una vida entera persiguiendo sus sueños le había dejado a

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Una vida entera persiguiendo sus sueños le había dejado a LindsayDunnepocotiempoparaelamor.HastaqueconocióaSethBannion,unarquitectoirresistible y tío de una talentosa bailarina, y ambos decidieron aliarse paraprocurarlealajovenunbrillantefuturo.

LindsaysehabíapropuestoenseñaraRuthBannionacanalizartodasupasiónenelballet,peroloquenoesperabaeraquesuseductortíoestuvieraapuntodedarleaellauncursointensivoenelartedeamar…

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NoraRoberts

ReflejosLosBannion-1

ePubr1.0Titivillus13.10.2020

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Títulooriginal:ReflectionsNoraRoberts,1983Traducción:FranciscoReinaAlcántaraEditordigital:TitivillusePubbaser2.1

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Índicedecontenido

Cubierta

Reflejos

Capítulo1

Capítulo2

Capítulo3

Capítulo4

Capítulo5

Capítulo6

Capítulo7

Capítulo8

Capítulo9

Capítulo10

Capítulo11

Capítulo12

Capítulo13

Capítulo14

Capítulo15

Sobrelaautora

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1

Elvientohabíarefrescadoelambiente.Impulsabalasoscurasnubesenelcieloysilbabaentrelashojasdelosárboles,quecomenzabanyaaanunciarelotoño.Enlosbordesdelacarretera,losárbolesaparecíanmásamarillosqueverdes,conincipientestonosdedoradoyescarlata.Eraundíadeseptiembre,justocuandoelveranodabapasoalotoño.Elsoldelatardesefiltrabaporlasnubes,bañandolacalzada.

Elaireolíaalluvia.Lindsayapretóelpaso,sabiendoquelasnubespodíandescargar en cualquier momento. La brisa elevaba y alborotaba su cabellorubioplatino,yellaseloalisóirritada.Tendríaquehabérselorecogidoenunacoleta,sedijo.

Denoirtanapurada,habríadisfrutadodelpaseo.Sehabríadeleitadoconlos primeros indicios del otoño y la tormenta inminente. Sin embargo, seapresuróporelcamino,preguntándosequéotracosapodíasalirmal.

En los tres años transcurridos desde su regreso de Connecticut habíaatravesadomalasrachas.Peroaquello,sedijo,ocupabaunode losprimeroslugaresen la listade frustraciones.Unaaveríaen la instalacióndeaguadelestudio; un sermón de cuarenta y cinco minutos de una madre demasiadopreocupada por el talento de su hija; dos trajes rotos y una alumna con untrastornoestomacal…Aquellaspequeñasmolestiassehabíanvistorematadasporlatestarudezdesucoche,quehabíatosidoygemidocomodecostumbrecuando ella había encendido el contacto pero luego no había conseguidorecobrarse. Permaneció así, dando sacudidas, hasta que Lindsay admitió suderrota.«Este coche», sedijo conuna sonrisa triste,«tienecasi tantos añoscomo yo, y los dos estamos cansados». Después de echar una impotenteojeadabajoelcapó,habíaapretadolosdientesyemprendidolacaminatadetreskilómetrosdesdeelestudioasucasa.

Cierto, reconoció mientras caminaba penosamente bajo el huidizo sol,podría haber llamado a alguien. Suspiró, sabiendo que había actuadoimpulsadapor suestadoanímico.Diezminutosde refrescantepaseohabían

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contribuido a calmarla. «Son los nervios», pensó. «Estoy nerviosa por elrecital de esta noche». Técnicamente no era por el recital, se corrigiómetiéndose lasmanos en los bolsillos.Lasniñas estaban listas; los ensayoshabían salidoperfectos.Laspequeñas eran tan adorablesque los erroresnotendríanimportancia.Eranlosmomentospreviosyposterioresalosrecitalesloqueleangustiabasiempre.Esoylospadres.

Sabíaquealgunosquedaríaninsatisfechosconlaactuacióndesushijas.Yotros, inclusomásnumerosos, trataríandepresionarla para que acelerase lainstrucción.¿PorquésupequeñaPavlovaaúnnobailabaenpointe?¿PorquélapartedelahijadelaseñoraJoneseramáslargaqueladelaseñoraSmith?¿NodebíaSuepasaralnivelmedio?

Amenudo las explicaciones deLindsay sobre anatomía, crecimiento delos huesos, resistencia y sincronización solo daban pie a más sugerencias.Normalmente empleaba una combinación de halagos, terquedad eintimidación para mantenerlos a raya. Se preciaba de saber manejar a lospadresdemasiadoentusiastas.Afindecuentas,sedijo,¿nohabíasidoasísumadre?

MaeDunnehabíadeseado,másqueningunaotracosa,verasuhijaenelescenario. Tenía las piernas cortas y un cuerpo excesivamente menudo ycompacto. Pero había tenido alma de bailarina. Mediante la puradeterminaciónyelaprendizaje,sehabíahechounsitioenelcorpsdeballetdeunapequeñacompañíaitinerante.

Mae se casó con casi treinta años. Resignada al hecho de que nuncallegaríaaserunaestrella,sededicóalaenseñanzaduranteciertotiempo,perosuspropiasfrustracioneshacíandeellaunamaestrapésima.ElnacimientodeLindsayhizoque todocambiara.Ellanosería jamásprimerabailarina,perosuhijasípodríaserlo.

Las lecciones empezaron cuando Lindsay tenía cinco años, bajo lasupervisión continua de su madre. Desde entonces, su vida había sido untorbellinodeclases, recitales, zapatillasdeballet ymúsicaclásica.Sudietahabíasidoescrupulosamentecontrolada,ylapreocupaciónporsuestaturafueconstante,hastaquequedóclaroquenosobrepasaríaelmetro sesenta.Maeestaba satisfecha. Los zapatos de baile añadían algunos centímetros a laestatura de una bailarina, y una profesional demasiado alta tenía másdificultadesalahoradeencontrarcompañerosdebaile.

Lindsay había heredado la estatura de su madre, pero, para orgullo deMae, poseía un cuerpo esbelto y delicado. Después de una etapa breve ydifícil,Lindsayhabíaeclosionadocomounaadolescentedeexquisitabelleza:

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cabello rubio y sedoso, piel marfileña y ojos azules con cejas finas yarqueadas.Poseíaunaestructuraóseaelegante,queenmascarabaunarobustafortaleza obtenida tras tantos años de entrenamiento. Sus brazos y piernaseran esbeltos, con músculos largos propios de una bailarina clásica. LasplegariasdeMaehabíansidoescuchadas.

Lindsay daba el tipo de bailarina y tenía talento.Mae no necesitaba laopinióndeningúnprofesorparaconfirmarloqueveíaporsímisma.Suhijaposeía la coordinación necesaria, la técnica, la resistencia y la capacidad.Pero,además,poníaenelloelcorazón.

A los dieciocho años,Lindsay fue admitida en una compañía deNuevaYork.Adiferenciadesumadre,nosequedóenelcorps.Llegóasersolistaymás tarde, al cumplir los veinte, se convirtió en primera bailarina.Durantecasi dos años, pareció que los sueños de Mae se habían hecho realidad.Luego,sinprevioaviso,LindsaysehabíavistoobligadaadejarsupuestoyregresaraConnecticut.

Llevaba tres años dedicada a dar clases de danza. Aunque su madreparecía amargada, Lindsay se lo tomaba conmás filosofía. Todavía seguíasiendobailarina.Esonuncacambiaría.

Lasnubesvolvieronadesplazarseytaparonelsol.Lindsayseestremeció,deseando no haberse dejado la chaqueta en el asiento delantero del coche,donde la había arrojado en el calor de su exasperación. Llevaba los brazosdesnudos, cubiertos solamente a la altura de los hombros por unamalla decolorazulpálido.Sehabíapuestounosvaquerosencimadeloscalentadores,peroaunasíechabademenoslachaqueta.Dadoquepensarenellanolaharíaentrar en calor, apretó el paso y emprendió un ligero trote. Sus músculosrespondieron de inmediato. Había fluidez en sus movimientos, una graciainstintivamás que premeditada. Empezó a disfrutar de la carrera. Formabapartedesunaturalezabuscarelplaceryencontrarlo.

Bruscamente, como si una mano hubiese retirado el tapón, la lluviacomenzó a caer. Lindsay se detuvo para contemplar el cielo revuelto yoscurecido.

—¿Yquémás?—preguntó.Lerespondióelprofundoretumbardeuntrueno.Conunamediasonrisa,

meneólacabeza.LacasadelosMoorefieldestabaenlaotraacera.Decidió hacer lo que tendría que haber hecho desde el principio.

Abrazándoseasímisma,empezóacruzarlacarretera.Elestridentesonidodeunclaxonhizoqueelcorazónselesubieraalagarganta.Girórápidamentelacabezayviolaformadifusadeuncochequeseacercabaatravésdelmanto

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de la lluvia. Se apartó instantáneamente de un salto y, resbalando sobre elpavimentohúmedo,aterrizóconun«plaf»enuncharcopocoprofundo.

Cerró los ojosmientras supulso se aceleraba.Oyó el fuerte chirridodeunos frenos y la fricción de unos neumáticos. «Dentro de algunos años»,pensómientras el agua fría calaba susvaqueros, «me reiré al acordarmedeesto.Peroahoranomehaceningunagracia».Diounapatadayel aguadelcharcosaltóentodasdirecciones.

—¿Haperdidoustedeljuicio?Lindsay oyó el rugido a través de la lluvia y abrió los ojos. A su lado

habíaungigantefuriosoyempapado.Oundemonio,sedijo,mirándoloconcautela mientras se cernía sobre ella. Iba vestido de negro. Su cabello eratambiénnegro.Surostro,empapadoporlalluvia,eraangulosoybronceado.Había algo ligeramente perverso en aquella cara. Quizá era por las cejasnegras,quesearqueabanlevementeenlosextremos.Quizáeraporelextrañocontrasteconsusojos,deuncolorverdepálidoquehacíapensarenelmar.Y,enaquelmomento,estabanfuriosos.Sunarizeralargayalgoafilada,loquecontribuíaaacentuarelaspectoangulosodesusfacciones.Laropaseleceñíaalcuerpoacausadelalluviaydejabaentreverunacomplexiónfirmeybienproporcionada.Denohaberestadotanabsortaensurostro,Lindsaylahabríaadmirado profesionalmente. Sin habla, se limitó a mirarlo con los ojosabiertoscomoplatos.

—¿Está herida? —inquirió él al ver que no contestaba a su primerapregunta.Nohabíapreocupaciónensuvoz,soloiracontenida.Lindsaynegóconlacabezaysiguiómirándolo.Conunaimpacientemaldición,éllaagarróporlosbrazosytiródeella,levantándoladelsueloantesdeponerladepie—.¿Esquenomirapordóndeva?—espetó,dándoleunrápidozarandeoantesdesoltarla.

No era el gigante que Lindsay había imaginado. Era alto, desde luego,quizáunostreintacentímetrosmásaltoqueella,peronounquebrantahuesosounaapariciónsatánica.Empezóasentirsemásestúpidaqueasustada.

—Lo siento muchísimo —comenzó a decir. Sabía perfectamente quehabíacometidounerroryestabamásquedispuestaaadmitirlo—.Miré,peronovi…

—¿Que miró? —la interrumpió él. La impaciencia de su tono apenasocultabauna iramásprofundayreprimida—.Puesquizádeberíaempezarausargafas.

Estallóotrorelámpago,abriendoenelcielounsurcoblanco.Másqueporlaspalabras,Lindsaysesintióofendidaporeltono.

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—Nousogafas—contestó.—Puesquizádeberíausarlas.—Veoperfectamente—Lindsayseretiróunmechóndecabellohúmedo

delaceja.—Nodeberíacometerlaimprudenciadeponerseenmediodelacarretera.La lluvia resbalaba por las mejillas de Lindsay mientras lo miraba. Le

extrañóquenoseconvirtieraenvapor.—Yamehedisculpado—dijocolocándoselasmanosenlascaderas—.O

ibaahacerloantesdequelaemprendieraconmigo.Siesperaquemepongaderodillas,olvídelo.Sinohubieratocadoelclaxondeesamanera,nohabríaresbalado en ese estúpido charco—se limpió inútilmente el trasero de lospantalones—.Imaginoquenoselehaocurridodisculparse…

—No—respondióél sin inmutarse—,no semehaocurrido.Yono soyresponsabledesutorpeza.

—¿Torpeza? —repitió Lindsay abriendo los ojos de par en par—.¿Torpeza?—suvozsequebró.Paraella,nohabíainsultomásvil—.¿Cómoseatreve?

Habíatoleradoelchapuzónenelcharco,habíatoleradosurudeza,peronosoportaríaaquello.

—¡Esustedelhombremásdeplorablequeheconocido jamás!—conelrostroinflamadodecólera,Lindsayseretiróimpacientementeelcabello,quela lluvia insistía en introducirle en los ojos. Estos brillaban con un azulimposiblementevívidocontrasupielcongestionada—.Casimeatropella,medaunsustodemuerte,mearrojaauncharco,mesermoneacomosifueraunaniñacortadevista,¡yahoratieneladesfachatezdellamarmetorpe!

Élenarcóunacejaantelapasióndesudiscurso.—Quien se pica… —murmuró, y luego la sorprendió agarrándola del

brazoytirandodeella.—¿Pero qué está haciendo? —exigió saber Lindsay, tratando de no

inmutarse,aunquelapreguntaacabóenunchillido.—Salir de este maldito aguacero —abrió la portezuela del lado del

conductorylaintrodujoenelcochesinningunaceremonia.AutomáticamenteLindsaysedeslizóalotroasientoparadejarlesitio.

—No puedo dejarla ahí bajo la lluvia —prosiguió con tono ásperomientras se colocaba ante el volante y cerraba la portezuela. La tormentaazotabaelcristaldelparabrisas.

Elhombresepasólosdedosporelgruesomechóndecabellopegadoensufrente,yLindsaydeinmediatosequedófascinadaporaquellamano.Tenía

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lapalmaamplia,ydedoslargosdepianista.Casisecompadeciódeél.Pero,entonces, el hombre giró la cabeza. Sumirada bastó para disipar cualquiercompasión.

—¿Hacia dónde va? —le preguntó él en un tono lacónico, como sidirigieralapreguntaaunniño.

Lindsayenderezóloshombrosempapadosyateridos.—Voyamicasa.Estáaesodeunkilómetro,porestamismacarretera.Él volvió a arquear las cejas mientras contemplaba a Lindsay larga y

detenidamente. El cabello húmedo enmarcaba su rostro. Tenía las pestañasoscuras y onduladas, sin ayuda de ningún rímel, sobre unos ojos casiasombrosamenteazules.Subocasefruncíaenunmohín,peroeraobvioqueno pertenecía a la niña por la que inicialmente la había tomado. Aun sinpintar, era claramente una boca demujer. Aquel rostro tenía algomás quesimplebelleza;noobstante,antesdequepudieradefinirquéeraesealgo,ellaseestremeció,distrayéndolo.

—Si sale cuando está lloviendo—dijo suavementemientras alargaba elbrazohaciaelasientotrasero—,debeponerselaropaadecuada—lepusounachaquetacolorcaféenlafalda.

—Nonecesito…—empezó a decirLindsay, pero la interrumpieron dosestornudosseguidos.Conlosdientesapretados,colólosbrazosenlachaquetamientraselhombreponíaelmotorenmarcha.Condujeronensilencio,conlalluviatamborileandosobreeltechodelvehículo.

De pronto, a Lindsay se le ocurrió pensar que era un absolutodesconocido.Ellaconocíadenombreodevistaacasitodalagentequevivíaenaquelpequeñopueblocostero,perojamáshabíavistoaaquelhombre.Nohabríaolvidadosucara.EnelambientetranquiloyamigabledeCliffside,erafácil confiarse, pero ella tambiénhabía pasadovarios años enNuevaYork.Conocía los peligros que entrañaba subirse en el coche de un desconocido.Disimuladamente,searrimómásalaportezueladelpasajero.

—Unpocotardeparapensareneso—ledijoéltranquilamente.Lindsaygirórápidamentelacabeza.Pensó,aunquenopodíaestarsegura,

quelacomisuradesubocasehabíaarqueadoligeramente.Ladeóelmentón.—Es ahí —dijo fríamente, señalando hacia la izquierda—. La casa de

cedroconbuhardilla.Con un ronroneo, el coche se detuvo delante de una verja blanca.

Haciendo acopiode toda sudignidad,Lindsay sevolviódenuevohacia él.Queríaexpresarsuagradecimientoenuntonodeliberadamentegélido.

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—Serámejorquesequiteesaropamojada—leaconsejóélantesdequeellapudierahablar—.Ylapróximavezmireenambasdireccionesantesdecruzarlacalle.

Lindsay solo pudo emitir un resoplido amortiguado de ira mientrasbuscaba la manija de la puerta. Internándose de nuevo bajo el torrente delluvia,lomiróconrabiaatravésdelasiento.

—Milgracias—dijoycerrólaportezueladegolpe.Luegorodeóelcocheycruzólaverja,olvidandoquellevabapuestalachaquetadeundesconocido.

Entrócomounaexhalaciónenlacasa.Aúnhechaunafuria,permaneciódepie,inmóvil,conlosojoscerrados,llamándosealorden.Elincidentehabíasidoexasperante,indignanteincluso,peroloúltimoquedeseabaeratenerquecontárselo a su madre. Lindsay sabía que su semblante era demasiadoexpresivo,susojosdemasiadoreveladores.Sutendenciaamanifestardeunaformatanvisiblesussentimientoshabíasidounabazaensucarrera.CuandointerpretabaGiselle,sesentíacomoGiselle.Elpúblicopodíaleerlatragediaen su rostro. Cuando bailaba se dejaba embelesar completamente por lamúsicaylahistoria.Sinembargo,cuandosequitabalaszapatillasdeballetyvolvíaaserLindsayDunne,sabíaquenoeraprudentequesusojosdejarantraslucirsuspensamientos.

Si notaba que estaba disgustada, su madre la interrogaría y exigiría unrelatopormenorizadodeloshechos,paraluegoponerseacriticar.

En aquellos momentos, lo que menos necesitaba era un sermón.Empapada y exhausta, empezó a subir cansadamente las escaleras hacia lasegundaplanta.Fueentoncescuandooyólaspisadaslentasydesiguales,unrecordatorioconstantedelaccidenteenelquehabíamuertosupadre.

—¡Hola!Ibaarribaacambiarme—Lindsayseretiróelcabellomojadodelacaraparasonreírasumadre,quepermanecíaalpiedelaescalera.

Maedescansólamanoenelposte.Aunqueteníaelpeloteñidoderubioeiba impecablemente maquillada, el efecto quedaba estropeado por suexpresióneternamenteinsatisfecha.

—Elcochedioproblemas—prosiguióLindsayantesdequeseiniciaraelinterrogatorio—.Mepilló la lluviaantesdequepudieraencontraraalguienquemetrajera.Andytendráquellevarmedevueltaestanoche—seleocurrióañadirenelúltimomomento.

—Has olvidado devolverle la chaqueta —observó Mae. Se apoyópesadamente en el poste mientras miraba a su hija. El tiempo húmedoatormentabasucadera.

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—¿La chaqueta? —desconcertada, Lindsay bajó los ojos y vio lasmangas,empapadasydemasiadolargas,quecubríansusbrazos—.¡Oh,no!

—Bueno, no te preocupes tanto —dijo Mae con irritación mientrasdesplazaba supesoalotropie—.Andypuedearreglárselas sin ellahasta lanoche.

—¿Andy?—repitióLindsay.Luegocomprendió ladeducciónquehabíahechosumadre.Lasexplicaciones,decidió,erandemasiadocomplicadas—.Supongoquesí—asintiósindarleimportancia.Bajóunpeldañoycolocólamanoencimadeladesumadre—.Parecescansada,madre.¿Hasdescansadohoy?

—Nometratescomoaunaniña—dijoMaeconbrusquedad,yLindsaysetensódeinmediato.Retirólamano.

—Losiento—sutonoeracontenido,perounbrillodedoloriluminabasusojos—. Subiré a cambiarme antes de cenar—quiso volverse, peroMae leagarróelbrazo.

—Lindsay—suspiró, leyendo con facilidad las emociones reflejadas enaquellosojosgrandesy azules—.Perdóname.Hoyestoydemalhumor.Lalluviamedeprime.

—Sí, losé—lavozdeLindsaysesuavizó.Habíasidolalluvia,unidaaunos neumáticos deficientes, lo que había provocado el accidente de suspadres.

—Yodiasestaraquí,cuidándome,cuandodeberíasestarenNuevaYork.—Madre…—Es inútil—el tonodeMaevolvíaaser severo—.Nada irábienhasta

queestésenellugaralqueperteneces,dondedebesestar—segiróysealejóporelpasilloconpasosirregularesytorpes.

Lindsayviocómodesaparecíaantesdevolverseparasubir lasescaleras.«Ellugaralquepertenezco»,sedijomientrasentrabaensucuarto.«¿Yquélugaresese?».

Cerró la puerta y se apoyó en ella. El cuarto era espacioso y bienventilado, con dos amplias ventanas situadas una al lado de la otra. En lacómoda,quehabíapertenecidoasuabuela,habíaunacoleccióndecaracolasrecogidasen laplayasituadaapocomásdeunkilómetrode lacasa.Enunrincónhabíaunaestanteríaconlibrosdesuinfancia.Ladescoloridaalfombraorientaleraun trofeoqueLindsaysehabía llevadoconsigocuandocerrósuapartamentodeNuevaYork.Lamecedoraprocedíadelmercadilloquesolíanponeradosmanzanasdeallí,yelgrabadodeRenoir lohabíaadquiridoen

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una galería de arte deManhattan. Su habitación, se dijo, reflejaba los dosmundosenlosquehabíavivido.

Sobrelacamaestabancolgadaslaszapatillasdebailequehabíausadoensuprimersoloprofesional.Seacercóaellasypasólosdedosporlascintasdesatén.Recordócómolashabíacosido,elnudodeexcitaciónquesintióenelestómago. Recordó la cara extasiada de su madre tras la actuación, y laexpresiónadmiradadesupadre.

Deesohacíatodaunavida,pensómientrasdejabaqueelsaténresbalaraporsusdedos.Enaquelentonceshabíacreídoquetodoeraposible.Yquizá,duranteuntiempo,lohabíasido.

Sonriendo, se permitió recordar lamúsica, elmovimiento, lamagia, losmomentosenquehabíasentidoquesucuerposemovíaconlibertadyfluidez,sin restricciones. La realidad regresaba después, con calambresindescriptibles,piesquesangrabanymúsculostensos.¿Cómohabíapodido,una y otra vez, contorsionarse para dibujar las líneas antinaturales quecomponíanladanza?Perolohabíahecho,sehabíaesforzadohastaellímitedesucapacidadysuresistencia.Sehabíaentregadoporentero,sacrificandosu cuerpo y los años. Solo había existido la danza. La había absorbido porcompleto.

Sacudiendo la cabeza, volvió al presente.De aquello, recordó, hacía yamucho tiempo.Ahora teníaotras cosas enquepensar.Sequitó la chaquetamojadaylamiróceñuda.«¿Quéhagoyoconesto?»,sepreguntó.

Volvió a recordar la descarada rudeza de su propietario. Su ceño seintensificó. Bueno, si la quería, podía volver a buscarla. Una rápidainspeccióndeltejidoydelaetiquetaledijoquenoeraunaprendadevestirque sepudieraolvidar como si tal cosa.Pero el olvidonohabía sido culpasuya,sedijomientrasseacercabaalarmarioparasacarunapercha.Sehabríaacordadodedevolverlasiaquelhombrenolahubierapuestotanfuriosa.

Colgó la chaqueta en el armario y después empezó a quitarse la ropaempapada.Sepusounagruesabatadefelpillasobrelatemblorosapielycerrólas puertas del armario. Se dijo que debía olvidarse de la chaqueta y delhombrealquepertenecía.Ningunodelosdos,decidió,teníanadaqueverconella.

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EraunaLindsayDunne totalmentedistinta la que saludaba a lospadresdoshorasdespués.Llevabaunablusadevolantesyunafaldaplisada,ambasde color azul claro, y el cabello cuidadosamente recogido enunmoño.Susfaccionesdenotabanserenidadycompostura.Delamujerempapadayfuriosanoquedabani rastro.En su preocupaciónpor el recital, había olvidadoporcompletoelincidentedelalluvia.

Lassillasestabandispuestasenhileras,paraque los familiarespudieranver la actuación de las niñas. Detrás había una mesa con café y galletassurtidas.

Lindsay podía escucharmurmullos de conversación por toda la sala, locual le hizo pensar en otros recitales de antaño. Su mente voló hacia lahabitacióncontigua,dondeveinticuatrochicasseafanabanconlostutúsylaszapatillasdedanza.

Estabanerviosa.Bajosusonrisaysuaparentecalmaexterior,sentíatantaansiedadcomolaqueacostumbrabaaexperimentarentodoslosespectáculos,apesardequeestabatanhabituadaaellosquecasipodíaanticiparcadaunode los pasos. Ellamisma había pasado por aquello antes, por las etapas depreescolar,intermediayavanzada,hastaalcanzarelnivelsuperior.Ahoraerala maestra. No había ni un solo aspecto de los recitales que no hubieseconocidoalolargodesuvida.

HabíapuestoenelreproductordeCDunalentasonatadeBeethovenparaatemperarsuinquietudeircreandoambiente.Quéestupidez,sedijo,queunaprofesional experimentada, unamaestra de reconocido prestigio, hubiera dealterarseporunasimplerepresentación.Peronopodíaevitarlo.Ellaponíaelcorazón en todo lo relacionado con su academia y sus alumnas. Deseabaansiosamentequelanochefueseunéxito.

Sonriendo, estrechó la mano de un padre que seguramente habríapreferido quedarse en casa viendo un partido de fútbol. Se deslizabasubrepticiamenteeldedobajoelnudodelaagobianteeincómodacorbata.De

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haber tenido más confianza con él, Lindsay se habría reído y le habríasugeridoqueselaquitara.

Desde que empezó a organizar recitales, dos años atrás, uno de susprincipales objetivos era relajar a los padres. Lograr que se encontraran agustosignificabatenerunpúblicomásentusiasta, loqueasuvezprocurabaun mayor número de alumnas a la academia. De hecho, la había abiertopensando en la publicidad del boca a boca, y era la recomendación de losvecinos,delosconocidos,loquelamanteníaaflote.Ahoraerasutrabajo,supasión y su forma de ganarse la vida. Se consideraba afortunada de haberpodidoaunarambascosasporsegundavezensuvida.

Consciente de que muchos familiares de las bailarinas habían acudidoparacumplirelexpediente,estabadeterminadaadepararlesunratoagradable.En cada recital, procuraba no solo variar el programa, sino buscar lacoreografíamásindicadaparaeltalentoylascapacidadesdecadabailarina.Sabíaquenotodaslasmadreserantanambiciosascomosumadrerespectoasushijas,yquenotodoslospadreslasapoyabantantocomosupadrelahabíaapoyadoaella.

«Pero han venido, después de todo», se dijo, contemplando al grupocongregadoenlaacademia.Habíanacudidoapesardelalluvia,renunciandoasuprogramadetelevisiónfavoritooadarunacabezaditaenelsofádespuésdelacena.

Sonrió, conmovida por la generosidad de los padres con respecto a sushijos,unagenerosidadquesolíapasarinadvertida.

De repente pensó en lo mucho que se alegraba de haber vuelto, de locontenta que se sentía estando allí. Sí, había amado Nueva York, con sufrenético ritmo de vida, sus desafíos, su innegable excitación; pero lossencillosplaceresdeunpueblopequeño,ysustranquilascalles,lesatisfacíandesobraenelmomentoactual.

Todos los presentes se conocían, ya fuese de vista o personalmente. Lamadredeunade lasbailarinasmayoreshabíasidosupropiacanguroveinteaños atrás. En aquel entonces llevaba coleta, recordó, mientras miraba suactualpeinado,máscortoysofisticado.Unacoletalarga,sujetaconunacintadecolores,quehacíaoscilarmientrascaminabayqueaellalehabíaparecidopreciosa.Elrecuerdolaconfortóycontribuyóacalmarsusnervios.

Quizá todo el mundo debería marcharse de su pueblo natal en algúnmomento,sedijo,yregresaryadeadultos,yafueraparaquedarseono.Quérevelacióneraver,conunaperspectivadeadulto,lascosasylaspersonasquesehabíanconocidoenlainfancia.

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—Lindsay.Segiróparasaludaraunaantiguacompañeradecolegio,ahoramadrede

unadesusalumnasmáspequeñas.—Hola,Jackie.Tienesunaspectoestupendo.Jackieeraunamorenacompetenteycapaz.Lindsayrecordabaquehabía

formadopartedeunsorprendentenúmerodecomitésdurantesusañosenelinstituto.

—Estamos tremendamente nerviosos—confesó Jackie, refiriéndose a símisma,asumaridoyasuhija.

Lindsaysiguiósumiradaatravésdelasalayvioalaantiguaestrelladelatletismo,convertidoenagentedeseguros,conquienJackiesehabíacasadoalañodesugraduación.Estabahablandocondosparejasdeancianos.Todoslosabueloshabíanasistidotambién,sedijoconunasonrisa.

—Sesuponequedebéisestarnerviosos—comentó—.Eslohabitual.—Espero que lo haga bien—dijo Jackie—, sobre todo por ella. Desea

tantoimpresionarasupadre…—Lo hará estupendamente —le aseguró Lindsay, apretando su mano

nerviosa—.Ytodasestánpreciosas,graciasa laayudaquemehasprestadoconlostrajes.Aúnnohabíatenidoocasióndedartelasgracias.

—Oh, ha sido un placer —afirmó Jackie. Mirando de nuevo hacia sufamilia,añadióentonobajo—:Losabuelospuedenserterribles.

Lindsay emitió una risita suave, sabiendo que aquellos abuelos enparticularadorabanasupequeñabailarina.

—Eso es, ríete—le dijo Jackie desdeñosamente, aunque una sonrisa deautorreprobaciónasomóasuslabios—.Túaúnnotienesquepreocupartedeabuelos… ni de suegros —añadió, confiriendo a sus palabras un tonodeliberadamenteominoso—.Porcierto—elcambiodetonodeJackiepusoaLindsayinmediatamenteenguardia—.¿TeacuerdasdemiprimoTod?

—Sí—respondióconcautelacuandosuamigahizounapausa.—Vendráalpueblodentrodeunpardesemanas,parapasarundíaodos

—Jackiesonriósinmalicia—.Mepreguntóportilaúltimavezquetelefoneó.—Jackie…—empezóadecirLindsay,decidaamostrarsefirme.—¿Por qué no dejas que te lleve a cenar? —prosiguió Jackie,

impidiéndole evadirse—. Se quedó prendado de ti el año pasado, y no sequedará mucho tiempo. Tiene un negocio magnífico en New Hampshire.Informática,creoqueyatelocomenté.

—Lo recuerdo—dijo Lindsay al cabo de pocos segundos. Uno de losinconvenientesdeestar solteraenunpueblopequeño,sedijo,era tenerque

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eludir continuamente las intrigas casamenteras de las bienintencionadasamistades. Las insinuaciones y sugerencias de posibles parejas se habíanmultiplicado desde queMae comenzaba amejorar.Lindsay sabía que, paraevitarunaluvión,debíasentarunprecedente,asíquesemantuvofirme.

—Jackie,yasabesloocupadaqueestoy…—Estáshaciendountrabajomaravilloso,Lindsay—seapresuróadecirsu

amiga—.Todaslasniñasteadoran,perounamujernecesitadivertirsedevezencuando,¿nocrees?¿NohaynadaserioentreAndyytú?

—No,desdeluegoqueno,pero…—Entonces,noveoningunanecesidaddequeterecluyas.—Mimadre…—Teníamuy buen aspecto cuando fui a tu casa el otro día a dejar los

trajes —prosiguió implacablemente—. Fue estupendo ver que ya se habíalevantado.Inclusonotéquehabíaganadoalgodepeso.

—Sí,escierto,pero…—Todllegaráel juevesdelasemanaqueviene.Lediréquetellame—

dijo animadamente antesdedarsemediavueltaydirigirsehacia su familia,abriéndosepasoentreelpúblico.

Lindsayobservó,entreirritadaydivertida,cómosealejaba.Eraimposibleganarleaalguienquejamástedejabaacabarunafrase,sedijo.

En fin, pensó, un primo con la voz trémula y las palmas ligeramentesudorosas no estaría tan mal para una velada. Su agenda no estabaprecisamenteabarrotadadecitas,nitampocopodíadecirsequeunamultituddehombresfascinantesseagolpaseantesupuerta.

Peronoeraelmomentodepreocuparseporlafuturacena,sinodepensarensusalumnas,demodoquesedirigióhacialosvestuarios.Allí,almenos,suautoridaderaabsoluta.

Unavezdentro,seapoyóenlapuertacerradayrespiródespacioyhondo.Antesíreinabaelcaos,perouncaosalqueerainmune.Laschicascharlabanconentusiasmo,seayudabanunasaotrasaponerselostrajesoensayabanlospasosporúltimavez.Unadelasbailarinasmayoresejecutabapliésmientrasunpardecríasdecincoañosandabanenplenotirayaflojaconunazapatilladeballet.Eraeltípicoalborotoentrebambalinas.

Lindsayseenderezó,alzandolavoz.—Prestadmeatención,porfavor—sutonoafableseelevóporencimadel

parloteoyatrajotodaslasmiradashaciaella—.Empezaremosdentrodediezminutos.Beth,Josey—sedirigióadosdelasbailarinasmayores—,ayudadalaspequeñas.

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Consultósureloj,preguntándoseporquélapianistasedemorabatanto.Sieldesastreseconsumaba,utilizaríaelreproductordeCD.

Seagachóparaajustarlelasmallasaunajovenalumnayseenfrentóalosnerviosylaspreguntasdelasdemás.

—Señorita Dunne, no habrá sentado a mi hermano en la primera fila,¿verdad?Mehacemuecas.Horribles.

—Está en la segunda fila empezando por detrás—repuso, con la bocallena de horquillas, mientras daba los últimos toques al peinado de unaalumna.

—SeñoritaDunne,estoypreocupadaporlasegundaseriedejetés.—Hazlocomoenelensayo.Seguroqueloharásmaravillosamente.—SeñoritaDunne,Katesehapintadolasuñasderojo.—Mmm—Lindsaymiródenuevoelreloj.—SeñoritaDunne,sobrelosfouettés…—Cinco,nadamás.—Deberíamosmaquillarnosparaquenosenosveatanpálidas—sequejó

unabailarinadepocaedad.—No—dijoLindsay tajantemente, reprimiendounasonrisa—.¡Mónica,

gracias aDios!—exclamó aliviada cuando una atractiva joven entró por lapuertatrasera—.EstabaapuntodeutilizarelCD.

—Siento llegar tarde—Mónica sonrió alegremente mientras cerraba lapuertatrasdesí.

Asusveinteaños,MónicaAndersoneraunajovenatractivaysaludable.Suespesamelena rubia adornabaun semblantede faccionespecosasyojoscastaños,grandesyvivaces.Defiguraaltayatlética,poseíaelcorazónmáspuro que Lindsay había conocido jamás. Recogía gatos callejeros, estabasiempre dispuesta a escuchar a todo el mundo y, pese a cualquierdiscrepancia, nunca pensaba mal de nadie. A Lindsay le caía bien por sugenuinabondad.

Por añadidura,Mónica poseía un verdadero talento para el piano. Sabíamantener el tempo, interpretando a los clásicos fielmente, sin florituras quepudierandistraeralasbailarinas.Sinembargo,sedijoLindsaysuspirando,noestabaloquesedecíaobsesionadaconlapuntualidad.

—Nos quedan cinco minutos —le recordó Lindsay mientras Mónicadirigíasusgenerosascurvashacialapuerta.

—Nohayproblema.Saldréenseguida.EstaesRuth—siguiódiciendolajoven,señalandoaunamuchachaquepermanecíadepiejuntoalapuerta—.Esbailarina.

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Lindsay fijó su atención en la chica de ojos almendrados y labioscarnosos. Su cabello, liso y negro, enmarcaba un semblante pequeño ytriangular,ycaíasobresusomóplatos.Susfacciones,algoirregulares,noerangran cosa individualmente, pero combinadas resultaban arrebatadoras. Erauna joven a punto de convertirse enmujer.Aunque su porte era relajado ylleno de confianza, había algo en sus ojos que denotaba incertidumbre ynerviosismo.AquellosojoshicieronqueLindsayesbozaraunacálidasonrisayleofrecieralamano.

—Hola,Ruth.—Interpretaré una obertura rápida para tranquilizar los ánimos—terció

Mónica.Noobstante,cuandosevolvióparasalir,Ruthleagarrólamanga.—Pero,Mónica…—protestólachica.—Oh, Ruth quiere hablar contigo, Lindsay —sonrió alegremente,

mostrando losdientes,mientrassevolvíadenuevohacia lapuerta—.No tepreocupes—dijoalamuchacha—.Lindsayesmuysimpática,telogarantizo—asegurómientrasretrocedíahacialapuertaqueconducíaalestudio.

Lindsaymeneólacabeza,divertida,peroalvolverseobservóqueRuthsehabía ruborizado. Dado que poseía una notable capacidad para tratar condesconocidos,eracapazdedistinguirenseguidaaquiencarecíadeella.Tocóligeramenteelbrazodelachica.

—Mónica es única…—sonriendo de nuevo, prosiguió—:Ahora, simeechasunamano,podremoshablar.

—Noquieroestorbar,señoritaDunne.Enrespuesta,Lindsayseñalóhacialaconfusióndelvestuario.—Mevendríabienunpocodeayuda.Era perfectamente capaz de organizar a las bailarinas ella sola, pero

comprendió, al observar cómoRuth se relajaba, que su gesto había sido elapropiado. Intrigada, observó losmovimientosde la chica, reconociendoenellaunagracianatural,unestilocultivado.Luegocentrótodasuatenciónensus alumnas.Al cabo de pocosmomentos, el silencio volvía a reinar en lahabitación.

Lindsay abrió la puerta, hizo una rápida señal a Mónica y la músicaempezó a sonar mientras las alumnas más jóvenes se deslizaban hacia elescenario.

—Quémonassonconesaedad—murmuró—.Pocascosashayquehaganmal—lasprimeraspiruetashabíanarrancadoyaalgunosaplausos—.Postura—susurróalaspequeñasbailarinas.Luego,dirigiéndoseaRuth,preguntó—:¿Cuántotiempollevasestudiando?

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—Desdeloscincoaños.Lindsayasintiósindespegarlosojosdelaspequeñasartistas.—¿Quéedadtienes?—Diecisiete —Ruth respondió con una determinación tal que Lindsay

enarcóunaceja—.Loscumplíelmespasado—añadiócasialadefensiva.Lindsaysonrió,aunquecontinuóobservandoalasniñas.—Yo también teníacincoañoscuandoempecé.Mimadreaúnconserva

misprimeraszapatillasdeballet.—LavibailarenDonQuijote—dijoRuthrápidamente.Lindsay se giró, para ver que la chica la miraba con el labio inferior

atrapadoentrelosdientes.—¿Enserio?¿Cuándo?—Hacecincoaños,enNuevaYork.Estuvomagnífica—enlosojoshabía

talexpresióndeadmiraciónqueLindsayalzóunamanohastasumejilla.Ruthsepusorígida,peroLindsay,desconcertada,sonriódetodosmodos.

—Gracias.Siemprehasidomiballetfavorito.Tanllenodeluzyfuego…—Algún día interpretaré a Dulcinea —parte del nerviosismo había

desaparecido de la voz de Ruth. Sus ojos miraban directamente a los deLindsay.

Observándola, Lindsay se dijo que nunca había visto un físico másadecuadoparaelpapel.

—¿Yquieresseguirestudiando?—Sí—Ruthsehumedecióloslabios.Lindsayladeólacabeza,sindejardeestudiarla.—¿Conmigo?Ruthasintióconlacabezaantesdequelapalabrabrotaradesuslabios.—Sí.—Mañana es sábado—dijo al tiempo que hacía una indicación con la

mano al siguiente grupo de bailarinas—. La primera clase es a las diez.¿Puedes venir a las nueve? —las triunfantes preescolares regresaron alcamerino—. Me gustaría comprobar qué nivel tienes para saber dóndecolocarte.Traetuszapatillasdeballet.

LosojosdeRuthbrillaronexcitados.—Sí,señoritaDunne.Alasnueveenpunto.—Tambiénme gustaría hablar con tus padres,Ruth, si alguno o ambos

puedenacompañarte.Mónicavarióeltempoparapresentaralgruposiguiente.—Mispadresmurieronenunaccidentehaceunosmeses.

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Lindsay oyó la tímida declaración mientras hacía salir al grupo alescenario. Por encimade las cabezas de las chicas, sus ojos se encontraronconlosdeRuth.Vioquelaluzquehabíaenellossehabíaapagado.

—Oh,Ruth,losientomuchísimo—lalástimaylaconsternaciónhicieronmás profundo su tono. Sabía lo que era la tragedia. Pero Ruth meneóbruscamente la cabeza, rehuyendo el contacto de sumano. Reprimiendo lanecesidadinstintivadeconsolarla,Lindsayguardósilenciomientraslachicarecobrabalacompostura.Reconocióenellaaunapersonamuyreservada,queaúnnoestabadispuestaacompartirsusemociones.

—Vivoconmitío—prosiguióRuth,sinatisbodeemociónalgunaensuvoz, baja y suave—. Acabamos de instalarnos en la casa que hay en lasafuerasdelpueblo.

—Lacasadel acantilado—un renovado interés centelleóen losojosdeLindsay—.Oíquelahabíanvendido.Esunacasaextraordinaria.

Ruthselimitóamiraralvacío.«Laodia»,decidióLindsay,sintiendounanuevapunzadadecompasión.

«Odiatodoloquetengarelaciónconella».—Bueno, en ese caso, quizá tu tío pueda venir contigo. Si hay algún

inconveniente,quemellameporteléfono.Minombrefiguraenlaguía,yesimportantequehableconélantesdefijartushorarios.

Unasúbitasonrisailuminóelsemblantedelachica.—Gracias,señoritaDunne.Lindsaysegiróparaacallaraunpardejovencitas.Cuandovolvióamirar,

Ruthyasehabíaido.«Una chica extraña», se dijomientras complacía a una de las pequeñas

tomándolaenbrazos.«Solitaria».Aquelparecíauntérminomuyadecuado,yacariciócon lanarizelcuellode lapequeña.Ellanohabíaconocidomuchasoledaden suvida,pero sabía identificarla.Leentristecíaverla reflejadaenlosojosdealguientanjoven.

Se preguntó cómo sería el tío de Ruthmientras veía a sus alumnas denivel intermedio interpretar una pieza breve de La bella durmiente. ¿Seríaamable?¿Comprensivo?Pensódenuevoenaquellosojosgrandesyoscuros,ysuspiró.

Mónica había encontrado a otra criatura abandonada, y Lindsaycomprendió que ya habría empezado a tomarle cariño. Sonriendo, besó lamejilladelapequeñaylasoltó.

«Mañana»,sedijo,«veremossiestácapacitadaparaladanza».

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Lindsay empezó a preguntarse si la lluvia duraría eternamente. Estabacómodayabrigadaensucama,perolanochefueavanzandoynoconseguíadormirse.

Era extraño, sedijo, porquenormalmente el repiqueteode la lluviay lasuave colcha que la envolvía la habrían inducido al sueño. Quizá era elvestigiodelatensióndelrecitalloquemanteníasumentealerta.

Todohabíasalidobien,recordósatisfecha.Laspequeñas,peseasusposesdubitativas,estuvierontanadorablescomo

habíaesperado,ylasmayoreshicierongaladetodalagraciayladesenvolturaquehabríapodidopedirles.

¡Ojalátuvieramáschicosensusclases!Suspiró.Teníaquesacarseesodelacabeza.Elrecitalhabíaidobienysus

alumnas estaban contentas.Algunas habían demostrado tener potencial. Noobstante,suspensamientosderivaronhaciaaquellachicamorena,Ruth.

Habíavisto ambición en ella, pero sepreguntaba si también encontraríatalento. Recordando sus ojos, la necesidad y vulnerabilidad que había enellos,esperóqueasífuese.

«QuiereinterpretaraDulcinea»,recordóconunasonrisatriste.Sintióunapunzadadeamargura,sabiendocuántasesperanzaspodíanversefrustradasenelmundode ladanza.SolopodíaesperarqueesenofueraelcasodeRuth,pues algo en aquella cara joven y triste había tocado su fibra sensible. Enotrostiempos,interpretaraDulcineahabíasidosumásfervientedeseo.

Cerrólosojos,perosumentecontinuódivagando.Porunmomento,pensóeniralacocinaparaprepararseunpocodetéo

un chocolate caliente. Suspiró en la oscuridad. El ruido despertaría a sumadre. Mae tenía el sueño muy ligero, sobre todo cuando llovía. Lindsaysabíalodifícilqueeraparasumadrehacerfrenteatodaslascontrariedadesquehabíapadecido.Alatragedia.

LacaderadoloridadeMaeeraunrecordatorioconstantedelamuertedesuesposo.Lindsaysabíaque sumadrenosiemprehabía sido feliz,pero supadresiemprelahabíaapoyadoensilencio.Perderlohabíasidoungolpeduropara ella, quien había salido del coma en un estado de confusión y dolor,incapazdecomprendercómosumaridolehabíasidoarrebatado.

LindsaysabíaqueMaejamáspodríaolvidarlamuertedesuesposo,suspropiasheridas,ladolorosaterapiayelbruscofinaldelacarreradesuhija.

Yahoraqueempezabaa aceptar lapérdidade sumarido, sedijo,y eracapaz de moverse con algo más soltura, solo podía pensar en que su hijaretomarasucarreradebailarina.

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Se puso de lado, colocando el brazo debajo de la almohada. La lluviaazotaba loscristalesde laventana,espoleadaporelviento.¿Quéharía faltaparaquesumadreseresignaraaalgoqueerainevitable?,sepreguntó.¿Quéharíafaltaparaquesesintierafeliz?¿Seríaesoposible?

RecordólaexpresióndeMaemientraspermanecíaalpiedelasescaleras,aquellatarde.Conesaimagenregresaronlasfamiliaressensacionesdeculpaeimpotencia.

Colocándose boca arriba, clavó la vista en el techo. Tenía que dejar depensar en eso. Era por la lluvia, se dijo. Por la lluvia, simplemente. Paraaliviarsuinsomnio,empezóarepasarlosacontecimientosdeldía.

Menudatardehabíatenido.Ahoratodasaquellascomplicacionesdiversaslearrancaronunasonrisa.Sinembargo,teniendoencuentaquehabíasidounatardedeviernes,enque laschicasmayoressolíanpensarúnicamenteen lascitasdel sábado,y laspequeñas enel sábadoen sí, todohabía idobastantebien.¡Conlaexcepcióndelmalditocoche!

Alpensarenelcocheaveriado,elrecuerdodeaquelhombrebajolalluviaacudióasumente.Frunciendoelceño,girólacabezahaciaelarmario.Enlaoscuridad casi absoluta, era imposible distinguir la puerta, y aúnmenos elinterior.Peromantuvoelceñofruncido.

«Mepregunto»,sedijo,«sivolveráaporlachaqueta».¡Había sido tan grosero con ella! Su indignación fue en aumento,

reemplazandosuanteriorabatimiento.Lopreferíaasí,sedijo.¿Tansuperiorseconsideraba?

«Si sale cuando está lloviendo…». Remedómentalmente la voz baja ymesuradadeaqueldesconocido.

Unavozextraordinariamenteatractiva,sedijo.Lástimaquepertenecieraaunhombretandesagradable.

«Torpe», se dijo, echando chispas de nuevo. «¡Tuvo la desfachatez dellamarme torpe!». Se colocó boca abajo y palmeó la almohada antes dereposarlacabezaenella.

«Esperoquevuelvaaporlachaqueta»,decidió.«Estavezmeencontrarápreparada». Sintió un gran placer imaginando una variada gama desituacionesenlasqueélregresabaparareclamarlachaquetaprestada.

Con altanería, desdén, condescendencia… ella tendría la sartén por elmangoyhumillaría a aquel hombre impresentable cuyosojosypómulos laobsesionabanahora.

Cuando volvieran a encontrarse, no estaría lloviendo.Ella no estaría endesventaja, calada hasta los huesos y estornudando. Semostraría ocurrente,

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lista…devastadora.Sonrióparasímientrassedeslizabahaciaelsueño.

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3

La lluvia había formado charcos. El sol de la mañana brillaba en susuperficie formando manchas de colores, mientras las gotas de agua aúnimpregnaban la hierba. Un leve rastro de niebla cubría la tierra. Andyencendió la calefacción del coche para combatir el frío mientras veía aLindsayatravesarlapuertaprincipaldesucasa.Era,paraél,lacriaturamáshermosadelmundo.Dehecho,parecíaquenopertenecieraalmundoreal.Erademasiado delicada, demasiado etérea para formar parte de la realidadterrenal.

Ysubellezaeratanpura,tanfrágil…Leproducíaunnudoenelestómagocadavezquelaveía.Habíasidoasídurantequinceaños.

Lindsaysonrióyalzólamanoamanodesaludomientrascaminabahaciaelcocheporelcaminodehormigón.Ensusonrisa,Andyvioelafectoy laamistadqueellasiemprelehabíaofrecido.

Le devolvió tanto la sonrisa como el saludo. No se hacía ilusionesrespectoasurelaciónconLindsay.Eranamigosypunto.Nuncaseríannadamás.Niunasolavez,enel tiempoquellevabanconociéndose,ella lohabíaanimadoatraspasarloslímitesdelaamistad.

Noeraparaél,sedijomientrasLindsaytraspasabalaverja.Perosintiólahabitualoleadadeexcitacióncuandoellaabrió laportezueladelcochey sesentóa su lado.Suaromaeraelmismodesiempre, ligeroy fresco,conuntoque de misterio. Siempre se sentía demasiado voluminoso cuando estabajuntoaella;demasiadocorpulentoytorpe.

Lindsaysonrióylediounrápidoyafectuosobesoenlaanchamejilla.—Me has salvado la vida,Andy—estudió su rostro, encontrándolo tan

agradable como siempre; los ojos negros, dignos de confianza, los huesosfuertes, el cabello ligeramente revuelto… la hacían sentirse cómoda yligeramentematernal—.Teagradezcomuchoquemellevesalestudio.

Élencogiósusanchoshombros.Laexcitaciónyasehabíaconvertidoenlafamiliarcalidezquesiempreexperimentabacuandoellaestabacerca.

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—Sabesqueparamínoesmolestia.—Sí,losé—admitióLindsaymientrasAndyseseparabadelbordillode

laacera—.Poresoloaprecioaúnmás—comoteníaporcostumbre,secolocódeladoenelasientomientrashablaba.Elcontactopersonaleravitalparaella—.Tumadrevisitaráalamíahoy.

—Lo sé—Andy condujo calle abajo con la relajada atención de quienhabíarecorridolamismarutaincontablesveces—.QuiereconvencerladequehagaeseviajeaCaliforniaesteinvierno.

—Esperoqueseanime—porunmomento,Lindsayevocómentalmenteelsemblante inquieto e infeliz de sumadre—.Le sentaría bien un cambio deaires.

—¿Cómoestá?Lindsay exhaló un largo suspiro. No había nada de lo que no pudiera

hablarconAndy.Nohabíatenidounamigomáscercanodesdelainfancia.—Físicamenteestámuchomejor.Haexperimentadounagranmejoríaen

estostresúltimosmeses.Peroporlodemás…—entrelazólosdedos,yluegogirólaspalmashaciaarriba,ungestoqueenellaequivalíaaunencogimientode hombros—. Se siente frustrada, irritable, inquieta. Quiere que vuelva aNueva York para dedicarme a la danza. No admite otra cosa. Se niega aaceptarqueesprácticamenteimposiblequeretomemicarreradondeladejé.Han pasado tres años —meneó la cabeza y se sumió en un meditabundosilencio.

Andylediounminutodetregua.—¿Ytúquieresvolver?Lindsayvolvióamirarlo.Aunqueunrepentinoceñofrunciósuentrecejo,

eradeconcentración,nodemolestia.—Nolosé.Creoqueno.Mesientosatisfechaestandoaquí,pero…—¿Pero? —Andy giró a izquierda y saludó con aire ausente a dos

quinceañerosenbicicleta.—Mitrabajomeencantaba,aunqueelritmodevidaallíescasibrutal.Y

hedicho«meencantaba»—Lindsaysonrió, relajándosecontraelasiento—.Enpasado.Peromimadreseempeñaenhablarenpresente.Aunquequisieravolver, aunque lo deseara desesperadamente, las probabilidades de que lacompañíavolvieraaadmitirmesonmuyescasas—susojossedesviaronhacialas conocidas viviendas—.Ahora, enmuchos aspectos,mi lugar está aquí.Sientabienestarencasa.¿Teacuerdasdeaquellanochequenoscolamosenlacasadelacantilado?—susojosvolvieronailuminarse,risueños.

Andyrespondióconunasonrisa.

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—Estabamuertodemiedo.Tejuroquevideverasalfantasma.Lindsaydejóescaparunarisotadaligera,burbujeante.—Con o sin fantasma, es el lugar más fantástico que he visto jamás.

¿Sabes?Alfinallavendieron.—Sí,yamehabíaenterado—Andylamiró—.Recuerdoquejurasteque

algúndíaviviríasenesacasa.—Éramos muy jóvenes —murmuró Lindsay, pero la tristeza que le

provocóel recuerdoera cálida, nodesagradable—.Queríavivir por encimadel pueblo y sentirme importante.Todas esasmagníficas habitaciones, esospasillosinterminables…—recordóenvozalta.

—Esacasaesunlaberinto—observóAndyentonopocoromántico—.Lehanhechomuchasreformas.

—Esperoquenohayanestropeadoelambiente.—¿Terefieresalastelarañasylosratones?Lindsayarrugólanariz.—No,tonto.Merefieroalagrandiosidad,lamagnificencia,laarrogancia.

Siemprelaheimaginadoconlosjardinesenflorylasventanasabiertasparalasfiestas.

—Esasventanashacemásdeunadécadaquenoseabren,yeljardínestácubiertoporlapeormalezadeNuevaInglaterra.

—Notienesvisión—dijoellaentonograve—.Bueno—prosiguió—,lachica con la que he quedado esta mañana, Ruth, es sobrina del nuevopropietario.¿Sabesalgodeél?

—No. Quizá mi madre sepa algo; siempre está al tanto de los últimoschismes.

—Mecaebienlachica—musitóLindsayrecordandolatristebellezadeRuth—.Pareceunpocoperdida.Megustaríaayudarla.

—¿Creesquenecesitaquelaayuden?—Parecía un pajarillo inseguro de si la mano que se le tendía iba a

acariciarlooaaplastarlo.Mepreguntocómoserásutío.Andysedetuvoenlosaparcamientosdelestudio.—¿Quédefectospodríasencontrarenelhombrequeacabadecomprarla

casadelacantilado?—Seguro que muy pocos —convino Lindsay cerrando la portezuela

mientrasAndycerrabalasuya.—Leecharéunaojeadaa tucoche—propusoélmientrasseacercabaal

vehículoyalzabaelcapó.Lindsaysesituóasulado.Miróelmotorfrunciendoelceño.

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—Tieneunaspectohorrible.—Convendríaquelohicierasrevisardevezencuando—Andyhizouna

muecamientrasmirabaelmotorcubiertodemugre;luegosefijócondisgustoenlasbujías—.¿Sabes?Hayquereponerotrascosasapartedelagasolina.

—Soyundesastreparalamecánica—dijoLindsaydespreocupadamente.—No hace falta ser mecánico para cuidar mínimamente un coche —

empezóadecirAndy.Lindsaydejóescaparungruñido.—Unsermón.Esmejorquemedeclareculpable—lerodeóelcuellocon

losbrazosylebesóambasmejillas—.Soyunaincompetente.Perdóname.Lindsay observó su sonrisa justo cuando otro coche se detenía en los

aparcamientos.ConlosbrazosaúnenelcuellodeAndy,girólacabeza.—Debe de ser Ruth —pensó en voz alta antes de soltarlo—. Te

agradeceríamuchoquerevisaraselcoche,Andy.Siesalgoterminal,damelanoticiacondelicadeza.

AlvolverseparasaludaraRuth,Lindsaysequedóestupefacta.Elhombrequeseaproximabaconlachicaeraaltoymoreno.Lindsaysabíacómoerasuvozsinnecesidaddequehablase.Asícomoconocíasugustoenchaquetas.

—Increíble—musitó entre dientes. Los ojos de ambos se encontraron.Lindsaydecidióquenoeraunhombrequesesorprendieraconfacilidad.

—¿SeñoritaDunne?—preguntódubitativamenteRuth.Lasorpresa,laangustiaylairritaciónseleíanfácilmenteenelrostrode

Lindsay.—¿Qué?—Lindsay se quedó mirándola un momento—. Oh, sí —dijo

rápidamente—. Lo siento. He tenido problemas con el coche; estaba algodistraída.Ruth,esteesmiamigo,AndyMoorefield.Andy,Ruth…

Andysonrióburlónyextendiólasmanosembadurnadasdegrasa,conloquequedarondescartadoslosapretonesdemano.

—SeñoritaDunne—eltonodeltíodeRutheratanneutro,queLindsaysedijoquequizánolahabíareconocido,despuésdetodo.Unvistazofugazasusemblante, sin embargo, invalidó tal teoría. Su expresión era de burlónreconocimiento.Aunasí, le estrechó lamanocon incuestionableeducación,susdedostrabandounbreveperofirmecontactoconlosdeella.«Yotambiénpuedojugaralomismo»,decidió.

—Señor…—dijoentonoeducadamentedistante.—Bannion.SethBannion.—LeagradezcoquehayavenidoconRuthestamañana.—Esunplacer—respondióél.

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Lindsaylomiróconrecelo.—Entremos —dijo dirigiéndose directamente a Ruth. Mientras se

encaminabanhacialapuerta,sedespidiódeAndyconlamanoyluegobuscólasllavesenlosbolsillosdelachaqueta.

—Esmuyamablealrecibirmetantemprano,señoritaDunne—empezóadecir Ruth. Su voz eramuy parecida a como había sido la noche anterior:baja,conunligerotemblorquedelatabaunosnerviosapenascontenidos.

Lindsaysefijóenquenosesoltabadelbrazodesutío.Sonrió,tocandoelhombrodelamuchacha.

—Siempreprefierorecibiramisalumnasindividualmentelaprimeravez—Lindsay notó una leve resistencia y retiró la mano—. Dime—prosiguiómientrasabríalapuertadelestudio—,¿conquiénhasestudiado?

—He tenidovariosprofesores—respondióRuthmientrasentraba—.Mipadreeraperiodista.Siempreestábamosviajando.

—Comprendo —Lindsay alzó los ojos hacia el señor Bannion, cuyaexpresión seguía siendoneutra—.Tenga la amabilidaddeponerse cómodo,señor Bannion —dijo igualando su impecable cortesía—. Ruth y yotrabajaremosenlabarraunosminutos.

EltíodeRuthselimitóaasentir levemente,peroLindsayreparóenqueacariciabasuavementelamanodesusobrinaantesdedirigirsehaciaunadelassillas.

—Lasclasessonmásbienreducidas—empezóaquitarselachaqueta—.Paratratarsedeunpueblopequeño,tenemosbastantesalumnas,peronoenunnúmero exagerado —sonrió a Ruth, y luego se colocó unos calentadoresblancossobre lasmallasverdes.Llevabaunasobrefaldadegasadeun tonoverdemar.Reparódepronto enque el color era idéntico al de losojosdelseñorBannion.Fruncióelceñomientrasseponíalaszapatillasdebaile.

—Pero a usted le gusta enseñar, ¿verdad? —Ruth permanecía a unoscuantospasosdeella.

Lindsay alzó la cabeza paramirarla, delgada e insegura, con unmaillotrosaquerealzabasutezmorena.Aclarósuexpresiónantesdeincorporarse.

—Sí,megusta.Primero, los ejercicios debarra—añadió, haciendounaseñal a Ruth mientras se situaba junto a la pared cubierta de espejos.Colocandounamanoen labarra, indicóa lachicaquesesituaradelantedeella—.Primeraposición.

Ambas figuras se movieron simultáneamente en el espejo. Las dosmujeres permanecían juntas, su estatura y complexión física casi idénticas.Unaeratodaluz,laotrasealzabacomounaoscurasombra,aguardando.

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—Grandplié.Aparentementesinesfuerzo,curvarondeformapronunciada lasrodillas.

Lindsay observó la espalda de Ruth, sus piernas y sus pies, calibrando laposturayelestilo.

Lentamente fue abordando con Ruth las cinco posiciones. Observó queejecutabalospliésylosbatementssatisfactoriamente.Pudover,simplementeporelgestodeunbrazooelmovimientodeunapierna,elamordeaquellamuchachaporladanza.Seacordódesímismaunadécadaantes,joven,llenadeesperanzasyaspiraciones.

Sonrió,viéndoseasímismaenRuth.Leresultabafácilconectarconellayolvidarse de todo lo demás mientras ambas se movían coordinadamente.Mientrassucuerposeestiraba,sumentesemovíaencercanaarmonía.

—Puntillas—dijoderepente,ysealejóparacambiarelCD.Mientraslohacía,susojosseposaronsobreelseñorBannion.Laestabamirando,yellase dijo que podría haber algo relajante en sus ojos de no ser taninflexiblementedirectos.Aunasí,sostuvosumiradamientrasponíaunCDdeTchaikovsky.

—Aúnnosquedaunamediahora,señorBannion.¿Leapeteceunatazadecafé?

Élnorespondióconlainmediatezqueellahabríaesperadotratándosedeuna pregunta informal. Aquellos diez segundos de silencio la dejaronextrañamentesinaliento.

—No—hizounapausa,yellasintióunhormigueoenlapiel—.Gracias.Algirarse,Lindsaynotóquesusmúsculos,quesehabían relajadoen la

barra, volvían a estar tensos. Maldijo entre dientes, aunque no sabía si alseñorBannionoasímisma.TrashacerunaseñalaRuthparaquesecolocaraenelcentrodelahabitación,regresóalabarra.Empezaríaporunadagio,conpasoslentosysostenidos,comprobandotantoelequilibriocomoelestiloylapresencia. Con excesiva frecuencia hallaba en sus alumnas un deseo deejecutartansolopasosespectaculares:pirouettesvertiginosas,fouettés,jetés.Labellezadeunmovimientoprolongadoylentosolíaolvidarse.

—¿Estáslista?—Sí,señoritaDunne.Lachicahabíaperdidotodatimidez,sedijoLindsay.Captólaluzdesus

ojos.—Cuartaposición,pirouette,quinta—laejecuciónfueimpecable,lalínea

excelente—. Cuarta posición, pirouette —complacida, Lindsay empezó a

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moverse en un lento círculo alrededor de Ruth—. Arabesque. Otra vez.Posición,alto.Plié.

Lindsay podía ver queRuth tenía talento y, lo que eramás importante,poseía la resistencia y el vigor necesarios. Había sido agraciada con lacomplexión y el semblante de una bailarina clásica. Cada uno de susmovimientosexpresabasuamorporaquelarte.YLindsayreaccionóantesupasión.Enparte,lamentabalossacrificiosylasrenunciasqueaguardabanalachica,perosualegríaeclipsabacualquierreparo.Antesíteníaaunabailarinaque podría triunfar. Lindsay notó que la excitación la embargaba. «Voy aayudarla»,sedijo.«Aúnhaymuchascosasquetienequeaprender.Todavíano sabe utilizar los brazos y las manos. Ha de aprender a expresar másemociones a través de su cara y su cuerpo. Pero es buena. Muy, muybuena…».

Habíanpasadocercadecuarentaycincominutos.—Relájate —dijo Lindsay mientras apagaba el reproductor de CD—.

Parecequetusprofesoreshanhechounbuentrabajo—algirarse,vioquelaansiedadhabíavueltoalosojosdeRuth.Instintivamente,seacercóaellaylecolocó las manos en los hombros. La resistencia fue silenciosa, pero, alnotarla, retiró las manos—. No es necesario que te diga que tienesmuchotalento.Noeresestúpida.

Observócómosuspalabrassurtíanefecto.LatensiónpareciódesaparecerdelcuerpodeRuth.

—Paramísignificamuchísimoquemelodigausted.Sorprendida,Lindsayenarcólascejas.—¿Porqué?—Porqueeslabailarinamásmaravillosaquejamáshevisto.Yséque,de

nohaberseretirado,seríaahoralabailarinamásfamosadelpaís.Tambiénheleído artículos, en los que se decía que era usted la profesional másprometedoraquehabíatenidoAméricaentodaunadécada.Davidovlaeligiócomopareja,yafirmóqueeraustedlamejorJulietaconlaquehabíabailadonunca, y… —se interrumpió bruscamente, dando por terminado aqueldiscursotanimpropiodeella.Elcolordesusmejillasseintensificó.

Aunque estaba sinceramente conmovida, Lindsay habló con desenfadoparapaliarsuazoramiento.

—Mesientomuyhalagada.Poraquínosuelooíresetipodecomentarios—hizounapausa,combatiendoelimpulsodetocardenuevoelhombrodelajoven—.Lasotraschicastediránquepuedoserunaprofesoramuyexigenteyestrictaconmisalumnasmásadelantadas.Tendrásquetrabajarmuyduro.

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—Nome importará…—elbrillodeanticipaciónhabíavueltoa losojosdeRuth.

—Dime,Ruth,¿quéesloquequieres?—Bailar.Serfamosa—respondiólachicadeinmediato—.Comousted.Lindsayemitióunaleverisitaymeneólacabeza.—Yosoloqueríabailar—porunmomento,sualegríaseensombreció—.

Mimadrequeríaque fuese famosa.Anda,veacambiartedezapatos—dijoanimadamente—. Quiero hablar un momento con tu tío. La clase de nivelavanzadode los sábadoses a launa,y ladepointe a lasdosymedia.Soymuy estricta en lo tocante a la puntualidad—girándose, se concentró en elseñorBannion—.¿Quierepasaramioficina?

Sinaguardarunarespuesta,Lindsaysedirigióalahabitacióncontigua.

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Dado que quería dejar clara su autoridad desde el principio,Lindsay sesituódetrásdelamesa.Sesentíaseguraycompetente,aañosluzdecomosehabía sentido laprimeravezque sehabíaencontradoconSethBannion.Sesentó,invitándoloconungestoahacerlomismo.

Ignorando la indicación, él permaneció de pie y observó las fotografíasquehabíacolgadasenlapared.LindsayvioqueprestabaespecialatenciónaunafotoenlaqueaparecíaconNickDavidovenelúltimoactodeRomeoyJulieta.

—LogréhacermeconunpósterpromocionaldeesteballetyseloenviéaRuthhaceunosaños.Aúnlotienecolgadoensuhabitación—segiró,peronoseacercóaella—.Laadmiraaustedmuchísimo.

Aunquesutonoeraneutro,Lindsaycomprendióqueparaéllaadmiraciónimplicaba responsabilidad. Frunció el ceño, no porque le disgustara asumirunaresponsabilidad,sinoporelhechodequeélselaimpusiera.

—Como tutor de Ruth —empezó a decir, eludiendo su comentario—,piensoquedeberíasaberexactamentequeharáaquí,quéesloqueseesperadeella,cómoseorganizanlasclases…

—Creoqueustedeslaexpertaenesecampo,señoritaDunne—lavozdelseñorBannioneracalmada,peroLindsaynoestabaseguradequepensaraenloquedecía.Denuevoestaba recorriendocada centímetrode su semblanteconlosojos.Resultabaextraño,sedijo,quesusmodalesysutonofuesentanformalesmientrassumiradaeratanpersonal.

Cambiódepostura,repentinamenteincómoda.—ComotutordeRuth…—Como tutor de Ruth—la interrumpió él—, sé que para ella estudiar

balletestanvitalcomorespirar—seacercó,tantoqueLindsaytuvoquealzarligeramente la cabeza para seguir mirándolo a los ojos—. También sé quetendréqueconfiarenusted…hastaciertopunto.

Lindsayenarcóunaceja,sintiendocuriosidad.

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—¿Hastaquépunto?—Dentrodeunpardesemanaslosabrémejor.Megustadisponerdeuna

informaciónmáscompletaantesdecidirmesobrealgo—losojos,queseguíanclavados en el rostro de ella, se entrecerraron levemente—. Todavía no laconozcobien.

Lindsayasintió,unpocomolestaaunquesinsaberexactamenteporqué.—Niyoausted.—Cierto —Seth encajó la réplica sin mudar siquiera de expresión—.

Supongoqueeseesunproblemaquepodremosresolverconeltiempo.

Duranteelrestodeldía,lospensamientosdeLindsayvolvieronunayotravezacentrarseenSethBannion. ¿Quéclasedepersonaera?Exteriormenteparecía tratarse de un hombre bastante convencional. Pero había algo másbajolasuperficie.Nosetratabatansolodelatisbodesufuertecarácter,quehabíatenidoocasióndecaptarensuprimerencuentro.Habíavistoalgoensusojos,habíaexperimentadoalgoalsentirsucontacto.Eraunaenergíaqueibamásalládelopuramentefísico.

Sabíaquelosvolcanesporlogeneralparecíantranquilosyapaciblesporfuera,perobajosusuperficiesiemprehabíaalgocandenteypeligroso.

«No es asunto mío», se recordó, pero su mente volvía a él con másfrecuencia de lo que le hubiese gustado.Aquel hombre le interesaba. Igualquesusobrina.

Observó a Ruth durante las dos primeras clases, buscando en ella algomásquetécnicaymovimiento.Queríadescubrirsuactitudysupersonalidad.No obstante, le resultaba difícil entender las barreras que la chica habíaerigido a su alrededor. No hacía ningún intento de relacionarse con suscompañeras, y rechazaba toda tentativa de acercamiento. No se mostrabaantipáticanidescortésconlasdemás,simplementedistante.

Lindsaysabíaqueirremediablementeacabaríantachándoladeesnob.Peronoeraesnobismo,sedijomientrasejecutabaunosglissadesconlaclase.Erauna arrolladora inseguridad. Recordó cómo Ruth se había retirado deinmediatocuandolehabíapuestolasmanosenloshombros.Cómosehabíaaferradoasutíoantesdelaprimerasesión.

«Élessuanclaenestosmomentos;mepreguntosisedacuentadeello»,pensó.«¿Hastaquépuntoconocelasdudasylosmiedosdesusobrina,yquéloscausa?¿Hastaquépuntoleimporta?».

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Lindsay hizo demostración de un movimiento, elevando el cuerpo sinesfuerzomientrasalzabalosbrazoslentamente.

Lemolestabaqueel señorBannionsehubieradeslizadootravezensuspensamientos.Expulsándolodesumente,seconcentródeplenoenlaúltimaclase.Sinembargo,cuandotodaslasalumnashubieronsalidoporlapuertayse quedó a solas, sus defensas se derrumbaron. Recordó cómo la habíaexploradoconlosojos,latexturacalmadayneutradesuvoz.

«Problemas»,sedijomientrasordenabalosCD.«Complicaciones».«Estoyempezandoadisfrutardeunavidasincomplicaciones».Miróasualrededorconunasonrisadesatisfacción.«Mi estudio», se dijo orgullosa. «Lo estoy sacando adelante. Puedeque

seamodesto y esté lleno de chicas que jamás bailarán nada salvo rock delmalocuandohayanpasadodelosdieciséisaños,peroesmío.Meganolavidahaciendoalgoquemegusta.¿Quémássepuededesear?».

SusojossevieronirresistiblementeatraídoshaciaelCDqueaúnteníaenlamano.Sindudarlo,lointrodujoenelreproductor.

Adorabaasusalumnasydisfrutabaenseñándoles,perotambiénamabalasocasiones en que el estudio se quedaba vacío. Había hallado grandessatisfaccionesdurantelostresañosquellevabaimpartiendoclases,perohabíaalgo íntimo, casi enriquecedor, en bailar por el puro placer de hacerlo. Eraalgoquesumadrejamáshabíacomprendido.

ParaMae,elballet erauncompromiso,unaobsesión.ParaLindsay,eraungozo,unamante.

RuthhabíahechoqueseacordaradeDulcinea.Siemprehabíasidounodesus papeles favoritos, por su entusiasmo y su poder. Mientras la músicallenaba la habitación, recordó vívidamente el flujo del movimiento y lafuerza.

Lamelodíaerarápidayapasionadamenteespañola,yLindsayrespondióaellaconbrío.Sucuerpocobróvidaconlanecesidaddebailar.Eldesafíodelahistoria se apoderó de ella, y lo expresó conmovimientosmarcados de losbrazos y soubresauts. Había energía y juventud en aquellos pasos cortos yrápidos.

Mientrasbailaba,enelespejosereflejabalasuavefaldadegasa,pero,ensumente,Lindsayllevabapuestoeltutúdeencajenegroysaténrojo.Teníaunarosaprendidadetrásdelaorejayunapeinetaespañolaenelcabello.EraDulcinea,todaespírituydesafío,conenergíasuficienteparaseguirbailandoeternamente. Cuando la música se aproximó al clímax final, inició losfouettés. Giró y giró sin parar, con presteza y estilo. Le parecía que podía

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seguir así para siempre, como la bailarina de una caja de música, dandovueltas sin esfuerzo, dejándose llevar por la melodía. Y, al igual que lamuñecasedeteníacon lamúsica, sedetuvoella.Secolocóunamanoen lacabezayotraenlacintura,preparándoseparaelfinal.

—Bravo.Lindsaysellevóambasmanosalcorazónaceleradoysegirórápidamente.

Allí,sentadoahorcajadassobreunadelaspequeñassillasdemadera,estabaSeth Bannion. Lindsay respiraba entrecortadamente por el esfuerzo de ladanzayporlasorpresadedescubrirquenohabíaestadosola.Teníalosojosmuyabiertos,aúnoscurecidosporlaemoción,ylapielcongestionada.

Ladanzahabíasidoparasímisma,peronosintióningunaviolacióndesuintimidad.No leguardaba rencorporhaberla compartidoconél. Incluso susorpresainicialempezabaadesvanecerse,reemplazadaporlacertezainteriordequeaquelhombrecomprendíaloquehabíahechoyporqué.Nocombatióese sentimiento, sinoquepermaneció inmóvilmientras él se levantabay sedirigíahaciaella.

SethmantuvosusojosenlosdeLindsay,yestasintióquealgomásquelasimplefaltaderesuelloseagitabadentrodesupecho.Eraunamiradalarga,personal. Su sangre, ya caldeada por la danza, se calentó aún más. Podíasentircómohervíabajolasuperficiedesupiel.Sintióunaextrañasequedaden la garganta. Alzó una de las manos, que aún tenía apretadas contra elpecho,yselallevóaloslabios.

—Magnífico —murmuró él con los ojos aún fijos en los de Lindsay.Tomólamanoqueteníapresionadacontraloslabiosylaacercóalossuyos.El pulso aún latía desbocadamente en la muñeca de ella, y él la acariciósuavementeconelpulgar—.Hacequeparezcatanfácil…—comentó—.Noesperaba ver que perdiera el aliento —la sonrisa que le dirigió fue tanarrebatadoracomo inesperada—.Creoquedeberíadarle lasgracias,aunqueladanzanofueseparamí.

—No…noesperabaquehubiesenadie—teníalavoztantensacomosusnervios,yLindsayintentócontrolarambascosas.Empezóaretirarlamanoyle sorprendió ver que él se resistía, agarrando sus dedos unmomentomásantesdesoltarlos.

—No, ya vi que no lo esperaba—Seth echó otro vistazo detenido a susemblante—. Le pediría disculpas por la intrusión, pero no lamento enabsolutohabersidosuespectador.

Poseíaunencantoconsiderablementemayordeloqueellahabíacreídoenun principio. Le resultaba difícil desvincular su reacción a lamúsica de la

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reacción que aquel hombre provocaba en ella. Pensó que las pequeñasondulacionesenlosextremosdesuscejaseranfascinantes.Solamentecuandolaizquierdaseelevóunpococomprendióquesehabíaquedadomirándolas,yqueaélledivertía.

Molestaconsupropiafaltadesofisticación,segiróhaciael reproductordeCD.

—No tiene importancia —dijo despreocupadamente—. Siempre hetrabajadomejordelantedeunpúblico.¿Queríahablarconmigodealgo?

—Misconocimientosdeballetsonmuylimitados.¿Aquéobrapertenecíaesapieza?

—DonQuijote—LindsayvolvióaguardarelCDensucarátula—.Ruthme la recordóanoche—segiródenuevohacia él, sosteniendoelCDentreambos—.QuiereinterpretaraDulcineaalgúndía.

—¿Ylohará?—SethlequitóelCDdelamanoylopusoaunlado,comosielobstáculolemolestara.

—Creo que sí. Posee un talento excepcional —Lindsay lo miródirectamente—.¿Paraquéhavuelto?

Él sonrió otra vez, una sonrisa lenta y osada queLindsay sabía que lasmujeresencontrabanirresistible.

—Para verla a usted—respondió, y siguió sonriendo al ver la sorpresareflejada con claridad en el rostro de ella—. Y para hablar de Ruth. Estamañanadejamosalgunosdetallespendientes.

—Ya—Lindsay asintió, preparada para asumir nuevamente el papel demaestra—.Haymuchascosasdelasquedebemoshablar.Metemoqueestamañananoparecíaustedmuyinteresado.

—Estoymuyinteresado—losojosdeSethvolvieronaclavarseenlosdeella—.Vengaacenarconmigo.

Lindsay tardó un momento en reaccionar, pues su mente ya se habíacentradoenRuth.

—¿Acenar?—lomiró ingenuamentemientras tratabade decidir qué leparecíalaideadeestarconél—.Nosésideseohacerlo.

Élenarcólascejasantesufranqueza,peroasintió.—Entonces,esquenotieneningunaobjecióndepeso.Pasaréarecogerla

alassiete—antesdequeLindsaypudierahacerningúncomentario,sedirigióhacialapuerta—.Yasécuálessudirección.

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Cuandolocompró,Lindsaypensóqueelvestidogrisquedaríasencilloysofisticado almismo tiempo. Era un vestido en fina y suave lana, bastanteceñido, con cuello mandarín. Estudiándose con ojo crítico en el espejo, sesintiósatisfecha.Ofrecíauna imagenhartodistintadeldesastreempapadoybalbuceante que se había sentado sobre un charco de la carretera; y másdistintaaúndelabailarinasoñadorayabsortaenlamúsica.

LamujerquemirabaaLindsaydesdeelespejoeramadurayseguradesímisma.Sesentíatancómodaconaquellaimagencomoconcualquieradesusotrasfacetas.DecidióqueaquelaspectodeLindsayDunnepodríaenfrentarseconmayorgarantíadeéxitoaSethBannion.

Secepilló la largamelena,colocadasobreunhombro,y luego la trenzómientraspensabaenaquelhombretanintrigante.

Sí,laintrigaba,quizáporquenohabíaconseguidocatalogarlocomosolíahacercontodaslaspersonasalasqueconocía.Teníalasensacióndequeeraunhombrecomplejo,ylacomplejidadsiemprelehabíainteresado.Otalvez,sedijomientrassecolocabalosgruesosaretesdeplata,suinteréssedebíaaquehabíacompradolacasadelacantilado.

Acercándosealarmario,sacólachaquetadeSethyladobló.Desúbitoseleocurrióquehacíabastantetiempoquenoteníaunacita.Habíaidoalcineya cenar con Andy, pero, al pensar en aquellas ocasiones, decidió que nopodíanconsiderarse«citas»nimuchomenos.

«Andyescomomihermano»,pensó,jugueteandoinconscientementeconel cuello de la chaqueta. Aún tenía su olor, leve pero inequívocamentemasculino.

«¿Cuántotiempohacequenosalgoconunhombre?»,sepreguntó.«¿Tresmeses?,¿cuatro?Seis»,concluyóconunsuspiro.Y,enel transcursode lostresañosanteriores,soloenunpuñadodeocasiones.

¿Yantes?Seechóareírymeneólacabeza.Antes,susúnicascitaseranlasactuacionesdelprograma.

¿Lolamentaba?Porunmomentoseestudióseriamenteenelespejo.Veíaen él a una mujer joven cuyo aspecto frágil era engañoso, cuya boca eragenerosa.No, jamás lohabía lamentado. ¿Cómo iba a lamentarlo?Tenía loque deseaba y, fuera lo que fuese lo que había sacrificado, quedabacompensadoporlassatisfacciones.

Alzando la mirada, vio el reflejo de sus zapatillas de ballet, colgadassobrelacama.Pensativamente,acaricióotravezelcuellodelachaquetaantesderecogerelbolso.

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Sustaconesrepiquetearonligeramentesobrelasescalerasmientrasbajaba.Una rápida mirada al reloj de pulsera le dijo que aún le quedaban unoscuantosminutos.Trassoltarlachaquetayelbolso,sedirigióalahabitacióndesumadre.

Desde su regreso del hospital,Mae se había visto confinada a la plantabaja de la casa. Al principio, las escaleras habían supuesto un esfuerzoexcesivoparaella;luego,elhábitodeevitarlashabíaacabadoimponiéndose.El arreglo proporcionaba intimidad a ambas mujeres. Las dos habitacionessituadasfrentea lacocinahabíansidodispuestascomodormitorioysaladeestarparaMae.Duranteelprimeraño,Lindsayhabíadormidoenelsofádelsalónparapoderoírasumadresiellalanecesitaba.Yaúnseguíateniendoelsueñoligero,siemprealertaacualquierruidoquepudieraproducirseenmitaddelanoche.

Hizo una pausa ante la puerta de la habitación, oyendo el zumbido deltelevisor.Trasllamarsuavemente,abriólapuerta.

—Madre,yo…SedetuvoalveraMaesentadaenelsillónreclinable.Teníalaspiernasen

alto y estaba de cara al televisor, pero su atención se centraba en el libroabiertoensuregazo.

Lindsay conocía bien el libro. Era grueso y largo, con pastas de piel.Prácticamente la mitad de sus enormes páginas estaban abarrotadas derecortesdeperiódicoyfotografías.Conteníacríticasprofesionales,columnasdecotilleosyentrevistas,todascentradasenlacarreradebailarinadeLindsayDunne.Allí estaban desde el primer artículo ofrecido por elCliffsideDailyhasta la reseñapublicadaenelNewYorkTimes.Suvidaprofesional,yunabuenapartedesuvidapersonal,estabancontenidasenaquellibro.

Comodecostumbre,cuandovioasumadrerepasandoellibroderecortes,Lindsay experimentó un sentimiento de culpabilidad y de impotencia.Notócómosufrustracióncrecíamientrasentrabaenlahabitación.

—Madre.Esa vez, Mae alzó la mirada. Sus ojos centelleaban con un brillo de

excitación,quetambiénsemanifestabaenelrubordesusmejillas.—«Unabailarinalírica»—citósinvolveramirarelrecorte—,«dotadade

una gracia y una belleza propias de un cuento de hadas. Sobrecogedora».Clifford James—prosiguió, observando a Lindsaymientras esta cruzaba lahabitación—.Unodeloscríticosmásexigentesdelnegocio.Teníastansolodiecinueveaños.

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—Me sentí abrumada al leer esa reseña —recordó Lindsay, sonriendomientras colocaba la mano en el hombro de su madre—. Creo que estuveflotandoduranteunasemanaentera.

—Esecríticodiríalomismoenlaactualidadsivolvieras.Lindsaydesviósuatencióndelrecorteymiróasumadrea losojos.Un

ligeroatisbodetensiónascendióporsucuello.—Enlaactualidadtengoveinticincoaños—lerecordósuavemente.—Diríalomismo—insistióMae—.Ambaslosabemos.Te…—Madre—Lindsay la interrumpióbruscamentey luego, disgustadapor

supropiotono,seacuclillójuntoalsillón—.Losiento.Prefieronohablardeeso ahora. Por favor—alzó ambas manos hasta las mejillas de su madre,deseandoquehubiesealgomásensumenteapartedeladanza—.Solotengounpardeminutos.

Maeestudiólosojososcurosyexpresivosdesuhijayentendiósusúplica.Seremovióincómodaenelsillón.

—Carolnomedijoquepensaraissalirestanoche.RecordandoquesumadreylamadredeAndyhabíanpasadopartedeldía

juntas,Lindsayseincorporóeinicióunacuidadosaexplicación.—NovoyasalirconAndy…—sealisólalíneadelvestido.—¿No?—Maearrugólafrente—.¿Conquién,entonces?—Con el tío de una alumna nueva —Lindsay irguió la cabeza para

sostener la mirada de Mae—. Esa chica tiene potencial, posee un talentoverdaderamentenatural.Megustaríaquelavieras.

—¿Yquémedicesdeél?—MaeseolvidódelaalumnanuevadeLindsayyvolvióaconcentrarseenellibroderecortes.

—Aún no lo conozco muy bien, claro está. Ha comprado la casa delacantilado.

—¿Sí? —la atención de Mae regresó. Conocía perfectamente lafascinacióndeLindsayporaquellacasa.

—Sí, se hanmudado hace poco. Parece queRuth, su sobrina, se quedóhuérfana hace unos meses —hizo una pausa, recordando la tristeza queempañaba losojosde la chica—.Me interesamucho.Quierohablardeellaconsutío.

—Demodoquevaisacenar.—Asíes—molestaportenerquejustificarseporunasimplecita,Lindsay

sedirigióhacia lapuerta—.Nocreoquevuelvamuytarde.¿Quieresque tetraigaalgoantesdeirme?

—Nosoyunainválida.

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LosojosdeLindsayseposaronsobresumadre.Maeteníalabocatensaylosdedosfuertementecerradossobrelosbrazosdelsillón.

—Yalosé.SeprodujounlargosilencioqueLindsaysesentíaincapazderomper.«¿Porquéserá», sedijo,«quecuantomás tiempopasoconella,másse

ensanchaelabismoquenossepara?».Sonó el timbre, cuyo sonido resultó amplificado por el silencio.

Estudiandoasuhija,Maeidentificósuindecisión.Rompióelcontactovisualmirandodenuevohacialaspáginasdellibroqueteníaenlafalda.

—Buenasnoches,Lindsay.—Buenas noches —Lindsay sintió el regusto del fracaso mientras se

girabahacialapuerta.Recorrió con paso enérgico el pasillo, pugnando por sacudirse el mal

humor.Derepente,deseóescapar.Deseóabrirlapuerta,salirdelacasaycaminar

hasta encontrarse en otro lugar. El que fuera. Algún lugar donde pudieraconcederse el tiempo necesario para descubrir qué era lo que quería de símisma.

Abriólapuertaconunleveasomodedesesperación.—Hola—saludóaSethBannionconunasonrisamientrasretrocedíapara

dejarlo entrar. El traje oscuro que llevaba favorecía perfectamente sucomplexión esbelta y elegante. Aun así, seguía habiendo algo ligeramentepecaminosoensurostro.

Ydescubrióquelegustabaelcontraste.—Creoquenecesitaréunachaqueta;harefrescadobastante—seacercóal

armariodelvestíbuloparasacarunachaquetanegradepiel.Sethselaquitódelasmanos.Sinhabla,Lindsaypermitióque lepusiera lachaquetamientraspensaba

en la química. Era extraño, se dijo, que una persona experimentase unareacción física tan intensa en presencia de otra. ¿No era asombroso que laproximidad,elcontactoounasimplemiradapudieranhacerqueseacelerasenloslatidosdelcorazónoseelevaralatensiónsanguínea?Nohacíafaltanadamás,niconoceralaotrapersonaniqueestasemostraraamable;simplementeaquellafortuitacombinacióndequímicas.

LindsaynoseresistiócuandoSethlediolavueltaparamirarla.Estabanmuy juntos, mirándose a los ojos, mientras él le ajustaba el cuello de lachaqueta.

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—¿Notepareceextraño…—preguntóellasinpensar, tuteándolo—queahorame sienta tan atraída por ti, cuando en nuestro primer encuentromeparecisteunhombrehorrible,yaúnnoestoyseguradequenoloseas?

EsavezlasonrisadeSetheradistinta,percibióLindsay.Todossusrasgosreaccionaronalunísono.

—¿Tussentenciassonsiempretansincerasyenrevesadas?—Probablemente—Lindsaysegiró, satisfechadehabervistosusonrisa

—.Nosemedabiendisimular,ysupongoquesiempredigoloquepienso.Toma, tuchaqueta—leentregó laprenda, limpiaypulcramentedoblada.Acontinuación sonrió—. Desde luego, no esperaba devolvértela en estascircunstancias.

SethtomólachaquetaylaojeóbrevementeantesdemirarnuevamenteaLindsay.

—¿Acasoteníasotrascircunstanciasenmente?—Varias—respondióLindsaydeinmediatomientrasrecogíaelbolso—.

Yentodasellas teencontrabasenunasituaciónextremadamente incómoda.Enuna,cumplíasunacondenadediezañospor insultarabailarinasendíaslluviosos. ¿Nos vamos ya? —preguntó, ofreciéndole la mano en un gestohabitual.

EltitubeodeSethfuecasidemasiadoimperceptiblecomoparasermedidoantesdeaceptarla.Losdedosdeambosseentrelazaron.

—Noeresloqueyoesperaba—dijoélmientrassalíanalfríodelanoche.—¿No?—Lindsayrespiróhondo,alzandolosojosparapodercontemplar

todaslasestrellasdegolpe—.¿Yquéesperabas?Caminaron hasta el coche en silencio, y Lindsay pudo captar el aroma

intenso de los crisantemos y las hojasmarchitas.Cuando estuvieron dentrodelcoche,SethsegiróhaciaellaparaecharleotradeaquellasmiradaslargasyescrutadorasalasqueLindsayyacasisehabíahabituado.

—La imagen que ofrecías esta mañana se acercaba más a lo que yoesperaba—dijofinalmente—.Muyprofesional,fríaydistante.

—Teníaintencióndeseguirporesalíneaduranteestavelada—leinformóella—.Perosemeolvidó.

—¿Quieres decirme por qué tenías aspecto de querer salir huyendocuandoabristelapuerta?

Ellaarqueóunaceja.—Eresmuyperceptivo—conunsuspiro,serecostóenelasiento—.Tiene

quever conmimadrey conun sentimiento constantede incompetencia—ladeólacabezaparamirarloalosojos—.Quizátehabledeelloalgúndía—

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murmuró,sindetenerseapensarporquépensabaquepodríahacerlo—.Peroestanocheno.Noquieropensarmásenello,demomento.

—Estábien—Sethpusoelmotorenmarcha—.Enesecaso,quizápuedasinformaraunnuevovecinosobrequiénesquiénenCliffside.

Lindsayserelajó,agradecida.—¿Aquédistanciaestáelrestaurante?—Aunosveinteminutos—respondióél.—Creo que tendremos tiempo de sobra—decidió Lindsay, y empezó a

ponerloalcorriente.

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LindsaysesentíacómodaestandoconSeth.Lecontóanécdotasdivertidasporquelegustabaelsonidodesurisa.Suspropiossentimientosdemiedoydesesperaciónsehabíanesfumado.Mientrasconducían,decidióquedeseabaconocerlomejor.Sesentíaintrigadayatraídaporél;y,siseproducíaalgunaerupción volcánica, asumiría el riesgo. Los desastres naturales raras veceseranaburridos.

Lindsay conocía el restaurante. Lo había visitado una o dos veces conanterioridad,cuandoalgunadesuscitashabíaqueridoimpresionarla.

SabíaqueSethBannionnosentiría lanecesidadde impresionaranadie.Era,simplemente,laclasederestaurantequeprefería:tranquilo,elegante,conunservicioyunacomidaexcelentes.

—Mipadremetrajoaquíunavez—recordómientrasseapeabadelcoche—esperóaqueSethseunieraaellayleofreciólamano—.Hastaentoncesnose me había permitido tener citas, así que me invitó a salir el día de micumpleaños.Dijoquequeríasermiprimeracita—sonrió,reconfortadaporelrecuerdo—.Siempreteníaesosdetalles…Detallespequeños,increíbles—segiróydescubrióqueSethlaestabaobservando.Elresplandordelalunalosbañabaaambos—.Celebrohabervenido.Ycelebroquehayasidocontigo.

Éllamiróconcuriosidad,yluegopasóundedoporsucabellotrenzado.—Lomismodigo.Subieronjuntoslasescalerasquellevabanalaentradadelrestaurante.Unavezdentro,Lindsaysesintióatraídaporelamplioventanaldesdeel

quepodíacontemplarsegranpartedelestrechodeLongIsland.Allí,sentadosantelaluztenuedelasvelas,prácticamentesepodíaoírelfragordelasolasalbatirsecontralasrocas.

—Es un sitio maravilloso—dijo con entusiasmomientras acababan deinstalarse en la mesa—. Tan elegante y tranquilo… pero abierto a unpanorama dotado de mucha fuerza —una sonrisa afloró a su semblantemientrassegirabadenuevohaciaSeth—.Megustanloscontrastes,¿atino?

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—laluzdelasvelasarrancabadestellosasuspendientesdeplata—.Lavidaseríamuyaburridasinohubiesevariedad.

—Me estaba preguntando—respondió Sethmientras sus ojos oscilabandesde los aretes de plata a las líneas delicadas de su semblante— dóndeencajastúenestavida.

Trasmenearbrevementelacabeza,Lindsaymiróporelventanal.—Yomismamelopreguntoamenudo.Seguroquetúteconocesbienati

mismo.Senota.—¿Teapetecealgodebeber?Lindsayvolvió la cabezahaciaSethyvioqueuncamareroesperabade

piejuntoaél.—Sí—sonrió al camarero antes de centrar nuevamente su atención en

Seth—.Unpocodevinoblancoiríaperfecto.Algofríoyseco.LosojosdeSethpermanecieronsobreellamientraspedíaelvino.Había

algodiscretamentetenazensuformademirarla,sedijoLindsay.Eracomolamiradadeunhombrequehabíaleídounapáginadeunlibroyestabadecididoaseguirleyendohastaelfinal.

Elsilencioseprolongócuandosehubieronquedadodenuevoasolas.Ellanotóunhormigueoenlacolumnavertebralyrespiróhondo.Habíallegadoelmomentodeestablecerlasprioridades.

—TenemosquehablarsobreRuth.—Sí.—Seth —desconcertada al ver que su mirada no perdía intensidad,

imprimió más autoridad a su tono—. Tienes que dejar de mirarme de esemodo.

—Yocreoqueno—repusoélsuavemente.Lindsayarqueólascejasaloírsurespuesta,perounasomodediversión

sedibujóensuslabios.—Yyoquecreíaqueerasescrupulosamenteeducado.—Meamoldoatodo—respondióSeth.Estabarelajadoenlasilla,conun

brazosobreel respaldomientras laobservaba—.Eresmuybella.Ydisfrutocontemplandolabelleza.

—Gracias—Lindsaydecidióqueseacostumbraríaasusmiradasdirectasantesdequeterminaselavelada—.Seth—seinclinóhaciadelante,espoleadaporsuspropiospensamientos—,estamañana,alveraRuth, supeque teníatalento.Ydurantelaclasedeestatardemequedétodavíamásimpresionada.

—Paraellaeramuyimportanteestudiarcontigo.

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—Peronodeberíaserlo—seapresuróadecirLindsaymientrasobservabasusojoslevementeentrecerrados—.Yonopuedodarletodoloquenecesita.Mi academia esmuy limitada, sobre todo si hablamos de una chica con eltalentodeRuth.DeberíairaNuevaYork,aunaescueladondepuedarecibirunapreparaciónmásintensayespecializada.

Sethesperómientraselcamareroabríaelvinoyloservía.Alzólacopa,estudiandocuidadosamenteelcontenidoantesdehablar.

—¿NotevescapazdeenseñaraRuth?Lindsayenarcó lascejasanteel tonode lapregunta.Cuando respondió,

nolohizoconvozcálida.—Soy una profesora muy capaz. Ruth simplemente necesita una

disciplinayunasventajasquepuedenofrecerleenotrositio.—Teirritasconfacilidad—comentóSeth,yluegodiounsorboalvino.—¿De veras?—Lindsay también tomó un sorbo del suyo, tratando de

mostrarsetanpragmáticacomoél—.Quizáesquesoytemperamental—dijo,satisfecha con su propio tono—. Probablemente habrás oído decir que lasbailarinassomosmuyexcitables.

Sethseencogiódehombros.—Ruth quiere dar más de quince horas de clases a la semana contigo.

¿Esonoessuficiente?—No—Lindsaysoltólacopayvolvióainclinarsehaciadelante.SiSeth

hacíaaquellaspreguntas,sedijo,nodebíadeserunhombrecompletamenteirracional—.Deberíadarclasesadiario.Unasclasesmásespecializadasquelasqueyopuedoimpartir,porelsimplemotivodequenotengoalumnastancapacitadas como ella. Aunque pudiera darle clases a ella sola, no seríasuficiente.Debetenercompañeros.Yyosolotengocuatroalumnosvarones,quevienen tansolounaveza la semanayqueni siquieraparticipanen losrecitales.

Se le escapó un suspiro de frustración. Su voz se había tornado baja eintensa,ensunecesidaddehacerlocomprender.

—Cliffsideno es el centro cultural de laCostaEste.No esmásqueunpueblecitoyanqui—habíaunabellezaimplícitaynaturalenelmodoenquemovía las manos para enfatizar sus palabras. Había música en susmovimientos,unamúsicadulceysilenciosa—.Aquílagenteessencilla.Nohay soñadores.Ladanzano tieneninguna finalidadpráctica.Puede ser unaafición,undisfrute,peroaquínadielavecomounacarrera,comounmododevida.

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—Perotúcrecisteaquí—señalóSeth,yluegorellenódevinolascopas.Ellíquidobrillabacomounascuadeoroalaluzdelasvelas—.Ehicistedeladanzatucarrera.

—Esoescierto—Lindsaypasóundedoporelbordedesucopa.Titubeó,deseando elegir sus palabras con cuidado—. Mi madre era bailarinaprofesional y fuemuy…estricta con respecto ami formación.Asistí a unaescuela situada a unos cien kilómetros de aquí. Pasamos largas horas en elcoche, yendo y viniendo —levantó los ojos para mirar de nuevo a Seth,mientras una sonrisa empezaba a juguetear en sus labios—.Mimaestra eraunamujermaravillosa,mitadfrancesaymitadrusa.Yatienecasisetentaañosynoaceptaalumnas.Delocontrario,terogaríaqueenviarasaRuthconella.

EltonodeSetheratancalmadoyserenocomolohabíasidoaliniciodelaconversación.

—Ruthquiereestudiarcontigo.Lindsaysintióganasdeemitirungritodefrustración.Tomóunsorbode

vinomientraslasensaciónpasaba.—Yoteníadiecisieteaños,laedaddeRuth,cuandomefuiaNuevaYork.

Y ya había cursado ocho años de intenso estudio en una escuela. Condieciocho años empecé a trabajar con la compañía. La competitividad porconseguir un lugar es brutal, y el entrenamiento es… —hizo una pausa,meneólacabezayserio—.Esindescriptible.Ruthlonecesita,lomerece.Ylo antes posible, si desea dedicarse en serio a la danza. Su talento así lorequiere.

Sethsetomósutiempoparacontestar.—Ruth no es más que una chiquilla que acaba de atravesar unos

momentosmuydifíciles—hizounaseñalalcamareroparapedirlelosmenús—.NuevaYorkseguiráestandoahídentrodetresocuatroaños.

—¡Tresocuatroaños!—Lindsaysoltóelmenúsinmirarlo siquiera.SequedómirandoaSeth,incrédula—.Entoncestendráveinteaños.

—Unaedadmuyavanzada—repusoélsarcásticamente.—Loesparaunabailarina—respondióLindsay—.Esraroquesigamos

bailandodespuésdelostreinta.Sí,loshombrescontinúanalgunosañosmás,ydevezencuandosurgencasosespectacularescomoeldeFonteyn.Peroeslaexcepción,nolaregla.

—¿Poresoteniegasavolver?LospensamientosdeRuthseparalizaronantelapregunta.—¿Creesquetucarreraseacabaalosveinticinco?Ellaalzólacopa,yluegovolvióasoltarla.

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—EstamoshablandodeRuth—lerecordó—,nodemí.—Losmisteriossonfascinantes,Lindsay—Sethtomósumanoylediola

vuelta para estudiar la palma antes demirarla otra vez a los ojos—.Yunamujer hermosa con misterios es irresistible. ¿Te has parado a pensar quealgunasmanosestánhechasparaserbesadas?Estaesunadeesasmanos—sellevólapalmaaloslabios.

Lindsay notó que sus músculos se licuaban con el contacto. Estudió aSeth, francamente fascinada con las sensaciones que experimentaba. Sepreguntócómoseríasentirsus labiospresionadoscontra lossuyos,firmesycálidos.Legustabalaformadesubocaylasonrisalentaenquesonreía.

Bruscamente,sesacódelensueño.Lasprioridades,recordó.—ConrespectoaRuth—empezóadecir.Tratóderetirar lamano,pero

Sethnolasoltó.—LospadresdeRuthmurieronenunaccidentedetrenhaceapenasseis

meses.SucedióenItalia—noaumentólapresiónsobrelosdedosdeella,perosuvoz sehabía tensado.Susojos sehabíanendurecido.Lindsay recordóelaspecto que había tenido cuando se alzó sobre ella bajo la lluvia—. Ruthestabainusualmenteunidaaellos,quizáporqueviajabantanto.Paraellaeramuy difícil forjar vínculos con otras personas. Puedes imaginarte cómo fuepara una chica de dieciséis años verse, de pronto, huérfana en un paísextranjero,enunaciudadenlaquesolollevabanunpardesemanas.

Los ojos de Lindsay se llenaron de dolorida compasión, pero Sethprosiguióantesdequeellapudierahablar.

—Noconocíaanadieprácticamente,yyomeencontrabaenunaobraenSudamérica.Tardarondíasenpodercontactarconmigo.Estuvosoladurantecasiunasemanahastaquepudereunirmeconella.Mihermanoysuesposayaestabanenterradoscuandollegué.

—Seth,losiento.Losientomuchísimo—sunecesidaddedarleconsueloerainstintiva.LindsayapretólosdedossobrelosdeSeth,mientrasconlaotramanocubríalasmanosentrelazadasdeambos.Algobrillóenlosojosdeél,peroLindsayestabademasiadoabrumadacomoparanotarlo—.Debiódeserhorribleparati.Paraambos.

Seth permaneció un momento en silencio, pero la profundidad de sumiradaseintensificó.

—Sí—dijofinalmente—,lofue.TrajeaRuthdevueltaaEstadosUnidos,peroNuevaYorkesunaciudadfrenética,yRuthestanfrágil…

—Demodoqueencontrastelacasadelacantilado—murmuróLindsay.

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Sethenarcóunacejaaloírelnombre,aunquenohizocomentarioalgunosobreello.

—Queríadarleestabilidadporuntiempo,aunqueséquenoleentusiasmalaideadevivirenunpueblopequeño.Separecedemasiadoasupadre.Pero,demomento,esloqueleconviene.

—Creoqueentiendoloquetratasdehacer—dijoLindsaylentamente—.Ylorespeto.PeroRuthtambiéntieneotrasnecesidades.

—Hablaremosdeellasdentrodeseismeses.Su tono era tan terminante y definitivo, que Lindsay cerró

instantáneamente la boca sin apenas darse cuenta. De nuevo, un gesto deirritaciónsedibujóensusemblante.

—Eresmuyautoritario,¿verdad?—Esome han dicho—el humor de Seth pareció cambiarmientras ella

seguía observándolo—. ¿Tienes hambre? —inquirió con una sonrisadeliberadamentelenta.

—Unpoco—reconocióLindsay, pero frunció el ceñomientras abría elmenú—.Sirvenunalangostarellenaespecialmentedeliciosa.

Mientras Seth pedía la comida, Lindsay dejó que sus ojos se desviaranhaciaelestrecho.PodíaverclaramenteaRuthsola,asustada,llenadedolor,teniendoquehacerfrentealapérdidadesuspadresyalosterriblesdetallesque debieron de seguir a continuación. Recordabamuy bien el pánico quehabía sentido ella cuando le comunicaron el accidente de sus padres. EraimposibleolvidarelhorrordelviajedesdeNuevaYorkaConnecticut,ydeencontrarseconquesupadrehabíamuertoysumadreestabaencoma.

Yeraunamujeradulta,sedijo,quehabíavividosoladurante tresaños.Estaba en su pueblo natal, rodeada de amigos. Más que nada, sintió lanecesidaddeayudaraRuth.

«Seis meses», pensó. Si podía trabajar con Ruth individualmente, eltiemponoseperderíaporcompleto.Yquizá,soloquizá,lograríaconvenceraSethantes.Debíacomprenderloimportantequeeraparasusobrinaampliarsu formación.Discutirno serviríadenadaconunhombreasí, concluyó,demodoquetendríaquebuscarotrasmaneras.

«UnaobraenSudamérica»,reflexionó,repasandolaconversación.¿QuépodíahaberestadohaciendoenSudamérica?Antesdequepudierasopesarlasposibilidades,unrecuerdoresonóensucerebro.

—Bannion—dijo en voz alta, haciendo que él enarcara las cejas en ungestoinquisitivo—.S.N.Bannion,elarquitecto.Acabodeacordarme.

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—¿Sí?—élpareciólevementesorprendido;luegopartióendosuncolín.Leofreció lamitad—.Mesorprendequehayas tenido tiempode interesarteporlaarquitectura.

—Tendríaquehabervividoenunacuevadurante lospasadosdiezañosparanoenterarme.Salióen…¿Newsview?Sí,enNewsview,hacecosadeunaño. Un reportaje sobre ti, con fotografías de algunos de tus edificiosmásfamosos.ElTradeCenterenZúrich,eledificioMacAffeenSanDiego…

—Tienesunamemoriaexcelente—comentóSeth.Laluzdelasvelassereflejabaenlapieldeella.Parecíafrágilcomolaporcelana,susojososcurosyvívidos.Parecíansonreírle.

—Perfecta —convino Lindsay—. También recuerdo haber leído varioschismessobretusrelacionesconlamitaddelapoblaciónfemenina.Recuerdoperfectamente a la heredera de unos grandes almacenes, una tenistaaustraliana y una cantante de ópera española. ¿No te prometiste con BillieMarshall,lapresentadoradeltelediario,haceunosmeses?

Sethhizogirarelcontenidodelacopaquesosteníaentrelosdedos.—Nuncaheestadoprometidoconnadie—se limitó a responder—.Eso

tiendeaacabarenmatrimonio.—Comprendo—conaireausente,Lindsaymordisqueóelcolín—.¿Yel

matrimonionoestáentretusmetas?—¿Estáentrelastuyas?Lindsayhizounapausa,frunciendoelceño.—Nolosé—murmuró—.Supongoquenuncahepensadoenellodeesa

forma.Enrealidad,apenashetenidotiempodepensarenelloenabsoluto.¿Elmatrimoniodebería serunameta?—reflexionóenvoz alta—.¿Omásbienunasorpresa,unaaventura?

—Asíhablanlosrománticos—observóSeth.—Sí, soy romántica —convino Lindsay sin avergonzarse—. Pero tú

tambiénloeres,onuncahabríascompradolacasadelacantilado.—¿Mielecciónenmateriadeviviendameconvierteenunromántico?Lindsaysereclinóenlasilla,aúnmordisqueandoelcolín.—Esmuchomásqueunavivienda,ynodudoquetútambiéntehasdado

cuentade eso.Podríashaber adquiridounadocenadecasas, situadas enunsitiomásconvenienteysinnecesidadderemodelaciones.

—¿Yporquénolohice?—preguntóSeth,intrigadoporsuteoría.Lindsay permitió que él le rellenara de nuevo la copa, aunque la dejó

intacta.Losefectosdelvinoyaseagolpabanagradablementeensucabeza.

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—Porquereconocisteelencanto, lapeculiaridad.Si fuerasmáspráctico,habríascompradounodeesosbungalowsquehaytreintakilómetrosalnorte,enlalíneadelacosta,quesupuestamentetepermitenestarencontactoconelpaisaje genuino de Nueva Inglaterra y quedan a unos cómodos quinceminutosdelcentrocomercialYankeeTrader.

Sethseechóareír,sinapartarlosojosdeellamientraslesservíanlacena.—Asumoquenotegustanlosbungalows.—Los detesto —afirmó Lindsay inmediatamente—. Es una opinión

estrictamente personal. Son perfectos para mucha gente. Pero a mí no megustala…—seinterrumpió,gesticulandocomosiquisieraatraparlapalabraenelaire—.Launiformidad—concluyó—.Supongoqueteresultaráextraño,dada la gran disciplina que implica mi carrera. Pero esto es distinto. Laexpresiónindividualesvital.Prefieroquedigandemíquesoydistintaaquediganquesoyguapa—bajólamiradahastalaenormeracióndelangosta—.Eladjetivo«innovador»esmaravilloso—afirmó—.Lohevistoaplicadoati.

—¿Poresotehicistebailarina?—Sethhundióunbocadodelangostaenmantequillafundida—.¿Parapoderexpresarte?

—Creo que ansiaba expresarme precisamente porque era bailarina —Lindsay prefirió limón en lugar demantequilla—.La verdad es que nomeanalizomuyamenudo,soloalasdemáspersonas.¿Sabíasquelacasaestuvoencantada?

—No—Sethsonrióburlonamente—.Nolomencionaronenelacuerdo.—Porqueseguramente temíanque teecharasatrás—Lindsaypinchóun

trozo de langosta con el tenedor—.Ya es demasiado tarde y, en cualquiercaso,creoquedisfrutaríasteniendounfantasmaencasa.

—¿Disfrutaríastú?—Oh,sí,desdeluego.Inmensamente—Lindsaysellevólalangostaala

boca—. Es una criatura romántica y triste a la que asesinó su intolerantemaridohacecienaños.Seescapabaaescondidasparaverseconsuamanteyse descuidó, supongo. Su marido la arrojó a las rocas desde el balcón delsegundopiso.

—Esodebiódedesalentarsustendenciasadúlteras—comentóSeth.—Mmm—murmuróella,asintiendoconlabocallena—.Perodevezen

cuandovuelveparapasearporeljardín.Eraallídondelaesperabasuamante.—Parecesmuycomplacidaconesahistoriadetraiciónyasesinato.—Cien años pueden hacer que casi cualquier cosa parezca romántica.

¿Sabescuántosgrandesballet tratansobre lamuertey, sinembargo, siguensiendorománticos?GiselleyRomeoyJulietasonsolodos.

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—Y tú has interpretado ambos —dijo Seth—. Quizá por eso tecompadecesdeunfantasmadesventurado.

—Oh,yoyamehabíaencariñadocon tu fantasmaantesde interpretaraGiselleoaJulieta—Lindsaysuspiró,observandolasestrellasquerielabanenlasuperficiedelagua—.Esacasamehafascinadodesdesiempre.Cuandoeraniña, juré que viviría en ella algún día. Haría que se plantara de nuevo eljardínytodaslasventanasresplandeceríanalsol—segiróhaciaSeth—.Poresomealegrodequelahayascomprado.

—¿Te alegras? —los ojos de él recorrieron la longitud de su esbeltocuello—.¿Porqué?

—Porque tú sabrás apreciarla en lo que vale. Sabrás cómo hacer quevuelvaavivirdenuevo.

LamiradadeSethsedetuvobrevementeenlabocadeLindsayantesdeascenderhastasusojos.Lindsaysintióunhormigueoenlapiel.Seenderezóenlasilla.

—Séqueyahashechoalgunasobras—prosiguió, sintiendoque lacasadelacantiladoerauntemadeconversaciónseguro—.Debesdetenerplanesespecíficosenmente.

—¿Tegustaríaverloquesehahechohastaahora?—Sí—respondiódeinmediato,incapazdefingirlocontrario.—Te recogeré mañana por la tarde —Seth la miró con curiosidad—.

¿Sabesquetienesunapetitotremendoparaserunapersonatanpequeña?Lindsayseechóareíry,sintiéndosetranquiladenuevo,untómantequilla

enunpanecillo.

Elcieloeradeuncolorazuloscuroyprofundo.Lasestrellasbrillabanenlanochesinnubes.Lindsaypodíasentirelairedelotoñoagitándosecontraelcoche mientras Seth conducía a lo largo de la costa. Añadía excitación aaquellaveladadeluzdelunayvino.

La noche, decidió, había sido más agradable de lo que había previsto.Habíadisfrutadodesdeelprimermomento.Le sorprendióqueSethpudierahacerla reír. Entre su trabajo y sumadre, se había vuelto demasiado seria,demasiadointensa.Lealegrabateneraalguienconquienpoderreír.

Siguiendo un acuerdo tácito, habían evitado los temas controvertidos,manteniendounaconversacióntanligeraydeliciosacomolacena.

LindsaysabíaqueacabaríanchocandodenuevoporelasuntodeRuth;erainevitable.Losdeseosdeambosconrespectoalachicaerantandisparesque

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nopodríanllegaraunasoluciónsinconflicto.Pero,demomento,sesentíatranquila.—Meencantanlasnochescomoesta—dijoconunsuspiro—,cuandolas

estrellasbrillancercanasyelvientosusurraentre losárboles.Desdeel ladooestedetucasaseoyeelrumordelagua—segiróhaciaélmientrashablaba—.¿Haselegidoeldormitorioconelbalcónquedaalestrecho?¿Elquetieneunvestidor?

Élsegiróhaciaellabrevemente.—Parecesconocerbienlacasa.Lindsayserio.—No podía resistirme a explorarla cuando estaba allí mismo,

esperándome.Delantedeellos,unascuantas lucecitas titilanteshacíanqueCliffsidese

recortaracontralaoscuridad.—¿Haselegidoesahabitación?Lachimeneadepiedrayeltechoaltoya

son de por sí unamaravilla, pero el balcón…¿Has salido a él durante unatormenta?—preguntó—.Debedeser increíble,con lasolasbatiéndoseyelvientoylosrelámpagostancercanos—desviólosojoshaciaSeth,parapodercontemplarlacurvadesuslabiosencuantoempezaraasonreír.

—Tegustavivirpeligrosamente.Lindsay sepreguntócómoseríael tactode supeloentre losdedos.Sus

ojos se ensancharon al comprender los derroteros que habían tomado suspensamientos.

—Supongo que sí—empezó a decir, respondiendo a su comentario—.Quizá nunca lo he hecho, salvo indirectamente. Cliffside no está lo que sedicellenodepeligros.

—Dileesoatufantasma.Lindsaydejóescaparunarisita.—«Tu»fantasma—corrigiómientrasSethdeteníaelcochedelantedesu

casa—. Ahora te pertenece por completo —mientras hablaba, se apeó delvehículo.Elvientosilbósobresurostro—.Yahallegadoelotoño—musitóobservando la quietud de la casa—. Encenderán una hoguera en la plaza.Marshall Woods llevará su violín y habrá música hasta la medianoche—sonrió—.Es un acontecimiento en el pueblo. Supongo que sonará aburridoparaalguienquehaviajadotantocomotú.

—Crecí en un pequeño pueblo perdido de Iowa —respondió Sethmientrasatravesabanlaverja.

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—¿Enserio?—Lindsaymeditó sobre aquella información—.No séporqué, imaginabaquehabríascrecidoenunaciudad.Enunsitiomuyurbano,muysofisticado.¿Porquénovolviste?—subióelprimerescalóndelporcheysegiróhaciaél.

—Demasiadosrecuerdos.Sobreelescalón,yconlostacones,Lindsayquedabaprácticamenteasu

mismaaltura.Experimentóunaoleadadesorpresaalversusojosysubocaparalelosalossuyos.Ensusirisbrillabandiminutasascuas.Sinpensarlo,lascontó.

—Haytrece—murmuró—.Seisenunoysieteenelotro.Mepreguntosiesosignificamalasuerte.

—¿Quésignificamalasuerte?—Lindsaylomirabaalosojos,peroSethnotóquesumenteseausentabayluegoreaccionabaantesupregunta.

—Oh, nada—ella rehuyó la pregunta, azorada por su desliz—. Tengotendencia a soñar despierta—el rostro de Seth se iluminó con un brillo dediversión—.¿Porquéestássonriendo?

—Meestabaacordandodelaúltimavezqueacompañéamichicahastasupuerta,con la luzdelporcheencendida trasellaysumadredentrode lacasa.Creoqueteníaunosdieciochoaños.

UnbrillotraviesoiluminólosojosdeLindsay.—Esunaliviosaberquealgunaveztuvistedieciochoaños.¿Ledisteun

besodedespedida?—Naturalmente. Mientras su madre se asomaba entre las cortinas del

salón.Lentamente, Lindsay volvió la cabeza y observó las ventanas oscuras y

vacías.Arqueandounaceja,segiródenuevo.—La mía probablemente se ha acostado ya —decidió. Colocando las

manos sobre los hombros de Seth, se inclinó hacia delante para rozarligeramenteloslabiosdeélconlossuyos.

Enuninstantedecontacto,todocambió.Elsimplerocedesuslabiosfueuncataclismo.Susefectoslarecorrieronpordentroconunavelocidadtalqueemitió un jadeo ahogado. Se retiró cuidadosamente, con las manos aúncolocadassobreloshombrosdeSeth,yambosseobservaronmutuamente.

Lindsaynotóqueelcorazónlatíacontrasuscostillasconlamismafuerzaquecuandopermanecíaentrebastidoresantesdealgúnpasdedeuxdifícil.Laanticipaciónseacumulabaensuinterior.Peroaqueldúoeraalgonoensayadoytanantiguocomoel tiempo.Bajólosojoshasta labocadeélysintióunaansiedadqueeraesencialmentefísica.

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Seunieronlentamente,comosieltiemposehubiesedetenidoparaellos.Unsentimientodeseguridadlosembargómientrassehundíanelunoen losbrazosdelotro, laseguridaddedosamantesquevolvieranaencontrarseenlugardeverseporprimeravez.

Sus labios se tocaron y se entreabrieron, se tocaron y se entreabrieron,mientras experimentaban con diversos ángulos. Las manos de Seth sedeslizaron dentro de la chaqueta de Lindsay, las de Lindsay dentro de lachaquetadeSeth.Elcaloraumentómientraselvientoarremolinabalashojasdelotoñoasualrededor.

SethatrapóellabioinferiordeLindsayentrelosdientes,paradetenersuansiosaboca.Ladiminutapunzadadedolorhizoquelostembloresdeldeseolarecorrieranpordentro.Supasiónseinflamó.Losprimerosbesos,lentosytentativos,seconvirtieronenunadesesperadaexigencia.

LalenguadeLindsaysemovió,enredándoseconladeSeth.Elansiadeambosseincrementó,prometiendotansoloaumentarconcadaprueba.

Lindsay fue subiendo las manos por su espalda hasta que llegó a sushombros.Seapretóconfuerzacontraél,mientrasSethretirabalabocadeladeellayladesplazabahastalaesbeltacurvadesucuello.Sucabellorozólamejilla de Lindsay con la suavidad de una pluma. Era suave y frío, adiferenciadesutórridaboca,yparecíaatraerlosdedosdeellahaciasí.

LindsaynotóqueSeth le bajaba la cremalleradel vestidohasta que susmanos le acariciaron la piel desnuda de la espalda. Descendieron hasta lacinturayvolvieronaascenderhastalanuca,dejandollamastrasdesí.

EldeseoporSethaumentócontantaurgenciaqueempezóatemblarantesdequelabocadeélreclamasedenuevolasuya.

Susemocionesempezaronagirarcomountorbellino,compitiendoconlapura necesidad física.El asalto la dejómareada, la intensidad le aterrorizó.Estabadescubriendofragilidadesquehabíaignoradoqueposeía.

Luchandopor salir de nuevo a la superficie, colocó ambasmanos en elpechodeSethyempujóparaapartarlodesí.Éldejólibressuslabios,perolaretuvoentresusbrazos.

—No, yo…—Lindsay cerró los ojos brevemente, haciendo acopio deunas fuerzas que siempre había dado por sentadas—. Ha sido una veladamaravillosa,Seth.Teloagradezco.

Éllaobservóunmomentoensilencio.—¿Nocreesqueesepequeñodiscursoestáunpocofueradelugar?—sin

apenasmoverse,leacaricióloslabiosconlossuyos.

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—Sí, sí, tienes razón, pero… —Lindsay giró la cabeza e inhalóprofundamente el frío aire de la noche—. Tengo que entrar ya. Me faltapráctica.

Sethtomósubarbillaconlamano,obligándolaamirarlodenuevo.—¿Práctica?Lindsaytragósaliva,sabiendoquehabíapermitidoquelasituaciónsele

fuesedelasmanosysinsabercómorecobrarelcontrol.—Porfavor,nuncasemehandadobienestetipodesituaciones,y…—¿Qué tipo de situación es esta? —inquirió Seth. No se aflojó en

absolutosuabrazo,nisedebilitólafuerzadesumirada.—Seth—el pulso de Lindsay volvía a latir salvajemente—. Por favor,

déjameentrarantesdequemepongatotalmenteenridículo.EnlosojosdeSethsereflejabatodalaincertidumbredesusemocionesy

undestellodeiracruzósusemblantejustoantesdequeleplantaraaLindsayenloslabiosunrápidoypoderosobeso.

—Mañana—dijo,ylasoltó.Sinaliento,Lindsaysepasólamanoporelcabello.—Creoqueseríamejorqueno…—Mañana—repitió él antes de darse media vuelta y dirigirse hacia el

coche.Lindsayobservócómolaslucestraserasdelvehículodesaparecían.«Mañana»,sedijo,ytemblóunavezmásenelfríodelrelentenocturno.

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Comosehabíalevantadotarde,Lindsayacabósusejerciciosdebarraysecambiópasadoelmediodía.Estabadecididaadaruncarácter informalasuvisitadeaquellatardealacasadelacantilado,ysevistióenconsonancia;conunchándalcolormarrón.

Colocándoselachaquetadelchándalenelbrazo,bajólasescalerasjustocuandoCarolMoorefieldentraba.

LaseñoraMoorefielderatandistintadesuhijocomolanochedeldía.Eramenuda y esbelta, con un lustroso cabello castaño y un aspecto sofisticadoquenoparecíaenvejecernunca.Andyhabíasalidofísicamenteasupadre,aquienLindsaysolohabíavistoenfotografías,dadoqueCarolllevabaveinteañosviuda.

Tras la muerte de su esposo, había pasado a ocuparse de la floristeríafamiliarylahabíallevadoconestiloyconungransentidoempresarial.Erauna mujer cuya opinión Lindsay valoraba mucho y en cuya bondad habíaaprendidoaapoyarse.

—Parecequetehasvestidoparahacerfooting—comentóCaroldespuésdecerrarlapuertatrasdesí—.Creíaquenecesitaríasdescansardespuésdelacitadeanoche.

Lindsaybesólamejillalevementeempolvada.—¿Cómosabesquetuveunacita?¿Tellamómimadre?Carolseechóareír,pasandolamanoporelcabellodeLindsay.—Naturalmente, aunque yo podría habérselo dicho a ella. Hattie

MacDonald—dijo señalando con la cabeza hacia la casa situada en la otraacera—.Viocómoesehombrepasabaarecogerteymehizollegarelprimerinforme.

—Cuánto me alegro de haber sido el centro del intercambio deinformacióndelsábadoporlanoche—comentóLindsayirónicamente.

Carolentróenlasaladeestarysoltóelbolsoylachaquetaenelsofá.—¿Telopasastebien?

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—Sí,laverdadesque…sí—derepente,Lindsaycreyónecesariovolveraatarseloscordonesdelaszapatillasdetenis.Carollaobservó,aunquenodijonada—.Fuimosacenaralacosta.

—¿Quéclasedehombrees?Lindsayalzó lacabeza,y luegoempezóaatarse loscordonesde laotra

zapatilla.—Aúnnoestoysegura—murmuró—.Es interesante,desde luego.Algo

autoritario y pagado de sí mismo, y excesivamente formal en ocasiones,pero…—recordó la actitud de Seth hacia Ruth—. Pero también puede serpacienteymuysensible.

Aloírsutono,Carolsuspiró.AunquetambiénellasabíaqueLindsaynoeraparaAndy,habíaconservadociertasesperanzas.

—Parecequetegusta.—Sí… —la palabra le salió con una cadencia pausada y reflexiva.

Riéndose,Lindsayseenderezó—.Almenos,creoquesí.¿SabíasqueesS.N.Bannion,elarquitecto?

AlvercómosearqueabanlascejasdeCarol,comprendióqueaquelloeraunanoticianuevaparaella.

—¿Deveras?Creíaquepensabacasarseconunafrancesa,unapilotodecarreras.

—Pareceserqueno.—Vaya,estosíquees interesante—decidióCarol.Secolocó lasmanos

en lascaderascomohacía siempreque se sentía realmente impresionada—.¿Losabetumadre?

—No, ella… —Lindsay miró por encima del hombro hacia lashabitaciones de su madre—. No —repitió, volviéndose—. Me temo queanocheladisgusté.Laverdadesquehoytodavíanohemoshablado.

—Lindsay—Carolletocólamejilla,percibiendosuangustia—.Nodebesdejarqueesetipodecosasteafecten.

Derepente,losojosdeLindsaysetornarongrandesyvulnerables.—Parece que nunca soy capaz de hacer lo correcto—dijo—. Estoy en

deudaconellapor…—Yabasta—Carollaagarróporloshombrosylazarandeóconfirmeza

—. Es ridículo que los hijos se pasen la vida tratando de pagar lo que lesdebenasuspadres.LoúnicoqueledebesaMaeescariñoyrespeto.Sivivestratandodecomplaceraotrapersona,soloconseguirásquedospersonasseandesdichadas.Bueno—acariciódenuevoelcabellodeLindsayysonrió—,y

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yaestábiendeconsejosporhoy. IntentaréconvenceraMaeparaquesalgaconmigoadarunavuelta.

LindsayrodeóconlosbrazoselcuellodeCarolylediounapretóncasidesesperado.

—Erestanbuenaconnosotras…Complacida,Carolledevolvióelabrazo.—¿Quieresvenir?—lainvitó—.Podemosdarunpaseoencocheyluego

almorzarenalgúnsitio.—No, no puedo—Lindsay se retiró—. Seth pasará a recogerme de un

momentoaotroparaenseñarmesucasa.—Ah,tucasadelacantilado—Carolasintióenungestodecomplicidad

—.Estavezpodráspasearteporellaaplenaluzdeldía.Lindsaysonrió.—¿Creesqueperderáalgodesuencanto?—Lodudo—girándose,Carolsealejóporelpasillo—.Diviértete.Yno

te preocupes por volver a tiempo para preparar la cena. Tu madre y yocenaremosfuera—antesdequeLindsaypudieraresponder,sonóeltimbre—.Ahíestátujovencaballero—anuncióantesdedesaparecer.

Lindsay se giró hacia la puerta, hecha un manojo de nervios. Habíaintentado convencerse de que su reacción ante Seth, la noche anterior, sehabíadebidoalambientedelavelada.TambiénhabíancontribuidosupropiafaltadecompañíamasculinaylaconsabidaexperienciadeSeth.

Habíasidoalgomomentáneo,nadamás.Lindsay sedijoque, en lo sucesivo,debía tenerpresentequiéneraSeth

Banniony la facilidadconqueatraíaa lasmujeres.Y lo fácilmenteque lasdejaba.

Eranecesarioencarrilarsurelaciónhaciaunacuidadosaamistaddesdeelprincipio. Había que pensar en Ruth. Si deseaba conseguir lo que eraconveniente para la chica, debía relacionarse en términos amistosos con sutío.Comounarelacióndenegocios,decidió,llevándoselamanoalestómagopara calmar sus agitados nervios. Una amistad cordial, sin ataduras, nadapersonal.

Sintiéndosemássegura,abriólapuerta.Sethllevabaunospantalonesmarronesdepinzasyunjerseycolorhueso

decuelloredondo.Supoderfísicolagolpeócasiinstantáneamente.Habíaconocidoaunoodoshombresanteriormenteconaquel tremendo

atractivosexual.NickDavidoveraunodeellos,yelotrouncoreógrafoconel

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quehabíatrabajadoenlacompañía.Lindsaytambiénrecordabaqueenlavidadeaquelloshombreshabíahabidomuchasmujeres,nuncaunasolamujer.

«Tencuidado»,leadvirtiósucerebro.«Tenmuchocuidado».—Hola —Seth sonrió con cordialidad, aunque vio que la mirada de

Lindsayreflejabaincertidumbre.Lindsay se colgó un pequeño bolso en el hombro mientras cerraba la

puerta.Comodecostumbre,élleofreciólamano.—¿Cómoestás?—lepreguntóella.—Bien.¿Cómoteencuentrastú?—ejerciendounalevepresiónsobresus

dedos,Sethladetuvoantesdequebajaselosescalonesdelporche.Se hallaban en el mismo lugar donde habían estado la noche anterior.

Lindsaycasipodíasentirlosrastrosdelaenergíaqueaúncrepitabaenelaire.Alzó los ojos hacia él y se encontró con una de sus largas e inquisitivasmiradas.

—Bien—logróresponder,sintiéndoseunpocoestúpida.—¿Deverdad?—Sethlaobservabacuidadosa,detenidamente.Ellanotóunrepentinoardorenlapiel.—Sí,sí,claroqueestoybien—lairritaciónsustituyóelrecelodesusojos

—.¿Porquénoibaaestarlo?Como si le hubiera satisfecho su respuesta, Seth se dio media vuelta.

Caminaronjuntoshastaelcoche.Era un hombre extraño, decidióLindsay,más intrigada que nunca, a su

pesar.Sonrióymeneólacabeza.Unhombrerealmenteextraño.Cuandosedisponíaasubirseenelcoche,vio trespequeñospájarosque

perseguían a un cuervo en el cielo. Divertida, siguió su trayectoria,escuchandosusprovocadorestrinos.Elcuervodescribióunarcohaciaeleste,y lo mismo hizo el trío de pájaros. Riéndose, Lindsay se giró, solo paraencontrarseentrelosbrazosdeSeth.

Porunmomento,todoelmundodesapareciósalvosurostro.TodoelserdeLindsayparecíaestarconcentradoenél.Notóunsúbitocalorenloslabiosal detenerse en ellos los ojos de Seth. Su boca se entreabrió, invitadora,mientrassuspestañascaían.

Súbitamente, recordó la promesa que se había hecho a sí misma.Aclarándose lagarganta,seretiródeél.Se instalóenelasientodelcocheyluegoesperóhastaqueoyócómoSethcerrabalaportezuela.

Exhalando una larga y trémula bocanada de aliento, observó cómorodeabaelcochehastaelladodelconductor.

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«Tendré que controlar la situación desde el principio y no bajar laguardia»,decidiómientrasSeth sedeslizaba en el asiento a su lado,yoptóporemprenderunaconversacióndesenfadada.

—¿Tienes idea de cuántos ojos están puestos sobre nosotros en estemomento?—lepreguntó.

Sethpusoelcocheenmarcha,peronoarrancó.—No.¿Muchos?—Docenas—aunquelasportezuelasdelcocheestabancerradas,mantuvo

un tono bajo, confidencial—.Detrás de cada cortina de lamanzana.Comoverás, no me afecta ser el centro de atención, aunque, claro, soy unaprofesional preparada y acostumbrada a pisar los escenarios—añadió conojostraviesos—.Esperoquenoteponganervioso.

—Enabsoluto—respondióSeth.Con un rápido movimiento, la atrapó contra el asiento, reclamando su

boca con un beso apresurado y excitante. Aunque rápido, fue un besocompleto,quenodejóunasolaporcióndesuslabiossinexplorar,niunasolaparte de su sistema inalterado. Cuando se retiró, Lindsay respirabaentrecortadamentey lomirabacon fijeza.Nadiehabía sentido jamás loqueellasentíaenaquelmomento,estabaconvencida.

—Odio ofrecer un espectáculo aburrido, ¿tú no?—las palabras de Sethteníanuntonobajoeíntimoqueleagitaronlasangre.

—Mmm —respondió ella sin comprometerse, mientras se retirabacautelosamentede él.Aquella no era precisamente la formademantener elcontrol.

LacasadelacantiladoestabaaunoscuatrokilómetrosdeladeLindsay,perosealzabaagranalturasobreelpueblo,dominandolasrocasyelaguadelestrecho.Estabaconstruidadegranito.

ParalafascinadaimaginacióndeLindsay,parecíalabradaenelacantiladomismo,esculpidaporlamanodeungigante.Poseíaunabellezacrudayferoz,comouncastillosuspendidoenelmismobordedelatierra.Teníanumerosaschimeneas,puertasyventanas,comorequeríaeltamañodelaestructura.

Peroahora,porprimeravezenmásdedoceaños,Lindsayvioquelacasaestaba viva. Las ventanas resplandecían, capturando el brillo del sol,reflejándolooabsorbiéndolo.Todavíanohabía floresqueanimaran la seriafachadade lacasa,peroel céspedestabapulcramentecuidado.Y,congranplacer, comprobó que de las chimeneas surgían y serpenteaban volutas dehumo.

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Elcaminodeentradaeralargoyabrupto;surgíadelacarreteraprincipalydescribíaunacurvahastadesembocarenlapartefrontaldelacasa.

—Esmaravilloso, ¿verdad?—murmuró ella—.Me encanta elmodo enquevuelvelaespaldaalmar,comosinoleimportaraningúnpodersalvoelsuyopropio.

SethdetuvoelcochealfinaldelcaminoysevolvióhaciaLindsay.—Eseesunpensamientomuyfantasioso.—Soyunapersonamuyfantasiosa.—Sí,losé—observóSeth;inclinándosesobreella,leabriólaportezuela.

Permaneció así, cerca de Lindsay, un momento, de modo que el menormovimientoharíaquesusbocassejuntasen—.Esextraño,peroentiresultaatractivo.Siemprehepreferidoalasmujerespragmáticas.

—¿Enserio?—algoparecíasucederleaLindsaycuandoélestabacerca.Era como si numerosas hebras, finas pero imposiblemente fuertes, laenvolvieranhastadejarladesvalida—.Nuncasemehadadobienlopráctico.Semedamejorsoñar.

Élenrollóensusdedoselextremodeunmechóndesucabello.—¿Quéclasedesueñostienes?—Tontosensumayoría,supongo.Sonlosmejores.Lindsaysalió rápidamentedelcoche.Luego,cerrando losojos,esperóa

quesusistemanerviosoretornaraalanormalidad.AloírqueSethcerrabasuportezuela,volvióaabrirlosojosyestudiólacasa.«Esunaamistadcordial,nadamás»,recordórespirandohondo.

—¿Sabes? —empezó a decir—, la última vez que estuve aquí teníadieciséisañosyeramedianoche—sonrió, recordando,mientras recorríanelangosto sendero hacia el porche—.Arrastré conmigo al pobreAndy y noscolamosporunadelasventanaslaterales.

—Andy —Seth se detuvo delante de la puerta principal—. Es ellevantadordepesasalquebesastedelantedetuestudio.

Lindsayenarcóunaceja, reconociendosudescripcióndeAndy.Nodijonada.

—¿Un amigo tuyo? —inquirió Seth en tono casual mientras hacíatintinearlasllavesenlapalmadesumano,escrutándola.

Lindsaysostuvosumirada.—Sí,esunamigo.—Comoamigaeresmuyafectuosa.—Cierto, lo soy—convino ella—. Siempre he considerado que ambos

términossonsinónimos.

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—Unateoríainteresante—murmuróSethmientrasabríalapuerta—.Estavez no tendrás que colarte por una ventana —le hizo un gesto para queentrara.

LacasaeratanimpresionantecomoLindsaylorecordaba.Lostechosdelvestíbulo de entrada se alzaban a unos seis metros de altura y estabandecoradosconvigasvistasdemadera.Unaampliaescalerasecurvabahacialaderechayluegosedividíaendosparaascenderporlosladosopuestosdeunbalcónenvoladizo.Elpasamanosaparecíabruñidocomounespejo,ylospeldañosnoestabanalfombrados.

ElpolvorientopapelpintadoqueLindsayrecordabahabíasidoretiradoyreemplazadoporuntapizdecolorcrema.Unalargayestrechaalfombrapersacubría el suelo demadera de roble. El sol se reflejaba con suavidad en losprismasdeunalámparadearaña.

Sin hablar,Lindsay caminó por el vestíbulo hasta la primera puerta.Lasala había sido reformada por completo. En una de las paredes había unestampadode flores,complementadopor los tonos lacados,colorperla,quecubríanlasdemás.Lindsaysepaseólentamenteporlahabitación.SedetuvojuntoaunapequeñamesadelsigloXVIIIyacariciósusuperficieconlayemadeldedo.

—Esmagnífico—sefijóenelbrocadodelsofá—.Sabíasexactamenteloque este lugar necesitaba.Yo casi había imaginado esta habitación conunapastora de Dresde sobre la chimenea… ¡y ahí está! —se acercó paraestudiarla, conmovida por su delicadeza—. Y alfombras francesas en elsuelo…—segiróconunasonrisaqueevidenciabaelplacerqueleproducíalahabitación.Lasuyaeraunabellezafrágileintemporalquehacíajuegoconlasantigüedades,lassedasylosbrocadosquelarodeaban.

Sethdiounpasohaciaella.Lellegóelaromadesuperfume.—¿Ruthestáencasa?—preguntóLindsay.—No,ahoramismono—Seth los sorprendióaambospasando layema

deldedoporlamejilladeLindsay—.EstáencasadeMónica.Eslaprimeravezqueteveoconelcabellosuelto—murmuró,desplazandoeldedodesdesupielasupelo—.Tefavorece.

Lindsaynotócómoeldeseoempezabaaformarseensuinterior,ydiounpasoatrás.

—Lollevabasueltolaprimeravezquenosvimos—sonrió,ordenándosenohablarcomounatonta—.Estaballoviendo,segúnrecuerdo.

Sethledevolviólasonrisa,primeroconlosojos,luegoconloslabios.

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—Asíes—salvódenuevoladistanciaquelosseparabayacontinuaciónleacaricióelcuelloconundedo.Lindsayseestremecióinvoluntariamente—.Eresasombrosamentesensible—dijo,convozqueda—.¿Teocurresiempre?

Ellanotóqueelcalorfluíaporsuinterior,palpitandoallídondelapieldeSethrozabalasuya.Sacudiendolacabeza,sediomediavuelta.

—Noesunapreguntajusta.—Yonosoyunhombrejusto.—No—convinoLindsay,girándosedenuevohaciaél—.Nocreoquelo

seas,almenosentusrelacionesconlasmujeres.Hevenidoparaverlacasa,Seth—lerecordóconfirmeza—.¿Quieresenseñármela?

Él avanzó otra vez hacia ella, pero su avance se vio interrumpido. Unhombremenudoyelegante,conunabarbanegrasalpicadadecanas,aparecióen la puerta. La barba, espesa y pulcramente cuidada, le crecía desde lasorejasycubría todosumentón.Resultabamásasombrosade loquedeberíaporqueeraelúnicopeloqueteníaenlacabeza.Llevabapuestountrajenegrodetrespiezas,unacamisablancayunacorbatanegra.Suposturaeraperfecta,de una correcciónmilitar, con lasmanos relajadamente colocadas a ambosladosdelcuerpo.Lindsaytuvounaimpresióninmediatadeeficiencia.

—Señor.Seth se giró hacia el hombre, y la tensión pareció desaparecer de la

habitación.LosmúsculosdeLindsayserelajaron.—Worth—SethasintiómientrastomabaaLindsaydelbrazo—.Lindsay,

tepresentoaWorth.Worth,laseñoritaDunne.—¿Cómoestá,señorita?—Worthhizounaligerareverenciaalaeuropea.

Suacentoerabritánico.Lindsaysesintiófascinada.—Hola, señorWorth—lo saludó con una sonrisa tan espontáneamente

abiertayamistosacomosugestodeofrecerlelamano.Worthtitubeó,mirandobrevementedesoslayoaSeth,antesdeaceptarla.

Sucontactofueleve,apenasunsuaveroceconlosdedos.—Tuvounallamada,señor—dijoWorth,centrandolaatenciónensujefe

—.EraelseñorJohnston,deNuevaYork.Dijoqueeramuyimportante.—Muy bien, telefonéalo. Lo atenderé enseguida —Seth se giró hacia

LindsaymientrasWorthsalíadelahabitación—.Losiento,seguramentenotardarémucho.¿Teapetecetomarunacopamientrasesperas?

—No—LindsaymiróhaciaellugardondeWorthhabíaestado.Eramásfácil, se dijo, tratar con Seth cuando adoptaba aquella actitud formal.Sonriendo,seacercóalaventana—.Adelante,teestaréesperandoaquí.

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Élsemarchóconunmurmullodeasentimiento.Hicieron faltaapenasdiezminutosparaque lacuriosidaddeLindsayse

impusiera a su sentido de la corrección. Aquella era la casa que habíaexplorado en mitad de la noche cuando por todas partes había polvo ytelarañas.Lefueimposibleresistirseaexplorarlaenesemomento,cuandoelsolrelucíasobreelsueloencerado.Iniciósuexploración,conintencionesdelimitarelpaseoalvestíbuloprincipal.

Habíaallí cuadrosqueadmiraryun tapizque ladejó sinaliento.Sobreunamesahabíadispuestoun juegodeporcelanachina, tan frágilque temióquesehicieraañicosbajoelpesodesumirada.Demasiadofascinada,porlostesoros que estaba descubriendo, como para recordar su determinación delimitarsealvestíbulo,abriólapuertasituadaenelextremoyseencontróenlacocina.

Eraunaextrañae irresistiblemezcladeescrupulosaeficienciayencantotradicional. Los electrodomésticos estaban empotrados en las paredes, y elcromoyelaceroinoxidablebrillabanportodaspartes.Lasencimeraserandemaderalacada.Ellavavajillaszumbabamecánicamentemientrasuntranquilofuegoardíaenunhogarsituadoalaalturadelacintura.Elsolentrabaporlaventana,iluminandolasparedesrecubiertasdeviniloylossuelosdemadera.Lindsayemitióunsuspirodepurasatisfacción.

Worth interrumpió suactividadsobreunagranmesademaderamaciza.Sehabíaquitado lachaqueta, reemplazadaporun largodelantalblancoconpeto.Susemblanteseviorecorridoporunaexpresióndeasombro,antesderecuperarsuslíneasplácidashabituales.

—¿Puedoayudarlaenalgo,señorita?—¡Quécocinatanmagnífica!—exclamóLindsay,dejandoquelapuerta

secerraratrasella.Diounavueltacompleta,sonriendoantelasteterasylassartenes de brillante cobre que había colgadas sobre la cabeza deWorth—.Sethhasidomuyinteligentealfundirdosmundosenunodeunamaneratanperfecta.

—Sinduda,señorita—convinoWorthresueltamente—.¿Sehaperdido?—inquirió,limpiándosemeticulosamentelasmanosenunpaño.

—No,soloestoydandounavuelta—LindsaycontinuóinspeccionandolacocinamientrasWorth laobservabacon todacorrección—.Lascocinassonlugaresfascinantes,enmiopinión.Elcorazóndelacasa,dehecho.Siemprehelamentadonohaberaprendidoacocinarbien.

Recordó los yogures y las ensaladas de sus tiempos de bailarinaprofesional,lascomilonasocasionalesenalgúnrestaurantefrancésoitaliano,

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el frigoríficode suapartamento,que rarasvecesutilizaba.Duranteaquellosdíasfrenéticoshabíadescuidadoamenudolacuestióndelacomida.Cocinarhabíasidototalmenteimposible.

—Todoloqueseamáscomplejoqueunaensaladadeatúnmesupera—segiró hacia Worth, aún sonriendo—. Seguro que es usted un espléndidococinero—sedetuvojustoalladodelaventana.Elsoldelatardeiluminabaintensamentesusfacciones,acentuandolatezdelicadaylosfinospómulos.

—Hagoloquepuedo,señorita.¿Quierequelesirvaunatazadecaféenlasala?

Lindsayreprimióunsuspiro.—No,gracias,Worth.VolveréparaversiSethyahaacabado.Mientrashablaba,lapuertaseabrióyentróSeth.—Lamento haber tardado tanto —la puerta se cerró tras él sin hacer

ningúnruido.—Me colé en tu cocina sin darme cuenta —tras dirigirle una rápida

miradadedisculpa,LindsayseacercóaSeth—.Lascosashancambiadounpocodesdelaúltimavezqueestuveaquí.

Un silenciosomensajemasculino fue intercambiado entreWorth ySethantesdequeestelatomaradelbrazoylacondujerahacialapuerta.

—¿Yapruebasloscambios?Ellaseretiróelcabellodelhombromientrasalzabalosojosparamirarlo.—Debería reservarmemi opinión hasta ver el resto, pero yame siento

cautivada. Y siento haber irrumpido en tu cocina de ese modo, Worth—siguiódiciendo—.Medejéllevar.

—Worth tieneciertapolíticacon respectoa lasmujeresen la cocina—explicóSeth.

—Sí—convinoLindsaycínicamente—.Creoqueséquépolíticaesesa.«Noseadmitenmujeres».

—Muyperspicaz.Recorrieronlasestanciasdelaplantabaja;labiblioteca,dondesehabían

restauradoypulidolospanelesoriginales;unasaladeestar,delaquesehabíaretiradoelpapelpintadoyqueaúnnoestabaterminada;ylashabitacionesdeWorth,deunapulcritudespartana.

—El resto del primer piso debería estar terminado para el invierno—comentóSethmientrassubíanlasescaleras.

Lindsaydejóquesusdedossedeslizaranporelpasamanos.¿Cómopodíateneruntactotansuave?,sepreguntó.

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—La casa está muy bien construida —prosiguió Seth—, y solo haypequeñasreparacionesyreformasquehacer.

El pasamanos, pensó Lindsay, debía de haber conocido el contacto deinnumerablespalmasy,devezencuando,dealgún trasero.Sonrióburlona,pensandoenlodivertidoqueseríadeslizarseporéldesdelaterceraplanta.

—Amas esta casa—dijo Seth deteniéndose en el rellano y atrapando aLindsayentresucuerpoyelpasamanos.Estabanmuycercaelunodelotro,yellaladeólacabezaparamirarloalosojos—.¿Porqué?

Eraobvioquedeseabauna respuestaespecífica.Lindsay se lopensóunmomentoantesdecontestar.

—Creo que es porque siempre me ha parecido poderosa, eterna. Tienealgodecuentodehadas.Sigueenpiegeneracióntrasgeneración,épocatrasépoca—girándose,avanzóa lo largode labarandaquedominabaelprimerpiso—.¿CreesqueRuthseadaptaráaviviraquí?¿Queaceptaráestablecerseenunúnicolugar?

—¿Porquélopreguntas?Encogiéndose de hombros, Lindsay se giró y recorrió el pasillo junto a

Seth.—MeinteresaRuth.—Profesionalmente.—Y como persona—respondió, alzando la vista al percibir su tono—.

¿Tienesalgoencontradequesedediquealadanza?Élsedetuvodelantedeunapuertaparaobsequiarlaconunadesuslargas

miradas.—No estoy seguro de que tu definición de la danza y la mía sean la

misma.—Puedequeno—reconocióella—.PeroquizáladefinicióndeRuthsea

laquemásimporta.—Esmuyjoven,y…—añadióSethantesdequeellapudieseresponder

—,estábajomiresponsabilidad—abriólapuertaylainvitóaentrar.La habitación era inequívocamente femenina. En las ventanas había

cortinasdecolorazulpálido,ajuegoconelcubrecama.Elcuartodisponíadeuna chimeneade ladrillo blanco conmamparadebronce.Sobreunamesitahabíauntiestodelquebrotabaunamatadehiedrainglesa.Enlasparedessealineabanvariasfotografíasenmarcadasdeestrellasdeladanza.Lindsayvioel póster del queSeth le habíahablado.Ella como JulietayDavidov comoRomeo.

Losrecuerdoslaasaltaron.

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—Está claro aquiénpertenece estahabitación—murmuró, fijándose enlos lazos de satén rosa que había sobre la cómoda. Alzó la mirada paraestudiar los rasgos perfectos de Seth. Comprendió que era un hombreacostumbradoaverlotodoexclusivamentedesdeunaperspectivamasculina.PodríahaberinternadofácilmenteaRuthenuncolegioylimitarseaenviarlesustanciososcheques.¿Habíasidodifícilparaélhacersitioaunachica,yalasnecesidadesparticularesdeunachica,ensuvida?

—¿Eresunhombregenerosoentodoslosaspectos,Seth—preguntóconcuriosidad—,osoloenalgunos?

Vioquesuscejassearqueaban.—Tienes la costumbre de hacer preguntas inusuales —tomándola del

brazo,Sethlaacompañóalasiguientehabitación.—Ytútieneshabilidadparaevadirlas.—Estaeslahabitaciónquedeberíainteresaratufantasma—élcambióde

temaconsutileza.Lindsayesperóaqueabrieselapuerta,yacontinuaciónentró.—¡Oh, sí!—caminó hasta el centro de la habitación y dio una rápida

vuelta.Sucabellolasiguió,describiendounlentocírculo—.Esperfecta.Los asientos junto a las ventanas estaban tapizados de terciopelo color

burdeos, tonalidad que se repetía en el dibujo de una enorme alfombraoriental.Losmuebleseranantiguos,muyvictorianos,relucientesgraciasalasatenciones deWorth.Ningún otro estilo habría favorecido tanto a la alta yamplia habitación. Había un arcón al pie de la cama de cuatro postes, ycandelabrosdepeltreencadamesilladenoche.

Lachimeneaera inmensa,depiedra, ehizoque lamentedeLindsaysellenasedeimágenesderugientesllamas.Eneltranscursodeunanochelargayfría,elfuegorugiría,luegocrepitaría,parafinalmenteextinguirseconformelashoraspasaban.Visualizóunavívidaimagendesímismaacurrucadaenlacama,conelcuerpodeSethcalentandoelsuyo.Algoconfusaporlaclaridaddelavisión,empezóapasearseporlahabitación.

Demasiadopronto, se dijo.Demasiado rápido.Debía recordar quién eraaquel hombre. En silencio, sopesó aquellas emociones inesperadas eindeseadas.Sedetuvodelantedelbalcón,abriéndoloparasalir.Larecibióunaráfagadeviento.

Oyóel fragoroso ruidodel aguaalbatirse contra las rocasypercibióelolorsaladodelrefrescanteaire.Observólasnubesqueseatropellabanenelcielo, perseguidas por el salvaje viento. Avanzó hasta la barandilla y miróhaciaabajo.Elprecipicioeraverticalymortífero.Lasferocesolasazotaban

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lasdentadasrocas,retirándoseúnicamenteparareunirfuerzasyefectuarunanuevaembestida.Absortaenlaexcitacióndelaescena,nofueconscientedequeSethsehabíasituadotrasella.Cuandolagiróhaciaél,sureacciónfuetaninevitableydesenfrenadacomolasnubesquediscurríanenloalto,comoeloleajequesedebatíaabajo.

Lindsay alzó los brazos para rodear su cuello mientras él la apretabacontrasí.Susbocassefundieron.Sindudar,Lindsayrespondióalaintimidaddel beso, explorando con su propia lengua hasta que el sabor de Seth semezcló con el suyo propio. Y cuando Seth la acarició, ella tembló, no demiedooresistencia,sinodepuroplacer.

Lamanodeélsedeslizóbajosucamisa,descendiendobrevementeporlalínea de su tórax.Le cubrió un seno con la palma; era pequeño y sumanomuygrande.Lentamente,mientrasintensificabaelbeso,recorriólacurvadelsenoconeldedo.

Talycomohabíadeseadohacer,Lindsayenredólosdedosensucabello.Notaba una necesidad imposible de resistir. La recorrió por dentrorápidamente,comounríoquecambiarasucurso.Lacorrienteerairresistibley la arrastrabahacia aguasmás turbulentas.LosdedosdeSethdesprendíancalormientrasvagabanporsupiel,provocandooleadasdeplacer.

Cuando él retiró los labios de los de ella para devorarle la curva delcuello, Lindsay sintió que su cuerpo era invadido por un súbito calor. Elfrescordelvientoazotabasurostro,incrementandolaexcitación.

Los dientes de Seth le provocaron pequeñas oleadas de dolor que semezclabanconelplacer.Elmurmullodeloleaje reverberabaen sucerebro,peroporencimadeéloyóqueSethmurmurabasunombre.Cuandovolvióareclamar su boca, Lindsay le dio la bienvenida ansiosamente. Jamás habíasentidoundeseotanvertiginoso,tanabrumador.

Después él se apartó, colocándole las manos en los hombros paramantenerlacercadesí.Susmiradasseentrelazaron.Ensusojos,Lindsayvioansiedad y pasión. Un nuevo temblor de excitación le recorrió la espinadorsal. Se habría fundido de nuevo entre sus brazos si él no la hubieramantenidolevementeapartada.

—Tedeseo—elvientorevolvíaelcabellodeSethalrededordesurostro.Lindsay podía oír cómo sus latidos se incrementaban, rugiendo en su

cerebro como el oleaje del acantilado. Estaba jugando con el peligro y losabía,aunquehastaelúltimomomentonofueconscientedehastaquépunto.

—No—meneó la cabeza a pesar de que el rubor del deseo teñía susmejillas—. No —el suelo parecía inestable bajo sus pies. Se giró para

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agarrarsea labarandae inhalarprofundamenteel fríoairedelmar.Dejósugargantasecayáspera.

Bruscamente,Sethlaagarróporelbrazoylediolavuelta.—¿Quédemoniosquieresdecir?—sutonoeramortalmentebajo.Lindsaynegónuevamenteconlacabeza.Elvientoleintrodujoelcabello

enlosojos,yellaseloretiró,deseandoveraSethconclaridad.Habíaalgoensupostura,tanindomableyferozcomoeloleaje.

Allíestabaelvolcán.Laatraíahaciasí,latentaba.—Pueseso—dijoLindsay—.Loqueacabadepasarhasido inevitable,

peronoirámásallá.Sethseacercómásaella.Sufuertemanoleaferrólanuca.Lindsaypodía

sentirelpesoylatexturadecadadedo.—Nitúmismatecreeseso.Subocadescendió rápidamente sobre ladeella;pero, envezdeusar la

fuerza,sevaliódelapersuasión.Deslizólalenguaentresuslabioshastaqueestos se entreabrieron con un suspiro. Luego los saqueó implacablemente,aunqueconsuavidad.

Lindsayseaferróasusbrazosparaconservarelequilibrio.Lefaltaba larespiración,talycomolehabríafaltadodehabersedespeñadoporelbalcónyprecipitarseporelvacíohacialasrocasdeabajo.

—Quierohacerelamorcontigo.Los labios de Seth provocaban en Lindsay una dolorosa punzada de

deseo. No obstante, forcejeó hasta retirarse de él. Por un momentopermanecióensilencio,recuperandoelalientoyobservándolo.

—Tienesqueentenderlo—empezóadecir,ehizounapausaparacalmarsuvoz—.Tienesqueentenderlaclasedepersonaquesoy.Nosoycapazdeteneraventuraspasajerasodeunanoche—denuevose retiróelcabellodelosojos—.Necesitoalgomásqueeso.Noposeotusofisticación,Seth…Nopuedo,niquiero,competirconlasmujeresquehastenidoentuvida.

Segiródenuevo,peroéllaagarróporelbrazoylaobligóamirarlo.—¿Deverascreesquepodremosolvidarloquehaocurrido?—Sí—la palabra brotó de Lindsay bruscamente,mientras las dudas se

agolpabanensumente.—Quieroverteestanoche.—No,deningunamanera.—Lindsay,nopiensodesaprovecharestaoportunidad.Ellanegóconlacabeza.

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—LoúnicoquenosuneesRuth.Todoseríamássimplesituviéramosesopresente.

—¿Más simple? —Seth tomó un mechón de su cabello. Una mediasonrisa afloró a sus labios—. No creo que seas de esas mujeres a las quesatisfacelasimplicidad.

—Túnomeconoces—repuso.Élsonrióampliamenteenesemomentoy,trassoltarleelmechón,latomó

delbrazoparaacompañarladenuevoalinteriordelacasa.—Quizáno,Lindsay—asintióentonoafable—,peroteconoceré.La férrea determinación contenida en aquellas palabras no le pasó

inadvertidaaLindsay.

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HabíatranscurridocasiunmesdesdequeRuthingresóenlaacademiadeLindsay. El clima se había vuelto frío rápidamente, y ya había indicios deinminentes nevadas en el aire. Lindsay hizo lo que pudo para mantener laviejacalderadelaacademiafuncionandoaplenacapacidad.

Con una camisa atada a la cintura, sobre el maillot, impartió la últimaclasedeldía.

—Glissade,glissade.Arabesqueenpointe—mientrashablaba,Lindsaysepaseabaarribayabajo juntoa lahileradealumnas,observandoconmiradacríticasusformasyposturas.Estabasatisfechaconlosprogresosdesuclaseavanzada.Lasalumnaseranbuenasyhacíangaladeunafirmecomprensióndelamúsicayelmovimiento.Noobstante,cuantomástiempopasabaRuthenlaclase,mássedistanciabadelasdemás.

Su talento estaba muy por encima de lo normal, se dijo Lindsay,estudiandosuposturaysufluidez.Allíloestabamalgastando.

Lafrustración,yafamiliar,embargóaLindsay,unafrustracióncercanaalaira.

YlamiradaquehabíaenlosojosdeRuth,sedijomientrasindicabaaunaalumnaqueelevaraelmentón,parecíadecir:«Lodeseo».¿Cómoconvenceríaa Seth para que dejara a Ruth alcanzar la meta que deseaba, antes de quefuesedemasiadotardeyseleescaparaparasiempre?

Alpensar enSeth, la atencióndeLindsay sedesvióde susalumnas.Seacordóde laúltimavezque lohabíavisto.Sihabíade serhonesta consigomisma,debíaadmitirquehabíapensadoenélunayotravezeneltranscursodeaquellassemanas.Deseabaconvencersedequeaquellaatracciónfísicasedesvanecería.Perosabíaquenoeracierto.

—Tendu —indicó, mientras cruzaba los brazos sobre el pecho. Elrecuerdo de sus caricias, de su sabor, persistía. A menudo se sorprendíapreguntándosequéestaríahaciendoél…mientrastomabacaféporlamañana,cuando se hallaba sola en el estudio por la tarde, cuando se despertaba sin

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motivoenmitaddelanoche.YteníaquereprimirelimpulsodepreguntarleaRuth.

«Noharéelridículoporesehombre»,sedijo.—Brenda,lasmanos—hizounademostración,susdedosfluyendoconel

movimientodesumuñeca.El timbre del teléfono la pilló por sorpresa. Consultó ceñuda el reloj.

Nadiellamabaalestudioenmitaddeunaclase.Alinstante,unpensamientoirrumpióensumente:«Madre».—Siguetú,Brenda.Sinesperarunarespuesta,corrióhacialaoficinaycontestóelteléfono.—AcademiadedanzadeCliffside,¿diga?—elcorazónselehabíasubido

alagarganta.—¿Lindsay?¿Erestú,Lindsay?—Sí, yo…—lamano de Lindsay se detuvo amitad de camino de sus

labios—.Nicky—aquelmusicalacentorusoerainconfundible—.¡Oh,Nick,cuánto me alegro de oír tu voz! —el piano de Mónica seguía sonandosuavemente. Lindsay se tapó la oreja con la mano mientras se sentaba—.¿Dóndeestás?

—EnNuevaYork,porsupuesto—habíaensuvozunanotarisueñaqueellasiemprehabíaadorado—.¿Cómomarchatuacademia?

—Muybien.He trabajadoconalgunasbailarinasmuybuenas.Hayuna,enparticular,queestoydeseandoenviarcontigo.Esmuyespecial,Nick,tieneunfísicoespléndidoy…

—Luego, luego —Nick interrumpió su entusiasta informe sobre Ruth.Lindsay casi pudo visualizar el rápido gesto que seguramente habríaacompañado a sus palabras—.He llamado para hablar de ti. ¿Tumadre seencuentrabien?

LavacilacióndeLindsayduróapenasunsuspiro.—Muchomejor.Yallevaalgúntiempovaliéndoseporsímisma.—Bien.Muybien.Entonces,¿cuándovasaregresar?—Nick—Lindsayflexionóloshombrosysefijóenlafotoquehabíaen

lapared,dondeellamismaaparecíabailandoconelhombrequesehallabaalotro lado de la línea. «Tres años», se dijo. Podían haber sido treinta—.Hapasadomuchotiempo.

—Tonterías.Setenecesita.Ellameneólacabeza.Nicksiemprehabíasidomuyautoritario.Quizá,se

dijo,erasudestinoenredarseconhombresdominantes.

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—Noestoyenforma,Nick.Yhaynuevostalentos—sumentesecentróenRuth—.Esaellasaquienessenecesita.

—¿Desdecuándotedanmiedoeltrabajoduroylacompetitividad?EltonodesafiantedesuvozeraunaviejatretaquearrancóaLindsayuna

sonrisa.—Ambos sabemos que pasar tres años dando clases de danza no es lo

mismo que pasar tres años actuando. El tiempo nunca se detiene, Nick, nisiquieraparanosotros.

—¿Tienesmiedo?—Sí.Unpoco,sí.Élserioaloírlaconfesión.—Bien,elmiedoteobligaráabailarmejor—soltóunarisaexasperada—.

Tenecesitoati,ptichka,mipequeñopajarillo.Casiheterminadodeescribirmiprimerballet.

—¡Nick, eso esmaravilloso!No sabía que estuvieras trabajando en unaobra.

—Me queda un año, o quizá dos, como bailarín. No me interesainterpretar personajes secundarios —durante la breve pausa que siguió,Lindsayoyóelmurmullodelaschicasmientrasseponíanloszapatosdecalle—.Mehanofrecidoladireccióndelacompañía.

—Nopuedodecirquemesorprenda—respondióLindsaycálidamente—.Peromealegromucho,portiyporellos.

—Quiero que regreses, Lindsay, que vuelvas a la compañía. Se puedesolucionar,¿sabes?Bastarácontirardeunoscuantoshilos.

—Prefieroqueno.Yo…—Nadiepuedeprotagonizarmiballetexceptotú.EsAriel,yArielerestú.—Oh,Nick,porfavor—alzandolamano,Lindsaysepinzóelpuentede

lanarizconelpulgaryelíndice.HabíadejadotrasdesíelmundoqueNickleofrecía.

—No,nadadediscusiones,almenosporteléfono.Ellameneólacabezaensilencioycerrólosojos.—Cuandoelballetestéterminado,iréaCliffdrop—leaseguróNick.—Cliffside—locorrigió.—Cliffside, Cliffdrop, soy ruso. Es de esperar. Iré en enero —siguió

diciendoNick—,paraenseñarteelballet.Luegoregresarásconmigo.—Hacesquetodoparezcamuysimple,Nick.—Porqueloes,ptichka.Enenero.

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Lindsayseretiróelauriculardelaorejaysequedómirándolo.Quépropiode Nick, se dijo, colgar sin más ceremonia. Era famoso por sus gestosgrandilocuenteseimpulsivos,asícomoporsutotaldedicaciónaladanza.Yera tan brillante, pensó mientras colgaba el auricular. Tan seguro de símismo… Jamás comprendería que algunas cosas podían guardarse en uncofrederecuerdosyseguirsiendopreciosasyestandovivas.ParaNicktodoeramuysimple.

Lindsay se levantó y se acercó a la fotografía para contemplarla. ParaNick la compañía lo era todo. Pero para ella contaban otros factores, otrasnecesidades.Nisiquierasabíacuáleseran,soloqueestabanahí.

Cruzó losbrazossobreelpecho,abrazándose.Quizáeraelmomentodetomarunadecisión.

Una ráfaga de impaciencia la recorrió por dentro. Llevaba demasiadotiemporenqueandosinunrumbofijo,seacusó.

Volviendo al presente, se dirigió al estudio. Algunas alumnas seguíanremoloneandoen lasala, reaciasaabandonarelcalorde laacademiaporelfríodelexterior.Ruthhabíaregresadoalabarraparapracticarporsucuenta.Sus ojos siguieron a Lindsay en el espejo.Mónica alzó lamirada con unaanimadasonrisa.

—Ruthyyovamosatomarunapizzayluegoalcine.¿Quieresvenir?—Suenagenial,peroquierotrabajarunpocomásenlaescenificaciónde

Elcascanueces.LasNavidadesllegaránantesdequenosdemoscuenta.Mónicaalargóelbrazoparaacariciarlelamano.—Trabajasdemasiado,Lindsay.Lindsay apretó la mano de su amiga, mirando sus ojos graves y

preocupados.—Heestadopensandosobreeso.Ambas mujeres alzaron los ojos al abrirse la puerta. Andy entró

acompañadodeunaráfagadeairegélido.Sutez,normalmentepálida,estabaenrojecidaporelfrío,yteníalosanchoshombrosencogidos.

—¡Hola! —Lindsay alargó las manos para tomar las de su amigo. Seestremecióalnotarlasfrías—.Noesperabaverteaquíestanoche.

—Parecequehellegadoenelmomentojusto—Andymiróasualrededormientraslasalumnasseponíanpantalonesyjerséissobrelosmaillots.SaludóaMónicaconungestocasual;ella,asuvez,hizounademándeasentimientocasiesperanzadoensudirección.

—Hola,Andy—pareciótartamudearfinalmente.

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Ruthobservóaquelsencillointercambiodesaludosdesdeelextremodelahabitación. Era tan evidente, se dijo, para cualquiera salvo para ellos tres.Andy estaba locamente enamorado deLindsay, yMónica estaba locamenteenamoradadeAndy.HabíavistocómoMónicasesonrojabaenelmomentoen que él había entrado en el estudio.Andy, por su parte, solamente habíavistoaLindsay.

Quéextrañaseranlaspersonas,pensóRuthmientrasejecutabaungrandplié.

Y Lindsay. Lindsay era todo lo que ella aspiraba a ser: una verdaderabailarina,seguradesímisma,serena,hermosa,conciertacualidadelusivaensusmovimientos.Sedijoquesumaestrasemovíanocomounpájaroounamariposa, sino como una nube.Había algo ligero, algo libre, en cada pasosuyo,encadagesto.Ruthnolaobservabaconenvidia,sinoconañoranza.Yla observabadetenidamente, sin cesar.Y, por ello, creía estar empezando aconocerlamuybien.

Admirabasu talanteabierto,elmodoenquemanifestaba librementesusemociones.Poseíaunacalideznaturalqueatraíaalosdemás.Perohabíamásbajo la superficie,muchomás, que no estaba acostumbrada a revelar.Ruthdudaba si esas pasiones ocultas se expresaban a menudo. Haría falta algointenso,comolapropiadanza,paraquesemanifestasen.

Mientras cavilaba sobre tales cosas, la puerta volvió a abrirse y su tíoentróenelestudio.

Una sonrisa afloró a los labios de Ruth, acompañada de un gesto desaludo.Interrumpióesteúltimoparadesempeñarelpapeldeobservadoraunavezmás.

La sacudida provocada por el contacto visual entre Seth y Lindsay fuerápidayvolcánica.Suresplandorfuetanbreveque,denohaberestadoRuthobservandocontantaatención,lehabríapasadoinadvertido.

Perofuerealypoderoso.Ruthhizounapausamomentánea,mirandoceñudaypensativamenteasu

profesorayasutío.Aquelloeraalgoinesperado,ynosabíacómosentirsealrespecto. La atracción existente entre ambos era tanmanifiestamente obviacomoladeMónicahaciaAndyyladeestehaciaLindsay.

Era asombroso, pensó, que ninguno pareciera darse cuenta de lasemocionesquehabíaenacciónentreelloscuatro.

Ruth recordaba lacertidumbrequesolíahaberen losojosdesuspadressiemprequesemirabanelunoalotro.Laimagenleprodujounsentimiento

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de ternura, así comode tristeza.Deseabadesesperadamente sentirdenuevounapartedeesaclasedeamor.

Sinhablar,seretiróaunaesquinaparaquitarselaszapatillasdebaile.

En el momento en que Lindsay había girado la cabeza y había visto aSeth,habíasentidosupoder.Lainundó,ysureflujofuetanrápidoqueestuvoseguradequesuspiernassehabíanderretidopordebajodelasrodillas.

No,laatracciónnosehabíadesvanecido.Sehabíaduplicado.Todos los detalles relativos a Seth se grabaron instantáneamente en su

cerebro:sucabellorevueltoporelviento;elhechodequellevaralachaquetade piel desabrochada pese al frío; el modo en que sus ojos parecieronengullirlaenelmismomomentoenqueentró.

Parecíaimposibleque,sinhacersiquieraunesfuerzo,pudieraexcluirporcompletodesumentealosdemáspresentes.Eracomosisehallaransolos,enunaisla,en lacimadeunamontaña, tancompletamenteabsorbidaporélsesentía.

«Lo he echado de menos», comprendió de repente. Habían pasadoveintidós días desde que lo había visto por última vez, desde que habíahablado con él.Unmes antes ni siquiera había sabido que existía, y ahorapensabaenélenlosmomentosmásextrañoseinesperados.

Una sonrisa afloró a sus labios demotu propio. Aunque Seth no se ladevolvió,Lindsayavanzóhaciaélyleofreciólasmanos.

—Hola.Teheechadodemenos.El comentario brotó espontáneamente, sin malicia. Lindsay tomó las

manosdeSeth,yélestudiósurostro.—¿Deverdad?—preguntóconvozserena,pero laexigenciadesu tono

recordóaLindsayquedebíasercautelosa.—Sí—confesóella.Retiró lasmanosy segiró—.ConocesaAndyya

Mónica,¿verdad?Mónica permanecía de pie junto al piano, ordenando unas partituras.

Lindsayseacercóaellapararelevarlaenlatarea.—No te molestes en hacer eso —dijo—. Ruth y tú debéis de estar

hambrientas.Además,osperderéislapelículasiosquedáisdemasiadorato—dijoatropelladamente,molestaconsigomisma.¿Porqué,sepreguntó,nuncapensabaantesdehablar?Levantólamanoenungestodedespedidamientraslasúltimasalumnassalían—.¿Hascomido,Andy?

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—Pues no, la verdad es que para eso había venido —Andy miró desoslayoaSeth—.Penséquequizátegustaríatomarunahamburguesaeiralcine.

—Oh, Andy, qué amable eres—Lindsay dejó de ordenar las partituraspara sonreírle—. Pero tengo que terminar cierto trabajo.Acabo de declinarunaoferta similar deMónicayRuth. ¿Por quéno cambias la hamburguesaporunapizzaytevasconellas?

—Claroquesí,Andy—seapresuróadecirMónica,yluegosesonrojó—.Seríadivertido,¿verdad,Ruth?

Al ver el ruego en los líquidos ojos castaños deMónica,Ruth sonrió yasintió.

—Nohabrásvenido a recogerme, ¿verdad, tíoSeth?—Ruth sepuso enpie,tirandohaciaarribadesuspantalonesvaqueros.

—No—Seth observó cómo la cabeza de su sobrina desaparecía en elinteriordeungruesojersey,paraluegoaparecerdenuevoporlaaberturadelcuello—.HevenidoparacharlarconLindsay.

—Bien, en ese caso no os estorbaremos —Mónica se movió con unagracia inesperadaenunachicadehuesosgrandes.Habíaalgoatléticoensumododeandar,aunquesuavizadoporsusañosenlabarra.Agarrósuabrigoymiró aAndy.Su sonrisa no era reservada, aunque sí titubeante—. ¿Vienes,Andy? —vio la rápida mirada que él dirigía a Lindsay. El corazón se leencogió.

—Claro—AndyacaricióelhombrodeLindsay—.Nosvemosmañana.—Buenas noches, Andy —poniéndose de puntillas, Lindsay le dio un

ligerobeso—.Quelopaséisbien—dijodirigiéndosealostres.AndyyMónica se encaminaronhacia lapuerta, ambos luchandocon la

depresión.Ruthlossiguióconunasonrisajugueteandoensuslabios.—Buenasnoches,tíoSeth,señoritaDunne—dijo,ycerrófirmementela

puertadelestudioalsalir.Lindsaysequedómirandolapuertacerradaunmomento,preguntándose

quehabríamotivadoaquelbrilloenlosojosdeRuth.Meneandolacabeza,sevolvióhaciaSeth.

—Bien—empezó a decir animadamente—, imagino que querrás hablardeRuth.Creoque…

—No.LospensamientosdeLindsaysedetuvieronenmitaddesucauce.—¿No?—repitió.Suexpresióneradegenuinaperplejidad,hastaqueSeth

dio un paso hacia ella. Entonces lo comprendió todo—. La verdad es que

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deberíamos hablar sobre ella—dijo dándose media vuelta y retirándose alcentrodelestudio.Pudoverelreflejodeambosenlosespejosdelapared—.Estámuchomásadelantadaquecualquierademisdemásalumnas,ponemásdedicación y tienemuchomás talento.Algunas personas nacen para bailar,Seth.Ruthesunadeesaspersonas.

—Puedeser—conmovimientoscasuales,Sethsequitó lachaquetay lasoltó encima del piano. Lindsay comprendió, instintivamente, que no seríafácil tratar con él esa noche. Se llevó los dedos a la garganta—. Pero hapasadounmes,noseis.HablaremosdeRuthelveranoqueviene.

—Esoesabsurdo—molesta,Lindsaysegiróparamirarlo.Fueunerror,descubrió, pues su imagen real eramuchomás poderosa que la del espejo.Lindsay se volvió de nuevo y empezó a pasearse nerviosamente—.Hablascomosifuerauncaprichoqueselepasaráconlaedad.Dentrodecincomesesseguirásiendounabailarina.

—Entonces,esperarnoseráningúnproblema.AquellalógicahizoqueLindsaycerraselosojosenunestallidodefuria.

Deseabarazonarconéltranquilaysosegadamente.—Serátiempoperdido—dijocontrolándose—.Y,enunasituacióncomo

esta,perdertiempoesunpecado.Ruthnecesitamás,muchomás,deloqueyopuedoofrecerleaquí.

—Primeronecesitaunpocodeestabilidad—habíaundejedemolestiaenla voz de Seth. Reflejaba los propios sentimientos de Lindsay igual que elcristalreflejabasuscuerpos.

—Posee un don—repuso ella, gesticulando frustradamente con ambosbrazos—.¿Porquéteniegasaverlo?Esundonraroyhermoso,peroquehayquecultivarydisciplinar,cosaqueserátantomásdifícilcuantomástiempopase.

—YatehedichoqueRuthestábajomiresponsabilidad—lavozdeSethsonabaafiladacomounacuchilla—.YtambiéntehedichoquenohevenidoparahablardeRuth.Estanoche,no.

LaintuicióndeLindsayreprimiócualquierposibleréplica.Nollegaríaaningunaparteconéldeesemodo,ycorríaelriesgodeacabarconcualquieroportunidadfutura.PorelbiendeRuth,sedijo,debíatenerpaciencia.

—Estábien—respiróhondoynotóque su enfado remitía—.¿Paraquéhasvenido?

Élavanzóhaciaellaylaagarrófirmementeporloshombrosantesdequepudierareaccionar.

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—¿Me has echado de menos? —preguntó, sus ojos taladrando los deLindsayenelespejo.

—Enunpueblopequeñocomoesteesraroquepaseunmessinqueunoveaaalguien—Lindsaytratódezafarse,perolosdedosdeélsecerraronconmásfuerza.

—He estado trabajando en un proyecto, un centro médico que seconstruirá en Nueva Zelanda. Los bosquejos ya están prácticamenteterminados.

Dadoquelaidealaintrigaba,Lindsayserelajó.—Quéemocionantedebedeser…crearalgocontumente,algoencuyo

interior la gente vive, trabaja o pasea.Algo sólido y duradero. ¿Por qué tehicistearquitecto?

—Losedificiosmefascinaban—Sethempezóamasajearlelentamenteloshombros, pero el interés de Lindsay se centraba en sus palabras—. Mepreguntabaporquéseconstruíandemanerasdeterminadas,porquélagenteelegía estilos diferentes. Quería hacerlos funcionales y atractivos al mismotiempo—con el pulgar ascendiópor la curvade sunuca, estimulándole unsinfín de terminaciones nerviosas—. Tengo debilidad por la belleza —lentamente,mientraslosojosdeLindsaypermanecíanclavadosenelespejo,Sethbajólabocaparaatormentarsupielahoraexcitada.

UnsuspirotemblorosoescapódeloslabiosdeLindsay.—Seth…—¿Por qué te hiciste bailarina? —la pregunta interrumpió su protesta.

Sethmasajeó susmúsculos con los dedos y lamiró en el espejo. Captó eldeseoquetitilabaensusojos.

—Fuelaúnicaposibilidadqueseabrióantemí—laspalabrasdeLindsaysonaban roncas, nubladas por una pasión contenida. Le resultaba difícilconcentrarseenloquedecía—.Mimadrenohablabadeotracosa.

—Así que te hiciste bailarina por ella —Seth alzó una mano hasta sucabelloyretiróunahorquilla.

—No,algunascosaslasfijaeldestino.Midestinoeraeste—notóquelamano de Seth subía por su cuello y se hundía en su cabello. Le quitó otrahorquilla—.Me habría dedicado a la danza aun sin la intervención de mimadre. Ella simplemente me hizo ver antes su importancia. ¿Qué estáshaciendo? —colocó una mano sobre la de él mientras le quitaba otrahorquilla.

—Prefierotucabellosuelto,parapodertocarlo.—Seth,no…

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—Siemprelollevasrecogidocuandodasclase,¿verdad?—Sí, yo…—el peso de su pelo recayó sobre las restantes horquillas,

hastaqueestascayeronalsuelo.Elcabelloquedósueltoenunanubedecolorrubiopálido.

—Ya se ha acabado la clase—murmuró él, enterrando el rostro en suespesura.

Elreflejodeambosenelespejomostrabael fuertecontrastedelcabellodeSethsobreeldeella,desusdedosbronceadossobrelapielmarfileñadesucuello. Resultaba mágico ver cómo le retiraba el pelo del cuello y hacíadescendersubocamientras,almismotiempo,sentíalacariciadesuslabiosysusdedosenlapiel.

Fascinada,observóalaparejaenelespejodelapared.Cuandoéllagiróhaciasí,eltrancenodisminuyóenintensidad.Totalmenteabsorbida,alzólosojosparamirarlo.

Seth bajó la boca y, aunque los labios deLindsay estaban hambrientos,posóunaseriedesuavesbesosen la líneadelmentón.Movíaansiosamentelasmanosporlamatadecabellomientrasleatormentabaelrostroconbesosprometedores.

Lindsayempezóaarderdedeseo,ansiando la intimidadqueseguíaa launióndeloslabios.Sinembargo,cuandogirólacabezaparabuscarsuboca,Sethlaretiródesí.

Oleadasdecalor ascendíandesde losdedosde suspies, concentrándoseen sus pulmones, hasta queLindsay llegó a pensar que explotaríandepuroplacer.Conlosojosclavadosenlosdeella,Sethledesabrochólentamenteelbotón de la camisa, sus dedos se desplazaron por sus hombros, rozándolosapenas, deteniéndose a pocos centímetros de la prominencia de sus senos.Condelicadeza,lequitólacamisayestacayósilenciosamenteenelsuelo.

Hubo algo increíblemente sexual en aquel gesto. Lindsay se sintiódesnudadelantedeél.Sethhabíadestruidotodassusbarricadas.Yanohabíasitiopara losespejismos.Adelantándose,sepusodepuntillasparaposeer labocadeSeth.

El beso empezó lenta, lujuriosamente, con la paciencia de dos personasquesabíanelplacerquepodíandarselaunaalaotra.Labocaestabahechaparasersaboreada,yambossaciaronunhambrequehabíacrecidoysehabíaagudizado con el ayuno. Bebieron sin prisas, como si desearan prolongaraquelmomentodeplenasatisfacción.

Lindsay separó los labiosde losdeSethparaponersea explorar.Habíaciertaasperezaensumentóndebidaa labarbadeundía.Suspómuloseran

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largos y, debajo de la oreja, tenía un sabormisteriosamentemasculino. Sedetuvoallí,saboreando.

Sethhabíaposadolasmanosensuscaderasy,conlosdedos,lerecorriólaparte superior de los muslos. Lindsay cambió de postura para permitirleacariciar conmayor libertad.Enunviaje prolongadoy gradual, dirigió unamanohastasuseno.Eltejidodelmailloteramuyajustado,apenasunabarreraentresupalmaylapiel.

Sus labios se unieron en un beso exigente y desesperado mientras suscuerpossetensabanelunocontraelotro.LosbrazosdeSethlaatrajeronmásfuertementehaciaél,casilevantándoladelsuelo.Yanohabíacomodidad,nohabíarecreación,peroeldolorresultabaexquisito.

Comosiprocedieradelfinaldeunlargotúnel,Lindsayoyóelsonidodelteléfono.SeacurrucómáscontraSeth.Elteléfonovolvióasonarunayotravez,hastaquefinalmentepenetróensuconsciencia.

LindsayintentósepararsedeSeth,peroéllaatrajohaciasí.—Deja que suene, maldita sea —reclamó su boca, tragándose las

palabras.—No puedo, Seth—Lindsay luchó por orientarse a través de la bruma

quenublabasucerebro—.Nopuedo…Mimadre.Élmaldijo profusamente, pero la soltó.Retirándose, ella corrió hacia el

teléfono.—¿Sí? —mesándose el cabello, Lindsay trató de aclarar su mente lo

suficientecomoparasaberdóndeestaba.—¿LaseñoritaDunne?—Sí.Sí,soyLindsayDunne—sesentóenunaesquinadelamesaalnotar

quelaspiernaslefallaban.—Lamento mucho molestarla, señorita. Soy Worth. ¿Está ahí el señor

Bannion?—¿Worth?—Lindsay inhaló y exhaló lentamente una bocanada de aire

—.Ah,sí.Sí,estáaquí.Espereunmomento.Conmovimientoslentosydeliberados,dejóelauricularjuntoalteléfono

yselevantó.Permanecióunmomentoenlapuertadelaoficina.Sethestabavuelto hacia ella, y clavó los ojos instantáneamente en los suyos, como sihubieseestadoesperandoconansiasuregreso.

Lindsay entró en el estudio, combatiendo el impulso de entrelazar lasmanos.

—Esparati—ledijo—.ElseñorWorth.

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Sethasintió,peronohubonadadecasualenelmodoenquelatomóporloshombrosalpasar.Brevementepermanecieronelunofrentealotro.

—Serásolounmomento.Lindsay se quedó inmóvil hasta que oyó el murmullo de su voz en el

teléfono. Siempre que acababa una danza difícil, se tomaba unos cuantosminutospararespirar.Setratabadeunarespiraciónconcentrada,profundaylenta, no el movimiento inconsciente de permitir el acceso del aire a lospulmones.

Setomótiempoparahacerloenesemomento.Pocoapoco,notóqueelflujosanguíneodecrecíayqueelmartilleodesu

pulso se calmaba. El hormigueo que sentía debajo de la piel desapareció.Satisfecha de que su cuerpo respondiera, esperó a que sumente siguiera elejemplo.

Incluso para ser una mujer que disfrutaba corriendo riesgos, eraconscientedeloinsensatodesuconducta.ConSethBannionllevabatodaslasde perder. Estaba empezando a comprender que ella misma contribuía aaumentar su desventaja. Se sentía demasiado atraída por él, era demasiadovulnerableasusencantos.Yelhechodequeloconocieratansolodesdehacíaunaspocassemanasnoparecíatenerimportancianinguna.

Lentamente,seacercóasucamisa,queyacíaenelsuelo.Seagachójustocuandounmovimientoenelespejocaptósuatención.Denuevo,susojosseencontraronconlosdeSethenelcristal.

Unaseriedefríospinchazossepropagaronporsupiel,seirguióysediomedia vuelta. Sabía que el momento de las fantasías y las ilusiones habíapasado.

—Un problema en la obra —dijo él lacónicamente—. He de revisaralgunascifrasencasa—seacercóaella—.Venconmigo.

Estaba inequívocamente claro lo que pretendía. Para Lindsay, lasimplicidad y la franqueza de su propuesta resultaba arrolladoramentecautivadora.Conmovimientoscuidadosos,sepusolacamisa.

—No,nopuedo.Tengotrabajoquehacer,yademás…—Lindsay—Sethladetuvoconunapalabrayunacariciaenlamejilla—.

Quierodormircontigo.Quierodespertarmeatulado.Elladejóescaparunlargosuspiro.—No estoy acostumbrada a enfrentarme a este tipo de situaciones —

murmuró.Sepasólamanoporelcabellosueltoyluegovolvióamirarloalosojosconfijeza—.Mesientomuyatraídaporti.Esalgoquenohabíasentidonunca,ynosémuybienquéhaceralrespecto.

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LamanodeSethbajódesumejillaylerodeóelcuello.—¿Creesquepuedesdecirmeunacosaasíy luegoesperarquevuelvaa

micasasolo?Lindsaymeneólacabezaycolocóunafirmemanoensupecho.—Te lo he dicho, supongo, porque no soy lo bastante sofisticada como

paracallármelo.Nocreoenlasmentirasylosfingimientos—unafinalíneasedibujóensuceñomientrasproseguía—.Nisuelohacernadaquenoestéabsolutamenteseguraquedeseohacer.Novoyadormircontigo.

—Síqueloharás—Sethcubrióconsumanoladeella,capturandolaotraalmismo tiempo—. Si no es esta noche,mañana; y si nomañana, pasadomañana.

—Yoentulugarnoestaríatanseguro—Lindsaysezafódesusmanos—.Nuncasoymuycomplacientecuandomedicenloquedebohacer.Tomomispropiasdecisiones.

—Yyahastomadouna—dijoSethconcalma,aunquelafuriabrillabaensusojos—.Laprimeravezquetebesé.Lahipocresíanoteva.

—¿Hipocresía?—Lindsay contuvo sus palabras un momento, sabiendoquetartamudearía—.¡Eldichosoegomasculino!Rechazasunaproposiciónyresultaqueeresunahipócrita.

—Nocreoqueeltérmino«proposición»seaelmásacertado.—Puesveteaestudiarsemántica—invitóella—.Perohazloenotrositio.

Yotengotrabajoquehacer.Seth fuemuy rápido.Laagarróporelbrazoy,dandoun tirón, laatrajo

haciasíantesdequelaordendealejarsellegaradesdeelcerebrodeLindsayhastasuspies.

—Nomepresiones,Lindsay.Ellatiróparasoltarse,peronolefueposible.—¿Noerestúelqueestápresionando?—Parecequetenemosunproblema.—«Tú» tienesunproblema—repusoLindsay—.Nopiensoconvertirme

en uno de los planos que guardas en tus archivos. Si decido acostarmecontigo,yatelodiré.Mientrastanto,nuestroprincipaltemadeconversacióndebeserRuth.

Seth estudió con intensidad su semblante. Tenía las mejillascongestionadasderabiayrespirabaaceleradamente.

Unatisbodesonrisaasomóasuslabios.—Tienes un aspecto parecido al que tenías cuando te vi bailar como

Dulcinea, llenodepasiónyde fuerza.Volveremos ahablar—antesdeque

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ellapudierahaceralgúncomentario,lediounbesolargoylento—.Pronto.Lindsay logró aclarar lamentemientras Seth se acercaba al piano para

recogerlachaqueta.—ConrespectoaRuth…Élsepusolachaquetasindejardeobservarlamientrastanto.—Pronto—repitió,ysedirigiócongrandeszancadashacialapuerta.

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Losdomingos,Lindsaynoseceñíaaningúnhorario.Duranteseisdíasalasemanasutiempoestabaestrictamenteorganizado,

dedicadoa las clases, elpapeleoy sumadre.Eldomingoaprovechabapararelajarse.

Erayaúltimahoradelamañanacuandobajódesuhabitación.Elintensoaromadel café la atrajo hacia la cocina.Pudooír losmovimientos lentos eirregularesdesumadreantesdeabrirlapuerta.

—Buenos días —Lindsay cruzó por el suelo de linóleo para besar lamejilla de Mae, y luego observó su pulcro traje de tres piezas—. Te hasarreglado—elplacerembargabasuvoz—.Estásmagnífica.

Maesonriómientrassetocabaelcabelloconunamanonerviosa.—Carolquierequevayamosaalmorzaralclubdecampo.¿Creesquevoy

bienpeinada?—Estupendamentebien—Lindsaysealegróalverquesumadrevolvíaa

acicalarse—.Peroyasabesque loquemás temiranson laspiernas.Tienesunaspiernasfantásticas.

Mae se echó a reír, un sonido que Lindsay llevaba mucho tiempoesperandooír.

—Tupadresiemprelocreyóasí—sutonovolvíaasertriste.Lindsaylerodeóelcuelloconlosbrazos.—No,porfavor—laabrazóunmomento,deseandodisiparsumelancolía

—.Megustamuchovertesonreír.Papáquerríaquesonrieras—alnotarqueMae suspiraba, la abrazó con más fuerza. De resultarle posible, le habríahechounatransfusiónconpartedesupropiafuerza.

Maelediounapalmaditaenlaespaldayseretiró.—Tomemos un café—avanzó hacia lamesa—. Puede quemis piernas

tengan buen aspecto, pero siguen unidas a mi cadera y se cansan confacilidad.

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Lindsay observó cómo sumadre se sentaba, y luego se dirigió hacia elarmario.Eraimportantemantenerlaanimada.

—Ayerestuvetrabajandohastatardeconlachicadelaquetehehablado,RuthBannion—Lindsay sirviódos tazasdecaféantesdedirigirsehacia laneveraparasacarlaleche.Añadióunacantidadgenerosaalcafédesumadrey dejó el suyo solo—. Es excepcional, verdaderamente excepcional —prosiguiómientrassesentabajuntoaMae—.LehedadoelpapeldeCarlaenElcascanueces.Esunachicatímidaeintrovertida,quesolopareceseguradesímisma cuando está bailando—pensativamente, observó cómo brotaba elvapordelatazadecafé—.QuieroenviarlaaNuevaYork,conNick.Sutíonoquiere ni oír hablar de ello—«al menos en los siguientes cuatro meses ymedio», se dijo con aflicción. Qué hombre tan testarudo e inflexible…—.¿Todos loshombres son tercos comomulas?—inquirió, y luegomaldijo alquemarselalenguaconunsorbodehumeantecafé.

—Ensumayoría—respondióMae.Sucaféseenfriabafrenteaella—.Ytambién en sumayoría lasmujeres parecen verse atraídas por los hombrestercoscomomulas.Esehombreteatrae.

Lindsayalzólamirada,yluegovolvióafijarlaenelcafé.—Bueno…sí.Esalgodistintodelosdemáshombresqueheconocido.Su

vidanogiraentornoaladanza.Haviajadoprácticamenteportodoelmundo.Esunhombresegurodesímismoyarrogante,aunquedeformamesurada.Elúnicoqueconozcoconsemejanteconfianzaensímismo,apartedeél,esNick—sonrió, recordando, y acompañó sus palabras con gestos—. Pero Nickposee un temperamento apasionado típico de los rusos. Tira cosas, gime,grita.Hastasusataquesdegenioestáncuidadosamenteorquestados.Sethesdiferente.Sethpuedepartirteendossinabrirlaboca.

—Ytúlorespetasporello.Lindsay levantódenuevo losojosy se rio.Era laprimeravez,queella

recordase, que entablaba con su madre una conversación seria que noestuviesecentradaenladanza.

—Sí —admitió—. Por ridículo que suene, así es. Es de esa clase dehombres que imponen su autoridad sin exigirlo, no sé si me explico —Lindsay sorbió su café conmás cuidado—.Ruth lo adora. Se le nota en lacaracadavezquelomira.Laexpresióndesoledadestádesapareciendodesusojos,yestoyseguradequeelméritoesdeSeth—suvozsesuavizó—.Esunhombre muy sensible, creo, y sabe controlar muy bien sus emociones.También creo que, si amara a alguien, se mostraría muy exigente, porquenunca invertiríasusemocionesconfacilidad.Aunasí, sino fuese tan terco,

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enviaríamos a Ruth con Nick. Un año de preparación en Nueva York leposibilitaríaentrarenelcuerpodebaile,estoysegura.SelohemencionadoaNick,pero…

—¿ANick?—MaeinterrumpiólospensamientosverbalesdeLindsay—.¿Cuándo?

Lindsayvolvióensíconunamaldición.Nohabíaomitidomencionar lallamadadeNickpordescuido.Habíadeseadoevitaruntemadeconversaciónque acabaría afligiéndolas a ambas. Se encogió de hombros y hablócasualmente,entresorboysorbodecafé.

—Oh,haceunpardedías.Mellamóalestudio.—¿Paraqué?LapreguntadeMaeeraserenaperoinevitable.—Para ver cómome encontraba y para preguntarme por ti—las flores

que Carol había llevado la semana pasada se marchitaban en el jarróncolocado en la mesa. Lindsay se levantó, llevándose las flores consigo—.Siempretehatenidomuchocariño.

Maeobservócómosuhijadepositabalasfloresmustiasenelcubodelabasura.

—Tehapedidoquevuelvas.Lindsaypusoeljarrónenelfregaderoyempezóaenjuagarlo.—Andamuyentusiasmadoconunnuevoballetqueestáescribiendo.—Yquierequeloprotagonicestú.Lindsaysiguióenjuagandoeljarrón.—¿Quélehasdicho?Lindsaymeneólacabeza,deseandoevitarotradiscusióntensa.—Madre,porfavor.Hubounmomentodesilencio,rotoúnicamenteporelruidodelaguaenel

fregadero.—HepensadoquepodríairmeaCaliforniaconCarol.Sorprendida tanto por el comentario como por el tono calmado de su

madre,Lindsaysegirósincerrarsiquieraelgrifo.—Seríamaravillosoparati.Evitaríaslopeordelinvierno.—No me refería solo al invierno —respondió Mae—. Sería algo

permanente.—¿Permanente?—laconfusiónnublóelrostrodeLindsay.Detrásdeella,

elaguaseestrellabacontrael jarróndecristal.Sevolvióycerróelgrifo—.Notecomprendo.

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—Carol tiene familia allí, ¿sabes?—Mae se levantó para servirse otrocafé,emitiendounaprotestacuandoLindsayseacercóparahacerloporella—.Unprimosuyoseenteródequevendíanunafloristería.Estáenunsitioexcelente.Carollacompró.

—¿Lacompró?—atónita,Lindsayvolvióasentarse—.Pero¿cuándo?Nomehadichonada.Andytampocomelohacomentado,yloviayermismo…

—Carolquierearreglarlotodoantes—MaeinterrumpiólaincrédulafrasedeLindsay—.Quierequeseasociasuyaenelnegocio.

—¿Sociasuya?—Lindsaymeneólacabeza,yluegosepresionólassienesconlosdedos—.¿EnCalifornia?

—Nopodemosseguircomohastaahora,Lindsay—Maeavanzócojeandohastalamesaconelcafé—.Físicamenteestoytanbiencomollegaréaestarlo.Yanoesnecesarioquesigasmimándomeopreocupándotepormí.Sí,noloniegues —prosiguió cuando Lindsay abrió la boca para protestar—. Heprogresadomuchísimodesdequesalídelhospital.

—Losé.Sí,ya losé,peroCalifornia…—Lindsayledirigióunamiradadesvalida—.Estámuylejos…

—Es lo que ambas necesitamos. Carol me dijo que yo te estabapresionando,yteníarazón.

—Madre…—Es cierto, y seguiré haciéndolo mientras continuemos viviendo tan

cercalaunadelaotra—trasexhalarunlargosuspiro,Maefruncióloslabios—.Hallegadolahora…paraambas.Solamentehedeseadounacosaparati.Ymi deseo no ha cambiado—tomó lasmanos deLindsay, estudiando suslargosyestilizadosdedos—.Los sueños sonobstinados.Ydurante todamividahetenidoelmismosueño…primeroparamímisma,luegoparati.Quizámeheequivocado.Oquizámeestásutilizandocomoexcusaparanovolver—mientras Lindsay negaba con la cabeza, prosiguió—:Has cuidado demícuando tenecesitaba,y teestoyagradecida.No te lohedemostradoporqueesesueñoseinterponíaentreambas.Voyapedirteunacosaporúltimavez—Lindsaypermaneciócallada,alaespera—.Piensaenloquetienes,enquiéneres.Piensaenlaposibilidaddevolver.

Lindsaynopudohacernadasalvoasentir.—¿Cuándoteirías?—Dentrodetressemanas.Emitiendounrápidosuspiroaloírlarespuesta,Lindsayselevantó.—Carolytúseréisunassociasestupendas—derepente,sesentíaperdida,

solayabandonada—.Voyapasearunrato—dijorápidamenteantesdeque

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lasemocionesafloraranasurostro—.Necesitopensar.

Lindsay adoraba la playa cuando el viento transportaba indicios delinvierno.Llevabaunviejochaquetónparaprotegersedelamordeduradelfríoy,conlasmanosmetidasenlosbolsillos,caminabaporlaextensiónderocayarena.Enloalto,elcieloaparecíatranquiloeimplacablementeazul.Eloleajeseagitabasalvajemente.Másqueelolordelmar,podíapaladearsesusabor.Elvientosoplabaconlibertad,yLindsaypensóqueaclararíasumente.

Nunca había pensado en la posibilidad de que su madre se marchasedefinitivamentedeCliffside.Ynoestabaseguradeloquesentíaalrespecto.Una gaviota descendió en picado por encima de su cabeza, y Lindsay sedetuvoparacontemplarsuvuelosobrelasrocas.

«Tresaños»,sedijo.Tresañosatrapadaenlamismarutina.Yanoestabaseguradepoderprescindirdeella.

Agachándose, recogióunapiedraplanay lisa.Eradelcolorde laarena,conmotasnegras,deltamañodeundólardeplata.Lasacudióyselaguardóen el bolsillo. Mantuvo la mano cerrada en torno a ella, calentándoladistraídamentemientraspaseaba.

Pensó en todas las etapas de su vida desde su regreso a Cliffside.Volviendolavistaatrás,recordósusañosenNuevaYork.

«Dos vidas diferentes», se dijo, encorvando los hombros. Al echar lacabezahaciaatrás,divisólacasadelacantilado.Secerníaagranalturasobreella, amedio kilómetro de distancia, pero su visión la llenó de calor, tal ycomoellaestabacalentandolapiedra.

«Esporquesiempreestáahí»,sedijo,«porquesiemprepuedescontarconella.Cuandotodoandamal,ellaresiste».

SusventanasresplandecíanalsolmientrasLindsaylacontemplaba.Delaschimeneassurgíancolumnasrizadasdehumo.Lindsaysuspiró,abrazándoseasímisma.

Unmovimiento en el otro extremo de la playa llamó su atención. Sethcaminabahaciaella.Debíadehaberbajadoporlaescaleradelacasaquedabaalaplaya.Haciendopantallaconlasmanosparaprotegerselosojosdelsol,Lindsayloobservó.Sonriósinapenasserconscientedeello.

«¿Porquéejerceeseefecto sobremí?», sepreguntó.«¿Porqué siempremealegrotantísimodeverlo?Caminacontantaseguridad…Niunosolodesusmovimientosessuperfluo.Megustaríabailarconél,algunamelodíalenta

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yensoñadora».Notóuntirónenelcorazónysuspiró.«Deberíaecharacorrerantesdequeseacerquemás».

Ycorrió.Haciaél.Seth la vio acercarse. Su cabello flotaba alborotado tras ella. El viento

teñía de rosa sus mejillas. Su cuerpo parecía etéreo, deslizándose sobre laarena,ySeth seacordóde lanocheenque lahabía sorprendidobailandoasolas.Noeraconscientedehabersequedadoparadodepronto.

Ellaletendiólosbrazosconunabrillantesonrisa.—Hola—poniéndosedepuntillas,leposóunrápidobesoenloslabios—.

Cuántomealegraverte.Mesentíamuysola—susdedosseentrelazaronconlosdeél.

—Tevidesdelacasa.—¿Sí? —Lindsay pensó que él parecía más joven con el cabello

alborotadoporelviento—.¿Cómosupistequeerayo?Sethfruncióelceñolevemente,perosuvozpermanecióimperturbable.—Portuformademoverte.—Nohaymejorcumplidoparaunabailarina.¿Yporesohasbajado?—

sentababiensentirsusmanosdenuevo,versumiradasolemneyescrutadora—.¿Paraestarconmigo?

Sethmoviósolamenteunaceja,enunaleveinclinaciónascendente,antesderesponder.

—Sí.—Me alegro —Lindsay sonrió cálidamente, sin reservas—. Necesito

hablarconalguien.¿Querrásescucharme?—Estábien.Siguiendounacuerdosilencioso,empezaronacaminar.—Bailar siempre lo ha sido todo para mí —comenzó a decir—. No

recuerdounsolodíasinclases,unasolamañanasinlabarra.Eravitalparamimadre, que comobailarina tenía sus limitaciones, queyo llegasemás lejos.Fue una suerte para todos que yo deseara bailar y que estuviese capacitadapara ello. Era importante para ambas, aunque por distintos motivos, yconstituíaunvínculoentrenosotras.

Hablabaentonoquedo,perosuvozseoíanítidamentesobreelrumordelmar.

—EraunpocomayorqueRuthcuandoentréenlacompañía.Esunavidamuy dura, de competitividad, horarios estrictos, presión. Oh, Dios mío, lapresión.Empiezapor lamañana,encuantounaabre losojos.Barra,clases,ensayos,másclases.Sietedíasalasemana.Esaestodatuvida,nohaynada

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más.Nopuedehaberlo.Nuncapuedes relajarte.Siemprehayalguiendetrásde ti, esperando ocupar tu lugar. Si te saltas una clase, una sola clase, tucuerpolonotaytetortura.Eldolorsiempreestápresente…enlosmúsculos,los tendones, lospies.Es elprecionecesarioparamantener esa flexibilidadantinatural.

Lindsaysuspiróydejóqueelvientoazotarasurostro.—Yoloadoraba.Cadamomento.Séqueresultadifícilentenderlo,peroes

cierto.Cuandoestabaenlacompañía,meencerréporcompletoenmímismayenmitrabajo.RarasvecespensabaenCliffsideoennadiedeaquí.Íbamosainiciar los ensayos de El pájaro de fuego cuando mis padres tuvieron elaccidente —hizo una pausa entonces y, aunque su voz se espesó, seguíasiendofirme—.Amabaamipadre.Eraunhombresencillo,generoso.Dudoquemeacordasedeélmásdeunadocenadevecesduranteaquelúltimoañoen Nueva York. ¿Alguna vez has hecho algo por lo que te odiesconstantemente?¿Algoqueyanopuedescambiar?

—¿Algo que haga que te despiertes a las tres de lamañana?—Seth leechóunbrazosobreloshombrosylaatrajohaciasí—.Sí,algunavez.

—Mimadrepasóbastante tiempoenelhospital—duranteunmomento,Lindsaygiróelrostroparaapoyarloensuhombro.Hablardeelloleresultabamásdifícildeloquehabíasupuesto—.Estabaencoma.Luegotuvieronqueoperarlaysometerlaaunaterapia.Fueunperiodolargoydolorosoparaella.Tuve que ocuparme de un montón de papeleo. Descubrí que habíanhipotecadoporsegundavezlacasaparafinanciarmisdosprimerosañosdeestudios en Nueva York —una profunda bocanada de aliento la ayudó acontenerlaslágrimas—.Yoestabatotalmenteabsortaenmímisma,centradaen mis ambiciones, mientras ellos arriesgaban la casa para posibilitar missueños.

—Debió de ser lo que deseaban, Lindsay. Y triunfaste. Obviamenteestabanorgullososdeti.

—Sí,peroyoaceptésugenerosidadsinpensarenello,sinmostrarlesmigratitud.

—¿Cómopodíasmostrargratitudporalgode loquenosabíasnada?—señalóSeth.

—Siendomás atenta—murmuróLindsaymientras una gaviota chillabasobre sus cabezas—.Desearía haber sidomás atenta, en cualquier caso—siguiódiciendo—.Alregresar,abrílaacademiaparanovolvermelocayparaayudareconómicamenteamimadre,hastaquepudieravalerseporsímisma.Porentoncesnoteníapensadoquedarme.

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—Perocambiastedeplanes—lospasosdeLindsaysehabíanvueltomáslentos,ySethacortósuzancadaparaajustarseaellos.

—Fueronpasandolosmeses—conaireausente,seretiróelcabelloqueletapaba la visión—. Cuando mi madre salió por fin del hospital, seguíanecesitando muchos cuidados. La madre de Andy fue nuestra salvación.Dividíasutiempoentrelatiendaynuestracasaparaqueyopudieraatenderlaacademia. Entonces, llegó un momento en que tuve que enfrentarme a lascosastalycomoeran.Habíapasadodemasiadotiempoytodavíanohabíaunfinalalavista.

Caminóporunmomentoensilencio.—DejédepensarenvolveraNuevaYork.Cliffsideeramihogarytenía

amigosaquí.Tenía laacademia.Lavidade lasbailarinasprofesionalesestámuyreglamentada.Tomanclasesadiario,queesmuydistintoaimpartirlas.Siguenunrégimendecomidasmuydeterminado,piensandeunamaneramuyconcreta.Yodejédeserunabailarinaprofesional,simplemente.

—Perotumadresenegóaaceptareso.Sorprendida,Lindsaysedetuvoyalzólosojosparamirarlo.—¿Cómolosabes?Sethleretiróelpelodelamejilla.—Noestandifícil.—Han pasado tres años, Seth—Lindsay se encogió de hombros—.Mi

madre no es realista. Pronto cumpliré los veintiséis; ¿cómo puedo volver eintentarcompetirconchicasdelaedaddeRuth?Y,aunquepudiera,¿porquéhedetorturarmismúsculos,destrozarmelospiesymorirmedehambreporsegundavez?Nisiquierasésiseríacapaz.Meencantabaaquellavida…ymeencantaesta—segiróparacontemplareloleajequeseestrellabacontra lasrocas—. Ahora mi madre pretende trasladarse definitivamente, empezar denuevo y obligarme a tomar una decisión, lo sé. Una decisión que ya creíahabertomado.

LasmanosdeSethsubieronhastasushombros.—¿Lamentasquesevayaynopuedasseguircuidandodeella?—Oh, eresmuyperspicaz—Lindsay se recostó en el pechodeSethun

momento.Hallabaconsueloasí—.Perodeseoqueseafeliz, realmentefeliz,otravez.Yolaquieromucho,nodelmodosencilloenqueamabaamipadre,perolaquiero.Soloquenoestoyseguradepoderserloqueellaquierequesea.

—Si crees que podrás pagarle siendo lo que ella quiere que seas, teequivocas.Lavidanofuncionadeunmodotansencillo.

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—Debería—Lindsaymiróceñudaelespumosooleaje—.Debería.—¿No crees que, en ese caso, sería muy aburrida? —la voz de Seth

sonaba calmaday tranquilapor encimade los chillidosde lasgaviotasy elfragordelmar.Lindsaysealegródehabercorridohaciaélenlugardehaberhuido—.¿Cuándoseirátumadre?

—Dentrodetressemanas.—Entonces,cuandosehayaido,tómatealgodetiempoparadecidirhacia

dóndeorientarástuvida.Ahoraestássometidaademasiadapresión.—Debí imaginar que emplearías la lógica —Lindsay se giró hacia él,

sonriendodenuevo—.Normalmentedetestoesaclasedeconsejos,peroestavez es un alivio—le rodeó la cintura con los brazos y volvió a enterrar elrostro en su pecho—. ¿Quieres abrazarme? Sienta tan bien depender dealguien,aunquesoloseaporunmomento…

Parecía muy pequeña cuando la rodeó con sus brazos. Su fragilidaddespertólosinstintosprotectoresdeSeth.Descansólamejillasobresucabezayobservócómoelaguasebatíacontralasrocas.

—Huelesajabónyacuero—murmuróLindsayfinalmente—.Megusta.Dentrodemilaños,recordaréqueolíasajabónyacuero—alzóelrostroybuscóenloprofundodesusojos.

«Podría enamorarme de él», se dijo. «Es el primer hombre del querealmentepodríaenamorarme».

—Séqueestoyloca—comentóenvozalta—,perodeseoquemebeses.Deseodesesperadamentesentirotraveztusabor.

Susbocasseunieronlentamenteparasaborearse.Seretiraronelunodelotrounavez,lojustoparaverlanecesidadreflejadaenlosojosdeambos,yseunierondenuevo.

ElsaborylatexturadelabocadeSethyaerafamiliar,peronoporellomenos excitante.Lindsay se aferró a él. Sus lenguas semartirizaron con lapromesadeloquepodríahaberentreambos.

Laintensidaddesudeseoeramayordeloqueellahabíasospechado,susaguasmástraicioneras.Porunmomento,serindióaSethporcompleto.Unaseriedepromesastemblaronensuslabios.

Bruscamente,Lindsayseretiró,meneandolacabeza.Seretiróelcabellodelacaramientrasrespirabahondo.

—Oh,deberíapermanecerlejosdeti—susurró—.Muylejos.Sethalzólasmanosparaenmarcarsurostro.—Yaesdemasiadotardeparaeso—lapasiónaúnoscurecíasusojos.Con

lamásleveprisión,laatrajodevueltahaciasí.

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—Tal vez—Lindsay colocó ambas manos sobre su pecho, aunque noempujó—.Encualquiercaso,yomelohebuscado.

—Sifueseverano—dijoSethmientraslerecorríaelcuelloconlosdedos—,podríamos comer aquí, convino frío, a últimahorade la noche.Luegoharíamoselamorydormiríamosenlaplayahastaqueelsolsurgieradelmar.

Lindsaynotóqueempezabanatemblarlelasrodillas.—Oh, sí —dijo con un suspiro—. Debería permanecer lejos de ti —

girándose, corrió hacia unmacizo de rocas—. ¿Sabes por quéme gusta laplaya a principios del invierno? —inquirió en voz alta mientras subíatrabajosamentealacima.

—No—Sethseunióaella—.¿Porqué?—Porqueelvientoestáfríoyvivo,yelaguasemuestrafuriosa.Megusta

contemplarlajustoantesdeunatormenta.—Tegustanlosdesafíos—observóSeth.Lindsaybajólosojosparamirarlo.—Sí,megustan.Ya ti también,segúnrecuerdo.He leídoque fuisteun

excelenteparacaidista.Sethalzóunamanohaciaella,sonriendomientraslosdedosdeambosse

tocaban.Lindsayarrugólanarizysaltóconligerezaalaarena.—Yo no sería capaz de saltar de un avión a menos que estuviera

estacionadoenelaeropuerto—dijoarqueandounaceja.—Creíquetegustabanlosdesafíos.—Tambiénmegustarespirar.—Yopodríaenseñarte—propusoSeth,envolviéndolaentresusbrazos.—Aprendetúahaceruntourenl’airyyoaprenderéasaltar.Además…

—Lindsayluchóparazafarsedesusbrazosmientrasunrecuerdolaasaltaba—.Recuerdo haber leído que estabas enseñando a cierta condesa italiana apracticarlacaídalibre.

—Empiezoapensarqueleesdemasiado—Sethleagarrólamanoytiródeella.

—Mesorprendequehayastenidotiempoparaconstruiredificiosconunavidasocialtanactiva.

Sethesbozóunarápidasonrisa,traviesayjuvenil.—Soyunfirmedefensordelesparcimiento.—Mmm—antesdequeLindsaypudiesemadurarunarespuesta,algorojo

llamósuatencióndesdeelextremodelaplaya—.EsRuth—dijo,girandolacabeza.

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Ruthalzólamanodubitativamentemientrascruzabalaarenahaciaellos.Llevabaelcabellosueltosobreunchaquetónrojo.

—Esunachicaencantadora—LindsaysevolviódenuevohaciaSeth.Vioque él tambiénmiraba a su sobrina, aunquehabía una expresión ceñuda ensus ojos—. ¿Seth? —se giró hacia Ruth—. ¿Qué sucede? —inquirió conpreocupación.

—Esposiblequetengaqueausentarmeduranteunassemanas.Ylosientoporella.Suestadoesaúntanfrágil…

—Creoquelainfravaloras—Lindsaytratódeignorarlasúbitasensaciónde pérdida que le habían provocado sus palabras. ¿Se iba? ¿Cuándo?¿Adónde?SeconcentróenRuthydesterródesumentetalespreguntas—.Yte infravaloras a timismo—añadió—.Habéis construido una relaciónmuysólida.Unascuantassemanasnoinfluirán.

AntesdequeSethpudieraresponder,Ruthseunióaellos.—Hola,señoritaDunne—susonrisasehabíavueltomásrelajadadesdela

primeravezqueLindsaylahabíavisto.Habíaunachispadeexcitaciónensusojos—.AcabodevolverdecasadeMónica,tíoSeth.Sugatatuvogatitoselmespasado.

Lindsayseechóareír.—Honoriaes,porsísola, laresponsabledelaexplosióndemográficade

felinosenCliffside.—Por sí sola, no—comentó Seth sarcásticamente, y Lindsay se rio de

nuevo.—Tuvocuatro—siguiódiciendoRuth—.Yunodeellos…Bueno…—

miró de Seth a Lindsay, apresándose el labio inferior con los dientes. Ensilencio,seabrióelchaquetónydejóaldescubiertounapequeñaboladepeloanaranjado.

Lindsay emitió un inevitable chillidomientras alargaba los brazos paratomarelaterciopeladogatito.Enterrólanarizensupelaje.

—Esprecioso.¿Cómosellama?—Nijinsky—contestó Ruth y giró sus ojos oscuros hacia su tío—. Lo

tendría arriba, en mi habitación, donde no estorbaría a Worth. Es muypequeñoynodaráningúnproblema—farfullóesperanzada.

Lindsay levantó la mirada mientras Ruth hablaba. La alegría habíailuminado sus ojos. Según sabía por su experiencia con ella, solo la danzadotabadetantavidaasurostro.

—¿Problema,dices?—dijo,aliándosedeinmediatoconlachica—.Puesclaroquenodaráningúnproblema.Mírale la carita—puso el gatito en las

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manosdeSeth,quienalzólacaritadelanimalconundedo.Nijinskymaullóyseacomodódenuevoparadormir.

—Tres contra uno —dijo Seth mientras rascaba las peludas orejas—.Algunosdiríanqueesoesjuegosucio—devolvióelgatitoaRuth,ydespuéslepasóunamanoporelcabello—.SerámejorqueyomeencarguedeWorth.

—Oh,tíoSeth—acunandoalgatito,RuthrodeóelcuellodeSethconelbrazolibre—.¡Gracias!¿Aqueesmaravilloso,señoritaDunne?

—¿Quién?—losojosdeLindsaysepasearonporencimadelacabezadeRuth—.¿NijinskyoSeth?

Ruthdejóescaparunarisita.EralaprimeravezqueLindsaylaoíaemitiraquelsonidopeculiarmentefemeninoyjuvenil.

—Losdos.Voyallevarloadentro—Ruthseguardóelgatitoenelinteriordelchaquetónysealejóconunpequeñotroteporlaarena—.Robaréunpocodelechedelacocina—gritóporencimadelhombro.

—Quécriatura—murmuróLindsay,observandocómoelchaquetónrojodesaparecíaporelextremodelafranjadearena.SegiróhaciaSethyasintióconaprobación—.Lohashechomuybien.Creequetehaconvencido.

SethsonrióyatrapóelcabellodeLindsay,alborotadoporelviento.—¿Ynolohahecho?Lindsay ledevolvió la sonrisa, combatiendoel impulsode acariciarle la

mejilla.—Megustasaberqueeresunhombresensible—bajólamano—.Tengo

queirme.—Lindsay—él la retuvo cuando intentó alejarse—.Cena conmigo—la

miradadesusojoseramuyíntima—.Solocenar.Quierotenerteamilado.—Seth, ambos sabemos que no nos limitaríamos a cenar, simplemente.

Losdosdesearíamosalgomás.—Pues tendremos algo más —murmuró Seth. Sin embargo, cuando

intentóatraeraLindsayhaciasusbrazos,ellaseresistió.—No,necesitopensar—porunmomento,Lindsaydescansólafrenteen

su pecho—. No puedo pensar con claridad cuando tú me estás tocando.Necesitoalgodetiempo.

—¿Cuánto? —él le colocó la mano debajo del mentón para alzarle elrostro.

—No lo sé—las lágrimas que brotaron de sus ojos los sorprendieron aambos.Atónita,Lindsayselasenjugó.

Sethalzóundedoyatrapóunaconlayema.—Lindsay—dijoconvozsuave.

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—No,no,noseasamableconmigo.Grítame.Recobraréelcontroldemímismasimegritas—sellevóambasmanosalacarayrespiróhondovariasveces. De repente, comprendió cuál era la causa de aquellas lágrimas—.Tengoqueirme.Porfavor,déjame,Seth.Necesitoestarsola.

A juzgar por la presión de sus dedos, Lindsay temió que se negase adejarlair.

—Está bien —dijo él al cabo de un largo momento—. Pero no soyconocidopormipaciencia,Lindsay.

Ella no respondió, sino que se dio media vuelta y huyó corriendo. Laacompañabaunacerteza:nosolopodíaenamorarsedeSethBannion,sinoqueyaestabaenamoradadeél.

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Salieronhaciaelaeropuertoaprimerahoradelatarde.Andyocupabaelvolante,conLindsayasuladoylasmadresdeambosen

elasientotrasero.Lafurgonetaibaabarrotadademaletas.A pesar de las tres semanas que había pasado ayudando a su madre a

preparar el traslado, una nube de incredulidad aún se cernía sobreLindsay.Varias cajas se habían enviado ya a California, y la casa en la que habíacrecidosehabíapuestoenventa.

Cuandoporfinsevendió,Lindsaycomprendióquesusúltimosvínculoscon la infancia desaparecían con ella. Era lo mejor, se dijo mientras oíacharlar a Carol y a su madre en la parte de atrás. Todo lo que necesitabacabría en lahabitaciónextrade la academia.Sería lomásconvenienteparaellay,sinduda,tambiénlomásconvenienteparasumadre.

Observó un avión que descendía hacia tierra, y supo que casi habíanllegado.Suspensamientosparecieronalejarseconelavión.

Desde el día enqueMaehabía anunciado sus planes,Lindsaynohabíafuncionado a plena capacidad. Demasiadas emociones habían salido a lasuperficie aquel día. Había intentado reprimirlas hasta sentirse capaz deenfrentarse a ellas racionalmente, pero eran demasiado poderosas. Volvían,unayotravez,paraatormentarsussueños,o,peoraún,parasorprenderlaconla guardia baja en mitad de una clase o de una conversación. Se habíapropuesto no pensar en Seth, pero lo había hecho: una vez cuandoMónicamencionó casualmente su nombre; de nuevo cuando Ruth introdujosubrepticiamente el gatito en la academia; y así en innumerablesocasiones,siemprequealgolerecordabaaél.

Era extraño que ya no pudiera entrar en una habitación donde Sethhubieseestadosinrelacionarlaconél.Inclusosupropioestudiolerecordabaaél.

Unavezaplacadalasorpresainicial,habíaexploradolaaventuradeestarenamorada.Nohacíaquelacabezalediesevueltas,comoafirmabanalgunos,

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perosílehacíaestarmenosatentaalascosascotidianas.Nohabíaperdidoelapetito,perolecostabatrabajoconciliarelsueño.Nocaminabasobrenubes,peroavecesseencontrabaesperandoqueestallaraunatormenta.

Noeraelhechoensídeestarenamorada loquedictabasus reacciones,sinolapersonadelaquehabíaelegidoenamorarse.

«Elegido»,repitióensilencio,sinprestaratenciónmientrasAndyseabríapasoa travésdel tráficodelaeropuerto.«Dehaberpodidoelegir,mehabríaenamorado de alguien que me adorase, de alguien que pensara que soyperfectayquededicasesuvidaahacerdelamíaunautopía».

Enlaventanillasereflejóelfantasmadesusonrisa.«Oh, no, no habrías elegido a tal persona», se corrigió. «Me habría

aburridomortalmente al cabo de una semana. Seth es perfecto paramí. Estotalmentedueñodesímismo,muysereno,aunquesensible.Elproblemaesquesetratadeunhombrecaracterizadoporevitarloscompromisos…salvoenloquerespectaaRuth».

Suspiróyacariciósureflejoconlayemadeldedo.«Y hay otro problema. Estamos totalmente enfrentados en algo que es

muyimportanteparaambos.¿Cómopodemosacercarnosmáselunoalotrocuandonosseparasemejantebarrera?».

LavozdeAndylallevódevueltaalarealidad.Desorientada,miróasualrededor y vio que ya había aparcado y que los demás salían del coche.Rápidamente,seapeóytratóderetomarelhilodelaconversación.

—… dado que ya tenemos los billetes y un coche esperándonos en elaeropuerto deLosÁngeles—concluyóCarolmientras sacabaunamaleta yunabolsagrandedelafurgoneta.

—Tendréisque facturar todoesteequipaje—lerecordóAndy,cargandofácilmente con dos maletas y echándose una bolsa al hombro—. Cierra elmaletero,¿quieres,Lindsay?—pidióausentemente.

Lindsaysolollevabaencimasubolsoyunabolsadeaseo.—Claro.Carol guio a Mae mientras Lindsay cerraba el maletero. El viento

ahuecabaeldobladillodesuabrigo.Alzandolosojos,inspeccionóelcielo.—Empezaráanevarestamismanoche.—Yvosotrasestaréisprobándooslosbañadoresnuevos—gruñóLindsay

afablementemientrashacíaavanzaralasdosmujeres.Elaireeracortanteyleproducíaescozorenlasmejillas.

Unavezdentrodelaterminal,nofaltólatípicaconfusióndeúltimahoracon los billetes y las tarjetas de embarque. Tras facturar el equipaje,Andy

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hizo una lista verbal detallada de las cosas que sumadre debía y no debíahacer.

—Guardalosresguardosdelosbilletesenlacartera.—Sí,Andy.Lindsay captó el brillo de los ojos de Carol, pero Andy permaneció

ceñudo.—YnoolvidestelefonearcuandolleguéisaLosÁngeles.—No,Andy.—Tendrásqueatrasarelrelojtreshoras.—Asíloharé,Andy.—Ynohablescondesconocidos.Caroltitubeó.—Define«desconocidos»—pidió.—Mamá—el ceño deAndy se convirtió en una sonrisa.Envolvió a su

madreenunaplastanteabrazo.Lindsay se giró hacia su madre. Deseaba acabar cuanto antes, sin

tensiones.Noobstante,cuandosemiraronlaunaalaotra,olvidóelsencillodiscursodedespedidaquehabíaprevisto.Volvíaaserunaniña,ylaspalabrasafluían atropelladamente a su cerebro. En lugar de intentar seleccionarlas,rodeóconlosbrazoselcuellodeMae.

—Tequiero—susurró,cerrandolosojosfuertementecontralaslágrimas—.Séfeliz.Porfavor,porfavor,séfeliz.

—Lindsay—dijoMaeconunsuavesuspiro.Alcabodeunmomento,seretiró.Teníanlamismaestaturaysusojosquedabanalmismonivel.

Era extraño, pero Lindsay no podía acordarse de la última vez que sumadrelahabíamiradoconunaconcentracióntantotal.Noalabailarina,sinoalahija.

—Tequiero,Lindsay.Puedequehaya cometido errores—Mae suspiró,sincerándose—.Perosiemprehedeseadolomejorparati.O,almenos,loqueyoconsiderabaqueeralomejor.Quieroquesepasqueestoyorgullosadeti.

LosojosdeLindsayseensancharon,perosugargantasecerróbloqueandotodarespuesta.Maelebesólasmejillasyluego,tomandolabolsadeaseodesusmanos,segiróparadespedirsedeAndy.

—Voyaechartemuchodemenos—dijoCarolaLindsayconunrápidoyenérgicoabrazo—.Quenoseteescapeesehombre—lesusurróeneloído—.Lavidaesdemasiadocorta.

AntesdequeLindsaypudieseresponder,CarolyalehabíadadodosbesosdedespedidaycruzólapuertadeembarqueconMae.

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Cuando hubieron desaparecido, Lindsay se volvió hacia Andy. Laslágrimashumedecíansuspestañas,aunqueconsiguióimpedirqueresbalasenporsusmejillas.

—¿Hedesentirmecomounahuérfana?Élsonrióylarodeóconunbrazo.—Nolosé,peroyoyamesientohuérfano.¿Teapeteceuncafé?Lindsaysesorbiólanarizynegóconlacabeza.—Unhelado—dijoconvencida—.Unheladograndeconfrutaymucho

sirope, porque debemos celebrarlo por ellas—tomó el brazo deAndy y sealejarondelapuertadeembarque—.Yoinvito.

La previsión meteorológica de Carol fue acertada. Una hora antes delcrepúsculo, la nieve empezó a caer.Lo anunciaron las alumnas de tarde deLindsayalllegaralaacademia.

En compañía de sus alumnas, Lindsay permaneció varios segundosdelantedelapuertaabierta,viendonevar.

Siemprehabíaalgomágicoen laprimeranevada,sedijo.Eracomounapromesa, un regalo.Amediados del invierno, la nieve provocaría quejas ygruñidos, pero en aquel momento, tan fresca, blanca y suave, solo sugeríasueños.

Lindsay prosiguió con la clase, pero su mente se negó a concentrarse.PensóensumadreaterrizandoenelaeropuertodeLosÁngeles.Allíaúnseríaprimerahoradelatarde,yluciríaelsol.PensóenlosniñosdeCliffside,quepronto sacarían los trineos de los desvanes, los armarios y los cobertizos,preparándose para los paseos del día siguiente. Pensó en dar un largo ysolitariopaseoporlaplayanevada.

PensóenSeth.Durante el descanso, mientras sus alumnas se cambiaban las zapatillas

para la clase depointe, se acercó de nuevo a la puerta. Se había levantadoviento,ylanieveleazotólacara.Yahabíaunacapadevarioscentímetrosenelsuelo,yseguíanevandoconintensidad.Aeseritmo,calculó,habríancaídounosbuenos treinta centímetros antes deque finalizara la clase.Demasiadoarriesgado,decidió,ycerrólapuerta.

—Hoy no habrá clase depointe, señoritas—frotándose los brazos pararestablecerlacirculación,volvióalahabitación—.¿Algunatienequellamarasucasa?

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Fue una suerte que la mayoría de las alumnas avanzadas fuesen a laacademiaensupropiococheoenelcochedealgunacompañera.Prontosehicieron los arreglosnecesariosparaque lasmás jóvenes fuesenenviadasasus casas y, después de la confusión de rigor, la academia se quedó vacía.LindsayrespiróhondoysegiróhaciaMónicayRuth.

—Gracias.Eléxodohabríallevadoeldobledetiemposinomehubieraisayudado—miródirectamenteaRuth—.¿Hasllamadoatutío?

—Sí.YateníapensadoquedarmeencasadeMónicaestanoche,perolotelefoneépararecordárselo.

—Bien—Lindsaysesentóyempezóaponerseunospantalonesdepanasobrelasmallasyloscalentadores—.Metemoquelanevadaseconvertiráenuna fuerte ventisca dentro de una hora o así. Para entonces quiero estar encasadelantedeunatazadechocolatecaliente.

—Me gusta cómo suena eso —Mónica se abrochó la cremallera delanorakysesubiólacapucha.

—Pareces preparada para todo —comentó Lindsay. Estaba guardandocuidadosamentelaszapatillasdeballetenunabolsa—.¿Ytú?—lepreguntóa Ruth mientras esta se calaba un gorro de esquí, tapándose las orejas—.¿Estáslista?

Ruth asintió y se unió a ambas mujeres mientras caminaban hacia lapuerta.

—¿Cree que tendremos un horario normal de clases mañana, señoritaDunne?

Lindsay abrió la puerta, y las tres sintieron la acometida del viento. Lanievehúmedavolóhaciasuscaras.

—Qué dedicación—musitóMónica, agachando la cabeza para avanzartrabajosamentehacialosaparcamientos.

Siguiendounacuerdotácito,procedieronaapartar lanievedelcochedeMónica utilizando un cepillo que Lindsay se había llevado del estudio. Enpoco rato, el cochequedódesenterrado.Noobstante, antesdequepudieranvolverse para hacer lo propio con el de Lindsay, Mónica emitió un largogruñido.Señalólaruedadelanteraizquierda.

—Desinflada—dijodesanimada—.Andymedijoque teníaunpequeñoescape.Meadvirtióquemeacordaradellenarla.Maldición—diounapatadaalneumático.

—Bueno,yatecastigaremosmástarde—decidióLindsay.Seguardólasmanosenlosbolsillos,esperandoquelosdedosleentraranencalor—.Ahora,tellevaréacasa.

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—¡Oh, pero Lindsay! —los ojos de Mónica parecían angustiados—.Tendrásquehacerundesvíomuygrande.

Lindsayselopensóunmomento,yluegoasintió.—Tienes razón —dijo enérgicamente—. Supongo que tendrás que

cambiaresarueda.Hastamañana—echándoseelcepilloalhombro,empezóacaminarhaciasucoche.

—¡Lindsay!—MónicaagarróaRuthdelamano,ylasdoscorrieronhaciala figura que se alejaba. Enmitad del camino,Mónica tomó un puñado denieve y, entre risas, lo lanzó hacia el gorro de Lindsay. Su puntería fueperfecta.

Lindsaysevolvió,impertérrita.—¿Queréisqueos lleve?—laexpresióndeRuthhizoqueprorrumpiera

enrisas—.Pobrecilla,creíaquehablabaenserio.Vamos—entregóaMónicaelcepillo—.Pongámonosmanosalaobraantesdequequedemossepultadas.

Enmenosdecincominutos,Ruth sehallabaapretujadaentreLindsayyMónicaenlapartedelanteradelcoche.Lanieverevoloteabaenelexteriordelparabrisasybailoteabaenloshacesdelosfaros.

—Vamosallá—dijoLindsay,yrespiróhondomientrasponíaelcocheenprimera.

—Unaveznoscayóuna tormentadenieveenAlemania—Ruth intentóencogerseparanomolestaraLindsaymientrasestaconducía—.Tuvimosqueviajaracaballoy,cuandollegamosalpueblo,quedamosaisladosporlanievedurantetresdías.Dormíamosenelsuelo,alrededordeunfuego.

—¿Te sabes algún otro cuento? —inquirió Mónica, cerrando los ojoscontralaintensanevada.

—Tambiénhubounaavalancha—aseguróRuth.—Estupendo.—Aquí hace años que no tenemos una —terció Lindsay mientras

avanzabadespacioycautelosamente.—Mepreguntocuándosaldránlosquitanieves—Mónicamiróceñudala

calle,yluegoaLindsay.—Yahabránsalido;esdifícilverlos.Estaránocupados toda lanoche—

Lindsaycambiódemarcha,sindespegarlosojosdelacarretera—.Miraaversiyafuncionalacalefacción.Semeestáncongelandolospies.

Ruth encendió la calefacción obedientemente. De la rendija brotó unchorrodeairefrío.

—Creoquetodavíanoestá—aventuróRuth,apagándoladenuevo.Porelrabillodelojo,Lindsaycaptósusonrisa.

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—Temuestrasmuyvalienteporquetelashasvistoconavalanchas.—Llevababotasdemontaña—confesóRuth.Mónicaagitólosdedosdelospiesdentrodesusfinosmocasines.—Esuna listilla—dijodesenfadadamente—.Perose leperdonaporese

aireinocente.Fijaos—señalóhaciaarriba,aladerecha—.Sevenlaslucesdelacasadelacantiladoatravésdelanieve.

Elimpulsofueirresistible;Lindsayalzólamirada.Eltenueresplandordela luz artificial brillaba a través delmanto de nieve. Sintió casi como si sevieraatraídahaciaella.Elcochepatinóenrespuestaasudescuido.

Mónica cerró los ojos de nuevo, pero Ruth empezó a charlotear, sinpreocuparse.

—EltíoSethestátrabajandoenlosplanosdeunproyecto.Seconstruiráen Nueva Zelanda y es precioso, aunque de momento solo son dibujos.Seguroqueseráfabuloso.

Cuidadosamente, Lindsay dobló la esquina en dirección a la casa deMónica.

—Mefiguroqueestarámuyocupadoestosdías.—Se encierra en su despacho durante horas —afirmó Ruth. Luego se

inclinóparaprobardenuevolacalefacción.Esavez,elairesalíatibio—.¿Noosencantaelinvierno?—preguntóanimadamente.

MónicaemitióungemidoyLindsayseechóareír.—Es una listilla—convino—. No me habría dado cuenta si no me lo

hubierasdicho.—Yotampocolodetectéenseguida—ledijoMónica.Estabaempezando

a respirar con un poco más de calma mientras recorrían lentamente lamanzanahaciasucasa.Cuandosedetuvieronenelcaminodeentrada,dejóescaparunsuspirodealivio—.¡GraciasaDios!—seremovióenelasiento,aplastandoaRuthalinclinarsehaciaLindsay.Ruthdescubrióquelegustabaaquella amigable incomodidad—. Quédate a pasar la noche, Lindsay. Lascarreterasestánfatal.

Lindsayseencogiódehombros.—Aúnnoestántanmal—lacalefacciónzumbabaahoraagradablemente,

ysesentíacalentitayconfiada—.Estaréencasadentrodeuncuartodehora.—Memorderélasuñasdepreocupación,Lindsay.—Santocielo,noquierocargarconesoenmiconciencia.Tellamaréen

cuantollegueacasa.Mónicasuspiró,reconociendosuderrota.—Encuantollegues—ordenóseveramente.

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—Nisiquieramepararéasacudirmelanievedeloszapatos.—Está bien—Mónica se apeó del coche y permaneció bajo la espesa

nevadamientrasRuthlaseguía—.Tencuidado.—Lotendré.Buenasnoches,Ruth.—Buenas noches, Lindsay —Ruth se mordió el labio al reparar en el

deslizqueacababadecometer,peroMónicayaestabacerrandolaportezuela.Nadie se había dado cuenta, ni de su tono, algo burlón, ni del doble

sentidodesuspalabras.SonriómientrasobservabacómolosfarosdelcochedeLindsayretrocedían.

Lindsay reculó lentamente para salir del camino de entrada y enfiló lacarretera.Puso la radiopara llenar el vacíodejadoporMónicayRuth.Lascarreteras, como había dicho Mónica, estaban fatal. Aunque loslimpiaparabrisas funcionaban al máximo, apenas proporcionaban unosescasossegundosdevisiónantesdequeelcristalquedaracubiertodenuevo.Lindsaytendríaquevalersedetodasuconcentraciónysupericiaparaevitarqueelcochepatinara.

Era una buena conductora y conocía muy bien aquellas carreteras; sinembargo,sentíaunpequeñonudodetensiónenlabasedelcuello.

Peronoleimportaba.Algunaspersonasfuncionabanmejorbajopresión,yseteníaporunadeellas.

ReflexionóunmomentosobresusmotivospararechazarlainvitacióndeMónica.Encontraríasucasavacía,oscuraysilenciosa.Lanegativahabíasidoautomática, y ahora empezaba a arrepentirse.No deseaba darle vueltas a lacabezaniestarsola.Estabacansadadepensar.

Por un momento, dudó entre seguir adelante o volver. Antes de quepudiera tomarunadecisión firme,una formagrandeynegraapareciócomoun rayo en la carretera, delante de ella. El cerebro deLindsay apenas tuvotiempoderegistrarquesetratabadeunperro.Torcióbruscamenteelvolanteparaevitarunacolisión.

Unavezqueelpatinazohubocomenzado,perdióelcontrol.Mientraselcoche daba vueltas, despidiendo nieve con las ruedas, Lindsay perdió elsentido de la dirección. Solo veía a su alrededor un borrón blanco.Firmemente, dominó su pánico y resistió el impulso de pisar el freno. Elmiedo que se había formado en su garganta no tuvo tiempo de salir a lasuperficie.Todosucediómuydeprisa.

Elcochechocóconalgoduroysedetuvoconbrusquedad.Lindsaysintióunaráfagadedoloryoyócómolamúsicadelaradioseconvertíaenestática;luego,solohubosilencioyoscuridad…

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Lindsay gimió y se agitó. Un pífano y una procesión de tamboresdesfilabandentrodesucabeza.Lentamente,yporquesabíaque tendríaquehacerlotardeotemprano,abriólosojos.

Loscontornosflotabanborrososasualrededor,yluegoseaclararon.Sethla miraba con el ceño fruncido. Lindsay sintió sus dedos en el lado de lacabezadondeseconcentrabaeldolor.Tragósalivaalnotarlagargantaseca,perosuvozseguíaroncacuandohabló.

—¿Quéestáshaciendoaquí?Élenarcóunaceja.Sinhablar,lealzólospárpadosunoporunoyestudió

suspupilascuidadosamente.—Nosabíaqueeras tan tonta—laspalabrasbrotaronde sus labios con

calma.Ensuestadodeaturdimiento,Lindsaynopercibiósudejedeira.Hizoademán de incorporarse, pero él le puso una mano en el hombro paraimpedírselo.

Demomento,permaneciótumbadasinprotestar.Descubrióquesehallabaen el sofá de la sala de Seth. La chimenea estaba encendida; podía oír elcrepitardelfuegoycaptarelolordelhumo.Lasllamasproyectabansombrasen la habitación iluminada únicamente por dos lamparillas de porcelana.Tenía un almohadón con bordados debajo de la cabeza, y el abrigo aúnabotonado.

Lindsayseconcentróencadadetalleycadasensaciónhastaquesumentevolvióaestarencondiciones.

—Elperro—dijo,acordándosebruscamente—.¿Atropelléalperro?—¿Quéperro?—laimpacienciadelavozdeSetheraevidente,peroella

insistió.—Elperroquesaltódelantedelcoche.Creoqueloesquivé,peronoestoy

segura…—¿Estásdiciendoqueteestrellastecontraunárbolparanoatropellaraun

perro?De haber estado en posesión de todas sus facultades, Lindsay habría

reconocido el peligro implícito en aquel tono gélido. Sin embargo, alzó lamanocautelosamenteparatocarseladoloridasien.

—¿Choquécontraunárbol?Mesientocomosihubiesechocadocontraunbosqueentero.

—No te muevas —le ordenó Seth, y salió a grandes zancadas de lahabitación.

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Con cautela, Lindsay convenció a su cuerpo para que adoptara unaposición sentada. Su visión seguía siendo clara, pero la sien le latíahorriblemente. Recostando de nuevo la cabeza en el almohadón, cerró losojos.Comobailarina,estabaacostumbradaaaguantareldolor.

Unaseriedepreguntasempezaronatomarformaensumente.DejóquesedisolvieranysereagruparanhastaqueSethregresóalasala.

—Tedijequenotemovieras.Ellaabriólosojosyledirigióunasonrisalánguida.—Estoymejorsentada,deverdad—aceptóelvasoylaspastillasqueSeth

leofrecía—.¿Quéson?—Aspirinas—musitóél—.Tómatelas.Ellafruncióelceñoaloírsuorden,peroeldolordecabezalapersuadió

para que se rindiera con dignidad. Seth observó cómo tragaba las aspirinasantesdecruzarlahabitaciónparaservirunacopadecoñac.

—¿PorquédiablosnotequedasteencasadeMónica?Lindsay se encogió de hombros, y luego se apoyó nuevamente en el

almohadón.—Eso mismo me estaba preguntando cuando el perro apareció en la

carretera.—Yfrenaste,enmitaddeunatormentadenieve,paranoatropellarlo—el

disgustodeltonodeSetheramanifiesto.Lindsayabrióunojoparaobservarsuespalda,yluegovolvióacerrarlo.—No,diunvolantazo.Aunquesupongoqueequivalealomismo.Lohice

sin pensar. En cualquier caso, creo que no lo atropellé y me he lastimadopoco,asíquenohapasadonada.

—¿Quenohapasadonada?—Sethsedetuvoenelactodedarleunacopadecoñac.EltonodesuspalabrashizoqueLindsayabrieralosojos—.¿Tienesidea de lo que podría haberte pasado si Ruth nome hubiese llamado paradecirquelahabíasllevadoacasadeMónica?

—Seth,noséconclaridad loqueocurrió, salvoqueperdíelcontroldelcocheychoquécontraunárbol.Creoquedeberíasaclararmelosdetallesmásbásicosantesdequeempecemosadiscutir.

—Bebeesto—Sethlediolacopadecoñac—.Aúnestáspálida—esperóhastaqueellahuboobedecido,yluegosesirvióunacopa—.Ruthtelefoneópara decirme que había llegado bien a casa deMónica.Me dijo que tú lashabíasllevado,yqueluegoinsististeenconducirsolahastatucasa.

—No insistí, exactamente —empezó a decir Lindsay; luego, al ver laexpresióndeSeth, seencogiódehombrosyprobóotrosorbodecoñac.No

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eraelchocolatecalientequehabíaimaginado,perolehacíaentrarencalor.—Mónicaestabamuypreocupada,comoesnatural.Dijoquepasaríaspor

aquíenpocoratoymepidióqueestuvierapendiente,dadoquedesdelacasasevebastantebienlacarretera.Supusimosquenohabríamuchotráficoconestetiempotanmalo—Sethhizounapausaparabeber,yluegohizogirarelcoñacrestantemientrasmirabaaLindsay.Unasomodecolorhabíaregresadoasusmejillas—.Despuésdecolgar,meacerquéalaventana,justoatiempo,segúnparece, para ver tus faros.Vi cómoviraban en círculos y después sedeteníanenseco—trassoltarelcoñac,semetiólasmanosenlosbolsillos—.Denoserporesallamada,aúnseguiríasinconscienteenelcoche.GraciasaDiosque,porlomenos,fuistelobastantesensatacomoparallevarpuestoelcinturóndeseguridad.Delocontrario,tendríasmuchomásqueunchichónenlacabeza.

Ellasepusoaladefensiva.—Oye,yonopretendíaquedarinconsciente,yademás…—Peroquedaste—interrumpióSeth.Sutonoeralacónicoycortante.—Seth,estoytratandodemostrarmeagradecida,puessupongoquefuiste

túquienmesacódelcocheymetrajoalacasa—Lindsayapuróelrestodelcoñacydejóaunladolacopa—.Meloestásponiendodifícil.

—Nomeinteresatugratitud.—Bien. En ese caso, no la derrocharé —Lindsay se levantó. El

movimientofuedemasiadorápido.Tuvoqueclavarselasuñasenlaspalmasdelasmanosparacombatirelmareo—.MegustaríaquellamarasaMónicaparatranquilizarla.

—Yalahellamado—Sethviocómoperdíaelcolorquehabíarecuperadograciasalcoñac—.Ledijequeestabasaquí,quehabías tenidounproblemacon el coche. No me pareció necesario especificar qué clase de problema.Siéntate,Lindsay.

—Hasidotodoundetalleportuparte—respondió—.QuizápuedaabusarunpocomásdetubondadypedirtequemellevesacasadeMónica.

Seth se acercó a ella, le puso lasmanos en loshombrosy,mirando susojosenfurecidos,laobligóasentarseotravezenelsofá.

—Deningúnmodo.Ningunodelosdossaldrádeaquíconesatormenta.Lindsayelevóelmentónyledirigióunamiradarabiosa.—Nopiensoquedarmeaquí.—Aestasalturas,nocreoquetengasmásremedio—repusoél.Lindsayseremovióenelsofá,cruzandolosbrazossobreelpecho.

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—Imagino que harás que Worth me prepare una habitación en lasmazmorras.

—Podría ser —convino Seth—. Pero está en Nueva York, atendiendociertosasuntosenminombre—sonrió—.Estamostotalmentesolos.

Lindsay quiso hacer un gesto despreocupado con los hombros, pero elmovimientofuemásbienunasacudidanerviosa.

—No importa. Iré a casa deMónica por la mañana. Supongo que estanochepuedoutilizarlahabitacióndeRuth,¿no?

—Supongo.Ellaselevantó,peromáslentamentequelaprimeravez.Laspalpitaciones

sehabíanconvertidoenundolorvago,fácildeignorar.—Subiré,entonces.—Apenas son las nueve —la mano de Seth se posó en su hombro,

suavementeperoconlafirmezanecesariaparafrenarla—.¿Estáscansada?—No,yo…—confesóantesdepoderpensárselodosveces.—Quítateelabrigo—sinaguardarunarespuesta,empezóadesabrocharle

los botones—. Antes estaba demasiado preocupado intentando reanimartecomoparahacerlo—mientras leretirabaelabrigodeloshombros,volvióamirarlaalosojos.Condelicadeza,acercóundedoalmoratónqueteníaenlasien—.¿Teduele?

—Ahoranomucho—Lindsaynotóqueelpulsoseleaceleraba.Erainútilatribuirlo a la conmoción del accidente. Reconoció las sensaciones queempezabanafluirensuinteriorylomiródirectamentealosojos—.Gracias.

Sethsonriómientrasletomabalasmanos.Un jadeo escapó de los labios de Lindsay cuando él se las alzó para

besarlelacarainteriordelasmuñecas.—Tieneselpulsoalterado.—Mepreguntoporquéserá—murmuró.Complacido,Sethemitióunarisitabajamientraslesoltabalasmanos.—¿Hascomido?—¿Comido?—lamente de Lindsay intentó concentrarse en la palabra,

perosussentidosaúnseguíandominandosuorganismo.—Comida—dijoSeth—.Comolaquesetomaenlacena.—Oh,no,heestadoenelestudiodesdeestatarde.—Entonces,siéntate—leordenóél—.IréaversiWorthhadejadoalgo

decente.—Iré contigo —Lindsay colocó la mano sobre la de él para atajar su

objeción—.Seth,lasbailarinassomosmuyresistentes.Estoybien.

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Sethobservósurostroconojocrítico,yluegoasintió.—Está bien, pero lo haremos a mi manera —con un movimiento

inesperado, la tomó en brazos—. Compláceme—dijo, anticipándose a susprotestas.

Lindsayencontródeliciosalasensacióndesermimadayseacomodóparadisfrutardeella.

—¿Ytú,hascomido?Sethnegóconlacabeza.—Heestadotrabajando…Yluegomeentretuvieron.—Yatehedadolasgracias—señalóella.Sethabriólapuertadelacocinaconelhombro.—Nohabríasidonecesariosihubiesesactuadocondosdedosdefrentey

tehubierasquedadoencasadeMónica.—Túsiempretanlógico—Lindsayreprimióunsuspirocuandoéllasoltó

sobre lamesa de la cocina—. Es unmal hábito, pero estoy seguro de quepodríassuperarlo—lesonrió—.YsimehubieraquedadoencasadeMónica,ahoranoestaríaaquísiendoatendida.¿Ybien?¿Quévasaprepararme?

Sethletomólabarbillaconlamanoylamiródetenidamente.—Nuncaheconocidoanadiecomotú.Sutonoerameditabundo,yLindsayleacariciólamano.—¿Yesoesbuenoomalo?Élmeneólacabezalentamente,yluegolasoltó.—Todavíanolohedecidido.Lindsayobservócómoseacercabaalanevera.Leresultabadifícilcreerlo

muchoqueloamaba,losólidoycompletoqueerayaeseamor.«¿Yquépuedohacer?»,sepreguntó.«¿Selodigo?Seríaembarazosopara

él,ypodríaestropearcompletamente loquepareceelprincipiodeunagranamistad. ¿No se supone que el amor es comprensivo y desinteresado?».Extendiendo los dedos sobre la superficie de la mesa, Lindsay se quedómirándolos. «Pero ¿se supone que causa dolor y, un momento después, lehacesentiraunacomosivolara?».

—¿Lindsay?Ellaalzólamiradabruscamente,repentinamenteconscientedequeSethle

habíahablado.—Losiento—sonrió—.Estabasoñandodespierta.—Hay un plato de asado de ternera, ensalada de espinacas y quesos de

variasclases.

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—Suenaestupendo—Lindsayselevantó,alzandounamanoparaacallarsuprotesta—.Estoyfueradepeligro,teloaseguro.Dejaréquepreparestodoesomientraspongolamesa—seacercóhastaelarmarioyempezóabuscar.

—¿Cómo se te da fregar los platos?—inquirió Lindsay mientras Sethhacíacafédespuésdelacena.

—Pues la verdad es que he tenido pocas ocasiones—Seth lamiró porencimadelhombro—.¿Yati,cómoseteda?

—Acabodesufrirunaccidente.Muytraumático.Nosésiserécapazdehaceralgomanualtodavía.

—¿Puedes ir caminando hasta la otra habitación? —preguntó élburlonamente—.¿Ollevoelcaféprimeroyluegovuelvoaporti?

—Lo intentaré—Lindsay se retiró de lamesa.Mantuvo la puerta de lacocinaabiertaparaqueSethpudierapasar.

—La verdad es que poca gente se habría recuperado tan rápidamentecomo tú—recorrieron el pasillo juntos—.Tediste unbuengolpe, a juzgarporeltamañodeesechichón.Y,viendoelestadodetucoche,tuvistesuertedenosalirpeorparada.

—Pero estoy perfectamente—observó Lindsaymientras entraban en lasala—.Y,por favor,noquieroenterarmedecómoestámicochehastaqueseanecesario.Podría sumirme enunagravedepresión—tras sentarse en elsofá,hizoungestoparaqueSethcolocaralabandejadelantedeella—.Yoloserviré.Lotomasconcrema,¿verdad?

—Mmm—Sethseacercóalachimeneaparaintroducirotrotroncoenelfuego. Saltaron chispas antes de que el tronco siseara y empezase a arder.Cuandoregresójuntoaella,Lindsayyaseestabasirviendosutaza—.¿Estálahabitaciónlobastantecálida?

—Oh,sí,elfuegoesmagnífico—Lindsayserecostósintocarelcafé—.Esta habitación es cálida incluso con la chimenea apagada —cómoda yrelajada, dejó que sus ojos se pasearan por la sala—. Cuando era unaadolescente,solíasoñarconsentarmeaquídeestamanera…conlatormentarugiendofuera,elfuegoardiendoenelhogarymiamanteallado.

Dejósalirlaspalabrassinpensar.Enelmomentoenquelashubodicho,lasmejillasseletiñerondecolor.

Sethleacariciólamejillaconeldorsodelamano.—Jamáscreíqueteveríaruborizarte.Lindsaypercibióelatisbodeplacerquehabíaensuvoz.Volviólacara.

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—Quizátengofiebre.—Déjamever—Seth lagiródenuevohacia sí.La sostuvo firmemente,

pero los labios que descendieron para posarse sobre su frente eran suavescomounapluma—.Nopareceque tengas fiebre—conunamano, palpó elpulsoensucuello,presionandoligeramenteconlosdedos.

—Seth…—Lindsaydejólafraseensuspensocuandoéldeslizóunamanodentrodesu jerseyparaacariciarle laespalda.Después,pasóeldedopor lalíneadondeelmaillotdabapasoalapiel.

—Peroquizátienesdemasiadocalorconestejerseytangrueso.—No, yo…—pero antes de que pudiera impedirlo, él ya se lo había

sacadoexpertamenteporlacabeza.—Asíestámejor—Sethmasajeósushombrosbrevemente,yluegovolvió

a centrarse en el café. Lindsay notó que todos los nervios de su cuerpoestabandespiertos—.¿Conquéotrascosassoñabas?—mientrasbebíaelcafé,susojosbuscaronlosdeella.

Lindsay se preguntó si sus pensamientos serían tan transparentes comotemía.

—SoñabaconbailarconNickDavidov.—Unsueñoconvertidoen realidad—comentóSeth—.¿Sabesquées lo

quemefascinadeti?Intrigada,Lindsaymeneólacabeza.—¿Mideslumbrantebelleza,quizá?—sugirió.—Tuspies.—¡Mispies!—ellaseechóareír,mirandoautomáticamente loszapatos

sincordonesquellevabapuestos.—Son muy pequeños —antes de que Lindsay pudiese adivinar sus

intenciones, Seth ya se había colocado sus pies en el regazo—. Deberíanperteneceraunaniña,enlugardeaunabailarina.

—Pero tengo la suerte de poder alzarlos sobre tres dedos. Muchasbailarinas solo pueden apoyarse en dos. ¡Seth! —Lindsay se echó a reírnuevamentemientraséllequitabaloszapatos.

SurisaseacallócuandoSethlepasóundedoalolargodelarcodelpie.Sintióunaincreíbleeintensapunzadadedeseo.Fluyóensuinterioryluegosepropagócomounfuegodescontroladoportodosucuerpo.Emitióunjadeoinvoluntarioeirreprimible.

—Parecen muy frágiles —comentó Seth cubriendo con la mano elempeine—.Perodebendeserfuertes—denuevolevantólosojoshacialosde

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ella. Su dedo pulgar trazó una línea por la planta del pie, y Lindsay seestremeció—.Ysensibles.

Cuando Seth le alzó ambos pies y le besó los tobillos, Lindsaycomprendióqueestabaperdida.

—Sabesloquemehacessentir,¿verdad?—susurró.Eraelmomentodeaceptarloquehabíadesurgirentreambos.

Hubo un brillo de triunfo en los ojos deSeth cuando irguió otra vez lacabeza.

—Séquetedeseo.Yquetútambiénmedeseas.«Ojalá fuese algo tan simple», sedijoLindsay.Si no lo amase, podrían

compartirsuscuerposcontotallibertad,sinlamentaciones.Peroloamaba,yalgúndíapagaríaporloqueestabasucediendoesanoche.Unligerosoplodemiedoestallóensupechocuandopensóencuálpodíaserelprecio.

—Abrázame—Lindsayserefugióentresusbrazos—.Abrázame.«Mientrasdure lanevada»,sedijo,«estaremossolos.Nohaynadiemás

en elmundo, y el tiemponos pertenece.No existe elmañana.No existe elayer».

Echóhaciaatráslacabezaparapodermirarloalosojos.Conlayemadeldedo,recorriópausadamentelascurvasylosángulosdesusemblante,hastaquecadacentímetroquedógrabadoensumemoria.

—Ámame, Seth —dijo con los ojos muy abiertos—. Haz el amorconmigo.

No hubo tiempo para la gentileza, ninguno de los dos lo deseaba. Lapasiónimpusosuspropiasreglas.LabocadeSethsemostróávida,abrasandoladeLindsay,hastaquesuspalabrassedisolvieronenelaire.

Laansiedaddeamboseraincreíblementeexcitante.Sinembargo,LindsaypercibióqueSethmanteníael control, sindejarde serdueñode sudestino.No hubo torpeza en sus dedos mientras la desnudaba. Sus manos leacariciaban la piel mientras las prendas de ropa eran retiradas una a una,provocandodeseoallídondetocaban.

CuandoLindsaypugnópordesabrocharlelosbotonesdelacamisa,él laayudó.Habíaentreellosfuego,necesidad,unaespiraldeplacer.

Tocándolo, explorando la tirante piel de su pecho y de sus hombros,Lindsay experimentó una sensación nueva. Era una sensación de posesión.Porahora,demomento,Setherasuyo,yella lepertenecíaporcompleto.Yamboseranpielcontrapiel,sinbarreras,desnudos,enredadosyhambrientos.

LabocadeSethdescendiófebrilmenteparasaborearunodelossenosdeLindsay, y luego permaneció allí, paladeándolo,mientras con lasmanos le

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proporcionabaunplacertembloroso.LalenguadeSetheraexcitantementeruda.Mientraslaacariciabaconla

bocay lanariz,Lindsaysesituódebajodeél, impulsadaporunanecesidadquecrecíaenfuerzayapremio.

Surespiraciónsetornóensusurrosmientraslourgíaabesarladenuevo.Los labios de Seth emprendieron un lento viaje, deteniéndose en su cuello,desviándose hacia su oreja hasta que Lindsay casi se volvió loca con lanecesidaddepaladearlos.Ansiosamente, leposeyólaboca,estremeciéndosecon una pasión más abrumadora que cualquier otra sensación que hubieseexperimentadoanteriormente.

Enladanza,eraunsoloser.Elplacerylossueñoseransuyosyestabansujetosasucontrol.

Ahora, estaba unida a otro ser, y el placer y los sueños eran algocompartido.Lapérdidadelcontrolformabapartedeléxtasis.

Se sentía fuerte, más poderosa de lo que jamás creía haber podidosentirse.Suenergíacarecíadelímites,extraídadelanecesidaddeposeer,delanecesidaddedar.

Lapasióndeambosfluíaconladulzuradelamiel.YLindsaysederritióentrelosbrazosdeSeth.

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Lindsaysoñóqueestabaacostadaenunacamaantiguayenorme,envueltaenlacolchayentrelosbrazosdesuamante.Eraunacamaqueconocíabiensu cuerpo, una cama en la que se había despertado mañana tras mañanadurantemuchosaños.Lassábanaserandelinoirlandés,suavescomounbeso.Lacolchaeraunareliquiadefamiliaqueellatransmitiríaasuvezasuhija.Suamanteeraunmaridocuyosbrazosresultabanmásexcitantesconelpasodelosaños.

Cuando el bebé empezó a llorar, ella se removió, pero perezosamente,sabiendo que nada podía perturbar la plácida belleza en la que vivía. Seacurrucócontralosbrazosquelaabrazabanyabriólosojos.

Todavíasoñando,sonrióalverlosojosdeSeth.—Yahaamanecido—murmuró,yencontrólabocadeélcálida,suavey

deliciosa.Pasó layemade losdedospor suespalda, sonriendoalnotarquesus besos se volvían más insistentes—. Tengo que levantarme —susurrómientraséllecubríaunsenoconlamano.Aúnpodíaoírelleveylastimerollantodelbebé.

—Oh-oh—loslabiosdeSethsedesplazaronhastasuoreja.Lentamente,sulenguacomenzóadespertarladeltodo.Lapasiónreavivó

lasascuasdelanocheanterior.—Seth,deboir.Estállorando.Conuna levemaldición, él se dio la vuelta y alargó losbrazoshacia el

suelo.LuegosoltóalgatoNijinskysobreelestómagodeLindsay.Ellaparpadeó, confusaydesorientadamientras el gato lemaullaba, con

ungemidosemejantealdeunbebé.Elsueñoserompióbruscamente.Lindsayalzóunamanoparapasárselaporelcabelloyrespiróhondo.—¿Qué sucede?—inquirió Seth, enredando los dedos en su pelo hasta

queLindsayabriólosojos.

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—Nada —ella meneó la cabeza, acariciando al gato hasta que esteempezóaronronear—.Estabasoñando.Unatontería.

—Soñando—élpasóloslabiosporsuhombrodesnudo—.¿Conmigo?Lindsaygirólacabezaylosojosdeambosseencontraron.—Sí—suslabiossecurvaron—.Contigo.Sethcambiódepostura,atrayéndolahaciasíyacunándolaenlacurvade

suhombro.Nijinskyseenroscóa lospiesdeambos.Diounpardevueltas,clavólasuñasenlacolchay,finalmente,seechó.

—¿Quésoñabas?Lindsayseacurrucócontralacolumnadesucuello.—Esunsecreto—losdedosdeSethrecorríansuavementesuhombroysu

antebrazo.«Lepertenezco»,sedijoella,«ynopuedodecírselo».Sequedómirandolaventanayvioquelanieveseguíacayendo,aunque

conmenosintensidad.«Hastaquedejedenevar,estamoslosdossolos.Loamotantísimo…».Cerrando los ojos, Lindsay subió con la mano por su pecho, hasta el

hombro.Habíamúsculosquedeseabasentirdenuevo.Conunasonrisa,apretóloslabioscontrasucuello.Luegoavanzóhastasu

boca,yloslabiosdeambosseunieron.Los besos fueron cortos, lentos. La urgencia y la desesperación de la

noche anterior habían menguado. Ahora el deseo iba acumulándoselentamente, grado a grado. Los abrasaba y atormentaba, pero no losdesbordaba.

Se tomaron su tiempoparagozar.Seth cambiódeposturaparaque ellapudierarecostarsesobresupecho.

—Tusmanos—murmuró élmientras se llevaba una a los labios— sonexquisitas.Cuandobailas,parecennotenerhuesos—extendiólamano,palmacontrapalma.

ElcabellodeLindsaycaíaencascadasobresushombros,hastacubrirlosdeél.Alaluzsuavedelamañanaparecíaunailusión.Supieleramarfileña,con leves toques sonrosados. Su rostro era frágil y delicado, pero sus ojoseranvívidosyfuertes.

Lindsaybajólacabezaparabesarlo,lentaydetenidamente.SuslatidosseaceleraronalnotarcómoelansiadeSethaumentaba.

—Me gusta tu cara —retiró los labios de los de él para besarlesuavementelasmejillasylospárpados—.Esfuerteyligeramenteperversa—

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sonriódenuevo contra supiel, recordando—.Laprimeravezque te vimeaterrorizaste.

—¿Antes o después de que saltaras a la carretera?—Seth le pasó unamano por la espalda,mientras con la otra le acariciaba el cabello. Era unasesióndeamorlenta,perezosa.

—No salté a la carretera—Lindsay lemordisqueó la barbilla—. Ibas ademasiada velocidad—empezó a posar besos por toda la extensión de supecho—.Me pareciste tremendamente alto cuando estaba sentada en aquelcharco.

OyócómoSethdejabaescaparunarisitamientraslepasabaunamanoporelarcodelaespalda.Luegoseremovióligeramente,hastaquelasposicionesdeambosquedaroninvertidas.

Losbesosseintensificaron.Elcontactodelasmanossobrelapielseguíasiendo delicado, peromás exigente.La conversación derivó hacia un suavesueño.Lapasiónaumentócomounaolatropical,cálidaypoderosa…

Vestida con unos pantalones vaqueros y una camisa que había tomadoprestadosdelguardarropadeRuth,Lindsaybajóporlaescaleraprincipal.Elfrío que reinaba en la casa sugería que las chimeneas aún no se habíanencendido.Soloelfuegodelahabitaciónseguíacrepitando.

Laprimerapartedesuplanconsistíaenencenderelhogarde lacocina.Empezóatararearunamelodíaimprovisadamientrasabríalapuerta.

LesorprendióverqueSethsehabíaadelantadoaella.Olióelaromadelcafé.

—¡Hola!—Lindsay se acercó a él, le rodeó la cintura con los brazos yrecostólamejillaensuespalda—.Creíqueaúnestabasarriba.

—BajémientrasestabasutilizandolabarradeRuth—girándose,laatrajohaciasí—.¿Quieresdesayunaralgo?

—Quizá —murmuró ella, casi estallando de gozo con aquella sencillaintimidad—.¿Quiénvaaprepararlo?

Sethleelevóelmentón.—Losdos.—Oh—ella arqueó las cejas—.Esperoque tegusten losplátanosy los

cerealesfríos.Sonmiespecialidad.Élhizounamueca.—¿Nosabeshacernadaconunhuevo?—Oh,losdePascuamequedanpreciosos.

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—Haré huevos revueltos —decidió Seth, y luego le besó la frente—.¿Sabespreparartostadas?

—Puedeser—conlacabezaaúnrecostadaensupecho,Lindsayobservócómocaíalanieve.

Losárbolesyelcéspedrecordabanlosdeundecorado.Elmantoblancoquecubríalatierraaparecíacompletamenteinmaculado.LosarbustosdehojaperennequehabíaplantadoSethestabanenvueltosensuspropiosabrigosdenieve;sobreellos,apocadistancia,sealzabanmásárbolescubiertosdenieve.Yseguíanevando.

—Salgamos —dijo Lindsay impulsivamente—. Tiene un aspectomagnífico.

—Despuésdedesayunar.Detodosmodos,necesitaremosmásleña.—Lógico,lógico—Lindsayarrugólanariz—.Práctico,práctico—emitió

ungritocuandoélletiródelaorejajuguetonamente.—Los arquitectos debemos ser lógicos y prácticos, de lo contrario los

edificiossederrumbaríanylagentesedisgustaríamucho.—Perotusedificiosnoparecenprácticos—dijoLindsay.Observócómo

Seth se acercaba al frigorífico. ¿Quién, exactamente, era aquel hombre delquesehabíaenamorado?¿Quiéneraelhombrequesehabíaadueñadodesusemocionesydesucuerpo?—.Sonhermosos,nocomoesosedificiosdeaceroycristalqueprivanalasciudadesdesuesencia.

—Labellezatambiénpuedeserpráctica—Sethsegiróconuncartóndehuevosenlamano—.Otalvezdebadecirqueloprácticopuedeserbello.

—Sí,perosupongoquedebedesermásdifícilhacerqueunbuenedificioseaatractivoparalavista,apartedefuncional.

—Sialgonoesdifícil,nomerecelapenaelesfuerzo,¿nocrees?Lindsayasintiólentamente.Comprendíaloquequeríadecir.—¿Me dejarás ver los diseños del proyecto de Nueva Zelanda?—dijo

acercándosealapanera—.Nuncahevistolosplanosdeunedificio.—Muybien—Sethempezóacascarloshuevosenuncuenco.Prepararon y degustaron el desayuno en confortable compañía. Lindsay

pensóquelacocinaolíaafamilia;café,tostadasyhuevosrevueltos.Archivóel aromaen sumemoria, sabiendoque sería inapreciableenalgunamañanadelfuturo.Despuésdecomeryrecogerlacocina,seabrigaronbienysalierondelacasa.

El primer paso de Lindsay la hundió hasta el tobillo en la nieve. Entrerisas,Sethlediounleveempujónquelahizocaerhaciaatrás.Rápidamentequedócubiertadenievehastaloshombros.

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El sonidode la risade él reverberó en lapareddenieve, acentuando lasoledaddeambos.

—Quizádeberíaponerteuncascabelenelcuelloparaencontrarte—dijoenvozalta,riendo.

Lindsayluchóporponerseenpie.Teníanieveenelcabelloyenelabrigo.LasonrisaburlonadeSethseintensificócuandoellalomiróconunamueca.

—Abusón—dijoantesdeavanzartrabajosamenteporlanieve.—La pila de leña está ahí —Seth la tomó de la mano. Tras una leve

resistenciasimbólica,Lindsayaceptóirconél.Sehallabanenunmundototalmenteaislado.Lanievecaíadelcielopara

desaparecerenelgruesomantoquelosrodeaba.Lindsayapenaspodíaoírelmar.LasbotasdeRuthlellegabanhastalas

rodillas, pero, a cada paso que daba, se le colaba nieve por los bordes. Surostroestabasonrosadoacausadel frío,pero lavistacompensabacualquierincomodidad.

La blancura era perfecta. No había brillo que molestara los ojos, nisombras que hiciesen variar el color. Había, simplemente, un blanco sinmaticesnipaliativos.

—Esprecioso—murmuróLindsaymientras se detenían ante elmontóndeleña.Miródetenidayprolongadamenteenderredor—.Peronocreoquesepudierapintarnifotografiar.Seperderíaalgoenlareproducción.

—Pareceríamonótono—dijoSeth.Cargóconunmotóndeleña.ElalientodeLindsayformabanubecillasfrenteaellamientrasmirabapor

encimadelhombrodeél.—Sí,aesomereferíaexactamente—aquellacoincidenciadeopinionesla

complació—. Prefiero recordarlo así antes que verlo simplemente en unadimensión—acompañadadeSeth,inicióellentoviajederegresoalapuertatrasera—.Perotúdebesdeserunexpertoenvisualizarlarealidadapartirdeundibujo.

—Esalrevés—dejaronlaleñadetrásdelapuertadelacocina—.Hagodibujosapartirdeunarealidadquevisualizo.

Lindsaysedetuvounmomento,algoexhaustaporelesfuerzodecaminarporlaprofundacapadenieve.

—Sí—asintió—.Ya comprendo—estudiando a Seth, sonrió—. Tienesnieveenlaspestañas.

Éllamiróinquisitivamentealosojos.Ellaladeólacabeza,invitándoloalbeso.Sethdescendióloslabiosparatocarlelossuyos,yLindsayoyócómoélrespirabahondomientraslatomabaenbrazos.

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Mientrasatravesabanlacocina,ellaempezóaprotestar.—Seth,estamoscubiertosdenieve.Gotearáportodaspartes.—Sí.Estabanenelvestíbulo,yellaseapartóelcabellodelosojos.—¿Adóndevas?—Arriba.—Estásloco,Seth—sebamboleólevementemientrasélsubíalaescalera

principal—.Lopondremostodoperdido.Worthsedisgustarámucho.—Espaciente—afirmóSethmientrasentrabaeneldormitorio,dondela

dejóenlacama.Lindsayseincorporósobreloscodos.—Seth—élyasehabíaquitadoelabrigoyestabahaciendolopropiocon

las botas. Ella abrió de par en par los ojos, divertida e incrédula a partesiguales—.PorelamordeDios,Seth,estoycubiertadenieve.

—Enesecaso,serámejorquetequitemosesaropahúmeda—Sethdejólasbotasaunladoyseacercóaellaparadesabrocharleelabrigo.

—Estásloco—decidióLindsay,riéndosemientraséllequitabaelabrigoyloarrojabaenelsuelo,juntoalasbotas.

—Posiblemente—convino él.Conunpar de rápidos tirones le sacó lasbotas. Tras quitarle los gruesos calcetines de lana, empezó a calentarle lospiesconunsuavemasaje.Notósurespuestainstantáneaalcontacto.

—Noseastonto,Seth—sinembargo,lavozdeLindsayyaeraronca—.Yasehaderretidonieveencimadelacama.

Conunasonrisa,él lebesó laplantade lospiesyviocómosusojos seoscurecían.Colocándoseasulado,latomódenuevoenbrazos.

—La alfombra está seca—dijo mientras la bajaba de la cama. Luego,lentamente, le desabrochó los botones de la camisa.A su lado, crepitaba elfuegoquehabíaencendidoantesdeldesayuno.

Leabriólacamisa,sinquitársela.Conunatiernapereza,empezóabesarlelos senosmientras Lindsay flotaba en el primer estadio del placer. Suspiróuna vez, y luego, acariciándole la mejilla, persuadió a su boca para quebuscaralasuya.Elbesoempezósiendolento,peroelritmocambiósinprevioaviso.LabocadeSethsetornódesesperada,dejandoescaparunosjadeosqueparecíanprocederdelomáshondodesuser.

Acontinuación,tiródelaropadeLindsayconimpaciencia,desgarrandolacamisadeRuthmientraslaretirabadesuhombro.

—Tedeseoaúnmásqueantes—musitómientraslerecorríanávidamenteelcuelloconlabiosydientes—.Másqueayer.Másquehaceunmomento—

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susmanoslehacíandañomientrastomabanposesióndesucuerpo.—Pues poséeme—respondió Lindsay, atrayéndolo hacia sí, deseándolo

—.Poséemeahora.LabocadeSethreclamólasuya,ylaspalabrascesaron.

ElteléfonodespertóaLindsay.Somnolienta,viocómoSethselevantabapara contestarlo. Llevaba la bata verde que se había puesto cuando habíaechadomásleñaalfuego.

Había perdido toda noción del tiempo. Los relojes eran para unmundopráctico,noparaunmundodeensueño.

Seestirólentamente,vértebraporvértebra.Silaeternidadpudieraserunmomento, habría elegido aquel.Se sentía suave, cáliday amada.Su cuerpoestaballenodeplacer.

ObservóaSeth, sinoír loqueestabadiciendoal teléfono.Seerguía tanrecto…,sedijo,ysonrióunpoco.

«Y apenas hace gestos cuando habla. Los gestos pueden delatar lossentimientos,ysussentimientossonmuyprivados».

LavozdeSethseintrodujoensuspensamientosmientrasalgunosretazosdelaconversaciónsefiltrabanensucerebro.

Era Ruth, se dijo Lindsay, distraída de la contemplación del rostro deSeth. Tras incorporarse, se echó la colcha sobre los hombros. Supo lo queveríaantesinclusodemirarporlaventana.

Habíadejadodenevarmientrasdormían.EsperóaqueSethcolgaraelteléfono.Consiguió sonreírle mientras su mente trataba febrilmente de organizar

sus impresiones; elmodo enque el cabello deSeth caía sobre su frente, elbrillodelsolsobresupelo,suposturarectayatenta.

ElcorazóndeLindsayparecióexpandirse,alcanzandonuevosgradosdeamor.

«Noloestropees»,seordenófrenéticamente.«Noloestropeesahora».Tuvo la sensaciónde queSeth la estabaobservando conuna intensidad

aún más pronunciada de lo habitual. Al cabo de un largo momento, él seacercó hasta donde ella permanecía sentada en el suelo, refugiada entrecolchasyalmohadones.

—¿Yaregresaacasa?—inquirióLindsay.—Mónicalatraeráenbreve.Parecequelosquitanievessehanempleado

afondo,ylascarreterasestánbastantedespejadas.

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—Bien—Lindsaysemesóelcabelloantesdelevantarse,aúnenvueltaenla colcha—.Entonces, serámejor queme prepare. Parece que esta tarde sítendréclases.

Sintióunsúbitodeseode llorar.Locombatiórefugiándoseenel interiordelacolchamientrasrecogíasuropa.

«Sépráctica»,seordenó.«Sethesunhombrepráctico.Odiaríaunaescenasentimental».

Tragósalivaynotóquerecuperabaelcontrol.Mientrassevestía,siguióhablando.

—Es increíble lodeprisaque trabajanesosquitanieves.Soloesperoqueno hayan enterradomi coche. Tendré que avisar a una grúa para que se lolleve.Silaaveríanoesgrave,noestarémuchotiemposinél—dejandocaerla colcha, semetió el jerseypor la cabeza—.Tendréque tomarprestado elcepillodeRuth—siguiódiciendomientrassesacabaelpeloporelcuellodeljersey.Depronto,sedetuvoparamiraraSethdirectamente—.¿Porquémemirasdeesemodo?—inquirió—.¿Porquénodicesnada?

Élpermanecíainmóvil,observándola.—Estabaesperandoaquedejarasdeparlotear.Lindsay cerró losojos.Se sentía completamente indefensa.Comprendió

que acababa de hacer el ridículo. Seth era un hombre sofisticado,acostumbradoalasrelacionesesporádicasypasajeras.

—Nosemedanbienestascosas,sencillamente—dijo—.Nosemedannadabien—alverqueélalargabalamanohaciaella,leespetó—:No,nolohagas—seretirórápidamente—.Nonecesitoesoahora.

—Lindsay—eltonodeirritaciónquehabíaenlavozdeSethhizoqueaellaleresultaramásfácilreprimirlaslágrimas.

—Dameunoscuantosminutos—dijo—.Detestocomportarmecomounatonta—dichoesto,saliócorriendodelahabitación,cerrandolapuertatrasdesí.

Quinceminutosmástarde,Lindsaysehallabaenlacocina,sirviéndoleaNijinsky un plato de leche. Se había cepillado su exquisito cabello y lollevaba suelto sobre los hombros. Sus nervios, aunque tensos, se habíanaplacadounpoco.Supulsoerafirme.

Aquelestallidohabía sidounaestupidez,decidió,aunquequizá lahabíaayudadoafacilitarsuregresoalmundoexterior.

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Por un momento se perdió en un sueño, mientras contemplaba por laventanaelmundocubiertodeblancura.Peseaqueélnohizoningúnruido,supo el momento exacto en que Seth entraba en la habitación. Lindsayaguardó un segundo, y luego se giró para mirarlo. Llevaba puestos unospantalonesdepanadecolormarrónoscuroyunjerseysobreunacamisaazulpálido.Tenía,sedijoLindsay,unaspectodecasualeficiencia.

—Hehechocafé—dijoellaenuntonocuidadosamenteamistoso—.¿Teapeteceunataza?

—No —Seth se acercó a ella con pasos decididos. Luego, mientrasLindsayaúnsepreguntabaquépretendíahacer,laatrajohaciasí.Atrapóconlasmanos sus brazos. El beso fue ardiente, largo y apasionado. Cuando seretiródeella,Lindsayhabíaperdidomomentáneamentelavisión.

—Quería ver si eso había cambiado —le dijo él mientras parecíataladrarlelosojosconlossuyos—.Nohacambiado.

—Seth… —sin embargo, la boca de él volvió a enmudecerla. Sinpensárselosiquiera,Lindsayvolcócadagramodesussentimientosenaquelbeso,dándoselotodo.Oyócómoélmurmurabasunombreantesdeapretarlacontrasí.

De nuevo, todo desapareció. Los destellos del paraíso acudieron tanrápidamente, que Lindsay solo pudo aprehenderlos de una forma fugaz.Extasiadadenuevo,alzólamiradahaciaSeth,sinverlo,solosintiendo.

Otramujer,sedijoaturdida,seconformaríasoloconaquello.Otramujerpodría seguir siendo su amante sin anhelar nada más. Otra mujer nonecesitaría nadamás de él, cuando ya tenía tanto. Lentamente, volvió a larealidad.Elúnicomododesobrevivirerafingirseresaotramujer.

—Mealegrodequequedáramosaisladosporlanieve—dijo,retirándosesuavementedesusbrazos—.Hasidomaravillosoestaraquícontigo—conuntono de voz animado, caminó de nuevo hasta la cafetera.Al servir el café,notóquesupulsoyanoerafirme.

Sethesperóaquesegirara,peroLindsaypermaneciódecaraalacocina.—¿Y?—preguntóélmetiéndoselasmanosenlosbolsillos.Lindsayalzó la tazade caféy tomóun sorbo.Estáhirviendo.Sonrió al

volverse.—¿Y?—repitió.Eldolorquepalpitabaensugargantahizoquelecostara

pronunciarlapalabra.LaexpresióndeSeth seasemejabamuchoa laque tenía laprimeravez

queLindsaylohabíavisto.Tempestuosaysevera.—¿Esoestodo?—preguntóél.

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Lindsaysehumedecióloslabiosyseencogiódehombros.Agarrólatazaconambasmanos.

—Creoquenoséloquequieresdecir,Seth.—Hayalgoentusojos—musitóélacercándoseaella—.Peromeelude

constantemente.Noquieresdecirquéesloquesientes.¿Porqué?Lindsayclavólamiradaenlataza,yluegobebióotravez.—Seth—empezóadecirconcalma,mirándolodirectamentealosojos—.

Missentimientossonasuntomío,hastaquedecidaconfiártelos.—Quizáhecreídoqueyalohabíashecho.Eldolorerainsoportable.Lindsaynotóqueletemblabanlasrodillas.Los

ojosdeSetherantanfirmes,tanpenetrantes…—Ambossomosadultos.Nosentimosatraídoselunoporelotro,ydesde

haceyatiempo…—¿Ysiquieroalgomás?La pregunta de Seth desorganizó sus pensamientos. Lindsay trató de

organizarlosdenuevo,tratódevermásalládelabarreraqueahoracubríalosojosdeél.Laesperanzayelmiedolibrabanunabatalladentrodeella.

—¿Algomás?—repitiócautelosamente.Elcorazónlelatíadesbocado—.¿Quéquieresdecir?

Éllaobservó.—Noestoysegurodequetengaimportanciasitengoqueexplicártelo.Frustrada,Lindsaysoltólatazaconfuerzaencimadelamesa.—¿Porquéteempeñaseniniciaralgoparanoterminarlo?—Eso exactamente me estaba preguntando —Seth pareció titubear, y

luego alzó unamano hasta el cabello de Lindsay. Ella se inclinó hacia él,aguardandounarespuesta—.Lindsay…

En ese momento se abrió la puerta de la cocina, y entraron Ruth yMónica.

—¡Hola! —Ruth interrumpió su saludo en cuanto se percató de lasituación.Buscórápidamenteelmododevolverasalir,peroMónicayahabíaentradoysedirigíahaciaLindsay.

—¿Te encuentras bien? Hemos visto tu coche —dijo con un tonodominadoporlapreocupaciónmientrasalargabalamanohaciasuamiga.

—Estoy bien—Lindsay le dio aMónica un beso para tranquilizarla—.¿Cómoestánlascarreteras?

—Muy bien—Mónica señaló a Ruth con la barbilla—. Le preocupabaperderselaclasedehoy.

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—Naturalmente—Lindsayconcentrósuatenciónenlasdoshastaquesupulsosehubonormalizado—.Nocreoqueesoseaunproblema.

Atraído por la voz deRuth,Nijinsky se acercó para frotarse contra suspiernashastaqueellalotomóenbrazos.

—¿Seguroquetesentiráscapaz?Lindsay percibió la certeza en los ojos de la chica y tomó su taza de

nuevo.—Sí.Sí, estoybien—automáticamente fueal fregaderoenbuscadeun

paño para limpiar un poco de café que había derramado—. Supongo quetendréquellamaralagrúa.

—Yo me ocuparé de eso—Seth habló por primera vez desde que loshabíaninterrumpido.Sutonoeraformalydistante.

—Noseránecesario—empezóadecirLindsay.—Hedichoqueyomeocuparé.Tellevaréalestudiocuandoestéslista—

Sethsalióporlapuerta,ylastressequedaronmirandocómodesaparecía.

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MónicayRuthibansentadasenelasientotraserodelcocheeneltrayectohacia el estudio.Ruth era consciente de la tensión, palpabley pronunciada,queexistíaentresutíoyLindsay.Fueraloquefueseloquehabíaentreellos,era evidente que habían surgido problemas. Dado que los quería a ambos,hizoloposibleporaliviarelambientetenso.

—¿Worthvuelvealtrabajoestanoche?Sethlamiróbrevementeporelespejoretrovisor.—Mañanaporlamañana.—Entonces, esta noche te prepararé coq aun vin —sugirió Ruth,

inclinándosehaciaelasientodelantero—.Esunodemismejoresplatos.Esosí,tendremosquecenartarde.

—Mañanatienescolegio.—TíoSeth—lasonrisadeRutheratolerante—.Estoyenelinstituto,no

enprimaria.AnocheMónicameestuvoenseñandoelanuariodesuhermano—siguiódiciendo,dirigiéndosehaciaLindsay—.DelañoenqueAndyytúosgraduasteis.

—Andyestabafabulosoconsucamisetadefútbol,¿verdad?—LindsayseremovióenelasientoparapodermiraraRuth.

—Megustómástufoto—Ruthseretiróelcabellodelhombro.Lindsayvioquesu timidezsehabíaesfumado.Susojossemostraban tanabiertosyamistososcomosusonrisa—.Tendríasqueverla,tíoSeth.Estáenlaescaleraqueconducealauditorio.Haciendounarabesque.

—EllistillodeTomFinleymepidióquehicieraalgodeballet.—¿Yporesoestabassacandolalengua?Lindsayseechóareír.—Asílafotoganabaenvalorestético.—Seguroqueesunbuen retrato—comentóSeth, atrayendo la atención

tanto de Ruth como de Lindsay—. Imagino que el arabesque estaríaperfectamenteejecutado.Seríascapazdebailarenmitaddeunterremoto.

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Lindsay clavó los ojos en su perfil, insegura de si estaba elogiándola ocriticándola.

—Sellamaconcentración,supongo.—No—Seth apartó losojosde la carretera lo suficienteparabuscar su

mirada—.Sellamaamor.Amasladanza.Ysenota.—Creo que no hay un cumplido mejor que ese —dijo Ruth—. Ojalá

alguienmedigaamíesoalgúndía.PorlamentedeLindsaypasaronfugazmentetodaslascosasquedeseaba

decir, pero ninguna de ellas cobró cuerpo.Demodo que descansó lamanosobreladeSethÉlmirólasmanosdeambos,yluegoaella.

—Gracias—dijofinalmenteLindsay.Elcorazónse leencogiócuandoél le tomólamanoyse laacercóa los

labios.—Nohaydequé.Ruth sonrióalver elgesto,y luego se recostóenel asientomientras se

adentrabanenlosaparcamientosdelestudio.Alguienhabíahechounintentopocoentusiastade retirar lanieve,yLindsaycomprendióde inmediatoquedebíandehabersidolosniñosdelbarrio.

—Ahíhayalguien—comentóRuthalverelsofisticadococheextranjeroestacionadoenelaparcamiento.

Lindsay apartó ausentemente la mirada de Seth mientras él detenía elvehículo.

—Mepreguntoquién…—seinterrumpióbruscamentemientrassusojosseabríandeparenpar.Meneólacabeza,seguradeestarenunerror,peroseapeólentamentedelcoche.

Unhombreconabrigonegroysombrerodepielavanzódesde lapuertadelestudiohaciaella.Lindsaysupoquenosehabíaequivocado.

—¡Nikolai!—corrióporlanievemientrasgritabasunombre.Soloviounatisboborrosodesucaramientrasselanzabahaciasusbrazos.Losrecuerdoslaasaltaron.

Él ya la había abrazado antes. Era el príncipe de su Giselle, el DonQuijotedesuDulcinea,elRomeodesuJulieta.Lindsaylohabíaamadocontodalaintensidadquepermitíalaamistad;lohabíaodiadoconlasanapasióndelarivalidadentreartistas;habíaadoradosutalentoysehabíadesesperadoconsugenio.Mientraslaabrazaba,todoaquelloquehabíancompartido,todoloqueellahabíasentidoensusañosenlacompañía,volvióasumemoria.Laoleadafuedemasiadorápidaeintensa.Llorando,seaferróaél.

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Nickserio,retirándoladesíparadarleunefusivobeso.Estabademasiadoabsortoensuamigacomoparaoírel«Davidov»susurradoadmirativamenteporRuth,ocomoparaverelintensoescrutiniodeSeth.

—Hola,ptichka,pajarillomío—suvozerapoderosa,conunfuerteacentoruso.

Lindsaysolopudomenearlacabezayhundirelrostroensuhombro.Aquel reencuentro inesperadohabíarevueltosusemocionesyadeporsí

alteradas.Noobstante,cuandoNicklaapartónuevamentedesí,ellapercibióa través de su visión empañada que seguía siendo el mismo de siempre.Aunque tenía cara de niño inocente, contaba chistes picantes y sabía decirtacosencincoidiomas.Teníalosojosazules,delargaspestañas,yloslabioscarnosos y románticos. Los dos hoyuelos que se le formaban al sonreír leconferíanunencantoespecial.Supeloerarubioceniza,espesoyrizado.Solíallevarlo alborotado. Medía un metro ochenta, lo cual lo convertía en uncompañerodedanzaidóneoparaunabailarinadesuestatura.

—Ay, Nick, no has cambiado nada —Lindsay le acarició la cara conambasmanos—.Mealegra,mealegramuchísimoquesigasigual.

—Perotúsíhascambiado,ptichka—unaintensasonrisailuminóelrostrodeNick—.Aúnsiguessiendomipajarillo,pero¿cómoesposiblequeestésaúnmásbellaqueantes?

—Nick —las lágrimas de Lindsay se mezclaron con su risa—, te heechadomuchodemenos—lebesólasmejillas,yluegolaboca—.¿Quéestáshaciendoaquí?

—Noestabasentucasa,poresohevenido—seencogiódehombrosantela obviedad—. Te dije que vendría en enero. Pero me he adelantado unpoquito.

—¿HasconducidodesdeNuevaYorkconestanevada?Nikolairespiróhondoymiróasualrededor.—TuConnecticutmerecordóaRusia.Megustaelolordelanieve—sus

ojosseposaronenSethyRuth—.Tusmodalessonlamentables,ptichka—dijosuavemente.

—¡Oh, lo sientomucho!Me he sorprendido tanto, que…—Lindsay sesintióazoradayseenjugólaslágrimasconeldorsodelamano—.Seth,Ruth,ospresentoaNickDavidov.Nicky,SethyRuthBannion.Eslabailarinadelaquetehehablado.

Ruth se quedó mirándola. En ese momento, se convirtió en la esclavavoluntariadeLindsay.

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—EsunplacerconoceralosamigosdeLindsay—dijoNickestrechandolamano de Seth. Una pequeña línea se dibujó en su entrecejomientras loestudiaba—.¿NoseráustedporcasualidadBannion,elarquitecto?

Seth asintió con la cabeza mientras Lindsay observaba cómo amboshombressemedíanmutuamente.

—Sí.Nicksonriócomplacido.—Ah,acabodecomprarunacasadiseñadaporustedenCalifornia.Está

enlaplayaytienetantasventanasqueparecequeelmarestédentrodelsalón.Quéefusivoera,sedijoLindsay.TandistintodeSeth…Y,sinembargo,

enmuchosaspectoslerecordabaaél.—Meacuerdodeesacasa—admitióSeth—.¿EstáenMalibú?—¡Sí,sí,enMalibú!—ostensiblementesatisfecho,Nicksonriódenuevo

—. Me dijeron, en tono reverente, que era una de las primeras obras deBannion,comosillevaraustedmuchotiempofallecido.

Seth sonrió; era el efecto que Nick provocaba, invariablemente, en laspersonas.

—Cuantomayorsealareverencia,mayoreselvalorenelmercado.Nikolaiseriobulliciosamente,perohabíavistolaexpresióndelosojosde

Lindsay mientras ella miraba a Seth. «Así que en esa dirección sopla elviento»,sedijo.

—Yestaeslabailarinaquequeríasenviarme—desviósuatenciónhaciaRuth,tomandosusmanos.Vioaunachicamenuda,hermosaymorena,quetemblaba como una hoja. Su rostro ofrecería un aspecto adecuadamenteexóticoconunmínimodemaquillajeylailuminaciónapropiada.Suestaturaeraperfecta.

—Señor Davidov—Ruth luchó para no tartamudear. Para ella, NikolaiDavidoveraunaleyenda,unafiguramásgrandequelavidamisma.Estarasulado, tocando sus manos, parecía imposible. El placer que sentía eraabrumador.

Élleacariciólasmanos,dirigiéndoleunasonrisapersonal.—Debes decirme si los modales de Lindsay son siempre tan horribles.

¿Durantecuántotiemposueletenerasusamigosenlacalle,conelfrío?—¡Oh, maldición! —Lindsay buscó atropelladamente las llaves—. Me

dejasestupefactaapareciendoderepente,yluegoesperasquemecomportedeforma racional —abrió la puerta principal—. Tenía razón —le dijo porencimadelhombro—,nohascambiadonada.

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Nikolaiavanzóhastaelcentrodelahabitaciónsindecirnada.Sequitólosguantesy sediogolpecitosconellosen lapalmamientras inspeccionabaelestudio.

—Muy bien—decidió—. Has hecho un buen trabajo, ptichka. ¿Tienesbuenosalumnos?

—Sí—LindsaysonrióaRuth—.Tengobuenosalumnos.—¿Has encontrado ya a alguien que se ocupe de la academia cuando

vuelvasaNuevaYork?—Nick —Lindsay, que se estaba desabrochando el abrigo, se quedó

inmóvil—.Todavíanoheaccedidoavolver.—Eso es una bobada—Nick restó importancia a la respuesta haciendo

girarlamuñeca.EraungestoqueLindsayrecordabamuybien.Siseiniciarauna discusión en ese momento, sería brusca y acalorada—. Debo estar devuelta dentro de dos días. Dirijo El cascanueces. Y en enero empezaré amontar mi ballet —se despojó del abrigo mientras hablaba. Llevaba unsencillo chándal gris y tenía un aspecto magnífico, a juicio de Ruth—.ContigocomomiAriel,notengoningunadudadequeseráunéxito.

—Nick…—Peroantesquisieravertebailar—dijoélacallandosuprotesta—,para

asegurarmedequenotehasoxidado.—¿Oxidado?—indignada,Lindsaydejóelabrigoenunasilla—.Antesde

queyomeoxide,Davidov,tededicarásaescribirlibrosdemodismosrusos.—Esohabráqueverlo—Nick segiróhaciaSethmientras sequitaba el

sombrero—.Dígame,señorBannion,¿conocebienamiptichka?SethdesviólosojoshaciaLindsay,mirándolahastaqueellaseruborizó.—Bastantebien—volvióamiraraNikolai—.¿Porqué?—Quizá usted pueda decirme si ha mantenido sus músculos tan

ejercitados como su temperamento. Es importante saber durante cuántotiempotendréqueusarellátigoparaquesepongaenforma.

—¡El látigo! ¡Paraquemepongaen forma!—saberqueNick la estabaprovocando aposta no impidió que Lindsay cayera en la trampa—. Nonecesitoquenitúninadiemedéconunlátigoparaestarenforma.

—Muybien—Nickasintiómientrasbajabalamiradahastasuspies—.Enesecaso,necesitasunasmallasyunaszapatillas.

Lindsaysediomediavueltaysedirigióalaoficina.Echandohumo,entróycerródandounportazo.NicksonrióburlonamenteaSethyaRuth.

—Laconoceustedmuybien—comentóSeth.Nikolaidejóescaparunarisita.

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—Tanto como a mí mismo. Somos muy parecidos —rebuscó en elbolsillodesuabrigoysacóunaszapatillasdeballet.Luegosesentóenunasilla para ponérselas—. ¿Hace mucho que la conoce? —sabía que estabasiendoindiscretoycomprendió,porelmodoenqueSetharqueabalascejas,quesudescaronohabíapasadoinadvertido.

«Es un hombre reservado y celoso de su intimidad», se dijo. «PeroLindsayocupasuspensamientos».

Si era ese hombre quien impedía queLindsay retomara su profesión, éldeseabasaberloparaconocersusmotivos.SospechabaqueSethBannionnoera precisamente fácil de entender. Sabía que las complicaciones atraían aLindsay.

—Unoscuantosmeses—contestóSethfinalmente.Elartistaquellevabadentroaprecióelextraordinarioatractivofísicodelbailarín.Susensiblerostroconteníalapicardíajustacomoparanoresultarinocente.Eraelrostrodeunpríncipedecuentodehadas.Unrostroquecautivaba.

Seth se metió las manos en los bolsillos. También él sintió deseos deentenderalhombrequeteníaantesí.

—TrabajaronjuntosdurantealgúntiempoenNuevaYork,¿no?—No he tenido una compañeramejor en todami carrera—se limitó a

decir Nick—. Pero jamás he podido decirle tal cosa a mi ptichka. Trabajamejorcuandosuspasionesestánexcitadas.Ytienegrandespasiones—sonriómientrasselevantaba—.Comolosrusos.

Lindsay regresó a la habitación con unas mallas negras, calentadoresblancosyzapatillasdedanza.Seguíaconelmentónalzado.

—Hasganadoalgodepeso—comentóNikolaimientrasestudiabaconojocríticosuesbeltafigura.

—Pesocuarentaysietekilos—dijoellaaladefensiva.—Tendrás que perder un par de kilos —contestó Nick mientras se

acercabaalabarra—.Soybailarín,nolevantadordepesas—ejecutóunpliémientrasellaconteníaelaliento,furiosa.

—Yanotengoquemorirmedehambreporti,Nick.—Olvidasqueahorasoyeldirector—éllesonrióinsulsamenteysiguió

calentando.—Ytúolvidasqueyanoestoyenlacompañía—repusoella.—Una simple cuestión de papeleo—Nick le hizo un gesto para que se

unieraaél.—Osdejaremosa solas—dijoSeth,yLindsay segiróhaciaél.Nikolai

reparóenelcontactodelosojosdeambos.«Lamiradadeesehombrenodeja

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traslucirnadadesussentimientos»,sedijo—.Paraquetengáisintimidad—añadióSeth.

—Porfavor—NikolaiseadelantóalarespuestadeLindsay—.Quédense.—Sí,Nicknuncahapodidoactuarsinpúblico—ellasonrió,alargandola

manoparatocarladeSeth—.Noosvayáis.—Por favor, tío Seth—embelesada por la posibilidad de ver a sus dos

artistas favoritos actuar improvisadamente, Ruth se aferró a su brazo. Laexcitaciónoscurecíasusojos.

Sethtitubeó.MiróaLindsay,largayprofundamente.—Estábien.Laformalidadhabíavueltoasutono,cosaqueaellaleangustiaba.¿Por

qué,sedijomientrasseacercabaaNikolai,lesresultabatandifícilacercarseelunoalotro?EntablóconNickunaconversacióncasualmientrasrelajabaycalentaba los músculos, y el bailarín notó que sus ojos se desviabancontinuamentehaciaelreflejodeSethenelespejo.

—¿Cuánto tiempo hace que lo amas?—murmuróNick con un tono devozquesoloLindsaypudooír.Ellaalzólosojosrápidamente—.Nuncahaspodido ocultarme nada, ptichka. Un amigo suele ver las cosas con másclaridadqueunamante.

—No losé—Lindsaysuspiró—.Aveces tengo la sensacióndehaberloamadodesdesiempre.

—Tus ojos parecen tristes —Nick impidió que retirase la miradacolocándoleunamanoenlamejilla—.¿Tantristeeselamor,pajarillomío?

Lindsaymeneólacabeza,tratandodesuperarsuestadodeánimo.—¿Cómopuedepreguntaresounruso?Sesuponequeelamordebeser

triste,¿no?—EstonoesChekhov,ptichka—trasdarleunapalmaditaenlamejilla,se

acercó al reproductor de CD—. Quizá Shakespeare te vaya bien—alzó lamiradadelosCDqueestabainspeccionando—.¿RecuerdaselpasdedeuxdeRomeoyJulieta?

LosojosdeLindsaysesuavizaron.—Claroquesí.Loensayamoshastalasaciedad.Memasajeabaslospies

cuando tenía calambres, y me tirabas toallas sudadas cuando fallaba algúnsauté.

—Tienesbuenamemoria—Nick insertóelCDyprogramó la selección—. Ven, pues. Baila conmigo, ptichka, por los viejos y por los nuevostiempos—letendiólamano.Hubomagiaenelmomentoenqueseunieron.

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Susdedossetocaron,yluegosesepararon.Lindsaylosintióalinstante:lajuventud,laesperanza,laemociónconmovedoradelprimeramor.Suspasoseran instintivos. Fluían con la música, siguiendo con soltura los de Nick.Cuandoéllaalzóporprimeravez,sesintiócomosisehubieseperdidoparasiempreenlamúsica,enlaemoción.

Ruthlosobservabasinatreversecasiarespirar.Aunqueladanzaparecíaengañosamente simple, su formación le permitía valorar en su justamedidasus complejidades y dificultades. Era romance en su forma más pura: unhombreyunamujerirresistiblementeatraídoselunohaciaelotro,sondeandolas aguas del nuevo amor. La música vibraba con la emoción de un amorprofundoycondenado.BrillabaconintensidadenlosojosdeLindsaycuandomiraba a Davidov. Ahora nomostraba el descaro provocador de Dulcinea,sinolasvulnerabilidadesdeunajovenenamoradaporprimeravez.Ycuandosearrodillaronenelsuelo,ylasyemasdelosdedosdeunobuscaronlasdelotro,notóqueelcorazóncasileestallabaconlagloriadelmomento.

Durante varios segundos después de que la música terminara, losbailarinespermanecieroninmóviles,losojosdeunofijosenlosdelotro,losdedos rozándose apenas. Luego Davidov sonrió y, acercándose más aLindsay,laapretócontrasí.Ellatemblabaligeramentebajosuspalmas.

—Parece que no te has oxidado, después de todo, ptichka. Vuelveconmigo.Tenecesito.

—Oh,Nick—extenuada,Lindsayrecostólacabezaensuhombro.Habíaolvidadolaprofundidaddelplacerqueexperimentabacuandobailabaconél.Y, sin embargo, la propia esencia de la danza había intensificado sussentimientoshaciaSeth.

Sipudieravolveralacasaaisladaporlanieve,olvidarsedelmundosalvode él, lo habría hecho ciegamente. Su mente casi parecía drogada por losdeseosylasdudas.SeaferróaNickcomosifueseunancla.

—No lo ha hecho tan mal—dijo Nikolai sonriendo burlón a Seth y aRuth.

—Ha estado maravillosa —respondió Ruth con voz trémula por laemoción—.Losdoshanestadomaravillosos.¿Verdadquesí,tíoSeth?

Lentamente,Lindsayalzólacabeza.CuandomiróaSeth,lohizoconojosaúnimpregnadosdeamor.

—Sí—Seth la observaba, aunque no se atisbaba emoción alguna en susemblante—. Nunca había visto a dos personas moverse de una forma tanperfecta—selevantóyrecogiósuabrigo—.Hedeirme—colocólamanoen

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elhombrodeRuth,ylachicaemitióunmurmullodequeja—.AunquetalvezRuthpuedequedarse.Faltaunahoraoasíparasuclase.

—Sí,desdeluego—Lindsayseincorporó,sinsabercómohacerfrentealadistanciaqueahoraseinterponíaentreellos.Sucuerposeguíatemblando,preso de unas emociones que pertenecían a Seth—. Seth…—pronunció sunombre,incapazdedecirnadamás.

—Pasaré a recogerla esta noche—él desvió su atención hacia Nikolai,quepermanecíadepiejuntoaLindsay—.Hasidounplacerconocerlo,señorDavidov.

—Lomismodigo—respondióNikolai.PudopercibirlasvibracionesdelaangustiaqueexperimentabaLindsaycuandoSethempezóaalejarse.

Elladiounpasohaciaél,pero secontuvo.Aquellanochehabía sidosusueño;ladanza,sufantasía.Cerrólosojosconfuerzamientraslapuertadelestudiosecerrabatrasél.

—Lindsay —Nick le tocó el hombro, pero ella sacudió la cabezafuriosamente.

—No,porfavor.Debohacerunasllamadasdeteléfono—segiróycorrióhacialaoficina.

Nicksuspirómientraslapuertasecerraba.—Los bailarines somosmuy emocionales—comentó volviéndose hacia

Ruth.Losojosdela joveneranoscuros, jóvenesygrandes—.Enfin,venymuéstrameporquéLindsayqueríaenviarteconmigo.

Ruthsequedómirándolo,estupefacta.—¿Quiere… quiere que baile para usted? —sintió de repente que sus

miembrospesabancomoelplomo.Jamásseríacapazdelevantarlos.Nickasintió,repentinamenteserio.—Sí—susojossedesviaronhacialapuertacerradamientrasseacercaba

al reproductordeCD—.LedaremosaLindsayel tiempoquenecesitaparahaceresasllamadas,peronolodesperdiciaremos.Cámbiatedezapatos.

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Ruthnodabacréditoaloqueestabasucediendo.Mientrasseapresurabapara cambiarse las botas por las zapatillas de ballet, sentía los dedosentumecidoseincapacesdefuncionar.

Davidovqueríaverlabailar.Eraunsueño,estabaseguradeello.Setratabadeunafantasíatanantigua,

tan imposible, que estaba convencida de que en cualquier momento sedespertaríaensualtayconfortablecamadelacasadelacantilado.

PeroestabasentadaenlaacademiadeLindsay.Paratranquilizarse,pusoasumenteatrabajarfrenéticamente,repasandotodoslospuntosdereferenciamientrassetirabadelasbotas.Allíestabalalargaeinevitableparedcubiertasdeespejos;elsuelobrillante,siempre inmaculado,demadera.Sefijóen lasconocidaspartiturasamontonadassobreelpiano,losCDdiseminadosporlaestantería.LaplantaqueLindsaycuidabacontantoesmerodescansabafrentealaventana.Ruthvioquesehabíamarchitadootrahoja.Podíaoírelzumbidodelcalefactor,queestabaencendido.Elventiladordelaparatoemitíaunsuaverunrún.

Noeraunsueño,sedijo.Eralarealidad.Conmanostemblorosas,sepusosus zapatillas de ballet favoritas. Luego se levantó, atreviéndose por fin amiraraNickDavidov.

Debería tener un aspecto poco distinguido ataviado con un sencillochándalgris, peronoera así.Ruth, apesarde su juventud, sabíaquehabíaciertos hombres que nunca ofrecían un aspecto corriente. Llamaban laatenciónsinesfuerzo.Eraalgomásquesufísicoosurostro,erasuaura.

Al verlo bailar conLindsay,Ruth se había sentido arrobada.No era unadolescenteRomeo,sinounhombredeveintiochoaños,quizáenlacúspidedesucarreracomobailarín.Sinembargo,Ruthsehabíacreídosuactuaciónporquehabía exudadouna tierna juventud, la sensacióndemaravillapropiadelprimeramor.Nadiepondríaen telade juicioningúnpapelqueDavidoveligierainterpretar.

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Ruthintentabaveralhombredetrásdelartista,peroledabamiedomirar.Aquella leyenda era muy importante para ella. Seguía siendo lo bastantejovencomoparadesearahéroesindestructibles.

Lo encontró extraordinariamente guapo, pero la exigencia que había ensusojosylalevetorsióndesunarizimpedíanquesurostrotuvieraunaspectosuave.Ruthsealegró,aunquenosabíaporqué.SoloalcanzabaaversuperfilmientrasinspeccionabalacoleccióndeCDdeLindsay.Teníaunaligeracapade sudor en la frente, testimonio del esfuerzo invertido en la danza queacababade ejecutar.Tenía el ceño fruncidoy, aunque estudiaba elCDqueteníaen lamano,Ruthsepreguntósi sumenteestaríapuestaenél.Parecíadistante,recluidoensupropiomundo.Sedijoquequizálasleyendasdebíanserasí:remotaseinaccesibles.

Pero Lindsay nunca lo había sido, reflexionó. Y tampoco Davidov alprincipio.Recordóquesehabíamostradoamigable.Lehabíasonreído.

«Quizá ya se ha olvidado de mí», pensó, sintiéndose estúpida einsignificante.«¿Porquéibaaquerervermebailar?».

Enderezólaespaldaconunasúbitapunzadadeorgullo.Nickselohabíapedido,recordó.O,dichoconmásexactitud,selohabíaordenado.

«Yseacordarádemícuandohayaterminadodebailar»,decidiómientrasseacercabaalabarraparacalentar.«Yalgúndía»,sedijomientrasadoptabalaprimeraposición,«bailaréconél,igualqueLindsay».

Sinhablar,DavidovsoltóelCDyempezóapasearseporelestudio.Susmovimientos eran similares a los de un animal enjaulado. Ruth perdió lasincronizaciónmientrasloobservabaasombrada.Sehabíaequivocado.Nickno se había olvidado de ella, sino que sus pensamientos se centraban en lamujer situada tras la puerta de la oficina. Odiaba la expresión de dolor ydesilusión que había visto en los ojos de Lindsay cuando ella había salidocorriendodelahabitación.

Quégamatanampliadeemocioneshabíadejadotraslucirsurostroenunasolatarde,sedijoNick.Habíadisfrutadocontemplandolasorprendidaalegríaque su amiga habíamanifestado al verlo fuera del estudio. Sus ojos habíanrebosadosentimiento.Dadoqueeraunhombreemocional,comprendíaalaspersonas emocionales. Admiraba la capacidad de Lindsay para hablar sinpalabras,paraexpresarsetanapasionadamente.

Sus sentimientos por Seth Bannion eran inconfundibles. Se habíapercatado de ello al instante. Y, aunque Seth era un hombre reservado,tambiénhabíasentidoalgoenél…unalevecorriente,semejanteaunligerosoplo en el aire. Pero Seth se había separado de Lindsay sin abrazarla, sin

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tocarla, sin dirigirle apenas una palabra. Nikolai pensó que jamáscomprenderíaalosreprimidosnorteamericanos,nisurenuenciaatocarselosunosalosotros.

Aunasí,sabíaqueaquellafríadespedidahabríalastimadoaLindsay,peronolahabíadestruido.Erademasiadofuerteparaeso.Habíaalgomás,estabaseguro,algomásprofundo.Susinstintosloapremiabanaatravesarlapuertadelaoficinaeinterrogarlasobreelproblema,perosabíaqueellanecesitabatiempo.Asíqueselodaría.

Y,además,estabalachica.SegiróparavercómoRuthcalentabaen labarra.El sol,quepenetraba

porlasventanas,sereflejabaenlosespejos.Resplandecíaentornoalachicamientras ella levantaba la pierna en un casi imposible ángulo de noventagrados.Lamantuvoasí,sinesfuerzo.

Nikolai frunció el ceño y entornó los ojos. Al verla afuera, le habíaparecido una chica encantadora, de facciones exóticas, con una buenaestructura ósea. Pero había visto a una chica que aún no había salido de laescuela;ahoraestabaviendoaunamujerhermosa.

Un efecto engañoso de la luz, se dijo dando un paso hacia ella. En suinteriorseagitóalgoqueNickreprimiórápidamente.

Ruthsemovió,yelángulodelsolcambió.Volvíaaserunajovencitadenuevo. La tensión que pesaba sobre los hombros de Nick se desvaneció.Meneó la cabeza, sonriendo sorprendido de su propia imaginación.Adoptando de nuevo un aire estrictamente profesional, se acercó paraseleccionarunCD.

—Ven—dijoentonoautoritario—.Sitúateenelcentrodelahabitación.Tedictarélacombinación.

Ruth tragó saliva, tratando de fingir que para ella era pan de cada díabailar delante de Nick Davidov. Sin embargo, descubrió que le resultabaimposible dar un solo paso. Nikolai sonrió, percibiendo súbitamente elnerviosismodelachica.

—Ven—repitióenuntonomásamable—.Nosueloromperleslaspiernasamisbailarinas.

Fue recompensado con una rápida y fugaz sonrisa.A continuación, ellaavanzóhasta el centrode la habitación.Él programó la seleccióndelCDyempezó.

Lindsay no se había equivocado. A Nick le bastaron unos cuantossegundos para darse cuenta; sin embargo, siguió dictando sus instruccionesconcalmay firmeza.Dehaberpodidoobservarlo,Ruthhabríapensadoque

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no estaba satisfecho. Su boca permanecía severamente rígida, y sus ojostenían una expresión insondable y críptica. Aquellos que lo conocían, ohabíantrabajadoconél,habríanreconocidosuinquebrantableconcentración.

El miedo inicial de Ruth había pasado. Estaba bailando, y dejó que lamúsicaseapoderasedeella.Unarabesque,unsoubresaut,unarápidayligeraserie de piruetas. Ofreció todo lo que él le pedía sin rechistar. Cuando lasinstruccionescesaron,Ruthsedetuvoyesperó.

NickseencaminóhaciaelreproductordeCDsindirigirunamiradaounasolapalabraaRuth.Buscórápidamenteentre losCDhastaencontrar loquebuscaba.

—El cascanueces. ¿Lindsay lo representa en Navidad? —era unaafirmaciónmásqueunapregunta,peroRuthlerespondió.

—Sí—dijoconvozfirmeyfuerte,sinrastroalgunodenervios.Ahoraeralabailarina,lamujerqueejercíaelcontrol.

—TúeresCarla—dijocontantaseguridad,queRuthpensóqueLindsaydebía de habérselo dicho. Nick le dictó rápidamente la combinación—.Muéstramequétallohaces—pidió,ycruzólosbrazos.

Dentrodelaoficina,Lindsaypermanecíasentadaensilencioantelamesa.LasinstruccionesqueNikolaidictabaaRuthseoíanclaramenteatravésdelapuerta,peroellaapenaslaspercibía.Sesentíaestupefactaporlaintensidaddesudolor.Yestenodejabadellegar…oleadatrasoleada.

HabíaestadoseguradequepodríasoportarelfinaldesuidilioconSeth,peronohabíaimaginadolomuchoqueledolería.

La horrible batalla con las lágrimas casi había terminado ya. Lindsaypodía sentir que su necesidad de derramarlas empezaba a remitir. Habíajurado,alentregarseaSeth,quejamássearrepentiríanilloraría.Lealiviabasaber que le quedarían los recuerdos una vez que el dolor pasara, unosrecuerdosdulcesypreciosos.

Habíahechobien lanzándoseasusbrazossinconfesarlesuamor,comohabía ansiado hacer.Habría sido insoportable para ambos.Demodo que lehabía facilitado las cosas aparentando no dar importancia al tiempo quehabíanpasadojuntos.Peronohabíaesperadoverlafrialdadolafacilidadconqueélhabíasalidodelestudio…ydesuvida.

Porunmomentohabíapensado,mientrassehallabaensucocinaoenelcoche, de camino al estudio, que quizá había hechomal, después de todo.Imaginaciones,sedijosacudiendolacabeza.Ilusiones.

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Lo que había habido entre ellos había sido maravilloso; pero se habíaacabado.Esoeraloqueellalehabíadicho,yloquetendríaquerecordar.

Seenderezó, tratandodesesperadamentedeactuarcon lamismafrialdadquehabíavistoen losojosdeSethcuandoélhabíasalidodelestudio.Perosus manos se crisparon cuando las emociones le atenazaron de nuevo lagarganta.

«¿Dejaré de amarlo alguna vez?», se preguntó con desesperación.«¿Podré?».

Susojossedesviaronhaciaelteléfono.Abriólamanoytocóelauricular.Ansiaba telefonearlo, solo para oír su voz. Ojalá pudiera oírle decir sunombre.Seguramentehabríamontonesdeexcusasquepodríanvaler.

«¡Idiota!», se recriminó, y cerró con fuerza los ojos. «Apenasha tenidotiempodeatravesarelpuebloyyaestásdispuestaahacerelridículo».

Selevantóyseacercóalaventana.Sehabíaformadohieloenlosbordesdeloscristales.Detrásdelaacademiahabíaunaaltayempinadacolinaquedesembocabaenunpequeñocampo.Másdeunadocenadeniñosjugabanyaentusiasmados con los trineos.Estabandemasiado lejos comopara que ellaoyeralosgritosylasrisasquedebíandereverberarenellímpidoaire.Perosípodíasentirlaexcitación,lalibertad.Habíaárbolesportodaspartes,cubiertosdenievequerelucíaalaintensaluzdelsol.

Los contempló durante largo rato. Un borrón rojo se deslizaba colinaabajo, y luego iniciaba un nuevo y trabajoso ascenso hasta la cima. Unaráfagaverdeseguíaacontinuación,soloparavolcarenmitaddeldescensoybajardandotumboshastaelfondo.Porunmomento,deseódesesperadamentesalir corriendo y unirse a aquellos niños. Deseaba sentir el frío y cortantecontacto de la nieve salpicándole en la cara, la vertiginosa tensión de lavelocidad.Deseaba realizar el largoy fatigosoviaje apiehasta la cima.Sesentíademasiadoaisladatrasloscristalesdelaventana.

«Lavidasigueadelante»,sedijo,apretandolafrentecontraelfríocristal.«Y, dado que no va a detenerse para mí, será mejor que yo también memueva.Nohayvueltaatrás,niesposibleignorarlosucedido.Hedeencararlodefrente».

Entonces,oyólaevocadoramúsicadeElcascanueces.«Yempezaréahoramismo».Sedirigióhacialapuerta,laabrióysalióalestudio.NiNikolainiRuthrepararonenellay,dadoquenoqueríainterrumpirlos,

se quedó donde estaba y observó a Ruth, quien, con una soñadora media

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sonrisa, se movía fácil y elegantemente bajo las órdenes de Nikolai. Él lamirabasinhacercomentarioalguno.

Nadiepodíasaber,ajuzgarporsuaspecto,quéeraloquepasabaporsucabeza,sedijoLindsay.

Formaba parte de su carácter mostrarse como un libro abierto y, unmomento después, parecer tan misterioso como la esfinge. Quizá por esoatraíaalasmujeres,pensóLindsay.Derepente,seleocurrióquenoeratandistinto de Seth. Pero no era en eso en lo que deseaba pensar en aquelmomento,demodoqueseconcentródenuevoenRuth.

¡Qué joven era! Poco más que una niña, a pesar de sus ojos sabios ytristes. Para ella debería haber solo bailes de instituto, partidos de fútbol ysuavesnochesdeverano. ¿Porquédebía ser tancomplicada lavidadeunachicadediecisieteaños?

Lindsaysepresionó lassienescon losdedos, tratandoderecordarcómoera ella cuando tenía esa edad. Ya estaba en Nueva York, y la vida erasencillaaunquemuy,muydura,ambascosaspor lamismarazón.Elballet.SeríalomismoparaRuth.

Continuóviéndolabailar.Algunaspersonas,sedijo,noestabandestinadasa llevar una vida fácil. Pensó en sí misma tanto como en Ruth. Algunaspersonasestabandestinadasallevarunavidadura,perolascompensacionespodían ser tan, tan dulces. Recordó la increíble euforia de bailar en elescenario,laculminacióndehorasdetrabajoydeensayos,larecompensaportodoeldolorylossacrificios.

Ruthtambiéntendríaesascompensaciones.Erasudestino.Lindsay dejó de lado la certeza de que, para conseguir lo que creía

convenienteparaella, tendríaqueenfrentarseasu tío.Ya tendría tiempodepensarenellodurantelassolitariasnochesquelaaguardaban.

Estabaseguradeque,transcurridosunosdías,podríasoportarlasituación,hacerfrenteasuspropiasemociones.

Cuando la música cesó, Ruth mantuvo la posición final durante variossegundos. Mientras bajaba los brazos, Nick no le habló. No le dio másinstruccionesni ledirigiócomentarioalguno, sinoquese limitóaapagarelCD.

Ruth, que respiraba sin resuello, se humedeció los labios.Ahora que ladanzahabía terminadoypodíarelajarsuconcentración, lasdemáspartesdesu cuerpo se tensaron. Los dedos, que se habíanmovido con una soberbiagracilidadduranteladanza,comenzaronatemblarle.

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«Creequesoynefasta,yasímelodirá»,pensó.«Sentirálástimademíymediráalgotranquilizadoryamable».

Ambasalternativaseranigualmenteaterradorasparaella.Unadocenadepreguntasacudierona sumente.Deseóposeerel corajepara formularlasenvoz alta, pero solopudo aferrarse lamano con fuerza.Era como si toda suvida pendiera de un hilo en aquelmomento, en espera de la opinión de unsolohombre,delaspalabrasdeunsolohombre.

Davidovlamiróderepente.Laintensidaddesumiradaleaterrorizóporunmomento,yseaferró lasmanosmás fuertementeaún.Luego lamáscaradesaparecióyNicklesonrió.Ruthsintióqueelcorazónseleparaba.

«Yavienen»,sedijoaturdida.Aquellaspalabrasamablesyterribles.—Señor Davidov—comenzó a decir, deseando detenerlo antes de que

empezaseahablar.Preferíaunarespuestarápidaypronta.—Lindsay tenía razón —la interrumpió él—. Cuando vayas a Nueva

York,irásconmigo.—¿Con usted?—repitió Ruth estúpidamente, insegura de haberlo oído

correctamente,sinatreverseacreerlo.—Sí,sí,conmigo—aNikolaiparecióhacerlegracialareaccióndeRuth

—.Séunpocodedanza.—Oh, señorDavidov,noha sidomi intención…—Ruthseacercóaél,

movida por una horrorizada angustia—. Quería decir que… bueno, soloque…

Nikolailetomólasmanosparaacallarsuinconexaexplicación.—Quégrandessontusojoscuandotesientesconfundida—dijo,dándole

unligeroapretón—.Aúnmefaltamuchoporver,desdeluego—lesoltólasmanosparatomarlelabarbillaeinicióunimpasibleescrutiniodesurostro—.Cómobailasenpointe—prosiguió—.Cómobailasconuncompañero.Peroloquehevistoesbueno.

Ruth se había quedado sin habla. El adjetivo «bueno», proviniendo deDavidov,eraelmayordeloselogios.

Lindsay avanzó hacia ellos, y Nikolai interrumpió el escrutinio delsemblantedeRuth.

—¿Ptichka?—soltólabarbilladelachicayseacercóaLindsay.En los ojos deLindsaynohabía lágrimasni rastro algunode irritación,

perosusemblanteestabapálido.Losdedosdeambosseentrelazaron,yNicknotóquelosdeLindsayestabanfríos.Colocósobreellossuotramano,comosiquisieracalentarlos.

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—Asíqueestássatisfechoconmimejoralumna—enlosojosdeLindsayseatisbólamáslevedelasseñales,queindicabaquenodebíanhablarenesemomentodelosucedido.

—¿Acasodudabasqueloestaría?—respondióél.—Yono—LindsaysegiróhaciaRuth—.Peroestoyseguradequeellasí

—miró de nuevo aNick con una sonrisa burlona—.Eres tan amedrentadorcomotureputación,NikolaiDavidov.

—Tonterías—seencogiódehombros,restandoimportanciaalaopinióndeLindsay,ysonrióaRuth—.Sitengoelcarácterdeunangelito.

—Conquédulzuramientes—dijoLindsaysuavemente—.Comosiempre.Élsimplementeselimitóasonreírylabesólamano.—Espartedemiencanto.SuconsueloysuamistadmitigabaneldolordeLindsay.Agradecida,se

llevósumanoalamejilla.—Me alegro de que estés aquí—seguidamente, soltándole lamano, se

acercóaRuth—.Te sentaríabienuna tazade té—sugirió,perocontuvoelimpulsodetocarelhombrodelachica.Aúnnoestabaseguradequeelgestofuesebienvenido—.Porque,si lamemorianomefalla,pordentrodebesdeestarcomounflan.Esomepasóamílaprimeravezquebailédelantedeél,yesoquenoeralaleyendaqueesahora.

—Yosiemprehesidounaleyenda,ptichka—lacorrigióNikolai—.Ruthsimplementeestámejorformadaenlaescueladelrespetodeloqueloestabastú. A esta —le dijo a Ruth, señalando a Lindsay con el dedo— le gustadiscutir.

Ruthdejóescaparunarisitaaliviadaeincrédula.¿Podíatodoaquelloestarpasando en realidad?, se preguntó. ¿De veras estaba allí con Dunne yDavidov,siendotratadacomounaprofesional?MiróaLindsayalosojos,yvioenelloscomprensiónyunlevísimoasomodetristeza.

«TíoSeth»,recordódepronto,avergonzadadehabersecentradotantoensímisma.RecordóloabatidaquehabíaparecidoLindsaycuandoeltíoSethhabíacerradolapuertadelestudiotrasdesí.Tímidamente,alargóunamanoytocóladesumaestra.

—Sí,porfavor,megustaríatomarunatazadeté.—¿Téruso?—inquirióNikolaidesdeelotroextremodelahabitación.Lindsaylesonriósinmalicia.—Deescaramujo.Élhizounamueca.—¿Quétalunpocodevodka,entonces?

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—Noesperaba aningunacelebridad rusa—sedisculpóconuna sonrisa—.Esposiblequetengaporahíunpocodesodalight.

—El té irá bien —Nick estaba observándola de nuevo, y Lindsaycomprendióque suspensamientos sehabíanapartadode la conversación—.Luegoteinvitaréacenaryhablaremos—hizounapausaalverquelomirabaconrecelo—.Comoenlosviejostiempos,ptichka—añadióentonoinocente—.Tenemosmuchascosasquecontarnos,¿no?

—Sí—convinoLindsayconcautela—.Muchascosas—hizoademándevolveralaoficinaparaprepararelté,peroRuthladetuvo.

—Yoloharé—sugirió,sabedoradequepodríanhablarconmáslibertadsi ella no estaba delante—. Sé dónde está todo —se alejó como unaexhalaciónantesdequeLindsaypudieraaceptarodeclinarsuofrecimiento.

Nikolai sacó de su carátula un CD elegido al azar y lo insertó en elreproductor. El tranquilo Romance de Chopin era más que suficiente paragarantizarunaconversaciónmásprivada.

—Unachicaencantadora—dijo—.Tefelicitoportubuengusto.Lindsay sonrió, mirando de soslayo la puerta que Ruth había dejado

entreabierta.—Trabajará aún más duramente después de lo que le has dicho. La

introducirás en la compañía, Nick—empezó a decir, súbitamente ansiosa,deseandosellarlafelicidaddeRuth—.Ella…

—Noesunadecisiónquepuedatomarseenunmomento—lainterrumpióél—.Nidependesolodemí.

—Oh, lo sé, lo sé —dijo Lindsay con impaciencia, y luego le agarróambas manos—. No seas tan lógico, Nick, dime lo que sientes, lo que elcorazóntedice.

—MicorazónmedicequedeberíasvolveraNuevaYork—Nicksostuvosusdedosconfuerzacuandoellahizoelgestoderetirarlos—.Micorazónmedicequeestásdolidayconfusa,yquesiguessiendounadelasbailarinasmásexquisitasconlasqueheformadopareja.

—EstábamoshablandodeRuth.—TúestabashablandodeRuth—repusoél—.Ptichka—elsonidosereno

desuvozhizoqueLindsayvolvieraamirarloalosojos—.Tenecesito—dijosimplemente.

—Oh,no—Lindsaymeneólacabezaycerrólosojos—.Noesunapeleajusta.

—¿Justa, Lindsay?—Nick le dio un rápido zarandeo—.Lo bueno o lomalono siempre es justo.Mírame,vamos—ellaobedeció,dejandoque los

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profundos ojos azules deNickmiraran profundamente en los suyos—. Esearquitecto…—empezóadecirél.

—No—seapresuróaprotestarella—.Ahora,no.Todavía,no.Volvía a tener un aspecto pálido y vulnerable, y Nikolai alzó la mano

hastasumejilla.—Está bien. Solo te preguntaré una cosa. ¿Crees que yo querría que

volvierasalacompañía,einterpretaraselpapelmásimportantedemiprimerballet,situvieraalgunadudasobretutalento?—ellaempezóahablar,perolaacallóenarcandounaceja—.Antesdehablarde sentimientosydeamistad,piénsatelo.

Respirando hondo, Lindsay se separó de él y se dirigió hacia la barra.Conocía a Nikolai Davidov y sabía de su completo egoísmo en lo querespectaba a la danza. Podía ser generoso, desprendido y encantadoramentedesinteresadocomopersona.Cuandoquería.Peroen lo referentea ladanzaeraunprofesionalestricto.Elballetocupabalamayorpartedesucorazón.

Lindsay se frotó la nuca, sintiendo tensión de nuevo. Eran demasiadascosasparapensarenellasalavez,parahacerlesfrentealavez.

—Nolosé—murmuró.Nadaparecía tanclaroo tanciertocomocuatrohoras antes. Girándose hacia Nick, tendió ambas manos, con las palmasvueltashaciaarriba—.Sencillamente,nolosé.

Cuandoélseacercó,ellairguióelrostro.Nickpudoverqueenélseguíanmezclados el dolor y la confusión. El silbido estridente de la tetera ahogómomentáneamentelasnotasdeChopin.

—Yahablaremosmástarde—decidióNikolai,pasándoleunbrazoporlacintura—.Ahora,relájateantesdequeempiecenlasclases.

Atravesaron la habitación para reunirse con Ruth en la oficina.Deteniéndose,LindsayledioaNickunbesoenlamejilla.

—Mealegraqueestésaquí.—Bien—él le dio un abrazo a cambio—. Entonces, invítame a cenar

despuésdelasclases.

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El día después de Navidad, la nieve había formado montículos en losbordesdelacarretera.Gruesoscarámbanosdehielorelucíanenlosalerosdelas casas, mientras que una multitud de carámbanos más diminutos seaferrabanalasramasdelosárboles.Elaireerafríoycortante;elsol,débil.

Inquieta y más que aburrida,Mónica dio un paseo hasta el parque delpueblo.Eláreadeloscolumpiosaparecíaabandonadaytriste.Mónicaretirólanievedeuncolumpiodemaderaysesentó.Pateólanievedelsueloconlasbotasyempezóamecerse.EstabapreocupadaporLindsay.

Sehabíaproducidouncambio,uncambiodeciertamagnitud.Todohabíacomenzadojustodespuésdelaprimeranevadadelinvierno.

Nosabíasi sedebíaal tiempoqueLindsayhabíapasadoconSethen lacasa del acantilado, o a la visita de Nick Davidov. La depresión no era,sencillamente,unrasgocaracterísticoenella.Perohabíapasadoeltiempo,yladepresiónnodesaparecía.

Sepreguntósiera tansensiblealestadodeánimodesuamigadebidoaqueelsuyopropiotambiéneraincierto.

Se había sorprendido al comprender que su antiguo enamoramiento deAndysehabíaconvertidoenauténticoamor.Lohabíaveneradodesdeeldíaenquesehabíapresentadoensucasa,consuhermano,con lacamisetadelequipo de fútbol del instituto. Ella tenía diez años entonces, él quince.Irónicamente,sumayorobstáculohabíasidolapersonaaquiensesentíamásunida:Lindsay.

¿Cómonosedabacuentade lo locoqueAndyestabaporella?Seechóhacia atrás en el columpio, disfrutando del cosquilleo que sentía en elestómago conforme el cielo se desplazaba con su balanceo. Era de un azulpálido.¿PorquéAndynoselohabíadicho?

Empujóconmásfuerza.Durante los años en queLindsay había estado ausente deCliffside, ella

había sido una adolescente enamoriscada a quien Andy había tratado con

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amabilidad, con ausentes palmaditas en la cabeza. Desde el regreso deLindsay,Andynoparecíahabersedadocuentadequelahermanapequeñadesuamigohabíacrecido.Delmismomodo,pensóirritada,queLindsaynosehabíadadocuentadelossentimientosdeAndy.

—¡Hola!Mónicagiró la cabezay atisbó fugazmente la sonrisadeAndy antesde

que el columpio se precipitara hacia delante. Cuando retrocedió, la sonrisaseguíaallí.Mónicaclavólospiesenlatierraysedetuvopocoapoco.

—Hola—consiguió decirmientras Andy se estabilizaba en su línea devisión.

—Te has levantado temprano para ser sábado —comentó él, pasandoperezosamentelamanoporlacadenadelcolumpio—.¿QuétallaNavidad?

—Bueno…bien—Mónicasemaldijoytratódehablarconcoherencia—.Tútambiénhasmadrugado.

Élseencogiódehombrosysesentóenelcolumpio,asulado.Ellanotóqueelcorazónletemblaba.

—Me apetecía pasear —murmuró Andy—. ¿Sigues dando clases depiano?

Mónicaasintióconlacabeza.—Heoídoqueestabasampliandolafloristería.—Sí,heañadidounaseccióndeplantasdeinterior.Mónicaestudió lasmanos situadasen lascadenasdel columpio, juntoa

ella. Era asombroso que unas manos tan grandes y masculinas pudieranarreglarlasfloresconincreíbledelicadeza.Eranmanossuaves.

—¿Hoynoabres?—Abriréunrato,esta tarde—Andyencogiósusanchoshombros—.No

parece que haya nadie levantado, salvo tú y yo —giró la cabeza parasonreírle.

AMónicalediounvuelcoelcorazón.—Me…megustamadrugar—musitó.—Yamí.Sentíaquelaspalmasdelasmanosleardían,pesealfríodediciembre.Se

levantóparapasearseinquietaporeláreadeloscolumpios.—¿Nunca has pensado enmarcharte de Cliffside,Andy?—preguntó al

cabodeunbrevesilencio.—Claroquesí—éldejóelcolumpioparapasearconella—.Sobretodo

cuandoestoydeprimido.Perolaverdadesquenodeseoirme.Mónicaalzólosojosparamirarlo.

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—Yotampoco—golpeóconelpieunapelotaolvidada,semienterradaenlanieve.Seagachópararecogerla.Andyviocómoeldébilsoldel inviernobañabasucabello—.Meacuerdodecuandomihermanoytúpracticabaiseneljardíntrasero—lanzólapelotaconpocafuerza—.Avecesmelapasabais.

—Lo hacías bastante bien, para ser una chica—reconoció Andy, y seganó una mueca. Se rio, sintiéndose más animado que cuando habíacomenzado el paseo. Siempre se sentía bien en compañía deMónica. Ellavolvióalanzarlapelota,yéllaagarró—.¿Quieresquetelanceuna?

—Muy bien —Mónica se alejó con un pequeño trote por la nieve,recordandolosmovimientosquehabíapracticadoañosantes.

Andy retrocedió, y la pelota salió disparada hacia ella describiendo unarco.Perfectamentesituada,Mónicalaatrapó.

—Noestámal—gritóAndy—.Peronuncamarcarásuntanto.Mónicaseencajólapelotadebajodelbrazo.—Tú mírame—respondió al tiempo que echaba a correr por la nieve

apelmazada.Corriódirectamentehaciaélyluegoviróhacialaizquierdaantesdeque

pudiera atraparla. La agilidad de Mónica le sorprendió, pero Andy poseíabuenosreflejos.Segiróysiguiósuzigzagueantetrayectoria.Alcanzándola,selanzó sobre ella y la agarró por la cintura, haciéndola caer en el suelo.Aterrizaronsobrelanieveconungolpesordo.

Asustado,Andylediorápidamentelavuelta.Surostroseguíasonrosadodebajodelacapadenieve.

—¡Oh, vaya, lo siento, Mónica! ¿Te encuentras bien? —empezó asacudirlelanievedelasmejillas—.Lohicesinpensar.¿Tehelastimado?

Ella negó con la cabeza, pero aún no había recuperado el aliento lobastantecomoparahablar.Andyyacíasobreella,quitándolediligentementelanievedelacarayelpelo.Elalientodeambosformabanubecillasquesemezclaban.Mónicasonrióalversuhorrorizadapreocupación,y losojosdelosdosseencontraron.Andycedióalimpulsodedarleunsuaveyvacilantebesoenloslabios.

—¿Seguroqueestásbien?SusaboreramuchomásdulcedeloqueMónicahabíaimaginado.Volvió

apaladearlocuandoélbajólabocaporsegundavez.—¡Oh,Andy!—Mónica le rodeó el cuello con los brazos y rodó hasta

queélquedósituadodebajodeella.Elbesonotuvonadadesuavidadnidevacilación.

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AAndyselecolónieveporelcuellodeljersey,peroloignorómientrascolocabalamanoenlanucadeMónicaparaprolongarloinesperado.

—Tequiero—dijoellamientras suboca sedesplazabapor su rostro—.Tequierotanto…

Andy le acarició el cabello. Mónica no parecía pesar nada. Parecíadecididoapermanecer asípara siempremientras ella, con su suavidady suaroma,seaferrabaasucuello.

Finalmente, él se sentó, sin dejar de abrazarla, ymiró sus ojos oscuros,húmedosyhermosos.Volvióabesarla.

—Vayamos ami casa—le echó el brazo por los hombros para atraerlahaciasí.

LindsaypasóconelcochejuntoaAndyyMónica,yalzódistraídamenteunamanoparasaludarlos.Ningunodelosdoslavio.

Conlamenteplagadadepensamientos,siguióconduciendohacialacasadelacantilado.TeníaquehablarconSeth.Sentíaqueeltiemposelesestabaacabando,tantoaellacomoaRuth.Nadaparecíairbien…desdelatardeenquecesólaprimeranevadadelinvierno.

Sethhabíapartidocaside inmediatoparaNuevaZelandayhabíavueltopocos días antes de Navidad. No había escrito ni llamado. Si bien ella nohabíaesperadoquelohiciera,enelfondohabíadeseadolocontrario.

Elsentimientodeañoranzaleresultabadoloroso.Deseabavolveraestarcon él, revivir parte de la felicidad, parte de la intimidad que habíancompartido.

Sabía, sin embargo, que una vez que hablasen, podían quedar másdistanciados que nunca. Debía convencerlo, por todos losmedios posibles,para que dejaramarchar aRuth. Su última conversación conNick la habíapersuadidodequeeraelmomentodelucharporloqueeranecesarioparalachica,asícomodetomarunadecisióndefinitivasobresupropiavida.

QueríaqueRuthfueseaNuevaYorkconella.Tomólentamentelalargacurvadelcaminodeentrada,observandolacasa

conforme el camino se elevaba. Dado que el corazón le martilleaba en elpecho, se tomó un segundo extra para respirar profundamente después dedetenerelcoche.Noqueríahacerel ridículocuandovieseaSethdenuevo.Las oportunidades de Ruth dependían de que ella fuese lo bastante fuertecomoparaconvencerlodeloqueconveníaalamuchacha.

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Se apeó del coche, aferrando nerviosamente el bolso con ambasmanosmientrasseencaminabahacia lapuertaprincipal.Nopodíapermitirquesussentimientosporélestropearanloquehabíaidoahacer.

Elvientohizoquesusmejillassesonrojaran,locualagradeció.Sehabíatrenzado el cabello y se lo había recogido pulcramente para no despeinarseconelviento.Lacompostura,enaquellosmomentos,eravitalparaella.SabíaquelosrecuerdosdeloquehabíacompartidoconSethpermanecíanlatentesypodíanabrumarlaenelmomentoenqueentraseenlacasa.

Alzóunamanoenguantadayllamóaltimbre.Laespera,hastaqueWorthacudióaabrir,fuemisericordiosamentebreve.

Worthibavestidomásomenoscomosiempre,conuntrajeoscuroyunacorbatadeaspectoimpecable.Llevabalabarbaexquisitamentecuidadayunaexpresióninescrutableenelsemblante.

—Buenos días, señoritaDunne—no hubo nada en su voz que indicaracuriosidadanteaquellavisitatantemprana.

—Buenos días, señor Worth —Lindsay pudo evitar que sus manosretorcierannerviosamenteelbolso,peropartedesuansiedadsereflejóensusojos—.¿EstáSethencasa?

—Creo que está trabajando, señorita—Worth retrocedió educadamenteparafranquearle laentradaen lacalidezde lacasa—.Si tiene labondaddeesperarenlasala,iréaversiselopuedemolestarono.

—Sí, yo… por favor—Lindsay se mordió el labio mientras lo seguía.«Noempiecesabalbucear»,serecriminó.

—Me ocuparé de su abrigo, señorita —sugirió Worth mientras ellacruzabalapuertadelasala.

Lindsaysedespojódelabrigosindecirnada.Elfuegoestabaencendido.RecordócómohabíahechoelamorconSethallíporprimeravez,mientraslasllamascrepitabanyelrelojdelarepisamedíaeltiempoqueestabanpasandojuntos.

—¿Señorita?—¿Sí? Sí, lo siento —Lindsay se giró hacia Worth, repentinamente

conscientedequelehabíadichoalgo.—¿Leapeteceunatazadecafémientrasespera?—No, gracias—Lindsay se quitó los guantes y se acercó a la ventana.

DeseabarecuperarlacomposturaantesdequeSethsereunieraconella.Trasdejarlosguantesyelbolsoenlamesa,entrelazólosdedos.

Descubrió que le resultaba difícil esperar allí, en la habitación dondehabía entregado su amor a Seth por primera vez. Los recuerdos eran

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dolorosamenteíntimos.«Lasprioridades»,recordó.«Hedetenerpresentesmisprioridades».Enelcristaldelaventanapudoverelfantasmadesureflejo:loselegantes

pantalonesgrises,eljerseyburdeos.Parecíaserena,perosucompostura,igualquelamujerdelcristal,eraunespejismo.

—Lindsay.Ella se giró, creyéndose preparada. Al verlo de nuevo la invadió un

torrentedesentimientos.Peroelquepredominabaeraunaarrolladoraalegría.Sonrió,gozosa,yatravesólasalaparaacercarseaél.Susmanoslobuscaronsinvacilación.

—Seth.Me alegro tantísimo de verte—notó cómo las manos de él setensabansobrelassuyas.

Sethlassoltófinalmenteydijo:—Tienes buen aspecto—su tono era tan distante queLindsay tuvoque

lucharparareprimirlaspalabrasquetemblabanensulengua.—Gracias—Lindsaysevolvióycaminóhacialachimenea,necesitadade

calor—.Esperonohabertemolestado.—No—Sethpermaneciódondeestaba—.Nomehasmolestado,Lindsay.—¿FuetodobienenNuevaZelanda?—inquirióella,girándosedenuevo

haciaélconunasonrisamásreservada—.Imaginoqueallíelclimaseríamuydistinto.

—Unpoco—admitióél.Seacercóunpoco,peromantuvounadistanciaseguraentreambos—.Tendréquevolverporunascuantassemanasantesdefindeaño.Ruthmehadichoquehasvendidolacasa.

—Sí—Lindsay se tiródel cuellodel jersey,deseando tener algocon loqueocuparsusmanos—.Mehetrasladadoalaacademia.Todocambia,¿noes así?—vio que él inclinaba la cabeza paramanifestar su acuerdo—.Allítengobastantesitio,ylacasameresultabaterriblementevacíasinmimadre.AsíserámássencilloorganizarlotodocuandomevayaaNuevaYork…

—¿TevasaNuevaYork?—lainterrumpióbruscamente.Lindsayvioquefruncíaelentrecejo—.¿Cuándo?

—Elmesqueviene—ellasepaseóhastalaventana,incapazdequedarsequieta—. Nick empezará a montar el ballet para entonces. Al final,conseguimosllegaraunacuerdo.

—Comprendo —dijo Seth lentamente. Estudió la curva del cuello deLindsay hasta que ella se giró de nuevo hacia él—.Entonces, has decididovolver.

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—Parauna actuación—Lindsay sonrió, intentando fingir que se tratabadeunaconversacióncasual.Elcorazónlegolpeabaconfuerzalascostillas—.Televisarán la primera función. Dado que yo he sido la compañera másconocidadeNick,accedíacontribuircomoprimerabailarina.Elreencuentroatraerámáslaatención.

—Una actuación —musitó Seth. Se metió las manos en los bolsillosmientraslaobservaba—.¿Deverascreesquepodrásconformarteconeso?

—Claroquesí—Lindsay tratóderesponderconcalma—.Tengovariosmotivosparahacerlo.EsimportanteparaNick—suspiró.Losrayosdelsolsecolabanporlaventanaycaíansobresucabello—.Ytambiénloesparamí.

—¿Deseascomprobarsiaúnpuedesserunaestrella?Ellaenarcóunacejayesbozóunamediasonrisa.—No. Si tuviera ese ego, las cosas habrían sidomuy distintas desde el

principio.Eseaspectojamásmeimportódemasiado.Supongoqueporesomimadreyyonuncalogramosentendernos.

—¿Nocreesque eso cambiará cuandovuelvas a vivir en esemundodenuevo?—habíaenlavozdeSethundejeseveroquedesconcertabaaLindsay—.CuandobailasteconDavidovenlaacademia,expresastetodoloquehayenti.

—Sí,yasíescomodebeser—Lindsayrecorriópartedeladistanciaquelos separaba, deseando hacerlo entender—. Pero bailar y actuar no sonsiemprelamismacosa.Yoyatuveocasióndeactuar—lerecordó—.Deserelcentrodeatención.Yanolonecesito.

—Esoesfácildedecirahora.Peroteresultarámásdifícilcuandoseasdenuevoelcentrodeatención.

—No—Lindsaymeneólacabeza—.Tododependedemisrazonesparavolver—seacercóaél,acariciándoleeldorsode lamanocon losdedos—.¿Quieressabercuálesson?

Éllaestudiódurantelargosysilenciososmomentos,yluegoseapartódeella.

—No.Creoqueprefieronosaberlas—permaneciódecaraalfuego—.¿Ysiyotepidoquenovayas?

—¿Que no vaya?—en la voz de Lindsay se reflejaba su confusión. Seaproximóaélydescansólamanoensubrazo—.¿Yporquéibasapedirmeeso?

Sethsegiróentonces,ylosojosdeambosseencontraron.Élnolatocó.—Porqueestoyenamoradodetiynoquieroperderte.

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Lindsay abrió los ojos de par en par. Al instante se refugió entre susbrazos,aferrándoseaélcontodassusfuerzas.

—Bésame—pidió—.Antesdequemedespierte.Los labios de ambos se unieron movidos por una mutua necesidad,

saboreando y separándose para saborear de nuevo hasta que la bruscaintensidaddelansiasehuboaplacado.LindsayenterróelrostroenelhombrodeSeth,sinatreverseadarcréditoa loqueacababadeoír.Sintiócómolasmanos de Seth recorrían el suave tejido de su jersey y luego se deslizabandebajoparaacariciarlatersuradesupiel.

—Heañoradotantotocarte…—murmuróél—.Habíanochesenlasquenopodíapensarennadasalvoentupiel.

—Oh,Seth,nopuedocreerlo—Lindsayenredó losdedosen sucabellomientrasretirabaelrostrodesuhombro—.Dímelootravez.

Éllebesólasienantesdeatraerlahaciasí.—Tequiero.Lindsaysintiócómosucuerposerelajabamientraslooíasuspirar.—Nuncalehabíadichoesoaunamujer.—¿Nisiquieraaunacondesaitalianaoaunaactrizfrancesa?—lavozde

LindsaysonabaamortiguadacontraelcuellodeSeth.Él la apartó de sí lo suficiente para que sus ojos se encontraran, y la

mantuvoasí,mirándolaprofundaeintensamente.—Nadiemehatocadojamáscomotú.Podríadecirquemehepasadola

vidabuscandoaalguiencomotú,peronoseríacierto—sonrió,pasándolelasmanos por los brazos y enmarcando su rostro—. No sabía que existieraalguienasí.Fuisteunasorpresa.

—Es lo más bonito que me han dicho jamás —Lindsay se giró parabesarlelapalmadelamano—.Cuandocomprendíqueteamaba,sentímiedo,porqueellosignificabanecesitartetanto…—lomiró,ytodoloquevioensurostro la absorbió. Seth se había hecho dueño no solo de su corazón y sucuerpo, sino también de su mente. La intensidad del sentimiento eraasombrosa. De repente, se apretó contra él, con el pulso acelerado—.Abrázame—susurrócerrandolosojos—.Todavíatengomiedo.

Buscó la boca de Seth y el beso que siguió fue electrizante. Sesumergieronelunoenelotro tanprofundamentequeninguno fuecapazdevolver a salir a la superficie solo.Fueunbesodedependenciaabsoluta.Seabrazaron,entregándose.

—He estado en un sinvivir desde el día en que te fuiste del estudio—confesóLindsay.Las líneasdel rostrodeSethpedíanque lasexplorasecon

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lasyemasdelosdedos—.Todomeparecíamonótonoygris.—No pude quedarme. Tú habías dicho que lo sucedido entre nosotros

habíaestadobien.Queéramosdosadultosquesehabíansentidomutuamenteatraídos al encontrarse solos. Así de simple —Seth meneó la cabeza,apretándola contra sí posesivamente—. Eso me dolió. Yo te quería, tenecesitaba.Porprimeravezenmividanadaeratansimpleparamí.

—¿Nosabesvercuandoalguienmiente?—inquirióellasuavemente.—Nocuandomeenfrentoalhechodeestarenamorado.—Silohubierasabido…—Lindsaydejólafraseensuspensoyserecostó

ensupecho,escuchandoloslatidosdesucorazón.—Quisedecírtelo,peroentoncestevibailar.Tanexquisita,tanperfecta…

—Seth inhalósuaromadenuevo,abrazándola—.Loodiaba.Cadasegundoqueveíacómotealejabasdemí…

—No,Seth—ellalosilenciócolocandoundedosobresuslabios—.Noesasí.Noesasíenabsoluto.

—¿No?—él la agarró por los hombros, retirándola de sí—.Davidov teofrecíaunavidaquejamáspodríascompartirconmigo.Teofrecíaellugarquetecorrespondíaenelescenario.Medijequedebíahacerlocorrectoydejartemarchar.Ymehemantenidolejosdetitodasestassemanas.Perocuandotehevistoahí,depie,hecomprendidoquejamáspodríadejarteir.

—Nolocomprendes—dijoLindsayconojostristesysuplicantes—.Yoyanoquieroesavida,nimilugarenelescenario,aunquepudieratenerlo.Noesporesoporloquevoyaparticipareneseballet.

—Noquieroquetevayas—losdedosdeélsecerraronconfuerzasobresushombros—.Teestoypidiendoquenotevayas.

Ellaloobservóunmomento,conlosojossaturadosporlaemoción.—¿YsiyotepidoquenovayasaNuevaZelanda?Bruscamente,Sethlasoltóysealejódeella.—No es lomismo. Esmi trabajo.Dentro de unas semanas el proyecto

estaráfinalizadoyvolveré.Noesalgoquecondicionemivida…—cuandosegiródenuevohaciaLindsay, tenía lospuñosapretadosenel interiorde losbolsillos—.Dime, ¿habría sitio paramí y para nuestros hijos en tu vida sifueraslaprimerabailarinadelacompañía?

—Tal vez no—Lindsay se acercó a él, pero supo por sus ojos que nodebíatocarlo—.Peronuncaseréprimerabailarinadelacompañía.Aunquelodesearacontodomicorazón,yanoseríaposible.Ynolodeseo.¿Porquénopuedes entenderlo?Sencillamente, no lonecesito.Ni siquiera formaréparte

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de la compañía en esa actuación oficialmente. Actuaré como bailarinainvitada.

Esavezfueellaquiensealejó,demasiadoembargadaporlasemocionescomoparaquedarsequieta.

—DeseohacerloporNick,porqueesamigomío.Elvínculoquenosuneesmuyespecial.Ytambiénquierohacerlopormímisma.Asípodrécerraresecapítulo de mi vida con algo bello, y no con la muerte de mi padre; esimportanteparamí.Hedehacerlo,omelamentaréelrestodemivida.

Enmediodel silencio,un troncocambiódeposiciónydespidióchispascontralapantalladelachimenea.

—Demodoqueirás,apesardeloqueyosienta.Lindsaysegirólentamente,susojossecosydirectos.—Iré,ytepediréqueconfíesenmí.YquierollevarmeaRuth.—No —la respuesta de Seth fue inmediata y terminante—. Pides

demasiado.Pidesdemasiado,malditasea.—Noesdemasiado—repusoLindsay—.Escúchame.Nickseinteresópor

ella. La vio bailar; le hizo una prueba.Y la quiere en la compañía. Podríaintegrarseenelcorpsparaelverano,Seth.Nolaretengas.

—Nomehablesderetenerla…—laspalabrasdeSethconteníanunecodefuria—.Túmismamehas descrito la vida que llevaría, el dolor físico y laangustia emocional, las presiones, las exigencias. Es una niña. No necesitaeso.

—Sí,lonecesita—Lindsayvolvióaacercarseaél—.Noesunaniña,esunamujer joven,ynecesita todoesosivaaserbailarina.No tienesningúnderechoanegárselo,ylosabes.

—Tengotodoelderecho.Lindsayrespiróhondo,tratandodemantenerelcontrol.—Legalmenteesederechoseextinguirádentrodeunosmeses.Lapondrás

enlatesituradetenerqueenfrentarseatusdeseos.Sesentirátremendamentedesgraciada, y puede que ya sea demasiado tarde para ella. Davidov no seofreceaprepararacualquierbailarinajovenqueconoce.Ruthesespecial.

—¡No me hables de Ruth! —Seth alzó la voz, sorprendiéndola—. Hatardado casi un año en empezar a ser feliz de nuevo.No la empujaré a unmundodonde tengaque castigarsediariamente.Si eso es loque túquieres,adelante,ve.Nopuedodetenerte—laagarródelbrazoytiródeellahaciasí—.PeronovivirástucarreraindirectamenteatravésdeRuth.

ElcolordesapareciódelrostrodeLindsay.Susojosseabrierondeparenpar,azuleseincrédulos.

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—¿Esoesloquepiensasdemí?—susurró.—Noséquéesloquepiensodeti—elsemblantedeSethestabatanlleno

defuriacomofríoeldeella—.Noteentiendo.Nopuedoretenerteaquí;conamarte no basta. PeroRuth es otra cuestión.No volverás a vivir la fama atravésdeella,Lindsay.Tendrásquelucharparaconseguirlatúmisma.

—Suéltame,porfavor—esavezeraellalaqueconservabaelcontrolyeldominiode símisma.Aunqueestaba temblando, suvoz era completamenteserena.CuandoSethlasoltó,permanecióinmóvilunmomento,observándolo—.Todoloquetehedichohoyescierto.Todo.¿QuieresdecirleaWorthquetraigamiabrigo,por favor?Tengoclasesdentrodepoco—segiróhaciaelfuego, con la espaldamuy recta—.Creo que ya no tenemos nadamás quedecirnos.

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Seralumnaeramuydistintodesermaestra.Lamayoríadelasmujeresdela clase deLindsay eranmás jóvenesque ella; chicas, en realidad.Lasqueteníanentreveinticincoytreintaañosyabailabancomoprofesionales.

Lindsay trabajó muy duro. Los días eran muy largos, y hacían que lasnochesfueranmásfácilesdesoportar.Lasclasesylosensayosllenabansushoras.Compartíapisocondosmiembrosde la compañíaconquieneshabíatenido amistad en sus tiempos de profesional. Por las noches se dormíaprofundamente, aturdida por el cansancio. Por las mañanas, las clasesabsorbíansucuerpo.Susmúsculosyasehabíanfamiliarizadoconlosdoloresyloscalambrescuandoenerodiopasoafebrero.

Larutinaeraigualquehabíasidosiempre:imposible.El ventanal del estudio quedaba oscurecido por una tormenta de hielo,

peronadiepareciónotarlomientrasensayabanunapiezadelprimeractodelaArieldeDavidov.Lamúsicaeracomodecuentodehadas,yevocabavisionesde bosques oscuros y flores silvestres. Era allí donde el joven príncipeconocería a Ariel. El pas de deux era difícil, especialmente duro para laprotagonista femenina por sus combinaciones de soubresauts y jetés. Serequería invertir una gran cantidad de energía al tiempo que se ejecutabanmovimientos ligeros y etéreos. Hacia el final de la escena, Lindsay debíasaltarparaalejarsedeNikolai,girándoseenelaireparaaterrizarenelsuelovuelta hacia él, provocativamente. El aterrizaje fue vacilante, y tuvo queapoyar los dos pies en el suelo para evitar una caída. Nick maldijo convehemencia.

—Losiento—sedisculpó,sinrespiraciónporelesfuerzodeladanza.—¡Disculpas! —Nick enfatizó su ira haciendo girar la muñeca—. No

puedobailarconunadisculpa.LasdemásbailarinasdelasalamirabanaLindsaycongradosdiversosde

conmiseración. Todas ellas habían percibido el tono áspero deDavidov. Elpianistavolvióautomáticamentealprincipiodelasuite.

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Lindsaysentíaelcuerpodoloridotrasuncastigodedocehoras.—Mis pies apenas tocan el suelo durante el todo tercer acto—repuso.

Alguienlepasóunatoalla,yseenjugóelsudordelcuelloylafrente—.Notengoalas,Nick.

—Evidentemente.Le sorprendió que el sarcasmo de Nick le doliera. Normalmente la

enfurecía,yladiscusiónqueseguíaservíaparaaclararlascosas.Ahora,porelcontrario,sentíalanecesidaddedefenderse.

—Esmuydifícil—murmuró, colocándoseunmechónde cabello detrásdelaoreja.

—¡Difícil!—tronóél,cruzandolahabitaciónparasituarsedelantedeella—.Asíqueesdifícil…¿Tehetraídoparavertehacerunasimplepiruetaenelescenario? —tenía el cabello rizado empapado de sudor, y sus ojosdesprendíanfuego.

—Tú no me has traído —precisó Lindsay, pero su voz era trémula,desprovistadesufuerzahabitual—.Yohevenido.

—Has venido, sí—Nick se giró con un ampuloso gesto—. Para bailarcomouncamionero.

ElsollozosurgiócondemasiadarapidezcomoparaqueLindsaypudiesereprimirlo.Consternada, se llevó lasmanos a la cara. Tuvo el tiempo justoparaverlaexpresiónatónitadeNickantesdesalircorriendodelahabitación.

Lindsay dejó que la puerta de los lavabos se cerrara tras de sí conestruendo. En el rincónmás alejado había un banco bajo. Se sentó en él ylloró como si fuera a partírsele el corazón. Incapaz de seguir soportándolo,dejó que el dolor brotara a borbotones. Sus sollozos reverberaron en lasparedes. Al sentir que un brazo la rodeaba, se giró hacia él, aceptando elconsuelociegamente.Necesitabaaalguien.

Nikolai la meció y la acarició hasta que la pasión de sus lágrimas fueremitiendo. Ella se acurrucó entre sus brazos como una niña y él la apretócontrasí,murmurandoenruso.

—Mipalomita—lebesólasienconternura—.Hesidocruel.—Sí —Lindsay utilizó la toalla que llevaba sobre los hombros para

enjugarse los ojos. Se sentía extenuada, vacía. Si el dolor seguía allí, elentumecimientoleimpedíasentirlo.

—Pero siempre solías contraatacar en estos casos —Nick le ladeó elmentón. Sus ojos aparecían húmedos y brillantes—. Somos muytemperamentales, ¿verdad?—sonrió, besándole las comisuras de la boca—.Yotegrito,túmegritas,yluegoseguimosbailando.

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Paraangustiadeambos,Lindsayenterróelrostroensuhombroyrompióallorardenuevo.

—No sé por qué actúo así—respiró hondo para calmarse—.Odio a lagentequesecomportadeestamanera.Essoloquetodomeresultaabsurdo.Avecespiensoquehanpasadotresañosynadahacambiado.PeroluegoveoachicascomoAllysonGray—sesorbiólanariz,pensandoenlabailarinaquelasustituiríaenelpapeldeAriel—.Tienedoceaños.

—Veinte—corrigióNick,dándolepalmaditasenlaespalda.—Hacequemesientacomosituvieracuarenta.Ylasclasessemehacen

muchomáslargasqueantes.—Loestáshaciendomagníficamentebien;ylosabes—Nicklaabrazóy

lebesóelcabello.—Mesientotorpe—dijoellaabatida—.Torpeysincoordinación.Nikolaisonriócontrasucabello,peromantuvountonodevozcompasivo.—Hasperdidoesostreskilos.—Tres kilos y medio —precisó Lindsay y, suspirando, se secó las

lágrimas otra vez—. ¿Quién tiene tiempo para comer? Seguro que seguirémenguandohastadesaparecer—echóunvistazoenderredoryabriólosojosdeparenpar—.Nick,nopuedesestaraquí.Eselaseodeseñoras.

—SoyDavidov—repusoélmajestuosamente—.Voyadondequiero.Esolahizoreír,ylobesó.—Mesientocomounaperfectaestúpida.Nuncamehabíaderrumbadoasí

enunensayo.—No es por nada de lo que hemos hablado —Nick la agarró por los

hombrosylamiróconsolemnidad—.Esporelarquitecto.—No—se apresuró a responder ella. Nick simplemente enarcó la ceja

izquierda—.Sí—Lindsaydejóescaparun largo suspiroycerró losojos—.Sí.

—¿Quiereshablardeelloahora?Lindsayabriólosojosyasintió.Seacomodóenlacurvadesuhombroy

dejóqueelsilencioseimpusieraunmomento.—Medijoquemeamaba—empezóadecir—.Yopensé:«Esloquehe

estadoesperandodurantetodamivida.Meama,ylavidaseráperfecta».Peroel amor no basta. Yo antes no lo sabía, pero así es. La comprensión, laconfianza…sinellas,elamoresunpuñocerrado.

Permaneció un momento en silencio, recordando con claridad cadainstantedesuúltimoencuentroconSeth.Nikolaiaguardóaquecontinuara.

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—Sethnosoportabalaideadequeyovolvieraparainterpretaresteballet.Nopodía,onoquería,entenderquedebíahacerlo.Noconfióenmícuandoledijequesoloseríaporestavez.Noquisocreerqueyonodeseaballevarestavidadenuevo,sinoconstruirunavidaasulado.Mepidióquenomefuera.

—Eso fue egoísta por su parte—afirmóNick.Miró la pared ceñudo yapretóaLindsaycontrasí—.Esunhombreegoísta.

Ellasonrió,pensandoenlofácilquehabíasidoparaNikolaiexigirlequevolviera.Alparecer,estabaatrapadaentredoshombresegoístas.

—Sí. Pero quizá haya algo de egoísmo en el amor. No lo sé—ahoraestaba más calmada, su respiración se había regularizado—. Si Seth mehubiesecreído,sihubiesecreídoqueyonopensabavolveraunavidade laqueélsevieraexcluido,quizáhabríamosllegadoaunacuerdo.

—¿Quizá?—TambiénestáRuth—unnuevopesopareciócernirsesobresucorazón

—.Nada de lo que le dije lo convenció para que la enviase aquí.Nopudehacerlecomprenderquelaestabaprivandodetodoloqueellaera,detodoloque podía llegar a ser. Tuvimos varias discusiones al respecto… la másviolentalaúltimavezquelovi.

Lindsaytragósaliva,notandoquepartedeldolorregresaba.—Seth la quieremuchoy se tomamuy en serio su responsabilidad con

ella.No quería que se enfrentara a las difíciles condiciones de este tipo devida. Cree que es demasiado joven, y… —se vio interrumpida por unamaldiciónen rusoque reconocióal instante.Aliviósuhumorunpoco,y serelajó contra Nick—. Tú ves las cosas de esa manera, naturalmente, peroalguienajenoaestemundolovedeotraforma.

—Solohayunaforma—empezóadecirél.—LadeDavidov—dijoella,adorándoloporsuperfectaconfianzaensí

mismo.—Naturalmente—convinoNick,aunqueLindsaypercibióelhumorensu

voz.—Una persona ajena a la danza puede discrepar —murmuró ella—.

ComprendolossentimientosdeSeth,yesolohacetodavíamásdifícilporque,peseaello,séqueellugardeRuthestáaquí.Sethopinaque…—semordióellabio inferior, recordando—. Cree que deseo utilizarla para proseguir micarreraatravésdeella.Esofuelopeordetodo.

Davidovpermaneciócalladodurantevariossegundos,digiriendo todo loqueLindsaylehabíacontadoysumándoloasuspropiasimpresionesrespectoaSethBannion.

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—Creoquedebíadesentirsemuydolidoparadecirtealgosemejante.—No he vuelto a verlo desde entonces. Ambos nos sentíamos muy

dolidoscuandonosseparamos.—Volverás en primavera, cuando tu trabajo haya terminado—Nick le

ladeóelrostro—.Entoncesvolverásaverlo.—Nolosé.Nosésiserécapaz—losojosdeLindsayreflejabantristeza

—. Quizá sea mejor dejar las cosas tal y como están, para no volver ahacernosdañomutuamente.

—Elamorhacedaño,ptichka—dijoNickencogiéndosedehombros—.Elballet tehacedaño,tuamantetehacedaño.Asíeslavida.Ahora,lávateesacara—añadióenérgicamente—.Eshoradevolverabailar.

Lindsayseobservóenlabarra.Estabasolaenunasaladeensayosituadaen el quinto piso de un edificio de Manhattan. En el reproductor de CDsonaba una lenta melodía a piano. Girándose, empezó a elevar la piernaderecha.Estaformóunalíneaperfectamenterecta.Conlamiradaclavadaensus propios ojos, en el espejo, hizo retroceder la pierna en una posición deattitude y luego se puso lentamente de puntillas. Mantuvo firmemente lapostura,negándoseadejarque losmúsculos le temblaran,y a continuaciónejecutó meticulosamente el movimiento contrario con la pierna. Repitió elejercicioconlapiernaizquierda.

Había transcurrido casi una semana desde que se había desmoronadodurante el ensayo. Desde entonces, utilizaba todas las noches la sala deensayo después de que los demás se hubieran ido. Una hora extra pararecordarleasucuerpoloqueseesperabadeél,unahoraextraparaimpedirquesuspensamientosderivaranhaciaSeth.

Glissade, assemble, changement, changement. Su mente ordenaba y sucuerpoobedecía.Enseissemanasactuaríaporprimeravezentresaños.Porúltimavezensuvida.Estaríapreparada.

Ejecutóungrandpliédolorosamentelento,conscientedecadaunodesustendones.Teníalamallaempapadaporelesfuerzo.Mientrasvolvíaaalzarse,unmovimientoenelespejorompiósuconcentración.Quisomaldecirenvozaltaporlainterrupción,peroentoncesfijólavista.

—¿Ruth?—segirójustocuandolachicacorríahaciaella.Envuelta en un apretado abrazo,Lindsay recordó la primera vez que se

habían visto. Había tocado el hombro de Ruth y ella había rechazado su

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contacto.Cuántohabíaprogresado,sedijomientrasledevolvíaelabrazocontodassusfuerzas.

—Dejaque temire—Lindsay se retirópara enmarcar su rostro.Lovioanimado, risueño, sus ojos oscuros y brillantes—. Tienes un aspectomagnífico.Magnífico.

—Teheechadodemenos.¡Teheechadomuchísimodemenos!—¿Qué estás haciendo aquí? —Lindsay tomó sus manos, mitigando

automáticamenteelfríoquehabíaenellas—.Seth.¿Sethhavenidocontigo?—llenadeesperanza,demiedo,miróhacialapuerta.

—No, está en casa —Ruth vio respondida la pregunta que albergaba.Lindsay seguía enamorada de él—. No le era posible ausentarse en estosmomentos.

—Comprendo—LindsayvolvióacentrarsuatenciónenRuthysonrió—.Pero¿cómohasvenido?¿Yparaqué?

—Hevenidoentren—respondióRuth—.Paraestudiarballet.—¿Paraestudiar?—Lindsaysequedómuyquieta—.Nocomprendo.—El tío Seth y yo hablamos largo y tendido unas semanas antes de su

regresoaNuevaZelanda—Ruthsedesabrochó lachaquetadepanayse laquitó—.PocodespuésdequetúsalierasparaNuevaYork,enrealidad.

—¿Hablasteis?—Lindsay seacercóal reproductordeCDparacortar lamúsica.Utilizó una toalla para secarse el cuello y luego se la pasó por loshombros—.¿Dequé?

—Deloqueyoqueríahacerconmivida,deloqueeraimportanteparamíyporqué—RuthviocómoLindsayextraíacuidadosamenteelCD.Percibíalos nervios de sus movimientos—. Tenía ciertas reservas con respecto adejarmevenir.Supongoqueesotúyalosabes.

—Sí,losé—LindsayguardóelCDensucarátula.—Queríalomejorparamí.Traslamuertedemispadres,mecostómucho

adaptarmealasituación.Durantelosdosprimerosmeses,éllodejótodoparaestaramilado.Einclusodespués,séquereorganizósuvida,sutrabajo,pormí—Ruthdejólachaquetaenelrespaldodeunasillademadera—.Hasidomuybuenoconmigo.

Lindsay asintió con la cabeza, incapaz de hablar. La herida volvía aabrirse.

—Séquelecostómuchodejarmevenir,dejarmedecidir—continuóRuth—.Sehaportadomaravillosamente,sehaocupadodelpapeleodelinstitutoylohaarregladotodoparaquemehospedeconunafamiliaqueconoce.TienenundúplexenormeenelEastSide.HanpermitidoquemetraigaaNijinsky—

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caminó hasta la barra y, aun yendo en vaqueros y zapatillas de deporte,empezóahacerejercicio—.Aquímesientoestupendamente—suexpresiónera radiante mientras Lindsay la contemplaba en el espejo—. Y el señorDavidovdijoquetrabajaríaconmigoporlastardescuandotuvieratiempo.

—¿HasvistoaNick?—Lindsayseacercó,demodoqueambasquedaronsituadasjuntoalabarra.

—Haceunahora,másomenos.Yoestabaintentandolocalizarte—Ruthsonrió,doblandolasrodillas—.Élmedijoqueteencontraríaaquí,queveníastodas las noches a ensayar.Estoy deseando ver elballet. El señorDavidovdijoquepodríaverlodesdebastidoressiquería.

—Y, naturalmente, quieres—Lindsay le acarició el cabello, y luego sedirigióalbancoparacambiarsedezapatos.

—¿No estás entusiasmada?—Ruth hizo tres piruetas para reunirse conella—.InterpretarelpapelprincipalenelprimerballetdeDavidov.

—Unasolavez—lerecordóLindsay,desatandoloscordonesdesaténdesuszapatillas.

—La noche del estreno —repuso Ruth. Juntando las manos, miró aLindsay—.¿Cómopodrásdejarlootravez?

—Otravez,no—corrigióLindsay—.Yalodejédefinitivamente.Estoesunfavorquehagoaunamigo,yamímisma—hizounamuecaalquitarselazapatilla.

—¿Teduele?—Oh,Dios,sí.Ruth se arrodilló y empezó a darle unmasaje en el pie. Lindsay pudo

sentirlatensiónacumuladaenlosdedos.Conunsuspiro,recostólacabezaenlaparedycerrólosojos.

—EltíoSethintentarávenirparapasarunosdíasconmigoenprimavera.Noesfeliz.

—Seguramente te echa de menos —los calambres de Lindsay fuerondesapareciendolentamente.

—Nomerefieroaeso.Aquellas palabras hicieron que Lindsay abriese los ojos. Ruth la

observaba solemnemente, aunque seguía trabajando con los dedos paraaliviarleeldolor.

—¿Tehadichoalgo?¿Haenviadoalgúnmensaje?Ruthnegóconlacabeza.Lindsayvolvióacerrarlosojos.

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Lindsaydescubrióqueunaausenciade tresañosnohabíahechoque sesintieramenosnerviosadurantelashoraspreviasaunaactuación.Enlasdossemanasanterioreshabía tenidoquesoportarhorasdeentrevistasysesionesfotográficas.ElreencuentrodeDunneyDavidovparaunaúnicaactuaciónenunballetescritoycoreografiadoporélmismoeranoticia.

Por Nick y por la compañía, Lindsay se prestó para la publicidadrequerida. Por desgracia, ello contribuyó a endurecer los días yaimposiblementelargos.

La representación se haría con fines benéficos y entre el público habríamuchasestrellas.Elballetseríatelevisadoytodalarecaudaciónsedestinaríaaunabecapara jóvenesbailarinescon talento.Lapublicidadpodríaalentarmásdonaciones.Poreso,Lindsaydeseabaquefueseunéxito.

Sielballet teníaunabuenaacogida,seríaincorporadoalprogramadelatemporada. Nick ampliaría enormemente su prestigio en el mundo de ladanza.Porél,yporsímisma,Lindsayesperabaquefueseunéxito.

Había recibido una llamada de su madre y la visita de Ruth mientrasestaba en el camerino.La llamadahabía tenido un tono suave y cálido, sinpresiones.

Mae estaba satisfecha a más no poder con la inminente actuación; sinembargo, para sorpresa y deleite de Lindsay, su nueva vida y sus nuevasresponsabilidades habían exigido que permaneciera en California. Suspensamientosysucorazónestaríanconella,lehabíaprometidoMae,yveríaelballetportelevisión.

La visita de Ruth había supuesto un soplo de aire fresco. Ruth estabafascinadaconlosentresijosdelavidaentrebambalinas.Seponíaalserviciodecualquieraquese lopidiera.Enunaño,sedijoLindsaymientras laveíacargarconunmontóndetrajesyaccesorios, tendríaquepreocuparsedesuspropiostrajes.

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Lindsaytomóunmartillo,sesentóenelsueloyempezóamartillearelpardezapatillasnuevasparadotarlasdeflexibilidadantesdecoserleslascintas.Sustrajesestabancolgadosordenadamenteenelarmario.Lacacofoníadelosbastidoressemezclabaconelsonidodelmartillocontralamadera.Aúndebíapeinarseymaquillarse,asícomocolocarseeltutúblancoparaelprimeracto.Hizoambascosas,conscientedelascámarasquegrababanlafasepreviaalarepresentación.Solamente insistióenhacerelcalentamientoenprivado.Asíreuniríalaconcentraciónqueibaanecesitardurantelashorassiguientes.

La presión que sentía en el pecho fue aumentando conforme recorría elpasillohaciaelalaizquierdadelescenario.Desdeallíharíasuentradacuandosonara la danza de apertura en el bosque. La música y los focos ya secentraban en ella. Sabía queNick estaría aguardando en el ala derecha delescenario,enesperadehacersupropiaentrada.

Ruthpermanecíaalladodeella,tocándolesuavementelamuñecacomosiquisiera desearle suerte sin decir palabra. Las supersticiones jamásdesaparecíanenelteatro.

Lindsay observó a los bailarines; las mujeres, con sus largos trajesacampanados;loshombresconsuschalecosysustúnicas.

Veinte compases, luego quince, y empezó a respirar lenta yprofundamente.Diezcompases,cinco.Senotólagargantaseca.Elnudoquesentía en el estómago amenazó con convertirse en genuinas náuseas. En lapielsentíaelfríodelterror.

Cerrólosojosbrevementeycorrióhaciaelescenario.Cuandohizo suentrada, fue recibidaconuna fuerteoleadadeaplausos.

Nolosoyó.Paraellasoloexistíalamúsica.Susmovimientosfluyeronconelgoce de la primera escena. Se trataba de una danza lenta pero agotadora y,cuandovolvióalosbastidores,teníalafrenteperladadesudor.PermitióqueseloenjugaranytomóunrefrescantesorbodeaguamientrasveíacómoNickiniciabalasegundaescena.Alcabodepocossegundos,yateníaalpúblicoenlapalmadelamano.

—Oh, sí —resolló, y luego se giró para sonreír a Ruth—. Va a serperfecto.

Elballetgirabaentornoasusprotagonistas,ysoloencontadasocasionesunooambosnosehallabanpresentesenelescenario.Enlaescenafinal, lamúsica se tornó más lenta y las luces adoptaron un color azul brumoso.Lindsay lucía unvestidodevaporosagasaque le llegabahasta las rodillas.EraentoncescuandoArieldebíadecidirsearenunciarasuinmortalidadpor

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amor; para casarse con el príncipe, tenía que volversemortal y renunciar atodasumagia.

Lindsaybailósolaenelbosqueiluminadoporlaluna,recordandoelgocey lasencillezdesuvidacon losárbolesy lasflores.Para lograrelamor,elamordeunmortal,teníaquevolverlaespaldaatodoloquehabíaconocido.Ladisyuntivaleproducíagrantristeza.Cuandosesintiódesesperada,ycayóenelsueloparallorar,elpríncipeaparecióenelbosque.Searrodillójuntoaella,acariciándoleelhombroyatrayendosurostrohaciaelsuyo.

Elgrandpasdedeuxexpresabasuamorporella,sunecesidaddetenerlaa su lado. Ariel se veía arrastrada hacia el príncipe, pero tenía miedo deperderlavidaquesiemprehabíaconocido,miedodeenfrentarsealamuertecomomortal.Seremontóporelcielolibremente,atravésdelosárbolesylalunaquesiemprehabíansidosuyos,pero,unayotravez,seveíaarrastradadevueltahaciaelpríncipe,impulsadaporsupropiocorazón.Sedetuvo,yaqueestabarompiendoelalbaydebíatomarunadecisión.

Él alargó la mano hacia ella, pero Ariel se giró, insegura, asustada.Desesperado,elpríncipehizoademándedejarla.Pero,enelúltimomomento,ellalepidióagritosquevolviese.Losprimerosrayosdesolsefiltrabanentrelosárbolesmientrascorríahaciaél.

Elpríncipelaalzóentresusbrazosmientrasellaleentregabasucorazónysuvida.

Eltelónsehabíacerrado,peroNickaúnsosteníaaLindsay.Lospulsosdeambos latían frenéticamente y, por unmomento, solo tuvieron ojos el unoparaelotro.

—Gracias—Nicklabesóconsuavidad,comounamigodespidiéndose.—Nick—losojosdeLindsayestabanimpregnadosdeemociones,peroél

lasoltóantesdequeellapudierahablar.—Escucha—ordenóNikolai,señalandoeltelóncerrado.Elestruendode

losaplausosseabatíasobreél—.Nopodemoshacerlosesperareternamente.

Floresygente.DabalaimpresióndequeyanocabíanmásenelcamerinodeLindsay.Entreelsonidoderisas,alguienlesirvióunacopadechampán.Ellalasoltósinprobarlo.Sumenteyaestabalosuficientementeembriagadaconelmomento.Respondíaalaspreguntasquelehacíanysonreía,perotodoparecía estar desenfocado. Seguía maquillada y vestida, seguía siendo, enparte,Ariel.

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Hombres con esmoquin y mujeres con brillantes trajes de noche semezclabanconloselfosylosduendecillosdelbosque.

Lindsayhabíahabladoconunactorfamosoyconundignatariofrancésdevisita en el país. Tan solo podía rogar que sus respuestas hubiesen sidocoherentes.VioaRuthylehizounaseña,mirándolaconojossuplicantes.

—Quédate aquí conmigo, ¿quieres? —le pidió cuando la chica huboconseguido abrirse camino entre la multitud—. Aún no he vuelto a lanormalidad.Necesitoaalguien.

—Ay,Lindsay—Ruth le rodeó el cuello con los brazos—. ¡Has estadomaravillosa!Jamáshabíavistounaactuacióntanfantástica.

Entrerisas,Lindsayledevolvióelabrazo.—Bájame.Aúnestoyflotando—sevio interrumpidaporelayudantede

dirección,quelellevabamásfloresymáschampán.Lamultitud tardómásdeunahora endisiparse.Para entonces,Lindsay

sentíaladebilidadquesolíaseguiraunsubidónemocional.FueNick,quienconsiguió abrirse paso para salir de su propio camerino, quien vació lahabitación.Alver los reveladoressíntomasdefatigaensurostro, recordóalos pocos que quedaban la recepción que se estaba celebrando en unrestaurantecercano.

—Debenirseparaqueptichkapuedacambiarse—dijojovialmente,dandopalmaditasenlaespaldaaunodelospresentesyempujándolohacialapuerta—.Guárdennosalgodechampán.Ycaviar—añadió—,siesruso.

Cincominutosmás tarde, solo él yRuth se hallaban conLindsay en lahabitaciónrepletadeflores.

—Bueno—dijoNick dirigiéndose aRuth y pellizcándole la barbilla—.¿Creesquetumaestralohahechobienestanoche?

—Oh,sí—respondióella—.Lohahechomaravillosamente.—¿Yyo?—éllerevolvióelcabello.—Nohaestadomal—intervinoLindsay.—¿Noheestadomal?—Nikolaisesorbiólanariz,poniéndosemuyrecto

—.Ruth,quisierapedirtequenosdejessolosunmomento.Estaseñoritayyotenemosquehablardeunacosa.

—Faltaríamás.AntesdequeRuthpudierairse,Lindsayleagarrólamano.—Espera—deltocadortomóunarosa,unadelasquelehabíanlanzado

después de la actuación. Se la entregó aRuth—.Para la que será la nuevaArielalgúndía.

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Ruth se quedómirando la rosa, sin habla, y luegomiró a Lindsay. Susojoseranelocuentes,aunquesolopudoasentirconlacabezaantesdesalirdelcamerino.

—Ah,mipajarillo—NicktomólamanodeLindsayyleposóunbeso—.Quégrancorazóntienes.

Ellalediounapretónenrespuesta.—Perotúledaráselpapel.Dentrodetresaños,quizádos.Nikolaiasintió.—Hay personas que están hechas para esto—buscó sus ojos—. Jamás

bailaréconunaArielmásperfectaqueladeestanoche.Lindsayseinclinóhaciaél.—¿Te estás mostrando encantador conmigo, Nick? Creía que ya no

recibiríamásfloresestanoche.—Tequiero,ptichka.—Yyoati,Nicky.—¿Querráshacermeunúltimofavor?Lindsaysonrió.—¿Cómopodríanegarme?—Hayotrapersonaalaquequieroquerecibasestanoche.Ellaledirigióunamiradadedesenfadadohastío.—Rezo porque no sea otro periodista. Pero recibiré a quien quieras—

añadió temerariamente—. Siempre y cuando no esperes que vaya a esarecepción.

—Estásexcusada—dijoNickinclinandoregiamentelacabeza.Fuehacialapuertay,trasabrirla,segiróbrevementeparamiraraLindsay.

Ella tomó asiento, ostensiblemente exhausta. Sumelena caía librementesobreloshombrosdelfinovestido,susojosparecíanmásexóticosdebidoalexageradomaquillaje.SonrióaNick,peroélsefuesindecirnada.

Lindsaycerrólosojosbrevemente,pero,casialinstante,uncosquilleolerecorrió la columna. Sintió la garganta tan seca como antes de iniciar laprimera danza del ballet. Supo quién estaba allí antes de abrir siquiera losojos.

SelevantócuandoSethcerrólapuertatrasdesí,perolentamente,comosiquisiera medir la distancia que los separaba. Volvía a estar alerta,completamente alerta, como si acabaradedespertardeun largoyprofundosueño.Depronto fue conscientedel intensoaromade las floresydel colorqueestasaportabanalahabitación.ReparóenquelacaradeSethparecíamásdelgada.Permanecíamuyrecto,mirándolaconojosdirectosyserios.

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Lindsaydescubrióquesuamorporélnohabíamenguadoniunápice.—Hola,Seth—tratódesonreír.El trajeformalquellevabalefavorecía,

decidiómientrasentrelazaba losdedos.Recordó,asimismo, loatractivoqueestabaconunosvaquerosyunacamisadefranela.HabíatantosSethBannion,sedijo,ylosamabaatodosellos.

—Has estado magnífica —dijo él. No se acercó a ella, sino quepermaneciódondeestaba,absorbiendocadacentímetrodesucuerpoconlosojos—.Perosupongoqueesolohabrásoídomuchasvecesestanoche.

—Todas lasvecessonpocas—contestó—.Sobre todosime lodices tú—deseócruzarelcamerinohastaél,peroeldolor seguíaallí,y ladistanciaerademasiadogrande—.Nosabíaqueibasavenir.

—LepedíaRuthquenotedijeranada—Sethavanzóunpocomáshaciaella, pero el abismo seguía siendo inmenso—.No vine a verte antes de laactuaciónporquetemíqueesopudieraalterarte.Nomeparecíajusto.

—DejasteveniraRuth…Mealegro.—En eso estaba equivocado —Seth tomó una rosa de una mesa y la

estudióunmomento—.Tenías razón, su lugarestáaquí.Estabaequivocadorespectoamuchascosas.

—Yotambiénmeequivoquéaltratardepresionartedemasiadopronto—Lindsayseparólasmanosyluego,sinpoderremediarlo,volvióaentrelazarlas—.Ruthnecesitabaloquetúleestabasdando.Nocreoquefueselapersonaque es ahora si tú no hubieras estado todos estosmeses con ella. Se sientefeliz.

—¿Ytú?—Sethalzódenuevolamirada,inmovilizándolaconlosojos—.¿Eresfeliz?

Lindsayabriólabocapararesponderpero,alnoencontrarlaspalabras,sediomediavuelta.Sobreeltocadorhabíaunabotelladechampánmediollena,junto a la copa que no había tocado. Tomó la copa y bebió. Las burbujassuavizaronlatirantezdesugarganta.

—¿Quieresunpocodechampán?Haydesobra.—Sí—éldiolosúltimospasoshastaella—.Megustaría.Nerviosa al tenerlo tan cerca, Lindsay miró en derredor buscando otra

copa.—Parecequenoquedancopaslimpiasporningúnlado.—Beberéde la tuya—Seth lecolocóunamanoenelhombro,haciendo

que se girase para mirarlo. Colocó los dedos sobre los de ella en la copa.Bebió,sinapartarlosojosdelossuyos.

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—Nada vale la pena sin ti—la voz de Lindsay se quebró mientras élbajabalacopa—.Nada.

LosdedosdeSethse tensaronsobre losdeella,yLindsayvioquealgocentelleabaensusojos.

—No me perdones demasiado pronto, Lindsay —le aconsejó él. Elcontactoserompiócuandodejólacopaenlamesa—.Lascosasquetedije…

—No.No,yanoimportan—losojosdeLindsaysellenarondelágrimas.—Sí que importan—la corrigió él serenamente—. Me importan a mí.

Teníamiedodeperderteyteechédemivida.—Nuncahesalidodetuvida.Lindsaysehabríaacercadoaélentonces,peroSethsegiró.—Es aterrador estar enamorado de una persona como tú, Lindsay, una

persona tancálida, tangenerosa…Jamásheconocidoaalguiencomotú—cuando se giró de nuevo hacia ella, Lindsay vio las emociones que sereflejaban en sus ojos, ya no tan contenidas ni controladas—.Nunca habíanecesitadoanadieantes;derepente,tenecesitabaysentíqueteperdía…

—Peronoeraasí—Lindsayselanzóasusbrazosantesdequeélpudieradecirnada.Alnotarquesetensaba,alzóelrostroyencontrósuboca.Elbesose tornó instantáneamente ávido y profundo—. Seth. Oh, Seth, llevo tresmesesenunsinvivir.Novuelvasadejarmenunca.

Apretándolacontrasí,Sethinhalóelaromadesucabello.—Túmedejasteamí—murmuró.—Novolveréahacerlo—Lindsayalzóelrostroparahacerleesapromesa

conlosojos,enormesybrillantesenesemomento—.Nuncamás.—Lindsay—élelevólasmanosparaenmarcarsucara—.Nopuedo…ni

quieropedirtequedejesloquetienesaquí.Alverteestanoche…—No tienes que pedirme nada —ella colocó las manos sobre sus

muñecas,deseandoquelacreyese—.¿Esquenolocomprendes?Noesestoloquequiero.Yano.Tequieroati.Quierounhogaryunafamilia.

Sethlamiróprofundamente,yluegomeneólacabeza.—Es difícil creer que puedas abandonar todo esto. Seguramente oirías

todosesosaplausos…Lindsaysonrió.«Seríatansencillo…»,sedijo.—Seth,mehecastigadodurantetresmeses.Hetrabajadomásquenunca

enmividapararealizarunaúnicaactuación.Estoycansada.Quierovolveracasa.Cásateconmigo.Compartemivida.

Conunsuspiro,Sethdescansólafrentesobreladeella.—Nadiesemehabíadeclaradoantes.

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—Bien,puesentoncessoylaprimera—resultabatanfácilfundirseentresusbrazos…

—Ylaúltima—murmuróélentrebesos.

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NORAROBERTS, laautoranúmero1enventasdeTheNewYorkTimesy«la escritora favorita de América», como la describió la revista The NewYorker, comentó en una ocasión: «Yo no escribo sobre Cenicientas queesperansentadasaquevengaasalvarlassupríncipeazul.Ellassebastanysesobran para salir adelante solas. El “príncipe” es como la paga extra, uncomplemento,algomás…peronolaúnicarespuestaasusproblemas».

MásdecuatrocientosmillonesdeejemplaresimpresosdesuslibrosavalanlacomplicidadqueNoraRobertsconsigueestablecerconlasmujeresdetodoelmundo. El éxito de sus novelas es indudable, y quienes la leen una vez,repiten.Sabehablar a lasmujeresdehoy sobre símismas: sus lectoras sonprofesionales,fuertese independientes,comolospersonajesquecreaensuslibros,ysushistoriaslleganaunpúblicofemeninoamplioporquesonmuchomásquehistoriasdeamor.

Lascifrassonfenomenales:NoraRobertshaescritomásde180novelasquesepublicanen34países,sevendenunas27novelassuyascadaminutoy42handebutado en la primera semanade ventas en el codiciadonúmero 1 deTheNewYorkTimes.

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