una ventana a la edad del hielo en venezuela

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Una ventana a la Edad del Hielo en Venezuela Abraham ZamoranoBBC Mundo, Caracas 9 julio 2013 Compartir Image captionEl breal de Mene de Inciarte es un gran charco de petróleo, pero también <br>una ventana al pasado para los paleontólogos. Un joven caballo se acerca a beber agua y cae en la trampa mortal del breal: petróleo puro en la superficie que atrapa como arena movediza, primero al equino y después al tigre con dientes de sable que llegó pensando en darse un festín. Y también al buitre, y al escarabajo, todo. Después de 27.000 años, allí siguen, donde el ojo poco entrenado no ve más que un enorme charco de un negro viscoso con pestilentes efluvios de metano burbujeando. Para un paleontólogo, sin embargo, un breal es más bien la entrada a la cueva de Alí Babá cuyo tesoro no es otra cosa que un ecosistema completo encapsulado en el tiempo, miles de años a la espera de ser desenterrado. Y en Venezuela, país petrolero, abundan. A la labor de desentrañar los breales se ha dado el venezolano Ascanio Rincón, paleontólogo del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), en Mene de Inciarte, al pie de la sierra Perija en el estado Zulia. Rincón describe el lugar, caluroso, pringoso y apestoso, como algo muy parecido a asomarse a las puertas del infierno. Pero también

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en el cuaternario ocurrio la gran glaciacion

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Una ventana a la Edad del Hielo en VenezuelaAbraham ZamoranoBBC Mundo, Caracas

9 julio 2013Compartir

Image captionEl breal de Mene de Inciarte es un gran charco de petróleo, pero también <br>una ventana al pasado para los paleontólogos.

Un joven caballo se acerca a beber agua y cae en la trampa mortal del breal: petróleo puro en la superficie que atrapa como arena movediza, primero al equino y después al tigre con dientes de sable que llegó pensando en darse un festín. Y también al buitre, y al escarabajo, todo.

Después de 27.000 años, allí siguen, donde el ojo poco entrenado no ve más que un enorme charco de un negro viscoso con pestilentes efluvios de metano burbujeando.

Para un paleontólogo, sin embargo, un breal es más bien la entrada a la cueva de Alí Babá cuyo tesoro no es otra cosa que un ecosistema completo encapsulado en el tiempo, miles de años a la espera de ser desenterrado. Y en Venezuela, país petrolero, abundan.

A la labor de desentrañar los breales se ha dado el venezolano Ascanio Rincón, paleontólogo del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), en Mene de Inciarte, al pie de la sierra Perija en el estado Zulia.

Rincón describe el lugar, caluroso, pringoso y apestoso, como algo muy parecido a asomarse a las puertas del infierno. Pero también como una perfecta "ventana para mirar el pasado", su particular mina de oro científica.

"Todo el ecosistema está ahí atrapado y preservado en el tiempo", le dijo a BBC Mundo.

En el lugar, a unos 80 km de Maracaibo (oeste), el equipo de investigadores que acompaña a Rincón, cinco estudiantes, desde 1996 apenas ha podido escavar

un metro cúbico y han conseguido 6.000 fósiles. Con 1,2 por 0,5 km de breal, tiene trabajo para 300 años.

El tigre dientes de sable

Inspirado por el llamativo museo instalado en el breal de Rancho de la Brea en Los Ángeles, Estados Unidos, donde los visitantes pueden ver la excavación, Rincón se animó a aprovechar la riqueza hidrocarburífera venezolana para la paleontología.

Image captionEl equipo de Rincón ha escavado apenas un metro cúbico del breal, suficiente para encontrar 6.000 fósiles.

"En noviembre de 1996, mi tutor de pregrado y yo fuimos con un mapa geológico a donde habíamos visto un muy grande depósito de asfalto. Paramos el carro, caminamos diez minutos y vimos un montículo. A simple vista conseguimos dos dientes de un tigre dientes de sable. Fue lo primero, fue eléctrico, amor a primera vista y nos lanzamos a excavar", recuerda sin poder ocultar su entusiasmo.

El hallazgo estaba en un montículo acumulado por una excavación durante las primeras prospecciones de petróleo en Venezuela, allá por 1914.

"Lo primero que describimos fue el tigre de dientes de sable, el emblemático, lo que iba a pagar nuestras cuentas porque la gente prefiere los carnívoros gigantes que meten miedo, el muchacho de la película, a los ratones", explica el paleontólogo.

"Yo estudio ratones, pero no consigo financiación. Entonces, el tigre pagó las cuentas de los ratones", comenta Rincón, divertido, en su laboratorio del IVIC, a las afueras de Caracas.

Allí, en poco más de 20 metros cuadrados, entre fósiles de todo tipo, el investigador muestra su entusiasmo con el yacimiento y con sus hallazgos. Además del tigre, presume de un enorme fémur de un mastodonte.

El breal

El breal, que tanto abunda en Venezuela, es una emanación natural de hidrocarburos desde las profundidades a través de fracturas o poros. Una filtración que forma lagunas de petróleo.

Image captionUno de los fósiles más llamativos recuperados en Mene de Inciarte es el fémur de un joven mastodonte.

Bajo el tórrido sol venezolano, el breal de Mene de Inciarte, al pie de la sierra Perija en el estado Zulia, resulta algo muy parecido a las puertas del infierno.

El lugar es la pequeña mina de oro de este científico y su equipo: "Es un gran sumidero de animales. Toda la cadena trófica queda ahí para la interpretación del paleontólogo", cuenta.

"Es adhesivo, todo lo que pasa, potencialmente, puede quedar adherido y el animal puede morir por inanición o sofocamiento", agrega.

Atrapados se encuentran sobre todo animales jóvenes, más inexpertos, víctimas propiciatorias de la trampa pegajosa del crudo, que al ser impermeable acumula agua y se convierte en un bebedero mortal.

Además del de Mene de Inciarte, otro importante yacimiento de este tipo en Venezuela es el de Orocual, en el estado Monagas, cuya investigación cuenta con el aval del Pdvsa La Estancia, el brazo cultural de la petrolera estatal.

"Es mucho más antiguo, tiene 2,5 millones de años, nos acerca más al momento en que la fauna de Norteamérica ingresa a Sudamérica, que durante 65 millones de años fue una isla", dice.

"El Mene de Inciarte nos acerca a la última Edad de Hielo. Juntos son dos grandes panorámicas sobre el origen de los ecosistemas sudamericanos".

Edad del hielo

Asomándonos a la Edad del Hielo a través del breal de Mene de Inciarte, lo primero que llama la atención es la "megafauna": animales enormes, como armadillos del tamaño de un automóvil que crecían tanto por carecer de depredadores.

Pero además había animales muy pequeños y, prestando algo más de atención, se podría apreciar "la enorme diversidad de aves".

"Las aves cuentan una historia muy particular, algunas estaban asociadas a esa megafauna, limpiándolos, como en las sabanas africanas, en relación de simbiosis", explica Rincón.

Pero además, al encontrar molares de porcinos de monte, se puede pensar que en la zona había, junto a animales propios de la sabana, otros más de bosque.

"Tenemos una suerte de ecosistema de mosaico, sabana grande con parques de árboles, lo que coincide con la hipótesis del final del pulso glacial", explica el paleontólogo.

En el lugar han descubierto ya cinco grandes carnívoros: el tigre dientes de sable, dos lobos, un zorro gris carroñero y un cánido que está por identificar. "Además, una gran gama de herbívoros, micromamíferos y pájaros muy pequeños", cuenta.

Y la vida sigue y todavía quedan atrapados animales, insectos y hace no mucho hasta una lechuza.

Querida familia barinesa, en esta oportunidad compartimos contigo el comentario y reseña de un interesante artículo publicado por BBC Mundo, en el que se da una mirada a los vestigios del pasado glaciar en Venezuela. Siempre nos ha fascinado la remota Era del Hielo, motivo muy popular en la literatura y el cine, además de ser una de las edades del planeta más estudiada por la ciencia. Pues bien, acompáñanos a descubrir el pasado glacial de nuestro país.

Aunque Ud. no lo crea, el pozo de brea de Mene de Inciarte, al pie de la Sierra de Perija en el Edo. Zulia, guarda los secretos del pasado helado de Venezuela

Primeramente es necesario recordar a qué periodo se llama “Era del Hielo” o “Edad de Hielo”, bien, desde el punto de vista de la geología, el término más acorde para señalar este periodo es “Glaciación”, este es un periodo de larga duración en el cual baja la temperatura global del clima de la Tierra, dando como resultado una expansión del hielo continental de los casquetes polares y los glaciares. Las glaciaciones se subdividen en periodos glaciales, siendo el wisconsiense el último hasta nuestros días.

Según la Glaciología, aún nos encontramos en una glaciación porque todavía hay casquetes polares en Groenlandia y la Antártida (En la foto, aspecto de la Antártida)

De acuerdo a la definición dada por la Glaciología, el término glaciación se refiere a un periodo con casquetes glaciares tanto en el Hemisferio Norte como en el sur; según esta definición, aún nos encontramos en una glaciación porque todavía hay casquetes polares en Groenlandia y la Antártida y, de hecho, estos remotos lugares son los que, generalmente, se asocian a la Edad de Hielo, de manera que siendo Venezuela un país tropical, cuesta trabajo asociar el territorio nacional con glaciaciones, pero hay que tener en cuenta que el país geológicamente ni climatológicamente no siempre ha sido como lo conocemos, hay un pasado remoto helado, cuyos vestigios han sido puestos a la luz pública por el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC).   

 

El paleontólogo del IVIC Ascanio Rincón, desde 1996 excava el pozo de breal (brea) de Mene de Inciarte, en la foto se aprecia junto al pozo

El paleontólogo del IVIC Ascanio Rincón, quien realiza investigación en Mene de Inciarte, al pie de la Sierra de Perija en el estado Zulia, sostiene que los secretos de la Era de Hielo están escondidos en la sustancia natural conocida como “breal” (también “brea”), el breal que tanto abunda en Venezuela, es una emanación natural de hidrocarburos desde las profundidades a través de fracturas o poros. Una filtración que forma lagunas de petróleo. Bajo el tórrido sol venezolano, el breal de Mene de Inciarte resulta algo muy parecido a las puertas del infierno. El lugar es la pequeña mina de oro de este científico y su equipo: “Es un gran sumidero de animales. Toda la cadena trófica queda ahí para la interpretación del paleontólogo, el breal es adhesivo, todo lo que pasa, potencialmente, puede quedar adherido y el animal puede morir por inanición o sofocamiento”, por eso el equipo ha recuperado restos de animales jóvenes pero también fósiles de animales que se extinguieron durante la última glaciación, éstos cayeron al pozo por accidente y después de 27.000 años, allí siguen, donde el ojo poco entrenado no ve más que un enorme charco de un negro viscoso con pestilentes efluvios de metano burbujeando, pero para un paleontólogo es todo un ecosistema que está ahí atrapado y preservado en el tiempo. En el lugar, a unos 80 km de Maracaibo, el equipo de investigadores que acompaña a Rincón, cinco estudiantes, desde 1996 apenas ha podido escavar un metro cúbico y han conseguido 6.000 fósiles. Con 1,2 por 0,5 km de breal, el equipo tiene trabajo para 300 años.

El Dr. Rincón y su equipo han hallado fósiles que datan de hasta 27.000 años

 

Los hallazgos

Inspirado por el llamativo museo instalado en el breal de Rancho de la Brea en Los Ángeles, Estados Unidos, donde los visitantes pueden ver la excavación, Rincón se animó a aprovechar la riqueza hidrocarburífera venezolana para la paleontología. “En noviembre de 1996, mi tutor de pregrado y yo fuimos con un mapa geológico a donde habíamos visto un muy grande depósito de asfalto. Paramos el carro, caminamos diez minutos y vimos un montículo. A simple vista conseguimos dos dientes de un ‘tigre dientes de sable’. Fue lo primero, fue eléctrico, amor a primera vista y nos lanzamos a excavar”, como se sabe el “tigre diente de sable” ya extinto, dio sus últimos pasos en la Tierra durante la última glaciación. Allí, en poco más de 20 metros cuadrados, entre fósiles de todo tipo, el investigador muestra su entusiasmo con el yacimiento y con sus hallazgos. Además del tigre, presume de un enorme fémur de un mastodonte y no se pierde la esperanza de hallar un “mamut lanudo”.

 

Uno de los primeros hallazgos del pozo de brea de Mene de Inciarte son restos de un "tigre diente de sable" que desapareció durante la última glaciación, hace 10.000 años

  

Edad del Hielo

Asomándonos a la Edad del Hielo a través del breal de Mene de Inciarte, lo primero que llama la atención es la “megafauna”: animales enormes, como armadillos del tamaño de un automóvil que crecían tanto por carecer de depredadores. Pero además había animales muy pequeños y, prestando algo más de atención, se podría apreciar la enorme diversidad de aves. “Las aves cuentan una historia muy particular, algunas estaban asociadas a esa megafauna, limpiándolos, como en las sabanas africanas, en relación de simbiosis”, explica Rincón. Pero además, al encontrar molares de porcinos de monte, se puede pensar que en la zona había, junto a animales propios de la sabana, otros más de bosque. “Tenemos una suerte de ecosistema de mosaico, sabana grande con parques de árboles, lo que coincide con la hipótesis del final del pulso glacial”, explica el paleontólogo. En el lugar han descubierto ya cinco grandes carnívoros: el tigre dientes de sable, dos lobos, un zorro gris carroñero y un cánido que está por identificar.

El equipo espera conseguir el icónico "mamut lanudo" que dominaba el mundo animal durante la última glaciación

Los descubrimientos de Mene de Inciarte han abierto un mar de posibilidades para la ciencia, pues permite comprender cuál era el comportamiento de la región tropical durante la última glaciación y arroja las claves que podrían dilucidar los efectos del cambio climático en los territorios cercanos a la línea del ecuador. Aunque el Dr. Rincón y su equipo no pueden cavar 300 años, su trabajo sienta las bases para que las futuras generaciones desentierren los secretos del hielo en el corazón del calor zuliano. ¡Saludos!

Para terminar la excavación el Dr. Rincón y su equipo requieren nada más y nada menos que 300 años, en la foto se les aprecia con parte de los fósiles en la brea

__________________________

Fuentes informativas

Sitios Web

http://www.el-nacional.com/bbc_mundo/ventana-Edad-Hielo-Venezuela_0_223777655.html

http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/07/130703_venezuela_ciencia_paleontologia_edad_hielo_az.shtml

http://es.wikipedia.org/wiki/Glaciaci%C3%B3n

 

Imágenes

http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/07/130703_venezuela_ciencia_paleontologia_edad_hielo_az.shtml

http://www.aporrea.org/actualidad/n218759.html

http://revoluciontrespuntocero.com/proyecto-lazaro-de-la-doble-helice-a-la-clonacion-de-especies-extientas/

http://www.ihistoriarte.com/2013/06/descubren-sangre-liquida-de-un-mamut-lanudo/

http://diosenlanoticia.org/cientificos-rusos-estamos-entrando-en-una-nueva-glaciacion/

 

Compilado por el equipo de Barinas.net.ve

El hogar virtual de la familia de Barinas

- See more at: http://www.barinas.net.ve/index.php?p=news&id=2604#sthash.aRpa2tFC.dpuf

urante las glaciaciones el Avila y los Andes fueron sepultados por hielos que llegaban al Ecuador.

La invasión de los hielos en las zonas ecuatoriales se registro varias veces en el cuaternario y por igual

en los cincos continentes.

Uno se pregunta en qué parte de la Tierra se guarecieron las plantas, los animales y los

hombres durante los cuatro periodos del ultimo millón de años, en los que los hielos de

gran espesor, descubrieron la tercera parte de los continentes. He aludido a las

glaciaciones, cuya causa es desconocida aun a pesar de las diferentes teorías que tratan

de explicarlas. Se ha comprobado que existieron por las huellas erosionadas que

dejaron en los lugares que invadieron. Groenlandia fue un puente de hielo entre America

y Asia, semejante al que comenzaba en Inglaterra y penetraba por Dinamarca y Holanda

hasta concluir en Rusia, con una altura de dos kilómetros. Así como los Alpes y los

montes Apeninos fueron cubiertos por el agua congelada, debió ocurrir lo mismo con los

Andes y con nuestra Cordillera de la Costa.

La majestad del Ávila, debió ser profanada cuando quedaran sepultado bajo las pesadas

y colosales montañas blancas, que en distintos momentos llegaron hasta el Ecuador. En

el Astro Rey, están las manchas solares, consideradas oscuras no porque en realidad lo

sean, sino porque son regiones con una luminosidad marcadamente menor que la

habida en su derredor. Por tal razón seria igualmente menor sus aportación de calor al

planeta, lo cual originaria el frío que da lugar al fenómeno que comentamos. Esta

hipótesis no ha sido confirmada ni tampoco otras en las que la deducción científica esta

acompañada de buenas dosis de imaginación.

Durante las glaciaciones, los

inviernos eran mas crudos y los veranos eran inexistente en la práctica, por lo cual dejaban intacto los

hielos polares.

Los geólogos aceptan el planteamiento de que los polos estuvieron en una fase sin

precisar, donde ahora se encuentran el Pacifico y el Atlántico. El doctor Paúl Siple, que

dirigió las investigaciones del Año Geofísico Internacional en la Antártida, estima que la

Tierra se ha bamboleado varias veces, con el fin de recuperar el equilibrio, afectado por

el nacimiento de las montañas. Estas aumentarían el peso de la zona en que aparecen,

ocasionando un efecto igual al platillo de la balanza, que se inclina porque se han

puesto una pesa.

Según el extinto catedrático Maurice Ewing, fundador del laboratorio de geología

submarina mas grande del mundo, la corteza de la tierra se movió en torno de su

centro, igual que la cáscara de una naranja que se deslizara sobre la masa redonda que

forman sus gajos.

Los expertos no se atreven a pronosticar si en un porvenir lejano aparecerá una nueva

glaciación, o si por el contrario, los actuales polos se licuarían elevando en casi un

centenar de metros, el nivel de los mares. En el primer caso, el hombre tendría que

abandonar sus ciudades de los climas templados para instalarse en las áreas de

temperaturas soportables en los trópicos. En el segundo caso, tendría que alejarse de

los puertos para residenciarse en las faldas de las montañas. Pudiera ser que su

desarrollo tecnológico le permitiera concentrar enormes rayos solares contra el avance

de los hielos o construir gigantescos diques contra el avance de las aguas.

Seria probable que el supertécnico que habría dentro de diez mil años, anticipara

suficientemente la aparición de estos cambios espectaculares de temperatura. Harold

Urey, el descubridor del hidrogeno pesado, aplico con sus colaboradores de la

Universidad de Chicago, isótopos de oxigeno radiactivo en conchas de moluscos de

hasta trescientos mil años. Pudo comprobar que cada cuatrocientos siglos ha habido en

el mar fluctuaciones de 5,5º C. Esto coincide con la hipótesis del ruso Milutin

Milankovitch, formulada en 1920, de que las glaciaciones se registran después de lapsos

que tienen precisamente, esa duración.

Los antropólogos han señalado la influencia que esas transformaciones climáticas han

ejercido en el desarrollo de la humanidad. Fue la intensidad de los inviernos nevados lo

que obligo a los asiáticos a invadir Europa y propiciar el surgimiento de culturas

indoeuropeas como las de los griegos y romanos. Parece que en las postrimerías de la

última glaciación, los primeros inmigrantes orientales instalados en Norteamérica, se

vieron forzados a mudarse al sur, poblando el resto del continente. Hay un hecho cierto

representado por 750 mil millones de toneladas de gas carbónico que el hombre

civilizado le ha añadido a la atmosfera a través de los incendios boscosos para la

agricultura y de las chimeneas industriales. Esa capa de gas carbónico hace un efecto

de invernadero, pues deja pasar el calor del sol y de los rayos cósmicos, pero le impide

devolverse, por lo cual es previsible un aumento de temperatura en los próximos

milenios

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El presente trabajo consta de una breve recopilación de ejemplos sobre la morfología de Venezuela. Por lo tanto, no se pretende agotar en tan pocas páginas todo lo referente al estudio del relieve de este país del norte de Sudamérica. El objetivo es dar a conocer algunos casos concretos siguiendo el esquema aplicado por Strahler (1981). Los modelos tomados por dicho autor son extraídos en su mayor parte de la morfología norteamericana; sin embargo, son comunes a una gran cantidad de hechos naturales propios del medio intertropical. Los estudios sobre el relieve venezolano son realmente escasos. Los de mayor acceso al público son tan sólo breves capítulos que forman parte de los textos de geografía de la educación básica, los cuales quedan cortos ante la gran variedad de hechos geomorfológicos, muchos de ellos desconocidos por las grandes mayorías. El autor del presente escrito espera entonces contribuir con la difusión de estos conocimientos, lo cual pudiera ser útil tanto para los investigadores interesados en el tema, así como para los estudiantes que se inician en el estudio de las ciencias de la Tierra.

MORFOLOGIA FLUVIAL

El río Orinoco es el más extenso del país; a lo largo de su curso, desde sus nacientes hasta su desembocadura, ha determinado la formación de diversos paisajes. En sus cabeceras, al igual que en sus ríos tributarios, el Orinoco presenta valles encajonados, cuyos cuerpos de agua circulan por valles en forma de V. Las fracturas del basamento producen saltos o cataratas. No muy lejos del cerro Delgado Chalbaud, los ríos han desarrollado un pequeño lecho de inundación, lo que les permite divagar en trenes de meandros, bordeados ocasionalmente por lagunas en media luna. Los valles más amplios poseen una terraza bien drenada; es decir, que escapa al efecto de las inundaciones, lo cual ha permitido la construcción de pistas de aterrizaje por parte de mineros furtivos. Los rellenos aluvionales de un buen número de dichos valles, son ricos en oro, por lo que es común observar actividades mineras ilegales. Dicho mineral suele encontrarse en capas profundas, entremezclado con capas de arena, grava y cantos rodados. Esta capa de sedimentos gruesos está recubierta por suelos arcillosos que sustentan a una vegetación boscosa exuberante (Santiago, 1993).

En las inmediaciones de Platanal y Mavaca, el Orinoco circula sobre amplias planicies constituidas por aluviones en cuyas capas superficiales predominan las texturas finas. En general, el río está controlado por las estructuras (fallas y diaclasas) del basamento, por lo cual exhibe tramos rectos y angulares, y en su lecho son característicos los afloramientos rocosos.

Cuando el río atraviesa rellenos de materiales no consolidados tiende a formar meandros, aunque no tan pronunciados. El paisaje en el cauce del Orinoco es distinto entre las épocas seca y húmeda: en el estiaje quedan al descubierto afloramientos de rocas de distinta índole (gneises, granitos, etc.); a su vez, se generan extensas barras de arena a lo largo de los sectores de flujo lento. Todos estos rasgos quedan sumergidos durante el período de aguas altas, cuando el líquido se torna de un color marrón claro debido a la enorme carga de sedimentos en suspensión que viajan pendiente abajo.

Las planicies que bordean al Orinoco son de carácter inundable. En el estado Amazonas las planicies tanto de este río como de muchos otros, presentan un microrrelieve irregular a causa de la sufusión; es decir, gracias a la pérdida de suelo por el transporte subterráneo de partículas. Por eso se han originado redes intrincadas de hoyos y canales (Santiago, 1995).

Cerca de Tamatama, el Orinoco se bifurca y drena parte de sus aguas hacia el brazo Casiquiare. Este fenómeno se debe al retroceso de las cabeceras de dicho brazo, el cual tiene la tendencia de capturar completamente las aguas de las cabeceras del Orinoco.

En los alrededores de Ciudad Bolívar, el Orinoco está bordeado por las altiplanicies de la formación Mesa, constituida por sedimentos del Plio-Pleistoceno. El origen de estas elevaciones se debe a un levantamiento reciente en los alrededores del norte del escudo Guayanés; en consecuencia, la socavación vertical de los cuerpos de agua ha creado relieves de mesas bordeadas por escarpes de moderadas a fuertes pendientes, vertientes afectadas considerablemente por la erosión en cárcavas. Los ríos que dividen las mesas, en muchos casos, por haber desarrollado amplios lechos de inundación, siguen una trayectoria curvilínea o meandrada.

Topográficamente, en Ciudad Bolívar las mesas presentan dos niveles, lo que sugiere que el levantamiento de la región ha sido objeto de alguna pausa. En el medio físico de esta ciudad también hay rellenos del Holoceno, justo a orillas del Orinoco. El casco antiguo de dicha población se ha erigido sobre una elevación conformada por rocas metamórficas del complejo de Imataca (Precámbrico). Estas lomas estuvieron seguramente sepultadas por los sedimentos de Mesa durante el Pleistoceno.

La desembocadura del río Orinoco se caracteriza por la presencia de un delta de grandes dimensiones, de forma más o menos arqueada; éste posee un patrón de drenaje anastomosado, con numerosos ramales interconectados (Fig. 1). Las islas de este paisaje poseen áreas inundables donde se han acumulado extensas capas de turberas, o restos de materia orgánica que se acumula en las zonas pantanosas. En los flancos de los brazos se han formado muros de contención naturales o bancos, de textura arenosa y de mejor drenaje, que es donde se ubican los poblados o caseríos. En las proximidades del océano se han producido pantanos costeros o marismas. Durante la pleamar la inundación es más severa que durante la bajamar, sobretodo si se trata de la época de lluvias. En los caños, la dirección de la corriente se invierte y fluye aguas arriba durante la pleamar.

Figura 1. Patrón de drenaje entrelazado en un sector del delta del río Orinoco. El norte queda al lado derecho de la imagen. Tomado de googleimages.com

Los depósitos costeros del delta se orientan hacia el noroeste siguiendo la misma dirección de la corriente del Atlántico. A largo plazo quizás sea posible que la zona continental se conecte con Trinidad mediante el continuo aporte sedimentario del Orinoco. En los brazos del delta predomina la vegetación de manglar; este tipo de vegetación hace que los sedimentos se estabilicen y que la parte continental le gane cada vez más territorio al océano. El manglar es un ambiente especial, criadero de infinidad de especies de animales (aves, mamíferos, peces, etc.) y es además una fuente potencial de madera (TECMIN,1991).

Cabe destacar otros ejemplos interesantes de la morfología fluvial de Venezuela. Tal es el caso de las potentes terrazas formadas en los ríos del sistema de Los Andes, como en los ríos Motatán y Chama del estado Mérida, donde la acción fluvial ha construido hasta tres niveles de terrazas (Figs. 2 y 3). Esto se debe, seguramemente, a los cambios climáticos ocurridos durante el Cuaternario inferior, cuando el clima era muy frío, seco y la vegetación era escasa; por lo cual grandes extensiones de suelo quedaban al descubierto, sin defensa alguna ante el ataque de las lluvias torrenciales.

Figura 2. Panorámica de la terraza de Mérida en la cuenca media del río Chama. Tomado de googleimages.com

El arrastre y sedimentación excesivos se encargó de colmatar, entonces, el fondo de los valles, a manera de numerosos abanicos coalescentes. Luego, al cambiar las condiciones climáticas o al hacerse el clima más húmedo y cálido, el relleno sedimentario fue cortado verticalmente, creándose una terraza (Schubert, 1976); es decir, un relieve de tope plano bordeado por un escarpe ascendente y por otro descendente. Posteriormente, la alternancia de períodos secos y cálidos hizo que aparecieran otros niveles de terrazas a modo de escalones. Dichos relieves son el asiento de la mayor parte de las ciudades y pueblos de Los Andes, así como de la mayoría de las actividades humanas: agricultura, vías de comunicación, servicios turístico-recreacionales, etc.

Figura 3. Esquema donde se muestran tres niveles de terrazas talladas sobre sedimentos. Elaborado por el autor.

Cierta cantidad de ríos morfológicamente jóvenes ubicados tanto en las vertientes montañosas andino-costeras, así como en el escudo Guayanés, por la forma de sus valles (perfiles en V y alta capacidad de almacenamiento de agua) y de sus altos caudales, han determinado la construcción de represas útiles para la producción de energía eléctrica y para la obtención de agua potable; por ejemplo, los ríos Uribante y Santo Domingo en Los Andes y el río Caroní en Guayana.

Muchos ríos jóvenes, al desembocar en una zona de menor pendiente desparraman sus cargas de sedimentos y construyen abanicos aluviales, un tanto similares los deltas en cuanto a su geometría y al patrón de drenaje entrelazado. Por tratarse de zonas de bajas a moderadas pendientes pueden ser útiles para la agricultura y la construcción de urbanismos; sin embargo, las inundaciones periódicas pueden ser una seria amenaza para las comunidades que la habitan, tal como ocurrió en el estado Vargas, a finales de 1999, cuando fallecieron cerca de 20.000 personas ante el ataque de flujos de agua y lodo recargado de elementos de gran tamaño (Figs. 4 y 5).

Figura 4. Abanico aluvional de Carmen de Uria, estado Vargas, luego de la devastación ocasionada por las coladas de barro en diciembre de 1999. Tomado de googleimages.com

Figura 5. Bloques gigantescos de rocas transportadas por las corrientes densas de barro. Al fondo, obsérvese el resultado del impacto de estos elementos pesados. Tomado de googleimages.com

Gran parte de los Llanos Occidentales (estados Portuguesa, Barinas, Apure) está conformada por depósitos aluvionales del Holoceno, provenientes de la destrucción de las vertientes andinas. En ellos es común la existencia de ríos meandrados, con lagunas “madre viejas” (Fig. 6). Los flancos de los ríos presentan bancos de texturas gruesas. El declive entre éstos y la zona más alejada recibe el nombre de napa, y está conformado por texturas intermedias

(limos). Las zonas más depresionales o bajíos, poseen texturas más finas (arcillas) y permanecen inundadas durante la época de lluvias. El terreno plano y la abundancia de nutrientes hacen de esta región un ambiente ideal para la cría de ganado y para la siembra de cultivos adaptados a los medios inundables.

Figura 6. Tren de meandros con sus numerosas lagunas madreviejas, en el río Capanaparo, estado Apure. Tomado de Google Earth.

ESTRUCTURAS HORIZONTALES Y PLIEGUES

El ejemplo más concreto de estructuras horizontales en Venezuela se tiene en los estados Amazonas y Bolívar, en rocas de la provincia Roraima, del Precámbrico superior (Fig. 7). Las mesas o tepuyes están constituidas por rocas sedimentarias como areniscas, lutitas, limolitas, conglomerados y, localmente, por capas de rocas volcánicas. Las áreas de estratos horizontales se ubican en el centro de los macizos sedimentarios, mientras que en la periferia los estratos se hacen más inclinados; de manera que los relieves del núcleo son de topes planos o ligeramente inclinados, mientras que en los alrededores se presentan relieves como cuestas, hogbacks y valles monoclinales.

Figura 7. Panorámica con típicos tepuyes en la Gran Sabana, estado Bolívar. Tomado de googleimages.com

Sobre estas estructuras se observan también ríos consecuentes, cuerpos de agua que han conservado un mismo cauce a lo largo de millones de años. El fenómeno puede observarse en zonas como La Gran Sabana, Guaiquinima, el cerro Parú, etc. (Fig. 8). En ciertas localidades de Amazonas se observan, además, relieves desarrollados sobre estructuras anticlinales presentes en las rocas de Roraima. Se supone que la inestabilidad tectónica y el plutonismo fueron más fuertes hacia el oeste de la Provincia Roraima, por lo cual las rocas aparecen allí más deformadas y los cuerpos sedimentarios son menos extensos o menos continuos que en el este (TECMIN, 1987).

En los relieves de Roraima ocurren procesos erosivos pseudo-kársticos, tales como se observa en la mesa del Sarisariñama, al suroeste del estado Bolívar. A raíz del proceso de disolución de la sílice de las areniscas, se han producido aberturas gigantes, o simas, a causa del colapso del techo de profundas cavernas (CORAVEN, 1993). Los orificios o cuevas que se observan en las paredes del cerro Autana, en Amazonas, son el resultado del mismo proceso. En el techo de las cuevas de areniscas se pueden formar, aunque escasamente, algunas estalactitas de cuarzo amorfo.

Figura 8. Corte esquemático sobre la morfología típica de la provincia Roraima y su relación con la estructura geológica. Elaborado por el autor.

Las formas de relieve asociadas a pliegues se hacen patentes en los sistemas montañosos de la Costa y Los Andes, a causa del levantamiento de bloques que se han sucedido en esas franjas, a partir de la dinámica de las placas tectónicas. Por tal motivo, el ascenso de grandes masas de la corteza durante el Terciario ha generado la deformación de las rocas sedimentarias que, luego de ser parcialmente destruidas, dan lugar a relieves alargados de cuestas y hogbacks. Además de los movimientos verticales, los ha habido también oblícuos y horizontales, y como reflejo de esto se tiene en muchos casos la existencia de numerosos pliegues anticlinales y sinclinales, en rocas del Cretáceo que forman parte del sistema de la Costa Oriental, en los estados Anzoátegui, Monagas y Sucre.

Al borde de la cordillera de Mérida también es notoria la existencia de estos lineamientos, cuyas rocas buzan hacia los piedemontes de las franjas montañosas. La abundancia de calizas en la zona de Monagas, por ejemplo, ha dado lugar a un extenso e intrincado sistema de galerías, producto de la disolución del carbonato de calcio (erosión kárstica), lo que se asocia a lluvias abundantes y a la acidificación de las aguas por parte de la materia orgánica presente en la superficie. El ejemplo más conocido es la cueva del Guácharo, ubicada en Caripe, estado Monagas, donde la acumulación de carbonato de calcio en el techo, paredes y suelo de las cuevas, ha dado como resultado esculturas naturales realmente espectaculares (CORAVEN, 1994).

BLOQUES FALLADOS

Venezuela posee bloques fallados a lo largo de todos los sistemas montañosos, lo cual es obvio en el desarrollo de los paisajes. La acumulación de fuerzas en el contacto de inmensas geofracturas, ha traído consigo el levantamiento, hundimiento, plegamiento y basculamiento de múltiples bloques, tal es el caso de la zona de fallas de Boconó, la que se extiende en sentido noreste por la parte central de Los Andes (Zinck, 1980). Las líneas de falla se han convertido en valles por donde circulan los ríos principales de dicha región. Estos valles se han formado en algunos casos sobre bloques hundidos (grabens) bordeados por bloques levantados (horsts), como pudiera interpretarse en el corte geológico que atraviesa la ciudad de Mérida.

Las penínsulas de Paria y de Araya, al noreste del país, sugieren que se trata de un bloque levantado de aproximadamente 250 km de largo. Estas estructuras se prolongan hacia el oeste y tienen una estrecha relación con el graben submarino de la fosa de Cariaco. La actividad de las fallas se presenta como una desventaja para los habitantes de estas regiones, puesto que han sido víctimas de ocasionales pero nefastos terremotos.

En el Escudo Guayanés también se tienen numerosos casos de bloques fallados, uno de los más obvios en las imágenes de sensores remotos es el del río Padamo (Amazonas), al este del cerro Duida (Fig. 9). En esta zona la red de drenaje es fiel indicadora de que además de los movimientos verticales, también los bloques fueron objeto de desplazamientos horizontales a

través de fallas de desgarre (Santiago, 1993). La baja sismicidad en el escudo o la inactividad de las fallas significan un bajo riesgo para las comunidades que lo habitan.

Figura 9. Sistema de megafracturas que crean la formación de bloques levantados (L) y hundidos (H), en la cuenca media del río Padamo, estado Amazonas. Elaborado por el autor sobre una imagen de Google Earth.

Por otra parte, la importancia económica de las fallas radica en la posible ubicación de menas de minerales. Las fallas que afectan los cinturones de rocas verdes del escudo Guayanés se han convertido en planos por donde se han alojado millares de vetas de cuarzo aurífero. En profundidad (aunque no tengan relación con las formas superficiales), bajo la región de Los Llanos y en la depresión del Lago de Maracaibo, las redes de fracturas han influido notablemente en la creación de trampas petrolíferas. Las fallas profundas pueden influir, además, en la producción de aguas termales, de gran atractivo turístico en diversas localidades de los sistemas montañosos andino-costeros.

MASAS CRISTALINAS Y FORMAS VOLCANICAS

Lo más típico del escudo Guayanés es la abundancia de masas cristalinas. En la parte norte, formando parte del complejo de Imataca, se han desarrollado distintos paisajes sobre cierta variedad de rocas metamórficas como gneises, granulitas, cuarcitas, anfibolitas y esquistos. Las rocas más resistentes ante el intemperismo dan lugar a relieves altos y alargados, como es el caso de las cuarcitas y las granulitas. En cambio, las menos resistentes dan lugar a depresiones y valles o, al menos, colinas de poco desnivel. Los paisajes de esta región (montañas, lomeríos, peniplanicies y valles) forman franjas paralelas, alargadas y plegadas, tal como sucede hacia el oeste de la parte baja del río Caroní (TECMIN, 1992).

Las elevaciones de cuarcita son de gran potencial económico cuando poseen un alto tenor de hierro, como es el caso de los cerros Bolívar (Fig. 10) y Altamira en los alrededores de Ciudad Piar. El clima Tropical Lluvioso de Sabana, caracterizado por un período seco prolongado, determina la existencia de una vegetación poco exuberante en la zona norte del estado Bolívar, en consecuencia, la baja protección hace que haya amplias superficies de roca desnuda a manera de atractivos domos de exfoliación y de abundantes aglomeraciones de rocas redondeadas (tors).

Figura 10. Panorámica del Cerro Bolívar. Masa de cuarcita ferruginosa de interés económico. Se asocia a otras rocas metamórficas como gneises. Tomado de googleimages.com

Los plutones graníticos que intrusionan a diversas rocas ígneas, sedimentarias y metamórficas, se presentan en el alto Orinoco a manera de gigantescas estructuras circulares ubicándose por lo general a mayor altura que las rocas encajantes (Fig. 11). Las elevaciones de granito de textura rapakivi en la zona de Los Pijiguaos, han dado lugar a una profunda capa de meteorización rica en hidróxido de aluminio (bauxita).

Figura 11. Plutón granítico, estructura típica del alto río Orinoco, estado Amazonas. Elaborado por el autor.

En lo que a volcanes se refiere, en Venezuela no los hay. Sin embargo hay vestigios de que los hubo en un pasado remoto. La abundancia de rocas volcánicas en el escudo Guayanés así lo confirman, como sucede en las provincias Pastora y Cuchivero; incluso, dentro de la secuencia sedimentarias de Roraima se han encontrado estratos de rocas volcánicas extrusivas (tobas), así como diques y sills de cuerpos intrusivos propios del vulcanismo acaecido durante el Precámbrico superior. El rebajamiento de las rocas en el escudo no ha dejado vestigios más contundentes sobre vulcanismo tales como esqueletos o sistemas de diques rodeando a un cuello volcánico.

En la zona de Guaniamo del estado Bolívar, los geólogos han estado bajo el afán de encontrar chimeneas de kimberlita, roca madre de los diamantes, tal como ocurre en el sur de Africa. Y aunque las chimeneas no aparecen, sí pueden encontrarse numerosos diques de rocas que intrusionan los gneises, los que posiblemente son la fuente de los diamantes, minerales que son extraídos principalmente de los rellenos aluvionales de Quebrada Grande y de otros ríos de la zona (TECMIN, 1994).

Otra especie de volcanes, ya no originados por el ascenso de magma, sino de lodo, tiene lugar a inmediaciones de El Tigre, estado Anzoátegui, y consisten de pequeñas elevaciones en forma de cono, de menos de 2 m de altura (Fig. 12). Los materiales ascienden a través de grietas que atraviesan los estratos de la formación Mesa, y son impulsados hacia arriba por los flujos de gas ubicados en las profundidades de los depósitos de hidrocarburos.

Figura 12. Volcán de lodo formado por el empuje de gases (hidrocarburos) desde el subsuelo. Tomado de googleimages.com

MORFOLOGIA DE LITORALES

Venezuela posee una extensión aproximada de 2.100 km de costas en el mar Caribe y en el océano Atlántico. En el lago de Maracaibo el país posee cerca de 400 km de costas. Lo que suma un total de 2.500 km. En el tramo costero central predominan las costas de inmersión, caracterizadas por la abundancia de acantilados, promontorios y ensenadas. Parte de las veces las bahías se han colmatado de sedimentos y forman playas donde se ubican los balnearios. Estas costas fueron inundadas por el mar después de la última glaciación.

Los sistemas de fallas son determinantes en la formación de los tipos de costas antes mencionados: las penínsulas de Paria y Araya, por ejemplo, son el producto del levantamiento de bloques a causa de la interacción entre la placa del Caribe y la de Sudamérica; los bordes costeros de estas penínsulas poseen la misma orientación de las fracturas que las bordean. Hacia el este de la Isla de Margarita, el borde costero, de orientación noroeste, consta a su vez de una fractura con la misma orientación, interrumpida transversalmente por una falla de desgarre. En la costa oriental de la isla se han producido amplias plataformas de abrasión (Fig. 13), mientras que, en la parte norte, el flujo de sedimentos aportados por la erosión de los acantilados y por los ríos que desembocan en ese flanco costero, han dado origen a un cordón litoral en forma de arco. Nótese que los vientos Alisios soplan desde el nordeste, lo que hace suponer que el cordón creció gracias a las derivas desde el nordeste hacia el suroeste, a lo largo de los últimos 11 mil años.

Figura 13. Plataforma de abrasión creada por la destrucción de un escarpe de falla. Elaborado por el autor.

La evolución de una flecha litoral al norte del estado Falcón, puso en contacto a una isla con la parte continental, naciendo entonces la península de Paraguaná. Otras acumulaciones de esa naturaleza se tienen en los estados Anzoátegui y Miranda: cordones de arena y grava que encierran a las lagunas de Unare, Píritu y Tacarigua, de gran importancia para las actividades pesqueras y turísticas. Al igual que en la Laguna de la Restinga, al norte de Nueva Esparta (Figs. 14 y 15). En la desembocadura del lago de Maracaibo se tienen también flechas litorales que crean problemas a la circulación de los barcos de gran calado.

Figura 14. Imagen satelital del cordón litoral y la laguna de La Restinga, en la parte media del estado Nueva Esparta. Tomado de Google Earth.

Figura 15. Vegetación de manglar dentro de la marisma de la laguna de La Restinga. Tomado de googleimages.com

Dentro de las costas neutras, aquellas que se forman por la acumulación de materiales, se tiene el arrecife coralino (tipo atolón) de Los Roques. Este se localiza a unos 120 km hacia el norte de La Guaira, y es en sí un archipiélago de gran interés ecológico y, a su vez, económico, puesto que se trata de un ambiente rico en vida submarina, con un paisaje ameno que atrae a miles de turistas nacionales y extranjeros (Fig. 16).

Figura 16. Vista parcial del atolón (arrecife coralino) de Los Roques. Tomado de googleimages.com

MORFOLOGIA GLACIAL

Las glaciaciones del Pleistoceno, finalizada la última de ellas hace aproximadamente unos 11.000 años, fueron responsables del modelado actual de las tierras venezolanas ubicadas por encima de los 3.000 msnm afectadas por la formación de glaciares o grandes volúmenes de hielo. Se estima que estos períodos fríos tuvieron una duración promedio de 100.000 años (Erickson, 1991), tiempo suficiente como para que las vertientes más elevadas de Venezuela fuesen atacadas por procesos como: gelifracción, nivación y abrasión glaciaria. En efecto, en el Sistema de Los Andes (cordilleras de Mérida y Perijá) han quedado como evidencias los rasgos geomorfológicos típicos de tales procesos. En las sierras de La Culata y Nevada de Mérida, hay abundantes circos dispuestos en cadenas a modo de rosarios. Estas pequeñas depresiones están ocupadas por pequeños lagos bordeados por aristas y agudos picachos (Fig. 17).

Figura 17. Picachos, aristas, circos y lagunas al pie del pico Humboldt, Sierra Nevada de Mérida. Tomado de googleimages.com

En ciertos casos, la intersección por erosión retrógrada de dos circos ha dado lugar a pasos naturales o ensilladuras. A lo largo y al final de las artesas o valles glaciares quedaron abandonadas grandes masas de detritos de formas arqueadas, conocidas como morrenas; estas nos dan una idea de hasta donde se extendieron las lenguas glaciarias (Fig. 18). La elevada pedregosidad de la superficie es un hecho generalizado a lo largo y ancho de estos paisajes, y eso se refleja en la abundancia de muros de contención y en las paredes de las viviendas de los campesinos de Los Andes.

Figura 18. Corte longitudinal de un valle glaciar mostrando la ubicación del circo y las morrenas de retroceso. Elaborado por el autor.

Hoy en día, el único glaciar existente en Venezuela se ubica al pie del pico Bolívar, cercano a los 5.000 msnm. Esta masa de hielo ha disminuido de tamaño a lo largo del último siglo, aproximadamente en un 80% (Zinck, 1980). Es posible que esto tenga relación con la ocupación antrópica en el valle del Chama, lo cual haya podido alterar las condiciones climáticas en las cumbres de la Sierra Nevada. Es de recalcar que la gelifracción es todavía un proceso altamente efectivo, a partir del cual se han derivado extensos taludes o conos de derrubios al pie de los riscos rocosos.

Entre los valles de origen glacial mayormente utilizados por el hombre de Los Andes están los de las cabeceras de los ríos Chama, Motatán y Santo Domingo, en el estado Mérida. Dichos valles son el asiento de carreteras y de múltiples caseríos, comunidades que dependen principalmente de las actividades agrícolas y turísticas.

MORFOLOGIA EÓLICA

El caso más concreto de morfología eólica en Venezuela se localiza al norte de Coro, estado Falcón. En esta zona el clima es semiárido, con un promedio anual de 442 mm de precipitación. La sequedad de tal región determina la existencia de una capa de vegetación escasa (xerófita) que aporta una muy pobre protección a los materiales sueltos que recubren la superficie. Estas condiciones son favorables a la erosión eólica, máxime si la velocidad de los vientos Alisios del nordeste sopla en el lugar con velocidades promedio entre 16 y 24 km/hora a lo largo del año. Nótese la diferencia si apenas se necesita una velocidad de tan solo 3,6 km/hora para levantar granos de arena de 0,1 mm de diámetro. Por lo tanto los suelos quedan a merced de la deflación y se hace propicia la formación de campos de dunas.

Figura 19. Norte de Coro, Falcón: Combinación de dunas longitudinales, transversales y barjanes. El viento sopla desde el noreste. Tomado de googleimages.com

Una de las fuentes de materiales es la que aporta el oleaje sobre las playas en el istmo (tómbolo) de Paraguaná, desde donde se producen dunas longitudinales orientadas de acuerdo con la misma dirección de los Alisios. En el parque nacional Médanos de Coro, existen además dunas transversales y barjanes (Fig. 20). En este caso, la distribución geográfica de los distintos tipos de dunas obedece principalmente a los cambios de velocidad del viento a medida que éste avanza desde el mar hacia tierra adentro, tal como se afirma en los tratados de geomorfología clásica: las altas velocidades producen cuerpos de arena longitudinales; las velocidades intermedias generan dunas transversales y, a menores fuerzas, aparecen los barjanes o dunas en forma de media luna.

Figura 20. Barjanes del parque nacional Médanos de Coro. Tomado de googleimages.com

En otros lugares del país, como es el caso de los topes de las mesas en el sur de Monagas, también es posible encontrar pequeñas áreas de acumulaciones eólicas. Hacia el este de Apure, las imágenes de sensores remotos indican la existencia de paleodunas fijadas por la vegetación (PDVSA, 1992). Se trata de dunas longitudinales y en horquilla, orientadas también de acuerdo a la dirección de los Alisios. La forma longitudinal dependió seguramente de la incidencia de vientos de altas velocidades y de una alta disponibilidad de arenas de grano fino (González, 1990); pues las partículas de menor tamaño son más fácilmente removidas por las corrientes de aire.

La presencia de tan enorme campo de paleodunas hace suponer que en el este de Apure había un desierto donde quizás no llovía durante años. El fenómeno tiene que ver con los períodos secos y prolongados del Pleistoceno, a diferencia del clima de la actualidad (Tropical Lluvioso de Sabana), caracterizado por una precipitación cercana a los 1.500 mm anuales y por la ocurrencia de una prolongada época de sequía anual, cuando son favorecidas las condiciones detonantes de la actividad eólica y la consiguiente formación de barjanes, justo allí donde las paleodunas quedan sin la suficiente humedad y sin la vegetación herbácea o arbustiva que las suele recubrir durante la época de lluvias.

Una gran liberación de CO2 acabó con la última glaciaciónEl trabajo indica que el carbono que fue liberado del fondo de los océanos a la atmósfera provocó un aumento de las concentraciones de CO2

(EFE),

Jueves 12 de febrero de 2015, 7:51 am

Inicio › Ambiente › Ciencia y Ambiente › Una gran liberación de CO2 acabó con la última glaciación

El final del último período glacial, hace 15.000 años, coincidió con la liberación

de grandes cantidades de dióxido de carbono almacenado en los océanos del

hemisferio sur, según un estudio que publica este jueves la revista “Nature”.

Esta fue la conclusión de una investigación realizada por investigadores de la

Universidad Autónoma de Barcelona (España), la Universidad de Southampton

(Reino Unido) y la Australian National University, quienes consideran que este

descubrimiento aporta nuevos conocimientos sobre cómo los océanos influyen

en el ciclo del carbono y en el cambio climático.

El trabajo indica que el carbono que fue liberado del fondo de los océanos a la

atmósfera provocó un aumento de las concentraciones de CO2 y un

incremento global de las temperaturas en el planeta.

Para llegar a estas conclusiones, el equipo internacional calculó el contenido en

carbono de las aguas superficiales a lo largo de los siglos mediante el estudio

de la composición química de las conchas calcáreas de antiguos organismos

marinos que habitaban la superficie del océano hace miles de años, y que

ahora yacen bajo el lecho marino.

Los océanos almacenan unas 60 veces más carbono que la atmósfera, pero

este carbono puede ser intercambiado rápidamente, en términos “geológicos”,

con la atmósfera.

El Miguel Ángel Martínez Botín, investigador de la Universidad de Southampton

y codirector del estudio, explicó que “la magnitud y velocidad de estas

variaciones periódicas en el CO2 atmosférico a lo largo de los ciclos glaciales

sugiere que los cambios en el almacenamiento de carbono en los océanos

influyen de manera importante a las variaciones naturales del CO2

atmosférico”.

El otro codirector del estudio es el investigador de la Australian National

University (ANU) y antiguo investigador del ICTA (Instituto de Ciencia y

Tecnología Ambientales) de la UAB, Gianluca Marino.

Este científico manifestó que “se han encontrado concentraciones muy

elevadas de CO2 disuelto en las aguas superficiales del Océano Atlántico Sur y

del Pacífico Este que coinciden con incrementos en el CO2 atmosférico al final

de la última era glacial, lo que sugiere que estas regiones actúan como fuentes

de CO2 de la atmósfera”.

“Nuestro descubrimiento apoya la teoría que afirma que una serie de procesos

que operan en el sector sur de los océanos Atlántico, Pacífico e Índico, la

región llamada Océano Sur, cambiaron las cantidades de carbono almacenado

en las aguas más profundas”, declaró Marino.

“Cuando la comunicación entre estas aguas y la atmósfera es limitada, el

carbono queda bloqueado en las zonas abisales, lejos de la atmósfera, durante

todo el período glacial. Y en los períodos interglaciales cálidos pasa todo lo

contrario”, añadió el científico.

Los investigadores analizaron cientos de pequeños organismos recogidos en

dos campañas.

Una en un punto del Océano Atlántico Sur a medio camino entre el Cabo de

Hornos y el Cabo de Buena Esperanza, a 3.800 metros de profundidad,

durante una campaña del buque oceanográfico Polarstern, y la otra frente a la

costa de Ecuador, a una profundidad de 2.200 metros, a bordo del buque

oceanográfico Joides Resolution del International Ocean Discovery Program.

Para Patrizia Ziveri, profesora ICREA en el ICTA de la UAB y coautora de la

investigación, “estos resultados ayudarán a entender mejor la dinámica de la

acumulación de CO2 generado por el ser humano en la atmósfera, dado que el

océano es un importante sumidero de carbono y la mayor reserva de este

elemento de todo el planeta”.

Mientras que estos nuevos resultados apoyan un papel primordial de los

procesos en el Océano Sur en estos ciclos naturales, los científicos han

advertido que todavía se desconoce la historia completa, el resto de procesos

que operan en otras partes del océano, como puede ser el Pacífico Norte, y

que podrían tener también un papel importante en la variación del CO2

atmosférico. EFE

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