idónea. Afortunada-mente, siempre Ensenada ha tenido gente bastante signifi cada, yo siempre le he llama-do la Atenas de Baja California. El único geólogo estaba ahí, el único fi sicomatemático estaba ahí, el único ingeniero químico estaba ahí, el único técnico de pesca estaba ahí; pues ahí debía estar ¿no? Entonces comenzamos a buscar otra gente interesada que pu-diera coadyuvar con nosotros en la tarea de la docencia, y se encontró gente dedicada y con disciplina. La escuela fue muy disciplinada, tan es así, que cuando se hizo el primer Consejo Universitario al que acudieron los estudiantes de Ciencias Marinas, cuando llegaron ellos todos preguntaban que si eran monaguillos o de qué seminario venían,

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porque venían con corbata y traje, no sé, y con muy buenas expresiones, muy sesudos, muy serenos, me dieron muy buena impresión. Los maestros igual, no se permitían au-sencias, no se permitían retardos; mucho muy juiciosa, muy rígida la disciplina. Aparte de las materias propias de la carrera, estudiaban, matemáticas, biología, zoología, físi-ca, química, diversas materias que ayudasen en actividades como navegación, como metodología, como buceo, nave de buceo, era completo.

¿Recuerda usted cuántos alumnos se anotaron?Seis iniciaron, cuatro se recibieron, y los cuatro están bien colocados.Y se hizo alguna campaña de sensibilización hacia la población para explicar el ob-

jetivo de la Escuela de Ciencias Marinas.Tan es así, que las únicas publicaciones que se autorizaron por el precario y limitado

presupuesto fueron dos, destinadas a la asistencia de la Escuela a Puerto Rico, a Perú, a Estados Unidos; se hizo el Congreso Nacional de Oceanografía; se invitó a personalidades, al presidente de la república, licenciado Adolfo López Mateos, al gobernador del estado, a Jaime Torres Bodet, para que conociesen la Escuela, y se le dio publicidad en los periódicos. Se dieron conferencias y pláticas en algunos clubes de servicio sobre la Escuela de Ciencias Marinas. Me consta que Ensenada estaba muy orgullosa de todo ese tipo de publicidad.

Nosotros no queríamos hacer una escuela que produjese masivamente profe-sionistas del estado, porque aparte de que no podíamos preparar 100 técnicos, 100 oceanólogos del estado, sino los que necesitase la propia industria. Pero también aquellos que pudiesen ser necesitados en otros estados, sobre todo ribereños: Sonora, Sinaloa, Nayarit, Yucatán, Veracruz, Tamaulipas, Tabasco, Guerrero Oaxaca, que tienen costas.

¿Hay más escuelas de ciencias marinas en México o esta es la única?Bueno, esta fue la primera escuela, después aparecieron otras, fue una discusión, en Guay-

mas, el Tecnológico de Monterrey puso una extensión, pero era para producto del mar. Después apareció una escuela de pesca, práctica de pesca, allá en Veracruz. Posterior-mente vinieron otras, creo que hay cuatro, cinco o seis, no lo sé; es defecto, se duplican, se duplican, se duplican, cuando una puede ser sufi ciente y no formar seis.

Nosotros pudimos recibir alumnos, comenzamos a recibirlos de diferentes par-tes de la república, bastantes alumnos, y lo más importante fue que recibimos de la América del Sur, alumnos de Colombia, de Venezuela y de otros países.

¿Venían becados por sus países?Trascendió la calidad de la Escuela más allá de las fronteras del país aparte de las

del estado.Científi camente y técnicamente, ¿si usted tuviera que decir cuál de las dos escuelas,

si Ciencias Marinas o Pedagogía estaba sólidamente constituida, ¿por cuál de las dos se inclinaría?

Ciencias Marinas.Ciencias Marinas, sí, la impresión que tengo, no sé si es correcta.

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Bueno, hay una razón, digo, es más preciso, es más exacto la ciencia que la hu-manística, yo puedo decidir el avance más fácil, es más objetiva, hay duda en algunos aspectos, hay desasociación de ideas o ideologías diferentes que pueden confundir lo que es un avance.

Sí, pero la impresión que tengo, corríjame si es equivocada, la Escuela de Pedagogía surge de la necesidad de formar maestros, hay necesidad de formar catedráticos, pero al mismo tiempo surge medio improvisada en el sentido de que se cuenta con gente capacitada del estado que pudiera servir para ese fi n, quizá no grandes pedagogos ni grandes didácticos o gente especializada en el ramo sino empíricamente relacionada con esas disciplinas, en cambio, para la Escuela de Ciencias Marinas el surgimiento se ve un poco más claro, es decir, hay todo un estudio, al menos como lo planteó usted ahora, yo lo que le pido es que usted lo plantee para que quede dicho con sus palabras.

Bueno. Se puede decir esto: Era más fácil encontrar un maestro que un biólogo marino. Biólogos marinos había tres en el país, y maestros muy buenos hay muchos, mediocres hay más todavía y malos, pues no quiero decir que sean malos, pero los hay. Entonces había más recursos de dónde poderles enseñar. Es una de las cosas que nos hace pensar que fuésemos más rigoristas en la escuela. Una situación es que el director fue rigorista y tenía una disciplina de investigador científi ca, era metodólogo de la investigación. En ciencias de la educación no existía eso, no había tanta precisión, es más elástico pero la intención fue de darle un rigor científi co igual, claro sí, con su técnica especial.

El director de la Escuela de Ciencias Marinas entonces era Pedro Mercado. Él des-pués cuando usted terminó su periodo de rector ¿continuó como director?

No. A mi término de rector él pasó a ocupar la Rectoría.¿Y quién fue director después?Gente propia de la escuela, que después de haber terminado la carrera fueron a obtener

maestrías y doctorados: primero Carlos de Alba Pérez y después Saúl Álvarez Borrego.Al ver todo el proceso de afuera sin conocer la médula, la escuela que da la impresión

de estar seriamente planteada, seriamente constituida y que alcanza los logros, o sea la que se ve como una escuela perteneciente a la Universidad, como una facul-tad es la de Ciencias Marinas. Dentro de todas es la que esta técnicamente mejor, e igualmente el nivel de los estudiantes.

Bueno, hay una idea. Digo, una escuela de ingeniería espacial, frente a una escuela de ingenieros civiles, vemos la de espacial más enorme, más grande, porque eso ya es mucha especialización de una investigación, de una actividad científi ca. Creo que por ahí va también, hay que ver, yo pienso, que una escuela de sociología puede ser tan científi camente rigorista o rigorista científi camente como la de ciencias marinas.

Es que es más fácil salirse en esas actividades en donde son tan subjetivas, es más fácil una idea. En ciencias una vez plasmada la idea,hay que demostrarla, ha-cer la hipótesis y comprobarla. Y no así está igual con esta, muy lógica, en cambio acá sí, así se dice, y como no hay todavía mucha metodología en investigación en otros campos que no sean los eminentemente científi cos…

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¿Cuáles fueron los aspectos o consideraciones que lo llevaron a determinar la creación de Economía y Administración? Hemos hablado de Ensenada como ciudad marítima, de Mexicali como un lugar donde las escuelas ligadas al agro podrían ser las más im-portantes de desarrollar, y luego usted comentó a grandes rasgos, que Tijuana era una ciudad muy comercial en aquel entonces, lo sigue siendo ¿no? y que entonces había mayor necesidad de una escuela de administración allá. Aparte de esas consideracio-nes ¿Hubo alguna presión por parte de la ciudad de Tijuana, de aquel dichoso grupito pro-universidad que había, que otras consideraciones podría mencionar?

Existía previamente una idea general de la creación de una escuela de contadores, Contabilidad se llamaba entonces, Administración le llaman ahora. Esa es una. La otra se debió a la comercialización tan intensa que existió en la zona de Ti-juana; pero había una situación muy especial para el desarrollo del estado, claro, no teníamos sociólogos, pero los economistas en esa formación que tuviesen que ser sociólogos, entonces consideramos que sin duplicar el personal administrati-vo pudiésemos constituir con una sola unidad dos carreras, contabilidad por una parte y por otra parte economía. Nuestra intención era más hacia la economía. Era más, pensábamos que la administración de empresas pudiese haber tenido éxito, pero nuestro interés era la economía.

El estado se estaba desarrollando irregularmente, no tenía planes propios de de-sarrollo, había trabajos del Banco de México y programas de México que a gran distancia se realizaban para el desarrollo del estado sin que hubiese actividad propia. Era necesario realizar un estudio demográfi co para soportar las necesidades de la creación de una escuela de contabilidad; decir con él en mano: este es el estudio, es lo que necesitamos, tenemos tantos años viendo y sintiendo cuál es el problema y no se resuelve con una fórmula hecha en la ciudad de México para aplicarse aquí, eso no lo vamos a hacer. Entonces había en la ciudad, y todavía, que formar economistas.

Primera reunión del Consejo Universitario en Mexicali. Sobresalen el licenciado Octavio Pérez Pazuengo, el profesor Francisco Barajas, el profesor Andrés Silva Vite, el ingeniero Julio Torres Coto. Atrás, el alumno Guadalupe González Rubio y el licenciado Enrique Priego Mendoza. 1962.

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El que no haya tenido éxito la escuela, desde mi punto de vista, fueron dos cosas. Una, que los campos de la economía estaban cerrados. Nuestra Escuela Nacional de Economía de México estaba marxisada, entonces había ciertos recelos contra los egresados de la Escuela de Economía, y su ubicación no podía ser más que den-tro del esquema gubernamental. Esa es una situación, y la otra, que por sí misma la escuela, los economistas, para ser economistas tenían que ser un tanto rebeldes y tenían que ser un tanto ideólogos, neoideólogos, neoprogresistas y traer corrientes un tanto raras. Eso hizo que la escuela no tuviese un desarrollo adecuado.

¿La escuela se mantuvo o fracasó?Se mantuvo. Tuvo dos épocas. Se mantuvo en tanto que la tuvimos con un solo director; a

esa escuela le anexamos un instituto de investigaciones socioeconómicas. Teníamos el problema de la zona libre, teníamos el problema del desarrollo de Tijuana, teníamos el desarrollo de la propiedad urbana, teníamos una serie de problemas muy serios. Y los economistas no supieron ver esos problemas; los campos a los cuales nos podíamos di-rigir se cerraron; es como lo que le pasó a los primeros egresados de Ciencias Marinas que fueron a pedirle a la Universidad que los colocara como si fuera bolsa de trabajo.

Estábamos con el problema de economía, de que mientras hubo un solo director es-tuvo bien, pero que cuando se le anexó…

Después la escuela creció un poco y dividió su ámbito de acción en dos escuelas: la Escuela de Contabilidad y Administración y la Escuela de Economía. Cada una con su director.

Allí empezaron los problemas.No. La escuela misma en sí, era una lucha con el poder, una lucha por tener di-

rector propio.¿Había muchos alumnos, doctor?En el estado, cuando se fundó la escuela, no había más que un economista, y un eco-

nomista de tres años, no economista de universidad de seis años.¿Y cómo hicieron con el plantel docente?Traerlo de fuera. Y entonces nos dirigimos al licenciado Hirales, economista, para la

creación de los institutos.Dos personas estaban preocupadas principalmente en esas fases iniciales de la

Universidad: el licenciado Braulio Maldonado Sández, gobernador del estado y el licenciado González Cordero presidente del Comité Pro-Universidad. Para buscar la orientación y con la experiencia de esta gente pudiésemos iniciar los primeros pasos de la Universidad, en tal virtud pues, se recurrió a este organismo único que existía en aquel entonces, aunque ya había dependencias de educación superior, la SEP tenía el Departamento de Enseñanza Superior e Investigación Científi ca, pero como departamento no tenía creada todavía una subsecretaría sino un depar-tamento, entonces buscó el asesoramiento de la ANUIES y la Asociación nos ayudó a instancias de las gestiones del licenciado González Cordero y la presión política del licenciado Maldonado para enviar unas personas aquí, que fueron el licenciado

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López Cámara, González Casanova, Ortega Martínez y Efrén del Pozo quienes acudieron a la ciudad de Mexicali, en 1958, para tener una reunión con el Comité Pro-Universidad, a la cual yo no asistí, pero posteriormente sí tuve oportunidad de platicar con ellos y viajar por el estado para ver la geografía, sociología de las diferentes poblaciones que existían y después de que se terminó de observar y ver algunos datos que tuviésemos, que no eran muchos sobre este respecto, sobre todo en educación, escolaridad, capacidad económica y capacidad docente, hubo cuatro puntos importantes que estas personas señalaron: Una era la de distribuir la Uni-versidad en los cuatro municipios, poniendo las instalaciones escolares adecuadas a las condiciones socioeconómicas y poder de desarrollo de cada municipio.

Otra recomendación fue que comenzáramos por crear institutos de investiga-ción; no solo íbamos a investigar los recursos, no solamente íbamos a investigar las posibilidades sino también a hacer un trabajo como parte de lo que es una uni-versidad moderna en investigación y que pudiéramos trabajar sin matrícula; pero ya existía un pie para formar una escuela posteriormente, ya con una tecnología aplicada a esa ciencia obtenida de esa investigación.

Nos propusieron regionalizar la educación, no solamente en relación con el propio estado sino con el resto del país, que no fuésemos a crear instalaciones que duplicasen su especie con nuestros vecinos, y la última recomendación fue que creásemos nuestros cuerpos y que nos iban a ayudar al desarrollo de la Universidad tanto en docencia como en la investigación como en difusión, sin llegar a establecer una reglamentación riguro-sa que no nos permitiese actuar, que con base en acuerdos pudiésemos ir formando la historia y la problemática para después llegar, cuando tuviésemos madurez sufi ciente, a crear las reglamentaciones propias de cada departamento, pero que sí era necesario que se constituyese un cuerpo para la realización técnica administrativa de la Universidad y de ahí pues la necesidad de que iniciásemos la investigación creándose el Instituto de Ciencias Marinas. Creamos el Instituto de Investigaciones Económicas de Tijuana, se pensaba crear el Instituto de Investigaciones Psicopedagógicas aquí en Mexicali y el de Agricultura que quedó sin consolidar, solo quedó en concepto nada más.

En lo que se refi ere al Departamento Escolar, este era un organismo que debería comenzar a establecer las normas generales para que la Universidad fuera un cuerpo único. Las escuelas se estaban manejando a través de los criterios de los directores de los diferentes institutos escolares que existían, no había norma general, muchas de las veces era sin conocimiento, con muy buenos deseos pero, había necesidad de buscar criterios básicos para revalidación de estudios porque nos constituiríamos en la mera frontera; con muchos estudiantes que en lugar de hacer su secundaria en Mexicali, la hacían en Estados Unidos (high school), y qué probabilidades tenían de revalidar esas materias como secundaria para poder cursar la preparatoria o inclusive de college para ingresar a escuelas profesionales. Por ello, era necesario establecer también algunos aspectos normativos. No podíamos crear un departamento de personal, un académico, un departamento administrativo; no había dinero, dentro de este Departamento Escolar,

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tampoco podíamos crear una sección de planifi cación específi ca y programación, para darle un cuerpo al Departamento Escolar teníamos que ver que fuese este el que se en-cargara del programa de materias, los planes de estudios, calendarios, asistencias de los maestros, el control de alumnos y califi caciones, derechos para examen, derechos para pago, etcétera. De ahí salió la idea de que en la primera sesión del Consejo Universita-rio tuviésemos ya organizado esto, pudiésemos ver, establecer o presentar proyectos de reglamentos básicos, que eran muy importantes; el reglamento de pagos, el reglamento de inscripciones y el reglamento de control estudiantil y el reglamento de exámenes fueron los principales reglamentos con los que iniciamos el trabajo con el Consejo.

En lo que se refi ere a difusión cultural, la Universidad estaba aislada, algunas ve-ces en la prensa se hablaba negativamente, otras veces, positivamente, por la bondad de algunos periodistas, se sacaba como noticia la llegada del rector de la Universidad de Baja California, decir que había ido uno a México a conseguir un subsidio, que se había obtenido una promesa, esas eran las noticias. Entonces teníamos que fi jar la presencia física de la Universidad ¿a través de qué? pues, de los pocos recursos con que contábamos, buscamos a la gente adecuada con mucho interés, el licenciado Pi-ñera tenía a la vez vocación y facilidad para estos aspectos, se dieron: exposición de pintura, pequeños congresos, actos cívicos, conferencias, y a gastar el poquito dinero que había y no solo a gastar para darle difusión, sino buscar publicación, si no llegá-bamos a un nivel popular, cuando menos a un nivel intelectual más elevado a través de una revista que se sacó, o a través de sacudir a la población estudiantil (primarias y preparatoria) para que tuviera interés en las cosas estéticas. Creíamos que este paso era urgente y creo que fue valiosa la colaboración de este departamento con el licen-ciado Piñera puesto que las noticias que más empezaron a publicarse fueron las del aspecto de las actividades culturales y las iniciamos tanto en Tijuana, en Mexicali, en Ensenada y en Tecate, así como en el valle, con una serie de incomodidades y sacri-fi cios, pero se hacían algunas veces con el teatro lleno, otras veces con teatro vacío; se organizaron concursos de pintura, etcétera.

Esto le dio una proyección a la Universidad dentro del campo de la cultura de Baja California y hubo respuestas bastante buenas, pues se nos acercaron grupos para proponernos creaciones de ciertas escuelas, talleres que ellos consideraban convenientes. Comenzaron a solicitar patrocinio de la Universidad para algún acto cultural, empezaron a buscar a la Universidad en alguna forma. Esto responde al porqué se fundó el Departamento de Difusión Cultural.

¿A parte de los fondos que procuraban los estudiantes, la Universidad le daba fondos al Departamento de Difusión Cultural?

Sí, en aquel entonces la Universidad no contaba más que con dos tipos de teatros. Se es-tableció una cuota mínima, es decir, un pequeño programa de pagos de la Universidad, derecho por revalidación de estudios, derecho por realización de estudios, derecho por exámenes ordinarios y extraordinarios, derecho por exámenes a título de sufi ciencia y por colegiaturas; pusimos como colegiaturas $30.00 (treinta pesos 00/100 M.N.) que

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era lo que se pagaba en aquel entonces, menos de lo que se pagaba en escuelas priva-das, más el subsidio del estado que en ese año de 1959 fue parcial, una cantidad de $550 000 pesos.

Para 1960 se presentó un proyecto más elaborado, ya con gastos de estos departa-mentos y se nos entregaba por partidas, entonces sí había gastos generales y después el gobierno nos entregaba esas partidas; veíamos ciertas posibilidades, pero limitadas. El licenciado Piñera, por ejemplo, conseguía vehículos prestados para transportar las pin-turas, los cuadros, o pianos, o algunos objetos que se necesitasen para proporcionar al-guna exposición en Tecate, Tijuana, Ensenada; él buscaba quién le prestara un camión, es más, él manejó una vez y chocó en La Rumorosa, y llegó a las tres de la mañana a mi casa para darme el reporte de que había chocado y que tenía por allá el camión con las pinturas, que temía que le robaran. Dijo que el carro venía muy de prisa y que se le apagaron las luces. Conociéndolo, y sabiendo que él no conocía el auto, pues no era de él, tal vez movió el botón de la luces. Era un camioncito. Hay por ahí un recibo fi rmado por Raúl Cuevas, un estudiante, que recibió $30.00 (treinta pesos) para el traslado de un piano a la ciudad de Ensenada, que era alguien que comenzó a interesarse también en difusión cultural. Comenzaron a interesarse estudiantes, sin pago, nomás por vocación, otros por interés, otros por estar, otros por ayudar, otros por recibir un reconocimiento moral de sus acciones comenzaron a incorporarse a la Universidad. En el aspecto de la difusión, creo que era más fácil que incorporarse a la investigación.

Ceremonia de colocación de la primera piedra de la Escuela Preparatoria de Tijuana. El ingeniero Eligio Esquivel, de pie, acompañado, a su derecha, del doctor Santos Silva Cota, licenciado Rafael

Soto Gil y el presidente de la Junta de Gobierno, Gustavo Aubanel Vallejo. 1962.

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Claro, así que entonces básicamente el Departamento de Difusión organizaba expo-siciones de arte; publicó las revistas esas que yo vi, la uno, dos, tres, cuatro.

Un boletín informativo. ¿No lo ha visto?, una hojita mimeografi ada con actividades, conferencias teatro, orquesta de cámara.

Ah sí, con músicos ¿de dónde?Con músicos de aquí. El profesor Argote, uno de ellos. No recuerdo cómo se llama

un señor de El Centro, Ca. y el Lic. Vidales, notario público de aquí de Mexicali, vive aquí, pianista, violinista. Dimos varias audiciones, el grupo de cámara de la Universidad Autónoma de Baja California, y ellos no cobraban.

¿En donde se presentaban?En Mexicali, en el Teatro del Seguro Social. Cuando se presentaban en Ensenada lo

hacían en el auditorio que teníamos en Ensenada en Ciencias Marinas, un auditorio que improvisamos, era un galerón, en la Cámara de Comercio en Tijuana, en la Cá-mara de la Industria de la Transformación en Tijuana, en la Escuela Cuauhtémoc, en el teatro, ahí estaba la Universidad.

Cuando hacían exposiciones de arte, ¿eran pintores, escultores locales o venían tam-bién cosas de México?

Eran solo pintores de Baja California, es decir, que era una difusión regional funda-mentalmente. La única difusión que se hizo fue a través de la revista que cuando la distribuimos les pareció tan interesante que de otras partes de la república nos solicitaban ejemplares.

¿Que tiraje se hizo de la revista? ¿Lo recuerda?Creo que eran quinientos… no recuerdo.¿La vendían o la regalaban?La vendíamos. No recuerdo si a diez pesos como colaboración, y si no había colabo-

ración: quédate con ella. Por ahí tengo un corte de caja que hace el director de la escuela Preparatoria de Ensenada sobre cuarenta revistas que le entregó el profesor Vizcaíno quien colaboró mucho en la revista, las llevó a consignación y el director solo pudo vender veinte, y ¿qué se haría con las otra veinte? Esta fue una etapa muy gratifi cante porque comenzó a haber eco con esta actividad, todavía no creían muchos estudiantes sino muchos emigraban a otras partes de la república a estudiar la preparatoria, y consecuentemente estudios profesionales.

En aquel entonces (1960-1961), el campo de las diferentes disciplinas escogidas por los estudiantes estaba muy reducido, las cuatro famosas básicas: derecho, me-dicina, ingeniería, creo que eran las tres liberales que existían, como no teníamos ni medicina, derecho, ni teníamos ingeniería, los estudiantes emigraban, pero sobre todo por las dos primeras: derecho y medicina. Después vienen una serie de cosas, desarrollo del país, nuevas disciplinas, se abren muchos campos. En ese tiempo en Baja California todavía las escuelas no tenían el número de estudiantes del sexo masculino igual al de estudiantes del sexo femenino. Actualmente, aquí en la Es-cuela de Medicina casi 50% es de hombres y otro 50% de mujeres, lo mismo es en

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Tijuana, antes 80% del alumnado era del sexo masculino, aun en las preparatorias. Pero fue una época muy gratifi cante. En ese tiempo hubo necesidad de precipitar un tanto el crecimiento de la Universidad en creer que pudiéramos suplir muchas insufi ciencias con calidad humana, con esfuerzo, con entusiasmo, con sacrifi cio. Y porque veíamos que nuestra Universidad estaba corriendo contra el tiempo.

La ayuda federal a las universidades estaba encausada a las que tenían mayor desarrollo y, que por necesidades propias, por su propia magnitud, sus problemas eran más grandes, las ayudas ordinarias y extraordinarias federales las dirigían a esas universidades, y como nosotros estábamos conformados por preparatorias se nos limitaba la ayuda, así se dijo en una reunión de la ANUIES. ¿Por qué la Asociación va a ayudar a la Universidad si no está organizada administrativa y técnicamente? Tam-poco inventamos, buscamos asesoría. Muchas actividades ahora son de la respon-sabilidad de algún departamento con algún nombre diferente pero que se hacían las actividades más modestamente por un departamento que era polivalente. Por ejem-plo, el Departamento Escolar que manejaba personal y el Departamento de Bienestar Estudiantil, así como otras actividades, revalidación, pagos y demás.

¿Observó cambios, doctor, a partir del programa que se comienza a realizar a través del Departamento de Difusión Cultural, cambios en la población, cambios hacia la postura que tenía de la Universidad?

Sí, por eso digo que fue gratifi cante este momento, porque hubo eco, comenzaron gru-pos, gente que cultivaba algunos aspectos de las bellas artes, técnicas, artesanías, se acercaron a nosotros para que se creasen algunas instituciones que desarrollasen sus propias facultades; darnos consejos, ayudarnos, decirnos, publicaciones en la prensa.

En ese momento, en la estructura del gobierno de Estado, ¿existía alguna dependen-cia que se dedicara a la promoción cultural, o eran ustedes solos?

En la parte inicial todavía no creada, ya estaba el Departamento de Acción Cultural, de Asuntos Culturales, que en sus efectos ya había una ley, la Ley Orgánica de Educación del Estado establecía algunos aspectos de esta cuestión, pero todos se hacían muy escolares, muy dentro de la escuela.

¿No hacia el público en general?Solo en aquellos casos de fi estas cívicas. Nosotros no hacíamos programas; si se presen-

taba algún problema, lo resolvíamos o nos concentrabamos en proyectar otra situación.¿Participaba la comunidad en exposiciones o eventos que se programaban, o era

únicamente para la población estudiantil?A todo el público se le invitaba a través de la prensa, a través de invitaciones especia-

les por escrito, de las amistades que tuviéramos, aunque se gastaba un poquito de dinero, pero lo teníamos que gastar.

Entonces, en gran medida fue el precursor en cuanto a difusión cultural en línea ge-neral y específi camente también en Universidad.

El Departamento Escolar empezó a crear dentro del estudiantado una seriedad, ya no era lo mismo “ir con el director a que me arreglen esto” o ir con el maestro, era ir

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con un funcionario de la Universidad, fuera del aula a donde tenía que acudir para resolverle un problema, donde había que hacer un trámite, donde había que hacer una serie de documentos que presentar, en donde empezó a verse que la Universi-dad no era solamente recaudo de califi caciones, sino que empezaron a verse otras acciones que le daban más seriedad.

De los recursos económicos, con los que contaba la Universidad, ya habíamos ha-blado cómo se administraban y de la forma en que se trabajaba. ¿Qué más puede contarme sobre la estructura administrativa de la Universidad?

En ese entonces, como había un presupuesto de un millón seis mil pesos, que fue lo que se aprobó en 1960, junto con el tesorero de ese tiempo, Francisco Zárate, y el recaudador acordaron que la Tesorería manejase y qué nómina se pagara. No se llevaba contabilidad, más que la contabilidad nuestra de lo que ingresaba por el Departamento Escolar, lo demás lo manejaba Tesorería.

¿Habrá un documento? ¿O recuerda usted más o menos?En 1959 no teníamos más que dos escuelas y no hacíamos más que multiplicar el nú-

mero de estudiantes por 30 y por 12 para tener los ingresos, como 12 000 pesos en prepa Mexicali y como 2 000 pesos en la Preparatoria Ensenada, anuales. Esto fue subiendo a medida que aumentaron la matrículas por las escuelas profesionales; no recuerdo, pero por ahí esta el ingreso que hubo para 1964, calculado sobre matrícu-las, sobre exámenes y colegiaturas, quitando sobre desertores; todo era calculado, no era exacto porque no había becas o condonaciones de pago.

Segunda reunión del Consejo Universitario en Tijuana. Sobresalen: doctor Pedro Mercado Sánchez, profesor Víctor Manuel Espinoza Velveta, licenciado Edmundo Guajardo J. (en uso de la voz), profesor Maldonado Tapia

y arquitecto Marco Aurelio Sandoval. 1962.

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Las becas se daban por la Universidad o por el gobierno del estado; la Universi-dad las obtenía a través de una petición y con las califi caciones de los estudiantes la Universidad declaraba exento el pago al alumno. Al fi nal de año la deuda la pagaba, si no se estaba al corriente de los pagos, no se aplicaban exámenes. Les hacíamos un arreglo personal para ver si podían pagar 50% o qué cantidad.

¿Los treinta pesos eran mensuales o anuales?Mensuales. Las materias se cursaban por semestres, por cuatrimestres; anuales de

septiembre a junio: nueve meses. Ingresábamos al día 10 o 12, como no había refrigeración se tenía que buscar la forma (sobre todo aquí en Mexicali); teníamos que buscar una fecha más fresca. Casi siempre los días 13, 14 y 15 de septiembre eran calurosos. Tanto en la Escuela de Pedagogía como en la de Ciencias Marinas teníamos refrigeración en el recinto.

Un ingreso para todas. Bueno, yo creo que entonces pasamos a cómo o qué relación tenía usted como rector con ANUIES.

La ANUIES se fortaleció bastante en el tiempo del licenciado Adolfo López Mateos como presidente de la república, era un organismo que tenía trabajando como des-de 1950, no recuerdo, pero en 1959 o 1960 empezó a fortalecerse con el interés que pusieron en ella tanto el licenciado López Mateos como don Jaime Torres Bodet, y también con la ayuda del ingeniero Víctor Bravo Ahúja de la Subsecretaría de Educación Superior.

La primera ayuda por la relación la tuvo el licenciado González Cordero, yo tuve la segunda, y a partir de esa fecha busqué la manera de incorporarme con ellos. Recibí la simpatía y la asesoría; la ANUIES, en aquel entonces, contaba con un consejo, había una asamblea, había un presidente de asamblea y un secretario general permanente. Este tenía dos secretarios auxiliares y su personal administrativo que en ese tiempo estaba formado por ocho personas, siete porque el secretario auxiliar del secretario general de la ANUIES ayudaba por las tardes, trabajaban en un local en donde estaba Radio Univer-sidad, con un espacio de 200 m2, era el espacio que tenían con pasillos y salas de espera. Mi actuación fue la de buscar la simpatía y la asesoría, estudiar los problemas junto con ellos. Los problemas los discutíamos tanto con los auxiliares como con el secretario general, con el cual cultivé una amistad muy grande, con el presidente de asamblea y con otros rectores, que algunas veces coincidíamos en reuniones nacionales, otras veces en viajes que hacíamos, otras en reuniones regionales; hablamos de llevar una hermandad, porque todos estábamos con un apremio económico. Mi relación fue muy buena, yo siempre pugnaba por la permanencia en la ANUIES porque ayudar al trabajo de ellos ayudaba a contar, ayudaba a cuadricular; discutíamos algunos criterios. El mis-mo licenciado Ortega Martínez me invitaba a comer a su casa (a mí me convenía, me ahorraba la comida), discutíamos sobre universidades. Yo ayudé, pues, técnicamente, pero me adueñé de mucha información necesaria para la Universidad.

Estas reuniones me servían para enterarme cómo le hacían otras universidades en sus problemas, cuáles difi cultades enfrentaban; vi la forma de presentar los

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nuestros, vi la forma de cuantifi car cuáles datos estadísticos eran los más impor-tantes para que estuviésemos en oportunidad, con nuestra información, de mos-trar nuestra población total a la Secretaría de la Presidencia o a la Secretaría de Educación para solicitar la aprobación de los subsidios. Así es que asistí a varias reuniones tanto al Estado de México como a Hidalgo, San Luis Potosí y Zacatecas, a algunos actos universitarios. Me acuerdo del aniversario del Instituto de Ciencias y Artes, 50 o 100 años, en el estado de Zacatecas, actualmente Universidad.

Acudí al acto al cual iba a asistir el presidente de la república, en la víspe-ra varias universidades invitadas, junto con el licenciado Ortega Martínez, un secretario auxiliar técnico, el rector del Instituto de Zacatecas y yo estuvimos acomodando las sillas del presídium, el procenio, el escenario, el lunetario; y una cosa muy importante, el recinto era un edifi cio viejo, era un exconvento. El escenario estaba enfrente, había un lugar como foso para los músicos que parecía cueva o gruta, muy feo. ¿Cómo podríamos tapar eso? El licenciado Ortega Mar-tínez sacó dinero de su bolsa y mandó comprar tela de cielo, es una tela muy del-gada; entonces nos pusimos a clavarla, todavía no teníamos idea, de cómo tapar ese hueco. Entonces mandó a un chofer de la Universidad a que fuese a comprar al mercado (y sacó dinero) todas las fl ores que encontrara. Trajo fl ores y empe-zamos a hacer la selección de fl ores y a pegarlas en la manta de cielo. No tengo foto, pero se veía precioso. En ese acto, en ese momento, cuando estábamos tra-bajando, el rector de la Universidad, una persona muy fi na decía que cómo yo, un rector invitado estaba haciendo ese tipo de labores, que me mandara al hotel, que no debía de hacer aquello, que yo era invitado, “esto no es para él”. No teníamos personal, las ideas brotaban, había que hacerlo: Y él respondió: “que aprenda, que aprenda”. Esa era la convivencia que teníamos, una verdadera hermandad. Esa Asociación estuvo viviendo mucho tiempo en ese aspecto.

El licenciado Ortega que además se cultivaba, había viajado mucho por la re-pública, por América del Sur y por Europa. Había asistido a muchos actos univer-sitarios y sabía el cambio de bola de birrete y sabía sobre colores de las togas y sabía las formas de abrir y cerrar una sesión, la forma de preguntar a un secretario sobre el quórum, la forma de responder todas esas cosas que son muy importantes; y estas otras cosas que aprendimos, y que da solemnidad a un acto universitario (también a tirar fl ores). Esas fueron mis relaciones con la Asociación de Univer-sidades. A través de Ortega Martínez nos pusimos en contacto, él nos acompañó a hablar con el ministro de Marina, Sermeño Araico, para la ayuda de la Escuela de Ciencias Marinas. Fuimos a hablar con el secretario de la Presidencia para la ayuda económica de la Universidad, a través de él tuvimos la incorporación a la SEP y también a través del licenciado Ortega Martínez, una amistad con el ingeniero Bra-vo Ahúja, nos puso en contacto con representantes de la FAO en México, nos puso en contacto con Adem Instituto de Investigaciones Químicas de la Universidad de México, es decir, a través de él y con mucho interés en la Universidad.

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Es decir que ¿el licenciado Ortega Martínez fue básico también para el desarrollo de las escuelas acá?

Creo que Ortega Martínez lo hacía en todas las universidades; sí lo vi hacerlo en Zacate-cas, lo vi hacerlo en Sonora, San Luis Potosí, Estado de México, él organizaba las co-midas, el menú, él organizaba la mesa, las mesas, él decía fulano de tal debe estar cerca del presidente para que hable y lo conozca porque hay que fortalecerlo, y lo hacía. A mí me puso delante del presidente nada más que “me dormí” y en el momento de sen-tarme me cambiaron de tarjeta. Llegamos a compenetrarnos tanto, a mí muchas veces me ponían a revisar ofi cios, a revisar comunicaciones importantes, criticar cuando el nombre del rector les iba a platicar alguna gente o iba a decir algún discurso a ver cuál era el pensamiento de la ANUIES. Yo era de la gente que hablaba, revisaba discursos, y lo que peor, me decía que platicase con el ponente y lo hiciese cambiar de idea que era más triste todavía, puros problemas, yo percibí resentimientos.

Para redondear lo de la ANUIES. ¿La relación a través suya generó algo directamente en la Universidad, aparte de los apoyos que se lograron por los contactos con ellos? o ¿tuvo una injerencia directa dentro de la UABC?

Visita del presidente Adolfo López Mateos a la Escuela de Ciencias Marinas en Ensenada. A la derecha del presidente, Santos Silva Cota y a la izquierda Pedro Mercado, director de la escuela. 1963.

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Desde luego, él estuvo varias veces aquí en la UABC visitando las universidades como secretario general cuando no estaba el presidente de asamblea. Esto apoyó a la Universidad frente al gobernador en algunas acciones de formación de escuelas. Apoyó a la Universidad invitando y presionando para que nos acompañase en al-gunos actos universitarios; él no podía disponer de dinero, él tenía que ayudar, no manejaba dinero más que otros gastos que nada más les prestaba el gobierno a la Universidad y, en mi opinión, sí fueron apoyos muy directos.

¿Hubo apoyo académico también?Dos veces mandó rectores a conferencias. No existía todavía el apoyo académico interuni-

versitario, creo que hasta 1963 ya hubo una partida por parte del gobierno federal para ello, cosa que no pudimos o no planeamos o no quisimos, no sé, buscar ese respaldo.

Doctor, hemos hablado a grandes rasgos sobre la actitud del régimen del gobernador Esquivel hacia la Universidad ¿quisiera usted redundar respecto a ello?

Desde luego. Al iniciarse el régimen del ingeniero Esquivel había la idea, de políticos más que de universitarios, de que se iba a cambiar toda la administración, inclusive la de la Universidad, y dentro de la misma Junta de Gobierno se pensaba eso, con todo respeto hacia mi persona, se planteó a la Junta de Gobierno la posibilidad de ver un cambio y nombrar a alguien más, aparentemente más idóneo a las políticas que se suponía tenía el ingeniero Esquivel, es que él era una persona brusca en el trato, pero tenía una sensi-bilidad muy especial por las cosas, por las matemáticas, por la literatura, por la poesía; que mucha gente no conocía esta parte de él, era deportista, muy campechano.

El primer encuentro que tuve con él fue cuando tenía que presentar el presupuesto de ingresos y egresos de la Universidad. Busqué su ayuda y, como dije una vez, me recibió de una manera muy formal, muy seria; discutimos, hablamos, no como amigos ni como enemigos, sino de manera cordial. Vio todo el problema de la Universidad. Lo vio lógico, claro, lo vio realista y aprobó todos los presupuestos que yo le presenté.

Eso sucedió cuando fue a Tecate.Exactamente, de ahí comencé a actuar junto a él pero se vino la posibilidad de cambio po-

lítico y hubo gente que intervino agitando, y crearon un problema dentro de la Univer-sidad. Le plantearon al ingeniero Esquivel el problema de la Universidad. Entonces él contesta: “Yo no tengo nada que ver con la Universidad. La Universidad es autónoma y si tienen problemas vean al rector”. Esto fue una muestra de respeto a la autonomía universitaria, además, me dio mucho apoyo. Sentí que en esos momentos asumía una doble responsabilidad frente a una persona que, primero, responde ante un político del estado; segundo, la misma responsabilidad que yo tenía dentro de la Universidad. Se resolvió el problema afortunadamente bien, gracias a las facilidades que me proporcio-nó el gobernador en cuanto a accesos, en cuanto a asesoramientos y demás pláticas que tuvimos con toda libertad para tener yo casi puerta abierta con ellos.

Discutimos varias cosas de la Universidad, hablamos de algunos proyectos que él tenía; le enseñé lo que se estaba haciendo. Nunca se pensó, ni él me dijo sobre la apertura de una escuela de ingeniería, pero sí tenía la intención de ayudar

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a la Universidad, en buscar el apoyo para la Universidad. Aumentó el subsidio del siguiente año, era más, en esa ocasión me dijo que pudiésemos pensar en que ya que el gobierno es el único que otorga el subsidio, que la Universidad se hiciese estatal. Fue cuando le dije: “conste que la autonomía ya ganada no debe perderse”, y él me dio la razón. Nos permitió que dentro del informe de gobierno en un capítulo especial no solamente se mencionase la partida que en el ramo de educación se otorgaba a la Universidad como subsidio, sino cuáles eran las actividades de la Universidad en respuesta a ese subsidio. Si nosotros recibimos dinero del pueblo a través del gobierno pues sería lógico que explicásemos al gobierno lo que estábamos haciendo con el dinero que manejaba del pueblo. Eso nos pareció muy bueno porque le dio importancia a la Universidad, fi jó políticas para la Universidad, respetó la autonomía, la libertad de cátedra.

Tenía amistad con varias personas de la Junta de Gobierno: López Zamora, Ber-múdez Alegría, Santiago Garín, muy amigos, y estaba muy empapado con las co-sas universitarias. Yo estuve cerca de él; cuando venían rectores yo los llevaba de visita con él, sin perder la autonomía ni decidir en las cosas, siempre dándole su lugar. Fue invitado nuestro, él nos invitó a un banquete como universitarios, noso-tros lo invitamos a otro banquete como universitarios; nos sentamos cerca de don Jaime Torres Bodet y ahí me di cuenta de su gusto por la poesía, puesto que siendo un poeta don Jaime Torres Bodet, la tertulia que hubo entre los dos fue maravillosa. Estuve escuchando tanto al ingeniero Eligio Esquivel como a Torres Bodet.

En ese acto no iba a hablar don Jaime Torres Bodet, todos querían que ha-blase pero él dijo que no lo haría porque estaba muy cansado. Le ofrecimos un banquete con pura comida local, con puro producto local, vino Santo Tomás, la comida de Ensenada, nada extranjero. El licenciado Piñera hizo la presen-tación, y estas fueron sus palabras: el doctor Jaime Torres Bodet, secretario de Educación Pública del estado, el ingeniero invitado de honor Eligio Esquivel Méndez, gobernador del estado, y después hizo una apología, cuando menos, un señalamiento geográfi co ligero, primero de su obra literaria de la poesía; lo presentó como ministro de Educación; y en eso pega un manazo don Jaime, yo estaba a un lado de él, a su izquierda. “No”, dijo inmediatamente, se contuvo y me toma del brazo y me dijo: “¿Me permite tomar la palabra señor rector?” “Pues sí, como no”. Entonces le hablé al licenciado Piñera: “va a hablar el li-cenciado Torres Bodet”, “¿cómo?”, “sí, va a hablar”.

La poesía se hace en cada acto del hombre que esté en donde esté, es belleza; es manejarla y estamos haciendo poesía, y siguió el discurso, no sé si Piñera lo tenga grabado; no lo grabamos pero fue muy bonito pues se encendió y le dio mucho in-terés a la reunión. El ingeniero Esquivel Méndez salió muy contento de la misma. Fueron momentos agradables, pues en ellos se escucha a gente muy sabia. Desgra-ciadamente, hubo otros problemas y no pudimos obtener del ingeniero Esquivel todo lo que era necesario porque estaba muy gastado en otras acciones.

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Sin embargo, estando en la ciudad de México me mandó buscar para dotar a las escuelas de dos laboratorios casi en vísperas de la inauguración. Quería hablar conmigo. Me invitó un café, un té y nos pusimos a platicar sobre la Universidad. Inició con estas palabras: “¿Qué quiere usted que haga a favor de la Universidad?” Entonces yo, le solicité que el terreno que era la ex antigua plaza de toros fuera to-talmente donado a la Universidad, junto con el parque Hidalgo que es donde están las lomitas, esas del zacatito. “Es suyo”, me dijo.

¿El parque Hidalgo es terreno de la Universidad?No, no lo fue. Yo lo quería, en aquel entonces. “¿Qué más?”, pues el subsidio,

que se aumentara de acuerdo con el proyecto que teníamos “¿40% está bien?, ¿qué más?”, pues que me dieran subsidio extraordinario por 140 000 pesos; lo necesitamos para terminar el año. Así fue. “¿Qué más?”, me dijo. Bueno mire, estamos haciendo una iniciativa federal, cuyos rendimientos puedan ser usados por la Universidad. Estamos viendo alguna zona costera alrededor del malecón, donde hay terrenos federales que pudiera usufructarlos la Universidad. “Le ayu-daremos. ¿Qué más? ¿Qué le parecería la Escuela de Arquitectura? ¿Qué le pa-recería el auditorio de Tijuana con su terreno aledaño?” Perfecto, ¿y va para la Universidad?, “sí, para la Universidad”. ¿Y qué le parecería si pusiéramos allí un planetario, cuesta un millón de pesos, en lugar de hacerlo de box y de gimnasio, lo vamos a hacer cultural, permanente, porque existía la idea de poner una expo-sición de reptiles de Baja California. Vamos a hacerlo mejor un planetario. Tengo un proyecto y un presupuesto, y he hablado con la CIA (SAI) de México.

Planetario para ver los astros.Como la cúpula era movible, podía quitarse y hacerse un acto público. Abajo podríamos

hacerlo. Y, como dijimos, nos vemos en Mexicali para legalizar todo. Perfecto. Me despedí de él el fi n semana antes de que él muriera. Lo único que pudo llevar a cabo, en aquel entonces, fue que se acatara la disposición de darle dinero a la Universidad, fue Kabande, el tesorero del estado. Una semana después, murió.

Me gustaría saber qué es lo que recuerda de cuando se hizo la convocatoria del con-curso del lema ofi cial de la Universidad, si usted tuvo acceso a los lemas que se habían propuesto, etcétera.

Le dije al licenciado David Piñera que necesitábamos un lema universitario adecuado a la época. Que pensase en eso, y con esa política y con ese criterio que se difundiera esa idea y que el jurado tomase en cuenta estos puntos de vista de lo que es la Universidad. Un lema al hombre, el nombre era lo básico tanto por el concepto de ciencia, predicción por el bienestar, como lo relacionado a la actividad cultural, las bellas artes y toda la expresión del hombre traducida del universo. Sí, pongamos al hombre como centro… eso es lo que yo puedo recordar. No tengo una gran memoria de qué tanta difusión hi-cimos, si lo publicamos en la prensa; no tengo recortes de esa convocatoria. El jurado estuvo integrado creo que por el ingeniero Valenzuela, no sé si el ingeniero Walther, un licenciado, un profesor y creo que era un médico, no se si fue Bermúdez Alegría.

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Detrás de esto había que pensar en el escudo, en sus colores, su signifi cado y tras el sentimiento y la razón actuales de la Universidad, porque nosotros habíamos nacido con principios extraños a la realidad de Baja California.

Doctor Santos, otro tema que me gustaría que abordara usted, es el de las huelgas y confl ictos en general, inevitables en toda universidad.

En esta comunidad universitaria inclusive en sus etapas iniciales, cuando poco se conocía qué era una universidad, cómo debía manejarse una universidad, tenía bastante infl uencia de gente que había cursado carreras universitarias, que había vivido movimientos políticos de cierta importancia en sus universidades de origen, e infl uyeron en lo respectivo a nuestra Universidad. El primer movimiento que se hizo aquí en la Universidad, que signifi có un paro de actividades, fue en 1960 aunque ya en 1959 había cierta inquietud, no en contra de la Universidad, sino cierta inquietud de los estudiantes en Ensenada que eran los que tenían problemas de estudio; pero, además, tenían inquietudes por problemas especiales y quisieron llevar a la Universidad a ese problema (problemas sociales ideológicos).

Talamantes, que ha destacado nacionalmente, fue alumno de la prepa de Ensenada y era una persona que producía ciertas inquietudes en las direcciones de escuelas. Yo me iba a platicar con él, para que viese que la Universidad apenas estaba empezando, que necesitaba de toda la ayuda y comprensión y evitar la agitación y, sobre todo, proble-mas o movimientos que pudieran dar al traste con esta fase inicial de la Universidad.

Miguel Gárate Velarde recibe el premio de manos del rector Santos Silva Cota, por el lema “Por la realización plena del

hombre”. 1964.

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Lo hizo, comprendió este muchacho, no terminó la prepa aquí, se fue a otra Univer-sidad, creo que a Michoacán; sin embargo, destacó que en ese momento había cierta inquietud en Tijuana por manifestarse; no habíamos incorporado ninguna escuela en Tijuana. Yo tenía contacto con los estudiantes de las escuelas preparatorias en Tijuana, y por supuesto que me interesaba porque la Universidad fundara escuela allí, sobre todo una escuela de derecho. Los estudiantes de Tijuana vinieron a Mexicali en un plan bastante mesurado. Los problemas, repito, fueron en 1960, con el cambio de gobierno, pensando que la Universidad estaba ligada políticamente a los cambios gubernamenta-les y que así como sucedían cambios a nivel de ofi cinas dependientes del ejecutivo del estado posiblemente también pudiera haber intereses de las autoridades de promover algún cambio con motivo de la estructuración de la Universidad, de haberse nombrado el secretario general de la misma, el Departamento Escolar y Extensión Universitaria.

Se suscitó el primer movimiento universitario, acusaban a las autoridades de que en lugar de fortalecer las preparatorias, que en lugar de aumentar los salarios, que en lugar de promover la construcción de las aulas, estábamos repartiendo el botín universitario. Y que habíamos dado nuestros puestos a personas muy allegadas, in-clusive parientes y compadres. Esto trajo el primer conato, el primer movimiento que llegó a suspender labores, que se fue extendiendo, que aunque pudimos sortear sin interrumpir por largo periodo de labores, se fue acumulando. Solicitamos entonces la intervención al gobernador en esos tres meses y él fue el que repitió una frase que creo que fue muy buena porque demostró con ella el respeto a la autonomía univer-sitaria, y no por evadir un problema, porque estaba muy interesado tal y como lo demostró posteriormente, y que además me dio un apoyo ante la autoridades univer-sitarias. Cuando les repitió a los estudiantes que el problema universitario no tendría que ser arreglado por él, que siendo la universidad autónoma, la solución a los pro-blemas que se suscitaran tendrían que buscarse dentro de su propia comunidad. Con ello se fortaleció la autonomía universitaria; los estudiantes tuvieron que enfrentarse con las autoridades universitarias. Se suspendieron las labores pidiendo la salida de un director, pidiendo la salida de otro director, de algunos maestros; de tal manera que inclusive ellos dieron la vuelta y hubo problemas en los que a los que los defen-dían los atacaban. Se pidió la salida de un director y tuvimos que optar por buscar un tercero para solucionar los hechos, y que no saliera perjudicando el año lectivo.

Ese movimiento terminó con los estudiantes en cuanto a la designación del si-guiente director y en ese movimiento tuvo que intervenir la Junta de Gobierno, y lo hizo de acuerdo con la Ley Orgánica que establece que la Junta de Gobierno intervendrá en todos los confl ictos entre autoridades universitarias y, en este caso, ya no eran los estudiantes, que no son autoridad, sino era el director de la escuela Preparatoria de Mexicali y un grupo de profesores en contra de la Rectoría que creó confl ictos entre autoridades universitarias. La Junta de Gobierno investigó; el señor Athié, el ingeniero Garín, el señor Alegría y el licenciado Valenzuela hi-cieron su investigación; levantaron sus actas y tomaron medidas determinadas por

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la comisión nombrada por la Junta de Gobierno, esto acabó con el problema, pero seguimos vigilando la situación. Se nombró al licenciado Carlos Juvera Calderón.

En estos movimientos estudiantiles además de que se pedían situaciones muy concretas sobre cosas personales, también ponían en sus peticiones la creación de bibliotecas, de laboratorios, aulas, material didáctico, algo que pareciera que estaban buscando benefi cio para la Universidad. Sí estudiaban los muchachos. Las problemáticas que se manifestaban venían acompañadas de solicitud de equipos deportivos, para apoyar sus peticiones personales e intereses muy particulares.

Al siguiente año, en 1961, Tijuana también promovió otra inquietud: Tijuana tenía una preparatoria incorporada a la Universidad que era el Instituto Cuauhtlatohuac, con-taban además con una preparatoria ofi cial, la Preparatoria Agua Caliente, más bien no era ofi cial, sino que el grupo de profesores que trabajó en el Tecnológico de Agua Ca-liente se unió para hacer una escuela preparatoria por cooperación y logró incorporarla a la SEP. Era una escuela cobijada por los maestros que daban clases en el Politécnico de Tijuana, y mediante unas cuotas y un subsidio de 5 000 pesos que daba la federación lograron incorporarse a la SEP con un tipo de bachillerato diferente al que nosotros te-níamos, el bachillerato único y ellos tenían el bachillerato especializado, ambos de dos años. Nosotros teníamos problemas para poder incorporar a esta escuela preparatoria. Sin embargo, al contar con amigos dentro de los profesores que estaban dando sus cla-ses se logró la incorporación de la Preparatoria de Tijuana a la UABC.

Continuamos trabajando con la Escuela Preparatoria de Agua Caliente como pre-paratoria de la Universidad. Pero esta escuela no se desincorporó de la SEP y siguió la documentación por doble parte para llevar a efecto lo que marcaba la SEP y para cum-plir el bachillerato único que estaba dando la Universidad con serios problemas para los estudiantes. Estos sintieron el problema, lo atacaron, empezaron a manifestarse, claro, promovidos y alentados por profesores perfectamente identifi cados; no sé si lo hicieron para buscar satisfacciones personales, el caso es que también entraron en la huelga, una huelga para desincorporarse de la SEP e incorporarse a la Universidad.

Ya habíamos decidido que fuese la Universidad quien tomase la tutela de esta escuela, entonces se promovió nuevamente la huelga; hubo paro inmediato aquí, por una situación muy especial: el Instituto Agua Caliente nos prestaba dos aulas para las clases y la ofi cina que en la mañana funcionaba como dirección de la preparatoria. Cuando se vino la huelga y se apoyó, no vimos con simpatía ese movimiento, conve-nía la regularización de esa situación pues hubo un tanto de inconformidad de parte de los maestros que entonces eran directivos de esta escuela y optaron por desalojar, pedir nuestra salida; ya no nos iban a prestar las aulas y pues esto era más serio, por-que había que buscar dónde ubicarnos. No contábamos con recursos, la Universidad de Tijuana no tenía instalaciones adecuadas que nos pudieran prestar. Estaba por in-augurarse la Escuela Lázaro Cárdenas, ubicada rumbo a las Playas de Tijuana, en un lugar donde había una barriada de mucho peligro; pero necesitábamos instalaciones adecuadas; decidimos tomar esta opción y aceptamos que nos prestaran ese local.

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Buscamos la escuela del Sindicato Alba Roja. Disponían ahí de una escuela primaria, una secundaria y por la tarde de unas aulas; no las prestaron. La escuela particular tampoco la prestaron, entonces no tuvimos más que irnos a la escuela de ese local, pero los estudiantes tenían un serio problema, porque empezaron a ser atacados, burlados, se quejaban porque estaban utilizados por el pandillerismo de esa zona y de que peligraba su seguridad. Teníamos que resolver el problema, buscar quién nos pudiera ayudar. Rentamos dos pequeñas aulas en una escuela comercial en la calle segunda en Tijuana, con el objeto de no perder las clases. Ni un maestro se opuso a esta gira trashumante, “que ya para acá, ya para allá, ya para acá siempre”. Los maestros cumplían y también los alumnos.

Así anduvimos por un tiempo, conocimos la Escuela Álvaro Obregón, que está en Lomas de Altamira allá en Tijuana, era una escuela muy bien hecha, grande, con instalaciones adecuadas para ser una escuela de alto nivel. Yo me acordaba de esa escuela que en su época de reciente inauguración tenía cuatro plantas y una planta de abajo, sótanos en los que estaba el museo, artes manuales, el gimnasio. Aunque soli-cité esa escuela no me la prestaron a nivel local, entonces me dije: ¿qué hago? Hablé por teléfono a la Asociación Nacional de Universidades y les planteé el problema: no tengo ningún local, ningún edifi cio, ni dinero para poder rentar y no hay dónde rentar, pero está la Escuela Álvaro Obregón que tiene las instalaciones adecuadas.

¿Es la escuela donde está la Casa de la Cultura?Sí. Cuando yo hablé con don Jaime Torres él ya estaba enterado del problema que

enfrentábamos. Se me indicó que hablara a la Secretaría de Educación con el di-rector de Estados y Territorios que era un profesor que me había dado clases en la primaria; y él me dijo: “Santitos, estás mal informado, hay un problema en Tijuana muy serio; sin embargo, hay instrucciones de don Jaime de esto”. Pero seguía el rechazo, entonces no me dieron salones de las plantas superiores, sino que me dije-ron que me prestaban las aulas del sótano, con los mesabancos que teníamos, y lo tomamos haciendo un lado tecolotes disecados.

HUELGAS Y CONFLICTOS

De las huelgas que hubo durante su periodo como rector, ¿cuáles le parecieron más difíciles y cuáles las más importantes?

Unos de los confl ictos estudiantiles que se presentaron durante la gestión fueron ori-ginados por falta de recursos económicos para poder cubrir todas las necesidades de la Universidad, otros se debieron a la falta de orientación del estudiante en lo relacionado con su propia universidad. Estábamos en una época en la que existía bastante efervescencia estudiantil nacional, el estudiante se signifi caba por su in-conformidad al querer intervenir en muchos asuntos universitarios, ya estaba apa-reciendo lo que le llaman ahora paridad en Consejo Universitario.

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Se confundía y se quería establecer la autonomía como un autogobierno compartido igualmente con todos los sectores que lo conformaban y otro moti-vo era, el litigar por presiones de otras fuerzas extrañas a la propia Universidad, no digo que por motivos políticos, aunque sí se presentaron algunos movimien-tos de ese tipo, originados por cualquiera de estas situaciones y correspondían casi al cambio de gobierno. Durante mi trabajo como rector me tocaron cuatro administraciones gubernamentales: la del licenciado Braulio Maldonado, la del licenciado Esquivel Méndez, a su muerte con el doctor Aubanel Vallejo, y des-pués con el ingeniero Sánchez Díaz.

En esa época yo veía cierta agitación en la Universidad, movimientos que tuvie-ron signifi cación fueron de la Escuela Preparatoria Mexicali en 1962, y la huelga, más que huelga fue un movimiento estudiantil limitado a la Escuela de Economía, creo que en aquel entonces tenía 23 alumnos en Tijuana. Posteriormente, se presen-tó un movimiento, casi al término de mi gestión como rector, nacido dentro de la Preparatoria y generalizado después a varias escuelas, aunque no había integración del movimiento, sí se dio; en unos se ganó y en otros se perdió. Se ganó puesto que hubo madurez, se aprendió a dialogar. Se aprendió responsabilidad estudiantil; se aprendió a tratar estudiantes y se mejoraron algunas estructuras universitarias, que posiblemente no hubieran sido tan violentamente estructuradas si no actúan esos grupos de presión, y pongo por ejemplo la integración del Consejo Universitario.

Encuentro cultural. De pie, David Piñera Ramírez, jefe de Difusión Cultural de la UABC. En la mesa, de izquierda a derecha: Santos Silva Cota, tres personas no identifi cadas, José G. Valenzuela, Arturo

Ibarra Ojeda (director de la Escuela de Ciencias Sociales y Políticas) y Carlos Juvera Calderón (director de la Preparatoria de Mexicali). 1964.

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La integración del Consejo Universitario fue una bandera que tomó la Escuela Preparatoria Mexicali, en su primer movimiento, que fue un movimiento activador, y la integración del Consejo era una situación que nosotros contemplábamos pero que la veíamos con más prudencia que violencia, en virtud de que todavía no contábamos con sufi cientes escuelas superiores, únicamente preparatorias y las que ya teníamos confi rmadas apenas estaban en sus primeros años de la carrera. Sin embargo, ante la presión ya había algunas ofi cinas, ya estaba integrado el Departamento de Difusión Cultural y el de Servicios Escolares, vimos, pues, que era posible, aunque no eran las condiciones ideales para integrar el Consejo, sí se formó. Esa fue una ganancia.

Otra situación que creo que también se consiguió por este movimiento uni-versitario fue en Tijuana por la Preparatoria Tijuana, puesto que nos obligó a re-solver problemas de edifi cios ya que estábamos alojados en el antiguo casino de Agua Caliente y por una situación doble, no estábamos a gusto, ni las autoridades universitarias ni los estudiantes, y se levantó el proceso y tuvimos que irnos a unos edifi cios prestados de la Secretaría de Educación Pública, cuya obtención fue difícil. Las autoridades tuvieron que intervenir para que pudiéramos ocupar-las. Sí resonó este movimiento ante las autoridades de México, ante la propia Asociación de Universidades, y ante la Secretaría de Educación Pública, pues las necesidades que teníamos de un edifi cio, tanto en Mexicali como en Tijuana, seguramente llegaron a la Presidencia de la República; se tomó la determinación de que hubiera subsidio especial para la construcción de los edifi cios de esas escuelas de Tijuana y de Mexicali.

El movimiento de Economía no tuvo gran resonancia ni consecuencias. Hubo inconformidad debido a las carencias en lo que se refi ere al magisterio, fue cuan-do se tuvo la necesidad de cambiar de director, en lugar de tener un licenciado en derecho, se puso un licenciado en economía. Se ganó algo, pero no correspondió al movimiento, sino al mismo proceso de universidades de buscar a los candidatos especiales y que se consiguieron coincidentemente con esto.

Finalmente, el último movimiento huelguístico fue el que se presentó en la Preparatoria Mexicali. Aquí se buscaba un cambio en la ley organizada de la uni-versidad, no sé qué era lo que se buscaba en esa reforma; se hablaba de la paridad ante el Consejo Universitario, se pedía la terminación del periodo provisional de la Universidad, pero esto no modifi caba la Ley Orgánica, lo que sí podía haber modifi cado la Ley Orgánica, como lo pedían, era la paridad universitaria, como estuviera integrado el Consejo Universitario. Lo demás no signifi có nada, se pe-dían más escuelas, pero eso no era la manera de hacerlo. Sin embargo, la suspen-sión de clases duró dos meses. La huelga no fue general. Hubo mucha resonancia periodística y creo que fue todo.

Ahora bien, dentro de los confl ictos que no terminaron en huelga se presentaron algunos de la misma naturaleza o provenientes de las mismas causas que ya seña-lé. Hubo inquietud por aumento de salario, hubo inquietud por fi jar una posición

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del magisterio; se trató de formar un sindicato, se pedía igualar los salarios a los de la Secretaría de Educación que se pagaban en segunda enseñanza; se pudieron zanjar esas situaciones con base en el diálogo, con base en comprender el pro-blema por ambas partes, y como se demostró que el Consejo Universitario tenía representación del sector profesional y de trabajadores, pues no era tan necesaria la formación de un sindicato como se pedía. Sin embargo, se integró una sociedad de profesores, sociedad de maestros que sí actuó periodísticamente, inclusive con publicaciones apoyando esa última huelga de la Preparatoria Mexicali, en donde también se pedía lo mismo: reconocer la Ley Orgánica, terminación de periodo de la Universidad, designación del Patronato Universitario, etcétera.

Solo en una ocasión y apoyándonos en la Ley Orgánica solicitamos la interven-ción de la Junta de Gobierno, por ser un confl icto entre las autoridades universita-rias, y esto sucedió en la Escuela Preparatoria Mexicali, entre el Consejo Técnico, el director de la escuela y la autoridad del rector. Esta situación se denunció ante la Junta de Gobierno, se solicitó su intervención, esta nombró una comisión ade-cuada que hiciera la investigación; se presentaron otros problemas; se resolvió el problema. Seguimos la marcha, hubo carencias dentro de las propias escuelas, pro-blemas mínimos, de los maestros que querían ser directores o alumnos que querían tener ciertos privilegios, pero no pasaron a mayores; se pedían recursos sufi cientes. Nosotros lo que necesitábamos era ganarle tiempo al tiempo para desarrollar más la Universidad y que situaciones como estas no nos tomaran tan débiles, porque cualquier sacudimiento político nos podría comer y hacernos pedazos, porque ya habíamos visto universidades en otros estados, aquí en el vecino, Sonora, donde la inmadurez universitaria estudiantil más bien hizo pábulo de la Universidad donde hubiera intervención política. Creo yo que ese fue el mayor confl icto.

¿Cómo era el sector estudiantil en ese periodo?En su origen, por decreto social, era clase media baja, económicamente impedida

para dirigirse a otra parte del país a proseguir sus estudios. Así se formaban nuestras preparatorias ofi ciales, no así las particulares donde había gente de mejores condiciones económicas. Que los estudiantes provinieran de estos es-tratos, a mí me parecía maravilloso. Aunque yo no tenía una idea hacia dónde iba la universidad, sí tenía una idea muy compenetrable del fenómeno social; hicimos una encuesta de la biblioteca del estudiante, sobre qué temas intere-saban: Mexicali se interesaba en temas fi losófi cos; Tijuana se interesaba en temas culturales: literatura, arte y poesía; Ensenada en temas científi cos; eso les gustaba a los estudiantes y solicitaban libros de esa naturaleza para que se incorporaran las pequeñas bibliotecas que se estaban creando en las escuelas; fuera de eso el estudiante aún no invadido por la nueva onda, era un estudiante serio, respetuoso, carecía del conocimiento de ceremonial universitario, de las reglas de orden para convivir dentro de un centro universitario; era lógico, in-clusive nosotros mismos estábamos aprendiendo eso.

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Se fue integrando poco a poco y han venido aumentando las escuelas profesio-nales al ir aumentado los grados en las propias escuelas, al tener aquí invitadas a algunas personas de otras partes de la república, funcionarios importantes, actos que hicimos, iniciación de cursos, bailes, actos universitarios académicos. Poco celebra-mos las graduaciones. Lo más importante, lo primero, era la orientación que nos daba la propia sección de universidades, posteriormente, la relación que tuvieron con los estudiantes de origen de Baja California que estudiaban en Guadalajara, ciudad de México y Monterrey quienes en sus vacaciones o viajes especiales intercambiaban opiniones y poco a poco fueron mejor orientados de sus recintos universitarios. Sí, estos estudiantes bajacalifornianos que emigraban a otras universidades luchaban y pedían, y se adherían a los movimientos donde estaban contra situaciones de carestía mundial o problemas de gobierno de opresión, pero por demostrar que estaban com-penetrados en el problema social del mundo, no porque fueran a luchar allá, era parte de todo universitario hacerlo así, y pedir la difusión de un dictador lejos del país.

¿Fue en la época de Cuba?No, Cuba estaba sintiendo los debates; Tijuana estaba muy interesada, eran castristas, la

preparatoria y la Escuela de Economía eran también castristas; admiraban a Castro, al Che Guevara, a Camilo Torres. Los estudiantes de Baja California entraban a las pre-paratorias y cada vez estaban más consolidadas, sobre todo con la inauguración de los edifi cios, con la idea de que se iban a ir a otra parte del país, entonces el estudiante cur-saba una buena preparatoria y luego iba a otras partes del país a continuar con estudios superiores. Quiero decirle que en los exámenes de admisión que hacía la Universidad para los estudiantes de provincia Baja California obtenía los primeros lugares, pocos estudiantes bajacalifornianos eran rechazados.

Otras escuelas profesionales que se iniciaron sobre todo la de Ciencias Econó-micas y Administrativas en Tijuana, tuvieron muy poco alumnado, al mismo tiem-po que teníamos veinte alumnos, cuarenta habían de emigrar a estudiar economía o contabilidad. En la Escuela de Ciencias Marinas tuvimos seis alumnos, pero no sabían de lo que se trataba; se hablaba de ciencias del mar. Al abulón, inclusive, no se le conocía tanto, ni al sargazo, ni a las algas marinas, nada de eso, solamen-te unos cuantos teníamos más interés en esto. Veíamos el porvenir en el mar. No tenía una gran demanda, pero por desconocimiento, inclusive creo que pudiera ser que tuvieran miedo, miedo de ingresar a la escuela de Ensenada. Aunado a ello la propia Escuela de Ciencias Marinas aplicó un examen de admisión bastante rígido.

La Escuela de Ciencias Sociales no hizo más que canalizar una inquietud de-mostrada por pequeños grupos, porque los otros venían de preparatorias de otras partes del país para entrar a profesional. Se pedía la integración de la universi-dad, con medicina, con ingeniería y con derecho, que si no era así, la universidad no existía, que si se solicitaba la escuela de derecho teníamos que crearla. Yo les comentaba que hay universidades de agricultura en el Perú, que se acababa de abrir otra en Chapingo, hasta una universidad femenina en México.

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Se buscó canalizar nuestra capacidad en la creación de esas escuelas a través de la Escuela de Ciencias Sociales, con una carrera de administración pública y una de sociología; para hacer la de ingeniería no teníamos capacidad. Luchábamos por una escuela de agricultura, pero nadie la pedía. Nosotros estábamos dentro de una preco-nización del plano nacional; había una escuela de agricultura en Sonora, no teníamos porqué crear otra escuela de agricultura en Baja California; había una Escuela de Derecho Sonora, no teníamos porqué repetir otra aquí; para no diversifi car los recur-sos, perderlos, y además respetar el convenio para regionalizar la educación superior de acuerdo con otras áreas determinadas. Hubo algunas ideas que fueron apoyadas por padres de familias para que se formasen escuelas y que sus hijos no emigraran. Yo decía en este caso, que era más triste ver que nuestros hijos emigraran como universitarios porque no tenían fuentes de trabajo a que emigraran como estudiantes y buscasen ellos mismos o regresasen a su patria chica ya terminada su emigración

El rector de la UABC, Dr. Santos Silva Cota, recibió en Mexicali al cónsul de EUA.Les acompañan, de izquierda a derecha: Lic. Carlos Juvera Calderón (director de la Preparatoria

de Mexicali), Lic. Rafael Soto Gil (secretario general), Ing. Alejandro Aranda (subdirectorde la Preparatoria de Mexicali) y Lic. Arturo Ibarra Ojeda (director de la Escuela de Ciencias

Sociales y Políticas). 1965.

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temporal. Sin embargo, las presiones estudiantiles en ese sentido no se elevaron tan intensamente; fi nalmente apoyaron a las autoridades universitarias para la creación de edifi cios escolares. Me acuerdo de uno de ellos, Lizárraga, que se puso enfrente del presidente Adolfo López Mateos y le dijo: señor presidente, la Preparatoria Tijua-na es la más importante. El señor presidente contestó, se van a hacer las dos.

Los estudiantes de aquella época se expresaban a través del órgano periodísti-co, y temas periodísticos, en Ensenada, Mexicali, Tijuana. El estudiante de Baja California, formado o no en la UABC, buscaba liderar en las universidades. Hubo épocas en las que los grupos dirigentes de Sonora eran de Baja California.

¿Qué comentarios podría hacer sobre colaboradores, jefes de departamento, directo-res de escuelas e institutos, etcétera?

Nuestro interés en buscar colaboradores estaba basado en encontrar en cualquier cam-po aquella gente que verdaderamente nos pudiera ayudar; no era necesario que se contara con un currículum brillante, pero sí con grandes deseos de ayudar. Esta era la principal característica que buscábamos, de cualquier acción política, de cualquier sector social, era bienvenido. Al principio tuvimos que buscar entre la gente más ape-gada a la Universidad. Recurrimos a los elementos más adecuados, comenzando por el licenciado Soto Gil, brillante en su carrera profesional, con un bufete jurídico muy estructurado, maestro fundador de la Normal Fronteriza, persona muy apegada al régimen jurídico, eso me hacía sentirme muy seguro, confi aba en que él podría armar los cabos sueltos. Como cuando rompimos unos sellos puestos por Hacienda, por Conciliación y Arbitraje para poder obtener una imprenta que había sido donada a la Universidad. Él, temeroso porque yo hacía un acto ilegal, le dije: “para eso estás”. Aparte de que formalizó algunos aspectos de la Universidad, estaba muy entregado a la misma. Trabajamos a deshoras de la noche; todo un grupo de gente, para estruc-turar algunos reglamentos internos de la propia Universidad. Él facilitaba las cosas, era una persona en la cual yo me podía apoyar y la Universidad se podía engalanar con ello, con la presencia del licenciado Soto Gil, tan es así que la propia Asociación (ANUIES) en una ocasión me pidió que si era posible que el licenciado Soto Gil viaja-se a otra universidad para que les ayudara en la elaboración de su reglamento interno.

El doctor Austreberto Silva Olivares, no por ser mi pariente, porque como pa-riente lo conocía perfectamente bien y sabía cuáles era sus virtudes y cuáles sus defectos, pero sus virtudes dentro de la Universidad fueron perfectamente bien aprovechadas. Un hombre muy apegado también a la línea recta; fi rme a sus crite-rios de revalidación; estudioso para lo mismo, apoyándose en los reglamentos de otras universidades, llevaba un registro acucioso y minucioso de todos los proble-mas, no solamente llevaba la relación con estudiantes sino con personal, puesto que a su cargo quedó también la sección de personal.

¿Él estaba en el Departamento Escolar?Sí, Servicios Escolares, que manejaba los problemas estudiantiles como los proble-

mas laborales, dedicado ciento por ciento, no obstante que tenía sus tareas dentro

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del Instituto Mexicano del Seguro Social, él hacia de tripas corazón y hasta su consultorio abandonó para poder darnos más horas.

Respecto al Departamento de Difusión Cultural, yo no conocía al licenciado David Piñera, lo conocí por sus inquietudes. Él presentó un programa antes de ha-ber sido nombrado formalmente. Podía colaborar con la Universidad a sabiendas de que no existía ningún puesto, ni había dinero; él quería desarrollar todas las actividades en relación con su inquietud, que lo han conducido hasta estas cosas históricas ahora. Muy trabajador, aun con su paciencia y ritmo de vida, era traba-jador y entregaba y confeccionaba sus programas. Creaba un medio propicio, se iba a Tijuana en camión, él transportaba inclusive cuadros a una exposición. Las primeras publicaciones de la UABC gracias a su intervención fueron posibles.

En Tesorería tuvimos mucho apoyo pero no trabajo decidido, puesto que esta área estaba dedicada a actividades dentro del gobierno, Ofi cial Mayor de go-bierno, pero sí contamos con la entrega a algunas áreas gubernamentales que nos eran necesarias. Zárate era un buen amigo y un enamorado de la Universi-dad; los directores que se fueron integrando, desafortunadamente algunos fueron movidos, otros renunciaron, no creo que haya habido uno que haya subido a la dirección para medio personal o un fi n político, no creo.

En Preparatoria, salió el anterior director y después de él fue el químico Quiroz, entregaba la universidad formalista por ciertas cosas políticas en donde se vio en-vuelto, él salió. Hubo una etapa de transición donde estuvo el licenciado Guajardo, que no buscaba un número, él quería, si tenía tiempo, no fue así; vino el licencia-do Juvera Calderón, muy formalista, se rodeó de buenos colaboradores, le tocó en suerte el nuevo edifi cio de la escuela preparatoria; organizó a sus maestros, tenía presencia. Él daba clases, fue una persona leal, no solo a la persona del rector sino a la Universidad, un tanto romántico, pero leal, éramos conocidos, amigos, no muy íntimos, discutíamos mucho, teníamos diferente opinión en lo que se refi ere a una universidad, pero creímos que era la persona idónea por su preparación para asumir la dirección de la Escuela de Pedagogía, claro que hubo presión que le hizo desviarse del propósito original, pero tampoco lo hacía él por buscar una posición personal.

En relación con la Escuela de Ciencias Sociales y Políticas, su director fue Iba-rra Ojeda, persona que yo no conocía, nunca la había visto en mi vida; una persona que sabíamos que quería venirse para acá, que era egresado de la Universidad de México, que era profesor, tenía su currículum y él quería ayudarnos y en condicio-nes malas económicamente. Fue de los maestros que tuvimos que pagarle como tiempo completo para que regresasen. En aquel tiempo pagaban cinco mil pesos. Estudioso; le dio formalidad a la escuela, mucha presentación.

En el valle de Mexicali la única escuela que fundamos fue la de Guadalupe Victoria, vamos a decirlo, apoyé a mi papá y el tiempo se encarga y hasta ahora se ha demostrado que fue la mejor selección. El director era un médico con prestigio en el lugar y ya que se necesitaba tener un nombramiento o un título superior a

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bachiller, el bachiller era el médico, pues se puso como director, pero se necesitaba una persona que lo apoyara, con conocimientos en esta materia de la educación y fue mi padre quien se entregó, inclusive allá dormía, les enseñaba a comer a los muchachos; el mejor registro, la escuela mejor administrada, no por chica, sino porque mi padre tenía conocimientos de lo que era la administración escolar; ese era el problema de lo que era administración escolar, yo me di cuenta de eso.

Tengo varios escritos de él, inclusive hay una carta dirigida por él mismo al Consejo Universitario en donde hace críticas no solamente de algunas personas sino de su propio hijo, sobre el problema Licefer. La carta que leí yo en el Consejo nos dejó fríos a todos, era crítica, no sé si propiciada por situaciones políticas o por buscar una situación de arreglo, pero lo que estábamos realizando era lo justo, aunque lesionara intereses.

En Tijuana, pues, la selección fue del magisterio de la preparatoria, hubo que proponer al director, ahí no fue designado por auditoría, se propuso por el magiste-rio de la preparatoria, doctor Ángel Morales. Él se entregó a la escuela, era médico y casi dejó su profesión por entregarse a la escuela con un salario ínfi mo, porque no se le pagaba por tiempo completo, además daba clases, no solamente era auditor sino que también daba clases. Él es de aquí de Mexicali, y llegó a Tijuana después de haberse recibido y se dedicó a la docencia, daba clases en la Preparatoria Agua Caliente, así como en otra escuela particular, y luego se incorporó con nosotros.

Exposición cultural en el IMSS. De izquierda a derecha: dos personas no identifi cadas, Arévalo Gardoqui, Ramón Paz y Santos Silva Cota. 1964.

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En relación con el director de Administración, de Contabilidad y Ciencias Económicas, que así se llamaba al principio, fue el licenciado Zamora Tapia, también joven ambicioso, universitario; fue líder universitario en la ciudad de México, orador, respetuoso de la autoridad que con grandes empeños nos ayu-dó, puesto que sin ser economista, aceptó ser el director de Economía teniendo enfrente a un director de un Instituto de Ciencias Económicas que sí era econo-mista; ahí posiblemente nos haya faltado un poco de coordinación, lo que era investigación con docencia, posiblemente nos faltó un poco de consolidación de coordinar esos aspectos. Después, al unirse, por proposición del propio Consejo Universitario, en Ciencias Económicas y Contabilidad, suman dos directores, el otro director fue Antonio Martínez Sarsoza, como dicen, nos sacamos la lotería en la Universidad, porque también casi abandonó su bufete, todo el equipo de su despacho contable estaba al servicio de la Universidad. Viajó, hizo un congreso de la Escuela de Contabilidad, le dio representación a la escuela, fue a otras partes, inclusive en su propio despacho nos prestó su equipo; la contabilidad pre-caria de la Universidad, la administración de los bienes él la llevó, él hacía nómi-nas, hacía todo el cálculo y descuentos y demás pagos; los cheques se hacían en su máquina, sin costo alguno para la Universidad. Regaló libros a la Universidad. Dentro de su despacho adiestraba estudiantes, era un Quijote.

El otro director, a quien tampoco conocía, fue el licenciado Carrillo. El li-cenciado Luis Raymundo Carrillo era egresado de la Universidad de Guadala-jara, y se vino para acá, a Tijuana, a buscar nuevos campos. Se casó en Tijuana, inclusive. Una persona muy leal, con muchos deseos de superar a la escuela; se encontraba por primera vez con una dirección de escuela, con autonomía, una autonomía natural que ayudó a suavizar algunos problemas que se suscitaban en la Escuela de Economía, pues ¡había tanto izquierdista!, porque eso era la tónica de las escuelas de economía del país.

Él licenciado Román Hirales que estuvo trabajando con nosotros a cargo del Instituto de Investigaciones Económicas, él lo organizó, no existía nada, él le dio cuerpo, buscó un grupo de asesores, formó una comisión o un comité de in-vestigación a título gratuito, se hicieron algunos trabajos de investigación, los ofrecimos al gobierno sobre cosas de la frontera, no sé si los primeros trabajos o no sobre los problemas fronterizos; hicimos estudios sobre fl ores, sobre el cultivo de fl ores, sobre utilización del tiempo ocioso de la gente que trabajaba al otro lado, desocupación, sobre curiosidades, trabajos creo que si existe el instituto todavía deben de estar.

En Ensenada contamos con gente muy valiosa, desde el primer director que al incorporarme yo como rector de la Universidad él ya estaba, me refi ero al inge-niero Federico Reul, un gran colaborador, aunque al ingeniero le decíamos que la sensibilidad por las cuestiones sociales y educativas estaban más arraigadas y fuertes en los secretarios. Por propia determinación este hombre se entregaba

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a la Universidad. Había unas épocas brillantes de la preparatoria, muy bien or-ganizadas con muy pocos recursos en un local que fue donado, limitado en sus capacidades, pero por organización de escuela muy bien, renunció a un puesto de primera en Cementos California para dedicarse a la escuela, tuvo una gran si no pelea, cuando menos era una rivalidad con el biólogo Pedro Mercado, porque cada uno quería para su escuela lo mejor, y aprovechaban un microscopio o un pizarrón y ambos muchas veces se quejaban de que el director de otra escuela le había ganado tal banca o que el director de otra escuela le había ganado tal ilu-minación; la rivalidad fue muy buena porque se veía en este caso el reto, estaba interesadísimo por el desarrollo de su propia escuela.

M e n s a j e s p ó s t u m o s

DD e s u p l u m a

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FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN ANTE EL NUEVO ORDEN MUNDIAL1

Este Foro es una magnífi ca oportunidad para todos aquellos que siempre se han pasado la vida haciendo preguntas en busca de respuestas que les permitan ajustarse a los aconteceres de la vida con el mínimo desajuste de

su salud mental. Más interesante es por cuanto sus temas se refi eren a dos campos del saber, quizás los más importantes en las áreas del pensamiento: fi losofía y educación.

Mí propósito es juntar, armonizar, conceptos entre ambos campos a la luz de los momentos actuales de la humanidad y ofrecer un enfoque, que a mi ver debe ser bien considerado sobre un tema tan trascendental y cotidiano como la educación, en un país y en un mundo que luchan por seguir el camino que la evolución le ha señalado hacia su verdadero destino, aquel que la naturaleza misma le concedió al hombre cuando lo dotó de su mentalidad. Tal es la condena del hombre en este mundo y por toda la eternidad: pensar (y pensar).

Soy una de esas personas que siempre preguntan. Me formé en el área biológica v soy un admirador de los educadores. Mi formación intelectual ocurrió entre las dos grandes guerras y para situarnos en el contexto, hagamos unas preguntas. ¿Qué es la fi losofía? ¿Cómo podemos abordarla? ¿Cómo, defi nitivamente podemos fi losofar?

Ernst Cassirer anota que Sócrates consideraba al asombro como la actividad más genuinamente fi losófi ca. García Morente, en sus lecciones de fi losofía decía que para acercarse a ella, el estudiante debe asumir una actitud infantil, de cuestionamiento constante. Esta actitud debió haber sido la observada por el hombre en los albores de la civilización y desde entonces siguió preguntando; primeramente sobre el entorno físico que lo asombraba, que lo atemorizaba. Creó sus representaciones y símbolos, estableció relaciones entre los hechos y encontró coincidencias en tiempo y espacio entre ellos; la noche sucedía al día, las estaciones se repetían y poco a poco fue en-contrando un orden dentro de ese supuesto caos inicial, un orden establecido por algo exterior y superior a él, tal vez el origen de sus deidades y de sus cultos.

1 Ponencia presentada en el Primer Congreso Regional de Filosofía. Profesor de tiempo completo en la Facultad de Medicina-Mexicali.

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Advirtió que podía aprovecharse de sus conocimientos elementales y de lo que la naturaleza le ofreció (hommo faber); y que la mejor manera de obtener el máximo provecho era utilizar sus facultades físicas y mentales. Y para ello necesitó voltear a su interior, precisaba conocerse, saber sus capacidades mentales que lo ponían en ventaja sobre los otros seres, formando esquemas mentales sustentados en un cuerpo elemental de información (homo sapiens).

Según los historiadores, nuestra cultura occidental nace en los siglos VII y VI A.C., con los griegos. Ciertamente, quienes formalizaron las leyes del pensamiento, quie-nes nos proporcionaron las primeras herramientas para refl exionar positivamente, fueron los griegos. La mayeútica, la dialéctica, la lógica siguen hasta la fecha guián-donos intelectualmente. Crearon, asimismo, las diversas doctrinas sobre el origen del universo, sobre la naturaleza de las cosas, establecieron el valor de las ideas y de la virtud y se llamaron fi lósofos, amigos del saber.

En ese momento se expande por el mundo conocido de entonces una ola de inquie-tudes y saberes, que como bola de nieve, fueron creciendo, arrastrando con ella todo el aporte intelectual existente, integrándose en un cuerpo, ahora sí, organizado de información. Estaba sucediendo algo muy importante.

En un principio la fi losofía comprendía todo el saber humano; en una u otra forma aglutinaba a todas las ciencias particulares. Se constituyó en la ciencia de las cien-cias. Buscó en los datos que otras disciplinas le permitieran el auxilio para apoyar sus supuestos. Al principio, por la ausencia de tecnología, se hacían muy pocos experi-mentos por lo que la intuición y especulación fueron las bases de las teorías que se ofrecían. Se buscó congruencia con los aportes de las ciencias positivas para sustentar sus asertos, de tal manera que fue integrando a su alrededor una serie de disciplinas que constituían el saber universal.

Por la especialización y redefi nición de los campos que corresponden a las discipli-nas, la fi losofía se ha venido desprendiendo de algunas de ellas, pero como ninguna por sí sola resuelve la problemática que ahoga al hombre, se han tenido que reagrupar afectadas por semejantes propósitos, dando lugar a constituir otras ciencias o conjun-tos de ellas llamadas pequeñas fi losofías. En su madurez consolida varias doctrinas sobre el ser, el deber y el saber, buscando de alguna manera incorporarse al tiempo que le corresponde, a la experiencia y existencia del hombre.

Posiciones rígidas, ajenas a otro sentir y a otro pensamiento han mantenido a la fi losofía extraña a la existencia del hombre, a considerarla apartada de los actos sim-ples y cotidianos de la vida humana. La sentimos extraña cuando se nos dice que la fi losofía representa un conjunto de conceptos y procesos intelectuales para conocer la realidad última y eterna, para obtener la verdad absoluta. Y nuestra frustración se hace mayor cuando sentimos la imposibilidad de alcanzar ese absoluto.

En el desajuste entre estos propósitos de la fi losofía y las aspiraciones genuinas del hombre, de libertad, justicia y felicidad, nació esa controversia que se da entre humanismo y ciencia. Son dos términos, dos conceptos que algunos grupos se han

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empeñado en oponer. La ciencia y las humanidades no son polos opuestos, no se excluyen, se complementan; lo que sí se opone es la mala ciencia y las malas huma-nidades. Mala ciencia, cuando esta es instrumento de las más malvadas intenciones, cuando brota y se entroniza en el poder, manteniendo a masas humanas enteras en precaria posición social y económica, llegando hasta su aniquilamiento. Malas humanidades cuando enclaustradas en actitud indiferente al sentir de los pueblos se marginan de sus problemas, se convierten en cómplices de los poderosos y solo sirven para escribir libros y hacer discursos.

Muchos de los hallazgos científi cos han sido inspirados u obtenido sus raíces en especulaciones fi losófi cas y de seguro, a su vez, algún problema fundamental de la fi losofía podrá ser resuelto en un laboratorio de física. El nuevo orden mundial está sustentado en las fuerzas económicas y políticas que se han encumbrado, gracias a los aportes de la ciencia y tecnología.

Tenemos el privilegio de asistir en este tercer milenio al descubrimiento de muchos de los misterios del macro y microcosmos que nos llevarán a lugares casi imaginarios, gracias al desarrollo de esa facultad privilegiada del hombre, su intelecto; pero tam-bién estamos asomándonos a la destrucción de nuestro planeta, que nuestra ceguera y estulticia han hecho también posibles.

Nuevos conocimientos sobre materia y energía en los procesos termodinámicos, en la constitución y estructura de aquella; nuevos conocimientos en genética y biología, pro-gresos enormes en las teorías de la información y control, descubrimientos magnífi cos de algunos secretos del universo, van de la mano con los agujeros en la capa de ozono, el calentamiento de la tierra, la destrucción de los bosques, la desertización, la sobrepobla-ción, la pobreza y el hambre. No sabemos quién llegará primero a su meta, el bienestar o la destrucción. Parece que no tenemos rumbo para escoger lo primero o lo segundo.

El presidente de la Junta de Gobierno de la UABC, licenciado Alejandro Athié Carrasco, hace uso de la palabra en la toma de posesión del rector López Moctezuma. En la mesa, de izquierda a derecha: doctor Santos Silva Cota, licenciado Rafael Soto Gil, ingeniero Luis López Moctezuma Torres, químico Juan de Dios Muñiz Duarte. 1971.

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El ser humano no sabe qué hacer. El grave problema que afecta al hombre es su individualismo que lo tiene perdido en su mundo. Un individualismo feroz, rayano en lo que Santiago Ramírez llama “importamadrísmo”. Es indiferente a todo, egoísta. En tanto estén satisfechas sus necesidades se olvida de los demás y de su entorno natural; se desconoce a sí mismo, pierde su autonomía y por ende su responsabilidad moral, y pier-de su propia dignidad. Se olvida de su real individualidad y su sentido moral y social.

¿Qué hacer ante estos hechos y cómo recomponer el rumbo que la civilización lleva? Recordemos que el hombre no solo piensa, también siente, también desea. Se manifi esta en la ciencia, en el arte, en la religión, en el lenguaje, en todo lo que es cultura, pero también tiene esperanzas, cree en un futuro mejor, sueña en el porvenir.

En un enfoque biológico aseguramos que el hombre es un ser viviente, hasta ahora el último peldaño de la evolución biológica y que no solo es física y química. Tam-bién es vida. Es organización autorregulada, con metas y con intención (una mezcla de determinismo y fi nalismo). Actualmente no hay ninguna duda de que las funciones cerebrales, ya sean del área intelectual, afectiva o volitiva obedecen en todo o en parte a procesos fi siológicos: diferencia de potencial, transporte de membrana, acti-vidad bioquímica en las sinopsis, etcétera... que se desencadenan como respuesta a estímulos externos o internos que recogen los órganos sensoriales, a todo lo anterior le llamamos la mentalidad y no se duda de su existencia, pues ella produce las maravi-llosas obras de arte, pensamientos sublimes, hermosas teorías de la naturaleza, gran-des descubrimientos, y a esto le llamamos el espíritu humano del cual sí dudamos.

Como la materia es una forma de energía, ¿no podrá ser que el espíritu sea también una forma de materia? ¿Que el dualismo (materia y espíritu) que nos ha separado se convierte en monismo, en una sola entidad? Este es un problema muy importante que la fi losofía puede ayudar a resolver. Ella tendrá que asumir su papel de ciencia totali-zadora de los saberes que la ciencias particulares le ofrecen y centrarse en el hombre, en sus metas, en sus experiencias, en sus relaciones con los otros hombres y con la naturaleza. Tendrá que, conjuntamente con todas las disciplinas sociales y naturales, determinar respetuosamente los fi nes que la humanidad debe atender y establecer de acuerdo con todas las fuerzas humanas, los esquemas de valores e ir preparando las mentes de los hombres para los cambios culturales, que se suceden más rápidamente que los cambios de la evolución biológica. Este es el papel que debe representar la fi losofía de hoy día. Caminar de lo abstracto a lo concreto.

Que las ciencias fi losófi cas son actividades importantes en la educación es innega-ble; pero observemos primero cómo debe ser la enseñanza de esta disciplina para los estudiantes universitarios, para los que dentro de ellos escojan la fi losofía como su área de estudio y para los estudiantes y alumnos de los ciclos inferiores de los sistemas de educación. Conviene hacernos unas preguntas, ¿cuándo debemos empezar a enseñar fi losofía?, ¿en cuál ciclo de la educación sistematizada debe iniciarse su enseñanza?

Si el asombro, como se afi rmó anteriormente, es una facultad genuinamente fi losó-fi ca y es también la primera actitud consciente del niño ante el mundo que lo rodea,

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debemos iniciar la enseñanza de fi losofía en edades tempranas. Decía un científi co que él sería capaz de enseñarle algunos principios de la teoría de la relatividad a un niño si pudiera coincidir en su lenguaje.

El maestro respetuoso, puntual, docto en su exposición y justo en su evaluación, junto con su alumno hacen fi losofía. Si se lleva al niño por ese proceso lento de en-riquecimiento de su saber y de su conducta a través de las preguntas y respuestas, tal como el hombre lo ha hecho a través de la historia (la ontogenia repite la fi logenia), estaremos preparando al estudiante de los ciclos inferiores para que entre a los supe-riores o se enfrente a la vida y al trabajo con ventajas y tranquilidad para que no lo asuste un futuro aparentemente incierto.

Las escuelas parroquiales, desde hace mucho, enseñan doctrinas religiosas sobre su naturaleza a los menores, sus deberes para con los demás, las virtudes y sobre algunos aspectos de su origen y destino, pero lo hacen bajo el signo de la autoridad. ¿Por qué no dejar que los niños, con cierta orientación, asuman su autonomía en el pensamiento y en su proceder y comiencen a crear, por sí mismos, sus obligaciones y derechos? Decía mi padre, maestro normalista, “que la patria solo necesita de padres que amen a sus hijos y maestros que eduquen con cariño”. Amor y verdad observados en los primeros años escolares, harán de los niños pequeños fi lósofos, y en el sentido etimológico de la palabra, amigos de la sabiduría.

Dejemos para los altos estudios seguir con la enseñanza de la fi losofía, que se cuestio-nen sus doctrinas, que se actualicen sus pensamientos y prosiga la investigación fi losófi ca, porque pueden encontrarse nuevas luces en lo que se refi ere a la esencia del hombre, la validez del conocimiento y a su relación con una realidad. ¿Cambiaremos nuestros con-ceptos cosmogónicos? ¿Conservaremos nuestras ecuaciones fundamentales? ¿Cambiare-mos nuestras tablas de valores? Seguramente serán problemas que tengamos que encarar.

La enseñanza de la fi losofía en la educación superior debe partir de principios for-mulados por las Universidades, en el sentido de que la educación universitaria no es solo la formación de técnicos, de personas que de inmediato se incorporen al mercado de trabajo, sino de hombres y mujeres capaces, con ideas de servicio y solidaridad, creativos, cultos y hábiles para adaptarse a los cambios que enfrentarán. Para ello, más que modifi car los planes de estudio se debe establecer un ambiente académico pleno de libertad en las ideas, en la expresión de las mismas y en las acciones que determinen. Que esa autonomía de que hacen gala las universidades se transfi era a sus académicos y estudiantes. Deben desarrollar sus cuerpos colegiados y buscar establecer vínculos fuer-tes con las instituciones o grupos que le son afi nes, las educativas y la comunidad plena.

Hace alrededor de doce años que, infl uenciado por las nuevas corrientes de la biología social, diseñé un modelo educativo basado en la existencia de dos subsistemas: el natural y el social fuertemente interactuantes en que las cosas tienen diferente valor, pues en el natural tienen valor de uso y en el social valor de cambio, correspondiendo a los campos disciplinarios ecológico y económico. Este enfoque permitía establecer dos tipos de mate-rias que integrarían el currículo universitario: las correspondientes a la naturaleza y aque-

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llas otras llamadas ciencias humanas, integrando el modelo con materias que pudieran ser afi nes a ambos campos del saber. Entonces señalé solo tres: matemáticas, teoría general de sistemas y antropología. Hoy añado dos más: biología y psicología.

Para terminar, quiero anotar una parte de un poema de Albert Camus, que en cierta forma nos refi ere al grabado de Goya, conocido como “El Sueño de la Razón”.

En la etapa fi nal me dirán que este universo unicolor puede ser reducido al átomo y que el átomo mismo puede reducirse al electrón. Todo esto está muy bien y espero que prosi-gan. Pero me hablan de un sistema planetario invisible, en donde los electrones gravitan en torno de un núcleo. Me explican esto con una imagen. Comprendo entonces que se han visto reducidos a la poesía y que nunca sabré ¿Tengo tiempo para indignarme? Han cambiado ustedes de teorías y la ciencia que iba a enseñarme todo termina en una hi-pótesis, la lucidez naufraga en metáforas y la incertidumbre se resuelve en obra de arte.

BIBLIOGRAFÍAAbbagnano, N. (1969). Introducción al existencialismo. México: FCE.Cassirer, E. (1973 ). Las ciencias de la cultura. México: FCE.Dewey, J. (1964). La ciencia de la educación. Buenos Aires: Ed. Losada, S.A.Scheler, M. (1972 ). La idea del hombre y la historia. Buenos Aires: La Pléyade.Silva, S. (2002). La Universidad al rescate de las humanidades. Entorno a la Uni-

versidad. UABC.Sinnott, E.W. (1960 ). La biología del espíritu. México: FCE.Zea, L. (1959 ). La cultura y el hombre de nuestros días. México: UNAM.

Instituto de Investigaciones Sociales y Económicas de la UABC ubicado en un edifi cio rentado en Tijuana, B.C. 1964.

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LA ESCUELA SUPERIOR DE PEDAGOGÍA*

Estamos celebrando en este mes de septiembre, el cuadragésimo cuarto año de fundación de la Escuela Superior de Pedagogía, la más antigua y la más genuinamente universitaria. Antigua, puesto que fue fundada en 1960, tres años después de promulgada nuestra Ley; fundamental y genuinamente universitaria, porque tiene que ver con el saber y su dimensión académica. La aparición de esta unidad dedicada a la pedagogía en el ámbito universitario causó extrañeza desde un principio y por tiempo prolongado, ya que se consideraba que las universidades debían de crear únicamente las carreras tradicionales: medicina, ingeniería, derecho.

Permítanme hacer algunas refl exiones, que servirán de preámbulo y de explicación de las razones que fueron tomadas en cuenta para su fundación, y que ésta no fue un acto aislado, sino ligado íntimamente al proceso educativo que se estaba dando.

La educación, como producto cultural de la humanidad, es un proceso que se incorpora a su desarrollo, que crece, se transforma y avanza en el tiempo cubrien-do etapas sucesivas, cada una de las cuales establece, las condiciones para el feliz advenimiento de las subsiguientes, en un continuo por metas superiores. Estas eta-pas se dan siempre y en todas las culturas, ninguna infl uencia externa las cancela, podrán acelerarlas o retardarlas, la paz, la prosperidad, la comunicación, en el pri-mer caso, y las guerras, los desastres naturales o económicos, en el segundo, pero siempre se alcanzan por ser parte esencial del proceso mismo y solo en él se dan. En Baja California ocurrió claramente ese proceso.

Aparece la fi gura de Universidad, como producto del proceso educativo mismo, ningún agente exterior la formó, no nació por un decreto. Nació por el impulso que le dió a su propio desarrollo el pueblo bajacaliforniano, por las acciones de cada uno de sus mujeres y sus hombres, por las demandas comunitarias, propuestas de la juventud, gestas de estudiantes, actividades de maestros, y por el reclamo de quienes, ya profe-sionistas, regresaban al terruño tras el establecimiento de una universidad.

La intervención del gobierno o de otra autoridad en la formación de las univer-sidades es fortuita, algunas veces necesaria, pero siempre es posterior al esfuerzo e iniciativa de los grupos no gubernamentales de la sociedad.

En nuestro caso, formalizar la universidad y dotarla de facultades, hacerla de ser-vicio público, reconocer su autonomía, debía ser un acto jurídico, y en un estado de derecho, solo la autoridad, en este caso el gobierno, lo puede ejecutar. Es así que el gobierno formaliza su creación a través de una ley.

Fiel a su origen, desde un principio, desde sus primeras acciones quedó plasmado en ella el carácter y personalidad del bajacaliforniano, sobrio, emprendedor, hom-bre de paz, interesado en la gente y en el desarrollo de sus recursos y en llevar la cultura a todo el estado.

* 20 de septiembre de 2004.

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En su ley fundamental se transparenta el espíritu universitario tradicional que nos une a la nación, determina nuestro origen en la historia, en la lengua y en la cultura y nos señala el destino como mexicanos; de este hibridismo cultural nació la praxis de nuestro pensamiento universitario: ayudar al hombre a alcanzar sus ideales, a su realización plena.

Haremos ahora algunas anotaciones respecto al panorama universitario nacional y al pensamiento fundamental que agrupó a las diferentes instituciones de educa-ción superior del país.

En México no existía un verdadero sistema de educación superior. Las universi-dades e institutos estaban aisladas; en el seno mismo de ellas, no había estructuras que les procurasen estabilidad y progreso. Como herencia de los movimientos pro-venientes de la autonomía mal entendida y por la existencia de grupos políticos con ideologías opuestas en lucha por el poder, existía gran inestabilidad de los cuerpos de gobierno de las instituciones educativas.

A principios de los años cuarenta del siglo pasado, se reunían en las ciudades de México, Guadalajara y Monterrey, de manera informal, un pequeño grupo de rectores y directores de institutos universitarios, para intercambiar información y examinar problemas del funcionamiento de sus casas de estudios por ellos repre-sentadas. En 1944 se juntaron en la ciudad de San Luis Potosí, los rectores de las universidades de Guanajuato, Guadalajara, Michoacán, Nacional Autónoma de México, de Nuevo León y de Sinaloa y el director del Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca, y convinieron que esas reuniones, hasta ahora informales, tuviesen el carácter de Asambleas Nacionales de Rectores. Este es el antecedente de la ANUIES, que se constituye en la ciudad de Hermosillo bajo los auspicios de la Universidad de Sonora, los días 21 al 28 de marzo de 1950, con la presencia de rectores y directores de once universidades y siete institutos.

En esa ocasión se aprobó la siguiente declaración:

Responde a un supremo interés nacional la planeación de la enseñanza superior que debe concebirse en su proyección, como un acto de autoridad de las instituciones educa-tivas y su ejecución, por tanto, se fi ncará en convenios interuniversitarios dentro de un amplio plan de colaboración y reciprocidad e inspirada en las siguientes bases: adecua-ción de la enseñanza universitaria a los problemas, necesidades y recursos regionales; procurar el arraigo regional de la población estudiantil y al mismo tiempo favorecer el intercambio en los niveles regionales y nacionales; evitar la despoblación y la super-población escolares, entendida esta en el estricto sentido de atención efi ciente al estu-diante; creación de centros educativos regionales y nacionales sufi cientes; propender al efectivo incremento del profesorado de carrera y al intercambio sistemático de maestros e investigadores distinguidos, por periodos escolares completos. La educación superior es función primordial del Estado, el debe proveer sufi cientemente para la atención de las necesidades materiales de los establecimientos educativos superiores.

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El gobierno federal y los de las entidades federativas deben coordinar sus esfuerzos para cooperar equitativamente en la resolución de los problemas económicos que impiden a las universidades e institutos de enseñanza superior realizar efi cazmente sus servicios.

En 1960, año de fundación de la Escuela Superior de Pedagogía, el sistema de edu-cación superior del país estaba integrado por 24 universidades públicas estatales, cinco institutos científi cos, la Universidad Nacional Autónoma de México, el Instituto Poli-técnico Nacional, y por cuatro institutos tecnológicos regionales. En ninguna de esas instituciones había alguna instancia para la formación de profesorado, solo la Universi-dad del Estado de México tenía programada la creación de una escuela para este efecto.

La formación del magisterio para el ciclo de enseñanza media superior estaba a cargo de la Escuela Normal Superior dependiente de la Secretaría de Educación Pública (SEP) y de una escuela de carácter privado de Guadalajara, el Colegio de Nueva Galicia.

¿Qué ocurría mientras tanto en la entidad? Baja California había alcanzado un buen desarrollo socioeconómico gracias a tres factores, que concurrieron a darle una fi sonomía muy particular: la reforma agraria y el distrito de riego del Río Colorado; el régimen de zona libre y las obras portuarias, apuntando a los municipios de Mexicali, Tijuana y Ensenada, respectivamente.

El desarrollo acelerado que tuvo en sus últimos años como territorio, trajo consigo un aumento de su población, uno de los elementos para convertirse en estado de la federa-ción. Esta inmigración comprendía también profesionistas y personas bien califi cadas que se asentaron en la entidad, adecuando su especialidad a las características y necesidades particulares de los municipios: ingenieros agrónomos, ingenieros civiles o hidrólogos en Mexicali, economistas, contadores en Tijuana y especialistas muy específi cos en Ensena-da, como ingeniero civil, geólogos, físicos, constructores para las obras portuarias.

En el campo político, las organizaciones locales y las de estudiantes bajacalifor-nianos en los centros educativos del país clamaban por la creación del estado libre y soberano, lo que se logró al fi n en 1952, cuando este territorio se convirtiera en un estado más de la federación mexicana, el estado 29, como se le llamó, dándole a su población la libertad, la facultad de erigir sus propias instituciones.

Y en el ramo educativo ¿qué teníamos en la época de creación de nuestra Univer-sidad?: dos sistemas educativos estaban a cargo de esta función, la Dirección General de Educación, de carácter federal y la Dirección de Acción Cívica y Cultura, de ca-rácter estatal. La población escolar en las escuelas primarias era de 118 000 y la de segunda enseñanza de 8 000 alumnos.

En el estado funcionaban tres escuelas federales de segunda enseñanza y seis esta-tales por cooperación, cuatro secundarias privadas y dos escuelas preparatorias, una en Mexicali incorporada al estado y la otra en Tijuana incorporada a la federación.

Además, funcionaba el Instituto de Ciencias y Artes del Estado, que había sido fundado para servir como un antecedente de una futura universidad, y tres escuelas normales, una federal y las restantes estatales.

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Pero fuera del estado teníamos más de mil estudiantes bajacalifornianos en los centros educativos del país. Pues bien, teníamos una ley, estábamos ya dentro del sistema de educación superior del país; éramos responsables de la formación de los hombres de una región de la patria. ¿Qué hacer? ¿Cómo iniciar? ¿Cómo consolidar las estructuras organizacionales y crear un estado fi nanciero sólido? ¿Esperar mejores tiempos o responder de inmediato a un reclamo de la sociedad, creando los espacios para la formación de sus hijos?

Personalmente, asumí esta responsabilidad; soñaba que la Universidad de Baja California fuera un centro de investigación en donde se creara conocimiento.

La sensatez nos orientó en el sentido de compartir responsabilidades y decisiones y, con emoción y un poco de audacia, optamos por erigir los espacios, las escuelas profesionales que formarían a nuestra juventud.

Había antecedentes que nos ayudaron a considerar las bases para la selección de las carreras profesionales que la UABC debiera establecer.

En octubre de 1957, ocho meses después de promulgada nuestra Ley Orgánica, nos visitó una comisión de expertos de la UNAM formada por Efrén del Pozo, Enri-que González Casanova, Alfonso Ortega Martínez y Luis López Cámara, en apoyo de nuestras primeras actividades promocionales realizadas por el Comité Estatal Pro

De izquierda a derecha: licenciado Isidro Licón Dowling (jefe de Extensión Universitaria),Óscar Valenzuela Ávila (secretario general), doctor Santos Silva Cota (miembro de la Junta de Gobierno), licenciado Rigoberto Cárdenas Valdez (rector), licenciado Alejandro Athié Carrasco (miembro de la Junta de Gobierno), licenciado Felipe Mosso Valdez (presidente del Patronato)

y licenciado José Santos Castañeda (miembro de la Junta de Gobierno). 1976.

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Universidad, establecido por la propia ley para organizar a la UABC, quienes, después de recorrer el estado, recomendaron lo siguiente:

1. Que la persona que encabeza el Comité Pro-Universidad fuera por ley investida de facultades para organizar los trabajos iniciales, fungiendo como rector provisional.

2. Que era preferible que las unidades académicas de la Universidad se establecieran en los diferentes municipios de acuerdo a sus necesidades y recursos.

3. Que antes de establecer las escuelas profesionales o cuando menos simultáneamen-te se abriesen centros de investigación.

4. Limitar en lo posible el crecimiento excesivo de la población escolar del bachi-llerato propio y fomentar la apertura de planteles de este nivel por otros sectores.

5. Evitar al principio la reglamentación excesiva y rígida en tanto no se tenga conoci-miento y experiencias sobre la función y destino de la institución.

Esto sirvió de base para que los grupos colegiados de la Universidad hasta ahora constituidos, Comité Pro-Universidad y Junta de Gobierno, conjuntamente con las autoridades existentes, iniciaran trabajos de planeación desde 1957 para la creación de escuelas profesionales.

Desde los primeros planteamientos para organizar la Universidad se consideró que en Tijuana debían de residir las carreras administrativas y de economía, en Ensenada carreras relacionadas con el mar y en Mexicali con la agricultura.

Con la excepción de Mexicali, en que la escuela de agricultura no se estableció y en su lugar fue la Escuela Superior de Pedagogía, en Ensenada y Tijuana se abrieron las escuelas de Ciencias Marinas y de Economía y Ciencias Administrativas respecti-vamente, con institutos de investigaciones adjuntos, cumpliendo con el plan original.

La aparición de la Escuela de Pedagogía en el panorama universitario no fue una emergencia, fue una necesidad y desde agosto de 1959 iniciamos su planeación inspi-rados en algunos modelos, sobre todo en el de la Universidad del Estado de México con la que mantuvimos comunicación a través de Julio Torres Coto, entonces estu-diante de ingeniería y que acaba de ser nombrado maestro emérito de nuestra Univer-sidad, quien desde un principio quiso servir a esta institución.

Pensamos en una escuela sobre ciencias de la educación, con sus departamentos de psicología aplicada, psicopedagógico, talleres y campos de investigación, que forma-ra maestros para la educación media superior y superior y que algún día pudiera servir de base para la constitución de la Facultad de Humanidades que conjuntamente con la Facultad de Ciencias, que algún día nacería en Ensenada, con base en la Escuela de Ciencias Marinas fueran los dos faros que orientaran nuestro desarrollo.

En el panorama nacional destacaba el hecho de que había muy pocos espacios para la formación de personal académico de excelencia para la educación superior.

El estado de Baja California, pujante, con la fuerza que le daba el ser ya una entidad libre y soberana de la Nación, hacía predecir un aumento en la demanda educativa sobre

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todo en el nivel de la segunda enseñanza (y aunque el dato es de 1963, el sistema Estatal de segunda enseñanza, que en 1960 estaba constituido por seis escuelas secundarias por cooperación y cuatro privadas, en 1963 el estado controlaba 44 escuela secundarias).

A fi nales de 1959 presentamos un proyecto a la Junta de Gobierno para la creación de la Escuela de Pedagogía, entonces el único cuerpo colegiado de la institución, quien consideró el proyecto poco factible en una Universidad tan incipiente como la nuestra.

Pero el problema de la enseñanza en las escuelas secundarias y aún en nuestras preparatorias ofi ciales e incorporadas, era muy serio. La enseñanza en ellos estaba atendida mayoritariamente por maestros normalistas preparados para la enseñanza primaria y por profesionistas de carreras liberales que buenamente enseñaban en las aulas, pero carentes de principios y técnicas en ciencias educativas.

Importar maestros, tendrían que ser de tiempo completo, y en aquel entonces su salario implicaba entre cinco y siete mil pesos mensuales. Tendríamos forzosamente que formarlos aquí, teníamos que ser autosufi cientes en cuanto al magisterio univer-sitario. Urgía tratar de resolverlo.

Llamamos al Dr. Francisco Dueñas Montes para que nos ayudara a desarrollar el proyecto. El Dr. Dueñas Montes contaba con una formación básica en educación obtenida en la Escuela Nacional de Maestros de la ciudad de México, hizo también estudios de Medicina en la UNAM.

Esa doble formación le daba la capacidad para que nos pudiera ayudar con ventaja a establecer el pan de estudios que más se ajustara a lo que pretendíamos para esta primera escuela profesional.

Considerábamos entonces que la Escuela de Pedagogía no fuera una normal supe-rior más, sí como una unidad académica propia de la Universidad, se acogiera a su espíritu universal, sumara la libertad de cátedra y libre investigación como principios fundamentales y separada del dogma, para llegar a la verdad; que su plan de estudios comprendiera además de técnicas educativas conceptos fi losófi cos y sociológicos de la educación, y que condujera el proceso educativo de la Universidad.

Se buscó apoyo en la División de Educación de la Facultad de Humanidades de la UNAM; gracias a los buenos ofi cios del Dr. Dueñas se logró la visita orientadora de los doctores en educación Luis Herrera y Montes, Mastache Román y Arquímedes Caballero, maestros en esta última dependencia y en la Escuela Normal Superior que nos asesoraron y alentaron en nuestros propósitos.

De acuerdo con nuestras necesidades se crearon cuatro especialidades: maestro en ciencias biológicas, maestro en ciencias físico-matemáticas, maestro en lengua y literatura y maestro en ciencias educativas. Y se logró, ante la Dirección General de Profesiones de la SEP, que para el ingreso, exclusivamente en esta escuela, se con-sideraran los estudios de Normal como los de bachillerato.

Y es así que una venturosa tarde, hace cuarenta y cuatro años, en la Escuela Secun-daria 18 de marzo dieron principio las actividades de la Escuela Superior de Pedagogía de la UABC, encabezadas por el Dr. Francisco Dueñas Montes, su director, auxiliado

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por los siguientes académicos: Aguirre T. Guadalupe, Cruz Armendáriz Juan, Corella B. Héctor, Delgado de T. Gabriela, González Hidalgo Demetrio, Montijo E.J., Pulido Ramírez Soledad, Cano Caballero Guillermo, Covantes Rincón Manuel, Figueroa de L. Consuelo, Jiménez Salvador y Morones de C. Evarista para servir en la docencia de 71 estudiantes, 40 del género masculino y 31 del femenino.

A punto de fi nalizar los estudios de su primera generación de estudiantes, en no-viembre de 1963, yo escribí algunos conceptos que aparecieron en el primer anuario de la escuela acerca de su naturaleza, como una entidad integrada al proceso global de la Universidad, dije entonces:

Por otra parte la Universidad Autónoma de Baja California tenía la necesidad de poseer un organismo propio de altos estudios fi losófi cos y de educación, que fuera la columna vertebral de un plan educativo, que con sentido nacional y sin perder de vista las necesi-dades propias de la región, lograse la unidad en nuestro sistema, para obtener al técnico o al profesional idóneo para el desarrollo integral de nuestros recursos.

No sentimos ya el temor de un fracaso y sí la seguridad de que el trabajo desarrolla-do por la Escuela de Pedagogía nos dará las bases científi cas y técnicas para la labor de enseñanza en la Universidad, para culminar con la piedra angular, en la Facultad de Filosofía y Letras.

Se tuvo y se tiene mucha fe en la institución, sirvieron a ella como maestros tres rectores, Santos Silva Cota, Luis López Moctezuma y Rubén Castro Bojórquez.

Ahora de nuevo, cual Ave Fénix, levanta el vuelo para tomar el lugar de privilegio que le corresponde y cumplir como formadora del académico universitario.

Así sea. Muchas felicidades.“Por la realización plena del hombre”.

AUTONOMÍA Y AUDITORÍA YO ME QUEDO CON MI LEY*

Durante los días 10,11,13 y 14 de octubre de 2005 se realizó el ciclo de conferencias organizado por el CESU-UABC, sobre un asunto de actualidad, de gran relevancia para la marcha venturosa de las universidades. El ciclo de conferencias llevó el nombre de Autonomía y Auditoría y los títulos de las conferencias “Auditoría y Universidad”, “Universidad y los procesos de fi scalización del gasto público”, “Derecho, autonomía y educación superior” y “Transparencia y rendición de cuentas: ¿control o desarrollo de la universidad?” Enfoques muy diversos presentados por cuatro personalidades que tienen en común haber sido rectores de universidad, casi coincidentes en el tiempo.

* Octubre de 2005.

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Durante el evento se escucharon nuevos conceptos, expresiones como transpa-rencia, rendición de cuentas, fi scalización, derecho a la información, auditoría, se entremezclaban entre sí con escasas expresiones sobre autonomía, y no podía ser de otra manera, la auditoría es un ente tangible, para unos hasta onerosa, y en cambio la autonomía es considerada como una entelequia.

No entendemos la autonomía en su cabal acepción, no sentimos que la tenemos; hasta que la perdemos sabemos apenas que algo pasó, que algo ha cambiado. La hemos ido perdiendo poco a poco ante la indiferencia de todos. Uno de los ponentes en su turno señaló que el haber permitido el examen Ceneval a nuestros egresados para fi nes de titulación y los programas que la Secretaría de Educación impone para otorgar fondos federales a las universidades son más atentatorios a la autonomía que la misma auditoría o fi scalización que se pretende efectuar.

En la pluralidad de enfoques se vertieron conceptos muy interesantes, pero los cuatro conferencistas coincidieron en tomar en cuenta a la fracción VII del artículo 3º constitucional como el punto de partida para su exposición y algunos consideraron la necesidad de crear la ley reglamentaria de tal fracción.

También se comentó que en un estado de derecho sus leyes fundamentales son las que deben regir nuestras actividades, que estamos cambiando, que estamos en otros tiempos y que por ello debemos revisar los conceptos que nos guían, examinar nues-tros reglamentos y adaptarlos a las nuevas realidades.

Creo que de este evento, lo que más nos interesa es lo que más nos afecta y más cerca tenemos: nuestra UABC.

Alfredo Buenrostro, buen conocedor del problema, intervino más profundamente en él, adujo que, en el caso de nuestra Universidad, el pueblo del estado por medio de su representación en el Congreso reconoció la autonomía de la institución a través de una ley, en la que se fi jaron claramente los procedimientos y los órganos que intervie-nen en el manejo de su patrimonio, consideró como órgano superior de fi scalización al H. Consejo Universitario. Es decir, en nuestra Universidad desde un principio que-dó establecido por una Ley Orgánica la rendición de cuentas y el manejo transparente de sus recursos, por eso el subtítulo de este ensayo, que el Lic. Buenrostro al fi nal de su presentación pronunció: “Yo me quedo con mi ley”.

Creo y considero que el tema no está agotado, los trabajos presentados deben ser base para refl exionar profundamente sobre el mismo, aclarando y enriqueciendo los conceptos de autonomía, universidad, fi scalización, etcétera, organizando pequeños foros en las unidades, con el concurso de académicos, estudiantes, principalmente consejeros o dirigentes de las agrupaciones estudiantiles, en fi n, debe el tema ser dig-no de una o más discusiones del más alto nivel.

Deploramos la ausencia de universitarios ligados a los aspectos jurídicos de la institución, pues su experiencia y talento, hubieran ayudado a esclarecer o cuando menos a señalar caminos para resolver adecuadamente los problemas en rededor de este tema.

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LA ANUIES EN LA PERCEPCIÓN DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE BAJA CALIFORNIA (1957-1971)*

Este evento es de gran signifi cación para nosotros por dos razones: la primera consiste en que los dos organizadores: Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) y la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) se crean en la misma década, y la segunda, en que esta Universidad, por haber nacido sin antecedentes, sin información estadística, solo por un acto de gobierno a reclamo de estudiantes y de personas de buena voluntad, se acogió sin prejuicios ni ataduras a los trabajos de planeación que la ANUIES venía desarrollando con el concurso de todos sus asociados.

La interrelación que se dio entre la ANUIES y la UABC, considerada en el presente trabajo como la percepción de una universidad de provincia, es un enfoque unilate-ral, una visión desde este lado del “mostrador”, sobre las actividades de la ANUIES y nuestras respuestas a ellas.

* Ponencia presentada por Santos Silva Cota y Rafael Soto Gil en Congreso Nacional sobre Historia de la Educación Superior en México, convocado por la Universidad Autónoma de Baja California y la Asociación Nacional de Instituciones de Educación Superior efectuada en Tijuana, en noviembre de 2000. Publicada en el libro La educación Superior en el Proceso Histórico de México, Tomo IV, Sem-blanza de instituciones, coordinado por David Piñera Ramírez, pp. 395-410, 2002.

Exrectores de la UABC. De izquierda a derecha: ingeniero Luis López Moctezuma Torres,doctor Santos Silva Cota, licenciado Rigoberto Cárdenas Valdez (rector),

doctor Pedro Mercado Sánchez y licenciado Rafael Soto Gil. 1977.

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Es costumbre cubrir periodos de la historia señalando lo exitoso y lo que trasciende solamente, y se olvida de los pequeños mecanismos y momentos de cómo se realizan y, sobre todo, por quiénes. No es el trabajo un mero relato anecdótico que destaque porque sí algunos eventos, sino procurará acogerse al sentido etimológico de la pala-bra “anécdota”: esto es, “lo inédito” pero valioso.

Procedamos a defi nir a los protagonistas del proceso que se dio en década y media, en el que el enlace con el otro actor fue a través de dos personas, ambos secretarios ejecutivos, los licenciados Alfonso Ortega Martínez y Alfonso Rangel Guerra, que caracterizaron a lo que llamamos en este trabajo “época alfonsina”.

Hasta el año de 1952, al constituirse el estado libre y soberano de Baja California, sus habitantes tuvimos la oportunidad de decidir nuestro destino determinando las instituciones políticas, sociales y educativas.

Dentro del desarrollo político y económico de la entidad, desde principios del si-glo XIX hasta 1957, pasando por territorio, partido, subprefectura, distrito, de nuevo territorio y ahora estado, el proceso educativo se vino efectuando penosamente al principio y de manera acelerada después. Progresivamente se incrementa la población escolar, se multiplica el número de planteles, la planta académica crece y se van con-formando los diversos niveles o grados, culminando en la producción de un número cada vez mayor de estudiantes que claman por estudios superiores y que forzosamente tenían que emigrar hacia los centros de educación del país para lograrlos.

En 1957, año en que se promulgó la Ley Orgánica de la Universidad Autónoma de Baja California, el estado, a cinco años de su creación, contaba con una población de 300 mil habitantes, 60 mil alumnos en primarias, once planteles de educación secun-daria con cinco mil alumnos, y seis planteles a nivel medio superior, cuatro de ellos privados incorporados al estado, con una asistencia de 400 estudiantes.

En lo económico la fuerza productiva del estado se caracterizaba por actividades agropecuarias en el valle de Mexicali; comerciales y turísticas en Tijuana, y en En-senada, las pesqueras portuarias, que aportaban signifi cativos recursos a la entidad, permitiéndole ejercer un presupuesto de egresos entre los más altos del país.

En el área político-social se establecieron las principales dependencias de gobier-no, se promulgaron leyes y reglamentos, se efectuaron los primeros actos electorales internos y se puso suma atención al crecimiento poblacional, abriendo colonias po-pulares, creando empleos y proporcionando los servicios básicos a una población que crecía apresuradamente.

Mientras tanto, en la ciudad de México, los grupos estudiantiles bajacalifornianos, inquietos por la falta de instituciones de educación superior en el estado, resolvieron luchar por la creación de ellas, y conjuntamente con ciudadanos de Tijuana preocupados porque sus hijos no tuvieran que emigrar a otro lugar para obtener un título profesional, presentaron al gobierno del estado un proyecto de ley para crear la universidad en el año de 1956. El proyecto estaba fuertemente inspirado en la Ley Orgánica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y no podía ser de otra manera, pues quienes lo

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elaboraron eran alumnos de la UNAM o exalumnos; sin embargo, llevaba un toque regio-nal: el interés en crear dos escuelas: de agricultura una y otra sobre ciencias marítimas, y un instituto de oceanografía e ictiología (Ley Orgánica de la UABC, 1957).

El Congreso aprobó en lo general el proyecto, y le añadió en el capítulo de transi-torios un artículo que le daba a la creación de la universidad el carácter de propuesta de toda la comunidad, de todos los sectores sociales del estado, al constituir el Comité Estatal Pro-Universidad. Este inicia sus actividades con la elaboración de su regla-mentación interna, nombra al cuerpo directivo y difunde su creación dentro y fuera del estado, logra contacto con la ANUIES en septiembre de 1957.

A fi nales de los años de 1950, la Asociación contaba como miembros a casi el mismo número de organismos que signaron el acta constitutiva de la organización, aunque varios de ellos habían cambiado su régimen, para transformarse en institutos, o colegios en universidades.

Durante este periodo de casi ocho años la ANUIES registra entre sus principales ac-tividades la realización de siete asambleas nacionales, cinco conferencias regionales, otras tantas conferencias nacionales con fi nes muy específi cos, además de los trabajos realizados por el Consejo Nacional y por las comisiones designadas. En todas esas actividades campeaba el mismo espíritu que inspiró la creación de la ANUIES, y los mismos problemas: situación fi nanciera, bachillerato, personal académico, necesidad de planeación, falta de información.

“La ausencia de planear con un sentido de responsabilidad nacional y cooperación sobre bases de buena voluntad la enseñanza superior toma caracteres patéticos”, ex-presión vertida durante el desarrollo de los trabajos de la Primera Asamblea Nacional de la Asociación, celebrada en Hermosillo. Se dijo, además:

La revisión y planeación de la enseñanza superior debe ser un acto de autoridad de las instituciones respectivas; su ejecución, por tanto, tendrá en todo caso carácter institucional interuniversitario y se basará en un sistema nacional de colaboración y reciprocidad, ins-pirada en los siguientes principios: adecuación de las enseñanzas a los problemas, necesi-dades y medios de la región en que operen y a los recursos de que dispongan; organización regional mediante colaboración de conferencias y convenios entre los establecimientos comarcanos, a efecto de redistribuir las atenciones y los mutuos compromisos de ayuda que vigoricen la acción educativa, eviten duplicidades y competencias innecesarias, am-plíen las perspectivas locales y realicen el aprovechamiento de los recursos disponibles; sostenimiento por cooperación regional y aun nacional de grandes establecimientos distri-buidos de acuerdo con las ventajas que ofrezca el sitio y la comarca respectivos; adopción de medidas para el efectivo incremento del profesorado de carrera en todas las institucio-nes de enseñanza superior; fundar la docencia en la universidad.

De acuerdo con los anteriores puntos declarativos, las universidades e institutos asociados se comprometían, previa ratifi cación de sus órganos de gobierno, “a no es-

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tablecer ninguna nueva carrera profesional sin previa consulta a la Asociación Nacio-nal de Universidades e Instituciones de Educación Superior, en la que se demuestre satisfacer los requisitos y previsiones de efi ciencia, así como la necesidad regional de los nuevos estudios” (ANUIES, 1950).

Es indudable que el proceder a revisar la situación, capacidad, funciones y efi ciencia sería el camino adecuado para obtener la información requerida para una buena planeación que, de acuerdo con la declaratoria, descansaba, además, en ciertas políticas y principios que guardan vigencia en la actualidad, como la efi ciencia de la enseñanza; la adecuación de ella a los problemas, necesidades y recursos regionales; la organización por regiones del sistema universitario, y algo por lo que se lucha actualmente: fundar la docencia en la investigación: solo el conocimiento nuevo fortalece y justifi ca la enseñanza universitaria.

El bachillerato constituía otro de los grandes problemas nacionales en la educación su-perior. Todas la instituciones de educación superior (IES) contaban con él, y algunas tenían el bachillerato de cinco años, o secundaria anexa, con planes de estudio diferentes: espe-cializado, propedéutico, único, etcétera; con serios problemas en revalidación de estudios, ya que en México se usaba revalidar materia por materia y no por ciclo íntegro. Durante la primera década de vida de ANUIES y parte de la segunda fue preocupante la problemática del bachillerato; se organizó de diversas maneras, se fi losofó sobre él, y se recomendó limitar el crecimiento del bachillerato universitario y prudentemente ir integrando a las autoridades educativas estatales o federales los primeros tres años del mismo, o la segunda enseñanza quien así la tuviera, mientras no se lograra la ayuda gubernamental.

El otro problema que caracteriza el movimiento histórico de la educación superior que corresponde con nuestro ingreso a la Asociación es el que se refi ere a la situación fi nanciera de las IES.

Para comprenderlo nos referiremos a un estudio sobre el estado fi nanciero de las IES que por encargo de la ANUIES hiciera, en 1952, Raúl Rangel, rector de la Universidad de Nuevo León, en el que recabé información sobre 12 universidades y 14 instituciones, que le permite poner de manifi esto que los subsidios que otorga la federación a las ins-tituciones de provincia apenas constituyen 20% de sus gastos de operación; el resto lo cubren con apoyos de los gobiernos estatales o con ingresos propios. También da cuenta de las percepciones de los académicos, que son tan bajas que arrastran consecuencias que afectan la naturaleza y calidad de los servicios educativos.

Por ser de palpitante actualidad, reproducimos un segmento del estudio referente al carácter público y nacional de la enseñanza universitaria:

… bajo un criterio caduco, se limita, a menudo, la obligación del Estado a la impartición de la enseñanza en sus niveles inferiores; aunque el desarrollo de la primaria, y poste-riormente de la secundaria, es el impulso mismo que, primero, ha conducido al estable-cimiento de centros de educación superior y, segundo, del cual proceden los problemas que estas instituciones confrontan por el crecimiento de su población escolar.

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Nadie podrá ahora plantear el problema educativo de una nación con solo referirlo a una de sus fases: la enseñanza elemental. La educación es el proceso íntegro o no es nada. Las fases superiores están implicadas en las mínimas y éstas solo adquieren su verdadero sentido en función de los objetivos más altos (ANUIES, 1961a).

Así, a través de “viejos conceptos” se ha defi nido el panorama sobre educación superior de ayer, sus problemas, sus aspiraciones y reclamos, éxitos y fracasos, y solo nos faltaría describir las políticas en materia de educación del gobierno de la repúbli-ca, lo que iremos tratando en la exposición que ha de seguir.

El contacto personal con la ANUIES en 1957 consistió en participarle la formación de su primer cuerpo colegiado: la Junta de Gobierno, y solicitar sus consejos y expe-riencias en lo que corresponde al establecimiento de la fase inicial de la universidad, solicitud que tuvo pronta respuesta al nombrar por parte de la Comisión de Estudios de Planeación Universitaria (formada a iniciativa del doctor Nabor Carrillo, rector de la UNAM, y que funcionaba como órgano especializado de la ANUIES) a los señores Efrén del Pozo, Alfonso Ortega Martínez y Pablo González Casanova, como expertos que nos auxiliarían. Dicha comisión nos visitó, conoció nuestras condiciones y posi-

Entrega del edifi cio de Palacio de Gobierno Estatal a la UABC para la sede de Rectoría. De izquierda a derecha, primera fi la: contador Eduardo Jaúregui Félix, ingeniero Luis López Moctezuma Torres,

doctor Pedro Mercado Sánchez, rector, licenciado Rigoberto Cárdenas Valdez, gobernador del estado, licenicado Milton Castellanos Everardo, doctor Santos Silva Cota, licenciado Rafael Soto Gil y

licenciado Héctor Guerra Echeguery. 1977.

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bilidades e hicieron algunas recomendaciones que hasta la fecha han caracterizado a nuestra universidad: distribuir las unidades académicas en los diferentes municipios de acuerdo con sus necesidades y recursos; considerar prioritariamente a la investi-gación sobre la docencia; limitar el crecimiento del bachillerato propio y, a cambio, fomentarlo en otros ámbitos; procurar la provisionalidad racional de las normas, para evitar ceñirnos desde el principio a esquemas rígidos, y designar como rector provi-sional a quien haya venido ocupando la presidencia del Comité Pro-Universidad.

Las recomendaciones o principios anotados obligaron al Comité Pro-Universidad a replantear actividades y metas sobre los siguientes puntos: la procuración de un decreto que modifi que y amplíe la Ley Orgánica; que el ejecutivo local otorgue un subsidio y precipite la desincorporación de escuelas señaladas en el artículo 44 de la ley; elaborar un censo escolar y formular planes de estudio para las escuelas que ini-ciarían actividades en septiembre de 1958, y preparar presupuesto de egresos.

Los cinco puntos anteriores se lograron, habiendo obtenido del gobierno del estado un subsidio por la cantidad de 700 mil pesos y de la II Legislatura del Estado el Decre-to núm. 40, que adiciona el artículo tercero transitorio de la Ley Orgánica de la UABC.

Algunos miembros de la Junta de Gobierno con el rector Héctor Manuel Gallego García.De izquierda a derecha: licenciado Carlos Juvera Calderón, licenciado Octavio Pérez Pazuengo, ingeniero

Isaías Romano Pérez, el rector Héctor Gallego García, doctor Santos Silva Cota (presidente de la Junta de Gobierno), ingeniero Luis López Moctezuma Torres, licenciado rafael Soto Gil, ingeniero Armando

Macías Cota, doctor Ernesto Sánchez Valenzuela, contador Jesús López Anaya. 1985.

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Para asistir a la V Asamblea Nacional Ordinaria a celebrarse en la ciudad de México en 1959, fuimos invitados personalmente por Alfonso Ortega Martínez, secretario general ejecutivo de la asociación. La asamblea la presidían Nabor Carrillo como presidente y como vicepresidentes, de acuerdo con el esquema establecido por los estatutos de 1950, el arquitecto Joaquín A. Mora, rector de la Universidad de Nuevo León, y el doctor Gonzalo Aguirre Beltrán, por la Veracruzana. El asunto a tratar versó sobre el problema económico de las universidades y en general de la educación superior en México. Durante la misma, se aceptó nuestro ingreso a la Asociación con base en la cláusula 17ª del estatuto aprobado en 1950 y todavía vigente. También se resolvió enviar al ejecutivo de la nación, en ese entonces Adolfo López Mateos, un memorándum solicitando un aumento en los subsidios existentes, argumentando que la aportación federal representa apenas 20.7% del presu-puesto de los ingresos de las IES, situación igual a la que existía en 1952 (ANUIES, 1961b).

Durante el desarrollo de la V Asamblea Nacional visitamos las ofi cinas de la Aso-ciación para conversar con sus funcionarios sobre nuestros planes y de qué manera podríamos ser auxiliados para el logro de nuestros objetivos. Las ofi cinas estaban en el edifi cio de Radio Universidad de la UNAM, modestas, con sala de juntas, ofi cina del secretario ejecutivo, cubículos para el personal técnico, local para el secretariado, una sala de dibujo, otra de trabajo, ninguna computadora, solo sumadoras.

En agradecimiento a las personas que encontramos trabajando esa ocasión y que posteriormente nos ayudaron a introducirnos en el laberinto de la educación superior, nombraremos, desde luego, a Alfonso Quiroga Martínez, Fermín Díaz de la Serna, Manuel Ávila Romo, Jesús Barrón, Francisco Castellanos Esparza, Manuel Boneta y Pedro Rosas. Más tarde se incorporaron Enrique Romero y Fernando Uriarte.

Con nuevas experiencias y recomendaciones regresamos a nuestra entidad a cum-plir con las siguientes metas: formalizar la organización administrativa de la Univer-sidad, estudiar el proyecto universitario y analizar las posibilidades de abrir escuelas profesionales; obtener información sobre el sistema educativo del estado, población escolar en los niveles primario y secundario, existencia de escuelas o academias pos-primarias y postsecundarias, salarios, etcétera.

Se cumplieron dos de las metas y quedó una en estudio, la que se refería a abrir escuelas profesionales, y allí era donde necesitábamos la asesoría y apoyo de la Aso-ciación, ya que privaba en aquel entonces la idea de que para que una institución pudiera merecer el nombre de universidad debía contar con una ciudad universitaria y con las carreras llamadas liberales.

En su ensayo sobre la educación superior, de 1937, Narciso Bassols dice:

No importa que la ciencia haya evolucionado, no importa que las necesidades sociales hayan cambiado, se sigue, sin embargo, así en la universidad de México como en las escuelas superiores de los estados, con la vieja idea, absurda a estas horas, de producir los tres tipos clásicos de profesionistas mexicanos: el abogado, el ingeniero y el médico para la ciudad (Bassols, 1962).

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Conocíamos todas estas ideas, así como los conceptos y declaraciones de la Primera Asamblea Nacional y, junto con nuestro afán por constituir una universidad moderna, nos hicieron recurrir a la Asociación, en la que tanto el secretario general ejecutivo, como el secretario técnico pusieron sumo interés en la documentación que apoyaba nuestros pla-nes, por lo que fue llevada al seno de la Conferencia Regional del Noroeste en 1960, en la que con conocimiento previo del proyecto se consideró prudente aceptarla.

Se respetaban tanto las cinco recomendaciones específi cas de la ANUIES en cuan-to a la iniciación de nuestras actividades, así como las normas no escritas, pero que fl otaban en el ambiente universitario, en el sentido de no duplicar carreras que existieran en la región y que las escuelas profesionales respondieran a necesi-dades sociales y a sus recursos; se proponían tres carreras: la de ciencias marinas para Ensenada, agricultura en Mexicali (las dos con requisitos de bachillerato) y la de técnico contable y de enfermería en Tijuana, de nivel subprofesional ambas. Este esquema pronto cambió. Por confl ictos entre el gremio agrícola no fue posible constituir la escuela de agricultura y por la falta de matrícula tampoco se hizo la de técnico contable en Tijuana. Por tal razón, y atendiendo estudios realizados por nosotros que nos mostraban la falta de profesionalidad de los académicos encarga-dos de la docencia en secundaria y bachillerato, se resolvió constituir la Escuela de Pedagogía en Mexicali y una Escuela de Contabilidad y Ciencias Económicas en Tijuana, esta estaba sugerida por un grupo de expertos que nos visitó en 1957, en atención a las necesidades y características de la ciudad.

Nuestro patrimonio en 1958 se integraba con un subsidio del Estado por 1 200 000 pe-sos, más 146 mil pesos por ingresos propios y un predio de cinco mil m2 con construcción terminada. Edifi cios o locales para la docencia los obtuvimos, en calidad de préstamo, de las autoridades educativas tanto estatales como federales. Pero lo que no podíamos obtener eran las personas expertas en las disciplinas que se enseñarían en las escuelas que pretendíamos crear. Para sopa de tortuga, había que contar, desde luego, con la tortuga.

La Asociación de nuevo viene en nuestra ayuda; nos pone en contacto con la Secre-taría de Marina, Pesca y con el Instituto de Ciencias de la UNAM, con la Escuela Nor-mal Superior de la ciudad de México, con la Facultad de Filosofía y Altos Estudios de la UNAM y con el grupo de economistas del Banco de México.

Los buenos ofi cios de la Asociación y algunas gestiones nuestras terminaron fe-lizmente creando las tres escuelas profesionales: Pedagogía, Ciencias Marinas y Contabilidad y Ciencias Económicas; pero, además, fi eles a la recomendación de la comisión que nos visitó en 1957, simultáneamente al nacimiento de las escuelas res-pectivas, creamos los institutos de Investigaciones Oceanológicas y de Investigación en Ciencias Económicas y Sociales. Esta subestructura académica, lograda conjun-tamente por la ANUIES y la UABC, mereció comentarios elogiosos de Jaime Torres Bodet, en ocasión de una visita que nos hizo: “Construir, construyéndose, esa es su forma fundamental: conocer las necesidades reales del medio que los circundaba y proponer para cada una de ellas un servicio útil, fecundo y claro”, y agrega:

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En vez de imponerse, en lo abstracto, una simetría teórica improcedente copiando las estructuras de otras instituciones de la república, la Universidad Autónoma de Baja Ca-lifornia trata de organizarse en función de los requerimientos prácticos del estado.

Permítanme ustedes felicitarles por la actitud realista que han adoptado, pues solo sobre el conocimiento sagaz de nuestras aptitudes lograremos edifi car verdaderamente nuestro progreso. Importa sobremanera aspirar a mucho, pero no importa menos sa-ber que cuanto emprendamos —aunque al principio parezca poco— deberemos hacerlo siempre con entereza y hacerlo bien. Madurar sin crecer implicará evidentes limitacio-nes materiales, pero crecer sin madurar entrañaría la peor de las demagogias: la falsifi -cación de la cultura (Revista Universitaria, 1962).

La disposición y voluntad de servir de las personas que constituían el personal de la Secretaría General, contagiados por su titular, no eran privativas para esta universidad, sino que todas las asociadas recibíamos igual trato. Se advertía un celo y entusiasmo desmedido por ser parte del desarrollo de la educación supe-rior, el que estaban descubriendo, no solo panorámicamente, sino conociendo las piezas fundamentales de la problemática, y tanto ellos, los de la Secretaría, como nosotros, los rectores.

La política educativa del nuevo régimen de Adolfo López Mateos trajo nuevas esperanzas a los universitarios. El presidente en el discurso inaugural de su gobierno, en 1958, dijo:

El país constituye un todo y su progreso debe ser un conjunto armónico. Buscaremos, por consiguiente, la forma de elevar el nivel académico y técnico de los establecimien-tos educativos de los estados. Hay en nuestra provincia un noble afán de superación y una aptitud creciente para alcanzarlo, que estimularemos constante y ascendentemente (Conferencia regional de rectores de universidades del sureste, 1959).

La designación de Torres Bodet como secretario de Educación vino a asegurar la nueva política gubernamental en este ramo, y el inicio de la reforma educativa de 1959 trajo una corriente de optimismo a las instituciones de educación superior, pues respondió a las inquietudes y peticiones de ellas.

El pensamiento rector de la reforma expresado por el presidente López Mateos marcaba rumbos: “Acentuaremos las tareas educativas en los grados primario y me-dio, para que llegue a todos, si es posible, la educación elemental, y la enseñanza media al mayor número, sin descuidar las formas superiores de la cultura y de la investigación” (Educación, 1960).

“Una reforma de esta amplitud —manifestó el señor Torres Bodet— ha de llevarse a cabo con método, sin improvisaciones, pero sin demoras innecesarias.”

Este magnífi co ambiente creado por las más altas autoridades del país fue propicio para que la ANUIES estableciera las bases para la planeación de la educación superior

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en México, proyecto que fue ampliamente discutido por los rectores en las confe-rencias regionales y aprobado por la Asamblea Nacional en 1961. Publicado por la Asociación en su boletín en el mismo año, declara en su parte inicial:

Las veinticinco universidades y los cinco institutos de enseñanza superior que forman la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior han venido propugnando desde hace varios años por una planeación integral de la educación superior en nuestro país, que permita el máximo aprovechamiento de los recursos ma-teriales y humanos de la Nación y que haga posible enfrentar con éxito la resolución de las grandes cuestiones educativas (ANUIES, 1961).

Y continúa con algunas consideraciones sobre diversos problemas que confronta el sistema nacional de educación superior, como el explosivo crecimiento de la deman-da, la peligrosa concentración de la oferta, que mantiene franco con las necesidades nacionales. Se advertía, desde luego, una diferencia entre los centros educativos del país, con tendencias distintas y carreras profesionales diferentes de acuerdo con sus entornos, y por ello se acuerda crear siete regiones universitarias, que con la UNAM y el Instituto Politécnico Nacional constituirán el sistema nacional de educación supe-rior, haciendo al respecto la siguiente consideración:

… mediante un objetivo y riguroso análisis de la estructura y funcionamiento actuales de nuestras casas de estudios y de las condiciones del desarrollo nacional, regional y estatal, la Asociación estima que la constitución de regiones universitarias —inclu-yendo en el amplio sentido de esta palabra la educación superior politécnica— con base en criterios geográfi co, cultural, socioeconómico, y de mayor facilidad en la intercomunicación, permitirá una verdadera planeación de la educación superior y, al coordinar sus actividades, determinará el más efi caz desarrollo cuantitativo y cualita-tivo de cada una de las instituciones y una lógica y útil diversifi cación y distribución de la educación superior en los aspectos de la producción de profesionistas, de la in-vestigación científi ca y de la creatividad artística y cultural en general, y, sobre todo, en un útil instrumento para el desarrollo del país.

En 1962, en su informe de gobierno, el presidente de la república dijo: “La planea-ción deberá coordinar los esfuerzos de las entidades a fi n de alcanzar conjuntos regio-nales que se complementen unos a otros funcionalmente, ya que treinta universidades no podrían crecer simultáneamente con las mismas pretensiones académicas”.

En el documento sobre las bases para la planeación se trata el problema de la segunda enseñanza en sus ciclos básico y superior, y su relación con la enseñanza subprofesional, por lo que se acuerda recomendar se mantenga un equilibrio de la distribución de la población escolar: nivel profesional, 50 por ciento; nivel subprofe-sional, 20 por ciento, bachillerato o preparatoria, 20 por ciento.

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Y así como en este rubro no solo hace recomendaciones sino ofrece parámetros, también lo hace en otros, como en la necesidad de mantener un equilibrio en la orien-tación y diversifi cación de la educación profesional y subprofesional, y propone profesiones y subprofesiones conectadas con el desarrollo socioeconómico y la in-dustrialización del país, 60 por ciento; profesiones y subprofesiones para la atención con los servicios sociales, 25 por ciento, y profesiones y subprofesiones para la pre-paración del magisterio de educación superior, 15 por ciento.

Considera la aplicación de los recursos fi nancieros y estima que el presupuesto nor-mal de cada institución debe dedicarse 80 por ciento a los gastos de operación y 20 por ciento a las inversiones. Los gastos de operación deben tender a la siguiente proporción: docencia: 70 por ciento, investigación: 20 por ciento y difusión cultural: 10 por ciento, y recomienda procurar el equilibrio de las fuentes de ingresos en la siguiente proporción: aportación estatal: no menor al 35 por ciento; aportación federal: hasta 50 por ciento; e ingresos propios: no menor al 15 por ciento. Para darle formalidad a estas bases, en la misma fecha de su aprobación se modifi caron los estatutos de la ANUIES.

Estas bases generales, los parámetros señalados y otros acuerdos obtenidos en asambleas, conferencias y coloquios orientaron defi nitivamente las acciones de

Visita del gobernador, licenciado Xicoténcatl Leyva Mortera, para inaugurar el edifi cio de Investigación y Posgrado. En primer plano, de izquierda a derecha: doctor Santos Silva Cota, licenciado Rafael Soto Gil, el gobernador Leyva Mortera, ingeniero Guillermo Aldrete Hass,

presidente municipal de Mexicali, licenciado Héctor Gallego García, rector de la UABCy arquitecto Rubén Castro Bojórquez. 1987.

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las universidades e institutos asociados, se manifestó el intercambio entre ellas y se logró que cada institución se considerara integrante interactivo de un sistema nacional educativo. Así, hubo numerosas ocasiones en las que grupos de rectores acudieron a alguna universidad a actos académicos como muestra de solidaridad, y en dos ocasiones acudieron en apoyo de dos rectores en confl icto, como fueron los casos de Puebla y Michoacán.

Dentro de este ambiente de coordinación estrecha, cordial, si se quiere, compren-dimos que nuestra función al frente de las instituciones tenía dos vertientes: una, trabajar por nuestros propios objetivos y metas, y la otra, trabajar en atención a los intereses y objetivos de la asociación. En la primera, instituir o mejorar las estructu-ras administrativas, crear los departamentos necesarios en una universidad moderna, capacitar al personal académico con pequeños cursos y mejorar las condiciones de trabajo, luchar por crear o acrecentar el patrimonio universitario y, lo más importante, conocer nuestro entorno, sus perspectivas y la manera de infl uir en él. Por otro lado, consideramos que proporcionar la mayor información y de manera oportuna sobre los hechos universitarios, matrícula por niveles y por edades, categorías del personal académico, salarios, etcétera, sería la mejor forma de apoyar a la asociación, dándole toda clase de datos para que estuviese en aptitud de ir organizando y formalizando la planeación de la educación superior a su cuidado.

La acción gestora de la ANUIES, ofrecida generosamente, fue aprovechada por no-sotros para lograr ingresar al programa de subsidios de la federación, tanto ordina-rio como extraordinario o específi co para construcción. Su papel de representante y acompañante en nuestras gestiones ante las diferentes secretarías de Estado fue decisivo para el éxito de las mismas.

Las diversas instituciones asociadas se benefi ciaron con la dotación de la obra edi-torial de la UNAM y de una gran cantidad de obras del Fondo de Cultura Económica lograda a gestión de la Asociación ante la Presidencia de la República.

Se caracterizó el periodo por una profunda interacción, en donde el trato personal fue la manera más efi caz en la relación; ello es una de las razones de que la obra edi-torial, revistas, boletines, fuese escasa.

El objetivo principal del periodo fue el de organizar a las IES e incorporarlas al campo de la planeación nacional para que la asociación fuese un elemento respetable, juicioso y experto en la solución de los problemas educativos de México. Por ello, procuró en todo momento que nuestra relación con las más altas autoridades del país fuese digna y responsable.

Todavía recordamos aquella vez en que los rectores acompañamos al licenciado Ortega Martínez, secretario general ejecutivo, a Palacio Nacional para entrevistar al nuevo presidente de México, Gustavo Díaz Ordaz, quien por medio del secretario particular se excusaba y nos invitaba a ver al secretario de Educación, y este a su vez nos pedía ver al subsecretario, y al fi nal de la ronda entrevistamos al director general de Educación Superior e Investigación Científi ca.

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Conocimos a Alfonso Rangel cuando era rector de la Universidad de Nuevo León, y él nos conoció a nosotros. Supimos de sus inquietudes y de sus propósitos en la vida; nos dimos cuenta de la importancia que para él tenía la palabra escrita como el mejor vehículo de interrelación, advertimos que la relación entre la ANUIES y sus aso-ciados seguiría siendo fácil y respetuosa, porque se estaba actuando entre amigos; así lo decía él cuando procuraba obtener la ayuda de las instituciones amigas para aliviar el problema fi nanciero de la ofi cina.

Desde su aceptación como secretario general, inició un proceso de reorganización de las ofi cinas a su cargo y de la comunicación con los asociados, editando el primer número del Boletín, en el cual fi ja bien sus propósitos:

Entre tales tareas, tal como los estatutos de la Asociación lo señalan, y dejando ahora de lado sus meras funciones de gestora, se cuentan la de coordinar una pla-neación racional de la enseñanza superior y la de promover, tanto como sea posible, un intercambio de personas, información y servicios, cada vez más intenso, entre las instituciones de enseñanza superior en el país.

Este boletín pretende ser un órgano tendiente a propiciar el cumplimiento de la úl-tima de las funciones señaladas. Si lograra su objetivo, poner al alcance de todos, in-formación de interés general, necesariamente haría más factible el intercambio futuro de personas y servicios para benefi cio de todas las universidades. Es tan frecuente el caso de instituciones que duplican esfuerzos por carecer de información adecuada, con el desperdicio de experiencias educativas, programas, métodos, recursos, etcéte-ra, que no trascienden más allá de las instituciones que las realizan (ANUIES, 1965).

Las buenas relaciones de las autoridades gubernamentales del nuevo régimen con la Asociación fueron distintas a las que se venían dando con el anterior; se hacía, pues, mantener activa la Secretaría General y a los que dependieran de ella y asegurar la continuidad del sistema nacional de educación superior. Para lo primero, la labor de Rangel Guerra se hizo febril, buscando recursos dentro de las instituciones aso-ciadas, y para lo segundo dispuso las condiciones propicias a efecto de que a través del trabajo compartido se lograse en 1966 un registro estadístico muy completo de la educación superior, que representaba su realidad plena.

Aunque se había avanzado en centrar las bases para la planeación de la educación superior, sobre todo en comenzar a crear una mentalidad entre los universitarios de la necesidad de coordinación y de la importancia que tiene la información veraz y oportu-na, faltaba mucho por hacer. El problema del bachillerato no estaba totalmente resuelto, y el problema fi nanciero seguía en pie, un poco más agravado por la política educativa del nuevo gobierno; poco se había hecho en relación con el mejoramiento de la planta académica, y las estructuras académico-administrativas no estaban cabalmente esta-blecidas, pues solo la mitad de las IES cumplían con las funciones básicas de una uni-versidad: docencia, investigación y extensión, y lo que más apremiaba era contar con los medios adecuados de comunicación, boletines, revistas periódicas que mantuviesen informadas a las instituciones asociadas entre sí y con otros órganos externos.

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La urgencia de realizar una planeación conjunta, coordinada, tomaba ciertas ca-racterísticas patéticas, como se dijo en 1950, durante la Primera Asamblea Nacional, en Hermosillo, por lo que se tomó la decisión de impulsar la planeación universitaria como una actividad primordial, permanente, capaz de acabar con la improvisación, y se determinó que fuéramos las instituciones de enseñanza superior, sujetos que ha-brían de someterse al plan por propia voluntad, quienes la elaborasen. Se organizaron seminarios que se efectuaron en la sede de la ANUIES, entonces ubicada en la Ciudad Universitaria del Distrito Federal, con la asistencia de funcionarios y personal de alto nivel de tales instituciones. En esos seminarios se defi nió el concepto y se hicieron estudios sobre organización académica y planeación universitaria.

Entendimos por planeación un proceso permanente de previsión tendiente a tomar decisiones mejor informadas y optar por alternativas de acción más racionales. Com-prendimos que todo lo que pudiéramos adelantar en el establecimiento de unidades de planeación en cada una de nuestras instituciones, en la preparación de estadísticas, en el cálculo de proyecciones, en el estudio de los recursos humanos y fi nancieros de que nos era posible disponer, sería de gran utilidad para la elaboración del plan nacional. Se seña-laron algunos criterios básicos que deberían fundar la planeación universitaria: que serían las propias instituciones de educación superior las que elaboraran el plan; que se planeara para servir no solo al desarrollo económico de México sino al desarrollo integral, lo que implicaba aspectos sociales, políticos y culturales; que no debía tender a la uniformización de nuestras casas, planes ni problemas de estudio, sino a establecer criterios que armo-nizaran y coordinaran instituciones, planes y programas distintos, logrando un equilibrio entre la unidad del sistema y la diversidad de las partes que lo integraban; que no era posible pensar en mecanismos rígidos de aplicación del plan, sino que el carácter mismo de nuestra tarea requería fl exibilidad, la cual no implicaba, de ninguna manera, falta de precisión en los objetivos, que debía ser de carácter indicativo, conteniendo una serie de recomendaciones que no entraran en confl icto con los principios de la soberanía de los estados, de los cuales dependían algunas de las casas de estudios —ni con los de la auto-nomía universitaria, porque era el consenso lo que daría fuerza a las recomendaciones que se hicieran; que más que prever cuántos profesionales serían necesarios en un área muy especializada, era procurar la formación de universitarios con una cultura universal, y un método de estudio, análisis y trabajo que les permitiera ser útiles en diferentes campos de actividad y, fi nalmente, que no podía aceptarse que la calidad de una universidad estuviera en razón directa o indirecta de su tamaño: la calidad de los egresados depende de factores distintos al del tamaño de la universidad en la cual se forman. La planeación debía estar encaminada a dirigir el crecimiento cuantitativo y el mejoramiento cualitativo del sistema y de cada una de las universidades que lo integraban.

Con estas orientaciones, continuamos en la Universidad Autónoma de Baja Califor-nia los estudios iniciados sobre la expansión académica de nuestra institución, haciendo un análisis del mercado profesional, de las estadísticas vocacionales, de la población escolar, de la revisión de planes de estudios y programas, así como de la reorganización

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de sistemas contables y administrativos. Nos ayudaron otras personas ajenas a nuestra casa de estudios y continuamos recibiendo sugerencias y orientaciones que la Asocia-ción Nacional de Universidades había delineado en las asambleas generales y a través del Centro Nacional de Planeación Universitaria, que se estructuró como organismo de la propia ANUIES en la X Asamblea General de la institución, celebrada en la ciudad de Xalapa, Veracruz, en 1968, con el propósito fundamental de elaborar el Plan Nacional de Educación Superior, que tuvo como primera tarea la de realizar un censo universi-tario y diseñar para ello un sistema unifi cado de obtención de información estadística.

La participación de las universidades e institutos de enseñanza superior estaba pre-vista en los trabajos del centro, y se traduciría no solo en la ayuda que las instituciones pudieran prestarle sino en la colaboración que las instituciones recibirían de él.

Como uno de los resultados de los trabajos que realizamos en la UABC, decidimos agregar a las carreras con que ya contábamos las de ingeniero topógrafo y geodesta, técnico y licenciado en turismo, ingeniería agrícola y arquitectura.

Más tarde, un grupo de estudiantes, apoyados por profesionistas de medicina de la localidad, solicitaron la creación de una escuela de medicina. Las autoridades univer-sitarias respondimos que era conveniente realizar los respectivos análisis de factibili-dad de la escuela y, en su caso, efectuar los estudios de planeación correspondientes.

Toma de protesta como rector del Lic. Héctor Manuel Gallego García. En la mesa, de izquierda a derecha: persona no identifi cada, los integrantes de la Junta de Gobierno: Dr. Pedro Cervantes, Ing. Isaías Romano, Dr. Santos Silva, Lic. Carlos Juvera, Ing. Luis López Moctezuma (presidente) y el

rector saliente Arq. Rubén Castro Bojórquez. 1983.

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La Rectoría solicitó el asesoramiento de la Asociación Nacional de Universidades, que nos puso en contacto con la Asociación Mexicana de Facultades y Escuelas de Medicina. Directores de ambos organismos se trasladaron a Mexicali y durante varios días analizaron la pertinencia de crear tal escuela, tomando en cuenta los recursos hu-manos existentes, así como las instalaciones, laboratorios, centros hospitalarios y otros elementos con que contaba la ciudad. Su opinión fue en el sentido de que era factible y recomendable la constitución de la escuela de medicina, motivo por el cual la Rectoría, una vez terminados los trabajos de planeación relativos, dictó el acuerdo de creación de la referida escuela, señalando como sede de la misma la ciudad de Mexicali.

Nos tocó también participar como universidad miembro de la asociación en la asamblea celebrada en Villahermosa, Tabasco, que tuvo como resultado la expedición del documento llamado Declaración de Villahermosa, que contiene un conjunto de di-rectrices de la reforma educativa, como un proceso de cambio permanente cuya esen-cia consiste en estructurar el sistema educativo nacional con el objeto de que atienda la creciente demanda de educación con todos sus grados y eleve al mismo tiempo el nivel cultural y tecnológico del país, considerando que la reforma de la educación superior está estrechamente relacionada con el resto de la reforma educativa.

Se dijo que el desarrollo integral del país demanda de las universidades una mayor participación en la resolución de nuestros problemas, formar más y mejores profesio-nales, investigadores y especialistas, ampliar el conocimiento de nuestros recursos y encontrar fórmulas de transformación que permitan superar las condiciones de nues-tro medio: es la respuesta que la sociedad espera. Para esto —se concluyó—, es im-prescindible que optemos por todas aquellas vías que permitan, a un mismo tiempo, el mejoramiento y la aceleración de los procesos educativos.

Posteriormente, en una asamblea verifi cada los días 27, 28 y 29 de agosto de 1971 en Toluca, estado de México, la UABC rindió un informe acerca de los avances que había realizado en torno a la reforma educativa, haciendo referencia, entre otras re-soluciones que se tomaron, a las medidas necesarias para operar una escuela pre-paratoria piloto con la doble función de ciclo terminal y antecedente para estudio de licenciatura; a que se establecieron salidas laterales en las escuelas de ciencias agrícolas, ingeniería y turismo, por lo que se redactó un nuevo reglamento de exáme-nes profesionales para ampliar las opciones de titulación, y a que, fi nalmente, con el objeto de fomentar los posgrados, se estaba estudiando un proyecto para establecer un centro de estudios y de investigación científi ca en la Unidad Ensenada.

Se dejaba claro que la UABC asumía debidamente los principios de la Declaración de Villahermosa. En esa misma asamblea, que fue la IV Reunión Extraordinaria de la Asociación, los rectores suscribieron otro importante documento, que se conoce como los Acuerdos de Toluca, entre los que destaca el siguiente:

Lo que se requería en nuestro sistema educativo superior era el académico docto, claro y justo en las aulas. Este deseo fue colmado con el Programa Nacional de For-mación de Profesores, con el objetivo de integrar y mejorar el cuerpo docente de las

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universidades de las entidades federativas con los siguientes propósitos: formación de nuevos profesores, mejoramiento y actualización del profesorado actual, instru-mentación para la docencia y preparación de materiales y publicaciones. Se trataba de convertir a los profesores en poseedores de conocimientos de punta y proporcionarles las metodologías adecuadas para asegurar el éxito de sus acciones.

Este programa con el transcurso del tiempo hizo posible que un considerable nú-mero de profesores e investigadores recibiera becas para hacer estudios de posgrado en instituciones del país y del extranjero, quienes a su regreso contribuyeron a una verdadera elevación del nivel académico de sus institutos.

Otro acuerdo fue el encomendar a la ANUIES la elaboración de manuales para eva-luar los sistemas universitarios y los proyectos académicos, así como para propiciar la universalización de créditos.

Entre los distintos problemas de la educación nacional que se examinaron, el del bachillerato lo vimos con especial atención, puesto que, de 18 planteles con que con-tábamos, seis eran preparatorias. Este ciclo, por su posición en el sistema, importa como culminación de los niveles primario y secundario, pero al mismo tiempo como antecedente de los estudios superiores, hasta el posgrado.

Esta doble condición del bachillerato implica, por lo tanto, la necesidad de consi-derarlo como un nivel que participa por igual de circunstancias relacionadas con los ciclos inmediatos, anteriores y posteriores. En consecuencia, se resolvió que debe estudiársele bajo estos dos aspectos, a fi n de poder precisar su naturaleza y sus fi nes.

Para todo esto se requería implantar un bachillerato de tres años, de los que los dos primeros se aplicarían a la formación general del alumnado y el tercero a estudios en áreas específi cas: ciencias exactas, de la salud, sociales, etcétera, más su capacitación o adiestramiento en alguna técnica determinada.

La Declaración de Villahermosa y los Acuerdos de Toluca constituyeron pasos importantes en la integración del sistema nacional de educación superior.

A partir de entonces, hubo un impulso sistemático alentado por la ANUIES y, por la Secretaría de Educación Pública, lo que, entre otras cosas, hizo posible que las uni-versidades de los estados recibieran subsidios federales considerablemente superiores a los existentes.

El respaldo que la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior nos dio en asuntos y resoluciones de gran trascendencia en el desarrollo de nuestra casa de estudios, junto con otros factores, entre ellos el incremento considerable de la población escolar, originó que la Universidad Au-tónoma de Baja California “entrara en su adolescencia”, vislumbrara un pujante crecimiento, y merced a la comprensión del pueblo y gobierno, que vieron en ella un instrumento de superación, se lanzara ya en fi rme a proponer y alcanzar los caminos de solución a los diversos problemas que afrontaba nuestra región de la patria y a constituirse en una institución socialmente útil y respetada por la comu-nidad que la abriga y que la sostiene.

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Alfonso Rangel Guerra siguió en sus funciones como secretario general hasta el año 1977, y su actuación está marcada en muchos de los actos e ideas que se suceden en todo el sistema nacional de educación superior.

Todas las grandes realizaciones humanas (y la ANUIES es una de ellas) se distin-guen por la magnitud del impacto que producen en el medio físico-social que las rodea y por la forma en que se conducen los procesos para producirlo.

La magnitud de ese impacto estará condicionado por la fuerza que lo produce, la Aso-ciación es este caso, y los reaccionantes que la reciben, las universidades; pero la forma en que se conducen los procesos dependerá del conductor, el secretario general ejecutivo.

En el presente trabajo intentamos identifi car algunas acciones signifi cativas en un periodo dado e interpretarlas a través de las actuaciones de dos personajes: uno licen-ciado en derecho y antropólogo de vocación y el otro también licenciado en derecho pero hombre de letras por vocación.

BIBLIOGRAFÍA

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RUMBO AL 50

Durante unos días como ahora, por iniciarse la primavera, hace 49 años se aprestaba un grupo de ciudadanos para arrostrar una gran aventura, hacer viable el proyecto de la Universidad de Baja California; hoy una comunidad entera se apresta para festejar el quincuagésimo aniversario de la institución, con una real fi esta de jubileo instituida hace más de 2 500 años, creo fue el primer intento en la historia por establecer una rendición de cuentas.

El tiempo nos une y nos separa, recordando a Octavio Paz por su poema “Entre irse y quedarse”; estamos otra vez juntos con propósitos semejantes a los de antaño, crear

* Artículo publicado en la revista El Río, núm 10, Sociedad de Historia, “Centenario de Mexicali” A. C. 2010, pp. 8-9.

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el alma de la Universidad, y noto que algunos que nos acompañaron en las épocas del comienzo, aquí presentes, están listos a emprender de nuevo el vuelo tras ese ideal, de superación del género humano.

La Universidad no nació por un decreto como aseguraron algunos, no, su fi gura aparece como producto de un proceso cultural que se desarrolla en etapas sucesivas de manera natural, ningún agente exterior la formó. Nació por el impulso que le dio el bajacaliforniano, a su propio desarrollo, por las acciones de cada uno de sus mujeres y sus hombres, por las demandas comunitarias, propuestas de la juventud, gestas de estudiantes, actividades de maestros y por el reclamo de quienes, ya profesionistas, regresaban al solar nativo a integrarse al trabajo y sus aspiraciones.

El gobierno del estado acoge con beneplácito la iniciativa para fundar la Univer-sidad considerando que para hacerla de servicio público y reconocer su autonomía, debía de ser por un acto jurídico, que en un estado de derecho solo el gobierno lo puede ejecutar y formaliza su creación a través de una ley.

Creo, fueron pues cuatro factores desencadenantes que en aquel preciso momento precipitaron la constitución de la Universidad: 1º, la transformación del territorio norte de Baja California, en estado libre y soberano, que nos permitió erigir nuestras insti-tuciones; 2º, la gran emigración de estudiantes bajacalifornianos hacia universidades del resto del país, pues en aquellas épocas había mas de mil de ellos; 3º, la propuesta oportuna de los miembros del Club Universitario Tijuanense del anteproyecto de Uni-versidad y; 4º, la respuesta adecuada del ejecutivo del Estado, promulgando la Ley.

¿Cómo comenzamos? Con una escuela preparatoria con 72 estudiantes y 16 maes-tros. Todo lo demás tenía que hacerse.

Aquí empezó el verdadero trabajo: el empeño e interés de los primeros maestros y el entusiasmo, inquietud y fe de los primeros estudiantes favoreció las sustentación básica de la Universidad, que se fue consolidando con la aportación de toda natu-raleza, de los que poco a poco se han venido comprometiendo con la institución, maestros, estudiantes, trabajadores, conscientes todos ellos de que la obra que están acometiendo no es responsabilidad de un solo hombre, sino de todos sin excepción y de que no son solo errores los actos del pasado ni milagros los del presente.

En lugar de una ciudad universitaria, tenemos un estado universitario, unidades académicas y centros de investigación distribuidos en las principales ciudades de la entidad, en algunas de ellas agrupadas en reales campus, también instaladas en áreas rurales. La población estudiantil con que iniciamos era de 72, es ahora de 34 000 es-tudiantes; somos la primera universidad pública estatal del país.

No somos iguales que hace 50 años, somos mejores y juntos lo hemos logrado, estudiantes, maestros y la sociedad bajacaliforniana, que con su fe en nosotros nos brindó confi anza para servirla y a quien en este largo periodo de trabajo académico le hemos devuelto 72 000 de sus hijos, como profesionistas.

Seguimos creyendo en la juventud, no tan solo como una esperanza de la patria, no como una realidad del mañana, sino como una realidad de hoy, tienen un papel que

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desarrollar en la construcción del país. En el aula, en el laboratorio, en la biblioteca está su quehacer, desde ahí tomarán nota que su trabajo bien hecho tiene mucha im-portancia para la patria a quien tendrán que rendirle cuentas.

Maestros, nuestro agradecimiento por su labor venturosa en esta gran tarea de ayu-dar a formar los ciudadanos útiles para el fortalecimiento de nuestro México.

Estudiantes, maestros, redoblemos esfuerzos, entreguemos lo mejor de nosotros para que la humanidad pueda realizarse plenamente.

Cimarrones, vayamos con todo rumbo al quincuagésimo aniversario.Por la realización plena del hombre…

ECOS DEL BICENTENARIO Y DEL CENTENARIO*

Letra clara, delineada. La mano esculpe la obra de arte... con proporciones casi míticas, simbólicas… estas grafías la acompañaban en el transcurso de su vida. ¿Por qué no quererlas? Así se escribía Zara Sosa. El trazo perfecto del contorno de cada letra le revelaba historias insospechadas, conversaba con las palabras, con la letra dibujada. Zara Sosa, mi abuela.

El 23 de agosto de 1873, siendo alumna de la Escuela Nacional de Santo Tomás, fundada en 1859 por Eliseo Schieroni, Zara Sosa recibió una mención honorífi ca por su capacidad lectora; el reconocimiento se lo otorgó José María Villagrana, subjefe político de la frontera. Por aquellos años la capital del Partido Norte de Baja Califor-nia se encontraba en Santo Tomás.

En los inicios del siglo XX, época en la que empezaba a manifestarse el descontento hacia las clases dominantes, época de turbulencia política, el año de 1902 el panorama no era gris para Elvira Cota, una adolescente de catorce años, quien recibía, precisa-mente de manos del presidente de la república don Porfi rio Díaz, el primer premio por su aplicación, que acreditaban sus califi caciones que obtuviera en el curso de primer año superior en la Escuela Primaria Superior número 1 de Ensenada, Baja California. Para Elvira este premio debió representar días de gloria que se verían refl ejados en su personalidad, pues ella siempre se caracterizó por su sencillez, sensibilidad y pasión por la educación y por las artes, de manera especial, por la pintura y por la música clásica.

Elvira Cota Silva nació en 1888 en Ensenada, Baja California. Fue maestra en la Escuela La Corregidora. Trabajó en la Delegación de Instrucción Pública, ahí conoció a quien sería su esposo, el profesor Andrés Silva Vite.

Cuando nos remontamos a los acontecimientos ocurridos durante el periodo de la Independencia de México, cuando se habla de los héroes que nos dieron patria, de los revolucionarios, de los “rebeldes”, de los “radicales”; cuando rememoramos las estampas impresas en los libros de historia en las que orgullosos destacan los bustos

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de don Miguel Hidalgo, de Morelos de doña Josefa Ortiz de Domínguez, el ambiente se percibe con cierto aire nostálgico por la efervescencia de aquellos sucesos.

Desde hace más o menos dos años, en nuestro país mucho se ha hablado sobre los festejos del bicentenario de la independencia de México y del centenario de la revolu-ción mexicana. De parte de las instituciones educativas han surgido convocatorias para que tanto historiadores, escritores, y ciudadanos en general vuelquen en el papel, en términos narrativos o ensayísticos, sus saberes e inquietudes por estos conocimientos.

En Baja California, mi estado, estos dos acontecimientos se enmarcan en estas cele-braciones: uno, el primero, fi rmado desde la subjefatura política de la frontera, en Santo Tomás, y el segundo fi rmado desde la Presidencia de la República, y que representan de manera signifi cativa los festejos del bicentenario de la independencia de México y del centenario de la revolución mexicana, particularmente para quien esto escribe.

MEDALLA AL MÉRITO UNIVERSITARIO

Se me ha otorgado la gracia de esta venerable institución al disponer que una de las distinciones con que la Universidad reconoce el mérito universitario lleve mi nombre, y es así que la medalla al mérito universitario lo portará. Cuán satisfechos deberían haberse sentido mis padres y qué orgullosos deberán sentirse mis hijos, una deuda con unos y un legado con otros.

Pero ¿cuál es el signifi cado con que yo recibo esta gracia?Su otorgamiento es avasallador por la grandeza de quien la otorga y la modestia

de quien la recibe; lo interpreto, porque así me siento, como un acto de unción, he recibido una gracia y debo estar feliz, pero de inmediato comprendo que la otra cara de la moneda muestra que tengo una nueva obligación, como el estudiante graduado que por un lado recibe un título o diploma y frente a ello, la pesada tarea de realizarse y ayudar a los demás. Es como el agridulce de un suculento manjar en el que lo dulce representa la parte agradable del acto de recibir y lo agrio la tarea por cumplir.

Se me ha preguntado, con motivo de este acto de imposición de mi nombre a una medalla, qué signifi caba, si era como la otorgada por el Congreso de la Unión con el nombre de Ignacio Altamirano o de Belisario Domínguez, yo contestaba que era algo semejante, pero en el caso particular la diferencia estaba en el receptor de la distin-ción, ellos eran próceres de la patria y yo era un ciudadano común de México, y que el haber sido señalado para tal efecto, por los universitarios de Baja California, se debía tal vez a que, y en esta vez perdónenme un dejo de vanidad que como humano hube de tener, esa selección era determinada por mi humildad, perseverancia, emoción y audacia que mostré en el desarrollo durante los inicios de nuestra Universidad, cuali-dades que por lo demás le pertenecen a un ciudadano común

M e n s a j e s p ó s t u m o s

CC a r t a s a A l e j a n d r o

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IDEAS PARA UN PROYECTO DE DESARROLLO UNIVERSITARIO

Sr. Dr. Alejandro Mungaray Lagarda Rector de la Universidad Autónoma de Baja California.

La labor de la Universidad es interminable, eterna, nunca acaba, si acaso sufre transformaciones, pero sigue su curso. Este proceso de vida universitaria está organizado para que se den esas transformaciones ajustadas a los cambios del entorno social, científi co, político, económico, de manera que la institución educativa salga fortalecida.

Es función del dirigente universitario encauzar esas actividades de ajuste y re-forma y usted, con fe intensa y experimentada vida académica, ya lo manifestó en reiteradas ocasiones. Pero esa responsabilidad no solo es suya, es también com-promiso de todos los universitarios, y téngalo siempre presente que estaremos en rededor suyo ayudándolo en sus tareas.

Este documento contiene algunas ideas relacionadas entre sí y con el propósito fundamental de la Universidad, la excelencia académica. Aparentemente son suges-tiones aisladas, pero que en algún momento de la vida universitaria aparecerán como realidades; en ninguna forma molestan al proyecto de reforma que usted pretende, le dan singularidad y colorido, tal vez representan un sueño de este servidor.

Debemos comenzar por defi nir nuestros principios y objetivos. La pieza fundamental de estas cuestiones es determinar cuál es el objetivo central del conocimiento: ¿lo será las cosas de la naturaleza o de las humanidades?, ¿será el justo medio en el desarrollo de am-bas áreas la solución? Ella debe ser establecida por órganos colegiados y despertar en la comunidad académica la inquietud por la innovación y la reforma como base de la perfec-ción del hombre para que sea y viva mejor. Acatar nuestro lema: “Por la Realización Plena del Hombre”, impregnar con él todas y cada una de las actividades de la institución, tanto en lo interno como hacia el exterior y haciendo a los estudiantes creyentes y activistas del mismo, armonizando racionalmente las enseñanzas científi cas y las humanistas (recordar que ya no tenemos bachillerato), llevarlos por el sendero del descubrimiento continuo de las cosas, en las que el hombre es el protagonista principal, y demostrarles que el estudio de las ciencias naturales productoras del bienestar es necesario, pero que la observancia de las humanidades, el cultivo de las culturas clásicas no es solo un placer estético sino también sustento para la formación intelectual y moral del individuo

No temamos revisar y reconsiderar en qué estado de desarrollo nos encontramos. Signifi ca que como todo organismo que se precie de ser trascendente, se ha madu-rado. El doctor don Jaime Torres Bodet, en ocasión de la ceremonia de iniciación de cursos de nuestra Universidad en 1962 dijo: “madurar sin crecer implica obviamente falta de recursos materiales; pero crecer sin madurar es la peor de las demagogias, es la falsifi cación de la cultura”.

CÉSAR RUBÉN CASTRO BOJÓRQUEZ Y ALEJANDRO MUNGARAY LAGARDA

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JUNTA DE GOBIERNO

En sus etapas iniciales de organización, en un afán de involucrar formalmente a los habitantes de todo el estado en el desarrollo de la Universidad, La Junta de Gobierno se designó, repitiendo el criterio de representación por municipio, procedimiento que se empleó para el nombramiento de los miembros del Comité Estatal Pro-universidad.

La UABC es una institución de carácter estatal, con varios campos académicos que obedecen a las necesidades y recursos de las diferentes regiones que constituyen el estado, pero con una reglamentación unitaria que orienta las actividades al cumpli-miento de lo mandado en nuestra Ley Orgánica.

En el estado actual de desarrollo de la UABC, con tres campos bien consolidados, uno con desarrollo inicial y con políticas incipientes de expansión, sus cuerpos cole-giados deben depender de conceptos de integración y globalización en nuestro uni-verso bajacaliforniano y congruentes con tendencias científi cas, fi losófi cas y sociales que pretenda la Universidad establecer. En el caso de su Junta de Gobierno que tiene por función designar al rector, a los directores de escuelas, facultades e institutos y al Patronato, sus miembros se determinen bajo esos criterios de adecuación de las cua-lidades personales de los candidatos a las políticas de desarrollo, es decir, que si las tendencias de la institución son hacía un humanismo o hacía un desarrollo científi co o tecnológico, deben infl uir para orientar el criterio decisorio de quienes designan, por ser personas idóneas y no solo por ser representantes de un municipio.

UNIDADES PERIFÉRICAS

El desarrollo de la Universidad en nuevos espacios no debe responder a situaciones geográfi cas o a divisiones políticas del territorio, sino a necesidades y recursos del nuevo desarrollo y a oportunidades y previsiones aprovechadas y elaboradas por la institución. Extenderse con vigor, seriedad y decisión para impactar fuertemente en la nueva comunidad debe ser su propósito; lograrlo será solo con unidades de investigación, verdaderos centros científi cos necesarios en el lugar, que además de ayudar a resolver problemática regional y local serían ejemplo para despertar la inspiración por la ciencia en la juventud de la población circundante.

Instituciones como la UNAM y el ITM han instalado sus nuevos campus de esta manera y los resultados han sido satisfactorios. Además, la comisión de expertos de la Universidad de México que nos visitó en 1957 hizo la recomendación de que ini-ciáramos actividades con centros de investigación antes de escuelas profesionales o en todo caso simultáneamente. Por ello nacieron el Instituto de Investigaciones Ocea-nológicas y el Instituto de Investigaciones Económicas.

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Hace aproximadamente siete años se hicieron estudios por parte de la Universidad para ver la posibilidad de desarrollar dos unidades de investigación en San Felipe y en San Quintín, habiendo sido el plan para San Felipe el más completo. Este consistió en un proyecto para instalar un centro de Investigaciones en Ciencias Ambientales y Oceanográfi cas dependiente del IIO y con posibilidades de fi nanciamiento externo. San Quintín deberá ser también considerado en las estrategias de expansión universitaria.

SAN FELIPE

Se encuentra en zona estratégica de la reserva de la biosfera del alto golfo y delta del Río Colorado. Constituye un punto ideal para exploraciones e investigaciones del golfo de California por sus características geográfi cas y de desarrollo, contiene la infraestructura adecuada para la instalación de un centro de investigación y existen organizaciones locales interesadas en que San Felipe sea el asiento de un centro de esta naturaleza, brindando apoyos convenientes.

En algunos planes de desarrollo de la región a la UABC no se le toma en cuenta por no contar con instalaciones científi cas en el litoral del Golfo. El mayor número de pu-blicaciones científi cas sobre el Golfo, tanto en revistas nacionales como extranjeras, provienen de investigaciones de la UABC y el CICESE.

Muy cercano a San Felipe se llevan a cabo actividades de acuacultura a nivel co-mercial y destacan las investigaciones realizadas por personas de la UABC en Ense-nada sobre la totoaba, con vistas al repoblamiento de esta especie en el propio golfo. Próximamente autoridades gubernamentales emprenderán tareas para crear arrecifes en el golfo tendientes a su revitalización. La Universidad debe asumir su papel rector en el desarrollo del estado con acciones vigorosas, seguras y magnífi cas.

SAN QUINTÍN

Un emporio en pleno desarrollo. Una gran avenida de 25 kilómetros de largo cruza la región de San Quintín exhibiendo toda su efervescencia mercantil, industrial, agrícola y humana. Una extensa avenida es fl anqueada a ambos lados por una hilera ininterrumpida de casas y negocios de todas clases, farmacias, tiendas de abarrotes, licorerías, bancos, venta de artículos para el hogar, implementos de agricultura, refacciones, estaciones de gasolina dando servicio a vehículos de todo tipo y de últimos modelos y atrás de todo eso, los extensos campos agrícolas con tecnología de punta que han dado vida a esta región con su amplio espectro de problemas y atractivos étnicos, sociales, turísticos, administrativos, antropológicos, demográfi cos,

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urbanísticos, de integración familiar y social que reclaman por su regularización, para lo cual solo actividades de investigación formal lo podrán hacer, que únicamente tendrán cabida en un centro de investigación.

Aunque ambas localidades: San Felipe y San Quintín cuentan ya con una unidad de extensión de la UABC, existen ideas para iniciar actividades de docencia, abriendo carreras profesionales de nivel medio o superior respondiendo a una demanda que no está justifi cada que pueden llevarnos al extremo de recurrir a esquemas propios de centros más integrados. Por ello, debemos revisar estos proyectos y considerar que la mejor manera de llevar a cabo las políticas de expansión es a través de programas de investigación científi ca que determinen y precisen las necesidades del medio y orien-ten las demandas sobre bases realistas.

POSGRADO

En una reunión de la ANUIES celebrada en Mexicali, en la cual se trató el tema de posgrado en las universidades, el doctor José Sarukhán Kermez, entonces rector de la UNAM, expresó que además de los requisitos básicos para considerar un posgrado como excelente, debíamos cuidar dos aspectos importantísimos: buen ambiente académico en torno al posgrado y considerarlo rigurosamente como un órgano de toda la universidad y no solo de una unidad académica. Para ser sincero, pocas veces se ha logrado lo anterior. Pueden ser varias las razones, pero considero que una de las más importantes es la estructura de su organización de la que, tal vez, devienen las demás.

Debe crearse una división de posgrado con un cuerpo colegiado integrado por re-presentantes de diversas áreas del conocimiento, que deba estudiar, investigar, auto-rizar y vigilar los estudios de posgrado que los directivos (Comisión de Planeación y Desarrollo Institucional) convengan en benefi cio de la institución, comprometiendo de esta manera a toda la universidad en el posgrado. Considero que todos los profe-sores de posgrado deben tener proyectos de investigación en desarrollo para que los estudiantes se incorporen a ellos y cumplan con la obligación de investigar y conse-cuentemente sus tesis sean aportaciones al conocimiento.

BÚSQUEDA DE TALENTOS

Por estar en la cúspide de la pirámide del sistema educativo, la Universidad puede y debe ser su factor orientador en cuanto a los caminos que debe escoger la juventud de un país. Por ello la vinculación más valiosa y natural de las IES será con el sector educativo. Esta podrá ser de diferentes maneras, pero una y tal vez la más efectiva, fructífera y emocionante, sería aquella tendiente a desarrollar las capacidades

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vocacionales de los estudiantes, apegándonos fi elmente a los propósitos de la Universidad y ayudándoles a realizarse.

Esto es fácil y agradable lograrlo. Todos los años las autoridades educativas en el esta-do, de alguna manera seleccionan a los estudiantes más talentosos en los diferentes niveles escolares. Basta obtener un listado y ponerse en contacto con ellos por medio de una carta del rector acompañada por un lote pequeño de libros seleccionados según la edad de los estudiantes, con lecturas interesantes que despierten el ingenio y enaltezcan las virtudes. Sería el inicio de un proceso durante el cual las autoridades universitarias seguirían el transcurrir escolar de los estudiantes seleccionados, cuidando de sus adelantos, reforzando la relación de modo epistolar y con entrevistas orientadoras de la vocación.

Cercano el fi nal de su bachillerato, la Universidad invitaría aquellos a cursar sus estudios superiores en ella y en caso de ser aceptada la propuesta, la institución los inscribirá automáticamente en la unidad académica seleccionada, con solo presentar su certifi cado de haber terminado completo y satisfactoriamente su ciclo escolar. La universidad así tendrá lo más granado del estudiantado, talentoso, con hábitos de es-tudio y formal. Con la generalización de este proceder, contribuirá a la formación de una conducta de superación en el estudiante de todo el sistema educativo subyacente. ¿Qué mejor y más feliz vinculación de la Universidad con su entorno?

CLAUSTRO DE DOCTORES

Con base en los artículos 16 y 28 del Estatuto General de la Universidad se propone la creación de un organismo académico para auxiliar en sus funciones a las autoridades de la Universidad, que se llamará “Claustro de Doctores”. El claustro constituye un órgano consultivo, con carácter propositivo de asesoría y orientación para el mejor desarrollo de las funciones sustantivas de la UABC. Tendrá como funciones específi cas asesorar al Consejo Universitario, específi camente a las comisiones de Honor y Justicia, de Legislación, de Grados y Revalidación de Estudios y del Mérito Universitario. Apoyar y fomentar los estudios de posgrado. Apoyar y fomentar las actividades de investigación. Presidir en unión del rector los actos solemnes de otorgamiento de honores académicos. Concurrir a la labor editorial de la Universidad con trabajos y ensayos científi cos. El “Claustro de Doctores” estará integrado permanentemente por 28 miembros. El cargo de miembro de claustro será vitalicio y podrá dejarse por renuncia del interesado.

GRADOS HONORÍFICOS

Desde su fundación, la UABC solo ha otorgado tres grados de doctor honoris causa, y son muy escasas las veces que nuestra Universidad haya obtenido distinciones honorífi cas,

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sea a través de sus académicos, de sus trabajos o de sus publicaciones. La Universidad no puede ni debe estar aislada del mundo de la ciencia y de la cultura en cualquier parte del mundo que ocurra. Debe estar atenta a todas esas actividades culturales y saber reconocer la obra meritoria y otorgar a quien lo haya ejecutado nuestro más alto reconocimiento. Hacer lo anterior demuestra nuestro interés y capacidad para determinar lo valioso de la acción humana. Si nuestro reconocimiento es aceptado por la persona o la institución, estamos a su vez, siendo reconocidos y estamos estableciendo puentes de vinculación, quizás los más importantes, con otras entidades, científi cas, académicas, culturales.

Por otra parte, nuestras acciones, los trabajos ejecutados por nuestro personal aca-démico o de investigación tienen su mérito. Algunos de ellos constituyen trabajos que llamamos “de punta” que merecen reconocimiento exterior. Podemos merecer premios nacionales de ciencia, y aún internacionales, pero necesitamos proyectarnos, y uno de los vehículos más importantes para tal efecto, lo constituyen los lazos que hemos emprendido con los reconocimientos académicos, honorarios o no. Este proyecto para establecer las actividades y hacer realidad los anteriores objetivos requerirá de un órgano especial que oriente y apoye a la Comisión de Grados y Reconocimientos del Consejo Universitario, el cual podrá ser un Centro de Estudios Universitarios, que es el punto siguiente.

CENTRO DE ESTUDIOS UNIVERSITARIOS

Nace de la necesidad inquietante de buscar en los orígenes de la institución las condiciones del entorno en su nacimiento, los principios y fundamentos que le dieron vida y proporcionaron su esencia. Pero aquella crece y tras un deseo de superación reconoce su realidad y destino, lo que ya no se puede satisfacer solo con un escudriñamiento histórico, sino con la adquisición de un sentido de desarrollo, con el establecimiento de una visión responsable que reclama una organización seria en la refl exión y crítica severa.

Por ello consideramos indispensable constituir un centro de estudios universitarios con los siguientes objetivos: 1. Establecer el proyecto universitario dentro de la rea-lidad de su entorno, próximo y lejano. 2. Determinar las rutas del desarrollo y darle sentido a la planeación. 3. Proporcionar información periódica a todos los cuerpos de gobierno de la UABC. 4. Orientar y apoyar las actividades de vinculación.

EDIFICIOS Y ARQUITECTURA

Unifi car y dignifi car las concepciones arquitectónicas de nuestros edifi cios y construcciones. Que cada columna, pared o friso traduzcan nuestro espíritu, que quede plasmado en cada rasgo arquitectónico nuestro pasado, presente y futuro.

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SANTOS SILVA COTA SU PENSAMIENTO Y TESTIMONIOS SOBRE SU TRAYECTORIA

Tenemos escudo, lema, colores, mascota y canto, ¿por qué no tener una composición arquitectónica que nos inspire y nos identifi que?

ANTROPOLOGÍA

“Por la Realización Plena del Hombre” es nuestro lema y no existe estudio, materia o asignatura que se dedique integralmente al estudio del hombre en nuestra Universidad. Las acciones son muy dispersas, por lo que sería muy importante y provechoso que se instituyera una sección y cátedra permanente en antropología, integrando en un todo al hombre biológico, al social y al científi co.

CONSEJO UNIVERSITARIO

Revitalizar el consejo es un objetivo muy importante en la vida universitaria. En él descansa toda la actividad de la institución y la responsabilidad de este cuerpo colegiado debe ser plenamente compartida por todos y cada uno de sus miembros. ¿Cómo se lograría eso? Haciendo más solemne el acto del nombramiento del consejero y su aceptación por el pleno, protestar el cargo.

En el caso de los académicos, no solo darles constancia de su desempeño, sino darle un lugar y trato privilegiado ante las instancias universitarias. (Se le da más im-portancia al delegado sindical de cada unidad académica, que al consejero maestro). En el caso de los estudiantes, no solo darles esos privilegios, sino que además permi-tirles que sean gestores de los demás estudiantes, que sean realmente representantes del alumnado.

Las sesiones o juntas de las comisiones, pudieran o debieran ser presididas por funcionarios (secretario general, vicerrector); empalmar los periodos de renovación de consejero de tal manera que siempre existan miembros nuevos y antiguos; y largar el periodo de duración del consejero.

Dr. Santos Silva Cota, enero de 2003.

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DR. ALEJANDRO MUNGARAY LAGARDA rector de la UABC

P r e s e n t e.

Apreciable Alejandro:

Su mensaje navideño me invitó a refl exionar sobre un tema que me preocupa, la Universidad y yo, sobre mi responsabilidad ahora y mi trabajo mañana. Dada mi edad, el mundo de las ideas me es más accesible que el de la acción, tanto para hacer las propuestas ahora, como para ayudar a hacerlas realidad mañana.

Así escogí mi tema favorito, la educación. Hace varios años, usted tuvo la genti-leza de rescatar del olvido y la indiferencia un artículo que escribí sobre el sistema educativo nacional, publicándolo en una de las ediciones de nuestra Universidad; en él me refería a que nuestro sistema educativo estaba fracturado, que sus diferentes niveles transcurrían aislados, como estancos rígidos no permitían la interacción entre ellos y desaparecía el sistema educativo como tal.

Estas refl exiones me llevaron a hacer una breve comparación entre lo que su-cedía en los tiempos de la publicación de mi artículo y de lo que está sucediendo hoy, en lo que se refi ere a nuestra vinculación con los diferentes niveles educati-vos del sistema nacional y salvo algunas acciones aisladas, de convenios cupula-res, poco se ha avanzado.

El sistema nacional educativo lo es todo o no es nada; desde preescolar hasta el posgrado es un conjunto organizado de niveles de enseñanza con sentido de totalidad, ningún nivel debe aislarse del resto sin peligro de destruir la organización.

Yo considero que la Universidad debe aceptar su responsabilidad de buscar la bue-na marcha de esa organización educativa. Tiene recursos, vocación, experiencia y un sitio privilegiado en el sistema; está colocada al fi nal del proceso y capacitada por ello para recomendar rumbos, transformaciones políticas, métodos, a fi n de asegurar el éxito de las acciones dentro de un marco de respeto, cooperación e integración, atendiendo irrestrictamente a los fi nes de la educación nacional.

La Universidad tiene vocación para la educación. Su primera escuela profesional fue la Superior de Pedagogía. A ella se han sumado la de Ciencias de la Educación, ahora de Ciencias Humanas, el Instituto de Investigación y Desarrollo Educativo independientemente de las actividades sobre educación a cargo de la Dirección General de Asuntos Académicos durante los años de 1980 a 2003. Actualmente, la Universidad funciona con cursos de posgrado sobre educación, tres a nivel de maestría y uno en el doctorado.

La función más importante de la Universidad es la educativa, la de formar buenos e ilustrados ciudadanos, la de lograr una vida más digna de vivirse; y una vida más digna es rica en valores de cualquier naturaleza: intelectuales, morales, cívicos, etcétera. Esto es lo que la Universidad tiene que hacer y lo realiza a través de su acción educativa.

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Para cumplir cabalmente con lo anterior, la Universidad debe integrarse al sector educativo, estar en contacto directo con todos los niveles del mismo, es su vinculación más genuinamente universitaria porque es congruente con su función más importante.

Si queremos que nuestro sistema de educación superior prevalezca sólido, activo, autónomo, adaptado al tiempo y al espacio, debemos hacer y permitir la autocrítica, que ella nazca de nuestras propias entrañas, somos causa y efecto de lo que hagamos y no nos lesiona, debemos aceptarla como procesos de autorregulación del sistema.

Preguntémonos cuántas acciones directas con los diferentes niveles educativos del sistema hemos realizado. Qué relación mantenemos con las escuelas normales; cuáles mantenemos con la Universidad Pedagógica Nacional. Debemos preguntarnos cuales son los fi nes de la escuela mexicana en sus dos primeros niveles; preguntarnos qué tanto sabemos del artículo 3° constitucional; cual es la reglamentación del estado de Baja California en materia educativa. Qué tanto debe saber un alumno de un sexto año de primaria o uno del último grado de secundaria.

Igualmente debemos preguntarnos qué está sucediendo en nuestro nivel de edu-cación superior en cuanto a problemas de aprendizaje, metodológicos, académicos, en relación con el trabajo y resultados de los otros niveles del sistema de los cuales podemos aprender mucho. Einstein le preguntó a Jean Piaget cómo se formaba el concepto de tiempo con el niño.

Creo que es bueno y necesario que hagamos un trabajo serio de autocrítica a nues-tro sistema educativo superior con un criterio multifactorial, que hagamos su análisis desde diferentes puntos de vista, sociológico, psicológico, metodológico, antropoló-gico y fi losófi co.

Es momento de hacerlo. El espíritu que se crea en tiempos de jubileo facilita su realización, es tiempo de rendición de cuentas de la actividad más importante de la Universidad, la que le proporciona su razón de ser, su esencia, la actividad educativa.

Deseo me disculpe por romper las reglas, pero el calor del hogar en las épocas navideñas me hicieron olvidar la urbanidad, brotó la emoción y en lugar de llamarle por lo que es, el señor rector, que lo sabe hacer muy bien, lo hice usando un modo más humano y personal.

Mis parabienes para usted y su familia y mi deseo ferviente de que realice un feliz año 2006.

Con afecto,

Dr. Santos Silva Cota

CÉSAR RUBÉN CASTRO BOJÓRQUEZ Y ALEJANDRO MUNGARAY LAGARDA

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Universidad Autónoma de Baja CaliforniaCentro de Estudios Sobre la Universidad

Ofi cio Núm. 084/2005-1

SR. DR. ALEJANDRO MUNGARAY LAGARDARector de la Universidad Autónoma de Baja CaliforniaP r e s e n t e.

Distinguido Sr. Rector:

Le estoy enviando una copia del boletín que elaboré en el año de 1991, hace 14 años, sobre las pláticas de información acerca del proceso de nombramiento de rector y que realizó la H. Junta de Gobierno, con el fuerte apoyo que usted, en su carácter de secretario general de la institución, nos brindó

Esta última observación es una de las razones por lo que le interesará el documento que tal vez recuerde, y la otra es que los argumentos que la comunidad universitaria hace al proceso de designación de rector siguen siendo casi los mismos

Aprovecho la ocasión de enviarle copias de tres ensayos que he elaborado, uno sobre la sucesión rectoral, otro sobre la política y universidad, ambos publicados en la prensa local y un pequeño opúsculo “Mis libros” publicado en la Gaceta Universitaria

Sírvase aceptar las seguridades de mi atenta y distinguida consideración.

A T E N T A M E N T EMexicali, Baja California, 17 de mayo de 2005.

“POR LA REALIZACIÓN PLENA DEL HOMBRE”,

DR. SANTOS SILVA COTA

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SANTOS SILVA COTA SU PENSAMIENTO Y TESTIMONIOS SOBRE SU TRAYECTORIA

Dr. Alejandro Mungaray LagardaRector de la Universidad Autónoma de Baja California

Estimado señor Rector:

Al iniciar su gestión como rector de esta universidad le envié una misiva que contenía una serie de preocupaciones, deseos y sueños que yo tenía en ese entonces sobre la institución, sabiendo que los entendería porque hemos compartido algunos pensamientos sobre la cultura y educación.

Hoy, ya cercano el término de su gestión deseo también enviarle otro mensaje, ya no con preocupaciones y sueños sino con reconocimientos a su obra y comentarios a su desempeño como hombre universitario.

Afortunado aquel ser humano que fi ja sus objetivos, se prepara con rigor y honesti-dad para alcanzarlos y en ese empeño lo hace con brillantez; afortunado porque usted apoyándose en el lema de su Universidad, realizó su superación plena como hombre.

Siempre he sostenido que para ser rector de la Universidad se tenía que querer, poder y deber ser. Las dos primeras formas pertenecen al pretendiente, la tercera al cuerpo colegiado que lo designa.

Usted desde el momento que tocó la institución, seguramente dijo: quiero ser rec-tor de esta universidad y desde entonces inició su superación, ya como alumno de la Escuela de Economía, como maestro y como director de la misma

Prosiguió su marcha ascensional dentro de la administración universitaria en la que se desenvolvió con entrega total pero con alegría y cariño. Entonces tuve la oportuni-dad de tratarlo y compartir algunas tareas, yo como presidente de la Junta de Gobierno y usted como secretario general de la Universidad. Lo vi contento en su desempeño, atento a resolver los asuntos de su incumbencia, sus opiniones fueron muy sensatas que traducían un carácter fuerte, decidido siempre a actuar con rigor y justicia.

En esos andares, cuando se nos presentó el momento de designar al siguiente rec-tor nuestra interacción fue más intensa, el intercambio de ideas se enriqueció; yo lo ví muy feliz ante el proceso que se daba, sobre todo en los momentos más febriles. Cómo gozó viendo su desarrollo desde fuera, pues usted no era elegible por ser menor de 35 años que nuestra Ley Orgánica fi ja como uno de los requisitos para ser rector, pero siempre de cerca, observó, aprendió, auxilió y se divirtió.

Considero que durante las numerosas reuniones que tuvimos para que recogiera la información necesaria para escribir mi semblanza, que tuvo la gentileza de escribirla y publicarla, se fue creando una amistad sincera extendida a las familias. Pero usted originó su marcha. Irrumpió en los ámbitos nacional e internacional enriqueciendo su currículum con acciones en la investigación, la docencia, la obra científi ca. Llego el momento de poder ser rector.

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Pues llegó a serlo y por méritos propios, sustentado en un impresionante currícu-lum académico y por un gran espíritu que lo impulsaba a hacer las cosas bien y desde ahora. Como producto de su experiencia recogida en los campos en los que actuó tenía una idea, una visión de una universidad nueva, adaptada a los tiempos, necesi-dades y condiciones del hoy y del mañana.

Tales ideas convertidas en un plan nuevo, reformista, sacudieron a la Universi-dad que estaba al borde del anquilosamiento y le marcaron los nuevos rumbos y las nuevas maneras de caminarlos. La efi ciencia, imaginación, rigor y responsabilidad fueron los principios que guiarían las acciones.

En los comienzos se cimbró el personal, hubo críticas al nuevo acontecer, algo de caos, pero poco a poco, el personal académico y administrativo llegó a comprender que el eje sobre el que giraban todas las nuevas acciones era la función educativa de la Universi-dad, era ella la razón por la que se tenía que conocer el real objetivo de la institución y al comprenderlo así, la comunidad universitaria se adhirió gustosa a las nuevas tareas. ¿Qué hizo usted? Lograr una de las pocas cosas que se pueden lograr, cambiar la mentalidad de toda una comunidad (se dice que es más fácil cambiar la mentalidad de un pueblo, que su dieta, apuntaba don Alfonso Reyes: “la educación moral base de la cultura, consiste en saber dar sitio a todas las nociones: en saber qué es lo principal, en lo que se debe exigir el extremo rigor; qué es lo secundario, en lo que se puede ser tolerante; y qué es lo inútil, en lo que se puede ser indiferente. Poseer este saber es haber adquirido el sentimiento de las categorías”. Eso hizo usted, que los universitarios supiésemos distinguir lo importante.

Su obra material fue grandiosa, pero para mí no supera el haber logrado la sublima-ción del espíritu del universitario, alumno, maestro, trabajador.

Toda su labor al frente de la institución trajo felicidad y confi anza y la colocó en el primer plano nacional, como la mejor universidad pública estatal de México.

Le reitero mi reconocimiento y mi agradecimiento por haber hecho grande a la UABC. Sé que no estuvo solo, chez le femme, siempre estuvo a su lado Paty, su esposa, doctora, académica e investigadora, que con su cariño e ideas lo ayudó en sus tareas. Mis recuerdos para ella.

Me despido de usted, esperando seguir viéndonos y desearle éxitos en su vida futura; uno no termina nunca de realizarse plenamente, cuando parece que lo logró surgen nuevos retos.

Mi cariño, admiración y respeto,

Dr. Santos Silva Cota

P.D. ¡Caramba!, ahora, cuando me pregunten quién ha sido el mejor rector, tendré que responder: somos tres, yo, Alejandro y, desde luego, el que está en funciones.

M e n s a j e s p ó s t u m o s

GG e s t o r d e l a U A B C

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* Artículo publicado en el libro Los pasos ganados. Ensayos y testimonios de la Universidad Autónoma de Baja California (pp. 206-209). UABC, 1991.

** Catedrático de la Facultad de Ciencias Administrativas (jubilado). Exdirector de la Escuela de Turis-mo y alumno fundador de la UABC (1958).

DR. SANTOS SILVA COTAPRIMER RECTOR DE LA UABC*

Daniel Olivas Beltrán**

El doctor Santos Silva Cota nació en el puerto de Ensenada, Baja California, el 20 de junio de 1921. Su padre, profesor Andrés Silva Vite, había llegado procedente del estado de Hidalgo para ejercer su labor educativa; conoce

en el puerto a la agraciada señorita Elvira Cota, formando matrimonio que le permite integrar una hermosa familia, entre quienes destacan el licenciado Guilebaldo, el ingeniero Ulises y el propio doctor Santos.

Santos Silva Cota realiza sus estudios primarios en la Escuela Benito Juárez, de la ciudad de Mexicali, y en el año de 1939 concluye sus estudios en la Escuela Nacional Preparatoria, donde obtiene por su clara inteligencia y aprovechamiento académico la más alta distinción de pregrado bachiller laureado en la UNAM.

Realiza sus estudios profesionales en la Facultad de Medicina de la UNAM, y pos-teriormente hace internado de pregrado en el Hospital Juárez de la ciudad de México en el año de 1944. Inmediatamente después se dirige a su entidad natal para realizar sus labores de médico social en la comunidad rural de estación Hechicera del valle de Mexicali, durante los años de 1944-1945. Al presentar su examen profesional en febrero de 1945 obtiene el título de médico cirujano partero.

En el año de 1959, un joven de bata blanca irrumpe en las ofi cinas de la dirección de la Escuela Preparatoria del Estado que funcionaba en lo que conocemos como Escuela Cuauhtémoc, hoy Casa de la Cultura, para instalar las ofi cinas del Comité Pro-Universi-dad. Se trataba del doctor Santos Silva Cota, que desde el 2 de agosto de 1958 realizaba

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acciones como vicepresidente de dicho cuerpo directivo. Desde entonces me dispensa su amistad, pues en aquel tiempo publicábamos el periódico estudiantil Adelante y la revista Universidad. Su director era Arnoldo Castilla, y el que esto escribe nada menos que gerente general, cargo que compartía con el inolvidable amigo Armando Hernández Domínguez, a la sazón director del periódico Vanguardia Estudiantil. Como estudiantes de preparatoria fuimos muy activos, miembros del comité ejecutivo de la sociedad de alumnos, teníamos acceso directo al señor gobernador del estado, el licenciado Braulio Maldonado Sández, que nos trababa con el título de “mis amigos universitarios”, ¡y eso que cursábamos el primer año de preparatoria!

En el mes de abril de 1959 falleció el licenciado José González Cordero, quien fungía como presidente del Comité Estatal Pro-Universidad. El licenciado Rodolfo Sosa y Silva director de la escuela, nos transportó con la representación estudiantil para estar presentes en el sepelio en el puerto de Ensenada.

El doctor Santos Silva Cota asumió el carácter de rector de la Universidad al morir el licenciado José González Cordero y con tal investidura inició en fi rme las actividades docentes en la institución. Cabe hacer la aclaración de que dicho profesionista con-taba con una magnífi ca clientela como ginecólogo y en consecuencia su profesión le redituaba altos ingresos, pero fue tanto su cariño por la Universidad que se dedicó por completo a ella sin importarle sus múltiples ocupaciones como médico, pues renunció a los trabajos que tenía como director del Centro Detector de Cáncer, al de médico legista del Tribunal Superior de Justicia, médico de hospitales de la Dirección de Asistencia Pública y abrazó con todas sus fuerzas el quehacer universitario.

En el mes de septiembre de 1959, el fl amante rector incorporó a la Universidad la Escuela de Enfermería que dependía del Instituto de Ciencias y Artes del Estado, de manera que junto con las preparatorias de Mexicali y la de Ensenada la institución contaba con tres escuelas, ninguna de ellas de educación superior.

La Escuela Superior de Pedagogía inició sus cursos el 10 de septiembre de 1960 en las instalaciones de la Escuela Secundaria núm. 18, únicamente en turno vespertino y con 120 alumnos en las especialidades de pedagogía, historia, biología, y lengua y literatura, teniendo como director al profesor y doctor Francisco Dueñas Montes, como secretario a don Manuel Martínez Díaz de Sández, y a la señorita Ofelia Jaime como mecanógrafa.

Los maestros fundadores fueron: el profesor Manuel Covantes Rincón, en lengua y literatura; la profesora Isabel Macías, en psicotécnica pedagógica; la maestra Ma-delein de Montijo, en francés; el profesor Guillermo Cano Caballero, en etimologías; el profesor Salvador Jiménez Gómez, en problemas fi losófi cos; el profesor Juan Cruz Armendáriz, en inglés; la profesora Evarista Morones de Cano, en arqueología; el doctor Francisco Dueñas Montes, en conocimiento de los adolecentes; la profeso-ra Consuelo Figueroa de Lamadrid, en estadísticas metodológicas; el doctor Héctor Corella, en zoología; la maestra Soledad Pulido Ramírez, en historia general; y Mrs. Ruth Siegitz, en inglés.

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SANTOS SILVA COTA SU PENSAMIENTO Y TESTIMONIOS SOBRE SU TRAYECTORIA

COMO ALUMNOS FUNDADORES RECORDAMOS A LOS SIGUIENTES:Especialidad de pedagogía Especialidad de biología Especialidad en historia Especialidad en lengua y

literaturaEréndira Villareno G. Araceli Eugenia A. Ma. Evangelina Aguilera A. Ana Andrade L.María Natalidad Gómez H. Hermelina Cruz C. Luana Burgos B. Francisco Barajas R.J. Manuel Sánchez Márquez Ernesto Estrada A. Antonio Espinoza A. María Ibáñez G.J. Manuel Delgado R. Alma Velia García Velasco Octavio Galván Flores Mario Medina BermúdezRoberto González E. León César González Amado Gil Castro Gregoria MartínezMariano García García Miguel Medina L. Ma. del Rosario Herrera Z. J. Jesús Orozco C.Manuel Mireles González Manuel Navarro V. Alfonso Ontiveros F. María Elena López J.Sara Mireles González Felipe Rangel G. Esteban Ruiz F. Ma. Soledad Barragán S.Emilio Ramos C. Francisco Torres C. Nazario Sauceda V. Josefi na Barraza GarcíaMaría de los Ángeles Vázquez

Enrique Vázquez C. Salvador Vargas Tapia Enrique Chávez P.

Alicia Williams R. Jesús Soto Lozano María Teresa Martínez S. Miguel Maldonado TapiaEsther Basurto T. Benito Benjamín Calderón Margarito Aguirre A. Ma. de Lourdes Morales V.J. Eulalio Soto Lozano Graciela Chávez A. Ramón Chavarín G. Josefi na Núñez G.Nirvana Estrada D´M. Lázaro Félix Cuevas Ricardo Galaviz R. David Chaparro P.María del Rosario García R. Manuel García López Ramiro García R. Plácido Valenzuela A.Josefi na Aidé Martínez N. Abelardo Jáuregui B. Feliciano González R.Raúl Mireles González Ignacia Meza C. Eufemia Núñez C.Hilda Guadalupe Pérez A. Lidia Xóchitl Ruiz G. Isabel PérezSilvia Valdez Rivera Elvira Torres de A. Amalia Ramírez R.Francisco Robles Pérez Pablo Urías Sandoval Atalo Tapia Pérez

Ranulfo Evangelista V. Ma. de Jesús Yee Z.Dora Geraldina Hernández S.

LOS PRINCIPALES COLABORADORES DEL RECTOR DR. SANTOS SILVA COTA FUERON:Lic. Rafael Soto Gil Secretario generalDr. Austreberto Silva Olivares Jefe del Depto. Escolar, 1961Lic. David Piñera Ramírez Jefe del Depto. de DifusiónSra. Ninfa Bravo Secretaria particularSra. Rafaelita Hernández Q. Responsable del archivoLic. Rodolfo Sosa Silva Director de la Escuela Preparatoria de Mexicali de 1954 a 1960Quím. Guillermo Quiroz G. Director de la Escuela Preparatoria de MexicaliLic. Carlos Juvera Calderón Director de la Escuela Preparatoria de MexicaliBiól. Pedro Mercado S. Director de la Escuela de Ciencias Marinas de Ensenada, del 11 de septiembre de 1960 al

28 de junio de 1966Lic. Francisco Zamora T. Director de la Escuela de Economía (Tijuana)Dr. Francisco Dueñas M. Director de la Escuela de Pedagogía (Mexicali)Dr. Barraza Director de la Escuela Preparatoria de TijuanaLic. Luis Raymundo Carrillo G. Director de la Escuela de Economía de TijuanaC.P. Antonio Martínez Zarzoza Director de la Escuela de Contabilidad y Administración de Tijuana, en 1961Lic. Arturo Ibarra Ojeda Director de la Escuela de Ciencias Políticas y Sociales, en 1963Lic. Román Hilares C. Director del Instituto de Investigaciones Económicas

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LA UNIVERSIDAD: MÁS QUE UN ANHELO,UNA REALIDAD, 1959-1966*

David Piñera Ramírez** y Maricela González Félix***

La información que se vierte en el presente documento se refi ere a una etapa que se caracteriza porque en ella se iniciaron las actividades de docencia a nivel profesional, las de investigación y las de difusión cultural. Esto es, dieron

principio las funciones fundamentales por las que en sentido estricto una universidad se considera como tal. Se superó la etapa anterior, en la que solo se contaba con dos escuelas preparatorias y no existía ningún plantel de carácter profesional, ni unidades académicas para el desempeño de las funciones sustantivas de investigación y difusión de la cultura.

Al fallecer el licenciado José G. González Cordero, presidente ejecutivo del Comité Estatal Pro-Universidad, de conformidad con el reglamento respectivo, ocupó ese cargo el vicepresidente, doctor Santos Silva Cota. Al principio, este, del mismo modo que su an-tecesor, fi rmó ofi cios como presidente del referido Comité y, en documentos posteriores, agregó, “en funciones de rector”, con base en el Decreto número 40 (Silva Cota, 1995).

Poco después, las autoridades federales le pidieron que, a fi n de que las gestiones que realizase en representación de la Universidad tuviesen mayor consistencia, asu-miera en fi rme el carácter de rector, en los términos establecidos en el decreto aludido. Así lo hizo y en adelante con tal investidura encabezó las tareas de la naciente Univer-sidad, constituyéndose de esta manera en el primer rector.1

* David Piñera Ramírez (coordinador), Historia de la Universidad Autónoma de Baja California 1957-1997, UABC, 1997, pp 43-68.

** Investigador del Instituto de Investigaciones Históricas, UABC.*** Investigadora del Instituto de Investigaciones Culturales, UABC.1 Véase ofi cios núms. 517 y 518 del 24 y 25 de noviembre de 1959, del doctor Santos Silva Cota al inge-

niero Víctor Bravo Ahuja, subsecretario de Enseñanza Técnica, de la Secretaría de Educación Pública y licenciado Alfonso Ortega Martínez, secretario general de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior, respectivamente.

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Una de sus primeras acciones fue designar al licenciado Rafael Soto Gil como secreta-rio general de la Universidad, ya que no se había hecho ningún nombramiento para el des-empeño de esa función fundamental en toda universidad. Como se sabe, corresponde al secretario general dar fe de ciertos actos importantes de la institución, así como tener a su cargo la secretaría del Consejo Universitario. El ofi cio está fechado el 24 de julio de 1959.2

Ese mismo año, el 20 de agosto, suscribió el rector la escritura pública en la que se formalizó la donación que la sociedad “Moreno y Compañía” hizo a la Universi-dad, de un predio de 1 500 hectáreas, aledaño al poblado de Rosarito, en ese tiempo perteneciente a la municipalidad de Tijuana.3 Asimismo, hay que hacer referencia a otras donaciones que recibió la Universidad; acciones de la Editora de Mexicali, S. A., propietaria de un taller de imprenta; una caja fuerte y bonos del Ahorro Nacional cedidos por el doctor Joaquín Galván.4

El 23 de septiembre de 1959 se verifi có por primera vez una ceremonia formal de inauguración de cursos, en el salón de actos de la Escuela Cuauhtémoc, que había sido asignado a la Universidad.5 Fue un evento muy formal en el que se contó con la presencia del gobernador del estado, licenciado Braulio Maldonado Sández, quien tuvo a su cargo la declaratoria de inauguración de cursos; del licenciado Luis Encinas, rector de la Universidad de Sonora y presidente en turno de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES); de varios miembros de la Junta de Gobierno y del Patronato Universitario; de profesores, alumnos y una nutrida concurrencia de los diversos sectores de la sociedad (Última Hora, 1959). El rector Silva Cota, al hacer uso de la palabra, expresó que, “después de llegar a ciertas etapas de consolidación de las estructuras económicas y jurídicas de nuestro estado” (Última Hora, 1959), se arribaba al plano de la educación superior, como medio para lograr un desarrollo integral. Por su parte, el rector Encinas, transmitió un mensaje de los universitarios sonorenses, a la vez que hizo una breve síntesis histórica de aquella Casa de Estudios. El gobernador, al declarar formalmente iniciados los cursos, instó a los jóvenes estudiantes para que siguieran bregando hasta satisfacer todas las aspira-ciones cifradas en la Universidad bajacaliforniana (Última Hora, 1959, pág. 7).

Poco antes —el 10 de julio—, se había efectuado el baile de graduación de la cuar-ta generación de la Escuela Preparatoria de Mexicali, que ingresó en 1957, cuando el

2 El nombramiento hace referencia al prestigio profesional del licenciado Soto Gil, originario de Mexica-li, quien hizo sus estudios en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México.

3 Tal escritura se otorgó ante el titular de la Notaría Pública número 4 de Mexicali, B. C., licenciado Fernando Díaz Ceballos, en el instrumento 4535, volumen 65. La referida compañía era cesionaria de varias porciones de los derechos troncales de los Machado, dueños originales del rancho denominado “El Rosarito”.

4 En virtud de la donación, la Universidad se constituyó en accionista mayoritaria de la mencionada sociedad. Dado que el taller de imprenta estaba intervenido por adeudos de impuestos y sueldos a los trabajadores, miembros del Sindicato de Linotipistas, una solución que se encontró fue proporcionar el equipó de imprenta al gobierno del estado, en comodato.

5 La invitación que para ese evento hizo circular la Universidad está suscrita por el secretario general, licenciado Rafael Soto Gil, en Mexicali, B. C., el 23 de septiembre de 1959.

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plantel pertenecía al gobierno del estado. Al egresar en 1959, tuvo el privilegio de ser la primera generación de una escuela perteneciente a la Universidad, pues se había incorporado a esta en 1958.6

Dentro de la línea de solemnizar la iniciación de cursos, se programó también la ceremonia del siguiente ciclo lectivo para el día 19 de septiembre de 1960, a efectuar-se en el Salón de Actos de la Escuela Preparatoria Mexicali (Escuela Cuauhtémoc). En el programa respectivo fi guró la declaratoria ofi cial de la inauguración de cursos a cargo del ingeniero Eligio Esquivel Méndez, quien hacía pocos meses había ocupado la gubernatura del estado.7

En ocasión de los primeros contactos que tuvo el rector Silva Cota con el gobernador Esquivel Méndez, este, en forma cortés y clara, le sugirió que si se diesen los pasos necesarios para que la Universidad bajacaliforniana dejase de ser autónoma y se convir-tiera en una institución estatal, el gobierno del estado sufragaría totalmente los sueldo del personal y los gastos de construcción de las instalaciones. El rector Silva Cota con fi rmeza expresó al gobernador que, por encima de las carencias que enfrentaba la casa de estudios, estaba el principio de autonomía, la Ley Orgánica de la Universidad es-tablecía la obligación del gobierno del estado de dotarla de terrenos y recursos para la construcción de edifi cios, así como de una parte sustancial de su presupuesto. Por fortu-na el gobernador percibió bien la razón que asistía a los conceptos del rector.

LA ESCUELA DE ENFERMERÍA

Cuando el doctor Silva Cota inició su gestión, únicamente existían dos escuelas: la preparatoria de Mexicali y la de Ensenada. Por ello, uno de sus primeros propósitos fue crear otros planteles, sobre todo de nivel profesional. Así pues, se tomaron las medidas necesarias para que la Escuela de Enfermería que funcionaba en Mexicali, perteneciente al Instituto de Ciencias y Artes del estado, pasara a formar parte de la Universidad, lo que, a la postre, propició la elevación del nivel académico de esa carrera.8 La incorporación de dicha escuela a la Universidad se efectuó el 10 de agosto de 1959 (Enfermería, Información general, 1995), y con ello la institución fue admitida en forma plena en el seno de la ANUIES, pues hasta ese momento solo contaba con una membresía provisional o condicionada, al ser considerada como Universidad en desarrollo. En septiembre de ese año, la Escuela de Enfermería inició

6 En la invitación al evento de graduación fi gura entre los invitados de honor el gobernador Braulio Maldonado Sández, que ya estaba en los últimos meses de su periodo; el ingeniero Eligio Esquivel Méndez, candidato del PRI a la gubernatura del estado, quien fue el padrino de la generación, y el doctor Santos Silva Cota, rector de la Universidad.

7 Invitación a la ceremonia ofi cial de inauguración de cursos, Mexicali, B. C., 19 de septiembre de 1960.8 Primero primaria, luego secundaria y, después, preparatoria.

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el ciclo escolar 1959-1960 como plantel universitario (Enfermería, Información general de la Escuela de Enfermería, 1959-1960). Siguió funcionando en el edifi cio de la Escuela Cuauhtémoc, y como se mejoraron los programas, la práctica profesional en hospitales y, sobre todo, se exigió en lo sucesivo, el certifi cado de secundaria como requisito de admisión dado que anteriormente bastaba el certifi cado de primaria para ingresar a la Escuela (Enfermería, Reseña histórica de la Escuela de Enfermería, 1961). El rector Silva Cota ratifi có en el cargo de director de la Escuela de Enfermería al doctor Gamaliel Gutiérrez Sánchez, quien lo ocupaba desde la fase anterior del plantel (Enfermería, Información general, 1995).

SIGNIFICACIÓN DE LAS ESCUELAS PREPARATORIAS EN LA UNIVERSIDAD

En la etapa inicial de la Universidad, las escuelas preparatorias desempeñaron un papel relevante, tanto por el carácter enciclopédico de la enseñanza que en ellas se impartía —que proporcionaba a los jóvenes una información integral, al ponerlos en contacto con las diversas ramas de la cultura— como porque eran los planteles con mayor población escolar. A ello se suma el hecho de que el profesorado lo componían generalmente destacados profesionales locales, lo que creaba un nexo estrecho entre la Casa de Estudios y la comunidad.

La Escuela Preparatoria de Mexicali estuvo bajo la dirección del licenciado Rodolfo Sosa y Silva,9 quien desempeñó ese cargo desde la fundación del plantel por el gobierno del estado. En enero de 1960, lo sustituyó el químico Guillermo Quiroz Gudiño.10

La Escuela Preparatoria de Ensenada, fundada por las autoridades universitarias en septiembre de 1958, tuvo como primer director al licenciado Evaristo Bonifaz Gómez,11 quien fungió como tal hasta enero de 1960, en que fue sustituido por el in-geniero Federico Reul Gottschald.12

La Escuela Preparatoria de Tijuana empezó a funcionar en el ciclo 1959-1960. Esta escuela tuvo su antecedente en la que en 1946 se formó en el edifi cio de la Escuela Álvaro Obregón y que después se trasladó a las instalaciones del excasino de Agua Caliente. Con una parte de la inscripción que ahí se hizo para el ciclo 1959-1960, se formó la preparatoria que en lo sucesivo despendería de la Universidad Autónoma de Baja California. El núcleo original con el tiempo vendría a ser la Preparatoria Federal Lázaro Cárdenas, denominación que tiene hasta la fecha (Martín de Andrade, 1985).

9 Rodolfo Sosa y Silva era originario de Baja California Sur. Recibió título de licenciado en derecho por la UNAM.

10 Guillermo Quiroz Gudiño es originario del estado de Michoacán; obtuvo el título de químico en el Instituto Politécnico Nacional.

11 Evaristo Bonifaz nació en el estado de Chiapas. Era licenciado en Derecho por la UNAM y fue diputado constituyente del estado de Baja California.

12 Federico Reul Gottschald nació en México, D. F., ingeniero militar.

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PRIMEROS ALUMNOS EGRESADOS DE LA UABC,INTEGRANTES DE LA GENERACIÓN 1957-1959 DE LA ESCUELA PREPARATORIA DE MEXICALI

Carlos Aguiar Villa Horacio Gallegos Gamiochipi Antonio Molina FuentesEduardo Alvarado Mendiola Mirna Obdulia García Velazco Manuel Monter GándaraVíctor Esteban Álvarez Noriega Matías Pelayo Gómez Montiel Daniel Olivas BeltránJavier Alonso Angulo Valencia Armando Hernández Domínguez Mario Alberto Plata CastañosRosa Argote Espinoza Sergio Rafael Herrera Juárez Jorge Rosillo Muñoz CanoMiguel Ávila Ferrer Rubén Fernando Herrera Mesina José Luis Sánchez GranadosArnoldo Castilla García Juan Ibarra Noriega Luis Sosa GarcíaFrancisco Cervantes Esquer José de Jesús Juárez Sánchez Maclovio Soto MoralesGuillermo Clark Soto Guadalupe Daniel Limón Rubio Ernesto Tequida TapiaFrancisco de la Cruz Murillo Julio César Lozano Acosta Julio Tequida TapiaRoy Díaz Elizalde Adolfo Madrigal Preciado Alberto Vargas GuillénEdmundo Espinoza Bojórquez Alfredo Martínez Carrillo Amparo Vázquez FavelaJavier Estrada Sandoval José Miranda Roldán Óscar Vega ValenzuelaElías Ferrer Escamilla Rafael Molina Ceseña Sergio Vega ValenzuelaAlberto José Galaz Faucher María del Carmen Velázquez Dueñas

Durante un tiempo, la escuela preparatoria de la Universidad permaneció en las instalaciones de Agua Caliente, bajo la dirección del profesor Jesús Cortés Limón.13 Después, pasó a ocupar el sótano de la Escuela Álvaro Obregón.

Debido a la renuncia que presentó a su cargo, el profesor Cortés Limón14 fue sus-tituido temporalmente por el licenciado Ricardo Zamora Tapia, quien fungió como director interino, hasta junio de 1961 en que la Junta de Gobierno designó al doctor Ángel Morales Barraza, médico cirujano egresado de la UNAM.

CIENCIAS MARINAS Y OTRAS ESCUELAS PROFESIONALES

Para el año de 1960, bajo el gobierno estatal del ingeniero Eligio Esquivel Méndez, la Universidad dispuso de un subsidio de 800 000 pesos. (Silva Cota, 1995). Ello fue producto de las gestiones que al respecto realizó el rector Silva Cota. Hubo, pues, una actitud de apoyo más defi nida que la mostrada por el anterior gobierno encabezado por el licenciado Braulio Maldonado Sández. (Silva Cota, 1995).

13 Jesús Cortés Limón nació en Empalme, Sonora y realizó sus estudios en la Escuela Normal y Prepara-toria de Mexicali. Fue designado por el H. Congreso del estado como Ciudadano Distinguido en 1987.

14 Renuncia al cargo de director de la Escuela Preparatoria de Tijuana, del profesor Jesús Cortés Limón, Ti-juana, B.C., 19 de abril de 1961.

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¿Universidad autónoma o estatal?

Ing. Eligio Esquivel MéndezGobernador constitucional del Estado de Baja California

Mexicali, B.C., 7 de julio de 1960

Sr. Dr. Santos Silva Cota,Rector de la UniversidadAutónoma de Baja CaliforniaC i u d a d.

Distinguido señor rector:

Con sincera alegría se ha estado enterando este gobierno de los avances realizados por ustedes en el vital renglón de la cultura superior del pueblo bajacaliforniano. Con gran interés y satisfacción, asimismo, se ha impuesto del contenido de su atenta comunicación fechada el 22 de junio último.

Sin dejar de reconocer por un solo instante la necesidad urgente, mediata e inmediata, de llevar a la práctica la planeación anotada, considero indispensable, a la par que, con todo respeto, recordarle que ya en su oportunidad se le indicó que el subsidio de ayuda para la Universidad era para honorarios de los señores profesores únicamente, y no para la construcción de edifi cios, invitarlo para hacer una cordial excitativa al H. Patronato Universitario a efecto de que se esfuerce por lograr las construcciones deseadas, así como para satisfacer otras necesidades de la casa de estudios.

De no conseguirse el apoyo de la iniciativa privada para los fi nes anteriores, habría de pensarse en una fórmula que justifi cara la participación económica total del estado en la vida universitaria y no podría ser otra que el sacrifi cio de su autonomía. Si esa alma mater estuviera dispuesta en algún momento de cambiar su actual nombre por el de Universidad del Estado de Baja California, sería posible pensar en que el gobierno sufragara sus gastos totalmente, sueldos de los profesores y construcción de edifi cios inclusive.

No desea mi gobierno que sea así, considera la autonomía universitaria como una auténtica conquista que hace posible la libre investigación científi ca, cultural y pedagógica por maestros y alumnos unidos en la tarea.

Confía este Ejecutivo en que abundará usted en las ideas expuestas y en que decidirá canalizar el apoyo popular mediante el Patronato; pero, sea cual fuera su opinión, se le ruega expresarla.

Reitero a usted la seguridad de mi aprecio y consideración más distinguida.

Ing. Eligio Esquivel Méndez(Rúbrica)

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Con ese subsidio específi co hubo mejores condiciones para planear el desarrollo de la Universidad, tanto en lo relativo a la creación de unidades de docencia e investiga-ción, como de apoyo administrativo.

Así, el rector Silva Cota, tras cambiar impresiones con la Junta de Gobierno de la Universidad, acordó la creación de tres escuelas profesionales: Pedagogía, Ciencias Marinas y Economía y Ciencias Administrativas.

La Escuela de Pedagogía inició sus labores el 20 de septiembre de 1960 en Mexi-cali. El propósito de las autoridades universitarias era preparar en ella elementos que, a la vez que contribuyeran a solucionar el problema del reciente incremento de la demanda de enseñanza secundaria registrado en la entidad, estuvieran también capa-citados para la educación superior. (Silva Cota, “Escuela de Pedagogía”, 1960-1961). Inclusive se pensó que, con el tiempo, podría surgir de ella una Facultad de Filosofía y Letras. (Silva Cota, “Escuela de Pedagogía”, 1960-1961, pág. 2). Para dirigir la Es-cuela de Pedagogía se nombró al doctor Francisco Dueñas Montes, médico cirujano y, además, egresado de la Escuela Nacional de Maestros.15

Al establecerse la Escuela de Pedagogía se manifestaron dos concepciones acerca de sus propósitos; una ya descrita que sostuvieron las autoridades universitarias y otra sus-tentada por un buen número de profesores y alumnos, que concebía a la institución edu-cativa como una normal superior, orientada específi camente a preparar profesores para la enseñanza secundaria. Ambas tendencias se manifestaron de formas diversas. A veces se expresaron en las discusiones sobre la problemática del mercado de trabajo, en otro momento surgieron en la confrontación Pedagogía-Ciencias de la Educación, posterior-mente, resurgieron a favor o en contra de la nivelación de los estudios de los egresados de Pedagogía al rango de licenciatura, y más tarde, en relación con las modifi caciones de planes y programas de estudio. Finalmente, ambas tendencias hicieron crisis junto con la escuela que las vio nacer. A pesar de todo, el cometido de la formación de docentes de educación superior continuaría siendo uno de los grandes retos de la Universidad.

En cuanto a la estructura de la escuela, se crearon cuatro especialidades: pedago-gía, historia, biología y lengua y literatura. La población escolar global fue de 120 alumnos en el ciclo inicial, que recibían clases en las aulas que facilitaba la Escuela Secundaria número 18, situada en la esquina de la avenida Álvaro Obregón y la calle Julián Carrillo, contigua al entonces palacio de gobierno del estado, hoy sede de la rectoría de la Universidad. (Silva Cota, “Escuela de Pedagogía”, 1960-1961, pág. 1).

La Escuela Superior de Ciencias Marinas se creó en Ensenada, mediante acuerdo del rector Silva Cota, fechado el 15 de diciembre de 1960, con el fi n de dar “enseñan-za superior, formando profesionistas en las ciencias del mar, fomentar y llevar a cabo investigaciones científi cas, dando preferencia a las que tiendan a resolver problemas estatales o nacionales y extender los benefi cios de la cultura”. (Aranda Manteca, 1990).

15 Francisco Dueñas Montes nació en Mexicali, B. C., y fue diputado constituyente del estado.

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Cabe señalar que en ese entonces no había en toda América Latina ninguna escuela que ofreciera estudios sobre ciencias del mar a nivel de licenciatura, por lo que puede considerarse que la creación de esa escuela en la bahía de Ensenada fue un acto visiona-rio, que desde sus inicios colocó a la joven Universidad bajacaliforniana a la vanguardia en el horizonte latinoamericano de las ciencias del mar. (Ciencias Marinas, 1995).

Se diseñó al efecto un nuevo tipo de carrera profesional, con sentido interdisci-plinario, que comprendía aspectos marinos: físico, biológico, geológico y químico (Folleto informativo de la Escuela Superior de Ciencias Marinas, s.f.).

Otra circunstancia muy propicia para el éxito de la carrera, es que supo aprovecharse la cercanía de Ensenada con La Jolla, California, en donde se localiza la Institución Scripps de Oceanografía, de la Universidad de California “que a la sazón era y sigue siendo la Meca de la oceanografía mundial” (Ciencias Marinas, 1995). Con ella se estableció una estrecha relación de asesoría para iniciar el funcionamiento de la nueva escuela, e inclu-sive el biólogo Pedro Mercado Sánchez, quien realizó estudios de posgrado en la referida Institución Scripps,16 se hizo cargo de la dirección de la Escuela Superior de Ciencias Marinas, lo que facilitó las buenas relaciones a las que ya se hizo referencia, y algunos de sus miembros impartieron clases en los primeros ciclos escolares.

16 Pedro Mercado Sánchez cursó licenciatura en biología en el Instituto politécnico Nacional y poste-riormente maestría y doctorado en ciencias en la Institución Scripps, de la Universidad de California. (Diccionario enciclopédico de Baja California, p. 360).

XXXII aniversario de la UABC. De izquierda a derecha: Ing. Luis López Moctezuma, Lic. Héctor Manuel Gallego García, Arq. Rubén Castro Bojórquez, Lic. Alfredo Buenrostro Ceballos (rector),

Ing. Óscar Baylón Chacón (gobernador del estado), Dr. Santos Silva Cota, Dr. Pedro Mercado Sánchez, Lic. Rigoberto Cárdenas Valdés y Lic. Rafael Soto Gil. 1989.

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Las instalaciones que ocupó esta escuela en el inicio fueron bastante modestas; el local había sido construido por el Club Rotario de Ensenada para la Escuela de Artes y Ofi cios y después se decidió donarlas a la Universidad. Se hicieron diver-sas adaptaciones para alojar ahí a la Escuela Preparatoria y a la Escuela Superior de Ciencias Marinas.17

La escuela comenzó sus actividades con un curso preliminar y el primero com-prendió el ciclo 1961-1962. Debe señalarse que la gestión de Mercado Sánchez se caracterizó por su destacada capacidad profesional y su empeño para realizar todo aquello que redundara en benefi cio de la escuela. Por ejemplo, gracias a la difusión que de inmediato dio a la nueva escuela, desde las primeras generaciones fi guraron alumnos provenientes de diversos estados de la república mexicana, e inclusive de países latinoamericanos.

También para el ciclo 1961-1962 empezó sus actividades, en Tijuana, la Escuela de Economía y Ciencias Administrativas. En ella se impartieron dos carreras, que poste-riormente se enseñarían en sendas escuelas: licenciado en economía y contador público.

El objetivo de ambas carreras, derivado del análisis del desarrollo social y econó-mico de la entidad, pocos años antes elevada a la categoría de estado de la federación, así como de la considerable dinámica que le imprimía su vecindad con California, EUA, era el de contribuir a la adecuada orientación del desarrollo de la entidad y apor-tar soluciones a su problemática social.

Para dirigir a la Escuela de Economía y Ciencias Administrativas se nombró al licenciado Ricardo Zamora Tapia, joven profesionista que se había vinculado con la idea de crear la Universidad de Baja California, desde los años del Club Universitario Tijuanense. (Zamora Tapia, 1961).

El 25 de septiembre de 1961 se efectuó una ceremonia especial de inauguración de cursos para la cual se hicieron circular invitaciones suscritas por el rector. El acto fue en la planta baja de la escuela primaria Álvaro Obregón.18

Fue este edifi cio el que le dio albergue a la recién creada escuela universitaria. Se le prestaron dos salones, de las cinco de la tarde a las nueve de la noche, una vez ter-minaba el turno de los niños. (Martínez Zarzoza, 1991: 236).

Desde el inicio, los estudiantes solicitaron a la dirección de la escuela y al rector que se separaran las carreras, porque si bien la formación de los economistas y de los contadores públicos supone elementos comunes, eran más las diferencias que les encontraban. (Martínez Zarzoza, 1991).19 Esto fue tomado en consideración y para

17 Dichas instalaciones se ubican en la calle Primera núm. 1838, en Ensenada, B. C. Actualmente las ocupa el Colegio de Bachilleres de Baja California, plantel Ensenada.

18 Invitación a la inauguración de cursos de la Facultad de Economía y Ciencias Administrativas, Tijua-na, B.C., 25 de septiembre de 1961.

19 La separación de las dos carreras fue aprobada en sesión del Consejo Universitario, el 20 de mayo de 1962, efectuada en Tecate, B.C. Véase Libro de actas del Consejo Universitario, foja 41.

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el siguiente ciclo escolar 1962-1963 funcionaron como dos escuelas, en virtud del acuerdo que al respecto tomó el Consejo Universitario, a moción de los maestros y alumnos de ambas carreras. La de Economía, de la cual continuó como director el licenciado Zamora Tapia y la de Comercio y Administración, para la que se nombró director al contador público Antonio Martínez Zarzosa.20

La matrícula fue reducida, pues sumada la de ambas carreras era por el orden de veinte alumnos. Con el ánimo de facilitar el ingreso, a la de Economía podían hacerlo ya fuera con certifi cado de bachillerato o con título de normal elemental. En conse-cuencia, un buen número de los que se inscribieron eran maestros normalistas.

Puede advertirse que desde los inicios de la Universidad se adoptó el criterio de establecer dependencias en las distintas poblaciones del estado, de acuerdo con las características particulares de cada una de ellas. Es decir, se tuvo un concepto de regionalización. Así, con las pautas establecidas por la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) (Silva Cota, Fun-ciones del rector, 1995), se fundaron Ciencias Marinas en la bahía de Ensenada, Economía y Comercio y Administración en Tijuana, y Pedagogía en Mexicali. En ellas privaba la idea de evitar las concentraciones de escuelas y demás unidades universitarias en una sola ciudad, frecuentemente la capital del estado, distribu-yéndolas en las diferentes regiones económicas y sociales (ANUIES, 1961). El rector opinaba que más que una “ciudad universitaria”, de moda en ese entonces, Baja California debía ser un “estado universitario”.

Algunas personas y autoridades de Tecate manifestaron interés en que se creara ahí una escuela preparatoria. Eso se percibió en las reuniones que celebraba en dicha población la Junta de Gobierno.21

En respuesta, la Escuela Preparatoria de Tecate empezó a funcionar para el ciclo 1961-1962. Se designó, al efecto, como director, al profesor Víctor Manuel Espi-noza Velueta22 y se logró que la secundaria ubicada en avenida Hidalgo 740 pres-tara sus instalaciones para que laborara el nuevo plantel. Así, al iniciarse el ciclo 1961-1962, funcionaban las escuelas preparatorias de Mexicali, Tijuana, Ensenada y Tecate dependientes de la Universidad. De este modo los cuatro municipios del estado contaban ya con un bachillerato.

20 Ofi cio número 125/62 con el nombramiento del contador público Antonio Martínez Zarzosa, fi rmado por el rector Santos Silva Cota en Mexicali, B. C., el 3 de octubre de 1962. Martínez Zarzosa nació en San Luis Potosí y obtuvo su título profesional en la UNAM.

21 Por su ubicación geográfi ca se elegía generalmente a Tecate para la celebración de las reuniones de la Junta de Gobierno de la Universidad.

22 El profesor Víctor Manuel Espinoza Velueta fungió como director de la Escuela Preparatoria de Tecate hasta 1981 en que las preparatorias de la Universidad pasaron a integrar el Colegio de Bachilleres de Baja California. Después, ya bajo este sistema, continuó al frente de la dirección, hasta su jubilación.

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LAS CUESTIONES PRESUPUESTALES

A inicio de la década de 1960, la Universidad bajacaliforniana, al igual que muchas otras, se sostenía fundamentalmente con el subsidio que proporcionaba el gobierno del estado; el federal era muy reducido y eventualmente se lograban aportaciones adicionales, bajo el concepto de subsidio federal extraordinario.

Para intentar resolver ese problema, el 19 de enero de 1961, los rectores de las veinticinco universidades y seis institutos de enseñanza superior que funcionaban en el país, se reunieron en la ciudad de México y entre los asuntos que trataron destacó la necesidad de buscar la manera de superar la precaria situación que enfrentaban la mayoría de las casas de estudios ahí representadas. (“Pasos en fi rme para remediar la pobreza de las universidades”, 1961). Una de las principales refl exiones que predo-minaron en esa reunión de rectores, giró en torno a la necesidad de que los gobiernos de los estados y el gobierno federal subsidiaran la educación secundaria, en virtud de que la ANUIES desviaba parte importante de sus ingresos para solventar los gastos de la educación secundaria. Al respecto, hay que recordar que un buen número de uni-versidades sostenían bachilleratos de cinco años, tres de los cuales correspondían con la educación secundaria y dos con la preparatoria.

El secretario general de la ANUIES, Alfonso Ortega Martínez, ponía el ejemplo de una de las universidades del país en la que 58% de sus alumnos eran de secundaria y solo recibía del gobierno de su estado un subsidio de quinientos mil pesos. Añadía que la Uni-versidad le devolvía al gobierno estatal servicios de educación secundaria por un millón cien mil pesos, resultando así que el subsidiado era el gobierno local y no la Universidad.

En ese contexto, los subsidios extraordinarios que recibió la Universidad eran muy signifi cativos, aunque no fuesen sumas elevadas. Asimismo, se explica que la pro-mesa de construir edifi cios para las escuelas preparatorias de Mexicali y Tijuana, hecha por el presidente de la república, Adolfo López Mateos, durante su visita a Baja California en mayo de 1961, haya causado gran entusiasmo. (Silva Cota, Informe de actividades de la UABC, 1960-1961, 1961).

LOS INSTITUTOS DE INVESTIGACIÓN PIONEROS

Estrechamente vinculado con la docencia se fundó en 1960 el Instituto de Investigaciones Oceanológicas, bajo un concepto de interrelación con la Escuela Superior de Ciencias Marinas de Ensenada. (Ciencias Marinas, 1995). Su primer director fue el ingeniero César Obregón Martínez Sanz. Además del apoyo a dicha escuela, se realizaron estudios sobre los recursos bióticos de las comunidades marinas regionales, así como un levantamiento geológico de Baja California, con la participación de profesores invitados de Scripps y de San Diego State College. (Ciencias, 1995, págs. 2, 4 y 7).

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En 1961 se creó el Instituto de Investigaciones Sociales y Económicas, destinado a desarrollar estudios regionales en esas áreas. Su dirección se encomendó al licenciado en economía Román Hirales Corrales.23

Para su funcionamiento se rentó en Tijuana un local en la calle Sexta, número 594, altos. Entre otras actividades, se realizaron investigaciones de mercado y viajes de estudio con alumnos de la Escuela de Economía para observar el funcionamiento de plantas industriales y diversos centros de trabajo existentes en Baja California y en varias entidades de la Unión Americana.24

ESTRUCTURACIÓN ADMINISTRATIVA DE LA RECTORÍA

Al mismo tiempo que se fundaron las escuelas e institutos mencionados, se crearon dos departamentos que tendrían a su cargo labores esenciales en el funcionamiento de la institución: el Departamento Escolar y el Departamento de Difusión Cultural.

23 Román Hirales Corrales es nativo de Baja California y cuando se le nombró director del Instituto de Investigaciones Sociales y Económicas, recientemente había egresado de la Facultad de Economía de la Universidad de Guadalajara.

24 Informe del viaje de estudio al puerto de Ensenada, realizado el 2 de junio de 1962 por elementos del Instituto de Investigaciones Sociales y Económicas, y ofi cio del gobernador, ingeniero Eligio Esquivel Méndez, en el que cooperará con dos mil pesos para el viaje del personal del Instituto por diversas universidades estadounidenses.

El rector de la UNAM, Dr. Nabor Carrillo Flores, con rectores de las universidades estatales,entre ellos el Dr. Santos Silva Cota. 1961.

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El crecimiento de la población estudiantil complicó e hizo inconveniente que cada plantel realizara la inscripción y el control general de sus alumnos. Así pues, se creó el Departamento Escolar, cuyo objetivo principal fue tener un control siste-mático y ordenado de los alumnos de todas las escuelas, a través de una ofi cina de la propia Rectoría. En agosto de 1961, el doctor Austreberto Silva Olivares25 se hizo cargo de ese departamento, e inmediatamente se avocó a la tarea de instrumentar la reglamentación de los principales aspectos escolares: inscripciones, planes de estu-dio, calendario, exámenes, revalidación de estudios, control del personal, etcétera,26 lo que permitió una mayor coordinación de las actividades docentes, tanto en las escuelas que dependían directamente de la Universidad, como en las preparatorias particulares incorporadas. El proceso de incorporación de planteles particulares fue propiciado por la propia Rectoría, a fi n de ampliar la cobertura de la población de bachilleres, sin que ello repercutiera directamente en el presupuesto universitario.

El Departamento de Difusión Cultural se creó en septiembre de 1961, con el propósito de realizar actividades que, por una parte, permitieran complementar la formación intelectual y artística que los estudiantes recibían en las aulas de clase y por otra, hacer llegar a los diversos sectores de la sociedad bajacaliforniana el mensaje cultural universitario. Como jefe de ese nuevo departamento se designó al licenciado David Piñera Ramírez.27

Dado que los recursos con que contaba la Universidad eran limitados, se vio que una alternativa adecuada era ponerse en contacto con las personas y grupos ya exis-tentes en la comunidad, interesados en algunas manifestaciones culturales, con el fi n de estimularlos y apoyarlos para realizar, junto con ellos, actos a través de los cuales expresaran más ampliamente sus inquietudes intelectuales y artísticas. Así, la Universidad vino a desempeñar el papel de elemento impulsor y coordinador de las expresiones culturales en el medio. Con ese sentido se principió con la organización de diversos concursos estatales de ensayo, pintura, oratoria e historia regional, que encontraron eco entre los interesados de esas manifestaciones de la cultura. Asimis-mo, también se apoyaron a diversos grupos para promover funciones de teatro28 y

25 Ofi cio de nombramiento expedido el 24 de agosto de 1961. El doctor Austreberto Silva Olivares ori-ginario de Tijuana, es odontólogo, egresado de la UNAM y previamente a su designación fue profesor de la Escuela Preparatoria de Mexicali. Estuvo vinculado también a la enseñanza secundaria y normal en dicha ciudad.

26 Alguna de estas cuestiones se plantearon ante el Consejo Universitario, por ejemplo el Reglamento General de Exámenes, que se aprobó en la sesión efectuada en Ensenada, B. C., el 12 de mayo de 1962. (UABC, 1962).

27 Nombramiento fi rmado por el rector Santos Silva Cota, el 19 de septiembre de 1961. David Piñera Ramírez obtuvo el título de licenciado en derecho por la Universidad de Guadalajara en 1959, donde también hizo algunos estudios en la Escuela de Artes Plásticas.

28 Entre otros grupos se apoyó a las Damas Rotarias de Mexicali, quienes en 1961 presentaron la obra La maestra milagrosa, con mucho éxito. Este apoyo se revirtió luego a favor de la Universidad, ya que posteriormente las Damas Rotarias donaron quince mil pesos para apoyar las actividades de nuestra casa de estudios.

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conciertos de música clásica, ejecutados por artistas locales. Para este tipo de eventos se utilizaban espacios de otras instituciones.

Asimismo, se fundó la Revista Universitaria, cuyo primer número apareció en marzo de 1962 y fue un espacio en el que pudieron expresarse tanto los profesores de las diversas escuelas, como algunos alumnos.

Cabe mencionar que Rubén Vizcaíno Valencia, delegado en Tijuana, Miguel de Anda Jacobsen, delegado en Ensenada, y Enrique Ceballos Longoria, delegado en Tecate, colaboraron con el jefe del Departamento de Difusión Cultural, durante un tiempo en forma honoraria.29 Con el transcurso de los años el Departamento de Difusión Cultural se convertiría en la Dirección General de Extensión Universitaria.

Entre las actividades que se organizaron para difundir la cultura podemos destacar algunas por su signifi cación en la comunidad. Los primeros concursos estatales de pintura efectuados en la entidad, entre 1962 y 1963, dieron mucho impulso a las artes plásticas, pues enfatizaron el valor que debe asignarse al arte en la sociedad. La pren-sa, al dar amplia cobertura a los eventos, hizo posible que se relacionaran entre sí los pintores radicados en las distintas ciudades del estado.30 Por otra parte, se efectuaron festivales de teatro universitario, en los que participaban grupos de alumnos, especial-mente preparatorianos. Se ofrecieron recitales de música de cámara, con artistas que colaboraban desinteresadamente con la Universidad.31

CONFLICTO EN LA ESCUELA PREPARATORIA DE MEXICALI

Como en la mayoría de las universidades, no faltaron situaciones que generaron confl ictos entre las autoridades y algunos sectores de la comunidad universitaria. Así, en 1961, en la Escuela Preparatoria de Mexicali, la dirección y un grupo de profesores y estudiantes asumieron una actitud crítica hacia las labores de la Rectoría. Dentro de sus objeciones fi guraba el hecho de que no se hubiera constituido el Consejo Universitario. En buena medida la efervescencia producida por ese hecho difi cultaba la integración del importante órgano de gobierno,32 pero al presentar condiciones más propicias se dieron los pasos conducentes para crearlo.33

29 Ofi cios 052/62 y 053/62 del jefe del Departamento de Difusión Cultural, David Piñera Ramírez, en los que, con fecha del 23 de octubre de 1962 se hacen tales nombramientos.

30 En estos concursos empezaron a destacar pintores que posteriormente han ocupado un signifi cativo lugar en el movimiento plástico bajacaliforniano, como Rubén García Benavides, Benjamín Serrano, José García Arroyo, Ruth Hernández, Manuel Aguilar y Rodrigo Muñoz, entre otros.

31 Nos referimos al pianista Alfonso Vidales Flores, al violinista Henry Marcot y al chelista Guillermo Argote, que integraban un trío de música de cámara, a la vez que participaban con números musicales en los programas de los actos académicos más importantes que se realizaban en la Universidad.

32 La Junta de Gobierno apoyó a la Rectoría y determinó el cambio del director y del subdirector de la escuela.33 Convocatoria para la integración del Consejo Universitario, suscrito por el rector, doctor Santos Silva

Cota y del secretario general, licenciado Rafael Soto Gil, Mexicali, B. C., 8 de diciembre de 1961.

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El 5 de enero de 1962 se celebró en Mexicali la primera junta previa a la insta-lación del Consejo Universitario. Tras la toma de protesta de los consejeros consti-tuyentes, se procedió a designar a la comisión encargada de formular el reglamento interno del propio Consejo. Asimismo, se trataron otras cuestiones de procedimien-to y se acordó citar para una segunda sesión previa, a efectuarse en Tecate, en el salón de Cabildos del Palacio Municipal, el día 20 de ese mes de enero. (Consejo Universitario, 1962, págs. 2-5). En efecto, en esa segunda sesión previa, se aprobó el referido reglamento, cuyo proyecto fue elaborado por la comisión designada para ese fi n y que integraron el rector, doctor Santos Silva Cota, y los consejeros doctor Raúl de la Torre, licenciado Ricardo Zamora Tapia y el licenciado Rafael Soto Gil. (Consejo Universitario, 1962, págs. 5-10).

La primera sesión ordinaria del Consejo Universitario se celebró el 17 de febrero de 1962, en el local del Instituto de Investigaciones Sociales y Económicas, en Ti-juana. La designación de las comisiones permanentes, que fue uno de los principales acuerdos tomados (Consejo Universitario, 1962, págs. 11-20), creó condiciones para el funcionamiento regular de este importante cuerpo colegiado, que tanta trascenden-cia ha tenido en las diversas fases de la vida de la Universidad.

Es pertinente señalar que la efervescencia generada en la Escuela Preparatoria de Mexicali, a causa de que no se había constituido el Consejo Universitario, de-rivó en fricciones internas entre estudiantes y Quiroz Gudiño, director del plantel. Para restablecer el orden, la Junta de Gobierno determinó la destitución de este, el 20 de noviembre de 1962.34

Lo sustituyó el licenciado Edmundo A. Guajardo, quien solo fungió como director por espacio de siete meses.35

LOS PRIMEROS EDIFICIOS CONSTRUIDOS PARA LA UNIVERSIDAD

Ese mismo año de 1962 se obtuvo un logro muy signifi cativo, al iniciarse la construcción de los edifi cios de las escuelas preparatorias de Mexicali y Tijuana, primeros que se construyeron expresamente para la Universidad. Ello fue el fruto de una serie de gestiones que hizo el rector Silva Cota ante el gobierno federal a fi n de obtener recursos para la construcción.36

34 Expediente formado con motivo de la investigación que efectuó la Junta de Gobierno sobre ese con-fl icto surgido en la Escuela Preparatoria de Mexicali. (AG-UABC, archivero 34, exp.2).

35 El licenciado Edmundo J. Guajardo, en ese tiempo tenía uno de los más prestigiados bufetes jurídicos de la ciudad de Mexicali. Recibió su título de abogado de la Universidad de Nuevo León.

36 El subsecretario de la Dirección de Inversiones Públicas de la Presidencia de la República, Raúl Ortiz Mena, comunica al gerente general del CAPFCE, arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, la autorización presidencial de la partida de 2 500 000 pesos, para la construcción de las escuelas preparatorias de Mexicali y Tijuana, 17 de julio de 1962 (AG-UABC, archivero 34, gaveta 2, exp. Sep 2/114, folio 13).

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Secretario general: Lic. Rafael Soto Gil; jefe del Departamento Escolar: Dr. Austreberto Silva Olivares; jefe del Departamento de Difusión Cultural: Lic. David Piñera Ramírez.

Directores de escuelas e institutosMexicali

Escuela Preparatoria: Lic. Rodolfo Sosa y Silva/Quím. Guillermo Quiroz Gudiño/Lic. Edmundo J. Guajardo/Dr. Austreberto Silva Olivares (interino)/Lic. Carlos Juvera Calderón;

Escuela de Enfermería: Dr. Gamaliel Gutiérrez Sánchez; Escuela Superior de Pedagogía: Dr. Francisco Dueñas Montes; Escuela de Capacitación Agrícola: Ing. Roberto Valdés Osuna/Ing. Modesto Cruz;

Escuela de Ciencias Sociales y Políticas: Lic. Arturo Ibarra Ojeda; Escuela Preparatoria Guadalupe Victoria: Dr. Juan Íñiguez Ancón.

TijuanaEscuela de Economía y Ciencias Administrativas-Escuela de Economía: Lic. Ricardo Zamora Tapia/Lic. Luis Raymundo

Carrillo García; Escuela de Comercio y Administración: C.P. Antonio Martínez Zarzosa; Escuela Preparatoria: Prof. Jesús Cortés Limón/Lic. Ricardo Zamora Tapia/Dr. Ángel Morales Barraza;

Instituto de Investigaciones Industriales y de Ingeniería: Ing. Julio E. Torres Coto Mazier; Instituto de Investigaciones Sociales y Económicas: Lic. Román Hirales Corrales.

EnsenadaEscuela Preparatoria: Lic. Evaristo Bonifaz Gómez/Ing. Federico Reul Gottschald/Lic. Octavio Pérez Pazuengo;

Escuela Superior de Ciencias Marinas: Biól. Pedro Mercado Sánchez/Ing. Gabriel Ferrer del Villar; Centro de Investigaciones Oceanológicas: Ing. César Obregón Martínez-Sanz.

TecateEscuela Preparatoria: Profr. Víctor Manuel Espinoza Velueta.

Cuadro elaborado por José Gabriel Rivera Delgado y Luz María Reyes Chávez.

PRINCIPALES COLABORADORES DEL RECTOR DR. SANTOS SILVA COTA, 1959-1966

El rector nos narra cómo recibió la noticia de que se concedía el subsidio solicitado de $2 500 000. Los terrenos ubicados en Mexicali en la colonia Nueva, 37 en el predio de la antigua plaza de toros, y en Tijuana, en la colonia Juárez, fueron proporcionados por el gobierno del estado.

Los días 7 y 8 de agosto de 1962 se efectuaron sendas ceremonias de colocación de la primera piedra, a las que las autoridades universitarias invitaron a un considerable número de representantes de diversos sectores sociales.

En la ceremonia de Tijuana, el presidente de la Sociedad de Alumnos de la Escuela Preparatoria de esa ciudad, Jesús Ortiz Figueroa, expresó que el acto representaba “para nosotros los jóvenes, para el pueblo de Tijuana y para todo bajacaliforniano, un hecho de invaluable trascendencia, que pone de relieve el interés y apoyo que a nues-

37 El subdirector de la Dirección General de Catastro, ingeniero Luis López Moctezuma, envía ofi cio al arquitecto Javier Márquez, al que anexa los planos del terreno asignado para la construcción de la Escuela Preparatoria de Mexicali, ubicado en la manzana 123, de la colonia Nueva, 3 de septiembre de 1962. (AG-UABC, archivero 34, gaveta 2, exp. Sep 2/114, folio 3).

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tra alma mater está otorgando el primer universitario de México, el jefe de la nación”. (Ortiz Figueroa, 1991). Asimismo, reconoció los esfuerzos del rector y del gobierno del estado, para la obtención de ese logro.

El ciclo lectivo 1962-1963 fue iniciado formalmente por el doctor Jaime Torres Bodet, secretario de Educación Pública, en ceremonia que se efectuó en el salón de actos de la Universidad en Ensenada, el 13 de octubre de 1962. Allí se otorgó al des-tacado intelectual el título de Profesor Extraordinario de la Escuela de Pedagogía de la Universidad. Al hacer uso de la palabra, además de agradecer la distinción que se le confería, Torres Bodet manifestó: “Advierto en este joven estado una capacidad de creación y un impulso de ser que, por sí solos, afi rman y garantizan su aliento frente al futuro”. Refi riéndose a la forma en que nació la Universidad bajacaliforniana agregó:

En cierto modo, la voluntad universitaria surgió en ustedes antes de haber podido reunir los medios indispensables para dar a esa voluntad expresión concreta y sa-tisfactoria. Las intenciones precedieron a los recursos. Y, sin embargo, el trabajo ha comenzado en varias escuelas, y las escuelas han comenzado a constituir un conjunto de creciente efi cacia en el ámbito regional.

En vez de imponerse, en lo abstracto, una simetría teórica improcedente, copiando las estructuras de otras instituciones de la república, la Universidad Autónoma de Baja California trata de organizarse en función de los requerimientos prácticos del estado. A esos requerimientos responden los planteles […] en cuatro ciudades de la entidad […]. (Torres Bodet, 1965).

En materia de subsidios, encontramos que el gobierno del estado poco a poco aumentó el monto de sus aportaciones para el funcionamiento de la Universidad. En 1962 le otorgó $1 500 000 y en 1963 lo aumentó a $1 800 000. Con esos recursos, en el primero de dichos años se atendió una población escolar de 622 alumnos y en el siguiente de 730.

Al presentar su renuncia el licenciado Edmundo A. Guajardo como director de la Escuela Preparatoria de Mexicali, en septiembre de 1962, se hizo cargo del plantel, interinamente, el jefe del Departamento Escolar, doctor Austreberto Silva Olivares. En enero de 1963 asumió la dirección, nombrado por la Junta de Gobierno, el licen-ciado Carlos Juvera Calderón, quien estaría al frente de la escuela por casi tres lustros, en los que formaron varias generaciones de bachilleres.38

En sesión solemne del Consejo Universitario, efectuada el 7 de septiembre de 1963, se otorgó a la señora Eva Sámano de López Mateos, esposa del presidente de la república, el título de Profesora Extraordinaria de la Escuela de Pedagogía de la Universidad, en reconocimiento a su trayectoria como maestra y a la labor que venía

38 Carlos Juvera Calderón obtuvo título de licenciado en derecho en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Fungió como director del plantel durante 14 años, de 1963 a 1977. Fue miembro de la Junta de Gobierno de la Universidad de 1982 a 1994.

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desarrollando al frente del Instituto Nacional de Protección a la Infancia (Correo Uni-versitario, 1963, 1:2 y 4).

Para la iniciación formal del ciclo 1963-1964 se contó con la presencia del presi-dente de la república, Adolfo López Mateos. El acto se efectuó en Mexicali, el 26 de septiembre de 1963 y a la vez que el primer mandatario declaró abiertos los cursos, inauguró el edifi cio de la escuela preparatoria. Estuvieron también presentes en el acto el gobernador del estado, ingeniero Esquivel Méndez; el secretario de Educación Pública, doctor Torres Bodet; el secretario ejecutivo de la ANUIES, licenciado Ortega Martínez; así como funcionarios, profesores y estudiantes de la Universidad.

El rector Silva Cota agradeció a las autoridades ahí presentes el edifi cio que en esa ocasión se inauguraba y manifestó que dicho acto “constituirá efeméride sin par en nuestra historia universitaria”.

Horas después, al inaugurar el edifi cio de la Escuela Preparatoria de Tijuana, el presidente de la república y demás autoridades escucharon los conceptos del estu-diante Candelario Jordán Carrillo, quien expresó que ese edifi cio acogería “las in-quietudes y las más legítimas aspiraciones de la juventud de esta ciudad fronteriza, geográfi camente la más alejada del centro del país, pero la más estrechamente unida en la diaria batalla por forjar el México nuevo…” (Correo Universitario, 1963, pág. 3). El edifi cio construido para la Escuela Preparatoria de Mexicali albergó también temporalmente a la Escuela de Pedagogía y en el de la Preparatoria de Tijuana estuvo, asimismo, la Escuela de Contabilidad y Administración.

Los miembros de la Junta de Gobierno con el rector. De izquierda a derecha, sentado: Dr. Santos Silva Cota, Ing. Santiago Garín Pinillas (presidente de la Junta), Arq. Rubén Castro Bojórquez (rector), Dr. Conrado Noriega, Ing. Armando Macías Cota; de pie: Dr. Saúl Álvarez Borrego,Lic. Carlso Juvera Calderón, Lic. Octavio Pérez Pazuengo, Ing. Luis López Moctezuma, Lic.

Alejandro Athié Carrazco y C.D. Ernesto Sánchez Valenzuela. 1982.

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Por otra parte, en 1963 se creó el Instituto de Investigaciones Industriales y de Ingeniería, cuyos objetivos fueron realizar estudios sistemáticos de los recursos natu-rales susceptibles de industrialización en Baja California, así como de los problemas tecnológicos y de ingeniería relacionados con la región y su desenvolvimiento. Que-dó instalado en un local que se rentó en la calle Segunda de Tijuana. Su dirección se le encomendó al ingeniero Julio E. Torres Coto.39

EL LEMA DE LA UNIVERSIDAD

Además de las necesidades de infraestructura y equipamiento, en la Universidad surgió el deseo de contar con un lema que sintetizara los fi nes y objetivos de la institución. Así, el día 5 de octubre de 1963, la Rectoría, por conducto del Departamento de Difusión Cultural, convocó a un certamen en el que en forma abierta se invitó a participar a toda la sociedad bajacaliforniana.40 Afortunadamente hubo una magnífi ca respuesta, pues se sometieron a concurso 864 lemas, por personas de diversos sectores sociales.

Después de una serie de sesiones en las que los integrantes del jurado califi cador deliberaron ampliamente, se seleccionó la frase “Por la realización plena del hom-bre”, cuyo autor resultó ser el joven Miguel Gárate Velarde, quien hacía poco había concluido sus estudios en la Escuela Preparatoria de la Universidad en Mexicali y estaba iniciando estudios en la Facultad de Derecho de la UNAM.41 En la ceremonia de premiación, efectuada el 29 de mayo en Mexicali, al hacer uso de la palabra expresó:

Nuestro lema descansa en tres interrogantes fundamentales: ¿Qué es el hombre? ¿Qué se entiende por su realización plena? ¿Por qué debe realizarse plenamente?

Dotado de cuerpo y espíritu, el hombre es un valor supremo cuya realización estriba en el desenvolvimiento de sus aptitudes físicas y espirituales.

Realizarse plenamente signifi ca desarrollar al máximo de sus posibilidades la capa-cidad creadora que le enriquece, trabajando con efi cacia y constancia para labrar los ins-trumentos que modelan su personalidad y le permiten alcanzar las metas que se propone individual y socialmente.

El hombre debe realizarse porque ese es su destino necesario. Es preciso que se encuentre a sí mismo y sin sacrifi car su dignidad, conviva armónicamente y trate de realizarse en forma plena como valor.42

39 Julio E. Torres Coto tuvo una destacada actuación en el Club Universitario Tijuanense, que pugnó por la creación de la Universidad. Recibió título de ingeniero civil de la UNAM. Con el tiempo ocuparía la presidencia del Patronato Universitario.

40 Convocatoria al certamen para elegir el lema de la UABC. (Correo Universitario, 1963, núm. 2, p. 1).41 Miguel Gárate Velarde nació en 1942, en el valle de Mexicali. Obtuvo su título de abogado en la UNAM.

Fue profesor fundador y luego director de la Facultad de Derecho de la UABC, en Mexicali.42 Por la realización plena del hombre. Discursos pronunciados en la solemne ceremonia de entrega de

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Narra el rector una gestión exitosa

Cuando arribó el presidente Adolfo López Mateos a Baja California, decidimos andar detrás del carro de su comitiva Soto Gil y yo íbamos en mi carro, nos seguían algunos estudiantes, entre ellos Lizá-rraga Cota y César Martínez, El Chiquis, de Tijuana. El carro de la comitiva presidencial tomó ruta por el camino de la Escénica, que en aquel tiempo estaba en construcción. Sabíamos que el presidente tenía acto en Rosarito y a mí me interesaba hablar con él, de hecho todo el mundo me había dicho que tenía que verlo, que lo tenía que abordar para tratarle el asunto de los edifi cios de las preparatorias, de modo que decidimos andar detrás de él. A varias personas les hice saber mi propósito, entre ellos al presidente municipal de Tijuana. Supe que comentó:— ¡Qué le van a dar oportunidad a este!

Entonces fuimos a Ensenada y nos instalamos en el hotel Riviera donde iban a ofrecerle una comida, yo ya no quise seguir al presidente al hotel Salazar, lugar en donde se encontraba reposan-do para más tarde trasladarse a la comida que las fuerzas vivas de Ensenada le iban a ofrecer en el Riviera. Soto Gil, Gamaliel, algunos estudiantes y creo que Quiroz Gudiño, el director de la Prepa-ratoria de Mexicali, andaban conmigo, estábamos esperando a que llegara el presidente, cuando de repente se nos acerca el periodista Nacho Aguirre de Mexicali y nos pregunta:— ¿Qué están haciendo aquí?, si el presidente los está buscando allá en el hotel.

De modo que tomé mi carro y a la carrera nos subimos y llegamos al hotel: el gobernador estaba afuera sentado, con su bastón, y cuando nos vio llegar, nos preguntó:— ¿Dónde estaban, andaban perdidos?— Ahí estábamos esperando, nadie nos comunicó nada.— Pueden pasar. Y pasamos junto con el señor gobernador para hablar con el presidente. Le dijimos qué queríamos: ¡los edifi cios de la Preparatoria Mexicali!— No se preocupen se van construir.— ¿Y el de la Preparatoria Tijuana, cuándo?, –agregó Lizárraga.— También cuenten con él.

Así fue, después proseguí el trámite del dinero del subsidio en la ciudad de México, y estando allá, el doctor Gustavo Arévalo, quien fue diputado federal y ayudante personal del presidente Ló-pez Mateos, me dijo:— Humberto Romero, el secretario particular del presidente quiere que lo veas en Los Pinos, ahí te van a dar el dinero.

En efecto, llegué, me recibió el capitán Lecuona, con quien estuve platicando, luego me atendió Humberto Romero y me dijo:— Te sacaste la lotería, te van a dar las dos escuelas.

Después, me trasladé a la Secretaría de la Presidencia y cuál fue mi sorpresa, no me dieron el dine-ro. Me dieron documentos para que fueran descontados por alguna compañía constructora que quisiera entrarle a la obra. Me dijeron que la constructora Chapultepec, S. A., tenía dinero para autofi nanciarse, mientras que el dinero pudiera cobrarse y que era la que muy seguramente aceptaría la obra. De modo que fui y en efecto aceptaron la construcción de los dos edifi cios, pagándoles con documentos.

Recuerdo que cuando estuve en México y salí con los documentos, traía en mis manos dos millo-nes y pico de pesos, era un mundo de dinero, porque era 1 millón 250 mil pesos para cada escuela. En ese tiempo tenía un portafolio viejo, de modo que me fui a una casa que vendía artículos de piel, ahí sobre la calle Luis Moya y compré un portafolio muy bonito y en él guardé los documentos y me fui con mi esposa a comer al Lincoln, un restaurante de moda, buena comida, coñac y toda la cosa.

(Entrevista realizada por David Piñera Ramírez, Tijuana, B. C., 1995).

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LA ESCUELA DE CIENCIAS SOCIALES Y POLÍTICAS

El 17 de septiembre de 1964 inició cursos la Escuela de Ciencias Sociales y Políticas, que vino a ser, después de la perteneciente a la UNAM, la segunda en todo el país. Por no tratarse de alguna de las carreras tradicionales, su creación motivó diversas reacciones, desde la duda sobre su utilidad, hasta la objeción o el entusiasmo ante una nueva opción de estudios profesionales.43

Fueron dos carreras de licenciatura las que se impartieron en la nueva escuela: sociología y administración pública y ciencias políticas. El director fundador fue el licenciado Arturo Ibarra Ojeda, quien recientemente había llegado de la ciudad de México. Estuvo al frente del plantel durante varios años, por lo que su labor fue tras-cendental y dejó huella.44

El plan de estudios inicial de la escuela estaba basado fundamentalmente en el de la UNAM, con un tronco común los dos primeros años para las dos carreras, que en su conjunto combinaba la enseñanza de diversas materias: ciencias sociopolíticas, jurídicas, administrativas y técnicas instrumentales.45

Esta escuela se instaló en un modesto local que se rentó, en el número 361 de la calle B de la ciudad de Mexicali. Ahí se ubicaron también la Rectoría, la Secretaría General, el Departamento Escolar y el Departamento de Difusión Cultural. Poco después se asignó una pequeña estancia para lo que se denominó Biblioteca Central de la Universidad.46

premios al autor del lema universitario. UABC, Mexicali, B. C., junio de 1964. (AG-UABC, archivero 29, gaveta 2, exp. 295).

43 Algunas personas opinaron que mejor se hubiera creado la Escuela de Derecho y Ciencias Sociales, que desde 1959 solicitaran egresados de la Preparatoria de Mexicali, inquietud que con frecuencia se manifestaba. En un ofi cio de la Sociedad de Alumnos de la Escuela Preparatoria de Mexicali, dirigido al presidente del Consejo Universitario, 12 de mayo de 1962. Entre los argumentos que se esgrimían en su favor se decía que era un proyecto de fácil organización costoso y poco. Sin embargo, lo anterior se oponía a los acuerdos que había tomado el Consejo Regional de la ANUIES, en el sentido de no crear carreras que ya existieran en universidades vecinas, y escuelas de derecho que había en Chihuahua, Sonora y Sinaloa. (AG-UABC, archivero 34, gaveta 1, exp. Secretaría General, núm. 58).

44 Arturo Ibarra Ojeda es originario de la ciudad de México. Obtuvo título de licenciado en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Posteriormente obtuvo la maestría y el doctorado en la misma institución. Fungió como director de la Escuela de Ciencias Sociales y Políticas de la UABC, desde su fundación en 1964 hasta 1973.

45 Plan de Estudios de la Escuela de Ciencias Sociales y Políticas, UABC, Mexicali, B. C., 18 de septiem-bre de 1964, fi rmado por el director de la escuela, licenciado Arturo Ibarra Ojeda. (AG-UABC, archivero 22, gaveta 3, exp. 3/35, clasifi cación anterior 1/661. 2/309, año 1964-1968).

46 Era una estancia de aproximadamente tres metros y medio por lado, cuyo acervo inicial consistió en un lote de publicaciones donadas por la Dirección de Publicaciones de la UNAM. Algunos de los libreros de madera los hizo personalmente –serrucho y martillo en mano– el rector Silva Cota. Ese es el origen de la actual Biblioteca Central de la Universidad en Mexicali, primera de las bibliotecas centrales con que cuenta la institución, incluidas las de Tijuana y Ensenada.

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ACTA DE COLOCACIÓN DE LA PRIMERA PIEDRA DE LA ESCUELA PREPARATORIA DE MEXICALI

Siendo las 19 horas del día 7 de agosto de 1962, en Mexicali, ciudad capital del estado de Baja California, reunidos los señores Ing. Eligio Esquivel Méndez, gobernador constitucional del Estado; Dr. Santos Silva Cota, rector de la Universidad Autónoma de Baja California; Dr. Ramiro Bermúdez Alegría, Ing. Emilio López Zamora e Ing. José G. Valenzuela, miembros de la H. Junta de Gobierno de la Universidad; Lic. Rafael Soto Gil, secretario general de la Universidad; Sr. Francisco Zárate Vidal, tesorero de la Universidad; Lic. Edmundo J. Guajardo, director de la Escuela Preparatoria de Mexicali; Dr. Francisco Dueñas Montes, director de la Escuela de Pedagogía; Lic. Alfonso Ortega Martínez, secretario general de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior; Lic. José Luis Noriega, secretario general de Gobierno; Sr. J. Encarnación Kabande, tesorero del Gobierno del Estado; Dr. Federico Martínez Manautou, presidente municipal de la ciudad de Mexicali; Prof. Carlos García Rivera, director de Educación Federal en el Estado; Lic. Arturo Monges, procurador general de Justicia; Gral. Agustín Carreño, jefe de la Guarnición Militar en Mexicali, Ing. Antonio Sánchez Hernández, director de Catastro Público; Lic. J. Jesús Cabrera Fuentes, magistrado del H. Tribunal Superior de Justicia; diputados Alfredo Aldrete y Víctor López Meza; senador y profesor Caritino Maldonado; Ing. Carlos Rubio, Ing. Fernando Macías Rendón, director del Centro de Enseñanza Técnica y Superior, de Mexicali; Sr. Jesús Rodríguez, presidente de la Sociedad de Alumnos de la Escuela Preparatoria de Mexicali; Sr. Jorge Schroeder de la Vega, presidente del Club Rotario; Sr. Enrique Villegas Leyva, presidente del Club de Leones, Sr. Alfredo Gruel, presidente de la Cámara de Comercio; Sr. Francisco Aguilar Moreno, secretario general de la Liga de Comunidades Agrarias; Sra. Mary de Cisneros, presidenta del Club de Damas Rotarianas; se inició la ceremonia de colocación de la primera piedra para la construcción de los edifi cios de las ofi cinas centrales de la Rectoría y de la Escuela Preparatoria de la Universidad Autónoma de Baja California. El Lic. Alfonso Ortega Martínez hizo entrega al señor rector de los documentos que amparan la cantidad de un millón doscientos cincuenta mil pesos otorgados por el señor presidente de la república, Dr. Adolfo López Mateos, para la construcción de los precitados edifi cios de la Unidad Tijuana de la propia Universidad. El Sr. Ing. Eligio Esquivel Méndez entrega al señor rector de la Universidad el documento correspondiente a la donación que el gobierno del estado hace a la Universidad, de la superfi cie de cinco mil metros cuadrados del predio conocido con el nombre de explaza de toros para la construcción de los edifi cios ya descritos. Previa la intervención de los señores. Lic. Alfonso Ortega Martínez, Dr. Santos Silva Cota y Armando Fierro Márquez, consejal alumno de la Escuela Preparatoria de Mexicali, quienes hacen uso de la palabra en relación con el motivo de la ceremonia, el señor Ing. Eligio Esquivel Méndez, gobernador constitucional del Estado, acompañado por todos los asistentes, coloca en la parte central del predio ya descrito, la primera piedra para la construcción de los edifi cios y dentro de ella se coloca una caja metálica que contiene ejemplares, de esta fecha, de los periódicos ABC, El Mexicano, y Nuevo Mundo, que se editan en la ciudad de Mexicali, monedas de plata y de cobre del cuño corriente mexicano de diversas denominaciones y una copia del original de esta acta, fi rmada por los asistentes.

Doy fe

El secretario general de la UniversidadLic. Rafael Soto Gil

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DICTAMEN DEL JURADO CALIFICADOR EN EL CONCURSO SOBRE EL LEMA UNIVERSITARIO

En la ciudad de Mexicali, B. C., siendo las 17 horas del día 16 de mayo de 1964, en el local que ocupa la dirección de la Escuela Preparatoria Mexicali, se reunieron los señores ingeniero José G. Valenzuela, licenciado Rafael Soto Gil, psicóloga Margarita Montaño, ingeniero Gabriel Ferrer del Villar y licenciado Arturo Ibarra Ojeda, integrantes del jurado califi cador del certamen convocado para elegir el lema de la Universidad Autónoma de Baja California, según convocatoria que se lanzó el día 5 de octubre de 1963, suscrita por el rector y el jefe del Departamento de Difusión Cultural, y al efecto, una vez que deliberaron ampliamente sobre el particular, mediante voto razonado y tomando en consideración que se ajusta totalmente a las bases de la convocatoria respectiva, por unanimidad se seleccionó el siguiente lema: POR LA REALIZACIÓN PLENA DEL HOMBRE, enviado bajo el pseudónimo de Universitario.Por tal motivo y haciendo constar que la selección fi nal se llevó a cabo después de tres reuniones preliminares de debates eliminatorios, los suscritos nos permitimos fi rmar para constancia de haber cumplido con la comisión que nos fue encomendada por esta H. Universidad.

Ing. José G. Valenzuela Lic. Rafael Soto Gil Lic. Arturo Ibarra Ojeda(Rúbrica) (Rúbrica) (Rúbrica)

Ing. Gabriel Ferrer del Villar Psic. Margarita Montaño(Rúbrica) (Rúbrica)

LAS ORGANIZACIONES ESTUDIANTILES

En el periodo que nos ocupa, los estudiantes expresaban sus inquietudes ante diversos problemas de la sociedad en general o de la Universidad en particular. Los dirigentes de las mesas directivas de las sociedades de alumnos eran elementos destacados en sus respectivas escuelas. Generalmente, las luchas para conseguir tales puestos, mediante el voto estudiantil, eran arduas.

Sus actividades, además de los bailes y festejos propios de la edad juvenil, con fre-cuencia se encauzaban hacia el levantamiento de demandas o críticas a las autoridades universitarias. En ocasiones exigían el cambio de algún profesor o director que, desde su punto de vista, no actuaban en la forma debida. Otras veces objetaban asuntos rela-cionados con la estructura general de la Universidad, o con sus órganos de gobierno.

Además de las sociedades de alumnos de cada una de las escuelas, surgieron orga-nismos de mayor envergadura, como federaciones o bloques, por ejemplo, la Federa-ción de Estudiantes Universitarios de Baja California (FEUBC), la Federación Estatal de Estudiantes Bajacalifornianos (FEEB), el Bloque de Estudiantes del Estado de Baja California (BEEBC) o el Bloque Revolucionario de Estudiantes Universitarios de la Baja California (BREUBC). Algunas de las organizaciones estudiantiles eran apolíticas

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pero otras, en cambio, de una forma u otra tenían contacto con algún partido político. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Comunista (PC) eran las opciones más frecuentes. Esto se advertía en la forma de concebir a la Universidad o a la sociedad en general, en el discurso que empleaban o en sus estrategias de lucha.

Por su numerosa población estudiantil, la Preparatoria de Mexicali tenía un gran peso en la política universitaria; por razones doctrinales y de militancia, lo tenía también la Escuela de Economía de Tijuana, si bien contaba con pocos alumnos, un importante número de ellos pertenecía a la Juventud Comunista. Varias de las agru-paciones publicaban periódicos, que eran sus órganos informativos. Algunos de esos líderes posteriormente han destacado en sus respectivas actividades profesionales o bien en áreas de la administración pública o de la política nacional.

EL DEPORTE EN LA UNIVERSIDAD

Muchos de los jóvenes estudiantes siempre han tenido inclinación por el deporte, de tal manera que desde los inicios de la Universidad lo han practicado. Si bien no había una dependencia dedicada ex profeso a fomentarlo, se practicaba en cada una de las escuelas. Salvo canchas de basquetbol, se carecía de otro tipo de instalaciones: gimnasio, pistas, campos, piscinas, etcétera. Por ello se utilizaban las de otros organismos, como el Instituto Nacional de la Juventud Mexicana (INJM).

Era usual que las direcciones apoyaran a los deportistas con algunos gastos, los uniformes por lo general se obtenían de patrocinadores externos. En el primer lustro de 1960 tuvieron mucha relevancia los Juegos Deportivos Universitarios del Noroes-te, que se celebraban en la Universidad de Sonora, en la ciudad de Hermosillo. Parti-cipaban deportistas de Chihuahua, Sonora, Baja California y Sinaloa.

Las notas periodísticas de esos años informan que la delegación de la UABC partici-paba en atletismo, béisbol, fútbol, basquetbol y volibol. Su actuación, por lo general, era bastante buena, pues regresaban con trofeos, medallas y diplomas. Así pues, de esos años parte la tradición deportiva universitaria, que se fortalece cada vez más en nuestros días.

LA PREPARATORIA DEL POBLADO GUADALUPE VICTORIA

En 1964, con el propósito de atender de alguna manera las peticiones de personas y grupos del valle de Mexicali, que deseaban que hubiera ahí dependencias de la Universidad, se creó la Escuela Preparatoria Técnica del poblado de Guadalupe Victoria. Se confeccionó al respecto un plan de estudios en el que, además de las materias tradicionales del bachillerato, se capacitara a los alumnos para el desarrollo de actividades prácticas propias del medio rural. Se consideró que dicho poblado era el idóneo para el establecimiento de una escuela de ese tipo, porque había ahí un

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núcleo de ingenieros, agrónomos, médicos, químicos, etcétera, que permitía integrar bien la planta de profesores. Para ocupar la dirección se nombró al doctor Juan Íñiguez Ancón y como subdirector al profesor Andrés Silva Vite.47

LOS PRIMERO EGRESADOS

A mediados de la década de 1960, los esfuerzos realizados en las escuelas profesionales de nuestra Casa de Estudios empezaban a fructifi car, pues salieron de las escuelas de Pedagogía y Ciencias Marinas las primeras generaciones de egresados. En junio de 1964 salió la de Pedagogía, en sus cuatro especialidades: historia, biología, pedagogía, lengua y literatura. Le siguió, en mayo de 1965, la de Ciencias Marinas, que celebró el acontecimiento con una solemne ceremonia, en cuyo presídium estuvo el entonces gobernador del estado, doctor Gustavo Aubanel Vallejo, acompañado por el rector Santos Silva Cota y el director de la escuela, biólogo Pedro Mercado Sánchez. (Aranda Manteca, 1990, pág. 53).

REUNIÓN REGIONAL DE LA ANUIES: EL BACHILLERATO DE TRES AÑOS

El 2 y 3 de octubre de 1964, los rectores de las universidades de Chihuahua, Sinaloa, Sonora y Baja California, pertenecientes a la región noroeste de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), se reunieron en Mexicali, en las ofi cinas centrales de la Universidad. Los trabajos fueron dirigidos por el doctor Moisés Canale Rodríquez, rector de la Universidad de Sonora y presidente en turno de la Asociación, así como por el secretario ejecutivo de esta, licenciado Alfonso Ortega Martínez. Entre los principales asuntos que se trataron fi guró la conveniencia de ampliar el bachillerato de dos años a tres, siguiendo la pauta recientemente señalada por la UNAM (La voz de la frontera, 1964). Cabe destacar aquí que el licenciado Ortega Martínez brindó sistemáticamente un decidido apoyo a la UABC, como secretario ejecutivo de la ANUIES. Su asesoría y orientación fueron muy valiosas para el rector Silva Cota.48

Otro evento que dio especial relevancia a la Universidad bajacaliforniana fue el II Con-greso Nacional de Oceanografía, efectuado del 15 al 18 de marzo de 1965 en las instala-ciones de la Escuela de Ciencias Marinas, sede del evento. Además de las instituciones del país conectadas con la oceanografía, concurrieron representantes de centros de investiga-ción y organismos internacionales, incluida la UNESCO (El Mexicano, 1965).

47 Juan Íñiguez Ancón es médico por la UNAM y el profesor Andrés Silva Vitae fue un mentor con una larga y prestigiada trayectoria en el campo de la educación en Baja California.

48 Así lo expresó en la ceremonia en que concluyó su gestión rectoral y tomó posesión del cargo su su-cesor, Pedro Mercado Sánchez.

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Todo ello se realizaba en medio de limitaciones presupuestales para cubrir la nómi-na de los maestros,49 pero de una manera o de otra se salía adelante.

FINAL DE LA GESTIÓN DEL RECTOR SILVA COTA

Considerando el desarrollo que en los diversos órdenes había alcanzado la Universidad se pensó que era conveniente tomar las medidas necesarias para dar por concluida la fase de su funcionamiento inicial, establecida por el decreto número 40, del 14 de febrero de 1958. Esto es, se consideró que era pertinente que llegara a su fi n la gestión rectoral que venía realizando el doctor Silva Cota y que la Junta de Gobierno designase, en los términos previstos por la Ley Orgánica, a la persona que en adelante asumiera el cargo de rector. Las circunstancias eran propicias para ello, en especial por el hecho de existir una nueva administración estatal, encabezada por el gobernador, ingeniero Raúl Sánchez Díaz, a partir del 10 de noviembre de 1965. Esto representaba un tiempo adecuado para dar los pasos necesarios, en un ambiente de estabilidad.50

Se pensó también en reformar el procedimiento para la integración del Patronato Universitario, de tal manera que se pudiera integrar por representantes de cada muni-cipio, sin tener que seguir el complicado procedimiento de elección de representantes de los distintos sectores sociales, señalado por el artículo 26 de la Ley Orgánica, que nunca pudo funcionar.

La administración del gobernador Sánchez Díaz, principió reformado dicho ar-tículo mediante el decreto número 21, publicado en el Periódico Ofi cial del 29 de abril de 1966. Así, a propuesta del Ejecutivo del estado, la Junta de Gobierno designó para integrar dicho Patronato a los señores ingeniero Eugenio Elorduy Gallástegui, de Mexicali; ingeniero Fernando Jara, de Ensenada; Rafael Villegas, de Tijuana y Fede-rico Cota Moreno, de Tecate. Los patronos mencionados en primer y segundo término quedaron como presidente y secretario, respectivamente.

Uno de los primeros pasos del Patronato Universitario fue acordar con la Rectoría la entrega formal de los bienes pertenecientes a la Universidad.

49 Véase ofi cio del doctor Santos Silva Cota al gobernador del estado, en el que solicita se paguen por adelantado algunos meses del año del subsidio estatal para poder integrar la nómina del personal. 11 de enero de 1965. (AG-UABC, archivero 34, gaveta 1, exp. Minutario 1965). También véase: “Esperan cobrar su sueldo en la Universidad”, La Voz de la Frontera, 14 de mayo de 1965.

50 Véase escrito del doctor Santos Silva Cota, “Puntos de vista de la Rectoría de la Universidad Autó-noma de Baja California”, publicado el 3 de enero de 1966, en La Voz de la Frontera. Ahí expresa que en 1959, al fallecer el licenciado José Guadalupe González Cordero, asumió el cargo de rector provisional, con las facultades que le otorgaban el decreto núm. 40, para atender lo necesario para la instalación de la Universidad. Más adelante agrega que “ya estamos actuando en los procedimientos para que sea la H. Junta de Gobierno quien determine, como lo ordena nuestra Ley Orgánica, lo con-ducente, sin alterar el procedimiento evolutivo dentro del orden de la institución y sin interrumpir las gestiones ya iniciadas en benefi cio de la Universidad Autónoma de Baja California”.

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Para ello, el rector Silva Cota les presentó el 18 de mayo de 1966, un estado del patrimonio, en el que se detallaron pormenorizadamente dichos bienes: subsidios, valores, terrenos, edifi cios, muebles y equipo de cada una de las escuelas e institutos y de las ofi cinas centrales. El Patronato los dio por recibidos en esos términos.51

Con tales medidas hubo ya un organismo dedicado específi camente a atender los aspectos económicos y fi nancieros de la Universidad, lo que hizo posible que la Rec-toría pudiese concentrar sus esfuerzos en las cuestiones académicas.

Como suele suceder en las situaciones coyunturales, surgieron personas y grupos que trataron de acelerar el proceso de reestructuración. La efervescencia fue evidente de manera especial entre los estudiantes de la Escuela Preparatoria de Mexicali, a los que se sumaron después otros de algunas escuelas de Tijuana y Ensenada. Inclusive hubo manifestaciones estudiantiles que demandaban la reestructuración del Consejo Universitario y el cambio del rector. A ello hace referencia la prensa de esos días.52

51 Acta suscrita por el rector y los integrantes del Patronato Universitario, el 18 de mayo de 1966, en la ciudad de Tijuana, B.C.

52 Véase La Voz de la Frontera, Mexicali, B.C., del 28 de febrero de 1966, en cuyo editorial intitulado “Confl icto Universitario”, se menciona una manifestación, efectuada recientemente por estudiantes de

El rector, Arq. Rubén Castro Bojórquez, y los miembros de la Junta de Gobierno. De izquierda a derecha, primera fi la: Lic. Octavio Pérez Pazuengo, Dr. Santos Silva Cota, Ing. Luis López

Moctezuma, Arq. Rubén Castro Bojórquez (rector), Dr. Conrado Noriega, Dr. Pedro Cervantes; segunda fi la: C.D. Ernesto Sánchez Valenzuela, Dr. Saúl Álvarez Borrego, Ing. Isaías Romano,

Ing. Armando Macías, Lic. Carlos Calderón y Lic. Jesús Antonio López Anaya. 1983.

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Al margen de tales situaciones, las autoridades universitarias continuaron dando los pasos necesarios en el proceso iniciado y la Junta de Gobierno se abocó, con fundamen-to en la Ley Orgánica de la Universidad a designar a quien ocuparía el cargo de rector.

La persona designada fue el biólogo Pedro Mercado Sánchez, quien, como ya se señaló, ocupaba el cargo de director de la Escuela Superior de Ciencias Marinas, la dependencia de la Universidad con mayor prestigio.

La ceremonia de toma de posesión del nuevo rector fue el 29 de junio de 1966, en el Auditorio del Instituto Mexicano del Seguro Social, en Mexicali. Asistieron los miem-bros del Consejo Universitario, funcionarios de los tres niveles de gobierno y público en general interesado en la Universidad. En el presídium estuvo el gobernador del estado, ingeniero Raúl Sánchez Díaz; los rectores saliente y entrante, doctor Santos Silva Cota y biólogo Pedro Mercado Sánchez; el doctor Moisés Canale, presidente de la Asocia-ción Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior; el licenciado Enrique Romero, secretario técnico de la misma; el doctor Gustavo Aubanel Vallejo, presidente de la Junta de Gobierno de la Universidad; el ingeniero Eugenio Elorduy Ga-llástegui, presidente del Patronato Universitario; el ingeniero Fernando Jara, secretario del mismo y el licenciado Rafael Soto Gil, secretario general de la Universidad. En el ala derecha del recinto estuvieron los demás miembros de la Junta de Gobierno.

Al hacer uso de la palabra, el doctor Silva Cota se refi rió al inicio de su gestión en 1959 y expresó:

La Universidad Autónoma de Baja California entonces representaba, más que una rea-lidad, un anhelo, una aspiración, quizás la más noble, de un pueblo que apenas hacía pocos años había logrado alcanzar la categoría de entidad federativa libre y soberana. Con ello, los bajacalifornianos adquirían, junto con el pleno ejercicio de nuestros dere-chos cívicos, con la facultad de elegir nuestros propios gobernantes y con la posibilidad de crear nuestras instituciones políticas y sociales, el imperativo de formar la casa de estudios superiores, que nos permitiese adquirir conocimientos científi cos y humanísti-cos, dentro del marco del respeto a la dignidad humana, de la libertad de cátedra y de la autonomía universitaria, entendida esta, como autogobierno académico de la comunidad de maestros y alumnos. (Silva Cota, Discurso, 1966).

Más adelante agregó:

la Escuela Preparatoria de Mexicali, frente al palacio de gobierno, para hacer evidente su deseo de re-estructuración del Consejo Universitario y el cambio de rector. Cuestiones similares tratan las notas de dicho periódico, “Mantendrán la unidad los universitarios” y “Peligro de otro paro de universitarios”, de los días 8 y 14 de abril. En esta última fecha, el columnista Sergio Gómez Silva, menciona: “Según reciente acuerdo tomado en Tijuana y entregado al rector y a la Junta de Gobierno de la Universidad, desde este día han de celebrarse paros progresivos que deberán culminar en huelga estatal, en caso de que no se resuelva la destitución del director de la Preparatoria de Tijuana, doctor Morales Barraza y posteriormente, el cambio de rector de la Universidad

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Hoy, al término de mi mandato, la Universidad está constituida por cerca de 2 000 alum-nos, 253 profesores; formada de cinco escuelas preparatorias; una Escuela de Enferme-ría, una Escuela Superior de Pedagogía, una Escuela de Ciencias Sociales y Políticas, una Escuela Superior de Economía, una Escuela Superior de Contabilidad y Adminis-tración, una Escuela de Ciencias Marinas, un Instituto de Investigaciones Económicas, un Instituto de Investigaciones Oceanográfi cas y un Instituto de Investigaciones en In-geniería […] (Silva Cota, Discurso, 1966, pág. 3).

Después, aludió a la Escuela Superior de Ciencias Marinas: “[…] en donde brillaba la vigorosa personalidad del distinguido biólogo Pedro Mercado Sánchez, a quien con sa-tisfacción entrego la estafeta de la responsabilidad”. (Silva Cota, Discurso, 1966, pág. 5).

Concluyó exhortando a los universitarios a sentirse orgullosos de su casa de estu-dios y “a mantener con dignidad la honrosa categoría de la institución”. (Silva Cota, Discurso, 1966, pág. 7).

Puesta de pie, la concurrencia le brindó un fuerte y prolongado aplauso.

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SANTOS SILVA COTA SU PENSAMIENTO Y TESTIMONIOS SOBRE SU TRAYECTORIA

SANTOS SILVA COTA

Nació en Ensenada, B. C., el 20 de junio de 1921, hijo del profesor Andrés Silva Vite –quien fue director general de Educación del Distrito Norte de la Baja California– y de la señora Elvira Cota de Silva.

Cursó los estudios primarios en la Escuela Benito Juárez, de Mexicali, B. C., de donde pasó a la Escuela Secundaria Agrícola, de la misma ciudad.

El bachillerato lo cursó en la Escuela Nacional Preparatoria de la UNAM, en la que estudió también la carrera de medicina, obteniendo su título profesional el 7 de septiembre de 1945.

Regresó a Mexicali para ejercer como médico y en 1946 ocupó la Dirección del Centro Epidemiológico de la Secretaría de Salubridad y Asistencia.

De 1953 a 1954 fue asistente en el Departamento de Anatomía Patológica del Hospital Militar, en México, Distrito Federal.

De nuevo en Mexicali se desempeñó como médico legista del Tribunal Superior de Jus-ticia, de 1954 a 1958; director del Centro Detector del Cáncer del Club de Leones de la ciudad, de 1956 a 1958 y médico anatomopatólogo del IMSS, de 1959 a 1966.

Fue rector de la Universidad Autónoma de Baja California de 1959 a 1966.Desempeñó los cargos de jefe de los Servicios Médicos de la Delegación del IMSS en

Baja California, de 1965 a 1978, y médico internista de dicho instituto en Mexicali, de 1978 a 1981, año en que se jubiló.

Después de concluido su periodo rectoral en la UABC, se le designó miembro de la H. Junta de Gobierno de la propia institución en 1969; presidió dicho órgano de 1985 a 1993.

En el Centro de Investigación Científi ca y de Estudios Superiores de Ensenada (CICESE) cursó la maestría en Ecología Marina, obteniendo el grado en 1985.

En ese mismo año, mediante la colocación de la placa respectiva, se le dio su nombre al edifi cio de la Escuela de Ciencias Marinas, que fundara siendo rector.

Recibió en 1987 la medalla de honor “Ciudadano distinguido”, del Congreso del Estado de Baja California.

Prestó sus servicios en la Dirección General de Investigación y Posgrado de la UABC, como coordinador de Investigación, de 1987 a 1991, y estuvo adscrito a la Comisión de Planeación y Desarrollo Institucional, de 1991 a 1995.

Por acuerdo del H. Consejo Universitario se le otorgó el grado de doctor honoris causa, el 16 de noviembre de 1993.

La Clínica 25 del Instituto Mexicano del Seguro Social en Ensenada, a partir de 1994 lleva su nombre.

Fue investigador del Centro de Estudios Sobre la Universidad de 2003 a 2011, hasta su jubilación.

CÉSAR RUBÉN CASTRO BOJÓRQUEZ Y ALEJANDRO MUNGARAY LAGARDA

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SANTOS SILVA COTA Y EL INICIO DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE BAJA CALIFORNIA*

Alejandro Mungaray Lagarda**

INTRODUCCIÓN

Santos Silva Cota (20 de junio de 1921) es un bajacaliforniano nacido en Ensenada y formado en los recintos educativos del entonces territorio hasta donde ello era posible en esos tiempos. Fue hijo del profesor Andrés

Silva Vite y de doña Elvira Cota, una distinguida heredera de la más pura tradición bajacaliforniana, pues como él mismo lo dice,

mi mamá nació en Ensenada, mi abuela en Santo Tomás, mi bisabuela en San Vicente, mi tatarabuela en San Telmo, y la más tatarabuela era de no sé dónde, pero por 1700 se casó con Amperes Ceseña, al cual un rey de España, agradecido por sus servicios a la corona, le dio el rancho de La Grulla, en Ensenada. Es una herencia que se perdió por-que unos gringos se apoderaron de ella, desapareciendo los papeles. Esta propiedad era la síntesis de un español con una india, que sería parte de la conquista de un continente, de un desierto, de una cultura.

Su papá llegó de Hidalgo, huyendo del problema del cacicazgo, pues en esa tierra mataban a los profesores y curas y quemaban las iglesias. En Ensenada lo agarra-ron preso por maderista, en el tiempo cuando Huerta mandó a asesinar al presidente Madero. Don Andrés logró evitar a los huertistas pero no los llamados del amor... y fi nalmente se casó.

*Publicado en Santos Silva Cota y el inicio de la Universidad Autónoma de Baja California, Colección Documentos, ANUIES, 2001.

** Exrector de la UABC.

CÉSAR RUBÉN CASTRO BOJÓRQUEZ Y ALEJANDRO MUNGARAY LAGARDA

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Realizó estudios en la escuela primaria Benito Juárez de 1928 a 1933, y de 1933 a 1936 en la Escuela Secundaria Agrícola, precursora de la actual secundaria 18 de Mar-zo, ambas en Mexicali. Igual que tantos otros muchachos que compartieron sueños y aspiraciones que justifi caron el sacrifi cio familiar, mediante una beca ganada por con-curso pudo realizar sus estudios de bachillerato en la Escuela Nacional Preparatoria de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), entre 1937 y 1938, donde cul-minó con la distinción de “Bachiller Laureado”, la cual le fue otorgada en 1939. Esto, la aprobación de sus exámenes y la beca, le permitieron ingresar a la Escuela Nacional de Medicina, donde cursó sus estudios profesionales de médico cirujano y partero (1939-1945), titulándose, recién cumplidos los 24 años, el 6 y 7 de septiembre de 1945.

En 1953, con el producto de sus ahorros por su trabajo como director médico epi-demiólogo en la entonces Secretaría de Salubridad y Asistencia (SSA), viajó de nuevo a la ciudad de México para realizar un posgrado en anatomía patológica en el Hos-pital Central Militar (1953-1954). Complementó este posgrado como becario de la SSA en la Campaña Nacional contra el Cáncer, con el curso de Citología Exfoliativa, que desarrolló en el hospital Jesús Alemán Pérez (1954-1955). Este regreso fue muy anhelado, pues su mayor deseo era volver a hacer una especialidad —si bien en aquel entonces no había especialidades en México: el médico se formaba con trabajo en el hospital, al lado de los grandes maestros. En esa época nuestros estudiantes depen-dían de manera importante de la medicina estadounidense pues se habían roto lazos con Europa, que, en gran parte debido a la guerra, dejó de producir textos médicos: estos tenían como fecha de edición cuando mucho 1935, y todos eran franceses.

Es muy conocida su amplia trayectoria dentro del campo de la medicina en Baja California, antes y después de sus labores como primera autoridad de la Universi-dad Autónoma de Baja California, en sus difíciles años de creación y surgimiento. Así, antes de dedicarse por completo a la obra universitaria, entre 1956 y 1959 se desempeñó como médico B de hospitales, anátomo-patólogo, fundando el primer laboratorio de patología de la Dirección de Asistencia Pública de Baja California. También fue médico legista del Tribunal Superior de Justicia y director del Centro Detector de Cáncer Club de Leones de Mexicali. Se distinguió por ser el único médico vestido de blanco y por donar el laboratorio que construyó al hospital civil, donde trabajaba sin cobrar. De hecho, con su trabajo como médico legista, en el que recibía 500 pesos mensuales, fundó la revista médica del hospital civil, de la cual se publicaron dos números, mientras que para el Tribunal Superior de Justicia realizó el reglamento del sistema médico legal.

Durante sus años como responsable de las primeras actividades de la UABC, continuó desempeñando sus labores profesionales como médico familiar, anátomo-patólogo, en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), pues había que trabajar para cubrir los gastos familiares y para mantenerse en la Universidad. Una vez que terminaron sus res-ponsabilidades como primer rector, fue nombrado jefe de los Servicios Médicos Dele-gacionales del IMSS, donde permaneció por 22 años, de 1966 a 1982. Los últimos cuatro

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años de su vida profesional fue médico no familiar, jubilándose en 1982. Esta dedicada labor en al área de la salud recibió su recompensa en 1991 al asignarse su nombre a la clínica 25 del Instituto Mexicano del Seguro Social de Ensenada.

En contrapartida, su pasión por las actividades universitarias la ha cultivado siem-pre manteniéndose activo en este campo. Si bien fue miembro de la Honorable Junta de Gobierno de la UABC, designado por el Consejo Universitario en 1969 y en la que permaneció hasta 1993, donde fue su presidente desde 1985; sus actividades acadé-micas tuvieron un segundo aire conforme se acercaba su jubilación en el IMSS. De esta manera, entre 1978 y 1981 fue profesor de introducción a la clínica en la Escuela de Medicina de Mexicali, y de 1981 a 1983 subdirector académico de la misma. En-tre 1987 y 1991 se desempeñó como coordinador de Investigación en la Dirección General de Investigación y Posgrado, manteniéndose activo desde entonces como investigador en aspectos educativos, así como también en la Facultad de Ciencias en Ensenada, adonde ha regresado como si le resultara necesario completar un ciclo de vida; así, 40 años y 10 meses después de haber obtenido su título profesional en Ense-nada, entre 1983 y 1985 obtuvo el grado de maestro en Ciencias en Ecología Marina en el Centro de Investigación Científi ca y de Educación Superior (CICESE), aunque de acuerdo con él mismo, tardó dos años en terminar los experimentos, la redacción y la defensa de su investigación, la cual fue dirigida por Saúl Álvarez Borrego.

En esta época su obra como investigador cobró nuevos bríos, y en 1987 participó como ponente en el VII Congreso Nacional de Oceanografía; asimismo, en 1988 publi-có un famoso artículo en la prestigiada revista Estuarine, Coastal and Shelf Science. Esta faceta científi ca se había interrumpido en 1962, con alguna publicación aislada en 1970, después de una prolífi ca carrera como investigador iniciada en 1955, con 15 publicaciones en la Revista de la Asociación Mexicana de Ginecología y Obstetricia y en la Revista Mexicana de Neumología.

Podríamos decir que Santos Silva Cota ha tenido oportunidades extraordinarias como protagonista de la historia educativa, profesional y científi ca de Baja California. No siempre las obras emprendidas por los hombres para construir instituciones que los trasciendan se pueden disfrutar personalmente. Tampoco es muy común que los ciclos de desarrollo intelectual, interrumpidos por la necesaria y cotidiana vida profe-sional y familiar, puedan rehacerse. De acuerdo con Santos Silva, durante su periodo como rector de la UABC (1959-1966),

se crearon las Escuelas Preparatorias de Tijuana, Ensenada, Tecate y Guadalupe Victoria, y se incorporaron las del Instituto Salvatierra, en Mexicali, Junípero Serra, en Ensenada, y Co-legio La Paz, en Tijuana. En el nivel profesional se crearon las escuelas Superior de Ciencias Marinas en Ensenada, Economía y Administración en Tijuana, Pedagogía y la de Ciencias Sociales y Políticas en Mexicali. Se organizaron los institutos de Investigación Oceanológica en Ensenada y de Investigaciones Socioeconómicas en Tijuana. Se constituyeron el Consejo Universitario y los departamentos Escolar y de Difusión Escolar. Se obtuvieron los primeros

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subsidios estatales y federales, ordinarios y extraordinarios, y se construyeron los primeros edifi cios para alojar a las escuelas preparatorias de Mexicali y Tijuana.

Esta historia de la UABC, es una historia parcial a partir de una biografía singular, pues además de estar limitada a los tiempos de su creación, proviene de la visión de quien por aras del destino tuvo el privilegio de ser su primer rector en una época difícil, en donde quizás lo más fácil hubiera sido no emprenderla. En consecuencia, el texto es un producto leído con su ojo y ceja, ante su duda de que las entrevistas grabadas en mayo de 1992 y octubre de 1995 pudiesen estar cargadas de la pasión que le quitaran o dieran otro sentido a sus expresiones. Finalmente, después de intensos diálogos en abril de 1997 y diciembre de 1998, tomé la decisión de utilizar sus memorias y apuntes e incorporar la elocuencia de su charla grabada, si bien escrita en tercera persona.

El texto refl eja una labor con la mejor de las intenciones, con un interés ilimitado y un gran entusiasmo de todos en los comienzos de la Universidad; no solo de los emplea-dos, sino también de los estudiantes, que robando tiempo a los estudios, se dedicaban a discutir y criticar la problemática institucional, realizando asambleas, lanzando procla-mas y manifi estos y apoyando luchas justas de sectores sociales ajenos a la Universidad.

Para Santos Silva, la recreación de los tiempos primigenios de la institución enseña sobre la fi rmeza y la lealtad de las personas que intervinieron en esta hazaña. Para di-mensionar la importancia de esta tarea, suele citar la expresión de Rubén Castro Bojó-rquez, en su informe como rector durante el 25 aniversario de la Universidad, cuando señala que “en el inicio de cualquier gestión, tres factores intervienen: defi nición de un proyecto, integración de un equipo de trabajo y la adecuación de las expectativas personales y las del grupo. Solo cuando estos tres factores se conjugan, podemos pensar seriamente en una consolidación institucional”. En la perspectiva de Santos Silva, muchas diferencias y cambios se han observado desde que la Universidad diera sus primeros pasos. Sin embargo, nunca se ha perdido el proyecto y los universitarios han crecido y aprendido, acercando permanentemente las expectativas personales y de grupo en torno a lo que podría denominarse una “cultura institucional” en proceso de aprendizaje y cambio permanente.

Para los jóvenes universitarios no siempre es posible convivir con los precursores de los sueños de muchos, todavía con el ánimo y el deseo, a veces pasional y fer-viente, de que el sueño propio, de padres y amigos, se convierta en una realidad que arraigue y fortalezca personas e instituciones. El ideal de Santos Silva Cota de dotar a la Universidad tanto de los elementos materiales como de una fe, una política, una fi losofía y una presencia social en Baja California, se ha cumplido con creces.

Estas líneas pretenden ser un homenaje a un hombre que vivió su tiempo con con-vicción, arrojo, protagonismo y humildad, en ocasiones todo a la vez, pero cuya dedi-cación y obra existen a cada momento, en todos los que en México y Baja California se desempeñan como egresados de la Universidad Autónoma de Baja California.

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LA EDUCACIÓN EN BAJA CALIFORNIA Y EL SUEÑO DE LA UNIVERSIDAD

Desde el 3 de febrero de 1824, cuando se expide el Acta Constitutiva por el 1er. Congreso Constituyente de México, declarando el territorio de las Californias (Walther, 1986), hasta el día 16 de enero de 1953, en el que el Congreso de la Unión declara el estado libre y soberano de Baja California, los bajacalifornianos no tenían derecho a elegir a sus dirigentes ni a integrar las instituciones necesarias para regir sus vidas dentro de un orden que asegurara su identidad.

Los juristas mexicanos de otras épocas, llamarán a los territorios entidades anómalas y casi inconstitucionales, expresando su pesar porque no obstante la proclamación de los principios democráticos, se tuviera a aquellos bajo autoridades no electas por sus habitan-tes, trayendo como consecuencia el absurdo de la tutoría para los pueblos” (Silva, 1951).

Durante ese largo periodo de 128 años, el proceso educativo se realizó lenta y penosamente, pues por el decreto del 17 de agosto de 1833, del presidente Valen-tín Gómez Farías, al secularizar las misiones (Grijalva, 1984), terminaba la labor educativa misional. En 1859 aparece en Santo Tomás, cabecera del distrito, Eliseo Schieroni, quien fundó una escuela particular subvencionada por los vecinos, la

Inauguración del edifi cio de la Biblioteca Mexicali. De izquierda a derecha: Lic. Rafael Soto Gil, Arq. Rubén Castro Bojórquez (rector), Dr. Santos Silva

Cota e Ing. Luis López Moctezuma. 1982.

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cual posteriormente se transformaría en la Escuela Nacional de Santo Tomás. En 1873, el propio Schieroni se traslada a Real del Castillo, nueva cabecera del dis-trito, y funda otro plantel. “A la muerte de Schieroni (...) el Lic. Manuel Clemente Rojo se hace cargo de la Escuela de Santo Tomás”, en donde trabajó arduamente (Montero, 1958: 425-468), y en 1896 funda, en Ensenada, la Escuela Superior de Comercio. Habrá que decir que antes de terminar el siglo se fundaron escuelas pri-marias en Tijuana, San Vicente y otras localidades.

Ya en pleno siglo XX, durante los años veinte, se crearon grandes planteles para las escuelas primarias elementales y superiores: Justo Sierra y Corregidora en Ensenada, Miguel F. Martínez en Tijuana, y Cuauhtémoc en Mexicali, organizadas y dirigidas por eminentes maestros como Alfredo P. Uruchurtu, Matías Gómez, Andrés Silva Vite, Luis Vargas Piñera, Miguel Muñoz, Enrique Carrillo, Joaquín García, Manuel Quiróz Martínez, Carlos Gutiérrez y muchos más. Ellos sembraron en la mente de los jóvenes de entonces el amor por el estudio y despertaron sus ambiciones en cuanto a buscar nuevos horizontes para acrecentar su cultura a partir de la organización de grupos sociales y tertulias, o emigrando hacia los centros culturales del país. En estos tiempos salen a la ciudad de México, para estudiar el ciclo de segunda enseñanza, que solo se impartía en la Escuela Nacional de Maestros, en la Escuela Nacional Preparatoria de la Universidad de México y en la Escuela Médico Militar, jóvenes como Francisco Dueñas, de Mexicali, Manuel Marín y García Montroil, de Tijuana, y Guillermo Caballero y Ángel Martínez, de Ensenada —Anselmo Carranco, también de Ensenada, estudió taxidermia en San Diego, California.

Los años de 1920 no solo fueron importantes respecto al tema de la emigración de estudiantes, sino también en cuanto al impulso de la educación, sobre todo en el periodo gubernamental del Gral. Abelardo L. Rodríguez (Rodríguez, 1928), periodo en el cual se llevó a cabo formalmente el primer intento para establecer una institución de educa-ción superior mediante la creación de la Escuela Normal y Preparatoria en Mexicali en 1927, ésta estuvo bajo la dirección de Manuel Quiroz Martínez, más tarde rector de la Universidad de Sonora, en donde fundó una escuela normal y preparatoria. Por su parte, en Tijuana nace el Centro Escolar Álvaro Obregón, en un hermoso y moderno edifi cio que durante muchos años señoreó esta ciudad desde el Cerro Altamira.

Los años de 1930 fueron también pródigos para la educación en Baja California, pues en 1933, cuatro años después de haberse instituido la enseñanza secundaria en el país, nace en Mexicali la Escuela Secundaria Agrícola, herencia de la Escuela Normal Pre-paratoria, que pasó previamente como Escuela Normal Tecnológica y fue antecedente de la Escuela Secundaria Federal Núm. 18. En 1936 es expropiado en Tijuana el Casino Aguacaliente y se funda en sus instalaciones el Instituto Tecnológico de Tijuana, más tarde Escuela de Enseñanzas Especiales Núm. 29. Con la creación de estas escuelas, se intensifi có la salida de la juventud hacia los centros de educación superior del país; Chapingo, la Universidad Nacional Autónoma de México, el Politécnico Nacional, la Universidad de Guadalajara y la Universidad Michoacana son los principales polos de

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atracción, aunque el Conservatorio Nacional, la Escuela de Bellas Artes y la Académica de San Carlos fueron también invadidos por la juventud bajacaliforniana.

En 1937, en la ciudad de México, los estudiantes de Baja California se organizan y fundan en la azotea de un edifi cio de la calle de Guatemala, atrás del Sagrario de Cate-dral, el Bloque de Estudiantes Bajacalifornianos, siendo su primer presidente Ramiro Caloca, licenciado en derecho, y quien durante varios años fungió como secretario y subdirector académico de la Escuela Superior de Pedagogía de la Universidad.

En 1957, al nacer la Universidad, Baja California solo contaba con algunas pocas escuelas secundarias y su porcentaje de analfabetismo era de 14.8%, sin ningún antece-dente inmediato de educación superior. En cambio, en aquellas entidades del país en las que sí existían antecedentes en los institutos de ciencias y artes, el promedio de analfa-betismo era de 40%. Los colegios civiles y las escuelas normales estaban ocupadas con cargas excesivas, provenientes de la gran demanda por educación de segunda enseñan-za, de nivel básico y superior, y por tanto, no estaban en condiciones de incorporarse con ventajas a su entorno, debido a sus rígidas reglamentaciones, acordes a otros tiem-pos y espacios. Como señaló Jaime Torres Bodet en la ceremonia de inicio de cursos de la UABC, en Ensenada, en 1962, “tal vez fue mejor que la Universidad naciera libre”.

PRIMERAS ACTIVIDADES Y VICISITUDES

Promulgada la ley, hacía falta coordinar las primeras actividades tendientes a integrar el Comité Estatal Pro-Universidad, en los términos establecidos por la misma, por lo que el Ejecutivo del estado designa, el 28 de mayo de 1957, al profesor Lorenzo López González, titular de la Dirección de Acción Cívica y Cultural, como su representante ante el Comité, con facultades para promover y encauzar su integración, buscando la designación de propietarios y suplentes de los representantes de los sectores en cada municipio. El profesor López González cumplió con su encomienda con el auxilio de los presidentes municipales. Varios integrantes del Comité Estatal eran masones destacados, pero otros fueron vinculados por su interés en la cultura. Una vez nombradas las personas que ocuparían esos puestos, se les acreditó como tales por el gobernador y el secretario general del gobierno del estado.

Santos Silva contaba con la amistad del licenciado López González, y como conter-tulios de café, compartían ramas del saber afi nes y dirimían problemas políticos y socia-les de interés para ambos. En ese entonces Santos Silva trabajaba en el Hospital Civil, donde creaba el Centro Detector de Cáncer, organizaba el Departamento de Patología, mejorando la práctica médica, e integraba la función educativa dentro del propio hospi-tal. Todos estos antecedentes sirvieron en su favor a la hora de formar parte del Comité.

El día 12 de julio de 1957, a las 17:00 horas, citó a una reunión en el Salón de Cabildos del Ayuntamiento de Tecate. Una vez declarada abierta la sesión por el señor gobernador y explicado el propósito de la misma, se procedió a la designa-

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ción de comisiones. Al no estar conforme con la integración de la Comisión Eje-cutiva formada por el Ing. Aurelio Gutiérrez Marroquín, Antonio Girban Nadal, Gregorio Vidal, José Guadalupe González Cordero y Lorenzo López González, en quien recayó la Coordinación Ejecutiva, la representación de Tijuana, encabezada por el Sr. Víctor González Príncipe, protestó y abandonó el recinto, no obstante el emotivo llamado del señor gobernador. En esta sesión también fue integrada la Comisión Redactora del Reglamento Interior del Comité, con el Ing. Fernando Salas, Dr. Jorge Bayardo Madrid, Lic. José G. González Cordero y Santos Silva. Con la toma de protesta ante el señor gobernador, se dio por terminado el acto, citándose para nueva reunión.

El abandono de la representación de Tijuana durante la instalación del Comité pro-vocó una serie de reacciones que fueron mas allá de lo prudente, estableciéndose cam-pañas de desacreditación que lesionaban el feliz inicio de la empresa universitaria. Esto hizo considerar al Prof. López González la conveniencia de su alejamiento de las ac-tividades de enlace con la institución, e inicia los términos de su renuncia señalando:

Considero de mi deber informar a la opinión pública del estado, que en el desarrollo de mis actividades tendientes a promover la organización y el funcionamiento del comité Estatal Pro-Universidad, procedí con estricto apego a la Ley, con absoluto respeto a la institución que habrá de iniciar su vida en el presente año y al pueblo, que con profundo interés y cariño auspiciará su realización.

Más adelante culminaba:

En el desempeño de mi cometido siempre tuve presente la actividad desarrollada por algu-nas personas en favor del establecimiento de la Universidad, pero sin perder de vista que el interés por la educación y la cultura no es privativo de un grupo determinado de personas, sino que ese interés es de todos los sectores del pueblo, que se aprecia con el mismo senti-do patriótico en el valle de Mexicali, como en Tecate, en Tijuana y en Ensenada.

En la sesión plenaria celebrada en Ensenada, el 26 de julio de 1957, se aprobó el pro-yecto de reglamento y se integraron las ternas para elegir a los miembros de la Junta de Gobierno, acordando fi nalmente citar al Comité Estatal Pro-Universidad a una asamblea —a celebrarse en el recinto del Ayuntamiento de Tijuana el día 2 de agosto de 1957 a las 17:00 horas. Durante la misma se nombró el cuerpo director del Comité Estatal, y en ausencia de representantes de Tijuana, este quedó integrado exclusivamente con repre-sentantes de Mexicali, Tecate y Ensenada, de la siguiente manera: presidente, Lic. José G. González Cordero; vicepresidente, Dr. Santos Silva Cota; secretario general, Sr. Humber-to Amaya; tesorero, Sr. Francisco Zárate Vidal; auditor, Sr. Rodrigo V. Vidal; Departamen-to de Contabilidad y Glosa, Sr. Antonio Girbau Nadal; Proyectos y Construcciones, Ing. Santiago Garín P.; Departamento Jurídico, Lic. Mario Somohano Flores.

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Durante esta sesión, Santos Silva acarició la idea de presidir el Comité Estatal Pro-Universidad. En consecuencia, una tarde se llevó a cabo una reunión —en la actual ofi cina de la Rectoría de la UABC para diseñar las estrategias a usar para buscar que él fuera elegido presidente. Ya en Tijuana, y encabezados por el Dr. Gustavo Aubanel, los masones se metieron a un salón. Como ya se llevaba una estrategia, en cuanto se abrió la sesión y se recibieron las propuestas para candidatos, uno de ellos pidió la palabra y al-guien gritó “González Cordero”. Otro por ahí dijo “Silva Cota”, y otro propuso que para ganar tiempo y evitar tantas votaciones, el nombrado en primer término fuera el presi-dente53 y el nombrado en segundo término fuera el vicepresidente. Todos aceptaron, y cuando salieron, Santos Silva le dijo a su acompañante: “Hubieras gritado mi nombre, no pedir la palabra”. Así se nombró el Comité Estatal, cuyo presidente al fi nal señaló: “Señores, pueden retirarse, se les va a llamar cuando sea necesario seguir trabajando”.

53 El Lic. José Guadalupe Cordero nació en la ciudad de Guadalajara en 1908. Ahí cursó estudios de abo-gado en la Universidad de Guadalajara. Llegó a Mexicali en los años de 1940 como agente del Ministe-rio Público Federal, pasando posteriormente con el mismo cargo a Tijuana. Renunció a este cargo para abrir su despacho de abogado litigante. Fue presidente del Comité Pro-Escuela “Orientación” del Club Rotario de Tijuana; concursó para notario y obtuvo la patente de la Presidencia de la República para ejercer como tal en el puerto de Ensenada, a partir de 1951. En esta ciudad fue presidente del Patronato de Educación para el municipio de Ensenada, además de secretario de la Junta de Mejoras y presidente del Club Rotario. Fue un hombre respetuoso, formal y muy apegado a las normas, características que impregnó a su labor, la que emprendió con entusiasmo y dedicación.

Diálogo de la Junta de Gobierno con estudiantes de Tijuana en el proceso de nombramiento de rector para el periodo 1991-1995. En el centro el Dr. Santos Silva Cota, presidente de la Junta de Gobierno. 1991.

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Santos Silva regresó a Mexicali a seguir su vida anterior, pues como vicepresi-dente, de acuerdo con el reglamento, solo podía cubrir las faltas y ausencias tempo-rales o defi nitivas del presidente en ese periodo. De acuerdo con su sentir, “no fue presidente del comité porque era hijo de masón. Por eso fue vicepresidente”.

En esa reunión también fueron aprobadas las ternas para integrar la H. Junta de Go-bierno, las cuales se presentaron al señor gobernador quien, cumpliendo con lo manda-do en el artículo 20 de la Ley Orgánica de la Universidad, designó, el 8 de agosto de 1957, al Lic. Pedro Castro López, Dr. Ramiro Bermúdez Alegría, Ing. José G. Jiménez Cabral, Ing. Fernando Salas, Ing. Santiago Garín Pinillos, Lic. José G. González Cor-dero, Dr. Elpidio Berlanga León y Dr. Joaquín Galván, como integrantes de la primera Junta de Gobierno, misma que quedó instalada el día 15 de agosto. Posteriormente, por renuncia de los señores Dr. Elpidio Berlanga de León y Lic. Adán Santana, fueron nom-brados el Lic. Alejandro Athié Carrasco y el Dr. Gustavo Aubanel Vallejo.54

El anteproyecto de Ley Orgánica se refería, en lo que corresponde al Comité Es-tatal, al que estaba integrado en Tijuana con representación unisectorial. Los legisla-dores creyeron prudente que ante un proyecto como la Universidad, debían participar en él todos los sectores representativos de la comunidad bajacaliforniana, y así lo consignaron en el artículo 2o. transitorio de la Ley Orgánica.

En el mes de agosto de 1957, el licenciado José G. González Cordero pertenecía a dos órganos de la Universidad, que en aquel tiempo no se contraponían, pues era presidente ejecutivo del Comité Estatal Pro-Universidad y miembro de la H. Junta de Gobierno. Su primer acto fue solicitar al señor gobernador se sirviera nombrar a la persona que sustituiría al profesor Lorenzo López González, quien presentó su renun-cia como representante del Ejecutivo ante el Comité.

El licenciado González Cordero, prosiguiendo con su programa de acción, se diri-gió a los integrantes del cuerpo directivo del comité, invitándolos a estudiar su campo de responsabilidad y proponer acciones específi cas. Él, por su parte, trabajaría en un plan general que contemplara la búsqueda de datos estadísticos sobre población escolar, las posibilidades de creación de las escuelas preparatorias y profesionales, aspectos sobre reglamentación en torno al ingreso, el manejo de la población esco-lar y la califi cación de la docencia; sobre la localización de terrenos e instalaciones para alojar las diversas escuelas; y sobre fuentes de fi nanciamiento. A partir del 15 de agosto de 1957, fecha en la que se designó el cuerpo de la H. Junta de Gobierno, su relación con esta fue decisiva pues, dada su calidad de miembro integrante de la misma, el apoyo fue total a las actividades del Comité.

En virtud de haberse pasado la fecha del 1 de septiembre sin haber desincorporado de la Dirección de Acción Cívica del Estado a las instituciones que marcaba la Ley

54 En marzo de 1960 fue designado presidente de la Junta de Gobierno, y posteriormente, debido al fallecimiento del gobernador, Ing. Eligio Esquivel, fue designado gobernador interino de diciembre de 1964 a diciembre de 1965.

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Orgánica en su artículo 44, el Comité envió al Ejecutivo Estatal, el 2 de octubre de 1957, dos anteproyectos de acuerdo para desincorporar las instituciones señaladas por la ley y para ordenar a la Tesorería del Estado el pago a su cargo de los salarios del personal docente y administrativo.

El 11 de octubre de 1957, personalidades expertas en planeación universitaria de la UNAM —Dr. Efrén del Pozo, secretario general, Dr. Pablo González Casanova, del Departamento Editorial, y Lic. Alfonso Ortega Martínez, de Planeación Universita-ria— visitaron el estado y conocieron las actividades desarrolladas hasta entonces por los organismos responsables; recomendaron: a) designar un rector provisional con facultades específi cas para promover, ordenar y dirigir las acciones para el inicio de las actividades formales; b) dispersar las unidades académicas de la Universidad en los cuatro municipios, de acuerdo con sus necesidades y recursos; c) considerar prioritariamente a la investigación sobre la docencia; y d) limitar el crecimiento de nuestro bachillerato e impulsar su desarrollo en instituciones particulares, mantenien-do hasta donde fuese posible la provisionalidad de las disposiciones reglamentarias.

Estas recomendaciones fueron consideradas en todo su valor, y obligaron al Comi-té a replantear actividades y objetivos para los meses de noviembre y diciembre del mismo año en torno a los siguientes puntos: a) se procurase la expedición de un de-creto que modifi cara y ampliara la Ley Orgánica en los artículos 3o. y 4o. transitorios; b) que el Ejecutivo local precipitara la desincorporación de las escuelas señaladas en el artículo 44 de la Ley y asegurara su fi nanciamiento; c) que se destinara un lugar en Mexicali para la instalación de las ofi cinas del Comité Estatal; d) se elaborara un censo escolar; e) se formulasen planes de estudio para las escuelas a iniciarse en sep-tiembre de 1958; f) se elaboraran reglamentaciones provisionales; g) se localizaran terrenos y edifi caciones para alojar la sede de la UABC y sus escuelas; y h) se preparara el presupuesto de egresos de la UABC para 1958, con base en el logro de subsidios.

Una vez elaborado este programa de trabajo, el Lic. González Cordero acudió, en representación de la UABC, a la IV Asamblea Nacional de la ANUIES, en México, los días 27 al 30 de noviembre de 1957.

LAS PRIMERAS INSTALACIONES

Cuando se constituyó el estado, se hizo una división de bienes entre este y la federación en todos los ramos: educación, hacienda, aduana, etcétera. Respecto del ramo educativo, la Escuela Cuauhtémoc se entregó al estado.

Esta escuela, construida a fi nales de los años de 1920, se encontraba en malas condi-ciones. Los pisos, de madera, estaban apolillados, el barrotaje estaba dañado y el salón de actos estaba vencido. El edifi cio estuvo una temporada desocupado, y cuando el Lic. Maldonado creó el Instituto de Ciencias y Artes del Estado, no consiguió un mejor recinto que la Escuela Cuauhtémoc, donde también alojó a la Escuela Preparatoria de

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Mexicali. En este edifi cio funcionaba, en la mañana, una escuela primaria, la cual había sido cerrada debido a que la población de menores de edad vivía en las nuevas colonias establecidas con base en la nueva política de desarrollo. Con el fi n de reabrir la escuela, algunos elementos del magisterio insistieron en inscribir como estudiantes a jóvenes de lugares alejados, como Pueblo Nuevo, de la sección segunda de Mexicali y parte de la sección tercera. También buscaron atraer, como bandera, a algunos exmaestros ya jubi-lados, bajo el cuestionamiento de cómo se iba a desalojar a las escuelas primarias, tan necesarias en el país y en el estado, para abrir una escuela superior que apenas si llegaba a preparatoria. Buscaron también el apoyo de algunos egresados de la propia escuela que tuviesen posiciones políticas o económicas destacadas, como don Gustavo Vildó-sola, senador de la República, y se hizo una campaña en algunos periódicos en donde se pedía que la Escuela Cuauhtémoc no fuese por ningún motivo sede de la Universidad. Muchas de estas críticas provenían de gente con importantes recursos económicos para mandar a sus hijos fuera del estado o del país, que solían acuñar expresiones sarcásticas, como aquella de la “Universidad de Paja California”.

Lo único que la Universidad usufructuaba del inmueble, era un lugar aledaño a la mis-ma, límite entre el parque Niños Héroes de Chapultepec y la escuela, que entonces se destinaba a estacionamiento de paga. Su encargado, don Teodomiro, percibía 450 pesos mensuales, y lo que sobraba de la tarifa se utilizaba en la preparatoria para borradores, lápices, etcétera. Además, en el patio de la Escuela Cuauhtémoc, que daba al frente de la calle Madero, a un lado del correo, había puestos de escribientes para hacer cartas y llenar giros (los evangelistas), que pagaban una módica cantidad por ocupar esos lugares.

Nunca se presionó al gobierno para que cediera el edifi cio, aunque había el interés de que este fuese realmente el centro cultural de Mexicali, pues si bien por su ubica-ción céntrica ya no podía ser escuela primaria, por su signifi cación histórica sí podía ser la sede de la Universidad —no obstante, con el tiempo se convirtió en la Casa de la Cultura de Mexicali.

INICIO DE LA GESTIÓN COMO RECTOR

Santos Silva fue notifi cado por su tío, el Sr. Santos B. Cota, presidente municipal de Ensenada, del fallecimiento del Lic. González Cordero, sucedido el 26 de abril de 1959. En compañía del Dr. Ramiro Bermúdez, se trasladó a Ensenada para estar presente en el sepelio. Durante el mismo, el Lic. Athié, secretario de la Junta de Gobierno, le dijo: “Prepárese, ahora le toca a usted”.

Con esta idea regresó a su casa y se lo participó a su padre, que había sido maes-tro, director de escuela, inspector y director general de Educación del Territorio de Baja California. Él le recuerda que la universidad es educación, y le da a leer obras de Cláparede, Ange Lo Patri, Dewey y Gutrie, pues era un admirador de la escuela nueva, de la escuela activa, tema sobre el cual discutían todos los días.

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Su primera acción como vicepresidente del Comité Estatal Pro-Universidad fue participar el fallecimiento del Lic. José G. González Cordero a la ANUIES y universidades asociadas, explicando que, por cuestión reglamentaria, él quedaría a cargo provisionalmente. No obstante la información con la que contaba sobre la marcha de la Universidad, por su asistencia a las reuniones de la Junta de Go-bierno, consideró necesario conocer los pormenores del trabajo desarrollado por el Lic. González Cordero y se trasladó a la ciudad de Ensenada para recoger la documentación sobre la misma. Fue atendido por su esposa, la Dra. Beatriz Ca-rrillo, quien le hizo entrega de dos cajas de documentos que puso en la cajuela de su automóvil, lo que motivó a que el Lic. Athié dijera que Santos Silva traía “la Universidad en su automóvil”, a lo que él solía contestar que los universitarios traíamos a la institución en nuestros pensamientos.

Enterado de la documentación, emprendió el estudio estadístico de la población del sistema educativo, y encontró que el problema de la segunda enseñanza era muy serio, tanto en el nivel básico como en el superior. Aparte de determinar la población escolar de la primera enseñanza, precisando la de los sextos años, se hizo un censo de la exis-

Rueda de prensa en donde se le comunica al licenciado Alfredo Félix Buenrostro Ceballos su nombramiento como rector de la UABC. De izquierda a derecha, licenciado Rafael Soto Gil, contador

Jesús Antonio López Anaya, doctor Santos Silva Cota, licenciado Alfredo Buenrostro, licenciado Carlos Juvera Calderón, ingeniero Isaías Romano Pérez y el licenciado Octavio Pérez Pazuengo. 1987.

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tente en los planteles de secundaria, en las normales y en las academias privadas de enseñanza posprimaria. La población de segunda enseñanza era escasa; funcionaban en el estado cuatro escuelas secundarias federarles, dos de ellas por cooperación, diez escuelas estatales por cooperación, cuatro escuelas normales y el Instituto de Ciencias y Artes. En cuanto a escuelas preparatorias, solo la de Mexicali, ya universitaria, la recientemente instalada en Ensenada (1958), la federal de Tijuana y tres escuelas prepa-ratorias privadas buscaron su incorporación al estado dentro del plan de cinco años de la segunda enseñanza. Estos planteles estaban atendidos en su mayoría por profesorado egresado de escuelas normales para enseñanza primaria y por profesionistas de otras ramas, es decir, sin preparación especial en materia educativa.

Este problema, básico para que la Universidad obtuviera la población escolar en cantidad y calidad para desarrollar con éxito todos sus programas, por su carácter prioritario le hizo considerar la necesidad de ser autosufi cientes en la formación del cuerpo docente, ya que ni los gobiernos federal ni estatal tenían previsto solucionarlo y no se contaba con recursos económicos para traer maestros de otro lugar. La for-mación docente era un problema nacional. Por tanto, la única forma de lograrlo era constituyendo una unidad académica propia formadora de maestros.

Se hacía necesario conocer el trabajo y las condiciones tanto de las escuelas uni-versitarias como de las incorporadas, por lo que con su propio vehículo viajó por el estado tomando decisiones y ordenando algunas medidas: la construcción de un aula más a la Escuela Preparatoria de Ensenada; la instalación en la misma de una línea de teléfono y su conexión directa con la red de distribución de energía eléctrica; y el impulso de procedimientos para los exámenes a título de sufi ciencia y de revalidación de estudios, estableciendo las nuevas formas de certifi cados de estudio y logrando que la Escuela Preparatoria de Tijuana, incorporada a la Secretaría de Educación, se incorporara a la Universidad. Se cumplía así con las peticiones de los jóvenes de la Federación de Estudiantes de Baja California.

Estas acciones demostraron que la Universidad ya no podría ser dirigida por un comité. Como lo recomendó la comisión de la UNAM encabezada por el Dr. Efrén del Pozo, la Uni-versidad debía ser dirigida por un rector provisional con el apoyo de un secretario general. Por ello, Santo Silva comenzó a fi rmar como “presidente del Comité Estatal en funciones de rector”. El famoso Decreto 40 faculta a quien ejerciera la función de presidente estatal con todas aquellas funciones que la ley otorga al rector, para iniciar, proyectar y consolidar a la universidad, y establece que la Junta de Gobierno nombraría al rector cuando lo juz-gara conveniente. En el caso del Lic. González Cordero, aunque formalmente haya sido el presidente del Comité Pro-Universidad y que en su persona recayera la responsabilidad de rector, no se pudo llevar a cabo esto legalmente por pertenecer a la Junta de Gobierno.

En tanto que el problema de supervivencia de la Universidad en 1959 y 1960 per-manecía sin resolver, en lo particular se dedicó a consolidar lo ya logrado: obtener el reconocimiento como institución de educación superior por parte de la ANUIES, posición importante y decisiva para tener oportunidad de participar en la distribución

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del subsidio federal otorgado a las universidades del país; buscar de la nueva adminis-tración del gobierno estatal el reconocimiento a los órganos universitarios que venían trabajando, a fi n de lograr un aumento del subsidio estatal otorgado a la universidad por la pasada administración; y fi nalmente, establecer los planteles de bachillerato cu-yos egresados constituirían la matrícula de las escuelas profesionales que se crearan.

Asegurado lo anterior, consideró necesario y oportuno establecer dos funciones: la primera, de regularización de las actividades normales de la Universidad, control y registro de alumnos, revalidación de estudios, control de maestros, uniformidad de planes de estudio, programas y demás tareas de un departamento de servicios escola-res tradicional; y la segunda, para establecer relaciones con la comunidad y un víncu-lo interactuante con el medio social, con el fi n de conocerse y ayudarse mutuamente, función que solo un departamento de difusión cultural y extensión universitaria podía llevar a cabo con efi cacia. Estos proyectos fueron puestos a consideración de la H. Junta de Gobierno, a cuyas sesiones Santos Silva asistía, la cual los apoyó recomen-dando aprovechar los proyectos elaborados previamente por el Comité Estatal y por algunos miembros de la H. Junta de Gobierno. De paso habrá que decir que en estas reuniones de la Junta de Gobierno disfrutaba de la compañía del Ing. Valenzuela y del Dr. Bermúdez Alegría. Uno hablaba sobre astronomía y antropología física, y el otro sobre poesía. Como parte de la velada, en la noche paraban en La Rumorosa y el Ing. Valenzuela les enseñaba las diferentes constelaciones. Después de la lección, comían en el restaurante de la Meche, un bistec picado muy bueno.

FUNCIONARIOS Y DEPENDENCIAS

Una vez comprendida la necesidad de un órgano ejecutivo en la Universidad, y después de fi rmar como “presidente del Comité en funciones de rector”, Santos Silva siguió como “rector provisional”; sin embargo, por consejo de algunos que sugerían eliminar lo de “provisional” porque ello se refl ejaba en la propia institución, llegó a fi rmar simplemente como “rector”. Además, para generar confi anza y credibilidad, consideró prudente contar con asesoría y por ello designó al Lic. Rafael Soto Gil55 como secretario general.

En la época de su nombramiento como secretario general, Soto Gil ejercía de manera brillante como asesor del H. Congreso, como director de Profesiones del estado y como maestro fundador en la Escuela Normal Fronteriza. Su desempeño fue muy apreciado

55 Soto Gil nació en Mexicali. Fuimos vecinos y asistimos a la misma escuela primaria. Nos reencon-tramos en México, estudiando él el bachillerato de Ciencias Sociales y yo el de Ciencias Biológicas en la Escuela Preparatoria de San Ildefonso. Ambos obtuvimos la presea “Bachiller Laureado” que la UNAM estableció por vez primera en 1939. Soto Gil siguió su carrera de derecho dentro de una generación de estudiantes distinguidos, siendo sus compañeros, entre otros, Luis Echeverría Álvarez y Arsenio Farell Cubillas. Durante sus estudios obtuvo las más altas califi caciones así como mención honorífi ca en su examen profesional.

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por la propia ANUIES, especialmente por el Lic. Alfonso Ortega Martínez, quien le con-sultó algunos aspectos jurídicos y lo recomendó para tareas en otras universidades.

En palabras de Santos Silva, no obstante sus preocupaciones de “Beau Brummel”, como escoger una corbata que hiciera juego con sus calcetines, o un pantalón bien planchado, puso su inteligencia y cariño en la institución, prosiguiendo su carrera como rector, y posteriormente como miembro de la Junta de Gobierno.

En los años de 1959 y 1960, las pocas unidades académicas, con bajo número de estudiantes y poco personal docente, aunado a la falta de recursos fi nancieros, permitieron que el control de esas actividades se hiciera directamente en las escue-las, con su propio personal. Una vez que la matrícula creció, que las interacciones entre los componentes del sistema universitario aumentaron y que la docencia se organizó en torno a planes y programas unitarios, se hizo necesaria la creación del Departamento de Servicios Escolares, que le diera a las actividades que el rector realizaba con el apoyo de la secretaria de la Rectoría, Sra. Ninfa Bravo, el carácter de formalidad, idoneidad y confi abilidad necesarias.

Lo anterior fue comentado con el Sr. Humberto Amaya, secretario del Cuerpo Di-rectivo del Comité Estatal, persona sumamente amable y responsable y que había sido encargado de ese Departamento en la UNAM durante el periodo como rector del Lic. Ignacio García Téllez. Amaya estuvo de acuerdo en la necesidad de crear el referido departamento, ofreciendo algunas recomendaciones muy valiosas.

En atención a las facultades que le otorgaba el Decreto 40, que modifi caba los artí-culos 2o. y 3o. transitorios de la Ley Orgánica, designó, el 23 de agosto de 1961, al Dr. Austreberto Silva Olivares56 y al Lic. David Piñera Ramírez como jefes de los depar-tamentos de Servicios Escolares y de Difusión Cultural, respectivamente. Junto con la designación del Sr. Servando Corral S., como cajero, realizada por el tesorero Francisco Zárate Vidal y por él mismo, quedaban establecidas las primeras funciones universita-rias: rector, secretario general, tesorero, Departamento de Servicios Escolares, Departa-mento de Difusión Cultural, cajero, directores de escuela y consejos técnicos.

El Dr. Silva Olivares asumió la planeación y organización del departamento, con-tando solo con un auxiliar de ofi cina, pues hasta seis meses después se obtuvo el au-xilio invaluable de Manuelita Hernández, que hasta la fecha de su fallecimiento fue la encargada del archivo de la UABC. De hecho, ella era un “archivo viviente”.

56 El Dr. Silva Olivares, mi primo, nació en la ciudad de Tijuana. Siendo sus padres maestros nor-malistas, fueron destinados al Distrito Federal en donde Silva Olivares estudió y obtuvo el título de Cirujano Dentista en la Escuela de Odontología de la UNAM, en la calle de Lic. Verdad. Inició el ejercicio de su profesión compartiendo con quien esto escribe el consultorio, abriendo después su propio gabinete en donde ganó brillante prestigio por su seriedad y habilidad. Fue maestro de biolo-gía y química de muchas generaciones de estudiantes de la Escuela Secundaria Federal 18 de Marzo, teniendo como uno de sus alumnos al expresidente de la república Ernesto Zedillo Ponce de León. Actuó como secretario de la propia escuela, enseñó biología en la preparatoria y prestó sus servicios como odontólogo de base en el Instituto Mexicano del Seguro Social.

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Así, se organizó el archivo y se modernizaron los registros tanto de alumnos como de profesores, pero como hubo necesidad de reconcentrar la documentación de las escue-las, esto causó desconcierto y protestas por parte de algunos directores de las unidades académicas. Según ellos, sentían que se les privaba de un instrumento de control. San-tos Silva les comentó que el control que necesitaba no era para limitar, sino para ordenar y facilitar las cosas. El control de personal, en su asistencia y calidad de desempeño, quedó también a cargo de este departamento, así como la evaluación del aprendizaje, al organizar la sección psicopedagógica, a cargo del psiquiatra Dr. Raúl de la Torre y de la psicóloga Margarita Montaño. Se llevó a cabo la regularización con la Secretaría de Hacienda, se cumplió con la reglamentación de la Dirección General de Profesiones, se estableció fehacientemente la profesionalidad del personal docente y, gracias al Archivo y su sección de estadística, se hizo un seguimiento de alumnos y se eligió a los mejores por sus califi caciones, como antecedente del actual Mérito Escolar.

Este departamento era polivalente, pues así lo requerían el momento, las cargas de trabajo y los recursos. En la práctica funcionaba como Servicios Escolares, Asuntos Académicos, Recursos Humanos y, algunas veces, como Bienestar Estudiantil.

En este sentido, había muy pocas actividades de la Universidad que eran del cono-cimiento de los sectores primario, secundario y terciario. El Instituto de Oceanografía

Toma de posesión del rector Lloréns Báez. De izquierda a derecha: Carlos Juvera Calderón y Santos Silva Cota, de la Junta de Gobierno; Ernesto Ruffo Appel, gobernador del estado; Alfredo Félix

Buenrostro Ceballos, rector saliente; Luis Lloréns Báez; y, Julio Torres Coto Mazier, presidente del Patronato Universitario.

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había llevado a cabo exploraciones geológicas en Rosarito, frente a la Termoeléctrica, dirigidas por su director el Ing. César Obregón. También había que encauzar algunos trabajos que desarrollaban los encargados de la Escuela de Ciencias Marinas para darle difusión y obtener el reconocimiento de la industria pesquera

Adjunto al despacho del Lic. Soto Gil trabajaba el Lic. David Piñera Ramírez,57 quien presentó un proyecto de Departamento de Extensión, muy sencillo pero a la vez muy completo, que permitía realizar acciones de inmediato. Aunque esto sucedió a fi nales de 1960, no fue sino hasta agosto de 1961 cuando el Lic. Piñera fue designado jefe del Departamento de Difusión Cultural.

Se puso a trabajar desde el primer momento. Se relacionó con los pocos artistas e intelectuales existentes en ese tiempo en Mexicali, Tijuana, Ensenada y Tecate, y organizó diversos concursos: Juárez y la Reforma, La Libertad de Prensa, Autono-mía Universitaria, etcétera. Donde había un amplio lugar de reunión de personas, como las salas de espera del Seguro Social, las estaciones del ferrocarril o de auto-buses, organizaba alguna exposición de pintura o escultura, siempre con la previa invitación al público por medio de la prensa.

En 1961 se consiguió un local en la I Feria “Tecate en Marcha”. Santos Silva y David Piñera lo adaptaron y decoraron juntos. Mientras Santos Silva clavaba con el martillo, David Piñera se retiraba un poco para tener una vista panorámica del puesto y sus aledaños y hacer las modifi caciones necesarias para mejorar la presentación. Así, el stand de la UABC fue uno de los más visitados y de los mejor presentados.

David Piñera invitó a participar como representante del Departamento de Difusión Cultural en Tijuana al profesor Rubén Vizcaíno Valencia, así como a Cecilia Soto y después a Miguel de Anda Jacobsen en Ensenada, y al Prof. Eduardo Ceballos en Tecate. Como auxiliar en Mexicali, designó a David Anguiano Heredia. Junto con Luis Felipe Castro y Eleuterio Méndez puso en escena piezas dramáticas con artistas profesionales, afi cionados y estudiantes. Logró la colaboración del grupo encabezado por el Lic. Vidales, como la Orquesta de Cámara de la Universidad, y junto con ellos planeó la Escuela de Música, en aquel entonces un sueño por falta de dinero.

Tres cosas realizó y promovió, entre muchas, que deben destacarse: la Revista Uni-versitaria en 1961, el lema de la universidad y el Boletín, ambos en 1963, que mere-cen capítulo aparte. Una anécdota que retrata fi elmente a David Piñera, destacando su entusiasmo, interés y responsabilidad, es la siguiente: un día, a las dos de la mañana, tocaron a la puerta de Santos Silva en la calle de Pastor Ramos. Con algunas escoria-ciones en la cara, Piñera le contó a Santos Silva que habiéndose comprometido con los pintores a devolverles sus obras tan pronto hubiera terminado la exposición, creyó

57 Oriundo del estado de Nayarit, realizó sus estudios en derecho en la Universidad de Guadalajara. Des-de su época estudiantil gustó de la literatura y poesía. Se incorporó al despacho del Lic. Soto Gil, en el edifi cio Guajardo, frente a la Escuela Cuauhtémoc, precisamente en la accidentada y frenética época de los inicios de la Universidad.

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prudente llevarlas él mismo a Mexicali. Para ello consiguió un camión de redilas, cargó las pinturas y lo condujo en la noche a través de La Rumorosa. Precisamente en una de las curvas de ese sinuoso lugar, las luces de un automóvil lo deslumbraron y aunque actuó heroicamente, en lugar de pisar el freno, pisó el acelerador. Lo cierto es que dejó el camión en el sitio del percance y de “aventón” llegó a Mexicali para informar de lo sucedido a Santos Silva. Después de tomar una taza de café y reírse celebrando el feliz fi nal de la aventura, juntos fueron a recoger las pinturas.

Estos tres caballeros que llegaron con Santos Silva, al fi nal de la jornada, car-gados de polvo, sudor y sangre, fueron víctimas de ataques de la gente que siem-pre festejó cuanta desgracia les acontecía, ignorando las acciones venturosas de la Universidad. En su momento y para evitar que se le siguiera causando daño a la institución, por lealtad desearon renunciar, pero Santos Silva no aceptó. Solo les pidió que no se ciñeran a cartabones rígidos, a imitaciones artifi ciales de tradicio-nes de otros lugares y culturas, pues solo la imaginación, la creatividad y a veces la improvisación, les asegurarían el éxito.

LA ANUIES Y LA PLANEACIÓN ACADÉMICA DE LA UABC

Hasta el laboratorio en el antiguo Hospital Civil, en Mexicali, llegó una llamada del secretario general ejecutivo de la ANUIES, Lic. Alfonso Ortega Martínez, para confi rmar la asistencia de Santos Silva a la V Asamblea Nacional Ordinaria de ese organismo, a verifi carse en la ciudad de México del 27 de julio al 2 de agosto de 1959. Ante su asombro, se le informó que en las ofi cinas de la Compañía Mexicana de Aviación estaba a su disposición un boleto de viaje redondo Mexicali-México-Mexicali, que tenía reservada una habitación en el Hotel Regis de la capital y que una comisión le esperaría en el aeropuerto capitalino. “¿Vendrá usted, señor rector?”.

Todo fue cierto, menos la comisión receptora, por lo que por falta de información llegó a la Asamblea de la Asociación, en las ofi cinas técnicas de la UNAM, con retraso, descon-fi ado y con cierto temor, no obstante la simpatía y consideración que recibió por parte de la presidencia de la asamblea, compuesta por el Dr. Nabor Carrrillo, Dr. Aguirre Beltrán, Arq. Joaquín Mora y Lic. Alfonso Ortega Martínez. Sin embargo, no pudo evitar la sen-sación de ser un miembro más en la repartición del “pastel” (subsidios), pues se dijo que la Universidad Autónoma de Baja California no era miembro de la ANUIES, por no tener escuelas profesionales. El Lic. Ortega Martínez comentó que desde el año anterior se les había aceptado provisionalmente como miembros y que se les ayudaría para que pudieran crear las carreras profesionales. La jornada fue fructífera. Compartió las intervenciones elocuentes, líricas y parlamentarias de los rectores, hizo amistad con ellos y tuvo la opor-tunidad de estar presente en la entrevista con el señor presidente de la república, Lic. Adolfo López Mateos, en la cual se afi rmó la importancia de los problemas académicos, su calidad y la intención de apoyar a las instituciones de educación superior.

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También tuvo contacto con los grupos estudiantiles bajacalifornianos, represen-tados por Carlos Díaz de León, secretario general de la Federación de Estudiantes Universitarios, y con Raymundo Beltrán, Leonardo Bravo, Julio Torres Coto (y su hermano), estos últimos representantes del Comité Juvenil Pro-Universidad de Baja California. Con ellos tuvo una buena relación y les manifestó su preocupación por la enseñanza del segundo nivel en el estado.

Tres sucesos infl uyeron de manera importante en la planeación académica de la Universidad. El primero ocurrió en Mexicali, mientras comía en casa de sus padres. A principios de julio de 1959, tocaron a su puerta y al abrir se encontró con un ayudante del Lic. Braulio Maldonado, que le dijo: “Lo quiere ver el gobernador”. Él respondió: “Bien, acabo de comer y lo veré en su ofi cina”; y el otro replicó: “Es que está ahí enfrente, en su automóvil”. No tuvo más remedio que avisarles a sus padres, asearse un poco y salir. “Súbete”, le dijo el gobernador al llegar a su auto. Le presentó a su acompañante como el Lic. Manuel Ruiz, iniciando la marcha in-mediatamente, y a su estilo, añadió:

El licenciado Ruiz representa a la empresa Moreno y Compañía, que donó 1 500 hectáreas del rancho Rosarito a la Universidad, y como le ven tres pies al gato, no las quieren recibir. Ya leí la ley y los reglamentos, y como eres actualmente el rector, tienes capacidad para recibir bienes a nombre de la Universidad. Platiquen ustedes y pónganse de acuerdo, en caso de que tú quieras, en la fecha, para que ante notario se haga el testimonio de aceptación de la donación. Mientras, preparemos los documen-tos para acreditar tu personalidad.

Después de un paseo por las calles de Mexicali, costumbre del gobernador, se pusie-ron de acuerdo y el día 20 de agosto de 1959 se hicieron las escrituras correspondientes en la Notaría Núm. 4 de Mexicali, quedando asentadas en el instrumento 4535.

La Compañía Explotadora de la Baja California, cuya representación ostentaba el Lic. Ruiz, era apoderada de Moreno y Compañía Sucesores, llamada antes Danzinger y Compañía, dedicada a la explotación de tierras y toda clase de bienes inmuebles. Moreno y Compañía Sucesores era cesionaria de varias porciones de los derechos troncales de los dueños originales del presidio proindiviso del rancho denominado “Rosarito”, adjudicados desde el 30 de julio de 1879. Este rancho estaba situado al sur de la ciudad de Tijuana y la compañía verifi có sesión gratuita en favor de la UABC de 1 500 hectáreas de terreno rústico, localizadas dentro del predio del rancho, condicio-nada a que una vez desmancomunadas las 1 500 hectáreas, la Universidad habría de titular en el lugar que designara y en favor de la persona que señalara el Lic. Manuel Ruiz, 57 de dichas hectáreas, y el resto de los terrenos deberían ser destinados al esta-blecimiento de la ciudad universitaria y sus servicios. Santos Silva no le vio “tres pies al gato” y bajo el principio de “a caballo regalado no se le ve el colmillo”, no objetó los procedimientos, quedando todo debidamente protocolizado.

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El segundo suceso fue su asistencia por primera vez a la Asamblea Nacional Ordi-naria de la ANUIES. En atención a la problemática guardada por el estado en materia de segunda enseñanza, a ciertas opiniones expresadas en el transcurso de la asamblea y a los resolutivos de la Planeación Nacional de la Enseñanza Superior, que reco-mendaban no establecer ninguna nueva carrera profesional sin previa consulta a los miembros pertenecientes a la región respectiva de la ANUIES, no parecía conveniente iniciar la Universidad con las carreras tradicionales, tan solo por llamarse universidad y porque no requerirían instalaciones costosas. Se decía, en el caso de derecho, que para iniciar una escuela, solo se necesitaba un abogado que quisiera enseñar y un

Se confi ere el grado de doctor honoris causa al doctor Santos Silva Cota. Le

hace entrega del reconocimiento el doctor Luis Lloréns Báez, rector de la

UABC. 16 de noviembre de 1993.

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alumno que quisiera aprender. No obstante, el presidente de la Junta de Gobierno, Lic. Pedro Castro López, había afi rmado que en septiembre de 1959 se iniciarían los cursos de la carrera de derecho y ciencias sociales. Esto coincidía con las peticiones de estudiantes que le hicieran llegar a Santos Silva, a través del secretario general de Gobierno, Lic. Rafael Moreno Enríquez, y cuya idea original estaba contemplada en el anteproyecto de Ley Orgánica de la Universidad Autónoma de Baja California, a propuesta del Club Universitario Tijuanense, consignada en el artículo 7o. transitorio.

Todas estas consideraciones fueron motivo de plática entre Santos Silva y los her-manos Torres Coto, a quienes les expresó su idea respecto de la necesidad de una escuela de educación de carácter universitario, en la cual los universitarios se hicieran más pedagogos y los pedagogos más conocedores de la disciplina que enseñaran. Incluso, según Santos Silva, podría funcionar como una división de investigación educativa de una facultad de altos estudios o de fi losofía. El Comité Juvenil Estatal Pro-Universidad le envió sus consideraciones sobre una escuela de pedagogía, así como antes le habían enviado numerosos planes de estudio de pesca y pesquerías.

El tercer suceso lo constituyó la ceremonia de apertura de cursos del periodo lec-tivo 1959-1960, celebrada en el Salón de Actos de la Escuela Cuauhtémoc el jueves 24 de septiembre de 1959. Santos Silva consideraba que una ceremonia inaugural de cursos era de gran trascendencia, pues en ella se establecían los compromisos de superación y se marcaban las políticas que guiaban los actos educativos. En conse-cuencia, procuró que a estas ceremonias acudiesen importantes personalidades de la vida política y académica, y que su mensaje fuese de relevancia para la juventud universitaria. En esta fecha fueron dos las personalidades que dieron su mensaje: el señor gobernador, Lic. Braulio Maldonado Sández, y el Lic. Luis Encinas Johnson, rector de la Universidad de Sonora y presidente de la Asamblea de la ANUIES.

Ambos personajes pronunciaron encendidos discursos, urgiendo a buscar la supera-ción en el estudio y en el trabajo. Santos Silva, por su parte, anunció que en ese periodo iniciaban sus cursos tres escuelas preparatorias con plan de dos años en Mexicali, Tijua-na y Ensenada; una escuela de Enfermería y una escuela de Comercio y Administración con la carrera de Técnico en Contabilidad en la ciudad de Tijuana, con 439 estudiantes en su totalidad. También anunció que se estaba contemplando iniciar actividades, en el próximo año, en las escuelas de Pedagogía y Ciencias Marinas. A esta ceremonia acu-dieron los presidentes municipales, directores de Educación federal y estatal, miembros de la Junta de Gobierno y del Patronato, directores de las escuelas universitarias tanto ofi ciales como incorporadas, estudiantes y público interesado.

ESCUELAS PREPARATORIAS

En 1950 la ANUIES estaba constituida por once universidades y doce institutos. De las primeras, cinco eran autónomas, y de los institutos, solo cuatro tenían esta condición. En

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esta década, la problemática de la educación superior se concentraba en el bachillerato y en la situación fi nanciera.

En 1959, 23 instituciones de la ANUIES contaban con bachillerato de dos años, una de tres años y ocho el plan de cinco años. Sin embargo, de las 23 instituciones con plan de dos años, 16 impartían cursos de enseñanza secundaria. Durante las reunio-nes nacionales ordinarias y extraordinarias se trataban estos temas, se nombró una comisión para el estudio del bachillerato, su defi nición y objetivos, y se organizaron coloquios regionales para tratar exclusivamente este tema.

Santos Silva tuvo una intervención en la Asociación, donde discutió el bachillerato único, pues la Universidad de Guadalajara había hecho un estudio respecto de cómo la polivalencia del bachillerato único perdería la formación para la práctica y para la uni-versidad. Ya casi al término del periodo gubernamental del Lic. López Mateos, el Lic. Ortega Martínez, que estaba con el Ing. Bravo Ahuja, llamó a Santos Silva y le dijo que tenía razón, pues el bachillerato no servía más que para entrar a la universidad.

Desde el inicio de las actividades de la Universidad, las escuelas preparatorias de Tijuana y Ensenada llevaban el plan de cinco años, así como las incorporadas de Salvatierra, Cuauhtlatóhuac y Junípero Serra. Algunos planes eran especializados, mientras que otros tenían materias obligatorias y optativas. En consecuencia, se requería uniformar los bachilleratos, pero sobre todo, adaptarlos a las condiciones que imponían las universidades a las que acudían los egresados de la UABC. Duran-te el 5 y 6 de agosto de 1961, el rector Silva Cota se reunió en la escuela Álvaro Obregón, de la ciudad de Tijuana, con los directores de las escuelas preparatorias de Mexicali, Tijuana y Ensenada, Guillermo Quiroz Gudiño, Ángel Morales Barraza y Federico Reul, respectivamente, el director de Ciencias Marinas, Pedro Mercado Sánchez, y el Lic. Ricardo Zamora Tapia, secretario de la Preparatoria de Tijuana, para tratar asuntos inherentes al plan de estudios de las escuelas de este nivel y es-tablecer el calendario escolar para el año 1961-1962 y el plan de pagos por concepto de servicios escolares. Previamente se había determinado que algunos maestros de la Universidad revisaran los programas de las diferentes materias del plan de estu-dios y expresaran sus observaciones, habiendo sido seleccionados para ello Pedro Mercado, Federico Reul, Marco Aurelio Sandoval y José G. Valenzuela. En esa reu-nión se tomaron diferentes acuerdos, como que el bachillerato que se llevaría en las escuelas preparatorias, propias e incorporadas, sería el “bachillerato universitario rígido” (plan de dos años), conforme con las listas de materias aprobadas.

Las observaciones, modifi caciones e innovaciones realizadas a los programas por los maestros citados, de acuerdo con los actuales conceptos de contenidos y métodos de enseñanza, fueron hechas del conocimiento de todas las escuelas ofi ciales y par-ticulares. Se dieron algunas recomendaciones sobre las normas que regirían los exá-menes y se cumplió con el resto de los objetivos, al determinar el calendario escolar y elaborar el plan de pagos por servicios escolares.

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PREPARATORIA DE MEXICALI

La Ley Orgánica de la UABC establece, en el artículo 44, que el gobierno del estado pasaría la preparatoria y otras escuelas a la UABC, antes del 1 de septiembre de 1957. Por circunstancias desconocidas, la Preparatoria de Mexicali, otrora Escuela Cuauhtémoc, estaba instalada en el segundo piso del edifi cio comercial Sunland de Mexicali, en la avenida Madero, y se incorporó a la Universidad el 1 de abril de 1958, con efectos a partir del 1 de septiembre de 1957. La entrega física se realizó por gestiones del propio Comité y con el auxilio de la H. Junta de Gobierno, bajo protesta, según consta en acta de fecha 31 de mayo de 1958, en el edifi cio Sunland. La protesta se debía a que la entrega no contemplaba nada acerca del pago del personal, según consta en el archivo del Comité Estatal.

Debido a las pésimas condiciones en las que se laboraba en el edifi cio Sunland, se solicitó al gobierno del estado ocupar aulas en la Escuela Cuauhtémoc, en don-de laboraba una escuela primaria y la escuela Normal. El permiso para la ocupa-ción de las aulas no se concedió inmediatamente, ya que estaba construyéndose el edifi cio de la Normal en el exejido Coahuila, y hasta su terminación se desocupa-rían los salones que ocupaba la Escuela Cuauhtémoc. Para urgir el trámite, se hizo necesaria la enérgica intervención de una comisión de la H. Junta de Gobierno, integrada por el Lic. Castro López, Dr. Bermúdez Alegría, Ing. Valenzuela y Dr. Ocampo Alonso, que logró el traslado de la preparatoria a las aulas de la Escuela Cuauhtémoc el 8 de octubre de 1958, poco más de un año después de lo que se-ñalaba la ley, en un evento en el que el Prof. Jesús Sigala, en representación de la Dirección Federal de Educación, hizo entrega del edifi cio al Comité Estatal Pro-Universidad y a la H. Junta de Gobierno.

PREPARATORIA DE TIJUANA

Como preparatoria incorporada a la Secretaría de Educación Pública, queda formalmente integrada a la UABC en 1959; sin embargo, debido a la inquietud estudiantil por un edifi cio propio, en 1960 vivió una huelga en la que se solicitaba el cambio de directivos.

Como el local de la preparatoria pertenecía al Instituto Agua Caliente, tuvo que abandonarse y buscar una nueva ubicación. Se gestionó para poder ocupar aulas pro-visionales en las escuelas Alba Roja y Abraham Castellanos, pero esto no fue posible, no obstante la recomendación del Dr. Aubanel. Una academia particular, que dirigía el profesor Arreola, ofreció dos pequeñas aulas, pero no eran adecuadas. Por ello se recurrió al gobierno del estado, que ofreció tres aulas en la recientemente construida Escuela Lázaro Cárdenas, lugar donde se reanudaron las clases. Desgraciadamente, como la escuela estaba situada en una colonia despoblada y muy lejana del centro, y

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como las clases se impartían por la tarde-noche, con riesgo para la seguridad de los estudiantes, se abandonó el local. Ante este inconveniente, se solicitó apoyo a las autoridades del Instituto Cuauhtlatóhuac (incorporada a la UABC), mas por problemas económicos y de control administrativo tampoco se tuvo éxito.

A punto de inaugurar los edifi cios de las preparatorias de Tijuana y Mexicali, el gobernador, Ing. Eligio Esquivel Méndez, en tiempo ya del presidente López Mateos, habló con Santos Silva para confi rmarle su asistencia y también que tenía instruc-ciones de la Presidencia de la República para arreglar todo y comprar el equipo de laboratorio que iba a necesitar la Universidad. “Yo voy a tomar un avión”, le dijo el gobernador, “y lo espero el martes en Los Ángeles, en el hotel Rooselvet, donde ha-brá una habitación para usted”. Santos Silva tomó su carro, sin dinero, y se fue a Los Ángeles. Llegó al hotel y saludó al gobernador, quien le dijo: “qué tal si mañana se va usted temprano a las diferentes empresas con Rolando Torres, que es el representante del gobierno del estado en Los Ángeles, para comprar el equipo del laboratorio de física y química para una escuela preparatoria”. Sin embargo, el proveedor no podía entregar el equipo en un plazo tan corto de 15 días, tiempo en que llegaría el presiden-te de la República. Aun así, el joven vendedor se comprometió a entregar tres cuartas partes de este equipo, pero cuando se le dijo que el pago sería a crédito, este contestó que no había crédito para México. Santos Silva dijo que el gobernador estaba en la ciudad, y al día siguiente llegó con el gerente de ventas, acompañado por su abogado. El abogado de la compañía dijo: “conozco perfectamente la ley de la universidad, sé las facultades del señor rector y me basta con la fi rma de usted”. Firmó y se compró el equipo. Estaba tan contento el gobernador, que se fueron a la casa de Rolando Torres, se puso el mandil y empezó a hacer la comida, para lo cual era muy bueno, igual que para la poesía. Hizo un pescado al horno y pidió un vino blanco muy especial. Se le compró y Santos Silva le ayudó en la cocina. Estaba tan entusiasmado acomodando una capa de cebolla sobre otra, que tuvo que preguntarle: “¿y el pescado, dónde lo va a poner?”. Así fue como cocinaron juntos un asunto de gran interés.

LAS ESCUELAS PROFESIONALES

Algunos resultados de los trabajos de planeación realizados de septiembre de 1957 a marzo de 1959 por el Comité Estatal, encabezado por el Lic. José G. González Cordero, y por la Junta de Gobierno presidida por el Lic. Pedro Castro López, sirvieron de base para crear una escuela profesional en la UABC en 1959. Este trabajo fue realizado por Santos Silva y analizado por los licenciados Rafael Soto Gil, quien recientemente había sido designado secretario general de la Universidad, y Alfonso Ortega Martínez, secretario general ejecutivo de la ANUIES.

Un elemento adicional fue el importante asunto de las vocaciones y su deman-da. Siempre se había dicho que los de Mexicali solo sabían hacer comida china o

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carne asada. Sin embargo, cuando los estudiantes se iban a México, en los exá-menes de admisión destacaban en ciencias sociales —los de Ensenada lo hacían en ciencias y los de Tijuana en administración, de acuerdo con la información de Servicios Escolares de la UNAM.

LA ESCUELA DE ECONOMÍA Y CIENCIAS ADMINISTRATIVAS EN TIJUANA

Para organizar la Universidad, se consideró que en Tijuana debían residir las carreras administrativas y de contabilidad. Sin embargo, tratar de constituirlas tendría la oposición de las universidades de la región 1 y la desaprobación de la ANUIES, pues las instituciones vecinas contaban con esas carreras. Sin embargo, como era bien vista y hasta recomendable la creación de carreras de nivel medio, se optó por la carrera de técnico o auxiliar de contabilidad, para lo cual se exigía como nivel de escolaridad haber cursado la enseñanza secundaria.

El Dr. Gustavo Aubanel, presidente de la Junta de Gobierno, contactó a Santos Silva con el Prof. Arriola, maestro distinguido en el estado de Sonora y que había organizado una escuela privada de contaduría (ubicada en la Av. Constitución 262 de Tijuana). Juntos, y con la asesoría de tres contadores más, elaboraron un plan de estudios y se anunció, en boletín de prensa, que el 17 de septiembre de 1960 se iniciarían los cursos de la carrera de técnico en contabilidad. Por circunstancias económicas, se seleccionó la Escuela Patronato, en la colonia Alemán, para impartir los cursos, pero su lejanía limitó la matrícula y se interrumpió su nacimiento.

Sin embargo, no se quitó el dedo del renglón y se insistió en la carrera de eco-nomía, para la cual Santos Silva empezó a buscar economistas. Acudió con el Lic. Alfonso Ortega Martínez, secretario general ejecutivo de la ANUIES, quien lo puso en contacto con economistas jóvenes que laboraban en el Banco de México, pero que no se animaron a correr una aventura de este tipo, y menos lejos de la capital. También acudió con licenciados en economía de mayor edad, algunos de los cuales estuvieron dispuestos pero hasta después de su jubilación. No podía esperar tanto. A principio de 1961 platicó con el Lic. Román Hirales Corrales, economista de la Universidad de Guadalajara, y obtuvo su compromiso para trabajar en la organi-zación de la escuela, prometiendo la futura incorporación a estos trabajos de los licenciados en economía Carrillo y De la Cruz Pulido.

El proyecto de la Escuela de Economía y Ciencias Administrativas y del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales obedecía a dos razones: una, ser con-gruente con los planes primarios y abrir una escuela con dos carreras, economía y contador público, situación aceptable por la ANUIES; y la otra, atender las recomen-daciones de la comisión de expertos de la UNAM que visitara la UABC en octubre de 1957 —la cual recomendó que simultáneamente con las carreras se abrieran centros o institutos de investigación anexos.

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El proyecto fue bien visto por la Junta de Gobierno y en el mes de julio de 1961 Santos Silva solicitó al Lic. Ricardo Zamora Tapia, a la sazón subdirector de la Escue-la Preparatoria de Tijuana, su colaboración para encabezar el desarrollo del proyecto. Mientras, él se puso de inmediato en acción, e invitó a profesionistas distinguidos de la ciudad de Tijuana a colaborar en el plan de estudios, programas y horarios. Por fi n, el 25 de septiembre de 1961 se celebró la ceremonia de inauguración de cursos de las carreras de economía y de contador público, en el Salón de Actos de la Escuela Álvaro Obregón de Tijuana, con la presencia del Lic. Ernesto Pérez Reul, en representación del gobernador Eligio Esquivel. En esa misma fecha quedó también inaugurado el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales, a cargo del Lic. Román Hirales.

La primera planta del personal docente y administrativo fue, en Economía: Lic. Román Hirales Corrales, Ing. Jorge Calderón, Lic. Pedro Stasiuk, Lic. Alberto Loai-za Peña, Lic. Ricardo Zamora Tapia y C.P. Raymundo Galván I.; en Contabilidad: C.P. Astolfo Ramírez S., C.P. Gustavo Alvarado, C.P. Antonio Martínez Zarzoza y Lic. Javier A. Martínez. El director fue Ricardo Zamora Tapia y la mecanógrafa, Concepción Mijares Campos. La matrícula para el primer año fue de 46 alumnos en economía y doce en contabilidad. Para asegurar una matrícula aceptable, se obtuvo la autorización de la Dirección General de Profesiones para aceptar la normal como equivalente al bachillerato, y solo para el ingreso a la carrera de economía.

Inauguración de la primera Feria del Libro de la UABC. De izquierda a derecha:Arq. Rubén Castro Bojórquez, exrector, C.P. Víctor Everardo Beltrán Corona, rector,

Lic. Rafael Soto Gil, exrector, Dr. Santos Silva Cota, exrectory el CPT César Córdova Leyva, presidente del Patronato Universitario. 2000.

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Durante la primera sesión del Consejo Universitario, celebrada en Mexicali el día 5 de enero de 1962, la Escuela de Economía y Ciencias Administrativas, que impartía dos carreras, pretendió registrar un representante maestro y un representante alumno por cada carrera, pero en virtud de que la representación era por unidad académica, se denegó su petición, quedando como único representante el Lic. Alberto Loaiza Peña. Posteriormente, en otra sesión del Consejo, el Lic. Ricardo Zamora Tapia presentó un escrito solicitando la división de la Escuela de Economía y Ciencias Administrativas en dos escuelas, una de Economía y la otra de Contabilidad y Administración. Después de revisarse el proyecto, en sesión celebrada el 20 de mayo de 1962, en Tecate, el Consejo Universitario acordó dos escuelas: una de Contabilidad y Administración, con las ca-rreras de contador público auditor y administración de empresas, y una de Economía, con la carrera de economía. Como directores fueron designados el Lic. Ricardo Zamora Tapia, en Economía, y el C.P. Antonio Martínez Zarzosa, en Contabilidad y Adminis-tración. En consecuencia, Santos Silva tuvo que buscar recursos económicos para pagar dos plantillas administrativas no previstas en el presupuesto de egresos para 1962.

LA ESCUELA DE CIENCIAS MARINAS EN ENSENADA

La Escuela de Ciencias Marinas fue creada el 15 de diciembre de 1960, comenzando con un centro de investigación que se dedicó, en primer término, a elaborar el plan de estudios, establecer la infraestructura, adaptar un galerón y preparar un curso introductorio o propedéutico. Esta actividad quedó a cargo del M.C. Gabriel Ferrer del Villar, quien conjuntamente con el técnico Jorge Valdés, hizo las adaptaciones necesarias para que los cursos se iniciaran en septiembre de 1961.

Sobre esta base se inició la difusión, con notas y boletines en la prensa local y na-cional, como por ejemplo las de Prensa Marina, boletín semanal del Departamento de Información de la Secretaría de Marina del 12 de junio de 1961, o las del periódico El Mexicano del 18 de junio de 1961, donde se leía: “Finalmente, en el presente año de 1961, quedó establecido en el Puerto de Ensenada el Centro de Investigaciones Mari-nas de la Universidad Autónoma de Baja California”, y más adelante, “igualmente la Rectoría creó recientemente la Escuela de Ciencias Marinas y el título que obtendrá el alumno regular que haya cursado y aprobado todas las asignaturas vigentes del plan de estudios, será oceanólogo”. En ambas notas aparecen las asignaturas que se impartirían en los primeros tres años. Por su parte, el diario El Nacional, en el número del 11 de junio de 1961, publicó una nota sobre la creación de la Escuela de Ciencias Marinas diciendo: “el título profesional que otorgará será el de oceanólogo”.

La documentación de alumnos que buscaron inscribirse en la Escuela de Ciencias Marinas y que fue remitida al Departamento de Servicios Escolares en Mexicali co-rresponde a: Granados Alamillo, José Luis; Lecuanda Camacho, Raymundo; y Ni-shikawa Kinumura, Katzuo Antonio, como regulares; Mungaray Verdugo, Epifanio,

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como especial, y como parciales a Velis Castro, Daniel, en topografía e hidrología, y Jiménez Gutiérrez, Enrique, en matemáticas superiores.

LA ESCUELA DE PEDAGOGÍA EN MEXICALI

En 1950 el censo general de población registraba para el territorio norte de Baja California 226 966 habitantes, de los cuales 64.5% era población urbana y 35.5% población rural. Las ciudades más pobladas eran Mexicali y Tijuana, con 64 609 y 59 952 habitantes, respectivamente, mientras que Ensenada contaba con solo 18 150 personas y Tecate con 3 681. El analfabetismo del estado era de 15.2%, siendo más alto en Mexicali, 17.5%, debido a su mayor población rural.

Santos Silva sabía que los maestros que enseñaban en la preparatoria y en las se-cundarias eran maestros de escuela primaria. También que en esas preparatorias había profesionales bien preparados en su disciplina, pero no en la materia de la enseñan-za. Buscó la posibilidad de traer maestros, pero ¿con qué dinero?, si una maestra de tiempo completo cobraba de cuatro a cinco mil pesos. Para mantener una jerarquía de salarios, se asignó uno de 1 100 pesos, mientras que su secretaria ganaba 1 000 —porque ella sí necesitaba el salario—. Él tenía su trabajo en el IMSS y podía ejercer además su profesión. En ese entonces no había una escuela para formar maestros. Por ello estos iban a dos escuelas normales superiores: la Galicia de Guadalajara o la Normal Superior de la ciudad de México, pues aún no se creaba la de Tepic. Había una más por Coahuila, pero era de difícil acceso para los bajacalifornianos. Quienes asistían tomaban dos materias durante el verano y se venían con otras dos. Como este esquema no garantizaba que se obtuviese una buena formación, se consideró nece-sario hacer una Escuela Superior de Pedagogía para profesores de educación media y superior. Su intención era que a esa escuela acudiesen los maestros normalistas a tomar algunas materias sobre la educación de los adolescentes, y algunas otras para poder enseñar ciertas disciplinas especializadas; y que los profesionistas que daban clases en las preparatorias acudiesen para tomar materias educativas como psicología, psicotécnica, psicología de los adolescentes, teoría educativa y didáctica. Ese era el interés. Lo primero se logró muy bien, pero lo segundo no.

Cuando Santos Silva presentó el proyecto a la Junta de Gobierno, le dijeron que era muy ambicioso, que no era posible realizarlo. Habló con el Dr. Francisco Dueñas y le dijo: “Este es el proyecto, tú eres muy animoso, si quieres entrarle, aquí están los documentos”. Y se puso a trabajar tanto que a veces había necesidad de detenerlo. Él tenía amigos en la Normal Superior en México, porque fue normalista, aunque des-pués hizo la carrera de medicina. Conocía a Mastache, Arquímides Caballero y a Rey Montes, maestros que habían obtenido sus especialidades y maestrías en Educación en Estados Unidos. Eran parte del grupo básico de la División de Pedagogía de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y vinieron a ayudarlo en el proyecto. Le

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dijeron que envidiaban la libertad que tenía para organizar un plan de estudios. Pos-teriormente, recibieron un escrito de Arquímides Caballero donde este hace un juicio crítico del programa de estudios y recomienda algunas modifi caciones.

Una vez le dijeron: “Santos, fíjate que los maestros de primaria ya se ponen corbata para ir a la escuela”. Haber logrado eso es una cosa bonita. Y se logró como parte de su sueño, construido día a día, dirigiendo la universidad, platicando con gente como David Piñera, Rafael Soto Gil, Austreberto Silva, Carlos Juvera, Octavio Pérez Pazuengo y An-tonio Martínez Zarzoza, porque se juntaban a tomar vino con pan y queso, aunque los corrían del restaurante porque solo consumían una botella entre todos.

BIBLIOTECAS E INFRAESTRUCTURA

En los años de 1950 existían en el estado cinco librerías privadas: Atenas y Rivas en Mexicali, Bañuelos en Ensenada, y otras en Tijuana. Por otra parte, en Mexicali solo había una biblioteca en un edifi cio construido específi camente para ello, mientras que en las demás poblaciones, las bibliotecas, pequeñas por cierto, funcionaban en las escuelas y en algunos edifi cios públicos.

Si alguien necesitaba un libro, se solicitaba por correo reembolso a Robredo y Sucs. Porrúa, de México, D.F. Santos Silva aprendió técnicas de lectura, a solicitar un libro y a hacer pedidos a las librerías de la ciudad de México desde que cursaba la escuela primaria en la Benito Juárez (1928-1932). Las cooperativas escolares de ese entonces proporcionaban algunos recursos para constituir pequeños acervos de libros en los salo-nes de clase. Se puede decir que formar una pequeña biblioteca era una cara ambición.

Durante una de las sesiones del Seminario de prospectiva sobre el futuro de la educación superior en México y la Universidad, horizonte 2015-2020, evento organizado por el CESU. Entre los asistentes destacan el Arq. Rubén Castro Bojórquez, el C.D. Javier Aguilera Núñez, el Dr. Santos Silva Cota y

el Dr. Alfredo Félix Buenrostro Ceballos. Septiembre de 2005.

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Durante los meses de octubre y noviembre de 1959, visitó librerías y realizó una pequeña encuesta en las pocas bibliotecas existentes sobre la temática que más intere-saba a los lectores al solicitar libros en las tres poblaciones principales del estado. De esta forma se percató, con sorpresa, que a los mexicalenses lo que más les interesaba era conocer sobre temas de sociología y fi losofía; en Tijuana tenían preferencia por la literatura y la historia y en Ensenada por las ciencias naturales.

La primera escuela que se preocupó por tener una biblioteca, ya que tenía edifi cio propio, fue la Escuela Preparatoria de Ensenada, en 1960. Sus directivos, el Ing. Federico Reul y el Prof. Jorge Olguín, se dedicaron con empeño a colectar libros y buscar donaciones, y Santos Silva, como pudo, a solicitar un crédito que les con-cedió H. Steele, fabricante y comercializadora de artículos de escritorio, para dotar a la biblioteca de anaqueles, mesas de lectura y sillas. Al año siguiente, la escuela contaba con una plaza de bibliotecario.

A fi nales de 1960, por gestiones de la ANUIES y por acuerdo del rector de la UNAM, Dr. Nabor Carrillo, con pleno apoyo del presidente Adolfo López Mateos, se propor-cionó a las instituciones de educación superior de provincia la totalidad del fondo editorial de la UNAM. El problema fue entonces dónde depositar el gran número de ejemplares. En un principio se guardaron en el anexo de la Dirección de la Escuela Preparatoria, después fueron llevados a un cuarto del Centro Detector de Cáncer, a cargo de Santos Silva y, fi nalmente, en 1961, quedaron en un local que el Lic. David Piñera Ramírez había conseguido en Altamirano y Juárez, en Mexicali, propiedad del Lic. Edmundo Guajardo, a cambio de una colección de libros. Esta librería quedó a cargo del estudiante David Anguiano Heredia.

Mientras esta librería fue trashumante, sirvió para dotar las incipientes bibliotecas, para venta al público, para donaciones y como objeto de cambio. En una ocasión, Santos Silva le preguntó al Lic. José Luis Morales Alesio, quien llevaba los pequeños litigios de índole laboral, cuánto iba a cobrar por sus servicios, a lo que este le contes-tó: “A mí págame con libros”. Esto convirtió a Morales Alesio en el primer abogado general de la Universidad cuyo salario se cubría con billetes culturales, igual que se hizo con el pago del alquiler al licenciado Guajardo.

Alejandro Lomelí Cota, periodista, escritor y después cronista de la ciudad de Mexicali, tuvo a su cargo las actividades culturales del III Ayuntamiento del Munici-pio. Como amigo de los libros, organizó una modesta biblioteca situada en unos de los locales del Mercado Municipal, frente a la avenida Obregón, y encargó su fun-cionamiento al entonces estudiante de preparatoria Miguel Gárate Velarde, autor del lema universitario. Él fue el mensajero para que la Universidad hiciera un donativo de los libros recibidos, con el fi n de aumentar el acervo de la Biblioteca Municipal.

En los años sucesivos y a través de donaciones del Fondo de Cultura Económica, el gobierno federal ayudó a consolidar el sistema. También la Universidad adquirió con grandes esfuerzos material de lectura y libros de texto y de consulta comprados direc-tamente en las librerías de México: Zaplena, Porrúa, Fondo de Cultura Económica y

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Alameda, con la lista de títulos elaborada por las propias escuelas. En 1961 funcionaban tres bibliotecas en la UABC: la de la Preparatoria de Ensenada, la de Ciencias Marinas en el mismo puerto, y la del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de Tijuana. Con la inauguración de los edifi cios de las preparatorias de Tijuana y Mexicali, en 1963, con local e instalaciones adecuadas, se construyeron dos bibliotecas más.

Una vez que la Universidad tuvo casa propia en dónde desarrollar sus actividades en los tres municipios del estado, se consideró prudente que la Rectoría y sus dependencias contaran con su recinto ofi cial; sobre todo porque las condiciones económicas habían mejorado gracias a la intervención de la ANUIES, la cual recomendaba que se rentara un edifi cio para ello. Esto que resultaba fácil en donde había casonas, palacios, seminarios y exconventos, era difícil en Mexicali, donde los grandes edifi cios eran el Palacio de Gobierno, la Colorado River Company, la Cervecería Mexicali, el cuartel y la cárcel. No obstante, se alquiló un local por la calle B, entre Obregón y Lerdo, el cual se destinó a alo-jar la Rectoría y sus dependencias, la Escuela de Ciencias Sociales y Políticas y la Biblio-teca Central de la Universidad, que fue construida por estudiantes y algunos empleados sin remuneración, bajo la dirección de Santos Silva como “maistro” de obra. El espacio fue modestamente dotado con los libros que más interesaban, donde el orgullo eran los 110 tomos de la Enciclopedia Espasa-Calpe, adquirida nueva y en abonos. Se le puso por nombre “Biblioteca Eva Sámano de López Mateos” y participaron en los trabajos el Lic. David Piñera, David Anguiano, Fernando Medina, don José, conserje del edifi cio y universitario de cepa, y Raúl Cueva, que quedó como encargado de su funcionamiento.

LAS RELACIONES SOCIALES DE LA UNIVERSIDADEL GOBIERNO Y LA SOCIEDAD

La Universidad experimentaba los nuevos tiempos que López Mateos empezaba a imponer en la educación superior: el presidente López Mateos comienza su gobierno con 20 millones de pesos de subsidios a las universidades de provincia y termina con 180 millones, más alrededor de mil millones en subsidios extraordinarios y específi cos para construcciones. Renace así la Asociación de Universidades pero con otra política.

Santos Silva empezó cuando la política en la educación superior obedecía a la políti-ca nacional establecida por Adolfo Ruiz Cortines. Trabajo fecundo y creador era el lema en ese entonces y la recuperación después de la posguerra era la prioridad más impor-tante. Dentro de esta política nacional estaba inmersa la política del estado, encabezada por el Lic. Braulio Maldonado, que había pensado en la universidad como un centro de educación superior, aunque él venía de la época de los famosos colegios superiores, que fueron realmente los antecedentes de la educación superior en México. Algunos de estos eran muy buenos y estaban muy bien dotados con maestros y equipo, como los de San Luis Potosí, Monterrey, Zacatecas, Pachuca y Toluca, famosos por su capacidad y categoría. Con la idea de crear un cuerpo de instituciones que conformaran un estado li-

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bre y soberano, el gobernador Braulio Maldonado fundó el Instituto de Ciencias y Artes del Estado (ICAE). Para él, la cultura era tan importante que a la Dirección de Educación la llamó Dirección de Educación y Bienestar, además de crear un sistema educativo paralelo al sistema educativo federal y apoyar la consolidación de la Normal.

Para 1959, Maldonado concede un subsidio por 1 050 000 pesos a la Universidad, pero como el Comité Estatal Pro-Universidad no quiso recibir las escuelas secunda-rias estatales de Mexicali y Tijuana, cuyo presupuesto era de 204 mil pesos, la can-tidad que se entregaría a la UABC sería de 846 mil pesos; sin embargo, para junio de 1959 solo se había entregado la cantidad de 151 895 pesos.

Santos Silva tuvo pocas intervenciones con él, algunas duras, otras muy simpáticas y otras que permitieron obtener algo para la Universidad. Cuando asumió la guber-natura el Ing. Esquivel, pertenecía a un régimen anterior y se suponía que la relación gobernador-rector iba a ser mala y repercutiría en la Universidad; pero no fue así. Fue una relación de mucho respeto.

En alguna ocasión que se suscitó un movimiento dentro de la Escuela Preparatoria de Mexicali, unos muchachos fueron a verlo para pedirle que mediara la situación, porque suponían que ante el cambio de gobierno habría cambio de rector. Entonces el gobernador dijo: “la Universidad es autónoma, el asunto arréglenlo con su rector”. Le dio todo el apoyo y respeto a Santos Silva, no obstante no ser de la misma ideología y pertenecer a grupos políticos diferentes.

Doctor Santos Silva Cota en la presentación del libro Estudios de derecho comparado en materia tributaria internacional, a su izquierda el autor, doctor Alfredo Félix Buenrostro Ceballos. 17 de

octubre de 2007.

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Cuando Santos Silva fue a hablar con el gobernador, el 9 de diciembre de 1959, le presentó un proyecto de presupuesto realista, de 1 799 760 pesos, el cual discu-tieron y se aprobó totalmente, cerrando la cifra en 1 800 000 pesos. En este presu-puesto se contemplaba la operación de tres escuelas preparatorias, la de enfermería, el gasto que causarían tres escuelas profesionales durante los meses de septiembre a diciembre, y dos partidas para investigación y difusión cultural por la cantidad de 672 960 pesos. Como solo inició una escuela profesional y una carrera de nivel subprofesional, y las partidas destinadas a investigación y difusión cultural se ejer-cieron parcialmente, el total ejercido fue de 1 480 000 pesos. Durante su gestión, el gobernador ayudó a la Universidad con algunas propiedades, y ya estaba en trámite el decreto para ceder a la Universidad el auditorio de Tijuana, algunas partes gana-das al mar en Ensenada, el parque Hidalgo de Mexicali y aumentar el subsidio al doble, pero falleció y todo quedó en el tintero.

Cuando asumió la gubernatura Gustavo Aubanel, que era presidente de la Junta de Gobierno a la cual renunció, si bien no pudo ayudar mucho por su condición de juez y parte, sí facilitó la relación gubernamental, que era muy importante, pues en aquel tiempo se dependía totalmente del dinero que el gobierno estatal otorgaba. Sin embargo, se mantuvieron las gestiones para que la Universidad participara en la distribución del subsidio federal extraordinario, el cual se acordó realizar bajo las siguientes bases: Sonora, 5 puntos; Chihuahua, 3; Sinaloa, 3; Baja California, 2 y Territorio de Baja California, 1, acordándose fi nalmente que la ANUIES gestionara ante las autoridades federales un subsidio específi co para la construcción de edifi -cios e instalaciones de la UABC.

Durante la gestión del Ing. Esquivel se obtuvieron fondos específi cos para la cons-trucción de edifi cios, un subsidio ordinario y subsidios extraordinarios. El edifi cio de la Preparatoria de Mexicali, al igual que el de la de Tijuana, fueron construidos con los mejores materiales, donde está ahora el Cobach Zaragoza, en Mexicali, y en la co-lonia Juárez, en Tijuana, en un terreno donado por la viuda de Álvarez. En Ensenada, el Club Rotario consiguió un terreno en la calle Primera, y construyó un edifi cio con área de ofi cinas y dos aulas. Dentro había un galerón donde se iba a poner la maqui-naria para una escuela de artes y ofi cios. Ese edifi cio fue donado a la Universidad y se adaptó con más aulas. Aquí empezó Ciencias Marinas, aunque después los estudian-tes invadieron los terrenos del Morro y se hicieron los actuales edifi cios.

En Tecate prestaron el edifi cio donde está la secundaria, pero donaron un terreno en la salida hacia Mexicali, que posteriormente se permutó. La Escuela de Contabili-dad y Administración empezó en la escuela Alvaro Obregón y después en la prepara-toria de la Juárez; la de Economía trabajaba parte en la Juárez y parte en el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales, que estaba en una casa rentada por la calle Sexta, ya para subir a la colonia Altamira. La Escuela de Pedagogía empezó en los altos de la escuela Secundaria 18 de Mexicali, y la escuela de Ciencias Sociales y Políticas, en un local que compartía con la Rectoría.

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EL CETYS

El proyecto proviene de la política de expansión del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey en Baja California. Sin embargo, coincide con la pretensión de la industria regiomontana por controlar el mercado de Baja California. De hecho, uno de los grupos industriales que más insistía en la derogación de la zona libre de Baja California, era el de Monterrey, pues ellos querían que se acabara para entrar protegidos. También coincide con el hecho de que la industria maquiladora se estaba estableciendo en Baja California. El patronato que se forma primero está encabezado por Ignacio Guajardo, pero también participan Rafael Soto Gil y Mario Hernández, entre otros. Santos Silva guarda muy buena amistad con Ignacio Guajardo, que es un buen profesionista y un leal amigo. Cuando le dan la tarea como presidente del Patronato, lo llevó a presentar a Fernando Macías Rendón, que venía a organizar la conformación del Cetys, para que le presentara un panorama educativo. Cuando terminó, le insistió en que había que formar maestros en el estado pero no para educación superior, sino para nivel medio. Todos estuvieron de acuerdo y dijeron: “El ingeniero industrial se va a encargar de dirigir las maquiladoras, y la Escuela de Pedagogía se va a encargar de formar a los profesores”, y así fue la negociación. Fernando Macías y Santos Silva viajaban seguido a México a ver quién hacía más. Cuando se bajaban del avión, si los periodistas entrevistaban primero a Santos Silva, decía que había conseguido 35 millones de pesos, y Fernando Macías decía que 10, y si entrevistaban primero a Macías, él decía que 35 y Silva que 10. Eran muy amigos, comían juntos y platicaban mucho. Era simpático que dos proyectos universitarios, con metas diferentes, surgieran al mismo tiempo, presentando socialmente el panorama de una fractura en las posiciones de poder bajacaliforniano; por lo menos entre el proyecto de don Braulio Maldonado y su anteclericalismo y el proyecto privado de educación superior. En esa época el padre de Santos Silva hizo un escrito ante la pretensión del Grupo Monterrey de controlar el mercado, quienes además afi rmaban que los bajacalifornianos gastaban muchas divisas y que estaban perdiendo al país. Silva padre les contestó que la preocupación de Monterrey había que aplaudirla, ya que al comprar el barro de Texas para fabricar la loza de Monterrey, estaban recuperando para México la tierra que se había perdido. Sin embargo, al comprar para México lo que se había perdido, exportaban divisas.

El hecho de que surgieran dos proyectos de universidad en un mismo momento, seguramente refl ejaba mucho de los problemas sociales y de la nula aceptación de la corrupción gubernamental en materia de educación superior, por parte de la iniciativa privada. Santos Silva prefería una institución de educación superior enfrente, que una indiferencia social. Tal vez la presencia del Cetys haya servido como acicate para lu-char, pues unos se comparaban con otros. Una diferencia respetable surgió durante el in-terinato del Dr. Gustavo Aubanel, pues el Patronato del Cetys pidió que se le concediera la personalidad jurídica sufi ciente para otorgar títulos y revalidar estudios. Avisado por el secretario general de la Asociación de Alumnos de la Universidad, Fernando Medina

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Robles, se apersonó en la Secretaría General de Gobierno, con el Lic. Villalobos, para reclamar la decisión del gobierno en virtud de numerosos argumentos de índole estatal y hasta nacional, pero sobre todo por la violación a la Ley de Educación y a la Ley Or-gánica de creación de la Universidad. Entraron a la discusión el gobernador del estado y el presidente del Congreso, Ing. Lizárraga, y ante sus argumentos se acordó retirar el proyecto y borrar del Congreso esta discusión. Sin embargo, más adelante se impulsó y apoyó el ingreso del Cetys al organismo regional de la ANUIES.

BIBLIOGRAFÍA

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Congreso de Historia Regional, t. II, pp. 425-468. Mexicali: Gobierno del Terri-torio de Baja California.

Rodríguez, A. L. (1928). III Informe de Labores.Silva Cota, G. (1951). Baja California Norte debe ser Estado, tesis recepcional de

licenciado en Derecho, México: UNAM.Walther Meade, A. (1986). El Distrito Norte de la Baja California, Mexicali: UABC.

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SANTOS SILVA COTA,1959-1966*

Rubén Castro Bojórquez**

El doctor Santos Silva Cota58 fue propuesto por los grupos de profesionistas de Mexicali como su representante ante el Comité Estatal Pro-Universidad. El 12 de julio de 1957, día en que se instaló el Comité, tomó protesta como

miembro del mismo; posteriormente, asistió y participó en la segunda asamblea plenaria el 26 de julio, en la que se aprobó el Reglamento Interior del Comité; días después, el 2 de agosto, se procedió a la elección del cuerpo directivo, en la cual fue nombrado como vicepresidente.

La participación del doctor Silva Cota había sido intensa. Desde su incorporación al Comité Pro-Universidad, en julio de 1957, su entusiasmo y pasión por la creación de la Universidad permanecieron en todo momento. Las reuniones, tanto en las ofi -cinas del profesor Lorenzo López González, como en el café, donde se platicaba y planeaba la Universidad, se volvieron frecuentes; en ellas participaban tanto él como los miembros del Comité y de la Junta de Gobierno que residían en Mexicali, como

* Castro Bojórquez, 2006.** Investigador del Centro de Estudios sobre la Universidad, UABC.58 Santos Silva Cota nació el 20 de junio de 1921 en Ensenada, Baja California, de familias de mucho

arraigo en la península, sus estudios de enseñanza primaria y secundaria los realizó en Mexicali en las escuelas de mayor tradición: Primaria Benito Juárez y Secundaria Agrícola (después Secundaria núm. 18). Durante su permanencia en la ciudad de México, donde estudió la preparatoria y carrera de médico cirujano (UNAM), fue un activo participante de las actividades estudiantiles, junto con su hermano Guilebaldo, tanto en la Casa del Estudiante Bajacaliforniano, como en las agrupaciones de bajacalifornianos que estudiaban en la capital del país. De regreso a Mexicali, B.C., en 1946, destacó tanto en su profesión de médico patólogo como en su interés por asuntos de la comunidad y de su gremio. En 1956 fungió como presidente del Colegio Médico de Mexicali. Con esos antecedentes, en 1957 lo invitan a formar parte del Comité Estatal Pro-Universidad.

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el ingeniero José G. Valenzuela, el licenciado Pedro Castro López, don Humberto Amaya, y en forma muy especial, el doctor Ramiro Bermúdez Alegría.59

Fue tanto el entusiasmo del doctor Santos que acarició la idea de lograr ser nombrado presidente del Comité Pro-Universidad, por lo que el Grupo Mexicali lo propuso para tal puesto en la reunión que se celebró para ese fi n. Su audacia y atrevimiento rindieron buenos frutos ya que fue nombrado vicepresidente (Silva Cota, 1982, pág. 7).

Durante todo 1958, a pesar de la lentitud con que avanzaban las acciones para el establecimiento de la Universidad, se mostró paciente e inalterable ante la magnitud de la obra que tenía enfrente. Pero el destino le deparaba repentino e imprevisible futuro: el día 26 de abril de 1959, su tío, Santos B. Cota, entonces presidente municipal de Ensenada, le informó por teléfono sobre el repentino y sentido fallecimiento del licenciado José González Cordero, presidente del Comi-té Pro-Universidad. Sin reponerse aún de la fatal noticia, se trasladó a Ensenada acompañado del doctor Bermúdez Alegría para estar presente en el funeral, al cual asistieron la mayoría de los miembros de la Junta de Gobierno y del Comité Pro-Universidad. Al despedirse de ellos antes de volver a Mexicali, el licenciado Alejandro Athié Carrasco, miembro de la Junta de Gobierno, lo exhortó: “Señor doctor, prepárese porque ahora le toca a usted” (Silva Cota, 1982, pág. 20). Se refería, desde luego, a la Rectoría de la Universidad.

En el camino de regreso, la plática entre Santos Silva Cota y Ramiro Bermúdez Alegría no tuvo otro tema que la Universidad. Dos días después, el doctor Santos recibió en su casa la inesperada visita del licenciado Braulio Maldonado Sández (gobernador del estado), quien le solicitó que de inmediato asumiera la presi-dencia del Comité Pro Universidad y, consecuentemente, con base en el Decreto 40, se hiciese cargo de la rectoría interina de la naciente Universidad. El doctor Santos Silva Cota, de 37 años de edad, se convirtió en ese momento en rector de la Universidad Autónoma de Baja California.

A Santos Silva Cota le entregaron una Universidad que no acababa de nacer: dos escuelas preparatorias (Mexicali y Ensenada) con 67 y 19 alumnos, respecti-vamente; la de Mexicali funcionando en el edifi cio de otra institución educativa, en condiciones muy poco favorables; la de Ensenada en un edifi cio construido y cedido generosamente por el Club Rotario de Ensenada. La Universidad era solo una ley (Piñera Ramírez, 1997, pág. 56). Sin subsidios, sin estructura administra-tiva, sin escuelas profesionales, sin patrimonio, ni terrenos, ni edifi cios. ¡Había todo por hacer!

59 El doctor Ramiro Bermúdez Alegría, de nacionalidad nicaragüense, llegó a Mexicali a fi nes de la década de 1940. Hombre de amplia cultura, apasionado y con ideas socialistas, fue muy querido por la comunidad mexicalense. Médico de la Comisión de Irrigación, del Hospital General y del Instituto Mexicano del Seguro Social, fue también catedrático fundador de la Universidad en las escuelas Pre-paratoria y de Pedagogía. En 1966 cambió su residencia a su país natal.

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Santos Silva no perdió tiempo: sabía lo que tenía qué hacer y cómo hacerlo. De inmediato nombró al licenciado Rafael Soto Gil como secretario general de la UABC; poco después, al doctor Austreberto Silva Olivares como jefe del Departa-mento de Servicios Escolares y al licenciado David Piñera Ramírez como jefe del Departamento de Difusión Cultural. En ese momento no le preocupaba de dónde sacar dinero; ya les pagaría después.

La situación económica no cambió con el doctor Silva Cota al frente de la Uni-versidad. En septiembre de 1959, la Universidad incorporó a la Escuela de Enfer-mería que desde 1953 venía funcionando en el ICAE (Instituto de Ciencias y Artes del Estado) bajo la dirección del doctor Gamaliel Gutiérrez Sánchez. Asimismo, ese año empezó a funcionar la Escuela Preparatoria de Tijuana, cuyo director fundador fue el doctor Jesús Cortez Limón.

En octubre de 1959, un grupo de alumnos egresados de la preparatoria de la UABC en Mexicali solicitó al gobernador que instalara la Escuela de Derecho en la ciudad de Mexi-cali, dado que esa carrera contaría con una gran población y daban por hecho que entre los alumnos a inscribirse destacarían Horacio Gallego Gamiochipi, Arnoldo Castilla, Daniel Olivas Beltrán, Francisco de la Cruz M., Alberto Plata Castaño, Leonardo Sosa, Atalo Ta-pia, Eulalio Soto Lozano, Ernesto Tequida, y otros más. El ofi cio de solicitud lo fi rmaron Horacio Gallego, Arnoldo Castilla y Daniel Olivas, presidente, secretario general y secre-tario de actas de la Federación de Estudiantes Universitarios de Baja California.

De izquierda a derecha: Lic. Rafael Soto Gil, Dr. Santos Silva Cota y Dr. David Piñera Ramírez.Juntos tras 37 años de vida universitaria. 2003.

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La respuesta a tal petición la dio el licenciado Rafael Moreno Enríquez con ofi cio fechado el 16 de octubre de 1959, dirigido al doctor Santos Silva Cota, rector provi-sional de la UABC, en el que le encomendaba, por acuerdo del gobernador del estado, iniciar las gestiones necesarias a fi n de que la Facultad de Derecho diera comienzo a sus trabajos lo más pronto posible (CESU-UABC).

Algunos diarios de esa época —ABC, El Mexicano y Nuevo Mundo— dieron la noticia de creación de la Escuela de Derecho (CESU-UABC). A quince días de entregar el poder, el gobernador Braulio Maldonado Sández dio luz verde a la creación de la Escuela de Derecho, pero una vez más no asignó recursos para tal fi n. La Universidad no podía tomar una decisión tan seria sin conocer el futuro que le esperaba con el nuevo gobierno.

A pesar de que muchos universitarios consideran que la creación de la Facultad de Derecho hubiese cambiado el derrotero de la Universidad, esto no sucedió sino hasta 1974. ¡Quince años después! Aquellos jóvenes, algunos de los cuales destacan hoy como distinguidos profesionistas y catedráticos universitarios, tuvieron que emigrar al centro del país para cursar sus estudios superiores.

Para el ciclo escolar 1960-1961 se crearon las escuelas siguientes: de Pedagogía, en Mexicali, con el doctor Francisco Dueñas Montes al frente; de Ciencias Marinas, en Ensenada, siendo su director el doctor Pedro Mercado Sánchez; y de Ciencias Administrativas, en Tijuana, bajo la dirección del licenciado Ricardo Zamora Tapia.

El licenciado Braulio Maldonado Sández terminó su mandato el 31 de octubre de ese mismo año, sin haber entregado un solo centavo extra a la Universidad. El doctor Santos Silva Cota confi aba en que las cosas cambiarían con el ingeniero Eligio Esquivel Méndez, quien había tomado posesión el 1 de noviembre de 1959 como gobernador del estado, pero el inicio de sus relaciones con él no fue como hubiera esperado. Sin perder tiempo, preparó los planes futuros de la Universidad y con base en ellos solicitó recur-sos económicos al gobierno del estado para cumplir con lo planeado en el ciclo escolar 1960-1961. Grande sería su asombro al recibir la respuesta del nuevo gobernador en la que le expresaba:60 “[...] con todo respeto lo invito a hacer una cordial invitación al H. Patronato Universitario a efecto de que se esfuerce por lograr las construcciones desea-das, así como para satisfacer otras necesidades de la casa de estudio”.

Y olvidándose de lo establecido en el artículo 4361 de la Ley Orgánica de la Uni-versidad Autónoma de Baja California, el gobernante agregó: “De no conseguirse el apoyo de la iniciativa privada para los fi nes anteriores, habría de pensarse en una

60 Ofi cio con fecha del 7 de julio de 1960 dirigido al doctor Santos Silva Cota del ingeniero Eligio Esqui-vel Méndez, gobernador del estado de Baja California (1959-1964).

61 El artículo 43 de la Ley Orgánica de la UABC obliga al Estado a otorgar a la Universidad un subsidio nunca inferior al 50% del presupuesto total anual de egresos de la misma; pero además, el gobierno del estado queda obligado a contribuir para la construcción de los edifi cios que la albergarán en forma permanente y, en general, a coadyuvar en la solución de sus problemas graves.

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SANTOS SILVA COTA SU PENSAMIENTO Y TESTIMONIOS SOBRE SU TRAYECTORIA

fórmula que justifi cara la participación económica total del estado en la vida univer-sitaria y no podría ser otra que el sacrifi cio de su autonomía”.

El licenciado Daniel Solorio Ramírez, exdirector de la Facultad de Derecho en Mexicali (1995-1999) y exabogado general de la UABC (1991-1995), comentaría años después al conocer esta misiva: “Como revela esta trascripción, para el gobernante, la entrega del fondo público lleva implícita la subordinación; huelgan comentarios adicionales”. (Solorio Ramírez, 1998).

Pero el doctor Santos Silva Cota no se amilanó y persistió en su empeño, a tal grado que no tardó mucho en lograr su objetivo; para fi nes de 1960 le entregaron el primer subsidio otorgado a la Universidad, adicional al pago de las nóminas de las escuelas preparatorias de Mexicali, Ensenada, Tijuana y de la Escuela de Enfermería. A partir de este año, la relación de gobierno-Universidad fue de mayor apoyo y com-prensión, un poco mejor que con Braulio Maldonado, pero nada más.

Los exrectores con el rector Dr. Gabriel Estrella

Valenzuela. 2007.

CÉSAR RUBÉN CASTRO BOJÓRQUEZ Y ALEJANDRO MUNGARAY LAGARDA

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Desde el inicio de su rectorado, Santos Silva Cota acudió a la ANUIES y a su secre-tario ejecutivo, el licenciado Alfonso Ortega Martínez, con quien estableció una fuer-te amistad; juntos realizaron labores de planeación universitaria que forjaron las ideas y el plan de trabajo con el que se inició la UABC; además, lograron apoyos importantes en construcciones y, en 1961, el primer subsidio económico del gobierno federal.

A partir de ese momento, la Universidad se regionalizó abriendo escuelas en los cua-tro municipios; el tema, tan debatido en el Congreso, de la sede universitaria se resolvió sin confl ictos: iba a estar en todo el estado. En el ciclo 1961-1962 inició actividades la Escuela Preparatoria de Tecate dirigida por el profesor Víctor Manuel Espinoza Velue-ta. En Ensenada se creó el Instituto de Investigaciones Oceanológicas bajo la dirección del ingeniero César Obregón Martínez Sanz, el cual debía estar interrelacionado con la Escuela de Ciencias Marinas; y en Tijuana se creó el Instituto de Investigaciones Socia-les y Económicas, dirigida por el licenciado Román Hirales Corrales.

El 5 de enero de 1962 se celebró en Mexicali la primera reunión del Consejo Uni-versitario bajo una intensa presión de grupos de alumnos de la Escuela Preparatoria de Mexicali, que desde el inicio del ciclo escolar 1961-1962 solicitaban se convocase a la integración del Consejo.

De la recién creada Escuela de Ciencias Administrativas se formaron dos escuelas por acuerdo del Consejo Universitario del 20 de mayo de 1962: Economía, con el licenciado Zamora Tapia al frente, y Contabilidad y Administración con el contador público Antonio Martínez Zarzoza como director.

Un logro muy importante del rector fue la promesa del presidente de la república, Adolfo López Mateos, para construir los edifi cios de las preparatorias de Mexicali y Tijuana. Dichos edifi cios, inaugurados el 26 de septiembre de 1963 por el propio presidente fueron los primeros construidos específi camente para la Universidad en terrenos donados por el gobierno del estado. En ellos se instalaron provisionalmen-te las escuelas de Pedagogía en Mexicali y de Administración y Contabilidad en Tijuana, además de las preparatorias.

En 1963 se creó el Instituto de Investigaciones Industriales y de Ingeniería con sede en Tijuana62 bajo la dirección del ingeniero Julio Torres Coto; en 1964 se creó la Escuela de Ciencias Sociales y Políticas en Mexicali, bajo la dirección del licen-ciado Arturo Ibarra Ojeda, y la Escuela Preparatoria del Poblado Guadalupe Victoria, primera ubicada en el corazón del valle agrícola de Mexicali, cuyo director fue el doctor Juan Íñiguez Ancón y su subdirector el maestro Andrés Silva Vite (quién años después se encargaría de la dirección).

Con el deseo de que la institución contase con un lema que la identifi cara, el 5 de octubre de 1964 sociedad y Universidad fueron convocadas a un certamen para que se

62 Este instituto desapareció en 1972, y posteriormente, en 1981, se tomó como base para crear el Instituto de Investigaciones de Ingeniería en Mexicali, cuyo primer director fue el M.C. Salvador Franco Cárdenas.

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SANTOS SILVA COTA SU PENSAMIENTO Y TESTIMONIOS SOBRE SU TRAYECTORIA

ideara y propusiera un lema para la Universidad. Después de revisar 864 propuestas, el 16 de mayo de 1964 el jurado califi cador premió al joven Miguel Gárate Velarde, autor del lema ganador: “Por la realización plena del hombre”.

Debido a la muerte de José González Cordero y a la renuncia de otros cuatro miem-bros, la Junta de Gobierno nombró a los sustitutos, recayendo tal honor en los señores doctor Edmundo Pinto Berumen, de Tijuana; doctor Ignacio Aguirre Henríquez, de Ensenada; ingeniero Juan Rico Larrañaga, de Tecate; y licenciado Carlos Thomas López e ingeniero Emilio López Zamora, ambos de Mexicali. En los inicios de la Universidad, durante la creación de las escuelas, el rector nombraba directores interi-nos en casi todos los casos, motivo por el cual la Junta tuvo poca actividad.

Una universidad con escasos recursos y sin el debido apoyo gubernamental era presa fácil de toda índole de problemas, por lo que el rector Santos Silva Cota debió enfrentar varios confl ictos. Durante el último semestre de 1959, apenas siete meses de haberse hecho cargo de la Rectoría, un vocero de la Junta de Gobierno le insinuó que se debía dar oportunidad para que un allegado al nuevo gobernador asumiera la rectoría de la Universidad y esta pudiera, de este modo, recibir el apoyo debido. El problema quedó resuelto cuando un grupo de universitarios se acercó al ingeniero Eligio Esquivel para plantearle la problemática universitaria, a lo cual él les manifestó que acudieran con el rector Santos Silva Cota dado que a los universitarios correspon-día resolver los problemas de los universitarios. (Silva Cota, 1982).

El 17 de diciembre de 1964 falleció el ingeniero Eligio Esquivel Méndez, gober-nador constitucional del estado de Baja California; el Congreso del Estado nombró en su lugar al doctor Gustavo Aubanel Vallejo quien había sido el primer presidente municipal de Tijuana, de 1953 a 1956. En ese año de 1964, el doctor Aubanel ocu-paba la presidencia de la Junta de Gobierno de la Universidad, por lo que el rector Silva Cota abrigó esperanzas de que la Universidad fuese mejor comprendida y apoyada por el nuevo gobernante, pero, no fue así: en los escasos diez meses y días que el doctor Aubanel fungió como gobernador sustituto no hubo apoyos adiciona-les hacia la Universidad, de manera que siguieron las penurias presupuestarias que había venido padeciendo desde su creación.

Otros problemas que afrontó durante su periodo rectoral tenían relación con incre-mentos de salarios, solicitudes de cambio de directores, periodos de paro o huelgas, solicitudes de bibliotecas, laboratorios, aulas o material didáctico, la integración del Consejo Universitario en forma paritaria (igual número de representantes alumnos y maestros), la apertura de nuevas escuelas, etcétera.

De entre los movimientos más signifi cativos, en el ciclo escolar 1960-1961, el de la Preparatoria Mexicali fue el mayor: hubo un fuerte enfrentamiento entre grupos que apoyaban a diferentes personas para ocupar la dirección de la escuela; el elegido por los alumnos se entronizó en el puesto sin el consenso general ni la autorización del rector, por lo que la Junta de Gobierno intervino nombrando un director provisional.

CÉSAR RUBÉN CASTRO BOJÓRQUEZ Y ALEJANDRO MUNGARAY LAGARDA

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El 1 de noviembre de 1965, el ingeniero Raúl Sánchez Díaz tomó protesta como nuevo goberna-dor de Baja California. Para esas fechas, el doctor Santos Silva Cota cumplía seis años y seis meses como rector interino de la UABC. Durante ese pe-riodo la Junta de Gobierno no lo había nombrado como rector defi nitivo pero tampoco consideró ne-cesario relevarlo del cargo.

Meses atrás, aprovechando la campaña políti-ca, se dejaron escuchar voces discordantes sobre la prolongación de la rectoría del doctor Silva Cota, dado que en su artículo 25 la Ley Orgánicaestablece que el cargo de rector se desempeñará por cuatro años y en ningún momento podrá ser reelecto. Una de esas voces era la del profesor Lorenzo López González, el mismo que siete años antes había estructurado los órganos de go-bierno de la naciente Universidad a encomienda del gobernador Braulio Maldonado Sández.63 En un escrito dirigido a los medios aseguraba que la UABC funcionaba al margen de la Ley Orgánica. Entre otras cosas, manifestaba lo siguiente:

a) No se ha cumplido con la Ley Orgánica ni con el acuerdo de la Junta de Go-bierno, del seis de marzo de 1958, que establecen la creación del Patronato Universitario el cual debe encargarse de crear, promover y administrar el patri-monio de la Universidad.

b) La Junta de Gobierno y el ejecutivo del Estado no han designado la sede de la Universidad. Actualmente no podría realizarse tal designación pues para ese objeto resulta incompatible al doctor Gustavo Aubanel Vallejo el desempeño simultáneo de la presidencia de la Junta de Gobierno de la Universidad y de las funciones de gobernador sustituto de la entidad.

c) La Junta de Gobierno no ha hecho la designación del primer rector.d) No se ha notifi cado la disolución del Comité Estatal Pro Universidad, cuyo vi-

cepresidente en funciones de presidente de este organismo y, consecuentemente conforme lo establece la ley, en ejercicio de las atribuciones que corresponden al rector, no ha dado injerencia al tesorero del Comité, Sr. Francisco Zárate Vidal, en

63 El profesor Lorenzo López González fungió como director de Acción Cívica y Cultural del Estado durante el gobierno del licenciado Braulio Maldonado Sández (1953-1959), y fue el comisionado para organizar el arranque de la Universidad, de mayo a agosto de 1957.

Doctor Santos Silva Cota. 18 de febrero de 2005.

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SANTOS SILVA COTA SU PENSAMIENTO Y TESTIMONIOS SOBRE SU TRAYECTORIA

el manejo del presupuesto de la Universidad, que asciende ya a más de tres millo-nes de pesos anuales.

e) No se está en condiciones de realizar balances por cuanto a resultados, en un acto ofi cial conmemorativo de aniversario, cuando no se cumple con la ley (Archivo CESU-UABC, 1965).

Y terminaba su escrito haciendo referencia al ingeniero Raúl Sánchez Díaz, en ese momento candidato a la gubernatura del estado:

[…] En la ciudad de Tecate, ante un pueblo progresista, el C. Ing. Raúl Sánchez Díaz, candidato a la gubernatura del estado se expresaba con vehemencia a favor del mejor destino de nuestra universidad, en forma tal que, con variantes en los voca-blos, su expresión confi rmó el mensaje dicho hace ocho años ante el mismo pueblo de Tecate por quienes por destino histórico quedamos íntimamente relacionados con las instituciones educativas y universitarias de Baja California y hoy vigilantes de ese destino, sentimos el estímulo de quien habrá de gobernar con acierto y energía mediante el estricto cumplimiento de la ley.

Dado que las críticas continuaron, el mismo rector doctor Santos Silva Cota envió otro documento a los medios escritos en el que expresaba: “[…] ya esta-mos actuando en los procedimientos para que sea la H. Junta de Gobierno quien determine, como lo ordena nuestra Ley Orgánica, lo conducente, sin alterar el procedimiento evolutivo dentro del orden de la institución y sin interrumpir las gestiones ya iniciadas en benefi cio de la Universidad Autónoma de Baja Califor-nia”. (Archivo CESU-UABC, 1966).

La anterior declaración no calmó las inquietudes y la efervescencia de las incon-formidades fue en aumento, a tal grado que los estudiantes de la Escuela Preparatoria de Mexicali iniciaron una serie de manifestaciones y paros en demanda de la reestruc-turación del Consejo Universitario y del cambio de rector. A estos planteamientos se sumaron otras escuelas de Tijuana y Ensenada.64

En mayo de 1966, a un mes de que el rectorado del doctor Santos Silva Cota re-basara los siete años, los problemas se agudizaron y fl orecieron otros nuevos, por lo que, de común acuerdo, el rector y la Junta de Gobierno decidieron que había llegado el momento de fi nalizar la etapa interina. Reunida la Junta en pleno, nombró como rector para el periodo 1966-1970 al doctor Pedro Mercado Sánchez.

No obstante los continuos problemas que caracterizaron los últimos meses del periodo rectoral del doctor Silva Cota, durante esta etapa se logró que el ejecutivo del estado modifi cara la estructura y procedimiento para la integración del Patro-

64 La Voz de la Frontera, 28 de febrero, 8 y 14 de abril de 1966.

CÉSAR RUBÉN CASTRO BOJÓRQUEZ Y ALEJANDRO MUNGARAY LAGARDA

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nato Universitario, dado que el anterior no había funcionado. Mediante el Decreto 21, publicado en el Periódico Ofi cial del 29 de abril de 1966, la Junta de Gobier-no, a propuesta del ejecutivo, designó para integrar dicho Patronato a los señores: ingeniero Eugenio Elorduy Gallástegui, de Mexicali; ingeniero Fernando Jara, de Ensenada; Rafael Villegas, de Tijuana; y Federico Cota Moreno, de Tecate. La pre-sidencia del Patronato recayó en el representante de Mexicali.

El 18 de mayo de 1966, el Patronato recibió de la Rectoría los bienes pertenecien-tes a la Universidad y desde esa fecha hasta la actualidad ha administrado el patrimo-nio de la UABC, tal y como lo establece la Ley Orgánica en el artículo 27.

Al terminó de la gestión65 del doctor Santos Silva Cota se cerró una página de la historia con la que culminaba la creación de la Universidad. Había todo por hacer y él lo hizo; defi nió y moldeó la Universidad con sus ideas, pasión e inteligencia, haciendo que desde sus inicios cubriera todo el territorio estatal; adecuó la Universidad a la ley y esta a la Universidad; creó las estructuras para transmitir, crear y difundir el conoci-miento, uniendo la cátedra con la investigación; moldeó la fi gura de rector como jefe nato de la Universidad tomando decisiones rápidas, ágiles, a veces enérgicas, siempre consciente de que había que ser antes que simplemente parecer.66

Cuando él asumió la rectoría, la Universidad solo era un decreto, una entelequia jurídica. Habían pasado escasos siete años y él entregaba una bella y promisoria rea-lidad. Como bien lo describiera Alejandro Mungaray Lagarda, “Él es, ante todo, un universitario que vivió su tiempo con convicción, arrojo, protagonismo, sacrifi cio y humildad” (Mungaray Lagarda, 2001).

65 El doctor Santos Silva Cota pronunció en esa ocasión un emotivo discurso que culminó con las si-guientes palabras:

Universitarios de Baja California: siéntanse orgullosos de su casa de estudios y sepamos todos juntos mantener con dignidad la honrosa categoría de la institución. Maestros: conserven eterna-mente viva esta realidad que han forjado y el constante plan de superación. Dediquen su esfuerzo y su capacidad a una de las tareas más nobles, la formación del hombre.

Estudiantes: mantengan siempre el fuego vivo constructivo de la juventud que tanta signifi ca-ción tiene en la estructura universitaria, y ya hechos hombres con la madurez de la experiencia y el conocimiento adquirido, encaucen ese entusiasmo al servicio de la comunidad, sin olvidar jamás el ejemplo de las grandes fi guras de nuestra historia y manteniendo permanentemente su mirada vigilante en este pueblo mexicano que tanto lo necesita.

66 Finalizada su gestión como rector, el doctor Santos Silva Cota —universitario con más de 50 años de antigüedad— continuó con su labor en el Instituto Mexicano del Seguro Social como jefe de Servicios Médicos, hasta su jubilación. Años después se reincorporó a la Universidad como subdirector de la Escuela de Medicina. En 1985 obtuvo el grado de maestro en ciencias en ecología por el CICESE. En el periodo de 1987 a 1991 fungió como coordinador de Investigación de la UABC. Se integró a la Junta de Gobierno de 1969 a 1993, la cual presidió de 1985 a 1993. Este último año fue nombrado doctor honoris causa por la UABC. En 1987 recibió la medalla de honor del Congreso del Estado de Baja California. Fue investigador del Centro de Estudios Sobre la Universidad (CESU-UABC) hasta su jubilación.

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SANTOS SILVA COTA SU PENSAMIENTO Y TESTIMONIOS SOBRE SU TRAYECTORIA

BIBLIOGRAFÍA

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California, México.Castro Bojórquez, R. (2006). Santos Silva Cota 1959-1966. En Castro Bojórquez, R.,

Las sucesiones rectorales en la UABC 1957-2006 (pp. 59-78). Mexicali: UABC.Mungaray Lagarda, A. (2001). Santos Silva Cota y el inicio de la Universidad Autó-

noma de Baja California. Tecate, Baja California: ANUIES.Piñera Ramírez, D. (1997). El discurso universitario. Su evolución en la Universidad

Autónoma de Baja California 1957-1997. Mexicali, Baja California, México: UABC.Silva Cota, S. (1982). Entrevista (W. Coulther, entrevistadora). Mexicali, Baja Califor-

nia, México.Solorio Ramírez, D. (1998, septiembre). En la Universidad la autonomía no es un

mito. Revista ANUIES (105), 7-15.

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SANTOS SILVA COTA Y SU PARTICIPACIÓN EN LA JUNTADE GOBIERNO DE LA UABC

César Rubén Castro Bojórquez

La Junta de Gobierno de la UABC está establecida en la Ley Orgánica que creó a la Universidad Autónoma de Baja California mediante el Decreto del 28 de febrero de 1957, la cual le asigna como funciones las siguientes:

I. Nombrar al rector, conocer de su renuncia y removerlo por causa grave. II. Nombrar a los directores de las escuelas, facultades e institutos. III. Elegir a los miembros del Patronato Universitario. IV. Resolver en defi nitiva cuando el rector vete los acuerdos del Consejo Universitario. Y, V. Solucionar los confl ictos que surjan entre autoridades universitarias (Periódico Ofi cial del gobierno del estado de Baja California, 1957).

La primera Junta de Gobierno de la UABC se conformó con profesionistas que el go-bernador del estado (1953-1959) Lic. Braulio Maldonado Sández seleccionó de ternas que le fueron presentados por el profesor Lorenzo López González, director de Acción Cívica y Cultural del estado y responsable organizador de los órganos de gobierno de la Universidad (1957). La Junta de Gobierno fue instalada y tomó protesta el 8 de agosto de 1957 en la ciudad de Tecate, Baja California (Castro Bojórquez, 2006: 36).

En sus orígenes, la Junta de Gobierno trabajó incansablemente por el arranque de la Universidad, tal y como lo manifestó en el primer informe que rindió en mayo de 1959 (Castro Bojórquez, 2006, pág. 42). En ese mes de mayo de 1959 inició su gestión como rector el doctor Santos Silva Cota debido al fallecimiento del Lic. José González Cordero, presidente del Comité Pro-Universidad y rector interino. El Dr. Silva Cota, quien se desempeñaba como vicepresidente de dicho Comité, asumió por ley la presidencia del Comité y la rectoría provisional.

Santos Silva Cota ejerció la rectoría de mayo de 1959 a mayo de 1966. Durante el periodo de agosto de 1959 a junio de 1969 los cambios que sucedieron en la Junta de Gobierno solo fueron por renuncia de algunos de los miembros originales y por ley

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SANTOS SILVA COTA SU PENSAMIENTO Y TESTIMONIOS SOBRE SU TRAYECTORIA

fueron sustituidos por nombramientos de la misma Junta. Fue hasta el 21 de junio de 1969 cuando el Consejo Universitario tuvo la oportunidad de nombrar a un miembro de la Junta de Gobierno, fue su primer nombramiento, mismo que recayó en el Dr. Santos Silva Cota (Castro Bojórquez, 2006: 107).

Hay que comentar que en sus inicios el desempeño de la Junta fue muy irregular; en 1981 fue reestructurada con la renovación de ocho de sus miembros pero realmen-te la sustitución de sus integrantes se normalizó en 1991; a partir de entonces el Con-sejo Universitario ha venido nombrando un miembro cada año, tal y como lo dicta la Ley Orgánica (Castro Bojórquez, 2006: 178).

Como miembro de la Junta, al doctor Santos Silva Cota le tocó participar en los nombramientos de los rectores: ingeniero Luis López Moctezuma (1971-1975), licen-ciado Rigoberto Cárdenas Valdez (1975-1979), arquitecto Rubén Castro Bojórquez (1979-1983) y licenciado Héctor Manuel Gallego García (1983-1987).

Aniversario quicuagésimo de la UABC. En el podio el Dr. Gabriel Estrella Valenzuela, rector. En la mesa, de izquierda a derecha: Dr. Alfredo Félix Buenrostro Ceballos, Lic. Rigoberto Cárdenas Valdés, Dr. Santos Silva Cota, maestro Óscar Ortega Vélez (secretario de Educación en el estado), Mtro. Luis Javier Garavito Elías (presidente de la Junta de Gobierno), Ing. Eugenio

Elorduy (gobernador del estado), C.P. Samuel Ramos (presidente municipal de Mexicali), C.P. Juan José Jasso (presidente del Patronato Universitario), Mtro. Juan Carlos Romero Hicks (director general del Conacyt), Ing. Luis López Moctezuma Torres,

Arq. Rubén Castro Bojórquez, Dr. Luis Lloréns Báez, Dr. Alejandro Mungaray Lagarda. 27 de febrero de 2007.

CÉSAR RUBÉN CASTRO BOJÓRQUEZ Y ALEJANDRO MUNGARAY LAGARDA

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El doctor Santos Silva Cota fue nombrado presidente de la Junta de Gobierno el 18 de junio de 1985 y perduró en esa posición hasta el 12 de febrero de 1993. Le tocó presidir la Junta de Gobierno en los nombramientos de los rectores: doc-tor Alfredo Félix Buenrostro Ceballos (1987-1991) y doctor Luis Lloréns Báez (1991-1994).

Para el periodo 1987-1991, él transparentó por primera vez el nombramiento de rector a través de una convocatoria a toda la comunidad, donde solicitaba a presentar propuestas por escrito para designar rector (Castro Bojórquez, 2006: 194). Adicional a la convocatoria, realizó innumerables entrevistas con directores de unidades acadé-micas y universitarios destacados de la comunidad.

La Junta de Gobierno analizó un número importante de universitarios que reu-nían los requisitos para ser designados rector, de donde destacaban: Lic. Alfredo Buenrostro Ceballos, licenciado José Luis Anaya Bautista, arquitecto Jorge Nú-nez Verdugo, doctor Luis Lloréns Báez, contador público Eduardo Jáuregui Félix, doctor Humberto Torres Sanginés y el arquitecto Manuel Esparza León (Castro Bojórquez, 2006: 198). El 24 de agosto de 1987, el doctor Santos Silva Cota comu-nicó a los universitarios que la Junta de Gobierno había nombrado al Lic. Alfredo Buenrostro Ceballos para el periodo 1987-1991.

Cuatro años después, de nuevo el doctor Santos Silva Cota presidió la Junta de Gobierno en el nombramiento de rector para el periodo 1991-1995. Además de la convocatoria (Castro Bojórquez, 2006: 214) y las entrevistas personales con direc-tores de escuelas e institutos, convocó a reuniones para exponer el procedimiento del nombramiento de rector para el siguiente periodo. Ese año de 1991 los universi-tarios más destacados que fueron tomados en cuenta en su auscultación fueron: so-ciólogo y doctor Luis Lloréns Báez, licenciado Luis Javier Garavito Elías, contador público Víctor Everardo Beltrán Corona, oceanólogo y maestro en ciencias Román Lizárraga Arciniega, arquitecto y maestro en ciencias Manuel Esparza León, médi-co cirujano Humberto Torres Sanginés y licenciado Javier Pereda Ayala (Castro Bo-jórquez, 2006: 212). Posterior a varias reuniones de la Junta de Gobierno, el doctor Santos Silva Cota comunicó a los universitarios que el nombramiento de rector para el periodo 1991-1995 recayó en el doctor Luis Lloréns Báez.

Santos Silva Cota es relevado de su participación en la Junta de Gobierno el 12 de febrero de 1993, duró en ella 23 años, 7 meses y 11 días.

El Consejo Universitario nombró en su lugar al licenciado Guillermo López de la Peña y la Junta nombró como presidente, en su relevo, al licenciado Carlos Juvera Calderón. En esa fecha culminaba una larga trayectoria del exrector Santos Silva Cota en su paso por la Junta de Gobierno. En sus casi 24 años formando parte de la Junta de Gobierno, sobresalió siempre su liderazgo y preocupación por los asuntos de la Universidad. Le correspondió participar en el nombramiento de seis rectores y en el de 52 directores de unidades académicas.

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SANTOS SILVA COTA SU PENSAMIENTO Y TESTIMONIOS SOBRE SU TRAYECTORIA

BIBLIOGRAFÍA

Castro Bojórquez, R. (2006). Las sucesiones rectorales en la UABC: 1957-2006. Mexicali: UABC.

Periódico Ofi cial del gobierno del estado de Baja California. (1957, febrero).

M e n s a j e s p ó s t u m o s

MM e n s a j e s p ó s t u m o s

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SABER Y PROVOCAR A TRAVÉS DE LAS PREGUNTAS

Luis Lloréns Báez

Me convence cada vez más la idea de que hablar de las personas, en particular de aquellas a quienes se estima y sobre todo las que ya se han ido, requiere de serenidad y equilibrio, para evitar la

exageración en los califi cativos, o en los descalifi cativos, vicio muy común que acaba distorsionando lo verdaderamente importante, que es la esencia humana, al mismo tiempo exitosa y fallida, de las personas.

Con esta idea en mente, de los muchos momentos que compartí con Santos Silva Cota, hay uno que a mi juicio lo pinta de cuerpo entero, como se dice coloquialmente, y se trata de esa costumbre suya de preguntar continuamente y con ello provocar la inteligencia, los sentimientos y las creencias de sus interlocutores. Parafraseando a Fernando Savater, Santos tenía esa disposición a preguntar, quizás para librarse de la red de certidumbres establecidas, incluyendo las suyas.

Al fi nal de los años de 1980 y principios de 1990, teníamos por costumbre de-sayunar los sábados un grupo de universitarios, entre ellos Margarito Quintero, Germán Osornio, Carlos Razo, Santos Silva y yo. El “olmo” era el nombre del árbol por el que conocíamos del lugar, aunque en realidad era un algarrobo, adornando la terraza de la cafetería del Hotel Lucerna, en Mexicali. El tema principal de esos encuentros fue siempre la Universidad, y las discusiones eran apasionadas y desde luego llenas de preguntas. Uno de esos sábados, a principios de 1991, Santos y yo habíamos llegado un poco más temprano, por lo que aproveché la oportunidad para consultarle sobre algo que me inquietaba. Estaba en proceso la creación del Insti-tuto de Investigación y Desarrollo Educativo, y me interesaba la opinión de Santos respecto de la conveniencia de preguntarle al entonces rector sobre la posibilidad de que pudiera yo ayudarle en ese proceso, tomando en cuenta mi experiencia previa en el Instituto de Investigaciones Sociales.

Me escuchó con atención y a cuenta de respuesta recibí una de esas preguntas que lo cambian todo: ¿en lugar de estar pensando en dirigir una unidad académica,

CÉSAR RUBÉN CASTRO BOJÓRQUEZ Y ALEJANDRO MUNGARAY LAGARDA

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no deberías estar pensando en ser rector? Respondí diciéndole que ni siquiera lo había considerado, sobre todo porque no era originario de Baja California. Sentía que esa era una limitante importante, no obstante que los antecedentes de la Uni-versidad, y del estado mismo, indicaban otra cosa. Continuó Santos tratando de hacerme ver el error en mi argumento, y de ahí nos fuimos moviendo a otros temas de conversación, ya con la presencia de los demás miembros del “grupo del olmo”.

La pregunta de Santos, en esa oportunidad, fue determinante en mi pensamiento, en el arreglo de mis preguntas y respuestas, y más importante aún, en mi vida y tránsi-to por la Universidad. Antes, pero especialmente después de esta ocasión, hubo otras muchas preguntas que me hizo Santos, y yo a él, por supuesto; cuestionamientos que fueron modelando muchos aspectos de mi entendimiento sobre la Universidad, sobre el país, pero sobre todo en torno al ser humano y sus enormes posibilidades.

Durante mi gestión al frente de la Rectoría de la UABC, fue siempre reconfortante saber que sus preguntas, y sus comentarios, me acompañaban con frecuencia. Lo que hacía Santos conmigo, en los espacios de nuestras conversaciones, no era com-partir certidumbres, o indicar soluciones, sino plantear preguntas, muchas de las cuales ponían en jaque certidumbres.

A través de estas experiencias, fue posible para mí apreciar que una de las cualida-des más importantes de un universitario, y quizás más ampliamente de un ser humano que vive plenamente su tiempo, es su capacidad de cuestionar y procurar respuestas, muchas de ellas fallidas, naturalmente, pero al fi n y al cabo parte de un ejercicio de una inteligencia en permanente búsqueda.

Santos nunca dejó de preguntar y buscar respuestas, y de provocar con ello la po-sibilidad de vulnerar, y acaso replantear muchas verdades aceptadas en temas impor-tantes, verdades que con sus preguntas se volvían relativas, contextualizadas, y acaso se transformaban en nuevas oportunidades de entender y actuar.

DON SANTOS SILVA COTA

Luis Javier Garavito Elías

¿CÓMO Y CUÁNDO CONOCÍ A DON SANTOS SILVA COTA?

En el invierno de 1961-1962, la Escuela Preparatoria de Mexicali, de la cual yo era alumno, fue objeto de una huelga estudiantil que exigía la destitución del director Guillermo Quiroz. Dicha Prepa pertenecía a la Universidad Autónoma de Baja California y compartía espacios con la escuela primaria Cuauhtémoc y la Escuela de Enfermería, esta también parte de la Universidad. Estábamos en el actual edifi cio histórico de la Casa de la Cultura, ubicado en Madero y Altamirano, s/n, Zona Centro, a un costado del Parque Héroes de Chapultepec de esta ciudad.

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Hacía frío, en la parte posterior del edifi cio, del lado norte que colinda con la línea internacional, estábamos algunos estudiantes alrededor de una fogata, cuando fuimos avisados que en el teatro de la escuela, con piso de madera, que le daba un toque y aroma especial a tan majestuoso espacio, nos esperaba el rector de la Uni-versidad, don Santos Silva Cota.

Efectivamente, en el recinto universitario nos visitaba un señor, que hoy me doy cuenta era un joven de 40 años y que quería platicar, dialogar, como hoy se diría, del tema de la referida huelga, que era la destitución del director. Fue tan fructífera su visita que el problema se resolvió, llegó un director interino y las actividades se normalizaron.

Pasaron los años, me fui a estudiar, y al regresar como profesional del derecho (1968) el rector de la Universidad era mi admirado y querido maestro en la prepa, don Rafael Soto Gil. De don Santos seguí teniendo noticias, pues era un hombre público, excelente profesionista a quien, en lo personal, siempre lo asociaba con el momento que lo conocí, que era la etapa de preparatoriano.

En el año de 1983, cuando Héctor Manuel Gallego García asumió la rectoría de la Universidad y me nombró secretario general, don Santos era integrante de la Junta de Gobierno y después fue su presidente. Eso me dio la oportunidad de tener muchas, muchísimas conversaciones con él. En la primera oportunidad, hice referencia al tema de cómo lo conocí más de dos décadas atrás; él simplemente sonrió y comentó sobre las virtudes de las juventudes de esa época.

Don Santos como presidente de la Junta de Gobierno rescató una meta que se impuso, generar la modifi cación al primer reglamento interior para ese órgano co-legiado, el cual se aplicaba pero no tenía vigencia legal, fueron muchas horas de trabajo con el entonces Departamento Jurídico de la Universidad de las cuales fui testigo, y en ocasiones parte. El 20 de marzo de 1987, se aprueba por la Junta de Gobierno su propio reglamento interior. Se lo dije en varias ocasiones, como buen humanista, que por su razonamiento y su interés por la justicia debía estudiar la abogacía, pues nada más el título le faltaba.

Médico patólogo de profesión, humanista por convicción, educador por pasión y herencia de sus padres, y ameno conversador, la refl exión era el resultado de cada en-cuentro, cada plática, cada discusión que teníamos. Comentado por él, su paso por la UABC fue contrario a las manecillas del reloj; primero fue rector, después subdirector de la entonces Escuela de Medicina Mexicali, enseguida profesor, para concluir con su maestría y fi nalmente el doctorado honoris causa.

Su legado está a la vista en todos los rincones de la Universidad, extrañamos su presencia física, pero sus enseñanzas todos las tenemos presentes.

Por la fundación, construcción y desarrollo de la Universidad, por su presencia siempre, en lugar de un minuto de silencio, brindémosle un aplauso permanente. Gracias.

CÉSAR RUBÉN CASTRO BOJÓRQUEZ Y ALEJANDRO MUNGARAY LAGARDA

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SANTOS, SANTOS...

Alejandro Mungaray Lagarda

Salir de mi ciudad natal y venir a estudiar tan lejos como Tijuana, me embargó de un doble sentimiento. La tristeza por dejar a mi familia y el pequeño mundo que tanto quería y por otro lado la emoción de conocer una ciudad que desde lejos se miraba gigante, dinámica y atractiva, y de cerca plena de luces y gentes en constante movimiento.

Seguramente nunca hubiera experimentado esas emociones si mi padre no me hubiera inculcado la necesidad de formarme con una profesión para salir adelante; si el saber de los hijos de su alma mater, la Universidad de Sonora, no hubiera estado tan inestable e incierto como para contribuir a mi grandeza; y si su hermano Epifanio no hubiera estado viviendo en la tranquilidad de Rosarito. De hecho él fue quien le habló a mi padre de la UABC, pues había intentado ser miembro de las primeras generaciones de oceanólogos.

Como el hubiera no existe, el 21 de julio de 1977 que llegué a Tijuana para iniciar mis estudios de economía en la UABC, jamás me imaginé lo que sería de mí 35 años después, en esta tierra tan prodiga y llena de oportunidades para quienes luchan y se preparan por ellas; ni que 23 de esos años gozaría de la amistad de un hombre como Santos Silva Cota, que sin ser mi padre tendría tanta infl uencia en la construcción de mis esfuerzos y refl exiones.

De manera lenta y esporádica lo fui conociendo a partir de 1987, primero llamado por la curiosidad de conocer a quien había fundado mi alma mater y después por la sencillez de sus ideas y su forma de ser. ¿Cómo un hombre tan importante e infl uyente en la vida universitaria podía ser tan sencillo y común? Ahora que ya no está con no-sotros, es más fácil ver su obra y la forma en que nos fue enamorando del gran sueño de su vida, que fue construir una UABC grande e incluyente que sembrara la educación como factor de justicia social y progreso personal.

En un inolvidable viaje que la Junta de Gobierno realizó a las pinturas rupestres de San Borja, de muchas formas, a veces regañón, a veces en broma, me insistió en que aprovechara mi juventud para aprender de la condición humana y sus procesos ante fenómenos de cambio institucional como el que se avecinaba para suceder al Lic. Alfredo Buenrostro, a quien él siempre le tuvo un especial cariño. No volvimos a tocar el tema hasta el fi nal de una serie de entrevistas que le hice para conocer de viva voz su obra y los motivos sociales y familiares que lo impulsaron. Mi sorpresa fue mayúscula cuando descubrí que igual que para mí, su padre había sido un gran inspirador de su vida y obra. A tal punto llegó nuestra convivencia en un ambiente tan familiar como Mexicali, que mi nieto José María Rodríguez Mungaray fue bisnieto de su hermana Quina y sobrino bisnieto de él. Entre admiración y cariño, nuestra rela-ción fue creciendo y su consejo fue vital para mis días y actos como rector de la UABC.

Su amor y disciplina por el estudio lo mantuvieron siempre atento de cuanto le rodeaba y se sentía responsable de tener una opinión informada. Alguna vez me dijo

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que el liderazgo responsable obligaba al estudio permanente, sobre todo en un mundo que cambiaba cada vez más rápido e impactaba con gran infl uencia a los jóvenes. Esto lo enfatizó cuando, junto con David Piñera y Austreberto Silva, presentamos el libro sobre él, en ocasión del 40 aniversario de la hoy Facultad de Economía y Relaciones Internacionales, que él fundara el 26 de septiembre de 1961.

De muchas formas siempre lo he reconocido como un maestro inolvidable, pero también como un maestro de otros rectores que también me han regalado su cariño y enseñanzas. Seguramente que somos muchos los que debemos tanto a una persona como Santos Silva y su empeño por construir y cuidar a la UABC. Igual que a mi padre, siempre lo tengo presente y noto que sus consejos y acciones crecen con el tiempo.

DON SANTOS. SANTOS SILVA COTA, FIGURA EMBLEMÁTICA DE LA UABC

David Piñera Ramírez

Cuando estaba pensando en el enfoque que podría darle a este artículo que me encargó el Arq. Rubén Castro Bojórquez, efi ciente director de la revista El Río, consideré varias opciones y me decidí por un sentido personal, con base en el contacto que tuve a través de los años con el doctor Santos Silva Cota, cuya reciente muerte estamos lamentando. Así será su impactante y peculiar personalidad la que trace el hilo conductor de estas líneas.

Lo conocí en Mexicali en 1959, cuando me lo presentó el licenciado Rafael Soto Gil. Acababa de asumir la rectoría de la Universidad y despachaba en su consultorio médico, ubicado a un lado del conocido Restaurant Bum Bum. La primera impresión que me causó fue la de un hombre estrechamente vinculado a su tierra bajacalifornia-na para el que el proyecto de Universidad, que estaba en sus manos, signifi caba un fuerte compromiso y a la vez era fuente de promisorias acciones futuras.

Lo recuerdo fumando y tomando café, de manera de ser intensa, con expresiones agudas, inquisitivas, pero que abrían la puerta para intimar. Surgió en mí la esperanza de integrarme a su proyecto universitario y en otra de las ocasiones que hube de volver a hablar con él, le presenté una propuesta para crear el Departamento de Difusión Cultu-ral, que estaba contemplado en la Ley Orgánica de la Universidad, pero que no existía, al igual que otras muchas cosas, pues la institución se reducía a las escuelas preparato-rias de Mexicali, Tijuana y Ensenada. Uno de los problemas que impedían impulsar la marcha de la Universidad era la falta de presupuesto, pues por diversas circunstancias no lo otorgaba el gobierno del estado. Tras una serie de gestiones que realizó, logró recibir subsidio, y en 1960 estableció las primeras escuelas profesionales e institutos de investigación. Poco después, el 15 de septiembre de 1961, creó el Departamento de Di-fusión Cultural y simultáneamente tuvo a bien designarme director del mismo. Así me abrió las puertas de la Universidad y se inició un largo camino en el que hubo ocasión de colaborar con él en diversas tareas.

CÉSAR RUBÉN CASTRO BOJÓRQUEZ Y ALEJANDRO MUNGARAY LAGARDA

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Pero antes de ocuparme de algunas de ellas deseo referirme a su familia, ya que es algo que le dio un sello muy defi nido a su personalidad. Él hablaba con respeto de la labor de su padre, el profesor Andrés Silva Vite, quien originario del estado de Hidalgo, muy joven se vino a radicar al entonces distrito norte de la Baja California, del que llegó a ser director general de Educación, después de realizar una esforzada labor como maestro. En el medio magisterial conoció a la también profesora Elvira Cota, con quien contrajo matrimonio en Ensenada, lugar en el que establecieron su hogar. Ahí nacerían algunos de sus hijos, incluido Santos, y pronto se radicaron en la capital, Mexicali. Doña Elvira fue también toda una personalidad, que mucho infl uyó en sus vástagos. Era una bajacaliforniana de cepa, pues —caso poco frecuente en estas latitudes— no solo era originaria de Ensenada, sino que también nacieron en la región su mamá, su abuela, su bisabuela y su tatarabuela, cadena que reconstruía haciendo gala de una asombrosa lucidez, que conservó casi hasta su muerte, registrada cuando tenía ciento un años de edad. Ese profundo sentido de lo bajacaliforniano se lo heredaría a sus descendientes.

En lo personal también he tenido oportunidad de tratar a otros tres hijos del ma-trimonio Silva Cota: Sarita, quien labró una destacada trayectoria en el sindicalismo magisterial; el licenciado Guilebaldo (Guile como se le dice afectuosamente), muy conocido por su carisma, que le ha permitido ocupar los cargos de diputado federal, procurador general de Justicia del Estado, presidente municipal de Ensenada, senador de la república y notario público, adscrito a su natal Ensenada; así mismo, Elvira, quien, entre otras cosas, desempeñó atinadamente su función de esposa de José María Rodríguez, presidente municipal de Mexicali.

La niñez, adolescencia y primera juventud de Santos transcurrieron en Mexicali, lu-gar que se constituyó en el asiento defi nitivo de su hogar paterno y de él en lo personal, ya que solo salió de ahí para cursar en la ciudad de México la escuela preparatoria y la carrera de medicina en la UNAM. Una vez recibido regresó a su lar mexicalense a ejercer su profesión, y al poco tiempo el destino le deparó la brillante oportunidad de ser el primer rector de la Universidad Autónoma de Baja California. En ese tiempo también contrajo matrimonio con Laura Elena Paz, guapa tapatía que se asimiló al ambiente de Mexicali y estuvo al lado de él tanto en los momentos gratos que signifi ca una gestión rectoral, como en los difíciles y críticos que nunca faltan.

Retomando el hilo de mi relación personal con el rector Silva Cota, debo decir que me brindó una amplia libertad para desempeñar mis labores de director del recién fundado Departamento de Difusión Cultural. Como los recursos económicos eran muy limitados y la Universidad prácticamente carecía de instalaciones, había que emprender las actividades con base en creatividad y esfuerzo, trabajar, como se dice, “con las uñas”. Pero él era el primero en dar el ejemplo. Los sueldos que proporcio-naba la Universidad eran muy reducidos, por lo que redondeábamos el presupuesto familiar con otros ingresos, él como médico del IMSS y yo en mi bufete de abogado. Frecuentemente viajábamos de Mexicali a Tijuana o a Ensenada, en el automóvil de su propiedad (ni soñar que hubiera un vehículo de la Universidad), manejando él per-

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sonalmente. Trabajábamos durante el día en nuestras respectivas tareas, para regresar en la noche, pues el presupuesto no alcanzaba para dormir en un hotel.

Recuerdo perfectamente que en los inicios de los años de 1960, cuando se organizó la primera Feria Tecate en Marcha, decidió que la Universidad parti-cipara con un stand y lo montamos él y yo, apoyados por dos profesores de la Preparatoria de Tecate. Hubo que clavar y pintar rápidamente, pero a la hora de la inauguración de la feria, cuando la comitiva encabezada por el gobernador Eligio Esquivel Méndez hizo el recorrido por las instalaciones, al llegar al de la UABC lo encontró debidamente montado.

A propósito de esas estrecheces económicas cabe comentar que tenía fama de ser muy celoso en cuidar el magro presupuesto universitario. Entre sus colabo-radores comentábamos que era “duro con los centavos”. Inclusive yo platicaba que en una ocasión que le presenté unas notas de unas tortas que les invité a unos pintores, que colaboraron en montar una exposición de pintura, me dijo “¿cómo que dos sodas?” A lo que yo le contesté: “Es que éramos seis personas y no nos alcanzó con una sola”.

Pero poco después, gracias a sus gestiones ante el gobierno del estado y al apoyo que obtuvo de la federación, en virtud del respaldo que le proporcionó la ANUIES, las condiciones económicas empezaron a ser más desahogadas, inclusive tuvo oportuni-dad de construir los primeros edifi cios propios con que contó la Universidad, los de las preparatorias de Mexicali y de Tijuana.

Una de las tareas en que trabajé en estrecha colaboración con él fue la redacción de las convocatorias de los certámenes para elegir primero el lema y luego el escudo de la Universidad. Estuvimos discutiendo cada una de las bases y afortunadamente los resultados fueron satisfactorios en ambos certámenes.

Desde otro ángulo pienso que es interesante mencionar la impresión que me daba cuando lo veía desempeñar sus funciones al frente de la Rectoría, la forma en que percibía los fenómenos, la manera en que tomaba las decisiones. Esto conduce a esbozar su perfi l como rector. Creo que en parte se refl ejaba en él su formación de médico, concebía a la sociedad, e incluida en ella a la Universidad, como un organismo cuyas funciones hay que estar observando. Por ejemplo, recuerdo que cuando se presentó un movimiento de huelga en una de las escuelas, dijo: “Es que la temperatura está alta, hay que esperar a que llegue la crisis y luego va a empezar a bajar”. Y su diagnóstico en ese caso, al igual que en otros, fue acertado. Com-plementaba su concepción organicista con un sentido humanístico, que se puso de manifi esto con el apoyo que brindaba a las actividades artísticas y culturales, así como en diversas posturas que a lo largo de su vida asumió.

Un momento que recuerdo en forma especial fue cuando en 1966, después de di-rigir por espacio de siete años a la Universidad, en la ceremonia en que hizo entrega del cargo a su sucesor, biólogo Pedro Mercado, manifestó que al asumir la rectoría, la institución prácticamente se reducía a los deseos de un pueblo de que sus jóvenes

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recibieran enseñanza superior y que, al fi n de su gestión la Universidad estaba cons-tituida por cerca de 2 000 alumnos, 253 profesores; formada de cinco escuelas prepa-ratorias; una Escuela de Enfermería, una Escuela Superior de Pedagogía, una Escuela de Ciencias Sociales y Políticas, una Escuela Superior de Economía, una Escuela Superior de Contabilidad y Administración, una Escuela de Ciencias Marinas, un Ins-tituto de Investigaciones Económicas, un Instituto de Investigaciones Oceanográfi cas y un Instituto de Investigaciones en Ingeniería... Al concluir sus palabras la numerosa concurrencia le brindó un fuerte aplauso de reconocimiento.

Después, ya en su carácter de exrector, mantuvimos el contacto. Nuestras tra-yectorias fueron distintas, pero siempre dentro del ámbito de la UABC.

Sin la responsabilidad de la Rectoría y con el correr de los años, pudo tener una vida más relajada. En una ocasión estábamos platicando y con el sentido del hu-mor que lo caracterizaba, me comentó que con frecuencia le preguntaban que en su opinión quién era el mejor rector de la UABC y que invariablemente contestaba “El actual y yo”. Así no se metía en problemas.

Por otra parte, nunca rehuyó otras responsabilidades universitarias, ya que du-rante un buen número de años fue miembro de la Junta de Gobierno, organismo que inclusive presidió.

También se mantuvo ágil y activo intelectualmente, por lo que me fue muy grato que en el año 2000 participara en el Congreso Nacional de Historia de la Educación que se efectuó en Tijuana, y me correspondió organizar. En él participó, juntamente con el también exrector, licenciado Rafael Soto Gil, con una ponencia que titula-ron “La ANUIES en la percepción de la Universidad Autónoma de Baja California (1957-1971)”. En ella hicieron referencia, entre otros aspectos, al valioso apoyo que recibieron como rectores de dicho organismo, especialmente a través de dos de sus secretarios generales, Alfonso Ortega Martínez y Alfonso Rangel Guerra, quienes caracterizarían lo que los ponentes llamaron “época alfonsina”.

En los últimos años de su vida, cuando las enfermedades empezaron a recrudecerse en su cuerpo, no perdimos el contacto, ya que poco tiempo antes de que llegara el fi n nos comunicábamos en función del proyecto que tenía de que se hiciera una nueva publicación de La Cartilla Moral, que elaborara en 1944 don Alfonso Reyes, en vir-tud de que consideraba que todavía tenían vigencia sus conceptos y podían dar luz para enfrentar la compleja problemática actual. Pensaba que podrían conjugarse con nuestro lema “Por la realización plena del Hombre”, al que consideraba una “fuen-te poderosa de inspiración”. En el proyecto participaba también su querido amigo, Alfonso Rangel Guerra, compañero en múltiples lides universitarias desde décadas atrás. El proyecto no llegó a su realización, pero queda ahí la semilla humanística de esos elevados espíritus universitarios.

No podría dejar de referirme a la emotiva ocasión que me tocó vivir en compañía de él y de la comunidad universitaria, cuando el 25 de febrero último, en la cere-monia de aniversario de la UABC, el doctor Felipe Cuamea, rector de la institución,

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tuvo a bien hacerme entrega, por acuerdo previo del Consejo Universitario, de la Medalla al Mérito Universitario “Dr. Santos Silva Cota”. El súmmum de la emoti-vidad lo dio su presencia en el presidium, refl ejando en el rostro lo avanzado de su enfermedad, que anunciaba la proximidad del inevitable fi n. Cuando pasé al frente y nos estrechamos los brazos, viví uno de los momentos más internos de mi vida, pues sentí que nos transmitíamos recíprocamente una carga de energía que hacia vibrar nuestros cuerpos y nuestros corazones. En medio de las lágrimas mal conte-nidas, tuve conciencia de que nos estábamos despidiendo.

Efectivamente, poco después expiró, cuando estaba próximo a cumplir los noventa años de edad. Tuve el privilegio de participar en las honras fúnebres que le rindió la Universidad, correspondiéndome el privilegio de pronunciar las siguientes palabras, con que pongo fi n a este escrito:

Hoy nos congrega un gran universitario, el doctor Santos Silva Cota.En este hermoso Paraninfo rendimos honras fúnebres al primer rector de la Univer-

sidad Autónoma de Baja California.En 1959, cuando inició su gestión, la Universidad era solo un anhelo, una aspira-

ción, expresada en el decreto gubernamental que la fundó.Con creatividad nos puso el ejemplo de superar la falta de recursos económicos

con base en imaginación y entrega. Así sentó las bases del desarrollo posterior de esta Universidad, que con el concurso de varias generaciones de universitarios, ha venido a ser el orgullo del pueblo bajacaliforniano.

La labor del doctor Silva Cota se constituyó en una enseñanza cotidiana de esfuer-zo lúcido para crear las condiciones necesarias que permitieran transmitir el conoci-miento, investigar, difundir la cultura.

Nos enseñó a tratar de servir a la comunidad a través del quehacer universitario. Se convirtió en esa forma en el guía, en el hermano mayor, en el amor a la UABC y a Baja California.

Después de concluida su gestión rectoral, de una forma u otra estuvo en contacto con la Universidad, desempeñando importantes funciones, entre ellas la de presidente de la H. Junta de Gobierno.

Tuvo el acierto de transitar la fase fi nal de su existencia con categoría y dignidad. Por años fue un patriarca, una fi gura emblemática, un ícono de la Universidad. Su inteligencia y sabiduría le ganaron el cariño y la admiración de todos.

Con su muerte, la Universidad y nuestros corazones han sufrido una gran pér-dida. Pero como sucede con los hombres escogidos por la historia, al cerrarse el círculo de su existencia material, entra a otro plano imperecedero, en el que será un paradigma, un modelo a seguir, que inspirará fecundas actitudes de superación en las futuras generaciones de cimarrones.

Descanse en paz quien tanto sirvió y amó a nuestra Universidad.

CÉSAR RUBÉN CASTRO BOJÓRQUEZ Y ALEJANDRO MUNGARAY LAGARDA

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SANTOS SILVA: LA UNIVERSIDAD PLENAMENTE REALIZADA

Austreberto Silva Olivares

Santos Silverio Silva Cota fue un hombre que desde tierna edad inició el placer de la lectura que nunca abandonó; decía que para leer a Alfonso Reyes “había que vestirse de etiqueta”. Las lecturas de fi losofía y educación fueron sus pasiones; la medicina, su vocación y la oceanografía su reto y gran logro como estudiante.

Poseedor de una gran memoria, su plática era instructiva y amena. De carácter serio, a ve-ces hosco, escondía una exquisita sensibilidad que cautivaba a sus interlocutores. Su mente ágil y analítica, respaldada por una sólida preparación académica, le permitían disertar sobre temas fi losófi cos y científi cos y su espíritu de educador se hacía presente entre todos los que deseábamos consultarle cualquier tema. De su padre, el Prof. Andrés Silva Vite, recordaba su frase: “México necesita padres que amen a sus hijos y maestros que eduquen con cariño”.

La vida le dio la oportunidad de ver cristalizado su sueño de una institución de edu-cación superior, por la que tanto luchó y que goza de gran prestigio: la Universidad Autónoma de Baja California, plenamente realizada.

A MI AMIGO DR. SANTOS SILVA COTA (IN MEMORIA)

Carlos Juvera Calderón

En esta ocasión me referí a Santos, no como el gran rector que fue, sino en forma personal con anécdotas que nos tocó vivir en los albores de la formación de nuestra Universidad, como pioneros de la misma.

En uno de los recorridos, en que un servidor, en compañía de Santos y su mamaci-ta, Sra. Elvira Cota de Silva, hicimos a la ciudad de Ensenada para solucionar asuntos relativos a la Universidad, en donde el transporte era mi carro particular y los viáticos corrían por nuestra cuenta, ya que veníamos de regreso, de noche, decidimos descan-sar un rato a la vera de la carretera, la Sra. Elvira hizo el comentario de que por esos rumbos asaltaban forajidos, por lo cual decidí seguir a toda velocidad para evitar cual-quier contingencia, entonces Santos manifestó que eso había sucedido, pero sesenta años antes, lo cual nos causó gran hilaridad.

Santos fue un gran admirador de la naturaleza. En nuestros múltiples viajes por las ciudades del estado, con la fi nalidad de ir forjando la Universidad, en ocasiones me pedía salir de la carretera para recorrer arroyos en búsqueda de berro, el cual recolec-taba, sabiendo de antemano los lugares dónde encontrarlo.

Todas las memorias que conservo de Santos en el devenir de los muchos años de trayectoria al servicio de nuestra Alma Mater que nos tocó vivir son huellas indele-bles dentro de mi ser. Descansa en paz, mi gran amigo Santos.

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HOMENAJE PÓSTUMO AL DOCTOR SANTOS SILVA COTA.

Julio Ernesto Torres Coto Mazier

Conocí a Santos Silva Cota en ocasión de su primera reunión en el seno de la ANUIES. Me lo presentó el entonces rector de la Universidad Autónoma del Estado de México, Josafat Pichardo. Aquello fue el principio de una cordial amistad y fructífera relación de trabajo en el seno de nuestra Universidad, esencialmente por su constante interés por dar forma a una institución que respondiera a la fi losofía que tanto a él, como a mí, nos había imbuido nuestro paso por la UNAM, la misma que le imprimió en sus orígenes don Justo Sierra, y a partir del ’29, José Vasconcelos y sus discípulos y seguidores: la de una institución de corte liberal, tolerante y abierta a todas las corrientes del pensamiento, dedicada al servicio de la comunidad a la que se debe, cumpliendo cabalmente su función sustantiva de crear, conservar y transmitir el conocimiento.

El doctor Silva, a quien siempre traté con un usted que jamás marcó distancia entre nosotros, mereció mi respeto y se granjeó mi afecto desde aquella tarde en la antesala de la Rectoría de la UNAM en que conocí su visión de la Universidad que soñaba fuera aquella que en ese momento no contaba con más que un rector provisional, una ley y un nombre. En su discurso había ese fuego que se intuye en quien sabe que debe y puede hacer lo necesario para lograr una meta distante. Fuego contagioso aquel del médico Silva que, ya entonces, le señalaba como doctor, pero en el sentido que tiene en latín, derivando de doctus, participio pasado de docēre, enseñar, como lo entendie-ron los universitarios del medioevo y del renacimiento, el de aquel que ha recibido el último y preeminente grado académico que confi ere una universidad, que le reconoce posesión del saber y capacidad para enseñar, título que, fi nal, merecida y justamente, le reconocería nuestra Universidad varios lustros después.

Santos fue en la UABC casi todo, rector, profesor, alumno, consejero universitario, miembro de la Junta de Gobierno y doctor honoris causa, solamente le faltó formar parte del Patronato. Pero más que eso, fue y seguirá siendo modelo señero y ejemplar de lo que debe ser el auténtico universitario y, para quienes le conocimos y tratamos, un au-téntico doctor laureado dentro de la más estricta y rancia tradición universitaria clásica.

Mucho aprendimos de él y esta, su Universidad, puede seguir haciéndolo a partir de su ejemplo siempre vivo.

SEMBLANZA DE UN RECTOR

Jesús Ortiz Figueroa

Ingresé a la Escuela Preparatoria del Centro Escolar Agua Caliente, en Tijuana, que formaba parte del sistema educativo local, cuando Braulio Maldonado, el gobernador

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del recién constituido estado de Baja California, había puesto en manos del doctor Santos Silva Cota la novísima universidad al nombrarlo su primer rector, quien en su afán de construirla y hacerla crecer impulsaba la integración del sistema estatal de educación preparatoria que proveería de estudiantes a la universidad, y nosotros, los preparatorianos, ante la opción de convertirnos en una preparatoria federal o formar parte de la naciente Universidad Autónoma de Baja California —generaciones 1960-1962 y 1961-1963—, optamos con entusiasmo, mayoritariamente, por incorporarnos a la universidad, por lo que tuvimos que organizar un movimiento: nombrar un director, el doctor Ángel Morales Barraza, y salir del hermoso Centro Escolar Agua Caliente, antiguo casino transformado en centro educativo por el general Lázaro Cárdenas, y emigrar al imponente edifi cio de la escuela primaria Álvaro Obregón, localizado en la parte alta de la ciudad, en la colonia Altamira.

El pequeño grupo de estudiantes que se quedó en el Centro Escolar Agua Caliente fue el origen de la actual preparatoria federal Lázaro Cárdenas, mientras que nosotros orgullosamente formamos parte de la Preparatoria Tijuana de la Universidad Autóno-ma de Baja California que, con su decisión de formar parte de la universidad, culminó el previsorio proyecto del rector Santos Silva Cota de integrar un sistema de escuelas preparatorias de la Universidad con una en cada uno de los cuatro municipios de la nueva entidad federativa.

Este primer proyecto del doctor Santos Silva Cota y la fundación de las escuelas profesionales de Ciencias Marinas en Ensenada, Pedagogía y Ciencias Políticas y Sociales en Mexicali, y en Tijuana, Economía, Comercio y Administración consti-tuyen una respuesta a la vocación y a las necesidades sociales y económicas de los emergentes municipios de Baja California que nos permiten percibir la profunda visión del porvenir y la conciencia de la misión de la nueva universidad que tenía su primer rector, con quien tuve la oportunidad de encontrarme y dialogar en múl-tiples ocasiones, tanto en sus visitas a nuestra preparatoria como en las entrevistas que teníamos con él en Mexicali, en sus ofi cinas del Instituto Mexicano del Seguro Social donde trabajaba, porque me tocó ser presidente de la sociedad de alumnos y plantearle los múltiples problemas que se nos presentaban. El más grave de todos era la necesidad de un edifi cio propio pues recibíamos clases en la cocina y en el só-tano de la escuela primaria Álvaro Obregón. Años después, ya como profesionista y director del Centro de Investigaciones Históricas UNAM-UABC, tuve oportunidad de conversar con él cuando visitaba la dirección de Investigación y Posgrado de la Universidad, donde él tenía sus ofi cinas.

En aquél entonces hablaba con nosotros sobre sus proyectos, quería que la universi-dad llegara a toda la juventud bajacaliforniana, por eso promovió su temprana descen-tralización consolidando núcleos de estudiantes y profesores en todos los municipios, porque “son estos los que hacen la universidad, la infraestructura viene por añadidura”, —decía. Su planeación fue prospectiva, como respuesta a las necesidades que se plan-teaban y no con base en el exiguo presupuesto estatal. Primero se creaban las escuelas

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nombrando a los directivos, reclutando a los profesores e inscribiendo a los estudiantes, y luego se construían los edifi cios, sabiendo que los problemas son áreas de oportunidad para poner en juego nuestra capacidad que siempre es superior a nuestros problemas, porque, citando a Pascal, decía: “el hombre es infi nitamente superior a sí mismo, lo que somos hoy no es nada en comparación con lo que podemos llegar a ser”.

La personalidad del doctor Santos Silva Cota se proyecta en su obra maestra, la Universidad Autónoma de Baja California. Proyecto que asumió como tarea perso-nal desde que recibió la encomienda de hacerlo realidad y continuó trabajando en él durante toda su vida, aun después de haber terminado con éxito su gestión de rector.

Tenía plena conciencia de que hemos recibido la vida esencialmente para vivirla y saber vivirla aun sin comprenderla porque ella es la mejor escuela y solo aprendemos de ella viviéndola con plenitud. Precisamente, el peligro mortal en nuestra vida es no vivirla. Por eso lo característico en su proyecto personal de vida fue el compromiso total con los objetivos que asumió en lo individual y en lo social.

Fue un acierto de Braulio Maldonado, el primer gobernador constitucional de Baja California, depositar en él esa gran responsabilidad. La inspiración del proyecto fue de la juventud universitaria de nuestra entidad que estudiaba en la ciudad de México, organiza-da en el Club Universitario Tijuanense. Vivieron en carne propia la necesidad de emigrar del terruño y salir de la casa paterna desde la adolescencia para cumplir sus propósitos de formarse profesionalmente. Soñaron con la Universidad de Baja California, constru-yeron el proyecto, lo difundieron, promovieron la organización de un Comité promotor de la universidad integrado por los representantes de las instituciones de la comunidad tijuanense e incluso lograron aterrizarlo en un proyecto de ley orgánica que presentaron al gobernador del estado que nacía, y este, ante la evidencia de su necesidad, el reclamo de la juventud y de la sociedad bajacaliforniana, lo envió al novel Congreso local que lo aprobó naciendo así la Universidad Autónoma de Baja California.

Santos Silva Cota, otro joven universitario, recibió la misión de hacer realidad ese hermoso proyecto que nacía como un decreto, que carecía de instituciones de edu-cación superior en qué apoyarse, sin presupuesto ni infraestructura, un sueño de los bajacalifornianos que debía hacerse realidad.

Crecemos en la medida en que vencemos los obstáculos. Las grandes personalidades son las que se enfrentan a los más grandes retos y la personalidad de Santos Silva Cota recibió la oportunidad de crecer haciendo realidad el sueño de la universidad.

Vivir es luchar, sufrir, aventurarse y gozar. Solo quien toma decisiones y se arriesga triunfa, fracasa, ama y es amado. Vivir con plenitud es asumir responsabilidades, apren-der, pensar, reír, trabajar, soñar, divertirnos y servir. Leer, dialogar, meditar y cultivar la vida familiar, social y espiritual. Todo esto hizo de su vida y nos legó Santos Silva Cota en su proyecto personal y social que fue la Universidad para la juventud de Baja California.

Sobre la marcha se incorporaron al proyecto los jóvenes que lo habían iniciado, aho-ra como brillantes profesionistas, catedráticos o directores de las nacientes escuelas universitarias, porque la vida es una inversión que se hace en cada uno de nosotros,

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recibimos los talentos que debemos hacer fructifi car, es un préstamo que debemos de-volver. Y la generación que tuvo a su cargo esta tarea cumplió con éxito su compromiso, porque el valor de la vida depende esencialmente del empeño en construir en nosotros la verdadera vida que es la vida del espíritu.

Sumergidos en la fragua del vivir lo importante es aprender a aceptar los altibajos y azares de la vida; estar abiertos a la aceptación de la realidad de todos los días, la que sea, sabiendo que la paz, la felicidad y la alegría van de la mano con la lucha y el dolor. Siempre y cuando perseveremos fi rmes en la lucha, soportemos con paciencia el dolor y hagamos todo con amor. Santos Silva Cota estaba enamorado de la universidad.

Solo estamos verdaderamente vivos cuando tenemos un ideal, cuando tenemos el corazón lleno, cuando las horas del trabajo, la tensión y el gozo superan el tiempo del aburrimiento y la disipación. Santos vivió plenamente y compartió su vida con los demás, con todos los universitarios. Vivir es hacer vivir. Vivir es crear y producir para el hombre. La muerte es la esterilidad. Hoy su proyecto es nuestro proyecto y nuestro lema es: “Por la realización plena del hombre”.

IDEARIO DE UN AMIGO ENTRAÑABLE

Arnoldo A. Castilla G.

Pertenezco a la primera generación de egresados de la Universidad Autónoma de Baja California. Me tocó en suerte ser, en el momento de su creación, alumno de la Preparatoria del Estado cuando esta institución pasó a ser parte de lo que hoy es nuestra casa máxima de estudios.

El nacimiento de la UABC (1 de septiembre de 1957) fue un hecho que para muchos bajacalifornianos pasó desapercibido, pero para quienes estudiábamos el bachillerato re-presentó la esperanza de continuar nuestros estudios superiores en este terruño, al lado de nuestras familias, que por condiciones económicas estaban impedidas para costear nues-tros estudios profesionales en algunas de las ciudades del sur de la república que tenían universidades de muchos años y prestigio formando profesionistas.

En meses anteriores a la promulgación de la Ley Orgánica que creó la Universidad, se comentaba por nuestros profesores en los pasillos del segundo piso de la Sunland de Mexicali, donde se albergaba la Prepa del Estado, que pronto se crearía una uni-versidad en Tijuana de corte confesional, con recursos de la fundación Jenkins y que para detener este proceso se dio inicio a una carrera contra reloj impulsada por el gobernador del estado Lic. Braulio Maldonado Sández y el profesor Lorenzo López, director de Educación Pública y Acción Cívica del Estado. Rápidamente el Ejecutivo estatal pidió a sus asesores, encabezados por el Lic. Guilebaldo Silva Cota, elaboraran un proyecto de ley orgánica, mismo que fue concluido apresuradamente, basado en la ley que regía a la Universidad Nacional Autónoma de México.

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SANTOS SILVA COTA SU PENSAMIENTO Y TESTIMONIOS SOBRE SU TRAYECTORIA

En un salón abandonado, dividido con cartón de yeso, se llevaron a cabo largas y apasionadas discusiones en torno a esta ley y la necesidad de recursos económicos que debería aportar el gobierno del estado para echar a andar una universidad acorde con las necesidades de los bajacalifornianos.

Recuerdo que en esos prolongados debates participaban activamente el profesor Rubén Vizcaíno Valencia, el Lic. Carlos Juvera Calderón, el doctor Austreberto Silva, los químicos Guillermo Quiroz y Enrique Ante, el arquitecto Marco Aurelio Sando-val, el doctor Ramiro Bermúdez Alegría, el profesor Francisco Palau y los licenciados Teofi lo Domínguez e Isaías Ceniceros. No faltaban a las sesiones el doctor Francisco Oliva, el ingeniero José G. Valenzuela, todos los anteriormente citados profesores de la preparatoria, encabezados por el director licenciado Rodolfo Sosa y Silva.

Aprobada que fue la Ley Orgánica de la UABC, muchos alumnos caímos en decep-ción porque este hecho no se refl ejó en mejoras materiales y administrativas que nos permitieran acrecentar el aprendizaje de las diversas materias que integraban el plan de estudios. Durante un tiempo, la naciente Universidad fue solo un letrero colocado en la parte superior del edifi cio de la Escuela Cuauhtémoc, hoy Casa de la Cultura.

A los pocos meses de haber asumido el cargo de presidente del Comité Estatal Pro-Universidad, falleció el señor licenciado José G. González Cordero, quien des-empeñaba algunas funciones administrativas y directivas encaminadas a solidifi car la estructura jurídica que hasta ese momento se constreñía en una Ley Orgánica.

Ante la desgracia que representó la muerte del reconocido profesionista y miembro distinguido de la masonería ensenadense, el Lic. González Cordero, hombre recto, atento y entusiasta que dio los primeros pasos para la creación de la Universidad, los integrantes de la directiva de la sociedad de alumnos nos en-trevistamos con el doctor Santos Silva Cota, quien estrenaba el cargo de rector de nuestra casa magna de estudios.

La entrevista duró aproximadamente cuatro horas, ahí conocimos a un hombre maduro, enérgico, inteligente, quien además de contar innumerables anécdotas y enu-merar sus logros académicos, como el hecho de haber sido distinguido como bachiller laureado en la Escuela Nacional Preparatoria, exhibió una amplia cultura, basada en el pensamiento positivista de Gabino Barreda, fi lósofo, político y médico, que había sido en su época un referente del pensamiento universitario. Con anterioridad, supi-mos, por otras fuentes, que el doctor Silva Cota era en ese momento un especialista en ginecología, profesionalmente muy reconocido y con elevados ingresos económicos.

Le cuestionamos el hecho de que estuviera dispuesto a sacrifi car sus elevados ingre-sos en aras de un sueño, que era la Universidad, y nos respondió que algún día tendría hijos y ellos serían los benefi ciarios de su esfuerzo, y así fue, surgió una universidad pobre en recursos, girando cheques que las casas de cambio y los bancos no acepta-ban, con maestros y autoridades que no cobraban y que el enorme esfuerzo de impartir clases, a veces en sus despachos y consultorios personales, les sería reconocido en los anales históricos de la UABC, lo que por desgracia en muchos casos no ha sucedido.

CÉSAR RUBÉN CASTRO BOJÓRQUEZ Y ALEJANDRO MUNGARAY LAGARDA

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En la primera reunión que tenía por único objeto la presentación del comité directivo de la sociedad de alumnos, logramos el apoyo económico del rector para transformar el periódico estudiantil Adelante, que se editaba mensualmen-te, en una revista que se llamó Universidad y que era dirigida por el suscrito y administrada por el maestro Daniel Olivas, hoy profesor jubilado de la Facultad de Ciencias Administrativas, reconocido como uno de los mejores profesores de la UABC, con cuarenta años de carrera docente, autor de libros importantes en materia de economía que han llevado a considerarlo como uno de los mejores economistas del estado.

Nuestro trato con el rector Silva Cota fue casi siempre cordial, a excepción de las ocasiones en que asumía su papel de intelectual amante de la polémica o discutíamos cuestiones relativas a los destinos de nuestra Universidad.

En una ocasión, visitó la ciudad de Mexicali el Lic. Adolfo López Mateos, en ese momento candidato por el PRI a la Presidencia de la república. En una cena dada en su honor, en el edifi cio Norma de la calle Madero, un grupo de estudian-tes abordamos al candidato pidiéndole que dentro de las escuelas que estableciera la naciente universidad se incluyera una facultad de derecho, porque un buen grupo de alumnos de la prepa quería estudiar esa carrera y carecíamos de recursos para trasladarnos y sostenernos en otra ciudad del país. El candidato aceptó de buena gana interceder ante el rector Silva Cota para que se diera trámite favora-ble a nuestra petición y nos entregó una tarjeta autógrafa, dirigida al rector, en la que lacónicamente establecía su disposición para que en caso de llegar a ser presidente de la república, el gobierno federal apoyara la creación de la escuela de jurisprudencia dentro de la UABC. En este evento participamos, los ahora abo-gados, Ignacio Gallegos Gamiochipi, Óscar y Sergio Vega Valenzuela, Guillermo Clark Soto, Antonio Molina y otros en esa época compañeros estudiantes de la preparatoria. Días después, con desagrado, el rector nos manifestó su desacuerdo con nuestra petición, pues el tenía programado en meses próximos la creación de las escuelas de Oceanógrafa, Economía, Pedagogía, Contabilidad, Enfermería y Ciencias Políticas y Sociales, mismas que él consideraba eran necesarias para impulsar el desarrollo, social, económico y cultural de la entidad.

También la discusión se daba cuando abordábamos temas relacionados con la educación superior, acudía a mi ofi cina, ya siendo yo director de la Escuela Preparatoria Baja California, aun perteneciente a la universidad, en donde invité al doctor Silva a que se desempeñara como profesor, y los temas más recurrentes eran el pensamiento de Jean Piaget y de Robert Richardson Sears, y en materia económica, en ocasiones, se inclinaba por el pensamiento socialista, aunque mi-litaba en el Partido Revolucionario Institucional, la prueba de este aserto, es el hecho de que llegó a fi rmar desplegados del Movimiento de Liberación Nacional, en el que participaban abiertamente el ex presidente Lázaro Cárdenas y el ex go-bernador Braulio Maldonado Sández.

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SANTOS SILVA COTA SU PENSAMIENTO Y TESTIMONIOS SOBRE SU TRAYECTORIA

Estas líneas son testimonio del esfuerzo de un hombre que lo sacrifi có todo en pos de un ideal llamado UABC, un rector que en el maletero de su automóvil guardaba los archivos de la naciente universidad, por no tener ofi cinas donde desempeñar su encar-go, a excepción de un pequeño cubículo de madera dentro de la Escuela Cuauhtémoc, construido con material conseguido en diversas negociaciones por la sociedad de alumnos y el cual fue donado a la joven institución educativa.

Rindo testimonio de que esta universidad ha nacido y crecido gracias al esfuer-zo de directivos, maestros y alumnos, muchos de los cuales no forman parte del registro histórico de nuestra institución. Los hombres y mujeres de la comunidad académica de la UABC han luchado en forma denodada para que esta deje de ser una entelequia o botín de grupos de poder, políticos o autoridades gubernamentales, que ambicionan ejercer el control sobre el centro intelectual y el bastión moral que re-presenta nuestra universidad y donde se discuten, y deben seguirse discutiendo, en absoluta libertad, todas las corrientes de pensamiento, vigentes y no vigentes, y la problemática municipal, estatal y nacional. Sus confl ictos internos deben ser resuel-tos a través del diálogo y la conciliación. Debemos estar conscientes de que nos une el mismo ideal, que es la superación de Baja California a través de la enseñanza, la difusión de la cultura y la permanencia de la investigación. La experiencia ad-quirida con cuarenta y tres años como profesor me permiten afi rmar que la mística que debe presidir a nuestra casa máxima de estudios debe nacer de la confi anza, el respeto, la buena fe y la unidad de propósitos. Este fue el ideario del doctor Santos Silva Cota, rector de la UABC y amigo entrañable.

LUCHADOR INCANSABLE DE LA EDUCACIÓN LIBRE

César Obregón Martínez Sanz

Cuando salimos a la luz en el estudio de las ciencias del mar, en 1961, comprendimos que éramos iniciadores en México y Latinoamérica de una carrera profesional a la que llamamos oceanólogo, dedicaba a entender el extenso campo de la relación tierra-mar, en un país como el nuestro con más de 10 000 kilómetros de litorales en dos grandes océanos.

Santos Silva Cota pasó a ser el instaurador de una política de función acadé-mica con alcance de verdadera autonomía. Lo reconocemos como un luchador por la autenticidad autónoma universitaria en oposición a las tentaciones de una educación estatizada.

Santos Silva se multiplicó por mil en esta Ensenada de su nacimiento. Lo recorda-mos siempre como el gran forjador de nuestra juventud.

CÉSAR RUBÉN CASTRO BOJÓRQUEZ Y ALEJANDRO MUNGARAY LAGARDA

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EL HOMBRE ENTUSIASTA Y GENEROSO

María Elena López Ponce

En el inicio del año 1962 empecé a trabajar en el entonces Departamento Escolar de la UABC, gracias a la maestra Sara de la Cruz Silva Cota, cuando recién comenzaba a andar esta institución. El departamento se ubicaba en un salón de la Escuela Cuauhtémoc que en ese tiempo era la Preparatoria Mexicali. En esos mismos años, el doctor contrajo nupcias y nos invitó a la ceremonia. El 14 de septiembre de 1964 nos cambiamos a la calle B, donde estaban ubicadas la Facultad de Ciencias Sociales y Políticas y la Rectoría, fue ahí donde empecé a convivir con el doctor Santos Silva Cota. Posteriormente nos mudamos a la avenida Obregón.

En aquel tiempo la universidad aún no tenía subsidio por parte del gobierno, y el doctor Santos, cada vez que nos encontrábamos, me decía a tono de broma: “¡María Elena, María Elena!... no va a haber quincena porque no han pagado los de Pedago-gía”. Sin embargo, nuestro pago siempre llegó puntual.

Preocupado por crear un ambiente de amistad entre los trabajadores, el doctor San-tos Silva organizaba año con año, en el mes de junio, un paseo a Tecate, en donde convivíamos todos los trabajadores universitarios asentados en el estado.

Caracterizado por su simpatía y sencillez, lo recuerdo como un rector muy querido por todos aquellos que tuvimos el gusto de conocerlo.

Pasaron los años, y la Universidad fue creciendo a una velocidad desmesurada; ambos lo atestiguamos. Muchas cosas cambiaron, pero el entusiasmo por la UABC permaneció en el doctor Silva Cota hasta su último suspiro, el día 10 de mayo del 2011, dos días después de mi jubilación, a los 48 años de servicios, de 1962 a 2011.

EL PILAR DE LA UABC

Miguel Gárate Velarde

El recordado amigo doctor Santos Silva Cota, con su ausencia física nos dejó un gran vacío, pero está presente de manera constante entre sus compañeros de la Universidad Autónoma de Baja California, porque incorporó a su vida profesional y humana el proyecto de creación de nuestra casa de estudios y se convirtió en un pilar de la misma.

Como fundador de la institución, constructor de escuelas y facultades, así como de bibliotecas, fue una persona eminente en nuestra institución. Un forjador del proyecto institucional, un líder humanista que inspiró a las generaciones pasadas, presentes y futuras. Le tocó presenciar con el mismo entusiasmo y sentido de per-tenencia el rápido crecimiento de la institución, así como su prestigio científi co y académico. De ello siempre se sintió orgulloso.

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Al posgrado en medicina, agregó el de maestro en biología. Con ello demostró el compromiso que siempre tuvo con el conocimiento. Sin embargo, al graduarse con los científi cos de su generación, pronunció un discurso humanista, acorde con su concepción del quehacer universitario. Más allá de los logros académicos y materiales, su legado es cultural, de esos que anidan en la conciencia de las generaciones que le acompañamos y las posteriores. Siempre mantuvo vivo el espíritu universitario y el amor por nuestra Uni-versidad. Quienes tuvimos el gusto de tratarlo, lo hicimos con respeto, aprecio y gratitud.

Santos Silva Cota es un ejemplo a seguir, un modelo para los universitarios porque vivió para hacer el bien, impulsar la cultura y la educación superior. Su legado es imperecedero.

POEMA AL DOCTOR SANTOS SILVA COTA

Luz Mercedes López Barrera

Su mirada se clava en el horizonte, deseosa de salvaguardar el devenir de toda una vida, que encarne su ser, su yo interior.

Es dueño del lenguaje, y se yergue orgulloso cuando su voz es escuchada, y con de-leite inspirador reta a su interlocutor, lo cuestiona y lo obliga al razonamiento socrático.

Se admira del mundo actual, toma nota de él, y su pluma se detiene en el punto fúlgido, en la palabra sobre el tiempo, en la escritura de la mañana, en el trazo exacto con el que su voz dibuja las fantasías que no caben en la realidad, porque su destina-tario está en el anonimato.

SUEÑOS REALIZADOS

Lydia Coronel Yáñez

Para dedicarse toda una vida a ejecutar un proyecto que benefi cie a una comunidad entera se necesitan muchas cualidades. Decisión, carácter fi rme, visión son algunos de los adjetivos que describen a un hombre emprendedor que supo materializar las ambiciones propias y las de su entorno con escasos recursos, pero con una enorme cantidad de ideales.

Cualquiera puede tener grandes anhelos, pero solo algunos logran concretarlos, porque para soñar hay que ser valiente, hay que tener un gran compromiso y, sobre todo, una enorme responsabilidad. Agradezco al doctor Silva por haber tenido la va-lentía para decidirse a soñar despierto y por, tal vez sin imaginarlo, mantener ese sue-ño vivo al extender infi nitamente su obra a todas las generaciones que le han seguido, lo que nos ha permitido realizar nuestros sueños individuales.

CÉSAR RUBÉN CASTRO BOJÓRQUEZ Y ALEJANDRO MUNGARAY LAGARDA

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MI HERMANO SANTOS

Guilebaldo Silva Cota

Fue mi primer maestro. El tenía 6 y yo escasos 3 años. En unos cuantos meses me enseñó a leer y escribir. Nuestro padre el profesor Andrés Silva Vite, director de la Escuela Progreso de Ensenada, había gestionado y logrado que maestros del territorio norte fueran admitidos en los cursos que impartiría la gran educadora italiana María Montessori a maestros estadounidenses en los veranos de 1926 y 1927 en Clearmont, California. Quince maestros del territorio asistieron a esas conferencias y prácticas pedagógicas. Santos quería demostrar que los niños mayores pueden enseñar más rápidamente a los niños menores. Yo sería la prueba.

En el año de 1928, toda la familia nos fuimos a la ciudad de Mexicali en donde nuestro padre sería director de la Escuela Primaria Benito Juárez recién construida por el goberna-dor general Abelardo L. Rodríguez. Santos, con sus mismas ideas, organizaba a alumnos de los segundos y terceros años para enseñar a los de primer grado. Cuando se fundó la Escuela Secundaria Agrícola como primer instituto de esta categoría, en el año de 1934, al convocarse a la sociedad de alumnos de dicha escuela para escoger el lema de la asocia-ción, triunfó la propuesta de Santos “Eleva y elévate”. Siempre tenía la idea de superación.

Más de treinta terrinorteños nos fuimos a la ciudad de México sucesivamente a es-tudiar; se formó el bloque de estudiantes en el año de 1940, con cuatro específi cos ob-jetivos: rentar una casa para el estudiante terrinorteño; lograr, a propuesta de Santos, la creación de la Universidad Autónoma de Baja California y el Instituto Politécnico Regional y que el territorio norte se convirtiera en estado federal, a propuesta general. Los cuatro propósitos se obtuvieron.

Se recibió de médico y se dedicó en Mexicali a la medicina social y empezó a atender los problemas de salud de los poblados del campo. Después, puso su consultorio médico en la ciudad; se convirtió en jefe de los Servicios Médicos del Instituto Mexicano del Se-guro Social, y con ello logró la efi ciente y oportuna atención médica para los benefi ciados. Su inquietud de perfeccionamiento lo regresó a la ciudad de México en donde se recibió de anátomopatólogo, el primero de Mexicali; creó el Instituto de Cancerología.

Su activismo por la educación lo coloca como integrante del Comité Pro-Univer-sidad de la recién creada Universidad Autónoma de Baja California. Con la repentina muerte, por infarto, del que hubiera sido el primer rector, licenciado Jose G. González Cordero, Santos asume en sustitución ese dignísimo honor. ¿Era cierto lo sucedido? Su ideal universitario y su destino se habían conjuntado. Con esa pregunta me dice, “creo que ahora se podrá hacer mucho por la educación de las juventudes, por el es-tado y por México”. No hay que crear una ciudad universitaria, hay que distribuir las escuelas en cada una de nuestras ciudades. Con esta idea central puso toda su volun-tad y energías al servicio de la educación universitaria. Por eso no dudó en hipotecar su casa para aliviar los problemas económicos iniciales cuando fue necesario.

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Terminó su tiempo y los distintos rectores que le sucedieron contribuyeron en la creación de más institutos y escuelas hasta lograr que la de Baja California sea una de las mejores califi cadas en el país. El éxito de la universidad, dijo Santos Silva, hace unos años, se debe a la responsabilidad de sus sucesivos rectores, maestros, directores y alumnos siempre en constante crecimiento.

Genio y fi gura. Días antes de morir me dijo sentencioso tomándome de la mano: “Confío que alumnos, personal docente y directivos universitarios continuarán con el mismo celo y cuidado para mantener el prestigio de la Universidad y de esta obliga-ción moral no excluyo a nadie”.

UN HOMBRE PARA LA HISTORIA

José Ma. Rodríguez Mérida

Ha pasado a la historia como uno de los personajes más destacados e importantes que tiene Baja California, por lo que en reconocimiento a tus méritos y lo importante de tus actos, por el servicio y devenir histórico de México, se te considera como un mexicano que fue uno de los hombres más importantes en la historia de nuestro estado, como médico, como activista político y como uno de los fundadores clave para la formación de lo que es hoy la Universidad Autónoma de Baja Californ ia.

A MI HERMANO

Sara Silva Cota

El ser humano desea tener una familia, un libro, un hijo. Santos fue el tercer hijo de Andrés Silva Vite y de Elvira Cota Sosa. Siempre estuvo al pendiente de su madre, hasta lo último: aceptar la muerte. De chico hizo lo que quiso hacer.

Era mi protección en todo lo que necesitaba, era mi compañero de fi esta, estaba pendiente de todo. Enseñó a leer a Guilebaldo. En secundaria fue un alumno destaca-do, siempre con excelentes califi caciones; siendo estudiante de preparatoria concursó para recibir una beca con varios estudiantes, la cual obtuvo por sus sobresalientes califi caciones y la sostuvo hasta el fi nal de su carrera de medicina.

Regañón por naturaleza, pero siempre seguro de lo que quería. Tuvo una infancia llena de actividades. De adulto se preocupó por la educación, lo cual lo llevó a crear la Univer-sidad Autónoma de Baja California. Siempre estuvo pendiente de su familia, siempre al lado de sus hijos, en valores, educación, hasta el fi nal de sus días.

Mis hermanos y yo volveremos a estar juntos para vivir proyectos… Hasta luego Santos, tu hermana Sara.

CÉSAR RUBÉN CASTRO BOJÓRQUEZ Y ALEJANDRO MUNGARAY LAGARDA

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A MI PADRE

Santos Enrique Silva Paz

Te recuerdo por tus enseñanzas, por tu ejemplo y tu voluntad por ayudar. Siempre te admiraré por tu huella imborrable y profunda que nos dejaste a todos.

Te quiero Papá.Tu hijo, Santos Enrique.

AL FILÓSOFO, AL MAESTRO, A MI PADRE

Andrés Silva Paz

Gracias por haber compartido tu pensamiento y sueños; tu espíritu de realizar siempre las cosas por el camino correcto y del benefi cio común. El haber hecho un anhelo realidad para todos los bajacalifornianos, una gran institución del saber, con muchos sacrifi cios familiares y económicos, que junto con tu leal y gran compañera, mi madre, vadearon, que estuvo contigo hasta el último respiro de tu vida.

Siempre preocupado por el destino de la educación, por las futuras generaciones, por promover la ciencia y el conocimiento, por tener un mundo más justo.

Muchos fueron testigos del impulso que le diste a las ciencias, a la investigación y a la educación en esta tierra, como el protagonista de ello, registrado en ese cronóme-tro llamado historia, donde dejas tu ejemplo y tu legado; a todos nos diste una lección de cómo comportarse ante el reto y las adversidades. Esa aura humanista, que siempre te rodeó, prevalecerá en el presente y futuro.

Te quiere tu hijo Andrés.Cito una frase de mis abuelos Andrés y Elvira: “México necesita padres que quieran

a sus hijos y maestros que ens eñen con cariño…”.

EL HOMBRE, EL AMIGO, EL MAESTRO: MI PADRE

Laura Elena Silva Paz

En este momento de conexión entre refl exiones, recuerdos y letras, quiero contarte algo que se refi ere a nosotros dos: la experiencias de vida que aprendí estando a tu lado sin que supieras… fue la lucha constante de enfrentar el valor de ser una familia y de mantenerla unida, a pesar de las adversidades. Ahora lo comprendo y quiero expresarte mi gratitud y amor aunque tal vez en otra vida podré agradecértelo. De esta manera me mostraste la sencillez en que como seres humanos debemos ayudarnos, apoyarnos y cuidarnos.

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Te vi ayudar a personas que nada tenían, te vi atender la casa y a todos los que vi-vimos en ella. Te vi llegar cansado de trabajar, dejar los problemas en la puerta y darte tiempo para repasar las tareas de matemáticas, geografía, ciencias naturales y otras más, ¡aunque en algunos de estos intentos lograra huir!, es así que aprendí a valorar el hogar, experiencia que trato de transmitirle a mi familia en cada momento que se vive.

Me has dado mucho, tu nombre limpio y digno, tu ejemplo recto, tu tiempo, tu amor, tu paciencia, tu visión anticipada de un futuro que exige cada vez mejores individuos y la preparación amplia en campos cultos de las ciencias naturales y biomédicas a las que en afi nidad nos acoplábamos a platicar tendidamente. Un hombre muy ocupado por la educación, es así que eres la fi gura perpetua de una institución universitaria de gran realce, tu UABC… Quiero agradecerte la acertada labor, de crear esta casa de estudios en esta tu región, cuyo precepto fue creado para que tus hijos, los hijos de tus hijos y los que no fueran tus hijos, se formaran como buenos ciudadanos y seres humanos.

Papá, eres ejemplo a seguir y el más excelente de los maestros.Con cariño tu hija...

UN SER EXTRAORDINARIO

Natalia Silva Paz

Su obra como educador fue monumental. Elevó a planos altos la educación superior, fue su gran preocupación y su mejor logro fi ncar en Baja California una institución que dio frutos a través del tiempo y que cada año de avance fue su orgullo.

Preocupado por el estudio profundo de la naturaleza humana, en la búsqueda del bienestar y el mejoramiento de la vida en todos sus ámbitos, su constante cuestionamiento sobre los orígenes, esencia y destino de quienes lo rodeaban buscaba explicaciones fi losófi cas y espirituales, aun cuando era un ser escéptico.

Su naturaleza como amigo y padre me dejó muchas enseñanzas, fue mi guía incon-dicional, aun cuando el problema era en el ámbito sentimental siempre estuvo a mi lado sin condición, recuerdo sus palabras… “qué tiene la zarzamora que llora y llora por los rincones”, siempre refi riéndose a mí con un cariño incondicional. En una oca-sión leí al psicólogo Erich Fromm que señalaba en algunas de sus teorías, citadas en el libro El arte de amar, que el amor de padre era condicionado, distinto al de la madre que se entregaba sin condiciones. Hoy, después de hacer una refl exión, me doy cuenta de que el autor estaba en un total error, pero si seguimos revisando sus teorías, tam-bién hablaba de la existencia de una estrecha y excelente relación entre padre e hija; para él sus tres hijas: Laura, Julia y una servidora fuimos siempre su ramillete, orgu-lloso de nuestros logros, empujando siempre nuestro andar y exigiendo resultados; no tengo más que decir que mi padre fue un ser excepcional, aún con su carácter fuerte estuvo siempre tomándome de la mano en mi caminar, incluso cuando discutíamos y

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estábamos en un total desacuerdo, él me hacía sentir que era parte de mi aprendizaje, y, sin decir nada, tomaba de mi mano para levantarme cada vez que tropezaba.

Comprendía las necesidades y buscaba soluciones, le gustaba platicar sobre fi -losofía, biología, matemáticas, ecología, educación, sociedad, siempre cuestionaba y hacía que sus allegados refl exionaran en sus ideas y consideraciones. Activo en pensamiento y cuerpo, no se dejaba caer ante las circunstancias, siempre fuerte aun cuando en sus últimos días decaía por su enfermedad, en el hospital sonreía al ver mis ojos y me daba un beso cuando sentía la necesidad de decir te quiero.

Dejó este pensamiento el cual plasmó en un simple papel, y que pude recuperar antes de que me cerraran las puertas a su espacio íntimo, y dice así:

“Aún puedo escribir las ideas que se van rápido, levantan al vuelo adiós. Aún con-servo ideas claras de las cosas, la confusión está en la construcción, no hay temblores, el pulso es de 84”.

Al leerlo compruebo una vez más, que aunque ya no estaba físicamente con noso-tros, su pensamiento y su alma seguían presentes.

Con amor tu Zarzamora.

M e n s a j e s p ó s t u m o s

EE p í l o g o

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EPÍLOGO

Alejandro Mungaray Lagarda

Santos Silva asumió la Rectoría por un acuerdo del decreto que ya existía y el término de su gestión estaba establecido por un criterio que la Junta de Gobierno debía determinar. Si hubiera sido pasivo, la etapa de iniciación de

la Universidad hubiera durado 14 años, lo cierto es que la precipitó con tanta actividad. Esta etapa inicial debía terminarse con base en factores de tipo económico, político y de desarrollo. Duró siete años y nunca dejó de trabajar en ella. A medida que su familia crecía, surgieron más necesidades y ya no tenía capacidad económica para enfrentarlas. De hecho, se le había autorizado, por un acuerdo del secretario de Educación, que parte del subsidio se destinara al pago de su salario, puesto que él se sostenía con el bajo sueldo del IMSS, los 1 200 pesos del salario de la Universidad y con los ajustes de cinturón. Por ello, la ANUIES promovió que del subsidio de la Universidad, se destinara el pago de cinco mil pesos al rector, cantidad que no alcanzó a cobrar.

Pese a ello, Santos Silva no cedió en ninguna actividad. Viajaba en las tardes o en las noches. Ocupaba a veces sus noches para ir a Tijuana y volver en la madrugada, en su carro, pagando la gasolina, algunas veces acompañado de su leal y solidaria esposa. Otras veces iba y venía en la madrugada a arreglar asuntos en Tijuana o en Ensenada, usando las horas fuera del IMSS. Por ese motivo no pudo sacar adelante su consultorio ni pagar sus letras, y como su carro se quedó en prenda, al embargarle el consultorio le quitaron el carro. Quien sufrió por eso fue su esposa, doña Laura Paz Ramírez, pues a él con un rato de buena charla se le olvidaba todo.

Dejó la Universidad en un clima maduro, pues la entrada de un nuevo gobierno con una actitud diferente a la del Lic. López Mateos repercutió en las relaciones políticas. Algunos promovieron la agitación y empezó a surgir la inquietud de lo que iba a pasar. Él se dio cuenta y presentó un documento donde determina que

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debe separarse. En este contexto, no promueve nada que no pueda llevar a cabo y entonces aparecen los grupos estudiantiles inadecuadamente manejados. Eran tiem-pos de cambios políticos en el estado y él solo pidió respeto para la Universidad y para su familia. A cambio, él entregaría la Rectoría en un acto universitario, y así se lo dijo al señor gobernador, por los efectos que podría tener tal cambio en los tres máximos organismos: Patronato, Junta de Gobierno y Consejo Universitario. La entrega a Pedro Mercado fue en presencia del presidente de la Asociación Nacional de Universidades, el 18 de mayo de 1966.

En los cuatro años siguientes, se dedicó a rehacer su casa, su matrimonio, a tra-bajar en el IMSS, a comprar un carro, pues ya no tenía; asistió a un curso del Seguro Social y se destacó en la seguridad social antes de ingresar como miembro a la Junta de Gobierno de la Universidad, en 1970. Se considera a sí mismo un heredero del desprecio de los bienes materiales sin utilidad práctica inmediata. México tenía una adecuada estabilidad económica y pensó que con un salario y pensión, podría vivir tranquilamente. Además, tenía la edad adecuada para ser idealista, y por eso no cuidó de los bienes materiales y del futuro.

Santos Silva estuvo convencido de que una de las cosas que han asegurado el bienestar de la Universidad, es que no se tuvo miedo a la política. Si alguna vez hubo algún problema, fue debido al estado de descomposición social existente a nivel na-cional. También estuvo convencido de que los universitarios hicimos nuestra regla-mentación, nombrado nuestros rectores y a nuestros directores, cada vez de manera más independiente, en el marco jurídico que establece la vigencia de la autonomía. Ello se ha debido a que las autoridades universitarias han actuado con prudencia y a que el gobierno ha actuado con respeto a la Universidad.

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ÍNDICE

Prólogo ......................................................................................................................................................... 7

Introducción ................................................................................................................................................ 11

DiscursosEl camino es muy largo, lleno de inquietudes y desencantos, pero no nos causa desazón ...................... 17La Universidad Autónoma de Baja California asume su misión formadora y orientadoracon profundo sentido nacional ................................................................................................................ 19En 1959, la idea de la universidad solo estaba representada por su ley orgánica .................................... 21Las tendencias mundiales se encaminan hacia el campo económico, pero nosotros no debemos claudicar ............................................................................................................................. 27Año del jubileo: 50 años de Universidad ................................................................................................ 32

EntrevistaEntrevista de Wina Coulther con el doctor Santos Silva Cota ................................................................. 39

De su plumaFilosofía y educación ante el nuevo orden mundial ............................................................................... 105La Escuela Superior de Pedagogía ........................................................................................................ 111La creación de una institución ....................................................................................................................Autonomía y auditoría. Yo me quedo con mi ley .................................................................................. 117La ANUIES en la percepción de la Universidad Autónoma de Baja California (1957-1971) .................. 119Rumbo al 50 .......................................................................................................................................... 136Ecos del bicentenario y del centenario .................................................................................................. 138Medalla al Mérito Universitario ............................................................................................................ 139

Cartas a Alejandro Ideas para un proyecto de desarrollo universitario ................................................................................ 141

12 de enero de 2005 .............................................................................................................................. 14817 de mayo de 2005 .............................................................................................................................. 150Dr. Alejandro Mungaray Lagarda ......................................................................................................... 151

Gestor de la UABC

Dr. Santos Silva Cota. Primer rector de la UABC ................................................................................... 155La Universidad: más que un anhelo, una realidad, 1959-1966 .............................................................. 158Santos Silva Cota y el inicio de la Universidad Autónoma de Baja California .................................... 189Santos Silva Cota, 1959-1966 .............................................................................................................. 225Su paso por la Junta de Gobierno ......................................................................................................... 238

Mensajes póstumos ................................................................................................................................... 241

Epílogo ...................................................................................................................................................... 265

Santos Silva Cota su pensamiento y testimonios sobre su

trayectoria se terminó de imprimir en noviembre de 2014

en Comersia Impresiones S.A. de C.V., Insurgentes 1793

int. 207, colonia Guadalupe Inn, CP. 01020, Mé xico, D.F.,

tel. (55) 5662-1872. El tiraje consta de 1 000 ejemplares.