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115 DIÁLOGO ANDINO Nº 24, 2004 Departamento de Ciencias Históricas y Geográficas Facultad de Educación y Humanidades Universidad de Tarapacá, Arica-Chile. ISSN 0716-2278 UNA SINOPSIS DE LA PREHISTORIA DEL CONO SUR: EL CONCEPTO DE MARGINALIDAD DESDE EL FORMATIVO AL MOMENTO DE CONTACTO EUROPEO por: MARIO A. RIVERA DÍAZ 1 Director Sede de Iquique Universidad Bolivariana Calle Baquedano Nº 1470 Fono: (56-57) 414121, Iquique - Chile Recibido el 25 de mayo de 2005 Aprobado el 20 de junio de 2005 1 Universidad Bolivariana, Iquique, Beloit College y Field Museum of Natural History mrivera@ execpc.com

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UNA SINOPSIS DE LA PREHISTORIA DEL CONO SUR: EL CONCEPTO DE MARGINALIDAD… / Mario A. Rivera DíazDIÁLOGO ANDINO Nº 24, 2004Departamento de Ciencias Históricas y GeográficasFacultad de Educación y HumanidadesUniversidad de Tarapacá, Arica-Chile. ISSN 0716-2278

UNA SINOPSIS DE LA PREHISTORIADEL CONO SUR: EL CONCEPTO DE

MARGINALIDAD DESDE EL FORMATIVOAL MOMENTO DE CONTACTO EUROPEO

por:MARIO A. RIVERA DÍAZ1

Director Sede de IquiqueUniversidad BolivarianaCalle Baquedano Nº 1470

Fono: (56-57) 414121, Iquique - Chile

Recibido el 25 de mayo de 2005Aprobado el 20 de junio de 2005

1 Universidad Bolivariana, Iquique, Beloit College yField Museum of Natural Historymrivera@ execpc.com

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DIÁLOGO ANDINO (CHILE) Nº 24, Diciembre 2004

RESUMEN

Se presenta una síntesis interpretativa de laprehistoria del Cono Sur de América en don-de se enfatiza el desarrollo cultural de áreascomo el Centro Sur Andino, Chaco, Pampas,Araucanía y Patagonia en un marco cronoló-gico entre 1500 a.C. y 1450 d.C., en áreasculturales que han compartido el fenómenode la marginalidad con respecto al desarro-llo logrado en lo que tradicionalmente se hadefinido como núcleos civilizadores especial-mente en los Andes Centrales. Se discute so-bre una nueva visión del concepto de margi-nalidad teniendo presente una perspectivamacrorregional de relaciones interregionalescon condiciones ambientales cambiantes endonde el cono sur, considerado como área condesarrollos propios, constituye un campo fér-til para investigar cómo se han realizado losprocesos de cambio social y ajuste ambientala través del tiempo, sin mayor imposición oadosamiento de un sistema foráneo.

ABSTRACT

A synthesis of the prehistory of the SouthernCone is presented here. The emphasis is on thecultural development of areas such as the SouthCentral Andes, Chaco, Pampas, Araucania, andPatagonia within a chronological frameworkranging from 1500 B.C. to A.D. 1450. Suchareas have shared the marginal phenomenonwith respect to the development obtained in theCentral Andes, traditionally considered ascivilizing core area. A different interpretationregarding the marginal concept is also offeredwithin a macro-regional perspective. Thechanging environmental situations ought to beconsidered when studying inter-regionalrelations within the Southern Cone. These areasown cultural development constitute apromising field for future research leading tothe understanding of how the process of culturalchange took place, as well as the environmentaladjustment through time, without majorimposition from a foreign system.

Palabras claves: Relaciones Interregio-nales, Desarrollo Cultural y Marginalidad.

INTRODUCCION

El Cono Sur representa el extenso es-pacio ubicado al sur del gran centro ci-vilizador andino, una amplia área quede por sí se define como marginal.Dentro de esta macrorregión, las áreasdel norte de Chile, noroeste de Argen-tina y parte del sur de Bolivia confor-man el Centro Sur Andino donde des-taca un proceso de complejidad socialrelativamente temprano (1500 a.C. a1450 d.C.) e integrado al desarrolloandino propiamente tal. Los gruposque se ubicaron en espacios más aleja-dos a estos centros experimentaron unproceso diferente que no alcanzó lascaracterísticas del área centro sur an-dina. En efecto, éstas son áreas quecomparten características de haber sidoconsideradas como marginales al grannúcleo civilizador andino que se desa-rrolló en los Andes centrales.

Por la importancia que adquiereel área centro sur de los Andes con eldesarrollo de una sociedad más com-pleja, nos parece relevante situarla encontexto con las áreas que componenel extremo sur del continente.

Así, en este trabajo se pretendeentregar una visión de la prehistoria delos pueblos que habitaron estos terri-torios desde el momento en que sussociedades comienzan a organizarse deuna forma más compleja, gracias aldesarrollo de un bagaje tecnológicoque hace posible la domesticación delmedio. En términos absolutos abarcaun marco temporal que va desde el1000 a.C. al siglo XV d.C. Pero, tantola diversidad del medio como las con-diciones extremas del mismo imponecondiciones que no pueden ser trata-das en forma homóloga en toda el área

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sur. Los procesos que llevan a la agri-cultura y domesticación de animales nofueron los mismos en la región septen-trional del cono sur, e incluso en algu-nas regiones meridionales ni siquierase dieron. La cerámica y la metalurgiadel cobre tienen una connotación dife-rente en las regiones a tal punto que enla Patagonia ni siquiera fueron cono-cidas. Aún más, la propia metalurgiadel cobre en la región del norte áridode Chile donde alcanza una antigüe-dad comparable a procesos similaresdel Viejo Mundo (más de 1000 a.C.),aunque temprana, no nace como unanecesidad en directa relación a los pro-cesos de producción, sino más biencomo elementos suntuarios que forta-lecen lo ceremonial y ritual de la so-ciedad. ¿A qué se debe esta respuestatan diferente? Tecnológicamente y aun-que se conocen sus propiedades, elmedio ambiente andino no hace nece-saria su incorporación al proceso pro-ductivo. Un desarrollo similar se ad-vierte con la cerámica en el extremosur patagónico donde no llega a serconocida del todo en muchas socieda-des que subsisten aún en tiempos his-tóricos.

El norte de Chile y noroeste deArgentina contienen un amplio espec-tro de desarrollos culturales que hanlogrado estructurar un panorama com-plejo a través de una larga experienciaen el tiempo, producto de tempranoscazadores y recolectores, tanto altoan-dinos como costeros que a su vez re-flejan influencias de costumbres y va-lores foráneos que sucesivamente hanafectado el área. Estas influencias,manifestadas por contactos, migracio-nes de grupos, y en forma más gene-ral, aportes culturales, provienen de la

selva tropical, en época más tempra-na, y luego, más tardíamente, de la re-gión altoandina, configurando el carác-ter netamente andino del desarrollocultural del área.

La diferenciación entre lo andi-no y no andino puede reflejarse en elmarco de las tierras altas de los Andesdel sur en el contacto entre etnias ay-mara y quechua frente a los uros y chi-payas actuales. Éstos representan dosmundos diferentes que logran convi-vir, pero que reconocen diferentes orí-genes en épocas también distintas. Deigual forma, la etnia atacameña parecerepresentar un segmento de esta dife-renciación.

En el área intermedia entre las tie-rras altoandinas y las tierras bajas tro-picales encontramos la región del Cha-co que se caracteriza por la presenciade grupos semisedentarios. La insufi-ciente información de la prehistoria deestos grupos ha contribuido a definirloscomo sociedades menos complejas.

Hacia el sur se encuentran gru-pos que habitaron las regiones de laAraucanía, Pampa y Patagonia. Estasúltimas han sido consideradas comosociedades más simples y de una mar-ginalidad que llega al aislamiento. LuisA. Orquera sostiene que los grupos pre-históricos de Fuego-Patagonia han al-canzado un equilibrio con su medioambiente “with slow drift toward grea-ter emphasis on resources that provi-ded equivalent return for less effort”(Orquera 1987:405), lo que puede es-timarse como una adaptación exitosa.El hecho que estos pueblos hayan lo-grado una adaptación plena está fun-damentado por la evidencia que “thehigh productivity of the Fueguian andsouthwestern Magellanic environment

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permitted a population density some 30times higher than recorded on the Pam-pa and continental Patagonia prior toAraucanian penetration” (Orquera1987:405), de la misma forma que surápida adaptación costera, la que selogró hacia el 5.000 a.C. De allí que,al tratar las áreas que componen elcono sur, la noción de marginalidadque caracterizaron estas culturas debeser revisada.

Los recientes cazadores estable-cidos en Patagonia meridional conti-nental, y descritos por los viajeros eu-ropeos del siglo XVI, reflejanmecanismos migratorios tardíos. Losmovimientos de mapuches (araucanos)en territorio sureño de Pampas, y laPatagonia septentrional en el sigloXVIII y posterior, representan segmen-tos de un área mayor que ha estadoafectada por continuos movimientos ydesplazamientos de grupos en el pasa-do. En este aspecto, el área del Chacorepresentaría una zona por donde tran-sitaron estos pueblos, especialmentedebido a su proximidad con la cuencaamazónica, el principal centro de dis-persión de grupos humanos y rasgosculturales en el pasado.

Tanto el desarrollo tecnológicocomo las innovaciones y descubrimien-tos representan factores importantespara el estudio de estas áreas y propor-ciona datos para la relación más estre-cha entre ellas. La gente que debió en-frentar el medio ambiente hostil y duroque caracteriza gran parte del cono sur,desarrolló tecnologías específicas quefueron compartidas, transmitidas o pres-tadas por grupos vecinos.

El cono sur aparece como unaunidad donde existen rasgos comunesque se observan desde el Chaco a la

Patagonia, desde épocas prehispánicasa los tiempos recientes, con una apa-rente discontinuidad con la región nu-clear centro-andina.

VISIÓN DE LA PREHISTORIAREGIONAL DEL CONO SUR

Las condiciones ambientales del conosur incluyen los bosques húmedos tro-picales del área del Chaco, las áridastierras del norte de Chile, la puna y va-lles del noroeste argentino, la estepahelada de la Patagonia, las áreas transi-cionales de los valles transversales delnorte semiárido de Chile, los bosquesfríos de la Araucanía, y los ambientesribereños, lacustres y planos de la am-plia llanura conocida como pampas.

NORTE DE CHILE

Contrariamente a lo que sucede en elextremo sur, disponemos para la regiónseptentrional del cono sur de una se-cuencia cronológica bastante afinadaque cubre los últimos 10.000 años dedesarrollo.

Se pueden caracterizar tres gran-des tradiciones culturales en la prehis-toria del norte chileno. Éstas son:

a) Cazadores y recolectores.b) Chinchorro o de probable origen

tropical de tierras bajas.c) Andina o altiplánica de tierras altas.

Cada una de estas tradiciones pre-senta rasgos propios que tienden a com-plejizar el panorama, especialmentecuando comienzan a darse desarrollosmás regionalizados. Para nuestros pro-pósitos, dentro de esta periodificación

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comenzaremos destacando las últimasfases de la tradición Chinchorro y lamanifestación de cambios notablescomo la introducción de la agricultura,la metalurgia y la cerámica. Este mo-mento ha sido aislado como Período deTransición II, el cual se extiende aproxi-madamente entre 1500 y 500 a.C.

Los datos arqueológicos para estaregión señalan la introducción de lacerámica hacia fines de la etapa arcai-ca como culminación de un procesoque incluye la domesticación de ani-males como la llama, la alpaca y el cuy,y de plantas como la quínoa, calaba-zas, algodón y posiblemente el maíz,en ocupaciones que se superponen alos antiguos cazadores.

Después del 1000 a.C. comienzaa desarrollarse la tradición altiplánicao andina con un conjunto de rasgos quecontrasta notoriamente con aquellos delas últimas fases Chinchorro de natu-raleza selvática, que le precede. Estarespondería al arribo de una tempranainfluencia altiplánica a la costa (pre-Pukara y pre-Tiwanaku) iniciando eldesarrollo formativo.

La etapa formativa culmina conel proceso de sedentarización a travésdel establecimiento de una serie de al-deas. Sitios como Alto Ramírez y Ca-serones, Guatacondo, Ramaditas,Chiu- Chiu 200, Turi, Tulor y Calar,constituyen importantes demostracio-nes del exitoso proceso de las socieda-des autóctonas que logran producireconomías de excedentes.

Dentro de la tradición andina, elPeríodo Intermedio Temprano (600a.C. a 500 d.C.) incluye gran parte deldesarrollo Alto Ramírez que introdu-ce un nuevo sistema sociopolítico yeconómico basado en la reciprocidad

y la complementariedad. Una sobre-producción con una distribución racio-nal y la incorporación de nuevas técni-cas agrícolas y de manejo de ganadopermitieron un incremento de la pobla-ción. De esta manera, se dieron lasbases para una estabilización demográ-fica, conformándose las primeras al-deas con la incorporación de camposde cultivo con riego sobresaliendo pro-ductos como la quínoa, maíz, ají, po-rotos, calabazas y pallar. Estos produc-tos, más recursos como el guano y lasal, representan complementos impor-tantes a aquellos producidos en tierrasaltas como, por ejemplo, los derivadosde los recursos de camélidos, quínoa ypapas deshidratadas al frío o chuñu.Esta nueva tecnología incluye tambiénestólicas de plataforma rectangular conprofusión de largos dardos que mejo-ran las actividades de caza; desarrollode la metalurgia, especialmente enadornos de oro y plata que refuerzanel sentido simbólico y ritual. El bagajede la cultura material incluye cucha-ras de doble mango, implementos delcomplejo alucinógeno, como tabletas,espátulas, tubos, cajitas; el desarrollode una cestería sofisticada y bien ma-nufacturada, cerámica, textiles de lanade camélido y técnicas que incluyen latapicería y el kelim, en una complejacomposición de colores y diseños.Además, se advierte la práctica ritualdel sacrificio humano, culto del sacri-ficador, presencia de cabezas trofeo yhachas en los ajuares funerarios. Elpatrón funerario se caracteriza por for-mas tumulares.

Es probable que todo el intercam-bio y complementación formaba partede un proceso ideológico común, cuyonúcleo más importante se ubicaba en

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los centros urbanos alrededor del lagoTiticaca. Esto dará origen a una orga-nización social, política y económicaque culmina con la extensión del esta-do Tiwanaku durante el Período Me-dio (500-900 d.C.). Es justamente eneste período que se produce una inte-gración política bajo la hegemonía deTiwanaku, fenómeno que, con ciertasvariantes, también abarcó el resto delnorte de Chile, noroeste de Argentinay sur de Perú. Los comienzos de la in-fluencia de Tiwanaku en Azapa se de-tectan en la fase Cabuza (300-700d.C.), aunque desconocemos el verda-dero mecanismo de vinculación con lasetnias de los valles costeros. Comodesarrollos más regionalizados deTiwanaku pueden considerarse las fa-ses Maytas (700-1000 d.C.), y más des-conectada aún, la fase Chiribaya.

Durante el Período IntermedioTardío (900-1350 d.C.) se ubica el De-sarrollo Regional, antecediendo lasinfluencias incaicas en la zona. Se ca-racteriza por grupos étnicos que man-tienen contacto con el altiplano, espe-cialmente de tipo económico, dentrode un sistema de complementación derecursos. Con el fin del estado Tiwa-naku, se produce una redistribución depueblos en el área central-sur-andina.Grupos identificados con cerámica dedecoración negra sobre rojo ocuparonla parte alta de los valles occidentales,la precordillera y el altiplano. Mien-tras en los valles bajos y en la costapredominaban los grupos con cerámi-ca policroma. El continuo movimien-to de pueblos desde el altiplano a lastierras bajas explica el porqué muchosgrupos locales debieron defender sustierras, construyendo fortificacionesdenominadas pukaras. Los desarrollos

más conocidos son San Miguel, Gen-tilar y Pocoma, los que muestran in-fluencias del período precedente deTiwanaku, así como el desarrollo deun estilo local. San Miguel (1000 d.C.)se caracteriza por una cerámica degrandes vasijas globulares de cuellosangostos y asas verticales, con una de-coración de motivos geométricos ennegro o rojo sobre blanco. Gentilar(1350 d.C.), representa una cerámicade terminaciones más prolijas, jarrosde cuellos evertidos con diseños ennegro y blanco sobre rojo. Pocomaconstituye un estilo de transición, condiseños distribuidos en paneles de co-lores rojo suave separados por líneasverticales. El estilo Chilpe, contempo-ráneo con Gentilar, representa la ex-pansión Colla y da comienzo al proce-so de aymarización en los vallesoccidentales. Finalmente, sobre estosdesarrollos culturales se imponen lasinfluencias incaicas a partir del 1450d.C. La zona de Azapa fue incorpora-da directamente bajo la hegemonía delCuzco. Diversos sitios como tambos,pukaras, secciones del camino inca,cementerios y explotaciones minerasdemuestran la presencia de una orga-nización socioeconómica y políticacontrolada por el Estado.

En la región de los oasis del desier-to de Atacama, la mejor secuencia ha sidoobtenida en San Pedro de Atacama. Losgrupos agroalfareros irrumpen hacia el800 a.C., para desarrollarse plenamentehasta la llegada europea. Este segmentode la prehistoria atacameña ha sido divi-dido en el Período Intermedio Tempra-no (500 a.C. a 400 d.C.), Período Medio(400 a 1000 d.C.), Período IntermedioTardío (1000 a 1470 d.C.) y Período Tar-dío (1470 a 1535 d.C.).

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En el Período Intermedio Tem-prano intervienen al menos tres co-rrientes de poblamiento en la defini-ción de la primera fase de la culturaatacameña, llamada también San Pe-dro I. Una, del altiplano central-surandino, inmediatamente al sur del LagoTiticaca, que aporta una cerámica rojapulida y gris, además de nociones avan-zadas de agricultura y manejo de ca-mélidos, y el germen del proceso ur-banístico a través de la evidencia delas primeras aldeas de los oasis deldesierto (Tulor, Calar, Chiu-Chiu-200y Guatacondo). Una segunda, prove-niente de los bosques tropicales trasan-dinos, y representada por una cerámi-ca modelada, con diseños incisos eimpresos, urnas cerámicas, pipas degreda, uso de adornos labiales comoel labret o tembetá, y elementos delcomplejo de alucinógenos. Al parecer,estos movimientos de la selva tropicalconstituyen el rezago de tempranasoleadas que dieron origen a la tradiciónChinchorro. Una tercera corriente estárepresentada por los sucesores de losantiguos cazadores y recolectores.

El Período Medio, o fase San Pe-dro II, se caracteriza por el desarrollode una agricultura intensiva basada enirrigación artificial, lo que permitiómantener una población en aumento,aunque limitada por los recursos de losoasis. Simultáneamente, durante esteperíodo el tráfico de caravanas haciala costa, el altiplano, el noroeste argen-tino y la región del Lago Titicaca, ha-cia los oasis, especialmente San Pedrode Atacama, su centro de intercambio.La cerámica típica de este período esla negra bruñida. A partir del 600 d.C.las influencias de Tiwanaku en SanPedro se manifiestan en una serie de

objetos suntuarios como textiles, va-sos keros de madera tallada, vasos deoro, huesos grabados y elementos delcomplejo alucinógeno como tabletas,tubos, cajitas y espátulas. La iconogra-fía de estos objetos enfatiza diseñosbasados en el personaje sacrificador,figuras aladas, felinos y cóndores. Ha-cia fines de este período, cesa la in-fluencia Tiwanaku y se produce unacrisis que culmina con una regionali-zación cultural que conlleva a una tec-nología mediocre.

El Período Tardío se caracterizapor el surgimiento de señoríos y rei-nos independientes, al igual que en laregión altiplánica, produciéndose fric-ciones que obligan a los pueblos ata-cameños a construir una línea de forti-ficaciones (pukaras) en la zona decontacto altiplano-desierto y a lo lar-go del río Loa. La cerámica de esteperíodo presenta un grueso engobe rojo,generalmente sin pulimento y de infe-rior calidad a la negra pulida. Duranteeste período, los atacameños retomaronel control de parte de los circuitos cara-vaneros de través del desierto. Los si-tios incaicos más importantes en la zonason Catarpe y Peine, situados en la rutadel camino que vinculó Cuzco con lazona central de Chile.

El norte semiárido es la regióncaracterizada por los valles transver-sales que se ubica inmediatamente alsur del desierto. Corresponde a unazona transicional entre el desierto ári-do y la fértil región central de Chile demás al sur. En esta franja, constreñidapor la cadena montañosa andina al estey la línea costera del Pacífico al oeste,las antiguas sociedades de cazadoresdan paso a los desarrollos formativosaproximadamente en los primeros años

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de la era cristiana. Las primeras mani-festaciones conforman el complejo ElMolle (50-700 d.C.) que se centró pre-ferentemente entre el río Salado por elnorte y el valle del Choapa por el sur.Se caracteriza por el uso de algunoselementos de procedencia selváticacomo el tembetá o labret como adornolabial, cachimbas o pipas en forma deT invertida confeccionadas en piedra,metalurgia del cobre, excepcionalmen-te de oro y plata, objetos de concha, dehueso, cestería, textilería de algodón,y sobre todo de una cerámica muy es-pecial así como el arte rupestre. Lacerámica, que es el rasgo más diagnós-tico, presenta formas como vasos ci-líndricos, formas globulares y cuencos,además de formas excepcionales comovasos de doble vertedera, con asa puen-te, zoomorfos y antropomorfos, de fi-nas terminaciones y alta calidad técni-ca. Las técnicas decorativas utilizadasson muy sofisticadas y muestran depreferencia campos de incisión o gra-bados, y de menor frecuencia, pinturanegativa, pintura postcocción, ahuma-do y doble cocción.

Sólo en los últimos años se hanincorporado trabajos de sitios ocupacio-nales cuyos resultados nos permitendefinir estas poblaciones como agricul-tores y ganaderos que compartían unamatriz común; debido a las exigenciasde los diferentes entornos que habita-ron, lograron controlar las áreas de dis-tinta manera, aunque el énfasis fue siem-pre la actividad pastoril.

Como agricultores tuvieron téc-nicas de riego que posibilitaron desa-rrollar mejor los incipientes cultígenosde sus antecesores, cultivando maíz,porotos, zapallo y probablemente elalgodón y la quínoa. Las evidencias de

hojas de palas o azadones líticos co-rroboran esta interpretación. La acti-vidad pastoril está reforzada por lasevidencias de grandes cantidades dehuesos de camélidos. Estas dos activi-dades básicas estaban complementadaspor aquellas de recolección de frutossilvestres, tales como el algarrobo, car-bonillo y chañar. La distribución de lossitios Molle es mayoritaria en los in-terfluvios que corresponden a los en-tornos más propicios para la ganade-ría. Sin embargo, existen sitios en losvalles que también sirven de importan-tes enclaves y en donde se produjeronconcentraciones de población más es-tables, favorecidas por el desarrollo deuna agricultura más intensa. De acuer-do a la distribución de los contextosde norte a sur, se ha definido una fase“Río Huasco” en el norte. Las sepul-turas allí son generalmente de mon-tículos y la cerámica es simple y casisin decoración. Una fase contemporá-nea parece haberse desarrollado haciael sur, en el interfluvio Elqui-Limarí,con formas de entierros más comple-jas con túmulos y sepulturas comunes,y el desarrollo de una cerámica sofisti-cada que incluye las más complejas téc-nicas decorativas hasta ahora asociadasa Molle. Más al sur, este complejo en-tró en contacto con las poblaciones pre-históricas que habitaron Chile Central.La población Molle desaparece brusca-mente hacia 700 d.C. siendo reempla-zada por los primeros vestigios del de-sarrollo Diaguita posterior.

La fase Las Ánimas que le sigueinaugura el desarrollo Diaguita en lazona. Constituye parte del desarrollocultural del período Agroalfarero Me-dio (800 a 1200 d.C.) en el norte semi-árido, especialmente desde el valle de

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Copiapó al valle de Limarí. Aunque elsitio tipo se encuentra en el valle deElqui, cerca de la ciudad de La Sere-na, sus rasgos definen muy bien un áreamucho más amplia. Se caracteriza porsociedades de ganaderos que se mue-ven desde ambientes de valles a la cos-ta. Cultivaban el maíz, explotaban losbosques de algarrobos y chañares, con-sumían carne de camélidos y obteníanproductos del mar tales como pesca-dos y mariscos. La cerámica de estafase se caracteriza por una decoraciónde motivos zoomorfos o lineales rojossobre blanco, o simplemente engoba-da de rojo, en escudillas de forma tron-co-cónicas. Un tipo algo diferente decerámica está constituido por formassubglobulares, en general sin engobe,y con aplicación de pintura roja, blan-ca y negra, obtenida de especularita,directamente sobre la pasta, confor-mando motivos lineales. Además, hayuna intensificación en el uso del cobrecomo materia prima de diversas herra-mientas en tanto la plata fue muy pocoutilizada. También son importantes lasespátulas de hueso finamente pulidasy los tubos de madera, artefactos muysimilares a aquellos que definen losequipos de alucinógenos de las cultu-ras del norte de Chile. De las eviden-cias arqueológicas de cementerios des-tacan el desarrollo de un complicadoritual mortuorio con sacrificio de lla-mas. En el sitio de Plaza de Coquim-bo, las llamas abrazaban con sus patasdelanteras al difunto con una intencio-nalidad de profundo sentido mágico-religioso.

El desarrollo cultural Diaguitacaracteriza el desarrollo del PeríodoAgroalfarero Tardío en la región. Fuedefinida en la década del 50 por Fran-

cisco Cornely (1956) sobre la base delos primeros postulados sugeridos porRicardo Latcham y complementadopor las evidencias obtenidas de nume-rosas excavaciones en los territorios deAtacama y Coquimbo. El resultado deestas investigaciones le permitió pro-poner una secuencia basada en tipolo-gías de entierros y de tipos cerámicos.Así, Cornely definió una secuencia queincluye tres fases: arcaica, transicióny clásica. Recientes estudios han rede-finido dicha periodificación con la in-clusión de investigaciones en sitioshabitacionales. Esta nueva periodifica-ción incluye una fase Diaguita I o ini-cial, que arranca de la fase Ánimas quele antecede, fase Diaguita II que co-rresponde al desarrollo clásico y faseDiaguita III que corresponde al perío-do de influencia incaica, fenómeno quegeneró un complejo proceso de acul-turación.

Es interesante destacar que esteproceso de aculturación no ocurrió enel desarrollo cultural de más al norte,en donde la relación de poder inca fren-te a las culturas locales fue integral.

Aunque la nación Diaguita opu-so fuerte resistencia a la conquista Inca,su organización político-administrati-va sufrió modificaciones. Así, los Dia-guitas habían constituido un sistematradicional basado en jefaturas dualesque controlaban cada valle. Estas or-ganizaciones de jefes dobles conforma-ban una unidad a lo largo de la costa, yotra en los cursos medios y superioresde los valles y ríos principales. Es pro-bable que estos jefes reunían a otrasunidades menores bajo su esfera deacción. La irrupción inca determinó laimposición violenta de su aparato ad-ministrativo. Uno de estos aspectos fue

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la designación de kurakas o jefes lo-cales, representantes de la administra-ción central incaica en las regiones.Otro rasgo de esta imposición fue eltraslado de poblaciones Diaguita a zo-nas de Chile central y de Argentina conel objeto aparente de dar cumplimien-to a la mita.

Los Diaguitas eran esencialmen-te agricultores y ganaderos. Como agri-cultores cultivaron productos como elmaíz, los porotos, las papas, la quínoa,zapallos y algodón, este último sobretodo en los valles de Copiapó y Huas-co. Ocuparon de preferencia las tierrasfértiles de los valles aluviales, sus ca-beceras y sectores adyacentes en lacosta. Como ganaderos, especialmen-te de camélidos, se movilizaron entrelos valles bajos y las cuencas cordille-ranas, y también ocupando los inter-fluvios. En la época tardía, los asenta-mientos Diaguitas fueron de dos tipos:aldeas que habitaban en tiempos de pazy que se ubicaban a lo largo de las te-rrazas aluviales cultivables, y estable-cimientos fortificados ubicados en si-tios estratégicos de difícil acceso, aptospara la defensa de sus territorios. Lasarmas diaguitas más comunes incluyenlas lanzas largas, los dardos, arcos yflechas, las hondas, las macanas, gal-gas o piedras rodantes, escudos y pe-tos de cuero.

La ausencia de una organizaciónadministrativa compleja, de una clasede servidores y de un ejército profe-sional, indica que la nación Diaguitano alcanzó a desarrollarse a nivel deun Estado. Su estructura política sedefine más bien como una federaciónde señoríos. Así, en diversas oportuni-dades durante la conquista española,los distintos señoríos Diaguitas logra-

ron organizarse colectivamente paraenfrentar amenazas externas. Incluso,elegir un jefe de guerra único comoaconteció en 1541 con la designaciónde Michimalonco con el objeto de neu-tralizar las incursiones españolas co-mandadas por Pedro de Valdivia.

CHACO

La región del Chaco comprende losterritorios ubicados en el noreste deArgentina (Chaco Centro y Sur), inclu-yendo parte de Bolivia y Paraguay(Chaco Boreal), conformando una uni-dad ecológica donde se dio un procesode adaptación similar. Las condicionesmedioambientales corresponden a unavasta llanura aluvial de marcadas dife-rencias entre las estaciones secas yhúmedas. Los principales ríos que atra-viesan el área son el Pilcomayo y elBermejo. Corren desde los Andes va-ciando sus aguas en el río Paraguay quecorre de norte a sur. Este río, el Para-guay, también divide el pasaje de sa-banas del este diferenciándola del ver-dadero Chaco que se encuentra haciael oeste.

De acuerdo a Alcides d’Orbigny(1839), quien recorrió el área entre1827 y 1830, la región se caracterizapor llanuras que se inundan con lasaguas de los ríos, pero con claras esta-ciones secas y húmedas que obligan ala gente a moverse periódicamente deun lugar a otro.

La etnias chaqueñas desarrollaronsu cultura material en relación directaa las actividades económicas desple-gadas. Hoy como en el pasado los pro-ductos de las plantas silvestres comolas semillas de algarroba y los frutos

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de la palma son de gran importancia.Los grupos que vivían cerca de los ríosdesarrollaron la pesca mediante el usode redes, lanzas, arcos y flechas. Ani-males salvajes, como el pecarí, ciervosy avestruces, también fueron cazados.Con la llegada de los europeos, mu-chas etnias chaqueñas adoptaron elcaballo, introduciendo técnicas de cazamás sofisticadas.

La agricultura también fue prac-ticada por los grupos chaqueños hastabien entrada la época histórica (Willey1971). Los principales productos cul-tivados incluyeron maíz, mandioca,porotos, tabaco y algodón. Pero debi-do a las condiciones naturales, espe-cialmente la concentración de suelosarcillosos y erosionados, falta de bue-nos drenajes y el deterioro causado poranimales, tales como pecaríes y aves,dificultan la obtención de una estima-ción real del valor de la agricultura paraestas etnias.

Sus habitaciones generalmenteeran pequeñas, de forma circular uoval, con estructuras de postes y cu-biertas con hojas de palma, que tam-bién se utilizaban en los techos. En al-gunos casos, se construyeron grandescasas comunales. Los conjuntos habi-tacionales generalmente estaban dis-puestos en forma semicircular, abier-tos por un lado que daba acceso directoa una plaza central.

Las etnias del Chaco tambiénmanufacturaron textiles a partir de fi-bras vegetales de plantas silvestres,especialmente el algodón. Confeccio-naron redes para bolsas y hamacas. Lacestería, sin embargo, no fue conocidapor todos los grupos y fue introducidapor grupos de procedencia amazónica.Las calabazas fueron utilizadas como

recipientes, y en algunos casos fuerongrabadas. Siendo la guerra una de lasprincipales preocupaciones de los gru-pos chaqueños, las armas como el arcoy la flecha, la lanza y los palos de ma-dera fueron muy comunes. La bolea-dora fue la principal arma entre losTobas. La piedra tuvo que ser traída deotras regiones para propósitos muy es-peciales como, por ejemplo, la confec-ción de hachas. La metalurgia fue to-talmente desconocida en tiemposprehispánicos. Pero la cerámica fueampliamente utilizada. Hecha a partirde la técnica del espiral (coiling), secaracteriza por formas que incluyenjarros de agua con cuellos estrechos,tiestos de cocina y platos. En algunoscasos, también se utilizaron ceramiospara urnas funerarias. Generalmente lacerámica es sin decoración, aunqueexisten algunos casos de cerámica de-corada, ya sea pintada o por impresiónde uñas o cuerdas. Esta última es latécnica más característica de decora-ción. Las impresiones se obtuvieron alpresionar cuerdas individuales en lapasta fresca de la superficie del cera-mio. La cerámica más distinguida deeste tipo es la que corresponde a la et-nia Mbaya, con el agregado que estagente también pintaba las zonas entrelos decorados por impresión con colo-res rojo y negro.

Otro rasgo interesante de la cul-tura material es el trabajo de plumasusado especialmente como adorno per-sonal. En las vestimentas, la fibra máscomún fue la caraguatá, especialmen-te para climas cálidos, mientras paralas estaciones frías se usaban vestimen-tas de piel o cuero. En algunos lugarescomo, por ejemplo, entre los Chané,las mujeres de edad todavía usan el ti-

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poyguaraní, mientras el hombre acos-tumbra a usar el tembetá o labret comoadorno labial.

En general, los registros arqueo-lógicos para la región del Chaco sonmuy limitados. Prácticamente no seconoce nada del precerámico. Respec-to del desarrollo cerámico, gran partede la investigación proviene de sitiosubicados en el sudoeste del Chaco,cerca de las provincias argentinas deSalta, Jujuy y Santiago del Estero. Enla cuenca del río Bermejo se han ubi-cado varios sitios cerámicos que inclu-yen entierros en urnas cerámicas enestilos muy semejantes a la cerámicaMbaya, especialmente por la decora-ción de incisiones en una sola línea.(Fock 1962). Sin embargo, esta cerá-mica que aparece como diagnósticapara el Chaco, se encuentra asociada acerámica con rasgos altiplánicos comovasijas de bases planas y asas. Sitioscomo Lomas de Olmedo, Las Merce-des y San Francisco, muestran esta di-cotomía. Este último ha dado origenal complejo San Francisco, estudiadoprimero por Erland Nordenskiold(1902-1903) y luego por BernardoDougherty (Dougherty y Zagaglia1982). Se encuentra ubicado en unaregión particularmente importante, a lolargo del río del mismo nombre, tribu-tario del Bermejo, cerca de Orán en lasprovincias de Salta y Jujuy. Aunque sele define como una manifestación mar-ginal del área andina meridional, es-pecialmente por los rasgos que definenla cerámica llamada Candelaria del surde Salta, su desarrollo corresponde auna sociedad que practicó un patrón deasentamiento disperso con actividadeseconómicas que incluyen el pastoreoy la agricultura incipiente con irriga-

ción, y un temprano uso de las urnascerámicas entre el 620 a.C. y el 300d.C. Así, la cerámica San Franciscocontiene rasgos relacionados a la flo-resta tropical, especialmente la cerá-mica modelada corrugada, de gruesosbordes, la presencia de figurinas mo-deladas, y con impresiones ungularesy de cuerdas, también conocidas entrelos grupos Mbaya-Caduveo, Guana yRibereños Plásticos del litoral del Pa-raná, y asociadas a las tradiciones Tupi-Guaraní y Taguara del este de Brasil.

Por otra parte, la cerámica corru-gada se encuentra casi sin interrupcióndesde el noroeste argentino hasta laregión Tupí-Guaraní, mientras la cerá-mica con antiplástico de trozos dearcilla forma parte de la tecnologíaalfarera común en las tierras bajas tro-picales, incluidas las regiones Chaco-Santiagueña y San Francisco. Otrosrasgos como las asas entrelazadas delos tiestos cerámicos, los ojos de for-ma de grano de café en las representa-ciones antropomorfas y aun las deco-raciones obtenidas a partir de lasimpresiones de las mazorcas de maíz,parecen ser elementos de oleadas depoblaciones provenientes de las tierrasbajas tropicales que llegaron al área.

La cerámica bicolor rojo sobreblanco de San Francisco parece que tam-bién está presente en el llamado estiloVaquerías de la región andina del nor-oeste argentino. Este estilo es caracterís-tico de las primeras etapas cerámicas delárea andina meridional que desarrollaposteriormente el estilo Candelaria.

También como parte de estos de-sarrollos podrían mencionarse aquellosdel Bajo Paraná y Uruguay. Aunqueesta región, que también incluye lasprovincias de Misiones, Corrientes y

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Entre Ríos, ha sido considerada comoperteneciente al Litoral por los estu-diosos argentinos. Siguiendo única-mente consideraciones etnológicas,arqueológicas y medio ambientales,corresponde más bien a una zona detransición de la floresta tropical a laregión de Pampas ubicada más al sur,pero con una fuerte relación hacia laprimera a través de la acción que ejer-cen los ríos tropicales que la conectanal Chaco. De esta forma, representa unaextensión de los complejos que se ob-servan en el Chaco, caracterizados porlas oleadas de grupos Guaraní que seintroducen en la zona transicional tra-yendo rasgos como la cerámica acor-delada impresa y las pipas. Estas olea-das Guaraní continuaron entrando alárea durante los siglos XVI y XVII.

Influencias sucesivas de gruposArawak se han sobreimpuesto a losGuaraní, configurando como resulta-do la fase conocida como RibereñosPlásticos, fechada entre 860 y 1200d.C. en Salto Grande, aunque su prin-cipal desarrollo se ubica en la parte bajade los ríos Paraná y Uruguay.

PAMPAS

El área de pampas corresponde a laplanicie argentina o pampas propia-mente tal, desde los ríos Paraná y Pa-raguay, las planicies de Uruguay hastalos 43 grados de latitud sur, incluyen-do parte de las provincias de Córdobay San Luis, y las provincias de BuenosAires, La Pampa, Río Negro y granparte de Chubut. Al sur de esta área seubica la Patagonia.

El paisaje puede ser diferenciadoentre aquel de las tierras bajas ribereñas

y las planicies aluviales del norte, deaquel de la gran planicie cubierta de pas-tos de más al sur. De acuerdo a Orquera(1987:340) las pampas se caracterizanpor un terreno ligeramente ondulado einterrumpido sólo por pequeñas cadenasde montañas bajas conocidas como sie-rras (Tandilia, Ventania, Lihue Calel), conalturas que no sobrepasan los 500 m enla mayor parte del territorio, aunque seduplican hacia el oeste.

La arqueología de esta área reflejalos aspectos diferenciales de las tressubáreas que la componen. Esto es, lacuenca baja del Paraná-Uruguay, lacuenca de Buenos Aires y La Plata ylas pampas propiamente tales hacia elsur. En esta área, la tradición culturalconocida como Paraná-Pampas refle-ja una síntesis cultural que ya estabaen proceso hacia el 4000 a.C. Esta es-taba compuesta por la tradición andi-na de cazadores-recolectores y los pes-cadores y recolectores ribereños delS.E. de Brasil. Esta tradición desarro-lla la cerámica solamente en épocasmuy tardías, especialmente en la cuen-ca del Paraná al sur. Sobre esta difu-sión se sobreimpone una oleada de gru-pos de antecedentes Tupi-Guaraní queprovendría del Amazonas.

(i) La Cuenca Baja del Paraná-Uruguay. En esta zona, la cerámicamás temprana es un tipo que se parecea aquellos de la fase Periperi del estede Brasil, y fechada hacia el 880 a.C.Pero la tradición cerámica más cono-cida es la llamada Ribereños Plásticoscuyos motivos incluyen diseños geomé-tricos y adornos modelados y tiestoscerámicos conocidos como campanasprobablemente usados como “firedogs”.

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(ii) La Cuenca de Buenos Aires yLa Plata. La cerámica del norte deBuenos Aires, incluyendo el delta delrío de La Plata está también relaciona-da con los Ribereños Plásticos. El ladouruguayo muestra más bien caracterís-ticas diferentes. Aquí la cerámicamuestra muy poca decoración, restrin-giéndose a diseños geométricos inci-sos e impresos.

(iii) El Sur de Buenos Aires yPampas. Aquí se desarrolla en parte elcomplejo Nor-Patagoniense, caracte-rizado por la presencia de puntas deproyectil triangulares tipo Intihuasi II,propias de la región subandina que lle-gan a estas zonas costeras marginales.Una fase más tardía, la Nor-Patago-niense III con pequeñas puntas y mi-crolitos, piedras de moler y cerámica,también ha sido definida. En el rincónNoroeste de la provincia de La Pampase desarrolló la cultura Pampeano-Atuel. En la costa sur de la provinciade Buenos Aires, ha sido definido elcomponente San Blas, sobre la base deartefactos líticos como puntas largascon y sin pedúnculo, cuchillos y ras-padores que recuerdan las puntas de losperíodos Magallanense III y IV de Birdasociados a placas grabadas y cerámi-ca incisa sin pintar.

ARAUCANÍA

La Araucanía, como área cultural, com-prende el valle central de Chile al surdel río Bío-Bío hasta Chiloé, la princi-pal isla al sur de Puerto Montt. El cli-ma y la vegetación corresponden a untipo mediterráneo húmedo, con aumen-to de la vegetación a mayor latitud,donde se dan exuberantes bosques de

robles, lengas, raulí y avellanos. Enestas condiciones, la agricultura es muydifícil de desarrollar. El mayor impe-dimento es la deforestación para pre-parar el suelo para cultivar. Pero en laAraucanía hay también ambientes cos-teros en que las condiciones son mu-cho más suaves, y ambientes de cordi-llera, donde la gente debe enfrentar lasdificultades de climas extremos y dela topografía. En efecto, este sector delos Andes es de difícil acceso, pues lasmontañas se levantan a una altura pro-medio sobre los 2.000 metros sobre elnivel del mar.

Hacia el oeste, a lo largo de lafranja litoral, la Cordillera de la Costacorre a una altura más moderada y en-tre ambas cordilleras se desarrolla elvalle central. Las actividades de sub-sistencia practicadas en esta área in-cluyen la recolección de piñones, unfruto del árbol araucaria, especialmenteen verano. También algo de caza, y entiempos recientes, el florecimiento dela ganadería. En el valle central, tantola horticultura como la agricultura deroza han sido importantes. Y en la cos-ta, las actividades de pesca y recolec-ción marina son predominantes.

La prehistoria de la Araucanía estodavía poco comprendida, porque lainformación arqueológica proviene desecuencias cerámicas insuficientemen-te definidas debido a la falta de exca-vaciones estratigráficas. El términoAraucanía deriva de araucano, utiliza-do por primera vez por Alonso de Er-cilla en 1589, cuando recorrió la zonacentral de Chile en las guerras de con-quista españolas junto a Pedro de Val-divia. Corresponde este término alnombre genérico que identifica diver-sos grupos étnicos Mapuches del área

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comprendida entre los ríos Itata y Ñu-ble por el norte hasta el Canal de Cha-cao por el sur.

En esta área, las característicasformativas de la cerámica representanel punto más importante en el entendi-miento de lo que ha sido la sociedadMapuche desde una economía pura-mente de subsistencia, basada en lahorticultura, a una totalmente agrícolay sedentaria. A la falta de informaciónestratigráfica debemos agregar la faltade información relacionada con losperíodos prehispánicos dando por re-sultado un esquema cronológico muydébil. Gran parte de la información seha logrado mediante comparacionescon otras áreas, especialmente de loscomplejos cerámicos del norte y estedel territorio. Así, las diferentes co-rrientes interpretativas de la prehisto-ria de la Araucanía adolecen de unavisión clara del desarrollo regional.

Sin embargo, no cabe duda quelas culturas regionales se desarrollarona partir de las tradiciones formativasandinas. El formativo Mapuche o Arau-cano debe ser considerado como unproceso regional tardío donde la fasePitrén representaría su momento mástemprano.

Debido al parecido en las técnicasceramológicas empleadas, se piensa quePitrén está relacionado con el complejoformativo El Molle, que se desarrollópoco más temprano en el norte de Chi-le. Algunos arqueólogos han postuladoconexiones con el noroeste argentino,especialmente con la cultura Candela-ria. Debido a que ésta está relacionadacon la esfera de influencia de la selvatropical, es también posible que Pitrénrepresente una variación regional de unformativo de un desarrollo muchísimo

más amplio en el espacio, y del que ha-yan sido parte Vergel I, Tirua, Pucón VI,en el sector chileno, y Neuquén en Ar-gentina. Una única fecha de C-14 para elsitio de Huimpil dio 660 d.C., mientrasotros fechados para Moquehue-1 enNeuquén (1050 d.C.) y para Mallín deTromen (1040 d.C.) confirman un mar-co cronológico entre la era cristiana yel 1000 d.C. para este desarrollo.

La otra tradición cerámica quecaracteriza el área es Valdivia, que,según algunos, contendría elementosInca. Esta constituiría el complejo Neo-Araucano en tiempos históricos, encontraposición al desarrollo Pitréntemprano que es considerado comoPaleo-Araucano, de desarrollo prehis-pánico. La cerámica Valdivia se carac-teriza por diseños rojo sobre un fondopintado blanco. Investigaciones recien-tes señalan la posibilidad de un desa-rrollo más complejo para esta cerámi-ca, incluyendo fases más tempranas deun desarrollo más regionalizado.

PATAGONIA

Patagonia incluye los territorios al sur delos 43 grados de latitud, con las provin-cias argentinas de Chubut y Santa Cruz,y en Chile, los territorios ubicados al surde Chiloé hasta Tierra del Fuego. Esteúltimo, compartido con Argentina. De talforma que al menos tres formas de pai-saje pueden ser advertidos:

(i) Una planicie de pastos duros, másbien seca y ventosa, conocidacomo la estepa patagónica, que sedesarrolla principalmente en laprovincia de Santa Cruz. Este fueterritorio ocupado por la etniaTehuelche.

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(ii) La contraparte de este territorio seubica hacia el oeste donde se en-cuentran los canales del sur de Chi-le. Se caracteriza por el desmem-bramiento de la costa, constituyen-do fiordos, pequeños canales e is-lotes en medio de una densa vege-tación. Junius Bird, que navegó estaregión en 1934, la describe así:

“The shoreline at the western base of themountains is well described as one of themost irregular and broken in the world. Itis only 870 statute miles in a straight linefrom Puerto Montt to Cape Froward, yetthe shore measures 4,500 miles accordingto existing surveys, which are incompleteand lacking in detail. It would be useless,if not impossible, to measure the shoreli-ne of the offshore islands, but if we inclu-de western Tierra del Fuego, and the main-land, we obtain a rough estimate of 12,000miles of shore on a direct line of 1,000miles. In all this distance there is no placewhere one can walk along or near the sho-re without the greatest difficulty. The rea-son lies not only in the densely tangledforest that clings wherever it can securefoothold, but also in the rough nature ofthe country - mountains and hills that dropprecipitously beneath the sea with littleor no foreshore. Beaches are few andwidely separated. Glaciers and swiftflo-wing rivers offer further obstacles” (Bird1988:3).Alakalufes y Chonos desarrollaron eneste ambiente un modo de vida basadoen la canoa, con el fin de explotar losrecursos marinos y aprovechar los pro-ductos del bosque.

(iii) Tierra del Fuego, que incluye con-diciones extremas en ambientescombinados entre la costa y las zo-nas más continentales del interior.Las etnias que poblaron estoshábitats fueron los Onas y Yaganes.

Dos tipos diferentes de procesosde adaptación se dieron en estos pai-

sajes. Uno en el lado Atlántico, dondeexistieron las condiciones para el de-sarrollo de sociedades que basaron susubsistencia en la caza terrestre desdetiempos muy tempranos. En el lado delPacífico, el principal mecanismo deadaptación fueron la pesca y la cazamarina, complementado por la recolec-ción de mariscos y la caza de aves.

Las tradiciones cazadoras del nor-te de Patagonia continental retrocedenen el tiempo hasta entroncar con elperíodo paleoindio definido por lassecuencias de los sitios ubicados enMagallanes. Es interesante hacer no-tar la larga persistencia de estas tradi-ciones que reflejan un proceso de ajustea las condiciones ambientales extremasdel clima y la fauna. En esta vasta área,sobre una base acerámica de ampliadistribución se reconoce el Nor-Pata-goniense Costero, caracterizado porasentamientos que se ubican alrededordel comienzo de la era cristiana en losvalles Diamante, Atuel y Colorado. Elcambio de actividades económicas,desde aquellas puramente cazadorashacia una de recolección en aumento,con profusión de microlitos, piedras demoler, y más tardíamente, el desarro-llo cerámico, ha sido estimulado porcambios medioambientales. Aparente-mente, este desarrollo coincide con elavance del neoglacial que finaliza ha-cia el 2000 a.C., marcando el comien-zo del período boreal seco, caracteri-zado por una sequía en aumento.

Desde aproximadamente la mitaddel tercer milenio hasta el siglo XVId.C., el Nor-Patagoniense presenta unatendencia generalizada, donde los re-cursos más críticos han sido los mo-luscos, vegetales, aves y roedores,mientras los grandes mamíferos pare-

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cen no haber constituido una fuente im-portante de recursos.

La prehistoria de Patagonia con-tinental sur está contenida en las co-lumnas estratigráficas de Cueva Fell,complementada por los trabajos prac-ticados en los sitios de Palli Aike, LasBuitreras y Los Toldos.

El período IV de la cueva de Fellfechado entre 1775 y 1525 a.C. se ca-racteriza por puntas triangulares conpedúnculo, bolas, cuentas de collar yornamentos, huesos incisos, una varie-dad de raspadores y entierros huma-nos extendidos depositados en túmu-los. El período V correspondería aldesarrollo que se identifica posterior-mente con los Onas históricos.

Los sitios correspondientes al Pe-ríodo Patagoniense propiamente tal seencuentran en prácticamente toda Pata-gonia meridional, con alguna diversifi-cación y especialización de explotaciónde medio ambientes muy específicos.Los sitios que se encuentran en lagossecos y cañadones del Río Negro sonejemplos de esta situación. Han sido an-tecedidos por un desarrollo transicionalconocido como Proto-Patagoniense, fe-chado entre 1500 a.C. y la era cristiana.

La aparición de la punta de pro-yectil con pedúnculo, similar a las quedefinen el período IV de la cueva Fell,marca el inicio del período Patagonien-se Clásico, y fechado entre el comien-zo de la era cristiana y el 600 d.C. Aquílas actividades económicas más comu-nes son la caza del guanaco, aves, enespecial avestruces, combinada conuna incremento de la actividad reco-lectora. El arte parietal, que llega a sernotable, está caracterizado por el esti-lo de “grabado de pisadas” y diseñosgeométricos curvos.

El Patagoniense II, también lla-mado Tehuelchense, comprende el pe-ríodo entre el 600 d.C. y el siglo XVI.Aquí es importante el aparecimiento dela cerámica, probablemente alrededordel 700 d.C. en el sitio de Shequen,asociada con pequeñas puntas pedun-culadas similares a las del período Vde la cueva Fell. El arte parietal llega aser más abstracto con predominio delestilo de grecas. Durante el siglo XVI,con el arribo europeo, las influenciasdesde las pampas son más evidentes,debido a la introducción del uso delcaballo.

En el lado occidental de los An-des se desarrollan dos procesos de adap-tación distintos. Uno corresponde a loscazadores terrestres, en la Patagoniacontinental, y el otro a los cazadoresmarítimos, pescadores y recolectores, enlos canales e islas del sur de Patagonia.Este es el proceso que culmina con eldesarrollo de la cultura del cuchillo deconcha que caracteriza tanto los gruposYaghanes como Alakalufs.

Más al sur, en la región de los ca-nales fueguinos, se ha estructurado unasecuencia basada en los trabajos de lossitios Túnel y Lancha Packewaia enUshuaia. Aquí, el segundo componentede esta secuencia revela un proceso deadaptación marítima. Los recursos ali-menticios mayoritarios son mamíferosmarinos, especialmente el lobo marino,complementados con guanacos, aves ypeces. La gran cantidad de restos ali-menticios que se encuentran en estossitios revelan que estos grupos han ad-quirido ya cierto grado de adaptación.El tercer componente, alrededor del2000 a.C., señala que el proceso deadaptación ha llegado a ser más com-plejo, con una industria de hueso más

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elaborada. Los sitios que se encuentranen el extremo sur de Patagonia, comoEnglefield, Bahía Buena y Punta SantaAna, señalan el desarrollo de un largoproceso, bastante estable, basado en laadaptación marítima. La baja densidadde población de estos grupos en rela-ción al enorme potencial de recursosmarinos ha contribuido a su estabiliza-ción. Estos factores proveen los funda-mentos para la existencia de una largatradición de cerca de 6.000 años de con-tinuidad que entronca con los Yaghaneshistóricos.

OBSERVACIONES FINALES

La prehistoria del Cono Sur se carac-teriza por haber experimentado proce-sos similares en las diversas áreas quela componen, aunque con diferenteénfasis. Estos procesos se reflejan enlas formas de adaptación a condicio-nes ambientales adversas y en algunoscasos extremas, seguidos por procesosmigratorios de poblaciones, cuya pro-cedencia debe buscarse tanto en la sel-va tropical del norte como en la regiónandina circum-Titicaca.

Aunque la tecnología desarrolla-da por estos pueblos es relativamentesimple, ha producido el desarrollo delargas tradiciones que reflejan un es-pecial grado de adaptación a los dife-rentes ambientes. Así se trate de po-blaciones ubicadas en las zonas húme-das del Chaco, o en las extremas con-diciones frías de la estepa patagónica,o en las regiones de transición de lasPampas o la Araucanía, las poblacio-nes prehistóricas que finalmente hanadquirido los niveles necesarios parala subsistencia han desarrollado una

economía estable con formas específi-cas de organización social.

En el caso de las poblaciones delChaco, ellas muestran un énfasis derasgos de la floresta tropical identifi-cados con la tradición Tupi-Guaraní.Aún hoy es posible observar algunosde estos grupos étnicos como parte dedicha influencia. A pesar de su aisla-miento, estos grupos muestran muchosde los rasgos originales que caracteri-zan su sistema socioeconómico. Porejemplo, siguen desarrollando una tec-nología horticultural basada en la téc-nica de rozar el bosque para cultivarmandioca, tabaco, algodón o maíz.También han practicado la caza y re-colección y, en algunos casos, hanaprovechado los recursos fluviales. Supatrón de asentamiento está basado engrandes casas comunales conforman-do verdaderas aldeas. Confeccionaroncanoas de troncos para navegar los ríos.Además, su cultura material contieneartefactos como hamacas, urnas cerá-micas, y entre las armas, la maza, elarco y la flecha. Esta tradición Tupi-Guaraní se expandió desde los cursossuperiores de los ríos Paraná y Uruguayal río de La Plata, siguiendo la direc-ción norte-sur. Hacia el oeste, alcanzóla región del Chaco, expandiéndosehacia Mojos en Bolivia, alcanzando lazona de contacto a los pies del macizoandino.

Esta dinámica también ha sido ad-vertida en la prehistoria del norte de Chiledonde se da una síntesis de procesos dediferente naturaleza. Hipotéticamente,repito, hipotéticamente, se habrían re-gistrado migraciones desde la cuencaamazónica hacia la costa del Pacífico (ytambién al Atlántico), conteniendo unaporte complementario al desarrollo en-

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dógeno del área, que se caracteriza porla antigua tradición de cazadores y re-colectores. Este desarrollo conlleva dosprocesos diferentes. Uno de adaptación,especialmente de poblaciones foráneasa la costa, valles y oasis del desierto, dan-do paso a otro proceso de regionaliza-ción y diferenciación local.

En cuanto a la Araucanía, hayconsenso en reconocer que el pobla-miento del área se identifica con olea-das de grupos que hablaban lenguamapudungún. Es probable que la pre-sencia de estos grupos no tenga ningu-na relación con los tempranos desarro-llos paleoindios y arcaicos que seregistran en la zona, especialmente enlos sitios de Monte Verde, cerca dePuerto Montt, y San Vicente de Tagua-Tagua al sur de Santiago. Las raícesaraucanas o mapuches habría que bus-carlas en los primeros desarrollos al-fareros, donde Pitrén resulta funda-mental, ya que su principal actividadeconómica, aun tratándose de un com-plejo alfarero, han sido la caza y la re-colección. Este complejo promovió eldesarrollo alfarero posterior que carac-terizó la Araucanía y que incluye elcomplejo El Vergel, con énfasis en laagricultura, y la llamada cerámica Val-divia, que perdura hasta épocas histó-ricas. Este último complejo desarrollóen forma sostenida los cultivos de pa-pas, maíz, y probablemente porotos yquínoa, recursos que contribuyeron amantener núcleos familiares estables.

La Cultura Mapuche que le sigueincorpora una serie de elementos de eta-pas anteriores sometidos ahora a un pro-cesamiento propio, pero con una iden-tidad lingüística que unifica el amplioespacio desde la costa del Pacífico a lastierras transandinas de Neuquén.

Pampas y Araucanía parecen co-rrelacionar el proceso que se desarro-lló en el Chaco y Patagonia. Pampas,como área de transición entre Chaco yPatagonia, presenta varios rasgos e in-fluencias de ambos y estuvo siemprebajo la influencia de migraciones quetransitaron por este territorio. En efec-to, las poblaciones mapuches tardíasque se establecieron en Pampas refle-jan una de los últimos procesos migra-torios en el área.

La Araucanía, además, presentacaracterísticas derivadas de los comple-jos formativos y tardíos provenientes delárea central andina, incluyendo aque-llos que caracterizaron el desarrollo in-caico, complementados con elementosprovenientes de la floresta tropical.

Pampas y Patagonia presentanuna continuidad cultural que se tradu-ce en una persistente estabilidad a tra-vés del tiempo. Esta continuidad estárepresentada por cazadores-recolecto-res, cuyos modos de vida revelan uncomplejo nomadismo pedestre. Porta-dores de una tecnología simple, adop-taron la cerámica sólo muy tardíamentey la agricultura y el pastoralismo prác-ticamente no los conocieron. Así, suorganización social no sobrepasó laformación de pequeñas bandas con re-conocimiento de territorio. En este pro-ceso podemos distinguir los grupospatagónicos netamente continentales,que desarrollaron una economía basa-da en la caza y los grupos costeros quese asentaron en los ambientes maríti-mos de los canales e islas occidentalesy del extremo sur. Estos últimos handesarrollado una economía fundamen-talmente marítima de pesca, caza y re-colección, utilizando la canoa comocentro de operaciones, complementa-

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da por actividades de caza terrestre,aprovechando la existencia de una ricafauna de guanacos y huemules. Lasrecientes investigaciones señalan quelos grupos costeros fueron desplazadosde los ambientes continentales por losgrupos cazadores más especializadosobligándolos a adaptarse a las condi-ciones marítimas a partir del 5000 a.C.Sin embargo, su tecnología marítimaaparece muy avanzada desde el co-mienzo del proceso. De allí que, alter-nativamente, se postula que la zona fuepoblada por una corriente migratoriade antiguos canoeros que llegaron des-de la costa Pacífico desde el norte.

En todas las áreas que componenel Cono Sur, cuando el equilibrio con elmedio ambiente ha sido alcanzado, ydebido al relativo aislamiento de losgrupos, el desarrollo cultural ha perma-necido casi estable por milenios e inte-rrumpido sólo por la llegada europea,primero en el extremo sur a comienzosdel siglo XVI y recientemente en elChaco, produciendo una situación quetodavía continúa su proceso de ajuste.

Es importante comprender quelos procesos de poblamiento y desa-rrollo cultural del Cono Sur no puedenestudiarse de manera aislada. El áreamuestra una interrelación con las re-giones vecinas que se manifiesta porun proceso lento e interactivo de in-fluencias de diferentes culturas de nor-te a sur y de este a oeste y viceversa.Esto es particularmente cierto para losprimeros períodos formativos del cen-tro-sur andino y constituye la base so-bre la que Tiwanaku ejercerá su in-fluencia posterior.

El primer milenio después deCristo, el norte de Chile y el noroestede Argentina se caracterizan por la

existencia de grupos que coexisten yse interconectan económicamente. Eneste cuadro de las relaciones interrre-gionales cada valle, cada oasis o habi-tat del desierto, la costa o el altiplanoparecen tener cierta autonomía políti-ca, con excepción del momento en quedomina Tiwanaku. La zona centro-surandina constituye, pues, un mosaico dereinos en donde la ideología, al igualque en la etapa formativa, ha cumpli-do un rol importante. Esta se manifiestacon componentes tanto andinos comode la selva tropical, lo que refuerza lahipótesis que grupos organizados a ni-vel de jefaturas continuaron interrela-cionándose desde las tierras altas ybajas orientales a las costas del nortede Chile, sur de Bolivia y noroeste deArgentina, hasta, probablemente, an-tes de la llegada europea, logrando unaregionalización diferente al proceso deurbanización que conlleva la organiza-ción de sociedades estatales en losAndes centrales. De esta forma, la zonacentro-sur andina es más diversa en suexperiencia de lograr un mayor gradode complejidad social, favorecida porsu apertura hacia las influencias de lastierras bajas orientales y de una auto-nomía que refleja microrregionaliza-ción y discontinuidad.

La investigación arqueológica co-mienza a revelar interesantes problemasen relación al proceso de complejidadsocial en esta parte del cono sur. Sabe-mos que largo tiempo antes del predo-minio Tiwanaku ya se ha desarrolladouna amplia red de intercambio que pue-de ser la clave en el entendimiento delo que es el proceso de complementa-ción en un territorio que incluye unagran diversidad. La base de esta inte-rrelación instituida parece ser el desa-

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rrollo de un marco ideológico común y,por lo tanto, compartido entre los di-versos grupos que participan de esta red.Es probable que también haya habidouna comunidad lingüística, coincidien-do con una expansión temprana Puki-na, que podría tener su contraparte enterritorio chileno en las etnias atacame-ñas. Sobre este sustrato Pukina se ha-bría superpuesto la expansión Aymaraposterior generando un proceso de ai-marización con la hegemonía centrali-zada de Tiwanaku.

Después de Tiwanaku se produ-ce una balcanización territorial dondelos señoríos locales desarrollan su au-tonomía y no muestran signos de pre-dominio. Es sólo posteriormente, conla expansión Inca que el quechua en-tra en el área, en forma limitada y con-dicionada.

En el análisis de los rasgos delproceso interno y debido a la fragmen-tación espacial que caracteriza la am-plia región centro-sur andina, los pe-queños grupos o señoríos desarrollanun aparato ideológico fuerte y centra-lizado que contribuye a unificarlos ysuplir la eventual desmembracióngeográfica. Este patrón de comple-mentariedad llevado a cabo en regio-nes amplias con énfasis en relacionesde movilidad y con una heterogenei-dad de grupos de limitados recursoseconómicos, pero con un gran de-sarrollo ideológico, constituye unaalternativa a aquellos modelos de es-tudio del proceso de complementarie-dad de los Andes centrales, ya que nose trataría sólo de una complementa-riedad ecológica.

En este esquema, la esfera de in-fluencia Tiwanaku resalta con carac-terísticas propias en relación a las so-

ciedades agro-pastoriles del centro-sur.Esta se fundamenta en la presencia deuna iconografía compartida y una redde intercambio de productos económi-cos que reflejan una base ideológica ypolítica común centralizada en el Titi-caca. El área atacameña habría entra-do en una regulación hegemónica deseñoríos étnicos, mientras la región ai-marizada del norte habría estado afec-tada por una vinculación directa a tra-vés del establecimiento de enclaves ocolonias.

En el noroeste de Argentina,Aguada representa un proceso similara los desarrollos más regionalizados deTiwanaku en el norte de Chile, es de-cir, un centro reprocesador del fenó-meno Tiwanaku cuya situación geográ-fica le permitió recibir influencias tantodel norte alto andino como de la selvatropical oriental. Desarrollan un siste-ma sociopolítico y económico que haceposible el aumento de la población, condesarrollo metalúrgico y un estilo ar-tístico basado en la iconografía del fe-lino. Este proceso da énfasis a los me-canismos interactivos, relacionando losgrupos locales en torno a una red re-gional de relaciones con predominio deAguada, aunque nada sabemos decómo opera ni tampoco de las trans-formaciones locales y su relación conlas culturas vecinas.

Un aspecto importante en la in-vestigación arqueológica del períodode desarrollo regional, tanto en el nor-oeste de Argentina como norte de Chi-le, es el intento por definir e identifi-car el desarrollo de las jefaturaslocales anteriores al dominio Inca.Este período se caracterizó por un in-cremento de la población, la presen-cia de obras de regadío anexas a los

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grandes establecimientos ocupaciona-les, importantes agregados arquitec-tónicos y ubicación estratégica de re-des de establecimientos con carácterdefensivo, rasgos todos que configu-ran un cambio en el patrón de asenta-miento. Han sido estudiados tanto enel noroeste de Argentina (Hualfín,Calchaquí, Santa María) como en losoasis del desierto de Atacama y va-lles de Azapa, Tarapacá y Camaronesen el norte de Chile.

Estos establecimientos constitu-yen estructuras jerarquizadas que do-minaron redes de intercambio, confor-mando un tipo de jefatura común, conevidencias de sociedades estratifica-das, manufacturas a nivel industrial,y distribución a larga distancia, espe-cialmente de productos exóticos deprestigio, que incluyen el cobre ybronce.

Araucanía presenta contactos almomento del inicio del proceso decomplejidad social. También en el áreaChaco-Santiagueña y Uruguay, los es-tablecimientos tardíos se encuentranasociados a aldeas agrícolas. Este he-cho podría constituir un argumentomás para la hipótesis de migracionesde grupos de habla Guaraní desde lastierras tropicales orientales a Pampasy la Araucanía. Sin embargo, desco-nocemos el rol de la agricultura en esteproceso de complejidad social crecien-te, de forma tal que es muy difícil in-terpretar mecanismos de cambio.

Además de los fenómenos decomplementariedad que han sido im-portantes en la estimación del cambiosocial, especialmente en las culturasrelacionadas con el desarrollo andino,también se han desarrollado otros ti-pos de relaciones que han sido incor-

porados al esquema del proceso. Entreestos tenemos los matrimonios íntra-grupales, diferentes formas de inter-cambios, y aun de mercados preesta-blecidos, donde la élite jerárquica degrupos interrelacionados debe haberjugado un papel importante.

El rol de la sociedad agropasto-ril en las zonas altas de los Andes, consus mecanismos de intercambio a basede caravanas, merece ser destacadocomo un campo específico de estudio.Las estrategias desarrolladas por es-tas sociedades, así como sus princi-pales logros revelan procesos de ajusteasí como organizaciones que hanconstituido una alternativa al procesoandino post-Tiwanaku y de desarro-llo regional.

En este esquema de relacionesinterregionales, las cambiantes condi-ciones ambientales, y especialmentelos períodos de sequía alternados conlos de pluviosidad, deben haber juga-do un papel preponderante. Muy pocose sabe al respecto de los cambios cli-máticos y sus consecuencias, pero es-tudios preliminares señalan períodosde menor humedad en la cuenca ama-zónica en el pasado así como largosperíodos de sequía en el altiplano, yotros de mayor humedad en las con-diciones áridas del desierto de Ataca-ma. Esta situación debe haber facili-tado de alguna forma el movimientoy acceso de poblaciones a diferentesambientes.

Nuestra visión de la prehistoria delas zonas relacionadas al proceso andi-no podría servirnos de guía para aus-cultar los procesos de las sociedadesubicadas más al sur. En este esquema,quedan interrogantes para la investiga-ción del futuro. Por ejemplo, ¿cómo han

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podido mantenerse marginadas las po-blaciones patagónicas? ¿Qué rasgos co-munes entre sociedades más simples nototalmente sedentarizadas y aquellasafectadas por el desarrollo andino pue-den establecerse con el fin de compren-der el proceso de complejidad social demás al norte? ¿Qué rol han jugado lassociedades menos establecidas de ca-zadores y recolectores patagónicos? Elorigen y desarrollo de la civilizaciónandina debe correlacionarse con los pro-cesos de interrelación de las tierras ba-jas tropicales.

El cono sur, considerado comoárea con desarrollos propios, ofrece laoportunidad de investigar cómo se hanllevado adelante los procesos de cam-bio social y ajuste ambiental a travésdel tiempo, sin mayor imposición oadosamiento de un sistema foráneo,como sucedió en los Andes Centrales,con la influencia ejercida por Chavín,Moche, Wari e Inca. El enorme espa-cio y cantidad de grupos que lo habi-taron provee oportunidad para el desa-rrollo de tal estudio a un nivelestrictamente local donde sería intere-sante conocer la naturaleza del cam-bio operado dentro de grandes siste-mas a través de un largo período dedesarrollo.

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Regiones arqueológicas del Cono Sur.

1. Norte Árido de Chile2. Norte Semiárido de Chile3. Chile Central4. Suroeste boliviano5. Noroeste argentino6. Araucanía7. Pampas8. Chaco9. Patagonia

10. Fiordos y canales chilenos11. Tierra del Fuego

OCÉANOPACÍFICO

OCÉANOATLÁNTICO

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Color pipas palpala.

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