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Unidad Didáctica XI É T I C A

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Unidad Didáctica XI

É T I CA

Ética (IES Luis de Camoens) Prof. Manuel Calleja Salado

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1.- LA ÉTICA DENTRO DEL CONOCIMIENTO FILOSÓFICO ARISTÓTELES dividía las diferentes ciencias en tres grandes ramas: las ciencias teóricas, las ciencias prácticas y las ciencias productivas. Las ciencias teóricas se ocupan del conocimiento abstracto de los principios más generales y abstractos de la realidad (matemáticas y metafísica); las ciencias prácticas son las que conocen y regulan las acciones humanas (ética y política); finalmente las ciencias productivas son aquéllas que nos proporcionan conocimiento acerca de la forma de hacer cosas determinadas y del modo de conseguir determinados efectos (reglas para hacer algo, cómo hablar bien o construir un edificio). La ética es una ciencia práctica, es decir, una disciplina que conoce y regula un conjunto de acciones humanas. Para ARISTÓTELES las acciones que forman parte de la ética son las acciones del individuo, las cuales deben ser enjuiciadas desde la perspectiva del bien y del mal. La filosofía medieval consideró que la realidad y el conocimiento sobre la realidad, ciencia o filosofía, versaba sobre el Ser. El Ser tenía tres grandes facetas, a las que denominaron trascendentales: estas tres grandes facetas del ser eran la Verdad, el Bien y la Belleza. La ética era la parte de la filosofía que se dedicaba a estudiar el Bien. En la actualidad la ética es una de las partes fundamentales de la filosofía, aunque desde KANT tiene una gran independencia respecto de otras ramas de la filosofía. En todo caso, la ética sigue siendo una pieza clave de la filosofía, y además sigue siendo una disciplina estrictamente filosófica. 2.- ÉTICA Y MORAL. DIFERENCIAS Y CONVERGENCIAS 2.1.- Diferencias y convergencias entre ética y moral Los términos “ética” y “moral” suelen causar cierta confusión sobre su significado. “Ética” procede del término griego “tà ethikà”, que significa “lo acostumbrado”; “moral” procede de un término latino, “mos”, que también significa “costumbre”. Etimológicamente no hay diferencia entre los dos términos. Pero tampoco hay diferencia entre ambos en el uso filosófico, ya que ambos vienen a significar lo mismo, y por tanto son sinónimos.

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En todo caso hemos de indicar que ha habido algunos intentos de establecer diferenciaciones entre moral y ética. Vamos a ver dos de estos intentos: 2.1.1. Primera diferenciación Una corriente española mantuvo durante mucho tiempo que la ética es la reflexión filosófica sobre las formas de la vida humana, mientras que la moral son las diversas formas de la vida humana. Distinguía entre moral pensada, ética, y moral vivida, moral. 2.1.2.- Segunda diferenciación La segunda diferenciación ha tenido mucho éxito en los medios de comunicación españoles. Se sostiene que la ética es la reflexión sobre la conducta del ser humano, en su referencia al bien y al mal, utilizando únicamente la razón; por el contrario la moral sería lo mismo que la ética, pero su origen es religioso. 2.2.- Objeto, fin y método de la ciencia ética El objeto de una ciencia o de una disciplina del conocimiento es a lo que se dedica esa ciencia. El objeto de la ciencia ética es hallar el fundamento de la conducta del ser humana sobre el bien y el mal de ésta, las circunstancias en las que se da esta conducta y la capacidad del ser humano respecto al bien y el mal y a su consecución. La ética, como ciencia que es, quiere conseguir afirmaciones, enunciados, de carácter universal, es decir, enunciados válidos para toda persona, todo lugar y todo tiempo. La ciencia física formula leyes físicas, la ciencia ética enuncia leyes morales o éticas.

Debemos indicar que la ética se ve matizada por el cambio de circunstancias sociales, culturales y políticas, por lo que habrá que modular sus enunciados dependiendo del momento, lugar y personas para los que se da. Aunque también debemos decir que hay que tener motivos muy serios para plantear y legitimar excepciones a las leyes morales. Las ciencias pueden dividirse en ciencias descriptivas y ciencias normativas. Las ciencias descriptivas son aquéllas que describen las cosas tal y como se encuentran en la realidad, mientras que las ciencias normativas son aquéllas que indican como deben ser las cosas. La ética es

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tanto una ciencia descriptiva como una ciencia normativa, dice cómo son las cosas y también indica cómo deben ser las cosas. Por un lado la ética describe al ser humano desde la perspectiva del bien y del mal, y también señala qué acciones deben realizarse, como el bien se hace realidad y cómo debe evitarse el mal. 2.3.- Ética como estructura y ética como contenido ARISTÓTELES y TOMÁS DE AQUINO consideraban que el ser humano realizaba cualquier acción buscando el bien, pero todos sabemos que no todo lo que consideramos que es un bien, lo es realmente; un ladrón puede considerar como un bien para él mismo tener un éxito en su atraco, pero un atraco es una acción mala.

Se planteaba la discusión sobre si realmente siempre que actuamos buscamos un bien o alguien puede a llegar a actuar buscando un mal para sí mismo. Si aceptáramos lo dicho anteriormente tendríamos que admitir que hay un bien que es un mal, lo que constituye una contradicción inadmisible en una ciencia. XAVIER ZUBIRI distinguió dos formas de ética. Cuando hablamos de que todo ser busca en sus acciones alguna forma de bien nos encontramos ante una ética como estructura, pero cuando nos referimos a si ese bien buscado es realmente un bien, desde en punto de vista moral, nos hallamos ante la ética como contenido. 2.4.- Ética formal y ética material Hay dos formas fundamentales de hacer ética. La primera, a la que llamamos “ética formal”, es indicar el camino para que cada individuo busque el bien por sí mismo, un camino que ofrezca la seguridad de alcanzar el bien, pero no indicándole al individuo que es el bien y qué acciones son buenas o malas. La segunda forma de hacer ética, que es la “ética material”, consiste en elaborar criterios, pautas y normas éticas que se tienen por buenas y que el individuo acepta como tales y las cumple. La ética formal tiene una estrecha correlación con la autonomía moral, mientras que la ética material la tiene con la heteronomía moral. Autonomía y heteronomía la estudiaremos en el epígrafe 5.2.

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2.5.- Ética general, ética especial y deontología profesional Tradicionalmente la ética se divide en dos partes, la ética general y la ética especial. La ética general se ocupa de los fundamentos de la vida moral de los seres humanos y los principios fundamentales del comportamiento moral, mientras que la ética especial aplica los principios fundamentales a situaciones concretas. En los países anglosajones, a partir de la segunda mitad del siglo XX, apareció una forma singular de hacer ética, las llamadas deontologías profesionales o éticas profesionales, dedicadas a establecer normas que deben seguir las personas que trabajan en determinada profesión. Realmente las deontologías profesionales son normas, escritas y establecidas, que se deben aceptar, que si bien no son normas legales, sí son tratadas como tales por las instituciones profesionales que las reconocen. La deontología profesional es una especie de normas jurídicas que se han dado a sí mismo un conjunto de profesionales y sólo son aplicables a ese mismo conjunto. 2.6.- El juicio moral (o ético) y otras formas de juicio. Diferenciación Un juicio es una acción de la razón humana que afirma una cualidad sobre una cosa. Dependiendo de la disciplina científica en la que nos encontremos la forma y las exigencias del juicio variarán.

El juicio moral o juicio ético es decir que algo es bueno o malo, moral o inmoral; sólo esto es un juicio moral o ético. Pero el juicio moral no es, evidentemente, la única forma de juicio que realizamos los seres humanos. 2.6.1.- El juicio moral (o ético) y el juicio científico

Un juicio científico, como sabemos, afirma algo de una cosa después de haber sometido esta afirmación a la exigencia del método hipotético-deductivo. El juicio científico sólo afirma que su contenido debe ser tomado por verdadero, pero no quiere decir que ello sea bueno. Pongamos un ejemplo un poco extremo. Los médicos saben que los niños con “síndrome de Down” tienen, en principio, una menor esperanza de vida que los niños de la misma edad que no padecen este síntoma. Se ha planteado el problema que un niño con “síndrome de Down” necesitaba un trasplante de riñón, al igual que en el mismo hospital había otro niño, sin

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este síndrome, que también necesitaba de ese mis trasplante. ¿Debe tenerse en cuenta el conocimiento médico sobre la esperanza de vida de los diferentes niños cuando se tenga que decidir a cuál de ellos se destina el primer órgano disponible? 2.6.2.- El juicio moral (o ético) y el juicio psicológico La psicología es una ciencia que ha cobrado una gran relevancia en la segunda mitad del siglo XX. El objeto de la psicología consiste en explicar los diversos procesos de nuestro cerebro o de nuestra mente, así como de los problemas que se pueden presentar en estos procesos (las anomalías psicológicas y las psicopatologías). Dentro de la psicología, toda una rama terapéutica, se dedica a la modificación de la conducta, es decir, la forma de conseguir que una persona se comporte de un modo diferente. Cuando la psicología propone un modelo al que se debe aspirar, hay que analizar, éticamente, si realmente el modelo al que hay que llegar es éticamente bueno, pues que sea deseable psicológicamente, no quiere decir necesariamente que sea correcto o bueno desde la perspectiva ética o moral. 3.- LA LIBERTAD COMO CONDICIÓN PARA QUE SE DÉ LA ÉTICA 3.1.- Concepto de libertad La libertad es condición necesaria para que haya vida ética o vida moral. Sin libertad no hay ética.

¿Qué es la libertad? La libertad es la capacidad que tiene el ser humano de elegir entre diferentes opciones sin ser coaccionado por nada ni nadie. El individuo tiene que colaborar con su propia libertad, tiene que facilitarse a sí mismo el mayor número de opciones posibles, para que su elección sea lo más rica posible. 3.2.- El fundamento biológico de la libertad: la ruptura de la signitividad

Los animales no necesitan tener moral o ética porque no tiene libertad, ya que su comportamiento obedece a las pautas proporcionadas por los instintos. Los instintos asocian necesariamente un estímulo a una respuesta, por lo que, en términos generales, su comportamiento está

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“programado biológicamente”. A esta situación se le denomina “signitividad”. La evolución, en los seres humanos, ha producido una modificación sustancial en la relación entre el estímulo y la respuesta al estímulo. Los seres humanos no necesitamos dar una respuesta inmediata a los estímulos que se nos presentan, podemos aplazar, incluso definitivamente, la respuesta al estímulo, por lo que podemos afirmar que hay una ruptura de la signitividad. En consecuencia los seres humanos tenemos que buscar cuál es la respuesta adecuada a los diferentes estímulos que recibimos, y es en esta posibilidad de elección, que no tienen los animales, donde nace la vida ética o moral. 3.3.- Ética, naturaleza y cultura Decía JOSÉ ORTEGA Y GASSET, uno de los pensadores españoles más influyentes, que no es posible hablar de naturaleza humana, porque el ser humano no tiene naturaleza, sino que sólo tiene cultura. En término generales esta idea debe ser matizada, pues, aunque hay que admitir la ruptura de la signitividad, ello no quiere decir que en los seres humanos no tengamos una ineludible base biológica. Tenemos una naturaleza, pero ésta tiene un papel menor que en el resto de los seres vivos. La ética es un producto de la vida cultural, es decir, de las respuestas que damos a nuestros problemas sin tener en cuenta ningún instinto. La ética no viene dada por la naturaleza, porque si así fuera no habría ética al no haber libertad. La ética es fruto de la cultura, y sólo de la cultura. 3.4.- Libertad positiva y libertad negativa. Libertad externa y libertad interna 3.4.1.- Libertad positiva y libertad negativa 1 El pensador inglés ISAIAH BERLIN consideraba que bajo el término “libertad” se ha hecho referencia a dos realidades diferentes, e incluso contradictorias entre ellas.

- La libertad negativa se corresponde, en sus líneas fundamentales, con el concepto de libertad que hemos dado en el apartado 3.1.

1 Los adjetivos “positivo” y “negativo”, en este contexto, no hacen referencia a ningún tipo de valoración, según el cual lo positivo es lo bueno y lo negativo es lo malo. “Positivo” procede el verbo latino “ponere”, es decir, aportar algo, mientras que “negativo” significa quitar.

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Libertad negativa es la capacidad de hacer lo que se quiera sin ningún impedimento externo que lo impida. BERLIN sostiene que esta es el verdadero concepto de libertad, que sin libertad negativa no hay ninguna forma posible de libertad.

- La libertad positiva consiste en proporcionarle a la acción

humana un objetivo que la condiciona. Por ello las diferentes opciones de la libertad humana quedan supeditadas a la consecución del objetivo. Esta versión de libertad fue elaborada por AGUSTÍN DE HIPONA, pensador romano-cristiano del siglo V, y en nuestra época fue retomada por los pensadores marxistas.

Especialmente desde algunas posturas religiosas, se ha defendido que

la verdadera libertad es la libertad positiva, utilizando el término peyorativo de “libertinaje” para la libertad negativa. Esto no es aceptable, porque si no hay libertad negativa, no hay verdadera libertad. 3.4.2.- Libertad externa y libertad interna El ser humano tiene dos tipos de vivencias fundamentales. El ser humano se relaciona con el mundo exterior, y consigo mismo, con su realidad interior.

- La libertad externa es la posibilidad de elegir efectivamente entre diferentes opciones de actuación sobre la realidad externa al ser humano.

- La libertad interna es la posibilidad de tener diferentes ideas

sobre las cosas dentro de la propia conciencia. A la libertad interna se le ha denominada también libertad de conciencia o de pensamiento.

Debemos indicar que ambas forma de libertad deben darse, pues si falla una la libertad no es completa. Si tenemos libertad de conciencia, pero no podemos actuar sobre la realidad externa de forma consecuente con nuestra con nuestras ideas, cabe la posibilidad de preguntarse si una libertad que no se puede ejercitar es verdadera libertad. Por el contrario si tenemos libertad de actuación, pero no tenemos libertad interna, realmente no podemos elegir entre diversas posibilidades que tenemos, sino entre la única posibilidad que se nos ha dado a nuestra conciencia.

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3.5.- Presupuestos para la libertad Un presupuesto es una condición que tiene que darse con anterioridad a cualquier acción o capacidad humana. Si no se da un presupuesto para algo, es imposible que se dé ese algo. Pasaremos a analizar ahora algunos de los presupuestos más importantes para la existencia de la libertad. 3.5.1.- Ausencia de coerción La coerción es un acto de fuerza que amenaza al individuo con consecuencias negativas si realiza o no realiza una acción. La coerción elimina la libertad y las acciones no libres de un individuo no pueden ser calificadas de acciones morales. Tal y como hemos indicado anteriormente la coerción es un acto de fuerza, pero también puede ser una forma de fuerza que no es el uso de la fuerza física, sino el empleo de modos de fuerza como la fuerza psicológica o la manipulación. La ausencia de la coerción es realmente el único presupuesto, de los que vamos a ver, que es absolutamente necesario y sin el cual no hay libertad. 3.5.2.- Conocimiento Para poder elegir entre las diferentes opciones debemos conocer las acciones. Cuanto más conozcamos cada una de las opciones, más libre será nuestra elección, porque no podremos dejarnos engañar. El mayor conocimiento nos hace más libre. La ignorancia no siempre es una excusa, pues que puede cabe distinguir entre una ignorancia insuperable y una ignorancia superable. Los arquitectos de las “Torres Gemelas” no podían diseñar, en el momento que lo hicieron, el edificio preparado contra colisiones aéreas, porque era una circunstancia difícilmente cognoscible; por el contrario, si un arquitecto diseña un rascacielos en la actualidad sin tener en cuenta la posibilidad de sufrir un atentado mediante la colisión de un avión, su ignorancia sí es superable, por lo que no habría excusa a esta ignorancia.

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3.5.3.- Reflexión

La capacidad para elegir, la libertad, se hace mayor si la elección es pensada y no se toma a la ligera, sin plantearse con profundidad cada una de las opciones posibles. Un mayor y mejor reflexión hace que nuestra libertad sea de más calidad. 3.5.4.- Previsión Nuestras acciones tienen consecuencias. Prever las consecuencias de nuestras acciones nos hace más libres para poder elegir desde lo que realmente queremos hacer o desde lo que deseamos evitar. 3.6.- Garantía y protección institucional de la libertad Las sociedades democráticas han defendido, como nunca se ha hecho en la historia, la libertad negativa, es decir, la eliminación de impedimentos para que el ser humano pueda elegir lo que realmente quiere y evitar lo que no quiere. Las democracias se han valido de numerosas normas y procesos legales para garantizar la efectividad de la libertad negativa. Esto no se hace sin ninguna motivación, sino porque la libertad negativa y su defensa constituyen un elemento fundamental de las democracias que conocemos y disfrutamos. 3.7.- Moral, inmoral y amoral Hemos dicho que la vida ética y moral de los seres humanos depende de la existencia de la libertad. Sólo cuando somos libres actuamos moralmente. Pero no todas las acciones humanas son libres, puesto que a lo largo del día llevamos a cabo numerosas acciones sobre las que no tenemos libertad y que forman parte de nuestra conducta mecánica, como respirar; pero también hay momentos en los que actuamos en contra de nuestra libertad llevados por fuerzas o circunstancias insalvables. Por ello distinguimos tres tipos de acciones humanas:

- Acción moral: acción libre del ser humano que realiza el bien en alguna de sus formas.

- Acción inmoral: acción libre del ser humano que realiza el mal en alguna de sus formas.

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- Acción amoral: acción no libre del ser humano. 4.- LA ELECCIÓN MORAL Elegir es seleccionar una acción entre varias, de una forma libre y que tenga cierta relevancia respecto del bien y del mal. Es difícil imaginar una acción humana libre que no tenga nada que ver con el bien y el mal, pero hay elecciones más relevantes que otras. 4.1.- Presupuestos para la elección moral

4.1.1.- Pluralidad de alternativas

Para poder elegir realmente debemos tener una pluralidad de alternativas. Si sólo podemos elegir una cosa, no hay elección; si sólo podemos elegir una cosa buena y las restantes malas, tampoco es una verdadera elección; si únicamente podemos elegir entre alternativas imaginarias o no factibles, tampoco estamos ante una elección que merezca tal nombre. Las alternativas deben ser factibles para el ser humano y no indeseables. 4.1.2.- Límites físicos y biológicos no coercitivos

Los seres humanos podemos desear todo, incluso lo que no existe. Ello no quiere decir que todos nuestros deseos sean verdaderas alternativas. Los seres humanos tenemos límites físicos y biológicos en nuestra actuación, como especie no lo podemos todos, pero tampoco como individuos, pues las capacidades entre los diferentes individuos tienen fuertes contrastes. 4.1.3.- El problema del determinismo y los condicionamientos

Hay corrientes en todas las disciplinas científicas que consideran que la libertad del ser humano es pura apariencia, porque realmente estamos dominados por un condicionamiento tan fuerte que elegimos lo que nos indica nuestro condicionamiento. Tanto el determinismo psicológico como el determinismo sociológico estiman que la libertad humana es inexistente. El determinismo psicológico mantiene que las características de nuestra personalidad y la forma en la que ésta se ha formado no nos dejan ningún margen real de elección, elegimos lo que de todos modos hubiéramos elegido. El

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determinismo sociológico tiene el mismo contenido que el psicológico, pero considerando que el factor decisivo es el social: estamos tan condicionados por la sociedad que las elecciones nos vienen dadas por nuestro contexto social. Los seres humanos, ciertamente, tenemos condicionamientos de carácter psicológico y sociológico, pero nuestros condicionamientos nos establecen ciertos límites, dentro de los cuales mantenemos una amplia libertad de acción. En todo caso, buena parte de estos condicionamientos pueden ser cambiados como han demostrado la disciplina psicológica de modificación de conducta y la disciplina sociológica de intervención social. 4.2.- Elementos de la elección

4.2.1.- Criterios

Toda elección humana es una aplicación de determinadas reglas, que llamamos criterios, a un caso concreto, a una decisión concreta. Para decidir si apretar un botón u otro de una máquina, con la finalidad de ponerla en marcha, aplicamos una serie de criterios técnicos propios de esa máquina.

Los criterios de una elección moral son criterios morales o éticos, esto es, criterios que sirven para conseguir hacer el bien y evitar el mal. 4.2.2.- Responsabilidad (véase el punto 5.3.)

4.2.3.- Razón

Además de estar referidos al bien o al mal, los criterios morales o

éticos deben ser racionales. Un criterio importante de racionalidad es el respeto del “principio de no contradicción”, es decir, la imposibilidad de afirmar y negar una misma cualidad sobre algo al mismo tiempo. Otro criterio importante de racionalidad es la “deducibilidad”, esto es, que una cosa se siga necesariamente de otra, sin pasos no justificado. 4.2.4.- Deseos y aspiraciones

Una elección es moral o ética si aplica unos criterios, es responsable y racional. Pero en nuestras elecciones morales o éticas también entran lo que queremos, deseamos y a lo que aspiramos. Estrictamente nuestros deseos y aspiraciones no son elementos racionales, pero ello no quiere

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decir que sean necesariamente irracionales, ya que deseos y aspiraciones pueden ser conformes a criterios racionales y responsables. 4.2.5.- Prejuicios

Los deseos y aspiraciones nos lanzan al futuro, pero los prejuicios nos traen la experiencia pasada, tanto personal como colectiva. Tradicionalmente los prejuicios han sido calificados de un modo contrario a la razón, pero los prejuicios son conocimientos que tenemos antes de realizar un juicio racional, son los vehículos a través los que cristalizamos la experiencia personal y la experiencia de la sociedad en la que vivimos. 5.- CRITERIOS Y RESPONSABILIDAD 5.1.- Autonomía y heteronomía

- Autonomía moral: cuando los criterios morales proceden exclusivamente de la razón humana se da la autonomía moral. Autonomía es gobernarse por sí mismo, porque la autonomía moral consiste en que la racionalidad humana es la que establece las normas morales, sin ninguna intervención externa. Un individuo es autónomo moralmente cuando decide por sí mismo lo que es bueno.

- Heteronomía moral: cuando los criterios morales o éticos tienen

un origen exterior al ser humano. Heteronomía es gobernarse por medio de otro; la heteronomía moral consiste en recibir normas morales desde una procedencia ajena a la racional del individuo; otros deciden lo que es bueno o malo.

Los criterios morales o éticos sólo son verdaderamente válidos, si y

sólo si son autónomos; los criterios proporcionados de forma heterónoma no son morales porque no tienen en cuenta la libertad del individuo, incluso podemos decir que los criterios heterónomos violan la libertad individual y hacen del individuo un “menor de edad moral”. 5.1.1. Heteronomía y religión

El principal cauce de la heteronomía a lo largo de la historia ha sido y es la religión. Las grandes tradiciones religiosas, además de determinados contenidos sobre el origen del mundo (mitos) y sobre determinadas

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acciones de relación con la divinidad (ritos), tienen una serie de contenidos morales. ¿Por qué consideran las religiones que sus contenidos son buenos y por tanto deben ser obedecidos por los seres humanos? En la Antigüedad, y especialmente en la Edad Media, se plateó el siguiente problema: ¿lo que Dios manda es bueno porque es bueno o porque Dios lo manda?

- Si se respondiese a esa pregunta diciendo que lo que manda Dios, lo manda porque es bueno, se reconoce que el bien es independiente de Dios y que Dios la reconoce y puede cambiarla

- Si dijéramos que lo que es bueno es porque Dios lo manda, algo

sería sólo bueno porque Dios lo dice, dependiendo la bondad de las cosas y de las acciones de la voluntad de Dios. Si Dios cambiase de opinión, algo bueno podría pasar a ser malo.

5.2.- Imperativo hipotético y categórico (lo condicionado y lo incondicionado) ¿Por qué hacemos algo? ¿Lo hacemos por querer hacer el bien o lo hacemos buscando conseguir algo más a través de una acción buena? A lo largo de la historia del pensamiento occidental podemos destacar dos finalidades de la vida moral: ARISTÓTELES mantenía que la finalidad de la actuación buena es la felicidad, y Epicuro puso el placer como finalidad de la vida moral. Si actuamos moral o éticamente en busca de la felicidad o del placer, nuestra actuación es condicional: “hago el bien para ser feliz o para tener placer”. En cambio, si nuestra acción moral o ética sólo busca el bien como su finalidad, entonces nuestra actuación es incondicional: “hago el bien porque únicamente busco el bien”. La idea que las personas tenemos acerca del bien o del placer varían entre los diferentes individuos y las diferentes comunidades humanas. Al decir “felicidad” o “placer” no todos nos referimos a lo mismo, incluso lo que una persona puede considerar como feliz puede significar infelicidad para otro, de modo que una persona actuará de una manera y otra de otra, pues bajo un mismo término buscan cosas diferentes. Como ya hemos dicho la moral o ética buscan la universalidad, esto es, la validez general de sus criterios, por ello no podemos aceptar finalidades en la acción moral que no sean

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La búsqueda exclusiva del bien es la única finalidad aceptable desde un punto racional. Hacer el bien por el propio bien es la única finalidad que hace que la moral sea universal y no caiga en continuas contradicciones. IMMANUEL KANT llamó “deber” a nuestra exclusiva vinculación moral al bien. La moral que busca una finalidad se expresa mediante mandatos condicionales, imperativos hipotéticos, según los cuales tenemos que hacer unas cosas y evitar otras si queremos tener una vida feliz o placentera. Por el contrario si sólo buscamos el bien, los mandatos serán incondicionales, imperativos categóricos, en los que tenemos que hacer algo o evitarlo porque sólo deseamos hallar el bien, y nada mas.

KANT realiza cinco formulaciones de imperativo categórico en sus obras, pero de todas ellas sólo dos son realmente importantes, en nuestra opinión:

- “Obra de tal modo de tu máxima particular pueda convertirse en ley universal”

- “Obra de tal modo que no tomes a nadie como medio, sino como fin en sí mismo”

Será bueno lo que esté conforme con el imperativo categórico, será

malo lo que no está en concordancia con este imperativo. La segunda formulación del imperativo categórico fundamenta lo que la filosofía moral, a partir de KANT, ha denominado dignidad humana. Los seres humanos no podemos ser comparados, gracias a nuestro comportamiento moral, con ninguna otra cosa que haya en la realidad, no podemos ser puestos como medio o como instrumentos para ninguna otra persona o ninguna idea. Cada ser humano debe ser tratado con un fin en sí mismo, en eso consiste respetar la dignidad humana. 5.3.- Mínimos morales y máximos de felicidad La pensadora española ADELA CORTINA ha defendido reiteradamente una distinción que es de suma importancia: la de “mínimos morales” y “máximos de felicidad”.

- Mínimos morales: los seres humanos debemos hacer el bien, lo cual constituye un conjunto de obligaciones ineludibles y

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generales a todos los seres humanos. Estos mandatos, incondicionales, definen un conjunto de mandatos que tienen que ser pocos pero son los más importantes. Los mandatos incondicionales y el cumplimiento de estos protegen la dignidad humana.

- Máximos de felicidad: todas nuestras acciones no tienen que

afectar necesariamente a la dignidad humana. A lo largo de nuestra vida realizamos numerosas elecciones en las que no está en juego nuestro ser humano y nuestros derechos más fundamentales, sino la realización de nuestros deseos y aspiraciones, el cumplimiento de nuestras perspectivas de felicidad y placer. Por ejemplo, una vez aprobado el segundo de bachillerato y superada la selectividad, tengo que elegir la carrera que voy a cursar en la universidad; en principio ninguna elección, siempre que se dé en libertad, no nos afecta en nuestra dignidad, por lo que elegiremos aquello que nos proporcione más placer o felicidad por los motivos que sean.

Toda acción moral debe respetar los mínimos morales, es decir, ese conjunto de mandatos morales incondicionados e innegociables, que conocemos a través del imperativo categórico, aunque, una vez respetados los mínimos morales, puede optar entre los diferentes máximos morales existentes, las diferentes formas de realización de la vida humana. La distinción entre mínimos morales y máximos de felicidad es sumamente importante, pues la confusión de estos dos conceptos ha provocado no sólo debates estériles entre las diferentes formas de entender el deber, el placer o la felicidad, sino también el intento de imponer una concepción ética a las otras. Si no separamos el núcleo realmente innegociable de la ética (que es lo que afecta a la dignidad humana) de los diferentes proyectos del ser humano para tener una vida feliz o placentera, puede darse cualquiera de estas dos situaciones. 5.3.1.- Reducción de la ética a los mínimos morales

La vida moral quedaría reducida únicamente a los mínimos morales, de tal forma que no hay matiz en la realización de la vida entre los

Mínimos morales Máximos de felicidad

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diferentes individuos. Si todo es fundamental, los seres humanos ven reducida su capacidad de elección. 5.3.2.- Reducción de la ética a los máximos de felicidad

La vida moral se encamina únicamente a la consecución del placer o de la libertad. Pero como ya hemos indicado cada persona tenemos diferentes concepciones de la felicidad y del placer. Si nuestras vidas quedan reguladas a través de criterios radicalmente diferentes, difícilmente los seres humanos podemos tener un conjunto de normas comunes que posibiliten nuestra vida en común y las relaciones entre nosotros. 5.4.- Responsabilidad moral Cualquier acción tiene unas consecuencias. También la tienen nuestras acciones morales. Las consecuencias de nuestras acciones no sólo se dan en el momento inmediatamente posterior a nuestra acción moral, sino que pueden manifestarse y desarrollarse a lo largo del tiempo. 5.4.1.- Concepto de responsabilidad moral El concepto de responsabilidad es enormemente complejo y tiene mucha relevancia en esferas no morales, como es en el mundo jurídico, donde se distinguen numerosas formas de responsabilidad (civil, penal, internacional,...), las cuales tienen diferentes conceptos y características. Lo que a nosotros nos ocupa es la responsabilidad moral. Por ello vamos a intentar establecer un concepto. La responsabilidad moral es la relación que el individuo mantiene con las consecuencias de sus acciones morales, por lo que el individuo no es sólo el autor de la acción, sino también lo es de las consecuencias que se desprenden de su acción. De esta forma el ser humano no sólo debe analizar la moralidad o inmoralidad de su acción, sino también la moralidad o inmoralidad de las consecuencias de su acción, por ello una acción buena puede ser inmoral no porque ella misma sea mala, sino porque trae consigo consecuencias malas. 5.4.2.- Las consecuencias positivas: bien mayor y utilidad

Las consecuencias de nuestra acción pueden ser buenas desde el punto de vista moral, pero la bondad de las consecuencias no elimina nuestra obligación de examinarlas racionalmente. Entre dos opciones buenas debemos elegir la mejor, pues hasta el bien admite grados, pues

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tenemos la obligación de hacer el mayor bien posible, esto es, conseguir el bien mayor. La elección por medio del “bien mayor” es sólo aplicable al individuo, ya que, cuando nuestras acciones tienen consecuencias en otros seres humanos y en la sociedad en su conjunto, hay que tener en cuenta un criterio complementario. El filósofo inglés JOHN STUART MILL introdujo la utilidad dentro de la moral, pero en el sentido de utilidad social. STUART MILL dice que debemos buscar “el mayor placer posible para el mayor número de personas posibles”. Hay placeres primarios y otros secundarios. Los placeres primarios son aquellos que afectan a las necesidades fundamentales de los seres humanos y por tanto tienen prioridad sobre los placeres secundarios. Entre un mismo tipo de placeres, para elegir entre uno y otro, debemos obtener el producto entre la intensidad del placer y al número de persona que afecta, de forma que debemos elegir el placer cuyo producto sea mayor. Por ejemplo, si el ayuntamiento de Ceuta tuviera que elegir entre construir un centro de salud o centro recreativo, aunque el número de usuarios del centro recreativo sea mayor que el de los usuarios del centro de salud, debemos elegir construir el centro de salud, porque afecta a un placer primario, como es la salud. Pero si la elección fuera entre el centro

Intensidad Intensidad del placer del placer 100 50 Número de personas

afectadas 50

Producto de placer = 5000

OPCIÓN A: Centro recreativo

Número de personas afectadas 75

Producto de placer = 3750

OPCIÓN B: Pistas deportivas

Dado que el producto de placer de la opción A es de 5000, mientras que el producto de la opción B es de 3750, debemos

inclinarnos por la opción A

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recreativo y una serie de pistas deportivas, tendríamos que descubrir la dimensión del placer. 5.4.3.- Evitar el mal: el mal menor Hacer el bien es una obligación moral fundamental, pero al mismo nivel de importancia se encuentra la obligación de evitar el mal. Pero la división entre el bien y el mal no tan tajante como sería deseable, especialmente en las consecuencias de las acciones. De esta forma se hace necesario establecer criterios de elección cuando de forma ineludible tengamos que optar entre alternativas que presentan ambas consecuencias malas. Esta situación no es rara en la vida, en muchas ocasiones nos vemos ante un “callejón sin salida”, estamos obligados por las circunstancias a elegir entre dos opciones malas. En este punto nace el criterio del “mal menor”. Este criterio es el inverso al formulado por STUART MILL, tenemos que elegir el menor mal posible para el menor número posible de personas. 5.5.- La sanción moral: el premio y el castigo Un niño hace algo o evita hacer algo no porque considere que debe hacer el bien y evitar el mal, sino porque teme el castigo de sus padres. Para un niño el bien es lo comporta un premio y el mal lo que conlleva un castigo. Ello es así porque el niño no ha desarrollado todavía sus capacidades racionales respecto a la moral. Muchos adultos viven como si fueran niños. Sólo se comportan buscando el premio y tratando de evitar el castigo. De hecho, aunque su edad diga lo contrario, son menores de edad. Si no existiera un castigo o sanción contra las acciones malas la realizarían, y no realizarían el bien si no hubiera un premio. La moralidad humana se fundamenta, como hemos visto en la razón, y el bien y mal no dependen para serlo de la existencia del premio o del castigo. Debemos hacer el bien y evitar el mal por sí mismos. 6.- LA VIDA MORAL Y SU ESTRUCTURA La vida humana es un fenómeno biológico que se da en la naturaleza. El animal que es el ser humano tiene una serie de características, como la

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libertad, que le diferencia de las restantes especies animales. Como ya hemos indicado no todas nuestras acciones son libres, sólo las acciones libres forman parte de lo que denominamos “la vida moral”.

6.1.- Acción y omisión La acción es la producción de un cambio en la realidad realizada por el ser humano. Ya hemos visto suficientemente la acción y la repercusión moral que la acción puede tener. Cuando no hacemos algo, decimos que nos abstenemos de actuar. Esta abstención de actuar se denomina omisión. La omisión, no actuar, puede ser tanto bueno como malo. Dejar de realizar una acción mala es una obligación moral, mientras que no realizar una acción buena y quedarse inactivo ante un imperativo moral (como ayudar a alguien en necesidad) es inmoral. 6.2.- Repetición de acciones y hábito

Los seres no realizamos acciones aisladas, sino que repetimos las mismas acciones una y otra vez. La repetición de acción genera en nosotros un hábito, unas costumbres. La forma de comportarnos de los seres humanos depende mucho del tipo de acciones a las que estemos acostumbrados. Una acción repetida o una omisión constante constituyen un hábito o costumbre. 6.3.- Carácter Los seres humanos nacemos con una sensibilidad respecto de la realidad. Incluso entre hermanos encontramos formas de ser diferentes. Biológicamente tenemos un conjunto de características que modulan nuestra relación con la realidad, pero esto no es que un ámbito de actuación, algo así como la delimitación de nuestro terreno de juego. Las repeticiones de acciones u omisiones, consolidadas en un hábito, constituyen nuestro carácter, la forma que ser que nos hemos dado a través de nuestras acciones. Depende de nosotros tener o no tener un buen carácter.

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6.4.- Virtud y vicio El fruto de esas repeticiones, que cuajan en nuestro carácter, nos determina en una posición favorable o contraria al bien. Las posiciones tendentes al bien y al mal se denominan virtud y vicio respectivamente.

- Virtud: predisposición a obrar bien adquirida mediante repetición de actos.

- Vicio: predisposición a obrar mal adquirida mediante repetición de actos.

7.- LAS FRONTERAS DE LA ÉTICA 7.1.- Ética individual, ética social y ética política La ética, tal y como la hemos tratado hasta ahora, es una ética individual, una ética sólo entendida como comportamiento del individuo encaminado al bien o al mal. Pero la ética, como insinuábamos al hablar de la responsabilidad, se extiende a las consecuencias de nuestras acciones sobre las demás personas. De las acciones de los seres humanos depende la sociedad en la que vivimos, por ello la ética es ética social. La ética social se ha entendido también como en conjunto de criterios morales acerca de las relaciones entre los grupos humanos, especialmente en lo relativo a las relaciones económicas. Podemos ser buenos con las personas que queremos y que están cercanas a nosotros, pero veremos procurar el bien para las personas distantes o con las que no mantenemos especiales relaciones. 7.2.- Ética y Derecho En la actualidad se ha extendido cierta confusión entre lo que es el Derecho y lo que es la ética. Muchas personas consideran que actúan bien simplemente porque su comportamiento es perfectamente legal. El derecho se inspira, al establecer sus normas, en los principios morales que rigen en cada sociedad en un momento histórico dado, pero ello no quiere decir que las normas jurídicas sean normas morales. A lo largo de la historia se han dado caso de que las normas jurídicas ordenaban comportamientos inmorales, por lo que es necesario mantener una neta distinción entre ambos sistemas normativos del comportamiento humano. La ética debe ser un punto de vista crítico respecto a la moralidad o inmoralidad del Derecho.