unamuno - josep fortuny

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Miguel de Unamuno. Saber para vivir y vivir para saber Josep Fortuny «Mucho han disputado y mucho seguirán todavía disputando los hombre ya que a sus disputas fu entregado el mundo, sobre el origen del cono Miguel de Unamuno. Del sentimiento trágico de la vida Como siempre, un párrafo cualquiera parte de un texto más extenso, es como el frag de un cadáver que, tal como nos muestran tan a menudo las series televisivas de fo reconstruir una versión, más o menos interesada, más o menos completa, de las anda tenedor. El punto de partida, en este caso, es un tramo del segundo capitulo de la Miguel de Unamuno Del sentimiento trágico de la vida . "qu# el autor explica cual es a su ente el origen del conocimiento y, ha!lando de la especie humana y sus individuos, Unam «!"# $os seres que parecen dotados de percepci%n, perciben para poder vivir, y s%lo en cuant para vivir lo necesitan, perciben& 'ero tal ve(, atesorados estos conocimientos que empe(aron )tiles y de*aron de serlo, han llegado a constituir un caudal que sobrepu*a con mucho al necesa para la vida& +ay, pues, primero, la necesidad de conocer para vivir, y de ella se desarrolla podríamos llamar conocimiento de lu*o o de e ceso, que puede a su ve( llegar a constituir una necesidad& $a curiosidad, el llamado deseo innato de conocer, s%lo se despierta, y obra luego q está satisfecha la necesidad de conocer para vivir- y aunque alguna ve( no sucediese así en las condiciones actuales de nuestro lina*e, sino que la curiosidad se sobreponga a la necesidad y l ciencia al hombre, el hecho primordial es que la curiosidad brot% de la necesidad de conocer pa vivir, y este es el peso muerto y la grosera materia que en su seno la ciencia lleva- y es que a ser un conocer por conocer, un conocer la verdad por la verdad misma, las necesidades de la v fuer(an y tuercen a la ciencia a que se ponga al servicio de ellas, y los hombres, mientras cr buscan la verdad por ella misma, buscan de hecho la vida en la verdad& $as variaciones de la ci dependen de las variaciones de las necesidades humanas, y los hombres de ciencia suelen traba*a querindolo o sin quererlo, a sabiendas o no, al servicio de los poderosos o al del pueblo que confirmaci%n de sus anhelos& .'ero es esto realmente un peso muerto y una grosera materia de la ciencia, o no es más bien íntima fuente de su redenci%n/ El hecho es que es ello así, y torpe(a grande pretender rebelars contra la condici%n misma de la vida& El conocimiento está al servicio de la necesidad de vivir, y primariamente al servicio del de conservaci%n personal& 0 esta necesidad y este instinto han creado en el hombre los %rganos conocimiento, dándoles el alcance que tienen& El hombre ve, oye, toca, gusta y huele lo que nec ver, oír, tocar, gustar y oler para conservar su vida- la merma o la perdida de uno cualquiera sentidos aumenta los riesgos de que su vida está rodeada, y si no los aumenta tanto en el es sociedad en que vivimos, es porque los unos ven, oyen, tocan, gustan o huelen por los otros& 1 solo, sin la(arillo, no podría vivir mucho tiempo& $a necesidad es otro sentido, el verdader com)n»& % &ara este comentario se ha utiliado una edición sin fecha, impresa en Madrid por la editorial 'enacimiento. %

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Teoría del conocimiento

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Miguel de Unamuno. Saber para vivir y vivir para saberJosep FortunyMucho han disputado y mucho seguirn todava disputando los hombres, ya que a sus disputas fue entregado el mundo, sobre el origen del conocimiento

Miguel de Unamuno. Del sentimiento trgico de la vidaComo siempre, un prrafo cualquiera parte de un texto ms extenso, es como el fragmento de hueso de un cadver que, tal como nos muestran tan a menudo las series televisivas de forenses, permite reconstruir una versin, ms o menos interesada, ms o menos completa, de las andanzas de su tenedor. El punto de partida, en este caso, es un tramo del segundo capitulo de la conocida obra de Miguel de Unamuno Del sentimiento trgico de la vida. Aqu el autor explica cual es a su entender el origen del conocimiento y, hablando de la especie humana y sus individuos, Unamuno dice:[] Los seres que parecen dotados de percepcin, perciben para poder vivir, y slo en cuanto para vivir lo necesitan, perciben. Pero tal vez, atesorados estos conocimientos que empezaron siendo tiles y dejaron de serlo, han llegado a constituir un caudal que sobrepuja con mucho al necesario para la vida.

Hay, pues, primero, la necesidad de conocer para vivir, y de ella se desarrolla ese otro que podramos llamar conocimiento de lujo o de exceso, que puede a su vez llegar a constituir una nueva necesidad. La curiosidad, el llamado deseo innato de conocer, slo se despierta, y obra luego que esta satisfecha la necesidad de conocer para vivir; y aunque alguna vez no sucediese as en las condiciones actuales de nuestro linaje, sino que la curiosidad se sobreponga a la necesidad y la ciencia al hombre, el hecho primordial es que la curiosidad broto de la necesidad de conocer para vivir, y este es el peso muerto y la grosera materia que en su seno la ciencia lleva; y es que aspirando a ser un conocer por conocer, un conocer la verdad por la verdad misma, las necesidades de la vida fuerzan y tuercen a la ciencia a que se ponga al servicio de ellas, y los hombres, mientras creen que buscan la verdad por ella misma, buscan de hecho la vida en la verdad. Las variaciones de la ciencia dependen de las variaciones de las necesidades humanas, y los hombres de ciencia suelen trabajar, querindolo o sin quererlo, a sabiendas o no, al servicio de los poderosos o al del pueblo que les pide confirmacin de sus anhelos.

Pero es esto realmente un peso muerto y una grosera materia de la ciencia, o no es ms bien la ntima fuente de su redencin? El hecho es que es ello as, y torpeza grande pretender rebelarse contra la condicin misma de la vida.

El conocimiento esta al servicio de la necesidad de vivir, y primariamente al servicio del instinto de conservacin personal. Y esta necesidad y este instinto han creado en el hombre los rganos del conocimiento, dndoles el alcance que tienen. El hombre ve, oye, toca, gusta y huele lo que necesita ver, or, tocar, gustar y oler para conservar su vida; la merma o la perdida de uno cualquiera de esos sentidos aumenta los riesgos de que su vida esta rodeada, y si no los aumenta tanto en el estado de sociedad en que vivimos, es porque los unos ven, oyen, tocan, gustan o huelen por los otros. Un ciego solo, sin lazarillo, no podra vivir mucho tiempo. La necesidad es otro sentido, el verdadero sentido comn.Estamos ante un texto escrito por un poeta que adems es maestro de y en filosofa. Apasionante. A pesar de que los crticos literarios no han sido nunca muy indulgentes con sus versos a causa de cosas como esta: Salamanca, Salamanca

renaciente maravilla

acadmica palanca

de mi visin de Castilla[]Por mucho menos, en la Edad Media, apedreaban trovadores, sin embargo, hay que reconocer que leer las nivolas de Don Miguel de Unamuno siempre deviene en una experiencia apasionante. Es comprensible que a los poetas del final del siglo positivista, criados y educados en las rigideces de una Espaa que no haba aprobado la revalida de las Luces, les costase lo indecible romper con las adherencias y el ritmo hipnotizante de la mtrica de toda la vida. Para eso iba a hacer falta la onda expansiva, en forma de Vanguardias, de un estallido como el de la Gran Guerra, y Unamuno, por entonces, la obra se public en 1913, todava se recuperaba de la depresin colectiva causada por el desastre de la perdida de las ltimas colonias del Imperio. Eso si, es justo y necesario, reconocer que estamos ante un renovador, un revolucionario inmanente del academicismo literario y filosfico, un adalid de la imaginacin en tanto que mtodo de conocimiento, [d]e la fantasa brota la razn. Textos como el objeto de este comentario lo demuestran. Pongmonos un poco ms en contexto: el capitulo en cuestin, no porque s, se titula, El punto de partida. Uno de los puntos de partida de toda filosofa es el conocimiento. Y el conocimiento es uno de los principales, en el sentido de primero, problemas de toda filosofa. Un tcito acuerdo comn dicta que el conocimiento es saber vital, el conocimiento se nos muestra ligado a la necesidad de vivir y de procurarse sustento para lograrlo. La palabra inteligencia, por ejemplo, tiene su origen etimolgico en la capacidad de discernir lo que es comestible de lo que es venenoso. La inteligencia es un paso previo o subsiguiente al conocimiento. Por eso, el nico saber adecuado nace de la de la existencia concreta, el hambre es el origen del conocimiento. Es el origen trfico del conocimiento. El instinto de conservacin, valindose de los rganos sensoriales que conocen todo lo que el hombre necesita para su vida nos pone en contacto con el mundo. Un mundo que responde a nuestras necesidades, que existe para nosotros. Los sentidos estn organizados y coordinados para aportar la cantidad de conocimiento imprescindible que asegura la subsistencia del ser humano pero por medio de un proceso de simplificacin y eliminacin: esto si, esto no; esto me interesa lo conozco, esto no me interesa lo ignoro. Adems, si un sentido deja de ser necesario, se atrofia o desaparece. Y esto sucede a nivel de la formacin y desarrollo del individuo concreto, y a nivel de desarrollo evolutivo de las especies y, en general, de las genealogas de seres vivos.Resulta, en este sentido, si se me permite el excurso, muy ilustrativo el respeto por parte de Unamuno por el veterinario cataln Ramn Turr Darder (1854-1926), autor de Els Orgens del coneixement: la fam, publicada en 1912 y para la que escribi el prologo de la edicin castellana de 1916, (Los orgenes del conocimiento: el hambre). Turr situ, en su da, el origen de la actividad sapiente de los organismos cognoscentes en el impulso trfico, o sea en la gana. El origen y el sentido del conocimiento es pues, puramente biolgico. Era, aquella de Turr, la perspectiva de un cientfico, es cierto, pero las implicaciones filosficas de su hiptesis son claves, hasta el punto que resuelven nada menos que el problema que plantea la nocin kantiana de que nunca podemos llegar a conocer la cosa en si. Tal como seala Roberta Johnson, (1986), Turr consideraba indiscutible que el mundo objetivo existe porque lo agregamos a nuestro cuerpo al ingerirlo en forma de comida. El hambre, entonces, es el preliminar del conocer. Lo siguiente es la actividad, todos coincidimos en que la actividad comienza, en el nio, con el juego y, es de ver de que manera los cros se llevan a todas horas las cosas a la boca para catarlas cuando no las conocen. Es fundamental el sentido del gusto, no?. De esta manera las cosas pasan a ser un complemento y una prolongacin de nuestro organismo, los instrumentos con los que actuamos se vuelven prolongacin de nuestros brazos y manos. La conciencia se asienta en un cuerpo por medio de la actividad que se despliega en el mundo exterior, de forma que aparece la dualidad entre el yo y el mundo, o entre el yo el propio cuerpo recordemos el estadio del espejo del que habl Lacan.

El ndice de conceptos, curiosidad, verdad, ciencia, vida, que aparecen en los prrafos seleccionados, empieza y termina con los de la percepcin y de los sentidos. Los sentidos, rganos del conocer, son los cinco que todos sabemos y son tan necesarios que cuando uno de ellos falla disminuye la capacidad de conocer y, de forma proporcional, aumenta el riesgo de perecer. Aumenta por ende, la dependencia de los dems, de lo social, que tiene el disminuido. Por eso la necesidad misma, la necesidad de vivir, es el sentido comodn, el orgnico sentido comn.Unamuno, que aqu en parte recuerda a Rousseau y su Discurso sobre las artes y las ciencias, distingue entre un conocimiento natural imprescindible y un conocimiento superfluo, de lujo. El conocimiento natural sirve para conocer lo necesario para la vida del sujeto. El conocimiento de lujo es el conocimiento intil, desinteresado, hijo de la curiosidad, [...] un caudal [de conocimientos] que sobrepuja con mucho al necesario para la vida. Hay que distinguir por lo tanto entre una necesidad de conocer para vivir y un deseo de conocer por amor al conocimiento mismo. Este conocimiento excedente es la causa y el efecto del deseo innato de conocer, de esa curiosidad por saber, que slo aparece cuando ha desaparecido el hambre, que est ms all del tener y se acerca al parecer. Esa curiosidad cuando, en ocasiones, se sobrepone a la necesidad, sera una suerte de ciencia pura, pero en tanto que el conocer siempre esta en relacin con el vivir, ninguna ciencia puede dejar de ser instrumental, [...] y este es el peso muerto y la grosera materia que en su seno la ciencia lleva. El utilitarismo de aduea de la ciencia y la pone a trabajar para justificar las pretendidas certidumbres al servicio de los poderosos o al del pueblo que les pide confirmacin de sus anhelos. Por lo mismo, por ese inevitable materialismo de la ciencia, Unamuno se pregunta si no ser por lo que adquiere sta su sentido y su redencin, pues lo importante para el hombre es la vida y torpeza grande [la de la ciencia pura] pretender rebelarse contra la condicin misma de la vida.Con su conviccin de que en ocasiones la ciencia se sobrepone al hombre Unamuno parece un posmoderno avant la lettre, [y] acaso la enfermedad misma [la del apetito por conocer] sea la condicin esencial de lo que llamamos progreso, y el progreso mismo una enfermedad, se pregunta al principio del capitulo y, ms adelante escribe: [] vivir es una cosa y conocer otra, [], acaso hay entre ellas una tal oposicin que podamos decir que todo lo vital es antirracional, no ya slo irracional, y todo lo racional, anti-vital. El instinto de conservacin implica repulsin y atraccin respecto de la muerte. Y esta es la base del sentimiento trgico de la vida. Para l la vida, la existencia es contradiccin y la lgica y la racionalidad no se dejan imponer. Hay entre estas lneas, como latente, una lucha entre cuerpo y mente, de igual a igual, un dualismo dicotmico, una divisin eminentemente cartesiana que Unamuno resolver por su cuenta con su propia versin dualista de la verdad tan radicalmente diferente de la del pensador francs (JOHNSON, 1986): La verdad es sum, ergo cogito: soy, luego pienso, aunque no todo lo que es piense. La conciencia del yo aparece desdoblada en dos instintos bsicos: el de conservacin, que busca sobrevivir y el de reproduccin, llamado tambin de perpetuacin, que busca la supervivencia. El uno busca la pervivencia del individuo. El otro, la de la especie. El uno es, el otro, en segundo termino, piensa. El ser se descubre en su propia materia y se proyecta en lo mental, en lo psicolgico. Imaginamos la nocin de sustancia a partir de las sensaciones del cuerpo y a partir de la sensacin del cuerpo sentimos nuestro yo. Al objeto le atribuye Unamuno la misma o semejante sustancialidad que al cuerpo, por lo tanto el cognoscente es igual a lo cognoscible. Adis pues al abismo.

En resumen en las pocas lneas objeto de este comentario se nos asegura que conocemos para vivir, lo cual resuelve por lo bsico el problema del conocimiento. Pero resulta que adems acumulamos conocimientos, conocimientos intiles, innecesarios para vivir y de ellos deviene la curiosidad, la bsqueda de la verdad y la ciencia. As la razn es, a un tiempo, producto de la necesidad y redencin de la necesidad; excedente de los sentidos y su sentido mismo.Referencias:

JOHNSON, Roberta: E1 problema del conocimiento en Unamuno y la composicin de Niebla. Actas del IX congreso de la Asociacin Internacional de Hispanistas. Frankfurt am Main: Vervuert, 1986FUENTES, Juan B.: La Teora del Origen Trfico del Conocimiento de Ramn Turro: Un ensayo sobre su trasfondo histrico-filosofico y sus posibilidades de desarrollo terico en el sentido de una concepcin (neo)Aristotlica de la vida. Psychologia Latina, Vol. 1, 27-69. Madrid, 2010 Para este comentario se ha utilizado una edicin sin fecha, impresa en Madrid por la editorial Renacimiento.

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